El banquete de Cala Murciélago [Libre 4/6] [Pre-Quest] [Noche] [CERRADO]
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El banquete de Cala Murciélago [Libre 4/6] [Pre-Quest] [Noche] [CERRADO]
Trafalgar se cruzaba de brazos y levantaba la cabeza como un triunfador mientras el viento hacia que sus rastas hondearan levemente al son del aire cuando la joven se encontraba reposando de rodillas ante el sorprendido capitán Teatch. Sorprendido, pues aun no concebía la facilidad con la que se había hecho con la capitanía del bote de su rescatadora. - Los capitanes no reman grumete, no consentiré brazos tan flacuchos en mi embarcación.- Diría mirando hacia abajo, a la mujer que le observaba agachada frente su cadera. Cierto era que en un impulso de lujuria, tubo la tentación de tumbar la jovencita en el bote y cubrir una de sus necesidades más bajas, pero pronto necesitarían beber y comer algo, y no parecía que el bote estuviera provisto.
Esquivando a la mujer de pelo rosa, Trafalgar ajustaría la vela de aquella improvisada embarcación con tal de que el viento tirase de la capa y así evitara que la pareja tuviese que remar todo el trayecto. Se dispuso a hablar con su acompañante entonces, recordando lo bien que le había salido su historia sobre sirenas asesinas. - Toda información tiene un precio pequeña... ¡Rumbo a la cala del Murciélago grumete de agua dulce!- Ordenaría el capitán, provocando un incómodo momento de silencio, ya que ninguno de los dos estaba orientado en el desierto de agua sobre el que navegaban. Para evitar quedar en evidencia, Trafalgar señalaría una dirección aleatoria esperando que se tratase del sur. - Por ahí. - Dijo con algo de nerviosismo, pues no se podría orientar hasta ver la costa. La embarcación se movería lentamente mientras Trafalgar se paseaba por el bote hasta llegar al timón, redirigiendo la dirección hacia donde el corazón le decía.
No era capaz el capitán Teatch de perder la esperanza mientras pisara un trozo de madera al que llamar barco, y tuviera una mujer enclenque a la que llamar tripulación. Mas el recuerdo del Sable Negro hacía que un temblor recorriese el espinazo de Trafalgar, pues no sabía cuanto tiempo había pasado bajo del mar encandilado con la niña sirena, y seguramente sus hombres le tomaban por muerto y se habrían gastado todo el botín que tanto le había costado conseguir. Tomó sin dudar lo que parecía el rumbo a la cala del Murciélago, que fue apodada así por los hombres de Teatch los cuales no sabían realmente como se llamaba aquél lugar. No eran muy imaginativos a la hora de bautizar sitios, por lo que seguramente la habían llamado de tal manera debido a la cueva que había resguardando el sitio al que esperaba dirigirse Trafalgar, que se encontraba poco hablador por lo que él era, inmerso en sus preocupaciones internas, procurando encontrar una solución a sus problemas. Aunque tuviese comida y grog que había sobrado de su última estancia en la cueva de cala Murciélago, podrían pasar semanas absortos en el más profundo de los aburrimientos, y temía en el fondo que sus piratas no regresaran por él.
En ese momento, se fijaba el capitán en el llamado [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] el cual había robado del camarote al que fue el capitán Penique durante el abordaje del Sin Nombre. La capitana d'Bonett le aclararía tras descubrir su intento de hurto, que el anillo era capaz de difundir rumores al viento. Le había gustado ese anillo desde el momento en que lo vio debido a la calavera que gobernaba el centro de este, y ahora se encontraba mirándolo entre los demás que tenía, acariciándolo suavemente con el pulgar mientras hablaba a los vientos como un lunático.- Escuchadme y contádselo a vuestros conocidos malditos cotillas.- Empezaría a hablar Trafalgar algo incrédulo de las propiedades mágicas de su accesorio.- El capitán del Sable Negro se reunirá en cala Murciélago con su tripulación. Habrá comida y bebida para las gentes libres que quieran unirse a él en su expedición al norte, bajo la promesa de trato y repartición del botín igualitarios. - Mientras parecía aparentemente que el capitán estaba hablando solo, se encontraba caminando en círculos sobre si mientras acariciaba su anillo con cariño esperando que una especie de genio emergiera o que una bocanada de aire soplara con fuerza.
Al no ser así, Teatch empezó a cuestionarse las palabras de la capitana d'Bonett, que quizás se estaba aun riendo de él desde la distancia. Se volvió en dirección a la muchacha a la que llevaba un tiempo sin dirigir la palabra y que instantes antes había pretendido hacerle remar.- Hasta que no vea la orilla no sabré cuanto queda hasta nuestro destino, pero te aseguro que te compensaré gratamente si llegamos antes de morir de hambre. - Diría Teatch primeramente desde una posición cómoda sentado cerca el timón.- Aun no me ha dicho como se llama, mi señora. -Seguiría escupiendo palabras aquél pirata semi desnudo, ahora cambiando completamente su tonalidad hacia la muchacha.- El camino es largo, cuéntame qué lleva a una chica como tú a navegar por alta mar sin brújula, ni comida. - Diría con una curiosidad nueva hacia la muchacha, pues si el anillo fallaba, pasarían una larga temporada juntos.
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Off: Bueno, por el momento tendremos que llegar primero a la playa, a partir de ahí invitaré a gente al tema y daré información sobre la quest/mastereado que tengo en la cabeza.
Última edición por Trafalgar el Vie Dic 05 2014, 20:35, editado 4 veces
Trafalgar
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Re: El banquete de Cala Murciélago [Libre 4/6] [Pre-Quest] [Noche] [CERRADO]
¿Grumete? pregunté incrédula tratando de controlar un pequeño ataque asesino con uno de los remos. Momentáneamente me lo figuré siendo atacado por mí y ese pedazo de madera partiéndose sobre su cabeza, liberando chorros de sangre. “Supongo que los piratas son así… pensar que podrías haber muerto Trafalgar maldito” le recriminaba mentalmente desde mi posición de sometimiento. “Humanos…” sentencié, con desdén para mí misma una vez pasada la crisis.
El hombre acomodó la improvisada vela, debo admitir que se llevaba un punto ahí, no sólo no había tenido suficiente tiempo de ponerla de alguna manera, sino que aún no me figuraba cómo había logrado que se mantuviera ahí desde que partí. Traté de tomar una nota mental para el futuro. Entonces, él dijo unas palabras que implicaban que si me portaba bien hablaría. Sentí otro ataque asesino, pero esta vez sin querer ya estaba convocando una brisa que rodeaba uno de mis puños cerrados. Tuve que respirar profundamente para continuar haciendo el papel de una humana perdida en el mar.
¿Cala del murciélago? pregunté incrédula, ese lugar n existía y si mi madre hubiera escuchado ese nombre probablemente estaría gritando con piel de gallina. Esbocé una leve sonrisa y miré la dirección a la que apuntaba. ¡Sí, Capitán! aseguré con énfasis, tomé los remos y después de un par de veces batiéndolos entre el aire y el agua me cansé.
Un leve sudor empañaba mi frente y sentía que me estaba quedando sin aliento, provocando una leve tos. Lo siento me disculpé, esta vez de verdad. Aunque mi salud fuera buena, mi condición física daba asco. De no haber sido por la manipulación de los elementos nunca hubiera llegado hacia donde se encontraba el capitán, quién en esos momentos observaba un anillo de muy mal gusto, parecía de plata y con una calavera. “¿También le rinde culto a la muerte?” me pregunté, dejando los remos de lado y cruzándome de brazos.
¿Perdón? susurré cuando le escuché hablar, pero pronto me di cuenta que lo hacía consigo mismo. “Seguramente bebió agua de mar” asumí con cierta tristeza, mientras disimuladamente tanteaba con la diestra el lugar donde debería de estar mi daga. Cuando se volteó hacia mí hablando de una forma bastante cuerda, me puse rígida y por suerte adopté naturalmente una estanza que delataba cierto orgullo aristócrata. Luego endulcé mi mirada, utilizó las palabras “mi señora”. Eso no estaba tan mal…
¡Oh! Que rudo de mi parte Capitán Teatch dije ciertamente avergonzada por ese destrato mi nombre es Luna y el de mi familia es Kaliope. Si me lo permite, quisiera apuntar a algo que dijo recién. Creo que Cala del Murciélago no existe, sin embargo, no debemos encontrarnos demasiado lejos de las Islas Ilidinenses, lugar al que me dirigía hasta que me acusaron falsamente de brujería y robo. Entonces me dejaron a mi suerte. Afortunadamente, algún buen hombre tiró estas cosas al agua y con ello pude armar esa vela. respondí, señalando con el mentón.
Ahora que lo pienso… ¿se refiere usted a Cala de Luna? Porque si es así, probablemente debamos seguir aquél barco mercante aseveré señalando un punto negro a la distancia, probablemente el mismo barco que me había dejado u otro, quién sabría… Y si no es mucha molestia, también me gustaría conocer su historia sentencié, ignorando adrede el comportamiento de mi compañero.
El hombre acomodó la improvisada vela, debo admitir que se llevaba un punto ahí, no sólo no había tenido suficiente tiempo de ponerla de alguna manera, sino que aún no me figuraba cómo había logrado que se mantuviera ahí desde que partí. Traté de tomar una nota mental para el futuro. Entonces, él dijo unas palabras que implicaban que si me portaba bien hablaría. Sentí otro ataque asesino, pero esta vez sin querer ya estaba convocando una brisa que rodeaba uno de mis puños cerrados. Tuve que respirar profundamente para continuar haciendo el papel de una humana perdida en el mar.
¿Cala del murciélago? pregunté incrédula, ese lugar n existía y si mi madre hubiera escuchado ese nombre probablemente estaría gritando con piel de gallina. Esbocé una leve sonrisa y miré la dirección a la que apuntaba. ¡Sí, Capitán! aseguré con énfasis, tomé los remos y después de un par de veces batiéndolos entre el aire y el agua me cansé.
Un leve sudor empañaba mi frente y sentía que me estaba quedando sin aliento, provocando una leve tos. Lo siento me disculpé, esta vez de verdad. Aunque mi salud fuera buena, mi condición física daba asco. De no haber sido por la manipulación de los elementos nunca hubiera llegado hacia donde se encontraba el capitán, quién en esos momentos observaba un anillo de muy mal gusto, parecía de plata y con una calavera. “¿También le rinde culto a la muerte?” me pregunté, dejando los remos de lado y cruzándome de brazos.
¿Perdón? susurré cuando le escuché hablar, pero pronto me di cuenta que lo hacía consigo mismo. “Seguramente bebió agua de mar” asumí con cierta tristeza, mientras disimuladamente tanteaba con la diestra el lugar donde debería de estar mi daga. Cuando se volteó hacia mí hablando de una forma bastante cuerda, me puse rígida y por suerte adopté naturalmente una estanza que delataba cierto orgullo aristócrata. Luego endulcé mi mirada, utilizó las palabras “mi señora”. Eso no estaba tan mal…
¡Oh! Que rudo de mi parte Capitán Teatch dije ciertamente avergonzada por ese destrato mi nombre es Luna y el de mi familia es Kaliope. Si me lo permite, quisiera apuntar a algo que dijo recién. Creo que Cala del Murciélago no existe, sin embargo, no debemos encontrarnos demasiado lejos de las Islas Ilidinenses, lugar al que me dirigía hasta que me acusaron falsamente de brujería y robo. Entonces me dejaron a mi suerte. Afortunadamente, algún buen hombre tiró estas cosas al agua y con ello pude armar esa vela. respondí, señalando con el mentón.
Ahora que lo pienso… ¿se refiere usted a Cala de Luna? Porque si es así, probablemente debamos seguir aquél barco mercante aseveré señalando un punto negro a la distancia, probablemente el mismo barco que me había dejado u otro, quién sabría… Y si no es mucha molestia, también me gustaría conocer su historia sentencié, ignorando adrede el comportamiento de mi compañero.
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Re: El banquete de Cala Murciélago [Libre 4/6] [Pre-Quest] [Noche] [CERRADO]
No hubo respuesta alguna de la joya ni tampoco nada que hiciera pensar que la misma era algo fuera de lo ordinario. Pasados dos minutos desde que el pirata se diera la vuelta para conversar con su compañera, los alrededores de aquella precaria embarcación se calmarían de tal forma que parecería que el tiempo hubiera dejado de correr. Luego, poco a poco se levantaría una suave brisa que rodearía a la bruja del aire y que ella no podría controlar, era magia arcana muy poderosa que ahora le contaba los secretos que Trafalgar había estado susurrando al aire.
Después de pasar a acariciar apenas al origen de esos chismes, el viento pareció abrirse, florecer, para que nuevamente todo adquiriera la tonalidad del movimiento. Entonces una leve pulsación, que para el humano se sentiría como un cosquilleo en el dedo del anillo, se originaría, expandiéndose como una onda a través del mar, adquiriendo cada vez mayor envergadura. Al cabo de unos cinco minutos, todo volvió a la normalidad, el agua con sus sonidos habituales y hasta aparecieron algunas gaviotas con sus graznidos peculiares.
Con relación a la efectividad del susurro en el viento, llegaría a alcanzar apenas con un poco de fuerza a un navío mercante, pero allí adquirió un renovado impulso hasta llegar a embarcaciones piratas, una de ellas era la del Sable Negro… aunque tardaría al menos un día para llegar a la locación actual del capitán pirata.
________________________Después de pasar a acariciar apenas al origen de esos chismes, el viento pareció abrirse, florecer, para que nuevamente todo adquiriera la tonalidad del movimiento. Entonces una leve pulsación, que para el humano se sentiría como un cosquilleo en el dedo del anillo, se originaría, expandiéndose como una onda a través del mar, adquiriendo cada vez mayor envergadura. Al cabo de unos cinco minutos, todo volvió a la normalidad, el agua con sus sonidos habituales y hasta aparecieron algunas gaviotas con sus graznidos peculiares.
Con relación a la efectividad del susurro en el viento, llegaría a alcanzar apenas con un poco de fuerza a un navío mercante, pero allí adquirió un renovado impulso hasta llegar a embarcaciones piratas, una de ellas era la del Sable Negro… aunque tardaría al menos un día para llegar a la locación actual del capitán pirata.
Off: aquí termina mi participación. Suerte!
Thorn
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Re: El banquete de Cala Murciélago [Libre 4/6] [Pre-Quest] [Noche] [CERRADO]
Estaba profundamente aburrido en aquella embarcación andrajosa que tenía mucho que envidiar a su barco. Sin ninguna botella de grog a mano, ahora su única distracción de sus problemas era la joven de pelo rosa, que sorprendía al capitán en su manera de hablar. Escucharía Trafalgar lo que tenía que decirle la tal Luna, que se presentaba con su nombre y el de su familia, como si de nobles se tratasen. Arquearía la ceja sorprendido por el vocabulario de aquella mujer la inteligencia de la cual se daba cuenta que había estado menospreciando en grado sumo, pues ahora le revelaba además, que la dirección que estaban tomando era equívoca.
Aunque estaba pensando en sus cosas, algunas palabras de la chica llamaban más su atención que otras - ... Hasta que me acusaron falsamente de brujería y robo. Entonces me dejaron a mi suerte. Afortunadamente, algún buen hombre tiró estas cosas al agua y con ello pude armar esa vela. - Diría despertando una sonrisa en Teatch, que escuchaba en su boca mentiras de pirata. Aquella cría era tan bruja y ladrona como torcida estaba la vela que con tanto ingenio había construido. Valoró gratamente aquello, ya que de verse en su situación, muchos de sus hombres estarían remando con las manos o ahogándose.
Se levantaría mientras ella seguía hablando para mirar la vela, la cual pretendía usar como escusa de sus malas decisiones, pero a espaldas de Luna, los ojos del capitán se abrieron de par en par al escuchar los motes 'cala de la Luna', había tenido suficientes maltragos por un tiempo en cuanto a los asuntos que a las sirenas atañían, por lo que de muy seguro dirigirse aquellas islas vedadas para los piratas no entraba en sus planes. - Esta vela... ¡Esta vela! - Diría fingiendo lamentarse, ignorando las últimas palabras de la chica.- Así se desajustan las corrientes marinas, Luna, mi inexperta señora... Nuestro rumbo es en la dirección contraria a ese barco. - Sentenciaría tras simplemente sacarle el polvo a la capa, haciendo instantes antes como si realmente tuviese conocimientos de lo más mínimo sobre construcción naval.
Se volvió algo sonrojado el capitán para sentarse de nuevo cerca del timón intentando simular su característico orgullo mientras tomaba una dirección contraria a la que había predicho instantes antes que le conllevarían a más horas de sed y hambre. - Como no, habrás oído hablar del Príncipe Pi...Ra..- Hubiera querido seguir hablando, alagarse un poco a él y su barco para después contarle una estrafalaria historia a la muchacha, aunque un cosquilleo en el dedo del anillo le tenía mosca. Algo que había empezado como tal, un cosquilleo y nada más, empezaba a ser una molestia para el pirata, que intentaba sacarse aquél accesorio, temeroso por la trampa que le había tendido su traicionera rival. Pero aunque lo intentaba de todas las maneras, no podía sacar el anillo de ninguna forma, sin darse cuenta en su lucha con su propio dedo que el mar había tomado una calma poco común antes de volver a la normalidad, sin ser consciente de la envergadura de lo que acababa de provocar ya que a diferencia de su acompañante, él, entre otras cosas que desconocía, era completamente ajeno a la magia.
Aunque estaba pensando en sus cosas, algunas palabras de la chica llamaban más su atención que otras - ... Hasta que me acusaron falsamente de brujería y robo. Entonces me dejaron a mi suerte. Afortunadamente, algún buen hombre tiró estas cosas al agua y con ello pude armar esa vela. - Diría despertando una sonrisa en Teatch, que escuchaba en su boca mentiras de pirata. Aquella cría era tan bruja y ladrona como torcida estaba la vela que con tanto ingenio había construido. Valoró gratamente aquello, ya que de verse en su situación, muchos de sus hombres estarían remando con las manos o ahogándose.
