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[Quest] La puerta

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[Quest] La puerta - Página 2 Empty Re: [Quest] La puerta

Mensaje  Rihoran Miér Mayo 07 2014, 17:42

El cuerpo pétreo de Rakuto se desvaneció tan pronto como Zedth lo hubo atravesado, como si nunca hubiera estado ahí en primer lugar. Aquella misión había sido cosa de locos desde el principio. Por fin pude suspirar aliviado cuando la tensión del ambiente se disipó, pero no podía evitar aquel sentimiento de inseguridad que me acompañaba. No sabía dónde estaba; me sentía tanto en todos los sitios a la vez como en ninguna parte. 

- Entiendo... - Murmuré ante las palabras de la extraña pareja de enamorados. Era mentira, entendía más bien poco.

Seguí las instrucciones de la mujer en la sombra y monté sobre el antílope, volviendo a encontrarnos en la cabaña de Lady Claire en lo que dura un parpadeo. Observé como la sombra de Cornelia se acercaba a ella y ambas se unían formando una única figura. Cuando la luz se disipó pude distinguir al fin los rasgos que caracterizaban a la "señora de la oscuridad" dotándola de un aspecto mucho más humano que el que tenía anteriormente, pero a su vez algo tétrico y sombrío; la blancura y pulcritud que había caracterizado a Claire en un principio había desaparecido para dejar paso a un vestido en mal estado y una piel pálida y demacrada adornada con detalles oscuros en ojos y labios. El contraste me hizo gracia, para qué negarlo.

Parecía que en aquel extraño mundo, ajeno completamente a Aerandir, todo tenía tendencia a tener "partes". Si mal no había entendido, Cornelius -el supuesto señor de la oscuridad- y Cornelia formaban parte de la misma entidad; a su vez, la mujer había sido dividida en varias partes, siendo una de éstas Lady Claire, que se encontraban distribuidas por todo aquel territorio y el dragón, Brion de Gainus, había sufrido un destino parecido al extralimitarse intentando ayudar a la persona que quería. Por si fuera poco, estaba el tema de las llaves. Después de que la joven transformara un trozo del cuerno de la criatura antílope en otra nueva, me encontraba con dos de ellas en mi poder: la que le había arrebatado a Rakuto y la nueva que me había otorgado. En teoría, una podría devolverme a mi mundo si las cosas se torcían, y la otra... ¡Dioses, iba a necesitar más de una explicación!

- Tengo varias preguntas, si no os importa. - Comencé a hablar, mientras intentaba poner en orden mis ideas. - Rakuto... Entiendo que era una especie de sirviente de tu otra mitad, pero, ¿qué representa la llave que conseguiste arrebatarle? - Inquirí sosteniendo en alto la llave con la calavera grabada. - ¿Son estas llaves las que tenemos que utilizar para encerrarlo? Si es así, ¿cuántas hay que conseguir? ¿Dónde se encuentran las demás? - Las preguntas se agolpaban en mi cabeza y yo me esforzaba por darles salida poco a poco, aunque no sabía si lo estaba consiguiendo. - ¿Y qué se supone que pasará contigo si encerramos a Cornelius? Se supone que sois el mismo ser, ¿verdad? ¿No quedarías tú también encerrada? Y por último, esta llave... 

Esta vez me refería a la que Cornelia me acababa de dar. No pude evitar pensar en mis dos compañeras, en qué clase de peligros tenían que estar enfrentando y en, nuevamente, cómo habíamos sido tan imprudentes de tomar caminos separados. La simple idea de que yo tuviera una manera de escapar de allí si las cosas se ponían feas y que ellas -y que ella- se quedaran atrapadan en aquel lugar me ponía enfermo. Quería pensar que ambas se habían topado con pruebas como la mía y que habían conseguido sortearlas de alguna manera. De cualquier forma, no respiraría tranquilo hasta que nos volviéramos a encontrar, y sinceramente no había forma de saber si volveríamos a hacerlo. La perspectiva se me hacía incluso cruel.

- ¿Qué pasará con mis compañeras si uso esta llave? ¿Permanecerán aquí atrapadas como tú, Brion? - El tono de mis palabras se había endurecido un poco, volviéndose más serio de repente. Miré a Cornelia. - ¿Qué sabes de ellas? ¿Se encuentran bien? Tal vez han encontrado alguna de tus partes...

La pareja se tomó su tiempo para responder a mis preguntas. En ese tiempo pude observar como la mujer se dirigía a la puerta del refugio, abriéndola y mostrando a la yegua, el guardián que me había llevado hasta allí, manteniendo con ella unas palabras que supuse que no eran más que una actualización de cómo se encontraban las cosas por allí. No pude evitar acordarme de la extraña petición de muerte que me había hecho antes.


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Nos encontrábamos andando por el bosque nevado. Hacía ya un rato que habíamos abandonado la cabaña y la tropa me guiaba hacia vete tú a saber dónde. Brion y Cornelia caminaban cogidos de la mano a mi lado, mientras que Zedth encabezaba la pequeña comitiva y la yegua nos vigilaba desde la retaguardia. Yo, por mi parte, aunque no me molestaba en decir ninguna palabra, avanzaba intranquilo, sin ponerle nombre a la sensación...  

- Tu hermana está bien, por cierto. - Le dije a Brion cuando me di cuenta de que no había respondido a su pregunta antes. - Diría que algo... turbada por tu desaparición, pero imagino que es algo que tú mismo podrás arreglar cuando regresemos. - La imagen de la joven de pelo castaño a orillas del lago invadió mi mente, el cómo había hablado sola durante un momento. - De hecho nos llegó a pedir que te diéramos con la piedra cariñosamente...

Fue entonces cuando tropecé con algo enterrado en la nieve que a poco estuvo de hacerme caer de bruces al suelo. Cuando descubrí lo que me había hecho trastabillar no pude más que añadir una nueva pregunta a la fila que ya poblaba mi cabeza. Tiré de la cadena con fuerza, precisamente porque estaba harto de dar con una nueva incógnita a cada paso del camino, pero fuera lo que fuera aquello que mantenía atado, nada salió a la luz. Me giré dispuesto a preguntar a Cornelia sobre ello, pero en ese momento me pareció ver una estela blancuzca moverse con rapidez entre los árboles, y me moví hacia delante casi por instinto, plantándome al lado de Zedth en un instante, tratando de advertirlo del inminente peligro...

- ¡Cuidado! - Exclamé. Mi espada describió un arco vertical que a punto estuvo de cortarle la cabeza al antílope, mas no era él el objetivo.

Aquella silueta borrosa se desvió de su rumbo a tiempo, evitando así ser cortado por Alassi'aure, lo cual me sorprendió. Se paró a unos metros de nosotros, dejando que mis ojos le pusieran forma. Resultaba un pequeño diablo, no llegaría ni al metro de altura, aunque unas rojas alas a su espalda lo mantenían flotando en el aire; su cabeza era de un tamaño desproporcionado comparada con el resto de su cuerpo, tenía dos pequeñas protuberancias en forma de cuernos y unos ojos grandes y expresivos... y sí, en aquel momento expresaban que tenía hambre, que aquella criatura estaba ávida de sangre, y que Zedth parecía ser su presa. Resultaba extraño, pues aunque era yo su amenaza más inminente, no apartaba los ojos del antílope.

Emitió un chirrido agudo y volvió a lanzarse al ataque, momento que aproveché para colocarme en su trayectoria y soltar una nueva estocada con mi arma. Él la esquivó haciendo una especie de tirabuzón en el aire y abrió su boca en un ángulo antinatural mostrando sus fauces, ignorando mi acción por completo. Casi cuando creía que alcanzaría a su presa, ésta agachó el morro y embistió al diablillo con su cornamenta, alejándolo de nuevo de nuestra posición y dándonos tiempo para reagruparnos con el resto del grupo. ¿Qué demonios -nunca mejor dicho- era aquella cosa?  

- ¿Qué clase de criatura es esta? - Pregunté, poniendo voz a mis pensamientos. - No parece centrado en matarnos a nosotros, sino a Zedth...

La respuesta a la pregunta, si llegó, no llegué a escucharla; estaba mucho más pendiente al espectáculo que empezaba a tener lugar ante nosotros. El recién llegado diablillo ya había visto frustrados sus hambrientos deseos en dos ocasiones y, cual bebé pequeño, no pensaba tolerar que aquello ocurriera una tercera vez. Tenía hambre, y seguramente estaba acostumbrado a saciarla al momento; desde luego no habría pensado en que le costara tanto atrapar su comida. Espasmos violentos empezaron a sacudir su cuerpo, y como si algo estuviera intentando salir desde su interior, su figura pronto se vio deformada por varios bultos que lo hicieron adquirir un aspecto grotesco y perturbador. Su cara se deformó al instante, y no pude evitar llevarme mi mano libre a la boca cuando sus ojos se salieron de sus cuencas, cayendo al suelo y tiñendo de rojo su manto níveo; su piel comenzó a agrietarse y desgarrarse por diversos puntos, dando paso a la oscuridad que se abría paso desde su interior. De inmediato un olor hediondo se apropió del lugar y una criatura encorvada en posición fetal se posó sobre la nieve cuando los últimos jirones de piel se hubieron desprendido de su "cáscara". Todos pudimos ver como, a cámara lenta, aquella cosa se desperezaba y estiraba, hasta ponerse de pie, mostrándonos su nuevo aspecto. Creedme si os digo que la visión era bastante más desagradable que cuando me había encontrado a Rakuto en el cementerio de espadas, de hecho, siendo sinceros, el ser que tenía delante parecía encarnar la definición de "Demonio" que siempre había tenido en mi cabeza: un engendro del mal tal cual narran las historias.

De inmediato noté un movimiento a mi derecha, y observé como la yegua me miraba directamente a los ojos, escrutando de nuevo mis entrañas...

- Tendré que volver a pediros que protejáis a mi ama, Rihoran. - Escuché su voz en mi cabeza. - Pero tranquilo, esta vez no lucharéis solo.

Pronunciadas estas palabras observé atónito como el espíritu del guardián empezaba a desvanecerse ante mis ojos, dejando tras de si un grupo de pequeñas volutas brillantes acompañadas con un haz de luz que poco a poco fueron concentrándose en el filo de mi espada. Me hacía una idea de lo que estaba pasando, pero aún así me preguntaba qué sería del equino una vez hubiéramos terminado con la criatura. Cornelia y Brion permanecían quietos, y Zedth se mantenía en guardia, ahora mucho menos bravo que durante su pelea en el cementerio por alguna razón que desconocía.

El demonio rugió, señal de que su ataque era inminente y yo, movido por una fuerza y coraje invisibles, me lancé hacia él. La hoja de la espada se había tornado de un blanco brillante, y sabía que el color no era la única propiedad que ésta había adquirido, por lo que mostraba seguridad. La criatura volvió a proferir un chillido y se lanzó hacia delante; esta vez sí parecía querer deshacerse de mí antes de llegar hasta Zedth, como si su inteligencia también se hubiera agudizado tras el cambio de aspecto. Rápidamente rodé hacia un lado, cruzando mi espada, parando una de sus garras que quedó a pocos centímetros de mi rostro. En ese instante, Alass'aure empezó a desprender un destello cegador que hizo que el demonio se revolviera y aflojara un poco su presión, momento que por supuesto aproveché para hundir mi bota en su estómago y apartarlo de mí de un empujón.

Mi acción fue rápida: echando mi cuerpo hacia delante me impulsé en la nieve para coger velocidad, aventajado todavía por la luz blanca de mi arma; justo cuando estaba a punto de alcanzarlo hice un quiebro, cambiando de dirección y acercándome a él por su costado izquierdo, aprovechando el movimiento para cambiarme la espada de mano. Cuando pasé por su lado tan solo tuve que hundir la hoja entre costilla y costilla, deseando que aquello, junto con la extraña magia con que la yegua había imbuido mi espada fueran suficiente como para terminar con la amenaza.
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[Quest] La puerta - Página 2 Empty Re: [Quest] La puerta

Mensaje  Laschel Jue Mayo 08 2014, 03:39

Atadlos a la pira. Aquella simple frase me atravesó el cerebro anulando cualquier esperanza de salir indemne de aquel lugar, con o sin Letargo, y cuando quise darme cuenta ya tenía a más de diez monjes apresando cada una de mis extremidades. ¡Esa maldita bruja loca quería quemarme a mi también! Forcejeé y me debatí cuanto pude, incluso amenacé con morder a mis opresores, pero cada vez que conseguía librarme de uno de ellos aparecían tres más. No quería hacerles daño, pero si iban a cocinarme no me dejaban más opción que desenvainar las espadas y...

- ¡¿Es lo correcto?! -el tono tranquilo que había usado Letargo en sus palabras me confundió, y no pude evitar responderle con elevado sarcasmo- Por supuesto, hacer una barbacoa a nuestra costa encabeza la lista de lo correctísimo.

Pero aquellas palabras, por absurdas que pudieran parecer, sembraron en mi la duda de si el diablillo sabía lo que estaban haciendo. Creer o no creer, una decisión cuyo resultado no estaba garantizado, y en el peor de los casos acabaría muerta. Me encontraba en un mundo desconocido, el zorro había desaparecido, y aún no conocía lo suficiente a Letargo como para depositar mi vida en sus manos. Pero en fin, ¿qué más opciones tenía? Era eso, o enfrentarme yo sola a una horda de monjes... y creedme que fue endemoniadamente difícil acallar a la razón que no dejaba de gritarme que empezara a liarme a tortazos cuanto antes, que da igual lo magullada que pudiera salir, que era mejor eso que morir abrasada por las llamas. Pero lo conseguí, y después de lanzar varias maldiciones en lenguaje élfico, dejé mi voluntad a merced de mis captores.

Me llevaron hasta la pira central junto con Letargo y nos ataron espalda con espalda al palo de madera que se erigía en vertical, de unos tres metros de alto. Luego empezaron a amontonar trozos de madera más pequeños alrededor de nuestros pies, colocándolos de forma que las llamas prendiesen perfectas para incinerarnos la carne lentamente. Qué detalle.

- Si esto no funciona, más te vale sacar algún tipo de superpoder que nos salve el culo a ambos -murmuré girando ligeramente la cabeza hacia un costado, lo justo para poder ver a Letargo de reojo. Me hubiera gustado ver la cara de Rihoran presenciando toda esta escena, conociéndole habría sido un espectáculo. Y me hubiera gustado ver su cara, sin más, para tranquilizarme un poco.

Una vez estuvo todo listo, los monjes se alinearon cual ejército debidamente disciplinado y Keiko se acercó a nosotros con una sonrisa siniestra en el rostro. En completo silencio afianzó las cuerdas que nos apresaban y se detuvo unos instantes frente a Letargo, aunque la complejidad de mi posición me impidió ver qué pasaba tras mi espalda. Segundos después, la muchacha repitió el mismo movimiento conmigo y se plantó justo delante mío, y aunque quise decirle algo, mis labios fueron sellados con un beso gélido -literalmente gélido- que me penetró hasta las entrañas y me provocó escalofríos. Cuando el contacto desapareció, un vaho helado se escapó de mi boca y un frío aterrador empezó a adueñarse de mi cuerpo. Mis pensamientos comenzaron a ser más lentos y difusos, pero aguanté despierta lo suficiente para ver cómo una nueva presencia se abría paso entre los monjes. Vestía una túnica blanca y su mirada era idéntica a la del zorro, aunque considerando mi 'anestesia mental' también podía ser producto de una alucinación antes de desmayarme. Fuera quien fuese, mi último recuerdo fueron las llamas alzándose sobre mi cuerpo.

[ . . . ]

Mis ojos se movieron bajo los párpados en un sueño inquieto, y cuando las voces comenzaron a ser cada vez más audibles, me desperté. Lo primero que vi fue un hocico totalmente blanco junto con una nariz negra muy cerca de mi rostro, olfateándome, y me sobresalté incorporándome de inmediato.

- ¡Tú!... Yo... ¿Vosotros?... ¿Qué? -decir que estaba sólo desorientada era como decir que la gran guerra entre elfos y brujos de antaño sólo había sido una disputa sin importancia. El zorro, el diablillo... y Keiko, los tres sentados en círculo a mi alrededor y mirándome fijamente. Me detuve unos instantes para ordenar mis pensamientos, y fue entonces cuando les miré sin dar crédito- ¿Cuántas horas han pasado desde que...? Espera... ¿ella está con vosotros? ¿Os conocíais y no me...? ¡Oh, por todos los dioses que parió la Madre Tierra! ¡Si no fuérais espíritus o... guardianes sagrados, o lo que quiera que seáis, ahora mismo me levantaría a patearos el trasero hasta que las ranas criasen pelo! -exclamé llevándome las manos al rostro y dejándome caer de espaldas al suelo. No era enfado lo que me invadía, sino un nervioso alivio al verme lejos de las llamas. Seguía viva, eso era lo importante, y si todo el paripé del templo y los monjes había sido una prueba de voluntad, esperaba haberla pasado con nota. Eso sí, el susto no me lo quitaba nadie.

Fue entonces, ya más calmada, cuando noté que me encontraba en una especie de cabaña pequeña. A través de las ventanas podían verse varios árboles nevados, y supe que de alguna forma habíamos vuelto al bosque... aunque no recordase exactamente cómo. El trío empezó a hablar, y cuando el nombre de "Brion" apareció en la conversación volví a incorporarme. Acepté de buen gusto las mantas y el té caliente que me ofreció Keiko -aún quedaban secuelas del frío en mi cuerpo- y presté atención a todas y cada una de las palabras que decían, pues parecían saber bastante información sobre el muchacho desaparecido. Es más, hablaban de él como si fuese un conocido de toda la vida.

- ¿Quién es Cornelia? -pregunté al cabo de un rato, pues las preguntas no habían dejado de crecer en mi cabeza- ¿De qué tengo que salvarla? ¿Y por qué a vosotros también? ¿Algo... o alguien os quiere hacer daño? -pero la pregunta más importante de todas era...- ¿Sabéis dónde está Brion, o las partes que quedan de él?

No sabía qué esperaban de mi, ni a qué se referían cuando decían que me aguardaba un gran destino. Supongo que ya lo iría descubriendo con el tiempo, después de todo así parecía funcionar este mundo: no debías dar nada por sentado y cada paso era una nueva sorpresa, un nuevo desafío. Tras unos instantes de charla explicativa, el diablillo se acercó a mi para darme un abrazo que en un principio me sorprendió -vaya que se había encariñado la criatura conmigo-, pero que al retirarse comprendí porqué lo había hecho: de mi cuello ahora pendía una preciosa llave plateada con forma de mariposa. ¿Sería aquella una de las llaves que había mencionado Haladart? Letargo explicó que servía para regresar al mundo real, a Aerandir, y aunque en un primer momento me agradó saber que contaba con una vía de escape alternativa, le resté importancia cuando supe que sólo funcionaba con su portador. Si Rihoran no tenía una llave igual, la mía no tendría ningún uso... porque no me iría de aquí sin él.

