[Quest] La puerta
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[Quest] La puerta
A orillas del lago Amelie De Gainus aguardaba con impaciencia la llegada de algún aventurero que pudiera estar interesado en rescatar a su hermano y vivir aquella aventura misteriosa. El frio hacia que su aliento formara nubes de vaho a cada respiración. Era una hermosa muchacha de frágil aspecto. Tenía la tez pálida y una preciosa cabellera negra que recorría su espalda dibujando suaves ondas. Llevaba un vestido en tonos verdes con matices azulados.
La familia De Gainus se había encargado de difundir el mensaje por los alrededores. Ofrecían una recompensa a todo aquel que consiguiese sacar a un muchacho que, cincuenta años atrás, quedó atrapado en el interior de una misteriosa puerta.
*No se debe estar participando en otra quest.
*No debe estar participando en duelo/entrenamiento.
*Si se abandona la quest, habrá consecuencia que afecte al personaje.
*Se debe notificar si no se responderá dentro de las 24hs en la quest.
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La familia De Gainus se había encargado de difundir el mensaje por los alrededores. Ofrecían una recompensa a todo aquel que consiguiese sacar a un muchacho que, cincuenta años atrás, quedó atrapado en el interior de una misteriosa puerta.
“Una misteriosa puerta ha aparecido a orillas del lago la luna. No sabemos cuánto tiempo permanecerá allí, ni donde irá después. Hemos intentado abrirla pero no hemos tenido éxito. Hace cincuenta años esta misma puerta apareció en las afueras de Durandak. Mi hijo, Brion de Gainus la abrió y fue absorbido por ella. Desde entonces nadie más lo ha vuelto a ver.
Ofrezco una recompensa a aquel que consiga abrirla y rescatar a mi hijo.”
Ofrezco una recompensa a aquel que consiga abrirla y rescatar a mi hijo.”
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Thorn
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Re: [Quest] La puerta
Quien lo diría, yo adentrándome en tierra de chupasangres... Pero sí, ahí estaba. Había dejado al enano de Keff en una de las mejores posadas de Lunargenta, al cuidado de no uno, sino dos lacayos humanos de la Manada, que como él, ansiaban el ser mordidos y convertidos, y de seguro que cuando regresase a por él me encontraría con una factura de no uno, ni dos, sino de hasta tres ceros. Suspiré en silencio, mientras caminaba esquivando los árboles con total tranquilidad. El viaje había sido un imprevisto, pero traté de organizarlo lo más rápidamente posible, para regresar cuanto antes. Y, bueno, lo cierto es que ya había cumplido su función; nada importante, tan solo un "asuntillo" sin importancia para la Manada, pero maldita sea mi curiosidad, la cual me obligó a adentrarme en esta aventura.
Por la posición del sol entre los árboles era mediodía, una hora cuanto menos indicada para andar en aquellas tierras, y las ramitas especiales escondidas entre mi ropa evitaban que razas indeseadas fuesen atraídas a mi olor como polillas hacia la luz, borrando casi toda esencia de lobo en mí. Lo cierto es que ansiaba regresar cuanto antes, sí, pero seamos realistas; ¿una puerta que desaparece? ¿Enserio? ¿Quién no querría husmear un poco más sobre ello? Además, si la familia, tal y como había oído, pertenecía a los reinos del norte, había una alta probabilidad de que estuviésemos hablando de una familia de dragones debiéndome un favor. Vale que odiasen a los lobos, y a los vampiros, pero su orgullo era tal que se dirigieron a estas tierras para salvar a uno de los suyos después de 50 años, por lo que dudaba de que, aunque fuese un licántropo el que los ayudase, rechazasen su deber de devolver lo dado, ¿no? Y, de todas formas, si no era necesario, nadie tendría que enterarse de qué era yo en realidad.
El aumento de la humedad y un dulce olor femenino me indicaron que estaba cerca, y cuando vislumbré el lago junto a la dama esperando en su orilla, fue una señal más clara aún. Cuando me acerqué, su largo y oscuro cabello ondeó en el aire bailando la danza de una ráfaga inesperada y al girarse y notar mi presencia saludé con un leve gesto de cabeza. - He venido por lo de la puerta. Escuché qué... - mi alegre y carismática voz se vio interrumpida por un impulso. Algo que sabía que se avecinaba. - Vaya, no seré la única interesada al fin y al cabo. - comenté con pesar, pero uno de los lejanos olores me era familiar... ¿Pero de dónde? Traté de rebuscarlo en mi memoria, pero nada sabría hasta no verlo en persona.
(Mi intención era postear como la última, de ahí mi tardanza, pero ya que nadie más se anima, seré la primera xDD)
Por la posición del sol entre los árboles era mediodía, una hora cuanto menos indicada para andar en aquellas tierras, y las ramitas especiales escondidas entre mi ropa evitaban que razas indeseadas fuesen atraídas a mi olor como polillas hacia la luz, borrando casi toda esencia de lobo en mí. Lo cierto es que ansiaba regresar cuanto antes, sí, pero seamos realistas; ¿una puerta que desaparece? ¿Enserio? ¿Quién no querría husmear un poco más sobre ello? Además, si la familia, tal y como había oído, pertenecía a los reinos del norte, había una alta probabilidad de que estuviésemos hablando de una familia de dragones debiéndome un favor. Vale que odiasen a los lobos, y a los vampiros, pero su orgullo era tal que se dirigieron a estas tierras para salvar a uno de los suyos después de 50 años, por lo que dudaba de que, aunque fuese un licántropo el que los ayudase, rechazasen su deber de devolver lo dado, ¿no? Y, de todas formas, si no era necesario, nadie tendría que enterarse de qué era yo en realidad.
El aumento de la humedad y un dulce olor femenino me indicaron que estaba cerca, y cuando vislumbré el lago junto a la dama esperando en su orilla, fue una señal más clara aún. Cuando me acerqué, su largo y oscuro cabello ondeó en el aire bailando la danza de una ráfaga inesperada y al girarse y notar mi presencia saludé con un leve gesto de cabeza. - He venido por lo de la puerta. Escuché qué... - mi alegre y carismática voz se vio interrumpida por un impulso. Algo que sabía que se avecinaba. - Vaya, no seré la única interesada al fin y al cabo. - comenté con pesar, pero uno de los lejanos olores me era familiar... ¿Pero de dónde? Traté de rebuscarlo en mi memoria, pero nada sabría hasta no verlo en persona.
(Mi intención era postear como la última, de ahí mi tardanza, pero ya que nadie más se anima, seré la primera xDD)
Eona
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Re: [Quest] La puerta
No era la primera vez que pisaba tierras occidentales, aunque hacía años que no recorría aquellos parajes. Las criaturas de la noche no eran santo de mi devoción y no me gustaba merodear por su territorio, básicamente porque me sentía un alimento con patas a cada mirada que recibía. Sangre de elfo... Conocí a varios que aseguraban que era más dulce que la humana, posiblemente por esa longevidad que nos caracterizaba y que le daba ese puntillo especial al sabor. El caso es que los elfos éramos una delicatessen en según qué pueblos vampíricos, y lo cierto es que yo prefería conservar todos los glóbulos rojos posibles dentro de mi cuerpo. Es por eso que atajé por los bosques; me orientaba mucho mejor en ellos y por cuestiones personales me sentía mucho más cómoda respirando el aroma forestal. En cualquier caso, el sol marcaba el mediodía y las aldeas a estas horas estarían prácticamente desiertas, pues era en la noche cuando demostraban su siniestro esplendor.
Pero no habían sido los vampiros los causantes de mi larga travesía desde Lunargenta, no. Mis motivos iban dirigidos a cierta información que me había proporcionado Edge acerca de una misteriosa puerta que aparecía y desaparecía aleatoriamente, absorbiendo personas y enviándolas a vete tú a saber dónde. En resumidas cuentas, se supo que la puerta había vuelto a aparecer y se me pidió que investigase el suceso, ayudando de paso a la familia de uno de los desaparecidos años atrás. La idea se me antojaba poco apetecible, pues si bien me gustaban los misterios y las aventuras, si las cosas se torcían podía quedar atrapada yo también. Peeero... había recompensa de por medio, y a base de meterme en cincuenta mil embrollos había conseguido que las situaciones extremas y yo fuésemos como uña y carne. Qué demonios, me las había visto peores y aquí sigo.
El suelo del bosque empezó a ser cada vez más blando y el aire cada vez más húmedo. Me alcé la capucha para refugiar mis mejillas del frío y continué a paso firme hasta el punto de encuentro, donde pude distinguir dos siluetas paradas a la orilla del lago. Decidí observarlas con cautela antes de revelar mi presencia, y tras asegurarme que una de ellas era la persona que buscaba, empecé a avanzar en su dirección.
"Esto de compartir la recompensa ya no me hace tanta gracia" -pensé con desgana mirando a la muchacha rubia, a todas luces otra aventurera interesada en ayudar a la familia. En fin, supongo que una mano aliada nunca hace daño... siempre y cuando ella estuviese dispuesta a cooperar, claro, porque quizás y todo prefería ir por libre- Vengo por el muchacho desaparecido -mostré una sonrisa cordial e hice una pequeña reverencia con la cabeza en dirección a la mujer de pelo azabache, esperando que confirmase su identidad para acto seguido mirar de refilón a la rubia; había algo salvaje en ella y todo parecía indicar que no era una humana normal y corriente. Aquello podría ser interesante.
Pero no habían sido los vampiros los causantes de mi larga travesía desde Lunargenta, no. Mis motivos iban dirigidos a cierta información que me había proporcionado Edge acerca de una misteriosa puerta que aparecía y desaparecía aleatoriamente, absorbiendo personas y enviándolas a vete tú a saber dónde. En resumidas cuentas, se supo que la puerta había vuelto a aparecer y se me pidió que investigase el suceso, ayudando de paso a la familia de uno de los desaparecidos años atrás. La idea se me antojaba poco apetecible, pues si bien me gustaban los misterios y las aventuras, si las cosas se torcían podía quedar atrapada yo también. Peeero... había recompensa de por medio, y a base de meterme en cincuenta mil embrollos había conseguido que las situaciones extremas y yo fuésemos como uña y carne. Qué demonios, me las había visto peores y aquí sigo.
El suelo del bosque empezó a ser cada vez más blando y el aire cada vez más húmedo. Me alcé la capucha para refugiar mis mejillas del frío y continué a paso firme hasta el punto de encuentro, donde pude distinguir dos siluetas paradas a la orilla del lago. Decidí observarlas con cautela antes de revelar mi presencia, y tras asegurarme que una de ellas era la persona que buscaba, empecé a avanzar en su dirección.
"Esto de compartir la recompensa ya no me hace tanta gracia" -pensé con desgana mirando a la muchacha rubia, a todas luces otra aventurera interesada en ayudar a la familia. En fin, supongo que una mano aliada nunca hace daño... siempre y cuando ella estuviese dispuesta a cooperar, claro, porque quizás y todo prefería ir por libre- Vengo por el muchacho desaparecido -mostré una sonrisa cordial e hice una pequeña reverencia con la cabeza en dirección a la mujer de pelo azabache, esperando que confirmase su identidad para acto seguido mirar de refilón a la rubia; había algo salvaje en ella y todo parecía indicar que no era una humana normal y corriente. Aquello podría ser interesante.
OFF: Siento la tardanza, estos días estoy que apenas saco tiempo para vivir xD
Laschel
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Re: [Quest] La puerta
Vampiros. No había tenido al placer de cruzarme a ninguno desde que había salido de Sandorai hacía ya tiempo, o a lo mejor sí, y no había sido capaz de identificarlos. El caso es que no me hacía mucha gracia tentar a la suerte, más cuando conocía de sobra las historias que protagonizaban aquellas criaturas de la noche, pero la información que me había dado Edge sobre aquel lugar bien merecía arriesgarse para investigar. El líder de nuestro pequeño grupo tenía una forma bastante curiosa de dirigirse a nosotros, y casi siempre que lo hacía era para darnos algún trabajo o encargarnos que investigáramos algo. A su favor tenía que yo era una persona curiosa y me dedicaba a satisfacer aquellos encargos de buena gana.
Avanzaba entre el espeso follaje sin ningún tipo de cuidado, abriéndome paso como buenamente podía hacia el lago en el que se suponía esperaba la persona encargada de proporcionarme más datos sobre aquella misión en particular. Una misteriosa puerta que aparecía y desaparecía a voluntad, un muchacho absorbido por ella que no había regresado... Eran datos que harían que más de uno rehusara siquiera de acercarse a olisquear el barro que bañaba el Lago de la luna, anfitrión de aquella puerta en esta ocasión. Qué demonios, incluso yo sentía cierta necesidad de alejarme de allí todo lo posible, mas las preguntas que poblaban mi cabeza y una suculenta recompensa encauzaban mis pasos hacia la orilla...
- ¡¿Lasch?! - Me paré en seco tan pronto estuve lo suficientemente cerca de la pequeña comitiva como para identificar a la elfa, sorprendido por el hecho de encontrármela allí y más aún teniendo en cuenta que hacía unos cuántos días que no nos veíamos. A pesar de estar juntos, nuestros caminos tendían a ir separados en cuanto un trabajo, misión o similar se cruzaba en nuestro camino, volviéndonos a encontrar cuando ambos terminábamos o no teníamos nada que hacer. El caso es que allí estábamos de nuevo, y sentí una imperiosa necesidad de lanzarme sobre ella y envolverla en un abrazo, pero conseguí frenar aquel impulso dado que no estábamos solos, aunque no pude evitar dedicarle una significativa mirada.
Es más, dejando a un lado a la muchacha de pelo oscuro, la cual imaginé que se trataba de la persona que había solicitado nuestra ayuda, también identifiqué a la otra mujer que se encontraba a su lado: era Eona, la mujer que me había topado en Lunargenta apenas hacía un mes atrás.
- No me lo puedo creer, Aerandir no puede ser un mundo tan pequeño... - Murmuré, soltando un suspiro divertido. - En fin, estoy aquí por el asunto de la desaparición de Brion de Gaius, ¿aún estoy a tiempo de unirme a la expedición? - Esta vez hablé dirigiéndome a la otra muchacha.
Avanzaba entre el espeso follaje sin ningún tipo de cuidado, abriéndome paso como buenamente podía hacia el lago en el que se suponía esperaba la persona encargada de proporcionarme más datos sobre aquella misión en particular. Una misteriosa puerta que aparecía y desaparecía a voluntad, un muchacho absorbido por ella que no había regresado... Eran datos que harían que más de uno rehusara siquiera de acercarse a olisquear el barro que bañaba el Lago de la luna, anfitrión de aquella puerta en esta ocasión. Qué demonios, incluso yo sentía cierta necesidad de alejarme de allí todo lo posible, mas las preguntas que poblaban mi cabeza y una suculenta recompensa encauzaban mis pasos hacia la orilla...
- ¡¿Lasch?! - Me paré en seco tan pronto estuve lo suficientemente cerca de la pequeña comitiva como para identificar a la elfa, sorprendido por el hecho de encontrármela allí y más aún teniendo en cuenta que hacía unos cuántos días que no nos veíamos. A pesar de estar juntos, nuestros caminos tendían a ir separados en cuanto un trabajo, misión o similar se cruzaba en nuestro camino, volviéndonos a encontrar cuando ambos terminábamos o no teníamos nada que hacer. El caso es que allí estábamos de nuevo, y sentí una imperiosa necesidad de lanzarme sobre ella y envolverla en un abrazo, pero conseguí frenar aquel impulso dado que no estábamos solos, aunque no pude evitar dedicarle una significativa mirada.
Es más, dejando a un lado a la muchacha de pelo oscuro, la cual imaginé que se trataba de la persona que había solicitado nuestra ayuda, también identifiqué a la otra mujer que se encontraba a su lado: era Eona, la mujer que me había topado en Lunargenta apenas hacía un mes atrás.
- No me lo puedo creer, Aerandir no puede ser un mundo tan pequeño... - Murmuré, soltando un suspiro divertido. - En fin, estoy aquí por el asunto de la desaparición de Brion de Gaius, ¿aún estoy a tiempo de unirme a la expedición? - Esta vez hablé dirigiéndome a la otra muchacha.
Rihoran
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Re: [Quest] La puerta
La joven Gainus se mantenía en silencio mientras aquél pintoresco grupo se acercaba a su posición. Su mirada, perdida en las difusas líneas de este mundo y el inmaterial, se mantenía sobre ellos casi sin prestarles demasiada atención. Escuchó a cada uno de los tres, sin inmutarse. Parecía que ella misma tenía los movimientos contados y su vida se perdía en una nube de cristal blanco que emanaba de sus semi-abiertos labios.
¿Que más da? preguntó con cierto desdén, levantando una mirada furiosa a los cielos, parecía hablarle a una alucinación, pero sus reacciones eran de temer. Después de unos instantes, asintió una sola vez y decidida encaró a los tres visitantes. Les dedicó una sonrisa suave, humilde y con cierto grado de carisma para luego hablar casi en susurros. Parecía tener muy en claro las apariencias y razas de aquellos pocos voluntarios que habían respondido al llamado de su familia.
Bienvenidos, valientes Les señaló a los tres con la mano diestra semi abierta, en un solo movimiento homogéneo y grácil, como aceptando a cada uno como individuo, como un solo corazón. Utilizó un par de respiros para observar a los ojos a cada uno de los presentes y tras apenas dibujar el rastro de una nueva sonrisa en su rostro, dio media vuelta y caminó internándose en el bosquecillo. Seguidme.
Al cabo de unos pocos minutos entre ramas y árboles de follaje espeso apareció de la nada un gran portal.
Al llegar a sus pies, la dama hizo una profunda reverencia a los tres viajeros y elevó la vista al cielo. Aquellos que hubiesen prestado atención al momento en el que volvía a erguirse, podrían haber visto la fuerza de la tierra crecer desmedidamente en los ojos de la doncella. No se me ha permitido acompañaos, pero he de permanecer aquí a su regreso. Los tesoros de nuestras tierras serán poco en comparación con aquello que os prometemos. ¡Apuraos! dijo sin permitir ninguna pregunta a su persona. Pero antes de que cada uno atravesara la puerta iluminada por luces naturales cuasi mágicas y antiquísimas runas, una roca del tamaño de un puño les fue entregada por la joven. Al que lo encuentre, partidle esto en su gran cabeza tarambana en nombre de Amelie
_____________________
Una vez los tres hubieran atravesado el portal, se haría una gran oscuridad que rodearía a los elfos y la mujer lobo. Luego, unos puntos en la lejanía se irían acercando hasta que se convirtieran en diez puertas tan altas o más que el mismo portal que ellos mismos hubieran atravesado momentos atrás. Sobre cada dintel se leería un número del uno al diez.
Cada puerta con cada umbral estaría hecho de diferente manera dependiendo de lo que hubiera escondido tras ellas. Al acercarse a la primera puerta, cada uno podría leer el siguiente mensaje inscrito y casi plasmado sobre el pomo sin llaves:
"Uno es de valientes, dos de precavidos, tres de sabios. Cuatro es no permitido y expulsado."
Una clara advertencia acerca de cuántas puertas podrían abrir. Una vez atravesadas no habría vuelta atrás. Cada persona podría abrir solamente tres, pero atravesar una.
____________________________________________
Off: * Pueden atravesarla/s solos, de a tres o de a dos.
* Me interesa que describan, sobre todo después de atravesar el portal del lago y sus potenciales tres opciones
* Después de abrir dos puertas, la tercera los absorberá.
* Ya lo dije, pero lo recalco: no pueden atravesar puertas que no usarán, ni siquiera con una minúscula parte de su cuerpo o serán absorbidos
¿Que más da? preguntó con cierto desdén, levantando una mirada furiosa a los cielos, parecía hablarle a una alucinación, pero sus reacciones eran de temer. Después de unos instantes, asintió una sola vez y decidida encaró a los tres visitantes. Les dedicó una sonrisa suave, humilde y con cierto grado de carisma para luego hablar casi en susurros. Parecía tener muy en claro las apariencias y razas de aquellos pocos voluntarios que habían respondido al llamado de su familia.
Bienvenidos, valientes Les señaló a los tres con la mano diestra semi abierta, en un solo movimiento homogéneo y grácil, como aceptando a cada uno como individuo, como un solo corazón. Utilizó un par de respiros para observar a los ojos a cada uno de los presentes y tras apenas dibujar el rastro de una nueva sonrisa en su rostro, dio media vuelta y caminó internándose en el bosquecillo. Seguidme.
Al cabo de unos pocos minutos entre ramas y árboles de follaje espeso apareció de la nada un gran portal.
- Spoiler:
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Al llegar a sus pies, la dama hizo una profunda reverencia a los tres viajeros y elevó la vista al cielo. Aquellos que hubiesen prestado atención al momento en el que volvía a erguirse, podrían haber visto la fuerza de la tierra crecer desmedidamente en los ojos de la doncella. No se me ha permitido acompañaos, pero he de permanecer aquí a su regreso. Los tesoros de nuestras tierras serán poco en comparación con aquello que os prometemos. ¡Apuraos! dijo sin permitir ninguna pregunta a su persona. Pero antes de que cada uno atravesara la puerta iluminada por luces naturales cuasi mágicas y antiquísimas runas, una roca del tamaño de un puño les fue entregada por la joven. Al que lo encuentre, partidle esto en su gran cabeza tarambana en nombre de Amelie
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Una vez los tres hubieran atravesado el portal, se haría una gran oscuridad que rodearía a los elfos y la mujer lobo. Luego, unos puntos en la lejanía se irían acercando hasta que se convirtieran en diez puertas tan altas o más que el mismo portal que ellos mismos hubieran atravesado momentos atrás. Sobre cada dintel se leería un número del uno al diez.
Cada puerta con cada umbral estaría hecho de diferente manera dependiendo de lo que hubiera escondido tras ellas. Al acercarse a la primera puerta, cada uno podría leer el siguiente mensaje inscrito y casi plasmado sobre el pomo sin llaves:
"Uno es de valientes, dos de precavidos, tres de sabios. Cuatro es no permitido y expulsado."
Una clara advertencia acerca de cuántas puertas podrían abrir. Una vez atravesadas no habría vuelta atrás. Cada persona podría abrir solamente tres, pero atravesar una.
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Off: * Pueden atravesarla/s solos, de a tres o de a dos.
* Me interesa que describan, sobre todo después de atravesar el portal del lago y sus potenciales tres opciones
* Después de abrir dos puertas, la tercera los absorberá.
* Ya lo dije, pero lo recalco: no pueden atravesar puertas que no usarán, ni siquiera con una minúscula parte de su cuerpo o serán absorbidos
Thorn
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Re: [Quest] La puerta
En poco, una joven llegó, de azules ojos y largo cabello castaño, del cual se escapaban algunos mechones bajo su capucha. Le lancé una mirada, pero mi nariz seguía husmeando en una dirección diferente, y como pensé, no tardo en aparecer; ¡aquel elfo graciosillo! Al principio ignoró mi presencia, centrando su mirada en la chica. ¿Se conocían? Sí, sí se conocían, y bastante bien, o eso pude imaginar por aquella corta pero significativa bienvenida. - Al fin me prestas algo de tu valiosa atención. - le comenté divertida cuando al fin me saludó, con su típico toque de originalidad. - También yo me alegro de verte. - Con los brazos en jarra me quedé mirando a mis dos "compañeros". No sabía el qué, pero tenía la sensación de que aquí se cocía algo interesante.
De todas formas, mi atención fue captada rápidamente por la, aparentemente, joven de cabello carbón. Pereció hablar con algún fantasma por unos instantes, enfadada y todo, y solo después de eso se dignó a girarse hacia nosotros. Les lancé una rápida mirada a mis nuevos amigos, como indicando: "Creo que esta mujer necesita más ayuda de la que pide...", pero decidí no pronunciarlo en voz alta, prefería disfrutar del gracioso pensamiento en mi mente, solo para mí. Entonces, la seguí, con una risita de la cual solo yo sabía el significado.
Tardamos tan solo un par de minutos y nos encontramos con una especie de círculo mágico al cual... ¿Enserio debíamos de entrar ahí? Y si al menos la mujer pareciese de confianza, pero se ponía a hacer malabares con las manos, tal vez invocando la lluvia, pues las dirigió hacia el cielo. - Al que lo encuentre, partidle esto en su gran cabeza tarambana en nombre de Amelie - Me encogí de hombros y cogí la roca más que encantada. La idea de poder estampiñarla contra la cabeza de alguien me pareció más que apetecible y, por aquella sola razón, me encaminé, casi salturreando, hacia el portal, esperando que los otros dos me siguiesen.
Había vivido cosas extrañas, más de las que habría deseado nunca, pero esta, si no se ganaba el primer premio, estaría en el top 5 con total seguridad. En el interior de aquella oscuridad cegadora; sí, la oscuridad era cegadora, me encontré con varios puntos luminosos que se fueron agrandando hasta convertirse en puertas tan grandes como dos veces yo, y de todas las formas que uno podría imaginar. Me fijé, en que extrañamente estaban enumeradas y, sin saber el por qué, algo en mi interior me indicó que si metía un solo dedo en cualquiera de ellas ya no sería capaz de sacarlo de nuevo. Me acerqué y, en el pomo, rezaba una inscripción interesante.
- Bueno... ¿Sabéis qué? Voy a elegir 3 al azar, y ya veré cual me gusta más. Porque, ¿qué otra cosa podemos hacer que entrar en una, cierto? - les guiñé un ojo con entusiasmo a la parejita de enamorados, tal y como yo los veía, y me dirigí, en ese orden, a husmear las puertas 1, 5 y 10.
En cuanto me acerqué a la primera, la número 1, pude apreciar de inmediato su compleja decoración, llena de encajes echos de diminutas ramitas de madera negra, una clase que no recordaba haber visto nunca. Coloqué mi mano en el pomo, y como no vi cerradura alguna, tiré hacia mí. De inmediato me iluminó una luz, para dar paso después a un maravilloso paisaje natural, con un riachuelo, animalitos de ojos saltones, árboles frutales, flores, mariposas, un arcoirirs... Un paisaje el cual podría ser nombrado el paraíso, pero... "¡Sería ese el mejor lugar para mí?" me pregunté a mi misma. No, no lo creía. Era demasiado bonito. Vomitívamente bonito.
Me dirigí hacia la puerta número 5, la cual de inmediato llamó mi atención. Se trataba de una enorme puerta de piedra rugosa, pero al abrirla no pareció pesar más que una pluma. Como en la primera, un brillo me iluminó, pero este era dorado como el oro. ¡Sí, como el oro de su interior! Montañas y montañas de monedas de oro, piedras preciosas, joyas, coronas... ¡Todo eso a mi alcance! Pero... ¿Sería la codicia el camino correcto? Y, además, ¿sería el correcto para mí? Cierto, era codiciosa, pero no por la riqueza que podía conseguir, sino por la sangre que podía correr entre mis dedos. No, tampoco me gustaba esta puerta... Ahora ya solo faltaba una.
Me acerqué, después de echarles una rápida ojeada a mis nuevos amigos, y me planté frente a la enorme puerta de... ¿Era aquello cristal? Cristal tan blanco y reluciente que parecía estar echo de diamantes. Coloqué una mano en el pomo y abrí, y, como las otras veces, una luz me engulló por completo, pero esta vez la luz no parecía querer restroceder. Tapé mi rostro con una mano, para que mis ojos no fuesen dañados por el incesante resplandor, y al hacerlo, sin beberlo ni comerlo, esta, seguida por el resto de mi cuerpo, fue absorbida por el radiante blanco de su interior.
(Off Rol: Espero que todo esté correcto y en orden. :))) )
De todas formas, mi atención fue captada rápidamente por la, aparentemente, joven de cabello carbón. Pereció hablar con algún fantasma por unos instantes, enfadada y todo, y solo después de eso se dignó a girarse hacia nosotros. Les lancé una rápida mirada a mis nuevos amigos, como indicando: "Creo que esta mujer necesita más ayuda de la que pide...", pero decidí no pronunciarlo en voz alta, prefería disfrutar del gracioso pensamiento en mi mente, solo para mí. Entonces, la seguí, con una risita de la cual solo yo sabía el significado.
Tardamos tan solo un par de minutos y nos encontramos con una especie de círculo mágico al cual... ¿Enserio debíamos de entrar ahí? Y si al menos la mujer pareciese de confianza, pero se ponía a hacer malabares con las manos, tal vez invocando la lluvia, pues las dirigió hacia el cielo. - Al que lo encuentre, partidle esto en su gran cabeza tarambana en nombre de Amelie - Me encogí de hombros y cogí la roca más que encantada. La idea de poder estampiñarla contra la cabeza de alguien me pareció más que apetecible y, por aquella sola razón, me encaminé, casi salturreando, hacia el portal, esperando que los otros dos me siguiesen.
Había vivido cosas extrañas, más de las que habría deseado nunca, pero esta, si no se ganaba el primer premio, estaría en el top 5 con total seguridad. En el interior de aquella oscuridad cegadora; sí, la oscuridad era cegadora, me encontré con varios puntos luminosos que se fueron agrandando hasta convertirse en puertas tan grandes como dos veces yo, y de todas las formas que uno podría imaginar. Me fijé, en que extrañamente estaban enumeradas y, sin saber el por qué, algo en mi interior me indicó que si metía un solo dedo en cualquiera de ellas ya no sería capaz de sacarlo de nuevo. Me acerqué y, en el pomo, rezaba una inscripción interesante.
