Cosecha de puertas malditas [Libre] [Samhain 2019]
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Cosecha de puertas malditas [Libre] [Samhain 2019]
Los días han estados muy activos para Chimar y es que el descubrimiento de cierto artefacto en la esfera terminó por colmar todo su tiempo científico, incluso el pequeño Canel no puede mostrarse más inconforme por el estado de “zombificación” que ahora experimenta su hermano mayor.
No ha dejado de ser bueno con él ni mucho menos pero es cierto que pasa demasiado en la nueva sección descubierta, al lado de los extraños pilares mientras trata de entender el funcionamiento de sus mecanismos de control.
Luego de casi una semana perdido en datos técnicos, llega a la muy molesta conclusión de que no será capaz de entender al 100% lo que tiene delante sin la ayuda de elementos elfos y brujos profesionales.
Si bien posee de ambas especies entre sus hermanos, este tipo de situaciones requieren un poco de ayuda adulta. Tanto por la experiencia… como por la muy real posibilidad de que todo salga mal y se terminen consumiendo entre gritos agónicos.
Jamás arriesgaría a sus hermanos de esa manera asi que recurre a elementos terceros, gente conocida que es capaz de manejar la situación… y que no dolerían tanto en un hipotético caso de combustión espontánea.
Manda las palomas mensajeras en la tarde, acto seguido se tira en la cama durante horas por primera vez en días. Cuando despierta, Canel está sentado al lado mirándole con una divertida cara sonriente.
Sabes… eso no deja de ser perturbador.
“El brujito asiente sonriente”.
Luego de levantarse y despeinar un poco al enano, Chim pasa a centrarse en la aventura que tienen por delante. Solo le resta esperar a que sus compañeros convocados aparezcan para dar la información y hacer un poco de magia científica.
Hace tiempo que no dormía tan bien “se estira con cierta pereza” me pregunto cuan…
Llegaran en breve, están cerca.
La mueca de sorpresa del joven genio se disipa rápido pues Canel es Canel, sabe bien tales cosas debido a lo rarito de su magia... eso junto con el curioso potencial mental que se esconde bajo su mirada confusa.
Mejor a desayunar primero jejeje.
Avanzan entonces a la sala común y luego de saludar a todos los enanos presentes buscan su desayuno, ya todos los demás habitantes de la esfera tomaron tal alimento obviamente pues se levantan como fieras hambrientas.
No ha dejado de ser bueno con él ni mucho menos pero es cierto que pasa demasiado en la nueva sección descubierta, al lado de los extraños pilares mientras trata de entender el funcionamiento de sus mecanismos de control.
Luego de casi una semana perdido en datos técnicos, llega a la muy molesta conclusión de que no será capaz de entender al 100% lo que tiene delante sin la ayuda de elementos elfos y brujos profesionales.
Si bien posee de ambas especies entre sus hermanos, este tipo de situaciones requieren un poco de ayuda adulta. Tanto por la experiencia… como por la muy real posibilidad de que todo salga mal y se terminen consumiendo entre gritos agónicos.
Jamás arriesgaría a sus hermanos de esa manera asi que recurre a elementos terceros, gente conocida que es capaz de manejar la situación… y que no dolerían tanto en un hipotético caso de combustión espontánea.
Manda las palomas mensajeras en la tarde, acto seguido se tira en la cama durante horas por primera vez en días. Cuando despierta, Canel está sentado al lado mirándole con una divertida cara sonriente.
Sabes… eso no deja de ser perturbador.
“El brujito asiente sonriente”.
Luego de levantarse y despeinar un poco al enano, Chim pasa a centrarse en la aventura que tienen por delante. Solo le resta esperar a que sus compañeros convocados aparezcan para dar la información y hacer un poco de magia científica.
Hace tiempo que no dormía tan bien “se estira con cierta pereza” me pregunto cuan…
Llegaran en breve, están cerca.
La mueca de sorpresa del joven genio se disipa rápido pues Canel es Canel, sabe bien tales cosas debido a lo rarito de su magia... eso junto con el curioso potencial mental que se esconde bajo su mirada confusa.
Mejor a desayunar primero jejeje.
Avanzan entonces a la sala común y luego de saludar a todos los enanos presentes buscan su desayuno, ya todos los demás habitantes de la esfera tomaron tal alimento obviamente pues se levantan como fieras hambrientas.
Invitado
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Re: Cosecha de puertas malditas [Libre] [Samhain 2019]
La última semana del brujo había sido de lo más extraña tras haber hablado con el oráculo en el acantilado de la muerte. El samhain ya estaba a la vuelta de la esquina, y sin embargo, en vez de preocuparse por el ambiente festivo se mantenía envuelto en una extraña corriente de pensamientos cuyo orden y planificación tenía cada vez más sentido con el pasar de los días.
Las heridas de su último trabajo ya habían sanado, aunque seguía con el orgullo herido y la duda sobre las palabras del oráculo. Comenzaba a planificar un viaje largo y peligroso. En su pequeña habitación de la forja tensai se podían ver varios libros de navegación y cartografía. Había trazado algunos cuantos mapas teóricos para practicar antes de comenzar a realizar los suyos, aunque también había comprado unos cuantos para sus futuros viajes. El este era el destino, pero aún no sentía que era el momento. Las palabras del oráculo aún no tenían sentido tangible.
Ese día era extraño. Algunos alumnos de Hekshold lo habían visitado para una sesión de estudios improvisada. El túnica naranja poco a poco se hacía su fama como rata de biblioteca y estaba dando buenos resultados por ahora, eso y las historias de sus distintos viajes desde que comenzó a vivir solo solían ser el mayor tópico de conversación. Hace algunos días también le habían enseñado a jugar ajedrez, en un principio le fue difícil aprender las reglas del juego, pero tras una noche de estudiarse las reglas comenzaba a crear sus propias estrategias y estas solían llamar la atención de los mejores jugadores de la academia.
Estaba en una partida bastante reñida. Habían sacado la mesa central del taller y las sillas para poder jugar mejor al aíre libre. En total eran unos cinco alumnos contándolo. Aunque podía decirse que la mente del brujo estaba más centrada en el juego que en la compañía cuando mira al cielo y ve una paloma acercarse hasta quedar a un lado del tablero.
-Una paloma mensajera, ¿para quién sera?-. Reconoció uno de los alumnos.
-Al parecer es para ti, Kendo-. Dijo su oponente mientras tomaba la carta y se la entregaba.
Kendovlah quedo algo confundido pensando en las posibilidades. Anteriormente ya había usado ese método para contactar con ex-compañeros, pero no podía imaginarse quien podría solicitarlo ni mucho menos escribirle. Al abrir la carta se quedo pensativo. El joven genio requería ayuda de confianza para investigar algo en su propio hogar.
-No saben la tremenda alegría que me da volver Lunargenta-. Dijo el túnica naranja en un tono claramente irónico, pero era cierto que no podía negar la ayuda a los hermanos. Estos ya le habían ayudado antes y colaborado cubriéndose la espalda en varias ocasiones. Por más que no fuese el destino del oráculo no podía rechazar a un amigo si este pedía ayuda.
-Partirás mañana, ¿no?-. Preguntó uno de los espectadores algo ansioso. -Ya que no estarás para el Samhain en la ciudad aprovechemos de celebrar esta noche aquí. Además entre los cinco podemos ayudar a preparar mejor tu viaje-.
-Veo que ya lo decidieron, pues dejen ganar esta y empezamos-. Dijo un más animado Kendovlah antes de comenzar los preparativos del viaje.
El drakkar había quedado en los muelles a buen recaudo. El viaje no había costado tanto gracias a las preparaciones previas. Aunque el plan era simple, terminar de ayudar y largarse lo antes posible. Tenía cosas que hacer, pero ya estaba frente a la inmensa esfera y base de los gorriones. Resaltaba bastante, podía apreciar cierta resonancia mágica proveniente del edificio así como apreciar la arquitectura tan poco común. Dejaba la impresión de que la ciudad alguna vez se puso en su camino.
Lo siguiente que pudo notar por la parte frontal fueron dos caras conocidas. El pequeño genio y el ilusionista. Sonrió al ver que estaban en una pieza, aunque la magnitud del trabajo solicitado por el genio inventor se escapaba aún a su entendimiento. Pensó que lo mejor era abordar el asunto con una mente abierta y tratar de prevenir situaciones de riesgo si es que las habían.
-Cuando crees que ya nada te puede sorprender en Lunargenta aparecen ustedes dos con sus cosas. ¿Cómo han estado chicos?-. Saludo a ambos amistoso mientras su curiosidad de vez en cuando se dejaba notar al seguir observando la estructura y los detalles del edificio.
Las heridas de su último trabajo ya habían sanado, aunque seguía con el orgullo herido y la duda sobre las palabras del oráculo. Comenzaba a planificar un viaje largo y peligroso. En su pequeña habitación de la forja tensai se podían ver varios libros de navegación y cartografía. Había trazado algunos cuantos mapas teóricos para practicar antes de comenzar a realizar los suyos, aunque también había comprado unos cuantos para sus futuros viajes. El este era el destino, pero aún no sentía que era el momento. Las palabras del oráculo aún no tenían sentido tangible.
Ese día era extraño. Algunos alumnos de Hekshold lo habían visitado para una sesión de estudios improvisada. El túnica naranja poco a poco se hacía su fama como rata de biblioteca y estaba dando buenos resultados por ahora, eso y las historias de sus distintos viajes desde que comenzó a vivir solo solían ser el mayor tópico de conversación. Hace algunos días también le habían enseñado a jugar ajedrez, en un principio le fue difícil aprender las reglas del juego, pero tras una noche de estudiarse las reglas comenzaba a crear sus propias estrategias y estas solían llamar la atención de los mejores jugadores de la academia.
Estaba en una partida bastante reñida. Habían sacado la mesa central del taller y las sillas para poder jugar mejor al aíre libre. En total eran unos cinco alumnos contándolo. Aunque podía decirse que la mente del brujo estaba más centrada en el juego que en la compañía cuando mira al cielo y ve una paloma acercarse hasta quedar a un lado del tablero.
-Una paloma mensajera, ¿para quién sera?-. Reconoció uno de los alumnos.
-Al parecer es para ti, Kendo-. Dijo su oponente mientras tomaba la carta y se la entregaba.
Kendovlah quedo algo confundido pensando en las posibilidades. Anteriormente ya había usado ese método para contactar con ex-compañeros, pero no podía imaginarse quien podría solicitarlo ni mucho menos escribirle. Al abrir la carta se quedo pensativo. El joven genio requería ayuda de confianza para investigar algo en su propio hogar.
-No saben la tremenda alegría que me da volver Lunargenta-. Dijo el túnica naranja en un tono claramente irónico, pero era cierto que no podía negar la ayuda a los hermanos. Estos ya le habían ayudado antes y colaborado cubriéndose la espalda en varias ocasiones. Por más que no fuese el destino del oráculo no podía rechazar a un amigo si este pedía ayuda.
-Partirás mañana, ¿no?-. Preguntó uno de los espectadores algo ansioso. -Ya que no estarás para el Samhain en la ciudad aprovechemos de celebrar esta noche aquí. Además entre los cinco podemos ayudar a preparar mejor tu viaje-.
-Veo que ya lo decidieron, pues dejen ganar esta y empezamos-. Dijo un más animado Kendovlah antes de comenzar los preparativos del viaje.
(…)
El drakkar había quedado en los muelles a buen recaudo. El viaje no había costado tanto gracias a las preparaciones previas. Aunque el plan era simple, terminar de ayudar y largarse lo antes posible. Tenía cosas que hacer, pero ya estaba frente a la inmensa esfera y base de los gorriones. Resaltaba bastante, podía apreciar cierta resonancia mágica proveniente del edificio así como apreciar la arquitectura tan poco común. Dejaba la impresión de que la ciudad alguna vez se puso en su camino.
Lo siguiente que pudo notar por la parte frontal fueron dos caras conocidas. El pequeño genio y el ilusionista. Sonrió al ver que estaban en una pieza, aunque la magnitud del trabajo solicitado por el genio inventor se escapaba aún a su entendimiento. Pensó que lo mejor era abordar el asunto con una mente abierta y tratar de prevenir situaciones de riesgo si es que las habían.
-Cuando crees que ya nada te puede sorprender en Lunargenta aparecen ustedes dos con sus cosas. ¿Cómo han estado chicos?-. Saludo a ambos amistoso mientras su curiosidad de vez en cuando se dejaba notar al seguir observando la estructura y los detalles del edificio.
Kendovlah
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Re: Cosecha de puertas malditas [Libre] [Samhain 2019]
–Puede que la ames con todo tu corazón, Emilio –dijo la diminuta mujer sobre el pergamino, hablando y gesticulando con teatralidad–, pero su amor jamás deberá florecer.
–¡¿Por qué dices eso?! –exigió saber el también diminuto hombre frente a ella, con más teatralidad–. Sara, ¿acaso sabes algo que yo no?
–Sí, sé algo. Y cuando te lo diga, tu vida cambiará por completo. –Le miró de frente, determinada a pronunciar las decisivas palabras en el clímax de la historia–. Emilio, Helena y tú son… son…
Fue entonces cuando el pergamino ilusorio dejó de funcionar. Las ilusiones desaparecieron y tanto Xana y yo nos levantamos de nuestros asientos.
–¡¿Son qué?! –exclamamos al unísono, atormentados por la incertidumbre. Ambos nos giramos hacia Hyro.
–Lo siento, chicos –dijo, pero no había ni una pizca de culpabilidad en la sonrisa ladina que mostraba–. Tendrán que esperar hasta que escriba el siguiente episodio. Tal vez hasta mañana, o una semana, un mes, un año… o puede que decida no continuar la historia. Soy algo perezoso, después de todo.
–Pero… –De pronto el ave Schnee entró por la ventana, haciéndome dar un respingo por la sorpresa–. ¿Y ahora qué te pasa? –Noté que llevaba un pequeño trozo de papel enrollado en sus patas. Gracias a nuestra conexión psíquica, segundos antes había visto a través de sus ojos el momento en que se lo arrebató a una paloma mensajera, pero yo no le di importancia hasta ahora. Intenté tomarlo, sin embargo, él no dejaba de volar en círculos en la habitación, escapando de mi agarre–. Quédate quieto.
Hyro, en un inusual acto de buena voluntad hacia mí, usó telequinesis para tomar el papel y entregármelo.
–De nada –dijo con una media sonrisa.
Ignorándolo, empecé a leer lo que era en realidad una carta dirigida a mí.
–Xana, Shimar nos necesita –declaré al finalizar, despertando la curiosidad en mis acompañantes.
–¿Quién es Shimar? –inquirió.
–Es «Chimar» –corrigió Xana–. Rauko lo pronuncia mal a propósito.
–Vale, sigo sin saber quién es.
–Es un niño genio, más listo que nosotros –expliqué.
–Que un niño sea más listo que tú, lo creo. Pero ¿más listo que Xana? –Miró a la elfa, esperando una respuesta. Ella asintió con la cabeza–. Vaya, que un crío sea más listo que nosotros me deprime un poco. Pero, de ser cierto, ¿qué necesitaría de ustedes? Podría conseguir mejores escoltas en cualquier otro lugar.
–No necesita escoltas. Lo que necesita de nosotros es algo más.
–¿Y… eso qué sería? –Realmente tenía curiosidad, y eso era lo que yo esperaba.
–Te lo diré… cuando escribas el siguiente episodio. –Esbocé una sonrisa maliciosa. Conociéndolo, la curiosidad lo llevaría a escribirlo, y así todos ganaríamos al final… o puede que la pereza se lo impidiera. De hecho, la segunda opción era la más probable. Aun así, no perdía nada con intentarlo.
–¡¿Por qué dices eso?! –exigió saber el también diminuto hombre frente a ella, con más teatralidad–. Sara, ¿acaso sabes algo que yo no?
–Sí, sé algo. Y cuando te lo diga, tu vida cambiará por completo. –Le miró de frente, determinada a pronunciar las decisivas palabras en el clímax de la historia–. Emilio, Helena y tú son… son…
Fue entonces cuando el pergamino ilusorio dejó de funcionar. Las ilusiones desaparecieron y tanto Xana y yo nos levantamos de nuestros asientos.
–¡¿Son qué?! –exclamamos al unísono, atormentados por la incertidumbre. Ambos nos giramos hacia Hyro.
–Lo siento, chicos –dijo, pero no había ni una pizca de culpabilidad en la sonrisa ladina que mostraba–. Tendrán que esperar hasta que escriba el siguiente episodio. Tal vez hasta mañana, o una semana, un mes, un año… o puede que decida no continuar la historia. Soy algo perezoso, después de todo.
–Pero… –De pronto el ave Schnee entró por la ventana, haciéndome dar un respingo por la sorpresa–. ¿Y ahora qué te pasa? –Noté que llevaba un pequeño trozo de papel enrollado en sus patas. Gracias a nuestra conexión psíquica, segundos antes había visto a través de sus ojos el momento en que se lo arrebató a una paloma mensajera, pero yo no le di importancia hasta ahora. Intenté tomarlo, sin embargo, él no dejaba de volar en círculos en la habitación, escapando de mi agarre–. Quédate quieto.
Hyro, en un inusual acto de buena voluntad hacia mí, usó telequinesis para tomar el papel y entregármelo.
–De nada –dijo con una media sonrisa.
Ignorándolo, empecé a leer lo que era en realidad una carta dirigida a mí.
–Xana, Shimar nos necesita –declaré al finalizar, despertando la curiosidad en mis acompañantes.
–¿Quién es Shimar? –inquirió.
–Es «Chimar» –corrigió Xana–. Rauko lo pronuncia mal a propósito.
–Vale, sigo sin saber quién es.
–Es un niño genio, más listo que nosotros –expliqué.
–Que un niño sea más listo que tú, lo creo. Pero ¿más listo que Xana? –Miró a la elfa, esperando una respuesta. Ella asintió con la cabeza–. Vaya, que un crío sea más listo que nosotros me deprime un poco. Pero, de ser cierto, ¿qué necesitaría de ustedes? Podría conseguir mejores escoltas en cualquier otro lugar.
–No necesita escoltas. Lo que necesita de nosotros es algo más.
–¿Y… eso qué sería? –Realmente tenía curiosidad, y eso era lo que yo esperaba.
–Te lo diré… cuando escribas el siguiente episodio. –Esbocé una sonrisa maliciosa. Conociéndolo, la curiosidad lo llevaría a escribirlo, y así todos ganaríamos al final… o puede que la pereza se lo impidiera. De hecho, la segunda opción era la más probable. Aun así, no perdía nada con intentarlo.
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Mientras llegábamos a nuestro destino, no dejaba de preguntarme por qué Chimar necesitaría de mis conocimientos. Puede que yo supiera algunas cosas, pero dudaba que fuera lo que él necesitaba. Por ello llevé a Xana conmigo; su conocimiento sobre la cultura élfica, nigromancia y artes oscuras tal vez sí sería útil para el niño genio. De lo contrario, ambos tendríamos que esforzarnos ocultando nuestra ignorancia y compensando nuestra inutilidad.
Pero olvidé todo aquello cuando pudimos contemplar la enorme fortaleza esférica. Con una lluvia de preguntas en mi cabeza, de lo único que estaba seguro era que, por algún motivo, me sentía insignificante.
Después de durar unos cuantos segundos asimilando la imagen, finalmente avanzamos. Frente a la esfera ya se encontraba Chimar y Canel recibiendo a un desconocido que vestía una llamativa túnica naranja.
–¡Hola, Zhimar, Canela! –saludé jovialmente mientras nos acercábamos, alzando una mano–. Y hola a ti también –agregué cuando me situé al lado del Túnica Naranja, dedicándole una sonrisa fina.
–¿Cómo están, chicos? –preguntó Xana tras dar una breve reverencia–. Espero no haberles interrumpido en una discusión importante. De ser así, pido disculpas y prometo castigar a Rauko adecuadamente por su impertinencia.
Pero olvidé todo aquello cuando pudimos contemplar la enorme fortaleza esférica. Con una lluvia de preguntas en mi cabeza, de lo único que estaba seguro era que, por algún motivo, me sentía insignificante.
Después de durar unos cuantos segundos asimilando la imagen, finalmente avanzamos. Frente a la esfera ya se encontraba Chimar y Canel recibiendo a un desconocido que vestía una llamativa túnica naranja.
–¡Hola, Zhimar, Canela! –saludé jovialmente mientras nos acercábamos, alzando una mano–. Y hola a ti también –agregué cuando me situé al lado del Túnica Naranja, dedicándole una sonrisa fina.
–¿Cómo están, chicos? –preguntó Xana tras dar una breve reverencia–. Espero no haberles interrumpido en una discusión importante. De ser así, pido disculpas y prometo castigar a Rauko adecuadamente por su impertinencia.
