El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
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El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
Alguna vez su nombre había sido conocido en las tierras del norte, inspirando respeto o miedo entre quienes lo escucharan, dependiendo de si era vampiro o no. Un cazador de vampiros conocido por sus hazañas, ahora sólo era Tom.
El anciano ya no tenía la misma fama que antes, ahora era simplemente el borracho Tom, un viejo de ropas sucias y hálito capaz de servir para prender un incendio. Aquel día, como todos, se encontraba bebiendo de ese vino barato de sabor mucre mezclado con agrio. Fue a orinar apenas afuera de la taberna y volvió a entrar para continuar con su rutina, casi chocando con un niño que iba camino a la escalera.
¿Cuánto tendría ese mocoso? ¿11 años? ¿qué hacía sólo allí?. Sacudió la cabeza, pero pronto notó que venía de una mesa con 2 adultos. Seguro serán sus padres, pensó, y no le dio más vueltas, viajeros seguro, ignorantes de los peligros de visitar esa zona. ¿Qué más daba?.
Era el único pueblerino en ese lugar y lo sabía, era lunes y los lunes siempre significaban lo mismo, todos los cobardes evitaban ese lugar sin decir nada. Si le preguntabas a alguien en la calle por ello lo negaban, decían que tenían algo que hacer ese día, que había cosas en sus casas que no podían esperar… basura, el viejo Tom sabía que los lunes era el día de la visita de los vampiros a la posada, el día que cobraban su parte para dejar tranquilo ese lugar el resto de la semana. Nadie quería estar allí esa noche.
La hora pasaba y el tabernero le echó una mirada severa. Tom no dijo nada, simplemente miró su jarra de vino y lentamente avanzó hasta terminarla. Había sido un valiente aventurero en su tiempo, pero ahora no era capaz de enfrentarse a los vampiros y eso le avergonzaba, se iría a acostar a su casa con la amargura en la boca, sabiendo que era uno más entre los cobardes, pero no tenía otro camino.
Al salir de la taberna se cruzó con las figuras encapuchadas. Su viejo espíritu aventurero quiso salir, sacar la espada y luchar o morir en el intento. En realidad sólo bajó la mirada y siguió su camino
Suspiró con alivio, aunque también tensión, cuando vio finalmente a Tom salir de la taberna. Sólo quedaban allí algunos desconocidos, viajeros que acababan sus bebidas o se iban a dormir, pocos, como de costumbre los días lunes. Así era mejor.
Baratum no era como Tom, él no había jamás empuñado una espada ni recorrido otras tierras más que esas. Se había criado con el temor a los vampiros y había aprendido a respetarles y temerles, si quería seguir con vida. Lo que hacía los días lunes no era honroso, pero le permitía seguir con su negocio y con su cuello intacto. Debía hacerlo.
-¿Les diste de beber como indicaron los amos? -preguntó entonces esa voz que tanto odiaba.
Era una persona, pero en cierta manera ya no. Un sujeto pequeño, de tez enfermiza y dedos largos, cubierto por una capucha negra. Baratum sabía que era una especie de esclavo de los vampiros, un tipo dominado por los poderes mentales de ello que de seguro ya no tenía voluntad propia y sólo seguía órdenes. No por eso era menos desagradable.
-Sólo uno bebió -contestó frío.
-Malo malo… se suponía que debían beber para que no despertaran con facilidad… no importa… al menos se creyeron que había sido la madre de la chica que había pagado, ¿no?.
El tabernero asintió y al menos en eso el sujeto, o criatura, pareció complacido, pero quitó la atención de él, ahora llegaban los que de verdad mandaban, aquellos ante quienes debía responder. Ese día eran 3, todos encapuchados y de caminar ligero.
-Hoy el trato es especial, y lo sabes -dijo la voz del que iba al medio- normalmente nos conformamos con cualquiera de tus huéspedes, el que menos problemas cause, pero sabes que hoy es distinto, ¿no?.
Baradum asintió con una mirada que intentaba mostrar serenidad, pero era tensión lo que terminaba reflejando.
-Es la última habitación del pasillo, a la izquierda.
Ellos no necesitaron más palabras y se pusieron en movimiento, sabiendo que pronto tendrían el placer de hacer correr sangre.
El asesino se arrastró por la pared como un insecto, hasta finalmente posarse sobre el marco de la ventana. No era una tarea compleja y la noche lo protegía, pero aún así era cuidadoso. Procedió entonces a abrir la ventana como de costumbre. Sabía que esa ventana estaba saboteada a propósito y podía abrirse por fuera, era todo parte del plan.
Con una meticulosidad envidiable entró sin hacer el menor ruido a la habitación, portando su refinada daga en la mano derecha y una bolsa con bolsillos cuidadosamente preparados en la otra. Con pasos como hojas secas cayendo en una tranquila tarde de otoño se dirigió primero donde el hombre. Al menos sabía que él sí había bebido. Encontró su espada a los pies del lecho, enrollada entre sus cosas. No fue difícil sacarla y ponerla cuidadosamente en la bolsa. Luego fue donde la chica, le había dicho que ella podía ser un peligro, pero ahora la veía dormir plácidamente, agotada por un largo día. No fue tampoco ningún problema sacar sus cosas, pues estaban sobre una mesa. Las retiró con cuidado, sin hacer ruidos y las acomodó en la bolsa. Finalmente fue donde el más pequeño.
No pudo sino sacar una sonrisa al notar el cuidado que el chico ponía a sus armas, habiéndolas dejado cuidadosamente reposadas sobre un montoncito formado por sus botas, las muñequeras de sus brazos y su camisa, todo detalladamente doblado y puesto sobre la cama, a un costado de su cabecera. Le había dicho que sólo era un niño, pero había algo especial en él, incluso algo que le hacía tener más cuidado. Notó que incluso se había preocupado de dejar una tira de la camisa unida a su almohada, para despertar si alguien trataba de retirarla, pero él no era ningún principiante, conocía esos métodos. Cuidadosamente retiró la tira y se aseguró de no mover nada la almohada. Estaba seguro que si el niño no hubiera estado tan cansado podría haber despertado y reaccionado, pero parecía dormir demasiado profundo, agotado, de modo que también pudo retirar sus cosas y depositarlas en la bolsa. Más grande fue su sorpresa cuando vio que había armas ocultas en los brazaletes y las botas, tomó nota.
Con cuidado volvió hacia la ventana y bajó la bolsa con una cuerda, donde uno de sus ayudantes estaría esperando para recibirla. Ya la parte compleja de su misión estaba lista, se había asegurado de desarmar a sus víctimas, ahora venía la segunda etapa. Abrió la puerta de la habitación con el mismo cuidado con que había entrado, como un fantasma incorpóreo. El tabernero había cumplido su parte de aceitar las rendijas para que nada hiciera ruido. Detrás de la puerta esperaban sus secuaces, 2 vampiros más.
Uno era fornido, de músculos grandes y mirada dura. Él apuntó a Eltrant mirándole. Aquel supo lo que tenía que hacer, se dirigió en silencio hasta ponerse junto a la cama del hombre. La otra persona era una mujer, una vampiresa de mirada sombría y que parecía ya saborearse ante la expectativa de sangre. Llevaba en sus manos un cuchillo enorme, como de carnicero. El asesino apuntó hacia la elfa y ella se movilizó hasta su presa. Él se encargaría en persona del niño, había algo familiar en su orden y el cuidado de sus armas, algo que le recordaba a él mismo. Se paró junto a su cama y levantó su daga, buscando con su vista el lugar de aquel pálido pecho en donde más fácilmente traspasaría el corazón. Todo había salido a la perfección, nada podía arruinar su plan, o eso pensó.
El más grande de sus secuaces entonces arruinaba aquello que tan meticulosamente había preparado al pasar a llevar una mesita de la habitación donde descansaba un pequeño plato con una vela. El plato fue a estrellarse irremediablemente contra el piso, estallando.
-¡Ahora! -ordenó.
El más grande de los asesinos no llevaba armas, sino que confiaba en sus gruesos brazos y su fuerza sobrehumana, de modo que intentaría ahorcar a Eltrant. La mujer intentaría cortar la cabeza de Ëarwen con su cuchillo carnicero. No era tan precisa, sino que confiaba en su gran velocidad y brutal sed de sangre, le gustaba despedazar a sus víctimas. El asesino intentaría clavar una daga en el pecho de Demian.
Última edición por Demian el Sáb Mar 07 2015, 01:32, editado 1 vez (Razón : Cerrar)
Demian
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
Una vez sentada al borde de la que sería su cama por aquella noche, la elfa se deshizo de su túnica gris, echando un vistazo a la manga que tendría que arreglar en cuanto tuviese ocasión, se levantó y dejó la túnica sobre el respaldo de una silla cercana. Bajo aquella prenda llevaba una holgada camisa blanca de mangas y unos ajustados pantalones, desató las hebillas de sus botas y se liberó de ellas, para casi de inmediato meterse entre las mantas que cubrían el camastro.
Aún sentía ciertas molestias en el antebrazo, que había sido la parte más dañada de su cuerpo, se acostó de modo que no apoyase peso sobre el mismo y cerró los ojos, mientras soltaba un largo suspiro. Estaba realmente cansada tras los últimos días, con lo que apartó todo pensamiento de su mente y la dejó en blanco, en un intento por dormirse antes y aprovechar el tiempo de descanso que tenían.
El sopor no tardó mucho en hacer efecto, con lo que se sumió en un profundo sueño. Volvió a estar por unos instantes en su hogar, rodeada de los verdes bosques de Sandorai y de sus gentes. Los rostros de sus padres aparecieron ante sus ojos, pidiéndole que abandonase aquella locura y volviese a casa, donde estaría a salvo de todo lo malo. El sueño se volvió más oscuro, ésta vez rememorando los acontecimientos que habían sucedido desde que encontró a Demian huyendo del furibundo dríope.
Si bien era cierto que desde entonces habían tenido mala suerte en su viaje, todo servía para algo. Eärwen había reaccionado ante su miedo, lo había superado por querer salvar al brujo y él había empezado a entender lo que era la compasión, y el preocuparse por aquellos que lo rodeaban. Había sido duro, pero aquellos esfuerzos no serían en vano, ayudarían a ambos a desarrollar ciertas partes de sí mismos que hasta el momento no conocían.
El estruendo de un plato al romperse la despertó, abrió los ojos y vio con horror la mirada siniestra que le devolvía una extraña, que se encontraba junto a su cama y empuñaba un cuchillo de carnicero. -¡Ahora! - ordenó una voz, que no pertenecía a su atacante y cuyo dueño no podía ver. La vampira levantó el arma y con un rápido movimiento intentó cortarle la garganta.
Eärwen reaccionó tan rápido como pudo, giró sobre sí misma y evitó el ataque, cayendo de la cama y poniéndose en pie de inmediato, para correr a la mesa a por sus cosas. Palideció al ver que ya no estaban donde las había dejado, y su enloquecida atacante se hallaba sobre la cama, preparada para saltar contra ella. ¿Es que no podían tener ni una noche tranquila?
Saltó hacia atrás cuando la vampira se lanzó en su dirección, chocando con la vacía mesa en que había depositado sus armas solo unas horas antes. La mujer se relamió los labios, casi como si pudiese saborear la sangre de su víctima, alzó el cuchillo por encima de su cabeza y dio un tajo hacia abajo en cuanto estuvo más cerca de la elfa. Por suerte la de ojos azules consiguió esquivarla de nuevo, la hoja del arma se quedó clavada en la mesa de madera por la fuerza que había utilizado.
Solo entonces la hija del bosque pudo ver que no solo ella se encontraba en problemas, sus compañeros estaban siendo atacados por otros dos extraños. Corrió hasta la silla donde había dejado su túnica y tomó las botas que yacían en el suelo, consiguió ponérselas antes de volver a ser atacada. No tenía nada con que defenderse, así que levantó la silla y la lanzó contra la vampira, que recibió el golpe y cayó al suelo, aunque aquello solo sería momentáneo.
La elfa tomó su túnica y con agilidad se dirigió hacia la puerta, la abrió con rapidez y se giró hacia sus compañeros. - ¡Tenemos que salir de aquí! - exclamó, instándolos a que se librasen como pudiesen de sus atacantes y se dirigiesen hacia ella, para salir a toda prisa de la taberna.
Aún sentía ciertas molestias en el antebrazo, que había sido la parte más dañada de su cuerpo, se acostó de modo que no apoyase peso sobre el mismo y cerró los ojos, mientras soltaba un largo suspiro. Estaba realmente cansada tras los últimos días, con lo que apartó todo pensamiento de su mente y la dejó en blanco, en un intento por dormirse antes y aprovechar el tiempo de descanso que tenían.
El sopor no tardó mucho en hacer efecto, con lo que se sumió en un profundo sueño. Volvió a estar por unos instantes en su hogar, rodeada de los verdes bosques de Sandorai y de sus gentes. Los rostros de sus padres aparecieron ante sus ojos, pidiéndole que abandonase aquella locura y volviese a casa, donde estaría a salvo de todo lo malo. El sueño se volvió más oscuro, ésta vez rememorando los acontecimientos que habían sucedido desde que encontró a Demian huyendo del furibundo dríope.
Si bien era cierto que desde entonces habían tenido mala suerte en su viaje, todo servía para algo. Eärwen había reaccionado ante su miedo, lo había superado por querer salvar al brujo y él había empezado a entender lo que era la compasión, y el preocuparse por aquellos que lo rodeaban. Había sido duro, pero aquellos esfuerzos no serían en vano, ayudarían a ambos a desarrollar ciertas partes de sí mismos que hasta el momento no conocían.
El estruendo de un plato al romperse la despertó, abrió los ojos y vio con horror la mirada siniestra que le devolvía una extraña, que se encontraba junto a su cama y empuñaba un cuchillo de carnicero. -¡Ahora! - ordenó una voz, que no pertenecía a su atacante y cuyo dueño no podía ver. La vampira levantó el arma y con un rápido movimiento intentó cortarle la garganta.
Eärwen reaccionó tan rápido como pudo, giró sobre sí misma y evitó el ataque, cayendo de la cama y poniéndose en pie de inmediato, para correr a la mesa a por sus cosas. Palideció al ver que ya no estaban donde las había dejado, y su enloquecida atacante se hallaba sobre la cama, preparada para saltar contra ella. ¿Es que no podían tener ni una noche tranquila?
Saltó hacia atrás cuando la vampira se lanzó en su dirección, chocando con la vacía mesa en que había depositado sus armas solo unas horas antes. La mujer se relamió los labios, casi como si pudiese saborear la sangre de su víctima, alzó el cuchillo por encima de su cabeza y dio un tajo hacia abajo en cuanto estuvo más cerca de la elfa. Por suerte la de ojos azules consiguió esquivarla de nuevo, la hoja del arma se quedó clavada en la mesa de madera por la fuerza que había utilizado.
Solo entonces la hija del bosque pudo ver que no solo ella se encontraba en problemas, sus compañeros estaban siendo atacados por otros dos extraños. Corrió hasta la silla donde había dejado su túnica y tomó las botas que yacían en el suelo, consiguió ponérselas antes de volver a ser atacada. No tenía nada con que defenderse, así que levantó la silla y la lanzó contra la vampira, que recibió el golpe y cayó al suelo, aunque aquello solo sería momentáneo.
La elfa tomó su túnica y con agilidad se dirigió hacia la puerta, la abrió con rapidez y se giró hacia sus compañeros. - ¡Tenemos que salir de aquí! - exclamó, instándolos a que se librasen como pudiesen de sus atacantes y se dirigiesen hacia ella, para salir a toda prisa de la taberna.
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
Envuelto entre las mantas de su cama y como único sonido de fondo las relajadas respiraciones de sus compañeros de habitación cerró los ojos, en el mismo instante en el que lo hizo se quedó dormido, superado por el sueño, llevaba un rato luchando contra aquella sensación, había notado como la vista se le nublaba en un par de ocasiones mientras leía en la taberna y los parpados le pesaban. Achacó sin embargo aquellos síntomas al día que había tenido, solo estaba cansado, no había nada de qué preocuparse.
Se encontró entonces en un barco, un pequeño navío individual perdido en mitad de un mar en calma. El sol que alumbraba desde el firmamento se reflejaba en las cristalinas aguas que tenía frente a él, el cálido viento soplaba suavemente, abrazando las velas de la embarcación de forma que este se deslizaba tranquilamente sobre aquel tapiz incoloro.
Pese a que no sabía nadar y le tenía un pánico pavoroso al mar, se sentía realmente en paz en aquel lugar. No supo exactamente cuánto tiempo estuvo en aquel extraño lugar, pero rodeado del elemento más mortal que conocía, se dejó llevar por las corrientes en aquel pequeño velero.
Sin aviso alguno y a pesar de no haber ninguna nube, un rayo atronador cruzó el firmamento de una parte a otra, su embarcación se tambaleo y cayó al agua, se hundía.
Pataleaba y pataleaba y aun moviendo todo su cuerpo su mayor temor se hacía realidad, se estaba quedando sin aire, con cada movimiento que hacia notaba como se iba cansando más. La luz del sol fue apagando mientras, como si tiraran de él hacia abajo, se iba hundiendo en las profundidades.
Gritó.
Abrió los ojos, los cuales, inyectados en sangre se movieron rápidamente tratando de averiguar dónde estaba, su cerebro empezó entonces a ordenar las cosas apresuradamente: seguía en la habitación, no había agua, continuaba asfixiándose.
Un tipo enorme tenía las manos enredadas en su cuello, quien apretó con más fuerza al ver que se había despertado. Automáticamente le golpeo la cara repetidas veces con el brazo que tenía libre, no sabía quién era ni porqué hacia eso pero no le importaba, tenía que quitárselo de encima. Desgraciadamente, aquel hombre estrujó su cuello con aún más fuerza cuando vio que el mercenario empezó a oponer resistencia.
Al ver que esto no surtía efecto y sin ideas, empezó a tantear la mesita de noche en busca de algo contundente que le sirviese para quitárselo de encima, agarró un pesado candelabro de metal y le golpeó en la cabeza, el tipo soltó a Eltrant al tercer golpe cuando se llevó una de las manos a la frente de dónde salía ahora un poco de sangre.
Tratando de apartarse de aquel tipo que ahora furioso se había vuelto hacia él, se resbaló de la cama cayendo pesadamente junto al espejo, ya libre y aun adormecido inspiró fuertemente desde el suelo tomando todo el aire que le permitían sus pulmones a la vez que echaba un rápido vistazo a la habitación, no era el único al que habían tratado de matar, Demian estaba lidiando con un tipo con una daga, mientras que Eärwen, que parecía haberse librado de su atacante por unos momentos les instaba a marcharse de allí.
Con el tiempo justo para agarrar sus botas, no pudo esquivar al tipo que se lanzó sobre él y cayeron los dos contra el espejo destrozándolo en el proceso. Agarró uno de los trozos de cristal roto y, aunque cortándose la mano en el proceso, se lo clavó a su atacante en la pierna.
Tras esto se volvió a apartar de él y se puso las botas para a continuación recibir otro placaje de aquella bestia y ambos rodaron por el suelo, consiguió zafarse de nuevo de su agarre y corrió hacía donde estaba Eärwen, en el proceso tuvo el tiempo suficiente para, con una mano, coger capa y camisa al mismo tiempo y cuando estuvo cerca de Eärwen patear al tipo que trataba de levantarse del suelo.
Su espada había desaparecido, pero por suerte el pequeño cuchillo que guardaba siempre dentro de la bota no. –“¡¿Quiénes son estos?!" – le preguntó confuso, no sabia por qué pero seguía teniendo sueño, y estaba algo mareado, tenían que salir allí si querían tener alguna posibilidad.
Se encontró entonces en un barco, un pequeño navío individual perdido en mitad de un mar en calma. El sol que alumbraba desde el firmamento se reflejaba en las cristalinas aguas que tenía frente a él, el cálido viento soplaba suavemente, abrazando las velas de la embarcación de forma que este se deslizaba tranquilamente sobre aquel tapiz incoloro.
