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Mensaje  Paul Brown Moreau Lun Dic 08 2014, 18:52

Al parecer ella tenía el mismo pensamiento mío cuando le dije que en verdad no se parecía a un monstruo. Me contó que su madre le había dicho bastante historias sobre muchas razas como quizá los licántropos, elfos o vampiros, como al que yo pertenezco y por desgracia duré así una vida. En manos de una mujer que se había acostado conmigo y terminó clavando los colmillos en mi cuello... Ella había visto esa tristeza en la que vivía y decidió convertirme en vampiro simplemente porque quería que disfrutase la vida como un buen joven y sea inmortal. Aún lo recordaba muy bien, fue un día bastante agitado y raro. Un vampiro... Exactamente...-Respondí, admirando su mirada tan penetrante, como si pudiera ver dentro de ti, además de tus emociones que tienes.

Me habló que ese tipo a quién trabajaba había matado a la madre de la pobre mujer... Me sentí tan furioso al escuchar lo que decía... Recordé la vez que estrechamos la mano y también había manifestado su odio hacia los dragones. Si algo me ofendía bastante, era el maltrato femenino... Eso me hervía la sangre, es más, hasta mi ceño se frunció exageradamente y miré al suelo mientras que aún delineaba la cama con mi uña. -Vaya... Es un monstruo...-Enterré mis dedos en la cama con fuerza para luego pegar un suspiro más sereno y liberarme de la ira que me estaba agobiando bastante. Comencé a entender todo y me sentí tan engañado... Como si trabajase para los machistas o me sintiera como uno. Mi nombre había sido manchado y llegaron las palabras de la chica cuando dijo "¡Eres igual que mi padre!"... Me dolió bastante y no sabía compensar lo que había logrado.

Aún así, pareció que estimaba a su padre cuando pronunció que no es un buen hombre pero aún así era su... ¿Padre?. Traté de completar su frase en mi mente. Estábamos bajo la oscuridad de la habitación, solamente iluminados por un candelabro que había allí. Se había levantado sin más preámbulo y comenzó a caminar por el lugar, como pensando en alguna idea o algo parecido. -*Creo saber cómo se siente...*-Pensé, colocándome literalmente en los zapatos de ella. También me sentiría algo confundido, sin tener algún apoyo y menos del padre que había acabado con la esposa.

Ella pronunció mi nombre y apenas levanté mi mentón, mirándola a ella, colocando toda mi atención. Me pidió que le ayudase. -Claro...-Respondí de manera simple mientras que entrelazaba mis propias manos y la miraba. Me concentré en sus labios y en lo que estaba a punto de pronunciar y noté que quería que le echara una mano para mata... Quedé atónito al escuchar esa ultima palabra que ni siquiera alcanzó a terminar. Se corrigió a si misma y me pidió que la ayudase a salir de allí.

Sin decir nada, asentí con la cabeza, dando a entender que saldría con ella de esa cárcel que nos tenía con bastante estrés. La torre no era un gran lugar donde debería residir una mujer tan bella y hermosa como ella.

Me pidió que la llevara a donde ese tipo... Simplemente la miré fijamente sin decir nada para luego ver que ella se hacía al lado mío. Parecía que me ofrecería otra cosa... Como otra recompensa si le ayudaba.

Me quedé pensativo y acaricié mi mentón. O ayudaba a la reina dragona o al padre de ésta... No sabía qué escoger primero y apenas vi mi espada que posaba allí. ¿Qué estaría bien?. Aún no lo sabía, entendía la preocupación de su pariente pero también el sufrimiento de la pobre muchacha. Aquí es donde escogería el rumbo de esta pequeña aventura que había salido por solamente ir a la taberna.

-Mi doncella...-Dije para luego colocar un dedo en sus labios, tratando de silenciarle. -No es necesario que digas algo más...-Susurré, mostrando esa característica y seductora sonrisa ladina. -Las mujeres son mi debilidad... Te ayudaré aunque me cueste la vida.-Volví a hablar, quitando el dedo de su boca y quedando cerca de ella, a pocos centímetros.

Ahora debía pensar en cómo salir de allí
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Mensaje  Wyn Mar Dic 09 2014, 17:13

Sus ojos habían repasado cada rincón del rostro de vampiro. Las palabras parecían no llegar nunca. ¿Traición? ¿Moriría por confiar en él?
El dedo del hombre se posó en sus labios, haciéndole volver a la vida real.

-No es necesario que digas algo más...- aquella sonrisa hizo erizar el bello de sus brazos. Sintió frio en la espalda, un cosquilleo en la tripa…¿tenía hambre? Nunca había sentido aquella sensación, ¿gases?  -Las mujeres son mi debilidad... Te ayudaré aunque me cueste la vida.- su dedo se separó de sus labios. Con el ceño ligeramente fruncido, Yaiza escrutaba los ojos de Paul, intentando ver más allá de ellos, pero parecía que no era lo suyo, no era tan sencillo como en los libros. Estaba tan cerca… ¿que se suponía que debía hacer? Tragó saliva, mordiéndose el labio inferior. Con los ojos repasó la silueta de sus labios ¿Cómo sería besar a un hombre?... ¿Y a un vampiro?
Se acercó a él y le dio un beso en la mejilla. Estaba roja como un tomate, y sentía que sus pies temblaban. Unos segundos después, sin apenas moverse, la chica se retiró, carraspeando muy bajito.

-Será mejor que nos vayamos preparando, aquí el sol se va muy pronto… así que no hace falta que esperemos a la noche para irnos…- la situación era un poco tensa, ¿pero porque? Se levantó y con una bolsa en la mano, empezó rebuscar entre los armarios y estanterías, llenando el interior de la bolsa poco a poco.

-E-estoy lista…- susurro colocando una guedeja rebelde tras su oreja. Se había puesto una capa sobre los hombros, cubriendo un poco más su cuerpo. –Se cómo salir de aquí… pero nada más. No sé dónde estamos… ni nada…- dijo a medida que iba bajando la cabeza. Se sentía un poco inútil.

Quería hablar con Paul, dejarle un par de puntos claros, pero aún no se sentía con muchas fuerzas de hacerlo, posiblemente el camino fuese largo, así que ya habría tiempo para charlas.


**


Un vaso tras otro. Un suspiro. El humo de la pipa se alzaba en la taberna. El señor Pentaghast estaba empezando a perder la paciencia. Si aquel chupasangre no había vuelto ya, quería decir que había fracasado en su trabajo… necesitaría a otra persona… imbécil.
Se levantó, dirigiéndose hacia el joven trovador. Este estaba sentado delante de la barra, tocado las cuerdas de su laúd, afinándolas.

-Tú, niño, vuelve a canturrear la canción de mi hija. Vamos ¿a qué esperas?- le tiró una moneda, que rebotó en la madera. El  joven la cogió, casi después de perseguirla por la barra. Se levantó y empezó a carraspear, esperando no haber olvidado la letra.
El padre se dirigió a su mesa, enfadado ¿Por qué nadie podía hacer bien el trabajo que se le pedía? ¿Tan difícil era?