Se levantaría mientras ella seguía hablando para mirar la vela, la cual pretendía usar como escusa de sus malas decisiones, pero a espaldas de Luna, los ojos del capitán se abrieron de par en par al escuchar los motes 'cala de la Luna', había tenido suficientes maltragos por un tiempo en cuanto a los asuntos que a las sirenas atañían, por lo que de muy seguro dirigirse aquellas islas vedadas para los piratas no entraba en sus planes. - Esta vela... ¡Esta vela! - Diría fingiendo lamentarse, ignorando las últimas palabras de la chica.- Así se desajustan las corrientes marinas, Luna, mi inexperta señora... Nuestro rumbo es en la dirección contraria a ese barco. - Sentenciaría tras simplemente sacarle el polvo a la capa, haciendo instantes antes como si realmente tuviese conocimientos de lo más mínimo sobre construcción naval.
Se volvió algo sonrojado el capitán para sentarse de nuevo cerca del timón intentando simular su característico orgullo mientras tomaba una dirección contraria a la que había predicho instantes antes que le conllevarían a más horas de sed y hambre. - Como no, habrás oído hablar del Príncipe Pi...Ra..- Hubiera querido seguir hablando, alagarse un poco a él y su barco para después contarle una estrafalaria historia a la muchacha, aunque un cosquilleo en el dedo del anillo le tenía mosca. Algo que había empezado como tal, un cosquilleo y nada más, empezaba a ser una molestia para el pirata, que intentaba sacarse aquél accesorio, temeroso por la trampa que le había tendido su traicionera rival. Pero aunque lo intentaba de todas las maneras, no podía sacar el anillo de ninguna forma, sin darse cuenta en su lucha con su propio dedo que el mar había tomado una calma poco común antes de volver a la normalidad, sin ser consciente de la envergadura de lo que acababa de provocar ya que a diferencia de su acompañante, él, entre otras cosas que desconocía, era completamente ajeno a la magia.
Trafalgar
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Re: El banquete de Cala Murciélago [Libre 4/6] [Pre-Quest] [Noche] [CERRADO]
No solamente el muy descarado ignoró lo que le estaba contando, sino que implícitamente me hizo entender que mis conocimientos acerca de la geografía estaban mal. Eso me hirió en lo más profundo de mi corazón, a tal punto que comenzaba a buscar malévolamente algo para desquitarme lenta y dolorosamente… Aunque por algún motivo él parecía ido pensando en la vela. “Pero que tipo más simple” pensé para mí, soplándome una mecha que me caía sobre los ojos.
Estaba él hablando, balbuceando algo sobre un príncipe o algo así, pero mi atención estaba enteramente en los fenómenos que nos rodeaban. En cierto momento, toda la buena energía que recibía de los elementos que controlaba se detuvieron. Parecían de alguna forma estancados, congelados… lo que me puso bastante nerviosa. El pirata parecía no darse cuenta de nada mientras largaba su discurso, por lo que me mantuve sentada. Tragué saliva e inconscientemente me aferré a la madera que ofrecía de asiento.
Más temprano que tarde, una brisa comenzó a rodearme, pero algo andaba mal con ella. Era molesta y pesada… de esas que otros controlan. Algunas veces en la escuela me habían pasado cosas similares, pero era la primera vez que no podía superponer mi poder al de esta fuerza. Respiré hondo y contuve el aliento cuando empecé a oir voces, pero no eran voces normales no. Era la del pirata, pero deforme, a través de otra boca, de muchas bocas. Entonces cerré el puño y entrecerré los ojos.
Para cuando creí haber comprendido lo que sucedía, el viento se alejaba de nosotros en las cuatro direcciones. Entonces me puse de pie y encaré al Trafalgar ese. ¿Pero qué crees que haces? Susurrando palabras a un objeto que posee magia… dije, cada palabra aumentaba un tono, era como rezongar a un niño irresponsable A juzgar por esas reacciones es la primera vez que usas esa artimaña. ¿Qué ha sido?. ¿Y esas mentiras que has dicho?. Apuesto a que ni siquiera sabes en donde estamos… una risa entre irónica y siniestra comenzaba a poseerme, escapándose por lo bajo.
La magia es un arma de doble filo Capitán Teatch y le agradeceré que no vuelva a hacer cualquier cosa que haya hecho ahora de nuevo. Puede que al principio eso parezca una niñería, pero podría traer efectos secundarios terribles. Quizás se me estaba pasando la mano, pero al no conocer la naturaleza de lo que fuera que ese humano habría utilizado estaba intranquila. La magia no es para quienes no la pueden comprender agregué al final, extenuada por el discurso y la pasión que acababa de utilizar. Me senté en el lugar más alejado del hombre, luego me hice una bolita y finalmente me tapé con la capa. No quería esta allí y mucho menos con un simio como él.
Estaba él hablando, balbuceando algo sobre un príncipe o algo así, pero mi atención estaba enteramente en los fenómenos que nos rodeaban. En cierto momento, toda la buena energía que recibía de los elementos que controlaba se detuvieron. Parecían de alguna forma estancados, congelados… lo que me puso bastante nerviosa. El pirata parecía no darse cuenta de nada mientras largaba su discurso, por lo que me mantuve sentada. Tragué saliva e inconscientemente me aferré a la madera que ofrecía de asiento.
Más temprano que tarde, una brisa comenzó a rodearme, pero algo andaba mal con ella. Era molesta y pesada… de esas que otros controlan. Algunas veces en la escuela me habían pasado cosas similares, pero era la primera vez que no podía superponer mi poder al de esta fuerza. Respiré hondo y contuve el aliento cuando empecé a oir voces, pero no eran voces normales no. Era la del pirata, pero deforme, a través de otra boca, de muchas bocas. Entonces cerré el puño y entrecerré los ojos.
Para cuando creí haber comprendido lo que sucedía, el viento se alejaba de nosotros en las cuatro direcciones. Entonces me puse de pie y encaré al Trafalgar ese. ¿Pero qué crees que haces? Susurrando palabras a un objeto que posee magia… dije, cada palabra aumentaba un tono, era como rezongar a un niño irresponsable A juzgar por esas reacciones es la primera vez que usas esa artimaña. ¿Qué ha sido?. ¿Y esas mentiras que has dicho?. Apuesto a que ni siquiera sabes en donde estamos… una risa entre irónica y siniestra comenzaba a poseerme, escapándose por lo bajo.
La magia es un arma de doble filo Capitán Teatch y le agradeceré que no vuelva a hacer cualquier cosa que haya hecho ahora de nuevo. Puede que al principio eso parezca una niñería, pero podría traer efectos secundarios terribles. Quizás se me estaba pasando la mano, pero al no conocer la naturaleza de lo que fuera que ese humano habría utilizado estaba intranquila. La magia no es para quienes no la pueden comprender agregué al final, extenuada por el discurso y la pasión que acababa de utilizar. Me senté en el lugar más alejado del hombre, luego me hice una bolita y finalmente me tapé con la capa. No quería esta allí y mucho menos con un simio como él.
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Re: El banquete de Cala Murciélago [Libre 4/6] [Pre-Quest] [Noche] [CERRADO]
El capitán se encontraba estirado en el suelo del barco peleando con ese anillo, con los pies, contra la madera, con los dientes... El muy ignorante no se había percatado de lo que estaba sucediendo a su alrededor, pues el corazón se le iba a salir del pecho. (¡Este anillo tiene una maldita calavera! ¿¡Cómo se te ocurre?!). - Maldecía por dentro, sabiendo que había caído de lleno en una trampa, estampando la mano bravamente contra el borde del bote hasta que la tal Luna le dirigía la palabra con total indignación.
Al parecer era cierto que había usado un objeto con propiedades mágicas y no parecía que le faltase ningún miembro preciado de su cuerpo, lo cual comprobaba mientras la muchacha le abroncaba y reía estrafalariamente. Teatch haría una mueca imitando su cara al reír de esa forma para volver a su posición al timón mientras ella seguía advirtiéndole de los peligros de la magia. - ... Puede que al principio eso parezca una niñería, pero podría traer efectos secundarios terribles. La magia no es para quienes no la pueden comprender. - Finalizó marchando a la otra punta del bote y tapándose bajo la capa.
Aquella muchacha era una fuente de información de mucho valor que le hubieran salvado la piel en más de una ocasión. Se mesaba su curiosa barba trenzada con la mano que tenía libre del timón pensando en todo aquello. La joven bruja que finalmente decía otorgar un momento de silencio, le había dado más información de la que necesitaba para orientarse, huir en dirección contraria al barco mercantil, si era cierto que las islas Illidenses estaban ahora a sus espaldas, antes de desfallecer por el sol y la sed llegaría a la playa de los ancestros, donde pronto identificaría la cala que usaba como escondite en algunas ocasiones.- La diosa fortuna ama este bote pequeña. - Diría primeramente desde su posición a la chica que parecía querer ignorarle.- Puedes quedarte ahí abajo a esperar la muerte, pero yo llegaré a esa cala aunque sea nadando. - Seguiría diciendo sandeces, esperando que se le pasara pronto aquél enfado. - Cuando lleguemos celebraremos una buena fiesta donde seguro encuentras a alguien más caballeroso que yo ¡JA JA!. -Diría para acabar soltando una seca risotada mirando con esperanza al horizonte, que de hecho estaba detrás de Luna.
Al parecer era cierto que había usado un objeto con propiedades mágicas y no parecía que le faltase ningún miembro preciado de su cuerpo, lo cual comprobaba mientras la muchacha le abroncaba y reía estrafalariamente. Teatch haría una mueca imitando su cara al reír de esa forma para volver a su posición al timón mientras ella seguía advirtiéndole de los peligros de la magia. - ... Puede que al principio eso parezca una niñería, pero podría traer efectos secundarios terribles. La magia no es para quienes no la pueden comprender. - Finalizó marchando a la otra punta del bote y tapándose bajo la capa.
Aquella muchacha era una fuente de información de mucho valor que le hubieran salvado la piel en más de una ocasión. Se mesaba su curiosa barba trenzada con la mano que tenía libre del timón pensando en todo aquello. La joven bruja que finalmente decía otorgar un momento de silencio, le había dado más información de la que necesitaba para orientarse, huir en dirección contraria al barco mercantil, si era cierto que las islas Illidenses estaban ahora a sus espaldas, antes de desfallecer por el sol y la sed llegaría a la playa de los ancestros, donde pronto identificaría la cala que usaba como escondite en algunas ocasiones.- La diosa fortuna ama este bote pequeña. - Diría primeramente desde su posición a la chica que parecía querer ignorarle.- Puedes quedarte ahí abajo a esperar la muerte, pero yo llegaré a esa cala aunque sea nadando. - Seguiría diciendo sandeces, esperando que se le pasara pronto aquél enfado. - Cuando lleguemos celebraremos una buena fiesta donde seguro encuentras a alguien más caballeroso que yo ¡JA JA!. -Diría para acabar soltando una seca risotada mirando con esperanza al horizonte, que de hecho estaba detrás de Luna.
Trafalgar
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Re: El banquete de Cala Murciélago [Libre 4/6] [Pre-Quest] [Noche] [CERRADO]
Al parecer, al igual que los gatos pequeños, el tal capitán se había aburrido de jugar con sus manos y ahora se dignaba a prestarme atención “que te lleven los demonios del mal” pensaba yo aún enojada mientras le escuchaba con atención. Después de todo, todo eso no dejaba de ser una buena aventura que ninguna de las brujitas de la academia me creerían.
La diosa fortuna no ama nada, si amara al bote ya no estarías en él balbucee casi en un hilo de voz, sin salir de mi lugar feliz. ¡Pues comienza a nadar Capitán Teatch! le espeté, pero al intentar deshacerme rápidamente de la capa que me cubría me enredé y pasé un buen rato para librarme de ella. Parecía que esa cosa hubiese cobrado vida y se empeñara en tenerme bajo su protección. Por un momento simpaticé con la capa, ella estaba de acuerdo conmigo de que ese Trafalgar no era una buena compañía. Los bordes de mis pensamientos ahora eran dulces mientras doblaba con cuidado aquella prenda.
Cualquiera puede ser más caballeroso que usted Capitán. Créame, me sorprende que alguien con sus cualidades sea un Capitán y esté vivo aún. Y también debe de creer, que ni bien encuentre a alguien con dos dedos de frente me iré de su lado sin volver la vista atrás el orgullo guiaba mis palabras, aunque aún deseaba seguir viendo el mundo a través de sus ojos. Aunque lo cierto era que tenía responsabilidades que atender y unos brazos a los que regresar.
Negué en silencio con mi cabeza, algo sonrojada, remontando mi memoria apenas a unos días atrás en compañía de mi amigo de la infancia. Debo volver estaba decidido. Tomé ambos remos y comencé a dar lo mejor de mí, pero nuevamente me cansé en poco tiempo. Si no desea morir también capitán o ser un pecador caníbal, le sugiero que comience a remar, lanzaba las palabras con la mayor altanería de la que era capaz. No pensaba enseñarle mis poderes a un simio que no los supiera apreciar como era debido.
La diosa fortuna no ama nada, si amara al bote ya no estarías en él balbucee casi en un hilo de voz, sin salir de mi lugar feliz. ¡Pues comienza a nadar Capitán Teatch! le espeté, pero al intentar deshacerme rápidamente de la capa que me cubría me enredé y pasé un buen rato para librarme de ella. Parecía que esa cosa hubiese cobrado vida y se empeñara en tenerme bajo su protección. Por un momento simpaticé con la capa, ella estaba de acuerdo conmigo de que ese Trafalgar no era una buena compañía. Los bordes de mis pensamientos ahora eran dulces mientras doblaba con cuidado aquella prenda.
Cualquiera puede ser más caballeroso que usted Capitán. Créame, me sorprende que alguien con sus cualidades sea un Capitán y esté vivo aún. Y también debe de creer, que ni bien encuentre a alguien con dos dedos de frente me iré de su lado sin volver la vista atrás el orgullo guiaba mis palabras, aunque aún deseaba seguir viendo el mundo a través de sus ojos. Aunque lo cierto era que tenía responsabilidades que atender y unos brazos a los que regresar.
Negué en silencio con mi cabeza, algo sonrojada, remontando mi memoria apenas a unos días atrás en compañía de mi amigo de la infancia. Debo volver estaba decidido. Tomé ambos remos y comencé a dar lo mejor de mí, pero nuevamente me cansé en poco tiempo. Si no desea morir también capitán o ser un pecador caníbal, le sugiero que comience a remar, lanzaba las palabras con la mayor altanería de la que era capaz. No pensaba enseñarle mis poderes a un simio que no los supiera apreciar como era debido.
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Re: El banquete de Cala Murciélago [Libre 4/6] [Pre-Quest] [Noche] [CERRADO]
La muchacha reaccionaba de una forma graciosa ante lo que parecía enfado por sus palabras sonadas. Ella dudaba la existencia de la diosa fortuna, otro mal fario para el capitán, que también era mandado a nadar por aquella joven que peleaba por liberarse de la capa que la había estado cubriendo ese periodo tan corto de silencio, que ahora era interrumpido por una nueva bronca de la chica, que empezaba a perder los nervios en alta mar.
Mientras escuchaba a aquella muchacha que parecía querer amotinarse de un momento a otro, Trafalgar simplemente negaba divertido ante todo aquello. - Debo volver.- Diría de pronto llamando la atención del capitán, relajado al verla remar pues hacía tiempo que no se dirigían a las islas Illidenses, todo lo contrario, aun así aquello entorpecería su marcha y ya tenía suficiente sed. - Deja de remar en dirección contraria o encuentra una fuente de agua dulce. - Advertiría Teatch, aferrándose al timón con tal de no cambiar su rumbo en ningún momento cuando las palabras de la chica se sobreponían a las suyas.- Si no desea morir también capitán o ser un pecador caníbal, le sugiero que comience a remar.
Aquella amenaza sería respondida por una risa en el capitán, dispuesto a discutir largo y tendido, no tenía nada mejor que hacer. - A mi el canibalismo no me asusta... Mírate, desfallecerás mucho antes que yo. -Diría lamiéndose los labios mientras la observaba de arriba abajo, en un intento de asustarla antes de seguir con su risa de mal gusto que se vio cortada por algo que vislumbraba ahora a espaldas de la chica que hicieron que soltara su amarre del timón por segunda vez tras el número de la vela apartando a la tal Luna de la zona de los remos.
Se veía arena blanca a una buena distancia tras de ellos, por lo que al fin Trafalgar se puso a los remos desesperado, pues dar en tierra era la única esperanza del capitán que en ningún momento había exteriorizado la pérdida de su optimismo. No sabía mucho de nada, pero si algo había aprendido el capitán Teatch era a remar en pequeños botes salva vidas. Con un gesto de muñeca, haría que los remos se movieran con bravura y la barca se levantara levemente del suelo para ir avanzando con cada movimiento del capitán.- No se cuanto voy a aguantar así... - Diría entre brazada y brazada.- He tenido un día largo, ¿Sabes? - Diría como una indirecta a la muchacha que seguramente se vería agitada por el nuevo impulso de la embarcación. Era cierto que se había inmerecido en un viaje submarino habiendo desayunado grog y que ahora su situación física no le era demasiado propicia.
Mientras escuchaba a aquella muchacha que parecía querer amotinarse de un momento a otro, Trafalgar simplemente negaba divertido ante todo aquello. - Debo volver.- Diría de pronto llamando la atención del capitán, relajado al verla remar pues hacía tiempo que no se dirigían a las islas Illidenses, todo lo contrario, aun así aquello entorpecería su marcha y ya tenía suficiente sed. - Deja de remar en dirección contraria o encuentra una fuente de agua dulce. - Advertiría Teatch, aferrándose al timón con tal de no cambiar su rumbo en ningún momento cuando las palabras de la chica se sobreponían a las suyas.- Si no desea morir también capitán o ser un pecador caníbal, le sugiero que comience a remar.
Aquella amenaza sería respondida por una risa en el capitán, dispuesto a discutir largo y tendido, no tenía nada mejor que hacer. - A mi el canibalismo no me asusta... Mírate, desfallecerás mucho antes que yo. -Diría lamiéndose los labios mientras la observaba de arriba abajo, en un intento de asustarla antes de seguir con su risa de mal gusto que se vio cortada por algo que vislumbraba ahora a espaldas de la chica que hicieron que soltara su amarre del timón por segunda vez tras el número de la vela apartando a la tal Luna de la zona de los remos.
