[CERRADO]Regresando al contacto[Interpretativo][LIbre][4/5]
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¿Cuánto tiempo había pasado con exactitud? ¿Lo recordaba? Mejor era no hacerlo pues la consecución de las fechas inevitablemente la llevaría a rememorar ese destructivo fin.
El problema nunca han sido los recuerdos, el problema son las asociaciones y sentimientos que estos traen consigo. Aliena maldijo la memoria. Por más pecaminoso que pareciese, maldijo también no haber nacido un pez simple, sin cerebro evolucionado. Así no tendría todos esos dilemas dentro de su cabeza, no tendría las preocupaciones de una mente imaginativa, que por más que ella deseara, no detenía su proceso de pensamiento.
— ¿Y si hubiese sido diferente? ¿Si no hubiese nacido yo? ¿Si pensara de otra forma? ¿Si no hubiese creído todas aquellas empalagosas palabras? ¿Si no hubiese sido tan torpe para interpretar las señales de sus amigos? ¿Pude haber hecho algo más? ¿Qué podría ser aquello? ¿Por qué lo hizo? ¿No sabía él que aún yacía mi alma rota por su amor?—
Los ojos verdosos de la sirena se abrieron pronto. Tenían un semblante triste, las pupilas perdidas sin punto fijo. Una lágrima mojó su mejilla. Le dejó ahí, resbalando por su cuello. Pronto, otra igual nació de su lagrimal. Cumplió una misma misión.
Estaba planeando quedarse cavilando un poco más sobre las anémonas pero fue interrumpida por uno de los peces Payaso que le habían permitido quedarse a pasar la noche. Este pasó por enfrente de su rostro, ella procedió a acariciarlo y con una sonrisa le agradeció su hospedaje. Los pensamientos de su cabeza se dispersaron ante la presencia de aquel pez.
Parpadeó varias veces para evitar delatar su llanto junto con una rápida limpieza llevada a cabo por las palmas de sus manos. Volvió a acariciar al hospedero como despedida.
Luego, se fue alejando lentamente del lugar, arreglándose el cabello durante el nado, hasta que percibió sus jugos gástricos revolverse dentro del estómago.
—Es hora de comer— Se dijo a sí misma. Tocó su abdomen suavemente, calmando los movimientos allí manifestados. Tomaba a su estómago hambriento como alguien quien merecía ser adormecido. De pronto, como un relámpago, su mente volvió a mostrarle imágenes de su pasado querer. Aliena sacudió la cabeza.
—Basta. No puedes estar pensando todo el tiempo en lo que sería este momento con él. Tienes que acostúmbrate a estar sola. Maldita sea. Ya, sácalo de ahí— chistó un poco enfadada. Se concentró en la labor de encontrar frutos cercanos. Hoy no tenía apetito de algas.
Vislumbró un tumulto dentro del agua que salía a la superficie. Seguro en ese lugar podría hallar alimento. Además, le llamaba mucho la atención el brillo especial que adquirían los rayos solares al tocar el líquido salino. No eran como usualmente podían verse, sino que allí parecía un espectáculo de colores.
— ¿Cómo se verá desde afuera? — Se preguntó en voz alta, esbozando una sonrisa en sus labios mientras saludaba a un cardumen de peces cuyo color amarilloso resaltaba sobre las rayas blancas y negras del pequeño cuerpo. Los corales y anémonas también le deseaban los buenos días moviendo sus tentáculos.
Finalmente, salió a la superficie y abriendo las fosas de su nariz, aspiro el oxígeno de tierra firme. Los rayos solares iluminaron su larga cabellera dorada. Sonrío. El ambiente allí era mágico e inquietante. Dio media vuelta para poner su trasero sobre la arena del lugar. Podía ver cómo un mercado iniciaba sus actividades.
—Seguroson humanos. Humanos… Parecen una plaga, se les ve por cualquier parte— Su pensamiento de delató al enarcar una ceja pero suspiró para dejar el tema atrás.
—Ahora sí a lo mío…— Vociferó en un tono alto. No pudo evitar distraerse con pequeños sollozos que escuchaba de otras sirenas con el Don del Océano. Río pues sabía las consecuencias de que un humano las escuchase. Hubiese ido a ver de dónde provenían los sonidos sino fuera porque su estómago imploraba llenarse de algo. Entonces, se giró, gateando hasta las palmeras cuyos frutos daban bananas, cocos y otros árboles aunque más pequeños, brotaban limones, naranjas y mandarinas. Se le hizo agua la boca. Se venían a la medida justa. Tendría un banquete nutritivo esa mañana. Miró a su alrededor, buscando algo donde recolectar los frutos. A la izquierda de sí, cerca de una roca, estaba el caparazón vacío de una tortuga. —Qué buena suerte— dijo gateando hasta el lugar donde yacían los restos del animal. Odiaba hacer eso, de verdad, se sentía torpe. Por eso, intentó percatarse de que no fuese observada. Al llegar, besó el cadáver. —Lo siento, amiguita—
Era convenientemente grande para usarlo como plato y canastillo. Le tomó, girándolo y golpeó la parte que cubría el fondo hueco contra la roca. Este se rompió. Se asustó al ver los insectos dentro. Hizo un gesto de asco, temblando. Sin embargo, logró mantener la compostura para poder acercarse al mar y darle un baño de agua salada. Tomó conchitas vacías para raspar cualquier resto vivo que pudiese existir. Una vez percatada de que todo estuviese considerablemente higiénico, se devolvió con su canasto improvisado bajo el brazo, con un poco de agua salada para lavar los frutos. Primero atacó al mandarino, que junto con un limonero bebé, era el más pequeño. Se arrodilló ante él y empezó a halar de sus hojas, arrancando sus frutos. Se le hizo agua la boca y se mordió los labios. Tomó el primer fruto y lo lavó en su instrumento con sus dos manos. Lo puso cerca a sus ojos, examinándolo.
—¡Perfecto! — dijo emocionada. Le dio un sabroso un gran mordisco, escupió la amarga cáscara y disfrutó el dulce y refrescante néctar de la mandarina.
Última edición por Aliena el Sáb Jul 04 2015, 20:43, editado 5 veces
Aliena
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Re: [CERRADO]Regresando al contacto[Interpretativo][LIbre][4/5]
Era tiempo de buscar algo que hacer de verdad, lo de proteger a mi hermano está claro pero no puedo vivir ahí al lado de él viendo en qué le puedo ayudar, era hora de hacer cosas nuevas y bueno, que den buenos resultados, resultados que satisfagan todas sus necesidades y que haciéndolo también se divierta un poco, así que cazarecompensa era una muy buena opción. Había escuchado que con piratas se podía hablar muy bien ese tipo de cosas y siempre he considerado a los piratas unas personas interesantes, siempre navegando y descubriendo, y nadie los detiene, eso es de mi agrado.
En una sola bolsa echo unas cuantas monedas de plata que le tomé "prestadas" a un desconocido...Él no les iba a dar buen uso, como sea, tomé el primer barco que salía en ese momento, pasé desapercibida, lo bueno de ser hábil. No tenía ni la más remota idea de adónde se dirigía pero en cualquier lugar una cazarecompenzas no sobrará, y servía de que conseguía más opciones y esas cosas.
Estaba tan hundida en mis pensamientos que no me había percatado que alguien o algo me estaba tomando la pierna, bajé mi mirada y era un pequeño niño de pelos negros.—¿Buscas algo, pequeñín?—Pregunté confiada, pero todo se me vino abajo cuando el pequeño volteó hacia mí y me dio una sonrisa de oreja a oreja dejando ver sus 5 feos y únicos dientes de oro.—Ya encontré todo lo que necesito, preciosa—Me limité a darle una cara de aborrecimiento y lo saqué de su agarre con una fuerte patada, esbocé una sonrisa cuando escuché el contacto del cuerpo con el agua, a nadie le importó porque todavía estaban cerca de la tierra, podía nadar hasta ahí. Después de eso traté de no volver a distraerme para evitar eso y estar un poco más alerta, aquí sí que hay de todo.
—¡Llegamos a Cala de la Luna!—No lo dijo 1, no lo dijo 2, lo dijo 5 veces y todas con el mismo tono de voz, está bien si hubiera mucha gente abordo pero sólo éramos como 20, no había necesidad de hacerlo, en fin, me bajé y comencé a caminar con mi bolsa de dinero amarrada a mi costado, parecía lindo pero ningún lugar es de fiar, aunque fuera una isla, ningún lugar.
Y seguí caminando, observando y analizando mi alrededor, ignorando todas las miradas de lujuria que le lanzaban aquellos hombres no quiero problemas pero si alguien me pone una mano encima no me voy a contener.
Apenas estaba amaneciendo, los mercados comenzaban a instalarse era hora de ver en dónde entretenerse. Me dirigí a la orilla del mar, adentrándome en las aguas para quitarme ese aroma de alcohol del que estaba impregnada.
En una sola bolsa echo unas cuantas monedas de plata que le tomé "prestadas" a un desconocido...Él no les iba a dar buen uso, como sea, tomé el primer barco que salía en ese momento, pasé desapercibida, lo bueno de ser hábil. No tenía ni la más remota idea de adónde se dirigía pero en cualquier lugar una cazarecompenzas no sobrará, y servía de que conseguía más opciones y esas cosas.
Estaba tan hundida en mis pensamientos que no me había percatado que alguien o algo me estaba tomando la pierna, bajé mi mirada y era un pequeño niño de pelos negros.—¿Buscas algo, pequeñín?—Pregunté confiada, pero todo se me vino abajo cuando el pequeño volteó hacia mí y me dio una sonrisa de oreja a oreja dejando ver sus 5 feos y únicos dientes de oro.—Ya encontré todo lo que necesito, preciosa—Me limité a darle una cara de aborrecimiento y lo saqué de su agarre con una fuerte patada, esbocé una sonrisa cuando escuché el contacto del cuerpo con el agua, a nadie le importó porque todavía estaban cerca de la tierra, podía nadar hasta ahí. Después de eso traté de no volver a distraerme para evitar eso y estar un poco más alerta, aquí sí que hay de todo.
—¡Llegamos a Cala de la Luna!—No lo dijo 1, no lo dijo 2, lo dijo 5 veces y todas con el mismo tono de voz, está bien si hubiera mucha gente abordo pero sólo éramos como 20, no había necesidad de hacerlo, en fin, me bajé y comencé a caminar con mi bolsa de dinero amarrada a mi costado, parecía lindo pero ningún lugar es de fiar, aunque fuera una isla, ningún lugar.
Y seguí caminando, observando y analizando mi alrededor, ignorando todas las miradas de lujuria que le lanzaban aquellos hombres no quiero problemas pero si alguien me pone una mano encima no me voy a contener.
Apenas estaba amaneciendo, los mercados comenzaban a instalarse era hora de ver en dónde entretenerse. Me dirigí a la orilla del mar, adentrándome en las aguas para quitarme ese aroma de alcohol del que estaba impregnada.
Aizu
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Re: [CERRADO]Regresando al contacto[Interpretativo][LIbre][4/5]
Los colores del cielo acallaban las parpadeantes luces de las estrellas, las cuales cegadas por las luces del alba adornaban el horizonte desaparecían gradualmente para dar comienzo a un nuevo día, ya un poco más acostumbrado a la inquietante sensación de navegar en aquellas naves que surcaban las olas, miraba aquel puerto de una pequeña isla en la que la embarcación haría una pequeña escala antes de continuar hacia el puerto de Beltrexus. “Cala de la luna” era así como uno de los marinos con los que había charlado en la larga travesía habría mencionado seria nuestro destino, desde donde al día siguiente zarparíamos para dirigirnos hacia la mayor de las Islas Ilienses, una tierra llena de brujos, y místicas criaturas en donde de seguro debería afrontar muchas pruebas antes de poder alcanzar mi lugar de destino “El acantilado de la muerte” su simple nombre daba señales de que no se trataba del lugar más hospitalario del mundo, pero era ahí donde se halla la casa del oráculo, es ahí a donde debo llegar. Sabía a la perfección que podía estar simplemente persiguiendo un mito, pero sentía la necesidad de resolver unas cuantas dudas que me asaltaban.
Me hallaba distraído, sumido en pensamientos quizá tan profundos como el mismísimo mar de Aerandir, en el que moran sus propias bestias abismales y colosales depredadores, cada vez que recordaba aquel periodo de mi vida casi podía sentir como cada una de las cicatrices, las cuales cubrían la mayoría de mi cuerpo, comenzaban a sangrar y arder nuevamente, el dolor de lo pasado, el no haber sido lo suficientemente fuerte para salvar aunque fuese a una sola de las personas de mi pueblo natal, la culpa eran como turbulentas y arremolinadas aguas, aguas muy distinta a aquellas paradisiacas aguas que podía ver en aquel momento, aguas en las que la luz del astro mayor se reflejaba con gran fervor. –Oye grandote, entonces ¿ya sabes dónde te quedaras hoy? Digo, ya sabes, es un puerto mercante, hay muchas cosas que ver en un lugar como este.- Mencionó amistosamente uno de los marinos que forma parte de la tripulación de aquel barco mercante mientras apoyaba sus codos en la baranda de la cubierta y miraba hacia el, a simple vista bien poblado muelle. –Aún no sé qué hare durante todo el día… quizá de un paseo por los alrededores de la isla. – Le dije con un tono serio, muy característico de mi, a aquel joven de apenas unos diecisiete años de edad. –Bueno, yo espero ver a aquellas hermosas mujeres que frecuentan el puerto, sé que muchas de ellas son cortesanas, pero no las quiero para llevarlas al altar ¿no? – Dijo riendo de buenas ganas –Bueno, debo ir a trabajar, pronto atracaremos en el muelle así que hay mucho que hacer, procura no caer por la borda antes de que lleguemos, nos vemos al rato. – Dijo mientras se apartaba para dirigirse a sus labores (Vaya, la juventud…) Pensé mientras recordaba a aquel pastor de ovejas que vi morir aquel día (Él tendría casi mi edad en estos momentos) reflexionaba sobre la jovial y vivaz mirada de aquel joven marino, la que traía a mi mente aquella mirada que se apagaba frente a mis ojos aquel fatídico día.