_________________________________


Será mejor que te prepares, parece que te vas de la torre.

Puedes hablar con Yaiza, buscar cosas por la torre, salir de ella si quieres hacer lo (o esperar a que ella te diga cómo), pero haz todo lo que tengas que hacer dentro, una vez fuera, ya no podrás volver.
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Mensaje  Paul Brown Moreau Miér Dic 10 2014, 18:50

Podía notarlo, estaba seguro de lo que estaba a punto de suceder... La chica comenzaba a demostrar que en verdad quería hacer algo que obviamente me gustaría... Había una tensión bastante gruesa y luego de haber manifestado mi debilidad por las mujeres, nuestras miradas "combatieron" literalmente... Me quedé hipnotizado ante sus ojos tan claros que brillaban en ese momento solamente para mi. También me convencía en quién ayudar en verdad, ella de alguna forma se estaba ganando mi corazón, pero también mi respeto como cualquier dama que existe en este mundo.

Ella comenzaba a sentirse bastante confundida... Lo alcanzaba a notar en sus ojos que me querían decir algo, esa expresión de deseo y ganas. Lo entendía todo, era como si estuviese hablando. No era tan difícil. -*Está pensando en algo... Algo quiere hacer... Espero que sea lo que tengo pensado.*-Pensé sin dejar de verla, había omitido todo mi alrededor, en ese instante, ella era mi mundo, me tenía embrujado frente... Ella tenía las cualidades y hasta su actitud para hacer caer a un hombre en su belleza. Su cabello rubio, su piel e incluso su forma de actuar. Tragué saliva sin ser capaz de pronunciar algo, solamente me dediqué a callar y esperar lo que sea, fuera una bofetada o un beso. Mi mente se había puesto en blanco y escuchaba los latidos fuertes de mi corazón... Dentro de mi, parecía que había un terremoto o sentimientos entrelazados.

la muchacha finalmente se acercó a mi luego de haberse mordido el labio... Esa expresión me mostraba que quería algo. En fin, me quedé inmóvil y con el cuerpo paralizado. Pegué un suspiro y cerré los ojos al ver que llegó hacia mi mejilla y sentí el contacto de sus labios. -*Vaya... Qué suaves son...*-Decía en mi mente, sintiendo esos sedosos bordes que parecían algo húmedos. Sonreí de manera ladina y miré al techo por unos segundos, sentí un poco de pena. Nos había ganado la timidez. Con el rabillo del ojo, noté que estaba demasiado roja y cuando comenzó a retirarse, la miré de manera interesante, viéndose los rasgos tan deseosos. -Gracias...-Dije de manera rumoreada.

La doncella dijo que debíamos salir rápidamente de aquí dado que la noche iba a llegar... La oscuridad era mejor para mi pero no importaba, si mi ama quería que saliésemos temprano, lo haríamos sin ningún problema. De acuerdo.-Vi que ella estaba sacando algunos objetos de su armario. Manifestó que estaba lista para ir... se había puesto algo para cubrir su cuerpo un poco más.

-Vamos... Buscaremos por aquí, a ver si sabes por donde salir.-Hablé para luego comenzar a caminar junto a ella, saliendo de la habitación. Comencé a revisar con mi mirada cada rincón, esperando encontrar algo.

-Antes de irnos... ¿Sabes si hay algo que nos pueda servir?... Un objeto quizá.-Pregunté, a punto de bajar las escaleras.
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Mensaje  Wyn Lun Dic 15 2014, 15:52

Yaiza sonrió de oreja a oreja ¿salir de allí? Estaría chupado. ¿Un vampiro soportaría una gran caída?... Yaiza son vampiros, no mueren así como así… pensó ella negando con la cabeza, aun con aquella sincera sonrisa en los labios.
Sus pies estaban dispuestos a salir pitando de allí, escaleras abajo, cuando el hombre habló.

-Antes de irnos... ¿Sabes si hay algo que nos pueda servir?... Un objeto quizá. – La chica asintió con la cabeza con energía. Claro que tenía cosas, aquello era un cementerio de armas y armaduras.

Cogió al vampiro de la mano y tiro nuevamente de él, guiándole hacia una “armario” que había empotrado en la pared. Cuando las delicadas manos de la chica tiraron de los pomos, dejando ver el interior, una cascada de plata empezó a caer al suelo.
Espadas, escudos, hachas, dagas, cascos de piel, pecheras de cobre, guantes… Aquello parecía el mismo mercado negro… aunque no hacía falta mirar con mucho detenimiento para darse cuenta de que la mitad de las cosas estaban rayadas, viejas, o abolladas.
La joven dragona miraba sus tesoros, y después al hombre, con una sonrisa triunfal. Claramente, aquello no era lo que el vampiro tenía en mente cuando dijo “objeto”, pero para Yaiza, aquellos trastos eran súper valiosos… aunque para alguien con un poco más de mundo que el interior de aquella torre sabría que no eran de las mejores piezas, aunque había alguna que otra cosa que se salvaba.

Dejó al vampiro a su aire, por si quería hacerse con alguno de los trastos, mientras ella miraba por la ventana, de rodilla en la cama. El sol, como cada día, moría muy pronto, o quizás se escondía…
De un salto se sentó de nuevo en la cama, esperando a su rescatador.

-¿Nos vamos ya?- preguntó intentando no parecer impaciente, aunque le era muy difícil.
Cuando el vampiro la miró, tomándolo como una afirmación, la joven salió corriendo escaleras abajo.

-¡Vamos, es por aquí! –gritaba bajando a toda prisa por las escaleras.

Esperaba que el vampiro la estuviese siguiendo, ya que ella no se detuvo a mirar atrás ni una sola vez.
Antes de bajar a las grandes salas de la planta inferior, una pequeña puerta, no más alta que tres palmos, de madera oscura, se disimulaba entre las sombras de las escaleras.

-Aquí…- susurro ella agachándose, colocando bien con ambas manos la cola de la capa, ya que no era el momento indicado de caer rodando por las escaleras.
Con un agudo chirrido la puerta se abrió. La chica empezó a meter la cabeza, aun agachada, ya que era totalmente imposible que una persona entrase de otro modo. Su trasero aún estaba más fuera que dentro cuando siguió halando.

-Ten cuidado con la cabeza… no hay mucho espacio…- desapareció entre las sombras.

Tras la puertecita, había un pequeño espacio, el suficiente para una sola persona. En la pared del frente una escalera de madera se alzaba hacia el techo.
Un pequeño altillo, con trastos viejos se dibujaba entre la penumbra.

-Cuidado… hay una ventana detrás de este espejo… no te vayas a quemar…- dijo Yaiza con un poco de picardía, quitando los obstáculos que habían entre ella y la libertad.