Rauko
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Re: Cosecha de puertas malditas [Libre] [Samhain 2019]
Se podía afirmar que su vida había tomado un giro de tres cientos sesenta grados durante el último mes. Había tenido más acción durante esas tres semanas, que todo el año anterior viviendo en las calles. Interactuó con dos adultos, de lo más particulares, se había adentrado también a las afueras de Lunargenta y sucesos extraños sucedieron. Pero lo que más la había afectado -positivamente-, había sido ese encuentro. Los dos niños que le regalaron su amistad, y con ello, un lugar al cuál pertenecer y llamar hogar.
Y es que todavía le costaba creérselo a veces, sentía que vivía en una de esas fantasías que utilizaba para alejarse de su -ahora anterior- cruel situación. Pero era verdad, y con felicidad podía afirmar que, ¡no era su imaginación!
Aún le costaba adaptarse a su nueva vida, y a todas las posibilidades que esta le traía. Aunque su preocupación número uno era llevarse bien con el resto de niños. Al ser como es, no lograba muy bien empezar a forjar lazos, y empezaba a depender de su ‘salvador y su acompañante’, Chimar y Canel. Pero con lentitud se iba abriendo al resto de sus compañeros. Todavía no se atrevía mucho a referirse a ellos como ‘hermanos’, pero pronto. Cada cosa a su tiempo.
Todavía recuerdaba la sensación que le dio ver la guarida de sus dos nuevos conocidos. Era colosal, aquella forma geométrica hecha de un extraño material, de un extraño color, en medio de uno de los distritos de la ciudad. Había sido una mezcla de curiosidad, sorpresa, angustia, y por supuesto, miedo. Ese coctel de sensaciones no había tenido tiempo de culminar, puesto que ambos niños ya la habían metido dentro. Le habían asignado una habitación en la extraña fortaleza, una pequeña alcoba en uno de los dos recintos de habitaciones del área común. Le dieron hasta la oportunidad de mudarse de ropa, un vestido blanco era lo que lucía y presumía ahora.
El pequeño cuarto fue lo que asimiló con más rapidez, después de todo era su espacio privado. Los primeros días no había tardado en dormir, caía desplomada encima del lecho -tenía un lecho propio, una cama, cómo tanto lo había deseado- y se desmayaba en un sueño de lo más profundo. ¿Quién podía culparla? Vivir en las calles era sumamente agotador. No obstante, las últimas dos noches no había podido pegar ojo -sólo le había costado dormirse, realmente-.
La mañana era tranquila, se había levantado algo tarde -por quedarse despierta hasta tarde la noche anterior-. Estaba completamente despeinada, y bostezaba con intensidad. Se levantó, vistió y peino con dedicación y entusiasmo. A pesar de haber estado sólo una semana bajo la dirección del clan de los Gorriones se veía más sana. Se había recuperado del resfriado, y comía con voracidad. En unos meses estaría sana al cien por cien.
Trenzó su cabello, mirándose en el pequeño y viejo espejo que la había acompañado en todas sus travesías. Acomodó el lazo celeste, el más pequeño, alrededor de su cuello. Y el otro, un poco más largo, alrededor de su cintura. Para ser una niña de doce años, realmente no aparentaba su edad. Acomodó el lecho, dejando su muñequita de trapo en el medio -a la cual le beso la frente y le contó al oído cómo se sentía-.
Salió de la alcoba, tomando un largo bocado de aire. Adentrándose con cuidado -más que cuidado era timidez- por las instalaciones. Se dirigió hacia el área de las cocinas, y con algo de ansiedad, entró. Ahí vio al resto de infantes, y por supuesto, a Chimar y a Canel. Infló levemente el pecho, saludando a duras penas. Se sentó frente a ambos niños, no sin antes proporcionarse de una ración de comida.
Comía con lentitud, aunque su estómago le gritaba que bajara toda la comida a un ritmo mayor. Se obligaba a mantener los buenos modales. Miró al pequeño Canel, y después dirigió su mirada hacia Chimar. Vacilante, empezó a cuestionarse sobre algunas cosas, que cabían en la normalidad por la edad que tenía. ¿Qué pensaban ambos niños de ella? ¿Y los demás? Todos habían sido amables, aunque… Se perdió un rato entre ese círculo de pensamientos, antes de volver a lo que realmente le importaba. Estaba ansiosa por preguntarle algo a ambos niños que se encontraban frente a ella.
-Hoy… -Empezó a balbucear palabras, equivocándose una o dos veces -¿Qué van a hacer hoy?
Los veía, alternando rápidamente entre ambos pares de ojos, esperando una respuesta. Antes de que su timidez la atacaran de nuevo, a lo que bajó la mirada para alisar las faldas de su vestido.
Y es que todavía le costaba creérselo a veces, sentía que vivía en una de esas fantasías que utilizaba para alejarse de su -ahora anterior- cruel situación. Pero era verdad, y con felicidad podía afirmar que, ¡no era su imaginación!
Aún le costaba adaptarse a su nueva vida, y a todas las posibilidades que esta le traía. Aunque su preocupación número uno era llevarse bien con el resto de niños. Al ser como es, no lograba muy bien empezar a forjar lazos, y empezaba a depender de su ‘salvador y su acompañante’, Chimar y Canel. Pero con lentitud se iba abriendo al resto de sus compañeros. Todavía no se atrevía mucho a referirse a ellos como ‘hermanos’, pero pronto. Cada cosa a su tiempo.
Todavía recuerdaba la sensación que le dio ver la guarida de sus dos nuevos conocidos. Era colosal, aquella forma geométrica hecha de un extraño material, de un extraño color, en medio de uno de los distritos de la ciudad. Había sido una mezcla de curiosidad, sorpresa, angustia, y por supuesto, miedo. Ese coctel de sensaciones no había tenido tiempo de culminar, puesto que ambos niños ya la habían metido dentro. Le habían asignado una habitación en la extraña fortaleza, una pequeña alcoba en uno de los dos recintos de habitaciones del área común. Le dieron hasta la oportunidad de mudarse de ropa, un vestido blanco era lo que lucía y presumía ahora.
El pequeño cuarto fue lo que asimiló con más rapidez, después de todo era su espacio privado. Los primeros días no había tardado en dormir, caía desplomada encima del lecho -tenía un lecho propio, una cama, cómo tanto lo había deseado- y se desmayaba en un sueño de lo más profundo. ¿Quién podía culparla? Vivir en las calles era sumamente agotador. No obstante, las últimas dos noches no había podido pegar ojo -sólo le había costado dormirse, realmente-.
La mañana era tranquila, se había levantado algo tarde -por quedarse despierta hasta tarde la noche anterior-. Estaba completamente despeinada, y bostezaba con intensidad. Se levantó, vistió y peino con dedicación y entusiasmo. A pesar de haber estado sólo una semana bajo la dirección del clan de los Gorriones se veía más sana. Se había recuperado del resfriado, y comía con voracidad. En unos meses estaría sana al cien por cien.
Trenzó su cabello, mirándose en el pequeño y viejo espejo que la había acompañado en todas sus travesías. Acomodó el lazo celeste, el más pequeño, alrededor de su cuello. Y el otro, un poco más largo, alrededor de su cintura. Para ser una niña de doce años, realmente no aparentaba su edad. Acomodó el lecho, dejando su muñequita de trapo en el medio -a la cual le beso la frente y le contó al oído cómo se sentía-.
Salió de la alcoba, tomando un largo bocado de aire. Adentrándose con cuidado -más que cuidado era timidez- por las instalaciones. Se dirigió hacia el área de las cocinas, y con algo de ansiedad, entró. Ahí vio al resto de infantes, y por supuesto, a Chimar y a Canel. Infló levemente el pecho, saludando a duras penas. Se sentó frente a ambos niños, no sin antes proporcionarse de una ración de comida.
Comía con lentitud, aunque su estómago le gritaba que bajara toda la comida a un ritmo mayor. Se obligaba a mantener los buenos modales. Miró al pequeño Canel, y después dirigió su mirada hacia Chimar. Vacilante, empezó a cuestionarse sobre algunas cosas, que cabían en la normalidad por la edad que tenía. ¿Qué pensaban ambos niños de ella? ¿Y los demás? Todos habían sido amables, aunque… Se perdió un rato entre ese círculo de pensamientos, antes de volver a lo que realmente le importaba. Estaba ansiosa por preguntarle algo a ambos niños que se encontraban frente a ella.
-Hoy… -Empezó a balbucear palabras, equivocándose una o dos veces -¿Qué van a hacer hoy?
Los veía, alternando rápidamente entre ambos pares de ojos, esperando una respuesta. Antes de que su timidez la atacaran de nuevo, a lo que bajó la mirada para alisar las faldas de su vestido.
Pyp
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Re: Cosecha de puertas malditas [Libre] [Samhain 2019]
Ambos enanos comen de manera… pues, los días acomodados de Maquiavelo quedaron muy atrás sin duda. Ahora mismo ostenta una velocidad de ingesta tan elevada que rivaliza con la de un animal de granja.
¿Qué se puede decir?, en la esfera deja salir su personalidad más calmada y es que todos son familia, afuera es otra historia claro aunque eso le pasa a todo el mundo. Canel por su parte es un personaje curioso por lo que su manera de comer depende “de la luna”, en esta oportunidad va a la par de su hermano mayor.
No tarda en sentarse con ellos Pyp, por sus acciones es claro que también se levantó tarde para el desayuno colectivo. Ambos hermanos le miran de manera cordial y saludan con sus cabezas, claro que no pueden emitir palabras por tener las bocas a reventar de comida.
Eventualmente el genio es obligado a tragar todo el contenido de su boca y es que la jovencita desea hablar, Chim jamás despreciaría una conversación con cualquiera de sus parientes por elección.
La niña se muestra tímida, no es para menos con el gran cambio. Todos pasan por eso, de una forma u otra tienen que adaptarse al grupito aunque los demás siempre ponen de su parte para la integración, creen en el ideal gorrión.
¡Viviremos una aventura!
Ante la acotación de su buen amigo, el joven genio arquea una ceja y es que no deseaba involucrar a ninguno de sus hermanos más corrientes en la misión que tienen por delante. Hay cierto peligro intrínseco con estas cosas sin duda.
Pues “suspira resignado” un poco de eso, aunque puede conllevar peligro de por medio…
¿Por qué no nos acompañas?
La nueva forma de tirar por tierra los planes proteccionistas del intelectual hace que Canel se gane un tirón de orejas, el brujito termina emitiendo cierto sonido de desagrado mientras mira a su protector con cara dramática.
Sabes que te lo ganaste.
Pero, pero, pero…
Pero nada.
Una mirada de severidad es dispensada, aunque al final Chim termina por ceder y le alborota el cabello a su compañero para animarle. Acto seguido centra sus ojos en Pyp, ahora con un rostro más noble.
Puedes venir, pero debes seguir las instrucciones al pie de la letra, ¿Entendido?
Al final es bueno que los nuevos miembros aprendan como es el oficio de las aventuras rápido, es casi tan indispensable para los gorriones como el robo de artículos menores o la búsqueda de información.
Luego de terminar lo poco que queda en el plato, Maquiavelo lidera la marcha hasta la puerta principal. Sus aliados convocados están cerca según las palabras de Canel y eso no suele dejar mucho margen de tiempo.
La predicción fundamentada se cumple con la llegada del mago de túnica naranja, este termina subiendo la rampa de acceso con cierto recelo y una vez arriba es abordado por Canel quien termina escalando hasta posicionarse en sus hombros.
Hola Kendovlah, que bueno que pudiste venir, te sorprenderá más por dentro sin duda jejeje.
No tardan en llegar tanto Rauko como Xana, mejor que un elfo aventurero son dos. El joven inventor les insta a subir con la mano derecha de manera cordial aunque frunce el ceño cuando dicen mal tanto su nombre como el del pequeño ilusionista.
Pues…
Las palabras de Xana generan cierta sonrisa maliciosa en Chimar, este último no tarda en clavarle una mirada de mismas características al elfo aunque termina dejar ganar a su lado bueno. Les espera toda la aventura todavía, mejor no comenzar con mal pie.
Para nada “hace una mueca irónica” pero entremos, hay mucho que hacer.
Lo siguiente es el recorrido por la ruta de entrada inicial, un pasillo moderadamente largo y a reventar de cosas raras. Una vez llegan a la admisión, pueden detallar bien las características únicas de recinto interior.
Tenemos algo de tiempo, ¿Quieren el recorrido o pasamos directo a la tarea?
¿Qué se puede decir?, en la esfera deja salir su personalidad más calmada y es que todos son familia, afuera es otra historia claro aunque eso le pasa a todo el mundo. Canel por su parte es un personaje curioso por lo que su manera de comer depende “de la luna”, en esta oportunidad va a la par de su hermano mayor.
No tarda en sentarse con ellos Pyp, por sus acciones es claro que también se levantó tarde para el desayuno colectivo. Ambos hermanos le miran de manera cordial y saludan con sus cabezas, claro que no pueden emitir palabras por tener las bocas a reventar de comida.
Eventualmente el genio es obligado a tragar todo el contenido de su boca y es que la jovencita desea hablar, Chim jamás despreciaría una conversación con cualquiera de sus parientes por elección.
La niña se muestra tímida, no es para menos con el gran cambio. Todos pasan por eso, de una forma u otra tienen que adaptarse al grupito aunque los demás siempre ponen de su parte para la integración, creen en el ideal gorrión.
¡Viviremos una aventura!
Ante la acotación de su buen amigo, el joven genio arquea una ceja y es que no deseaba involucrar a ninguno de sus hermanos más corrientes en la misión que tienen por delante. Hay cierto peligro intrínseco con estas cosas sin duda.
Pues “suspira resignado” un poco de eso, aunque puede conllevar peligro de por medio…
¿Por qué no nos acompañas?
La nueva forma de tirar por tierra los planes proteccionistas del intelectual hace que Canel se gane un tirón de orejas, el brujito termina emitiendo cierto sonido de desagrado mientras mira a su protector con cara dramática.
Sabes que te lo ganaste.
Pero, pero, pero…
Pero nada.
Una mirada de severidad es dispensada, aunque al final Chim termina por ceder y le alborota el cabello a su compañero para animarle. Acto seguido centra sus ojos en Pyp, ahora con un rostro más noble.
Puedes venir, pero debes seguir las instrucciones al pie de la letra, ¿Entendido?
Al final es bueno que los nuevos miembros aprendan como es el oficio de las aventuras rápido, es casi tan indispensable para los gorriones como el robo de artículos menores o la búsqueda de información.
Luego de terminar lo poco que queda en el plato, Maquiavelo lidera la marcha hasta la puerta principal. Sus aliados convocados están cerca según las palabras de Canel y eso no suele dejar mucho margen de tiempo.
La predicción fundamentada se cumple con la llegada del mago de túnica naranja, este termina subiendo la rampa de acceso con cierto recelo y una vez arriba es abordado por Canel quien termina escalando hasta posicionarse en sus hombros.
Hola Kendovlah, que bueno que pudiste venir, te sorprenderá más por dentro sin duda jejeje.
No tardan en llegar tanto Rauko como Xana, mejor que un elfo aventurero son dos. El joven inventor les insta a subir con la mano derecha de manera cordial aunque frunce el ceño cuando dicen mal tanto su nombre como el del pequeño ilusionista.
Pues…
Las palabras de Xana generan cierta sonrisa maliciosa en Chimar, este último no tarda en clavarle una mirada de mismas características al elfo aunque termina dejar ganar a su lado bueno. Les espera toda la aventura todavía, mejor no comenzar con mal pie.
Para nada “hace una mueca irónica” pero entremos, hay mucho que hacer.
Lo siguiente es el recorrido por la ruta de entrada inicial, un pasillo moderadamente largo y a reventar de cosas raras. Una vez llegan a la admisión, pueden detallar bien las características únicas de recinto interior.
Tenemos algo de tiempo, ¿Quieren el recorrido o pasamos directo a la tarea?
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Re: Cosecha de puertas malditas [Libre] [Samhain 2019]
Subir la rampa de acceso sin duda se sintió como la entrada a otro mundo, pero poco tiempo tuvo para pensar en esto al ser recibido por el pequeño Canel. Se agachó un algo para ayudarle a subir sobre su espalda. Tener al niño de nuevo en sus hombros, sin duda traía recuerdos. Sospechaba que el chico comenzaría a acostumbrarse pronto. En todo caso, era un buen recibimiento para un lugar como Lunargenta.
Miro al pequeño inventor y a la chica que le acompañaba. Sonrió amigablemente a la última y asintió por el comentario del inventor. Sin duda se moría de ganas por ver aquello que los niños guardaban en esa esfera, además estaba aún por desvelarse el motivo de tan extraña llamada.
Estuvo a punto de responder al pequeño cuando dos personajes más entraban en escena. Uno curiosamente se puso a su lado. Con algo de cuidado por el pequeño que tenía en sus hombros se movió hacía un lado para quedar de frente a estos y poder mirarlos mejor. Pronto comprendió la raza a la que los jóvenes pertenecían.
Dos elfos. La mujer parecía levemente mayor, aunque sus rasgos faciales y cabello eran algo distinto a lo que había conocido. Por las palabras compartidas por ambos pudo deducir rápidamente que sería más sencillo una conversación sería con la mujer. El peliblanco en su contra parte lo encontró... Algo más cercano a la edad de los chicos locales, aunque también algo le decía que podría ser algo superficial y no debía fiarse de eso.
Los elfos seguían siendo una cultura desconocida para el brujo a pesar de haber compartido con algunos. Aún tenía mucho que aprender de estos como para justificar realmente el odio entre ambas razas.
-Hola. Descuiden. Solo he llegado un poco antes que ustedes-. Respondió mientras comenzaban a seguir a Chimar. -Soy Kendovlah, por cierto-. No supo que más decir de momento. Era malo comunicándose a veces y no quería cagarla tan pronto con el nuevo equipo de turno así que prefirió dejarlo así y concentrarse más en los nuevos detalles que causaban gran curiosidad en el joven mago.
Mientras avanzaban hacía la estación común se sentía como Peter Pan volviendo a la tierra del nunca jamás después de tantos años. Algunos niños de vez en cuando se dejaban ver corriendo por el lugar como si el juego fuese la única necesidad que tenían en ese lugar. Comprendió que de no ser por entrar con Chimar y Canel podrían haber sido tomado por intrusos fácilmente y conociendo las habilidades de estos dos agradeció haber sido invitado y entrado por las buenas.
-Bueno, las dos alternativas suenan igual de tentadoras. Sin embargo, preferiría la segunda. Sabiendo de lo que son capaces ustedes dos, me extraña que necesiten ayuda en su propia casa-. Respondió mirando al rededor.
Los pilares que sostenían el lugar, las figuras que se dibujaban sobre la estructuras, los colores, no parecía a nada de lo que hubiese visto antes en Beltrexus o Lunargenta. No podía decir si era parecido a algo élfico pero no paraba de sentirse como si el pequeño genio hubiese encontrado la entrada a otro mundo que ahora servía de refugio quizás para cuantos niños más.
Miro al pequeño inventor y a la chica que le acompañaba. Sonrió amigablemente a la última y asintió por el comentario del inventor. Sin duda se moría de ganas por ver aquello que los niños guardaban en esa esfera, además estaba aún por desvelarse el motivo de tan extraña llamada.
Estuvo a punto de responder al pequeño cuando dos personajes más entraban en escena. Uno curiosamente se puso a su lado. Con algo de cuidado por el pequeño que tenía en sus hombros se movió hacía un lado para quedar de frente a estos y poder mirarlos mejor. Pronto comprendió la raza a la que los jóvenes pertenecían.
Dos elfos. La mujer parecía levemente mayor, aunque sus rasgos faciales y cabello eran algo distinto a lo que había conocido. Por las palabras compartidas por ambos pudo deducir rápidamente que sería más sencillo una conversación sería con la mujer. El peliblanco en su contra parte lo encontró... Algo más cercano a la edad de los chicos locales, aunque también algo le decía que podría ser algo superficial y no debía fiarse de eso.
Los elfos seguían siendo una cultura desconocida para el brujo a pesar de haber compartido con algunos. Aún tenía mucho que aprender de estos como para justificar realmente el odio entre ambas razas.
-Hola. Descuiden. Solo he llegado un poco antes que ustedes-. Respondió mientras comenzaban a seguir a Chimar. -Soy Kendovlah, por cierto-. No supo que más decir de momento. Era malo comunicándose a veces y no quería cagarla tan pronto con el nuevo equipo de turno así que prefirió dejarlo así y concentrarse más en los nuevos detalles que causaban gran curiosidad en el joven mago.
