Un destello brillante entre los escombros de las entrañas de la tierra [Fribba -Eirik-Libre][Cerrado]
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Un destello brillante entre los escombros de las entrañas de la tierra [Fribba -Eirik-Libre][Cerrado]
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Entre las entrañas de la tierra, se esconden miles de secretos que aún no han sido revelados, pero en un lugar particular, como una mina abandonada de antaño, hay un cofre de madera mediano y pesado.
Es muy difícil llegar hasta el lugar, por lo que al entrar, encontrarás muchos peligros en ese lugar inestable. Probablemente sigas la sombra de un encapuchado, o a algún animal o algo que te llamó la atención o simplemente aventurarte, o bien, que has seguido unas extrañas marcas relacionadas entre sí de alguna forma para llegar hasta el lugar.
En tu recorrido, habrá bifurcaciones y zonas donde sentirás más calor o frío, y en un par de ocasiones, sentirás que detrás de ti se desmorona parte del techo, impidiéndote el regreso por el mismo camino. De esa forma, entre que intentas hallar alguna salida, irás profundizando cada vez más tu recorrido. Pero por fortuna encuentras en algún lugar casualmente, con una caja y tres antorchas y material para encenderlas, ya que quedarás en completa oscuridad con el último derrumbe.
Una vez prendidas las antorchas, otro derrumbe te separará de tu o tus compañeros y uno quedará aprisionado en la pierna, quedando malherido.
Continúan viendo marcas extrañas o lo que sea que te haya llamado la atención para querer ingresar a este lugar tan inestable. Mucha suerte en las entrañas más profundas de la tierra...
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No constará de ser un rol masterado absoluto, pero intervendré en cuanto lo vea oportuno. He dejado las herramientas suficientes para guiar la temática de quienes ingresen. Es a elección el motivo del porque hayan decidido aventurarse.
*Los nuevos deben tener al menos 10 post en rol para entrar a una quest.
*No se debe estar participando en otro rol mastereado.
*Si se abandona el rol, habrá consecuencia que afecte al personaje.
*Se debe notificar si no se responderá dentro de las 24hs, de lo contrario, pasado el plazo, el pj será quien sufra la consecuencia, la segunda vez, con más gravedad, y la tercera, con una maldición segura o una herida que incapacitará al personaje y la expulsión del rol, además de las sanciones debidas.
Ansur
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Re: Un destello brillante entre los escombros de las entrañas de la tierra [Fribba -Eirik-Libre][Cerrado]
Calma. Concentración. Siente la flecha, nota su tacto. Controla tu respiración. Tensa la cuerda. Más. Un poco más y después...
La flecha silbó en el aire, veloz, hacia su objetivo, pero quedó unos centímetros por encima de él, clavándose completamente en el tronco de lo que en su día había sido un árbol, pues no quedaba más ya de él que algunas hojas amarillas y ramas secas y escuálidas.
-¡Maldita sea...!-grité, desesperada.
Había disparado contra aquella improvisada diana al menos treinta veces, de las cuales en sólo dos ocasiones había conseguido dar en el centro de ella. Maldiciendo entre dientes, avancé a grandes zancadas hasta el árbol y arranqué la flecha de la corteza que estaba salpicada de las múltiples marcas que éstas habían hecho al incrustarse en ella. Volví hacia atrás y probé suerte de nuevo. Coloqué la flecha que acababa de recoger entre mis dedos. El viento que mecía las copas de los árboles hizo que varias hojas se soltaran y cayeran con un lento vaivén hasta el suelo. El sol proyectaba la sobra del follaje sobre la hierba y sobre mí, con tan mala suerte que, en el momento que que solté la flecha, un rayo de sol se coló entre las hojas e incidió sobre mis ojos, cegándome. La trayectoria de la flecha se desvió, pasando lejos del que era su objetivo principal y perdiéndose en el bosque.
-¡¡AAARGH, MIER...!!-me quejé frotándome los ojos. Pestañeé varias veces hasta que dejé de ver las manchas provocadas por la luz del sol. Me percaté en ese momento de que la flecha no había alcanzado el tronco-. ¡Venga ya!- golpeé el suelo con la bota, furiosa. Ahora tendría que ir a buscar la flecha, ya que no eran infinitas ni baratas precisamente. Sólo esperaba que no hubiese alcanzado a algún animal por error. O a alguien.
Eché a andar con el arco en la espalda en la dirección en la que supuse que había ido la flecha, esquivando arbustos y saltando por encima de piedras y raíces. El hermoso entorno que me rodeaba fue tranquilizándome poco a poco; el observar a dos graciosas ardillas que se perseguían mutuamente alrededor de un árbol también contribuyó a que se me olvidase el incidente de la flecha y la mala puntería que tenía esa mañana y que mejorase mi humor.
Entre las hojas de un matorral, como si alguien la hubiese depositado ahí sin más, se encontraba mi flecha perdida. Suspire aliviada al comprobar que no había herido a ningún ser vivo. Me acerqué al arbusto y, tras quitarle dos pequeñas hojas que había en la punta de ésta, la guardé en el carcaj con una quincena más. Las plumas usadas para fabricar las flechas eran de diferentes tipos de ave, incluso había de colores, y, todas juntas, creaban una especie de extraño y singular ramo.
Entonces escuché un grito. O al menos me pareció que era un grito, porque había sido un ruido tan repentino y corto que no había tenido tiempo para identificarlo. Me quedé quieta, muy quieta y en silencio; sin embargo, no volví a oírlo. Mis músculos se tensaron y, lentamente, agarré mi arco y coloqué una flecha en él. Avancé lentamente, primero un pie y después otro, hacia la derecha, hacia el lugar del que había provenido el supuesto grito. Un conejo salió, de repente, de su madriguera y cruzó veloz por la hierba que había delante de mí, sobresaltándome. Por suerte para él, pude reaccionar rápidamente y se libró, por los pelos, de un posible flechazo. Tras reponerme del pequeño susto, continué caminando hasta que lo vi.
-¿Pero qué...?-murmuré, sorprendida, bajando el arco.
Unos metros más allá había un hombre. En el suelo. Mi mente empezó a atar cabos y supuse él había sido el autor del ruido de antes. Y, si había sido un grito, como había pensado, y estaba en el suelo... ¿¿Podría ser que estuviese herido??
-¡Eh!-guardé la flecha y bajé apresuradamente el desnivel que me separaba del desconocido. Me acerqué a él, con el corazón en un puño. Dejé el arco en el suelo y me agaché para verle mejor y me di cuenta de que....-¿Está... Durmiendo...?-dije en voz baja. La respiración del extraño era calmada, no parecía estar herido y su cabello le tapaba parte de la cara. Le di unos toquecitos en el hombro con el dedo. Al ver que no reaccionaba aumenté la fuerza con la que le daba golpecitos. Igual no le agradaba de que le despertase en mitad de su sueño, pero quería asegurarme de que estaba bien-. ¿Hoooola?
Off: si hay algo que no os convenza, aviso y edito
La flecha silbó en el aire, veloz, hacia su objetivo, pero quedó unos centímetros por encima de él, clavándose completamente en el tronco de lo que en su día había sido un árbol, pues no quedaba más ya de él que algunas hojas amarillas y ramas secas y escuálidas.
-¡Maldita sea...!-grité, desesperada.
Había disparado contra aquella improvisada diana al menos treinta veces, de las cuales en sólo dos ocasiones había conseguido dar en el centro de ella. Maldiciendo entre dientes, avancé a grandes zancadas hasta el árbol y arranqué la flecha de la corteza que estaba salpicada de las múltiples marcas que éstas habían hecho al incrustarse en ella. Volví hacia atrás y probé suerte de nuevo. Coloqué la flecha que acababa de recoger entre mis dedos. El viento que mecía las copas de los árboles hizo que varias hojas se soltaran y cayeran con un lento vaivén hasta el suelo. El sol proyectaba la sobra del follaje sobre la hierba y sobre mí, con tan mala suerte que, en el momento que que solté la flecha, un rayo de sol se coló entre las hojas e incidió sobre mis ojos, cegándome. La trayectoria de la flecha se desvió, pasando lejos del que era su objetivo principal y perdiéndose en el bosque.
-¡¡AAARGH, MIER...!!-me quejé frotándome los ojos. Pestañeé varias veces hasta que dejé de ver las manchas provocadas por la luz del sol. Me percaté en ese momento de que la flecha no había alcanzado el tronco-. ¡Venga ya!- golpeé el suelo con la bota, furiosa. Ahora tendría que ir a buscar la flecha, ya que no eran infinitas ni baratas precisamente. Sólo esperaba que no hubiese alcanzado a algún animal por error. O a alguien.
Eché a andar con el arco en la espalda en la dirección en la que supuse que había ido la flecha, esquivando arbustos y saltando por encima de piedras y raíces. El hermoso entorno que me rodeaba fue tranquilizándome poco a poco; el observar a dos graciosas ardillas que se perseguían mutuamente alrededor de un árbol también contribuyó a que se me olvidase el incidente de la flecha y la mala puntería que tenía esa mañana y que mejorase mi humor.
Entre las hojas de un matorral, como si alguien la hubiese depositado ahí sin más, se encontraba mi flecha perdida. Suspire aliviada al comprobar que no había herido a ningún ser vivo. Me acerqué al arbusto y, tras quitarle dos pequeñas hojas que había en la punta de ésta, la guardé en el carcaj con una quincena más. Las plumas usadas para fabricar las flechas eran de diferentes tipos de ave, incluso había de colores, y, todas juntas, creaban una especie de extraño y singular ramo.
Entonces escuché un grito. O al menos me pareció que era un grito, porque había sido un ruido tan repentino y corto que no había tenido tiempo para identificarlo. Me quedé quieta, muy quieta y en silencio; sin embargo, no volví a oírlo. Mis músculos se tensaron y, lentamente, agarré mi arco y coloqué una flecha en él. Avancé lentamente, primero un pie y después otro, hacia la derecha, hacia el lugar del que había provenido el supuesto grito. Un conejo salió, de repente, de su madriguera y cruzó veloz por la hierba que había delante de mí, sobresaltándome. Por suerte para él, pude reaccionar rápidamente y se libró, por los pelos, de un posible flechazo. Tras reponerme del pequeño susto, continué caminando hasta que lo vi.
-¿Pero qué...?-murmuré, sorprendida, bajando el arco.
Unos metros más allá había un hombre. En el suelo. Mi mente empezó a atar cabos y supuse él había sido el autor del ruido de antes. Y, si había sido un grito, como había pensado, y estaba en el suelo... ¿¿Podría ser que estuviese herido??
-¡Eh!-guardé la flecha y bajé apresuradamente el desnivel que me separaba del desconocido. Me acerqué a él, con el corazón en un puño. Dejé el arco en el suelo y me agaché para verle mejor y me di cuenta de que....-¿Está... Durmiendo...?-dije en voz baja. La respiración del extraño era calmada, no parecía estar herido y su cabello le tapaba parte de la cara. Le di unos toquecitos en el hombro con el dedo. Al ver que no reaccionaba aumenté la fuerza con la que le daba golpecitos. Igual no le agradaba de que le despertase en mitad de su sueño, pero quería asegurarme de que estaba bien-. ¿Hoooola?
Off: si hay algo que no os convenza, aviso y edito
Fribba Hedevary
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Re: Un destello brillante entre los escombros de las entrañas de la tierra [Fribba -Eirik-Libre][Cerrado]
Tras deshacerse de los cazadores en la cueva del rio, les robó el mapa y volvió hacia a parte este del lago para bordear el pantano. Sin embargo vio unas extrañas marcas en el mapa, como si aquellos repugnantes tipos hubiesen escondido algo en unas minas en el oeste, se frotó el mentón pensativo. ¿Qué podían estar escondiendo ahí?
<< Sea o que sea, para que se lo queden unos colegas de esos cerdos, me lo quedo yo. >>decidió y se encaminó de nuevo hacía el primer lugar señalado antes de cruzar el lago. Una vez allí encontró una barquita, en su interior habían algunas de las pertinencias de los cazadores, las examinó; había un zurrón con ropa, algunas pieles maltrechas y un par de dagas oxidadas, además de un chusco de pan mohoso. Nada que a Eirik pudiese serle de utilidad, se puso a remar deseando no encontrarse con River, ya que al verlo de nuevo inevitablemente le preguntaría que hacía allí y cuando se lo contase y viese aquel chichón que aún tenía en la cabeza se reiría de él y de que como un “chucho tan fuerte y grandote se dejaba atrapar por un niño miedica”.
Remó hasta el otro extremo del lago, por suerte no se cruzó con ella, medio sonrió al pensar que tal vez la promesa de esperarla unos días en Lunargenta la hubiese animado a marcharse. Cerca de la orilla atrancó la barca y bajó, el agua fría y cristalina el lago le llegaba hasta las rodillas, caminó unos metros en los que el nivel del agua fue descendiendo hasta alcanzar tierra. Una vez allí miró el mapa de nuevo con atención, el camino a seguir hacia la mina estaba perfectamente marcado, miró a su alrededor situándose y fue a ponerse en marcha, pero al alzar el pie para dar el primer paso cayó al suelo dormido.
Media hora después se despertó, estaba de morros en el suelo y aplastando el mapa bajo su cuerpo, se incorporó y se frotó el pelo mientras bostezaba
<< Menudo porrazo que me he dado esta vez… >>se imaginó, pues solo había que ver la extraña posición en la que había quedado en el suelo, olfateó el aire<< Menos mal que no ha pasado nadie por aquí, hubiese sido el colmo acabar de nuevo en manos de cazadores… >>refunfuño para sí, luego se puso en pie, se sacudió a tierra de la ropa y se puso a caminar siguiendo el mapa y adentrándose lo suficiente en el bosque del oeste como para dirigirse a las minas.
Fuera de lo que cabía esperar para ser una zona dominada por los “chupasangre”, aquel bosque o al menos la zona por la que estaba caminando él, era un bosque muy hermoso, se podían escuchar perfectamente los pájaros cantar, no tantos como en su amada arboleda, peor muchos, además que desde ahí podía oler y escuchar a diversos animales que habitaban el lugar, escuchaba una ardilla trepar a un árbol, un puñado de ratones de campo huir de una serpiente y a un par de conejos saltar, además de una cierva y a su cría pastar. Y es que aquella zona de árboles altos y fuertes era propicia para el desarrollo de las presas, además de que el bosque estaba frondosamente poblada de matorrales y hierbajos, por no mencionar la perfecta ubicación al lado del lago y seguida por el rio.
Tras un par de horas caminando por el bosque, olfateó una humana a unos cuantos metros, miró hacía la dirección en la que el viento le traía su olor, una esencia algo basta parecida al de tierra trabajada antes de arara que sugería una vida en el campo, en cualquier caso no suponía amenaza alguna, quizás una granjera o una pastora, pues era un olor femenino. Eirik se detuvo y sacó el mapa, pues ahora mismo no sabía por dónde seguir, así que tranquilamente se tomó su tiempo para situarse de nuevo, la mujer estaba a muchos metros y aunque quisiera atacarle la pastora no tendría que acercarse mucho o directamente él la olería, escucharía o vería mucho antes de que ella se diese cuenta.
Pero sin comerlo ni beberlo y sin objetivo alguno, una flecha salió silbando entre las hojas
-¡Ah! –exclamó Eirik sobresaltado y cerrando el mapa, pues aunque no tuvo ni que intentar esquivar la flecha de lo mal lanzada que iba, al no esperárselo, el susto sí que se lo llevó. Guardó el mapa en su zurrón miró a su alrededor enfadado y exclamó-. ¡¿Pero quién co..?!-no terminó la frase pues cayó de nuevo bajo el peso de Morfeo, cayendo hacia atrás quedando panza arriba en el suelo, unas cuantas hojas cayeron sobre él y se enredaron en su desdeñoso pelo castaño al mismo tiempo que él dormía plácidamente.
Poco después se removió refunfuñando algo en sueños y meneando una mano para espantar lo que fuese que daba toquecitos en su hombro, pero la insistencia de aquello acabó por despertarlo acompañado de un:
-¿Hoooola? –que definitivamente le hizo abrir sus azules y profundos ojos al mismo tiempo que se incorporaba de golpe y exclamaba
-¡¿…Ño ha sido?! –con rabia de nuevo ni siquiera había sido consciente de que se había quedado dormido. Al darse cuenta que agachada delante suyo había una mujer joven que lo miraba perplejo, frunció un poco el ceño mirándola de arriba debajo de manera desconfiada-. ¿Y tú quién eres? –gruñó de mal humor mirando con cierta altivez a la desconocida, una chica pelirroja, de piel pálida, facciones bien proporcionadas y ojos verdes, Eirik la encontró algo “guapita” para ser humana. El licántropo la reconoció como la pastora o granjera que había olido antes.
<< Sea o que sea, para que se lo queden unos colegas de esos cerdos, me lo quedo yo. >>decidió y se encaminó de nuevo hacía el primer lugar señalado antes de cruzar el lago. Una vez allí encontró una barquita, en su interior habían algunas de las pertinencias de los cazadores, las examinó; había un zurrón con ropa, algunas pieles maltrechas y un par de dagas oxidadas, además de un chusco de pan mohoso. Nada que a Eirik pudiese serle de utilidad, se puso a remar deseando no encontrarse con River, ya que al verlo de nuevo inevitablemente le preguntaría que hacía allí y cuando se lo contase y viese aquel chichón que aún tenía en la cabeza se reiría de él y de que como un “chucho tan fuerte y grandote se dejaba atrapar por un niño miedica”.
Remó hasta el otro extremo del lago, por suerte no se cruzó con ella, medio sonrió al pensar que tal vez la promesa de esperarla unos días en Lunargenta la hubiese animado a marcharse. Cerca de la orilla atrancó la barca y bajó, el agua fría y cristalina el lago le llegaba hasta las rodillas, caminó unos metros en los que el nivel del agua fue descendiendo hasta alcanzar tierra. Una vez allí miró el mapa de nuevo con atención, el camino a seguir hacia la mina estaba perfectamente marcado, miró a su alrededor situándose y fue a ponerse en marcha, pero al alzar el pie para dar el primer paso cayó al suelo dormido.
Media hora después se despertó, estaba de morros en el suelo y aplastando el mapa bajo su cuerpo, se incorporó y se frotó el pelo mientras bostezaba
<< Menudo porrazo que me he dado esta vez… >>se imaginó, pues solo había que ver la extraña posición en la que había quedado en el suelo, olfateó el aire<< Menos mal que no ha pasado nadie por aquí, hubiese sido el colmo acabar de nuevo en manos de cazadores… >>refunfuño para sí, luego se puso en pie, se sacudió a tierra de la ropa y se puso a caminar siguiendo el mapa y adentrándose lo suficiente en el bosque del oeste como para dirigirse a las minas.
Fuera de lo que cabía esperar para ser una zona dominada por los “chupasangre”, aquel bosque o al menos la zona por la que estaba caminando él, era un bosque muy hermoso, se podían escuchar perfectamente los pájaros cantar, no tantos como en su amada arboleda, peor muchos, además que desde ahí podía oler y escuchar a diversos animales que habitaban el lugar, escuchaba una ardilla trepar a un árbol, un puñado de ratones de campo huir de una serpiente y a un par de conejos saltar, además de una cierva y a su cría pastar. Y es que aquella zona de árboles altos y fuertes era propicia para el desarrollo de las presas, además de que el bosque estaba frondosamente poblada de matorrales y hierbajos, por no mencionar la perfecta ubicación al lado del lago y seguida por el rio.
Tras un par de horas caminando por el bosque, olfateó una humana a unos cuantos metros, miró hacía la dirección en la que el viento le traía su olor, una esencia algo basta parecida al de tierra trabajada antes de arara que sugería una vida en el campo, en cualquier caso no suponía amenaza alguna, quizás una granjera o una pastora, pues era un olor femenino. Eirik se detuvo y sacó el mapa, pues ahora mismo no sabía por dónde seguir, así que tranquilamente se tomó su tiempo para situarse de nuevo, la mujer estaba a muchos metros y aunque quisiera atacarle la pastora no tendría que acercarse mucho o directamente él la olería, escucharía o vería mucho antes de que ella se diese cuenta.
Pero sin comerlo ni beberlo y sin objetivo alguno, una flecha salió silbando entre las hojas
-¡Ah! –exclamó Eirik sobresaltado y cerrando el mapa, pues aunque no tuvo ni que intentar esquivar la flecha de lo mal lanzada que iba, al no esperárselo, el susto sí que se lo llevó. Guardó el mapa en su zurrón miró a su alrededor enfadado y exclamó-. ¡¿Pero quién co..?!-no terminó la frase pues cayó de nuevo bajo el peso de Morfeo, cayendo hacia atrás quedando panza arriba en el suelo, unas cuantas hojas cayeron sobre él y se enredaron en su desdeñoso pelo castaño al mismo tiempo que él dormía plácidamente.
Poco después se removió refunfuñando algo en sueños y meneando una mano para espantar lo que fuese que daba toquecitos en su hombro, pero la insistencia de aquello acabó por despertarlo acompañado de un:
-¿Hoooola? –que definitivamente le hizo abrir sus azules y profundos ojos al mismo tiempo que se incorporaba de golpe y exclamaba
-¡¿…Ño ha sido?! –con rabia de nuevo ni siquiera había sido consciente de que se había quedado dormido. Al darse cuenta que agachada delante suyo había una mujer joven que lo miraba perplejo, frunció un poco el ceño mirándola de arriba debajo de manera desconfiada-. ¿Y tú quién eres? –gruñó de mal humor mirando con cierta altivez a la desconocida, una chica pelirroja, de piel pálida, facciones bien proporcionadas y ojos verdes, Eirik la encontró algo “guapita” para ser humana. El licántropo la reconoció como la pastora o granjera que había olido antes.
Eirik Argyle
Experto
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Re: Un destello brillante entre los escombros de las entrañas de la tierra [Fribba -Eirik-Libre][Cerrado]
El desconocido refunfuñaba en sueños y movía la mano como quien quiere espantar una mosca. Comencé a zarandearle con suavidad y a llamarle para despertarlo.
-¡¿…Ño ha sido?!-fue lo que obtuve por respuesta, mientras se incorporaba.
Aquella inesperada reacción hizo que cayera hacia atrás, quedando sentada sobre la hierba frente a él, y por ésta parecía que no le agradaba que le despertaran en mitad de su sueño. ‘’Que por otra parte es un lugar un poco extraño para echar una siesta…’’, pensé, paseando la vista rápidamente por nuestro alrededor. El territorio que pisaban en ese momento era peligroso, aunque más peligroso era adentrarse en los bosques del oeste por las historias que había escuchado mencionar más de una vez a mi tío. Por eso, había optado por salir armada con mi arco y mi búmeran, por si acababa encontrándome en una situación no deseada. Mi mirada se posó de nuevo en el desconocido. Me incliné hacia él para observarle.
-Pues no pareces que estés herido…-murmuré, haciendo caso omiso de la expresión de su cara, frotándome la barbilla con los dedos. Acto seguido, suspiré-, pues menos mal, pensaba que te había pasado algo grave cuando te vi tirado aquí en el suelo…-continué hablando atropelladamente, gesticulando y moviendo mucho las manos. El me paró y me preguntó, algo malhumorado, por mi identidad-. Fribba, mi nombre es Fribba-dije estrechándole efusivamente la mano y con una gran sonrisa. Alargué la mano hasta su cabeza. –Tienes hojas en el pelo, je je-dije, con una sonrisilla traviesa ante su expresión de sorpresa; y, lo cierto, es que las hojas enredadas en su pelo acompañado de su cara de sueño le daban un aire bastante cómico. Aquella era una parte de mi carácter que, aunque lo hubiera intentado miles de veces, no podía cambiar: el tratar a cualquier persona, no importaba que acabase de verla, como si la conociera de toda la vida. –Uy, lo siento, yo…-me apresuré a decir, por si el desconocido se sentía molesto-. Es que tenías hojas…-dije, a falta de una excusa mejor para disculparme.
Mis ojos se posaron en un trozo de pergamino que el hombre había sostenido durante todo aquel tiempo en su puño, sin soltarlo ni siquiera estando dormido. –Oye, oye, ¿eso qué es?-pregunté señalándolo, curiosa, al percatarme de que el pergamino tenía dibujado en el garabatos que parecían formar, o al menos así dedujo mi gran imaginación, un mapa. ¿Qué podría hacer una persona en aquellos parajes si no era buscar un tesoro, o practicar puntería con el arco?-. ¿Es un mapa? ¿Puedo verlo? Si es un mapa, ¿te puedo acompañar a dónde quiera que vayas? ¡Por favooor!-junté las palmas de las manos, suplicante. Daba igual las veces que mis tíos me hubieran advertido ‘’no confíes en desconocidos’’, alguien con un mapa, y que por tanto, en teoría, amaba la aventura y la emoción del descubrimiento tanto como yo, no podía ser malo o peligroso. O ese era mi punto de vista.
-¡¿…Ño ha sido?!-fue lo que obtuve por respuesta, mientras se incorporaba.
Aquella inesperada reacción hizo que cayera hacia atrás, quedando sentada sobre la hierba frente a él, y por ésta parecía que no le agradaba que le despertaran en mitad de su sueño. ‘’Que por otra parte es un lugar un poco extraño para echar una siesta…’’, pensé, paseando la vista rápidamente por nuestro alrededor. El territorio que pisaban en ese momento era peligroso, aunque más peligroso era adentrarse en los bosques del oeste por las historias que había escuchado mencionar más de una vez a mi tío. Por eso, había optado por salir armada con mi arco y mi búmeran, por si acababa encontrándome en una situación no deseada. Mi mirada se posó de nuevo en el desconocido. Me incliné hacia él para observarle.
