La Torre [Quest] [Paul]
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La Torre [Quest] [Paul]
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• Debes explicar cómo llegas a una taberna y te encuentras con el padre de esta chica, que te explicará la situación.
•Lo que hagas en la taberna repercutirá en los post siguientes: beber alcohol, comer en exceso…
Este tema es solo para 2 personajes: Alec Morgan (p1) y Paul Brown (p2)
Los turnos serán: p1, master, p2, master.
Después de esto, los turnos se normalizan: master, p1 y p2.
*Los nuevos deben tener al menos 10 post antes de entrar en el mastereado.
*No se debe de estar participando en Quest u otro rol mastereado
*Este rol no causará riesgos altos para los pjs. (posibilidad de riesgo leve)
*El rol debe ser fluido, se deben avisar las ausencias pasadas las 48h, de lo contrario, el pj será avisado, si tras esto no se tienen en consideración las advertencias, el pj será sancionado, expulsado del rol y algún castigo, como podría ser una herida que incapacite o una maldición.
La luna y el sol acariciaban el horizonte una y otra y otra vez, haciendo pasar los días. Las nieves del intenso invierno se iban derritiendo, dejando la hierba mojada y de un color verde más claro y vivo. Pero alrededor de una de las torres del oeste parecía no llegar el sol, siempre estaba cubierto de unas nubes grises y densas, aportándole al lugar un ambiente húmedo y apagado.
-La torre parecía perderse en el interior de una montaña, emergiendo unos metros por encima de la cima. Unas extrañas rocas envuelven la torre, creando un camino exterior. Ante la entrada principal hay un claro, donde no hay planta alguna. Tanto las grandes puertas como las paredes de piedra están recubiertas levemente por musgo, debido al clima, dándole un tono un tanto más viscoso y resbaladizo.
En la torre, en el punto más alto de esta, vive una dama, prisionera de su destino. Pero la dama no es la única, ya que un gran dragón reside junto a ella, cuidando la torre…y a la muchacha.
El padre de la chica lleva algunos años intentando que un guerrero vaya a la torre y libere a su hija de la gran maldición que vive en ella. Para ello, dicho guerrero deberá matar al dragón que custodia la torre y llevar junto a él a la muchacha. Ya son muchos los que lo han intentado y han muerto presa de la gran bestia, o simplemente se fueron por la misma puerta, intentando salvar sus vidas. Por lo que el padre de la dama subió el precio de la recompensa repetidas veces..- La voz parecía traspasar las paredes de la posada, donde algunos hombres aceptaban aquella historia mientras bebían de manera silenciosa, con la vista fija en el joven que se antojaba a un trovador, aunque su vestimenta dejaba mucho que desear. Los dedos de joven acariciaban las cuerdas de un viejo laúd, que parecia tener más años que él.
El escaso sol que se colaba entre las cortinas desquebrajadas iluminaba la sala: sobre un suelo de madera oscura y rayada habían unas cuentas mesas, las cuales o estaban medio rotas o se tambaleaban. La barra ocupaba toda la parte del fondo de la posada, tenía unos dibujos grabados en la parte delantera, aunque el paso de los años y el mal mantenimiento habían hecho estragos en lo que podría haber sido una pieza hermosa, delante de esta, había unos taburetes, prácticamente pegados al suelo. Unas cortinas de color marrón ocultaban los cristales, aislando al local de los rayos del sol por completo si no fuera por los cortes que había en ellas. Una vieja lámpara de araña con apenas unas cuantas velas encendidas, colgaba del techo de manera descuidada, aportando un tono levemente verdoso al interior debido a la suciedad. En resumen, no era una de las mejores posadas de lugar.
Entre hombres grandes y mugrientos y alguna que otra dama, seguramente catalogadas como damas de compañía, había un hombre. Fumaba de una pipa larga, mientras rascaba su mentón, mirando al joven trovador. El humo subía hacia el techo del local, dejando sobre él una pequeña nube de color grisácea. Sus ojos entrecerrados parecían apuñalar al joven, que el mismo había contratado para que difundiera la historia de su hija, ya que necesitaba más voluntarios para la misión.
-Estúpido niñato de mierda…-decía con voz furiosa-…ahora seguro que tengo que subir el precio de la recompensa…- gruño mientras exhalaba humo por las fosas nasales.
-La torre parecía perderse en el interior de una montaña, emergiendo unos metros por encima de la cima. Unas extrañas rocas envuelven la torre, creando un camino exterior. Ante la entrada principal hay un claro, donde no hay planta alguna. Tanto las grandes puertas como las paredes de piedra están recubiertas levemente por musgo, debido al clima, dándole un tono un tanto más viscoso y resbaladizo.
En la torre, en el punto más alto de esta, vive una dama, prisionera de su destino. Pero la dama no es la única, ya que un gran dragón reside junto a ella, cuidando la torre…y a la muchacha.
El padre de la chica lleva algunos años intentando que un guerrero vaya a la torre y libere a su hija de la gran maldición que vive en ella. Para ello, dicho guerrero deberá matar al dragón que custodia la torre y llevar junto a él a la muchacha. Ya son muchos los que lo han intentado y han muerto presa de la gran bestia, o simplemente se fueron por la misma puerta, intentando salvar sus vidas. Por lo que el padre de la dama subió el precio de la recompensa repetidas veces..- La voz parecía traspasar las paredes de la posada, donde algunos hombres aceptaban aquella historia mientras bebían de manera silenciosa, con la vista fija en el joven que se antojaba a un trovador, aunque su vestimenta dejaba mucho que desear. Los dedos de joven acariciaban las cuerdas de un viejo laúd, que parecia tener más años que él.
El escaso sol que se colaba entre las cortinas desquebrajadas iluminaba la sala: sobre un suelo de madera oscura y rayada habían unas cuentas mesas, las cuales o estaban medio rotas o se tambaleaban. La barra ocupaba toda la parte del fondo de la posada, tenía unos dibujos grabados en la parte delantera, aunque el paso de los años y el mal mantenimiento habían hecho estragos en lo que podría haber sido una pieza hermosa, delante de esta, había unos taburetes, prácticamente pegados al suelo. Unas cortinas de color marrón ocultaban los cristales, aislando al local de los rayos del sol por completo si no fuera por los cortes que había en ellas. Una vieja lámpara de araña con apenas unas cuantas velas encendidas, colgaba del techo de manera descuidada, aportando un tono levemente verdoso al interior debido a la suciedad. En resumen, no era una de las mejores posadas de lugar.
Entre hombres grandes y mugrientos y alguna que otra dama, seguramente catalogadas como damas de compañía, había un hombre. Fumaba de una pipa larga, mientras rascaba su mentón, mirando al joven trovador. El humo subía hacia el techo del local, dejando sobre él una pequeña nube de color grisácea. Sus ojos entrecerrados parecían apuñalar al joven, que el mismo había contratado para que difundiera la historia de su hija, ya que necesitaba más voluntarios para la misión.
-Estúpido niñato de mierda…-decía con voz furiosa-…ahora seguro que tengo que subir el precio de la recompensa…- gruño mientras exhalaba humo por las fosas nasales.
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• Debes explicar cómo llegas a una taberna y te encuentras con el padre de esta chica, que te explicará la situación.
•Lo que hagas en la taberna repercutirá en los post siguientes: beber alcohol, comer en exceso…
- Padre:
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Este tema es solo para 2 personajes: Alec Morgan (p1) y Paul Brown (p2)
Los turnos serán: p1, master, p2, master.
Después de esto, los turnos se normalizan: master, p1 y p2.
*Los nuevos deben tener al menos 10 post antes de entrar en el mastereado.
*No se debe de estar participando en Quest u otro rol mastereado
*Este rol no causará riesgos altos para los pjs. (posibilidad de riesgo leve)
*El rol debe ser fluido, se deben avisar las ausencias pasadas las 48h, de lo contrario, el pj será avisado, si tras esto no se tienen en consideración las advertencias, el pj será sancionado, expulsado del rol y algún castigo, como podría ser una herida que incapacite o una maldición.
Última edición por Wyn el Vie Ene 02 2015, 12:08, editado 2 veces
Wyn
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Re: La Torre [Quest] [Paul]
Hacían ya varios días desde que había partido en busca de mi maestro desaparecido, seguía el rastro que había dejado aquella vampira que lo había seducido y arrastrado. Yo sabía que él por su propio pie no se hubiese marchado de aquella manera, los ancianos de la aldea me habían advertido que aquel era uno de los poderes de las mujeres… Pero yo no entendía demasiado si se refería a las mujeres en general o a las vampiras. Aquellos viejos a veces me sacaban de quicio, mis padres decían que en su forma dragón eran muy poderosos, yo no acababa de verlo.
De cualquier manera, haber seguido aquellos pasos me habían llevado a aquel bosque. Sabía que debía continuar, pero tuve que hacer alto en una mugrienta taberna en la que hubiese preferido no tener que parar, pero dado que me estaba empezando a quedar sin dinero no podía permitirme nada mejor y necesitaba algo de descanso.
Una vez allí logré hacerme con un taburete al lado de la barra, pedí un poco de hidromiel aguada, de aquella que apenas tenía alcohol y me limite a observar un poco el entorno. Allí había hombres igual de mugrientos que la taberna, junto a algunas mujeres, aunque si había alguien diferente no podía darme demasiada cuenta, no entraba practicamente luz de fuera, ni la araña que iluminaba dentro colaboraba demasiado.
Para mi sorpresa un trovador empezó a contar una historia que me mantuvo interesado, hablaba de un dragón y una princesa… curioso, muy curioso aquello, realmente estaba interesado tanto por la princesa como por la recompensa, pero no sabía a quien debía de dirigirme para ofrecerme a cumplir aquella misión.
No tardé en descubrirlo, un hombre de aspecto malhumorado y con larga pipa en boca espetó a aquel joven que seguro que debería de subir la recompensa despues de aquello… No había duda, aquel era el padre que había ido subiendo la recompensa como contaba la historia. Por un momento recapacite en que si aquel hombre estaba enfadado debía de ser porque lo que el trovador contaba debía de ser verdad, claro que aun así, necesitaba el dinero si quería seguir costeándome aquel viaje.
Me acerque decididamente hacia al intentado parecer suficientemente valido para aquel momento, por un momento me vino un escalofrió que recorrió toda mi espalda.
-Discúlpeme, ¿Es ustes el padre? he estado escuchando la historia y estaría interesado en realizarla y devolverle a su hija…
Hice ademan de mirar mi mandoble atado a mi espalda, era mi carta de presentación… Claro que lo realmente especial en mi era cuando me transformaba en dragón.
De cualquier manera, haber seguido aquellos pasos me habían llevado a aquel bosque. Sabía que debía continuar, pero tuve que hacer alto en una mugrienta taberna en la que hubiese preferido no tener que parar, pero dado que me estaba empezando a quedar sin dinero no podía permitirme nada mejor y necesitaba algo de descanso.
Una vez allí logré hacerme con un taburete al lado de la barra, pedí un poco de hidromiel aguada, de aquella que apenas tenía alcohol y me limite a observar un poco el entorno. Allí había hombres igual de mugrientos que la taberna, junto a algunas mujeres, aunque si había alguien diferente no podía darme demasiada cuenta, no entraba practicamente luz de fuera, ni la araña que iluminaba dentro colaboraba demasiado.
Para mi sorpresa un trovador empezó a contar una historia que me mantuvo interesado, hablaba de un dragón y una princesa… curioso, muy curioso aquello, realmente estaba interesado tanto por la princesa como por la recompensa, pero no sabía a quien debía de dirigirme para ofrecerme a cumplir aquella misión.
No tardé en descubrirlo, un hombre de aspecto malhumorado y con larga pipa en boca espetó a aquel joven que seguro que debería de subir la recompensa despues de aquello… No había duda, aquel era el padre que había ido subiendo la recompensa como contaba la historia. Por un momento recapacite en que si aquel hombre estaba enfadado debía de ser porque lo que el trovador contaba debía de ser verdad, claro que aun así, necesitaba el dinero si quería seguir costeándome aquel viaje.
Me acerque decididamente hacia al intentado parecer suficientemente valido para aquel momento, por un momento me vino un escalofrió que recorrió toda mi espalda.
-Discúlpeme, ¿Es ustes el padre? he estado escuchando la historia y estaría interesado en realizarla y devolverle a su hija…
Hice ademan de mirar mi mandoble atado a mi espalda, era mi carta de presentación… Claro que lo realmente especial en mi era cuando me transformaba en dragón.
Alec Morgan
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Re: La Torre [Quest] [Paul]
El humo salió de entre los labios del hombre, lanzándolo con la fuerza exacta como para que llegara a la cara del hombre que se acababa de acercar a la mesa. Bajó la mano, apoyándola en la mesa, mientras con la otra rellenaba el interior de su pipa para poder seguir fumando, mientras, sus ojos repasaron al forastero. Las fosas nasales del hombre se abrieron un poco un par de veces. Aquel joven olía raro, seguramente no era de los alrededores. Sus ojos se entrecerraron, y sus espesas cejas se juntaron en un gesto un tanto despectivo.
-Devolverme a mi hija…- con la mano el hombre se peinó el cabello hacia atrás. Lo tenía de color negro, aunque algunas canas rompían la monotonía. La expresión de su cara cambió al momento, aunque seguía siendo dura e impenetrable, al fin y al cabo necesitaba a aquel hombre, debía recuperar a su hija. -Claro la historia...- dijo como si no la hubiese escuchado segundos antes. Tomó nuevamente una larga inalada de su pipa, mientras sus dientes se apretaban, marcando más su mandíbula. –Espero que sea capaz para ello.- dijo serio, poniendo el puño sobre la mesa. Debía pensar rápido, aunque no debía decirle en aquel preciso momento la recompensa. Si ese estúpido trovador de poca monta no hubiese hablado de más…
Una mujer que vestía un vestido de color rojo y amarillo se acercó a la mesa. – ¿Quiere algo el señor?- pregunto la mujer mirando al nuevo de media melena, mientras dejaba unas enormes garras de cerveza en unas mesas. Los exuberantes pechos de la tabernera se movían de manera exagerada a cada movimiento que esta hacía, ya que llevaba parte del corpiño desabrochado.
-Sírvale lo que él quiera, invito yo- dijo el padre, acompañando sus palabras con un gesto de mano, como al que le sobra el dinero. No le apetecía para nada gastarse dinero en aquel joven, pero posiblemente sería lo último que bebiera antes de morir. Clavo sus oscuros ojos en el forastero de nuevo. – Siéntate, aclararemos algunos puntos…- dijo apartando con el pie por debajo de la mesa la silla que había frente a él, cediéndole así sitio a su nuevo acompañante. Lo que realmente quería era entablar algunas palabras con el chico, para ver si debía de buscar a alguien nuevo o esperar resultados.
-Devolverme a mi hija…- con la mano el hombre se peinó el cabello hacia atrás. Lo tenía de color negro, aunque algunas canas rompían la monotonía. La expresión de su cara cambió al momento, aunque seguía siendo dura e impenetrable, al fin y al cabo necesitaba a aquel hombre, debía recuperar a su hija. -Claro la historia...- dijo como si no la hubiese escuchado segundos antes. Tomó nuevamente una larga inalada de su pipa, mientras sus dientes se apretaban, marcando más su mandíbula. –Espero que sea capaz para ello.- dijo serio, poniendo el puño sobre la mesa. Debía pensar rápido, aunque no debía decirle en aquel preciso momento la recompensa. Si ese estúpido trovador de poca monta no hubiese hablado de más…
Una mujer que vestía un vestido de color rojo y amarillo se acercó a la mesa. – ¿Quiere algo el señor?- pregunto la mujer mirando al nuevo de media melena, mientras dejaba unas enormes garras de cerveza en unas mesas. Los exuberantes pechos de la tabernera se movían de manera exagerada a cada movimiento que esta hacía, ya que llevaba parte del corpiño desabrochado.
-Sírvale lo que él quiera, invito yo- dijo el padre, acompañando sus palabras con un gesto de mano, como al que le sobra el dinero. No le apetecía para nada gastarse dinero en aquel joven, pero posiblemente sería lo último que bebiera antes de morir. Clavo sus oscuros ojos en el forastero de nuevo. – Siéntate, aclararemos algunos puntos…- dijo apartando con el pie por debajo de la mesa la silla que había frente a él, cediéndole así sitio a su nuevo acompañante. Lo que realmente quería era entablar algunas palabras con el chico, para ver si debía de buscar a alguien nuevo o esperar resultados.
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•Paul, es tu turno. Tú también debes explicar cómo has llegado a la taberna y como te encuentras con el padre. Llegaras cuando la tabernera le pregunta a tu compañero, y el padre le cede un sitio junto a él en la mesa.
•Lo que hagas en la taberna repercutirá en los post siguientes: beber alcohol, comer en exceso…
•Pues manejar a la tabernera, pero no en exceso.
•Despúes de tu respuesta, recordad que el orden de post será el siguiente: Master, p1, p2.
Wyn
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Re: La Torre [Quest] [Paul]
Parecía que hoy deparaba un gran día... Podía notarlo dado que sentía esa brisa refrescante que siempre aparece cuando sucederá algo. Todo parecía incierto y no sabría si este iba a ser el último u otro de los días normales que he pasado durante mis 100 años vivo. No tenía ninguna alternativa, más que vivir y seguir cuidando el huevo que encontré en las afueras de Sacrestic, justo cuando había escapado del teatro loco. Recuerdo que me encontré con una chica lejos de allí, alguien que no había visto durante muchísimos meses o años quizá. Allí disfruté todo, hasta su compañía pero tuve que irme, tenía mucha prisa. Al fin había llegado cerca de Sacrestic... Llevaba una capa cubriéndome el rostro y la piel por el sol que había. Sostuve el huevo en mis manos y traté de responsabilizarme de éste. Mi espada aún seguía en su funda ,esperando a ser desenvainada para combatir aunque yo no tuviese ganas de luchar. Mi cuerpo pedía un trago y descanso... Caminar durante días no era muy fácil y menos sin poder dormir. Para mi suerte, me encontré con una chica perdida por allí... Estaba completamente asustada y a cada segundo movía su cabeza a los lados, esperando que nadie le atacase... ¡Pobre de ella!.
