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Mensaje  Ansur Mar Ago 22 2023, 00:23

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4 días antes del colapso: Bosques del Oeste

Wolle era el nombre de aquella aldea situada en el corazón de un bosque frondoso y verde, cuyos enormes árboles interceptaban casi todos los rayos del sol. Sus habitantes eran hombres bestias carnero y oveja, todos cubiertos de suave lana blanca o negra, y que tenían una conexión especial con el mundo onírico y una gran habilidad para saber el significado de cualquier sueño. Vivían en armonía con la naturaleza, respetando el equilibrio, viviendo con una filosofía de no violencia y practicando una agricultura sostenible. Sus humildes casas eran de madera y paja, rodeadas de huertos y hermosos prados. Su cultura era rica en tradiciones, leyendas y canciones.

Contaban con un gran héroe. Él se llamaba Lánar, y era el chamán más poderoso que jamás había existido. Al menos, según los hombres carnero. Lánar tenía un don sin igual: podía hacer dormir a cualquiera, desde las más pequeñas criaturas hasta las bestias más colosales. Lánar había realizado muchas hazañas en su vida, había enfrentado toda clase de enemigos, y a todos los había derrotado, con valentía y heroísmo, sin que hubiera siquiera una gota de sangre derramada.

Era invencible. El mayor protector de la aldea Wolle. Mientras viviera, y su esperanza de vida era larga, ningún mal los alcanzaría.

Lánar murió en una noche cualquiera. Una pesadilla fue lo que detuvo su corazón para siempre.

Después de su muerte, los aldeanos se sintieron vulnerables y asustados. Nadie más tenía don o poder alguno para siquiera protegerse a sí mismo. Estaban condenados.

Pero un día llegó a la aldea un grupo de vampiros que se ofrecieron a protegerlos de los lobos y de cualquier otro enemigo. Los aldeanos, confiados y agradecidos, aceptaron su ayuda, y les permitieron vivir con ellos.

Con el tiempo, los vampiros se fueron haciendo más déspotas y crueles. Empezaron a exigir más sumisión, más comodidades, incluso sangre. Los vampiros incluso impusieron su propia religión y sus propias leyes.

Los hombres bestia fueron oprimidos, llevados a la desesperación, a la desesperanza, a la muerte… Aun así, no se atrevieron a rebelarse. Creían que eran incapaces de salvarse a sí mismos. Apenas uno solo intentó algo: se había atrevido a enviar cartas a otras aldeas, rogando por ayuda. Fue ejecutado.

No fue en vano, sin embargo. Llegaron cartas de un extranjero, al que los carneros empezaron a llamar El Pastor. Dijo a que era de un lugar lejano, sin especificar de dónde, pero que había aprendido los secretos de la magia y el poder supremo. Les prometió que les enseñaría a liberarse de los vampiros, a recuperar su dignidad, su felicidad y a nunca más depender de nadie.

Diez días después, El Pastor se hallaba en la cima de una colina, desde donde podía contemplar la aldea Wolle. El sol salía por el horizonte y el cielo se teñía de variados tonos de rojo y naranja. La mirada de El Pastor era grave y profunda. Junto a él, había un bolso de cuero que parecía vacío, pero que, sorprendentemente, guardaba un arsenal: espejos mágicos que podían reflejar cualquier tipo de magia y transformarse en cualquier arma.

El Pastor había enviado unas cartas a dos personas que estimaba dignas de su confianza y de su misión. ¿Cómo las conocía? Sería algo que no vale la pena revelar todavía. El Pastor los había llamado para que le ayudaran a entrar en la aldea y armar a los hombres bestia con los espejos mágicos. El Pastor les había ofrecido una recompensa generosa, algo que iba más allá de simples aeros.

Después de atravesar el bosque siguiendo las instrucciones, el par de aventureros llegaron a la colina donde les esperaba El Pastor. Era hombre bestia, también. Un gran hombre perro de casi dos metros.

Él se volvió para recibirlos. Les sonrió con amabilidad y les dijo:

Bienvenidos, Elian Satari y Helena Rhodes- Extendió sus brazos, con el sol ámbar a su espalda sirviendo como un nimbo radiante que parecía reflejar santidad en su imagen -Gracias por venir. Hoy, como seguro tanto habrán deseado, recuperaremos la conexión con el mundo de los sueños.

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Les damos la bienvenida, Helena la Tsundere y Elian Te Debemos el Epíteto, a esta ronda de desafíos que pondrá a prueba sus capacidades para resolver el misterio que está causando estragos en Aerandir.

En la primera parte iremos rápido con nuestros objetivos. Podrán incursionar en la aldea y empezar la entrega de los espejos mágicos. A pesar de que está amaneciendo, hay muchos sitios donde la luz del sol no llega y donde los vampiros déspotas podrán moverse, y no están de buen humor tras tantos días sin dormir.

Son libres de manejar a El Pastor, aunque será ambiguo al responder cualquier cuestión sobre su identidad, su pasado, los espejos y su conocimiento sobre ustedes. Además, a pesar de su tamaño, no solo es fuerte, sino también ágil.

Las ovejas, por su parte, serán algo difíciles de arrear. Muchas estarán encantadas de tener la oportunidad de luchar, otras serán indecisas y algunas pocas tienen demasiado miedo como para rebelarse. Deberán saber tratar con ello, o no hacerlo si no les interesa. No obstante, el final de este desafío podría tener desenlaces diferentes de acuerdo a las acciones y decisiones que tomen. Sean cautelosos.

