Tres robots bajo un paraguas [Libre] [3/3]

El fenómeno atmosférico del tipo hidrometeorológico acababa de comenzar: Lluvia. Había iniciado repentinamente, como solía ocurrir en las temporadas de verano, los orgánicos se quejaban del calor pero ese agua no les traería ningún tipo de alivio ya que la presencia del vapor de agua condensaba el aire y dificultaba la respiración.

Había salido de casa para conseguir algunas cosas en el pueblo, no era yo quien las necesitaba ya que mi cuerpo no requería de comida de la misma manera que el organismo de un humano. Tampoco era para conseguir cosas para Sophitia, cualquier cosa que no fuera sangre hacía que se sintiera descompuesta y posteriormente que vomitara. Pero había una familia que vivía a algunos kilómetros de nuestro hogar, el esposo era ya un hombre grande y su mujer estaba en los últimos meses de su embarazo, así que ir hasta el pueblo y regresar con pesadas bolsas era algo casi imposible para ellos.

En cambio, para mi no era un gran esfuerzo, podía llevar el doble de peso que un humano promedio y ni el frío, ni el calor me afectaban en demasía. La repentina lluvia me sorprendió cuando estaba ya de regreso, aún así no me detuve, continúe caminando concentrando la estabilidad en la parte baja de mis piernas para evitar resbalar con el barro. El sol se terminaba de ocultar cuando el chaparrón cesó, mi marcha continuó invariable.

Estaba llegando a la cima de la pendiente cuando escuché algo [ANALIZANDO] Quizás el sonido hubiese estado allí desde antes, pero la lluvia no me había permitido oírlo. Era metálico y repetitivo, era extraño en muchos sentidos ya que el camino que había tomado no era de los transitados, y además, las personas no hacían ese tipo de ruidos.

Mis sospechas se confirmaron cuando por fin pude ver de qué se trataba. Eran cuatro robots bajo un paraguas de bambú. Los cuatro exactamente iguales. Idénticos, imperturbables, salvo por un detalle: Uno de ellos estaba tirado en el piso boca abajo.

Robots:

Me acerqué con curiosidad.

-Buenas noches - Sus redondos ojos se giraron hacia mi.

-Buenas noches - Lo dijeron al mismo tiempo.

-¿Qué le sucede a su amigo? - Los tres se giraron como si no hubiese notado que el cuarto estaba tirado allí.

-Yo no lo hice -

-¿Qué es lo que no hicieron? - Me acerqué un poco más y entonces noté un orificio en la parte de atrás del robot caído, el hueco no era demasiado grande, pero sí profundo, aún saltaban algunas chispas. Los robots estaban parados espalda con espalda cuando llegué - ¿Alguno vio algo? -

-Yo miraba hacía el norte -

-Yo hacía el este -

-Yo hacía el sur -

El cuarto robot no podía contestar, pero estaba caído hacía el oeste.

Un paso tras otro fue cuanto precisó para abandonar por fin Lunargenta. Apenas era consciente de la gente que dejaba atrás, que pasaba a su lado camino a la urbe o como él, alejándose de sus muros y mar de piedra. El cansancio acumulado era excesivo, y los últimos tres días habían llegado a condensar sangre, inseguridades, sentimiento y una pizca más a la oscuridad que espolvoreaba su ser con cada viaje que llevaba a cabo.

Volver a encontrarse entre árboles, tras unas leguas recorriendo campos de cultivo le hizo recordar que no existía paso alguno que no estuviera dirigido por lo que él sabía el Bien, y tal pensamiento le confortaba levemente, como una fina manta en un día de frío invierno. Otros recuerdos, no obstante, no eran tan benévolos con el elfo.