Mientras avanzaban hacía la estación común se sentía como Peter Pan volviendo a la tierra del nunca jamás después de tantos años. Algunos niños de vez en cuando se dejaban ver corriendo por el lugar como si el juego fuese la única necesidad que tenían en ese lugar. Comprendió que de no ser por entrar con Chimar y Canel podrían haber sido tomado por intrusos fácilmente y conociendo las habilidades de estos dos agradeció haber sido invitado y entrado por las buenas.
-Bueno, las dos alternativas suenan igual de tentadoras. Sin embargo, preferiría la segunda. Sabiendo de lo que son capaces ustedes dos, me extraña que necesiten ayuda en su propia casa-. Respondió mirando al rededor.
Los pilares que sostenían el lugar, las figuras que se dibujaban sobre la estructuras, los colores, no parecía a nada de lo que hubiese visto antes en Beltrexus o Lunargenta. No podía decir si era parecido a algo élfico pero no paraba de sentirse como si el pequeño genio hubiese encontrado la entrada a otro mundo que ahora servía de refugio quizás para cuantos niños más.
Kendovlah
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Re: Cosecha de puertas malditas [Libre] [Samhain 2019]
Un escalofrío invadió mi espina dorsal en cuanto vi la malicia en el rostro de Chimar. Potencié inconscientemente algunos de mis músculos con energía de luz, preparándome para evadir con rapidez algún ataque sorpresa.
Por fortuna, no hizo falta. No todavía, al menos.
Pronto nos adentramos en la fortaleza. Y ver su interior creó muchas más preguntas que se mantendrían dentro de mi cabeza. Mis ojos se desplazaban de objeto en objeto rápidamente, queriendo verlo todo al mismo tiempo, aunque no comprendía lo que eran. También había algún que otro niño por los alrededores, pero apenas fui capaz de notarlos. Después de todo, niños había muchos en Aerandir, y hasta podían hacerse en casa, pero no los artilugios extraños del lugar.
Si Manuela descubriera lo que hay dentro de la esfera, posiblemente nos ordenaría a todos los miembros de su gremio investigar para ella. Dado que yo seguía sin saber cuáles eran sus verdaderas intenciones, que aparentaban no ser muy buenas, nunca le hablaría de mi visita.
–Es un placer, Kendovlah –respondió Xana al Túnica Naranja, esbozando una sonrisa afable–. Yo soy Xana, y mi compañero cabeza hueca es Rauko.
–Hey, ¿desde cuándo ya no merezco respeto? –me quejé, cruzándome de brazos.
–Desde que empezaste a actuar como idiota.
–Pero siempre he sido idiota y antes me respetabas.
–Antes no sabía que eras idiota.
–¿Cómo que no? Si se me nota en la cara.
–Y por ese tipo de cosas que dices es que no ganas respeto –suspiró, negando con la cabeza.
–Oh, vamos, pero eso es lo que me hace agradable. –Miré a Chimar, potenciando mis músculos de nuevo por precaución–. ¿Cierto, Shimar? Tú piensas que soy agradable, ¿no, Zhimar? Shim, estás de acuerdo, ¿no? ¿Zhim? ¿Shimi? ¿Shimito?
–Dioses, ¡qué desesperante estás hoy!
Empecé a hacer pucheros, solo para dramatizar.
–¿Ya ves, Kendovlah? Rauko es un cabeza hueca… –Percatándose de algo, añadió–: Bueno, tampoco pienses que es un inútil. Aunque ahora no lo aparenta, en el fondo no es tan idiota, así que puedes contar con nosotros dos para el enigmático trabajo que haremos aquí, ¿vale? –Le sonrió una vez más, esperando que él no pensara que yo sería un estorbo.
Más adelante Chimar nos pidió escoger entre dos opciones. Túnica Naranja escogió la segunda, y Xana asintió con la cabeza como respuesta, de acuerdo con él.
–Vale, entonces yo también elijo la segunda opción –respondí–. La verdad es que tengo bastante curiosidad por el trabajo que nos espera, así que me gustaría ponerme en ello cuanto antes.
Aunque probablemente sería Xana quien se pondría en ello y no yo, suponiendo que mis deducciones sobre cómo sería la tarea eran acertadas o cercanas a la realidad. De hecho, luego del viaje hasta la esfera, esperaba que fuera así para ahorrarme el esfuerzo de trabajar.
Por fortuna, no hizo falta. No todavía, al menos.
Pronto nos adentramos en la fortaleza. Y ver su interior creó muchas más preguntas que se mantendrían dentro de mi cabeza. Mis ojos se desplazaban de objeto en objeto rápidamente, queriendo verlo todo al mismo tiempo, aunque no comprendía lo que eran. También había algún que otro niño por los alrededores, pero apenas fui capaz de notarlos. Después de todo, niños había muchos en Aerandir, y hasta podían hacerse en casa, pero no los artilugios extraños del lugar.
Si Manuela descubriera lo que hay dentro de la esfera, posiblemente nos ordenaría a todos los miembros de su gremio investigar para ella. Dado que yo seguía sin saber cuáles eran sus verdaderas intenciones, que aparentaban no ser muy buenas, nunca le hablaría de mi visita.
–Es un placer, Kendovlah –respondió Xana al Túnica Naranja, esbozando una sonrisa afable–. Yo soy Xana, y mi compañero cabeza hueca es Rauko.
–Hey, ¿desde cuándo ya no merezco respeto? –me quejé, cruzándome de brazos.
–Desde que empezaste a actuar como idiota.
–Pero siempre he sido idiota y antes me respetabas.
–Antes no sabía que eras idiota.
–¿Cómo que no? Si se me nota en la cara.
–Y por ese tipo de cosas que dices es que no ganas respeto –suspiró, negando con la cabeza.
–Oh, vamos, pero eso es lo que me hace agradable. –Miré a Chimar, potenciando mis músculos de nuevo por precaución–. ¿Cierto, Shimar? Tú piensas que soy agradable, ¿no, Zhimar? Shim, estás de acuerdo, ¿no? ¿Zhim? ¿Shimi? ¿Shimito?
–Dioses, ¡qué desesperante estás hoy!
Empecé a hacer pucheros, solo para dramatizar.
–¿Ya ves, Kendovlah? Rauko es un cabeza hueca… –Percatándose de algo, añadió–: Bueno, tampoco pienses que es un inútil. Aunque ahora no lo aparenta, en el fondo no es tan idiota, así que puedes contar con nosotros dos para el enigmático trabajo que haremos aquí, ¿vale? –Le sonrió una vez más, esperando que él no pensara que yo sería un estorbo.
Más adelante Chimar nos pidió escoger entre dos opciones. Túnica Naranja escogió la segunda, y Xana asintió con la cabeza como respuesta, de acuerdo con él.
–Vale, entonces yo también elijo la segunda opción –respondí–. La verdad es que tengo bastante curiosidad por el trabajo que nos espera, así que me gustaría ponerme en ello cuanto antes.
Aunque probablemente sería Xana quien se pondría en ello y no yo, suponiendo que mis deducciones sobre cómo sería la tarea eran acertadas o cercanas a la realidad. De hecho, luego del viaje hasta la esfera, esperaba que fuera así para ahorrarme el esfuerzo de trabajar.
Rauko
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Re: Cosecha de puertas malditas [Libre] [Samhain 2019]
Canel se mostraba alegre esa mañana, era algo que le agradaba. La hacía sentir segura. Ante la pequeña disyuntiva de ambos amigos -inseparables, cabe recalcar-, la niña soltó una risita disimulada. Seguida de una leve sonrisa, tímida. Chimar tomaba el papel de hermano mayor, y a decir verdad, lo hacía bastante bien. Canel la invitaba a formar parte de la aventura que se empezaba a calcar desde ese preciso instante. No obstante, Chimar se resignaba un poco, aunque terminó por ceder.
-Puedes venir, pero debes seguir las instrucciones al pie de la letra, ¿Entendido? -A lo que la pequeña asintió. Que volviesen a dirigirse hacia ella la tomó algo desprevenida.
Los tres renacuajos se encaminaron por las instalaciones. Ambos niños caminaban frente a ella, por lo que cerraba la marcha. Caminaban rápido, ¿por qué? ¿Acaso esperaban a alguien? A medida que avanzaban hacia la entrada principal, su leve sospecha de que entidades que no conocía serían participes de la ‘aventura’ que prometía Canel se hacia más y más factible.
La extraña compuerta se abrió y ambos niños se apresuraron por salir. Sin embargo, la renacuaja se quedó atrás -resguardándose tras la seguridad que brindaba el marco de la puerta, asomándose para ver lo que sucedía- algo asustada. Por la rampa subió un joven adulto, de aspecto particular. De estatura promedio, cabellos lacios y facciones infantiles, vestía ropajes extraños. Unas botas blancas de lo más curiosas, y una característica túnica naranja. No se veía muy viejo, debía de haber empezado la adultez hace poco.
Chimar se dirigió a él con naturalidad, parecía ser que ya se conocían. Canel no tardó en darle una amigable -y ciertamente tierna- bienvenida. ¡Trepó por la espalda del joven adulto! ¿Es que acaso el pequeñito no tiene pena alguna? Tragó saliva, dedicándole una mirada desconfiada al adulto de cabellos oscuros, sin reaccionar mucho ante la sonrisa que este le había dedicado anteriormente.
No tardaron en aparecer otras dos entidades -igual de particulares que la primera en llegar-. Dos elfos, se adivinaba por la forma puntiaguda de sus orejas. Jamás había coincidido con un elfo hasta ese momento -los había visto de lejos, alguna que otra vez, pero jamás los había visto de cerca-. Ambos de la misma altura, aunque la elfa perdía por unos cuantos centímetros.
La muchacha era quién le producía más curiosidad. Aparentaba ser la más madura dentro del par, y desprendía cierta tranquilidad. La observó con intensidad, dejando de lado por unos momentos su timidez -dejó salir un poco más la cabeza, como para ver mejor de quiénes se trataban-. ¡Tatuajes! ¡Tenía tatuajes en el rostro! Con admiración, pelo los ojos de par en par. Jamás había visto algo parecido, ¡qué invitados más extraños eran los que traían Chimar y Canel! Sin duda alguna, su vida se había tornado rara, plagada de sucesos curiosos.
Escuchó bien la conversación que mantenían los tres adultos -con alguna que otra intervención de Chimar-, retuvo sus nombres. El de túnica naranja, con extrañas botas blancas se hacía llamar Kendovlah. El peliblanco, uno de los dos elfos, se llamaba Rauko, y finalmente, la pelinegra -quién le causaba más curiosidad-, se apodaba Xana.
Los tres adultos se adentraron en la esfera, liderados por ambos niños. Los vio desfilar, con cierto recelo. Aunque, casi de inmediato, echó a correr para posicionarse al lado de sus dos conocidos -sus ‘hermanos’ por elección-, a la izquierda de Chimar. Miró atrás, cargada de dudas. Llegaron a la zona común. Chimar hizo una propuesta, y el grupo accedió en ponerse en la tarea directamente… Pero, ¿de qué tarea hablaba Chimar? Supuso que a eso se refería Canel con ‘aventura’ durante el desayuno.
Le picaba la curiosidad por saber qué es lo que sucedería a continuación. Por lo que había escuchado, por la información que había retirado de la conversación de los adultos, el niño genio necesitaba ayuda con algo. ¿Pero con qué? Hasta aquel momento, pensaba que eso era imposible. Chimar era sumamente listo, ¿para qué iba a necesitar ayuda? Una vez más se perdió entre sus pensamientos, dirigiendo su mirada de bando a bando. Sobre los dos elfos, sobre el de túnica naranja, y sobre los dos pequeños.
-Puedes venir, pero debes seguir las instrucciones al pie de la letra, ¿Entendido? -A lo que la pequeña asintió. Que volviesen a dirigirse hacia ella la tomó algo desprevenida.
Los tres renacuajos se encaminaron por las instalaciones. Ambos niños caminaban frente a ella, por lo que cerraba la marcha. Caminaban rápido, ¿por qué? ¿Acaso esperaban a alguien? A medida que avanzaban hacia la entrada principal, su leve sospecha de que entidades que no conocía serían participes de la ‘aventura’ que prometía Canel se hacia más y más factible.
La extraña compuerta se abrió y ambos niños se apresuraron por salir. Sin embargo, la renacuaja se quedó atrás -resguardándose tras la seguridad que brindaba el marco de la puerta, asomándose para ver lo que sucedía- algo asustada. Por la rampa subió un joven adulto, de aspecto particular. De estatura promedio, cabellos lacios y facciones infantiles, vestía ropajes extraños. Unas botas blancas de lo más curiosas, y una característica túnica naranja. No se veía muy viejo, debía de haber empezado la adultez hace poco.
Chimar se dirigió a él con naturalidad, parecía ser que ya se conocían. Canel no tardó en darle una amigable -y ciertamente tierna- bienvenida. ¡Trepó por la espalda del joven adulto! ¿Es que acaso el pequeñito no tiene pena alguna? Tragó saliva, dedicándole una mirada desconfiada al adulto de cabellos oscuros, sin reaccionar mucho ante la sonrisa que este le había dedicado anteriormente.
No tardaron en aparecer otras dos entidades -igual de particulares que la primera en llegar-. Dos elfos, se adivinaba por la forma puntiaguda de sus orejas. Jamás había coincidido con un elfo hasta ese momento -los había visto de lejos, alguna que otra vez, pero jamás los había visto de cerca-. Ambos de la misma altura, aunque la elfa perdía por unos cuantos centímetros.
La muchacha era quién le producía más curiosidad. Aparentaba ser la más madura dentro del par, y desprendía cierta tranquilidad. La observó con intensidad, dejando de lado por unos momentos su timidez -dejó salir un poco más la cabeza, como para ver mejor de quiénes se trataban-. ¡Tatuajes! ¡Tenía tatuajes en el rostro! Con admiración, pelo los ojos de par en par. Jamás había visto algo parecido, ¡qué invitados más extraños eran los que traían Chimar y Canel! Sin duda alguna, su vida se había tornado rara, plagada de sucesos curiosos.
Escuchó bien la conversación que mantenían los tres adultos -con alguna que otra intervención de Chimar-, retuvo sus nombres. El de túnica naranja, con extrañas botas blancas se hacía llamar Kendovlah. El peliblanco, uno de los dos elfos, se llamaba Rauko, y finalmente, la pelinegra -quién le causaba más curiosidad-, se apodaba Xana.
Los tres adultos se adentraron en la esfera, liderados por ambos niños. Los vio desfilar, con cierto recelo. Aunque, casi de inmediato, echó a correr para posicionarse al lado de sus dos conocidos -sus ‘hermanos’ por elección-, a la izquierda de Chimar. Miró atrás, cargada de dudas. Llegaron a la zona común. Chimar hizo una propuesta, y el grupo accedió en ponerse en la tarea directamente… Pero, ¿de qué tarea hablaba Chimar? Supuso que a eso se refería Canel con ‘aventura’ durante el desayuno.
Le picaba la curiosidad por saber qué es lo que sucedería a continuación. Por lo que había escuchado, por la información que había retirado de la conversación de los adultos, el niño genio necesitaba ayuda con algo. ¿Pero con qué? Hasta aquel momento, pensaba que eso era imposible. Chimar era sumamente listo, ¿para qué iba a necesitar ayuda? Una vez más se perdió entre sus pensamientos, dirigiendo su mirada de bando a bando. Sobre los dos elfos, sobre el de túnica naranja, y sobre los dos pequeños.
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Re: Cosecha de puertas malditas [Libre] [Samhain 2019]
Los adultos parecen que van a perder los ojos en cualquier momento, postura que sin duda agracia al inventor y es que adora su base. Fue un legado de su padre Giaco, por ende una reliquia familiar.
No hay nada como la esfera en Aerandir, está seguro de eso. Que ahora sea el centro de comando gorrión también alegra su corazón pues es juntar las cosas que más le agradan en el mundo en un solo lugar.
La postura tan aburrida de los adultos le hace emitir un ligero sonido de aburrimiento aunque termina por aceptar de buena manera la posición tomada, después de todo ser guía de turistas cansa luego de la décima vez.
Síganme.
Avanzan entonces, aunque no antes de dispensar una mirada cargada de seguridad a su nueva hermana y es que esos ojos saltones indican miedo en donde sea. Natural si tenemos en cuenta que hace pocas semanas no tenía a nadie en el mundo.
Canel sigue encima de Kevin y no parece dispuesto a bajarse, incluso tamborea la cabeza del adulto en modo juguetón cada cierto tiempo. ¿Qué se puede decir?, es el hermano menor por defecto.
Los elfos no dejan de un lado la ligera rivalidad que ostentan aunque Maquiavelo reconoce rápido el elemento ameno, suele comportarse de igual forma con todos sus hermanos por lo que desestima que realmente estén lanzándose pullas hirientes.
No ocurren muchos diálogos, pasan por la sala común y numerosos mocosos terminan por mirar a los recién llegados con cierta precaución. Claro que al ver como son guiados por el segundo líder gorrión sus caras pasan de prudencia a algo más pillo.
Saludan a la distancia, algunos miran formando caras divertidas a los adultos y los más atrevidos se acercan a punto de contacto. Nunca deja de ser una amena bienvenida, al mejor estilo gorrión claro.
Eventualmente se detienen ante una bifurcación de caminos y es allí cuando Chim abre cierta compuerta discreta. Al unísono los otros pequeños se dispersan pues saben bien que es una de las áreas prohibidas.
La iluminación es diferente, mas tecnificada, todo por medio de runas alargadas que danzan al sonido ligero de una resonancia dispersa. Luego de recorrer el largo pasillo llegan hasta la joya del pastel, dos pilares altos sin motivo aparente pero que denotan misterio.
Verán “se aclara la garganta” esta formidable creación se activa por medio de magia, ningún tipo de fuente de energía científica logra ocasionar reacción pues está diseñada para funcionar solo ante dos estilos de fuerzas, energía elfica y energía bruja al unísono. Yo… necesito de su ayuda para esto, solo tienen que escoger un pilar y proyectar el éter personal.
No es fácil sacarle una confesión asi al orgulloso inventor, después de todo tiene un ego que apenas entra en su pequeño cuerpo. Claro que todo sea por la ciencia, o al menos eso piensa mientras se aleja un poco e insta a Pyp para que haga lo mismo.
No hay nada como la esfera en Aerandir, está seguro de eso. Que ahora sea el centro de comando gorrión también alegra su corazón pues es juntar las cosas que más le agradan en el mundo en un solo lugar.
La postura tan aburrida de los adultos le hace emitir un ligero sonido de aburrimiento aunque termina por aceptar de buena manera la posición tomada, después de todo ser guía de turistas cansa luego de la décima vez.
Síganme.
Avanzan entonces, aunque no antes de dispensar una mirada cargada de seguridad a su nueva hermana y es que esos ojos saltones indican miedo en donde sea. Natural si tenemos en cuenta que hace pocas semanas no tenía a nadie en el mundo.
Canel sigue encima de Kevin y no parece dispuesto a bajarse, incluso tamborea la cabeza del adulto en modo juguetón cada cierto tiempo. ¿Qué se puede decir?, es el hermano menor por defecto.
Los elfos no dejan de un lado la ligera rivalidad que ostentan aunque Maquiavelo reconoce rápido el elemento ameno, suele comportarse de igual forma con todos sus hermanos por lo que desestima que realmente estén lanzándose pullas hirientes.
No ocurren muchos diálogos, pasan por la sala común y numerosos mocosos terminan por mirar a los recién llegados con cierta precaución. Claro que al ver como son guiados por el segundo líder gorrión sus caras pasan de prudencia a algo más pillo.
Saludan a la distancia, algunos miran formando caras divertidas a los adultos y los más atrevidos se acercan a punto de contacto. Nunca deja de ser una amena bienvenida, al mejor estilo gorrión claro.
Eventualmente se detienen ante una bifurcación de caminos y es allí cuando Chim abre cierta compuerta discreta. Al unísono los otros pequeños se dispersan pues saben bien que es una de las áreas prohibidas.
La iluminación es diferente, mas tecnificada, todo por medio de runas alargadas que danzan al sonido ligero de una resonancia dispersa. Luego de recorrer el largo pasillo llegan hasta la joya del pastel, dos pilares altos sin motivo aparente pero que denotan misterio.
Verán “se aclara la garganta” esta formidable creación se activa por medio de magia, ningún tipo de fuente de energía científica logra ocasionar reacción pues está diseñada para funcionar solo ante dos estilos de fuerzas, energía elfica y energía bruja al unísono. Yo… necesito de su ayuda para esto, solo tienen que escoger un pilar y proyectar el éter personal.
