El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
Una vez más lo habían conseguido, los tres alcanzaron el exterior y con ayuda de la cuerda cerraron el portón, que al menos aguantaría un poco y les concedería algo de tiempo. El único punto débil eran las oxidadas bisagras, que terminarían cediendo si golpeaban la puerta, aunque soportaría al menos unos cuantos envites. La elfa levantó la vista al cielo, pero aún faltaba para que amaneciese, con lo que tendrían que volver a ponerse en marcha de inmediato, ya fuera para esconderse o para huir.
Demian comenzó a alejarse de la cripta mientras se disculpaba por haberse quedado dormido, y por cómo se movía a la joven le quedó claro que se había hecho daño en un tobillo al bajar. - Espera Demian. - la voz de Eärwen sonó suave y tranquilizadora, mientras detenía al chico para que dejase de tirarse de los cabellos. - Cálmate y deja que te trate, estando así y con lo cansados que estamos nosotros no podríamos llevarte muy lejos. - prosiguió, antes de echar un vistazo a la herida articulación.
El brujo iba descalzo, cosa que no ayudaba nada y que lo ponía en riesgo de cortarse o dañarse con alguna cosa. - Eltrant por favor, quítale las botas a ese de ahí, rápido. - añadió señalando al seguidor que se había interpuesto en su camino hacia la cripta y que ahora yacía inerte. Una vez dicho esto se centró en sanar el tobillo del muchacho, que no le llevó demasiado ya que no era una lesión grave. - Puede que quede algo de molestia pero te sentirás mejor. - tomó las botas y se puso con cuidado, pero dejándolas tan justas como fuese posible para que no le resultasen un incordio.
- Siento que hayas tenido que cargar con el peso de tomar decisiones e idear los planes, lo has hecho muy bien pero ahora descansa, nosotros idearemos algo. - volvió a hablar, y en su tono se reflejó la culpabilidad que sentía, a fin de cuentas era solo un niño y parecía que todo dependía de él, era demasiada presión.
Los golpes sonaban, alertándoles de que sus perseguidores no se rendirían e intentarían escapar para darles caza. - Salgamos de aquí, tenemos que encontrar un lugar más seguro. - Se puso de pie y escrutó con la mirada los alrededores, dando con otra entrada al cementerio que quedaba al lado opuesto de la que habían usado para entrar.
A pesar de la oscuridad, pudo atisbar de forma difusa algo parecido a unas ruinas, que se encontraban en aquella dirección pero no demasiado lejos, podrían alcanzarlas. - Nadie nos ayudará en el pueblo, y quien sabe si no habrá más vampiros de caza por allí, propongo que tomemos ese camino, las ruinas nos servirán de escondite durante algún tiempo. Con suerte pensarán que hemos intentado volver a Sacrestic en busca de ayuda y se alejarán de nosotros. - añadió, antes cruzar una mirada con ambos, esperando su opinión para de inmediato ponerse en marcha.
Demian comenzó a alejarse de la cripta mientras se disculpaba por haberse quedado dormido, y por cómo se movía a la joven le quedó claro que se había hecho daño en un tobillo al bajar. - Espera Demian. - la voz de Eärwen sonó suave y tranquilizadora, mientras detenía al chico para que dejase de tirarse de los cabellos. - Cálmate y deja que te trate, estando así y con lo cansados que estamos nosotros no podríamos llevarte muy lejos. - prosiguió, antes de echar un vistazo a la herida articulación.
El brujo iba descalzo, cosa que no ayudaba nada y que lo ponía en riesgo de cortarse o dañarse con alguna cosa. - Eltrant por favor, quítale las botas a ese de ahí, rápido. - añadió señalando al seguidor que se había interpuesto en su camino hacia la cripta y que ahora yacía inerte. Una vez dicho esto se centró en sanar el tobillo del muchacho, que no le llevó demasiado ya que no era una lesión grave. - Puede que quede algo de molestia pero te sentirás mejor. - tomó las botas y se puso con cuidado, pero dejándolas tan justas como fuese posible para que no le resultasen un incordio.
- Siento que hayas tenido que cargar con el peso de tomar decisiones e idear los planes, lo has hecho muy bien pero ahora descansa, nosotros idearemos algo. - volvió a hablar, y en su tono se reflejó la culpabilidad que sentía, a fin de cuentas era solo un niño y parecía que todo dependía de él, era demasiada presión.
Los golpes sonaban, alertándoles de que sus perseguidores no se rendirían e intentarían escapar para darles caza. - Salgamos de aquí, tenemos que encontrar un lugar más seguro. - Se puso de pie y escrutó con la mirada los alrededores, dando con otra entrada al cementerio que quedaba al lado opuesto de la que habían usado para entrar.
A pesar de la oscuridad, pudo atisbar de forma difusa algo parecido a unas ruinas, que se encontraban en aquella dirección pero no demasiado lejos, podrían alcanzarlas. - Nadie nos ayudará en el pueblo, y quien sabe si no habrá más vampiros de caza por allí, propongo que tomemos ese camino, las ruinas nos servirán de escondite durante algún tiempo. Con suerte pensarán que hemos intentado volver a Sacrestic en busca de ayuda y se alejarán de nosotros. - añadió, antes cruzar una mirada con ambos, esperando su opinión para de inmediato ponerse en marcha.
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
Con la puerta firmemente cerrada habían ganado algo de tiempo para pensar que hacer, pero según advirtió Demian, no sería mucho, el estado de la entrada dejaba mucho que desear y un par de golpes bastarían para abrirla de par en par.
Seguía siendo de noche, a su alrededor, solo podían distinguirse formas y siluetas alumbradas de vez en cuando por la luz de la luna que, de forma aleatoria, iba y venía a causa de las nubes. Faltarían aún un par de horas hasta el amanecer, realmente no podía esperar otra cosa, si los vampiros habían entrado en la cripta es que fuera de la misma seguía reinando la oscuridad.
Demian parecía haberse doblado el tobillo mientras huían del mausoleo, el muchacho se disculpó admitiendo que se había dormido y que no tenía ni idea de que hacer ahora. Eärwen, comprensiva, le trató el tobillo y se disculpó por exigirle tanto,mandó a Eltrant a que se hiciese con las botas del cadáver del individuo que había tratado de detenerlos cuando iban hacia la cripta.
Una vez hubo obtenido las botas se las entregó al muchacho y agachándose junto a él volvió a despeinarle con una sonrisa –“No pasa nada” –dijo tratando de tranquilizarle – “Hasta los mejores estrategas necesitan darse un respiro de vez en cuando, nosotros nos ocupamos del resto”
Se volvió hacia Eärwen, que estaba analizando los alrededores y después de hacer un breve resumen de la situación en la que estaban, señaló que la mejor opción que tenían era esconderse en las ruinas. –“Perfecto” – contestó Eltrant, sin mucho más que añadir, se sentía bastante inútil en aquella situación, si dependiesen de él habrian muerto todos horas atrás.
Antes de comenzar a andar levantó a Demian, cosa que dado su tamaño no le tomó mucho esfuerzo, y se lo colocó en la espalda. –“Descansa un poco” – le dijo mientras se encaminaba tras Eärwen hacia las ruinas –“Te aviso cuando lleguemos” - La elfa había dicho que la herida del muchacho era leve, pero se sentía culpable al exigirle tanto, era lo mínimo que podía hacer por él.
Avanzó un par de pasos hasta ponerse a la par con Eärwen, que iba en cabeza, dejando atrás los incesantes golpes que se podían oír contra la puerta. Pronto pasaron la entrada opuesta del cementerio y tras caminar por un corto sendero llegaron a las ruinas. –“Queda poco para el amanecer” – dijo esforzándose en mantener una actitud positiva –“Irán a comprobar el pueblo”
Parecía ser lo que quedaba de un antiguo castillo, como el cementerio se encontraba en un estado deplorable, paredes medio derruidas, techos hundidos y vegetación devorándolo todo; la familia enterrada en el mausoleo probablemente residía allí.
A lo lejos un fuerte eco en la lejanía rompió el silencio que reinaba desde hace un rato, los vampiros habían escapado.
-“Ahora solo queda esperar”- dijo mirando a su alrededor, había muchos recovecos donde esconderse pero tambien desde donde les podían atacar, con un poco de suerte no tendrían ningún problema más aquella noche.
Seguía siendo de noche, a su alrededor, solo podían distinguirse formas y siluetas alumbradas de vez en cuando por la luz de la luna que, de forma aleatoria, iba y venía a causa de las nubes. Faltarían aún un par de horas hasta el amanecer, realmente no podía esperar otra cosa, si los vampiros habían entrado en la cripta es que fuera de la misma seguía reinando la oscuridad.
Demian parecía haberse doblado el tobillo mientras huían del mausoleo, el muchacho se disculpó admitiendo que se había dormido y que no tenía ni idea de que hacer ahora. Eärwen, comprensiva, le trató el tobillo y se disculpó por exigirle tanto,mandó a Eltrant a que se hiciese con las botas del cadáver del individuo que había tratado de detenerlos cuando iban hacia la cripta.
Una vez hubo obtenido las botas se las entregó al muchacho y agachándose junto a él volvió a despeinarle con una sonrisa –“No pasa nada” –dijo tratando de tranquilizarle – “Hasta los mejores estrategas necesitan darse un respiro de vez en cuando, nosotros nos ocupamos del resto”
Se volvió hacia Eärwen, que estaba analizando los alrededores y después de hacer un breve resumen de la situación en la que estaban, señaló que la mejor opción que tenían era esconderse en las ruinas. –“Perfecto” – contestó Eltrant, sin mucho más que añadir, se sentía bastante inútil en aquella situación, si dependiesen de él habrian muerto todos horas atrás.
Antes de comenzar a andar levantó a Demian, cosa que dado su tamaño no le tomó mucho esfuerzo, y se lo colocó en la espalda. –“Descansa un poco” – le dijo mientras se encaminaba tras Eärwen hacia las ruinas –“Te aviso cuando lleguemos” - La elfa había dicho que la herida del muchacho era leve, pero se sentía culpable al exigirle tanto, era lo mínimo que podía hacer por él.
Avanzó un par de pasos hasta ponerse a la par con Eärwen, que iba en cabeza, dejando atrás los incesantes golpes que se podían oír contra la puerta. Pronto pasaron la entrada opuesta del cementerio y tras caminar por un corto sendero llegaron a las ruinas. –“Queda poco para el amanecer” – dijo esforzándose en mantener una actitud positiva –“Irán a comprobar el pueblo”
Parecía ser lo que quedaba de un antiguo castillo, como el cementerio se encontraba en un estado deplorable, paredes medio derruidas, techos hundidos y vegetación devorándolo todo; la familia enterrada en el mausoleo probablemente residía allí.
A lo lejos un fuerte eco en la lejanía rompió el silencio que reinaba desde hace un rato, los vampiros habían escapado.
-“Ahora solo queda esperar”- dijo mirando a su alrededor, había muchos recovecos donde esconderse pero tambien desde donde les podían atacar, con un poco de suerte no tendrían ningún problema más aquella noche.
Eltrant Tale
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
Ëarwen se había encargado de cuidar de su lesión en el tobillo y sus compañeros perdieron tiempo valioso en asistirlo, proveyéndole de botas y apoyo aún en ese momento en que sus vidas pendían de la capacidad que tuvieran de escapar de sus perseguidores. Se puso las botas, a pesar de que por su tamaño bien podría pasar por un payaso, pero procuró atar los cordones lo más firme posible.
Eltranto lo levantó entonces con una facilidad que lo dejó en silencio, aunque claro, era más bien un chico bajo y delgado, no era necesario ser un vampiro en esteroides para lograrlo. Quiso protestar, decir que podía caminar, que no era una molestia, pero algo, no estaba seguro qué, le hizo simplemente aceptar la ayuda y limitarse a no ser más molestia con movimientos innecesarios o protestas.
Llegaron así a unas ruinas, un lugar de tantos en que seguramente los humanos habían florecido tiempo atrás, sólo para ver sus familias y existencias borradas por la codicia y crueldad de los vampiros. Las acciones de los vampiros parecían tan… innecesariamente crueles, que decidió que eran una mayor amenaza que cualquier elfo, al menos por lo que podía atestiguar. Se preguntó si serían los mismos propietarios de la cripta que habían visto, pero no podía estar seguro.
-Creo que lo mejor será buscar una habitación con ventanas o que le falte un buen trozo de muralla -dijo recordando su encuentro del día anterior con la vampiresa- aún si esperamos hasta el amanecer, de nada nos sirve si nos metemos a un lugar cerrado.
Decidió que era momento de bajar de la espalda de su compañero, su pie había descansado y no parecía ser una lesión grave y no sabían qué tan complicado podría ser maniobrar en ese lugar tan dañado por el tiempo.
Entró por la puerta principal, que al fin y al cabo ya ni siquiera era una puerta, sino que un mero portal al que seguramente hace mucho habían arrancado la fina madera. El interior tampoco era muy distinto, era evidente que había sido un lugar de mucha riqueza, pero tales pertenencias habían sido saqueadas una y otra vez a lo largo del tiempo, hasta no dejar más que las paredes y el moho. Las señales negras indicaban que en más de alguna ocasión gente había hecho fogatas en su interior. Las escaleras parecían deterioradas bastante, pero aún servían, así que Demian tomó la iniciativa y trepó por ellas, debiendo ocasionalmente dar pasos dobles para saltarse alguna tabla podrida. En un momento casi se cae, ya que la oscuridad reinaba y prefería no usar luces que pudieran delatar su posición a los vampiros, pero logró llegar al segundo piso.
-Cuidado al subir -dijo a sus compañeros.
Entró finalmente a una habitación de gran tamaño a la que le faltaba la mitad de una muralla y parte del techo. No habría mejor lugar para recibir las luces del amanecer que allí, así que decidió que era el lugar perfecto. Se sentó y contempló el lugar. Estaba tan vacío que parecía un salón, pero supuso que en su tiempo debía haber contenido una enorme cama y muchos muebles, con personas preocupadas de su cuidado. Una rata que pasó fugaz le indicó que sus habitantes actuales distaban mucho de ser tan sofisticados.
-No somos más que ratas escapando de un gato -dijo con un cierto aire de broma, probablemente ya en compañía del hombre y la elfa.
Demian
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
Los demás parecieron estar de acuerdo con su propuesta, así que se encaminaron hacia las ruinas sin perder tiempo. Eltrant tomó al brujo y lo colocó sobre su espalda, para que Demian tuviese oportunidad de descansar un poco y no forzar la recién tratada articulación. Avanzaron tan rápido como les fue posible, ya que los golpes se oían cada vez con más fuerza, los vampiros estaban haciendo todo cuanto podían por echar el portón abajo.
Cruzaron la entrada en que había reparado la elfa y siguieron hacia las ruinas, alcanzándolas justo a tiempo para oír un fuerte ruido proveniente de la lejanía, sus perseguidores habían conseguido liberarse. Eärwen siguió de cerca al muchacho, que se había bajado al suelo y ahora subía unas viejas escaleras, en busca de algún lugar que les ofreciese una buena visión del cementerio para controlar los movimientos de sus atacantes.
Pronto encontraron lo que tiempo atrás hubiera sido una sala ricamente decorada, y en la que el paso de tiempo había causado grandes estragos, dejándola completamente vacía. Faltaba parte del techo y de uno de los muros, con lo que sería el lugar más adecuado para esperar el amanecer, ya que podían ver venir a los vampiros y a la vez no se encontraban encerrados. La de ojos azules se sentó en el suelo y apoyó la espalda contra el muro de piedra, dejando escapar un hondo suspiro y cerrando los ojos por unos instantes.
Solo podían esperar y rezar porque el sol apareciese pronto, deseó con todas sus fuerzas que aquellos asesinos hicieran lo que esperaba, que se largasen hacia Sacrestic y con eso se alejaran de ellos.
Ambos salieron impetuosamente de la cripta, furiosos y acelerados, deseosos de sangre y venganza. - ¡Malditos! ¡Nos la han vuelto a jugar y ahora solo quedamos nosotros! - exclamó a pleno pulmón la vampira, mientras buscaba por los alrededores intentando averiguar dónde se habían metido. - ¡Ya veréis lo que es bueno cuando os ponga la mano encima! - volvió a hablar, al tiempo que pateaba el cuerpo inerte del seguidor que yacía en el suelo.
- Deja de gritar y haz algo útil, ponte a registrar este maldito lugar. - dijo el otro con voz cortante, dedicándole una fría mirada de reprobación. - No me importa si tienes que echar abajo todo el cementerio, encuéntralos. - añadió, antes de dirigirse a la caseta y abrir bruscamente la puerta de la misma, al ver que estaba vacía gruñó y cerró dando un sonoro portazo. - ¿Y si se han ido? Pueden haber huido al pueblo otra vez. - la voz de la vampira sonó esta vez dudosa, no sabía habrían tomado aquel camino pero estaba claro que no eran tontos, no se quedarían en el cementerio.
Su compañero la escuchó y guardó silencio durante unos segundos, sopesando la posibilidad de que tuviera razón.
Desde las ruinas, el grupo pudo escuchar los lejanos gritos de la mujer, la elfa abrió los ojos y observó con atención en aquella dirección, en un vano intento por ver las figuras de aquellos dos y poder vigilar sus movimientos. - Vamos, marchaos al pueblo. - musitó en voz muy baja, mientras se colocaba de manera que pudiese ver algo mejor. Si aquella última idea funcionaba y conseguían esconderse allí hasta el amanecer, Eärwen regresaría a la posada a recoger lo que quedase de sus pertenencias y a Lluvia, para irse de inmediato de aquella ciudad.