El camino hacia Sandorai fue avanzando en un silencio perenne, envuelto en sí mismo, flanqueado por los fantasmas de los recuerdos del tiempo transcurrido desde que había salido de Folnaien. Neralia, sus compañeros hasta Hjaldorn, la guerra, la maldición, Iori y Marielle… era el momento perfecto para descansar. El cariño familiar, incondicional y tranquilo, sería un baño que terminaría por limpiar su mente de los rescoldos de sus propias decisiones.

No estaba bien. Habría resultado evidente para cualquier que le conociese por un espacio mayor a unos días. Mucho que soportar, demasiadas decepciones. Sus ojos no emitían brillo alguno, acurrucados en un gris mate, como si la esperanza se hubiese alejado en demasía. Sus movimientos no mostraban agotamiento, tan sólo rutina carente de imaginación, como si el camino no importase nada. Era cierto. No podía retornar a su poblado, a su clan, y vivir de la tierra o de una de las pacificas profesiones con las que los suyos mantenían el día a día de su comunidad. Su vida se había reducido a un conflicto tras otro, una muerte tras otra persiguiendo rumores y leyendas. Casi como un niño, sin haber apenas logrado nada.

Hacía años, pensó, que no tocaba la forja de Kairlen, fría desde la muerte de su padre, al dedicarse él a otros menesteres. Nunca había sido especialmente diestro en metalurgia. Armas y armaduras eran asuntos más serios y tema de Ulrashaar. Al igual que con su espada, él prefería la creatividad, la dificultad y la belleza de la orfebrería. La cultura de los elfos no se podía manifestar sólo en sus escritos. La arquitectura y la ornamentación debían impresionar, exhibiendo puntos incapaces para otros seres vivos. Apenas recordaba si había dejado la fabricación de piedras preciosas por hastío o por profundizar en sus estudios y entrenamiento. O quizá, todo se limitaba a contemplar lo antiguo desde el presente, con ese inevitable punto de nostalgia. Los dioses sabrían.

Apenas reparó en el desnivel, con la mirada puesta apenas unos pasos delante de sus botas pese a la lluvia, hasta que dos sonidos femeninos le hicieron alzar la vista. Por un momento, no acertó a reaccionar, y sólo le calma que transmitía la escena le impidieron acercar la mano al pomo de la espada. La lluvia caía sobre él, y aunque la capa le protegía, nunca le había disgustado ese tiempo en su tierra. Olía a renovación, y el mundo parecía más pequeño, como si fuese más fácil de manejar.

Nunca se había encontrado con seres como aquellos. Parecían tener una vaga silueta humanoide, mas sin duda estaban recubiertos de metal. Había leído y escuchado historias sobre criaturas con partes metálicas, y había podido observar algunos de tales constructos en las grandes ciudades humanas. Aquello era algo muy distinto. Y como solía ocurrirle, le fascinaba lo que aún no comprendía. Todo cuanto aparecía en la espada de una de esas… cosas, se añadía sin duda a esa categoría. No sabía por donde empezar a preguntar. Era la primera vez en meses que realmente su mente dejó atrás cuanto había vivido, enfocándose en ese instante.

Las dos mujeres presentes, de facciones agraciadas, se habían concentrado en la inusual escena. No deseaba alarmarlas. Contrariamente a su conducta habitual, no se fijó apenas en sus armas o su posible especie. El cansancio, el viaje y los seres de metal embotaban sus sentidos. Sólo justo antes de hablar, atisbó la forma de las orejas de una de ellas, y acentuó la cortés sonrisa que reservaba para los suyos.

-Nousis Indirel- se presentó con cierta calidez, con sus ojos grises desviándose con premura hacia las criaturas- ¿Qué… - no estaba seguro de como preguntar aquello- son? ¿Qué ha ocurrido?

Seis. Sólo la lluvia era la misma sobre cualquiera, se escapó de sus pensamientos.

