Mientras más añejado sabe mejor... (Priv. Gaegel) [Tema Cerrado]

Antes de que me causara más fobia aquel lugar infestado de plaga, lo más prudente que se pudo hacer fue salir de allí cuanto antes al poblado más cercano, o mejor dicho, tan libre de ratas como fuese posible a tomar un merecido descanso.

Cantaba de alegría luego haber salido de aquel lugar de locos, además pese a haber ganado menos dinero mi victoria fue más que un hecho, suerte que la apuesta fue en base al número de ratas y no al número de aeros.

La lluvia caía a cántaros, pero eso no me importaba, hasta cierto punto estar en contacto directo con el agua que me empapaba de pies a cabeza me hacía sentir renovada. Fue algunas cuantas horas hasta llegar a una villa decente cerca de los límites. Se podía notar la luz del fuego salir por la ventana, olía a leña, si bien no a comida por las altas horas de la madrugada, seguramente en cuanto saliera el sol podríamos comer un poco algo caliente para seguir reponiendo fuerzas... además, un baño no nos caería mal a ambos, en palabras simples, olíamos a mierda.

La distancia que nos separaba de aquella posada de camino estaba aproximadamente a unos quince metros de distancia. Me detuve observando de reojo a mi compañero. - Podemos descansar un rato aquí, reponer fuerzas y luego... evidentemente hallar un lugar bueno en donde tomar vino. Creo que hay uno camino Vuwulfar, tienen un vino especiado con clavos y canela que no dudo que sentaría de maravilla con este clima. - Lo miraba triunfante, traviesa, divertida. Había pasado todo el trayecto restregándole mi victoria en la cara.
 

Ay no puede ser. - Si... Eso fue lo primero que se me vino a la cabeza cuando me enteré de la cantidad de ratas que había capturado Mera. Nunca consideré añadir alguna acotación al botín en aeros ya que pensé que íbamos a terminar vendiéndolas donde mismo, pero a pesar de que había recibido más dinero que ella, la cantidad de ratas le beneficiaba a ella. - Rayos, de haberlo sabido hubiera metido también quien obtuviese un mejor botín económico... Eso lo hubiera dejado en un empate. - Suspiraba pesadamente mientras caminaba con toda la intención de salir de ese inmundo lugar.

La lluvia no paraba de caer, y eso no hacía que mis ánimos se cayeran de la misma manera que las gotas de agua. Aunque una vez que salí pude notar como de vez en cuando tenía que eructar. - Genial... Lo que me faltaba, estos eructos no se calman. - ¿Había sido por las ratas? No... Miraba de vez en cuando a mi acompañante, que a pesar de mostrarse muy alegre por su victoria, no parecía tener algún síntoma de eructos. Eso si que era muy raro.

Después de algunas horas de camino, pudimos divisar lo que parecía una posada. Tenía algo de hambre, pero sabía que por la hora no podría saciar mi apetito, pero al escuchar a la muchacha levanté mi vista un poco. - Si... Me vendría bien un pequeño descanso. - Dicho eso llevé mi mano a mi boca para disimular el eructo que intentaba salir. Maldición, esto me tenía muy irritado. - Yo lo que necesito es una cerveza barata para saciarme. - Dije comenzando a caminar hacia aquel lugar. Necesitaba un descanso, luego de la persecución y ataque de ratas, y esta caminata, mi cuerpo realmente me pedía tomar un descanso.

Si bien estaba disfrutando sin remordimiento alguno mi victoria, a pesar de que mi compañero seguramente estuviera harto, se me hacía muy raro que no parara de eructar. Lo único que se me venía a la mente era que lo más probable es que comió "tierra" en mal estado cuando le caí a golpes con el saco lleno de ratas, hasta cierto punto era la única cosa que me hacía sentir culpable en todo esto.

El parecía tomarlo con la mayor calma posible así que traté del mismo modo de no prestarle la atención preocupante con cada sonido. Para este punto ya estábamos cerca de la posada que divisé y al estar de acuerdo con mis palabras no perdí el tiempo en adelantarme y tocar la puerta.

Fueron varios toques antes de que un hombre que aparentaba alrededor de cuarenta años abriera con caras de pocos amigos, evidentemente lo despertamos. Sonreí tímidamente, y aunque mi aspecto no era precisamente el mejor, ni hablar de casi putrefacto perfume, sonreí con lo que podría considerarse cierta ternura. El sujeto me miró de arriba abajo deteniéndose en la medalla que estaba en mi pecho. Pensé en hablar pero este se me adelantó. - Así que son exterminadores eh...  - Resopló mirando hacia detrás de mí, lo que posiblemente daba a entender que veía a Gaegel.