Convencería al carpintero de que los llevase a la otra orilla del río, aunque tuviese que entregarle todo el dinero que poseía, ya que sabía que no aguantaría otra noche en un lugar tan peligroso.
Cruzaron la entrada en que había reparado la elfa y siguieron hacia las ruinas, alcanzándolas justo a tiempo para oír un fuerte ruido proveniente de la lejanía, sus perseguidores habían conseguido liberarse. Eärwen siguió de cerca al muchacho, que se había bajado al suelo y ahora subía unas viejas escaleras, en busca de algún lugar que les ofreciese una buena visión del cementerio para controlar los movimientos de sus atacantes.
Pronto encontraron lo que tiempo atrás hubiera sido una sala ricamente decorada, y en la que el paso de tiempo había causado grandes estragos, dejándola completamente vacía. Faltaba parte del techo y de uno de los muros, con lo que sería el lugar más adecuado para esperar el amanecer, ya que podían ver venir a los vampiros y a la vez no se encontraban encerrados. La de ojos azules se sentó en el suelo y apoyó la espalda contra el muro de piedra, dejando escapar un hondo suspiro y cerrando los ojos por unos instantes.
Solo podían esperar y rezar porque el sol apareciese pronto, deseó con todas sus fuerzas que aquellos asesinos hicieran lo que esperaba, que se largasen hacia Sacrestic y con eso se alejaran de ellos.
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Ambos salieron impetuosamente de la cripta, furiosos y acelerados, deseosos de sangre y venganza. - ¡Malditos! ¡Nos la han vuelto a jugar y ahora solo quedamos nosotros! - exclamó a pleno pulmón la vampira, mientras buscaba por los alrededores intentando averiguar dónde se habían metido. - ¡Ya veréis lo que es bueno cuando os ponga la mano encima! - volvió a hablar, al tiempo que pateaba el cuerpo inerte del seguidor que yacía en el suelo.
- Deja de gritar y haz algo útil, ponte a registrar este maldito lugar. - dijo el otro con voz cortante, dedicándole una fría mirada de reprobación. - No me importa si tienes que echar abajo todo el cementerio, encuéntralos. - añadió, antes de dirigirse a la caseta y abrir bruscamente la puerta de la misma, al ver que estaba vacía gruñó y cerró dando un sonoro portazo. - ¿Y si se han ido? Pueden haber huido al pueblo otra vez. - la voz de la vampira sonó esta vez dudosa, no sabía habrían tomado aquel camino pero estaba claro que no eran tontos, no se quedarían en el cementerio.
Su compañero la escuchó y guardó silencio durante unos segundos, sopesando la posibilidad de que tuviera razón.
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Desde las ruinas, el grupo pudo escuchar los lejanos gritos de la mujer, la elfa abrió los ojos y observó con atención en aquella dirección, en un vano intento por ver las figuras de aquellos dos y poder vigilar sus movimientos. - Vamos, marchaos al pueblo. - musitó en voz muy baja, mientras se colocaba de manera que pudiese ver algo mejor. Si aquella última idea funcionaba y conseguían esconderse allí hasta el amanecer, Eärwen regresaría a la posada a recoger lo que quedase de sus pertenencias y a Lluvia, para irse de inmediato de aquella ciudad.
Convencería al carpintero de que los llevase a la otra orilla del río, aunque tuviese que entregarle todo el dinero que poseía, ya que sabía que no aguantaría otra noche en un lugar tan peligroso.
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
El vampiro se quedó callado durante unos instantes, pensando en la posibilidad que había planteado su compañera. Podía tener razón, las estrechas calles del pueblo eran una apuesta segura, podrían desvanecerse y aguardar moviéndose de un lado a otro a que el sol saliese, sin embargo, hasta aquel momento les habían engañado una y otra vez, como había sospechado en un principio, aquel chico tenía algo, sus movimientos, sus tácticas…
Buscó pistas a su alrededor, bajo la expectante mirada de su compañera y aquel esclavo, escudriño el cementerio en busca de algo que le fuera útil. No tendría que haberlos traído, los cadáveres de los demás y de Nihlus demostraban que más que ayudar estorbaban, el solo podría haber acabado rápidamente con los viajeros mientras dormían, tres tajos rápidos en la y se hubiese se acabado, sin hacer un solo ruido, después ya se las habría ingeniado para colgarlos en la plaza, como estaba previsto.
Aquello se estaba alargando demasiado, en el horizonte, un pálida color anaranjado comenzaba a sobreponerse sobre el manto negro que reinaba sobre sus cabezas, calculaba que tendrían un par de horas a lo sumo
-“No…” – contestó finalmente – “No se han ido a la ciudad, no es lo que yo hubiese hecho” – siguió repasando con la mirada el cementerio, hasta que sus ojos se posaron sobre unas ruinas que se alzaban en mitad de la noche no muy lejos del cementerio. – “Dime, Bella…” – se giró hacia su compañera, retomando la actitud calmada calculadora que acostumbraba a tener – “¿Cuánto tiempo crees que nos tomará ir hasta aquellas ruinas?”
Buscó pistas a su alrededor, bajo la expectante mirada de su compañera y aquel esclavo, escudriño el cementerio en busca de algo que le fuera útil. No tendría que haberlos traído, los cadáveres de los demás y de Nihlus demostraban que más que ayudar estorbaban, el solo podría haber acabado rápidamente con los viajeros mientras dormían, tres tajos rápidos en la y se hubiese se acabado, sin hacer un solo ruido, después ya se las habría ingeniado para colgarlos en la plaza, como estaba previsto.
Aquello se estaba alargando demasiado, en el horizonte, un pálida color anaranjado comenzaba a sobreponerse sobre el manto negro que reinaba sobre sus cabezas, calculaba que tendrían un par de horas a lo sumo
-“No…” – contestó finalmente – “No se han ido a la ciudad, no es lo que yo hubiese hecho” – siguió repasando con la mirada el cementerio, hasta que sus ojos se posaron sobre unas ruinas que se alzaban en mitad de la noche no muy lejos del cementerio. – “Dime, Bella…” – se giró hacia su compañera, retomando la actitud calmada calculadora que acostumbraba a tener – “¿Cuánto tiempo crees que nos tomará ir hasta aquellas ruinas?”
***
Siguió a Demian, quien se había bajado de su espalda en cuanto entraron a las ruinas, hasta una estancia bastante espaciosa a la que el tiempo se había encargado de maltratar tanto o más que al resto del castillo.
Bostezando fuertemente se asomó al gran agujero que había en la pared opuesta, el muro completamente derruido daba paso a un caída bastante pronunciada –“Los gatos no siempre atrapan a las ratas” – Contestó al muchacho.
Eärwen analizaba el cementerio que envuelto en tinieblas, se podía vislumbrar desde aquel lugar, las fuertes exclamaciones de los vampiros eran perfectamente audibles incluso desde allí, después de haber sido víctimas de tantos engaños era obvio que estaban empezando a perder la paciencia. –“Descansa un poco” – dijo sonriéndole a la elfa - “Con tanta curación tienes que estar agotada, os aviso si les veo dirigirse hacia aquí” – su vista no era comparable a la de un elfo, pero Eärwen parecía estar exhausta y tanto ella como Demian se habían estado encargando de todo hasta aquel momento, quizás se estuviese esforzando demasiado e incluso fuese extraño que se preocupara tanto por dos personas que acababa de conocer, pero no le importaba, quería ser útil.
Mientras vigilaba asomado a aquella ventana, escrutando el camino que venía desde el cementerio, pensó en Lunargenta. Si sobrevivía las pocas horas que quedaban de noche, el camino de vuelta iba a ser largo y tedioso, más aun después de haber pasado por todo aquello.
Lo que más le dolía de todo aquello era haber perdido su espada, al fin y al cabo no era la primera vez que había estado a punto de morir por su propia irresponsabilidad. El arma era una baratija inútil que apenas cortaba y que podría romperse en cualquier momento, pero desde el minuto en el que la recogió en mitad de la nada se convirtió en una parte de él, si no fuese por aquel trozo de metal corroído ni siquiera estaría allí.
Dejó escapar un suspiro justo cuando vislumbró subiendo por el camino algo parecido a tres siluetas, se agachó inmediatamente solo para asomar un poco la cabeza y confirmar que efectivamente se trataban de personas.
Se volvió entonces hacia sus compañeros –“Viene alguien” – susurró.
Bostezando fuertemente se asomó al gran agujero que había en la pared opuesta, el muro completamente derruido daba paso a un caída bastante pronunciada –“Los gatos no siempre atrapan a las ratas” – Contestó al muchacho.
Eärwen analizaba el cementerio que envuelto en tinieblas, se podía vislumbrar desde aquel lugar, las fuertes exclamaciones de los vampiros eran perfectamente audibles incluso desde allí, después de haber sido víctimas de tantos engaños era obvio que estaban empezando a perder la paciencia. –“Descansa un poco” – dijo sonriéndole a la elfa - “Con tanta curación tienes que estar agotada, os aviso si les veo dirigirse hacia aquí” – su vista no era comparable a la de un elfo, pero Eärwen parecía estar exhausta y tanto ella como Demian se habían estado encargando de todo hasta aquel momento, quizás se estuviese esforzando demasiado e incluso fuese extraño que se preocupara tanto por dos personas que acababa de conocer, pero no le importaba, quería ser útil.
Mientras vigilaba asomado a aquella ventana, escrutando el camino que venía desde el cementerio, pensó en Lunargenta. Si sobrevivía las pocas horas que quedaban de noche, el camino de vuelta iba a ser largo y tedioso, más aun después de haber pasado por todo aquello.
Lo que más le dolía de todo aquello era haber perdido su espada, al fin y al cabo no era la primera vez que había estado a punto de morir por su propia irresponsabilidad. El arma era una baratija inútil que apenas cortaba y que podría romperse en cualquier momento, pero desde el minuto en el que la recogió en mitad de la nada se convirtió en una parte de él, si no fuese por aquel trozo de metal corroído ni siquiera estaría allí.
Dejó escapar un suspiro justo cuando vislumbró subiendo por el camino algo parecido a tres siluetas, se agachó inmediatamente solo para asomar un poco la cabeza y confirmar que efectivamente se trataban de personas.
Se volvió entonces hacia sus compañeros –“Viene alguien” – susurró.
Eltrant Tale
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
El tiempo transcurría a su favor en la tranquilidad de aquellas ruinas y disfrutaban de un momento para descansar. Demian no sabía ya cuánto tiempo había pasado y cuánto quedaba para el amanecer, pero estimaba que los vampiros no durarían más de una hora antes de tener que ir a esconderse. Quizás menos, pues el cielo ya no se veía tan oscuro.
-Hay ratas capaces de morder a los gatos -dijo ante el optimismo de Eltrant, riendo un poco.
Demian había aprendido siempre a desconfiar de los humanos, los brujos decían que como no comprendían la magia podían ser hostiles y dañinos, pero viendo a Eltrant no le parecía una persona hostil. En los últimos días había comprobado que el prejuicio y la enemistad contra los elfos no podía ser aplicado a todos. Al parecer lo mismo podía decirse de los humanos, no todos eran iguales.
-Eres el mejor humano que he conocido -le dijo, al momento de que éste fue a realizar labores de vigilancia.
Se sentó junto a Ëarwen y procuró hacer descansar su pie. Aún no podían cantar victoria y quizás pronto iban a tener que huir nuevamente, tal como aquellas ratas de esa habitación que ya habían desaparecido, buscando un lugar con menos interrupciones.
-A pesar de todo -le dijo a la elfa- no cambiaría estos últimos días por ninguno de los otros que llevo recorriendo Aerandir.
Era cierto, a pesar de que el miedo y el dolor habían sido frecuentes en estos días, había finalmente conocido personas y no peregrinaba solo. Incluso no había tenido la más mínima intención de hacerles daño, considerando que eran lo que siempre había conocido como enemigos. Había tanto que no sabía y el mundo estaba tan lleno de sorpresas.
Esta vez procuraría no quedarse dormido. Estaba cansado, sí, pero el peligro estaba cerca y no quería ser una carga, debía estar listo para cualquier evento, sólo debían aguantar un poco más. Se puso nuevamente de pie y caminó hasta lo que parecía ser restos de una chimenea, donde comenzó a frotar el cuchillo contra la piedra, para afilarlo. Lo hizo despacio, con calma, para no hacer ruidos innecesarios, pero ese cuchillo viejo requería de mucho esfuerzo para cortar y eso no le ayudaba en combate. Prefería tener sus armas listas. Ese pensamiento le hizo recordar sus dagas, aquel preciado regalo de su maestro, que ahora no sabía dónde estaban.
-Cuando esto termine, nos merecemos un jugoso desayuno, pero preferiría que no fuera en la misma posada que esta noche -dijo volviendo a sentarse.
Levantó la vista y contempló las estrellas que se veían entre las dispersas nubes. La ausencia de luna les daba un brillo especial, a pesar de que el horizonte comenzaba muy lentamente a reducir su oscuridad.
-Es curioso, pero las estrellas acá lucen igual que en las Islas Illidenses… ¿es el mismo cielo en la tierra de los elfos? -le preguntó a Ëarwen.
En ese momento Eltrant les hacía saber que venía alguien. Demian inmediatamente tomó el cuchillo y se puso de pie, procurando buscar refugio en la oscuridad y mantenerse en silencio, moviéndose lentamente hasta que apenas sus ojos se asomaban a mirar la subida por la escalera. Mientras nadie se asomara por allí no era necesario revelar su escondite. A lo que entrara alguien a la casa haría un pequeño ruido en el primer piso, con su telekinesia, algo que pudiera incluso confundirse con las ratas del lugar, pero que les hiciera perder algo de tiempo sin subir.
Demian
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
Eltrant aconsejó a la elfa que descansase un poco, pero aunque era cierto que entre las peleas y el usar sus poderes había perdido gran parte de sus energías, no podía relajarse. Sentía el cuerpo completamente tenso y dolorido en algunas zonas, de las que se ocuparía en cuanto todo hubiese acabado. También trataría a sus compañeros como es debido cuando consiguiera reponerse, pero por el momento debía centrarse en la situación en que se encontraban.
El pequeño brujo se acercó a ella, sentándose a su lado para no forzar su tobillo al menos de momento. Ninguno de ellos sabía cuánto tiempo ganarían en las ruinas, pero debían aprovechar el descanso por corto que fuera. Demian aseguró a la de cabellos negros que no cambiaría aquellos últimos días que habían compartido si pudiese, la joven esbozó una leve sonrisa y miró al muchacho. - Yo tampoco los cambiaría, me has enseñado mucho. - dijo con voz suave, temiendo que si hablaba más alto pudiesen escucharla desde lejos.
Su casual encuentro con él la había ayudado a conocer cierta parte de sí misma que hasta el momento no había salido a la luz, su lado más protector. Siguió con la mirada al niño, que se levantó y se dirigió a los restos de lo que parecía ser una chimenea, para afilar su cuchillo. La joven observó el suyo, hasta el momento le había servido pero cada vez le costaba más manejarlo, con lo que solo cabía esperar que no terminase rompiéndose en un momento crucial.
Volvió a escuchar la voz del brujo, que se había sentado nuevamente y hablaba del merecido desayuno que tomarían cuando todo aquello terminase. - No te expondré a más peligros Demian, en cuanto amanezca tendremos que actuar con rapidez, recogeremos lo que haya quedado de nuestras cosas y nos iremos al otro lado del río. - comenzó a decir en un susurro. - Una vez allí podremos relajarnos, comer algo y descansar. - añadió, mientras el pequeño observaba las estrellas.
El cielo comenzaba a clarear, lo que era una buena noticia para ellos ya que en un rato el sol empezaría a salir, obligando a los vampiros a huir y esconderse. El chico preguntó sobre si aquel cielo era el mismo que había en la tierra de los elfos, a lo que la de ojos azules estuvo a punto de responder que sí, pero que se veía menos por los altos y frondosos árboles que poblaban Sandorai. Sin embargo no tuvo ocasión de responder, Eltrant los alertó de que alguien se acercaba, con lo que volvieron a ponerse en guardia.
La elfa se levantó con rapidez, pero intentando hacer el menor ruido posible, se situó junto al borde del derruido muro y escrutó con la mirada las figuras que avanzaban por el camino. - Son ellos. - musitó de forma casi inaudible al reconocer a la mujer que la había atacado en la posada. Junto a ella iba el supuesto líder, observando con atención los alrededores e inspirando profundamente para captar algún olor que pudiese guiarlo. Tras ellos otro seguidor, que debía habérsele escapado al contar los miembros de la partida de caza que habían formado.
Sujetó con fuerza el mango del cuchillo y los siguió con la mirada a través de una rendija en la piedra, para que de ese modo ellos no pudiesen verla. Demian había tomado posición cerca de la escalera, para vigilar si decidían subir por ella. La joven vio como las tres figuras se detenían momentáneamente ante los restos de la puerta, sopesando si debían arriesgarse a perder el tiempo entrando allí con el amanecer tan cercano. - Démonos prisa, pronto saldrá el sol y aquí no podremos ocultarnos. - habló el pequeño y ligero, haciendo un gesto a la otra vampira y al esclavo para que lo siguieran al interior.
Eärwen se movió entonces con cuidado, situándose cerca de la escalera con las piernas flexionadas, para darse impulso y saltar contra los atacantes en cuanto intentasen subir. Ellos no podían estar seguros de dónde se encontraban, con lo que tenían el factor sorpresa de su lado al menos de momento, y el descanso aunque corto, les había sentado bien.
