Acariciando colmillos [Privado]
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Acariciando colmillos [Privado]
La mañana siguiente al cumpleaños de Matthew Owens, virrey de ciudad Lagarto, Estolas amaneció en el bosque cercano a la ciudad. Transformada en loba, con su vestido aun atado al cuello y los zapatos perdidos en algún lugar, hecha un ovillo sobre el primer peldaño de una escala que daba acceso a una casa que no era suya. Estolas bostezó, dejando escapar un gemido perezoso, estiró su cuerpo y alzó la cabeza hacia la puerta de la casa.
No se percibía luz por debajo de la puerta, no se olía ni se veía humo salir de la chimenea, las ventanas y postigos estaban cerradas, el interior de la vivienda permanecía en completa oscuridad. Y así debía de seguir siendo, su dueña lo precisaba pues era señora de la noche y el sol, su enemigo mortal.
Estolas subió un par de peldaños intentando captar algo en el interior de la vivienda, pero se detuvo antes de tocar el cuarto. Miró el tablón de madera como si de repente aquello estuviera prohibido, como si la loba hubiera recordado algo que le impidiera avanzar.
La licantropa retrocedió hasta bajar de la escalera y salió corriendo hacia la ciudad. Había trabajo que hacer.
Al llegar a la carpa todo estaba en calma, una visión bastante común ya que el lupanar rara vez se activaba antes de la tarde.
Las mañanas solían será las horas de descanso de las chicas de Matt, alguna se dedicaban a pasear o hacer compras, otras dormían todo lo que podían, se aseaban, comían, charlaban...
Cuando Estolas entró en la carpa una de las chicas la detuvo. Era Margot una de las veteranas, una humana morena, tanto de tez como de cabello, que estaría rondando ya los cuarenta. Tenía edad y dinero suficiente para dejar el trabajo cuando quisiera, pero Margot era una de las pocas que disfrutaba con lo que hacía.
—Estolas, querida. Tengo que hablar contigo —la voz de Margot hoy está más suave de lo habitual—. Se trata de Nala —en cuanto Estolas escuchó el nombre se detuvo, miró a la mujer y se sentó sobre sus cuartos traseros—. No sabemos quién fue, pero anoche, durante el cumpleaños... alguien la mató, un vampiro. La encontraron tirada debajo de la mesa de Matt, con mordeduras.
Estolas sabía lo que había pasado, ella fue quien señaló a Nala como el aperitivo de Irin. La loba se sentía mal por la pérdida de su compañera, pero no estaba triste por ello. Los vampiros necesitan alimentarse, al igual que ella y todos los seres vivos del mundo.
La loba ladró a modo de respuesta, indicándole a Margot que le había entendido. La mujer por su parte acarició la cabeza de Estolas, en un afán por darle el pésame, y se fue.
Tras escuchar la noticia la loba se fue al baño, se sacó el vestido del cuello y se metió en el barreño. Si bien no le molestaba el agua fría la prefería caliente, por suerte aún estaba tibia.
Mientras estaba en el interior del agua Estolas recupero su forma humana y se quedó en la tina durante unos minutos hasta sentir que estaba limpia. A continuación se fue hacia las carpas, que hacían de dependencias privadas, y dio buena cuenta del desayuno, frutas y leche de vaca.
Podría describir todos los clientes que tuvo Estolas durante la tarde, podría describir lo que hicieron, cómo y por cuanto tiempo.
Podría narraros el dolor y el padecimiento de Estolas por ser obligada a vejaciones que vuestras mentes ni imaginan.
Podría contaros como gritó y sangró, pero no lo hare pues al mundo le faltan palabras para describir su padecimiento.
No se percibía luz por debajo de la puerta, no se olía ni se veía humo salir de la chimenea, las ventanas y postigos estaban cerradas, el interior de la vivienda permanecía en completa oscuridad. Y así debía de seguir siendo, su dueña lo precisaba pues era señora de la noche y el sol, su enemigo mortal.
Estolas subió un par de peldaños intentando captar algo en el interior de la vivienda, pero se detuvo antes de tocar el cuarto. Miró el tablón de madera como si de repente aquello estuviera prohibido, como si la loba hubiera recordado algo que le impidiera avanzar.
La licantropa retrocedió hasta bajar de la escalera y salió corriendo hacia la ciudad. Había trabajo que hacer.
Al llegar a la carpa todo estaba en calma, una visión bastante común ya que el lupanar rara vez se activaba antes de la tarde.
Las mañanas solían será las horas de descanso de las chicas de Matt, alguna se dedicaban a pasear o hacer compras, otras dormían todo lo que podían, se aseaban, comían, charlaban...
Cuando Estolas entró en la carpa una de las chicas la detuvo. Era Margot una de las veteranas, una humana morena, tanto de tez como de cabello, que estaría rondando ya los cuarenta. Tenía edad y dinero suficiente para dejar el trabajo cuando quisiera, pero Margot era una de las pocas que disfrutaba con lo que hacía.
—Estolas, querida. Tengo que hablar contigo —la voz de Margot hoy está más suave de lo habitual—. Se trata de Nala —en cuanto Estolas escuchó el nombre se detuvo, miró a la mujer y se sentó sobre sus cuartos traseros—. No sabemos quién fue, pero anoche, durante el cumpleaños... alguien la mató, un vampiro. La encontraron tirada debajo de la mesa de Matt, con mordeduras.
Estolas sabía lo que había pasado, ella fue quien señaló a Nala como el aperitivo de Irin. La loba se sentía mal por la pérdida de su compañera, pero no estaba triste por ello. Los vampiros necesitan alimentarse, al igual que ella y todos los seres vivos del mundo.
La loba ladró a modo de respuesta, indicándole a Margot que le había entendido. La mujer por su parte acarició la cabeza de Estolas, en un afán por darle el pésame, y se fue.
Tras escuchar la noticia la loba se fue al baño, se sacó el vestido del cuello y se metió en el barreño. Si bien no le molestaba el agua fría la prefería caliente, por suerte aún estaba tibia.
Mientras estaba en el interior del agua Estolas recupero su forma humana y se quedó en la tina durante unos minutos hasta sentir que estaba limpia. A continuación se fue hacia las carpas, que hacían de dependencias privadas, y dio buena cuenta del desayuno, frutas y leche de vaca.
