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Mensaje  Ansur Mar Ago 22 2023, 00:20

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Silencio infinito
8 días antes del colapso: ¿Roilkat?

Caos, pánico, presas ignorantes de las pesadillas que siempre acecharon y depredadores furiosos por la rotura del espejo reformador. Sin saber lo que ocurría, algunos fueron dominados por sus emociones y corriendo en cualquier dirección, buscando una salida que no existía. Otros procuraron mantenerse unidos, sin importar si eran guardias o criminales, porque sabían que había un enemigo en común más peligroso que cualquier persona.

Los que se separaron del resto fueron los primeros en ser cazados. Ni siquiera vieron venir a las criaturas sin rostros cuando estas salieron de los espejos para agarrarlos y arrastrarlos a su mundo. Los que se mantuvieron en grupo no enfrentaron monstruo alguno hasta unas horas más tarde, cuando las criaturas aparecieron usando el aspecto de los que capturaron antes, aprovechando aquel engaño para acercarse lo suficiente y atrapar a al menos una persona. Eso bastaba para sembrar la desconfianza y, junto con el miedo y las rencillas que arrastraban desde antes, los grupos se disolvieron y sus miembros se destruyeron a sí mismos.

Tres individuos lograrían resistir más que los demás. A pesar del tiempo transcurrido, Alward y Katrina, unidos, con recursos para saber que ellos eran quienes decían ser, no cayeron ante los sucios engaños. Pero el cansancio llegó y también fueron abducidos.

Zagreus, por su parte, se había bastado de sí mismo para resistir. Aun después de los sucesos de la falsa Reike, aun después de los sucesos del espejo reformador, él permaneció. No obstante, tampoco era invencible e inagotable.

Pero una voz, leve, infantil, sosegada, le indicó una salida. Un espejo reflejaba algo diferente a todos los demás, algo que no era una criatura sin rostro, sino un espacio grisáceo con una niña pelinegra en él. Su voz fue persuasiva y el vampiro entró en el único camino que no era ser llevado a un destino visiblemente nefasto.

En el otro lado, a pesar de las leyendas, no era un mundo en blanco y negro. Parecía un castillo de pasillos infinitos y hecho de cristal reflectante. Había largas filas de pequeñas plataformas circulares, también de cristal, en el suelo, y desprendían un ominoso brillo. Las criaturas sin rostro colocaban a sus presas sobre tales plataformas, donde los desafortunados permanecían suspendidos en el aire, incapaces de moverse, pero, a pesar de todo, siendo proveídos de alguna energía que los mantenía vivos; las criaturas, es decir, los suplantadores, no podían reemplazar muertos en el Aerandir normal.

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Antes de que Alward fuese dejado en suspensión, reconocería a quien sería su vecino, un pobre hombre que fue uno de los que él había lanzado al espejo de reformación. Katrina, por su parte, no podía decir nada.

Zagreus no obtendría una respuesta de la niña en un primer instante. Ella lo observó con detenimiento, escudriñándolo por completo, con una mirada carente de emoción. El vampiro notaría en los negros ojos de la pequeña un brillo inusual, un fulgurante violeta que la delataba como algo más que una simple cría.

Vimos tu sueño, Zag- dijo ella con voz monótona -De verdad que sueñas en grande, pero tu sueño es demasiado grande para ti- Se convirtió en pétalos púrpuras que orbitaron alrededor del vampiro, renovando sus energías como si acabara de tener un buen sueño, y los pétalos se esfumaron -Pero nos servirás igualmente, por el bien de nosotros y el tuyo- prosiguió la infante, desde otra posición, en el umbral de una puerta que llevaba a un pasillo oscuro -Por razones que no merecen ser explicadas ahora, debemos unirnos para enfrentar a un enemigo en común: los suplantadores. Están enloquecidos en estos momentos, desesperados por solucionar una metida de pata, y no nos conviene a nadie, pero creo que sabrás cómo ser un fastidio para ellos: veo en ti un poder latente, oscuro, fascinante. Y también veo tu astucia. Por eso, te pido que recurras a tu egoísmo y busques salir de aquí como puedas- Tras esas últimas palabras, se esfumó convirtiéndose en pétalos.

Paralelamente, Katrina habría recuperado fuerzas tras un tiempo indeterminado suspendida como prisionera. No podría moverse, ni un poco, pero no lo necesitaba. Un suplantador caminaba por el silencioso pasillo, observando a cada individuo capturado, y se detuvo frente a la vampiresa.

La había elegido. Sería ella en el otro Aerandir. Así que entró en la mente de Katrina, sin saber que ese sería un campo de batalla donde su derrota estaba garantizada.

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Les damos la bienvenida, Alward el Héroe Enmascarado y Zagreus el Villano Descarado, a esta ronda de desafíos que pondrá a prueba sus capacidades para resolver el misterio que está causando estragos en Aerandir.

En la primera parte de este desafío tendrán objetivos distintos. Alward deberá escapar de alguna manera de aquella prisión y Zagreus deberá escapar de alguna manera de aquella prisión. Alward no podrá hacerlo solo, pero Katrina sí tiene el don y podrá intentar ser la heroína. Zagreus, por su parte, tienes más libertad desde el inicio, pero no será sencillo escapar de los [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] solo y sin un plan.

Ambos podrán liberar a otros prisioneros, que podrían ser bastante útiles. Después de todo, no solo hallarán a los que estuvieron en el domo, sino también a personas de toda Aerandir, incluso a personas poderosas e influyentes. Pero liberarlas sin cuidado o tardar demasiado en esa buena labor puede alertar a los suplantadores, y ustedes no serán suficientes para luchar contra tantos. En cualquier caso, les aseguramos que sobrevivirán de alguna manera. No obstante, el final de este desafío podría tener desenlaces diferentes de acuerdo a las acciones y decisiones que tomen. sean cautelosos.

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Mensaje  Alward Sevna Mar Ago 22 2023, 13:47

En ninguna parte específica de aquel espejismo etéreo, Alward flotaba suspendido en su respectiva plataforma. Una prisión casi esotérica tejida por hechizos desconocidos, donde el tiempo y el espacio parecían entrelazarse en una danza inquietante. El aire mismo era una amalgama de sueños y temores, una bruma iridiscente que velaba la realidad tangible.

A su lado, otro prisionero compartía la misma suerte. Un hombre cuyo rostro reflejaba la amargura de un pasado que había sido arrebatado por las artimañas de aquellos que prometieron transformación. Sus ojos, inflamados por el resentimiento, escrutaban a Alward con una mezcla de ira y desilusión. Era el mismo hombre que había sido arrastrado por el propio Sevna con la premisa de ser reformado y convertirse en mejor persona.

-También has acabado aquí...-Las palabras del hombre retumbaron en el espacio etéreo, llevando consigo la carga de su desprecio-¡Tú, el enmascarado supuesto salvador de los inocentes! ¡Eres igual de culpable que aquellos que nos han llevado a esta prisión!

La voz del hombre se entrelazaba con la atmósfera mística, formando ecos que se desvanecían en la lejanía. Sus palabras eran como acusaciones afiladas que cortaban a través del aire, atrapando a Alward en un torbellino de culpa y vergüenza.

Alward sintió cómo el peso de su propia decepción lo oprimía. Las palabras del hombre resonaban como campanadas en su mente, recordándole su falta de discernimiento y su confianza ciega en aquellos que vendieron ilusiones traicioneras.

-Estoy arrepentido.-Murmuró Alward con voz quedada, su tono impregnado de humildad y contrición-Nunca imaginé que la búsqueda del bien podía ser torcida de esta manera. Lamento profundamente lo que te han hecho y cómo me involucré en ello. Mis acciones causaron sufrimiento, y eso me pesa más que las cadenas que nos aprisionan.

El prisionero enfurecido sostuvo su mirada, como si buscara en los ojos de Alward la verdad de sus palabras. Un silencio místico envolvió la escena, como si los susurros de los antiguos hechizos y las promesas rotas se mezclaran en el aire.

Las palabras del prisionero emergieron con un matiz de escepticismo, pero también de duda. La complejidad de la situación se entrelazaba con la atmósfera, creando una sinfonía de emociones y misterio.

-Quizás haya algo en ti que no vi al principio.-Admitió el hombre con reticencia, su voz templada por la cautela-Tal vez… debamos unir nuestras voluntades para romper las cadenas de este engaño. No puedo afirmar que confíe en ti, en tu redención, pero quizás haya una oportunidad de redimirnos juntos.

Katrina, sin embargo, se hallaba en un estado inusual. A diferencia de la mayoría de los prisioneros que se debilitaban con el tiempo, ella sentía un torrente de energía que fluía a través de su ser, revitalizándola en lugar de consumirla. Era como si las misteriosas reglas de aquel enigma vibraran en sintonía con su esencia.

La vampiresa, con su manto de cabellos níveos ondeando como sombras en el aire suspendido, experimentaba una renovación desconcertante en su interior. Cada fibra de su ser parecía vibrar con un poder arcano, alimentándola de manera constante. Sin embargo, esta energía inusual venía acompañada de una sensación de alerta y desconfianza. Katrina intuía que no estaba sola en aquel laberinto esotérico y que un enemigo se aproximaba.

Un suplantador, una criatura sin rostro que en aquel lugar parecía haber adquirido una forma tangible, se acercó a ella con pasos sigilosos. Sus intenciones eran claras; ella sería su próxima víctima, una fuente de poder para alimentar sus planes y suplantarla en el mundo real.

Sin embargo, el suplantador pronto se daría cuenta de que Katrina no era una presa común. Al adentrarse en su mente, esperando encontrar una voluntad quebrantada y sometida, se topó con una resistencia asombrosa. La mente de Katrina era un torbellino de fuerza y determinación, un refugio de magia de la voz que brillaba con un fulgor sobrenatural.

Los intentos del suplantador por tomar control de sus pensamientos y voluntad se encontraron con una barrera inexpugnable. Cada embestida de su poder era repelida por la fuerza de Katrina, que luchaba contra la invasión con una ferocidad que sorprendió incluso al suplantador. La mente de la vampiresa era un campo de batalla.

Katrina aprovechó la desconcierto del suplantador para invertir la situación a su favor. Si él creía que podría someterla, estaba muy equivocado. Canalizando su magia de la voz, Katrina exploró los rincones oscuros de la mente del suplantador, buscando sus debilidades y miedos más profundos.

Y entonces, en un movimiento audaz y astuto, Katrina comenzó a susurrar palabras telepáticas en la mente del suplantador. Sus palabras eran como hilos invisibles que tejían una tela de engaño y persuasión. Utilizó la magia de la voz para resonar en las emociones del suplantador, manipulando su percepción y sembrando la duda en sus intenciones.