Pese a que no sabía nadar y le tenía un pánico pavoroso al mar, se sentía realmente en paz en aquel lugar. No supo exactamente cuánto tiempo estuvo en aquel extraño lugar, pero rodeado del elemento más mortal que conocía, se dejó llevar por las corrientes en aquel pequeño velero.
Sin aviso alguno y a pesar de no haber ninguna nube, un rayo atronador cruzó el firmamento de una parte a otra, su embarcación se tambaleo y cayó al agua, se hundía.
Pataleaba y pataleaba y aun moviendo todo su cuerpo su mayor temor se hacía realidad, se estaba quedando sin aire, con cada movimiento que hacia notaba como se iba cansando más. La luz del sol fue apagando mientras, como si tiraran de él hacia abajo, se iba hundiendo en las profundidades.
Gritó.
Abrió los ojos, los cuales, inyectados en sangre se movieron rápidamente tratando de averiguar dónde estaba, su cerebro empezó entonces a ordenar las cosas apresuradamente: seguía en la habitación, no había agua, continuaba asfixiándose.
Un tipo enorme tenía las manos enredadas en su cuello, quien apretó con más fuerza al ver que se había despertado. Automáticamente le golpeo la cara repetidas veces con el brazo que tenía libre, no sabía quién era ni porqué hacia eso pero no le importaba, tenía que quitárselo de encima. Desgraciadamente, aquel hombre estrujó su cuello con aún más fuerza cuando vio que el mercenario empezó a oponer resistencia.
Al ver que esto no surtía efecto y sin ideas, empezó a tantear la mesita de noche en busca de algo contundente que le sirviese para quitárselo de encima, agarró un pesado candelabro de metal y le golpeó en la cabeza, el tipo soltó a Eltrant al tercer golpe cuando se llevó una de las manos a la frente de dónde salía ahora un poco de sangre.
Tratando de apartarse de aquel tipo que ahora furioso se había vuelto hacia él, se resbaló de la cama cayendo pesadamente junto al espejo, ya libre y aun adormecido inspiró fuertemente desde el suelo tomando todo el aire que le permitían sus pulmones a la vez que echaba un rápido vistazo a la habitación, no era el único al que habían tratado de matar, Demian estaba lidiando con un tipo con una daga, mientras que Eärwen, que parecía haberse librado de su atacante por unos momentos les instaba a marcharse de allí.
Con el tiempo justo para agarrar sus botas, no pudo esquivar al tipo que se lanzó sobre él y cayeron los dos contra el espejo destrozándolo en el proceso. Agarró uno de los trozos de cristal roto y, aunque cortándose la mano en el proceso, se lo clavó a su atacante en la pierna.
Tras esto se volvió a apartar de él y se puso las botas para a continuación recibir otro placaje de aquella bestia y ambos rodaron por el suelo, consiguió zafarse de nuevo de su agarre y corrió hacía donde estaba Eärwen, en el proceso tuvo el tiempo suficiente para, con una mano, coger capa y camisa al mismo tiempo y cuando estuvo cerca de Eärwen patear al tipo que trataba de levantarse del suelo.
Su espada había desaparecido, pero por suerte el pequeño cuchillo que guardaba siempre dentro de la bota no. –“¡¿Quiénes son estos?!" – le preguntó confuso, no sabia por qué pero seguía teniendo sueño, y estaba algo mareado, tenían que salir allí si querían tener alguna posibilidad.
Eltrant Tale
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
El templo oscuro era un lugar solemne, siempre impecablemente limpio, con sus acabados de piedra ónice muy pulidos y sus adornos de obsidiana perfectamente cuidados. Estaba tal y como lo recordaba, siempre con gente que iba de lado a lado con la cabeza cubierta por una capucha y libros en las manos. Entraba glorioso y todos le saludaban, como si todos ellos le conocieran y supieran de sus hazañas. Al final del pasillo estaba la persona a la que más quería ver, su maestro, acompañado de una chica. Le costó al principio reconocer quién era esa otra persona, pero luego pudo recordar en ella a la muchacha que habían salvado sólo horas antes de la casa de la vampiresa. Su maestro le miró con cara de reproche, luego estalló en mil pedazos, como porcelana rota.
Despertó de inmediato y su reflejo fue a recoger las dagas junto a su almohada para defenderse, pero allí no había nada. Sus ojos no tardaron en adaptarse a la oscuridad y pudo reconocer una figura sobre él, un sujeto que jamás había visto, pero gritaba una orden a sus compañeros para luego volver a poner su vista sobre él. Era delgado y de mirada fría y sostenía una daga en su mano derecha, listo para clavársela en el corazón. Demian conocía esa mirada, era la mirada de alguien que mata a sangre fría.
No perdió tiempo, inmediatamente sacaba una pierna del costado de las sábanas y daba una patada en la ingle a su atacante. Éste pareció no amilanarse y, al contrario, descargó la daga sobre él, pero Demian había alcanzado a hacer un rollo con las sábanas, donde fue a clavarse el cuchillo enemigo. No podía perder tiempo, se paró de un salto de su cama y miró a su alrededor. A pesar de la oscuridad de la habitación, la luna permitía distinguir vagamente que sus compañeros se encontraban en problemas y peleaban en ese momento por su seguridad. Ëarwen había sido la primera en llegar a la puerta, o eso le parecía.
No tenía tiempo para preguntarse en ese momento quién querría matarle ni por qué, simplemente se concentró en salir con vida. Miró a su oponente y notó cierta familiaridad en su manera de actuar. Como él, era muy decidido al momento de atacar por sorpresa y se notaba meticuloso, pero a la hora de enfrentar a un enemigo frente a frente le faltaba el arroje. Su enemigo calculaba sus movimientos y Demian hacía lo propio, ninguno se arrojaba contra el otro a ciegas, pues sabía que aquello podía terminar mal, sólo que el atacante estaba armado y Demian no. Volvió a echar un vistazo a su cama y no pudo ver sus dagas. Maldijo desde lo más profundo de su ser y cogió como única arma su almohada. El enemigo sonrió y se lanzó al ataque en una estocada, pero demian se protegió con la almohada, que se rajó y volaron plumas por toda la habitación. Aprovechando la distracción, usó su telekinesia para levantar una pequeña silla y arrojársela. Era la distracción que necesitaba.
-¡Vamos! -dijo a sus compañeros al momento de unírseles.
Concentró su mana y de manera apresurada generó una pequeña ilusión, una llama flotante que se quedó justo en la puerta, mientras ellos salían corriendo. La distracción fue pequeña, pero suficiente para que los enemigos se detuvieran un momento ante el peligro de ser quemados por un brujo. Demian no perdió tiempo y corrió a todo lo que sus piernas permitían, esperando que sus compañeros hicieran lo mismo, bajando presuroso las escaleras.
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Él no era un cobarde, era simplemente lo que tenía que hacer, ellos no sabían lo que era vivir en un lugar como ese, se repetía una y otra vez Baratum, el tabernero, mientras cerraba con candado la puerta principal. Terminada esta labor, corrió a esconderse tras el mostrador, pues sentía pasos acercarse a la escalera. De esa manera se aseguraría de que no pudiesen escapar y los vampiros pudieran darles caza. No tenía nada contra esas personas, de hecho valoraba el que hubieran rescatado a esa pobre chica, pero así eran las cosas en ese lugar, el heroísmo contra los vampiros no era una manera razonable de sobrevivir.
Demian
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
Eltrant fue el siguiente en librarse de su agresor, un individuo fornido que iba desarmado, se valía de su propia fuerza para reducir y acabar con sus víctimas. –“¡¿Quiénes son estos?!" – preguntó el caballero confuso al llegar a la puerta, con lo que ya solo faltaba que Demian se les uniese para salir de allí. - No lo sé pero tampoco estoy dispuesta a quedarme para averiguarlo. - respondió la elfa, que estaba lista para echar a correr en cuanto el niño escapase de su atacante.
El brujo tomó una almohada para defenderse, ya que era lo único que tenía a mano. El vampiro la cortó sin casi hacer esfuerzo, haciendo que todo su contenido se esparciese por la habitación en forma de lluvia de plumas. El muchacho aprovechó aquella distracción para correr hacia sus compañeros, creó la ilusión de una llama al salir, para que aquellos que intentaban matarlos se viesen obligados a detenerse por el miedo a ser quemados, aunque solo durase un momento.
Aquello les daría algo de tiempo, al menos el necesario para llegar a la planta baja de la posada y pedir ayuda al tabernero o huir del lugar. Eärwen bajó las escaleras a toda prisa, corrió hacia la puerta e intentó abrirla, pero alguien la había cerrado con un fuerte candado. Golpeó el cierre en un desesperado intento, antes de echar un vistazo a la desierta taberna. Todos, incluido el propietario, se habían ido, como si supieran que iba a pasar algo malo.
- Y ahora ¿qué hacemos? - preguntó nerviosa, sabiendo que pronto los alcanzarían y que estaban encerrados, debían encontrar la manera de salir de allí. Se acercó a una de las mesas, que parecía haberse desocupado hacía poco, aún descansaba sobre la madera un plato y una jarra vacía. Pero aquello no le interesaba, su atención se centró en los cubiertos que aún quedaban. Tomó un pequeño cuchillo y lo miró con desánimo, no tendría nada que hacer contra el que llevaba la mujer que había intentado cortarle la garganta.
- Las ventanas…. ¡las ventanas! - exclamó de pronto, se guardó el arma y se acercó a una silla, que levantó del suelo y se llevó consigo hasta la ventana más próxima. Golpeó con fuerza, haciendo añicos el cristal y dejando la madera algo suelta, volvió a tomar impulso y repitió la acción, al menos un par de veces más. Los pasos en el piso superior empezaron a preocuparla, ya venían.
- ¡Por aquí, rápido! - dijo con voz apremiante mientras limpiaba un poco los restos de cristal que pudiesen quedar en los bordes. Colocó la silla de modo que les sirviese de apoyo y salió por la ventana, cayendo sobre los fríos adoquines de la calle. Se levantó de inmediato para ayudar y se sacudió las ropas, esperando que sus compañeros la siguiesen hacia el exterior tan rápido como pudiesen.
La noche se cernía sobre la ciudad, el olor de la sangre fresca embargaba las calles, había comenzado la cacería y parecía que aquel grupo había decidido hacerlos sus presas.
El brujo tomó una almohada para defenderse, ya que era lo único que tenía a mano. El vampiro la cortó sin casi hacer esfuerzo, haciendo que todo su contenido se esparciese por la habitación en forma de lluvia de plumas. El muchacho aprovechó aquella distracción para correr hacia sus compañeros, creó la ilusión de una llama al salir, para que aquellos que intentaban matarlos se viesen obligados a detenerse por el miedo a ser quemados, aunque solo durase un momento.
Aquello les daría algo de tiempo, al menos el necesario para llegar a la planta baja de la posada y pedir ayuda al tabernero o huir del lugar. Eärwen bajó las escaleras a toda prisa, corrió hacia la puerta e intentó abrirla, pero alguien la había cerrado con un fuerte candado. Golpeó el cierre en un desesperado intento, antes de echar un vistazo a la desierta taberna. Todos, incluido el propietario, se habían ido, como si supieran que iba a pasar algo malo.
- Y ahora ¿qué hacemos? - preguntó nerviosa, sabiendo que pronto los alcanzarían y que estaban encerrados, debían encontrar la manera de salir de allí. Se acercó a una de las mesas, que parecía haberse desocupado hacía poco, aún descansaba sobre la madera un plato y una jarra vacía. Pero aquello no le interesaba, su atención se centró en los cubiertos que aún quedaban. Tomó un pequeño cuchillo y lo miró con desánimo, no tendría nada que hacer contra el que llevaba la mujer que había intentado cortarle la garganta.
- Las ventanas…. ¡las ventanas! - exclamó de pronto, se guardó el arma y se acercó a una silla, que levantó del suelo y se llevó consigo hasta la ventana más próxima. Golpeó con fuerza, haciendo añicos el cristal y dejando la madera algo suelta, volvió a tomar impulso y repitió la acción, al menos un par de veces más. Los pasos en el piso superior empezaron a preocuparla, ya venían.
- ¡Por aquí, rápido! - dijo con voz apremiante mientras limpiaba un poco los restos de cristal que pudiesen quedar en los bordes. Colocó la silla de modo que les sirviese de apoyo y salió por la ventana, cayendo sobre los fríos adoquines de la calle. Se levantó de inmediato para ayudar y se sacudió las ropas, esperando que sus compañeros la siguiesen hacia el exterior tan rápido como pudiesen.
La noche se cernía sobre la ciudad, el olor de la sangre fresca embargaba las calles, había comenzado la cacería y parecía que aquel grupo había decidido hacerlos sus presas.
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
Siguiendo a Eärwen y a Demian escaleras abajo aun no era capaz de comprender que estaba pasando, pobremente armados, la única opción que tenían era huir. Se alegró una vez más el tener al muchacho de su parte; gracias a él y a sus ilusiones habían ganado el suficiente tiempo como para abandonar el local.
Cuando llegaron a la planta baja se encontraron con una taberna desierta, totalmente a oscuras salvo por una pequeña vela que tímidamente alumbraba la estancia desde el mostrador. Sin tiempo para ser cautos y olvidando que podría haber alguien ahí abajo se pusieron a buscar una salida.
Después de que la elfa corriese a comprobar la puerta principal y se encontrara con que estaba cerrada, Eltrant se dirigió a la entrada a la cocina. Giró el pomo nervioso y al ver que no cedía empujó con fuerza varias veces – “Cerrada” – dijo a sus compañeros negando con la cabeza. Siempre había pensado que en las posadas había alguien despierto hasta altas horas de la noche por si algún viajero llegaba a la ciudad poder atenderle, se preguntó dónde estaba el dueño, pero aquello era Sacrestic, las noches no eran para estar despierto.
-“Las ventanas… ¡Las ventanas!” – Después de exclamar esto Eärwen cogió una de las numerosas sillas que había repartidas por toda la estancia y golpeó con ella una de las susodichas, el fugaz sonido del cristal estallando rompió el tétrico silencio que les acompañaba desde que salieron del dormitorio.
La de los ojos claros les urgió a continuar mientras, tras apartar los cristales restantes, saltaba por aquel agujero. Eltrant, que se había acercado a las escaleras de nuevo por si veía a los agresores descender, se dirigió entonces hacia la improvisada salida permitiendo saltar por ella a Demian antes, listo para ayudarle por si tenía algún problema en alcanzar la ventana.
Los pasos de los tres individuos que trataban de darles caza empezaron a oírse bajando por las escaleras, sin mirar atrás imitó a sus compañeros y salió del edificio. El gélido aire de la noche penetró en su cuerpo hasta cubrir hasta el más pequeño resquicio de su ser, esto unido al desagradable olor a sangre que este arrastraba le decía que aquel paseo bajo la luna no iba a ser muy agradable.
Agradeció el haber tenido tiempo de coger la capa, sin embargo comprobó segundos más tarde que Demian no había podido hacerse con todas sus cosas en el fragor de la pelea y ya que él aún no se la había puesto, la cortó usando uno de los agujeros que tenia de un fuerte tirón y una vez ajustada pobremente a la longitud del muchacho se la entregó.
Aunque ya no se encontraban atrapados ahora no tenían ningún destino, a esas horas Sacrestic era una ciudad fantasma. A su alrededor las casas, amparadas por la oscuridad parecían meras copias unas de otras y las pocas en las que se podía apreciar luz en alguna de sus ventanas se tornaron como las demás en el momento en el que la ventana de la posada estalló en mil pedazos.
-“¿Alguna idea?” – le dijo a sus compañeros expectante mirando hacia la posada agarrando firmemente el cuchillo que tenia en la mano, probablemente tanto Eärwen como Demian se encontraban en sus misma situación, confusos e indecisos, pero no quería volver a estar rodeado de vampiros por su cuenta tenían que decidir algo juntos.
Sacudió la cabeza rápido y se volvió hacia un pequeño punto de luz que aunque pálido brillaba en mitad de la nada–“Centrémonos en encontrar algún tipo de refugio, aquí afuera estamos casi tan mal como adentro” – dejó escapar un rápido bostezo, aun con todo lo que estaba pasando seguía estando entumecido, sin hacer ningún comentario siguió achacando esto al cansancio.
El sonido proveniente del interior de la posada les decía que los vampiros les seguían de muy de cerca, por lo que sin tiempo alguno que perder y tras hacerles señas a sus compañeros se encaminó al único punto de luz que se podía ver en la ciudad.
Cuando llegaron a la planta baja se encontraron con una taberna desierta, totalmente a oscuras salvo por una pequeña vela que tímidamente alumbraba la estancia desde el mostrador. Sin tiempo para ser cautos y olvidando que podría haber alguien ahí abajo se pusieron a buscar una salida.
Después de que la elfa corriese a comprobar la puerta principal y se encontrara con que estaba cerrada, Eltrant se dirigió a la entrada a la cocina. Giró el pomo nervioso y al ver que no cedía empujó con fuerza varias veces – “Cerrada” – dijo a sus compañeros negando con la cabeza. Siempre había pensado que en las posadas había alguien despierto hasta altas horas de la noche por si algún viajero llegaba a la ciudad poder atenderle, se preguntó dónde estaba el dueño, pero aquello era Sacrestic, las noches no eran para estar despierto.
-“Las ventanas… ¡Las ventanas!” – Después de exclamar esto Eärwen cogió una de las numerosas sillas que había repartidas por toda la estancia y golpeó con ella una de las susodichas, el fugaz sonido del cristal estallando rompió el tétrico silencio que les acompañaba desde que salieron del dormitorio.
La de los ojos claros les urgió a continuar mientras, tras apartar los cristales restantes, saltaba por aquel agujero. Eltrant, que se había acercado a las escaleras de nuevo por si veía a los agresores descender, se dirigió entonces hacia la improvisada salida permitiendo saltar por ella a Demian antes, listo para ayudarle por si tenía algún problema en alcanzar la ventana.
Los pasos de los tres individuos que trataban de darles caza empezaron a oírse bajando por las escaleras, sin mirar atrás imitó a sus compañeros y salió del edificio. El gélido aire de la noche penetró en su cuerpo hasta cubrir hasta el más pequeño resquicio de su ser, esto unido al desagradable olor a sangre que este arrastraba le decía que aquel paseo bajo la luna no iba a ser muy agradable.
Agradeció el haber tenido tiempo de coger la capa, sin embargo comprobó segundos más tarde que Demian no había podido hacerse con todas sus cosas en el fragor de la pelea y ya que él aún no se la había puesto, la cortó usando uno de los agujeros que tenia de un fuerte tirón y una vez ajustada pobremente a la longitud del muchacho se la entregó.
Aunque ya no se encontraban atrapados ahora no tenían ningún destino, a esas horas Sacrestic era una ciudad fantasma. A su alrededor las casas, amparadas por la oscuridad parecían meras copias unas de otras y las pocas en las que se podía apreciar luz en alguna de sus ventanas se tornaron como las demás en el momento en el que la ventana de la posada estalló en mil pedazos.
-“¿Alguna idea?” – le dijo a sus compañeros expectante mirando hacia la posada agarrando firmemente el cuchillo que tenia en la mano, probablemente tanto Eärwen como Demian se encontraban en sus misma situación, confusos e indecisos, pero no quería volver a estar rodeado de vampiros por su cuenta tenían que decidir algo juntos.
Sacudió la cabeza rápido y se volvió hacia un pequeño punto de luz que aunque pálido brillaba en mitad de la nada–“Centrémonos en encontrar algún tipo de refugio, aquí afuera estamos casi tan mal como adentro” – dejó escapar un rápido bostezo, aun con todo lo que estaba pasando seguía estando entumecido, sin hacer ningún comentario siguió achacando esto al cansancio.
El sonido proveniente del interior de la posada les decía que los vampiros les seguían de muy de cerca, por lo que sin tiempo alguno que perder y tras hacerles señas a sus compañeros se encaminó al único punto de luz que se podía ver en la ciudad.