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Mensaje  Elian Vie Ago 25 2023, 13:04

Había que mirarle el lado bueno a las situaciones: tantas horas sin dormir le habían dejado mucho tiempo para practicar, así como un estado semiconsciente que, de alguna forma, le llenaba la cabeza de imágenes inspiradoras cada vez que se topaba con una rama o un leño seco. Así fue como Elian se había encontrado repartiendo figurillas de animales entre los niños de toda aldea que se cruzaba en su camino.

Y así fue como se encontró con una bonita flauta labrada con hojas de vid entre sus manos en su tercera o cuarta noche sin dormir, ya había perdido la cuenta. Después de comprobar, con una melodía sencilla, que la flauta sonaba como era debido, le dio una manita de barniz y la dejó a un lado para que secara.

Después, se tomó su tiempo para estirarse mientras respiraba el aire de la noche. No le costó percibir el aroma del campo de lavanda junto al que había acampado en un intento de utilizar sus efectos calmantes para conciliar el sueño. Ni que decir tiene que no había funcionado.

Una nota cayó entonces a su lado, procedente sin duda de algún ave que Elian no habría oído pasar porque estaba demasiado cansado para prestar atención. Hasta es posible que el pobre animal hubiera estado tratando de llamar su atención durante horas en busca de su propina.

En cualquier caso, el elfo no le dio demasiada importancia y leyó la misiva con calma: un mensaje de un tal El Pastor que solicitaba su ayuda para rescatar a un puñado de hombres oveja de algo o alguien que no quedaba muy claro en el escrito. También prometía algún tipo de recompensa más valiosa que el oro. Todo lo que le vino a la mente a Elian fue que no recordaba si había intentado o no contar ovejitas para conciliar el sueño.

Por qué no —se dijo en voz alta mientras se guardaba la carta en un bolsillo—. Pero mejor no nos arriesguemos a partirnos el cuello caminando a oscuras por este terreno.

¿En qué podría ocupar su tiempo hasta el amanecer? Junto a la hoguera, descansaban los restos de pieles de conejo y otros bichejos que había estado guisando últimamente (no dormir le daba hambre, por alguna razón) y aquello le trajo recuerdos de la muchacha Valyria, y la nueva técnica de tratamiento del cuero que habían estado investigando(1).


Bonito sombrero, por cierto —dijo El Pastor cuando terminó de explicarles el motivo de su llamado a él y Helena Rhodes, que a Elian le resultaba bastante más familiar que el tipo, por más que se hubiera dirigido a él por su nombre completo.

Gracias. No suelo llevar complementos tan llamativos, pero tenía tiempo, así que… —Dejó la frase en el aire, como si sus palabras tuvieran algún sentido, antes de pasar a la cuestión que le estaba intrigando desde el principio—: Perdona, pero llevo tanto tiempo sin dormir que está afectando a mi memoria, ¿de dónde dices que nos conocemos?

Eso es lo que más me gusta de ti, Elian, que ni en tiempos de crisis pierdes el sentido del humor —dijo El Pastor alargándole un buen puñado de esos espejitos que llevaba en el bolso—. Pero ahora tenemos que centrarnos en lo importante. Hay que aprovechar al máximo las horas de luz para que los sold… pobres hombres estén preparados cuando los vampiros salgan a la calle.

¿Y no sería más civilizado organizar algún tipo de negociación entre ambos grupos? Los vampiros no son malvados por definición. Estoy seguro de que si…

¡Llevan meses aprovechándose de ellos! No los escucharán a menos que les demos un buen motivo para hacerlo.

Los espejos —indicó Elian dubitativo.

Los espejos —confirmó El Pastor.

En fin, qué sabría él si ya no tenía la más remota idea de en qué día vivía. Se guardó los espejitos en el bolso y, tras dedicarle un gesto a Helena para que decidiera ella si iban juntos o se separaban, se encaminó a la aldea desde donde ya empezaban a percibirse las actividades matutinas.

Por el camino, se encontró con un par de niños que se peleaban por una vieja flauta y les dio la que había fabricado un par de noches atrás, lo que solo sirvió para que empezaran a pelearse por la flauta nueva. Al menos, no se veían tan amedrentados como los adultos con los que se cruzó. Algunos, hasta se metían de vuelta en sus casas cuando lo veían aparecer.

Pst, elfo —lo llamó una anciana desde una ventana con visillo y, cuando Elian se acercó a la ventana, añadió—: Deberías marcharte de aquí rapidito, muchacho. Hay vampiros en el pueblo y no suelen gustarles mucho los de tu clase.

En realidad, he venido por eso precisamente —dijo él ignorando el hecho de que lo hubiera llamado muchacho una mujer que no podía ser mucho mayor que él—. Me envía El Pastor. Dijo que se había puesto en contacto con la aldea y…

Pfff, el pastor. Lárgate, chico. Será lo mejor para todos.

La mujer cerró la ventana y la cortina antes de que Elian tuviera tiempo de responder nada. Sin embargo, dejó una rendijita abierta y al elfo le pareció ver que no renunciaría a su vigilancia matutina, así que depositó uno de los espejitos en el alfeizar y continuó la marcha, entregando sus misteriosos regalos a quien quisiera aceptarlos y dejando otros al alcance de quienes parecían indecisos. Hacía tiempo que había aprendido que no se podía ayudar a quien no deseaba dicha ayuda.