No fue la única llave que obtuve, no obstante, pues Letargo me entregó una segunda que llevaba como adorno un pájaro enjaulado en bronce. Solté una pequeña risa al contemplar la riña personal que se traía Keiko con el diablillo, y escuché al zorro decir cómo Letargo era un "llavero", cosa que me impresionó hasta el punto de llegar a pensar que si en verdad lo era, podría conseguir llaves a voluntad con sólo pedírselas. Lástima que el zorro me leyese el pensamiento.

- Demasiado bonito para ser verdad -dejé escapar un suspiro de resignación y examiné la nueva llave, dándole varias vueltas entre mis dedos como si buscase alguna respuesta en ella- Haladart nos ha dicho que las reunamos, pero... ¿qué abren exactamente?

[ . . . ]

Después de entrar en calor y recuperar la movilidad total y absoluta de mi cuerpo, los cuatro abandonamos la pequeña cabaña para dirigirnos a otra muy similar ubicada en las cercanías. El aire del bosque estaba tranquilo y la ventisca parecía haber amainado, lo cual era de agradecer, y al cabo de varios minutos de trayecto nos plantamos frente a la puerta de la nueva choza. No pude evitar soltar una exclamación ahogada al contemplar lo que se extendía frente a mis ojos: miles y miles de candados de todas las formas y tamaños repartidos por todos los rincones de la habitación. Aquello era un museo caótico de candados y el caso es que debíamos encontrar uno en concreto, y no tardé en ponerme manos a la obra. Debía ser algo capaz de vivir tanto en el agua como en la tierra, que tenga relación con el ave, y que además sea del mismo material que la llave. De primeras encontré un precioso candado en forma de nutria y otro en forma de oso polar, pero ninguno de los dos guardaba relación con los pájaros. Cocodrilos, pingüinos, hipopótamos, tortugas... El candado de la tortuga podría haber sido válido, pero estaba hecho de hierro y eso lo convertía en inválido. Fue entonces cuando me topé con uno en forma de cangrejo y me detuve a observarlo con detenimiento; era de bronce igual que la llave, y las aves marinas comían cangrejos...

- ¿Podría ser éste? -pregunté, mas la respuesta que obtuve no fue la esperada.
- ¡¡Un lo... un loc...!! ¡¡¡AHHH!! ¡¡M-m-me va a comeeeeer!!
- ¡¡Cuidado!!

Letargo entró en pánico repentinamente y huyó como si le persiguiera la mismísima muerte. Apenas tuve tiempo a identificar la amenaza, pues nada más girarme una mancha blancuzca se abalanzó sobre mi cabeza. Tardé un segundo y menos en reaccionar fintando con una voltereta hacia un costado, rodando por el suelo y desenvainando mis dos espadas en el proceso para luego quedarme agachada en mi usual postura de guardia. Me topé entonces con una criaturilla cuanto menos curiosa y recuperé la posición erguida: un demonio albino con cara de idiota, y además cabezón. Sus pequeñas alitas casi parecían esforzarse por soportar el peso de su cuerpo -de su cabeza, más bien- en el aire, y sus grandes ojos saltones nos miraban con hambre. No sabía lo que era, pero si había asustado tanto a Letargo no podía ser bueno, y en ese caso tocaba quitárnoslo de encima. Claro que jamás juzgaba a un enemigo por su aspecto, y mucho menos cuando en aquel mundo nada es lo que parecía, así que endurecí la expresión y acomodé mejor mis armas realizando suaves giros de muñeca. La próxima vez que intentase abalanzarse sobre mi -o sobre Letargo-, haría lonchas de mortadela con su cuerpo.


OFF: Nah, la quest está perfecta, muy entretenida ^^ a mi por lo menos me está gustando mucho.
Laschel
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[Quest] La puerta - Página 2 Empty Re: [Quest] La puerta

Mensaje  Eona Vie Mayo 09 2014, 01:56

La joven se hizo cargo de... ¿Chris? Pues ese parecía ser su nombre, y como por arte de magia, y nunca mejor dicho, sus heridas se vieron evaporadas como el rocío matutino, formando una neblina que ascendió hasta los cielos. - ¿Acaso te dije mi nombre, pequeñajo? Es un poco injusto que todos aquí sepan mi nombre pero yo, al contrario, no sepa nada de nada ni de nadie. - comenté con una sonrisa burlona, mientras la bola de pelos volaba y se acurrucaba en mi cabeza, ya totalmente recuperada. Después recogí la llave que se escurrió hasta mis dedos, como si quisiese ser cogida por mí precisamente. Una llave de ojo de dragón verde, decorada con unas alas noblemente alzadas hacia las alturas.

El rostro de la muchacha se oscureció por las negras lágrimas que salían de sus ojos humedecidos, y como si el mundo entero compartiese sus penas, este también empezó a desmoronarse. A punto estuve de agarrar al bicho alado y a la chica deprimida para salir pitando a donde fuese que fuese posible, pero antes de siquiera mover un dedo el minino me aseguró de que nada malo nos pasaría, y aunque no me lo acababa de creer del todo, escuché, apareciendo de nuevo después de poco en el mundo congelado, sobre el puente de hielo, como si aquello no hubiese sido nada más que... ¿Un sueño? Pero... No lo fue, ¿verdad? No... No lo creía...

Entonces la estatua fue tan amable de aclararme algunas de las preguntas que habían navegado libremente por mi mente sin explicación razonable, aunque me había quedado con ganas de más cuando ella y los guardianes ya habían desaparecido. Fue entonces cuando noté en falta la figura de alguien más; de Melwyn, la que pareció haberse quedado en aquel mundo hundido en el caos. Suerte de que aquella no fuese la real, o al menos eso esperaba. Eso sí, sería gracioso que le diese un yuyu o algo tras haber invocado una doble suya en este lugar. No pude evitar reírme de mi propia imaginación.

Después de asegurarse de que supiese sobre la seguridad de mis compañeros la joven sonriente echó a correr a una velocidad inesperada, a la vez que el pequeñín echó el vuelo. - Así que eres un llavero ¿eh...? Y yo que pensaba que eras mitad gato mitad mariposa... - le lancé una sonrisa a la mancha negra que danzaba en el aire en dirección de la joven, pero entonces una brisa cálida me chocó desde atrás, recorriendo mi espalda desnuda y provocándome un extraño pero agradable escalofrío. Por unos instantes, pude ver la figura del perro que me trajo a este lugar en el aire, como si ambos fuesen lo mismo, y de la nada lo vi dándose la vuelta cual remolino y entrar en mi cuerpo. Una corriente eléctrica me recorrió, creando complejos y hermosos signos en mis muñecas, a la vez que sentí el mismo cosquilleo en los labios. Levanté mis manos contra el sol y contemplé el parpadeante brillo que relucía como si miles y miles de cristales de hielo se hubiesen incrustado en mi piel. - Ahora descansa en ti, honra su muerte y ayúdanos - Ya no era ella... O sí lo era, pero no sonaba como ella. Al fin me había dado cuenta de que había formado parte de algo mágico, a la vez que entristecedor. - Mola... Siempre había querido unos de estos... - comenté para relajar el ambiente, o para relajarme a mí misma tal vez. Por algún motivo, sabía que el perro lo había dado todo por este momento, y aquello era desde luego algo digno de honrar. Mi mirada se volvió más seria, más compasiva por unas milésimas de segundo. - No lo defraudaré. - respondí, y el brillo de mis muñecas dio lugar al de mis garras, preparadas para hundirse en la fría nieve a toda velocidad.

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Fue como si una honda eléctrica atravesase todo mi cuerpo, sí, otra vez, iniciando en mi hocico y terminando en la punta de mi cola. No supe cómo, pero supe que algo había cambiado, o estaba a punto de cambiar. Los demás también se habían detenido y sin saber cómo supe que ahí terminaban los reinos del perro, el cual ahora, como dijo la chica, "descansaba en mí".

Dirigí mi mirada hacia lo que parecían ser tierras distintas, aunque todo era igual, y ahí encontré al búho  medio escondido entre las ramas de los árboles. Lucía nervioso, señalando a algún lugar al otro lado de la puerta que había aparecido de la nada, pero no pude entenderle, no aún.

- Muy bien, así que solo tengo que elegir tres llaves, ¿verdad? - dije con optimismo una vez que volví a mi forma humana, para poder usar las manos. Por desgracia, yo no era como la joven la cual sin más podía poner a revolcarse en la nieve. Yo notaba el frío en cada centímetro de mi cuerpo, pero aún así algo como aquello no iba a detenerme. - Así que dragón ¿eh?... Y dudo que ese sea al cual estoy buscando, pues si fuese así no me advertirías con tanta cautela... - comenté mientras me ponía a rebuscar entre la nieve. Mientras elegía tres de las muchas que se hallaban ante mí, seguía pensando en las palabras de todos aquellos a los que había conocido, tratando de entrelazarlas para darles un significado. ¿Era eso posible; buscar una respuesta en todo ese caos? Bueno, si no fuese así, lo descubriría pronto. - Pero tengo curiosidad... ¿Qué clase de amigo es ese tuyo? Un amigo que ha de ser capturado... -

- Ya está. - Mostré las tres llaves a mis dos nuevos compañeros. La primera; la más antigua que pude encontrar, con un toque ancestral en su metal gastado (1). No sabía el por qué, pero sabía que esta sería capaz de abrir la la puerta que parecía haber estado siempre ahí, por siglos y siglos. Tenía la imresión de que puerta y llave parecían ser uno solo. La segunda, la que esperaba fuese la llave del amigo del cual la muchacha hablaba; la llave del lazo rosado (5). No me gustaba, la verdad, y por ello supe que esa sería la indicada para la joven, la cual más pegaba con ella misma, vamos. Era taaaan linda... Taaaaaaaan linda que tenía que pertenecerle a alguien como ella, o eso me indicaba el corazón, harto de tanta cursilería. Y por último, la maestra; una sencilla llave de plata (4). Como de costumbre, no sabía el por qué, pero tenía una intuición de que esta pequeña y corriente llave sería capaz de abrir todas las puertas. No una lujosa y demasiado elaborada, sino esta, la cual me llenaba de confianza.

Me acerqué sin vacilar a la puerta, recordando la expresión del búho tras ella. No sabía a qué se debía, pero fuese como fuese no tenía demasiado tiempo y pasase lo que pasase, seguro que debía de pasar. Escogí una de las cuatro llaves que ahora cargaba y... - ¡Cuidado! - grité por instinto, mientras esquivaba el ataque de... ¿Qué c*** era eso? No quería más animalitos de ojos saltones, pero este además no dudaba en mostrar sus colmillos.

Ágilmente llegué al lado de Chris, el minino volador, y tiré las llaves a su lado para que se hiciese cargo de ellas. - ¡Cuidado Eona! ¡Esa cosa es capaz de robarte el corazón! - Sin apartar la vista de mi contrincante reafirmé lo que ya parecía ser evidente. - ¿Así que eso es un Locker? - me permití mirar al canijo. - ¿Es el que te atacó? - apartó la mirada. Sí, este era. - Quédate aquí. Yo me encargo de esto. - le sonreí con confianza y me lancé contra la pequeña criatura, mientras en medio del salto dejé salir mis garras y colmillos, cayendo sobre él con todo mi peso de lobo. Lo esquivó... Gruñí con agresividad y él volvió a dirigirse en mi dirección, alzando sus garritas contra mí. "Crees que podrás matarme con esos palillos?" Salté hacia un lado y confirmé lo que el gatito acababa de gritarme desesperado; veneno. La nieve se derritió bajo su ataque y volvió a girarse hacia mí, a lo que yo ya estaba en el aire, sobre su enorme cabeza, preparando mis afilados colmillos para el impacto.

Lancé a la extraña criatura un par de metros por los aires, y esta no volvió a levantarse, mientras que teñía la nieve de su alrededor de negro. Escupí, volviendo a mi forma bípeda. - Bleh... La peor sangre que probé en mi vida... - me quejé por lo bajo, mientras que Chris se acercaba a mí con alegría. - ¡No dudé de ti ni por un solo momento! Bueno... Casi por ningún momento. - reveló con inocencia, a lo cual lo único que pude hacer fue revolver los pelos de su cabeza. - Claro que no. - reí.

Ahora sí; tres llaves en mano y una en la cerradura. Giré y esta se abrió. - ¡Al fin! - suspiré y a punto estuve de entrar, pero me detuve con el cejo fruncido. Saqué la llave, colocándola en mi mano junto a las demás, y me di la vuelta, hasta encontrar una rama de árbol caída. La puse en medio de la puerta, para que esta no se cerrase. - Por si acaso. - "¡Ja! ¡Como si aquello fuese a detener una puerta mágica!" objeté de inmediato en mi subconsciente, pero lo echo echo estaba, ahora solo quedaba cruzar.

----------------------------------------------------
La fuerte luz de un caluroso día hizo que parpadease con fuerza, para no dañar mis ojos. Ignoré el extraño sentimiento de deja vu y observé el paisaje. - Genial. ¡Una isla tropical! ¡Lo que me faltaba! - dije con ironía. - Claaro... ¡Ahora lo entiendo! Es una clara señal de los espíritus y dicen que... ¡Que quieren que pille un resfriado! ¡Muy sana he estado hasta ahora! ¿Es ese mi castigo? - Frío y calor no eran buenos compañeros, y mucho menos para un humano, o alguien en su piel, aunque agradecía el cálido roce de la arena bajo mis pies.

Poco duró ese sentimiento de "tierra trágame", pues una sombra se acercaba hacia nosotros. Una figura la cual no podía reconocer. - Es... ¿Es ese tu amigo? - pregunté, asegurándome de que la joven y el minino estaban a mi lado, al igual que las cuatro llaves, las cuales se me clavaban en la palma de mi mano.


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Mensaje  Thorn Vie Mayo 09 2014, 04:44

Creo que les interesará saber a estas alturas sobre lo que han estado corriendo desde que entraron al “Lugar”. Esto lo resume todo:
sintrollface:

Además, decirle a Rihoran que el enfrentamiento estuvo muy bien relatado. Muchas personas tienden a exacervarse o pecar por escribir poco. Lo tuyo estuvo al punto. Laschel, cuando retornaste a la choza y te diste cuenta de lo que sucedía, fue magistral. Eona, me ha gustado en general, aunque hubieron algunas disonancias que ya te expliqué. Estuvo muy bueno lo del gusto de la sangre.

Rihoran:

Laschel:

Eona:

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Mensaje  Rihoran Vie Mayo 09 2014, 17:49

Aquella criatura de aspecto desagradable cayó al suelo tras proferir un último grito estridente, tiñendo el suelo con su sangre negruzca que no hizo más que derretir la nieve que tocaba. Azoté el aire con mi espada haciendo que la sangre que manchaba la hoja se desprendiera y pintara el suelo, todo esto sin apartar la mirada del cuerpo del demonio que ya había empezado su propio proceso de descomposición. Escuché, sin inmutarme siquiera, que Cornelia lo definía como un "Locker", un devoracorazones o devorallaves. Sinceramente, aquello no significaba nada para mí.

Por supuesto, mi mente relacionó al locker con Zedth, visto como la propia Cornelia había convertido uno de sus cuernos en una llave; quizás eso explicaba porqué el demonio tenía tanta fijación en el antílope, aunque lo cierto es que habría estado bien alguna advertencia al respecto. Volví en mí en el momento que la mujer tocó mi espada, liberándola así del hechizo con que la yegua la había imbuido y que, sin duda alguna, había representado mi rápida victoria en el enfrentamiento. Se había sacrificado por su señora sin dudarlo un instante, lo cual me hizo preguntarme si yo sería capaz de realizar semejante sacrificio por la misma causa. Me había comprometido con la misión de encontrar a Brion, eso era cierto, pero, ¿hasta qué punto eso era más importante que mi propia vida o la vida de Laschel? ¿Y qué pensaría Eona de todo aquello de sacrificarse a uno mismo por un bien mayor?

- ¡Hombre, si hablas! - exclamé simulando sorpresa, aunque después de todo lo que había visto, ya no fuera así.

Además, su intervención sirvió para que dejara de hacerme preguntas absurdas que por el momento era inútil responder. El astado me guió hasta el punto en el que había tropezado con aquella extraña cadena y, de repente, me indicó que ya podía tirar de ella; lo miré sin comprender, más que nada porque apenas unos minutos atrás ya lo había intentado y fuere cual fuere su extremo parecía estar anclado en su sitio. En fin, de perdidos al río, así que tomé la cadena con ambas manos y tiré con fuerza descubriendo como esta vez el hierro negro de los eslabones que la componían se tensaba y levantaba por encima de la nieve del suelo, sacando a la luz una nueva criatura atada a uno de sus extremos.

Una gran oruga -por lo menos llegaría a mi cintura- vestida con una chaqueta -sí, con una chaqueta- hizo su aparición. Sostenía un pequeño bastón en uno de sus cuatro brazos y su rostro me recordó más al de un reptil que al de una oruga... espera, ¿qué clase de rostro tenía una oruga? La recién aparecida criatura habló con una voz que casi me recordaba a la de los ancianos erúditos de mi aldea en Sandorai, y aunque las primeras palabras que pronunció sí que iban dirigidas a mí, ésta se olvidó de mi presencia tan pronto ubicó a la pareja de enamorados, subiéndose al lomo de Zedth de un gracioso brinco. Todavía no sabía qué clase de papel jugaba la oruga en aquel mundo, pero intenté recordar sus palabras aunque fuera Cornelia con la que estaba manteniendo la conversación. Arrugué el rostro cuando pronunció mi nombre y el de mi espada, más aún cuando se quedó mirándola como si realmente representara algo para él, y las palabras "No atraviesen su corazón" tampoco me pasaron desapercibidas...

- Espera, espera, espera... ¿El enamorado? Me hace parece el más débil de los tres. - me quejé, claramente bromeando ante las palabras de la sabia oruga. - Entonces, sea lo que sea a lo que nos enfrentemos, entiendo que tenemos que hacerlo solos, si me aferro a tus palabras.

Me acerqué a la oruga sin nombre cuando llamó mi atención y me tendió una nueva llave, esta con una especie de reloj en la manecilla. Con esa, ya contaba con tres en mi poder, y aún no tenía muy claro qué representaba cada una de ellas... como para equivocarse en un momento crucial y utilizar la errónea. Además, el saber que habíamos consumido ya un cuarto del tiempo del que disponíamos no dejaba de ser una información con la que ubicarse mejor dentro de toda aquella trama. Por si fuera poco, el pequeño reloj incrustado en la llave parecía funcionar allí dentro, así que mejor que mejor.