________________________________________


Espero que no te den miedo las alturas…

Hora de irse, definitivamente. Menciona si te has llevado cualquier cosa, aunque piensa que no podrás quedártelo al acabar esta quest.

¿Un poco arriesgado caer de tan alto, no? Encuentra algún modo de bajar que sea más seguro. (No puedes salir volando con Yaiza. A demás, la ventana es pequeña, por lo que ella no puede salir transformada)
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Mensaje  Paul Brown Moreau Vie Dic 19 2014, 00:59

Ya sentíamos la libertad en el aire. Al fin saldríamos de esa prisión, no todo salió cómo esperaba pero debía escoger una de las dos opciones y siempre he tenido una notoria debilidad con las mujeres, las damiselas y cualquier género femenino. Siempre me he sentido derrotado ante ellas, como si cada una de ellas pudiese usar su fuerza para vencerme, o no sólo eso, si no también su belleza y esa forma de ser que tanto me hacía arder en llamas.

Sin más preámbulo le había preguntado si había un lugar donde hubiesen objetos para usar en ese instante. Ella asintió con la cabeza de manera energética, haciéndome sonreír de manera ladina. ¿Qué clase de cosas tendría ella?, en fin, no era tan importante.

Me tomó de la mano con fuerza y tiró de mi, guiándome hacia una especie de armario que se encontraba por las partes secretas de la torre. Al llegar, ella confió en mi al instante y dejó ver el interior de aquella parte. Me maravillé todo lo que veía... Armaduras, cascos e incluso escudos. Me quedé examinándolos por unos segundos hasta que simplemente entré sin esperar algún especie de permiso. -Genial...-Al estar dentro, comencé a buscar entre ello y encontré lo que necesitaba. Dos pares de guantes... Unos serían para mi y los otros para la chica. Tenía un plan. Ya me imaginaba cómo saldríamos del lugar, del mini castillo.

Todos pensarían que agarraría los casos o incluso armaduras pero no, necesitaba algo de un valor menos. Seguí buscando y al final encontré lo necesario... Vi un montón de trapos y camisas amontonadas... No eran tan relucientes como las otras cosas que habían pero si serían bastante útiles para lo que tenía planeado en ese instante. Los tomé completos y estiré mis brazos, para llevarlos con delicadeza. Al estar listo, ella me preguntó de forma disgustada si nos íbamos ya.

Asentí y comencé a caminar con el montón de ropas que había visto. Después de ello, la chica me invitó a bajar las escaleras de manera veloz... Era difícil para mi dado que llevaba una montaña de trapos en mis brazos y dos pares de guantes en mi bolsillo del pantalón.

La chica me mostró una especie de puerta oculta en el lugar... Me quedé expectante y luego de repasar mi mirada por tres o cuatro veces, alcancé a distinguirla.

Un agudo chirrido sonó por todo el lugar, abriéndose la puerta y la primera en entrar fue la muchacha. bregó muchísimas veces hasta que al fin había entrado, desapareciendo de mi vista.

Me hice al frente de ésta y primeramente entré los pedazos de ropa que tenía... Luego de esto, entré, relajando mi cuerpo y logrando entrar sin tanto esfuerzo.

Vi que no había nada de espacio antes de que ella lo pronunciase. Al final noté que había una ventana y seguramente por allí tendríamos que salir. Lo supuse desde un principio. -Excelente...-Respondí alegre para luego comenzar a amarrar los trapos que había traído de extremo a extremo... Duré nada más 10 minutos hasta que alguien formé una especie de soga conformada por camisas y ropa sucia.

Me coloqué unos guantes y le ofrecí a ella que también lo hiciese para que no fuera tan arduo bajar. Amarré el extremo de la soga improvisada en una barra que había. lancé la soga hacia abajo de la ventana y me percaté que llegase... Alcanzaba a dar con el asfalto, eso era demasiado bueno. -Bajaré primero... Ten cuidado ¿si?...-Le informé a la chica y comencé a bajar de ésta, sintiendo el vacío en mi estómago y teniendo un poco de nervios al caerme. No le temía a la muerte pero tampoco querría que la muchacha le sucediese algo.

Seguí deslizándome hacia abajo, ayudándome también con el muro de la torre. Me percaté que ella me estuviese siguiendo y luego de mucho tiempo, al fin toqué el adorado asfalto.
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Mensaje  Wyn Dom Dic 28 2014, 18:31

Yaiza miraba de manera interesante como el vampiro anudaba las ropas, creando así una cuerda por donde bajar. Le pareció que estaba nervioso, aunque sus movimientos eran seguros y firmes.

Vio como desaparecía por la ventana bajando por su invento, ayudándose con las rocas de la torre. Pero tardaba mucho, y las ansias de libertad de la chica eran enormes.  
Asomó la cabeza por la ventana, aun le quedaban algunos metros a Paul hasta poder llegar a tocar tierra. Yaiza se estaba poniendo los guantes, mirando la torre desde fuera, o al menos lo que podía desde donde estaba.

Una sonrisa enorme enmarcó sus labios antes de salir por la ventana. Sus manos se aferraron a unas plantas que crecían por la torre, creando una especie de red. Los pequeños pies y manos de la chica se colaban entre los agujeros, facilitando su bajada.
Se movía rápida y ágil, bajando por las plantas. Su cabello se movía con el aire y la falda de su vestido parecía bailar. De los hombres, a Yaiza se le escurrió la piel que se había puesto anteriormente para cubrirse, llegando al suelo ates que ella, incluso antes que Paul. Pero no le importó, ella siguió su camino como si nada.
No podía escuchar al vampiro, o quizás no le estaba hablando. Se permitió el lujo de pararse a medio camino, mirando con los ojos entrecerrados los alrededores de lo que hasta ahora había sido su prisión… no era tan horrible como ella lo había imaginado. Un bosque se alzaba algunos metros más adelantes, y si fijaba la vista, unos tejados asomaban la cabeza al final del todo. ¿Estaría allí su padre?  Suspiró, esperando que así fuese, ya que no se veían indicios de población más cerca.

Sus pies tocaron el suelo antes de dar un saltito. Sus manos se colocaron en las caderas, en forma de jarra. Aspirando el aire limpio y puro. Su miraba bajó al suelo.

-Ups…- susurro agachándose para coger las pieles que se le había caído, para colocarlas de nuevo sobre sus hombros.
Miró a Paul con ojos prácticamente iluminados. –Bueno… tú dirás…- dijo un poco timidilla. No sabía el camino, no  sabía el destino, prácticamente dependía del vampiro para salir de allí, cosa que no le acababa de gustar, ya que siempre había sido un poco independiente… o quizás pasó a serlo al estar tanto tiempo sola… Pero se sentía a gusto junto a aquel hombre.
Sus manos retorcían la falda del vestido, impaciente. Miraba los ojos de su acompañante, con entusiasmo.