Se veía arena blanca a una buena distancia tras de ellos, por lo que al fin Trafalgar se puso a los remos desesperado, pues dar en tierra era la única esperanza del capitán que en ningún momento había exteriorizado la pérdida de su optimismo. No sabía mucho de nada, pero si algo había aprendido el capitán Teatch era a remar en pequeños botes salva vidas. Con un gesto de muñeca, haría que los remos se movieran con bravura y la barca se levantara levemente del suelo para ir avanzando con cada movimiento del capitán.- No se cuanto voy a aguantar así... - Diría entre brazada y brazada.- He tenido un día largo, ¿Sabes? - Diría como una indirecta a la muchacha que seguramente se vería agitada por el nuevo impulso de la embarcación. Era cierto que se había inmerecido en un viaje submarino habiendo desayunado grog y que ahora su situación física no le era demasiado propicia.
Trafalgar
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Re: El banquete de Cala Murciélago [Libre 4/6] [Pre-Quest] [Noche] [CERRADO]
“Típico” pensé cuando Trafalgar comenzó a reírse de mí y mis comentarios. Suspiré entre cansada y abatida mientras trataba de parecer indiferente a sus avances torpes. Estaba por rendirme ante él y comenzar a usar mis poderes para hacerle sufrir un poco e irme bien lejos, pero algo sorprendente me detuvo. ¡El Capitán ahora se había rebajado de rango y comenzaba a remar! Ambos estábamos en el mismo equipo y eso, mis señores no estaba nada mal…
Ahora que lo volvía a observar se veía un tipo no mucho mayor que mi hermano Thomas, rasgos masculinos y músculos fuertes. Hombros anchos y una cintura ceñida pero no de mujer. No estaba nada mal el capitán… Me preguntaba si tendría una mujer pirata a su lado… El breve período de tiempo de las cavilaciones estaba llegando a su fin. Frente a nosotros se encontraban las bellas playas de arena blanca: sí se trataba de la playa de los ancestros. O al menos eso supuse por la trayectoria que habíamos estado llevando y las descripciones de los libros, pero era demasiado pronto en el tiempo. “¿Ayuda de las corrientes del mar?” me pregunté.
Trafalgar tomó la palabra y no pude más que arquear una ceja. Probablemente en otro momento hubiera hecho algún ademán, pero esos movimientos violentos de la barcaza amenazaban mi seguridad y la de mi buen equilibrio. ¿Ah si? pregunté tratando de sonar desinteresada cuando en realidad me moría de ganas de saber qué había estado haciendo en realidad en ese lugar y en esa situación. Supongo que cantar medio borracho mientras flotas en medio del mar y de paso asustar a los animales de los alrededores puede llegar a cansar bastante.
A unos cien metros de la orilla, comencé a desvestirme con la intención de recorrer a nado la distancia que faltaba, pero después de desabrocharme unos pocos botones, creí que no sería pertinente ese tipo de maniobras con ese tipo de compañía. Ya podía sentir los ojos de Trafalgar en mi espalda, como afiladas dagas en busca de carne. ¿Y ahora qué? pregunté, sin moverme de la embarcación. Sin dudas me moría por bajar a explorar, pero aún no confiaba en él.
Ahora que lo volvía a observar se veía un tipo no mucho mayor que mi hermano Thomas, rasgos masculinos y músculos fuertes. Hombros anchos y una cintura ceñida pero no de mujer. No estaba nada mal el capitán… Me preguntaba si tendría una mujer pirata a su lado… El breve período de tiempo de las cavilaciones estaba llegando a su fin. Frente a nosotros se encontraban las bellas playas de arena blanca: sí se trataba de la playa de los ancestros. O al menos eso supuse por la trayectoria que habíamos estado llevando y las descripciones de los libros, pero era demasiado pronto en el tiempo. “¿Ayuda de las corrientes del mar?” me pregunté.
Trafalgar tomó la palabra y no pude más que arquear una ceja. Probablemente en otro momento hubiera hecho algún ademán, pero esos movimientos violentos de la barcaza amenazaban mi seguridad y la de mi buen equilibrio. ¿Ah si? pregunté tratando de sonar desinteresada cuando en realidad me moría de ganas de saber qué había estado haciendo en realidad en ese lugar y en esa situación. Supongo que cantar medio borracho mientras flotas en medio del mar y de paso asustar a los animales de los alrededores puede llegar a cansar bastante.
A unos cien metros de la orilla, comencé a desvestirme con la intención de recorrer a nado la distancia que faltaba, pero después de desabrocharme unos pocos botones, creí que no sería pertinente ese tipo de maniobras con ese tipo de compañía. Ya podía sentir los ojos de Trafalgar en mi espalda, como afiladas dagas en busca de carne. ¿Y ahora qué? pregunté, sin moverme de la embarcación. Sin dudas me moría por bajar a explorar, pero aún no confiaba en él.
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Re: El banquete de Cala Murciélago [Libre 4/6] [Pre-Quest] [Noche] [CERRADO]
Con nuevas esperanzas, el capitán Teatch remaba con todas las fuerzas que disponía hacia la playa, fuese la de los ancestros o no, en aquellos momentos hubiese hecho tierra incluso en tierras de vampiros, incluso en la isla volcánica. - (No aguanto más). - Pensó aguantando una arcada vacía, ya que no tenía nada en el estomago por suerte para los presentes. Aquello era una reacción de su cuerpo que estaba llegando al límite, ahora se sentía algo mareado y cansando, por tanto, lo que pudiese hacer su acompañante le era indiferente, pues se remojaba ahora la cara con agua del mar con tal de seguir pareciendo estable.
Parecía por fortuna de ese pirata que estaban relativamente cerca de la playa, pero mayor fue la sorpresa del afortunado Trafalgar cuando Luna empezaba a desvestirse para su deleite. Ciertamente la estaba mirando de arriba abajo, dejando atrás sus anteriores ideas sobre lo niña que era cuando se fijaba en que tenía ya un cuerpo bien maduro, aunque Trafalgar se sentía incapaz de realizar la ardua tarea que le demandaban sus caderas. - ¿Y ahora qué? - Preguntó la chica dejando su acción previa al darse cuenta del modo lascivo en que la miraba Trafalgar desde los remos.
Aquella pregunta primeramente le había dejado chocado, quizá la muchacha se daba cuenta por su inactividad ante su desnudamiento que estaba falto de deseo o fuerzas para satisfacer las fantasías que el creído capitán pensaba que había despertado sin duda en la mujer de pelo rosa. - Estoy agotado pequeña, imposible. - Diría en un intento para que no se ofendiese en su intento de cortejarlo fracasado, aun consciente del riesgo de que la muchacha le tomase por un viejo marinero impotente.- ¿Por qué no remas un poco para que los dos lleguemos a tierra? - Diría dando a entender que su estado le impedía nadar hasta la orilla.- Cuando encontremos agua te contaré lo que quieras. - Finalizó rindiéndose verbalmente ante Luna sacándose el acalorado capitán su sombrero para darse aire.
Parecía por fortuna de ese pirata que estaban relativamente cerca de la playa, pero mayor fue la sorpresa del afortunado Trafalgar cuando Luna empezaba a desvestirse para su deleite. Ciertamente la estaba mirando de arriba abajo, dejando atrás sus anteriores ideas sobre lo niña que era cuando se fijaba en que tenía ya un cuerpo bien maduro, aunque Trafalgar se sentía incapaz de realizar la ardua tarea que le demandaban sus caderas. - ¿Y ahora qué? - Preguntó la chica dejando su acción previa al darse cuenta del modo lascivo en que la miraba Trafalgar desde los remos.
Aquella pregunta primeramente le había dejado chocado, quizá la muchacha se daba cuenta por su inactividad ante su desnudamiento que estaba falto de deseo o fuerzas para satisfacer las fantasías que el creído capitán pensaba que había despertado sin duda en la mujer de pelo rosa. - Estoy agotado pequeña, imposible. - Diría en un intento para que no se ofendiese en su intento de cortejarlo fracasado, aun consciente del riesgo de que la muchacha le tomase por un viejo marinero impotente.- ¿Por qué no remas un poco para que los dos lleguemos a tierra? - Diría dando a entender que su estado le impedía nadar hasta la orilla.- Cuando encontremos agua te contaré lo que quieras. - Finalizó rindiéndose verbalmente ante Luna sacándose el acalorado capitán su sombrero para darse aire.
Trafalgar
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Re: El banquete de Cala Murciélago [Libre 4/6] [Pre-Quest] [Noche] [CERRADO]
Al principio no comprendí lo que quiso decir con que estaba agotado y era imposible. “¿Imposible qué?” me pregunté, tratando de alcanzar algún recuerdo de algún cabo que me había quedado sin atar más atrás, pero nada surgió. Trafalgar me pidió que remara y tras usar el sombrero de abanico creí que no sería malo apiadarme un poco de ese viejo pirata. Le sonreí abiertamente mientras volvía a sentarme, esta vez frente a él.
Crucé mis piernas y chasquee los dedos. Entonces una leve brisa comenzó a rodear al capitán. Espero que sea lo suficientemente fresca Capitán. Parece estar muy cansado le dije con un tono permisivo, mientras dirigía ahora el aire en movimiento hacia la vela. No quiero que se olvide de su promesa de contarme todo, con lujo de detalles. Le recordé, cerrando el puño, acto seguido la suave brisa se convirtió en viento y antes de lo que se podría esperar ya habíamos varado en la arena.
Caminé hacia la punta de la barcaza, esquivando a Trafalgar y con un saltito toqué tierra. Grandioso. Ahora tenemos que encontrar a alguien que nos lleve hasta Lunargenta asumí en voz alta, hablando de nosotros como si tuviéramos los mismos intereses. Pero… sólo después de beber algo de agua de coco, darme un baño y escuchar su historia. Me lo merezco le dije consciente de mí misma. Si intenta algo raro… bueno, creo que ya lo ha notado le advertí y poco después me descalcé, buscando la sombra de las primeras palmeras más cercanas a la orilla.
Crucé mis piernas y chasquee los dedos. Entonces una leve brisa comenzó a rodear al capitán. Espero que sea lo suficientemente fresca Capitán. Parece estar muy cansado le dije con un tono permisivo, mientras dirigía ahora el aire en movimiento hacia la vela. No quiero que se olvide de su promesa de contarme todo, con lujo de detalles. Le recordé, cerrando el puño, acto seguido la suave brisa se convirtió en viento y antes de lo que se podría esperar ya habíamos varado en la arena.
Caminé hacia la punta de la barcaza, esquivando a Trafalgar y con un saltito toqué tierra. Grandioso. Ahora tenemos que encontrar a alguien que nos lleve hasta Lunargenta asumí en voz alta, hablando de nosotros como si tuviéramos los mismos intereses. Pero… sólo después de beber algo de agua de coco, darme un baño y escuchar su historia. Me lo merezco le dije consciente de mí misma. Si intenta algo raro… bueno, creo que ya lo ha notado le advertí y poco después me descalcé, buscando la sombra de las primeras palmeras más cercanas a la orilla.
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Re: El banquete de Cala Murciélago [Libre 4/6] [Pre-Quest] [Noche] [CERRADO]
El mareado capitán observaba a la muchacha ir de una punta a la otra del barco para empeorar su mareo, estaba decidido a no vomitar ante Luna, tenía orgullo como hombre de mar, más ante los ojos de una novata. Después de su imaginario rechazo hacia ella, se alegraba de que esta no se enfadara como instantes antes, por lo contrario, parecía dispuesta incluso a remar, o eso pensó cuando se sentaba no muy lejos de donde él estaba.
- (¿Y bien?). - Pensaría arqueando una ceja, algo impaciente el capitán por llegar a tierra debido a su nuevo estado de fatiga y ver como la muchacha simplemente se sentaba y chasqueaba los dedos. Aun así se sorprendería ante lo que había sospechado instantes antes.- (¡Tenias razón, es una bruja!).- Pensó para si con algo de temor por las confianzas que se había tomado durante todo el viaje respecto a ella cuando el viento que suposo que por sus palabras le rodeaba, aunque aquello en vez de hacerle mal alguno, le aliviaba en gran medida y más cuando dirigió su magia hacia la vela y el barco tomaba por si solo velocidad hacia la costa.
- ¿No podrías haber hecho eso antes? - Murmuraría con desagrado el capitán Teatch al ver cómo controlaba los elementos a su voluntad. La pequeña traidorzuela le recordaba lo que había dicho en su momento de flaqueza, por lo que tenía que aparentar un tiempo más su reputación de pirata honesto, por ahora. Intentaría de todas las maneras evitar perder el tiempo con aquella chica y encontrar pronto la Cala del Murciélago a base de andar por la playa, pues para ese capitán inexperto en tierra, era la única fuente de agua dulce que podía imaginar, eso o asaltar a unos caminantes.
Cuando dieron tierra, la muchacha bajaba del barco con prisa revelando su intención de partir hacia Lunargenta para después dedicarle una discreta amenaza entre la que escuchó la obviedad de que en los cocos de las palmeras encontrarían el agua por la que tanto había estado lloriqueando. Se levantaría el capitán Teatch ajustando su sombrero en la cabeza para desembarcar como un conquistador en tierra indígena mientras Luna se iba hacia las susodichas palmeras, que eran la única sombra que otorgaba la larga playa. - Como iba a decir, los cocos son el primer paso, mas no dará tiempo para el baño, no... - Diría primeramente mientras se acercaba donde se encontraba la mujer de pelo rosa antes de dar una patada a la palmera, que dejaría ir varios cocos sobre ambos, esquivando Trafalgar el que se dirigía a su cabeza, esperando que su acompañante tuviera también esa suerte.
De espaldas a esta, se agacharía a coger algunos cocos para él y a romper uno tras otro contra una piedra que le pareció adecuada, como un cavernícola, algo desesperado por beber el jugo antes que se desperdiciara por la arena, con algún que otro intento fallido. Cuando se sintió finalmente saciado, se limpiaría la barba con la manga para levantarse con fuerzas renovadas, motivado a reencontrarse con sus pertenencias cuanto antes, lo que más echaba de menos eran el barco, el grog, su ropa, sus espadas y por qué no, a aquellos rufianes que llamaba compañeros.
Había cogido un puñado de arena antes de levantarse que fue dejando ir entre sus dedos. No era una bruja tan malvada como cabría a imaginarse de su especie, pero no quería probar su ira tras intentar cegarla, así que empleó de nuevo su labia. - Bueno Luna Kaliope... - Diría girándose hacia ella con la mejor de sus sonrisas.- Por que no empiezas con tu baño mientras yo aseguro la playa, siempre hay tiempo para historias. - Dejó ir con un tono que daba a entender que se quería ganar su confianza, aunque fuera su verdadera intención escapar en dirección contraria a Lunargenta en cuanto se diese la vuelta.
- (¿Y bien?). - Pensaría arqueando una ceja, algo impaciente el capitán por llegar a tierra debido a su nuevo estado de fatiga y ver como la muchacha simplemente se sentaba y chasqueaba los dedos. Aun así se sorprendería ante lo que había sospechado instantes antes.- (¡Tenias razón, es una bruja!).- Pensó para si con algo de temor por las confianzas que se había tomado durante todo el viaje respecto a ella cuando el viento que suposo que por sus palabras le rodeaba, aunque aquello en vez de hacerle mal alguno, le aliviaba en gran medida y más cuando dirigió su magia hacia la vela y el barco tomaba por si solo velocidad hacia la costa.
- ¿No podrías haber hecho eso antes? - Murmuraría con desagrado el capitán Teatch al ver cómo controlaba los elementos a su voluntad. La pequeña traidorzuela le recordaba lo que había dicho en su momento de flaqueza, por lo que tenía que aparentar un tiempo más su reputación de pirata honesto, por ahora. Intentaría de todas las maneras evitar perder el tiempo con aquella chica y encontrar pronto la Cala del Murciélago a base de andar por la playa, pues para ese capitán inexperto en tierra, era la única fuente de agua dulce que podía imaginar, eso o asaltar a unos caminantes.
Cuando dieron tierra, la muchacha bajaba del barco con prisa revelando su intención de partir hacia Lunargenta para después dedicarle una discreta amenaza entre la que escuchó la obviedad de que en los cocos de las palmeras encontrarían el agua por la que tanto había estado lloriqueando. Se levantaría el capitán Teatch ajustando su sombrero en la cabeza para desembarcar como un conquistador en tierra indígena mientras Luna se iba hacia las susodichas palmeras, que eran la única sombra que otorgaba la larga playa. - Como iba a decir, los cocos son el primer paso, mas no dará tiempo para el baño, no... - Diría primeramente mientras se acercaba donde se encontraba la mujer de pelo rosa antes de dar una patada a la palmera, que dejaría ir varios cocos sobre ambos, esquivando Trafalgar el que se dirigía a su cabeza, esperando que su acompañante tuviera también esa suerte.
De espaldas a esta, se agacharía a coger algunos cocos para él y a romper uno tras otro contra una piedra que le pareció adecuada, como un cavernícola, algo desesperado por beber el jugo antes que se desperdiciara por la arena, con algún que otro intento fallido. Cuando se sintió finalmente saciado, se limpiaría la barba con la manga para levantarse con fuerzas renovadas, motivado a reencontrarse con sus pertenencias cuanto antes, lo que más echaba de menos eran el barco, el grog, su ropa, sus espadas y por qué no, a aquellos rufianes que llamaba compañeros.
Había cogido un puñado de arena antes de levantarse que fue dejando ir entre sus dedos. No era una bruja tan malvada como cabría a imaginarse de su especie, pero no quería probar su ira tras intentar cegarla, así que empleó de nuevo su labia. - Bueno Luna Kaliope... - Diría girándose hacia ella con la mejor de sus sonrisas.- Por que no empiezas con tu baño mientras yo aseguro la playa, siempre hay tiempo para historias. - Dejó ir con un tono que daba a entender que se quería ganar su confianza, aunque fuera su verdadera intención escapar en dirección contraria a Lunargenta en cuanto se diese la vuelta.
Trafalgar
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Re: El banquete de Cala Murciélago [Libre 4/6] [Pre-Quest] [Noche] [CERRADO]
El capitán me siguió, esperaba que hablara más, pero probablemente estaba usando ese cerebro humano suyo para planear como caminar, ¿o quién sabe? Quizás tuviera alguna respuesta de la que yo aún era ignorante. Los pasos de él no eran equilibrados e incluso para alguien con tantos problemas como yo, eran obvios. Lo que no era tan claro de imaginar era que golpearía la palmera con esa pataza suya, haciendo que varios cocos cayeran como por arte de magia. Uno de ellos me golpeó el hombro, más me quejé en silencio. No quería revelar tan fácilmente cuán malas eran mis aptitudes físicas, incluso para esquivar una tonta lluvia de frutas duras y que podían ser consideradas como armas mortales.