Dicho esto, volvimos a emprender la marcha, esta vez con un nuevo miembro en nuestra pequeña comitiva. Estuvimos andando en silencio durante unos minutos hasta que la vegetación comenzó a ser más densa y el camino pareció definirse más claramente, obligándonos a seguirlo sin poder tomar ningún tipo de desvío. Fue en ese punto cuando ante nosotros se mostró otro de los guardianes, el segundo al que acompañaría yo: la jaguar de blanco pelaje. Ella se tomó unos segundos para clavar sus ojos grisáceos en los míos, casualmente de un color similar a los míos.

- Parece ser que el guardián que te acompaña, no vuelve. Espero no correr la misma suerte, externauta. - fueron sus palabras de bienvenida.

Aquello casi hizo que me sintiera culpable, casi. Para mí el sacrificio que el equino había hecho resultaba mucho más noble que el temor velado que expresaban las palabras de la felina, aunque me limité a asentir y a seguirla en silencio junto con el resto del grupo. Aproveché el resto del camino para colocarme a la altura de Zedth y de la oruga que reposaba en su lomo, más que nada para preguntarle sobre un par de cosas que me rondaban la mente desde el momento que la había visto. Había quedado claro que el exceso de información nos iba a venir bien en aquel lugar...

- ¿Y vos respondéis a algún nombre? - inquirí como el que no quiere la cosa. - No recuerdo haberos oído pronunciarlo. - Aquello, sin embargo, no era más que una mera formalidad, mis verdaderas preguntas venían a continuación. - ¿Qué papel jugáis en todo esto, si puedo preguntar? ¿Sois una especie de oráculo o algo que se dedica a dictar profecías? Parecíais conocer muy bien mi nombre y el de mis compañeras... y mi espada... - hice una pequeña pausa intentando, de nuevo en vano, preguntarme qué pintaba mi espada en todo aquello. - ¿Por qué habéis nombrado también mi espada?

No tardamos en llegar a lo que identifiqué como el que había sido nuestro punto de partida, aquel hexágono cristalino en el que concurrían los seis caminos que parecían dividir todo aquel territorio nevado. Me adelanté al resto, esperando encontrarme a mis compañeras, aunque aparentemente era el primero en llegar. Mi carácter risueño desapareció durante un momento, tal vez porque tras los últimos acontecimientos había comprendido finalmente la clase de peligros a los que nos enfrentábamos y que, a pesar de estar rodeados de tanta fantasía, realmente corríamos un riesgo bien real.

Así que "el enamorado", ¿eh? Me acunclillé en el suelo, utilizando la palma de mi mano como apoyo y dejando que el frío de aquella superficie cristalina impregnara las yemas de mis dedos. No pude evitar esbozar una sonrisa irónica, quizás aquel bicharraco con chaqueta tenía razón y todo, no era erróneo decir que lo que sentía por Lasch y su recuerdo me habían ayudado a pasar con éxito aquella prueba en la que todo parecía estar centrado precisamente en eso, el amor. Cerré los ojos y me dediqué a respirar acompasadamente, casi haciéndome a la idea de lo que todavía quedaba por acontecer e intentando ignorar a la pequeña multitud que seguramente estaría observándome. - "Vamos, ¿a qué esperáis para aparecer?"
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Mensaje  Laschel Sáb Mayo 10 2014, 01:38

Tenía una necesidad imperiosa de saber lo que estaba pasando para empezar a atar cabos y hallar soluciones cuanto antes, pero tuve que morderme la lengua y resignarme al silencio de mis acompañantes. Arrugué el rostro e hice un pequeño mohín, pero acepté y respeté el hecho de que las respuestas llegasen a su debido tiempo. Lo único que pude averiguar es que Keiko era parte de la tal Cornelia, de la que aún no sabía qué pintaba en toda esta historia. Quise creer que de alguna forma estaba relacionada con Brion de Gainus luego de conocer la desventura amorosa con la sacerdotisa, la cual no tuvo reparos en demostrar el rencor que aún le guardaba al dragón. Todo parecía indicar que ambos sufrían el mismo agravio: su alma había sido fragmentada en varias partes que a su vez se habían materializado creando nuevos seres con personalidad propia. ¿Y era nuestro deber volver a juntarlos? Pues vaya faena.

Y así fue como el grupo conformado por la elegida, el guardián, el llavero, y una de las piezas del puzzle, se enfrentaron a su primera batalla en aquel mundo de fantasía. La barrera de candados que había levantado Keiko nos aisló momentáneamente de la ansiosa criaturilla voladora que chillaba molesta al otro lado de la habitación, y eso nos dio margen a un rápido y breve intercambio de palabras.

- Es un devorallaves o devoracorazones. Con eso puedes hacerte una idea de cuáles son sus gustos alimenticios -aclaró Keiko adelantándose a mi pregunta- Aquí les llamamos Lockers. Sus garras son venenosas, así que ándate con ojo -finalizó endureciendo la mirada.

El zorro me recordó que debía seguir a Keiko para que ésta me guiase hacia el conejo; no había olvidado sus palabras y asentí sin darme cuenta de lo que eso significaba. De pronto el animal se evaporó en una nube blanca que se dividió en dos, desplazándose hasta el filo de mis espadas y uniéndose a ellas de forma que éstas empezaron a brillar intensamente. Aturdida y sorprendida por el suceso me giré hacia Keiko con un gran interrogante en la mirada, encontrándome con que ésta parecía estar al borde del llanto. Incluso Letargo le ofreció consuelo abrazándola, y no tardé en darme cuenta de lo que había sucedido con el zorro. Su sacrificio me encogió el alma y no pude hacer más que agradecérselo de todo corazón.

"Nan alasseä omentielvanen. Hantalë, mellon" -cerré los ojos dedicándole al zorro un rezo en élfico de reconocimiento por su labor, dándole las gracias por haberme guiado y por haberme prestado parte de su poder- Vamos, estoy lista.

Apenas Keiko deshizo la barrera empecé a llamar la atención del demonio mediante provocaciones verbales, las cuales parecieron funcionar cuando éste empezó a volar hacia mi olvidándose de Letargo por unos instantes. Sonreí dominada por la emoción de enfrentarme a un verdadero enemigo y me impulsé directamente hacia él, aunque en vez de atacarle, toreé su embestida con una voltereta frontal que me permitió seguir avanzando hacia la salida de la cabaña. No quería pelear en un espacio tan reducido como aquel, y más cuando supe que sus garras contenían veneno. Mi pequeña burla no le gustó, como es obvio, y me persiguió hasta que mis pies volvieron a pisar la nieve. Una vez en el exterior y gozando de una libertad de movimientos absoluta, comprobé que el animalillo era bastante escurridizo y me sentía como quien pretende cazar una mosca al vuelo. Siendo así, dejé de dar bandazos inútiles con las espadas y permití que el demonio tomara la iniciativa de los ataques, esperando encontrarle una apertura con la que soltarle el tajo definitivo. Tuve que quitármelo de encima varias veces oscilando las espadas en su dirección, y pronto comprendió que no conseguiría nada más que acabar fileteado si seguía enfrentándome de forma tan descontrolada. Frustrado y cabreado decidió buscar un objetivo mucho más lento... y su atención regresó a Letargo, que justo en ese momento abandonaba la cabaña junto a Keiko.

Aquella era la apertura que necesitaba y desde luego no la desaproveché. Reaccioné casi por acto reflejo, dejándome llevar por el cosquilleo que ahora recorría mis brazos y visualicé al zorro por última vez. Realicé un corte con el brazo izquierdo en vertical, de abajo hacia arriba, mutilándole una de las alas. El demonio chilló enfurecido y quiso contraatacarme, pero su cuerpo era incapaz de sostenerse debidamente en el aire. Rematé la faena girando sobre mi misma al tiempo que adelantaba el otro brazo, y un nuevo corte -ésta vez en horizontal- fue suficiente para separar la cabeza de su cuerpo.

Feld, la espada izquierda forjada para proteger. Deyr, la espada derecha forjada para matar. Las tres juntas hacíamos un buen equipo, y aunque esta vez habíamos contado con la ayuda del zorro, no pude evitar entristecerme al observar cómo perdían su brillo. El Locker, mientras tanto, se derretía sobre la nieve dejando nada más que una mancha negruzca como única prueba de su existencia.

Bien, pues ahora poseía dos llaves, un candado con forma de cangrejo, y cierta información -más bien conjeturas- que podrían resultar útiles de cara a compartirlas con mis compañeros. No tardamos en retomar nuestro camino, y tras unos instantes en los que Letargo quiso liderar la marcha, sentí una extraña corriente de aire acariciándome la piel. Apenas duró un segundo, y con la misma que apareció, se desvaneció. Me extrañó, era como si hubiese traspasado algo, pero le resté importancia. Después de todo, si hiciese una pregunta por cada cosa extraña que me encontrase en este mundo, consumiría toda mi longevidad élfica.

- ¿Dónde estamos? -pregunté una vez llegamos a un precioso lago congelado. Allí no había nada más que nieve, hielo y escarcha.
- Pronto lo verás, ama Laschel, pronto lo verás -canturreó Letargo, y junto con Keiko nos acercamos a la orilla.

No esperaba que pasara nada interesante, y lo cierto es que ocurrió todo lo contrario. Ni Keiko ni Letargo se reflejaban en la superficie del lago, y eso me planteó la posibilidad de que no fueran más que alucinaciones, espectros creados por aquel mundo. Pero aquello no era lo peor... Lo peor era verme a mí misma vistiendo aquella hermosa túnica élfica de color marfil junto con una tiara del mismo color. Mi cabello, perfectamente peinado y trenzado, se unía tras mi espalda dejando entrever mis puntiagudas orejas, y la pureza de mi piel acentuaba unas facciones suaves y simétricas que jamás habían sufrido la intensidad de una batalla. Apreté los puños y mantuve la vista fija en mi reflejo... No, aquel no era mi reflejo; era el reflejo de Laschel Sardothien, y yo sólo era... Laschel. Aquella vida ya no me pertenecía y tampoco deseaba recuperarla, pues por fin me había convertido en la persona que siempre había querido ser, sin ataduras ni responsabilidades familiares.

"Exacto, es ahí donde debes estar, congelada bajo las aguas. Yo estoy aquí, respirando, y tú estás ahí, ahogada y atrapada en la frialdad de tu pasado. Jamás volverás a la superficie" -mis pensamientos no llegaron más lejos ya que una vocecilla me interrumpió.

Por supuesto, habíamos entrado en el territorio del conejo. Una sonrisa cordial y una justa reverencia con la cabeza bastaron para saludar al nuevo guardián, y no pude evitar pensar a qué clase de pruebas me tendría que enfrentar ahora. La sorpresa vino cuando dijo que su labor había acabado, ofreciéndome un atuendo con ciertas propiedades mágicas a mi gusto -todo un detalle- además de explicarme el verdadero propósito del candado con forma de cangrejo. Encerrar al mal tras la puerta del tiempo, wow, más me valía no perder el candado.

Apenas pude protestar cuando el conejo explotó convirtiéndose en una bolita de luz que envolvió todo mi cuerpo. ¿Acaso el atuendo conllevaba otro sacrificio? ¿No había sido suficiente con el del zorro? No me gustaba que nadie ofreciese su vida a mi costa, no era agradable, pero acepté su admirable altruismo y quise dotar a su regalo de las mejores características posibles. Quería algo que potenciase mi principal virtud: la velocidad. Que fuese cómodo y ligero a la hora de pelear, y también que actuase como una dura e impenetrable coraza. Cerré los ojos y visualicé mi deseo, aunque el resultado final fue un poco, digamos... ¿inesperado?

- Oh, venga ya... ¡¿En serio?! -exclamé con total incredulidad girándome varias veces para observar mi nuevo aspecto. Vale que haya sido obra de un conejo, pero aquello era pasarse tres pueblos.

Ahora vestía un corpiño escotado de cuero negro que realzaba innecesariamente mis ya de por sí bien colocados atributos femeninos, el cual se completaba con unas medias y unas botas del mismo color. Agradecí al menos la presencia de un grueso cinto marrón en el que portar mis dos espadas, pero es que ¿en serio era necesario colocarme también unas orejitas? ¿Y una bola de algodón en el trasero? ¿En serio? No quería desprestigiar el sacrificio del guardián, pero me costaba horrores creer que aquel disfraz iba a ayudarme en algo más que en llamar la atención de cualquier varón.

- Te sienta bien, ¿por qué no lo pruebas? -la sonrisita burlona de Keiko era cuanto menos molesta, y tuve que asesinarla con la mirada.
- ¿Probarlo? Qué quieres que haga, ¿que seduzca a Letargo? -y ahí vamos de nuevo con el sarcasmo.
- ¡¡A Letargo no le importaría en absoluto, ama!! -puse los ojos en blanco al escucharle. El brillo de sus ojos era incluso cegador, y no pude evitar recordar la escena de cuando quiso tocarle los pechos a Keiko en nuestro primer encontronazo.
- No sé, ¿qué propiedades has elegido? -su mirada ahora destilaba curiosidad, como si esperase impaciente a ver el resultado de mi elección.
- Pues velocidad y esas cos-¡¡¡AAAHHHHHHH!!!

En qué momento se me ocurrió dar un inocente saltito. Despegué casi tres metros del suelo, y de no ser por la nieve hubiera jurado que existía una cama elástica bajo mis pies. Aterricé limpiamente y sin esfuerzos, me sentía impresionantemente liviana.

- ¿P-pero qué...? ¡¿Cómo he hecho eso?! -sobra decir que la sorpresa era mayúscula.
- Vas a tener que controlar un poco mejor eso, o acabarás chocando contra algo. Los conejos saltan, ¿qué esperabas? -Keiko dejó escapar una pequeña carcajada, aunque de inmediato recuperó su semblante serio y me dio la espalda- Andando, que ya llegamos tarde a la reunión.

Nuestro próximo destino era la base hexagonal del principio donde, en teoría, aguardaban Rihoran y Eona. Por el camino me entretuve comprobando y practicando las nuevas características de mi atuendo: ciertamente mi velocidad era mucho mayor, podía saltar más alto y correr más rápido, mis piernas casi parecían moverse solas y ardía en deseos de probar aquella nueva agilidad en una batalla mucho más complicada. Casi hasta me había olvidado de lo ridículo que resultaba mi aspecto hasta que visualicé a Rihoran en la distancia... y un rubor inesperado inundó mis mejillas, borrando todo rastro de la hiperactividad que había disfrutado momentos antes. ¿Qué pensaría al verme así? Tampoco es que me importase demasiado, tenía motivos para estar orgullosa de mi cuerpo, pero no dejaba de ser raro.

No encontré rastro de Eona por ninguna parte -quizás aún no había llegado- aunque al acercarme más me percaté de la presencia un grupo variopinto aguardando junto a Rihoran, el cual se encontraba de espaldas a mi. Sólo reconocí al jaguar.

- Vaya, tu capacidad para hacer amigos supera a la mía -comenté anunciando así mi entrada- Respecto a esto, bueno... no preguntes y ya está.

Pese a nuestra brusca despedida no pude evitar sonreír al verle y comprobar que se encontraba bien. No dudaba de sus capacidades; sabía que Rihoran era capaz incluso más que yo de afrontar cualquier reto. Y para qué negar lo evidente, me gustaba tenerle cerca el mayor tiempo posible. Letargo por su parte avanzó canturreando a saludar al grupo que conformaba el séquito del elfo, mientras Keiko guardaba las distancias observando detenidamente al hombre que iba con ellos.
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Mensaje  Eona Lun Mayo 12 2014, 06:41

La joven salió corriendo alegremente hacia el hombre con tendencias nudistas que se acercaba hacia nosotros con total tranquilidad, pero eh, yo no era nadie para juzgarlo en ese aspecto. - Brion... - murmuré por lo bajo. Recordé la definición del amigo de Clota y si antes aún no quedaba claro, con el nombre que gritó la pechoplana a todos los vientos era más que evidente.

Parpadeé con fuerza, elevando mis cejas. "No puede ser tan sencillo..." pensé, buscándole el fallo a la escena. Pero no podía quejarme, ¿cierto? Debía de coger lo que se me ofrecía y estrujarlo hasta sacarle todo el jugo, antes de que la ilusión, si es que lo era, desapareciese. Pero nunca venía mal asegurarse. Cogí al minino por el pescuezo, ignorando las leves marcas que sus diminutas garritas de juguete dejaron en mi brazo, y lo elevé frente a mí. - Así que es cierto, ¿verdad? Este es Brion... No es ninguna ilusión... Ninguna trampa... - pero poco importaría la respuesta del animal, pues el mismísimo hombre dragón se me acercó con... - Eh... Mis ojos están aquí... -

La escurridiza mano del famoso "desaparecido" se colocó en mi cintura, ignorando por completo la reacción de la pequeña. - ¿Viviendo la buena vida? ¿Es eso lo que has estado haciendo todo este tiempo? - le pregunté levantando una ceja, sin poder absorber del todo aún su atrevida personalidad. Pero estaba más que acostumbrada. - Siempre estaré a favor de las escenas obscenas. - comenté juguetona, mientras despegaba sus dedos de mi piel. - ¿Pero crees que es el momento para ello ahora? -

Me guió a tan solo un par de pasos más adelante, sin darme tregua con sus toqueteos y jueguecitos innecesarios, hasta llegar al origen de toda aquella arena blanquecina; una playa reluciente, bajo el cálido toque de un sol veraniego. Contemplé maravillada por unos segundos, hasta que un pinchazo en mis partes traseras me devolvió de vuelta al ahora, fuese donde fuese. - ¿Qué pasa?  ¿No has visto a otra mujer en cincuenta años o qué? - me defendí con ironía, esperando que no fuese de corazón débil y no se echase a llorar por su largo cautiverio, pero pasó justo lo contrario.

- Venga, no suena tan mal lo que te conté hasta ahora, ¿no? ¿Por qué no te quedas y disfrutas de este lugar a mi lado? Tendríamos mucho tiempo para hacer muchas cosas... - insistió con tono lascivo, alargando de nuevo sus zarpas, esta vez hacia mi pecho. Lo cierto es que tras su largo monólogo de "este es un gran lugar", "no encontrarás algo igual en cualquier otro lado" y "nunca lo lamentarás" a uno le da en qué pensar. No podía negar que aquel sí era el paraíso, y no aquel mundo de flores y animalitos de ojos saltones, pero las atentas miradas de Chris y Clota me mantenían con los pies clavados en el suelo, sobre todo los de la chica, los cuales parecían querer matarme por el simple echo de respirar al lado del dragón. Aparté las manos de Brion de un manotazo.