Eltrant Tale
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
El viejo Tom había sido el último en dejar la taberna, tras la insistencia del dueño. Él sabía que algo torcido iba a pasar, pero como todos había decidido hacerse el desentendido, ahogando su curiosidad y sentido del deber en abundante vino barato. Masculló algunas quejas al comenzar a caminar a su hogar, pero pronto se sumió en el silencio reflexivo. Entonces pudo ver que algo extraño ocurría.
Una ventana del segundo piso estaba abierta y alguien, casi una sombra, bajaba una bolsa con una cuerda. Su sentido de aventurero, aquel perdido hace tantos años, pero que se esforzaba por recordarle de vez en cuando hazañas perdidas en el tiempo, le indicó de inmediato que algo andaba mal. No tenía que ser muy listo para saber que aquello era obra de los vampiros, más aún cuando uno de esos que alguna vez habían sido personas con sueños y sentimientos, pero que ahora no eran más que esclavos mentales de los vampiros, recibía el paquete desde el suelo.
Un impulso de rabia le llenó, quizás alentado por los efectos del abuso del alcohol, pero antes de pensarlo tenía ya una dura piedra entre sus manos y antes de poder reflexionar sobre las consecuencias la estrellaba en la cabeza del sorprendido ser, que cayó inconsciente al suelo. Tom recogió la bolsa del suelo y la revisó, encontrando allí ropas y armas de todo tipo.
En ese momento se oían los ruidos de peleas y carreras desde el interior. El impulso de Tom producto del alcohol había pasado y ahora el miedo le invadía. ¿Qué pasaría si esos vampiros se enteraba que había atacado a su sirviente?, no quiso comprobarlo, corrió a su casa rápidamente y se encerró, escuchando como justo cuando cerraba su puerta con pestillo una ventana estallaba.
Tom miró desde su ventana la figura de 3 personas huir, mientras 3 enemigos les perseguían, trató de memorizar sus siluetas, pero no se atrevería a salir. A los 3 vampiros pronto se sumaba un pequeño grupo de sirvientes, que habían estado escondidos en una casa vecina. Tom se acurrucó en su casa junto a la bolsa de armas y pertenencias, llorando por ser un cobarde por no ayudarles, pero prometiéndose a sí mismo que si salían con vida de aquella él se encargaría de devolverles sus cosas.
********************************************************
Mientras corría escaleras abajo recién Demian pudo comenzar a procesar lo que ocurría. Juzgando por el lugar en que se encontraban lo más probable es que sus atacantes fueran vampiros, pero no podía saberlo con certeza. ¿Aliados de la que habían matado o simplemente andaban cazando para alimentarse? tampoco podía estar seguro.
Instintivamente su mano se dirigió hacia su cintura, para sacar las dagas, pero se sintió estúpido, pues era evidente que no estaban allí. Sólo le quedaba correr. ¿Qué podía hacer desarmado?, su magia no era ofensiva y su capacidad de asesinar dependía completamente de sus armas. Maldijo su suerte.
Una vez en el primer piso siguió a sus compañeros a la puerta, pero pronto se enteró que estaba cerrada con candado. ¿Una posada cerrada con candado?, ¿qué tipo de pesadilla era esa?. Nada tenía sentido, el lugar estaba abandonado, como si toda la gente hubiera desaparecido y sólo quedaran ellos 3 y sus atacantes. La confusión le impidió tomar decisiones rápidas, pero para su suerte Ëarwen optó por lo más práctico y evidente en esas condiciones, romper la ventana para huir. Eltrant le ayudó a salir por la ventana. Él era un chico ágil y podía hacerlo solo, pero en ese momento no había tiempo para hacerse el valiente, de modo que se dejó ayudar y al salir miró para todos lados. Casi da un salto de susto al sentir contacto un contacto con su espalda, pero se percató que era la capa de su compañero. No hizo gesto alguno, no había tiempo para formalidades ni dar las gracias, ni siquiera para pensar en el frío de la noche. Eltrant se percató de un punto luminoso y simplemente siguió hacia ese destino, moviéndose rápido, aunque no a todo pulmón, pues sabía que debía conservar algo de su energía por si había que pelear.
A su paso las casas parecían meras decoraciones, oscuras construcciones ausentes de vida. Era como si el poblado estuviera completamente muerto, inhabitado, como una maqueta a escala real. Supo de inmediato que nadie les prestaría ayuda, así eran las cosas en ese lugar, ellos eran los bichos raros que se embarcaban en misiones de rescate en contra de toda lógica.
-Es un farol -comentó al acercarse más a la luz, al momento que llegaban a su origen.
Era un farol alumbrado por una vela, apenas iluminando una entrada como un portón enorme y oxidado que nadie había tenido el cuidado de cerrar con llave. Era evidente que no tenía ya la opción de volver atrás, los pasos de sus perseguidores se sentían casi a la vuelta de la esquina. Entró sin dudarlo, quizás allí encontrarían donde esconderse o algo con qué luchar. Al poco andar tropezó con algo duro y miró con más detenimiento. La noche era oscura, las nubes tapaban la luna a ratos y lo habían hecho desde que habían atravesado ese portón, pero en ese momento se corrían para permitir mayor luminosidad. Ante la pálida luz de una luna creciente Demian pudo observar dónde se encontraban.
-Es un cementerio -comentó al comprobar que había tropezado con una lápida- hemos venido a dar a un maldito cementerio.
Los pasos se hacían cada vez más cercanos.
Demian
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
Sus perseguidores ya se acercaban, se habían recuperado y ahora corrían a toda prisa hacia la escalera, sabiendo que el tabernero habría hecho su trabajo y habría cerrado el local, dejando a sus víctimas totalmente arrinconadas, o al menos eso creían. Eltrant ayudó al brujo a pasar por la ventana, para salir al exterior inmediatamente después. Todos estaban confundidos y medio dormidos aún, pero el frío de la noche los espabilaría en breve, cuando los calase hasta los huesos.
Eärwen se abrazó los hombros, sin saber qué hacer. Tenía a su yegua en el establo pero no podrían escapar todos con ella y tardaría en buscarla, lo suficiente para que los alcanzasen. Pedir ayuda no parecía una opción, las casas estaban completamente sumidas en la oscuridad y probablemente nadie se atreviese a darles refugio, no cuando los perseguían para matarlos. Así pues solo quedaba huir, y quizá intentar sobrevivir hasta que amaneciera, momento en el que sería mejor que estuvieran en campo abierto, para que los vampiros no pudiesen acercarse a ellos.
La de cabellos negros no podía confirmar que los dos hombres que habían atacado a sus compañeros perteneciesen a esa raza, pero sabía con certeza que la mujer sí, se había dado cuenta al verla relamerse, mostrando los afilados colmillos. Apartó aquella imagen de su mente y se apresuró a seguir a Eltrant, que había iniciado la marcha hacia un punto de luz, el único que parecía haber por la zona.
El cansado grupo se encaminó en dirección a aquella fuente de iluminación, que resultó ser un farol, colocado junto a un portón oxidado. Al menos estaba abierto, con lo que no se lo pensaron dos veces antes de entrar, a pesar de que la oscuridad de la noche no les permitiese ver dónde se estaban metiendo. Las nubes se apartaron un poco, permitiendo que la luna iluminase con su luz el lugar, un abandonado cementerio.
La elfa se detuvo repentinamente, palideció al ver que había estado a punto de tropezar con una lápida. Ni siquiera se podía leer nada en ella, las malas hierbas se habían adueñado del cementerio y de todo cuanto contenía. Aquel era el peor sitio posible, se quedó inmóvil por un momento, hasta que los pasos de sus perseguidores volvieron a escucharse, cada vez más cerca.
Pero ¿qué podían hacer allí? No había nada que pudiesen usar para defenderse, y a no ser que encontrasen una fosa abierta tampoco tendrían lugar para esconderse. Observó la espesura que rodeaba el cementerio, como si aquellos densos matorrales fuesen lo único útil del lugar. - Escondeos. - dijo en voz baja, para que solo la escuchasen sus compañeros. Corrió hacia la línea de arbustos y se agazapó entre ellos, sacando el pequeño cuchillo que había tomado en la taberna.
No conocía bien a los vampiros, con lo que no sabía si tenían el olfato más desarrollado que los humanos, cosa que pronto comprobaría.
Eärwen se abrazó los hombros, sin saber qué hacer. Tenía a su yegua en el establo pero no podrían escapar todos con ella y tardaría en buscarla, lo suficiente para que los alcanzasen. Pedir ayuda no parecía una opción, las casas estaban completamente sumidas en la oscuridad y probablemente nadie se atreviese a darles refugio, no cuando los perseguían para matarlos. Así pues solo quedaba huir, y quizá intentar sobrevivir hasta que amaneciera, momento en el que sería mejor que estuvieran en campo abierto, para que los vampiros no pudiesen acercarse a ellos.
La de cabellos negros no podía confirmar que los dos hombres que habían atacado a sus compañeros perteneciesen a esa raza, pero sabía con certeza que la mujer sí, se había dado cuenta al verla relamerse, mostrando los afilados colmillos. Apartó aquella imagen de su mente y se apresuró a seguir a Eltrant, que había iniciado la marcha hacia un punto de luz, el único que parecía haber por la zona.
El cansado grupo se encaminó en dirección a aquella fuente de iluminación, que resultó ser un farol, colocado junto a un portón oxidado. Al menos estaba abierto, con lo que no se lo pensaron dos veces antes de entrar, a pesar de que la oscuridad de la noche no les permitiese ver dónde se estaban metiendo. Las nubes se apartaron un poco, permitiendo que la luna iluminase con su luz el lugar, un abandonado cementerio.
La elfa se detuvo repentinamente, palideció al ver que había estado a punto de tropezar con una lápida. Ni siquiera se podía leer nada en ella, las malas hierbas se habían adueñado del cementerio y de todo cuanto contenía. Aquel era el peor sitio posible, se quedó inmóvil por un momento, hasta que los pasos de sus perseguidores volvieron a escucharse, cada vez más cerca.
Pero ¿qué podían hacer allí? No había nada que pudiesen usar para defenderse, y a no ser que encontrasen una fosa abierta tampoco tendrían lugar para esconderse. Observó la espesura que rodeaba el cementerio, como si aquellos densos matorrales fuesen lo único útil del lugar. - Escondeos. - dijo en voz baja, para que solo la escuchasen sus compañeros. Corrió hacia la línea de arbustos y se agazapó entre ellos, sacando el pequeño cuchillo que había tomado en la taberna.
No conocía bien a los vampiros, con lo que no sabía si tenían el olfato más desarrollado que los humanos, cosa que pronto comprobaría.
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
-“Es un cementerio” –Oyó a su espalda- “Hemos venido a dar a un maldito cementerio.” – Eltrant apretó muy fuerte los dientes, había vuelto a llevarlos a un mal camino, por su culpa estaban atrapados en aquel sitio. Frunciendo el ceño se contuvo para no patear una de aquellas lapidas cegado por la ira, su inutilidad les iba a costar muy caro a sus acompañantes.
Los pasos se acercaban y por el ritmo que llevaban parecían ser de más de tres personas, la elfa notó esto también, pues indicándoles que se ocultasen se dirigió hacia unos arbustos. La imitó, había llegado a un punto en que, aun con todos los libros que se había leído a lo largo de sus viajes, había dejado bastante claro que como estratega dejaba bastante que desear.
Se escondió a pocos metros de donde se encontraban Eärwen y Demian , sus seguidores entraron todos en bandada en el interior del cementerio portando hoces y hachas en su mayoría, salvo los tres vampiros que le encabezaban. Por suerte aquel sitio parecía llevar abandonado años, por lo que la maleza era espesa y aunque en un principio no parecía haber mucho sitio donde esconderse había arbustos y hierba alta por doquier.
Los tres que les habían atacado lideraban aquella pequeña cuadrilla de cacería, por cómo se comportaban Eltrant supuso que eran vampiros, no había que estudiar junto a los mejores eruditos de Aerandir para figurarse eso, junto a ellos venía una multitud de humanos, probablemente sirvientes sin voluntad propia, del mismo estilo a los que tanto la elfa como el muchacho combatieron en la mansión.
El más esbelto y pequeño, el de la daga, parecía ser el que daba las órdenes; a pesar de ello no dijo nada, o quizás lo dijo pero Eltrant estaba demasiado lejos para oírlo. Simplemente con un gesto les ordenó que buscaran a los fugitivos y dándose la vuelta se dirigió hacía la parte más alejada del cementerio.
Vio como el vampiro más fornido de los tres cojeaba aún un poco, se había extraído el trozo de cristal con el que le había atacado, quizás eso les había retrasado un poco. –“El espejo… “– poco a poco la mente de Eltrant fue dándose cuenta de lo que estaba pasando, se miró la mano, el corte que se había hecho al agarrar a aquel trozo de cristal sangraba un poco.
Perdiendo la calma y respirando agitadamente se metió la mano en el bolsillo para después de cerrar los ojos y respirar hondo por unos segundos mirar de nuevo a sus perseguidores, no parecían haberse dado cuenta, no por lo pronto, pero si lo que decían era cierto podían oler la sangre desde bastante lejos.
Se apretó la herida con fuerza, tratando de frenar la hemorragia, para después mostrársela a sus compañeros hasta que creyó que estos notaban que sucedía, no podía hablar con ellos desde dónde estaba sin alzar la voz. Lentamente y haciendo el menor ruido posible se alejó de ellos, si lo atrapaban, seria a él solo. Incluso, con un poco de suerte, podían llegar a pensar que seguían los tres juntos, tanto Eärwen como Demian eran inteligentes, sacarían ventaja de ello.
Sintiéndose como una diana con piernas siguió arrastrándose a través de la espesura, levantando un poco la cabeza de vez en cuando para toparse solo con alguna tumba con una forma siniestramente humana o con algún descerebrado siervo de los vampiros –“¿Pueden oler ellos también la sangre?” – pensó mientras se quedaba mirando durante unos segundos al que tenía frente a él, a aquel infeliz le habían sacado los ojos, o eso parecía decir la sangrienta venda que cubría los mismos.
Volviendo a esconderse de nuevo siguió arrastrándose, realmente no tenía ningún destino, con alejar a los vampiros de sus compañeros era suficiente, al menos les daría tiempo a pensar un plan con más calma.
Los pasos se acercaban y por el ritmo que llevaban parecían ser de más de tres personas, la elfa notó esto también, pues indicándoles que se ocultasen se dirigió hacia unos arbustos. La imitó, había llegado a un punto en que, aun con todos los libros que se había leído a lo largo de sus viajes, había dejado bastante claro que como estratega dejaba bastante que desear.
Se escondió a pocos metros de donde se encontraban Eärwen y Demian , sus seguidores entraron todos en bandada en el interior del cementerio portando hoces y hachas en su mayoría, salvo los tres vampiros que le encabezaban. Por suerte aquel sitio parecía llevar abandonado años, por lo que la maleza era espesa y aunque en un principio no parecía haber mucho sitio donde esconderse había arbustos y hierba alta por doquier.
Los tres que les habían atacado lideraban aquella pequeña cuadrilla de cacería, por cómo se comportaban Eltrant supuso que eran vampiros, no había que estudiar junto a los mejores eruditos de Aerandir para figurarse eso, junto a ellos venía una multitud de humanos, probablemente sirvientes sin voluntad propia, del mismo estilo a los que tanto la elfa como el muchacho combatieron en la mansión.
El más esbelto y pequeño, el de la daga, parecía ser el que daba las órdenes; a pesar de ello no dijo nada, o quizás lo dijo pero Eltrant estaba demasiado lejos para oírlo. Simplemente con un gesto les ordenó que buscaran a los fugitivos y dándose la vuelta se dirigió hacía la parte más alejada del cementerio.
Vio como el vampiro más fornido de los tres cojeaba aún un poco, se había extraído el trozo de cristal con el que le había atacado, quizás eso les había retrasado un poco. –“El espejo… “– poco a poco la mente de Eltrant fue dándose cuenta de lo que estaba pasando, se miró la mano, el corte que se había hecho al agarrar a aquel trozo de cristal sangraba un poco.
Perdiendo la calma y respirando agitadamente se metió la mano en el bolsillo para después de cerrar los ojos y respirar hondo por unos segundos mirar de nuevo a sus perseguidores, no parecían haberse dado cuenta, no por lo pronto, pero si lo que decían era cierto podían oler la sangre desde bastante lejos.
Se apretó la herida con fuerza, tratando de frenar la hemorragia, para después mostrársela a sus compañeros hasta que creyó que estos notaban que sucedía, no podía hablar con ellos desde dónde estaba sin alzar la voz. Lentamente y haciendo el menor ruido posible se alejó de ellos, si lo atrapaban, seria a él solo. Incluso, con un poco de suerte, podían llegar a pensar que seguían los tres juntos, tanto Eärwen como Demian eran inteligentes, sacarían ventaja de ello.
Sintiéndose como una diana con piernas siguió arrastrándose a través de la espesura, levantando un poco la cabeza de vez en cuando para toparse solo con alguna tumba con una forma siniestramente humana o con algún descerebrado siervo de los vampiros –“¿Pueden oler ellos también la sangre?” – pensó mientras se quedaba mirando durante unos segundos al que tenía frente a él, a aquel infeliz le habían sacado los ojos, o eso parecía decir la sangrienta venda que cubría los mismos.
Volviendo a esconderse de nuevo siguió arrastrándose, realmente no tenía ningún destino, con alejar a los vampiros de sus compañeros era suficiente, al menos les daría tiempo a pensar un plan con más calma.
Eltrant Tale
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
La situación empeoraba, pero pronto Demian se percató de que quizás no era tan mala idea haber terminado en aquel cementerio. Un poblado donde nadie te abre es al final una trampa llena de posibles callejones sin salida, en cambio allí tenían donde ocultarse, al menos un rato, mientras buscaban alguna manera de salir de ese embrollo.
Pronto llegaron quienes les perseguían y Demian pudo sentir cómo en su espalda corría una gota de sudor frío. ¿Sería efecto del aire que amenazaba con helarle los huesos?. Al menos el frío le mantenía los sentidos alerta y con la carrera que se habían mandado había entrado en calor. Correr descalzo, por otro lado, no tenía muchas ventajas.
Por sugerencia de Ëarwen se habían ocultado tras unos matorrales. Desde esa posición podía apreciar el entorno y trató de pensar en un plan. No sabía con exactitud dónde podían estar las otras puertas del cementerio, si siquiera las había, además de que huir sólo prolongaría la persecución y los cansaría más. No, debía aprovechar el espacio que allí tenían. Estaba en eso cuando notó que Eltrant mostraba una herida en su mano y comenzaba a alejarse de ellos. No estaba muy seguro por qué hacía eso, pero no tenía opción más que aceptarlo y considerar ese detalle para su posible plan.
Eltrant se acercaba peligrosamente a uno de los sirvientes de los vampiros, uno que curiosamente llevaba los ojos vendados y parecía olfatear el aire para orientarse. Eso era malo, no tardaría en pillarles, debía caer. Observó a su alrededor en busca de cualquier objeto que pudiera servirles. El único lugar que se observaba a la vista que podía contener objetos útiles era un rincón donde reposaban una vieja pala y un poco de cuerda, elementos que seguro se usaban para enterrar los féretros. Pensó primero en la pala como un arma, pero era grande y su uso seguro sería ruidoso, además de que no sabía en qué estado se encontraba. Siquiera intentar obtenerla podría alertar a sus enemigos. Miró entonces la cuerda. ¿Qué podía hacer con una cuerda?. Una luz de esperanza se cruzó por su mente.
Siguió observando y notó que a unos 20 metros de ellos se encontraba lo que parecía una casa muy pequeña abandonada. Seguramente había servido de refugio para los guardias de ese cementerio cuando la gente aún se preocupaba de sus muertos. Con algo de suerte podrían encontrar algo que les sirviera en su interior, pero primero debían deshacerse de la amenaza más inmediata. Su plan tomaba forma.