El pequeño brujo se acercó a ella, sentándose a su lado para no forzar su tobillo al menos de momento. Ninguno de ellos sabía cuánto tiempo ganarían en las ruinas, pero debían aprovechar el descanso por corto que fuera. Demian aseguró a la de cabellos negros que no cambiaría aquellos últimos días que habían compartido si pudiese, la joven esbozó una leve sonrisa y miró al muchacho. - Yo tampoco los cambiaría, me has enseñado mucho. - dijo con voz suave, temiendo que si hablaba más alto pudiesen escucharla desde lejos.
Su casual encuentro con él la había ayudado a conocer cierta parte de sí misma que hasta el momento no había salido a la luz, su lado más protector. Siguió con la mirada al niño, que se levantó y se dirigió a los restos de lo que parecía ser una chimenea, para afilar su cuchillo. La joven observó el suyo, hasta el momento le había servido pero cada vez le costaba más manejarlo, con lo que solo cabía esperar que no terminase rompiéndose en un momento crucial.
Volvió a escuchar la voz del brujo, que se había sentado nuevamente y hablaba del merecido desayuno que tomarían cuando todo aquello terminase. - No te expondré a más peligros Demian, en cuanto amanezca tendremos que actuar con rapidez, recogeremos lo que haya quedado de nuestras cosas y nos iremos al otro lado del río. - comenzó a decir en un susurro. - Una vez allí podremos relajarnos, comer algo y descansar. - añadió, mientras el pequeño observaba las estrellas.
El cielo comenzaba a clarear, lo que era una buena noticia para ellos ya que en un rato el sol empezaría a salir, obligando a los vampiros a huir y esconderse. El chico preguntó sobre si aquel cielo era el mismo que había en la tierra de los elfos, a lo que la de ojos azules estuvo a punto de responder que sí, pero que se veía menos por los altos y frondosos árboles que poblaban Sandorai. Sin embargo no tuvo ocasión de responder, Eltrant los alertó de que alguien se acercaba, con lo que volvieron a ponerse en guardia.
La elfa se levantó con rapidez, pero intentando hacer el menor ruido posible, se situó junto al borde del derruido muro y escrutó con la mirada las figuras que avanzaban por el camino. - Son ellos. - musitó de forma casi inaudible al reconocer a la mujer que la había atacado en la posada. Junto a ella iba el supuesto líder, observando con atención los alrededores e inspirando profundamente para captar algún olor que pudiese guiarlo. Tras ellos otro seguidor, que debía habérsele escapado al contar los miembros de la partida de caza que habían formado.
Sujetó con fuerza el mango del cuchillo y los siguió con la mirada a través de una rendija en la piedra, para que de ese modo ellos no pudiesen verla. Demian había tomado posición cerca de la escalera, para vigilar si decidían subir por ella. La joven vio como las tres figuras se detenían momentáneamente ante los restos de la puerta, sopesando si debían arriesgarse a perder el tiempo entrando allí con el amanecer tan cercano. - Démonos prisa, pronto saldrá el sol y aquí no podremos ocultarnos. - habló el pequeño y ligero, haciendo un gesto a la otra vampira y al esclavo para que lo siguieran al interior.
Eärwen se movió entonces con cuidado, situándose cerca de la escalera con las piernas flexionadas, para darse impulso y saltar contra los atacantes en cuanto intentasen subir. Ellos no podían estar seguros de dónde se encontraban, con lo que tenían el factor sorpresa de su lado al menos de momento, y el descanso aunque corto, les había sentado bien.
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
Estaba demasiado oscuro como para saber si eran sus perseguidores o no, pero decidió avisar a sus compañeros igualmente. Eärwen se acercó al muro, desde dónde se podía ver todo el camino que daba a las ruinas y echó un rápido vistazo. –“Son ellos” - susurró inmediatamente.
Por su aspecto, parecían estar bastante seguros de que estaban escondidos en las ruinas, sin embargo, por primera vez en toda la noche, el color que iba adquiriendo el horizonte les decía que esta vez tenían el tiempo de su parte.
El eco de las pisadas de los vampiros comenzó a hacerse oír en el segundo piso, momento en el cual Demian, usando más de aquella magia que Eltrant no terminaba de entender cómo funcionaba, hizo ruido en la planta baja, el suficiente como para que los vampiros se pusieran en alerta y revisasen cada una de las habitaciones del piso inferior.
Eltrant cogió aire y, ya que sus compañeros estaban ambos preparados para atacar si alguien trataba de subir las escaleras, se movió cuidadosamente, tratando que las tablas desgastadas por el tiempo no crujiesen bajo sus pies, y siguió vigilando por el agujero.
-“Ratas escurridizas... ¿Quizás se hayan escondido en el sótano?” – Preguntó uno de los vampiros, por el tono de voz parecía ser la mujer –“No” – respondió enseguida otro – “Se estarían encerrando en un sitio oscuro, sin posibilidad de usar la luz del sol de su parte, no es inteligente” – Después de esto siguieron murmullos inaudibles, hasta que el líder se dirigió al último de los esclavos – “Vigila desde fuera, que no escape ninguno” – hizo especial énfasis en la última palabra, el esclavo respondió con un gruñido y sus pasos se fueron alejando hasta que apareció en la línea de visión de Eltrant, guardando la entrada a las ruinas.
-"Uno se ha quedado en la entrada" - susurró Eltrant tratando de que Eärwen y Demian le oyesen. El castillo, antes de quedar reducido a aquella sombra de lo que fue anteriormente, era bastante extenso; por lo que revisar primera planta les llevaría algún tiempo, pero habían perdido la posibilidad de huir de allí sin hacer ruido.
Sus compañeros, cuchillos en mano, aguardaban a que decidiesen de una vez por todas subir hasta allí, el pequeño descanso parecía haber refrescado a todos y aunque claramente no estaban en una posición ventajosa de tener que luchar, estaban algo mejor que en el interior de una cripta a oscuras. Agarró con fuerza el mango del hacha que tenía en la mano y como ellos, esperó a que los vampiros hiciesen el primer movimiento.
Si no hubiesen posicionado al esclavo en la entrada podría haberse dejado caer desde allí, y tratar de atraparlos por la espalda, rodearlos de alguna forma. Hacer eso ahora parecía ser imposible si querían seguir contando con el factor sorpresa. Aquel esclavo sin embargo, no era el más avispado de todos a los que se habían enfrentado, o eso o tenía una capacidad para aguantar sin hacer el más mínimo movimiento sobrehumano.
-“Aquí abajo no hay nadie” – Volvió a decir la vampira– “Teníamos que haber ido al pueblo” – dijo sin recibir respuesta alguna - “¡Les hemos perdido el rastro!” – Exclamó ya con un tono de voz visiblemente enfadado, inmediatamente tras esto el líder la chistó a que se callase – “Nos están esperando” - le dijo fríamente.
Las voces se convirtieron en murmullos una vez más los cuales precedieron el sonido de unos pasos subiendo lentamente escaleras arriba.
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Off : Disculpad el retraso, me han colocado un par de trabajos de la facultad de improviso y me esta costando más trabajo del que pensaba acabarlos T^T
Por su aspecto, parecían estar bastante seguros de que estaban escondidos en las ruinas, sin embargo, por primera vez en toda la noche, el color que iba adquiriendo el horizonte les decía que esta vez tenían el tiempo de su parte.
El eco de las pisadas de los vampiros comenzó a hacerse oír en el segundo piso, momento en el cual Demian, usando más de aquella magia que Eltrant no terminaba de entender cómo funcionaba, hizo ruido en la planta baja, el suficiente como para que los vampiros se pusieran en alerta y revisasen cada una de las habitaciones del piso inferior.
Eltrant cogió aire y, ya que sus compañeros estaban ambos preparados para atacar si alguien trataba de subir las escaleras, se movió cuidadosamente, tratando que las tablas desgastadas por el tiempo no crujiesen bajo sus pies, y siguió vigilando por el agujero.
-“Ratas escurridizas... ¿Quizás se hayan escondido en el sótano?” – Preguntó uno de los vampiros, por el tono de voz parecía ser la mujer –“No” – respondió enseguida otro – “Se estarían encerrando en un sitio oscuro, sin posibilidad de usar la luz del sol de su parte, no es inteligente” – Después de esto siguieron murmullos inaudibles, hasta que el líder se dirigió al último de los esclavos – “Vigila desde fuera, que no escape ninguno” – hizo especial énfasis en la última palabra, el esclavo respondió con un gruñido y sus pasos se fueron alejando hasta que apareció en la línea de visión de Eltrant, guardando la entrada a las ruinas.
-"Uno se ha quedado en la entrada" - susurró Eltrant tratando de que Eärwen y Demian le oyesen. El castillo, antes de quedar reducido a aquella sombra de lo que fue anteriormente, era bastante extenso; por lo que revisar primera planta les llevaría algún tiempo, pero habían perdido la posibilidad de huir de allí sin hacer ruido.
Sus compañeros, cuchillos en mano, aguardaban a que decidiesen de una vez por todas subir hasta allí, el pequeño descanso parecía haber refrescado a todos y aunque claramente no estaban en una posición ventajosa de tener que luchar, estaban algo mejor que en el interior de una cripta a oscuras. Agarró con fuerza el mango del hacha que tenía en la mano y como ellos, esperó a que los vampiros hiciesen el primer movimiento.
Si no hubiesen posicionado al esclavo en la entrada podría haberse dejado caer desde allí, y tratar de atraparlos por la espalda, rodearlos de alguna forma. Hacer eso ahora parecía ser imposible si querían seguir contando con el factor sorpresa. Aquel esclavo sin embargo, no era el más avispado de todos a los que se habían enfrentado, o eso o tenía una capacidad para aguantar sin hacer el más mínimo movimiento sobrehumano.
-“Aquí abajo no hay nadie” – Volvió a decir la vampira– “Teníamos que haber ido al pueblo” – dijo sin recibir respuesta alguna - “¡Les hemos perdido el rastro!” – Exclamó ya con un tono de voz visiblemente enfadado, inmediatamente tras esto el líder la chistó a que se callase – “Nos están esperando” - le dijo fríamente.
Las voces se convirtieron en murmullos una vez más los cuales precedieron el sonido de unos pasos subiendo lentamente escaleras arriba.
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Eltrant Tale
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
El tiempo seguía transcurriendo a su favor y eso iba haciendo que, así como el horizonte iba cambiando de color, también su suerte ya no pareciera tan negra. Sus perseguidores eran cada vez menos, pero no por eso parecía buena idea enfrentarles directamente. Ellos habían contemplado la velocidad sobrehumana de la vampiresa al atacar desenfrenadamente y el que parecía liderar daba la impresión de ser peligroso, a pesar de que no había mostrado sus cualidades de manera abierta. El resto lo respetaba y eso no era bueno. Ya les había costado mucho trabajo acabar con el grandote, pero 2 al mismo tiempo iba a ser muy peligroso.
Al escuchar pasos, Demian hizo un gesto a sus compañeros para que se acercaran.
-Tenemos un enorme agujero en la pared. Si nos quedamos acá nos encontrarán y si los enfrentamos no sabemos qué puede pasar -susurró- no tenemos más opción que saltar, pero la caída son más de 4 metros y podemos lastimarnos… además de que correr en el bosque es arriesgado, pueden alcanzarnos.
La decisión parecía difícil, pero era lo que se le ocurría. Se acercó al borde y miró hacia abajo, llevándose instintivamente una mano al tobillo lastimado. Negando con la cabeza.
-No… no puedo saltar… incluso si me ayudan a bajar no llegaré lejos corriendo.
Bajó la vista, tenía miedo, pero sabía que no podría hacerlo. No podía permitir ahora que Eltrant lo cargase, con eso ellos no tardarían en darles alcance. Su velocidad al correr iba a ser baja, así que era simplemente ponerse a sí y a sus compañeros en una situación imposible de superar.
-Corran sin mí, yo causaré una distracción acá para darles tiempo -dijo con una voz que mostraba muy poca decisión y bastante miedo.
Fue entonces que sus ojos se cruzaron nuevamente con la chimenea. Las piedras del borde estaban destruidas por el tiempo, pero aún así la estructura principal se mantenía indemne. El escape era lo suficientemente ancho para que alcanzaran personas adultas algo apretadas en su interior o un niño como Demian con algo más de soltura y seguramente daría al techo, donde sería muy peligroso para un vampiro esperar el amanecer.
-La chimenea… -susurró- Treparé por el interior de la chimenea hasta el techo. Ustedes decidan si saltan hacia el bosque o trepan conmigo.
Se puso inmediatamente en movimiento hasta meterse a la chimenea. Era oscuro adentro, pero al final arriba se podían ver las estrellas. Era posible trepar. Las paredes eran una mezcla de hollín viejo, humedad y moho y sería compleja la escalada, pero así como sería difícil para él también lo sería para los vampiros si quisieran seguirle. Lo más importante era no caerse, así que puso sus pies con cuidado en el borde y procuró afirmarse bien entre cada rendija dejada por la aplicación irregular de piedras, mientras apoyaba su espalda contra la otra muralla para mantenerse firme. Era incómodo, pero funcionaba. Comenzó a subir a un ritmo regular, no demasiado rápido para no tropezar, pero tampoco descansando, pues los vampiros debían de estar muy cerca. El hollín que se desprendía de las paredes hacía molesto el respirar, pero ese era el menor de sus problemas en ese momento.
Off: No te preocupes, hay que hacerse cargo de las responsabilidades primero.
Demian
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
Las pisadas comenzaron a sonar en el interior de las ruinas, con lo que todos adoptaron sus posiciones para esperarlos, esperando que tardasen lo máximo posible en subir. Demian usó sus habilidades mágicas para que algo se moviese en el piso inferior, llamando la atención de los recién llegados y haciendo que se entretuviesen un poco revisando las diferentes salas de la planta, lo que les daría algo de tiempo.
Eltrant se movió con cuidado, situándose en un lugar que le permitiese seguir vigilando a sus perseguidores. Las voces de los mismos les llegaron desde abajo, la vampira preguntaba a su compañero si sería posible que se hubiesen escondido en el sótano, opción que él desechó de inmediato. Envió al seguidor que quedaba a vigilar la salida, cosa que eliminaba toda posibilidad de salir por allí al grupo, o de intentar descolgarse por los muros para asaltarlos por la espalda.
El brujo los instó a acercarse con un gesto, para comentarles la idea de saltar del muro y correr al cercano bosque. La elfa lo miró con preocupación, no podía arriesgarse de ese modo tras el golpe que ya había recibido en el tobillo, o terminaría dañándoselo gravemente. La segunda opción tampoco le gustó, dejar al chico allí y huir ellos no le parecía una buena idea, además no estaba dispuesta a abandonarlo a su suerte.
La idea de la chimenea le pareció mucho mejor, el pequeño podría colarse con facilidad por el hueco y alcanzar el tejado del edificio, que sería un lugar mucho más seguro para esperar la salida del sol. Eärwen echó un vistazo al bosque, mientras el niño comenzaba a subir por la chimenea, quizá haciendo acopio de las energías que le quedaban consiguiese correr lejos de allí, atrayendo tras de sí a alguno de los vampiros y dirigiéndolo directamente hacia la zona por la que amanecía.
Tras unos minutos, que a la joven se le hicieron eternos, los vampiros volvieron a hablar, tras haber comprobado que el piso inferior estaba vacío. La mujer parecía impulsiva y poco organizada, pero el que la lideraba era todo lo contrario, analizaba fríamente la situación en todo momento. La elfa colocó una mano sobre el hombro de Eltrant al escuchar que el vampiro sabía que los estaban esperando, echó un vistazo a las escaleras antes de hablar.
- Intentaré que se dividan, ve con él y haz lo posible por protegerlo. - susurró ligeramente nerviosa. - Si todo sale bien me reuniré con vosotros aquí, cuando haya amanecido. - añadió, antes de darse la vuelta y tirar el cuchillo al otro lado del muro, de forma que quedase fuera de la zona en que caería ella. Saltó y rodó por el suelo para que el impacto no le dañase las rodillas, se levantó y tomó el arma, antes de echar a correr tan rápido como le permitieron las piernas en dirección al bosque.
- ¡Ahí va una! ¡Ya eres mía! - gritó la vampira al reconocer la figura de la elfa, rompió una de las ventanas y salió por ella, para lanzarse en su persecución. Quizá su carácter impulsivo fuese una ventaja para la joven, ya que terminaría cometiendo un error por ir cegada a causa de la sed de sangre y de venganza.
Eärwen sintió como su pulso y respiración se agitaban, ignoró los dolores y apuró el paso un poco más, intentando poner tanta distancia con la vampira como pudiese. Corría en dirección a donde el cielo era más claro, allí por donde pronto saldría el sol, terminando con toda aquella pesadilla.
Eltrant se movió con cuidado, situándose en un lugar que le permitiese seguir vigilando a sus perseguidores. Las voces de los mismos les llegaron desde abajo, la vampira preguntaba a su compañero si sería posible que se hubiesen escondido en el sótano, opción que él desechó de inmediato. Envió al seguidor que quedaba a vigilar la salida, cosa que eliminaba toda posibilidad de salir por allí al grupo, o de intentar descolgarse por los muros para asaltarlos por la espalda.
El brujo los instó a acercarse con un gesto, para comentarles la idea de saltar del muro y correr al cercano bosque. La elfa lo miró con preocupación, no podía arriesgarse de ese modo tras el golpe que ya había recibido en el tobillo, o terminaría dañándoselo gravemente. La segunda opción tampoco le gustó, dejar al chico allí y huir ellos no le parecía una buena idea, además no estaba dispuesta a abandonarlo a su suerte.