-Pues no pareces que estés herido…-murmuré, haciendo caso omiso de la expresión de su cara, frotándome la barbilla con los dedos. Acto seguido, suspiré-, pues menos mal, pensaba que te había pasado algo grave cuando te vi tirado aquí en el suelo…-continué hablando atropelladamente, gesticulando y moviendo mucho las manos. El me paró y me preguntó, algo malhumorado, por mi identidad-. Fribba, mi nombre es Fribba-dije estrechándole efusivamente la mano y con una gran sonrisa. Alargué la mano hasta su cabeza. –Tienes hojas en el pelo, je je-dije, con una sonrisilla traviesa ante su expresión de sorpresa; y, lo cierto, es que las hojas enredadas en su pelo acompañado de su cara de sueño le daban un aire bastante cómico. Aquella era una parte de mi carácter que, aunque lo hubiera intentado miles de veces, no podía cambiar: el tratar a cualquier persona, no importaba que acabase de verla, como si la conociera de toda la vida. –Uy, lo siento, yo…-me apresuré a decir, por si el desconocido se sentía molesto-. Es que tenías hojas…-dije, a falta de una excusa mejor para disculparme.
Mis ojos se posaron en un trozo de pergamino que el hombre había sostenido durante todo aquel tiempo en su puño, sin soltarlo ni siquiera estando dormido. –Oye, oye, ¿eso qué es?-pregunté señalándolo, curiosa, al percatarme de que el pergamino tenía dibujado en el garabatos que parecían formar, o al menos así dedujo mi gran imaginación, un mapa. ¿Qué podría hacer una persona en aquellos parajes si no era buscar un tesoro, o practicar puntería con el arco?-. ¿Es un mapa? ¿Puedo verlo? Si es un mapa, ¿te puedo acompañar a dónde quiera que vayas? ¡Por favooor!-junté las palmas de las manos, suplicante. Daba igual las veces que mis tíos me hubieran advertido ‘’no confíes en desconocidos’’, alguien con un mapa, y que por tanto, en teoría, amaba la aventura y la emoción del descubrimiento tanto como yo, no podía ser malo o peligroso. O ese era mi punto de vista.
Fribba Hedevary
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Re: Un destello brillante entre los escombros de las entrañas de la tierra [Fribba -Eirik-Libre][Cerrado]
Eirik se preguntó cuál era el problema de aquella chica, no paraba de hablar sin parar ni para respirar y mover las manos de un lado para otro, era horriblemente hiperactiva.
-Pues no pareces que estés herido…-murmuró la joven, Eirik chasqueó la lengua
<< Como si te importase… >>refunfuñó mentalmente con desconfianza, hicieran lo que hicieran los humanos siempre tenían un plus de irritabilidad para él que sin darse cuenta cada vez fruncía más el ceño y su expresión iba tornándose de incredulidad y estupefacción a más no poder. Sí la había encontrado mínimamente mona, esa actitud nerviosa lo había borrado de un plumazo, al fin se presentó dijo llamarse Fribba al mismo tiempo que sin previo aviso se puso a estrecharle la mano, él siguió mirándola desconfiadamente<< ¿Por qué me toca? No me gusta que me toquen… >>siguió preguntándose cada vez más irritado sin saber cómo reaccionar, hasta que la humana estiró un brazo hacia su pelo, Eirik instintivamente se apartó, sin ni siquiera molestarse a ocultar su brusquedad ya que acostumbrado a deambular de un lado para otro completamente solo, el contacto con los demás era algo que lo ponía realmente nervioso, tan nervioso que en su torpeza al apartarse, su espalda chocó sonora y dolorosamente contra el tronco de un árbol, del cual al ser golpeado dejó caer varias hojas secas y un par de bellotas que cayeron sobre su cabeza-. ¡Auch! –se quejó, luego se frotó la cabeza y miró de reojo hacia la parte superior del árbol-. Su puta madre… -refunfuñó en un susurro maldiciendo al árbol al mismo tiempo que las hojas que se habían enredado a su pelo cayeron de forma perezosa al suelo
–Uy, lo siento, yo…-se empezó a disculpar al parecer había dejado claro que le había molestado, Eirik al escucharla volvió a centrar su atención en ella -. Es que tenías hojas…-aseguró Fribba al parecer arrepentida de haber querido establecer contacto físico sin su consentimiento. Eirik no dijo nada, sencillamente se la quedó mirando con el misma aprensión y es que si algo lo irritaban más que los humanos, eran los humanos hiperactivos y sobones. Si intención de intercambiar una sola palabra más con aquella extraña pelirroja, el de ojos azules se levantó y se sacudió el polvo de la ropa con la intención de irse por donde había venido–Oye, oye, ¿eso qué es?-pero Fribba tenía otros planes, pues enseguida que vio el mapa en el bolsillo de Eirik preguntó por él, el licántropo suspiró en busca de paciencia
-Nada –respondió secamente, esperando que aquella pesada se diese por aludida y lo dejase en paz, sin embargo, ella hizo caso omiso de su trato arisco y se levantó acercándose incómodamente a él mientras no dejaba de ametrallarle con preguntas rápidas y atropelladas
-¿Es un mapa? ¿Puedo verlo? Si es un mapa, ¿te puedo acompañar a dónde quiera que vayas? ¡Por favooor!- suplicó de manera infantil juntando las palmas de sus manos, Eirik levantó una ceja con incredulidad ¿En serio aquella humana le estaba pidiendo que le dejase acompañarle? ¿A él?
-¡Ni de coña! –exclamó, aquello ya era el colmo. ¡De ninguna de las maneras iba a cargar con una pastora o granjera o lo que fuese!-. No necesito que ninguna fisgona vaya detrás de mí causándome problemas –aseguró manteniendo las distancias con ella, que no dejaba de acercársele como si de un cachorrito juguetón se tratase-. Así que seas quien seas… -frunció el ceño y los labios, en desaprobación al ver que rompía lo que para él era su espació personal-. De… Déjame en paz –tartamudeó inquieto e incómodo por la insistencia de aquella joven en acercársele, tan incómodo estaba que lo primero que se le pasó por la cabeza fue salir corriendo, y así lo hizo para perder de vista a aquella chica tan extraña, eso sí fue en dirección hacia las minas.
Cuando ya llevaba un rato corriendo y pensó que la había perdido de vista, se detuvo y sacó de nuevo el mapa
-. Que tía más rara… -finalizó mirando el pergamino, se estuvo un rato examinando donde estaba y calculando más o menos la distancia y las señas que marcaba el papel, una vez se situó de nuevo siguió caminando hasta que por fin encontró la mina, aunque durante todo el camino había sentido la olor de aquella muchacha, no le dio importancia, pues su olfato era muy fino y posiblemente al haberla tenido tan cerca se le había quedado el olor grabado en la nariz. O eso prefería pensar.
<< Debe de ser aquí… >>pensó observando la entrada de la mina, un herrumbroso orificio en la montaña, tan solo unos maderos gastados y astillados daban a entender que aquel agujero había sido hecho a propósito. Eirik sonrió satisfecho para sí, a pesar de todo seguía conservando un buen sentido de la orientación a pesar de no tener no la más mínima idea de donde estaba. Se adentró en la mina con la intención de encontrar lo que fuese que aquellos cazadores escondían.
-Pues no pareces que estés herido…-murmuró la joven, Eirik chasqueó la lengua
<< Como si te importase… >>refunfuñó mentalmente con desconfianza, hicieran lo que hicieran los humanos siempre tenían un plus de irritabilidad para él que sin darse cuenta cada vez fruncía más el ceño y su expresión iba tornándose de incredulidad y estupefacción a más no poder. Sí la había encontrado mínimamente mona, esa actitud nerviosa lo había borrado de un plumazo, al fin se presentó dijo llamarse Fribba al mismo tiempo que sin previo aviso se puso a estrecharle la mano, él siguió mirándola desconfiadamente<< ¿Por qué me toca? No me gusta que me toquen… >>siguió preguntándose cada vez más irritado sin saber cómo reaccionar, hasta que la humana estiró un brazo hacia su pelo, Eirik instintivamente se apartó, sin ni siquiera molestarse a ocultar su brusquedad ya que acostumbrado a deambular de un lado para otro completamente solo, el contacto con los demás era algo que lo ponía realmente nervioso, tan nervioso que en su torpeza al apartarse, su espalda chocó sonora y dolorosamente contra el tronco de un árbol, del cual al ser golpeado dejó caer varias hojas secas y un par de bellotas que cayeron sobre su cabeza-. ¡Auch! –se quejó, luego se frotó la cabeza y miró de reojo hacia la parte superior del árbol-. Su puta madre… -refunfuñó en un susurro maldiciendo al árbol al mismo tiempo que las hojas que se habían enredado a su pelo cayeron de forma perezosa al suelo
–Uy, lo siento, yo…-se empezó a disculpar al parecer había dejado claro que le había molestado, Eirik al escucharla volvió a centrar su atención en ella -. Es que tenías hojas…-aseguró Fribba al parecer arrepentida de haber querido establecer contacto físico sin su consentimiento. Eirik no dijo nada, sencillamente se la quedó mirando con el misma aprensión y es que si algo lo irritaban más que los humanos, eran los humanos hiperactivos y sobones. Si intención de intercambiar una sola palabra más con aquella extraña pelirroja, el de ojos azules se levantó y se sacudió el polvo de la ropa con la intención de irse por donde había venido–Oye, oye, ¿eso qué es?-pero Fribba tenía otros planes, pues enseguida que vio el mapa en el bolsillo de Eirik preguntó por él, el licántropo suspiró en busca de paciencia
-Nada –respondió secamente, esperando que aquella pesada se diese por aludida y lo dejase en paz, sin embargo, ella hizo caso omiso de su trato arisco y se levantó acercándose incómodamente a él mientras no dejaba de ametrallarle con preguntas rápidas y atropelladas
-¿Es un mapa? ¿Puedo verlo? Si es un mapa, ¿te puedo acompañar a dónde quiera que vayas? ¡Por favooor!- suplicó de manera infantil juntando las palmas de sus manos, Eirik levantó una ceja con incredulidad ¿En serio aquella humana le estaba pidiendo que le dejase acompañarle? ¿A él?
-¡Ni de coña! –exclamó, aquello ya era el colmo. ¡De ninguna de las maneras iba a cargar con una pastora o granjera o lo que fuese!-. No necesito que ninguna fisgona vaya detrás de mí causándome problemas –aseguró manteniendo las distancias con ella, que no dejaba de acercársele como si de un cachorrito juguetón se tratase-. Así que seas quien seas… -frunció el ceño y los labios, en desaprobación al ver que rompía lo que para él era su espació personal-. De… Déjame en paz –tartamudeó inquieto e incómodo por la insistencia de aquella joven en acercársele, tan incómodo estaba que lo primero que se le pasó por la cabeza fue salir corriendo, y así lo hizo para perder de vista a aquella chica tan extraña, eso sí fue en dirección hacia las minas.
Cuando ya llevaba un rato corriendo y pensó que la había perdido de vista, se detuvo y sacó de nuevo el mapa
-. Que tía más rara… -finalizó mirando el pergamino, se estuvo un rato examinando donde estaba y calculando más o menos la distancia y las señas que marcaba el papel, una vez se situó de nuevo siguió caminando hasta que por fin encontró la mina, aunque durante todo el camino había sentido la olor de aquella muchacha, no le dio importancia, pues su olfato era muy fino y posiblemente al haberla tenido tan cerca se le había quedado el olor grabado en la nariz. O eso prefería pensar.
<< Debe de ser aquí… >>pensó observando la entrada de la mina, un herrumbroso orificio en la montaña, tan solo unos maderos gastados y astillados daban a entender que aquel agujero había sido hecho a propósito. Eirik sonrió satisfecho para sí, a pesar de todo seguía conservando un buen sentido de la orientación a pesar de no tener no la más mínima idea de donde estaba. Se adentró en la mina con la intención de encontrar lo que fuese que aquellos cazadores escondían.
Eirik Argyle
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Re: Un destello brillante entre los escombros de las entrañas de la tierra [Fribba -Eirik-Libre][Cerrado]
Insistí, insistí e insistí, pero por mucho que pidiera por favor que me dejase ir con él, el arisco desconocido no me lo permitió. Y yo no podía dejar escapar la oportunidad de vivir una aventura así que continué acercándome a él.
-¡Oh, vamos, por favor! ¡Es más seguro si te acompaña alguien! ¡Soy buena con el arco!-dije intentando convencerle, mas omití el detalle de que ese día mi puntería era una pena. Mis ruegos causaron el efecto contrario al que deseaba y el extraño se alejó corriendo de allí.
‘’Míralo. Y se va’’, pensé, incrédula. ‘’Y me deja sola, sin importar lo que me pueda pasar. Vaya un caballero, y encima ni se ha presentado’’, fruncí el ceño. ‘’Como no cambie su actitud no encontrará pareja en la V-I-D-A’’. Suspiré y me di la vuelta para volver por donde había venido, ya no había nada que hacer. O tal vez…
‘’No necesito que ninguna fisgona vaya detrás de mí causándome problemas’’, resonaron sus palabras en mi cabeza. Había dicho que no necesitaba compañía pero no le había prohibido ir a donde quisiera que se dirigiera. Vamos, que no había sido un NO rotundo y firme. Sonreí con malicia y eché a correr tras él. Aún estaba a tiempo de alcanzarle.
Le vi poco después de llevar un rato corriendo. Me detuve y me agaché, quedando oculta detrás de un arbusto y observé sus movimientos: el joven consultaba el pergamino, levantaba la vista, volvía a echar un vistazo al mapa y continuaba su caminata. Cuando estuvo a una distancia prudente a la que supuse que no podría escuchar mis pasos, salí de mi escondite y le seguí. Mis pies pisaban sobre la hierba con cuidado de no romper ninguna ramita ni provocar ningún ruido que pudiera delatarme. Aunque, por más cuidado que puse, no pude evitar que una ardilla como las de antes pasase entre mis pies y, por esquivarla, perdí el equilibrio y caí al suelo. Rodé hasta quedar detrás de un árbol y allí, agazapada, esperé a que el joven se diera la vuelta y prosiguiera su camino. Dirigí una mirada de reproche hacia la ardilla que había estado a punto de echar por tierra mis planes, la cual, ajena a la situación, se perdió entre las hojas de las ramas de un árbol.
El hombre se detuvo ante la entrada a una cueva tapada parcialmente con varios tablones de madera. ‘’Eso debe ser lo que buscaba’’, me imaginé. Y se confirmaron mis sospechas cuando éste se adentró en la cueva. Aguardé unos segundos, reprimiendo mis ganas de entrar corriendo en ella, como si la entrada fuera a desaparecer en cualquier momento pero me convencí de que debía ser paciente para no llamar su atención. Un paso en falso y me echaría de la cueva a patadas.
‘’Esto está oscuro como la boca de un lobo’’. Manteniendo siempre la distancia adecuada para que, por una parte, no se percatase de mi presencia y que, por otra, me permitiese seguirle la pista, fui avanzando por el túnel con una mano apoyada en la pared para guiarme. A medida que recorría la galería llegó a mi nariz un olor fuerte y desagradable, y comenzó a hacer calor. ‘’Esto es insoportable’’, pensé aguantando la respiración. De repente, noté un temblor en la pared seguido de un gran estruendo. Giré la cabeza hacia atrás para descubrir, horrorizada, que ya no se veía la luz del exterior. ‘’No me digas que estamos atrapados…’’, dije para mis adentros pensando que, lo más probable, era que el causante de aquel ruido fuera un derrumbamiento del techo de la cueva. Tragué saliva; no me había parado a pensar en los riesgos que entrañaba adentrarse en una mina abandonada. Sin embargo, ya no había marcha atrás. Sólo podía caminar hacia delante.
Un segundo desmoronamiento volvió a sorprenderme porque se produjo más cerca de donde me encontraba. Escuché la voz del desconocido y temí que se acercara hasta donde yo estaba y me descubriera. Paralizada de terror, mi cerebro resolvió todo lo rápido que pudo el esconderme detrás de varias rocas. Aguardé, encogida, a que sus pasos se alejaran antes de levantarme. ‘’Por los pelos’’, suspiré. Un poco más adelante, el camino se dividía en dos. Y debía elegir por dónde seguir.
-¿Y ahora qué?-murmuré cruzándome de brazos. Por suerte para mí, y desgracia para él, una hoja seca se había desprendido de su ropa al comienzo del camino de la izquierda, facilitándome la elección. Sonriente, me adentré en aquel túnel que descendía levemente hacia las entrañas de la tierra. De pronto, vi una luz al final de la galería. ‘’¿Una antorcha?’’. El fuego iluminaba el rostro del desconocido y proyectaba su sombra sobre la pared de piedra. Parecía que había llegado el momento de volver a saludarle, pues la cueva era muy oscura y necesitaría la luz de su antorcha para no perderme. Además, ya no podría pedirme que me fuera, básicamente porque no podía abandonar la mina al igual que él.
Abrí la boca para llamar su atención mientras me acercaba, pero el suelo tembló, haciendo que me detuviera. Miré al techo justo en el momento en el que éste comenzaba a desplomarse y me tiré hacia un lado para no ser aplastada. Noté un dolor agudo en el tobillo derecho que me recorrió la pierna hasta el pecho, dejándome sin respiración. Temblorosa, giré mi cuerpo y palpé con las manos la superficie de una roca que había caído sobre mi pie, impidiendo que pudiera moverlo. Intenté moverla sin éxito, pues no tenía fuerzas suficientes. Completamente a oscuras, grité, esperando que el joven me escuchase:
-¡¡AYUDAA!! ¡¡Por favor, no puedo moverme!!- chillé, casi al borde del llanto.
-¡Oh, vamos, por favor! ¡Es más seguro si te acompaña alguien! ¡Soy buena con el arco!-dije intentando convencerle, mas omití el detalle de que ese día mi puntería era una pena. Mis ruegos causaron el efecto contrario al que deseaba y el extraño se alejó corriendo de allí.
‘’Míralo. Y se va’’, pensé, incrédula. ‘’Y me deja sola, sin importar lo que me pueda pasar. Vaya un caballero, y encima ni se ha presentado’’, fruncí el ceño. ‘’Como no cambie su actitud no encontrará pareja en la V-I-D-A’’. Suspiré y me di la vuelta para volver por donde había venido, ya no había nada que hacer. O tal vez…
‘’No necesito que ninguna fisgona vaya detrás de mí causándome problemas’’, resonaron sus palabras en mi cabeza. Había dicho que no necesitaba compañía pero no le había prohibido ir a donde quisiera que se dirigiera. Vamos, que no había sido un NO rotundo y firme. Sonreí con malicia y eché a correr tras él. Aún estaba a tiempo de alcanzarle.
Le vi poco después de llevar un rato corriendo. Me detuve y me agaché, quedando oculta detrás de un arbusto y observé sus movimientos: el joven consultaba el pergamino, levantaba la vista, volvía a echar un vistazo al mapa y continuaba su caminata. Cuando estuvo a una distancia prudente a la que supuse que no podría escuchar mis pasos, salí de mi escondite y le seguí. Mis pies pisaban sobre la hierba con cuidado de no romper ninguna ramita ni provocar ningún ruido que pudiera delatarme. Aunque, por más cuidado que puse, no pude evitar que una ardilla como las de antes pasase entre mis pies y, por esquivarla, perdí el equilibrio y caí al suelo. Rodé hasta quedar detrás de un árbol y allí, agazapada, esperé a que el joven se diera la vuelta y prosiguiera su camino. Dirigí una mirada de reproche hacia la ardilla que había estado a punto de echar por tierra mis planes, la cual, ajena a la situación, se perdió entre las hojas de las ramas de un árbol.
El hombre se detuvo ante la entrada a una cueva tapada parcialmente con varios tablones de madera. ‘’Eso debe ser lo que buscaba’’, me imaginé. Y se confirmaron mis sospechas cuando éste se adentró en la cueva. Aguardé unos segundos, reprimiendo mis ganas de entrar corriendo en ella, como si la entrada fuera a desaparecer en cualquier momento pero me convencí de que debía ser paciente para no llamar su atención. Un paso en falso y me echaría de la cueva a patadas.
‘’Esto está oscuro como la boca de un lobo’’. Manteniendo siempre la distancia adecuada para que, por una parte, no se percatase de mi presencia y que, por otra, me permitiese seguirle la pista, fui avanzando por el túnel con una mano apoyada en la pared para guiarme. A medida que recorría la galería llegó a mi nariz un olor fuerte y desagradable, y comenzó a hacer calor. ‘’Esto es insoportable’’, pensé aguantando la respiración. De repente, noté un temblor en la pared seguido de un gran estruendo. Giré la cabeza hacia atrás para descubrir, horrorizada, que ya no se veía la luz del exterior. ‘’No me digas que estamos atrapados…’’, dije para mis adentros pensando que, lo más probable, era que el causante de aquel ruido fuera un derrumbamiento del techo de la cueva. Tragué saliva; no me había parado a pensar en los riesgos que entrañaba adentrarse en una mina abandonada. Sin embargo, ya no había marcha atrás. Sólo podía caminar hacia delante.
Un segundo desmoronamiento volvió a sorprenderme porque se produjo más cerca de donde me encontraba. Escuché la voz del desconocido y temí que se acercara hasta donde yo estaba y me descubriera. Paralizada de terror, mi cerebro resolvió todo lo rápido que pudo el esconderme detrás de varias rocas. Aguardé, encogida, a que sus pasos se alejaran antes de levantarme. ‘’Por los pelos’’, suspiré. Un poco más adelante, el camino se dividía en dos. Y debía elegir por dónde seguir.
-¿Y ahora qué?-murmuré cruzándome de brazos. Por suerte para mí, y desgracia para él, una hoja seca se había desprendido de su ropa al comienzo del camino de la izquierda, facilitándome la elección. Sonriente, me adentré en aquel túnel que descendía levemente hacia las entrañas de la tierra. De pronto, vi una luz al final de la galería. ‘’¿Una antorcha?’’. El fuego iluminaba el rostro del desconocido y proyectaba su sombra sobre la pared de piedra. Parecía que había llegado el momento de volver a saludarle, pues la cueva era muy oscura y necesitaría la luz de su antorcha para no perderme. Además, ya no podría pedirme que me fuera, básicamente porque no podía abandonar la mina al igual que él.
Abrí la boca para llamar su atención mientras me acercaba, pero el suelo tembló, haciendo que me detuviera. Miré al techo justo en el momento en el que éste comenzaba a desplomarse y me tiré hacia un lado para no ser aplastada. Noté un dolor agudo en el tobillo derecho que me recorrió la pierna hasta el pecho, dejándome sin respiración. Temblorosa, giré mi cuerpo y palpé con las manos la superficie de una roca que había caído sobre mi pie, impidiendo que pudiera moverlo. Intenté moverla sin éxito, pues no tenía fuerzas suficientes. Completamente a oscuras, grité, esperando que el joven me escuchase:
-¡¡AYUDAA!! ¡¡Por favor, no puedo moverme!!- chillé, casi al borde del llanto.
Fribba Hedevary
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Re: Un destello brillante entre los escombros de las entrañas de la tierra [Fribba -Eirik-Libre][Cerrado]
Tras observar la entrada a la mina unos segundos, escuchó un movimiento brusco entre unos arbustos, se dio la vuelta y olfateó el aire, nada raro aunque a decir verdad y comenzaba a parecerle algo raro que seguía con el olor de la joven pastora o granjera en la nariz
<< No creo que haya sido tan idiota de seguirme… >>quiso pensar, acto seguido apartó los tablones de madera y se adentró en la mina. Miró su alrededor y olfateó-. Pffff… -bufó arrugando un poco la nariz, olía a humedad y a rancio, sobre todo a rancio, tan pero tan rancio que el olor de aquella humana y de cualquier otra cosa no tenía ya cabida en su olfato-. Genial… -masculló entre dientes al ver incapacitado el instinto del que más dependía. Al menos le quedaban sus agudos oídos y la vista…Bueno, casí vista, pues según iba adentrándose la luz iba brillando cada vez más por su ausencia. Pero Eirik no temía a la oscuridad, así que siguió avanzando sin problemas, tal vez se tropezó alguna vez pero nada más.
Aquella mina era extraña y no le parecía raro que la hubiesen abandonado pues las paredes eran húmedas e irregulares, los pilares de madera que mantenían el techo donde debían estar no tenían mejor aspecto que los tablones que tapaban la entrada, por lo que cualquier movimiento en falso podría partirlos. Además de que de tanto en tanto aparecían pequeño agujeros en las paredes que sugerían que aunque no hubiese humanos o ninguna raza civilizada, no estaba deshabitada, pues esos agujeros estaban escarbados en la pared. El licántropo se detuvo a examinar uno de los orificios con atención para ver si a pesar de estar prácticamente a oscuras podía distinguir de que criatura se trataba ya fuese por las marcas de las garras o por el olfato.
Se detuvo allí un buen rato, apenas podía ver, pero aquello que había hecho las marcas no debía de medir más de medio metro y no tenía patas, pues aquellas marcas en la roca eran de dientes, Eirik pasó con cuidado las yemas de los dedos sobre las marcas para examinarlas en más profundidad, la superficie estaba húmeda, se examinó los dedos y luego frotó el índice con el pulgar y no era debido a la temperatura asfixiante de la mina, aquello era algo parecido a la baba de un caracol, lo que le dijo al licántropo que fuese lo que fuese lo que habitaba ahora aquellas minas era algo que se arrastraba, algo así como un insecto
- Menuda porquería… -susurró con fastidió, se sobresaltó al escuchar un derrumbe en la lejanía, instintivamente miró hacia la dirección donde había escuchado el derrumbe, posiblemente parte del techo de la mina había cedido.
Se limpió las manos en el chaleco y siguió su camino. Cada vez hacía más calor y si solo fuese calor… Era calor mezclado con humedad, el peor tipo de calina que existía, suspiró agobiado y se quitó su chaleco dejando su trabajado y musculoso torso al descubierto, la prenda la guardó en su zurrón, mientras el sudor recorría su espalda, se secó la frente con el brazo de manera desgarbada y bufó sofocado. Estaba demasiado acostumbrado al clima fresco de la arboleda en donde casi nunca hacía bochorno y cuando lo hacía era mucho más soportable que aquello.
Un segundo desmoronamiento no habría llamado la atención de Eirik de no ser porque había escuchado una pequeña exclamación, como de alguien al que le hubiese dado un buen susto aquel derrumbamiento inesperado que había restado aún más luz a la cueva-. ¿Qué demon…? –se preguntó retrocediendo unos cuantos metros para ver de qué se trataba. No había nadie, sin embargo chasqueó la lengua al ver que efectivamente y tal como se temía ya no había salida. Pero en fin, ya no había nada más que hacer y supuso que aquellas ratas cobardes de los cazadores se habrían asegurado una salida así que sin más, se dio la vuelta y siguió con su camino casi a ciegas.
