Quedate quieto [Priv. Gaegel / +18/ Cerrado ]
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Taberna de hospedaje. - Roilkat
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Desde mi llegada a esa ciudad con sus incontables momentos algo peculiares, había querido aprovechar el tiempo en la confección de ropa a fin de obtener ingresos extras a lo largo de la travesía que nos esperaba con Zelas y cómo no ser de utilidad no sólo en el combate pues seguramente sería de ayuda reparar un poco de ropa. Para ello necesitaba practicar, y aunque Tea era una excelente maestra, nada mejor que un maniquí más humano y dispuesto (porque no tendría más opción) a ayudarme.
Esperé al momento adecuado, un día en el estaba más que segura no saldría de la taberna, y por qué razón. Granizo primaveral, nadie, pero nadie en su sano juicio, quizás sólo Zelas, saldría con este clima.
Preparé todas mis cosas, y una vez salí de mi habitación, caminé por el pasillo hacia la suya. Era obvio que iba dispuesta a no esperar un no como respuesta, y prefería empezar con él que al fin al cabo era uno a los que más le tenía confianza en el equipo.
Toc, toc, toc. Fue el sonido constante de mi puño. Revisaba en mi bolsa que tuviera todo lo necesario, además tenía algunas telas en mi brazo, cortesía de Tea. - Gaegel, espero que no estés ocupado, necesito un favor. - Hablé proyectando a través de la madera hacia el otro lado. - Ah y ordené de comer. ¿Te molestaría pagar cuando lleguen? - agregué en tono agudo e inocente.
Esperé al momento adecuado, un día en el estaba más que segura no saldría de la taberna, y por qué razón. Granizo primaveral, nadie, pero nadie en su sano juicio, quizás sólo Zelas, saldría con este clima.
Preparé todas mis cosas, y una vez salí de mi habitación, caminé por el pasillo hacia la suya. Era obvio que iba dispuesta a no esperar un no como respuesta, y prefería empezar con él que al fin al cabo era uno a los que más le tenía confianza en el equipo.
Toc, toc, toc. Fue el sonido constante de mi puño. Revisaba en mi bolsa que tuviera todo lo necesario, además tenía algunas telas en mi brazo, cortesía de Tea. - Gaegel, espero que no estés ocupado, necesito un favor. - Hablé proyectando a través de la madera hacia el otro lado. - Ah y ordené de comer. ¿Te molestaría pagar cuando lleguen? - agregué en tono agudo e inocente.
Última edición por Meraxes el Sáb 1 Oct - 4:41, editado 2 veces
Meraxes
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Re: Quedate quieto [Priv. Gaegel / +18/ Cerrado ]
Que día del asco. - Decía mientras estaba acostado boca abajo en la cama. Era de esos días donde no se podía hacer nada en particular. Salir a la calle con el clima de hoy era una tontería. Si bien sabía que eso no detendría a Zelas, no sería yo quien lo secundara, por lo que lo que hice fue ordenarme dos jarras de cerveza. Con el clima de hoy tardarían más en calentarse.
Luego de un rato de estar en esa posición, terminé por levantarme. Me encaminé hacia la ventana, la cual se había abierto por el aire que estaba haciendo. Antes de llegar allí me encargué de servirme un poco de cerveza en el tarro. Hecho eso llegué a la ventana para apreciar el caótico clima que estaba haciendo allá afuera. Negué con mi cabeza, ya que prácticamente era un día desperdiciado. Si hubiese hecho un buen tiempo bien pude ir a ayudarle a algún maestro carpintero y sacar unos aeros, en cambio, hoy no obtendría ninguna ganancia, pero si tenía que pagar el hospedaje de hoy.
Me senté un momento en el marco de la ventana mientras le daba unos pequeños sorbos a mi cerveza, aunque mis pensamientos fueron cortados cuando escuché que alguien tocaba la puerta de mi habitación. En eso escuché la voz de Mera, al escuchar su comentario arquee mi ceja. ¿Qué podría estar haciendo con un clima como este? Después de meditar unos segundos entrecerré mis ojos. Si, podría estar ocupado, pero la verdad es que las mujeres que trabajaban aquí no eran de mi agrado. El tabernero se había encargado de engordar mucho a sus hijas para que no fuesen apetecibles para la mayoría de los hombres.
En eso escuché lo que dijo enseguida. Ya me estaba acercando para abrirle la puerta, pero cuando terminó su comentario arquee mi ceja de nueva cuenta y me apresuré a abrir la puerta. - Ah, que amable, me invitas a comer con mi propio dinero. - Dije dándole otro sorbo a mi cerveza. - En fin, estaba pensando pedir algo de comer. Pasa. - Me di cuenta que ella traía algunas telas, lo cual me resultó un poco curioso. - ¿Y eso? - Le pregunté señalando las telas que traía e su brazo.
Luego de un rato de estar en esa posición, terminé por levantarme. Me encaminé hacia la ventana, la cual se había abierto por el aire que estaba haciendo. Antes de llegar allí me encargué de servirme un poco de cerveza en el tarro. Hecho eso llegué a la ventana para apreciar el caótico clima que estaba haciendo allá afuera. Negué con mi cabeza, ya que prácticamente era un día desperdiciado. Si hubiese hecho un buen tiempo bien pude ir a ayudarle a algún maestro carpintero y sacar unos aeros, en cambio, hoy no obtendría ninguna ganancia, pero si tenía que pagar el hospedaje de hoy.
Me senté un momento en el marco de la ventana mientras le daba unos pequeños sorbos a mi cerveza, aunque mis pensamientos fueron cortados cuando escuché que alguien tocaba la puerta de mi habitación. En eso escuché la voz de Mera, al escuchar su comentario arquee mi ceja. ¿Qué podría estar haciendo con un clima como este? Después de meditar unos segundos entrecerré mis ojos. Si, podría estar ocupado, pero la verdad es que las mujeres que trabajaban aquí no eran de mi agrado. El tabernero se había encargado de engordar mucho a sus hijas para que no fuesen apetecibles para la mayoría de los hombres.
En eso escuché lo que dijo enseguida. Ya me estaba acercando para abrirle la puerta, pero cuando terminó su comentario arquee mi ceja de nueva cuenta y me apresuré a abrir la puerta. - Ah, que amable, me invitas a comer con mi propio dinero. - Dije dándole otro sorbo a mi cerveza. - En fin, estaba pensando pedir algo de comer. Pasa. - Me di cuenta que ella traía algunas telas, lo cual me resultó un poco curioso. - ¿Y eso? - Le pregunté señalando las telas que traía e su brazo.
Gaegel
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Re: Quedate quieto [Priv. Gaegel / +18/ Cerrado ]
La puerta se abrió con su galante respuesta aceptando el hecho de que la comida correría por su cuenta. Sonreí ampliamente como rectificando que aquello era más que un hecho, estar con Gaegel me ponía de buen humor, él tenía un no sé qué que me hacía sentirme tranquila. Quizás era por su forma de hablar, Gaegel tenía una calidez innata que le era provechosa.
Entré a la habitación que no difería mucho de la mía, quizás tal vez por el desorden que yo tenía allá de telas, libros y demás. Dejé todo sobre la cama y esto debido porque sabía que la comida llegaría y necesitábamos la mesa libre.
Ante su pregunta lo miré entusiasta. - Oh, serás mi modelo hoy. Necesito saber si ya puedo hacer ropa masculina sin que me quede un brazo mas largo que otro y si nos da tiempo quizás pueda estudiar un poco tu armadura, me intriga la adaptabilidad que posee y quiero poder recrearla en algún futuro. - Expliqué tranquilamente poniéndome cómoda en una de las sillas.