Malditos humanos con fuerza bruta. ¿Qué no podía avisar o usar el cerebro en vez de esa gran y fuerte pierna superior? me preguntaba mientras le veía saciarse como un desquiciado bruto, rompiendo a la fuerza aquél regalo de la naturaleza y desperdiciando su néctar.
Me encogí de hombros y decidí no seguir perdiendo el tiempo, observando como se desperdiciaba tanta energía en una simpleza tan grande como beber de un coco. Suspiré y mientras me daba la espalda usé la daga para marcar un pequeño hoyo en la corteza del coco y con la telequinesis hice que la marca se volviera una abertura real. No tenía mucha sed, después de todo, hacía poco había estado probando algunas delicadezas en el barco mercante.
Aburrida pero vigilante, saqué a mi fiel flauta y comencé a tocar una melodía alegre, aunque me vi brutalmente detenida por sus palabras.
¿El Capitán ya no tiene sed? pregunté aún sentada, con el coco a medio beber a mi lado. Le dediqué una sonrisa de satisfacción más no dije otra palabra. Me interesaba acabar con la composición que apenas segundos antes había comenzado. Al finalizarla me puse en pie y decidí probar su comportamiento a la antigua.
Trafalgar… ¿no crees que podría pasarme algo malo mientras estoy en el agua? le pregunté con un tono de voz entre animado y triste, mientras me deshacía de mi única prenda superior, dejando al descubierto apenas unas vendas que cubrían mis partes más nobles. Luego comencé a quitarme el cinto. Puedo defenderme de ti, pero no de cualquier pervertido que quisiera hacerme cosas sucias mi voz iba decayendo a medida que me acercaba a él. Las últimas palabras apenas eran unos susurros.
Malditos humanos con fuerza bruta. ¿Qué no podía avisar o usar el cerebro en vez de esa gran y fuerte pierna superior? me preguntaba mientras le veía saciarse como un desquiciado bruto, rompiendo a la fuerza aquél regalo de la naturaleza y desperdiciando su néctar.
Me encogí de hombros y decidí no seguir perdiendo el tiempo, observando como se desperdiciaba tanta energía en una simpleza tan grande como beber de un coco. Suspiré y mientras me daba la espalda usé la daga para marcar un pequeño hoyo en la corteza del coco y con la telequinesis hice que la marca se volviera una abertura real. No tenía mucha sed, después de todo, hacía poco había estado probando algunas delicadezas en el barco mercante.
Aburrida pero vigilante, saqué a mi fiel flauta y comencé a tocar una melodía alegre, aunque me vi brutalmente detenida por sus palabras.
- melodía:
¿El Capitán ya no tiene sed? pregunté aún sentada, con el coco a medio beber a mi lado. Le dediqué una sonrisa de satisfacción más no dije otra palabra. Me interesaba acabar con la composición que apenas segundos antes había comenzado. Al finalizarla me puse en pie y decidí probar su comportamiento a la antigua.
Trafalgar… ¿no crees que podría pasarme algo malo mientras estoy en el agua? le pregunté con un tono de voz entre animado y triste, mientras me deshacía de mi única prenda superior, dejando al descubierto apenas unas vendas que cubrían mis partes más nobles. Luego comencé a quitarme el cinto. Puedo defenderme de ti, pero no de cualquier pervertido que quisiera hacerme cosas sucias mi voz iba decayendo a medida que me acercaba a él. Las últimas palabras apenas eran unos susurros.
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Re: El banquete de Cala Murciélago [Libre 4/6] [Pre-Quest] [Noche] [CERRADO]
Cierto era que el capitán Teatch no era una persona muy culta, pero podía admirar la música como cualquiera, incluso más. A parte de los aristócratas, poca gente podía acceder a la música. Los hombres de Teatch eran dados a las viejas canciones que cantaba Henry a todo pulmón, pero no se las conocían y se conformaban con corearle en estribillos tan sencillos como ' Yo ho ho y la botella de ron '. Observaría con agrado como la muchacha tocaba ese instrumento, los músicos que habían podido estar en la tripulación de Trafalgar siempre habían tenido una muy corta carrera de piratas.
Negaba entristecido por aquello y por haber interrumpido la melodía de la chica a la que dejaría continuar en lo que daba un último sorbo a uno de tantos cocos que había destrozado contra el suelo antes de empezar su huida. Sus intentos de engañar a esa muchacha serían siempre en vano, tenía que reconocer que era más inteligente que él y seguramente más poderosa, pero había escapado de enemigos mayores.
Cuando hubo acabado la melodía, Trafalgar seguía plantado en su lugar en la sombra de la palmera esperando que cayera en su trampa y se fuera al agua sin más, dándole el tiempo que necesitaba para escapar de esa pequeña bruja, pero no iba a ser posible, su lascivia le volvía a perder como tantas otras veces, aunque se preguntaba si ese comportamiento era normal en una chica de su clase, desconocía la mayor parte de los protocolos de conducta entre las clases altas humanas, por lo que lo que hiciesen los aristócratas Illidenses era para él todo un misterio que no tenía intención de resolver, pues su mente estaba ahora ocupada analizando cada trozo de piel que la joven de cabello rosa le enseñaba, con una curiosidad renovada por saber hasta qué rincones llegaba ese extraño color de pelo.
La muchacha le pedía que la defendiera de los posibles pervertidos, Trafalgar se giraría en busca de alguien más, aunque no fue el caso, probablemente no había nadie más pervertido que él en varios kilómetros a la redonda, demostraba parte de aquello la recepción que su celebro tenía de las palabras de la muchacha en ese momento de excitación.- ... Hacerme cosas sucias - Le diría casi en un susurro aquella mujer semidesnuda que se le acercó de tal modo que el capitán podría haberla rodeado con los brazos.
Luchaba internamente con el Trafalgar más pervertido que había en su interior, pues cada nervio de su cuerpo estaba ansioso por dejarle salir. Sus dedos se movían inquietos teniendo cada brazo a su lado respectivo del torso, deseosos por empezar a coger la carne que se le ofrecía en bandeja. - Cada vez me entristece más de que tengas que partir hacia Lunargenta. - Diría entonces el capitán cuando había recuperado un poco el control sobre su cuerpo, que se moría por probar mujer, dando el capitán unos pasos atrás para evitar que eso acabase sucediendo.- Tengo... Importantes asuntos que atender, tú báñate desnuda si tienes tiempo. - Dijo finalmente en un arranque de orgullo, intentando demostrar que la sangre estaba regando correctamente su cerebro en vez de otras partes menos útiles en esos momentos. Se hubiera querido ir de allí, pero la muchacha ya se había sacado el cinto y ahora los pies del capitán estaban clavados en la arena así como su vista lo estaba igualmente en la figura de la joven.
Negaba entristecido por aquello y por haber interrumpido la melodía de la chica a la que dejaría continuar en lo que daba un último sorbo a uno de tantos cocos que había destrozado contra el suelo antes de empezar su huida. Sus intentos de engañar a esa muchacha serían siempre en vano, tenía que reconocer que era más inteligente que él y seguramente más poderosa, pero había escapado de enemigos mayores.
Cuando hubo acabado la melodía, Trafalgar seguía plantado en su lugar en la sombra de la palmera esperando que cayera en su trampa y se fuera al agua sin más, dándole el tiempo que necesitaba para escapar de esa pequeña bruja, pero no iba a ser posible, su lascivia le volvía a perder como tantas otras veces, aunque se preguntaba si ese comportamiento era normal en una chica de su clase, desconocía la mayor parte de los protocolos de conducta entre las clases altas humanas, por lo que lo que hiciesen los aristócratas Illidenses era para él todo un misterio que no tenía intención de resolver, pues su mente estaba ahora ocupada analizando cada trozo de piel que la joven de cabello rosa le enseñaba, con una curiosidad renovada por saber hasta qué rincones llegaba ese extraño color de pelo.
La muchacha le pedía que la defendiera de los posibles pervertidos, Trafalgar se giraría en busca de alguien más, aunque no fue el caso, probablemente no había nadie más pervertido que él en varios kilómetros a la redonda, demostraba parte de aquello la recepción que su celebro tenía de las palabras de la muchacha en ese momento de excitación.- ... Hacerme cosas sucias - Le diría casi en un susurro aquella mujer semidesnuda que se le acercó de tal modo que el capitán podría haberla rodeado con los brazos.
Luchaba internamente con el Trafalgar más pervertido que había en su interior, pues cada nervio de su cuerpo estaba ansioso por dejarle salir. Sus dedos se movían inquietos teniendo cada brazo a su lado respectivo del torso, deseosos por empezar a coger la carne que se le ofrecía en bandeja. - Cada vez me entristece más de que tengas que partir hacia Lunargenta. - Diría entonces el capitán cuando había recuperado un poco el control sobre su cuerpo, que se moría por probar mujer, dando el capitán unos pasos atrás para evitar que eso acabase sucediendo.- Tengo... Importantes asuntos que atender, tú báñate desnuda si tienes tiempo. - Dijo finalmente en un arranque de orgullo, intentando demostrar que la sangre estaba regando correctamente su cerebro en vez de otras partes menos útiles en esos momentos. Se hubiera querido ir de allí, pero la muchacha ya se había sacado el cinto y ahora los pies del capitán estaban clavados en la arena así como su vista lo estaba igualmente en la figura de la joven.
Trafalgar
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Re: El banquete de Cala Murciélago [Libre 4/6] [Pre-Quest] [Noche] [CERRADO]
“Peligroso, Trafalgar es peligroso. ¿Debería seguirle?”. Mis interiores se regocijaban ante la idea de alguien tan desafiante como él, pero al mismo tiempo tenía un sentimiento de auto preservación que gritaba que me alejara de él lo más pronto posible. Pero… ¿Alejarme hacia dónde? había un dicho que decía “vale más malo conocido que bueno por conocer”. Probablemente le aplicaría.
Ese hombre me observaba como un lobo a un cordero, pero fue todo. El Capitán Trafalgar S. Teatch no era tan simple como lo había supuesto horas atrás. Ahora ¿cómo saldría de esa situación en la que me había metido?. Me ruboricé un poco, después de todo, estaba sola con un hombre bien proporcionado en una playa de arena cálida y abundante agua de coco… Si él fuera Kamui, no hubiera dudado en avanzar y aprovecharme de él, pero… este hombre frente a mí tenía un aire misterioso y aventurero, un verdadero pirata.
Aunque agradecía las pocas palabras que me estaba dirigiendo –el discurso más corto que había pronunciado hasta el momento- ellas me calaron hondo en el orgullo. Entrecerré los ojos mientras observaba su incómoda posición. El Capitán no tiene tiempo para bañarse pero sí para mirar este cuerpo dije con voz orgullosa, mientras me señalaba, aunque con menos ímpetu que la vez primera.
¿Capitán Teatch? le pregunté, buscando su rostro que se divergía del mío. Su mirada perdida en mi piel. ¿A dónde irá si no es al gran puerto de Lunargenta pregunté, elevando mi mano diestra para alcanzar su mejilla. Un sudor frío comenzaba a florecer en mi piel. Mi cuerpo siempre había sido débil ante los efectos del sol y ésta no era la excepción. No me siento bien capitán confesé, cediendo ante la fuerza de la gravedad para finalmente sentarme en el suelo, agaché la cabeza para que los rayos que caían a plomo no me dieran directo en la frente.
Ese hombre me observaba como un lobo a un cordero, pero fue todo. El Capitán Trafalgar S. Teatch no era tan simple como lo había supuesto horas atrás. Ahora ¿cómo saldría de esa situación en la que me había metido?. Me ruboricé un poco, después de todo, estaba sola con un hombre bien proporcionado en una playa de arena cálida y abundante agua de coco… Si él fuera Kamui, no hubiera dudado en avanzar y aprovecharme de él, pero… este hombre frente a mí tenía un aire misterioso y aventurero, un verdadero pirata.
Aunque agradecía las pocas palabras que me estaba dirigiendo –el discurso más corto que había pronunciado hasta el momento- ellas me calaron hondo en el orgullo. Entrecerré los ojos mientras observaba su incómoda posición. El Capitán no tiene tiempo para bañarse pero sí para mirar este cuerpo dije con voz orgullosa, mientras me señalaba, aunque con menos ímpetu que la vez primera.
¿Capitán Teatch? le pregunté, buscando su rostro que se divergía del mío. Su mirada perdida en mi piel. ¿A dónde irá si no es al gran puerto de Lunargenta pregunté, elevando mi mano diestra para alcanzar su mejilla. Un sudor frío comenzaba a florecer en mi piel. Mi cuerpo siempre había sido débil ante los efectos del sol y ésta no era la excepción. No me siento bien capitán confesé, cediendo ante la fuerza de la gravedad para finalmente sentarme en el suelo, agaché la cabeza para que los rayos que caían a plomo no me dieran directo en la frente.
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Re: El banquete de Cala Murciélago [Libre 4/6] [Pre-Quest] [Noche] [CERRADO]
Había ganado algo de distancia por poco tiempo el capitán que pensaba respecto aquella hembra en celo que intentaba seducirle para manipularle como instantes antes había hecho la pequeña sirena. No, aquello ya no iba a funcionar con el capitán Teatch, pero aquella poderosa decisión que parecía demostrar se había quedado en nada cuando aumentaban cada vez más los trozos de piel que le enseñaba la joven con la escusa del baño, mas no iban por allí los disparos, estaba semidesnuda pero no se despegaba del capitán, ansioso por que se fuera de una vez al agua para escapar y así relajar el problema que tenía entre piernas y que pronto empezaría a controlar todos sus actos, pues se conocía demasiado bien, pero no iba a caer en aquello dos veces el mismo día, había aprendido la lección cuando casi se ahoga varios metros por debajo del agua del mar.
Al recordar aquellos momentos pareció serenarse, pero Luna le reprochaba el no bañarse pero quedarse ahí plantado mirando, una razón bastante discutible, ya que esta se le acercaba de nuevo nublando de nuevo levemente el juicio del capitán Teatch, que sabía que corría cierto peligro al haberse encontrado con una bruja desconocida en medio del mar, fuese cual fuese su origen, aun no se acababa de creer la historia del barco mercante. Pero no podía apartar sus ojos de las curvas de su femenina figura.- ¿Capitán Teatch? - Diría primeramente, haciendo que volviera a mirarla a los ojos.- ¿A dónde irá si no es al gran puerto de Lunargenta? - Le preguntó, no sabía si por inocencia o por desconocimiento de que no era un capitán cualquiera, sino uno pirata. En todo caso demostraba que no le había tomado en serio en cuanto a la cala del Murciélago.
- No soy bienvenido ahí ya, estoy esperando que... Los ánimos se enfríen. - Confesó, había provocado algunas pequeñas revueltas en diferentes tabernas del puerto de la ciudad y la guardia le tenía en busca y captura, sabía bien Trafalgar que estaban deseando cazarle para dar un buen escarmiento al capitán de los hombres del Sable Negro, que nunca traían nada bueno cuando daban tierra con los bolsillos llenos.- Ya te he dicho que me reuniré con mis hombres en la Cala del Murciélago, estamos a menos de un día por el oeste, tú haz lo que quieras. - Dijo apartando de él la mano que acariciaba su mejilla. Aquél súcubo tentador parecía finalmente rendirse ante sus palabras, por lo que por unos momentos pensó que se había pasado con su brusquedad, aunque no daba tiempo para plantearse aquello y discutir sobre sentimientos de mujer.
Se giró para marcharse, pero realmente Luna no se encontraba bien y desfallecía en la arena.- No me siento bien capitán. - Dijo desde el suelo, aunque no sabía si era todo aquello un estratagema para retenerle en aquella playa. Cierto era que de tratarse de otra persona la hubiera dejado morir de una insolación ahí en medio, pero no le gustaba a Trafalgar ser ese tipo de persona, además aunque no lo hubiera reconocido abiertamente, aquella muchacha era enviada por la diosa fortuna para rescatarle de su muerte acuática, no debía tomarlo por alto.- ¿Qué te pasa ahora? - Diría girando sobre sus pasos cuando se había alejado un poco de donde se encontraba su interlocutora.
Al no responderle con su habitual presteza, se acercó de nuevo a la mujer y le tendió uno de los cocos para que bebiera, no entendiendo qué le podía pasar, aunque menos entendía que hacía él perdiendo el tiempo asistiéndole. Si era cierto lo que decía la bruja de que el anillo realmente tenía propiedades mágicas podría esperar relajadamente a sus camaradas en la cala del Murciélago comiendo caliente y bebiendo buen grog, en vez de subsistir de agua de coco como los bárbaros.
Al recordar aquellos momentos pareció serenarse, pero Luna le reprochaba el no bañarse pero quedarse ahí plantado mirando, una razón bastante discutible, ya que esta se le acercaba de nuevo nublando de nuevo levemente el juicio del capitán Teatch, que sabía que corría cierto peligro al haberse encontrado con una bruja desconocida en medio del mar, fuese cual fuese su origen, aun no se acababa de creer la historia del barco mercante. Pero no podía apartar sus ojos de las curvas de su femenina figura.- ¿Capitán Teatch? - Diría primeramente, haciendo que volviera a mirarla a los ojos.- ¿A dónde irá si no es al gran puerto de Lunargenta? - Le preguntó, no sabía si por inocencia o por desconocimiento de que no era un capitán cualquiera, sino uno pirata. En todo caso demostraba que no le había tomado en serio en cuanto a la cala del Murciélago.
- No soy bienvenido ahí ya, estoy esperando que... Los ánimos se enfríen. - Confesó, había provocado algunas pequeñas revueltas en diferentes tabernas del puerto de la ciudad y la guardia le tenía en busca y captura, sabía bien Trafalgar que estaban deseando cazarle para dar un buen escarmiento al capitán de los hombres del Sable Negro, que nunca traían nada bueno cuando daban tierra con los bolsillos llenos.- Ya te he dicho que me reuniré con mis hombres en la Cala del Murciélago, estamos a menos de un día por el oeste, tú haz lo que quieras. - Dijo apartando de él la mano que acariciaba su mejilla. Aquél súcubo tentador parecía finalmente rendirse ante sus palabras, por lo que por unos momentos pensó que se había pasado con su brusquedad, aunque no daba tiempo para plantearse aquello y discutir sobre sentimientos de mujer.