-Muy buenas noches, señor, mi nombre es Meraxes y así es, efectivamente venimos del nido de ratas. Ayudamos a la guardia de la ciudad a lidiar con algunas pestes y ahora sólo necesitamos un lugar donde pasar el resto de la noche y de ser posible asearnos. Le pagaremos bien por sus servicios. - Dije jovial, tan galante como mi apariencia me lo permitía.

Gruñó, y cruzándose de brazos me dejó en un momento de tensión. - Entren. - Dijo apartándose tanto como fue posible para evitar tocarnos. - Sólo tengo una habitación, sobre asearse hay una tina allí aunque no calentaré agua a estas horas, es fría o se largan. Tienen suerte que le estén haciendo un favor a la ciudad, por culpa de esa peste he tenido que comprar comida más cara en otras aldeas lejanas, considérenlo un agradecimiento por ayudar con la purga. - Dijo ya un poco más relajado.

El interior estaba cálido, el olor a la madera quemada inundaba el salón principal. Estaba bastante cuidada y al fondo podían apreciarse unas escaleras que daban al segundo piso. - La habitación disponible está al fondo, en este piso, a la izquierda. Podrán llenar la tina con el pozo al lado del establo, la puerta hacia allí es hacia la derecha. - Explicó y acto seguido extendió su mano. - Suelo cobrar treinta pero les dejaré en quince por su labor social.

No iba a poner peros en estos momentos de crisis por lo que saqué el dinero del saco oculto entre mi pecho sin titubear.  

Fue la muchacha quien tocó la puerta, y esta fue abierta por aquel hombre, el cual evidentemente no le agradó para nada que le hubiesen levantado de su sueño nocturno. Lo comprendo, yo también estaría molesto si estuviese en su lugar, pero bueno, supongo que son las desventajas de tener una posada. Aquel hombre fue quien delató que éramos parte de los exterminadores de ratas. Tal vez el olor nos delataba, ¿Quién sabe? Tal vez este olor a roedor para ese sujeto era el olor del heroísmo ante una invasión pestilente.

Dejé que Mera hablara, ya que cuando intenté hacerlo, un eructo me cortó completamente la inspiración. No podía comprender porqué estos eructos no se iban. Una vez que mi acompañante dejara de hablar hubo un momento de silencio, el cual fue bastante incomodo, pero el hombre al final nos dejó entrar. - Gracias... - Fue lo que atiné a decir antes de que saliera un pequeño eructo, haciendo que me llevara mi diestra a mi boca.

Ya una vez adentro, la forma de hablar de aquel hombre parecía ser más suelta y serena. - Hacemos lo que está en nuestras manos. - Dije mientras miraba de reojo el lugar. Estaba cálido, y era reconfortante luego de un largo, largo día. Aquel hombre nos dijo que nos cobraría menos por la labor social que estábamos realizando. Agradecí el gesto y saqué de mis bolsillos un pequeña bolsa con monedas y alcancé a extenderle a Mera. - Aquí está mi parte. - Dije para luego girar mi cabeza y eructar de nueva cuenta. Estos tontos eructos estaban sacándome de quicio, pero no sabía como apaciguarlos.

Gaegel apenas y se había limitado a hablar ante la presencia del hombre que nos atendía, aunque no lo culpaba, parecía que cada vez que quería abrir la boca una orquesta de eructos se asomaba previamente. Lo observé con cierta lástima y algo asqueada, para que lo iba a negar, pues en mi cabeza no dejaba de preguntarme sin en realidad había ingerido algo que no debía en la caería de ratas.

Levanté la palma de mi mano en señal de rechazo hacia el dinero que él me ofrecía. - Ah no, esto va por mi cuenta, guarda esos aeros, querido, tienes un vino que comprar luego. - Insistí, no iba a permitir que por falta de lagunas monedas no pudiera embriagarme como era debido, cada una de ellas contaba.

Procedí a darle lo acordado al posadero que de inmediato tomó su paga. - Les traeré algo de guiso y cerveza. Estará frío, espero no les importe, se las llevaré a su cuarto y con ello espero no me molesten hasta la mañana. - Refunfuñó dando pasos fuertes hacia la cocina.  En ese momento dirigí mi atención hacia mi compañero haciendo una señal con el pulgar para ir a nuestra habitación. - Puedes ir primero si quieres. A tomar el baño, debes tener el cuerpo algo magullado por los golpes con el saco. - Dije esto ultimo algo avergonzada pues eso había sido completamente culpa mía.