El ancla bajaba, los marineros gritaban y corrían por doquier muy atareados, pusieron la plataforma para poder descender hacia el gran muelle de Cala de luna, había un montón de personas alrededor, entre ellos muchos hombres-bestia al igual que yo. Como había crecido en un pequeño pueblo, jamás había imaginado tal diversidad de personas y formas de vida, como las que había visto desde aquel día en el que me alejaron de mis tierras natales. Me dispuse a bajar, cuando me hallaba a mitad del descenso hacia el muelle – ¡Eh! ¡Aldebarán!- escuche mi nombre y voltee para ver a aquel regordete hombre que era el encargado de la cocina en aquel barco -¿Qué sucede Rogen? – Le pregunte. –Ten cuidado, las Islas Illidenses son misteriosas y traicioneras, no te fíes, ¿vale? – Sonreí ante aquella advertencia y me apronte a continuar mi marcha levantando mi pulgar en señal de haber entendido lo que el hombre quería decirme. Al cabo de un par de horas de caminata, me había apartado hace un buen rato de la multitud de personas que habían en el muelle, por lo demás solo unas pequeñas cabañas desteñían en el paisaje, así fue como comencé a avanzar por la playa, sintiendo la arena que comenzaba a entibiarse gradualmente bajo mis casquillos, mientras una agradable brisa de aroma salino tranquilizaba mi andar, jamás había sentido el agua del mar en mi piel, entonces al percatarme de que me encontraba solo en aquel lugar sentí deseos de probar aquella nueva experiencia. Desate las correas que llevaba sobre la capa que cubría mi torso, aquellas correas que se encargaban de mantener mi pesada alabarda adherida a mi espalda, al quitarme la alabarda atada a sus correas, clavé está en la arena y me quité la capa que cubría mi torso y las cicatrices que dibujadas sobre mi piel parecían escribir mi vida competa. Entonces dejando mis pertenencias sobre la alabarda clavada en la arena me aproximé lo suficiente para que las olas alcanzaran mis patas, era una sensación extraña, y mucho distinta a estar en el agua del lago o del rio, me atemorizaba la grandeza del mar, y me causaba intriga, y parecía que todas mis culpas se las llevaban las pequeñas olas que golpeaban mi cuerpo, por primera vez en muchos años me sentía libre.
Me hallaba distraído, sumido en pensamientos quizá tan profundos como el mismísimo mar de Aerandir, en el que moran sus propias bestias abismales y colosales depredadores, cada vez que recordaba aquel periodo de mi vida casi podía sentir como cada una de las cicatrices, las cuales cubrían la mayoría de mi cuerpo, comenzaban a sangrar y arder nuevamente, el dolor de lo pasado, el no haber sido lo suficientemente fuerte para salvar aunque fuese a una sola de las personas de mi pueblo natal, la culpa eran como turbulentas y arremolinadas aguas, aguas muy distinta a aquellas paradisiacas aguas que podía ver en aquel momento, aguas en las que la luz del astro mayor se reflejaba con gran fervor. –Oye grandote, entonces ¿ya sabes dónde te quedaras hoy? Digo, ya sabes, es un puerto mercante, hay muchas cosas que ver en un lugar como este.- Mencionó amistosamente uno de los marinos que forma parte de la tripulación de aquel barco mercante mientras apoyaba sus codos en la baranda de la cubierta y miraba hacia el, a simple vista bien poblado muelle. –Aún no sé qué hare durante todo el día… quizá de un paseo por los alrededores de la isla. – Le dije con un tono serio, muy característico de mi, a aquel joven de apenas unos diecisiete años de edad. –Bueno, yo espero ver a aquellas hermosas mujeres que frecuentan el puerto, sé que muchas de ellas son cortesanas, pero no las quiero para llevarlas al altar ¿no? – Dijo riendo de buenas ganas –Bueno, debo ir a trabajar, pronto atracaremos en el muelle así que hay mucho que hacer, procura no caer por la borda antes de que lleguemos, nos vemos al rato. – Dijo mientras se apartaba para dirigirse a sus labores (Vaya, la juventud…) Pensé mientras recordaba a aquel pastor de ovejas que vi morir aquel día (Él tendría casi mi edad en estos momentos) reflexionaba sobre la jovial y vivaz mirada de aquel joven marino, la que traía a mi mente aquella mirada que se apagaba frente a mis ojos aquel fatídico día.
El ancla bajaba, los marineros gritaban y corrían por doquier muy atareados, pusieron la plataforma para poder descender hacia el gran muelle de Cala de luna, había un montón de personas alrededor, entre ellos muchos hombres-bestia al igual que yo. Como había crecido en un pequeño pueblo, jamás había imaginado tal diversidad de personas y formas de vida, como las que había visto desde aquel día en el que me alejaron de mis tierras natales. Me dispuse a bajar, cuando me hallaba a mitad del descenso hacia el muelle – ¡Eh! ¡Aldebarán!- escuche mi nombre y voltee para ver a aquel regordete hombre que era el encargado de la cocina en aquel barco -¿Qué sucede Rogen? – Le pregunte. –Ten cuidado, las Islas Illidenses son misteriosas y traicioneras, no te fíes, ¿vale? – Sonreí ante aquella advertencia y me apronte a continuar mi marcha levantando mi pulgar en señal de haber entendido lo que el hombre quería decirme. Al cabo de un par de horas de caminata, me había apartado hace un buen rato de la multitud de personas que habían en el muelle, por lo demás solo unas pequeñas cabañas desteñían en el paisaje, así fue como comencé a avanzar por la playa, sintiendo la arena que comenzaba a entibiarse gradualmente bajo mis casquillos, mientras una agradable brisa de aroma salino tranquilizaba mi andar, jamás había sentido el agua del mar en mi piel, entonces al percatarme de que me encontraba solo en aquel lugar sentí deseos de probar aquella nueva experiencia. Desate las correas que llevaba sobre la capa que cubría mi torso, aquellas correas que se encargaban de mantener mi pesada alabarda adherida a mi espalda, al quitarme la alabarda atada a sus correas, clavé está en la arena y me quité la capa que cubría mi torso y las cicatrices que dibujadas sobre mi piel parecían escribir mi vida competa. Entonces dejando mis pertenencias sobre la alabarda clavada en la arena me aproximé lo suficiente para que las olas alcanzaran mis patas, era una sensación extraña, y mucho distinta a estar en el agua del lago o del rio, me atemorizaba la grandeza del mar, y me causaba intriga, y parecía que todas mis culpas se las llevaban las pequeñas olas que golpeaban mi cuerpo, por primera vez en muchos años me sentía libre.
~Off Rol~
Lamento si me demore mucho en responder, hoy he tenido un dia muy agitado ^^u
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Aldebaran
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Re: [CERRADO]Regresando al contacto[Interpretativo][LIbre][4/5]
Lástima que uno de los paisajes más formidables de la naturaleza también sea el más transitado. ¿Merece la pena entrar de polizonte en un barco del puerto tan solo para llegar a ese lugar? Dudo mucho que algunos puedan llegar a creerme cuando contesto que sí, claro que merece la pena. En realidad entrar en el barco es lo fácil, la mayoría de los piratas siempre andan buscando nuevos marineros para su flota. Aceptan cualquier cosa, de cualquier lugar y no hacen ninguna pregunta. Podría llegar a ser un buen pirata. Todo a estribor, soltar el ancla, izar la mayor… Tareas que al fin y al cabo se resumen, como atar y desatar nudos, a cambio de tres comidas diarias y con mucha suerte un par de monedas. Podría llegar a ser un buen pirata si no fuera porque echaría demasiado de menos mi hogar en los bosques.
Al fin llegamos a la Cala de la Luna. Ya no me parece un viaje tan largo, recuerdo la primera vez que me hice pasar por pirata tan solo para escapar de mi pasado. Fue así como descubrí este lugar. La imagen de los árboles reflejada en el cristal del mar me hice recordar mi lugar. Mi vida eran los bosques, la vida como marinero no estaba hecha para mí. De igual forma como había hecho cientos de veces atrás, me escapo de mi tripulación, huyendo de los comerciantes del puerto, huyendo de todo el mundo que hasta encontrarlo de nuevo. Mi lugar. Trepe en lo alto de una fina palmera lo suficientemente inclinada para poder acostarme en su copa y descansar mientras contemplo el danzar de las olas en la orilla.
Al fin llegamos a la Cala de la Luna. Ya no me parece un viaje tan largo, recuerdo la primera vez que me hice pasar por pirata tan solo para escapar de mi pasado. Fue así como descubrí este lugar. La imagen de los árboles reflejada en el cristal del mar me hice recordar mi lugar. Mi vida eran los bosques, la vida como marinero no estaba hecha para mí. De igual forma como había hecho cientos de veces atrás, me escapo de mi tripulación, huyendo de los comerciantes del puerto, huyendo de todo el mundo que hasta encontrarlo de nuevo. Mi lugar. Trepe en lo alto de una fina palmera lo suficientemente inclinada para poder acostarme en su copa y descansar mientras contemplo el danzar de las olas en la orilla.
Sarez
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Re: [CERRADO]Regresando al contacto[Interpretativo][LIbre][4/5]
Masticaba lentamente la membrana de cada gajo para extraer su néctar. Era refrescante, podía percibir cómo este resbalaba por su garganta, pasaba por su esófago hasta que finalmente, la sensación se perdía quien sabe dónde.
Probó su primer cítrico, aquella tarde remota en compañía de su amor, más para calmar la sed de labios ajenos que por una verdadera necesidad biológica. Aliena sonrío nostálgica. Tocó su mente una gota de recuerdo: beso número 20, los labios de él poseían el mismo sabor del fruto. Continúo comiendo automáticamente, de nuevo con la mirada perdida en su alimento. Le parecía curioso cada manera cómo la naturaleza almacenaba tan increíbles sustancias.
¿Para qué las necesitaba? ¿Tal vez era una forma de reproducción? Esta última palabra le erizó la piel, tembló y un corrientazo en el corazón avisó tristeza.
—Jamás lo haré— se recordó a sí misma. Pensó en ello varios minutos más, terminando la fruta arrodillada ante el árbol. Buscó más gajos dentro de la cáscara, pero no halló. Dejó el residuo al lado de la planta, creyendo que le serviría como abono. Luego, agarró dos mandarinas más de nuevo, estas no las comió y les puso dentro del caparazón de la tortuga. Movió sus rodillas flexionadas al limonero bebé; debido a su tamaño pudo reposar. Se sentó tranquila a robarle algunos limones. Los enjuagó en el agua salada del canasto. Una vez vio que no necesitaría más de estos, giró la cabeza hacia las gigantes palmas de coco y banana. Blasfemó en cetáceo.
— ¿Cómo voy a bajar eso de ahí? Tal vez si espero un poco alguien podría venir a ayudar…—
Esperanzada, se aproximó a un naranjo cercano. De verdad que sus aletas le impedían la vida en tierra. No podría recolectar de un árbol de más o menos 2 m de longitud. Los frutos que yacían en el suelo no lucían muy comestibles.
Por eso decidió usar estos últimos y lanzarlos hacia la palma de cocos primero, buscando que con un poco de suerte cayera al menos uno.
Lanzó.
Lanzó.
Lanzó.
Lo único que logró fue darse varios golpes en la cabeza cuando la gravedad cumplía su función. Qué poco sentido práctico... Pero vamos, no es un ser de la tierra. No está para recolectar nada de este lugar. Además, necesitaba más comida para tener más energía y ese ejercicio le estaba robando la poca que conservaba. Miró al árbol pensativa e hizo un último intento.
—¡La décimo octavo es la vencida!—
Probó su primer cítrico, aquella tarde remota en compañía de su amor, más para calmar la sed de labios ajenos que por una verdadera necesidad biológica. Aliena sonrío nostálgica. Tocó su mente una gota de recuerdo: beso número 20, los labios de él poseían el mismo sabor del fruto. Continúo comiendo automáticamente, de nuevo con la mirada perdida en su alimento. Le parecía curioso cada manera cómo la naturaleza almacenaba tan increíbles sustancias.
¿Para qué las necesitaba? ¿Tal vez era una forma de reproducción? Esta última palabra le erizó la piel, tembló y un corrientazo en el corazón avisó tristeza.
—Jamás lo haré— se recordó a sí misma. Pensó en ello varios minutos más, terminando la fruta arrodillada ante el árbol. Buscó más gajos dentro de la cáscara, pero no halló. Dejó el residuo al lado de la planta, creyendo que le serviría como abono. Luego, agarró dos mandarinas más de nuevo, estas no las comió y les puso dentro del caparazón de la tortuga. Movió sus rodillas flexionadas al limonero bebé; debido a su tamaño pudo reposar. Se sentó tranquila a robarle algunos limones. Los enjuagó en el agua salada del canasto. Una vez vio que no necesitaría más de estos, giró la cabeza hacia las gigantes palmas de coco y banana. Blasfemó en cetáceo.
— ¿Cómo voy a bajar eso de ahí? Tal vez si espero un poco alguien podría venir a ayudar…—
Esperanzada, se aproximó a un naranjo cercano. De verdad que sus aletas le impedían la vida en tierra. No podría recolectar de un árbol de más o menos 2 m de longitud. Los frutos que yacían en el suelo no lucían muy comestibles.
Por eso decidió usar estos últimos y lanzarlos hacia la palma de cocos primero, buscando que con un poco de suerte cayera al menos uno.
Lanzó.
Lanzó.
Lanzó.
Lo único que logró fue darse varios golpes en la cabeza cuando la gravedad cumplía su función. Qué poco sentido práctico... Pero vamos, no es un ser de la tierra. No está para recolectar nada de este lugar. Además, necesitaba más comida para tener más energía y ese ejercicio le estaba robando la poca que conservaba. Miró al árbol pensativa e hizo un último intento.
—¡La décimo octavo es la vencida!—
Última edición por Aliena el Sáb Mar 28 2015, 15:53, editado 1 vez
Aliena
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Re: [CERRADO]Regresando al contacto[Interpretativo][LIbre][4/5]
Viene bien tomarse una semana para relajarse, irse a un lugar nuevo tumbarse y perder un poco tiempo sin hacer absolutamente nada. Supongo que es algo similar a eso que la gente llama “tomarse unas vacaciones”. Cuando escuché por primera vez esa expresión no entendí muy bien que significaba. El por qué la gente necesita huir de su vida cotidiana y pararse a no hacer nada es todo un misterio para mí, o al menos lo era hasta que vine por primera vez a esta isla. En ese momento supe que en realidad unas vacaciones no sirven para huir de tu trabajo, ni tampoco sirven para hacer el inútil durante un tiempo, en realidad sirven para tener una vaga ilusión de poder vivir sin preocupaciones. Para mí era mucho más sencillo, mis preocupaciones son tan simples como el qué comer o el dónde dormir, no necesito más, sin embargo la gente de la ciudad parece que vivan para preocuparse de todo cuanto les rodea.
Está es mi vida sin preocupaciones. ¿Dónde dormir? Tumbado encima de una palmera. ¿Qué comer? Un coco de la misma palmera en la que estoy tumbado. No necesito más. Podría quedarme aquí tumbado para siempre. No es mala idea. Sentir cada día de mi vida como la brisa del mar acaricia mi piel, poder nadar siempre que quisiera… Esto es la gloria. Pero si me quedara aquí para siempre se rompería la magia. Mis vacaciones ya no tendrían sentido y acabaría harto de vivir una vida inútil. Tal vez me quedara un par de días, no mucho más, y regresaría a mi bosque. Espero poder encontrar otro barco que necesite tripulantes, no siempre es tan fácil volver como el ir.
Mientras estoy aquí es como si nada me afectara, como si nadara en un mal del ensueño perdiéndome en mil y unas cosas que pensar, cosas que en realidad carecen de importancia. Por ejemplo, me pregunto quién está tirando las frutas de aquel árbol allá a los lejos, o de dónde viene cada navío que está desembarcando en el puerto, qué seres viajan en él… Tonterías al fin y al cabo que no me importan para nada.