Llegó a una bifurcación, se la quedó mirando unos instantes, el camino de la izquierda tenía una serie de grabados fosforescentes que brillaban de un color azul liloso, el de la derecha nada. Aprovechando la luz de las runas, Eirik sacó el mapa de su zurrón y vio que al pie había una pequeña anotación que rezaba “sigue las runas y te llevarán al secreto que se oculta en las entrañas de la mina”, el licántropo alzó una ceja desafiante y miró el camino de las runas lilas
-Pues vámonos a las entrañas. –decidió cerrando el mapa y guardándolo de nuevo en su zurrón, del cual cayó una hoja seca que hasta el momento había tenido pegada. Según avanzaba el camino se volvía cada vez más oscuro, y prometía ponerse peor, por suerte llegó a una zona en la que el espacio se ampliaba, formado una especie de subsala en la mina. En el centro de esta, Eirik vio varias antorchas y materiales para hacer fuego, sin pensárselo dos veces encendió una.
-Mucho mejor… -murmuró en un suspiro, aprovechó para echar un vistazo a la subsala. Habían varias mesas y sillas de madera medio podridas, algunas seguían en pie y en su lugar, otras estaban rotas por el suelo o desperdigadas por la sala, como si hubiese habido una pelea. Eirik supuso que allí lo mineros debían de reunirse para comer, pues en esa sala hacía más fresquito y el olor a rancio aumentaba, el licántropo dedujo que en la barra improvisada debían de encontrarse aun restos de comida podrida y mohosa que los obreros no habían tenido oportunidad de comer.
De nuevo otro desplomamiento del techo, pero esta vez para sorpresa de Eirik seguido por un grito desgarrador de alguien pidiendo ayuda. Sin pensárselo dos veces Eirik corrió hacia allí y tremenda fue su sorpresa al ver allí ha;
-No me jodas… -musitó perplejo, pues en el suelo tirada, y con un pie atrapado bajo una inmensa roca encontró a la joven pelirroja rara que se había acercado tanto a él en el bosque
-¡¡Por favor, no puedo moverme!!-chilló ella al borde del llanto, Eirik que seguía boquiabierto con la misma cara de sorpresa, reacción entonces
-¡¿Qué haces tú aquí?! –exclamó furioso y con ganas de patear al suelo, había pasado lo que quería ahorrarse, de nuevo tenía una humana a su cargo, ya iban dos, el hombre raro del nido de pájaros en la cabeza al que había tenido que liberar del agarre de un bio estropeado y ahora la pastora, granjera o lo que fuese ¡¿Es que los humanos solo sabían traer problemas?!-. ¡Te dije que me dejases en paz! ¡¿Por qué coño has tenido que seguirme?! –siguió bramando, dando vueltas de un lado a otro nervioso, ignorando las retahílas de reproches que estaba soltando Fribba, estaban a caballo entre una excusa, una disculpa y el recordatorio de que debía ayudarla. El licántropo se detuvo y se volteó exclamando-. ¡Oh joder! ¡Cállate ya! –Pidió tirándose el pelo hacia atrás al borde de un ataque de histeria, luego se puso las manos sobre las rodillas quedando inclinando hacia ella-. ¿Sabes qué? ¡De… Debería dejarte aquí! –Informó poniéndose en pie de nuevo y cruzándose de brazos-. Sí, por gilipollas. –dictaminó ya no gritaba, pero estaba evidentemente nervioso, luego asintió-. ¿Quién coño te mandaba seguirme? –Preguntó retóricamente, de nuevo ignorando lo que ella le decía. Tal y como le había dicho nada le impedía dejarla allí a su suerte, pero sabía lo que era necesitar ayuda y que te dejasen tirado, igual que sabía que tipo de personas lo hacían y él no era así, no quería ser como ese tipo de personas, así que se acercó a ella y se arrodillo en el suelo, al lado de la roca que lo aprisionaba-. ¿Curiosidad? –preguntó resignado y mirándola con desdén, mientras examinaba acercaba la antorcha al tobillo de la joven para ver por donde la tenía atrapada y valorando la herida que podría tener-. … Y una mierda… -refunfuñó, luego le pasó la antorcha-. Aguántame esto –pidió, dándosela sin demasiado cuidado, luego agarró la roca-. Hay que joderse… - gruñó haciendo fuerza hasta quitarle con un gran esfuerzo la piedra de encima del tobillo, a dejó a un lado y se apoyó en la roca-¿Estas bien…? –preguntó sin que realmente le interesase, en ese momento y tal como estaba se quedó dormido.
Cinco minutos después despertó mas tranquilo, vio a la humana mirándolo con una expresión entre curiosidad y cierto reproche, Eirik meneó la cabeza y se puso en pie agarrando de nuevo la antorcha, al ver que Fribba tenía dificultades, la ayudo sin demasiado cuidado, no por nada si no porque era así de bruto a levantarse
-¿Puedes andar? –preguntó de manera algo brusca sin ser la intención, la humana no respondió, pues el dolor que ella sentía en el tobillo respondió por ella. El licántropo se la quedó mirando en actitud aun arisca, al verla así y tras unos segundos, finalmente le dio la antorcha de nuevo, luego se puso delante suyo y se agachó un poco. No iba a dejarla tirada-. Sube –la invitó a subir a caballito, al ver la cara de desconcierto de la chica Eirik se mordió el interior de la mejilla derecha-. Más adelante hay una sala, quizás allí haya algo con lo que curarte eso… -comentó en un intento de ser amable, pero la palabra y el entonar la voz para que sonase amable no era lo suyo, así que le salió algo parecido a un gruñido resignado, sin embargo Fribba pareció entenderlo, pues se subió a caballito con una risita que Eirik no supo interpretar, sin hacerle más caso que eso él la acomodó a su espalda y comenzó a caminar, la miró de reojo con algo parecido a una media sonrisa-. Pesas más de lo que pareces… -intentó ser simpático ¿Eso había sido una broma?
<< No creo que haya sido tan idiota de seguirme… >>quiso pensar, acto seguido apartó los tablones de madera y se adentró en la mina. Miró su alrededor y olfateó-. Pffff… -bufó arrugando un poco la nariz, olía a humedad y a rancio, sobre todo a rancio, tan pero tan rancio que el olor de aquella humana y de cualquier otra cosa no tenía ya cabida en su olfato-. Genial… -masculló entre dientes al ver incapacitado el instinto del que más dependía. Al menos le quedaban sus agudos oídos y la vista…Bueno, casí vista, pues según iba adentrándose la luz iba brillando cada vez más por su ausencia. Pero Eirik no temía a la oscuridad, así que siguió avanzando sin problemas, tal vez se tropezó alguna vez pero nada más.
Aquella mina era extraña y no le parecía raro que la hubiesen abandonado pues las paredes eran húmedas e irregulares, los pilares de madera que mantenían el techo donde debían estar no tenían mejor aspecto que los tablones que tapaban la entrada, por lo que cualquier movimiento en falso podría partirlos. Además de que de tanto en tanto aparecían pequeño agujeros en las paredes que sugerían que aunque no hubiese humanos o ninguna raza civilizada, no estaba deshabitada, pues esos agujeros estaban escarbados en la pared. El licántropo se detuvo a examinar uno de los orificios con atención para ver si a pesar de estar prácticamente a oscuras podía distinguir de que criatura se trataba ya fuese por las marcas de las garras o por el olfato.
Se detuvo allí un buen rato, apenas podía ver, pero aquello que había hecho las marcas no debía de medir más de medio metro y no tenía patas, pues aquellas marcas en la roca eran de dientes, Eirik pasó con cuidado las yemas de los dedos sobre las marcas para examinarlas en más profundidad, la superficie estaba húmeda, se examinó los dedos y luego frotó el índice con el pulgar y no era debido a la temperatura asfixiante de la mina, aquello era algo parecido a la baba de un caracol, lo que le dijo al licántropo que fuese lo que fuese lo que habitaba ahora aquellas minas era algo que se arrastraba, algo así como un insecto
- Menuda porquería… -susurró con fastidió, se sobresaltó al escuchar un derrumbe en la lejanía, instintivamente miró hacia la dirección donde había escuchado el derrumbe, posiblemente parte del techo de la mina había cedido.
Se limpió las manos en el chaleco y siguió su camino. Cada vez hacía más calor y si solo fuese calor… Era calor mezclado con humedad, el peor tipo de calina que existía, suspiró agobiado y se quitó su chaleco dejando su trabajado y musculoso torso al descubierto, la prenda la guardó en su zurrón, mientras el sudor recorría su espalda, se secó la frente con el brazo de manera desgarbada y bufó sofocado. Estaba demasiado acostumbrado al clima fresco de la arboleda en donde casi nunca hacía bochorno y cuando lo hacía era mucho más soportable que aquello.
Un segundo desmoronamiento no habría llamado la atención de Eirik de no ser porque había escuchado una pequeña exclamación, como de alguien al que le hubiese dado un buen susto aquel derrumbamiento inesperado que había restado aún más luz a la cueva-. ¿Qué demon…? –se preguntó retrocediendo unos cuantos metros para ver de qué se trataba. No había nadie, sin embargo chasqueó la lengua al ver que efectivamente y tal como se temía ya no había salida. Pero en fin, ya no había nada más que hacer y supuso que aquellas ratas cobardes de los cazadores se habrían asegurado una salida así que sin más, se dio la vuelta y siguió con su camino casi a ciegas.
Llegó a una bifurcación, se la quedó mirando unos instantes, el camino de la izquierda tenía una serie de grabados fosforescentes que brillaban de un color azul liloso, el de la derecha nada. Aprovechando la luz de las runas, Eirik sacó el mapa de su zurrón y vio que al pie había una pequeña anotación que rezaba “sigue las runas y te llevarán al secreto que se oculta en las entrañas de la mina”, el licántropo alzó una ceja desafiante y miró el camino de las runas lilas
-Pues vámonos a las entrañas. –decidió cerrando el mapa y guardándolo de nuevo en su zurrón, del cual cayó una hoja seca que hasta el momento había tenido pegada. Según avanzaba el camino se volvía cada vez más oscuro, y prometía ponerse peor, por suerte llegó a una zona en la que el espacio se ampliaba, formado una especie de subsala en la mina. En el centro de esta, Eirik vio varias antorchas y materiales para hacer fuego, sin pensárselo dos veces encendió una.
-Mucho mejor… -murmuró en un suspiro, aprovechó para echar un vistazo a la subsala. Habían varias mesas y sillas de madera medio podridas, algunas seguían en pie y en su lugar, otras estaban rotas por el suelo o desperdigadas por la sala, como si hubiese habido una pelea. Eirik supuso que allí lo mineros debían de reunirse para comer, pues en esa sala hacía más fresquito y el olor a rancio aumentaba, el licántropo dedujo que en la barra improvisada debían de encontrarse aun restos de comida podrida y mohosa que los obreros no habían tenido oportunidad de comer.
De nuevo otro desplomamiento del techo, pero esta vez para sorpresa de Eirik seguido por un grito desgarrador de alguien pidiendo ayuda. Sin pensárselo dos veces Eirik corrió hacia allí y tremenda fue su sorpresa al ver allí ha;
-No me jodas… -musitó perplejo, pues en el suelo tirada, y con un pie atrapado bajo una inmensa roca encontró a la joven pelirroja rara que se había acercado tanto a él en el bosque
-¡¡Por favor, no puedo moverme!!-chilló ella al borde del llanto, Eirik que seguía boquiabierto con la misma cara de sorpresa, reacción entonces
-¡¿Qué haces tú aquí?! –exclamó furioso y con ganas de patear al suelo, había pasado lo que quería ahorrarse, de nuevo tenía una humana a su cargo, ya iban dos, el hombre raro del nido de pájaros en la cabeza al que había tenido que liberar del agarre de un bio estropeado y ahora la pastora, granjera o lo que fuese ¡¿Es que los humanos solo sabían traer problemas?!-. ¡Te dije que me dejases en paz! ¡¿Por qué coño has tenido que seguirme?! –siguió bramando, dando vueltas de un lado a otro nervioso, ignorando las retahílas de reproches que estaba soltando Fribba, estaban a caballo entre una excusa, una disculpa y el recordatorio de que debía ayudarla. El licántropo se detuvo y se volteó exclamando-. ¡Oh joder! ¡Cállate ya! –Pidió tirándose el pelo hacia atrás al borde de un ataque de histeria, luego se puso las manos sobre las rodillas quedando inclinando hacia ella-. ¿Sabes qué? ¡De… Debería dejarte aquí! –Informó poniéndose en pie de nuevo y cruzándose de brazos-. Sí, por gilipollas. –dictaminó ya no gritaba, pero estaba evidentemente nervioso, luego asintió-. ¿Quién coño te mandaba seguirme? –Preguntó retóricamente, de nuevo ignorando lo que ella le decía. Tal y como le había dicho nada le impedía dejarla allí a su suerte, pero sabía lo que era necesitar ayuda y que te dejasen tirado, igual que sabía que tipo de personas lo hacían y él no era así, no quería ser como ese tipo de personas, así que se acercó a ella y se arrodillo en el suelo, al lado de la roca que lo aprisionaba-. ¿Curiosidad? –preguntó resignado y mirándola con desdén, mientras examinaba acercaba la antorcha al tobillo de la joven para ver por donde la tenía atrapada y valorando la herida que podría tener-. … Y una mierda… -refunfuñó, luego le pasó la antorcha-. Aguántame esto –pidió, dándosela sin demasiado cuidado, luego agarró la roca-. Hay que joderse… - gruñó haciendo fuerza hasta quitarle con un gran esfuerzo la piedra de encima del tobillo, a dejó a un lado y se apoyó en la roca-¿Estas bien…? –preguntó sin que realmente le interesase, en ese momento y tal como estaba se quedó dormido.
Cinco minutos después despertó mas tranquilo, vio a la humana mirándolo con una expresión entre curiosidad y cierto reproche, Eirik meneó la cabeza y se puso en pie agarrando de nuevo la antorcha, al ver que Fribba tenía dificultades, la ayudo sin demasiado cuidado, no por nada si no porque era así de bruto a levantarse
-¿Puedes andar? –preguntó de manera algo brusca sin ser la intención, la humana no respondió, pues el dolor que ella sentía en el tobillo respondió por ella. El licántropo se la quedó mirando en actitud aun arisca, al verla así y tras unos segundos, finalmente le dio la antorcha de nuevo, luego se puso delante suyo y se agachó un poco. No iba a dejarla tirada-. Sube –la invitó a subir a caballito, al ver la cara de desconcierto de la chica Eirik se mordió el interior de la mejilla derecha-. Más adelante hay una sala, quizás allí haya algo con lo que curarte eso… -comentó en un intento de ser amable, pero la palabra y el entonar la voz para que sonase amable no era lo suyo, así que le salió algo parecido a un gruñido resignado, sin embargo Fribba pareció entenderlo, pues se subió a caballito con una risita que Eirik no supo interpretar, sin hacerle más caso que eso él la acomodó a su espalda y comenzó a caminar, la miró de reojo con algo parecido a una media sonrisa-. Pesas más de lo que pareces… -intentó ser simpático ¿Eso había sido una broma?
Eirik Argyle
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Re: Un destello brillante entre los escombros de las entrañas de la tierra [Fribba -Eirik-Libre][Cerrado]
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El desconocido, nervioso, comenzó a vociferar y a regañarme por haberle seguido; como si no tuviera suficiente con tener el tobillo bajo una pesada roca encima tenía que aguantar su sermón. Empezó a andar de un lado a otro, continuando con su pregunta en voz alta de por qué había tenido que ir hasta allí tras él.
-¡Oye, señor simpatía, no quiero parecer exigente, pero tengo el pie atrapado bajo una piedra, ¿sabes?!-dije alzando la voz para recordarle ese ‘’pequeño’’ detalle que parecía que se le pasaba por alto, o al menos eso pensaba yo de su actitud de perder el tiempo en vez de ayudarme directamente-. ¡¡Y soy libre de ir a donde QUIERA!!-su actitud estaba acabando por ponerme nerviosa a mí también lo que, unido al dolor que me provocaba la roca, hizo que me sacase de mis casillas y acabara gritando. Se inclinó hacia mí y me dijo que debería dejarme allí. Lo miré con los ojos muy abiertos y con un nudo en la garganta que apenas me dejo hablar-. No… No serás capaz. ¡¡Ni se te ocurra dejarme aquí tirada a mi suerte!!-volví a levantar la voz, furiosa, mientras movía los brazos exageradamente arriba y abajo-él seguía en sus treces, cuestionando los motivos que me habían llevado a seguirle. Me mordí el labio inferior, haciendo un puchero cuando se arrodilló junto a mí-. Por favor, haz algo… Pesa y me hace daño…-me quejé.
Le sujeté la antorcha, tal y como pidió; mis manos temblaron al sentir en calor que emanaba el fuego e inspiré hondo para tranquilizarme, ‘’es una antorcha, Fribba, no te vas a quemar’’. El joven desplazó la roca que me impedía levantarme. Sentí un alivio enorme al notar como mi pie se liberaba del peso de la roca. Apenas terminó de apartarla, cayó dormido a mi lado cuando me preguntaba cómo me encontraba. -¿Pero qué?-murmuré sin comprender. ¿Habría sido demasiado esfuerzo para él? Negué con la cabeza; era una posibilidad, pero lo había encontrado durmiendo cuando se habían visto en el bosque, no podía estar cansado por no dormir. O quizás sí, después de todo había sido yo la que lo había despertado de su sueño…
El dolor del tobillo me sacó de mis pensamientos. Acerqué la mano que sujetaba la antorcha para examinarlo mejor mientras pasaba la otra mano por encima de él. La zona afectada estaba enrojecida y parecía que comenzaba a inflamarse. Probé a moverlo un poco pero me detuve enseguida con una mueca de dolor en la cara. ‘’Solo espero que no esté roto’’, supliqué a la suerte, girando mi cabeza hacia el extraño. Ya le había traído bastantes problemas y no quería seguir siendo un estorbo. ‘’Vivir una aventura así no tendría gracia'', suspiré, apoyando la espalda en la pared, observando la hipnótica danza de las llamas de la antorcha.
Minutos después, el hombre empezó a moverse y despertó. Cogió la antorcha que aún sujetaba entre mis manos y me agarró por el brazo para ponerme de pie sin mucho cuidado-. ¡Eh!-protesté. Me preguntó si podía andar e intenté apoyar el pie; una nueva punzada de dolor me recorrió todo el cuerpo, desde el tobillo hasta el pecho, pero no dije nada. A pesar de eso, el joven parecía haber visto el dolor reflejado en mi expresión, puesto que me dio la antorcha y se ofreció a llevarme sobre su espalda. Pestañeé, incrédula, ¿iba en serio?
-Más adelante hay una sala, quizás allí haya algo con lo que curarte eso…-dijo. No le hice insistir más y subí, con algo de esfuerzo, a su espalda soltando una risita mal disimulada. Después de todo, como había pensado al principio, no parecía ser una mala persona-. Pesas más de lo que pareces…
-¿¿Me estás llamando gorda??-dije, molesta, moviendo las manos, a lo que el joven protestó y me dijo que me estuviera quieta. Segundos más tarde me di cuenta de que sólo estaba bromeando-. Oh, lo siento… De nuevo…-me disculpé. Recordé entonces que no sabía cómo debía dirigirme a él-. Todavía no te has presentado…
Un escalofrío recorrió mi espalda, empezaba a hacer frío a medida que nos acercábamos a la que supuse que sería la sala de la que hablaba. Sin apenas darme cuenta, había comenzado a tiritar y los dientes me castañeaban. Apreté la mandíbula con fuerza, pero me fue imposible evitar que sonasen. ‘’No sé cómo a él no le afecta tanto’’, pensé sin dejar de temblar. El pelo del desconocido me daba en la nariz y me hacía cosquillas, obligándome a apartarlo de vez en cuando soplando. Me aburría estar en aquella situación, el no valerme por mí misma. Para entretenerme hasta que llegamos a la sala fui formulándole las distintas preguntas que se me habían ido ocurriendo mientras le había estado siguiendo por el bosque. ‘’¿De dónde eres? ¿Cómo has llegado hasta aquí? ¿Dónde has encontrado ese mapa? ¿Qué hacías durmiendo en el bosque?’’,esto último era lo que más me había llamado la atención, tal vez porque había vuelto a quedarse dormido después de apartar la piedra.
Al llegar a la sala, el joven me dejó sobre una precaria silla que parecía estar a punto de desmoronarse en cualquier momento. ‘’Veremos si no acabo en el suelo’’, me dije mientras observaba a mi compañero que me daba la espalda y buscaba algo con lo que curarme la herida del tobillo.
Fribba Hedevary
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Re: Un destello brillante entre los escombros de las entrañas de la tierra [Fribba -Eirik-Libre][Cerrado]
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- Los movimientos de Fribba están pactados con la usuaria a través de mp
-¿¿Me estás llamando gorda??-protestó Fribba ofendida, Eirik se mordió el interior de la mejilla derecha, mientras ella no paraba de menear los brazos con la antorcha aun en la mano si seguía así, entre lo que estaba sudando él y que ella no se estaba quieta, la pelirroja terminaría por escurrírsele
-Estate quieta –pidió secamente ya que definitivamente, las palabras no eran lo suyo, tal vez fuese mejor permanecer callado el resto del viaje o al menos hablar solo cuando fuese estrictamente necesario y con las palabras justas. En ese momento la joven granjera o pastora pareció darse cuenta que lo anterior sobre su peso había sido una broma
- Oh, lo siento… De nuevo…-se disculpó dejando de moverse al fin, acto seguido hizo una breve pausa, apoyándose de nuevo en su espalda para facilitar que la llevase-. Todavía no te has presentado… -le recordó con suavidad, él la miró de reojo con el ceño algo fruncido y abrió a boca a punto de decir;
<< ¿Acaso eso importa? >>pero en vez de aquello, en vista de que parecía que tendría que pasar mucho tiempo con esa humana confinado en aquella oscura mina con olor a rancio, suspiró molesto y más sereno respondió-. Eirik –simple y llanamente, en un tono suave pero áspero como él solo.
Siguió el camino y a medida que se acercaba de nuevo a la sala donde alguna vez unos mineros desayunaban, la temperatura iba descendiendo, casi acorde con el aire tenso entre la humana y el licántropo, ninguno de los dos decía nada. Eirik por que ya de por sí era callado y Fribba, seguramente porque no se le ocurría nada de qué hablar. Aunque eso al licántropo ya le iba bien, no le gustaba la gente que hablaba y hablaba sin parar, le ponían nervioso. De hecho el simple hecho de tener que llevar a caballito a la joven pelirroja ya le resultaba de lo más incómodo, le escamaba el tener que llevarla a cuestas y que de tanto en tanto por el camino ella se apretase contra su espalda, como si estuviese dándole un abrazo, sabía que aquello seguramente era fruto del aburrimiento, pero no le gustaba. No es que fuese misógino o el contacto físico con una mujer no le gustase, al contrario, es más en la manada nunca le habían faltado mujeres mientras era el líder del grupo de caza, es solo que había recibido tantos golpes que había acabado por volverse demasiado arisco y aquella situación que para nada se había buscado lo agobiaba ¿Pero que iba a hacer? Es lo que había. Y como él mismo solía decir; para bien o para mal ahora debía de ayudar a aquella muchacha mientras encontraba lo que fuese que los cazadores furtivos habían escondido y de paso buscaba una salida.
Eirik sintió en su espalda como Fribba tenía un escalofrío, y es que ahora sí que el cambio de temperatura se notaba mucho, Eirik no pudo evitar soltar una leve risa sarcástica al notar como la granjera o pastora empezaba a tiritar sobre su espalda y se apretaba aún más contra la piel caliente de su espalda al mismo tiempo que los dientes le castañeteaban. Y es que el licántropo apenas le afectaba aquel cambio, estaba acostumbrado a los fríos inviernos de la arboleda y por ello toleraba muy bien el frio, por el contrario el calor y la humedad eran cosas con las que era incapaz de lidiar.
No pudo evitar abrir la boca en una expresión contrariada al sentir como a desconocida le soplaba el pelo
<< ¿Y ahora qué coño se supone que hace…? >>se preguntó pasmado a la par que nervioso de nuevo, pues no encontraba propósito alguno que pudiera explicar aquella molesta acción por parte de la irritante humana, frunció el ceño y apretó los labios en una mueca de fastidio<< ¿Es que lo hace aposta para joderme…? >>se quejó internamente resignado, siguió caminando y Fribba decidió ametralleralo con preguntas
-¿De dónde eres? ¿Cómo has llegado hasta aquí? ¿Dónde has encontrado ese mapa? ¿Qué hacías durmiendo en el bosque? –soltó ametralladoramente de manera atropellada, acto seguido volvió a soplarle el pelo y Eirik bufó
<< ¿No va a parar nunca de soplarme o qué? >>se quejó de nuevo y es que le resultaba muy molesto<< ¿Y qué le importa todo eso? >>siguió refunfuñando para sí, sin embargo en vista de la situación, que aquella pesada no dejaría de repetirle el cuestionario hasta que respondiera y que no tenía nada mejor que hacer decidió darle aquella información-. Vengo de la Arboleda central, he llegado en una barca que he robado a los mismo cazadores furtivos a los que les robé el mapa cuando me capturaron y el por qué estaba durmiendo no es asunto tuyo. –respondió, con las palabras justas y necesarias, en vista que el don de gentes no era lo suyo decidió que era lo mejor, realmente no le importaba si había sonado antipático por su habitual tono huraño además de la respuesta a la última pregunta, pero no pensaba darle información alguna de su mayor debilidad a una desconocida y menos a una humana. Por qué los humanos eran todos mezquinos y deshonestos, de nuevo un soplido de la joven en su pelo lo sacó de sus pensamientos << Como vuelva a soplarme una sola vez más la tiro al suelo… >>decidió con resignación, cada vez aquellos soplidos le parecían más molestos suspiró, al borde de un ataque de nervios, por suerte llegaron a la sala.