-¿Por qué sigues obedeciendo a quienes te controlan?-Susurró Katrina con una voz etérea que se entrelazaba con los pensamientos del suplantador-¿No ves que eres una marioneta en sus manos, un esclavo de su designio? Tienes el poder de liberarte, de ser dueño de tu destino.

El suplantador, acosado por las palabras de Katrina y la fuerza de su mente, comenzó a titubear. La resistencia que había encontrado en ella le había desconcertado por completo. Las semillas de la duda germinaban en su interior, socavando sus lealtades ciegas. La vampiresa, con su magia de la voz, había transformado la confrontación en una lucha de voluntades en la que ella tenía la ventaja.

La voz de Katrina se intensificó, cargada de determinación y compasión.

-Toma el control de tu destino, rompe las cadenas y sé libre.-Susurró con un tono que resonaba como un eco profundo.-Libérame y libérate a ti mismo. No seas un títere, sé el protagonista de tu propia historia.

Las palabras de Katrina se transformaron en un eco que reverberó en la mente del suplantador, llenando cada rincón de su ser con su mensaje de empoderamiento. En ese momento, el ser sin rostro sintió un impulso ineludible, una necesidad de liberar a Katrina y, al hacerlo, liberarse a sí mismo.

Las sombras que rodeaban al suplantador comenzaron a ceder, como si una luz interna hubiera comenzado a disipar la oscuridad que lo había envuelto. Los lazos invisibles que lo habían atado a su rol se desvanecieron, permitiéndole vislumbrar la posibilidad de un nuevo camino. La vampiresa había logrado lo impensable: convencer al suplantador de que era digno de su propia libertad.

Y así, en un gesto que resonaba con un acto de autodeterminación, el suplantador extendió una mano, tocando a Katrina. En ese contacto, el hechizo se rompió, y la conexión telepática que los había unido se desvaneció. El ser sin rostro se tambaleó, como si hubiera emergido de un trance profundo.

La vampiresa, ahora liberada, observó al suplantador con un destello de triunfo en sus ojos oscuros. Había resistido, había enfrentado la oscuridad y había emergido victoriosa. Con su magia de la voz y su fortaleza inquebrantable, había logrado lo que parecía imposible: convencer al suplantador de liberarla, no mediante la coerción, sino a través de la persuasión de su propia voluntad.

Con el suplantador a su lado, Katrina avanzó decidida por los pasillos de cristal que conformaban el enigmático castillo. Cada paso resonaba con un eco sutil, como si el mismo lugar estuviera imbuido de una quietud mágica que lo envolvía en un velo de misterio. La vampiresa mantenía su mirada fija en el camino.

A medida que avanzaban, los dos se encontraron con diversas cámaras y corredores que se retorcían en patrones enigmáticos. Algunos reflejaban imágenes distorsionadas, como visiones fragmentadas de mundos paralelos. En otros, destellos de recuerdos y sueños parecían danzar en las superficies cristalinas. Cada paso que daban era como sumergirse más profundamente en un laberinto de espejismos y enigmas.

Finalmente, llegaron al lugar donde Alward estaba suspendido en el aire.

Katrina se detuvo frente a la figura suspendida de Alward, su mirada se posó en él con un toque de alivio. El ser que la acompañaba, el suplantador liberado, observó a Alward con una mezcla de recelo y conflicto interno. Sabía que tenía que enfrentar su pasado y las acciones que lo habían llevado a esa situación.

La vampiresa ordenó al suplantador que liberase a Alward. Este lo hizo sin cuestionarlo.

Una vez en el suelo, Alward observó tanto a su compañera como a la criatura que la acompañaba.

-Gracias.-Dijo extrañado a Katrina. Acto seguido, posó su mirada en el hombre que había sido su compañero de prisión-Tenemos que liberar a todos los que podamos.-Le dijo a la vampiresa.

Así, Alward, Katrina y el suplantador liberado se embarcaron en la tarea de liberar a los prisioneros que aún estaban suspendidos en las plataformas de cristal, atrapados en un estado que oscilaba entre la vigilia y el ensueño.

El primero en ser liberado fue el compañero de prisión de Alward. El hombre, mostraba disposición para redimirse y deshacer el daño que había causado. Alward, con su enmascarado rostro impasible, tomó la iniciativa y se acercó al hombre con el que había compartido su cautiverio.

-Compañero, entiendo tu enojo y tu rencor hacia mí. Pero estamos en una encrucijada donde debemos dejar de lado nuestras diferencias y unir fuerzas para combatir el enemigo en común. No es tarde para cambiar el rumbo y encontrar redención.

El hombre, cuyos ojos reflejaban una mezcla de desconfianza y conflicto, asintió lentamente. Reconoció la verdad en las palabras de Alward y comprendió que solo juntos tendrían una oportunidad de sobrevivir a las pruebas que se avecinaban.

Katrina, con su mirada intensa y voz mágica, se acercó al hombre y dejó que su magia de la voz fluyera hacia él. Sus palabras resplandecieron en su mente como notas musicales envolventes, calmando su ira y alentando su voluntad de redimirse.

-Abracemos la oportunidad de enmendar nuestros errores.-Susurró en su mente.-Y luchemos juntos por un bien mayor.

Los cuatro individuos se pusieron en acción, liberando a los prisioneros uno por uno. La voz de Katrina resonó en sus mentes, infundiendo fuerzas y esperanza mientras rompía los lazos que los mantenían atrapados en esa dimensión enigmática. Uno tras otro, los cautivos regresaron a la realidad, sus rostros expresando asombro y gratitud. Liberaron a mujeres, hombres, jóvenes, ancianos, bandidos, criminales, nobles, artistas, pobres, campesinos... formando así un grupo heterogéneo de supervivientes unidos por la adversidad.

En medio de sus esfuerzos, Alward se encontró con una figura que lo dejó momentáneamente sin aliento. Una joven noble de cabello dorado y ojos azules vivaces, que llevaba una expresión de asombro y confusión. Crystal, la amiga que había conocido antes de portar la máscara en su rostro. Aunque ella no podría reconocerlo con su identidad enmascarada, Alward la recordaba con claridad. Aunque, lo que sí que recordaba la joven noble era el incidente que ocurrió con el Arquero Carmesí, y cómo el enmascarado que ahora la rescataba (de nuevo) estuvo involucrado en aquella situación.

-El guerrero enmascarado...-Dijo ella, no esperándose encontrarse al Sevna allí.

-Me alegra ver que está bien, señorita Hitch. Pero este no es momento para hablar, tenemos que salir de aquí.

Crystal asintió, su confusión mezclándose con el alivio al ver a alguien familiar en medio de la extraña prisión en la que se encontraban. Aunque sus memorias estaban borrosas, el enmascarado frente a ella le inspiraba cierta confianza.

Mientras avanzaban por los pasillos cristalinos, rodeados de una extraña luminosidad que parecía moverse en sintonía con sus esperanzas, Alward se encontró con una figura que le hizo detenerse en seco en una de las tantas plataformas que contenían prisioneros. Una mujer de cabello color cobre cautiva. Era Gertrude, su mejor amiga y antigua compañera mercenaria. Aunque habían compartido aventuras y peligros en el pasado, ella no podría reconocerlo bajo la máscara que ahora llevaba Alward.

-¡Gertrude!-Exclamó Alward, sintiendo un nudo de angustia deshacerse en su pecho al ver a su amiga en esa situación.

Los demás se acercaron rápidamente a la plataforma, evaluando la situación. El suplantador liberó su magia para intentar deshacer los vínculos que mantenían a Gertrude suspendida, mientras Alward y los demás se mantenían alerta ante cualquier amenaza que pudiera surgir.

Gertrude miró a su alrededor, no reconociendo a su antiguo compañero, pero aliviada al ver que tenía aliados en esa especie de pesadilla cristalina. Sus labios se curvaron en una sonrisa valiente.

-Vaya. Parece que la cosa se pone interesante.-Comentó, manteniendo su tono característicamente sarcástico incluso en esa situación.

La mujer cayó lentamente al suelo, permitiéndole volver a pisar tierra firme. Estiró sus brazos y piernas, como si recuperar el movimiento fuera un regalo preciado.

-Gracias.-Fue ahora lo único que dijo.

Alward asintió, agradeciendo internamente que su amiga estuviese en buen estado, al menos aparentemente.

-Hay que encontrar una salida-Dijo apremiando a todos a que se movieran.

-Por cierto, ¿Te conozco?.-Preguntó extrañada a Alward.

-Luego te lo cuento.-Respondió el enmascarado con prisa.

Gertrude asintió, apreciando la solidaridad que emanaba, no solo del enmascarado, sino del grupo en general y de todos aquellos que había reunido y que llenaban los pasillos. Sus ojos se posaron en Alward, y aunque no podía reconocerlo bajo la máscara, captó la determinación en su mirada.

-Bien, entonces, ¿Cuál es el plan?-Preguntó, enderezándose y listándose para la acción.

Alward intercambió miradas con los demás, consciente de que el tiempo apremiaba y que debían mantenerse unidos para superar los desafíos que les esperaban. El suplantador liberado iba por su cuenta liberando a los demás prisioneros que estaban en las plataformas de alrededor.

-Nuestro plan es trabajar juntos, apoyarnos mutuamente y encontrar una forma de salir de este lugar.-Dijo con convicción.-Juntos, somos más fuertes, y con nuestra astucia y determinación, no hay obstáculo que no podamos superar.

Gertrude sonrió, sintiéndose revitalizada por las palabras de su amigo y la camaradería del grupo. Juntos, se prepararon para enfrentar lo que fuera necesario para liberarse de aquel enigmático laberinto y regresar al mundo exterior.

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Off:
-Katrina usa durante todo el post su tradición mágica: Señora de la Voz: Arte mágica que trata de alterar las conciencias, confundiendo a las personas y ocultando sus verdaderas intenciones. Puede debilitar y corromper la mente de las víctimas, haciéndolas más susceptibles al engaño o incluso dañándolas.
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Silencio infinito [Desafío: Un mundo sin sueños] Empty Re: Silencio infinito [Desafío: Un mundo sin sueños]

Mensaje  Zagreus Miér Ago 30 2023, 22:32

El tiempo se desdibujaba en aquel domo. No podía identificar si eran horas o días los que pasaban, pero el caos se elevaba entre los espejos. Mi captura ordenada por aquel “niño” parecía aplazarse por los eventos que seguían ocurriendo dentro de aquella cúpula de cristal.

Mis energías desfallecían, me sentía cansado de resistir y el oráculo no daba tregua. Las intenciones de Belov eran claras, pero no permitiría que el capricho de aquel hombre sentenciado a muerte por mí se quedara sin su sentencia.