La idea de la chimenea le pareció mucho mejor, el pequeño podría colarse con facilidad por el hueco y alcanzar el tejado del edificio, que sería un lugar mucho más seguro para esperar la salida del sol. Eärwen echó un vistazo al bosque, mientras el niño comenzaba a subir por la chimenea, quizá haciendo acopio de las energías que le quedaban consiguiese correr lejos de allí, atrayendo tras de sí a alguno de los vampiros y dirigiéndolo directamente hacia la zona por la que amanecía.
Tras unos minutos, que a la joven se le hicieron eternos, los vampiros volvieron a hablar, tras haber comprobado que el piso inferior estaba vacío. La mujer parecía impulsiva y poco organizada, pero el que la lideraba era todo lo contrario, analizaba fríamente la situación en todo momento. La elfa colocó una mano sobre el hombro de Eltrant al escuchar que el vampiro sabía que los estaban esperando, echó un vistazo a las escaleras antes de hablar.
- Intentaré que se dividan, ve con él y haz lo posible por protegerlo. - susurró ligeramente nerviosa. - Si todo sale bien me reuniré con vosotros aquí, cuando haya amanecido. - añadió, antes de darse la vuelta y tirar el cuchillo al otro lado del muro, de forma que quedase fuera de la zona en que caería ella. Saltó y rodó por el suelo para que el impacto no le dañase las rodillas, se levantó y tomó el arma, antes de echar a correr tan rápido como le permitieron las piernas en dirección al bosque.
- ¡Ahí va una! ¡Ya eres mía! - gritó la vampira al reconocer la figura de la elfa, rompió una de las ventanas y salió por ella, para lanzarse en su persecución. Quizá su carácter impulsivo fuese una ventaja para la joven, ya que terminaría cometiendo un error por ir cegada a causa de la sed de sangre y de venganza.
Eärwen sintió como su pulso y respiración se agitaban, ignoró los dolores y apuró el paso un poco más, intentando poner tanta distancia con la vampira como pudiese. Corría en dirección a donde el cielo era más claro, allí por donde pronto saldría el sol, terminando con toda aquella pesadilla.
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
El brujo había vuelto a trazar otro plan, lo cierto era que estaban atrapados, así que les instó a saltar por la pared derruida y huir hacia el bosque, dejándole a él atrás. Eltrant negó con la cabeza en cuanto oyó eso, no estaba dispuesto a dejar a nadie solo.
Descartada la idea de dejarle atrás sin ningún tipo de ayuda miró a la chimenea donde momentos antes había estado afilando el cuchillo oxidado que tenía, y comunicó a sus compañeros que subiría hasta lo más alto de las ruinas, allí podía esperar a que amaneciese.
Eltrant frunció el ceño, aquella si era una buena idea, pero aún no estaba seguro de dejar al muchacho solo; antes de que pudiese decidir nada Demian comenzó a trepar chimenea arriba por su cuenta, Eärwen en cambio miraba hacia el bosque.
No sabía qué hacer, ambas opciones eran plenamente validas, Demian se encontraba ahora en una posición segura, podía empezar a correr en dirección al bosque y esperar que alguno le persiguiese dividiendo de nuevo al grupo, Eärwen le llamó la atención tocándole el hombro, al parecer había tenido la misma idea que él y antes de que Eltrant pudiese decir palabra alguna, saltó por el muro y comenzó a correr en dirección a la espesura; la vampira no tardó en notar esto y dejando escapar un grito de júbilo comenzó a seguirla.
Maldiciendo por lo bajo y aprovechando el valioso tiempo que les estaba proporcionando la elfa se introdujo en la chimenea, el interior, repleto de hollín y moho, estaba tan deteriorado como el resto de las ruinas, deseando que no se viniese abajó con su peso comenzó a trepar. La elfa le había pedido que protegiese a Demian, pero estando en el estado que se encontraba solo podría ser medianamente útil como escudo humano, a pesar de todo, iba a hacerlo.
No fueron pocas las veces en la que estuvo a punto de perder el equilibro y caer, la chimenea había visto mejores tiempos. Demian había pasado por ahí perfectamente, pero según se acercaba a la cúspide de la chimenea esta se iba estrechando hasta el punto en el que se hacía difícil incluso el respirar.
Consiguió llegar al tejado, dónde se dejó caer cubierto de hollín y tosiendo, no había sido agradable, pero allí arriba estarían a salvo. Miró al bosque, el cual seguía sumido en la mas absoluta oscuridad, esperaba que Eärwen llegase a algo parecido a un claro, de otro modo, las primeras luces del sol serian bloqueadas por los árboles.
Por otro lado Eärwen era una elfa, no sabía cómo era Sandorai, pero según sus libros el bosque en el que se había adentrado era una briza de hierba en comparación con el lugar de dónde procedía; estaba en su elemento, quizás aquello no saliese mal después de todo.
Una vez hubo recuperado el aliento le dirigió una sonrisa tranquilizadora a Demian y le comunicó lo que Eärwen había decidido hacer, tras esto se deshizo de su camisa y la colocó en la boca de la chimenea, si algún vampiro pretendía subir por ahí lo primero que se encontraría será un trozo de tela bloqueándole la visión.
Desde ahí arriba no se podía oír gran cosa, pero una parte de él sabía que el vampiro que quedaba en la casa ya estaba en la habitación del segundo piso. Con el hacha en la mano se colocó junto al único sitió por el que se podía acceder a aquel lugar, en el momento en el cual sintiese moverse la tela descargaría toda su fuerza contra ella.
Dudó el hacer aquello a ciegas, podía ser Eärwen quien subiese hasta allí después de haberse zafado de su perseguidora, pero el plan era el reunirse todos en la segunda planta de las ruinas, y había pasado muy poco tiempo desde que se había marchado, quien quiera que tratase de subir hasta allí en aquel momento, iba a ser un vampiro.
Afianzando su mano en el mango del hacha, aguardó alguna señal que le dijese que estaban subiendo.
Descartada la idea de dejarle atrás sin ningún tipo de ayuda miró a la chimenea donde momentos antes había estado afilando el cuchillo oxidado que tenía, y comunicó a sus compañeros que subiría hasta lo más alto de las ruinas, allí podía esperar a que amaneciese.
Eltrant frunció el ceño, aquella si era una buena idea, pero aún no estaba seguro de dejar al muchacho solo; antes de que pudiese decidir nada Demian comenzó a trepar chimenea arriba por su cuenta, Eärwen en cambio miraba hacia el bosque.
No sabía qué hacer, ambas opciones eran plenamente validas, Demian se encontraba ahora en una posición segura, podía empezar a correr en dirección al bosque y esperar que alguno le persiguiese dividiendo de nuevo al grupo, Eärwen le llamó la atención tocándole el hombro, al parecer había tenido la misma idea que él y antes de que Eltrant pudiese decir palabra alguna, saltó por el muro y comenzó a correr en dirección a la espesura; la vampira no tardó en notar esto y dejando escapar un grito de júbilo comenzó a seguirla.
Maldiciendo por lo bajo y aprovechando el valioso tiempo que les estaba proporcionando la elfa se introdujo en la chimenea, el interior, repleto de hollín y moho, estaba tan deteriorado como el resto de las ruinas, deseando que no se viniese abajó con su peso comenzó a trepar. La elfa le había pedido que protegiese a Demian, pero estando en el estado que se encontraba solo podría ser medianamente útil como escudo humano, a pesar de todo, iba a hacerlo.
No fueron pocas las veces en la que estuvo a punto de perder el equilibro y caer, la chimenea había visto mejores tiempos. Demian había pasado por ahí perfectamente, pero según se acercaba a la cúspide de la chimenea esta se iba estrechando hasta el punto en el que se hacía difícil incluso el respirar.
Consiguió llegar al tejado, dónde se dejó caer cubierto de hollín y tosiendo, no había sido agradable, pero allí arriba estarían a salvo. Miró al bosque, el cual seguía sumido en la mas absoluta oscuridad, esperaba que Eärwen llegase a algo parecido a un claro, de otro modo, las primeras luces del sol serian bloqueadas por los árboles.
Por otro lado Eärwen era una elfa, no sabía cómo era Sandorai, pero según sus libros el bosque en el que se había adentrado era una briza de hierba en comparación con el lugar de dónde procedía; estaba en su elemento, quizás aquello no saliese mal después de todo.
Una vez hubo recuperado el aliento le dirigió una sonrisa tranquilizadora a Demian y le comunicó lo que Eärwen había decidido hacer, tras esto se deshizo de su camisa y la colocó en la boca de la chimenea, si algún vampiro pretendía subir por ahí lo primero que se encontraría será un trozo de tela bloqueándole la visión.
Desde ahí arriba no se podía oír gran cosa, pero una parte de él sabía que el vampiro que quedaba en la casa ya estaba en la habitación del segundo piso. Con el hacha en la mano se colocó junto al único sitió por el que se podía acceder a aquel lugar, en el momento en el cual sintiese moverse la tela descargaría toda su fuerza contra ella.
Dudó el hacer aquello a ciegas, podía ser Eärwen quien subiese hasta allí después de haberse zafado de su perseguidora, pero el plan era el reunirse todos en la segunda planta de las ruinas, y había pasado muy poco tiempo desde que se había marchado, quien quiera que tratase de subir hasta allí en aquel momento, iba a ser un vampiro.
Afianzando su mano en el mango del hacha, aguardó alguna señal que le dijese que estaban subiendo.
Eltrant Tale
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
Su compañera emprendía la persecución enceguecida por sus ansias de sangre y venganza, pero no actuaba como equipo. El vampiro silencioso maldijo para su interior, eran pocos y no era momento de dividirse. A la velocidad que había salido su compañera no podría alcanzarle y no le gustaba la idea de una persecución a espacio abierto, con tan poca noche por delante. Lamentablemente ya no había nada más que hacer.
Los ruidos de la chimenea llamaron su atención y se asomó de inmediato a observar. Podía ver al hombre trepando, obstruyendo toda otra visión, pero ya no estaba al alcance de su daga. Si quería alcanzarlo debía él también trepar y eso le podría poner en desventaja. No, subir por allí era suicida, era arruinar toda su ventaja para que al final le reventaran la cabeza en cuanto se asomara. Ese no era su estilo, él era un asesino, no un bruto.
-Tú -dijo a su sirviente- Trepa por esa chimenea y atácalos.
Mientras su esclavo cumplía su voluntad, él se deslizó hasta el agujero en la muralla y ponía sus pies en el exterior. Tal como había hecho en la taberna, su especialidad era trepar por las murallas, así había conseguido asesinar a la mayoría de sus víctimas, con la sorpresa de llegar por la ventana. Ahora haría lo mismo con aquellos insolentes que tantos problemas le habían causado aquella noche.
No le costó trabajo llegar al techo tan silencioso como era posible, convertido en apenas una sombra, cuchillos en mano. Observó con cuidado, pudiendo distinguir la figura de un hombre sin camisa sosteniendo un hacha, atento a descabezar a quien se asomase por la chimenea. Sonrió, aquel sujeto no parecía esperarse su emboscada. Era el momento de al fin asesinarle.
******************
Cuando Demian terminó de trepar se miró a sí mismo. Su antes pálido torso ahora era casi completamente negro, lo mismo que sus brazos y seguramente buena parte de su cara. Sus pantalones no dejaban ver su color original. Tomó entonces más hollín con sus manos y lo refregó por las partes de su cuerpo que aún se salvaban de estar cubiertas, hasta quedar convertido en un carbón humano. En ese momento Eltrant llegaba al techo y le daba una sonrisa tranquilizadora. Un ruido en el bosque despertó sus miedos, los que fueron confirmados cuando el hombre le explicó lo que acababa de hacer Ëarwen.
-No… -murmuró, con sus ojos humedeciéndose. Al huir sola ella les creaba una distracción, pero al mismo tiempo era casi como sacrificarse por ellos, exponiéndose a ser perseguida y alcanzada por esos crueles seres. Aún así, no había tiempo aún de lamentarse.
El chico se fue a un rincón y se tendió boca abajo, dejando que la noche le cubriera, aprovechando su negrura. Utilizó su magia ilusoria para intensificar la oscuridad de ese lugar, de manera que aparentara una mera mancha negra. Allí esperó, boca abajo, pero atento a todo lo que ocurría a su alrededor.
Si él estuviera persiguiendo a una presa de asesinato, jamás subiría por esa chimenea tras ellos, pero se oían ruidos y Eltrant estaba listo para el combate. Su sentido común le decía que debía estar alerta, listo para ayudar desde la sorpresa a su compañero ante lo que necesitase. Entonces lo vio.
Era apenas una sombra de movimientos livianos y sigilosos, usando una técnica muy similar a la suya para moverse en silencio hacia su presa. Llevaba dagas en su mano y claramente se aproximaba a acabar con Eltrant por sorpresa, mientras éste mantenía su atención en la chimenea y la figura que comenzaba a presionar la camisa para asomarse. Demian entonces hizo su parte. Con movimientos tan sigilosos y serenos como el vampiro, salió de su escondite y, cuchillo en mano, avanzó hasta ponerse justo detrás de él.
En el momento en que una cabeza se asomaba por la chimenea, Demian puso su cuchillo en contacto con la espalda del atacante, quien en ese momento se encontraba a escasos 2 metros de Eltrant.
-Se acabó, he ganado -dijo Demian con la voz más firme que su prepúber desarrollo le permitía, tratando de sonar intimidante- has caído en cada una de mis trampas, si te mueves siquiera un centímetro te mato… no intentes nada estúpido.
Lo cierto es que Demian sabía que no tenía sentido intentar matarlo, aún cuando un daño estaba asegurado por el contacto de la hoja con el cuerpo del enemigo, era poco probable que éste no contestara y, si no lograba liquidarlo en ese instante, podía darse por muerto, jamás le ganaría en un combate directo. Su hoja no era más que un cuchillo viejo, pero un cuchillo viejo que el vampiro no podía ver. Debía mantener la intimidación.
-Ahora bota tus armas y retírate… cuéntale a tus superiores que no pudiste contra un asesino de la Orden de la Hoja Negra.
Demian no era más que un aprendiz, no un asesino en ejercicio de su orden, pero eso no lo conocía el vampiro. Muy pocos sabían ese nombre, pero algo le decía que un asesino profesional como parecía ser ese vampiro habría oído de ese nombre, quizás un rumor sobre la efectividad de aquellos asesinos de las islas de los brujos.
Una vez que aquel vampiro dejó caer sus dagas, el chico las acercó a sí con su telekinesia. Aún con la ventaja, debía ser cuidadoso, así que le permitiría la huída si no intentaba nada.
-Ahora vete, antes que amanezca.
Demian
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
La de cabellos negros luchaba contra el cansancio y el dolor que embargaban su cuerpo, pidiéndose a sí misma quizá más de lo que podía. Escuchó los pasos de su perseguidora, que corría frenéticamente tras ella, acortando la distancia que las separaba un poco más con cada zancada. No podía detenerse, pues si lo hacía aquel sería su final, apretó los labios y siguió corriendo, esquivando con agilidad los árboles y piedras que se encontraba en el camino.
Tenía un objetivo claro, llegar a alguna explanada donde no hubiese nada que pudiese ofrecer cobijo a la vampira ante el sol, solo así conseguiría terminar con todo aquello. En cuanto estuviese en el lugar adecuado, tendría que distraerla lo suficiente para que los primeros rayos la alcanzaran, sin darle ocasión a huir nuevamente al bosque. Sujetó con fuerza el oxidado cuchillo, aunque sabía que no era lo suficientemente grande para hacer frente al que ella portaba.
-¡No te valdrá de nada correr elfa, ya casi puedo saborear tu sangre! - escuchó a su espalda, su voz cada vez sonaba más alta, pronto se le echaría encima. La vampira rió con malicia, mientras un brillo aparecía en sus rojos ojos al ver lo cerca que tenía ya a su víctima. Cuando ya apenas las separaban un par de metros, Eärwen miró por encima de su hombro y vio de inmediato su intención de saltar, se detuvo en seco y cambió de dirección justo a tiempo, haciendo que su perseguidora quedase algo confusa, lo que le daría un par de segundos de ventaja.
Pero aquel tiempo solo la ayudó a poner algo de distancia entre ellas, que pronto se vería nuevamente reducida por la asombrosa velocidad de la vampira. Esta vez no la vio venir, la mujer se abalanzó sobre ella y la hizo caer al suelo, donde ambas rodaron y perdieron momentáneamente sus armas. La elfa trató de alcanzar la suya, pero su atacante no estaba dispuesta a permitírselo, sujetó una de sus piernas a la altura del muslo y tiró de ella, clavando sus afiladas uñas en la piel de la joven, que emitió un quejido.
Eärwen se volvió y le propinó una patada con la pierna que le quedaba libre, acertándole en un hombro y consiguiendo de este modo que la soltase. No muy lejos de donde se encontraban, pudo ver una explanada únicamente poblada por algunas hierbas bajas, era el lugar que estaba buscando. Esquivó un nuevo ataque su enfurecida oponente, que por el momento parecía más interesada en hacer uso de sus propias manos antes que recuperar su cuchillo de carnicero.
Tenía que aprovechar el momento, se levantó y echó a correr nuevamente, abandonando su arma y centrándose en alcanzar aquella explanada que había visto. La pierna comenzó a dolerle al poco de ponerse en marcha, pero no podía permitirse parar. Su paso se vio afectado y pronto volvería a alcanzarla, así que solo le quedaba intentar que aquello ocurriese cuando ya hubiese llegado a la zona donde la criatura quedaría expuesta.