No tuve tiempo para seducirla o simplemente satisfacer mi apetito carnal y tener relaciones... Desprevenidamente la tomé del hombro, haciendo que ella pegue un salto del tremendo susto. -¿Q...Quién eres?...-Decía asustada mientras volteaba su rostro lentamente temblando gracias a su genuino miedo que hasta se podía oler. -Nada personal cariño... Tengo sed y aguantar es la peor manera de calmar esto...-Hablé de manera susurrada pero solo sentí una daga en mi abdomen para luego la chica salir corriendo. -¡Vampiro!...-Gritó mientras que yo aún me recuperaba. Mis ojos se helaron rápidamente y usé mi velocidad para alcanzarla, tomándola de la prenda y sin más preámbulo, clavando mis colmillos en su cuello... Comencé a absorber su sangre, viendo que tomaba un color pálido. Bebí hasta su última gota y la dejé completamente seca.
-Si no me hubieras herido... Quizá estarías viviendo ahora...-Fruncí el ceño y me alejé ya habiendo calmado mi sed... Mi rostro recuperó su color y brilló mis ojos al ver una taberna cerca. Me acerqué y abrí lentamente con mis manos... Dejé mi capa puesta y mis ojos se fijaron en la mujer de vestido rojo. Me acerqué a la mesa de los tipos, uno de edad más el otro de melena larga que parecía más joven y con sumo respeto, tomé una silla y me hice en la mesa. -Con su permiso...-Hablé, audible para todos, incluso para la señora que traía jarras.
-Buenas tardes caballeros...-Coloqué mis brazos en la mesa, sonriendo a los dos para luego ver a la mujer. -Hola querida dama... ¿Hay vino?... Uno por favor...-Sonreí de manera semi circulada y sin nada qué hacer, jugué con mis filosas uñas un rato mientras que un incómodo silencio se tornaba... parecía mudo y no me atreví a decir nada... Solamente a escucharles, a pesar de todo debía tener modales...
-Mi nombre es Paul... Un gusto...-Traté de romper el hielo...
No tuve tiempo para seducirla o simplemente satisfacer mi apetito carnal y tener relaciones... Desprevenidamente la tomé del hombro, haciendo que ella pegue un salto del tremendo susto. -¿Q...Quién eres?...-Decía asustada mientras volteaba su rostro lentamente temblando gracias a su genuino miedo que hasta se podía oler. -Nada personal cariño... Tengo sed y aguantar es la peor manera de calmar esto...-Hablé de manera susurrada pero solo sentí una daga en mi abdomen para luego la chica salir corriendo. -¡Vampiro!...-Gritó mientras que yo aún me recuperaba. Mis ojos se helaron rápidamente y usé mi velocidad para alcanzarla, tomándola de la prenda y sin más preámbulo, clavando mis colmillos en su cuello... Comencé a absorber su sangre, viendo que tomaba un color pálido. Bebí hasta su última gota y la dejé completamente seca.
-Si no me hubieras herido... Quizá estarías viviendo ahora...-Fruncí el ceño y me alejé ya habiendo calmado mi sed... Mi rostro recuperó su color y brilló mis ojos al ver una taberna cerca. Me acerqué y abrí lentamente con mis manos... Dejé mi capa puesta y mis ojos se fijaron en la mujer de vestido rojo. Me acerqué a la mesa de los tipos, uno de edad más el otro de melena larga que parecía más joven y con sumo respeto, tomé una silla y me hice en la mesa. -Con su permiso...-Hablé, audible para todos, incluso para la señora que traía jarras.
-Buenas tardes caballeros...-Coloqué mis brazos en la mesa, sonriendo a los dos para luego ver a la mujer. -Hola querida dama... ¿Hay vino?... Uno por favor...-Sonreí de manera semi circulada y sin nada qué hacer, jugué con mis filosas uñas un rato mientras que un incómodo silencio se tornaba... parecía mudo y no me atreví a decir nada... Solamente a escucharles, a pesar de todo debía tener modales...
-Mi nombre es Paul... Un gusto...-Traté de romper el hielo...
Paul Brown Moreau
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Re: La Torre [Quest] [Paul]
El hombre ya había visto a aquel muchacho desde que había entrado por la puerta, y se había dado cuenta de que había mirado a la posadera. No le gustó aquel chico a primera vista. Y aun menos le gustó cuando se sentó en la mesa interrumpiendo su importante conversación con su nuevo “cliente”. Mientras el nuevo intruso hablaba pidiendo un vino, el padre observo como colocaba los brazos sobre la mesa, para después juguetear con sus uñas. El hombre negó con la cabeza, dándole leves toques a su pipa, para quitar los restos.
Los labios del padre se separaron, dispuestos a hablar, pero entonces el forastero se presentó. Una de sus prominentes y rectas cejas se elevó. -¿Y quien coño te ha dicho que te puedes sentar, aquí, con nosotros?- preguntó este un poco áspero.
La tabernera se había quedado quieta, sin saber qué hacer.-V-vino, cl-claro…ahora mismo se lo traigo, se-señor…- susurro un poco ruborizada y nerviosa, subiendo con sus manos el escote del vestido, que parecía querer liberar sus pechos de aquella prisión.
El padre miró al joven de media melena, pensando que quizás se conocían, aunque por la cara de ambos y el silencio que se había apoderado de la mesa parecía no ser así. Entonces el fuerte ruido del cristal contra la madera saco al hombre de sus pensamientos, aunque aún tenía que ceño ligeramente fruncido.
-Aquí les traigo un poco de vino…- dijo la mujer dejando tres vasos y una botella, por lo que parecía, unas de las mejores: aquel hombre tenía buena fama, y la gente parecía saber cómo tratarle.
La voz del trovador volvió a sonar en la sala, esta vez poniendo más énfasis en la música. Pero esta vez la gente no le prestó tanta atención, y su voz quedo atenuada con los gritos y lo golpes.
Pausadamente, el hombre se sirvió vino y dejo la botella en la mesa, cerca de él. Estaba esperando una respuesta, con paciencia, aunque parecía que aquel hombre no tenía de eso.
Los labios del padre se separaron, dispuestos a hablar, pero entonces el forastero se presentó. Una de sus prominentes y rectas cejas se elevó. -¿Y quien coño te ha dicho que te puedes sentar, aquí, con nosotros?- preguntó este un poco áspero.
La tabernera se había quedado quieta, sin saber qué hacer.-V-vino, cl-claro…ahora mismo se lo traigo, se-señor…- susurro un poco ruborizada y nerviosa, subiendo con sus manos el escote del vestido, que parecía querer liberar sus pechos de aquella prisión.
El padre miró al joven de media melena, pensando que quizás se conocían, aunque por la cara de ambos y el silencio que se había apoderado de la mesa parecía no ser así. Entonces el fuerte ruido del cristal contra la madera saco al hombre de sus pensamientos, aunque aún tenía que ceño ligeramente fruncido.
-Aquí les traigo un poco de vino…- dijo la mujer dejando tres vasos y una botella, por lo que parecía, unas de las mejores: aquel hombre tenía buena fama, y la gente parecía saber cómo tratarle.
La voz del trovador volvió a sonar en la sala, esta vez poniendo más énfasis en la música. Pero esta vez la gente no le prestó tanta atención, y su voz quedo atenuada con los gritos y lo golpes.
Pausadamente, el hombre se sirvió vino y dejo la botella en la mesa, cerca de él. Estaba esperando una respuesta, con paciencia, aunque parecía que aquel hombre no tenía de eso.
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• En el siguiente turno debéis acabar de convencer al padre de que sois dignos de la misión.
•Entre vosotros tenéis hacer un acuerdo, tanto como para ir juntos como para la recompensa.
•La reacción del padre variará según vuestras respuestas/actuaciones.
Wyn
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Re: La Torre [Quest] [Paul]
Seguí sentado... Esperando aquel vino mientras que notaba que tenía las uñas bastante filosas... Parecía un asqueroso licántropo. Descansé y relajé mis músculos esperando a que alguien dijese algo después de haberme presentado. Mis ganas de beber eran feroces... Tenía bastante sed y unas ganas de probar aquel dulce sabor del vino... Lo que más me encantaba de todo era la tabernera... Si tenía suerte, sería el postre después de tomar. Miré al padre con detenimiento, de arriba a abajo, sonriendo un poco por su aspecto y además parecía un tanto triste... Quería saber el por qué. En verdad que tenía ganas de entrar a otra aventura, parecida a la que tuve semanas atrás, en un teatro de locos psicópatas. Esperé lo más obvio, parecían bastante molestos con mi presencia, así que decidí esperar a que dijesen algo.
El padre fue el siguiente en romper el hielo, furioso porque me senté sin permiso. Reí a carcajadas durante un buen rato, dando pequeños golpes a la mesa y casi a punto de llorar... Al terminar, miré al padre frunciendo exageradamente el ceño. -Creo que este es un lugar comunitario... La silla no estaba tomada, así que simplemente la tomé, eso es todo. Perdón si te disgusta... Créeme, he tenido un día arduo... Quizá igual que el tuyo.-Hablé seriamente para luego ser interrumpido por la hermosa mujer que trajo al final el vino... Sonreí y tomé aquel botella para comenzar a servir aunque dejé que el padre se sirviese solo... Tampoco quería tener más problemas con él.
-Gracias cariño...-Le guiñé el ojo para luego comenzar a beber lentamente y de manera pausada, mirándolos y esperando de nuevo a que alguien sacase un tema para discutir... Lo que más odiaba era el silencio a pesar de todo... La taberna parecía muerta hasta que un trovador comenzó a cantar con muchas ganas. Escuché sin más preámbulo y seguí bebiendo con tranquilidad mientras que rasguñaba un poco la mesa. Estaba algo ansioso.
Comenzó a hablar sobre una historia... Una pobre dama en apuros estaba siendo custodiaba por un malvado dragón, parecido a las historias que me contaban de niño... Según el cantante, decía que llevaba años esperando a un guerrero que pudiera liberarla de allí... El padre parecía esperar a uno y entonces ha subido la recompensa esperando a que alguien tenga el valor de hacerlo... Callé por un momento y terminé de beberme todo mi vino... Quedándome pensativo y causé conmoción en aquella taberna... Estampé el vaso en la mesa y sonreí exageradamente. -¡Me arriesgaré!...-Dije, escuchándose en todo el lugar...
Miré al tipo que estaba conmigo... Al parecer él era el padre dado a su aspecto tan triste y preocupado. -Puedo ayudarte si quieres...-Hablé con seriedad, mirándolo a los ojos... Debía convencerlo para que me dejase ir... ¿Qué le digo?... No sabía exactamente. Le extendí la mano esperando a que él me la estrechase.
-Está bien...-Hablé detenidamente... -Quizá no sea un guerrero o un héroe... Sé que como siempre, soy el malvado de todo... Pero ¿sabes?...-Tomé aire y lo seguí mirando de manera interesante, aún esperando que tomara mi mano. -Hay dos cosas que me encantan... Una de ellas es la recompensa, sería capaz de perder la vida por ello... Y además de ello...-Terminé con una ultima frase más reconfortante. -No puedo dejar que una dama esté en apuros...-Apreté mis puños y me puse bastante furioso. -Cuando deberían estar reinando todo Aerandir... ¡No permitiré que siga prisionera por un despreciable lagarto!.-Mi valentía y determinación era inmensa... En verdad tenía ganas de salvarla...
El padre fue el siguiente en romper el hielo, furioso porque me senté sin permiso. Reí a carcajadas durante un buen rato, dando pequeños golpes a la mesa y casi a punto de llorar... Al terminar, miré al padre frunciendo exageradamente el ceño. -Creo que este es un lugar comunitario... La silla no estaba tomada, así que simplemente la tomé, eso es todo. Perdón si te disgusta... Créeme, he tenido un día arduo... Quizá igual que el tuyo.-Hablé seriamente para luego ser interrumpido por la hermosa mujer que trajo al final el vino... Sonreí y tomé aquel botella para comenzar a servir aunque dejé que el padre se sirviese solo... Tampoco quería tener más problemas con él.
-Gracias cariño...-Le guiñé el ojo para luego comenzar a beber lentamente y de manera pausada, mirándolos y esperando de nuevo a que alguien sacase un tema para discutir... Lo que más odiaba era el silencio a pesar de todo... La taberna parecía muerta hasta que un trovador comenzó a cantar con muchas ganas. Escuché sin más preámbulo y seguí bebiendo con tranquilidad mientras que rasguñaba un poco la mesa. Estaba algo ansioso.
Comenzó a hablar sobre una historia... Una pobre dama en apuros estaba siendo custodiaba por un malvado dragón, parecido a las historias que me contaban de niño... Según el cantante, decía que llevaba años esperando a un guerrero que pudiera liberarla de allí... El padre parecía esperar a uno y entonces ha subido la recompensa esperando a que alguien tenga el valor de hacerlo... Callé por un momento y terminé de beberme todo mi vino... Quedándome pensativo y causé conmoción en aquella taberna... Estampé el vaso en la mesa y sonreí exageradamente. -¡Me arriesgaré!...-Dije, escuchándose en todo el lugar...
Miré al tipo que estaba conmigo... Al parecer él era el padre dado a su aspecto tan triste y preocupado. -Puedo ayudarte si quieres...-Hablé con seriedad, mirándolo a los ojos... Debía convencerlo para que me dejase ir... ¿Qué le digo?... No sabía exactamente. Le extendí la mano esperando a que él me la estrechase.
-Está bien...-Hablé detenidamente... -Quizá no sea un guerrero o un héroe... Sé que como siempre, soy el malvado de todo... Pero ¿sabes?...-Tomé aire y lo seguí mirando de manera interesante, aún esperando que tomara mi mano. -Hay dos cosas que me encantan... Una de ellas es la recompensa, sería capaz de perder la vida por ello... Y además de ello...-Terminé con una ultima frase más reconfortante. -No puedo dejar que una dama esté en apuros...-Apreté mis puños y me puse bastante furioso. -Cuando deberían estar reinando todo Aerandir... ¡No permitiré que siga prisionera por un despreciable lagarto!.-Mi valentía y determinación era inmensa... En verdad tenía ganas de salvarla...
Paul Brown Moreau
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Re: La Torre [Quest] [Paul]
Las palabras de aquel hombre crearon pensamientos contradictorios en él. Parecía que tenía un carácter fuerte, pero aun así se había disculpado, mínimamente aceptando su lugar, y por ultimo… ¿se había comparado con él? Aquello era muy atrevido, pero le había gustado. Aquel muchacho tenia agallas, y eso le gustaba aun más.
Pero su reacción con la mujer de la taberna era un tanto… osada. Sus ojos habían repasado las cuervas de la mujer, y aquella sonrisa… El padre entrecerró los ojos, unos colmillos muy largos para un humano. Fue entonces cuando cayó en la cuenta: Piel algo más pálida de lo normal, uñas largas y afilados, mirada peligrosa…
Dio un trago a su vaso de vino, pretendía decirle un par de cosas a aquel joven, aunque tras su descubrimiento, el hombre calló y empezó a examinar detenidamente a Paul. La voz del trovador sonó de nuevo en la sala, pero ya no le importaba quien pudiera estar escuchándola, ya que podría tener la solución delante de sus ojos.
El joven cantarín acabo de nuevo su trabajo, y antes de que nadie pudiera hacer nada, la voz del vampiro resonó en toda la estancia. Así que no haría falta que se lo pidiera… el pensamiento del hombre fue acompañado por una sonrisa felina. Le agradó la forma en que parecía olvidarlo todo y la seriedad lo invadía.
-¿Como estas tan seguro de que necesito tu ayuda…?- murmuro no muy alto el padre, como si no prestara mucha atención, mientras le daba vueltas a su vino. Alzó la mirada, cruzándola con la de él, su mano estaba extendida para ser apretada, para cerrar un trato, pero no la acepto, aun quería saber más.
Escuchó con detenimiento al muchacho. Muchacho…quizás aquel término no era muy apropiado, ya que incluso los vampiros más jóvenes solían doblar la edad de los humanos. El padre seguía escuchando con atención, aunque aparentara tener mejores cosas que hacer.
-De acuerdo.- dijo alto y claro, levantándose de la silla. Apretó la mano del hombre que había delante de él, sin poder reprimir aquella sonrisa tan repugnante que se había apoderado de sus labios. –Lagarto…- susurro antes de empezar a reír a carcajadas. Parecía que Paul odiaba a los dragones tanto como él, aquello prometía.
Relleno el vaso del vampiro hasta rebosar, aquello merecía un buen trago. El otro humano, Alec, se había ausentado, quizás para ir al servicio. Chasqueó la lengua, si quería la recompensa ahora tendría que hacer un trato con el vampiro. Aunque dejó de pensar rápidamente en aquello, ya que ahora tenía mejores cosas que hacer ¡Su hija podría volver de nuevo junto a él! Aunque no debía de hacerse muchas ilusiones, ya que Paul no era el primero que lo intentaba.
-Bueno creo que ha quedado bastante claro…- empezó, sentándose de nuevo en la silla, apoyando los codos en la mesa. - …vas a la torre, matas a la bestia que tiene presa a mi preciosa hija, y me la tras a mí. ¿Alguna pregunta?- parecía que el estado de ánimo de aquel hombre había cambiado. – Pues ya esta…- continúo sin esperar respuesta a su anterior pregunta. -…puedes empezar ahora mismo, no hay un solo segundo que perder ¿verdad?-
Pero su reacción con la mujer de la taberna era un tanto… osada. Sus ojos habían repasado las cuervas de la mujer, y aquella sonrisa… El padre entrecerró los ojos, unos colmillos muy largos para un humano. Fue entonces cuando cayó en la cuenta: Piel algo más pálida de lo normal, uñas largas y afilados, mirada peligrosa…
Dio un trago a su vaso de vino, pretendía decirle un par de cosas a aquel joven, aunque tras su descubrimiento, el hombre calló y empezó a examinar detenidamente a Paul. La voz del trovador sonó de nuevo en la sala, pero ya no le importaba quien pudiera estar escuchándola, ya que podría tener la solución delante de sus ojos.