No es fácil sacarle una confesión asi al orgulloso inventor, después de todo tiene un ego que apenas entra en su pequeño cuerpo. Claro que todo sea por la ciencia, o al menos eso piensa mientras se aleja un poco e insta a Pyp para que haga lo mismo.
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Re: Cosecha de puertas malditas [Libre] [Samhain 2019]
-Encantado, Xana y Rauko-. Respondió devolviendo el gesto pero no pudo hacer más que callar cuando estos dos personajes comienzan a hablar. Después de todo, había acertado bastante bien en sus predicciones sobre las chocantes personalidades de ambos. Al parecer era cierto lo que decían sobre los polos opuestos. Río algo algo nervioso y cortado al final de la discusión de ambos personajes. El dedo indice subió a la cien rascando suave sin saber bien que decir. -Los elfos siguen siendo bastante curiosos pero ya han demostrado ser buenos compañeros antes. Supondré que aún tienen mucho con que sorprender-. Respondió tratando de sonar lo más amable posible sin dejar la sorpresa de lado.
Suspiró al saber que Rauko estaba de acuerdo con la opción tomada y trato de relajarse un poco más sonriendo al pequeño Canel. Se notaba bastante contento, no lo había escuchado tocar su tambor antes. Picaba la curiosidad de entender la posesión del pequeño brujo. Sin embargo, supuso que era algo para descubrir en otro momento pues los niños del lugar comenzaban a acercarse con mucha curiosidad.
Kendovlah no era muy bueno con los pequeños pero se limitaba a sonreír y dejarlos acercarse, después de todo era un invitado más en su hogar.
La sospecha del túnica naranja afloró en un rostro frío que comenzaba a calcular las opciones al ver a los pequeños alejarse. No entendía bien como funcionaban, pero creyó en la posibilidad de Chimar al ser lo bastante inteligente como para convencer a los pequeños y poner una que otra regla.
Trato de no mostrarse sorprendido al llegar frente al portal, pero mentía si decía que lo logró como quien aprende a sumar dos más dos. Enorme fue el esfuerzo de contenerse las ganas de curiosear por el lugar
-Momento, necesito pensar-. Dijo el brujo al escuchar la explicación del pequeño genio y bajo primero al joven Canel de sus hombros. Luego se quito la mochila para dejarla a un lado mientras se sentaba y cerraba los ojos tratando de concentrarse. Algo no le cuadraba. Primero estaba Canel, sabía que este por alguna razón desconocida era un experto con el éter a su temprana edad y también estaba Rauko. Siendo así podía adivinar que Chimar era un pésimo mentiroso.
Sabía que podía haber llamado a Niniel o a Eilydh, quizás a cuantos mucho más capaces que los tres presentes. Aquel portal tenía un truco sin duda y lo mejor era ser precavido. Pensó y abrió los ojos de golpe al descubrir las intensiones del pequeño genio. Se giró para fulminarlo con la mirada pero no dijo nada aún. Si era lo bastante inteligente como para forjar un plan así sería lo suficiente como para entender el gesto.
Se levantó y se acercó cuidadosamente a uno de los portales. -No vengan aún-. Dijo mirando a Rauko y Xana. Sacó una piedra de su bolsillo y la acercó al portal. Comprendió que la maquina no extraía el éter por si sola. Eso era un punto a favor. Volvió a su mochila. -Bien, hay una forma segura de hacer esto-.
Busco una pluma mágica en su bolsillo y la dejo a un costado de su mochila, la cual abrió y comenzó a buscar unas runas en blanco. Básicamente unas simples piedras ovaladas del largo de un dedo indice normal. -Por cierto, Chimar. Aún no nos presentas a la joven que nos acompaña-. Dijo refiriéndose a la muchacha del vestido blanco mientras dibujaba unas runas en las piedras.
Volvió a levantarse y estiro una de las piedras a Xana y Rauko. -Si entendí bien los datos podemos almacenar éter en estas piedras. En teoría es un truco simple, podemos usarla como llaves que funcionan con resonancia para activar el portal-. Dijo mientras sentía como el éter propio comenzaba a fluir y almacenarse en la piedra. -Canel y yo podemos usar la telequinesis. Espero que tengan hechizos a distancia-. Dijo mientras levantaba su indice libre y hacía aparecer una pequeñísima bola de fuego de la punta de su dedo. Terminó sonriendo a sus nuevos compañeros de oreja puntiagudas.
Volvió a echar un ojo a su mochila y se sonrojó un poco. -Dioses, casi lo olvido-. Dijo algo apenado y saco una túnica nueva que había comprado de camino a la esfera. Miro nuevamente al pequeño genio algo apenado. -La compre de camino, aún no tengo oportunidad de probarla pero puede sernos útil-. Termino de hablar mostrando la túnica arcana negra con toques de rojo y capucha. Ciertamente era la oportunidad perfecta para comprobar sus efectos.
Suspiró al saber que Rauko estaba de acuerdo con la opción tomada y trato de relajarse un poco más sonriendo al pequeño Canel. Se notaba bastante contento, no lo había escuchado tocar su tambor antes. Picaba la curiosidad de entender la posesión del pequeño brujo. Sin embargo, supuso que era algo para descubrir en otro momento pues los niños del lugar comenzaban a acercarse con mucha curiosidad.
Kendovlah no era muy bueno con los pequeños pero se limitaba a sonreír y dejarlos acercarse, después de todo era un invitado más en su hogar.
La sospecha del túnica naranja afloró en un rostro frío que comenzaba a calcular las opciones al ver a los pequeños alejarse. No entendía bien como funcionaban, pero creyó en la posibilidad de Chimar al ser lo bastante inteligente como para convencer a los pequeños y poner una que otra regla.
Trato de no mostrarse sorprendido al llegar frente al portal, pero mentía si decía que lo logró como quien aprende a sumar dos más dos. Enorme fue el esfuerzo de contenerse las ganas de curiosear por el lugar
-Momento, necesito pensar-. Dijo el brujo al escuchar la explicación del pequeño genio y bajo primero al joven Canel de sus hombros. Luego se quito la mochila para dejarla a un lado mientras se sentaba y cerraba los ojos tratando de concentrarse. Algo no le cuadraba. Primero estaba Canel, sabía que este por alguna razón desconocida era un experto con el éter a su temprana edad y también estaba Rauko. Siendo así podía adivinar que Chimar era un pésimo mentiroso.
Sabía que podía haber llamado a Niniel o a Eilydh, quizás a cuantos mucho más capaces que los tres presentes. Aquel portal tenía un truco sin duda y lo mejor era ser precavido. Pensó y abrió los ojos de golpe al descubrir las intensiones del pequeño genio. Se giró para fulminarlo con la mirada pero no dijo nada aún. Si era lo bastante inteligente como para forjar un plan así sería lo suficiente como para entender el gesto.
Se levantó y se acercó cuidadosamente a uno de los portales. -No vengan aún-. Dijo mirando a Rauko y Xana. Sacó una piedra de su bolsillo y la acercó al portal. Comprendió que la maquina no extraía el éter por si sola. Eso era un punto a favor. Volvió a su mochila. -Bien, hay una forma segura de hacer esto-.
Busco una pluma mágica en su bolsillo y la dejo a un costado de su mochila, la cual abrió y comenzó a buscar unas runas en blanco. Básicamente unas simples piedras ovaladas del largo de un dedo indice normal. -Por cierto, Chimar. Aún no nos presentas a la joven que nos acompaña-. Dijo refiriéndose a la muchacha del vestido blanco mientras dibujaba unas runas en las piedras.
Volvió a levantarse y estiro una de las piedras a Xana y Rauko. -Si entendí bien los datos podemos almacenar éter en estas piedras. En teoría es un truco simple, podemos usarla como llaves que funcionan con resonancia para activar el portal-. Dijo mientras sentía como el éter propio comenzaba a fluir y almacenarse en la piedra. -Canel y yo podemos usar la telequinesis. Espero que tengan hechizos a distancia-. Dijo mientras levantaba su indice libre y hacía aparecer una pequeñísima bola de fuego de la punta de su dedo. Terminó sonriendo a sus nuevos compañeros de oreja puntiagudas.
Volvió a echar un ojo a su mochila y se sonrojó un poco. -Dioses, casi lo olvido-. Dijo algo apenado y saco una túnica nueva que había comprado de camino a la esfera. Miro nuevamente al pequeño genio algo apenado. -La compre de camino, aún no tengo oportunidad de probarla pero puede sernos útil-. Termino de hablar mostrando la túnica arcana negra con toques de rojo y capucha. Ciertamente era la oportunidad perfecta para comprobar sus efectos.
Kendovlah
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Re: Cosecha de puertas malditas [Libre] [Samhain 2019]
Habiendo escuchado la decisión del grupo, Chimar nos condujo directamente hacia donde haríamos lo nuestro, aunque no pareció satisfecho con nuestra respuesta.
Por el camino se hizo imposible ignorar la presencia de los demás habitantes de la esfera, niños que, al parecer, amaban recibir a los invitados haciendo caras divertidas.
–¿Cuántos pequeños viven aquí? –preguntó Xana, curiosa, mientras saludaba con una mano a los niños–. ¿No hay adultos aquí?
Paralelamente, opté por hacer uso de mi gran madurez y empecé a hacerles caras divertidas a los niños o imitar a algunos de ellos. Ocurriéndoseme en el acto, concentré éter en zonas específicas de mi cuerpo para hacerlas brillar con intensidad. Así convertí mis ojos en dos linternas. Luego lancé unos delgados e inofensivos haces de luz desde mis oídos y los orificios de mi nariz. Por último, concentré éter en la punta de mis dedos para que dejaran a su paso estelas de luz, con las cuales pude dibujar figuras caricaturescas de animales en el aire que desaparecían tras un par de segundos.
Fue entonces cuando noté a Xana mirándome con una sonrisa risueña. Luego ella extendió una mano hacia la niña de vestido blanco, que nos acompañaba sin haber pronunciado palabra hasta el momento. Por sobre la cabeza de esta, se formó un halo de luz, y dicho halo, al igual que el cuerpo de la niña, empezó a desprender una numerosa cantidad de diminutas y fugaces partículas de luz.
Pero cuando llegamos a cierta zona, dimos final a nuestro espectáculo de luces. A excepción de Chimar, Canel y la niña del vestido blanco, los demás niños no se atrevían a seguirnos hacia ese lugar. Xana y yo cruzamos nuestras miradas por un momento.
Finalmente llegamos a una sala donde destacaban dos misteriosos pilares. Chimar procedió a informarnos, por fin, sobre lo que requería exactamente de Túnica Naranja y de mí. Y eso que requería era, como era de esperarse, algo que yo no esperé.
Tras escuchar, los labios de Xana se convirtieron en una línea tensa, y ella observó detenidamente los pilares. Sea lo que sea que estuvo pensando, lo guardó para sí.
Viendo el peligro de la tarea –peligro que yo aún no notaba–, Túnica Naranja se preparó para trabajar evitando riesgos. Tomé la piedra que nos entregó y la imbuí con mi éter, siguiendo las instrucciones de quien mostró ser un brujo tensai de fuego.
–Entendido –le respondí, esbozando una media sonrisa–, es pan comido.
De pronto Túnica Naranja hizo lo impensable. Reparó en la túnica negra que llevaba en su bolso y nos la mostró, con claras intenciones de usarla en vez de la que vestía. Era obvio lo que pasaría: se cambiaría de vestimenta y, desde el instante en que lo hiciera, su apodo tendría que ser lamentablemente sustituido por «Túnica Negra con Detalles Rojos», lo cual era demasiado largo. ¿Cómo debería llamarlo, entonces? ¿Botas Blancas? ¿Ex-Túnica Naranja? Sea cual fuera la decisión final, el nombre Kendovlah estaba fuera de cuestión, obviamente.
–Chimar… –empezó Xana, volteándose hacia el niño genio–, ¿exactamente qué esperas que logremos con esto? –inquirió con un tono casual, ocultando su leve desconfianza.
Por el camino se hizo imposible ignorar la presencia de los demás habitantes de la esfera, niños que, al parecer, amaban recibir a los invitados haciendo caras divertidas.
–¿Cuántos pequeños viven aquí? –preguntó Xana, curiosa, mientras saludaba con una mano a los niños–. ¿No hay adultos aquí?
Paralelamente, opté por hacer uso de mi gran madurez y empecé a hacerles caras divertidas a los niños o imitar a algunos de ellos. Ocurriéndoseme en el acto, concentré éter en zonas específicas de mi cuerpo para hacerlas brillar con intensidad. Así convertí mis ojos en dos linternas. Luego lancé unos delgados e inofensivos haces de luz desde mis oídos y los orificios de mi nariz. Por último, concentré éter en la punta de mis dedos para que dejaran a su paso estelas de luz, con las cuales pude dibujar figuras caricaturescas de animales en el aire que desaparecían tras un par de segundos.
Fue entonces cuando noté a Xana mirándome con una sonrisa risueña. Luego ella extendió una mano hacia la niña de vestido blanco, que nos acompañaba sin haber pronunciado palabra hasta el momento. Por sobre la cabeza de esta, se formó un halo de luz, y dicho halo, al igual que el cuerpo de la niña, empezó a desprender una numerosa cantidad de diminutas y fugaces partículas de luz.
Pero cuando llegamos a cierta zona, dimos final a nuestro espectáculo de luces. A excepción de Chimar, Canel y la niña del vestido blanco, los demás niños no se atrevían a seguirnos hacia ese lugar. Xana y yo cruzamos nuestras miradas por un momento.
Finalmente llegamos a una sala donde destacaban dos misteriosos pilares. Chimar procedió a informarnos, por fin, sobre lo que requería exactamente de Túnica Naranja y de mí. Y eso que requería era, como era de esperarse, algo que yo no esperé.
Tras escuchar, los labios de Xana se convirtieron en una línea tensa, y ella observó detenidamente los pilares. Sea lo que sea que estuvo pensando, lo guardó para sí.
Viendo el peligro de la tarea –peligro que yo aún no notaba–, Túnica Naranja se preparó para trabajar evitando riesgos. Tomé la piedra que nos entregó y la imbuí con mi éter, siguiendo las instrucciones de quien mostró ser un brujo tensai de fuego.
–Entendido –le respondí, esbozando una media sonrisa–, es pan comido.
De pronto Túnica Naranja hizo lo impensable. Reparó en la túnica negra que llevaba en su bolso y nos la mostró, con claras intenciones de usarla en vez de la que vestía. Era obvio lo que pasaría: se cambiaría de vestimenta y, desde el instante en que lo hiciera, su apodo tendría que ser lamentablemente sustituido por «Túnica Negra con Detalles Rojos», lo cual era demasiado largo. ¿Cómo debería llamarlo, entonces? ¿Botas Blancas? ¿Ex-Túnica Naranja? Sea cual fuera la decisión final, el nombre Kendovlah estaba fuera de cuestión, obviamente.
–Chimar… –empezó Xana, volteándose hacia el niño genio–, ¿exactamente qué esperas que logremos con esto? –inquirió con un tono casual, ocultando su leve desconfianza.
Rauko
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Re: Cosecha de puertas malditas [Libre] [Samhain 2019]
Luego de casi una semana perdido en datos técnicos, había llegado el momento en que Chimar descubriría, por fin, los secretos de aquella misteriosa estructura. Brujo y elfo habían accedido a su petición y habían prestado su éter sin dudarlo. Bueno, casi sin dudarlo, el joven brujo había resultado un tanto suspicaz. Pero se había prestado a la tarea, que era lo importante.
Con todos los preparativos listos, no había razón para retrasar el experimento, con ayuda de Kendovlah y Canel, las dos piedras rúnicas imbuidas con el éter de los dos elementos adultos, se aproximaron cada una a un pilar y liberaron el éter acumulado. Tan pronto como ambas estructuras sintieron la caricia del preciado éter, comenzaron a vibrar produciendo un sonido eléctrico. Los brazos de los pilares giraron sobre sí mismos, hasta que una corriente de energía azulada emanó de cada uno de ellos, uniéndose con la proveniente de su gemelo.
Ante la mirada de los seis testigos, aquella corriente se fue expandiendo para ocupar el espacio entre los dos pilares y la energía que lo llenaba comenzó a tomar la forma de algo que parecía un enorme rostro humano. Un rostro femenino que miraba al frente con expresión angustiada. Abrió la boca y el sonido de su voz se proyectó entrecortadamente por toda la sala desde no se sabía muy bien dónde.
—Se han extendido por todo el sistema —decía con un tono urgente—, no sabemos cómo detenerlos, ¡ni siquiera podemos verlos! Y los niños… —Su voz se quebró en un brevísimo sollozo que se esforzó por contener. Cuando alzó de nuevo la vista, su rostro se veía cargado de determinación— No tenemos los conocimientos necesarios para parar esto, pero quizá en tu mundo tengáis algún recurso que pueda salvar a mi pueblo. Ayúdame, Giaco Maquiavelo —continuó suplicante—, eres mi única esperanza.
Después de esto, el rostro cambió brúscamente de posición y aquella última súplica comenzó a reproducirse de nuevo, y otra vez, y otra. Si la mención al padre del joven inventor no era indicación suficiente de que el mensaje no era reciente, la repetición constante sería la pista definitiva de que el mensaje había sido grabado de algún modo, si es que las mentes aeradianas podían comprender ese concepto.
El bucle no duró mucho, sin embargo, ni siquiera les daría tiempo para acercarse a darle un par de golpes a la estructura para hacerla funcionar de nuevo. Acompañados de un chasquido que llevaría a cualquiera en esa sala a protegerse los oídos como bien pudiera, los brazos de los pilares volvieron a girar más deprisa que antes. Un ruido como de turbinas bloqueó cualquier otro sonido para los presentes y la estructura entera comenzó a vibrar con una intensidad tal que daba la impresión de que podría desmoronarse en cualquier momento.
Sonaron más chasquidos y unos rayos azules empezaron a manar del centro de la estructura, donde ya no había ni rastro de aquel rostro que les había hablado. Antes de que ninguno de los presentes tuviera tiempo de reaccionar a lo que estaba sucediendo, todos sentirían una fuerte tracción desde su misma cintura, que parecía haber sido rodeada por un látigo de pura energía. Pronto, dejarían de sentir el suelo bajo sus pies y saldrían despedidos en un torbellino de oscuridad y rayos azulados. En la sala vacía, reinó de nuevo el silencio, roto únicamente por dos piedras quebradas cayendo a plomo sobre el suelo. Los dos pilares volvían a estar tan inertes como Chimar los había encontrado no mucho tiempo atrás.
Mientras tanto, en una galaxia muy, muy lejana... o quizá no tan lejana, la verdad es que nunca he comprendido muy bien cómo funciona esto del multiverso; como iba diciendo, en un lugar a una distancia indeterminada de la ciudad de Lunargenta, un hombre y una mujer se calentaban las manos sentados frente a una hoguera. El hombre rodeaba con uno de sus brazos los hombros de la mujer en un gesto protector y ella hundía el rostro en su pecho. Su espalda y sus hombros temblaban como si estuviera llorando, pero si lo hacía, no dejaba escapar sonido alguno que lo revelase.
La luz de la hoguera alumbraba ligeramente la sala en que se encontraban. Los dos humanos sabían que el petit comité de la Princesa Lía solía reunirse en aquella sala a deliberar sobre asuntos de Estado, cuando aún quedaba alguien en pie dispuesto a fingir que aún tenían algún control sobre Turantis. De las ricas mesas y sillas que habían servido para acomodar a los consejeros de la princesa, apenas quedaban unos listones de madera. Habían servido para calentar varias de las largas noches de Jomul y Vande, pero no durarían mucho más. Más pronto que tarde, tendrían que salir de su refugio.
De pronto, la pareja se sobresaltó al oír una serie de fuertes chasquidos provenientes de una de las salas contiguas. Se separaron inmediatamente y llevaron las manos a sus armas: dos ballestas listas para ser disparadas. En silencio, pues llevaban tanto tiempo juntos que apenas necesitaban hablar para entenderse, caminaron hacia la puerta de la que venía el sonido, acompañado de un resplandor azul que se colaba por los bordes. El hombre la abrió justo cuando cesaron los chasquidos pero el resplandor azulado, que permaneció latente algún tiempo, le permitió ver las seis figuras que habían aparecido misteriosamente en la sala, entre dos extraños pilares. Un vistazo a los extraños y no lo dudó un instante: avanzó un par de pasos hacia ellos, con la ballesta preparada, y gritó alarmado:
—¡Niños! ¿Es que estáis locos? ¡Apartaos de ellos! —Dicho lo cual, apuntó con su ballesta a la joven Pyp, la que tenía más a mano.