Lo consiguió justo a tiempo, antes de que la vampira volviese a tirarla al suelo, con tal mala suerte que se golpeó la cabeza con una piedra. Todo empezó a darle vueltas, mientras su agresora se situaba sobre ella y le inmovilizaba las muñecas, relamiéndose y mostrando los afilados colmillos. - Me has dado muchos problemas, pero pagarás por ello, lentamente. - dijo al tiempo que la registraba, encontrando el cubierto que había tomado de la posada. - Perfecto, esto servirá. - su voz sonó cruel, mientras acercaba el filo del cuchillo al cuello de su mareada víctima. Sin embargo no lo usó, se fijó en la rota manga de su túnica, que dejaba al descubierto el antebrazo, lugar donde decidió realizar el corte.
La sangre comenzó a salir de forma lenta ya que la herida era leve, pero su aroma le afectó de inmediato. Emitió un gruñido gutural, sus ojos se volvieron más oscuros y se recorrió los colmillos con la lengua, claramente hambrienta tras la dura cacería de aquella noche. La vampira dejó de ver más allá de aquel cálido líquido, sumida en su necesidad de calmar la sed que la invadía, con lo que no se dio cuenta de que el sol ya estaba saliendo.
Se inclinó hacia delante para morder a la joven, pero antes de que consiguiera alcanzarla un agudo gritó escapó de su garganta, los primeros rayos habían alcanzado su rostro. Se retiró e intentó cubrirse con los brazos, pero pronto estos también se vieron dañados por la luz, llenándose de dolorosas ampollas. La elfa aprovechó para levantarse, tomó el cuchillo y fue directamente hacia ella, situándose tras su cuerpo y rodeándola con los brazos para obligarla a bajar las manos, dejando así su cara a merced del sol.
La criatura de la noche trató de resistirse, pero pronto el dolor fue demasiado para ella, con lo que dejó de forcejear y se limitó a soltar unos terribles chillidos, que podrían oírse desde lejos. Finalmente la de cabellos negros decidió apiadarse de ella en cierto modo, hundiendo el cuchillo directamente en su corazón, que pronto dejó de latir. Retiró los brazos y dejó que el cuerpo inerte se desplomara sobre el suelo, apartándose de ella con rapidez.
Consiguió arrastrarse hasta una piedra cercana, donde apoyó la espalda y echó la cabeza hacia atrás, para admirar aquel amanecer que le había salvado la vida. Trató la herida de su antebrazo hasta cerrarla, acto que consumió el resto de energías que le quedaban, no podría hacer nada para mitigar el dolor de su pierna. Reposó durante unos minutos antes de levantarse, para emprender el camino de regreso a las ruinas, donde esperaba que sus compañeros hubiesen tenido suerte y se encontrasen bien.
Tenía un objetivo claro, llegar a alguna explanada donde no hubiese nada que pudiese ofrecer cobijo a la vampira ante el sol, solo así conseguiría terminar con todo aquello. En cuanto estuviese en el lugar adecuado, tendría que distraerla lo suficiente para que los primeros rayos la alcanzaran, sin darle ocasión a huir nuevamente al bosque. Sujetó con fuerza el oxidado cuchillo, aunque sabía que no era lo suficientemente grande para hacer frente al que ella portaba.
-¡No te valdrá de nada correr elfa, ya casi puedo saborear tu sangre! - escuchó a su espalda, su voz cada vez sonaba más alta, pronto se le echaría encima. La vampira rió con malicia, mientras un brillo aparecía en sus rojos ojos al ver lo cerca que tenía ya a su víctima. Cuando ya apenas las separaban un par de metros, Eärwen miró por encima de su hombro y vio de inmediato su intención de saltar, se detuvo en seco y cambió de dirección justo a tiempo, haciendo que su perseguidora quedase algo confusa, lo que le daría un par de segundos de ventaja.
Pero aquel tiempo solo la ayudó a poner algo de distancia entre ellas, que pronto se vería nuevamente reducida por la asombrosa velocidad de la vampira. Esta vez no la vio venir, la mujer se abalanzó sobre ella y la hizo caer al suelo, donde ambas rodaron y perdieron momentáneamente sus armas. La elfa trató de alcanzar la suya, pero su atacante no estaba dispuesta a permitírselo, sujetó una de sus piernas a la altura del muslo y tiró de ella, clavando sus afiladas uñas en la piel de la joven, que emitió un quejido.
Eärwen se volvió y le propinó una patada con la pierna que le quedaba libre, acertándole en un hombro y consiguiendo de este modo que la soltase. No muy lejos de donde se encontraban, pudo ver una explanada únicamente poblada por algunas hierbas bajas, era el lugar que estaba buscando. Esquivó un nuevo ataque su enfurecida oponente, que por el momento parecía más interesada en hacer uso de sus propias manos antes que recuperar su cuchillo de carnicero.
Tenía que aprovechar el momento, se levantó y echó a correr nuevamente, abandonando su arma y centrándose en alcanzar aquella explanada que había visto. La pierna comenzó a dolerle al poco de ponerse en marcha, pero no podía permitirse parar. Su paso se vio afectado y pronto volvería a alcanzarla, así que solo le quedaba intentar que aquello ocurriese cuando ya hubiese llegado a la zona donde la criatura quedaría expuesta.
Lo consiguió justo a tiempo, antes de que la vampira volviese a tirarla al suelo, con tal mala suerte que se golpeó la cabeza con una piedra. Todo empezó a darle vueltas, mientras su agresora se situaba sobre ella y le inmovilizaba las muñecas, relamiéndose y mostrando los afilados colmillos. - Me has dado muchos problemas, pero pagarás por ello, lentamente. - dijo al tiempo que la registraba, encontrando el cubierto que había tomado de la posada. - Perfecto, esto servirá. - su voz sonó cruel, mientras acercaba el filo del cuchillo al cuello de su mareada víctima. Sin embargo no lo usó, se fijó en la rota manga de su túnica, que dejaba al descubierto el antebrazo, lugar donde decidió realizar el corte.
La sangre comenzó a salir de forma lenta ya que la herida era leve, pero su aroma le afectó de inmediato. Emitió un gruñido gutural, sus ojos se volvieron más oscuros y se recorrió los colmillos con la lengua, claramente hambrienta tras la dura cacería de aquella noche. La vampira dejó de ver más allá de aquel cálido líquido, sumida en su necesidad de calmar la sed que la invadía, con lo que no se dio cuenta de que el sol ya estaba saliendo.
Se inclinó hacia delante para morder a la joven, pero antes de que consiguiera alcanzarla un agudo gritó escapó de su garganta, los primeros rayos habían alcanzado su rostro. Se retiró e intentó cubrirse con los brazos, pero pronto estos también se vieron dañados por la luz, llenándose de dolorosas ampollas. La elfa aprovechó para levantarse, tomó el cuchillo y fue directamente hacia ella, situándose tras su cuerpo y rodeándola con los brazos para obligarla a bajar las manos, dejando así su cara a merced del sol.
La criatura de la noche trató de resistirse, pero pronto el dolor fue demasiado para ella, con lo que dejó de forcejear y se limitó a soltar unos terribles chillidos, que podrían oírse desde lejos. Finalmente la de cabellos negros decidió apiadarse de ella en cierto modo, hundiendo el cuchillo directamente en su corazón, que pronto dejó de latir. Retiró los brazos y dejó que el cuerpo inerte se desplomara sobre el suelo, apartándose de ella con rapidez.
Consiguió arrastrarse hasta una piedra cercana, donde apoyó la espalda y echó la cabeza hacia atrás, para admirar aquel amanecer que le había salvado la vida. Trató la herida de su antebrazo hasta cerrarla, acto que consumió el resto de energías que le quedaban, no podría hacer nada para mitigar el dolor de su pierna. Reposó durante unos minutos antes de levantarse, para emprender el camino de regreso a las ruinas, donde esperaba que sus compañeros hubiesen tenido suerte y se encontrasen bien.
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
La camisa que había colocado sobre la chimenea se movió, casi sin pensarlo golpeó con su hacha la parte abultada de la misma, dónde supuso que estaría la cabeza de quien estuviese subiendo. Con un gruñido claramente masculino el intruso y la camisa se precipitaron chimenea abajo cayendo al fondo de la misma con un golpe seco.
-“Se acabó, he ganado” – Oyó a Demian decir a su espalda. Era cierto de que estaban vivos gracias al chico, pero no exclusivamente a su trabajo, tanto Eärwen como él mismo habían contribuido a sobrevivir aquella noche, se giró con intención de decirle algo al muchacho para encontrarse con que estaba amenazando al tercero de los vampiros quien tenía su puñal en alto y había estado a punto de asesinarle por la espalda. –“¿Cómo ha llegado hasta aquí?” – pensó mirando fijamente al vampiro, quien le devolvió la mirada completamente serio.
Aquel tipo se había deslizado hasta el tejado a través de la pared, a pesar de su tamaño contaba con una resistencia considerable, les habían estado siguiendo durante toda la noche, no debía de haber sido un trabajo fácil.
Demian, quien estaba teñido de negro a causa del hollín de la chimenea, había sacado provecho de su actual apariencia ocultándose en aquel tejado, anticipándose a que los vampiros encontrasen otra forma de subir hasta allí; ahora el viejo puñal que portaba consigo estaba apoyado contra la espalda de su oponente.
Este no parecía saber que el arma que llevaba Demian era vieja y estaba desgastada, por lo que de manera cauta levantó sus manos, Eltrant pensó que si estuviese en su mano, simplemente apuñalaría aquel tipo acabando con su vida, pero si hubiesen hecho todo lo que el había pensado como correcto habrían muerto muchas veces aquella noche. Como si un simple espectador se tratase, con el hacha la mano, esperó a ver como se desenvolvía aquella escena.
El chico le amenazó y se denominó a sí mismo como un asesino de la “Orden de la Hoja Negra”, el nombre no le era familiar, pero por el tono que adquirió parecía ser importante. El vampiro, sin quitarle los ojos de encima a Eltrant, dejó caer las dagas al suelo, que en el momento en el que tocaron tierra se deslizaron por el aire hasta acabar junto al joven brujo.
Hecho esto le dijo que se marchase, Eltrant quiso protestar, pero si lo pensaba fríamente incluso desarmado el vampiro parecía tener las de ganar si decidían combatirle cara a cara. Sin decir nada, obedeció la orden de Demian y se dirigió hacia el saliente más cercano y justo cuando estuvo al lado del mismo se giró hacia el muchacho, no dijo nada, simplemente le miró durante varios segundos que a Eltrant se le antojaron como horas, Eltrant frunció el ceño, dispuesto a lanzarse contra el vampiro si intentaba algo.
Hecho esto, el vampiro le hizo una extraña reverencia a Demian y, sonriendo, saltó al vacío. Eltrant se apresuró a ver hacia donde se marchaba, para encontrarse con que aquel tipo se había desvanecido. Los primeros rayos de sol comenzaron a iluminar las ruinas, con un poco de suerte aquel tipo estaría ardiendo en algún lado.
Miró hacia el bosque, deseando que Eärwen hubiese tenido tanta suerte como ellos se sentó junto al muchacho quien parecía exhausto por lo que acababa de pasar. Durante varios minutos no dijo nada, dejó el hacha a un lado y se quedó contemplando como el sol se alzaba lentamente sobre el horizonte.
-“Me crié en una granja a las afueras de Lunargenta, nunca he tenido el mínimo entrenamiento militar, mucho menos dinero para permitírmelo” – dijo sin mirar al muchacho con la vista clavada en la lejanía, Demian había dicho que pertenecía a una orden de asesinos, y eso a su edad seria básicamente desvelar quienes eran su familia y quien le había educado, no tenía pinta de ser algo que compartiese con todo el mundo.
Antes de que Demian pudiese decir siquiera algo dejó escapar una carcajada –“Me pareció correcto decírtelo” – Si bien una orden de asesinos no parecía el trabajo más honrado del mundo, el suyo propio tampoco lo era, Había muchas maneras diferentes de usar las habilidades que Demian tenía. –“Ah… y no sé nadar” – añadió al final – “No… no me gusta el agua…”
No era lo normal decir aquello después de haber estado a punto de morir en numerosas ocasiones apenas unos minutos antes, pero tampoco le pareció que estaba fuera de lugar, pretendía que supiese que si aquello que le había dicho Demian era algún tipo de secreto, estaba a salvo con él.
Siguió contemplando el bosque esperando alguna señal de la elfa hasta que una silueta emergió de la espesura. Esbelta y de cabellos oscuros, se podía apreciar aun desde la distancia que era una mujer, aun así, no pudo identificar correctamente de quien se trataba.
-“Se acabó, he ganado” – Oyó a Demian decir a su espalda. Era cierto de que estaban vivos gracias al chico, pero no exclusivamente a su trabajo, tanto Eärwen como él mismo habían contribuido a sobrevivir aquella noche, se giró con intención de decirle algo al muchacho para encontrarse con que estaba amenazando al tercero de los vampiros quien tenía su puñal en alto y había estado a punto de asesinarle por la espalda. –“¿Cómo ha llegado hasta aquí?” – pensó mirando fijamente al vampiro, quien le devolvió la mirada completamente serio.
Aquel tipo se había deslizado hasta el tejado a través de la pared, a pesar de su tamaño contaba con una resistencia considerable, les habían estado siguiendo durante toda la noche, no debía de haber sido un trabajo fácil.
Demian, quien estaba teñido de negro a causa del hollín de la chimenea, había sacado provecho de su actual apariencia ocultándose en aquel tejado, anticipándose a que los vampiros encontrasen otra forma de subir hasta allí; ahora el viejo puñal que portaba consigo estaba apoyado contra la espalda de su oponente.
Este no parecía saber que el arma que llevaba Demian era vieja y estaba desgastada, por lo que de manera cauta levantó sus manos, Eltrant pensó que si estuviese en su mano, simplemente apuñalaría aquel tipo acabando con su vida, pero si hubiesen hecho todo lo que el había pensado como correcto habrían muerto muchas veces aquella noche. Como si un simple espectador se tratase, con el hacha la mano, esperó a ver como se desenvolvía aquella escena.
El chico le amenazó y se denominó a sí mismo como un asesino de la “Orden de la Hoja Negra”, el nombre no le era familiar, pero por el tono que adquirió parecía ser importante. El vampiro, sin quitarle los ojos de encima a Eltrant, dejó caer las dagas al suelo, que en el momento en el que tocaron tierra se deslizaron por el aire hasta acabar junto al joven brujo.
Hecho esto le dijo que se marchase, Eltrant quiso protestar, pero si lo pensaba fríamente incluso desarmado el vampiro parecía tener las de ganar si decidían combatirle cara a cara. Sin decir nada, obedeció la orden de Demian y se dirigió hacia el saliente más cercano y justo cuando estuvo al lado del mismo se giró hacia el muchacho, no dijo nada, simplemente le miró durante varios segundos que a Eltrant se le antojaron como horas, Eltrant frunció el ceño, dispuesto a lanzarse contra el vampiro si intentaba algo.
Hecho esto, el vampiro le hizo una extraña reverencia a Demian y, sonriendo, saltó al vacío. Eltrant se apresuró a ver hacia donde se marchaba, para encontrarse con que aquel tipo se había desvanecido. Los primeros rayos de sol comenzaron a iluminar las ruinas, con un poco de suerte aquel tipo estaría ardiendo en algún lado.
Miró hacia el bosque, deseando que Eärwen hubiese tenido tanta suerte como ellos se sentó junto al muchacho quien parecía exhausto por lo que acababa de pasar. Durante varios minutos no dijo nada, dejó el hacha a un lado y se quedó contemplando como el sol se alzaba lentamente sobre el horizonte.
-“Me crié en una granja a las afueras de Lunargenta, nunca he tenido el mínimo entrenamiento militar, mucho menos dinero para permitírmelo” – dijo sin mirar al muchacho con la vista clavada en la lejanía, Demian había dicho que pertenecía a una orden de asesinos, y eso a su edad seria básicamente desvelar quienes eran su familia y quien le había educado, no tenía pinta de ser algo que compartiese con todo el mundo.
Antes de que Demian pudiese decir siquiera algo dejó escapar una carcajada –“Me pareció correcto decírtelo” – Si bien una orden de asesinos no parecía el trabajo más honrado del mundo, el suyo propio tampoco lo era, Había muchas maneras diferentes de usar las habilidades que Demian tenía. –“Ah… y no sé nadar” – añadió al final – “No… no me gusta el agua…”
No era lo normal decir aquello después de haber estado a punto de morir en numerosas ocasiones apenas unos minutos antes, pero tampoco le pareció que estaba fuera de lugar, pretendía que supiese que si aquello que le había dicho Demian era algún tipo de secreto, estaba a salvo con él.
Siguió contemplando el bosque esperando alguna señal de la elfa hasta que una silueta emergió de la espesura. Esbelta y de cabellos oscuros, se podía apreciar aun desde la distancia que era una mujer, aun así, no pudo identificar correctamente de quien se trataba.
Eltrant Tale
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
Fue como si hubiese estado sosteniendo la respiración bajo el agua y de pronto le permitieran respirar. Al ver bajar finalmente al vampiro salir de su vista sintió un relajo inmenso. Segundos antes trataba de hacerse el duro, de sonar intimidante, ayudado por la propia cobertura de negro que era casi como un disfraz, pero lo cierto es que por dentro estaba muy nervioso, sabiendo que aquel vampiro podía seguramente partirle la cara de un manotazo. El momento más tenso se había dado cuando el sujeto se había girado y le había mirado fijamente. Demian casi podía sentir sus ojos evaluándole, decidiendo que era apenas un crío y calculando que aquellos músculos difícilmente podían considerarse una amenaza, pero al final hizo una reverencia y desapareció.