Se giró para marcharse, pero realmente Luna no se encontraba bien y desfallecía en la arena.- No me siento bien capitán. - Dijo desde el suelo, aunque no sabía si era todo aquello un estratagema para retenerle en aquella playa. Cierto era que de tratarse de otra persona la hubiera dejado morir de una insolación ahí en medio, pero no le gustaba a Trafalgar ser ese tipo de persona, además aunque no lo hubiera reconocido abiertamente, aquella muchacha era enviada por la diosa fortuna para rescatarle de su muerte acuática, no debía tomarlo por alto.- ¿Qué te pasa ahora? - Diría girando sobre sus pasos cuando se había alejado un poco de donde se encontraba su interlocutora.
Al no responderle con su habitual presteza, se acercó de nuevo a la mujer y le tendió uno de los cocos para que bebiera, no entendiendo qué le podía pasar, aunque menos entendía que hacía él perdiendo el tiempo asistiéndole. Si era cierto lo que decía la bruja de que el anillo realmente tenía propiedades mágicas podría esperar relajadamente a sus camaradas en la cala del Murciélago comiendo caliente y bebiendo buen grog, en vez de subsistir de agua de coco como los bárbaros.
Trafalgar
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Re: El banquete de Cala Murciélago [Libre 4/6] [Pre-Quest] [Noche] [CERRADO]
El capitán pareció volver en sí cuando le llamé la atención y me dio una respuesta demasiado franca para ser cierta. “¿Esperar a que se calmaran los ánimos?” realmente debía de ser un tipo que usaba todos los recursos disponibles y no tanto. Reí internamente, realmente no podía imaginarme a alguien vetado de ir a un puerto tan abierto y heterogéneo como el de esa ciudad donde pocas veces no eres capaz de sobornar a alguien. Esa respuesta había reafirmado mi deseo de conocer ese tipo de mundo que me fue negado desde mi mismo nacimiento, pero ahora las debilidades de la carne frente a las intelectuales no me dejaban continuar avanzando en ningún aspecto.
Con frialdad Trafalgar había apartado mi mano de su rostro después de volver a hablarme de su tripulación. No, no tenía oportunidad; no había forma en la que alguien como él permitiera a una bruja inexperta y débil ser parte de aquella tripulación amada. Ironías del destino… sonreí a la arena mientras le sentía apartarse de mí. Probablemente me quedaría allí tirada hasta que el sol se bajara, momento en el que buscaría una forma de llegar a un lugar habitado. Sí, ese podía llegar a ser un buen plan. Pero unos gritos bárbaros me sobresaltaron cuando cerraba los ojos, el capitán volvía por mí.
Hice una mueca de insatisfacción, mis cálculos no habían sido del todo correctos, pero me alegraba por ello. Levanté una mano para golpear el coco que él me ofrecía, aunque no logré más que rozar la piel de su manoBruto “insolente, tonto…” quería continuar insultándole, pero no tenía casi voz para hacerlo. Estaba mareada, mis manos estaban frías y tenía ganas de devolver. Atiné a buscar la prenda que minutos atrás con tanta presteza me había quitado y con ella cubrí mi pecho. Un leve temblor comenzaba a recorrer mi cuerpo, pero no por ello me pondría nerviosa. Había leído acerca de situaciones similares a estas y dado que en el pasado estuve unos… bueno, si sumaba probablemente unos quince años en cama, traté de disimularlo lo mejor posible.
Un buen capitán no hace esperar a su tripulación le dije, tratando de parecer ruda y lo más serena posible, aunque dudaba de haber logrado cumplir con mis propias expectativas. Levanté mi mirada hacia él pero su figura estaba envuelta en sombras. Cerré los ojos y el malestar pareció receder, ahogado en una especie de sopor fresco.
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Off: Luna quedó K.O. puedes dejarla allí o hacer algo al respecto (?) como quieras nwn
Con frialdad Trafalgar había apartado mi mano de su rostro después de volver a hablarme de su tripulación. No, no tenía oportunidad; no había forma en la que alguien como él permitiera a una bruja inexperta y débil ser parte de aquella tripulación amada. Ironías del destino… sonreí a la arena mientras le sentía apartarse de mí. Probablemente me quedaría allí tirada hasta que el sol se bajara, momento en el que buscaría una forma de llegar a un lugar habitado. Sí, ese podía llegar a ser un buen plan. Pero unos gritos bárbaros me sobresaltaron cuando cerraba los ojos, el capitán volvía por mí.
Hice una mueca de insatisfacción, mis cálculos no habían sido del todo correctos, pero me alegraba por ello. Levanté una mano para golpear el coco que él me ofrecía, aunque no logré más que rozar la piel de su manoBruto “insolente, tonto…” quería continuar insultándole, pero no tenía casi voz para hacerlo. Estaba mareada, mis manos estaban frías y tenía ganas de devolver. Atiné a buscar la prenda que minutos atrás con tanta presteza me había quitado y con ella cubrí mi pecho. Un leve temblor comenzaba a recorrer mi cuerpo, pero no por ello me pondría nerviosa. Había leído acerca de situaciones similares a estas y dado que en el pasado estuve unos… bueno, si sumaba probablemente unos quince años en cama, traté de disimularlo lo mejor posible.
Un buen capitán no hace esperar a su tripulación le dije, tratando de parecer ruda y lo más serena posible, aunque dudaba de haber logrado cumplir con mis propias expectativas. Levanté mi mirada hacia él pero su figura estaba envuelta en sombras. Cerré los ojos y el malestar pareció receder, ahogado en una especie de sopor fresco.
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Off: Luna quedó K.O. puedes dejarla allí o hacer algo al respecto (?) como quieras nwn
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Re: El banquete de Cala Murciélago [Libre 4/6] [Pre-Quest] [Noche] [CERRADO]
Trafalgar veía como en un último impulso orgulloso, aquella muchacha de pelo rosa que se deshacía sobre la arena de la playa seguía en su hilo defensivo, pero parecía que su cuerpo le traicionaba cuando con lo poco que le quedaba de voz intentaba insultarle y tirar el coco que llevaba en la mano. Ciertamente, no era la sed lo que hacía que Luna no se aguantara de pie, ¿Debía ser todo aquello resultado del sol sobre su cabeza? Era una de las cuestiones que atormentaban a Teatch que arqueaba una ceja cruzandose de brazos ante su acompañante que le miraba desde el suelo.
Ahora, después de cubrirse las verguenzas, la de pelo rosa estaba tiritando en el suelo, lo cual empezaba a preocupar al capitán Teatch, que sentía ahora que no podía dejarla ahí a su suerte después de que lo llevara hasta tierra, él no era ese tipo de pirata, pocas veces se había visto forzado a cometer actos de tal vileza y egoísmo, pues el mero recuerdo de estos perturbaba el descanso del capitán en las largas noches en la mar. - Un buen capitán no hace esperar a su tripulación. - Diría finalmente en una especie de últimas palabras mientras le miraba con esa cara que evidenciaba su cada vez más cercano desmayo. Sin duda aquellas palabras fueron suficientes para el capitán Teatch, que sonreía ante la bravura que demostraba el fuerte carácter de aquella chica.
- No sé si me estás tomando el pelo... - Dijo primeramente, cuando se dio cuenta que estaba hablando solo o con alguien que fingía un desmayo bastante bien.- Pero tú ganas, no te acostumbres. - Finalizó en un diálogo para él mismo, que sabía que no iba a obtener respuesta alguna. Definitivamente dejarla a su suerte era un grave error que lamentaría, aunque no sabía como podía reaccionar Luna al despertar junto a un pirata. Mientras pensaba en todo eso, cargó a la muchacha en sus hombros como si fuera un saco de patatas. Estaba bastante delgada y no pesaba lo suficiente como para representar una molestia en el capitán, que emprendía la marcha mirando a un lado y otro para asegurarse que nadie le veía, pues parecía claramente un secuestrador.
Avanzaba algo fastidiado el capitán por la arena cargando con la mujer de la manera que le era más cómoda, aunque no lo fuera seguramente para la chica, también la iba cambiando de un hombro al otro o la dejaba estirada bocabajo en la arena mientras descansaba durante el trayecto. No sabía realmente dónde estaba, pero si se encontraba en la playa de los ancestros, a mano derecha, antes o después encontraría la cala del Murciélago. Cuando el atardecer había llegado a la costa el capitán encontraba al final el camino que llevaba directo hacia su soñada cala, acelerando ahora la lenta marcha que había tenido durante todo aquél día cargando con la joven que despertaría con arena por todos lados.
Cuando se hallaba en la playa frente la cueva que usaban de escondite dejaba tendida a Luna en la arena y se fue con entusiasmo al interior de aquella cueva en busca de sobras de las expediciones pasadas. Salió al poco tiempo, rearmado con dos espadas oxidadas donde habían estado sus sables antes de la expedición submarina y una botella de grog en la mano, a la que daría un largo trago en la salida de la cueva mientras se ponía el sol. Había conseguido también hacerse una especie de chanclas con trozos de madera y cordeles, los cuales no resultaban muy adecuados para el equilibro cuando no se pisaba arena.
Dudaba si sus rufianes decidirían no ir a buscarle y gastarse hasta la última pieza del botín, pero confiaba en que nadie le había discutido la capitanía a Henry El Tuerto, no le agradaba ser capitán, por lo que iría a por Teatch en cuanto recibiera noticias suyas, o eso quería pensar. Si más no era importante hacer una hoguera por si alguien decidía unirse a su tripulación y no conseguía encontrarle. Pronto apiló los restos de varios barriles que había descomponiéndose en la cueva.- Es desperdiciar un buen grog. - Se lamentaría mientras vertía el líquido contenido de su botella para luego rascar una roca con uno de sus cuchillos con tal de que saltara una chispa y se prendiera aquello.
Lo que podía parecer una tarea más que sencilla por la alta combustión del grog que aquellos hombres bebían, producir una buena chispa le costó varios intentos al capitán, que sonreiría satisfecho cuando viera aquello prender de un fogonazo súbito. Solo entonces se recostó Trafalgar en la arena acordándose de que había traído a esa chica con él. Había tosido y respirado durante todo el camino, por lo que no estaba muerta. - ¿Luna? - Diría al aire preocupado ahora por el estado de la que seguía estirada no muy lejos de él mientras daba el trago final de aquella botella vacía.
Ahora, después de cubrirse las verguenzas, la de pelo rosa estaba tiritando en el suelo, lo cual empezaba a preocupar al capitán Teatch, que sentía ahora que no podía dejarla ahí a su suerte después de que lo llevara hasta tierra, él no era ese tipo de pirata, pocas veces se había visto forzado a cometer actos de tal vileza y egoísmo, pues el mero recuerdo de estos perturbaba el descanso del capitán en las largas noches en la mar. - Un buen capitán no hace esperar a su tripulación. - Diría finalmente en una especie de últimas palabras mientras le miraba con esa cara que evidenciaba su cada vez más cercano desmayo. Sin duda aquellas palabras fueron suficientes para el capitán Teatch, que sonreía ante la bravura que demostraba el fuerte carácter de aquella chica.
- No sé si me estás tomando el pelo... - Dijo primeramente, cuando se dio cuenta que estaba hablando solo o con alguien que fingía un desmayo bastante bien.- Pero tú ganas, no te acostumbres. - Finalizó en un diálogo para él mismo, que sabía que no iba a obtener respuesta alguna. Definitivamente dejarla a su suerte era un grave error que lamentaría, aunque no sabía como podía reaccionar Luna al despertar junto a un pirata. Mientras pensaba en todo eso, cargó a la muchacha en sus hombros como si fuera un saco de patatas. Estaba bastante delgada y no pesaba lo suficiente como para representar una molestia en el capitán, que emprendía la marcha mirando a un lado y otro para asegurarse que nadie le veía, pues parecía claramente un secuestrador.
Avanzaba algo fastidiado el capitán por la arena cargando con la mujer de la manera que le era más cómoda, aunque no lo fuera seguramente para la chica, también la iba cambiando de un hombro al otro o la dejaba estirada bocabajo en la arena mientras descansaba durante el trayecto. No sabía realmente dónde estaba, pero si se encontraba en la playa de los ancestros, a mano derecha, antes o después encontraría la cala del Murciélago. Cuando el atardecer había llegado a la costa el capitán encontraba al final el camino que llevaba directo hacia su soñada cala, acelerando ahora la lenta marcha que había tenido durante todo aquél día cargando con la joven que despertaría con arena por todos lados.
Cuando se hallaba en la playa frente la cueva que usaban de escondite dejaba tendida a Luna en la arena y se fue con entusiasmo al interior de aquella cueva en busca de sobras de las expediciones pasadas. Salió al poco tiempo, rearmado con dos espadas oxidadas donde habían estado sus sables antes de la expedición submarina y una botella de grog en la mano, a la que daría un largo trago en la salida de la cueva mientras se ponía el sol. Había conseguido también hacerse una especie de chanclas con trozos de madera y cordeles, los cuales no resultaban muy adecuados para el equilibro cuando no se pisaba arena.
Dudaba si sus rufianes decidirían no ir a buscarle y gastarse hasta la última pieza del botín, pero confiaba en que nadie le había discutido la capitanía a Henry El Tuerto, no le agradaba ser capitán, por lo que iría a por Teatch en cuanto recibiera noticias suyas, o eso quería pensar. Si más no era importante hacer una hoguera por si alguien decidía unirse a su tripulación y no conseguía encontrarle. Pronto apiló los restos de varios barriles que había descomponiéndose en la cueva.- Es desperdiciar un buen grog. - Se lamentaría mientras vertía el líquido contenido de su botella para luego rascar una roca con uno de sus cuchillos con tal de que saltara una chispa y se prendiera aquello.
Lo que podía parecer una tarea más que sencilla por la alta combustión del grog que aquellos hombres bebían, producir una buena chispa le costó varios intentos al capitán, que sonreiría satisfecho cuando viera aquello prender de un fogonazo súbito. Solo entonces se recostó Trafalgar en la arena acordándose de que había traído a esa chica con él. Había tosido y respirado durante todo el camino, por lo que no estaba muerta. - ¿Luna? - Diría al aire preocupado ahora por el estado de la que seguía estirada no muy lejos de él mientras daba el trago final de aquella botella vacía.
Trafalgar
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Re: El banquete de Cala Murciélago [Libre 4/6] [Pre-Quest] [Noche] [CERRADO]
Tuve un sueño en el que yo no era dueña de mi cuerpo; cada vez que abría los ojos la respiración se me dificultaba y podría decirse que estaba de cabeza, flotando a cierta distancia de un suelo arenoso en una posición nada confortable. El cabello me caía por el cuello e impedía una mejor visión. Estaba sola, pero el sonido de pasos además de un suave movimiento que me mecía me hacían creer que algo no andaba bien. Ese sueño fue el más surreal que había tenido en toda mi vida.
Estaba en una posición bastante incómoda, el cabello en mi rostro me cosquilleaba y sentía picazón por todas partes además de una sed poco natural. Parpadee un par de veces al ver una imponente puesta de sol en un lugar al que en el primer momento no reconocí. Escuché en algún lugar detrás de mi cabeza el rugir del fuego, para una bruja del agua no existe peor enemigo que él. Trataba de armar en mi cabeza un puzle, pero era difícil, mis sentidos todavía no habían vuelto completamente y por algún motivo, me dolía el cuerpo y no quería moverme pese al inminente peligro.
Escuché unos pasos acercarse y luego que alguien, un hombre, decía mi nombre en el tono había una pizca de preocupación, pero definitivamente no se trataba de mi hermano Thomas ni mucho menos de mi padre. Cualquiera de los dos estaría corriendo en círculos o zarandeándome en una situación similar. “¿Kuzu?” pensé, pero mi mente había comenzado a reaccionar. Descarté la opción y recordé los últimos sucesos. Me dirigía a las Islas y escapé por alguien… hice un pequeño esfuerzo y… ¡lo tenía! El Capitán.
Junté algo de fuerzas y me puse de costado para luego girarme lentamente hacia él. El capitán está haciendo una buena barbacoa supongo le dije con la voz medio quebrada aún. La garganta me dolía por la sed y tenía arena hasta en la boca. Siento que me arrastró todo el camino hasta aquí fruncí el ceño mientras encontraba a mi lado la ropa que me había quitado y volvía a ponérmela. ¿Por qué me trajo? ¿Eso es agua? pregunté señalando la botella entre sus manos.
Una brisa refrescante anunciaba la noche además de unos invitados. Sus camaradas se acercan pero por algún motivo esta afirmación finalizó como una pregunta. No sabía que había pasado en el tiempo que estuve inconsciente. Lo seguro es que él no había hecho nada impropio, mi cuerpo me lo hubiera contado y eso para mí era más que suficiente. Gracias susurré luego de un buen rato.
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Re: El banquete de Cala Murciélago [Libre 4/6] [Pre-Quest] [Noche] [CERRADO]
Sonreía al ver que Luna respondía a sus palabras cuando su cuerpo empezó a reaccionar. No sabía nada de medicina o cuidados, por lo que si se hubiera encontrado realmente mal hubiese muerto a su lado sin que él pudiese hacer nada, aquello por tanto le tranquilizaba. No le hubiera gustado de hecho el verse solo en aquella pequeña cala de arena blanca que se veía coronada con una pequeña cueva. Dentro de la cueva se podrían ver varios barriles vacíos, algunas armas oxidadas y comida en descomposición por los días allí abandonada. Aun así restaban aun algunas botellas de grog ya empezadas y carne ahumada y salada, era lo único que se conservaba siempre y Trafalgar lo sabía bien.
Mordía entonces uno de aquellos duros trozos de carne y lo hacía pasar con un trago de grog cuando Luna se percataba del fuego, peguntándose por qué no estaban asando algún animal. - (Qué más quisiera). - Pensó el capitán, visualizando a sus hombres hartándose a comer el ganado que tenían en las bodegas del barco. Como desearía en esos momentos degollar un par de cerdos y comer hasta reventar. -Siento que me arrastró todo el camino... - Diría la joven, no sabía si con arrepentimiento o echándole en cara las malas formas que había tenido con ella en su momento de debilidad, ya que no se quejaba, la ponía directamente con la cara en el suelo sin darse cuenta mientras descansaba durante el camino. - ¿Por qué me trajo? ¿Eso es agua? - Seguiría hablando la cada vez más consciente Luna.