Las nubes parecían dejar paso al sol, borrando aquella oscuridad, que no era más que placebo. Debían darse prisa en entrar en la espesura del bosque, de no ser así, el vampiro podía acabar calcinado.  

__________________________________


Sera mejor que corras si no te quieres quemar…

Bueno… tú eres el único que sabe el camino… aunque cuando lo realizaste por primera vez ibas un poco… borracho. ¿Serás capaz de volver a la ciudad?


Sé que ya te había enviado un mp para avisarte, aun así, perdón por la espera. Las cosas ya se me están normalizando, por lo que intentare seguir siendo constante.
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Mensaje  Paul Brown Moreau Miér Dic 31 2014, 21:00

Al fin habíamos llegado a tierra... Por fin estábamos fuera, una sonrisa apareció en mi rostro bastante genuina y original, tanto así que nada podría quitármela por días. Al fin podía respirar del buen aire y no polvo o arena. Si a mi me alegró salir de ese lugar tan horrible, imagino cuánto impacto le pudo haber causado a la chica que me acompañaba... A la que salvé literalmente y decidí ayudarla sin más preámbulo. No podía perdonar a tipos tan agresivos con las damas... Y si debía asesinar a ese maldito hombre, lo haría sin arrepentimiento. Siempre he sido de sangre fría, la serpiente de Aerandir, el tipo malévolo que no perdona cualquier vida aunque sea inocente. La fuerza me consumía y ese demonio que habitaba en las partes más alejadas de mi corazón, estaba allí, esperando a ser liberado de nuevo. Nunca fui cariñoso, pero si seductor y dominante, no me gustaba ser esclavo, sólo en la belleza de las damiselas.

Sentí que ella me miraba... Así que giré mi rostro y la vi, con esos ojos de frialdad que siempre había tenido, solamente estaba durmiendo esa actitud que siempre tenía. Ella dependía plenamente en mi, al decirme "Tú dirás...", recordé que era el único en saber ese camino. La verdad no recordaba bien, para llegar solamente caminé borracho y simplemente aparecí allí, en esa torre. ¿Cómo volver...?, con seguridad, no tenía ni la maldita idea de regresar. -Qué estúpido soy...-Me di una palmada bastante fuerte en la frente, cerrando los ojos. ¿En verdad podría ser tan tonto?. Al mirar mi mano, vi un cabello rubio y levanté el extremo de mi ceja... Lo recorrí completamente para luego sonreír. -Andy...-Recordé que unos pasos más adelante, estaba yo en el suelo, donde me encontró mi secuaz.

-Sígueme, no te apartes...-La tomé de la mano, entrelazando la mía con la suya para comenzar a correr, buscando cómo llegar. Las nubes se apartaban, apenas viéndose un rato de sol... Una gota de sudor pasó por mi frente y apreté con fuerza la mano de ella... -Diablos...-Fruncí tanto el ceño que se notaban las venas de mi rostro y arrugué mi nariz. -Tsk... Esto me encanta...-una parte de mi labio pareció moverse hacia arriba, creando la última sonrisa ladina que mostraría. -Qué desafío.-Pronuncié y subiendo a la mujer en mis brazos, comencé a moverme lo más rápido que pude, usando mis fuerzas vampíricas.

Con velocidad, me trasladaba hasta una parte pero tan sólo era un bosque... Comencé a moverme hacia otro lado pero también lo mismo, un lugar sin salida, qué triste. Al sentir que corría en círculos, zampé un puñetazo a un árbol y vi que quedó la marca. -Espera...-Mis ojos se abrieron como platos y una idea se me ocurrió. -Claro..-Comencé a tallar los robles con mis uñas, así no regresaba al mismo lugar y no repetía los caminos.

Me funcionó bastante aunque tuve que tallar varios árboles, escribiendo símbolos que usaba mi familia antes de ser vampiros. El sol seguía apareciendo hasta que encontré la taberna donde estaba ese tipo... El problema era que estaba iluminada con un sol radiante que obviamente me haría arder. -Mierda... Debo hacer algo...-Pensé con cuidado hasta que me surgió la única opción o alternativa... Mi velocidad contra el sol... ¿Quién ganaría?.

Inflé mi pecho y corrí con una velocidad incomparable hacia la taberna, sintiendo que el sol me quemaba y lo único que podía hacer es quejarme del dolor, sintiendo las quemaduras... Cómo si ardiera en llamas. Aumenté mi rapidez... Tanto así que casi choco con la taberna y la destruyo. Al frenar en seco, me hice bajo el techo de la taberna, aún fuera de ésta... Exactamente nos encontrábamos en la puerta. -Las damas primero...-Dije de manera sonriente, esperando que ella abriese la puerta y yo le acompañara detrás.
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Mensaje  Wyn Vie Ene 02 2015, 00:56

Con el ceño fruncido, Yaiza observaba el rostro del vampiro, esperando respuesta. Pero parecía no llegar. Miraba a un lado, y después al otro, en ambos casos solo alcazaba a ver la arboleda que por lo que sabía les envolvía. ¿Por qué Paul parecía tan perdido como ella?

¿Es…tupido? La cara del hombre, acompañado de la palmada que se había dado en la frente, algo fuerte en ojos de la joven, le hizo pensar que aquel hombre no sabía el camino…
¿O quizás…? No podía ser. ¿Y si Paul había renunciado a ayudarla, e iba a darle muerte allí mismo, como le había dicho a su padre que haría? ¿Sería capaz de aquello?  El ceño de la chica se frunció aún más, dando un paso hacia atrás. No quería pesar en aquella posibilidad... pero no sería el primero que intentaba engañarla.

¿Andy?

No le dio tiempo a decir nada, apenas le dio tiempo a pensar cuando se vio cogida de la mano del vampiro, corriendo por la llanura. Le extrañaron las palabras de él, aunque quizás no lo había escuchado bien, ya que mientras corría apenas escuchaba más que el silbido del viento en sus oídos, y como movía con violencia su cabello claro.
Alzó un poco la cabeza. El sol… el sol parecía querer salir aquella mañana, para acompañarles en su camino. A Yaiza se le hizo un nudo en la garganta. Así que era eso… pensó sujetando su mano con firmeza. Se sentía tan mal por haber…


-¡Ah!- se sobresaltó la dragona cuando Paul la cogió en brazos, antes de empezar a correr de una manera sobrehumana.
Entrecerró los ojos, ya que el aire le molestaba en los mismos. Apoyo la cabeza en el hombro del joven vampiro, oliendo su aroma. Con sus delicados brazos, lo rodeó por el cuello, no quería caer, se sentía protegida contra su pecho.

No se dio cuenta de que estaban corriendo en círculos, ya que en ese momento los azules ojos de Yaiza ya estaban cerrados. Pero sintió como el hombre rallaba los árboles, lo podía escuchar, lo podía oler… pero no lo cuestiono.