----------

OFF: La user sospecha muy mucho de esos espejitos que tanto le recuerdan a cierta torre. Pero eso ocurrió con otra cuenta y Elian no tiene motivos para sospechar de un tipo con gusto por los sombreros fabulosos, así que repartirá los espejitos y a ver la que se lía en el turno siguiente.

(1) Fabrico, solo para este tema una flauta de madera (Instrumento musical refinado –es el nombre de la receta, no es que me haga la elegante) y un sombrero fabuloso (también es el nombre de la receta y hace esto: Esta prenda pomposa no sólo llama la atención, sino que sus materiales han sido imbuidos con esencias mágicas. Cuando su portador se pone a bailar, La persona que tenga en frente se sentirá forzada a hacer lo mismo, siguiendo pasos más o menos similares. Esto le impide tomar acciones que requieran control del propio cuerpo. El baile debe ser de verdad, no puede usarse en el mismo turno en que se realicen ataques o se usen habilidades. Este efecto dura un turno y un mismo objetivo no puede volver a ser afectado el mismo día).

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Mensaje  Helena Rhodes Jue Sep 07 2023, 21:07

Helena se encontraba al borde del agotamiento, y su aspecto lo reflejaba claramente. Sus ojos, normalmente vivaces y desafiantes, ahora estaban empañados por un velo de fatiga. Ojeras profundas marcaban su rostro pálido, y su cabello rubio, que solía ser su orgullo, estaba desaliñado y revuelto. La falta de sueño había acentuado su ya característico carácter rebelde y su tendencia a la irritabilidad.

Caminaba junto a Elian para reunirse con El Pastor. Sus pasos eran lentos y pesados, como si arrastrara el peso de cada día sin descanso. A pesar de su cansancio, su mirada aguda y su instinto de supervivencia seguían intactos. La situación la había forzado a mantenerse alerta, incluso en su estado de agotamiento extremo.

El Pastor era uno de los pocos que había logrado ganarse su confianza. Aunque Helena no solía llevarse bien con la mayoría de la gente, algo en la actitud del hombre bestia le había caído bien desde el principio. Tal vez era su amabilidad aparente o su aura de misterio, pero había algo en él que la intrigaba y la hacía sentir cómoda a pesar de sí misma.

Se habían cruzado en una de sus travesías a lo largo de Aerandir, un encuentro casual que se convirtió en una conversación prolongada. El Pastor, como su nombre indicaba, había demostrado tener un conocimiento profundo sobre el mundo de los sueños, algo que había despertado el interés de Helena. Había sido él quien les había contactado, ofreciéndoles la oportunidad de ayudar a los habitantes de Wolle y, al mismo tiempo, ganar una recompensa generosa. Y Helena apreciaba las recompensas generosas.

A pesar de su habitual desconfianza hacia la gente, había algo en El Pastor y en la misión que le había propuesto que la había convencido de unirse. Quizás era la promesa de recuperar el sueño, ya que El Pastor sabía mucho sobre ello, o tal vez simplemente era un motivo más para mantenerse ocupada y evitar pasar las noches en vela sin nada que hacer. La falta de sueño conllevaba una desconcentración creciente, y con ella, la imposibilidad de meditar, una actividad de gran importancia para ella.

Escuchó con atención la conversación entre Elian y El Pastor. Al parecer, el elfo no sabía de qué conocía al hombre bestia, y eso le pareció curioso.

La Rhodes no tenía intención de acompañar al elfo. En primer lugar, porque era un elfo, y en segundo lugar, porque creía que trabajaba mejor sola, especialmente con expertos en la ocultación como eran los vampiros.

Hablando del elfo, le resultaba vagamente familiar, aunque no sabía por qué. Quizás se lo había encontrado en alguna festividad que se celebraba en todo Aerandir, o simplemente se parecía a alguien. No sabía exactamente qué tenía, pero ese rostro amable, esos ojos tiernos y esa actitud despreocupada y preocupada a la vez por el estado de la aldea le generaban cierta atracción... ¿En qué estaba pensando? Esos tipos solían ser los primeros en morir. Además, esa barba que le resultaba tan atractiva debía ser el resultado del estado de noctambulismo que sufría, ya que, al igual que ella, seguramente no tenía ánimo para cuidar de su aspecto. Además, debía oler fatal.

En cuanto Elian se fue, el Pastor depositó su atención en ella. La que primero habló fue la bruja.

-Bueno, Pastor, ¿qué nos traes a este rincón olvidado de Aerandir? ¿La promesa de un buen sueño o solo otro trabajo para llenar nuestras horas de vigilia interminable?

El Pastor sonrió con calma, como si estuviera acostumbrado a ese tipo de respuestas.

-Helena Rhodes, siempre tan encantadora. Sabes, a veces el destino nos lleva a lugares inesperados, y a personas inesperadas.-Su mirada se volvió más seria mientras continuaba.-Pero eso ahora no importa.-Le hizo entrega de un espejo.-Lo importante es lo que haremos ahora.

Helena asintió mientras guardaba el espejo. El hombre bestia le entregó unos espejos adicionales, pero la bruja no contaba con convencer a muchos aldeanos, ya que su paciencia no estaba para aguantar muchos tira y afloja.

La bruja llevó a cabo algunas ideas para no tener que ser vista mientras repartía los espejos y, lo más importante, que ningún vampiro la viese.

Para ello, visitó los huertos de la aldea, donde los hombres bestia cultivaban sus alimentos. Con habilidad, escondió los espejos entre las hortalizas, enterrándolos ligeramente en la tierra. Luego, dejó una nota en una canasta, explicando que los espejos eran herramientas para su liberación y debían usarse con cuidado.