El camino hacia la alcoba no era tan largo, y había olvidado mencionar que ya tenía la llave en mano dado a que el posadero la había sacado de una bolsa que colgaba de su cuello. Abrí la habitación, la verdad era espaciosa, había dos camas, una letrina, y justo detrás de un biombo se encontraba la tan deseada tina. - Bueno, la buena noticia es que no tendrás la desgracia de compartir cama conmigo. - dije en son de broma. Francamente no me hubiera importado tener que compartir cama, aunque desconocía que tan incomodo podría sentirse él en aquella situación.  

Cuando le acerqué el dinero para pagar la parte que me correspondía por la habitación, la joven de inmediato se negó. Su amabilidad iba en referencia con nuestra apuesta, ya que ella no deseaba desmonetizarme tan pronto. Guardé mi dinero de inmediato. - Bueno *burp*... Me servirá para toda mi cerveza. *burp* - Dije con una media sonrisa tratando de relajarme. Si estos eructos me iban a acompañarme por quien sabe cuanto tiempo, no dejaré que eso amargue mi existencia, ya bastante tenía con lo que me costará ese caro vino especiado.

El hombre nos dijo que nos daría algo de comida y cerveza. - No se preocupe *burp*. Será lo último en lo que lo molestemos. *burp* - En este momento tenía tanta hambre que no me importaría comer incluso algo crudo, así que esté frio no será ningún problema. Una vez arreglada la situación, caminé detrás de Mera camino hacia la habitación. - *burp* De acuerdo... Te tomaré la palabra, después de todo tengo que limpiar las mordeduras de las ratas. *burp*  - Dije mientras me miraba los brazos, los cuales tenían las mordeduras y los arañazos de esos tontos roedores.

Llegamos a la habitación y notamos que era una con dos camas. Al escuchar su comentario reí levemente. - ¿Por qué desgracia? ¿Eres de las que... *burp* Roba las sábanas mientras duerme? - Me acerqué a ambas camas, las miré por un momento y luego arrojé mis cosas en la que me parecía era la cama más vieja. Me di la vuelta y luego caminé hacia donde estaba la tina. - Bueno *burp* Iré al pozo por agua, y descuida, *burp*. La cambiaré una vez que termine. - Dicho eso salí de la habitación y caminé hacia donde indicó el hombre donde estaba el pozo. Al llegar allí pude notar como había una especie de jarrón enorme de entre unos 30 o 40 litros. Esa me serviría para realizar solo dos viajes por agua.

En ese momento me encargué de llenar dicho jarrón y luego volví a la habitación para verter el agua en la tina. Como lo predije, en esos dos viajes me sirvieron para dejar la tina lo suficientemente llena para poder meterme y evitar que el agua se desbordara. Acomodé el biombo y me desvestí para meter una de mis piernas en el agua. - Mmmm, esstá perrfecta. *burp* - Estaba mintiendo, el agua estaba helada, pero tenía la idea de que si me mentalizaba que el agua estaba a la temperatura correcta, el baño sería más agradable. Terminé por meterme y comencé a tallarme. Primero me enjuagué mi cabello y luego el cuerpo.

Estaba cruzada de brazos tratando de controlar mis impulsos cada que Gaegel respondía, era sorprendente la cantidad de gases que ese ser tenía guardado en su cuerpo. Una vez que le propuse que se bañara primero, pareció tomarlo bien, se lo debía. Mientras tanto yo me encargaría de esperar la comida del posadero.

Ya en la habitación mi comentario no pasó desapercibido, por lo que sonreí de medio lado antes de responderle a su pregunta. - Ya quisieras que fuera sólo la cobija, digamos que es un sueño salvaje llenos de patadas y golpes. - Agregué en son de broma. - Anda, mejor apresúrate en bañarte que yo también quiero quitarme la mugre de encima y no hay espacio para dos. - Dije con tranquilidad. De haber sido una tina más grande no lo hubiese pensado, no era como si me importara, mi necesidad de tomar un baño a estas alturas era mayor que el poco pudor que podría existir en mi persona.

El tiempo que le tomó llenar a Gaegel la tina, fue casi el mismo que en lo que el posadero llevaba la comida. Le agradecí el gesto y la dejé en la mesa más cercana para sentarme en el suelo, recargando mi espalda en la pared que daba vista hacia el biombo. Esperaría a estar "limpia" para poder comer con tranquilidad antes de echar una buena siesta.  

Observé el trayecto de su ir y venir hasta que llenó lo necesario y procedió a meterse, para cuando exhaló su suspiró me propuse a buscarle algo se conversación para evitar dormirme en donde estaba. - Ahora que caigo en cuenta. ¿Cómo fue que conociste a Zelas? Debe haber alguna historia épica y alocada detrás, con ese sujeto todo es posible. - Reí ante esto ultimo negando con la cabeza recordando su ultima ocurrencia de propinarme un beso luego de salir del río.  