- Bueno... ¿Sabéis qué? Voy a elegir 3 al azar, y ya veré cual me gusta más. Porque, ¿qué otra cosa podemos hacer que entrar en una, cierto? - les guiñé un ojo con entusiasmo a la parejita de enamorados, tal y como yo los veía, y me dirigí, en ese orden, a husmear las puertas 1, 5 y 10.
En cuanto me acerqué a la primera, la número 1, pude apreciar de inmediato su compleja decoración, llena de encajes echos de diminutas ramitas de madera negra, una clase que no recordaba haber visto nunca. Coloqué mi mano en el pomo, y como no vi cerradura alguna, tiré hacia mí. De inmediato me iluminó una luz, para dar paso después a un maravilloso paisaje natural, con un riachuelo, animalitos de ojos saltones, árboles frutales, flores, mariposas, un arcoirirs... Un paisaje el cual podría ser nombrado el paraíso, pero... "¡Sería ese el mejor lugar para mí?" me pregunté a mi misma. No, no lo creía. Era demasiado bonito. Vomitívamente bonito.
Me dirigí hacia la puerta número 5, la cual de inmediato llamó mi atención. Se trataba de una enorme puerta de piedra rugosa, pero al abrirla no pareció pesar más que una pluma. Como en la primera, un brillo me iluminó, pero este era dorado como el oro. ¡Sí, como el oro de su interior! Montañas y montañas de monedas de oro, piedras preciosas, joyas, coronas... ¡Todo eso a mi alcance! Pero... ¿Sería la codicia el camino correcto? Y, además, ¿sería el correcto para mí? Cierto, era codiciosa, pero no por la riqueza que podía conseguir, sino por la sangre que podía correr entre mis dedos. No, tampoco me gustaba esta puerta... Ahora ya solo faltaba una.
Me acerqué, después de echarles una rápida ojeada a mis nuevos amigos, y me planté frente a la enorme puerta de... ¿Era aquello cristal? Cristal tan blanco y reluciente que parecía estar echo de diamantes. Coloqué una mano en el pomo y abrí, y, como las otras veces, una luz me engulló por completo, pero esta vez la luz no parecía querer restroceder. Tapé mi rostro con una mano, para que mis ojos no fuesen dañados por el incesante resplandor, y al hacerlo, sin beberlo ni comerlo, esta, seguida por el resto de mi cuerpo, fue absorbida por el radiante blanco de su interior.
(Off Rol: Espero que todo esté correcto y en orden. :))) )
Eona
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Re: [Quest] La puerta
- ¿Qué haces tú aquí? -fue lo único que salió de mi boca al ver aparecer a Rihoran entre los arbustos.
Pero ¿no estaba en el sur cumpliendo con un encargo? ¿Cuándo había vuelto? ¿Le habría dicho Edge que me siguiera la pista? ¿Cómo sabía dónde estaba? Separé los labios para expresar las preguntas que se acumulaban en mi cabeza, mas fue el mismo elfo el que aclaró su situación mencionando el propósito que todos teníamos en común: encontrar al muchacho perdido. Así que él también se apuntaba a la expedición... Le miré con cierto grado de alivio y sonreí a modo de bienvenida, aunque pronto me di cuenta de la complicidad existente entre él y la rubia. ¿Se conocían? Parece que sí. ¿Y de qué? Oh, bueno, ya habrá tiempo luego para las presentaciones.
Pese a lo insólito de la situación -porque venga ya, ¿qué probabilidades habían de encontrar caras conocidas en un lugar tan malditamente remoto?- me guardé la curiosidad y volví a centrar toda mi atención en la muchacha de cabello oscuro, la cual empezó a hacer ciertos aspavientos como si existiera una quinta presencia entre nosotros. Arrugué el entrecejo y me pregunté si estaría lo bastante cuerda como para no mandarnos de cabeza a una misión suicida -que a tu cliente le fallaran los engranajes no era precisamente tranquilizador-, y cuando capté la mirada de la rubia supe que ella pensaba algo similar. Me encogí de hombros mirándola y no quise darle más vueltas. Cada loco con su locura.
Seguimos a la mujer durante algunos minutos internándonos en una especie de bosquecillo hasta que finalmente nos detuvimos frente a un inmenso y gigantesco portal creado de la nada. Aquel era nuestro portal, estaba claro. Poco más que añadir, a excepción del extraño entusiasmo que parecía invadir a nuestra compañera cuando la vi marchar a paso motivado hacia el portal. Parecía estar pasándoselo pipa, lo cual resultaba gracioso si teníamos en cuenta que estábamos a punto de embarcarnos en un viaje con muchas papeletas de ser sólo de ida. Y no sé la rubia, pero yo al menos tenía planes de regresar a este mundo. En fin, como dije antes: cada loco con su locura.
Así pues, cruzamos el umbral y una profunda oscuridad nos rodeó hasta el punto de no ver absolutamente nada. Inconscientemente busqué el brazo de Rihoran y le llamé por su nombre, aunque no obtuve respuesta. Por un instante me sentí completamente sola, como si la oscuridad me estuviese arrastrando únicamente a mi, y fue en ese momento de incertidumbre que unas luces blancas llamaron mi atención. Varios segundos después, esas luces se habían convertido en diez enormes puertas numeradas y repartidas de forma circular. ¿Qué demonios...?
La voz de la rubia sonó jubilosa a mis espaldas y nuevamente me dio la impresión de que pecaba de confianza... o de imprudencia.
- Ehh... bien, de acuerdo -comenté a la opción de investigar las puertas- Pero no hagáis estupideces por vuestra cuenta, que ya bastante complicado es buscar a una persona desaparecida como para buscar a otra más. Sea lo que sea lo que hagamos, debemos ir juntos.
Dicho lo dicho, me acerqué a la primera puerta que quedaba a mi izquierda, la número dos. Torcí la cabeza al leer la inscripción grabada en el pomo y solté una pequeña risita, pues su mensaje no hizo más que acrecentar mi deseo de no separarnos los unos de los otros. Antes de abrirla examiné tanto el marco como la propia puerta; la madera estaba quemada y ennegrecida, como si un incendio la hubiese consumido tiempo atrás. Arrugué la expresión y retrocedí unos pasos, entonces la abrí y una sensación sobrecogedora me oprimió el estómago: un paisaje apocalíptico consumido por las llamas, volcanes en erupción, ríos de lava, columnas de humo incesante, y un cielo teñido de rojo plagado de meteoros. Ni de coña.
Pasé de largo la puerta número tres -los números impares me daban malas vibraciones- y me planté frente a la número cuatro. Estaba compuesta de un metal negro que no supe diferenciar pero que era suave al tacto, así que tomé aire y la abrí esperando encontrarme algo mucho menos caótico que la visión anterior. Error. Aquello era una versión muy superior del caos; era una vorágine, un desorden, un pandemónium de voces, personas, calles, objetos, luces de colores... y ruido. Mucho ruido. Los edificios se alzaban hasta casi rozar las nubes, todos juntos y muy apretados, y grandes pájaros de metal surcaban el cielo. La hierba había sido sustituida por un extraño pavimento oscuro por el que circulaban cientos de... ¿qué eran esas cosas? ¿carruajes de metal que se movían solos? ¿y qué ruido era ese que hacían? Parecían elefantes cabreados, pero eran mucho, mucho más molestos. ¿Y dónde estaban los árboles? ¿Dónde estaban los animales? ¿Por qué sólo habían personas ataviadas con extraños ropajes moviéndose sin cesar de un lado a otro, como si tuvieran prisa por llegar a algún lado? Quise alzar el brazo para comprobar si alguno de ellos podía verme, pero entonces una luz al otro lado de la habitación me obligó a girar la cabeza...
- ¡¡Espera!! ¡¡No vayas sola!! -grité, pero ya era tarde.
Una de las puertas había engullido a la rubia, así que me lancé en carrera hacia ella y atravesé la puerta poco antes de que cesara el mismo resplandor que la había hecho desaparecer. ¡Maldita sea, había dicho que nada de insensateces! Ya lo decía la inscripción: "Uno es de valientes, dos de precavidos, tres de sabios". Y en lo que a mí respecta, la valentía era importante, pero la sabiduría te mantenía vivo por más tiempo.
Pero ¿no estaba en el sur cumpliendo con un encargo? ¿Cuándo había vuelto? ¿Le habría dicho Edge que me siguiera la pista? ¿Cómo sabía dónde estaba? Separé los labios para expresar las preguntas que se acumulaban en mi cabeza, mas fue el mismo elfo el que aclaró su situación mencionando el propósito que todos teníamos en común: encontrar al muchacho perdido. Así que él también se apuntaba a la expedición... Le miré con cierto grado de alivio y sonreí a modo de bienvenida, aunque pronto me di cuenta de la complicidad existente entre él y la rubia. ¿Se conocían? Parece que sí. ¿Y de qué? Oh, bueno, ya habrá tiempo luego para las presentaciones.
Pese a lo insólito de la situación -porque venga ya, ¿qué probabilidades habían de encontrar caras conocidas en un lugar tan malditamente remoto?- me guardé la curiosidad y volví a centrar toda mi atención en la muchacha de cabello oscuro, la cual empezó a hacer ciertos aspavientos como si existiera una quinta presencia entre nosotros. Arrugué el entrecejo y me pregunté si estaría lo bastante cuerda como para no mandarnos de cabeza a una misión suicida -que a tu cliente le fallaran los engranajes no era precisamente tranquilizador-, y cuando capté la mirada de la rubia supe que ella pensaba algo similar. Me encogí de hombros mirándola y no quise darle más vueltas. Cada loco con su locura.
Seguimos a la mujer durante algunos minutos internándonos en una especie de bosquecillo hasta que finalmente nos detuvimos frente a un inmenso y gigantesco portal creado de la nada. Aquel era nuestro portal, estaba claro. Poco más que añadir, a excepción del extraño entusiasmo que parecía invadir a nuestra compañera cuando la vi marchar a paso motivado hacia el portal. Parecía estar pasándoselo pipa, lo cual resultaba gracioso si teníamos en cuenta que estábamos a punto de embarcarnos en un viaje con muchas papeletas de ser sólo de ida. Y no sé la rubia, pero yo al menos tenía planes de regresar a este mundo. En fin, como dije antes: cada loco con su locura.
Así pues, cruzamos el umbral y una profunda oscuridad nos rodeó hasta el punto de no ver absolutamente nada. Inconscientemente busqué el brazo de Rihoran y le llamé por su nombre, aunque no obtuve respuesta. Por un instante me sentí completamente sola, como si la oscuridad me estuviese arrastrando únicamente a mi, y fue en ese momento de incertidumbre que unas luces blancas llamaron mi atención. Varios segundos después, esas luces se habían convertido en diez enormes puertas numeradas y repartidas de forma circular. ¿Qué demonios...?
La voz de la rubia sonó jubilosa a mis espaldas y nuevamente me dio la impresión de que pecaba de confianza... o de imprudencia.
- Ehh... bien, de acuerdo -comenté a la opción de investigar las puertas- Pero no hagáis estupideces por vuestra cuenta, que ya bastante complicado es buscar a una persona desaparecida como para buscar a otra más. Sea lo que sea lo que hagamos, debemos ir juntos.
Dicho lo dicho, me acerqué a la primera puerta que quedaba a mi izquierda, la número dos. Torcí la cabeza al leer la inscripción grabada en el pomo y solté una pequeña risita, pues su mensaje no hizo más que acrecentar mi deseo de no separarnos los unos de los otros. Antes de abrirla examiné tanto el marco como la propia puerta; la madera estaba quemada y ennegrecida, como si un incendio la hubiese consumido tiempo atrás. Arrugué la expresión y retrocedí unos pasos, entonces la abrí y una sensación sobrecogedora me oprimió el estómago: un paisaje apocalíptico consumido por las llamas, volcanes en erupción, ríos de lava, columnas de humo incesante, y un cielo teñido de rojo plagado de meteoros. Ni de coña.
Pasé de largo la puerta número tres -los números impares me daban malas vibraciones- y me planté frente a la número cuatro. Estaba compuesta de un metal negro que no supe diferenciar pero que era suave al tacto, así que tomé aire y la abrí esperando encontrarme algo mucho menos caótico que la visión anterior. Error. Aquello era una versión muy superior del caos; era una vorágine, un desorden, un pandemónium de voces, personas, calles, objetos, luces de colores... y ruido. Mucho ruido. Los edificios se alzaban hasta casi rozar las nubes, todos juntos y muy apretados, y grandes pájaros de metal surcaban el cielo. La hierba había sido sustituida por un extraño pavimento oscuro por el que circulaban cientos de... ¿qué eran esas cosas? ¿carruajes de metal que se movían solos? ¿y qué ruido era ese que hacían? Parecían elefantes cabreados, pero eran mucho, mucho más molestos. ¿Y dónde estaban los árboles? ¿Dónde estaban los animales? ¿Por qué sólo habían personas ataviadas con extraños ropajes moviéndose sin cesar de un lado a otro, como si tuvieran prisa por llegar a algún lado? Quise alzar el brazo para comprobar si alguno de ellos podía verme, pero entonces una luz al otro lado de la habitación me obligó a girar la cabeza...
- ¡¡Espera!! ¡¡No vayas sola!! -grité, pero ya era tarde.
Una de las puertas había engullido a la rubia, así que me lancé en carrera hacia ella y atravesé la puerta poco antes de que cesara el mismo resplandor que la había hecho desaparecer. ¡Maldita sea, había dicho que nada de insensateces! Ya lo decía la inscripción: "Uno es de valientes, dos de precavidos, tres de sabios". Y en lo que a mí respecta, la valentía era importante, pero la sabiduría te mantenía vivo por más tiempo.
Laschel
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Re: [Quest] La puerta
Todavía me enfrentaba a la sorpresa de encontrarme allí tanto con Laschel como con Eona, aunque lo cierto es que tampoco hubo más tiempo parar dedicar a los saludos. Estaba claro que los tres nos encontrábamos allí por algo bien distinto y más nos valía concentrarnos en lo que teníamos entre manos, ya tendríamos tiempo para hablar... y, desde luego, uno de los temas de conversación iba a ser el hecho de que la joven que precisaba nuestra ayuda parecía estar un poquito trastornada a juzgar por el hecho de que empezó a hablar con algo o alguien que, evidentemente, no se encontraba allí.
Mi rostro se mantuvo impasible durante el corto trayecto que nos condujo hacia nuestro objetivo: la puerta. Me pareció curioso el hecho de lo bien integrada que se encontraba en aquel ambiente boscoso, como si siempre hubiera estado allí, conocedor del hecho de que no era precisamente común que aquel portal apareciera. En cierto modo, casi me sentía invitado a entrar allí, mas había algo en todo aquello que, quizá, me hacía pecar de precavido. En fin, después de todo para eso estábamos allí, y tras unas últimas palabras de la muchacha que nos acompañaba fue la licántropa la primera en dirigir sus pasos hacia la entrada haciendo gala de un entusiasmo que contrarrestaba con mi -tal vez enfermiza- cautela.
La oscuridad nos atrapó de inmediato tras cruzar el umbral de la puerta, hasta el punto de llegar a sentirme completamente aislado. Aunque tenía la certeza de que si alargaba el brazo me toparía con Laschel, tenía la sensación de que la presencia de mis compañeras se había desvanecido por completo. Un silencio sepulcral se había hecho dueño del lugar... y realmente aquello tan solo invitaba a dos opciones: darse la vuelta y salir de allí tan rápido como habíamos entrado o avanzar sin pararse a pensar en aquello hasta escapar de aquella negrura absoluta.
No pude evitar soltar cierto suspiro de alivio cuando ante mí se abrieron paso varios puntos luminosos que se fueron agrandando conforme iba avanzando. Al final salimos a una especie de sala y pude distinguir como aquellos puntos luminosos se habían convertido en diez puertas...
- Estupendo... Puertas dentro de una puerta. - Comenté al encontrarme aquel panorama.
Volvió a ser Eona la primera en recomponerse ante la escena y sugerir... o más bien informarnos a Laschel y a mí sobre lo que pretendía hacer. Supongo que si cada uno examinábamos dos o tres puertas tendríamos más posibilidades de encontrar algo, pero había una especie inscripción en cada una de ellas que realmente te hacía pensar sobre las consecuencias que podía tener abrir más puertas de las necesarias. Miré como la mujer-loba ya se había puesto a la faena y como Laschel, después de poner la dosis de razón que realmente estaba deseando escuchar, examinaba otra puerta.
La primera puerta a la que yo me dirigí fue la número tres. Antes de abrirla me fijé en que el marco de la misma estaba cubierto de una especie de metal oxidado que jugaba con tonos marrones y grisáceos, dando a entender que aquella puerta había sufrido el desgaste del tiempo. Ésta, al empujarla, chirrió con fuerza, y cuando vi lo que se apareció ante mí me quedé plantado sin saber qué pensar. Un camino de tierra se extendía hasta donde alcanzaba la vista, pudiéndose ver como ésta se levantaba seguramente a causa del viento que corría. El color del cielo era anaranjado como el de un atardecer cálido, aunque bastante más sombrío. Pero lo que sin duda más llamaba la atención eran las miles de espadas que se encontraban clavadas a lo largo de todo el paisaje, de todas las formas y tamaños imaginables, algunas oxidadas y otras tan relucientes que casi te invitaban a empuñarlas... Sin embargo, tenía la sensación que esas espadas ya habían sido empuñadas por alguien, que no se encontraban allí por casualidad, y no preguntéis por qué, pero enseguida supe que el lugar que mis ojos estaba presenciando se trataba en realidad de un cementerio donde yacían los restos de los dueños de aquellos aceros.
La admiración y el desasosiego mantenían una lucha en mi interior que finalmente zanjé apartando la mirada e intentando dirigir mi atención a otra de las puertas. Esta vez fue séptima la escogida, habiéndome llamado la atención su aspecto normal y vulgar. Comparada con las otras, aquella era una puerta de madera normal y corriente sin ningún tipo de atractivo. La abrí con cierta precaución, pero en el mismo segundo que el aire de la sala se mezcló con el del interior de aquel nuevo mundo, pude identificar el olor a salitre, dando un enorme salto hacia atrás cuando un sonido atronador retumbó el lugar...
Pude ver como el vasto océano en toda su inmensidad rugía ante mí, enzarzado en una tormenta que haría al más intrépido navegante encogerse de miedo. A pesar de todo, obviando lo impactante de la situación, lo que más llamaba la atención era que a pesar de todo, ni una gota de agua traspasaba el umbral de la puerta que había abierto, como si todo aquello permaneciera en un plano distinto al que nos encontrábamos. No pude evitar preguntarme en qué clase de lugar nos habíamos metido y qué clase de peligro, aparte del de quedar atrapados de por vida, corríamos realmente al estar allí.
Bueno, igualmente dudaba seriamente que el tal Brion de Gaius hubiera sido tan estúpido como para atravesar aquella puerta en particular, así que decidí ir a examinar otra de las puertas. Al menos eso es lo que pensaba antes de escuchar el grito de Lasch, para girarme de inmediato y ver como se dirigía corriendo hacia la última puerta y saltaba a su interior sin ni siquiera pararse a mirar atrás ni pensar en lo que aquello podía significar.
- ¡¡Lasch!! ¡¡No!! - Grité al verla desaparecer tras un destello brillante. "Joder, joder... ¡¡Joder!!"
Tras echar una rápida ojeada tampoco pude encontrar a Eona, así que no me costó imaginarme lo que había pasado en realidad, y el instinto, junto a la angustia de perder a la elfa, hicieron el resto. Noté un tirón suave tan pronto como me acerqué a la puerta -innecesario por otro lado, dado que pensaba saltar a su interior me absorbiera o no- y aquel resplandor blanco me envolvió por completo, dejando la sala de las puertas vacía de nuevo.
Mi rostro se mantuvo impasible durante el corto trayecto que nos condujo hacia nuestro objetivo: la puerta. Me pareció curioso el hecho de lo bien integrada que se encontraba en aquel ambiente boscoso, como si siempre hubiera estado allí, conocedor del hecho de que no era precisamente común que aquel portal apareciera. En cierto modo, casi me sentía invitado a entrar allí, mas había algo en todo aquello que, quizá, me hacía pecar de precavido. En fin, después de todo para eso estábamos allí, y tras unas últimas palabras de la muchacha que nos acompañaba fue la licántropa la primera en dirigir sus pasos hacia la entrada haciendo gala de un entusiasmo que contrarrestaba con mi -tal vez enfermiza- cautela.
La oscuridad nos atrapó de inmediato tras cruzar el umbral de la puerta, hasta el punto de llegar a sentirme completamente aislado. Aunque tenía la certeza de que si alargaba el brazo me toparía con Laschel, tenía la sensación de que la presencia de mis compañeras se había desvanecido por completo. Un silencio sepulcral se había hecho dueño del lugar... y realmente aquello tan solo invitaba a dos opciones: darse la vuelta y salir de allí tan rápido como habíamos entrado o avanzar sin pararse a pensar en aquello hasta escapar de aquella negrura absoluta.
No pude evitar soltar cierto suspiro de alivio cuando ante mí se abrieron paso varios puntos luminosos que se fueron agrandando conforme iba avanzando. Al final salimos a una especie de sala y pude distinguir como aquellos puntos luminosos se habían convertido en diez puertas...
- Estupendo... Puertas dentro de una puerta. - Comenté al encontrarme aquel panorama.
Volvió a ser Eona la primera en recomponerse ante la escena y sugerir... o más bien informarnos a Laschel y a mí sobre lo que pretendía hacer. Supongo que si cada uno examinábamos dos o tres puertas tendríamos más posibilidades de encontrar algo, pero había una especie inscripción en cada una de ellas que realmente te hacía pensar sobre las consecuencias que podía tener abrir más puertas de las necesarias. Miré como la mujer-loba ya se había puesto a la faena y como Laschel, después de poner la dosis de razón que realmente estaba deseando escuchar, examinaba otra puerta.
La primera puerta a la que yo me dirigí fue la número tres. Antes de abrirla me fijé en que el marco de la misma estaba cubierto de una especie de metal oxidado que jugaba con tonos marrones y grisáceos, dando a entender que aquella puerta había sufrido el desgaste del tiempo. Ésta, al empujarla, chirrió con fuerza, y cuando vi lo que se apareció ante mí me quedé plantado sin saber qué pensar. Un camino de tierra se extendía hasta donde alcanzaba la vista, pudiéndose ver como ésta se levantaba seguramente a causa del viento que corría. El color del cielo era anaranjado como el de un atardecer cálido, aunque bastante más sombrío. Pero lo que sin duda más llamaba la atención eran las miles de espadas que se encontraban clavadas a lo largo de todo el paisaje, de todas las formas y tamaños imaginables, algunas oxidadas y otras tan relucientes que casi te invitaban a empuñarlas... Sin embargo, tenía la sensación que esas espadas ya habían sido empuñadas por alguien, que no se encontraban allí por casualidad, y no preguntéis por qué, pero enseguida supe que el lugar que mis ojos estaba presenciando se trataba en realidad de un cementerio donde yacían los restos de los dueños de aquellos aceros.
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La admiración y el desasosiego mantenían una lucha en mi interior que finalmente zanjé apartando la mirada e intentando dirigir mi atención a otra de las puertas. Esta vez fue séptima la escogida, habiéndome llamado la atención su aspecto normal y vulgar. Comparada con las otras, aquella era una puerta de madera normal y corriente sin ningún tipo de atractivo. La abrí con cierta precaución, pero en el mismo segundo que el aire de la sala se mezcló con el del interior de aquel nuevo mundo, pude identificar el olor a salitre, dando un enorme salto hacia atrás cuando un sonido atronador retumbó el lugar...
Pude ver como el vasto océano en toda su inmensidad rugía ante mí, enzarzado en una tormenta que haría al más intrépido navegante encogerse de miedo. A pesar de todo, obviando lo impactante de la situación, lo que más llamaba la atención era que a pesar de todo, ni una gota de agua traspasaba el umbral de la puerta que había abierto, como si todo aquello permaneciera en un plano distinto al que nos encontrábamos. No pude evitar preguntarme en qué clase de lugar nos habíamos metido y qué clase de peligro, aparte del de quedar atrapados de por vida, corríamos realmente al estar allí.
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Bueno, igualmente dudaba seriamente que el tal Brion de Gaius hubiera sido tan estúpido como para atravesar aquella puerta en particular, así que decidí ir a examinar otra de las puertas. Al menos eso es lo que pensaba antes de escuchar el grito de Lasch, para girarme de inmediato y ver como se dirigía corriendo hacia la última puerta y saltaba a su interior sin ni siquiera pararse a mirar atrás ni pensar en lo que aquello podía significar.
- ¡¡Lasch!! ¡¡No!! - Grité al verla desaparecer tras un destello brillante. "Joder, joder... ¡¡Joder!!"
Tras echar una rápida ojeada tampoco pude encontrar a Eona, así que no me costó imaginarme lo que había pasado en realidad, y el instinto, junto a la angustia de perder a la elfa, hicieron el resto. Noté un tirón suave tan pronto como me acerqué a la puerta -innecesario por otro lado, dado que pensaba saltar a su interior me absorbiera o no- y aquel resplandor blanco me envolvió por completo, dejando la sala de las puertas vacía de nuevo.
Rihoran
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Re: [Quest] La puerta
Los viajeros absorbidos por el portal cayeron en cámara lenta lo que parecieron varios metros, pero su aterrizaje fue como el de una pluma sobre el agua, ligero, suave. Se encontraban ellos, rodeados por blanco, a donde quiera que se viera, la nieve, el hielo y el cristal se fundían en una comunión casi imperceptible; incluso el cielo parecía querer acompañar con un azul muy claro, cuasi níveo.
Seis caminos se abrían ante los viajeros. Ellos se encontraban en una base hexagonal de unos diez metros de lado y a bastante altura, separados por prominentes escalones de dichas divergencias. Árboles nevados y pasto congelado se divisaría por doquier. Bajo ellos, lejos de sus tibios cuerpos, se veía la acción del fuerte viento sobre todo lo demás. Sería una cosa de locos intentar salir fuera y vagar sin saber hacia dónde ir.
De pronto, de la escarcha congelada surge un color. Al principio borroso, se mueve con gran agilidad de lado a lado y su velocidad es poco menos que impresionante. En pocos saltos sorteó los treinta y seis escalones dando un círculo al escenario de los presentes para finalmente pegar un salto violento y salvaje, cayendo exactamente en medio de la figura en donde todos se encontraban con un simple "plaf".
Haladart es mi nombre, respondan, ¿Qué asuntos ha de ustedes en este lugar? nuevamente la figura aleonada caminaba sin temor pasando entre dos para luego rodear a los tres, volviendo y revolviendo a mirar. Lamía sus labios, movía su cola y se le veía presto a escuchar. Por un momento se para y mira escalones abajo, hizo una reverencia y señaló con su cabeza a los que acababan de ingresar.
Acercándose por cada camino hasta el primer escalón, se encontraba cada uno de los seis guardianes: El zorro, el caballo, el búho, el leopardo, el perro y el conejo. Todos se mantenían expectantes a los nombres, excusas y preguntas de los “externautas”.
Off:*muy buen rol por parte de los tres, leí cosas inesperadas y originales.
* A partir de ahora cambiarán las reglas de juego: haré las respuestas los días lunes y los días jueves. Claro que mañana se hará una excepción. No habrán orden de posteo entre ustedes tres. Si ven que no llegan por cuestiones de tiempo, envían un mp tanto a mí como a sus compañeros. Si sus turnos se terminan antes, responderé antes. Dudas, mp.
*Este es el momento de que los personajes hablen, si así lo acuerdan entre ustedes y me lo especifican, podemos hacer dos rondas sin mi participación o con una muy básica.
*Preguntas on: a Haladart
*Suerte
Seis caminos se abrían ante los viajeros. Ellos se encontraban en una base hexagonal de unos diez metros de lado y a bastante altura, separados por prominentes escalones de dichas divergencias. Árboles nevados y pasto congelado se divisaría por doquier. Bajo ellos, lejos de sus tibios cuerpos, se veía la acción del fuerte viento sobre todo lo demás. Sería una cosa de locos intentar salir fuera y vagar sin saber hacia dónde ir.
De pronto, de la escarcha congelada surge un color. Al principio borroso, se mueve con gran agilidad de lado a lado y su velocidad es poco menos que impresionante. En pocos saltos sorteó los treinta y seis escalones dando un círculo al escenario de los presentes para finalmente pegar un salto violento y salvaje, cayendo exactamente en medio de la figura en donde todos se encontraban con un simple "plaf".
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Haladart es mi nombre, respondan, ¿Qué asuntos ha de ustedes en este lugar? nuevamente la figura aleonada caminaba sin temor pasando entre dos para luego rodear a los tres, volviendo y revolviendo a mirar. Lamía sus labios, movía su cola y se le veía presto a escuchar. Por un momento se para y mira escalones abajo, hizo una reverencia y señaló con su cabeza a los que acababan de ingresar.