Con cuidado, se infiltró en las casas de los hombres bestia. Colocó los espejos debajo de las mantas de las camas, junto con una nota que advertía sobre su uso discreto y su importancia para la resistencia.

Cuando distribuyó todos los espejos conferidos por el Pastor, observó la aldea desde lo alto de la edificación más elevada. Desde su posición elevada, escudriñó cómo la vida cotidiana comenzaba a desenvolverse en el tranquilo pueblo. Sin embargo, en contraste con otras aldeas, en este rincón del mundo, un silencio tenso y opresivo se cernía sobre el lugar, como un manto oscuro que pesaba sobre cada alma.

El sol, con sus primeros rayos dorados, teñía el cielo de colores rojizos y naranjas, pero su luz no lograba disipar la sombría atmósfera que se cernía sobre Wolle. Los espejos, ocultos en lugares estratégicos, eran ahora como semillas de esperanza, aguardando el momento adecuado para florecer y liberar a la aldea de la opresión vampírica.

Desde su posición en lo alto, Helena pudo sentir la tensión en el aire, como una tormenta que se avecinaba en el horizonte. Las miradas de los hombres bestia se cruzaban con aprensión, y el susurro del viento en las hojas de los altos árboles parecía ser el único eco de la antigua armonía que una vez había reinado en este lugar.

Helena sabía que había sembrado una semilla de cambio, pero también entendía que el camino hacia la liberación sería arduo y peligroso. Mientras observaba desde las alturas, se preguntó si los hombres bestia serían capaces de unirse y alzarse contra la oscuridad que les oprimía.

_____________________________________________________________

Off:

Helena: No te vengas arriba, Elian. Esto no significa nada, simplemente es para dar interés al lector e_e

User: ¡Salseo, salseo!
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Mensaje  Ansur Mar Feb 13 2024, 18:41

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4 días antes del colapso: Bosques del Oeste

Vidas erigidas con la paz como cimiento no podían cambiar con facilidad. Era necesario destruirlo por completo para construir algo nuevo, algo mejor, algo que nadie pudiera reducir a cenizas. Y los propios vampiros se encargaron de socavar estas vidas, debilitándolas, aplastándolas, rompiéndolas… Dejando entre las ruinas cadenas de temor que restringían la esperanza.

Los hombres carnero tomaron los espejos que los extranjeros les entregaban, algunos para esconderlos antes de que algún vampiro los viera y los castigara. Otros se aferraron a los obsequios, rogando a los espíritus que les protegieran. El resto, que ya había empezado a edificar algo nuevo con las palabras de El Pastor, estudiaron los espejos para usarlos como armas, no sin dudas en sus propias capacidades, pero impulsados por espirales de deseos de venganza y de libertad, alimentados por los dolorosos recuerdos de los últimos tiempos bajo el yugo de la oscuridad.

El día envejeció transformándose en tarde. Los pueblerinos intercambiaron miradas, susurros y deseos de arriesgada rebelión o de pacífica sumisión.

Entonces llegó el momento, el fin de una etapa para los carneros y el comienzo para una nueva con el potencial de revolucionar Aerandir.

Todos los espejos renunciaron a su normalidad para reflejar algo que no estaba frente a ellos, sino frente a un espejo en particular: aquel que sostenía El Pastor desde algún lugar que nadie supo distinguir.

Todos los carneros, con diversas emociones revoloteando en sus corazones, observaron al perro en el espejo. Él, con una mirada imbuida en serenidad y sabiduria, se dirigió a cada carnero y cada oveja que le veía, que necesitaban de sus palabras.

El Pastó habló.

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Salir al sol estaba convirtiéndose en algo más seductor que continuar sus días sin dormir ni una maldita hora. Hasta beber sangre dejó de ser placentero y no saciaba por completo. O quizás sí saciaba, pero era opacado por los efectos del insomnio, efectos que con cada nueva noche empeoraba.

Un vampiro pálido, de aspecto desaliñado y semblante golpeado por el aburrimiento, con una cascada de cabello hecho de hilos de sombras difusas que ondeaban con el aura de sus ropajes oscuros, salió de una de las cabañas, harto de la actitud de sus congéneres, que se habían vuelto más irritables; harto de las ovejas, cada día más inútiles; y harto de los malditos mosquitos que le perseguían más a él que a cualquier otro. Sus pasos desganados le llevaron por el sendero que recorría con regularidad en busca de tranquilidad, algo cada día más esquivo para su espíritu.

La vista que encontró fue la habitual. Aquel pueblucho no podía ser más aburrido. Si seguía así, tendría que ordenarles otra vez a los carneros que saltaran, uno tras otro, una valla, mientras gritaban qué número eran en la fila, esta vez no para intentar dormir sino por mero entretenimiento.

Los carneros… No, había algo anormal. ¿Dónde estaban? Calles vacías, silencio interrumpido apenas por el murmullo del viento y el de las hojas secas meciéndose… El vampiro de sombras, con una mirada sutil, escudriñó sus alrededores. No fue suficiente, así que extendió y multiplicó sus sombras como proyecciones de su voluntad.

Una sombra se deslizó bajo la puerta de una casa. Unos segundos después, regresó hacia su dueño llevándole un mensaje que le sobresaltó. El vampiro se lanzó hacia la casa, derribó la puerta y vio lo que había en el interior.

Rodó hacia atrás, salvado apenas por sus rápidos reflejos que evitaron que sus sesos conocieran el filo de una espada reflectante.

