La torre del olvido [Interpretativo][4/5]
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La torre del olvido [Interpretativo][4/5]
La maleza había cubierto con tanta profusión el viejo camino, que ya no se distinguía del resto del bosque. Los arbustos y las plantas salvajes crecían tan altas, que los pies de un varón adulto se hubiesen hundido hasta la rodilla, en las partes más profundas, de haber habido alguno que transitara aquella parte olvidada del bosque.
Los árboles habían conquistado el camino de tierra, aireado con las décadas pasadas, y aunque entre ellos, y sus jóvenes y delgados troncos, era más fácil pasar que por cualquier otro lado, el futuro inevitable de ese rincón de la foresta, era perderse por completo, tras una muralla de árboles ancianos que encerraran su historia maldita para siempre.
Atravesando, sin embargo, el espacio que todavía quedaba entre los árboles, los rayos del sol de esa bella temporaba, invitaban a seguir ese efímero arco entre sus ramas, hacia un oculto claro.
Un espacio amplio se abría ante la vista cuando los árboles quedaban a la espalda. El pasto alto y largo se ondulaba como si fuera una marea verde, suavemente mecida por la brisa. De sus profundidades emergía una torre inmensa, alta y levemente torcida, de piedra oscura y musgosa, cuya fachada se hallaba decorada por enredaderas de hojas anchas que empezaban a mostrar sus primeras flores.
Las ventanas, casi todas cerradas, tenían los vidrios tan polvorientos que no podía advertirse el interior del abandonado edificio, y no empezaban hasta el tercer piso, sumiendo los más bajos en tinieblas.
En la planta baja, y tras un saliente que protegía la entrada, se veía una puerta de madera, cuya superficie barnizada parecía ajena al tiempo, ni el polvo ni las plantas habían trepado por la misma, o asentado su hogar en su superficie. Sobre la pulida pieza, se hallaba en relieve hacia adentro la silueta de una mano grande y abierta, en cuya palma una runa antigua rezaba sin la más mínima erosión, una palabra tan anciana como el más viejo de los reinos. "Magia".
No había pomo, ni manija, ni hueco para llave alguna, solo arañazos inmensos que apenas habían podido penetrar en esa madera, lisa y dura como si se tratara de acero.
El claro no era claro si no patio, uno que no se usaba desde hacía muchísimo tiempo, y anexo a la base de la torre, a su izquierda, había un establo, tan dejado como el resto de estructuras, y las vallas rotas de lo que quizás alguna vez había sido un huerto.
Algo lejos, y hacia el lado opuesto de la fachada, un pozo cubierto, a cuyos bordes le faltaban algunas piedras, se alzaba solitario. Tenía las viguetas llenas de telarañas, y una cuerda rota sin cubeta. Un mecanismo emergía de su costado diestro, metálico con sus piezas tan oxidados que daba la sensación que podía quebrarse solo de tocar la manivela.
Aún así, en el fondo del pozo aún había agua, clara y limpia , sin ningún aroma insano que indicase que no pudiera beberse del mismo. El sol lograba colarse por un par de tejas rotas del techito del pozo, iluminando las cristalinas aguas del mismo, y revelando las piezas de cerámica faltantes que yacían en su lecho, así como el cubo, y un pedazo de cuerda flotando inmóviles sobre el líquido elemento.
Ese lugar, cada vez más consumido por una naturaleza salvaje, que día a día ganaba terreno sobre las construcciones del hombre, no estaba libre de habitantes de tímida naturaleza. Pájaros y abejas, libélulas y otros seres similares revoloteaban sobre las flores del prado, y las enredaderas de la torre.
De vez en cuando y si alguien se aventuraban silencioso a descubrir ese paraje, algún que otro Artina volaris podía contemplarse saltar desde el pasto, planear con sus plumas alas verdes y engullir insectos con rapidez y destreza.
O, si se tenía mucha suerte, observarlos treparse al pozo y al establo para saltar, planeando sobre el prado y jugando entre ellos.
Aquella escena primaveral, idílica, estaba construida sobre un cimiento negro. Adentrarse en ese claro ofrecía una maldición y una revelación nefasta. El pasto y las flores cubrían decenas de cuerpos, los huesos, blancos, o incluso ennegrecidos por el tiempo, eran suelo y sustento, maceta y base para el musgo y la maleza. Los cráneos de los desdichados predecesores que habían llegado a aquel claro regaban todo el patio, ofreciendo un augurio funesto. Cuerpos enteros, costillas e incluso algunas carcasas metálicas, o restos de monturas equinas eran los juguetes de roedores y avecillas, que formaban en ellas sus nidos y madrigueras.
Lo cierto era que aquel claro estaba encantado o maldito, para todo aquel aventurero que traspasara su umbral no había vuelta atrás y cuando intentara irse volvería irremediablemente a la vera de la torre, una vez tras otra. No importaba que camino tomara, que tanto corriera, o trepara los árboles, si iba a caballo o mula, ni si dejaba atrás todo su equipaje. No había forma de salir de aquel lugar con un encanto siniestro, cementerio de todos los desventurados que habían quedado presos.
Por si fuera poco, aquella puerta cerrada no se abriría por mucho que se empujarse, que se golpeara con ahínco sobre su superficie, nadie contestaría a los gritos de auxilio, y clavar la mano sobre la huella no dejaría más resultado que el relieve de la runa tallada sobre la palma, burla y llave al mismo tiempo.
*~~~~~~~*
Iltharion se conocía bastante bien los bosques, pero la foresta era cambiante, año a año los senderos se desviaban cerraban y otros nuevos salían, y el confiado elfo se perdía a menudo entre esos laberintos hasta que los conocía de nuevo.
Por lo menos aquel era un día hermoso para perderse, el sol de la mañana se colaba entre las espesas copas de los arboles, generando columnas de luz blanca. El olor de la primavera estaba en todas las cosas. Había encontrado algunos frutos silvestres con los que llenar su boca cuando no tarareaba alguna melodía, y recolectado suficiente menta como para llenar su caja con mas arrollados de los que había fumado desde la ultima vez.
Sus botas altas de cuero no hacían apenas ruido sobre la tierra blanda, carente de hojarasca seca. Su capa, en vez de cubrirlo por completo, solo se hallaba tapando un hombro, y cubriendo la mitad de su espalda, dejando al aire una camisa de lino abierta, y sus pantalones de montar, así como las botas altas manchadas de pasto y barro negruzco.
La brisa suave acariciaba su nuca, descubierta, pues aquel día, para aprovechar el buen tiempo y la tibieza del día, había recogido su melena en una cola alta y cobriza, cruzada de estelas blancas, que cuando había dejado de arrancarlas, habían empezado a aparecer una tras otra hasta formar pequeños mechones que interrumpían el fuego de su melena.
-¿Hm?.-El trovador se detuvo cerca de unos arboles jóvenes, y se inclinó sobre el tacón de sus botas intentando ver más allá de los mismos, lo que parecía una especie de claro con una construcción en el centro. No le sonaba donde estaba, ni de que hubiera algún edificio por allí, y dispuesto a descubrir alguna de esas ruinas dispersas del continente, y quizás, si su apariencia lo merecía, unirla a su cuaderno de bocetos, cruzó el umbral maldito y quedó atrapado en aquel bucle infinito sin saberlo.
- IMPORTANTE; REQUISITOS PARA ENTRAR:
Postear en este tema implica aceptar las reglas básicas planteadas a continuación. El funcionamiento del tema es el siguiente:
Esto no es un maestreado, pero es una trama guiada, lo que significa que el entorno va a ser algo que manejaré en exclusiva. Eso es algo importante por el siguiente motivo. Hay una serie de acertijos y desafíos planeados, con su propias respuestas y funcionamiento, que requerirán del uso del ingenio del jugador para resolverse, por lo que cuando alguien vaya a resolver uno, tendrá que escribir que hace, y en mi respuesta habrá la respuesta del ambiente a eso.
Como esto no es un maestreado, tal y como he dicho, no rolearé nada que haga daño a los personajes de otros. Sí los ataques de los enemigos, o las situaciones. Por ejemplo, si alguien activa una trampa sin querer, describiré en que consiste la misma, y que ha sido activada, pero nunca el efecto que tiene en el pj, siendo este libre siempre de escoger que clase de daño le hace, si es que le hace alguno, o por contra, salir indemne. En ese punto, apelo a la calidad interpretativa y la coherencia de cada personaje con la situación y las estadísticas que posee.
No es un tema corto. Esta trama está basada en las campañas de rol a la vieja usanza, por lo que si esperáis un tema de ocho respuestas per capita, no es ni de lejos lo que se está planteando. Esta pensado para que tenga una extensión, en el caso de que la trama se desarrolle con una presteza extrema 100 post por cabeza mas de un día onrol, en el caso de que siga un ritmo fluido y se interactue y explore toda la trama, varios días y unas 300 respuestas aproximadamente por persona.
La trama tendrá un objetivo primario: Salir del lugar. Y dependiendo de la extensión del mismo, objetivos secundarios.
Una vez terminada la primera ronda. Es decir, a mi segundo post, la asiduidad de respuesta debe ser de a 48h a partir del ultimo post, tal y como especifican las normas. Si alguien excede eso sin avisar a todos los integrantes por mp una vez se le saltara el turno, y la próxima vez será a las 24h como dice la normativa. Un tema largo y con varias personas puede hacerse tedioso o perder la continuidad si se tarda mucho entre respuesta y respuesta, seamos responsables con nuestros compañeros de rol. Vamos a seguir dicha normativa a rajatabla.
Como es un tema largo, con mucho trabajo detrás, cualquier persona que entre y responda de mala fé, ignorando el ambiente, los compañeros, y el sentido común con tal de desvirtuar el tema, será ignorado.
El primer rol deberá contener lo siguiente:
*La llegada del personaje en el claro sin buscar dirigirse a la torre en cuestión y sin conocer su existencia previa a dicho encuentro. (si solo eso)
Solo un participante puede poner el llevar varios días en el bucle que no le permite abandonar el lugar, no mas que lo que sus provisiones le permitan, pues el pozo están inutilizable, por ahora, y no hay comida al alcance mas que pasto.
La situación inicial del rol es la planteada, no se puede entrar de otra forma. Ej: Salgo de la torre. Me envía X organización a investigar la torre. Etc...
Para asegurar que los participantes han leído el compromiso que asumen al entrar en esta trama, deberán poner al final del tema una aclaración offrol aceptando las condicciones mencionadas en su totalidad, o si no se aplicara el párrafo anteriormente mencionado sobre la precaución ante la participación de mala fe.
Participantes al abrir: Eretria, windorind, Theodoro y servidor. Si se suple la 5 plaza y mas gente quiere entrar puedo plantearme el poner una sexta, contactar por mp.
Iltharion Dur'Falas
Honorable
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Re: La torre del olvido [Interpretativo][4/5]
El joven Theodoro había seguido la dura búsqueda de su padre hasta los reinos del Este, allí, en un bosque de vida extraordinaria a los ojos del joven se encontraba este subido a una gruesa rama de un árbol antiguo del bosque. ¿Por que andaba en aquellas alturas? El joven cubierto por completo por sus ropajes negros había decidido hacer un alto para dibujar aquel paisaje que para el estaba tan lleno de vida y hermosura a su vez rodeándole allí donde mirase.
Las lineas dibujadas en su pequeño cuaderno empezaban a dar a luz a una imagen donde se veían árboles mecidos por la leve brisa, pájaros que volaban buscando donde hacer sus nidos y flores que crecían cerca de árboles y matojos. Para el joven elfo aquel bosque era algo nunca visto, y en parte así lo era, pues el ladrón nunca había visto un bosque tan verde como aquel; así que veía normal que la hermosura de este le hubiera atraído tanto y dado ganas de dibujar aquello.
Durante unas horas el ladrón de cuyo rostro no se veían mas que sus extraños ojos de diferente color cada uno, se quedó allí tumbado admirando el paisaje y pensando seriamente como sería encontrarse con su padre al fin y cual sería su reacción. Durante largos años Theodoro había mantenido siempre aquellas preguntas en su cabeza y nunca lograba encontrarles una respuesta directa y concordante pues eran tantas las posibles acciones y circunstancias las que podían cambiar una posible respuesta de otra que nunca se decidía por cual quedarse y siempre dejaba su mente abierta a nuevas posibilidades.
Tras ver un pájaro amarillo posarse en una de sus negras botas y verlo volar de nuevo el ladrón decidió que era hora de continuar su camino antes de que la noche le alcanzara, aunque aun fuera bastante de día. Bajando del árbol el joven elfo escucho unos aullidos que no le gustaron mucho, al parecer una manada de lobos andaba cerca, posiblemente buscando alimento para los lobeznos que con la primavera habían llegado a nacer. Sino fuera porque aquellos lobos estarían bastante agresivos y atentos Theodoro se hubiera dignado a dibujarlos pero como no era esa la cuestión tomo un rumbo adentrándose en el bosque para alejarse de aquellos animales.
Mientras su botas negras impregnadas con barro seco pisaban sin hacer ruido, los ojos del elfo se fijaban en todo lo que le rodeaban por si algún animal peligroso le asaltaba en medio de su caminar. De repente los árboles cambiaron volviéndose mas jóvenes que los anteriores y delante, a la vista, un claro con una estructura que se alzaba hasta el mismísimo cielo se abrió ante sus ojos. -Son raros los secretos que a veces esconden los bosques.- Dijo en voz baja, con una voz distorsionada por aquel pañuelo que cubría su rostro y sin mas se adentró en el claro sin saber que una maldición pesaba sobre aquel lugar del que ahora ya no podía escapar.
Al parecer el claro estaba despejado pues en principio no veía a nadie en aquella zona solamente sus ojos llegaban a ver aquella torre y sus costados pero nunca la parte de atrás de dicha estructura. Desde donde se hallaba el joven ladrón no distinguía puerta alguna pero si veía unas ventanas a una altura que era peligroso escalar hasta ellas. El joven se quedo apoyado en uno de los árboles observando todo con detenimiento antes de seguir avanzando o hacer cualquier cosa, hasta que sus ojos divisaron una figura a lo lejos, entrando por uno de los costados de la torre lo cual hizo que el ladrón se escondiera para observar de quien se trataba.
- Offrol:
- Estoy conforme a las normas impuestas para este tema
Theodoro Trevisano
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Re: La torre del olvido [Interpretativo][4/5]
Hacía ya días que Lunargenta se les había quedado lejos, pero hicieron todo el trayecto cogidas de las manos, como si las tuvieran hechizadas y no pudieran separarlas. Ahora, ya en el bosque, las muchachas se separaban de vez en cuando, cuando algún tronco cortaba el camino o los caminos eran demasiado estrechos para continuar caminando de aquella manera.
La pequeña paró de repente, sin mediar una palabra para avisar-Nos hemos perdido- Comentó Fuga, sin ningún tipo de reproche en la voz, cuando reconoció el mismo árbol dos veces a lo largo de una hora - ¿Q-qué dices? Estoy perfectamente segura de que debemos ir… por ahí- Dijo con una sonrisa y señalando a su derecha -Por ahí ya hemos ido- Respondió la pequeña completamente segura de que se habían vuelto a perder -Según el mapa… deberíamos estar por aquí- Dijo Wind soltándose de Fuga y abriendo el mapa en el suelo. Señaló una zona del bosque y supo, casi al instante, que ellas no estaban ahí. Los arboles no correspondían a los de la zona señalada así que volvió a replantearse el camino que llevaban hecho, intentando averiguar dónde narices estaban.
En mitad de aquellos pensamientos, la pequeña licantropa dio un par de tirones a la ropa de la elfa y volvió a decir -Nos hemos perdido- ahora, con cierta resignación escondida en lo más profundo de su voz -V-Vale… tal vez no sepa dónde estamos… pero eso no significa que sea malo ¿El bosque es bonito, verdad?- Cada vez que tenía un problema, Wind siempre lo intentaba arreglar de alguna manera, buscando un lado positivo que no siempre tenía pero que, a la pequeña le parecía incluso divertido -Por ahí- Señaló con su manita hacia la izquierda, convencida de que por ahí no habían ido aún y la joven la recompensó alborotándole el pelo con la mano mientras sonreía -Muy bien… pues vamos por ahí, en cualquier caso, no podemos estar más perdidas de lo que ya lo estamos ¿No?- Se cogieron la mano de nuevo, y comenzaron a caminar por la maleza del bosque. -Al menos somos bajitas y no nos enganchamos con las ramas- Comentó mientras levantaba la mirada para ver las ramas a escasos centímetros de su cabeza.
Otra hora más caminando y seguían sin encontrar un camino principal -Fuga… Nos hemos perdido- Dijo, esta vez la elfa a modo de broma cuando comenzó a sentir que realmente estaban dando vueltas en círculo. La pequeña asintió haciendo caso omiso a la broma y Wind levantó la mirada buscando la claridad del cielo e intentando averiguar cuantas horas llevaban caminando. Ellas habían comenzado a caminar cuándo la luna aún estaba en el cielo y ahora, parecía que eran las primeras horas de la mañana, casi más cerca del mediodía. Suspiró y se quedó pensativa mientras paraba de andar -No es tan difícil… vamos a usar al sol como referencia ¿Sí? - Ideó la joven con optimismo… y hambre -Vale- Asintió una vez y reemprendieron el camino.
Apenas llevaban unos minutos andando cuando Wind se percató de que la vegetación había cambiado - ¿Ves? Ya hemos salido- Continuó caminando sin detenerse tirando de la pequeña y salieron a dar a un claro con una enorme torre en medio -O igual no…- Se corrigió estupefacta por aquel torreón -Eso no estaba en el mapa- Comentó la pequeña observando el entorno, cuando dio un pequeño tirón del brazo de la joven - ¿Qué…? - No terminó la frase cuando vio a una sombra en las lindes el bosque. No prestó más atención al lugar tras ver a aquella sombra, así que Wind cogió más fuerte a la pequeña, llevo su mano libre a su muslo, donde tenía las dagas, cogió una en silencio y con un pequeño movimiento de cabeza le indicó a Fuga que caminara despacio hacia atrás, para salir de allí antes de ser vistas.
Se volvieron a adentrar en el bosque y, tras dar unos pasos y cruzar un árbol, volvieron a dar con aquel claro.
Wind no sabía que estaba pasando, pero no pensaba transmitir a Fuga aquella inseguridad - ¿Estamos ahora más perdidas que antes? - Preguntó la pequeña en un susurro sin entender tampoco la situación en la que se encontraban.
Miraron de nuevo a su alrededor y vieron a alguien, no sabrian decir si era un hombre o una mujer, pero allí había una persona y ellas no eran capaces de salir del claro, así que mientras Wind sujetaba fuerte la mano de la pequeña que estaba mucho más calmada que ella, pensó en como salir de aquel lugar antes de que se metieran en algún lio.
Lejos estaban las dos jóvenes de comprender que no podrían salir de aquel bucle eterno en el que se habían metido.
Offrol: Acepto todas normas <3 y por aquí os dejo a Fuga ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo])
La pequeña paró de repente, sin mediar una palabra para avisar-Nos hemos perdido- Comentó Fuga, sin ningún tipo de reproche en la voz, cuando reconoció el mismo árbol dos veces a lo largo de una hora - ¿Q-qué dices? Estoy perfectamente segura de que debemos ir… por ahí- Dijo con una sonrisa y señalando a su derecha -Por ahí ya hemos ido- Respondió la pequeña completamente segura de que se habían vuelto a perder -Según el mapa… deberíamos estar por aquí- Dijo Wind soltándose de Fuga y abriendo el mapa en el suelo. Señaló una zona del bosque y supo, casi al instante, que ellas no estaban ahí. Los arboles no correspondían a los de la zona señalada así que volvió a replantearse el camino que llevaban hecho, intentando averiguar dónde narices estaban.
En mitad de aquellos pensamientos, la pequeña licantropa dio un par de tirones a la ropa de la elfa y volvió a decir -Nos hemos perdido- ahora, con cierta resignación escondida en lo más profundo de su voz -V-Vale… tal vez no sepa dónde estamos… pero eso no significa que sea malo ¿El bosque es bonito, verdad?- Cada vez que tenía un problema, Wind siempre lo intentaba arreglar de alguna manera, buscando un lado positivo que no siempre tenía pero que, a la pequeña le parecía incluso divertido -Por ahí- Señaló con su manita hacia la izquierda, convencida de que por ahí no habían ido aún y la joven la recompensó alborotándole el pelo con la mano mientras sonreía -Muy bien… pues vamos por ahí, en cualquier caso, no podemos estar más perdidas de lo que ya lo estamos ¿No?- Se cogieron la mano de nuevo, y comenzaron a caminar por la maleza del bosque. -Al menos somos bajitas y no nos enganchamos con las ramas- Comentó mientras levantaba la mirada para ver las ramas a escasos centímetros de su cabeza.
Otra hora más caminando y seguían sin encontrar un camino principal -Fuga… Nos hemos perdido- Dijo, esta vez la elfa a modo de broma cuando comenzó a sentir que realmente estaban dando vueltas en círculo. La pequeña asintió haciendo caso omiso a la broma y Wind levantó la mirada buscando la claridad del cielo e intentando averiguar cuantas horas llevaban caminando. Ellas habían comenzado a caminar cuándo la luna aún estaba en el cielo y ahora, parecía que eran las primeras horas de la mañana, casi más cerca del mediodía. Suspiró y se quedó pensativa mientras paraba de andar -No es tan difícil… vamos a usar al sol como referencia ¿Sí? - Ideó la joven con optimismo… y hambre -Vale- Asintió una vez y reemprendieron el camino.
Apenas llevaban unos minutos andando cuando Wind se percató de que la vegetación había cambiado - ¿Ves? Ya hemos salido- Continuó caminando sin detenerse tirando de la pequeña y salieron a dar a un claro con una enorme torre en medio -O igual no…- Se corrigió estupefacta por aquel torreón -Eso no estaba en el mapa- Comentó la pequeña observando el entorno, cuando dio un pequeño tirón del brazo de la joven - ¿Qué…? - No terminó la frase cuando vio a una sombra en las lindes el bosque. No prestó más atención al lugar tras ver a aquella sombra, así que Wind cogió más fuerte a la pequeña, llevo su mano libre a su muslo, donde tenía las dagas, cogió una en silencio y con un pequeño movimiento de cabeza le indicó a Fuga que caminara despacio hacia atrás, para salir de allí antes de ser vistas.
Se volvieron a adentrar en el bosque y, tras dar unos pasos y cruzar un árbol, volvieron a dar con aquel claro.
Wind no sabía que estaba pasando, pero no pensaba transmitir a Fuga aquella inseguridad - ¿Estamos ahora más perdidas que antes? - Preguntó la pequeña en un susurro sin entender tampoco la situación en la que se encontraban.
Miraron de nuevo a su alrededor y vieron a alguien, no sabrian decir si era un hombre o una mujer, pero allí había una persona y ellas no eran capaces de salir del claro, así que mientras Wind sujetaba fuerte la mano de la pequeña que estaba mucho más calmada que ella, pensó en como salir de aquel lugar antes de que se metieran en algún lio.
Lejos estaban las dos jóvenes de comprender que no podrían salir de aquel bucle eterno en el que se habían metido.
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Windorind Crownguard
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Re: La torre del olvido [Interpretativo][4/5]
Profundos, refulgentes y enigmáticos se alzan los bosques del este. Castas pronunciadas inventan sombras a ras del terreno frondoso mientras que los árboles silban un cántico que nítidamente recuerdo, estos parajes ya los he recorrido aún cuando el manto blanquecino engullía la vivacidad de las fronteras verdemar e indisponía a los viajeros en los cruces por los gélidos bosques. Cada paso alimentado por el desespero no me conducen al más allá donde me aguarda un premio, siquiera hay un lugar en concreto, tan sólo senderos que transitar y eventos que afrontar por puro hastío. Nada se asemeja a lo que mis retinas grabaron en antaño, sin frescor en lo níveo, desde la tierra entremezclada con un césped recién salido se manifiestan brotes que tras pasar el invierno, comienzan a resurgir del tardío sueño.
El piar de las aves, incesante y de mal gusto no dejarán que descanse pues en esta contienda primaveral que tan poco me atrae, hasta el sol se ha aliado con la madre naturaleza para atezar maliciosos una dermis que no lo requiere, como si fuese posible estando bajo una maldición que ni el pelo deja crecer pasen las décadas que pasen. En medio de las umbrosas cimas rebosantes de belleza y armonía me sentí trasladada a un lugar que perfectamente podría ser verídico en una pesadilla. Tanto color y alborozo terminan cegándome aunque no me doblegaré a la presión irresistible de ser una víctima más de estos bosques, no seré un objeto perpetuo entre los robles ni me aunaré a las ramas que servirán como tálamo en cuanto caiga la bóveda celeste.
Los luceros cafés analizan el ambiente, los cuatro costados y evaden el contacto con el astro gualdo, perlas translúcidas empapan parte de mi frente y la capa continúa desamparada en el interior de la bolsa de viaje. Si bien es cierto que parezco ganar terreno en una frondosidad que poco conozco, la sensación de estar haciendo todo lo contrario me embarga, es más fuerte y el subconsciente con su vileza natural me garantiza que en efecto, retrocedemos. Detenida y con los brazos cruzados indagué, lo mejor será memorizar un patrón y llevarlo a cabo, se han de aprovechar las horas de sol para montar un campamento o en mi caso, encontrar donde tuve el mío hará uno o dos meses.
En el deambulo constante un bramido áspero y gatuno trona pero no sé exactamente desde donde, tan sólo tuve que agachar la cabeza y cerciorarme que bajo el tacón de las botas una alargada cola ha sido pisoteada. ¿Qué cojones hace este puto bicho con el rabo así de extendido, no sabe que por aquí pasan viajeros? Sulfurada y con el calor abrasándome la espalda volví a pisar con una fuerza tremenda, un segundo alarido vino acompañado de la sombra de una bestia ancestral. Un gato de Aresire, por norma general son amistosos, pero estando cabreada yo y habiéndole transmitido mi mal humor éste sobresale de los arbustos. "Esta" tras ella se encuentran dos crías a proteger con fauces abiertas y zarpas afiladas, qué agresiva, a quien me recuerda.
─ Cómo te atrevas a tocarme los cojones, te sacaré la piel y a tus crías me las comeré. ─ Auxiliada por el dedo índice la señalé primero a ella, luego a los dos cachorros y ya por joder como no, le hice un corte de mangas que se tornó en esa gota que rebosará un vaso tildado en perfidia. Una serie de púas transitan a una velocidad inhumana la corriente yendo directas hacia mi persona. La primera ronda las esquivé aunque en la segunda me comí de lleno dos púas en el costado izquierdo. Nada que temer pues no han profundizado. Siendo madre y tras la advertencia no me dejó muchas alternativas, golpeé su lomo con uno de los codos y ejerciendo potencia la desequilibré lo justo para tomar a uno de los cachorros.
Maúlla e incluso me parece mono, la Aresire engrifada gruñe y saca las zarpas, cómo me encanta jugar con fuego y salir quemada. ─ Menudo caldo me haré. ─ El rugido que expide es tan vigoroso que las aves surcan hacia un tramo más seguro, sonriente y triunfal doy ciertos pasos hacia atrás con mi bonita presa sujeta. ─ ¿La quieres? ─ Y eché a correr con un malestar pisándome los talones, son caracterizados por su agilidad y en un segundo la tengo delante mía, queriendo recuperar a su retoño y definitivamente acabar con mi vida.
A todo esto le resto importancia, si no la he matado es porque aún no he desenfundado las armas, que costará, por supuesto, pero con ira y firmeza la carne siempre se atraviesa. Detrás de la bestia disgustada se encuentra un claro, en sí, la espesura que habitamos ahora parece iluminada pero los rayos que se derraman en contra de la pradera son más apagados, todo un misterio por no esclarecer la idea de los cimientos que se ojean distorsionados desde el centro. En un ademán de lanzar al cachorro lejos y con una brutalidad que podría matarlo ésta se yergue en dos patas y embiste con la tercera ronda de espinas, detrás de un tronco oculté mi silueta de los aguijones que producen un malestar insano, deseo acabar con su vida pero me conformaré con respirar e ir directa hacia lo llamativo del prado.
La cría de Aresire la dejé en el suelo y la madre antes de correr en mi busca se aseguró de que su retoño seguía respirando. En esos segundos de ventaja adentré una de las botas en el claro, agachando el cuerpo en un intento de peinarme el cabello con un zarpazo, qué amable. Con el segundo pie dentro saqué las dos dagas, pero para mi sorpresa el felino rondó por fuera como si la imprudencia tomada por mi parte no quisiese ella tomarla. Interesante, entre las cejas fruncidas y los labios torcidos la contemplé malhumorada, una de los pinchos en mis costados lo saqué iracunda, lanzándoselo al animal.
No tardó en enseñarme los dientes y abandonar la frontera de los árboles claros en contra de una pradera un tanto apagada por los rayos que no la anhelan. La segunda púa no la retiré, el dolor no se compara con el enfado que ha dejado en mi sistema, tanto que pateé el césped bárbara, rechistando en alto e insultado a mis propios ancestros en un dialecto élfico por un buen rato. Más despejada aparté los mechones húmedos de mi frente y me adentré en lo anónimo con las armas fuera por convicción. No sé que habrá ni quién demonios rondará por la misma pradera, pero no dudaré en rebanar cabezas si tantean a una mujer impredecible.