La situación era curiosa en muchos aspectos, habían pocos robots dando vueltas por Aerandir, no sabía de dónde salían pero suponía que la mayoría de ellos debían ser experimentos Bios desechados. Aunque pensara en otro posible origen, no había nadie que tuviera la tecnología suficiente como para poder crearlos, los orgánicos siquiera podían generar piezas de metal tan pequeñas y delicadas con sus toscas herramientas.

-¿Qué hacían esperando aquí? - Pregunté mientras me acercaba para verlos en más detalle.

-Esperábamos por un carro -

-Pero llovía mucho -

-¡Cuanto llovía! -

Ciertamente había sido una buena tormenta la que había pasado, y el paraguas de bambú que llevaban no llegaba a cubrirlos a los cuatro por completo. El primero aún tenía gotas de lluvia adelante, el segundo solo estaba seco en el centro, y el tercero estaba mojado en el frente. Bajé la mirada para ver al cuarto, quien descansaba en el barro del camino.

La llegada de una muchacha detuvo las indagaciones, se mostraba recelosa ante la presencia de las máquinas, algo muy común entre los orgánicos. Mi apariencia ayudaba bastante a aplacar sus temores, ventaja con la que esos robots no contaban [PROCESANDO SONRISA] Le sonreí en un intento por calmarla.

-Buenas noches - Mire lo que señalaba y negué con la cabeza - No, no son tormentas, ni su sangre es de luz, aunque es una excelente comparación ¿Sí? Fueron construidos, así que no son por dentro como eres tu - Luego se presentó, por lo que correspondía hacer lo mismo - Mi nombre es Zöe -

Otro orgánico se sumó al grupo [ANALIZANDO] por su aspecto podría pensarse que estaba cansado, quizás llevaba caminando todo el día.

-Son robots, mmmm, cosas hechas de metal - Encontrar palabras con las cuales poder explicar la existencia de algo así era complicado - Son como herramientas que los Bios creamos para que nos ayuden en nuestras labores - Mire a los tres que quedaban en pie - Pero estos en particular no estarían funcionando correctamente - Alguno de ellos había dañado al cuarto, y dudaba mucho que eso estuviera dentro de su programación.

-¿Alguno vio o escuchó? - No deberían poder mentir, esa era una capacidad demasiado compleja para unos robots en apariencia tan sencilla, sí seguía preguntando de forma directa seguramente alguno terminaría diciendo lo que había ocurrido.

-Mis receptores oculares no funcionan bien -

-Estaba muy oscuro por la tormenta -

-Tronaba muy fuerte -

Incline la cabeza hacia un lado, quizás me tomaría más tiempo del que creía.

Aquellas cosas respondían. Apenas existían aún libros sobre ellas, y aún así, dudaba que su imaginación hubiese podido recrearlas adecuadamente. Se mantuvo callado unos instantes, asimilando las palabras de la mujer más cercana a ellas como si se hallase comiendo y a la vez, dedicando su atención a algo más importante, apenas llevándose el alimento a la boca.

Fue al escuchar la palabra Bio cuando sus ojos grises repasaron a la fémina que había tenido a bien darle tales explicaciones. Criaturas mezcladas con metal… apenas las había visto a lo largo de sus viajes y carecía de una opinión fundamentada sobre esa ¿raza? Su yo interior sacudió la cabeza. Sin datos que le permitiesen conocer como cambiaban a humanos u otras criaturas esa mixtura de carne y acero, se encontraba en un punto muerto sobre qué pensar. ¿Existirían bios creados a partir de elfos, o dragones? La mera idea de lisiar a uno de los suyos para la fabricación con algo tan frío le produjo una repugnancia que no huyó durante unos segundos. ¿Castigo para criminales? Sólo estaba especulando, y alejó sus vagas hipótesis sin fundamento.
No estaban funcionando correctamente… el espadachín archivó esa información, pese a sus inexistentes conocimientos de ingeniería. Eso sí podía comprenderlo. Pero escucharlos responder inmersos en su inexpresividad metálica no resultó una experiencia agradable.