Podría dormirme ahora mismo. En verdad, nada me lo impide. Una pequeña siesta, no vas de quince minutos y luego un baño en la playa. Sin pensarlo más, tiro la cáscara del coco ya vacía y me acomodo en la palmera usando sus hojas como cojines. Esto es gloria. ¿Le habré dado a alguien con la cáscara? ¿Qué más da? Esas son las típicas preocupaciones que no se deben tener cuando uno está de vacaciones.
Está es mi vida sin preocupaciones. ¿Dónde dormir? Tumbado encima de una palmera. ¿Qué comer? Un coco de la misma palmera en la que estoy tumbado. No necesito más. Podría quedarme aquí tumbado para siempre. No es mala idea. Sentir cada día de mi vida como la brisa del mar acaricia mi piel, poder nadar siempre que quisiera… Esto es la gloria. Pero si me quedara aquí para siempre se rompería la magia. Mis vacaciones ya no tendrían sentido y acabaría harto de vivir una vida inútil. Tal vez me quedara un par de días, no mucho más, y regresaría a mi bosque. Espero poder encontrar otro barco que necesite tripulantes, no siempre es tan fácil volver como el ir.
Mientras estoy aquí es como si nada me afectara, como si nadara en un mal del ensueño perdiéndome en mil y unas cosas que pensar, cosas que en realidad carecen de importancia. Por ejemplo, me pregunto quién está tirando las frutas de aquel árbol allá a los lejos, o de dónde viene cada navío que está desembarcando en el puerto, qué seres viajan en él… Tonterías al fin y al cabo que no me importan para nada.
Podría dormirme ahora mismo. En verdad, nada me lo impide. Una pequeña siesta, no vas de quince minutos y luego un baño en la playa. Sin pensarlo más, tiro la cáscara del coco ya vacía y me acomodo en la palmera usando sus hojas como cojines. Esto es gloria. ¿Le habré dado a alguien con la cáscara? ¿Qué más da? Esas son las típicas preocupaciones que no se deben tener cuando uno está de vacaciones.
Sarez
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Re: [CERRADO]Regresando al contacto[Interpretativo][LIbre][4/5]
Subió la cabeza con un destello de esperanza en la mirada. Pudo sonreír al fin, cuando advirtió que algo caía desde la palma.
— ¡Asombroso!— celebró la sirena mientras buscaba alguna manera de acomodarse para recibir lo que pensaba que era un fruto de la palmera. Por desgracia, su sentido de coordinación siempre ha sido pésimo sobre tierra; entonces, el objeto descendente impactó sobre su frente.
— ¡AUCH!— sollozó, sobándose la frente con la mano derecha. Las mejillas se le enrojecieron de rabia — ¡NO CAE NADA DE ESA PLANTA CHLORBAG Y CUANDO CAE NO TIENE ABSOLUTAMENTE NADA!—
Hubiese seguido alimentando su sentimiento de impotencia hasta que el estómago le crujió... de nuevo ¡Ya era hora de que pudiera desayunar! La mano libre bajo para rodearle el abdomen. Alguna especie de reflejo para dar consuelo al órgano hambriento. Se rindió por unos segundos.
—¿El limón no sería tan simple si le ponía algo de agua salada? ¿Verdad? Además, si no sabe muy bien, a diferencia de un humano, a mí no le dará diarrea por probar el agua de mar— Bien... esto haría. ''Caminó'' [Con sus rodillas] hasta el limonero, agarró el producto. Con las garras, le partió por la mitad y le dejó desnudo. Finalmente, le revolvió con el agua del mar, se lo llevó a la boca con el objetivo de tarascarlo. En el proceso, regresó la mirada a la planta imposible. Trituraba la membrana ácida del limón con desdén.
— De verdad que el descubrimiento de tierra firme será difícil...—
De repente, en su ángulo de visión entró algo extraño. Notó lo que parecían ser mechones de cabello plateado cayendo en diagonal por una espalda fornida. ¿Estaba alucinando o había descubierto una especie de fenómeno sobre la palmera? ¿Eso estaba evitando que la sirena degustara los cocos? ¿O eso fue lo que le arrojó la cáscara vacía? No importaba el interrogante, de todos modos se atrevió a exclamar
—ASÍ QUE LAS PLANTAS TERRESTRES TIENEN VIDA PROPIA... ¿ES POR ESO QUE NO ME REGALAÍS DE VUESTROS FRUTOS, PALMERA INGRATA?—
— ¡Asombroso!— celebró la sirena mientras buscaba alguna manera de acomodarse para recibir lo que pensaba que era un fruto de la palmera. Por desgracia, su sentido de coordinación siempre ha sido pésimo sobre tierra; entonces, el objeto descendente impactó sobre su frente.
— ¡AUCH!— sollozó, sobándose la frente con la mano derecha. Las mejillas se le enrojecieron de rabia — ¡NO CAE NADA DE ESA PLANTA CHLORBAG Y CUANDO CAE NO TIENE ABSOLUTAMENTE NADA!—
Hubiese seguido alimentando su sentimiento de impotencia hasta que el estómago le crujió... de nuevo ¡Ya era hora de que pudiera desayunar! La mano libre bajo para rodearle el abdomen. Alguna especie de reflejo para dar consuelo al órgano hambriento. Se rindió por unos segundos.
—¿El limón no sería tan simple si le ponía algo de agua salada? ¿Verdad? Además, si no sabe muy bien, a diferencia de un humano, a mí no le dará diarrea por probar el agua de mar— Bien... esto haría. ''Caminó'' [Con sus rodillas] hasta el limonero, agarró el producto. Con las garras, le partió por la mitad y le dejó desnudo. Finalmente, le revolvió con el agua del mar, se lo llevó a la boca con el objetivo de tarascarlo. En el proceso, regresó la mirada a la planta imposible. Trituraba la membrana ácida del limón con desdén.
— De verdad que el descubrimiento de tierra firme será difícil...—
De repente, en su ángulo de visión entró algo extraño. Notó lo que parecían ser mechones de cabello plateado cayendo en diagonal por una espalda fornida. ¿Estaba alucinando o había descubierto una especie de fenómeno sobre la palmera? ¿Eso estaba evitando que la sirena degustara los cocos? ¿O eso fue lo que le arrojó la cáscara vacía? No importaba el interrogante, de todos modos se atrevió a exclamar
—ASÍ QUE LAS PLANTAS TERRESTRES TIENEN VIDA PROPIA... ¿ES POR ESO QUE NO ME REGALAÍS DE VUESTROS FRUTOS, PALMERA INGRATA?—
Última edición por Aliena el Lun Abr 06 2015, 01:06, editado 1 vez (Razón : EL CABELLO ES PLATEADO, PLATEADO!)
Aliena
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Huyo de la ciudad, de las luces, de los gritos y de todo aquello que aborrezco y, ¿qué me encuentro? Una mujer pez que no deja de chillar. Así no hay quien pueda descansar un rato. Es bochornoso ver como un pez sale del agua en busca de un simple limón. Toda ella es pura ridiculez. ¿Por qué tanto interés en salir del agua? Es curioso, los marineros con los que vine prefieren mil veces la vida en alta mar antes que pisar tierra firme. Los peces salen del mar y los hombres quieren entrar. Tonterías. Me doy la vuelta hacia el lado contrario de la mujer. Si hago como si no estuviera tal vez me relaje de nuevo y pueda volverme a dormir.
Hoy no es mi día de suerte; como si algún día tuviera suerte. La mujer me ve y me llama desde abajo. Me giro a ella y la miro directamente sin decir ni una sola palabra. Me ha estropeado la siesta, es más, me ha estropeado mis vacaciones, y encima me pide que le dé un coco. No seré yo quien se lo vaya a dar. Cojo uno y se lo enseño para asegurarme que es eso lo que quiere. Lo parto, me bebo el zumo. Con ayuda de una piedra corto la fruta y la dejo en una hoja de la palmera que la uso como plato quedándome solo con la cascara.
-No me gusta que grites.- Digo lazándole la cascara del coco. –Déjame dormir.- Me como un trozo de coco que acababa de cortar y me tumbo en la posición que estaba antes dándole la espalda a la mujer pez.
Hoy no es mi día de suerte; como si algún día tuviera suerte. La mujer me ve y me llama desde abajo. Me giro a ella y la miro directamente sin decir ni una sola palabra. Me ha estropeado la siesta, es más, me ha estropeado mis vacaciones, y encima me pide que le dé un coco. No seré yo quien se lo vaya a dar. Cojo uno y se lo enseño para asegurarme que es eso lo que quiere. Lo parto, me bebo el zumo. Con ayuda de una piedra corto la fruta y la dejo en una hoja de la palmera que la uso como plato quedándome solo con la cascara.
-No me gusta que grites.- Digo lazándole la cascara del coco. –Déjame dormir.- Me como un trozo de coco que acababa de cortar y me tumbo en la posición que estaba antes dándole la espalda a la mujer pez.
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Se dio cuenta de que efectivamente, era algo... o alguien con vida lo que se encontraba sobre la planta. Tal vez lo hubiese dejado en calma si no tuviese tantos deseos de comerse un coco o alguna fruta que no fuera un ácido. Entonces su única opción era ese árbol y el de bananas, que obviamente, tampoco podría alcanzar.
Sí, por supuesto que se ilusionó cuando vio que el hombre le mostraba el coco. Lamentablemente, nuestra sirena es muy desconfiada, así que dudó. No estaba tan equivocada, la paranoia esta vez sí le había servido para algo. Pensándolo bien... su sentido agudo de desconfianza aunque fuera muy molesto, tarde o temprano tenía razón. Triste realidad, supongo.
— ¡Pero qué ser más antipático!...— Creyó que solo había dicho para sus adentros cuando en realidad estaba pensando en voz alta.
El sol brillaba con la intensidad de los primeros rayos, por lo que la temperatura del lugar estaba bastante alta y sumado a esto, el tipo de cabello plateado bebía placenteramente el contenido del coco. A Aliena el bochorno se le metió por los poros, le hizo enrojecer las mejillas de nuevo y como es usual cuando se pone muy molesta, se le evaporó la saliva de la boca.
CHLORBAG maldijo de nuevo mentalmente. Ahora tengo más sed que nunca...Ahora lo está comiendo ¡¡¡¡¡¡¿¿¿Es en serio esto, es en serio???!!!!!! se quejaba interiormente, solo demostrándolo con una mala mirada al precursor de su rabia, contrajo los cachetes y frunció el ceño. Le sorprendió aún más el descaro que tuvo al arrojarle los residuos de su comida. No quería parecer uno de esos humanos malcriados que había visto de vez en vez por la playa, con reacciones ridículas ante situaciones similares... unos demasiados agresivos y otros con cierto gesto de sorpresa incluso falso, como si con eso les fueran a ofrecer una disculpa. Calmó otra mirada asesina pues se dio cuenta de que debía ser quien calmara los humos. Bajó la cabeza, se puso las manos en la cintura y respiró profundamente, permitiendo que el oxígeno del aire le permitiera ventilar las malas emociones.
— Espero que os no ofusqueís por llamaros compañero, compañero. Os prometo sobre las aguas marinas, que son mi hogar, que si os ayudaís a mi persona, os ayudaré a vos dejando vuestro descanso en paz— le propuso en un tono neutral, con cierta llamita de resentimiento dentro de su alma.
Humanos idiotas, creen que al tener dos piernas pueden hacer y deshacer con su entorno.... Miserables. De todos modos, Aliena, ya sabías que encontrarías cosas de este tipo en tierra firme.
— Vuestra ayuda no sería en vano. Si pudiese hacerlo sola, os no molestaría, pero en estos momentos, como veís, no puedo hacerlo. No os teneís que tornar tan agresivo—
El orgullo le estaba haciendo arrepentirse de hacer aquella petición. Sin embargo, la necesidad de comer podía más con cualquier cosa... maldita biología.
Sí, por supuesto que se ilusionó cuando vio que el hombre le mostraba el coco. Lamentablemente, nuestra sirena es muy desconfiada, así que dudó. No estaba tan equivocada, la paranoia esta vez sí le había servido para algo. Pensándolo bien... su sentido agudo de desconfianza aunque fuera muy molesto, tarde o temprano tenía razón. Triste realidad, supongo.
— ¡Pero qué ser más antipático!...— Creyó que solo había dicho para sus adentros cuando en realidad estaba pensando en voz alta.
El sol brillaba con la intensidad de los primeros rayos, por lo que la temperatura del lugar estaba bastante alta y sumado a esto, el tipo de cabello plateado bebía placenteramente el contenido del coco. A Aliena el bochorno se le metió por los poros, le hizo enrojecer las mejillas de nuevo y como es usual cuando se pone muy molesta, se le evaporó la saliva de la boca.
CHLORBAG maldijo de nuevo mentalmente. Ahora tengo más sed que nunca...Ahora lo está comiendo ¡¡¡¡¡¡¿¿¿Es en serio esto, es en serio???!!!!!! se quejaba interiormente, solo demostrándolo con una mala mirada al precursor de su rabia, contrajo los cachetes y frunció el ceño. Le sorprendió aún más el descaro que tuvo al arrojarle los residuos de su comida. No quería parecer uno de esos humanos malcriados que había visto de vez en vez por la playa, con reacciones ridículas ante situaciones similares... unos demasiados agresivos y otros con cierto gesto de sorpresa incluso falso, como si con eso les fueran a ofrecer una disculpa. Calmó otra mirada asesina pues se dio cuenta de que debía ser quien calmara los humos. Bajó la cabeza, se puso las manos en la cintura y respiró profundamente, permitiendo que el oxígeno del aire le permitiera ventilar las malas emociones.
— Espero que os no ofusqueís por llamaros compañero, compañero. Os prometo sobre las aguas marinas, que son mi hogar, que si os ayudaís a mi persona, os ayudaré a vos dejando vuestro descanso en paz— le propuso en un tono neutral, con cierta llamita de resentimiento dentro de su alma.
Humanos idiotas, creen que al tener dos piernas pueden hacer y deshacer con su entorno.... Miserables. De todos modos, Aliena, ya sabías que encontrarías cosas de este tipo en tierra firme.
— Vuestra ayuda no sería en vano. Si pudiese hacerlo sola, os no molestaría, pero en estos momentos, como veís, no puedo hacerlo. No os teneís que tornar tan agresivo—
El orgullo le estaba haciendo arrepentirse de hacer aquella petición. Sin embargo, la necesidad de comer podía más con cualquier cosa... maldita biología.
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Intenta contenerse pero sé bien que no puede hacerlo. Veo como, ridículamente aprieta la cara para hacer como si no mostrase ni un atisbo de enfado. Resulta gracioso ver todo el desfile de caras que pone hasta conseguir la que desea. Cuando por fin se pone a hablar noto un cambio de voz y en las palabras que dice. Antes maldecía como un marinero y ahora habla como una dama. Sonrío ligeramente al ver su cambio.
-Toma.- Digo lanzándole no muy fuerte uno de los cocos a los brazos. –Debe ser incómodo no poder llegar a los frutos de un árbol.- Pienso en voz alta sin importar que me hubiera escuchado. Me asomo hacia abajo para verla bien. –Oye. ¿Qué haces para comer?- Su parte animal me intriga. Vivo en los bosques rodeado de toda clase de animales, sin embargo pocas veces había visto una mujer animal, y mucho menos una mujer pez.