-Seguro si no estabas a mi lado se decidía a luchar -dijo con alivio evidente en su rostro.
Demian siguió en actitud cautelosa durante algunos minutos, largos minutos, mirando hacia todos lados ante la posibilidad de que el vampiro decidiera trepar por otra muralla y volver al ataque, pero finalmente el cielo fue adquiriendo rápidamente un color más celeste y la luz anunciaba la llegada del sol. Demian no recordaba alguna vez haber estado más deseoso de que finalmente amaneciera. Finalmente Eltrant rompió el silencio de la espera.
-Yo me crié en un templo, siempre en las Islas Illidenses… ni siquiera conozco Lunargenta aún, pero dicen que es la ciudad más grande de todo Aerandir -contestó, sentándose en el borde del tejado- imagino que debe ser un lugar muy activo y lleno de maravillas -levantó la mirada hacia el celeste del firmamento, donde unas pocas estrellas se negaban a desaparecer- a veces extraño la vida en el templo, pero nada pasaba jamás, era sólo estudiar y entrenar y leer libros, siempre la misma gente, siempre lo mismo… imagino que cuando vives cerca de Lunargenta puedes vivir muchas aventuras y conocer a gente de todos lados… y estudiar tanto es aburrido, digo, me gusta, pero a veces era demasiado… ¿sabías que cuando hacías algo malo te castigaban obligándote a meditar durante horas en una sala vacía y oscura? a veces podías tener que pasar todo un día o una noche meditando sin poder moverte ni para acomodarte si te dolía un pie… si por algún motivo te movías tenías que empezar todo de nuevo… después de eso te prometías a ti mismo jamás volver a hacerlo… apuesto que la vida de un niño granjero tiene muchas más diversiones.
Ante la confesión sobre el agua rió un poco -pues a mí me vendría muy bien un chapuzón ahora -dijo mostrando su cuerpo cubierto de hollín- cuando vives en un archipiélago, una de las primeras cosas que aprendes es a nadar… me gustaba ir a la playa y meterme bajo el agua a buscar conchitas de formas distintas… ¿cómo se divierten los niños en Lunargenta?.
En ese momento Eltrant miraba un punto en la espesura y Demian observó hacia el mismo lugar, hasta que dio con la figura de una mujer que se acercaba a ellos. Costaba distinguirla bien, dada la distancia y los obstáculos de la naturaleza, pero Demian se llenó de esperanzas al pensar que podía ser Ëarwen. Un gallo cantó a la distancia y sólo entonces el chico pudo contemplar que ya amanecía. Donde sea que el vampiro hubiese ido, lo cierto es que no les atacaría durante el día. Podía sentirse a salvo.
-Al fin -dijo con notorio entusiasmo -busquemos la manera de bajar de este lugar.
Caminó hasta un borde y vio que el techo de una habitación inferior se asomaba. Colgándose primero del borde y luego dejándose caer llegó a ese techo inferior. Luego se afirmó en la rejilla de un costado dispuesta para que crecieran enredaderas y comenzó a bajar por allí.
Fue al encuentro de la figura que provenía del bosque. Si era Ëarwen la recibiría con un fuerte abrazo.
Demian
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
El camino hacia las ruinas se le hizo largo, la molestia en su pierna no desaparecía y le complicaba la marcha, obligándola a detenerse de vez en cuando para reposar algunos minutos. Sin embargo no podía rendirse ahora que lo peor ya había pasado, el sol ya se alzaba e iluminaba la zona cada vez con mayor intensidad, alejando del lugar a cualquier posible vampiro.
La elfa no sabía qué escena encontraría al llegar, cosa que la mantenía preocupada, a pesar de que intentaba alejar de su mente cualquier idea en la que sus compañeros hubiesen salido mal parados. Siguió avanzando a través del bosque, evitando los desniveles pronunciados para no tener que esforzarse de más, ya estaba bastante cansada por todo lo ocurrido aquella noche como para pedirse más de lo que podía.
Poco a poco se fue acercando a su objetivo, observó con atención el lugar y pudo distinguir dos figuras sobre el tejado, aunque una de ellas era apenas visible ya que estaba cubierta de hollín. Desde donde se encontraba no hubiese podido reconocer sus rostros, pero el hecho de que estuviesen allí arriba con los rayos del sol iluminándolos era un claro indicio, tenían que ser ellos.
Esbozó una sonrisa e intentó avanzar algo más rápido hacia ellos, apartando a un segundo plano el cansancio y los dolores que recorrían su cuerpo, lo habían conseguido y aquello era lo que contaba. Demian fue el primero en acercarse, tras descolgarse por unas enredaderas que crecían junto a uno de los muros del derruido edificio. Todo su cuerpo y ropajes estaban tiznados a causa del hollín de la chimenea, pero aquel detalle no le importó lo más mínimo.
El brujo la abrazó con fuerza, a lo que Eärwen respondió pasándole un brazo sobre los hombros y acariciándole con delicadeza los desordenados cabellos. Esperó a que se apartase un poco de ella para retirarle parte del hollín del rostro con la manga de su túnica, sin poder dejar de sonreír, estaba realmente contenta de que los tres hubiesen superado aquella terrible experiencia. - Me alegra ver que estáis bien. - dijo con voz suave, desviando la mirada hacia Eltrant, que aunque estaba visiblemente cansado no parecía herido.
Guardó silencio durante unos segundos, antes de escrutar con la mirada las ruinas, en busca de los cuerpos de los otros dos que se habían quedado allí. No parecía haber rastro de ellos, aunque puede que se encontrasen en algún sitio fuera del alcance de su vista, buscó los ojos de sus compañeros. - ¿Qué ha pasado? - preguntó, aunque pronto se dio cuenta de que aquello no tenía demasiada importancia en aquel momento.
Tenían que ponerse en marcha y volver al pueblo cuanto antes, al menos si querían salir de Sacrestic antes de que la oscuridad volviese a cubrir el lugar. Eärwen sabía que no soportaría otra noche como aquella, necesitaba llegar a la otra orilla y descansar en algún sitio seguro, donde pudiese reponerse de todo lo ocurrido en los últimos días.
La elfa no sabía qué escena encontraría al llegar, cosa que la mantenía preocupada, a pesar de que intentaba alejar de su mente cualquier idea en la que sus compañeros hubiesen salido mal parados. Siguió avanzando a través del bosque, evitando los desniveles pronunciados para no tener que esforzarse de más, ya estaba bastante cansada por todo lo ocurrido aquella noche como para pedirse más de lo que podía.
Poco a poco se fue acercando a su objetivo, observó con atención el lugar y pudo distinguir dos figuras sobre el tejado, aunque una de ellas era apenas visible ya que estaba cubierta de hollín. Desde donde se encontraba no hubiese podido reconocer sus rostros, pero el hecho de que estuviesen allí arriba con los rayos del sol iluminándolos era un claro indicio, tenían que ser ellos.
Esbozó una sonrisa e intentó avanzar algo más rápido hacia ellos, apartando a un segundo plano el cansancio y los dolores que recorrían su cuerpo, lo habían conseguido y aquello era lo que contaba. Demian fue el primero en acercarse, tras descolgarse por unas enredaderas que crecían junto a uno de los muros del derruido edificio. Todo su cuerpo y ropajes estaban tiznados a causa del hollín de la chimenea, pero aquel detalle no le importó lo más mínimo.
El brujo la abrazó con fuerza, a lo que Eärwen respondió pasándole un brazo sobre los hombros y acariciándole con delicadeza los desordenados cabellos. Esperó a que se apartase un poco de ella para retirarle parte del hollín del rostro con la manga de su túnica, sin poder dejar de sonreír, estaba realmente contenta de que los tres hubiesen superado aquella terrible experiencia. - Me alegra ver que estáis bien. - dijo con voz suave, desviando la mirada hacia Eltrant, que aunque estaba visiblemente cansado no parecía herido.
Guardó silencio durante unos segundos, antes de escrutar con la mirada las ruinas, en busca de los cuerpos de los otros dos que se habían quedado allí. No parecía haber rastro de ellos, aunque puede que se encontrasen en algún sitio fuera del alcance de su vista, buscó los ojos de sus compañeros. - ¿Qué ha pasado? - preguntó, aunque pronto se dio cuenta de que aquello no tenía demasiada importancia en aquel momento.
Tenían que ponerse en marcha y volver al pueblo cuanto antes, al menos si querían salir de Sacrestic antes de que la oscuridad volviese a cubrir el lugar. Eärwen sabía que no soportaría otra noche como aquella, necesitaba llegar a la otra orilla y descansar en algún sitio seguro, donde pudiese reponerse de todo lo ocurrido en los últimos días.
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
Mientras observaba el bosque en busca de alguna señal de Eärwen, Demian contestó a lo que había dicho Eltrant con sus propias vivencias, había tenido tenía una infancia muy estricta en las Islas Illidenses, interesado por lo que le contaba escuchó atentamente la palabras del niño sin dejar de mirar hacia la espesura. –“La vida de un granjero no es mucho mejor” – dijo riendo – “Realmente no llegue a visitar Lunargenta hasta que me marché de casa, estábamos bastante aislados” – recordó con nostalgia la noche de tormenta en la que los viajeros llegaron pidiendo un techo bajo el que hospedarse.
-“¿Que cómo me divertía?” – Eltrant arqueó una ceja, pensó durante unos segundos la respuesta, no era algo que le preguntasen muy a menudo, pensar en su familia no le era fácil, tan lejos de casa no pudo sino sonreír recordando aquellos momentos –“Bueno, mis hermanos y yo solíamos…” – se calló de pronto al ver que una mujer emergía del interior del bosque, Demian se levantó y con una mirada repleta de entusiasmo de aquel techo a una habitación inferior para después continuar bajando por unas enredaderas.
Miró por última vez aquel amanecer que acababa de salvarles la vida. Se pasó la mano por el pelo, repleto de hollín, antes de imitar a Demian y bajar de allí. Aunque le costó más de lo que hubiese deseado, pronto se vio a si mismo andando tras el muchacho que había comenzado a correr en dirección a la mujer, claramente desde aquella distancia ya podían afirmar que se trataba de la elfa.
No pudo evitar sentir un poco de envidia al ver como el muchacho abrazaba a Eärwen, debía estar bien tener a alguien que se preocupase tanto por ti en tus viajes. Ya llevaba mucho tiempo vagando sin rumbo y haciendo trabajos de un lugar a otro y la mayor parte de tiempo lo hacía solo, echaba de menos las conversaciones y la compañía que un compañero proporcionaban.
-“Me alegro de que estés bien” – le dijo dibujando una sonrisa en su rostro, como ellos, estaba agotada; había sido una noche muy larga. Pero estaban todos vivos, no terminaba de creérselo, en cierto modo su cabeza aún estaba forcejando contra una bestia que intentaba estrangularle mientras dormía.
Eltrant se encogió de hombros ante la pregunta. –“Parece ser lo que Demian se esperaba” – dijo mientras comenzaba a andar en dirección al pueblo –“Uno de ellos trató de subir por la chimenea, el esclavo creo, lo deje fuera de combate antes que pudiese salir siquiera, el otro se deslizo por el exterior del edificio” – un extraño escalofrío le recorrió la espalda al recordar la fría mirada de aquel tipo – “Pero Demian se ocupó de hacerle huir solo con amenazarle” – le despeinó de nuevo riendo, le estaba muy agradecido, Demian había cargado con la vida de sus compañeros toda la noche y a pesar de ello habían salido relativamente ilesos de todos los encuentros.
-“¿Has tenido muchos problemas?” – Le preguntó a Eärwen, estaba claro que lo que había vivido no había sido un simple paseo por el bosque, pero le pareció correcto mostrar reciprocidad en aquella situación; en aquel instante cruzaron de nuevo la primera casa que les indicaba que estaban oficialmente dentro del pueblo, el cual volvía a estar todo lo vivo que un sitio como aquel podía estar a aquellas horas –“Aquí nuestro pequeño héroe” – dijo refiriéndose a Demian – “Ha estado bastante preocupado por tu bienestar”- le dirigió una mirada divertida al muchacho esperando algún tipo de respuesta y continuó caminando, ahora que estaba el sol arriba, aunque cansado y herido, estaba de bastante mejor humor.
Que la gente les observaba comenzó a hacerse más y más obvio según caminaban entre las calles, las personas se giraban hacia ellos y murmuraban; siguió de este modo hasta que llegaron al centro de la plaza, donde tres postes paralelamente colocados se alzaban en el centro de la misma, preparados expresamente para ellos la noche anterior.
-“¿Que cómo me divertía?” – Eltrant arqueó una ceja, pensó durante unos segundos la respuesta, no era algo que le preguntasen muy a menudo, pensar en su familia no le era fácil, tan lejos de casa no pudo sino sonreír recordando aquellos momentos –“Bueno, mis hermanos y yo solíamos…” – se calló de pronto al ver que una mujer emergía del interior del bosque, Demian se levantó y con una mirada repleta de entusiasmo de aquel techo a una habitación inferior para después continuar bajando por unas enredaderas.
Miró por última vez aquel amanecer que acababa de salvarles la vida. Se pasó la mano por el pelo, repleto de hollín, antes de imitar a Demian y bajar de allí. Aunque le costó más de lo que hubiese deseado, pronto se vio a si mismo andando tras el muchacho que había comenzado a correr en dirección a la mujer, claramente desde aquella distancia ya podían afirmar que se trataba de la elfa.
No pudo evitar sentir un poco de envidia al ver como el muchacho abrazaba a Eärwen, debía estar bien tener a alguien que se preocupase tanto por ti en tus viajes. Ya llevaba mucho tiempo vagando sin rumbo y haciendo trabajos de un lugar a otro y la mayor parte de tiempo lo hacía solo, echaba de menos las conversaciones y la compañía que un compañero proporcionaban.
-“Me alegro de que estés bien” – le dijo dibujando una sonrisa en su rostro, como ellos, estaba agotada; había sido una noche muy larga. Pero estaban todos vivos, no terminaba de creérselo, en cierto modo su cabeza aún estaba forcejando contra una bestia que intentaba estrangularle mientras dormía.
Eltrant se encogió de hombros ante la pregunta. –“Parece ser lo que Demian se esperaba” – dijo mientras comenzaba a andar en dirección al pueblo –“Uno de ellos trató de subir por la chimenea, el esclavo creo, lo deje fuera de combate antes que pudiese salir siquiera, el otro se deslizo por el exterior del edificio” – un extraño escalofrío le recorrió la espalda al recordar la fría mirada de aquel tipo – “Pero Demian se ocupó de hacerle huir solo con amenazarle” – le despeinó de nuevo riendo, le estaba muy agradecido, Demian había cargado con la vida de sus compañeros toda la noche y a pesar de ello habían salido relativamente ilesos de todos los encuentros.
-“¿Has tenido muchos problemas?” – Le preguntó a Eärwen, estaba claro que lo que había vivido no había sido un simple paseo por el bosque, pero le pareció correcto mostrar reciprocidad en aquella situación; en aquel instante cruzaron de nuevo la primera casa que les indicaba que estaban oficialmente dentro del pueblo, el cual volvía a estar todo lo vivo que un sitio como aquel podía estar a aquellas horas –“Aquí nuestro pequeño héroe” – dijo refiriéndose a Demian – “Ha estado bastante preocupado por tu bienestar”- le dirigió una mirada divertida al muchacho esperando algún tipo de respuesta y continuó caminando, ahora que estaba el sol arriba, aunque cansado y herido, estaba de bastante mejor humor.
Que la gente les observaba comenzó a hacerse más y más obvio según caminaban entre las calles, las personas se giraban hacia ellos y murmuraban; siguió de este modo hasta que llegaron al centro de la plaza, donde tres postes paralelamente colocados se alzaban en el centro de la misma, preparados expresamente para ellos la noche anterior.
Eltrant Tale
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
Demian se había imaginado que Eltrant sería un conocedor de la vida en Lunargenta, pero parecía que sólo había vivido en su granja la mayor parte de su vida y ni siquiera alcanzó a contarle sobre su manera de divertirse. En ese momento Ëarwen llegaba y pronto esa situación se hizo con toda la atención.
Mientras daba un abrazo a su compañera de tantas complicaciones Demian cayó en cuenta de que estaba cubierto de pies a cabeza en hollín, de modo que arruinaba completamente las ropas de Ëarwen, pero ya era muy tarde para arrepentirse. Musitó apenas un -perdón por ensuciarte -pero no la dejó ir tan rápido. Se preguntó si había algo especial en su pelo que merecía ser objeto de las expresiones de afecto. Una vez que el abrazo se hubo extendido bastante más de lo que aquel chico acostumbraba, que, cabe agregar, no era alguien muy familiarizado con ese tipo de expresiones, la soltó y miró al sol como tratando de convencerse de que finalmente había amanecido y los peligros se habían esfumado.
-La verdad es que he tenido algo de suerte -dijo limpiándose el rostro, aunque no de manera muy exitosa- se ha creído que ese cuchillo era una daga peligrosa y que yo era un asesino profesional… además que en ese momento Eltrant lo miraba con un hacha en la mano… yo también me rindo si hay alguien con una cuchilla en mi espalda y otro con un hacha ensangrentada frente a mí y con cara de querer dibujarme una segunda sonrisa… en el estómago -ofreció una amplia sonrisa- lo bueno es que estamos todos acá… y completos, excepto por nuestras cosas… nuestras cosas….