Los susurros suaves y cautivadores de una niña como canto de sirenas dirigieron mi mirada tras un espejo, era distinto al resto, era una oportunidad de no caer ante los seres sin rostro, o peor, mis perseguidores con ínfulas de justicieros.

El espacio se distorsionaba, los alrededores se despegaban de la realidad que dejaba atrás y las fibras de la existencia se estiraban para aterrizar en un plano alternativo. Ya no había un espejo que me devolviera al mundo “real”, ahora me encontraba sobre mis rodillas en un piso pulido de cristal que reflejaba un techo con cúpulas distantes de arquitectura elaborada.

Elevé mi rostro mientras me levantaba lentamente acomodando mis ropajes y cabellera larga. Una niña estudiaba mis movimientos en silencio, esperando sin emoción que terminara mi ritual de orden estético.

Entendía que no era una niña y que su actuar no era simple casualidad, “ella” me quería ahí. Y entonces habló confirmando mis sospechas. Estudiaba sus palabras en mi cabeza: ¿Zag?, nadie se atrevía a emplear un hipocorístico conmigo, ¿qué se creía esa niña?...

El discurso de la niña continuó mientras una sonrisa irritada se dibujó en mi cara. Incómodo por las palabras de aquella figura que entre pétalos violeta desapareció, fundiéndose conmigo.

Molesto grité - ¿Demasiado grandes para mí? ¿Quién te piensas que eres? - dije sin recibir respuesta alguna. Estaba completamente solo, y un eco distante hacía que mi voz rebotara en el silencio profundo. Entendí que no obtendría respuesta de aquella figura “salvadora” que subestimaba mis capacidades y hablaba en plural.

Mis pensamientos de rabia por aquel comentario solo avivaban las ganas de acabar con Belov. En el domo solo aproveché las circunstancias que me obligaban a actuar, una mala mano a la cual pude sacar provecho. Ahora era perseguido y mi rostro sería conocido como sinónimo de la tragedia de los espejos de Roilkat.

Acallé las emociones que solo entorpecen mi mente. Miré con detenimiento mi alrededor, un pasadizo que se fundía en un horizonte que parecía infinito, un laberinto desierto lleno de cápsulas en sus paredes. En las plataformas cuerpos suspendidos flotaban inmóviles.

Repasaba los detalles de aquella voz que ahora viajaba conmigo en silencio. Debía escapar de aquella estructura. Comencé a caminar lentamente, mis pasos resonaban en tempo constante. Mientras veía las prisiones de cristal, rebuscaba en mi cabeza toda la información sobre los suplantadores.

En mi cabeza fragmentos de información principalmente sacados de mitos y leyendas sobre estos seres intrigantes empezaron a apilarse(1). Las historias decían que vivían en un mundo paralelo, un Aerandir distorsionado, pero aquello no era a blanco y negro y parecía un edificio fuera de la Aerandir conocida. Era algo que incluso superaba cualquier información sobre aquellas criaturas llenas de envidia.

No me tomó mucho tiempo entender que aquello era una especie de prisión. Sujetos de todas las formas y lugares del continente “real” flotaban en aquellas jaulas de cristal. Hombres, mujeres, ancianos y niños; elfos, dragones y bestias; algunos con pintas humildes, obreros y trabajadores; Otros más relevantes, soldados y aristócratas. Era absurdo asumir que gente tan insignificante y a la vez personas tan importantes estuviesen presas en aquella cárcel, pero la evidencia era clara.

Tenía que escapar, aquellos suplantadores eran cautelosos y debía anticiparse a que me observaran en aquel laberinto de pasillos de cristal. Sentía que no había dormido por días, pero al mismo tiempo no parecía que mi cuerpo lo notara. Recordaba con cierto cariño mi encuentro en el pasado con Plutón, el Cait Sith de Chrollo, el gato negro, habría sido un poderoso aliado en aquella situación. Aquellos seres sin rostro le temían a la criatura feérica, quien diría que un felino podría derribar una torre de cristal si se lo proponía. Lamentablemente estaba solo.

Caminé por horas (o minutos, era difícil tener certeza del tiempo en aquel plano), los pasillos se encontraban con otros pasillos, todos repletos de plataformas con gente suspendida. Todas esas personas tenían destino incierto, pero seguramente oscuro. Algún monstruo tomaba sus pieles en el mundo real mientras ellos estaban encerrados sin que nadie supiese. Una tortura sin comparación.

Algunas alas de aquella prisión gigante parecían distintas, alteradas por la misma realidad o por un éter poco conocido, las evité siempre manteniendo mis sentidos alerta. No parecía haber suplantadores a la vista, pero un error podría costarme muy caro.

Deambulaba pensando en cómo escapar, tenía que sobrevivir, tenía que salir. La presencia de aquella niña parecía haberse evaporado hace tiempo, pero en mis adentros comprendía que “eso” seguía mis pasos con un propósito desconocido.

Mientras caminaba decidido en mi misión, un rostro captó mi atención. Había pasado por centenares de caras, todas insignificantes para mí, pero el rostro de una señora con una melena corta y dorada con destellos blancos por las canas de la edad, de facciones agradables y mofletes rojizos hizo que me detuviera. Conocía aquella anciana de aspecto bonachón, su poder no debía subestimarse por su simpática apariencia.

Analicé su plataforma con detenimiento, aquella prisión parecía combinar tecnología y magia fuera de mi entendimiento. Sin embargo, no dejé que un reto como ese me detuviera. Saqué mis instrumentos de ingeniero del estuche que traía conmigo (2). Me acerqué y analizando los pequeños componentes y haciendo pequeñas pruebas entendí que aquella jaula podría ser abierta (3). Un suplantador le bastaría segundos, a mí me alcanzaba un par de minutos con mis herramientas (4).

Con mis técnicas de ingeniero avanzado, la seguridad de aquella plataforma circular cedió. Haciendo que la mujer inconsciente cayera sobre mis brazos. Poco a poco abrió sus ojos y con esfuerzo se colocó de pie. - ¿Do-dónde estoy? - dijo recuperando la conciencia, - ¿Kira?, ¿qué hago aquí?, estaba en Hekshold…

Lovelace, mi nombre es Zagreus. No tengo la respuesta con certeza a sus preguntas, pero no tenemos tiempo que perder. - la bruja recuperó rápidamente una sonrisa en su rostro. - Estamos en una especie de plano donde los suplantadores rigen. Aquí están los cuerpos de muchos que cayeron, son habilidosos, no me extraña ver a uno de los grandes catedráticos de la academia de magos aquí. - dije mirando disimuladamente el rostro proyectado de la mujer en el suelo mientras se ponía de pie, una de las debilidades de los suplantadores era que sus reflejos podían verse borrosos, no podía arriesgarme a aliarme con un monstruo infiltrado.

Oh, puedes llamarme Adda, cariño-. La mujer se giró y analizó con detenimiento sus alrededores, era sabia, pero su bondad la superaba. - Debemos liberar al resto de su prisión.

No puedo hacer eso. - dije tajante, causando una mueca de decepción y tristeza en la anciana - ¿De qué nos servirá rescatar a una criada? ¿Qué haría un panadero o un carpintero en esta situación? Mi estimada, entiende que no podemos detenernos si nuestro objetivo es sobrevivir, yo no subestimaría a estas criaturas y considero que debemos enfocarnos sin caer en sentimentalismos absurdos. - ¿Pero y si…? - inquirió la mujer. - No. Por ello fue que la rescaté a usted, por favor entienda nuestras prioridades. Solo un idiota intentaría rescatarlos a todos.

La mujer empezó a seguir mis pasos, cabizbaja. Su corazón era su cualidad más grande, pero en mis planes supondría un obstáculo.

¿Qué pasará con ellos?

No lo sé y en realidad no me importa, pero si le sirve de consuelo pretendo llegar al fondo de todo esto. - dije mientras recordaba los intereses de aquella niña de mirada inusual. - Quizás podamos detener a los suplantadores y con eso todo lo que ocurre en esta prisión. - Mis palabras, aunque agridulces, parecieron tranquilizar a la mujer que caminaba decidida junto a mi sombra.

Mi paciencia se agotaba, los minutos pasaban y parecía que no avanzábamos, sabía que aquel lugar no cumplía con una “lógica” en su arquitectura, la magia o las reglas de su propio plano hacía que la cárcel pareciera infinita. Entendía que no era así y tarde o temprano encontraría algún suplantador que pudiera guiarnos en el laberinto. Nos desplazamos con cautela y en silencio.

Abruptamente, volví a detenerme, una sonrisa torva se dibujó en mi rostro, Adda no entendía por qué mi cambio de conducta. Pero mis ojos brillaron al ver un nuevo recluta para el escuadrón que pretendía formar. Sabía que enfrentar todo aquello solo sería suicida, pero quizás si era capaz de aprovechar algunas fichas fuertes dentro de aquel repertorio de personas capturadas podría hacer un equipo imparable.

Me sorprendió ver a aquel sujeto en ese sitio, pero no podía menospreciar la astucia de los suplantadores. No era necesario pelear e incluso el más fuerte podía caer en sus engaños. Su armadura reluciente cubría todo su cuerpo, varias armas en sus espaldas y un yelmo que no permitía ver sus ojos. Por lo que no sabía si vigilaba mis pasos.

Mis herramientas no bastarían para alterar el funcionamiento de esas plataformas circulares, había gastado recursos importantes de mi kit de ingeniería, pero en realidad el funcionamiento no era tan complejo luego de haberlo analizado. Sabía qué puntos había que dañar para abrir aquella rebuscada cerradura.

Adda, eres conocida por ser de las mentes alquimistas más prodigiosas del continente. - señale mientras la anciana se ruborizaba al oír un cumplido como si estuviera nuevamente en sus años mozos. - Necesito que puedas hacer una pequeña explosión controlada en la pequeña cápsula que se ve ahí. Es un objeto mágico, seguro puedas entender de qué se trata. El detalle es que hay que cuidar de no dañar el resto de componentes de la plataforma, hay cosas que no termino de entender de su funcionamiento, pero sé que si queremos que se libere sin daños de por medio hay que hacer las cosas con cuidado…

La anciana se acercó y vio con detenimiento las piezas a las que me refería. - Fácil - (5) Sacando un pequeño estuche con muchos compartimientos, combinó una serie de polvos de tonos rojizos y naranja. Usando sus habilidades con el agua hizo un pequeño ácido que parecía ser fuego embotellado, pero refinado. La mujer se mostraba orgullosa colocando su creación sobre la plataforma en los puntos críticos. La magia que mantenía suspendido al sujeto de armadura dejaba de actuar. Haciendo que el hombre cayera sobre sus pies sin tambalearse.