Podría describir todos los clientes que tuvo Estolas durante la tarde, podría describir lo que hicieron, cómo y por cuanto tiempo.
Podría narraros el dolor y el padecimiento de Estolas por ser obligada a vejaciones que vuestras mentes ni imaginan.
Podría contaros como gritó y sangró, pero no lo hare pues al mundo le faltan palabras para describir su padecimiento.
Marceline
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Re: Acariciando colmillos [Privado]
Me desperté. Aunque eso no es ninguna novedad, todo el mundo se despierta antes o después, quiera o no. A no ser que hubieran sido mi cena o desayuno. Bueno, ciertamente no todo el mundo entonces. Siempre tardé un rato largo en levantarme de la cama. Me dedicaba a pensar sobre el día anterior y mi mente deambulaba sobre lo que me depararía esa noche. Seguramente un día aburrido dando paseos por el prostíbulo de Matt buscando algo con lo que entretenerme. En el fondo me gustaba aquello, era relajante ese tipo de rutina. Hacía mucho que no tenía algo como aquello. Desde luego despertarme en un mismo lugar era todo un logro.
Me di un buen baño refrescante, por alguna razón ahora prefería el agua fría antes que la caliente. Lo achaqué a la transformación y no le di mayor importancia. Y así es como llegaba el momento de la indecisión de todos los atardeceres. Qué ponerme. Podría elegir un vestido elegante, uno más provocativo, la ropa de siempre… Suspiré, al final iba a un prostíbulo, en realidad podría ir tranquilamente en ropa interior. Finalmente me decidí por lo de siempre con un cambio simple, una falda en lugar de los pantalones y las botas. Echaba de menos ir descalza por el bosque. Sí, eso haría.
En cuanto terminé de adecentarme salí de casa, pero algo en los escalones de entrada me llamó la atención. Barro, y algunas huellas perdidas. Me agaché y me quedé pensativa. Recordaba haber escuchado aullidos antes de meterme en cama el día anterior, pero nunca pensé que estuvieran tan cerca. “Una lástima que no hubieran entrado, ahora tendría desayuno”.
El prostíbulo de Matt estaba como siempre, abarrotado, con las chicas corriendo de un lado a otro. Aunque seguramente los clientes estarían ya cambiando el sexo por la taberna. Lo habitual en ellos parecía ser taberna, luego sexo y luego taberna de nuevo. Una de las chicas se me acercó para preguntarme no sé qué sobre si sabía algo de cadáveres en la fiesta del día anterior. Le hice un ademán con la mano para que me dejara tranquila y le enseñé los dientes con un inofensivo “puede que seas la siguiente”. No tardó en desaparecer en el interior de la carpa.
Tras dar varias vueltas sin encontrar nada concreto que hacer, al parecer Matt se había retirado ya o estaría jugando con alguna de sus últimas adquisiciones, pregunté por la habitación que solía frecuentar Esty. Una de las prostitutas me la indicó amablemente añadiendo un “acaba de salir uno de los habituales, es posible que aún no...” no la dejé terminar. Tampoco me interesaba conocer los pormenores. Simplemente quería ver si había terminado la jornada y quería venir a pasear o tal vez parlotear en alguna esquina con una copa.
Entré en la habitación que me habían indicado, si el cliente se había marchado ya no habría ningún problema. En ese momento no tenía mucho respeto por la privacidad ni por las formas. No me molestaba en llamar antes de entrar en ningún sitio.
- ¡Esty! Me han dicho que estabas aquí, me preguntaba si… -No conseguí terminar la frase. Allí estaba, sobre la cama. En qué postura no era importante, lo que me llamó la atención era la sangre de las sábanas, los cortes en los brazos. Miré hacia afuera de nuevo, el cliente se habría ido hacía rato. Podría averiguar quién había sido, no sería difícil.
En lugar de eso me adentré en la habitación y me senté a su lado. Posé una mano en su hombro y con la otra atraje su cara hacia la mía para mirarla a los ojos.
- ¿Te acuerdas de mi? - Sonreí. Preguntarle si estaba bien estaba de más. Intentar reconfortarla sería inútil, solo la conocía de una noche. Lo único que podía hacer era… Aquello. - Estuve pensando en ti antes de dormir, ¿sabes? -Miré al techo y me acomodé en su cama, llenándola de barro al poner los pies descalzos sobre las sábanas. -Y bueno, acortando la historia… Quería verte. -La miré otra vez, acercándome mucho y de forma intensa. -Dime, ¿querías verme?
Visto de forma lejana me parece una de las formas más estúpidas de preguntarle a alguien si tenía interés en pasar tiempo conmigo. Pero tampoco era la adalid de la sociabilidad, así que hice lo que pude. Esperaba que pudiéramos pasar una noche juntas, en realidad no me importaba si era una buena o una mala noche. Solo sabía que quería estar allí.
Me di un buen baño refrescante, por alguna razón ahora prefería el agua fría antes que la caliente. Lo achaqué a la transformación y no le di mayor importancia. Y así es como llegaba el momento de la indecisión de todos los atardeceres. Qué ponerme. Podría elegir un vestido elegante, uno más provocativo, la ropa de siempre… Suspiré, al final iba a un prostíbulo, en realidad podría ir tranquilamente en ropa interior. Finalmente me decidí por lo de siempre con un cambio simple, una falda en lugar de los pantalones y las botas. Echaba de menos ir descalza por el bosque. Sí, eso haría.
En cuanto terminé de adecentarme salí de casa, pero algo en los escalones de entrada me llamó la atención. Barro, y algunas huellas perdidas. Me agaché y me quedé pensativa. Recordaba haber escuchado aullidos antes de meterme en cama el día anterior, pero nunca pensé que estuvieran tan cerca. “Una lástima que no hubieran entrado, ahora tendría desayuno”.