Acercándose por cada camino hasta el primer escalón, se encontraba cada uno de los seis guardianes: El zorro, el caballo, el búho, el leopardo, el perro y el conejo. Todos se mantenían expectantes a los nombres, excusas y preguntas de los “externautas”.
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Off:*muy buen rol por parte de los tres, leí cosas inesperadas y originales.
* A partir de ahora cambiarán las reglas de juego: haré las respuestas los días lunes y los días jueves. Claro que mañana se hará una excepción. No habrán orden de posteo entre ustedes tres. Si ven que no llegan por cuestiones de tiempo, envían un mp tanto a mí como a sus compañeros. Si sus turnos se terminan antes, responderé antes. Dudas, mp.
*Este es el momento de que los personajes hablen, si así lo acuerdan entre ustedes y me lo especifican, podemos hacer dos rondas sin mi participación o con una muy básica.
*Preguntas on: a Haladart
*Suerte
Thorn
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Re: [Quest] La puerta
Parpadeé con fuerza, obligando a mis propios ojos a acostumbrarse a aquella cegadora blancura lo antes posible. ¿Nieve? Qué más daba, ¡estaba flotando! Traté de moverme en el aire con rapidez, para encontrar la mejor forma de caer a lo que parecía una especie de altar, pero mis movimientos se vieron ralentizados. Miré hacia arriba y vi a mis compañeros, cayendo a tan solo unos pocos metros de mí. ¿Acaso también fueron engullidos por la puerta de diamante? Bueno, fuese casualidad o no, definitivamente sería más divertido así.
Mis pies reposaron con delicadeza en la firme construcción, dejándome más que sorprendida, pero lo asumí rápidamente pues, bueno, el resto del panorama tampoco parecía indicar que lo que uno esperaría lógico funcionase en aquel lugar igual a como estábamos acostumbrados. Bajo nosotros, siguiendo seis caminos, el viento parecía rugir con fuerza pero, lo que más pinta tenía de querer rugir a todo pulmón sin duda era la bestia que se nos acercaba. - Estad atentos... - aconsejé a los otros dos, pues no sabíamos a qué clase de juego nos estábamos enfrentando en realidad.
Majestuosa, la criatura hizo su entrada y se paseó entre nosotros, mostrando su poderío. Se me erizaron los bellos del cuerpo de la emoción. Pareciese que me fuese a devorar con su mirada, con esos espléndidos ojos, los cuales tanto anhelaría hacer míos, siempre que la situación no fuese tan confusa como lo era.
- ¿Externautas? Pff... Gracioso mote. Y yo que pensaba que a mí se me daba bien eso de nombrar cosas y personas, pero esta sí que es buena. - comenté, más para mí misma que para los demás, y otros seres llegaron, esta vez con forma de animales conocidos. Inmediatamente, el zorro y el perro llamaron mi atención, blancos como los demás, como la nieve y el hielo que nos rodeaban. Con esos dos sentía tener más en común que con el resto.
- Si este fuese el reino del descanso y tu su guardián, este sería el momento en el que deberíamos de preguntarte el significado de la vida o algo por el estilo, ¿verdad? - comenté sin sacar los ojos de encima de la bestia con mi típico tono picante y despreocupado, pero siempre atenta, siempre alerta. - Dime... - escondí mis manos tras la espalda y saqué tres dedos en cada mano - ¿Cuantos dedos tengo a mi espalda? - sonreí - Puede que sea estúpido, pero me gustaría saber si tienes poderes capaces de responder a algo que solo yo se. -
Podía o no sorprenderme su respuesta, si me daba alguna, pero fuese como fuese no me echaría atrás. No dejaría que me intimidase con su mirada felina. - Está bien está bien. - miré a mis compañeros y decidí, por mi misma, que sería la primera en hablar. - Hemos venido en rescate de un hombre que hace cincuenta años fue engullido por "la puerta". ¿Sabes algo de él? ¿Sigue vivo? ¿Está aquí? - Entonces sonreí. No iba a cambiar mi personalidad solo porque el mundo estuviese del revés y una criatura mágica fuese la que exigiese saber de mí. - Por cierto, mi nombre es Eona. Encantada. - exageré una reverencia afeminada, sujetando un vestido invisible el cual, definitivamente, no estaba ahí.
Mis pies reposaron con delicadeza en la firme construcción, dejándome más que sorprendida, pero lo asumí rápidamente pues, bueno, el resto del panorama tampoco parecía indicar que lo que uno esperaría lógico funcionase en aquel lugar igual a como estábamos acostumbrados. Bajo nosotros, siguiendo seis caminos, el viento parecía rugir con fuerza pero, lo que más pinta tenía de querer rugir a todo pulmón sin duda era la bestia que se nos acercaba. - Estad atentos... - aconsejé a los otros dos, pues no sabíamos a qué clase de juego nos estábamos enfrentando en realidad.
Majestuosa, la criatura hizo su entrada y se paseó entre nosotros, mostrando su poderío. Se me erizaron los bellos del cuerpo de la emoción. Pareciese que me fuese a devorar con su mirada, con esos espléndidos ojos, los cuales tanto anhelaría hacer míos, siempre que la situación no fuese tan confusa como lo era.
- ¿Externautas? Pff... Gracioso mote. Y yo que pensaba que a mí se me daba bien eso de nombrar cosas y personas, pero esta sí que es buena. - comenté, más para mí misma que para los demás, y otros seres llegaron, esta vez con forma de animales conocidos. Inmediatamente, el zorro y el perro llamaron mi atención, blancos como los demás, como la nieve y el hielo que nos rodeaban. Con esos dos sentía tener más en común que con el resto.
- Si este fuese el reino del descanso y tu su guardián, este sería el momento en el que deberíamos de preguntarte el significado de la vida o algo por el estilo, ¿verdad? - comenté sin sacar los ojos de encima de la bestia con mi típico tono picante y despreocupado, pero siempre atenta, siempre alerta. - Dime... - escondí mis manos tras la espalda y saqué tres dedos en cada mano - ¿Cuantos dedos tengo a mi espalda? - sonreí - Puede que sea estúpido, pero me gustaría saber si tienes poderes capaces de responder a algo que solo yo se. -
Podía o no sorprenderme su respuesta, si me daba alguna, pero fuese como fuese no me echaría atrás. No dejaría que me intimidase con su mirada felina. - Está bien está bien. - miré a mis compañeros y decidí, por mi misma, que sería la primera en hablar. - Hemos venido en rescate de un hombre que hace cincuenta años fue engullido por "la puerta". ¿Sabes algo de él? ¿Sigue vivo? ¿Está aquí? - Entonces sonreí. No iba a cambiar mi personalidad solo porque el mundo estuviese del revés y una criatura mágica fuese la que exigiese saber de mí. - Por cierto, mi nombre es Eona. Encantada. - exageré una reverencia afeminada, sujetando un vestido invisible el cual, definitivamente, no estaba ahí.
Eona
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Re: [Quest] La puerta
Tan pronto como hube cruzado el umbral de la puerta, el suelo desapareció bajo mis pies. Aquel fulgor brillante me cegó por completo y comencé a caer sin remedio como no podía ser de otra forma, mas no era una caída normal, no me estaba precipitando al vacío... Estaba cayendo a cámara lenta, como si las leyes de la gravedad fuesen distintas en aquel lugar. En cualquier caso, no tenía la sensación de estar corriendo peligro por la caída; era más bien como si alguien nos estuviera invitando a entrar, o almenos, esa era la sensación que me daba, lo cual no sabía decir si era bueno o malo.
Noté como mis pies se posaban con suavidad sobre una superficie cristalina que parecía estar flotando en el aire. Mis ojos terminaron por acostumbrarse a tanta luz y reflejo blanco, y tan pronto descubrí que nos encontrábamos rodeados de nieve no me extrañó que molestara tanto a la vista. La luz se reflejaba en la escarcha y lo hacía todo brillante y abrumador. Todo dentro de aquel ¿cuarto? parecía estar perfectamente integrado. De hecho, los únicos que desentonábamos allí dentro éramos nosotros tres y, cómo no, seguramente ni deberíamos habernos atrevido a entrar en aquel lugar.
No tuve tiempo ni de abrir la boca cuando una presencia inundó el lugar, probablemente alertada por nuestra pequeña incursión. Apareció por uno de los seis caminos que abandonaban la plataforma en la que nos encontrábamos haciendo gala de una agilidad asombrosa, rodeándonos sin ningún tipo de recato y finalmente apareciendo justo delante de nosotros. No pude más que alzar las cejas sorprendido del aspecto que presentaba aquella criatura. No había duda de que su apariencia era felina, mas los adornos y colores que cubrían su cuerpo le otorgaban un aspecto majestuoso e imponente. Supe de inmediato que me encontraba ante algo completamente fuera de mi alcance, rodeado por un aura ancestral que nos hacía parecer más pequeños todavía dentro de la inmensidad de aquel paraje helado en el que habíamos irrumpido. Debíamos ser cautos, no sabíamos absolutamente nada de aquel sitio.
La voz de aquella figura leonina me sorprendió de repente y, si bien ya me esperaba que pudiera hablar, no pude evitar sobresaltarme ante aquello. Aunque aquello pasó a un segundo plano tan pronto como pronunció sus siguientes palabras; me quedó completamente claro que no éramos las primeras personas que cruzábamos aquella puerta, y aquello no hizo más que acercarnos a nuestro verdadero objetivo: Brion de Gaius. Intercambié una rápida mirada con mis compañeras, asegurándome que ellas también habían escuchado lo mismo que yo, y fue Eona quien tomó la voz cantante y se dirigió a nuestro anfitrión. Esperaba que Haladart, como se había presentado, no se tomara el pequeño juego de la licántropa como una falta de respeto.
Un movimiento del león precisamente, me alertó de que teníamos más compañía. Pude observar sin moverme ni un ápice, como, de cada uno de los seis caminos, aparecían seis nuevas figuras; seis animales, criaturas de la nieve, de aspecto frágil y extrañamente vulgar, mas no por ello menos poderosos y admirables. Un leopardo, un zorro, un perro, un conejo, un búho y un caballo. Inmediatamente, y con la simple intención de dejar claro que nuestras intenciones eran buenas, incliné la cabeza a modo de reverencia, paseando mi mirada por cada uno de los guardianes, los cuales mantenían sus ojos puestos en nuestro grupo manteniendo el silencio que reinaba en el lugar, tan solo roto por el silbar del viento que azotaba el bosque bajo nuestros pies.
- Disculpad, ¿dónde nos encontramos, exactamente? - Pregunté tras la pregunta de Eona, imbuyendo mis palabras con cierto respeto y decoro.
Estaba claro que teníamos una misión pero, sinceramente, las preguntas que poblaban mi cabeza no estaban precisamente enfocadas en ella. Eona ya había preguntado por nuestro desaparecido y yo tenía la intención de averiguar algo más sobre aquel paraje helado. Estaba seguro que Laschel también se encontraba sorprendida ante todo aquello y también buscaría respuestas a sus propias preguntas. Preguntas de "externautas", por supuesto.
Noté como mis pies se posaban con suavidad sobre una superficie cristalina que parecía estar flotando en el aire. Mis ojos terminaron por acostumbrarse a tanta luz y reflejo blanco, y tan pronto descubrí que nos encontrábamos rodeados de nieve no me extrañó que molestara tanto a la vista. La luz se reflejaba en la escarcha y lo hacía todo brillante y abrumador. Todo dentro de aquel ¿cuarto? parecía estar perfectamente integrado. De hecho, los únicos que desentonábamos allí dentro éramos nosotros tres y, cómo no, seguramente ni deberíamos habernos atrevido a entrar en aquel lugar.
No tuve tiempo ni de abrir la boca cuando una presencia inundó el lugar, probablemente alertada por nuestra pequeña incursión. Apareció por uno de los seis caminos que abandonaban la plataforma en la que nos encontrábamos haciendo gala de una agilidad asombrosa, rodeándonos sin ningún tipo de recato y finalmente apareciendo justo delante de nosotros. No pude más que alzar las cejas sorprendido del aspecto que presentaba aquella criatura. No había duda de que su apariencia era felina, mas los adornos y colores que cubrían su cuerpo le otorgaban un aspecto majestuoso e imponente. Supe de inmediato que me encontraba ante algo completamente fuera de mi alcance, rodeado por un aura ancestral que nos hacía parecer más pequeños todavía dentro de la inmensidad de aquel paraje helado en el que habíamos irrumpido. Debíamos ser cautos, no sabíamos absolutamente nada de aquel sitio.
La voz de aquella figura leonina me sorprendió de repente y, si bien ya me esperaba que pudiera hablar, no pude evitar sobresaltarme ante aquello. Aunque aquello pasó a un segundo plano tan pronto como pronunció sus siguientes palabras; me quedó completamente claro que no éramos las primeras personas que cruzábamos aquella puerta, y aquello no hizo más que acercarnos a nuestro verdadero objetivo: Brion de Gaius. Intercambié una rápida mirada con mis compañeras, asegurándome que ellas también habían escuchado lo mismo que yo, y fue Eona quien tomó la voz cantante y se dirigió a nuestro anfitrión. Esperaba que Haladart, como se había presentado, no se tomara el pequeño juego de la licántropa como una falta de respeto.
Un movimiento del león precisamente, me alertó de que teníamos más compañía. Pude observar sin moverme ni un ápice, como, de cada uno de los seis caminos, aparecían seis nuevas figuras; seis animales, criaturas de la nieve, de aspecto frágil y extrañamente vulgar, mas no por ello menos poderosos y admirables. Un leopardo, un zorro, un perro, un conejo, un búho y un caballo. Inmediatamente, y con la simple intención de dejar claro que nuestras intenciones eran buenas, incliné la cabeza a modo de reverencia, paseando mi mirada por cada uno de los guardianes, los cuales mantenían sus ojos puestos en nuestro grupo manteniendo el silencio que reinaba en el lugar, tan solo roto por el silbar del viento que azotaba el bosque bajo nuestros pies.
- Disculpad, ¿dónde nos encontramos, exactamente? - Pregunté tras la pregunta de Eona, imbuyendo mis palabras con cierto respeto y decoro.
Estaba claro que teníamos una misión pero, sinceramente, las preguntas que poblaban mi cabeza no estaban precisamente enfocadas en ella. Eona ya había preguntado por nuestro desaparecido y yo tenía la intención de averiguar algo más sobre aquel paraje helado. Estaba seguro que Laschel también se encontraba sorprendida ante todo aquello y también buscaría respuestas a sus propias preguntas. Preguntas de "externautas", por supuesto.
Rihoran
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Re: [Quest] La puerta
Apenas cruzar la puerta empecé a caer en picado, y por un momento me asusté al no saber lo que me esperaba abajo. ¿Tendría un aterrizaje doloroso? ¿Caería sobre blando? ¿O acabaría zambullida en alguna especie de líquido? Era imposible ver más allá, pues todo era tan blanco que casi parecía que no hubiese nada más. Sin embargo, pronto noté que la velocidad de la caída aminoró hasta acabar en un suave balanceo que me depositó sobre aquella superficie con una delicadeza abrumadora. De inmediato alcé la vista, pero era imposible ver la puerta por la que habíamos caído. Luego miré a mis compañeros, y finalmente al lugar en el que estábamos.
Se trataba de una base hexagonal bastante elevada con seis escaleras que se extendían por diferentes caminos. La nieve y el hielo parecía cubrirlo todo, y a pesar de todo eso, no hacía demasiado frío. Fue entonces cuando una de las acumulaciones de escarcha se mueve, e inmediatamente me giro hacia ella dispuesta a desenvainar mis espadas de ser necesario. Una figura felina similar a un león nace de ella, y tras acercarse a nosotros y hablar, comprendo que me hallo frente a un ser ancestral. Quizás el guardián de aquel lugar, o el vigilante... la pregunta era, ¿amigo o enemigo?
No pasé por alto el hecho de que no éramos los primeros en acceder a aquel lugar, pues el león mencionó algo que dio a entender que más personas habían cruzado su umbral antaño, y puede que con suerte una de ellas fuese el muchacho al que se nos había encomendado buscar. Puede que él tuviese la respuesta de su paradero, y fue Eona la primera en preguntar lo que posiblemente todos estábamos pensando. Eso sí, no sin antes vacilar un poco con el descaro que parecía formar parte de su peculiar personalidad. No pude hacer otra cosa más que poner los ojos en blanco y soltar una risita interior, ya solo faltaba poner en duda las capacidades de un ser místico y ofenderle para asegurarnos la permanencia eterna en su territorio. Esperaba que Haladart tuviera sentido del humor.
Tras unos breves instantes de charla en los que me mantuve más observadora que habladora, seis nuevas presencias hicieron acto en aquel lugar. Seis animales blancos y puros como la nieve, cada uno aguardando al principio de cada una de las escaleras. Mis ojos de inmediato se posaron en el zorro ártico, e inmediatamente visualicé a mis dos bebés, Toron y Seler. Seler ya sabía cazar pequeños roedores, pero aun así seguían siendo demasiado pequeños como para sobrevivir por sí solos durante semanas, y tuve que pedirle a Abdou que les echara un ojo de vez en cuando. Puede que cuando crecieran un poco más les permitiera acompañarme a ciertas misiones, pero por lo pronto no quería arriesgarme. El caballo también me llamó la atención, pues me recordó cómo los Altos Elfos de Sandorai -generalmente los mandamases de cada pueblo- solían acudir a las reuniones importantes a lomos de majestuosos corceles blancos; era una estampa que siempre me fascinó presenciar.
- Yo soy Laschel, es un placer -incliné levemente la cabeza en dirección al león y los seis guardianes, sonriendo de manera amistosa- Tengo otra pregunta, mi señor Haladart -luego de las presentaciones oficiales, adquirí un tono expectante y algo curioso- ¿Hay algo que debamos saber sobre éste lugar? Es decir, ¿alguna advertencia que debamos tener en cuenta? ¿Algún consejo? Porque intuyo que vuestros... compañeros -hice alusión a los seis guardianes- no están aquí sólo para haceros compañía, ¿verdad? -sonreí de medio lado, pues algo me decía que aquellas escaleras estaban ahí para ser usadas.
Se trataba de una base hexagonal bastante elevada con seis escaleras que se extendían por diferentes caminos. La nieve y el hielo parecía cubrirlo todo, y a pesar de todo eso, no hacía demasiado frío. Fue entonces cuando una de las acumulaciones de escarcha se mueve, e inmediatamente me giro hacia ella dispuesta a desenvainar mis espadas de ser necesario. Una figura felina similar a un león nace de ella, y tras acercarse a nosotros y hablar, comprendo que me hallo frente a un ser ancestral. Quizás el guardián de aquel lugar, o el vigilante... la pregunta era, ¿amigo o enemigo?
No pasé por alto el hecho de que no éramos los primeros en acceder a aquel lugar, pues el león mencionó algo que dio a entender que más personas habían cruzado su umbral antaño, y puede que con suerte una de ellas fuese el muchacho al que se nos había encomendado buscar. Puede que él tuviese la respuesta de su paradero, y fue Eona la primera en preguntar lo que posiblemente todos estábamos pensando. Eso sí, no sin antes vacilar un poco con el descaro que parecía formar parte de su peculiar personalidad. No pude hacer otra cosa más que poner los ojos en blanco y soltar una risita interior, ya solo faltaba poner en duda las capacidades de un ser místico y ofenderle para asegurarnos la permanencia eterna en su territorio. Esperaba que Haladart tuviera sentido del humor.
Tras unos breves instantes de charla en los que me mantuve más observadora que habladora, seis nuevas presencias hicieron acto en aquel lugar. Seis animales blancos y puros como la nieve, cada uno aguardando al principio de cada una de las escaleras. Mis ojos de inmediato se posaron en el zorro ártico, e inmediatamente visualicé a mis dos bebés, Toron y Seler. Seler ya sabía cazar pequeños roedores, pero aun así seguían siendo demasiado pequeños como para sobrevivir por sí solos durante semanas, y tuve que pedirle a Abdou que les echara un ojo de vez en cuando. Puede que cuando crecieran un poco más les permitiera acompañarme a ciertas misiones, pero por lo pronto no quería arriesgarme. El caballo también me llamó la atención, pues me recordó cómo los Altos Elfos de Sandorai -generalmente los mandamases de cada pueblo- solían acudir a las reuniones importantes a lomos de majestuosos corceles blancos; era una estampa que siempre me fascinó presenciar.
- Yo soy Laschel, es un placer -incliné levemente la cabeza en dirección al león y los seis guardianes, sonriendo de manera amistosa- Tengo otra pregunta, mi señor Haladart -luego de las presentaciones oficiales, adquirí un tono expectante y algo curioso- ¿Hay algo que debamos saber sobre éste lugar? Es decir, ¿alguna advertencia que debamos tener en cuenta? ¿Algún consejo? Porque intuyo que vuestros... compañeros -hice alusión a los seis guardianes- no están aquí sólo para haceros compañía, ¿verdad? -sonreí de medio lado, pues algo me decía que aquellas escaleras estaban ahí para ser usadas.
Laschel
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Re: [Quest] La puerta
El felino observó las reacciones de todos. La impaciencia implacable y la osadía irreverente de aquella peliamarilla, la inteligencia velada del hombre y su respeto y finalmente, la gracia y el decoro de la hija de los bosques. Escuchó con sus oídos que todo habían presenciado, aquello que inundaba los corazones de los externautas y se tomó su tiempo para pensar. Miró el horizonte, sólo un leve balanceo de su cola le diferenciaba de alguna figura inmortalizada en la eternidad.
Se volvió hacia Eona quién aún mantenía sus dedos escondidos, se acercó a ella, erguido y orgulloso. La cabeza de la chica apenas le llegaría a la garganta. Se agachó para estar a la altura de sus ojos, tan cerca que ambas respiraciones se entremezclaban casi visiblemente en el aire. Muchos le respondió con aire confiado y sereno. Le dio la espalda a ella y miró al leopardo fijamente. Pero eso no es lo que quieres saber afirmó para luego girarse de improviso, con aquella agilidad que le caracterizaba.
La vida es… tomó aire y luego lo liberó de forma casi cansina bueno, en realidad no tiene importancia. ¿Harías algo con esa información?. Lentamente el gran ser comenzaba adaptarse mejor a las formas del leguaje de los del exterior, también parecía comenzar a comprender un poco las preguntas que de ellos habían surgido.
Vaya… me habéis sorprendido. Se vive un momento interesante allí afuera dijo con la vista ligeramente desenfocada para luego volverse a los tres. El tiempo. Susurró buscando ahora la mirada del perro. El tiempo ha dejado de correr dentro de este lugar. Su mirada era vaga, se volvió hacia el búho e intercambiaron miradas significativas. Un hombre. No dijo él completamente seguro. Pareció volverse hacia el joven para responderle, pero vio un bulto en uno de los bolsillos de la chica con la que estaba hablando. Pero un dragón si.
Eona, hija de la luna, deberías permitir que ella ilumine con su sabiduría tus palabras. Él está vivo. Pero no está aquí. Hay muchos “aquí”, como lo debes de imaginar.. Ahora se volvió hacia la bella Laschel, le devolvió una elegante reverencia Muchas cosas necesitan ser sabidas de este lugar, tantas como el mismo tiempo que tienen de creadas y me temo, que sus vidas no serán lo bastante largas. Observó al hombre del grupo y se puso frente a él.
Rihoran habló con fuerza, atravesándole con la mirada, se volvió hacia Eona y le guiñó fugazmente un ojo Este lugar no tiene nombre y ni siquiera es un lugar. Nos encontramos en una frontera… pero todo lo que pasa aquí tiene repercusiones en donde ustedes provienen y de muchos más. .
Caminó en círculos sin producir sonido alguno. Aquí se encuentran dos separados. Si lográis volverlos uno nuevamente el dragón será victorioso y regresará a su hogar. Ahora, los seis guardianes no solo protegen cuanto se ve. Confiad en vuestros corazones y elegid al que estimen conveniente. hizo ademán de irse, pero regresó sobre sus pasos con gesto dubitativo.
Sugiero que sigan al caballo, él les llevará a conseguir abrigo y quizás algo más. Deben de saber, externautas, que tienen un día de su mundo para salir. Después de eso la puerta volverá a cerrarse… El tiempo, su tiempo, apremia. Coleccionen las llaves y encierren al mal. Su voz se iba apagando, parecía que resonaba en la distancia aunque él parecía estar entre ellos. Cuando finalmente todo quedó en silencio su figura se desvaneció en el aire.
-Tch, belleza. Vente conmigo. Dijo el zorro dando un paso hacia los escalones, más sin tocarlos prosiguió. Yo puedo serles de utilizad, conozco estos bosques y se de un atajo para encontrar al dragón.
-No le hagáis caso. Repiqueteó una voz femenina y de buen grado. Al zorro no le gusta más que mentir. Yo no se mucho acerca de Brion, él prefirió al Bhúo, pero puedo seros de utilidad.
-Calla, tú, que no sabes más que predar. Un animal que ve las cosas de un modo diferente debería de ser su elección. Espetó el conejo con voz débil pero firme y segura.
-Siendo así, ¿por qué no elegir entre el fiel amigo del hombre o el concienzudo búho? Preguntó el perro de piel erizada.
-Apuraos, dijo la voz de la yegua, su tiempo externautas se agota con rapidez y si deseáis reuniros con alguien más una vez esté hecho mi recaudo debéis apuraros.
-Tened en cuenta, intervino el Búho, que los guardianes estamos separados por nuestros propios territorios, no podéis elegir más de uno sin volver aquí o correr un grave peligro.
Y así, los recién llegados se verían obligados a tomar decisiones desde el mismo momento en el que llegaron. La fuerza del viento comenzó a amainar lentamente, parecía querer escuchar con claridad las respuestas que los viajeros iban a dar.
Se volvió hacia Eona quién aún mantenía sus dedos escondidos, se acercó a ella, erguido y orgulloso. La cabeza de la chica apenas le llegaría a la garganta. Se agachó para estar a la altura de sus ojos, tan cerca que ambas respiraciones se entremezclaban casi visiblemente en el aire. Muchos le respondió con aire confiado y sereno. Le dio la espalda a ella y miró al leopardo fijamente. Pero eso no es lo que quieres saber afirmó para luego girarse de improviso, con aquella agilidad que le caracterizaba.
La vida es… tomó aire y luego lo liberó de forma casi cansina bueno, en realidad no tiene importancia. ¿Harías algo con esa información?. Lentamente el gran ser comenzaba adaptarse mejor a las formas del leguaje de los del exterior, también parecía comenzar a comprender un poco las preguntas que de ellos habían surgido.
Vaya… me habéis sorprendido. Se vive un momento interesante allí afuera dijo con la vista ligeramente desenfocada para luego volverse a los tres. El tiempo. Susurró buscando ahora la mirada del perro. El tiempo ha dejado de correr dentro de este lugar. Su mirada era vaga, se volvió hacia el búho e intercambiaron miradas significativas. Un hombre. No dijo él completamente seguro. Pareció volverse hacia el joven para responderle, pero vio un bulto en uno de los bolsillos de la chica con la que estaba hablando. Pero un dragón si.
Eona, hija de la luna, deberías permitir que ella ilumine con su sabiduría tus palabras. Él está vivo. Pero no está aquí. Hay muchos “aquí”, como lo debes de imaginar.. Ahora se volvió hacia la bella Laschel, le devolvió una elegante reverencia Muchas cosas necesitan ser sabidas de este lugar, tantas como el mismo tiempo que tienen de creadas y me temo, que sus vidas no serán lo bastante largas. Observó al hombre del grupo y se puso frente a él.
Rihoran habló con fuerza, atravesándole con la mirada, se volvió hacia Eona y le guiñó fugazmente un ojo Este lugar no tiene nombre y ni siquiera es un lugar. Nos encontramos en una frontera… pero todo lo que pasa aquí tiene repercusiones en donde ustedes provienen y de muchos más. .
Caminó en círculos sin producir sonido alguno. Aquí se encuentran dos separados. Si lográis volverlos uno nuevamente el dragón será victorioso y regresará a su hogar. Ahora, los seis guardianes no solo protegen cuanto se ve. Confiad en vuestros corazones y elegid al que estimen conveniente. hizo ademán de irse, pero regresó sobre sus pasos con gesto dubitativo.
Sugiero que sigan al caballo, él les llevará a conseguir abrigo y quizás algo más. Deben de saber, externautas, que tienen un día de su mundo para salir. Después de eso la puerta volverá a cerrarse… El tiempo, su tiempo, apremia. Coleccionen las llaves y encierren al mal. Su voz se iba apagando, parecía que resonaba en la distancia aunque él parecía estar entre ellos. Cuando finalmente todo quedó en silencio su figura se desvaneció en el aire.
-Tch, belleza. Vente conmigo. Dijo el zorro dando un paso hacia los escalones, más sin tocarlos prosiguió. Yo puedo serles de utilizad, conozco estos bosques y se de un atajo para encontrar al dragón.
-No le hagáis caso. Repiqueteó una voz femenina y de buen grado. Al zorro no le gusta más que mentir. Yo no se mucho acerca de Brion, él prefirió al Bhúo, pero puedo seros de utilidad.