Una por una, Eirik comprobó la solidez de cada una de las sillas que se encontraban en pie, cuando dio con una capaz de aguantar peso aun, dejó a Fribba en una con su dejadez habitual, a pesar de que había intentado tener cuidado. Luego se dio la vuelta para mirarla
-Quédate ahí –pidió con algo de aspereza sin querer, acto seguido se dio la vuelta y dio unos cuantos pasos en dirección contraria en ese momento recordó que la humana tenía frío, así que sacó su chaleco de su zurrón y se dio la vuelta, a una distancia prudencial de la humana, extendió el brazo de la mano que sostenía la prenda y sin decir nada la movió lentamente delante de la joven, que sobreentendió que se la prestaba para que no tuviese frío, ella le dedicó una sonrisa entre divertida, contenta y al mismo tiempo agradecida. Él mantuvo su cara de palo y ahora sí, se dio la vuelta y caminó hacia la barra en la que en alguna vez se servía la comida y la bebida de los trabajadores y se asomó, justo en ese momento se quedó dormido sobre el mueble con la panza apoyada en él, quedando colgando entremedio de un lado y el otro.
Aproximadamente veinte minutos después Eirik despertó, y como si nada hubiese pasado terminó de pasar por encima de la barra y se puso a examinar lo que quedaba en el mueble. Apenas unos cuantos restos de comida podrida, tan apestosa que apenas podía reconocer de qué se trataba, sin embargo se sorprendió gratamente al encontrar varias botellas de licores llenos hasta la mitad, se levantó
<< Que bien se cuidaban… >>aseguró dando un largo trago a una de las botellas, un sabor fuerte y amargo le recorrió la boca y calentó el estómago, la bebida seguía en perfecto estado. Luego la cerró, saltó de nuevo sobre la barra, rompió algunos manteles que aún quedaban sobre las mesas y volvió con Fribba, con la botella de licor aun en la mano, se sentó en el suelo frente a ella, que lo observó con curiosidad. Eirik rasgó el mantel haciendo varias tiras del mismo, luego de su zurrón sacó varios potecitos con sus respectivas etiquetas cada uno; cuando fue exiliado, además de llevarse algunas de sus pertenencias y provisiones, la manada le había permitido llevarse varios potecitos con mezclas medicinales, algo así como una especie de botiquín de primeros auxilios para no dejarlo totalmente desamparado. Tras leer las etiquetas y seleccionar el que necesitaba, guardó el resto el nuevo en su zurrón, luego tomó el tobillo herido de Fribba con inconsciente brusquedad, con la otra mano se hizo con la botella a la que sacó el corchó con los dientes, para luego derramar el licor sobre la herida de la humana para desinfectarla. Eirik la miró de reojo con el tapón de corcho aun en la boca al oírla sisear de dolor.
Cuando terminó de desinfectar la herida y tras dar otro trago al licor lo cerró para dejarlo a un lado en el suelo y con una de las tiras de tela comenzó a secar la superficie de la piel de la joven alrededor de la herida con una delicadeza que costaba de creer en un hombre tan brusco y de aspecto tan tosco, al oírla quejarse por el picor que el alcohol de la bebida le producía en la piel, Eirik comenzó a soplarle con suavidad en la herida, aligerando así su escozor, poco después chasqueó la lengua
- No pensé que tuviese que usarlo tan pronto… -medio refunfuñó, más por preocupación que por fastidió mientras tomaba el pequeño tarro de cristal que había apartado hacía un momento, lo abrió y con la mano sacó un poco de la espesa pasta de un color verdoso. Se trataba de una mezcla de árnica, rizoma de romero, de hipérico y aceite de oliva que servía para ayudar a sanar contusiones. Con cuidado la aplicó sobre la zona inflamada por el golpe, luego la vendó fuertemente con el resto de tiras de tela para que tuviese el tobillo bien sujeto-. No es un remedio milagroso, pero debería bastar –informó levantándose y limpiándose las manos desgarbadamente en el pantalón, luego colocó la botella de licor sobre la mesa que tenían en frente, se acercó una silla tras comprobar su solidez y se sentó-. No he encontrado nada comestible, así que tendremos que compartir lo que me queda… -informó rebuscando de nuevo en su saquillo, sacó esta vez un paño en el que había envueltos un chusco de pan, algo de queso y carne de culebra asada, sin embargo cuando Fribba preguntó sobre la carne la respuesta que obtuvo fue-. Es pollo –simple y llanamente, pues sabía que para un humano la idea de comerse una serpiente, por muy cocinada que estuviese podría ser algo realmente repulsivo. La joven comentó que estaba muy sabrosa-. Es que lleva muchas especias… -mintió de nuevo arqueando las cejas y aguantando una risa, sin embargo la medio sonrisa lobuna sí que se le escapó. Normalmente, Eirik le habría dicho que aquello era una culebra y le habría dado igual que ella no comiese, pero estaba herida y tenía que reponer fuerzas.
Eirik Argyle
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Entrada al infierno
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¿Qué secretos existen bajo las entrañas de la tierra?
¿Estáis decididos a continuar la aventura?
¿No teméis de los peligros que asechan?
Aunque lamento deciros que ya no hay regreso, no hay vuelta atrás... Los pasos detrás vuestro se han perdido para siempre. Y no podréis regresar a menos que encontréis una salida. ¿Será una salida en verdad?
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Hay una puerta que hallaréis accidentalmente. Sentiréis aún más frío, incluso Eirik y no habría más avance en ese lugar que esa puerta oculta tan cerca de vosotros. Pasareis por un pasillo que les aparecerá eterno, lleno de escalinatas que bajan cada vez más a las profundidades pero apenas lo notarán, pues deberéis pasar por agua estancada y lodo que os llegará hasta las rodillas, volviendo un fastidio la marcha. Ya no sabréis si es de día o de noche. Pensar en el tiempo podría enloquecerlos.
Después de media hora de camino, terminarían en lo que parecería un precipicio oscuro. Es mejor que cuidéis la antorcha, o cualquier paso en falso, podría costarles la vida. Podréis distinguir un puente colgante a lo lejos, y el que debiera estar donde ustedes, no había nada más que una pared y una orilla por la que apenas cabrán vuestros pies para bordear el precipicio y llegar al puente, que en mal estado se encuentra. Sugiero que no paséis de a dos, porque el peso de uno ya es mediado y terminará cediendo bajo vuestros pies hasta el oscuro vacío que cegará sus vidas.
Si lográis cruzar el puente y seguid con vida, llegareis a una pendiente que sube a través de un pasillo. El terreno es todo roca, lodo, humedad, y es muy frío, como siempre y después de subir un tramo en caracol, tendréis otro pasillo donde las paredes comenzarían a cambiar. Ya no eran de roca, sino de calaveras.
Muy lejanamente, un sonido estremecerá vuestros corazones. Un siseo que confundirá vuestros oídos, sin saber si lo que fuera que había, estaba cerca o lejos, atrás o delante, o sobre vosotros mismos, debajo o costados... El camino sigue, doblando entre récodos, y bajando peldaños, y escalerillas con huesos de antaño unificados con rocas y barro, en caracol hacía aún más profundo en esa tierra. Tras una hora y media más, o tres o más según lo creyeran, el camino con paredes de huesos terminaría para dar lugar a una gran sala llena de estantes, cajas donde podréis encontrar frutas secas pero rancias, mantas y mas materia para hacer otra antorcha. También hallaréis esqueletos con ropas hecha jirones sobre sus huesos, colgadas desde las manos en ese lugar, en los costados. Hay mesas, sillas, y suficientes mantas para que podáis descansar.
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Off rol: De 4 a 5 post cada uno e intervendré de nuevo. Si ven que no saben como continuar, enviadme un mp. Pero creo que podéis sacar mucho jugo a este post. Si aún han psoteado y no han pasado por todo lo dicho, envien mp notificando para dar lectura y darles permiso de 1 a 3 post mas cada uno hasta que lleguen. Ansur
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Re: Un destello brillante entre los escombros de las entrañas de la tierra [Fribba -Eirik-Libre][Cerrado]
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Con una expresión entre divertida y extrañada, cogí el chaleco que Eirik me tendía. ‘’¿Se pensará que le voy a morder?’’, pensé colocándomelo. Me quedaba bastante grande, cosa lógica ya que el joven era de mayor tamaño que yo, pero agradecía el calor que proporcionaba, acurrucándome en la silla con los brazos cruzados para mantener mi temperatura corporal. Seguí a Eirik con la mirada y cuando éste pasó por encima de una vieja alfombra raída y que en su día había sido de color rojo oscuro con dibujos en color dorado y blanco, pero que ahora estaba descolorida por el uso y el paso del tiempo, escuché un ruido similar al de un crujido. No le di mayor importancia porque, en un principio, me dije a mí misma que lo habría imaginado. El hombre se asomó a la barra que había en busca de comida y, al saltar, se quedó dormido sobre ella.
‘’Pues estamos apañados’’, bufé, incómoda, tapándome aún más con el chaleco, tanto que casi me llegaba hasta las orejas. Aquella costumbre de quedarse dormido en los lugares y situaciones menos esperadas y oportunas estaba empezando a hacer que sospechase que había una razón para explicar el por qué de aquellas siestas. Le llamé varias veces, cada vez alzando más la voz, y, sin embargo, no conseguí que despertase, ni siquiera que se moviera en sueños. Suspiré y cerré los ojos para aprovechar la ocasión y descansar también, mas fui incapaz de dormirme por temor a que cuando abriera los ojos Eirik hubiera desaparecido o que nos atacara algo mientras dormíamos.
Tiempo después, Eirik despertó y siguió con lo que había dejado a medias como si nada. El ruido que hizo al pasar por encima de la barra me hizo abrir los ojos de golpe; al final me había quedado dormida debido al cansancio. Mientras me frotaba los ojos seguí observándole buscar comida y algo para curar mi herida tal y como había dicho. Pasó de nuevo sobre la barra con una botella de licor en la mano, ‘’pues no es precisamente lo que me esperaba’’, enarqué una ceja. ¿Qué quería, que me emborrachase para aliviar el dolor? Al pasar de nuevo sobre la alfombra volví a oír el crujido, ésta vez con más claridad, pero Eirik pareció no darse cuenta.
Mis manos se aferraron con fuerza al asiento de la silla cuando Eirik echó el licor sobre la superficie de la herida para curarla. Sabía lo que podía pasar si no se desinfectaba y cicatrizaba completamente y era lo único que me daba fuerzas para soportar el escozor que producía el alcohol. Pasé a morderme los nudillos, tanto que acabé dejándome los dientes marcados en el puño, para no quejarme, pero al final no lo pude evitar:
-Agh, por favor, déjalo ya- rogué mordiendome la uña para que terminara cuanto antes y él, ante mi sorpresa, comenzó a soplar sobre la herida para aliviar el escozor.
Observé con curiosidad el tarrito con el ungüento verdoso que abría y por un momento desconfié, pensando que dolería tanto o más que cuando me había echado el licor. Eché hacia atrás la pierna para alejar el tobillo herido de él. -O-oye, ¿qué es eso que tienes pensado echarme?-él atrajo de nuevo el tobillo hacia donde estaba. -No es un remedio milagroso, pero debería bastar-dijo, y aquella frase, aunque algo corta y poco informativa, sirvió para tranquilizarme y dejar que me aplicara el potingue y que después me vendara el tobillo. A continuación me ofreció algo de comer, algo de pan, queso y un tipo de carne que no había visto en mi vida. Al decirme que era pollo, eché un último vistazo de desconfianza a la carne pero, al oír las protestas de mi estómago acabé llevándomelo a la boca. –Pues no está mal-dije agradecida y me la terminé entera de un par de bocados, sin ignorar la medio sonrisa de Eirik que me hizo sonreír también.
Tras llenar un poco nuestros estómagos, Eirik se dirigió a la barra para dejar la botella de licor, pasando por tercera vez por encima de la alfombra. -¡Espera, Eirik!-le llamé alargando el brazo. Él de mala gana se volvió hacia mí, preguntándome qué quería-. Bueno, era sólo qué…-durante el tiempo que había estado despierta mientras Eirik estaba tumbado sobre la barra había podido examinar, aunque fuese sólo con la mirada, la sala donde estaban y no había salida. O al menos no la había ya, puesto que el último derrumbe de la galería los había dejado atrapados. Las paredes de la sala donde estaban eran completamente lisas, no había muescas, ni nada que pareciese indicar que había una puerta, salida, cualquier túnel que permitiese seguir avanzando por la cueva. Debía haber algo más en aquella sala, algo que estaban pasando por alto, no tenía mucho sentido que la gruta acabara allí. Si había un mapa es que debía haber algo escondido en aquel lugar y, por seguridad, el camino a seguir probablemente estaría escondido y no a la vista de cualquiera que pudiera entrar allí. Y tenía una corazonada-. ¿Podrías levantar la alfombra?-él resopló y me replicó que si estaba de coña-. ¿Quieres dejar de protestar por todo y hacerme caso sólo ésta vez?-resoplé, cruzando los brazos. Si pudiera caminar bien me hubiera levantado yo misma a comprobar mi teoría, pero el mejunje verde aún no había hecho efecto y el tobillo seguía inflamado y me dolía al poyarlo.
El joven a regañadientes apartó la alfombra dejando al descubierto una trampilla. Abrí los ojos, pestañeé, sin creérmelo aún. Temía estar soñando y que en cualquier momento desapareciera, pero no, ahí seguía aquella puertecita de madera de color marrón oscuro, casi podrida por la humedad, y cuyo tirador y bisagras estaban muy oxidados. Al ir a abrirlo, el tirador se despegó de la puerta, quedando un agujero en la trampilla. Eirik, malhumorado, lanzó el tirador a un lado y, esta vez sí, apartó la trampilla. Me pasó la antorcha, la cual cogí intentando que no me temblaran mucho las manos, y, tras subirme de nuevo a su espalda, nos adentramos en su interior.
Unas escaleras formadas en la roca bajaban hasta perderse en la oscuridad. El camino era estrecho y tenía que agachar la cabeza para no darme con el techo del pasadizo. A medida que descendíamos cada vez más y más comenzó a hacer más frío que antes, lo que me hizo tiritar más aún y procuré que no me castañearan los dientes por si el sonido le molestaba a Eirik. Las escaleras desembocaron en un pasillo largo, muy largo y también bajo, tanto que acabé por apoyar la barbilla en el hombro del joven mientras alargaba el brazo todo lo que podía para iluminar el camino.
‘’¿Qué hora será?’’, pensé cuando mi estómago volvió a sonar. Al estar todo el tiempo sumidos en oscuridad y no ver la luz del sol había perdido la noción del tiempo, no sabía calcular cuánto tiempo había pasado desde que había comido la deliciosa carne de pollo que me había ofrecido Eirik hasta que habían llegado a aquel interminable pasillo. ‘’Estoy por dormirme otra vez…’’, noté que se me cerraban los párpados y luché por evitarlo, no sólo porque podía dejar caer la antorcha y que ésta se apagara, si no también, y más peligroso, podía quemar a Eirik. Llegamos al comienzo de una nueva escalinata y, de no haber sido por la luz que la antorcha nos proporcionaba, habríamos caído rodando por ellas. Antes de iniciar una nueva bajada, el joven me depositó en el suelo y ambos descansamos un poco, sobre todo él, que tenía que cargar conmigo y debía reponer fuerzas.
Las escaleras se me hicieron de nuevo interminables. Sentí un enorme alivio cuando noté que el joven dejaba de doblar las rodillas para bajar escalones y que el terreno era llano de nuevo. ‘’¡Por fin!’’, grité para mis adentros. Pero aquella alegría se acabó pronto cuando, unos metros más adelante, sentí que se me congelaba el pie.
-¡Agua!-grité al notar que se me mojaban los pies. El terreno debía haber descendido bastante para que el nivel del agua me alcanzase a mí también. No sólo sería molesto andar por allí porque dificultaba el avance, también porque el agua estaba muy fría y no sabía hasta qué punto Eirik podría soportarla.
Fribba Hedevary
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Re: Un destello brillante entre los escombros de las entrañas de la tierra [Fribba -Eirik-Libre][Cerrado]
- Aclaración:
- Las acciones, reacciones y expresiones de Fribba están pactadas con su user para una lectura más fluida y coherente
Eirik observó como la humana comía, él no probó bocado, a pesar de que también tenía hambre, prefería que comiese ella, pues era una ración muy escasa y allí dentro no sabía cuándo volvería a encontrar comida, pues aunque sus oídos escuchaban pequeñas alimañas corretear por la cueva no sabía identificar de que se trataban pues su olfato estaba saturado por la olor a humedad y rancio de la mina, ni siquiera era capaz de notar el olor a tierra trabajada de la granjera o pastora. Dio otro trago al licor, al menos de algo tenía que llenarse la barriga… Aprovechó que la humana estaba distraída comiendo y observó su alrededor, estudio el entorno repasándolo con la mirada, buscando na posible salida. Sin embargo no había nada, el único camino de entrada y de salida había sido derrumbado
<< Estamos jodidos… >>gruñó mentalmente, y es que sin comida y con solo algunos restos de licor para beber no durarían mucho atrapados, por no mencionar que era cuestión de tiempo quedarse sin oxígeno. Echó un rápido vistazo a la humana que comía contenta, al parecer no se había dado cuenta de la situación<< Mejor. >>afirmó dando un suspiro, pues ya solo le faltaba una humana llorona para empeorar más la situación, siguió pensando una forma de salir de allí. Cuando se terminó la botella se levantó y se dirigió a la barra para ver si podía cazar aunque fuese un miserable ratón, de nuevo la alfombra crujió, no le habría hecho ni caso de no ser por que la joven le llamó la atención
-¡Espera, Eirik!-dio un respingo al notar que la fría mano de la joven o agarraba del brazo
<< ¿Y ahora qué? >>se preguntó dándose la vuelta hastiado y manteniéndose en silencio, supuso que si le había llamado algo quería y por eso no era necesario responder
- Bueno, era sólo qué…-comenzó a decir entre cortadamente al mismo tiempo que le soltaba el brazo, posiblemente al ver la inconsciente cara de pocos amigos que el licántropo solía mostrar de manera inconsciente, acto seguido el dio un par de pasos hacia atrás aumentando un poco la distancia entre ambos y levantando una ceja inquisidora para que la chica no diese más rodeos y dijera de una vez que demonios quería-. ¿Podrías levantar la alfombra?-al oírlo él frunció el ceño y arrugó un poco la nariz en expresión de extrañeza
<< ¿Me toma el pelo?... >>pensó con frustración al mismo tiempo que resoplaba, luego negó con la cabeza-. ¿Qué? –preguntó con incredulidad achicando los ojos, luego soltó una risa sarcástica-.¿Se puede saber para qué coño quieres que levante eso? ¡¿Para admirar las jodidas racholas?! –preguntó en tono hiriente y con un ácido sarcasmo a pesar de que sabía perfectamente que nada recubría el suelo
- ¿Quieres dejar de protestar por todo y hacerme caso sólo ésta vez?-resopló ella, el licántropo malhumorado chasqueó la lengua
-Está bien, levantare la puta alfombra, pero no sé qué esperas encontrar… - y obedeció refunfuñando en un tono tan bajo que le resulto inteligible a Fribba saber lo que estaba diciendo, levantó la alfombra y-. ¡Ostias! –exclamó abriendo un poco más los ojos en una expresión que no acababa de ser de sorpresa si no más bien de curiosidad y bastante más desenfadado al ver una trampilla, luego miró a Fribba y se encogió de hombros con la misma expresión desenfadada en la que la humana pudo leer un “Eso no me lo esperaba”, volvió a mirar la podrida trampilla y soltó una risita divertido-. Pues para abajo que nos vamos –aseguró en la misma actitud desenvuelta, tomó el tirador y tiró de él para abrir la pequeña compuerta marrón, sin embargo soltó un gruñido cuando el trocito de hierro se le quedó en la mano y lo lanzó lejos, tan lejos que rebotó en las paredes hasta caer al suelo asustando a un ratón que por casualidad pasaba por ahí-. Hay que joderse… -refunfuñó de nuevo de manera cascarrabias apartando esta vez la compuerta, acto seguido le pasó la antorcha a la pelirroja, al ver que esta no reaccionaba él arqueó una ceja-. ¿A qué esperas? –preguntó sin malicia a pesar de que sonó un poco brusco, al menos Fribba sobreentendió a lo que se refería ya que agarró la antorcha y se subió de nuevo a caballito en la espalda de Eirik.
Descendió con la joven en la espalda que cada vez se aferraba más a él, ya que según iban descendiendo por las viejas escaleras de piedra talladas en las rocas de la mina, más frío hacía, tanto que incluso a Eirik le iba resultando cada vez más molesto, pero lo peor era que según descendían no solo bajaban las temperaturas si no que también el aire se volvía más enrarecido y húmedo, anulando por completo el sentido del olfato del licántropo. Él la miró de reojo unos segundos extrañado, pues ella estaba apoyando la barbilla en su hombro
<< Si que hace frio sí… >>comentó para sí, aunque claro, teniendo en cuenta que él iba con el torso al descubierto era normal que se quejase y más cuando la mina comenzaba a adoptar un clima casi invernal. La antorcha de Fribba iba iluminándoles el camino, sin embargo el licántropo no pudo evitar mirar a su alrededor, ya ni siquiera veía el piso superior tan solo un vacio interminable, vacío interminable que también se repetía hacia abajo, donde más allá de la titilante luz de la antorcha se extendía un mar de oscuridad que devoraba las irregulares escaleras, el licántropo frunció el ceño<< ¿Cuánto llevamos ya aquí dentro? >>se comentó con pesadez y es que entre el fuerte olor enrarecido, la humedad, el frio y la oscuridad tenía la sensación de estar atrapado en el vacío. Siempre había pensado que no había nada peor que estar enjaulado, sin embargo empezaba a cambiar de idea, ya que al menos en una jaula, sabes dónde estás y al menos ves algo, pero allí dentro.. Era como estar en la nada más absoluta y no poder escapar de ella, y sentirse atrapado en el infinito era peor que verse atrapado en alguna parte.
Llegó abajo del todo, y total, para encontrarse a los pies de otra escalinata que seguía su descenso hacia la oscuridad, Eirik suspiró resignado, una pequeña nube de vapor salió de su boca, él también tenía frío. Acomodó a Fribba a su espalda con el consuelo de que el cuerpo de la joven mantenía caliente su espalda y eso era mejor que nada. Al menos no estaba en medio de la nada solo y sabía a que atenerse o a quien hablarle incluso si empezaba a sentir que perdía la cabeza, pues no toleraba estar atrapado, por mucho que de niño fuese humano había sido criado como un licántropo, y los lobos odian estar atrapados. Al fin llegó abajo del todo, eso no sirvió de demasiado alivio pues mirando a su alrededor de nuevo solo vio oscuridad, oscuridad y más frío, detuvo el paso. Frio como una noche helada de invierno, una noche en la que se vio de nuevo, se le aceleró un poco la respiración, otra vez atrapado en la nada, con el frío azotándole la piel, miró a su alrededor algo nervioso y tensó los hombros, deambulando completamente solo, tal y como siempre había estado, hambriento y con fiebre cada vez más débil, el licántropo cabeceó para quitarse aquella extraña sensación del cuerpo. No sabía a cuento de que venía aquello o más bien no lo recordaba pues algo terrible yacía oculto en lo más profundo de su subconsciente. Suspiró con resignación, pensó que tal vez solo estaba agobiado por aquel clima y que solo debía descansar un poco, con cuidado bajó a la pelirroja al suelo y sin decir nada se sentó apoyando su espalda contra la fría pared de roca. Intentó serenarse durante cerca de diez minutos y cuando al fin estuvo más tranquilo, volvió a subir a la joven a caballito ¿Qué le había pasado? No comprendía por qué tanta angustia de golpe y porrazo.
Siguió avanzando hasta que empezaron a mojársele los pies
<< Por si no tenía suficiente frío… >> observó con resignación al ver que el nivel del agua ascendía según iban avanzando<< No… El ombligo no… >> lloriqueó para sí, pues el agua estaba helada, incluso para un lobo aquel era un punto crítico a la hora de darse un chapuzón, no pudo reprimir un escalofrió<< Ya puede valer la pena lo que sea que esos cabrones han escondido aquí… >>siguió rundinando frunciendo el ceño y los labios en una mueca de desagrado
-¡Agua!-exclamó Fribba al notar que se le mojaban los pies, Eirik la miró por encima de su hombro
-Ahora no iras a decirme que te da miedo el agua ¿Verdad? –preguntó con sarcasmo y de mal humor aun por el pequeño ataque de pánico que había sufrido hacía unos minutos, pero sin intención realmente de herirla. Cansado parpadeó un momento.
Un momento que duró cerca de cinco minutos, no abrió los ojos sin embargo estaba medio consciente y notó que estaba empapado, y que más de la mitad de su cuerpo estaba en el agua
-Mngh… River… ¿Has intentado ahogarme otra vez…? ¿Cuántas veces he de decirte que…? –no terminó la pregunta pues cuando al fin abrió os ojos se encontró con el rostro de Fribba muy cerca del suyo, incómodamente cerca, tanto que boquiabierto se encontró en los brazos de la joven que con una mano lo sostenía a él y con otra la antorcha-. ¡¿Pero qué…?! –exclamó dando un gran respingo, tan fuerte que aprovechó el impulso para tal y como había hecho en el bosque, alejarse de la humana de una manera tan torpe que esta vez cayó de culo al agua y siguió retrocediendo hasta que se dio con la espalda en la pared-. ¡¿Se puede saber qué coño hacías?! –protestó sorprendido cuando se recuperó del susto, al mismo tiempo que escuchaba las reiteradas protestas de Fribba.
Eirik miró con desconfianza a la pelirroja, luego destensó su posición y miró confundido a su alrededor, ignorando la pataleta de Fribba, en ese momento comprendió lo ocurrido.