- No creo que tengas algo mejor qué hacer con este clima. - Acoté dando por hecho que lo mejor era pasar el rato conmigo sin que pudiera negarse. - Además, las hijas del tarbenero no parecen ser de tu agrado, así que... eres mi modelo por el día de hoy. Sólo tienes que quedarte quieto mientras hago lo mío. - Mi sonrisa se volvió ampliar de un modo infantil y travieso que solía mostrar sólo con aquellos con los que hasta cierta forma comenzaba a estrechar lazos de confianza.
Entré a la habitación que no difería mucho de la mía, quizás tal vez por el desorden que yo tenía allá de telas, libros y demás. Dejé todo sobre la cama y esto debido porque sabía que la comida llegaría y necesitábamos la mesa libre.
Ante su pregunta lo miré entusiasta. - Oh, serás mi modelo hoy. Necesito saber si ya puedo hacer ropa masculina sin que me quede un brazo mas largo que otro y si nos da tiempo quizás pueda estudiar un poco tu armadura, me intriga la adaptabilidad que posee y quiero poder recrearla en algún futuro. - Expliqué tranquilamente poniéndome cómoda en una de las sillas.
- No creo que tengas algo mejor qué hacer con este clima. - Acoté dando por hecho que lo mejor era pasar el rato conmigo sin que pudiera negarse. - Además, las hijas del tarbenero no parecen ser de tu agrado, así que... eres mi modelo por el día de hoy. Sólo tienes que quedarte quieto mientras hago lo mío. - Mi sonrisa se volvió ampliar de un modo infantil y travieso que solía mostrar sólo con aquellos con los que hasta cierta forma comenzaba a estrechar lazos de confianza.
Meraxes
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Re: Quedate quieto [Priv. Gaegel / +18/ Cerrado ]
Una vez que ella entró dejó las telas en la cama, después de todo, si había ordenado comida se terminaría usando la mesa. Una vez que cerré la puerta y me senté en una de las sillas. Apenas me estaba terminando de acomodar cuando lo primero que escuché a mi pregunta fue que yo sería su modelo de hoy. - ¿Que yo qué? - Pregunté aún incrédulo mientras la escuchaba hablar. Además de servirle en sus estudios de curtiduría, también revisaría mi armadura. A mi eso no me molestaba, pero si me resultaba extraño lo primero que dijo.
Aunque cuando mencionó el quehacer por el día de hoy simplemente me quedé sin alguna excusa. Después de todo, realmente no tenía nada mejor que hacer, y sobre todo cuando mencionó a las hijas del tabernero. Suspiré profundamente, ya que no tenía ninguna excusa.
Pues no... La verdad no tengo nada que hacer. - Dije resignado a lo que haría el resto del día. - Está bien, está bien. Por lo menos tengo cerveza para así hacer más llevadero el asunto. - Dije riendo levemente para luego darle un sorbo a mi trago. No me quedaba más remedio que resignarme a mi destino. - Solo te pido que mientras realizas los ajustes a la ropa no me vayas a picar con los alfileres. - Le dije mirando atentamente a mi acompañante.
La verdad es que todo el día de hoy había iniciado de manera horrenda, al principio me trajeron una cerveza con pésimo sabor, el clima de el día de hoy era horrendo para salir a trabajar, las hijas del tabernero eran horribles, por lo que la idea de montarlas eran simplemente un suicidio. Por lo que el pasar el día siendo el modelo de Mera era lo mejor que podía hacer por el resto del día. Quien sabe, tal vez al menos, una vez que ella termine podamos beber juntos para pasar el rato.
Aunque cuando mencionó el quehacer por el día de hoy simplemente me quedé sin alguna excusa. Después de todo, realmente no tenía nada mejor que hacer, y sobre todo cuando mencionó a las hijas del tabernero. Suspiré profundamente, ya que no tenía ninguna excusa.
Pues no... La verdad no tengo nada que hacer. - Dije resignado a lo que haría el resto del día. - Está bien, está bien. Por lo menos tengo cerveza para así hacer más llevadero el asunto. - Dije riendo levemente para luego darle un sorbo a mi trago. No me quedaba más remedio que resignarme a mi destino. - Solo te pido que mientras realizas los ajustes a la ropa no me vayas a picar con los alfileres. - Le dije mirando atentamente a mi acompañante.
La verdad es que todo el día de hoy había iniciado de manera horrenda, al principio me trajeron una cerveza con pésimo sabor, el clima de el día de hoy era horrendo para salir a trabajar, las hijas del tabernero eran horribles, por lo que la idea de montarlas eran simplemente un suicidio. Por lo que el pasar el día siendo el modelo de Mera era lo mejor que podía hacer por el resto del día. Quien sabe, tal vez al menos, una vez que ella termine podamos beber juntos para pasar el rato.
Gaegel
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Re: Quedate quieto [Priv. Gaegel / +18/ Cerrado ]
Recalcando lo obvio con la respuesta de Gaegel, era más que evidente que aprovecharía ese día con él. Sonreí con malicia ante su petición. - No puedo prometer nada, cariño, Sólo soy una humilde aprendiz. - Dije con cierto asomo de ironía en mi voz sin borrar la sonrisa de mi rostro.
- Pero ya, hablando en serio haré lo posible por no pincharte. Aunque deberás quitarte la ropa, ya sabes mucha tela y quiero tomar bien tus medidas . - Explicaba ya mucho más enfocada en el trabajo dejando de lado las bromas por un momento.
No tardaron en tocar la puerta, asumía que se trataba de la comida que pedí por lo que fui yo la que se levantó a abrir. Allí estaba una de aquellas chics de las que había hablado hace un rato, parecía decepcionada al ver que había sido yo la que abría la puerta de la habitación. Bajé la vista, la chica era bastante enana, bueno pocos eran las personas que en mi caso podría considerar altas. - Déjalo en la mesa, por favor. - Le indiqué mientras pasaba al interior con la bandeja y su contenido en mano. Dos jarras, una de cerveza y otra de vino, fruta, carne, huevos ,pan y guiso suficiente para cuatro personas .
Mi vista paseaba de Gaegel a la chica y viceversa controlando tanto como los dioses me lo permitieran la risa interna. Decidí ponerle más leña al fuego, sólo para ver las reacciones de mi compañero. - ¿No piensas pagarle cariño mío? - La dificultad para no reír tras aquella frase fue abismal, no sé ni como pude hacerlo, y la verdad sólo esperaba que la muchacha que francamente no tenía la culpa de nada se marchara para poder estallar en carcajadas.
- Pero ya, hablando en serio haré lo posible por no pincharte. Aunque deberás quitarte la ropa, ya sabes mucha tela y quiero tomar bien tus medidas . - Explicaba ya mucho más enfocada en el trabajo dejando de lado las bromas por un momento.
No tardaron en tocar la puerta, asumía que se trataba de la comida que pedí por lo que fui yo la que se levantó a abrir. Allí estaba una de aquellas chics de las que había hablado hace un rato, parecía decepcionada al ver que había sido yo la que abría la puerta de la habitación. Bajé la vista, la chica era bastante enana, bueno pocos eran las personas que en mi caso podría considerar altas. - Déjalo en la mesa, por favor. - Le indiqué mientras pasaba al interior con la bandeja y su contenido en mano. Dos jarras, una de cerveza y otra de vino, fruta, carne, huevos ,pan y guiso suficiente para cuatro personas .