Bajó la mirada, entre las cosas perdidas la ropa no tenía mayor importancia, ni siquiera las armas escondidas entre ellas, pero las dagas tenían un valor especial, eran el último regalo de su preciado maestro.
A lo lejos se volvió a escuchar el canto de un gallo y eso, extrañamente, le causó un bostezo casi reflejo. Estaba más cansado de lo que podía parecer por su alegría y hubiera con gusto entregado todo su dinero a cambio de un baño caliente y una buena cama. Miró a su alrededor.
-Creo que ni siquiera recuerdo para qué lado queda la posada -dijo dando vueltas sobre sí en busca de una pista- quizás desde el cementerio podría orientarme, pero no tengo muchas ganas de volver a pisar ese lugar… ¿alguno sabe hacia dónde tenemos que ir?.
Sabía que no podían estar demasiado lejos de las casas, quizás una hora caminando, cuando mucho, aunque probablemente mucho menos, pero si caminaban hacia el lado incorrecto podían sólo alejarse y eventualmente pillar la noche en medio de terreno de vampiros. Nada parecía igual que en la noche, con la luz todo era tan distinto, había más árboles de los que recordaba, más irregularidades en el terreno de las que era consciente anteriormente y en general todo era menos siniestro. Era como estar en otro lugar en el que no había estado antes.
-Si corrimos desde el pueblo y no tomamos desvíos… -comenzó a reflexionar tratando de recordar la ruta seguida- y en un momento seguimos una luz… llegamos al cementerio y doblamos a la derecha… o ¿era a la izquierda?…
Se revolvió súbitamente su propio cabello en desesperación.
-No, no tiene sentido, yo sólo les seguiré para donde ustedes vayan -dijo finalmente rindiéndose.
Demian
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
Ambos comenzaron a contarle lo que había pasado, Eltrant se había encargado de dejar al seguidor fuera de combate y Demian logró hacer huir al líder valiéndose de otro truco. El hecho de que el vampiro aún estuviese vivo la preocupaba, no quería darle la oportunidad de reunir otra cuadrilla y volverlos a atacar esa noche, tenían que abandonar la zona cuanto antes.
Ante la pregunta de Eltrant la elfa guardó silencio durante unos segundos, bajando la vista a su brazo. - Solo unos cuantos, pero lo que importa es que estamos los tres aquí. - respondió, decidiendo que no sería bueno contar que de no ser por el amanecer probablemente ella no habría salido de aquella, eso se lo guardaría para sí.
El brujo parecía algo desorientado, pero su otro compañero debía haberse quedado con el camino, supo guiarlos de vuelta a la ciudad. Pasaron por delante de la primera casa, mientras Eltrant hacia un comentario sobre lo preocupado que había estado el pequeño por ella. En aquel momento recordó lo que Demian le había dicho la noche del incidente con los piratas, cuando ella corrió a recuperar sus flechas y el niño a su regreso le dijo que no volviera a hacer algo así. Al menos esta vez no lo había dejado solo, y todo había salido bien al final así que no valía la pena pensar demasiado en el tema.
Siguieron avanzando a través de las calles, que tras la noche habían vuelto a quedar impregnadas con la sangre de aquellos que no habían logrado escapar de sus cazadores. El panorama era sin duda desesperanzador, Eärwen no podía entender aún como había gente que seguía viviendo allí, con aquel riesgo de muerte siempre presente. Caminaron hacia la zona central del pueblo, bajo las atentas miradas de los vecinos, que los observaban con interés y murmuraban entre ellos.
Cuando llegaron a una especie de plaza lo entendió todo de inmediato, al ver los tres postes verticales que esperaban vacíos. Sus perseguidores buscaban venganza, y aquella sería la forma de dar ejemplo, exhibiendo sus cuerpos sin vida para que nadie osase enfrentarse a ellos de nuevo. - Vayámonos de aquí, la posada está en aquella calle. - dijo a sus compañeros, al tiempo que volvía a ponerse en marcha e ignoraba las miradas de los habitantes del lugar.
Solo unos minutos más tarde, ya se encontraban frente a la taberna. La de ojos azules se acercó al establo y comprobó que Lluvia se encontraba bien, algo nerviosa pero en perfecto estado. Volvió a salir y se acercó a la entrada, desde la que pudo ver la sorprendida expresión del tabernero, que los miraba como si fuesen fantasmas. Había algo raro en todo lo que ocurrió allí la noche anterior, pero la joven no perdería el tiempo investigando, se limitaría a recoger lo que hubiese quedado de sus pertenencias en la habitación y abandonaría aquella ciudad.
Una puerta se abrió sonoramente a sus espaldas, haciendo que la elfa se girase para ver de quién se trataba. El hombre los miraba con los ojos muy abiertos, también parecía sorprendido de verlos con vida aún. El viejo Tom casi no podía creerse lo que tenía ante sus ojos, todo el grupo había conseguido huir de los vampiros, se reprochó interiormente por su cobardía y se dio prisa en buscar las cosas que había recuperado, para entregarlas a sus legítimos dueños.
Ante la pregunta de Eltrant la elfa guardó silencio durante unos segundos, bajando la vista a su brazo. - Solo unos cuantos, pero lo que importa es que estamos los tres aquí. - respondió, decidiendo que no sería bueno contar que de no ser por el amanecer probablemente ella no habría salido de aquella, eso se lo guardaría para sí.
El brujo parecía algo desorientado, pero su otro compañero debía haberse quedado con el camino, supo guiarlos de vuelta a la ciudad. Pasaron por delante de la primera casa, mientras Eltrant hacia un comentario sobre lo preocupado que había estado el pequeño por ella. En aquel momento recordó lo que Demian le había dicho la noche del incidente con los piratas, cuando ella corrió a recuperar sus flechas y el niño a su regreso le dijo que no volviera a hacer algo así. Al menos esta vez no lo había dejado solo, y todo había salido bien al final así que no valía la pena pensar demasiado en el tema.
Siguieron avanzando a través de las calles, que tras la noche habían vuelto a quedar impregnadas con la sangre de aquellos que no habían logrado escapar de sus cazadores. El panorama era sin duda desesperanzador, Eärwen no podía entender aún como había gente que seguía viviendo allí, con aquel riesgo de muerte siempre presente. Caminaron hacia la zona central del pueblo, bajo las atentas miradas de los vecinos, que los observaban con interés y murmuraban entre ellos.
Cuando llegaron a una especie de plaza lo entendió todo de inmediato, al ver los tres postes verticales que esperaban vacíos. Sus perseguidores buscaban venganza, y aquella sería la forma de dar ejemplo, exhibiendo sus cuerpos sin vida para que nadie osase enfrentarse a ellos de nuevo. - Vayámonos de aquí, la posada está en aquella calle. - dijo a sus compañeros, al tiempo que volvía a ponerse en marcha e ignoraba las miradas de los habitantes del lugar.
Solo unos minutos más tarde, ya se encontraban frente a la taberna. La de ojos azules se acercó al establo y comprobó que Lluvia se encontraba bien, algo nerviosa pero en perfecto estado. Volvió a salir y se acercó a la entrada, desde la que pudo ver la sorprendida expresión del tabernero, que los miraba como si fuesen fantasmas. Había algo raro en todo lo que ocurrió allí la noche anterior, pero la joven no perdería el tiempo investigando, se limitaría a recoger lo que hubiese quedado de sus pertenencias en la habitación y abandonaría aquella ciudad.
Una puerta se abrió sonoramente a sus espaldas, haciendo que la elfa se girase para ver de quién se trataba. El hombre los miraba con los ojos muy abiertos, también parecía sorprendido de verlos con vida aún. El viejo Tom casi no podía creerse lo que tenía ante sus ojos, todo el grupo había conseguido huir de los vampiros, se reprochó interiormente por su cobardía y se dio prisa en buscar las cosas que había recuperado, para entregarlas a sus legítimos dueños.
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
Miró pensativo durante varios segundos los tres postes que se alzaban en mitad de la plaza, quizás habría sido mejor idea acabar con la vida de aquel último vampiro mientras estaba desarmado.
Se atusó la barba y buscó el local con la ventana rota que habían dejado hacia horas temiendo por sus vidas desde donde se encontraba, fue Eärwen quien lo localizó la primera y se adelantó a sus compañeros, probablemente en busca de su yegua.
Demian parecía estar desorientado y en silencio se había dedicado a seguir a los dos adultos de vuelta al pueblo, no le culpó, el chico estaba cansado y en realidad el mismo se encontraba fuera de lugar tambien, la luz del sol mostraba caminos y casas que, amparadas por la oscuridad, le habían pasado completamente desapercibidas de noche.
Por alguna razón que a Eltrant se le escapaba la elfa parecía reacia a hablar en profundidad de lo ocurrido en el bosque, no preguntó en profundidad sobre lo que había sucedido, tendría sus motivos para evitar contestar.
Tras ver como Eärwen entraba en el establo, decidió entrar en la taberna, quizás alguna de sus pertenencias aún se encontrasen en el interior de la habitación en la que se habían hospedado, Sacrestic se había encargado de arrebatárselo todo, su ropa, sus libros… su espada.
Mientras se estiraba dejó escapar un fuerte bostezó para después entrar en el la posada, notó las miradas de todos los presentes clavadas en él, en particular la del tabernero quien palideció en el mismo instante en el que el mercenario puso un pie en su local.
-“Bueno días” – dijo como si no hubiese pasado nada – “Siento lo de la ventana” – con el aspecto que tenía, sin camisa, cubierto de hollín y herido, no parecía muy sensato tratar de ocultar que habían sido ellos los que habían ocasionado los destrozos – “...y lo del espejo de la habitación” – añadió sonriendo al tiempo que se miraba la mano vendada con el trozo de túnica de Eärwen.
El tabernero desvió la mirada –“No te preocupes, pasa a menudo” – dijo simplemente, Eltrant arqueó una ceja, la reacción se le antojó un tanto extraña para ser el dueño de un local en el que habían irrumpido los vampiros sin ningún problema y tratar de asesinar a sus huéspedes.
Sin hacer ningún comentario al respecto subió hasta la segunda planta, al fin y al cabo aún tenían aquella habitación y después avanzó por el largo pasillo hasta la misma. Para su sorpresa la habían ordenado, las camas se encontraban impecablemente hechas y los trozos de espejo rotos por el suelo habían desaparecido.
Después de pasar más tiempo del deseado buscando alguna de sus pertenencias en la habitación suspiró, no quedaba nada, al menos no suyo.
Bajó a la planta baja y se sentó en una de las mesas a esperar que tanto Demian como Eärwen acabasen de recoger sus pertenencias, o lo que encontraran de ellas. Si continuaban con su viaje como lo tenían planeado el muchacho y la elfa continuarían hacia el norte, él en cambio tenía que volver a Lunargenta, no le agradaba la idea de emprender el viaje inmediatamente, pero con el último de aquellos vampiros con vida no era una opción quedarse, aunque de estar muerto, tampoco se quedaría una noche más.
El tintineo de la campanilla de la puerta, indicando un nuevo cliente, llamó su atención. Un hombre mayor de aspecto de haber vivido más de lo que a él le hubiese deseado estaba entrando en la posada para verles allí. Como los demás aldeanos abrió los ojos, como si no se creyese lo que estaba viendo y abandonó el local con prisa. Eltrant miró el lugar donde había estado aquel tipo antes de irse corriendo con curiosidad, todos parecían saber exactamente lo que había sucedido la noche anterior.
Dejando a un lado esto se volvió hacia sus compañeros –“¿Habéis encontrado alguna de vuestras cosas?” – preguntó, aunque conocía la respuesta de antemano.
Se atusó la barba y buscó el local con la ventana rota que habían dejado hacia horas temiendo por sus vidas desde donde se encontraba, fue Eärwen quien lo localizó la primera y se adelantó a sus compañeros, probablemente en busca de su yegua.
Demian parecía estar desorientado y en silencio se había dedicado a seguir a los dos adultos de vuelta al pueblo, no le culpó, el chico estaba cansado y en realidad el mismo se encontraba fuera de lugar tambien, la luz del sol mostraba caminos y casas que, amparadas por la oscuridad, le habían pasado completamente desapercibidas de noche.
Por alguna razón que a Eltrant se le escapaba la elfa parecía reacia a hablar en profundidad de lo ocurrido en el bosque, no preguntó en profundidad sobre lo que había sucedido, tendría sus motivos para evitar contestar.
Tras ver como Eärwen entraba en el establo, decidió entrar en la taberna, quizás alguna de sus pertenencias aún se encontrasen en el interior de la habitación en la que se habían hospedado, Sacrestic se había encargado de arrebatárselo todo, su ropa, sus libros… su espada.
Mientras se estiraba dejó escapar un fuerte bostezó para después entrar en el la posada, notó las miradas de todos los presentes clavadas en él, en particular la del tabernero quien palideció en el mismo instante en el que el mercenario puso un pie en su local.
-“Bueno días” – dijo como si no hubiese pasado nada – “Siento lo de la ventana” – con el aspecto que tenía, sin camisa, cubierto de hollín y herido, no parecía muy sensato tratar de ocultar que habían sido ellos los que habían ocasionado los destrozos – “...y lo del espejo de la habitación” – añadió sonriendo al tiempo que se miraba la mano vendada con el trozo de túnica de Eärwen.
El tabernero desvió la mirada –“No te preocupes, pasa a menudo” – dijo simplemente, Eltrant arqueó una ceja, la reacción se le antojó un tanto extraña para ser el dueño de un local en el que habían irrumpido los vampiros sin ningún problema y tratar de asesinar a sus huéspedes.
Sin hacer ningún comentario al respecto subió hasta la segunda planta, al fin y al cabo aún tenían aquella habitación y después avanzó por el largo pasillo hasta la misma. Para su sorpresa la habían ordenado, las camas se encontraban impecablemente hechas y los trozos de espejo rotos por el suelo habían desaparecido.
Después de pasar más tiempo del deseado buscando alguna de sus pertenencias en la habitación suspiró, no quedaba nada, al menos no suyo.
Bajó a la planta baja y se sentó en una de las mesas a esperar que tanto Demian como Eärwen acabasen de recoger sus pertenencias, o lo que encontraran de ellas. Si continuaban con su viaje como lo tenían planeado el muchacho y la elfa continuarían hacia el norte, él en cambio tenía que volver a Lunargenta, no le agradaba la idea de emprender el viaje inmediatamente, pero con el último de aquellos vampiros con vida no era una opción quedarse, aunque de estar muerto, tampoco se quedaría una noche más.
El tintineo de la campanilla de la puerta, indicando un nuevo cliente, llamó su atención. Un hombre mayor de aspecto de haber vivido más de lo que a él le hubiese deseado estaba entrando en la posada para verles allí. Como los demás aldeanos abrió los ojos, como si no se creyese lo que estaba viendo y abandonó el local con prisa. Eltrant miró el lugar donde había estado aquel tipo antes de irse corriendo con curiosidad, todos parecían saber exactamente lo que había sucedido la noche anterior.
Dejando a un lado esto se volvió hacia sus compañeros –“¿Habéis encontrado alguna de vuestras cosas?” – preguntó, aunque conocía la respuesta de antemano.
Eltrant Tale
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
Al caminar por las calles Demian contempló con otros ojos ese lugar. Parecía increíble que habían estado arrancando por allí tan sólo horas antes, como si aquello fuera un laberinto de murallas impenetrables que ahora se habían convertido en casas ante la magia de la luz solar. Definitivamente ese lugar tenía algo especial, algo falso que no acababa de hacer sentir cómodo al chico. Procuró pensar en otras cosas en el camino de vuelta, aunque el cansancio y todo lo vivido ayudó a que la caminata fuera bastante silenciosa. Por suerte sus compañeros parecían recordar bien el camino hacia la posada.
Notó que sus compañeros observaron con detención 3 postes que se alzaban desafiantes en medio de la plaza, pero no le encontró sentido a aquello. Quizás su mente estaba cansada de tanto pensar, quizás aún tenía, a pesar de todo, algo de inocencia, quizás era porque había aprendido a respetar a los muertos y no a colgarlos como trofeos, pero no se imaginó que pudieran haber sido clavados allí específicamente para ellos. Recordó que no había tenido la oportunidad de expresar sus respetos a los caídos, pero se excusó a sí mismo argumentando que entre tanto arrancar había sido todo confuso.
Cuando Ëarwen entró al establo y Eltrant a la posada, Demian mantuvo una distancia pensativa. Sabía que pronto emprendería el rumbo hacia el norte y su nuevo compañero seguramente volvería a Lunargenta, al sur. Era como si la emoción de compartir el peligro y el haber dependido unos de otros para mantenerse con vida hacía más fuertes los vínculos y se le hacía difícil aceptar la partida de alguien que apenas había conocido un día antes.
Entró a la posada con la intención de despedirse. Inmediatamente algunas miradas se posaron en él. Por un lado estaban aquellos viajeros que no residían allí e ignoraban lo sucedido, los cuales sólo le daban una mirada de desprecio o le ignoraban, confundiéndolo con algún pordiosero en busca de caridad, considerando que lucía como un niño con escasas pertenencias y todo cubierto de hollín y suciedad, pero por otro había quienes le daban miradas de desconfianza o asombro. No alcanzaba a entender muy bien por qué. Se acercó a Eltrant.
-Espero algún día visitarte en Lunargenta -le dijo parándose a su lado- quizás me puedas enseñar lo que hacen allá para divertirse… repito lo que dije antes… a pesar de todo prefiero un día lleno de emociones, aún con vampiros detrás de mí, que uno de andar solo y aburrido.
Demian se quedaría un rato con él, siguiéndolo sin interrumpirlo mucho. Eventualmente Eltrant hizo una pregunta.