Usando su telekinesia hizo que aquella vieja cuerda volara hacia él de manera silenciosa. Una vez en sus manos pudo comprobarla. De inmediato notó que al menos 2 metros de la cuerda estaban podridos y los pudo cortar de un tirón, pero un extremo, aproximadamente un metro, se había conservado aún firme. Sería suficiente. Hizo un gesto para llamar la atención de Eltrant y luego hizo un ademán de poner la cuerda en su cuello y sacó la lengua, como si estuviera siendo ahorcado, luego hizo que la cuerda levitara hacia su compañero, esperando que hubiera entendido el mensaje.
Aún si Eltrant había entendido el mensaje, era imposible que ejecutara a su enemigo de manera totalmente silenciosa, incluso si lograba cerrarle la respiración y hacer que no gritara habría un poco de forcejeo. Su compañero tenía brazos fuertes y de seguro no le costaría trabajo acabar con esa criatura por sorpresa, pero necesitaba una distracción para que no le pillaran.
¿Qué podía hacer?, una pequeña ilusión no iba a ser suficiente, necesitaba captar su atención de manera tal que se enfocaran en ello y ocuparan sus sentidos temporalmente. ¿Qué tenía a su disposición? apenas un poco de cuerda podrida y lo que llevaba puesto, que ya de por sí no era mucho. Claro, Eltrant le había provisto de una capa, era lo que necesitaba. Hizo una pelota con los trozos de cuerda podridos, amarrando para que no se desarmaran fácilmente, y puso la capa junto a esa bola, de manera que la última pareciera una cabeza en la oscuridad y la capa simulara el resto. De día era imposible que aquello funcionara, pero con la oscuridad reinando había una posibilidad.
Le apuntó la caseta a Ëarwen antes de poner en ejecución su plan, esperando que pudieran moverse allí en la distracción, pero estaba dispuesto a seguirle fuera donde ella fuese, si ella no iba a la caseta permanecería a su lado en todo momento. Esperaba que Eltrant también se moviera con ellos al deshacerse de la amenaza.
Hizo una señal con la cabeza a Eltrant para indicarle que iba era el momento de actuar sobre el enemigo más cercano, al tiempo que hacía usaba su telekinesia para que el improvisado muñeco flotara y fingiera correr entre unos arbustos, lo más lejano que pudo, en dirección opuesta a donde ellos estaban, esperando que los vampiros siguieran esa pista y, con suerte, intentaran matarle para pillar que sólo era un muñeco y ellos pudieran aprovechar esa distracción. Acto seguido se dispuso a moverse con Ëarwen, deseando buena suerte a Eltrant.
Demian
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
Eärwen se quedó más tranquila al ver que sus compañeros se ocultaban entre los arbustos, del mismo modo que había hecho ella. Aquella nueva posición les daría una nueva perspectiva de la situación, y con algo de suerte, un poco de tiempo para pensar qué hacer a continuación. Escrutó con la mirada el lugar, en busca de algo que pudiera servirles, pero el cementerio les ofrecía pocas cosas.
Dirigió la vista al portón, a tiempo de ver como entraban por el sus perseguidores, encabezando una especie de cuadrilla de caza. Los que les seguían se parecían bastante a los esclavos sin voluntad que habían encontrado en la mansión aquella tarde, aunque por suerte no iban tan protegidos. Fue contando conforme entraban, con lo que pudo confirmar que se trataba de siete enemigos, los tres atacantes y cuatro seguidores.
Pensó que sería complicado, aun estando armados lo hubiera sido ya que en cuanto saliesen todos los verían, con lo que sin armas resultaba casi un suicidio enfrentarlos. Observó que el fornido hombre con el que se había enfrentado Eltrant cojeaba, al menos había conseguido herirlo un poco. La vampira que la había atacado a ella parecía impaciente, mientras seguía de cerca al tercer miembro, el que había intentado matar a Demian.
Eltrant les mostró su mano, que había resultado herida al usar un trozo del roto espejo para herir a su agresor. La elfa frunció el ceño levemente, sabiendo que a pesar de ser capaz de curarlo no podía hacerlo, el brillo de sus poderes la delataría. Su compañero optó por alejarse de ellos, quizá por si era cierto que el olfato de aquellas criaturas estaba más desarrollado, para no guiarlos directamente hacia ellos.
Pronto se detuvo cerca de uno de los seguidores, que llevaba los ojos vendados y parecía guiarse por los olores, cosa que no les beneficiaba. El brujo entonces analizó la situación, viendo algo que podría ayudarlos, una cuerda que atrajo hacia sí por medio de la telequinesis. Retiró la parte podrida de la misma y luego hizo gestos a Eltrant, para que la usara contra el esclavo que tenía más cerca. Luego aprovechó el resto de cuerda e hizo una pelota con ella, colocando la capa que le había dado su compañero junto a la misma para simular que se trataba de él.
La de cabellos negros se sorprendió al ver la rapidez con que el chico creaba un plan, le señaló la caseta y ella estudio el camino más directo, esquivando las lápidas para no tropezar. Flexionó las piernas, lista para saltar como un resorte y echar a correr en la dirección que el niño le había indicado, mientras él hacía una seña a Eltrant para que aprovechase del mismo modo la distracción para librarse del seguidor.
Demian comenzó a mover el muñeco con sus poderes, de modo que pareciese que corría entre los arbustos, en la dirección opuesta a donde se encontraban ellos. - ¡Ahí va uno! ¡Que no escape! - gritó el líder, con lo que toda la cuadrilla se lanzó a perseguir el señuelo. Eärwen esperó el momento en que todos avanzaran lo suficiente para que no los vieran salir, saltó fuera de la protección de la espesura y echó a correr hacia la caseta tan rápido como le permitieron las piernas.
El truco del brujo había funcionado estupendamente, les dio el tiempo que necesitaban para llegar a la caseta y meterse en su interior. Una vez allí, la elfa avanzó con cuidado, agradeciendo que la luz de la luna se colase por una pequeña ventana e iluminase el lugar. Como era de esperar, la caseta también estaba abandonada desde hacía mucho, pero había algunas cosas que podrían resultarles útiles.
Una vieja capa oscura, un par de rollos de cuerda y algunos cuchillos de aspecto oxidado pero afilados, de tamaño considerable. Probablemente el enterrador los usara tiempo atrás para espantar a profanadores de tumbas, ahora servirían al grupo para defenderse. - Revisa esa zona de ahí, yo veré si encuentro algo más que nos pueda servir por aquí. - dijo en un susurro, mientras tomaba uno de los cuchillos y tendía otro a Demian.
También se guardaría otro para dárselo a Eltrant en cuanto tuviese ocasión, se acercó a la puerta y miró por una de las pequeñas rendijas, para ver si su compañero había conseguido acabar con el esclavo.
Dirigió la vista al portón, a tiempo de ver como entraban por el sus perseguidores, encabezando una especie de cuadrilla de caza. Los que les seguían se parecían bastante a los esclavos sin voluntad que habían encontrado en la mansión aquella tarde, aunque por suerte no iban tan protegidos. Fue contando conforme entraban, con lo que pudo confirmar que se trataba de siete enemigos, los tres atacantes y cuatro seguidores.
Pensó que sería complicado, aun estando armados lo hubiera sido ya que en cuanto saliesen todos los verían, con lo que sin armas resultaba casi un suicidio enfrentarlos. Observó que el fornido hombre con el que se había enfrentado Eltrant cojeaba, al menos había conseguido herirlo un poco. La vampira que la había atacado a ella parecía impaciente, mientras seguía de cerca al tercer miembro, el que había intentado matar a Demian.
Eltrant les mostró su mano, que había resultado herida al usar un trozo del roto espejo para herir a su agresor. La elfa frunció el ceño levemente, sabiendo que a pesar de ser capaz de curarlo no podía hacerlo, el brillo de sus poderes la delataría. Su compañero optó por alejarse de ellos, quizá por si era cierto que el olfato de aquellas criaturas estaba más desarrollado, para no guiarlos directamente hacia ellos.
Pronto se detuvo cerca de uno de los seguidores, que llevaba los ojos vendados y parecía guiarse por los olores, cosa que no les beneficiaba. El brujo entonces analizó la situación, viendo algo que podría ayudarlos, una cuerda que atrajo hacia sí por medio de la telequinesis. Retiró la parte podrida de la misma y luego hizo gestos a Eltrant, para que la usara contra el esclavo que tenía más cerca. Luego aprovechó el resto de cuerda e hizo una pelota con ella, colocando la capa que le había dado su compañero junto a la misma para simular que se trataba de él.
La de cabellos negros se sorprendió al ver la rapidez con que el chico creaba un plan, le señaló la caseta y ella estudio el camino más directo, esquivando las lápidas para no tropezar. Flexionó las piernas, lista para saltar como un resorte y echar a correr en la dirección que el niño le había indicado, mientras él hacía una seña a Eltrant para que aprovechase del mismo modo la distracción para librarse del seguidor.
Demian comenzó a mover el muñeco con sus poderes, de modo que pareciese que corría entre los arbustos, en la dirección opuesta a donde se encontraban ellos. - ¡Ahí va uno! ¡Que no escape! - gritó el líder, con lo que toda la cuadrilla se lanzó a perseguir el señuelo. Eärwen esperó el momento en que todos avanzaran lo suficiente para que no los vieran salir, saltó fuera de la protección de la espesura y echó a correr hacia la caseta tan rápido como le permitieron las piernas.
El truco del brujo había funcionado estupendamente, les dio el tiempo que necesitaban para llegar a la caseta y meterse en su interior. Una vez allí, la elfa avanzó con cuidado, agradeciendo que la luz de la luna se colase por una pequeña ventana e iluminase el lugar. Como era de esperar, la caseta también estaba abandonada desde hacía mucho, pero había algunas cosas que podrían resultarles útiles.
Una vieja capa oscura, un par de rollos de cuerda y algunos cuchillos de aspecto oxidado pero afilados, de tamaño considerable. Probablemente el enterrador los usara tiempo atrás para espantar a profanadores de tumbas, ahora servirían al grupo para defenderse. - Revisa esa zona de ahí, yo veré si encuentro algo más que nos pueda servir por aquí. - dijo en un susurro, mientras tomaba uno de los cuchillos y tendía otro a Demian.
También se guardaría otro para dárselo a Eltrant en cuanto tuviese ocasión, se acercó a la puerta y miró por una de las pequeñas rendijas, para ver si su compañero había conseguido acabar con el esclavo.
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
No podía verle, estaba seguro de ello, sin embargo la mano le seguía sangrando y de algún modo aquel ser parecía notarlo, aunque no estuviese seguro de que había alguien entre los arbustos algo le había guiado hasta ahí.
Demian entonces captó su atención y señalando al individuo que tenía delante insinuó que lo estrangulase – “¿Pero cómo?” – quiso preguntar el mercenario que se agachó un poco más para evitar ser visto, respondiendo a su pregunta un trozo de cuerda le llegó flotando silenciosamente por el aire desde donde estaban Eärwen y Demian, entendiendo lo que quería decir agarró ambos extremos de la cuerda y la tensó probando su resistencia, serviría.
Una vez con el objeto en la mano se preparó para saltar sobre su rival y estrangularle, tenía el tiempo suficiente para pensar cómo hacerlo, aquel siervo estaba plantado ahí sin moverse, guardando la entrada o esa posición probablemente, sin embargo hacerlo de forma sigilosa iba a ser muy difícil.
Miró de nuevo a Demian con la esperanza de que el chico hubiese pensado ya en ese problema, mientras esperaba vio como con los restos de su capa había improvisaba una especie de muñeco, se encogió de hombros, si todos tenían la misma capacidad de detección que el tipo que tenía enfrente un señuelo como aquel podría funcionar.
Con la cabeza el chico le indicó que atacase, para justo después lanzar aquel monigote en dirección contraria a la que estaba, en cuanto las voces de los vampiros le indicaron que habían captado el señuelo, se movió lo más rápidamente que pudo sin hacer ruido y en menos de segundo deslizó la soga sobre la cabeza de aquel esclavo hasta colocarla a la altura de su cuello para después, antes de que este se percatase de que algo sucedía, tirar con fuerza hacia sí.
No había planeado que aquel ser tuviese también una fuerza fuera de lo común, opuso una feroz resistencia, se llevó las manos al cuello y pareció querer gritar algo mientras se movía frenéticamente, pero solo emitía leves sonidos guturales apagados por la cuerda. Eltrant se giró sobre sí mismo y cargó aquel tipo sobre su espalda, aquello le impidió que se moviese demasiado mientras poco a poco se iba quedando sin aire.
Pocos segundos después lo que cargaba sobre si era un cuerpo inerte, lo dejó caer junto a los arbustos, escondiéndolo. Después de revisar sus pertenencias le robo la hachuela que, como a los demás lacayos, le habían proporcionado sus maestros. –“¿Por qué le darían un arma a un tipo que no es capaz de ver?” – Se preguntó a la vez que se ponía el hacha al cinto y guardaba el cuchillo de nuevo en su bota.
Se aseguró de que el cadáver estaba bien escondido y miró a su alrededor, sus compañeros se habían desaparecido, una caseta medio derruida no estaba muy lejos de él; probablemente se habían refugiado allí. La luna había vuelto a salir de nuevo e iluminó por unos instantes el cementerio proporcionándole mejor visión de lo que estaba sucediendo, habían detectado que aquello no era más que una treta.
No le quedó más remedio que dirigirse hacia la caseta, la sangre de su mano podría atraer hasta allí a los vampiros, pero los arbustos de esa zona del cementerio ya no eran seguros, dos de los sirvientes de los vampiros estaban volviendo para inspeccionar la zona.
Arrastrándose hacia la caseta consiguió esquivar a aquellos seres, aunque en algún momento estuvieron a punto de verle, la oscuridad de la noche parecía ser tanto su aliada como su enemiga. Cuidosamente abrió la puerta de aquel refugio, tratando que el crujido de la desvencijada entrada fuese lo más inaudible posible, comprobó un vez dentro aliviado que tanto Eärwen como Demian estaban ya dentro.
Demian entonces captó su atención y señalando al individuo que tenía delante insinuó que lo estrangulase – “¿Pero cómo?” – quiso preguntar el mercenario que se agachó un poco más para evitar ser visto, respondiendo a su pregunta un trozo de cuerda le llegó flotando silenciosamente por el aire desde donde estaban Eärwen y Demian, entendiendo lo que quería decir agarró ambos extremos de la cuerda y la tensó probando su resistencia, serviría.
Una vez con el objeto en la mano se preparó para saltar sobre su rival y estrangularle, tenía el tiempo suficiente para pensar cómo hacerlo, aquel siervo estaba plantado ahí sin moverse, guardando la entrada o esa posición probablemente, sin embargo hacerlo de forma sigilosa iba a ser muy difícil.
Miró de nuevo a Demian con la esperanza de que el chico hubiese pensado ya en ese problema, mientras esperaba vio como con los restos de su capa había improvisaba una especie de muñeco, se encogió de hombros, si todos tenían la misma capacidad de detección que el tipo que tenía enfrente un señuelo como aquel podría funcionar.
Con la cabeza el chico le indicó que atacase, para justo después lanzar aquel monigote en dirección contraria a la que estaba, en cuanto las voces de los vampiros le indicaron que habían captado el señuelo, se movió lo más rápidamente que pudo sin hacer ruido y en menos de segundo deslizó la soga sobre la cabeza de aquel esclavo hasta colocarla a la altura de su cuello para después, antes de que este se percatase de que algo sucedía, tirar con fuerza hacia sí.
No había planeado que aquel ser tuviese también una fuerza fuera de lo común, opuso una feroz resistencia, se llevó las manos al cuello y pareció querer gritar algo mientras se movía frenéticamente, pero solo emitía leves sonidos guturales apagados por la cuerda. Eltrant se giró sobre sí mismo y cargó aquel tipo sobre su espalda, aquello le impidió que se moviese demasiado mientras poco a poco se iba quedando sin aire.
Pocos segundos después lo que cargaba sobre si era un cuerpo inerte, lo dejó caer junto a los arbustos, escondiéndolo. Después de revisar sus pertenencias le robo la hachuela que, como a los demás lacayos, le habían proporcionado sus maestros. –“¿Por qué le darían un arma a un tipo que no es capaz de ver?” – Se preguntó a la vez que se ponía el hacha al cinto y guardaba el cuchillo de nuevo en su bota.
Se aseguró de que el cadáver estaba bien escondido y miró a su alrededor, sus compañeros se habían desaparecido, una caseta medio derruida no estaba muy lejos de él; probablemente se habían refugiado allí. La luna había vuelto a salir de nuevo e iluminó por unos instantes el cementerio proporcionándole mejor visión de lo que estaba sucediendo, habían detectado que aquello no era más que una treta.
No le quedó más remedio que dirigirse hacia la caseta, la sangre de su mano podría atraer hasta allí a los vampiros, pero los arbustos de esa zona del cementerio ya no eran seguros, dos de los sirvientes de los vampiros estaban volviendo para inspeccionar la zona.
Arrastrándose hacia la caseta consiguió esquivar a aquellos seres, aunque en algún momento estuvieron a punto de verle, la oscuridad de la noche parecía ser tanto su aliada como su enemiga. Cuidosamente abrió la puerta de aquel refugio, tratando que el crujido de la desvencijada entrada fuese lo más inaudible posible, comprobó un vez dentro aliviado que tanto Eärwen como Demian estaban ya dentro.
Última edición por Eltrant Tale el Miér Feb 25 2015, 18:43, editado 1 vez
Eltrant Tale
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
Estaban ya dentro de la caseta, pero eso no significaba que estuvieran seguros y Demian lo sabía bien. Sabía que sus compañeros confiaban en su capacidad de planificar bajo presión, pero la situación se hacía cada vez más compleja y aquello sólo les había comprado algo de tiempo. Sabía que si llegaba el amanecer estarían libres, pero apenas habían pasado unos 30 minutos desde que fueran atacados en la taberna y no sabía qué hora era en ese momento. Las nubes hacían aún más dificultoso tener una idea de cuánto le quedaba a la noche, pero estimó que al menos sería más de medianoche. No, iba a ser muy difícil extender su escondite hasta el amanecer.
Mientras pensaba cogió uno de los cuchillos y lo observó, estaba oxidado y no era una daga diseñada para matar, difícilmente con eso lograría atravesar las entrañas de alguien con su escasa fuerza, pero era mejor que nada y podía proveer algo de intimidación llegado el momento de una lucha. Tomó luego la vieja capa y juntó otro poco de cuerda, confeccionando un nuevo muñeco, lo más parecido al anterior, sólo que esta vez con una capa más grande.
-Ellos ya conocen este truco -dijo en apenas un susurro- no irán en la dirección del muñeco esta vez… podemos usar eso a nuestro favor.
Aún tenían unos minutos antes que los encontraran y el chico rogaba en su interior porque esa espera se alargase lo más posible. Luego se inclinó hasta hablar casi en el oído de Ëarwen.
-Tú eres la más precisa del grupo, necesito que cuando el muñeco salga por la puerta arrojes objetos hacia esa ventana y hagas parecer que escapamos por ese lado, mientras más parezcan pasos, mejor -Mostró luego su muñeco, que lucía muy similar al anterior.
-Nos ocultaremos detrás del muñeco, la capa es grande y la noche oscura, seguramente pensarán que nuevamente lo usamos de señuelo y lo dejarán en paz, usaremos ese momento para llegar tras esa cripta.
Apuntó por la entrada a una vieja cripta que lucía en el cementerio, seguramente donde estaban enterrados los miembros de lo que alguna vez pudo haber sido una familia rica de ese lugar, pero ahora lucía olvidada y mohosa.
-Con algo de suerte ganaremos algunos minutos mientras vuelven a orientarse y quizás logramos acercarnos a la entrada.
Tomó entonces la tapa de una vieja olla que aún quedaba en ese lugar, vieja y manchada, oxidada en su parte inferior por el descuido. Le pasó tal objeto a Eltrant.
-No es exactamente un escudo, pero si tenemos que luchar eres el único capaz de hacer de primera línea -para hacer aún más obvia la situación hizo una señal sobre su cuerpo, que evidentemente no tenía la complexión o el tamaño para un enfrentamiento directo con un vampiro, pues no medía más de un metro con cuarenta centímetros. La elfa era ágil, pero probablemente no tenía la resistencia de aquel sujeto, de aspecto más duro y tosco.