-Me... ¿Me he dormido otra vez? -preguntó apesadumbrado y decepcionado consigo mismo, definitivamente la manada tenía razón. Era débil, de no ser por aquella pastora herida ahora estaría muerto, bajó la mirada con pesadez, cuando escuchó a la pelirroja nombrar a River alzó la mirada y la observó inexpresivo-. No intentaba ahogarme de verdad -protestó en un tono sarcástico e incluso reprochante, aquella sirena que era como su hermana jamás le haría daño, aquello solo era un juego de niños-. Y quien es ella no es asunto tuyo -finalizó tajantemente, pero esta vez en un tono mucho más suave, casi sumiso al mismo tiempo que se levantaba y caminaba hacia ella-. He...-la llamó justo antes de que subiese a su espalda-. Gracias –cedió en el mismo tono melancólico, al mismo tiempo que seguía andando, pues le apenaba pensar que si no salían de ahí no podría cumplir su promesa de encontrarse con ella en Lunargenta.
Al escuchar como la humana siseaba su siguiente pregunta a su oído tuvo un escalofrió, el licantropo dió un respingo al procesar lo que acababan de preguntarle y frunció el ceño
-No -negó tajantemente, luego la miró por encima de su hombro con la misma expresión escéptica y algo cómica-. ¡No! ¡Es mi hermana! ¡Y eso de ahogarme es un juego que teníamos de niños cuando yo iba a visitarla! Nadando con ella cuando la cabreaba me hundía la cabeza en el agua solo para joderme, es normal que una sirena haga eso, es como juegan... -explicó como si la pelirroja le hubiese preguntado algo que era total y completamente absurdo, por no decir fuera de lugar ¿En serio? ¿River? ¿Su novia? ¿La pez? ¡¿Su pez?!
En ese momento cayó en la cuenta de algo:
-. Y antes que me preguntes, no. No soy un “sireno” ni nada por el estilo –se adelantó en responder, entonces la joven siguió hablándole ametralladoramente aun más entusiasmada al recibir algo de información por parte de él, y expresándole su deseo de haber tenido hermanos, Eirik se encogió de hombros-. Bueno, puestos a decir la verdad… No es mi hermana, pero me crié con ella y para mi River es eso, mi hermana mayor –terminó de aclarar en un tono desenfadado y con una media sonrisa al recordar su niñez cuando escapaba de la manada única y exclusivamente para ir a ver a Pimienta.
Al fin salieron del agua y tras media hora de camino en total, vieron a lo lejos un puente colgante, el único problema era que el suelo había cedido ante ellos, dejando solo un pequeño y estrecho borde en la pared. Eirik dejó a Fribba en el suelo
-¿Puedes andar? –preguntó a pesar de que sabía que aunque el ungüento le hubiese hecho efecto no se habría curado del todo, por suerte sobre una pila de cajas abandonadas encontró una cuerda, fue allí y la examinó. A pesar del polvo acumulado aún era fuerte, podía ser empleada, caminó hasta la humana-. El borde es demasiado estrecho para que pueda llevarte a caballito. Así que tendrás que andar… -comenzó a explicar con paciencia al mismo tiempo que ataba la cuerda alrededor de la cintura de la joven pelirroja-. Pero no te preocupes, si te resbalas, estarás atada a mí y podré ayudarte a subir –aseguró intentando tranquilizarla, aunque no tenía muy claro si o estaba haciendo bien, pues el socializar no era lo suyo y menos aun si tenía que dar seguridad a alguien.
Eirik Argyle
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Re: Un destello brillante entre los escombros de las entrañas de la tierra [Fribba -Eirik-Libre][Cerrado]
- Spoiler:
- Off: Las acciones, diálogos y expresiones de Eirik son con el consentimiento de la user propietaria de éste.
Justo en el momento más inesperado mientras cruzábamos el pasillo inundado de agua y lodo, Eirik cayó hacia delante y yo le seguí de cabeza. Instintivamente levante la mano derecha donde llevaba la antorcha, nuestra preciada antorcha, guía de nuestros pasos, sin la cual estaríamos más que perdidos en aquella cueva donde la oscuridad era infinita. Tomé una bocanada de aire cuando saqué la cabeza del agua y la giré hacia atrás buscando al joven que yacía en el agua. ‘’¡Oh, vamos, no fastidies ahora, no!’’, grité interiormente, presa del pánico. Al apoyar los pies en el suelo sentí un agudo dolor en el tobillo herido. Obligándome a ignorarlo, hundí el brazo que tenía libre en el agua para rodear su cuerpo y sacarlo a la superficie lo más rápido que pude o acabaría ahogándose. Lo sujeté con fuerza por debajo de las axilas hasta dejar su espalda apoyada en la pared, con el brazo aún a su alrededor para evitar que cayera de nuevo al agua. –Más te vale despertar rápido…-murmuré en voz baja. Mi respiración era acelerada y todo mi cuerpo temblaba aún por la tensión de la situación. Mi brazo izquierdo aún seguía alzado, agarrando la antorcha, aunque a veces, al notar el calor de las llamas, estaba tentada de tirarla. Un silencio sepulcral reinaba en el largo y oscuro pasillo, el agua estaba calma y su superficie lisa sólo era perturbada cuando las gotas que caían desde mi pelo empapado hasta ella, creando ondas concéntricas, que se expandían hasta desaparecer. Suspiré repetidas veces intentando calmarme; temía que en algo oculto en el agua nos atacase en cualquier momento y no estaba precisamente en condiciones de poder defenderme.
Por fortuna Eirik no tardó en despertar. Entre gruñidos y murmullos mencionó el nombre de River y algo de que intentaba ahogarle. Le miré a los ojos, algo más calmada por ver que había recuperado la consciencia. Eirik, por su parte, retrocedió hacia atrás y cayó al agua, preguntándome que qué coño hacía. Entrecerré los ojos con una mueca de desaprobación. ¿En serio era necesario preguntar eso, no era obvio? -¿Cómo que qué hacía? ¿A ti qué te parece? ¡¡Evitar que te ahogases después de quedarte dormido en el momento menos oportuno!!-grité agitando las manos, cabreada, y, con ello, zarandeando la antorcha de un lado a otro haciendo que nuestras sombras bailaran en la pared de piedra de la galería. Caí entonces en las palabras que había dicho nada más despertar y, a su vez, estas despertaron mi curiosidad-. ¿Quién es esa tal River y por qué quería ahogarte, si puede saberse?-ante su expresión fruncí el ceño, mosqueada-. No te hagas el tonto, te he escuchado mencionarlo antes perfectamente.
La expresión de Eirik se tornó seria con un matiz de decepción que no entendía muy bien, seguido por una frase cortante diciéndome que no era asunto mío saber quién era River. Me había acostumbrado un poco a su trato así que no me sorprendió su respuesta. Aunque me sorprendió más aún que me diera las gracias antes de subirme de nuevo a su espalda y continuar el camino. Permanecí callada unos minutos antes de probar suerte de nuevo, esta vez enfocando la pregunta de una manera diferente:
-Mm… ¿Es tu novia?-le pregunté al oído con una sonrisa traviesa. Eirik dio un respingo que hizo que la parte de atrás de su cabeza me diera en la nariz. –Ouch- me quejé. El joven comenzó a explicarme quién era River y que jugaban en el agua cuando eran pequeños. -Vaya, ¡tienes una hermana!-dije con entusiasmo-. Qué envidia. Yo nunca he tenido una hermana con la que jugar cuando era pequeña...-por un momento se notó un tono triste en mi voz al recordar parte de mi pasado: el trabajo en la granja apenas me había permitido relacionarme con otros niños de mi edad. Continué hablando, recuperando mi buen humor-. Aunque ahora tengo a mis primos pequeños; Seith es el mayor, es algo serio y se toma muy en serio los estudios, es muy responsable… Y Sabin es el menor y le encantan los libros de cuentos. Bueno, en realidad le gusta que se los lea yo...-seguí atropelladamente, aunque no viniera a cuento, simplemente porque no volviera a reinar el silencio entre ambos.
Llegamos al final del túnel y lo que encontramos fue que, para continuar nuestro camino por un puente colgante que parecía que iba a derrumbarse en cualquier momento, habría que cruzar primero un precipicio. Y no había espacio para cruzar los dos a la vez. Eirik me dejó en el suelo y pude imaginarme la pregunta que vendría a continuación:
-Puedo apoyarlo…-dije pisando el suelo con el tobillo herido. El ungüento que el joven había aplicado había hecho que la inflamación disminuyese bastante, pero me dolía aún. De todas formas de nada valía que me quejase o no, tendría que cruzar el precipicio por mi propio pie. Eirik terminó de atarme la cuerda a la cintura y tomó la antorcha.
-Iré yo primero-decidió y asentí. El joven pegó la espalda a la pared y, pasito a pasito, fue cruzando por una estrecha plataforma que apenas dejaba sitio para los dos pies juntos hasta el otro lado. Mi turno había llegado. Me asomé al borde y me arrepentí al instante de hacerlo: ante mí se abría un enorme agujero negro que parecía que acabaría por engullirnos, a Eirik, a mí y al puente colgante.
Gotas de sudor frío me recorrieron mi frente y bajaron por mi nariz. Respiré hondo, ‘’Allá vamos’’, me animé avanzando el primer pie hasta la plataforma. Caminaba lentamente y con precaución, pero con paso firme y seguro, haciendo muecas de sufrimiento cuando sentía punzadas de dolor recorrer desde el tobillo hasta la cintura. Los minutos pasaban, lentos y angustiosos y tenía la sensación de que por más que andaba no avanzaba; no le veía el final a aquella tortura.
La mano que Eirik me tendía estaba cada vez más y más cerca de mí. Alargué la mía para tomarla y mi pie herido resbaló al pisar sobre unas piedrecillas al borde del precipicio. Mi grito resonó por toda la cueva mientras quedaba suspendida en el aire, únicamente sujeta por la cuerda que tenía atada a la cintura. Escuché maldecir a Eirik, probablemente algo de los problemas que se había ahorrado de no tenerme allí con él y noté que empezó a tirar. Cuando alcanzaba el borde me agarré a la piedra con una mano y Eirik aferró mi otra mano llevándome otra vez a suelo firme. Sin decir ni una palabra, más pálida de lo que ya estaba y aún en shock le abracé. Fue un acto hecho sin pensar, un impulso, la necesidad de un abrazo reconfortante que me hiciera sentir que había pasado el peligro.
Aún no ha había pasado lo peor, por desgracia. Quedaba cruzar el puente colgante. De un vistazo rápido se podía apreciar que había sido construido haría ya muchísimo tiempo y que se sostuviera todavía parecía un verdadero milagro. Unidos por la cuerda, fui la primera en aventurarse a cruzarlo, ya que no parecía que pudiese aguantar el peso de los dos. –Deséame suerte-le dije dando los primeros pasos sobre los tablones de madera desgastada y rota por el uso. Observé que algunos de los tablones que había por la mitad de la longitud del puente habían desaparecido. Las cuerdas que se habían soltado colgaban sobre el abismo y se balanceaban mientras caminaba. A pesar de su inestabilidad, me sentía más segura caminando por el puente que cuando había tenido que pasar por el precipicio. Mis manos se deslizaban por las ásperas cuerdas que iban de un extremo a otro del puente, atenta a cualquier crujido o ruido sospechoso. Sin ningún contratiempo, alcancé el otro lado.
Cuando Eirik pasó sobre el puente, éste empezó a moverse de forma preocupante. ‘’Esto parece que no va a acabar nunca’’, resoplaba agobiada y, de pronto, se cumplió uno de mis peores temores: Eirik cayó dormido cuando llevaba recorrido poco más de la mitad del puente. -¡No, ahora, no! ¡Despierta!-grité, desesperada, dejando la antorcha en el suelo. La fuerza con la que Eirik se desplomó fue más de la que el puente pudo soportar y con un estruendo cedió. -¡¡EIRIK!!-chillé al ver que el cuerpo del hombre se hundía en la oscuridad entre tablones y cuerdas. Su peso me empujó hacia adelante y ambos habríamos encontrado la muerte en el fondo de aquel abismo de no ser porque reaccioné rápido y me sujeté a una estalagmita que había cerca del borde. Notaba como la cuerda que tenía atada a la cintura me aprisionaba. Rodeé la punta de la estalagmita con la cuerda para evitar ser arrastrada por el peso del cuerpo del cuerpo del joven que estaría suspendido en mitad de la oscuridad y comencé a tirar lentamente mientras intentaba por todo los medios despertarle. -¡¡EIRIK, POR FAVOR ESTE NO ES MOMENTO PARA DORMIR!! ¡DESPIERTA! ¡¡DESPIERTA!!-bramé con todas mis fuerzas, suplicando que mis gritos le sacasen de su sueño. Cuando vi la punta de sus dedos aferrarse al borde del precipicio me apresuré a correr hacia él para agarrarle, tal y como él había hecho antes.
Me aparté los mechones de pelo que me caían sobre los ojos con manos temblorosas. Tanto el ritmo corazón como mi respiración eran tan acelerados que pensé que me daría un infarto allí mismo, después de haber sobrevivido a todo aquello. Miré a Eirik; no sabía si echarme a llorar, si reír o enfadarme con él. Al final fue una mezcla de todo:
-Se acabó, ¿me oyes? Ya no puedo seguir con esto-se me saltaron un par de lágrimas por la tensión que me apresuré en secarme-. Vas a contarme ahora mismo qué demonios es eso que te pasa. Y no vale la excusa de ‘’no es asunto mío’’, porque ahora estamos los dos metidos en esto y sí, ¡es asunto MÍO, joder!-elevé la voz al pronunciar las últimas palabras. Chasqueé la lengua-. Tengo… Tengo que estar preparada, ¿sabes? No es la primera vez que te pasa esto desde que entramos en la mina, ¿y si te ocurre de nuevo? ¿Y si a la próxima no lo cuentas?-caminaba de un lado a otro como una bestia furiosa, muy, muy cabreada, dando patadas al suelo. Tanta era mi ira que parecía que el tobillo no me dolía mientras andaba-. Tanto por tu seguridad, como por la mía-me senté de piernas cruzadas-. Tenemos todo el tiempo que queramos. Y ni se te ocurra largarte, porque te agarraré de los pelos esos largos que tienes y te traeré de vuelta aquí las veces que haga falta hasta obtener una respuesta que me convenza, ¿claro?
Fribba Hedevary
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Re: Un destello brillante entre los escombros de las entrañas de la tierra [Fribba -Eirik-Libre][Cerrado]
- Aclaración:
- Las acciones, expresiones y diálogos de Fribba están previamente acordados con su usuaria propietaria
-Iré yo primero -decidió que dadas las circunstancias lo mejor era ir primero, pues cabía la posibilidad de que con el tobillo herido, la joven resbalase y cayera. Por suerte el trecho que había no era demasiado largo y en cualquier caso; para eso había atado la cuerda a su cuerpo, ahora solo esperaba no ser él quien se durmiese y cayese o sería el fin… Caminó hasta donde comenzaba el borde por donde debían pasar<< Vamos, ya has hecho esto antes… >>se dio ánimos a sí mismo, pues cosas peores había hecho, pero claro eso fue antes de que el síndrome de Morfeo despertase y con el resto de la manada a su lado, a decir verdad en los meses que había estado sobreviviendo solo no había tenido demasiadas dificultades ya que lo único que había hecho había sido deambular por el bosque. Ahora que lo pensaba, la verdad es que esa visión del vacío imponía mucho, podía imaginarse fácilmente lo que pasaría si quedaba dormido. Trago saliva<< Venga, no seas nenaza… >>se auto fustigó antes de pegar su espalda a la pared y comenzar a avanzar paso a paso por el borde del precipicio, sin prisas pero sin pausas, así sin demasiadas dificultades llegó al otro lado, se volteó y miró a Fribba-. Ahora tu –informó en tono átono, extendiendo una mano para invitarla a que pasase y así poder avanzar.
Para su sorpresa, la humana pelirroja estaba pasando bien, cada vez estaba más cerca de él, soltó aire aliviado, al final todo había salido bien… O eso habría querido pues había cantado victoria demasiado pronto, ya que Fribba apoyó mal el pie herido y resbaló precipitándose hacía el vació y emitiendo un grito de terror que resonó por toda la mina-. ¡Te tengo! –exclamó el licántropo agarrando con una mano la cuerda y con la otra unas rocas, cuando la humana frenó la caída, comenzó a subirla-. De todas las jodidas personas de Aerandir tenía que seguirme a mí… Claro, por que ir yo solo habría sido demasiado fácil… -masculló entre dientes de mal humor, finalmente la joven llegó al bordillo del precipicio y él le tendió la mano para ayudarla a ponerse en tierra de nuevo y con intención de reprochar algunas cosillas a la joven, pero sus intenciones se borraron de un plumazo ante la reacción de Fribba.
Apenas tocar suelo, ella se lanzó a sus brazos, el licántropo sorprendido se tensó por completo quedando tieso y apenas sin respiración unos segundos, casi como si pensase que la joven podía hacerle daño con aquel gesto, como si temiese que ella fuese cargada de bombas y al abrazarlo fuesen a explotar ambos, igual de tenso levantó la mano derecha y comenzó a darle unos toquecitos en el hombro, intentando tranquilizarla a su modo. En ese momento sintió a la joven temblar un poco entre sus brazos, Eirik se mordisqueó el interior de la mejilla derecha, frunciendo un poco el ceño y apretando los labios al comprender el porqué de aquel gesto y sencillamente la abrazó, dejó sus prejuicios hacia los humanos a un lado, aunque fuese un solo momento para abrazar de manera fuerte y protectora a aquella joven aterrada por haber mirado a la cara a la muerte.
-Ya ha pasado, lo has hecho muy bien Fribba… -le susurró intentando ser lo más suave posible, y sin decir nada más siguió abrazándola, hasta que la pelirroja estuvo lo suficientemente segura como para alejarse por sí misma. Cuando esto sucedió sin añadir nada más Eirik se le adelantó y comenzó a caminar dejándola un poco atrás, hasta que llegaron al susodicho puente que intentaban alcanzar.
Era un puente estrecho de madera que saltaba a la vista que estaba podrida, evidentemente las cuerdas que lo sostenían estaban desgastadas debido al paso de los años, le faltaban varios tablones y ni de coña podrían pasar a la vez sin que la enclenque plataforma se rompiese
<< No sé por qué, pero me lo esperaba… >>pensó para sí con sarcasmo y levantando las cejas en expresión de incredulidad, entonces Fribba le adelantó y él la siguió con la mirada mientras ella le decía que le desease suerte. Evidentemente Eirik se mantuvo en silencio y la siguió unos pasos detrás de ella hasta llegar al borde del puente, desde allí siguió a Fribba con la mirada<< Suerte… >>le deseó en silencio. Observó los pasos inseguros de la joven y como el puente se balanceaba bajo sus pies, como crujía como si los pasos de aquella pequeña humana estuviesen dañándolo. Finalmente Fribba alcanzó el otro lado, ahora le tocaba a él.
Puso un pie con cautela sobre el puente, chasqueó la lengua al ver que la superficie estaba aún en peor estado de lo que pensaba en un principio, comenzó a caminar por el puente, este se tambaleó aún más ya que evidentemente Eirik era bastante más pesado que el pequeño cuerpo de la humana, avanzó en su actitud firme y desafiante habitual, aunque realmente no se fiaba del todo, era consciente que el puente aguantaría, o eso quería creer. Sin embargo tenía claro que un golpe o un paso en falso podrían hacerlo ceder, bostezó no por nada en concreto ya que se había acostumbrado a tener sueño perpetuamente, solo esperaba no caer dormido en cualquier momento…
. -¡¡EIRIK, POR FAVOR ESTE NO ES MOMENTO PARA DORMIR!! ¡DESPIERTA! ¡¡DESPIERTA!!-escuchó que Fribba bramaba aterrada al borde de la desesperación, abrió los ojos de golpe dando un respingo y confundido miró a su alrededor, solo había oscuridad
-¿Pero qué…? –se preguntó en un susurró, hasta que escuchó un sonido un poco por encima de él, acto seguido vio caer hacia abajo unos tablones de madera rotos y unos últimos pedazos de cuerda, miró hacia abajo-. ¡Oh mierda! –exclamó aferrándose a la cuerda y empezando a trepar rápidamente al ver sus pies sobre la nada y comprender que, efectivamente se había dormido de nuevo sin darse cuenta. No tardó demasiado en agarrarse al borde de las rocas y subir de nuevo a tierra, la joven lo agarró del antebrazo e intentó ayudarle a subir. Una vez arriba Eirik se quedó sentado de manera desgarbada en el suelo, bufó y se asomó por el borde del precipicio<< Tío porque poco… >>observó arqueando las cejas con una medio sonrisa divertida con cierto aire ingenuo y medio adormilado, al parecer iba a vivir un día más.
Con aquella misma expresión desenfadada y con esa sonrisilla burlona aun en el rostro se volteó para mirar a la humana, en cuanto vio su cara se le borró la sonrisa de golpe
<< Joder… >>pensó al mirarla, ella estaba de pie, delante de él con la antorcha en la mano, lo miraba con el ceño completamente fruncido, los ojos brillantes de ira al mismo tiempo que vidriosos por unas lágrimas que se escurrían de ellos y el labio inferior le temblaba peligrosamente, el licántropo tragó saliva, presintía que una gran bronca se avecinaba…
-Se acabó, ¿me oyes? Ya no puedo seguir con esto-gritó secándose un par de lágrimas en un movimiento iracundo de las manos y sorbiendo un poco por la nariz, ante esto Eirik usó su mecanismo de defensa más efectivo: el pasotismo.
- Nadie te ha pedido que me siguieras –respondió con indiferencia, ella soltó un gruido en respuesta
-. Vas a contarme ahora mismo qué demonios es eso que te pasa. Y no vale la excusa de ‘’no es asunto mío’’, porque ahora estamos los dos metidos en esto y sí, ¡es asunto MÍO, joder!-elevó la voz al pronunciar las últimas palabras mientras meneaba el dedo índice arriba y abajo como si lo estuviese reprendiendo, Eirik achicó un poco los ojos y se encogió incomodo en su sitio, precisamente eso iba a decirle.
<< ¿Y ahora por qué coño se pone así? No es para tanto… >>comentó interiormente sin entender el porqué de tanto drama. Ella chasqueó la lengua
- Tengo… Tengo que estar preparada, ¿sabes? No es la primera vez que te pasa esto desde que entramos en la mina, ¿y si te ocurre de nuevo? ¿Y si a la próxima no lo cuentas?- la pelirroja caminaba de un lado a otro como una bestia furiosa, daba incluso patadas a todos aquellos guijarros que encontraba por el camino ignorando la herida de su tobillo y Eirik la seguía con la mirada, con cara de pocos amigos
-Si claro, algo que le oculté incluso a mi hermana durante meses, te lo voy a contar a ti en unas horas- respondió con mirada desafiante, en un tono engañosamente suave y tras una risa cargada de ironía. La joven pelirroja dejó de caminar y se sentó con las piernas cruzadas delante de él
-. Tanto por tu seguridad, como por la mía-clavó su mirada verde en él y Eirk desvió la mirada, encogiéndose un poco más en su sitio. No confiaba en ella, nunca confiaría en los humanos, eran desleales y traidores, todos ellos. Sin embargo ella tenía razón. Para sobrevivir en aquella cueva, tenía que estar al corriente de su problema. No le gustaba, apretó la mandíbula y reprimió un gruñido de rabia al mismo tiempo que seguía escuchándola -. Tenemos todo el tiempo que queramos.-Eirik cerró los ojos y respiró hondo para intentar serenarse-. Y ni se te ocurra largarte…- Los abrió con cara de furia ¿Largarse? ¿A dónde iba a ir?¿ A hacer espeleología por la mina? La miró de manera fulminante-. Porque te agarraré de los pelos esos largos que tienes y te traeré de vuelta aquí las veces que haga falta hasta obtener una respuesta que me convenza, ¿claro? –
-Estoy enfermo. –la cortó sin más miramientos y sin decir nada más se levantó y se colocó bien su ballesta en el hombro-. Y no hay cura –se adelantó a responder al ver que la joven abría la boca, acto seguido se puso delante de la joven para que se subiese a caballito-. Por eso estoy mejor solo. No confío en nadie –remarcó al mismo tiempo que ella subía de nuevo sobre su espalda<< Y menos en humanos >>aunque esta última parte la guardó para sí, tampoco era cuestión de complicar más las cosas. Sencillamente siguió caminando, llegaron a una pendiente, tenían que subir por ella, por suerte esta vez no eran escalones si no un pasillo; un pasillo de lodo y humedad. Eirik gruñó preguntándose si recuperaría el olfato al salir de la mina, si es que lograban salir.
Siguieron avanzando, la temperatura siguió descendiendo y unas pequeñas nubes de vapor salían despedidas de su boca al respirar mientras los pies se le hundían en el barro y dificultaban sus pasos, por suerte y tras varios minutos, el licántropo comenzaba a vislumbrar entre las penumbras el final del pasillo, minutos en los que al parecer Fribba había estado cavilando sobre la afirmación de que él no confiaba en nadie, pues sin venir a cuento de nada le soltó casi en un susurro:
-Puedes confiar en mi… -insinuó ella con suavidad, él la miró de reojo unos segundos con una expresión algo más suave de lo habitual en él, se mordió inquieto el interior de la mejilla derecha a punto de decir algo, pero en vez de eso chasqueó la lengua y volvió a adoptar su actitud arisca
-Eso solo lo dices porque estas herida y me necesitas. –respondió de manera tajante<< Que no te sepa mal, le importas una mierda. Solo quiere que la saques de aquí… >>se recordó al ver que le sabía un poco mal el ser tan antipático con aquella joven.
La conversación no continuó, pues Eirik se fijó en algo, las paredes… Poco a poco estaban cambiando según avanzaban la roca era substituida por…
-Calaveras… -murmuró Eirik mirando a su alrededor extrañado-. Las paredes, son de calavera y hueso –señaló acercándose a una para que la joven que le había preguntado lo viese-. Empiezo a pensar que este mapa no era de esos cazadores... –insinuó pues aquellos cerdos eran demasiado cobardes como para adentrarse en un sitio así. Se acercó a las paredes para examinarlas mejor, haciéndole un gesto a la muchacha para que acercase la antorcha y ver mejor aquello-. Esto no me gusta… -refunfuñó hastiado al ver que finalmente las paredes ahora ya oficialmente estaban construidas por huesos de esqueletos humanos, sobretodo cráneos, cráneos, grandes, pequeños medianos, de todas las edades, el licántropo sintió asco por quien fuese que construyo aquel lugar al ver varios que por su tamaño debieron ser de bebes.