Volvió la vista a la segunda mujer, retomando una sonrisa amistosa, fundida hacia extrañeza cuando finalmente pintó para él el cuadro completo de lo que estaba ocurriendo. De modo que esas cosas, esos robots, podían morir aún sin tener sangre u órganos en su interior, a tenor de la vista del caído. Desde luego, jamás habría imaginado la situación actual a las puertas de su hogar.
Y aún peor, aparentemente podían matar. La bio las había definido como una especie de herramientas. Si las herramientas podían descontrolarse hasta ese punto…

Miró, tomándose su tiempo, a cada olla con patas. No veía diferencia alguna entre ellas, como si hubiesen sido creadas con un mismo molde. Tampoco comprendía por qué buscaban protegerse de la lluvia que arreciaba. Tal vez se oxidaban como las espadas con el tiempo.

Dio un paso más hacia las dos criaturas que más alzaban del suelo, sin pensar siquiera en tomar el pomo de su espada. Si no hubiese sido por lo que veía, era probable que el cansancio ya le hubiese rendido.

-¿Estas criaturas tienen alguna limitación?- preguntó a la bio, pensando en los niños de otras razas. Podría haberse tratado de un accidente- ¿Hasta qué punto pueden comprenderte? Los has llamado herramientas. ¿Podrían haber recibido una orden, o haber sido desechados aquí por defectuosos? – Nou tan sólo podía comparar aquello con mascotas problemáticas o una armadura que termina refundida por una mala fabricación. No era mucho a lo que agarrarse.

Se dirigió entonces a los robots, impulsado por la curiosidad y el ansia de conocer de primera mano algo inédito para él. Sabía que sin duda sería irrelevante, y decidió comenzar por lo más básico, como un niño que observa como un perro aprende a traer de vuelta el palo que se le lanza.

-¿Quién lo ha atacado?

Las figuras metálicas que seguían de pie mantenían esa presencia vacía que caracterizaba a las máquinas, en realidad la sensación era generada por su falta de rostro humano que les permitiera a los orgánicos el poder hacer algún tipo de interpretación. Los observé durante algunos segundos, mi capacidad de generar gestos tampoco era la mejor, aún así los sentía sumamente ajenos a mi existencia.

-¿Limitación? - La pregunta era muy amplia [ANALIZANDO] - Son cosas, por lo que no deberían tener emoción de ningún tipo. Pueden generar charlas básicas, pero si intentas hacerles preguntas que no tengan respuestas concretas probablemente se confundan. Suelen ser creados para que hagan una cosa y solo una cosa - Pensé en mis propias creaciones - Los robots que yo tengo tienen como función: Doblar, Quemar y Clavar. Por fuera de eso no pueden hacer nada - Aún así tenía que admitir que en más de una oportunidad habían tenido actitudes difíciles de explicar bajo esa lógica.

Las preguntas de Nousis eran muy acertadas, claramente existía la posibilidad de que alguien más los hubiese abandonado por estar defectuosos, quizás los habían dejado allí con la promesa de que un carro pasaría a buscarlos. Una vez me había ocurrido algo similar, cuando mi experiencia con los orgánicos no era  mucha y no me cuestionaba demasiado las cosas que me decían.

-Podría ser que le ordenaran hacer algo así, aunque en general no fabricamos robots para que maten a otros robots... No tendría sentido hacer algo como eso, ni tenemos interés en hacer maquinas que sean perjudiciales para nosotros o terceros - La mayoría de los inventos que había conocido eran para ayudar a las comunidades, no para hacerles daño - Aunque los orgánicos son muy buenos convirtiendo en armas todo lo que llega a sus manos - Mi tono era neutral al expresar esto, el comentario era una afirmación lógica que se sustentaba en la experiencia y en registros históricos.