-Calla, tú, que no sabes más que predar. Un animal que ve las cosas de un modo diferente debería de ser su elección. Espetó el conejo con voz débil pero firme y segura.
-Siendo así, ¿por qué no elegir entre el fiel amigo del hombre o el concienzudo búho? Preguntó el perro de piel erizada.
-Apuraos, dijo la voz de la yegua, su tiempo externautas se agota con rapidez y si deseáis reuniros con alguien más una vez esté hecho mi recaudo debéis apuraros.
-Tened en cuenta, intervino el Búho, que los guardianes estamos separados por nuestros propios territorios, no podéis elegir más de uno sin volver aquí o correr un grave peligro.
Y así, los recién llegados se verían obligados a tomar decisiones desde el mismo momento en el que llegaron. La fuerza del viento comenzó a amainar lentamente, parecía querer escuchar con claridad las respuestas que los viajeros iban a dar.
Thorn
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Re: [Quest] La puerta
Después de que todos hubiesen tenido su voz en el asunto la enorme bestia se acercó a mí, casi amenazante, pero firme y orgullosa. - Muchos. - "¿No me digas?" pensé en mi interior, excitada por su cercanía, por el poder de su mirada, el ardiente toque de su aliento...
Escuché atentamente cada una de las palabras que salían de entre sus afilados colmillos. Nos había proporcionado mucha información, hasta demasiada para mi gusto, pues no me alegraba el echo de que tendría que juntar las piezas del puzzle ahora, para idear una estrategia que nos llevase a "la victoria". Al que buscábamos estaba aquí, fuese lo que fuese este "aquí", y por supuesto que no sería tarea fácil encontrarle, por no decir traerle de vuelta. Un segundo... ¿Acaso el minino me guiñó un ojo? No pude evitar sonreír animada. Pero bueno, volviendo al tema. Estaba claro que por estar en este lugar no eramos inmortales, aunque el tiempo pasase diferente al exterior. Cosas raras, desde luego, pero si no nos adaptábamos a los cambios con rapidez, moriríamos. ¿Dos separados? ¿Acaso al que buscamos se dividió en sus dos mitades; humana y dragón? Y no solo eso. Lo primero fueron puertas, ¿y ahora quieren que coleccionemos llaves? Me despedí con la cabeza, sin ser capaz de borrar la sonrisa de mi rostro. - Nos has liado bien las cabezas, pero espero poder volver a verte. - Se fue... No sabía qué, pero había algo que me atraía a él. Tal vez el peligro. Tal vez la locura. ¿Qué más daba?
- Bueno... - me crucé de brazos una vez que los animales hubiesen echo sus "presentaciones". Miré hacia mis compañeros. Era imposible no notar que cada uno era diferente, y que junto con Haladart, nos daban entrelazadas pistas para elegir a quién seguir. - Del zorro no me fío. Puede ser sabio, pero a la vez rastrero. - pronuncié con voz monótona, con total tranquilidad, para después girarme a él con una mano levantada en señal de disculpa. - No te ofendas. No podemos elegir a ninguno de vosotros sin ofender a los demás con ello, ¿cierto?. - le guiñé un ojo. "Eona... Estás hablando con un animal..." resonó mi propia voz en mi cabeza, la misma la cual de inmediato objetó: "Ni que eso fuese lo más raro que haya vivido hasta ahora." - No tenemos tiempo y parece ser que son varios los objetivos que ahora tenemos presentes... Lo mejor será separarnos y reunirnos una vez más aquí cuando hayamos terminado. - Me giré hacia los guardianes, observándolos con atención. Mis compañeros ya lo habrán notado, pero el búho y el caballo me parecían las mejores opciones por el momento; sobre todo el búho. - "Él no está aquí..." - repetí las palabras del "león arcoiris". - No está aquí, pero tal vez hallemos un camino hacia él juntando las llaves... ¿Pero y lo de los dos separados? -
No sabía por qué realmente, pero había decidido. Sin vergüenza alguna empecé a quitarme la ropa y a guardarla en un enorme saco que siempre cargaba encima. - ¿Podrías cuidarlo por mí, colega? - me burlé del elfo mientras le entregaba la bolsa, la cual no le resultaría un peso importante. Si lo prefería, también podía dejarla ahí tirada, ese ya no sería mi problema. - Seré más rápida así. Si no encuentro nada, o en su lugar encuentro lo que buscamos, volveré aquí. - Me dirigí hacia el perro, el cual se presentaba ante mí como un pariente muy, muy lejano, pero un pariente después de todo. - Confiaré en tu fidelidad. - Incliné levemente mi cabeza ante él e inicié mi transformación. Lista para partir.
Escuché atentamente cada una de las palabras que salían de entre sus afilados colmillos. Nos había proporcionado mucha información, hasta demasiada para mi gusto, pues no me alegraba el echo de que tendría que juntar las piezas del puzzle ahora, para idear una estrategia que nos llevase a "la victoria". Al que buscábamos estaba aquí, fuese lo que fuese este "aquí", y por supuesto que no sería tarea fácil encontrarle, por no decir traerle de vuelta. Un segundo... ¿Acaso el minino me guiñó un ojo? No pude evitar sonreír animada. Pero bueno, volviendo al tema. Estaba claro que por estar en este lugar no eramos inmortales, aunque el tiempo pasase diferente al exterior. Cosas raras, desde luego, pero si no nos adaptábamos a los cambios con rapidez, moriríamos. ¿Dos separados? ¿Acaso al que buscamos se dividió en sus dos mitades; humana y dragón? Y no solo eso. Lo primero fueron puertas, ¿y ahora quieren que coleccionemos llaves? Me despedí con la cabeza, sin ser capaz de borrar la sonrisa de mi rostro. - Nos has liado bien las cabezas, pero espero poder volver a verte. - Se fue... No sabía qué, pero había algo que me atraía a él. Tal vez el peligro. Tal vez la locura. ¿Qué más daba?
- Bueno... - me crucé de brazos una vez que los animales hubiesen echo sus "presentaciones". Miré hacia mis compañeros. Era imposible no notar que cada uno era diferente, y que junto con Haladart, nos daban entrelazadas pistas para elegir a quién seguir. - Del zorro no me fío. Puede ser sabio, pero a la vez rastrero. - pronuncié con voz monótona, con total tranquilidad, para después girarme a él con una mano levantada en señal de disculpa. - No te ofendas. No podemos elegir a ninguno de vosotros sin ofender a los demás con ello, ¿cierto?. - le guiñé un ojo. "Eona... Estás hablando con un animal..." resonó mi propia voz en mi cabeza, la misma la cual de inmediato objetó: "Ni que eso fuese lo más raro que haya vivido hasta ahora." - No tenemos tiempo y parece ser que son varios los objetivos que ahora tenemos presentes... Lo mejor será separarnos y reunirnos una vez más aquí cuando hayamos terminado. - Me giré hacia los guardianes, observándolos con atención. Mis compañeros ya lo habrán notado, pero el búho y el caballo me parecían las mejores opciones por el momento; sobre todo el búho. - "Él no está aquí..." - repetí las palabras del "león arcoiris". - No está aquí, pero tal vez hallemos un camino hacia él juntando las llaves... ¿Pero y lo de los dos separados? -
No sabía por qué realmente, pero había decidido. Sin vergüenza alguna empecé a quitarme la ropa y a guardarla en un enorme saco que siempre cargaba encima. - ¿Podrías cuidarlo por mí, colega? - me burlé del elfo mientras le entregaba la bolsa, la cual no le resultaría un peso importante. Si lo prefería, también podía dejarla ahí tirada, ese ya no sería mi problema. - Seré más rápida así. Si no encuentro nada, o en su lugar encuentro lo que buscamos, volveré aquí. - Me dirigí hacia el perro, el cual se presentaba ante mí como un pariente muy, muy lejano, pero un pariente después de todo. - Confiaré en tu fidelidad. - Incliné levemente mi cabeza ante él e inicié mi transformación. Lista para partir.
Eona
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Re: [Quest] La puerta
El león respondió a todas y cada una de las preguntas que formulamos, algunas con respuestas directas y otras que más bien parecían un puzzle que debíamos resolver en nuestras cabezas. Fue el caso de los "dos separados", ¿se refería al dragón? ¿es que se había dividido en dos? Oh, perfecto, ahora no sólo tendríamos que buscar a uno, sino a dos, además de varias llaves, y todo a contrarreloj.
- Estupendo, esa era la advertencia que me interesaba escuchar -mencioné sin demasiado ánimo para fiestas- Si tenemos 24 horas para hacerlo todo, más nos vale arrancar cuanto antes.
Lo único bueno de todo aquello es que ahora sabíamos que el dragón podía estar en cualquier parte, que habíamos traspasado la puerta correcta. El problema era... ¿en dónde exactamente? Y ese era el acertijo que nos dejó Haladart antes de desaparecer como si su presencia nunca hubiese existido. Tras eso, Eona propuso, o más bien decidió que lo mejor sería separarnos, y aunque en el fondo no me hacía mucha gracia, en este caso tuve que estar conforme. Íbamos con el tiempo limitado, y quizás yendo juntos retrasaríamos aún más lo evidente. Puede que fuese innecesario. Repartiéndonos el trabajo, en cambio, iríamos mucho más deprisa... aunque también sería mucho más peligroso, pues quién sabía lo que nos aguardaba más adelante.
El león había dejado como última recomendación seguir los pasos de la yegua. Vaya, mi intuición no iba tan desencaminada al fin y al cabo, pues había sido uno de los animales que habían llamado mi atención al principio. Observé a todos y cada uno de los guardianes, cada cual haciendo su peculiar presentación y mostrándonos diferentes opciones de elección. El búho y el caballo parecían ser las opciones más sensatas; el primero por haber sido el guardián elegido por el dragón, y el segundo por recomendación directa de Haladart. Casi que nos presentaban un camino de flores en su dirección, pero por alguna extraña razón, mis pies no parecían querer moverse hacia ellos.
Y fue entonces cuando, ni corta ni perezosa, Eona empezó a desvestirse. La miré con una ceja alzada preguntándome qué demonios estaba haciendo, pero más de piedra me quedé cuando le entregó la bolsa con su ropa a Rihoran, pidiéndole que se la guardara. Se conocían, eso lo tuve claro desde el primer momento, pero parecía que su grado de intimidad era mucho más elevado de lo que yo pensaba. Y aparte, viendo el descaro despreocupado que se traía la rubia, me daba la impresión de que no era la primera vez que se desnudaba frente a él.
- Vaya, esto es... interesante... -comenté de forma bastante irónica, independientemente de que la rubia se transformase en lobo poco después. Le lancé al elfo una mirada fría, dura y muy envenenada, y le advertí- Ya hablaremos luego tú y yo -fue lo único que dije antes de darle la espalda.
Tenía que concentrarme en la misión, apenas teníamos tiempo y no podía darme el lujo de preocuparme o de pedir explicaciones. Quedaban cinco guardianes por elegir, pues el perro había sido escogido por Eona, así que tras pensarlo durante algunos segundos, dejé que mis piernas me guiasen hasta donde aguardaba el zorro. Puede que estuviese cometiendo un error, puede que lo más prudente fuese elegir a otro guardián de más confianza... pero los meses que había pasado cuidando de mis pequeños me habían demostrado que no todo lo que se decía de los zorros era cierto, eran criaturas inteligentes que sabían lo que les convenía, pero no eran malas. Y además, al mirarle había sentido una corazonada.
- ¿Sorprendido? No estaréis acostumbrado a que confíen en vos muy a menudo -me puse de cuclillas para estar a su altura y poder hablar de forma más personal, sonriendo de medio lado al toparme con su mirada. Tuve el impulso de rascarle una oreja, pero entonces recordé que me encontraba frente a un ser atípico que debía ser respetado como tal- A veces el camino más pedregoso es el que tiene el trayecto más corto, así que si de verdad queréis ayudarme, seguiré vuestras indicaciones -me puse en pie dispuesta a marchar, eso sí, no sin antes mirar al zorro una vez más- Vuestra mala fama os precede, pero a veces puede ser muy injusta. No hagáis que me arrepienta. Si intentáis engañarme, lo sabré.
- Estupendo, esa era la advertencia que me interesaba escuchar -mencioné sin demasiado ánimo para fiestas- Si tenemos 24 horas para hacerlo todo, más nos vale arrancar cuanto antes.
Lo único bueno de todo aquello es que ahora sabíamos que el dragón podía estar en cualquier parte, que habíamos traspasado la puerta correcta. El problema era... ¿en dónde exactamente? Y ese era el acertijo que nos dejó Haladart antes de desaparecer como si su presencia nunca hubiese existido. Tras eso, Eona propuso, o más bien decidió que lo mejor sería separarnos, y aunque en el fondo no me hacía mucha gracia, en este caso tuve que estar conforme. Íbamos con el tiempo limitado, y quizás yendo juntos retrasaríamos aún más lo evidente. Puede que fuese innecesario. Repartiéndonos el trabajo, en cambio, iríamos mucho más deprisa... aunque también sería mucho más peligroso, pues quién sabía lo que nos aguardaba más adelante.
El león había dejado como última recomendación seguir los pasos de la yegua. Vaya, mi intuición no iba tan desencaminada al fin y al cabo, pues había sido uno de los animales que habían llamado mi atención al principio. Observé a todos y cada uno de los guardianes, cada cual haciendo su peculiar presentación y mostrándonos diferentes opciones de elección. El búho y el caballo parecían ser las opciones más sensatas; el primero por haber sido el guardián elegido por el dragón, y el segundo por recomendación directa de Haladart. Casi que nos presentaban un camino de flores en su dirección, pero por alguna extraña razón, mis pies no parecían querer moverse hacia ellos.
Y fue entonces cuando, ni corta ni perezosa, Eona empezó a desvestirse. La miré con una ceja alzada preguntándome qué demonios estaba haciendo, pero más de piedra me quedé cuando le entregó la bolsa con su ropa a Rihoran, pidiéndole que se la guardara. Se conocían, eso lo tuve claro desde el primer momento, pero parecía que su grado de intimidad era mucho más elevado de lo que yo pensaba. Y aparte, viendo el descaro despreocupado que se traía la rubia, me daba la impresión de que no era la primera vez que se desnudaba frente a él.
- Vaya, esto es... interesante... -comenté de forma bastante irónica, independientemente de que la rubia se transformase en lobo poco después. Le lancé al elfo una mirada fría, dura y muy envenenada, y le advertí- Ya hablaremos luego tú y yo -fue lo único que dije antes de darle la espalda.
Tenía que concentrarme en la misión, apenas teníamos tiempo y no podía darme el lujo de preocuparme o de pedir explicaciones. Quedaban cinco guardianes por elegir, pues el perro había sido escogido por Eona, así que tras pensarlo durante algunos segundos, dejé que mis piernas me guiasen hasta donde aguardaba el zorro. Puede que estuviese cometiendo un error, puede que lo más prudente fuese elegir a otro guardián de más confianza... pero los meses que había pasado cuidando de mis pequeños me habían demostrado que no todo lo que se decía de los zorros era cierto, eran criaturas inteligentes que sabían lo que les convenía, pero no eran malas. Y además, al mirarle había sentido una corazonada.
- ¿Sorprendido? No estaréis acostumbrado a que confíen en vos muy a menudo -me puse de cuclillas para estar a su altura y poder hablar de forma más personal, sonriendo de medio lado al toparme con su mirada. Tuve el impulso de rascarle una oreja, pero entonces recordé que me encontraba frente a un ser atípico que debía ser respetado como tal- A veces el camino más pedregoso es el que tiene el trayecto más corto, así que si de verdad queréis ayudarme, seguiré vuestras indicaciones -me puse en pie dispuesta a marchar, eso sí, no sin antes mirar al zorro una vez más- Vuestra mala fama os precede, pero a veces puede ser muy injusta. No hagáis que me arrepienta. Si intentáis engañarme, lo sabré.
Laschel
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Re: [Quest] La puerta
Escuché atentamente todas y cada una de las palabras que el león pronunció después de nuestra ronda de preguntas, en parte porque si no lo hacías corrías el riesgo de perder el sentido de alguna frase dada la curiosa forma de hablar que tenía. Así que, si no había entendido mal, debíamos hacernos con unas llaves -todo parecía indicar que el número de éstas era el mismo que caminos parecían abrírsenos en aquella extraña plataforma-, encontrar un dragón y a un humano -pudiéndose tratar de las dos mitades de Brion de Gainus- y volver a unirlas de alguna forma que en ese momento ni podía llegar a imaginarme... y todo eso en menos de un día. Vamos, que nos había tocado el premio gordo y no lo habíamos descubierto hasta ahora.
Los seis guardianes hablaron poco después de que Haladart se desvaneciese, como si nunca hubiera estado ahí. Parecían tener una pelea velada sobre a ver con quién nos íbamos o a quién decidíamos seguir para proseguir con nuestra tarea. Es cierto que había algo en ellos que me transmitía cierta tranquilidad, como si algo en mi interior me instara a pensar que realmente no querían hacernos daño pero, siendo sinceros, la situación ya era lo suficientemente complicada como para permitirme ser tan crédulo e inocente. Desde luego, teníamos que andarnos con pies de plomo.
Inmediatamente, Eona decidió que la mejor opción era separarse, lo cual no me dejó del todo convencido, sobretodo porque no sabíamos a qué podíamos enfrentarnos en aquel extraño mundo y si bien era cierto que eso nos permitiría cubrir terreno en menor tiempo, no significaba que nuestras posibilidades de éxito fuesen necesariamente mayores. No tuve ni tiempo a reprochar aquella decisión, pues de inmediato ésta empezó a desvestirse, y aunque yo ya sabía la razón para ello, no comprendía por qué tenía que hacerlo exactamente allí ante nosotros, ni muchos menos comprendía por qué demonios me tendió a mí su ropa, pidiéndome que se la guardara como si yo fuera su perchero personal. Por supuesto, esto terminó derivando en una reacción por parte de Laschel, mi compañera, que yo no vi venir y que me cogió completamente por sorpresa, lo que no mejoró mi reacción.
- En serio, esto es increíble... - Murmuré llevándome la mano a la cara cuando ella ya se hubo alejado, parándose junto al zorro ártico.
¿Me ofendió su reacción? ¿Su mirada? Sí, para qué negarlo. Aunque pudiera entender lo que acababa de pasar, me tocó demasiado la moral que ella pudiera pensar así de mí. Me di la vuelta, todavía algo incrédulo ante lo que acababa de pasar y dejé caer la bolsa de ropa en el centro de la plataforma. Está bien, nos separaríamos. Era lo que tocaba en aquel momento, centrarnos en la tarea que se nos había encomendado. El reloj estaba en marcha y no podíamos permitirnos malgastar el tiempo que teníamos en discusiones estúpidas. Intenté dejar el tema aparcado y me dirigí sin pensármelo hacia la elegante y magistral yegua, la primera opción que nos habían recomendado. Era perfectamente consciente de que todo podía tratarse de una trampa, una estratagema para encerrarnos en aquel lugar a nosotros también, pero, por algún lado había que empezar y yo decidí seguir los consejos del león.
- Yo sí os acompañaré. - Le dije al equino, inclinando mi cuerpo en una suave reverencia. - Cuento con vuestro abrigo y protección. Si está en nuestras manos devolver a Brion de Gainus con su familia, no debemos demorar la partida. - Me ajusté el cinturón y la vaina, paseando mis dedos por la empuñadura de Alassi'aure, mi espada, dispuesto a emprender camino. No pude evitar lanzarle una última mirada a Laschel antes de eso.
Los seis guardianes hablaron poco después de que Haladart se desvaneciese, como si nunca hubiera estado ahí. Parecían tener una pelea velada sobre a ver con quién nos íbamos o a quién decidíamos seguir para proseguir con nuestra tarea. Es cierto que había algo en ellos que me transmitía cierta tranquilidad, como si algo en mi interior me instara a pensar que realmente no querían hacernos daño pero, siendo sinceros, la situación ya era lo suficientemente complicada como para permitirme ser tan crédulo e inocente. Desde luego, teníamos que andarnos con pies de plomo.
Inmediatamente, Eona decidió que la mejor opción era separarse, lo cual no me dejó del todo convencido, sobretodo porque no sabíamos a qué podíamos enfrentarnos en aquel extraño mundo y si bien era cierto que eso nos permitiría cubrir terreno en menor tiempo, no significaba que nuestras posibilidades de éxito fuesen necesariamente mayores. No tuve ni tiempo a reprochar aquella decisión, pues de inmediato ésta empezó a desvestirse, y aunque yo ya sabía la razón para ello, no comprendía por qué tenía que hacerlo exactamente allí ante nosotros, ni muchos menos comprendía por qué demonios me tendió a mí su ropa, pidiéndome que se la guardara como si yo fuera su perchero personal. Por supuesto, esto terminó derivando en una reacción por parte de Laschel, mi compañera, que yo no vi venir y que me cogió completamente por sorpresa, lo que no mejoró mi reacción.
- En serio, esto es increíble... - Murmuré llevándome la mano a la cara cuando ella ya se hubo alejado, parándose junto al zorro ártico.
¿Me ofendió su reacción? ¿Su mirada? Sí, para qué negarlo. Aunque pudiera entender lo que acababa de pasar, me tocó demasiado la moral que ella pudiera pensar así de mí. Me di la vuelta, todavía algo incrédulo ante lo que acababa de pasar y dejé caer la bolsa de ropa en el centro de la plataforma. Está bien, nos separaríamos. Era lo que tocaba en aquel momento, centrarnos en la tarea que se nos había encomendado. El reloj estaba en marcha y no podíamos permitirnos malgastar el tiempo que teníamos en discusiones estúpidas. Intenté dejar el tema aparcado y me dirigí sin pensármelo hacia la elegante y magistral yegua, la primera opción que nos habían recomendado. Era perfectamente consciente de que todo podía tratarse de una trampa, una estratagema para encerrarnos en aquel lugar a nosotros también, pero, por algún lado había que empezar y yo decidí seguir los consejos del león.
- Yo sí os acompañaré. - Le dije al equino, inclinando mi cuerpo en una suave reverencia. - Cuento con vuestro abrigo y protección. Si está en nuestras manos devolver a Brion de Gainus con su familia, no debemos demorar la partida. - Me ajusté el cinturón y la vaina, paseando mis dedos por la empuñadura de Alassi'aure, mi espada, dispuesto a emprender camino. No pude evitar lanzarle una última mirada a Laschel antes de eso.
Rihoran
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Re: [Quest] La puerta
- Rihoran:
- La yegua le devolvió la reverencia al elfo y se inclinó ofreciéndole su lomo para que él la montara a pelo. Es una pena que os hayan dejado solo Rihoran, pero quizás el destino lo quiso así. En marcha. Dijo partiendo a todo galope entre el viento que comenzaba a soplar con más fuerza. Las decisiones ya habían sido tomadas y los hilos comenzaban a trenzarse.
Yo solía ser la preferida de la ama Cornelia y su recuerdo me mantiene aún con vida. Quiero perecer joven elfo, por favor, atiende a mi pedido y ayuda a lord Brion. Él sabrá que hacer cuando llegue el momento. La velocidad del animal era poco menos que vertiginosa; los copos de nieve no permitirían el paso a nadie, excepto a ella y a quien llevara en su lomo. Los caminos se abrían a su paso y parecían respetar la voluntad que residía en el corazón del intrépido animal.
Lady Claire os brindará abrigo explicó deteniéndose en la nada. El hermoso corcel se despidió del elfo con una sutil reverencia y desapareció camuflajeada en el horizonte. Cuidado con la prueba fue lo último que se escuchó proviniendo de todos lados y de ninguno. Cuando mirara con más atención, Rihoran vería frente a él una pequeña cabaña de madera cubierta por nieve. Su puerta se abriría mostrando un brazo blanco y frágil. Escucharía una voz femenina y educada pedirle que pase, una dama de blanco le esperaría con una taza de chocolate caliente frente a un cálido y confortable fuego.* * *
¿Conoces el verdadero amor Rihoran? le preguntó ella de la nada, acercándosele por la espalda y acariciándole el pelo. La próxima vez que pestañara y volviera a abrir los ojos, el elfo se encontraría en un escenario conocido: en el mismo lugar que él había rechazado por vez primera desde que traspasara el gran portal. Era, ni más ni menos, que el cementerio de espadas.
El sol caía a plomo y no había ningún lugar para resguardarse. Danzando entre los fierros oxidados que permanecían aún clavados en el duro suelo se encontraba una silueta ennegrecida por su propia sombra.- Spoiler:
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-Brion… sollozaba una y otra vez revisando las inscripciones de las espadas.
-No dejes que me encuentre le dijo una voz al oído. Una pequeña ráfaga le envolvería y eso llamaría la atención de la fémina.
-¿Has visto a…? ¿Quién soy?, y tú ¿quién eres?¿yo estaba hablando?
Por más cerca que ambos estuviesen, la figura de la chica no se aclararía. Era como si un velo de oscuridad mantuviera en anonimato su identidad. La vieja espada que ella cargaba estaba mellada por cientos de batallas y su hoja estaba oxidada, al igual que su mente.
¡Camelia! Intervino una voz que se materializó entre ella y el elfo.- Spoiler:
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Bha, no tiene sentido. Yo soy Rakuto, pero puedes decirme “Ra” estos hombrecitos que me acompañan son llaves. Y puedo venderte alguna. ¿Qué tienes para tranzar?.
La mujer continuaba buscando sin saber qué, sus ojos perdidos y llenos de tristeza podrían romperle el corazón a cualquiera. Esta es Camelia. Está loquita sentenció haciendo un círculo imaginario con su índice en el aire y chiflando dice que busca a un tal Brion pero él no está aquí o ¿tú eres capaz de verlo? Jaja
Instrucciones: Rihoran, puedes manejar a Claire como quieras y describirla a tu antojo. Antes de “aparecer” en el otro lugar ella deberá decirte “Todo está conectado”. Podrás hablar con ella pero las preguntas importantes que le hagas las responderé yo cuando pases su prueba y ella te de el visto bueno.
- Eona:
- Vaya que eres interesante le dijo el perro a Eona no esperaba que nos dieras esas respuestas. Sin duda que han elegido bien a su representante cuando te han mandado. Ambos habían comenzado corriendo hacia el Este, a través del camino, pero pronto se internaron en el bosque para después de alrededor de una hora salir a un lago helado.
Debes tener cuidado hija de los bosques, tu arrojo podría traerte problemas le había dicho mientras atravesaban las espesuras. A los externautas se les ponen pruebas que deben afrontar. Es esencial que te conozcas bien para poder avanzar.
Ahora que se encontraban en la orilla del lago congelado el animal retomó la palabra. Los dos separados son los que lo están en todos lados. Los guardianes no podemos hablar de eso, pero deben permanecer unidos. No pueden salir por la puerta hizo énfasis en la palabra “por”. El animal tocó con una de sus garras delanteras el hielo transparente y éste comenzó a partirse con estrepitosos ruidos.
Debes de cruzar el puente, recuerda ambas partes te pondrán a prueba. Sólo espero que te pongas del lado de la correcta, ah y recuerda. Todo está conectado finalizó y le reverenció.
Frente a la mujer lobo a un par de kilómetros de distancia se veía un puente congelado al que no se le veía fin. Cuando ella llegara al inicio, encontraría una pequeña figura envuelta en un charco de sangre, pero aún respiraba. Quizás con un poco de calor podría salvarse. El pequeño la observó a los ojos con cierto orgullo y valentía que lentamente se apagaban.- Spoiler:
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* * *
Después de largo rato corriendo sobre el hielo, la mujer se daría cuenta que había algo distinto frente a ella y no mucho después dos voces masculinas preguntarían a coro: ¿Quién va? después de observar y tras una capa de niebla creciente, podría ver las figuras talladas en piedra blanca.- Spoiler:
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Aquí, la dama vestida de blanco dictará tu sentencia, asique responde con la verdad dijo el de la derecha. El de la izquierda prosiguió. Responde, ¿cuál es el peso de la sangre de tu enemigo? El otro volvió a hablar Al responder da diez pasos y espera quieta.Finalmente el de su lado terminó Tus palabras serán pesadas.
Instrucciones: El perro guardián puede leer lo que le quieras preguntar en tu forma de lobo. Si haces preguntas importantes, puede que te la respondan las tallas de piedra. Quiero saber qué harás con el minino. De una u otra forma será clave para el desenlace de tus hechos. Puedes manejar dentro de la lógica al dúo guerrero, pero nada loco, eh. Y yo decidiré la información importante que te puedan dar. No podrás ver a la imagen de la dama, hasta no pasar la prueba y yo te lo haga saber.
- Laschel:
- No creí que os aventurarais sola conmigo dijo el zorro echando afuera la lengua mientras se metía al trote bosque adentro. Claro que me sorprende, pero no más de lo necesario. Valgo cada pelo de mi cuerpo en oro le respondió con cierto brío.
Escuchó a la dama y negó con la cabeza Más vale fiaros de mí. ¿De qué os valdrá saber si os engaño después de vuestra elección y los dichos de vuestra compañera? preguntó el pequeño tanteando el terreno. Como sea, primero os llevaré a una choza. Si realmente sois una de las externautas elegidas, podríais dar con el indicado.