—Espera, Jomul —urgió la mujer, que avanzó hasta ponerse a su lado con la ballesta algo más baja sujeta en una mano, mientras alumbraba a los recién llegados con una antorcha—. Mira sus ojos, no son como los de los otros.
Luego dirigió la antorcha hacia Chimar y Canel y alzó la vista hacia su compañero como si se comunicase con él por medio de la mirada. El hombre pareció captar el mensaje, porque se abstuvo de disparar, aunque no bajó su arma todavía.
—¿Como diablos lo habéis hecho? —preguntó cortante a los adultos, sin terminar de especificar si se refería a su sorprendente aparición o a lo que quiera que no les pasaba a los ojos de los tres muchachos.
Bienvenidos a vuestra sorpresa de Samhain. Siguiendo el hilo de la pregunta de Rauko, no sé qué esperaba lograr Chimar con todo este experimento, pero esto es lo que habéis conseguido: sí, habéis sido transportados a otro mundo. Originalmente, aquellos que accionasen los pilares iban a quedarse atrás para lidiar con lo que se ha colado en la Esfera y ayudar a regresar a los que fueran trasladados volviendo a accionar dichos pilares. Dado que ninguno se acercó a tocarlos, sin embargo, podéis agradecer a Kendovlah el Precavido el haberos quedado encerrados fuera de casa y sin llaves. Tendréis que buscar una manera alternativa de regresar.
Os encontráis en una sala no muy diferente de aquella de la que partisteis, solo que esta se encuentra a oscuras, salvo por la luz de la antorcha de Vande, la mujer que acaba de evitar que Pyp acabe con un virote de ballesta en la cabeza. Las esculturas que se encuentran a vuestro lado, tienen un aspecto mucho más tosco que las de la sala a la que os llevó Chimar. Además, están hechas en piedra y no tienen ni rastro del aspecto metálico de las originales. Si hay algún tipo de mecanismo de control, no es algo que entre en vuestro campo de visión.
Vuestro objetivo más inmediato, sin embargo, no es regresar a la Esfera (ya llegaremos a eso), sino convencer a Jomul y su compañera de que no os maten, comenzando por los más jóvenes. Por su puesto, siempre podéis enfrentaros a ellos, son dos humanos armados con ballestas, seguro que os habéis enfrentado a situaciones peores. Pero, claro, si os los cargáis, ¿quién os explicará dónde estáis y por qué parecen tenerle tanto miedo a un puñado de niños? Tomad una decisión con respecto a esto y actuad en consecuencia, yo intervendré de nuevo detrás de Rauko para contaros lo que habéis desbloqueado.
Os dejo por aquí algunas consideraciones particulares a tener en cuenta:
Kendovlah y Rauko: los pilares parecen haber tomado más éter del que entregasteis voluntariamente a las piedras rúnicas. El objetivo inicial de la sala era el de servir de comunicación con otros mundos, no el de trasladar pasajeros (la Esfera en sí era el vehículo para viajar, cuando funcionaba). De alguna forma, la estructura fue hackeada desde este lado. Las personas que lo hicieron debían estar desesperadas por encontrar ayuda, por lo que se aseguraron de que los pilares obtuvieran toda la energía que necesitaban para la nueva tarea: tras acabar con la almacenada en las piedras, buscaron la fuente original cuyo éter coincidía con el obtenido, es decir, a vosotros dos. ¿En qué os afecta esto? Os encontráis más cansados y zarandeados que vuestros compañeros, durante este turno, no podréis utilizar habilidades mágicas y en el siguiente, serán menos efectivas de lo habitual.
Pyp y Chimar: habéis venido a un lugar muy peligroso. Por cada turno que permanezcáis en este mundo, tiraréis 3 runas cada uno. Si al menos 2 de esas runas corresponden a suerte mala o muy mala… ya os diré entonces lo que os pasará, no tiene sentido adelantar acontecimientos.
Canel no tira runa, su caso es un tanto especial, ya os explicaré por quécuando si los otros dos niños tienen la mala suerte de atraer la desgracia sobre ellos.
Al igual que Pyp y Chimar, yo también tiraré runas, representarán la suerte que corran los gorriones que se han quedado en la esfera (ya os dije que se había colado algo allí) y lo que os encontraréissi lográis regresar cuando regreséis.
Nos vemos en el siguiente turno.
Con todos los preparativos listos, no había razón para retrasar el experimento, con ayuda de Kendovlah y Canel, las dos piedras rúnicas imbuidas con el éter de los dos elementos adultos, se aproximaron cada una a un pilar y liberaron el éter acumulado. Tan pronto como ambas estructuras sintieron la caricia del preciado éter, comenzaron a vibrar produciendo un sonido eléctrico. Los brazos de los pilares giraron sobre sí mismos, hasta que una corriente de energía azulada emanó de cada uno de ellos, uniéndose con la proveniente de su gemelo.
Ante la mirada de los seis testigos, aquella corriente se fue expandiendo para ocupar el espacio entre los dos pilares y la energía que lo llenaba comenzó a tomar la forma de algo que parecía un enorme rostro humano. Un rostro femenino que miraba al frente con expresión angustiada. Abrió la boca y el sonido de su voz se proyectó entrecortadamente por toda la sala desde no se sabía muy bien dónde.
—Se han extendido por todo el sistema —decía con un tono urgente—, no sabemos cómo detenerlos, ¡ni siquiera podemos verlos! Y los niños… —Su voz se quebró en un brevísimo sollozo que se esforzó por contener. Cuando alzó de nuevo la vista, su rostro se veía cargado de determinación— No tenemos los conocimientos necesarios para parar esto, pero quizá en tu mundo tengáis algún recurso que pueda salvar a mi pueblo. Ayúdame, Giaco Maquiavelo —continuó suplicante—, eres mi única esperanza.
Después de esto, el rostro cambió brúscamente de posición y aquella última súplica comenzó a reproducirse de nuevo, y otra vez, y otra. Si la mención al padre del joven inventor no era indicación suficiente de que el mensaje no era reciente, la repetición constante sería la pista definitiva de que el mensaje había sido grabado de algún modo, si es que las mentes aeradianas podían comprender ese concepto.
El bucle no duró mucho, sin embargo, ni siquiera les daría tiempo para acercarse a darle un par de golpes a la estructura para hacerla funcionar de nuevo. Acompañados de un chasquido que llevaría a cualquiera en esa sala a protegerse los oídos como bien pudiera, los brazos de los pilares volvieron a girar más deprisa que antes. Un ruido como de turbinas bloqueó cualquier otro sonido para los presentes y la estructura entera comenzó a vibrar con una intensidad tal que daba la impresión de que podría desmoronarse en cualquier momento.
Sonaron más chasquidos y unos rayos azules empezaron a manar del centro de la estructura, donde ya no había ni rastro de aquel rostro que les había hablado. Antes de que ninguno de los presentes tuviera tiempo de reaccionar a lo que estaba sucediendo, todos sentirían una fuerte tracción desde su misma cintura, que parecía haber sido rodeada por un látigo de pura energía. Pronto, dejarían de sentir el suelo bajo sus pies y saldrían despedidos en un torbellino de oscuridad y rayos azulados. En la sala vacía, reinó de nuevo el silencio, roto únicamente por dos piedras quebradas cayendo a plomo sobre el suelo. Los dos pilares volvían a estar tan inertes como Chimar los había encontrado no mucho tiempo atrás.
Mientras tanto, en una galaxia muy, muy lejana... o quizá no tan lejana, la verdad es que nunca he comprendido muy bien cómo funciona esto del multiverso; como iba diciendo, en un lugar a una distancia indeterminada de la ciudad de Lunargenta, un hombre y una mujer se calentaban las manos sentados frente a una hoguera. El hombre rodeaba con uno de sus brazos los hombros de la mujer en un gesto protector y ella hundía el rostro en su pecho. Su espalda y sus hombros temblaban como si estuviera llorando, pero si lo hacía, no dejaba escapar sonido alguno que lo revelase.
La luz de la hoguera alumbraba ligeramente la sala en que se encontraban. Los dos humanos sabían que el petit comité de la Princesa Lía solía reunirse en aquella sala a deliberar sobre asuntos de Estado, cuando aún quedaba alguien en pie dispuesto a fingir que aún tenían algún control sobre Turantis. De las ricas mesas y sillas que habían servido para acomodar a los consejeros de la princesa, apenas quedaban unos listones de madera. Habían servido para calentar varias de las largas noches de Jomul y Vande, pero no durarían mucho más. Más pronto que tarde, tendrían que salir de su refugio.
De pronto, la pareja se sobresaltó al oír una serie de fuertes chasquidos provenientes de una de las salas contiguas. Se separaron inmediatamente y llevaron las manos a sus armas: dos ballestas listas para ser disparadas. En silencio, pues llevaban tanto tiempo juntos que apenas necesitaban hablar para entenderse, caminaron hacia la puerta de la que venía el sonido, acompañado de un resplandor azul que se colaba por los bordes. El hombre la abrió justo cuando cesaron los chasquidos pero el resplandor azulado, que permaneció latente algún tiempo, le permitió ver las seis figuras que habían aparecido misteriosamente en la sala, entre dos extraños pilares. Un vistazo a los extraños y no lo dudó un instante: avanzó un par de pasos hacia ellos, con la ballesta preparada, y gritó alarmado:
—¡Niños! ¿Es que estáis locos? ¡Apartaos de ellos! —Dicho lo cual, apuntó con su ballesta a la joven Pyp, la que tenía más a mano.
—Espera, Jomul —urgió la mujer, que avanzó hasta ponerse a su lado con la ballesta algo más baja sujeta en una mano, mientras alumbraba a los recién llegados con una antorcha—. Mira sus ojos, no son como los de los otros.
Luego dirigió la antorcha hacia Chimar y Canel y alzó la vista hacia su compañero como si se comunicase con él por medio de la mirada. El hombre pareció captar el mensaje, porque se abstuvo de disparar, aunque no bajó su arma todavía.
—¿Como diablos lo habéis hecho? —preguntó cortante a los adultos, sin terminar de especificar si se refería a su sorprendente aparición o a lo que quiera que no les pasaba a los ojos de los tres muchachos.
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Bienvenidos a vuestra sorpresa de Samhain. Siguiendo el hilo de la pregunta de Rauko, no sé qué esperaba lograr Chimar con todo este experimento, pero esto es lo que habéis conseguido: sí, habéis sido transportados a otro mundo. Originalmente, aquellos que accionasen los pilares iban a quedarse atrás para lidiar con lo que se ha colado en la Esfera y ayudar a regresar a los que fueran trasladados volviendo a accionar dichos pilares. Dado que ninguno se acercó a tocarlos, sin embargo, podéis agradecer a Kendovlah el Precavido el haberos quedado encerrados fuera de casa y sin llaves. Tendréis que buscar una manera alternativa de regresar.
Os encontráis en una sala no muy diferente de aquella de la que partisteis, solo que esta se encuentra a oscuras, salvo por la luz de la antorcha de Vande, la mujer que acaba de evitar que Pyp acabe con un virote de ballesta en la cabeza. Las esculturas que se encuentran a vuestro lado, tienen un aspecto mucho más tosco que las de la sala a la que os llevó Chimar. Además, están hechas en piedra y no tienen ni rastro del aspecto metálico de las originales. Si hay algún tipo de mecanismo de control, no es algo que entre en vuestro campo de visión.
Vuestro objetivo más inmediato, sin embargo, no es regresar a la Esfera (ya llegaremos a eso), sino convencer a Jomul y su compañera de que no os maten, comenzando por los más jóvenes. Por su puesto, siempre podéis enfrentaros a ellos, son dos humanos armados con ballestas, seguro que os habéis enfrentado a situaciones peores. Pero, claro, si os los cargáis, ¿quién os explicará dónde estáis y por qué parecen tenerle tanto miedo a un puñado de niños? Tomad una decisión con respecto a esto y actuad en consecuencia, yo intervendré de nuevo detrás de Rauko para contaros lo que habéis desbloqueado.
Os dejo por aquí algunas consideraciones particulares a tener en cuenta:
Kendovlah y Rauko: los pilares parecen haber tomado más éter del que entregasteis voluntariamente a las piedras rúnicas. El objetivo inicial de la sala era el de servir de comunicación con otros mundos, no el de trasladar pasajeros (la Esfera en sí era el vehículo para viajar, cuando funcionaba). De alguna forma, la estructura fue hackeada desde este lado. Las personas que lo hicieron debían estar desesperadas por encontrar ayuda, por lo que se aseguraron de que los pilares obtuvieran toda la energía que necesitaban para la nueva tarea: tras acabar con la almacenada en las piedras, buscaron la fuente original cuyo éter coincidía con el obtenido, es decir, a vosotros dos. ¿En qué os afecta esto? Os encontráis más cansados y zarandeados que vuestros compañeros, durante este turno, no podréis utilizar habilidades mágicas y en el siguiente, serán menos efectivas de lo habitual.
Pyp y Chimar: habéis venido a un lugar muy peligroso. Por cada turno que permanezcáis en este mundo, tiraréis 3 runas cada uno. Si al menos 2 de esas runas corresponden a suerte mala o muy mala… ya os diré entonces lo que os pasará, no tiene sentido adelantar acontecimientos.
Canel no tira runa, su caso es un tanto especial, ya os explicaré por qué
Al igual que Pyp y Chimar, yo también tiraré runas, representarán la suerte que corran los gorriones que se han quedado en la esfera (ya os dije que se había colado algo allí) y lo que os encontraréis
Nos vemos en el siguiente turno.
Fehu
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Re: Cosecha de puertas malditas [Libre] [Samhain 2019]
El miembro 'Fehu' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: Cosecha de puertas malditas [Libre] [Samhain 2019]
Las acciones de los dos elfos causaron sensación entre los pequeños habitantes de la esfera. Era normal, pues, hacían cosas extrañísimas. Figuras con luz, variaban entre animales hasta figuras geométricas. Y todo en una grandísima y extensa rama de colores -en un punto, hasta la tomaron a ella para demostrar la genialidad de sus luces, cosa que hizo que simpatizara un poco con ambos extraños-.
Tras las acciones del brujo, y la pregunta que lanzaba al aire. Infló levemente el pecho, no se atrevía a pronunciar el sobrenombre con el que ahora los niños -incluidos el resto de infantes que vivían en la esfera- se dirigían a ella. Miró a Chimar esperando para ver si la presentaba, aunque fuese responsabilidad suya presentarse. Después de unos instantes, dejó ir esa preocupación -se presentaría en otro momento, aunque fuese de mala educación, prefería no interferir mucho en lo que hacían los adultos. Acompañaba a sus amigos en la ‘aventura’, y se limitaba a eso-.
Tardó algunos instantes antes de darse cuenta de la indicación preventiva que le daba el pequeño Chimar. Apurada, tomó dos pasos hacia atrás para quedar junto a su compañero gorrión. El joven adulto de túnica singular empezó a ejercer acciones distintas a todo lo que había visto hasta el momento. Parecía seguro, precavido.
No entendía realmente de qué hablaban, y todos los términos que utilizaban la dejaban cada vez más confundida. Por lo qué, se limitó a observar, resguardándose en la comodidad que le brindaban los otros dos niños. Todo estaba extrañamente tranquilo… Quizá algo muy tranquilo.
En eso, una vibración empezó a sentirse en la sala en la que se encontraban. Primero se trataba de una ligera vibración, fue ‘empeorando’, ‘agravándose’ conforme pasaban los segundos. Tras sentir la creciente vibración a sus pies, un pequeño capullo de inseguridad fue creciendo en su interior. Los pilares empezaron a moverse, algo que creyó imposible -juzgó muy rápido la estructura, dejándose llevar por el suave pensamiento de que nada malo podía pasar en su nuevo hogar, que no corría ningún tipo de riesgo en esa sala-.
El pequeño capullito terminó por florecer, la desconfianza teñía su rostro -ahora un poco más pálido que antes-. Dejó salir un pequeño suspiro de sorpresa tras presenciar el extraño suceso que se desvolvía frente a ellos. Al dejarse llevar por el susto, tomó la mano derecha de Chimar, en busca de seguridad.
Un rostro femenino repetía un mensaje de lo más aterrador -a su parecer, era una súplica-, formado por una especie de luz azulada. El mensaje que daba fue repetido varias veces… Hasta que por fin el intimidante bucle cesó. La niña padecía de un leve temblor en las rodillas, a causa del susto. No tuvo ni tiempo de calmarse un poco, la pesadilla adoptaba un tono aún más oscuro.
La vibración de la sala retomó, esta vez con más intensidad. Un pequeño sismo se producía en esos momentos en la sala. Miró hacia abajo, hacia sus pies -mientras apretaba la mano de Chimar con más intensidad, haciendo notar que su nerviosismo era bastante alto-. En eso sintió una extraña fuerza alrededor de su cintura, que la levantaba. Se vio forzada a soltar la mano de su amigo.
Fueron succionados y escupidos de nuevo en un lugar ajeno. Después del fuerte resplandor azul, y sentir como caía contra el suelo -desprendiendo así un sonido particular-, la oscuridad reinó. Unos instantes de calma invadieron la sala. Jadeante -debido a la caída y al susto-, intentó levantarse. Sosteniéndose con las manos y empujando suavemente hacia arriba. No logró mucho, puesto que la puerta se abrió con intensidad.
Al haber caído más cerca de la puerta que los demás -estaban todos esparcidos por la sala aleatoriamente-, fue lo primero con lo que las dos nuevas entidades se toparon. La voz ronca de un adulto rompió el sonido -después de abrir las puertas con tanta violencia y apuro-. Se atrevió a alzar la mirada, guiada por la sorpresa e incertidumbre que toda esta situación le provocaba.
Lo que encontró la dejó ciertamente en una situación peor que la anterior. Se veía apuntada por la ballesta de uno de los dos adultos. El miedo se presentó en ella, como una serpiente arrastrándose, lenta y tranquilamente por su espina dorsal, llenándola de temblores proporcionados por la frialdad de esta ‘serpiente’, materializada por el miedo.
Empezó a temblar, asustadísima. Los ojos se le humedecieron, proporcionándole así una mirada vidriosa. No lograba apartar la mirada de la ballesta -su subconsciente parecía impedírselo, si la quitaba, le dispararían-.
¿Qué decían los dos adultos -quienes habían entrado con tanta desesperación y actuaban tan a la defensiva-? No lograba entender nada de lo que sucedía. Todo había mutado tan rápido, no había procesado nada. La confusión era lo que se escondía tras la gruesa capa de miedo que se había formado en su interior. Lo que en un principio era un pequeño capullo de inseguridad, era en ese entonces un extenso y denso arbusto, repleto de flores, coloreadas por un intenso miedo.
No lograba controlar su cuerpo, las lágrimas corrían por sus mejillas sin dar signo de que pararían en los próximos instantes. Estaba sentada, bastante incómoda -había logrado enderezarse un poco antes de darse cuenta de que estaba siendo apuntada por la ballesta-, y los brazos le temblaban. Con grandes ojos miraba la ballesta, hasta que dirigió por fin la mirada hacia el hombre que la sostenía. El miedo creció un poco más por el aspecto intimidante del personaje que se alzaba frente a ella, tanto así que llegó a perder completamente ‘el norte’.
Dejó salir, nuevamente, un pequeño suspiro ahogado, seguido de lo que la dejaría en una posición lamentable -aunque ya era costumbre, dentro de la torpeza de la niña-. El control de su cuerpo era nulo -cosa que resultaba evidente en esos momentos-, ¿qué más podía sucederle a una niña tan pequeña, además con el carácter que poseía, tras tantos cambios tan bruscos? Sintió el calor y la humedad entre sus piernas, su cuerpo había terminado por reaccionar de ese modo.
Paralizada, se encontraba en una situación abrumadora. Sentada encima del pequeño charquito que había generado, siendo apuntada por una ballesta, mientras el miedo la consumía. Separada de quienes conocía -aunque estaba consciente de que se encontraban tirados en la sala, a corta distancia, aun así no los lograba localizar-, la situación parecía no poder empeorar más. ¿O estaba en lo incorrecto, y todo daría un giro todavía más inesperado que el que ya había dado?
Tras las acciones del brujo, y la pregunta que lanzaba al aire. Infló levemente el pecho, no se atrevía a pronunciar el sobrenombre con el que ahora los niños -incluidos el resto de infantes que vivían en la esfera- se dirigían a ella. Miró a Chimar esperando para ver si la presentaba, aunque fuese responsabilidad suya presentarse. Después de unos instantes, dejó ir esa preocupación -se presentaría en otro momento, aunque fuese de mala educación, prefería no interferir mucho en lo que hacían los adultos. Acompañaba a sus amigos en la ‘aventura’, y se limitaba a eso-.