Los marineros con los que viajé aquella misma mañana no dejaban de hablar de sirenas y de lo que les harían si vieran una. Al verla de cerca, dudo mucho que los sueños de los piratas se pudieran hacer realidad, esa cola sería su perdición. De todas formas, siento curiosidad por todo lo que le rodea. El mar. Como me gustaría vivir en algo tan puro y bello. Ella puede y aun así la veo intentando llegar a tierra para coger sus frutos. Será cierto el dicho que tiene los humanos de que el césped siempre crece más alto en el jardín de al lado. Hay tantas preguntas que quisiera hacerle.
-Tengo más preguntas.- Digo antes de que me responda ni tan siquiera a la primera. - Te daré cocos. Te daré toda la fruta que no puedas coger.- Bajo hasta ella y me pongo de cuclillas para estar de frente. –¿Te parece bien?-
-Toma.- Digo lanzándole no muy fuerte uno de los cocos a los brazos. –Debe ser incómodo no poder llegar a los frutos de un árbol.- Pienso en voz alta sin importar que me hubiera escuchado. Me asomo hacia abajo para verla bien. –Oye. ¿Qué haces para comer?- Su parte animal me intriga. Vivo en los bosques rodeado de toda clase de animales, sin embargo pocas veces había visto una mujer animal, y mucho menos una mujer pez.
Los marineros con los que viajé aquella misma mañana no dejaban de hablar de sirenas y de lo que les harían si vieran una. Al verla de cerca, dudo mucho que los sueños de los piratas se pudieran hacer realidad, esa cola sería su perdición. De todas formas, siento curiosidad por todo lo que le rodea. El mar. Como me gustaría vivir en algo tan puro y bello. Ella puede y aun así la veo intentando llegar a tierra para coger sus frutos. Será cierto el dicho que tiene los humanos de que el césped siempre crece más alto en el jardín de al lado. Hay tantas preguntas que quisiera hacerle.
-Tengo más preguntas.- Digo antes de que me responda ni tan siquiera a la primera. - Te daré cocos. Te daré toda la fruta que no puedas coger.- Bajo hasta ella y me pongo de cuclillas para estar de frente. –¿Te parece bien?-
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Con las manos aún sobre la cintura, percibía su orgullo herido por complacer una necesidad física. Se arrepintió de haber querido esa misma mañana comer en la costa y no conseguir su alimento dentro del agua, como usual y naturalmente hacía. Una sonrisa se reflejó en el rostro del muchacho ¿Se va a burlar de mi de nuevo este..?
No terminó la oración pues de repente, la invadió esa sensación de satisfacción tan pronto como el coco estuvo entre sus manos, cortesía del tipo. Lo único que supo hacer fue tomarlo, abrirle un hueco en el polo norte de este ayudada por sus garras y beberlo sin importar cuanta etiqueta y protocolo se supone que existe entre los humanos a la hora de comer.
Vació el interior de la fruta en cuanto pudo, dejando cierto intervalo de segundos para disfrutar de aquel sabor. Nunca había sido su favorito pero en esa ocasión ante la ausencia de saliva debido al mal humor, era casi como... ¿regresar a los cielos oceánicos?
Estaba tan concentrada en sus acciones para saciar la sed y con los ojos cerrados, que no se dio cuenta el justo instante en que el muchacho bajó del alto vegetal para comenzar a hablarle. Ya no tenía nada de contenido líquido el coco, por lo cual, lo golpeó con fuerza contra el tronco de la palmera hasta lograr despedazarlo sobre las garras. Tomó un trozo para empezar a comerlo y pudo dirigir toda su atención a su interlocutor. Lo miraba con un semblante de cierta desconfianza e inquietud hasta recordar que era costumbre humana agradecer con cierta palabra que no recordaba... Esperó a la culminación de sus exclamaciones mientras iba navegando en medio de recuerdos lingüísticos para aclarar dos confusiones producidas por su forma de hablar:
Primero, le había sido enseñado por su amor decir ''vos'' en cambio de ''tú'' y a conjugar los verbos acompañados por estos pronombres con las respectivas terminaciones formales. Por eso, hizo un esfuerzo por entender exactamente en qué consistía la propuesta que le estaba haciendo. Hizo todo un proceso cognitivo para saber cuál sería la respuesta más acertada. Al creer haberlo logrado, levantó una ceja y vociferó
— Primero que todo, muchos agradecimientos... gracias... ¡Esa era la palabra!— la iluminación le vino justo en el instante de atreverse a hablar. Siguió masticando la pulpa de la fruta mientras afirmaba con la cabeza.
— No estoy muy segura de qué queréis decir con ''qué haces para comer''. Segundo... sí me parece un trato justo. Solo... evitad tomarme como una mas...cota. Solo os advierto. No recibo la fruta como si fuese algún tipo de entrenamiento. Tampoco me envenenes— Dijo esto último como advertencia, más para mostrarlo que no era inocente o ingenua. No le pareció mala idea aceptar los interrogantes del joven, su ego y la fascinación que sabía que causaba al hablar de su mundo se negaban a desaprovechar la oportunidad.
Por otro lado, pudo observar mejor el físico del ex maleducado. Era fornido para sus ojos, resultando incluso algo intimidante. Pero eso solo sería hasta que vio sus ojos sin pupilas. No le extrañaría si fuese un animal por debajo de las zonas más oscuras del óceano pues estos órganos no son una estructura necesaria allí. Esa no era el agua por lo que mucha fascinación le causó. Esas cicatrices... ¿Qué significarán? No sé qué pensar... Lucen escalofriantes... Se guardó la cuestión para después. Quería la atención primero para ella.
No terminó la oración pues de repente, la invadió esa sensación de satisfacción tan pronto como el coco estuvo entre sus manos, cortesía del tipo. Lo único que supo hacer fue tomarlo, abrirle un hueco en el polo norte de este ayudada por sus garras y beberlo sin importar cuanta etiqueta y protocolo se supone que existe entre los humanos a la hora de comer.
Vació el interior de la fruta en cuanto pudo, dejando cierto intervalo de segundos para disfrutar de aquel sabor. Nunca había sido su favorito pero en esa ocasión ante la ausencia de saliva debido al mal humor, era casi como... ¿regresar a los cielos oceánicos?
Estaba tan concentrada en sus acciones para saciar la sed y con los ojos cerrados, que no se dio cuenta el justo instante en que el muchacho bajó del alto vegetal para comenzar a hablarle. Ya no tenía nada de contenido líquido el coco, por lo cual, lo golpeó con fuerza contra el tronco de la palmera hasta lograr despedazarlo sobre las garras. Tomó un trozo para empezar a comerlo y pudo dirigir toda su atención a su interlocutor. Lo miraba con un semblante de cierta desconfianza e inquietud hasta recordar que era costumbre humana agradecer con cierta palabra que no recordaba... Esperó a la culminación de sus exclamaciones mientras iba navegando en medio de recuerdos lingüísticos para aclarar dos confusiones producidas por su forma de hablar:
Primero, le había sido enseñado por su amor decir ''vos'' en cambio de ''tú'' y a conjugar los verbos acompañados por estos pronombres con las respectivas terminaciones formales. Por eso, hizo un esfuerzo por entender exactamente en qué consistía la propuesta que le estaba haciendo. Hizo todo un proceso cognitivo para saber cuál sería la respuesta más acertada. Al creer haberlo logrado, levantó una ceja y vociferó
— Primero que todo, muchos agradecimientos... gracias... ¡Esa era la palabra!— la iluminación le vino justo en el instante de atreverse a hablar. Siguió masticando la pulpa de la fruta mientras afirmaba con la cabeza.
— No estoy muy segura de qué queréis decir con ''qué haces para comer''. Segundo... sí me parece un trato justo. Solo... evitad tomarme como una mas...cota. Solo os advierto. No recibo la fruta como si fuese algún tipo de entrenamiento. Tampoco me envenenes— Dijo esto último como advertencia, más para mostrarlo que no era inocente o ingenua. No le pareció mala idea aceptar los interrogantes del joven, su ego y la fascinación que sabía que causaba al hablar de su mundo se negaban a desaprovechar la oportunidad.
Por otro lado, pudo observar mejor el físico del ex maleducado. Era fornido para sus ojos, resultando incluso algo intimidante. Pero eso solo sería hasta que vio sus ojos sin pupilas. No le extrañaría si fuese un animal por debajo de las zonas más oscuras del óceano pues estos órganos no son una estructura necesaria allí. Esa no era el agua por lo que mucha fascinación le causó. Esas cicatrices... ¿Qué significarán? No sé qué pensar... Lucen escalofriantes... Se guardó la cuestión para después. Quería la atención primero para ella.
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Re: [CERRADO]Regresando al contacto[Interpretativo][LIbre][4/5]
¿Qué le pasa por la cabeza? Si no la hago caso empieza a gritar para no dejarme dormir y ahora que le hago caso y le pregunto sobre su vida marítima me sermonea como si fuera un niño malcriado. Me molesta como me habla, me molesta bastante. No puedo redimirme a apretar los puños por no soltarle cualquier palabra mal sonante e irme sin mirar atrás. He intentando ser amable pensando que sería tan noble como un animal. Me equivoqué, de los peces solo tiene la inteligencia y de los humanos la soberbia. Seguro que esa es la razón por la que la palabra “mujer” va antes que la de “pez” en el nombre de su especie.
Alzo levemente la ceja cuando habla de que la voy a envenenar. -¿Qué sabes?- Digo rápido, sin pensar apenas en las consecuencias de lo que puede traer mi pregunta. -¡Yo no envenené a nadie!- Noto como alzo la voz. Es como si me persiguiera toda la vida. Allá donde fuera siento que todos me señalan, se ríen de mí por ser un bastardo y, sobre todo, temen que les envenené. –No lo hice. ¿Queda claro?- Digo ya más calmado. –Mira, solo quería ser amable. Pero ya veo que eres como los demás. Adiós.-
Me levanto y me alejo un poco de la mujer-pez. Pienso en marcharme, sí, eso es lo que debería hacer, irme lo más lejos posible. Sin embargo me quedo parado mirando a la mujer. A parte de insinuar que la iba a envenenar, ha insinuado que la trato como una mascota, es decir, que la trato de forma asquerosamente posesiva como hacen los humanos con sus animales. Antes de irme estoy dispuesto a enseñarle cuales son mis intenciones. Disparo una flecha entre los árboles que hace caer todo tipo de fruta que, sin mi ayuda, la sirena no podría alcanzar. –Aquí tienes tu fruta.- Digo con cierto rencor.
Alzo levemente la ceja cuando habla de que la voy a envenenar. -¿Qué sabes?- Digo rápido, sin pensar apenas en las consecuencias de lo que puede traer mi pregunta. -¡Yo no envenené a nadie!- Noto como alzo la voz. Es como si me persiguiera toda la vida. Allá donde fuera siento que todos me señalan, se ríen de mí por ser un bastardo y, sobre todo, temen que les envenené. –No lo hice. ¿Queda claro?- Digo ya más calmado. –Mira, solo quería ser amable. Pero ya veo que eres como los demás. Adiós.-
Me levanto y me alejo un poco de la mujer-pez. Pienso en marcharme, sí, eso es lo que debería hacer, irme lo más lejos posible. Sin embargo me quedo parado mirando a la mujer. A parte de insinuar que la iba a envenenar, ha insinuado que la trato como una mascota, es decir, que la trato de forma asquerosamente posesiva como hacen los humanos con sus animales. Antes de irme estoy dispuesto a enseñarle cuales son mis intenciones. Disparo una flecha entre los árboles que hace caer todo tipo de fruta que, sin mi ayuda, la sirena no podría alcanzar. –Aquí tienes tu fruta.- Digo con cierto rencor.
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Re: [CERRADO]Regresando al contacto[Interpretativo][LIbre][4/5]
A su querida narradora se le escapó una carcajada al leer las reacciones del otro personaje. Sin embargo, su narradora no es Aliena y Aliena no es la narradora por lo que, le pareció intimidante su cambio de actitud... de nuevo. Se asustó pensando que tal vez podría ser su ex amor disfrazado persiguiéndola para un fin desconocido. O aún peor ¡Que todos los humanos tendrían algún tipo de patología, que les hacía cambiar rápidamente su forma de comportarse! Sería entonces errado decir que eran la especie más evolucionada No pueden siquiera controlar sus reacciones. reflexionó la sirena mientras enarcaba una ceja.
Mientras se disculpaba de, aparentemente, un crimen del cual siempre le acusaron injustamente, lo observó sorprendida, con los ojos abiertos como platos. No supo muy bien qué responderle, tatareó en repetidas ocasiones—Pe... hey... vos... yo... — hasta que el tipo por fin terminó de escupir todo ese montón de incoherencias y despedirse. Tampoco era como si quisiera que aquel ser se fuera, le daba miedo, sí, pero también mucha curiosidad. Además, tenía despierto ese deseo de hablar sobre su tierra, su mundo, lo que le apasionaba... de ella! Eso era muy importante y si podía evitar que se fuera, al margen de su orgullo, por supuesto que lo haría.
—Aguardad, un momento, un mo... — No alcanzó a terminar la oración cuando ve que una flecha se aproximaba hacia ella, pensó que la atacaría pero se agachó a tiempo. Le iba a hacer el reclamo hasta que varias frutas comenzaron a caer sobre ella. Algunas le golpearon la cabeza, mas, en cuanto pudo reaccionar estiró los brazos para recibirlas, con algo de felicidad pintada sobre el rostro. Otras rodaron por la playa mar abajo. Esto no le preocupó. Tal vez luego podría recogerlas.
Ahora bien; no podía ser egoísta y concentrarse en comer solamente, sin importar la persona que tenía al frente. No. No. No estaba en su naturaleza ser así. Abrazándose a sus naranjas, bananas, mangos, cocos, etc... Le habló con seguridad y calma.
—Nuevamente, os suplico que aguardéis. Agradecimientos por vuestra ayuda... Mi nombre es Aliena. ¿Cuál es el de vuestra persona, caballero?... — dudó para continuar. Lo dejaría simplemente en ''caballero''. No le podía estar dando su nombre a todo el mundo por cualquier parte. Empero, la caída de esos frutos, literalmente desde el cielo y a pesar de que le golpearon la cabeza hicieron que la desconfianza se apaciguara un poco. —Ved que, quien ha de comer solo, no ha de disfrutar de la misma forma que compartiendo—
Mientras se disculpaba de, aparentemente, un crimen del cual siempre le acusaron injustamente, lo observó sorprendida, con los ojos abiertos como platos. No supo muy bien qué responderle, tatareó en repetidas ocasiones—Pe... hey... vos... yo... — hasta que el tipo por fin terminó de escupir todo ese montón de incoherencias y despedirse. Tampoco era como si quisiera que aquel ser se fuera, le daba miedo, sí, pero también mucha curiosidad. Además, tenía despierto ese deseo de hablar sobre su tierra, su mundo, lo que le apasionaba... de ella! Eso era muy importante y si podía evitar que se fuera, al margen de su orgullo, por supuesto que lo haría.