En ese momento el licántropo se puso en tensión, había escuchado algo, algo sutil una especie de susurro casi inaudible, instintivamente se puso a olfatear el aire, pues era su sentido más fiable. Un sentido que actualmente estaba colapsado por el hedor de aquella extraña mina, aunque realmente no sabía si podía seguir llamando así a aquel siniestro lugar. De nuevo otra vez aquel sonido que hizo que Eirik se tensase aún más, como si de un animal que es consciente de que es acechado por un cazador se tratase, se acercó más a la pared pues de ahí lo escuchaba venir
-¿No lo oyes? –respondió casi en un susurro con otra pregunta a la que había hecho Fribba, pero no, claro que no lo oía, ella no tenía los sentidos tan desarrollados, sin embargo cada vez ese sonido se escuchaba más y más fuerte, según aumentaba el sonido Eirik iba perdiendo la noción de donde se ubicaba, entre las paredes sin duda. Pero… ¿En el techo? ¿En la pared izquierda? ¿La derecha? ¿Dónde? Miró unos segundos a Fribba de reojo al sentir que en su espalda la joven empezaba a estremecerse, hasta que el siseo sonó tan fuerte que la propia joven lo escuchó-. Larguémonos –gruñó finalmente el de ojos azules con desconfianza, aquel extraño siseó como de algo arrastrándose por el suelo no le había gustado un pelo. Se puso de nuevo en camino con la esperanza de que lo que hiciese aquel sonido, fuese lo que fuese no los siguiese, pues el camino era largo, se les estaba a punto de consumir la antorcha y la mina era oscura.
Eirik Argyle
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Re: Un destello brillante entre los escombros de las entrañas de la tierra [Fribba -Eirik-Libre][Cerrado]
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- Off: Las acciones, diálogos y expresiones de Eirik son con el consentimiento de la user propietaria de éste.
-Estoy enfermo-dijo sin más.
De todas las respuestas que podría haber obtenido aquella era la que menos me esperaba, a pesar de que era la más probable. Sentí una punzada en el estómago, fruto del remordimiento y la incomodidad de haberle presionado a que hablara de algo que no quería. Abrí la boca para disculparme, darle ánimos, pero el me cortó antes de que pudiera siquiera articular palabra.- Y no hay cura- me mordí el labio inferior, arrepentida, y subí de nuevo a su espalda para continuar el camino.
Ante nosotros comenzaba un nuevo túnel que ascendía, lleno de lodo, barro y humedad. En mi interior no dejaba de darle vueltas a las palabras que Eirik había dicho sobre sus sueños repentinos y sobre que no confiaba en nadie. Hacía un tiempo que yo también me había hecho la promesa de no volver a confiar en desconocidos después de lo sucedido una mañana de mercado en Lunargenta, en la cual conocí a tres personas, totalmente distintas entre ellas y a cual más extraña; Zast, el encapuchado, era uno de ellos quien, a pesar de no fiarme de él en un principio, acabó ganándose mi confianza. Pensé que había hecho un nuevo amigo y, de no ser por Paul y Aredhel, cuya daga aún descansada en el fondo de uno de los cajones de mi escritorio, habría sido una de las víctimas de sus robos. Pero, inocente de mí, seguía cayendo una y otra vez en la misma trampa, creyendo que todas las personas que me rodeaban eran buenas de corazón. Por esa razón, por que nadie más sintiera la misma frustración que yo sentí cuando observé al encapuchado huir de la plaza en la que estábamos ante las acusaciones de los demás, quería que ser alguien en quien todos, sea quien fuere, pudieran confiar.
-Puedes confiar en mi…-dije con suavidad, formando una nube de vapor debido al frío de la galería.
-Eso solo lo dices porque estas herida y me necesitas.-recibí por respuesta.
Bufé, cansada. No tenía fuerzas para discutir con él como había pasado después de cruzar el puente, ni de convencerle de que estaba equivocado. –Eres idiota-murmuré con un hilo de voz, tan bajito que apenas escuché mi voz, por lo que dudaba que Eirik lo hubiera huido, y apoyé de nuevo mi barbilla en su hombro. Las botas mojadas me pesaban y la ropa empapada por el agua congelada se me había pegado a la piel, lo que hacía que la sensación de frío fuese más insoportable aún.
-Calaveras-dijo Eirik de pronto mirando a su alrededor. Incliné la cabeza hacia adelante sin saber a lo que se refería. –¿Calaveras?-se acercó a las paredes para que las viera mejor y casi caigo hacia atrás al encontrarme de frente con un redondeado y blanco cráneo. Acerqué la antorcha a la pared cuando me lo pidió: toda la pared, tanto de un lado como de otro estaba formada por huesos de distintos tamaños incrustados en la pared de roca. –Tampoco me gusta a mí, vámonos…
El joven no se movía. Volví a pedirle que nos pusiéramos en marcha pues aquella visión de las calaveras de la pared estaba comenzando a marearme y no quería pensar en las personas de las que provenían o me pondría más enferma. Estaba nervioso, muy nervioso, podía notarlo por la forma de mover su cabeza de un lado a otro como si buscase algo que no era capaz de él. Su comportamiento comenzaba a ponerme nerviosa a mí también, no entendía que estaba sucediendo. -¿Qué ocurre?-el joven no respondió. Tragué saliva, impaciente-. ¿Eirik, qué pasa?-insistí, murmurando.
-¿No lo oyes? –preguntó acercándose a la pared.
¿Escuchar el qué? Agudicé el oído, prestando atención a cualquier sonido, por mínimo que fuera, pero el pasillo estaba sumido en el más absoluto silencio. De pronto comencé a advertir la presencia un siseo lejano, que cada vez se iba acercando más, se alejaba y se aproximaba de nuevo a nosotros. Un escalofrío me recorrió la espalda.
-Larguémonos.
Eirik me acomodó otra vez sobre su espalda y siguió caminando por aquel pasillo. Después de un rato caminando dejó de escucharse el siseó, pero cuando el camino de la galería viró hacia la izquierda se percibió nuevamente, sobre nuestras cabezas, haciendo que diera un respingo. Bajamos unos estrechos peldaños y giramos a la izquierda y luego a la derecha; miré por encima del hombro de Eirik y pude ver en el suelo iluminado por la antorcha, cuya llama era cada vez preocupantemente menor, que en ciertos tramos también estaba formado por huesos largos y cortos y algunos cráneos. ‘’¿Quién sería capaz de hacer algo así? ¿Qué demonios hay escondido aquí?’’
Cuando ya pensábamos que el final del pasillo se acercaba, éste acabó de repente en unas estrechas escaleras de caracol que apenas nos dejaban sitio para pasar ambos juntos. Agaché la cabeza todo lo que pude para no darme contra el techo. De cuando en cuando conseguía oír los inquietantes siseos detrás de nuestros pasos, poniéndome aún más nerviosa hasta el punto de rozar la paranoia. ‘’Nos está siguiendo, maldita sea’’, pensé, tentada de pedirle a Eirik que fuera más rápido, aunque imaginaba que él ya se habría dado cuenta. Continuamos bajando sin parar: en algunos tramos los escalones eran más anchos y en otros, por el paso del tiempo y el desgaste, habían desaparecido y, de no haber sido por el paso seguro de Eirik hubiéramos tropezado y rodado escaleras abajo.
-Esto no termina nunca…-bufé, aburrida y cansada de bajar dando vueltas en círculos. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que habíamos abandonado el pasillo lleno de lodo? Tenía la sensación de que el tiempo pasaba lento, muy lento, tanto que habría jurado que habrían pasado dos horas como mínimo desde que habíamos cruzado el puente. Y la escasa conversación entre ambos no ayudaba a amenizar el ‘’paseo’’.
Las escaleras terminaron y desembocaron en una nueva galería cuyas paredes estaban aún recubiertas por calaveras. ‘’No, más no’’, sollocé, cerrando los ojos. La antorcha se había consumido del todo prácticamente y alumbraba lo justo como para saber qué teníamos delante de las narices. Mis ojos se percataron entonces de que, a medida que avanzábamos que la cantidad de cráneos y huesos incrustados en las paredes, suelo y techo disminuían. Y podíamos vislumbrar una salida, no muy lejos.
Llegamos a una sala, parecida a la que habíamos estado antes de entrar por la trampilla, pero no tan acogedora, o al menos a primera vista: de los laterales, colgados por sus muñecas, había varios esqueletos; los restos de sus ropas, raídas y descoloridas cubrían sus huesos, a algunos les faltaba el cráneo o alguna pierna. También había sillas, estanterías, mesas y cajas. Eirik me dejó sobre el suelo y, con los restos de una silla, los tablones de dos cajas y lo que quedaba de la antorcha encendió una fogata para secarnos del todo y entrar en calor.
-He encontrado esto en una de las cajas-dijo sacando varias mantas y dejándolas junto a mí. Agarré una todo lo rápido que pude y me la puse alrededor. Me quedé observando el fuego por un largo rato, decidiendo si acercarme o no; una antorcha era una cosa y una hoguera otra, el tamaño del fuego era mucho mayor y me aterraba sentir el calor de sus llamas. Pero por otra parte estaba helada. El frío acabó ganando la batalla y me situé de la fogata a una distancia prudencial, lo justo como para calentarme sin empezar a temblar de miedo.
Fribba Hedevary
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Re: Un destello brillante entre los escombros de las entrañas de la tierra [Fribba -Eirik-Libre][Cerrado]
- Aclaración:
- Las expresiones, movimientos o diálogos que Fribba pueda tener han sido pactados previamente
Por fin llegaron a otra sala, esta vez parecida a la que estuvieron antes de entrar en la trampilla, con la diferencia de que esta vez, en vez de mesas y sillas, del techo colgaban algunas pequeñas jaulas con esqueletos de presos que aun conservaban sus ropas raídas y desgastadas por el paso de los años, y no solo del techo en las propias paredes habían algunos colgando de sus muñecas por unos grilletes, también en la sala había algunas mesas con esqueletos encadenados y algunas damas de hierro, Eirik prefirió no preguntarse si había algo dentro.
En el centro de la sala, dejó a Fribba en el suelo, no sin antes volver a mirar a los lados, pues aunque la joven ya no podía escuchar aquel irritante sonido, el licántropo sabía que los había seguido, aunque ya era casi inaudible incluso para él. Tomó unas sillas y unos cuantos tablones y los hizo trizas, no tuvo que utilizar ninguna de sus armas, pues la madera estaba tan seca y podrida que se partió con facilidad. También encontró materiales para hacer otra antorcha, tomó la yesca y el pedernal y encendió una hoguera para que la humana pudiese calentarse, se llevó la antorcha que estaba a punto de apagarse para acabar de aprovecharla y reservar la nueva, acto seguido se alejó para buscar algo que pudiese utilizar, pues no olvidemos que aparte de empapado, había dejado su chaleco a la humana pelirroja, por lo que iba con el torso descubierto y en aquella zona de la mina hacía tanto frío que las gotas de agua que quedaban en su húmedo pelo comenzaban a congelarse.
Se paseó por la sala aburrido y medio dormido, observando los esqueletos en las jaulas sentados y con las extremidades colgando, la mayoría con las mandíbulas desencajadas como si estuviesen emitiendo un silencioso grito de terror que se alargaría hasta la noche de los tiempos
<< ¿Qué coño es todo esto? >>se preguntó con expresión pensativa, pues cuando vio la pequeña anotación en aquel mapa lo primero que se le había pasado por la cabeza es que aquellos cazadores tuviesen allí su escondrijo, un escondrijo en el que encontraría pieles, armas y tal vez algunas bosas de aeros, sin embargo aquel extraño pasadizo de calaveras y ahora esa sala… Era algo que el licántropo no había imaginado de ninguna de las maneras, por no mencionar el asunto de aquel inquietante sonido que no dejaba de seguirlos. Detuvo su paso al notar que pisaba algo pegajoso en el suelo-. ¿Pero qué…? –se preguntó alumbrando hacia abajo con la antorcha y levantando un pie-. Agg… Menuda porcada… -refunfuñó al ver una especie de moco amarillo que descendía en un viscoso hilillo desde la suela de su bota hasta el suelo. Aquel mejunje le recordó al que cubría los agujeros que había visto al principio de la mina, frunció un poco el ceño, pues se dio cuenta de que estaba sobre un charco, alumbró un poco más allá y vio que no solo había más de esos agujeros en la pared, si no también pequeños rastros por el suelo, dio un respingo y se volteó al escuchar de nuevo aquel siseo casi tan cerca que cuando lo oyó en el pasillo anterior. Se mantuvo en silencio, en tensión y con su hacha de guerra en la mano, atento a cualquier sonido, pues su olfato estaba colapsado.
Por suerte no pasó nada. Tan rápido como aquel sonido había venido se había ido. Guardó su hacha de nuevo colgada en su cinto de cuero y llegó hasta unas cajas de madera. Estaban recubiertas de polvo telarañas e incluso moho, sin embargo y pese a su aspecto estaban perfectamente cerradas.
-Veamos que mierda hay aquí… -susurró para si abriendo la caja sin demasiado cuidado, de hecho prácticamente rompió la tapa, y empezó a sacar cosas-. Joder… -protestó al sacar unos cuantos cepos que lanzó por encima de su espalda, volvió a meter la mano, esta vez sacó unos grilletes-. Como no… -refunfuñó, luego unas pinzas de formas curvadas y puntiagudas, achicó los ojos-. Prefiero no saber para que usaban esto… -respondió tirándolas a un lado, luego encontró una especie de saco desgastado, arqueó una ceja-. Esto ya es más interesante… -aseguró sacándolo de la caja y dejándolo en el suelo, se arrodillo al lado de este, media metro y medio de largo y estaba lleno de algo, además aquella tela estaba manchada de un líquido marronoso y seco, pensó que parecía sangre y no tardó demasiado en comprobarlo pues cuando desenvolvió el contenido… -. ¡Pero tío! –exclamó asqueado al ver que un mar de moscas salían disparadas hacia su cara, luego miró el contenido y bufó. Se trataba de un cadáver que llevaba ahí tanto tiempo que estaba momificado, incluso con el olfato saturado podía olerlo-. Hay que joderse… -masculló entre dientes levantándose mientras olía sus manos arrugando la nariz tras frotárselas en los pantalones para limpiarse, la olor se le había quedado pegada a las manos. Sin hacer más caso que ese al muerto siguió rebuscando en la caja, vio otro saco, este más pequeño y ligero, lo lanzó al suelo y esta vez lo abrió empleando su cuchillo de caza-. Mierda… -refunfuñó al ver que lo que contenían eran nueces, pero no se habían conservado tan bien como la momia, los frutos habían quedado blandurrios y mohosos-. Ya podría haber sido al revés para variar… -protestó a la nada. Volvió de nuevo a la caja, esta vez extrajo un par de mantas grises y algo gastadas, las levantó con una mano y quedaron colgando hasta el suelo, el licántropo las observó-. Genial… -aseguró con aprobación, al fin algo que podía ser de utilidad.
Cuando volvió al lado de Fribba le tendío una manta
-He encontrado esto en una de las cajas-la joven lo miró con algo de sorpresa, pues esta vez estaba siendo diferente a al anterior, el licántropo ni se había molestado en tomar una distancia prudencial, sencillamente dejó una a su lado y se sentó un poco más allá al lado del fuego. Eirik se envolvió en una manta, tenía que ir a buscar comida, pero antes necesitaba entrar en calor, pues a él mismo le faltaba poco para empezar a tiritar de frío.
De nuevo se formó un largo silencio entre ambos, dado que él no era de muchas palabras y parecía que Fribba no tenía de que hablar o no quería hablar con él ¿Estaría enfadada por lo del pasillo? Apretó los labios sintiéndose incomodo, incluso en silencio estar en compañía de alguien le resultaba agobiante, tal vez no estaba hecho para ir en grupo, levantó las cejas con incredulidad, pensó que debía de tratarse del único licántropo de Aerandir al que le era imposible encajar aunque fuese con una sola persona, tal vez por eso siempre lo acababan abandonando como a un chucho… Miró de reojo a la joven hecha un ovillo y recubierta por la manta, por algún motivo no acababa de acercarse a la hoguera, en ese momento vio que en su muñeca la joven llevaba una pulsera
-Fribietta Arelina Hedevary… -leyó en voz alta, la joven al oírlo dio un respingo, él levantó las cejas con expresión impertinente-. ¿Te llamas así? –preguntó con una sonrisa lobuna al ver que la chica se volteaba de golpe mirándolo sonrojada en una expresión avergonzada y nerviosa, Fribba comenzó a balbucear algo sobre sus abuelas y el licántropo meneó la cabeza-. Y luego el que oculta cosas soy yo… -se burló con falso cinismo aguantando una risa burlona, ella siguió tartamudeando, y el soltó una leve risa, antes de mirar de nuevo hacia las llamas que danzaban iluminando la oscuridad-. No sé de qué te quejas hay cosas peores… -finalizó con aire algo melancólico, de nuevo el silencio, pero esta vez no era tan incómodo como la anterior.
Pasaron unos minutos y Eirik miró a la joven pelirroja al oir que se movía, ella le devolvió la mirada con algo de timidez, él volvió a mirar al frente medio adormecido, de nuevo escuchó a la humana deslizar el trasero de forma disimulada por el suelo, la miró y ella le devolvió otra vez la mirada
<< ¿Está más cerca o solo me lo parece? >>se preguntó arrugando un poco la nariz y alzando una ceja con intriga, luego meneó la cabeza y volvió a lo suyo. Así varias veces hasta que disimuladamente Fribba estuvo a su lado y apoyó la cabeza sobre su brazo, al notarlo, el licántropo la miró de manera severa-. Ah no, eso sí que no. –aseguró apartándose prudencialmente de ella-. A mí no me vengas con el rollo cariñoson… “Fribietta” –finalizó de manera burlona al ver la cara de pena que ponía la joven, esta al oír la burla comenzó a chillar de nuevo y a darle pequeños puñetazos en el hombro. Eirik la miró de arriba abajo, ella estaba sonrojada, achicando los ojos y con el pelo revuelto mientras no dejaba de darle golpecitos, como si así fuese a hacerle callar, al verla en actitud tan infantil y con lo menuda que era no pudo evitar encontrarla incluso un poco mona. Sonrió, no pudo aguantar la risa y comenzó a reír durnate un buen rato, dejando a la chica tan a cuadros que dejó incluso de golpearle y comenzó a mirarle enrarecida.
Poco a poco dejó de reir y la miró con una sonrisa incluso amistosa para luego levantarse
-Voy a ver si encuentro algo para comer –respondió cuando Fribba le preguntó a donde iba, el fue a dar un paso pero se detuvo y miró por encima de su hombro para mirarla-. Y si te sirve de consuelo… -apartó la vista cabizbajo y colocándose bien la ballesta en el hombro-. Es bonito… -aseguró, con la otra mano se rascó desdeñosamente la cabeza-. Le sobra Arelina, pero Fribietta… Me gusta… -finalizó algo entre cortado, pues no sabía si hacía bien ya que probablemente su opinión le importaba más bien poco a la humana, nada seguramente. Dicho esto Eirik se fue a buscar algo para comer, aunque a decir verdad, no tenía ni idea de si encontraría algo allí y de hacerlo a saber si sería comestible.
Eirik Argyle
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Re: Un destello brillante entre los escombros de las entrañas de la tierra [Fribba -Eirik-Libre][Cerrado]
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Me acurruqué bajo la manta, temblando de frío, sin apartar los ojos de las danzarinas llamas. Había dejado el arco y el carcaj con las flechas junto a mí, y, al lado, las botas, pues los pies también los tenía congelados por el agua y así se secarían éstos por un lado y por otro mi calzado. Eirik se sentó un poco más allá y permanecimos en silencio los dos. Después del episodio del puente no me sentía con valor para iniciar un nuevo tema de conversación por si volvía a meter la pata. La manta empezaba a escurrirse por mis hombros y cuando alargué mi mano para colocarla sobre ellos escuché la voz del joven pronunciar unas palabras que hicieron que se me parara el corazón.
-S-sí, me llamo así-balbuceé, nerviosa y apresurándome en esconder la pulsera bajo la manta, a pesar de que sabía que era demasiado tarde, que ya la había visto-. M-me llamaron así por… Por mis dos abuelas… ¡Ni se te ocurra reírte!-tartamudeé, avergonzada. Cuando era pequeña siempre había estado orgullosa de mi nombre, por llevar en él parte de mis dos familias: Fribietta, el nombre de mi abuela por parte de padre, y Arelina, mi abuela materna. Pero desde que la mayoría de la gente soltaba alguna risilla o hacía algún comentario al respecto, me había comenzado a dar vergüenza el dar a conocer mi nombre completo y a parecer cursi y rimbombante.
-No sé de qué te quejas hay cosas peores… -añadió con tono melancólico. Me mordí el labio inferior, dando por finalizada mi infantil rabieta y volviendo a envolverme con la manta.
El vaivén de las llamas me hipnotizó de nuevo. El olor a quemado me trajo recuerdos dolorosos, recuerdos de una noche hacía ya once años en la que mi vida, todo lo que conocía, todo lo que amaba, iba a desaparecer entre devastadoras llamas. Notaba que mis pulmones se llenaban de un asfixiante olor a humo, a cenizas, y mi respiración aceleró. Gritos de desesperación llenaron mis oídos, mi mente, y sacudí la cabeza para apartar aquellos pensamientos. ‘’No lo voy a superar nunca’’, me lamenté, recordando todas las noches en la que revivía una y otra vez la misma pesadilla, una y otra vez cada vez que estaba cerca de aquel elemento. Miré a Eirik de reojo, después mi vista se paseó por la sala, intentando esquivar a los esqueletos que colgaban de las paredes, y luego bajé la mirada hacia mis manos que retorcían una de las esquinas de la manta.
-Ah no, eso sí que no.
Abrí los ojos, sorprendida, al escuchar la voz de Eirik tan cerca de mí. Giré mi cabeza hacia donde había estado antes y después le miré a él. ‘’¿Cómo demonios..?’’, me pregunté. El observar el fuego me hizo pensar en mi amargo pasado, pero no recordaba mucho más después de eso. ‘’Oh…’’, comprendí al instante. Al igual que había pasado tras el susto mortal cuando cruzaba el precipicio, rememorar la angustia y soledad de aquel amargo día había hecho que, instintivamente, buscara la seguridad y tranquilidad que me daba la presencia de Eirik y me había ido poco a poco, casi sin darme cuenta, acercando a él. Incluso había acabado apoyando la cabeza en su brazo. ‘’¿Pero en qué estaba pensando?’’, me maldije a mí misma, avergonzada por lo que pensaría de mí.
-A mí no me vengas con el rollo cariñoson…“Fribietta” –finalizó de manera burlona.
-¡¡Que no me llames así!!-chillé al escuchar mi primer nombre. Ese era el tipo de broma que no soportara que hicieran sobre mi nombre. Sonrojada hasta las orejas y hecha una furia, me puse de rodillas y comencé a pegarle puñetazos en el hombro-. ¡Có- cómo me vuelvas a llamar así te… Te vas a enterar!-balbuceé en el tono más amenazante que me fue posible. Mechones de pelo desordenados me caían sobre la frente cada vez que intentaba apartarlos mientras seguía golpeándole. Y de repente se echó a reír. Sin más. Pasmada, me quedé allí, con los brazos en alto sin saber qué hacer. ‘’Se está riendo’’, pensé esbozando una media sonrisa y colocándome de nuevo la manta para después dejar las manos sobre mi regazo.
Poco después, Eirik se levantó.
-¿A dónde vas? ¿Vas a dejarme sola?-pregunté, preocupada. Él respondió que iba a buscar algo para comer. –Espero que tengas suerte y encuentres algo comestible… Aunque dudo mucho que haya pollo especiado por aquí-bromeé. Eirik se detuvo antes de continuar-. Y si te sirve de consuelo… Es bonito… -dijo, rascándose la cabeza-. Le sobra Arelina, pero Fribietta… Me gusta…-finalizó para después abandonar la sala.
Pasaron algunos segundos hasta que mi cerebro consiguió asimilar todo lo que había pasado, pues aún seguía con los ojos clavados en el pasillo por el que había desaparecido el joven, con los ojos abiertos como platos y la boca abierta por la sorpresa. ‘’Es… Es la primera vez que alguien dice que le gusta mi nombre…’’, pensé, tumbándome de lado y tapándome hasta las orejas, sonrojada aún. No estaba acostumbrada a recibir cumplidos de extraños y aquello me había dejado muy desconcertada.
Un ruido lejano me despertó poco después. Abrí los ojos, despacio. -¿Dónde…?-murmuré, adormilada. Los esqueletos, las paredes de piedra y el escuchar de nuevo un siseo lejano me devolvieron a la realidad. Me incorporé de un salto con el corazón desbocado. ‘’Mierda, mierda, mierda, ¡me he dormido!’’, me maldije tratando de recuperar la calma. Miré a mi alrededor, alerta, pero no parecía que nada ni nadie hubiera estado allí mientras dormía y Eirik tampoco había vuelto. Gateé hasta una de las mesas y tiré del mantel desgastado que la cubría para después volver a donde estaba, relativamente cerca del calor del fuego, y taparme de nuevo con la manta. Con cuidado, quité el vendaje mojado de la herida y usé el mantel como Eirik había hecho la primera vez para vendarla de nuevo. El tobillo estaba cubierto aún de aquella pasta verde y pegajosa y parecía que la inflamación había disminuido. Aun así seguía doliéndome bastante. ‘’Qué suerte la mía…’’, me quejé.
El joven volvió cuando terminaba de vendarme el tobillo. -¿Ha habido suerte?-pregunté-. ¿Has encontrado pollo?-repetí la broma de antes. Sólo de pensar en comida la boca se me hacía agua.