El prostíbulo de Matt estaba como siempre, abarrotado, con las chicas corriendo de un lado a otro. Aunque seguramente los clientes estarían ya cambiando el sexo por la taberna. Lo habitual en ellos parecía ser taberna, luego sexo y luego taberna de nuevo. Una de las chicas se me acercó para preguntarme no sé qué sobre si sabía algo de cadáveres en la fiesta del día anterior. Le hice un ademán con la mano para que me dejara tranquila y le enseñé los dientes con un inofensivo “puede que seas la siguiente”. No tardó en desaparecer en el interior de la carpa.
Tras dar varias vueltas sin encontrar nada concreto que hacer, al parecer Matt se había retirado ya o estaría jugando con alguna de sus últimas adquisiciones, pregunté por la habitación que solía frecuentar Esty. Una de las prostitutas me la indicó amablemente añadiendo un “acaba de salir uno de los habituales, es posible que aún no...” no la dejé terminar. Tampoco me interesaba conocer los pormenores. Simplemente quería ver si había terminado la jornada y quería venir a pasear o tal vez parlotear en alguna esquina con una copa.
Entré en la habitación que me habían indicado, si el cliente se había marchado ya no habría ningún problema. En ese momento no tenía mucho respeto por la privacidad ni por las formas. No me molestaba en llamar antes de entrar en ningún sitio.
- ¡Esty! Me han dicho que estabas aquí, me preguntaba si… -No conseguí terminar la frase. Allí estaba, sobre la cama. En qué postura no era importante, lo que me llamó la atención era la sangre de las sábanas, los cortes en los brazos. Miré hacia afuera de nuevo, el cliente se habría ido hacía rato. Podría averiguar quién había sido, no sería difícil.
En lugar de eso me adentré en la habitación y me senté a su lado. Posé una mano en su hombro y con la otra atraje su cara hacia la mía para mirarla a los ojos.
- ¿Te acuerdas de mi? - Sonreí. Preguntarle si estaba bien estaba de más. Intentar reconfortarla sería inútil, solo la conocía de una noche. Lo único que podía hacer era… Aquello. - Estuve pensando en ti antes de dormir, ¿sabes? -Miré al techo y me acomodé en su cama, llenándola de barro al poner los pies descalzos sobre las sábanas. -Y bueno, acortando la historia… Quería verte. -La miré otra vez, acercándome mucho y de forma intensa. -Dime, ¿querías verme?
Visto de forma lejana me parece una de las formas más estúpidas de preguntarle a alguien si tenía interés en pasar tiempo conmigo. Pero tampoco era la adalid de la sociabilidad, así que hice lo que pude. Esperaba que pudiéramos pasar una noche juntas, en realidad no me importaba si era una buena o una mala noche. Solo sabía que quería estar allí.
Irinnil Fawkes
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Re: Acariciando colmillos [Privado]
Estolas levantó la cabeza al escuchar una nueva voz en la habitación.
Apenas había descansado cinco minutos y ya tenía que volver al trabajo. Sus heridas aun sangraban, ni siquiera le dejaron curarlas, pero claro, ella nunca importaba así que daba igual si sangraba, si estaba limpia o si aún tenía restos del último cliente en su cuerpo.
La loba ni siquiera registraba quien estaba hablando, tan solo sabía que alguien estaba con ella, pero pronto averiguaría de quien se trataba.
No había hablado y ya la estaban tocando, pero así funcionaba el trabajo, Estolas era una mera herramienta, un juguete para el divertimento de otros.
Ah, pero por suerte el nuevo cliente parecía ser tranquilo, su mano era pequeña y movía el rostro de la muñeca.
Aquel gesto lo conocía bien, clientes que pagaban por el cariño de mujeres, clientes que se refugiaban en el amor pasajero de las monedas. Estolas cerró la distancia y lo besó de manera mecánica pero sensual, un beso no muy largo, pero tampoco corto.
Conocía la mecánica del juego, pronto su pasión despertaría y tomarían el control, como hacen siempre.
Más esta vez no fue así, la pelirroja miró los ojos rojos que la veían, observó los brillantes y profundos rubís, los conocía, hacía apenas un día había estado hablando con ellos.
— ¿Señorita Irin? —Estolas parpadeó, siguió mirando aquellos orbes por un instante más y luego vio la sonrisa. Lo que tenía delante no era un cliente—. Sí, me acuerdo de usted ¿pensó en mí? ¿Hice algo mal? —No podía haber otra explicación para que la hija de su dueño pensara en ella, sin duda hizo algo que la molestó—. Verme...
Porque querría verla ¿quería contratar sus servicios? tenía que ser eso, no podía ser nada más, ¿no?
Estolas acababa de quedarse en blanco, no comprendía lo que estaba sucediendo. Estaba cansada, dolorida, sucia y sangrando e Irinnil le pedía pensara. Que respondiera preguntas que requerían de un pensamiento propio del que Estolas carecía actualmente.
—Yo... —un sentimiento tronó en el corazón de la pecosa. No entendió cuál era, no le dio tiempo de analizar lo que estaba haciendo, pero aquel instante, aquel latido extra que sitio al ser mirada de nuevo por Irin, bastó para una chispa brillara en el fondo apagado de los sus ojos—. Si, quería verte.
Apenas había descansado cinco minutos y ya tenía que volver al trabajo. Sus heridas aun sangraban, ni siquiera le dejaron curarlas, pero claro, ella nunca importaba así que daba igual si sangraba, si estaba limpia o si aún tenía restos del último cliente en su cuerpo.
La loba ni siquiera registraba quien estaba hablando, tan solo sabía que alguien estaba con ella, pero pronto averiguaría de quien se trataba.
No había hablado y ya la estaban tocando, pero así funcionaba el trabajo, Estolas era una mera herramienta, un juguete para el divertimento de otros.
Ah, pero por suerte el nuevo cliente parecía ser tranquilo, su mano era pequeña y movía el rostro de la muñeca.
Aquel gesto lo conocía bien, clientes que pagaban por el cariño de mujeres, clientes que se refugiaban en el amor pasajero de las monedas. Estolas cerró la distancia y lo besó de manera mecánica pero sensual, un beso no muy largo, pero tampoco corto.
Conocía la mecánica del juego, pronto su pasión despertaría y tomarían el control, como hacen siempre.
Más esta vez no fue así, la pelirroja miró los ojos rojos que la veían, observó los brillantes y profundos rubís, los conocía, hacía apenas un día había estado hablando con ellos.