V:

El sujeto en silencio me miró. Solo la negrura se veía por los orificios de su yelmo. No sabía si me reconoció de nuestro encuentro previo, pero me dio a entender, con su silencio, que me seguiría al menos en aquella ocasión. V, el número 12 de la Dark Order formaba parte de mi escuadrón para salir de la prisión.

Antes de retomar el paso, la celda justo al lado llamó la atención de todos nosotros, los movimientos intentando liberarse de aquel estado de levitación de aquel sujeto hablaban de una gran determinación y voluntad. No había escape de aquella jaula de suspensión, pero aquel dragón tanteaba los límites con su fuerza.

Se notaba que gritaba, pero afuera no éramos capaces de escuchar sus quejidos, se observaba molesto. El hombre semitransformardo lanzaba zarpazos al aire mientras mostraba sus dientes feroces.

Miré a la bruja que se mostraba consternada, sin embargo, entendió rápido mi silencio y procedió a abrir rápidamente su plataforma. Ya no le quedaban materiales alquímicos para rescatar a otro integrante, y a diferencia de los otros, no conocía a ese sujeto. Sin embargo, confiando en mi instinto y la necesidad de la fuerza bruta que exhibía, lo acepté en mi misión.

Dragon humanoide:

El hombre cayó al suelo clavando sus puños sobre el cristal, astillando el mismo. Un grito feroz acompañado de un rugido gutural mostraban su lado menos humano. - Los mataré, los mataré a todos. - gritaba. Haciendo que V sutilmente deslizara su mano a sus espaldas en caso de tener que actuar.

No harás nada sin que se te ordene. - indiqué con autoridad y soberbia. Recibiendo un gruñido del dragón humanoide que desprendía hilos de saliva de sus colmillos afilados. En sus ojos se notaba su sed de venganza, tenía cuentas pendientes. - Te saqué de tu cárcel porque quizás puedas resultar útil, centra tu ira en salir de aquí.

Empecé a caminar, a mis espaldas, Adda Lovelace, catedrática de Hekshold; V segundo al mando de la Dark Order y un dragón humanoide que parecía tener mucho resentimiento de su captura. Un equipo improvisado que me garantiza escapar, solo necesitábamos… Miré un par de veces de reojo los suelos reflectantes para saber que caminaba con seres reales y no suplantadores de rostros borrosos.

Al girar una de las esquinas de aquellos pasillos en silencio hice una señal para detenernos, un suplantador parecía pasear entre la celda de una mujer de pelo rojo y un hombre regordete de barba poblada, lucía como si le costará decidirse. Se veía distraído…

V… - dije entre susurros para que el hombre de armadura en silencio se hiciera cargo de la situación. Aquel monstruo sería la llave de escape de aquel lugar.

________________________
Off

Tengo permiso de Zelas y de Ansur para utilizar
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(1) Nivel 2: Omnisciencia (Pasiva)
Gracias a su voracidad intelectual y prodigiosa memoria. Zagreus es capaz de identificar y recordar cualquier entrada teórica de información de la biblioteca de Aerandir (Historia, Herbolario, Bestiario, Rumores, etc).

Este recurso solo es válido para aquella información de dominio público (no metarol) y es exclusivamente de carácter teórico.

(2) Kit de Ingeniería Regular [Limitado, 2 Usos] Mediante este kit, compuesto por engranajes y otros materiales mecánicos, puedes usar el efecto de cualquier Técnica de Ingeniería hasta nivel Avanzado que conozcas en un rol. (Gasto los dos usos, uno para cada técnica)

(3) Identificar [Técnica] Mediante pequeños experimentos y astuto uso de herramientas, logras identificar cómo funciona, así como los materiales que componen, cualquier maquinaria o estructura compleja, así como nociones de cómo desactivarla o destruirla.

(4) Ingeniería Reversa [Técnica] Permite desarmar o sabotear cualquier objeto con partes mecánicas móviles, incluyendo cerraduras de llave, puertas o estructuras más complejas.

(5) Adda utiliza sus habilidades para sabotear la plataforma empleando su talento de Control de Agua nivel 7 y habilidades de Maestra Alquimista
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Mensaje  Ansur Lun Dic 25 2023, 00:28

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Es la condición básica de la vida…
ser obligado a violar su propia identidad.

El suplantador observó en silencio mientras acompañaba a su liberadora y a su creciente compañía. Los estudiaba, evaluando cada característica que los diferenciaba y los hacía únicos, características definidas mayormente por ellos mismos y no por imposición.

Con el paso de los minutos, su modo de caminar cambió para imitar el de Katrina. Luego, consciente de su diferencia de tamaño y forma de cuerpo, creyó que no era apropiado esa elección y decidió imitar a otro, y después a otro, y luego a otro más; encorvado o erguido, con pasos largos o cortos, con el mentón alzado o bajo… Pero entonces dejó de hacerlo; pensó que seguía igual que antes si buscaba adoptar características de otros.

Eso tampoco duró demasiado. Cuando el número de personas alrededor, todas unidas en la búsqueda de alguna salida de aquella prisión de espejos y falsificaciones, vio las similitudes que muchos compartían entre sí. Entendió en ese momento que nadie había inventado sus propias características. Se necesitaba de otros para definir su propia individualidad. Así que estaba bien que él copiara lo que más le atrajera de los demás para lograr una mezcla única.

Toda aquella reflexión fue truncada por un problema inevitable que ya no podía ignorar. Delante de todos, en una intersección de varios pasillos de cristal, emergió del suelo una figura que podrían reconocer quienes estuvieron en el domo. Su naturaleza era indudable, y su presencia paralizó a muchos, conscientes de que tenían ante sí el presagio de un mayor peligro.

-¿No pueden durar ni un momento sin causar problemas? -preguntó aquel ser, con el aspecto de Johannes Täufer, el soldado que falló en proteger el espejo de la reformación, aunque con el rostro surcado por grietas -Ya me preguntaba por qué mi máscara se caía tan rápido. No quise pensar que esta podría ser la respuesta. Es ridículo que todos se hayan liberado tan pronto, pero no tan ridículo como que ustedes piensen que pueden escapar: ustedes no son capaces de viajar a través de espejos, y aquí no hay más puertas ni ventanas que esas. ¿Qué esperaban? ¿A dónde caminaban, estúpidos? ¿Pensaban que en algún momento verían una puerta con un cartel que dijera «Salida hacia Aerandir, empuje para salir»?

El tono burlesco en su voz no correspondía a la gravedad en la expresión de su rostro, cuyas funciones se perdían junto a los pequeños fragmentos que se desprendían de él.

-Detente- dijo alguien, con voz neutra, entre la multitud. El falso Johannes entornó los ojos y buscó. No tardó en encontrar el origen de la voz -Lo que faltaba, otro suplantador defectuoso- se quejó el falso Johannes -¿Cuál es tu problema? Tú ni siquiera has robado un cuerpo como quienes ahora se creen Reike o Signi. ¿Cuál es tu falla?

-No quiero robar un cuerpo- dijo el suplantador sin máscara -Quiero mi propia identidad, hacer mi propia identidad, no robar la vida de otro. Es así como realmente seré libre -siguió, con una incipiente determinación ardiendo en su voz.

El falso Johannes le observó con una expresión inescrutable, en un silencio que fortalecía la tensión que cargaba al momento. Eso terminó con las siguientes palabras: -Sí sabes que morimos si no robamos un cuerpo, ¿no? -preguntó con sorna -De verdad te han lavado la mente. No puedo creerlo. Esta es la generación de las crisis de identidad.

Alzó una mano y chasqueó los dedos. Su sonido reverberó a través de todos los pasillos, extendiéndose por cada rincón del infinito mientras el cristal se estremecía a su paso.

Cada espejo visible empezó a emitir un zumbido cuyo volumen iba en aumento, anticipando la llegada de la legión que finiquitaría la revuelta. Sus siniestras siluetas surcaron los cristales, emanando oleadas de agresividad. Cuando aquellas figuras sombrías se acercaban a la superficie, sus rostros familiares ganaban nitidez; eran los rostros robados, diferenciados de los originales apenas por las leves fisuras que empezaban a dibujarse en ellos.

-Son demasiados -balbuceó un humano ordinario, con su cuerpo trémulo y su rostro pálido -¿Cómo vamos a salir de aquí? -lloriqueó una mujer que apenas se sostenía en su única pierna sana -Cada uno de estos suplantadores tienen más velocidad que la mayoría de nosotros. ¿Cómo vamos a vencerlos?

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Antes de que alguien pudiera responderle a aquel sujeto, el primer suplantador emergió. Su rostro resquebrajado se contrajo en una mueca salvaje, sus brazos se alzaron buscando a su presa, a aquel a quien le robó la identidad.

Suplantador sin máscara lo detuvo con una patada a la cabeza, rompiéndole la mitad del rostro y dejando al descubierto parte del original sin ojos ni boca. Pero no se limitó a dar una única patada, sino que se abalanzó sobre él y lo sujetó de la cabeza y, con un movimiento brutal, le quebró el cuello. Como resultado, su cadáver quedó atrapado entre la superficie y el interior del espejo, cuyo cristal se tornó completamente blanco inmaculado, perdiendo su capacidad de reflejar y ser una puerta para otros suplantadores.

-No quiero hacer esto, pero si siguen atacando entonces todos morirán- les advirtió el suplantador sin máscara -¿Realmente quieren morir aquí, así, por obedecer la voluntad de otro y no la de nosotros mismos?

El falso Johannes suspiró antes de responder -Esto no se trata de dependencia o independencia, no se trata de nuestra voluntad o de obedecer a aquella extraña mujer alada que derrocó a nuestra madre; se trata de supervivencia, de comer o morir de hambre -dijo, serio -¿Qué otra opción tenemos? Dime, ¿cómo podríamos vivir sin consumir identidades? Somos suplantadores, es nuestra naturaleza, nuestra maldición. ¿Qué pretendes que hagamos? Mientras no haya otra opción, lucharemos y devoraremos vidas.

Más suplantadores empezaron a salir bajo el suelo reflectante. El sin máscara se sumergió rápidamente para interceptar a cuantos pudiera en el plano de los espejos.

La gran batalla entre dos mundos había iniciado.