Tardó algunos instantes antes de darse cuenta de la indicación preventiva que le daba el pequeño Chimar. Apurada, tomó dos pasos hacia atrás para quedar junto a su compañero gorrión. El joven adulto de túnica singular empezó a ejercer acciones distintas a todo lo que había visto hasta el momento. Parecía seguro, precavido.
No entendía realmente de qué hablaban, y todos los términos que utilizaban la dejaban cada vez más confundida. Por lo qué, se limitó a observar, resguardándose en la comodidad que le brindaban los otros dos niños. Todo estaba extrañamente tranquilo… Quizá algo muy tranquilo.
En eso, una vibración empezó a sentirse en la sala en la que se encontraban. Primero se trataba de una ligera vibración, fue ‘empeorando’, ‘agravándose’ conforme pasaban los segundos. Tras sentir la creciente vibración a sus pies, un pequeño capullo de inseguridad fue creciendo en su interior. Los pilares empezaron a moverse, algo que creyó imposible -juzgó muy rápido la estructura, dejándose llevar por el suave pensamiento de que nada malo podía pasar en su nuevo hogar, que no corría ningún tipo de riesgo en esa sala-.
El pequeño capullito terminó por florecer, la desconfianza teñía su rostro -ahora un poco más pálido que antes-. Dejó salir un pequeño suspiro de sorpresa tras presenciar el extraño suceso que se desvolvía frente a ellos. Al dejarse llevar por el susto, tomó la mano derecha de Chimar, en busca de seguridad.
Un rostro femenino repetía un mensaje de lo más aterrador -a su parecer, era una súplica-, formado por una especie de luz azulada. El mensaje que daba fue repetido varias veces… Hasta que por fin el intimidante bucle cesó. La niña padecía de un leve temblor en las rodillas, a causa del susto. No tuvo ni tiempo de calmarse un poco, la pesadilla adoptaba un tono aún más oscuro.
La vibración de la sala retomó, esta vez con más intensidad. Un pequeño sismo se producía en esos momentos en la sala. Miró hacia abajo, hacia sus pies -mientras apretaba la mano de Chimar con más intensidad, haciendo notar que su nerviosismo era bastante alto-. En eso sintió una extraña fuerza alrededor de su cintura, que la levantaba. Se vio forzada a soltar la mano de su amigo.
Fueron succionados y escupidos de nuevo en un lugar ajeno. Después del fuerte resplandor azul, y sentir como caía contra el suelo -desprendiendo así un sonido particular-, la oscuridad reinó. Unos instantes de calma invadieron la sala. Jadeante -debido a la caída y al susto-, intentó levantarse. Sosteniéndose con las manos y empujando suavemente hacia arriba. No logró mucho, puesto que la puerta se abrió con intensidad.
Al haber caído más cerca de la puerta que los demás -estaban todos esparcidos por la sala aleatoriamente-, fue lo primero con lo que las dos nuevas entidades se toparon. La voz ronca de un adulto rompió el sonido -después de abrir las puertas con tanta violencia y apuro-. Se atrevió a alzar la mirada, guiada por la sorpresa e incertidumbre que toda esta situación le provocaba.
Lo que encontró la dejó ciertamente en una situación peor que la anterior. Se veía apuntada por la ballesta de uno de los dos adultos. El miedo se presentó en ella, como una serpiente arrastrándose, lenta y tranquilamente por su espina dorsal, llenándola de temblores proporcionados por la frialdad de esta ‘serpiente’, materializada por el miedo.
Empezó a temblar, asustadísima. Los ojos se le humedecieron, proporcionándole así una mirada vidriosa. No lograba apartar la mirada de la ballesta -su subconsciente parecía impedírselo, si la quitaba, le dispararían-.
¿Qué decían los dos adultos -quienes habían entrado con tanta desesperación y actuaban tan a la defensiva-? No lograba entender nada de lo que sucedía. Todo había mutado tan rápido, no había procesado nada. La confusión era lo que se escondía tras la gruesa capa de miedo que se había formado en su interior. Lo que en un principio era un pequeño capullo de inseguridad, era en ese entonces un extenso y denso arbusto, repleto de flores, coloreadas por un intenso miedo.
No lograba controlar su cuerpo, las lágrimas corrían por sus mejillas sin dar signo de que pararían en los próximos instantes. Estaba sentada, bastante incómoda -había logrado enderezarse un poco antes de darse cuenta de que estaba siendo apuntada por la ballesta-, y los brazos le temblaban. Con grandes ojos miraba la ballesta, hasta que dirigió por fin la mirada hacia el hombre que la sostenía. El miedo creció un poco más por el aspecto intimidante del personaje que se alzaba frente a ella, tanto así que llegó a perder completamente ‘el norte’.
Dejó salir, nuevamente, un pequeño suspiro ahogado, seguido de lo que la dejaría en una posición lamentable -aunque ya era costumbre, dentro de la torpeza de la niña-. El control de su cuerpo era nulo -cosa que resultaba evidente en esos momentos-, ¿qué más podía sucederle a una niña tan pequeña, además con el carácter que poseía, tras tantos cambios tan bruscos? Sintió el calor y la humedad entre sus piernas, su cuerpo había terminado por reaccionar de ese modo.
Paralizada, se encontraba en una situación abrumadora. Sentada encima del pequeño charquito que había generado, siendo apuntada por una ballesta, mientras el miedo la consumía. Separada de quienes conocía -aunque estaba consciente de que se encontraban tirados en la sala, a corta distancia, aun así no los lograba localizar-, la situación parecía no poder empeorar más. ¿O estaba en lo incorrecto, y todo daría un giro todavía más inesperado que el que ya había dado?
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Re: Cosecha de puertas malditas [Libre] [Samhain 2019]
El miembro 'Pyp' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Cosecha de puertas malditas [Libre] [Samhain 2019]
En cierto modo los juegos de luces de Rauko evitan que los hermanos de Maquiavelo terminen por entrar de todas formas al área recién descubierta, les pone de buen humor y eso permite que superen su ligera indignación infantil.
La escena por otro lado también convence a Maquiavelo de que su política de aceptar adultos destacables fue correcta, hay frijoles buenos que congenian con los enanos y se preocupan por su bienestar… espera que Demian algún día pueda aceptarlo.
Ahora frente a los pilares extraños y con Pyp ganando confianza gracias a Xana, el pequeño inventor escucha atentamente la propuesta de su conocido de túnica naranja. Tiene sentido en valores lógicos.
Nada mal para ser un adulto, podemos intentarlo.
Con las piedras cargadas inicia todo el proceso experimental, claro que tiene lugar algo fuera de las predicciones. Una extraña imagen de algún tipo aparece, la línea de argumentos que sigue es clara aunque una palabra resuena más que las otras en el cerebro de Chim.
¿Giaco?
No tiene tiempo de formular hipótesis ni poner al corriente a los demás presentes pues el evento visual gatilla otra cosa. Mientras los pilares fluctúan de manera errática, los más pequeños de la sala son atraídos a un universo diferente.
El cambio de planos resulta ser más violento que el experimentado cuando se descubrió la esfera, sin duda porque termina siendo es una transferencia en carne propia y sin tener toda una instalación de filtro.
A medida que recupera sus facultades, Chimar busca con los ojos a su hermano pequeño. Lo encuentra sentado en posición de loto en un lateral, fresco como una lechuga en claro contraste con el resto.
Lo siguiente es intentar localizar a Pyp, esto tampoco le toma mucho tiempo aunque descubre problemas agregados. La chica se encuentra siendo amenazada por un par de adultos para nada tranquilos.
Como puede, el joven genio se pone de pie. Hace movimientos lentos para no ser percibido como una amenaza y es que de momento no quiere iniciar una pelea con los únicos personajes que pueden arrojar información importante.
Mientras se desplaza no puede evitar notar que su nuevo entorno tiene claras diferencias con el habitáculo de la esfera, su rápida mente termina por deducir que atravesaron una puerta a un lugar desconocido. Típica transportación punto por punto.
Es en ese momento y cuando está a punto de contacto observa con lujo de detalles como Pyp no puede contener su vejiga, esto hace que Maquiavelo sienta un cumulo de emociones entra las cuales destaca el proteccionismo.
Con las manos levantadas y moviéndose todavía en intervalos calmados, se coloca delante de su hermana pequeña más reciente. Quiere darle seguridad, eso sin mencionar que está bastante seguro de poder lidiar mejor un ataque frontal que la joven gorriona.
No sabemos bien lo que pasa pero no somos una amenaza… si quieren apuntar sus armas háganlo conmigo, no amenacen a mis hermanos por favor.
La escena por otro lado también convence a Maquiavelo de que su política de aceptar adultos destacables fue correcta, hay frijoles buenos que congenian con los enanos y se preocupan por su bienestar… espera que Demian algún día pueda aceptarlo.
Ahora frente a los pilares extraños y con Pyp ganando confianza gracias a Xana, el pequeño inventor escucha atentamente la propuesta de su conocido de túnica naranja. Tiene sentido en valores lógicos.
Nada mal para ser un adulto, podemos intentarlo.
Con las piedras cargadas inicia todo el proceso experimental, claro que tiene lugar algo fuera de las predicciones. Una extraña imagen de algún tipo aparece, la línea de argumentos que sigue es clara aunque una palabra resuena más que las otras en el cerebro de Chim.
¿Giaco?
No tiene tiempo de formular hipótesis ni poner al corriente a los demás presentes pues el evento visual gatilla otra cosa. Mientras los pilares fluctúan de manera errática, los más pequeños de la sala son atraídos a un universo diferente.
El cambio de planos resulta ser más violento que el experimentado cuando se descubrió la esfera, sin duda porque termina siendo es una transferencia en carne propia y sin tener toda una instalación de filtro.
A medida que recupera sus facultades, Chimar busca con los ojos a su hermano pequeño. Lo encuentra sentado en posición de loto en un lateral, fresco como una lechuga en claro contraste con el resto.
Lo siguiente es intentar localizar a Pyp, esto tampoco le toma mucho tiempo aunque descubre problemas agregados. La chica se encuentra siendo amenazada por un par de adultos para nada tranquilos.
Como puede, el joven genio se pone de pie. Hace movimientos lentos para no ser percibido como una amenaza y es que de momento no quiere iniciar una pelea con los únicos personajes que pueden arrojar información importante.
Mientras se desplaza no puede evitar notar que su nuevo entorno tiene claras diferencias con el habitáculo de la esfera, su rápida mente termina por deducir que atravesaron una puerta a un lugar desconocido. Típica transportación punto por punto.
Es en ese momento y cuando está a punto de contacto observa con lujo de detalles como Pyp no puede contener su vejiga, esto hace que Maquiavelo sienta un cumulo de emociones entra las cuales destaca el proteccionismo.
Con las manos levantadas y moviéndose todavía en intervalos calmados, se coloca delante de su hermana pequeña más reciente. Quiere darle seguridad, eso sin mencionar que está bastante seguro de poder lidiar mejor un ataque frontal que la joven gorriona.
No sabemos bien lo que pasa pero no somos una amenaza… si quieren apuntar sus armas háganlo conmigo, no amenacen a mis hermanos por favor.
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Re: Cosecha de puertas malditas [Libre] [Samhain 2019]
El miembro 'Chimar' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Cosecha de puertas malditas [Libre] [Samhain 2019]
El plan había sido aceptado por el grupo al parecer, razón por la que Kendovlah sonrió con algo de orgullo antes de cambiarse las prendas. Su túnica negra le sentaba bien, sin duda era mucho más ligera que la anterior. Ya era hora de un cambio y acorde con las fechas.
La expectativa incrementó conforme veía las piedras levitar hacía el misterioso portal, sacado de otros tiempos quizás. ¿Funcionaría? ¿Y si era así, qué sucedería en consecuencia? Ahora podía entender mejor las ansias del pequeño genio y quizás la urgencia que el asunto requería.
Justo en el momento que el éter comenzó a fluir hacía el portal sintió un leve dolor en su brazo derecho. Lo reconocía y empezaba a temer de este.
Frunció el ceño ante la advertencia, comenzaba a hacerse algo natural. Sin embargo, su experiencia dictaba que nada bueno podía resultar jugando con éter. Quizás debieron haber estudiado mejor la situación, pero se formulo las dudas y preguntas tarde; en el momento que más éter parecía escapar de su cuerpo para ser exactos. Escuchó una voz que no pudo advertir muy bien de donde provenía, pero había una clave en el mensaje. Logro captar el apellido de Chimar de cuando se conocieron por primera vez.
Comenzaba poco a poco a sentir la fatiga típica causada por el consumo innecesario de éter, mas no había tiempo para preocuparse en como detener lo que habían causado. Solo para taparse los oídos y esperar contar con algo de suerte. Algo había salido realmente mal y en cuando tuviese oportunidad regañaría a Chimar por ese tipo de experimentos.
Observó como del portal comenzaron a salir rayos azules y se puso de inmediato a la defensiva. Supo que había que detenerlo.
Planeaba quemar la maldita cosa cuando la sala parecía ir a caerse sobre ellos. Primero tendrían que salir los niños mientras su magia... Se miro las manos al recordar que su éter había sido de alguna forma extraído, más del que había estado dispuesto a entregar.
No hubo tiempo para más pensamientos ni reacciones. Lo siguiente fue una “mano espectral gigante” rodeando su cintura y para colmo decirle adiós al suelo que estaba pisando. Aquello simplemente no podía terminar bien. A pesar de tomar las precauciones necesarias habían jugado con éter junto con algo más que no entendía y apenas se hacía una idea que existía.
Lo primero fue sentir un fuerte golpe en la espalda y preguntarse... Preguntarse y maldecir; ¿por qué la maldita espalda? Después vino un mareo terrible, parecido como al que había vivido al día siguiente del de la alianza. Era como una resaca sin haber bebido un solo trago. Terrible, pero afortunadamente pasajero.
Se recompuso lo mejor que pudo aún algo mareado para levantarse y abrir los ojos algo temeroso mientras por instinto llevaba su mano al mango de la espada. Quizás no era una de sus mejores ideas pero el instinto después de dicha experiencia era lo único por lo que podía guiarse.
Al terminar de abrir los ojos pudo ver primero a los presentes. Todos habían llegado en una pieza, algo bueno. Pero, ¿dónde habían llegado? Podía ver también dos caras nuevas, nuevas, armadas y apuntando. Sujeto su acero con más fuerza al escucharles hablar. Podía sentir que su magia aún no volvía. Tras su último trabajo con Zero había pasado estudiando y aprendiendo algo sobre el control de su propio éter.
-Teniendo más detalles podría responder. Solo se que de alguna forma llegamos aquí-. Dijo sonando claramente agotado mientras con algo de esfuerzo se ponía a un lado de Chimar y llevaba una mano a su hombro para calmarlo y observar mejor el lugar.
Tenía toda la pinta una sala de reyes que contaban las leyendas ficticias infantiles, aunque parecía estar en un grave deterioro por el paso del tiempo y quien sabía qué más.
-Por cierto, ¿dónde es aquí y cómo volvemos?-. Preguntó mirando fijo y demandante al hombre. Aquello no era la esfera en la que habían entrado, solo podía dar eso por sentado. Sabía que algunos brujos poderosos podían usar la teletransportación, pero mover a todo un grupo de personas no era algo que había leído o escuchado en ninguna parte. Algo había salido más que mal, pero no podía adelantarse a hechos de los cuales no tenía ningún conocimiento y dicha posibilidad le abrumaba bastante.
La expectativa incrementó conforme veía las piedras levitar hacía el misterioso portal, sacado de otros tiempos quizás. ¿Funcionaría? ¿Y si era así, qué sucedería en consecuencia? Ahora podía entender mejor las ansias del pequeño genio y quizás la urgencia que el asunto requería.
Justo en el momento que el éter comenzó a fluir hacía el portal sintió un leve dolor en su brazo derecho. Lo reconocía y empezaba a temer de este.
Frunció el ceño ante la advertencia, comenzaba a hacerse algo natural. Sin embargo, su experiencia dictaba que nada bueno podía resultar jugando con éter. Quizás debieron haber estudiado mejor la situación, pero se formulo las dudas y preguntas tarde; en el momento que más éter parecía escapar de su cuerpo para ser exactos. Escuchó una voz que no pudo advertir muy bien de donde provenía, pero había una clave en el mensaje. Logro captar el apellido de Chimar de cuando se conocieron por primera vez.
Comenzaba poco a poco a sentir la fatiga típica causada por el consumo innecesario de éter, mas no había tiempo para preocuparse en como detener lo que habían causado. Solo para taparse los oídos y esperar contar con algo de suerte. Algo había salido realmente mal y en cuando tuviese oportunidad regañaría a Chimar por ese tipo de experimentos.
Observó como del portal comenzaron a salir rayos azules y se puso de inmediato a la defensiva. Supo que había que detenerlo.
Planeaba quemar la maldita cosa cuando la sala parecía ir a caerse sobre ellos. Primero tendrían que salir los niños mientras su magia... Se miro las manos al recordar que su éter había sido de alguna forma extraído, más del que había estado dispuesto a entregar.
No hubo tiempo para más pensamientos ni reacciones. Lo siguiente fue una “mano espectral gigante” rodeando su cintura y para colmo decirle adiós al suelo que estaba pisando. Aquello simplemente no podía terminar bien. A pesar de tomar las precauciones necesarias habían jugado con éter junto con algo más que no entendía y apenas se hacía una idea que existía.
(…)
Lo primero fue sentir un fuerte golpe en la espalda y preguntarse... Preguntarse y maldecir; ¿por qué la maldita espalda? Después vino un mareo terrible, parecido como al que había vivido al día siguiente del de la alianza. Era como una resaca sin haber bebido un solo trago. Terrible, pero afortunadamente pasajero.
Se recompuso lo mejor que pudo aún algo mareado para levantarse y abrir los ojos algo temeroso mientras por instinto llevaba su mano al mango de la espada. Quizás no era una de sus mejores ideas pero el instinto después de dicha experiencia era lo único por lo que podía guiarse.
Al terminar de abrir los ojos pudo ver primero a los presentes. Todos habían llegado en una pieza, algo bueno. Pero, ¿dónde habían llegado? Podía ver también dos caras nuevas, nuevas, armadas y apuntando. Sujeto su acero con más fuerza al escucharles hablar. Podía sentir que su magia aún no volvía. Tras su último trabajo con Zero había pasado estudiando y aprendiendo algo sobre el control de su propio éter.
-Teniendo más detalles podría responder. Solo se que de alguna forma llegamos aquí-. Dijo sonando claramente agotado mientras con algo de esfuerzo se ponía a un lado de Chimar y llevaba una mano a su hombro para calmarlo y observar mejor el lugar.
Tenía toda la pinta una sala de reyes que contaban las leyendas ficticias infantiles, aunque parecía estar en un grave deterioro por el paso del tiempo y quien sabía qué más.
-Por cierto, ¿dónde es aquí y cómo volvemos?-. Preguntó mirando fijo y demandante al hombre. Aquello no era la esfera en la que habían entrado, solo podía dar eso por sentado. Sabía que algunos brujos poderosos podían usar la teletransportación, pero mover a todo un grupo de personas no era algo que había leído o escuchado en ninguna parte. Algo había salido más que mal, pero no podía adelantarse a hechos de los cuales no tenía ningún conocimiento y dicha posibilidad le abrumaba bastante.
Kendovlah
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Re: Cosecha de puertas malditas [Libre] [Samhain 2019]
Luego de hacer mi parte, esperé pacientemente que sucediera lo que tuviera que pasar. Pero lo que pasó ni tuvo un buen comienzo.
La máquina parecía que nos freiría de un momento a otro con un espectáculo de luces mucho mejor que el que Xana y yo podríamos hacer. Un rostro fue proyectado entre los dos pilares y rogó por ayuda. Luego empezó la peor parte.
Finalmente fui consciente de que mi éter, que debía fluir a través de mi cuerpo como el agua de un río, se desbordó hacia el exterior, drenado por los pilares. A pesar de ello, apreté los dientes y me forcé a andar hacia los chicos. Quería usar una de mis técnicas para que saliéramos disparados lejos de la sala, pero ni siquiera fui capaz de dar un paso. Mis piernas no respondieron, entumecidas por la creciente ausencia de energía. Me sentí impotente. No podía salvar a nadie, y tener que reconocerlo era amargo y doloroso.
Busqué a Xana con la mirada, deseando que hubiera escapado, aunque sabía que ella no se atrevería a abandonarnos para su salvación personal. Una vez más odié nuestro estúpido altruismo.
–¿Eh? –Xana ya no estaba. Y cuando me percaté de ello, una fuerza invisible me atrajo hacia un torbellino de energía.