— ¿Señorita Irin? —Estolas parpadeó, siguió mirando aquellos orbes por un instante más y luego vio la sonrisa. Lo que tenía delante no era un cliente—. Sí, me acuerdo de usted ¿pensó en mí? ¿Hice algo mal? —No podía haber otra explicación para que la hija de su dueño pensara en ella, sin duda hizo algo que la molestó—. Verme...
Porque querría verla ¿quería contratar sus servicios? tenía que ser eso, no podía ser nada más, ¿no?
Estolas acababa de quedarse en blanco, no comprendía lo que estaba sucediendo. Estaba cansada, dolorida, sucia y sangrando e Irinnil le pedía pensara. Que respondiera preguntas que requerían de un pensamiento propio del que Estolas carecía actualmente.
—Yo... —un sentimiento tronó en el corazón de la pecosa. No entendió cuál era, no le dio tiempo de analizar lo que estaba haciendo, pero aquel instante, aquel latido extra que sitio al ser mirada de nuevo por Irin, bastó para una chispa brillara en el fondo apagado de los sus ojos—. Si, quería verte.
Marceline
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Re: Acariciando colmillos [Privado]
Mentiría si dijera que aquel beso no me tomó desprevenida. No me dio tiempo ni a parpadear de la sorpresa, y juraría haberme sonrojado si aquello era posible en una vampiresa. También mentiría si dijera que no me gustó. Bueno, no del todo en realidad. Había sido algo mucho más mecánico, menos orgánico y natural de lo que me habría gustado. Me mordí el labio inferior mientras se apartaba un poco para mirarme a los ojos. Desvié la mirada mientras me levantaba de la cama.
- Oh, así que querías verme… - Bailoteé alrededor de la cama, observándola. Al final junté mis manos y me arrodillé en el suelo, apoyando los codos en el borde. - ¿Que si hiciste algo mal? Oh, ya lo creo que sí, ¡hiciste algo horrible! Y a mi entre todas las personas. - Fingí una cara triste. - Hiciste que quiera pasar más tiempo contigo. -La miré, seria, unos segundos después le di la espalda, apoyándola en el borde de la cama.
- Verás… Anoche fue una de esas… Mmm… ¿cómo expresarlo? -Perdí la mirada observando el suelo. - Apenas te conozco, apenas te he visto un par de veces por aquí. Y a decir verdad, nunca me había fijado en ti. ¿Sabes? Para mi solo eras una más de las chicas de Matt. -Jugueteé con un mechón del pelo mientras pensaba mi siguiente frase. -Lo que quiero decir es… Tienes un brillo especial, me atrae y quiero verlo.
Me levanté de nuevo. El olor de la sangre se estaba volviendo un poco insoportable. En lugar de a Esty comenzaba a ver el desayuno. No había comido nada hasta aquel momento. Miré hacia otro lado arrugando la nariz. Perdí el hilo de mis pensamientos y comencé a balbucear incoherencias.
- Si.. eh.. yo… tú… nosotras…
Salí corriendo de la habitación, si había algo que no quería hacer era lastimarla más de lo que ya estaba. Una vez alejada del olor, le grité desde fuera.
- ¡Quiero dar un paseo contigo y quiero que quieras darme otro beso!
Me sentí tonta. Las personas que pasaban por el pasillo se quedaron mirándome. Aparté la vista mientras seguían su camino. No sabía si Esty querría acompañarme, no tenía ni la más remota idea. Seguramente fuera lo más egoísta de todo Aerandir en aquellos momentos. Pero lo único que quería para aquella noche era ver la luz en los ojos de la chica.
- Oh, así que querías verme… - Bailoteé alrededor de la cama, observándola. Al final junté mis manos y me arrodillé en el suelo, apoyando los codos en el borde. - ¿Que si hiciste algo mal? Oh, ya lo creo que sí, ¡hiciste algo horrible! Y a mi entre todas las personas. - Fingí una cara triste. - Hiciste que quiera pasar más tiempo contigo. -La miré, seria, unos segundos después le di la espalda, apoyándola en el borde de la cama.
- Verás… Anoche fue una de esas… Mmm… ¿cómo expresarlo? -Perdí la mirada observando el suelo. - Apenas te conozco, apenas te he visto un par de veces por aquí. Y a decir verdad, nunca me había fijado en ti. ¿Sabes? Para mi solo eras una más de las chicas de Matt. -Jugueteé con un mechón del pelo mientras pensaba mi siguiente frase. -Lo que quiero decir es… Tienes un brillo especial, me atrae y quiero verlo.
Me levanté de nuevo. El olor de la sangre se estaba volviendo un poco insoportable. En lugar de a Esty comenzaba a ver el desayuno. No había comido nada hasta aquel momento. Miré hacia otro lado arrugando la nariz. Perdí el hilo de mis pensamientos y comencé a balbucear incoherencias.
- Si.. eh.. yo… tú… nosotras…
Salí corriendo de la habitación, si había algo que no quería hacer era lastimarla más de lo que ya estaba. Una vez alejada del olor, le grité desde fuera.
- ¡Quiero dar un paseo contigo y quiero que quieras darme otro beso!
Me sentí tonta. Las personas que pasaban por el pasillo se quedaron mirándome. Aparté la vista mientras seguían su camino. No sabía si Esty querría acompañarme, no tenía ni la más remota idea. Seguramente fuera lo más egoísta de todo Aerandir en aquellos momentos. Pero lo único que quería para aquella noche era ver la luz en los ojos de la chica.
Irinnil Fawkes
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Re: Acariciando colmillos [Privado]
Pasar tiempo con ella era malo... Pero la gente pagaba por estar con ella, ¿era malo porque se sentía obligada? ¿Y qué o quién le estaba obligando? A caso era malo porque no podia pagar.
—Lo... lo siento... creo.
Susurró la última palabra. Estolas estaba perdida, no entendía nada, Irin se veía molesta, pero no parecía estarlo.
La loba se movió por la cama y se sentó en el borde junto a la vampiresa, escuchando sus palabras y viendo sus gestos. Estaba nerviosa, ¿pero porque, de qué?