Una taberna… ¿Faltaría mucho hasta llegar a la cuidad? La chica había enredado una mano en el cabello del vampiro, apretándose a él. Había mucho sol… demasiado. Miró a Paul a los ojos, aunque él no le correspondió la mirada, parecía pensar.


-No…- dijo Yaiza empezando a alzar la voz. Pero sus palabras fueron en vano, ya que el hombre no tardó mucho en empezar a correr hacia la taberna, hacia el sol.

Podía sentir el calor de su piel, podía sentir como se quemaba bajo los brillantes rayos de sol. El vampiro corría muy rápido, pero no se libró de unas buenas quemadura. Intentó taparle los hombros con sus propios brazos, pero cualquier intento de cubrirle era inútil.


Una parada seca, la puerta de madera, aquella sonrisa que parecía no acabarse nunca.


Yaiza bajó de los brazos del hombre, mirándole con el entrecejo un poco fruncido, parecía que no eran quemaduras graves, pero aquello no le quitaba sentimiento de culpabilidad. Suspiró pensando en cómo disculparse, cuando él la invitó a entrar.  


-Gracias…- fue lo único que susurro antes de abrir la puerta.



La taberna no había cambiado mucho desde la última vez que había estado el vampiro. Las mismas mesas, los mismos taburetes, la misma tabernera, la misma gente… En la mesa del fondo, de espaldas de la puerta, una figura de un hombre, vestido de negro, fumaba pipa, llevando el ambiente de un pesado humo. Un muchacho joven contaba una historia, de una dama, una bella dama. Por lo visto esta residía prisionera en una torre, custodiada por un feroz dragón. Era un joven alto y delgado, pelirrojo y pecoso, su voz parecía firme, aunque con algún que otro gallo, pero sus manos temblaban, no era el mimo joven que la otra vez, sin duda. El hombre que estaba de espaldas asentía con la cabeza con aprobación, pero su puño estaba apretado, haciendo fuerza contra la rallada mesa.



-Muchos guerreros lo han intentado, pero ninguno de ellos fue bienaventurado.
¿Quién se atreverá pues a liberar a la bella dama?
Aunque su vida ponga en peligro, el guerrero de una buena recompensa será digno.
Deberá volver con la muchacha sana del torreón, después de haber matado al dragón….
-



El joven pelirrojo calló con la orden del hombre vestido de negro. A aquellas horas no había más que borrachos, no hallaría nadie digno de tal trabajo a aquellas horas…


-Maldito vampiro de mierda… ni siquiera una monstruosidad con más fuerza que un humano es capaz de matar a esa cosa… pues estamos listos- dijo con rabia, dejando escapar humo por las fosas nasales.


La dragona frunció el ceño, reconociendo a su padre desde la misma entrada. Había pensado tantas veces en aquel momento, que ahora no sabía lo que debía hacer.
Sus pies parecía que se había quedado pegado al suelo, sus manos pesaban tanto que apenas podía alzarlas, sus ojos empezaban a no ver nada más que una mancha de color negro que poco a poco lo iba comiendo todo, su cabeza… su cabeza empezaba a dar vueltas.


Con pasos lentos, la joven muchacha se acercó por detrás a su padre. Podía escuchar como Paul caminaba tras ella… lo agradeció, agradeció saber que lo tenía al lado, o mejor dicho, detrás.


El hombre, como si lo hubiese percibido, se volvió. Sus miradas se cruzaron.
Odio, añoranza, resentimiento, recuerdos, pesadillas, olvido, abandono… Los labios del señor Pentaghast se curvaron, formando una sonrisa. Odio, calor, fuego, muerte, lágrimas, risas, miedo… Miró a su hija, y después al vampiro. Parecía que lo había conseguido. Silencio.

El cuerpo de Yaiza reacciono al momento, de manera acorde con sus pensamientos. Se volvió de manera ágil, llevando su mano al cinturón del vampiro, donde había advertido anteriormente que portaba unas cuchillas. Sus dedos de curvaron para sujetar con firmeza la empuñadura, antes de girarse hacia su padre, al que apenas le había dado tiempo de abrir la boca para hablar.

Frio, gritos… El cuerpo del padre cayó al suelo. Sangre… la cuchilla de cinco centímetros estaba perfectamente clavada en el cuello del hombre, justo en la yugular, pintando la madera del suelo con un color escarlata.


La gente empezó a correr y gritar, algunas sacaron sus propias armas para defenderse. Pero Yaiza no se movía. Estaba frente el cuerpo de su padre, inerte, viendo cómo se desangraba, muerto por primer golpe. Su cuerpo lleno de adrenalina se desinfló como si fuese un globo. Sentía que las piernas le fallarían en un momento u otro. Necesitaba salir de allí.


-Paul, vámonos…- susurro en voz muy baja, aun con los ojos en el cadáver.

______________________________________________


Parece que entra alguien por la puerta… ¿Son compañeros del señor Pentaghast? Creo que será mejor irse cuanto antes… puede que se pongan violentos.
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Mensaje  Paul Brown Moreau Vie Ene 02 2015, 05:41

Pegado a la taberna desde afuera, coloqué mi mirada en el sol... Aparecer parecía aún más ardiente que todos los días, era sorprendente. Anhelaba esos días donde podía correr, siendo iluminado por esa esfera brillante que estaba a kilómetros de mi. Sabía que nunca volvería a pasar esos momentos nunca más, tenía que resignarme sin más preámbulo... Tener que ver el fuego de ésta. Era melancólico ese instante pero no tuve más opción que sacudir mi cabeza varias veces, tratando de llegar a la normalidad. Aún esperaba que ella entrase primero. Con seguridad, agradeció mi ayuda y levanté el extremo de la ceja, extendiendo mis manos a los lados. -No hay de qué...-Pronuncié algo aburrido, quería sorprender al padre de ella. Era el momento de la verdad, donde el destino haría lo que quisiese. Ahora trabajaba para la mujer, quien finalmente había sido afectada en toda la historia gracias a su padre imbécil... Diría que estaba completamente loco.

Miré los anillos de mi bolsillo y los apreté con fuerza, mirando al cielo por un momento mientras que ella comenzaba a abrir la puerta y romper ese muro que nos separaba absolutamente. Me reincorporé y caminé junto a ella con seguridad, teniendo la fuerza suficiente para poder defender a la muchacha de cualquier ataque... Sabía que algo iba a suceder porque un asqueroso presentimiento sentía en mi estómago que me hacía fruncir el ceño. Al entrar juntos, todo estaba completamente igual y las mismas personas bebían como el otro día... ¿Acaso no había pasado mucho tiempo?, ¿Estaban contratados?. No me importó en lo absoluto aunque todo era bastante extraño cuando noté que habían cambiado de trovador... Era un pelirrojo algo inexperto.