El animal no dejaba de moverse de lado a lado, la nieve le camuflaba y de a ratos solo se le veían el hocico y la cola, muy al contrario de la elfa a quién la nieve querría tragársela y el frío trataría de inmovilizarle. Debisteis haber perdido una hora con la yegua, ahora mismo estaríais a buen resguardo, con otro destino dijo en voz baja y casi en un susurro.
¿Sabes que significa el sacrificio? preguntó volviéndose a ella, atravesándola por primera vez con la mirada. Habían caminado alrededor de cuarenta minutos entre el denso bosque, los cristales cada vez se hacían más espesos y difíciles de sortear. De pronto olfateó a los lados, paró sus orejas y se sentó. Recuerda, todo está conectado.
Llegó entonces, dando traspiés una criatura de lo más extraña, que parecía ajena a la nieve o ella a él. Cantaba alegremente una cancioncilla y no reparó demasiado en ellos, hasta que tropezó con una raíz, cayó y se rompió una pierna. Entonces, chilló como condenado, se hizo una bolita y comenzó a rodar por el suelo como bola sin manija.- Spoiler:
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Tan estúpido como siempre…. El animal movió la cola y lo miró de forma despectiva, volvió a agitarla y de pronto todos estaban dentro del mundo que había sido invocado por la puerta número cuatro. Vaya caos dijo el animal al mirar a los alrededores. Se encontraban en una plazoleta, el tránsito era abrumador y niños corrían de un lado a otro gritando y jugando. ¿dejarás a ese quejándose por aquí? le preguntó para luego perderse quién sabe donde, ya que su piel no servía en ese lugar verniego y lleno de colores.- Spoiler:
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Apartaós del demonio
Instrucciones: Puedes hablar con el zorro, veremos como acomodar alguna respuesta necesaria. Quiero ver qué haces con el demonio, es importante ver tu reacción ahí. La sacerdotisa no te hará daño, puedes manejarla como un pnj en este turno y hablar con ella, no veo por qué restringirte nada con respecto a eso.
Thorn
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Re: [Quest] La puerta
- Si no supiese cómo ingeniármelas en situaciones como estas estaría muerta ya hace mucho tiempo. - le lancé una sonrisa lupina a mi peludo amigo.
Mis almohadillas quemaban sobre la nieve y el hielo, pero no me importaba, era como si aquello formase parte de mi ser. Mi espeso pelaje me protegía del frío y mis potentes pulmones me permitían resistir la carrera que habíamos iniciado. Casi era como si me encontrase en el norte, persiguiendo todo aquello que se moviese para llenar mi tripa, pero no era así... - ¿Hice bien al elegirte a ti? - pregunté descaradamente, pero lo cierto es que era imposible no tener dudas sobre ello; ni sobre este extraño mundo. - ¿Y mis compañeros? Eligieron ellos bien? - Por alguna razón, no quería cargar con sus muertes, pero no recibí respuesta alguna. El ensordecedor zumbido del gélido viento era la única distracción de la cual podía disfrutar en aquel largo viaje.
Finalmente salimos del espeso bosque, para encontrarnos ante un lago congelado, del cual no era capaz de ver el fin. - Conocerme a mí misma ¿eh? Bueno, no se si me conozco, pero desde luego no finjo ser nadie más. Si conocerse significa serse fiel a uno mismo, creo ser la indicada. - lancé una risotada. Me caía bien esta bestia, pero aunque prefiriese pasárnoslo bien un un rato, eran serios los asuntos de los cuales debíamos tratar. Asentí con la cabeza. - Dos separados, los cuales han de estar unidos... Ah, y no pueden salir por la puerta... Claaaro... Tiene sentido... - dije con ironía, pero sin el propósito de ofender a mi nuevo amigo. A punto estuve de preguntarle más sobre el asunto, cuando un una sola de sus garras hizo que el hielo entero se desquebrajara.
¿Prueba? ¿Ambas partes? Lo único que se me vino a la cabeza es que, al igual que el reflejo en el hielo y en el agua, dos que forman uno mismo serían a los cuales debería de encontrar. ¿Debería de juntarlos? - Todo está conectado - Miré hacia el perro de pelaje blanco. Me estaba deseando suerte y, aunque no me gustase, me tocaba aceptar el sentimiento y dejarlo ir, o eso parecía que se disponía a hacer. Sonreí de medio lado. - Gracias, aunque sabes que no la necesito. - le lancé un guiño y desapareció en la lejanía, fusionándose con el blancor del paisaje.
Nuestros ojos se encontraron... Había caminado durante largo rato y, cuando al fin había accedido al puente el cual debía regir mi camino, esto era lo que me encontraba. Mis lobunos ojos amarillos resposaron sobre los del minino, verdes como relucientes joyas preciosas. Trató de levantarse de la mancha carmesí del suelo que le servía de lecho, pero cayó de nuevo de costado, con las patas temblorosas. Lo miré una vez más. "No quiere mi ayuda" pensé. Había visto esa mirada muchas otras veces, en los moribundos ojos de los lobos más nobles. Decidí cumplir su deseo, y rodear su cuerpecido para dirigirme sobre el puente de hielo.
Me detuve un par de pasos más adelante. Al girarme hacia atrás, mis patas habían dejado hueyas de sangre por donde había pasado, y el animalillo seguía luchando conra el frío; luchando por su vida. Suspiré. ¿Me había ablandado? Sí, lo había echo... Y algo me indicaba que Keff tenía parte de la culpa. ¿Que haría yo si fuese el enano el que estuviese ahí tirado, bañado en su propia sangre? Apreté con fuerza mis mandíbulas. En otros tiempos simplemente lo habría ignorado. En otros, simplemente terminaría con su sufrimiento...
Puede que antes la nieve me resultase molesta al caminar, pero el hielo era mucho peor, y más aún ahora que había perdido la protección de mi forma animal. En mis brazos cargaba al minino alado, manchándome de su sangre. Tendría que haberlo dejado ahí, pues si lo hubiese echo no estaría yo sufriendo las consecuencias ahora, pero lo echo echo estaba, y en su estado no habría sido buena idea cargarlo enre mis colmillos. Al menos de algo había servido la pena volver a mi forma humana, y es que de lo que sobró de mi pelaje improvisé una manta para el felino, el cual dormitaba ahora apoyando su cabeza en mi brazo derecho. No me quedaba de otra que que maldecir por lo bajo y seguir caminando.
- ¿Quién va? - La niebla dio lugar a dos estatuas de piedra blanca... ¿Parlantes? Genial, ¿era esta mi prueba? Di un paso hacia adelante en cuanto terminaron de hablar, pero de inmediato levantaron sus armas contra mí. Fruncí el entrecejo y me detuve. - Has de responder. - dijo uno de ellos. - Si no lo haces, debes dar la vuelta o morir. - Los miré desconfiada. Era evidente que mi bella desnudez no hacía efecto en dos trozos de piedra, por muy forma humana que tuviesen. Después mi mirada descendió hasta el minino. Fue como si de repente entendiese algo que hasta el entonces no era capaz de ver. - Si no respondo, o fallo en mi respuesta... ¿Es este el destino que me espera? - pregunté indicando al animal de mis brazos, con una extraña sonrisa en mis labios; una sonrisa amenazante. Nada. Simplemente asían sus armas contra mí. Me planté firmemente.
- El sudor de mi frente. - respondí sin vacilar. Paseé mi mirada entre los guardianes, obsequiándolos con una mirada seria que pocos pudieron ver alguna vez, o de los cuales pocos quedaban con vida, mejor dicho, después de verla. Entonces sonreí. - Si me conocieseis sabríais que la sangre es lo mío. Nadie se pondrá a sangrar sin más. En una pelea a muerte, o matas o eres el matado, no hay más opción que esa. Si no luchas con todas tus fuerzas, será tu sangre la que corra como el río, y no la de tu enemigo. Cualquier otra opción sería una deshonra. -
Apreté al pequeño animalillo más fuertemente contra mi pecho, y di el primer paso. Segundo, tercero, cuarto... Si era necesario, estaba lista para lanzar la bola de pelos negros lo bastante lejos para que no se viese involucrado en una posible pelea, pues siempre era mejor una pequeña caida que un fuerte golpe de espada. Sexto, séptimo paso... No había duda alguna en que fueron ellos los que lo habían dejado en ese estado. Si me presentaban la oportunidad, no dudaría en vengarle y, de paso, divertirme haciéndo algo de arena entre mis dientes. Noveno paso... ¿Serían la mujer de blanco de la que hablaban y este animalillo ambas caras de una moneda? ¿Aquello que debía juntar? No lo sabría si no lo intentaba. Décimo...
Mis almohadillas quemaban sobre la nieve y el hielo, pero no me importaba, era como si aquello formase parte de mi ser. Mi espeso pelaje me protegía del frío y mis potentes pulmones me permitían resistir la carrera que habíamos iniciado. Casi era como si me encontrase en el norte, persiguiendo todo aquello que se moviese para llenar mi tripa, pero no era así... - ¿Hice bien al elegirte a ti? - pregunté descaradamente, pero lo cierto es que era imposible no tener dudas sobre ello; ni sobre este extraño mundo. - ¿Y mis compañeros? Eligieron ellos bien? - Por alguna razón, no quería cargar con sus muertes, pero no recibí respuesta alguna. El ensordecedor zumbido del gélido viento era la única distracción de la cual podía disfrutar en aquel largo viaje.
Finalmente salimos del espeso bosque, para encontrarnos ante un lago congelado, del cual no era capaz de ver el fin. - Conocerme a mí misma ¿eh? Bueno, no se si me conozco, pero desde luego no finjo ser nadie más. Si conocerse significa serse fiel a uno mismo, creo ser la indicada. - lancé una risotada. Me caía bien esta bestia, pero aunque prefiriese pasárnoslo bien un un rato, eran serios los asuntos de los cuales debíamos tratar. Asentí con la cabeza. - Dos separados, los cuales han de estar unidos... Ah, y no pueden salir por la puerta... Claaaro... Tiene sentido... - dije con ironía, pero sin el propósito de ofender a mi nuevo amigo. A punto estuve de preguntarle más sobre el asunto, cuando un una sola de sus garras hizo que el hielo entero se desquebrajara.
¿Prueba? ¿Ambas partes? Lo único que se me vino a la cabeza es que, al igual que el reflejo en el hielo y en el agua, dos que forman uno mismo serían a los cuales debería de encontrar. ¿Debería de juntarlos? - Todo está conectado - Miré hacia el perro de pelaje blanco. Me estaba deseando suerte y, aunque no me gustase, me tocaba aceptar el sentimiento y dejarlo ir, o eso parecía que se disponía a hacer. Sonreí de medio lado. - Gracias, aunque sabes que no la necesito. - le lancé un guiño y desapareció en la lejanía, fusionándose con el blancor del paisaje.
Nuestros ojos se encontraron... Había caminado durante largo rato y, cuando al fin había accedido al puente el cual debía regir mi camino, esto era lo que me encontraba. Mis lobunos ojos amarillos resposaron sobre los del minino, verdes como relucientes joyas preciosas. Trató de levantarse de la mancha carmesí del suelo que le servía de lecho, pero cayó de nuevo de costado, con las patas temblorosas. Lo miré una vez más. "No quiere mi ayuda" pensé. Había visto esa mirada muchas otras veces, en los moribundos ojos de los lobos más nobles. Decidí cumplir su deseo, y rodear su cuerpecido para dirigirme sobre el puente de hielo.
Me detuve un par de pasos más adelante. Al girarme hacia atrás, mis patas habían dejado hueyas de sangre por donde había pasado, y el animalillo seguía luchando conra el frío; luchando por su vida. Suspiré. ¿Me había ablandado? Sí, lo había echo... Y algo me indicaba que Keff tenía parte de la culpa. ¿Que haría yo si fuese el enano el que estuviese ahí tirado, bañado en su propia sangre? Apreté con fuerza mis mandíbulas. En otros tiempos simplemente lo habría ignorado. En otros, simplemente terminaría con su sufrimiento...
Puede que antes la nieve me resultase molesta al caminar, pero el hielo era mucho peor, y más aún ahora que había perdido la protección de mi forma animal. En mis brazos cargaba al minino alado, manchándome de su sangre. Tendría que haberlo dejado ahí, pues si lo hubiese echo no estaría yo sufriendo las consecuencias ahora, pero lo echo echo estaba, y en su estado no habría sido buena idea cargarlo enre mis colmillos. Al menos de algo había servido la pena volver a mi forma humana, y es que de lo que sobró de mi pelaje improvisé una manta para el felino, el cual dormitaba ahora apoyando su cabeza en mi brazo derecho. No me quedaba de otra que que maldecir por lo bajo y seguir caminando.
- ¿Quién va? - La niebla dio lugar a dos estatuas de piedra blanca... ¿Parlantes? Genial, ¿era esta mi prueba? Di un paso hacia adelante en cuanto terminaron de hablar, pero de inmediato levantaron sus armas contra mí. Fruncí el entrecejo y me detuve. - Has de responder. - dijo uno de ellos. - Si no lo haces, debes dar la vuelta o morir. - Los miré desconfiada. Era evidente que mi bella desnudez no hacía efecto en dos trozos de piedra, por muy forma humana que tuviesen. Después mi mirada descendió hasta el minino. Fue como si de repente entendiese algo que hasta el entonces no era capaz de ver. - Si no respondo, o fallo en mi respuesta... ¿Es este el destino que me espera? - pregunté indicando al animal de mis brazos, con una extraña sonrisa en mis labios; una sonrisa amenazante. Nada. Simplemente asían sus armas contra mí. Me planté firmemente.
- El sudor de mi frente. - respondí sin vacilar. Paseé mi mirada entre los guardianes, obsequiándolos con una mirada seria que pocos pudieron ver alguna vez, o de los cuales pocos quedaban con vida, mejor dicho, después de verla. Entonces sonreí. - Si me conocieseis sabríais que la sangre es lo mío. Nadie se pondrá a sangrar sin más. En una pelea a muerte, o matas o eres el matado, no hay más opción que esa. Si no luchas con todas tus fuerzas, será tu sangre la que corra como el río, y no la de tu enemigo. Cualquier otra opción sería una deshonra. -
Apreté al pequeño animalillo más fuertemente contra mi pecho, y di el primer paso. Segundo, tercero, cuarto... Si era necesario, estaba lista para lanzar la bola de pelos negros lo bastante lejos para que no se viese involucrado en una posible pelea, pues siempre era mejor una pequeña caida que un fuerte golpe de espada. Sexto, séptimo paso... No había duda alguna en que fueron ellos los que lo habían dejado en ese estado. Si me presentaban la oportunidad, no dudaría en vengarle y, de paso, divertirme haciéndo algo de arena entre mis dientes. Noveno paso... ¿Serían la mujer de blanco de la que hablaban y este animalillo ambas caras de una moneda? ¿Aquello que debía juntar? No lo sabría si no lo intentaba. Décimo...
Eona
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Re: [Quest] La puerta
Seguí al zorro lo mejor que pude procurando no perderle de vista, pues su blanco pelaje muchas veces se mimetizaba con el entorno nevado haciéndole prácticamente invisible. En ese caso sólo debía de seguir sus huellas plasmadas en la nieve, y por lo general acababa encontrándolo varios metros más adelante. El terreno era difícil, lo admito. De vez en cuando la nieve me enterraba hasta los talones y me ralentizaba la marcha, pero los bosques habían sido mi vida durante casi 75 años, y ya podían presentarse de mil y una maneras que siempre encontraba la forma más fácil de deslizarme por ellos.
- Agradezco que no me hayáis pedido que juegue al escondite con vos, porque me habríais dado una paliza -bromeé mientras seguía su estela, cada vez más rápida. Estaba claro que aquello era un buen ejercicio de concentración.
Mi pequeño y peludo compañero habló sobre llevarme a una choza, y también mencionó algo que me extrañó. ¿Una de las externautas elegidas? ¿Elegidas para qué? ¿Para reunir las dos partes de Brion de Gainus, o para algo mucho mayor? Fuera como fuera, rezaba para estar recorriendo el camino correcto, y esperaba que tanto Rihoran como Eona tuviesen suerte en sus respectivos trayectos. El mío, por lo pronto, estaba resultando bastante helado, pero gracias a que tenía el cuerpo en constante movimiento -el zorro no me daba tregua al descanso-, apenas sentía el frío paralizando mi sangre. El silencio del bosque era tal que a veces sólo escuchaba mi propia respiración y las aceleradas pisadas sobre la nieve. Ciertamente el tiempo parecía haberse detenido en aquel lugar, el hielo lo había paralizado todo y apenas se veía un alma con vida a excepción de nosotros.
- ¿No os agrada mi compañía, o es que os preocupáis por mi? -comenté con cierta diversión tras escuchar cómo parecía lamentar el hecho de que no hubiese elegido a la yegua. Los cristales de hielo habían hecho eco de su susurro, y de alguna manera lo habían amplificado de forma que yo pudiera oírlo lo suficiente- En todo caso, creedme si os digo que me las he visto peores. Además os he elegido a vos porque, como bien habéis dicho, valéis vuestro pelaje en oro -esto último lo dije con cierta burla inofensiva, enfatizando las mismas palabras dichas anteriormente por el animal. Luego relajé el rostro y me tomé más en serio la última respuesta- Me gustan los retos, no os preocupéis, aún falta mucho para que el frío haga mella en mi cuerpo.
Estuvimos atravesando el bosque alrededor de una hora -o eso fue lo que calculé yo en mi cabeza-, lo que significaba que aún teníamos 23 horas para encontrar las dos partes del dragón además de las llaves mencionadas por Haladart, y por supuesto, para encontrar también una forma de volver a nuestro mundo. Fue entonces cuando de pronto me formuló una cuestión sobre el sacrificio y sentí que su mirada por primera vez me penetraba hasta las entrañas. Tuve un ligero escalofrío y abrí la boca para responderle, pero entonces el zorro retrasó las orejas y se detuvo, y pronto pude comprobar el porqué. Mi mano asió con fuerza la empuñadora de mi espada izquierda, más apenas llegué a desenvainarla cuando contemplé el entusiasmo con el que aquella criatura cantaba su canción. ¿Qué era aquello? ¿Un demonio? ¿Un diablillo? ¿Un goblin con exceso de hormonas? ¿Una cabra verde y bípeda? Le miré en silencio y con una ceja azada sin apartar la vista de ella, pues aunque parecía no haberse percatado de nuestra presencia, no era prudente bajar la guardia hasta identificar sus intenciones. Y entonces, presa de una torpeza extraordinaria, aquella criatura tropezó con una rama que sobresalía más de lo normal y cayó de bruces al suelo, profiriendo grititos de dolor y revolcándose como una croqueta en la nieve.
- Oh, por todos los ancestros... -ver su accidente me había provocado una ternura impresionante, y no pude hacer más que acercarme a él y arrodillarme a su lado. Toda su alegría cantarina se había esfumado de golpe, y... venga ya, ninguna criatura maligna era capaz de derrochar esa felicidad, y mucho menos cantando- ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño? -no sabía si podía entenderme o no, pero los gestos de dolor eran claros. Se sujetaba la pierna y parecía habérsela roto, así que me atreví a examinársela con rapidez para comprobar el estado del hueso- Está bien, tranquilo, parece que sólo se te ha dislocado un poco. Puedo intentar colocarlo en su sitio, y...
Apenas pude seguir hablando, pues enseguida el escenario empezó a turbarse y los colores blancos fueron sustituidos por otros más vívidos y llamativos. No me incorporé, pero sí alcé la vista para mirar al zorro y preguntarle con los ojos qué estaba pasando. Su expresión estaba tranquila, y casi parecía haber sido él el causante. De pronto ya no me encontraba en el bosque, sino en...
"Espera, espera, espera, que esto me suena.... Sí, estoy segura, en la sala de las puertas era..." -me giré para volver a mirar al zorro, pero éste parecía querer perderse en la multitud- ¡¡Eh!! ¡¿A dónde crees que vas?! -grité, aunque en vano. Ya había desaparecido- "Estupendo, esto tiene pinta de todo menos de ser una choza."
Me encontraba en una especie de plazoleta donde los altísimos edificios me amenazaban con su sombra, la gente transitaba sin cesar y los niños corrían alborotados de un lado a otro. Sus raras vestimentas me llamaban mucho la atención, pero parecía que nadie reparaba en mi presencia -ni en la del diablillo agonizando a mi lado- a pesar de estar justo en el centro del caos. Los ruidos de fondo empezaban a martillearme la cabeza; aquello era peor que Lunargenta en época festiva. Qué digo, veinte veces peor. El zorro había desaparecido dejándome una frase como única pista: "Todo está conectado", y pensé entonces que quizás el diablillo podía ayudarme a regresar al bosque.
- Apartaos del demonio -una voz femenina sonó a mis espaldas. Vaya, después de todo sí que podían verme, aunque sólo fuese una persona.
Examiné a mi interlocutora: una mujer joven de aspecto exótico que llevaba ropas ceremoniales y blandía una katana a pocos metros de mi posición. No parecía amenazarme directamente a mi, sino al demonio.
- Tranquilizaos mi señora -pronuncié con voz serena- La criatura está herida, no os hará daño.
- Eso no podéis saberlo -me contrarrestó y reafirmó la posición de su katana- Apartaos o lo lamentaréis, es peligroso.
- ¿Sois una caza-demonios o algo así? -la miré con gesto inquisitivo.
Como única respuesta, la muchacha apretó los labios y endureció la mirada. La observé; si lo que quería era darle muerte al diablillo, lo haría por encima de mi cadáver... al menos hasta que no comprobase que la criatura era mi billete de vuelta al mundo fantástico. Ahh, maldita sea... no tengo tiempo para ésto. Agarré la pierna del diablillo de forma totalmente repentina y le sacudí un tirón tan fuerte que el hueso volvió a colocarse en su sitio. Le habrá dolido lo suyo, pero al menos ahora volvía a tener la pierna en correcta sintonía con su cuerpo. Esperaba que me perdonase, y le di unas palmaditas en el pecho como gesto compasivo y tranquilizador.
- ¡¿Q-Qué hacéis?! ¡Parad! -insistió de nuevo la muchacha.
- Vos no sois la única que va armada aquí -puede que la capa ocultase mis dos espadas, pero ahí seguían en mi cinturón listas y dispuestas para ser usadas a la mínima que el demonio se alzase contra mi- Y bueno, ya que parece que podéis verme... ¿seríais tan amable de decirme qué hago aquí? ¿o qué es este sitio?... ¿Y quién sois?
Puede que la chica estuviese igual de perdida que yo, puede que no tuviese ni idea de lo que estaba ocurriendo... pero también puede que fuese una de las "piezas del puzzle" y obtuviese respuestas. Todo está conectado.
- Agradezco que no me hayáis pedido que juegue al escondite con vos, porque me habríais dado una paliza -bromeé mientras seguía su estela, cada vez más rápida. Estaba claro que aquello era un buen ejercicio de concentración.
Mi pequeño y peludo compañero habló sobre llevarme a una choza, y también mencionó algo que me extrañó. ¿Una de las externautas elegidas? ¿Elegidas para qué? ¿Para reunir las dos partes de Brion de Gainus, o para algo mucho mayor? Fuera como fuera, rezaba para estar recorriendo el camino correcto, y esperaba que tanto Rihoran como Eona tuviesen suerte en sus respectivos trayectos. El mío, por lo pronto, estaba resultando bastante helado, pero gracias a que tenía el cuerpo en constante movimiento -el zorro no me daba tregua al descanso-, apenas sentía el frío paralizando mi sangre. El silencio del bosque era tal que a veces sólo escuchaba mi propia respiración y las aceleradas pisadas sobre la nieve. Ciertamente el tiempo parecía haberse detenido en aquel lugar, el hielo lo había paralizado todo y apenas se veía un alma con vida a excepción de nosotros.
- ¿No os agrada mi compañía, o es que os preocupáis por mi? -comenté con cierta diversión tras escuchar cómo parecía lamentar el hecho de que no hubiese elegido a la yegua. Los cristales de hielo habían hecho eco de su susurro, y de alguna manera lo habían amplificado de forma que yo pudiera oírlo lo suficiente- En todo caso, creedme si os digo que me las he visto peores. Además os he elegido a vos porque, como bien habéis dicho, valéis vuestro pelaje en oro -esto último lo dije con cierta burla inofensiva, enfatizando las mismas palabras dichas anteriormente por el animal. Luego relajé el rostro y me tomé más en serio la última respuesta- Me gustan los retos, no os preocupéis, aún falta mucho para que el frío haga mella en mi cuerpo.
Estuvimos atravesando el bosque alrededor de una hora -o eso fue lo que calculé yo en mi cabeza-, lo que significaba que aún teníamos 23 horas para encontrar las dos partes del dragón además de las llaves mencionadas por Haladart, y por supuesto, para encontrar también una forma de volver a nuestro mundo. Fue entonces cuando de pronto me formuló una cuestión sobre el sacrificio y sentí que su mirada por primera vez me penetraba hasta las entrañas. Tuve un ligero escalofrío y abrí la boca para responderle, pero entonces el zorro retrasó las orejas y se detuvo, y pronto pude comprobar el porqué. Mi mano asió con fuerza la empuñadora de mi espada izquierda, más apenas llegué a desenvainarla cuando contemplé el entusiasmo con el que aquella criatura cantaba su canción. ¿Qué era aquello? ¿Un demonio? ¿Un diablillo? ¿Un goblin con exceso de hormonas? ¿Una cabra verde y bípeda? Le miré en silencio y con una ceja azada sin apartar la vista de ella, pues aunque parecía no haberse percatado de nuestra presencia, no era prudente bajar la guardia hasta identificar sus intenciones. Y entonces, presa de una torpeza extraordinaria, aquella criatura tropezó con una rama que sobresalía más de lo normal y cayó de bruces al suelo, profiriendo grititos de dolor y revolcándose como una croqueta en la nieve.
- Oh, por todos los ancestros... -ver su accidente me había provocado una ternura impresionante, y no pude hacer más que acercarme a él y arrodillarme a su lado. Toda su alegría cantarina se había esfumado de golpe, y... venga ya, ninguna criatura maligna era capaz de derrochar esa felicidad, y mucho menos cantando- ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño? -no sabía si podía entenderme o no, pero los gestos de dolor eran claros. Se sujetaba la pierna y parecía habérsela roto, así que me atreví a examinársela con rapidez para comprobar el estado del hueso- Está bien, tranquilo, parece que sólo se te ha dislocado un poco. Puedo intentar colocarlo en su sitio, y...
Apenas pude seguir hablando, pues enseguida el escenario empezó a turbarse y los colores blancos fueron sustituidos por otros más vívidos y llamativos. No me incorporé, pero sí alcé la vista para mirar al zorro y preguntarle con los ojos qué estaba pasando. Su expresión estaba tranquila, y casi parecía haber sido él el causante. De pronto ya no me encontraba en el bosque, sino en...
"Espera, espera, espera, que esto me suena.... Sí, estoy segura, en la sala de las puertas era..." -me giré para volver a mirar al zorro, pero éste parecía querer perderse en la multitud- ¡¡Eh!! ¡¿A dónde crees que vas?! -grité, aunque en vano. Ya había desaparecido- "Estupendo, esto tiene pinta de todo menos de ser una choza."
Me encontraba en una especie de plazoleta donde los altísimos edificios me amenazaban con su sombra, la gente transitaba sin cesar y los niños corrían alborotados de un lado a otro. Sus raras vestimentas me llamaban mucho la atención, pero parecía que nadie reparaba en mi presencia -ni en la del diablillo agonizando a mi lado- a pesar de estar justo en el centro del caos. Los ruidos de fondo empezaban a martillearme la cabeza; aquello era peor que Lunargenta en época festiva. Qué digo, veinte veces peor. El zorro había desaparecido dejándome una frase como única pista: "Todo está conectado", y pensé entonces que quizás el diablillo podía ayudarme a regresar al bosque.
- Apartaos del demonio -una voz femenina sonó a mis espaldas. Vaya, después de todo sí que podían verme, aunque sólo fuese una persona.
Examiné a mi interlocutora: una mujer joven de aspecto exótico que llevaba ropas ceremoniales y blandía una katana a pocos metros de mi posición. No parecía amenazarme directamente a mi, sino al demonio.
- Tranquilizaos mi señora -pronuncié con voz serena- La criatura está herida, no os hará daño.
- Eso no podéis saberlo -me contrarrestó y reafirmó la posición de su katana- Apartaos o lo lamentaréis, es peligroso.
- ¿Sois una caza-demonios o algo así? -la miré con gesto inquisitivo.
Como única respuesta, la muchacha apretó los labios y endureció la mirada. La observé; si lo que quería era darle muerte al diablillo, lo haría por encima de mi cadáver... al menos hasta que no comprobase que la criatura era mi billete de vuelta al mundo fantástico. Ahh, maldita sea... no tengo tiempo para ésto. Agarré la pierna del diablillo de forma totalmente repentina y le sacudí un tirón tan fuerte que el hueso volvió a colocarse en su sitio. Le habrá dolido lo suyo, pero al menos ahora volvía a tener la pierna en correcta sintonía con su cuerpo. Esperaba que me perdonase, y le di unas palmaditas en el pecho como gesto compasivo y tranquilizador.