Ya dispuesto su plan, se sentó en el suelo en la posición de la flor de loto y comenzó a meditar. Podía parecer extraño ponerse a hacer eso en la situación en que se encontraban, pero en realidad eso le permitía despejar su mente y dejar espacio sólo a sus 5 sentidos, alejar el nerviosismo, el miedo, el frío o la molestia de las pequeñas espinas que se habían clavado en la planta de sus pies tras tanto caminar descalzo. En ese momento todo dejó de existir en su mente, no había nada más en el mundo que un infinito vacío y los ruidos de sus cazadores, que de a poco se iban acercando. Cuando estimó que los ruidos eran ya muchos y pronto se acercarían demasiado a la caseta para que el engaño sirviera, miró a Ëarwen.
-A tu señal muevo el muñeco, todos en posición -susurró.
Se puso de pie junto a la puerta y el muñeco comenzó a flotar, dejando que la capa se extendiera amplia y hasta el piso. No dudaría en poner en marcha el muñeco y caminar tras él de manera sigilosa cuando la elfa estuviera lista.
Demian
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
La elfa se asomó a tiempo de ver como su compañero se valía de la cuerda para acabar con la vida del esclavo que tenía a su lado, para luego esconder su cadáver entre los densos matorrales en los que se habían escondido en primer momento. - Uno menos.- musitó, mientras veía como Eltrant se dirigía hacia la caseta donde se encontraban, esquivando al resto de perseguidores, que ya se habían dado cuenta del truco del muñeco.
En cuanto el de cabellos castaños cruzó la puerta, Eärwen se dispuso a entregarle uno de los cuchillos que había encontrado, pero al ver que él ya se había hecho con un hacha decidió guardarlo. Echó un vistazo a la rota manga de su túnica y la desgarró ligeramente, obteniendo con ello una tira de tela que podría usar para vendar la mano del herido, cosa que hizo de inmediato. - No puedo hacer nada más por ahora, pero al menos el olor de la sangre no les llegará tanto. - dijo en un susurro, antes de centrar su atención en lo que estaba haciendo el pequeño brujo.
Demian confeccionaba un nuevo muñeco con lo que tenía a mano, pero sabía que no volverían a caer en la misma trampa así que les explicó un plan bien distinto. Esta vez el destino sería una antigua cripta, que probablemente habría pertenecido en su tiempo a una familia rica. No había mucho donde elegir, así que asintió con la cabeza y revisó los alrededores en busca de cosa que pudiese usar como proyectiles.
Debía buscar objetos que no fuesen demasiado pesados ni aparatosos, así que ignoró las herramientas y centró su atención en un montoncito de cantos rodados que se encontraban en una esquina. En ocasiones se utilizaban para marcar los límites de las tumbas, así que no se extrañó de su presencia sino al contrario, la agradeció. Tomó aquellos que tenían el tamaño justo para encajar en la palma de su mano, comprobando que el peso fuera el adecuado para simular el sonido de unos pasos.
Cuando tuvo suficientes se giró hacia sus compañeros y se quedó tan cerca de ellos como fuese posible, pero sin que le afectase el ángulo de tiro. La ventana era muy parecida a la de la taberna, pero al estar el lugar abandonado parecía frágil, cedería al primer impacto. Sujetó con fuerza el primer proyectil, que iría directo a la parte alta del cristal, intentando con esto que la ventana quedase despejada lo más pronto posible para que resultase creíble que habían escapado por allí.
Respiró profundamente y se concentró, no podía permitirse fallar en un momento como aquel. - Ahora. - susurró, al tiempo que tomaba impulso para lanzar el canto contra la ventana. Cuando el muñeco atravesó la puerta llegó su momento, arrojó el proyectil contra su objetivo. El cristal se hizo añicos con un sonoro ruido, que no pasaría desapercibido ante ninguno de sus perseguidores.
La de ojos azules siguió tirando el resto de cantos, que atravesaron el marco de la ventana y cayeron al exterior, haciendo un ruido que podría ser tomado como pasos. En cuanto comprobó que el nuevo truco funcionaba, se dio la vuelta y corrió hacia el muñeco, al que habría alcanzado de no ser por el esclavo que le salió repentinamente al paso.
El individuo se parecía bastante al que Eltrant había asfixiado, pero en vez de faltarle los ojos este no tenía lengua, con lo que al menos no podía hacer demasiado ruido. No quiso siquiera pensar en las horribles torturas a las que lo habían sometido para que terminase sin voluntad, sacó el cuchillo que había guardado en el interior de su túnica y esquivó con agilidad el tajo que el seguidor intentaba darle con su hacha.
Se posicionó a un lateral del mismo, donde hundió el oxidado filo del arma tanto como le fue posible, para sacarlo de inmediato y cortarle la garganta antes de que emitiese algún ruido que pudiese delatarlos. El esclavo se desplomó lentamente sobre el suelo, para tras unos instantes de agonía, yacer inerte entre las tumbas. - Quedan cinco. - pensó para sí la elfa, echando a correr nuevamente hacia la cripta que Demian había señalado. La ligereza de su cuerpo unida a su destreza le permitieron hacerlo de modo sigiloso, con lo que pronto se encontró nuevamente al lado de sus compañeros.
En cuanto el de cabellos castaños cruzó la puerta, Eärwen se dispuso a entregarle uno de los cuchillos que había encontrado, pero al ver que él ya se había hecho con un hacha decidió guardarlo. Echó un vistazo a la rota manga de su túnica y la desgarró ligeramente, obteniendo con ello una tira de tela que podría usar para vendar la mano del herido, cosa que hizo de inmediato. - No puedo hacer nada más por ahora, pero al menos el olor de la sangre no les llegará tanto. - dijo en un susurro, antes de centrar su atención en lo que estaba haciendo el pequeño brujo.
Demian confeccionaba un nuevo muñeco con lo que tenía a mano, pero sabía que no volverían a caer en la misma trampa así que les explicó un plan bien distinto. Esta vez el destino sería una antigua cripta, que probablemente habría pertenecido en su tiempo a una familia rica. No había mucho donde elegir, así que asintió con la cabeza y revisó los alrededores en busca de cosa que pudiese usar como proyectiles.
Debía buscar objetos que no fuesen demasiado pesados ni aparatosos, así que ignoró las herramientas y centró su atención en un montoncito de cantos rodados que se encontraban en una esquina. En ocasiones se utilizaban para marcar los límites de las tumbas, así que no se extrañó de su presencia sino al contrario, la agradeció. Tomó aquellos que tenían el tamaño justo para encajar en la palma de su mano, comprobando que el peso fuera el adecuado para simular el sonido de unos pasos.
Cuando tuvo suficientes se giró hacia sus compañeros y se quedó tan cerca de ellos como fuese posible, pero sin que le afectase el ángulo de tiro. La ventana era muy parecida a la de la taberna, pero al estar el lugar abandonado parecía frágil, cedería al primer impacto. Sujetó con fuerza el primer proyectil, que iría directo a la parte alta del cristal, intentando con esto que la ventana quedase despejada lo más pronto posible para que resultase creíble que habían escapado por allí.
Respiró profundamente y se concentró, no podía permitirse fallar en un momento como aquel. - Ahora. - susurró, al tiempo que tomaba impulso para lanzar el canto contra la ventana. Cuando el muñeco atravesó la puerta llegó su momento, arrojó el proyectil contra su objetivo. El cristal se hizo añicos con un sonoro ruido, que no pasaría desapercibido ante ninguno de sus perseguidores.
La de ojos azules siguió tirando el resto de cantos, que atravesaron el marco de la ventana y cayeron al exterior, haciendo un ruido que podría ser tomado como pasos. En cuanto comprobó que el nuevo truco funcionaba, se dio la vuelta y corrió hacia el muñeco, al que habría alcanzado de no ser por el esclavo que le salió repentinamente al paso.
El individuo se parecía bastante al que Eltrant había asfixiado, pero en vez de faltarle los ojos este no tenía lengua, con lo que al menos no podía hacer demasiado ruido. No quiso siquiera pensar en las horribles torturas a las que lo habían sometido para que terminase sin voluntad, sacó el cuchillo que había guardado en el interior de su túnica y esquivó con agilidad el tajo que el seguidor intentaba darle con su hacha.
Se posicionó a un lateral del mismo, donde hundió el oxidado filo del arma tanto como le fue posible, para sacarlo de inmediato y cortarle la garganta antes de que emitiese algún ruido que pudiese delatarlos. El esclavo se desplomó lentamente sobre el suelo, para tras unos instantes de agonía, yacer inerte entre las tumbas. - Quedan cinco. - pensó para sí la elfa, echando a correr nuevamente hacia la cripta que Demian había señalado. La ligereza de su cuerpo unida a su destreza le permitieron hacerlo de modo sigiloso, con lo que pronto se encontró nuevamente al lado de sus compañeros.
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
-“Gracias…” – susurró tímidamente a la elfa cuando le vendó la mano, parecía que había comprendido por qué se había tratado de alejar de ellos, una vez acabó miró su mano vendada con un poco de optimismo, un problema menos del que preocuparse.
Demian les comunicó entonces su plan, pretendía llegar a la cripta del cementerio y aunque no lo dijo, Eltrant entendió que la finalidad del mismo era ocultarse allí hasta el amanecer. Debían usar una distracción de nuevo, el muchacho había fabricado otro muñeco con un poco de la cuerda sobrante y una capa mugrienta que había encontrado en la caseta pero los vampiros ya conocían ese tipo de tretas, por lo que Demian giró el sentido de la misma, ellos irían con la distracción.
Eltrant miró por la ventana, el mausoleo al que se iban a dirigir era enorme, la tumba de alguna persona adinerada de la ciudad; pero eso había sido en algún punto lejano en el tiempo, ahora como el resto del cementerio estaba siendo devorado por el liquen y el moho.
Tras relatar el plan le entregó a Eltrant una vieja tapa de lo que parecía ser una olla que pretendía ser un escudo, una vez más él iba a ser la punta de la lanza. Eltrant miró el objeto confuso y después asintió a Demian. –“Un escudo y un hacha…” – Aquellos utensilios se le hacían extraños, miró por la ventana de nuevo para ver como esos seres sin voluntad seguían buscándolos sin descanso, si tuviese su espada de su parte podría plantarles cara.
Le entregó de nuevo a Demian el trozo de cuerda que había usado para estrangular al súbdito ciego – “Te va a ser más útil a ti que a mí” – el muchacho podía idear mil maneras de usar esa cuerda, por lo que estaba en buenas manos.
Tras esto solo quedaba esperar a que Eärwen decidiese avanzar, la elfa que se había hecho con varias piedras y se posicionó para proporcionar el ruido necesario para la distracción, tanto el como Demian se habían preparado para empezar a correr en cuanto ella lo dijese.
-“Ahora” – dijo simplemente, Demian lanzó el muñeco el cual comenzó a flotar a través de la oscuridad chocándose contra la mayoría de los arbustos que tenía por delante, entonces Eärwen lanzó varias piedras con una precisión digna de elogio que rompió los cristales de la parte posterior de la caseta para que el sonido resultante se pudiese oír en todo el cementerio y, de paso, que pareciese que habían huido esa ventana.
En el momento en el cual la primera piedra destrozó el cristal Eltrant comenzó a correr en dirección a la cripta tras el maniquí, todo apuntaba a que el plan había funcionado, no había ni rastro de los vampiros por allí, todos debían haber ido a comprobar el ruido de la ventana.
El sonido de un cuerpo al caer sobre la hierba le hizo darse vuelta, el cuerpo inerte de uno de los lacayos de los vampiros yacía junto a Eärwen quien se acercaba lo más rápido que podía sin hacer ruido, quizás aquel no era lo suficiente listo como para interpretar que aquello podía ser otra distracción y se había encaminado tras el pelele.
Mirando a su alrededor nervioso se paró durante unos instantes por si venia alguno más- “¿Estas bien?” – preguntó a Eärwen en apenas un susurro, no parecía estar herida, pero no podía evitar empezar a preocuparse por el bienestar de aquellos dos trotamundos.
Moviéndose cuidadosamente y comprobando hasta el último centímetro de terreno por el que pasaban llegaron hasta la cripta, por suerte no encontraron a ninguno más de aquellos seres por el camino, sin embargo una pesada puerta de metal se interponía entre ellos y el interior del sepulcro. Eltrant estudió durante varios segundos aquel enorme portón, las bisagras oxidadas parecían llevar años sin moverse ni un ápice, después de unos segundos se giró hacia sus compañeros – “No creo que podamos abrir esto sin hacer ruido” - susurró
A su alrededor seguían estando solos, tenían el tiempo suficiente como para pensar en cómo entrar, pero si optaban por la fuerza bruta la puerta rechinaría lo suficiente como para captar la atención de sus perseguidores.
Demian les comunicó entonces su plan, pretendía llegar a la cripta del cementerio y aunque no lo dijo, Eltrant entendió que la finalidad del mismo era ocultarse allí hasta el amanecer. Debían usar una distracción de nuevo, el muchacho había fabricado otro muñeco con un poco de la cuerda sobrante y una capa mugrienta que había encontrado en la caseta pero los vampiros ya conocían ese tipo de tretas, por lo que Demian giró el sentido de la misma, ellos irían con la distracción.
Eltrant miró por la ventana, el mausoleo al que se iban a dirigir era enorme, la tumba de alguna persona adinerada de la ciudad; pero eso había sido en algún punto lejano en el tiempo, ahora como el resto del cementerio estaba siendo devorado por el liquen y el moho.
Tras relatar el plan le entregó a Eltrant una vieja tapa de lo que parecía ser una olla que pretendía ser un escudo, una vez más él iba a ser la punta de la lanza. Eltrant miró el objeto confuso y después asintió a Demian. –“Un escudo y un hacha…” – Aquellos utensilios se le hacían extraños, miró por la ventana de nuevo para ver como esos seres sin voluntad seguían buscándolos sin descanso, si tuviese su espada de su parte podría plantarles cara.
Le entregó de nuevo a Demian el trozo de cuerda que había usado para estrangular al súbdito ciego – “Te va a ser más útil a ti que a mí” – el muchacho podía idear mil maneras de usar esa cuerda, por lo que estaba en buenas manos.
Tras esto solo quedaba esperar a que Eärwen decidiese avanzar, la elfa que se había hecho con varias piedras y se posicionó para proporcionar el ruido necesario para la distracción, tanto el como Demian se habían preparado para empezar a correr en cuanto ella lo dijese.
-“Ahora” – dijo simplemente, Demian lanzó el muñeco el cual comenzó a flotar a través de la oscuridad chocándose contra la mayoría de los arbustos que tenía por delante, entonces Eärwen lanzó varias piedras con una precisión digna de elogio que rompió los cristales de la parte posterior de la caseta para que el sonido resultante se pudiese oír en todo el cementerio y, de paso, que pareciese que habían huido esa ventana.
En el momento en el cual la primera piedra destrozó el cristal Eltrant comenzó a correr en dirección a la cripta tras el maniquí, todo apuntaba a que el plan había funcionado, no había ni rastro de los vampiros por allí, todos debían haber ido a comprobar el ruido de la ventana.
El sonido de un cuerpo al caer sobre la hierba le hizo darse vuelta, el cuerpo inerte de uno de los lacayos de los vampiros yacía junto a Eärwen quien se acercaba lo más rápido que podía sin hacer ruido, quizás aquel no era lo suficiente listo como para interpretar que aquello podía ser otra distracción y se había encaminado tras el pelele.
Mirando a su alrededor nervioso se paró durante unos instantes por si venia alguno más- “¿Estas bien?” – preguntó a Eärwen en apenas un susurro, no parecía estar herida, pero no podía evitar empezar a preocuparse por el bienestar de aquellos dos trotamundos.
Moviéndose cuidadosamente y comprobando hasta el último centímetro de terreno por el que pasaban llegaron hasta la cripta, por suerte no encontraron a ninguno más de aquellos seres por el camino, sin embargo una pesada puerta de metal se interponía entre ellos y el interior del sepulcro. Eltrant estudió durante varios segundos aquel enorme portón, las bisagras oxidadas parecían llevar años sin moverse ni un ápice, después de unos segundos se giró hacia sus compañeros – “No creo que podamos abrir esto sin hacer ruido” - susurró
A su alrededor seguían estando solos, tenían el tiempo suficiente como para pensar en cómo entrar, pero si optaban por la fuerza bruta la puerta rechinaría lo suficiente como para captar la atención de sus perseguidores.
Eltrant Tale
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
El chico amarró la cuerda a su cintura cuando la recibió de Eltrant. De momento no tenía planes para ella, pero no estaba de más tenerla, ya se le ocurriría algo en qué usarla. El hecho de contar con una seguridad adicional para que no se cayeran sus pantalones era un plus bienvenido.
Una vez llegaron junto a la cripta Demian se agazapó y miró para todos lados atento por si les habían seguido. Notó entonces que la oscuridad se hacía más pesada y miró al cielo. La luna había desaparecido en el horizonte. Recordó entonces como en los entrenamientos y clases de asesinato la coordinación era muy importante y, por ello, les habían enseñado maneras de calcular la hora en base a la naturaleza. Se revolvió su propio cabello tratando de recordar el método exacto de cálculo de la hora en base a la luna, pero era muy complejo e involucraba las fases lunares y la fecha del año… pero algo básico recordaba.
-No lo se con exactitud -susurró- , pero por la luna calculo que no quedan más de 3 horas para el amanecer.
Eltrant comentó sobre el ruido que harían para abrir la cripta, pero Demian negó con la cabeza.
-No esperaba bajar y encerrarnos, sólo quería que nos ocultáramos detrás de ella, bajar sería enterrarnos vi….
No terminó su frase, pues en ese momento una idea cruzaba su cabeza. Parecía una locura, pero era lo único que alcanzaba a pensar en ese momento, tras tanto rato jugando ese peligroso ajedrez con los vampiros.
-Díganme si es una locura -explicó en susurros- y si alguien tiene una idea mejor, bienvenido, pero sugiero una última treta… pero es extremadamente arriesgado… si funciona nos debería ganar algo de tiempo… y quizás algo más.
Apuntó la entrada de la cripta, tocando el portón para asegurarse que era posible abrirlo.
-Voy a hacer el truco del muñeco una vez más, mientras ustedes abren la cripta -tragó saliva, nervioso- l..l…los vampiros probablemente se dividirán, ya saben que usamos trucos, algunos irán por el muñeco, otros entrarán a la cripta… -hizo una pausa para asegurarse que sus susurros no hubieran atraído la atención de nadie, luego continuó- mientras controlo el muñeco necesito que abran t…t…tres tumbas de esas que van en las paredes, no debería ser difícil con lo viejo y descuidado del lugar, cada uno entrará en una y dejarán una para mí. Esperaremos allí hasta que escuchemos algo sospechoso… si tenemos suerte tardarán un buen rato en pillarnos… cuando nos descubran algunos estarán buscándonos en otro lado, así que serán pocos a derrotar.
Demian esperaba que si la confusión resultaba se dividirían en grupos para buscarlos, dejando un grupo a revisar la cripta. Si tenían algo de suerte podrían tener ventaja numérica al enfrentar a los enemigos, pero si la suerte no estaba de su lado podían encerrarse en desventaja. No se le ocurría nada mejor en ese momento. La idea de acostarse dentro de una tumba con un posible esqueleto no resultaba atrayente, pero era su única opción de escondite.
-Sonará raro, pero no saquen a los esqueletos de las tumbas… sería sospechoso que estuvieran fuera de sus féretros, sólo métanse allí.
En ese momento uno de los vampiros apuntó en su dirección llamando a los otros, al parecer alertado por los susurros. No tenían más tiempo, pero al menos la oscuridad era tan profunda que tenían posibilidad de éxito.