El piar de las aves, incesante y de mal gusto no dejarán que descanse pues en esta contienda primaveral que tan poco me atrae, hasta el sol se ha aliado con la madre naturaleza para atezar maliciosos una dermis que no lo requiere, como si fuese posible estando bajo una maldición que ni el pelo deja crecer pasen las décadas que pasen. En medio de las umbrosas cimas rebosantes de belleza y armonía me sentí trasladada a un lugar que perfectamente podría ser verídico en una pesadilla. Tanto color y alborozo terminan cegándome aunque no me doblegaré a la presión irresistible de ser una víctima más de estos bosques, no seré un objeto perpetuo entre los robles ni me aunaré a las ramas que servirán como tálamo en cuanto caiga la bóveda celeste.
Los luceros cafés analizan el ambiente, los cuatro costados y evaden el contacto con el astro gualdo, perlas translúcidas empapan parte de mi frente y la capa continúa desamparada en el interior de la bolsa de viaje. Si bien es cierto que parezco ganar terreno en una frondosidad que poco conozco, la sensación de estar haciendo todo lo contrario me embarga, es más fuerte y el subconsciente con su vileza natural me garantiza que en efecto, retrocedemos. Detenida y con los brazos cruzados indagué, lo mejor será memorizar un patrón y llevarlo a cabo, se han de aprovechar las horas de sol para montar un campamento o en mi caso, encontrar donde tuve el mío hará uno o dos meses.
En el deambulo constante un bramido áspero y gatuno trona pero no sé exactamente desde donde, tan sólo tuve que agachar la cabeza y cerciorarme que bajo el tacón de las botas una alargada cola ha sido pisoteada. ¿Qué cojones hace este puto bicho con el rabo así de extendido, no sabe que por aquí pasan viajeros? Sulfurada y con el calor abrasándome la espalda volví a pisar con una fuerza tremenda, un segundo alarido vino acompañado de la sombra de una bestia ancestral. Un gato de Aresire, por norma general son amistosos, pero estando cabreada yo y habiéndole transmitido mi mal humor éste sobresale de los arbustos. "Esta" tras ella se encuentran dos crías a proteger con fauces abiertas y zarpas afiladas, qué agresiva, a quien me recuerda.
─ Cómo te atrevas a tocarme los cojones, te sacaré la piel y a tus crías me las comeré. ─ Auxiliada por el dedo índice la señalé primero a ella, luego a los dos cachorros y ya por joder como no, le hice un corte de mangas que se tornó en esa gota que rebosará un vaso tildado en perfidia. Una serie de púas transitan a una velocidad inhumana la corriente yendo directas hacia mi persona. La primera ronda las esquivé aunque en la segunda me comí de lleno dos púas en el costado izquierdo. Nada que temer pues no han profundizado. Siendo madre y tras la advertencia no me dejó muchas alternativas, golpeé su lomo con uno de los codos y ejerciendo potencia la desequilibré lo justo para tomar a uno de los cachorros.
Maúlla e incluso me parece mono, la Aresire engrifada gruñe y saca las zarpas, cómo me encanta jugar con fuego y salir quemada. ─ Menudo caldo me haré. ─ El rugido que expide es tan vigoroso que las aves surcan hacia un tramo más seguro, sonriente y triunfal doy ciertos pasos hacia atrás con mi bonita presa sujeta. ─ ¿La quieres? ─ Y eché a correr con un malestar pisándome los talones, son caracterizados por su agilidad y en un segundo la tengo delante mía, queriendo recuperar a su retoño y definitivamente acabar con mi vida.
A todo esto le resto importancia, si no la he matado es porque aún no he desenfundado las armas, que costará, por supuesto, pero con ira y firmeza la carne siempre se atraviesa. Detrás de la bestia disgustada se encuentra un claro, en sí, la espesura que habitamos ahora parece iluminada pero los rayos que se derraman en contra de la pradera son más apagados, todo un misterio por no esclarecer la idea de los cimientos que se ojean distorsionados desde el centro. En un ademán de lanzar al cachorro lejos y con una brutalidad que podría matarlo ésta se yergue en dos patas y embiste con la tercera ronda de espinas, detrás de un tronco oculté mi silueta de los aguijones que producen un malestar insano, deseo acabar con su vida pero me conformaré con respirar e ir directa hacia lo llamativo del prado.
La cría de Aresire la dejé en el suelo y la madre antes de correr en mi busca se aseguró de que su retoño seguía respirando. En esos segundos de ventaja adentré una de las botas en el claro, agachando el cuerpo en un intento de peinarme el cabello con un zarpazo, qué amable. Con el segundo pie dentro saqué las dos dagas, pero para mi sorpresa el felino rondó por fuera como si la imprudencia tomada por mi parte no quisiese ella tomarla. Interesante, entre las cejas fruncidas y los labios torcidos la contemplé malhumorada, una de los pinchos en mis costados lo saqué iracunda, lanzándoselo al animal.
No tardó en enseñarme los dientes y abandonar la frontera de los árboles claros en contra de una pradera un tanto apagada por los rayos que no la anhelan. La segunda púa no la retiré, el dolor no se compara con el enfado que ha dejado en mi sistema, tanto que pateé el césped bárbara, rechistando en alto e insultado a mis propios ancestros en un dialecto élfico por un buen rato. Más despejada aparté los mechones húmedos de mi frente y me adentré en lo anónimo con las armas fuera por convicción. No sé que habrá ni quién demonios rondará por la misma pradera, pero no dudaré en rebanar cabezas si tantean a una mujer impredecible.
- Spoiler:
- Acepto dichos requisitos.
Eretria Noorgard
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Re: La torre del olvido [Interpretativo][4/5]
Los Artina volaris dejaron de planear, y saltironaron rápidamente por todos los lados del claro hasta meterse en sus nidos y madrigueras en los margenes del mismo, pero sin poder huir mas lejos, también sellados en aquel encanto. Temerosos de los intrusos que habían puesto un pie en su reino, y que, como otros antes que ellos habían hecho con sus ancestros, quizás, por desesperación o hambre, terminarían por intentar cazarlos.
Iltharion no vio a nadie en un primer momento, así que se adentró en el claro y empezó a caminar por el mismo, distraído, contemplando la estructura que se hallaba claramente abandonada. Se acercó al pozo, mientras salvaba el espacio con la estructura y miró hacia abajo, dio un par de golpecitos con el pie sobre el muro de piedra, y siguió viaje.
Sacó de su morral uno de esos arrollados mentolados de su propia manufactura, y lo mantuvo entre sus dedos, jugueteando con el mismo distraidamente, mientras exploraba el lugar.
No caminó demasiado hasta que su pie se hundiera con un "crac" de partirse un hueso. Apartó el pie y desvió su mirada para ver que había roto.
-Joder....-Musitó para si mismo al ver el cráneo medio partido y musgoso, de cuyas cuencas salía pasto y con su superficie manchada de tierra y verdín. El elfo siguió caminando, esta vez atento al suelo, rodeando la torre y yendo de cadáver en cadáver, había muchos, todos ocultos, en mal estado, con el hueso pulido, como si el tiempo u algo hubiera limpiado los cuerpos de toda carne. No queriendo ocupar sus manos, se llevó el canuto a la oreja, y lo dejó colocado entre su cráneo y esta hasta que resolviera en poder fumarlo.
El trovador se puso en alerta, no muere tanta gente en un lugar en vano, y cuidó de que sus pasos hicieran el menor ruido posible, mientras oteaba el entorno esperando algo aparecer en cualquier momento. Sin embargo no fue algo, si no alguien quien se mostró ante su vista, con las armas en ristre y una mirada fastidiada.
-¿Ere?.-Encaró una ceja el bardo, sin terminar de creerse que se hallara allí la muchacha, aunque después de pensarlo unos instantes, no era descabellado, en esa misma región era que se habían encontrado, también por azares del destino en medio del bosque, la primera vez que sus caminos se habían cruzado y habían compartido lecho y campamento.
Iltharion se relajó un poco al descubrir a la morena en aquel lugar del claro, que cada vez le parecía mas un patio artificial que otra cosa.
-Por casualidad estas cosas.-Se agachó y tomó un cráneo musgoso con la mano, haciéndolo saltar sobre la palma.-¿No son cosa tuya no? No se, una guarida secreta en donde te deshaces de los cuerpos de los incautos o algo así.-Peguntó sin demasiada esperanza el elfo sin dejar de juguetear con aquel despojo en su mano. Solo al terminar lo dejó caer rodando sin ninguna consideración para que se sumergiera una vez mas en el alto pasto.
Iltharion se limpió la mano en el pantalón. Entonces si, ya mas calmado, agarró el arrollado de su oreja y lo sostuvo entre sus labios. Rebuscó en su bolsillo hasta sacar un yesquero de metal y hueso, con forma de cuerno, y con el cordel de puntas chamuscadas a medio usar. Con un rápido gesto con el pulgar encendió las puntas enegrecidas y con aquello formó la brasa para encender su cigarro. El yesquero lo apagó presto con un tapón de metal, lo sacudió un poco en el aire, para que se enfriase, y se lo metió en el bolsillo.
-¿Debería preocuparme?.-Exhaló el humo de la primera calada, y sosteniendo el canuto entre sus dedos una vez mas apuntó con el mismo las dagas de la joven.
Iltharion no vio a nadie en un primer momento, así que se adentró en el claro y empezó a caminar por el mismo, distraído, contemplando la estructura que se hallaba claramente abandonada. Se acercó al pozo, mientras salvaba el espacio con la estructura y miró hacia abajo, dio un par de golpecitos con el pie sobre el muro de piedra, y siguió viaje.
Sacó de su morral uno de esos arrollados mentolados de su propia manufactura, y lo mantuvo entre sus dedos, jugueteando con el mismo distraidamente, mientras exploraba el lugar.
No caminó demasiado hasta que su pie se hundiera con un "crac" de partirse un hueso. Apartó el pie y desvió su mirada para ver que había roto.
-Joder....-Musitó para si mismo al ver el cráneo medio partido y musgoso, de cuyas cuencas salía pasto y con su superficie manchada de tierra y verdín. El elfo siguió caminando, esta vez atento al suelo, rodeando la torre y yendo de cadáver en cadáver, había muchos, todos ocultos, en mal estado, con el hueso pulido, como si el tiempo u algo hubiera limpiado los cuerpos de toda carne. No queriendo ocupar sus manos, se llevó el canuto a la oreja, y lo dejó colocado entre su cráneo y esta hasta que resolviera en poder fumarlo.
El trovador se puso en alerta, no muere tanta gente en un lugar en vano, y cuidó de que sus pasos hicieran el menor ruido posible, mientras oteaba el entorno esperando algo aparecer en cualquier momento. Sin embargo no fue algo, si no alguien quien se mostró ante su vista, con las armas en ristre y una mirada fastidiada.
-¿Ere?.-Encaró una ceja el bardo, sin terminar de creerse que se hallara allí la muchacha, aunque después de pensarlo unos instantes, no era descabellado, en esa misma región era que se habían encontrado, también por azares del destino en medio del bosque, la primera vez que sus caminos se habían cruzado y habían compartido lecho y campamento.
Iltharion se relajó un poco al descubrir a la morena en aquel lugar del claro, que cada vez le parecía mas un patio artificial que otra cosa.
-Por casualidad estas cosas.-Se agachó y tomó un cráneo musgoso con la mano, haciéndolo saltar sobre la palma.-¿No son cosa tuya no? No se, una guarida secreta en donde te deshaces de los cuerpos de los incautos o algo así.-Peguntó sin demasiada esperanza el elfo sin dejar de juguetear con aquel despojo en su mano. Solo al terminar lo dejó caer rodando sin ninguna consideración para que se sumergiera una vez mas en el alto pasto.
Iltharion se limpió la mano en el pantalón. Entonces si, ya mas calmado, agarró el arrollado de su oreja y lo sostuvo entre sus labios. Rebuscó en su bolsillo hasta sacar un yesquero de metal y hueso, con forma de cuerno, y con el cordel de puntas chamuscadas a medio usar. Con un rápido gesto con el pulgar encendió las puntas enegrecidas y con aquello formó la brasa para encender su cigarro. El yesquero lo apagó presto con un tapón de metal, lo sacudió un poco en el aire, para que se enfriase, y se lo metió en el bolsillo.
-¿Debería preocuparme?.-Exhaló el humo de la primera calada, y sosteniendo el canuto entre sus dedos una vez mas apuntó con el mismo las dagas de la joven.
Iltharion Dur'Falas
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Re: La torre del olvido [Interpretativo][4/5]
El joven ladrón a veces pensaba como era capaz de meterse en todos aquellos líos casi sin darse el cuenta, era como que todos aquellos momentos le llamaban y el simplemente respondía como mejor sabía, haciendo de las suyas que casi siempre era incumpliendo alguna ley o cometiendo algún delito; pero que le iba a hacer era su manera mas habitual para enfrentarse a las situaciones que se le venían de cara a cada momento que pasaba de su vida, así lo había estado haciendo desde que era un mocoso.
Pese a ello nuestro ladrón iba a verse metido en un lío del cual no esperaba en absoluto haberse metido, pues cuando uno de sus pies entró dentro de aquel extraño claro en cuyo centro había una torre, había quedado atrapado en aquel extraño lugar sin poder salir de este pero esto él no lo sabía; simplemente se quedó apoyado en un árbol mirando el lugar en silencio, pensando que podía ser todo aquello hasta que sus ojos enfocaron a una figura que a la vez que el se interno dentro del bosque rápidamente.
El elfo simplemente se quedó detrás de unos árboles al inicio del claro observando como aquella persona volvía al claro, al parecer se trataba de una chica con una... -¿Una niña?- se dijo así mismo en voz baja para luego retroceder despacio hacia atrás, la cosa que fue que cuando quiso darse cuenta estaba de nuevo en el claro aquel. -¿Pero que demonios?- Dijo extrañado levantándose tan alto como era él para quedarse mirando todo con bastante atención.
Algo iba mal y él lo sabía o mas o menos se lo olía, siempre se olía los problemas cuando estaba metido en ellos de lleno y aquel lugar era un problema que olía muy fuertemente. La cosa es que ya le daba igual estar a la vista pues al volver, de forma extraña al claro había quedado al descubierto y cualquiera podría verlo así que empezó a caminar hacia la torre que allí plantada estaba.
Sus pasos eran sigilosos aunque no llegaba a imaginarse que sus pies muchas veces pasaban cerca de huesos pulidos por el tiempo que allí reposaban, el elfo de pelo cobrizo solo estaba centrado en la torre indagando como podría adentrarse en ella sin necesidad de escalar hasta lo alto de una de las ventanas. Sinceramente no le apetecía trepar sin cuerda para luego caer y acabar con los huesos destrozados; era joven pero no un insensato y cualquiera sabía que desde aquella altura podría hacerse polvo así que ni lo intentaría.
¿Y que pasaba con aquella chica que había visto acompañada de una niña? Simplemente las ignoraba, no tenía porque hablar con ellas a no ser que fuera completamente necesario, por ahora su atención estaba en aquella estructura abandonada, o eso llegaba a pensar que estaba. Una vez delante de esta empezó a rodearla para ver si encontraba una entrada fue entonces cuando reparó en dos nuevas presencias que habían cerca por lo que se ocultó rápidamente detrás de la torre para observarlos desde allí.
Se trataba de un hombre de pelo cobrizo y canoso que al parecer estaba fumando, y de una chica que llevaba sus armas desenfundadas por lo cual el elfo desenfundo su arco pero sin posar ninguna flecha en la cuerda de este, de momento se dedicaría a observar pero había algo en el hombre que le molestaba, desde allí no llegaba a imaginar que era hasta que lo vio un poco mejor.
Como si de una bofetada se tratase, un recuerdo inundo su mente y no era otra que la descripción que su madre y muchas mujeres le habían dado del que era su padre... -¿Puede ser él?- Se preguntó despegándose de la torre y saliendo a simple vista caminando hacia el hombre y la mujer con las armas desenfundadas. -¿Iltharion Dur'Falas?- Preguntó cuando ya estaba lo suficientemente cerca de él mientras se acercaba un poco mas con las manos al descubierto pues había guardado su arma anteriormente. Sin esperar respuesta alguna cuando estuvo delante del hombre le pegó un fuerte y veloz puñetazo en la mejilla derecha y se le quedó mirando fijamente ignorando a la dama que estaba también allí.
Ahora que lo tenía delante la descripción encajaba a la perfección. Un elfo de aspecto atractivo de pelo cobrizo y ojos claros de diferente tonalidad cada uno. No había dudas ya aquel era su padre y era curioso encontrarlo allí pero lo que mas le había sorprendido era su propia actuación al verlo. -Llevo buscándote muchos años.- Los ojos del elfo se pasaron por la elfa, pues ahora que estaba mas cerca veía que era una elfa, aunque un tanto pintoresca pues era muy morena de piel. -Esto no va con usted señorita así que si no usa esas armas contra mi tendremos la fiesta en paz.- Y volvió la mirada hacia el elfo. Su búsqueda había acabado pero aun no sabía las cosas que le esperaban en aquel sitio maldito.
Theodoro Trevisano
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Re: La torre del olvido [Interpretativo][4/5]
Wind no comprendía que estaba sucediendo, quería salir de aquel extraño paraje, pero éste mismo parecía no querer permitirle salir de él. Ni a ella, ni a la pequeña a la que cogía con fuerza la mano mientras miraba sin entender por qué la elfa estaba tan preocupada.
Miró de nuevo el claro, tratando de discernir quién era o que intenciones tenía aquella persona que le había parecido ver mientras ambas permanecían en un lugar más que visible para cualquiera que estuviera cerca.
La pequeña dio otro pequeño tirón de la mano de su compañera y, cuando esta la miró, Fuga señaló con su manita a un hombre que emergía de entre los árboles -Ahí- Dijo sin molestarse en susurrar pues, si ya estaba al descubierto, era más que posible que no tardaran en descubrirlas… y así fue. La elfa miró a aquel extraño encapuchado mientras continuaba con la daga en la mano, puesto que coger el arco era realmente un problema si quería permanecer de la mano de Fuga “No tiene buena pinta” Pensó, puesto que, a pesar de que no le gustaba juzgar a las personas de un primer vistazo, algo dentro de ella le hacía pensar que aquel hombre no era de confianza ¿Tal vez sería por los ropajes?
-Fuga, quiero que te quedes muy cerca, no te separes a no ser que yo te lo pida ¿Sí? ¿Lo has entendido? - Preguntó tratando de infundir seguridad a la joven licántropa, a lo que ésta contestó con un asentimiento leve de cabeza. A pesar de que no entendía demasiado bien el temor de la elfa por aquel desconocido, decidió obedecer, no quería ponerle las cosas difíciles a su amiga, ella siempre la ayudaba por lo que se soltó la mano y se agarró a las telas que caían por la espalda de la joven.
Ahora, con ambas manos libres, Wind guardó la daga y cargó el arco tan rápido como pudo por si acaso aquel desconocido pretendía buscar camorra. Aunque comenzó a pensar que, a los ojos de aquel hombre, ella era la que estaba buscando pelea puesto que él, había ignorado a las dos jóvenes ampliamente. La elfa destensó el arco cuando le vio acercarse a la torre y se quedó allí sin saber muy bien qué hacer ¿Acercarse? ¿Ignorarle ellas también? Aquellas situaciones no eran habituales puesto que los bandidos en los bosques solían ver a las dos muchachas como una presa fácil y siempre acababan metidas en algún lio -Nos ignora- comentó Fuga mientras se volvía a poner al lado de la elfa -Si que lo hace sí…- Contestó la muchacha mientras destensaba el arco y lo guardaba de nuevo - ¿Vamos nosotras a hablar con él?- La elfa volvió a darle la mano a la pequeña y suspiró -Vamos… tal vez sepa por qué no podemos salir de aquí- Comentó con determinación y comenzaron a andar.
Apenas llevaban dos pasos cuando algo crujió bajo los pies de Wind entre la alta hierba, como si fuera un trozo de pan duro. Miró hacia abajo alertada por aquel extraño sonido y vio una calavera, ahora destruida, completamente blanca, como si alguien la hubiera limpiado a conciencia. La elfa le tapó los ojos a la pequeña en cuanto se percató de que aquel no era el único hueso que había. -Ya lo he visto- Comentó Fuga cuando perdió la visión, a lo que la elfa suspiró sonoramente -Cielos…- Quitó la mano del rostro de la pequeña y se rascó la nuca sin saber muy bien que hacer -No tengas miedo ¿Vale? Ya sabes que yo te voy a proteger. Siempre- La pequeña asintió y se quedó bastante sorprendida ¿Por qué Wind estaba tan nerviosa? No era la primera vez que veían muertos y ella, cuando era pequeña veía muchos más. -No estoy asustada- Comentó la pequeña tratando de tranquilizar a la elfa, aunque aquello no tranquilizó lo más mínimo a Wind ¿Tal vez era demasiado descuidada con la manera de proteger a la pequeña? Suspiró de nuevo y volvieron a echar a andar -Cuidado de no tropezar- Advirtió Wind mientras reemprendían la marcha -Tú eres la que siempre tropieza- Sentenció la pequeña con total seguridad. Comentario que cayó sobre la joven como un jarro de agua fría.
Cuando apenas llevaban hecho medio camino para alcanzar al muchacho que acababa de rodear la torre, el hombre se escondió y Wind aceleró el paso -Vamos- Dio un pequeño tirón y comenzaron a andar más deprisa ¿Por qué se había escondido? No tardaron en alcanzar el lugar donde se había pegado el muchacho, pero lo que la elfa vio, desde luego no se lo esperaba.
Estaba Iltharion con una elfa bastante exótica y las armas sacadas ¿Una cuenta pendiente? Mientras ambos parecían estar hablando sobre algo que no alcanzó a sus oídos, vio como el hombre encapuchado se dirigía directamente hacia ellos ¿Se conocían?
Wind se quedó allí quieta, a la vista de cualquiera mientras la pequeña o terminaba de entender por qué se habían detenido - ¿Pasa algo Wind? - Pero aquella pregunta quedó sin respuesta pues, apenas terminó de hacerla, vio como aquel encapuchado le daba un digno puñetazo al elfo pelirrojo. Era fuerte, ese puñetazo era de los que hacían daño, de los que podían partir pómulos o narices como alguna vez le hicieron a ella, pero Wind pareció quedar más afectada de lo que cabía esperar.
La elfa ahogó un grito y tirando de la pequeña sin previo aviso comenzó a acercarse hasta el resto de personas que estaban allí. - ¿Pero qué demonios está pasando? - Murmuró para sí, aceleró aún más el paso y, alterada sacó la daga de su muslo -Fuga, quédate aquí, ni un movimiento ¿Me entiendes? - Susurró a la pequeña a lo que ésta asintió y Wind comenzó a caminar ligeramente agachada mientras esquivaba los cadáveres del suelo. No tardó en alcanzar la espalda de aquel hombre que había golpeado al elfo y, poniéndole la punta de la daga en un riñón comenzó a hablar - ¿Se puede saber qué demonios haces? - Comentó en un tono de voz dulce, con una sonrisa en el rostro, que contrastaba completamente con sus acciones y con la actitud que tenía antes de llegar a aquella extraña reunión.
Con su mano libre haca atrás, hizo un gesto para que la pequeña se acercara - ¡Fuga! Ya puedes venir, corre- Comentó a voz en grito y la pequeña, se acercó corriendo hasta alcanzar de nuevo las telas de la espalda de la joven, a las que se agarró y miró con detenimiento a todos los allí presentes ¿Acaso se conocían? Parecía que, al menos su amiga tenía relación con alguno de los allí presentes.
Miró de nuevo el claro, tratando de discernir quién era o que intenciones tenía aquella persona que le había parecido ver mientras ambas permanecían en un lugar más que visible para cualquiera que estuviera cerca.
La pequeña dio otro pequeño tirón de la mano de su compañera y, cuando esta la miró, Fuga señaló con su manita a un hombre que emergía de entre los árboles -Ahí- Dijo sin molestarse en susurrar pues, si ya estaba al descubierto, era más que posible que no tardaran en descubrirlas… y así fue. La elfa miró a aquel extraño encapuchado mientras continuaba con la daga en la mano, puesto que coger el arco era realmente un problema si quería permanecer de la mano de Fuga “No tiene buena pinta” Pensó, puesto que, a pesar de que no le gustaba juzgar a las personas de un primer vistazo, algo dentro de ella le hacía pensar que aquel hombre no era de confianza ¿Tal vez sería por los ropajes?
-Fuga, quiero que te quedes muy cerca, no te separes a no ser que yo te lo pida ¿Sí? ¿Lo has entendido? - Preguntó tratando de infundir seguridad a la joven licántropa, a lo que ésta contestó con un asentimiento leve de cabeza. A pesar de que no entendía demasiado bien el temor de la elfa por aquel desconocido, decidió obedecer, no quería ponerle las cosas difíciles a su amiga, ella siempre la ayudaba por lo que se soltó la mano y se agarró a las telas que caían por la espalda de la joven.
Ahora, con ambas manos libres, Wind guardó la daga y cargó el arco tan rápido como pudo por si acaso aquel desconocido pretendía buscar camorra. Aunque comenzó a pensar que, a los ojos de aquel hombre, ella era la que estaba buscando pelea puesto que él, había ignorado a las dos jóvenes ampliamente. La elfa destensó el arco cuando le vio acercarse a la torre y se quedó allí sin saber muy bien qué hacer ¿Acercarse? ¿Ignorarle ellas también? Aquellas situaciones no eran habituales puesto que los bandidos en los bosques solían ver a las dos muchachas como una presa fácil y siempre acababan metidas en algún lio -Nos ignora- comentó Fuga mientras se volvía a poner al lado de la elfa -Si que lo hace sí…- Contestó la muchacha mientras destensaba el arco y lo guardaba de nuevo - ¿Vamos nosotras a hablar con él?- La elfa volvió a darle la mano a la pequeña y suspiró -Vamos… tal vez sepa por qué no podemos salir de aquí- Comentó con determinación y comenzaron a andar.
Apenas llevaban dos pasos cuando algo crujió bajo los pies de Wind entre la alta hierba, como si fuera un trozo de pan duro. Miró hacia abajo alertada por aquel extraño sonido y vio una calavera, ahora destruida, completamente blanca, como si alguien la hubiera limpiado a conciencia. La elfa le tapó los ojos a la pequeña en cuanto se percató de que aquel no era el único hueso que había. -Ya lo he visto- Comentó Fuga cuando perdió la visión, a lo que la elfa suspiró sonoramente -Cielos…- Quitó la mano del rostro de la pequeña y se rascó la nuca sin saber muy bien que hacer -No tengas miedo ¿Vale? Ya sabes que yo te voy a proteger. Siempre- La pequeña asintió y se quedó bastante sorprendida ¿Por qué Wind estaba tan nerviosa? No era la primera vez que veían muertos y ella, cuando era pequeña veía muchos más. -No estoy asustada- Comentó la pequeña tratando de tranquilizar a la elfa, aunque aquello no tranquilizó lo más mínimo a Wind ¿Tal vez era demasiado descuidada con la manera de proteger a la pequeña? Suspiró de nuevo y volvieron a echar a andar -Cuidado de no tropezar- Advirtió Wind mientras reemprendían la marcha -Tú eres la que siempre tropieza- Sentenció la pequeña con total seguridad. Comentario que cayó sobre la joven como un jarro de agua fría.
Cuando apenas llevaban hecho medio camino para alcanzar al muchacho que acababa de rodear la torre, el hombre se escondió y Wind aceleró el paso -Vamos- Dio un pequeño tirón y comenzaron a andar más deprisa ¿Por qué se había escondido? No tardaron en alcanzar el lugar donde se había pegado el muchacho, pero lo que la elfa vio, desde luego no se lo esperaba.
Estaba Iltharion con una elfa bastante exótica y las armas sacadas ¿Una cuenta pendiente? Mientras ambos parecían estar hablando sobre algo que no alcanzó a sus oídos, vio como el hombre encapuchado se dirigía directamente hacia ellos ¿Se conocían?
Wind se quedó allí quieta, a la vista de cualquiera mientras la pequeña o terminaba de entender por qué se habían detenido - ¿Pasa algo Wind? - Pero aquella pregunta quedó sin respuesta pues, apenas terminó de hacerla, vio como aquel encapuchado le daba un digno puñetazo al elfo pelirrojo. Era fuerte, ese puñetazo era de los que hacían daño, de los que podían partir pómulos o narices como alguna vez le hicieron a ella, pero Wind pareció quedar más afectada de lo que cabía esperar.
La elfa ahogó un grito y tirando de la pequeña sin previo aviso comenzó a acercarse hasta el resto de personas que estaban allí. - ¿Pero qué demonios está pasando? - Murmuró para sí, aceleró aún más el paso y, alterada sacó la daga de su muslo -Fuga, quédate aquí, ni un movimiento ¿Me entiendes? - Susurró a la pequeña a lo que ésta asintió y Wind comenzó a caminar ligeramente agachada mientras esquivaba los cadáveres del suelo. No tardó en alcanzar la espalda de aquel hombre que había golpeado al elfo y, poniéndole la punta de la daga en un riñón comenzó a hablar - ¿Se puede saber qué demonios haces? - Comentó en un tono de voz dulce, con una sonrisa en el rostro, que contrastaba completamente con sus acciones y con la actitud que tenía antes de llegar a aquella extraña reunión.
Con su mano libre haca atrás, hizo un gesto para que la pequeña se acercara - ¡Fuga! Ya puedes venir, corre- Comentó a voz en grito y la pequeña, se acercó corriendo hasta alcanzar de nuevo las telas de la espalda de la joven, a las que se agarró y miró con detenimiento a todos los allí presentes ¿Acaso se conocían? Parecía que, al menos su amiga tenía relación con alguno de los allí presentes.