Fribba Hedevary
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Re: Un destello brillante entre los escombros de las entrañas de la tierra [Fribba -Eirik-Libre][Cerrado]
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Se alejó por el pasillo por el que habían venido en busca de algo comestible, encontró algunas setas fosforescentes, pero no hacía falta ser muy listo para entender que esos hongos decían a gritos: “cómeme si quieres morir”, chasqueo la lengua. Muy fácilmente había dicho que iba a buscar comida, pero sin su olfato y con aquel siseo distrayendo su oído lo tenía difícil, siguió avanzando hasta llegar de nuevo a las escaleras, sin encontrar nada se sentó en el escalón a esperar, le inquietaba aquel siseó que iba y venía, pero ya que no se podía hacer nada al respecto podía intentar ignorarlo mientras esperaba.
Aparentemente estarse sentado en un escalón no era una buena técnica de caza, no hacía falta ser un experto cazador para saber eso, sin embargo el licántropo sabía que a veces la mejor estrategia para conseguir presas era observar o en este caso escuchar en silencio el entorno y pasar desapercibido hasta que la presa decidiera aparecer y el siseo desapareció.
No tardó en hacerse esperar, tan solo unos minutos en silencio en medio de aquel inmenso vacío oscuro, sentado en la nada, donde ningún atisbo de luz, excepto la tenue luminosidad de su antorcha casi apagada llegaba. Eirik se sintió tranquilo pese aquel olor a rancio pues todo estaba en silencio. Cerró los ojos nunca había experimentado un silencio tan absoluto ni un solo sonido se colaba en la mina en aquel momento. Entonces un batir de alas y unos chirridos le hicieron abrir los ojos ahí estaban sus presas. Con cuidado de no hacer ruido se levantó y colocó la ballesta cargada en su hombro al mismo tiempo que alcanzaba de nuevo la antorcha.
Se trataban de un par de murciélagos a los que siguió con cautela por el pasillo mientras estos revoloteaban por la mina emitiendo chirridos para no chocar el uno con el otro, cuando los mamíferos se colgaron boca abajo Eirik dejó la antorcha en el suelo, apuntó y disparó, tuvo la destreza suficiente como para atravesar a los dos animales que cayeron al suelo ya muertos, Eirik los tomó. No eran muy grandes, pero al menos estaban gorditos. Aunque antes de volver, el licantropo decidió que lo mejor era despellejarlos y cortarles las alas y la cabeza ahí mismo, pues si la joven identificaba lo que era, los más probable es que se negase a comer y no sabía cuánto tiempo estarían ahí ni si encontraría alguna presa más. No convenía que Fribietta hiciese el tonto con la comida. Así que dicho y hecho. Eirik apoyó las presas en una roca y sacó su cuchillo de caza con el que decapitó y amputó ambas alas a los animales, acto seguido hundió el cuchillo en la carne del primer murciélago y tiró de la piel para arrancársela poco a poco, lo siguiente era abrir al animal en canal y limpiarlo.
<< Si Fribba me viese hacer esto le daría un patatús… >>pensó resignado y con las manos llenas de sangre y fluidos diversos del interior del animal. No entendía a los humanos, a todos les gustaba comer carne, pero la mayoría intentaba evitar saber de dónde venía o los pasos a seguir para poderse comer. Cierto, no era bonito, ni agradable y olía fatal, sin embargo aquello era algo necesario para sobrevivir ¿Qué se pensaban que la carne ya venía limpia y pelada?
Tras un largo rato que el licántropo no supo calcular debido a la oscuridad perpetua de aquel lugar, se ató a las presas ya limpias en el cinto, sin pelaje, cabeza y alas era muy difícil adivinar que eran murciélagos. Se encaminó con la antorcha prácticamente apagada de nuevo hacia donde había dejado a la joven pelirroja.
La vio terminando de cambiarse el vendaje del tobillo, al parecer el ungüento había hecho efecto, pues veía que lo tenía más deshinchado. De todas formas más tarde le dejaría el potecito para que ella misma se aplicase más de aquel remedio. Al escucharle entrar ella le miró
-¿Ha habido suerte?-preguntó con curiosidad, Eirik se desabrochó las presas de su cinto y las alzó agitándolas un poco para mostrárselas. Fribba sonrió divertida-. ¿Has encontrado pollo?-bromeó mientras él se acercaba.
-Más o menos… -respondió en tono ambiguo sentándose a su lado y empezando a preparar los murciélagos para ponerlos a cocerse al fuego, ella lo observó con curiosidad y cuando preguntó qué es lo que había cazado, él la miró con las cejas arqueadas en gesto impertinente-. Pues comida –contestó sin más, clavando cada murciélago en un palo y poniéndolos al fuego, Fribba siguió insistiendo y él sin darse cuenta quedó dormido.
Despertó al cabo de un rato, por que la joven estaba zarandeándolo e insistía en que le dijera que era eso que estaba cocinando y que olía tan bien
-Conejo –aseguró, luego se encogió de hombros al ver la expresión de extrañeza de la muchacha-. No me preguntes como pero se ve que hay conejos viviendo en estas minas… -mintió como un bellaco y al parecer, Fribba se lo creyó cosa que provocó que Eirik tuviese que aguantarse la risa ante la ingenuidad de la humana. Mientras se hacía la comida charlaron o mejor dicho, ella se pasó el rato hablando y Eirik se dedicó a escucharla hablar sentado cerca del fuego, con una pierna flexionada y el brazo apoyando en esa rodilla, de tanto en tanto iba comprobando el estado de los “conejos” clavando en ellos su cuchillo de caza y abriendo la carne para ver el nivel de cocción, cuando ya estuvo la cena terminada, le pasó uno de los murciélagos a Fribba que enseguida empezó a comer, se sorprendió al no ver remilgo alguno por su parte, en vez de eso la joven pelirroja se lanzó a comer como na bestia, el licántropo sonrió con aprobación y él mismo comenzó a comer.
Cuando estaba a punto de terminar Fribba dijo que aquello estaba buenísimo pero que no sabía a conejo, el licántropo con una sonrisa lobuna se esperó a que se terminase el último trozo para responder:
-Claro que no, porque era un murciélago –sin más, directo y tajante, la miró de reojo con algo de malicia al ver su cara de sorpresa, se encogió de hombros-. No me mires así Fribietta, antes te has comido una culebra y no te has quejado… -confesó de manera burlona avivando la hoguera.
Eirik Argyle
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Re: Un destello brillante entre los escombros de las entrañas de la tierra [Fribba -Eirik-Libre][Cerrado]
Cuando Eirik y Fribba decidieran explorar un poco más el lugar, ya que otra salida no había, podrían notar que en el techo había una trampilla. ¿Cómo llegar a ella ahora? Deberían rebuscársela de alguna forma.
Cuando consiguieran subir, se encontrarían ante una sala rectangular llena de cajas de madera con herramientas para cavar, picar y de esas que se utilizan para las minas, o bien, se usaban en ese caso.
Había una escalera tambíen,que llevaba a una puerta y que se encontraba atrancada, pero no sería tan fácil salir por ella. En el otro extremo del cuarto, había una entrada circular, hueca y la oscurad era impenetrable a la vista. No parecía haber nada alentador en ese lugar que motivara a buscar saliera, más que la puerta atrancada.
Entre cajones, había un pedestal especial, donde se hallaba una caja de madera que parecía de pirata. Tenía un candado, pero no había llave alguna. ¿Dónde estaría? Pronto lo descubrirían.
Una dorada llave pequeña se encontraba frente a la entrada donde la oscuridad se volvía densa. El siseo que los aventureros habían oído, se volvió más fuerte y lo que fuera, estaba muy cerca.
Una gigantesca criatura no tardó en aparecer. Era una serpiente gigante, que poseía el tamaño de un dragón de tres metros por tres entre ancho y alto, pero de largo, tendría uno seis metros. En el suelo habían más manchas y charcos con una sustancia amarillenta y viscosa. La criatura se alzaría en la entrada, esperando a ir por sus dos presas.
Lo bueno es que no era de esos basiliscos que cuentan la leyenda, con la mirada petrificadora, pero sus colmillos y el peso de su cuerpo podían resultar letales.
Deberán ser estratégicos para conseguir la llave e ir a abrir la puerta.
Cuando consiguieran subir, se encontrarían ante una sala rectangular llena de cajas de madera con herramientas para cavar, picar y de esas que se utilizan para las minas, o bien, se usaban en ese caso.
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Había una escalera tambíen,que llevaba a una puerta y que se encontraba atrancada, pero no sería tan fácil salir por ella. En el otro extremo del cuarto, había una entrada circular, hueca y la oscurad era impenetrable a la vista. No parecía haber nada alentador en ese lugar que motivara a buscar saliera, más que la puerta atrancada.
Entre cajones, había un pedestal especial, donde se hallaba una caja de madera que parecía de pirata. Tenía un candado, pero no había llave alguna. ¿Dónde estaría? Pronto lo descubrirían.
- Caja:
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Una dorada llave pequeña se encontraba frente a la entrada donde la oscuridad se volvía densa. El siseo que los aventureros habían oído, se volvió más fuerte y lo que fuera, estaba muy cerca.
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Una gigantesca criatura no tardó en aparecer. Era una serpiente gigante, que poseía el tamaño de un dragón de tres metros por tres entre ancho y alto, pero de largo, tendría uno seis metros. En el suelo habían más manchas y charcos con una sustancia amarillenta y viscosa. La criatura se alzaría en la entrada, esperando a ir por sus dos presas.
Lo bueno es que no era de esos basiliscos que cuentan la leyenda, con la mirada petrificadora, pero sus colmillos y el peso de su cuerpo podían resultar letales.
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Nota: Pueden usar al basilisco para combatir, aunque no podrán vencerlo fácilmente. Hagan dos post cada uno.Ansur
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Re: Un destello brillante entre los escombros de las entrañas de la tierra [Fribba -Eirik-Libre][Cerrado]
- Spoiler:
- Off: Las acciones, diálogos y expresiones de Eirik son con el consentimiento de la user propietaria de éste.
-Pues comida-me contestó sin más, clavando lo que fuera que había cazado en un palo y poniéndolo al fuego para que se cocinase. Miré la carne con cierta desconfianza y seguí insistiendo para que me dijera qué era, más por curiosidad por saber qué tipo de animales había en aquella oscura cueva que por saber qué me iba a comer, pero Eirik se quedó dormido antes de darme una respuesta. -Jooo, venga, no te duermas ahora-al ver que la cabeza del joven se inclinaba hacia delante y cerraba los ojos. Lo sujeté por los hombros antes de que cayera hacia atrás por su peso y lo dejé tumbado en el suelo. Hasta mí llegó el aroma de las piezas que Eirik había cazado y que comenzaban a dorarse al calor del fuego. Inspiré hondo, ''huele de muy bien'', pensé sin apartar la vista de la carne, intentando averiguar de qué podría ser. Ante la falta de ideas, volví a la carga y comencé a zarandear al joven-. Ei, Ei, Ei, despierta, despierta, despierta-el joven abrió los ojos-.¿Qué es lo que has cazado? Huele muy bien.
-Conejo-contestó él. Arqueé las cejas, extrañada. ¿En serio? ¿Conejos? ¿Allí? ¡Quería verlos!-. No me preguntes cómo pero se ve que hay conejos viviendo en estas minas...-le miré y parpadeé varias veces, aún me resultaba imposible creer que allí vivieran conejo... Aunque si él lo decía, le creía-. Aaaah... ¿Y había muchos?-pregunté con inocencia. Eirik no respondió, se limitó a hacer una mueca extraña y a comprobar si la carne se estaba cocinando bien.
Me envolví en la manta, previendo un nuevo silencio que sería solo roto por los inoportunos sonidos de mi estómago. Carraspeé y rodeé y barriga con mis brazos, con fuerza, como si intentase detenerlos con eso. Comencé a parlotear y a hablar sobre todo lo que se me ocurría sin seguir ningún tema en concreto: que cómo era posible que hubiese conejos pululando en aquel lugar, que no era el hábitat habitual para ellos, continué dándole vueltas al hecho de que me parecía increíble que aquellos animalillos vivieran por ahí y que Eirik hubiera tenido la suerte de dar con ellos. Que de pequeña me encantaba cuidar de los conejos de la granja y que mi padre me dejaba quedarme uno como mascota; también añadí el recuerdo de que, pasado cierto tiempo, desaparecían varios de los conejos de la granja pero nunca el que me quedaba como mascota, hecho que acabé comprendiendo con el paso de los años. Eirik soltó una carcajada cuando terminé de relatárselo. También le hablé de Ember, mi zorro, de cómo lo había encontrado y había acabado ganándome su confianza y de cómo mi primo Sabin se había acabado encariñando con él. -Es muy obediente, algo desconfiado aún con la gente extraña, pero no le haría daño a nadie...-a menos que se lo ordenase, claro. El zorro se había ganado el aprecio de mi familia por su instinto protector hacia mis primos menores. ''Me pregunto qué estarán haciendo ahora'', pensé, imaginando a Ember durmiendo a los pies de la cama de Sabin. Sí, aquello sería lo más probable. Me detuve unos momentos a pensar qué hora sería; no podía guiarme por mi reloj biológico pues el desgaste físico hacía que tuviera más hambre que normalmente. Podría estar anocheciendo en el exterior, podría ser que el cielo ya se hubiera teñido de azul oscuro. ¿Se podrían ver las estrellas?
Eirik me pasó uno de los palos con la carne cocinada y empecé a engullirlo en cuanto lo cogí. No era el plato más sabroso del mundo pero dadas las circunstancias era un verdadero manjar para el paladar. Mientras lo mordisqueaba y saboreaba empecé a preguntarme si el joven me habría dicho la verdad, pues sabía un poco distinta a la carne de conejo que yo recordaba. Decidí volver a preguntarle a Eirik por la procedencia de la carne cuando me estaba terminando ésta:
-Claro que no, porque era un murciélago –le miré a él y después al plato vacío, sorprendida, aunque en el fondo me lo esperaba. Pocas criaturas se podían cazar en aquellas cuevas-. No me mires así Fribietta, antes te has comido una culebra y no te has quejado…
Le miré de reojo al escuchar que volvía a llamarme por mi nombre pero no le di tanta importancia como antes. ¿Culebra? ¿A qué se refería? ‘’Aaah… El pollo especiado…’’, recordé la carne que me había ofrecido después de vendarme el pie. Me encogí de hombros, retrocediendo un poco cuando avivó el fuego de la hoguera. –Bueno, y qué, lo comido, comido está-dije sin más-. Soy de la opinión de que si algo está bueno, sabe bien, qué más da de donde proceda. Además, tal y como estamos no podemos andarnos con remilgos-era una pérdida de tiempo que ahora sintiera algo que había comido hacía horas. Apoyé las manos en el suelo y eché la cabeza hacia atrás, mirando al techo-. Anda…
Justo encima de mí había una trampilla similar a la anterior, de madera oscura, algo podrida y astillada. Señalé con el dedo para que Eirik la viera también. La suerte y la casualidad se habían puesto de nuestra parte y nos habían vuelto a sonreír, mostrándonos el camino que debíamos seguir. El techo estaba bastante alto y no nos sería fácil alcanzarla, por lo que Eirik fue comprobando una a una la resistencia de las sillas y mesas de la estancia. Algunas crujían o se partían bajo el peso de éste, hasta que dio con una mesa medianamente estable. La empujó hasta situarla debajo de la trampilla y se subió a ella. Justo cuando la punta de sus dedos iban a alcanzar el tirador de la trampilla, la mesa cedió y Eirik cayó al suelo entre una nube de polvo.
-¿Estás bien? ¿Te has hecho daño?-me acerqué a él, pero, aparte de algunos rasguños al caer al suelo no tenía nada grave. Miré los tablones tablones partidos y repartidos alrededor de donde estábamos y después a la trampilla-. No vamos a poder llegar hasta allí…
Eirik no opinaba lo mismo. Se levantó, se sacudió el polvo y me dijo que me subiría a los hombros para poder llegar a la trampilla. -¡Buena idea!-exclamé, juntando la palma de las manos. A pesar de su ayuda, me costó un poco subir hasta sus hombros debido a las punzadas de dolor que sentía cuando apoyaba el tobillo más de la cuenta. –Y ni se te ocurra mirar-le advertí, amenazante, al recordar que llevaba falda. Con Eirik agarrándome por los tobillos me sentía más segura, pero temía perder el equilibrio en cualquier momento y caer hacia atrás, por lo que me di prisa en alcanzar el tirador. Alargué los dedos todo cuanto pude y apenas llegaba a rozar el círculo de metal de éste. ‘’Si fuera un poco más alta…’’, me lamenté. Me puse de puntillas y estiré el brazo hasta que logré aferrarme al tirador y abrir la trampilla.
-¡Lo logré!-grité, eufórica. Eirik me avisó de que me subiría más para pasar a través de ella. Con cuidado, coloqué mis tobillos en las palmas de sus manos y él estiró los brazos para empujarme hacia arriba. Me agarré a la roca con esfuerzo y me impulsé con los brazos para llegar hasta lo alto. Miré a mi alrededor; por la luz que se colaba por la trampilla vi había llegado a una sala que parecía rectangular en la que, apiladas en un rincón, había herramientas oxidadas y desgastadas que los trabajadores de aquella mina habrían usado mucho tiempo atrás: picos, palas, martillos, cinceles… En uno de los laterales podía vislumbrar lo que parecía una escalera que llevaba hasta una puerta y, en el otro extremo, una entrada circular, cuyo interior estaba escondido en la más absoluta oscuridad. Cajones, estanterías y cajas se repartían por la sala sin ningún orden, apiladas unas sobre otras. Un escalofrío recorrió mi espalda, incómoda; tenía la sensación de que algo saldría de aquella sala sumida en la oscuridad para sorprenderme en el momento menos oportuno. Me asomé al hueco de la trampilla cuando escuché la voz de Eirik.
-¡Agarra esto!-dijo lanzándome una improvisada cuerda hecha por los restos de los manteles y una de las mantas, pero no logré alcanzarla. El joven lo intentó varias veces más y siempre se me escurría entre los dedos. -¡Eres tú, que la tiras mal!-me defendí cuando se metió conmigo. Cansado, me dijo que me apartara y, de repente, vi una flecha aparecer por el agujero que llevaba tras de sí la cuerda hecha de tela. -¿Pero qué…?-murmuré y me apresuré en agarrarla y atarla bien a una estalagmita.
-¡Fribietta, deja caer tu pelo!-le oí decir.
-Me las acabará pagando-murmuré entre dientes tirándole la cuerda, aunque por otro lado me alegraba de que fuera más bromista y hablador que cuando nos habíamos conocido; quizás comenzaba a confiar algo más en mí. El joven trepó por ella hasta llegar al piso superior, donde yo me encontraba ya de pie investigando la puerta que había al final de las escaleras. Intenté girar el pomo de ésta, tirar de él, pero era imposible. –Está atrancada-informé en voz alta bajando las escaleras con cuidado.
Fribba Hedevary
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Re: Un destello brillante entre los escombros de las entrañas de la tierra [Fribba -Eirik-Libre][Cerrado]
- Aclaracion:
- Los gestos, acciones, reacciones y diálogos de Fribba están pactados con la user propietaria
Tras el pequeño descanso después de la cena, en la que Eirik no pudo evitar medio sonreír al ver que la joven humana compartía su opinión sobre la comida, Fribba le indicó que acababa de ver una trampilla en el techo, él miró
-Me pregunto en que pensaba el cabrón que construyó esto… Mucha trampilla y mucha mierda pero ni una jodida escalera… -refunfuñó dejando su ballesta a un lado y levantándose para empezar a comprobar las estabilidad de mesas y sillas. Tras varios intentos en los que la madera cedió a su peso, al fin encontró una mesa que medianamente lo aguantaba tras comprobar su solidez apoyado todo su peso en las manos, la arrastró causando un gran estruendo que resonó por la sala, hasta colocar el mueble debajo de la trampilla, sin decir nada más subió y estiró el brazo para llegar hasta la anilla que abriría la trampilla, sin embargo cuando sus dedos ya estaban rozándola, la mesa crujió y se partió en dos haciendo que el licántropo se diese un descomunal porrazo contra el suelo levantando una gran nube de polvo, que le hizo toser repetidas veces. Fribba se acercó a él preguntando sobre su estado, Eirik se incorporó sacudiéndose el polvo y los restos de madera-. Sí… De puta madre…. –gruñó pues aparte de mal genio solo tenía algunos rasguños superficiales, eso sí le saldrían unos buenos moratones. La joven observó el descampado con la antorcha en la mano
- No vamos a poder llegar hasta allí… -susurró desanimada, Eirik aun sentado en el suelo la miró serio, se mordió el labio inferior, bajo la mirada y comenzó a mirar a los lados durante unos momentos antes de levantarse diciendo
-Y un huevo de pato que no… -luego le arrebató de manera algo brusca la antorcha a la joven-. Súbete a mis hombros –prácticamente ordenó estirando el brazo de la antorcha para alejarla de su cuerpo y que ella pudiese subir sin miedo a quemarse-. Que subas he dicho –gruñó de nuevo cuando ella abrió la boca posiblemente para rechistar. Finalmente ella obedeció sin antes advertir
. –Y ni se te ocurra mirar-una vez estuvo de pie sobre él, Eirik chasqueó la lengua y gruñó
-No pienso hacerlo… Tampoco hay nada que ver… -masculló antipáticamente entre dientes, luego se puso el extremo de la antorcha en la boca para poder sostener bien a la joven mientras abría la trampilla, por suerte Eirik era fuerte y Fribba pequeña y delgada, por lo que realmente el licántropo no tenía demasiada prisa para que abriese.
-¡Lo logré!-gritó contenta cuando consiguió abrir la apertura, Eirik se sacó la antorcha de la boca
-Muy Bien. –La felicitó, luego ladeó un poco la cabeza para ver la trampilla-. Escucha, voy a levantarte más, quiero que subas ahí, pero ten cuidado no sabemos lo que puede haber –la avisó, acto seguido volvió a colocarse la antorcha en la boca e impulsándola con las palmas de las manos consiguió levantarla hasta que estuvo en la sala superior. Mientras ella echó un ojo a la nueva sala, el licántropo aprovechó para atar entre si unos cuantos manteles que habían en aquella sala de torturas y así conseguir hacer una cuerda por la que subiría. Volvió a situarse debajo del agujero de la trampilla-.¡Agarra esto! –le pidió al verla asomar por la trampilla, sin embargo se le escurrió-. Bueno… No pasa nada, allá vamos otra vez… -comentó y de nuevo lanzó la improvisada cuerda, por segunda vez a Fribba se le escurrió entre las manos-. ¡¿Pero quieres hacer el favor de cogerla?! ¡No te va a morder! –exigió con sarcasmo al mismo tiempo que algo frustrado, la joven dio un golpecito con las manos en el suelo exclamando:
-¡Eres tú, que la tiras mal!-para defenderse de los reproches del licántropo, que haciéndose de nuevo con la susodicha cuerda frunció el ceño y arrugó un poco la nariz
-¡¿Qué yo al tiro mal?! ¡Y una mierda! ¡No es mi culpa que tu tengas las manos de mantequilla –siguió reprochando, luego bufó sin paciencia, se puso la cuerda bajo el brazo y caminó en busca de su ballesta mientras mascullaba-. A tomar por culo… -siguió rezongando esta vez haciéndose con una de sus flechas y atando en la punta la improvisada cuerda de manteles, luego la cargó en la ballesta y apuntó hacía la apertura-. Anda, quita de ahí… -pidió desgarbadamente apuntando, Fribba obedeció y Eirik disparó, la cuerda de manteles salió volando hasta entrar en la sala, entonces Fribba la agarró, la ató a unas rocas, mientras esperaba Eirik aburrido se desperezó y al ver que no había lanzado aun la cuerda decidió presionarla-. ¡Fribietta, deja caer tu pelo! –bromeó malintencionadamente, la joven pelirroja dejó caer la cuerda y con la antorcha en la boca Eirik pudo llegar al segundo piso.
Se tomó un tiempo para estudiar la sala; era una habitación rectangular llena de cajas cargada de herramientas para cavar
<< ¿Antes era una sala de torturas y ahora vuelve a ser una mina? Esto pinta muy mal… >>pensó para sí el licántropo con suspicacia. Definitivamente en aquella mina ocurría u ocurrió algo muy raro. Por otro lado se sintió aliviado al darse cuenta que ya no olía tanto a rancio, pues podía volver a sentir la olor de tierra para arar que emitía Fribba. La joven subió por las estrechas escaleras que daban hasta la puerta mientras él seguía investigando la habitación, no le preocupaba perderla de vista pues al parecer su olfato volvía a funcionar, quizás no tan bien como en el exterior pero sí lo suficiente como para saber que ahí no había nada aparte de ellos. Mientras él se adentraba en una subsala oscura y circular, escuchó que Fribba decía que la puerta estaba atrancada<< Menuda novedad… >>pensó para sí, pues nada era fácil en esa mina. La subsala estaba llena de más cajas, la mayoría vacías pero un altar al final de la estancia le llamó la atención y se acercó a él.
Se trataba de un pequeño altar de piedra esculpida, sobre el cual se hallaba un pequeño cofre de madera con los bordes metálicos, y varias cadenas que se juntaban en un gravado con una calavera pirata que lo cerraba a cal y canto, el licántropo lo iluminó con la luz de la antorcha ¿Sería eso lo que se ocultaba en esa mina?