El joven cantarín acabo de nuevo su trabajo, y antes de que nadie pudiera hacer nada, la voz del vampiro resonó en toda la estancia. Así que no haría falta que se lo pidiera… el pensamiento del hombre fue acompañado por una sonrisa felina. Le agradó la forma en que parecía olvidarlo todo y la seriedad lo invadía.
-¿Como estas tan seguro de que necesito tu ayuda…?- murmuro no muy alto el padre, como si no prestara mucha atención, mientras le daba vueltas a su vino. Alzó la mirada, cruzándola con la de él, su mano estaba extendida para ser apretada, para cerrar un trato, pero no la acepto, aun quería saber más.
Escuchó con detenimiento al muchacho. Muchacho…quizás aquel término no era muy apropiado, ya que incluso los vampiros más jóvenes solían doblar la edad de los humanos. El padre seguía escuchando con atención, aunque aparentara tener mejores cosas que hacer.
-De acuerdo.- dijo alto y claro, levantándose de la silla. Apretó la mano del hombre que había delante de él, sin poder reprimir aquella sonrisa tan repugnante que se había apoderado de sus labios. –Lagarto…- susurro antes de empezar a reír a carcajadas. Parecía que Paul odiaba a los dragones tanto como él, aquello prometía.
Relleno el vaso del vampiro hasta rebosar, aquello merecía un buen trago. El otro humano, Alec, se había ausentado, quizás para ir al servicio. Chasqueó la lengua, si quería la recompensa ahora tendría que hacer un trato con el vampiro. Aunque dejó de pensar rápidamente en aquello, ya que ahora tenía mejores cosas que hacer ¡Su hija podría volver de nuevo junto a él! Aunque no debía de hacerse muchas ilusiones, ya que Paul no era el primero que lo intentaba.
-Bueno creo que ha quedado bastante claro…- empezó, sentándose de nuevo en la silla, apoyando los codos en la mesa. - …vas a la torre, matas a la bestia que tiene presa a mi preciosa hija, y me la tras a mí. ¿Alguna pregunta?- parecía que el estado de ánimo de aquel hombre había cambiado. – Pues ya esta…- continúo sin esperar respuesta a su anterior pregunta. -…puedes empezar ahora mismo, no hay un solo segundo que perder ¿verdad?-
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Alec por el momento queda expulsado del tema (tiene un margen de tres dias para incorporarse, pasado este tiempo ya no podrá entrar). Paul, de momento estás solo, si llegas a la torre y Alec no ha dado señales de vida, me pensare si mereces un nuevo compañero.
• Paul, ¿recuerdas que dije que los actos tenían consecuencias? Has estado bebiendo, por lo que tienes que sentir, aunque mínimamente, los efectos del alcohol.
•Puedes elegir: Ir a la torre ahora, o esperar al día siguiente.
Wyn
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Re: La Torre [Quest] [Paul]
Me estaba esforzando bastante para que el tipo me creyese y confiara en mi, creo que era en lo único que pensaba además de la recompensa y rescatar esa doncella que dormía bajo la custodia de un dragón feroz. Aún tenía el pie en la silla y la mano estiraba... Veía que el padre comenzaba a creer en mis talentos y en lo bueno que puedo ser... Mi intención era ayudarle además de todo... Creo que alguien no merecería sufrir de esa forma. Creo que después de todo, esto sería lo único que habría hecho bueno en mi dolorosa y ardua vida... Siempre he hecho maldades pero esta vez, todo cambiaría de manera drástica... ¿Acaso me convertía en una buena persona?. Bueno, eso era un misterio pero lo único que me importaba era cuidar aquel huevo que iba conmigo... Debía tenerlo en custodia y que no se rompiese. Recordé que la había pasado genial con Amaranth y ahora mismo ella llevaba el anillo... Esperaba que estuviese bien... Bueno, eso no importaba ahora mismo, solo esperaba que ese tipo escogiera rápido.
Al fin lo hizo y me estrechó la mano... Sonreí exageradamente y lo miré con una seguridad incomparable. Él sabía que podía confiar conmigo... Yo haría todo lo posible por traerla de vuelta, aunque muriera... Sé que varios lo habían intentado antes que yo pero al menos estaba seguro que nadie sería capaz de arriesgar todo por una dama y por una recompensa. Traté de sentarme pero tambaleé un poco, algo perdido dado que el vino ese había sido muy fuerte... Aún para mi... Era algo gracioso. El tipo también se sentó, anteriormente había llenado mi vaso... Sin rechistar, me lo bebí completamente, quedando un tanto perdido.. Más de lo que ya estaba.
Me explicó rápidamente... Al parecer su felicidad había cambiado para colocarse aún más serio que antes. Me dijo que fuese a la torre, trajese a su hija y matara al dragón... Era bastante claro... Me levanté rápidamente de mi asiento y clavé mis uñas en una columna para no caerme, algo me estaba pasando. -¡Claro colega!, volverá con vida... No te preocupes...-Dije con un típico acento de ebrio... Me había dicho que podía empezar ahora mismo a lo que asentí con la cabeza. -Entonces allá voy...-Dije, saliendo rápidamente del lugar, empujando la puerta bruscamente sin noción de lo que hacía... Es más, ni siquiera tuve la cortesía de despedirme en la taberna.... Al fin había salido de ese lugar en busca de aquella torre.
A mitad de camino encontré un árbol al que apoyé mi mano y la otra por mi rostro... dándome bofetadas y tratando de despertarme... Al parecer me había pasado lo que no sucedía durante mucho tiempo... Me embriagué... ¿cuánto alcohol tenía ese vino?... Bueno, eso no importaba... Debía seguir mi camino y de una vez por todas, acabar con ese lagarto... No tenía mucho tiempo aunque... Disfrutaría aquella aventura. -Bueno... Entonces iré por aquí... Creo que es mejor...-Dije, apuntando un lugar y con bastante decisión me dirigí... Atento de cualquier ataque o emboscada... Debía entender que estar por allí era algo peligroso... Por los licántropos y las bestias feroces.
Al fin lo hizo y me estrechó la mano... Sonreí exageradamente y lo miré con una seguridad incomparable. Él sabía que podía confiar conmigo... Yo haría todo lo posible por traerla de vuelta, aunque muriera... Sé que varios lo habían intentado antes que yo pero al menos estaba seguro que nadie sería capaz de arriesgar todo por una dama y por una recompensa. Traté de sentarme pero tambaleé un poco, algo perdido dado que el vino ese había sido muy fuerte... Aún para mi... Era algo gracioso. El tipo también se sentó, anteriormente había llenado mi vaso... Sin rechistar, me lo bebí completamente, quedando un tanto perdido.. Más de lo que ya estaba.
Me explicó rápidamente... Al parecer su felicidad había cambiado para colocarse aún más serio que antes. Me dijo que fuese a la torre, trajese a su hija y matara al dragón... Era bastante claro... Me levanté rápidamente de mi asiento y clavé mis uñas en una columna para no caerme, algo me estaba pasando. -¡Claro colega!, volverá con vida... No te preocupes...-Dije con un típico acento de ebrio... Me había dicho que podía empezar ahora mismo a lo que asentí con la cabeza. -Entonces allá voy...-Dije, saliendo rápidamente del lugar, empujando la puerta bruscamente sin noción de lo que hacía... Es más, ni siquiera tuve la cortesía de despedirme en la taberna.... Al fin había salido de ese lugar en busca de aquella torre.
A mitad de camino encontré un árbol al que apoyé mi mano y la otra por mi rostro... dándome bofetadas y tratando de despertarme... Al parecer me había pasado lo que no sucedía durante mucho tiempo... Me embriagué... ¿cuánto alcohol tenía ese vino?... Bueno, eso no importaba... Debía seguir mi camino y de una vez por todas, acabar con ese lagarto... No tenía mucho tiempo aunque... Disfrutaría aquella aventura. -Bueno... Entonces iré por aquí... Creo que es mejor...-Dije, apuntando un lugar y con bastante decisión me dirigí... Atento de cualquier ataque o emboscada... Debía entender que estar por allí era algo peligroso... Por los licántropos y las bestias feroces.
Paul Brown Moreau
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Re: La Torre [Quest] [Paul]
Le gustaba mucho la confianza en los ojos de aquel vampiro. Un fuerte apretón de manos…es hombre fuerte y valiente… sonrió de manera maliciosa al ver que el joven se tambaleaba un poco de lado a lado, para sentarse de nuevo en la mesa. La verdad es que aquel nuevo vino era algo más fuerte de lo normal, pero el hombre estaba acostumbrado a beber, así que simplemente notó que flotaba en la silla, y que su risa estaba algo más floja.
Una voluptuosa ceja del hombre se alzó al ver que Paul se levantaba, ayudándose de la columna para mantenerse en pie. Vio como el muchacho salía de la taberna, haciendo un gran estruendo, ya que por poco no tira la puerta abajo. Los dedos del hombre repasaban el borde del vaso, mientras sus dientes quedaban a la vista en una asquerosa mueca, sonriendo.
Que idiota… ni siquiera me ha preguntado por la recompensa… Estaba claro que aquel vampiro podía cumplir su parte del trato, pero para el beneficio del padre, no había preguntado ni sobre la recompensa ni quería detalles de la “misión”. Ni siquiera ha preguntado mi nombre…aquello estaba resultando mejor incluso de lo que él esperaba.
Un tanto achispado, el hombre se dirigió a una de las habitaciones que alquilaba la posada por noches, ya que no se veía con cuerpo de ir andando hasta su casa, situada en la ciudad. Se despojo de sus ropas y se tumbo en la cama. La habitación no se diferenciaba mucho a la decoración de la taberna en sí: poca luz, mala ventilación, cortinas mugrientas… pero apenas tuvo tiempo de sacarle más pegas, ya que se durmió enseguida.
Por la mañana el sol entraba por la ventana, acariciando su rostro. Se despertó tranquilo, aunque no estaba a gusto con el entorno. Se vistió y bajo a la taberna, a beber un trago. Suspiró con un vaso de vino en la mano. Debía de esperar noticias de Paul, y por experiencia sabía que no debía de hacerse ilusiones, pero ya se imaginaba la sangre de aquella maldita monstruosidad correr por el suelo, dejando a su hija libre.
Su hija… suspiró recordándola, habría cambiado tanto desde que la vio por última, vez cuando él mismo la enceró en el castillo…
Una voluptuosa ceja del hombre se alzó al ver que Paul se levantaba, ayudándose de la columna para mantenerse en pie. Vio como el muchacho salía de la taberna, haciendo un gran estruendo, ya que por poco no tira la puerta abajo. Los dedos del hombre repasaban el borde del vaso, mientras sus dientes quedaban a la vista en una asquerosa mueca, sonriendo.
Que idiota… ni siquiera me ha preguntado por la recompensa… Estaba claro que aquel vampiro podía cumplir su parte del trato, pero para el beneficio del padre, no había preguntado ni sobre la recompensa ni quería detalles de la “misión”. Ni siquiera ha preguntado mi nombre…aquello estaba resultando mejor incluso de lo que él esperaba.
Un tanto achispado, el hombre se dirigió a una de las habitaciones que alquilaba la posada por noches, ya que no se veía con cuerpo de ir andando hasta su casa, situada en la ciudad. Se despojo de sus ropas y se tumbo en la cama. La habitación no se diferenciaba mucho a la decoración de la taberna en sí: poca luz, mala ventilación, cortinas mugrientas… pero apenas tuvo tiempo de sacarle más pegas, ya que se durmió enseguida.
Por la mañana el sol entraba por la ventana, acariciando su rostro. Se despertó tranquilo, aunque no estaba a gusto con el entorno. Se vistió y bajo a la taberna, a beber un trago. Suspiró con un vaso de vino en la mano. Debía de esperar noticias de Paul, y por experiencia sabía que no debía de hacerse ilusiones, pero ya se imaginaba la sangre de aquella maldita monstruosidad correr por el suelo, dejando a su hija libre.
Su hija… suspiró recordándola, habría cambiado tanto desde que la vio por última, vez cuando él mismo la enceró en el castillo…
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La noche no había sido muy dura con el vampiro, aunque hacía algo de frió, y las nubes parecían no querer dejar la luna salir aquella noche. Tenía toda la pinta que la mañana siguiente seria una mañana de tormenta, pero no fue así.
El sol brillaba con intensidad, colándose entre los arboles finos y poco poblados. Había un poco de niebla baja, dificultando la visión de los mismos pies, pero aquello no era muy raro en aquel bosque.
La torre estaba un poco lejos, por lo que el vampiro tardaría u poco en llegar, aunque cuando la viera la reconocería al instante.
El sol brillaba con intensidad, colándose entre los arboles finos y poco poblados. Había un poco de niebla baja, dificultando la visión de los mismos pies, pero aquello no era muy raro en aquel bosque.
La torre estaba un poco lejos, por lo que el vampiro tardaría u poco en llegar, aunque cuando la viera la reconocería al instante.
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•Paul, explica como transcurre tu noche. Y como, por la mañana, llegas a la torre (si llegas).
•Si duermes, los efectos del alcohol desaparecerán, quedándote solo dolor de cabeza, mal estar, o nada. Por el contrario, si no descansar debes explicar cómo los efectos de tu embriaguez van desapareciendo poco a poco.
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Re: La Torre [Quest] [Paul]
Noche De Paul...
La noche era bastante fría... Nada bueno parecía que iba a otorgar... Llevaba caminando por varias horas, apoyándome en cada árbol y sintiendo como caía lentamente... Debía llegar a la torre lo más pronto posible. Sentía que me derrumbaba y la luna me molestaba bastante... Mi cuerpo necesitaba descansar... No podía caminar más y lentamente sentía que mis fuerzas desaparecían... Todo mi ser también. Esa noche me había sentido tan débil... Apenas recordaba esas veces donde fui derrotado... Mis pasos se hacían aún más lento y mi mirada se veía fría y decaída, típica a la de un borracho.
En ese momento traté de apoyar mi cuerpo contra un tronco y descansar un poco... Pero al final terminé arrastrándome lentamente quedando con los ojos entrecerrados. Estaba quedándome dormido, solamente faltaban minutos para quedar privado de todo y comenzar a soñar... Así sucedió finalmente... Las fuerzas se me agotaron y solamente quedé alumbrado por la luna en ese momento... Alcancé a tomar mi capa y cubrirme con ella. Pasé varias horas así sin noción de la vida real... Nada más me dejé llevar por los sueños que tenía... Sabía que no podía resistir a aquel estado ebrio y menos en ese instante donde durante el mes, había caminado demasiado... Muchas aventuras, era hora de dormir.
Día o Mañana...
Desperté, abriendo lentamente los ojos cuando sentí que algo completamente molesto me daba en la cara... ¡Era el sol!, me moví rápidamente bajo la sombra de un árbol. Descansé un poco y respiré tranquilamente... Aunque algo estaba mal. Un olor bastante raro había... Y se sentía bastante cerca... Era similar a la de un perro, solo que más sucio y parecía rugir. Miré hacia mis lados y habían dos licántropos rodeándome. Sonreí nervioso y los miré detenidamente. -Bueno... Ammm, me tienen en sus manos... Hagamos un tratado de paz por hoy ¿qué dicen?.-Tomé la empuñadura de mi espada y miré a cada uno de los dos con rapidez para luego reincorporarme.
Cuando menos pensé, uno se lanzó a atacarme... No alcancé a reaccionar y tuve que cubrirme con los brazos, escondiendo mi rostro... En ese momento sentí que alguien apuñaló a ese licántropo... Me había salvado la vida, aún no sabía quién era. En fin.. Me encargué del otro lobo, clavando mi espada en su cráneo para luego guardar mi filosa arma... Al terminar con mis oponentes, giré mi rostro y miré con el rabillo del ojo a la persona que me había salvado la vida. -¿Quién diablos eres y por qué me ayudaste?...-Fruncí el ceño y giré completamente mi cuerpo. El hombre mantuvo tapándose con su capa y con su máscara...
-Era mi deber.. Maestro...-Se arrodilló e hizo una pequeña venía. Apenas alcé la ceja pero cuando vi sus garras... Sabía quién era... -¿A...Andy?-Tartamudeé pero cuando menos pensé, el tipo se fue corriendo con bastante rapidez pero... Si era él, Andy Reich, el chico de hace varios años... Ese mismo que le salvé la vida en su niñez. (Ficha [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]). No le di más importancia y volví a girar mi cuerpo... Vaya... Allí estaba, una torre que no se podía pasar desapercibida y hacía ver cada árbol en la zona como una pequeña planta.
Sin más preámbulo, corrí hacia allí con mis ganas y mis alientos, estando bastante feliz por dos cosas... El haber ubicado aquel "castillo" y haberme reencontrado con mi secuaz. -Vaya... El día comenzó muy bien, al fin estoy cerca de la torre.-Dije atravesando algunos arbustos y al fin, quedando demasiado cerca de ese lugar... A unos metros nada más.
Paul Brown Moreau
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Re: La Torre [Quest] [Paul]
Aquella mañana parecía como cualquier otra: poca luz, algo de humedad, silencio…
Yaiza estaba en su habitación, en lo más alto de la torro, era el mejor lugar a su parecer, ya que el reto de la torre estaba en ruinas o sucio y repleto de cosas rotas. Su habitación era sencilla: una cama, una estantería con sus libros, un armario y una pequeña zona donde asearse.
Se conocía cada rincón de aquella torre, al fin y al cabo llevaba un par de años viviendo allí, anquen la noción de tiempo se le había escapado hacia mucho. A su parecer aquello era muy aburrido, estar sola y encerrada en una torre no era su mayor deseo.
Estaba sobre la cama, peinando su largo y ceniciento cabello. Hacía mucho tiempo que su padre no mandaba a nadie a liberarla, cosa que en él parecía extraño, aunque así lo prefería, ya que aun habían algunos cadáveres repartidos en las salan inferiores.