- Me encantaría, pero tengo varias razones para volver de donde vine, y creo que tu también. - Por muy molesto que pareciese, me había molestado en cargar, de alguna forma, la piedra que su hermana me había dado durante todo aquel tiempo. La apreté con ambas manos, sin llegar a soltar las cuatro llaves, y la estampillé contra su cabeza. - ¡Auuu! - El golpe sonó hueco, aunque esperaba que realmente hubiese un cerebro dentro para que entrase en razón. Al hacerlo, la pechoplana me miró bastante mal, pero lo ignoré. - Este es un recado de tu hermana. Cargué con esto todo el tiempo con la sola ilusión de poder hacer esto. - confesé, y dejé caer la piedra al suelo, hundiéndola levemente en la arena, bajo la atenta mirada de Brion. Pero nada...

Había tratado de persuadirle varias veces, hasta llegar al punto de querer convencerlo a la fuerza, pero el minino me acabó convenciéndo a mí, y lo hizo para que lo dejase estar y lo probase más adelante. Y bueno... ¿Qué podía hacer? Con un suspiro lo dejé estar, asegurándole de que no había terminado, y de que definitivamente regresaría por él para llevármelo de regreso, ya fuese por las buenas o por las malas. ¿Adivináis cual fue su respuesta? Sí. Algo así como: Me encantaría revolcarme contigo en una "pelea". Quise intentarlo, pero al parecer ni siquiera la llave serviría para "atraparle" esta vez.

Cuando cruzamos la puerta, zambulléndonos una vez más en el incesante frío, fue para terminar del lado de las tierras del búho, el cual nos recibió algo decepcionado, pero no sorprendido.

De la nada me vi rodeada de animales alados por ambos lados de mi cabeza y me dieron mil ganas de preguntar si creían que era una especie de asiento andante o algo así, pero entonces el búho habló. - Recuerda que todo está conectado. - Claro que recordé. Recordé esas palabras y me dieron mala espina. - Espera un segundo, no me gusta esa frasecilla vues... - no pude terminar de quejarme a gusto, pues un remolino nació en el interior de mi cuerpo y se expandió hasta el exterior. Apreté los puños al sentir el cosquilleo una vez más en mí y una extraña pero maravillosa sensación se apoderó de mi ser. Aunque... No fue solo la sensación lo que noté que estaba de más... Era como si... Como si hubiese un peso en mi... - ¡Me ca** en todos los dioses del cielo! - exclamé una vez que roté mi cuello todo lo que pude y vi... ¡Eso!

Estiré una mano de forma casi antinatural hacia atrás y palpé una de las alas que salían de mi espalda. - ¿Estáis de broma...? - ¿Ahora ya no solo era una licántropa, sino que una mujer bestia mitad pájaro también? El asombro dio lugar al cabreo, y este lo hizo a la emoción. Volví a exclamar, maravillada. - ¿Volar? ¿De verdad? - contesté excitada a las palabras de Chris, pero claro, teniendo alas daba sentido hacerlo, ¿no? Busqué al búho para que me contestase a un par de preguntas, pero nada, no estaba ahí. Capté la ahora entristecida mirada del gato y la niña meneó la cabeza en cuanto reposé mi mirada en ella. - Otra... ¿Otra vez...? - Primero había sido el perro y ahora este... Apreté el puño y alcé la vista al cielo. - No quiero deudas pendientes. - Con ello dejé todo en claro. No iba a dejar que su sacrificio fuese en vano.

Alcé la mirada al que iba a acompañarme por los cielos; el gato-mariposa-llavero. Recordé la asombrosa velocidad de Clota y supe que seguro no tendría problemas en seguirnos, si es que conseguía iniciar el vuelo. Pero tenía la confianza de hacerlo, pues desde que aquellos extraños tatuajes decoraban mi piel pareciese que una fuente inagotable de energía me diese fuerzas para lo que fuese que viniese por delante. La emoción recorrió mi cuerpo y no pude contraerme más. Empecé a correr, a la vez que mis pies se alzaban en el aire como si fuese lo más natural del mundo. Aquello sí que valía la pena, y no el "paraíso" el cual Brion me prometía.

Sin percatarme de ello, empecé a aumentar en velocidad, y en cuestión de segundos me encontré en el cielo azul, zambulléndome en las esponjosas nubes que lo decoraban. - ¡Eona! ¡Estás demasiado arriba! - escuché la voz del pequeñín, y bajé, aún algo torpe, hasta colocarme a su lado. Contemplé la alada sombra que dejaba caer en el suelo y el blanco paisaje que se extendía en la distancia ante mí. No podía ni imaginarme la idea de borrar la sonrisa de mi rostro. - ¿Te diviertes? - preguntó entusiasmado, a lo cual solté una corta carcajada, recogiendo mis alas para poder girar sobre mí misma en el aire, volviendo a extenderlas después. - ¿Bromeas? - Volví a esconder mi alas y bajé en picado, como si no hiciese falta que aprendiese nada, como si todo fuese instintivamente natural, y las volví a abrir pasando entre unas ramas, haciendo rebotar la nieve que antes reposaba en ellas en el minino, que trataba de seguirme el ritmo.

Volví a coger altura y escuché un suspiro de desaprobación desde abajo, de la pechoplana, pero esta se vio resignado a dejarme disfrutar del vuelo. ¿Quién desaprovecharía una ocasión como esta? Aún teniendo el fin del mundo pisándome los talones, no iba a permitir el perderme esta diversión. Por ello fue una pena el ver que al fin llegábamos a nuestro destino...

Me alcé sobre la plataforma, sin importarme en absoluto mi desnudez. Todo lo que tenía en mente era presumir de lo que tenía en la espalda. - ¿Sorprendidos? - pero lo cierto es que los demás tampoco se quedaban muy por detrás. Yo tenía los super tatuajes y las alas, la elfa un traje... Un traje que definitivamente convencería hasta al testarudo de Brion y Rih tenía... ¡Él tenía a Brion!

Bajé y me uní al extraño grupo que se había formado, seguida de Chris y, con un poco más de retraso, Clota. - Nada mal... - felicité a mis compañeros por sus hazañas, o al menos esperaba que lo fuesen. Noté que las tres extrañas criaturas compartieron sus miradas y que una... Una oruga gigante nos observaba como si fuésemos libros abiertos. También las mujeres se observaban de un modo un tanto extraño y lo que más me sorprendió es que Clota no corriese a los brazos del dragón sin pensárselo dos veces siquiera. Pero yo sí me acerqué a él. - ¿Acaso cambiaste de opinión? - pero algo era diferente. Fruncí el entrecejo. - Tu no eres el mismo pervertido de la isla... - Me dejé de asombros y me decidí por asombrar a los demás. - Encontré a uno de los Brions y... ¡Tengo esto! - mostré las cuatro llaves escondidas en mi mano.

Creo que era el momento de aclarar un par de preguntas.

Off: No vi necesario transformarme aún, para no gastar energías. Espero que esté todo bien. Me está gustando mucho la quest!!
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Mensaje  Thorn Lun Mayo 12 2014, 13:12

Mi nombre es Inuet respondió la oruga al bajarse de lomos de Zedth cuando llegaron al punto de reunión y antes de que nadie más lo hiciera. Gracias por haberme traído hasta aquí reverenció con la cabeza yo solía ser una amiga de Cornelia. No soy un oráculo, sólo la conozco mejor que nadie. Lo que tenía que ser dicho ya lo ha sido. Yo no puedo aportar nada más.  Tu espada me ha contado su nombre, en ella reposa ahora el espíritu de la yegua y morirá cuando salgan de este lugar. ¿Curioso, no? La oruga se alejó un poco de Rihoran y sonrió levantando la cabeza y señalando con ésta a la elfa que se acercaba a grandes zancadas.

Keiko se mantenía al margen de la situación; no parecía estar del todo segura de la forma en que comenzaban a desarrollarse los hechos, pero nada dijo. La última en llegar a la reunión fue Eona, con sus grandes alas; pese a que ya había aterrizado su orgullo continuaba por los aires. El leopardo azotó la cola contra el suelo, esta vez atreviéndose a pisar la base hexagonal y miró a la oruga con expresión incrédula.

Sabes muy bien que esto ocurriría mi niña expresó el gran gusano hablándole al leopardo y luego se dirigió al resto. El fin de este cuerpo está cerca, al igual que el de vuestra misión. Haladart llegará con ustedes cuando me haya marchado. Cuidad de mi amiga y… ¡éxitos en vuestra empresa! Sin más, un suave soplo de viento tibio comenzó a rodearle adquiriendo lentamente tonalidades de colores que se convirtieron en una pupa semi transparente. Al cabo de unos segundos de allí emergió una bella joven alada.
Inuet:

Decidle a Haladart que le amo y le espero del otro lado la mujer bestia sonrió y les envió un guiño juguetón por los aires al tiempo que sacaba una bella llave que abriría al cielo en dos, dejando entrar haces de luz cálidos que comenzarían a derretir la nieve del lugar.

-Típico- se limitó a decir Cornelia. Clota y Keiko asintieron, las tres féminas les sonrieron a sus respectivas compañías y se reunieron juntando sus manos. Un haz de luz cegador las bañó por unos segundos, para que luego apareciera una única figura.

Nueva Cornelia:

La nueva figura se reunió con Brion y con gesto serio se dirigió al grupo. -Externautas elegidos. Habéis llegado hasta aquí, eso comprueba vuestra determinación y valía. Ahora os pediré vuestra ayuda. Tras la puerta de esta llave- aseveró tomando una de las que Eona estaba mostrando- se encuentra la otra parte de Brion de Gainus. Habrán de convencerle para que salga de su autoexilio o no lograremos mucho… su voz se iba apagando con cada palabra.

-Rihoran, los guardianes… sólo sacrifican su recuerdo. Si Francis está temerosa de entregarse es porque Brion le dio un mal uso a sus poderes. Confío en que tú no lo hagas. .

El leopardo se paró sobre sus patas y saltó al pecho del elfo con suma agilidad y velocidad. El ataque era impredecible e inminente pero simplemente atravesó su pecho, perdiéndose en él. Del guerrero brotaría una nueva piel, la de un leopardo nevado, que serviría como armadura. El yelmo, sería la cabeza del animal. Avambrazos, peto y grebas de un material similar al marfil pero mucho más fuerte. Finalmente en las manos, fuertes garras.

Cornelia abriría una puerta desde el mismo aire con la llave que le quitara a la mujer lobo y les señalaría la entrada.

___________________________________

Instrucciones:
* Tienen tiempo antes de cruzar la puerta de hacer preguntas y dialogar entre ustedes.
*Al atravesar el portal se encontrarán con la Isla en la que se encuentra Brion, describan a su antojo
*Sólo atravesarán ustedes tres el portal
*Brion estará terco, hará comentarios lascivos a las chicas y querrá despellejarte Rihoran (por haber usado la piel del leopardo) sin embargo no deben atacarle con las armas, o no habrá manera de convencerle.
* Manejen a Brion a su conveniencia, en algún momento Laschel o Rihoran deberá partirle la piedra en la cabeza, lo que hará que se transforme en esto: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]  y luego otra pedrada una vez transformado comenzará a traerle al mundo de la cordura
*Todo acabará cuando aparezca Cornelia en la puerta.
*Probablemente deban coordinarse con antelación
*Cuando finalicen este turno habrá una o dos rondas de diálogo calmo antes del comienzo del final
*Suerte

_______________________
Off:Rihoran, describe como quieras tu atuendo y lo de las garras pensé que podrían ser retráctiles, pero lo dejo a tu criterio.
Me alegro que les vaya gustando la quest
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Mensaje  Rihoran Miér Mayo 14 2014, 18:39

Me levanté tan pronto como escuché su voz a mis espaldas, dejando que escapar un suspiro de alivio. Suspiro que se vio interrumpido por un sorpresivo "Guau..." al percatarme de su nuevo aspecto. Aquello me había cogido con la guardia baja. Sacudí la cabeza para volver a centrarme y fue entonces cuando me di cuenta que mi compañera no había llegado sola. Aunque habría tiempo para las presentaciones después...

- Sí, sí, espera un momento... - dije, interrumpiendo el pequeño discurso de la oruga Inuet. Entonces me acerqué a la elfa dando un par de zancadas, la envolví entre mis brazos y le besé sin previo aviso. Fue algo corto, de apenas un par de segundos, lo justo para empaparme de su esencia. Después de todo lo que había pasado, de evocar al "amor verdadero", de haber salvado a la pareja de enamorados y observar como manifestaban su amor delante de mí, yo también quería mi trozo de pastel. Lo necesitaba. - Perdona, ya puedes seguir. Es que tenía algo en el labio, ya sabes...

Sonreí satisfecho, aunque desconociese cuál sería la reacción de Lasch. Ahora que me había asegurado de que todo estaba bien, que no se trataba de una nueva ilusión, estaba más listo que nunca para continuar con nuestra tarea, y como si mis pensamientos bastaran para darle al play a aquella cinta, Eona, la última integrante de nuestro grupo hizo su aparición... desde el cielo. Sendas alas nacían de su espalda, y casi de inmediato supe lo que había pasado. El único guardián que permanecía con nosotros era la jaguar que nos había acompañado a mí y a mi grupo, Laschel tenía orejas y cola de conejo, y las alas de la licántropa eran claramente las del búho; miré mi espada, donde residía el espíritu de la yegua. Conste que no pude evitar imaginarme a mí mismo con pezuñas y cara de caballo. No creo que me hiciera muy atractivo... Casi solté una carcajada ante la sola perspectiva.

- Así que finalmente estamos todos bien. - murmuré entonces, haciendo recuento de todas las personas que allí nos encontrábamos.

Basándome en todo lo que había descubierto en lo que llevábamos de aventura, me imaginé que la mujer de blanco que había venido con Lasch y la niña que había traído Eona eran también partes de la esencia de Cornelia. Inmediatamente me pregunté qué papel jugaban el gato alado y la... ¿qué narices era el ser que había venido con la elfa? ¿Tal vez eran seres similares a Zedth? Supuse que no tardaría en averiguarlo...

Inuet siguió con su discurso, tan solo para anunciarnos que Haladart se reuniría con nosotros pronto para poco después observar como era envuelta por lo que parecía una especie de crisálida de la que emergió una mujer, bastante más guapa que la oruga, todo sea dicho. Aquel lugar no dejaba de sorprenderme, aunque seguramente saldríamos de allí y seguiría sin entender la mitad de cosas por las que habíamos pasado. La ex-oruga se despidió de nosotros, no sin antes utilizar una llave -otra de muchas- que abrió el cielo en dos, literalmente. La luz del sol inundó el lugar, dejando mostrar sus efectos de forma inmediata, y es que la nieve que hasta ahora había caracterizado aquel lugar estaba empezando a derretirse.

- Bueno, será mejor que recapitulemos un poco... - dije una vez me hube acostumbrado a la nueva iluminación. - He visto que Eona trae varias llaves. También yo cuento con tres de ellas, y asumo que tú habrás encontrado algunas más, Lasch. - vaticiné sacando mis llaves y mostrándoselas a mis dos compañeras. - Esta es Cornelia, él es Brion, a quien hemos venido a buscar, o al menos una parte de él y la criatura que está junto a ellos es Zedth, quien me ha estado ayudando durante la última parte del camino. - presenté a mis acompañantes esperando que ellas hicieran lo propio, aunque lo peor estaba por llegar. - Por último, creo que os interesará saber que nos enfrentamos a algo bastante más poderoso que el simplemente encontrar a Brion y buscar la manera de salir de aquí, aunque el tema del señor de la oscuridad grano en el culo mejor que os lo explique la propia Cornelia.

Como alentadas por nuestra conversación, las tres Cornelias se acercaron las unas a las otras y se fusionaron tal y como había pasado en la cabaña con Lady Claire, dando lugar a un nuevo aspecto de la misma un poco más... humano. Ahora, sin embargo, portaba un antifaz que ocultaba parcialmente su rostro, así como una especie de corona de hojas que adornaba su castaña cabellera. Volvió junto a su querido betaBrion y esta vez me habló a mí directamente, otorgándome su permiso -y su advertencia- para que Francis, o así había nombrado al único guardián que se encontraba allí, me otorgara su bendición como bien parecían haber hecho sus compañeros. No pude evitar sobresaltarme cuando la jaguar se abalanzó sobre mí...   

Sin embargo, me atravesó por completo, desvaneciéndose al entrar en contacto con mi cuerpo e inundándome con su poder. Me envolvió un haz de luz al tiempo que observé como una especie de pelaje comenzaba a cubrir algunas partes de mi cuerpo, un pelaje blanco con motas negras. Mis antebrazos y mis piernas se vieron reforzados con un material óseo adornado también con partes de cuero moteado, y aparecí con un casco que representaba la cabeza de la jaguar cubriendo y protegiendo mi cabeza. Una especie de collar tribal formado por colmillos afilados adornaba mi pecho desnudo y también pude observar como de mis dedos se extendían gruesas garras, que se encogían si cerraba el puño y volvían a aparecer si lo abría. Por supuesto, no podía terminar aquella sesión de disfraces sin notar como de la parte inferior de la espalda me había salido una cola felina.

- Rawr... - pronuncié apuntando con mis "manos" hacia el grupo, dándole un toque de humor a aquella situación tan sumamente peculiar.

OFFROL - Os dejo imagen para que os hagáis una idea del aspecto APROXIMADO de Rihoran ahora mismo: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
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Mensaje  Laschel Miér Mayo 14 2014, 22:17

El elfo me recibió con un corto pero intenso beso, y aunque en un primer momento le correspondí con ganas de forma casi instintiva, recordé que no estábamos solos en aquella plataforma. Me lo quité de encima con un suave empujoncito y desvié la mirada hacia otro lado para no intensificar más el rubor que de por sí me originaba el hecho de vestir aquel traje. Además, aún tenía una conversación pendiente con él.

- Sí, yo también me alegro de verte -comenté carraspeando y ajustándome el corpiño, no sin antes dedicarle una sonrisa cómplice.

Apenas pocos segundos después apareció la mujer loba trayendo consigo a su propio séquito de criaturas, así como unas portentosas alas que nacían de su espalda. Cabe decir que seguía desnuda -aunque supuse que por su condición era algo inevitable y debía acostumbrarme-, y formé una media sonrisa cuando aterrizó a nuestro lado. Al parecer no era la única que había recibido las bendiciones de uno de los guardianes, y por la forma de sus alas cabía sospechar que el búho quiso portarse bien con ella. ¿Habría recibido Rihoran algún obsequio parecido? Me giré hacia el elfo para mirarle con escrutinio, pero no vi nada anormal en él, al menos, nada que me recordase a un caballo.

