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Mensaje  Sango Sáb Sep 14 2024, 23:49

La urgencia por salir de allí se vio fuertemente oprimida por la necesidad de respirar aire fresco; que a su vez fue reemplazada por el deseo de no morir ardiendo por culpa de una víbora traicionera; su cabeza entonces pasó a pensar en Jani y en que, con suerte, no reconocería nada de lo que quedaría de él ya que el fuego lo consumiría al completo; sin embargo, la necesidad de aire fresco y volvió a captar su atención.

Tosió y negó con la cabeza a la pregunta de Sein. ¿A quién le importaba leer cuando un muro de llamas devoraba todo cuanto había a su alrededor? Miró a su alrededor con desesperación y buscó agua por algún sitio pero lo único que encontró fueron llamas y humo negro por todas partes. Luces encendiéndose y apagándose al tiempo que Sein trasteaba con algún aparato más allá. Bufó de pura impotencia. Entonces notó una corriente de aire que iba en aumento y con ella las llamas. Tosió fuerte y sacudió la cabeza antes de ponerse la capa en torno a la cara.

La puerta por la que habían entrado era el único punto débil accesible que tenía a su disposición. No se lo pensó mucho y decidió que trataría de luchar hasta el final intentando abrir esa puerta. No obstante, como el tiempo del que disponía era escaso, decidió embestirla con su propio peso. Se apartó todo lo que pudo, cogió impulso y se lanzó contra la puerta. El impacto fue tan brutal que Sango salió rebotado hacia atrás cayendo al suelo y deslizándose hasta chocar contra una mesa. Sacudió la cabeza otra vez y miró la puerta como si fuera el mayor enemigo al que jamás se había enfrentado. La rabia se apoderó de él y giró para ponerse en pie, apoyando sus manos en el mojado suelo y... ¡Agua!

Miró al techo y prestó atención a su alrededor mientras se ponía en pie. Las llamas remitían y el humo negro desaparecía. La sensación de frescor del agua y la fresca corriente de aire que entraba en la sala parecían ser las consecuencias de unas plegarias nunca pronunciadas y que Sein se encargó de recordarle.

- Sin duda los Dioses nos son propicios, amigo- dijo con voz ronca y con un terrible sabor a humo pegado en el fondo del paladar-. Esta lluvia subterránea...- siguió sin creer nada de lo que estaba viendo- Aegir está con nosotros- murmuró.

Se pasó la mano por la cara para retirar parte del agua que caía en abundancia por ella y se giró hacia Sein que centraba sus esfuerzos en alcanzar una rejilla en el techo. No solo eso, sino que parecía que el hombre bestia tenía sospecha de quién podía estar detrás. Sango dejó, entonces, de maravillarse del tremendo regalo que los Dioses le habían hecho y se puso, rápidamente, en alerta. Ya habría tiempo para ofrendas cuando salieran de allí. No obstante, para cuando quiso ayudar a Sein, la lluvia se detuvo y las luces desaparecieron, quedando, únicamente, dos pequeñas llamas encima de cada una de las puertas.

- ¿Crees que es Idryn?- preguntó Sango echando mano al cinto y parpadeando para acostumbrarse al nuevo nivel de luz-. Espera, necesitamos ganar altura. Creo que vi algo aquí debajo- se acercó a una de las mesas y tanteó hasta encontrar un taburete construido, a juzgar por el tacto, con metal en su estructura y un acolchado asiento que distrajo a Sango-. Esta gente...- murmuró acercando la banqueta a donde estaba Sein-. Ten cuidado, podría volver a usar algún truco sucio.

Sin embargo, cuando maniobraba para que Sein pudiera ganar altura, un pequeño zumbido llegó hasta sus oídos y detuvo sus movimientos de inmediato. Se quedó en silencio escuchando y los zumbidos pasaros a chirridos y golpes muy sutiles. Las luces se volvieron a encenderse solas y tras unos parpadeos, pudo ver, en una de las paredes, algo que le hizo mutar la expresión de seriedad y tensión a otra en la que podía advertirse curiosidad y asombro por lo que estaba viendo. Golpeó el brazo de Sein y le hizo un gesto para que mirara en aquella dirección.

Decenas de pequeños insectos había salido de alguna parte de aquella sala y deambulaban por las paredes y suelos quemados de la estancia. Era como ver una colonia de hormigas en acción pero, en lugar de ver las ordenados filas, aquellos insectos, de todas clases, tamaños y colores, se movían en un caos ordenado que discurría en torno a unas canaletas por las que Sango pudo ver una suerte de cuerdas de colores gris y azul y en donde los insectos se afanaban en hacer algo que escapaba a su comprensión.

De pronto, las puertas se abrieron y los insectos siguieron correteando de un lado a otro sin orden aparente, pero que finalizó con una procesión de ellos marchando en proporciones similares por ambas puertas. El silencio se apoderó de nuevo de la sala hasta que un chasquido metálico le hizo girar la cabeza al techo. Ver los rostros conocidos de Elian, Corlys y Jani, después de todo lo que habían vivido ahí abajo, le infundió ánimos y esperanzas renovadas.

- Que alegría veros- dijo de corazón-. Sin duda los Dioses hicieron bien en cruzar nuestros caminos- Jani, la pequeña, asomaba la cabeza y le saludaba con una mano, gesto que devolvió Sango.

Sango alzó la mirada y luego a Sein para ver que miraba hacia la puerta por la que habían entrado. Sango pudo escuchar que había ruido de pasos y voces en la distancia. Ben se acercó al pasillo con dos zancadas y pudo ver el reflejo de las antorchas a los lejos. Sus perseguidores, después de librarse de la defensa del menguado grupo de buscadores, se las ingeniaron para bajar a aquellas galerías subterráneas para buscar a Idryn.

Apretó los dientes y volvió junto con Sein, Corlys, Elian y Jani. Se quedó en silencio, con la mirada perdida, valorando qué podían hacer. Lo primero, se dijo, era informar de lo qué ocurría.

- Vienen por ahí. Se ve que son tenaces- hizo una breve pausa-. Hay una mujer, se llama Idryn- miró a Elian y a Corlys-, no es buena gente- sus ojos saltaron a Jani por un instante-. Me da la sensación que sabe moverse por aquí y que tiene cierta idea de qué va todo este sitio- desenvainó la espada-. Y parece que va tras algo- echó un vistazo al pasillo y escuchó voces y pasos mucho más cerca.