-Si alguien quiere hacer algo distinto, es ahora o nunca, si confían en mi plan, abran ese portón -dijo usando su telekinesia sobre el muñeco y preparándose para crear una nueva confusión. En su corazón comenzaba a dudar de sí mismo y ponerse nervioso, la vida de él y sus compañeros parecía puesta en el éxito de sus planes y un sólo error podía acabar con todo. Él era apenas un niño. Sus piernas temblaron, pero se obligó a permanecer firme.
Si ellos seguían su plan, procuraría que el muñeco hiciera el mayor ruido posible y los seguiría a la cripta, usando su magia para crear una muy pequeña luz que les hiciera posible ver la ubicación de las tumbas, pero muy tenue para que no los delatara con los vampiros.
Demian
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
Al escuchar la pregunta de Eltrant, que había reparado en el esclavo al que acababa de abatir, la elfa se limitó a asentir con la cabeza. Echó un vistazo a la puerta de la cripta y luego a los alrededores, para asegurarse de que aún tuviesen algo de tiempo antes de que la cuadrilla volviese para buscarlos. Al menos podían sacar algo positivo del pequeño encontronazo que había tenido Eärwen, ya solo quedaban los tres que habían intentado matarlos en la taberna y dos seguidores.
Estos últimos serían fáciles de eliminar, con lo que la preocupación principal era ocuparse de los líderes. En esa pelea tendrían que buscar algún tipo de ventaja, ya que se enfrentaban a tres individuos muy similares a ellos en habilidades, cosa que lo hacía más difícil. Demian fue capaz de calcular de forma aproximada las horas que quedaban para el amanecer, con lo que solo debían mantenerse ocultos hasta entonces para estar a salvo.
La oxidada puerta de la cripta llevaba demasiado tiempo sin moverse, con lo que tal como decía Eltrant, haría ruido cuando la abriesen. En principio la idea del brujo no había contado con que se metiesen dentro de aquel sombrío lugar, pero pronto un nuevo plan fue tomando forma en su cabeza. Una última treta, cuyo objetivo sería dividir a sus perseguidores para que tomasen dos direcciones diferentes, y con suerte los que decidiesen entrar en la cripta serían pocos.
Si todo salía bien el grupo tendría oportunidad de encarar a los que entrasen tras ellos, reduciendo aún más el grupo y logrando con esto que sus oportunidades de salir de aquella ilesos aumentasen. También podrían arrebatarles las armas, que seguro serían mejores que las que llevaban en aquel momento. Eärwen se posicionó cerca de las bisagras de la puerta, lista para tirar de la puerta en cuanto estuviesen preparados.
La idea de meterse en una tumba no le agradaba, pero aquella era la única escapatoria que tenían, así que haría de tripas corazón. - Tu plan es la mejor opción que tenemos. - susurró, para acto seguido lanzar una mirada a Eltrant y hacerle un gesto, indicándole que comenzara a tirar del portón. La fuerza no era su característica más notable, cosa general en los miembros de su raza, pero haría todo lo posible por ayudar.
En el momento en que la puerta comenzó a ceder, provocando un chirriante sonido, el muñeco flotó e inició su tarea de distracción, haciendo todo el ruido posible para que se centrasen en él. La de cabellos negros empujó el portón tanto como pudo, luego se coló en el interior y avanzó con cuidado, ya que no se veía demasiado. Por suerte Demian los siguió de cerca, creando una tenue luz que los ayudaría a no tropezar con nada.
Pronto encontraron las tumbas, que tras el paso de los años no opondrían demasiada resistencia para abrirse. La cripta contenía seis o siete, al parecer toda una familia había terminado allí. La elfa se acercó a una de las más lejanas a la entrada, pidió perdón mentalmente por tener que alterar el descanso de aquella persona y abrió la tumba. Arrugó el gesto ante el olor que salió del interior, pero no tenía tiempo para aquello así que se metió como pudo, apartando hacia un lado los restos del enterrado.
Cerró la tapa y guardó el mayor de los silencios, mientras escuchaba con atención como sus compañeros hacían lo mismo. Era una apuesta arriesgada, pero en la situación que estaban no podían hacer mucho más, tendrían que esperar que todo saliese como había planeado el brujo.
Los minutos allí encerrada se le hicieron eternos, hasta que unos pasos comenzaron a acercarse lentamente. - Registradlo todo, puede que estén aquí. - la voz no le resultaba conocida, con lo que descartó al que había dado la orden en la habitación y a la mujer que la había atacado, ya que claramente se trataba de un hombre. Solo podía tratarse del fornido tercer miembro, el que había intentado estrangular a Eltrant con sus propias manos.
Pero claramente no iba solo, tendrían que esperar el momento adecuado para salir y enfrentarse a cuantos allí hubiese. Unos pesados pasos comenzaron a recorrer la estancia, mientras algo semejante a un gruñido venía del otro lado, eran dos y parecían ser los seguidores que aún quedaban con vida.
Eärwen contuvo el aliento, sujetando con fuerza el mango del cuchillo y manteniéndose alerta, ya que ahora no podían hacerse señal alguna para salir todos a la vez. Los pasos se detuvieron a su lado, con lo que se preparó para atacar en cuanto abriesen la tapa de la tumba.
Estos últimos serían fáciles de eliminar, con lo que la preocupación principal era ocuparse de los líderes. En esa pelea tendrían que buscar algún tipo de ventaja, ya que se enfrentaban a tres individuos muy similares a ellos en habilidades, cosa que lo hacía más difícil. Demian fue capaz de calcular de forma aproximada las horas que quedaban para el amanecer, con lo que solo debían mantenerse ocultos hasta entonces para estar a salvo.
La oxidada puerta de la cripta llevaba demasiado tiempo sin moverse, con lo que tal como decía Eltrant, haría ruido cuando la abriesen. En principio la idea del brujo no había contado con que se metiesen dentro de aquel sombrío lugar, pero pronto un nuevo plan fue tomando forma en su cabeza. Una última treta, cuyo objetivo sería dividir a sus perseguidores para que tomasen dos direcciones diferentes, y con suerte los que decidiesen entrar en la cripta serían pocos.
Si todo salía bien el grupo tendría oportunidad de encarar a los que entrasen tras ellos, reduciendo aún más el grupo y logrando con esto que sus oportunidades de salir de aquella ilesos aumentasen. También podrían arrebatarles las armas, que seguro serían mejores que las que llevaban en aquel momento. Eärwen se posicionó cerca de las bisagras de la puerta, lista para tirar de la puerta en cuanto estuviesen preparados.
La idea de meterse en una tumba no le agradaba, pero aquella era la única escapatoria que tenían, así que haría de tripas corazón. - Tu plan es la mejor opción que tenemos. - susurró, para acto seguido lanzar una mirada a Eltrant y hacerle un gesto, indicándole que comenzara a tirar del portón. La fuerza no era su característica más notable, cosa general en los miembros de su raza, pero haría todo lo posible por ayudar.
En el momento en que la puerta comenzó a ceder, provocando un chirriante sonido, el muñeco flotó e inició su tarea de distracción, haciendo todo el ruido posible para que se centrasen en él. La de cabellos negros empujó el portón tanto como pudo, luego se coló en el interior y avanzó con cuidado, ya que no se veía demasiado. Por suerte Demian los siguió de cerca, creando una tenue luz que los ayudaría a no tropezar con nada.
Pronto encontraron las tumbas, que tras el paso de los años no opondrían demasiada resistencia para abrirse. La cripta contenía seis o siete, al parecer toda una familia había terminado allí. La elfa se acercó a una de las más lejanas a la entrada, pidió perdón mentalmente por tener que alterar el descanso de aquella persona y abrió la tumba. Arrugó el gesto ante el olor que salió del interior, pero no tenía tiempo para aquello así que se metió como pudo, apartando hacia un lado los restos del enterrado.
Cerró la tapa y guardó el mayor de los silencios, mientras escuchaba con atención como sus compañeros hacían lo mismo. Era una apuesta arriesgada, pero en la situación que estaban no podían hacer mucho más, tendrían que esperar que todo saliese como había planeado el brujo.
Los minutos allí encerrada se le hicieron eternos, hasta que unos pasos comenzaron a acercarse lentamente. - Registradlo todo, puede que estén aquí. - la voz no le resultaba conocida, con lo que descartó al que había dado la orden en la habitación y a la mujer que la había atacado, ya que claramente se trataba de un hombre. Solo podía tratarse del fornido tercer miembro, el que había intentado estrangular a Eltrant con sus propias manos.
Pero claramente no iba solo, tendrían que esperar el momento adecuado para salir y enfrentarse a cuantos allí hubiese. Unos pesados pasos comenzaron a recorrer la estancia, mientras algo semejante a un gruñido venía del otro lado, eran dos y parecían ser los seguidores que aún quedaban con vida.
Eärwen contuvo el aliento, sujetando con fuerza el mango del cuchillo y manteniéndose alerta, ya que ahora no podían hacerse señal alguna para salir todos a la vez. Los pasos se detuvieron a su lado, con lo que se preparó para atacar en cuanto abriesen la tapa de la tumba.
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
Escuchó pacientemente el nuevo plan que Demian les estaba relatando para, una vez hubo finalizado asentir con la cabeza.
En un principio el muchacho no había pensado en ocultarse dentro de la cripta, puesto que básicamente era una trampa mortal si quedaban atrapados contra todos sus pereguidores. Pero según les explicó que usando esta vez dos distracciones simultaneas podrían separar el grupo en dos y acabar con ellos por separado.
Sin tiempo que perder, puesto que los vampiros habían reparado en los susurros y se dirigían en su dirección Eltrant y Eärwen agarraron la oxidada puerta de metal y tiraron con fuerza de ella, la cual chirrió con un pesado sonido metálico. En este momento, el pelele salió volando en dirección opuesta chocándose contra todos los matorrales y tumbas que había en el camino.
Una vez la puerta estuvo completamente abierta todos corrieron escaleras abajo hasta una espaciosa y lúgubre estancia en la que unas siete tumbas simétricamente colocadas reposaban allí desde hacía décadas.
Frunciendo el ceño se acercó hasta la primera tumba que encontró y abrió la tapa de la misma, no le gustaba aquella parte del plan, pero era necesaria al fin y al cabo. Una vez estuvo abierta se cubrió la cara con la manga de la camisa para soportar el olor que emanaba el féretro y se metió dentro.
Volvió a colocar la plancha en su posición original con la misma facilidad que la había abierto y después esperó. –“Seguro que no sueles recibir muchas visitas” – le susurró al cadáver que junto a él y aunque estaba rodeado de completa oscuridad, sabía que le miraba con las cuencas de los ojos vacías.
Con el sonido de su propia respiración como única compañía aguardó durante varios minutos tratando de no pensar que estaba en el interior de una tumba, si el plan de Demian salía como él esperaba podrían acabar saliendo de aquella. Se sintió mal por el muchacho, estaban esperando mucho de él y obligándole a cargar con la responsabilidad de que el plan fallase.
Pronto aquellos pensamientos desaparecieron de su mente cuando los vampiros entraron en aquel lugar, por el sonido de los pasos debían de ser unos tres o cuatro, no podía decir cuántos exactamente allí encerrado. La voz del vampiro que los lideraba era la del enorme, el tipo que sin prácticamente esforzarse había estado a punto de estrangularle.
Frunció el ceño y, puesto que se había colocado en la tumba más cercana a la entrada, se preparó para atacar. Para su asombró pasaron de largo, quizás no se había planteado que podían haberse escondido en el interior de los féretro o pensaron que solo un idiota podía ocultar en el primer sitio donde mirarían.
Notó como los pasos se iban acercando paulatinamente hasta el final de la estancia y entonces se paraban –“¿Qué están haciendo?” – aguardó durante unos instantes hasta que volvió a oír la voz del vampiro ordenándoles que empezasen a revisar las tumbas, sin tiempo que perder, y ya que él estaba en la posición ideal para bloquearles la salida empujó con fuerza la tapa del sarcófago y salió de su escondite.
Tres individuos, dos sirvientes y el vampiro corpulento rodeaban la tumba en la que se había encerrado Eärwen.
-“¡Eh!” – gritó para llamar la atención de los tres, le preocupó que se escuchase fuera, pero estaban bajo tierra y las paredes de la entrada parecían gruesas, harían inaudible todo lo que pasase allí abajo. Incrédulos miraron como el mercenario salía de su escondite armado con la tapa de una olla y el hacha de uno de los sirvientes.
En un principio el muchacho no había pensado en ocultarse dentro de la cripta, puesto que básicamente era una trampa mortal si quedaban atrapados contra todos sus pereguidores. Pero según les explicó que usando esta vez dos distracciones simultaneas podrían separar el grupo en dos y acabar con ellos por separado.
Sin tiempo que perder, puesto que los vampiros habían reparado en los susurros y se dirigían en su dirección Eltrant y Eärwen agarraron la oxidada puerta de metal y tiraron con fuerza de ella, la cual chirrió con un pesado sonido metálico. En este momento, el pelele salió volando en dirección opuesta chocándose contra todos los matorrales y tumbas que había en el camino.
Una vez la puerta estuvo completamente abierta todos corrieron escaleras abajo hasta una espaciosa y lúgubre estancia en la que unas siete tumbas simétricamente colocadas reposaban allí desde hacía décadas.
Frunciendo el ceño se acercó hasta la primera tumba que encontró y abrió la tapa de la misma, no le gustaba aquella parte del plan, pero era necesaria al fin y al cabo. Una vez estuvo abierta se cubrió la cara con la manga de la camisa para soportar el olor que emanaba el féretro y se metió dentro.
Volvió a colocar la plancha en su posición original con la misma facilidad que la había abierto y después esperó. –“Seguro que no sueles recibir muchas visitas” – le susurró al cadáver que junto a él y aunque estaba rodeado de completa oscuridad, sabía que le miraba con las cuencas de los ojos vacías.
Con el sonido de su propia respiración como única compañía aguardó durante varios minutos tratando de no pensar que estaba en el interior de una tumba, si el plan de Demian salía como él esperaba podrían acabar saliendo de aquella. Se sintió mal por el muchacho, estaban esperando mucho de él y obligándole a cargar con la responsabilidad de que el plan fallase.
Pronto aquellos pensamientos desaparecieron de su mente cuando los vampiros entraron en aquel lugar, por el sonido de los pasos debían de ser unos tres o cuatro, no podía decir cuántos exactamente allí encerrado. La voz del vampiro que los lideraba era la del enorme, el tipo que sin prácticamente esforzarse había estado a punto de estrangularle.
Frunció el ceño y, puesto que se había colocado en la tumba más cercana a la entrada, se preparó para atacar. Para su asombró pasaron de largo, quizás no se había planteado que podían haberse escondido en el interior de los féretro o pensaron que solo un idiota podía ocultar en el primer sitio donde mirarían.
Notó como los pasos se iban acercando paulatinamente hasta el final de la estancia y entonces se paraban –“¿Qué están haciendo?” – aguardó durante unos instantes hasta que volvió a oír la voz del vampiro ordenándoles que empezasen a revisar las tumbas, sin tiempo que perder, y ya que él estaba en la posición ideal para bloquearles la salida empujó con fuerza la tapa del sarcófago y salió de su escondite.
Tres individuos, dos sirvientes y el vampiro corpulento rodeaban la tumba en la que se había encerrado Eärwen.
-“¡Eh!” – gritó para llamar la atención de los tres, le preocupó que se escuchase fuera, pero estaban bajo tierra y las paredes de la entrada parecían gruesas, harían inaudible todo lo que pasase allí abajo. Incrédulos miraron como el mercenario salía de su escondite armado con la tapa de una olla y el hacha de uno de los sirvientes.
Eltrant Tale
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
Entró a una de las tumbas y aguantó la respiración. Un hueso le tocaba incómodamente las costillas, pero no podía quejarse, al fin y al cabo estaba invadiendo último lugar de descanso. Cuando finalmente pudo respirar notó que el olor no difería mucho del resto de la cripta, aquel cadáver fácilmente podía llevar décadas allí y no había materia orgánica descomponiéndose, sino sólo huesos secos y restos de piel seca. El mayor olor lo proveía el moho y el encierro. Aún así el polvo era desagradable, especialmente sabiendo que probablemente estaba compuesto de restos humanos secos.
Se concentró en evaluar la situación. Podían ganar algunos minutos escondidos en esos féretros, pero aún faltaban cerca de 3 horas para el amanecer. Los vampiros probablemente no esperarían al amanecer mismo en ese lugar, sino que buscarían refugio. Eso les debería dar algo así como 2 horas y media que aún debían soportar. No sería tarea fácil. Si tan sólo pudiera idear alguna manera de distraerles por una hora completa podrían descansar y prepararse bien, pero no se le ocurría nada. Decidió que lo más útil sería pasar el tiempo utilizando su meditación, aunque claro, no era el lugar más cómodo para ello y ni hablar de la posición de la flor de loto.
Pasados algunos minutos, los ruidos cambiaron y los enemigos se pusieron a revisar las tumbas. El momento de la verdad llegaba y había que plantar cara. ¿Cuánto tiempo habían ganado?, estimó que algo así como 15 0 20 minutos, aunque no podía estar seguro de su capacidad de medir el tiempo bajo presión.
-Bueno colega, te devuelvo tu espacio -susurró a los huesos que le hacían incómoda compañía, al momento que empujaba la tapa para salir.
Eltrant les plantaba cara a los enemigos, por lo que pudo escuchar, pero estaba tan oscuro que era difícil saber con exactitud a quién atacar y dónde. Decidió que de momento jugaría un rol de soporte para su compañero, confiando en la capacidad de él para el combate y de Ëarwen cuando ella decidiera salir. Se concentró en crear nuevamente una ilusión luminosa, pero esta vez más intensa que la anterior, la que localizó cerca de los enemigos. Una vez los pudo localizar con precisión dividió la esfera de luz en 3 iguales, cada una localizándose justo frente al rostro de un enemigo, una frente al vampiro fornido y una para cada uno de los 2 acompañantes que podía ver.
-Confío en ustedes -les dijo a sus compañeros.
Se mantuvo concentrado, sentándose en la posición de la flor de loto sobre aquella tumba, pues le costaba trabajo manejar 3 ilusiones simultáneas, las que procuraba mover siempre que ellos se movieran. No era tarea fácil y requería de toda su atención, pero tener una luz frente a sus ojos en ese lugar tan oscuro limitaría mucho su posibilidad de ver los movimientos de Eltrant y Ëarwen, mientras que ellos verían con claridad a sus enemigos y podrían pelear en ventaja táctica. Sólo esperaba que la ventaja numérica no jugara un factor muy decisivo.
Los enemigos trataron de moverse de manera errática para librarse de las luces, pero Demian se mantuvo concentrado en mantenerlas en su lugar.
Demian
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
En cuanto los pasos se detuvieron junto a la tumba en que se encontraba, la de ojos azules sintió como se le aceleraba el pulso, mientras el corazón le golpeaba con fuerza dentro del pecho a causa de la tensión del momento. Los tres habían decidido arriesgarse con aquel movimiento, en el que debían depositar toda su confianza ahora que llegaba la hora de la verdad.
Unas manos sujetaron los bordes de la tapa que cubría su escondite, pero antes de que pudieran moverla les llegó una voz, que pudo reconocer como la de Eltrant. Su compañero había salido e intentaba llamar la atención de los presentes, con lo que debían actuar con la mayor rapidez posible, para no dar oportunidad a que el resto de la cuadrilla se uniese a ellos.
Otro movimiento cercano le indicó que el brujo había salido también, con lo que no se lo pensó dos veces, apartó la tapa con brusquedad y salió de la tumba, empuñando con decisión el cuchillo. La oscuridad apenas permitía distinguir las figuras de forma difusa, cosa que complicaría la situación ya que les costaría diferenciar amigos de enemigos. Sin embargo, esto no duró mucho, ya que Demian actuó casi al momento, creando una ilusión luminosa que se dividió en tres.
Las manipuló de modo que se situasen frente a los rostros de los atacantes, dando así a sus compañeros una clara visibilidad sobre ellos y lo que hacían, mientras que los enemigos se veían cegados por la luz que los seguía allá donde fuesen. El brujo adoptó la posición que solía usar cuando meditaba, concentrándose así para mantener las ilusiones y el movimiento de las mismas, confiando plenamente en que Eltrant y la elfa se pudiesen ocupar de ellos.