Cuando Nousis se acercó los tres robots se giraron para mirarlo al unísono, podía escucharse cómo los mecanismos en su interior se movían con velocidad. Conocía esa acción, sus sistemas debían estar analizando la situación para saber cómo responder de la mejor manera posible.

-Yo no fui -

-Yo tampoco -

-Yo menos -

-Mmm, uno de ellos está mintiendo, ya que sin duda esa herida tuvo que haberla hecho alguno de los que aún siguen en pie. Sus brazos son muy cortos así que el robot neutralizado no pudo haberse disparado a sí mismo en la nuca - Me agaché y agarré el paraguas de bambú, lo abrí y lo puse arriba de ellos - Cierto, no llega a cubrirlos bien - Incliné la cabeza mientras pensaba - Me parece sorprendente que tengan la capacidad de mentir - Cambié la función de mi visión para poder realizar un escaneo* - ¿Cuándo notaron que su compañero había dejado de funcionar? -

-Cuando acabó de llover -

-Cuando acabó de tronar -

-Cuando acabó de morir-

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*Nivel 0: Escaneo: [2 Usos] Zöe puede cambiar su visión a una de rayos X para poder ver a través de diferentes materiales, o a una de visión térmica para identificar cuerpos que irradien calor. Dura dos turnos.

Tras la explicación recibida, encuadró finalmente a aquellos entes metálicos en una categoría ajena a los seres vivos. ¿Qué era al fin y al cabo una criatura que carece de sentimientos? Incapaces de apreciar la bondad, de enfurecerse por la malevolencia, de sentir gratitud o buscar comprensión. Herramientas las había llamado. Y aún así, los tres continuaban allí, intentando conocer la mera causa del ataque a uno de esos artilugios. Resultaba tan banal que sintió burbujear una carcajada en su garganta. Sólo sus ojos grises mostraron ese punto de alegría antes de reprimirlo.

-Apenas tengo datos de tu… especie- comentó el elfo sin perder detalle del utillaje metálico con forma humanoide- Pero del mismo modo que existen diferentes herreros, difiere su habilidad, y por tanto, el abanico de cuanto construye así como su calidad, resulta mucho más variado- su voz poseía un timbre calmado, suave, muy acostumbrado a exponer cuanto decidía de su armario mental- Resulta posible por tus palabras que quien los haya construido no buscase algo sencillo como tú has preferido.

Una sonrisa sarcástica llegó a su rostro, clavando un instante sus ojos en los de la mujer. No erraba un ápice.

-Cuanta razón… admitió. Imaginó la posibilidad de enviar cosas como esas, tal vez armadas, a asesinar a seres de carne y hueso. Soldados que no sienten dolor y con una misión, carentes de la capacidad de sentir piedad. Sintió un escalofrío. Por supuesto que muchos darían lo que fuera por algo así. El mal no conocía fronteras.

Escuchó las respuestas de los férreos, dirigiendo una mirada de reojo a la tercera persona presente, quien se había alejado un poco de la acción principal, al llegar a él la hipótesis de la que la segunda mujer hizo gala mediante una inflexión aguda y de escasa resonancia. Volvió la vista a la primera, como si tratase nuevamente de encajar cada idea.

-Entra dentro de lo posible que solo uno esté funcionando de manera equivocada sí…- discurrió- O quizá…- no estaba seguro de como expresar lo que estaba pensando con una adecuada exactitud- ¿Hay forma de que sus respuestas, sus reacciones, tengan que ver con las de los demás? - trato de hacerse comprender mejor- Si imaginamos a un grupo que se conoce, amigos quizá, capturados al mismo tiempo como niños ante una mentira, veríamos como intentan salir de la situación sin perjuicio personal primero, y grupal después. Pero si lo han hablado antes, si tienen un plan, pueden acordar sus respuestas… hasta cierto punto- observó a los robots, analizando las que éstos habían dado. Sacudió la cabeza levemente, tratando de ahuyentar el cansancio y los malos pensamientos fruto de la última semana. Habría deseado estar en mejores facultades para estudiar aquel fenómeno como merecía. Mas las cosas eran lo que eran.