Una vez reunida la familia, la oruga que acompañaba a Rihoran nos advirtió que, para bien o para mal, nuestra misión empezaba a ver su fin. Me habría alegrado de no ser porque sabía que retos más difíciles nos estaban esperando, y no hablaba precisamente de reconstruir a Brion. Por una parte estaba deseando cumplir el encargo de rescatar al dragón para poder salir por fin de aquel mundo, y por otra estaba ansiosa y excitada por descubrir qué sería lo siguiente. La oruga nos deseó suerte y justo después inició un proceso de metamorfosis, convirtiéndose en una bella joven alada que abrió el cielo, literalmente, usando una llave. Alcé un brazo para proteger mis ojos de la intensa luz, entrecerrándolos y parpadeando repetidas veces hasta que éstos se acostumbraron al nuevo brillo, y fue entonces cuando pude comprobar sorprendida cómo la nieve que cubría aquel mundo empezaba a derretirse.

Antes de cruzar el portal tocaba ponerse al día y contrastar la información que poseíamos, y tras las palabras de Rihoran no pude evitar observar a los individuos que le habían acompañado. Así que aquella era la famosa Cornelia... aunque se veía un poco sombría para mi gusto, nada que ver con Keiko. El semi-antílope también me llamó la atención, pero fue el hombre quien verdaderamente me sorprendió: aquel era Brion de Gainus, o al menos una parte de él.

- Yo he encontrado ésto -mostré mis dos llaves así como el candado que había conseguido hacía poco- El conejo me dijo que éste candado servía para sellar al mal tras la puerta del tiempo, imagino que se referirá al señor de la oscuridad grano en el culo que has mencionado -tras eso volví a guardar mis objetos y señalé a mis acompañantes- Ella es Keiko, una de las partes de Cornelia -cambié la dirección de mi brazo- Y él es Letargo, es un... llavero muy adorable -sonreí al ver como seguía canturreando como si todo aquello no fuera con él- Hablando de llaveros, antes me topé con una criatura comellaves con complejo de mosca cojonera, creo que son sirvientes del mal -necesitaba advertir a mis compañeros de cualquier amenaza, claro que en ese momento desconocía que ellos también habían tenido sus encontronazos

Tras un breve intercambio de palabras, observé cómo la Cornelia de Rihoran, la Cornelia de Eona y mi Cornelia se tomaron de las manos para fusionarse y crear un nuevo ser totalmente distinto a los anteriores. Empecé a sospechar que sus aspectos no eran más que partes de una personalidad conjunta, la inocencia y la alegría de Clota, la serenidad y disciplina de Keiko, y la melancolía ensombrecida de su tercera parte. ¿Le ocurriría a Brion lo mismo? Antes siquiera de planteármelo, la nueva Cornelia nos dio instrucciones de recuperar otra de las partes de Brion, al parecer aislada voluntariamente en vete-tu-a-saber-dónde. Todo parecía estar listo, pero entonces el leopardo saltó sobre Rihoran... y no precisamente para atacarle, sino para desaparecer al tiempo que su luz envolvía el cuerpo del elfo, similar a lo que había hecho el conejo conmigo. Permanecí expectante, y al ver el resultado se me escapó una pequeña carcajada.

- Mejor de lo que esperaba, gatito -enfaticé la última palabra con bastante sorna, sin dejar de sonreír- Bien, entonces... un felino musculado, una exhibicionista voladora y una conejita de burdel. El éxito de esta misión está asegurado -añadí cierta emoción dramática a mis palabras y miré en dirección a la puerta, ya faltaba poco...
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Mensaje  Eona Jue Mayo 15 2014, 01:15

No sabía por qué, pero tenía la impresión de que me acababa de perder una escena de lo más interesante, sobretodo viendo el sonrojo de la elfa, pero qué se le iba a hacer, la próxima vez sería más veloz. Y no solo ellos parecían estar conmocionados, sino que hasta el leopardo parecía estar enfadado conmigo, y la verdad, me costó un poco descubrir el por qué, hasta que las palabras del "bicho gigante" me lo aclararon, justo antes de convertirse en mariposa y echar el vuelo partiendo el cielo en dos. Solté un silbido. - Bueno... Con esto creo que ya lo he visto todo... -

Observé los objetos que mis compañeros habían recolectado y escuché las presentaciones hasta que fuese mi turno; la última en llegar la última en hablar. Seguro que habría alguien riéndose de mí en alguna parte. - Genial, ya no solo puertas y llaves, ahora candados también. Y uno bastante raro, además... ¿Estas segura de que eso pueda encerrar al... "Señor de la oscuridad grano en el culo"? - me reí por lo bajo, ignorando por completo la grandeza del peligro que nos acechaba. - Creo que me toca. - empecé a señalar cual cavernícola. - Este de aquí es el llavero-gato-mariposa Chris. Y ella es la mimada de Brion, Clota. Ah, y no se me olvide comentar que ese dragón es un pulpo, y no hablo precisamente del animal, aunque... En este mundo llegaría a creerme cualquier cosa. - Noté como el minino se posó alegremente sobre... Sobre lo que fuese "eso", y que hasta el demonio cantarín parecía estar contento por algo, o tal vez simplemente era así, que más daba. - Y la verdad... Yo no se nada de una tal Cornelia. Creo que se olvidaron de informarme. - dije con una amplia sonrisa, llegando a imaginarme por encima el resto de la historia. - Pero sí me encontré con el cabeza huevo. Pan comido. - empezó a entrarme hambre de tanto hablar de comida.

No tuve tiempo de despedirme de la mocosa siquiera cuando las tres mujeres se volvieron una en un halo de luz, cosa la cual veía por primera vez, lo cual podía seguramente reflejar mi rostro desencajado. Pero como dije, si uno no se adaptaba a este mundo, este acabaría engulléndolo. - ¡Eh! Eso era mío... - pero me resigné a que no podría llevarme souvenirs de esta aventura al mundo real. "Espera... ¿Y mis alas? ¿Y mis tatuajes?" objeté de inmediato para mí misma. Suspiré, y cabizbaja observé la transformación del elfo.

Al parecer todos eran muy chisposos. A todos se les ocurrían comentarios de lo más cómicos y por supuesto yo no iba a perder ante ellos. - No se por qué será, pero creo que a pesar de ir la más destapada de los tres también soy la más decente. Aunque debo de haberme portado muy mal para ser la única a la que dejaron completamente desnuda. - me acerqué a mi ropa entre risas, la cual estaba tirada en el suelo, pero entonces me detuve a medio camino, dirigiéndome hacia la tal Cornelia. - Corni, ¿volveremos a este lugar? Algo me dice que si me llevo todo esto no hará más que estorbarme. - hablé como si lo hiciese con otra amiga más. - Además... Me gustaría escuchar la historia completa, ya que al parecer me he saltado partes del cuento. Y habrá que esperar a Hala, ¿no? -

Off rol: Traté de no ser demasiado repetitiva. Para el siguiente turno, si todos están de acuerdo, me gustaría ser la primera en postear. :))
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Mensaje  Thorn Jue Mayo 15 2014, 18:21

Un rugido salvaje y estridente rajó el aire en pedazos. Los viajeros verían a Haladart llegar desde el cielo forcejeando con un objeto de forma cuboide, que más tarde verían se trataba de un baúl. El gran felino venía con tintes de sangre, algunas lastimaduras y partes de su armadura  abollada o agrietada.

-Mi señora- el  legendario guardián hizo una amplísima reverencia, lo que le marcó cierto gesto de dolor. -Aquí ha de entrar Cornelio, de aquí ha salido, asique… han de meterle como mejor quepa- la voz del león estaba algo desencajada y los latidos de su corazón se podían escuchar desde lejos, acompasados con cierta rapidez.

Baul:

-Haladart, creí que te habrías marchado como lo hizo…- dijo Cornelia echándose a su cuello para abrazarle. -Hemos visto a Inuet-. La bestia cerró los ojos con cierto pesar y asintió, luego se dirigió a los tres elegidos. -El grano en…- se aclaró la garganta. Parecía que las formas de hablar tendían a contagiársele, miró a su ama quién le devolvió una sonrisa comprensiva y animada pese al momento -Cornelio es el alter ego de Cornelia, hace décadas… o más tiempo, Cornelia fue absorbida por uno de los hoyos extraños del mar de Aerandir, por ciertas circunstancias… el mal de su corazón se disoció una vez llegados a este lugar. Los guardianes no son más que poderosos recuerdos mientras que las llaves y demases eran pobladores de donde estamos. Probablemente también absorbidos por el portal-

Se sentó, parecía necesitar recuperar el aliento -El portal que les ha permitido entrar tiene su propio ciclo y propiedades desconocidas, pero sabemos que nadie sale por allí y que sólo ha aparecido desde que estamos aquí. Yo solía ser el guerrero dragón protector de Cornelia- Miró los haces de luz que perforaban las cortinas de nieve y hielo, dejando al descubierto algunos diamantes con puntas peligrosas Volveremos al exterior una lágrima se deslizó por una de sus mejillas, Cornelia se llevó las manos al rostro y Brion le abrazó. -Ambos tendrán mis bendiciones- susurró como para cerrar un tema antiguo.

- Eona, vuestra ropa… no hará más que molestaros- se puso en pie y caminó por el exterior del hexágono, rodeándolos a todos. -Brion debe de estar completo para poder terminar con esto, deben traedle pero por las buenas, es… hizo una pausa para que continuara el otro Brion quién se mantenía abrazado de Cornelia -Oh Hala, ¿ya hace cuánto nos conocemos? No herirás mis sentimientos con la verdad- le dio una palmadita en el lomo y se adelantó dejando a su amada con el león Mi otro yo es molesto, petulante, orgulloso, altivo, cabeza dura, porfiado, tiene debilidad por la carne, mal hablado y sobre todo muy fuerte. Tienen que traerle ustedes tres, nadie más. Odia a las llaves, ha perdido su esperanza y sólo disfruta del agua de coco de su preciado hogar-isla. Este es el momento para que uses el regalito de mi hermana para hacerle entrar en razón Rihoran y como dijo Cornelia: cuidado, va a odiarte por ser el nuevo portador de Francis. Volvió al lado de la dama y la fiera quién se hizo para adelante - un ejército se reúne para luchar contra vosotros. He estado reuniendo a algunos amigos que podrán ayudar, id y no vuelvan sin ese dragón.-

-Nuestras esperanzas están en ustedes- sentenció la dama al borde de las lágrimas. -No desenfunden sus armas- miró a la licántropo -ni garras… no es recomendable y si creen que no podrán con eso, déjenlas aquí, cuidaré de ellas con mi vida, ¿no es cierto Haladart?- el legendario asintió con la cabeza  y los miró a todos con cierto orgullo.

*  *  *

Brion esperaría echado al sol con una mesa llena de manjares y bebidas. Se había ocupado un poco de su aspecto, quitándose la barba y vistiéndose como una persona “normal”. Estaba seguro de que la hermosa dama volvería a él, por lo que también había preparado un sitio adecuado para la compañía.

Brion:
link directo:http://www.ifondos.net/wp-content/uploads/2012/04/Keanu-Reeves.jpg

A su lado se encontraban dos jóvenes:

Kaito:
link directo:http://th05.deviantart.net/fs71/PRE/i/2012/114/a/c/demon_boy_by_sakimichan-d4xhtd2.jpg

Joven tímido y que buscará ocultarse a toda costa de todos, apenas si se le escuchará la voz débil.

Malthus:
link directo:http://images2.fanpop.com/image/photos/12300000/Demons-and-Angels-demon-morality-12399347-467-699.jpg

Abierto, entrometido, pero con mucho respeto a Brion. Se mantendrá al margen de cualquier enfrentamiento.
_____________________________________
Off:Tienen un turno para traerle, se reciclan las instrucciones de mi post anterior. Realmente me divertí con su última respuesta, son un trío estupendo
Eona, este y probablemente sean los últimos dos posts en los que los turnos entre ustedes son aleatorios. Luego los decidiré yo. Saludos
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Mensaje  Eona Dom Mayo 18 2014, 03:53

- Hombre, mira quien está aquí. - alcé la vista al cielo, el cual empezó a temblar, sí, temblar. Vi como el tigre arcoiris descendía cargando algo pesado y cuando se acercó aún más mi rostro cambió a uno "ligeramente" preocupado. - Venga, lo que faltaba... - Ya pensaba que hasta el "ser legendario" habría llegado a su límite, pero parecía que aún podía mantenerse en pie, o al menos lo suficiente para reverenciar a la metamorfosis de Clota.

Escuché atentamente y le lancé una perforante mirada a la chica. - Así que tu no eres solo la victima, sino la causante también. - comenté sin reproche alguno en mi voz, simplemente poniendo en claro mis pensamientos. Y no solo eso, sino que estos tres ya tenían sus problemillas de antes de llegar a este lugar, al parecer. Pero lo único por lo que se me ocurría que podría de dar la tal Cornelia su bendición era en un casamiento y... ¿Si se los decía a ambos será que ellos son el novio y el novio? No daba sentido, la verdad, pues si fuese así la mujer estaría de más, pero era la que más se enganchaba a Brion, o al menos uno de ellos. Aunque después de lo visto aquí poco me extrañaría.

- Vaya, justo en el blanco. - asentí a la descripción del Brion de la playa. - Menos por lo de fuerte... Casi se pone a llorar cuando le rompí la piedra en su cabeza. - Fui obsequiada con un par de sonrisas, pero a parte de ello, ignorada. Al parecer era verdad que no disponíamos de mucho tiempo...

- Bien, así que solo tenemos que traerlo ¿verdad? Después ganar nuestra propia guerra y meter al malo en un baúl. Eso está echo. - Dejé mis cosas al cuidado de esos tres y me giré hacia la puerta la cual, como antes había comprobado, me llevaría directa a un paraíso tropical. - ¡Ten mucho cuidado Eona! - exclamó Chris a mis espaldas, el minino volador. Me giré y le sonreí confiada. - Tranquilo, solo tenemos que salvar al mundo. ¿Qué puede salir mal? - Muchas cosas, en realidad, pero en fin. Un poco de humor no venía mal en esta clase de situaciones, y creía que mis compañeros opinarían lo mismo.

-----------------------------------------
- ¡Eona! - exclamó él de inmediato, sin darnos tiempo a siquiera de un suspiro después de "tan largo viaje" - Caray, te ves diferente. - elogié su nuevo aspecto. - Por ti lo que sea, pero he de admitir que tu tampoco te ves nada mal. Veo que conociste a los guardianes. - continuó con tono jovial, hasta que notó la presencia de mis compañeros. De inmediato su mirada se centró en el corpiño de la elfa, devorándolo con la mirada sin discreción alguna. - Y traes compañía. - Casi podía vérsele la baba chorreando por todas partes. - Igual que tu... - Esta vez yo centré mis atentos ojos hacia los dos que antes no habían estado ahí y en cuanto lo hice, el de pelo blanco corrió a esconderse tras la espalda del dragón. Levanté una ceja y noté que el otro me imitó con una sonrisa burlona. "Genial... Es casi como si me viese a mí misma." Y no hacía falta decir siquiera que no parecían críos humanos normales y corrientes, no. Eso sería demasiado fácil. Uno parecía una ardilla asustadiza mientras que el otro... La reina del sado.

Entonces, la mirada jovial de nuestro anfitrión cambió en cuanto visualizó a Rih. "¡Ahora! ¡Ahora deberías de decir miau!." Traté de indicárselo sin palabra alguna, pues de verdad que me gustaría verlo.

Off: Supongo que hasta aquí puedo llegar. Os dejo lo de romper melones a vosotros ;))
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Mensaje  Rihoran Lun Mayo 19 2014, 00:31

Haladart no tardó en llegar, tal como había anunciado Inuet antes de marcharse, aunque lo cierto es que el estado en que apareció ante nosotros no dejó de sorprenderme. Su característica majestuosidad se veía eclipsada por su aspecto herido y demacrado. Estaba claro que no había estado de brazos cruzados mientras nosotros viajábamos por el lugar, y prueba de ello era el enorme baúl que había traído ante nosotros. el cual, según sus palabras, se convertiría en la nueva celda del "grano en el culo" Cornelius. Tarea que, por supuesto, no se me antojaba para nada fácil.  

Pero bueno, para empezar teníamos que conseguir llevar hasta allí a la otra parte de Brion, por lo que, esta vez juntos, avanzamos hacia la puerta que nos conduciría hasta él. Sobra decir que la estampa paradisíaca que nos encontramos al atravesarla me hizo plantearme seriamente si realmente veníamos de un mundo en que la nieve y el frío eran los protagonistas. Con lugares como aquel cualquiera se pierde durante cincuenta años...

- Creo que empiezo a entender la descripción que nos ha dado su otra mitad... - dejé escapar lanzando un suspiro de desaprobación en cuanto un hombre se acercó a nosotros y comenzó a hablar con la licántropa, no sin antes dedicarme más de una mirada bastante degradante a Laschel.

Junto a él se encontraban dos figuras más, aunque tan pronto como les eché un vistazo pasé a ignorarlas por completo. Uno de ellos parecía un niño asustadizo que no hizo más que esconderse detrás de Brion en cuanto nos vio llegar, mientras que el otro mantenía su posición dedicándonos gestos sugerentes. Lo único que tenía claro de esos dos es que tenían más en común con los demonios a los que nos habíamos enfrentado que con nosotros mismos, por lo que no pude evitar preguntarme si la influencia de Cornelius llegaba hasta allí también.

- Vaya... ¿al fin has notado que las señoritas no vienen solas? - pregunté manteniendo mi mirada fija en él.

Su expresión había cambiado por completo al verme. La actitud lasciva -de capullo integral- desapareció para dar paso a lo que identifiqué como rabia y cólera de las que no supe identificar la fuente. Aunque los gritos que profirió al lanzarse sobre mí de repente me lo dejaron bastante claro:

- ¡Maldito hijo de puta! ¡¿Qué demonios has hecho?! - exclamó mientras cubría con rapidez la distancia que nos separaba. Su puño me golpeó directamente en la cara haciéndome caer sobre la arena de aquella playa tropical. - ¡¿Por qué llevas esas pieles?! ¡¿Qué has hecho?!