Para mi sorpresa, al siguiente instante tuve un contundente aterrizaje sobre mi espalda. El dolor era prueba de que no estaba muerto aún. Y si yo no estaba muerto…
–Chicos, ¿están…? –No hizo falta terminar la pregunta. Los vi a todos, con vida, y me sentí aliviado y agradecido a partes iguales, sobre todo cuando vi a Xana en perfecto estado… Bueno, tampoco había aterrizado muy bien, pero estaba mejor que yo.
Sin embargo, la cadena de hechos desafortunados no había acabado aún. Dos individuos desconocidos aparecieron en la sala, ambos con ballesta en mano, con pocas intenciones de tratarnos como amigos.
Intenté levantarme, pero fue imposible gracias a la escacez de energía más mi pereza habitual, y el dolor de espalda tampoco ayudaba. Me tomaría unos segundos para recuperarme.
Xana, por su parte, sí logró levantarse, aunque, al ver su rostro, era obvio que no terminaba de asimilar la situación y que estaba un poco nerviosa. Aun así, en cuanto volteó a mi dirección, preocupada por mi estado, le indiqué con un par de gestos que me encontraba bien y que le delegaba la tarea de proteger al grupo.
Fue entonces cuando la chica no pudo contener la vejiga, dando lugar a una escena deplorable, y Chimar procedió a situarse entre ella y los dos ballesteros para protegerla.
Una chica incapaz de protegerse a sí misma y un chico que prefiere sacrificar su propia seguridad por la de ella. Aquello se le hizo muy familiar a Xana, quien por un tiempo ocupó el puesto de damisela en apuros. Recordó el motivo por el que decidió fortalecerse y convertirse en heroína, obteniendo la determinación para intervenir.
–Por favor, no nos teman –pidió luego de que hablara el brujo, alzando las manos lentamente–. No les pediré que bajen las armas. Después de todo, somos extraños que, al parecer, aparecieron de la nada. Y si apuntan sus armas a unos niños, deben tener sus motivos para ello. Pero créannos: no somos enemigos.
Buscó las siguientes palabras. No entendía del todo lo que sucedió, pero debía explicarlo de la mejor forma posible. Si su historia no convencía, utilizaría el plan B: noquearlos con una lluvia de ráfagas de energía.
–No entiendo a qué se refieren con que los ojos de los niños no son como los de los otros; el de estos siempre han sido como son ahora: comunes y corrientes –explicó–. Si te refieres a cómo aparecimos aquí… –Señaló con un pulgar a los pilares–. De donde vinimos, había dos pilares extraños, similares a estos, y estábamos intentando activarlos. Aunque suene… absurdo, al activarlos nos dieron el mensaje de una mujer que rogaba por la ayuda de Maquiavelo, y luego nos hicieron aparecer mágicamente en este lugar.
Al decirlo en voz alta, se lamentó de no haber podido explicarlo de una mejor manera. Soltó un suspiro de resignación.
–Sé que suena a locura, pero… así fueron las cosas.
La máquina parecía que nos freiría de un momento a otro con un espectáculo de luces mucho mejor que el que Xana y yo podríamos hacer. Un rostro fue proyectado entre los dos pilares y rogó por ayuda. Luego empezó la peor parte.
Finalmente fui consciente de que mi éter, que debía fluir a través de mi cuerpo como el agua de un río, se desbordó hacia el exterior, drenado por los pilares. A pesar de ello, apreté los dientes y me forcé a andar hacia los chicos. Quería usar una de mis técnicas para que saliéramos disparados lejos de la sala, pero ni siquiera fui capaz de dar un paso. Mis piernas no respondieron, entumecidas por la creciente ausencia de energía. Me sentí impotente. No podía salvar a nadie, y tener que reconocerlo era amargo y doloroso.
Busqué a Xana con la mirada, deseando que hubiera escapado, aunque sabía que ella no se atrevería a abandonarnos para su salvación personal. Una vez más odié nuestro estúpido altruismo.
–¿Eh? –Xana ya no estaba. Y cuando me percaté de ello, una fuerza invisible me atrajo hacia un torbellino de energía.
Para mi sorpresa, al siguiente instante tuve un contundente aterrizaje sobre mi espalda. El dolor era prueba de que no estaba muerto aún. Y si yo no estaba muerto…
–Chicos, ¿están…? –No hizo falta terminar la pregunta. Los vi a todos, con vida, y me sentí aliviado y agradecido a partes iguales, sobre todo cuando vi a Xana en perfecto estado… Bueno, tampoco había aterrizado muy bien, pero estaba mejor que yo.
Sin embargo, la cadena de hechos desafortunados no había acabado aún. Dos individuos desconocidos aparecieron en la sala, ambos con ballesta en mano, con pocas intenciones de tratarnos como amigos.
Intenté levantarme, pero fue imposible gracias a la escacez de energía más mi pereza habitual, y el dolor de espalda tampoco ayudaba. Me tomaría unos segundos para recuperarme.
Xana, por su parte, sí logró levantarse, aunque, al ver su rostro, era obvio que no terminaba de asimilar la situación y que estaba un poco nerviosa. Aun así, en cuanto volteó a mi dirección, preocupada por mi estado, le indiqué con un par de gestos que me encontraba bien y que le delegaba la tarea de proteger al grupo.
Fue entonces cuando la chica no pudo contener la vejiga, dando lugar a una escena deplorable, y Chimar procedió a situarse entre ella y los dos ballesteros para protegerla.
Una chica incapaz de protegerse a sí misma y un chico que prefiere sacrificar su propia seguridad por la de ella. Aquello se le hizo muy familiar a Xana, quien por un tiempo ocupó el puesto de damisela en apuros. Recordó el motivo por el que decidió fortalecerse y convertirse en heroína, obteniendo la determinación para intervenir.
–Por favor, no nos teman –pidió luego de que hablara el brujo, alzando las manos lentamente–. No les pediré que bajen las armas. Después de todo, somos extraños que, al parecer, aparecieron de la nada. Y si apuntan sus armas a unos niños, deben tener sus motivos para ello. Pero créannos: no somos enemigos.
Buscó las siguientes palabras. No entendía del todo lo que sucedió, pero debía explicarlo de la mejor forma posible. Si su historia no convencía, utilizaría el plan B: noquearlos con una lluvia de ráfagas de energía.
–No entiendo a qué se refieren con que los ojos de los niños no son como los de los otros; el de estos siempre han sido como son ahora: comunes y corrientes –explicó–. Si te refieres a cómo aparecimos aquí… –Señaló con un pulgar a los pilares–. De donde vinimos, había dos pilares extraños, similares a estos, y estábamos intentando activarlos. Aunque suene… absurdo, al activarlos nos dieron el mensaje de una mujer que rogaba por la ayuda de Maquiavelo, y luego nos hicieron aparecer mágicamente en este lugar.
Al decirlo en voz alta, se lamentó de no haber podido explicarlo de una mejor manera. Soltó un suspiro de resignación.
–Sé que suena a locura, pero… así fueron las cosas.
Rauko
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Re: Cosecha de puertas malditas [Libre] [Samhain 2019]
—Nadie va a amenazar a tus hermanos, chico —dijo la mujer bajando la ballesta y entregándosela con un leve empujón al hombre. Éste, algo incómodo después de ver la reacción de la niña, apartó la mirada, dirigiendo esta vez su propia ballesta al joven que sujetaba la espada. La mujer se acercó a los niños, ignorando al tipo de la túnica, le dio la antorcha a Chimar y se agachó para ayudar a Pyp a levantarse—. Pobre muchacha, debes de estar helada de frío con ese vestido tan fino —le dijo, obviando aquello que a nadie había pasado desapercibido—. Ven, te prestaré algo más abrigado. Vosotros también —añadió dirigiéndose a Chimar y Canel—, dejemos que los adultos se entiendan entre ellos. —Y condujo a los tres chicos a la sala contigua, dirigiendo una significativa mirada a su compañero antes de salir.
El hombre, Jomul, también le dirigió una mirada de advertencia a su compañera; se estaba alejando sola, desarmada y con nada menos que tres niños, después de todo. Él se quedó a regañadientes con el joven arrogante y las dos mujeres de orejas extrañas, una de las cuales tuvo al menos la gentileza de explicarle cómo habían llegado hasta allí. Explicación que podría haberle parecido absurda a la mayoría de la gente, pero él había estado presente cuando la propia princesa enviara aquel mensaje. Había sido miembro de la guardia real, después de todo; cuando aún había una guardia real.
—¿Maquiavelo? —preguntó tan pronto como oyó el nombre, y miró con incredulidad al joven de la espada—. ¿Eres Giaco Maquiavelo? Pensé que sería alguien con más… experiencia. —Dejó de apuntar su arma y apoyó ambas ballestas en sus respectivos hombros, en actitud algo más relajada, aunque aún lanzaba algunas miradas inquietas a la puerta por la que había desaparecido su compañera con los niños y desde donde llegaba ahora el único resplandor que entraba en la sala— De cualquier manera, la ayuda llega un poco tarde, ya no queda nada que salvar. Aquí —añadió mirando de nuevo a Kendovlah— es lo que un día fue el Palacio Real de Turantis y en cuanto a cómo volver a cualquiera que sea el lugar del que venís, vosotros sabréis cómo activasteis los pilares del otro lado. Yo, de éste, nunca vi que hicieran nada del otro mundo.
El hombre se giró y echó a andar hacia la puerta, sin prestar atención a si le seguían o no. Cuando llegó al umbral, se detuvo pensativo y se giró de nuevo hacia los recién llegados. ¿Sería posible que…?
—Cuando Su Alteza envió aquel mensaje de ayuda —les dijo en un tono menos brusco que antes—, tenía un objeto extraño en sus manos, un prisma de cristal. Recuerdo que brillaba en un tono azulado, pero dejó de hacerlo poco después. —Suspiró, recordando los intentos desesperados de la princesa por hacer funcionar otra vez la máquina sin resultado alguno. Después, al recordar sus últimos momentos, sacudió rápidamente la cabeza y se dirigió una vez más a los presentes— El prisma no está en esta sala, lo busqué. Tal vez en los aposentos de la princesa, pero… —su rostro se tensó— están al otro lado del patio.
Mientras esta conversación tenía lugar, la mujer se había llevado a los niños junto a la hoguera, donde le ofreció a Pyp unas prendas de ropa que le quedarían un poco holgadas, pero no demasiado grandes y sujetó los extremos de una manta en alto para ofrecerle un mínimo de intimidad mientras se cambiaba.
—Debéis estar aterrorizados —dijo mirando a los otros dos chicos—. Yo soy Vande, ¿cómo os llamáis vosotros? Los jóvenes con los que habéis llegado no pueden ser vuestros padres, ¿cierto?
Cuando Pyp estuvo presentable, dobló la manta, la dejó de nuevo en el suelo y les ofreció a los tres algo de agua. No les quedaban muchas más provisiones. No hablaba mucho, pero les observaba con gran intensidad, en especial sus ojos.
—No sabéis dónde os habéis metido —murmuró con lástima al cabo de un momento. Acto seguido, se incorporó inquieta. Había oído un ruido sordo al otro lado de la sala, donde una pesada cortina ocultaba un gran ventanal—. ¡Jomul! —llamó.
Jomul no se hizo esperar. Atravesó la puerta justo en el momento en que un bulto oscuro salía del otro lado de la cortina y se lanzaba con un chillido agudo a por los que estaban en la hoguera. El hombre ni siquiera se paró a pensar: levantó una de las ballestas y disparó a la sombra, mientras Vande se colocaba frente a los muchachos en ademán protector. El virote detuvo en seco el avance de la criatura. Jomul levantó la otra ballesta, que también estaba cargada, y disparó una segunda vez. La criatura cayó de espaldas.
Tras posar una de las ballestas en el suelo, Jomul se acercó a la ventana mientras cargaba otra vez la suya. Se asomó con cuidado al otro lado de la cortina y, al cabo de un momento, se encaminó hacia la hoguera, pasando de largo el bulto sin siquiera mirarlo.
—No hay ninguno más a la vista, de momento —informó— pero es cuestión de tiempo que aparezcan más. Si no queréis que vuestros muchachos acaben de la misma manera —se dirigió después a los tres adultos—, más vale que encontremos la forma de hacer funcionar esa máquina de nuevo. Y pronto.
Después miró a su compañera, con un pequeño rayo de esperanza brillando en sus ojos. Ella, por su parte, sujetaba a Pyp y a Canel, los que le parecían más indefensos, para evitar que se acercasen al cadáver. Aquellos que así lo hicieran, verían que se trataba de un niño de no más de once años. Sus ojos, aún abiertos, eran completamente rojos, salvo por una pupila alargada de color negro. Llevaba ropas raídas y sucias, tenía el rostro cubierto de mugre y el cabello revuelto y lleno de porquería. Sus manos aún sostenían sendos cuchillos.
Os habéis decidido por la diplomacia en lugar de la confrontación directa. Ha sido una buena idea. Ni Jomul ni Vande saben cómo activar la máquina, pues requiere algo de lo que carecen: magia. Aún así, Jomul la vio en funcionamiento la última vez y podrá ayudaros a activarla si encontráis (y cargáis) el prisma que utilizó la princesa en su día. Eso sí, tanto él como Vande querrán un ticket de ida a Aerandir
El cristal está en algún lugar de los aposentos de la princesa, lo que significa que tendréis que salir de la Torre del Consejo, atravesar el patio, acceder al Ala Real del palacio y regresar de nuevo para activar la máquina. La tarea os llevará, al menos, dos turnos, pero no os entretengáis, pues corréis el riesgo de que tanto a Pyp como a Chimar les ocurra lo que quiera que le ha ocurrido a los niños de este mundo (Canel es un caso aparte, pero eso no lo saben vuestros personajes).
Podéis ir todos juntos o dividiros y dejar un grupo atrás, vigilando la sala de las columnas. También tenéis permiso para manejar tanto a Vande como a Jomul. Si os dividís, ella se unirá al grupo de Pyp, ya que la muchacha ha conseguido enternecerla. Jomul insistirá en darse prisa con la misión, y con razón, pues cada segundo cuenta.
El palacio está desierto y deteriorado. No encontrareis un sólo adulto a vuestro paso y cualquier niño al que encontréis os atacará con lo que tenga a mano. No es obligatorio que incluyáis ningún ataque mientras atravesáis las salas del palacio, pero en una de las dos ocasiones en que atraveséis el patio, como mínimo, os enfrentaréis a una emboscada con un gran número de chiquillos enloquecidos que no se detendrán ante nada para destruiros. Si dejáis atrás a un grupo, también recibirán un ataque mientras esperan la llegada de los demás. Como ya habéis comprobado, ni Jomul ni Vande dudarán en defenderse en estos ataques.
Más allá de esto, no tendréis problemas para encontrar el cristal, ni para cargarlo (se necesita un elfo y un brujo para esto). También tenéis libertad para describir todo lo que veis a vuestro paso. Yo intervendré cuando estéis de vuelta en la sala de las columnas, a menos que Chimar y/o Pyp saquen dos malas runas (recordad, seguís tirando tres runas cada uno por cada turno que permanezcáis en este lugar). Recordad también que la magia de Kendovlah y Rauko no estará al 100% en este próximo turno.
En cuanto a los gorriones, esas dos malas runas de mi post anterior significan que lo que se ha colado en la Esfera ha salido de la sala de las columnas y campa a sus anchas por la guarida. Otra razón para regresar lo antes posible.
En esta ocasión, tiraré 8 runas. Representan a los gorriones en este orden: Ratita, Motas, Ralphy, Iliaki, Lobo, Bee, Astrid y Vermellón. El que saque la runa más mala, será el primero que se tope con la sorpresa. En caso de empate, la runa de la izquierda se considerará peor que la de la derecha. Si aún así hay empate, el niño que salga primero en la lista, será el que se lo encuentre.
El hombre, Jomul, también le dirigió una mirada de advertencia a su compañera; se estaba alejando sola, desarmada y con nada menos que tres niños, después de todo. Él se quedó a regañadientes con el joven arrogante y las dos mujeres de orejas extrañas, una de las cuales tuvo al menos la gentileza de explicarle cómo habían llegado hasta allí. Explicación que podría haberle parecido absurda a la mayoría de la gente, pero él había estado presente cuando la propia princesa enviara aquel mensaje. Había sido miembro de la guardia real, después de todo; cuando aún había una guardia real.
—¿Maquiavelo? —preguntó tan pronto como oyó el nombre, y miró con incredulidad al joven de la espada—. ¿Eres Giaco Maquiavelo? Pensé que sería alguien con más… experiencia. —Dejó de apuntar su arma y apoyó ambas ballestas en sus respectivos hombros, en actitud algo más relajada, aunque aún lanzaba algunas miradas inquietas a la puerta por la que había desaparecido su compañera con los niños y desde donde llegaba ahora el único resplandor que entraba en la sala— De cualquier manera, la ayuda llega un poco tarde, ya no queda nada que salvar. Aquí —añadió mirando de nuevo a Kendovlah— es lo que un día fue el Palacio Real de Turantis y en cuanto a cómo volver a cualquiera que sea el lugar del que venís, vosotros sabréis cómo activasteis los pilares del otro lado. Yo, de éste, nunca vi que hicieran nada del otro mundo.
El hombre se giró y echó a andar hacia la puerta, sin prestar atención a si le seguían o no. Cuando llegó al umbral, se detuvo pensativo y se giró de nuevo hacia los recién llegados. ¿Sería posible que…?
—Cuando Su Alteza envió aquel mensaje de ayuda —les dijo en un tono menos brusco que antes—, tenía un objeto extraño en sus manos, un prisma de cristal. Recuerdo que brillaba en un tono azulado, pero dejó de hacerlo poco después. —Suspiró, recordando los intentos desesperados de la princesa por hacer funcionar otra vez la máquina sin resultado alguno. Después, al recordar sus últimos momentos, sacudió rápidamente la cabeza y se dirigió una vez más a los presentes— El prisma no está en esta sala, lo busqué. Tal vez en los aposentos de la princesa, pero… —su rostro se tensó— están al otro lado del patio.
Mientras esta conversación tenía lugar, la mujer se había llevado a los niños junto a la hoguera, donde le ofreció a Pyp unas prendas de ropa que le quedarían un poco holgadas, pero no demasiado grandes y sujetó los extremos de una manta en alto para ofrecerle un mínimo de intimidad mientras se cambiaba.
—Debéis estar aterrorizados —dijo mirando a los otros dos chicos—. Yo soy Vande, ¿cómo os llamáis vosotros? Los jóvenes con los que habéis llegado no pueden ser vuestros padres, ¿cierto?
Cuando Pyp estuvo presentable, dobló la manta, la dejó de nuevo en el suelo y les ofreció a los tres algo de agua. No les quedaban muchas más provisiones. No hablaba mucho, pero les observaba con gran intensidad, en especial sus ojos.
—No sabéis dónde os habéis metido —murmuró con lástima al cabo de un momento. Acto seguido, se incorporó inquieta. Había oído un ruido sordo al otro lado de la sala, donde una pesada cortina ocultaba un gran ventanal—. ¡Jomul! —llamó.
Jomul no se hizo esperar. Atravesó la puerta justo en el momento en que un bulto oscuro salía del otro lado de la cortina y se lanzaba con un chillido agudo a por los que estaban en la hoguera. El hombre ni siquiera se paró a pensar: levantó una de las ballestas y disparó a la sombra, mientras Vande se colocaba frente a los muchachos en ademán protector. El virote detuvo en seco el avance de la criatura. Jomul levantó la otra ballesta, que también estaba cargada, y disparó una segunda vez. La criatura cayó de espaldas.
Tras posar una de las ballestas en el suelo, Jomul se acercó a la ventana mientras cargaba otra vez la suya. Se asomó con cuidado al otro lado de la cortina y, al cabo de un momento, se encaminó hacia la hoguera, pasando de largo el bulto sin siquiera mirarlo.
—No hay ninguno más a la vista, de momento —informó— pero es cuestión de tiempo que aparezcan más. Si no queréis que vuestros muchachos acaben de la misma manera —se dirigió después a los tres adultos—, más vale que encontremos la forma de hacer funcionar esa máquina de nuevo. Y pronto.
Después miró a su compañera, con un pequeño rayo de esperanza brillando en sus ojos. Ella, por su parte, sujetaba a Pyp y a Canel, los que le parecían más indefensos, para evitar que se acercasen al cadáver. Aquellos que así lo hicieran, verían que se trataba de un niño de no más de once años. Sus ojos, aún abiertos, eran completamente rojos, salvo por una pupila alargada de color negro. Llevaba ropas raídas y sucias, tenía el rostro cubierto de mugre y el cabello revuelto y lleno de porquería. Sus manos aún sostenían sendos cuchillos.