Al escuchar la respuesta con respecto a compartir la cama volví a reír levemente. - Pues menos mal. - Gracias a los dioses que ahora no había salido un eructo, aunque no tardó más de algunos segundos cuando volvió a aparecer, haciendo que me gruñera a mi mismo. Escuché lo que dijo con respecto a darme prisa y asentí levemente. - Si, si *burp* ya voy. - Comenté para así tomar rumbo hacia el pozo.

Una vez que terminé de llenar la tina y meterme dentro comencé a tallarme el cuerpo. Mientras me limpiaba lo mejor que podía escuché la pregunta de parte de Mera con respecto a cómo conocí a Zelas, por lo que levanté un poco la cabeza como un gesto como si estuviese recordando. - *burp* Pues no sabría decirte si fue épico pero *burp*... Lo conocí hace algunos años *burp*... El quería viajar no recuerdo a donde *burp* y yo estaba empezando a trabajar como un *burp* transportista, así que le permití que viajara *burp* con la carga que llevaba. - Dije sin dejar de tallarme.

No sabía si esa historia cabía en los parámetros para ella como épico, pero no es que fuera a mentir en algo como eso. - Aunque mientras viajábamos *burp* unos bandidos intentaron hurtar la carga que yo llevaba *burp*... Pero no se los permitimos y los *burp* asesinamos a todos esos bastardos. - Reí levemente. - Ahora que recuerdo, antes de que *burp* yo matara al último bandido traté de *burp* interrogarlo, pero no logré sacarle *burp* información. Después de eso Zelas me dijo que *burp* me le quedé viendo al bandido con unos ojos *burp* ... Penetrantes. Tal vez de allí sacó ese apodo. - Volví al recordar aquella escena.

Después de eso ahora fui yo quien le pregunté a la muchacha. - ¿Y tú? *burp*... ¿Cómo conociste al muerto y resucitado? *burp* - Dije sin dejar de tallarme lo mejor que podía en las piernas. Con el agua caliente, o al menos tibia sería una tarea más rápida, pero el agua fría hacía un poco más lento el proceso de aseo personal.

Francamente me esperaba una respuesta mejor, he de admitir que me sentí un poco decepcionada a escuchar una historia tan tranquila, sobre todo cuando Zelas estaba de por medio. Es decir, lidiar con bandidos era el pan de cada día del viajero errante.

- Bueno, al menos tuvieron "algo" de acción. - Comenté poco antes de que me hiciera la misma pregunta a mí.

Suspiré un poco antes de responder, estaba organizando las ideas y memorias en mi cabeza. Hacía hace casi una década  de aquello. - Creo que hace casi diez años de eso, aún tenía su cabello oscuro y no llevaba consigo esa ridícula y vistosa espada. Coincidimos en un trabajo, ser guardaespaldas de un mercader en su ruta, ya sabes cuidarle el trasero de bandidos, bestias, lo de siempre.  Resulta que el maldito llevaba sustancias ilícitas y pensaba acabar con nosotros poco antes de llegar. Ya te imaginarás que sucedió después... Luego de eso estuvimos un tiempo viajando juntos antes de tomar caminos separados. El sur me llamaba y debía seguir alejándome tanto como fuese del gélido norte. - Dije esto último con cierta nostalgia.

Hablar de aquello había revivido los recuerdos de mi antigua vida, cuando era una dragón en todo su esplendor, cuando mis poderes no yacían dormidos. Extrañaba volar, sentir el poder , y por qué no, ese imponente tamaño. Recordaba también ese paisaje que había dejado en mi niñez, el blanco cubriendo a lo largo y ancho, nadar en aquellas frías pero gratificantes aguas.

- ¿Tienes familia, Gaegel? - Dije sin pensar, pues todos aquellos recuerdos, mis hermanos, me llevaron a pronunciar aquella frase. En ese punto miraba hacia el techo, contemplando la paja y la madera, las telarañas y las vigas.  

Continuaba tallando mi cuerpo, en las partes donde estaba más sucio o herido tallaba con más vigorosa, después de todo ansiaba por quitarme este olor tan potente que lo único que hacía era atontar mi nariz, ya que al tener un aroma tan penetrante, los demás olores no los percibía de la misma manera.