- ¡¿Q-Qué hacéis?! ¡Parad! -insistió de nuevo la muchacha.
- Vos no sois la única que va armada aquí -puede que la capa ocultase mis dos espadas, pero ahí seguían en mi cinturón listas y dispuestas para ser usadas a la mínima que el demonio se alzase contra mi- Y bueno, ya que parece que podéis verme... ¿seríais tan amable de decirme qué hago aquí? ¿o qué es este sitio?... ¿Y quién sois?
Puede que la chica estuviese igual de perdida que yo, puede que no tuviese ni idea de lo que estaba ocurriendo... pero también puede que fuese una de las "piezas del puzzle" y obtuviese respuestas. Todo está conectado.
Laschel
Honorable
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Re: [Quest] La puerta
Monté sobre el lomo del blanco equino y casi sin esperar respuesta, emprendimos la marcha. Eona, Laschel y Rihoran ahora caminaban distintos senderos. Traté de no pensar demasiado en ello y concentrarme en la que se me venía encima, literalmente. La tormenta de nieve que nos azotaba era tan exagerada que me costaba creer que realmente fuésemos capaces siquiera de dar un paso, pero había algo en el animal que lo hacía dueño de aquel bosque y el éste y todo el ambiente en general parecía rendirse a sus pies, haciendo que la nieve no rozara mi piel ni el frío me atenazara el alma.
El guardián pronunció algunas palabras durante el trayecto que no hicieron más que añadir más preguntas a la batería que yo mismo ya tenía preparada. ¿Quién era la Cornelia de la que hablaba? ¿Por qué quería morir? Es más, ¿qué relación tenía Brion de Gainus con la muerte del guardián? Casi cuando estaba a punto de preguntarle por todo ello la yegua se detuvo, introduciendo un nuevo nombre en el puzzle que tantas piezas tenía ya: Claire. Después de advertirme nuevamente sobre una prueba -de la que por supuesto no tenía ni idea- el animal desapareció sin dejar rastro, dejándome solo en aquel paraje nevado en el que me costó descubrir una pequeña choza tan mimetizada con el entorno que fácilmente podría haberla pasado por alto...
Dirigí mis pasos hacia la pequeña construcción de madera, con la palabra "prueba" grabada a fuego en mi mente. La puerta se abrió nada apenas me hube acercado, dejando ver únicamente una parte del brazo de la inquilina de aquel lugar, cuya piel, ya desde lejos, se veía casi tan blanca como todo en aquella extraña dimensión. Dejó la puerta entreabierta, por lo que deduje que me estaba invitando a entrar así que, ni corto ni perezoso, crucé el umbral y de inmediato fui abrazo por un ambiente cálido y acogedor, producido en gran parte gracias a las llamas de la pequeña hoguera que presidía la habitación. En el centro de la misma había una mesa redonda con dos sillas de madera, una de ellas ocupada por mi anfitriona, quien con un suave y grácil gesto me ofreció asiento sin apartar su mirada opaca de mí. Siendo sinceros, su aspecto era completamente disonante con el lugar.
- ¿Vos sois Lady Claire? - Pregunté con amabilidad, como si temiera romper la fina capa de hielo que tenía la sensación que pisaban mis pies.
Ella asintió con una sonrisa, para luego levantarse y dirigirse a una extraña encimera donde tenía preparadas dos tazas de algún líquido humeante. Clavé mi mirada en las llamas que iluminaban aquella estancia, todavía pensando en el aspecto de la mujer. Si tuviera que describirla con una palabra, diría "Blanco". Su pelo, largo y liso, era de color blanco. Su tez carecía por completo del color rosado que caracterizaba a todo ser vivo y aunque no era tan exagerado, también era blanca. Vestía una túnica... ¿Adivináis de qué color? Sí, blanca. Pero sin duda alguna, lo que más llamaba la atención sobre ella eran sus ojos; su mirada, como he dicho, era completamente opaca, no se podían diferenciar las pupilas. De hecho, era difícil incluso diferenciar entre el blanco natural del ojo del tono blancuzco de su iris. Un aspecto cuanto menos perturbador, pero que no pasó más allá de la sorpresa inicial.
- ¿Conoces el amor verdadero, Rihoran? - Escuché a mi espalda. Mi piel se erizó al sentir su tacto, frío, sobre mi pelo.
La pregunta me cogió completamente por sorpresa, más incluso que su aspecto o la frialdad que transmitía su ser. ¿Aquello era parte de la prueba?
- ¿Hay alguien que conozca la respuesta a esa pregunta? - Respondí con otra pregunta, apartando mi cabeza con suavidad para romper el contacto.
- ¿Qué quieres decir? Es una pregunta sencilla. - Murmuró volviendo a su asiento y tendiéndome una taza de chocolate caliente.
- Tal vez, o tal vez las personas a las que habéis preguntado previamente banalizan la respuesta. - Le dije sin apartar la mirada. - Si el amor verdadero es anhelar a la otra persona cada minuto en que estamos separados, entonces sí. Si el amor verdadero es que el corazón se te acelere tan solo con recordar su imagen, entonces sí. Si el amor verdadero es ser capaz de dar la vida de uno por la seguridad de la otra persona... entonces sí, lo conozco muy bien.
Noté su mirada escrutando mi rostro, como buscando debilidad o inseguridad en mis palabras, mas de eso no encontaría rastro alguno...
- Ya veo... - Pronunció sonriendo con cierta dulzura. - Recuerda tus palabras, Rihoran... y recuerda también que todo está conectado.
Entonces todo cambió, tan bruscamente que a mi mente le costó digerirlo y darle sentido. Todavía seguía pensando en el recuerdo de Laschel que me había hecho pronunciar aquellas palabras cuando el escenario había cambiado por completo. No había cabaña, no había fuego, no había chocolate caliente ni mujer de blanco. En su lugar había espadas, muchísimas espadas de acero, clavadas en aquel terreno reseco que inmediatamente identifiqué. Sin lugar a dudas se trataba del cementerio de espadas que había visto al abrir una de las puertas del inicio antes de ser absorbido y transportado a este mundo. ¿Pero qué había pasado? ¿Cómo demonios había llegado ahí? Las palabras de Lady Claire "Todo está conectado" empezaron a cobrar cierto sentido en mi mente, ¿era posible que todos los mundos de las puertas estuvieran unidos de alguna forma? ¿Tal vez daba igual por qué puerta hubiéramos entrado que habríamos acabado en el mismo lugar? Preguntas y más preguntas, empezaba a cansarme de buscar tanta respuesta.
El silbar del viento contra el metal de las espadas me devolvió a la realidad -si es que podía llamársele así- y, concretamente, mi atención se centró en una figura ensombrecida que caminada entre los aceros. Ella misma portaba una espada en la mano, bastante malograda y oxidada, pero no dejaba de parecerme una pequeña conexión con el lugar. Incluso yo aún tenía atada al cinto la mía; quien sabe, quizá se alegrara de estar rodeada de tantas compañeras. Solté un suspiro ante lo ridículo de la situación, pero todos mis sentidos volvieron a activarse en cuanto escuché el nombre de Brion en boca de aquella silueta misteriosa. Me acerqué a ella con presteza intentando captar su atención, pero ella parecía distraída con otra cosa, una especie de movimiento que la rodeaba y que yo era incapaz de distinguir. Cuando me hube aproximado lo suficientemente me paré en seco, y es que aquella figura carecía de rostro... o mas bien de aspecto. Un aura oscura mantenía sus rasgos borrosos, sin poder distinguirlos aunque me pegara a ella...
Así y todo, ella advirtió mi presencia e intentó hablarme, aunque las palabras que salieron de su boca fueron confusas y... ¿asustadas? Justo cuando tenía la intención de presentarme una voz grave envolvió el lugar y un enorme y grotesco ser se materializó entre nosotros. Describir a esa "cosa", iba a resultar más complicado que describir a Lady Claire. Para empezar no era humano, elfo, vampiro... ni ninguna de las otras razas que conocéis. Su cuerpo estaba literalmente fundido con la tierra del suelo, las rocas y la grava formaban parte de él, y por el momento tan solo mostraba su torso arenoso. Su altura rondaba los cuatro metros, sino más. Mostraba unos enormes colmillos que sobresalían por la comisura de sus labios y un aro dorado le perforaba la nariz. Sus ojos eran saltones, de un color rojizo y carecía de párpados, lo que resultaba aún más perturbador. Y hablando de perturbador, grotesco o dantesco, lo que realmente caracterizaba a este ser era que de cualquier saliente de su cuerpo, ya fueran sus cuernos, sus dientes, su nariz, sus dedos... colgaban, ahorcados, un número considerable de lo que parecían ser cadáveres... cadáveres que "Ra" -así se presentó- identificó como llaves.
- ¿Y qué es lo que abren estas "llaves", mi señor? - Inquirí sin amedrentarme por su aspecto, aunque completamente expuesto.
Volví a mirar de reojo a la joven que merodeaba por los alrededores a la que ahora ponía nombre: Camelia. Noté un "click" en mi mente al relacionar la pregunta sobre el amor que me había hecho Claire con aquella chica y Brion de Gainus. Tenía la sensación de que estaba sobre una pista que me ayudaría a resolver mi parte del misterio. Para mí se hacía evidente que la tal Camelia era la amante del chico dragón, lo que aún no entendía era que la hacía deambular por aquel lugar con aquella espada; tal vez esa fuera realmente la espada de nuestro amigo y ella trataba de encontrarlo, pero, ¿estar allí no significaba que éste podía estar ya muerto? Después de todo, nos encontrábamos en un cementerio, ¿no? Allí había algo oculto, estaba seguro.
- Supongo que si vos sois quien vela esta lugar, una espada sería un precio justo para el intercambio, ¿verdad? - Murmuré desenvainando a Alassi'aure del cinturón. - Pero, es extraño, no soy capaz de imaginarme ninguna cerradura que pudiera abrir con alguna de vuestras llaves. Además, si ese fuera el precio, ella también porta una espada, ¿por qué solo habéis aparecido cuando ha intentado hablar conmigo? Quizás tenía algo importante que decir... - Realmente hablaba sin ser consciente de quién era realmente Rakuto. - Me tendréis que disculpar por venir a vuestra casa y hablaros así pero... no confío en vos. Hay demasiadas incógnitas como para hacerlo. Creo saber la identidad de esta mujer y, desde luego, que no pueda verlo, no significa que Brion no se encuentre aquí. ¿Quizás sois vos el interesado en encontrarlo y añadir una llave más a su colección? ¿Daríais respuesta a mis preguntas?
Podría decirse que mis palabras podían derivar en dos situaciones distintas: había abierto una nueva "puerta" que me permitiría conseguir más pistas y piezas del puzzle al que me enfrentaba... o directamente había firmado mi sentencia de muerte. Tragué saliva y esperé la respuesta de mi interlocutor.
El guardián pronunció algunas palabras durante el trayecto que no hicieron más que añadir más preguntas a la batería que yo mismo ya tenía preparada. ¿Quién era la Cornelia de la que hablaba? ¿Por qué quería morir? Es más, ¿qué relación tenía Brion de Gainus con la muerte del guardián? Casi cuando estaba a punto de preguntarle por todo ello la yegua se detuvo, introduciendo un nuevo nombre en el puzzle que tantas piezas tenía ya: Claire. Después de advertirme nuevamente sobre una prueba -de la que por supuesto no tenía ni idea- el animal desapareció sin dejar rastro, dejándome solo en aquel paraje nevado en el que me costó descubrir una pequeña choza tan mimetizada con el entorno que fácilmente podría haberla pasado por alto...
Dirigí mis pasos hacia la pequeña construcción de madera, con la palabra "prueba" grabada a fuego en mi mente. La puerta se abrió nada apenas me hube acercado, dejando ver únicamente una parte del brazo de la inquilina de aquel lugar, cuya piel, ya desde lejos, se veía casi tan blanca como todo en aquella extraña dimensión. Dejó la puerta entreabierta, por lo que deduje que me estaba invitando a entrar así que, ni corto ni perezoso, crucé el umbral y de inmediato fui abrazo por un ambiente cálido y acogedor, producido en gran parte gracias a las llamas de la pequeña hoguera que presidía la habitación. En el centro de la misma había una mesa redonda con dos sillas de madera, una de ellas ocupada por mi anfitriona, quien con un suave y grácil gesto me ofreció asiento sin apartar su mirada opaca de mí. Siendo sinceros, su aspecto era completamente disonante con el lugar.
- ¿Vos sois Lady Claire? - Pregunté con amabilidad, como si temiera romper la fina capa de hielo que tenía la sensación que pisaban mis pies.
Ella asintió con una sonrisa, para luego levantarse y dirigirse a una extraña encimera donde tenía preparadas dos tazas de algún líquido humeante. Clavé mi mirada en las llamas que iluminaban aquella estancia, todavía pensando en el aspecto de la mujer. Si tuviera que describirla con una palabra, diría "Blanco". Su pelo, largo y liso, era de color blanco. Su tez carecía por completo del color rosado que caracterizaba a todo ser vivo y aunque no era tan exagerado, también era blanca. Vestía una túnica... ¿Adivináis de qué color? Sí, blanca. Pero sin duda alguna, lo que más llamaba la atención sobre ella eran sus ojos; su mirada, como he dicho, era completamente opaca, no se podían diferenciar las pupilas. De hecho, era difícil incluso diferenciar entre el blanco natural del ojo del tono blancuzco de su iris. Un aspecto cuanto menos perturbador, pero que no pasó más allá de la sorpresa inicial.
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- ¿Conoces el amor verdadero, Rihoran? - Escuché a mi espalda. Mi piel se erizó al sentir su tacto, frío, sobre mi pelo.
La pregunta me cogió completamente por sorpresa, más incluso que su aspecto o la frialdad que transmitía su ser. ¿Aquello era parte de la prueba?
- ¿Hay alguien que conozca la respuesta a esa pregunta? - Respondí con otra pregunta, apartando mi cabeza con suavidad para romper el contacto.
- ¿Qué quieres decir? Es una pregunta sencilla. - Murmuró volviendo a su asiento y tendiéndome una taza de chocolate caliente.
- Tal vez, o tal vez las personas a las que habéis preguntado previamente banalizan la respuesta. - Le dije sin apartar la mirada. - Si el amor verdadero es anhelar a la otra persona cada minuto en que estamos separados, entonces sí. Si el amor verdadero es que el corazón se te acelere tan solo con recordar su imagen, entonces sí. Si el amor verdadero es ser capaz de dar la vida de uno por la seguridad de la otra persona... entonces sí, lo conozco muy bien.
Noté su mirada escrutando mi rostro, como buscando debilidad o inseguridad en mis palabras, mas de eso no encontaría rastro alguno...
- Ya veo... - Pronunció sonriendo con cierta dulzura. - Recuerda tus palabras, Rihoran... y recuerda también que todo está conectado.
Entonces todo cambió, tan bruscamente que a mi mente le costó digerirlo y darle sentido. Todavía seguía pensando en el recuerdo de Laschel que me había hecho pronunciar aquellas palabras cuando el escenario había cambiado por completo. No había cabaña, no había fuego, no había chocolate caliente ni mujer de blanco. En su lugar había espadas, muchísimas espadas de acero, clavadas en aquel terreno reseco que inmediatamente identifiqué. Sin lugar a dudas se trataba del cementerio de espadas que había visto al abrir una de las puertas del inicio antes de ser absorbido y transportado a este mundo. ¿Pero qué había pasado? ¿Cómo demonios había llegado ahí? Las palabras de Lady Claire "Todo está conectado" empezaron a cobrar cierto sentido en mi mente, ¿era posible que todos los mundos de las puertas estuvieran unidos de alguna forma? ¿Tal vez daba igual por qué puerta hubiéramos entrado que habríamos acabado en el mismo lugar? Preguntas y más preguntas, empezaba a cansarme de buscar tanta respuesta.
El silbar del viento contra el metal de las espadas me devolvió a la realidad -si es que podía llamársele así- y, concretamente, mi atención se centró en una figura ensombrecida que caminada entre los aceros. Ella misma portaba una espada en la mano, bastante malograda y oxidada, pero no dejaba de parecerme una pequeña conexión con el lugar. Incluso yo aún tenía atada al cinto la mía; quien sabe, quizá se alegrara de estar rodeada de tantas compañeras. Solté un suspiro ante lo ridículo de la situación, pero todos mis sentidos volvieron a activarse en cuanto escuché el nombre de Brion en boca de aquella silueta misteriosa. Me acerqué a ella con presteza intentando captar su atención, pero ella parecía distraída con otra cosa, una especie de movimiento que la rodeaba y que yo era incapaz de distinguir. Cuando me hube aproximado lo suficientemente me paré en seco, y es que aquella figura carecía de rostro... o mas bien de aspecto. Un aura oscura mantenía sus rasgos borrosos, sin poder distinguirlos aunque me pegara a ella...
Así y todo, ella advirtió mi presencia e intentó hablarme, aunque las palabras que salieron de su boca fueron confusas y... ¿asustadas? Justo cuando tenía la intención de presentarme una voz grave envolvió el lugar y un enorme y grotesco ser se materializó entre nosotros. Describir a esa "cosa", iba a resultar más complicado que describir a Lady Claire. Para empezar no era humano, elfo, vampiro... ni ninguna de las otras razas que conocéis. Su cuerpo estaba literalmente fundido con la tierra del suelo, las rocas y la grava formaban parte de él, y por el momento tan solo mostraba su torso arenoso. Su altura rondaba los cuatro metros, sino más. Mostraba unos enormes colmillos que sobresalían por la comisura de sus labios y un aro dorado le perforaba la nariz. Sus ojos eran saltones, de un color rojizo y carecía de párpados, lo que resultaba aún más perturbador. Y hablando de perturbador, grotesco o dantesco, lo que realmente caracterizaba a este ser era que de cualquier saliente de su cuerpo, ya fueran sus cuernos, sus dientes, su nariz, sus dedos... colgaban, ahorcados, un número considerable de lo que parecían ser cadáveres... cadáveres que "Ra" -así se presentó- identificó como llaves.
- ¿Y qué es lo que abren estas "llaves", mi señor? - Inquirí sin amedrentarme por su aspecto, aunque completamente expuesto.
Volví a mirar de reojo a la joven que merodeaba por los alrededores a la que ahora ponía nombre: Camelia. Noté un "click" en mi mente al relacionar la pregunta sobre el amor que me había hecho Claire con aquella chica y Brion de Gainus. Tenía la sensación de que estaba sobre una pista que me ayudaría a resolver mi parte del misterio. Para mí se hacía evidente que la tal Camelia era la amante del chico dragón, lo que aún no entendía era que la hacía deambular por aquel lugar con aquella espada; tal vez esa fuera realmente la espada de nuestro amigo y ella trataba de encontrarlo, pero, ¿estar allí no significaba que éste podía estar ya muerto? Después de todo, nos encontrábamos en un cementerio, ¿no? Allí había algo oculto, estaba seguro.
- Supongo que si vos sois quien vela esta lugar, una espada sería un precio justo para el intercambio, ¿verdad? - Murmuré desenvainando a Alassi'aure del cinturón. - Pero, es extraño, no soy capaz de imaginarme ninguna cerradura que pudiera abrir con alguna de vuestras llaves. Además, si ese fuera el precio, ella también porta una espada, ¿por qué solo habéis aparecido cuando ha intentado hablar conmigo? Quizás tenía algo importante que decir... - Realmente hablaba sin ser consciente de quién era realmente Rakuto. - Me tendréis que disculpar por venir a vuestra casa y hablaros así pero... no confío en vos. Hay demasiadas incógnitas como para hacerlo. Creo saber la identidad de esta mujer y, desde luego, que no pueda verlo, no significa que Brion no se encuentre aquí. ¿Quizás sois vos el interesado en encontrarlo y añadir una llave más a su colección? ¿Daríais respuesta a mis preguntas?
Podría decirse que mis palabras podían derivar en dos situaciones distintas: había abierto una nueva "puerta" que me permitiría conseguir más pistas y piezas del puzzle al que me enfrentaba... o directamente había firmado mi sentencia de muerte. Tragué saliva y esperé la respuesta de mi interlocutor.
Rihoran
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Re: [Quest] La puerta
Roleros, realmente se han superado. No solamente han escrito en tiempo récord sino que han sobrepasado ampliamente mis expectativas. Felicitaciones.
Espero que esto esté siendo de su agrado. Responderé al tema el lunes.
Espero que esto esté siendo de su agrado. Responderé al tema el lunes.
- Laschel:
- La bestia quejosa se mantuvo lo más callada posible cuando vio lo que le rodeaba, miraba a Laschel como si fuese una aparición y se limitó a hacerle caso hasta que ella le volvió a acomodar su pata. Aún parecía bastante ajeno a la situación, pero la elfa había pasado a ser su prioridad, era como una especie de amo supremo al que había que obedecer con fe ciega. Eso ha sido maravilloso ¿puedes hacérmelo de nuevo? preguntó el que había estado desvalido, luego se hincó a su lado y se presentó a ambas féminas, bastante carente de practicidad o de auto-preservación.
Mis hermosísimas damas, mi nombre es Letargo y soy una cosa.Se volvió hacia Laschel y le tomó por algunos segundos de las manos Oh mi señora, te dedicaré mi cuerpo, mi mente y mi alma. Te seguiré hasta el infinito, hasta la eternidad, hasta que nuestros recuerdos se vuelvan materia y ésta en polvo y polv….
Bueno, ya vale interrumpió la joven armada, envainando su katana y cruzándose de brazos ante el par. Vos sabréis qué hacéis aquí, yo estaba haciendo mi ronda y han aparecido de la nada. Probablemente seáis apariciones que son vistas por personas con cierto poder espiritual. Se acercó a mirar a Letargo, echándose un poco sobre él quién se hizo para adelante para observar directamente los pechos de la joven, estiró una mano para tocárselos pero fue interceptado por un manotazo de la misma que hizo eco en los pocos árboles que les rodeaban.
Mi nombre es Keiko y soy la sacerdotisa del templo “Zonobe”. No puedo permitir que vayáis por ahí sin más. Acompañadme puntualizó con gesto decidido y serio.
El camino no llevó más de diez minutos hasta el comienzo de una escalera que parecía interminable. El hombre-bestia-fantástico cojeaba, pero no dejaba de preocuparse por su nueva ama y de que no tuviera ninguna dificultad en el ascenso. Por su parte la humana les observaba con recelo, cuidando de que no buscaran alejarse de ella o en realidad, vigilando al hombre.- Spoiler:
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InstruccionesQuiero un mini-relato basado en el auto-sacrificio que deje a los monjes y sobre todo a Keiko bastante anonadados, puedes relatarlo como Laschel o vivirlo. La idea es que salves a Letargo. El discurso de Keiko lo dejo a tu criterio pero ronda la idea de sacrificar monstruos por un bien futuro y supremo. ¡Suerte!
- Eona:
- Las figuras escucharon y observaron cuanto tenía que ser atestiguado. Se mantuvieron siempre con la misma mirada y no produjeron sonido alguno cuando la chica con su acompañante se adelantaron.
Una vez que Eona diera los diez pasos se encontraría con un escenario bastante perturbador.- Spoiler:
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Enhorabuena Eona, has pasado la primera pregunta se escuchó una dulce voz que poco a poco parecía irse acercando, aunque no era más que otra figura tallada en piedra.- Spoiler:
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Ese no es vuestro destino aseveró mirando seriamente al pequeño animalillo que estaba en los brazos de la chica. Eso es producto del mal y uno de sus esbirros, los lockerso “devoracorazones”. Ahora, no hay tiempo. Observa a tu alrededor y con una mano en el corazón responde la última de las preguntas. ¿Un solo amigo o un ejército de enemigos?
Cuando respondas, da un paso más se escuchó a una de las voces y la otra coreó Si dices la verdad de tu corazón el peso de la pluma al otro lado de la balanza será igual al tuyo y podrás sortear el puente. El pequeño gatito se desperezó entre los brazos de su acompañante y protectora y sacó sus pequeñas garritas en un acto reflejo. Miró a la joven a los ojos y se acurrucó nuevamente en su sitio.
Cuando Eona terminara con su respuesta y diera el gran paso, caería en el mundo que apareció ante sus ojos en la primera puerta. Tras ella una niña.- Spoiler:
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Instrucciones: le explicarás a la niña solitaria de ese pequeño mundo el significado de lo que hayas elegido, un ejército de enemigos o un solo amigo. La opción que elijas se materializará en ese mundo y en base a eso tendrás que hacerla entrar en razón. Puedes manejarla a tu antojo.
- Rihoran:
- ¡Ja! ¡ja! ¡ja! fue la primera respuesta de Ra, le observó con cuidado y miró con deseo la bella espada del elfo, se relamió los labios –si eso era posible- y con una sonrisa torcida observó al joven, sopesando su respuesta, luego desvió la mirada hacia la dama perdida y comenzó a hablar.
La ráfaga que había rodeado a Rihoran momentos atrás volvió a hacerse presente ahora alrededor de su espada mientras la gran bestia comenzaba con su respuesta y no les prestaba atención. De ella, saldría una figura transparente y casi etérea negando con la cabeza y susurrando No le des la espada, prioriza a mi amada Cornelia, observa su espada.
Ra miró a Rihoran y a la espada, ésta se veía absolutamente normal y prosiguió: Las llaves abren puertas, claro está le dedicó una sonrisa burlona y prosiguió Pero mis llaves abren las puertas para encontrar al gran señor de la oscuridad, Cornelius. Parecía reverenciarse ante el mismo nombre y miraba complacido el gran cementerio Él hizo esta maravilla de lugar, ¿no es encantador?.
Brion… ¿Has visto a Brion? la mujer volvió a acercarse con sus alas de arrastro y dejando una delgada cicatriz en la tierra con su espada. En un acceso de ira le cortó una de las llaves que le caían de uno de los cuernos a Ra y éste reculó atemorizado.
¡Maldito! gritó ella viendo como uno de los cuerpos se transformaba en llave y blandió la espada que llevaba su nombre apuntando al demonio, pero convenientemente tan cerca de Rihoran que podría leer el nombre “Cornelia” escrito en él y no “Camelia”. Apuráos, tomad la llave y apartaos de él comandó ella quizás en un acceso de claridad mental.- Spoiler:
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¡Zedth! clamó ella y acudió a su llamado rápidamente un extraño animal.- Spoiler:
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Ambos, el recién llegado y Ra comenzaron así una fuerte batalla. Por su parte, la figura velada se tomaba la cabeza con ambas manos y negaba con todo su cuerpo sin dejar de balbucear extrañas palabras.
Instrucciones:Deberás despertar la conciencia de la dama y obligar a Brion a salir de la espada. Pista: evoca al verdadero amor. Al final de tu rol deberá ganar Zedth
Thorn
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Re: [Quest] La puerta
Mis osadas palabras hicieron que aquel ente deforme soltara una carcajada, desviando la mirada hacia la tal Camelia, lo cual no hizo más que confirmarme que ella jugaba un papel importante en lo que era la resolución de aquel rompecabezas. Mi mente era la que se encargaba de ir uniendo las piezas poco a poco, y el que una especie de espíritu o presencia, presencia que por supuesto asocié a Brion, se materializara directamente de mi espada -lejos de sorprenderme, después de aquel demonio pocas cosas podrían hacerlo- tan solo me sirvió para cercionarme que mis teorías no eran tan descabelladas y que posiblemente tenían mucho de cierto. Brion, o una parte de él al menos, se encontraba ahí, no cabía duda al respecto.
"No te preocupes, no pensaba dársela" - pensé, como contestando a la nada. Lo cierto era que lo que más me preocupaba en aquel momento era que aquella mezcla etérea se había referido a la joven como Cornelia en vez de Camelia, y cuando Rakuto volvió a mirarme y me confesó que sus llaves abrían la puerta para encontrar al gran señor de la oscuridad, Cornelius, mi cabeza empezó a trabajar a marchas forzadas. Pieza tras pieza, todas iban encajando, por lo menos en lo que se refería a mi parte del puzzle, y una nueva teoría empezaba a perfilarse en mi mente, deseosa de ser confirmada.
- No, yo también lo estoy buscando, mi señora... Cornelia. - Murmuré, como esperando una reacción por su parte. De todas maneras, aquel velo de negrura seguía impidiéndome diferenciar su aspecto; de momento era tan solo una sombra en movimiento. Aunque sí que hubo una reacción, solo que no la que yo esperaba. Con un ágil movimiento utilizó su espada para sesgar una de las cuerdas de los cuerpos que colgaban del demonio, transformándose inmediatamente en una enorme llave dorada que me instó a coger, para luego pedirme que me mantuviera al margen. No había pasado desapercibido el nombre escrito en aquella espada mellada "Cornelia", que me confirmó que tan solo mentiras habían salido de la boca de Rakuto.