— ¿Un brillo?
¿Se refería a su pelo? desde que trabajaba para Matt había estado recibiendo tratamientos especiales para su cabello. El hombre quería que se viera suave y sedoso, nutrido y brillante. Debía ser eso, a Irin le gustaba su pelo rojizo.
Estolas dobló la cabeza hacia un lado, no era la primera vez que veía como alguien se quedaba sin palabras, pero en esta ocasión no entendía porque las había perdido la vampiresa.
—Querer besarte... —Estolas sabia besar a la perfección y de muchas maneras distintas, pero nunca había besado a nadie por voluntad propia. ¿Cómo se haría eso? —Un paseo, sí. —la loba se puso en pie, arrugó el ceño al sentir el dolor en diversas partes de su cuerpo, se cogió una de las heridas del pecho y salió de la habitación —. Tengo que lavarme y curarme ¿puedes hablar con Brenda, Irin? —Estolas se apretó el pecho mientras miraba el rostro pálido de la chica. Aquella herida costaría de sanar—. No tardare mucho.
En el cuarto privado de Estolas había un cubo con agua fresca, que se manchó de sangre y otros desperdicios, la cama de Nala había sido retirada y en su lugar ahora había un tocador. En dicho mueble se podían encontrar varios utensilios de limpieza, así como frascos, un cepillo, cremas para el pelo y productos médicos.
Ahora que Nala estaba fuera de juego y Brenda trabajando, a Estolas no le quedaba más remedio que curarse a sí misma.
Los cortes en los brazos fueron el menor de sus problema, tan solo tuvo que estañarlos y vendarlos, pero el pecho... el corte estaba cerca del pezón y descendía haciendo una curva extraña.
Tardó más de lo que hubiera querido, pero al final logró cerrar la herida, cepillarse el pelo y vestirse con una camisa de tirantes y unos pantalones holgados, que terminaban en la mitad del gemelo.
La pecosa salio del cuarto y fue al encuentro de la vampiresa.
—Irin, siento hacerte esperar. Pero ya estoy lista.
La venda del pecho se asomaba traicionera por el escote de la camisa y las de los brazos directamente no conocían la vergüenza, se podían ver perfectamente. Aun así, aun con las heridas recién cerradas y palpitantes, Estolas sonrió al ver a la albina. Ni ella misma sabía si lo hacía por obligación o por gusto, quizás había un poco de cada, pero la cuestión es que sonreía.
— ¿A dónde vamos?
—Lo... lo siento... creo.
Susurró la última palabra. Estolas estaba perdida, no entendía nada, Irin se veía molesta, pero no parecía estarlo.
La loba se movió por la cama y se sentó en el borde junto a la vampiresa, escuchando sus palabras y viendo sus gestos. Estaba nerviosa, ¿pero porque, de qué?
— ¿Un brillo?
¿Se refería a su pelo? desde que trabajaba para Matt había estado recibiendo tratamientos especiales para su cabello. El hombre quería que se viera suave y sedoso, nutrido y brillante. Debía ser eso, a Irin le gustaba su pelo rojizo.
Estolas dobló la cabeza hacia un lado, no era la primera vez que veía como alguien se quedaba sin palabras, pero en esta ocasión no entendía porque las había perdido la vampiresa.
—Querer besarte... —Estolas sabia besar a la perfección y de muchas maneras distintas, pero nunca había besado a nadie por voluntad propia. ¿Cómo se haría eso? —Un paseo, sí. —la loba se puso en pie, arrugó el ceño al sentir el dolor en diversas partes de su cuerpo, se cogió una de las heridas del pecho y salió de la habitación —. Tengo que lavarme y curarme ¿puedes hablar con Brenda, Irin? —Estolas se apretó el pecho mientras miraba el rostro pálido de la chica. Aquella herida costaría de sanar—. No tardare mucho.
En el cuarto privado de Estolas había un cubo con agua fresca, que se manchó de sangre y otros desperdicios, la cama de Nala había sido retirada y en su lugar ahora había un tocador. En dicho mueble se podían encontrar varios utensilios de limpieza, así como frascos, un cepillo, cremas para el pelo y productos médicos.
Ahora que Nala estaba fuera de juego y Brenda trabajando, a Estolas no le quedaba más remedio que curarse a sí misma.
Los cortes en los brazos fueron el menor de sus problema, tan solo tuvo que estañarlos y vendarlos, pero el pecho... el corte estaba cerca del pezón y descendía haciendo una curva extraña.
Tardó más de lo que hubiera querido, pero al final logró cerrar la herida, cepillarse el pelo y vestirse con una camisa de tirantes y unos pantalones holgados, que terminaban en la mitad del gemelo.
La pecosa salio del cuarto y fue al encuentro de la vampiresa.
—Irin, siento hacerte esperar. Pero ya estoy lista.
La venda del pecho se asomaba traicionera por el escote de la camisa y las de los brazos directamente no conocían la vergüenza, se podían ver perfectamente. Aun así, aun con las heridas recién cerradas y palpitantes, Estolas sonrió al ver a la albina. Ni ella misma sabía si lo hacía por obligación o por gusto, quizás había un poco de cada, pero la cuestión es que sonreía.
— ¿A dónde vamos?
Marceline
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Re: Acariciando colmillos [Privado]
Esty tenía heridas por todo el cuerpo. Sabía que era una de las mejores chicas de Matt, pero tendría que hablar con él de todas formas. No me parecía bien que tuviera que sufrir aquello. No creía que le pudiera gustar. Si fuera así, cuando llegué a su habitación tendría algún tipo de luz en el rostro, pero todos sus movimientos eran mecánicos. Sentir sus labios había estado bien, no podía negarlo, pero igualmente a aquel beso le faltaba algo… Le faltaba vida. No, seguramente no quisiera que le hicieran algo así. ¿Un muro? ¿Tendría algún muro alrededor de su alma? Había gente con muros así, les permitían mantenerse alejados de sí mismos para soportar grandes dolores. Asentí cuando me dijo que no tardaría mucho. Tampoco me levanté del suelo fuera de su habitación. No tenía muchas ganas de ver a Brenda, si le hacía algo seguro que Matt se enfadaba y… estaba tan hambrienta de repente…
Todavía tardó unos instantes, y justamente uno de los clientes de una de las chicas había salido de la habitación después de increparla de distintas formas. Tanta altanería, tantas ganas de sentirse superior a los demás… Estaba en un prostíbulo después de todo, no podía esperar nada mejor de un lugar así y menos aún de aquellos que lo frecuentaban. Miré hacia adentro un segundo, la chica del interior me reconoció al momento. Una simple mirada de interrogación y respondió asintiendo. Una pequeña señal que tenía con algunas de las muchachas más cercanas a mi padre. Significaba “no, no lo había visto antes”.