Al escuchar su respuesta con respecto a cómo había conocido a Zelas no pude evitar reír levemente al escuchar el tono en el que dijo ese "algo". Sabía a lo que se refería con respecto al comportamiento del muerto y resucitado, y estaba seguro de que ella esperaba una historia más interesante, pero la realidad es que no, mi encuentro con el bandido trueno había sido de lo más casual del mundo, y no tenía la necesidad de agregar algo para que sonara más entretenido. Así soy yo después de todo, un tipo que no desea resaltar en nada en particular, mantenerme en el promedio. Así me había servido durante este tiempo, y no deseo que cambie de alguna manera pronto.

Tras haberle devuelto la pregunta noté un momento de silencio, después de todo, lo más seguro es que si esperaba una historia interesante era porque su historia debía de ser más entretenida que la mía. Escuché atentamente mientras continuaba tallándome el cuerpo, y mientras escuchaba podía confirmar mis sospechas. Su historia si era mucho más entretenida que la mía. ¿Pero qué se le iba a hacer?

Aunque al final del relato hubo algo que llamó mi atención, por lo que me animé a preguntar. - ¿No te gusta el *burp*... Frio? - Le pregunté mientras terminaba de asearme y así comencé a recolectar el agua sucia de la tina para traer agua limpia para ella.

Mientras terminaba de llenar por primera vez la vasija escuché la pregunta de parte de Mera, la cual me hizo detener lo que hacía. - No tengo familia... Desde que recuerdo he estado por mi cuenta. - Técnicamente no le estaba mintiendo. Gaegel siempre ha estado solo. El que murió, junto con su amada familia fue Kevius Nightwhite. Aquel que fue relegado de su manada solo por haber hecho lo que debía de hacer yace muerto y enterrado junto con ellos. Terminé de ponerme mi ropa para poder llevar esta agua sucia y seguir limpiando la tina. Cargué la vasija y recorrí el biombo y caminé hacia la puerta con una media sonrisa. - Trataré de no tardar en llenarte la tina. Ya vengo... *burp* - Esos malditos eructos ya me estaban colmando la paciencia. ¿Cómo hacía para que se fueran?

Aquella pregunta sobre le frío, causó que se dibujara un sonrisa bastante irónica en mi rostro. Era una suerte que el biombo se encargaba de que sólo nuestras voces fuese lo único que se notara. Claro que, a veces un simple tono puede explicar muchas cosas...

- En lo absoluto, es el mejor clima que puede haber. Ver el blanco cubrir todo el panorama es contemplar la pureza de la naturaleza en su máximo esplendor. El agua, fría, salvaje e impetuosa, era la mejor aventura. - Suspiré nostálgica. - En fin... hay ciertas cosas que quiero evitar allá y es por ellos que opté por parajes más sureños. - Finalicé colocando a nueva cuenta esa coraza entre mi pasado y yo.

No era que no confiara en él, es decir, era un compañero, pero eso de abrirme emocionalmente con las personas era algo que solía evitar para no fortificar más de lo debido los lazos. Claro que a veces el sentimiento podía más, siendo casos muy particulares.

Con mi siguiente pregunta, no sabía si toqué alguna herida. Había un subtexto en aquella frase que me dejó que pensar. Cómo fuese, y por respeto hacia su persona, pues yo actuaba del mismo modo, no indagué más allá. - Ya veo... - Respondí dejando la conversación en el aire.

Al cabo de un rato, suspiré cansada, creo que me había dormitado un momento pues fue la voz de Gaegel lo que me hizo espabilar. Me levanté apenas me había indicado que se encargaría de llenarme la tina. - Está bien. - Contesté tras estirarme lo suficiente.

Mientras esperaba me deshice de la capa y las botas, dejando el látigo al lado, la jornada de hoy lo había desgastado más de lo que pensaba. Necesitaba conseguir uno nuevo lo más pronto posible, estaba segura que los dioses no serían tan benevolentes en un futuro. También me quite el broche que la guardia me había dado, me dispuse a contemplarlo mientras esperaba a que mi compañero terminara. Mi mente en estos momentos estaba viajando al norte.

La manera en que ella describía las tierras del norte me dejaban en evidencia que amaba ese lugar, y el hecho de que se había alejado de dicho lugar era por razones personales, las cuales respetaba que ella mantuviera para si misma. - En eso te doy *burp* la razón. Esos parajes son muy *burp* llamativos de ver, - Le comenté. Después de todo, por los trabajos que he realizado he tenido que viajar un par de veces por esas zonas, las cuales debía de admitir que en ocasiones eran inclementes para los viajeros, pero que vale mucho la pena de ver.

Luego de haber tenido un torbellino de emociones dentro de mi por la pregunta de Mera con respecto a si tenía familia, agradecí que ella dejara así la conversación. Después de todo. Aunque seamos compañeros de viaje, no había necesidad de entrar en demasiados detalles. Lo que se quisiese contar siempre es bienvenido, pero considero que también es importante mantener lo que queramos mantener privado, así, en lo privado.