-Fribietta, ven a ver esto –la llamó por su nombre, no por maldad si no porque sencillamente le gustaba más que Fribba. La joven obedeció y se acercó a él. Y ella no tardó en mostrar su entusiasmo ante el pequeño cofre, el licántropo le dio la antorcha-. Ahora lo veremos… -comentó cuando la joven contenta por la posibilidad de haber encontrado un tesoro le preguntó por su contenido. Eirik tomó la caja entre sus manos y comenzó a forzar la tapa, pero no se abría-. Está cerrado con llave –informó sin entusiasmo-. Pues fácil, si no encontramos la llave lo llevamos a un herrero o nos cargamos el cofre cuando salgamos de aquí… -aseguró sin más ante el bajón de ánimos que le había dado a la pelirroja, que en ese momento recordó que cerca de la puerta había visto una pequeña llave dorada, ambos coincidieron en que posiblemente esa era la llave que buscaban. De nuevo volvió a escucharse aquel siseo aproximándose, la joven se dio la vuelta para ir hacia la puerta despreocupada al mismo tiempo que el licántropo guardaba el cofre en el zurrón. Sin embargo en el mismo instante que cerró el saquillo y que el siseo se escuchaba aún más fuerte se puso en tensión, olía algo extraño ya no estaban solos
-¡Fribba espera! –exclamó a tiempo de apartarla de manera brusca y pegar ambos la espalda en la pared, cuando ella fue a protestar le tapó la boca y siguió mirando hacia el vació oculto, tras la esquina de la pared que separaba las salas. Escucharon algo deslizarse, el siseo moverse y como unas cuantas cajas caían o se rompían bajo el peso de algo-. Se lo que sea es muy grande… -le susurró a la joven que preguntó de qué se trataba, el licántropo le quitó la antorcha con cuidado-. No lo sé, pero vamos a verlo… -aseguró en el mismo tono de voz para no alertar a la criatura, se asomó un poco por el borde de la pared sin exponerse demasiado y con cuidado lanzó la antorcha al suelo, dejando al descubierto el rostro de la criatura-. Estamos jodidos… -susurró más para sí que para la humana, al ver que se trataba de una enorme serpiente de tres metros de largo por tres de ancho, de escamas verdes y pegajosas que regalimaban aquella mucosidad que Eirik había ido encontrado por toda la mina. El basilisco siseó al ver las llamas, por suerte a ellos no los había visto.
Por supuesto la primera reacción de Eirik habría sido pelear, de no ser por que Fribba estaba herida y no quería exponerla al peligro. Miró a la pelirroja que lo miraba expectante, posiblemente asustada, no se lo recriminó, en verdad él también estaba algo asustado. Por mucho que había peleado y visto en la arboleda nunca había visto un basilisco. Se mordió el labio inferior, si ambos estuviesen en buenas condiciones no se lo habría pensado, pero aquella serpiente iría primero a por Fribba y con el movimiento reducido no sabía si podía protegerla. No definitivamente no iba a exponerla a ella al peligro. ¿Qué debían hacer? ¿Correr hacia la trampilla? No… No había salida, la única posibilidad de salir de aquella mina era por esa puerta que custodiaba el monstruo
-Voy a distraer a ese bicho, tu intenta abrir esa puerta –pidió en tono serio dándole su zurrón a la joven, ella le reprochó que por que tenía que hacerlo él estando enfermo-. Y tu estas coja, si te ve serás una presa fácil –ella siguió protestando en susurros
-Pero puedes dormirte en cualquier momento… -se lamentó ella, Eirik suspiró, y se encogió de hombros
-Entonces abre esa puerta lo más rápido que puedas -empezó a meter su armas en el zurrón evidentemente tenso, finalmente le dio su ballesta y la miró a los ojos-. Confío en ti –aseguró en el mismo tono serio para darle ánimos, luego se alejó, pero en dirección contraria hasta la sala circular. La joven se lo quedó mirando extrañada hasta que se perdió en la oscuridad, poco después apareció un enorme lobo de pelaje espeso y negro, tan oscuro que de no ser por unos enromes ojos azules en medio de la oscuridad sería imposible distinguirlo de una sombra.
La joven cogió aire, posiblemente asustada o sorprendida en un primer momento al ver semejante animal aparecer de la nada, pero se calmó al ver que en el hocico portaba la ropa y las botas de Eirik, enseguida ató cabos. El lobo le entregó la ropa que la chica guardó en el zurrón. Y el lobo se preparó para salir.
Eirik Argyle
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Re: Un destello brillante entre los escombros de las entrañas de la tierra [Fribba -Eirik-Libre][Cerrado]
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Omitir detalles de la cueva.
La criatura abrió sus fauces gigantescas en dirección a Eirik, o mas bien dicho, a su forma lobuna. De los colmillos de la criatura se desprendieron restos de una sustancia media incolora, pero espesa y que sin embargo, tenía un olor fétido.Cuidado al tocarlos, el contacto con la piel provocaría consecuencias letales.
Al primero que percibió, fue a lobo que tenía intensión de desafiarlo y comenzó a arrastrarse hacia él, moviendo de un lado a otro la punta de su cola donde las la escamosa piel parecía ser más fuerte. Se sacudió para ir por el lobo, abriendo y cerrando sus fauces. Se podía sentir el sonido de sus siseos, fuertes y acompañado con un débil silbido que haría que los tímpanos de los que estaban cerca, sintieran como se les perforaban.
El frío regresó con intensidad, y detrás del basilisco, la humedad comenzó a solidificarse en hielo. En la entrada de la gigantesca criatura, comenzaron a formarse estalactitas, que a la vista de cualquiera eran muy bellas, pero dada la situación, se podía considerar una belleza mortal...
¿Por qué? Si lográis salir con vida y acabar con el basilisco, podréis saber porqué. Pero sí empezarán a sentir que toda alegría de vuestros corazones parece esfumarse, y con ello la fuerzas. El frío crece, y otra criatura mucho más temerosa está al llegar...
La criatura a la que Eirik se enfrentaba se abalanzó con tirando un mordico que podía tragarlo entero, y luego intentaría aplastarlo con el peso de su cabeza elevándose para caer con fuerza hacia los costados, chocando contra paredes, techo y suelo.
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Un post Fribba.Un post Eirik e intervendré. ¡Suerte!
Ansur
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Re: Un destello brillante entre los escombros de las entrañas de la tierra [Fribba -Eirik-Libre][Cerrado]
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Tras bajar por las escaleras, empecé a investigar por las estanterías y cajones de éstas, sin encontrar nada que me llamase la atención, únicamente polvo y telarañas fue lo que encontré en la mayoría de ellas. Me agaché para abrir un cajón bajo y, al tirar del pomo de éste, comprobé que estaba encajado. Me aferré al tirador con ambas manos, ''no me voy a quedar con las ganas de saber lo que escondes'', decidí, firme, y tiré hacia mí con todas mis fuerzas. El cajón salió de golpe y caí hacia atrás, tosiendo por la nube de polvo que se había levantado, con el cajón en mi regazo. -Veamos...-miré el interior. Una enorme telaraña se extendía por el fondo de madera, con algunas pequeñas y negras arañas muertas sobre ella. Bajo la telaraña vi un trozo de pergamino amarillento, el cual casi se deshace entre mis dedos cuando aparté las telarañas para cogerlo. Garabateado en él con carboncillo había dibujadas algunas letras que la humedad y el paso del tiempo había borrado casi por completo. ''N.. ..o.. c..m.. .... ........es''. Giré la cabeza, confundida, ¿era algún tipo de mensaje en clave?
-Fribietta, ven a ver esto-escuché que Eirik me llamaba.
Me incorporé con cuidado para no forzar el tobillo y despacio, me acerqué hasta donde estaba y dirigí la vista hacia aquello que alumbraba con la antorcha: un cofre de madera y bordes metálicos con motivos piratas. La euforia y la emoción me invadieron, ¿habríamos encontrado al fin lo que ocultaban aquellas minas?-¿Qué crees que contendrá? ¡Ábrelo, ábrelo!-dije tomando la antorcha, nerviosa por el descubrimiento.
El joven forzó la tapa pero esta no pareció ceder ni un milímetro y la expresión se fue transformando en decepción cada vez que Eirik intentaba abrirla y no lo conseguía.-¿Y qué vamos a hacer sin la llave?-dije cuando este me contestó que necesitábamos una para abrirlo, frustrada. Eirik recordó haber visto un destello dorado cerca de la entrada a la sala oscura y decidimos ir a comprobar si aquella podría ser la llave que buscábamos. Me adelanté y fui hacia la entrada mientras Eirik se quedaba atrás guardando el cofre, cuando escuché el mismo siseo que habíamos oído en el pasillo recubierto de calaveras en el mismo momento en que notaba un tirón.
-¿Pero qué demphf...?-protesté por la brusquedad de Eirik a la hora de apartarme de la entrada sin previo aviso, pero antes de que pudiera terminar mi queja me tapó la boca. Entendí enseguida con aquel gesto que aquello que provocaba aquel siseo se encontraba allí, con nosotros, y que debíamos pasar desapercibidos. -¿Qué puede ser ''eso''?-susurré con un hilo de voz, asustada. La respuesta de Eirik no me tranquilizó, ya que, sí, fuera lo que fuese parecía muy, muy grande. Con cuidado, se asomó con cuidado y lanzó la antorcha al suelo.
Una serpiente, una enorme serpiente siseó y reptó, alejándose de las llamas cuando la antorcha cayó junto a ella. Oí a Eirik murmurar algo, pero yo no tenía fuerzas ni ánimos para decir nada. El miedo había invadido cada poro de mi piel, temblaba, notaba las gotas de sudor caer por mi frente y escalofríos por la espalda. Me volví hacia el joven y lo miré con horror, una mirada que lo decía todo por si sola. Él se mordió el labio, pensando una solución.
-Voy a distraer a ese bicho, tu intenta abrir esa puerta-dijo al fin.
-¿Estás loco? ¿Has visto el tamaño de esa cosa?-me crucé de brazos-. De eso nada, es muy peligroso, Eirik. Además….-dudé antes de añadir, desviando la mirada-. Estás… Estás enfermo…
-Y tu estas coja, si te ve serás una presa fácil –contestó él a mi réplica en susurros.
Entrecerré los ojos y abrí la boca para protestar, pero tenía razón, no tenía nada que hacer contra aquella cosa. Aun así no me convencía la idea. -Pero puedes dormirte en cualquier momento…
-Entonces abre esa puerta lo más rápido que puedas -empezó a meter su armas en el zurrón evidentemente tenso, finalmente le dio su ballesta y me miró a los ojos-. Confío en ti-terminó.
-¿A dónde…? ¡Eirik!-susurré, conteniéndome para no levantar la voz cuando el joven se alejó. ‘’¿Qué estará tramando?’’, pensé, acurrucada contra la pared con sus pertenencias aún en las manos. Mis preguntas fueron contestadas cuando un lobo negro de ojos azules apareció de la oscuridad. Quise retroceder, asustada, pero mi espalda ya chocaba contra la pared. ‘’¿Ahora un lobo también?’’, horrorizada, mi respiración se aceleró y busqué a Eirik con la mirada, con los ojos fijos en el animal. Fue entonces cuando me percaté que en el hocico llevaba las botas y la ropa de Eirik y entonces comprendí. ‘’Un licántropo’’, entendí, confusa y mareada por la revelación, ‘’todo este tiempo he estado en compañía de un licántropo’’. Guardé su ropa con manos temblorosas, sin salir de mi asombro. ‘’Vas a tener que explicarme muchas cosas si salimos vivos de esta’’, le dije con la mirada, antes de dirigirme a la sala oscura, deseando de corazón que no le pasase nada.
Caminaba con pasos lentos y silenciosos, para evitar que el basilisco captara mi presencia. Lo primero que debía hacer era buscar la llave que Eirik había creído ver antes, si no abría el cofre tal vez abriría la puerta que nos conduciría a la libertad. Me incliné para recoger la antorcha cuya llama apenas alumbraba ya y comencé a caminar casi a oscuras, acercando la antorcha al suelo por si el brillo de la llave al incidir la luz del fuego sobre ella delataba su presencia. Tras de mí escuchaba el siseo del basilisco retumbando en mis oídos, las paredes y el suelo temblaban por sus golpes de la pelea; buscaba la llave, desesperada y cada segundo que pasaba me ponía más nerviosa. ‘’Vamos, por favor, aparece…’’, rogué al borde del llanto.
Un destello cerca de mí llamó mi atención y mis manos se abalanzaron sobre el objeto pequeño y brillante en cuando lo identifiqué como la llave que buscaba. Bajo ella vi, además, dibujadas varias líneas que parecían no tener orden ni sentido. ‘’¿Qué es esto?’’, moví la antorcha para descubrir que eran letras. ‘’No… Soy lo que tú… crees…’’, leí, sin entender su significado. Junto a aquella frase había más letras, de un tamaño menor, formando otra frase, y otras más, en las paredes, en el suelo, en el techo: toda la sala estaba llena de frases escritas en minúscula, mayúscula, combinando ambas, letras pequeñas, grandes, torcidas, garabatos ilegibles casi borrados por el paso del tiempo. Frases distintas pero, que al final, venían a decir lo mismo:
''NO SOY COMO TÚ CREES''
‘’¿Qué es todo esto?’’, las frases danzaban en mi cabeza, repitiéndose, una y otra vez. Los golpes del basilisco contra la pared hacían que se desprendiesen fragmentos de roca y polvo que caían desde el techo, y comencé a sentir frío, un frío que congelaba los huesos. Me invadió la desesperación; ‘’no vamos a conseguir salir nunca de aquí, no con este monstruo bloqueando la salida’’, de repente había perdido las ganas de seguir luchando, las fuerzas que me mantenían en pie simplemente quería sentarme en un rincón y esperar a un final que parecía inevitable.
‘’No, de eso nada’’, me abofeteé a mi misma. Aquello no era propio de mí, no podía tirarlo todo por la borda sin pelear hasta el final. ‘’¿De qué me servirá vivir una aventura si no la puedo compartir con nadie?’’, pensé, imaginando la de veces que mi primo Sabin me pediría que le contase la historia de ‘’cómo Fribba y el extraño Eirik derrotaron al malvado basilisco’’, antes de irse a dormir. Cerré el puño alrededor de la llame y me aventuré a salir de la sala oscura.
El basilisco, aunque era una criatura grande y pesada, se movía con bastante rapidez, abriendo sus fauces para atrapar al lobo entre ellas, reptando de un lado a otro de la sala persiguiéndolo y abalanzándose sobre él. El camino hacia las escaleras estaba despejado: era ahora o nunca.
Con paso firme y silencioso, sin apenas atreverme a respirar, recorrí pegada a la pared el tramo que había desde la entrada circular hasta el inicio de las escaleras, cojeando; el ungüento verdoso de Eirik había hecho su efecto bajando casi toda la inflamación durante aquellas horas pero seguía doliendo horrores al apoyarlo. En de las estanterías la madera había comenzado a quemarse y a desintegrarse allí donde había caído parte del líquido que segregaban los colmillos del basilisco. ‘’Mejor no acercarse a eso’’, pensé, sorteando un charco de la sustancia semi incolora y espesa. Subí los peldaños lentamente hasta alcanzar la puerta y la examiné todo lo rápido que pude: el corazón me dio un vuelvo cuando comprobé que no tenía cerradura. ‘’¿Y ahora qué?’’, me mordí el labio lanzando una mirada a Eirik que seguía entreteniendo al basilisco. Volví a intentar tirar del picaporte, a girarlo, pero no se movía. Y entonces fue cuando lo recordé.
‘’No soy como tú crees’’, miré la puerta. Si era verdad que había un tesoro escondido allí, debería estar bien protegido para que no estuviese al alcance de cualquiera. El mapa, los símbolos… Las frases. Todo, el conjunto, no eran más que pistas para indicar a aquellos que eran del mismo bando qué camino debían seguir. ‘’Así que no eres como las demás, ¿eh?’’, tomé de nuevo el picaporte, ‘’eso ya lo veremos’’. Cerré las manos a su alrededor y empujé hacia adentro el picaporte con todas mis fuerzas para luego girarlo a la izquierda. Se escuchó un ligero click y, tras eso, la puerta de hierro y madera se abrió ante mis narices.
‘’Eirik’’, me volví hacia la batalla, ‘’tengo que avisar a Eirik’’. Al volverme me encontré con unos grandes ojos amarillentos que me miraban con fiereza. El basilisco abrió sus fauces, mostrando los colmillos de los cuáles caía esa sustancia espesa y fétida, echó su gigantesca cabeza hacia atrás, preparándose para el ataque y se abalanzó sobre mí… Justo en el momento en el que me moví para esquivar el ataque, con tan mala suerte que tropecé y caí escaleras abajo.
Fribba Hedevary
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Re: Un destello brillante entre los escombros de las entrañas de la tierra [Fribba -Eirik-Libre][Cerrado]
- Aclaración:
- Las acciones, expresiones y diálogos de Fribba son pactados con su user.
Vio que Fribietta guardaba sus pertenencias con manos temblorosas, incluso podía oler su miedo, aunque no estaba seguro de si era solo por el basilisco o además por él. Los humanos no solían reaccionar muy bien a las otras razas y menos en momentos así, cuando ella guardó su ropa él se encaminó a la salida de la sub-sala circular con cautela, ya no veía al basilisco.
Con pasos inseguros y cautelosos fue avanzando, estaba muy tenso y algo atemorizado. Daba un paso, se detenía miraba a los lados y meneaba las orejas al mismo tiempo que olfateaba el aire nervioso, su corazón golpeaba con fuerza su pecho, una sensación de asfixia lo invadía y el frío que de repente estaba empezando a hacer en la sala se le metía en la nariz y congelaba su olfato. Por primera vez en su vida se sentía como una presa y no le gustaba. Siguió avanzando con aquellos pasos lentos y medio agazapado, completamente atento, se irguió de golpe y movió las orejas al escuchar unas cajas romperse, miró a Fribba, ella también estaba expectante. Tragó saliva y siguió avanzando hasta el centro de la sala, cerca de la antorcha al fin y al cabo la idea era exponerse, incluso cojeó un poco al mismo tiempo que gimoteaba agachando las orejas y la cola, le convenía parecer una presa suculenta y fácil.
La serpiente no se hizo de rogar, al verlo Eirik decidió chillar más, parecer más desesperado para que Fribba pudiese correr a abrir la puerta y así lo hizo, gimoteó y chilló como un condenado, aquello animó al basilisco a acercarse rápidamente, cuando lo tuvo casi a la distancia de un mordisco, el lobo arrancó a correr sorprendiendo a la criatura que comenzó a deslizarse tras él, Eirik miró al rincón, por fin vio a Fribba salir, así que haría que aquella criatura se cansase o como mínimo que le diese tiempo a la pelirroja a abrir la maldita puerta.
Saltó sobre una pila de cajas y volvió a saltar cuando el basilisco se lanzó contra ellas rompiéndolas en un bocado que se llenó la boca de madera pero por suerte, nada de carne de lobo, ahora Eirik se dirigía a la sala circular, asegurándose de que la serpiente le diese la espalda a Fribba. Él ya no importaba, lo único importante es que aquella sierpe no viese a la joven, al ver que Fribba ya estaba delante de la puerta pero forcejeando, Eirik se dejó acorralar, gruñendo, mostrando sus afilados dientes y con el pelo totalmente erizado mostrando una actitud desafiante. El basilisco se irguió sobre su vientre como una cobra a punto de atacar, se lanzó contra el lobo que dando un salto hacia un lado lo esquivó y siguió toreando al reptil para que no retirase su atención de él un solo segundo, la serpiente intentó enrollar su cola alrededor del animal para asfixiarlo, pero él se escurrió. No perdió tiempo en intentar morder al reptil pues en esa zona la piel parecía más dura.
Estos movimientos se repitieron varias veces, en las que el licántropo tuvo que saltar morder y correr para esquivar a aquella criatura, pues el simple contacto con su ponzoñosa saliva podría ser mortal, cada vez hacía más frió y comenzaba a cansarse. Incluso se le pasó por la cabeza el dejarse atrapar, pues parecía que la puerta no se abriría nunca. En un momento de distracción por parte de la serpiente, Eirik se dio cuenta de que comenzaba a estar tan cansado que incluso sus patas delanteras le temblaban un poco
<< No hay manera… >>pensó gruñendo débilmente y a punto de darse por vencido, no tendría que haber entrado ahí, directamente nunca tendría que haberse marchado de la arboleda ¿A quién quería engañar? La manada lo había exiliado por ser débil, era cuestión de tiempo acabar así. Sin embargo sucedió algo que lo hizo reaccionar, la puerta al fin se abrió emitiendo un chasquido, chasquido que por desgracia llamó la atención del basilisco que rápidamente se dirigió hacia Fribba<< ¡No! >>exclamó interiormente el licántropo corriendo tras la serpiente y mordiéndole la cola intentando tirar de aquel monstruo inutilmente, de hecho con un simple movimiento de cola salió disparado para caer sobre unas cajas.
Se levantó rápidamente, justo a tiempo de ver que aquella asquerosa víbora estaba a punto de atacar a Fribba, la miraba babeante con aquellos ojos naranjas muy abiertos. El licántropo gruñó sacando fuerzas de su propia flaqueza y cansancio, corrió, comenzó a correr más rápido que nunca y cuando aquella criatura se irguió para lanzarle un bocado a la pelirroja el lobo saltó aferrándose a su yugular con un fuerte mordisco, un mordisco tan fuerte que a pesar que la serpiente comenzó a revolverse para quitárselo de encima, el lobo no caía, estaba enganchado a ella como un perro de presa a su victima y no iba a soltarlo, de ninguna de las maneras iba a permitir que Fribba muriese mientras él estuviese cerca.
El basilisco enfurecido por la dentellada del lobo al ver que no se soltaba comenzó a golpearse con una pared en un intentó de aplastar a aquel animal que no dejaba de gruñir y clavaba cada vez más los dientes en la dura y viscosa carne del basilisco, finalmente y cuando el basilisco fue a golpearse más fuerte, Eirik saltó, pero saltó colocándose entre la serpiente y Fribba, mostrando los dientes y gruñendo con agresividad dando pasos desafiantes hacia la serpiente que volvió a erguirse al verse atacada, lanzó un mordisco hacia el lobo, ya que prometía ser mucho más molesto que la humana, rompiendo así varios de los escalones de madera, haciendo que la joven pelirroja retrocediese para no caer al agujero que estaba formando, Eirik que lo esquivo saltando a un lado, fue lo bastante rápido para subir de otro salto sobre el hocico de la serpiente y comenzar a morderla en el parpado, ya que el basilisco cerró el ojo a tiempo de evitar que el lobo lo dejase ciego. Así que el lobo negro comenzó a tirar del parpado derecho de la serpiente que comenzó a mover la cabeza de un lado frenéticamente siseando con fuerza y revolviéndose, medio a ciegas se apartó de Fribba, justo lo que Eirik quería.
El licántropo saltó cuando la serpiente decidió estrellar su cabeza contra el suelo, pero al saltar recibió un fuerte coletazo en el costado que lo hizo chocar contra una pared de hielo, dejándolo en el suelo medio aturdido, intentó levantarse respirando con algo de dificultad debido al golpe en el costillar, hasta que poco a poco recuperó el aliento, sin embargo volvió a caer al suelo, todo el cuerpo le dolía por los golpes que el basilisco le había dado contra las paredes, además que tendría suerte si el coletazo no le había dañado algún hueso. Miró unos instantes hacia arriba, donde vio temblar unas estalactitas de hielo. No sabía cómo pero al parecer durante el combate la temperatura había bajado tanto que se habían formado mucho hielo, verlas balancearse le dio una idea, una idea muy arriesgada, pero si no de ninguna otra manera podrían escapar.
Logró ponerse en pie precariamente, pues estaba agotado y apaleado. Comenzó a desafiar de nuevo a la serpiente para que le atacase, y así lo hizo esta vez Eirik lo esquivo aunque tan justo que algunas de las duras escamas del basilisco rozaron su muslo haciéndole un corte, superficial pero muy doloroso. Al menos el licántropo había conseguido lo que quería, pues la serpiente golpeó con la cabeza la pared de hielo con tanta fuerza que cayeron las estalactitas sobre el basilisco, clavándose en su piel, Eirik no se quedó a mirar si el bicho seguía vivo o se moría, pues no confiaba en que esto sucediera. Realmente esperaba que al menos la sierpe quedase noqueada.
El licántropo sin atreverse a mirar hacia atrás corrió hacia las escaleras de madera subió y saltó para pasar el agujero que había dejado el golpe del basilisco para llegar junto a Fribba, sin detenerse el enorme lobo se agachó un poco para pasar entre las piernas de la joven que quedó montada sobre su lomo, aunque del revés, sea se mirando hacia atrás. Cuando cruzaron la puerta ella a lomos de Eirik, la cerró y atrancó de nuevo al mismo tiempo que el lobo caía al suelo desfallecido levantando una pequeña nube de polvo bajo su peso, completamente agotado y aporreado, además con algunos cortes superficiales sobre su piel por el contacto con las escamas del basilisco. Quedó profundamente dormido en el acto, necesitaba descansar.
Eirik Argyle
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Re: Un destello brillante entre los escombros de las entrañas de la tierra [Fribba -Eirik-Libre][Cerrado]
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El basilisco chocó con fuerza contra la puerta y casi la derribó. Pero el peligro aún no había terminado. Una brisa gélida se transformó en un torbellino inundando la sala donde Eirik había luchado con el basilisco y todo lo que allí había comenzó a helarse y congelarse. El basilisco había quedado mal herido, y retornó a su escondite en la oscuridad.Pronto el hielo se dirigiría a la puerta, donde pronto la destruiría tras resquebrajarse con la madera podrida.
Eirik y Fribba habían ingresado a lo que era una sala circular, del tamaño para unas cuatro personas. No había puertas, ni ventanas. La pelirroja chocaría contra unos barrotes de hierro, y cuando mirara hacia arriba, vería un techo infinito, circular y varios hierros encimados cada medio metro, oxidados y medio rotos algunos por los años.
Era una escalera, y un vez que se estuviera en alto, inseguro de cada paso con los débiles peldaños, una caída sería mortal. Aunque no tenían mucho tiempo. Era un todo y un paso a la fe, o nada, directo a los brazos fríos de la muerte, a través de un espectro de los que tanto se rumoreaban, y que sólo traían muerte y dolor a los corazones, que quitaba toda felicidad. Los pocos que habían sobrevivido a sus ataques, estaban muriendo, desapareciendo, malditos y sucumbidos a la locura.
Podían pasar subiendo tres o cuatro o cinco horas subiendo infinitamente, y la oscuridad seguiría...
El frío no se hacía esperar. Subía e iba congelando los hierros que usaban como peldaños para subir ese infinito túnel. Iba destruyéndolos, con su paso. Tras caer, no volverían a subir nunca... No habría un amanecer con un paso en falso.
Si lograban subir, a duras penas y de forma milagrosa, llegarían hasta una trampilla tras haber estado trepando durante horas allí. Les faltaría el aire, sentirían la sensación de ahogo, el pánico... Y finalmente, una puerta trampa que estaba atorada por una roca.
La muerte está a sólo un paso de vosotros...
Ansur
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