Corrió hacia la puerta y empuñó el escudo, se asomó y los gritos se intensificaron. Estaban lejos, a unos treinta pasos y se detuvieron al verle asomar, Sango no tuvo tiempo a contarlos a todos pero al menos eran cinco personas. En el último momento se escondió y un virote impactó contra la pared opuesta.

- Siguen teniendo ballestas- se quejó mirando a Sein.

Órdenes, gritos y de pronto, silencio, roto, únicamente por un constante goteo en algún lugar de la sala. Sango aguardó mirando a Sein y haciéndole gestos obvios de que había que irse por la otra puerta.

- ¡Atenderse un momento! ¡Todo se puede hablarse!- gritó el mismo hombre que les había dado el alto arriba, en la superficie-. Ofreciéremos a vosotros un trato: saliereis de aquí con vida y olvidemos el mal rato que nos hiciereis pasar.

Sango esbozó una sonrisa y le hizo otro gesto a Sein para que se metiera por la puerta. Ben caminó en silencio alrededor de una mesa. Sin embargo, el chapoteo del agua de la sala le impedía ser todo lo silencioso que le hubiera gustado ser.

- ¡Os oyere desde aquí! ¡Decirme u os matemos ahora mismo!

- ¿Qué interés tenéis en estas galerías?- preguntó Sango de una voz.

Hubo silencio por respuesta que Sango aprovechó para hablar con Corlys y Elian en voz baja.

- Iremos por ese pasillo. Buscaremos a esa tal Idryn. Esta gente no trama nada bueno- escuchó movimiento en el pasillo pero nada que le preocupara en exceso. Aún estaban lejos, debían estarlo-. Os propongo-

- ¿Y a ti que te importará eso?- interrumpió.

Se giró hacia la puerta pero no habló con ellos sino que siguió hablando con los que estaban arriba.

- He contado cinco pero podría haber más. Podemos con ellos, pero es demasiado arriesgado por Jani- cruzó su mirada con la de Corlys y Elian, no así los de Jani-. Seguid por ahí arriba, mantenedla a salvo, tenemos que seguir y encontrar un mejor terreno y-

- ¡Adelante!- el gritó sacudió a Sango que alzó espada y escudo.

Sin embargo no había que luchar, no ahora. Corrió hacia Sein y le ladró para que siguiera por el pasillo que había caminado Idryn hacía unos instantes. No miró atrás, solo hacia delante, hacia el siguiente lugar donde posaría sus pies para huir de aquellos tipos.

Podría haberles pedido a Corlys y Elian que bajaran, que lucharan todos juntos en la sala, pero era un peligro para Jani y para ellos. Podría haberles dicho que esperaran a que pasaran todos, que bajaran y gritaran su número y haberles hecho una pinza, pero no sabían cuántos eran ellos, qué armas tenían, aunque podía hacerse una idea después del enfrentamiento en superficie, o qué objetos podrían usar contra ellos. Era todo demasiado arriesgado para Jani, que parecía ser el centro sobre el que giraban sus planes, mantener la seguridad de la niña. Aunque, quizá, lo mejor, hubiera sido largarse en cuanto volvió a encontrar a Jani.

Pero eso no era posible en aquellos instantes. Ahora solo podía correr por aquel pasillo iluminado. Llegar hasta aquellas escaleras que descendían cuatro peldaños y seguir corriendo. Solo los Dioses sabrían a dónde.

Y esperaba que su bendición aún pesara sobre ellos.

*************************************
(0) Resumen: Resulta que los amigotes de Idryn bajaron para, me imagino, buscar a la "dama". Sin embargo, ver a Sango les alteró un poquitín y se pusieron algo violentos. Sango les pide a Corlys y Elian que sigan cuidando a tope de Jani, a la que, por cierto, Sango saluda pero luego no ve más espero que no le pasa nada. Total, que Sango le dice a Sein, hay que correr que estos tipos vienen a por nosotros. Y nada, Sango, al menos, corre por el mismo pasillo que usó esta Idryn de la que solo sabemos que es mala gente y tienen un grupo de gente que la sigue y que, bueno, parece que sabe lo que está haciendo por ahí dentro.
(1) Ya que los actualizamos, habrá que usarlos, digo yo. Pues nada, los bichitos que reparan las puertas son los [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] en su versión más práctica y útil para un asentamiento regentado por biocibernéticos.
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Mensaje  Elian Mar Sep 17 2024, 13:23

¡No podemos dejar a Doce Horas! No puedes abandonarlo —chilló Jani justo en el momento en que el túnel del que acababan de salir se derrumbó, empujando una masa de tierra sobre las piernas de Elian.

Sin atreverse casi a respirar, Elian tragó saliva para tratar de deshacer el nudo que le enmarañaba el estómago, pero antes de que pudiera decirle nada a la niña, ésta habló de nuevo:

Ah, aquí estás. Vamos, no hay que rezagarse.

Aquello no hizo más que apretar aún más el nudo en el estómago de Elian, pero no podía hacer nada más en la oscuridad que seguir adelante tras la voz de Jani. Al avanzar a gatas liberando las piernas del montón de tierra, notó cómo algunos guijarros hallaban el camino hacia el interior de sus botas. Guijarros en las botas, odiaba eso incluso más que correr. Más valía que Corlys no los estuviera llevando derechos a una trampa.

El camino transcurrió en la más absoluta oscuridad, sin muchos más sonidos que sus propios esfuerzos por avanzar por el túnel, las ocasionales instrucciones de Corlys y los esporádicos susurros de Jani, que parecía mantener una conversación con alguien, aunque Elian no llegó a oír respuesta en ningún momento. En fin, muchos niños tienen amigos imaginarios, seguro que no había nada de qué preocuparse, ¿cierto?