Windorind Crownguard
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Re: La torre del olvido [Interpretativo][4/5]
Con los mechones alborotados y todo tipo de tendencias incuestionables, algunas alocadas y quizá otras tantas más severas voy adentrándome en la diáfana burbuja de una pradera inexorable. Entre la hecatombe de sensaciones y el instinto de supervivencia que florece en cuanto mis botas acrecientan sobre el césped ajado, algo cruza por los cimientos de una mente despiadada, ¿qué será lo malo de este lugar? Sin lugar a dudas, la madre Aresire eligió evadir la pradera y a la agresora aquí espectadora, son animales astutos pero no por ello desamparan la agresividad de cuando mangonean a sus crías en un fluctuar letal que pararía corazones y destrozaría almas compasivas.
No obstante, si de algo he de temer es de mí misma, de cómo van asomándose ambas dagas y del contorneo pernicioso de unas caderas sibaritas, conducidas por la mismísima brisa que solícita también la desea en medio de un escenario con aroma encubierto. No seré el aperitivo de quien habite en este prado y avara, siendo la excepción de mi raza enfrentaré a la amenaza en vez de huir, todo sea por el obsequio como sería una buena trifulca entre aceros y flujos que decaigan, que el tono escarlata perle el bosque y adviertan de posibles catástrofes a evocar en las temporadas venideras.
Los latidos disparados fusionados con la ponzoña de las púas frustran el intento de vagar en sigilo, apresurada oprimí los mangos de cuero enrollados en mis palmas, inspiré vehemente y rugí en plena cautela, como si todo fuese mal en el interior de unas venas que incineran, palpitan y reparten un hormigueo que callejea por un sistema que no conocen en absoluto. La irritación es lo suficientemente palpable, tanto que destaca e inclusive el aire me falta mientras reflexiono con los párpados entrecerrados. Detenida en cuestión de segundos crucé los brazos, teniendo cuidado con los filos, una de mis piernas se mantiene flexionada y precavida merodeo por los alrededores con una mirada felina.
Si detallamos el ala norte sólo se aprecian todo tipo de restos que a simple vista parecían arrastrarse por sus vidas desdichadas, basura que no destaca y armaduras invertidas en guerras perdidas, víctimas de lo mohoso y el oxido que han ido pellizcando de lo valioso. ¿Tanta tontería para un cúmulo de mierda? Un sonsonete de desaprobación despacha mi malhumor, aunque no duró en esencia pues lo perturbador de todo esto, es la voz varonil que emana desde uno de los lados contiguos. ─ Tú. ─ Cargada de recuerdos más que de rencores, que los tengo hacia el elfo cobrizo después de lo sucedido en la posada, con aquella zorra de cabellera dorada y el humano gilipollas, ganas no me faltan de sacudirle, como siempre.
Para suavizar el ambiente guardé ambas dagas en sus respectivas fundas, el ceño fruncido va afinándose hasta que mis facciones retornan a una expresión estoica. ─ Puede que sí, puede que no. ─ Sin miramientos y a un paso diligente voy en busca del trovador que, travieso se ha topado con un pasatiempo como sería hacer botar en una de sus palmas un cráneo lleno de porquería. En sus ojos dispares vuelvo a extraviarme y la saciedad de los días previos va disipándose en las mareas veleidosas que tienen los ancestros de manipularnos. No esperaba encontrarlo aquí, ni en otro lugar en particular.
─ Y no, no he sido yo. ─ Recalqué sin todavía tocarle, no me apetece. El pincho bruno, el último lo arranqué de mis costillas sin proferir un bramido, tan sólo encaré la ceja derecha ciertamente altanera antes de partirlo por la mitad y arrojarlo al pasto. En la lejanía una silueta oscura parece estar acercándose. ─ Sí, deberías, pero esta vez no seré yo la que te de problemas. ─ En un cabeceo le señalé al sujeto encapuchado, preocupante, sobretodo para Iltharion que es reconocido. ─ ¿Tu nueva putilla? ─ Le pregunté al elfo con el peso caído en una de las piernas, los brazos en modo de jarra y un malestar vigente en el semblante.
Pues si es puta, que es un hombre por cierto, tiene huevos como para amedrentarle un puñetazo al maduro y recomponerse con total dignidad, me gusta. Tras asentir contemplé al cobrizo y seguidamente al cubierto en atavíos oscuros, por todos los ancestros, se estará abrasando ahí dentro. Los términos del agresor van cogiendo forma y hasta lógico me parece que le salgan a Iltharion este tipo de chusma que buscan partirle las piernas. Apostaría a que se ha follado a su esposa, le ha estafado o hasta se lo haya tirado, dejando botado al pobre afeminado en un lecho vacío y con su respectiva fragancia mentolada.
Callada y muerta de risa por dentro mantengo el porte de una mujer que no tiene nada que ver, no daré la cara por él y está claro que no me necesita para defenderse. ─ ¿Qué coño has dicho? ─ La fiesta se la daré desarmada hasta que resalte afónico y con los huesos totalmente quebrados, uno por uno, sin piedad y sin lágrimas que derramar, no habrá miseria que lo acoja cuando su propia cordura le juegue malas pasadas. En un deje le observé mortífera, mis nudillos crujieron y sin armas fui adelantándome. ─ Ven y dime eso aquí delante, maricón. ─ El pulgar lo volteo, señalándole el terreno delante mía, podría haberle zurrado tan fuerte que perdería neuronas por la paliza pero una chiquilla de orejas alargadas apareció de la nada.
Venga, como me encanta socializar vamos a llenar el claro de subnormales. ─ ¿Alguna sorpresa más? ─ Y se personifica una niña de corta edad. Refunfuñada llevé una de las palmas a mi rostro para masajearme las sienes, la elfa está amenazando con una daga al desconocido, Iltharion ha recibido un canto bien fuerte en sus marcadas facciones y yo, yo no sé que hago aquí. El tacón de una de mis botas inicia una cuenta atrás donde con cada toque en el porvenir, se restará tolerancia a cada acción que estoy dispuesta a especular en busca de respuestas.
No obstante, si de algo he de temer es de mí misma, de cómo van asomándose ambas dagas y del contorneo pernicioso de unas caderas sibaritas, conducidas por la mismísima brisa que solícita también la desea en medio de un escenario con aroma encubierto. No seré el aperitivo de quien habite en este prado y avara, siendo la excepción de mi raza enfrentaré a la amenaza en vez de huir, todo sea por el obsequio como sería una buena trifulca entre aceros y flujos que decaigan, que el tono escarlata perle el bosque y adviertan de posibles catástrofes a evocar en las temporadas venideras.
Los latidos disparados fusionados con la ponzoña de las púas frustran el intento de vagar en sigilo, apresurada oprimí los mangos de cuero enrollados en mis palmas, inspiré vehemente y rugí en plena cautela, como si todo fuese mal en el interior de unas venas que incineran, palpitan y reparten un hormigueo que callejea por un sistema que no conocen en absoluto. La irritación es lo suficientemente palpable, tanto que destaca e inclusive el aire me falta mientras reflexiono con los párpados entrecerrados. Detenida en cuestión de segundos crucé los brazos, teniendo cuidado con los filos, una de mis piernas se mantiene flexionada y precavida merodeo por los alrededores con una mirada felina.
Si detallamos el ala norte sólo se aprecian todo tipo de restos que a simple vista parecían arrastrarse por sus vidas desdichadas, basura que no destaca y armaduras invertidas en guerras perdidas, víctimas de lo mohoso y el oxido que han ido pellizcando de lo valioso. ¿Tanta tontería para un cúmulo de mierda? Un sonsonete de desaprobación despacha mi malhumor, aunque no duró en esencia pues lo perturbador de todo esto, es la voz varonil que emana desde uno de los lados contiguos. ─ Tú. ─ Cargada de recuerdos más que de rencores, que los tengo hacia el elfo cobrizo después de lo sucedido en la posada, con aquella zorra de cabellera dorada y el humano gilipollas, ganas no me faltan de sacudirle, como siempre.
Para suavizar el ambiente guardé ambas dagas en sus respectivas fundas, el ceño fruncido va afinándose hasta que mis facciones retornan a una expresión estoica. ─ Puede que sí, puede que no. ─ Sin miramientos y a un paso diligente voy en busca del trovador que, travieso se ha topado con un pasatiempo como sería hacer botar en una de sus palmas un cráneo lleno de porquería. En sus ojos dispares vuelvo a extraviarme y la saciedad de los días previos va disipándose en las mareas veleidosas que tienen los ancestros de manipularnos. No esperaba encontrarlo aquí, ni en otro lugar en particular.
─ Y no, no he sido yo. ─ Recalqué sin todavía tocarle, no me apetece. El pincho bruno, el último lo arranqué de mis costillas sin proferir un bramido, tan sólo encaré la ceja derecha ciertamente altanera antes de partirlo por la mitad y arrojarlo al pasto. En la lejanía una silueta oscura parece estar acercándose. ─ Sí, deberías, pero esta vez no seré yo la que te de problemas. ─ En un cabeceo le señalé al sujeto encapuchado, preocupante, sobretodo para Iltharion que es reconocido. ─ ¿Tu nueva putilla? ─ Le pregunté al elfo con el peso caído en una de las piernas, los brazos en modo de jarra y un malestar vigente en el semblante.
Pues si es puta, que es un hombre por cierto, tiene huevos como para amedrentarle un puñetazo al maduro y recomponerse con total dignidad, me gusta. Tras asentir contemplé al cobrizo y seguidamente al cubierto en atavíos oscuros, por todos los ancestros, se estará abrasando ahí dentro. Los términos del agresor van cogiendo forma y hasta lógico me parece que le salgan a Iltharion este tipo de chusma que buscan partirle las piernas. Apostaría a que se ha follado a su esposa, le ha estafado o hasta se lo haya tirado, dejando botado al pobre afeminado en un lecho vacío y con su respectiva fragancia mentolada.
Callada y muerta de risa por dentro mantengo el porte de una mujer que no tiene nada que ver, no daré la cara por él y está claro que no me necesita para defenderse. ─ ¿Qué coño has dicho? ─ La fiesta se la daré desarmada hasta que resalte afónico y con los huesos totalmente quebrados, uno por uno, sin piedad y sin lágrimas que derramar, no habrá miseria que lo acoja cuando su propia cordura le juegue malas pasadas. En un deje le observé mortífera, mis nudillos crujieron y sin armas fui adelantándome. ─ Ven y dime eso aquí delante, maricón. ─ El pulgar lo volteo, señalándole el terreno delante mía, podría haberle zurrado tan fuerte que perdería neuronas por la paliza pero una chiquilla de orejas alargadas apareció de la nada.
Venga, como me encanta socializar vamos a llenar el claro de subnormales. ─ ¿Alguna sorpresa más? ─ Y se personifica una niña de corta edad. Refunfuñada llevé una de las palmas a mi rostro para masajearme las sienes, la elfa está amenazando con una daga al desconocido, Iltharion ha recibido un canto bien fuerte en sus marcadas facciones y yo, yo no sé que hago aquí. El tacón de una de mis botas inicia una cuenta atrás donde con cada toque en el porvenir, se restará tolerancia a cada acción que estoy dispuesta a especular en busca de respuestas.
Eretria Noorgard
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Re: La torre del olvido [Interpretativo][4/5]
La mirada aguamarina y dispar del elfo se dirigió hacia el costado de su inesperado encuentro, observando aquella púa que arrancó sin anestesia para destrozar en sus pequeñas, pero mortales manos, en las que más de uno había encontrado el final, pero que para el habían creado gestos muy distintos, y que aún le erizaban la piel al recordarlo. Quizás porque aún no había pasado suficiente tiempo como para que olvidase su tacto, o porque mujeres como aquella había pocas en cualquiera de los reinos.
Iltharion encaró una ceja, tanto por aquel gesto como por la respuesta ambigua que lo había precedido, imaginándose realmente a la muchacha arrastrando cuerpos al claro solo para abonar un pasto demasiado largo y descuidado.
-Como medio para alejar a los visitantes seguro que funcionaría, no es muy hospitalario un patio cementerio si ni te molestas en enterrar los cuerpos. -Su tono jocoso se hacía presente incluso en esa situación, en la que no se sacaba una creciente incomodidad de la nuca, por el siniestro paisaje sobre el que se hallaba parado. Se permitió así mismo disfrutar de esa mentira unos segundos, sabiendo en el fondo, y no tan en lo profundo, que todo eso no era fruto de la muchacha de vertiginosas curvas y una lengua tan afilada como sus dagas.
Una profunda calada fue interrumpida con la advertencia de la morena, y el elfo viró el rostro observando a la figura encapuchada acercarse hacia su persona, con una mirada curiosa y una ceja encarada.
-Juraría que hace años que no me emborracho tanto como para eso. -Contestó casi por inercia a la elfa ante su acusación, aunque aquel comentario fue un murmullo más bajo, y dirigido, en parte, a sí mismo, como si tratara de confirmar aquello con sus memorias más recientes, buscando algo que lo desmintiera, o cualquier silueta similar a la de aquel sujeto que le diera alguna pista de quien era. Lo único que sacó en claro es que bien podría haber sido el caso, atlético, no especialmente musculoso, de vez en cuando dejaba a algún hombre de morfología similar sin sentarse, cuando el alcohol era abundante así como la falta de mujeres.
-Depende de quién pregunte. -Respondió con total descaro el trovador, soltando el humo mentolado por la nariz. El sujeto parecía determinado, y no valía de mucho mentir cuando ya le habían encontrado, le tocaría lidiar con lo que fuere que fuese que buscara de si el misterioso aparecido del claro.
Por lo menos no se acercaba con el arma en ristre, y eso le daba al trovador la sensación de que podía arreglarse con dialogo.
El puñetazo no se lo esperaba del todo, e hizo trastabillar al bardo además de que giró su rostro por completo. La mandíbula no llegó a desencajarla, pero sí que, por la fuerza del impacto, la piel se reventó cerca del pómulo dejándole un pequeño corte que se amorataría luego, y una franja roja allí donde la fuerza del golpe había roto la piel y sus inmediaciones.
La calidez del líquido carmesí, advirtieron al sanador de que sangraba, aunque apena era una tímida gota la que emanó de la herida deslizándose por su mejilla con una lentitud exasperante, hasta que al llegar al borde de la mandíbula, era tan pequeña, que simplemente quedó allí colgada, presa de la tensión superficial que la asía a su cara.
-Bien.-Alzó la mano el trovador, con la palma expuesta, en una señal de alto, antes de recuperar la postura y frotarse la cara con la misma extremidad, barriendo el reguero rojizo que se esparció difuminado por su mejilla.-Estoy seguro de que he hecho cosas para merecerme eso.-Admitió con un tono diplomático.-Esto, siento mucho lo de tu esposa, madre, hermana… lo que fuere.-Hizo un gesto vago con la mano restándole importancia.-O tu negocio..., monedas.-Lo miró otra vez.-¿Traficantes de aski desaparecidos?.-Añadió dudoso, recordando a los dos sujetos que había matado a escondidas de Widnorind cuando esta creía que solo estaban inconscientes., hacía ya largos meses.-Ya me has pegado. ¡En paz y contentos?.
Por si fuera poco, aquel sujeto había puesto de malas pulgas a Eretria, algo con lo que hasta el pelirrojo iba con cuidado.
Iltharion dio una calada, y casi se atragantó cuando vio a la muchacha de pelo negro aparecer por detrás del sujeto en su defensa. Eretria fue la que puso en alto los pensamientos del bardo, con aquella pregunta clara al aire y los ancestros.
-Te juro que yo iba solo. -Aseveró, luego pipo profusamente y se inclinó, aun frotándose el rostro, hasta ver a la espalda del recién llegado la jovencita con…¿Una niña humana?.-Un gusto verte Wini. Seguro que nuestro nuevo “amigo” puede prometer mantener las manos quietas ¿A que sí? -Miró al mismo al preguntar lo último, buscando una confirmación del sujeto encapuchado. Además, el trovador tenía curiosidad por saber por que motivo en concreto acaban de atizarle, pese a que quizás que se mencionara delante de las dos muchachas y una niña no fuera lo mas conveniente.
Iltharion separó la mano de su cara para alargarla hacia las telas que cubrían la faz del sujeto.
-Si llevas años buscando, imagino que quieres rendir alguna cuenta. Llevar el rostro tapado no va a ayudarte en tu empeño, y me gusta saber con quién habla, y quien tiene los cojones de golpearme la cara. -Chasqueó la lengua.-¿Tenía que ser en la cara? Eso es casi un crimen. -Lo reprendió el elfo con total seriedad, como si en lo más profundo creyera aquello, revelando un desmesurado ego.
En un presto gesto con la mano, intentó retirar las telas que mantenían al extraño encapuchado bajo el amparo del anonimato.
Iltharion encaró una ceja, tanto por aquel gesto como por la respuesta ambigua que lo había precedido, imaginándose realmente a la muchacha arrastrando cuerpos al claro solo para abonar un pasto demasiado largo y descuidado.
-Como medio para alejar a los visitantes seguro que funcionaría, no es muy hospitalario un patio cementerio si ni te molestas en enterrar los cuerpos. -Su tono jocoso se hacía presente incluso en esa situación, en la que no se sacaba una creciente incomodidad de la nuca, por el siniestro paisaje sobre el que se hallaba parado. Se permitió así mismo disfrutar de esa mentira unos segundos, sabiendo en el fondo, y no tan en lo profundo, que todo eso no era fruto de la muchacha de vertiginosas curvas y una lengua tan afilada como sus dagas.
Una profunda calada fue interrumpida con la advertencia de la morena, y el elfo viró el rostro observando a la figura encapuchada acercarse hacia su persona, con una mirada curiosa y una ceja encarada.
-Juraría que hace años que no me emborracho tanto como para eso. -Contestó casi por inercia a la elfa ante su acusación, aunque aquel comentario fue un murmullo más bajo, y dirigido, en parte, a sí mismo, como si tratara de confirmar aquello con sus memorias más recientes, buscando algo que lo desmintiera, o cualquier silueta similar a la de aquel sujeto que le diera alguna pista de quien era. Lo único que sacó en claro es que bien podría haber sido el caso, atlético, no especialmente musculoso, de vez en cuando dejaba a algún hombre de morfología similar sin sentarse, cuando el alcohol era abundante así como la falta de mujeres.
-Depende de quién pregunte. -Respondió con total descaro el trovador, soltando el humo mentolado por la nariz. El sujeto parecía determinado, y no valía de mucho mentir cuando ya le habían encontrado, le tocaría lidiar con lo que fuere que fuese que buscara de si el misterioso aparecido del claro.
Por lo menos no se acercaba con el arma en ristre, y eso le daba al trovador la sensación de que podía arreglarse con dialogo.
El puñetazo no se lo esperaba del todo, e hizo trastabillar al bardo además de que giró su rostro por completo. La mandíbula no llegó a desencajarla, pero sí que, por la fuerza del impacto, la piel se reventó cerca del pómulo dejándole un pequeño corte que se amorataría luego, y una franja roja allí donde la fuerza del golpe había roto la piel y sus inmediaciones.
La calidez del líquido carmesí, advirtieron al sanador de que sangraba, aunque apena era una tímida gota la que emanó de la herida deslizándose por su mejilla con una lentitud exasperante, hasta que al llegar al borde de la mandíbula, era tan pequeña, que simplemente quedó allí colgada, presa de la tensión superficial que la asía a su cara.
-Bien.-Alzó la mano el trovador, con la palma expuesta, en una señal de alto, antes de recuperar la postura y frotarse la cara con la misma extremidad, barriendo el reguero rojizo que se esparció difuminado por su mejilla.-Estoy seguro de que he hecho cosas para merecerme eso.-Admitió con un tono diplomático.-Esto, siento mucho lo de tu esposa, madre, hermana… lo que fuere.-Hizo un gesto vago con la mano restándole importancia.-O tu negocio..., monedas.-Lo miró otra vez.-¿Traficantes de aski desaparecidos?.-Añadió dudoso, recordando a los dos sujetos que había matado a escondidas de Widnorind cuando esta creía que solo estaban inconscientes., hacía ya largos meses.-Ya me has pegado. ¡En paz y contentos?.
Por si fuera poco, aquel sujeto había puesto de malas pulgas a Eretria, algo con lo que hasta el pelirrojo iba con cuidado.
Iltharion dio una calada, y casi se atragantó cuando vio a la muchacha de pelo negro aparecer por detrás del sujeto en su defensa. Eretria fue la que puso en alto los pensamientos del bardo, con aquella pregunta clara al aire y los ancestros.
-Te juro que yo iba solo. -Aseveró, luego pipo profusamente y se inclinó, aun frotándose el rostro, hasta ver a la espalda del recién llegado la jovencita con…¿Una niña humana?.-Un gusto verte Wini. Seguro que nuestro nuevo “amigo” puede prometer mantener las manos quietas ¿A que sí? -Miró al mismo al preguntar lo último, buscando una confirmación del sujeto encapuchado. Además, el trovador tenía curiosidad por saber por que motivo en concreto acaban de atizarle, pese a que quizás que se mencionara delante de las dos muchachas y una niña no fuera lo mas conveniente.
Iltharion separó la mano de su cara para alargarla hacia las telas que cubrían la faz del sujeto.
-Si llevas años buscando, imagino que quieres rendir alguna cuenta. Llevar el rostro tapado no va a ayudarte en tu empeño, y me gusta saber con quién habla, y quien tiene los cojones de golpearme la cara. -Chasqueó la lengua.-¿Tenía que ser en la cara? Eso es casi un crimen. -Lo reprendió el elfo con total seriedad, como si en lo más profundo creyera aquello, revelando un desmesurado ego.
En un presto gesto con la mano, intentó retirar las telas que mantenían al extraño encapuchado bajo el amparo del anonimato.
Iltharion Dur'Falas
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Re: La torre del olvido [Interpretativo][4/5]
Muchas eran las veces en las que las circunstancias eran cuanto menos extrañas cuando Theodoro se veía metido en problemas sin el casi buscarlos, pero es que aquella vez era algo aun mas irreal casi. Primero veía a una chica con una niña en un lugar insólito y misterioso en medio de un bosque, luego que al andar hacia atrás para alejarse volviera al mismo lugar sin el percatarse de tal cosa, y luego, que por alguna casual, un hombre que se parecía a su padre al cual buscaba apareciera también allí. Definitivamente Theo sabía que se estaba metiendo de lleno en algo malo pero ya eso era algo rutinario para él.
En primer lugar se acercó a la torre ignorando a la muchacha que iba acompañada de la niña, como él no buscaba hablar con nadie, de momento, simplemente las dejo a su aire sin mediar palabras con ellas su atención estaba mas centrada en la torre y en como podría entrar en ella sin matarse... Tendría que haber una puerta y lo sabía la cosa era que no estaba por el lado por el que él se encontraba así que debía seguir buscando; así pues se puso a rodear la torre en busca de dicha puerta.
Fue en ese preciso momento cuando vio dos nuevas personas en el claro, al parecer hablando entre ellas, aunque una de ellas iba con las armas desenfundadas cosa que no inspiro confianza en el ladrón, pero pronto su atención se vio captada por el hombre que hablaba con la mujer. Aquel hombre de pelo cobrizo le llamaba bastante la atención y al verlo mejor empezó a ver los recuerdos de todos y todas las personas que le habían descrito a su padre así que había una alta posibilidad de que fuera aquel hombre. Así sin mas se acercó a él desarmado llamándolo a escasos metros para luego mandar un fuerte puñetazo a su cara sin dar explicación alguna.
Pronto su mirada dejo de centrarse en el elfo para centrarse en la elfa que hablaba con él y que parecía realmente molesta por el comentario soltado por el ladrón. Theo le iba a encarar, nunca le importaba encararse a nadie ya fuera hombre o mujer; si algo sabía el joven era que si dabas por sentado que una mujer no podía partirte la cara es que eras mas estúpido de lo que dabas a entender. Era simplemente por eso por lo que el elfo encapuchado se giro hacia la mujer cuando esta se le acercaba pero de nuevo algo inesperado pasó deteniendole en seco.
Algo puntiagudo notaba en uno de sus costados, mas o menos a la altura de los riñones, y una voz femenina y joven llego a sus oídos. -No te debería haber quitado el ojo de encima.- Dijo en un susurro para referirse a la joven que le tenía amenazado, pues por deducción pensaba que se trataba de la misma chica que había visto momentos atrás y en efecto era ella pues luego llamo a la niña cuyos pasos se escucharon acercarse veloces para detenerse de golpe después.
Ahora mismo el encapuchado era quien peor situación tenía pues eran tres y medio, si contaba a la niña, quienes le tenían a su merced absoluta aun así su mirada mostraba seriedad y se enfocaba solamente en Iltharion a quien tenía delante hablándole, diciendo cosas que ni de lejos se acercaban a la razón a la cual el joven elfo estaba allí y le había acarreado aquel golpe tan fuerte que había causado una herida en el pómulo de su padre.
-Puede.- Dijo firme ante la pregunta del elfo mas mayor referente a que el joven no atacaría de nuevo a nadie de allí, cosa que ni el mismo sabía si iba a poder cumplir por lo que su respuesta había sido completamente sincera aunque no lo pareciera, pero lo siguiente que hizo su padre no le agrado. Este intentaba retirar el pañuelo que cubría el rostro del joven elfo por lo que se apartó rápidamente al notar que la daga de la chica ya no ejercía la misma presión amenazadora y alejándose así un poco de ella también.
-Ninguna de las razones que distes antes son correctas viejo elfo. Si realmente te he buscado durante largos años es porque quería ver con mis propios ojos al hombre que hizo que mi madre me llevara en su vientre durante largos meses.- Dicho aquello Theo procedió a bajarse el pañuelo descubriendo así su rostro y luego hizo lo propio con la capucha dejando así ver su melena cobriza recogida en una pequeña coleta y dejando así ver también sus orejas picudas. -Me dijo mi madre que mi padre era un trovador elfo llamado Iltharion Dur'Falas así que he estado siguiendo tu pista durante años hasta que te he encontrado.- El joven elfo guardo un momento silencio antes de volver a hablar. -Así que quien te ha golpeado es tu hijo, uno de muchos supongo, pero el único con narices de venir a buscarte.-
Theodoro Trevisano
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Re: La torre del olvido [Interpretativo][4/5]
La pregunta de la otra elfa, hizo que se Wind se fijara en ella. Era la primera vez que veía a una elfa tan exótica y, realmente le llamaba la atención -Si os sirve algo, yo no he visto a nadie más por aquí- Respondió tranquila ante aquella pregunta que parecía, más bien, que había sido hecha al aire.
Wind se mantuvo allí quieta unos segundos mientras miraba al elfo con cierta preocupación por la sangre en su rostro -Nunca deberías subestimar a aun desconocido en mitad del bosque- Respondió la joven con la misma dulzura de antes. La herida no parecía demasiado severa, pero desde luego aquel puñetazo había sido un digno golpe, de esos que duelen durante un buen rato. Fuga miró la situación como quien examina un cuadro, con detenimiento y, para sorpresa de cualquiera que la conociera, con el ceño ligeramente fruncido pues por lo general, ellas trataban de rehuir aquellas peleas tan gratuitas.
No fue hasta que el elfo pelirrojo habló, que la pequeña comenzó a entender lo que pasaba. El elfo pelirrojo conocía a Wind y ésta había salido así de la seguridad de las cercanías de la torre para ayudarlo.
Las palabras de Iltharion hicieron que la elfa mirara de soslayo a aquel hombre, para volver, inevitablemente instante después al rostro de su amigo -Me alegra ver que tienes tanta confianza en alguien que te acaba de arrear semejante golpe- Separó la daga de la espalda del encapuchado y ella misma dio un paso hacia atrás -Los hombres agresivos sobran en este mundo- Dijo la pequeña, lapidaria, al pensar en su pasado. La elfa suspiró al escuchar aquel comentario, así que, obviando el ambiente de la escena, le acarició la cabeza a la pequeña con la mano libre -No pienses ahora en eso Fuga- Le hubiera dado un beso en el mismo lugar, pero al escuchar a Iltharion hablando, la muchacha dio otro paso hacia un lateral por puro instinto, no sabía si el bardo tendría el valor de devolverle el golpe, pero por sus palabras sí que lo parecía. Con aquel movimiento tan brusco la pequeña trastabilló con un hueso y estuvo a punto de caer.
Fuga se estabilizó de nuevo y cogió la mano de Wind para que, al menos, si se caía tuviera algún agarre del que tirar para levantarse -Cuidado- Dijo la pequeña refiriéndose a la elfa, pero que perfectamente se podía haber traducido a cualquier otra escena de aquel pintoresco cuadro.
En realidad, Iltharion tenía razón ¿Quién ataca de aquella manera a un conocido llevando la cara tapada? No era elegante, si vas a encararte con alguien, lo menos que puedes hacer es descubrir tu rostro para no quedar como un cobarde.
Wind observó curiosa como el encapuchado se alejaba de ella un poco más y comenzaba a hablar, mientras ella guardaba la daga con un pequeño giro antes de meterla en la funda de su muslo, pero, ante aquella revelación, la muchacha casi se rebana la pierna “¿Es su hijo?” Pensó a la vez que comenzaba a mover la mirada entre los dos hombres, mientras pensaba en que aquella era una extraña manera de saludar a su progenitor. Pero para la pequeña aquello se veía bastante distinto ¿Un hijo pegando a su padre? No lo comprendía, esas cosas pasaban al revés, eran los padres los que golpeaban a sus hijos y los hijos, aceptaban el golpe ¿Qué clase de amigos tenía la elfa? Eran raros, casi tanto como era Wind.