Al salir del biombo y decirle que iba por agua para llenar la tina noté como ella estaba medio dormida. Lo cual me hizo reír levemente. - *burp* No te vayas a quedar dormida. O yo tendré que limpiarte *burp*... Y ese servicio no te saldrá barato. - Volví a reír.

Regresé a la zona del pozo para tirar el agua sucia en en el bebedero para los animales de carga y comencé a llenar la vasija con agua limpia. Para cuando termine de llenar la primera tanda caminé de nuevo al cuarto, Los eructos no dejaban de acompañarme en la soledad de la noche, y trataba de hacerlos lo más ruidoso que pudiese, después de todo lo que menos deseaba era buscarme algún problema con el dueño de la posada o con alguna de las personas que durmiera en dicho lugar, así que en mi caso, trataba de reprimir estas ansias de eructar lo más que pudiese, o en caso de no resistir, tratar de hacerlos lo más "silenciosos".

Ese fue mi trabajo durante el otro viaje para llenar la tina. Ya que, si omitíamos esos espantosos eructos, la noche estaba muy tranquila. No podía evitar sentirme cómodo andando de noche, era una particularidad de mi raza, que si bien, por el contacto con otras razas he tratado de mantenerme como un ser diurno. La noche siempre me invita a querer vivirla y apreciarla. Al llegar al cuarto y terminar de poner el agua en la tina salí del biombo mientras me estiraba un poco. - Listo, es tu turno... *burp* - Le dije señalándole la tina con el pulgar.

Reí negando con la cabeza viendo al sujeto de reojo. - ¿Servicio? Te recuerdo que he salvado tu vida en dos ocasiones. Por el contrario es un servicio que estoy dispuesta a aceptar por el pago de uno de ellos. El vino es mi victoria de una apuesta, por eso no entra en el trato, será mejor que hagas bien tus cuentas antes de soltar semejante comentario, cariño. - Dije entre risas pero hasta cierto punto hablaba muy en serio, esperaba primeramente mi compensación por haberle salvado el pellejo aquella vez en Vulwulfar y ahora por haberle quitado las ratas de encima en Rosenatt, desde mi punto de vista él me debía mucho y como bien se sabía, el pago de deudas, especialmente conmigo, tienden a ir con intereses.

Tras todo aquello sólo fue cuestión de esperar a que Gaegel acabara de llenar la tina, por lo que, una vez listo, cloqué el biombo entre ambos y me dispuse a despojarme del resto de la ropa y sumergirme en aquella agua limpia que me llamaba a gritos. Fue... gratificante, sin duda sentirme en sincronía con mi elemento de ese modo era algo que no podía describir, además conforme tallaba mi cuerpo la mugre comenzaba a disiparse progresivamente. - Podría quedarme aquí toda la noche.- Pensé en voz alta en un placentero suspiro.

Me sumergí un momento, dejando que el agua me cubriera por completo y lavara , a su modo mi cabello platinado. No sabía si Gaegel estaría comiendo o esperaría a que acabara, pero por el momento disfrutaba de mi pequeño tiempo de calidad con mi elemento.  

Me quedé allí hasta que se me arrugaron los dedos, poco antes de eso me dispuse a tallar un poco la ropa sucia, notando que estaba agujereada en varias zonas. - Necesito ropa nueva o me quedaré desnuda en cualquier momento. - Pensé en voz baja en la medida que me levantaba y colgaba aquellas prendas en el biombo. - Oye, grandulón enano. - Llamé la atención de Gaegel de manera poco convencional. - ¿Me pasas la sábana? Necesito cubrirme al menos que no te moleste que salga encuerada. - bromeé en esto ultimo cuando ya estaba más que lista para salir del agua y comer antes de ir a dormir.  

Al escucharla decir aquello con respecto a que le debía, por lo que sonreí y asentí levemente con mi cabeza. - Lo sé, lo sé. *burp* No creas que se me ha olvidado, y ya te lo compensaré en su debido *burp* momento. - Le contesté sonriendo. Yo sabía mejor que nadie eso, y no era del tipo de personas que olvidaba una deuda, es solo que pagar con la "misma moneda" no se me había presentado aún, y al tener prácticamente tan poco tiempo de conocerla, me resultaría imposible saber como hacerlo con algún producto que ella necesitara. El compensarlo con alguna baratija cualquiera solo sería una señal de que mi vida no valía nada y que era alguien desechable.