Finalmente, salieron a otro túnel más alto recubierto de metal, algo que Elian fue capaz de apreciar gracias a un resplandor anaranjado que le permitió, por fin, distinguir algo de sus alrededores. Aunque más que la luz, agradeció la capacidad de enderezar la espalda. Eso y la oportunidad de sacarse las botas para deshacerse de los molestos guijarros. Por desgracia, Corlys no le dio mucho tiempo para eso y acabó siguiendo a sus compañeros a la pata coja, mientras hacía equilibrismos para volver a calzarse, hasta una reja en una de las paredes, donde acabó cayendo de bruces al perder dicho equilibrio cuando Corlys insinuó que Sango y Sein podrían estar cocinandose a la brasa.

¿Cuerda? —dijo mientras se incorporaba para asomarse a la rejilla—. No llevo…

Pero se interrumpió al percibir el sonido de la lluvia caer. Dentro de la sala.

¿Sango? —preguntó Jani acercándose a la reja.

Elian reaccionó entonces y la tiró de ella hacia atrás en el momento en que una densa nube de vapor escapaba entre las barras de metal.

Está bien, Jani. La lluvia está apagando las llamas, seguro que Sango está bien.

Afortunadamente, Sango no tardó mucho en confirmar sus palabras desde el otro lado de la reja. Desafortunadamente, las cosas no parecían ir muy bien para los dos guerreros.

¡Cuidaremos de ella, amigo! —respondió Elian a la petición de Sango mientras este se alejaba a la carrera—, ¡buscaremos otro camino…!

Un grito de Jani interrumpió sus palabras. Cuando Elian se volvió y siguió la mirada asustada de la chiquilla, vio lo que parecía un lobo compuesto enteramente de metal, con un ojo iluminado en rojo y otro colgando. Avanzaba hacia ellos con notable rapidez, teniendo en cuenta que iba arrastrando la parte posterior del cuerpo, completamente deformada.

Un nuevo chillido los avisó de la llegada de otras dos de las extrañas bestias, en distintos grados de estropicio, por la dirección opuesta. Con un tercer grito, Jani echó a correr, rodeando al primer lobo y avanzando a ciegas por el túnel.

¡No, espera! —gritó Elian y echó a correr tras ella.

Saltó por encima del lobo metálico, que estaba teniendo algunas dificultades para darse la vuelta y perseguir a la chiquilla fugada, y no tardó en acortar distancias con la niña. Al menos, hasta que ésta giró repentinamente para enfilar por otro pasillo. Elian tuvo que dar un par de pasos atrás para reanudar la persecución.

Cualquiera pensaría que, siendo mucho más alto que ella, no debería haber tenido problemas para alcanzarla. Sin embargo, Jani era endiabladamente rápida. Y ágil, giraba repentinamente cada vez que otro pasillo cruzaba el suyo. Por no hablar de la opresión que Elian comenzaba a sentir en la boca del estómago y que sospechaba no se debía enteramente al miedo por la niña o el cansancio por la carrera. Había algo muy extraño en aquel lugar.

Espera, Jani… —probó a llamarla una vez más—. No vayas por…

Giró un último recodo y casi se chocó con la niña, que se había parado en seco ante lo que parecía el umbral de una enorme sala llena de escombros. Los restos del techo, a juzgar por los grandes huecos en lo alto, por donde se filtraba la luz de la luna. Una pequeña parte en la mente de Elian se alegró remotamente por vislumbrar aquella luz de nuevo, pero el resto de él empezaba a sentirse muy mareado.

El árbol llora —murmuró Jani, que miraba intensamente un amasijo de rocas mezclado con algo de apariencia rosada y viscosa en el mismo centro del lugar.

Elian dio un par de pasos titubeantes y cayó de rodillas. Había oído sobre los secuestros de elfos y brujos, lo que les hacían en Edén, pero no fue la empatía lo que le hizo doblarse sobre sí mismo y vomitar hasta la primera papilla. Definitivamente, lo ocurrido con las grosellas no había sido un error por su parte. Algo estaba ocurriendo con el éter en el lugar, y Jani parecía haberlo guiado hasta el mismo centro del problema.


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OFF: Vale, nos he llevado hasta el lugar donde tenían el fruto del Edén, el objeto maldito que fue destruido en el evento: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

Y, ya que Sango los actualizó, he metido unos [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].

Elian se encuentra fatal por las alteraciones en el éter.
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Mensaje  Corlys Glokta Dom Sep 22 2024, 17:41

El lado bueno era que Sango y Sein seguían vivos, y algo había evitado que acabaran asados. El lado malo es que esos tipos todavía les perseguían y tenían ballestas y más ganas de usarlas de lo que nos convenía. Sango propuso que siguiésemos por allí arriba buscando un terreno mejor mientras ellos buscaban a esa mujer, y si bien separarnos no me el mejor plan, me encogí de hombros resignado.

- Muy bien, seguiremos por aquí con Jani. Ya nos encontraremos cuando hayáis dado con esa mujer.

Parecía que no quedaba sino volver a los túneles y confiar en que hubiera una forma de encontrar lo que buscábamos. Estaba pensando en que podría ser el mejor sistema cuando aparecieron tres lobos mecánicos, uno de ellos cortándonos el camino y otros dos por detrás. Afortunadamente para nosotros, no estaban en el mejor estado posible, y Jani descubrió de forma inesperada que al primero no se le daba bien girar, porque gritó y salió corriendo en esa dirección. Elian salió disparado tras ella y también saltó el lobo, así que no me quedaban demasiadas dudas de cuál iba a ser el camino correcto.

Corrí tras ellos, pero el lobo metálico ya había conseguido girar y casi me alcanza al saltar sobre él. Me veía atrapado, pero la llegada de sus compañeros, especialmente del tercero de ellos, que, falto de una de las extremidades delanteras, mostró una deplorable habilidad para el giro que llevó a que se llevara por delante a los otros dos en una curva, propició que yo pudiera sacarles algo de ventaja y así evitar quedar convertido en alimento de perros cibernéticos.

No estaba especialmente seguro de como podrían orientarse mis compañeros en la oscuridad de los túneles, por lo que me veía más capacitado de perder a esos perros yo sólo, así que opté por desviarme del camino que había tomado ellos y, tras darle un par de golpes a la pared de chapa para que no se olvidaran de mí, girar en dirección contraria, quizás con demasiada confianza en poder volver a encontrarlos dentro de ese laberinto. El plan pareció salir bien y vi que las tres criaturas me perseguían. Aunque puede que hubiera sido una buena idea el plantearme también como pretendía escapar de esos seres una vez que hubiera llamado su atención, pues para lo averiados que me parecía que estaban se movían a una velocidad sorprendente.