Mi vista paseaba de Gaegel a la chica y viceversa controlando tanto como los dioses me lo permitieran la risa interna. Decidí ponerle más leña al fuego, sólo para ver las reacciones de mi compañero. - ¿No piensas pagarle cariño mío? - La dificultad para no reír tras aquella frase fue abismal, no sé ni como pude hacerlo, y la verdad sólo esperaba que la muchacha que francamente no tenía la culpa de nada se marchara para poder estallar en carcajadas.
Meraxes
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Re: Quedate quieto [Priv. Gaegel / +18/ Cerrado ]
Luego de pedirle que evitara pincharme con algún alfiler, ella hizo ese comentario el cual hizo que me encogiera de hombros, suspirando levemente. - Si... Me lo temía, pero debía de pedirlo. - Pude escuchar cómo en un tono más serio me decía que haría lo posible por no pincharme. Escuché su siguiente comentario y asentí con la cabeza para luego darle un trago a mi cerveza. - Si, está bien. - Y dicho eso dejé el vaso en la mesa para así comenzar despojándome primero de mi armadura ligera y así continuar quitándome la ropa ligera hasta dejarme con el torso completamente descubierto.
Hecho eso, pude escuchar como tocaban la puerta, y fue Mera quien fue a abrir. Yo mientras tanto estaba colocando mi ropa en una de las sillas. Por el comentario de mi acompañante, podía intuir que se trataba de la comida, me giré y allí estaba una de las hijas del tabernero. Pude notar cómo de reojo esa mujer que realmente no me resultaba para nada atractiva me miraba de reojo, lo cual hizo que un pequeño escalofrío recorriera mi espalda. Y luego de eso pude escuchar cómo Mera hizo aquel comentario que hizo que la viera de reojo. Sonreí internamente con malicia.
Claro, justo iba a hacerlo, amor. - Asentía mientras hurgaba en mi bolsillo y de el sacaba una pequeña bolsa con monedas, saqué algunas monedas, las cuales cubrirían perfectamente la comida y un poco más, y extendí mi diestra para darle el dinero a la joven. - Aquí tienes. Por favor, te agradecería que no nos molestaran más al rato. Ya que estaremos algo, ocupados. - Dije sonriendo levemente, aunque por dentro estaba riendo a carcajadas. Mera tenía una mente maquiavélica, aunque por ahora le seguiría el juego, ya que la lluvia de allá afuera me tenía aburrido, así que algo para distraerme me caería bien. Y hasta cierto punto no estaba mintiendo, Mera estaría practicando, por lo que le convenía estar tranquila y sin demasiadas interrupciones.
La hija del tabernero tomó el dinero y asintió con la cabeza para luego salir de allí, sin demasiado ánimo hasta que ella salió y cerró la puerta. Fue en ese momento cuando volvimos estar a solas reí levemente. - Eres un caso serio. - Reía levemente mientras me deshacía de mis botas y luego me quité el pantalón hasta quedar solo con mi ropa interior. - ¿Con esto es suficiente? ¿O también deseas incursionar en la confección de ropa interior masculina? - Reí levemente mientras me miraba a mi mismo. Mi pecho, mis brazos, así como mis piernas tenían abundante vello. Mi fisiología era media, tenía un cuerpo trabajado, pero sin exceso de músculos, ya que estos te vuelven lentos, pero la ausencia de los mismos de vuelven frágil. - Entonces. ¿Ahora qué hago? - Miró atentamente a Mera, ya que ahora debía de seguir las indicaciones que ella me daba.
Hecho eso, pude escuchar como tocaban la puerta, y fue Mera quien fue a abrir. Yo mientras tanto estaba colocando mi ropa en una de las sillas. Por el comentario de mi acompañante, podía intuir que se trataba de la comida, me giré y allí estaba una de las hijas del tabernero. Pude notar cómo de reojo esa mujer que realmente no me resultaba para nada atractiva me miraba de reojo, lo cual hizo que un pequeño escalofrío recorriera mi espalda. Y luego de eso pude escuchar cómo Mera hizo aquel comentario que hizo que la viera de reojo. Sonreí internamente con malicia.
Claro, justo iba a hacerlo, amor. - Asentía mientras hurgaba en mi bolsillo y de el sacaba una pequeña bolsa con monedas, saqué algunas monedas, las cuales cubrirían perfectamente la comida y un poco más, y extendí mi diestra para darle el dinero a la joven. - Aquí tienes. Por favor, te agradecería que no nos molestaran más al rato. Ya que estaremos algo, ocupados. - Dije sonriendo levemente, aunque por dentro estaba riendo a carcajadas. Mera tenía una mente maquiavélica, aunque por ahora le seguiría el juego, ya que la lluvia de allá afuera me tenía aburrido, así que algo para distraerme me caería bien. Y hasta cierto punto no estaba mintiendo, Mera estaría practicando, por lo que le convenía estar tranquila y sin demasiadas interrupciones.
La hija del tabernero tomó el dinero y asintió con la cabeza para luego salir de allí, sin demasiado ánimo hasta que ella salió y cerró la puerta. Fue en ese momento cuando volvimos estar a solas reí levemente. - Eres un caso serio. - Reía levemente mientras me deshacía de mis botas y luego me quité el pantalón hasta quedar solo con mi ropa interior. - ¿Con esto es suficiente? ¿O también deseas incursionar en la confección de ropa interior masculina? - Reí levemente mientras me miraba a mi mismo. Mi pecho, mis brazos, así como mis piernas tenían abundante vello. Mi fisiología era media, tenía un cuerpo trabajado, pero sin exceso de músculos, ya que estos te vuelven lentos, pero la ausencia de los mismos de vuelven frágil. - Entonces. ¿Ahora qué hago? - Miró atentamente a Mera, ya que ahora debía de seguir las indicaciones que ella me daba.
Gaegel
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Re: Quedate quieto [Priv. Gaegel / +18/ Cerrado ]
Era bastante gracioso el hecho de que Gaegel me siguiera el juego y ver la incomodidad en los ojos de la chica, no tenía nada en contra de ella realmente peri si a él le hubiera gustado desde hace tiempo seguramente que hubiera solicitado los servicios de la fémina.
Fue cuando una pregunta algo fugaz transitó por mi cabeza. ¿Yo le gustaba? No en el sentido de u lazo afectivo, eso desde mi punto de vista eran patrañas, pero desde aquel extraño sueño era algo que me causaba curiosidad, no dejaba de pensar lo vivido e intenso que fue aquella experiencia. Zelas y yo podíamos estar y no estar como si nada hubiera sucedido, pero ¿Qué tan pudoroso era él en ese aspecto de su vida?
Como fuese era ese tipo de preguntas que me generaban más y prefería aprovechar el tiempo en otras cosas que al menos me dejaran la experiencia y el aprendizaje.
- Puedo irme y dejarte a solas si quieres estar con ella. - Bromeé entre risas, tras su comentario en el que me calificaba como "un caso," dispuesta a sentarme en la silla.
Cuando pensé que primeramente desayunaríamos, pues ya yo me estaba sentando en la silla y tomaba mi cuenco para comer. Mi acompañante tenía otros planes. Miré la comida antes de girar mi vista descaradamente hacia él: cada movimiento, cada musculo, cada maldito vello que se esparcían a lo largo y ancho de tan tonificado cuerpo. Debía admitir dos cosas, ese maldito estaba condenadamente tan deseable como Zelas, y ... era sorprendente el detalle con el que había soñado con él y fuese idéntico en todos los sentidos, bueno, aún había que determinar si bajo la ropa interior era igual.