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Cuando el suplantador notó la presencia de V, este ya lo había alcanzado y lo había reducido con facilidad -¿Qué? ¡¿Quiénes son…?! ¡¿Por qué están libres?!- farfullaba el suplantador, debatiéndose sin lograr nada. Pero cuando miró a Zagreus, se paralizó y su rostro, aunque carecía de ojos y boca, reflejó pavor -La esencia de Oniria…- balbuceó -Se suponía que había muerto. ¿Cómo es que…? ¿Estás aquí para vengarte? ¡¿Es eso?! Por favor, ¡por favor, no fue nuestra decisión dejarte a tu suerte! Fue Gabriela. ¡Fue Gabriela!

¿Gabriela?- preguntó Adda, intrigada y sin apenas comprender lo que sucedía -¿La misma Gabriela que hizo los espejos del domo?- inquirió, insistiendo en su suposición -Los llevaré con ella. Si me perdonan la vida, los llevaré con Gabriela- dijo el suplantador, aún sin apartar la mirada de Zagreus.

V miró al vampiro y a Adda, con la pregunta de qué hacer implícita en su silencio. El suplantador aprovechó la distracción para hundirse en el suelo. V no lo soltó, tiró del suplantador, pero este forcejeó con la mitad de su cuerpo dentro del espejo. El dragón humanoide rugió y se abalanzó sobre el suplantador.

Tal choque rompió el espejo y la barrera entre realidades. Todos ellos se hundieron en un abismo interdimensional, terminando atrapados entre dos mundos, donde el grupo permaneció, durante una fracción de eternidad, perdidos en un limbo fractal infinito. Un sin fin de destellos de visiones incomprensibles del pasado, futuro, presente y posibilidades que nunca ocurrieron en el Aerandir que conocían les rodeó, mostrándoles todo y nada a la vez.

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Pero solamente tres imágenes cristalizadas se mantuvieron y se acercaron: Roilkat, fuera del domo, el lugar donde podrían aterrizar para regresar sanos y salvos a Aerandir; un gran pasillo de cristal, donde se desarrollaba la feroz lucha de Alward contra los suplantadores que no parecían acabar; y un espacio completamente blanco, donde una enorme figura sombría estaba sujeta con cadenas de luz sólida, frente a una mujer bestia cuya única característica animal eran sus enormes alas blancas, tal como un ángel.

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¿Siguen vivos? Rayos, esto no era parte del plan… Lo resolveremos ahora. Obtuvieron grandes avances en sus elecciones, pero eso los ha llevado a destinos donde la muerte se cierne sobre ustedes y usar la cabeza será vital para el futuro de todos los personajes involucrados e incluso a los relacionados con ellos.

Alward, estás atrapado en una batalla entre lo genuino y la imitación. Será necesario usar todo lo que tengas, desde tu fuerza hasta tu inteligencia, para sobrevivir y quizás también que sobrevivan unos cuantos de los que intentas liberar.

El suplantador al que le lavaste el cerebro hará lo posible para evitar que aparezcan más de su especie, pero no podrá con todos, así que deberán usar la mejor estrategia para evitar terminar rodeados de ellos. Pero seguramente ya sabes cómo solucionar eso. En cualquier caso, deberás lanzar una runa que influirá en tu destino.

Zagreus, buena elección. Tienes un equipo bastante fuerte, tanto que podrías vencer a algunos villanos poderosos de tramas pasadas. Pero un gran poder conlleva una gran facilidad para imponer tu voluntad y ahora se presentan ante ti varias opciones:

1) Escapar al Aerandir normal, sano y salvo, lo que es sumamente aburrido.
2) Ayudar a Alward, lo que sería una contribución significativa para la salvación de muchos que no olvidarán tu ayuda, si sobreviven.
3) Ir donde la mujer alada, Gabriela, que está con lo que podría ser la reina/madre de los suplantadores, o puede que algo más.
4) Y también está la opción de ser un espectador para obtener información valiosa de estos frentes u otros que te interese observar.

La decisión es tuya, Zagreus, pero si eliges alguna de las últimas dos opciones, antes de hacer el post debes enviarnos un MP y te ofreceremos indicaciones secretas para que puedas tomar el futuro de Aerandir en tus manos. O para encaminarte hacia la fatalidad.

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Mensaje  Alward Sevna Mar Feb 06 2024, 17:38

Johannes Täufer. De entre todos los soldados que defendieron el domo de espejos, sin duda él fue quien más empeño le puso. Pero ahora lucía disitnto, tanto como cuando Alcides hizo su aparición en el domo. Ahora Alward dudaba de todas y cada una de las personas que había visto allí. ¿Habían sido ya reemplazadas en ese entonces? ¿En ese momento, él, junto a Katrina y los delincuentes, eran los únicos que no habían sido raptados?

Alward, después de las palabras del falso Johannes, frunció el ceño y, sin apartarle la mirada en ningún momento, le contestó.

-Puede que no tengamos escapatoria. Es cierto que en este sitio sois vosotros los que tenéis ventaja...-Se pausó para retomar el aliento, todos le miraban ahora que había tomado la palabra, y no podía decepcionarlos ahora.-Pero no nos limitaremos a morir, ni a ser olvidados. No viviréis nuestras vidas y, por supuesto, lucharemos hasta el final por encontrar una salida.-Pronunció con firmeza, su voz resonando en el peculiar paisaje de espejos.

-¡No nos quedaremos como animales enjaulados!-Adelantó Gertrude un paso para ponerse al lado del Sevna.-¡Lucharemos por nuestra libertad!-Exclamó con vehemencia, su puño en alto como un estandarte de resistencia. Su llamado resonó entre la multitud recién liberada, un coro de almas ansiosas por recuperar su libertad. No era fácil determinar cuántos se habían salvado del oscuro influjo de los suplantadores. ¿Treinta? ¿Cincuenta? La cifra se perdía en la vastedad de aquel extraño lugar.

El desafío estaba lanzado, y en la mente de Alward resonaba la determinación de no ceder ante la opresión de los espejos, de no dejar que la sombra de los suplantadores los devorara.

El suplantador renegado se unió al coro liderado por Gertrude, desafiando las expectativas al expresar pensamientos propios y adoptar una voz que resonaba con convicción. El asombro se reflejó en los rostros de los liberados y de aquellos que aún dudaban de la veracidad de esta rebelión inesperada.

Los ojos de Alward buscaron los de Katrina, indagando en la posibilidad de que este acto de voluntad propia fuese resultado de algún hechizo de la vampiresa. Sin embargo, en el rostro de ella, se reflejaba la misma perplejidad que él experimentaba.

La verdad era que Katrina había desencadenado una revolución silenciosa en la mente del suplantador. Su intervención había sido más que una simple manipulación; fue un terremoto que sacudió los cimientos de la programación impuesta por los suplantadores. Había logrado despertar en él una chispa de humanidad, una comprensión de la naturaleza de sus actos. Katrina, siempre maestra de la manipulación, se encontraba sorprendida ante la magnitud de su propio poder para influir en las mentes de aquellos seres.

El impostor que se hacía pasar por Johannes levantó la mano y, con un siniestro chasquido de dedos, desató una oleada de figuras suplantadoras desde cada espejo. Estas sombras cobraron vida y, ante los ojos aterrados de los secuestrados, comenzaron a adoptar sus formas y semblanzas originales. La sala se llenó de duplicados casi perfectos, creando un maremágnum de rostros y cuerpos que llevó a varios de los recién liberados al borde del pánico. La ilusión de la libertad se desvaneció momentáneamente frente a la cruel realidad de que, incluso en este extraño mundo de espejos, la captura y el control eran omnipresentes.

Alward apretó la mandíbula con fuerza, sintiendo la presión en sus dientes mientras su postura se volvía más rígida. La complicación de la situación se reflejaba en sus ojos, una amalgama de determinación y preocupación. Al mirar atrás, no encontró más que civiles, en su mayoría desprovistos de cualquier experiencia en combate. Entre ellos, algunos bandidos y nobles podrían tener algún conocimiento rudimentario de la defensa personal, pero distaban mucho de estar preparados para enfrentarse a todo un grupo numeroso de suplantadores. La perspectiva de la batalla se cernía amenazadora sobre ellos, un desafío que no todos estaban preparados para afrontar.

La danza caótica de la batalla se desató antes de que Alward y los demás pudieran reaccionar. Los suplantadores se lanzaron con ferocidad, pero el rebelde entre ellos emergió como un destello de esperanza para los secuestrados. Su figura se movía con una gracia marcial, desafiando a sus propios semejantes con movimientos veloces y precisos.

Alward y Katrina, conscientes de la urgencia, se unieron al conflicto. Gertrude, armada con una espada, avanzó después. Tras eso, aquellos que poseían un arma o ostentaban el arrojo necesario para combatir, se unieron a la refriega, intentando rodear a aquellos no sabían luchar. La batalla se desplegó en una amalgama frenética de movimientos. Crystal, la noble conocida de Alward, junto a aquellos que no sabían dfenderse, fue rápidamente rodeada por sus defensores improvisados.

Alward desató el poder encantado de sus espadas; Værdi parpadeó con llamas mientras cortaba el aire, y Nattehimlen zumbó con electricidad, iluminando aún más la contienda. El Sevna se movía con una danza ágil, atacando y esquivando. Cada golpe era un destello ardiente o una descarga eléctrica, llevando la lucha a una nueva intensidad [1].

Katrina entonó palabras susurradas, su voz penetrante se deslizó en las mentes de los suplantadores, sembrando el caos. Los enemigos se tambalearon, algunos cayendo en desesperación mientras otros eran presa del miedo. La vampiresa, con su mirada intensa, tejía hilos invisibles en la psique de los hostiles. No tenía tiempo suficiente como para influir de la manera en la que lo había hecho con el suplantador rebelde, pero al menos esas acciones supondrían una ventaja.

Gertrude, aunque menos hábil en comparación con Alward, compensaba su destreza con astucia. Se mantenía en la periferia de la refriega, seleccionando sus objetivos con cuidado. Su espada paraba los ataques enemigos, y su experiencia era evidente en cada movimiento calculado.

El resto de valientes secuestrados se unieron en una sinfonía desordenada de combate. Algunos empuñaban armas improvisadas, otros confiaban en la fuerza bruta, pero todos compartían un objetivo: resistir. Entre giros de espadas, parpadeos de magia y susurros mortales, la lucha por la libertad se convirtió en una batalla trascendental, donde cada victoria personal resonaba como un eco de resistencia. Allí no habían clases sociales ni delitos que separasen a un ciudadano de otro, ni a una raza de otra. Allí todos luchaban por su propia libertad, que iba en consonancia con la de todos los allí secuestrados.

En el fragor de la batalla, Alward canalizaba el poder ardiente de Værdi y la electricidad danzante de Nattehimlen. Cada tajo, cada parpadeo de sus espadas, era una obra maestra de destrucción. Se movía con la gracia de un bailarín mortal, con su máscara ocultando la intensidad de sus ojos mientras cortaba a través de los suplantadores.