Lo mejor que se me ocurrió fue girar en todas las intersecciones que veía, confiando en su reducida capacidad para tomar las curvas, y aunque eso me iba dando ventaja, nunca conseguía ser la suficiente. Empezaba a tener serias preocupaciones sobre mi integridad física en un futuro cercano cuando vi asomar una cabeza reptiliana de un pequeño túnel, que tras asomarse hizo una señal con la zarpa y procedió a esconderse de nuevo en el agujero. Y llegado a ese punto, tampoco parecía tener demasiadas opciones, por lo que me lancé en plancha por el estrecho túnel.

La entrada fue sorprendentemente limpia para lo estrecha de la apertura, aunque el haberme deslizado por el suelo de grava de la galería del kobold me había dejado el cuerpo como si me hubiese frotado entero con una lija. Pero mejor estar lijado que en las fauces de la criatura que acababa de quedar atorada en la entrada. La apuesta había salido bien, yo había cabido y los lobos mecánicos no. Eso solucionaba el primero problema, y dejaba solamente el sutil detalle de encontrarme con mis compañeros.

Repté por la nueva galería tratando de seguir el ritmo a la lagartija enigmática, pero de nuevo, se movía por esos conductos mucho más rápido que yo, y solo lograba atisbarla de nuevo cuando esperaba en un cruce. Estaba convencido de que quería llevarme a alguna parte, pero se me escapaba totalmente a donde podría ser. Antes nos había conducido hasta Sango de alguna forma, aunque ni siquiera estaba seguro de que ese fuera su objetivo, o de si este era llevarnos a las instalaciones, o de algo más que todavía no llegaba a intuir.

- Oye, kobold. ¿Qué se supone que estás intentando? ¿No sería más fácil si me dices algo en vez de seguir con esta persecución absurda?- Pero no obtuve respuesta alguna y la criatura siguió repitiendo el mismo patrón.- Sucios lagartos asquerosos. Ni siquiera cuando ayudan pueden dejar de ser molestos.

Gustosamente hubiera seguido increpándolo, pero el escuchar sonidos metálicos en algún pasillo que debía estar preocupantemente cerca de mi localización decidí callarme y limitarme a seguirle el juego al kobold. Llegado cierto punto, volví a perder a la criatura en una intersección, y de nuevo parecía que uno de los lados tenía algún tipo de luz dentro.

Repté hacia la luz y acabé desembocando en una sala llena de escombros, o eso era lo poco que podía ver, pues un mueble taponaba el agujero desde el otro lado. Empujé y al final el mueble cedió, pero mi agarre era un poco precario y yo cedí con él, cayendo de forma aparatosa sobre esa especie de armario metálico. Estando ya dentro pude comprobar que la sala era efectivamente una ruina, pero además estaban dentro una niña rara y un elfo con aspecto deplorable, así que o los kobols habían querido volver a llevarme a mis compañeros, o la niña tenía una compresión de ese lugar y los lugares clave que me empezaba a inquietar.

- Madre mía, Elian, tienes un aspecto terrible. Siéntate o algo.- Le ayudé a levantarse y sentarse sobre algún escombro de buen tamaño. Estaba pensando en cómo ayudarle, pero al mirar a nuestro alrededor vi que había más entradas y recordé la persecución que acababa de tener con los lobos, así que opté por priorizar esa parte.- Me tienes que contar que has hecho para acabar así, porque no creo que Jani esté tan fuerte como para cansarte hasta ese punto. Pero entre tanto voy a ver si al menos se puede evitar que nos pillen por sorpresa.

Rebusqué entre los escombros para ver si tenía algo con lo que apañar una trampa, y aunque la madera escaseaba, vi suficiente como para montar el mecanismo que necesitaba, lo demás tendría que improvisar con lo que encontrase, lo que se traducía en que la red tendría que ser un montón de esas extrañas cuerdas que eran metálicas por dentro pero luego las recubría otro extraña material. También buscaba una sustancia viscosa que tirarles encima, pero no tenía nada habitual, aunque al fijarme pude ver que entre los escombros y restos de cenizas de la explosión que debió volar este sitio había una sustancia negruzca. Me agaché para tocarla y me recordó a esa falsa sangre que tenían los bio-cibernéticos, y que ya había podido ver en grandes cantidades en mi última visita a este lugar. Me acerqué a la nariz el líquido y el olor parecía igual de poco apetecible. que entonces valoré si acercármelo a la boca y probarlo, pero acabé optando por no hacerlo, ya teníamos un elfo incapacitado, no llegaríamos muy lejos si yo acababa echando también mis últimas comidas, así que simplemente recogí la sustancia con una especie de recipiente y lo dejé en el lugar adecuado de la trampa. Tras un rato más de montaje, realizado con todo el sigilo que era posible cuando se manejaban este tipo de materiales, acabé con un par de placas de presión puestas en la entrada, la primera de ellas lanzaría el líquido misterioso a quien entrara, y la segunda lanzaba una red con un mecanismo similar a una trampa para ratones, pero en la que la parte bajo el metal estuviera tapada con una malla.[1]

****************

Subrayado el uso de profesión carpintería para improvisar una trampa compleja basada en la trampa de red y la trampa pestilente.
[1] Kit de Carpintería Regular: [Limitado, 2 Usos] Mediante este kit, compuesto por diversas herramientas, puedes usar el efecto de cualquier Técnica de Carpintería de nivel Avanzado o inferior que conozcas en un rol. Ahí va el primer uso.
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Mensaje  Sein Isånd Miér Oct 23 2024, 17:29

Primero, una suerte de decepción. Aquella persona no era Idryn, y no podría destriparla como se planteaba hacer. Después, incertidumbre. Sentía a más de una persona tras la rejilla. Pero al final le inundó el alivio al comprender que eran sus compañeros los que se las habían arreglado para aparecer allí dentro. Soltó una carcajada avergonzada y luego preguntó: - ¿Cómo es que estáis ahí? - Su sonrisa evidenciaba la paz que sentía. El fuego ya no les engulliría, y la manada se había vuelto a reunir. La pequeña también estaba allí y parecía sana, ahí asomada saludando a su cuidador. Sango también se veía aliviado. - Sí, es alegría volver a reunirnos - añadió a las palabras de Sango, mirando a lo poco que podía ver de Corlys, Elian y Jani.