—Aguardad, un momento, un mo... — No alcanzó a terminar la oración cuando ve que una flecha se aproximaba hacia ella, pensó que la atacaría pero se agachó a tiempo. Le iba a hacer el reclamo hasta que varias frutas comenzaron a caer sobre ella. Algunas le golpearon la cabeza, mas, en cuanto pudo reaccionar estiró los brazos para recibirlas, con algo de felicidad pintada sobre el rostro. Otras rodaron por la playa mar abajo. Esto no le preocupó. Tal vez luego podría recogerlas.
Ahora bien; no podía ser egoísta y concentrarse en comer solamente, sin importar la persona que tenía al frente. No. No. No estaba en su naturaleza ser así. Abrazándose a sus naranjas, bananas, mangos, cocos, etc... Le habló con seguridad y calma.
—Nuevamente, os suplico que aguardéis. Agradecimientos por vuestra ayuda... Mi nombre es Aliena. ¿Cuál es el de vuestra persona, caballero?... — dudó para continuar. Lo dejaría simplemente en ''caballero''. No le podía estar dando su nombre a todo el mundo por cualquier parte. Empero, la caída de esos frutos, literalmente desde el cielo y a pesar de que le golpearon la cabeza hicieron que la desconfianza se apaciguara un poco. —Ved que, quien ha de comer solo, no ha de disfrutar de la misma forma que compartiendo—
Aliena
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Re: [CERRADO]Regresando al contacto[Interpretativo][LIbre][4/5]
Si no estuviera tan enfadado me estaría riendo. ¿Caballero, yo? No hay persona en la faz de la tierra que se parezca menos a un caballero que un servidor. Hay muchas cosas por la cual se puede distinguir a un caballero: una brillante armadura, una gran espada a juego con su gran escudo… Sin embargo, entre todas esas cosas, hay algo que nunca falla; la fama. En las pocas ocasiones que viajo a alguna ciudad por tal de comprar suministros para el invierno o vender alguna que otra piel de los animales que cazo, siempre hay un momento en que la gente pierde la cordura. Todos comienzan a darse empujones solo para ver a los llamados “caballeros” que no son más que personas embutidas en armaduras como si fueron sardinas en lata. Los rumores pronto se extendían; que si han vuelto de matar a un dragón, que si solo un caballero ha podido matar a todo un ejército de bandidos... Inocentes. Lo más seguro es que esos “caballeros” vengan de pasar unos días en el burdel más cercano. Así son los caballeros, brillantes por fuera y asquerosos por dentro. Al contrario de todo aquello estoy yo. Para que nos vamos a engallar, parezco el principal sospechoso de cualquier delito. No obstante, jamás he hecho algo que se pueda calificar inmoral.
Me doy la vuelta para mirar a la mujer-pez. Ahora que me fijo es más joven de lo que me pareció a simple vista. Al vivir entre los animales y los árboles del bosque uno aprende a ver más allá de la edad aparente. Un lobo de dos años se considera ya adulto, sin embargo un humano de dos años todavía sigue llevando pañales. Con los peces pasa exactamente lo mismo; como las sirenas son mitad peces y mitad mujeres deduzco que las edades se distorsionan al igual que en cualquier otro animal. Lo más probable es que ella no fuera más que una adolescente. Eso explicaría su curiosidad por comer los alimentos de la tierra.
-No tengo hambre.- Respondo de forma tosca. Por lo menos no levanto la voz como hace ella. Todavía me apena el dolor del recuerdo de mi destierro. Siento que, por mucho que me esfuerce, nunca podré sacarme esa espina clavada en lo más profundo de mi ser. –No te iba a envenenar.- Respondo más tranquilo. – Si has escuchado algo de mí te aconsejo que no te lo creas. Yo no maté a nadie.-
Me doy la vuelta para mirar a la mujer-pez. Ahora que me fijo es más joven de lo que me pareció a simple vista. Al vivir entre los animales y los árboles del bosque uno aprende a ver más allá de la edad aparente. Un lobo de dos años se considera ya adulto, sin embargo un humano de dos años todavía sigue llevando pañales. Con los peces pasa exactamente lo mismo; como las sirenas son mitad peces y mitad mujeres deduzco que las edades se distorsionan al igual que en cualquier otro animal. Lo más probable es que ella no fuera más que una adolescente. Eso explicaría su curiosidad por comer los alimentos de la tierra.
-No tengo hambre.- Respondo de forma tosca. Por lo menos no levanto la voz como hace ella. Todavía me apena el dolor del recuerdo de mi destierro. Siento que, por mucho que me esfuerce, nunca podré sacarme esa espina clavada en lo más profundo de mi ser. –No te iba a envenenar.- Respondo más tranquilo. – Si has escuchado algo de mí te aconsejo que no te lo creas. Yo no maté a nadie.-
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Re: [CERRADO]Regresando al contacto[Interpretativo][LIbre][4/5]
Con la tentación de los alimentos entre sus brazos, el olor a fruta fresca alborotado por el calor del lugar, que cada vez aumentaba proporcionalmente a la posición del sol en el cielo, Aliena se relamió los labios inconscientemente.
Mientras esperaba la respuesta del hombre con plateados cabellos, bajó la mirada para escoger con esta lo primero a lo que apuntara. Tal vez por un deseo que traía desde hace rato, se decidió por el banano. Sin embargo, al verse imposibilitada para tomarlo cómodamente, decidió dejar las demás frutas sobre su improvisada canasta-caparazón de tortuga. Una vez agarró lo ansiado, centró su atención en las palabras del joven.
Sí, le enfadó haber dado su nombre y que él no correspondiera. Suspiró profundamente, cerrando los ojos. Entretanto, mascaba pedazos del banano dentro de la boca. A veces se le olvidaban los modales humanos. O más bien, a ese no le daba mucha importancia. Por tanto, esta era de esas ocasiones en que comía dejando a la vista todo el contenido que había dentro de ella. Una vez estaba lo suficientemente triturado, cerró la boca para deglutirlo. Pero ¡Ops! La criatura ya la estaba mirando. No le supuso esto un problema sino fuera por esos ojos de los cuales era dueño... Y esa cicatriz. Un corrientazo le atravesó la columna vertebral, una especie de escalofrío. Se mantuvo altiva, de todos modos, disimulando la reacción que le producía.
—Bueno, os lo perdeís. Más para mí— replicó cuando el interlocutor negó tener hambre. Seguía comiendo gustosa, prestando atención a aquello que escuchaba. Esbozó una pequeña sonrisa, podríamos describirla como una de jocosidad ante el error.
—Ya me lo habeís demostrado... Mis dispensas— Luego, arqueó una ceja ante el último comentario.
—Es la primera vez que os he visto, compañero. Nunca jamás he oído algo sobre vos... Hmm... Tampoco es como si llevase mucho sobre tierra firme...— Aprovechó para sacarse la espinita de ignorar su nombre —No os hubiese preguntado vuestro nombre, que por cierto, no me disteís aún— Intentó observarlo fijamente, capturando un pequeño mango mediano con la garra derecha.
Mientras esperaba la respuesta del hombre con plateados cabellos, bajó la mirada para escoger con esta lo primero a lo que apuntara. Tal vez por un deseo que traía desde hace rato, se decidió por el banano. Sin embargo, al verse imposibilitada para tomarlo cómodamente, decidió dejar las demás frutas sobre su improvisada canasta-caparazón de tortuga. Una vez agarró lo ansiado, centró su atención en las palabras del joven.
Sí, le enfadó haber dado su nombre y que él no correspondiera. Suspiró profundamente, cerrando los ojos. Entretanto, mascaba pedazos del banano dentro de la boca. A veces se le olvidaban los modales humanos. O más bien, a ese no le daba mucha importancia. Por tanto, esta era de esas ocasiones en que comía dejando a la vista todo el contenido que había dentro de ella. Una vez estaba lo suficientemente triturado, cerró la boca para deglutirlo. Pero ¡Ops! La criatura ya la estaba mirando. No le supuso esto un problema sino fuera por esos ojos de los cuales era dueño... Y esa cicatriz. Un corrientazo le atravesó la columna vertebral, una especie de escalofrío. Se mantuvo altiva, de todos modos, disimulando la reacción que le producía.
—Bueno, os lo perdeís. Más para mí— replicó cuando el interlocutor negó tener hambre. Seguía comiendo gustosa, prestando atención a aquello que escuchaba. Esbozó una pequeña sonrisa, podríamos describirla como una de jocosidad ante el error.
—Ya me lo habeís demostrado... Mis dispensas— Luego, arqueó una ceja ante el último comentario.
—Es la primera vez que os he visto, compañero. Nunca jamás he oído algo sobre vos... Hmm... Tampoco es como si llevase mucho sobre tierra firme...— Aprovechó para sacarse la espinita de ignorar su nombre —No os hubiese preguntado vuestro nombre, que por cierto, no me disteís aún— Intentó observarlo fijamente, capturando un pequeño mango mediano con la garra derecha.
Última edición por Aliena el Sáb Abr 25 2015, 03:46, editado 1 vez
Aliena
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Ella se presentó. Dijo llamarse Aliena. Lo justo es que yo también me presente. –Sarez.- Lo normal entre los elfos es decir el apellido junto con el nombre, excepto si eres bastardo. En nuestra cultura un apellido es como un regalo, un privilegio de haber nacido en una familia humilde y poder depender de ella cuando algo salga mal. Sin embargo, nosotros los bastardos, carecemos de ese privilegio. Jamás conocí a mi padre, no sé quiénes eran los padres de mi padre, ni conozco tampoco nada de su familia. No tengo familia más allá de mi madre, o al menos antes la tenía a ella, hace mucho tiempo. Con suerte, Aliena no notará que soy un maldito bastardo ya que ella también se presento solo con su nombre. Puede incluso que ella también sea una bastarda.
Verla comer hace que tenga hambre. La veo tan ilusionada y feliz con la comida que me siento pobre a su lado. – Un bocado no me hará daño.- Le quito un mango directamente del caparazón que utiliza como cesta y le pego un bocado.
Ahora que tengo la oportunidad de preguntarle todo cuando quiero saber no sé por dónde empezar. Hay tantas preguntas que le quiero hacer. ¿Tendrá espinas o huesos? ¿Respira bajo del agua al igual que fuera? ¿Ha visto alguna vez una ballena?... Miles de preguntas rondaban en mi cabeza sin orden alguno. Solo era curiosidad. Pura e inocente curiosidad. Como la que siente un niño cuando ve llover. Debo de decidirme ya por una pregunta y no quedarme por mucho más tiempo. Soy un apasionado de las historias, cada vez que oigo una leyenda nueva sobre alguna criatura que desconozca tengo la necesidad de saber más sobre ella.
–Los marineros suelen contar historias de sirenas. Según ellos sois…- Busco una palabra menos ofensiva de la que utilizan los piratas. –Putas submarinas.- Sin embargo no encuentro ninguna. – Dicen que vosotras los atraéis con vuestra voz para ahogarlos en el agua. – Hago una breve pausa dramática antes de continuar. – A pesar de todo eso. Cualquier marinero que me he cruzado daría todo su dinero por conocerte y acostarse contigo. No lo entiendo. ¿De dónde sale ese mito?
Verla comer hace que tenga hambre. La veo tan ilusionada y feliz con la comida que me siento pobre a su lado. – Un bocado no me hará daño.- Le quito un mango directamente del caparazón que utiliza como cesta y le pego un bocado.
Ahora que tengo la oportunidad de preguntarle todo cuando quiero saber no sé por dónde empezar. Hay tantas preguntas que le quiero hacer. ¿Tendrá espinas o huesos? ¿Respira bajo del agua al igual que fuera? ¿Ha visto alguna vez una ballena?... Miles de preguntas rondaban en mi cabeza sin orden alguno. Solo era curiosidad. Pura e inocente curiosidad. Como la que siente un niño cuando ve llover. Debo de decidirme ya por una pregunta y no quedarme por mucho más tiempo. Soy un apasionado de las historias, cada vez que oigo una leyenda nueva sobre alguna criatura que desconozca tengo la necesidad de saber más sobre ella.
–Los marineros suelen contar historias de sirenas. Según ellos sois…- Busco una palabra menos ofensiva de la que utilizan los piratas. –Putas submarinas.- Sin embargo no encuentro ninguna. – Dicen que vosotras los atraéis con vuestra voz para ahogarlos en el agua. – Hago una breve pausa dramática antes de continuar. – A pesar de todo eso. Cualquier marinero que me he cruzado daría todo su dinero por conocerte y acostarse contigo. No lo entiendo. ¿De dónde sale ese mito?
Sarez
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Clavó las garras dentro del mango y algo del zumo se le derramó por la palma. Lo succionó mientras escuchaba al fin el nombre de su interlocutor.
—Sarez... Un gusto conocer un nuevo nombre humano...— Dijo con sinceridad para después arrancar sin cuidado la piel del mango, la arrojó sobre el caparazón. Entonces pudo darle un gran mordisco. No iba a tirar la cáscara por ahí, la playa era casi la puerta a su hogar. No se ensucia el portón a casa.
—¿Simplemente Sarez? Yo suelo acompañar mi nombre con el orgullo de mi raza, de ser parte del mar y de la historia que representa: Kuehnemund. Si os resulta muy difícil pronunciarlo... pues... no hallaré problema en ser para vos sólo Aliena—
Vio que al terminar sus palabras, él había sido tentado por la energía que usaba la sirena para desayunar. Esta le esbozó una sonrisa como deseándole buen provecho, sin dejar de repetir las acciones mordisco - mascada - deglución hasta devorar la fruta por completo. Poco a poco la panza se le llenaba. Tal vez ese pequeño pero dulce banano sería lo último a probar.
Hizo oidos a aquello que empezó Sarez a decir respecto a los marineros. No pudo evitar torcer los ojos ante la palabra marinero. En ese instante los aborrecía por completo. No le extrañaba para nada que no pararan de hablar de las de su especie. Pero en verdad la llenaba de nostalgia y tristeza el simple sonido de la palabra. Para ella todos eran unos desgraciados, por humanos y marineros. Doble odio. Además, si no los confundía, solían matar a muchas de las especies de su hogar para comérselas. ¿Con qué derecho creen que pueden venir a invadir sus aguas, de tomar a sus criaturas? La mayoría de marineros que había conocido eran burdos, vulgares ejemplares de los seres humanos. A excepción de ese que ella había amado, él era tan diferente. Él no lo creía así. Mas, muchas otras ellas con algunos dedos de frente, sabían que era un buen partido. Una lo supo y lo encadenó con un embarazo. Burra cauta aquella. Demasiados recuerdos, demasiados recuerdos Aliena tuvo que sacudir la cabeza antes de que esa opresión en el pecho la invadiese de nuevo.
''Según ellos sois…''Prestó especial atención a lo que seguiría después del verbo 'ser'. ''Putas submarinas…'' Un momento. Entendía la palabra submarino = bajo agua. Pero ¿Putas? Por más que buscaba en sus recuerdos no lograba encontrar la definición de esa palabra. Miró a Sarez con extrañeza y confusión. Era importante saber el significado de la palabra porque se estaba refieriendo a su raza...