Horrorizado, huyó tan rápido como podía, y se detuvo cuando notó la ausencia de algún perseguidor y, sobre todo, por la presencia de un hombre perro en una intersección, erguido sobre un montículo de tierra, iluminado por el único haz de luz solar que se filtraba entre los árboles en aquella área.

En cuestión de segundos llegaron más y más vampiros, todos, en mayor o menor medida, alterados e inquietos.

Tú… ¿Tú hiciste…?- intentó preguntar el vampiro de sombras, pero El Pastor le interrumpió -Vampiros, opresores de este pueblo de gentiles, ha llegado el día en el que su yugo se romperá- anunció, proyectando su voz con total claridad y seguridad, pero su tono no sonaba como una amenaza, sino como si diera una buena noticia para todos -El poder que ostentan les ha permitido dominar a las almas dóciles, pero eso ya no será así. He igualado el tablero- Su hocico canino esbozó una sonrisa afable -Estoy seguro de que muchos ya lo han visto. Los carneros y ovejas de esta tierra pueden, y vaya que también quieren, matarlos, algo que no forma parte de mis deseos.

¡¿Qué demonios hiciste con las ovejas?!- gritó alguien, con su furia fallando en enmascarar su terror -Les di un regalo, les di poder, les di la capacidad de devolver lo que ustedes les han mostrado. Solo eso. Pero yo estoy aquí para que ustedes puedan reflejar algo mejor, algo que ustedes también quieran recibir de los corneros, para resolver este conflicto sin derramar más sangre, pues mi deseo, mi sueño, es conseguir la igualdad entre todas las almas de Aerandir, que nadie más pueda imponerse sobre otro. Un mundo sin poderosos déspotas y sin débiles dependientes de otros… Pero antes, hoy, aquí mismo, restauraré…

Una saeta escarlata silbó hasta perforar la zona entre el pecho y el hombro derecho del hombre perro, quien trastabilló y cayó sentado y sumido en perplejidad.

Una gruesa línea de sangre brotó de la herida. La flecha se deshizo como cristal. El haz de luz en el lugar se debilitó por el cielo nublándose. Una brisa gélida surcó toda la aldea, presagio de la calamidad.

El vampiro de sombras se volvió buscando al idiota que disparó la flecha, deseando increparle por su acción inoportuna. No pudo encontrarlo.

¡No se puede razonar con ustedes!- vociferó un carnero saliendo desde la casa más cercana, mientras sus congéneres, igual de furiosos e indignados, salían de las suyas propias, cada uno sosteniendo un espejo cuyos contornos ondeaban como imágenes bajo el agua -Son seres violentos y la violencia es el único lenguaje que entienden- dijo otro carnero -Pagarán por todo lo que nos hicieron- gruñó una oveja.

El vampiro de sombras se extrañó por esta última, a quien siempre vio como una de las ovejas más inútiles y cobardes del lugar -¡Ustedes no son…!- dijo apenas antes de que los carneros transformaran sus espejos en armas variadas, desde pequeñas dagas a mandobles y lanzas, y se abalanzaran al ataque, veloces y feroces. Aunque eran una minoría del total de carneros de la aldea, su número seguía siendo una amenaza para los vampiros. Así que los vampiros respondieron conjurando sombras engañosas y armas de sangre sólida.

La carnicería inició.

¡El perro!- gritó el vampiro de sombras, volviéndose y sorteando a los demás para dirigirse hacia quien creía responsable -El perro los convirtió en demonios- Otros le escucharon y adoptaron el mismo objetivo: el hombre perro, que en ese momento se veía vulnerable.

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¿Siguen vivos? Rayos, esto no era parte del plan… Lo resolveremos ahora. Aunque no consiguieron que la mayoría de ovejas se unieran a la rebelión, sí acudieron los suficientes para dar pelea. ¿Pero podrán ganar?

Ambos tienen la opción de unirse activamente en la lucha de las ovejas y aportar una fuerza que podría significar la victoria o la derrota, si tienen la fuerza y el coraje para ello. No obstante, El Pastor se ha convertido en el objetivo de un grupo de vampiros que usarán todo lo que tengan para eliminarlo. Ayudarlo significará descuidar a las ovejas, pero ¿qué son unas cuantas ovejas muertas frente al carisma del perro?

Por supuesto, siempre está la opción de desatenderse del asunto y largarse a un lugar menos peligroso y menos sospechoso. No le deben nada a las ovejas ni al perro pastor. Igual sabemos que todos morirán tras los 13 días, destino asegurado por Reike y Meraxes.

Tienen permitido manejar a los npcs mencionados. Como se dijo antes, El Pastor es fuerte y ágil, aunque probablemente sería apropiado hacer algo al respecto de su herida. Si debe de luchar, blandirá espejos que se transforman en armas o que pueden disparar hechizos ofensivos que vea que ustedes usen.

Elijan las decisiones con sabiduría y lleven a cabo estrategias astutas. Esta pequeña batalla podría ser el inicio de algo capaz de cambiar las almas de Aerandir.

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Mensaje  Elian Mar Feb 27 2024, 18:20

Al caer la tarde, ya sin más espejos que repartir, Elian se sentó en un desgastado banco de madera mientras observaba jugar a un grupo de niños. Por alguna razón, a la gente del pueblo pareció inquietarle la presencia de un extranjero tan cerca de sus hijos, así que los llamaron enseguida a sus casas, aunque aún era temprano.