Eärwen no perdió tiempo, avanzó con agilidad hacia el seguidor que tenía más cerca e intentó asestarle un tajo en el brazo con que sostenía su hacha. Procuraba siempre apuntar a los mismos sitios, aquellos en que un ataque tenía efectos mortales, tales como el corazón, garganta o el interior de la parte alta de brazos y piernas, donde sabía de sobra que se encontraban las venas y arterias principales.
El esclavo evitó el filo por un golpe de suerte, ya que gracias a la esfera luminosa apenas podía verla venir, sujetó su arma con las dos manos y comenzó a lanzar ataques a ciegas. La de cabellos negros tuvo que retroceder un par de pasos para esquivar el hacha, flexionó las piernas y saltó hacia un lateral, desde donde consiguió acertarle en la parte interna del brazo. El ser emitió algo parecido a un gruñido, mientras el mango de su arma se le resbalaba entre los dedos y caía al suelo.
La elfa se dispuso a terminar con él, pero se detuvo al ver que el otro se acercaba peligrosamente a Demian. Corrió hacia éste y usando su cuerpo como peso se lanzó contra él, haciéndolo caer al suelo, por el que ambos rodaron un par de metros. El hombro de la joven chocó con la esquina de una de las tumbas, provocándole un agudo dolor, al que no pudo prestar la atención debida ya que el esclavo intentaba levantarse.
Recogió su cuchillo y se posicionó sobre su cuerpo, empujó el filo hacia su garganta e hizo acopio de todas sus fuerzas para hundirlo en su cuello, mientras el individuo intentaba arañarla y golpearla con las manos desnudas. Pronto dejó de retorcerse, con lo que la de ojos azules se levantó y volvió la vista hacia Eltrant, para ver qué tal le iba.
Unas manos sujetaron los bordes de la tapa que cubría su escondite, pero antes de que pudieran moverla les llegó una voz, que pudo reconocer como la de Eltrant. Su compañero había salido e intentaba llamar la atención de los presentes, con lo que debían actuar con la mayor rapidez posible, para no dar oportunidad a que el resto de la cuadrilla se uniese a ellos.
Otro movimiento cercano le indicó que el brujo había salido también, con lo que no se lo pensó dos veces, apartó la tapa con brusquedad y salió de la tumba, empuñando con decisión el cuchillo. La oscuridad apenas permitía distinguir las figuras de forma difusa, cosa que complicaría la situación ya que les costaría diferenciar amigos de enemigos. Sin embargo, esto no duró mucho, ya que Demian actuó casi al momento, creando una ilusión luminosa que se dividió en tres.
Las manipuló de modo que se situasen frente a los rostros de los atacantes, dando así a sus compañeros una clara visibilidad sobre ellos y lo que hacían, mientras que los enemigos se veían cegados por la luz que los seguía allá donde fuesen. El brujo adoptó la posición que solía usar cuando meditaba, concentrándose así para mantener las ilusiones y el movimiento de las mismas, confiando plenamente en que Eltrant y la elfa se pudiesen ocupar de ellos.
Eärwen no perdió tiempo, avanzó con agilidad hacia el seguidor que tenía más cerca e intentó asestarle un tajo en el brazo con que sostenía su hacha. Procuraba siempre apuntar a los mismos sitios, aquellos en que un ataque tenía efectos mortales, tales como el corazón, garganta o el interior de la parte alta de brazos y piernas, donde sabía de sobra que se encontraban las venas y arterias principales.
El esclavo evitó el filo por un golpe de suerte, ya que gracias a la esfera luminosa apenas podía verla venir, sujetó su arma con las dos manos y comenzó a lanzar ataques a ciegas. La de cabellos negros tuvo que retroceder un par de pasos para esquivar el hacha, flexionó las piernas y saltó hacia un lateral, desde donde consiguió acertarle en la parte interna del brazo. El ser emitió algo parecido a un gruñido, mientras el mango de su arma se le resbalaba entre los dedos y caía al suelo.
La elfa se dispuso a terminar con él, pero se detuvo al ver que el otro se acercaba peligrosamente a Demian. Corrió hacia éste y usando su cuerpo como peso se lanzó contra él, haciéndolo caer al suelo, por el que ambos rodaron un par de metros. El hombro de la joven chocó con la esquina de una de las tumbas, provocándole un agudo dolor, al que no pudo prestar la atención debida ya que el esclavo intentaba levantarse.
Recogió su cuchillo y se posicionó sobre su cuerpo, empujó el filo hacia su garganta e hizo acopio de todas sus fuerzas para hundirlo en su cuello, mientras el individuo intentaba arañarla y golpearla con las manos desnudas. Pronto dejó de retorcerse, con lo que la de ojos azules se levantó y volvió la vista hacia Eltrant, para ver qué tal le iba.
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
Allí en mitad de la oscuridad, empuñando armas que no sabía usar, se preguntó si era cierto que los vampiros podían ver perfectamente sin ninguna fuente de luz. Tragó saliva mientras se preparaba para lo peor, la silueta más grande comenzó entonces a correr hacia él, seguía desarmado y aquello no hacía sino incomodarle aún más, aquel tipo parecía lo suficientemente confiado como para acabar con él con sus manos desnudas.
Anticipando el inminente golpe se lanzó a un lado y evitó que la silueta le placara la cual se dio de bruces contra el sepulcro, destrozándolo por el camino. Buscó con la mirada a los otros dos que habían bajado hasta allí con grande, con el tiempo suficiente para evitar un golpe de uno de los esclavos y empujarlo de nuevo hacia atrás.
Fue cuando creía que tendría que pasar lo que restaba de combate peleando a oscuras cuando Demian salió de su escondite y usando sus trucos de brujo hizo aparecer tres pequeñas luces frente a los ojos de sus enemigos.-“¡Gracias!” – le grito al muchacho que se había colocado en una especie de posición de meditación como ya había hecho otras veces.
Aunque no lo hubo notado hasta que pateó a uno de los seres sin voluntad propia para apartarlo de su camino, el cual lanzaba hachazos sin ton ni son cegado por la luz, Eärwen también había salido de su encerramiento y estaba peleando cara a cara contra el último de los siervos.
Mientras que los esclavos se habían quedado absortos mirando a la pequeña esfera luminosa para después empezar a moverse de manera errante tratando de quitársela de encima, el tipo grande se decidió por tratar de apartarla de su vista de un manotazo, pero la pequeña llama de manera grácil, esquivaba sus manazas fácilmente.
Aprovechando esto Eltrant atacó al vampiro de mayor tamaño el cual simplemente gruñó cuando el hacha perforó uno de sus brazos, y como quien se quita el polvo de encima, con el mismo brazo que había recibido el hachazo, lanzó a Eltrant contra otro de los ataúdes, uno de los esclavos se lanzó contra el aprovechando que estaba tumbado, aun dolorido pudo interponer el escudo improvisado entre su pecho y el hacha de aquel ser.
Aun en el suelo rodó para que su rival perdiese noción de donde estaba y aprovechando su poca visibilidad le golpeó con el escudo en la cabeza, dejándolo fuera de combate durante unos instantes. Se volvió justo a tiempo para que el vampiro corpulento le golpeara una vez más en la cara lanzándolo por los aires, Eärwen había hecho un buen trabajo con sus heridas más graves, aunque no había podido curarlas del todo, seguían sin abrirse.
Perdiendo de vista al vampiro que había noqueado con el escudo siguió esquivando ágilmente los puñetazos y los placajes del corpulento; aunque tenía el escudo, el simple hecho de recibir un impacto de aquella bestia le desestabilizaba, lo mejor era la esquivar los golpes en la medida de lo posible.
El combate entre Eltrant y aquel vampiro siguió de este modo hasta que escuchó un fuerte golpe tras él y al ver a Eärwen en el suelo se le paró el corazón por un segundo. Era la elfa, sin embargo, la que estaba sobre aquel ser y le liberaba de aquel infierno en vida que debía estar pasando con el cuchillo.
Sin tiempo para girarse recibió de nuevo un golpe directo del vampiro contra el que se estaba enfrentando y, una vez más, voló por la habitación para caer de bruces contra el suelo. Desorientado buscó el hacha con el que se había estado defendiendo, de algún modo en aquel se le había escapado al recibir aquel ese último golpe y ahora solo tenía la tapa de su parte.
El vampiro que usando ambas manos trató de aplastar a Eltrant se encontró con la extraordinaria resistencia de aquella tapa oxidada, que aunque pudo aguantar el golpe se dobló bajo los poderosos brazos del individuo, la tapa aguantó un par de golpes más hasta que, totalmente doblada Eltrant se la lanzó a la cara el cual debido a la brillante luz que tenía frente a los ojos no la pudo evitar.
Eltrant se arrastró entonces por el suelo para acabar encontrandose con el esqueleto de una de las personas que descansaban en aquella cripta, había salido despedido de la tumba que había embestido aquel tipo cuando estaba todo a oscuras; no obstante no fue esto lo que llamó la atención de Eltrant, sino la espada bellamente tallada, engarzada con joyas de diversos colores que tenía aquel cadáver entre sus manos.
Sin pensarlo dos veces cogió el arma del suelo y justo antes de recibir otro de aquellos mastodónticos golpes del vampiro, con un gritó, se lanzó contra él.
La espada que Eltrant había recogido del suelo estalló en mil pedazos en el mismo instante en el que comenzó a cortar la carne de su rival, aquel arma no estaba hecha para luchar, estaba hecha para ser lucida con orgullo, sin embargo el brazo de aquel ser se despegó del resto de su cuerpo y flotando a través de la habitación durante unos segundos cayó pesadamente contra el suelo.
El vampiro se miró el muñón dónde hasta hacía unos segundos había tenido una poderosa extremidad, para después dejar escapar un grito de furia mezclado con dolor y lanzarse a ciegas contra Eltrant el cual con la espada rota en sus manos frunció el ceño y alzó lo que quedaba de la misma, aun afilada para recibir el ataque.
Anticipando el inminente golpe se lanzó a un lado y evitó que la silueta le placara la cual se dio de bruces contra el sepulcro, destrozándolo por el camino. Buscó con la mirada a los otros dos que habían bajado hasta allí con grande, con el tiempo suficiente para evitar un golpe de uno de los esclavos y empujarlo de nuevo hacia atrás.
Fue cuando creía que tendría que pasar lo que restaba de combate peleando a oscuras cuando Demian salió de su escondite y usando sus trucos de brujo hizo aparecer tres pequeñas luces frente a los ojos de sus enemigos.-“¡Gracias!” – le grito al muchacho que se había colocado en una especie de posición de meditación como ya había hecho otras veces.
Aunque no lo hubo notado hasta que pateó a uno de los seres sin voluntad propia para apartarlo de su camino, el cual lanzaba hachazos sin ton ni son cegado por la luz, Eärwen también había salido de su encerramiento y estaba peleando cara a cara contra el último de los siervos.
Mientras que los esclavos se habían quedado absortos mirando a la pequeña esfera luminosa para después empezar a moverse de manera errante tratando de quitársela de encima, el tipo grande se decidió por tratar de apartarla de su vista de un manotazo, pero la pequeña llama de manera grácil, esquivaba sus manazas fácilmente.
Aprovechando esto Eltrant atacó al vampiro de mayor tamaño el cual simplemente gruñó cuando el hacha perforó uno de sus brazos, y como quien se quita el polvo de encima, con el mismo brazo que había recibido el hachazo, lanzó a Eltrant contra otro de los ataúdes, uno de los esclavos se lanzó contra el aprovechando que estaba tumbado, aun dolorido pudo interponer el escudo improvisado entre su pecho y el hacha de aquel ser.
Aun en el suelo rodó para que su rival perdiese noción de donde estaba y aprovechando su poca visibilidad le golpeó con el escudo en la cabeza, dejándolo fuera de combate durante unos instantes. Se volvió justo a tiempo para que el vampiro corpulento le golpeara una vez más en la cara lanzándolo por los aires, Eärwen había hecho un buen trabajo con sus heridas más graves, aunque no había podido curarlas del todo, seguían sin abrirse.
Perdiendo de vista al vampiro que había noqueado con el escudo siguió esquivando ágilmente los puñetazos y los placajes del corpulento; aunque tenía el escudo, el simple hecho de recibir un impacto de aquella bestia le desestabilizaba, lo mejor era la esquivar los golpes en la medida de lo posible.
El combate entre Eltrant y aquel vampiro siguió de este modo hasta que escuchó un fuerte golpe tras él y al ver a Eärwen en el suelo se le paró el corazón por un segundo. Era la elfa, sin embargo, la que estaba sobre aquel ser y le liberaba de aquel infierno en vida que debía estar pasando con el cuchillo.
Sin tiempo para girarse recibió de nuevo un golpe directo del vampiro contra el que se estaba enfrentando y, una vez más, voló por la habitación para caer de bruces contra el suelo. Desorientado buscó el hacha con el que se había estado defendiendo, de algún modo en aquel se le había escapado al recibir aquel ese último golpe y ahora solo tenía la tapa de su parte.
El vampiro que usando ambas manos trató de aplastar a Eltrant se encontró con la extraordinaria resistencia de aquella tapa oxidada, que aunque pudo aguantar el golpe se dobló bajo los poderosos brazos del individuo, la tapa aguantó un par de golpes más hasta que, totalmente doblada Eltrant se la lanzó a la cara el cual debido a la brillante luz que tenía frente a los ojos no la pudo evitar.
Eltrant se arrastró entonces por el suelo para acabar encontrandose con el esqueleto de una de las personas que descansaban en aquella cripta, había salido despedido de la tumba que había embestido aquel tipo cuando estaba todo a oscuras; no obstante no fue esto lo que llamó la atención de Eltrant, sino la espada bellamente tallada, engarzada con joyas de diversos colores que tenía aquel cadáver entre sus manos.
Sin pensarlo dos veces cogió el arma del suelo y justo antes de recibir otro de aquellos mastodónticos golpes del vampiro, con un gritó, se lanzó contra él.
La espada que Eltrant había recogido del suelo estalló en mil pedazos en el mismo instante en el que comenzó a cortar la carne de su rival, aquel arma no estaba hecha para luchar, estaba hecha para ser lucida con orgullo, sin embargo el brazo de aquel ser se despegó del resto de su cuerpo y flotando a través de la habitación durante unos segundos cayó pesadamente contra el suelo.
El vampiro se miró el muñón dónde hasta hacía unos segundos había tenido una poderosa extremidad, para después dejar escapar un grito de furia mezclado con dolor y lanzarse a ciegas contra Eltrant el cual con la espada rota en sus manos frunció el ceño y alzó lo que quedaba de la misma, aun afilada para recibir el ataque.
Eltrant Tale
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
Demian estaba concentrado al máximo para mantener su truco, pues debía mantener 3 ilusiones en posiciones precisas en todo momento, de manera que cuando vio que uno de los enemigos se le acercaba para atacarle apretó los dientes, esperando recibir un impacto, pero manteniendo su hechizo. No podía en ese momento rendirse y tenía que confiar en sus compañeros. Era extraño, alguien acostumbrado a la soledad como él de pronto tenía que confiar tanto en otras personas, pero la situación lo americana y si algo lo caracterizaba era su estricto rigor al seguir planes y órdenes.
Por suerte Ëarwen estaba al pendiente y actuó para salvarle, dando una nueva muestra de su ya no sorprendente brutalidad cuando la situación lo ameritaba. Le preocupó el verla golpearse, pero habían sobrevivido de peores. Pronto los atacantes se habían reducido a sólo el mastodonte, pero incluso éste se encontraba muy herido. Sorprendentemente, a pesar de que le habían cortado un brazo, seguía luchando. Ya no necesitaba permanecer tan concentrado para su ilusión, pues sólo tenía que mantener una en un luchador que parecía de todas maneras no tomarle tanta importancia. Era hora de usar su cuchillo y ver si servía de algo.
Un tipo tan grande seguro sería capaz de aguantar una puñalada y seguir luchando, ademase que sus juveniles brazos no tendrían la fuerza para enterrar a fondo un cuchillo tan poco eficiente en esos sólidos músculos. Sin embargo existían partes del cuerpo humano que por muy fuerte que uno fuera, no se podían fortalecer de manera significativa.
El chico se desplazó como una rata en la oscuridad, piernas flexionadas, hombros bajos, mirada de frente, atento a llegar a su objetivo. Deshizo en ese momento la luz de frente del enemigo y creó una nueva, a la altura de sus pies. Al retirar la luz de frente a sus ojos las pupilas estarían muy contraídas para la oscuridad, de manera que estaría prácticamente ciego por unos segundos, incapaz de ver nada significativo de su presa. Demian, en cambio, tenía una clara vista de su propio objetivo. Prácticamente de un salto, para alcanzar a aquel vampiro, Demian se abalanzó sobre el tendón de aquiles derecho de aquella criatura, rebanándolo con el cuchillo. Aquella parte del pie carece de músculo y es esencial para caminar, con lo que el vampiro se vio imposibilitado de continuar su avance contra Eltrant. Posteriormente se desplazó para atacar el tendón de aquiles del pie izquierdo. No logró rebanarlo como al primero, dado que el vampiro ahora estaba más prevenido, pero al menos algo le hirió. Con eso ya quedaba aquel duro rival inutilizado para el combate.
Demian retrocedió de inmediato, temeroso de que aquella bestia pudiera hacerle algo con el único brazo que aún tenía. Un impacto bien puesto podía bastar para noquearle.
-No tardará en caer inconsciente, ha perdido mucha sangre -dijo a sus compañeros- no importa lo grande que sea, sigue siendo un ser vivo -agregó contemplando la cantidad de sangre perdida por el brazo amputado.
Una vez que finalmente cayó inconsciente aquella bestia, se acercó y de manera calmada le perforó el pecho y el estómago en repetidas ocasiones, haciendo parecer que fueron cortes de una pelea, no un simple corte definitivo.
-No creo que podamos soportar otra pelea directa, tenemos que hacer algo rápido para evitar otra confrontación -dijo bajando la voz, apagando las luces de su magia.
El chico dio un suspiro, estaba cansado, no había tenido una sola noche de descanso real en más de 2 noches, sin contar con que había sido capturado por piratas y golpeado repetidas veces en ese periodo. Definitivamente necesitaba un descanso, pero aún necesitaba sobrevivir por 2 horas más.
-Ellos no saben lo que ha pasado… está oscuro… aún podemos hacer algo - dijo mientras se desataba la cuerda que había puesto en su cintura.
A continuación el chico buscó apoyo en los bordes de la puerta y trepó por los adornos, hasta quedar sentado sobre una gárgola que reposaba sobre la puerta. Como era muy liviano aquella estatua soportaba su peso sin problemas y la oscuridad se encargaba del resto.
-Eltrant… si te cambias de ropa con uno de los esclavos seguro piensan que lo eres en la oscuridad… esas cosas ni hablan… y Ëarwen… mmmmm -se rascó la cabeza pensando- ya se, hazte la muerta.
Dicho esto, hizo que su magia ilusoria creara una horrenda herida falsa sobre su cráneo, dando la impresión que estaba abierto por un hachazo y los sesos derramados.
-Nadie dudará que estás muerta con eso -indicó- asegúrense de estar cerca de la puerta… cuando algunos de ellos entren a ver lo ocurrido, ojalá el máximo número posible, saldremos rápidamente y cerraremos por fuera, amarrando la cuerda para sellar la entrada… tardarán un rato en echar abajo el portón a golpes… incluso si tardan poco podremos echar a correr… quizás quedan algunos afuera, pero serán muchos menos con que lidiar que si los enfrentamos a todos… ah, y no se apresuren mucho, mientras más tiempo ganemos, mejor.
Demian quedó a la espera de lo que pasara, pero si sus compañeros seguían el plan, bajaría de la gárgola y correría hacia el exterior a su señal.