Dejó el cepillo sobre una mesita que había junto a la cama y se tumbó en esta, releyendo un libro, el que más le gustaba. Trataba de una chica, que vivía grandes aventuras alrededor de un mundo, diferente al suyo. Se enamoraba a mitad de uno de los viajes, pero aquel no era su único amor. Yaiza, la primeras veces que leía aquellas partes del relato, lo hacía con las mejillas totalmente rojas, con los labios apretados, tímida. Cuando lo leía ahora, simplemente se reía, aquello ya le sabía poco. Aquella monotonía la acabaría matando, quería ser libre.
Aquel libro le recordaba mucho a su madre, aunque ella murió cuando Yaiza aun era muy pequeña. Recordaba que su madre era un espíritu libre, y que antes de conocer a su padre, había sido una aventurera…
Frunció el ceño al ver un pequeño punto moverse en la lejanía de la torre, parecía una persona.
-No…- susurro la chica dejando el libro sobre la colcha, acercando la cara al cristal. Era un hombre. El cristal se estaba quedando empañando, ya que ella tenía la nariz contra este. Pasó la mano por la silueta que parecía acercarse cada vez más.
Se levanto de manera violenta, haciendo mover su cabello formando un círculo en el aire. Bajó por las largas escaleras, dejando atrás la leve luz del sol, substituida por el de las antorchas. Saltó algunos de los escombros que habían quedado desparramados por el suelo cuando el dragón se defendió contra el último “guerrero”.
Cuando llegó apoyo tanto las manos como la mejilla en la gran puerta principal de madera. Sabía que aquella puerta estaba cerrada bajo llave, y que era lo suficientemente gruesa como para no poder oír lo que pasaba tras ella, pero aun así lo intentó.
Su corazón latía muy fuerte, ¿cómo era posible que tal sonido no se escuchara?
Yaiza estaba en su habitación, en lo más alto de la torro, era el mejor lugar a su parecer, ya que el reto de la torre estaba en ruinas o sucio y repleto de cosas rotas. Su habitación era sencilla: una cama, una estantería con sus libros, un armario y una pequeña zona donde asearse.
Se conocía cada rincón de aquella torre, al fin y al cabo llevaba un par de años viviendo allí, anquen la noción de tiempo se le había escapado hacia mucho. A su parecer aquello era muy aburrido, estar sola y encerrada en una torre no era su mayor deseo.
Estaba sobre la cama, peinando su largo y ceniciento cabello. Hacía mucho tiempo que su padre no mandaba a nadie a liberarla, cosa que en él parecía extraño, aunque así lo prefería, ya que aun habían algunos cadáveres repartidos en las salan inferiores.
Dejó el cepillo sobre una mesita que había junto a la cama y se tumbó en esta, releyendo un libro, el que más le gustaba. Trataba de una chica, que vivía grandes aventuras alrededor de un mundo, diferente al suyo. Se enamoraba a mitad de uno de los viajes, pero aquel no era su único amor. Yaiza, la primeras veces que leía aquellas partes del relato, lo hacía con las mejillas totalmente rojas, con los labios apretados, tímida. Cuando lo leía ahora, simplemente se reía, aquello ya le sabía poco. Aquella monotonía la acabaría matando, quería ser libre.
Aquel libro le recordaba mucho a su madre, aunque ella murió cuando Yaiza aun era muy pequeña. Recordaba que su madre era un espíritu libre, y que antes de conocer a su padre, había sido una aventurera…
Frunció el ceño al ver un pequeño punto moverse en la lejanía de la torre, parecía una persona.
-No…- susurro la chica dejando el libro sobre la colcha, acercando la cara al cristal. Era un hombre. El cristal se estaba quedando empañando, ya que ella tenía la nariz contra este. Pasó la mano por la silueta que parecía acercarse cada vez más.
Se levanto de manera violenta, haciendo mover su cabello formando un círculo en el aire. Bajó por las largas escaleras, dejando atrás la leve luz del sol, substituida por el de las antorchas. Saltó algunos de los escombros que habían quedado desparramados por el suelo cuando el dragón se defendió contra el último “guerrero”.
Cuando llegó apoyo tanto las manos como la mejilla en la gran puerta principal de madera. Sabía que aquella puerta estaba cerrada bajo llave, y que era lo suficientemente gruesa como para no poder oír lo que pasaba tras ella, pero aun así lo intentó.
Su corazón latía muy fuerte, ¿cómo era posible que tal sonido no se escuchara?
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•Bueno Paul, como ya has leído, la puerta está cerrada, por lo que tienes que encontrar otro modo de entrar en la Torre.
Wyn
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Re: La Torre [Quest] [Paul]
Al fin había amanecido... Sin haber notado que la noche anterior quedé dormido en medio de un bosque peligroso, lleno de licántropos o quizá bestias feroces. Me acaricié la mejilla con suavidad, sintiendo bastante ardor y tratando de apaciguar del dolor, lamiendo mis dedos y luego pasándolos por allí, tratando de humedecer la zona afectada. Me hice bajo la sombra un árbol, mirando de arriba a abajo aquella torre tan inmensa y bien construida... Aunque algunas preguntas pasaban por mi cabeza mientras que pensaba lentamente... ¿Quién construyó ese lugar? ¿Con qué fin?... ¿acaso sabrían anticipadamente de la chica custodiada por un feroz dragón?. No sentí miedo y solamente traté de fruncir el ceño un poco, tratando de que no me de el sol... Lo odiaba y lo detestaba en ese instante. -Vaya... Maldita torre tan alta... No exagero si digo que está a pocos metros de tocar el sol... Mucha astucia de estos tipos... Quemar el tiempo de su vida, haciendo un tonto castillo. Espero no subir escaleras, no estoy en condiciones aún...-Hablé quejándome para luego llevar mis manos hacia el pantalón, justo donde tenía un frasco donde poseía sangre de animal que había recolectado hace unos días. En serio la odio pero es la única forma de alimentarme en este mes tan pobre de monedas... Apenas era un milagro poder comer...
-Hmmm, iré hacia la puerta...-Dije hacia si mismo, bebiendo un sorbo de aquella sangre y haciendo un gesto bastante cómico, parecido al de un bebé al probar limón. Arrugué bien mis mejillas y mi nariz e incluso también mi frente. -Puaj... Me acostumbré a la sangre humana... Maldición.-Lancé el frasco lejos y caminé hacia la puerta para luego con solo una mano, tratar de empujar pero solo escuchaba el crujir de ésta. Tomé distancia y me embestí contra la misma, tratando de abrirla pero lo único que conseguí, fue una avalancha de polvo rodeándome el cuerpo. Acto seguido comencé a toser y con la manga de mi saco, me tapé la boca para dejar de recibir tanto vejestorio.
Me quedé pensativo por varios minutos, rodeando la torre varias veces, tratando de buscar otra entrada pero parecía que no se me daba muy bien... Además las ventanas estaban más arriba de esa construcción, ni escalando podría alcanzarlas, lo único que me ganaría sería una muerte estúpida... Seguí dando vueltas y le daba algunos golpes a ese pequeño castillo para ver si el muro era débil pero no. Estampé un puñetazo con fuerza a un árbol que había cercano del estrés que ya comenzaba a saborear. -¿Y cómo diablos se supone que entre?... ¿Consigo un unicornio con alas?.-Musité sarcásticamente hasta que encontré lo que sería mi salvación y también mi forma de entrar...
Había un hueco en el inicio de esa torre... Un hueco algo mediano, perfecto para que mi cuerpo cupiese allí... Lo peor era que de ese mismo hoyo, salía un río de sangre y algunos que otros sesos... Vaya que esa lagartija había disfrutado la matanza contra esos guerreros tontos. Me incliné y comencé a arrastrarme, teniendo que escupir esa horrible sustancia de hierro podrido... Pero todo por la recompensa y por la chica... Mi armadura se empapó por completo y no tuve más opción que sumergirme un poco para al fin entrar en ese lugar.
Al entrar por el hueco, me encontré con algunos cadáveres ya secos y en huesos. Los ignoré por completo y me escurrí la ropa, tratando de no oler tan mal. -Al menos entré...-Susurré, tratando de subirme los ánimos. El lugar era muy cerrado, parecido a una cueva y apenas unos rayos de luz entraban por los agujeros de aquellos viejos ladrillos que parecían deteriorarse.
-Hmmm, iré hacia la puerta...-Dije hacia si mismo, bebiendo un sorbo de aquella sangre y haciendo un gesto bastante cómico, parecido al de un bebé al probar limón. Arrugué bien mis mejillas y mi nariz e incluso también mi frente. -Puaj... Me acostumbré a la sangre humana... Maldición.-Lancé el frasco lejos y caminé hacia la puerta para luego con solo una mano, tratar de empujar pero solo escuchaba el crujir de ésta. Tomé distancia y me embestí contra la misma, tratando de abrirla pero lo único que conseguí, fue una avalancha de polvo rodeándome el cuerpo. Acto seguido comencé a toser y con la manga de mi saco, me tapé la boca para dejar de recibir tanto vejestorio.
Me quedé pensativo por varios minutos, rodeando la torre varias veces, tratando de buscar otra entrada pero parecía que no se me daba muy bien... Además las ventanas estaban más arriba de esa construcción, ni escalando podría alcanzarlas, lo único que me ganaría sería una muerte estúpida... Seguí dando vueltas y le daba algunos golpes a ese pequeño castillo para ver si el muro era débil pero no. Estampé un puñetazo con fuerza a un árbol que había cercano del estrés que ya comenzaba a saborear. -¿Y cómo diablos se supone que entre?... ¿Consigo un unicornio con alas?.-Musité sarcásticamente hasta que encontré lo que sería mi salvación y también mi forma de entrar...
Había un hueco en el inicio de esa torre... Un hueco algo mediano, perfecto para que mi cuerpo cupiese allí... Lo peor era que de ese mismo hoyo, salía un río de sangre y algunos que otros sesos... Vaya que esa lagartija había disfrutado la matanza contra esos guerreros tontos. Me incliné y comencé a arrastrarme, teniendo que escupir esa horrible sustancia de hierro podrido... Pero todo por la recompensa y por la chica... Mi armadura se empapó por completo y no tuve más opción que sumergirme un poco para al fin entrar en ese lugar.
Al entrar por el hueco, me encontré con algunos cadáveres ya secos y en huesos. Los ignoré por completo y me escurrí la ropa, tratando de no oler tan mal. -Al menos entré...-Susurré, tratando de subirme los ánimos. El lugar era muy cerrado, parecido a una cueva y apenas unos rayos de luz entraban por los agujeros de aquellos viejos ladrillos que parecían deteriorarse.
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Re: La Torre [Quest] [Paul]
Yaiza, cansada de estar contra la puerta como una boba, subió por las escaleras, asomándose a las ventanas que daban al exterior.
- No… no, no….no….- iba susurrando cada vez con voz algo mas alzada. – Vamos vete….vete… no entres…- iba diciendo, siguiendo al moreno que rodeaba una y otra vez la torre. Pero entonces dejó de verle. El hombre ya no estaba.
La chica suspiró aliviada, deslizándose por la pared hasta quedar sentada en un escalón. Su corazón empezaba a normalizar su actividad, ya no había de que preocuparse.
Bajó a la zona donde el dragón solía dormir tras matar a sus adversarios. La sala estaba vacía, y como en casi toda la construcción, se colaban algunos rayos de sol, iluminando la estancia: habían columnas y piedras tiradas por el suelo, sangre por aquí y allá, en el suelo brillaban cascos y armaduras, armas y complementos de lo que antes habían sido guerreros, o al menos un intento de ello. En el final de la habitación, en el centro, una montaña de arena se imponía, limpia.
La chica repasó la habitación… ojala alguien limpiara esto… pensó antes de sonreír, claro alguien… Empezó a recoger las armaduras, ya que le gustaba desmontarlas y hacer cosas para ella misma, o utensilios necesarios para la convivencia en aquel lugar, a pesar de su falta de herramientas.
Un casco cayó en el suelo de piedra, deslizándose de entre las manos de la chica, haciendo un ruido atronador. En una esquina de aquella misma habitación estaba aquel hombre moreno. Los ojos de Yaiza se abrieron mucho. ¿Por qué estaba allí? No debería estar allí.
Pero era tarde, el ruido del casco había revelado su presencia. Se quedó unos segundos inmóvil, como una estatua.
-V-vete…- susurro con la voz entrecortada-…vete!…- la cabeza le daba vueltas, sentía dolor en la parte superior de la tripa: no quería hacerle daño.
Salió corriendo de allí, subiendo las escaleras, encerrándose en su habitación. Se sentó con tras la puerta, tapando con sus manos sus orejas. Aquello no podía estar pasando de nuevo. Odiaba a su padre por aquello.
- No… no, no….no….- iba susurrando cada vez con voz algo mas alzada. – Vamos vete….vete… no entres…- iba diciendo, siguiendo al moreno que rodeaba una y otra vez la torre. Pero entonces dejó de verle. El hombre ya no estaba.
La chica suspiró aliviada, deslizándose por la pared hasta quedar sentada en un escalón. Su corazón empezaba a normalizar su actividad, ya no había de que preocuparse.
Bajó a la zona donde el dragón solía dormir tras matar a sus adversarios. La sala estaba vacía, y como en casi toda la construcción, se colaban algunos rayos de sol, iluminando la estancia: habían columnas y piedras tiradas por el suelo, sangre por aquí y allá, en el suelo brillaban cascos y armaduras, armas y complementos de lo que antes habían sido guerreros, o al menos un intento de ello. En el final de la habitación, en el centro, una montaña de arena se imponía, limpia.
La chica repasó la habitación… ojala alguien limpiara esto… pensó antes de sonreír, claro alguien… Empezó a recoger las armaduras, ya que le gustaba desmontarlas y hacer cosas para ella misma, o utensilios necesarios para la convivencia en aquel lugar, a pesar de su falta de herramientas.
Un casco cayó en el suelo de piedra, deslizándose de entre las manos de la chica, haciendo un ruido atronador. En una esquina de aquella misma habitación estaba aquel hombre moreno. Los ojos de Yaiza se abrieron mucho. ¿Por qué estaba allí? No debería estar allí.
Pero era tarde, el ruido del casco había revelado su presencia. Se quedó unos segundos inmóvil, como una estatua.
-V-vete…- susurro con la voz entrecortada-…vete!…- la cabeza le daba vueltas, sentía dolor en la parte superior de la tripa: no quería hacerle daño.
Salió corriendo de allí, subiendo las escaleras, encerrándose en su habitación. Se sentó con tras la puerta, tapando con sus manos sus orejas. Aquello no podía estar pasando de nuevo. Odiaba a su padre por aquello.
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•Bueno Paul, carta blanca. Puedes hacer lo que quieras, siempre que no salgas de la Torre.
•Recuerda que eres un vampiro, y que la luz te daña.
Wyn
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Re: La Torre [Quest] [Paul]
El olor no era tan agradable como pensaba... Un lugar donde los cuerpos se descomponían y eran comidos por animales como gusanos o cuervos... Solamente que lo último no podía entrar en ese lugar tan cerrado... Así que debían terminar su vida dentro, siendo amenazados por un monstruo en pocas palabras. Yo por mi parte ya me había acostumbrado a combatir contra esos repugnantes seres que desgraciadamente existen junto a los otros que se convierten... Exactamente, los sucios y salvajes licántropos. Aquellos que atacan por su instinto, no por su razonamiento ni su frías estrategias, así como los vampiros sabemos hacer. No somos estúpidos y algunos son más elegantes que otros pero... Infortunadamente siempre somos los antagonistas de este mundo lleno de animales, vivientes extraño y hasta incluso jinetes malvados... Como el que me encontré hace varios meses atrás y me dio muchísimos problemas.
-No se me haría extraño si esto se derrumba cuando tenga que enfrentarme a ese despreciable dragón.-Habló de manera seria, viendo como el polvo caía desde el techo y también tratando de patear los cadáveres, buscando alguna llave o algún utensilio pero nada, solo espadas algo oxidadas más armaduras llenas de sangre... Ni loco me pondría algo contaminado con sangre de "guerreros" que murieron bajo las sucias y escamosas garras de una abominación en pocas palabras. -Bueno, por lo que veo, vino la familia a pelear.-Hablé sarcásticamente, tomando uno de los cadáveres para luego comenzar a moverle su brazo y hacerlo saludar, en pocas palabras, lo manejaba como un títere, y es más, hacía una voz improvisada del difunto tipo. -Muajaja... ¡Hola!, me llamo Al Bajad Mamad, soy el hijo de un licántropo... Me morí porque me tropecé con una piedra.-Estaba completamente aburrido y no tuve más opción que hacer estupideces con los cuerpos difuntos.
Al terminar, me levanté y me limpié las manos con la pared que había cerca, si algo me daba asco, era la sangre de muertos... No sé por qué pero siempre me ha repugnado bastante. Es más exquisita y deliciosa cuando una persona está consciente de lo que sucede y aún sigue viva... Porque es más fresca y se siente el sabor del miedo por así decirlo. -Bueno... Dejaré de hacer estupideces... Me dedicaré a buscar a esa muchacha.-Hablé de nuevo hacia si mismo, para acariciar la funda de mi espada, confiando en mis habilidades con las armas.
Cuando menos pensé, escuché que algo hizo un ruido molesto... Apenas me tapé los oídos y cerré fuerte mis ojos. Me parece que era acero estrellándose con el suelo... O bueno, ese sonido fue parecido. Quedé como estatua por unos segundos porque además de ese ruido... Sentí que había alguien detrás de mi. Esperaba que no fuera el lagarto o estaría en desventaja aún. Me giré lentamente hasta que vi la chica que estaba a unos metros de mi. -Aleluya...-Dije al ver aquella mujer tan hermosa y con su largo cabello tan reluciente... En verdad era guapa. ¿Acaso era un sueño?. Sonreí de manera ladina pero todo se arruinó cuando me pidió que me fuese. Lo decía en forma de susurro... Quizá temía de alguien.
-Oye...-Susurré de manera serena, tratando de caminar hacia ella pero lo único que conseguí, fue que se largara de la escena. No tuve más opción que perseguirla en su recorrido, saltando cada objeto con destreza. -Espera, no te vayas... Creo que tu padre es el que me mandó a rescatarte.-Cuando estaba acercándome, ella se encerró en su habitación, dejándome con los brazos cruzados.