En cuanto se quitó la máscara, las dos jovencitas se quedaron estupefactas -Oh cielos…- Murmuró Wind con incredulidad en la voz mientras Fuga pensaba en lo iguales que eran aquellos elfos, casi parecían clones a sus ojos, aunque con una clara diferencia de edad. -Es como una versión más joven- Comentó Fuga, poniendo en alto las palabras que pensaba la elfa.
La mirada de la elfina volvió a pasear entre ambos hombres, tratando de analizar las diferencias que había entre los dos mientras llegaban a sus oídos las explicaciones del supuesto hijo de Iltharion. Al escuchar semejante historia y, a pesar de lo tensa que podía parecer la situación, la muchacha de cabello azulado comenzó a reír sin poder hacer nada al respecto para evitarlo -Ves, te dije que servía para pitonisa- Comentó entre carcajadas recordando su último encuentro, mientras reducía quella risa, hasta que se quedó solo en una sonrisa sobre su rostro.
La pequeña observó a Wind con sorpresa ante semejante reacción - ¿De verdad son padre e hijo? - Preguntó la pequeña sin terminar de comprender qué clase de relación podía llevar a un hijo a pegar a su padre, más a Wind que a los realmente implicados, pero solo consiguió una respuesta a medias por parte de su amiga -O eso, o es una copia casi calcada fruto de un hechizo- Contestó la elfa mientras pensaba que, tal vez, debería comenzar a leer el futuro en las fiestas de los pueblos.
Wind se mantuvo allí quieta unos segundos mientras miraba al elfo con cierta preocupación por la sangre en su rostro -Nunca deberías subestimar a aun desconocido en mitad del bosque- Respondió la joven con la misma dulzura de antes. La herida no parecía demasiado severa, pero desde luego aquel puñetazo había sido un digno golpe, de esos que duelen durante un buen rato. Fuga miró la situación como quien examina un cuadro, con detenimiento y, para sorpresa de cualquiera que la conociera, con el ceño ligeramente fruncido pues por lo general, ellas trataban de rehuir aquellas peleas tan gratuitas.
No fue hasta que el elfo pelirrojo habló, que la pequeña comenzó a entender lo que pasaba. El elfo pelirrojo conocía a Wind y ésta había salido así de la seguridad de las cercanías de la torre para ayudarlo.
Las palabras de Iltharion hicieron que la elfa mirara de soslayo a aquel hombre, para volver, inevitablemente instante después al rostro de su amigo -Me alegra ver que tienes tanta confianza en alguien que te acaba de arrear semejante golpe- Separó la daga de la espalda del encapuchado y ella misma dio un paso hacia atrás -Los hombres agresivos sobran en este mundo- Dijo la pequeña, lapidaria, al pensar en su pasado. La elfa suspiró al escuchar aquel comentario, así que, obviando el ambiente de la escena, le acarició la cabeza a la pequeña con la mano libre -No pienses ahora en eso Fuga- Le hubiera dado un beso en el mismo lugar, pero al escuchar a Iltharion hablando, la muchacha dio otro paso hacia un lateral por puro instinto, no sabía si el bardo tendría el valor de devolverle el golpe, pero por sus palabras sí que lo parecía. Con aquel movimiento tan brusco la pequeña trastabilló con un hueso y estuvo a punto de caer.
Fuga se estabilizó de nuevo y cogió la mano de Wind para que, al menos, si se caía tuviera algún agarre del que tirar para levantarse -Cuidado- Dijo la pequeña refiriéndose a la elfa, pero que perfectamente se podía haber traducido a cualquier otra escena de aquel pintoresco cuadro.
En realidad, Iltharion tenía razón ¿Quién ataca de aquella manera a un conocido llevando la cara tapada? No era elegante, si vas a encararte con alguien, lo menos que puedes hacer es descubrir tu rostro para no quedar como un cobarde.
Wind observó curiosa como el encapuchado se alejaba de ella un poco más y comenzaba a hablar, mientras ella guardaba la daga con un pequeño giro antes de meterla en la funda de su muslo, pero, ante aquella revelación, la muchacha casi se rebana la pierna “¿Es su hijo?” Pensó a la vez que comenzaba a mover la mirada entre los dos hombres, mientras pensaba en que aquella era una extraña manera de saludar a su progenitor. Pero para la pequeña aquello se veía bastante distinto ¿Un hijo pegando a su padre? No lo comprendía, esas cosas pasaban al revés, eran los padres los que golpeaban a sus hijos y los hijos, aceptaban el golpe ¿Qué clase de amigos tenía la elfa? Eran raros, casi tanto como era Wind.
En cuanto se quitó la máscara, las dos jovencitas se quedaron estupefactas -Oh cielos…- Murmuró Wind con incredulidad en la voz mientras Fuga pensaba en lo iguales que eran aquellos elfos, casi parecían clones a sus ojos, aunque con una clara diferencia de edad. -Es como una versión más joven- Comentó Fuga, poniendo en alto las palabras que pensaba la elfa.
La mirada de la elfina volvió a pasear entre ambos hombres, tratando de analizar las diferencias que había entre los dos mientras llegaban a sus oídos las explicaciones del supuesto hijo de Iltharion. Al escuchar semejante historia y, a pesar de lo tensa que podía parecer la situación, la muchacha de cabello azulado comenzó a reír sin poder hacer nada al respecto para evitarlo -Ves, te dije que servía para pitonisa- Comentó entre carcajadas recordando su último encuentro, mientras reducía quella risa, hasta que se quedó solo en una sonrisa sobre su rostro.
La pequeña observó a Wind con sorpresa ante semejante reacción - ¿De verdad son padre e hijo? - Preguntó la pequeña sin terminar de comprender qué clase de relación podía llevar a un hijo a pegar a su padre, más a Wind que a los realmente implicados, pero solo consiguió una respuesta a medias por parte de su amiga -O eso, o es una copia casi calcada fruto de un hechizo- Contestó la elfa mientras pensaba que, tal vez, debería comenzar a leer el futuro en las fiestas de los pueblos.
Windorind Crownguard
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Re: La torre del olvido [Interpretativo][4/5]
En los confines donde la calma va perdiéndose entre las llamas de la cólera, feroces y energéticas, fieles al propósito de hacerme explotar voy dedicándole a mi ser todo tipo de sermones en los cuales pueda acogerse, prólogos que aseguran que esta farsa disfrazada como encuentro predestinado, malditos ancestros y sus vehemencias de que los senderos se vuelvan complicados no es más que una jugarreta a ignorar. No quiero perder los estribos y para ello inspiro en profundidad, soltando el aire caliente por ambas fosas nasales.
Cercana al trovador rodé las cuencas, dedo índice y pulgar fueron directos a su mandíbula para echar un vistazo a esa herida que tanto le agracia, en un ligero movimiento observé por encima, es una tontería y siendo médico él mismo pondrá un remedio. Tras las palabras del encapuchado la sangre sube a mi cabeza y en las respectivas sienes percibo unos latidos angustiosos. No me conoce ni falta le hace para vérselas con un mismísimo demonio, rauda y con los puños cerrados abandoné la vera del cobrizo para enfrentar al desconocido sin reparos, le daré tan duro que no recordará su nombre cuando abra los párpados, si es que tiene la oportunidad de hacerlo.
Desde la espalda del agresor una voz dulce florece, no se la ve al principio y en cuanto mis luceros hacen contactos con los suyos, aparte de ser una elfa diminuta e infantil en apariencia, me suena, oh sí. Dos sucesos, un dibujo y rosas negras. Frustrada en totalidad aguardé a que Iltharion cesase con tanta palabrería hacia un tío que no le importará una mierda, tremenda sorpresa me llevé cuando de los labios del ladrón salió la palabra padre con tantísima vitalidad, como si fuese cierto. Es decir, claro que tiene decenas de vástagos pero el mundo se torna inmenso con sus respectivos océanos y paisajes, ¿cómo coño ha terminado dando con el paradero de un viajero activo?
Me huelo un posible rastreo, más que hijo parece un acosador, y todo para vengarse exactamente, ¿de qué? ¿Dé que su madre no supiese tener las piernas cerradas, de que no abortase o de que le hayan hecho trizas la ilusión de que el bardo aparecería algún día con un ramo de flores en su humilde porche? No puedo, putos vástagos, por esa misma razón no los traigo al mundo. Con la mano en el pecho candente no resistí la tentación de ser yo misma, de explotar en estado puro y sacar a flote toda la insolencia que puedo obsequiarles aquí a los presentes. ─ ¡HAHAHAHAHAHA! ─ Entre carcajadas el aire comienza a faltarme, alguna que otra lágrima desciende por mi pómulo y es tal el dolor en mi estómago que me retuerzo en el sitio, yendo a continuación al son del trovador.
─ Ay, ¡aaaaaaay! Ay ay ay ¡HAHAHA! ¿Has visto? Cuanto más hablamos de ellos, más rápido te cogen el paradero. ─ Asfixiada apoyé la cabeza en uno de sus hombros, encogida de la risa hasta que pude reincorporarme e ignorar el malestar de mis entrañas revueltas. Increíble, tanto la escenita como la apariencia del joven pelirrojo, madre mía, pero si está buenísimo. ─ Uf, déjame decirte algo, campeón. ¿A cuantas doncellas o prostitutas te has tirado, eh? Y si es así, ¿qué haces aquí en vez de estar criando chiquillos con mujeres con las que sólo has estado interesado en yacer? Menudo hipócrita. ─ La mirada felina y tan sugestiva se la dedico en primer plano, con los pulmones henchidos en aire y en plena cautela, voy acercándome al hijo del bardo.
─ No conozco a tu madre y me importa tres mierdas, pero si estuvo de acuerdo en abrir las piernas y traerte al mundo, ¿a qué viene tanto rollo? Esas son las consecuencias de acostarse con el primero que te calienta el pájaro, así que no me vengas con estas tonterías, que ya estás mayorcito. No tienes nada que reprochar, siquiera aún cuando compartís la misma sangre pues la obligación de criarte, la acató tu madre solita. ─ En una caricia atractiva paseé por uno de los pómulos del joven elfo, ciertamente es una réplica tan bien hecha que no dudaría en darle fiesta durante días.
En el semblante del sujeto ronroneé por jubilo, todo esto es tan jodidamente divertido que parte del malhumor se ha esfumado. ─ Y a ti. ─ Esta vez mis orbes cafés son conducidas hacia la elfa de cabellera oscura. ─ A ti te conozco, Iltharion me ha hablado muy bien de ti, estabas preciosa en el dibujo. ─ Socarrona reí entre dientes, bastaron tres pasos mal contados para tenerla en frente, debido a la altura tuve que echarme hacia adelante, y en su oreja con una malicia ostensible abrí los labios, relamí el bajo con la lengua y las palabras sobresalieron. ─ Espero que las rosas negras te sirvieran para algo más que taparte las tetas. ─ Le susurré a ella, solamente a ella.
En el dibujo traía el pelo largo, aunque ahora lo tenga corto las facciones son las mismas. Bendito destino, cómo me la juega y que tan excitante se ha puesto todo esto en un santiamén. Retrocedí para darle espacio, más que nada porque la última vez me encaró aún cuando las piernas le temblaban, ¿y con esta muchachilla yació el trovador? Frágil en apariencia y con un carácter pasivo no me parece raro que sea una mosquita muerta, de estas calladas hasta que por la espalda te acechan, perseverando la ocasión perfecta para hacer de las suyas. Arpías, con las comisuras alzadas entorné la mirada, la de coletas doradas permanece detrás de la elfa.
Para ella también tengo algo, un mordisco ficticio, ¿querrá ser mi comida? ¡Fascinante! En vez de matarlos creo que me reiré un buen rato hasta que sean inservibles e ineptos para la búsqueda en la torre, pues si posee algo de valor en sus interiores será mío, no tiendo a compartir y en el caso de que se abra un debate, es tan fácil como silenciarlos y dejarlos en el claro repleto de cadáveres.
Cercana al trovador rodé las cuencas, dedo índice y pulgar fueron directos a su mandíbula para echar un vistazo a esa herida que tanto le agracia, en un ligero movimiento observé por encima, es una tontería y siendo médico él mismo pondrá un remedio. Tras las palabras del encapuchado la sangre sube a mi cabeza y en las respectivas sienes percibo unos latidos angustiosos. No me conoce ni falta le hace para vérselas con un mismísimo demonio, rauda y con los puños cerrados abandoné la vera del cobrizo para enfrentar al desconocido sin reparos, le daré tan duro que no recordará su nombre cuando abra los párpados, si es que tiene la oportunidad de hacerlo.
Desde la espalda del agresor una voz dulce florece, no se la ve al principio y en cuanto mis luceros hacen contactos con los suyos, aparte de ser una elfa diminuta e infantil en apariencia, me suena, oh sí. Dos sucesos, un dibujo y rosas negras. Frustrada en totalidad aguardé a que Iltharion cesase con tanta palabrería hacia un tío que no le importará una mierda, tremenda sorpresa me llevé cuando de los labios del ladrón salió la palabra padre con tantísima vitalidad, como si fuese cierto. Es decir, claro que tiene decenas de vástagos pero el mundo se torna inmenso con sus respectivos océanos y paisajes, ¿cómo coño ha terminado dando con el paradero de un viajero activo?
Me huelo un posible rastreo, más que hijo parece un acosador, y todo para vengarse exactamente, ¿de qué? ¿Dé que su madre no supiese tener las piernas cerradas, de que no abortase o de que le hayan hecho trizas la ilusión de que el bardo aparecería algún día con un ramo de flores en su humilde porche? No puedo, putos vástagos, por esa misma razón no los traigo al mundo. Con la mano en el pecho candente no resistí la tentación de ser yo misma, de explotar en estado puro y sacar a flote toda la insolencia que puedo obsequiarles aquí a los presentes. ─ ¡HAHAHAHAHAHA! ─ Entre carcajadas el aire comienza a faltarme, alguna que otra lágrima desciende por mi pómulo y es tal el dolor en mi estómago que me retuerzo en el sitio, yendo a continuación al son del trovador.
─ Ay, ¡aaaaaaay! Ay ay ay ¡HAHAHA! ¿Has visto? Cuanto más hablamos de ellos, más rápido te cogen el paradero. ─ Asfixiada apoyé la cabeza en uno de sus hombros, encogida de la risa hasta que pude reincorporarme e ignorar el malestar de mis entrañas revueltas. Increíble, tanto la escenita como la apariencia del joven pelirrojo, madre mía, pero si está buenísimo. ─ Uf, déjame decirte algo, campeón. ¿A cuantas doncellas o prostitutas te has tirado, eh? Y si es así, ¿qué haces aquí en vez de estar criando chiquillos con mujeres con las que sólo has estado interesado en yacer? Menudo hipócrita. ─ La mirada felina y tan sugestiva se la dedico en primer plano, con los pulmones henchidos en aire y en plena cautela, voy acercándome al hijo del bardo.
─ No conozco a tu madre y me importa tres mierdas, pero si estuvo de acuerdo en abrir las piernas y traerte al mundo, ¿a qué viene tanto rollo? Esas son las consecuencias de acostarse con el primero que te calienta el pájaro, así que no me vengas con estas tonterías, que ya estás mayorcito. No tienes nada que reprochar, siquiera aún cuando compartís la misma sangre pues la obligación de criarte, la acató tu madre solita. ─ En una caricia atractiva paseé por uno de los pómulos del joven elfo, ciertamente es una réplica tan bien hecha que no dudaría en darle fiesta durante días.
En el semblante del sujeto ronroneé por jubilo, todo esto es tan jodidamente divertido que parte del malhumor se ha esfumado. ─ Y a ti. ─ Esta vez mis orbes cafés son conducidas hacia la elfa de cabellera oscura. ─ A ti te conozco, Iltharion me ha hablado muy bien de ti, estabas preciosa en el dibujo. ─ Socarrona reí entre dientes, bastaron tres pasos mal contados para tenerla en frente, debido a la altura tuve que echarme hacia adelante, y en su oreja con una malicia ostensible abrí los labios, relamí el bajo con la lengua y las palabras sobresalieron. ─ Espero que las rosas negras te sirvieran para algo más que taparte las tetas. ─ Le susurré a ella, solamente a ella.
En el dibujo traía el pelo largo, aunque ahora lo tenga corto las facciones son las mismas. Bendito destino, cómo me la juega y que tan excitante se ha puesto todo esto en un santiamén. Retrocedí para darle espacio, más que nada porque la última vez me encaró aún cuando las piernas le temblaban, ¿y con esta muchachilla yació el trovador? Frágil en apariencia y con un carácter pasivo no me parece raro que sea una mosquita muerta, de estas calladas hasta que por la espalda te acechan, perseverando la ocasión perfecta para hacer de las suyas. Arpías, con las comisuras alzadas entorné la mirada, la de coletas doradas permanece detrás de la elfa.
Para ella también tengo algo, un mordisco ficticio, ¿querrá ser mi comida? ¡Fascinante! En vez de matarlos creo que me reiré un buen rato hasta que sean inservibles e ineptos para la búsqueda en la torre, pues si posee algo de valor en sus interiores será mío, no tiendo a compartir y en el caso de que se abra un debate, es tan fácil como silenciarlos y dejarlos en el claro repleto de cadáveres.
Eretria Noorgard
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Re: La torre del olvido [Interpretativo][4/5]
Iltharion se limitó a encarar una ceja con la respuesta ambigua del muchacho, de quien, aunque sin verle el rostro no podía presumirle la edad, ya pro la propia, y por defecto, asumía más joven que él.
Ignoró la respuesta del misterioso sujeto para responder a la de la pequeña elfa, que había acudido convenientemente a su rescate, mientras se dejaba examinar con docilidad por la morena, que no hizo más que tomar su rostro para ver la herida.
-Si hubiera querido hacer algo más grave habría aprovechado para hacerlo con su ataque sorpresa, seria realmente estúpido dejar la ventaja para el puño y para el acero la alerta. -Chasqueó la lengua al trovador, aguardando a que Eretria revoloteara hacia otro lado antes de darle una calada a su canuto de menta.
El trovador escuchó con atención y expresión de piedra aquello que decía el muchacho, pese a que no todo le hiciera la misma gracia, y solo encaró una ceja incrédula hasta que se retiró las telas y mostró una apariencia muy similar a la que él había podido ver en el espejo años antes.
Cuando las muchachas se separaron, riendo a mandíbula batiente, iltharion se acercó, mirándolo desde arriba con cierto aire analítico. - Bueno, primero y antes que nada. - Soltó el humo el bardo, con tranquilidad y parsimonia. - Muérdete la lengua antes de llamarme viejo. -Y con la misma tranquilidad y fluidez, le endilgó un sopapo en la nuca sin el menor reparo. -Así que nada, quien te ha golpeado es tu padre. ¿No querías uno? -Encaró de nuevo la ceja, imitando la estructura de aquella frase con la que había intentado hacerse el vivo el mocoso.
El trovador se alejó unos pasos con la misma gracia con que había salvado la distancia entre ambos, con un andar grácil, y felino, mientras en su mente le concedía a Isha la poética de su venganza por haber usado su nombre para engañar a la pequeña elfa. Se lo tenía merecido por jugar con los dioses. Las chicas además parecían estar pasando un buen rato, porque tanto la una como la otra se estaban hartando a reírse a su costa.
-Parece que no fuiste la única en tener esa idea Anfaüglir.-Miró a la elfa de tez morena.-Alguien se te ha adelantado.-Dijo en tono bromista, recordando la amenaza de los bastardos entrenados que irían a buscar venganza cuando crecieran.
Eretria se encargó de un modo nada educado, y tan directo como era ella, de dejarle en claro al muchacho cuatro cosas, que si la edad no le había enseñado, acababa de hacerlo ella. Probablemente porque el chiquillo había tenido la lengua demasiado larga al dirigirse a ella, y por si fuera poco, y no tuviera bastante con hacer cobrar al encapuchado, de rebote le tocó al bardo cuando reconoció a windorind de las pinturas en la carpeta.
Aquella situación era, como poco, extraña, y el trovador se contentaba con conseguir en el sabor mentolado de sus cigarrillos un poco de paz y normalidad, de reminiscencia de su día a día, mientras iba paseando la mirada entre los presentes, y, ineludiblemente, se mantenía más tiempo sobre su estirpe, como si buscara en cada gesto y rasgo el rastro y la huella de su propia sangre.
-No me molestaré en hacer una pantomima ni negar nada, porque hasta ellas se han dado cuenta. -Soltó el humo pausadamente, haciendo definidos círculos con el aromático elemento. - Así que te daré un consejo, no la enfades. -Señaló a la elfa de tez oscura con la cabeza.
No demoró demasiado el hijo de los bosques en volver a centrarse en lo que a el mismo le interesaba, y era solventar las dudas de ese chiste de los divinos que se preformaba en su costa en medio del claro.
-Si buscas dinero, has venido al lugar equivocado mocoso. -Le aclaró al joven, intentando dejar las cosas claras ya desde un comienzo. - Tampoco iré a casa con tu madre, ni ninguna cosa de esas. Así que. Ahora que me has encontrado después de tantos años. - Hizo un firulete con la mano, dejando una estela fugaz con la luz de las brasas del canuto. - ¿Qué quieres? -No había reclamo, ni impaciencia, tampoco un rechazo claro, simplemente una expresión expectante y curiosa en la faz de aquel hombre que le sacaba muchas primaveras.
Ignoró la respuesta del misterioso sujeto para responder a la de la pequeña elfa, que había acudido convenientemente a su rescate, mientras se dejaba examinar con docilidad por la morena, que no hizo más que tomar su rostro para ver la herida.
-Si hubiera querido hacer algo más grave habría aprovechado para hacerlo con su ataque sorpresa, seria realmente estúpido dejar la ventaja para el puño y para el acero la alerta. -Chasqueó la lengua al trovador, aguardando a que Eretria revoloteara hacia otro lado antes de darle una calada a su canuto de menta.
El trovador escuchó con atención y expresión de piedra aquello que decía el muchacho, pese a que no todo le hiciera la misma gracia, y solo encaró una ceja incrédula hasta que se retiró las telas y mostró una apariencia muy similar a la que él había podido ver en el espejo años antes.
Cuando las muchachas se separaron, riendo a mandíbula batiente, iltharion se acercó, mirándolo desde arriba con cierto aire analítico. - Bueno, primero y antes que nada. - Soltó el humo el bardo, con tranquilidad y parsimonia. - Muérdete la lengua antes de llamarme viejo. -Y con la misma tranquilidad y fluidez, le endilgó un sopapo en la nuca sin el menor reparo. -Así que nada, quien te ha golpeado es tu padre. ¿No querías uno? -Encaró de nuevo la ceja, imitando la estructura de aquella frase con la que había intentado hacerse el vivo el mocoso.
El trovador se alejó unos pasos con la misma gracia con que había salvado la distancia entre ambos, con un andar grácil, y felino, mientras en su mente le concedía a Isha la poética de su venganza por haber usado su nombre para engañar a la pequeña elfa. Se lo tenía merecido por jugar con los dioses. Las chicas además parecían estar pasando un buen rato, porque tanto la una como la otra se estaban hartando a reírse a su costa.
-Parece que no fuiste la única en tener esa idea Anfaüglir.-Miró a la elfa de tez morena.-Alguien se te ha adelantado.-Dijo en tono bromista, recordando la amenaza de los bastardos entrenados que irían a buscar venganza cuando crecieran.
Eretria se encargó de un modo nada educado, y tan directo como era ella, de dejarle en claro al muchacho cuatro cosas, que si la edad no le había enseñado, acababa de hacerlo ella. Probablemente porque el chiquillo había tenido la lengua demasiado larga al dirigirse a ella, y por si fuera poco, y no tuviera bastante con hacer cobrar al encapuchado, de rebote le tocó al bardo cuando reconoció a windorind de las pinturas en la carpeta.
Aquella situación era, como poco, extraña, y el trovador se contentaba con conseguir en el sabor mentolado de sus cigarrillos un poco de paz y normalidad, de reminiscencia de su día a día, mientras iba paseando la mirada entre los presentes, y, ineludiblemente, se mantenía más tiempo sobre su estirpe, como si buscara en cada gesto y rasgo el rastro y la huella de su propia sangre.
-No me molestaré en hacer una pantomima ni negar nada, porque hasta ellas se han dado cuenta. -Soltó el humo pausadamente, haciendo definidos círculos con el aromático elemento. - Así que te daré un consejo, no la enfades. -Señaló a la elfa de tez oscura con la cabeza.
No demoró demasiado el hijo de los bosques en volver a centrarse en lo que a el mismo le interesaba, y era solventar las dudas de ese chiste de los divinos que se preformaba en su costa en medio del claro.
-Si buscas dinero, has venido al lugar equivocado mocoso. -Le aclaró al joven, intentando dejar las cosas claras ya desde un comienzo. - Tampoco iré a casa con tu madre, ni ninguna cosa de esas. Así que. Ahora que me has encontrado después de tantos años. - Hizo un firulete con la mano, dejando una estela fugaz con la luz de las brasas del canuto. - ¿Qué quieres? -No había reclamo, ni impaciencia, tampoco un rechazo claro, simplemente una expresión expectante y curiosa en la faz de aquel hombre que le sacaba muchas primaveras.
Iltharion Dur'Falas
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Re: La torre del olvido [Interpretativo][4/5]
Thedoro estaba algo incómodo con aquella situación pues no acostumbraba a ser el centro de atención de todo el mundo pues de normal le gustaba pasar desapercibido, aunque sus vestimentas fuera poco adecuadas para ello pero de normal siempre se movía por sitios oscuros y poco visibles para la gente cotidiana de las ciudades y las aldeas, por lo tanto que todas las personas de aquel claro le estuvieran mirando y una de ella amenazando le ponía en una posición muy incómoda.
También era culpa suya por arrear semejante puñetazo a su padre pero fue una acción fugaz que se le paso por la cabeza y que sin mas llevo acabo. Realmente él mismo se había sorprendido al pegarle el puñetazo a su padre pues simplemente esperaba no tener que llegar nunca a los golpes y de una era lo primero que había hecho, pero lo hecho, hecho se quedaba así que allí estaba esperando que las cosas se calmaran un poco y así fue aunque tras sus palabras y descubrirse el rostro pasaron muchas cosas que le hicieron enarcar una ceja.
Las dos elfas se estaban partiendo de la risa con la escena del los dos elfos, aunque la peor que fue de ambas fue la elfa exótica que estaba antes hablando con Iltharion quien le soltó un par de cosas a Theo que él mismo ya sabía. "-Si ella esta con mi padre es que es igual de facilona que mi madre así que debería ir callándose la boca.-" Se dijo mentalmente el joven elfo mientras la seguía un momento con la mirada seria como se acercaba a la otra chica que también era una elfa, algo en lo que no había reparado antes aunque la niña parecía humana.
De repente una colleja cayo del cielo directa a la nuca del ladrón quien se quedó mirando a Iltharion sin decir palabra alguna, pues aun le parecía algo raro que después de semejante puñetazo que él le había dado el viejo elfo no se lo hubiera devuelto del mismo modo y se hubiera dedicado simplemente a pegarle aquella colleja. -Descuida ya he visto que se altera con facilidad.- Dijo ante el comentario de su padre referente a la elfa de nervios fáciles que ahora parecía estar centrada en fastidiar a la otra elfa.
El joven centró su mirada en la torre ignorando a las dos elfas y centrándose en el edificio en cuestión. Ya había encontrado a su padre y aunque tuviera ganas de hablar con él aquel lugar y aquella estructura llamaban mas su atención en aquellos precisos momentos pero la voz de Iltharion le hicieron girar la cabeza para mirarla con tranquilidad. -No busco dinero y tranquilo tampoco vengo a que vuelvas con mi madre ella lleva ya años muerta.- Dijo esto último con sequedad pero sin buscar la compasión del trovador, no estaba allí para dar pena. -Si te he buscado era simplemente para ver quien eres cara a cara, no busco nada especial en ti.-
Dicho aquello el elfo vestido de negro se puso a caminar un poco por los alrededores de la torre pensativo hasta que dio con la puerta la cual no tenía ni pomo ni cerradura. -Interesante.- Sin mas dio unos cuantos pasos hacia atrás y se sentó en el suelo para sacar de una bolsa que llevaba a la espalda debajo de la capa su cuaderno de dibujo y sacando una hoja blanca se puso a dibujar aquel lugar incluyendo a las personas que también estaban allí. -Realmente este es un lugar misterioso además el haber acabado aquí es simplemente casualidad.- Hablaba pero no creía que nadie le estuviera le escuchara allí donde estaba.
Muchas veces para pensar bien las cosas se ponía a dibujar sin mas pues le ayudaba a centrarse además dibujar la torre le ayudaría a encontrar alguna zona mas accesible que aquella extraña puerta aunque por su mente también estaba pasando una cosa por su mente que le llamó la atención. "-¿Por que la elfa con la niña había vuelto al claro tras esconderse rápidamente como lo había hecho yo? ¿Y como es posible que yo andando de espaldas en linea recta hubiera vuelto al mismo lugar?-". Aquello era a lo que el joven elfo mas vueltas le iba a dar mientras seguía dibujando como si nada. Si alguien quería hablar con él le encontrarían allí sentado dibujando con el pañuelo de nuevo cubriendo su rostro pero sin la capucha puesta.