No aparté mi vista de él, dejando volar mi imaginación hasta que finalmente habló y respondí entre risas. - Pues yo pensaba comer, pero gracias por el entretenimiento privado. Estás como quieres. - Agregué sin dejar de reír. Tomé mi cuenco y dado que estaba bastante distraída comiéndome al hombre con la mirada, una cantidad considerable de salsa cayó en mi blusa. -
Fue cuando una pregunta algo fugaz transitó por mi cabeza. ¿Yo le gustaba? No en el sentido de u lazo afectivo, eso desde mi punto de vista eran patrañas, pero desde aquel extraño sueño era algo que me causaba curiosidad, no dejaba de pensar lo vivido e intenso que fue aquella experiencia. Zelas y yo podíamos estar y no estar como si nada hubiera sucedido, pero ¿Qué tan pudoroso era él en ese aspecto de su vida?
Como fuese era ese tipo de preguntas que me generaban más y prefería aprovechar el tiempo en otras cosas que al menos me dejaran la experiencia y el aprendizaje.
- Puedo irme y dejarte a solas si quieres estar con ella. - Bromeé entre risas, tras su comentario en el que me calificaba como "un caso," dispuesta a sentarme en la silla.
Cuando pensé que primeramente desayunaríamos, pues ya yo me estaba sentando en la silla y tomaba mi cuenco para comer. Mi acompañante tenía otros planes. Miré la comida antes de girar mi vista descaradamente hacia él: cada movimiento, cada musculo, cada maldito vello que se esparcían a lo largo y ancho de tan tonificado cuerpo. Debía admitir dos cosas, ese maldito estaba condenadamente tan deseable como Zelas, y ... era sorprendente el detalle con el que había soñado con él y fuese idéntico en todos los sentidos, bueno, aún había que determinar si bajo la ropa interior era igual.
No aparté mi vista de él, dejando volar mi imaginación hasta que finalmente habló y respondí entre risas. - Pues yo pensaba comer, pero gracias por el entretenimiento privado. Estás como quieres. - Agregué sin dejar de reír. Tomé mi cuenco y dado que estaba bastante distraída comiéndome al hombre con la mirada, una cantidad considerable de salsa cayó en mi blusa. -
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Re: Quedate quieto [Priv. Gaegel / +18/ Cerrado ]
Al escuchar su comentario, y mientras me quitaba la ropa negué con mi cabeza. - No, gracias. Mejor omite mi comentario. - Reí levemente, y de esa manera continué con mi tarea de quitarme la ropa. Durante el proceso, inevitablemente se me vino a la cabeza algunas imágenes. Eran de un extraño sueño que había tenido, y justamente tenían que ver con Mera, también con el resto de integrantes del grupo, pero yo me había centrado en la mujer de rubia cabellera. Ese sueño había sido tan nítido que aún recuerdo que cuando desperté la erección en mi miembro era sumamente dura. Mayor que las habituales al despertar.
Una vez que terminé de quitarme todo, excepto mi ropa interior, noté como Mera estaba sentada comiendo. Al escuchar su comentario me rasqué la nuca. - Si, creo que era una mejor opción. Tal vez las dos jarras de cerveza que me he tomado no me dejan pensar adecuadamente. - Reí levemente - Y gracias por el comentario. Gracias a los dioses la cerveza que bebo no se asienta en mi estómago. - Dije dándole un par de palmaditas a altura de mi ombligo, haciendo evidencia que no había grasa acumulada en esa área. Después de todo, a pesar de todo lo que consumía de cerveza, siempre trataba de realizar alguna actividad física para evitar crear alguna especie de panza de borracho. Después de todo, no quería aletargarme, ya que eso acabaría con mi estilo de combate.
En eso noté como se vació algo de comida en la blusa. Eso me hizo reír levemente mientras me acercaba y me sentaba frente a ella. - Parece que te ha sorprendido tanto que hasta a tu ropa le ha dado hambre. - Dicho eso tomé la cuchara y comí un poco del guisado mientras sonreía levemente. - Imagino que no querrás estar tomándome medidas mientras sientes el aroma del estofado. - Le comenté para luego tomar mi tarro y beber un poco de cerveza y luego volví mi atención a mi acompañante, al mismo tiempo que tomaba un poco más de mi estofado.
Una vez que terminé de quitarme todo, excepto mi ropa interior, noté como Mera estaba sentada comiendo. Al escuchar su comentario me rasqué la nuca. - Si, creo que era una mejor opción. Tal vez las dos jarras de cerveza que me he tomado no me dejan pensar adecuadamente. - Reí levemente - Y gracias por el comentario. Gracias a los dioses la cerveza que bebo no se asienta en mi estómago. - Dije dándole un par de palmaditas a altura de mi ombligo, haciendo evidencia que no había grasa acumulada en esa área. Después de todo, a pesar de todo lo que consumía de cerveza, siempre trataba de realizar alguna actividad física para evitar crear alguna especie de panza de borracho. Después de todo, no quería aletargarme, ya que eso acabaría con mi estilo de combate.
En eso noté como se vació algo de comida en la blusa. Eso me hizo reír levemente mientras me acercaba y me sentaba frente a ella. - Parece que te ha sorprendido tanto que hasta a tu ropa le ha dado hambre. - Dicho eso tomé la cuchara y comí un poco del guisado mientras sonreía levemente. - Imagino que no querrás estar tomándome medidas mientras sientes el aroma del estofado. - Le comenté para luego tomar mi tarro y beber un poco de cerveza y luego volví mi atención a mi acompañante, al mismo tiempo que tomaba un poco más de mi estofado.
Gaegel
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Re: Quedate quieto [Priv. Gaegel / +18/ Cerrado ]
Luego de mi descaro al comerme con la mirada a mi compañero, lo mejor era comer realmente de lo que tenía en frente de mí. Sin embargo las cosas, por andar llevando mis pensamientos a cosas subidas de tono, no salieron tan bien para mi camisa que ahora estaba llena de guiso.
El comentario por parte de Gaegel no tardó en llegar una vez se sentó, cosa que agradecía también porque hacía de la vista mucho más amena, ese desgraciado estaba como quería y era algo que no iba a dejar de repetir. Era un encanto desordenado, salvaje tan diferente pero igual de atrayente que Zelas.
-Obvio no, por eso no creo que te moleste que tome tu camisa prestada mientras lo hago. - Dije luego de dar un buen sorbo a mi bebida y terminar de devorar el guiso en unos pocos bocados para así levantarme de donde estaba.
No sabía si había sido ese sueño, o el hecho de que el hubiera empezado a quitarse la ropa, peor hasta cierto punto eso me había incitado un poco. Estábamos solos, y la curiosidad de saber qué se sentiría enredar mi cuerpo al suyo no dejaba de pasar por mi cabeza, ese sueño volvía a mi cabeza y estremecía cada rincón de mi cuerpo y calentaba áreas bastante sensibles.
Sin más, de espaldas a él, y luego de caminar contoneandome un poco, me deshice de la blusa dispuesta a tomar con gran lentitud debía acotar la camisa de Gaegel para cubrirme y comenzar mi trabajo. Una parte de mí se comenzaba a preguntar si el estaba teniendo los mismos pensamientos lascivos que yo.
El comentario por parte de Gaegel no tardó en llegar una vez se sentó, cosa que agradecía también porque hacía de la vista mucho más amena, ese desgraciado estaba como quería y era algo que no iba a dejar de repetir. Era un encanto desordenado, salvaje tan diferente pero igual de atrayente que Zelas.
-Obvio no, por eso no creo que te moleste que tome tu camisa prestada mientras lo hago. - Dije luego de dar un buen sorbo a mi bebida y terminar de devorar el guiso en unos pocos bocados para así levantarme de donde estaba.