-Mira...-Hablé en tono fuerte y seguro, quería que ella me escuchase. -No tengas miedo...-Me acerqué y me agaché, apoyando mi espalda contra un muro y mirando el techo mientras que sacaba una moneda y la lanzaba al aire, tratando de adivinar si era cara o sello. -Entiendo... Sé que tus esperanzas se han ido.-Me sentía algo blando, como menos malvado de lo que soy. -Haré todo lo posible por sacarte de allí... Solamente necesitas confiar en mi. Te prometo que este será tu último día encerrada...-Mis ojos azules apenas se dilataron un poco y finalmente agarré la moneda para guardarla en mi bolsillo. Acto seguido me levanté y comencé a alejarme.
-A buscar ese dragón...-Dije en tono furioso, con mucha seriedad... Me había tocado el corazón esa muchacha, verla tan triste y desconfiada de lo que sucedía. Pero me enojé también... Una dama debería estar libre y no bajo las garras de un monstruo, de nadie. Si algo era mi debilidad, eran las damiselas... Siempre me he inclinado ante ellas... Como si fuera su mascota.
-No se me haría extraño si esto se derrumba cuando tenga que enfrentarme a ese despreciable dragón.-Habló de manera seria, viendo como el polvo caía desde el techo y también tratando de patear los cadáveres, buscando alguna llave o algún utensilio pero nada, solo espadas algo oxidadas más armaduras llenas de sangre... Ni loco me pondría algo contaminado con sangre de "guerreros" que murieron bajo las sucias y escamosas garras de una abominación en pocas palabras. -Bueno, por lo que veo, vino la familia a pelear.-Hablé sarcásticamente, tomando uno de los cadáveres para luego comenzar a moverle su brazo y hacerlo saludar, en pocas palabras, lo manejaba como un títere, y es más, hacía una voz improvisada del difunto tipo. -Muajaja... ¡Hola!, me llamo Al Bajad Mamad, soy el hijo de un licántropo... Me morí porque me tropecé con una piedra.-Estaba completamente aburrido y no tuve más opción que hacer estupideces con los cuerpos difuntos.
Al terminar, me levanté y me limpié las manos con la pared que había cerca, si algo me daba asco, era la sangre de muertos... No sé por qué pero siempre me ha repugnado bastante. Es más exquisita y deliciosa cuando una persona está consciente de lo que sucede y aún sigue viva... Porque es más fresca y se siente el sabor del miedo por así decirlo. -Bueno... Dejaré de hacer estupideces... Me dedicaré a buscar a esa muchacha.-Hablé de nuevo hacia si mismo, para acariciar la funda de mi espada, confiando en mis habilidades con las armas.
Cuando menos pensé, escuché que algo hizo un ruido molesto... Apenas me tapé los oídos y cerré fuerte mis ojos. Me parece que era acero estrellándose con el suelo... O bueno, ese sonido fue parecido. Quedé como estatua por unos segundos porque además de ese ruido... Sentí que había alguien detrás de mi. Esperaba que no fuera el lagarto o estaría en desventaja aún. Me giré lentamente hasta que vi la chica que estaba a unos metros de mi. -Aleluya...-Dije al ver aquella mujer tan hermosa y con su largo cabello tan reluciente... En verdad era guapa. ¿Acaso era un sueño?. Sonreí de manera ladina pero todo se arruinó cuando me pidió que me fuese. Lo decía en forma de susurro... Quizá temía de alguien.
-Oye...-Susurré de manera serena, tratando de caminar hacia ella pero lo único que conseguí, fue que se largara de la escena. No tuve más opción que perseguirla en su recorrido, saltando cada objeto con destreza. -Espera, no te vayas... Creo que tu padre es el que me mandó a rescatarte.-Cuando estaba acercándome, ella se encerró en su habitación, dejándome con los brazos cruzados.
-Mira...-Hablé en tono fuerte y seguro, quería que ella me escuchase. -No tengas miedo...-Me acerqué y me agaché, apoyando mi espalda contra un muro y mirando el techo mientras que sacaba una moneda y la lanzaba al aire, tratando de adivinar si era cara o sello. -Entiendo... Sé que tus esperanzas se han ido.-Me sentía algo blando, como menos malvado de lo que soy. -Haré todo lo posible por sacarte de allí... Solamente necesitas confiar en mi. Te prometo que este será tu último día encerrada...-Mis ojos azules apenas se dilataron un poco y finalmente agarré la moneda para guardarla en mi bolsillo. Acto seguido me levanté y comencé a alejarme.
-A buscar ese dragón...-Dije en tono furioso, con mucha seriedad... Me había tocado el corazón esa muchacha, verla tan triste y desconfiada de lo que sucedía. Pero me enojé también... Una dama debería estar libre y no bajo las garras de un monstruo, de nadie. Si algo era mi debilidad, eran las damiselas... Siempre me he inclinado ante ellas... Como si fuera su mascota.
Paul Brown Moreau
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Re: La Torre [Quest] [Paul]
Yaiza escuchaba levemente las palabras del vampira, parecía un buen hombre, no quería que muriera.
- No… por favor, vete…- susurraba a sabiendas de que no podía escucharla. Los dedos de sus pies estaban apretados, clavándose en el suelo. Las uñas de sus manos estaban apretando el cuero cabelludo. ¿Por qué no se iba?
Buscar al dragón… la chica se levanto de golpe, no podía hacer aquello. Si aquel hombre se enfrentaba al dragón, su único futuro seria acompañar a los cadáveres de la sala inferior.
Asomo la cabeza por la puerta, esperando que sus palabras llegaran hasta él. – No lo hagas… por favor… vete ahora que puedes…- sus pies acariciaron con cuidado los primeros peldaños.
¿Quién no quería ser libre? Yaiza anhelaba correr por las verdes montañas, sintiendo el viento en su piel. Aunque sus deseos no eran todos tan bonitos, hacia ya algún tiempo, dentro de ella, había crecido un odio y un rencor hacia el hombre que antaño había ido su padre. Lo odiaba, con toda su alma, nunca podría perdonarle ni lo de su madre ni lo de ella misma.
Quizás podría hacer un trato con aquel guerrero… sacudió con la cabeza. Todos los demás solo pensaban en llegarla junto a su padre tras matar al dragón, por lo que no pudo evitar su muerte, y aquel hombre no sería diferente. La recompensa y el miedo ante el poder del señor Pentaghast eran lo suficientemente alto como para no negociar con una niña… y ella lo sabía.
Estaba oculta tras las sombras de una columna, viendo a Paul de espaldas, sabiendo que él no había advertido su presencia. ¿Bueno, había que intentarlo?...
-No lo hagas…- repitió dejándose ver. Nunca solía hacer aquello, pero ya estaba harta de todo aquello. Sus claros ojos se posaron sobre los de él. – No tienes nada que hacer contra las fuerzas de un dragón. Vete, estoy segura…- hizo una pequeña pausa, los libros le habían aportado mucha picardía, o eso pensaba ella, porque verse frente a un hombre no era lo mismo que ante unas líneas. -…de que un hombre tan…hermoso tiene a alguien esperándole. No tienes porque morir. Vete, no te preocupes por mí…- estaba nerviosa, pero su cuerpo respondió correctamente, agradeciendo no estar temblando.
Aquellos instantes se le hicieron eternos. Parecía que las palabras de respuesta no llegaban nunca. Empezaba a ponerse nerviosa, sus puños se apretaron…
En la otra sala un leve susurro acariciaba el suelo. Mas tierra empezaba a amontonarse en la pila del centro, creando muros de color marrón.
- No… por favor, vete…- susurraba a sabiendas de que no podía escucharla. Los dedos de sus pies estaban apretados, clavándose en el suelo. Las uñas de sus manos estaban apretando el cuero cabelludo. ¿Por qué no se iba?
Buscar al dragón… la chica se levanto de golpe, no podía hacer aquello. Si aquel hombre se enfrentaba al dragón, su único futuro seria acompañar a los cadáveres de la sala inferior.
Asomo la cabeza por la puerta, esperando que sus palabras llegaran hasta él. – No lo hagas… por favor… vete ahora que puedes…- sus pies acariciaron con cuidado los primeros peldaños.
¿Quién no quería ser libre? Yaiza anhelaba correr por las verdes montañas, sintiendo el viento en su piel. Aunque sus deseos no eran todos tan bonitos, hacia ya algún tiempo, dentro de ella, había crecido un odio y un rencor hacia el hombre que antaño había ido su padre. Lo odiaba, con toda su alma, nunca podría perdonarle ni lo de su madre ni lo de ella misma.
Quizás podría hacer un trato con aquel guerrero… sacudió con la cabeza. Todos los demás solo pensaban en llegarla junto a su padre tras matar al dragón, por lo que no pudo evitar su muerte, y aquel hombre no sería diferente. La recompensa y el miedo ante el poder del señor Pentaghast eran lo suficientemente alto como para no negociar con una niña… y ella lo sabía.
Estaba oculta tras las sombras de una columna, viendo a Paul de espaldas, sabiendo que él no había advertido su presencia. ¿Bueno, había que intentarlo?...
-No lo hagas…- repitió dejándose ver. Nunca solía hacer aquello, pero ya estaba harta de todo aquello. Sus claros ojos se posaron sobre los de él. – No tienes nada que hacer contra las fuerzas de un dragón. Vete, estoy segura…- hizo una pequeña pausa, los libros le habían aportado mucha picardía, o eso pensaba ella, porque verse frente a un hombre no era lo mismo que ante unas líneas. -…de que un hombre tan…hermoso tiene a alguien esperándole. No tienes porque morir. Vete, no te preocupes por mí…- estaba nerviosa, pero su cuerpo respondió correctamente, agradeciendo no estar temblando.
Aquellos instantes se le hicieron eternos. Parecía que las palabras de respuesta no llegaban nunca. Empezaba a ponerse nerviosa, sus puños se apretaron…
En la otra sala un leve susurro acariciaba el suelo. Mas tierra empezaba a amontonarse en la pila del centro, creando muros de color marrón.
- YAIZA:
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
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•Bueno, tienes frente a ti a la muchacha, puedes hablar con ella o ir en busca de tu trabajo, que siempre ha sido el mismo, ¿no? Matar al dragón.
•No puedes metarolear a Yaiza, como mucho si le hacer ir contigo o algo por el estilo deberás poner como que le coger de la mano, etc.
Wyn
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Re: La Torre [Quest] [Paul]
Me había levantado... Estaba completamente decidido y muy inspirado... Si algo iba a suceder, que fuese hoy mi victoria o mi pérdida. Si tenía que perder la vida tratando de defender a esa chica, pues no habría ningún problema... Lo haría luchando así como los otros que se encontraban allí, hechos pedazos pero al menos quisieron ayudarla... Guerreros que quizá habrían podido vencer al lagarto pero por alguna complicación, murieron sin más preámbulo. Mi oído alcanzó a escuchar su voz tan suave y aguda como la de una joven chica... Aunque su tono era bastante angustiado que me decía "Vete". Aún no quería hacer nada, primero quería escuchar qué decía y si al fin podría saber su nombre... Ansiaba conocerlo.
Sentí que apenas se asomó y esta vez me pidió casi "rogando" que me fuese. Era lo que más esperaba ella pero no quería hacerle caso, simplemente me quedé giré de nuevo mi cuerpo y miré hacia donde se encontraba a ella. Aún no la podía ver frente a frente pero al menos era suficiente para mi. -No lo haré... Me sentiría la peor persona si me largo y te dejo aquí, teniendo que aguantar esa abominación.-Llevé mis manos a los bolsillos y miré por unos segundos al suelo para luego volverme a quedar como una estatua. Esperaba que ella al fin me creyese y me diera el apoyo. Lo necesitaba bastante pero si no me lo quería dar, debía ganarlo y la única forma es hacer que vea mis habilidades o mis talentos.
Seguí elogiando la estructura con mi mirada, acariciándome la barbilla y esperando a que me dijese algo pero... Por el rabillo del ojo alcancé a notar que ella salía de su escondite, dejándose ver y pudiendo contemplar mejor su aspecto. -Vaya... No te pareces a tu padre...-Hablé atónito y con la boca abierta literalmente. En serio, en mis 100 años de vida, no había visto una muchacha tan hermosa que tuviese que estar condenada bajo las garras de un animal feroz. La mujer aún apostaba por el dragón, decía que no tenía la fuerza para combatir contra uno. Solté una pequeña carcajada y levanté un poco la ceja. -He combatido contra esos monstruos anteriormente... Además, sería un buen combate siendo "sobrenatural contra sobrenatural".-Sin más preámbulo, le mostré mis colmillos bastante largos, señalándolos para ella.
De repente, me elogió diciéndome que era un hombre hermoso. Apenas volví a sonreír de manera ladina y me acerqué con lentitud a ella, tampoco necesitaba hacerlo apresurado. Aún seguía convencida de que perdería la vida, eso me estaba cansando bastante. Al llegar cerca de ella, la miré de manera interesante y me incliné, colocando mis rodillas en el sucio suelo, arriesgando a que mi pantalón se empape de sangre. -Confía en mi...-Llevé mis manos hacia ella y la tomé mientras aún seguía inclinado. -Pero por favor... Necesito que me lleves hacia el dragón... Cree en que acabaré con él. Espero hacerlo...-Hablé esta vez algo inseguro, la chica me había quitado toda esa valentía que tenía... O bueno, me la comenzaba a quitar.
Sentí que apenas se asomó y esta vez me pidió casi "rogando" que me fuese. Era lo que más esperaba ella pero no quería hacerle caso, simplemente me quedé giré de nuevo mi cuerpo y miré hacia donde se encontraba a ella. Aún no la podía ver frente a frente pero al menos era suficiente para mi. -No lo haré... Me sentiría la peor persona si me largo y te dejo aquí, teniendo que aguantar esa abominación.-Llevé mis manos a los bolsillos y miré por unos segundos al suelo para luego volverme a quedar como una estatua. Esperaba que ella al fin me creyese y me diera el apoyo. Lo necesitaba bastante pero si no me lo quería dar, debía ganarlo y la única forma es hacer que vea mis habilidades o mis talentos.
Seguí elogiando la estructura con mi mirada, acariciándome la barbilla y esperando a que me dijese algo pero... Por el rabillo del ojo alcancé a notar que ella salía de su escondite, dejándose ver y pudiendo contemplar mejor su aspecto. -Vaya... No te pareces a tu padre...-Hablé atónito y con la boca abierta literalmente. En serio, en mis 100 años de vida, no había visto una muchacha tan hermosa que tuviese que estar condenada bajo las garras de un animal feroz. La mujer aún apostaba por el dragón, decía que no tenía la fuerza para combatir contra uno. Solté una pequeña carcajada y levanté un poco la ceja. -He combatido contra esos monstruos anteriormente... Además, sería un buen combate siendo "sobrenatural contra sobrenatural".-Sin más preámbulo, le mostré mis colmillos bastante largos, señalándolos para ella.
De repente, me elogió diciéndome que era un hombre hermoso. Apenas volví a sonreír de manera ladina y me acerqué con lentitud a ella, tampoco necesitaba hacerlo apresurado. Aún seguía convencida de que perdería la vida, eso me estaba cansando bastante. Al llegar cerca de ella, la miré de manera interesante y me incliné, colocando mis rodillas en el sucio suelo, arriesgando a que mi pantalón se empape de sangre. -Confía en mi...-Llevé mis manos hacia ella y la tomé mientras aún seguía inclinado. -Pero por favor... Necesito que me lleves hacia el dragón... Cree en que acabaré con él. Espero hacerlo...-Hablé esta vez algo inseguro, la chica me había quitado toda esa valentía que tenía... O bueno, me la comenzaba a quitar.
Paul Brown Moreau
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Re: La Torre [Quest] [Paul]
Abominación… monstruo… aquellas palabras hicieron que el ceño de la joven se frunciera. Realmente parecía que aquel…vampiro pretendía vivir.
Un vampiro… miro sus dientes, nunca había visto a un vampiro…como decirlo... amable. Ya que lo poco que había visto habían sido criaturas hambrientas, bebiendo de la sangre de humanos, agotando hasta la última gota. Pero no le daba miedo, Yaiza hacia ya algún tiempo que no le temía a la muerte.
El joven estaba arrodillado ante ella había tomado sus manos, aquella parecía una escena muy bonita y romántica, si no fuese porque no daba su brazo a torcer.
- No es que no confíe en ti…- dijo ella mirando sus manos unidas. – Yo… no quiero. No quiero que mates al dragón, no quiero llevarte hasta él.- apretó sus manos para después soltarlas de manera brusca. – ¡Eres igual que mi padre!- gritó Yaiza con rabia, haciendo que sus mejillas se sonrojaran un poco del enfado.
Se aparto unos pasos del hombre, sin dejar de mirarle a los ojos.
- No te lo voy a repetir más veces, vete si no quieres morir…- su voz era autoritaria, parecía intrusa en un cuerpo tan pequeño y delicado. Sus puños estaban apretados, clavando las uñas en las palmas, debía controlarse, pero no podía. Aquel hombre era igual que su padre. Despreciaba a los que no eran como él, eliminaba lo que le estorbaba… debía ocupar su lugar, igual que los demás guerreros…
En la otra sala una tormenta de arena parecía cada vez más fuerte, dispuesta para cuando empezara la pelea. El dragón pronto saldría de su escondite… ponto tendría una nueva víctima, pronto bañaría con la sangre del vampiro la sala… solo él podía evitar aquello, o no. ¿Realmente se enfrentaría al animal, y vencería? ¿Realmente sería capaz de acabar con él?
El señor Pentaghast estaba en la misma mesa de la taberna, bebiendo y fumando. Una sonrisa malvada recorría su rostro, recordando el pasado.
-¡Maldita perra! ¿Así que me lo había ocultado?- gritó el hombre antes de propinarle una bofetada a su mujer. – Y pensar que me he acostado contigo. Asco, me das asco mujer…- dijo escupiendo al suelo, donde ella estaba tirada.