Me abalancé sobre él sin dudarlo ni un solo segundo, hinqué los colmillos en su cuello y me alimenté durante un buen rato. Al terminar le hice un corte con una pequeña daga allí donde quedaban los agujeros de mis colmillos. De esa forma no parecería que le había atacado un vampiro hambriento, tan solo un “ajuste de cuentas”. Arrastré el cadáver debajo de una de las camas. A lo largo de la noche alguien se daría cuenta y se lo llevaría de allí, como siempre.
Después de eso, mientras todavía me estaba limpiando la sangre de la boca, Esty volvió. Vendada y limpia. Parecía sonreír, aunque no pude descifrar si tan solo lo parecía o lo hacía de verdad, de corazón detrás de aquel muro que se interponía entre ella y yo. ¿Acaso yo era mucho mejor que sus clientes? Le estaba robando lo que quedaba de noche y seguramente tendría bastantes personas que preguntarían por ella. Pensé que de todas formas necesitaba un pequeño descanso, otro día tranquilo antes de volver a la normalidad.
- La verdad es que no he pensado a dónde podríamos ir… - La miré, un poco avergonzada. En realidad no había pensado nada, solo me había dejado llevar. Y hablando de eso… - ¿Por qué no me llevas a algún sitio que te guste? Seguro que hay alguno…
No estaba segura de qué hacía Esty al salir de trabajar, o antes de entrar. No sabía casi nada de ella, la idea detrás de todo aquello es posible que fuera simplemente pasar más tiempo con ella, sin ser en una fiesta. Saber cómo es en su día a día… No tenía nada claro, en realidad, solo sabía que quería hablar con ella y hacerle compañía.
Todavía tardó unos instantes, y justamente uno de los clientes de una de las chicas había salido de la habitación después de increparla de distintas formas. Tanta altanería, tantas ganas de sentirse superior a los demás… Estaba en un prostíbulo después de todo, no podía esperar nada mejor de un lugar así y menos aún de aquellos que lo frecuentaban. Miré hacia adentro un segundo, la chica del interior me reconoció al momento. Una simple mirada de interrogación y respondió asintiendo. Una pequeña señal que tenía con algunas de las muchachas más cercanas a mi padre. Significaba “no, no lo había visto antes”.
Me abalancé sobre él sin dudarlo ni un solo segundo, hinqué los colmillos en su cuello y me alimenté durante un buen rato. Al terminar le hice un corte con una pequeña daga allí donde quedaban los agujeros de mis colmillos. De esa forma no parecería que le había atacado un vampiro hambriento, tan solo un “ajuste de cuentas”. Arrastré el cadáver debajo de una de las camas. A lo largo de la noche alguien se daría cuenta y se lo llevaría de allí, como siempre.
Después de eso, mientras todavía me estaba limpiando la sangre de la boca, Esty volvió. Vendada y limpia. Parecía sonreír, aunque no pude descifrar si tan solo lo parecía o lo hacía de verdad, de corazón detrás de aquel muro que se interponía entre ella y yo. ¿Acaso yo era mucho mejor que sus clientes? Le estaba robando lo que quedaba de noche y seguramente tendría bastantes personas que preguntarían por ella. Pensé que de todas formas necesitaba un pequeño descanso, otro día tranquilo antes de volver a la normalidad.
- La verdad es que no he pensado a dónde podríamos ir… - La miré, un poco avergonzada. En realidad no había pensado nada, solo me había dejado llevar. Y hablando de eso… - ¿Por qué no me llevas a algún sitio que te guste? Seguro que hay alguno…
No estaba segura de qué hacía Esty al salir de trabajar, o antes de entrar. No sabía casi nada de ella, la idea detrás de todo aquello es posible que fuera simplemente pasar más tiempo con ella, sin ser en una fiesta. Saber cómo es en su día a día… No tenía nada claro, en realidad, solo sabía que quería hablar con ella y hacerle compañía.
Irinnil Fawkes
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Re: Acariciando colmillos [Privado]
De nuevo aquel rubor en Irin, aunque esta vez la voz iba acompañada de un sutil y rosado toque en sus pómulos de marfil.
¿Se avergonzaba de no tener un plan o de que ese plan fuera para Estolas? ¿Y porque el repentino interés? ¿A caso Matt había regalado su muñeca favorita a su hija?
La afirmación a aquella pregunta era una respuesta tan válida como cualquier otra.
La mente de la loba se llenaba dudas que no sabía responder, y aunque supiera responderlas serian erróneas ya que daba igual lo que ella pensara, Estolas siempre se equivocaba. El simple hecho de pensar ya era un error, pero...
De alguna forma la vampiresa lograba que olvidara parte de su adoctrinamiento, lograba que brillara un pequeño rayo de esperanza que animaba a la loba a dejar de ser una muñeca.
—Un sitio que me guste —Estolas se quedó varios minutos de pie frente a Irin. Con la mirada fija en los orbes rojos, pero sin mirarlos realmente. Pensando y deliberando que sitios le gustaban o si siquiera había alguno—. Está bien. Te llevare. Pero está un poco lejos, ¿quieres que vayamos a caballo?
La pecosa esperó a la decisión de Irin y actuó en consecuencia.
Avanzaban por la ciudad atravesando las calles principales que comenzaban a estar pavimentadas. Estolas guardaba silencio esperando a que la albina hablara, pensando al mismo tiempo posibles temas de conversación o si querría conversación.
— ¿Que sitios te gustan a ti, Irin?