Theodoro Trevisano
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Re: La torre del olvido [Interpretativo][4/5]
Wind quedó sorprendida ante aquel golpe tan tonto que le había dado al elfo de negro, haciéndola aumentar la carcajada, aquello sí que le pareció absolutamente tronchante, tanto que se encogió sobre sí misma ante la mirada de Fuga, que parecía un poco perdida en todo aquello. -Qué bonito encuentro familiar, ha sido una colleja digna de un padre, Ilth- Comentó sin dejar de reír mientras se enjugaba algunas lágrimas esporádicas que le rodaban por la mejilla.
Los comentarios de la elfa exótica hicieron que a Wind se le cortara el ataque de risa y comenzara a mirar a Fuga sin saber muy bien que hacer ¿Debía taparle los oídos? ¿Dejar que escuchara todo aquello? La licántropa era demasiado joven para escuchar aquella realidad, pero, antes de que Wind tuviera tiempo para pensar algo, la pequeña trató de calmar sus temores -Esa elfa tiene razón- Dijo tranquila, haciendo que la pelizaul centrara su mirada en ella -Padre decía esas cosas a menudo a mujeres que iban a casa- Sentenció la pequeña con seguridad sin perder de vista a la elfa desconocida. -Cielos… Fuga…- No supo que más decir, tan solo acarició su cabeza, tratando de alejar aquel pensamiento de su dorada cabecita.
Aun así, tampoco tuvo tiempo de reconfortar a la pequeña mucho más tiempo pues parecía que ahora sería ella el objeto de un discurso… o al menos de un comentario mordaz. - ¿Yo? - Miró a la desconocida y levantó una ceja sin comprender por qué se refería a ella - ¿En…el…dibujo? - Tardó en reaccionar y en comprender de qué la estaba hablando -Oh Dioses…- Un rubor tan brillante como el mismísimo Sol se apoderó de su rostro rápidamente al recordar aquello. Fuga miró a Wind sin entender ¿La habían dibujado? Ella también quería un dibujo con su amiga, pero no iba a pedir algo como eso, no quería ofenderla o ser pesada - ¿Era un dibujo bonito? - Preguntó curiosa la pequeña, pero la peliazul no contestó, estaba demasiado ocupada tratando de lidiar con aquella vergüenza que le ardía en el rostro ¿Qué narices le había contado? ¿Acaso no podía quedarse callado? Aquel hombre-Diosa realmente debería aprender a callarse algunas historias para sí mismo. Dedicó a Iltharion una mirada fulminante y volvió a mirar a la elfa en cuanto notó el aliento en su oreja, las siguientes palabras que escuchó la dejaron descolocada - ¿Las rosas negras? - Otra vez le costó unir ideas ¿Esa elfa había sido la responsable de aquella estúpida afrenta en Bragiväl? Aun con el tono de su rostro encendido, levantó una ceja, haciendo memoria sobre aquel día. Clavó su mirada sobre la de la elfa exótica y, con una sonrisa ladeada, entró en su juego -Es una lástima, veo que a ti no te dieron la feminidad que te faltaba- Dijo con insolencia como si realmente no estuviera nerviosa.
La única que sabía lo que sentía Wind, era la pequeña Fuga, la cual notaba como apretaba más fuerte su mano ¿Por qué se estaba encarando con esa mujer? No estaba entendiendo la conversación, no estaba comprendiendo nada de lo que sucedía. Parecía una obra de teatro en la que los personajes no tenían orden ni sentido, sino que aparecían y soltaban su frase sin tener en cuenta a los demás, pero había algo si tenía claro, no podían salir de allí y debían encontrar la manera de hacerlo.
Antes de llegar a poner los pensamientos en palabras, la mujer con la que se había encarado su amiga le dedicó unos segundos de atención, a los que correspondió con una mirada neutra pensando en que aquella mujer que antes parecía tan sabia en sus palabras, ahora le parecía algo estúpida -Creo que alguno de ellos preferiría tus mordiscos, antes que yo- Comentó tranquila y neutral sin perder de vista los ojos de aquella extraña elfa, como si lo que acababa de decir fuera lo más normal.
Wind miró estupefacta a la pequeña, una cosa era que fuera tan directa con ella, pero otra muy distinta era serlo con una desconocida que tenía aspecto de ser bastante agresiva, aun así, una risa ligera y contenida salió entre sus labios -La pequeña tiene razón querida, será mejor que la dejes en paz- Comentó divertida, pero con un fondo seco y mordaz en el que se podía intuir, que no iba a aceptar ni un solo improperio contra Fuga.
Cuando la conversación entre los elfos pelirrojos hubo terminado, Wind recordó su situación, por qué estaban allí y lo que les había ocurrido al intentar salir del claro -Por cierto, ahora que el emotivo reencuentro ha acabado ¿Alguno sabéis por qué no podemos salir del claro? - Preguntó a los que estaban allí con la esperanza de que alguno supiera algo. -Al intentarlo antes, volvimos aquí dentro sin que nos diéramos cuenta, como si camináramos en círculos- Añadió la muchacha para ilustrar lo sucedido -Es que caminábamos en círculos- Respondió Fuga antes que nadie -N-No, antes de llegar aquí no, después, cuando ya habíamos entrado en el claro- Otra humillación más se fue al cajón de Wind, que, con aire dolorido respondió a la pequeña.
El hijo de Ilth, se había ido, como si todo aquello ya no fuera con él así que, con toda la sutileza que tenía la elfa, llamó al muchacho a voz en grito y, a falta de conocer su nombre, decidió llamarlo como consideraba oportuno - ¡Eh tú, guaperas! ¿Sabes cómo salir de aquí? - Lo dijo al aire, con la certeza de que aquel hombre no había podido ir demasiado lejos puesto que, si ellas no habían podido salir, él tampoco. Tenía la esperanza de que, al menos uno de ellos, supiera lo que estaba pasando, pero Fuga era más espabilada -La torre tenía una puerta, podemos buscar en ella- Comentó, con aquel tono de manual de instrucciones tan característico suyo.
Offrol: Siento si el post ha quedado un poco mñé, pero me han interrumpido un millón de veces mientras lo escribia >.<
Los comentarios de la elfa exótica hicieron que a Wind se le cortara el ataque de risa y comenzara a mirar a Fuga sin saber muy bien que hacer ¿Debía taparle los oídos? ¿Dejar que escuchara todo aquello? La licántropa era demasiado joven para escuchar aquella realidad, pero, antes de que Wind tuviera tiempo para pensar algo, la pequeña trató de calmar sus temores -Esa elfa tiene razón- Dijo tranquila, haciendo que la pelizaul centrara su mirada en ella -Padre decía esas cosas a menudo a mujeres que iban a casa- Sentenció la pequeña con seguridad sin perder de vista a la elfa desconocida. -Cielos… Fuga…- No supo que más decir, tan solo acarició su cabeza, tratando de alejar aquel pensamiento de su dorada cabecita.
Aun así, tampoco tuvo tiempo de reconfortar a la pequeña mucho más tiempo pues parecía que ahora sería ella el objeto de un discurso… o al menos de un comentario mordaz. - ¿Yo? - Miró a la desconocida y levantó una ceja sin comprender por qué se refería a ella - ¿En…el…dibujo? - Tardó en reaccionar y en comprender de qué la estaba hablando -Oh Dioses…- Un rubor tan brillante como el mismísimo Sol se apoderó de su rostro rápidamente al recordar aquello. Fuga miró a Wind sin entender ¿La habían dibujado? Ella también quería un dibujo con su amiga, pero no iba a pedir algo como eso, no quería ofenderla o ser pesada - ¿Era un dibujo bonito? - Preguntó curiosa la pequeña, pero la peliazul no contestó, estaba demasiado ocupada tratando de lidiar con aquella vergüenza que le ardía en el rostro ¿Qué narices le había contado? ¿Acaso no podía quedarse callado? Aquel hombre-Diosa realmente debería aprender a callarse algunas historias para sí mismo. Dedicó a Iltharion una mirada fulminante y volvió a mirar a la elfa en cuanto notó el aliento en su oreja, las siguientes palabras que escuchó la dejaron descolocada - ¿Las rosas negras? - Otra vez le costó unir ideas ¿Esa elfa había sido la responsable de aquella estúpida afrenta en Bragiväl? Aun con el tono de su rostro encendido, levantó una ceja, haciendo memoria sobre aquel día. Clavó su mirada sobre la de la elfa exótica y, con una sonrisa ladeada, entró en su juego -Es una lástima, veo que a ti no te dieron la feminidad que te faltaba- Dijo con insolencia como si realmente no estuviera nerviosa.
La única que sabía lo que sentía Wind, era la pequeña Fuga, la cual notaba como apretaba más fuerte su mano ¿Por qué se estaba encarando con esa mujer? No estaba entendiendo la conversación, no estaba comprendiendo nada de lo que sucedía. Parecía una obra de teatro en la que los personajes no tenían orden ni sentido, sino que aparecían y soltaban su frase sin tener en cuenta a los demás, pero había algo si tenía claro, no podían salir de allí y debían encontrar la manera de hacerlo.
Antes de llegar a poner los pensamientos en palabras, la mujer con la que se había encarado su amiga le dedicó unos segundos de atención, a los que correspondió con una mirada neutra pensando en que aquella mujer que antes parecía tan sabia en sus palabras, ahora le parecía algo estúpida -Creo que alguno de ellos preferiría tus mordiscos, antes que yo- Comentó tranquila y neutral sin perder de vista los ojos de aquella extraña elfa, como si lo que acababa de decir fuera lo más normal.
Wind miró estupefacta a la pequeña, una cosa era que fuera tan directa con ella, pero otra muy distinta era serlo con una desconocida que tenía aspecto de ser bastante agresiva, aun así, una risa ligera y contenida salió entre sus labios -La pequeña tiene razón querida, será mejor que la dejes en paz- Comentó divertida, pero con un fondo seco y mordaz en el que se podía intuir, que no iba a aceptar ni un solo improperio contra Fuga.
Cuando la conversación entre los elfos pelirrojos hubo terminado, Wind recordó su situación, por qué estaban allí y lo que les había ocurrido al intentar salir del claro -Por cierto, ahora que el emotivo reencuentro ha acabado ¿Alguno sabéis por qué no podemos salir del claro? - Preguntó a los que estaban allí con la esperanza de que alguno supiera algo. -Al intentarlo antes, volvimos aquí dentro sin que nos diéramos cuenta, como si camináramos en círculos- Añadió la muchacha para ilustrar lo sucedido -Es que caminábamos en círculos- Respondió Fuga antes que nadie -N-No, antes de llegar aquí no, después, cuando ya habíamos entrado en el claro- Otra humillación más se fue al cajón de Wind, que, con aire dolorido respondió a la pequeña.
El hijo de Ilth, se había ido, como si todo aquello ya no fuera con él así que, con toda la sutileza que tenía la elfa, llamó al muchacho a voz en grito y, a falta de conocer su nombre, decidió llamarlo como consideraba oportuno - ¡Eh tú, guaperas! ¿Sabes cómo salir de aquí? - Lo dijo al aire, con la certeza de que aquel hombre no había podido ir demasiado lejos puesto que, si ellas no habían podido salir, él tampoco. Tenía la esperanza de que, al menos uno de ellos, supiera lo que estaba pasando, pero Fuga era más espabilada -La torre tenía una puerta, podemos buscar en ella- Comentó, con aquel tono de manual de instrucciones tan característico suyo.
Offrol: Siento si el post ha quedado un poco mñé, pero me han interrumpido un millón de veces mientras lo escribia >.<
Windorind Crownguard
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Re: La torre del olvido [Interpretativo][4/5]
Ignoré la elocuencia del trovador con un deje de manos, si bien es cierto que lo comentamos desde el lecho, el joven elfo se quedaría atrás en las aventuras de los míos, más sanguinarios y por supuesto disciplinados en el arte de la guerra. Orgullosos y atrevidos, el aire le faltaría al bardo cobrizo en cuestión de segundos, que se alegre de que sea un alma libre y comparta sus principios. ─ Al menos este ha sacado tus rasgos. ─ Recalqué entre provocaciones, no sólo la peculiaridad de ambas orbes dispares, tiene el mentón de Iltharion y comparten el rojo fuego como cabellera despampanante, todo un triunfo para la madre que habrá sufrido viendo como su hijo se transforma en el vivo retrato de un padre fugitivo.
Con la pulla verídica hacia una madre hipócrita y en contra de las intenciones del elfo más joven, limitada por cuatro frases sinceras y sin rencores, pues la verdad es así, gélida y fundamental dí por finiquitado el tema con una caricia traicionera. Al lado anexo se yergue la elfa azabache que actúa como el manjar codiciado de este embrujado claro, al menos para mí que ha sido todo un descubrimiento. Pícara y sobretodo entretenida le susurré en un tono fanfarrón lo bien que la conozco en plena desnudez con tan sólo una corona de flores atildar los caídos bucles, incluso con la vestimenta impúdica de aquel día donde la tela precisamente se echaba en falta, como también las piernas que temblaron ante una mujer carnero que sin piedad ni reparos le hizo justamente lo mismo, inducirla a un estado donde el nerviosismo la controle, la deje sin aire y actúe brava cuando en realidad está asustada.
Sin darme siquiera una pausa ni recordar cuanto me excitan estos juegos voy separándome, las mujeres no me atraen pero en el caso contrario, esta ni ninguna otra se me escaparía de entre los dedos, ¿quién querría? A las lobas hay que afrontarlas, no huir de ellas. ─ No necesito feminidad para llevarme a los hombres a la cama. ─ Le comenté ególatra, en mi rostro ambas comisuras son alzadas hasta formar una sonrisa menguante, digna de una soberana en su reconocido pedestal. ─ Ni tampoco para las mujeres. ─ En la elfa voy despertando la necesidad permanente de irse arriba, si no es por ella misma será por la pequeña de coletas doradas.
─ ¿Y si no quiero qué? ─ Morderé a quien quiera, cuando más se me apetezca y sin importar las consecuencias, ese es mi método, uno infalible hasta el momento. De soslayo contemplo al bardo, para no haberlas traído él bien que las conoce, quizá lo hayan estado siguiendo por el bosque. ─ No sé tú, pero yo me voy. ─ No entra en mis aspiraciones relacionarme con la mugre más baja de nuestra raza ni seguir con una charla estúpida. Con o sin Iltharion examinaré el interior de la torre y todos sus respectivos niveles, ante un hechizo de tal magnitud debe haber una valiosa recompensa, le pese a quien le pese, como a los cadáveres desechos quienes no lo consiguieron y por consecuente, han dejado hueco para los siguientes exploradores.
No tardé en acordonar la zona y situarme en frente del portón con la panda de orejudos detrás mía, no pienso encargarme de ninguno de ellos pero sí quitármelos de encima cómo sean solo lastres. Por instinto coloqué la mano sobre la madera para echarla hacia atrás, no pasó nada, ¿qué rayos? Repetí el proceso, sin pomo que agarrar me crucé de brazos ante el hueco de una runa insospechada. ─ Perfecto, ¿alguien tiene explosivos? ─ Pregunté en voz alta, que no me importará echarla abajo a base de patadas si supiera que va a ceder, que no lo hará, estando en un lugar maldito lo normal sería que la puerta se abriese con magia, ¿cierto? Enarqué el ceño, no será tan fácil, si no no habrían tantos muertos.
Con la pulla verídica hacia una madre hipócrita y en contra de las intenciones del elfo más joven, limitada por cuatro frases sinceras y sin rencores, pues la verdad es así, gélida y fundamental dí por finiquitado el tema con una caricia traicionera. Al lado anexo se yergue la elfa azabache que actúa como el manjar codiciado de este embrujado claro, al menos para mí que ha sido todo un descubrimiento. Pícara y sobretodo entretenida le susurré en un tono fanfarrón lo bien que la conozco en plena desnudez con tan sólo una corona de flores atildar los caídos bucles, incluso con la vestimenta impúdica de aquel día donde la tela precisamente se echaba en falta, como también las piernas que temblaron ante una mujer carnero que sin piedad ni reparos le hizo justamente lo mismo, inducirla a un estado donde el nerviosismo la controle, la deje sin aire y actúe brava cuando en realidad está asustada.
Sin darme siquiera una pausa ni recordar cuanto me excitan estos juegos voy separándome, las mujeres no me atraen pero en el caso contrario, esta ni ninguna otra se me escaparía de entre los dedos, ¿quién querría? A las lobas hay que afrontarlas, no huir de ellas. ─ No necesito feminidad para llevarme a los hombres a la cama. ─ Le comenté ególatra, en mi rostro ambas comisuras son alzadas hasta formar una sonrisa menguante, digna de una soberana en su reconocido pedestal. ─ Ni tampoco para las mujeres. ─ En la elfa voy despertando la necesidad permanente de irse arriba, si no es por ella misma será por la pequeña de coletas doradas.
─ ¿Y si no quiero qué? ─ Morderé a quien quiera, cuando más se me apetezca y sin importar las consecuencias, ese es mi método, uno infalible hasta el momento. De soslayo contemplo al bardo, para no haberlas traído él bien que las conoce, quizá lo hayan estado siguiendo por el bosque. ─ No sé tú, pero yo me voy. ─ No entra en mis aspiraciones relacionarme con la mugre más baja de nuestra raza ni seguir con una charla estúpida. Con o sin Iltharion examinaré el interior de la torre y todos sus respectivos niveles, ante un hechizo de tal magnitud debe haber una valiosa recompensa, le pese a quien le pese, como a los cadáveres desechos quienes no lo consiguieron y por consecuente, han dejado hueco para los siguientes exploradores.
No tardé en acordonar la zona y situarme en frente del portón con la panda de orejudos detrás mía, no pienso encargarme de ninguno de ellos pero sí quitármelos de encima cómo sean solo lastres. Por instinto coloqué la mano sobre la madera para echarla hacia atrás, no pasó nada, ¿qué rayos? Repetí el proceso, sin pomo que agarrar me crucé de brazos ante el hueco de una runa insospechada. ─ Perfecto, ¿alguien tiene explosivos? ─ Pregunté en voz alta, que no me importará echarla abajo a base de patadas si supiera que va a ceder, que no lo hará, estando en un lugar maldito lo normal sería que la puerta se abriese con magia, ¿cierto? Enarqué el ceño, no será tan fácil, si no no habrían tantos muertos.
Eretria Noorgard
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Re: La torre del olvido [Interpretativo][4/5]
Iltharion no iba a discutir con los motivos de aquel mocoso que había resultado ser suyo, y cuya sangre se relejaba en los rasgos de su rostro con una rotundidad asombrosa, tal que ni se había ofendido por las risas de la muchacha cuando habían observado aquella brusca versión de sí mismo en sus años mozos.
-Tal parece que podrías haberte mirado en un espejo y haber conseguido casi el mismo resultado. - Comentó el elfo, ahora con más curiosidad, pasado el recelo inicial, por la fuerza de su semilla en aquella criatura, algo arisca que había aparecido en su búsqueda.
Quizás no había sido el encuentro más afectuoso con uno de sus descendientes, pero si el menos traumático, y el muchacho por lo menos parecía lo suficientemente satisfecho como para dirigirse a satisfacer otras urgencias, como la curiosidad que le generaba aquella torre.
Iltharion considero que, si unas ruinas llamaban al mocoso más que las dos bellezas que habían picándose entre sí en aquel descampado, había algo de su influencia que se había perdido en la mezcla.
Volviendo a las muchachas, no pasó desapercibido el rojo amapola intenso que se había adueñado de las expresivas facciones de la pequeña Windorind, ante la mención de aquel dibujo tan particular que le había hecho, y que reposaba a buen recaudo en su carpesano, oculto en su inseparable morral, que como siempre que viajaba, colgaba contra su cadera, repiqueteando a cada paso.
Una sonrisa divertida apareció en el rostro del bardo, que con un tono amable y agradable le respondió a la mordaz niñita que acompañaba a la elfa de tez blanca.
-Es un dibujo precioso. -Aseguró. – Pero Winni es muy modesta a veces. – Su sonrisa se ensanchó mirando a la joven de quien hablaba. - Es un buen dibujo, no podía simplemente esconderlo. - Aquella fue toda la explicación que pensaba dar, ella no le había pedido discreción, y en su día había contemplado la anatomía de muchas féminas plasmadas en la celulosa de sus bocetos, formar parte de ellas era ser contemplada por extraños en algún momento, cuando Iltharion volviera a compartir las obras que se ocultaban en su carpeta.
El elfo estaba dispuesto, al ver que el grupo se dispersaba, a explorar por su lado el claro, cuando las palabras de la jovencita llamaron su atención, sobre el hecho de no poder salir del mismo, pero entonces la pequeña la desmintió, haciendo que Iltharion rompiera en una sonrosa carcajada.
-¿Alguien no tiene sentido de la orientación?.-Exhalo definidos aros de humo blanco, mientras encaraba una ceja con cierta sorna.
A grito de la muchacha simplemente se dio la vuelta y se dirigió hacia el margen del claro, para demostrar que se podía salir del mismo.
No tardó demasiado a llegar al linde de los arbole, y contemplando la posibilidad de que Windorind tuviese razón al decir que estaban encerrados, alargó el brazo lentamente, como si temiera chocarse con una pared invisible. Pero no había nadie.
-Parezco imbécil. -Murmuró para si mismo el bardo, que atravesó el umbral de los árboles.
- ¿Ves? Se puede salir. -Alzó la voz dando un par de pasos, y cuando tras de sí ya no se podía ver el claro, y un par de hileras de árboles quedaron a su espalda, encontró ante el margen del claro otra vez. -No he dicho nada. -Musitó para sí mismo, con total asombro, y el ceño fruncido con cierta preocupación.
-Esto no puede ser. -Hablaba solo el trovador, cuyas pipadas al canuto empezaron a volverse más rápidas y cortas, y sus exhalaciones de humo entrecortadas, mientras una ligera sombra se dibujaba sobre sus ojos, y le daban, con las canas, un aspecto más severo.
Sin molestarse en hablar con los demás empezó a caminar por el margen del claro, cada pocos metros salía del mismo, caminaba unos metros en línea recta, y cuando creía haberlo dejado atrás, el umbral del claro aparecía de nuevo. También probó yendo de costado, o haciendo zigzag.
Iltharion se quedó observando la foresta inalcanzable más allá del patio de la torre, como si esta le desafiara. Sentía como si le estuvieran sacando aquello que le era mas preciado, la libertad, e intentando retar a la fuerza mágica que lo retenía, o romperla, tiró el cigarrillo al suelo, lo pisó con brusquedad, y tras tomar profusamente aire, entró a correr intentando vencer la fuerza que lo metía una y otra vez en el claro, pero por mucho que giraba y se metía en el bosque, el patio siempre aparecia delante suyo, no podía evitarlo, podía virar, girar, saltar, correr tanto como le dieran las piernas, que al final era ese largo pasto el que quedaba bajo sus pies y acariciaba sus piernas.
El elfo sabía que debía de parecer un loco entrando y saliendo de entre la maleza sin ninguna explicación, isa que simplemente se acercó con el rostro algo encendido por el ejercicio, hacia la puerta donde estaba el resto, y dio un par de golpes en el hombro al muchacho con quien compartía sangre, mas que nada porque imaginaba que de ir a pedirle aquello a Eretria lo mandaría a cagar.
-Hey, sé que no queda demasiado bien que te pida favores nada más conocernos. Pero me podrías decir si eres capaz de salir del claro corriendo más de diez metros?.-Iltharion calculaba que poco más de la mitad de aquello era lo que tardaba el claro en volver a presentarse ante el en sus numerosos intentos. No quería parecer un loco, aunque al parecer Winni y su pequeña compañera habían sido las primeras en percatarse de aquel silencioso encierro.
La mirada del viajero paseó por el prado, abonado con la muerte, preguntándose si era por eso que los cadáveres tapizaban el suelo. La respuesta que no quería formular se presentaba clara en su mente, y la alternativa a ese destino, el edificio solitario que se erguía sobre aquel cementerio.
Empujado por el ansia de supervivencia, Iltharion se puso a examinar la puerta, sin tocarla, solo en un costado, rumiando sobre aquel paraje, aquella proclama y la extraña cerradura que se hallaba tallada sobre la única entrada de la torre.
-¿Cuántos años creen que tenga esto?.- Su voz se hizo presente, en un tono abstraído, como si solo les prestara atención a medias, y sus ojos ni siquiera se dignaron en desviarse para espiar de soslayo al resto de elfos.
-Tal parece que podrías haberte mirado en un espejo y haber conseguido casi el mismo resultado. - Comentó el elfo, ahora con más curiosidad, pasado el recelo inicial, por la fuerza de su semilla en aquella criatura, algo arisca que había aparecido en su búsqueda.
Quizás no había sido el encuentro más afectuoso con uno de sus descendientes, pero si el menos traumático, y el muchacho por lo menos parecía lo suficientemente satisfecho como para dirigirse a satisfacer otras urgencias, como la curiosidad que le generaba aquella torre.
Iltharion considero que, si unas ruinas llamaban al mocoso más que las dos bellezas que habían picándose entre sí en aquel descampado, había algo de su influencia que se había perdido en la mezcla.
Volviendo a las muchachas, no pasó desapercibido el rojo amapola intenso que se había adueñado de las expresivas facciones de la pequeña Windorind, ante la mención de aquel dibujo tan particular que le había hecho, y que reposaba a buen recaudo en su carpesano, oculto en su inseparable morral, que como siempre que viajaba, colgaba contra su cadera, repiqueteando a cada paso.
Una sonrisa divertida apareció en el rostro del bardo, que con un tono amable y agradable le respondió a la mordaz niñita que acompañaba a la elfa de tez blanca.
-Es un dibujo precioso. -Aseguró. – Pero Winni es muy modesta a veces. – Su sonrisa se ensanchó mirando a la joven de quien hablaba. - Es un buen dibujo, no podía simplemente esconderlo. - Aquella fue toda la explicación que pensaba dar, ella no le había pedido discreción, y en su día había contemplado la anatomía de muchas féminas plasmadas en la celulosa de sus bocetos, formar parte de ellas era ser contemplada por extraños en algún momento, cuando Iltharion volviera a compartir las obras que se ocultaban en su carpeta.
El elfo estaba dispuesto, al ver que el grupo se dispersaba, a explorar por su lado el claro, cuando las palabras de la jovencita llamaron su atención, sobre el hecho de no poder salir del mismo, pero entonces la pequeña la desmintió, haciendo que Iltharion rompiera en una sonrosa carcajada.
-¿Alguien no tiene sentido de la orientación?.-Exhalo definidos aros de humo blanco, mientras encaraba una ceja con cierta sorna.
A grito de la muchacha simplemente se dio la vuelta y se dirigió hacia el margen del claro, para demostrar que se podía salir del mismo.
No tardó demasiado a llegar al linde de los arbole, y contemplando la posibilidad de que Windorind tuviese razón al decir que estaban encerrados, alargó el brazo lentamente, como si temiera chocarse con una pared invisible. Pero no había nadie.
-Parezco imbécil. -Murmuró para si mismo el bardo, que atravesó el umbral de los árboles.
- ¿Ves? Se puede salir. -Alzó la voz dando un par de pasos, y cuando tras de sí ya no se podía ver el claro, y un par de hileras de árboles quedaron a su espalda, encontró ante el margen del claro otra vez. -No he dicho nada. -Musitó para sí mismo, con total asombro, y el ceño fruncido con cierta preocupación.
-Esto no puede ser. -Hablaba solo el trovador, cuyas pipadas al canuto empezaron a volverse más rápidas y cortas, y sus exhalaciones de humo entrecortadas, mientras una ligera sombra se dibujaba sobre sus ojos, y le daban, con las canas, un aspecto más severo.
Sin molestarse en hablar con los demás empezó a caminar por el margen del claro, cada pocos metros salía del mismo, caminaba unos metros en línea recta, y cuando creía haberlo dejado atrás, el umbral del claro aparecía de nuevo. También probó yendo de costado, o haciendo zigzag.
Iltharion se quedó observando la foresta inalcanzable más allá del patio de la torre, como si esta le desafiara. Sentía como si le estuvieran sacando aquello que le era mas preciado, la libertad, e intentando retar a la fuerza mágica que lo retenía, o romperla, tiró el cigarrillo al suelo, lo pisó con brusquedad, y tras tomar profusamente aire, entró a correr intentando vencer la fuerza que lo metía una y otra vez en el claro, pero por mucho que giraba y se metía en el bosque, el patio siempre aparecia delante suyo, no podía evitarlo, podía virar, girar, saltar, correr tanto como le dieran las piernas, que al final era ese largo pasto el que quedaba bajo sus pies y acariciaba sus piernas.
El elfo sabía que debía de parecer un loco entrando y saliendo de entre la maleza sin ninguna explicación, isa que simplemente se acercó con el rostro algo encendido por el ejercicio, hacia la puerta donde estaba el resto, y dio un par de golpes en el hombro al muchacho con quien compartía sangre, mas que nada porque imaginaba que de ir a pedirle aquello a Eretria lo mandaría a cagar.
-Hey, sé que no queda demasiado bien que te pida favores nada más conocernos. Pero me podrías decir si eres capaz de salir del claro corriendo más de diez metros?.-Iltharion calculaba que poco más de la mitad de aquello era lo que tardaba el claro en volver a presentarse ante el en sus numerosos intentos. No quería parecer un loco, aunque al parecer Winni y su pequeña compañera habían sido las primeras en percatarse de aquel silencioso encierro.
La mirada del viajero paseó por el prado, abonado con la muerte, preguntándose si era por eso que los cadáveres tapizaban el suelo. La respuesta que no quería formular se presentaba clara en su mente, y la alternativa a ese destino, el edificio solitario que se erguía sobre aquel cementerio.