Demian
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
El más fornido de los tres atacantes se enfrentaba a Eltrant, lanzándolo por los aires y golpeándolo con brutalidad, mientras su compañero intentaba defenderse con la tapa de la olla que el brujo le había dado a modo de escudo. La elfa centró su atención en el otro seguidor, que yacía entre dos de las tumbas y parecía inconsciente. - No me arriesgaré a que se levante. - pensó para sí, mientras se acercaba a él y terminaba con su sufrimiento, clavando el cuchillo directamente en la zona del corazón.
Ahora la superioridad numérica estaba de su parte, eran tres y el vampiro aunque fuerte, estaba solo. Vio como Eltrant se hacía con una fina y ornamentada espada, propiedad de alguno de los enterrados en aquella cripta, para usarla contra su oponente. Por desgracia aquella arma estaba hecha para usarse de forma decorativa, se partió nada más entrar en contacto con el cuerpo del individuo.
Sin embargo, el filo consiguió cortar antes de romperse, dejando al extraño sin uno de sus brazos. Pero ni siquiera aquella pérdida lo detuvo, gritó furioso y se lanzó contra el de cabellos castaños, cegado por la rabia que le producía el que un humano fuese capaz de hacerle un daño tan importante. Eltrant apenas sostenía lo que había quedado de su espada, preparado para recibir la embestida, que no llegó a producirse.
Demian había abandonado la postura de meditación y ahora se hallaba tras el vampiro, armado con el cuchillo, que utilizó para cortarle los tendones de Aquiles, punto clave para que pudiese moverse. El individuo cayó pesadamente sobre el suelo, para instantes después quedar inconsciente a causa de la considerable pérdida de sangre que había sufrido. El brujo se encargó de rematarlo, antes de apagar la ilusión luminosa que había creado.
El pequeño tenía razón, habían tenido bastantes peleas aquel día y era probable que no aguantasen otro enfrentamiento directo. La elfa apoyó la espalda contra una de las tumbas, sintiendo que su cuerpo comenzaba a pesarle demasiado. El cansancio se estaba adueñando de ella, y pronto no tendría fuerzas para seguir luchando ni para huir, tenían que buscar alguna manera de salir de allí y ganar tiempo.
- Si conseguimos salir de esta creo que no volveré a pisar esta zona, demasiados problemas. - musitó, sintiéndose algo culpable por haber arrastrado consigo al niño, ya que había sido ella la que se ofreció a ayudar a la madre de la muchacha raptada. Y aunque aún no lo sabía, su decisión había sido la causante de aquel ataque nocturno, los vampiros querían venganza y no pararían hasta conseguirla.
Escuchó con atención la nueva idea del brujo, que les estaba salvando la vida con aquellas estrategias. Asintió con la cabeza y se apartó de la tumba, caminó hacia la entrada y se tendió cerca de la misma, dejando el cuchillo a medio metro de ella en el suelo para que pareciese que la habían alcanzado cuando intentaba hacerse con él. Cerró los ojos y respiró profundamente, mientras sentía el frió a través de su ropa e intentaba ignorar el dolor del hombro, que había resultado herido dos veces aquel día.
Supuso que Demian había abandonado la cripta, ya que sus ligeros pasos empezaron a oírse cada vez más lejanos. Mientras tanto Eltrant tendría que cambiarse para hacerse pasar por uno de los seguidores, cosa que no resultaría difícil con aquella oscuridad, y el olor de la sangre no lo delataría ya que embargaba toda la sala por igual.
- Vamos no te quedes atrás, quizá los demás hayan tenido mejor suerte. - aquella voz si le sonaba, pertenecía al que parecía liderar el grupo, el pequeño y ágil individuo que había intentado acabar con Demian en la posada. Los pasos se detuvieron en la entrada, mientras los dos recién llegados echaban un vistazo a la caótica escena que tenían delante. - Pero qué demonios…. - volvió a hablar, empezando a adentrarse en la sala.
- Parece que nos hemos perdido la diversión. - habló ahora una mujer, que debía ser la que había atacado a la elfa. Eärwen notó como la vampira comprobaba su estado, empujando con la punta de su bota una de las piernas de la joven. - No es justo, esta era mía. - dijo con tono molesto, antes de avanzar tras su compañero. La de cabellos negros abrió levemente los ojos, para cerciorarse de que se alejaban de ella lo suficiente para que tuviese tiempo de levantarse y salir de allí. Echó un vistazo a Eltrant y le hizo un gesto, tras lo cual se levantó a toda prisa y echó a correr hacia el exterior.
Ahora la superioridad numérica estaba de su parte, eran tres y el vampiro aunque fuerte, estaba solo. Vio como Eltrant se hacía con una fina y ornamentada espada, propiedad de alguno de los enterrados en aquella cripta, para usarla contra su oponente. Por desgracia aquella arma estaba hecha para usarse de forma decorativa, se partió nada más entrar en contacto con el cuerpo del individuo.
Sin embargo, el filo consiguió cortar antes de romperse, dejando al extraño sin uno de sus brazos. Pero ni siquiera aquella pérdida lo detuvo, gritó furioso y se lanzó contra el de cabellos castaños, cegado por la rabia que le producía el que un humano fuese capaz de hacerle un daño tan importante. Eltrant apenas sostenía lo que había quedado de su espada, preparado para recibir la embestida, que no llegó a producirse.
Demian había abandonado la postura de meditación y ahora se hallaba tras el vampiro, armado con el cuchillo, que utilizó para cortarle los tendones de Aquiles, punto clave para que pudiese moverse. El individuo cayó pesadamente sobre el suelo, para instantes después quedar inconsciente a causa de la considerable pérdida de sangre que había sufrido. El brujo se encargó de rematarlo, antes de apagar la ilusión luminosa que había creado.
El pequeño tenía razón, habían tenido bastantes peleas aquel día y era probable que no aguantasen otro enfrentamiento directo. La elfa apoyó la espalda contra una de las tumbas, sintiendo que su cuerpo comenzaba a pesarle demasiado. El cansancio se estaba adueñando de ella, y pronto no tendría fuerzas para seguir luchando ni para huir, tenían que buscar alguna manera de salir de allí y ganar tiempo.
- Si conseguimos salir de esta creo que no volveré a pisar esta zona, demasiados problemas. - musitó, sintiéndose algo culpable por haber arrastrado consigo al niño, ya que había sido ella la que se ofreció a ayudar a la madre de la muchacha raptada. Y aunque aún no lo sabía, su decisión había sido la causante de aquel ataque nocturno, los vampiros querían venganza y no pararían hasta conseguirla.
Escuchó con atención la nueva idea del brujo, que les estaba salvando la vida con aquellas estrategias. Asintió con la cabeza y se apartó de la tumba, caminó hacia la entrada y se tendió cerca de la misma, dejando el cuchillo a medio metro de ella en el suelo para que pareciese que la habían alcanzado cuando intentaba hacerse con él. Cerró los ojos y respiró profundamente, mientras sentía el frió a través de su ropa e intentaba ignorar el dolor del hombro, que había resultado herido dos veces aquel día.
Supuso que Demian había abandonado la cripta, ya que sus ligeros pasos empezaron a oírse cada vez más lejanos. Mientras tanto Eltrant tendría que cambiarse para hacerse pasar por uno de los seguidores, cosa que no resultaría difícil con aquella oscuridad, y el olor de la sangre no lo delataría ya que embargaba toda la sala por igual.
- Vamos no te quedes atrás, quizá los demás hayan tenido mejor suerte. - aquella voz si le sonaba, pertenecía al que parecía liderar el grupo, el pequeño y ágil individuo que había intentado acabar con Demian en la posada. Los pasos se detuvieron en la entrada, mientras los dos recién llegados echaban un vistazo a la caótica escena que tenían delante. - Pero qué demonios…. - volvió a hablar, empezando a adentrarse en la sala.
- Parece que nos hemos perdido la diversión. - habló ahora una mujer, que debía ser la que había atacado a la elfa. Eärwen notó como la vampira comprobaba su estado, empujando con la punta de su bota una de las piernas de la joven. - No es justo, esta era mía. - dijo con tono molesto, antes de avanzar tras su compañero. La de cabellos negros abrió levemente los ojos, para cerciorarse de que se alejaban de ella lo suficiente para que tuviese tiempo de levantarse y salir de allí. Echó un vistazo a Eltrant y le hizo un gesto, tras lo cual se levantó a toda prisa y echó a correr hacia el exterior.
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
Apretó los dientes previendo la envestida de aquella bestia y alzó lo que quedaba del espada, listo para usarla en cuanto estuviese a su alcance, para su fortuna, Demian había decidido dejar la meditación y unirse al combate.
La brillante esfera que tenía el vampiro frente a él se apagó de pronto, sumiendo la cripta en la más profunda de las oscuridades. Amparado por las sombras, Demian se acercó sigilosamente hasta donde estaba el vampiro y realizó rápidos cortes en los talones, quien se paró casi inmediatamente incapaz de moverse.
Una vez hecho esto el joven se apartó de su enemigo quien seguía lanzando golpes con el brazo restante desde la posición en la que estaba, hasta que irremediablemente se desmayó a causa de la pérdida de sangre.
Eltrant suspiró agotado cuando vio a aquella mole caer de espaldas sobre el suelo. –“Tres menos” – Según lo que habían visto solo quedaban otros tres, pero Demian tenía razón, no podrían aguantar otro combate.
Sonrió ante las palabras de Eärwen, él tampoco estaba disfrutando de su estancia en Sacrestic, sin embargo a diferencia de la elfa no tenía derecho a quejarse, había aceptado aquel trabajo por su propia voluntad, nadie le había dicho que iba a ser fácil y mucho menos le había obligado a seguir al vampiro hasta allí. Parecía tan sencillo, atrapa a este tipo y te pagamos por ello.
Mientras Demian hablaba de la siguiente parte del plan Eltrant recogió del suelo el resto de la espada y la dejó junto a su legítimo propietario, si salía con vida de Sacrestic y si se quedaba con el arma podría haberse sacado unos aeros una vez vendida, pero no le parecía correcto saquear tumbas, no era su estilo.
Tratarían de dejar encerrados allí a los vampiros, mientras que él se camuflaría como uno de los tipos carentes de voluntad, Eärwen se haría pasar por muerta. Aunque en un principio no supo cómo iba Eärwen a engañarles, Demian, desde la gárgola en dónde había decidido ocultarse, hizo aparecer en la cabeza de la elfa una herida que de ser real la joven de cabello oscuro solo podía estar muerta.
Eltrant buscó entonces el cadáver de uno de los lacayos de los vampiros y rápidamente empezó a desvestirlo como buenamente pudo, allí en mitad de la oscuridad no podía ver realmente lo que estaba haciendo, pero no tardó mucho en tener toda ropa de aquel tipo en sus manos, lo que llevaban puesto aquellas cosas eran andrajos que difícilmente ocultaban nada, pero cumplían con su labor.
Torciendo el gesto ante el olor de aquellas ropas y después de haberse deshecho de sus propias vestiduras comenzó a ponerse las del criado rápidamente.
Haciendo una bola con lo que quedaba de su ropa la arrojó al interior de la tumba destrozada y recogiendo el hacha del suelo se quedó inmóvil junto al cadáver aquel sirviente. Respiró hondo –“Esas cosas apenas se tienen en pie, no tiene que ser muy difícil hacerse pasar por ellas”
Fue entonces cuando entraron los vampiros, hablando entre ellos se mostraron sorprendidos ante el espectáculo que tenían frente a ellos, lo primero que hicieron fue comprobar que Eärwen se encontraba realmente muerta y tras comprobar que efectivamente estaba fuera de combate se adentraron en la cripta.
-“Tú...” – le hablaron a él que seguía inmóvil, tratando de parecer igual de sumiso que el tipo del que se había disfrazado, siguió en la misma posición tratando de ocultar su cara en la oscuridad – “¿Eres tú el único que queda? ¿Dónde está Nilhus?”
Observó como Eärwen tras los vampiros se levantaba y le indicaba que comenzase a correr, inmediatamente placó al vampiro más pequeño que aunque impresionado, se apartó de su camino sin rasguño alguno, Eltrant continuó corriendo hacia las escaleras de salida como si nada hubiese sucedido.
Sin mirar atrás, se concentró solamente en subir, podía oír las maldiciones de los vampiros tras él siguiéndole de cerca. Una vez arriba sin perder tiempo alguno se dirigió hacia Demian –“La cuerda” – le pidió.
Cuando la tuvo en su poder y ayudado por Eärwen empujó la puerta, haciendo acopio de la fuerzas que le quedaban. La puerta con aquel sonido característico volvió a quedar completamente cerrada, tras lo cual, Eltrant ató la cuerda de manera que fuese imposible abrirla desde dentro.
-“Listo”
La brillante esfera que tenía el vampiro frente a él se apagó de pronto, sumiendo la cripta en la más profunda de las oscuridades. Amparado por las sombras, Demian se acercó sigilosamente hasta donde estaba el vampiro y realizó rápidos cortes en los talones, quien se paró casi inmediatamente incapaz de moverse.
Una vez hecho esto el joven se apartó de su enemigo quien seguía lanzando golpes con el brazo restante desde la posición en la que estaba, hasta que irremediablemente se desmayó a causa de la pérdida de sangre.
Eltrant suspiró agotado cuando vio a aquella mole caer de espaldas sobre el suelo. –“Tres menos” – Según lo que habían visto solo quedaban otros tres, pero Demian tenía razón, no podrían aguantar otro combate.
Sonrió ante las palabras de Eärwen, él tampoco estaba disfrutando de su estancia en Sacrestic, sin embargo a diferencia de la elfa no tenía derecho a quejarse, había aceptado aquel trabajo por su propia voluntad, nadie le había dicho que iba a ser fácil y mucho menos le había obligado a seguir al vampiro hasta allí. Parecía tan sencillo, atrapa a este tipo y te pagamos por ello.
Mientras Demian hablaba de la siguiente parte del plan Eltrant recogió del suelo el resto de la espada y la dejó junto a su legítimo propietario, si salía con vida de Sacrestic y si se quedaba con el arma podría haberse sacado unos aeros una vez vendida, pero no le parecía correcto saquear tumbas, no era su estilo.
Tratarían de dejar encerrados allí a los vampiros, mientras que él se camuflaría como uno de los tipos carentes de voluntad, Eärwen se haría pasar por muerta. Aunque en un principio no supo cómo iba Eärwen a engañarles, Demian, desde la gárgola en dónde había decidido ocultarse, hizo aparecer en la cabeza de la elfa una herida que de ser real la joven de cabello oscuro solo podía estar muerta.
Eltrant buscó entonces el cadáver de uno de los lacayos de los vampiros y rápidamente empezó a desvestirlo como buenamente pudo, allí en mitad de la oscuridad no podía ver realmente lo que estaba haciendo, pero no tardó mucho en tener toda ropa de aquel tipo en sus manos, lo que llevaban puesto aquellas cosas eran andrajos que difícilmente ocultaban nada, pero cumplían con su labor.
Torciendo el gesto ante el olor de aquellas ropas y después de haberse deshecho de sus propias vestiduras comenzó a ponerse las del criado rápidamente.
Haciendo una bola con lo que quedaba de su ropa la arrojó al interior de la tumba destrozada y recogiendo el hacha del suelo se quedó inmóvil junto al cadáver aquel sirviente. Respiró hondo –“Esas cosas apenas se tienen en pie, no tiene que ser muy difícil hacerse pasar por ellas”
Fue entonces cuando entraron los vampiros, hablando entre ellos se mostraron sorprendidos ante el espectáculo que tenían frente a ellos, lo primero que hicieron fue comprobar que Eärwen se encontraba realmente muerta y tras comprobar que efectivamente estaba fuera de combate se adentraron en la cripta.
-“Tú...” – le hablaron a él que seguía inmóvil, tratando de parecer igual de sumiso que el tipo del que se había disfrazado, siguió en la misma posición tratando de ocultar su cara en la oscuridad – “¿Eres tú el único que queda? ¿Dónde está Nilhus?”
Observó como Eärwen tras los vampiros se levantaba y le indicaba que comenzase a correr, inmediatamente placó al vampiro más pequeño que aunque impresionado, se apartó de su camino sin rasguño alguno, Eltrant continuó corriendo hacia las escaleras de salida como si nada hubiese sucedido.
Sin mirar atrás, se concentró solamente en subir, podía oír las maldiciones de los vampiros tras él siguiéndole de cerca. Una vez arriba sin perder tiempo alguno se dirigió hacia Demian –“La cuerda” – le pidió.
Cuando la tuvo en su poder y ayudado por Eärwen empujó la puerta, haciendo acopio de la fuerzas que le quedaban. La puerta con aquel sonido característico volvió a quedar completamente cerrada, tras lo cual, Eltrant ató la cuerda de manera que fuese imposible abrirla desde dentro.
-“Listo”
Eltrant Tale
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
Demian se dejó reposar sobre aquella gárgola en silencio, casi en un abrazo, mientras esperaba pacientemente a que los eventos se desarrollasen de acuerdo a su plan. Los minutos pasaron y sus compañeros llevaban a cabo sus tareas, a la espera de que los enemigos entrasen a la cripta. El chico no pudo ver el momento en que entraron, pues sus ojos finalmente se cerraron y cayó dormido. Los eventos de los últimos días pasaron por su mente en una mezcla de imágenes confusas y sin sentido. Tantas emociones vividas en tan poco tiempo era difícil de procesar para su joven cerebro, pero aún así una cosa era cierta, había estado más vivo en los últimos 2 días que durante todas sus largas caminatas en solitario de su peregrinaje por Aerandir.
Una sensación como si se le apretara el corazón lo despertó, era su cuerpo que le alertaba que estaba por caer de la gárgola. Se abrazó con fuerza y casi deja escapar un grito, pero no alcanzaría a hacerlo, ya que Eltrant le pedía la cuerda. Sin dudar se la pasó, al tiempo que se dejaba caer de un salto de la gárgola para emprender la huída. Normalmente una caída así sabía amortiguarla, pero la mezcla del cansancio y la presión, además de estar descalzo, hicieron que emitiera un gemido de dolor y luego avanzara cojeando. Se había lastimado el tobillo derecho. A pesar de ello procuró avanzar con ellos hasta salir rápidamente de la cripta, ignorando el dolor y pudo comprobar con satisfacción cómo Eltrant amarraba la puerta por fuera.
-La cuerda aguantará sin problemas, pero las bisagras están viejas y oxidadas, no tardarán mucho en ceder si golpean la puerta -dijo Demian evaluando el estado de la puerta- Debemos aprovechar de escondernos o huir.
Miró a su alrededor para tener nuevamente una visión del terreno. Al parecer no habían más vampiros en los alrededores, todos sus perseguidores se encontraban temporalmente cautivos. Podían intentar huir a toda velocidad hacia el poblado, aunque allí sería probablemente un laberinto de puertas cerradas. Podían buscar otra cripta, pero no era muy inteligente repetir una misma treta otra vez. Podían volver a la caseta y rogar porque no se les ocurriese revisar allí nuevamente a los vampiros, pero eso era jugar a la suerte y ese no era su estilo. No había tiempo para pensar y se sentía culpable por haberse dormido en el rato en que tenía que haber pensado el siguiente paso. Se revolvió su propio cabello desesperado, casi arrancando mechones.
-Lo siento, no he pensado nada… me he dormido sobre la gárgola… no se qué hacer… sólo se me ocurre correr hasta encontrar un refugio… pero no se dónde pueda estar ese refugio -confesó mirándoles con cara de culpa y vergüenza.
Al caminar para alejarse de la puerta fue evidente que le dolía el tobillo derecho y se veía cansado, más que en toda la noche ahora parecía realmente un niño, pequeño, delgado, cansado, asustado, mirando a sus compañeros en busca de seguridad para continuar. Habían llegado tan lejos, sólo debían prolongar un poco más su huída y el sol comenzaría a aclarar la noche. El tiempo pasaba tan lento.
-No se ni cuánto falta para que amanezca -confesó, pues había perdido ya la noción del tiempo transcurrido tras la tensión de la pelea y luego quedarse dormido.
En ese momento se comenzaban a escuchar golpes desde el interior, probablemente uno de los sirvientes de los vampiros estrellándose contra la puerta para hacerla ceder.
Demian
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