No sabía si había sido ese sueño, o el hecho de que el hubiera empezado a quitarse la ropa, peor hasta cierto punto eso me había incitado un poco. Estábamos solos, y la curiosidad de saber qué se sentiría enredar mi cuerpo al suyo no dejaba de pasar por mi cabeza, ese sueño volvía a mi cabeza y estremecía cada rincón de mi cuerpo y calentaba áreas bastante sensibles.
Sin más, de espaldas a él, y luego de caminar contoneandome un poco, me deshice de la blusa dispuesta a tomar con gran lentitud debía acotar la camisa de Gaegel para cubrirme y comenzar mi trabajo. Una parte de mí se comenzaba a preguntar si el estaba teniendo los mismos pensamientos lascivos que yo.
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Re: Quedate quieto [Priv. Gaegel / +18/ Cerrado ]
El miembro 'Meraxes' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Quedate quieto [Priv. Gaegel / +18/ Cerrado ]
Comencé a comer, a un ritmo rápido, después de todo, ella había comenzado a comer antes que yo, y con lo que perdió cuando se le cayó el estofado a la blusa, yo debía de comer también. La comida no sabe tan bien cuando está fría, por lo que comí a paso apresurado. En eso escuché el comentario de Mera, con respecto a usar mi camisa, por lo que sonreí levemente. - Seguro. Puedes usarla. - Le sonreí mientras bebía un poco de cerveza.
Cuando iba a la mitad de mi plato de comida, noté como ella se levantaba y comenzó a andar con un sensual contoneo, el cual me fue simplemente imposible de evitar ver. A pesar de que ella pueda tener una personalidad imponente la mayor parte del tiempo, eso no quitaba que era una mujer absolutamente atrayente. Era alta, y tenía todo en una proporción adecuada. Por ese lado podía comprender que Zelas fuera tan intimo con ella.
Y fue en ese momento cuando los recuerdos de aquel sueño volvieron a mi cabeza. No podía entenderlo, ese sueño había sido tan nítido que a pesar de los días, no podía sacar de mi cabeza aquellas imágenes tan eróticas y sensuales. Ella se colocó detrás de mi, lo cual me hizo volver a mi comida unos momentos. Y no lo pude evitar. La curiosidad por tener a Mera sacándose su blusa hizo que viera de reojo a la mujer, iba a beber de mi cerveza. Pero al estar tan distraído viendo a semejante monumento de mujer, cuando intenté tomar el tarro, no lo sujeté, simplemente agarré a "la nada". Fue en ese momento cuando pude notar mi desequilibrio, pero en el segundo intento logré tomar el tarro y llevarlo a mi boca, aunque de nueva cuenta mis ojos volvieron a ver a Mera.
¿Le molestaría que tenga una miradita? Yo creo que no, después de todo, ya habíamos compartido habitación, y por un descuido mío, ya había visto algo de ella alguna vez, así que tal vez una segunda no habría inconveniente. Al menos eso creía yo, pero eso me dejaba una incógnita, si bien le parezco atractivo, como ella había mencionado antes, ¿habrá tenido pensamientos sexuales hacia mi, así como yo los he tenido por ella? Esa duda estaba comenzando a retumbar en mi cabeza. Por lo que, quizá porque ya había bebido un par de jarras de cerveza y me encontraba algo envalentonado, decidí girar mi silla para ver con mayor claridad. Hecho eso miré a Mera y volviendo a tomar el tarro de cerveza sonreí pícaramente - Ya que yo te di un "show privado", creo que al menos puedo tener un "servicio" como retribución. - Dije sin despegar mi vista de mi acompañante y beber algo de mi tarro de cerveza.
Cuando iba a la mitad de mi plato de comida, noté como ella se levantaba y comenzó a andar con un sensual contoneo, el cual me fue simplemente imposible de evitar ver. A pesar de que ella pueda tener una personalidad imponente la mayor parte del tiempo, eso no quitaba que era una mujer absolutamente atrayente. Era alta, y tenía todo en una proporción adecuada. Por ese lado podía comprender que Zelas fuera tan intimo con ella.
Y fue en ese momento cuando los recuerdos de aquel sueño volvieron a mi cabeza. No podía entenderlo, ese sueño había sido tan nítido que a pesar de los días, no podía sacar de mi cabeza aquellas imágenes tan eróticas y sensuales. Ella se colocó detrás de mi, lo cual me hizo volver a mi comida unos momentos. Y no lo pude evitar. La curiosidad por tener a Mera sacándose su blusa hizo que viera de reojo a la mujer, iba a beber de mi cerveza. Pero al estar tan distraído viendo a semejante monumento de mujer, cuando intenté tomar el tarro, no lo sujeté, simplemente agarré a "la nada". Fue en ese momento cuando pude notar mi desequilibrio, pero en el segundo intento logré tomar el tarro y llevarlo a mi boca, aunque de nueva cuenta mis ojos volvieron a ver a Mera.
¿Le molestaría que tenga una miradita? Yo creo que no, después de todo, ya habíamos compartido habitación, y por un descuido mío, ya había visto algo de ella alguna vez, así que tal vez una segunda no habría inconveniente. Al menos eso creía yo, pero eso me dejaba una incógnita, si bien le parezco atractivo, como ella había mencionado antes, ¿habrá tenido pensamientos sexuales hacia mi, así como yo los he tenido por ella? Esa duda estaba comenzando a retumbar en mi cabeza. Por lo que, quizá porque ya había bebido un par de jarras de cerveza y me encontraba algo envalentonado, decidí girar mi silla para ver con mayor claridad. Hecho eso miré a Mera y volviendo a tomar el tarro de cerveza sonreí pícaramente - Ya que yo te di un "show privado", creo que al menos puedo tener un "servicio" como retribución. - Dije sin despegar mi vista de mi acompañante y beber algo de mi tarro de cerveza.
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Gaegel
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Lo sentía, sentía su mirada sobre la mía. Era un cosquilleo que me recorría toda la espalda hasta donde llegaba perder su nombre. No voltearía, aquí sólo habría dos posibilidades, que el se acercara o me diera señal alguna de que podría tomarme ciertos atrevimientos con él.
Así como me deshice de mi blusa con lentitud, dejando que apreciara la piel tersa, blanca y curva de mi espalda, me agaché dándole la mejor vista trasera para recoger su camisa y ponérmela. Fue justo allí cuando su voz rasposa llegó a mis oídos con aquella frase que por un momento me hizo morderme los labios en señal de jubilo. Por todos los doses, no era la única que estaba teniendo pensamientos libidinosos y ahora sí que tenía el campo libre.
Me giré, mis orbes violetas brillaban y miraban a sus ojos con cierta intensidad, era fuego ardiendo en mi mirada. Sonreía de una manera que no tardé en imitar. Al diablo la practica de costura de hoy, si iba a pincharme con algo sería con su verga entre mis piernas, ya más tarde podría considerar lo demás.
Caminé de vuelta hacia él y, sin pena alguna, acabé sentándome sobre él quitándole su tarro de cerveza primeramente para darle un trago y refrescarme un poco. Nuestros rostros comenzaban a estar peligrosamente cerca el uno del otro, sentía su aliento a cebada, caliente, embriagador hasta cierto sentido, penetrante. - Puedo darte un show privado del que no te arrepentirás... - Susurré ya tan cerca del roce de labios que no resistí la tentación por más tiempo y me abalancé sobre ellos sin considerar respuesta de su parte que no fuera que me correspondiera. Solo esperaba que la silla resistiera por un rato.