¿En serio? ¿Me había llevado un puñetazo por ir disfrazado de leopardo -cosa que yo no había pedido- mientras que el que mis compañeras tuvieran orejas de conejo y alas de búho tan solo había sido objeto de lujuria y perversión? Claro que relacioné el cabreo de Brion con las palabras que me había dicho Cornelia atrás en la plataforma, pero tampoco me podía haber imaginado que las cosas entre el guardián y el dragón hubieran estado tan mal en el pasado. No pude evitar preguntarme qué era lo que había hecho aquel hombre para no merecer el favor de Francis.

- ¿Qué pasa? - pregunté levantándome mientras me llevaba la mano a la zona golpeada, aprovechando para sacar el pedrusco que nos había dado su propia hermana y que según él era lo que teníamos que usar para hacerlo entrar en razón. - ¿Estás celoso de que yo sea el elegido y tú no, machote? Desperdiciando tu vida y tu tiempo en este lugar, sin importarte nada ni nadie más que tú mismo. ¿Todavía te extrañas de ser la peste que ha enredado tanto las cosas? Puedes seguir golpeándome, pero eso no cambiará lo que eres: una persona indigna de haber cruzado la puerta.

Mi provocación tan solo sirvió para que éste se volviera a abalanzar sobre mí, aunque aquello era justo lo que estaba esperando. Esta vez el más rápido fui yo, y nuestros brazos se cruzaron en el aire, aunque fue el mío -y la enorme piedra que tenía en la mano- el que que se llevó el gato al agua. Le estampé el mineral en la cara, literalmente, de hecho estoy seguro que escuché su nariz crujir, si es que era lo único que había crujido tras aquel impacto y salir despedido hacia atrás. Inmóvil. Así permaneció su cuerpo segundos después de la confrontación, casi hasta el punto de temerme el haberlo matado, mas dicho pensamiento desapareció tan pronto como había llegado cuando observé como empezaba a temblar y convulsionar, otorgando al ambiente una especie de presión que no me gustaba un pelo. Un poder cuya magnitud era imposible de calcular estaba siendo liberado, y no fue hasta que vi como su cuerpo empezaba a deformarse envuelto en un haz de luz cuando me di cuenta de que se estaba transformando en algo...

... y yo sabía, y mis compañeras sabían, y los cocos de las palmeras sabían qué era eso en lo que realmente se estaba transformando.
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Mensaje  Laschel Lun Mayo 19 2014, 19:12

Me preocupé al ver a Haladart llegar tan malherido y no pude evitar preguntarme qué le había pasado. Por un instante tuve el impulso de correr hacia él y tratar sus heridas con mi magia élfica, temiendo que fuese a desvanecerse como el resto de los guardianes, pero al parecer tenía suficiente fuerza como para reverenciarse y dedicarle unas palabras a Cornelia. También traía consigo un baúl, y torcí la cabeza al observarlo preguntándome cómo demonios íbamos a meter al Señor de la Oscuridad ahí dentro. Creía que "la puerta del tiempo" que había mencionado el conejo se refería precisamente a eso, a una puerta, y no a un baúl que parecía más un guardarropa. ¿Entonces el candado que llevaba encima servía para sellar el baúl? Me rasqué la cabeza con un gesto de completa confusión, aquello era cada vez más complicado.

Tras informarnos sobre una serie de cosas, Eona, Rihoran y yo atravesamos la puerta que supuestamente nos llevaría hasta el paradero de otra de las partes de Brion, al parecer mucho más reacia a reunirse con los demás. Brion-uno se describió a sí mismo sin escatimar detalles, y no pude hacer más que soltar una pequeña carcajada. Toda una joya el chico, ¿eh? Aunque bueno, si realmente tenía debilidad por la carne, puede que mi disfraz de conejo nos otorgase una ligera ventaja para traerle de vuelta sin usar la fuerza.

Y entonces entramos en el paraíso -o lo que yo interpretaba por paraíso-, una perfecta playa de arena blanca cuyo océano compartía con exactitud el color de mis ojos, palmeras y vegetación en todo su esplendor, un cielo azul infinito, y aves exóticas entonando sus cánticos, todo bañado por un espléndido sol. Bueno, no podía culpar a Brion-dos de no querer abandonar este lugar, eso está claro... Y hablando del diablo, justo apareció el susodicho. Era bastante atractivo, y pude observar que venía acompañado. El primero me pareció muy asustadizo a la vez que adorable, y el segundo... bueno, su aspecto era más perturbador, parecía un elfo oscuro aunque jamás había visto a ninguno con cuernos.

- Y traes compañía... -Brion-dos por fin se dignó a apartar los ojos del cuerpo de Eona para reparar en mi presencia, fulminando mis pechos con la mirada como un adolescente que los ve por primera vez- Donde caben dos, caben cuatro... -tuve la impresión de que no se refería precisamente al grupo, sino a las voluptuosidades femeninas que traíamos Eona y yo- ¿A quién debo el honor de contemplar tan placentero cuerpo? -alzó las manos como queriendo tocarme, pero me hice a un lado logrando que sus garras sólo apresaran el aire.
- Eso no importa -sonreí con tranquilidad- El caso es que vendrás con nosotros.
- Claro que importa, me gustaría gritar tu nombre cuando te rocíe entera con mi néctar de los dioses -preferí no imaginarme a qué se refería.
- Brion, escucha, tenemos que... -volví a intentarlo.
- Sabes, con estos dos -señaló con la cabeza a sus acompañantes- la diversión aquí no es que sea muy masculina -se relamió los labios y volvió a acercarse a mi con ojos lascivos- Necesito una mujer de tu calibre para amansar mi hombría, ¿entiendes? -cerré el puño con fuerza y volví a retroceder, ahora mismo me debatía en un cara o cruz sobre si romperle los dientes o los cascabeles- Vamos preciosa, no puedes negar que te has vestido para la ocasión... Deja que te enseñe a qué velocidad copulan los conejos...

¡Hasta que por fin reparó en la presencia de Rihoran! Ya creía imposible que sus ojos captasen la atención de otra cosa que no fuera el bienestar de su miembro viril, y como si fuera un león que defiende su territorio de otros machos, se lanzó contra el elfo alzando el puño. Poco más pudo hacer mi compañero que recibir el golpe, y pronto comprendí que su enfado venía precisamente del hecho de verle llevando las pieles del leopardo. La pelea apenas duró dos segundos, pues tan pronto Brion-dos inició el segundo ataque, Rihoran le cascó la piedra en la cabeza.

- Gracias -se lo merecía por imbécil- pero se supone que debemos llevarlo vivo, Rihoran, no con una contusión craneal -solté una risa entre dientes y me acerqué para ver si al menos seguía vivo. En ese momento su cuerpo empezó a temblar y a deformarse, y no costó adivinar en qué se estaba transformando. Me giré hacia el elfo con actitud cansada y poniendo los ojos en blanco- Estupendo. Tenías que cabrearlo, ¿verdad?

Lo hecho hecho estaba. Habíamos pasado de lidiar con un hombre molesto, petulante, orgulloso, altivo, cabeza dura y porfiado, a enfrentarnos con un dragón molesto, petulante, orgulloso, altivo, cabeza dura y porfiado. Sus acompañantes se alejaron cuando éste desplegó las alas en actitud desafiante, manteniéndose al margen. Sus garras hicieron temblar la arena de toda la playa, y su portentoso rugido espantó varias bandadas de pájaros aparte de casi reventarme los tímpanos. Sólo esperaba que no se le ocurriera lanzarnos algún escupitajo dragoniano, aunque un zarpazo con cualquiera de sus garras podía bastar para dejarnos mirando del revés, por no hablar de los latigazos que podía repartir con su cola. Así pues, y sin perder el tiempo, recogí la misma piedra que había utilizado Rihoran y les hice una seña a mis compañeros para que intentaran desviar la atención del dragón. Una vez dejó de prestarme atención, aproveché las dotes de las que disponía el traje -y que yo misma había elegido- para escabullirme rápidamente por un costado y saltar lo suficientemente alto como para aterrizar sobre su lomo. Brion-dragón volvió a rugir y se sacudió enfurecido, pero yo ya me había afianzado lo suficiente como para empezar a trepar rápidamente por su cuello.

- Quizás no lo sepas, pero tu hermana lleva cincuenta años buscándote. Más vale que le pidas perdón cuando regreses -exclamé una vez llegué a su cabeza- Y si las palabras no te hacen entrar en razón, ¡puede que los golpes sí lo hagan!

Concentré toda la fuerza posible en el brazo derecho y le estampé la piedra en uno de los párpados, pues su cabeza era demasiado grande y dura como para que pudiera sentir el golpe de un pedrusco no más grande que una naranja. Brion-dragón rugió, esta vez de dolor, y empezó a sacudir la cabeza de un lado a otro. Antes de perder el equilibrio y caerme, realicé un gran salto hacia adelante aprovechando la ingravidez del traje y aterricé con suavidad sobre la arena. Ahora sólo tocaba esperar la respuesta definitiva del dragón... y esperaba por su bien -y por el nuestro- que fuera positiva.
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Mensaje  Thorn Mar Mayo 20 2014, 14:24

Los acompañantes de Brion se habían mantenido al margen del enfrentamiento hasta que Laschel cayó tan grácil como una gacela frente al gran dragón en el que se había transformado el susodicho. En ese momento, ambos se pusieron a su lado y le señalaron la puerta. Allí se encontraba Cornelia, apoyada con una mano sobre el marco, con expresión triste. Ella cerró sus ojos y luego huyó cerrando aquél portal tras de sí.

-A…me… lia- dijo cayendo desnudo al suelo hecho una bola. Volvió a mirar a Rihoran, y se sobó la nariz. Escupió un cacho de sangre mirando a Laschel bastante enfurecido por el golpe en el ojo que le había dejado morado y finalmente le sonrió a Eona. Parece que tus amigos son de lo más interesantes cariño sentenció poniéndose en pie un poco excitado. -¡Kaito!- ordenó y el chico escurridizo estaba ya esperando para entregarle un nuevo juego de ropa.

-¿Malthus?- -Esta es la confirmación de que los rumores son ciertos mi señor-. El hombre asintió y se sentó en la arena, mirando al horizonte con una sonrisa de ironía plantada en el rostro. Esa maldita Cornelia se viene a aparecer ahora para que me una a su estúpido y rosa amante. ¿Ahora sí se ha decido a salir? Zorra Se levantó rápidamente y tomó a Eona por la cintura, dándole un beso en el cuello y sin querer soltarla le susurró seré un hombre comprometido. Aún tenemos un par de horas le guiñó un ojo y escuchó lo que la rubia tenía para decir. Luego se volvió hacia los tres, soltándola.

Bueno, está bien. Iré, pero luego no digan que no les advertí se encogió de hombros y volviéndose hacia el tímido que siempre parecía estar un paso delante de su señor, tomó una de las llaves que éste le ofrecía. ¿No les he advertido? Bueno… ahora habremos de enfrentarnos a el hijoeputa Cornelius, la última vez le metí mi espada en lo profundo de su corazón y casi morimos todos y… pasó lo que pasó. Ahora tendremos que enfrentarnos a un pequeño ejército de seres que no tienen nada mejor que hacer que llenarnos los ojos de mierda y hacernos perder el escaso tiempo que tenemos

Entonces dio un salto al aire y abrió una puerta que había permanecido invisible. ¿No pueden ver esas puertas? preguntó con cierta sorpresa. Tomó las piedras que habían sido usadas en su contra y las hizo polvo con una mano para luego salpicar a los tres con él ¿y bien? inquirió con curiosidad.


Instrucciones Ahora serán capaces de ver puertas en todos lados, será un caos de colores y portales. Describan eso a su antojo. Al traspasar el umbral se encontrarán con un mundo caótico, oscuro, y con un ejército de unos cien tipos armados de diferentes razas, tamaños y colores. Les esperarán del otro lado de la puerta los mismos personajes que les despidieron. Cada uno podrá crear un máximo de tres pnjs como parte del refuerzo de haladart. En el siguiente turno comenzará la batalla. EL orden de posteo quedará definida por este turno.
Como se trata de los últimos tres turnos más o menos haré hincapié en los tiempos y quizás los acotemos para que no se haga largo y finalicemos

Suerte
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Mensaje  Laschel Miér Mayo 21 2014, 19:31

Suspiré aliviada. Al parecer la pedrada en el ojo había funcionado, o quizás el hecho de haber nombrado a su hermana fue lo que hizo que Brion reaccionara y retrocediera en su transformación hasta volver a ser humano de nuevo. Mientras recuperaba la compostura me pareció ver a Cornelia observándonos desde la puerta, aunque desapareció tan rápido como el viento. Qué extraño. No quería despegarse de los brazos de Brion-uno, sin embargo Brion-dos parecía causar en ella una especie de desconsuelo. No quise darle más vueltas, y cuando Brion-dos me lanzó una mirada asesina culpabilizándome por el moretón de su ojo, simplemente encogí los hombros y sonreí con toda la inocencia del mundo.

Después de arrimar cebolleta con Eona, pedirle al sirviente tímido que le trajera nuevas prendas de ropa, insultar a Cornelia e incluso insultarse a sí mismo -bueno, en teoría a su otra parte-, aceptó venir con nosotros a regañadientes. ¡Bueno, algo es algo! El caso es que viniera sin tener que dejarle inconsciente, así que por esa parte me alegré. También nos informó sobre el esperado enfrentamiento con Cornelius, e hizo mención a un pequeño ejército que el señor grano en el culo parecía liderar. Tras escuchar eso me puse algo tensa y me pregunté qué entendería Brion por pequeño. ¿Doscientos? ¿Quinientos? ¿Dos mil soldados? Supongo que pronto lo averiguaría, aunque no parecía estar muy preocupado. Y así, tras un par de palabras más, una infinidad de puertas se hicieron presentes en la playa, puertas que antes no estaban ahí. O sí estaban, pero no eran visibles a ojos de nosotros los externautas. Las habían de mil formas, tamaños y colores, y no pude evitar pensar que cada una de ellas llevaba a uno de los infinitos mundos que existían en esta... dimensión tan extraña, o lo que quiera que fuera. Brion-dos parecía diferenciarlas sin ningún tipo de problema, pues se acercó a una de ellas y la abrió con una llave que le entregó uno de sus sirvientes, invitándonos a pasar no sin antes comportarse como el grandísimo idiota que era. Me sacudí parte de la gravilla que nos había tirado encima, controlé el ferviente impulso de hacerle tragar un puñado de arena, y fui la primera en cruzar por el umbral. Lo que me encontré fue cuanto menos sorprendente.

No sabía si se trataba del mismo mundo caótico y apocalíptico que había encontrado en la sala de las diez puertas, y si no lo era, era bastante parecido. La oscuridad reinaba sobre nosotros, aunque el cielo poseía ciertos matices rojo sangre como preludio a la matanza que estaba a punto de suceder en aquel lugar. Rocas negras y puntiagudas lo ocupaban casi todo, y la escasa y seca vegetación otorgaba un aspecto mucho más tenebroso. Y allí, a lo lejos, sobre un extenso terraplén de tierra oscura, un ejército se alzaba dispuesto a ganar su batalla. Permanecían quietos, expectantes, deseosos de escuchar la señal de su caudillo. Tal como había dicho Brion-dos no era un grupo demasiado grande -así a ojo no superaban ni dos centenas- lo que me tranquilizó al ver bastantes posibilidades de victoria. Sonreí al ver que el grupo liderado por Haladart ya nos estaba esperando, y me sorprendió descubrir la diversidad de caras nuevas. Supuse que se trataban de los integrantes que el león había reclutado para que nos ayudasen a derrotar a Cornelius, así que me acerqué con el ánimo de saludar.

- ¡¡¡KYA!!! -me detuve en seco cuando alguien chilló de forma muy aguda, sobresaltándome- ¡¡No lo puedo creer, estáis aquí!! ¡¡Los externautas!! ¡¡Por fin!! ¡Venid, venid! ¡Os estábamos esperando, meow~!

Antes siquiera de poder abrir la boca, una mujer gato se plantó delante mío y me jaló de las muñecas con tanta energía que trastabillé debido al impulso. Tenía el cabello negro y vestía ropajes muy provocativos de color carmín, aunque sin duda lo que más llamaba la atención de ella eran sus ojos amarillos y sus nueve colas blancas. Me arrastró consigo hacia el resto del grupo sonriendo alegremente al tiempo que daba varios saltitos.

- ¡¡Kurooo~!! -la mujer gato canturreó el nombre de alguien y me empujó frente al individuo, que permanecía sentado en una de las rocas que sobresalían. Parecía estar analizando al ejército enemigo- ¡Mira, mira! ¡Han llegado los externautas! ¡¿A que son una pasada?!
- No hace falta que lo grites a los cuatro vientos, Suzy, ya nos hemos dado cuenta todos -contestó con cierta rudeza sin apartar la mirada del horizonte- Y deja de agarrarla así, la estás agobiando.

Pese a estar sentado daba la impresión que el joven era bastante alto. Portaba una hermosa armadura negra así como dos espadas cruzadas en la espalda, a todas luces un guerrero. Su melena blanca permanecía alocada y revuelta en la parte superior, mientras que la inferior caía por su espalda adoptando tonos más oscuros. Su porte y serenidad daban a entender que se trataba de una persona seria y de pocas palabras, concentrada única y exclusivamente en su deber. Todo lo contrario a lo que me inspiraba la mujer gato.

- Bah, no le hagas caso. Es un amargado -me susurró de manera cómplice.
- No, si yo...
- ¡¡¿Qué dices de amargado, gata molestosa?!! -lo cual no evitó que el muchacho la escuchara, perdiendo los papeles y girándose hacia ella.
- ¡¡Con tu amargura a otra parte!! ¡¡Shoo, shoo!! -y como quien no quiere la cosa empezó a tirarle piedras, las cuales esquivó una por una con sorprendente agilidad. Al ver que no conseguía dar en el blanco, la gata pareció cambiar de estrategia. Yo simplemente permanecía expectante, totalmente abrumada- ¡¡Argh!! ¡Rata escurridiza! ¡Ya verás! ¡¡GORDO!! ¡¿Dónde está mi gordis?!

Sentí un pequeño terremoto y escuché unos fuertes pasos tras de mi, y al girarme me encontré con una mole verde de más de dos metros de altura. No llevaba ninguna clase de armadura o protección a excepción de un portentoso casco y unas correas atadas a la espalda donde colgaba una maza que pesaría tanto o incluso más que yo. Retrocedí instintivamente, pues dudaba que aquella criatura me hubiese visto y temía que pasase sobre mi como una apisonadora.