En jarras y con una sonrisa de asombro, se giró al escuchar unos pasos que no eran los de Sango ni los de la víbora de antes. Su tensión se evidenció en su rostro serio y sacó sus garras de inmediato. Luego fue su camarada Sango quien también escuchó esos pasos, y ambos se acercaron a la puerta. En cuanto vio volar aquel virote notó un escalofrío extraño que se sincronizó con el sonido que hacía cortando el aire. Quizá sus heridas estaban curadas, pero esas ballestas habían conseguido arañar también su estoicismo. Esas malditas armas eran enigmáticas y escalofriantes a partes iguales. Ahora las respetaba más que antes.

Se apartó de la puerta igual que Sango y su respiración se aceleró un poco. Todo lo que sentía afloró en forma de rabia hacia su rostro y mostró los colmillos al aire por no poder asomarse y mirarlos. No iba a correr ese riesgo. Pero, ¿qué diablos? ¿Cómo iba el chamán de los Isklør a amedrentarse por unos pedazos de madera escupidora portados por un grupo de imbéciles? ¿Qué pensaría el viejo chamán sobre su valentía y su valor, si aún viviera para verlo? - No bajéis. Quedaos con Jani - ordenó habiendo caminado de nuevo en sigilo hacia la rejilla. Inmediatamente se autoimpuso la tarea de encontrar algo en aquella insólita cueva que poder usar en contra de esos ruines y cobardes ballesteros. Encontró una especie de cuchillos demasiado estilizados bajo una de las mesas, tras una puertecilla. De inmediato recordó lo que le había enseñado su padre. Agarró los seis que había en ese estuche y volvió a la puerta intentando hacer que el agua no delatara sus pasos.

Le resultó especialmente complicado caminar con tanta delicadeza cuando la rabia le poseía.

Asomó parte de un ojo, pero poco pudo ver. Debía guiarse por el sonido. Agarró uno de esos cuchillos extraños como le aconsejó su padre y lo arrojó hacia donde había oído el roce de un calzado con el suelo, un poco más arriba. Se sintió tremendamente avergonzado cuando no escuchó ningún quejido, solo un débil traqueteo metálico contra el suelo. Volvió a sacar el brazo para lanzar otro, y su falta de pericia tampoco le ayudó. Gruñó en silencio para sus adentros y lanzó uno más. A juzgar por los ruidos que escuchó, pareció herir en un lugar muy sensible e importante del rostro de uno, que se quejó y enfureció a partes iguales. Para cuando quiso lanzar otro, Sango ya le había metido la idea en la cabeza de que era mejor salir de allí corriendo.

- Hijos de la gran puta... ¡Estos no puedieren salir de aquí vivos! - berreó uno.

Se guardó los cuchillos a regañadientes y le siguió por aquel pasillo, con una mezcla confusa de emociones. Había conseguido darles a los ballesteros de su propia medicina, bueno, solo a uno y de manera algo humillante. Por otro lado, parecía que aquello había alimentado su determinación para perseguirlos. Le asaltó la fugaz idea de no ser un chamán valioso. Luego recordó todo lo que implicaba su viaje y esa idea se esfumó. Debía curtirse como guerrero en las artificiosas costumbres marciales de las tierras sureñas. Aquello era parte del aprendizaje, pero esperaba no estar arrastrando a los demás con él hacia la derrota por ello.

Recorriendo los pasillos encontró varias cajas metálicas altas y delgadas que colocó atravesadas de un fuerte tirón. Esos cobardes tendrían que levantarlas para poder alcanzarlos. Con todo, tenía un buen presentimiento. Algo tenía que significar que aquellos bichos arreglaran de alguna manera las puertas de la sala anterior para dejarlos salir de allí. Esos bichos parecían mucho más listos que los de las montañas y los bosques. Y con esa ciega confianza avisó a Sango de que, en un cruce de pasillos, había visto a lo lejos una gran conglomeración de aquellos insectos y que debían tomar esa dirección. El chamán obedeció a su intuición y hacia allí corrió.

Lo que encontró al final de aquel pasillo era innombrable. Una especie de árbol de hojas rosadas pero sin tronco, y las hojas tampoco parecían hojas. Presidía una sala bastante amplia como si fuera de gran importancia para los que habitaban antes este lugar.

Y también estaba Idryn. - Os las habéis arreglado para salir de allí, ¿eh? - observó con una serenidad altanera. Estaba subida a unos escombros cercanos a la masa rosácea y hablaba sin apartar la mirada de esta. - De hecho, qué irónico. Es como si hubiéramos convocado aquí una reunión. Esos de allí son vuestros compañeros, ¿a que sí? - comentó ladeando la cabeza, haciendo que por primera vez Sein saliera de su colérico ensimismamiento para mirar a otra cosa que no fueran sus zonas más vulnerables.

Aquella mujer rezumaba seguridad. Eso enfurecía aún más al chamán, que esperaba que al menos mostrara algún ápice de miedo al verse acorralada por aquellos que había intentado quemar vivos, agonizando y sin salida. Como si la mujer escuchara sus pensamientos, contestó en tono conciliador: - Ah, tranquilos. Entraba en mis planes que no murierais allí quemados.