-Tengo dos preguntas- lanzó a los constructos- ¿Cuáles fueron las últimas órdenes que os han dado? y ¿qué fue lo último que dijo vuestro compañero?

[ESCANEO COMPLETADO] Tal como había imaginado, por dentro eran seres sencillos, su mente se componía de una sola placa principal para analizar datos y emitir respuestas, el resto eran todas piezas mecánicas sencillas. Sus movimientos eran exactamente iguales, sus tonos, su aspecto “¿Es así como nos ven las personas a nosotras?” dijo mi antigua yo y una punzada de nostalgia se hizo sentir en mi pecho. Probablemente era así, mis intentos por ser más parecida a ellos no habían sido efectivos.

Escuché las alternativas que los dos orgánicos barajaban [ANALIZANDO] más factores se sumaban a la lista de datos a tener en cuenta, eso complicaba la ecuación.

-Intenté hacer las preguntas de forma directa para que contestaran correctamente. Pero es posible que resulte como dices... - La mujer que había señalado ese detalle se alejaba de nosotros - No sería conveniente que tuviéramos que elevar el tono para hablar, no sabemos qué tipo de peligros habitan en este bosque - [PROCESANDO SONRISA] le sonreí - Acércate, no es necesario mantener distancia, no podrían hacerte daño mientras yo esté aquí. Mi prioridad es el bienestar de los orgánicos -

Me agaché frente a uno de los robots, el agua del frente de sus cuerpos ya casi se había secado, pasé la mano para quitar las últimas gotas. Con los datos que contábamos era posible suponer quien había sido, mi Sistema ya había llegado a una conclusión, el problema no era entonces el encontrar al culpable, sino entender cómo era posible que un robot tan sencillo hiciera algo así por propia ¿Voluntad? Sí, eso era.

-Es posible que sea como Nousis Indirel dice, y que su creador haya tenido intenciones que desconozco - Me puse de pie nuevamente - He tenido varios encuentros con Bio-cibernéticos que claramente no estaban funcionando adecuadamente y por eso decidían ir en contra de su programación - Aunque esperaba que estuviéramos equivocados, ya que resultaba sumamente peligroso si alguien de mi raza estaba realizando ese tipo de experimentos - Buscaré alguna señal que indique quien es su creador -

Agarré a uno de ellos y lo hice darse vuelta, levanté la mano y mi dedo se abrió para dar paso a un destornillador muy pequeño. Como ya había realizado un escaneo, sabía en donde estaban las partes que se podían abrir, quite una parte de la superficie que escondía un tornillo y comencé a destornillar. A veces los fabricantes dejaban alguna marca, firma, huella que podría darme una pista, yo había dejado mis iniciales en los pies de SEPA-IV, AMA y ATAC.

-No deberían ser capaces de desarrollar una estrategia tan compleja como esa, además, no son amigos, no se deben ningún tipo de lealtad entre sí - Terminé de sacar la tapa, no había nada allí, moví los circuitos solo para estar segura, pero fue en vano. Lo di vuelta para buscar algún tipo de entrada para un cable - Quizás sea complejo para un orgánico el poder entenderlo, pero nosotros no tenemos ese sentimiento de unidad solo por pertenecer a la misma raza. Sé que ustedes desarrollan esa emoción con especial intensidad, pero no es algo que yo pueda entender -

Los tres robots giraron su mirada hacia el elfo, incluso el que aún estaba bajo mi escrutinio.

-Que esperemos el carro -

-El carro llegaría pronto a buscarnos -

-Por eso debíamos estar atento y mirar en cada dirección -

La segunda pregunta quedó sí responder.

-Es posible que no hablen a menos que haya un orgánico haciéndoles preguntas - No había necesidad de comunicarse cuando nadie requería de nuestros servicios.