Una vez que dejé listo el baño para Mera, me dirigí hacia la que sería mi cama. Allí pude darme cuenta que ella no había probado nada de la comida. Era razonable, seguramente prefería comer algo cuando estuviera limpia, por lo que decidí esperar un poco, aunque tranquilizaría mi hambre un poco tomando algo de cerveza. Al beber un poco sentí un gran alivio, después de todo, una cerveza luego de un trabajo siempre sabía mejor.

Me recosté en la cama mientras esperaba a que ella saliera. Al escucharla decir aquello miré de reojo al biombo. - No te vayas a *burp* quedar dormida. Te quedarás arrugada *burp* como una pasa. Ya lo he hecho. - Le dije riendo levemente para después dejarla asearse con libertad, después de todo las mujeres tienden a amar bañarse. Yo lo hacía simplemente por no apestar y no dañar mi olfato más que nada.

Ya un rato más, y cuando comenzaba a quedarme dormido pude escuchar que Mera me llamaba de una manera extraña. - ¿He? *burp* - ¿Cómo que grandulón enano? Eso no tiene nada de sentido. Está bien, admito que no soy el tipo más alto de Aerandir, y que incluso ella me supera en estatura, pero eso era ya una burla. Aunque no pude evitar reír levemente al escuchar lo siguiente. - Pues *burp*... A mi no me importa *burp* en lo más mínimo. - Le respondí sonriendo ligeramente.

Yo estaba bromeando, por lo que lentamente me dirigí hacia su cama para tomar la sábana y llevársela, aunque admito que por el hecho de casi quedarme dormido antes estaba moviéndome lento y apenas estaba espabilando el cuerpo. Después de todo el ejercicio que hice hoy, y luego de ese baño, mi cuerpo se sentía algo pesado.

Reí ante lo dicho sobre quedarme dormida en la bañera, la verdad no me importaba si hubiese más tiempo, o agua más limpia. Lo de arrugarme como pasa era lo de menos, el agua para mí era vida en su máximo esplendor.

Para cuando acabé y llamé su atención para que me ayudara, pensé por un momento que se había dormido, sin embargo, más sorprendente aún fue su respuesta. Al principio pensé que se trataba de una broma, pero el hecho de que tardara tanto en pasarme la sábana me hizo caer en cuenta que sí hablaba en serio. - Eres idéntico a Zelas... sabes qué... yo misma voy por ella. - Manifesté reclamando dando varios pasos ya fuera del biombo. - No es como si me importara que...- Mis palabras fueron cortadas en ese momento.

Admito que el pudor no era parte de mi diccionario, y no era como si las personas no hubiesen visto antes una mujer desnuda, en mi cabeza, al menos en estos momentos, no iba con intenciones de algo más carnal. Lo miré por unos segundos antes de acercarme a él, y, extendiendo mi mano tomar la sábana que tenía entre sus manos. -Oh... Gracias. - Dije con suma calma. Tenía mucha confianza en mi misma además como para no sentirme avergonzada por el hecho de que vieran mi cuerpo, modestia aparte me encargaba de darle los cuidados posibles para mantenerme en forma.

Me  enrollé la basta y blanca en el cuerpo que hasta cierto punto por tener la piel mojada se transparentó ligeramente. Luego,  desenredé mi cabello tanto como mis dedos me lo permitían para así finalmente incorporarme hacia la mesa donde la comida esperaba. Ya ahí sí que tomé un buen trago de cerveza que me supo a gloria. - Está bien añejada, sí que le da buen sabor. - Acoté mientras tomaba asiento y tomaba uno de los platos con guiso. - ¿No vienes? - Había notado que no había comido en lo que yo tomaba el baño por lo que supuse que se tomó la molestia de esperarme.  

No lo iba a negar. Yo tenía algo de culpa por lo que había sucedido, ya que me estaba quedando dormido y me había tardado un poco más de la cuenta en reaccionar, y esto no lo había hecho con ninguna doble intención, simplemente pasó que cuando yo me dirigía al biombo para entregarle la sábana, Mera había decidido salir por su cuenta, tomando mis palabras en serio. - Lo siento *burp* Era una broma. - Dije riendo mientras extendía mi mano para entregarle la sábana.

No lo iba a negar, agradecía a los dioses la buena vista que me habían ofrecido en ese momento. Pero ahora la joven podría pensar que le había hecho una treta. Y eso para dos personas que apenas y se conocían podría resultar contraproducente, ya que eso significaba que no podrías confiar en la otra persona. A pesar de que ella actuaba de manera natural, ya buscaría la manera de que no me tuviese en el concepto de ser como Zelas.