- No iba a dejarte a merced de los seres del bosque. - Aclaró Trafalgar en un intento de quitarse méritos por la caminata y el dolor de espalda. Aunque este segundo empezaba a calmarse por estar estirado, no lo había dejado de sentir desde que llegó a la cala, necesitaba beber y descansar hasta recuperarse. Dejó ir una breve risotada cuando le preguntaba si estaba bebiendo agua. Tras reír un poco, tiró la botella vacía al fuego, la cual empezó a prender por los restos de grog que quedaban cuando el capitán le tendía otra botella medio llena para que bebiese si quería, también tenía tres tiras de carne sobre su torso medio estirado en la arena, que se encontraba bastante cerca tanto de la bruja como del fuego.
Dirigiría de nuevo su mirada al mar como había hecho durante todo ese rato que Luna estaba en su letargo, parecía pensativo, pero en realidad su mente estaba en blanco, esperando con ansia que su bien amada embarcación negra apareciese ante sus ojos, su querido Sable Negro. Reconocería su barco entre mil que fueran iguales. Cuánto le daba y cuán poco le pedía a cambio esa embarcación de madera oscura, su vida no era más que la de un simple marinero vagabundo cuando estaba alejado de él. Pensaba en todo aquello mirando al horizonte cuando su acompañante femenina volvió a hablar mientras cada vez el sol estaba más oculto en el oeste. Parecía querer afirmar que sus compañeros piratas se estaban acercando a por él, quizá para dar esperanzas en el preocupado Trafalgar.
No sabía nada sobre la magia, las brujas en realidad le daban mucho miedo y no podría imaginar hasta qué punto llegaban sus poderes aunque ella intentara explicárselo. Aun así sus palabras le daban esperanza y su compañía le era más que agradable.- Gracias... - Diría con un hilo de voz, era una mujer que le gustaba aparentar orgullo e igual que el pirata, se tenía que esforzar en decir gracias cuando había que hacerlo. El capitán negó con la cabeza rechazando esa gratitud ya que él mismo aun no le había agradecido que le salvara de morir ahogado en el medio del mar hacía apenas unas horas, estaban en paces al fin.
- Si es verdad lo que dices celebraremos un banquete por todo lo alto... - Dijo con fuerzas renovadas el capitán, con un brillo esperanzador en sus ojos.- Todos los bárbaros habitantes del bosque se morirán de envidia ante el tiberio que haremos, comer y beber hasta hartarse y al día siguiente partir todos en barco hacia el desierto de olas que es el mar. - Empezó a decir, entonces se levantaría sacando una de las oxidadas espadas que había encontrado en la cueva apuntando hacia el mar.- El mar es un desierto de agua... No tiene caminos ni señales, es una lucha sorda y constante... Es el mar nuestra tierra firme, donde vivimos arraigados al viento... - Diría, como si estuviese agarrando en aquellos momentos a unas de las cuerdas del mástil de su barco, sintiendo la brisa marina en su cara.- ¡Las velas se hincharán, el viento nos llevará, como un caballo desbocado por las olas! - Seguiría hablando mirando al infinito mar que se extendía frente a él, sabiendo que se estaba dejando llevar por un entusiasmo ilusorio, gritándo ahora hacia la jungla a sus espaldas, como si quisiese incordiar los habitantes del bosque. - ¡Y este amado mar será nuestro, será el mar de todos los hermanos piratas, haciéndonos de vela para huir! - Espetó finalmente dejando ir una risotada antes de guardar su espada y recostarse de nuevo en la arena, algo agotado por ese desahogo del que Luna había sido testimonio. Aquello era una de esas cosas que el capitán hubiera hecho incluso estando solo. Le dedicaría una sonrisa a Luna, esperando que no se asustara ante las espontáneas reacciones efusivas del propio Teatch y le ayudase a terminar su botella de grog, la cual le tendía por segunda vez, la hubiese antes aceptado o no.
Mordía entonces uno de aquellos duros trozos de carne y lo hacía pasar con un trago de grog cuando Luna se percataba del fuego, peguntándose por qué no estaban asando algún animal. - (Qué más quisiera). - Pensó el capitán, visualizando a sus hombres hartándose a comer el ganado que tenían en las bodegas del barco. Como desearía en esos momentos degollar un par de cerdos y comer hasta reventar. -Siento que me arrastró todo el camino... - Diría la joven, no sabía si con arrepentimiento o echándole en cara las malas formas que había tenido con ella en su momento de debilidad, ya que no se quejaba, la ponía directamente con la cara en el suelo sin darse cuenta mientras descansaba durante el camino. - ¿Por qué me trajo? ¿Eso es agua? - Seguiría hablando la cada vez más consciente Luna.
- No iba a dejarte a merced de los seres del bosque. - Aclaró Trafalgar en un intento de quitarse méritos por la caminata y el dolor de espalda. Aunque este segundo empezaba a calmarse por estar estirado, no lo había dejado de sentir desde que llegó a la cala, necesitaba beber y descansar hasta recuperarse. Dejó ir una breve risotada cuando le preguntaba si estaba bebiendo agua. Tras reír un poco, tiró la botella vacía al fuego, la cual empezó a prender por los restos de grog que quedaban cuando el capitán le tendía otra botella medio llena para que bebiese si quería, también tenía tres tiras de carne sobre su torso medio estirado en la arena, que se encontraba bastante cerca tanto de la bruja como del fuego.
Dirigiría de nuevo su mirada al mar como había hecho durante todo ese rato que Luna estaba en su letargo, parecía pensativo, pero en realidad su mente estaba en blanco, esperando con ansia que su bien amada embarcación negra apareciese ante sus ojos, su querido Sable Negro. Reconocería su barco entre mil que fueran iguales. Cuánto le daba y cuán poco le pedía a cambio esa embarcación de madera oscura, su vida no era más que la de un simple marinero vagabundo cuando estaba alejado de él. Pensaba en todo aquello mirando al horizonte cuando su acompañante femenina volvió a hablar mientras cada vez el sol estaba más oculto en el oeste. Parecía querer afirmar que sus compañeros piratas se estaban acercando a por él, quizá para dar esperanzas en el preocupado Trafalgar.
No sabía nada sobre la magia, las brujas en realidad le daban mucho miedo y no podría imaginar hasta qué punto llegaban sus poderes aunque ella intentara explicárselo. Aun así sus palabras le daban esperanza y su compañía le era más que agradable.- Gracias... - Diría con un hilo de voz, era una mujer que le gustaba aparentar orgullo e igual que el pirata, se tenía que esforzar en decir gracias cuando había que hacerlo. El capitán negó con la cabeza rechazando esa gratitud ya que él mismo aun no le había agradecido que le salvara de morir ahogado en el medio del mar hacía apenas unas horas, estaban en paces al fin.
- Si es verdad lo que dices celebraremos un banquete por todo lo alto... - Dijo con fuerzas renovadas el capitán, con un brillo esperanzador en sus ojos.- Todos los bárbaros habitantes del bosque se morirán de envidia ante el tiberio que haremos, comer y beber hasta hartarse y al día siguiente partir todos en barco hacia el desierto de olas que es el mar. - Empezó a decir, entonces se levantaría sacando una de las oxidadas espadas que había encontrado en la cueva apuntando hacia el mar.- El mar es un desierto de agua... No tiene caminos ni señales, es una lucha sorda y constante... Es el mar nuestra tierra firme, donde vivimos arraigados al viento... - Diría, como si estuviese agarrando en aquellos momentos a unas de las cuerdas del mástil de su barco, sintiendo la brisa marina en su cara.- ¡Las velas se hincharán, el viento nos llevará, como un caballo desbocado por las olas! - Seguiría hablando mirando al infinito mar que se extendía frente a él, sabiendo que se estaba dejando llevar por un entusiasmo ilusorio, gritándo ahora hacia la jungla a sus espaldas, como si quisiese incordiar los habitantes del bosque. - ¡Y este amado mar será nuestro, será el mar de todos los hermanos piratas, haciéndonos de vela para huir! - Espetó finalmente dejando ir una risotada antes de guardar su espada y recostarse de nuevo en la arena, algo agotado por ese desahogo del que Luna había sido testimonio. Aquello era una de esas cosas que el capitán hubiera hecho incluso estando solo. Le dedicaría una sonrisa a Luna, esperando que no se asustara ante las espontáneas reacciones efusivas del propio Teatch y le ayudase a terminar su botella de grog, la cual le tendía por segunda vez, la hubiese antes aceptado o no.
Trafalgar
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Re: El banquete de Cala Murciélago [Libre 4/6] [Pre-Quest] [Noche] [CERRADO]
Traté de humedecerme los labios, pero mi lengua estaba tan o más seca que ellos. Le escuché reír cuando pregunté si era agua y ciertamente me entristecí por esa respuesta. Moría de sed, pero no por ello dejé de aceptar aquél trago que me ofreció. Tomé un sorbo una vez, era algo líquido al menos, sarcasmo interno, supongo… y todo lo que recorrió hasta bajar al estómago lo dejó caliente. “Extraña sensación” pensé, restándole importancia. Observé la carne y fui completamente incapaz de reprimir una arcada. “Suficientes aventuras por hoy” pensé, desviando la mirada para aprovechar los últimos rayos dorados. El lugar era absolutamente hermoso y había además, una cueva bastante conveniente. No está mal susurré.
Nos encontrábamos a al menos treinta metros de la playa, tras una rala cortina de palmeras corría un hilo de agua que probablemente llevaría a un río o cañada. Quizás podría ser alguna vertiente del Tymer, aunque no podía calcular nada. A nuestras espaldas estaba la cueva que mencioné momentos antes. Su aspecto era poco menos que acogedor, claro, si eres un pirata o un bandido o si es pleno día. Nada de eso aplicaba ahora, por lo que me puse a analizar el resto de los alrededores. Teníamos cocos, peces en el mar y probablemente agua dulce. El paraíso.
Después de esas conclusiones, me centré en Trafalgar dando su discurso. Realmente esa tripulación era muy valiosa para él y le apasionaba el mar. Hombre de aventuras y lleno de vitalidad, no me sorprendería que tuviera más historias que contar que las de cualquier brujo después de una aburrida guerra. Sonreía al verle demostrar tanta pasión, el mar parecía su novia y él el prometido más devoto. Me hubiese gustado seguirle toda aquella parafernalia, pero dudaba que me dieran las fuerzas para caminar por la tabla y no caer sobre aquél mar de arena.
El hombre parecía que lo había perdido, al final aceptó ser un pirata, lo que me arrancó una sonrisa justo antes de que sacara aquel sable o lo que fuese. Arrugué la nariz en un gesto poco digno de una dama. Probablemente sí estábamos en esa “cala del vampiro” o lo que fuese y más probablemente se trataba de su punto de encuentro. Acepté aquella bebida nuevamente algo sonrojada por aquél tipo de sonrisa que no sabía que ese hombre era capaz de hacer; pero ahora, con tan sólo un sorbo sentí que mi boca se quemaba y que eso no bajaba. Le devolví rápidamente la botella y comencé a toser violentamente. Cuando pude me puse en pie con un instinto asesino arrolladoramente poderoso.
¿Trata de terminarme capitán? le pregunté, viéndolo directamente a los ojos. Él estaba bebiendo esa cosa de los infiernos, al menos no era veneno… Como sea… comenté por lo bajo, me di media vuelta, dirigiéndome a la espesura de la vegetación. Le recomiendo que no me siga dije en un tono neutral. Seguí el curso de agua hasta que se hizo lo suficientemente profundo como para bañar mis rodillas. En realidad no creía que en otros cincuenta metros mejorara mucho, por lo que, aprovechando el denso follaje, lavé mi ropa y me bañé. Lo bueno de poder manejar el aire es que puedes secar casi instantáneamente lo que llevas puesto.
El agua era dulce y deliciosa, además de que estaba a la temperatura indicada. Después del aseo, me sentía como nueva. Ahora solamente tenía hambre. El sol se había puesto, sin embargo, no era difícil hallar el campamento gracias a la poco menos que hoguera de Trafalgar. ¿Pescado asado capitán? pregunté con media sonrisa mientras señalaba el mar. Sólo necesitamos algo de luz dije señalando un madero encendido Y algunos cristales, finalicé apuntando a algunos restos de botellas. Le prometo que sabrán mejor que esa carne
Nos encontrábamos a al menos treinta metros de la playa, tras una rala cortina de palmeras corría un hilo de agua que probablemente llevaría a un río o cañada. Quizás podría ser alguna vertiente del Tymer, aunque no podía calcular nada. A nuestras espaldas estaba la cueva que mencioné momentos antes. Su aspecto era poco menos que acogedor, claro, si eres un pirata o un bandido o si es pleno día. Nada de eso aplicaba ahora, por lo que me puse a analizar el resto de los alrededores. Teníamos cocos, peces en el mar y probablemente agua dulce. El paraíso.
Después de esas conclusiones, me centré en Trafalgar dando su discurso. Realmente esa tripulación era muy valiosa para él y le apasionaba el mar. Hombre de aventuras y lleno de vitalidad, no me sorprendería que tuviera más historias que contar que las de cualquier brujo después de una aburrida guerra. Sonreía al verle demostrar tanta pasión, el mar parecía su novia y él el prometido más devoto. Me hubiese gustado seguirle toda aquella parafernalia, pero dudaba que me dieran las fuerzas para caminar por la tabla y no caer sobre aquél mar de arena.
El hombre parecía que lo había perdido, al final aceptó ser un pirata, lo que me arrancó una sonrisa justo antes de que sacara aquel sable o lo que fuese. Arrugué la nariz en un gesto poco digno de una dama. Probablemente sí estábamos en esa “cala del vampiro” o lo que fuese y más probablemente se trataba de su punto de encuentro. Acepté aquella bebida nuevamente algo sonrojada por aquél tipo de sonrisa que no sabía que ese hombre era capaz de hacer; pero ahora, con tan sólo un sorbo sentí que mi boca se quemaba y que eso no bajaba. Le devolví rápidamente la botella y comencé a toser violentamente. Cuando pude me puse en pie con un instinto asesino arrolladoramente poderoso.
¿Trata de terminarme capitán? le pregunté, viéndolo directamente a los ojos. Él estaba bebiendo esa cosa de los infiernos, al menos no era veneno… Como sea… comenté por lo bajo, me di media vuelta, dirigiéndome a la espesura de la vegetación. Le recomiendo que no me siga dije en un tono neutral. Seguí el curso de agua hasta que se hizo lo suficientemente profundo como para bañar mis rodillas. En realidad no creía que en otros cincuenta metros mejorara mucho, por lo que, aprovechando el denso follaje, lavé mi ropa y me bañé. Lo bueno de poder manejar el aire es que puedes secar casi instantáneamente lo que llevas puesto.
El agua era dulce y deliciosa, además de que estaba a la temperatura indicada. Después del aseo, me sentía como nueva. Ahora solamente tenía hambre. El sol se había puesto, sin embargo, no era difícil hallar el campamento gracias a la poco menos que hoguera de Trafalgar. ¿Pescado asado capitán? pregunté con media sonrisa mientras señalaba el mar. Sólo necesitamos algo de luz dije señalando un madero encendido Y algunos cristales, finalicé apuntando a algunos restos de botellas. Le prometo que sabrán mejor que esa carne
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Re: El banquete de Cala Murciélago [Libre 4/6] [Pre-Quest] [Noche] [CERRADO]
No pudo evitar sino reír ante las reacciones de la de pelo rosa, la cual estaba en la arena cerca de él. Tosía, por mucho que quisiera no iba a pasar la prueba del grog, por lo que el capitán sonreía de medio lado cuando recibía de nuevo su botella. Quizás se estaba pasando con aquella delgada criatura que bebía el potente licor sin haber comido tampoco nada antes.- Ya le cogerás el gusto. - Diría Teatch antes de hincar la botella hacia sus labios una vez más mientras su acompañante volvía a hacer muestras de graciosa indignación.
- Le recomiendo que no me siga.- Dijo Luna a modo de advertencia cuando se volteaba y empezaba a caminar. Ese tono prohibitivo no hacía sino aumentar la curiosidad del pirata para seguirla.- ¿Y a dónde vas ahora? - Preguntaría el capitán levantándose cuando la muchacha seguía uno de los riachuelos que daban al mar. Aunque seguro que perseguir a Luna camino al río hubiera sido más que interesante, el capitán se giraría sobre si viendo como la hoguera empezaba a convertirse en ascuas. Las noches en la playa llegaban a ser muy frías en cualquier época del año, por lo que el fuego era esencial tanto para que le encontraran como para no convertirse en un cubito de hielo cuando la noche estuviera entrada.
Empezó a hacer viajes dentro y fuera de la cueva apilando todo lo que pudiese ser inflamable a excepción del grog, ya que ese tenía que ser su propio combustible si debían pasar varios días ahí. Para cuando Luna hubiera regresado, Trafalgar estaría peleando con los barriles para arrancar los tablones de madera cuando la mujer hablaba.- ¿Pescado asado capitán? - Preguntó, haciendo que Teatch mirara a su alrededor en busca de algún pez que hubiese saltado del mar mientras aquella chica a la que no le gustaba la carne seca proponía soluciones.
- ¿Cómo pretendes pescar sin caña y cebo? - Preguntó ignorante Trafalgar. Claramente desconcertado, seguiría su labor de trocear barriles. Era cierto que el mar era una fuente de alimentos inagotable a la que más de una vez recurrían, pero no sin cebo, por lo que ignoró en una primera instancia a su acompañante para empezar a tirar leña al fuego y bañarla con grog, lo cual avivaba las llamas de tal modo que pronto gozarían de un fuego digno de una festividad.- Haz lo que quieras.- Diría con pasividad, sentándose de piernas cruzadas junto al fuego mientras daba mano a una de esas tiras de carne seca, tan difícil de cortar como de masticar, expectativo por lo que tuviera en mente la bruja que le devolvía la mirada.
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Off: Edito por algunas faltas que no vi.