Después de pronunciar un nombre desconocido para mí, de la nada, tras una explosión de oscuridad, apareció un extraño animal, una especie de antílope con pequeñas garras y cola peluda. El demonio pétreo lanzó un golpe en su dirección, pero el recién llegado lo esquivó con agilidad y embistió contra el cuerpo de su enemigo. Me quedé inmóvil unos segundos, con la llave en mi mano, alternando mi mirada entre la batalla entre aquellos dos seres y Cornelia, aún envuelta en sombras. La cosa no iba bien, ella había vuelto a perder los papeles sumida en aquella locura a la que el monstruo se había referido, y aquel estado parecía influir directamente en la criatura que había invocado, daba la sensación de que se había vuelto más lenta y era alcanzada más de una vez por los feroces ataques de Ra. En aquel momento era difícil mantenerme al margen, tal y como me había pedido.
- ¡Basta, Cornelia! ¡Céntrate! - Imploré, intentando devolverla a la realidad. La tomé de los hombros con ambas manos, cosa que no dejaba de resultar extraña, pues parecía que estaba sujetando una sombra. - ¿Por qué tienes miedo? ¡Él está aquí y tú lo sabes, mas tu desesperación y angustia por encontrarlo no hacen otra cosa que impedirte verlo! - El cuerpo del extraño antílope aterrizó cerca de nosotros, malherido, aunque sorprendentemente volvió a levantarse, lanzándose de nuevo al ataque. - ¡Lucha, por todos los dioses! ¿Qué pretendes con esta actitud? ¿Qué pasa con los guardianes, eh? ¡Ellos están ahí fuera tratando de salvarte, habiendo excedido hace tiempo su existencia, pero ahí siguen, cincuenta años después, guiando a estúpidos aventureros que osan adentrarse en este mundo con el único fin de hacer que reacciones! - Sus temblores cesaron por un momento, pareciendo que identificaba parte de mis palabras. - ¿Sabes? He venido con alguien a este lugar que posiblemente represente lo mismo para mí que Brion para ti.
No podía evitar pensar que aquella prueba, o lo que fuera que representara, resultaba un poco irónica. Había sido precisamente mi "pelea" con Laschel la que me había llevado a elegir el camino que me había guiado allí, y ahora, todo lo que había encontrado hasta el momento, parecía dar vueltas alrededor del amor que se profesaban Brion y Cornelia; un habitante de mi mundo y otro de este, aunque tenía la sensación que ella no era alguien más dentro de aquel lugar. Contemplar todo aquello hizo que echara de menos a la elfa todavía más, que me diera cuenta de lo estúpido que había sido al dejarla marchar sola, aunque siendo sinceros, probablemente era fuera más capaz que yo en situaciones extremas. Suspiré y volví a mirar a la sombra.
- Antes de aparecer aquí alguien me hizo una pregunta... - Le dije, refiriéndome a lo acontecido en la cabaña de madera con Lady Claire. - Mi respuesta fue sincera y de corazón, ciertamente. Es por eso que tengo que ser fiel a esa respuesta... - Con un ágil movimiento, arrebaté la espada mellada de las manos de la chica. - Así que no pienso tolerar como te escondes y dejas que tu chica, a la que supuestamente tanto amas, sea engullida por su propia angustia. ¡Da la cara, maldito cobarde, y lucha por lo que quieres, maldita sea! - Dicho esto, clavé la espada de Cornelia en el suelo con fuerza, cansado de la situación. El caso es que mis palabras, mi frustración o lo que fuera, hicieron que una pequeña explosión de energía tuviera lugar alrededor del acero y la figura de un hombre se materializara ante nosotros. Tenía el cabello corto, negro y rizado, de piel morena y mirada profunda.
Tan pronto como su cuerpo se hizo material, éste cayó al suelo, débil y demacrado. Era evidente que su fuerza vital era más bien escasa, lo cual resultaba lógico, dado que algo o alguien le había arrebatado su "parte dragón"; se trataba mas bien de una cáscara a la que le faltaba el relleno. Pero bueno, lo importante es que lo había hecho salir y esperaba que eso fuera bastante para que Cornelia recuperar la compostura. Necesitábamos que así fuera.
- Brion... Brion... - Sollozó la mujer, lanzándose a sus brazos. Me dio la sensación de que la oscuridad empezaba a disiparse.
El efecto fue casi inmediato. Me di la vuelta para descubrir que la criatura, Zedth, se incorporaba orgullosa y llena de poder. Pude comprobar como recuperaba la velocidad de la que había hecho gala nada más ser invocado, y ninguno de los puños de Rakuto era capaz de alcanzarlo; es más, sus ataques también se habían visto intensificados, y trozos de piedra y arenisca se desprendían del cuerpo del demonio tras cada embestida. Después de un intercambio de golpes, el antílope pareció cargar un nuevo ataque, y a pesar de que su rival hizo todo lo posible para evitarlo, la velocidad e impulso de Zedth fueron suficientes como para atravesar de lado a lado el pecho del monstruo pétreo, proclamándose vencedor de aquella contienda.
Suspiré aliviado, aún sin saber qué era lo que me esperaba a continuación, pero creía haber dado un paso de la dirección correcta. Tenía una llave, parecía haber recuperado una parte de Brion de Gainus y me sentía más vivo que nunca, quizás por la satisfacción de haber vuelto a reunir a la pareja.
- ¿Me he ganado una explicación? - Pregunté entonces, dirigiéndoles una sonrisa. - ¿Cómo va la cosa, entonces? ¿Hija de señor poderoso y oscuro se enamora de aventurero guapo e intrépido y el señor poderoso y oscuro maldice a aventurero guapo e intrépido por haberse enamorado de su hija? - Traté de darle un toque cómico para relajar el ambiente, pero era una de las teorías que me rondaban la mente y, sinceramente, no era tan descabellada como podía haberlo parecido en un primer momento. - ¿Y bien? ¿Cuál es el siguiente paso? Uno de los guardianes me dijo que Brion sabría qué hacer.
"No te preocupes, no pensaba dársela" - pensé, como contestando a la nada. Lo cierto era que lo que más me preocupaba en aquel momento era que aquella mezcla etérea se había referido a la joven como Cornelia en vez de Camelia, y cuando Rakuto volvió a mirarme y me confesó que sus llaves abrían la puerta para encontrar al gran señor de la oscuridad, Cornelius, mi cabeza empezó a trabajar a marchas forzadas. Pieza tras pieza, todas iban encajando, por lo menos en lo que se refería a mi parte del puzzle, y una nueva teoría empezaba a perfilarse en mi mente, deseosa de ser confirmada.
- No, yo también lo estoy buscando, mi señora... Cornelia. - Murmuré, como esperando una reacción por su parte. De todas maneras, aquel velo de negrura seguía impidiéndome diferenciar su aspecto; de momento era tan solo una sombra en movimiento. Aunque sí que hubo una reacción, solo que no la que yo esperaba. Con un ágil movimiento utilizó su espada para sesgar una de las cuerdas de los cuerpos que colgaban del demonio, transformándose inmediatamente en una enorme llave dorada que me instó a coger, para luego pedirme que me mantuviera al margen. No había pasado desapercibido el nombre escrito en aquella espada mellada "Cornelia", que me confirmó que tan solo mentiras habían salido de la boca de Rakuto.
Después de pronunciar un nombre desconocido para mí, de la nada, tras una explosión de oscuridad, apareció un extraño animal, una especie de antílope con pequeñas garras y cola peluda. El demonio pétreo lanzó un golpe en su dirección, pero el recién llegado lo esquivó con agilidad y embistió contra el cuerpo de su enemigo. Me quedé inmóvil unos segundos, con la llave en mi mano, alternando mi mirada entre la batalla entre aquellos dos seres y Cornelia, aún envuelta en sombras. La cosa no iba bien, ella había vuelto a perder los papeles sumida en aquella locura a la que el monstruo se había referido, y aquel estado parecía influir directamente en la criatura que había invocado, daba la sensación de que se había vuelto más lenta y era alcanzada más de una vez por los feroces ataques de Ra. En aquel momento era difícil mantenerme al margen, tal y como me había pedido.
- ¡Basta, Cornelia! ¡Céntrate! - Imploré, intentando devolverla a la realidad. La tomé de los hombros con ambas manos, cosa que no dejaba de resultar extraña, pues parecía que estaba sujetando una sombra. - ¿Por qué tienes miedo? ¡Él está aquí y tú lo sabes, mas tu desesperación y angustia por encontrarlo no hacen otra cosa que impedirte verlo! - El cuerpo del extraño antílope aterrizó cerca de nosotros, malherido, aunque sorprendentemente volvió a levantarse, lanzándose de nuevo al ataque. - ¡Lucha, por todos los dioses! ¿Qué pretendes con esta actitud? ¿Qué pasa con los guardianes, eh? ¡Ellos están ahí fuera tratando de salvarte, habiendo excedido hace tiempo su existencia, pero ahí siguen, cincuenta años después, guiando a estúpidos aventureros que osan adentrarse en este mundo con el único fin de hacer que reacciones! - Sus temblores cesaron por un momento, pareciendo que identificaba parte de mis palabras. - ¿Sabes? He venido con alguien a este lugar que posiblemente represente lo mismo para mí que Brion para ti.
No podía evitar pensar que aquella prueba, o lo que fuera que representara, resultaba un poco irónica. Había sido precisamente mi "pelea" con Laschel la que me había llevado a elegir el camino que me había guiado allí, y ahora, todo lo que había encontrado hasta el momento, parecía dar vueltas alrededor del amor que se profesaban Brion y Cornelia; un habitante de mi mundo y otro de este, aunque tenía la sensación que ella no era alguien más dentro de aquel lugar. Contemplar todo aquello hizo que echara de menos a la elfa todavía más, que me diera cuenta de lo estúpido que había sido al dejarla marchar sola, aunque siendo sinceros, probablemente era fuera más capaz que yo en situaciones extremas. Suspiré y volví a mirar a la sombra.
- Antes de aparecer aquí alguien me hizo una pregunta... - Le dije, refiriéndome a lo acontecido en la cabaña de madera con Lady Claire. - Mi respuesta fue sincera y de corazón, ciertamente. Es por eso que tengo que ser fiel a esa respuesta... - Con un ágil movimiento, arrebaté la espada mellada de las manos de la chica. - Así que no pienso tolerar como te escondes y dejas que tu chica, a la que supuestamente tanto amas, sea engullida por su propia angustia. ¡Da la cara, maldito cobarde, y lucha por lo que quieres, maldita sea! - Dicho esto, clavé la espada de Cornelia en el suelo con fuerza, cansado de la situación. El caso es que mis palabras, mi frustración o lo que fuera, hicieron que una pequeña explosión de energía tuviera lugar alrededor del acero y la figura de un hombre se materializara ante nosotros. Tenía el cabello corto, negro y rizado, de piel morena y mirada profunda.
Tan pronto como su cuerpo se hizo material, éste cayó al suelo, débil y demacrado. Era evidente que su fuerza vital era más bien escasa, lo cual resultaba lógico, dado que algo o alguien le había arrebatado su "parte dragón"; se trataba mas bien de una cáscara a la que le faltaba el relleno. Pero bueno, lo importante es que lo había hecho salir y esperaba que eso fuera bastante para que Cornelia recuperar la compostura. Necesitábamos que así fuera.
- Brion... Brion... - Sollozó la mujer, lanzándose a sus brazos. Me dio la sensación de que la oscuridad empezaba a disiparse.
El efecto fue casi inmediato. Me di la vuelta para descubrir que la criatura, Zedth, se incorporaba orgullosa y llena de poder. Pude comprobar como recuperaba la velocidad de la que había hecho gala nada más ser invocado, y ninguno de los puños de Rakuto era capaz de alcanzarlo; es más, sus ataques también se habían visto intensificados, y trozos de piedra y arenisca se desprendían del cuerpo del demonio tras cada embestida. Después de un intercambio de golpes, el antílope pareció cargar un nuevo ataque, y a pesar de que su rival hizo todo lo posible para evitarlo, la velocidad e impulso de Zedth fueron suficientes como para atravesar de lado a lado el pecho del monstruo pétreo, proclamándose vencedor de aquella contienda.
Suspiré aliviado, aún sin saber qué era lo que me esperaba a continuación, pero creía haber dado un paso de la dirección correcta. Tenía una llave, parecía haber recuperado una parte de Brion de Gainus y me sentía más vivo que nunca, quizás por la satisfacción de haber vuelto a reunir a la pareja.
- ¿Me he ganado una explicación? - Pregunté entonces, dirigiéndoles una sonrisa. - ¿Cómo va la cosa, entonces? ¿Hija de señor poderoso y oscuro se enamora de aventurero guapo e intrépido y el señor poderoso y oscuro maldice a aventurero guapo e intrépido por haberse enamorado de su hija? - Traté de darle un toque cómico para relajar el ambiente, pero era una de las teorías que me rondaban la mente y, sinceramente, no era tan descabellada como podía haberlo parecido en un primer momento. - ¿Y bien? ¿Cuál es el siguiente paso? Uno de los guardianes me dijo que Brion sabría qué hacer.
Rihoran
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Re: [Quest] La puerta
Antes siquiera de que la chica tuviera tiempo a responder, el diablillo se incorporó y me miró con unos ojos que destilaban un profundo agradecimiento, o lo que yo creía que eran los ojos, ya que su rostro más bien parecía un cuadro abstracto oculto bajo una extraña máscara. Habló como si no tuviese ningún problema con el lenguaje, se presentó como "Letargo" y me tomó de las manos auto-proclamándose mi nuevo sirviente. Aquello me hizo cierta gracia, para qué negarlo.
- Está bien, está bien. Creo que con un simple 'gracias' me conformo -sonreí de manera extraña, preguntándome si mi nuevo aliado hablaba en serio y era capaz incluso de seguirme hasta el mismísimo mundo del que provenía: Aerandir. Si es que conseguíamos volver, claro.
Tras eso, mis esperanzas de obtener respuestas se fueron al traste al descubrir que la chica tenía menos idea que yo de lo que estaba pasando. Puede que fuese una simple habitante de aquel mundo caótico y ya está. Visto lo visto, dejé escapar un suspiro de desaliento y me levanté; necesitaba encontrar pistas sobre Brion de Gainus y no parecía que fuese a encontrarlas en ese lugar. ¿Por qué me había traído aquí el zorro? ¿Había errado en mi elección después de todo, o es que realmente este mundo albergaba algo más? Puede que Letargo supiera algo, y dado que parecía totalmente dispuesto a obedecer mis órdenes, no estaba de más pedirle que me ayudase a encontrar al dragón... aunque él parecía muy concentrado en observar el busto de la joven, escena que me produjo una leve carcajada. Desde luego que era peculiar el diablillo, todo un fenómeno.
Keiko -así es como se presentó la muchacha- nos instó, o mejor dicho, nos ordenó seguirla hasta su templo. Arrugué la expresión en señal de disconformidad; aquello no era mi problema y sentía que estaba perdiendo el tiempo. Bien podía entregar a Letargo, darme la vuelta y continuar con mi búsqueda de pistas, pero era incapaz de abandonarle a su suerte y más cuando empecé a sospechar que las intenciones de la morena no eran precisamente buenas. Además, como ya había dicho, le necesitaba.
- Yo me llamo Laschel -correspondí a su presentación con una suave reverencia con la cabeza- Os acompañaré, mas ruego que no me entretengáis demasiado. Tengo asuntos urgentes que atender y no quiero retrasarme.
- Oh, no os preocupéis. Será rápido -mencionó con frialdad y se giró para encabezar la marcha.
Al cabo de unos diez minutos aproximadamente nos encontrábamos frente a una gigantesca escalinata de piedra que se alzaba y que parecía no tener fin. Jamás en toda mi vida había visto tantos escalones juntos, y me invadió una sensación de cansancio antes incluso de empezar a subir. Letargo avanzaba cojeando y quería asegurarme de que estaba bien, y aunque varias veces le ofrecí el apoyo de mi cuerpo, él siempre negaba con la cabeza preocupándose más de cómo me sentía yo. No sabía si lo hacía por bondad o porque se sentía obligado a devolverme algún tipo de favor. El caso es que Keiko nos vigilaba con frecuencia, y aquello no me gustaba ni un pelo.
Finalmente alcanzamos la cima de la escalinata, y ante a mi se abrió un paisaje que nada tenía que ver con el caótico mundo que nos había rodeado momentos atrás. Aquel templo destilaba paz y serenidad, totalmente ajeno al alboroto de las calles y flanqueado por numerosos árboles de cerezo. Me habría maravillado de no ser por la pira que parecían tener montada en el centro de la plaza, y cuando varios monjes empezaron a rodearnos no pude evitar ponerme tensa. El diablillo se encogió tras mi espalda y musitó algo que no llegué a entender, mientras Keiko se abría paso y alzaba los brazos para acallar los cuchicheos que se habían formado a nuestro alrededor.
- Los dioses nos han brindado una nueva oportunidad para erradicar el mal que contamina este mundo -de inmediato hubo un estallido de aplausos y vítores entre los monjes- Hermanos míos, por favor, calmad. Debemos respetar el procedimiento para que este ser, ¡este monstruo! -señaló descaradamente a Letargo- sea ejecutado de la forma que dictan los manuscritos. Ahora, prendedle y atadle a la hoguera.
Genial, enfrentarme a una maldita secta era lo que me faltaba para ponerle la guinda al día. Tras la sentencia de Keiko tardé un segundo y menos en desenvainar mis dos espadas y adoptar una posición de guardia, empujando a uno de los monjes y deshaciéndome de otro de una patada en el abdomen. No iba a tolerar que se acercasen a Letargo.
- Por favor, no quiero haceros daño -puntualicé, dejando en claro que mi intención no era atacarles, sino defenderme- Pero no permitiré que le pongáis un sólo dedo encima a esta criatura, no hasta que me deis motivos coherentes del porqué queréis ejecutarlo.
- ¿Por qué le protegéis? ¡No es más que un monstruo! ¿Es que no lo veis? -Keiko alzó la voz algo confusa con mi reacción.
- ¿En serio? -me giré hacia Letargo durante un instante, que seguía algo encogido sin saber muy bien hacia dónde mirar. Luego regresé mi vista a la sacerdotisa- Lo único que veo yo es a un ser asustado que se pregunta qué mal ha hecho para ser juzgado.
Sentí cómo Letargo se pegaba más a mi espalda, refugiándose tras ella mientras los monjes empezaban a hablar en voz baja. Muchos reprobaban mi comportamiento y empezaban a preguntarse si deberían ejecutarme a mi también por blasfema. Aquello no pintaba bien, y sobraba decir la idiotez que sería plantarles batalla. Me acribillarían.
- ¿Que qué mal ha hecho? ¡Existir! -Keiko bramó como si fuera la mayor obviedad- Los monstruos como él no tienen cabida en este mundo, pues son siervos del mal y sólo traen la desgracia a nuestras vidas. ¿Que por qué queremos ejecutarle? Porque es la única forma de evitar que caigamos en el caos y en la desesperación, y porque nuestros ancestros nos encomendaron la misión de velar por la seguridad de cada criatura viva -finalmente añadió- No somos malas personas, Laschel, simplemente eliminamos cualquier amenaza que ponga en riesgo nuestro futuro. Nos sacrificamos por el bien común.
- ¿Amenaza? ¡Oh, venga ya! -puse los ojos en blanco y relajé mi posición de guardia. Si lo que quería eran argumentos, los iba a tener- ¿Lo consideráis una amenaza sólo porque tiene aspecto de demonio? Entonces permitidme que os diga que juzgáis a ciegas, mi señora, porque ¿qué os hace pensar que yo no soy un peligro aún mayor que él?
- ¡Pero los manuscritos dicen...!
- ¡Por todos los dioses! -interrumpí exasperada- ¡Pensad en lo que estáis haciendo!
Keiko abrió la boca para responder, mas ningún sonido salió de su garganta. Parecía turbada y aquella sensación empezó a contagiar al resto de los monjes, los cuales se fueron quedando poco a poco inmóviles y en silencio. Les miré sin amedrentarme ni un ápice, pues aquella situación se había convertido extrañamente en algo personal que evocaba en mi recuerdos de mis propias vivencias.
- No defiendo la existencia del mal si es lo que creéis, de hecho vuestra misión es digna de alabanza y la comparto, pero ruego que os detengáis un momento a pensar si realmente este ser de aquí es un verdadero "monstruo" -mi voz era firme y confiada, y al mirar a Letargo quise transmitirle un poco de esa seguridad que siempre llevaba conmigo. Luego volví a girarme a la multitud que me rodeaba- Monstruos son aquellos que asesinan, que matan a nuestros seres queridos, que alzan las armas contra nosotros sin importar qué. Monstruos son los que exterminan, los que derraman sangre inocente, así que decidme, ¿qué os diferencia de ellos? -reinaba un silencio absoluto- Derramar más sangre no es la solución. Vivís en la tranquilidad de vuestro templo mientras que el mundo se pudre ahí fuera, y os laváis las manos creyendo que con matar a dos o tres demonios se arreglará algo sólo porque lo digan unas malditas escrituras -mi mirada se endureció y retomé el aliento para seguir hablando- Si de verdad queréis erradicar la oscuridad de este mundo, abandonad la seguridad que os brindan estos muros y ayudad a los que realmente necesitan una mano amiga. Aprended a diferenciar el mal por vuestra cuenta, pues éste se presenta de infinitas formas, y ésta -señalé a Letargo con el brazo- no es una de ellas.
Pude notar cómo los rostros de algunos monjes empezaban a cambiar. Los cuchicheos se transformaban en preguntas, en dudas, en cuestiones sobre su verdadero propósito, sobre si en verdad estaban haciendo lo correcto. La mecha había sido encendida, y quise gastar el último cartucho.
- No hace mucho yo era igual que vosotros. Vivía con la creencia de continuar el legado de mis ancestros, de honrarles sólo porque así debía ser -llegados a este punto ya era imposible contenerme- Pero entonces me di cuenta que viviendo encerrada en un bosque no cambiaría nada, que el mundo seguiría igual de injusto mientras que mi pueblo seguiría girando la cabeza hacia otro lado. Decís que os sacrificáis por el bien común, pero ¿acaso sabéis lo que significa eso? -tomé aire y finalicé con determinación- Yo tuve que abandonar a mi gente. Tuve que abandonar a mis amigos. A mi familia. Incluso tuve que abandonar mi propio apellido si eso significaba ganarme la libertad de mis acciones. Y puede que mi contribución al bienestar del mundo sea minúscula en comparación al arduo trabajo que nos espera, pero no pasa ni un sólo día en el que no me acueste con la conciencia totalmente limpia.
Aguardé impasible la respuesta de Keiko esperando que no sólo le perdonase la vida a Letargo, sino también que cambiase la forma de ver las cosas que le rodeaban.
- Está bien, está bien. Creo que con un simple 'gracias' me conformo -sonreí de manera extraña, preguntándome si mi nuevo aliado hablaba en serio y era capaz incluso de seguirme hasta el mismísimo mundo del que provenía: Aerandir. Si es que conseguíamos volver, claro.
Tras eso, mis esperanzas de obtener respuestas se fueron al traste al descubrir que la chica tenía menos idea que yo de lo que estaba pasando. Puede que fuese una simple habitante de aquel mundo caótico y ya está. Visto lo visto, dejé escapar un suspiro de desaliento y me levanté; necesitaba encontrar pistas sobre Brion de Gainus y no parecía que fuese a encontrarlas en ese lugar. ¿Por qué me había traído aquí el zorro? ¿Había errado en mi elección después de todo, o es que realmente este mundo albergaba algo más? Puede que Letargo supiera algo, y dado que parecía totalmente dispuesto a obedecer mis órdenes, no estaba de más pedirle que me ayudase a encontrar al dragón... aunque él parecía muy concentrado en observar el busto de la joven, escena que me produjo una leve carcajada. Desde luego que era peculiar el diablillo, todo un fenómeno.
Keiko -así es como se presentó la muchacha- nos instó, o mejor dicho, nos ordenó seguirla hasta su templo. Arrugué la expresión en señal de disconformidad; aquello no era mi problema y sentía que estaba perdiendo el tiempo. Bien podía entregar a Letargo, darme la vuelta y continuar con mi búsqueda de pistas, pero era incapaz de abandonarle a su suerte y más cuando empecé a sospechar que las intenciones de la morena no eran precisamente buenas. Además, como ya había dicho, le necesitaba.
- Yo me llamo Laschel -correspondí a su presentación con una suave reverencia con la cabeza- Os acompañaré, mas ruego que no me entretengáis demasiado. Tengo asuntos urgentes que atender y no quiero retrasarme.
- Oh, no os preocupéis. Será rápido -mencionó con frialdad y se giró para encabezar la marcha.
Al cabo de unos diez minutos aproximadamente nos encontrábamos frente a una gigantesca escalinata de piedra que se alzaba y que parecía no tener fin. Jamás en toda mi vida había visto tantos escalones juntos, y me invadió una sensación de cansancio antes incluso de empezar a subir. Letargo avanzaba cojeando y quería asegurarme de que estaba bien, y aunque varias veces le ofrecí el apoyo de mi cuerpo, él siempre negaba con la cabeza preocupándose más de cómo me sentía yo. No sabía si lo hacía por bondad o porque se sentía obligado a devolverme algún tipo de favor. El caso es que Keiko nos vigilaba con frecuencia, y aquello no me gustaba ni un pelo.
Finalmente alcanzamos la cima de la escalinata, y ante a mi se abrió un paisaje que nada tenía que ver con el caótico mundo que nos había rodeado momentos atrás. Aquel templo destilaba paz y serenidad, totalmente ajeno al alboroto de las calles y flanqueado por numerosos árboles de cerezo. Me habría maravillado de no ser por la pira que parecían tener montada en el centro de la plaza, y cuando varios monjes empezaron a rodearnos no pude evitar ponerme tensa. El diablillo se encogió tras mi espalda y musitó algo que no llegué a entender, mientras Keiko se abría paso y alzaba los brazos para acallar los cuchicheos que se habían formado a nuestro alrededor.
- Los dioses nos han brindado una nueva oportunidad para erradicar el mal que contamina este mundo -de inmediato hubo un estallido de aplausos y vítores entre los monjes- Hermanos míos, por favor, calmad. Debemos respetar el procedimiento para que este ser, ¡este monstruo! -señaló descaradamente a Letargo- sea ejecutado de la forma que dictan los manuscritos. Ahora, prendedle y atadle a la hoguera.
Genial, enfrentarme a una maldita secta era lo que me faltaba para ponerle la guinda al día. Tras la sentencia de Keiko tardé un segundo y menos en desenvainar mis dos espadas y adoptar una posición de guardia, empujando a uno de los monjes y deshaciéndome de otro de una patada en el abdomen. No iba a tolerar que se acercasen a Letargo.
- Por favor, no quiero haceros daño -puntualicé, dejando en claro que mi intención no era atacarles, sino defenderme- Pero no permitiré que le pongáis un sólo dedo encima a esta criatura, no hasta que me deis motivos coherentes del porqué queréis ejecutarlo.
- ¿Por qué le protegéis? ¡No es más que un monstruo! ¿Es que no lo veis? -Keiko alzó la voz algo confusa con mi reacción.
- ¿En serio? -me giré hacia Letargo durante un instante, que seguía algo encogido sin saber muy bien hacia dónde mirar. Luego regresé mi vista a la sacerdotisa- Lo único que veo yo es a un ser asustado que se pregunta qué mal ha hecho para ser juzgado.
Sentí cómo Letargo se pegaba más a mi espalda, refugiándose tras ella mientras los monjes empezaban a hablar en voz baja. Muchos reprobaban mi comportamiento y empezaban a preguntarse si deberían ejecutarme a mi también por blasfema. Aquello no pintaba bien, y sobraba decir la idiotez que sería plantarles batalla. Me acribillarían.
- ¿Que qué mal ha hecho? ¡Existir! -Keiko bramó como si fuera la mayor obviedad- Los monstruos como él no tienen cabida en este mundo, pues son siervos del mal y sólo traen la desgracia a nuestras vidas. ¿Que por qué queremos ejecutarle? Porque es la única forma de evitar que caigamos en el caos y en la desesperación, y porque nuestros ancestros nos encomendaron la misión de velar por la seguridad de cada criatura viva -finalmente añadió- No somos malas personas, Laschel, simplemente eliminamos cualquier amenaza que ponga en riesgo nuestro futuro. Nos sacrificamos por el bien común.
- ¿Amenaza? ¡Oh, venga ya! -puse los ojos en blanco y relajé mi posición de guardia. Si lo que quería eran argumentos, los iba a tener- ¿Lo consideráis una amenaza sólo porque tiene aspecto de demonio? Entonces permitidme que os diga que juzgáis a ciegas, mi señora, porque ¿qué os hace pensar que yo no soy un peligro aún mayor que él?
- ¡Pero los manuscritos dicen...!
- ¡Por todos los dioses! -interrumpí exasperada- ¡Pensad en lo que estáis haciendo!
Keiko abrió la boca para responder, mas ningún sonido salió de su garganta. Parecía turbada y aquella sensación empezó a contagiar al resto de los monjes, los cuales se fueron quedando poco a poco inmóviles y en silencio. Les miré sin amedrentarme ni un ápice, pues aquella situación se había convertido extrañamente en algo personal que evocaba en mi recuerdos de mis propias vivencias.