—Aguardad. Aguardad. Por sobre todas las cosas. ¿Qué es una puta? Segundo, no lo sé. Desconozco los mecanismos que impulsan los diversos deseos de los humanos y las humanas. Por eso he salido del agua. A encontrar un poco de respuestas — Hizo una pausa. 'Acostarse'. Eso le trajo ciertas imágenes a la cabeza. Así que para no tener dudas también preguntó —¿Con acostarse te refieres a copular? — La sirena, quizá en la ignorancia de lo pudonoroso del mundo no tuvo ni tembleque ni vergueza de hacer aquellas preguntas.
OFF: Espero que no te moleste que me extienda tanto xD—Sarez... Un gusto conocer un nuevo nombre humano...— Dijo con sinceridad para después arrancar sin cuidado la piel del mango, la arrojó sobre el caparazón. Entonces pudo darle un gran mordisco. No iba a tirar la cáscara por ahí, la playa era casi la puerta a su hogar. No se ensucia el portón a casa.
—¿Simplemente Sarez? Yo suelo acompañar mi nombre con el orgullo de mi raza, de ser parte del mar y de la historia que representa: Kuehnemund. Si os resulta muy difícil pronunciarlo... pues... no hallaré problema en ser para vos sólo Aliena—
Vio que al terminar sus palabras, él había sido tentado por la energía que usaba la sirena para desayunar. Esta le esbozó una sonrisa como deseándole buen provecho, sin dejar de repetir las acciones mordisco - mascada - deglución hasta devorar la fruta por completo. Poco a poco la panza se le llenaba. Tal vez ese pequeño pero dulce banano sería lo último a probar.
Hizo oidos a aquello que empezó Sarez a decir respecto a los marineros. No pudo evitar torcer los ojos ante la palabra marinero. En ese instante los aborrecía por completo. No le extrañaba para nada que no pararan de hablar de las de su especie. Pero en verdad la llenaba de nostalgia y tristeza el simple sonido de la palabra. Para ella todos eran unos desgraciados, por humanos y marineros. Doble odio. Además, si no los confundía, solían matar a muchas de las especies de su hogar para comérselas. ¿Con qué derecho creen que pueden venir a invadir sus aguas, de tomar a sus criaturas? La mayoría de marineros que había conocido eran burdos, vulgares ejemplares de los seres humanos. A excepción de ese que ella había amado, él era tan diferente. Él no lo creía así. Mas, muchas otras ellas con algunos dedos de frente, sabían que era un buen partido. Una lo supo y lo encadenó con un embarazo. Burra cauta aquella. Demasiados recuerdos, demasiados recuerdos Aliena tuvo que sacudir la cabeza antes de que esa opresión en el pecho la invadiese de nuevo.
''Según ellos sois…''Prestó especial atención a lo que seguiría después del verbo 'ser'. ''Putas submarinas…'' Un momento. Entendía la palabra submarino = bajo agua. Pero ¿Putas? Por más que buscaba en sus recuerdos no lograba encontrar la definición de esa palabra. Miró a Sarez con extrañeza y confusión. Era importante saber el significado de la palabra porque se estaba refieriendo a su raza...
—Aguardad. Aguardad. Por sobre todas las cosas. ¿Qué es una puta? Segundo, no lo sé. Desconozco los mecanismos que impulsan los diversos deseos de los humanos y las humanas. Por eso he salido del agua. A encontrar un poco de respuestas — Hizo una pausa. 'Acostarse'. Eso le trajo ciertas imágenes a la cabeza. Así que para no tener dudas también preguntó —¿Con acostarse te refieres a copular? — La sirena, quizá en la ignorancia de lo pudonoroso del mundo no tuvo ni tembleque ni vergueza de hacer aquellas preguntas.
Aliena
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Re: [CERRADO]Regresando al contacto[Interpretativo][LIbre][4/5]
Todos los marineros que, hasta ahora he conocido, darían la mitad de sus bienes por estar hablando con Aliena, y la otra mitad por acostarse con ella. Salvajes. La sirena es joven e inocente. Lamento haberle hecho esa pregunta tan morbosa. Ni tan siquiera sabe lo que significa la palabra “puta”. ¿Lo entendería mejor si digo prostituta? ¿Meretriz tal vez? Prefiero no decir nada, además no es la clase de vocabulario que se deba enseñar a una joven niña. Tengo casi un siglo y medio de vida, en todos estos años he aprendido muchas cosas; sé sobrevivir por mí mismo, sé disparar con el arco, conozco los efectos de la inmensa mayoría de plantas que te puedas encontrar en el bosque… Sin embargo, todavía no he aprendido una de las cosas más esenciales; hablar con la gente. ¿Cómo se me ocurre preguntarle a una niña sobre sexo? Ahora que me doy cuenta. Aunque tenga un cuerpo de adolescente, como había deducido antes, el comportamiento de Aliena es el de una niña.
-Olvídalo.- Hago un gesto con la mano para indicarle que dejara escapar ese tema. – No debí preguntarte eso. No me di cuenta.-
Unos alaridos se escuchan entre los árboles. Son solo unos monos. No es difícil verlos saltar de árbol en árbol cerca de la costa. La mayoría de turistas, y he de conocer que yo también lo hice la primera vez que vine aquí, les gusta dar comida a los monos a cambio de poder sus gracias. Craso error. Ellos aprovecharan para robarte todo lo que lleves. Recuerdo que casi pierdo mi arco y mi carcaj por despistarme un segundo dándoles de comer. Entre todos los monos resalta el macho alfa. Lleva una cría de alguna especie de felino entre los dientes, seguramente sea su almuerzo de hoy.
-Silencio.- No es normal ver a los monos darse tanta prisa. Están huyendo de algo. –No hagas ruido.- Susurro.- Esos monos traen peligro.- Tan solo digo un par de palabras contadas. No tengo tiempo para explicar a Aliena todo lo que consigo ver con mis ojos de elfo.
De pronto. Como si el propio viento de mar trajera ese sonido, se escucha el rugido de un felino. Al segundo otro igual, después otro, y luego otro más. No sé cuantos hay en total. Fijo mi vista en los árboles. Me juego mi arco que esos monos están huyendo del mismo animal que hace esos rugidos; y subo la apuesta con mi carcaj y todas sus flechas que lo hacen porque les han robado las crías para comérselas. Al fin consigo verlos. Son Gatos de Aresire, hasta ahora solo había visto un par de ellos y desde muy lejos. Los monos se dirigen hacia nosotros, huyen de la espesura de los árboles. Saben que si llegan a la orilla estarán a salvo. Lo malo es que cuando los gatos vengan, quienes no estarán a salvo seremos nosotros. Aunque mejor pensado, el único que no estará a salvo seré yo. Aliena tiene la posibilidad de huir a la profundidad del océano.
-Olvídalo.- Hago un gesto con la mano para indicarle que dejara escapar ese tema. – No debí preguntarte eso. No me di cuenta.-
Unos alaridos se escuchan entre los árboles. Son solo unos monos. No es difícil verlos saltar de árbol en árbol cerca de la costa. La mayoría de turistas, y he de conocer que yo también lo hice la primera vez que vine aquí, les gusta dar comida a los monos a cambio de poder sus gracias. Craso error. Ellos aprovecharan para robarte todo lo que lleves. Recuerdo que casi pierdo mi arco y mi carcaj por despistarme un segundo dándoles de comer. Entre todos los monos resalta el macho alfa. Lleva una cría de alguna especie de felino entre los dientes, seguramente sea su almuerzo de hoy.
-Silencio.- No es normal ver a los monos darse tanta prisa. Están huyendo de algo. –No hagas ruido.- Susurro.- Esos monos traen peligro.- Tan solo digo un par de palabras contadas. No tengo tiempo para explicar a Aliena todo lo que consigo ver con mis ojos de elfo.
De pronto. Como si el propio viento de mar trajera ese sonido, se escucha el rugido de un felino. Al segundo otro igual, después otro, y luego otro más. No sé cuantos hay en total. Fijo mi vista en los árboles. Me juego mi arco que esos monos están huyendo del mismo animal que hace esos rugidos; y subo la apuesta con mi carcaj y todas sus flechas que lo hacen porque les han robado las crías para comérselas. Al fin consigo verlos. Son Gatos de Aresire, hasta ahora solo había visto un par de ellos y desde muy lejos. Los monos se dirigen hacia nosotros, huyen de la espesura de los árboles. Saben que si llegan a la orilla estarán a salvo. Lo malo es que cuando los gatos vengan, quienes no estarán a salvo seremos nosotros. Aunque mejor pensado, el único que no estará a salvo seré yo. Aliena tiene la posibilidad de huir a la profundidad del océano.
- Spoiler:
- Últimamente no puedo postear tan al día como de costumbre, estoy en época de exámenes, con eso te digo todo. Para darle un poco de emoción al rol me ha parecido buena idea añadir un pequeño. La bestia que utilizo la he cogido del bestiario, espero que no te sepa mal. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Sarez
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Re: [CERRADO]Regresando al contacto[Interpretativo][LIbre][4/5]
¿Qué era tan malo respecto a aquella palabra que evitó a Sarez profundizar en el tema? Aliena intentaba recordar para sacarse la intriga de saber cuál era su significado. Pero no, no llegaba nada, absolutamente nada a su cabeza. Esto la hizo tener en su pecho cierto sentimiento de fastidio. Usualmente ocurría así cuando no podía saciar su deseo de conocimiento.
¿Olvidarlo? ¡Cómo que olvidarlo! A una sirena como yo no venís a despertar la curiosidad y luego simplemente os cambias de tema...
—¿Pero por qué no? ¿Qué significa? ¿Por qué debería de olvidarlo? ¿De qué no os diste cuenta? Vamos... decidme, has despertado mi curiosidad. ¡Sería injusto dejarme así!— Preguntó con insistencia e incluso algo de ansiedad por saber. No notó que él ya estaba pendiente de otro tema proveniente de las palmeras. Ella no iba a dejar que la ignorara.
—¿Es alguna palabra insultante?¿Es algún tipo de planta? No somos putas en ese caso...Si es algún tipo de comida, tampoco lo somos...— perseveró en sus palabras poniéndose las manos sobre la cintura. Se dio cuenta de que había un sonido extraño proveniente de las palmeras así que por más que su orgullo y curiosidad no quisieran quitarle la vista de encima a Sarez, tuvo que hacerlo. No le sorprendieron las criaturas, a decir, verdad, no recordaba su nombre pero sí la enorme similitud que compartían con los humanos. Prestó oídos a sus advertencias, por más de que odiara ser silenciada.
—Ah... ¡monos! Ese era su nombre. ¿En serio resultan peligrosos?—
Enarcó una ceja con extrañeza. No parecían ser muy ''peligrosos'', traviesos tal vez. Aunque una travesura puede llegar a resultar una amenaza...
Un gruñido se escuchó. Aliena se asustó. La piel se le erizó. Sabía que un gruñido salvaje tanto en tierra como en mar significaba una señal inminente de advertencia. Su pulso subió para ponerle en alerta.
—¡Por todos los océanos! Qué... es... esoooo— vociferó con algo de temor.
Nunca había visto algo así en toda su vida sobre la tierra. La perturbaban no sus múltiples ojos, veía bestias marinas incluso con mayor cantidad... lo que le resultaba tan horripilante era la cantidad de pelo que tenían además del extraño híbrido que parecían ser. No supo qué hacer, los monos venían hacia ellos, descontrolados, guiados no más por su instinto de supervivencia. Sin embargo, Aliena vio como iluminado el caparazón de la tortuga y lo usó como escudo, acurrucándose mientras pasaba la turba de simios, moviéndose hasta el lado de Sarez para evitar que lo dañaran. Al llegar a su lado, espantó a los pocos monos que quedaban estirando los brazos y haciendo ademán de que los golpearía con el caparazón si se acercaban demasiado. Finalmente, no hubo un solo mico frente a ellos, algunos lograron llegar a la orilla y otros fueron atrapados por las extrañas criaturas con tan mala suerte de que los mordían en la yugular, sin piedad alguna. Fue una escena escalofriante para la sirena, mas, no tenía tiempo para pensar en ello, aún debían concentrarse en los asesinos.
Uno de estos, de repente, se abalanzó sobre ella, intentando atacarla con sus garras. Como reflejo, al estar lo suficientemente cerca, le dio un golpetazo sobre el hocico con toda la fuerza que poseía, haciéndolo a un lado. Otro se hizo de espaldas, usando la larga cola de la cual era dueño para darle un latigazo. La tumbó con un primer golpe que le hizo doler el brazo.
—¡Vaya fuerza!— Se reincorporó rápidamente a pesar del malestar en el brazo. No tuvo tiempo para fijarse que el animal le había dejado un moretón grande pues este no demoró en lanzar otro golpe el cual sí pudo esquivar esta vez, agachándose y rodando hasta la orilla de la playa. Su cuerpo ya se estaba resecando por la batalla y el bochorno de esa mañana, volver al agua le caería muy bien.
¿Olvidarlo? ¡Cómo que olvidarlo! A una sirena como yo no venís a despertar la curiosidad y luego simplemente os cambias de tema...
—¿Pero por qué no? ¿Qué significa? ¿Por qué debería de olvidarlo? ¿De qué no os diste cuenta? Vamos... decidme, has despertado mi curiosidad. ¡Sería injusto dejarme así!— Preguntó con insistencia e incluso algo de ansiedad por saber. No notó que él ya estaba pendiente de otro tema proveniente de las palmeras. Ella no iba a dejar que la ignorara.
—¿Es alguna palabra insultante?¿Es algún tipo de planta? No somos putas en ese caso...Si es algún tipo de comida, tampoco lo somos...— perseveró en sus palabras poniéndose las manos sobre la cintura. Se dio cuenta de que había un sonido extraño proveniente de las palmeras así que por más que su orgullo y curiosidad no quisieran quitarle la vista de encima a Sarez, tuvo que hacerlo. No le sorprendieron las criaturas, a decir, verdad, no recordaba su nombre pero sí la enorme similitud que compartían con los humanos. Prestó oídos a sus advertencias, por más de que odiara ser silenciada.
—Ah... ¡monos! Ese era su nombre. ¿En serio resultan peligrosos?—
Enarcó una ceja con extrañeza. No parecían ser muy ''peligrosos'', traviesos tal vez. Aunque una travesura puede llegar a resultar una amenaza...
Un gruñido se escuchó. Aliena se asustó. La piel se le erizó. Sabía que un gruñido salvaje tanto en tierra como en mar significaba una señal inminente de advertencia. Su pulso subió para ponerle en alerta.
—¡Por todos los océanos! Qué... es... esoooo— vociferó con algo de temor.