A estas alturas, Sein ya no se fiaba de ninguna de las palabras que saliera por su boca. Escasos instantes separaban el cuello de ella de sus colmillos sedientos de venganza. Estaba preparado para acortar esa distancia si nadie se interponía.
_________

OFF: Sein saluda con alegría a los colegas que se asoman por la rejilla, pero pronto llegan los cabrones de antes por el pasillo y va con Sango a ver qué pasa. Le entra la rabia y coge unos bisturís para lanzárselos como hacían ellos con los virotes y tras varios intentos fallidos acaba dando a uno en la cara, posiblemente en un ojo. Luego, Sango y él salen corriendo por la puerta contraria y acaban (hablo por los dos suponiendo que Sango siga a Sein) llegando al lugar del fruto del Edén. Allí se encuentra también a Idryn y ya está planeando su embestida para matarla de inmediato.
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Biosfera [Trabajo] [Noche] - Página 2 Empty Re: Biosfera [Trabajo] [Noche]

Mensaje  Sango Dom Oct 27 2024, 14:50

La fatiga pasó a un segundo plano cuando, tras seguir a Sein por aquellas galerías, sus pasos los condujeron hacia una estancia en la que destacaba una informe masa rosa que supuraba de algo que Sango no lograba a comprender. Cerca, sobre los escombros caídos del techo y por donde se filtraba el aire fresco y la luz de la luna, Idryn mantenía la mirada fija en la masa mientras sus voz, aparentemente sosegada y tranquila, llenaba el ambiente con palabras que parecían quedar flotando en la estancia, resonando de una manera que indicaba que todo allí estaba mal.

Nada de lo que veía estaba bien. Una mujer completamente absorbida en una masa de la que nada sabía. Un amigo, una parte de él que estaba completamente vencido por una fuerza que él era incapaz de ver. Una niña que en su corta vida había experimentado trágicos eventos que terminaron por alterar su mente. Estar allí no hacía más que alimentar una posible percepción errónea de la realidad, la vida no era así, y aquella niña no podía seguir sumergida en ese ambiente. Necesitaba una vida normal. De hecho, todos los que estaba allí necesitaban alejarse una temporada de lugares llenos de miseria y peligros que acechaban desde las esquivas y traicioneras sombras.

- ¿Ah no?- preguntó entonces Sango-. ¿Entonces qué era? ¿Estaba frío y querías ayudarnos a entrar en calor?- su mano ya empuñaba la espada.

La mujer, Idryn, seguía en su mundo, agachándose, moviéndose sobre los escombros con delicados y cuidadosos pasos, observando la informe masa rosácea que parecía tener vida propia.

- Es... fascinante- de entre todo lo que murmuraba fue lo único que escuchó.

Sango, entonces, miró a Sein y cuando hicieron contacto visual le hizo una seña con las cejas en dirección al pasillo por el que acababan de llegar. No tardarían demasiado en aparecer.

No se creía nada de lo que aquella mujer decía. Les había encerrado en una sala y le había prendido fuego sin dudarlo siquiera un instante. El grupo que iba con ella tampoco invitaba a dar margen a la duda con respecto a su posición con respecto a ellos. Sin embargo, la actitud de Idryn con respecto a aquella masa informa dejaba la puerta abierta a replantearse la situación de aquella gente en Edén. Sango pensó que podían ser algo más que simples saqueadores, quizá tuvieran información para usar parte del poder residual que aún quedaba en Edén.

Un escalofrío recorrió a Sango con aquel pensamiento.

- ¡Alice!- la voz de Jani resonó por toda la estancia-. ¡Alice te traje esto!

La pequeña corría hacia el montón de escombros con algo en la mano que el pelirrojo no fue capaz de distinguir. Lo que sí hizo fue llamarla por su nombre y echar a correr hacia ella.

Idryn salió de su trance onírico y se giró para contemplar con cierta sorpresa a la niña que avanzaba hacia ella.

- ¿Qué me traes, pequeña?- dijo con una sonrisa.

Sango llegó a tiempo para interponerse y apuntar con la punta de la espada a la mujer mientras hacía retroceder a Jani que se quejaba amargamente.

- No Sango. ¿Qué haces? Es mi amiga-

- No, no lo es- respondió el pelirrojo.

Entonces, las voces de sus perseguidores inundaron la estancia. Formaban un grupo de seis personas. Estaba seguro de que arriba había visto a más gente, aún así, contaban con armas a distancia y superioridad numérica y si sus sospechas eran correctas, podían saber más acerca de aquellas instalaciones.

Se dispusieron en semicírculo en torno a la entrada del pasillo y Ben observó ciertos recelos en varios rostros al observar la masa informe. Uno de ellos, no el que les gritaba con su peculiar forma de hablar sino el que portaba unas ropas más elegantes se adelantó con evidente expresión de malestar. Le intentaron ayudar al verle trastabillar pero con una mano descartó la ayuda.

Sus pasos, lentos y erráticos pronto dieron con la escombrera.

- No os preocupéis- dijo con voz ronca-. No atacaremos a menos que tengamos que hacerlo.- miró a Idryn que seguía con la mirada fija en una Jani, anclada en su sitio bajo el agarre de Ben, que le tendía una mariposa metálica desde la distancia-. Dama Idryn, entonces, ¿esto era el árbol?- cayó de rodillas al suelo y vomitó.

- Así es- dijo ella girando lentamente la cabeza. Su voz sonaba terriblemente tranquila.

El hombre de ropas elegantes gateó por los escombros ante la atenta mirada de todos los presentes. La pequeña Jani miró a su mariposa. El movimiento de sus hombros hizo que Ben apartara la mirada hacia ella para descubrirla llorando en silencio. Tragó saliva y aflojó su agarre para apretarla contra él y susurrarle palabras de consuelo.

- Es... fascinante- dijo le hombre al llegar junto a Idryn.

La mujer se agachó para ayudarle a ponerse en pie. Tenía una sonrisa dibujada en el rostro que hacía pensar que aquellos dos tenían una relación algo más estrecha de lo que podría parecer. Idryn y el hombre se miraron unos instantes y luego ambos giraron la cabeza hacia la informe masa que en su día había sido un árbol y ambos se sumergieron en un sueño.

Ben aprovechó para mirar hacia el grupo de, ahora, cinco personas y comprobó que se habían movido para ganar algo de ventaja con la nueva posición. El pelirrojo tiró de Jani y fue hacia atrás, en dirección a Corlys y Elian.

- Me alegro de veros- en su tono había alivio. Se agachó junto a Elian y le puso una mano encima-. No tienes buen aspecto, amigo mío- dejó la espada en el suelo y echó mano a un frasco metálico, una especie de petaca, que llevaba guardada en la capa-. Toma esto, no es muy fuerte, pero te aliviará (1)- Ben le palmeó la espalda y recuperó la espada antes de ponerse en pie.

La pareja seguía absorta mirando la masa rosácea.