Empujado por el ansia de supervivencia, Iltharion se puso a examinar la puerta, sin tocarla, solo en un costado, rumiando sobre aquel paraje, aquella proclama y la extraña cerradura que se hallaba tallada sobre la única entrada de la torre.
-¿Cuántos años creen que tenga esto?.- Su voz se hizo presente, en un tono abstraído, como si solo les prestara atención a medias, y sus ojos ni siquiera se dignaron en desviarse para espiar de soslayo al resto de elfos.
Iltharion Dur'Falas
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Re: La torre del olvido [Interpretativo][4/5]
El joven elfo ya se había desentendido un poco de lo referente a su padre y se había centrado en aquello que de verdad le llamaba la atención en aquellos momentos. La torre era una gran presa para cualquier ladrón que se preciara en este caso Theo ya estaba mirando como colarse dentro de aquella antigua estructura aunque primero quería ver todo con claridad, así que se dio un vuelta hasta que encontró la extraña puerta del edificio que estaba completamente cerrada sin pomo o cerradura que pudiera abrirla.
Para centrarse mejor y buscar una buena manera de entrar al edificio Theodoro se puso a dibujar como si nada aquel lugar mientras los demás se repartían para mirar la torre también, bueno realmente era la elfa exótica quien estaba mirando la torre, Iltharion y la otra elfa estaban hablando entre ellos. El ladrón no dijo nada pues seguía pensativo, examinando cada detalle de la torre, del claro y de los demás analizándolos así a su vez que los dibujaba.
En un momento dado los ojos del elfo se centraron en los movimientos de su padre que no hacía mas que entrar y salir del claro cada vez de una manera distinta. "-¿Que se supone que esta haciendo?-" Se pregunto así mismo hasta que volvió a caer en lo que le había pasado a la elfa que iba con la niña y luego a él mismo; así que dejando el dibujo se levanto para centrar ahora su mirada en los arboles que rodeaban el claro como intentando ver algo en ellos que le llamara la atención pero no veía nada en absoluto.
-¿Por que todos aquellos que retrocedemos en el bosque volvemos a este claro?- Se dijo intrigado cuando la voz de la elfa que iba con la niña llego hasta sus oídos a forma de grito. -¡Si lo supiera te lo diría preciosa!- Le respondió de la misma forma que ella le había respondido a ella fue entonces cuando su padre se acercó para pedirle algo. El elfo miro a su padre tranquilamente, -Supongo que me pasara como a ti hace poco pero lo comprobare aun así.- Y sin mas salió corriendo bosque a dentro, pero en efecto al poco volvió a aparecer en el claro. -Interesante.-
Todos se estaban congregando en la puerta de la torre así que el ladrón también se acercó tranquilamente colocándose al lado de su padre. -Antigua sin duda, por lo menos mas de cien años creo yo que tendrá, de difícil acceso pues la puerta no tiene pomo ni cerradura que forzar. Las ventanas son muy altas como para escalar por la pared del edificio sin un buen equipo, si lo intentaras acabarías dándote un buen golpe contra el suelo. Fuera quien fuera el que la construyo se aseguro que no fuera sencillo entrar en ella para nadie.- Habló el joven sin apartar la mirada de aquella puerta que tenía delante. -En cuanto a lo de salir del claro se ve que por mucho que lo intentes vuelves aquí, como si algo no quisiera que nos fuéramos. Seguramente lo mismo que se ha hecho la colección de huesos que hay alrededor de la torre.- El elfo hablaba sin cortarse aunque hubiera una niña con ellos en esos momentos.
Por mas vueltas que le daba mentalmente a todo aquello aun habían cosas que al elfo se le pasaban por alto, estaba seguro de aquello, nada era imposible de abrir, solo se tenía que encontrar el modo de hacerlo pero la cosa era ¿cual era el modo? Aquella puerta no tenía pinta de moverse ni aunque la arroyara un elefante así que tendría que haber algún mecanismo por algún lado. Luego estaba lo que pasaba cuando te internabas de nuevo en el bosque, volver de nuevo al punto del que partías aunque fueras en linea recta era demasiado extraño para cualquiera que tuviera dos ojos de frente así que la pregunta era: ¿como salir del claro sin volver a él?
Al parecer las cosas se habían puesto bastante complicadas en un momento así que el joven saco un melocotón de una saca que llevaba en el cinturón y empezó a lanzarlo hacia arriba y cogerlo de nuevo completamente pensativo, hasta que de reojo vio a la pequeña que iba con la elfa de pelo corto. -Toma seguro que tu te lo comerás mas a gusto que yo señorita.- Le dijo a la pequeña con total amabilidad y aunque no se le viera por el pañuelo con una sonrisa en los labios. -¿Alguien tiene alguna idea de que hacer?- Preguntó al aire para todos los presentes.
Theodoro Trevisano
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Re: La torre del olvido [Interpretativo][4/5]
Iltharion pareció ser el único que prestó atención a la duda de la pequeña - ¿Luego me lo puedes enseñar? - Fuga también quería ver el dibujo que le había causado semejante reacción, debía ser realmente bonito y dudaba que pedírselo a su amiga en aquel momento fuera lo más oportuno pues parecía realmente centrada en discutir con la elfa morena, como si pudiera sacar algo útil de todo aquello.
Aquella vanidad ponía de los nervios a la muchacha ¿Acaso no sabía lo que era la moderación? Pero no pensaba ser ella la que perdiera aquella ridícula disputa de gatas, no le gustaba mostrarse cobarde pues ya suficiente fragilidad aparentaba como para también mostrarla-Tampoco se necesitan grandes dotes para llevar a cabo esa tarea- Respondió Wind sin perder de vista aquellos ojos que la miraban con cierta altanería mientras el rubor permanecía en su rostro, en parte por el enojo que comenzaba a causarle la conversación y en parte por la vergüenza que aún le provocaba lo que Iltharion le hubiera dicho a la elfa exótica.
-Definitivamente no conoces la palabra moderación- Comentó Wind cuando escuchó aquella referencia hacia su gusto por las mujeres.
Esa pregunta, con aquel tono impertinente hizo que Fuga pensara que, definitivamente aquella mujer era estúpida ¿Por qué hacer algo a quien no quiere? ¿Acaso disfrutaba del dolor ajeno? -Si no, tendremos problemas- Respondió, ahora seria y recuperando el tono normal en su voz, dejando traslucir que no tenía ningún problema en clavarle aquella daga que había guardad minutos atrás. Esa zorra no se iba a acercar a Fuga, al menos no sin pasar antes por su cadáver.
El grupo siguió dispersándose hasta el punto de que sólo quedaron Iltharion, la pequeña Fuga y ella en aquel punto donde se habían reunido en un principio - ¡Si que tengo! Pero, nos desviamos del camino y…- Prefirió que la frase muriese ahí, resultaba demasiado humillante reconocer que estaba perdiendo facultades de orientación en vez de ganarlas con el tiempo y la experiencia -Pero el map…- Comenzó a decir la pequeña hasta que Wind le puso una mano en la boca, con una sonrisa y delicadeza -Dejémoslo estar Fuga- Una risa nerviosa causada por la vergüenza de sentirse inútil y entonces preguntó al hijo de Iltharion si sabía que estaba sucediendo mientras separaba la mano de la boca de la pequeña.
Otro que no tenía ni idea, para ser una familia de Dioses, dejaban mucho que desear como conocedores de la vida. Fuga miró a Wind que se acabab de echar la mano libre al rostro con cierta desesperación -Seguro que podemos salir Wind- Trató de calmar la pequeña, a lo que la elfa se percató de que no era la mejor reacción que podía tener frente a la licántropa, así que esbozó una sonrisa optimista y asintió -Seguro que sí, pero nosotras no vamos a hacer lo mismo que él, es francamente ridículo- Comentó divertida mientras pensaba en que Iltharion se le estaba cayendo del pedestal dónde le colocó por su condición de Diosa -Cuando dije que no se podía, era porque ya lo había comprobado- Dijo Wind a viva voz, en una contestación tardía a aquel reproche mientras echaba a andar hasta la puerta de la torre ignorando al elfo que no paraba de correr, como si tuviera algún problema mental.
Esta vez fue Fuga la que siguió con la mirada al elfo joven, mientras éste corría igual que había hecho su padre segundos atrás -Se van a cansar- Comentó la pequeña -Que descansen ahora, tampoco es que tengamos excesiva prisa, antes tenemos que entender como entrar ahí- Contestó en tono amable a la vez que examinaba la torre con la mirada.
No podían llegar hasta las ventanas ni aunque hicieran una torre subiéndose a los hombros unos de otros y, la puerta sólo tenía una runa que la muchacha no terminaba de entender, le resultaba familiar pero no era capaz de comprenderla.
Un suspiro salió de los labios de Wind después de aquellas deducciones que el joven pelirrojo había puesto en voz alta -Buen resumen de lo que tenemos hasta ahora- Comentó en voz baja, pensativa mientras Fuga trataba de recordar lo que significaba aquella runa que solo veía a medias por culpa de la elfa exótica.
Wind miró a la otra elfa mientras levantaba una ceja - ¿Explosivos? - repitió incrédula -Si usamos eso tal vez tiremos la torre entera- Respondió tranquila mientras Fuga se separaba de la peliazul, sin llegar a soltar su mano, para ver mejor la runa. No tardó en ubicarla entera y en comprender lo que significaba, abrió la boca como si fuera a decir algo y la cerró en el mismo momento en el que aquel elfo joven se dirigió a ella.
Fuga no fue la única que dirigió su atención a aquel muchacho, sino que Wind también clavó su mirada sobre él, curiosa de saber a qué venía aquella amabilidad - ¿Puedo? - Preguntó la pequeña mientras miraba a la elfina con aquella mirada de perrito abandonado que se le ponía cuando quería algo y que hacía que la muchacha esbozara una sonrisa resignada -Claro- Señaló con la mano la fruta y se percató de que el muchacho llevaba el rostro tapado -Debería ser un crimen que llevaras el rostro tapado- Comentó con una sonrisa sin dejar demasiado claro si se refería a que debía estar pasando calor o a si tenía un rostro hermoso digno de mostrar a todo el mundo.
-Gracias- soltó la mano de Wind y cogió el melocotón con ambas manos. La pequeña ignoró aquel comentario que hizo su amiga y, tras darle un bocado al melocotón, miró a Wind y habló como, como si aquella fruta le hubiera hecho olvidar por un momento lo que significaba la runa -Magia, la runa significa magia. - Dio otro bocado a la jugosa fruta y volvió a acercarse a Wind. -Entonces, ¿Hay que abrir la puerta con magia? - Preguntó la muchacha a todos los allí presentes, a ver si alguno tenía idea de cómo usar la magia para abrir una puerta.
Aquella vanidad ponía de los nervios a la muchacha ¿Acaso no sabía lo que era la moderación? Pero no pensaba ser ella la que perdiera aquella ridícula disputa de gatas, no le gustaba mostrarse cobarde pues ya suficiente fragilidad aparentaba como para también mostrarla-Tampoco se necesitan grandes dotes para llevar a cabo esa tarea- Respondió Wind sin perder de vista aquellos ojos que la miraban con cierta altanería mientras el rubor permanecía en su rostro, en parte por el enojo que comenzaba a causarle la conversación y en parte por la vergüenza que aún le provocaba lo que Iltharion le hubiera dicho a la elfa exótica.
-Definitivamente no conoces la palabra moderación- Comentó Wind cuando escuchó aquella referencia hacia su gusto por las mujeres.
Esa pregunta, con aquel tono impertinente hizo que Fuga pensara que, definitivamente aquella mujer era estúpida ¿Por qué hacer algo a quien no quiere? ¿Acaso disfrutaba del dolor ajeno? -Si no, tendremos problemas- Respondió, ahora seria y recuperando el tono normal en su voz, dejando traslucir que no tenía ningún problema en clavarle aquella daga que había guardad minutos atrás. Esa zorra no se iba a acercar a Fuga, al menos no sin pasar antes por su cadáver.
El grupo siguió dispersándose hasta el punto de que sólo quedaron Iltharion, la pequeña Fuga y ella en aquel punto donde se habían reunido en un principio - ¡Si que tengo! Pero, nos desviamos del camino y…- Prefirió que la frase muriese ahí, resultaba demasiado humillante reconocer que estaba perdiendo facultades de orientación en vez de ganarlas con el tiempo y la experiencia -Pero el map…- Comenzó a decir la pequeña hasta que Wind le puso una mano en la boca, con una sonrisa y delicadeza -Dejémoslo estar Fuga- Una risa nerviosa causada por la vergüenza de sentirse inútil y entonces preguntó al hijo de Iltharion si sabía que estaba sucediendo mientras separaba la mano de la boca de la pequeña.
Otro que no tenía ni idea, para ser una familia de Dioses, dejaban mucho que desear como conocedores de la vida. Fuga miró a Wind que se acabab de echar la mano libre al rostro con cierta desesperación -Seguro que podemos salir Wind- Trató de calmar la pequeña, a lo que la elfa se percató de que no era la mejor reacción que podía tener frente a la licántropa, así que esbozó una sonrisa optimista y asintió -Seguro que sí, pero nosotras no vamos a hacer lo mismo que él, es francamente ridículo- Comentó divertida mientras pensaba en que Iltharion se le estaba cayendo del pedestal dónde le colocó por su condición de Diosa -Cuando dije que no se podía, era porque ya lo había comprobado- Dijo Wind a viva voz, en una contestación tardía a aquel reproche mientras echaba a andar hasta la puerta de la torre ignorando al elfo que no paraba de correr, como si tuviera algún problema mental.
Esta vez fue Fuga la que siguió con la mirada al elfo joven, mientras éste corría igual que había hecho su padre segundos atrás -Se van a cansar- Comentó la pequeña -Que descansen ahora, tampoco es que tengamos excesiva prisa, antes tenemos que entender como entrar ahí- Contestó en tono amable a la vez que examinaba la torre con la mirada.
No podían llegar hasta las ventanas ni aunque hicieran una torre subiéndose a los hombros unos de otros y, la puerta sólo tenía una runa que la muchacha no terminaba de entender, le resultaba familiar pero no era capaz de comprenderla.
Un suspiro salió de los labios de Wind después de aquellas deducciones que el joven pelirrojo había puesto en voz alta -Buen resumen de lo que tenemos hasta ahora- Comentó en voz baja, pensativa mientras Fuga trataba de recordar lo que significaba aquella runa que solo veía a medias por culpa de la elfa exótica.
Wind miró a la otra elfa mientras levantaba una ceja - ¿Explosivos? - repitió incrédula -Si usamos eso tal vez tiremos la torre entera- Respondió tranquila mientras Fuga se separaba de la peliazul, sin llegar a soltar su mano, para ver mejor la runa. No tardó en ubicarla entera y en comprender lo que significaba, abrió la boca como si fuera a decir algo y la cerró en el mismo momento en el que aquel elfo joven se dirigió a ella.
Fuga no fue la única que dirigió su atención a aquel muchacho, sino que Wind también clavó su mirada sobre él, curiosa de saber a qué venía aquella amabilidad - ¿Puedo? - Preguntó la pequeña mientras miraba a la elfina con aquella mirada de perrito abandonado que se le ponía cuando quería algo y que hacía que la muchacha esbozara una sonrisa resignada -Claro- Señaló con la mano la fruta y se percató de que el muchacho llevaba el rostro tapado -Debería ser un crimen que llevaras el rostro tapado- Comentó con una sonrisa sin dejar demasiado claro si se refería a que debía estar pasando calor o a si tenía un rostro hermoso digno de mostrar a todo el mundo.
-Gracias- soltó la mano de Wind y cogió el melocotón con ambas manos. La pequeña ignoró aquel comentario que hizo su amiga y, tras darle un bocado al melocotón, miró a Wind y habló como, como si aquella fruta le hubiera hecho olvidar por un momento lo que significaba la runa -Magia, la runa significa magia. - Dio otro bocado a la jugosa fruta y volvió a acercarse a Wind. -Entonces, ¿Hay que abrir la puerta con magia? - Preguntó la muchacha a todos los allí presentes, a ver si alguno tenía idea de cómo usar la magia para abrir una puerta.
Windorind Crownguard
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Re: La torre del olvido [Interpretativo][4/5]
Cada paso sobre lo marchito cruje en pos de algún hueso que no resiste los pisotones vigorosos que van conduciéndome por toda la extensión, a lo largo del sendero van erigiendo cráneos de diversas formas y tamaños, los que osan meterse de por medio son lanzados al aire con un puntapié exultante. Si bien es cierto que estoy interesada en la puerta, antes de llegar a esta examino en circuito la torre entera, la piedra está mohosa y no es requerido un tacto para saber que lleva siglos anclada en la pradera hechizada. En lo alto se dispersan ventanales polvorientos, la altitud no será un inconveniente si me apiado a las dos dagas para escalar, el dilema real surge al llegar, la suciedad no me permitirá ver absolutamente nada y el cristal deberé romperlo a base de codazos férreos.
Es una posibilidad, pero no la tantearé sin indagar a fondo primero. Con los brazos a la altura del pecho cruzo la senda sin percatarme en absoluto de los quehaceres del elfo cobrizo ni de sus estupideces, voy a lo mío e independiente no malgastaré el tiempo en echarles un vistazo. Por fin en la puerta inspeccioné la madera con recelo, la runa respectiva y la falta de un pomo del cual tirar, ¿a la fuerza? A la fuerza, con ambas manos sobre el material empujé hacia dentro, en la primera ronda no utilicé demasiado vigor pero en la segura logré hasta asfixiarme. Testaruda apegué mi cuerpo a las esquinas para analizar las bisagras y verificar si están en funcionamiento y no son las culpables de que los portones no sean entreabiertos, podría ser incluso una cortina de humo, una puerta falsa mientras que la verdadera es de piedra y se mantiene camuflada por la pedrería de la torre.
Con la bromita de los explosivos realzada por una contesta obvia intenté mirar más allá, o quizá más atrás por donde debería comenzar para comprender que el escape a esta prisión está a un clic de vandalismo, si no cede con un empujón, lo hará con una patada, como si tengo que usar la cabeza de alguno de ellos como tronco para abrirme paso a través de la madera embrujada. Antes de soltar la cólera interna que aferro presidiaria volteo ambas piernas y contorneo la cadera. ─ Me importa un bledo los años que lleve aquí, eso sí, se abrirá por mis santísimos cojones. ─ Sin nada más que compartir me dirigí precisamente a lo tangible del asunto, por tercera vez recorrí en círculos la torre, ambas palmas abiertas tantean la piedra y se detienen si algún ladrillo está aflojado, podría ser una entrada, un botón a accionar o una maldita pista que explorar.
Nada, no hay puertas secretas ni agrupaciones mágicas de pedruscos que se hundan en señal de enigmáticos pasadizos, sellado e íntegro la única manera de entrar será la puerta y los ventanales contaminados por el polvo. Todo esto tiene una solución y es que el mundo me brinda la mano, como si me invitase a que saque a relucir una inestabilidad emocional donde ganarán las ansias en vez del razonamiento. La precisión de la lógica y mi naturaleza rara vez congenian y hoy, en este claro, junto a estas personas no serán la opción a disputar. A pasos acrecentados y hostigada por los minutos desperdiciados arribo a la entrada, no comenté en voz alta mi plan, tan sólo lo llevé acabo.
Mi pecho sube y baja hasta recoger gran cantidad de aire, los latidos del corazón va aminorando y en un acto de refracción alzo la pierna izquierda, guiada por una velocidad innata y una potencia a tener en cuenta golpeé con todas mis fuerzas la madera de las puertas, temblaron y el polvo adherido al torreón comenzó a descender desde lo alto cual marea coetánea de moléculas. Un escozor anexado a la pierna que ejerció la patada me saca de mis casillas, intacta se aprecia la maldita mientras que la desesperación me conduce al siguiente nivel de ferocidad. Los músculos por inercia voy relajándolos, con los luceros avellanados volví a alzar la extremidad baja, pero esta vez la carga ofensiva en contra de la puerta se convirtió en un estruendo desconcertante que debería haberla reventado como usualmente pasa cuando las utilizo en contra de otras razas, la fuerza soldada a la velocidad rara vez no mata, rara vez no destroza, rara vez no funciona.
─ ¿En serio? ─ Aproveché para darle un puñetazo merecido, el polvo continúa decayendo como si fuese una lluvia ilusoria, dando a entender que hasta los cimientos pudieron haberse movido, más no el portón. Habrá que pasar al plan B, por el claro voy recogiendo los cráneos más sólidos, unos tres o cuatro serán suficientes. Los elfos y la niña de coletas doradas me la traen floja, por esa misma razón no me detengo a entablar conversación, principalmente porque del cabreo que llevo encima no soltaría más que veneno hacia todos ellos. Cargada hasta arriba me detengo en frente de un ventanal, apunté concisa y sin malgastar una mísera sesera huesuda voy lanzándolas a toda potencia en contra del cristal. ─ ¡¡¡Hijo de puta!!! ¡¡¡Muestra tu cara o cuanto entre no te reconocerá ni tu madre!!! ─ Fuera de control arrojé la segunda, la tercera y noté como una tajada iniciaba una posible ruptura.
─ Te vas a cagar. ─ Susurré. ─ Usar magia, "magia" ─ Escupí repulsiva, si realmente se trata de un hechicero acabará con la piel sacada y tan sólo en músculo, a mi no me jodáis, si no logro romper la puerta iré a por la ventana, y que los ancestros me libren o tiraré hasta la torre, ya me lleven días. ─ Magia te daré yo con mis armas, desgraciado, te haré tiras de carne y se las daré de comer a los animales del bosque. ─ En completa soledad recogí unos cuantos cráneos de más sin ser oída, a la mierda, uno de ellos lo arrojé hacia el horizonte totalmente frustrada, los tres aún sin lanzar por estrés los llevé en frente del ventanal para seguir con el objetivo de cascar el cristal hasta que este ceda y se convierta en una entrada.
Subrayada habilidad lvl 0: Determinación.
Es una posibilidad, pero no la tantearé sin indagar a fondo primero. Con los brazos a la altura del pecho cruzo la senda sin percatarme en absoluto de los quehaceres del elfo cobrizo ni de sus estupideces, voy a lo mío e independiente no malgastaré el tiempo en echarles un vistazo. Por fin en la puerta inspeccioné la madera con recelo, la runa respectiva y la falta de un pomo del cual tirar, ¿a la fuerza? A la fuerza, con ambas manos sobre el material empujé hacia dentro, en la primera ronda no utilicé demasiado vigor pero en la segura logré hasta asfixiarme. Testaruda apegué mi cuerpo a las esquinas para analizar las bisagras y verificar si están en funcionamiento y no son las culpables de que los portones no sean entreabiertos, podría ser incluso una cortina de humo, una puerta falsa mientras que la verdadera es de piedra y se mantiene camuflada por la pedrería de la torre.
Con la bromita de los explosivos realzada por una contesta obvia intenté mirar más allá, o quizá más atrás por donde debería comenzar para comprender que el escape a esta prisión está a un clic de vandalismo, si no cede con un empujón, lo hará con una patada, como si tengo que usar la cabeza de alguno de ellos como tronco para abrirme paso a través de la madera embrujada. Antes de soltar la cólera interna que aferro presidiaria volteo ambas piernas y contorneo la cadera. ─ Me importa un bledo los años que lleve aquí, eso sí, se abrirá por mis santísimos cojones. ─ Sin nada más que compartir me dirigí precisamente a lo tangible del asunto, por tercera vez recorrí en círculos la torre, ambas palmas abiertas tantean la piedra y se detienen si algún ladrillo está aflojado, podría ser una entrada, un botón a accionar o una maldita pista que explorar.
Nada, no hay puertas secretas ni agrupaciones mágicas de pedruscos que se hundan en señal de enigmáticos pasadizos, sellado e íntegro la única manera de entrar será la puerta y los ventanales contaminados por el polvo. Todo esto tiene una solución y es que el mundo me brinda la mano, como si me invitase a que saque a relucir una inestabilidad emocional donde ganarán las ansias en vez del razonamiento. La precisión de la lógica y mi naturaleza rara vez congenian y hoy, en este claro, junto a estas personas no serán la opción a disputar. A pasos acrecentados y hostigada por los minutos desperdiciados arribo a la entrada, no comenté en voz alta mi plan, tan sólo lo llevé acabo.
Mi pecho sube y baja hasta recoger gran cantidad de aire, los latidos del corazón va aminorando y en un acto de refracción alzo la pierna izquierda, guiada por una velocidad innata y una potencia a tener en cuenta golpeé con todas mis fuerzas la madera de las puertas, temblaron y el polvo adherido al torreón comenzó a descender desde lo alto cual marea coetánea de moléculas. Un escozor anexado a la pierna que ejerció la patada me saca de mis casillas, intacta se aprecia la maldita mientras que la desesperación me conduce al siguiente nivel de ferocidad. Los músculos por inercia voy relajándolos, con los luceros avellanados volví a alzar la extremidad baja, pero esta vez la carga ofensiva en contra de la puerta se convirtió en un estruendo desconcertante que debería haberla reventado como usualmente pasa cuando las utilizo en contra de otras razas, la fuerza soldada a la velocidad rara vez no mata, rara vez no destroza, rara vez no funciona.
─ ¿En serio? ─ Aproveché para darle un puñetazo merecido, el polvo continúa decayendo como si fuese una lluvia ilusoria, dando a entender que hasta los cimientos pudieron haberse movido, más no el portón. Habrá que pasar al plan B, por el claro voy recogiendo los cráneos más sólidos, unos tres o cuatro serán suficientes. Los elfos y la niña de coletas doradas me la traen floja, por esa misma razón no me detengo a entablar conversación, principalmente porque del cabreo que llevo encima no soltaría más que veneno hacia todos ellos. Cargada hasta arriba me detengo en frente de un ventanal, apunté concisa y sin malgastar una mísera sesera huesuda voy lanzándolas a toda potencia en contra del cristal. ─ ¡¡¡Hijo de puta!!! ¡¡¡Muestra tu cara o cuanto entre no te reconocerá ni tu madre!!! ─ Fuera de control arrojé la segunda, la tercera y noté como una tajada iniciaba una posible ruptura.
─ Te vas a cagar. ─ Susurré. ─ Usar magia, "magia" ─ Escupí repulsiva, si realmente se trata de un hechicero acabará con la piel sacada y tan sólo en músculo, a mi no me jodáis, si no logro romper la puerta iré a por la ventana, y que los ancestros me libren o tiraré hasta la torre, ya me lleven días. ─ Magia te daré yo con mis armas, desgraciado, te haré tiras de carne y se las daré de comer a los animales del bosque. ─ En completa soledad recogí unos cuantos cráneos de más sin ser oída, a la mierda, uno de ellos lo arrojé hacia el horizonte totalmente frustrada, los tres aún sin lanzar por estrés los llevé en frente del ventanal para seguir con el objetivo de cascar el cristal hasta que este ceda y se convierta en una entrada.
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Eretria Noorgard
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Re: La torre del olvido [Interpretativo][4/5]
Un ruido agudo y suave paso acompaño la primera grieta, oculta bajo el polvo de la ventana. El proyectil de hueso viejo se rompió en unos cuantos pedazos, y llovió en el vacío que se formaba debajo del alfeizar de la abertura en la torre.
El primer cráneo no hizo más que una rajadura que apenas se veía bajo el manto de suciedad de la ventana, el segundo hizo templar el vidrio, y se le soltaron algunos dientes al impactar, que salieron como perdigones en varias direcciones mientras se precipitaba al vacío.
El tercer cráneo fue el ganador, y con un estrépito molesto, y el inconfundible sonido del cristal romperse, dejó una abertura en la ventana. Primero el vidrio templo, el cráneo rebotó y se estrelló contra el suelo, a los pocos segundos, una lluvia de cristales empezó a cruzar la imponente caída de aproximadamente unos ocho metros. La mayoría de vidrios habían quedado del lado de a dentro, pero otros pocos se abalanzaron sobre el pasto, los cuerpos, y los inesperados visitantes que se hallaban debajo de la torre, sin misericordia ninguna.
Nadie salió a reclamar por aquel daño a la torre, ni a defender su honor ante las blasfemias y amenazas. La torre se hallaba tan silenciosa como en un comienzo.
Iltharion decidió no contestar a la pequeña Windorind, cuando esta, a voces, le recordó su advertencia, más que nada porque de nada servía discutir. Era natural para el bardo que nadie en su sano juicio se creería aquello de buenas a primeras, que sin saberlo ni verlo venir había quedado atrapado en un lugar del que no podía definir siquiera un muro invisible.
Cansado y con la respiración alterada, volvió el trovador a la puerta, caminando pausadamente e intentando recuperar el aire. Encontró en la pared que enmarcaba la puerta un buen respaldo, y apoyó en ella un hombro, mientras se cruzaba de brazos, y contemplaba a su bastardo cumplir aquel sencillo cometido que le había encomendado.
Como se temía, el muchacho volvió al claro, y sin el empuje o la necesidad de comprobar que eso se mantuviera así en el resto del claro, y ya habiéndolo hecho el trovador de pelo cano por todos ellos, se reunieron una vez más a la vera de aquel edificio cerrado.
La pregunta al aire que tiró el bardo fue respondida por aquel con quien compartía sangre, pero la muchacha de tez tostada y temperamento exaltado, decidió dar también su opinión, y desahogar un poco en el ambiente su carácter irritado.