Nunca había visto algo así en toda su vida sobre la tierra. La perturbaban no sus múltiples ojos, veía bestias marinas incluso con mayor cantidad... lo que le resultaba tan horripilante era la cantidad de pelo que tenían además del extraño híbrido que parecían ser. No supo qué hacer, los monos venían hacia ellos, descontrolados, guiados no más por su instinto de supervivencia. Sin embargo, Aliena vio como iluminado el caparazón de la tortuga y lo usó como escudo, acurrucándose mientras pasaba la turba de simios, moviéndose hasta el lado de Sarez para evitar que lo dañaran. Al llegar a su lado, espantó a los pocos monos que quedaban estirando los brazos y haciendo ademán de que los golpearía con el caparazón si se acercaban demasiado. Finalmente, no hubo un solo mico frente a ellos, algunos lograron llegar a la orilla y otros fueron atrapados por las extrañas criaturas con tan mala suerte de que los mordían en la yugular, sin piedad alguna. Fue una escena escalofriante para la sirena, mas, no tenía tiempo para pensar en ello, aún debían concentrarse en los asesinos.
Uno de estos, de repente, se abalanzó sobre ella, intentando atacarla con sus garras. Como reflejo, al estar lo suficientemente cerca, le dio un golpetazo sobre el hocico con toda la fuerza que poseía, haciéndolo a un lado. Otro se hizo de espaldas, usando la larga cola de la cual era dueño para darle un latigazo. La tumbó con un primer golpe que le hizo doler el brazo.
—¡Vaya fuerza!— Se reincorporó rápidamente a pesar del malestar en el brazo. No tuvo tiempo para fijarse que el animal le había dejado un moretón grande pues este no demoró en lanzar otro golpe el cual sí pudo esquivar esta vez, agachándose y rodando hasta la orilla de la playa. Su cuerpo ya se estaba resecando por la batalla y el bochorno de esa mañana, volver al agua le caería muy bien.
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Re: [CERRADO]Regresando al contacto[Interpretativo][LIbre][4/5]
Los felinos avanzan a gran velocidad hacia nosotros. Estamos en medio de su camino. No dudarán en atacarnos por proteger a la pequeña cría. Cojo a Vientoatroz y carga una flecha en él. Espero que mi semblante sea lo suficientemente amenazante para que los Gatos de Aresire pasarán de largo. No estoy dispuesto a matar a un animal que solo quiere rescatar a su cría. Presto tanta atención a los gatos que no se me ocurre mirar hacia arriba. Si aquel mono le hubiera hecho daño a la sirena no me lo hubiera perdonado. Se le ve tan débil y frágil cubriéndose con su caparazón. Nada de lo que es en realidad.
–Bien hecho.- Le digo con una ligera sonrisa mientras ella continua celebrando su pequeña victoria.
Estamos en peligro, si no nos atacan los monos lo harán los gatos de Aresire. Si le hicieran algo a Aliena no me lo perdonaría. Ella solo es una niña que quiere ver más allá de sus aguas. No se merece que unas bestias inmundas le hagan daño. No me lo pienso. Espero pacientemente a que el mono que tiene la cría sobre la boca esté justo encima de mí. Salta, salta, salta… Ahora. La flecha le atraviesa el estómago y de inmediato suelta al bebé. Lanzó a Vientoatroz a Aliena y de un salto cojo al cachorro en brazos. Está lleno de babas, por fortuna no se le ve ninguna herida grave.
Los gatos al verme se quedan inmóviles. Su enemigo ha cambiado, ahora no son los monos quienes tienen a su cría. Ahora soy yo. Durante un instante no saben qué hacer. He matado a su enemigo. ¿Soy su aliado o una nueva amenaza? Se lo dejo fácil. Me arrodillo y le tiendo en brazos a su cría. Uno de los gatos, el más grande, se acerca a mí a paso lento y decidido. Me mira fijamente con todos sus ojos. Me observa. Todavía no sabe cuáles son mis intenciones. Cuando por fin llega a mí, lame al cachorro para quitarle el hedor a mono y, finalmente se lo lleva con de vuelta con su familia.
Los monos desde los árboles dan golpes a las ramas, se quejan porque les he quitado su almuerzo. Pero me da igual. Lo único que me importa es que Aliena esté segura. Ni los monos ni los gatos podrán tocarla.
–Bien hecho.- Le digo con una ligera sonrisa mientras ella continua celebrando su pequeña victoria.
Estamos en peligro, si no nos atacan los monos lo harán los gatos de Aresire. Si le hicieran algo a Aliena no me lo perdonaría. Ella solo es una niña que quiere ver más allá de sus aguas. No se merece que unas bestias inmundas le hagan daño. No me lo pienso. Espero pacientemente a que el mono que tiene la cría sobre la boca esté justo encima de mí. Salta, salta, salta… Ahora. La flecha le atraviesa el estómago y de inmediato suelta al bebé. Lanzó a Vientoatroz a Aliena y de un salto cojo al cachorro en brazos. Está lleno de babas, por fortuna no se le ve ninguna herida grave.
Los gatos al verme se quedan inmóviles. Su enemigo ha cambiado, ahora no son los monos quienes tienen a su cría. Ahora soy yo. Durante un instante no saben qué hacer. He matado a su enemigo. ¿Soy su aliado o una nueva amenaza? Se lo dejo fácil. Me arrodillo y le tiendo en brazos a su cría. Uno de los gatos, el más grande, se acerca a mí a paso lento y decidido. Me mira fijamente con todos sus ojos. Me observa. Todavía no sabe cuáles son mis intenciones. Cuando por fin llega a mí, lame al cachorro para quitarle el hedor a mono y, finalmente se lo lleva con de vuelta con su familia.
Los monos desde los árboles dan golpes a las ramas, se quejan porque les he quitado su almuerzo. Pero me da igual. Lo único que me importa es que Aliena esté segura. Ni los monos ni los gatos podrán tocarla.
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Re: [CERRADO]Regresando al contacto[Interpretativo][LIbre][4/5]
Hizo una cara de horror ante la carnicería. Ante los ojos de cualquier esto sería una exageración, pero la familia de Aliena, y la mayoría de sirenas y tritones no suelen ser nada violentos. Solo en casos excepcionales. Al menos, el halago de Sarez disipó la intranquilidad de cierta forma. Ella respondió levantando sus dos pulgares.
La sorprendió el mecanismo que cayó sobre sus manos. Nunca había visto algo así. Se asustó con este en sus manos puesto que lo había visto ser usado para atravesar al mono y arrancarle la vida. ¿En algunas ocasiones resulta realmente oportuno matar? Son animales sobreviviendo después de todo… Pero ¿Qué es lo que cambia cuando alguien similar a un humano interviene? Preguntó para sí mientras la respuesta al parecer se mostraba cuando el bebé peludo caía sobre brazos de Sarez. Pues al parecer… ‘La venganza cuando es justa, es humana’…
Le pareció muy conmovedora la escena en que los peludos padres se calmaban, recogían a su cría y se iban. No obstante y como es usual en el corazón lastimado de Aliena, sintió recelo por ver cómo toda la naturaleza al parecer, estaba destinada a perpetuarse, menos ella. De todos modos, logró disimularlo con una gran sonrisa emitida hacia Sarez.
—¡Wojo! ¡Tú también habéis hecho una gran empresa!—
Ya le dolían las rodillas de estar tanto tiempo en la misma posición. Además, la batahola de los monos le estaba terminando la paciencia. Por eso, sin soltar el artefacto que le fue lanzado, se acercó hacia las frutas restantes, unas aplastadas, otras magulladas, otras en buen estado. Fue estas últimas que tomó para lanzarlas a los simios.
—COMAN ESO Y CÁLLENSE— pronunció con fastidio, alejándose de la playa llena de sangre, zumos, pulpas, pelos. Se sentó en la orilla del mar, refrescándose nuevamente las escamas. Luego, un dolor invadió su brazo derecho. Bajó la mirada para inspeccionarse. Descubrió un gran moretón cuya sensación dolorosa se agravaba al entrar en un estado de reposo.
—No sé qué eran esos peludamente feos seres pero creo que no me dejaron ilesa…— Se volvió hacia el de cabellos plateados para confirmar que no tuviese ninguna herida. Ahí pudo ver algunos monos llevando el cadáver del atravesado por la flecha. Ellos al parecer, se habían rendido. Los miró con una mueca de pena.
La sorprendió el mecanismo que cayó sobre sus manos. Nunca había visto algo así. Se asustó con este en sus manos puesto que lo había visto ser usado para atravesar al mono y arrancarle la vida. ¿En algunas ocasiones resulta realmente oportuno matar? Son animales sobreviviendo después de todo… Pero ¿Qué es lo que cambia cuando alguien similar a un humano interviene? Preguntó para sí mientras la respuesta al parecer se mostraba cuando el bebé peludo caía sobre brazos de Sarez. Pues al parecer… ‘La venganza cuando es justa, es humana’…
Le pareció muy conmovedora la escena en que los peludos padres se calmaban, recogían a su cría y se iban. No obstante y como es usual en el corazón lastimado de Aliena, sintió recelo por ver cómo toda la naturaleza al parecer, estaba destinada a perpetuarse, menos ella. De todos modos, logró disimularlo con una gran sonrisa emitida hacia Sarez.
—¡Wojo! ¡Tú también habéis hecho una gran empresa!—
Ya le dolían las rodillas de estar tanto tiempo en la misma posición. Además, la batahola de los monos le estaba terminando la paciencia. Por eso, sin soltar el artefacto que le fue lanzado, se acercó hacia las frutas restantes, unas aplastadas, otras magulladas, otras en buen estado. Fue estas últimas que tomó para lanzarlas a los simios.
—COMAN ESO Y CÁLLENSE— pronunció con fastidio, alejándose de la playa llena de sangre, zumos, pulpas, pelos. Se sentó en la orilla del mar, refrescándose nuevamente las escamas. Luego, un dolor invadió su brazo derecho. Bajó la mirada para inspeccionarse. Descubrió un gran moretón cuya sensación dolorosa se agravaba al entrar en un estado de reposo.
—No sé qué eran esos peludamente feos seres pero creo que no me dejaron ilesa…— Se volvió hacia el de cabellos plateados para confirmar que no tuviese ninguna herida. Ahí pudo ver algunos monos llevando el cadáver del atravesado por la flecha. Ellos al parecer, se habían rendido. Los miró con una mueca de pena.
Aliena
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Re: [CERRADO]Regresando al contacto[Interpretativo][LIbre][4/5]
Tensar la flecha es fácil, soltarla es más sencillo todavía. Lo verdaderamente difícil es lo que viene ahora. He matado a un ser vivo, seguramente tendría familia e hijos a los que cuidar. Lo más probable es que sean estos los que están recogiendo su cadáver. –Lo siento.- Susurro en voz baja mirando hacia el suelo. Sé que no sirve de nada pedir perdón, eso no calmará mis remordimientos ni hará que duerma mejor está noche. Sé que el mono hizo algo mal, secuestro una cría de gato a la cual se comería cuando hubiera escapado. Sin embargo, eso tampoco justifica mis actos.
-Quieta.- Le digo muy seriamente a Aliena al ver que incitaba a los monos a seguir combatiendo lazándoles fruta. – Una muerte nunca es motivo de celebración. Estos monos solo querían comer. Fueron brutos y estúpidos. Pero eso no nos da derecho para matarles. ¿O acaso los árboles te golpean cada vez que robas sus frutos?- Sonrió levemente al recordar que, durante un segundo, la sirena se creyó que la palmera le estaba tirando los cocos. –Los ancianos árboles son mucho más sabios que cualquiera de nosotros. – No me refiero a su raza, ni a la mía tampoco; me refiero a todas las razas inteligentes que puedan haber en Aerandir.
Algo bajo el agua me llama la atención. La sirena está herida. A primera vista, no sé distinguir si se trata de un simple cardenal o si es algo más serio. Rebusco en los bolsillos de mi pantalón. En caso de hacer viajes lejos de mi bosque, como éste, siempre me gusta llevar algo que me recuerde a mi hogar. Busco y rebusco. Un trozo de cuerda de no más de un centímetro, un botón que se me soltó de la camisa no hace mucho… Sí, aquí está. Una hoja de Acruire Agria, y todavía estaba fresca. –Debes frotar está hoja en tu herida. – Es lo máximo que puedo hacer. Si pudiera curarla lo haría sin pensármelo más de dos veces, pero hace casi un siglo que no uso mi magia de sanación. Por fortuna, la Acruire Agria, puede curarla mucha mejor de lo que podría hacer yo.
-Quieta.- Le digo muy seriamente a Aliena al ver que incitaba a los monos a seguir combatiendo lazándoles fruta. – Una muerte nunca es motivo de celebración. Estos monos solo querían comer. Fueron brutos y estúpidos. Pero eso no nos da derecho para matarles. ¿O acaso los árboles te golpean cada vez que robas sus frutos?- Sonrió levemente al recordar que, durante un segundo, la sirena se creyó que la palmera le estaba tirando los cocos. –Los ancianos árboles son mucho más sabios que cualquiera de nosotros. – No me refiero a su raza, ni a la mía tampoco; me refiero a todas las razas inteligentes que puedan haber en Aerandir.
Algo bajo el agua me llama la atención. La sirena está herida. A primera vista, no sé distinguir si se trata de un simple cardenal o si es algo más serio. Rebusco en los bolsillos de mi pantalón. En caso de hacer viajes lejos de mi bosque, como éste, siempre me gusta llevar algo que me recuerde a mi hogar. Busco y rebusco. Un trozo de cuerda de no más de un centímetro, un botón que se me soltó de la camisa no hace mucho… Sí, aquí está. Una hoja de Acruire Agria, y todavía estaba fresca. –Debes frotar está hoja en tu herida. – Es lo máximo que puedo hacer. Si pudiera curarla lo haría sin pensármelo más de dos veces, pero hace casi un siglo que no uso mi magia de sanación. Por fortuna, la Acruire Agria, puede curarla mucha mejor de lo que podría hacer yo.
Sarez
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Re: [CERRADO]Regresando al contacto[Interpretativo][LIbre][4/5]
Le causaba muchísima curiosidad tantas cosas del mundo terrestre que simplemente no sabía por dónde comenzar. Además, no quería atiborrar de interrogantes y cuestiones mil a Sarez. Debía empezar lento, por lo básico y aun así no le sería suficiente para satisfacer sus deseos de conocimiento pues presentía que una pregunta desembocaría en otras más.
¿Por qué le pedía disculpas al viento? ¿Las disculpas sirven de algo ante un error? ¿Acaso las disculpas harán el daño desaparecer?
Sin embargo, como un destello de luz en la oscuridad de la ignorancia, como si hubiese adivinado los pensamientos de la joven sirena, lanzó una sabia anotación. Él sabía que de algún modo u otro, estaba mal el haberle arrebatado la vida a otro animal pero su estupidez e impulso les había condenado. Así que Aliena confirmaba en su mente aquella cita La venganza cuando es justa... es humana. No es como si hubiese necesidad de usar semejante palabra para denominar el hecho del mono. Hay algún implícito tinte por la supervivencia en esto. De todos modos... nunca elegiré camino aquel. Deberá ser una situación muy extrema. Vale, había sido Sarez después de todo quien había cometido el hecho. Yo no lo haría y lo defenderé hasta el final de mi longevidad. Punto final. Que no se hable más del tema
Saltó una pequeña carcajada recordando el episodio anterior de la palma viva. Ya sabía ella que había sido Sarez quien lanzaba cosas desde arriba. En la tierra, hasta donde ella había conocido, no existían plantas parlanchinas. Otra conclusión a la cual llegaba. Hizo caso a las palabras de Sarez e ignoró a los monos para concentrarse en el dolor del moretón de su brazo.