Katrina, con su voz como un instrumento mortal, tejía ilusiones y miedos en la psique enemiga. Sus ojos resplandecían con un fulgor sobrenatural mientras desataba el poder de su mente. Con gestos sutiles, dejaba caer a los suplantadores, sumiéndolos en la confusión y sembrando la discordia entre sus filas.

Gertrude, hábil y astuta, giraba por el campo de batalla como una sombra mortífera. Su espada paraba cada golpe, su experiencia brillaba en la forma en que anticipaba los movimientos de los enemigos. En un instante, estaba parando un ataque dirigido a Crystal, y al siguiente, estaba deslizándose entre los suplantadores como una tormenta.

La lucha era caótica, pero en medio del frenesí, Alward vislumbró una oportunidad. Con un gesto rápido, apartó a un suplantador de un tajo mortal y, aprovechando un instante de calma relativa, se dirigió hacia Gertrude que había acabado a su lado, espalda con espalda.

-¡Necesitamos salir de aquí! ¡Y creo que sé cómo!-Gritó sobre el estruendo de la batalla.-¡Tengo un espejo que puede mostrarnos la salida, pero necesitaré tiempo para usarlo!

Gertrude, sin dejar de pelear, asintió. Alward se apartó de la refriega mientras Gertrude y algunos otros se interponían entre él y los suplantadores. Se arrodilló y sacó con cuidado el Espejo de la Verdad de su zurrón [2].

El espejo brillaba con un resplandor sutil mientras Alward lo sostenía. Aunque no sabía exactamente cómo usarlo para salir de ese extraño mundo de espejos, estaba decidido a intentarlo.

La batalla rugía a su alrededor mientras Alward, que con la vista fija en el espejo, empezó a murmurar palabras ininteligibles las cuales formaban susurros de súplica para que el espejo lo ayudase. Los suplantadores arremetían con furia, pero los defensores mantenían una línea férrea. El Sevna, internado dentro del "muro" defensivo que habían creado para aquellos que no sabían luchar, sintió la presión de la urgencia mientras las palabras parecían difuminarse como si hubiesen sido evaporadas de su boca.

Tras unos segundos de silencio, algo cambió. El Espejo de la Verdad brilló intensamente, proyectando una imagen que no era un reflejo. Era un camino, una salida. Un portal a través de los espejos. Alward, con una mezcla de alivio y determinación, señaló la dirección.

-¡Por ahí!-Exclamó, y el grupo, liderado por Gertrude, se dirigió la mirada hacia donde Alward indicaba.

Pero, antes de reincorporarse, el Sevna recitó otras palabras que formaron de nuevo susurros. Otra petición. Esta vez quería que todos los suplantadores adoptasen su verdadera forma y dejasen de tomar las apariencias robadas. De nuevo, el silencio, y otra vez, un brillo intenso inundó la estancia cegando a todos y cada uno de los presentes. Cuando la luz se disipó, el espejo era polvo en las manos de Alward y todos los suplantadores habían adoptado su verdadera forma [3].

Sin más, se reincorporó, agarrando sus espadas que habían quedado en el suelo y con firmeza, fijó la dirección que le había indicado el espejo: otro espejo de tantos, supuestamente esa era la salida.

-¡AVANZAD!-Señaló con Værdi hacia la supuesta salida, vociferando como si del comandante de uno de los ejércitos más importantes de la historia se tratase.

Los suplantadores atacaron con más ferocidad al ver que su escape estaba cerca, pero los defensores lucharon con una determinación renovada. Entre chispas de metal, y salpicaduras de sangre, el grupo avanzó hacia la salida proyectada por el Espejo de la Verdad, resistiendo los embates finales de los suplantadores.



____________________________________________________________


- -[1] Encantamientos de arma usados: Værdi (Fuego) y Nattehimlen (Eléctrico).

- [2] y [3]Objeto usado dos veces, y por lo tanto agotado sus cargas y destruido: Espejo de la verdad [2 cargas]: Pequeño espejo con la capacidad de mostrar la verdad oculta. Si se lo pides, este pequeño espejo reflejará la realidad sin ilusiones, sin disfraces mágicos ni efectos de invisibilidad. Dura un turno.
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Mensaje  Tyr Mar Feb 06 2024, 17:38

El miembro 'Alward Sevna' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses


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Silencio infinito [Desafío: Un mundo sin sueños] Empty Re: Silencio infinito [Desafío: Un mundo sin sueños]

Mensaje  Zagreus Miér Mar 27 2024, 01:37

La expresión de aquella criatura sin rostro al verme me dejó con varias dudas que revoloteaban en mi cabeza. “La esencia de Oniria”, comentó el suplantador dejando de lado el pavor por su inevitable muerte y dando pie a la confusión por lo que yo para él representaba.

Evidentemente, se refería a la niña que me había acompañado desde el comienzo en aquella realidad. No comprendía las implicaciones de sus palabras y lo que significaba. La figura que se había esfumado en pétalos violetas era la clave, sin embargo, no sabía como hacer para conectar con aquello que ahora estaba unido a mí, oculto. Las preguntas sin respuestas se acumulaban en mi cabeza.

Las palabras de la criatura sin rostro llamaban la atención de Adda, no obstante, en una acción desesperada, el suplantador intentó huir. Los reflejos de V fueron suficiente para retener a la bestia, pero la imprudencia e impulsividad del dragón que se abalanzó para terminar con el copiarostros, ocasionó que los espejos que sostenían nuestra presencia se rompieran, arrastrándonos a un espacio donde aquella frágil dimensión estaba fragmentada, careciendo  de un marco que sostuviera la estructura de aquel universo de espejos y visiones oníricas.

Un vórtice lleno de esquirlas, la sangre de aquel suplantador y la negrura total, dio paso a un abismo interdimensional, la realidad se despedazaba. El grupo que había conformado flotaba en el infinito. Un espacio surrealista rodeado de espejos en un espiral fractal de realidades, un multiverso de escenarios, planos, historias, vidas, sueños... Estábamos en el limbo entre dos mundos.

En aquella dimensión, conectados por lo que parecía ser una voluntad ajena a nosotros, los pensamientos de los 4 se entrelazan. No hacían falta palabras para poder comunicarnos. El tiempo resonaba en el abismo de espejos. Una eternidad se sentía como un segundo y lo efímero se percibía como el sempiterno.

Ahí estábamos en la nada, y a la vez en el todo. Estupefactos y confundidos, desesperanzados y a la vez expectantes de lo que sucedía a nuestro alrededor en aquella especie de caleidoscopio.

Varias imágenes se hicieron reconocibles entre visiones de aquellos espejos. ¿Habían pasado segundos? Pues se sentían como vidas enteras. Ninguno, si bien entendía qué ocurría, cayó presa del pánico y el miedo. Una sensación de poder y privilegio serenaba el ambiente. El silencio infinito acompañaba aquella realidad y nos confería una extraña seguridad.

Una visión clara tomo protagonismo, reconocíamos aquel lugar...

Debemos ayudarlos. - resonó en nuestra conciencia las palabras -pensamientos- de Adda al ver los pasillos de aquella prisión de suplantadores. Una ferviente batalla entre copiadores y personas de Aerandir de todo tipo se mostraba ante nuestros ojos. Al parecer no éramos los únicos en aquella cárcel y de alguna manera, varios se las habían arreglado para comenzar una trifulca para escapar de aquel lugar.

La preocupación de la maga era genuina. En sus ojos se observaba el amor y cariño que profesaba. Así como antes quiso ser altruista y fue impedido por mí, ahora quería cooperar para ayudar a la facción que luchaba por liberarse.

Era un suicidio, si bien eran numerosos, era evidente que no estaban ganando terreno en su lucha. Muchos suplantadores habían caído y quizás podrían saborear sus pequeñas victorias, pero desde nuestra posición privilegiada observábamos como otros muchos sin rostro se dirigían a aquel lugar.

¡Argh! - gritó el lagarto. - Allí está ese imbécil. Si no fuera por él… - Gruñó.

Al enfocar la visión vi un enmascarado y la sangre empezó a hervir en mis adentros. Solía controlar mis emociones de forma eficiente, pero apenas habían pasado días desde que aquel “héroe” junto a otros entrometidos me habían enfrentado en el domo. Y por su culpa ahora aquel inútil de Belov quería mi cabeza.

¿Qué pretendían que hiciese?, ¿que dejara que aquellos seres de espejo, que ahora entiendo eran suplantadores ineficientes, utilizaran mi bello rostro para sus planes destinados al fracaso? Idiotas.

Debo desgarrarlo. Quiero romper su cráneo y saborear sus huesos hasta el tuétano. - vociferaba el dragón en los ecos del pensamiento, ya que sus palabras no venían de su boca. Sus fauces abiertas salivaban dándole brillo a sus dientes afilados. Se notaba que sus deseos de venganza, aunque desconocía los motivos, no lo contendrían en aquel plano atemporal de espejos. Fracturando el espacio el dragón humanoide logró moverse dentro de la imagen. Entrando a lo que parecía ser un reflejo en un espejo. Ya no daría ordenes, ni al dragón, ni al elfo, ni a la bruja.

El dragón ya no estaba con nosotros, imágenes de su remanente se movían en aquel plano fragmentado. Ahora, el hombre de escamas caía desde varios metros en aquel pasillo donde la lucha se daba. Aterrizando en sus 4 extremidades el cristal del suelo se agrietó como si fuese un meteorito el que cayese sobre la tierra. Desesperado empezó a correr impulsándose con sus garras, rasgando el vidrio con un sonido bestial.

El dragón tenía un objetivo fijo, el enmascarado. Y mientras avanzaba en la distancia, apartaba con vehemencia suplantadores que se alistaban para enfrentar a aquel numeroso grupo a fin de cortarles los pasillos en búsqueda de una supuesta salida.

No puedo permitir que esa bestia…- exclamó preocupada Adda; sin embargo, sus palabras fueron apagadas cuando una nueva imagen de forma casi que intrusiva apareció nítida ante nosotros. Una mujer a la distancia extendía sus alas cual ángel. - ¿Gabriela? - La figura no estaba sola, pero una luz intensa no permitía entender quien la acompañaba. La catedrática de la escuela de magos se debatía cuál decisión tomar. Su curiosidad por la mujer alada que presuntamente había sido creadora de los espejos resultaba atractiva, sin embargo, sus impulsos morales la inclinaban a socorrer con su magia a las personas atrapadas en la cárcel de los suplantadores.

No pretendía interferir en su juicio, decisión que era compartida por el elfo de armadura pesada. Una nueva imagen se superpuso a las anteriores y al fijarnos en el espacio donde flotábamos solo quedamos V y yo.