- Si de mi dependiera, reduciría este lugar a cenizas- dijo Sango en voz baja junto a Corlys-. Los Dioses saben que no hay nada bien en este lugar.

El hombre pareció caer a un lado pero Idryn consiguió abrazarle en el último momento. Estuvieron un rato así hasta que, despegándose ligeramente, la mujer habló para toda la sala.

- Sé como arreglar esto- hizo una pausa-. Pero os voy a necesitar. A todos.

Una de sus manos trasteó por entre los ropajes del hombre. Para cuando Ben vio el brillo metálico del acero, fue demasiado tarde. El filo laceró por completo la garganta de aquel hombre dejando que su sangre empapara la masa antes de dejarlo caer sobre ella.

Un pequeño temblor sacudió la estancia y acto seguido, el cuerpo comenzó a desvanecerse, lentamente, por lo que quedaba del árbol. Era como si esa masa estuviera devorando el cuerpo de aquel pobre desgraciado.

- Él es un elfo- dijo ella señalando a Elian-. Traédmelo con vida y lo ofreceré para que el fruto, ahora marchito, vuelva a crecer grande y fuerte.

La sorpresa aún reinaba en todos los rostros que miraban a Idryn cuando esta cambió su expresión serena a una sonrisa y una mirada despiadada. Podía verse la locura dominando por completo el juicio de aquella mujer. Otro temblor sacudió la estancia y un sonido metálico estridente resonó por toda la sala.

- El fruto debe volver a la vida.

El cuerpo del hombre terminó por desaparecer y la mujer abrió los brazos y alzó la mirada.

Decenas de pequeños insectos mecánicos, como los que les habían salvado en la sala anterior, hicieron su aparición en aquella gran sala y comenzaron un caótico movimiento por todas partes.

- Sí... sí...- la mujer miraba a todas partes satisfecha con lo que veía-. ¡Traedme al elfo!- sus palabras fueron seguidas de un ruido metálico y unas pisadas poderosas que sonaron muy cerca.

El pelirrojo sacudió la cabeza y comprendió al instante lo que debían hacer. Aquella mujer quería matarlos y estaba utilizando algún tipo de oscura hechicería para acabar con ellos, empezando por Elian. Y aquello era algo inaceptable.

- ¡Disparadle! ¡Matadla si no queréis morir aquí abajo!- ladró el pelirrojo a los que hasta ahora habían sido sus enemigos.

El crujido metálico de las ballestas disparando los virotes resonó y los pequeños proyectiles rompieron el aire a su alrededor. El impacto de dos de ellos contra el cuerpo Idryn, sin embargo, los quebró al instante para sorpresa de todos los presentes.

Su risa se hizo sonar por encima de todos los movimientos de los insectos que parecían reparar cosas en la sala. Como habían hecho antes.

Sango comprendió que aquella mujer no llevaba ninguna armadura debajo de sus sencillas ropas. Ni que poseyera algún encantamiento que le hiciera resistente a los virotes. No. Esa mujer era una biocebernética y había caído todos en su trampa. Los insectos comenzaron una rápida y caótica retirada.

Por el pasillo por el que habían llegado, una figura mecánica hizo su aparición en la sala. Le recordó a los constructos metálicos con los que había luchado arriba y con el torso móvil con el que se habían cruzado hacía un rato. Pero era algo más grande que los que había visto, incluso más que un hombre grande y arrastraba unas cuerdas tras de sí. Ben esperaba que no fueran armas.

Estaba claramente sin terminar, porque no tenía carcasas que protegieran sus partes móviles, como era el caso de otros que había visto, pero aún así fue toda una visión ver cómo se acercó a uno de los ballesteros para quebrarle la pierna con una facilidad asombrosa. Los gritos resonaron por toda la estancia mientras el autómata arrastraba el cuerpo hacia que Idryn que sin pensarlo demasiado, repitió lo que había hecho con el otro hombre.

- Traedme al elfo- fue lo que dijo antes de lanzar al hombre a la masa rosácea.

Jani lloraba desconsolada aferrada a su pierna. Aquello era una maldita pesadilla. Maldijo cien veces el nombre del creador de aquel lugar. Los hombres asintieron y amartillaron nuevamente sus ballestas. Estaban decididos a ir a por ellos.

- Idryn tiene que morir- ladró a Sein y a Corlys-. Es una maldita biocibernética, hay que destruir su cabeza- la imagen de como usó el escudo para destrozar la cabeza del último bio que le había atacado le sirvió bien para saber cómo proceder-. Al tipo metálico hay que tirarlo al suelo.

Él no abandonaría a Jani y tampoco a Elian. Descolgó el escudo de su espalda y gruñó.

- Si esos cabrones vienen a por Elian o a por la pequeña, lo pagarán caro.

No hubo tiempo para mucho más, el constructo metálico giró hacia ellos y sus perseguidores apuntaron en su dirección. Un virote voló alto por encima de Ben.

- ¡Vivo!- gritó Idryn que sonreía con suficiencia.

Sango se echó hacia atrás y buscó refugio tras uno de los pilares, cerca de donde estaba Elian.

- ¿Te has bebido la poción?- giró la cabeza hacia la pequeña-. Jani no te separes de mi, ¿de acuerdo?- la muchacha sonrió distrayendo momentáneamente a Sango.

No entendía cómo funcionaba la cabeza de la niña, pero sí entendía qué era lo que tenía que hacer para mantenerla a salvo. A ella, a Elian, a Corlys y a Sein. Y eso es lo que haría.

- ¡Cabeza fría y golpes fuertes! ¡Si caemos esta noche tened por seguro que alzaremos nuestras jarras y brindaremos por una buena lucha en el gran salón de Odín! ¡Al Valhalla! (2)

***************************************
(0) Bueno, bueno... Un par de aclaraciones. Resulta que Idryn engañó a la pequeña Jani haciéndose pasar por Alice Hyre. En cierto modo tiene sentido, ¿no? Quiero decir, desde la base de los Bio que es donde está Alice hasta Eden debe haber un buen trecho y Sango no perdió de vista a la peque durante mucho rato, tenía que haber una explicación de por medio.

Esta Idryn resultó ser una biocibernética. El hombre de ropajes elegantes un brujo. Cuando el fruto marchito recibe un nuevo sacrificio entiendo que podría ser una forma de volver a traerlo a la vida o quizá, lo que está viendo sean los estertores de un objeto con un poder terrible.