Nos vio finalmente el tipo... Calló rápidamente al joven que cantaba y parecía que lo estaba entendiendo. Le dediqué una sonrisa pícara mientras que tomaba la empuñadura de la espada. Sin más preámbulo, me insultó gratuitamente haciendo que aquel gesto se expandiera más y soltara una carcajada. -¡Cambio de planes mi querido amigo!...-Susurré de forma burlesca, ojeando a todos y esperando que ninguno se lanzara a atacarnos.

La mujer comenzó a caminar hacia él, haciendo que yo le siguiese, confiado en mis habilidades de luchador o asesino. Todo parecía extraño y el tipo parecía que iba a sonreír... No entendía absolutamente nada y seguí inmóvil, sin soltar la empuñadura de mi espada.

Cuando de repente, ella se movió de manera ágil, desenvainando una de mis cuchillas del cinturón para luego tomarla con fuerza y llevarla hacia un punto en específico. Mi sonrisa aún seguía radiante hasta que vi lo que fue capaz de hacer... Solté la empuñadura y levanté el extremo de mi ceja, atónito y tragando más que un mar de saliva. -Vaya... Inesperado.-La sangre comenzó a teñir el suelo y los ojos del padre perdieron del brillo, cayendo como un maniquí al asfalto. Ese líquido carmesí tocó mis zapatos hechos a tela... Estuve a punto de probar un poco pero no... Simplemente me rendí y miré a otro lado.

De manera fría... Como si hubiese cambiado al instante, me pidió que nos fuésemos... Yo parpadeé por unos segundos y di un giro completo, estando cerca de ella. Los gritos conmocionaron el lugar y todos salieron despavoridos de la escena, solamente quedábamos los dos. -Vale...-Dije, para luego dar pasos hacia la puerta y al abrirla, ver que se acercaban unos tipos lentamente.

Cerré la puerta y me quedé mirándolos. -¿Qué se les ofrece caballeros?...-Hablé sarcástico, mirándolos fijamente, esperando una respuesta rápida. -Oímos unos gritos... ¿Dónde está el señor Pentaghast?-Dijo uno de voz gruesa, mostrando ese desafío en su mirada.

-Está dentro... Hubo una pelea de dos hombre pero como el señor Penta es tan valiente, se quedó para mirar. Bueno, debo irme, buena suerte...-Hablé cómico y tomé a la chica de la mano para comenzar a alejarnos de allí, tomando los caminos de sombra para no quemarme con el sol.
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Mensaje  Wyn Vie Ene 02 2015, 13:08

Los hombres entraron de manera pesada a la taberna, aunque algo alertados, ya que les pareció rara la reacción de aquel guaperas.  Sus ojos se abrieron como platos cuando vieron al señor Pentaghast tirado en el suelo, sin vida.
Sus manos volaron hasta sus cinturas, donde portaban atados unos sables, que desenfundaron mientras corrían hacia la puerta de salida.


-¡A por él, muchacho!- gritó el primero.

-¡Sin piedad!- gritó otro cuando atravesó la puerta.


Yaiza se dejó llevar por Paul, corriendo lo más deprisa que podía. Pero las zonas que carecían de luz a aquellas horas eran bien pocas, por lo que tenían que ir parando, buscando nuevas rutas cada poco tiempo.
Aquello hizo que sus adversarios ganaran terreno, estando cada vez más cerca de sus objetivos.


-Paul, espera…- la dragona paró, haciendo que con ella parece el vampiro. Lo miró a los ojos. –Espera aquí, en la sombra, solo un momento…- coloco su dedo índice en los labios del hombre, sabiendo que se opondría. -…no.- negó de antemano, colocándose bajo los rayos del sol. –Espera…- susurro mirando de manera tranquila y dulce al vampiro, antes de volverse, poniéndose frente a los hombres armados que corrían hacia ellos.


Un cuestión de segundos, un gran animal de escamas verdes, largas garras, cuerno y ojos rojos como la sangre substituyó a la delicada rubia.
Las alas del gran animal se extendieron, con la cabeza agachada hacia el frente, en posición de pelea.

Los hombres se quedaron un poco parados al ver aquella escenita.


-Qué asco…- susurro uno de ellos, el más bajito.-… no solo matan al señor Pentaghast, sino que dejan salir a esa abominación…- dijo con rabia antes de escupir en el suelo.


-Su utamadre… que bicho tan feuchuleo.- dijo uno que iba vestido con unos pantalones rotos por las rodillas, el único que no tenía sable, sino que portaba un arco.


Yaiza esperó. Quizás se asustan y se iban… que equivocada que estaba la chica. Una flecha voló junto a ella, con la suerte de que se clavó en un árbol, en el que estaba apoyado Paul, rozándole el hombro. ¿Había fallado o había sido apropósito?
No quería hacerle daño a nadie, pero no pensaba morir en manos de aquellos tarugos. El dragón abrió la boca, emitiendo un chirrido molesto.
Los hombres empezaron a correr como si de una señal se tratase, alzando las armas.
El animal alzó la cabeza, clavando sus rojos ojos en ellos. Toda la arena del suelo empezó a temblar, parecía que se avecinaba un terremoto, aunque los hombres parecieron no notarlo. Una columna de rocas se interpuso entre los agresores y el dragón, cubriendo también así al vampiro. Algunos de los hombres chocaron de narices contra el muro de roca, otros pudieron parar a tiempo, quedando por un momento parados, sin saber qué hacer.  Aunque aquella incertidumbre les duró bien poco. La tierra empezó a levantarse del suelo, colándose por los orificios de aquellos hombres: por las orejas, nariz…
No había forma humana de salvarse de aquello, todos murieron ahogados, con el interior lleno de arena.


La chica se acercó al vampiro, sin mirar a los cadáveres que había en el suelo, rojos por la asfixia y con gestos terroríficos en la cara. Yaiza se acariciaba los codos, aquella transformación le había hecho mucho daño, pero no se quejaría, el vampiro se había sacrificado más por ella.
Le tomó de la mano, caminando, ahora sin prisas, por entre los árboles, ayudándose por la sombra que estos proporcionaban.
La chica estaba callada, no sabía que debía decir, aunque tampoco sabía dónde debía ir. Se paró junto a un lago. El Lago de la Luna. ¿Cuánto tiempo habían estado andando?


La chica apoyó la espalda contra un árbol, llevándose las manos a la cara. Algunas lágrimas acariciaban su rostro, sintiendo ahora todo lo que había pasado, aunque no se arrepentía.


_______________________________________________


Bebes estar un poco cansadete, no siempre se quema uno de esa manera.