La nueva imagen era Roilkat, parecía una imagen actual, de nuestra realidad. Todo era normal, sin surrealismos, sin universos distintos, solo la simplicidad de nuestro mundo en Aerandir.

Sin palabra alguna el hombre de armadura dio pasos en el aire, su peso soportado por un suelo etéreo lo acercaba a aquella imagen reflejada en una visión colectiva. V había optado por desligarse de cualquier conflicto. Su papel estaba sujeto a la Dark Order y seguramente su ausencia sería notoria. El elfo debía asegurarse que si alguien se atrevía a tomar su imagen en Aerandir lo pagaría caro.

Un remolino de cristales avanzó al frente de mí. La esencia de aquella niña palpitaba un aura púrpura que me invitaba a quedarme en aquella realidad de espejos. El torbellino de imágenes me golpeaba con visiones de tiempos remotos. En una fracción de segundo la historia del mundo agitaba mi ser.


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No dudaba que esta experiencia seria difícil de explicar en el mundo "real" para todos nosotros. Recordaba de forma borrosa al dragón que ahora luchaba con el enmascarado, deseando su victoria sobre el "héroe". Sonreía irónicamente de la actitud maternalista de la poderosa bruja y su debate sobre la curiosidad. Fruncía el ceño pensando en el poder de V. Su fuerza me impulsaba a superarlo, y de algún modo sabia que nos volveríamos a encontrar…

Y en un instante, la soledad se sintió cómoda. El silencio era absoluto. Era capaz de sentir cada célula de mi cuerpo, cada átomo de mis ropas, cada atisbo de existencia. Entendía, no sé cómo, que aquello era una oportunidad… Aprendo…

De una manera desconocida me sentía omnipotente. Las imágenes se movían a mi voluntad. Los espejos bailaban y me mostraban visiones de tiempos remotos. Sin embargo, rápidamente comprendí las limitaciones de aquel poder. El futuro y el pasado distante resultaban difusos, apuestas con visiones efímeras y borrosas que poca comprensión me daban. No obstante, el tiempo cercano era claro y concreto; Sus colores, sus formas y contornos, sus sonidos y aromas. Todo era nítido y comprensible.

La información de lo que ocurría ante mis ojos era incalculable. Ya no tenía sentido Belov, ya no importaba el domo de espejos y mi orden de captura con sentencia a muerte. Mi destino no estaría sujeto a tales banalidades.

No obstante, no estaba solo, aquel poder no era completamente mío. No era yo quien tenía el control.

Sueños empezaron a mostrarse ante mí. Como un observador vi caras conocidas y ajenas. La información de los días recientes o incluso de aquellos días que aún no venían se apilaba en mi cabeza.

Gritaba en silencio. De mis ojos y boca un haz de luz salía mientras flotaba. Todo aquel conocimiento arremetía contra mí. Cosas cobraban sentido mientras otras solo me invitaban a más interrogantes.

La gente no dormía, Oniria, suplantadores, los espejos… Vi como una elfa traicionaba a sus compañeros por un mineral peculiar. Observé como suplantadores luchaban contra su naturaleza y pretendían ser algo distinto a una copia. Conocí el porqué del odio de aquel dragón por el enmascarado. Espejos que cambiaban la personalidad, planes del niño anciano Belov, animales enloquecidos y un mundo de pesadillas. La esencia de Oniria, una melodía de muerte y… las imágenes, los diálogos, todo transcurría en instantes, pero era capaz de vivir cada segundo a plenitud.

No era capaz de decidir hasta dónde ver. A quien seguir y obviamente no me era posible participar en ningún acontecimiento. Intentaba conectar las tramas, pero muchas solo acaban de una forma abierta, confusa, que parecía solo anticipar un apocalipsis. Era como entender las crónicas de una muerte anunciada para Aerandir.

Estaba harto de cómo era utilizado como un instrumento sin entender cuál era mi papel. La voluntad de Oniria y sus caprichos controlaban la información, que si bien no despreciaba, me resultaba ajena sin tener todas las piezas de dicho rompecabezas.

Gabriela, Archibald, Belov, Alcides, Signi, El Pastor, Laud, Johannes, Terric, Edgecomb, Kira, Kasha; héroes y otros no tan héroes. Muchos otros sin nombre, prófugos y anónimos. Entendía los peligros de la invasión de los suplantadores y el mundo de sueños, pero a la vez sentía que no comprendía todo lo que debería entender.

Frustrado de los caprichos del destino, de la esencia de Oniria y de aquella realidad fragmentada. Movilicé todas mis energías, toda mi voluntad y deseo para poder ver un escenario para mí. Un capricho individual. Algo para Zagreus.

Dragones ancestrales, el Dios vampiros y los primeros linajes de sangre, el primer sangromante y los pergaminos ancestrales, todo pasaba ante mis ojos, pero nada era claro. Las imágenes eran borrosas, los sonidos confusos y llenos de ruido. Tan cerca y a la vez tan lejos.

Las cosas se desplazaban a la velocidad de la luz, las imágenes se agitaban en los confines del tiempo y se extendían hasta el fin. Todo ese conocimiento inaccesible. Sin embargo, tras una gran oscuridad, una interferencia dio paso a una imagen clara.

¿Un laboratorio? No comprendía lo que veía, la tecnología de aquella visión era avanzada y ajena a lo que yo había manejado en el Lucero del Alba, ni siquiera era comparable con los trabajos de Corvo o el loco Dio. Un sujeto con un extraño traje mecánico daba órdenes a autómatas futuristas. Se mostraba irritado y en sus ojos la convicción de conquista era clara. Sin embargo, otros le insistían que ya todo había acabado.


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Nunca dijeron nombres, pero aquel que parecía el líder de aquel cuerpo de inteligencia repetía de forma constante insultos y comentarios sobre el poderío tecnológico de los terrestres que fácil acabarían con la magia de Aerandir. Sus planes parecían descabellados y todos lo miraban como loco. Gritaba sobre el espacio y conquistar otros mundos. Sobre algo llamado “robots” y “alienígenas”, no comprendía su lenguaje, pero sí captaba su enfado.

Entendí que era un científico de un mundo ajeno al nuestro. Un ingeniero de una era distante y futura con pensamientos aún más lejanos. Sus planes y caprichos personales no fueron satisfechos y, por lo que entiendo, sus experimentos no pudieron confirmarse. "Empatizaba" con su enojo por la ineptitud de sus pares que no confiaron en la ciencia.

Mucho quedaba desconocido para nosotros de la invasión terrestre. Habían pasado más de cien años de aquel suceso y solo teníamos muestras superficiales de su tecnología. Muestra de ello eran los biocibernéticos y los hombres bestias, que parecían solo ser la punta de un iceberg oscuro con las cualidades de sus avances en el campo de la ingeniería.

Me hubiese encantado conversar con aquel sujeto de convicciones estrictas. Conocer su frustración por el pacto de paz de Athalos y aprender sobre su avanzada tecnología. Sin embargo, eso no era posible. Una voz dulce con un tenue susurro hizo que rápidamente la visión se volviera borrosa. Luchaba por memorizar las pizarras con esquemas y proyectos tecnológicos, una oportunidad que no se repetiría.

Ya es hora…

________________________
Off
Disculpen la demora, tuve que leer muchos temas para poder responder.

Decido tomar la opción 4) Ser un espectador para obtener información valiosa de estos frentes u otros que te interese observar. Siguiendo las especificaciones de Ansur por mp, decido ver un laboratorio de ingeniería de la invasión terrestre en 1155. Ahí veo al líder de ingenieros que quizás tiene un rostro conocido. Aunque al tratarse de un evento un tanto lejano, el "recuerdo" no es tan claro.

Igualmente, revisé TODOS los temas relacionados a la trama de Un Mundo sin Sueños. Por ello, las visiones de los mismos y el manejo de dicha información. Hay un par de desafíos que aún no se han cerrado.

Mi grupo lo terminé separando, V (gracias Zelas por prestármelo aunque ya murió) toma la opción 1. El dragón humanoide toma la opción 2. pero no para ayudar, sino para cobrar venganza (lamento los insultos) del enmascarado. Contemplando las runas de mi campanero Alward, seguro pasan un buen rato. Y por ultimo, Adda, quien también forma parte de otros desafíos, con intención de no entorpecer decisiones máster lo dejo abierto, así que bien podría tomar la alternativa 2 de ayudar al enmascarado y su grupo, o asistir con Gabriela y continuar esa linea de trama.

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Silencio infinito [Desafío: Un mundo sin sueños] Empty Re: Silencio infinito [Desafío: Un mundo sin sueños]

Mensaje  Ansur Lun Mayo 13 2024, 04:04

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Somos nuestra memoria…
Somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos.

El silencio había desaparecido, sofocado bajo la incesante cadena de estruendos de la batalla. Los suplantadores emergían como distintas erupciones oscuras a lo largo del pasillo. Las personas luchaban y corrían, caían y se levantaban, mataban y eran arrastrados. A pesar del esfuerzo sobrehumano que invertían en sus intentos desesperados por sobrevivir, por defender sus identidades, sus vidas, lo genuino, empezaban a ser aplastados por la superioridad numérica de los enemigos.

El suplantador sin máscara fue consciente de la gravedad de la situación y atacó con más velocidad, más fuerza, más fiereza, y luego… con más destreza, con más precisión, imitando las técnicas de las personas a las que quería proteger. Salía y entraba en los espejos, luchando en ambos planos, primero con sus puños y pies desnudos, luego con dagas perdidas, luego con espadas y después con martillos y lanzas. Toda arma que encontraba, él la tomaba.

Entonces, en la acumulación de imitaciones, creó combinaciones nuevas, su propia arte marcial que mejoraba a cada golpe con prueba y error. Mejoraba, evolucionaba, ascendía hacia lo genuino a pesar de ser un suplantador. Por lo que, cuando Alward usó un hechizo para deshacer todo lo ilusorio y falsificado, aquel suplantador no se vio afectado, y pudo aprovechar aquella oportunidad para acabar con sus enemigos que, por un momento, no supieron ni cómo reaccionar ante lo sucedido.

Pero algo detuvo brevemente aquella guerra. Todos los espejos se estremecieron y chirriaron. Algo pesado había aterrizado, algo envenenado con furia y deseos de venganza.

El exsuplantador salió de un espejo y miró al recién llegado: Un dragón humanoide, emergido desde algún lugar que nadie pudo ver, había aparecido con intenciones asesinas ardiendo en su mirada. El exsuplantador miró al resto y sintió alivio al verlos correr hacia una salida, pero ese alivio se esfumó en cuanto se dio cuenta del mar de suplantadores que aún buscaban sofocar toda esperanza.