Al final la loba se decidió a preguntar, esperando que la pregunta no resultara impertinente a oídos de la vampiresa y esperando conocer la respuesta. Quería conversar con la chica, pero no de la misma forma que con el padre. No quería darle conversación por saber que el silencio o las respuestas mecánicas le aburrieran, quería darle conversación porque deseaba saber cosas de ella.
— ¿Cómo te convertiste en vampiro? —Se aventuró a preguntar — ¿te dolió?
¿Se avergonzaba de no tener un plan o de que ese plan fuera para Estolas? ¿Y porque el repentino interés? ¿A caso Matt había regalado su muñeca favorita a su hija?
La afirmación a aquella pregunta era una respuesta tan válida como cualquier otra.
La mente de la loba se llenaba dudas que no sabía responder, y aunque supiera responderlas serian erróneas ya que daba igual lo que ella pensara, Estolas siempre se equivocaba. El simple hecho de pensar ya era un error, pero...
De alguna forma la vampiresa lograba que olvidara parte de su adoctrinamiento, lograba que brillara un pequeño rayo de esperanza que animaba a la loba a dejar de ser una muñeca.
—Un sitio que me guste —Estolas se quedó varios minutos de pie frente a Irin. Con la mirada fija en los orbes rojos, pero sin mirarlos realmente. Pensando y deliberando que sitios le gustaban o si siquiera había alguno—. Está bien. Te llevare. Pero está un poco lejos, ¿quieres que vayamos a caballo?
La pecosa esperó a la decisión de Irin y actuó en consecuencia.
Avanzaban por la ciudad atravesando las calles principales que comenzaban a estar pavimentadas. Estolas guardaba silencio esperando a que la albina hablara, pensando al mismo tiempo posibles temas de conversación o si querría conversación.
— ¿Que sitios te gustan a ti, Irin?
Al final la loba se decidió a preguntar, esperando que la pregunta no resultara impertinente a oídos de la vampiresa y esperando conocer la respuesta. Quería conversar con la chica, pero no de la misma forma que con el padre. No quería darle conversación por saber que el silencio o las respuestas mecánicas le aburrieran, quería darle conversación porque deseaba saber cosas de ella.
— ¿Cómo te convertiste en vampiro? —Se aventuró a preguntar — ¿te dolió?
Marceline
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Re: Acariciando colmillos [Privado]
Miré hacia los caballos, negué con la cabeza y seguí caminando.
- Prefiero continuar a pie, si no te importa.
Nunca me gustó mucho eso de hacer que un animal caminase por mi a un sitio que seguramente le apetecería menos que un pasto verde, que su comida, que su bebida y que sus compañeros.
Estuve un buen rato con la mirada perdida entre las multitudes, observando las edificaciones, las antiguas y las nuevas. Los ciudadanos estaban cada vez más dispuestos a montar algo imperecedero, en contra de todo lo que era hasta ese momento la ciudad en la que vivían. Ya pocas tiendas de campaña quedaban en el lugar. Cada cual se acomodaba como sus riquezas le permitían.
- Me gustan los sitios tranquilos, por eso me paso tan poco por el prostíbulo de padre. Por las noches hay mucha gente.
La pregunta tan directa y personal me tomó desprevenida. No era algo que me gustara responder. La miré a los ojos tratando de descifrar por qué lo hacía. No parecía que tratara de herirme conscientemente. Como si solo lo hubiera hecho por simple curiosidad.
- No me convertí en vampiro, me convirtieron. Hay una sutil diferencia. - Mi voz sonaba más dura de lo que me habría gustado. - ¿Que si me dolió? - Me paré en seco. - ¿Alguna vez te han matado, para después devolverte a la vida en los últimos estertores que te quedan, arrancándote todo lo que eres en el proceso? - La miré fijamente, estaba un poco molesta. -Sí, supongo que sí te lo han hecho, pero todavía no lo ves. - Alcé un poco la voz. - Te han quitado tantas cosas que tan solo eres un cascarón vacío de todo aquello que podrías haber sido. - Me calmé y comencé a susurrar. - Tal vez… Tal vez por eso me siento tan unida a ti, en cierto modo nos han convertido a las dos en algo que no deseábamos ser.
Seguí caminando, no era mi intención herir a Esty, pero tampoco era una conversación que me habría gustado mantener. Quería llegar pronto a donde quiera que nos dirigiéramos. De todas formas estaba pensando en dar media vuelta, necesitaba un abrazo, no sabía por qué, pero lo necesitaba más que nunca.
- Prefiero continuar a pie, si no te importa.
Nunca me gustó mucho eso de hacer que un animal caminase por mi a un sitio que seguramente le apetecería menos que un pasto verde, que su comida, que su bebida y que sus compañeros.
Estuve un buen rato con la mirada perdida entre las multitudes, observando las edificaciones, las antiguas y las nuevas. Los ciudadanos estaban cada vez más dispuestos a montar algo imperecedero, en contra de todo lo que era hasta ese momento la ciudad en la que vivían. Ya pocas tiendas de campaña quedaban en el lugar. Cada cual se acomodaba como sus riquezas le permitían.
- Me gustan los sitios tranquilos, por eso me paso tan poco por el prostíbulo de padre. Por las noches hay mucha gente.
La pregunta tan directa y personal me tomó desprevenida. No era algo que me gustara responder. La miré a los ojos tratando de descifrar por qué lo hacía. No parecía que tratara de herirme conscientemente. Como si solo lo hubiera hecho por simple curiosidad.
- No me convertí en vampiro, me convirtieron. Hay una sutil diferencia. - Mi voz sonaba más dura de lo que me habría gustado. - ¿Que si me dolió? - Me paré en seco. - ¿Alguna vez te han matado, para después devolverte a la vida en los últimos estertores que te quedan, arrancándote todo lo que eres en el proceso? - La miré fijamente, estaba un poco molesta. -Sí, supongo que sí te lo han hecho, pero todavía no lo ves. - Alcé un poco la voz. - Te han quitado tantas cosas que tan solo eres un cascarón vacío de todo aquello que podrías haber sido. - Me calmé y comencé a susurrar. - Tal vez… Tal vez por eso me siento tan unida a ti, en cierto modo nos han convertido a las dos en algo que no deseábamos ser.