Así que se levantó y dio otro paseo por el pueblo. Ofreció su ayuda a un carpintero que estaba reparando una valla. Éste aceptó algo escéptico al principio, pero se mostró más animado cuando vio que el extranjero tenía una idea de con qué parte del martillo se golpeaba. Sin embargo, también se retiró temprano con una excusa de lo más vaga, a pesar de que aún había buena luz para terminar el trabajo.

No fue el único en retirarse temprano. De hecho, las calles estaban prácticamente vacías para cuando la luz comenzó a sonrosarse. Elian no tenía idea de dónde estaría El Pastor y empezaba a preguntarse que quizá habría sido buena idea acordar un lugar de encuentro para cuando terminase el reparto de espejos. Ese era el tipo de cuestión en que uno pensaba cuando había dormido las horas suficientes.

A Helena la distinguió en algún momento en lo alto de un tejado. Se preguntó si a ella también le preocupaba la aparición de los vampiros. El Pastor había hablado de los espejos como armas. ¿Habría hecho bien repartiéndolos entre los aldeanos? «Supongo que estoy a punto de descubrirlo», se dijo cuando una figura familiar se irguió sobre un montículo de tierra en una amplia intersección.

No fue el único que lo vio, ni siquiera había sido el primero. El ambiente, agitado ya antes que El Pastor comenzara su discurso, escaló con rapidez tras la vehemente negativa a una resolución pacífica del conflicto y Elian sintió que un frío helador penetraba en él cuando vio caer al Pastor a medio discurso.

La refriega estalló a su alrededor y se vio a sí mismo corriendo otra vez por las calles de Nytt Hus, buscando la forma de apagar el fuego causado por las flechas incendiadas. Correr. Otra vez tenía que correr, El Pastor no aguantaría mucho tiempo.

Logró recorrer la mitad del camino antes de tropezar con un cuerpo que acababa de caer ante sus ojos. Cayó todo lo largo que era, levantando una nube de polvo con la que no se atragantó porque el golpe contra el suelo le había quitado el aliento. Aún se estaba incorporando cuando vio por el rabillo del ojo a alguien que corría hacia él con un objeto brillante y puntiagudo en las manos. Aprovechando que las suyas aún estaban en el suelo para musitar atropelladamente una corta plegaria(1). Imbar respondió con un frondoso matorral que cerró el paso al atacante… e hizo saltar por el aire el magnífico sombrero que había elaborado unas noches atrás. Ni siquiera se había dado cuenta de que se le hubiera caído al suelo.

Pero eso no era lo importante, había un hombre herido, puede que muriéndose. Bien pensado, probablemente había más de uno, pero quién puede pensar bien tras tantos días (noches) sin dormir. «Céntrate, Elian».

Recorrió las zancadas que le faltaban y se arrodilló ante el pastor para imponerle las manos y encomendarse una vez más a los dioses, que también debían de estar despiertos después de todo(2).

Por desgracia, un grupo de vampiros cabreados también habían decidido acercarse al Pastor. Por suerte, El Pastor parecía preparado para tal eventualidad ya que, liberado de su herida, enarboló al instante un par de espejos y… un espinoso seto se irguió ante él, bloqueando el paso de los vampiros que venían de frente.

Elian, por su parte, se vio asaltado por una duda que le aguijoneaba la base del cráneo: ¿Era su sombrero el que se desplazaba entre la multitud a ritmo de giga?


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OFF: Bueno, no estoy muy seguro de cómo vamos a salir de ésta sin habilidades de combate, pero yo he curado al hombre-perro. Espero que él tenga un plan.

(1) Habilidad de nivel 1, Barrera Natural: Al tocar el suelo con mi Luz, un tupido matorral espinoso surgirá inmediatamente de la tierra cerca de donde me encuentro. Funciona como obstáculo o barrera.

(2) Habilidad racial, Imposición de Manos: Puedo imponer mis manos sobre mí o alguien más y realizar una breve plegaria. La Luz sanará la herida más grave del beneficiado y le otorgará un escudo que absorbe daño moderado por una ronda.

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Mensaje  Helena Rhodes Miér Mar 27 2024, 23:36

Helena no anticipaba tal giro de los acontecimientos. Los aldeanos, normalmente pacíficos y sumisos, se estaban levantando en un acto de valentía, luchando por su hogar, su paz y su libertad. Desde su posición en los tejados de las casas, oculta entre las tejas y las sombras de la tarde, presenciaba la escena con fascinación. Con la caída del sol, cada vez obtenía una mejor cobertura para pasar desapercibida.

Pero no podía permanecer en los tejados por mucho más tiempo. Era hora de actuar; debía decidir si marcharse o unirse a la lucha, pero no podía quedarse expuesta a sufrir algún daño colateral. Fue una decisión difícil, pues no tenía ningún lazo que la retuviera allí, pero al mismo tiempo, El Pastor era su empleador, y si él perecía, su labor habría sido en vano, sin recompensa alguna.

Finalmente, Helena se deslizó con destreza entre los tejados, moviéndose como una sombra ágil y silenciosa. Cada paso era calculado, cada salto medido con precisión milimétrica. La luz del atardecer teñía los techos de un tono dorado, y el viento susurraba entre las tejas como una melodía suave y fugaz.

Con movimientos fluidos y rápidos, Helena encontró un punto de apoyo seguro y se deslizó hacia abajo, aterrizando con gracia en el callejón oscuro. Desde allí, avanzó con cautela hacia la posición del Pastor, rodeando el muro de espinas que él mismo había erigido para protegerse.