Recuerda que la flecha te ha tocado un poco el hombro.
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Mensaje  Paul Brown Moreau Lun Ene 05 2015, 18:55

No había más opción que mentir... Seguramente si no lo hacía a mi manera, pudieron arrebatarnos la vida o bueno, quizá no, aún tenía fuerzas para pelear y resistir los ataques. La luz había aparecido apenas y la calor me estaba atacando bastante... Odiaba el sol desde el momento que comencé a ser vampiro. La tomé bien de la mano y seguí pegado a la madera de la taberna, siendo cuidadoso y absorbiendo más mi estómago hacia adentro para que no me tocase. Conocía el poder de la naturaleza, quien me había herido muchísimas veces, desde mi conversión... Estos 100 años de tristeza y odio, los aborrecía y aunque me he vuelto bastante fuerte, eso no es ninguna excusa para no querer la humanidad de nuevo. La furia me estaba consumiendo de nuevo y la sed era imparable... Cada minuto que pasaba, mi cuerpo me pedía de beber.. Así sea alcohol o en medidas extremas, un poco de sangre no estaría mal.

Al momento, escuché la fuerza en que nos gritaron... Apenas abrí un poco los ojos y sonreí nervioso. Estaba acostumbrado a estar alegre en cualquier momento de esos, nunca había tenido miedo y ni siquiera por primera vez en mi vida, fui capaz de sentirlo en mi piel.... Bueno, sólo la vez que me encontré con mi hermano. Pedro Moreau, seguramente el hombre con el corazón más oscuro y horrible de Aerandir. En fin... Seguía corriendo y gracias a que debía ir en la sombra, fueron rápidamente alcanzados.

Mientras corríamos, La chica me sostuvo en un árbol, dejándome algo atónito. Me pidió que esperase sólo un momento... Yo me quedé mirándole, algo iba a suceder... -¿Qué dices? Yo puedo ir a ma...-Silenció mi boca con solamente un dedo. Ella se hizo presente y yo simplemente quedé paralizado, mirando hacia adelante, agudizando mi oído y pensando en varias cosas al mismo tiempo.

Sentí que una fuerte brisa pasó por todo mi cuerpo, dejándome algo sorprendido... Sabía perfectamente que se había convertido en su forma dragón... No tuve que esperar tanto tiempo para que ellos comenzaran a insultarle de manera horrible. Paul clavó las uñas en el árbol y frunció tan exageradamente el ceño que quería salir y vencerlos a todos pero obviamente no podría dado que estaban en el sol.

No escaparon y antes lanzaron una flecha, a la que escuché y cuando menos pensé, hirió mi hombro, haciendo que aparezca un poco de sangre. Pegué un alarido ahogado y escuché el chirrido de mi compañera... De alguna forma la tierra empezó a temblar, sintiendo que ellos pegaban un alarido y caían desmayados al suelo. Ella volvía algo triste... Seguimos caminando pero esta vez, sin tanta prisa... Había derrotado finalmente a todos.

No dije ni una palabra... Sólo callé y cuando menos lo noté, estábamos en el lago de Luna. Ella se dirigió a un árbol, descansando su espalda y llevando las manos hacia su rostro... Comenzó a llorar sin más preámbulo... Me quedé mirándola y me acerqué con lentitud, colocando mis manos encima de las suyas, tratando de apartarlas con suavidad para ver el color de sus ojos y tratar de calmarla.

-No llores... Todo está bien.-Respondí, sabiendo que ya todo había acabado y las siluetas de los árboles nos escondían. Sonreí de forma más alegre y le regalé un abrazo, pasando mis brazos detrás de ella y aprisionándola con mi cuerpo, colocando su cabeza suavemente en mi pecho... Descansé mi mentón en su cabello... Mirando hacia el frente. -Ya...-
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Mensaje  Wyn Miér Ene 07 2015, 15:51

Yaiza, con la cara contra el pecho del vampiro, se desahogó, llorando como si fuese una niña. Todo aquello había sido mucho para ella. Pero había podido con todo, y aquello era lo importante. Además, Paul no la había traicionado, y había estado con ella hasta el final.


-Gracias…- susurro agradecida, sintiendo como las lágrimas empezaban a desaparecer. Tanto sus ojos como mejillas estaban algo enrojedidos a causa del llanto, por lo que se pasó la mano, limpiando los restos de su pena.

Se separó del hombre, con una sonrisa agradecida, claramente necesitaba aquel abrazo. Se levantó, mirando al vampiro a los ojos, sonriendo, toda ella parecía cambiada, aliviada... libre.


Ahora era libre. ¿Qué hacer ahora? Había tantas cosas que siempre había soñado y anhelado. Ahora todo era posible, ya no había ataduras ni restricciones, culpa ni sed de venganza. Todo había acabado.


Cogió la mano de Paul, apretándola con afecto. –Gracias…- repitió, acariciando la palma de su fuerte mano. -…siento el daño y las molestias que te he causado. Pero me temo… yo no tengo dinero, Paul.- susurro con la voz un poco apenada. –Siento decirte que yo no puedo pagarte con dinero, puesto que no dispongo de nada…- calló unos segundos, pensando. Debía agradecerle todo aquello de algún modo, ¿pero cómo?


Soltó su mano y lentamente se quitó un collar que portaba en el cuello, una cuerda de color negra, algo larga. Mientras empezaba a hablar.


-Mi madre me contó, cuando yo aún era pequeña, que había un colgante mágico capaz de otorgar ciertos poderes. El portador de dicho collar, al encontrarse en las más frías tierras, si su deseo era ese, podía ponerse este copo de nieve bajo la lengua…- el colgante era un copo de nieve, pequeño, no más grande que un aero, de color plata. -…haciéndole resistir entonces las más bajas temperaturas.- le colocó el colgante en el cuello, colocando la mano sobre él cuando este ya adornaba su pecho. –No sé si realmente este es el collar que cuenta la historia, pero siempre me ha gustado pensar que así es…- sonrió dejando ver sus dientes, era una sonrisa sincera y dulce. – Quiero que te lo quedes, Paul. Si algunas vez lo necesitas, espero que realmente sea el real y… que te acuerdes de mi.- le coloco la mano en la mejilla, acariciándola, mirando a los ojos.
Muchísimas gracias…- dijo por última vez. – Yo… nunca te olvidare, y nunca olvidare lo que has hecho por mí. – Se separó unos pasos de él.- No te preocupes, estaré bien, yo… tengo tantas cosas que ver…-dijo con la voz llena de esperanza y los ojos iluminados. –Adiós.

La silueta de la mujer dragón se perdió entre las sombras y reflejos de luz de entre los árboles.


El sol se escondió entre las nubes, dándole un poco de tregua al vampiro. El aire parecía no soplar, los pájaros brindaban a la cuidad con su precioso canto. Ya no se escuchaban gritos, ni llantos, ni insultos, todo estaba tranquilo, como si no hubiese sucedido nada.


__________________________________________________


COLLAR:



Bueno Paul, tu último post. Explica tu reacción ante el final, y si tienes decidido ir a algún otro sitio o quedarte por la cuidad.

