[Cerrado]Encuentro en la tormenta [Privado][2/2]

Mi corazón se detuvo por un instante cuando empecé a escuchar su voz, mis ojos se posaron en sus extremidades, así fuera algo inútil, podría al menos intentar predecir el movimiento de alguien de su nivel y poder planificar un escape.

“No me encuentro familiarizada con la heráldica.”

El farol parpadeo fuertemente debido a una pequeña brisa que emitió mi cuerpo, en lo que se suponía era un suspiro de tranquilidad, mi mente estaba intentando procesar que ya estaba libre de peligro, a tal punto que preste poca atención a sus siguientes palabras.

“tiene un vínculo con el agua”

Fue el único concepto que quedo en mi mente, si libero otra frase llena de sabiduría me la había perdido, lo cual me hizo sentir vergüenza, como mejorare si cada vez que sospecho de alguien mis sentidos entran en pánico.

- Ya veo – dije con un leve suspiro, intentando usar una frase ambigua que no demostrara mi falta de atención, quedé en silencio por unos minutos, cambiando la farola de una mano a la otra - y tu familia, ¿todos son tan sabios como tú? Bueno supongo eso es obvio, teniendo en cuenta tu aspecto no me sorprendería si vivieran en una cima nevada cubierta de nubes, en esos míticos feudos olvidados por su difícil acceso.

El calor subió a mis mejillas ante su halago. No era la primera vez que me llamaban sabia, pero sí que lo hacía otro dragón, quizás por eso se sentía diferente. No pude evitar sonreírme.
—La abuela Theragon es increíblemente sabia y lista.-Que no son lo mismo.— Padre y madre también saben muchas cosas, y tengo un par de hermanos con una sabiduría especial. Algunos también han viajado mucho.— No todos, sin embargo, se tomaban tan en serio el peregrinaje, o siquiera lo ansiaban.

Solté una corta risa afable ante su presunción, muy cercana a la realidad, y visualicé las nevadas montañas de mi hogar con nostalgia durante un instante. —Es muy similar a lo que relatas. -Admití.— La caverna de mi familia directa está en el segundo pico, y mis primos viven en las cimas lindantes. -Mi mirada se posó sobre el farol, que amenazaba con apagarse en cualquier momento.
Tomé la mano libre de ella con la mía, antes de que la luz se extinguiese por completo, así no nos perderíamos si descompasábamos nuestros pasos.
Mientras seguíamos compartiendo recuerdos de nuestro hogar, nuestros familiares, lejanos por motivos distintos, pero a quienes extrañábamos con la misma fuerza, disfrutando de esa complicidad que uno solo tiene con un alma afín, el farol emanó su último suspiro. Nuestros pasos siguieron firmes, lentos pero constantes en la oscuridad, porque teníamos fe de hallar algo al otro lado, y, tras varias horas que volaron tan rápidas como nosotras al viento, una luz tenue nos dio la bienvenida en la distancia, marcando el final del túnel.