Mientras se acercaba, notó la presencia de varios vampiros acechando en las sombras, listos para flanquear la posición del Pastor y de Elian. Sin dudarlo, Helena se movió con rapidez, aprovechando las sombras para ocultarse mientras se acercaba sigilosamente a sus presas.

Con movimientos ágiles y precisos, Helena emergió de las sombras y se abalanzó sobre los vampiros con una destreza felina. Su daga cortó el aire con elegancia mortal, encontrando su objetivo con precisión letal. Uno tras otro, los vampiros cayeron bajo sus golpes rápidos y certeros, incapaces de igualar su agilidad y habilidad en ese tipo de combate.

Una vez eliminada la amenaza, Helena continuó su avance hacia el Pastor, decidida a protegerlo y asegurarse de que saliera ileso de aquel enfrentamiento mortal. Con cada paso, su determinación se fortalecía, dispuesta a enfrentar cualquier desafío que se interpusiera en su camino.

Cuando llegó hasta la posición del perro y del elfo, la bruja se trastabilló un poco. Aquella demostración de habilidad había supuesto un coste de energía que no sería repuesta a causa de la falta de sueño.

-Vámonos de aquí-Un dolor de cabeza agudo se apoderó de ella y se llevó la mano a la sien con un gesto de molestia.-Ahora.

De pronto, un grupo de vampiros emergió de las sombras, tomando por sorpresa a la bruja. Antes de que pudiera reaccionar, recibió varios golpes contundentes con palos y bastones que la hicieron tambalearse, dejando marcas dolorosas en su piel.

A pesar del dolor, Helena se recuperó rápidamente, dejando que su entrenamiento y agilidad tomaran el control. Con movimientos ágiles y precisos, esquivó los ataques de sus agresores, utilizando su destreza para desarmar a uno de ellos con una serie de patadas y golpes certeros.

Entonces, con rapidez, activó el mecanismo que hacía descubrir a su daga oculta desde su brazalete. Con ella, Helena se abalanzó sobre el vampiro, aprovechando su sorpresa para asestarle una puñalada certera en la garganta que lo dejó fuera de combate.

Acto seguido, la bruja se movió con agilidad hacia su siguiente objetivo. Esta vez, desenfundó otra segunda daga; la Luna Invernal, que reposaba en su cinto, lista para ser utilizada como un arma convencional. Con ella, antes de esquivar un ataque entrante echándose hacia atrás con grandes reflejos, se abalanzó con una serie de rápidos movimientos, contraatacando e infligiendo heridas profundas a su oponente.

Finalmente, con su espacio más despejado, Helena guardó a Luna Invernal y desenfundó la tercera daga, imbuida con un encantamiento mágico; Assager. Con un gesto rápido, la lanzó hacia el último vampiro restante, que estaba a más de cinco metros alejado de ella. El arma se clavó justo en su corazón y, con un destello brillante, regresó a su mano como si obedeciera a su voluntad, al igual que el martillo del dios Thor. Con una última puñalada certera en la garganta por parte de Assager a un vampiro que se le acercó por su flanco izquierdo, derribó al último de sus enemigos usando la daga encantada de forma convencional, asegurando la victoria con su habilidad y determinación.

Tras eso; manchada de sangre, y con muy mala cara debido a su malhumor por falta de sueño, volvió a mirar al perro y al elfo con cara de pocos amigos.

-Vámonos.-Ordenó. Estaba empezando a sobrepasar su límite.


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Off: Todo el post hago gala de mi destreza en el asesinato y el parkour, además de usar mis tres dagas en este orden; Daga Oculta, Luna Invernal y Assager.
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Mensaje  Ansur Lun Mayo 13 2024, 01:41

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El lobo podrá cambiar de apariencia…
pero nunca de intenciones.

Los vampiros, hasta entonces amos y señores de las ovejas, se vieron paulatina pero inexorablemente superados por quienes fueron sus esclavos. La opresión se convirtió en venganza sangrienta. La lana blanca se manchó de la sangre de sus enemigos, las sombras se esfumaban y las voces autoritarias se convirtieron en gritos de odio y ruegos de piedad que los nuevos verdugos se negaron a escuchar.

La idea de escapar se tornó en la única sensata para los vampiros que aún mantenían el aliento de la vida en sus cuerpos malditos.

El coraje se deslizó hacia los corazones de los carneros que antes titubearon en luchar, así que estos finalmente abandonaron la falsa seguridad de sus hogares para encarar a los cobardes chupasangres, quienes, cegados por la terrorífica experiencia con los demás carneros, creyeron que los recién adentrados al combate también tenían la ferocidad y velocidad sobrehumana de los otros.

Escapar dejó de ser una opción en sus mentes. Entonces, como animales salvajes acorralados, se entregaron al frenesí de la desesperación, y también a la corrupción mágica de su raza.

Sin pensar en el riesgo de causar daños colaterales, desataron una desenfrenada tormenta de sangre maldita y sombras devoradoras que podían aniquilar a muchos en un instante.

El Pastor levantó un espejo idéntico a los entregados a los carneros, eso fue lo último que pudieron ver de él antes de que la oscuridad lo cubriera todo y el olor a sangre impregnara el aire.

Muchos las alabaron por su poder- murmuró El Pastor -Muchos las convirtieron en seres divinos de sus religiones. Los seres oscuros siempre temieron ser sus enemigos. Y ustedes morirán por ese poder que jamás entenderán.