-Cierto. -Le dio la razón a su hijo el trovador, pese a que no tenía forma de asegurarlo a ciencia cierta, y mentalmente intento recrear los mapas viejos de los reinos, y tratar de ubicarse en ellos.
Eretria no tenía ganas de ser paciente, ni tratar de encontrar un modo practico e inocuo para abrir la puerta, y empezó a hacer gala no solo de su temperamento, si no de su increíble puerta, golpeando esta con un ímpetu asombroso que hacía que el viajero se alegrara de no ser el aquel cacho de madera, y de haber sido lo suficientemente prudente como para no merecerse aquellos golpes, que estaba seguro, podían partirle algún que otro hueso.
-Los hombres lobo rara vez hacen estructuras tan grandes, y su reino era antaño de los brujos, si la memoria no me falla. - Murmuró el trovador, más para sí mismo, como si poner en voz alta aquel pensamiento, le ayudara a cotejarlo, a asegurarse de que era verídico, e hiciera más fácil que pudiera auto corregirse en el caso de no ser cierto.
Iltharion se sacudió con una mano el polvo que Eretria había logrado que le cayera sobre el pelo, y con los dedos se peinó la coleta y la sacudió para terminar de desprenderla de aquella suciedad vieja, aunque se imaginaba que por dentro aquel lugar no debía de estar mucho más limpio, por lo menos si estaba tan abandonado como parecía.
Cuando la elfa de carácter ardiente se apartó de la puerta para ponerse a cosechar huesos, se acercó el trovador a la puerta, y contemplo aquel cerrojo, con la aclaración de la pequeña Fuga en mente. Constató que, talladas en la palma de la mano, en relieve hacia afuera, aparecían las letras que conformaban dicha palabra, y también que los golpes de la elfa de curvas sibaritas y tez de caramelo no había hecho nada más a esa pieza de ebanistería que sacudirle el polvo de encima.
Meditando se hallaba en como abrir la puerta, cuando el ruido de los cristales llamó su atención, y subió ambos brazos para protegerse la cabeza. Las piezas no eran grandes, pero si cortantes, y la velocidad de la caída convertía aquellos pequeños pedazos en más que una molestia.
Un trocito diminuto se le clavo en el brazo, apenas hundiéndose un milímetro en la piel y la tela. Otro del tamaño de un pulgar, le rozó la muñeca haciendo un corte superficial que aunque enrojeció los bordes del mismo, no llegó a formar una gota de sangre, como si no fuera más que un arañazo, no peor que los que le proporcionaba el Aski.
Fue entonces que algo hizo un pequeño “clack” en su mente, revelandole una idea que no creía errada, en parte por el termino vasto usado en la puerta y por otro lado, gracias a las escasas precauciones de la elfa enfadada a la hora de abrirse una segunda entrada.
Ya a salvo de cristales Iltharion miró la ventana y después a la morena.
-¿A caso piensas escalar hasta allí?.-Le preguntó encarando una ceja, callándose el hecho de creerse poseedor de la clave para abrir la puerta, pues la idea de ver a la chiquilla intentando treparse y que a un tercio de camino viera abrirse la entrada le resultaba sumamente graciosa, y una broma que se merecía por haber hecho llover cristales sin siquiera preocuparse de avisar a los que estaban pegados a la base de la torre.
El primer cráneo no hizo más que una rajadura que apenas se veía bajo el manto de suciedad de la ventana, el segundo hizo templar el vidrio, y se le soltaron algunos dientes al impactar, que salieron como perdigones en varias direcciones mientras se precipitaba al vacío.
El tercer cráneo fue el ganador, y con un estrépito molesto, y el inconfundible sonido del cristal romperse, dejó una abertura en la ventana. Primero el vidrio templo, el cráneo rebotó y se estrelló contra el suelo, a los pocos segundos, una lluvia de cristales empezó a cruzar la imponente caída de aproximadamente unos ocho metros. La mayoría de vidrios habían quedado del lado de a dentro, pero otros pocos se abalanzaron sobre el pasto, los cuerpos, y los inesperados visitantes que se hallaban debajo de la torre, sin misericordia ninguna.
Nadie salió a reclamar por aquel daño a la torre, ni a defender su honor ante las blasfemias y amenazas. La torre se hallaba tan silenciosa como en un comienzo.
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Iltharion decidió no contestar a la pequeña Windorind, cuando esta, a voces, le recordó su advertencia, más que nada porque de nada servía discutir. Era natural para el bardo que nadie en su sano juicio se creería aquello de buenas a primeras, que sin saberlo ni verlo venir había quedado atrapado en un lugar del que no podía definir siquiera un muro invisible.
Cansado y con la respiración alterada, volvió el trovador a la puerta, caminando pausadamente e intentando recuperar el aire. Encontró en la pared que enmarcaba la puerta un buen respaldo, y apoyó en ella un hombro, mientras se cruzaba de brazos, y contemplaba a su bastardo cumplir aquel sencillo cometido que le había encomendado.
Como se temía, el muchacho volvió al claro, y sin el empuje o la necesidad de comprobar que eso se mantuviera así en el resto del claro, y ya habiéndolo hecho el trovador de pelo cano por todos ellos, se reunieron una vez más a la vera de aquel edificio cerrado.
La pregunta al aire que tiró el bardo fue respondida por aquel con quien compartía sangre, pero la muchacha de tez tostada y temperamento exaltado, decidió dar también su opinión, y desahogar un poco en el ambiente su carácter irritado.
-Cierto. -Le dio la razón a su hijo el trovador, pese a que no tenía forma de asegurarlo a ciencia cierta, y mentalmente intento recrear los mapas viejos de los reinos, y tratar de ubicarse en ellos.
Eretria no tenía ganas de ser paciente, ni tratar de encontrar un modo practico e inocuo para abrir la puerta, y empezó a hacer gala no solo de su temperamento, si no de su increíble puerta, golpeando esta con un ímpetu asombroso que hacía que el viajero se alegrara de no ser el aquel cacho de madera, y de haber sido lo suficientemente prudente como para no merecerse aquellos golpes, que estaba seguro, podían partirle algún que otro hueso.
-Los hombres lobo rara vez hacen estructuras tan grandes, y su reino era antaño de los brujos, si la memoria no me falla. - Murmuró el trovador, más para sí mismo, como si poner en voz alta aquel pensamiento, le ayudara a cotejarlo, a asegurarse de que era verídico, e hiciera más fácil que pudiera auto corregirse en el caso de no ser cierto.
Iltharion se sacudió con una mano el polvo que Eretria había logrado que le cayera sobre el pelo, y con los dedos se peinó la coleta y la sacudió para terminar de desprenderla de aquella suciedad vieja, aunque se imaginaba que por dentro aquel lugar no debía de estar mucho más limpio, por lo menos si estaba tan abandonado como parecía.
Cuando la elfa de carácter ardiente se apartó de la puerta para ponerse a cosechar huesos, se acercó el trovador a la puerta, y contemplo aquel cerrojo, con la aclaración de la pequeña Fuga en mente. Constató que, talladas en la palma de la mano, en relieve hacia afuera, aparecían las letras que conformaban dicha palabra, y también que los golpes de la elfa de curvas sibaritas y tez de caramelo no había hecho nada más a esa pieza de ebanistería que sacudirle el polvo de encima.
Meditando se hallaba en como abrir la puerta, cuando el ruido de los cristales llamó su atención, y subió ambos brazos para protegerse la cabeza. Las piezas no eran grandes, pero si cortantes, y la velocidad de la caída convertía aquellos pequeños pedazos en más que una molestia.
Un trocito diminuto se le clavo en el brazo, apenas hundiéndose un milímetro en la piel y la tela. Otro del tamaño de un pulgar, le rozó la muñeca haciendo un corte superficial que aunque enrojeció los bordes del mismo, no llegó a formar una gota de sangre, como si no fuera más que un arañazo, no peor que los que le proporcionaba el Aski.
Fue entonces que algo hizo un pequeño “clack” en su mente, revelandole una idea que no creía errada, en parte por el termino vasto usado en la puerta y por otro lado, gracias a las escasas precauciones de la elfa enfadada a la hora de abrirse una segunda entrada.
Ya a salvo de cristales Iltharion miró la ventana y después a la morena.
-¿A caso piensas escalar hasta allí?.-Le preguntó encarando una ceja, callándose el hecho de creerse poseedor de la clave para abrir la puerta, pues la idea de ver a la chiquilla intentando treparse y que a un tercio de camino viera abrirse la entrada le resultaba sumamente graciosa, y una broma que se merecía por haber hecho llover cristales sin siquiera preocuparse de avisar a los que estaban pegados a la base de la torre.
Iltharion Dur'Falas
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Re: La torre del olvido [Interpretativo][4/5]
Todos los allí presentes estaban buscando las posibles a las preguntas que todos se formulaban, o casi todos. En primer lugar como entrar en aquel edificio antiguo que se alzaba ante sus ojos y que no parecía de libre acceso para los aventureros; y luego por igual la razón por la que no podían salir del claro por mucho que caminaran en linea recta. Realmente eran cosas que todos se plantearían, no del mismo modo pero seguro que si se les pasaba por la cabeza.
El joven ladrón dio su opinión respecto a la antigüedad de la torre añadiendo ciertos detalles que como ladrón le habían llamado mas la atención como la altura de las ventanas o la misma puerta que todos tenían delante de sus ojos. Aunque mas o menos se esperaba algo así la respuesta que había dado la elfa exótica hizo que el joven alzara una ceja y se cruzara un momento de brazos. Definitivamente aquella elfa se alteraba con facilidad por lo que él estaba viendo eso no podría ser bueno mas adelante seguramente.
Mientras aquella chica golpeaba la puerta con todas sus ganas el ladrón lanzaba hacia arriba una fruta que llevaba en un macuto pequeño en el cinto por la espalda, lo que pasó fue que los ojos del elfo se enfocaron en la pequeña que estaba con ellos y le ofreció con amabilidad aquella fruta. Tras ver como la niña le pedía permiso a la elfa de pelo corto y cogía la fruta se quedo mirando a la elfa pues su comentario le hizo soltar una pequeña carcajada amistosa.
Sin decir nada se quito el pañuelo de la cara para dejarla al descubierto. -También debe ser un crimen que jóvenes elfas como tu vayan solas por los caminos con niñas pequeñas aunque por lo que he visto podrías defenderte perfectamente sola ¿Me equivoco?- Le dijo amablemente mientras revisaba de reojo que hacían tanto su padre como la otra elfa. Por primera vez estaba ante una situación realmente complicado y atrapado como lo estaba en aquel claro así que necesitaría de toda su concentración para buscar salida a todo aquello.
De repente unos cristales se precipitaron hacia los que debajo de la torre se encontraban y Theo como acto reflejo de giro dando la espalda y poniendo su capa como escudo para que los cristales no le golpearan de lleno. Algunos golpearon su armadura y otros su capa pero ninguno llego a hacer herida alguna contra su piel al caer, por suerte. Aquella elfa exótica iba a conseguir matarlos como siguiera comportándose como una inútil y actuando de una manera tan poco útil.
-Si piensas que vas a trepar hasta allí arriba sin caerte lo llevas claro.- Dijo el joven mirando la ventana que se había roto y luego miro de nuevo a la puerta. -Si como dice la pequeña y en la runa pone magia y la puerta se abre con magia a no ser que alguno de nosotros sea un hechicero lo llevamos bastante mal para entrar ahí.- Theodoro se movió hacia la puerta para examinarla mas detenidamente pero nada era exactamente estanca sin posibilidad de abrirla sin su debido interruptor o activador.
-Odio estas malditas puertas.- Dijo al aire. -Prefiero las puertas normales son mas fáciles de abrir con el equipo adecuado.- Sin mas echo a caminar hacia el pozo que había cerca y miro hacia abajo. Si había agua pero aquello tampoco le servía de mucho así que volvió a la puerta y se apoyo sobre un lado de esta. -Ni idea de como entrar excepto por lo ya dicho y me apostaría el cuello a que nuestro problema para irnos también esta aquí dentro.- Dijo tocando la puerta con la mano.
Theodoro Trevisano
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Re: La torre del olvido [Interpretativo][4/5]
Wind miró sorprendida como la elfa morena estallaba en furia, mientras ella tiraba de Fuga hacia atrás para que se alejara un poco de semejante espectáculo de agresividad y del polvo que causaba, haciendo que la pequeña tuviera que volver a acercarse, cuando la peliazul dejó de tirar de ella para poder ver la runa que estaba en la puerta. “Probablemente si hubiéramos tenido explosivos, ella no hubiera dudado en usarlos” Pensó la elfina mientras veía la polvareda que se había montado con los golpes de la morena a la puerta. Suspiró y se quedó mirando a la mujer, que parecía estar dispuesta a tirar la torre a patadas si era necesario y, a pesar de estar deseando abrir la boca, se mordió el labio para no hacer comentario alguno sobre esos métodos, los cuales no estaban dando resultado, por si acaso la próxima destinataria de uno de esos golpes, acababa siendo ella.
Aquella respuesta le hico cierta gracia, pero Wind tan solo se encogió de hombros, con una media sonrisa para, después, responder escuetamente -Quien sabe- Respondió tranquila, como si aquella pregunta realmente no tuviera una respuesta real, mientras miraba de reojo como la elfa morena comenzaba a dar vueltas a la torre ¿Otra con ideas de loca? Quien sabía, pero ella prefería concentrarse en la puerta antes que comenzar a hacer probativas extrañas con todo lo que parecía extraño.
Fuga miró como la elfa agresiva comenzaba a lanzar cráneos contra la ventana, parecía que ya se había cansado de golpear y dar vueltas, y ahora la había tomado con los cristales ¿Qué esperaba conseguir? Pensó que, tal vez, haciendo eso aquella mujer tratara de llamar la atención de alguien que estuviera dentro de la torre, pero, cuando comenzó a lanzar improperios y nadie aparecía, descartó esa idea ¿Acaso era una simple prueba para ver si se podían romper? Le creaba cierta curiosidad, siempre le gustaba saber más acerca de por qué la gente hacía las cosas que hacía, sobre todo, cuando hacían cosas que ella consideraba extrañas, pero no parecía que preguntar fuera la mejor opción, al menos, no mientras estaba tan alterada.
La pregunta de Wind fue ampliamente ignorada en principio, haciendo que ésta suspirara al no escuchar ninguna solución útil. Miró a todos los allí presentes y, las muchachas se acercaron a la puerta, como si de aquella manera pudieran descifrar el enigma oculto de la misma.
No tuvo demasiado tiempo para esa tarea pues, un sonido llamó su atención y apenas tuvo tiempo de ver aquellos cristales antes de dar un tirón de Fuga, haciendo que ésta perdiera el melocotón por el camino y la cubriera con su propio cuerpo, inclinándose sobre ella. “¿Pero qué demonios le pasa a esa loca?” Pensó realmente enfadada mientras notaba las pequeñas briznas caer en su espalda. Una pequeña esquirla no llegó a su piel, dejando un pequeño corte en su ropa y otra le dio en la cabeza, de un tamaño casi ridículo, pero que llegó a cortar ligeramente su nuca, de donde salió una gota de sangre, la cual, al incorporarse de nuevo, resbaló por su espalda y desapareció en ella, quedando como única marca de aquel pequeño corte.
-Por todos los Dioses, tienen razón ¿Acaso planeas subir por la pared? - Preguntó mientras se separaba de la pequeña, que parecía ligeramente aturdida por aquel tirón tan brusco. Fuga miró el melocotón con cierta tristeza que, nadie notaría, excepto Wind si la miraba. Aquella fruta era un regalo, y ella tenía hambre, pero hora estaba llena de tierra y, además, había caído sobre un hueso, recogerla no era una opción -Deberías tener más cuidado- Reprochó la pequeña, ignorando que al elfa lo había hecho para protegerla. La peliazul suspiró y acarició su cabeza mientras el elfo joven comenzaba a hablar sobre cómo abrir la puerta -Lo siento, luego compraremos algún dulce, para compensarte- La licántropa asintió y ambas volvieron a centrarse en la puerta, ahora un paso más alejadas, por si acaso alguna otra ventana acababa rota.
Aquel comentario, hio que Fuga mirara a Wind con cierta incredulidad, como si aquel misterio fuera absurdamente sencillo y ellos absurdamente tontos, aunque, tal vez, era a ella a la que se le estaba escapando algo, así que decidió preguntar- ¿Por qué un hechicero? - Preguntó la pequeña sin comprender por qué era necesario alguien de otra raza - ¿Eh...? Pues porque usan magia, claro- Contestó sin perder de vista la puerta, buscando algo que le indicara como abrirla -Los elfos usáis magia- Comentó Fuga, como si aquello fuera obvio y ellos, estúpidos.
Las muchachas ignoraron ampliamente los comentarios del pelirrojo joven mientras hablaban entre ellas, pero, con esa última aclaración de Fuga, Wind tocó fondo de hasta dónde podía llegar su ignorancia -Tienes razón…- Murmuró para sí misma -Creo que has solucionado el problema Fuga- Felicitó la elfa mientras le acariciaba la cabeza -Eh, tú, deja el complejo de gato, creo que Fuga ha resuelto el problema de la puerta- No sabía en qué punto de aquel plan, el cual habían supuesto ellos, se encontraba la elfa exótica, pero tampoco le importaba, era su decisión y, si se caía y se partía una pierna, era problema suyo.
-Si usamos la magia para abrir la puerta… ¿Una plegaria? – Si aquello salía mal, su orgullo quedaría por los suelos, pero, al menos habría intentado algo... o algo que no había estado a punto de acabar con la torre entera -Y sino, pasaré a metodos más drasticos, hasta que se venga abajo la torre entera- Sentenció seria, ante la mirada curiosa de Fuga, pero no pensaba quedarse allí para siempre, si era necesario para salvar a la pequeña, acabaría ayudando a la elfa exótica para alcanzar la ventana.
Wind se acercó de nuevo a la puerta, soltando la mano de Fuga, hasta que quedó con ambas manos sobre la runa. Cerró los ojos y murmuró una plegaria, sencilla, que casi podía haberse confundido con un susurro en el viento. Era la primera vez que imploraba por algo que no fuera su sanación, pero con un pequeño “Cielos, ayudadme” abrió los ojos y esperó que aquello hubiera dado resultado.
offrol: Queridos, las vacaciones me esperan, os doy todo el permiso del mundo para que me ignoreis y salteis mi turno hasta que vuelva. osea, el domingo. Si esto ha abierto la puerta, me quedaré fuera de la torre porque a Fuga le da miedo la oscuridad y cuando regrese de mis vacaciones, entraré con vosotros n.n
Aquella respuesta le hico cierta gracia, pero Wind tan solo se encogió de hombros, con una media sonrisa para, después, responder escuetamente -Quien sabe- Respondió tranquila, como si aquella pregunta realmente no tuviera una respuesta real, mientras miraba de reojo como la elfa morena comenzaba a dar vueltas a la torre ¿Otra con ideas de loca? Quien sabía, pero ella prefería concentrarse en la puerta antes que comenzar a hacer probativas extrañas con todo lo que parecía extraño.
Fuga miró como la elfa agresiva comenzaba a lanzar cráneos contra la ventana, parecía que ya se había cansado de golpear y dar vueltas, y ahora la había tomado con los cristales ¿Qué esperaba conseguir? Pensó que, tal vez, haciendo eso aquella mujer tratara de llamar la atención de alguien que estuviera dentro de la torre, pero, cuando comenzó a lanzar improperios y nadie aparecía, descartó esa idea ¿Acaso era una simple prueba para ver si se podían romper? Le creaba cierta curiosidad, siempre le gustaba saber más acerca de por qué la gente hacía las cosas que hacía, sobre todo, cuando hacían cosas que ella consideraba extrañas, pero no parecía que preguntar fuera la mejor opción, al menos, no mientras estaba tan alterada.
La pregunta de Wind fue ampliamente ignorada en principio, haciendo que ésta suspirara al no escuchar ninguna solución útil. Miró a todos los allí presentes y, las muchachas se acercaron a la puerta, como si de aquella manera pudieran descifrar el enigma oculto de la misma.
No tuvo demasiado tiempo para esa tarea pues, un sonido llamó su atención y apenas tuvo tiempo de ver aquellos cristales antes de dar un tirón de Fuga, haciendo que ésta perdiera el melocotón por el camino y la cubriera con su propio cuerpo, inclinándose sobre ella. “¿Pero qué demonios le pasa a esa loca?” Pensó realmente enfadada mientras notaba las pequeñas briznas caer en su espalda. Una pequeña esquirla no llegó a su piel, dejando un pequeño corte en su ropa y otra le dio en la cabeza, de un tamaño casi ridículo, pero que llegó a cortar ligeramente su nuca, de donde salió una gota de sangre, la cual, al incorporarse de nuevo, resbaló por su espalda y desapareció en ella, quedando como única marca de aquel pequeño corte.
-Por todos los Dioses, tienen razón ¿Acaso planeas subir por la pared? - Preguntó mientras se separaba de la pequeña, que parecía ligeramente aturdida por aquel tirón tan brusco. Fuga miró el melocotón con cierta tristeza que, nadie notaría, excepto Wind si la miraba. Aquella fruta era un regalo, y ella tenía hambre, pero hora estaba llena de tierra y, además, había caído sobre un hueso, recogerla no era una opción -Deberías tener más cuidado- Reprochó la pequeña, ignorando que al elfa lo había hecho para protegerla. La peliazul suspiró y acarició su cabeza mientras el elfo joven comenzaba a hablar sobre cómo abrir la puerta -Lo siento, luego compraremos algún dulce, para compensarte- La licántropa asintió y ambas volvieron a centrarse en la puerta, ahora un paso más alejadas, por si acaso alguna otra ventana acababa rota.
Aquel comentario, hio que Fuga mirara a Wind con cierta incredulidad, como si aquel misterio fuera absurdamente sencillo y ellos absurdamente tontos, aunque, tal vez, era a ella a la que se le estaba escapando algo, así que decidió preguntar- ¿Por qué un hechicero? - Preguntó la pequeña sin comprender por qué era necesario alguien de otra raza - ¿Eh...? Pues porque usan magia, claro- Contestó sin perder de vista la puerta, buscando algo que le indicara como abrirla -Los elfos usáis magia- Comentó Fuga, como si aquello fuera obvio y ellos, estúpidos.
Las muchachas ignoraron ampliamente los comentarios del pelirrojo joven mientras hablaban entre ellas, pero, con esa última aclaración de Fuga, Wind tocó fondo de hasta dónde podía llegar su ignorancia -Tienes razón…- Murmuró para sí misma -Creo que has solucionado el problema Fuga- Felicitó la elfa mientras le acariciaba la cabeza -Eh, tú, deja el complejo de gato, creo que Fuga ha resuelto el problema de la puerta- No sabía en qué punto de aquel plan, el cual habían supuesto ellos, se encontraba la elfa exótica, pero tampoco le importaba, era su decisión y, si se caía y se partía una pierna, era problema suyo.
-Si usamos la magia para abrir la puerta… ¿Una plegaria? – Si aquello salía mal, su orgullo quedaría por los suelos, pero, al menos habría intentado algo... o algo que no había estado a punto de acabar con la torre entera -Y sino, pasaré a metodos más drasticos, hasta que se venga abajo la torre entera- Sentenció seria, ante la mirada curiosa de Fuga, pero no pensaba quedarse allí para siempre, si era necesario para salvar a la pequeña, acabaría ayudando a la elfa exótica para alcanzar la ventana.
Wind se acercó de nuevo a la puerta, soltando la mano de Fuga, hasta que quedó con ambas manos sobre la runa. Cerró los ojos y murmuró una plegaria, sencilla, que casi podía haberse confundido con un susurro en el viento. Era la primera vez que imploraba por algo que no fuera su sanación, pero con un pequeño “Cielos, ayudadme” abrió los ojos y esperó que aquello hubiera dado resultado.
offrol: Queridos, las vacaciones me esperan, os doy todo el permiso del mundo para que me ignoreis y salteis mi turno hasta que vuelva. osea, el domingo. Si esto ha abierto la puerta, me quedaré fuera de la torre porque a Fuga le da miedo la oscuridad y cuando regrese de mis vacaciones, entraré con vosotros n.n
Windorind Crownguard
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Re: La torre del olvido [Interpretativo][4/5]
Una a una las seseras huesudas fueron haciendo mella en la cristalera polvorienta, lo que empezó como un leve rayón poco a poco y con una perseverancia innata fueron agrandando las tajadas hasta que sin resistencia, cristales desperdigados decayeron desde la altura sobre los viajeros desconocidos. Sin reparos ni culpabilidad me aparté lo justo para salir impune, los demás me la pelan tanto como los cadáveres a lo largo del prado y por esa misma razón, no avisé cuando los diminutos vidrios se desplomaron sobre algunas cabezas, las más rápidas protegidas por los brazos y las otras por la divina capa que la mayoría llevamos. ─ Bien. ─ Objetivo cumplido, los demás cráneos los solté en contra del césped putrefacto.
La subida puede ser costosa a través de la pedrería vetusta y la madreselva mohosa que se extiende por toda la ruina, no obstante con ayuda de las dagas y alguna que otra de Iltharion no será problema. Teniendo al cobrizo de preguntón le contemplé de soslayo, con ciertos atributos de superioridad ahora que he encontrado lo que vendría siendo una entrada alternativa si la puerta no se abre, que parece que tardará y si en medio de la escalada es abierta al menos servirá para separarme del grupo y examinar por mi cuenta. Antes de abrir los labios y soltar todo tipo de pullas hacia al grupo fui acercándome al trovador, sin mediar palabra alguna me agaché en frente de este y le quité dos de las dagas que oculta en las botas.
─ Luego te las devuelvo. ─ A la elfa de azabache siquiera la observé como respuesta a si subiré, ¿acaso no es obvio? Qué manera tan latosa de tocar la moral cuando me he limitado a ignorarles, pues que hagan lo mismo y no se metan donde nadie los ha llamado, joder. En frente de la torre, situada bajo el ventanal con las esquinas aún compuestas por cristales reventados voy relajando los músculos, las piernas las mantengo entreabiertas mientras acomodo las pertenencias de tal manera que no se caigan desde la espalda, en mis manos se visualizan las cuatro dagas prietas en las palmas, dos mías con forma de luna y dos de Iltharion lisas. Ciertamente será todo un reto pero por dicha razón, logra excitarme de tal manera que no pienso en mucho como subir, tan sólo lo llevo a cabo.
Mis dagas las filtro en los agujeros propios de los pedruscos a un metro, servirán como apoyo para las piernas mientras que las de Iltharion iré usándolas para escalar. Con lentitud clavé las lisas subida sobre las de media luna, ¿y ahora qué? Fácil, con una de las botas aflojé una de las armas bajas, suelta de una mano y una pierna recogí la susodicha y la llevé a mi boca, a la altura de las lisas clavé la de media luna, sacando a continuación su gemela y repetir el proceso. Con las cuatro dagas a la altura y haciendo severo esfuerzo con los brazos fui escalando con las de Iltharion, hasta poder apoyar nuevamente las piernas en las dagas aún clavadas que sirven como respaldo para tomar aliento.
Fue un proceso lento pero que sirvió para trepar medio recorrido cuando una plegaria junto a un "clac" me detuvieron en seco. No maldecí, tan sólo reí en alto como si aquello fuese un total logro para todos, de esta forma podré seguir adelante en completa soledad sin verme cargando con inútiles ni haciendo de niñera por culpa de las dos crías. Sin ataduras ni emociones vagas me centré en lo mío, en insertar las dagas de manera correcta y verificar que el musgo no se interpondrá en un trayecto arduo donde la caída será mortífera. Al llegar a la estructura me deshice primero de los cristales aún incrustados hasta limpiar bien la zona para aferrarme y no recibir heridas estúpidas.
Tuve que inflar el pecho y morderme el labio inferior como último empujón, los brazos los sentía entumecidos y nada más meter una pierna y dejar la otra aún por fuera tomé una bocanada de aire, el sudor que perla mi frente lo retiro con el dorso de una de las manos, la contigua guarda mis dos dagas, las otras dos de Iltharion las lanzo por la ventana hasta clavarlas en el prado en frente del portón abierto, así podrá recogerlas el trovador. ─ Nos vemos. ─ Expuse indócil tras guiñarle uno de los luceros pardos, el contacto visual se esfumó y por consecuente me adentré esta vez al completo, toca indagar el interior de la estancia y cerciorarme de que aparte de estar desocupada haya algo en donde pueda echar el guante.
La subida puede ser costosa a través de la pedrería vetusta y la madreselva mohosa que se extiende por toda la ruina, no obstante con ayuda de las dagas y alguna que otra de Iltharion no será problema. Teniendo al cobrizo de preguntón le contemplé de soslayo, con ciertos atributos de superioridad ahora que he encontrado lo que vendría siendo una entrada alternativa si la puerta no se abre, que parece que tardará y si en medio de la escalada es abierta al menos servirá para separarme del grupo y examinar por mi cuenta. Antes de abrir los labios y soltar todo tipo de pullas hacia al grupo fui acercándome al trovador, sin mediar palabra alguna me agaché en frente de este y le quité dos de las dagas que oculta en las botas.
─ Luego te las devuelvo. ─ A la elfa de azabache siquiera la observé como respuesta a si subiré, ¿acaso no es obvio? Qué manera tan latosa de tocar la moral cuando me he limitado a ignorarles, pues que hagan lo mismo y no se metan donde nadie los ha llamado, joder. En frente de la torre, situada bajo el ventanal con las esquinas aún compuestas por cristales reventados voy relajando los músculos, las piernas las mantengo entreabiertas mientras acomodo las pertenencias de tal manera que no se caigan desde la espalda, en mis manos se visualizan las cuatro dagas prietas en las palmas, dos mías con forma de luna y dos de Iltharion lisas. Ciertamente será todo un reto pero por dicha razón, logra excitarme de tal manera que no pienso en mucho como subir, tan sólo lo llevo a cabo.