Una vez que ella se puso la sábana, pude escuchar aquel comentario con respecto a la cerveza, por lo que asentí levemente. - Si, parece que hicieron un buen *burp* trabajo al fermentarla. - Comenté para luego asentir ante su siguiente pregunta, por lo que me acerqué a donde estaba la comida y tomé el otro plato con guiso para luego sentarme en la cama y comencé a comerlo despacio. No sabía realmente si era por el hambre que tenía, pero la comida me sabía sumamente rica a pesar de que estuviera fría. - Que los dioses bendigan a quien preparó esta comida. - Dije con una amplia sonrisa para luego llevarme otro bocado.

Este día pudo ser perfecto, ya que, ciertamente la recompensa de la cacería de ratas me había caído de maravilla, pero me hicieron falta algunas para poder ganar la apuesta que había hecho con Mera, y luego estaban estos eructos del demonio que no paraban. Aunque el final del día tuvo sus gratas recompensas extras, como el hecho de no tener que pagar la habitación, la comida y la bebida que ahora tenía frente a mi, ¿y por qué no? La grata vista que tuve de mi acompañante. Pero bueno. No hay días realmente perfectos.

Gaejel al parecer se estaba disculpando por lo que sucedía, cosa que no creía en lo absoluto por lo que resté cierta importancia a aquellas frases. Moría de hambre, y ahora que estaba también limpia mi apetito era más fuerte que nunca.

Tras mi invitación hacia la mesa, mi compañero se acercó a tomar su ración en la medida que concordaba conmigo por el sabor tan exquisito de la cerveza. - Tienes razón, que los dioses bendigan las manos de quien hizo esta cerveza. - Levanté mi tarro y lo choqué con el suyo antes de agregar. - Y brindo por la nueva alianza que nos espera, porque a pesar de que seas un descarado pervertido, serás mi compañero de aventuras en todo el sentido de la frase hasta que la muerte o la paga nos separen. - Finalicé en son de broma.

Comer y beber me pusieron de buen humor y aunque sí podía sentirme muy contenta, una vez que acabé hasta la mínima gota de guiso de mi plato, me invadió un pesado cansancio. Un bostezo en la medida que me rascaba los ojos fueron suficientes para dar a entender aquello.

Ni siquiera me molesté en llegar a la cama que se supone me correspondía, estaba mas cerca la otra por lo que hice un hueco y de inmediato me acosté sin preguntar y sin más, sólo caí allí dejándome envolver por los brazos ajenos del dios de los sueños. Había sido un día largo, un día emocionante pero que sin duda me dejó al limite de mi energía.

La verdad agradecía haber podido viajar con Gaegel, eso me había permitido hasta cierto punto forjar un cierto lazo de compañerismo con él, después de todo si íbamos a estar viajando juntos era mejor conocernos para generar confianza en nosotros, al menos la suficiente para trabajar en equipo. No aspiraba a más aunque eso no dependía de mí.

No cabe duda que la comida, luego de un arduo trabajo sabe a gloria. Ahora mismo estaba comiendo algo que estaba frío, y que en otras circunstancias seguramente pasaría de largo y optaría por no comerlo, pero ahora el caso era completamente diferente, y vaya que esos factores influyen mucho en cómo es que nosotros actuamos.

Mera dio un brindis con relación a nosotros. Al escuchar que dijo que era un descarado pervertido entrecerré un momento mis ojos, pero luego volví a sonreír. - Tengo la corazonada de que *burp* será un grato trabajo el que compartiré contigo... *burp* Y ojalá que sea la paga la que nos separe *burp* y no la muerte. - Sonreí ampliamente para así darle un buen trago a mi tarro para así terminar con la poca comida que quedaba en mi plato.

Una vez que terminamos de comer, y casi de inmediato a aquella mujer le invadió un sueño tremendo. Fue tanto que pude notar como se dirigía a la que se suponía era mi cama. - Esa es mi... *burp* - No tenía caso, ella se había arropado en la cama y parecía que había quedado por completo dormida. - Cama. - Suspiré levemente. Acomodé un poco los platos y los tarros en la pequeña mesa y luego caminé hacia la cama que le correspondía a Mera. Pero como ella se había cubierto con las sábanas de la cama, seguramente sería muy incómodo dormir allí, y no podía quitar las sábanas de la otra cama volví a suspirar. - Ya qué... *burp* Ojalá no me vaya a *burp* magullar más de lo que ya estoy. *burp* - Dije en voz baja, haciendo referencia a que Mera me había comentado que en ocasiones golpeaba y pateaba mientras dormía. Me metí en la cama y me acomodé un poco para luego de un rato quedarme completamente dormido.

[Finalizado]