La mujer, una joven rubia, de piel clara, ojos azules, piel delicada y fina, callada, reprimida… no sabía cómo había llegado a desposarse con el joven Pentaghast. Era un hombre que le aterraba, siempre enfadado. Y su fama no era muy distinta, siempre conseguía lo que quería, aunque tuvieran que ancharse las manos terceras personas.
- Que sepas que si te aguanto es por la hija que llevas en tu vientre, de no ser así, yo mismo te mataría con mis propias manos…- dijo poniendo los dedos en forma de garra hacia ella.
Nunca había sido un hombre cariñoso, pero desde aquel día, el trato con ella fue totalmente distinto. Un odio empezaba a crecer día a día hacia su esposa. Incluso llego a odiar a su propia hija, pero cuando aquella perra mentirosa muriera, su hija y el vivirían solos, lejos de maldiciones, porque eso era, una maldición, un pecado, un estorbo. Su hija seria como él… y todo quedaría olvidado.
Pero para su sorpresa, la niña nació igual a su madre, igual de preciosas. Aquello lo hizo enfurecer.
-¡No te escondas, guarra! ¡Devuélveme a mi hija!- le gritaba cada vez que la mujer se encerraba en la habitación con su pequeña. El marido más a menudo volvía bebido a casa
Lo que quiere ese monstruo es quitarme a mi hija… quiere robármela…quiere matarla, quesea como ella. Pero eso no ser así, esto no puede quedarse así…
La pequeña Yaiza ya tenía tres años, la primavera que su madre murió. No entendió como por aquel entonces. Pero los gritos de dolor, el llanto, la sangre salpicada en la ropa de su padre…
Un vampiro… miro sus dientes, nunca había visto a un vampiro…como decirlo... amable. Ya que lo poco que había visto habían sido criaturas hambrientas, bebiendo de la sangre de humanos, agotando hasta la última gota. Pero no le daba miedo, Yaiza hacia ya algún tiempo que no le temía a la muerte.
El joven estaba arrodillado ante ella había tomado sus manos, aquella parecía una escena muy bonita y romántica, si no fuese porque no daba su brazo a torcer.
- No es que no confíe en ti…- dijo ella mirando sus manos unidas. – Yo… no quiero. No quiero que mates al dragón, no quiero llevarte hasta él.- apretó sus manos para después soltarlas de manera brusca. – ¡Eres igual que mi padre!- gritó Yaiza con rabia, haciendo que sus mejillas se sonrojaran un poco del enfado.
Se aparto unos pasos del hombre, sin dejar de mirarle a los ojos.
- No te lo voy a repetir más veces, vete si no quieres morir…- su voz era autoritaria, parecía intrusa en un cuerpo tan pequeño y delicado. Sus puños estaban apretados, clavando las uñas en las palmas, debía controlarse, pero no podía. Aquel hombre era igual que su padre. Despreciaba a los que no eran como él, eliminaba lo que le estorbaba… debía ocupar su lugar, igual que los demás guerreros…
En la otra sala una tormenta de arena parecía cada vez más fuerte, dispuesta para cuando empezara la pelea. El dragón pronto saldría de su escondite… ponto tendría una nueva víctima, pronto bañaría con la sangre del vampiro la sala… solo él podía evitar aquello, o no. ¿Realmente se enfrentaría al animal, y vencería? ¿Realmente sería capaz de acabar con él?
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El señor Pentaghast estaba en la misma mesa de la taberna, bebiendo y fumando. Una sonrisa malvada recorría su rostro, recordando el pasado.
-¡Maldita perra! ¿Así que me lo había ocultado?- gritó el hombre antes de propinarle una bofetada a su mujer. – Y pensar que me he acostado contigo. Asco, me das asco mujer…- dijo escupiendo al suelo, donde ella estaba tirada.
La mujer, una joven rubia, de piel clara, ojos azules, piel delicada y fina, callada, reprimida… no sabía cómo había llegado a desposarse con el joven Pentaghast. Era un hombre que le aterraba, siempre enfadado. Y su fama no era muy distinta, siempre conseguía lo que quería, aunque tuvieran que ancharse las manos terceras personas.
- Que sepas que si te aguanto es por la hija que llevas en tu vientre, de no ser así, yo mismo te mataría con mis propias manos…- dijo poniendo los dedos en forma de garra hacia ella.
Nunca había sido un hombre cariñoso, pero desde aquel día, el trato con ella fue totalmente distinto. Un odio empezaba a crecer día a día hacia su esposa. Incluso llego a odiar a su propia hija, pero cuando aquella perra mentirosa muriera, su hija y el vivirían solos, lejos de maldiciones, porque eso era, una maldición, un pecado, un estorbo. Su hija seria como él… y todo quedaría olvidado.
Pero para su sorpresa, la niña nació igual a su madre, igual de preciosas. Aquello lo hizo enfurecer.
-¡No te escondas, guarra! ¡Devuélveme a mi hija!- le gritaba cada vez que la mujer se encerraba en la habitación con su pequeña. El marido más a menudo volvía bebido a casa
Lo que quiere ese monstruo es quitarme a mi hija… quiere robármela…quiere matarla, quesea como ella. Pero eso no ser así, esto no puede quedarse así…
La pequeña Yaiza ya tenía tres años, la primavera que su madre murió. No entendió como por aquel entonces. Pero los gritos de dolor, el llanto, la sangre salpicada en la ropa de su padre…
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• ¿Paul, las últimas palabras de Yaiza no te han sonado amenazadoras? Bueno, parece que empieza una pelea, ¿no?
•Tanto si decides hablar con la chica como ir ya a matar al dragón, no puedes metarolear con Yaiza.
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Re: La Torre [Quest] [Paul]
Esperaba que al fin me creyese y pudiera confiar en mi para irnos juntos de ese lugar y regresar a la chica con su padre quién desde el principio parecía preocupado. Aún mis rodillas seguían en el suelo, limpiándolo con mi pantalón que parecía ensuciarse por cada segundo que seguía allí. Seguía esperando que me respondiese sin más preámbulo, que dijese que le salvara y que finalmente me diga que podía confiar en mi para llevarla fuera de ese lugar que ya parecía derrumbarse. Sentía que por cada segundo que pasaba, mis fuerzas se incrementaban bastante, quería ir y asesinar a ese monstruo repugnante. Nunca en mi vida me he llevado bien con esa raza dado que mi familia les ha tenido asco. Somos unos vampiros apartados de las ciudades y por eso no nos llevamos con ninguna raza, a excepción a los brujos, con ellos nos entendemos bastante y siempre hemos sido compañeros.
Cuando noté, ella parecía demasiado incómoda a lo que levanté la ceja y al ver sus expresiones, preludié lo que estaba a punto de decirme... Completamente preparado. Me manifestó que no es que confiase en mi... Es que no quería que matase al dragón y para el colmo, tampoco me quería llevar hasta él... Mi rostro quedó perplejo y me levanté lentamente del suelo después de sentir que había quitado sus manos de la mía... Solo se notaba mi ceño fruncido mientras que mi rostro estaba cubierto de oscuridad, no se notaba ningún gesto que hacía.
Ella dijo que me parecía a su padre... ¿Era un insulto o un elogio?. En verdad no lo supe y solamente me crucé de brazos, dejando notar mis ojos completamente claros que la veían de manera despectiva... -Entiendo.-Dije, haciendo un pequeño gutural dado que me había enfurecido. ¿Acaso la dama se había enamorado de ese dragón?. Mi sangre hirvió bastante y finalmente ella también se enojo diciéndome las palabras mágicas que estallaron mi furia.
" No te lo voy a repetir más veces, vete si no quieres morir…" Abrí bien mis ojos y la vi con bastante odio para luego pegar un suspiro con ganas por la boca y la nariz, parecido al de un toro furioso. -¿Sabes?-Respondí ya más tranquilo que antes y giré mi cuerpo. -Yo vine aquí por algo... Y fue por salvarte a ti y a acabar con ese dragón.-Comencé a caminar, alejándome de ella y dándole la espalda.
-No me interesa la muerte... Así que con mucho respeto, te recomiendo que hagas silencio.-Dije las penúltimas palabras, casi visible... Ya comenzaba a verse mi silueta nada más. -Perdóname por ser tan duro.-Hablé finalmente para comenzar a buscar ese dragón por la torre, revisando cada lugar con tranquilidad.
Cuando noté, ella parecía demasiado incómoda a lo que levanté la ceja y al ver sus expresiones, preludié lo que estaba a punto de decirme... Completamente preparado. Me manifestó que no es que confiase en mi... Es que no quería que matase al dragón y para el colmo, tampoco me quería llevar hasta él... Mi rostro quedó perplejo y me levanté lentamente del suelo después de sentir que había quitado sus manos de la mía... Solo se notaba mi ceño fruncido mientras que mi rostro estaba cubierto de oscuridad, no se notaba ningún gesto que hacía.
Ella dijo que me parecía a su padre... ¿Era un insulto o un elogio?. En verdad no lo supe y solamente me crucé de brazos, dejando notar mis ojos completamente claros que la veían de manera despectiva... -Entiendo.-Dije, haciendo un pequeño gutural dado que me había enfurecido. ¿Acaso la dama se había enamorado de ese dragón?. Mi sangre hirvió bastante y finalmente ella también se enojo diciéndome las palabras mágicas que estallaron mi furia.
" No te lo voy a repetir más veces, vete si no quieres morir…" Abrí bien mis ojos y la vi con bastante odio para luego pegar un suspiro con ganas por la boca y la nariz, parecido al de un toro furioso. -¿Sabes?-Respondí ya más tranquilo que antes y giré mi cuerpo. -Yo vine aquí por algo... Y fue por salvarte a ti y a acabar con ese dragón.-Comencé a caminar, alejándome de ella y dándole la espalda.
-No me interesa la muerte... Así que con mucho respeto, te recomiendo que hagas silencio.-Dije las penúltimas palabras, casi visible... Ya comenzaba a verse mi silueta nada más. -Perdóname por ser tan duro.-Hablé finalmente para comenzar a buscar ese dragón por la torre, revisando cada lugar con tranquilidad.
Paul Brown Moreau
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Re: La Torre [Quest] [Paul]
-Tú lo has querido…- susurro viendo como la silueta del hombre se iba haciendo cada vez más pequeña en la lejanía.
En silencio, siguió a Paul hasta la sala por la que había entrado. El “pedestal” de arena parecía ahora más grande, además de que llovía… ¿arena?
Estaba tras él, en silencio.
- Dime, ¿has encontrado a tu dragón?- dijo con un tono de voz totalmente distinto al que había sonado hasta ahora. Eran palabras frías y punzantes. -¿Cuál es tu nombre?- hizo una pequeña pausa, apenas dándole tiempo para contestar al hombre. – Bueno… eso no importa… la verdad…-
Suspiró de manera audible, haciendo mover su pecho. La chica se llevó la mano a los hombros, desatando muy lentamente las ataduras que sujetaban su ligero vestido de color blanco.
-Realmente no quería que murieras… pero no me has dejado otra elección…- aquellas serian las últimas palabras que escucharía Paul decir a la pequeña Yaiza, ya que en aquel momento una luz cegadora nació de su pecho.
Su cuerpo, ya desnudo, empezaba a envolverle de aquella preciosa pero intensa luz, ligeramente verdosa, del interior al exterior. Como si de una estatua de barro se tratase, el cuerpo de la chica empezar a deformarse, haciéndose más grande. Unas enormes alas envolvieron su cuerpo, a la vez que su cuello se extendía hacia arriba. Unos cuernos salieron de su delicada piel, enmarcando su rostro, ahora escamoso, del color de la hierba. Unas terribles uñas se clavaron en el suelo, mientras el resto del cuerpo adoptaba la forma de un majestuoso dragón.
La luz fue muriendo poco a poco, dejando cada vez más visible a la criatura. Era grande e imponente. Parecía que la tormenta de arena se concentraba a su alrededor, creando montañas a su alrededor, a modo de defensa.
El gran animal posó sus ojos en el vampiro, ahora rojos como la sangre. Quizás ella no sería la primera en atacar, pero si pensaba ser la última.
**
El hombre sostenía la mano de su hija, mientras el agua les empapaba. Era una mañana sin sol, triste… Yaiza recordaba la sonrisa de su padre en el entierro… ¿estaba feliz?
-¡No! No lo permitiré. Mi hija no es ni será un monstruo, es mi hija. Ya he matado a aquella ramera, todo a acabado, ¿entendido?- decía enfadado el señor Pentaghast, discutiendo con uno de sus compañeros.
-Yo solo digo, que no dejaremos que otra lagarta nos oculte estas… maldiciones. Si tu hija se transforma en una de esas abominaciones, ya sebes lo que tienes que hacer…- el compañero dejó un puñal en la mesa, antes de desaparecer por la puerta.
Yaiza ya era una adolescente, cuando por primera vez aquella luz verdosa salió de su pecho. Aquella misma noche, su padre intentó asesinarla.
- No puedo…- dejó caer el puñal al suelo, las manos le temblaban. Había matado a muchas personas, y había mandado matar aun más… pero aquel pequeño monstruo era… su hija… le daba asco, como una cosa que era de su sangre podía ser… solo de pensarle todo su cuerpo se tensaba. Él no la podía matar, pero si lo podían hacer otros.
Pero… habría alguna manera de romper aquella maldición que su mujer le había transmitido a su hija…
La solución la tenía delante de sus ojos. Si mataba al dragón, su hija seria liberada. Sería una persona normal y corriente. Pero debía actuar rápido, la pequeña empezaba a enterarse de las cosas, y un odio iba creciendo dentro de ella como un pequeño sauce.
Acarició la cabeza de su hija, desnuda, en la cama. Ella lloraba, no entendía lo que estaba sucediendo.
- Tranquila Yaiza… estas maldita, pero encontrare al alguien que pueda curarte… -
En silencio, siguió a Paul hasta la sala por la que había entrado. El “pedestal” de arena parecía ahora más grande, además de que llovía… ¿arena?
Estaba tras él, en silencio.
- Dime, ¿has encontrado a tu dragón?- dijo con un tono de voz totalmente distinto al que había sonado hasta ahora. Eran palabras frías y punzantes. -¿Cuál es tu nombre?- hizo una pequeña pausa, apenas dándole tiempo para contestar al hombre. – Bueno… eso no importa… la verdad…-
Suspiró de manera audible, haciendo mover su pecho. La chica se llevó la mano a los hombros, desatando muy lentamente las ataduras que sujetaban su ligero vestido de color blanco.
-Realmente no quería que murieras… pero no me has dejado otra elección…- aquellas serian las últimas palabras que escucharía Paul decir a la pequeña Yaiza, ya que en aquel momento una luz cegadora nació de su pecho.
Su cuerpo, ya desnudo, empezaba a envolverle de aquella preciosa pero intensa luz, ligeramente verdosa, del interior al exterior. Como si de una estatua de barro se tratase, el cuerpo de la chica empezar a deformarse, haciéndose más grande. Unas enormes alas envolvieron su cuerpo, a la vez que su cuello se extendía hacia arriba. Unos cuernos salieron de su delicada piel, enmarcando su rostro, ahora escamoso, del color de la hierba. Unas terribles uñas se clavaron en el suelo, mientras el resto del cuerpo adoptaba la forma de un majestuoso dragón.
La luz fue muriendo poco a poco, dejando cada vez más visible a la criatura. Era grande e imponente. Parecía que la tormenta de arena se concentraba a su alrededor, creando montañas a su alrededor, a modo de defensa.
El gran animal posó sus ojos en el vampiro, ahora rojos como la sangre. Quizás ella no sería la primera en atacar, pero si pensaba ser la última.
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El hombre sostenía la mano de su hija, mientras el agua les empapaba. Era una mañana sin sol, triste… Yaiza recordaba la sonrisa de su padre en el entierro… ¿estaba feliz?
-¡No! No lo permitiré. Mi hija no es ni será un monstruo, es mi hija. Ya he matado a aquella ramera, todo a acabado, ¿entendido?- decía enfadado el señor Pentaghast, discutiendo con uno de sus compañeros.
-Yo solo digo, que no dejaremos que otra lagarta nos oculte estas… maldiciones. Si tu hija se transforma en una de esas abominaciones, ya sebes lo que tienes que hacer…- el compañero dejó un puñal en la mesa, antes de desaparecer por la puerta.
Yaiza ya era una adolescente, cuando por primera vez aquella luz verdosa salió de su pecho. Aquella misma noche, su padre intentó asesinarla.
- No puedo…- dejó caer el puñal al suelo, las manos le temblaban. Había matado a muchas personas, y había mandado matar aun más… pero aquel pequeño monstruo era… su hija… le daba asco, como una cosa que era de su sangre podía ser… solo de pensarle todo su cuerpo se tensaba. Él no la podía matar, pero si lo podían hacer otros.
Pero… habría alguna manera de romper aquella maldición que su mujer le había transmitido a su hija…
La solución la tenía delante de sus ojos. Si mataba al dragón, su hija seria liberada. Sería una persona normal y corriente. Pero debía actuar rápido, la pequeña empezaba a enterarse de las cosas, y un odio iba creciendo dentro de ella como un pequeño sauce.
Acarició la cabeza de su hija, desnuda, en la cama. Ella lloraba, no entendía lo que estaba sucediendo.
- Tranquila Yaiza… estas maldita, pero encontrare al alguien que pueda curarte… -
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- DRAGON:
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•Bueno Paul, siempre ha estado en tus manos, debes decidir.
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Re: La Torre [Quest] [Paul]
Mi rostro solamente radiaba decisión y parecía con ganas de encontrar a ese monstruo... Mi sangre hervía y las venas de mi cuerpo se notaban demasiado, no quería extender mi estadía en esa torre que parecía derrumbarse por cada segundo que pasaba. No entendía absolutamente desde el principio, es más, ni siquiera pregunté donde se encontraba la torre o como en verdad era la misión, simplemente caminé en círculos y afortunadamente me topé con ese mini castillo que estaba bastante apartado del Sacrestic Ville. Incluso ni siquiera me molesté en prepararme para ésto... Sólo se dio sin esperarlo y acepté, me faltaban varios aeros para hacer algunas cosas... Un plan que tenía desde hace varios meses, al igual que armarme y que no suceda lo mismo que la vez de la arboleda central, cuando fui un estorbo para esos tipos que se encontraba allí.