Mis dagas las filtro en los agujeros propios de los pedruscos a un metro, servirán como apoyo para las piernas mientras que las de Iltharion iré usándolas para escalar. Con lentitud clavé las lisas subida sobre las de media luna, ¿y ahora qué? Fácil, con una de las botas aflojé una de las armas bajas, suelta de una mano y una pierna recogí la susodicha y la llevé a mi boca, a la altura de las lisas clavé la de media luna, sacando a continuación su gemela y repetir el proceso. Con las cuatro dagas a la altura y haciendo severo esfuerzo con los brazos fui escalando con las de Iltharion, hasta poder apoyar nuevamente las piernas en las dagas aún clavadas que sirven como respaldo para tomar aliento.
Fue un proceso lento pero que sirvió para trepar medio recorrido cuando una plegaria junto a un "clac" me detuvieron en seco. No maldecí, tan sólo reí en alto como si aquello fuese un total logro para todos, de esta forma podré seguir adelante en completa soledad sin verme cargando con inútiles ni haciendo de niñera por culpa de las dos crías. Sin ataduras ni emociones vagas me centré en lo mío, en insertar las dagas de manera correcta y verificar que el musgo no se interpondrá en un trayecto arduo donde la caída será mortífera. Al llegar a la estructura me deshice primero de los cristales aún incrustados hasta limpiar bien la zona para aferrarme y no recibir heridas estúpidas.
Tuve que inflar el pecho y morderme el labio inferior como último empujón, los brazos los sentía entumecidos y nada más meter una pierna y dejar la otra aún por fuera tomé una bocanada de aire, el sudor que perla mi frente lo retiro con el dorso de una de las manos, la contigua guarda mis dos dagas, las otras dos de Iltharion las lanzo por la ventana hasta clavarlas en el prado en frente del portón abierto, así podrá recogerlas el trovador. ─ Nos vemos. ─ Expuse indócil tras guiñarle uno de los luceros pardos, el contacto visual se esfumó y por consecuente me adentré esta vez al completo, toca indagar el interior de la estancia y cerciorarme de que aparte de estar desocupada haya algo en donde pueda echar el guante.
Eretria Noorgard
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Re: La torre del olvido [Interpretativo][4/5]
Iltharion se limitó a mirar de soslayo al pelirrojo cuando subestimó a la elfa morena, y a dedicarle a esta una encantadora sonrisa cuando se le acercó. Encaró una ceja nuevamente cuando la vio agacharse, con cierta curiosidad, y soltó una risa grave y breve cuando esta se agenció de parte de sus dagas.
-Claro, claro, tu dispón. -Dijo con un tono jocoso, sin emitir queja alguna por como la chica le había sustraído sus pertenencias. - Pero luego las devuelves. -Le aclaró a la misma mientras se marchaba, con una sonrisa encantadora, y un deje severo y frio en la voz que dejaba traslucir que no permitiría un no como respuesta.
El comentario de su bastardo hizo que el hijo de los bosques dejase de observar a la elfa morena para centrarse en su hijo, las dos chiquillas, y la puerta. Ambas cejas el trovador se alzaron cuando la pequeña Windorind se unió a ese desconcierto.
-Magia.-Repitió el bardo como si eso lo explicase todo. La pequeña Fuga, en cambio, mucho mas avispada, parecía haber entendido lo mismo que el bardo, y no tardó en hacérselo entender a su cuidadora.
-¿A caso tu madre no te enseño nada sobre magia?.-Observó el bardo a la sangre de su sangre, unos instantes, antes de volver a la pequeña arquera que meditaba en voz alta el modo de intentar imbuir el cerrojo para abrirlo.
-Usa el Darae.-Iltharion tomó las manos de la chiquilla y las apartó de la puerta, en vez de poner ambas de cualquier modo, si había una hendidura de mano, por algo sería, y le acomodó la palma derecha sobre la hendidura, mucho más grande que la pequeña mano blanquecina de la chiquilla, centrando la runa sobre la palma.
Al principio solo hubo silencio. Luego unos golpeteos metálicos, como si un millar de engranajes empezaran a ponerse en marcha, comenzaron a sonar más allá de la plancha de madera pulida. Varios estrepitosos "clacs" fueron golpeteando en el margen de la puerta, y cuando el último de ellos finalizó ese esperpento de melodía, la puerta se abrió por su propio peso, lentamente, con un chirrido agudo y molesto, separándose de la mano que había descubierto sus secretos.
La luz del exterior penetró en unas casi absolutas tinieblas, las volutas de polvo se alzaron del suelo y las paredes, ante la subtil brisa de la puerta abrirse, y reflejaron el sol como si fuera una lluvia de copos diminutos de tierra, que volvían el aire espeso, y más intenso su olor a cerrado y a viejo.
La penumbra se adueñó de la pequeña sala que los aguardaba tras la puerta. Una habitación cuadrada con otra puerta a poco más de un metro. Los muros de piedra vista estaban cubiertos de telarañas viejas, cuyas arquitectas habían muerto hacía ya mucho tiempo.
Apenas si había mobiliario, una banqueta de madera a la que otrora le habían calzado una pata con una piedra, unida a la estructura por la fina seda de las tejedoras que antaño habían poblado dicho mueble.
Un par de ganchos donde aguardaban a sus dueños, capas o prendas, que su postura y edad no permitían distinguir correctamente, pero que de tomarlas y sacudirlas debidamente, se mostrarían como capas de hilo bueno, gruesas y con los bordes deshilachados del uso en la foresta.
Un farolillo y un par de candelabros que no tenían encima todas las velas, esperaban bajo el manto translúcido de la seda, haciendo carpas transparentes, aguardando a que alguien les diera uso una vez más, y así poder desterrar la inescrutable oscuridad que aguardaba más allá de la siguiente puerta.
Cerrada, pero sin cerrojo, y con el simple cierre de no pedir más que girar el picaporte, aquella puerta más pequeña y de una madera más humilde, se hallaba espejando a la de entrada, dando acceso a las verdaderas entrañas de la torre.
Trás aquella puerta no se veía absolutamente nada, la luz de la entrada no llegaba a iluminar siquiera medio metro. Los contornos del mobiliario no podían distinguirse en ese manto negro e inescrutable que resultaba ser la habitación si alguien de adentraba en ella sin luz externa. Caminar por allí sin guía, sin conocer la disposición de la estancia, o sin una luz adecuada era chocar inevitablemente con todo lo que allí moraba.
Solo si se lograba conseguir una luz, podía advertirse que ocultaba el espeso manto de oscuridad.
La sala era sumamente amplia, parecía ocupar por completo el diámetro de la torre, apenas sesgado por el recibidor que había quedado atrás. Las paredes seguían siendo de piedra vista, pero en esa ocasión se hallaban adornadas de cortinados de un rojo oscuro y apagado, tan polvorientos como el resto de la sala, y pinturas ajadas por los años, cuyas escenas no se distinguían bien a no ser que se les acercaran las luces. La pintura carcomida mostraba bustos humanos, retratos de personas de expresión severa, con togas hasta arriba del cuello y el puente de la nariz coronado con lentes, muchos de ellos ancianos, y con las canas cruzando sus variopintos cabellos. Algunos tenían el rostro difuminado,otros los bordes del lienzo emborronados, sin embargo, las miradas de todos y cada uno de ellos parecían examinar a aquel que se atraviese de posar su mirada sobre ellos, juzgandolos sobre su altura en las paredes.
Entre las pinturas, aldabas de hierro forjado sostenían soportes para velas, algunos vacíos, otros llenos, todas apagadas y sucias. En el techo una estructura circular de madera, que se sostenía con cadenas de gruesos eslabones, y varias cuerdas asidas a las paredes, poseía otras velas semi fundidas, cuyos regueros llenaban de relieves el bastidor circular de olmo, se mostraba como la fuente de luz principal que había tenido aquel salón en algún momento, y reminiscencia de aquellos tiempos gloriosos, aún poseía sobre sus soportes dorados, la mayoría de las velas, aunque resultaban inalcanzables, pues el techo se separaba, como poco, unos dos metros del suelo.
Varias mesas rectangulares y largas ocupaban todo el espacio del centro de la estancia. Vacías y rodeadas por sillas en sus extremos y banquetas en sus costados, se hallaban desnudas, sin manteles ni almohadas, un comedor simple preparado para abarcar un gran número de gente, que ahora, desierto, solo devolvía el eco de las pisadas.
Bordeando las paredes, muebles de media altura, con las puertas acristaladas, y los vidrios velados de la mugre del ambiente, contenían en su interior vajillas, cubiertos, copas, vasos y jarras de todo tipo, incluso servilletas, manteles y fuentes, sin embargo, solo abriendo las puertas, o embarrandose la mano para limpiar los vidrios, podía descubrirse aquel contenido inútil que se había mantenido a salvo de la porquería y las décadas.
A la izquierda de la entrada, cruzando el muro, un gran hogar era el punto de luz más accesible sin trepar por los muebles, o sin hacer bajar la rueda de madera entre varios para encender sus velas.
Era una magna chimenea, con un enrejado metálico y cubierto de hollín, con el lecho con sendas pilas de cenizas, y algunos leños a medio quemar, que aún podían arder un rato si lograban encenderse. A su lado había una caja con madera vieja para reponer, y un jarrón de piedra, del que sobresalían varios utensilios para acomodar el fuego.
No había rastro alguno de uso reciente por ningún lado, por donde se viera había gruesas capas de polvo, el suelo, las sillas, las mesas, incluso sobre las propias cenizas de la chimenea. Hacía décadas que nadie ponía un pie en ese salón, quizás más, era indiscutible que todos aquellos desdichados escondidos entre la maleza habían perecido intentar acceder a aquel salón, rasguñando paredes y puerta, y que los allí presentes eran los primeros en atravesar ese umbral desde que los moradores de aquella torre maldita habían perecido o abandonado el lugar.
En la otra punta de la estancia una puerta de madera con manija y sin cerrojo encerraba esa estancia, y guardaba tras de sí dos escaleras que bordeaban el contorno de la torre, una que subía, y otra que bajaba, en ambas solo reinaba la más absoluta e impenetrable oscuridad, y los escalones, pulidos y ajados, suponían un auténtico peligro de transitar sin una luz que permitiera asegurar las pisadas.
Iltharion se separó de la puerta cuando escuchó las dagas aterrizar y clavarse por el impulso de la caída, sobre la tierra húmeda. Soltó la mano de Windorind, y caminó distendidamente sobre el pasto. Ahora que ya sabía cómo abrir la puerta, no tenía ninguna prisa, y no quería olvidarse de sus pertenencias.
Tomó del suelo ambas dagas y las hizo girar entre sus manos, con una destreza más propia de un malabarista que de un experto en su uso para el combate, luego se enderezó para contemplar la ventana rota, y a la elfa a punto de entrar en ella.
- ¿No quieres hacer como Rapónchigo y tirarme una trenza para que escale a por ti? -Alzó la voz con aquella broma jocosa el trovador, en respuesta al guiño pícaro de la muchacha, antes que esta desapareciera por completo tras la ventana, y que no permitía ver el interior de la sala, gracias a que ahora, en vez de vidrio opaco y sucio, había unas cortinas ocultando la estancia por la que se había perdido la morena.
Iltharion se guardó las dos dagas, una en cada bota, en una de las fundas ocultas que tenían dentro de su caña, y se volvió a acercar allí donde.
Con suma parsimonia, metió la mano en su morral y revolvió entre sus cosas hasta que sacó uno de esos arrollados de menta. Emergió seguidamente de un bolsillo el yesquero, y sosteniendo el canuto entre los dientes, lo encendió y pipo profusamente.
-¿Alguien quiere apostar sobre que hay en el edificio?.-Miró alternativamente a los dos jóvenes. Se agachó y tomó una piedra. Solo entonces se adentró en el vestíbulo de la torre, y manteniendo abierta del todo la puerta de la entrada, colocó la roca a sus pies para que esta no se cerrara por accidente.
La habitación en la que había caido la morena era amplia. Las paredes de piedra no se veían, pues habían sido revestidas por marcos de madera de arce, y paneles de tela de hilo grueso, de un azul celeste desvaído. El suelo de piedra vista estaba cubierto solo a los pies de la cama, por una alfombra gruesa y mullida, de flores de tonos apagados, que parecían haber sido vibrantes antaño, o quizás, si se le sacudía el polvo con vehemencia, aún lo fueran.
Los muebles parecían haber sido pedidos a juego, así como los marcos de madera de las paredes. Todo trabajado con la misma mano experta, y mostrando unos delicados detalles en sus márgenes, líneas ondulantes de las que salían algunas pequeñas flores de núcleo escaso y seis pétalos.
La habitación parecía estar sumamente ordenada, aunque era obvio que nadie ponía un pie en ella desde hacía ya muchísimo tiempo.
Las cortinas se hallaban cerradas por completo, y eran de doble capa, una tela rosada y gruesa que protegía del sol, y otra de puntilla blanca que le daba un aspecto estético para el que estaba dentro de la estancia. Las tiras de satén azul que se usaban para mantenerlas abiertas, estaban reposando a los costados de la ventana formando dos lazos perfectos, cuyas tiras restantes eran del mismo tamaño.
Y en el suelo, al pie de las cortinas, un buen número de cristales polvorientos y rotos ahora dejaban constancia de los vandálicos cuidados de la elfa de tez morena, que se había abierto paso a aquella estancia con tamaña brusquedad.
La cama se hallaba paralela a la pared derecha entrando desde la puerta, el cabezal daba al muro de la entrada, a sus pies quedaba un espacio entre esta y el muro opuesto. Estaba hecha, con la almohada debajo de una sábana de color salmón claro, y motivos geométricos suaves, de un hilo levemente más oscuro que la base. Había doble colcha, del mismo color de ambos lados, un azul cielo claro, con bordados blancos, que se doblaba a la vera de la almohada cubierta. Y la última colcha, de lana gris y tejido prieto, pero de un grosor bien ancho, esperaba, perfectamente doblada, sobre la parte que debieran ocupar los pies de una persona estirada, ante la necesidad de más abrigo para una noche de frio acuciante.
En medio de la cama, y colocado de forma equidistante de sus pies y su cabezal, una figura de ojos brillantes miraba a la nada. Era un peluche hecho con la piel de un Aski, el animal disecado relleno de plumón, al que por ojos le habían colocado dos piedras de obsidiana. Su pelaje rallado mostraba los colores del alba, algunas franjas rosadas, otras anaranjadas, algunas cremas y los azules más claros de un cielo de verano, incluso tenía algún que otro mechón blanco alrededor de los ojos y de la punta de la cola y las patas.
A los pies de la cama estaba el armario, amortizando bien el espacio, también con esos tallados delicados y poco ostentosos. La doble puerta ocultaba dos columnas de cajones, de dos cada una de ellas, y un espacio para colgar la ropa, con una barra de madera, de la que salían varias telarañas, si alguien se aventuraba a abrirlo.
En el lado opuesto había una mecedora, cuyo lateral daba en diagonal a la ventana, y permitía ojear la misma desde el asiento. Sin embargo, los gorgojos habían dejado el mueble lleno de pequeños agujeros, como si fueran poros, y aunque era difícil percatarse por la suciedad y el polvo, sentarse en ella significaba romper la misma y tener una aparatosa caída nada favorecedora entre los pedazos de mueble rotos por el propio peso.
Había en las paredes varios estantes, todos vacíos. Contra la pared de la puerta, y del lado opuesto de la cama, uno escritorio con su respectiva silla constituían el resto del mobiliario. La mesa estaba vacía por completo, y la silla poseía solo un encantador almohadón con puntillas florales.
Justo en frente de la ventana, estaba una puerta cerrada.
-Claro, claro, tu dispón. -Dijo con un tono jocoso, sin emitir queja alguna por como la chica le había sustraído sus pertenencias. - Pero luego las devuelves. -Le aclaró a la misma mientras se marchaba, con una sonrisa encantadora, y un deje severo y frio en la voz que dejaba traslucir que no permitiría un no como respuesta.
El comentario de su bastardo hizo que el hijo de los bosques dejase de observar a la elfa morena para centrarse en su hijo, las dos chiquillas, y la puerta. Ambas cejas el trovador se alzaron cuando la pequeña Windorind se unió a ese desconcierto.
-Magia.-Repitió el bardo como si eso lo explicase todo. La pequeña Fuga, en cambio, mucho mas avispada, parecía haber entendido lo mismo que el bardo, y no tardó en hacérselo entender a su cuidadora.
-¿A caso tu madre no te enseño nada sobre magia?.-Observó el bardo a la sangre de su sangre, unos instantes, antes de volver a la pequeña arquera que meditaba en voz alta el modo de intentar imbuir el cerrojo para abrirlo.
-Usa el Darae.-Iltharion tomó las manos de la chiquilla y las apartó de la puerta, en vez de poner ambas de cualquier modo, si había una hendidura de mano, por algo sería, y le acomodó la palma derecha sobre la hendidura, mucho más grande que la pequeña mano blanquecina de la chiquilla, centrando la runa sobre la palma.
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Al principio solo hubo silencio. Luego unos golpeteos metálicos, como si un millar de engranajes empezaran a ponerse en marcha, comenzaron a sonar más allá de la plancha de madera pulida. Varios estrepitosos "clacs" fueron golpeteando en el margen de la puerta, y cuando el último de ellos finalizó ese esperpento de melodía, la puerta se abrió por su propio peso, lentamente, con un chirrido agudo y molesto, separándose de la mano que había descubierto sus secretos.
La luz del exterior penetró en unas casi absolutas tinieblas, las volutas de polvo se alzaron del suelo y las paredes, ante la subtil brisa de la puerta abrirse, y reflejaron el sol como si fuera una lluvia de copos diminutos de tierra, que volvían el aire espeso, y más intenso su olor a cerrado y a viejo.
La penumbra se adueñó de la pequeña sala que los aguardaba tras la puerta. Una habitación cuadrada con otra puerta a poco más de un metro. Los muros de piedra vista estaban cubiertos de telarañas viejas, cuyas arquitectas habían muerto hacía ya mucho tiempo.
Apenas si había mobiliario, una banqueta de madera a la que otrora le habían calzado una pata con una piedra, unida a la estructura por la fina seda de las tejedoras que antaño habían poblado dicho mueble.
Un par de ganchos donde aguardaban a sus dueños, capas o prendas, que su postura y edad no permitían distinguir correctamente, pero que de tomarlas y sacudirlas debidamente, se mostrarían como capas de hilo bueno, gruesas y con los bordes deshilachados del uso en la foresta.
Un farolillo y un par de candelabros que no tenían encima todas las velas, esperaban bajo el manto translúcido de la seda, haciendo carpas transparentes, aguardando a que alguien les diera uso una vez más, y así poder desterrar la inescrutable oscuridad que aguardaba más allá de la siguiente puerta.
Cerrada, pero sin cerrojo, y con el simple cierre de no pedir más que girar el picaporte, aquella puerta más pequeña y de una madera más humilde, se hallaba espejando a la de entrada, dando acceso a las verdaderas entrañas de la torre.
Trás aquella puerta no se veía absolutamente nada, la luz de la entrada no llegaba a iluminar siquiera medio metro. Los contornos del mobiliario no podían distinguirse en ese manto negro e inescrutable que resultaba ser la habitación si alguien de adentraba en ella sin luz externa. Caminar por allí sin guía, sin conocer la disposición de la estancia, o sin una luz adecuada era chocar inevitablemente con todo lo que allí moraba.
Solo si se lograba conseguir una luz, podía advertirse que ocultaba el espeso manto de oscuridad.
La sala era sumamente amplia, parecía ocupar por completo el diámetro de la torre, apenas sesgado por el recibidor que había quedado atrás. Las paredes seguían siendo de piedra vista, pero en esa ocasión se hallaban adornadas de cortinados de un rojo oscuro y apagado, tan polvorientos como el resto de la sala, y pinturas ajadas por los años, cuyas escenas no se distinguían bien a no ser que se les acercaran las luces. La pintura carcomida mostraba bustos humanos, retratos de personas de expresión severa, con togas hasta arriba del cuello y el puente de la nariz coronado con lentes, muchos de ellos ancianos, y con las canas cruzando sus variopintos cabellos. Algunos tenían el rostro difuminado,otros los bordes del lienzo emborronados, sin embargo, las miradas de todos y cada uno de ellos parecían examinar a aquel que se atraviese de posar su mirada sobre ellos, juzgandolos sobre su altura en las paredes.
Entre las pinturas, aldabas de hierro forjado sostenían soportes para velas, algunos vacíos, otros llenos, todas apagadas y sucias. En el techo una estructura circular de madera, que se sostenía con cadenas de gruesos eslabones, y varias cuerdas asidas a las paredes, poseía otras velas semi fundidas, cuyos regueros llenaban de relieves el bastidor circular de olmo, se mostraba como la fuente de luz principal que había tenido aquel salón en algún momento, y reminiscencia de aquellos tiempos gloriosos, aún poseía sobre sus soportes dorados, la mayoría de las velas, aunque resultaban inalcanzables, pues el techo se separaba, como poco, unos dos metros del suelo.
Varias mesas rectangulares y largas ocupaban todo el espacio del centro de la estancia. Vacías y rodeadas por sillas en sus extremos y banquetas en sus costados, se hallaban desnudas, sin manteles ni almohadas, un comedor simple preparado para abarcar un gran número de gente, que ahora, desierto, solo devolvía el eco de las pisadas.
Bordeando las paredes, muebles de media altura, con las puertas acristaladas, y los vidrios velados de la mugre del ambiente, contenían en su interior vajillas, cubiertos, copas, vasos y jarras de todo tipo, incluso servilletas, manteles y fuentes, sin embargo, solo abriendo las puertas, o embarrandose la mano para limpiar los vidrios, podía descubrirse aquel contenido inútil que se había mantenido a salvo de la porquería y las décadas.
A la izquierda de la entrada, cruzando el muro, un gran hogar era el punto de luz más accesible sin trepar por los muebles, o sin hacer bajar la rueda de madera entre varios para encender sus velas.
Era una magna chimenea, con un enrejado metálico y cubierto de hollín, con el lecho con sendas pilas de cenizas, y algunos leños a medio quemar, que aún podían arder un rato si lograban encenderse. A su lado había una caja con madera vieja para reponer, y un jarrón de piedra, del que sobresalían varios utensilios para acomodar el fuego.
No había rastro alguno de uso reciente por ningún lado, por donde se viera había gruesas capas de polvo, el suelo, las sillas, las mesas, incluso sobre las propias cenizas de la chimenea. Hacía décadas que nadie ponía un pie en ese salón, quizás más, era indiscutible que todos aquellos desdichados escondidos entre la maleza habían perecido intentar acceder a aquel salón, rasguñando paredes y puerta, y que los allí presentes eran los primeros en atravesar ese umbral desde que los moradores de aquella torre maldita habían perecido o abandonado el lugar.
En la otra punta de la estancia una puerta de madera con manija y sin cerrojo encerraba esa estancia, y guardaba tras de sí dos escaleras que bordeaban el contorno de la torre, una que subía, y otra que bajaba, en ambas solo reinaba la más absoluta e impenetrable oscuridad, y los escalones, pulidos y ajados, suponían un auténtico peligro de transitar sin una luz que permitiera asegurar las pisadas.
*~~~~~~~*
Iltharion se separó de la puerta cuando escuchó las dagas aterrizar y clavarse por el impulso de la caída, sobre la tierra húmeda. Soltó la mano de Windorind, y caminó distendidamente sobre el pasto. Ahora que ya sabía cómo abrir la puerta, no tenía ninguna prisa, y no quería olvidarse de sus pertenencias.
Tomó del suelo ambas dagas y las hizo girar entre sus manos, con una destreza más propia de un malabarista que de un experto en su uso para el combate, luego se enderezó para contemplar la ventana rota, y a la elfa a punto de entrar en ella.
- ¿No quieres hacer como Rapónchigo y tirarme una trenza para que escale a por ti? -Alzó la voz con aquella broma jocosa el trovador, en respuesta al guiño pícaro de la muchacha, antes que esta desapareciera por completo tras la ventana, y que no permitía ver el interior de la sala, gracias a que ahora, en vez de vidrio opaco y sucio, había unas cortinas ocultando la estancia por la que se había perdido la morena.
Iltharion se guardó las dos dagas, una en cada bota, en una de las fundas ocultas que tenían dentro de su caña, y se volvió a acercar allí donde.
Con suma parsimonia, metió la mano en su morral y revolvió entre sus cosas hasta que sacó uno de esos arrollados de menta. Emergió seguidamente de un bolsillo el yesquero, y sosteniendo el canuto entre los dientes, lo encendió y pipo profusamente.
-¿Alguien quiere apostar sobre que hay en el edificio?.-Miró alternativamente a los dos jóvenes. Se agachó y tomó una piedra. Solo entonces se adentró en el vestíbulo de la torre, y manteniendo abierta del todo la puerta de la entrada, colocó la roca a sus pies para que esta no se cerrara por accidente.
*~~~~~~~*
La habitación en la que había caido la morena era amplia. Las paredes de piedra no se veían, pues habían sido revestidas por marcos de madera de arce, y paneles de tela de hilo grueso, de un azul celeste desvaído. El suelo de piedra vista estaba cubierto solo a los pies de la cama, por una alfombra gruesa y mullida, de flores de tonos apagados, que parecían haber sido vibrantes antaño, o quizás, si se le sacudía el polvo con vehemencia, aún lo fueran.
Los muebles parecían haber sido pedidos a juego, así como los marcos de madera de las paredes. Todo trabajado con la misma mano experta, y mostrando unos delicados detalles en sus márgenes, líneas ondulantes de las que salían algunas pequeñas flores de núcleo escaso y seis pétalos.
La habitación parecía estar sumamente ordenada, aunque era obvio que nadie ponía un pie en ella desde hacía ya muchísimo tiempo.
Las cortinas se hallaban cerradas por completo, y eran de doble capa, una tela rosada y gruesa que protegía del sol, y otra de puntilla blanca que le daba un aspecto estético para el que estaba dentro de la estancia. Las tiras de satén azul que se usaban para mantenerlas abiertas, estaban reposando a los costados de la ventana formando dos lazos perfectos, cuyas tiras restantes eran del mismo tamaño.
Y en el suelo, al pie de las cortinas, un buen número de cristales polvorientos y rotos ahora dejaban constancia de los vandálicos cuidados de la elfa de tez morena, que se había abierto paso a aquella estancia con tamaña brusquedad.
La cama se hallaba paralela a la pared derecha entrando desde la puerta, el cabezal daba al muro de la entrada, a sus pies quedaba un espacio entre esta y el muro opuesto. Estaba hecha, con la almohada debajo de una sábana de color salmón claro, y motivos geométricos suaves, de un hilo levemente más oscuro que la base. Había doble colcha, del mismo color de ambos lados, un azul cielo claro, con bordados blancos, que se doblaba a la vera de la almohada cubierta. Y la última colcha, de lana gris y tejido prieto, pero de un grosor bien ancho, esperaba, perfectamente doblada, sobre la parte que debieran ocupar los pies de una persona estirada, ante la necesidad de más abrigo para una noche de frio acuciante.
En medio de la cama, y colocado de forma equidistante de sus pies y su cabezal, una figura de ojos brillantes miraba a la nada. Era un peluche hecho con la piel de un Aski, el animal disecado relleno de plumón, al que por ojos le habían colocado dos piedras de obsidiana. Su pelaje rallado mostraba los colores del alba, algunas franjas rosadas, otras anaranjadas, algunas cremas y los azules más claros de un cielo de verano, incluso tenía algún que otro mechón blanco alrededor de los ojos y de la punta de la cola y las patas.
A los pies de la cama estaba el armario, amortizando bien el espacio, también con esos tallados delicados y poco ostentosos. La doble puerta ocultaba dos columnas de cajones, de dos cada una de ellas, y un espacio para colgar la ropa, con una barra de madera, de la que salían varias telarañas, si alguien se aventuraba a abrirlo.
En el lado opuesto había una mecedora, cuyo lateral daba en diagonal a la ventana, y permitía ojear la misma desde el asiento. Sin embargo, los gorgojos habían dejado el mueble lleno de pequeños agujeros, como si fueran poros, y aunque era difícil percatarse por la suciedad y el polvo, sentarse en ella significaba romper la misma y tener una aparatosa caída nada favorecedora entre los pedazos de mueble rotos por el propio peso.
Había en las paredes varios estantes, todos vacíos. Contra la pared de la puerta, y del lado opuesto de la cama, uno escritorio con su respectiva silla constituían el resto del mobiliario. La mesa estaba vacía por completo, y la silla poseía solo un encantador almohadón con puntillas florales.
Justo en frente de la ventana, estaba una puerta cerrada.
- Contenido de los muebles de la estancia:
- En el armario no hay nada colgado, y de entre los cuatro cajones solo se puede observar como en uno de ellos hay una cajita de madera de Nein con un asa. En su interior hay varias agujas, hilo e incluso algunos botones, además de un bastidor y varias labores de prueba.
En los cajones del escritorio no hay absolutamente nada. Parece que el cuarto fue vaciado y ordenado, dejando atrás únicamente aquel muñeco y los utensilios de costura.
Iltharion Dur'Falas
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