Finalmente hay un proxy "gigante", inspirado en los centuriones dwemer de Skyrim, pero sin ser tan bestia. Es posible que tenga algo de valor para llevarle a la amiga Alice, aunque si es por Sango le prendía fuego a todo aquello.

Sango da ciertas nociones a Sein y Corlys para que luchen contra el "gigante" e Idryn. Y lanza un grito de ánimo y valor para que estén más motivados. Seguramente ese grito podrá ayudar a Elian a multiplicar el efecto de la poción si es que decide tomarla.

(1) Sango le ofrece a Elian una poción de salud diluida.
(2) Uso de habilidad: ¡Al Valhalla! [1 uso]  
Durante la batalla, este poderoso grito de guerra infunde nuevas esperanzas en los corazones de sus aliados y puede llegar a intimidar a sus adversarios. Cuando Sango grita, la adrenalina se dispara y permite que tanto él como sus aliados ignoren parte del daño recibido y les permite lanzarse al ataque, una vez más, para gloria y regocijo de los Dioses.
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Mensaje  Elian Lun Oct 28 2024, 12:02

A Elian le pareció oír la voz de Corlys surgiendo de alguna parte y debía estar realmente allí, porque unas manos lo ayudaron a incorporarse poco después. De alguna manera, debía haberlos alcanzado a Jani y a él.

No es… No he…

Elian intentó explicar que aquello no era el cansancio normal por la carrera, que había algo en la sala que lo estaba causando, pero una nueva arcada lo obligó a cerrar la boca para no echar lo que ya no tenía en el estómago.

Corlys se puso a trabajar para asegurar la entrada más cercana mientras Jani seguía murmurando acerca de un árbol. Fue al levantar la vista para intentar averiguar a qué se refería la pequeña cuando Elian se dio cuenta de que no estaban solos. Una mujer se había plantado delante de una masa rosácea que… no estaba bien. Aquello debía ser a lo que Jani había llamado árbol, pero el aura que rodeaba aquella cosa habría bastado para echar a perder todo un bosque. Esa cosa… bueno,  no estaba bien.

Sein, Sango y otras personas aparecieron poco después desde el otro extremo de la sala. Un rinconcito en la mente de Elian registró una cierta lástima por el trabajo que Corlys había dedicado a sus trampas. Al menos, hasta que los acontecimientos se precipitaron.

En circunstancias normales, presenciar un asesinato realizado de forma tan fría, tan… mecánica, le habría revuelto el estómago, pero en aquella ocasión ya no quedaba gran cosa que revolver y Elian se encontró presenciando la horrible escena que siguió al evento como si se tratara de la función de un juglar ambulante.

Apenas fue consciente de que él sería el siguiente hasta que Sango se acercó para interponerse entre él y cualquiera que se acercara a reclamarlo. Buen amigo, Sango. Hasta le dio un frasquito con el que quitarse el mal sabor de boca. No es que fuera muy sabroso, pero era mejor que el sabor a bilis, en cualquier caso. Y le asentó un poco el estómago, eso era bueno.

Más gritos, virotes volando, un retumbar metálico como de algo pesado avanzando por la sala. La mente de Elian comenzó a despejarse con los gritos de ánimo de Sango. Iban a pelear para protegerlo a él. Tenía que hacer algo para ayudar a sus amigos. Por desgracia, de poco iba a servir mientras esa cosa siguiera ahí, pulsando, llamando… Elian se levantó, su cuerpo respondía mejor ahora.

¡Parad! —Intentó gritar, pero probablemente su voz no diera para tanto—. No hace falta pelear. Iré —añadió avanzando lentamente.

Por el rabillo, vio a la pequeña Jani encogida, con lágrimas en los ojos. Elian le dio una palmada a Sango en el hombro sin dejar de avanzar paso a paso.

Coge a la niña y sal de aquí —le dijo en voz baja.

Trató de mostrarle un guiño cómplice, una sonrisa, pero no se sentía tan fuerte para eso.

Ya me acerco —continuó.

Apenas fue capaz de dar un par de pasos más antes de tropezar y caer de bruces. Por suerte, era alto y eso situó sus manos lo bastante cerca de aquella cosa inmunda. Insufló toda la Luz que fue capaz entre la escasa tierra, el polvo y los escombros frente a él, dirigiéndola hacia aquella cosa(1).

Después del incidente de las grosellas en la superficie, sabía que lo que estaba haciendo era muy arriesgado, pero no podía dejar esa cosa ahí, creciendo, alimentándose de los pobres infelices que aquella desquiciada decidiera atraer hasta allí para revivir algo que nunca tendría que haber nacido.

Elian liberó su oración y el suelo bajo la masa rosácea se abrió para dar paso a unas ramas negras, compuestas casi completamente por largas y afiladas espinas. El ramaje rodeó la masa rosácea, como si la abrazara. Las espinas crecieron, perforando el amasijo de carne, rasgando sus entrañas.

Un halo purpúreo, visible solo para el elfo, comenzó a manar de las heridas, como sangre gaseosa. Una pestilencia se expandió hacia los lados, primero, y luego hacia los agujeros del techo derruido, como el humo de una hoguera perdiéndose en la noche. El espino seguía creciendo, y creciendo, y creciendo. El amasio rosáceo seguía retorciéndose, desgarrándose. Algunos trozos saltaron hacia los lados.

Elian, aún en el suelo, trató de retroceder, alejarse todo lo posible de la inminente explosión. En aquel momento, oyó el inconfundible sonido de una placa de presión accionándose
.


----------

OFF: Subrayado: Añado al big reveal de Sango una complicación de mi cosecha. Por vía mágica otra vez. El hechizo de Elian se ha visto un pelín intensificado y la masa rosada y, ahora, espinosa, parece estar a punto de reventar. Además, algo parece haber accionado la trampa de Corlys.

(1) Habilidad de nivel 1: Barrera natural [Control de la Naturaleza, Mágica, 2 usos] Al tocar el suelo con mi Luz, un tupido matorral espinoso surgirá inmediatamente de la tierra cerca de donde me encuentro. Funciona como obstáculo o barrera.
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