Después de ti, posteare enumerando las recompensas.
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Mensaje  Paul Brown Moreau Vie Ene 09 2015, 15:51

Seguía completamente relajado... De alguna forma, eso me radiaba la chica. Podía descansar mi mentón en ella, eso me hacía sentir aún mejor. Podía sentir cómo mi mandíbula temblaba por cada vez que ella soltaba las lagrimas y lloraba sin más preámbulo... La verdad no sabía muy bien lo que sentía, nunca había sido privado de la libertad por mi propio padre, es más, ni siquiera conozco a mi papá... Según las historias de mi madre, el desapareció de cuando yo nací, dejándola sola. Mi viaje siempre ha sido en buscarlo y tratar de no toparme con mi malvado hermano que me ha seguido por bastante tiempo, el único que ha logrado hacerme temblar de miedo e incluso llorar. En el llanto de la mujer, me recordaba esos momento de mi niñez, antes de que fuese un vampiro y cambiaran mis sensaciones más mi forma de pensar. Podía añorar esa humanidad y tantas cosas que había olvidado en mi conversión, tantas que desaparecieron en mi cabeza llena de recuerdos. La nostalgia me afectaba muchísimo.

Pero no podía sentir eso... Un hombre tan malvado como yo no debería lidiar con estas cosas. Estaba cerca de soltarla pero de alguna forma, ella se aferraba mucho a mi. El placer no lo era todo... Ya quería que me soltase o me volvería muy blando, tanto así que podría causar ternura en vez de seducción. Apreté mis ojos y pensé en otras cosas... Quité mi mentón y cuando al fin la chica se alejó, pegué un suspiro bastante fuerte o algo parecido.

Pude notar esa incertidumbre en sus ojos, es más, no sabía qué hacer en un momento como ese. La muchacha no tenía ningún rumbo pero al menos tenía algo muy importante... La libertad. Quería ayudarla pero no podía, es más, la invitaría a mi grupo de secuaces pero correría mucho riesgo, podría perder la vida. Pero bueno, de alguna manera quería verla correr y ser libre... Mucho incluso.

Había tomado mi mano... Haciéndome mirarle de forma desconcertada. Ella me agradeció, lo hacía genuinamente. Yo no tuve más opción que sonreír y no apartar la mirada. Acarició suavemente la palma de ésta... Estuve a punto de sonrojarme, algo que nunca me había sucedido antes. Se disculpó, diciéndome también que ella no llevaba dinero para pagarme la ayuda que le había mostrado desde mi inicio.

Personalmente se me había olvidado por completo pero igual, no dije nada, sólo seguí sosteniendo de la mano a la chica. Se notaba su pena, muchísimo. Sonreí y seguí sin decir una palabra, estaba a punto de irme y finalizaría, dándole un beso en la frente pero no... Ella soltó mi mano e iba a hacer algo. ¿Qué tenía pensado la chica?.

Se quitó un collar y me lo dejó ver... Es más, pude inspeccionarlo muy bien. Me contó que su madre le había dicho sobre poderes mágicos para quién tenía ese amuleto. Nunca creí muchos en las historias pero igualmente seguí atento. Se decía que el portador de dicho collar, al encontrarse en las más frías tierras, si su deseo era ese, podía ponerse este copo de nieve bajo la lengua, haciéndole resistir hasta las más bajas temperaturas.

Manifestó que no sabía si el objeto era el dueño de la historia... Apenas pude sentir el colgante en mi cuerpo, más su mano que también se apoyaba en mi pecho. Me lo entregó sin más preámbulo y coloqué mi mano encima de la suya, apretándola con fuerza. Me pidió que me acordase de ella y nunca la olvidara. -No te preocupes... Será imposible olvidarte mi querida dama. ¡Serás una reina!.-Apenas pronuncié audible. Pude sentir su mano, acariciando mi mentón y estaba tan tibia la suya que sentía ardor... Mi cuerpo estaba enfriado.

La muchacha también musitó que nunca me olvidaría... Nada de lo que he hecho por ella. Me pidió que no me preocupase, la mujer tenía que ver muchas cosas... Lo decía con sus ojos llenos de fe y esperanza, pero con la confianza suficiente de que estaría en forma. Sonreí ladinamente pero cuando vi que se alejaba, alcancé a tomar su mano. -¿Volveré a vert...?-No alcancé a terminar la frase cuando desapareció en las sombras, escuchándose un "Adiós".

Quedé paralizado y me dispuse a mirar aquel collar... Lo apreté con fuerza y cerré mis ojos, teniendo bastantes recuerdos de la aventura vivida hace poco. Solté el colgante y luego miré a mis lados, como si tratara de buscar algo. -Ahh bueno... Creo que debo seguir.-Volvió rápidamente la mirada pícara que siempre había llevado.

A los segundos apareció Andy, andaba escondido detrás de unos árboles. -Sorprendente... Mi jefe aún tiene sentimientos.-Dijo con alegría, aplaudiendo lentamente para luego hacerse al lado mío. -Si, como sea... ¿Dónde está Talia y Máyic?-Pregunté algo desconcertado, caminando en círculos.

-Aquí idiota. Te llevamos esperando más de un siglo.-Pronunció la mujer, bastante molesta y viéndose las venas de su cuello. -¿Nos vamos ya?.-Dijo Máyic, bajando de un árbol y haciéndose al frente mío, con su ceño fruncido.

Acaricié con el pulgar, la parte inferior de mis labios y mostré la última sonrisa ladina, de manera coqueta. -Hmpf...-Terminé acomodando mi traje, sacudiendo el polvo y apenas peinándome, viendo que también cayó bastante polvo. -Vamos... Me muero de sed...-Finalicé, palpando el filo de mis colmillo y en lo aproximado a un segundo, desaparecimos del lugar, rumbo a donde sea, donde el destino quiera llevarnos.

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Mensaje  Wyn Lun Ene 12 2015, 13:26

Bueno Paul, aquí acaba tu aventura, espero que te haya gustado.

Recompensa:

- Collar copo de nieve, que la misma Yaiza te ha entregado.
- 10 + 10 puntos de experiencia.
- 350 aeros.

Recuerda registrar el objeto y los puntos.



Alec, quedas maldito por incumplimiento y abandono del tema.

Te despiertas en la misma taberna en la que te habías encontrado con el padre de la joven. Estas tirado en el suelo, huele raro.
Todo parece mucho más grande que la noche anterior, ¿quizás aún sigue bebido?
Intentas levantarle, pero al intentar poner la mano en el suelo, para apoyarte, ver que no tienes mano, ni brazo, que en lugar de ello tienes un ala.

Te has convertido en un pequeño pajarito de color amarillo. No puedes hablar, no puedes transformarte en dragón, pero puedes pensar, no dejas de ser una persona, al fin de cuentas. Y mira el lado positivo… ya sabes volar.

No puedes contárselo a nadie, ya que no puedes. Debes abrir un tema nuevo, sin poder seguir los que ya tenías iniciados, en el que te recuperas de esta maldición, buscando una cura.
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