Así como me deshice de mi blusa con lentitud, dejando que apreciara la piel tersa, blanca y curva de mi espalda, me agaché dándole la mejor vista trasera para recoger su camisa y ponérmela. Fue justo allí cuando su voz rasposa llegó a mis oídos con aquella frase que por un momento me hizo morderme los labios en señal de jubilo. Por todos los doses, no era la única que estaba teniendo pensamientos libidinosos y ahora sí que tenía el campo libre.
Me giré, mis orbes violetas brillaban y miraban a sus ojos con cierta intensidad, era fuego ardiendo en mi mirada. Sonreía de una manera que no tardé en imitar. Al diablo la practica de costura de hoy, si iba a pincharme con algo sería con su verga entre mis piernas, ya más tarde podría considerar lo demás.
Caminé de vuelta hacia él y, sin pena alguna, acabé sentándome sobre él quitándole su tarro de cerveza primeramente para darle un trago y refrescarme un poco. Nuestros rostros comenzaban a estar peligrosamente cerca el uno del otro, sentía su aliento a cebada, caliente, embriagador hasta cierto sentido, penetrante. - Puedo darte un show privado del que no te arrepentirás... - Susurré ya tan cerca del roce de labios que no resistí la tentación por más tiempo y me abalancé sobre ellos sin considerar respuesta de su parte que no fuera que me correspondiera. Solo esperaba que la silla resistiera por un rato.
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Alcancé a ver la espalda blanca y tersa de Mera, lo cual me hizo sonreír, y no obstante con tener el lujo de apreciar eso, ella también me dejó la oportunidad de apreciar con claridad su retaguardia, lo cual debía de admitir que fue magnífico. Una vez que dije aquel comentario, ella se dio la vuelta. Su mirada me daba a entender que mis palabras habían tenido una buena recepción de su parte. Y eso me tranquilizaba. Si hubiese mencionado eso en un mal momento, podría estar seguro que me esperaría por lo menos que mi cuello fuese aprisionado por su látigo. Por lo menos, la buena fortuna me bendecía con que ambos teníamos pensamientos obscenos.
Ella se acercó hacia mi, y se sentó sin ningún miramiento sobre mi. En aquel momento me quedé inmóvil, y no precisamente por el actuar de Mera, yo deseaba perfectamente que se acercara a mi, pero no esperaba que en el momento en que ella se sentó, alcancé a sentir cómo la silla sobre nosotros crujió de una manera nada normal. Podía asegurar que esa silla ya estaba demasiado vieja, demasiado usada como para soportar el peso de dos personas, o de una persona de gran peso.
Dejé que ella tomara el tarro donde bebía mi cerveza y ella le dio un trago. Luego de eso, y olvidándome del hecho de haber escuchado a la silla comenzar a flaquear. Mi mirada se centró en la de la mujer de ojos violetas. Aquellos ojos tan brillantes cual perfectas amatistas parecía que me hipnotizaban. Al escuchar el comentario de ella sobre darme un show que no podría arrepentirme sonreí levemente, y cuando me disponía a responderle, ella se abalanzó y reclamó mis labios. No me quejo, si no era ella, yo lo hubiese hecho luego de contestarle.
La besaba apasionadamente, y mis manos, ni ociosas ni perezosas se encargaron de rodear la cintura de la mujer que estaba devorando a besos en ese momento. Mentiría si no admitiera que ya tenía un buen tiempo deseando reclamar los labios de Mera, ¡y por los dioses! Ella besa sumamente bien, era tan apasionado, tan lascivo aquel momento. Me encantaba, simplemente ya estaba deseando arrancarle la ropa para hacerla mía.
Ella se acercó hacia mi, y se sentó sin ningún miramiento sobre mi. En aquel momento me quedé inmóvil, y no precisamente por el actuar de Mera, yo deseaba perfectamente que se acercara a mi, pero no esperaba que en el momento en que ella se sentó, alcancé a sentir cómo la silla sobre nosotros crujió de una manera nada normal. Podía asegurar que esa silla ya estaba demasiado vieja, demasiado usada como para soportar el peso de dos personas, o de una persona de gran peso.
Dejé que ella tomara el tarro donde bebía mi cerveza y ella le dio un trago. Luego de eso, y olvidándome del hecho de haber escuchado a la silla comenzar a flaquear. Mi mirada se centró en la de la mujer de ojos violetas. Aquellos ojos tan brillantes cual perfectas amatistas parecía que me hipnotizaban. Al escuchar el comentario de ella sobre darme un show que no podría arrepentirme sonreí levemente, y cuando me disponía a responderle, ella se abalanzó y reclamó mis labios. No me quejo, si no era ella, yo lo hubiese hecho luego de contestarle.
La besaba apasionadamente, y mis manos, ni ociosas ni perezosas se encargaron de rodear la cintura de la mujer que estaba devorando a besos en ese momento. Mentiría si no admitiera que ya tenía un buen tiempo deseando reclamar los labios de Mera, ¡y por los dioses! Ella besa sumamente bien, era tan apasionado, tan lascivo aquel momento. Me encantaba, simplemente ya estaba deseando arrancarle la ropa para hacerla mía.
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Allí estaba, devorando con júbilo, placer y una explosión de deseo los labios contrarios sin prestar atención a esos constantes rugidos.
Admito que si no estuviera pesando con el calor que sentía entre mis piernas, para cuando comencé a mover mis caderas fue allí cuando la atmósfera altamente caliente se rompió, y en el sentido literal pues la silla, luego de un fuerte y sonoro crack, se hizo añicos. Lo siguiente fue el sonido seco de dos cuerpos cayendo sobre su peso al suelo.
Evidentemente ante semejante suceso, y penosa caída me despegué de Gaegel, pues no bastando con eso cuando apoyé mis manos al suelo una pequeña astilla se había clavado en la palma derecha.
- ¡Ay!- Me quejé mientras me sentaba de una forma más cómoda y menos dolorosa. - ¿Estás bien? - Fue lo primero que le pregunté antes de reírme a carcajadas por esa desgracia.
- Sabes, soy una mujer creyente... y esto parece un mal presagio de que no hagamos lo que pasaba por nuestras lascivas mentes. - Agregué entre risas mientras veía mi palma astillada e intentaba sacarla sin buenos resultados. -Tch... Maldita astilla como arde. - Me quejé a nueva cuenta.
- Creo que tengo unas pinas en mi kit de costura, será mejor que las busque y pongámonos a trabajar. - Dije haciendo un esfuerzo sobre humano para intentar levantarme, sí, una parte de mí le hubiera gustado continuar, realmente me había dolido un poco la caída y la astilla no me dejaba concentrarme en algo más que no fuera sacarla de allí.
Admito que si no estuviera pesando con el calor que sentía entre mis piernas, para cuando comencé a mover mis caderas fue allí cuando la atmósfera altamente caliente se rompió, y en el sentido literal pues la silla, luego de un fuerte y sonoro crack, se hizo añicos. Lo siguiente fue el sonido seco de dos cuerpos cayendo sobre su peso al suelo.
Evidentemente ante semejante suceso, y penosa caída me despegué de Gaegel, pues no bastando con eso cuando apoyé mis manos al suelo una pequeña astilla se había clavado en la palma derecha.
- ¡Ay!- Me quejé mientras me sentaba de una forma más cómoda y menos dolorosa. - ¿Estás bien? - Fue lo primero que le pregunté antes de reírme a carcajadas por esa desgracia.
- Sabes, soy una mujer creyente... y esto parece un mal presagio de que no hagamos lo que pasaba por nuestras lascivas mentes. - Agregué entre risas mientras veía mi palma astillada e intentaba sacarla sin buenos resultados. -Tch... Maldita astilla como arde. - Me quejé a nueva cuenta.