Dentro de este espacio teñido de negro absoluto, una única cosa pudo sobreponerse. Una lanza de luz ardiente nació, se multiplicó en decenas y se convirtió en más de una centena. Y cayeron como proyectiles de una lluvia resplandeciente e imparable, más efímeras que las estrellas fugaces. Solo seis aerandianos de aquella era habían visto aquel poder y habían sobrevivido a aquello, y solo dos sobrevivieron a lo que vino después.

El silencio y la oscuridad regresaron. Lentamente, aquella oscuridad se desvaneció. El pueblo volvió a la vista de todos. Los carneros, tumbados en el suelo, despertaron poco a poco y se levantaron sin entender lo que había sucedido.

Los cadáveres que quedaron eran solo de los hombres-bestias, víctimas del último ataque desesperado de los vampiros, pero estos últimos habían desaparecido por completo, sin dejar cenizas como vestigios de sus vidas.

Muchos se preguntaron qué había sucedido, pero todos los carneros con espejos empezaron a celebrar. Su alegría eufórica contagió a sus congéneres y las dudas fueron olvidadas.

Eran libres.

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Reunidos en torno a una mesa de madera, disfrutando de unas ensaladas servidas por las ovejas de aquella choza donde estaban, El Pastor felicitaba a Elian y a Helena por su valiosa contribución a la causa.

No podríamos haberlo logrado sin ustedes- decía -Realmente me sorprendieron esos vampiros. No pensé que serían tan… ¿bestias?- rio con suavidad y luego sonrió con deje de tristeza -Que todo haya terminado así es algo que siempre pesará en mi corazón- confesó -Pero estoy dispuesto a aceptar cualquier sacrificio necesario para conseguir la libertad e igualdad para todos- Su mirada se endureció -Y sobre eso, debo advertirles sobre algo. Seguramente conocen al señor Belov. Se ha hecho famoso por sus bégimos y el domo de espejos, pero ha visto cosas desafortunadas que le han hecho pensar contrario a mis principios. Está creando espejos para ofrecer seguridad, pero al precio de nuestra libertad. Así que… solo tengan cuidado con él, ¿está bien?

Enarcó ambas cejas, como si hubiera recordado algo, y buscó entre su morral. Sacó un par de espejo y dos bolsas con monedas. Las colocó sobre la mesa y las deslizó hacia Elian y Helena.

Sé que es poco- dijo -pero me gustaría que aceptaran esto como pago. Y…- se aclaró la garganta y sonrió con afabilidad -también les ofrezco mi amistad, si deciden aceptarla. Si algún día necesitan un favor, pueden acudir a mí. Y si algún amigo o conocido está sufriendo lo que este pueblo sufría, pueden llamarme.

¡Pastor!- llamó alguien irrumpiendo en la choza, una oveja de baja estatura -Conseguí el amuleto de Lánar -Se acercó y, casi como si fuese un acto ceremonioso, le entregó al perro lo que parecía ser un atrapasueños adornado con plumas y pétalos violetas y con una relajante fragancia a rosas, que a Helena le trajo vagos recuerdos de Oniria.

Con el mismo respeto y delicadeza, El Pastor tomó el atrapasueños, con una amplia sonrisa, y examinó el objeto con detenimiento. Luego sacó otro espejo de su morral e introdujo el amuleto en la superficie reflectante, que ondeó como líquido mientras lo devoraba.

Si esto funciona- dijo El Pastor y miró a Elian y a Helena -podremos dormir otra vez- La promesa finalmente se haría realidad, al menos para ellos.

Una nube rosa salió del espejo y llenó la choza. Elian y Helena, después de tanto, sintieron que sus párpados se reconciliaron y se unieron para permitir el nacimiento del sueño profundo que se creía perdido.

Antes de caer en el mundo de los sueños, apenas pudieron ver a un niño levitando a un lado de El Pastor. Un chico pelirrojo que Helena recordaría como uno de los que Oniria había raptado. Parecía molesto.

¿Qué crees que haces, cara de perro? Los suplantadores ya perdieron. No pueden cambiar lo que viene -masculló cruzándose de brazos. El perro sonrió -Dicen tener la voluntad de Oniria, pero siguen con la sabiduría de solo unos niños- dijo con calma y seguridad. Volvió a abrir el hocico, pero sus siguientes palabras no serían escuchadas por nadie más que aquel niño, la única otra persona que siguió despierta.

Elian y Helena no supieron si habían empezado a alucinar por el insomnio o por fin se habían quedado dormidos, pero, de alguna manera, agradecieron el cambio, sin saber que, al ya no haber mundo de sueños, cayeron directamente en la ninguna parte, el fin del mundo, el lugar donde la realidad se reescribiría y se salvaría. No es lo que esperaban, pero les serviría.

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Y así concluye este emocionante desafío, aunque la historia tras él y los misterios que oculta apenas comienzan. Ayudaron a liberar a las ovejas, El Pastor ha ganado un séquito de personas independientes y autónomas que harán todo lo que él diga y exterminaron pacíficamente a los vampiros. Un final feliz a toda regla.

Quizás hayan notado que las ovejas tenían un comportamiento extraño, pero, pobres, vivieron tiempos difíciles; hay que comprenderlas y darles algo de tiempo. No sospechen de ellas.

El Pastor, con su primera victoria, ahora se encaminará hacia una cruzada que podría dividir a Aerandir en el futuro. Si es que no muere antes. Pero, en cualquier caso, cuentan con su amistad y la amistad nunca es mala.

Ahora, sin más dilación, sus recompensas por una tarea tan bien hecha. Ambos reciben 5 px y 50 aeros, además del siguiente objeto:
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