- Le recomiendo que no me siga.- Dijo Luna a modo de advertencia cuando se volteaba y empezaba a caminar. Ese tono prohibitivo no hacía sino aumentar la curiosidad del pirata para seguirla.- ¿Y a dónde vas ahora? - Preguntaría el capitán levantándose cuando la muchacha seguía uno de los riachuelos que daban al mar. Aunque seguro que perseguir a Luna camino al río hubiera sido más que interesante, el capitán se giraría sobre si viendo como la hoguera empezaba a convertirse en ascuas. Las noches en la playa llegaban a ser muy frías en cualquier época del año, por lo que el fuego era esencial tanto para que le encontraran como para no convertirse en un cubito de hielo cuando la noche estuviera entrada.
Empezó a hacer viajes dentro y fuera de la cueva apilando todo lo que pudiese ser inflamable a excepción del grog, ya que ese tenía que ser su propio combustible si debían pasar varios días ahí. Para cuando Luna hubiera regresado, Trafalgar estaría peleando con los barriles para arrancar los tablones de madera cuando la mujer hablaba.- ¿Pescado asado capitán? - Preguntó, haciendo que Teatch mirara a su alrededor en busca de algún pez que hubiese saltado del mar mientras aquella chica a la que no le gustaba la carne seca proponía soluciones.
- ¿Cómo pretendes pescar sin caña y cebo? - Preguntó ignorante Trafalgar. Claramente desconcertado, seguiría su labor de trocear barriles. Era cierto que el mar era una fuente de alimentos inagotable a la que más de una vez recurrían, pero no sin cebo, por lo que ignoró en una primera instancia a su acompañante para empezar a tirar leña al fuego y bañarla con grog, lo cual avivaba las llamas de tal modo que pronto gozarían de un fuego digno de una festividad.- Haz lo que quieras.- Diría con pasividad, sentándose de piernas cruzadas junto al fuego mientras daba mano a una de esas tiras de carne seca, tan difícil de cortar como de masticar, expectativo por lo que tuviera en mente la bruja que le devolvía la mirada.
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Off: Edito por algunas faltas que no vi.
Trafalgar
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Re: El banquete de Cala Murciélago [Libre 4/6] [Pre-Quest] [Noche] [CERRADO]
El hombre tardaba en responder y se me estaba haciendo difícil mantener en mi rostro esa expresión neutral buena. Ahora que prestaba más atención parecía que el fuego estaba más grade de cómo lo había dejado… sin dudas ese Trafalgar era un tipo de recursos. Enarqué una ceja ante la gran y complicada respuesta que me dio, claro, ironía porque lo único que dijo fue algo como “como quieras”. Sonreí sintiendo como la sangre se me subía a la cabeza del enojo. Seguro que se loe estaba diciendo para pedirle una maldita autorización para ir a pescar. “Estúpido egocéntrico” pensé para mí con expresión serena mientras en mis interiores se liberaba una tormenta de grandes dimensiones.
Pescar es un arte Capitán Teatch, no un oficio de bárbaros. Sería muy cerrado de su parte creer que para pescar se necesita una caña. Es como que para que llueva tiene que estar nublado y sin sol comencé a decirle con ímpetu, pero decir aquella palabra que designaba al astro rey siempre me hacía sentir un vacío en el pecho, uno tan grande como el amor que aún sentía por mi hermana muerta. Suspiré. No esperaba que un humano comprendiera mi forma de pensar. Tomé un madero encendido y algunos trozos pequeños de vidrio y me encaminé a la playa en donde clavé la vara para quitarme las botas y atar la falda sobre los morros. Una vez preparada, puse algunos de los cristales en el mar y procuré iluminarlos decentemente con la antorcha.
Algunos pocos peces se acercaron ante este poco complicado cebo, pero no fui capaz de atraparlos. Era muy difícil e irritante aceptarlo, pero se requerían dos personas para esto. Suspiré, no pensaba volver con ese bruto que prefería rajar madera y comer carne dura a ayudar a una joven a atrapar la cena. Me mordí levemente el labio inferior pensando… y decidí dar el todo por el todo. Moví todo un poco más a la orilla y clavé la antorcha a la que le quedaba poca vida en la arena dentro del agua. La humedad la penetraría rápidamente, pero en cambio podría usar mis poderes para atrapar a los peces.
La primera pseudo víctima era un pez grande y rollizo. Llegué a acariciarlo con una mano, pero la otra no apretó demasiado fuerte resbalándose como gelatina entre los dedos. Entrecerré los ojos bufando. Sí así iban a jugar yo también usaría los elementos a mi favor. Se acercó otro pez rápidamente, tenía que mantenerme bastante quieta ya que se espantaban con suaves vibraciones del agua. Cuando estuvo lo suficientemente cerca hice un espacio en el agua que yo pudiera controlar y ahí dentro hice que el líquido se hiciera espeso, tanto como para disminuir la velocidad de mi presa… y ¡éxito! Un pez fuera del agua y la teoría se había comprobado.
Antes de que la última flama se extinguiera había sido capaz de sacar del agua dos grandes peces y uno mediano. Aún saltaban sobre la arena cuando volvía a calzarme y soltaba la falda para dirigirme hacia Trafalgar. Me daba cosa matarlos y aunque ahora confiaba más en mi acompañante, no quería revelarle mi daga, por lo que decidí darle los honores. Digamos que fue una ardua tarea llevar esos animales aún luchando por su vida hasta el campamento, pero una vez allí se los tiré a los pies. ¿Y bien? pregunté con una sonrisa de superioridad en el rostro, estaba orgullosa por mi gran logro. He traído la cena, le corresponde a usted acabar de matarla y conseguir unos pinchos para asarlos sugerí, aunque no tenía demasiadas esperanzas en él, además, por como le había visto beber no podría pedir demasiado, al menos eso supuse.
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Off: Siento la tardanza u.u
Pescar es un arte Capitán Teatch, no un oficio de bárbaros. Sería muy cerrado de su parte creer que para pescar se necesita una caña. Es como que para que llueva tiene que estar nublado y sin sol comencé a decirle con ímpetu, pero decir aquella palabra que designaba al astro rey siempre me hacía sentir un vacío en el pecho, uno tan grande como el amor que aún sentía por mi hermana muerta. Suspiré. No esperaba que un humano comprendiera mi forma de pensar. Tomé un madero encendido y algunos trozos pequeños de vidrio y me encaminé a la playa en donde clavé la vara para quitarme las botas y atar la falda sobre los morros. Una vez preparada, puse algunos de los cristales en el mar y procuré iluminarlos decentemente con la antorcha.
Algunos pocos peces se acercaron ante este poco complicado cebo, pero no fui capaz de atraparlos. Era muy difícil e irritante aceptarlo, pero se requerían dos personas para esto. Suspiré, no pensaba volver con ese bruto que prefería rajar madera y comer carne dura a ayudar a una joven a atrapar la cena. Me mordí levemente el labio inferior pensando… y decidí dar el todo por el todo. Moví todo un poco más a la orilla y clavé la antorcha a la que le quedaba poca vida en la arena dentro del agua. La humedad la penetraría rápidamente, pero en cambio podría usar mis poderes para atrapar a los peces.
La primera pseudo víctima era un pez grande y rollizo. Llegué a acariciarlo con una mano, pero la otra no apretó demasiado fuerte resbalándose como gelatina entre los dedos. Entrecerré los ojos bufando. Sí así iban a jugar yo también usaría los elementos a mi favor. Se acercó otro pez rápidamente, tenía que mantenerme bastante quieta ya que se espantaban con suaves vibraciones del agua. Cuando estuvo lo suficientemente cerca hice un espacio en el agua que yo pudiera controlar y ahí dentro hice que el líquido se hiciera espeso, tanto como para disminuir la velocidad de mi presa… y ¡éxito! Un pez fuera del agua y la teoría se había comprobado.
Antes de que la última flama se extinguiera había sido capaz de sacar del agua dos grandes peces y uno mediano. Aún saltaban sobre la arena cuando volvía a calzarme y soltaba la falda para dirigirme hacia Trafalgar. Me daba cosa matarlos y aunque ahora confiaba más en mi acompañante, no quería revelarle mi daga, por lo que decidí darle los honores. Digamos que fue una ardua tarea llevar esos animales aún luchando por su vida hasta el campamento, pero una vez allí se los tiré a los pies. ¿Y bien? pregunté con una sonrisa de superioridad en el rostro, estaba orgullosa por mi gran logro. He traído la cena, le corresponde a usted acabar de matarla y conseguir unos pinchos para asarlos sugerí, aunque no tenía demasiadas esperanzas en él, además, por como le había visto beber no podría pedir demasiado, al menos eso supuse.
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Re: El banquete de Cala Murciélago [Libre 4/6] [Pre-Quest] [Noche] [CERRADO]
Salí a la cubierta con las primeras luces del alba, quería tomar un poco el aire antes de volver a la cocina. Al final se había decidido que aquel era el sitio donde más útil podía ser. Al cocinero, que resultó ser el pirata que tan "amablemente" me había recibido al embarcar, no le había hecho mucha gracia al principio, pero ahora podíamos trabajar juntos sin matarnos, lo que está bien cuando trabajas todo el tiempo con cuchillos. Y todo gracias a Punch, que le había caído en gracia tras ver como cazaba una rata en las bodegas y su simpatía hacia el pájaro se había traducido en un cese de hostilidades hacia la dueña del bicho, es decir, yo.
El resto de la tripulación tampoco parecían contentos en exceso con mi presencia allí, pero manteníamos un acuerdo no escrito, yo no me metía en su camino y ellos me trataban como si fuera una pieza más de la decoración del barco. Algunos, los que se acodaban de la última vez que estuve en el barco, hasta me dirigían la palabra de vez en cuando, por lo que aquellos tres días, en general, no habían sido demasiado malos. Además ahora nos dirigíamos a las Islas Illdenses para dejarme allí, así que era todo lo que podía pedirles
La mañana después de la partida, habíamos atracado en la playa de los ancestros y habíamos estado esperando al capitán durante horas, pero no había aparecido. Yo suponía que esperaríamos hasta que lo hiciera, pero de pronto el barco largo velas y nos fuimos. Me acerqué a preguntar A John el niño, intrigada por la súbita marcha. -No vamos a esperar al capitán? ¿Creía que debíais recogerle aquí? -John se encogió de hombros. -El capitán dijo que nos acogiéramos al código y eso es lo que hacemos. -Debí de poner una cara acorde a toda la confusión que sentía, porque siguió hablando. -Es parte del código de los piratas. Si un hombre se queda atrás, se le deja atrás. Trafalgar lo sabe y nos dio órdenes de acogernos al código. -Seguía estando muy confusa. -Pero... Es vuestro capitán ¿vais a abandonarlo a su suerte -John volvió a encogerse de hombros mientras se alejaba murmurando algo sobre que no esperaba que una mujer comprendiese el código de los piratas.
Tras volver al mar, los piratas se reunieron para deliberar cuál debería ser su siguiente destino, y a todos les pareció buena idea seguir su camino hacia donde fuera que los llevase el mapa que me había entregado Teatch. Noté todas las miradas fijas en mi persona y por un momento pensé que me había llegado la hora. Sin embargo, de pronto me encontré diciendo. -El mapa está escondido, si no me lleváis a las islas Illidenses no os diré donde está. Podéis matarme, pero entonces mi secreto morirá conmigo. Y creedme, sin mi ayuda, tendréis que desmontar todo el barco para encontrar ese mapa. -Me callé y miré nerviosa a la tripulación, me estaba jugando mucho en aquel farol. Y ni siquiera era consciente de por qué había dicho eso, mi boca había empezado a moverse ella sola, sin órdenes directas de mi cerebro, pero no quería seguir dando tumbos por el mar, y esa podría ser mi única carta a jugar para llegar a mi destino. Escuché una carcajada a mi derecha y noté como el cocinero me palmeaba la espalda. -¡Tienes coraje muchacha! -Los demás piratas parecían igual de divertidos. Pensaba que se estaban riendo de mí y que probablemente acabaría siendo lanzada por la borda en algún momento, pero para mi sorpresa, mi propuesta fue aceptada. Aunque estoy convencida de que fue más el hecho de bajar a la mujer del barco y no tener que repartir con ella el botín, que porque mi discurso los hubiese persuadido de alguna manera.
Así que ahí estábamos, navegando hacia el sol, al oeste, hacia las Islas Illidenses. "Un momento, ¿hacia el sol? ¡Esta amaneciendo! ¿Por qué volvemos al este?" Me separé rápidamente de la barandilla donde había estado apoyada y me dirigí hacia el timón que sostenía Henry el tuerto. -Henry, no pretendo ser impertinente, ni discutir tu gran capacidad como timonel. Pero me preguntaba si te habías percatado de que nos dirigimos al este... -Henry apenas me miró, pero asintió con la cabeza. -¿Y puedo preguntar por qué hemos cambiado el rumbo? -Me pareció ver una leve sonrisa en su cara cuando habló de nuevo. -Trafalgar está vivo y se reunirá con nosotros en la cala del murciélago. -Me quedé muda de asombro y una parte muy pequeña de mí se alegro de que el capitán no estuviera muerto. Aún tenía oportunidad de hacerle tragar las botas. -¿De verdad? ¿Cómo lo habéis sabido? ¿Os habéis encontrado con algún navío? ¿Ha llegado una paloma mensajera? -Henry siguió mirando al frente. -Me lo ha dicho el viento -Le miré con la boca abierta. -¿El viento? ¿Estamos cambiando de rumbo porque te lo ha dicho EL VIENTO? -No pude contener la nota de histeria que tiñó la última palabra. Henry me miró y asintió, completamente serio. Me quedé allí plantada mirándolo durante un buen rato. Esperaba que dijera que era broma, que se riese de mí y volviese a poner rumbo oeste, pero no, mantuvo el timón fijo. Volvíamos al punto de partida.
Bajé a la cocina echando chispas y maldiciendo todas las supersticiones piratas. Phil el flaco, así se llamaba el cocinero, me lanzó una mirada interrogante y cuando le conté a qué se debía lanzó una carcajada. -¡Ja! ¡Hoy haremos algo especial como rancho y habrá ración doble de grog para todos! -Le miré con la incredulidad pintada en la cara. Así que mientras agitaba un cuchillo en mi dirección, me dijo. -No pongas esa cara jovencita. Llevo suficiente tiempo en este barco como para saber que si Henry dice que el capitán Trafalgar nos recibirá en la cala murciélago, estará allí sin lugar a dudas. Se lo haya dicho el viento, las nubes o los espíritus del mar
El ambiente en el barco durante el resto del día tuvo tintes festivos. Al parecer ninguno de aquellos hombres ponía en duda que Henry hablase con el viento, es más, muchos aseguraban que ellos también lo habían oído. Y añadían que el viento también decía que habría ron par todos cuando llegasen allí. Por eso cuando, pasado el anochecer, nos acercamos a la cala y el vigía gritó ¡Tierra a la vista! No podía creer lo que veían mis ojos, parecía que realmente había gente en la cala, pues se podía ver con claridad el fuego de una hoguera.
John el niño apareció entonces con un farol de aceite, y empezó a hacer señas luminosas hacia la playa. Todos estaban absolutamente seguros de que tenía que tratarse de Trafalgar, pero eran marineros avezados, no se iban a dejar engañar por una trampa. Así que hicieron las señas y esperaron a que su capitán las viese y contestase.
El resto de la tripulación tampoco parecían contentos en exceso con mi presencia allí, pero manteníamos un acuerdo no escrito, yo no me metía en su camino y ellos me trataban como si fuera una pieza más de la decoración del barco. Algunos, los que se acodaban de la última vez que estuve en el barco, hasta me dirigían la palabra de vez en cuando, por lo que aquellos tres días, en general, no habían sido demasiado malos. Además ahora nos dirigíamos a las Islas Illdenses para dejarme allí, así que era todo lo que podía pedirles
La mañana después de la partida, habíamos atracado en la playa de los ancestros y habíamos estado esperando al capitán durante horas, pero no había aparecido. Yo suponía que esperaríamos hasta que lo hiciera, pero de pronto el barco largo velas y nos fuimos. Me acerqué a preguntar A John el niño, intrigada por la súbita marcha. -No vamos a esperar al capitán? ¿Creía que debíais recogerle aquí? -John se encogió de hombros. -El capitán dijo que nos acogiéramos al código y eso es lo que hacemos. -Debí de poner una cara acorde a toda la confusión que sentía, porque siguió hablando. -Es parte del código de los piratas. Si un hombre se queda atrás, se le deja atrás. Trafalgar lo sabe y nos dio órdenes de acogernos al código. -Seguía estando muy confusa. -Pero... Es vuestro capitán ¿vais a abandonarlo a su suerte -John volvió a encogerse de hombros mientras se alejaba murmurando algo sobre que no esperaba que una mujer comprendiese el código de los piratas.
Tras volver al mar, los piratas se reunieron para deliberar cuál debería ser su siguiente destino, y a todos les pareció buena idea seguir su camino hacia donde fuera que los llevase el mapa que me había entregado Teatch. Noté todas las miradas fijas en mi persona y por un momento pensé que me había llegado la hora. Sin embargo, de pronto me encontré diciendo. -El mapa está escondido, si no me lleváis a las islas Illidenses no os diré donde está. Podéis matarme, pero entonces mi secreto morirá conmigo. Y creedme, sin mi ayuda, tendréis que desmontar todo el barco para encontrar ese mapa. -Me callé y miré nerviosa a la tripulación, me estaba jugando mucho en aquel farol. Y ni siquiera era consciente de por qué había dicho eso, mi boca había empezado a moverse ella sola, sin órdenes directas de mi cerebro, pero no quería seguir dando tumbos por el mar, y esa podría ser mi única carta a jugar para llegar a mi destino. Escuché una carcajada a mi derecha y noté como el cocinero me palmeaba la espalda. -¡Tienes coraje muchacha! -Los demás piratas parecían igual de divertidos. Pensaba que se estaban riendo de mí y que probablemente acabaría siendo lanzada por la borda en algún momento, pero para mi sorpresa, mi propuesta fue aceptada. Aunque estoy convencida de que fue más el hecho de bajar a la mujer del barco y no tener que repartir con ella el botín, que porque mi discurso los hubiese persuadido de alguna manera.