Seguí dando pasos, rodeando el lugar, siendo bastante cuidadoso, tratando de caminar en puntitas sin hacer mucho ruido... Quería sorprender al dragón mientras dormía y acabar de una vez con él. Revisaba cada cuarto que había allí y apenas asomaba el rostro, mirando cuidadosamente cada cosa que se encontraba puesta allí. -Parece que sabe esconderse... Si esto sigue así, tendré que gritarlo para que deje de ser tan cobarde.-Susurré hacia si mismo, perdiendo la paciencia y acariciando repetidas veces la funda de mi espada para luego pasar la uña por la empuñadura, haciendo un ruido algo molesto. Acomodé mi cabello con mi mano derecha y esta vez daba pasos más lentos, sentía que me acercaba a él... O quizá ese monstruo se acercaba a mi... No estaba absolutamente seguro. -Me aburro...-Hablé esta vez con más fuerza pero cuando menos pensé, sentí una sensación extraña... Alguien estaba detrás mío y sí mi teoría no fallaba, me andaba siguiendo desde hace varios minutos.
Me giré rápidamente y noté que era nada más y nada menos que la chica con la que hablaba anteriormente. Me preguntó si había encontrado al dragón... Esta vez no sonaba tan tierna y femenina posible... Ese tono de voz me heló la sangre por unos segundos, haciéndome tragar un mar de saliva. -No...-Dije siendo bastante simple y me cuestionó otra vez, queriendo saber mi nombre... Apenas alcé mi ceja y mis ojos se enfocaron más en ella. -Paul...-Volví a responder, ya todo comenzaba a parecerme sospechoso y me mantuve en guardia, si llegaba a intentar algo. En tono burlón, dijo que no importaba y cuando menos pensé, ella comenzó a despojarse lentamente de su vestido. Como el pervertido que soy, sonreí de manera ladina y me reincorporé, colocando mi cuerpo firme y pasando la mirada por cada parte de su cuerpo.
Manifestó que no quería matarme pero no le dejaba otra opción... Volvió a parecerme bastante raro y levanté la ceja de nuevo. -Lo sabía... Tú intención no era mostrarme tu cuerpo...-Murmuré y seguí viéndola... Ella tramaba algo y no era exactamente lo que yo deseaba. En fin... Cuando menos pensé, una luz radiante salió de su pecho, haciéndome cubrir el rostro. No alcancé a notar lo siguiente pero cuando abrí los ojos, vi que unas alas le salieron del cuerpo y su cuello se alargó a la vez que le salían cuernos. Quedé completamente atónito y no dije ni una palabra, sólo tartamudeaba... Nunca me esperé eso la verdad, estaba engañado desde el principio, pensé que debía matar al dragón y sacar a la doncella del lugar pero... No era así.
-No me digas qué...-Dije señalando a la majestuosa bestia que estaba en frente mío. Debía enfrentarme a la "princesa" de la historia. Desenvainé mi espada y ni me molesté en estar en guardia, me quedé perplejo y no hice ningún movimiento. -¡No puede ser...!-Aún no me lo creía y volví a ver sus ojos bastante rojos. Retrocedí muchos pasos, no era por miedo, era por respeto... No me atrevería a atacarla, era difícil asimilarlo. -Qué dirá el padre al saber esto.-Tomé bien la empuñadura de mi espada pero no hice ningún movimiento y cuando alcé el filo para atacar... Pegué un fuerte suspiro para luego dejar caer mis hombros.
-No...-Miré al suelo por unos segundos, casi derramando una lágrima. -¡No puedo... No puedo atacarte.!-Grité con fuerza y respire agitado. -¿Acaso no hay otra forma?.-Me pregunté hacia si mismo, esperando el ataque del monstruo que se encontraba a centímetros de mi.
Seguí dando pasos, rodeando el lugar, siendo bastante cuidadoso, tratando de caminar en puntitas sin hacer mucho ruido... Quería sorprender al dragón mientras dormía y acabar de una vez con él. Revisaba cada cuarto que había allí y apenas asomaba el rostro, mirando cuidadosamente cada cosa que se encontraba puesta allí. -Parece que sabe esconderse... Si esto sigue así, tendré que gritarlo para que deje de ser tan cobarde.-Susurré hacia si mismo, perdiendo la paciencia y acariciando repetidas veces la funda de mi espada para luego pasar la uña por la empuñadura, haciendo un ruido algo molesto. Acomodé mi cabello con mi mano derecha y esta vez daba pasos más lentos, sentía que me acercaba a él... O quizá ese monstruo se acercaba a mi... No estaba absolutamente seguro. -Me aburro...-Hablé esta vez con más fuerza pero cuando menos pensé, sentí una sensación extraña... Alguien estaba detrás mío y sí mi teoría no fallaba, me andaba siguiendo desde hace varios minutos.
Me giré rápidamente y noté que era nada más y nada menos que la chica con la que hablaba anteriormente. Me preguntó si había encontrado al dragón... Esta vez no sonaba tan tierna y femenina posible... Ese tono de voz me heló la sangre por unos segundos, haciéndome tragar un mar de saliva. -No...-Dije siendo bastante simple y me cuestionó otra vez, queriendo saber mi nombre... Apenas alcé mi ceja y mis ojos se enfocaron más en ella. -Paul...-Volví a responder, ya todo comenzaba a parecerme sospechoso y me mantuve en guardia, si llegaba a intentar algo. En tono burlón, dijo que no importaba y cuando menos pensé, ella comenzó a despojarse lentamente de su vestido. Como el pervertido que soy, sonreí de manera ladina y me reincorporé, colocando mi cuerpo firme y pasando la mirada por cada parte de su cuerpo.
Manifestó que no quería matarme pero no le dejaba otra opción... Volvió a parecerme bastante raro y levanté la ceja de nuevo. -Lo sabía... Tú intención no era mostrarme tu cuerpo...-Murmuré y seguí viéndola... Ella tramaba algo y no era exactamente lo que yo deseaba. En fin... Cuando menos pensé, una luz radiante salió de su pecho, haciéndome cubrir el rostro. No alcancé a notar lo siguiente pero cuando abrí los ojos, vi que unas alas le salieron del cuerpo y su cuello se alargó a la vez que le salían cuernos. Quedé completamente atónito y no dije ni una palabra, sólo tartamudeaba... Nunca me esperé eso la verdad, estaba engañado desde el principio, pensé que debía matar al dragón y sacar a la doncella del lugar pero... No era así.
-No me digas qué...-Dije señalando a la majestuosa bestia que estaba en frente mío. Debía enfrentarme a la "princesa" de la historia. Desenvainé mi espada y ni me molesté en estar en guardia, me quedé perplejo y no hice ningún movimiento. -¡No puede ser...!-Aún no me lo creía y volví a ver sus ojos bastante rojos. Retrocedí muchos pasos, no era por miedo, era por respeto... No me atrevería a atacarla, era difícil asimilarlo. -Qué dirá el padre al saber esto.-Tomé bien la empuñadura de mi espada pero no hice ningún movimiento y cuando alcé el filo para atacar... Pegué un fuerte suspiro para luego dejar caer mis hombros.
-No...-Miré al suelo por unos segundos, casi derramando una lágrima. -¡No puedo... No puedo atacarte.!-Grité con fuerza y respire agitado. -¿Acaso no hay otra forma?.-Me pregunté hacia si mismo, esperando el ataque del monstruo que se encontraba a centímetros de mi.
Paul Brown Moreau
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Re: La Torre [Quest] [Paul]
El señor Pentaghast empezaba a perder la paciencia ¿acaso aquel niño con colmillos largos no habría matado ya al dragón? Matar a la bestia suponía acabar con la parte monstruosa de Yaiza, y de ese modo, solo quedaría su bella hija… Si, entonces podría volver a amar a su pequeña, porque sería una persona normal, libre de maldiciones y… escupió en el suelo de la taberna, antes de beber su vaso de vino.
Pero que engañado se tenía a sí mismo aquel podre hombre… como todo el mundo sabe, si matas a una persona de raza dragó, tato en su forma humana como en la de animal, la persona muere… muere. El dragón tiene más aguante, pero no es una criatura inmortal.
Él había matado a su esposa en forma humana, pensando que de aquella manara moriría de cualquier forma, humillada y como se merecía. En cambio, según sus creencias, claramente erróneas, si matas solo al animal, la persona puede vivir en forma humana, como si nada hubiesen pasado… ¿sabía la verdad o solo era una excusa para hacer un trabajo que él nunca había podido hacer, matar a su hija? Si realmente no lo sabía ¿al descubrirlo pararía todo aquello?
El odio hacia los dragones era muy alto, incluso demasiado… a veces hay cosas que son mejor no saberlas.
- Mmmh… pero es un vampiro- se rascaba el mentón, pensado, con un codo apoyado en la mesa. – Quizás utilice eso ara pedirme más recompensa… - frunció el ceño ¿y si me pide a mi propia Yaiza? Esbozó una fea sonrisa, helando la sangre de la tabernera que le traía más licor. No… no sería difícil matarlo y después de aquello si molestaba… no sería el primero…
El dragón estaba con la cabeza hacia abajo, preparado para defenderse si era necesario… pero los ataques no llegaban. El vampiro estaba retrocediendo, pero ¿Por qué?
Yaiza abrió las alas al ver que alzaba el filo, parecía que Paul había decidido. Pero se había equivocado. El moreno estaba cabizbajo, parecía abatido. No sabía si aquello era una estrategia… pero parecía tan sincero. El animal se acercó un poco a él, aunque con precaución. Ella no quería sangre, pero se defendería si le traicionada… solo esperaba que no fuera así.
-¡No puedo... No puedo atacarte!- gritó con fuerza, parecía enfadado e impotente. . -¿Acaso no hay otra forma?- musitó.
No atacaba… ¡No atacaba! Paul no le iba a atacar, lo había menospreciado, no era como su padre, aquel era un buen hombre… aun sabiendo que con su forma humano no tendría posibilidad alguna, quería transformarse de nuevo en una muchacha, quería abrazarle, hablar con él… ¿y porque no? Lo haría.
Y si le traicionaba… al menos acabaría aquella cárcel para ella.
Una luz, un abrazo.
La chica enterró la cara contra el pecho del vampiro, rodeando su cuerpo con sus blancos brazos.
- Gracias…- susurro con la voz un poco temblorosa. Siendo dragón había matado a muchas personas, pero nunca le había gustado, siempre… una lágrima empezó a acariciar su mejilla, y después otras la siguieron.
Pero que engañado se tenía a sí mismo aquel podre hombre… como todo el mundo sabe, si matas a una persona de raza dragó, tato en su forma humana como en la de animal, la persona muere… muere. El dragón tiene más aguante, pero no es una criatura inmortal.
Él había matado a su esposa en forma humana, pensando que de aquella manara moriría de cualquier forma, humillada y como se merecía. En cambio, según sus creencias, claramente erróneas, si matas solo al animal, la persona puede vivir en forma humana, como si nada hubiesen pasado… ¿sabía la verdad o solo era una excusa para hacer un trabajo que él nunca había podido hacer, matar a su hija? Si realmente no lo sabía ¿al descubrirlo pararía todo aquello?
El odio hacia los dragones era muy alto, incluso demasiado… a veces hay cosas que son mejor no saberlas.
- Mmmh… pero es un vampiro- se rascaba el mentón, pensado, con un codo apoyado en la mesa. – Quizás utilice eso ara pedirme más recompensa… - frunció el ceño ¿y si me pide a mi propia Yaiza? Esbozó una fea sonrisa, helando la sangre de la tabernera que le traía más licor. No… no sería difícil matarlo y después de aquello si molestaba… no sería el primero…
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El dragón estaba con la cabeza hacia abajo, preparado para defenderse si era necesario… pero los ataques no llegaban. El vampiro estaba retrocediendo, pero ¿Por qué?
Yaiza abrió las alas al ver que alzaba el filo, parecía que Paul había decidido. Pero se había equivocado. El moreno estaba cabizbajo, parecía abatido. No sabía si aquello era una estrategia… pero parecía tan sincero. El animal se acercó un poco a él, aunque con precaución. Ella no quería sangre, pero se defendería si le traicionada… solo esperaba que no fuera así.
-¡No puedo... No puedo atacarte!- gritó con fuerza, parecía enfadado e impotente. . -¿Acaso no hay otra forma?- musitó.
No atacaba… ¡No atacaba! Paul no le iba a atacar, lo había menospreciado, no era como su padre, aquel era un buen hombre… aun sabiendo que con su forma humano no tendría posibilidad alguna, quería transformarse de nuevo en una muchacha, quería abrazarle, hablar con él… ¿y porque no? Lo haría.
Y si le traicionaba… al menos acabaría aquella cárcel para ella.
Una luz, un abrazo.
La chica enterró la cara contra el pecho del vampiro, rodeando su cuerpo con sus blancos brazos.
- Gracias…- susurro con la voz un poco temblorosa. Siendo dragón había matado a muchas personas, pero nunca le había gustado, siempre… una lágrima empezó a acariciar su mejilla, y después otras la siguieron.
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•Buena decisión, Paul.
•Parece que es hora de preguntar, de enterarse de una vez que estaba pasando aquí.
Wyn
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Re: La Torre [Quest] [Paul]
Me sentía perdido... Es más, era duro verla transformada en ello... No podía mover ni siquiera un brazo y aunque tuviera que matar ese dragón, me era imposible, era demasiado para mí… Podría enfrentarme a lo que sea menos a una mujer… No importa si es en su transformación… Herirlas me provoca pánico, era mi miedo más grande de todos. Mi madre llamaba eso como “Embrujo femenino”. Nunca lo entendí pero si lo logré a sentir… Esa impotencia que sientes al tocarlas, esa mirada que desarma y sobre todo. Una gota de sudor recorrió mi frente pasando por mi mejilla y cayendo finalmente al suelo. Nunca lo había imagino y no lo creería si me lo dijesen… Ella ha sido el dragón que tanto anhelaban asesinar.
Tomé bien mi espada y la guardé finalmente, dejé que hiciese lo que quiera… Si me atacaría, pues lo recibiría sin ningún movimiento. Sí tocar a una mujer implicaba mi estadía en el mundo, prefería morir antes que todo. Nada me permitía tocarla, ni mi instinto de supervivencia ni nada. La miré de manera triste para luego extender las manos hacia los lados y por consiguiente, cerrar mis ojos. –Si me atacarás… Hazlo…-Hablé, rindiéndome al instante. Al final tenía razón, moriría en manos de un majestuoso monstruo el que me superaba en tamaño y podría acabar conmigo rápidamente. No me resistiría a pesar de todo aunque… Consideraba esquivar el ataque de ella. No sabía qué haría así que preferí dejarlo en el destino.
Pero antes de todo… En el transcurso de unos segundos, abrí apenas mi ojo derecho y miré al dragón que estaba en frente mío. Parecía que no iría a atacar y tampoco lo estaba planeando. Me quedé expectante y se volvió a transformar en su apariencia femenina, dejándome algo desconcertado ¿Acaso quería vencerme en su forma débil o estaba a punto de tenderme una trama?. Seguí sin moverme pero cuando menos lo pensé, sentí que sus brazos me rodearon, para luego oler su cuello y tratar de aguantar mi instinto. -¿Por qué me abrazas…?.-Susurré en tono bastante bajo para luego descansar mi mentón en ella.
Sin esperarlo, me agradeció, dejándome atónito y dejé de abrazarle para verle a los ojos. –¿Por qué me agradeces?-Murmuré solamente para ella pero al final de todo, callé y apareció otro silencio incómodo pero luego las preguntas que rondaban en mi mente, las hice sin más preámbulo. –Bueno ¿qué sucedió?-Cuestioné primeramente. -¿Por qué estás encerrada aquí?, ¿Tu padre sabía de esto?.-Volví a cuestionar, esperando a que me contara absolutamente todo y poder librarme de aquellas dudas que me atormentaban bastante.
Tomé bien mi espada y la guardé finalmente, dejé que hiciese lo que quiera… Si me atacaría, pues lo recibiría sin ningún movimiento. Sí tocar a una mujer implicaba mi estadía en el mundo, prefería morir antes que todo. Nada me permitía tocarla, ni mi instinto de supervivencia ni nada. La miré de manera triste para luego extender las manos hacia los lados y por consiguiente, cerrar mis ojos. –Si me atacarás… Hazlo…-Hablé, rindiéndome al instante. Al final tenía razón, moriría en manos de un majestuoso monstruo el que me superaba en tamaño y podría acabar conmigo rápidamente. No me resistiría a pesar de todo aunque… Consideraba esquivar el ataque de ella. No sabía qué haría así que preferí dejarlo en el destino.
Pero antes de todo… En el transcurso de unos segundos, abrí apenas mi ojo derecho y miré al dragón que estaba en frente mío. Parecía que no iría a atacar y tampoco lo estaba planeando. Me quedé expectante y se volvió a transformar en su apariencia femenina, dejándome algo desconcertado ¿Acaso quería vencerme en su forma débil o estaba a punto de tenderme una trama?. Seguí sin moverme pero cuando menos lo pensé, sentí que sus brazos me rodearon, para luego oler su cuello y tratar de aguantar mi instinto. -¿Por qué me abrazas…?.-Susurré en tono bastante bajo para luego descansar mi mentón en ella.
Sin esperarlo, me agradeció, dejándome atónito y dejé de abrazarle para verle a los ojos. –¿Por qué me agradeces?-Murmuré solamente para ella pero al final de todo, callé y apareció otro silencio incómodo pero luego las preguntas que rondaban en mi mente, las hice sin más preámbulo. –Bueno ¿qué sucedió?-Cuestioné primeramente. -¿Por qué estás encerrada aquí?, ¿Tu padre sabía de esto?.-Volví a cuestionar, esperando a que me contara absolutamente todo y poder librarme de aquellas dudas que me atormentaban bastante.