- Creo que tengo unas pinas en mi kit de costura, será mejor que las busque y pongámonos a trabajar. - Dije haciendo un esfuerzo sobre humano para intentar levantarme, sí, una parte de mí le hubiera gustado continuar, realmente me había dolido un poco la caída y la astilla no me dejaba concentrarme en algo más que no fuera sacarla de allí.
- Off:
- Constancia de lanzada de dado con el #13.
En este tema [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], sin embargo al ser mi ultima ronda, hago uso de mala suerte en este post.
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Los besos entre ambos se estaban poniendo cada vez más intensos, al punto que olvidé por completo que previamente había escuchado la silla crujir. Los besos, y mis manos que comenzaron a acariciar la espalda de Mera hicieron que me olvidase de lo que pasaba a mi alrededor, o mejor dicho, lo que se escuchaba bajo mis nalgas.
Mis manos estaban a punto de tocar sus glúteos cuando de pronto la silla ya no soportó más, y un sonido seco se escuchó cuando ambos quedamos en el suelo. Aquello me hizo abrir mis ojos, no me esperaba, o mejor dicho, tenía la esperanza de que la silla aguantara un poco más. De inmediato Mera se intentó reincorporar, o al menos no estar encima de mi. ¿Cómo le podía explicar que estar en esa posición no me incomodaba en absoluto sin parecer un completo pervertido?... No, simplemente no había manera.
Si, estoy bien. ¿Tu estás bien? - Le pregunté a mi compañera, la cual comenzó a reír, lo cual inevitablemente me contagió la risa, no lo iba a negar, aquel suceso, si bien había interrumpido la atmosfera, fue un suceso bastante cómico. Pero mi sonrisa se desvaneció cuando Mera mencionó que esto había sido un mal presagio. - ¿Qué? ¡No! - Reclamé en mis adentros.
Ella comenzó a quejarse de una astilla, y que luego de quitársela volveríamos al trabajo. Por lo que me acerqué para sostener la muñeca donde tenía la astilla. - Espera un momento. Yo me encargo de la astilla. - El haber trabajado con la madera me había enseñado a lidiar con las molestas astillas. Estaba tan adiestrado que podía hacerlo con los dientes. Le eché un vistazo a la mano de mi acompañante, y una vez que encontré la astilla, acerqué la mano de Mera a mi boca, y con los dientes, tras un par de intentos, logré sacar la astilla para luego escupirla lejos de allí.
Una vez cumplida mi tarea, mi vista se posó con la de Mera. - Este día no saldrás de esta habitación hasta que te haga mía. - Dicho eso ahora fui yo quien se acercó al rostro de la mujer para comenzar a "devorar" los labios ajenos. Mis manos esta vez se posaron en los costados de Mera, aunque me había encargado de meter mis manos bajo la camisa para acariciar directamente la piel de la chica. Lo que le dije a Mera era enserio, y si era necesario, me encargaría de sacar cualquier maldición de los dioses de esta habitación con tal de hacerla mi mujer este día lluvioso.
Mis manos estaban a punto de tocar sus glúteos cuando de pronto la silla ya no soportó más, y un sonido seco se escuchó cuando ambos quedamos en el suelo. Aquello me hizo abrir mis ojos, no me esperaba, o mejor dicho, tenía la esperanza de que la silla aguantara un poco más. De inmediato Mera se intentó reincorporar, o al menos no estar encima de mi. ¿Cómo le podía explicar que estar en esa posición no me incomodaba en absoluto sin parecer un completo pervertido?... No, simplemente no había manera.
Si, estoy bien. ¿Tu estás bien? - Le pregunté a mi compañera, la cual comenzó a reír, lo cual inevitablemente me contagió la risa, no lo iba a negar, aquel suceso, si bien había interrumpido la atmosfera, fue un suceso bastante cómico. Pero mi sonrisa se desvaneció cuando Mera mencionó que esto había sido un mal presagio. - ¿Qué? ¡No! - Reclamé en mis adentros.
Ella comenzó a quejarse de una astilla, y que luego de quitársela volveríamos al trabajo. Por lo que me acerqué para sostener la muñeca donde tenía la astilla. - Espera un momento. Yo me encargo de la astilla. - El haber trabajado con la madera me había enseñado a lidiar con las molestas astillas. Estaba tan adiestrado que podía hacerlo con los dientes. Le eché un vistazo a la mano de mi acompañante, y una vez que encontré la astilla, acerqué la mano de Mera a mi boca, y con los dientes, tras un par de intentos, logré sacar la astilla para luego escupirla lejos de allí.
Una vez cumplida mi tarea, mi vista se posó con la de Mera. - Este día no saldrás de esta habitación hasta que te haga mía. - Dicho eso ahora fui yo quien se acercó al rostro de la mujer para comenzar a "devorar" los labios ajenos. Mis manos esta vez se posaron en los costados de Mera, aunque me había encargado de meter mis manos bajo la camisa para acariciar directamente la piel de la chica. Lo que le dije a Mera era enserio, y si era necesario, me encargaría de sacar cualquier maldición de los dioses de esta habitación con tal de hacerla mi mujer este día lluvioso.
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Por suerte Gaegel estaba bien tras la caída, al fin y al cabo al haber estado debajo era quien había recibido todo el impacto de mi peso. Aquello hasta cierto punto había roto un poco la atmósfera, además la molestia de mi mano también tenía mucho que ver, pero a quien quería engañar...
Desde el momento en que tomó mi muñeca y comenzó a intentar sacar el pedacito de madera, el calor en mi interior volvió a crecer de manera abisal. ¡Por los Dioses! Su aliento, la sutileza de su lengua y la habilidad de sacar la astilla, a eso había que agregarle el roce de sus labios con esa pequeña área de piel. Mi imaginación se dispuso a volar más de la cuenta en ese momento.
Mi corazón volvía a latir muy rápido, su mirada sobre la mía solo me incitaba a querer algo más de él. Iba a agradecerle y sugerirle que qui´zas podríamos continuar, pero él se adelantó con una frase que sin duda me mojó las enaguas.
Aquel nuevo beso fue intenso, se notaba de su parte que estaba dispuesto a llegar hasta el final. No iba a negarme, no en este punto cuando volvía a corresponder en un jugueteo donde nuestras lenguas disfrutaban la una de la otra. Sus caricias me erizaron la piel, cosa que seguramente el no tardaría en notar.
Era como si el mismo clima nos quisiera allí, el sonido del hielo estrellarse en el techo aumentó. Me separé unos escasos centímetros de sus labios, jadeante por la falta de aliento que chocaba contra el suyo. - Solo sube a la cama antes de que me clave otra astilla. - Fueron mis palabras tras volver a intentar levantarme y llevar el encuentro a algo más cómodo y esperaba que menos propenso a romperse.
Desde el momento en que tomó mi muñeca y comenzó a intentar sacar el pedacito de madera, el calor en mi interior volvió a crecer de manera abisal. ¡Por los Dioses! Su aliento, la sutileza de su lengua y la habilidad de sacar la astilla, a eso había que agregarle el roce de sus labios con esa pequeña área de piel. Mi imaginación se dispuso a volar más de la cuenta en ese momento.
Mi corazón volvía a latir muy rápido, su mirada sobre la mía solo me incitaba a querer algo más de él. Iba a agradecerle y sugerirle que qui´zas podríamos continuar, pero él se adelantó con una frase que sin duda me mojó las enaguas.
Aquel nuevo beso fue intenso, se notaba de su parte que estaba dispuesto a llegar hasta el final. No iba a negarme, no en este punto cuando volvía a corresponder en un jugueteo donde nuestras lenguas disfrutaban la una de la otra. Sus caricias me erizaron la piel, cosa que seguramente el no tardaría en notar.