- No defiendo la existencia del mal si es lo que creéis, de hecho vuestra misión es digna de alabanza y la comparto, pero ruego que os detengáis un momento a pensar si realmente este ser de aquí es un verdadero "monstruo" -mi voz era firme y confiada, y al mirar a Letargo quise transmitirle un poco de esa seguridad que siempre llevaba conmigo. Luego volví a girarme a la multitud que me rodeaba- Monstruos son aquellos que asesinan, que matan a nuestros seres queridos, que alzan las armas contra nosotros sin importar qué. Monstruos son los que exterminan, los que derraman sangre inocente, así que decidme, ¿qué os diferencia de ellos? -reinaba un silencio absoluto- Derramar más sangre no es la solución. Vivís en la tranquilidad de vuestro templo mientras que el mundo se pudre ahí fuera, y os laváis las manos creyendo que con matar a dos o tres demonios se arreglará algo sólo porque lo digan unas malditas escrituras -mi mirada se endureció y retomé el aliento para seguir hablando- Si de verdad queréis erradicar la oscuridad de este mundo, abandonad la seguridad que os brindan estos muros y ayudad a los que realmente necesitan una mano amiga. Aprended a diferenciar el mal por vuestra cuenta, pues éste se presenta de infinitas formas, y ésta -señalé a Letargo con el brazo- no es una de ellas.
Pude notar cómo los rostros de algunos monjes empezaban a cambiar. Los cuchicheos se transformaban en preguntas, en dudas, en cuestiones sobre su verdadero propósito, sobre si en verdad estaban haciendo lo correcto. La mecha había sido encendida, y quise gastar el último cartucho.
- No hace mucho yo era igual que vosotros. Vivía con la creencia de continuar el legado de mis ancestros, de honrarles sólo porque así debía ser -llegados a este punto ya era imposible contenerme- Pero entonces me di cuenta que viviendo encerrada en un bosque no cambiaría nada, que el mundo seguiría igual de injusto mientras que mi pueblo seguiría girando la cabeza hacia otro lado. Decís que os sacrificáis por el bien común, pero ¿acaso sabéis lo que significa eso? -tomé aire y finalicé con determinación- Yo tuve que abandonar a mi gente. Tuve que abandonar a mis amigos. A mi familia. Incluso tuve que abandonar mi propio apellido si eso significaba ganarme la libertad de mis acciones. Y puede que mi contribución al bienestar del mundo sea minúscula en comparación al arduo trabajo que nos espera, pero no pasa ni un sólo día en el que no me acueste con la conciencia totalmente limpia.
Aguardé impasible la respuesta de Keiko esperando que no sólo le perdonase la vida a Letargo, sino también que cambiase la forma de ver las cosas que le rodeaban.
Laschel
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Re: [Quest] La puerta
Al dar el décimo paso a punto estuve de volver a retirar el pie, pero resistí la tentación de hacerlo. Miré hacia abajo, sujetando al bicho peludo de mis brazos con fuerza para que no se le ocurriese resbalar hacia el vacío. Sí, de eso se trataba, pues no se veía nada más que las sombras de una caída interminable. De repente, una ráfaga de aire frío ascendió hacia mí y me tambaleé hacia atrás, pero no retrocedí, sino que planté mis pies con más fuerza en el frío hielo. Ahora era capaz de ver que en lo que estaba era una especie de balanza.
- Enhorabuena Eona, has pasado la primera pregunta - Genial, ¿qué sería lo siguiente? Agudicé la vista y de entre la blanquecina niebla que empezaba a disiparse apareció una joven echa de la misma piedra que los guardias de la "primera pregunta". La miré de arriba abajo. - No crees que te dejaron demasiado volumen en el pecho? - comenté abiertamente, casi recelosa, al comparar nuestros atributos. Pero bueno, perder contra algo echo a la vista de un hombre, como era evidente, no era ninguna vergüenza. Mis pechos eran uno de mis grandes orgullos.
- ¿Los lockerso? - pregunté cuanto menos confundida. Miré el otro lado de la balanza y observé aquel órgano blandengue. - ¿Es ese el corazón del gato? - pregunté empezando a notar la sangre hervir bajo mis venas, pero aunque así fuese, ya no parecía ser utilizable. "Eona, si ese fuese su corazón, como sería posible que esté echando su aliento en tu brazo en este preciso momento?" Buena pregunta, desde luego, pero estábamos en un mundo lleno de ellas, de preguntas sin sentido. Todo podía ser. Nuestros ojos se encontraron, pero no pareció querer gesticular una respuesta. En su lugar, los guardias me instaron a que respondiese yo primero a la que ella me había presentado.
Noté un leve escozor en mi brazo y bajé la mirada hacia el minino color carbón, el cual había despertado. Lo miré con severidad, tanteando su reacción, pero este con un rostro angelical volvió a reposar su frágil cabecita en el mismo lugar del cual la levantó. Solté un leve suspiro de resignación. Al parecer este animalillo no serviría más que de peso muerto, pero bueno, sería MI peso muerto.
Liberé como pude una de mis manos y la coloqué en mi pecho, en el lado izquierdo. - Un solo amigo. - respondí con una sonrisa burlona, y di el paso que me dejó caer al abismo.
Mis ojos se abrieron como platos y empecé a repetir incesantemente una sola y única palabra: no. Roté sobre mí misma y observé el paisaje que ahora me rodeaba. Un riachuelo cristalino, un prado de flores de todos los colores, un arcoiris que pareciese estar echo de deslumbrantes tintes en el cielo despejado, un enorme árbol en el centro con montones y montones de frutas en él, de todos los tamaños y colores imaginables y, lo peor de todo, un mar de animalitos mimosos y achuchables. - No... No no no no noooo... - continué meneando la cabeza. Había lugares peores, estaba segura de ello, pero definitivamente no quería quedarme aquí. Además, todo parecía tener una neblina color rosa, que hacía que todo pareciese demasiado irreal... ¡Como si todo en este espacio tiempo estuviese echo de pasta moldeable! Los enormes ojos de las "bestias" reposaban sobre mí, con estrellitas danzando en sus iris, ¡mientras me sonreían con los mofletes llenos de color sonrosado! Tenia la impresión de que mi mandíbula inferior sería capaz de llegar hasta el suelo, de lo abierta que tenía la boca...
- Al fin has llegado. - me despertó de mi ensoñamiento una muchacha sonriente, esta vez pechoplana. - ¡Ven! - exclamó extendiendo los brazos, esperando que corriese a ella para darle un cálido abrazo. "¡Nunca!" Vale, sí, habría ocasiones en las que lo haría sin pensar demasiado en ello, pero realmente no estaba de humor.
Se encogió de hombros y se sentó en la suave hierba. De inmediato los animalillos de ojos saltones se le unieron, formando un semicírculo frente a mí. Por un instante pensé que estaba dispuesta a hablar, y creedme que lo que más deseaba era una explicación, pero no fue así. Se puso a cantar, y enseguida sus amiguitos se pusieron a hacerle los coros. - ¿Qué respuesta has elegido? - preguntó de repente, segundos después.
La miré, aún incrédula, y después centré la mirada en el enano que llevaba en brazos. Al menos él parecía estar cómodo en este mundo, pues su rostro de dolor había desaparecido, dejando paso a una amplia y relajada sonrisa. - Un amigo. - contesté. Ella inclinó la cabeza y pregunto, sonriente, como no. - ¿Y por qué? - "¿Por qué?" pensé con ironía. No pude evitar asociar su curiosidad a la de Keff, el que debía de estar de lo más feliz ahora mismo en el mundo real. Quién diría que hasta yo añoraría la normalidad de mi mundo.
- ¿Preguntas por qué ? - comenté asegurándome de que la loca no era yo, pero no, lo decía completamente enserio. Suspiré y traté de relajar mi rostro. - Bueno... Dependiendo de la situación habría preferido el ejército de enemigos. Ya sabes, imagínate en un campo de batalla, en el cual has de luchar contra un fuerte contrincante. En este caso preferirías que las muertes en tu bando no fuesen más que caras a las que desprecias, ¿cierto? - Sin percatarme realmente de dónde, pude ver a Melwyn acercándose a nosotros con lentitud. Rodeó a los animales cantarines y a la joven, hasta llegar a mi lado, y sin darme cuenta me vi esbozando una sonrisa burlona. Ella me miró con severidad y me preparé para una regañina. - ¿Se puede saber que le has echo al pobre animal? Que pasa, ¿te robó tu pescado? - Ambas miramos la pequeña bola de sangre y pelo. Parecía estar soñando algo agradable. - ¿Ya no te molestas ni en vestirte? - escupió esta vez con ironía. Hasta entonces no me había dado cuenta de lo agradecida que estaba de no estar pisando más hielo con mis enrojecidos pies.
Dejé salir algo entre un suspiro y una sonrisa. ¿Era aquello la amistad? Al principio, cuando nos conocimos, no lo parecía, pero ahora... - Pero... - continué, ahora mirando a la joven, la cual nos observaba con más curiosidad que sonrisa. - Pero se que de un amigo siempre podré fiarme, ya sea en las desgracias como en las alegrías. ¿De qué sirve un número? Uno solo como ella vale más que cien de los otros. - Ambas sonreímos. - Mucho más que eso. - finalizó Mel por mí. Sabía que lo diría.
- Enhorabuena Eona, has pasado la primera pregunta - Genial, ¿qué sería lo siguiente? Agudicé la vista y de entre la blanquecina niebla que empezaba a disiparse apareció una joven echa de la misma piedra que los guardias de la "primera pregunta". La miré de arriba abajo. - No crees que te dejaron demasiado volumen en el pecho? - comenté abiertamente, casi recelosa, al comparar nuestros atributos. Pero bueno, perder contra algo echo a la vista de un hombre, como era evidente, no era ninguna vergüenza. Mis pechos eran uno de mis grandes orgullos.
- ¿Los lockerso? - pregunté cuanto menos confundida. Miré el otro lado de la balanza y observé aquel órgano blandengue. - ¿Es ese el corazón del gato? - pregunté empezando a notar la sangre hervir bajo mis venas, pero aunque así fuese, ya no parecía ser utilizable. "Eona, si ese fuese su corazón, como sería posible que esté echando su aliento en tu brazo en este preciso momento?" Buena pregunta, desde luego, pero estábamos en un mundo lleno de ellas, de preguntas sin sentido. Todo podía ser. Nuestros ojos se encontraron, pero no pareció querer gesticular una respuesta. En su lugar, los guardias me instaron a que respondiese yo primero a la que ella me había presentado.
Noté un leve escozor en mi brazo y bajé la mirada hacia el minino color carbón, el cual había despertado. Lo miré con severidad, tanteando su reacción, pero este con un rostro angelical volvió a reposar su frágil cabecita en el mismo lugar del cual la levantó. Solté un leve suspiro de resignación. Al parecer este animalillo no serviría más que de peso muerto, pero bueno, sería MI peso muerto.
Liberé como pude una de mis manos y la coloqué en mi pecho, en el lado izquierdo. - Un solo amigo. - respondí con una sonrisa burlona, y di el paso que me dejó caer al abismo.
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En lo que dura un parpadeo, la negrura que me rodeaba dio paso a un escenario alegre y colorido, y como cuando llegamos al mundo gélido, pude sin más reposar los pies en el suelo que acababa de aparecer debajo de mí, como si no fuese más que una pluma cayendo en la superficie de un lago. Mis ojos se abrieron como platos y empecé a repetir incesantemente una sola y única palabra: no. Roté sobre mí misma y observé el paisaje que ahora me rodeaba. Un riachuelo cristalino, un prado de flores de todos los colores, un arcoiris que pareciese estar echo de deslumbrantes tintes en el cielo despejado, un enorme árbol en el centro con montones y montones de frutas en él, de todos los tamaños y colores imaginables y, lo peor de todo, un mar de animalitos mimosos y achuchables. - No... No no no no noooo... - continué meneando la cabeza. Había lugares peores, estaba segura de ello, pero definitivamente no quería quedarme aquí. Además, todo parecía tener una neblina color rosa, que hacía que todo pareciese demasiado irreal... ¡Como si todo en este espacio tiempo estuviese echo de pasta moldeable! Los enormes ojos de las "bestias" reposaban sobre mí, con estrellitas danzando en sus iris, ¡mientras me sonreían con los mofletes llenos de color sonrosado! Tenia la impresión de que mi mandíbula inferior sería capaz de llegar hasta el suelo, de lo abierta que tenía la boca...
- Al fin has llegado. - me despertó de mi ensoñamiento una muchacha sonriente, esta vez pechoplana. - ¡Ven! - exclamó extendiendo los brazos, esperando que corriese a ella para darle un cálido abrazo. "¡Nunca!" Vale, sí, habría ocasiones en las que lo haría sin pensar demasiado en ello, pero realmente no estaba de humor.
Se encogió de hombros y se sentó en la suave hierba. De inmediato los animalillos de ojos saltones se le unieron, formando un semicírculo frente a mí. Por un instante pensé que estaba dispuesta a hablar, y creedme que lo que más deseaba era una explicación, pero no fue así. Se puso a cantar, y enseguida sus amiguitos se pusieron a hacerle los coros. - ¿Qué respuesta has elegido? - preguntó de repente, segundos después.
La miré, aún incrédula, y después centré la mirada en el enano que llevaba en brazos. Al menos él parecía estar cómodo en este mundo, pues su rostro de dolor había desaparecido, dejando paso a una amplia y relajada sonrisa. - Un amigo. - contesté. Ella inclinó la cabeza y pregunto, sonriente, como no. - ¿Y por qué? - "¿Por qué?" pensé con ironía. No pude evitar asociar su curiosidad a la de Keff, el que debía de estar de lo más feliz ahora mismo en el mundo real. Quién diría que hasta yo añoraría la normalidad de mi mundo.
- ¿Preguntas por qué ? - comenté asegurándome de que la loca no era yo, pero no, lo decía completamente enserio. Suspiré y traté de relajar mi rostro. - Bueno... Dependiendo de la situación habría preferido el ejército de enemigos. Ya sabes, imagínate en un campo de batalla, en el cual has de luchar contra un fuerte contrincante. En este caso preferirías que las muertes en tu bando no fuesen más que caras a las que desprecias, ¿cierto? - Sin percatarme realmente de dónde, pude ver a Melwyn acercándose a nosotros con lentitud. Rodeó a los animales cantarines y a la joven, hasta llegar a mi lado, y sin darme cuenta me vi esbozando una sonrisa burlona. Ella me miró con severidad y me preparé para una regañina. - ¿Se puede saber que le has echo al pobre animal? Que pasa, ¿te robó tu pescado? - Ambas miramos la pequeña bola de sangre y pelo. Parecía estar soñando algo agradable. - ¿Ya no te molestas ni en vestirte? - escupió esta vez con ironía. Hasta entonces no me había dado cuenta de lo agradecida que estaba de no estar pisando más hielo con mis enrojecidos pies.
Dejé salir algo entre un suspiro y una sonrisa. ¿Era aquello la amistad? Al principio, cuando nos conocimos, no lo parecía, pero ahora... - Pero... - continué, ahora mirando a la joven, la cual nos observaba con más curiosidad que sonrisa. - Pero se que de un amigo siempre podré fiarme, ya sea en las desgracias como en las alegrías. ¿De qué sirve un número? Uno solo como ella vale más que cien de los otros. - Ambas sonreímos. - Mucho más que eso. - finalizó Mel por mí. Sabía que lo diría.
Eona
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Re: [Quest] La puerta
Lo hacen de maravilla *insertense ojos de alegría*. Espero que no se aburran con esto, pero en algún momento es necesaria info y conversación. Si todo sale bien en el siguiente turno se reencontrarán. Hemos llegado a la mitad o quizás más de la quest.
Suerte.
Suerte.
- Laschel:
- “…abandonad la seguridad que os brindan estos muros y ayudad a los que realmente necesitan una mano amiga” citó Keiko de forma apenas perceptible. La duda asomaba en su rostro y casi lo deformaba mientras le hacía frente a sus compañeros. Su expresión cambió de repente, se giró para ver los rostros del resto y luego sonrió conforme a la resolución de algún dilema interno.
¡Atadlos a la pira! gritó dándoles la espalda. Entonces un ejército de monjes se echó sobre los desconocidos reduciéndolos en poco tiempo. Letargo mismo impediría que Laschel utilizase su espada en contra de sangre inocente. Está bien ama, es lo correcto diría dejándose llevar.
La sacerdotisa ataría ella misma a ambos y al terminar besaría en los labios al hombre bestia, luego haría lo mismo con Laschel. Ella podría sentir como un aliento frío entraba a través de sus labios y la invadía toda por dentro hasta florecer a través de su piel. No os preocupéis, si tu alma está liviana llegarás sin demora.
De pronto, los monjes se hicieron a un lado y se formaron como en un ejército. Un viejo monje de blanco aparecería de tras ellos con una caja de cerillas. Miró fijamente a la elfa y ella podría reconocer en él al zorro. Sin rechistar, encendió el fuego y las llamas abrazaron a los dos mártires.* * *
Al volver a abrir los ojos, Laschel se encontraría con el zorro en su forma original, mirándola fijamente a los ojos. Estaría tendida en el suelo de una confortable cabaña en medio del bosque que habían estado atravesando.
Siento la escena de antes le dijo agachando la cabeza pero era necesario para sacarte de allí. Realmente hiciste pensar mucho a Keiko, Brion sólo se dio cuenta lo que significaba el sacrificio después que perdió contra ella.
No es cierto viejo zorro mal logrado dijo ella acercándole algunas mantas y té caliente Brion simplemente bajó los brazos y se dio por vencido su voz se iba apagando con cierta tristeza. Pero el ama Laschel podrá salvar a la ama Cornelia y de paso a nosotros también.
Las tres figuras que estaban alrededor de Laschel se miraban entre ellas intercambiando gestos significativos. Luego depositaron su vista en ella y con eso, sus esperanzas.
Si este idiota no se hubiera cruzado en nuestro camino, te hubiera llevado directamente a la cabaña que es tu destino suspiró y movió la cola enojado. Ahora, tómate tu tiempo y reponte, aún falta bastante por viajar el animal exhaló y un vapor blanco salió de sus pulmones. Vaya que eres nociva Keiko bromeó, pero una leve tos le asaltó.
Cuando yo no esté, deberás seguir a Keiko, ella te llevará con el conejo. . Letargo se acercó a la elfa y le abrazó. El ama Laschel tiene un gran destino y Letargo quiere ayudarle a cumplirlo dijo con una voz infantil y tierna. Del cuello de la elfa pendería una llave.- Spoiler:
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Con esto el ama Laschel podrá volver a su mundo una vez, sólo quién porte la llave dijo con cierta tristeza Letargo quisiera que el ama no necesitara usarla…
Eh, ¿y qué más? preguntó Keiko dándole un pequeño puntapié.- Spoiler:
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Keiko es muy grosera en todas sus vidas dijo sobándose donde le había pegado, luego se volvió hacia Laschel y le tendió otra llave La forma de esta llave no tiene que ver con su candado, sino con su finalidad. Cuantas más llaves tenga el ama Laschel en su poder, a más lugares podrá ir dentro de este lugar
Y ¿adivinas? intervino el zorro bastante recuperado Tu amiguito es uno de los pocos llaveros que quedan con vida. Sé que estás pensando, pero él no puede conjurar llaves a voluntad, sino que tienen que ser intercambiadas o vendidas, al menos de aquí en más
Una vez que la mujer se sintiera recuperada, los cuatro partirían hacia una pequeña choza a pocos minutos de donde se encontraban. La tormenta había amainado y dentro del humilde hogar, se encontrarían con un espacio insospechado para el aspecto externo del lugar. Dentro, habían cientos o más bien miles de candados de todas las formas, tamaños, colores y materiales que nadie se pudiera imaginar.
Buscamos algo que viva en agua y tierra en contraste con el ave. Debe ser del mismo material de la llave
Instrucciones: Encuentra este candado- Spoiler:
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puedes preguntar lo que quieras, te responderé en el siguiente tema. Me interesa tu descripción de la pira, el regreso al lado del zorro y el lugar de los candados. Lo demás a tu criterio. Cuando estés por terminar tu post, te atacará esto: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] Letargo le huirá como si viera el fuego del infierno en él. No avances demasiado en ese respecto.
- Rihoran:
- La batalla entre Zedth y Rakuto era encarnizada y salvaje. Rakuto le pegaba con sus sólidos puños de piedra, incansables veces al pequeño animal de fuerzas aleatorias. De pronto se veía lozano, en otros momentos perdía toda su vitalidad y esplendor ¿Reaccionar?...¿guardianes? dijo volviendo en sí. Por algunos momentos la sombra se había quedado inerte, pero su vista se enfocó en el elfo que luchaba por traerla a la realidad. ¿alguien? sus ojos comenzaron a llenarse de brillo al escuchar el nombre de su amado ser invocado por labios distintos a los de ella.
No fue hasta que Rihoran hiciera entrar en razones a Cornelia que su acompañante fue capaz de terminar con la gran bestia, convirtiéndola primero en algo incapaz de moverse y luego en polvo y piedras. Los cadáveres se disolvieron en el aire y desaparecieron tan misteriosamente como habían aparecido junto a su portador.
Por su parte al principio, Cornelia no terminaba de comprender con quién hablaba el elfo y se sorprendió cuando le fue arrebatada su espada. Desplegó sus alas con cierta actitud desafiante, más se quedó sin aliento al ver materializarse a su amante frente a ella misma, desde la espada del joven y la suya propia. Sollozó su nombre y calló al suelo de rodillas para abrazarle.
Después de un largo reencuentro lleno de caricias, palabras dulces y besos la pareja se puso en pie y tendieron una su diestra, el otro su siniestra hacia él ya que el otro juego de manos estaba entrelazado en sus espaldas y definitivamente no se soltaría en mucho tiempo más.
Casi dijo Cornelia con una sonrisa expiatoria en su rostro. Cornelia no es la hija de Cornelius, sino que ambos son parte del mismo ser A su vez, yo Cornelia fui separada en varias partes la última vez que me enfrenté a Cornelius y mi querido Brion… un sollozo le quebró su idea a medio decir Yo fui expulsado de este lugar, volví y traté de ayudar a mi amada, pero resultó mal. El resto de mi alma se encuentra con mi cuerpo lejos de aquí complementó el hombre con tono extremadamente serio.
Lo siguiente es encerrar a Cornelius para que puedan escapar
No mi amada, no desistiré de ti ahora que nos hemos vuelto a encontrar. Joven, veo que abreis encontrado a la testaruda de mi hermana le dijo observando la piedra que él aún conservaba en su poder. ¿Puedo saber como se encuentra? miró alrededor y llamó a Zedth a su lado.
Tenemos que encontrar a mi cuerpo, reunir al resto de la consciencia de Cornelia y encerrar a Cornelius, sólo entonces habrá paz y seré capaz de irme
Súbete a lomos de Zedth comandó la dama y una vez que lo hiciera tanto Brion como ella desplegarían sus alas y todos aparecerían en la sala frente a una sonriente lady Claire. Ésta y Cornelia levantaron sus manos opuestas, caminaron lentamente hacia cada una y una vez que sus pieles se rozaron desaparecieron por un momento en una intensa luz para que luego se hiciera presente un solo cuerpo.- Spoiler:
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No te preocupes externaut…Rihoran dijo con una amplia sonrisa mientras se acurrucaba en los brazos de su amado Esto continuará ocurriendo. Hay muchos fragmentos de mí…
Zedth llamó y el animal se reverenció ante ella. Le tomó de la punta de uno de sus cuernos y lo cortó como si de una migaja de pan se tratase Ten valiente caballero, con esto podrás salir si sucede algo inesperado- Spoiler:
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Antes e hacer nada, tengo que ver qué noticias hay ella miró a su acompañante y éste asintió una vez con su cabeza; abrió la puerta y allí se encontraba la blanca yegua en una majestuosa reverencia hacia su ama perdida.
Una vez finalizado el reencuentro, Rihoran sería guiado a través de un verde bosquecillo vicioso y tupido que no hacía más que acentuar el blanco pelaje del animal que les seguía a una distancia prudencial. Al caminar entre las raíces, el elfo tropezaría con algo no identificado. Al volverse encontraría una cadena medio enterrada y sucia que no podría sacar aún. Sin mucho tiempo de por medio, aparcería una pequeña bestia tratando se comerse al antílope.- Spoiler:
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Instrucciones: Deshazte de la pequeña bestia, cuidado con su boca, se abre con un ángulo de más de 45 grados, sus dientes son afilados y las garras contienen veneno. Pregunta todo lo que desees a la pareja, ellos atenderán tus inquietudes. Cuando el bichito se cabree mucho, se transformará en esto: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] y si eso sucede, la yegua acudirá a ti, y se evaporará concentrándose esos efluvios en el filo de tu arma. Te bonificará.
- Eona:
- La niña miró y escuchó a Eona y a su extraña acompañante. Luego torció la cabeza y reparó en el pequeño que estaba entre los brazos de la dama desnuda.
-Chris- dijo acercándose a las dos mujeres sin prestarles demasiada atención. Con su mirada le pidió permiso a Eona y tomó al pequeño animal entre sus escuálidos brazos. Poco a poco la sangre comenzó a secarse y dejar de brotar. El ensueño en el que se estaba sumiendo parecía evaporarse en una débil columna de vapores oscuros, junto con la misteriosa aparición peliblanca del día.
Miiiiiw maulló el pequeño completamente a salvo mientras lamía la mejilla de la pequeña Clota, mi amiga clota… ¡Me has reconocido! dijo con una voz delgada y ligeramente chillona. Luego se volvió hacia Eona volando con sus propias alas y se acurrucó entre su pelo. Felicitaciones Eona, has conseguido que Clota vea el significado de tu amistad susurró, dejando caer por su cola una pequeña llave.- Spoiler:
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La humana sonrosada comenzó a llorar lágrimas negras y una copiosa lluvia del mismo color arremetió destiñendo los vívidos colores que momentos antes habrían molestado a la mujer licántropo.
¿Un amigo vale todo eso exclamó con la vista fijada en un punto extraño, como recordando.
Pedazos de cielo comenzaban a caerse y el mundo feliz rápidamente se desmoronaba como un castillo hecho de fina arena. No había lugar en donde esconderse o correr, todo estaba siendo roto y engullido por la nada, creando un espectáculo entre tétrico y celestial. No te muevas fue lo único que susurró el pequeño acompañante y dicho eso, aparecieron nuevamente en el puente, pero lejos de la balanza.
La nívea estatua le sonrió a las tres figuras. –Lo habéis hecho bien- afirmó mirando al Este, hasta el final del puente que ahora era claramente visible. los lockers son los devorallaves Eona. Tu compañero, Chris, es uno de los llaveros de este Lugar ellos le han hecho daño. No te fíes, el mal anda cerca en algún momento que la peliamarilla se distrajese las estatuas desaparecerían de sus vistas.
Debemos reunirnos dijo Clota largándose a correr a una velocidad poco esperada. Chris desplegaría sus pequeñas alas para ir a su lado y que la mujer pudiese retornar a su forma lobuna si así lo deseara. Tus amigos se encuentran bien le insinuó la pequeña con una gran sonrisa. Un viento cálido les rodearía por algunos segundos haciéndoles detener su marcha. Eona encontraría en él al guía que la había llevado hasta ahí, pero en vez de decirle nada, se disolvió en el aire y su estela rodeó las muñecas de la dama, así como sus labios, dejando unas marcas estilo tribal a su alrededor, brillantes y extrañas.
La niña observó con curiosidad a Eona y retomó su carrera Ahora descansa en ti, honra su muerte y ayúdanos sus palabras ya no sonaban infantiles, eran el reflejo de una mente astuta y vieja.* * *
Después de rato corriendo, el trío llegaría a ver un límite que podía sentirse más que percibirse con los sentidos ordinarios. Todos sabrían que esos eran los dominios del búho, pero los internautas no dirían ni una sola palabra. Antes de atravesar los nuevos dominios y reunirse con el guardián que comenzaba a asomarse entre los árboles de espeso follaje nevado, se materializaría una puerta de la nada.
No esperaba que fuese tan pronto.
¿Cuánto tiempo queda?
El Búho haría gestos como intentando decir algo, luego señalaría el suelo con rapidez y nerviosismo. Pero su voz no llegaría a los oídos de la externauta, esos no eran sus territorios y ni su voz sería capaz de violarlo.
Ya han pasado tres horas desde que están aquí
Ni pienses ir con él aún Eona, debes de hallar tres llaves entre todas estas, una es para abrir la puerta, otra para atrapar a mi único amigo si intenta volverse y la última es una llave maestra. Siempre será bueno tenerla.
Sin más se sentó entre la nieve, el frío parecía no hacerle mella, más bien disfrutaba de ver los pequeños copos de nieve danzar a su lado.
Tú corazón sabrá elegir, hija de los bosques dijo el minino tratando de darle coraje.
Si te equivocas, puedes terminar en la morada del dragón que duerme continuó la pequeña con un deje de doble filo al tiempo que miraba sus manos a la luz del sol y se maravillaba por eso.
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Thorn
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