El dragon humanoide rugió. Su voz caló en los huesos de los presentes. Entonces corrió, cada paso pesado siendo una amenaza de muerte, en dirección hacia la salida encontrada. Los suplantadores se abalanzaron sobre él para interceptarlo, pero nada pudieron hacer para detener a aquella fuerza de la naturaleza, a aquella avalancha encarnada en un único cuerpo dracónico.

Las personas podían escapar con menos dificultad ahora que los suplantadores tenían algo más de lo que preocuparse. Pero eso también fue un pensamiento iluso, pues el dragón, al alcanzarlos, también los golpeaba y aplastaba haciéndose un camino hacia su objetivo, hacia la salida… No, no buscaba salida alguna.

Buscaba a Alward Sevna.

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Había visto todo cuanto pudo para saciar su curiosidad voraz, más de lo que cualquier mortal debía ver, dentro del espacio imposible donde pocos seres habían estado alguna vez.

En aquel infinito de posibilidades cristalizadas, la voluntad de Zagreus fue arrancada de sus ambiciones. Todos los reflejos de las realidades pasadas, lejanas y futuras se alejaron del vampiro. Su única compañía ahora era aquella niña que había visto antes, aunque ahora ella le sonreía, satisfecha, mientras levitaba rodeada de pétalos púrpuras. No obstante, su cuerpo se difuminaba y aclaraba por momentos.

Gracias, habría sido imposible para mí llegar hasta aquí- dijo -De hecho, no creí que fuera posible replicar lo que sucedió con Destino y con Frosk, mucho menos que pudiéramos ir más allá y quedarnos a observar entre las dimensiones…- Entrecerró los ojos, meditando y girando en todos los ejes -O quizás sea esto una singularidad. Después de todo, el mundo, el tiempo y todo desaparecerá al final de los trece días. ¿Tal vez esa destrucción de la realidad se ha expandido también al pasado? La verdad es que todo esto es demasiado fortuito y accidental para mi gusto.

En unos de los cristales que flotaban en el vacío emergieron decenas de personas y saltaban hacia el cristal más cercano que los conduciría al Aerandir normal, sin percatarse de que, como podía ver Zagreus, había una distancia considerable entre uno y otro, con una caída sin fin esperándoles si algo perturbaba el traslado.

Después de ver cómo terminará todo- murmuró la niña mientras observaba con una expresión inescrutable -sabotear a los suplantadores carece de sentido. El plan de Oniria está destinado a fracasar estúpidamente- se giró hacia Zagreus y le sonrió con malicia -Pero, como tú, puedo aprovechar lo que aprendimos para beneficio propio. Aquí podré sobrevivir al fin y reinicio del tiempo sin perder mi identidad y mis ambiciones y luego regresar al mundo para hacer lo que Oniria no pudo, pero a mi manera, para mí misma.

Su risa infantil resonó en el vacío. Su risa fue interrumpida por cristales resquebrajándose.

Será mejor que te vayas- dijo la niña con urgencia -Vuelve a Aerandir, y asegúrate de mantenerte vivo hasta luego de los trece días.

Extendió una mano hacia Zagreus y una fuerza invisible lo empujó hacia un portal hacia Aerandir.

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Desde distintos espejos surgieron torrentes de agua que arrastraron a decenas de suplantadores. Esos torrentes serpentearon sobre el gran pasillo, devorando a los enemigos a su paso, y se dirigieron hacia el dragón humanoide.

El exsuplantador no comprendió lo que sucedía, pero aprovechó la oportunidad para ayudar a las personas rezagadas en el escape.

Finalmente, la catedrática Adda Lovelace salió de uno de los espejos, de donde se reflejó por un momento el mar de Aerandir. El dragón rugió una vez más, con mayor furia, y no dejó que las aguas detuvieran su voluntad. Pisó con más fuerza, cada paso fragmentando los espejos bajo él. Dos fuerzas poderosas, un tsumani contra una avalancha, enfrentándose con el destino de cientos de vidas en juego.

Cuando sus fuerzas físicas se desvanecieron, fue solo la fuerza de voluntad lo que los mantuvo de pie. Pero cuando finalmente quedaban unas pocas personas cerca de salir, Adda los empujó con uno de los torrentes, enviándolos a donde estarían a salvo.

Entonces cayó sobre sus rodillas. Los torrentes dejaron de moverse y el dragón no lo pensó para correr, más rápido que antes, hacia la salida.

¡No!- gritó Adda con la voz ronca. Con sus últimas fuerzas sacadas de donde creía que ya no tenía, sin dudar, convocó su poder sobre el agua y un último torrente se levantó para destruir el espejo justo cuando el dragón lo atravesaba.

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Habían escapado. Aunque muchos murieron en el camino, la mayoría escapó a salvo a Aerandir.

Johannes, o quien había usado su rostro, ni siquiera podía preocuparse por eso ni por la reacción que tendría la reina cuando supiera…

Había mucho más que eso. Por culpa de la magia de Katrina, muchos suplantadores empezaron a actuar con mayor individualidad. No se habían desviado tanto como otros, seguían sabiendo que debían suplantar, pero el método y el liderazgo en el que creían sí había cambiado. La mayoría ya no quería obedecer a la reina actual. Muchos querían salvar a su verdadera madre y otros querían olvidarla para regirse por nuevos tipos de gobierno. Algunos creían que necesitaban evolucionar y empezaron a hablar de elaborar pruebas laberínticas para forjar al nuevo gran suplantador. Otros, que debían reutilizar la idea del espejo reformador, pero con otro enfoque, en engañar a la gente con promesas de modificar a alguien para que fuese la persona de sus sueños. Sin embargo, los peores eran los que simpatizaban con las ideas de vivir sin suplantar a nadie y querían conocer a esa tal Katrina…

El falso Johannes no veía futuro para su especie. Aun así, su premio de consolación era que el exsuplantador, que había luchado junto a los aerandianos, no había logrado escapar. Ahora estaba confinado en el mismo lugar donde estaba la falsa Reike, pero nadie vendría para salvarlo. A pesar de todo, los aerandianos no harían lo imposible para salvar a un suplantador.

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¿Qué había pasado? ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Por dónde había pasado?

El dragón no sabía nada, solo que había estado flotando en el infinito durante lo que creía que era una eternidad. Mientras tanto, había visto demasiadas imágenes sin sentido de vidas y tiempos que no le interesaban. A medida que su instancia se prolongaba, sus recuerdos se perdían y su propia identidad se difuminaba.

¿Quién era? ¿De dónde venía? ¿Qué quería?

Alward Sevna, ese nombre volvió a su mente otra vez, como tantas otras. ¿Dónde había conocido ese nombre? ¿En uno de los múltiples espejos? No importaba, solo importaba que ese nombre contenía los pocos fragmentos que conservaba de su identidad. Odiaba al humano llamado Alward Sevna, que se hacía llamar Zydan, que decía luchar por la justicia pero que causó desgracia e incluso muerte a sus seres cercanos por su propia temeridad altruista, por mantenerse en una lucha contra un mal que nunca desaparecería.

Justicia, honor, hipocresía, muerte, traición, máscaras, hermana, muda, flechas rojas, estrellas, sangre, sufrimiento, venganza, venganza, venganza, ¡venganza!, ¡VENGANZA!

¡Alward!- rugió, la única palabra que aún era capaz de decir -¡Alward, Alward, Alward! -repetía una y otra vez, durante todo el tiempo disponible en aquel lugar donde el tiempo no existía- ¡Alward, Alward, Alward! -gritaba sin descanso.

Pero su voz siempre fue tragada por el silencio.

Eso hasta que la décimo cuarta noche llegó y aquella realidad fuera del espacio y del tiempo permitió a las personas viajar a diferentes momentos de Aerandir.

Todos, o casi todos, los que cayeron en aquel lugar apenas podían entrar en un cuerpo y ser meros espectadores de sucesos ya escritos. Pero había anomalías: algunos lograron poseer acechadores y, desafiando al destino, detuvieron a Oniria, cambiando el futuro, y un brujo logró poseer su propio cuerpo en el pasado para trasferir todo su poder a una bio-cibernética, creando una paradoja en la que tanto su versión del pasado y del futuro murieron por el bien de ella…

Pero el dragón, que ya había durado demasiado en aquella ninguna parte, podía lograr algo más, y sería movido por lo único que quedaba de su identidad꞉ su odio hacia Alward Sevna.

Luego de una eternidad en la nada, de un final y reinicio de todo, aquel odio escapó del silencio infinito.

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Y así concluye este emocionante desafío, aunque la historia tras él y los misterios que oculta apenas comienzan. No teníamos muchas expectativas en ustedes, pero también lograron sorprendernos con su capacidad de desencadenar consecuencias sorprendentes. O tal vez eso sea un poco culpa nuestra y nuestro deseo de ver cómo arde el mundo de los mortales.

Pues bien, muchas cosas sucedieron, más de las que podrían comprender con sus mentes finitas. Pero empezaremos con lo más tangible e inmediato: los suplantadores se han dividido, formándose así varias facciones que pueden o no colaborar entre sí. Quizás veamos en el futuro a más suplantadores aliados de Aerandir, pero también suplantadores que aprendan de sus fracasos y sean más peligrosos que nunca.

Una gran cantidad de aerandianos regresaron a sus hogares para recuperar sus vidas robadas. Luego todos murieron al final de los trece días, cortesía de Meraxes y Reike. Pero luego la realidad se reparó con viajes en el tiempo en un desenlace rebuscado, cambiando el destino final. Sea como sea, muchos recordarán, aunque vagamente, lo que vivieron aquí y estarán agradecidos con Alward y Katrina.

¿Adda Lovelace sobrevivió? ¿Dónde está? Por ahora, será un misterio, así como el paradero de ese primer suplantador que cayó en la ninguna parte junto a Zag y su grupo.

Ahora, lo que les interesa: las recompensas. Por su caótica participación, ambos reciben 5 px y 50 aeros, además del siguiente objeto:

Recompensa:

Pero eso no será todo. Gracias a la colaboración de Zagreus, una suerte terrible y nuestra malicia divina, Alward debe enfrentar un destino peor que una maldición:
Consecuencias:

Zagreus, por otro lado, no deberá enfrentar una amenaza similar. Pero tampoco será sencillo cumplir con su cometido investigativo.
X:

Ambos temas deberán llevar la etiqueta [Tras un mundo sin sueños] y deberán enviarnos un MP con el link.

Eso es todo. Estaremos atentos a sus siguientes desventuras, listos para sembrar más caos.

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