Era como si el mismo clima nos quisiera allí, el sonido del hielo estrellarse en el techo aumentó. Me separé unos escasos centímetros de sus labios, jadeante por la falta de aliento que chocaba contra el suyo. - Solo sube a la cama antes de que me clave otra astilla. - Fueron mis palabras tras volver a intentar levantarme y llevar el encuentro a algo más cómodo y esperaba que menos propenso a romperse.
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Re: Quedate quieto [Priv. Gaegel / +18/ Cerrado ]
En el momento en que comencé a besarla, pude notar que ella me correspondía de la misma manera. Aquello no lo iba a dejar pasar, por lo que el beso entre nosotros continuó hasta que debíamos separarnos más por necesidad fisiológica que por mero gusto. El tacto de su piel era sumamente placentero, y mientras la acariciaba notaba que su piel se erizaba, lo cual me causó un estímulo placentero en el área de mi entrepierna, el cual ya estaba siendo claramente visible por el único trozo de tela que me cubría.
Al escucharla decir aquello último me hizo esbozar una sonrisa. - De acuerdo. Está bien. - Dicho eso dejé que ella acomodara la cama. Y una vez que estaba todo listo, me aseguré de despojarla de mi camisa. Esa prenda ya estaba de más. Lo que haríamos ahora era preferible que no tuviese nada. Una vez que su torso estaba al descubierto, me aseguré de acostarla en la cama, quedando yo encima de ella, apreciando la belleza el par de montañas que se alzaban frente a el.
Lo primero que hice al tenerla así fue acercarme a su cuello, el cual en un inicio besaba apasionadamente. Aunque llegó el momento en que los besos no bastaban, mi lengua también comenzó a ser partícipe en la tarea de brindarle placer a Mera. Y luego de un rato fui bajando despacio por su cuello. Mientras tanto, mis manos acariciaban las piernas de la mujer, subían hacia sus muslos, sujetándolos con firmeza, deleitándome con la sensación que tenía de ellos. A pesar de que la tela de su pantalón se interponía entre mis caricias y ella, ya podía sentir perfectamente lo firmes y trabajados que eran.
Al mismo tiempo, mis besos terminaron llegando a sus pechos, los cuales comencé a besar y lamer con vehemencia. A tal punto que mi mano izquierda subió hasta llegar a uno de sus senos, para que en lo que atendía con mi boca y mi lengua uno de ellos, con mi mano atendiera el otro. Era simplemente sublime el tacto de ellos, pero quería más... Y sin duda hoy llegaría hasta el final.
Al escucharla decir aquello último me hizo esbozar una sonrisa. - De acuerdo. Está bien. - Dicho eso dejé que ella acomodara la cama. Y una vez que estaba todo listo, me aseguré de despojarla de mi camisa. Esa prenda ya estaba de más. Lo que haríamos ahora era preferible que no tuviese nada. Una vez que su torso estaba al descubierto, me aseguré de acostarla en la cama, quedando yo encima de ella, apreciando la belleza el par de montañas que se alzaban frente a el.
Lo primero que hice al tenerla así fue acercarme a su cuello, el cual en un inicio besaba apasionadamente. Aunque llegó el momento en que los besos no bastaban, mi lengua también comenzó a ser partícipe en la tarea de brindarle placer a Mera. Y luego de un rato fui bajando despacio por su cuello. Mientras tanto, mis manos acariciaban las piernas de la mujer, subían hacia sus muslos, sujetándolos con firmeza, deleitándome con la sensación que tenía de ellos. A pesar de que la tela de su pantalón se interponía entre mis caricias y ella, ya podía sentir perfectamente lo firmes y trabajados que eran.
Al mismo tiempo, mis besos terminaron llegando a sus pechos, los cuales comencé a besar y lamer con vehemencia. A tal punto que mi mano izquierda subió hasta llegar a uno de sus senos, para que en lo que atendía con mi boca y mi lengua uno de ellos, con mi mano atendiera el otro. Era simplemente sublime el tacto de ellos, pero quería más... Y sin duda hoy llegaría hasta el final.
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Re: Quedate quieto [Priv. Gaegel / +18/ Cerrado ]
Mi sugerencia fue aceptada de buena manera, y más le valía porque la idea de que otra astilla se clavara no era algo que me agradara demasiado.
Se había encargado de quitarme su camisa, lo que seguramente sería lo menos tardío tomando en cuenta toda cuanta cosa llevaba encima y amarrada. Mis pechos quedaron a la vista, firmes, erectos como una flor rosa. ¿Incomodo? En lo absoluto, toda esta atmósfera y ese deseo desbordante que crecía en mi interior me excitaba e incitaban a continuar.
Poco antes de reincorporarme a la cama, me senté y deshice del calzado y aflojé un poco las cuerdas de mis pantalones para facilitar y agilizar el trabajo que evidentemente le dejaría a él por mero morbo. Así pues ya me encontraba debajo de él, su mirada penetraba más que nunca y sentía que hurgaba hasta lo más profundo de mí.
Mis dedos se enredaron en su cabello desde el momento en que comenzó a besar de una forma que no tenía cómo describir mi piel. Reaccionaba con sutiles suspiros, el tacto estaba más sensible que nunca y ni hablar del cosquilleo que recorría todo mi ser.
Una de mis manos, inquieta, comenzó a descender desde su nuca hasta su espalda. Palpaba cada musculo, una parte de mí quería saber qué lugares eran los que le gustaba ser acariciado además de lo más evidentes en este tipo de situaciones.
Lo apreté más hacía a mí cuando subió el nivel, al punto que fue imposible no gemir con un poco más de sonido. El maldito sí que sabía cómo usar esa lengua. No quería limitarte a mi pecho, por lo que con ambas manos fui poco a poco empujando hacia abajo su cabeza, de todos modos ya tenía prendas que quitar allí, solo estaba acelerando el proceso sin decir palabras pues ahora estaban de más.
Se había encargado de quitarme su camisa, lo que seguramente sería lo menos tardío tomando en cuenta toda cuanta cosa llevaba encima y amarrada. Mis pechos quedaron a la vista, firmes, erectos como una flor rosa. ¿Incomodo? En lo absoluto, toda esta atmósfera y ese deseo desbordante que crecía en mi interior me excitaba e incitaban a continuar.
Poco antes de reincorporarme a la cama, me senté y deshice del calzado y aflojé un poco las cuerdas de mis pantalones para facilitar y agilizar el trabajo que evidentemente le dejaría a él por mero morbo. Así pues ya me encontraba debajo de él, su mirada penetraba más que nunca y sentía que hurgaba hasta lo más profundo de mí.
Mis dedos se enredaron en su cabello desde el momento en que comenzó a besar de una forma que no tenía cómo describir mi piel. Reaccionaba con sutiles suspiros, el tacto estaba más sensible que nunca y ni hablar del cosquilleo que recorría todo mi ser.
Una de mis manos, inquieta, comenzó a descender desde su nuca hasta su espalda. Palpaba cada musculo, una parte de mí quería saber qué lugares eran los que le gustaba ser acariciado además de lo más evidentes en este tipo de situaciones.
Lo apreté más hacía a mí cuando subió el nivel, al punto que fue imposible no gemir con un poco más de sonido. El maldito sí que sabía cómo usar esa lengua. No quería limitarte a mi pecho, por lo que con ambas manos fui poco a poco empujando hacia abajo su cabeza, de todos modos ya tenía prendas que quitar allí, solo estaba acelerando el proceso sin decir palabras pues ahora estaban de más.
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