- No te preocupes Laschy -me sorprendí que supiera mi nombre, luego supuse que Haladart se lo habría dicho- Gordo es corto de mollera y cuando lo dejo suelto se pone muuuy loco, pero en el fondo es un amor. ¿A que sí, gordis? ¡Ay mi gordis, que me lo como! ¡Eh! -de pronto señaló al muchacho peliblanco- Kuro-idiota me ha insultado, ve y acaba con su vida.
- ¿Grrmphf? -no pensé que fuese a blandir su maza, pero lo cierto es que lo hizo.
- Gordo, ya basta. Sentado. ¡¡Sit!! -como tampoco pensé que fuese a sentarse como un perro al que le ordenan hacerlo. El orco gruñó molesto y se cruzó de brazos- Si usases todo ese odio gatuno acumulado que tienes hacia mi persona para abatir a nuestros enemigos, Haladart no habría necesitado de más reclutas.
- Espero que demostréis esa energía en el campo de batalla -comenté de forma divertida para aplacar un poco la tensión entre ellos- Será un honor pelear a vuestro lado.

El muchacho asintió e hizo una reverencia en mi dirección, para luego volver a recuperar su asiento. Gordo -así parecían llamarle- también gruñó conforme dibujando una extraña sonrisa, y Suzy se giró con un ademán despectivo, algo más calmada, y yo tuve que ocultar mis carcajadas, sin duda era un trío muy interesante. Fue entonces cuando la gata se percató de la presencia de los otros externautas, y recuperando su alegría y energía de siempre se acercó dando saltitos para recibirlos con una enorme sonrisa. Yo la seguí, sólo por si las moscas.

- ¡¡Bienvenidos, bienvenidos~!! Os estábamos esper-...¡¡MEOW!! -ahora fue Suzy la que se frenó en seco, y pude observar que miraba atentamente a Eona de forma poco amistosa- Un... un chucho... -perros y gatos, cómo no. Tendría que haberlo visto venir- ¡¡Fjjshhh!! -la mujer gato le siseó a la mujer loba enseñándole los colmillos, para acto seguido subirse de un salto a la espalda de Rihoran como método de protección, quedándose colgada de su cuello y con sus piernas abrazando sus caderas. El elfo iba disfrazado de felino después de todo, habría visto cierta similitud de parentesco.

Volví a reír y me ocupé en observar las otras caras que aún no habían sido presentadas. Confiaba en que, pese al aspecto pintoresco del grupo, fuésemos suficientes para abatir las fuerzas del ejército y abrirnos paso hasta Cornelius. Si Haladart los había reclutado es que confiaba en ellos, y lo cierto es que ardía en deseos de empezar a cortar cabezas.

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Mensaje  Rihoran Miér Mayo 21 2014, 19:45

El dragón desplegó sus majestuosas alas, acompañando su movimiento con un potente y desafiante rugido. A pesar de lo imponente de su nuevo aspecto, el enfrentamiento no duró demasiado; siguiendo las instrucciones de Laschel me encargué de desviar la atención del bicho el tiempo suficiente como para que ésta pudiera encaramarse por su cuerpo y alcanzara su cabeza. Para cuando el pobre Brion se quiso dar cuenta de la que se le veía encima, ya tenía la piedra incrustada en el ojo. Observé como nuestro amigo recuperaba su forma humana al mismo tiempo que la elfa aterrizaba sobre la arena como si lo que acabara de hacer hubiera sido pan comido. Pocos podían decir que se habían enfrentado a un dragón así.

Me giré a tiempo para ver como una figura que parecía la de Cornelia desaparecía tras el portal por el que habíamos entrado, cerrándolo tras de si. Después volví a centrar mi atención en el joven dragonante, que ya daba instrucciones al pequeño humanoide asustadizo para que le trajera una nueva muda de ropa y se dirigía al segundo de sus "amigos" que no hizo más que confirmarle algo que sospeché que tenía que ver con nosotros, pero yo no dije nada. Permanecí en silencio viendo como se desarrollaba la escena preguntándome si los dos golpes que le habíamos dado habían servido para devolverlo a la realidad, duda que rápidamente se disipó cuando lo vi levantarse, rodear a Eona por la cintura y besarla en el cuello...

- Por favor, este tío no tiene remedio... - dije con clara decepción acompañando mis palabras.

Aún así accedió a acompañarnos al cabo de unos segundos; aquel tío redefinía por completo el término bipolar. Lo que pasó a continuación no sabría explicarlo muy bien. El caso es que el tal Kaito le tendió una llave -lo cual no me extrañó, todo allí parecía funcionar con las malditas llaves- que utilizó para abrir... ¿el aire? A continuación, mostrando su sorpresa ante nuestras caras de confusión, tomó los dos pedrolos que habíamos utilizado para cascarle la nuez y los convirtió en polvo en sus manos como si fueran hogazas de pan, esparciéndolo sobre nosotros tres, dotándonos de su efecto.

Tuve que parpadear varias veces para asimilar la cantidad de puertas que acababa de aparecer frente a mí, flotando en el aire, todas distintas y enormes. Costaba creer que hubieran estado ahí todo el rato y, sinceramente, en aquel momento me sentía más un cerrajero que un guerrero que intentaba salvar aquel mundo. En fin, el caso es que tocaba seguir por la puerta que el mismo Brion había abierto, así que no tenía caso calentarse la cabeza...

- Todo está conectado, ¿eh? - pensé en voz alta al mismo tiempo que todos cruzábamos el umbral hacia una nueva zona.

Describir lo que nos encontramos al otro lado puede resultar demasiado largo y tedioso, tan solo diré que pasamos de un paraíso tropical a una pesadilla sombría, del calor al frío, de la luz a la oscuridad. Las formas en aquel lugar no estaban definidas, dejando mucho a la imaginación de cada uno. El color del cielo era una mezcla entre el negro y el rojo. Un enorme lugar que enseguida identifiqué como el que sería nuestro campo de batalla en aquella guerra dimensional. Frente a nosotros, unos cuantos metros más allá, se alzaba una enorme hueste de seres a los que era difícil poner nombre. Los gruñidos, rugidos y gritos de cada una de aquellas criaturas representaban la banda sonora que envolvía aquel caos todavía por desatar.

Cornelia, betaBrion, Zedth, Letargo, Chris y Haladart ya se encontraban allí cuando nosotros aparecimos, y no estaban precisamente solos. Supuse que aquella compañía se trataba de los aliados a los que el león se había referido en la plataforma, aunque era un número bastante reducido comparado con el de nuestro enemigo. Resultaba curioso. De ninguna de las maneras habría pensado que aceptar aquel trabajo nos conduciría a librar una batalla como aquella, pero allí estaba yo, enfrascado en la estrategia, haciendo números y pensando en movimientos que nos otorgaran la ventaja...

- No le des demasiadas vueltas, enamorado. - me sorprendió una voz sobre mi cabeza. A mi lado aterrizó una criatura que, por supuesto, no había visto en mi vida, aunque sí era cierto que había leído sobre ellas. Criaturas con cabeza y alas de águila, y cuerpo de león. Tan majestuosas como peligrosas. Clavó su mirada celeste en mí, examinándome, mientras yo todavía seguía absorto en mis pensamientos. - En la batalla, si piensas demasiado estás muerto. Hay que dejarse llevar. Sentir y actuar, no tiene más. Mi nombre es Nefertiti, pequeño jaguar. Contamos con vos y vuestras compañeras.
- Al igual que yo cuento con vos, Nefertite. Mi nombre es Rihoran. - le contesté haciendo una leve reverencia. - Aunque la experiencia me dice que si tampoco planeas tus movimientos, estás igual de muerto. - rebatí con una sonrisa en el rostro a mi nueva interlocutora.
- Eres interesante, joven Rihoran. Ahora veremos de qué estás hecho realmente.

El temblar del suelo y fuertes resoplidos a mi espalda interrumpieron aquella breve conversación, haciéndome que me apartara con brusquedad -casi por instinto- ante la clase de criatura que se había acercado a mí. El suelo se resquebrajó cuando ésta plantó su enorme arma en el suelo y se tomó unos segundos para otear el horizonte de enemigos que se hallaba frente a él. Tras esto abrió sus brazos, sacando pecho y lanzando un potente e intimidante rugido que me obligó a taparme las orejas y que seguramente sobresaltó a la mitad de los allí presentes... sino a más.

- ¿Lo veis? Khorne no suele pensar durante la batalla y aquí sigue, vivo y con ganas de más. - me volvió a decir la grifo, amagando un gesto divertido.

El pequeño Khorne medía al menos tres metros y contaba con unos músculos de proporciones exageradamente grandes. Su cabeza y grandes cuernos recordaban a las de los bueyes de carga que suelen tirar de los carromatos, pero su expresión era mucho más fiera y terrorífica, sin contar con que, evidentemente, se alzaba sobre dos patas, portaba armadura y blandía un hacha que me doblaba en tamaño. Desde luego era más que un alivio tenerlo como aliado en aquella contiendo y no como enemigo, pues a bote pronto no se me ocurría cómo podría vencer a algo así.  

- Mi nombre es Rihoran, mi señor Khorne. - dije presentándome una vez recuperado del sobresalto inicial.
- No te ofendas si no te contesta, nunca ha sido muy hablador...

No pude evitar rememorar a la guardiana equina cuando descubrí el aspecto de mi nuevo aliado. Un caballo a todas luces, solo que mucho más llamativo y ancestral que uno normal. Su pelaje era blanco como lo había sido el de la yegua, aunque varias partes de su lomo y sus patas estaban adornadas con lo que parecían ser escamas, como si portara una especie de armadura. Aunque lo que sin duda más llamaba la atención de su aspecto era que gran parte de su crin se encontraba cristalizada en una cresta de hielo que se extendía hasta la parte alta de su frente de la que sobresalía un cuerno del mismo material y que no pude evitar comparar con la forma del filo de Alassi'aure, la cual desenvainé para hacer la comparación... 

- Respondo al nombre de Falhofnir, Rihoran, portador del jaguar y la yegua. - murmuró agachando su cabeza, acercándola a mi rostro y procurando que sus ojos y los míos estuviesen alineados. - Espero que seas consciente del honor que representa portar su espíritu en su espada. - No pude evitar apartar la mirada y enfocarla en el filo de mi acero, percibiendo como éste soltaba un destello fugaz, como haciendo patente el vínculo que unía, o unió, a aquellos dos seres. Casi pude sentir como el poder del guardián crecía dentro de la espada. - Y ahora, preparémonos para lo que está por llegar.

Para lo que estaba por llegar, sí... me pregunté si acaso se refería a la mujer-gato que venía chillando como una chiquilla hacia nosotros y que, sin que pudiera hacer nada, se me encaramó a la espalda, aparentemente escondiéndose de Eona. Mi cara en aquel momento debía de ser un poema, cara que por supuesto, le dediqué a Laschel y a su risa burlona. Intenté deshacerme del agarre de mi "captora" pero resultaba imposible. Solté un suspiro cansado, al mismo tiempo que me fijaba en los otros dos acompañantes que parecían haberse presentado a la elfa. Parecía gente de la que se podía depender, al menos la mole y el guerrero de armadura oscura, de la gatita no me atrevía a opinar... pero yo también tenía garras, al menos de momento.

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Mensaje  Eona Jue Mayo 22 2014, 22:40

Después de todos esos golpes y provocaciones, distraer a un dragón de casi cuatro metros de altura, pervertido y agitado, no resultaba ningún problema. Sobre todo para aquellos de género femenino y escasos de ropa. Por lo que lo más interesante de aquella escena, a parte de las acrobacias de la doble orejuda, fue la leve comunicación de ojos vs ojos que Cornelia (¿Amelia?) y Brion mantuvieron por un momento fugaz.

Al parecer, era la cual mejor le caía a la versión "viejo verde" de Brion, lo cual traté de tomar como un cumplido, y su agarre posterior no hizo más que confirmarlo. - ¿Comprometido? Si no fuese porque la conejita te dio más duro de lo que deseabas aún estarías pensando en tríos y otras tonterías. - respondí riéndome en su oreja. Y entonces se me ocurrió darle algo por lo que, tal vez, decidiese esforzarse un poquito más. - Los hombres débiles no tienen el derecho de divertirse conmigo. Ya veremos cómo te las apañarás en la batalla. -

Después de "advertirnos" incluso más de lo necesario nos echó sus polvos mágicos de hada del país de nunca jamás y ante nosotros se mostró, al fin, un mar de puertas de todas las clases y tamaños. Hasta llegué a ver una con forma de nube, e imaginé que sería divertido atravesarla para reaparecer en el cielo azul, donde darle caña a mis nuevas amiguitas, pero no había tiempo. -Todo está conectado, ¿eh?- Miré al elfo con los ojos de par en par. - No empieces tu también... -

Nuestro nuevo destino no debería de tener una sola puerta, sino varias, para que así pudiese convertirse en un lugar turístico, ideal para familias enamoradas. Era un lugar perfecto para la batalla. Y de ahí surgía mi pregunta. ¿No hacía aquello más que llamar sangre a la sangre? Si luchásemos en algún luguar como el mundo multicolor de animalitos de ojos saltones seguro que ni siquiera sangraríamos, sino que echaríamos gominolas. Pero bueno, no estaba mal dar ambiente. Por no hablar de nuestros enemigos...

- Se en lo que estás pensando... - un aliento gélido rozó mi oreja. Despacio... Muy despacio me giré y me topé con... "Eso..." - Quieres enseñarme tu ropa interior... ... ... Ah... No tienes... ¡Ho ho ho ho! - ¡Un esqueleto andante y viviente! ¡Y además estaba rodeado de una extraña llama verde! Si esta era la clase de amigos que tenía Hala, no quería conocer a sus enemigos... - Es usted una señorita hermosa, aunque... ¡Yo no tengo ojos para contemplarla! ¡Ho ho ho ho! -

Me quedé plantada con la mirada fija en el huesudo. - ¿Puedo? - pregunté con una clara intención en mente y él asintió. Casi de inmediato metí dos de mis dedos en sus cuencas vacías, y él no cambió su expresión sonriente siquiera . - Si no fueses una aliada, tus dedos ya estarían echos cenizas. - exclamó entonces una voz burlona. Se trataba de una especie de serpiente alada el doble de alta que yo, y mucho más alargada de lo que podría medir. - Por lo que veo te unirás al escuadrón aéreo. Bien, nos ventrán bien un par de alas potentes como las del búho, que en paz descanse. - Al parecer, este, parecía ser un ser bastante espabilado...

- ¡Eona! - resonó la vocecilla de Chris, el cual vino aleteando hacia mí. Se posó alegremente en mi cabeza y me dio la oportunidad de observar a los que rodeaban a mis amigos. "Ambos tienen a al menos un enorme y feroz guerrero de aliado... ¡Eso significa que yo también...!" Empecé a buscar a mi alrededor, hasta que al final lo vi. Un ser enorme, el cual se me acercaba con paso pesado y decidido. Se paró frente a mí, haciendo resonar el suelo y... - ¡Holitas~! - chilló con voz de hormiga, agitando sus voluminosos brazos. - ¡Que mieedo...! ¡Pero por suerte, los elegidos ya están aquí para salvarnos! ¡Estamos todos salvadiiiiiiiitos~! -

Me quedé de piedra, mientras alcanzaba a observar que el reptil alado soltaba un suspiro cansado, pero antes de poder decir cualquier chorrada que se me escapase de la lengua, una gata empezó a escupir en mi dirección. La miré con una ceja levantada. - ¡Bu! - y esta saltó como una rana, enganchándose en el elfo. - Podrías hacer una pareja de comediantes gatunos... - comenté, echando un vistazo al resto de nuestro, cada vez más extenso, grupo. Y como no, el esqueleto ya estaba al lado de Lasch, pidiendo que le enseñase su ropa interior...

Huesitos:
Escamitas:


(Off: No ando muy imaginativa, sorry... u.u)
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Mensaje  Thorn Jue Mayo 29 2014, 03:51

Además de los guerreros que se habían presentado ante los tres externautas, se había reunido otro grupo relativamente importante que comenzaba a hacer un círculo en torno a los protagonistas de la historia. Brion y Brion-beta se miraron con profundo odio, reflejándose entre  ellos mismos a medida que avanzaban hacia el otro con paso decidido. Esta vez no hubo luz, ni destellos, ni nada, simplemente desaparecieron por un par de segundos y reaparecieron en forma de un portentoso dragón, imbuido en una fuerte armadura.

Un relámpago pareció rajar el cielo teñido de sangre y se escuchó un bramido mezcla de aullido desde las filas enemigas. Cornelia se presentó ante los tres, al lado del león. Este último tomó la palabra, vuelto una fiera celestial. -Es la hora mis amigos, será el todo o la nada. Nosotros cuidaremos de vosotros, procurad entonces atacadle a él y sólo a él-.

Sin más, dio media vuelta, avanzó un par de metros hacia los enemigos, profirió un rugido y luego otro, que fue coreado por el bando de los aliados, mientras que un asqueroso eco se dejó escuchar desde el otro lado, alrededor de uno o dos minutos más tarde. El león fue el primero en romper filas para salir al encuentro de sus rivales.

-Chachis chachis- diría voz de hormiga apresurándose a la batalla.

-Ya era tiempo…- susurraría Nefertiti invitando a Rihoran y compañía a unírseles.

-¡Humpf!- resoplaría Gordo luego de que Kuro le dijera -up up up arriba amigo.

Instrucciones: Tendrán este turno para relatar y deshacerse de algunas molestias en el camino. Al final del cual deberán localizar y buscar acercarse a Cornelio en el campo de batalla. Acepto roles más acotados, la idea es avanzar y tener una breve batalla tras la cual acabará la quest. No olviden usar a sus tres pnjs.
A partir de ahora, tendrán tres acciones abiertas que podrán lograr y dos que quedarán a mi criterio por cerrar. Si tienen dudas, MP
Suerte

________________________________
Off:Como les dije en el MP lamento mucho estos inconvenientes. Procuraré responder en tiempo para finalizar esto de una vez. Además, quería introducirles algunos compañeros más que tenía archivados en los marcadores, para darle más color a las respuestas finales de mi parte, pero ha sido imposible. La palabra “frustración” queda corta…
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Mensaje  Laschel Sáb Mayo 31 2014, 17:28

Aquel popurrí de criaturas era sin duda algo que recordar, y eso que mi, llamémoslo peculiar cuadrilla, era la más 'humana' de todas. Por la parte de Rihoran pude observar un grifo, un minotauro que parecía competir en brutalidad con Gordo, y un precioso equino de aspecto gélido. Y por la parte de Eona, una majestuosa serpiente alada, un esqueleto con preocupante fetichismo hacia la ropa interior femenina y un... un... bueno, la última no pude diferenciarla, pero la definiré como una cosa muy rara con una voz muy fuera de serie.