Seguí caminando, no era mi intención herir a Esty, pero tampoco era una conversación que me habría gustado mantener. Quería llegar pronto a donde quiera que nos dirigiéramos. De todas formas estaba pensando en dar media vuelta, necesitaba un abrazo, no sabía por qué, pero lo necesitaba más que nunca.
Irinnil Fawkes
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Re: Acariciando colmillos [Privado]
Estolas paró de inmediato, miró los duros ojos durante una fracción de segundo y, abatida, bajó la mirada al suelo. Escuchando, pero sintiendo la culpa. Guardando la información dada, pero recordando las leyes: "No hables sin permiso", "no hagas preguntas personales", "les darás el placer que busquen"...
—Disculpe mi impertinencia, señorita Irinnil —Estolas no levantaba la cabeza del piso—. No volverá a suceder.
La loba alzó la vista al escuchar los pasos, se mantuvo al lado de la vampiresa, pero solo porque debía indicarle el camino. Su boca no volvió a abrirse por voluntad propia, tan solo respondía cuando era necesario y siguiendo el protocolo.
A Estolas le comenzó a doler el pecho, pequeñas punzadas rítmicas que se acompasaban con cada zancada. Algo normal teniendo en cuenta las recientes heridas. Porque aquel dolor se debía únicamente a las heridas, no había cabida para pensar en otra cosa... o quizás sí.
Caminaron hasta salir de la ciudad, caminaron hasta el bosque y abandonaron los senderos. Caminaban entre árboles y matorrales, entre pequeños roedores y aves rapaces que ululaban a la noche. Caminaron hasta un pequeño arroyo, el sonido del agua acompañaba las notas que el viento provocaba en las copas de los árboles.
—Hemos llegado —comunicó la pecosa parándose en la orilla—. Espero que sea de su agrado.
—Disculpe mi impertinencia, señorita Irinnil —Estolas no levantaba la cabeza del piso—. No volverá a suceder.
La loba alzó la vista al escuchar los pasos, se mantuvo al lado de la vampiresa, pero solo porque debía indicarle el camino. Su boca no volvió a abrirse por voluntad propia, tan solo respondía cuando era necesario y siguiendo el protocolo.
A Estolas le comenzó a doler el pecho, pequeñas punzadas rítmicas que se acompasaban con cada zancada. Algo normal teniendo en cuenta las recientes heridas. Porque aquel dolor se debía únicamente a las heridas, no había cabida para pensar en otra cosa... o quizás sí.
Caminaron hasta salir de la ciudad, caminaron hasta el bosque y abandonaron los senderos. Caminaban entre árboles y matorrales, entre pequeños roedores y aves rapaces que ululaban a la noche. Caminaron hasta un pequeño arroyo, el sonido del agua acompañaba las notas que el viento provocaba en las copas de los árboles.
—Hemos llegado —comunicó la pecosa parándose en la orilla—. Espero que sea de su agrado.
Marceline
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Re: Acariciando colmillos [Privado]
Esty había cambiado su forma de ser completamente. Durante el trayecto la iba observando, pero no recuperaba el brillo de los ojos. ¿Era culpa mía? Comencé a sentirme mal, mirándola cada vez más. Pero cuanto más lo hacía más crecía el nudo de mi estómago. Suspiré varias veces en todo el camino. Se estaba volviendo increíblemente pesado e insoportable. Me dolía el pecho, me costaba respirar… aunque tampoco sabía cómo ponerle remedio. Sus siguientes palabras llegaron como un latigazo a mi mente.
Nos habíamos detenido en un arroyo precioso, bañado por la luz de la luna. Observé a Esty, pero tuve que bajar la mirada de inmediato. Había roto la noche, era mi culpa. Por primera vez desde la conversión noté cómo una lágrima resbalaba por mi mejilla. La ignoré, no estaba ahí, seguro que no estaba, ¿cómo iba a estar? Las vampiresas no lloran, todo el mundo lo sabe.
Me senté en la orilla, agarrando mis piernas y hecha un ovillo. Pensé que había fastidiado la noche, pero al menos ella todavía estaba allí, todavía podría escucharme… O eso pensaba.
- Lo siento, lo siento, lo siento mucho. - Seguí con la cabeza entre las piernas, no era capaz de mirar nada que no fuese el suelo. - No quería herirte, solo… solo quiero que me entiendan, pero es tan difícil… tengo que parecer dura, ¿sabes? Tengo que ser aquello que temen por las noches. No puedo mostrar emociones porque se supone que estoy “muerta” o algo así, ni siquiera sé qué soy ni qué debería ser ni qué esperan de mi que sea.
Me quedé callada un buen rato, tan solo escuchando el sonido del viento y del arroyo. Mientras aquellas gotitas que no deberían existir seguían resbalando por mi cara sin parar.
- Tan solo quería estar contigo.
Nos habíamos detenido en un arroyo precioso, bañado por la luz de la luna. Observé a Esty, pero tuve que bajar la mirada de inmediato. Había roto la noche, era mi culpa. Por primera vez desde la conversión noté cómo una lágrima resbalaba por mi mejilla. La ignoré, no estaba ahí, seguro que no estaba, ¿cómo iba a estar? Las vampiresas no lloran, todo el mundo lo sabe.
Me senté en la orilla, agarrando mis piernas y hecha un ovillo. Pensé que había fastidiado la noche, pero al menos ella todavía estaba allí, todavía podría escucharme… O eso pensaba.
- Lo siento, lo siento, lo siento mucho. - Seguí con la cabeza entre las piernas, no era capaz de mirar nada que no fuese el suelo. - No quería herirte, solo… solo quiero que me entiendan, pero es tan difícil… tengo que parecer dura, ¿sabes? Tengo que ser aquello que temen por las noches. No puedo mostrar emociones porque se supone que estoy “muerta” o algo así, ni siquiera sé qué soy ni qué debería ser ni qué esperan de mi que sea.
Me quedé callada un buen rato, tan solo escuchando el sonido del viento y del arroyo. Mientras aquellas gotitas que no deberían existir seguían resbalando por mi cara sin parar.
- Tan solo quería estar contigo.
Irinnil Fawkes
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Re: Acariciando colmillos [Privado]
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