—¿Qué es esto? — Preguntó intrigada refiriéndose al arma ‘homicida’ que había caído anteriormente sobre sus manos. Se la devolvió a cambio de aquella curiosa hoja a la cual él le atribuía propiedades curativas. Esperó la respuesta explorando con los ojos la hoja, de punta a punta.
—Y no creas que os libraste de otro par de interrogantes que os tengo para ti. Pero, primero, respondedme esto…— Sin inmutarse, le advirtió
¿Por qué le pedía disculpas al viento? ¿Las disculpas sirven de algo ante un error? ¿Acaso las disculpas harán el daño desaparecer?
Sin embargo, como un destello de luz en la oscuridad de la ignorancia, como si hubiese adivinado los pensamientos de la joven sirena, lanzó una sabia anotación. Él sabía que de algún modo u otro, estaba mal el haberle arrebatado la vida a otro animal pero su estupidez e impulso les había condenado. Así que Aliena confirmaba en su mente aquella cita La venganza cuando es justa... es humana. No es como si hubiese necesidad de usar semejante palabra para denominar el hecho del mono. Hay algún implícito tinte por la supervivencia en esto. De todos modos... nunca elegiré camino aquel. Deberá ser una situación muy extrema. Vale, había sido Sarez después de todo quien había cometido el hecho. Yo no lo haría y lo defenderé hasta el final de mi longevidad. Punto final. Que no se hable más del tema
Saltó una pequeña carcajada recordando el episodio anterior de la palma viva. Ya sabía ella que había sido Sarez quien lanzaba cosas desde arriba. En la tierra, hasta donde ella había conocido, no existían plantas parlanchinas. Otra conclusión a la cual llegaba. Hizo caso a las palabras de Sarez e ignoró a los monos para concentrarse en el dolor del moretón de su brazo.
—¿Qué es esto? — Preguntó intrigada refiriéndose al arma ‘homicida’ que había caído anteriormente sobre sus manos. Se la devolvió a cambio de aquella curiosa hoja a la cual él le atribuía propiedades curativas. Esperó la respuesta explorando con los ojos la hoja, de punta a punta.
—Y no creas que os libraste de otro par de interrogantes que os tengo para ti. Pero, primero, respondedme esto…— Sin inmutarse, le advirtió
Última edición por Aliena el Vie Jun 26 2015, 00:09, editado 1 vez
Aliena
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Re: [CERRADO]Regresando al contacto[Interpretativo][LIbre][4/5]
Disparar una flecha bajo del mar es imposible. El agua es más densa que el aire. El rozamiento es mayor. Para poder disparar con el arco allí abajo se debe hacer mucha fuerza. Los brazos de la mujer pez no son fuertes, más bien parecen ser finos y delicados. Es lógico pensar que en su hogar no haya visto nunca un arco.
-Su nombre es Vientoatroz.- He disparado dos veces delante suya, la primera para hacer caer frutas de los árboles y la segunda, la más reciente, para matar al mono. –Es un arco. Sirve para disparar flechas.- Agarro una flecha de mi carcaj y la tenso en el arco. Apunto a un coco en lo alto de una palmera y disparo. La flecha atraviesa la fruta haciéndola caer enfrente de Aliena. Del impacto, el coco se parte en dos trozos.
Me vuelvo a colgar a Vientoatroz a la espalda y vuelvo a meterme las manos en los bolsillos jugando con los objetos que había encontrado. Intento evadirme. Es difícil matar a alguien. Siempre he matado por supervivencia, por sobrevivir a una batalla o por alimento. Lo que se suele llamar, la supervivencia del más fuerte. Aun así… Ese mono que acabo de asesinar cazó la cría de gato por alimento. ¿Acaso no es lo mismo?
Muevo el botón de un lado a otro del bolsillo. Lo engancho en el trozo de cuerda y lo vuelvo a desenganchar. No dejo de pensar en lo ocurrido. No sé comportarme con otras personas. He sido demasiado agrio con la mujer pez. Es solo una niña y la he llamado puta, le he tirado cáscaras de fruta en la cabeza y, lo peor, por mi culpa ha tenido que ver como mataba al animal.
-Te debo unas disculpas.- Saco ambos objetos del bolsillo. El botón le falta un trozo, parece una media luna. Sujeto a la cuerda parece uno de esos collares que venden en la ciudad. –Toma. He de disculparme. Te he tratado mal. No sé tratar a la gente.- Esta anocheciendo. –Es peligroso estar en la orilla del mar cuando cae la noche. Las aguas se vuelven furiosas. He de irme. Quédate con este collar en modo de disculpas. No puedo quedarme a contestar tus dudas. Lo siento.- Antes de irme me adelanto a su próxima pregunta. - Puta es la mujer que cobra por reproducirse con un hombre.- Es la forma más sencilla que se me ocurre para poder explicárselo.
-Su nombre es Vientoatroz.- He disparado dos veces delante suya, la primera para hacer caer frutas de los árboles y la segunda, la más reciente, para matar al mono. –Es un arco. Sirve para disparar flechas.- Agarro una flecha de mi carcaj y la tenso en el arco. Apunto a un coco en lo alto de una palmera y disparo. La flecha atraviesa la fruta haciéndola caer enfrente de Aliena. Del impacto, el coco se parte en dos trozos.
Me vuelvo a colgar a Vientoatroz a la espalda y vuelvo a meterme las manos en los bolsillos jugando con los objetos que había encontrado. Intento evadirme. Es difícil matar a alguien. Siempre he matado por supervivencia, por sobrevivir a una batalla o por alimento. Lo que se suele llamar, la supervivencia del más fuerte. Aun así… Ese mono que acabo de asesinar cazó la cría de gato por alimento. ¿Acaso no es lo mismo?
Muevo el botón de un lado a otro del bolsillo. Lo engancho en el trozo de cuerda y lo vuelvo a desenganchar. No dejo de pensar en lo ocurrido. No sé comportarme con otras personas. He sido demasiado agrio con la mujer pez. Es solo una niña y la he llamado puta, le he tirado cáscaras de fruta en la cabeza y, lo peor, por mi culpa ha tenido que ver como mataba al animal.
-Te debo unas disculpas.- Saco ambos objetos del bolsillo. El botón le falta un trozo, parece una media luna. Sujeto a la cuerda parece uno de esos collares que venden en la ciudad. –Toma. He de disculparme. Te he tratado mal. No sé tratar a la gente.- Esta anocheciendo. –Es peligroso estar en la orilla del mar cuando cae la noche. Las aguas se vuelven furiosas. He de irme. Quédate con este collar en modo de disculpas. No puedo quedarme a contestar tus dudas. Lo siento.- Antes de irme me adelanto a su próxima pregunta. - Puta es la mujer que cobra por reproducirse con un hombre.- Es la forma más sencilla que se me ocurre para poder explicárselo.
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Sarez
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Re: [CERRADO]Regresando al contacto[Interpretativo][LIbre][4/5]
¿Viento Atroz? ¡Por qué alguien le pondría nombre a un objeto?... Momento...Seguramente tiene un valor emocional para él. Su conexión es tan cercana que debió asignarle un nombre para distinguirlo de los demás. Interesante. Hacía lo mismo con mis antiguos juguetitos.
—¡Asombroso!—Se animó Aliena a aplaudir cuando vio un coco caer sobre sus piernas luego de haberle seguido el recorrido desde arriba. —Aaaaarrrrrrrrrccccccccoooooo. A-R-C-O—pronunció de nuevo para que el sustantivo fuera conservado en su memoria.
Mientras Sarez se escarbaba los bolsillos de manera curiosa, la sirena aplicaba con cuidado sobre su moretón la sustancia de la hoja. Le ardió un poco. Pero más allá de ello, sentía una picazón fastidiosa, similar a aquella que en alguna tarde remota el aloe vera le produjo sobre la piel quemada por el sol. Estaba concentrada en el efecto que la nombrada hoja hacía, por eso no pudo percatarse cuando el chico de cabellos plateados preparaba su regalo. Solo giró la cabeza cuando le escuchó vociferar algo. No podía negársela a las disculpas, hasta ahora lo conocía y su semblante reflejaba nervios, culpa, incomodidad. Estos rasgos conmovieron el corazón de la marina.
—No tenéis por qué preocuparos. Todo está compensado. No solo por el collar, sino por los conocimientos que me has transmitido el día de hoy. Os agradezco en demasía Sostuvo con mucha honestidad y a la vez, con una mirada de compasión hacia el hombre. Recibió la joya con una sonrisa y la amarró a su cuello. El hilo era corto, parecía una gargantilla.
—Es lindo. Muchos agradecimientos de nuevo. Adoro las joyas. Todas, sin distinción— Se contempló a sí misma en el reflejo del agua. Estuvo a punto de seguir la conversación cuando él expresó que se iba. Se entristeció un poco, pero sabía que tenía razón. Se volvió para despedirse. Le tomó de las manos.
—Escuchad, nuevo amigo. No os sintáis culpable por la muerte del mico imprudente. De cualquier modo hubiese corrido sangre. Tú derramasteis la de aquel que la merecía… Super…— Pausó para recordar la palabra. —Supervi…vencia, amigo. Mi corazón no os desea veros preocupado Sabía bien que no podía hacer mucho si el hecho lo afectaba interiormente. Mas, nada perdía con intentar darle una voz de aliento. Se le ocurrió una idea.
—¡Esperad! — Pidió mientras le soltaba las manos. Se dirigió hacia sus pantorrillas y de allí se arrancó varias escamas. —Os prohíbo que veas— Se arrancó del corsé un hilo consistente como también flexible. Con la garra de su dedo índice derecho, abrió un agujero en la parte superior de las algas. Las insertó en el hilo. Giró un momento hacia el hombre para ver el ancho de su cuello. Lo hizo lo suficientemente largo para que no se ahorcara. Posteriormente, se acercó de nuevo, enredó las garras en las manos de él y puso el collar sobre la palma.
—Ten. Por si alguna vez alguien os afirma que las sirenas no existen. Lo único que debes prometerme es que JAMÁS, JAMÁS, BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA OS ENRIQUECERÁS CON EL COLLAR. Si una persona conocedora os ayuda, podrás respirar bajo el agua con ellas. Solo, por favor, y reitero. Jamás le emplees como una fuente para alimentar la avaricia y el egoísmo de los humanos. Si os prometes ello, es todo vuestro—
Acercándose hacia la orilla para partir pronto a su hogar y dibujar su nuevo descubrimiento, escuchó la respuesta al interrogante de ¿Qué es una puta? Río. Lo miró con incertidumbre. Le parecía extraño que alguien pagara por algo que la naturaleza había hecho gratis, para disposición de todos los seres con reproducción sexual. Ambas partes actuaban erróneamente. ¿Por qué alguien auspiciaría la transformación del cuerpo de otro u otra… en mercancía? Por otra parte, ¿Por qué alguien se vendería? Lo que Aliena aún desconocía era el efecto que el dinero tenía sobre los comportamientos de sus primos, la raza humana.
—¡Asombroso!—Se animó Aliena a aplaudir cuando vio un coco caer sobre sus piernas luego de haberle seguido el recorrido desde arriba. —Aaaaarrrrrrrrrccccccccoooooo. A-R-C-O—pronunció de nuevo para que el sustantivo fuera conservado en su memoria.
Mientras Sarez se escarbaba los bolsillos de manera curiosa, la sirena aplicaba con cuidado sobre su moretón la sustancia de la hoja. Le ardió un poco. Pero más allá de ello, sentía una picazón fastidiosa, similar a aquella que en alguna tarde remota el aloe vera le produjo sobre la piel quemada por el sol. Estaba concentrada en el efecto que la nombrada hoja hacía, por eso no pudo percatarse cuando el chico de cabellos plateados preparaba su regalo. Solo giró la cabeza cuando le escuchó vociferar algo. No podía negársela a las disculpas, hasta ahora lo conocía y su semblante reflejaba nervios, culpa, incomodidad. Estos rasgos conmovieron el corazón de la marina.
—No tenéis por qué preocuparos. Todo está compensado. No solo por el collar, sino por los conocimientos que me has transmitido el día de hoy. Os agradezco en demasía Sostuvo con mucha honestidad y a la vez, con una mirada de compasión hacia el hombre. Recibió la joya con una sonrisa y la amarró a su cuello. El hilo era corto, parecía una gargantilla.
—Es lindo. Muchos agradecimientos de nuevo. Adoro las joyas. Todas, sin distinción— Se contempló a sí misma en el reflejo del agua. Estuvo a punto de seguir la conversación cuando él expresó que se iba. Se entristeció un poco, pero sabía que tenía razón. Se volvió para despedirse. Le tomó de las manos.
—Escuchad, nuevo amigo. No os sintáis culpable por la muerte del mico imprudente. De cualquier modo hubiese corrido sangre. Tú derramasteis la de aquel que la merecía… Super…— Pausó para recordar la palabra. —Supervi…vencia, amigo. Mi corazón no os desea veros preocupado Sabía bien que no podía hacer mucho si el hecho lo afectaba interiormente. Mas, nada perdía con intentar darle una voz de aliento. Se le ocurrió una idea.
—¡Esperad! — Pidió mientras le soltaba las manos. Se dirigió hacia sus pantorrillas y de allí se arrancó varias escamas. —Os prohíbo que veas— Se arrancó del corsé un hilo consistente como también flexible. Con la garra de su dedo índice derecho, abrió un agujero en la parte superior de las algas. Las insertó en el hilo. Giró un momento hacia el hombre para ver el ancho de su cuello. Lo hizo lo suficientemente largo para que no se ahorcara. Posteriormente, se acercó de nuevo, enredó las garras en las manos de él y puso el collar sobre la palma.
—Ten. Por si alguna vez alguien os afirma que las sirenas no existen. Lo único que debes prometerme es que JAMÁS, JAMÁS, BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA OS ENRIQUECERÁS CON EL COLLAR. Si una persona conocedora os ayuda, podrás respirar bajo el agua con ellas. Solo, por favor, y reitero. Jamás le emplees como una fuente para alimentar la avaricia y el egoísmo de los humanos. Si os prometes ello, es todo vuestro—
Acercándose hacia la orilla para partir pronto a su hogar y dibujar su nuevo descubrimiento, escuchó la respuesta al interrogante de ¿Qué es una puta? Río. Lo miró con incertidumbre. Le parecía extraño que alguien pagara por algo que la naturaleza había hecho gratis, para disposición de todos los seres con reproducción sexual. Ambas partes actuaban erróneamente. ¿Por qué alguien auspiciaría la transformación del cuerpo de otro u otra… en mercancía? Por otra parte, ¿Por qué alguien se vendería? Lo que Aliena aún desconocía era el efecto que el dinero tenía sobre los comportamientos de sus primos, la raza humana.
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