Nuestros aliados empezaron a prepararse y alistaron su posición; Brion-uno y Brion-dos se fusionaron para dar forma al mismo dragón que habíamos visto en la playa, solo que mucho, muchísimo más grande. El guerrero peliblanco de oscura armadura se situó justo a mi derecha, regalándome una media sonrisa antes de desenvainar dos espadas lo suficientemente anchas como para preguntarme cómo es que podía sostenerlas con una sola mano. Yo por mi parte desenvainé las mías, mucho más pequeñas pero igual de letales y afiladas. Gordo en cambio se paró frente a nosotros dándonos la espalda. Pude escuchar cómo bufaba cual rinoceronte a punto de embestir a su presa, sus hombros subían y bajaban a causa de las potentes respiraciones y decidí apartarme de su furia berserker.

- Procura que no te maten otra vez, ¿de acuerdo? -miré con extrañeza a Kuro, aunque pronto comprendí que no me hablaba a mi, sino a la mujer gato.
- ¡Eh! ¡Que aquella vez no fue mi culpa! -se quejó ésta- Además, aún me quedan... una, dos, tr-... ¡cuatro de mis siete vidas! -y parecía afirmarlo literalmente, aunque visto lo visto ya nada me sorprendía en aquel mundo. Suzy entonces avanzó y se colocó frente a la armada aliada, alzando ambos brazos- Ejem, ejem... ¡Vuestra atención, por favor! ¡Gracias!

Miré a la gata con curiosidad, como si pareciese dispuesta a lanzar el típico discurso épico y motivador antes de la batalla, pero lo único que escuché fueron... cascabeles. Suzy giró sobre sí misma e hizo ondear sus nueve colas blancas, empezando una suave y delicada danza donde los cascabeles que adornaban sus ropas acompañaban cada uno de sus movimientos. El tintineo de éstos penetró en mis tímpanos al tiempo que observaba hipnotizada su baile, y de pronto me encontré sujetando las espadas con tanta firmeza que mis brazos empezaron a temblar de la emoción. No podía pensar en otra cosa más que en abatir al enemigo, era tal la motivación que sentía que mis piernas ardían deseosas de correr hacia ellos. Los latidos de mi corazón se aceleraron y sonreí como si realmente esperase disfrutar con la batalla. Comprobé que no sólo yo, sino toda la alianza tenía un nuevo brillo inspirador en los ojos; Suzy nos había motivado a todos.

- Vamos a cortar varias cabezas -los ojos de Kuro destellaban un profundo e irrefrenable entusiasmo.
- ¡¡GRRWAAARRGGHH!!

Un rugido detrás de otro, incluso yo me uní al atronador coro de bramidos con un grito enfurecido que salió desde lo más profundo de mi garganta. Momentos después me encontré corriendo hacia el bando contrario junto con todos los demás, sintiendo cómo las fuertes pisadas de Gordo retumbaban las piedras. El orco embistió la primera fila de enemigos derribando sus escudos como la gran demoledora que era, para luego tomar su maza y empezar a repartir golpes a diestro y siniestro, rugiendo y permitiendo que la locura se apoderase de sus acciones. Kuro empezó a trazar grandes hélices con sus espadas demostrando una destreza casi sobrenatural teniendo en cuenta el tamaño de éstas, aniquilando todo ser viviente que se cruzara en su camino. Y yo, por mi parte, empecé a moverme velozmente por el campo de batalla ayudándome de las virtudes de mi disfraz, fintando, esquivando, sorprendiendo por la espalda y buscando las aperturas perfectas para ejecutar golpes letales, generalmente directos al cuello. En poco estaríamos enfrentando a Cornelio y todo habrá acabado...
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Mensaje  Rihoran Dom Jun 01 2014, 20:37

Lo cierto es que tampoco hubo demasiado tiempo para más presentaciones. El estruendo que provocaban las tropas enemigas volvió a envolver el ambiente en aquella tensión propia de una batalla importante, y pronto me encontré flanqueado por mis nuevos acompañantes. Aunque a regañadientes, ambos Brions terminaron por fusionarse dando lugar a un enorme dragón, bastante más grande que el que habíamos "combatido" en la playa, y al parecer aquella fue la señal para que toda la compañía se adoptara actitud bélica. Seguro que todos ellos estaban esperando esta batalla.

La mujer gato al fin se soltó de mi espalda, y se colocó frente a todos. Sin alcanzar a comprender lo que pretendía hacer, observé como comenzaba a bailar. Al principio pensé que aquel no era el momento ni el lugar para que siguiera con sus tonterías, pero casi sin darme cuenta quedé cautivado por aquella danza... o más bien por el inusual ritmo que los cascabeles que portaba marcaban sobre todo aquel bullicio. Cuando volví a ser consciente de dónde me encontraba descubrí que tenía a Alassi'aure en mi mano, sin saber determinar en qué momento la había desenvainado; el agarre era firme y la adrenalina recorría todo mi cuerpo. Si había un momento en que empezar a rebanar cabezas, era aquel, sin duda.

- Adelante, muéstrame que eres merecedor de empuñar su fuerza. - me dijo Falhofnir entonces. Sus palabras dieron comienzo a la lucha.

Solté un rugido impropio de un elfo, tras el cual supuse que debía ser algo de la parte jaguar que me acompañaba, y comencé a correr hacia la horda enemiga. No creo que sea capaz de describir con exactitud cómo se desarrollaron los acontecimientos a partir de ese momento, más que nada porque dudo seriamente de fuera plenamente consciente de lo que hacía. Todo mi ser estaba sumergido en aquella tensión, en el fragor de la batalla, en el sabor de la sangre de mis enemigos -esto último también debía formar parte de la personalidad felina-. Mis movimientos eran totalmente instintivos. Acción, reacción. Era capaz de ver todos y cada uno de los ataques de mis enemigos, y actuar en consecuencia. Degollar gargantas, cercenar extremidades o hundir mi acero en sus cuerpos no me costaba ningún tipo de esfuerzo: era parte de mí... o de mi yo dentro de aquella dimensión extraña.

Falhofnir se encargaba de congelar a varios enemigos con tan solo el tronar de sus cascos contra el suelo, mientras que Khorne avanzaba justo detrás de él haciendo añicos dichas estatuas de hielo con su enorme maza. Nefertiti sin embargo desgarraba los rostros de aquellas criaturas con sus garras descendiendo una y otra vez desde los cielos... y los demás, bueno, los demás parecían no necesitar ayuda de ningún tipo.  

Entonces fue cuando reparé sobre una elevación detrás de todas aquellas tropas enemigas. Una elevación sobre la cual se distinguía una figura oscura de la cual era imposible distinguir sus rasgos, a pesar de que no era necesario hacerlo para identificar quién era. Cornelius.
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Mensaje  Eona Jue Jun 05 2014, 11:42

Después de la fusión de los Brions, el discursito del león arcoiris y el baile de la gata, todo se tornó en un haos de manchas y gruñidos. Una extraña fuerza me recorrió tras el cantar de los cascabeles y a ello se le unió el brillo de mis tatuajes. Estos comenzaron a brillar con mayor fuerza, primero con un resplandor cegador, hasta después adaptarse a mí de una forma, cuanto menos, mágica.

Apreté los puños y después de que el que parecía ser el líder de nuestro ejército diese el primer paso me compacté, doblando tanto piernas como alas, para concentrar la energía necesaria para de un salto alzarme en el aire. Solté un gruñido lobuno. Ya no podía contenerlo más, debía de dejar salir mi yo interior. Me impulsé y extendí las majestuosas alas que ahora adornaban mi espalda, haciendo una pirueta en las alturas del cielo rojizo. - No vayas a confundir enemigos y aliados, te ves muy excitada, jovencita. - resonó a mi espalda. Se trataba de la enorme serpiente voladora, y le dediqué una media sonrisa. Notaba como involuntáriamente mis muelas empezaban a convertirse en colmillos a su placer. - Excitación no siempre significa descontrol, abuelita. - me reí entre dientes.

La batalla debajo de mí había empezado, mientras que yo simplemente me mantuve levitante en la misma posición. El saco de huesos había empuñado una fina espada y danzaba entre los enemigos cantando una alegre canción, como si los golpes no le afectasen, quemando todo a su alrededor. La serpiente, después de haberme dado no se qué consejo que había ignorado por completo, empezó a dedicarse a su "cena", pues literalmente devoraba todo lo que se le ponía por delante, ya fuese grande o pequeño. Y por último, pero no por ello menos... Iba a decir importante, pero aquello era inevitablemente cómico... Voz de hormiga también danzaba entre las tropas enemigas, pero este lo hacia sobre las puntas de sus pies, dando piruetas y saltitos, mientras extendía brazos y piernas. Debía de admitir que era visiblemente eficaz, pero... Bueno, al menos no parecía que ninguno necesitase ayuda.

Mis garras enfrentaron los redondos dedos de mis manos y tuve que encorvarme, azotando las alas para no perder el equilibrio. Mi mirada reflejó un brillo ámbar y con ello ya estaba todo decidido. ¡Se acabó el juego! En tan solo unos segundos, mi forma cambió a la de mi yo real, pegando un largo y resonante aullido. Ahora me tocaba a mí.

Noté como mi fuerza había aumentado, y a pesar de tener cola, orejas puntiagudas y todo lo demás, ni los tatuajes del perro ni las alas del búho habían desaparecido. Aumenté mi altura, hasta tal punto que empezó a costarme respirar, y me lancé en picado sobre mis presas, arrancando toda parte del cuerpo que se me pusiera por delante. Mis garras y colmillos estaban descontrolados, disfrutando de aquella fuerza sobrenatural que me dominaba. Lo estaba... Disfrutando más incluso que en el mundo real, o el que lo es para mí, vamos. Y tal vez fuese ese el motivo por el cual, despreocupádamente, me lancé contra la figura que mayor oscuridad desprendía, casi en la parte final del ejército enemigo. La tenebrosa figura que, sin lugar a dudas, debía de ser nuestro único y mayor objetivo. Después de todo, las locuras eran mi especialidad.

(Off: Siento mucho mucho mucho mi tardanza :((( )
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Mensaje  Thorn Jue Jun 05 2014, 12:39

Los cascabeles de Suzy habían cautivado al ejército amigo y éste desbordaba de motivación que no tardó en convertirse en buenos resultados. Los amigos de Haladart se habían incrementado en número; llegaron todo tipo de criaturas grandes y pequeñas e incluso, algunos seres gigantes que aparecieron rajando la tierra y brotando desde sus mismas entrañas rodeados de agua. Se trataba de los amigotes de Brion, pececitos de agua salada tan grandes como al menos diez minotauros que se contentaban con dar coletazos o morder y tirar hasta que la vista perdiese el punto del ser desdichado que cayera en su territorio.

La lucha había comenzado sangrienta y enzarzada; los odios y rencores de años se estaban condensando en ese preciso momento, tan ínfimo en comparación con lo ya vivido que rajar, desgarrar y matar no era suficiente en algunos casos. La efectividad obligatoria de una guerra se veía ligeramente menguada por cierta saña por parte de muchos personaje de ambos lados. Incluso Haladart, cayó en ese jueguito con dos o tres a los que ya les había puesto el ojo desde que llegara a esas extrañas tierras.

La elfo-conejo se movía ágilmente por el campo de batalla, sus habilidades naturales conjugadas con las que le brindaba su traje no permitían que sufriera daños por algunas pequeñeces que se le habían metido en el camino, en cuanto que sus nuevos amigos, diestros en el arte del combate y la muerte no hacían más que sesgar vidas contrarias. La gran mole era la que parecía estar pasando mejores momentos, quizás porque desde el otro lado nadie se atrevía a darle órdenes.

El félido Rihoran se movía con la gracia del leopardo entre las tropas enemigas, terminando con los enemigos que se interponían a su paso. Un espectáculo digno de ver era aquél, un hijo de los bosques entregado al fragor de los duelos. Su compañía trabajaba diestramente en equipo. Una gran mole de hierro y piedras surgió de la tierra en el camino de nuestro amigo, pero sus tres compañeros actuaron en consecuencia, señalando a Cornelio. “ A por él bestiaaa” resonarían en su corazón las palabras de sus amigos.

Aquella que con arrojo se clavó directamente contra el señor oscuridad-malvada se dio contra un gran escudo transparente y de forma ovaloide que al principio intentó tragársela transmutando de una forma extraña. Los tatuajes y las alas de la joven comenzaron a emitir un extraño brillo y por primera vez ella comenzaría a sentir algo de presión sobre la parte semi-absorbida de su cuerpo y un poco de la fuerza del impacto aunque varias veces más menguada. Ese efecto sólo duraría un par de minutos. Cuando el doble malvado de Cornelia se diera cuenta que Eona no era chupa-comestible, la lanzaría varios metros hacia el aire, sin producirle ninguna lesión más que un levísimo mareo por la velocidad a la que fue expulsada.

-Huahuahua ¿y esa fue una de las elegidas? No me hagáis llorar de la risa- diría en una voz lenta, gruesa, distorsionada. Su cuerpo escondido tras un velo de oscuridad era tan grande como el de un gran cíclope, con escamas negro verdosas en vez de piel y una gran armadura de cuero reforzada, marcando fuertes músculos. En su diestra una gran espada, en la siniestra un  ancho escudo.

-El escudo es una reliquia que aumenta su poder, aunque primero deberán romper el que mi preciosa acaba de astillar- le guiñó un gran ojo a la mujer lobo -Felicidades mi chica sexy, a mí me tomó al menos una hora hacer lo que tú con ese cuerpecito- y le tiró un beso bestial a la loba alada. Acto seguido invocó un rayo que cayó en su espada y la tiró sobre el moviente escudo medio invisible del enemigo. -Al menos ahora se solidificó; me llaman por ahí, ya saben, la batalla y eso…- con esas palabras se marchó, dejando a los tres héroes con cualquier pregunta a flor de labios.

Instrucciones: tienen un máximo de dos acciones directas contra Cornelius que están aseguradas y una que dejarán a mi discreción como lo ha hecho Eona. El siguiente que ataque romperá el primer escudo y dependiendo de cómo roleen quizás pueda hacerle daño a su enemigo.
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Mensaje  Laschel Dom Jun 08 2014, 18:57

Uno, dos, tres, cuatro... Los enemigos empezaban a caer como moscas ante la danza de mis espadas. Nunca fui diestra en aplicar la fuerza física en los combates, mi única defensa era mi instinto, mi flexibilidad y mi propia velocidad de reacción, es por eso que durante todos estos años había aprendido cuándo y dónde cortar. Procuraba evitar los enfrentamientos directos, siempre buscando aniquilar con uno o dos golpes. Nunca bloqueaba un ataque, en su lugar realizaba una finta que me permitiese contraatacar sin dar tiempo a una segunda embestida. Y así, entregada en cuerpo y alma al fragor de la batalla, los buenos resultados empezaron a brillar en el bando aliado.

Sin embargo, sabía que de nada servía todo aquel esfuerzo si no acabábamos con el cabecilla principal: Cornelius, y fue precisamente Eona y su habitual imprudencia la que nos ofreció una pista sobre el alcance de su poder. Tras eliminar rápidamente las pestes que me rodeaban ganándome así una tregua de varios segundos, me detuve para observar cómo la loba se lanzaba en picado contra la tenebrosa criatura, rebotando en una especie de barrera invisible que la lanzó varios metros más lejos. Por un breve instante me preocupé y chasqueé la lengua algo frustrada; una barrera mágica era un handicap importante, aunque la acción de la rubia había servido como conejillo de indias para confirmar su existencia.

- ¡Kuro, tiene un escudo invisible! -le grité a mi compañero que peleaba a pocos metros de mi posición.
- ¡Lo sé, lo he visto! ¡Hay que...!

De pronto, un poderoso estruendo agudo resonó por todo el campo de batalla, un grito tan profundo que no hubo ni un sólo enemigo que no se llevase las manos a la cabeza. La batalla se paralizó durante unos segundos y Kuro aprovechó la ocasión para decapitar a unos cuantos aturdidos. Pronto comprendí que aquello no era un grito; era un maullido que provenía desde la otra punta del campo de batalla, más concretamente desde el saliente en el que Suzy nos observaba y se mantenía al margen de la lucha. Al parecer su poder no sólo consistía en alterar la motivación de sus aliados, sino también mermar la de sus enemigos... y lo más importante de todo es que a Cornelius tampoco pareció gustarle aquel ruido. Pude observar cómo luchaba por mantener la firmeza en sus rodillas, y cómo su escudo invisible empezó a parpadear como si le costase mantenerlo activo.

- ¡¡Vamos!! ¡¡Corre, corre, corre, corre!!

La exclamación apresurada del peliblanco me hizo arrancar la carrera de inmediato; la barrera mágica que protegía a Cornelius había mostrado signos de fragilidad y puede que aquella fuese la única oportunidad que teníamos para romperla del todo. Era ahora o nunca.

Kuro se llevó los dedos a la boca y emitió un poderoso silbido que pareció sacar a Gordo de su trance berserker, pues éste se giró para mirar a su compañero con una fiera expresión en el rostro. Momentos después y tras una serie de rápidos y concisos gestos, el poderoso orco levantó su gran maza para luego, con un rugido más propio de una bestia, golpear el suelo con tal potencia que la tierra se resquebrajó. La grieta creció rápidamente en dirección a Cornelius, superando mi distancia aún cuando me faltaban apenas veinte metros para llegar hasta él. La elevación de roca sobre la que se encontraba sucumbió al pequeño terremoto y se vino abajo, llevándose al momentáneamente aturdido señor de la oscuridad consigo. Justo en ese momento una flecha pasó silbando muy cerca de mi cabeza. Impactó de lleno en el debilitado escudo haciéndolo añicos tras un leve explosión de luz, y una fugaz sensación de júbilo se apoderó de mis músculos.

Por desgracia y pese al éxito del plan, la victoria aún no estaba asegurada. Necesitábamos abatir personalmente a Cornelius si pretendíamos acabar aquella guerra, y fue en esos momentos de caos que aproveché para escabullirme por un costado aprovechando la nube de arena que se había levantado tras el derrumbamiento de tierra. A simple vista nuestro enemigo resultó ser alguien bastante grande -y apostaba que su resistencia física tampoco se quedaba atrás-, por lo que si queríamos abatirlo primero tendríamos que "desarmarlo" pieza por pieza, empezando por aquel escudo que portaba en su mano izquierda. Esperaba que mis compañeros me ofreciesen cierta distracción, así me resultaría mucho más fácil situarme tras su espalda para intentar inhabilitar su brazo izquierdo de forma que le resultase imposible seguir sujetando el escudo, bien atacando sus articulaciones o cortando algunos tendones importantes. En aquel momento, el trabajo en equipo lo era todo.
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