Paul Brown Moreau
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Re: La Torre [Quest] [Paul]
Yaiza se separó lentamente de Paul, mientras él disparaba una pregunta tras la anterior. Cogió su mano con cuidado y empezó a tirar de ella, mientras le guiaba por el interior del castillo. Subieron escaleras, muchas escaleras. Le guiaba por donde sabía que no habría sol. Llegaron a una puerta, en lo más alto de la torre.
-Espera aquí… voy a tapar la ventana…- susurro con una leve sonrisa, entrando en la habitación ella sola.
Tardó unos segundos, que parecían eternos. La puerta se abrió, dejando ver su habitación, en la que había estado viviendo todo aquel tiempo.
-Adelante…- susurro haciéndose a un lado para que el pudiese entrar.
Cuando el vampiro estuvo dentro de la sala, la dragona cerró la puerta. En silencio, encendió un pequeño candelabro que había sobre una mesa, aportando un poco de luz a la estancia.
No era una habitación muy bonita, ni muy bien decorada, apenas tenía las cosas esenciales, así que a falta de mesa con sillas, la chica se sentó en la cama, cruzando las piernas. Se había puesto un vestido, también blanco, aunque en la parte de abajo estaba manchado.
Miraba al hombre a los ojos esperando que la acompañase, pero no le metió prisas, sabía que todo el mundo necesita su tiempo.
-¿Quieres… sentarte?- preguntó tras unos segundos de silencio, dando unos golpecitos en la cama con la palma de la mano, indicándole.
Cuando el vampiro estuvo sentado a su lado, la chica esperó unos instantes en hablar. Le había pedido explicaciones, y dárselas era lo más razonable… pero era muy difícil. Nunca había hablado de aquello, y tenía que hacerlo con una persona que conocía tan poco… pero no tenía nada más. Solo a él.
Su boca se movía, queriendo hablar, pero las palabras parecían no llegar nunca a ser pronunciadas. Estaba nerviosa. Respiró hondo, aquello no ayudaba a nadie.
-Es mi padre…- empezó-…él me trajo aquí.- parecía que recordar todo aquello hacia avivar el dolor, pero también el odio. Sus manos se apretaron, clavando los puños en sus propias piernas. -¿Él te mandó matarme, no es así?- su pregunta desencadenó una leve risa, matarla… ¿Por qué no lo hacia él mismo, si tanto lo deseaba? –Apenas recuerdo cuanto tiempo llevo aquí… el me trajo, y me encerró. ¿Eso también te lo dijo?- negó con la cabeza. No, nunca lo decía. – Yo pensaba que la amaba… que me amaba ¿Quién no ama a sus hijo?- miró al hombre a los ojos, parecía triste, pero en su interior un fuego ardía muy fuerte, quemando la debilidad. – No es un hombre que perdone las traiciones… ni los engaños.- suspiró, cansada de esconderse. Quería irse con el vampiro y… - Si el dragón muere, tu volverás a ser mi hija… no volverás a ser un monstruo…- ¿Cuántas veces había escuchado aquella palabras? Siempre se las repetía su padre, como modo de escusa por todo aquello. – Sabes, mi madre también era un dragón… y cuando era pequeña me explico que hay más gente como nosotras… no somos un monstruo…- sus últimas palabras parecía más bien una pregunta que una afirmación. - ¿no lo somos verdad? Seguro que tú has conocido a más personas así…- agachó la cabeza.
-Espera aquí… voy a tapar la ventana…- susurro con una leve sonrisa, entrando en la habitación ella sola.
Tardó unos segundos, que parecían eternos. La puerta se abrió, dejando ver su habitación, en la que había estado viviendo todo aquel tiempo.
-Adelante…- susurro haciéndose a un lado para que el pudiese entrar.
Cuando el vampiro estuvo dentro de la sala, la dragona cerró la puerta. En silencio, encendió un pequeño candelabro que había sobre una mesa, aportando un poco de luz a la estancia.
No era una habitación muy bonita, ni muy bien decorada, apenas tenía las cosas esenciales, así que a falta de mesa con sillas, la chica se sentó en la cama, cruzando las piernas. Se había puesto un vestido, también blanco, aunque en la parte de abajo estaba manchado.
Miraba al hombre a los ojos esperando que la acompañase, pero no le metió prisas, sabía que todo el mundo necesita su tiempo.
-¿Quieres… sentarte?- preguntó tras unos segundos de silencio, dando unos golpecitos en la cama con la palma de la mano, indicándole.
Cuando el vampiro estuvo sentado a su lado, la chica esperó unos instantes en hablar. Le había pedido explicaciones, y dárselas era lo más razonable… pero era muy difícil. Nunca había hablado de aquello, y tenía que hacerlo con una persona que conocía tan poco… pero no tenía nada más. Solo a él.
Su boca se movía, queriendo hablar, pero las palabras parecían no llegar nunca a ser pronunciadas. Estaba nerviosa. Respiró hondo, aquello no ayudaba a nadie.
-Es mi padre…- empezó-…él me trajo aquí.- parecía que recordar todo aquello hacia avivar el dolor, pero también el odio. Sus manos se apretaron, clavando los puños en sus propias piernas. -¿Él te mandó matarme, no es así?- su pregunta desencadenó una leve risa, matarla… ¿Por qué no lo hacia él mismo, si tanto lo deseaba? –Apenas recuerdo cuanto tiempo llevo aquí… el me trajo, y me encerró. ¿Eso también te lo dijo?- negó con la cabeza. No, nunca lo decía. – Yo pensaba que la amaba… que me amaba ¿Quién no ama a sus hijo?- miró al hombre a los ojos, parecía triste, pero en su interior un fuego ardía muy fuerte, quemando la debilidad. – No es un hombre que perdone las traiciones… ni los engaños.- suspiró, cansada de esconderse. Quería irse con el vampiro y… - Si el dragón muere, tu volverás a ser mi hija… no volverás a ser un monstruo…- ¿Cuántas veces había escuchado aquella palabras? Siempre se las repetía su padre, como modo de escusa por todo aquello. – Sabes, mi madre también era un dragón… y cuando era pequeña me explico que hay más gente como nosotras… no somos un monstruo…- sus últimas palabras parecía más bien una pregunta que una afirmación. - ¿no lo somos verdad? Seguro que tú has conocido a más personas así…- agachó la cabeza.
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Wyn
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Re: La Torre [Quest] [Paul]
Me sentía tan raro... En verdad nunca había estado así, es más, parecía que la bondad me comenzaba a transformar esa maldad, furia e incluso odio que yo llevaba. No soy ni nunca he sido así. Pero ella... Transmitía desde sus ojos todo ese cansancio y sabiduría durante esos años que había sido atrapada allí. La verdad me perdía demasiado y no entendía absolutamente nada... Sólo recordaba que fui enviado a salvar a la chica y matar al dragón pero... Ninguna de las dos se lograría con éxito. La sed de sangre aumentaba y el lugar se me hacía bastante difícil oler ese exquisito líquido que abundaba allí... Tuve que aguantar la respiración por algunos segundos mientras esperaba que me respondiese. Parecía que se había incomodado bastante dado a las preguntas tan directas que le hacía.
Cuando menos pensé, sentí su mano tomándome la mía... Me estremecí nuevamente al sentir su piel tan suave que tocaba cada cicatriz que llevaba. Me forzó a caminar junto a ella... Simplemente me dejé llevar, revisando que no haya ninguna otra anomalía en el lugar. -¿A dónde vamos?...-Dije algo desconcertado, dando pasos apresurados, tratando de igualar su rapidez que aumentaba mientras avanzábamos.
El sol apenas desaparecía mientras subíamos las escaleras hasta que fue omitido completamente. Cuando menos pensé, llegamos a una puerta. Me quedé viéndola y sentí que ya estábamos en la cima de la torre. Me pidió que esperase fuera mientras ella se encargaba de tapar la ventana. Ella me sonrió, dejándome atónito y le devolví el mismo gesto. -Vale, te espero.-Susurré tranquilamente mientras que echaba un vistazo a mi alrededor, tratando de buscar algún objeto que me sirva pero no hubieron resultados satisfactorios.
Tardó unos segundos hasta que al fin abrió la puerta, dejándome ver el interior. Con cortesía, me quedé fuera, esperando a que ella me diese el permiso de pasar. La chica me pidió que entrase y yo apenas di el primer paso dentro con demasiada inseguridad… Aún no confiaba bastante y quizá me tendería una horrible trampa.
Luego de estar dentro, inspeccioné el lugar y no parecía tan detallado… Era de esas habitaciones simples que te encuentras en las posadas hechas para turistas. –Un lugar muy cerrado… ¿No crees?-Comenté para luego ver que se había colocado un vestido blanco. Lo examiné con cuidado y noté que en éste, había una mancha, por la parte de abajo.
Ella posó sus claros ojos en mí… Yo me quedé inmóvil por unos segundos hasta que me ofreció sentarme. Asenté con la cabeza y me quité la espada con la funda, dejándola en un lugar apartado de la sala para luego acercarme a ella y hacerme donde ella me había mostrado.
Después de ello, la miré fijamente, colocando mis manos una encima de otra. Noté que estaba muy nerviosa, no quería hablar… -Si quieres, cuéntame luego-Dije pero ella ya se había alistado y agudizando mi oído, comencé a escucharla.
Su padre la había traído al lugar. Me quedé algo sorprendido hasta que ella me preguntó si él le había pedido que la matase. Sin decir nada, seguí escuchándola. Ella contaba que su pariente la había encerrado allí, decía que él no era un hombre que perdonaba las traiciones o las mentiras… La muchacha, al igual que su madre eran dragonas, algo que me pareció bastante normal pero… Sus últimas palabras me dejaron sin habla… “No somos un monstruo”.
Acto seguido, me preguntó lo anterior, dejándome pensativo por unos segundos. Pasé mi uña por la cama donde me encontraba y simplemente volví a verle a los ojos. –Verás…-Tragué saliva. –Ha sido duro para ti… Nunca pensé que tu padre haría eso simplemente por una creencia errónea. Según lo que sé… Si acabo contigo en tu forma dragón… Termino completamente con tu vida.-Hablé con bastante seriedad.
-Y respecto a lo último…-Tomé bastante aire y lo boté con una frase algo inteligente. –Un monstruo no se le conoce por su apariencia… Si no por su forma de actuar…-Traté de subirle el ánimo. –Créeme… He conocido personas malvadas, que merecen ser llamadas abominaciones, monstruos e inclusos demonios… Pero…-Fruncí el ceño de manera exagerada. –¡Tú no eres uno!-Pronuncié finalmente para luego quedarme viéndola.
Cuando menos pensé, sentí su mano tomándome la mía... Me estremecí nuevamente al sentir su piel tan suave que tocaba cada cicatriz que llevaba. Me forzó a caminar junto a ella... Simplemente me dejé llevar, revisando que no haya ninguna otra anomalía en el lugar. -¿A dónde vamos?...-Dije algo desconcertado, dando pasos apresurados, tratando de igualar su rapidez que aumentaba mientras avanzábamos.
El sol apenas desaparecía mientras subíamos las escaleras hasta que fue omitido completamente. Cuando menos pensé, llegamos a una puerta. Me quedé viéndola y sentí que ya estábamos en la cima de la torre. Me pidió que esperase fuera mientras ella se encargaba de tapar la ventana. Ella me sonrió, dejándome atónito y le devolví el mismo gesto. -Vale, te espero.-Susurré tranquilamente mientras que echaba un vistazo a mi alrededor, tratando de buscar algún objeto que me sirva pero no hubieron resultados satisfactorios.
Tardó unos segundos hasta que al fin abrió la puerta, dejándome ver el interior. Con cortesía, me quedé fuera, esperando a que ella me diese el permiso de pasar. La chica me pidió que entrase y yo apenas di el primer paso dentro con demasiada inseguridad… Aún no confiaba bastante y quizá me tendería una horrible trampa.
Luego de estar dentro, inspeccioné el lugar y no parecía tan detallado… Era de esas habitaciones simples que te encuentras en las posadas hechas para turistas. –Un lugar muy cerrado… ¿No crees?-Comenté para luego ver que se había colocado un vestido blanco. Lo examiné con cuidado y noté que en éste, había una mancha, por la parte de abajo.
Ella posó sus claros ojos en mí… Yo me quedé inmóvil por unos segundos hasta que me ofreció sentarme. Asenté con la cabeza y me quité la espada con la funda, dejándola en un lugar apartado de la sala para luego acercarme a ella y hacerme donde ella me había mostrado.
Después de ello, la miré fijamente, colocando mis manos una encima de otra. Noté que estaba muy nerviosa, no quería hablar… -Si quieres, cuéntame luego-Dije pero ella ya se había alistado y agudizando mi oído, comencé a escucharla.
Su padre la había traído al lugar. Me quedé algo sorprendido hasta que ella me preguntó si él le había pedido que la matase. Sin decir nada, seguí escuchándola. Ella contaba que su pariente la había encerrado allí, decía que él no era un hombre que perdonaba las traiciones o las mentiras… La muchacha, al igual que su madre eran dragonas, algo que me pareció bastante normal pero… Sus últimas palabras me dejaron sin habla… “No somos un monstruo”.
Acto seguido, me preguntó lo anterior, dejándome pensativo por unos segundos. Pasé mi uña por la cama donde me encontraba y simplemente volví a verle a los ojos. –Verás…-Tragué saliva. –Ha sido duro para ti… Nunca pensé que tu padre haría eso simplemente por una creencia errónea. Según lo que sé… Si acabo contigo en tu forma dragón… Termino completamente con tu vida.-Hablé con bastante seriedad.
-Y respecto a lo último…-Tomé bastante aire y lo boté con una frase algo inteligente. –Un monstruo no se le conoce por su apariencia… Si no por su forma de actuar…-Traté de subirle el ánimo. –Créeme… He conocido personas malvadas, que merecen ser llamadas abominaciones, monstruos e inclusos demonios… Pero…-Fruncí el ceño de manera exagerada. –¡Tú no eres uno!-Pronuncié finalmente para luego quedarme viéndola.
Paul Brown Moreau
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Re: La Torre [Quest] [Paul]
-E-eso pensaba yo…- susurro la chica en voz baja. –Mi madre me contó muchas historias, de diferentes razas… como tu… que eres un vampiro, ¿verdad?- dijo con una leve sonrisa, mirando los labios del hombre. Eran unos labios muy… tentadores. –Mi padre acabó con la vida de mi madre… y hubiese acabado con la mía, si no fuera porque es un hombre más débil de lo que él pensaba. -
Los puños de la dragona se apretaron más contra el colchón de la cama, un calor estaba creciendo dentro de ella, y le costaba retenerlo… quería vengar a su madre, y a ella misma.
-Sabes, no es un buen hombre… yo tardé quizás mucho en darme cuenta. ¿Pero cómo desconfiar de él?...es mi…- la muchacha suspiro, cogiendo fuerzas de donde parecía ya no haber ninguna. Lo necesitaba, no pensaba derrumbarse delante de nadie.
Se levantó, haciendo mover su vestido blanco tras ella. Andaba en círculos por la habitación, pensado. Quería hacerle proposiciones a aquel vampiro, pero quizás la recompensa de su padre pesaba más a la hora de decidir…
-Paul….- parecía que saboreaba cada letra de su nombre al pronunciarlo. -… ¿me ayudarías? – No, no había sido muy concreta con su propuesta, ella misma se había dado cuenta. No había podido hablar con ninguno de los hombres que había entrado en aquella torre, los que ahora estaban pudriéndose en las salan anteriores, aquello era nuevo y diferente para ella. Raro. -¿Me ayudarías a mata…?- no acabó la frase. -¿Me ayudarías a salir de aquí?- corrigió su pregunta.
Anhelaba libertad, y cuando tuviese, lo primero sería acabar con la vida de su padre, no necesitaba que nadie la ayudase con esa tarea, era cosa suya, no debía involucrar a nadie más.
-Tu sabes donde esta él, llévame a su lado, y no te pediré nada más, lo prometo… yo…- no podía ofrecerle mucho más que el señor Pentaghast, pero esperaba poder llegar a un trato. - ¿Qué quieres de recompensa por… ayudarme?-
Sentada de nuevo a su lado, en la cama, posó sus claros ojos sobre los de él, esperando. Necesitaba algo de ayuda, solo un poco, ¿sería Paul esa persona?
Los puños de la dragona se apretaron más contra el colchón de la cama, un calor estaba creciendo dentro de ella, y le costaba retenerlo… quería vengar a su madre, y a ella misma.
-Sabes, no es un buen hombre… yo tardé quizás mucho en darme cuenta. ¿Pero cómo desconfiar de él?...es mi…- la muchacha suspiro, cogiendo fuerzas de donde parecía ya no haber ninguna. Lo necesitaba, no pensaba derrumbarse delante de nadie.
Se levantó, haciendo mover su vestido blanco tras ella. Andaba en círculos por la habitación, pensado. Quería hacerle proposiciones a aquel vampiro, pero quizás la recompensa de su padre pesaba más a la hora de decidir…
-Paul….- parecía que saboreaba cada letra de su nombre al pronunciarlo. -… ¿me ayudarías? – No, no había sido muy concreta con su propuesta, ella misma se había dado cuenta. No había podido hablar con ninguno de los hombres que había entrado en aquella torre, los que ahora estaban pudriéndose en las salan anteriores, aquello era nuevo y diferente para ella. Raro. -¿Me ayudarías a mata…?- no acabó la frase. -¿Me ayudarías a salir de aquí?- corrigió su pregunta.
Anhelaba libertad, y cuando tuviese, lo primero sería acabar con la vida de su padre, no necesitaba que nadie la ayudase con esa tarea, era cosa suya, no debía involucrar a nadie más.
-Tu sabes donde esta él, llévame a su lado, y no te pediré nada más, lo prometo… yo…- no podía ofrecerle mucho más que el señor Pentaghast, pero esperaba poder llegar a un trato. - ¿Qué quieres de recompensa por… ayudarme?-
Sentada de nuevo a su lado, en la cama, posó sus claros ojos sobre los de él, esperando. Necesitaba algo de ayuda, solo un poco, ¿sería Paul esa persona?
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Wyn
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