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Os habéis decidido por la diplomacia en lugar de la confrontación directa. Ha sido una buena idea. Ni Jomul ni Vande saben cómo activar la máquina, pues requiere algo de lo que carecen: magia. Aún así, Jomul la vio en funcionamiento la última vez y podrá ayudaros a activarla si encontráis (y cargáis) el prisma que utilizó la princesa en su día. Eso sí, tanto él como Vande querrán un ticket de ida a Aerandir
El cristal está en algún lugar de los aposentos de la princesa, lo que significa que tendréis que salir de la Torre del Consejo, atravesar el patio, acceder al Ala Real del palacio y regresar de nuevo para activar la máquina. La tarea os llevará, al menos, dos turnos, pero no os entretengáis, pues corréis el riesgo de que tanto a Pyp como a Chimar les ocurra lo que quiera que le ha ocurrido a los niños de este mundo (Canel es un caso aparte, pero eso no lo saben vuestros personajes).
Podéis ir todos juntos o dividiros y dejar un grupo atrás, vigilando la sala de las columnas. También tenéis permiso para manejar tanto a Vande como a Jomul. Si os dividís, ella se unirá al grupo de Pyp, ya que la muchacha ha conseguido enternecerla. Jomul insistirá en darse prisa con la misión, y con razón, pues cada segundo cuenta.
El palacio está desierto y deteriorado. No encontrareis un sólo adulto a vuestro paso y cualquier niño al que encontréis os atacará con lo que tenga a mano. No es obligatorio que incluyáis ningún ataque mientras atravesáis las salas del palacio, pero en una de las dos ocasiones en que atraveséis el patio, como mínimo, os enfrentaréis a una emboscada con un gran número de chiquillos enloquecidos que no se detendrán ante nada para destruiros. Si dejáis atrás a un grupo, también recibirán un ataque mientras esperan la llegada de los demás. Como ya habéis comprobado, ni Jomul ni Vande dudarán en defenderse en estos ataques.
Más allá de esto, no tendréis problemas para encontrar el cristal, ni para cargarlo (se necesita un elfo y un brujo para esto). También tenéis libertad para describir todo lo que veis a vuestro paso. Yo intervendré cuando estéis de vuelta en la sala de las columnas, a menos que Chimar y/o Pyp saquen dos malas runas (recordad, seguís tirando tres runas cada uno por cada turno que permanezcáis en este lugar). Recordad también que la magia de Kendovlah y Rauko no estará al 100% en este próximo turno.
En cuanto a los gorriones, esas dos malas runas de mi post anterior significan que lo que se ha colado en la Esfera ha salido de la sala de las columnas y campa a sus anchas por la guarida. Otra razón para regresar lo antes posible.
En esta ocasión, tiraré 8 runas. Representan a los gorriones en este orden: Ratita, Motas, Ralphy, Iliaki, Lobo, Bee, Astrid y Vermellón. El que saque la runa más mala, será el primero que se tope con la sorpresa. En caso de empate, la runa de la izquierda se considerará peor que la de la derecha. Si aún así hay empate, el niño que salga primero en la lista, será el que se lo encuentre.
Fehu
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Re: Cosecha de puertas malditas [Libre] [Samhain 2019]
El miembro 'Fehu' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: Cosecha de puertas malditas [Libre] [Samhain 2019]
Todavía afectada por el miedo, la pequeña poseía una mirada perdida. Su cuerpo todavía temblaba y apretaba con fuerza las faldas de su vestido. Más que miedo en esos momentos, sentía vergüenza, debido al accidente tan oportuno que había sufrido. La presencia de la mujer la sacó de su estado de eterno ‘shock’.
Parpadeó varias veces, hasta que por fin entendió que la mujer se dirigía a ella. Se mostraba gentil con ella, ofreciéndole un atuendo de cambio. Se levantó, algo abrumada por toda la situación. Evitó cruzar la mirada con ninguno de los presentes. Nada le garantizaba que la mujer estuviese de su lado, pero el querer salir de la habitación y cambiarse era su principal preocupación en ese instante.
Chimar y Canel se sumaron al grupo. Fueron siguiendo a la joven adulta hasta fuera de la habitación. Afuera del recinto el ambiente era diferente al de la alcoba en la que se encontraban momentos atrás. Se acercaron hasta dónde se hallaba una hoguera. Parecía ser el lugar en el que se quedaba la adulta, una especie de refugio -muy probablemente se quedaba allí acompañada por el otro-.
La adulta le ofreció entonces dichas prendas de cambio, incluso alzando una manta para que pudiese gozar de cierto nivel de privacidad. Dubitativa, terminó por vestirse con las ropas que le habían entregado. Le quedaban algo grandes, pero nada del otro mundo. Una vez lista, salió del pequeño escondite, devolviéndole la mirada a la adulta. Esta había aprovechado para presentarse, se llamaba Vande.
Ante la pregunta que hizo Vande, la pequeña reaccionó con un movimiento de cabeza, negando con rapidez. Miró a sus hermanos por elección, esperando sus reacciones. El Clan de los Gorriones estaba conformado por pequeños, generalmente huérfanos. Pequeños que perdieron a sus padres y se encontraron en la terrible situación de la vagabundería, o como era su caso, pequeños que huían y se aventaban en el mundo de los adultos aun siendo vulnerables, a la suerte de los dioses.
'Vande…' El nombre de la joven adulta resonaba en su mente, lo repetía, como si tuviese miedo de olvidarlo. Sentía cierta cercanía con la muchacha, la adulta se había compadecido de ella... Se vio arrancada del túnel de pensamientos en el que se había metido, cuando Vande entonó un nombre extraño. Jomul, ¿tal vez el otro adulto?
La escena se tornó oscura de nuevo. Al atender el llamado de Vande, Jomul salió de la recamara. Justo en ese momento, una extraña entidad salió de entre la oscuridad, lazándose agresiva sobre el adulto. Este acabo con el ser con agilidad -por sus movimientos certeros, cualquiera adivinaba que no era la primera vez que Jomul hacía tal cacería-. El ente cayó al piso, inerte. Como si un panadero dejara caer una bolsa de harina.
Se aferró a Vande, quien le había agarrado la mano -no sólo a ella, a Canel también-. Apretaba con fuerza la mano derecha de la adulta, abrazando el brazo de esta. No temblaba, pero la incógnita y el miedo crecían, provocando en ella un leve escalofrío, que viajo por su espina dorsal.
Miró a Chimar, antes de dirigir la mirada a Canel -quién estaba sujeto al brazo izquierdo de Vande-. Fue desfilando su mirada a través de los presentes, esperando. ¿Qué sucedería ahora? ¿Dónde estaban? ¿Quiénes eran los dos adultos? ¿Qué significaba el fuerte golpe que habían experimentado anteriormente?
Parpadeó varias veces, hasta que por fin entendió que la mujer se dirigía a ella. Se mostraba gentil con ella, ofreciéndole un atuendo de cambio. Se levantó, algo abrumada por toda la situación. Evitó cruzar la mirada con ninguno de los presentes. Nada le garantizaba que la mujer estuviese de su lado, pero el querer salir de la habitación y cambiarse era su principal preocupación en ese instante.
Chimar y Canel se sumaron al grupo. Fueron siguiendo a la joven adulta hasta fuera de la habitación. Afuera del recinto el ambiente era diferente al de la alcoba en la que se encontraban momentos atrás. Se acercaron hasta dónde se hallaba una hoguera. Parecía ser el lugar en el que se quedaba la adulta, una especie de refugio -muy probablemente se quedaba allí acompañada por el otro-.
La adulta le ofreció entonces dichas prendas de cambio, incluso alzando una manta para que pudiese gozar de cierto nivel de privacidad. Dubitativa, terminó por vestirse con las ropas que le habían entregado. Le quedaban algo grandes, pero nada del otro mundo. Una vez lista, salió del pequeño escondite, devolviéndole la mirada a la adulta. Esta había aprovechado para presentarse, se llamaba Vande.
Ante la pregunta que hizo Vande, la pequeña reaccionó con un movimiento de cabeza, negando con rapidez. Miró a sus hermanos por elección, esperando sus reacciones. El Clan de los Gorriones estaba conformado por pequeños, generalmente huérfanos. Pequeños que perdieron a sus padres y se encontraron en la terrible situación de la vagabundería, o como era su caso, pequeños que huían y se aventaban en el mundo de los adultos aun siendo vulnerables, a la suerte de los dioses.
'Vande…' El nombre de la joven adulta resonaba en su mente, lo repetía, como si tuviese miedo de olvidarlo. Sentía cierta cercanía con la muchacha, la adulta se había compadecido de ella... Se vio arrancada del túnel de pensamientos en el que se había metido, cuando Vande entonó un nombre extraño. Jomul, ¿tal vez el otro adulto?
La escena se tornó oscura de nuevo. Al atender el llamado de Vande, Jomul salió de la recamara. Justo en ese momento, una extraña entidad salió de entre la oscuridad, lazándose agresiva sobre el adulto. Este acabo con el ser con agilidad -por sus movimientos certeros, cualquiera adivinaba que no era la primera vez que Jomul hacía tal cacería-. El ente cayó al piso, inerte. Como si un panadero dejara caer una bolsa de harina.
Se aferró a Vande, quien le había agarrado la mano -no sólo a ella, a Canel también-. Apretaba con fuerza la mano derecha de la adulta, abrazando el brazo de esta. No temblaba, pero la incógnita y el miedo crecían, provocando en ella un leve escalofrío, que viajo por su espina dorsal.
Miró a Chimar, antes de dirigir la mirada a Canel -quién estaba sujeto al brazo izquierdo de Vande-. Fue desfilando su mirada a través de los presentes, esperando. ¿Qué sucedería ahora? ¿Dónde estaban? ¿Quiénes eran los dos adultos? ¿Qué significaba el fuerte golpe que habían experimentado anteriormente?
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Re: Cosecha de puertas malditas [Libre] [Samhain 2019]
El miembro 'Pyp' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Cosecha de puertas malditas [Libre] [Samhain 2019]
Hay mil preguntas en el aire, pero por suerte se llega a cierto acuerdo espontaneo. Las armas se bajan dando paso a las palabras, podría decirse que eluden la violenta confrontación de entrada por los pelos.
Después de todo la triste escena que sobrellevan con Pyp de centro no podía traer otra conclusión, la pobre niña aún sigue siendo bastante susceptible a las situaciones fuertes en todo sentido.
Los niños son escoltados entonces fuera de la sala, una medida para que los adultos puedan hablar entre sí. Maquiavelo casi protesta enérgicamente pero termina asintiendo por sus hermanos pequeños.
Una vez en una especie de refugio, se le facilitan nuevas prendas a la niña gorriona. Vande, la joven mujer, incluso eleva una barrera de tela para que la chiquilla tenga más privacidad a la hora de cambiarse.
¡¡No!!... “tose un poco” no, son solo amigos.
Ciertamente sus acompañantes más adultos son solo colegas de aventura, no hay vinculo sanguíneo allí. Una escena hilarante que no tarda en ser desplazada por el horror espontaneo más puro.
En un abrir y cerrar de ojos, cierta criatura pequeña se cuela violentamente. Las armas que lleva son lo que más resalta aunque antes de que el propio Chim pueda reaccionar son salvados oportunamente por Jomul, el otro adulto nativo.
Eso… eso estuvo cerca.
La conmoción trae a todos al pequeño refugio, es claro que el extraño lugar donde ahora se encuentran tiene problemas graves de seguridad. Es en ese momento cuando Maquiavelo abandona la maternal protección de la mujer para investigar mejor el cadáver.
Lo que encuentra le deja frio, con una mueca de seriedad que rara vez adopta. Debe hacer un esfuerzo para no tambalearse y es que lo que trato de matarles hace instantes con tanto vigor era un niño.
¿Pero qué…?
La parte científica del inventor termina por superar su choque emocional, aunque con algo de dificultad sin duda. Un detallado estudio del pequeño cadáver revela que en efecto, tiene indicios de una alteración.
Posee una apariencia muy descuidada que deja entrever falta de civilidad, pero lo que más resaltan son los ojos. Algo muy malo parece haber afectado a lo que en su momento fue un chiquillo corriente.
Quiero explicaciones, ¡¡Ahora!!
Pierde por algunos instantes la compostura pues como gorrión, su deber autoimpuesto es defender la infancia. Si bien no se puede culpar a los adultos por realizar tal acción… eso no acaba por gustarle y probablemente nunca ocurra.
Es entonces cuando recibe parte de la historia, y se dice parte porque viene con muchas secciones en blanco. Básicamente algo ocurrió con los niños de este mundo, se volvieron máquinas de matar violentas.
¿Qué clase de maldición bizarra es esa…?
Los personajes se sorprenden bastante al conocer el apellido de Chimar, eso acaba por sacarles la poca información sensible que tienen. Al parecer en algún momento fueron contactados por Giaco, lo vieron como una esperanza para su problema… aunque nunca se concretó nada.
Algo abrumado por todo, el pequeño inventor baja la mirada. Es en ese momento que Canel se le acerca y sujeta su mano, eso permite al chico de mayor edad recuperarse en tiempo record pues la lógica dictamina que están en peligro serio.
Debemos salir de aquí, entre más rápido mejor.
“Canel asiente”.
No solo corren peligro por los niños asesinos, también existe la posibilidad de que el trio de pequeños pueda verse afectado por lo que sea que enloqueció a la infancia del extraño mundo circundante.
Tampoco le genera mucha confianza al joven intelectual que el portal estuviera abierto con su dimensión algunos momentos, específicamente en la esfera donde todos sus hermanos pequeños hacen vida. Cuanto antes pueda hacer un conteo de los demás gorriones mejor.
¿Dónde está el cristal?
En algún lugar de los aposentos de la princesa pero…
Salimos en cinco.
Por lo que cuentan el par de residentes, existe un cristal capas de comunicarse con Aerandir. Si Maquiavelo logra adaptarle y utilizar algo de magia aliada en él, quizás puedan volver… pero primero hay que encontrarlo.
Decide tomar en cierto modo la batuta, impulsado por todo lo que tiene en juego. Nadie se mete con sus hermanos, sea de Aerandir, de la tierra o de la dimensión extraña de la que ahora son visitantes.
Andando.
Pasan los cinco minutos y el muchacho avanza, dándole cierta patada a la puerta principal. Claramente no es el mismo pequeño de siempre, la imagen del chico muerto a calado en su psiquis al punto de perturbarle, no puede sentir otra cosa ahora que no sea severidad.
Desembocan en cierto patio, toda una escena de horror llena de cadáveres, barricadas, escombros y deterioro. Lo que sea que golpeo a este mundo, paso de manera súbita y brutal, simplemente no pudieron recomponerse.
Siempre hay más niños que adultos “baja la mirada”.
Avanzaremos todos al mismo tiempo, nadie se queda atrás.
Creo que…
El tiempo de hablar paso.
Los ojos de Canel se posan en su hermano con algo de preocupación y es que no es normal para él verlo en esa postura tan cerrada, claro que de igual forma obedece. El brujito se torna algo intranquilo a medida que avanzan vale destacar, como si supiera detalles poco alentadores.
La estrategia de avanzar en conjunto surge de una visión táctica, es más fácil mover un grupo grande despejando todo que dividir esfuerzos. Incluso aunque la sala de los pilares se llene de enemigos, no deberían tener problemas en despacharles una vez entren en calor.
Solo habrá una velocidad, la mía.
Después de todo la triste escena que sobrellevan con Pyp de centro no podía traer otra conclusión, la pobre niña aún sigue siendo bastante susceptible a las situaciones fuertes en todo sentido.
Los niños son escoltados entonces fuera de la sala, una medida para que los adultos puedan hablar entre sí. Maquiavelo casi protesta enérgicamente pero termina asintiendo por sus hermanos pequeños.
Una vez en una especie de refugio, se le facilitan nuevas prendas a la niña gorriona. Vande, la joven mujer, incluso eleva una barrera de tela para que la chiquilla tenga más privacidad a la hora de cambiarse.
¡¡No!!... “tose un poco” no, son solo amigos.
Ciertamente sus acompañantes más adultos son solo colegas de aventura, no hay vinculo sanguíneo allí. Una escena hilarante que no tarda en ser desplazada por el horror espontaneo más puro.
En un abrir y cerrar de ojos, cierta criatura pequeña se cuela violentamente. Las armas que lleva son lo que más resalta aunque antes de que el propio Chim pueda reaccionar son salvados oportunamente por Jomul, el otro adulto nativo.
Eso… eso estuvo cerca.
La conmoción trae a todos al pequeño refugio, es claro que el extraño lugar donde ahora se encuentran tiene problemas graves de seguridad. Es en ese momento cuando Maquiavelo abandona la maternal protección de la mujer para investigar mejor el cadáver.
Lo que encuentra le deja frio, con una mueca de seriedad que rara vez adopta. Debe hacer un esfuerzo para no tambalearse y es que lo que trato de matarles hace instantes con tanto vigor era un niño.
¿Pero qué…?
La parte científica del inventor termina por superar su choque emocional, aunque con algo de dificultad sin duda. Un detallado estudio del pequeño cadáver revela que en efecto, tiene indicios de una alteración.
Posee una apariencia muy descuidada que deja entrever falta de civilidad, pero lo que más resaltan son los ojos. Algo muy malo parece haber afectado a lo que en su momento fue un chiquillo corriente.
Quiero explicaciones, ¡¡Ahora!!
Pierde por algunos instantes la compostura pues como gorrión, su deber autoimpuesto es defender la infancia. Si bien no se puede culpar a los adultos por realizar tal acción… eso no acaba por gustarle y probablemente nunca ocurra.
Es entonces cuando recibe parte de la historia, y se dice parte porque viene con muchas secciones en blanco. Básicamente algo ocurrió con los niños de este mundo, se volvieron máquinas de matar violentas.
¿Qué clase de maldición bizarra es esa…?
Los personajes se sorprenden bastante al conocer el apellido de Chimar, eso acaba por sacarles la poca información sensible que tienen. Al parecer en algún momento fueron contactados por Giaco, lo vieron como una esperanza para su problema… aunque nunca se concretó nada.
Algo abrumado por todo, el pequeño inventor baja la mirada. Es en ese momento que Canel se le acerca y sujeta su mano, eso permite al chico de mayor edad recuperarse en tiempo record pues la lógica dictamina que están en peligro serio.
Debemos salir de aquí, entre más rápido mejor.
“Canel asiente”.
No solo corren peligro por los niños asesinos, también existe la posibilidad de que el trio de pequeños pueda verse afectado por lo que sea que enloqueció a la infancia del extraño mundo circundante.
Tampoco le genera mucha confianza al joven intelectual que el portal estuviera abierto con su dimensión algunos momentos, específicamente en la esfera donde todos sus hermanos pequeños hacen vida. Cuanto antes pueda hacer un conteo de los demás gorriones mejor.
¿Dónde está el cristal?
En algún lugar de los aposentos de la princesa pero…
Salimos en cinco.
Por lo que cuentan el par de residentes, existe un cristal capas de comunicarse con Aerandir. Si Maquiavelo logra adaptarle y utilizar algo de magia aliada en él, quizás puedan volver… pero primero hay que encontrarlo.
Decide tomar en cierto modo la batuta, impulsado por todo lo que tiene en juego. Nadie se mete con sus hermanos, sea de Aerandir, de la tierra o de la dimensión extraña de la que ahora son visitantes.
Andando.
Pasan los cinco minutos y el muchacho avanza, dándole cierta patada a la puerta principal. Claramente no es el mismo pequeño de siempre, la imagen del chico muerto a calado en su psiquis al punto de perturbarle, no puede sentir otra cosa ahora que no sea severidad.
Desembocan en cierto patio, toda una escena de horror llena de cadáveres, barricadas, escombros y deterioro. Lo que sea que golpeo a este mundo, paso de manera súbita y brutal, simplemente no pudieron recomponerse.
Siempre hay más niños que adultos “baja la mirada”.
Avanzaremos todos al mismo tiempo, nadie se queda atrás.
Creo que…
El tiempo de hablar paso.
Los ojos de Canel se posan en su hermano con algo de preocupación y es que no es normal para él verlo en esa postura tan cerrada, claro que de igual forma obedece. El brujito se torna algo intranquilo a medida que avanzan vale destacar, como si supiera detalles poco alentadores.
La estrategia de avanzar en conjunto surge de una visión táctica, es más fácil mover un grupo grande despejando todo que dividir esfuerzos. Incluso aunque la sala de los pilares se llene de enemigos, no deberían tener problemas en despacharles una vez entren en calor.
Solo habrá una velocidad, la mía.
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Re: Cosecha de puertas malditas [Libre] [Samhain 2019]
El miembro 'Chimar' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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