Así que ahí estábamos, navegando hacia el sol, al oeste, hacia las Islas Illidenses. "Un momento, ¿hacia el sol? ¡Esta amaneciendo! ¿Por qué volvemos al este?" Me separé rápidamente de la barandilla donde había estado apoyada y me dirigí hacia el timón que sostenía Henry el tuerto. -Henry, no pretendo ser impertinente, ni discutir tu gran capacidad como timonel. Pero me preguntaba si te habías percatado de que nos dirigimos al este... -Henry apenas me miró, pero asintió con la cabeza. -¿Y puedo preguntar por qué hemos cambiado el rumbo? -Me pareció ver una leve sonrisa en su cara cuando habló de nuevo. -Trafalgar está vivo y se reunirá con nosotros en la cala del murciélago. -Me quedé muda de asombro y una parte muy pequeña de mí se alegro de que el capitán no estuviera muerto. Aún tenía oportunidad de hacerle tragar las botas. -¿De verdad? ¿Cómo lo habéis sabido? ¿Os habéis encontrado con algún navío? ¿Ha llegado una paloma mensajera? -Henry siguió mirando al frente. -Me lo ha dicho el viento -Le miré con la boca abierta. -¿El viento? ¿Estamos cambiando de rumbo porque te lo ha dicho EL VIENTO? -No pude contener la nota de histeria que tiñó la última palabra. Henry me miró y asintió, completamente serio. Me quedé allí plantada mirándolo durante un buen rato. Esperaba que dijera que era broma, que se riese de mí y volviese a poner rumbo oeste, pero no, mantuvo el timón fijo. Volvíamos al punto de partida.
Bajé a la cocina echando chispas y maldiciendo todas las supersticiones piratas. Phil el flaco, así se llamaba el cocinero, me lanzó una mirada interrogante y cuando le conté a qué se debía lanzó una carcajada. -¡Ja! ¡Hoy haremos algo especial como rancho y habrá ración doble de grog para todos! -Le miré con la incredulidad pintada en la cara. Así que mientras agitaba un cuchillo en mi dirección, me dijo. -No pongas esa cara jovencita. Llevo suficiente tiempo en este barco como para saber que si Henry dice que el capitán Trafalgar nos recibirá en la cala murciélago, estará allí sin lugar a dudas. Se lo haya dicho el viento, las nubes o los espíritus del mar
El ambiente en el barco durante el resto del día tuvo tintes festivos. Al parecer ninguno de aquellos hombres ponía en duda que Henry hablase con el viento, es más, muchos aseguraban que ellos también lo habían oído. Y añadían que el viento también decía que habría ron par todos cuando llegasen allí. Por eso cuando, pasado el anochecer, nos acercamos a la cala y el vigía gritó ¡Tierra a la vista! No podía creer lo que veían mis ojos, parecía que realmente había gente en la cala, pues se podía ver con claridad el fuego de una hoguera.
John el niño apareció entonces con un farol de aceite, y empezó a hacer señas luminosas hacia la playa. Todos estaban absolutamente seguros de que tenía que tratarse de Trafalgar, pero eran marineros avezados, no se iban a dejar engañar por una trampa. Así que hicieron las señas y esperaron a que su capitán las viese y contestase.
Neriah
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Re: El banquete de Cala Murciélago [Libre 4/6] [Pre-Quest] [Noche] [CERRADO]
El grog se había acabado, y con él la diversión. La muchacha parecía emperrada en un método infalible que debían tener los isleños para pescar sin cebo en el que el capitán aun no creía. Se levantaba, no sin esfuerzo, algo afectado por el grog que había tragado en tan poco tiempo, aunque tampoco tenía otra cosa que hacer en aquella playa alejada de cualquier civilización. Trafalgar se quedó emboabado con el fuego un tiempo, tendrían suficiente para aquella noche, pero los demás días serían otro cantar, para él sobrevivir no era suficientemente entretenido, aunque no parecía que fuera a ser una noche falta de sorpresas.
Miraba salivando cuando Luna se acercaba con algunas criaturas que efectivamente había pescado, además algunos seguían incluso coleteando. - ¿Pero cómo...? - Preguntaría en voz alta el capitán, acercándose a las buenas piezas que había sacado del agua sin violencia aparente. No comprendía cómo lo había hecho, pero no iba a cuestionar más su falta de conocimientos ante aquella joven bruja que se las sabía todas y que ahora le degradaba al rango de cocinero sin opción a debate.
Se mesaba la barba pensativo en cómo preparar ese pescado en el menos tiempo posible debido al estado de emriagez de Teatch, que le impedía raspar cuidadosamente las escamas de los peces. Dio de si una de las espadas melladas haciendo punta a varios palos que le parecieron consistentes clavándolos alrededor del fuego. Tras destripar con bastante maña los pescados clavaba sus cabezas en la punta de los palos para que el fuego hiciese su trabajo mientras ellos descansaban. - Al final has conseguido que me ensucie las manos. - Diría el pirata, aun quejándose después de recibir el pescado mientras estaba estirado en la arena comiendo aquella asquerosidad de carne.
Llevaría sus pasos hacia el agua del mar, no la había tocado desde que salió del bote en el que le rescató la bruja, creía que había tenido suficiente agua de mar por un día, pero una vez más presuponía algo antes de tiempo. Se secaba pronto en su ropa y volvía cerca del fuego junto a la mujer de pelo rosa, a la cual debido al tiempo o al grog cada vez le atribuía un mayor atractivo.- He de reconocer que tienes sangre de pirata. - Diría en una especie de alago a su intelecto, pues tanto él como los canallas que lo seguían se hubieran muerto de hambre de no encontrar un hilo y un anzuelo con el que pescar.- Aun así procura no dormir demasiado lejos de mi esta noche. - Diría descaradamente, pero pronto lo suavizaría sin dejar de hablar.- No pretendo ser impertinente, es por cuestiones de protección y calor. - Aclararía con una sonrisa pícara y un acercamiento a la de pelo rosa, la atención por la cual parecía quedar en un segundo plano cuando unas luces en la oscuridad llamaban la atención de Trafalgar.
Sin poder creer lo que estaba viendo abandonaría la cena y a su acompañante para correr hasta la orilla y detenerse. Podía distinguir un código en las luces aun sin ver exactamente la silueta del barco, aunque ese color oscuro en la noche era una característica que debía tener muy en cuenta.- ¡Estoy aquí, sacadme de esta maldita playa perros sarnosos! - Girtaría en una especie de mezcla entre rabia y alegría por lo que estaba aconteciendo.- ¡Espero que hayáis disfrutado de vuestras vacaciones en mi ausencia, porque cuando me devolváis mi barco...! - Seguiría injuriando a la embarcación que tomaba ahora rumbo hacia el capitán semidesnudo y con una espada oxidada que seguía amenazándoles de todo lo que les iba a hacer cuando revisara las cuentas. Hubiera llorado de alegría, pero seguramente aquello daría más burlas a su apodo de Príncipe Pirata que ya casi parecía que nadie se tomaba en serio. - ¡Capitán a la vista! - Gritaría a todo pulmón Henry desde el barco cada vez más cercano a la costa, al que Trafalgar corría a abrazar cuando se detenía.
Besaba la popa de su barco con el agua cubriéndole por la cintura ignorando que sus hombres habían bajado a saludarle con más alegría de la que esperaba por parte de su tripulación pirata, al parecer Henry tenía tan pocas ganas de ser capitán como cabía a esperar de él, que era el primero en separar sus morros de la madera negra del Sable.- El Sable Negro está dispuesto para lo que mande capitán Teatch. - Diría tan cerca de él que a Trafalgar le pitarían los oídos cuando dejara de hablar. Cada vez más tripulantes desembarcaban mojando como mínimo sus botas pese a la fría agua del mar.
Antes de que pudiera responder se veía rodeado también por su ahijado Jhon El Niño que comentaba burlón el rídiculo aspecto del capitán cuando se veía interrumpido por Murray.- Parece que el capitán ya ha tomado botín en tierra. - Diría señalando con su espada a la mujer de pelo rosa a la que también miraría entonces Trafalgar. Se había olvidado practicamente de su existencia tras la aparición del barco por lo que no sabía como había reaccionado.- Me pregunto si verdaderamente el botín va a ser igualitário como dicen los vientos. - Acabaría la frase con una risotada, una especie de broma de mal gusto que no agradaban al capitán y Murray lo sabía.
- Cuidado Murray, ella es una terrible bruja del mar de la familia Kaliope. Me salvó la vida por lo que le prometí un banquete... ¡Así que volved al barco y no bajéis hasta que esté todo listo! - Respondería con enfado a la broma de mal gusto planteada por el pelirrojo, que tragaría saliva ante la mera mención de la palabra bruja. No obstante la decisión del capitán fue respondida con murmuros enfadados de los piratas que habían tomado tierra, pues les había costado un esfuerzo bajar del barco. Tras esas cuestiones se dirigió de nuevo a la playa junto a Henry y su loro andando por el trecho de agua hasta el que se habían metido.- Gracias Henry, no sé que sería de mi y de este barco sin tu ayuda. - Diría primeramente Teatch, que solo conseguiría una mirada de desaprobación por parte del viejo marinero. Henry consideraba que aun y las confianzas ambos debían aparentar una actitud entre un segundo de abordo hacia su capitán y viceversa, por lo que le desagradaba cuando Trafalgar no actuaba de este modo.- No sabes todo lo que he vivido en este día. - Empezaría a hablar Teatch, apartándose con su segundo de abordo para explicarle su experiencia con la niña sirena con todo detalle.
Por otro lado, Elías El Mudo habría sido de los últimos en abandonar la embarcación, ayudando a Neriah a bajar por las escaleras de cuerda que usaban para dar tierra y acompañándola hasta la playa, alejados de la escena que estaban viviendo los piratas que saludaban al capitán cerca del Sable. Sabía bien aquél hombre de buena fe que debía proteger a las mujeres de miradas e intenciones impuras, pues aquello era lo que le agradaba a Dios y al parecer, al capitán Teatch. Se llevó la mano al pecho para saludar a Luna en un intento de demostrar sus buenas intenciones y de que obviamente, no podía hablar.
Pasados unos instantes Trafalgar llegaba finalmente acompañado de Henry junto al trío que había junto al fuego para encontrarse de frente con Luna y la elfa, a la que dedicaba una amplia sonrisa y a la que debía varias escusas.- He de decir en mi defensa, que no dudé en ningún momento de tus ganas de volver hasta mi. - Diría con una amplia sonrisa, esperando que se le hubiera pasado el enfado por todo el alboroto que había provocado en el puerto, lo cual obviamente dudaba y hacía que tomara una distancia cautelosa de la elfa.- Ahora yo garantizo tu seguridad, devuélveme el mapa y comamos en paz, ¿Si? - Propondría Teatch invitando a los presentes a acercarse al fuego, sin separarse demasiado de Elías, pues la mirada de la elfa le revelaba que podía recibir una apuñalada de un momento a otro.
_____
Off: Tenéis un rato para interactuar entre vosotras y con Elías hasta que llego y le digo eso a Neriah. Los otros 15 tripulantes están a vuestra disposición, así como los demás PNJ's siempre que lo hagamos dentro de la lógica (como Neriah, que lo hace mejor que yo XDD, muy buen post).
Miraba salivando cuando Luna se acercaba con algunas criaturas que efectivamente había pescado, además algunos seguían incluso coleteando. - ¿Pero cómo...? - Preguntaría en voz alta el capitán, acercándose a las buenas piezas que había sacado del agua sin violencia aparente. No comprendía cómo lo había hecho, pero no iba a cuestionar más su falta de conocimientos ante aquella joven bruja que se las sabía todas y que ahora le degradaba al rango de cocinero sin opción a debate.
Se mesaba la barba pensativo en cómo preparar ese pescado en el menos tiempo posible debido al estado de emriagez de Teatch, que le impedía raspar cuidadosamente las escamas de los peces. Dio de si una de las espadas melladas haciendo punta a varios palos que le parecieron consistentes clavándolos alrededor del fuego. Tras destripar con bastante maña los pescados clavaba sus cabezas en la punta de los palos para que el fuego hiciese su trabajo mientras ellos descansaban. - Al final has conseguido que me ensucie las manos. - Diría el pirata, aun quejándose después de recibir el pescado mientras estaba estirado en la arena comiendo aquella asquerosidad de carne.
Llevaría sus pasos hacia el agua del mar, no la había tocado desde que salió del bote en el que le rescató la bruja, creía que había tenido suficiente agua de mar por un día, pero una vez más presuponía algo antes de tiempo. Se secaba pronto en su ropa y volvía cerca del fuego junto a la mujer de pelo rosa, a la cual debido al tiempo o al grog cada vez le atribuía un mayor atractivo.- He de reconocer que tienes sangre de pirata. - Diría en una especie de alago a su intelecto, pues tanto él como los canallas que lo seguían se hubieran muerto de hambre de no encontrar un hilo y un anzuelo con el que pescar.- Aun así procura no dormir demasiado lejos de mi esta noche. - Diría descaradamente, pero pronto lo suavizaría sin dejar de hablar.- No pretendo ser impertinente, es por cuestiones de protección y calor. - Aclararía con una sonrisa pícara y un acercamiento a la de pelo rosa, la atención por la cual parecía quedar en un segundo plano cuando unas luces en la oscuridad llamaban la atención de Trafalgar.
Sin poder creer lo que estaba viendo abandonaría la cena y a su acompañante para correr hasta la orilla y detenerse. Podía distinguir un código en las luces aun sin ver exactamente la silueta del barco, aunque ese color oscuro en la noche era una característica que debía tener muy en cuenta.- ¡Estoy aquí, sacadme de esta maldita playa perros sarnosos! - Girtaría en una especie de mezcla entre rabia y alegría por lo que estaba aconteciendo.- ¡Espero que hayáis disfrutado de vuestras vacaciones en mi ausencia, porque cuando me devolváis mi barco...! - Seguiría injuriando a la embarcación que tomaba ahora rumbo hacia el capitán semidesnudo y con una espada oxidada que seguía amenazándoles de todo lo que les iba a hacer cuando revisara las cuentas. Hubiera llorado de alegría, pero seguramente aquello daría más burlas a su apodo de Príncipe Pirata que ya casi parecía que nadie se tomaba en serio. - ¡Capitán a la vista! - Gritaría a todo pulmón Henry desde el barco cada vez más cercano a la costa, al que Trafalgar corría a abrazar cuando se detenía.
Besaba la popa de su barco con el agua cubriéndole por la cintura ignorando que sus hombres habían bajado a saludarle con más alegría de la que esperaba por parte de su tripulación pirata, al parecer Henry tenía tan pocas ganas de ser capitán como cabía a esperar de él, que era el primero en separar sus morros de la madera negra del Sable.- El Sable Negro está dispuesto para lo que mande capitán Teatch. - Diría tan cerca de él que a Trafalgar le pitarían los oídos cuando dejara de hablar. Cada vez más tripulantes desembarcaban mojando como mínimo sus botas pese a la fría agua del mar.
Antes de que pudiera responder se veía rodeado también por su ahijado Jhon El Niño que comentaba burlón el rídiculo aspecto del capitán cuando se veía interrumpido por Murray.- Parece que el capitán ya ha tomado botín en tierra. - Diría señalando con su espada a la mujer de pelo rosa a la que también miraría entonces Trafalgar. Se había olvidado practicamente de su existencia tras la aparición del barco por lo que no sabía como había reaccionado.- Me pregunto si verdaderamente el botín va a ser igualitário como dicen los vientos. - Acabaría la frase con una risotada, una especie de broma de mal gusto que no agradaban al capitán y Murray lo sabía.
- Cuidado Murray, ella es una terrible bruja del mar de la familia Kaliope. Me salvó la vida por lo que le prometí un banquete... ¡Así que volved al barco y no bajéis hasta que esté todo listo! - Respondería con enfado a la broma de mal gusto planteada por el pelirrojo, que tragaría saliva ante la mera mención de la palabra bruja. No obstante la decisión del capitán fue respondida con murmuros enfadados de los piratas que habían tomado tierra, pues les había costado un esfuerzo bajar del barco. Tras esas cuestiones se dirigió de nuevo a la playa junto a Henry y su loro andando por el trecho de agua hasta el que se habían metido.- Gracias Henry, no sé que sería de mi y de este barco sin tu ayuda. - Diría primeramente Teatch, que solo conseguiría una mirada de desaprobación por parte del viejo marinero. Henry consideraba que aun y las confianzas ambos debían aparentar una actitud entre un segundo de abordo hacia su capitán y viceversa, por lo que le desagradaba cuando Trafalgar no actuaba de este modo.- No sabes todo lo que he vivido en este día. - Empezaría a hablar Teatch, apartándose con su segundo de abordo para explicarle su experiencia con la niña sirena con todo detalle.
Por otro lado, Elías El Mudo habría sido de los últimos en abandonar la embarcación, ayudando a Neriah a bajar por las escaleras de cuerda que usaban para dar tierra y acompañándola hasta la playa, alejados de la escena que estaban viviendo los piratas que saludaban al capitán cerca del Sable. Sabía bien aquél hombre de buena fe que debía proteger a las mujeres de miradas e intenciones impuras, pues aquello era lo que le agradaba a Dios y al parecer, al capitán Teatch. Se llevó la mano al pecho para saludar a Luna en un intento de demostrar sus buenas intenciones y de que obviamente, no podía hablar.
Pasados unos instantes Trafalgar llegaba finalmente acompañado de Henry junto al trío que había junto al fuego para encontrarse de frente con Luna y la elfa, a la que dedicaba una amplia sonrisa y a la que debía varias escusas.- He de decir en mi defensa, que no dudé en ningún momento de tus ganas de volver hasta mi. - Diría con una amplia sonrisa, esperando que se le hubiera pasado el enfado por todo el alboroto que había provocado en el puerto, lo cual obviamente dudaba y hacía que tomara una distancia cautelosa de la elfa.- Ahora yo garantizo tu seguridad, devuélveme el mapa y comamos en paz, ¿Si? - Propondría Teatch invitando a los presentes a acercarse al fuego, sin separarse demasiado de Elías, pues la mirada de la elfa le revelaba que podía recibir una apuñalada de un momento a otro.
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Off: Tenéis un rato para interactuar entre vosotras y con Elías hasta que llego y le digo eso a Neriah. Los otros 15 tripulantes están a vuestra disposición, así como los demás PNJ's siempre que lo hagamos dentro de la lógica (como Neriah, que lo hace mejor que yo XDD, muy buen post).
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