-No, nada… creo que podemos darlas por perdidas -dio un suspiro- esas dagas eran muy preciadas para mí.
*************************************
El viejo Tom no esperaba encontrarlos con vida, mucho menos tan pronto, pero allí estaban. Había corrido hacia su casa, que de todas maneras quedaba en la vecindad de la posada, casi tropezando en el camino. Tomó el bolso que había dejado sobre su mesa, el cual había revisado esa mañana. Tantos recuerdos le había llenado su mente en aquel momento al rememorar sus propias aventuras, pero eso ya era el pasado, ahora eran otros los que ponían sus vidas en peligro para alcanzar sus sueños. Él era un viejo que ya no tenía derecho a sueños.
No tardó en volver a la posada, encontrando al trío juntos. No parecían estar en las mejores condiciones, los 3 parecían notoriamente cansados. La mujer tenía un caminar que denotaba que sufría en una de sus piernas, además de cortes en su ropa y señales varias de combate. El hombre, en tanto, caminaba sin camisa, manchado por todos lados con hollín y otras suciedades, incluso manchas de sangre. No parecía tampoco estar en el mejor de los estados. Finalmente el niño parecía haberse dado un baño en hollín, negro de pies a cabeza y apenas vistiendo unos pantalones y unas botas que claramente no eran de su talla y le hacían caminar raro. No podía imaginar qué tipo de noche habían tenido, pero era parte de aquellos que les habían cerrado sus puertas. Se acercó a ellos tímidamente al principio, pero luego adquiriendo más valor.
-Creo que esto les pertenece -dijo con una sonrisa triste, extendiendo un bolso que contenía todos los objetos y prendas de vestir que había sido robadas por los vampiros- no me lo agradezcan, soy uno más de los cobardes que se quedó tras su puerta mientras huían de los vampiros, es lo menos que puedo hacer.
El viejo Tom, cuyo rostro reflejaba que era un asiduo a la bebida, de nariz rojiza y aspecto demacrado, pero que en ese momento se encontraba, extrañamente, aún sobrio, por un momento lució más joven mientras miraba hacia el cielo de aquel día despejado y luminoso. Mil combates y peligros llenos de emoción pasaron por su mente.
-Saben… yo solía ser un aventurero como ustedes, hasta que recibí una flecha en la espalda y nunca volví a ser el mismo… la herida se infectó y aún tengo dolores frecuentes que calmo con el alcohol… ahí terminaron mis aventuras. Puedo oler en ustedes el potencial de convertirse en grandes aventureros, en héroes de su generación, cada uno a su manera… no terminen como tantos cobardes que nos escondemos tras las puertas y lamentamos que nadie haga nada por el otro sin siquiera dar el primer paso nosotros.
Tras algunos minutos el viejo Tom volvería a entrar a la taberna y seguir su rutina, nublando su mente con el alcohol hasta pensar que todo había sido un sueño.
****************
Off: Si gustan, pueden relatar su retirada de este lugar para dar por finalizado este tema tras este turno.
Demian
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
Eärwen perdió de vista a aquel hombre y volvió a la taberna, donde algunos la miraron de forma extraña nada más llegar. Estaba claro que su aspecto no debía ser muy bueno tras la noche que habían tenido, pero había algo más en aquellas miradas, algo que no supo adivinar. Subió a la habitación para intentar encontrar alguna de sus pertenencias, pero nada más abrir la puerta supo que no hallaría nada. El cuarto estaba completamente recogido y no quedaba ni rastro de lo sucedido, ni de sus cosas. Suspiró algo desanimada, apoyándose en el quicio mientras recordaba lo que le había costado crear su propio arco, y la espada familiar que acababa de perder.
Bajó las escaleras con lentitud, para luego dirigirse a la mesa donde se encontraban sus compañeros y tomar asiento. Llegó justo para oír la pregunta de Eltrant, a la que respondió negando con la cabeza levemente. - No ha quedado nada. - musitó, al tiempo que se frotaba los ojos, estaba realmente cansada. Habría agradecido un buen baño y algo de comida, pero su prioridad en aquel momento era alejarse de Sacrestic tan pronto como le fuese posible. Ya descansaría cuando estuviesen a la otra orilla del río, en tierra de licántropos, estos eran enemigos de los vampiros, con lo que era probable que los recibiesen bien si les contaban lo sucedido.
El hombre que antes había visto volvió a aparecer, esta vez cargado con un abultado bolso. Se acercó a ellos y lo depositó sobre la mesa, diciendo que aquello les pertenecía. La elfa echó un vistazo al interior y reconoció de inmediato la fina empuñadura de su espada, sacó sus cosas y miró con asombro a aquel caballero, que debía haberlas recuperado mientras los perseguían a ellos.
El recién llegado no quiso que se lo agradecieran, se consideraba también un cobarde por no haberles ayudado, pero la de ojos azules lo hizo de todos modos, sabiendo que a alguna gente le costaba más meterse en aquel tipo de situaciones para ayudar a unos completos desconocidos. Siguió hablando, contándoles que él había sido todo un aventurero tiempo atrás, pero al salir herido con una flecha se dio al alcohol para calmar sus dolores, aquello acabó con él. También añadió que veía potencial en ellos, que podrían llegar a ser héroes de su generación.
Eärwen no podía verse como tal cosa, su carácter la impulsaba a ayudar a la gente que se encontraba, pero aquello era parte de ella, la habían educado así. El viejo terminó de hablar y volvió a su tarea diaria, emborracharse en la taberna. La de cabellos negros lo siguió con la mirada y sintió un poco de pena por él, que había perdido la esencia de quien era a causa de la bebida.
- Sé que estamos cansados, pero deberíamos irnos cuanto antes. - habló a sus compañeros, mientras enfundaba sus dagas y se echaba a la espalda arco y carcaj. - ¿Cómo piensas volver a la ciudad? - preguntó a Eltrant. - Nosotros cruzaremos el río hacia los bosques del Este, podrías venir con nosotros y seguir el cauce hacia el sur para llegar a hasta la playa de los ancestros, desde ahí Lunargenta no queda lejos. - dijo antes de que respondiese, pues se le hacía raro separar aquel grupo, aunque apenas lo hubiese conocido el día anterior. - Los hijos de los bosques no tienen problemas con los humanos, si dices que vas de mi parte te ayudaran en lo que necesites. - añadió antes de levantarse y encaminarse a la puerta, para abandonar aquel peligroso lugar, al que no volvería.
Off: Por mi perfecto, ya se podrá continuar el viaje en otro tema.
Bajó las escaleras con lentitud, para luego dirigirse a la mesa donde se encontraban sus compañeros y tomar asiento. Llegó justo para oír la pregunta de Eltrant, a la que respondió negando con la cabeza levemente. - No ha quedado nada. - musitó, al tiempo que se frotaba los ojos, estaba realmente cansada. Habría agradecido un buen baño y algo de comida, pero su prioridad en aquel momento era alejarse de Sacrestic tan pronto como le fuese posible. Ya descansaría cuando estuviesen a la otra orilla del río, en tierra de licántropos, estos eran enemigos de los vampiros, con lo que era probable que los recibiesen bien si les contaban lo sucedido.
El hombre que antes había visto volvió a aparecer, esta vez cargado con un abultado bolso. Se acercó a ellos y lo depositó sobre la mesa, diciendo que aquello les pertenecía. La elfa echó un vistazo al interior y reconoció de inmediato la fina empuñadura de su espada, sacó sus cosas y miró con asombro a aquel caballero, que debía haberlas recuperado mientras los perseguían a ellos.
El recién llegado no quiso que se lo agradecieran, se consideraba también un cobarde por no haberles ayudado, pero la de ojos azules lo hizo de todos modos, sabiendo que a alguna gente le costaba más meterse en aquel tipo de situaciones para ayudar a unos completos desconocidos. Siguió hablando, contándoles que él había sido todo un aventurero tiempo atrás, pero al salir herido con una flecha se dio al alcohol para calmar sus dolores, aquello acabó con él. También añadió que veía potencial en ellos, que podrían llegar a ser héroes de su generación.
Eärwen no podía verse como tal cosa, su carácter la impulsaba a ayudar a la gente que se encontraba, pero aquello era parte de ella, la habían educado así. El viejo terminó de hablar y volvió a su tarea diaria, emborracharse en la taberna. La de cabellos negros lo siguió con la mirada y sintió un poco de pena por él, que había perdido la esencia de quien era a causa de la bebida.
- Sé que estamos cansados, pero deberíamos irnos cuanto antes. - habló a sus compañeros, mientras enfundaba sus dagas y se echaba a la espalda arco y carcaj. - ¿Cómo piensas volver a la ciudad? - preguntó a Eltrant. - Nosotros cruzaremos el río hacia los bosques del Este, podrías venir con nosotros y seguir el cauce hacia el sur para llegar a hasta la playa de los ancestros, desde ahí Lunargenta no queda lejos. - dijo antes de que respondiese, pues se le hacía raro separar aquel grupo, aunque apenas lo hubiese conocido el día anterior. - Los hijos de los bosques no tienen problemas con los humanos, si dices que vas de mi parte te ayudaran en lo que necesites. - añadió antes de levantarse y encaminarse a la puerta, para abandonar aquel peligroso lugar, al que no volvería.
Off: Por mi perfecto, ya se podrá continuar el viaje en otro tema.
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
No había quedado nada, tanto sus pertenencias como las de Demian y Eärwen habían desaparecido. Cerró los ojos para analizar la situación en la que se encontraba con mejor perspectiva. Sí, había sobrevivido a aquella noche, pero todas sus cosas se habían desvanecido y el viaje de vuelta hacia Lunargenta era largo para ir solamente armado con un cuchillo.
Trató de limpiarse el hollín de su cara con ambas las manos, en un esfuerzo inútil por tratar de borrar la negrura que cubría su rostro, no hizo sino extenderlo aún más. El mismo tipo que había salido de la taberna nada más verlos regresó jadeando y sudoroso, el hombre se acercó con la mirada perdida a los exhaustos viajeros y dejo caer el pesado saco que cargaba consigo en mitad de la mesa en torno a la que se sentaban.
El hombre balbuceó algo parecido a unas disculpas, y abrió el saco. La empuñadura dorada y marrón de una espada que aunque nunca la había blandido a Eltrant sabía que la había visto en alguna parte fue lo primero que salió del interior de aquella bolsa. Continuó contando una historia de como él era un antiguo aventurero que debido a varios infortunios no era ahora más que un patán dado a la bebida.
Eärwen se acercó rápidamente y extrajo el resto del arma para mirar sorprendida al hombre, aquella era su espada.
Para el asombro de los presentes todas sus pertenencias estaban en el interior de aquel sacó, Eltrant dejó escapar una carcajada de jubilo cuando tuvo su mohosa espada en las manos, había llegado a creer que la había perdido para siempre.
Sacó el arma de su vaina para comprobar que efectivamente se trataba de la suya propia, mellada y de color rojizo no había ninguna duda de que aquella cosa se resistía a abandonarle, volvió a envainar la espada y como de costumbre se la ató al cinto, había echado de menos tenerla en su cintura.
Su bolsa de viaje también estaba entre todos los objetos que había en el interior de aquel fardo, los libros y los pocos aeros que había traído consigo estaban allí, quizás no fuese todo tan mal después de todo.
A pesar de las continuas negaciones a recibir agradecimiento por parte de los aventureros Eltrant le dio un efusivo abrazo al hombre, que sin saber muy bien cómo reaccionar acabó apartándose y yéndose junto a la barra pidiéndole una copa al tabernero.
Aquel tipo podía seguir repitiéndose a sí mismo que era un inútil y un cobarde, que ya no era lo que fue en un punto lejano del tiempo, pero en un lugar como aquel, el simple hecho de haber arriesgado la relativa paz que él poseía para recuperar las pertenencias de unos extraños le dijo a Eltrant que una parte del aventurero que decía haber muerto latía en el fondo de aquel hombre, ahogado bajo litros de alcohol.
ejó que se acercase hacía la barra sin decir nada pensando que, quizás con el tiempo, aquel hombre volvería a ser quien era.
Eärwen seguía con la intención de marcharse de aquel lugar cuanto antes, cosa que Eltrant compartía. –“Pensaba volver por tierra hacia el sur y cruzar el rio una vez en el territorio de los hombres-bestia” – dijo, básicamente era el camino que había hecho siguiendo al vampiro hasta allí, no se le había ocurrido hasta entonces ninguna otra forma de volver sobre sus pasos.
Pensó la oferta de Eärwen por varios segundos, no veía ninguna razón para rechazar viajar con ellos y si por algún casual acaban cerca de Ulmer era una zona que él ya conocía, asintiendo con la cabeza sonrió. –“No veo por qué no” – lo cierto era que realmente no quería dejarles tan pronto.
Se volvió hacia el muchacho, quien se había despedido de él hacia escasos momentos – “Creo que vais a tener que soportarme algún tiempo más, te contaré todo lo que quieras saber sobre Lunargenta” – le dijo sonriendo.
Demian tenía razón, aun habiendo estado al borde de la muerte en varias ocasiones, habían sido dos días dignos de recordar. Y aunque no podía decir que le hubiese agradado la estancia en Sacrestic, era una de las ciudades que habría acabado visitando tarde o temprano.
Comprobando que tenía la espada bien atada al cinto y que todas sus cosas estaban en la bolsa de viaje, bajo la atenta mirada de los clientes del local, siguió a Eärwen fuera de la posada.
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Off: Cuando queráis comenzamos el viaje en otro tema ^^
Trató de limpiarse el hollín de su cara con ambas las manos, en un esfuerzo inútil por tratar de borrar la negrura que cubría su rostro, no hizo sino extenderlo aún más. El mismo tipo que había salido de la taberna nada más verlos regresó jadeando y sudoroso, el hombre se acercó con la mirada perdida a los exhaustos viajeros y dejo caer el pesado saco que cargaba consigo en mitad de la mesa en torno a la que se sentaban.
El hombre balbuceó algo parecido a unas disculpas, y abrió el saco. La empuñadura dorada y marrón de una espada que aunque nunca la había blandido a Eltrant sabía que la había visto en alguna parte fue lo primero que salió del interior de aquella bolsa. Continuó contando una historia de como él era un antiguo aventurero que debido a varios infortunios no era ahora más que un patán dado a la bebida.
Eärwen se acercó rápidamente y extrajo el resto del arma para mirar sorprendida al hombre, aquella era su espada.
Para el asombro de los presentes todas sus pertenencias estaban en el interior de aquel sacó, Eltrant dejó escapar una carcajada de jubilo cuando tuvo su mohosa espada en las manos, había llegado a creer que la había perdido para siempre.
Sacó el arma de su vaina para comprobar que efectivamente se trataba de la suya propia, mellada y de color rojizo no había ninguna duda de que aquella cosa se resistía a abandonarle, volvió a envainar la espada y como de costumbre se la ató al cinto, había echado de menos tenerla en su cintura.
Su bolsa de viaje también estaba entre todos los objetos que había en el interior de aquel fardo, los libros y los pocos aeros que había traído consigo estaban allí, quizás no fuese todo tan mal después de todo.
A pesar de las continuas negaciones a recibir agradecimiento por parte de los aventureros Eltrant le dio un efusivo abrazo al hombre, que sin saber muy bien cómo reaccionar acabó apartándose y yéndose junto a la barra pidiéndole una copa al tabernero.
Aquel tipo podía seguir repitiéndose a sí mismo que era un inútil y un cobarde, que ya no era lo que fue en un punto lejano del tiempo, pero en un lugar como aquel, el simple hecho de haber arriesgado la relativa paz que él poseía para recuperar las pertenencias de unos extraños le dijo a Eltrant que una parte del aventurero que decía haber muerto latía en el fondo de aquel hombre, ahogado bajo litros de alcohol.
ejó que se acercase hacía la barra sin decir nada pensando que, quizás con el tiempo, aquel hombre volvería a ser quien era.
Eärwen seguía con la intención de marcharse de aquel lugar cuanto antes, cosa que Eltrant compartía. –“Pensaba volver por tierra hacia el sur y cruzar el rio una vez en el territorio de los hombres-bestia” – dijo, básicamente era el camino que había hecho siguiendo al vampiro hasta allí, no se le había ocurrido hasta entonces ninguna otra forma de volver sobre sus pasos.
Pensó la oferta de Eärwen por varios segundos, no veía ninguna razón para rechazar viajar con ellos y si por algún casual acaban cerca de Ulmer era una zona que él ya conocía, asintiendo con la cabeza sonrió. –“No veo por qué no” – lo cierto era que realmente no quería dejarles tan pronto.
Se volvió hacia el muchacho, quien se había despedido de él hacia escasos momentos – “Creo que vais a tener que soportarme algún tiempo más, te contaré todo lo que quieras saber sobre Lunargenta” – le dijo sonriendo.
Demian tenía razón, aun habiendo estado al borde de la muerte en varias ocasiones, habían sido dos días dignos de recordar. Y aunque no podía decir que le hubiese agradado la estancia en Sacrestic, era una de las ciudades que habría acabado visitando tarde o temprano.
Comprobando que tenía la espada bien atada al cinto y que todas sus cosas estaban en la bolsa de viaje, bajo la atenta mirada de los clientes del local, siguió a Eärwen fuera de la posada.
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Off: Cuando queráis comenzamos el viaje en otro tema ^^
Eltrant Tale
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Re: El secreto del tabernero [Libre][CERRADO]
Los últimos días habían sido extraños para Demian, había pasado por muchos peligros, pero también por muchas emociones, todo lo cual lo hacía sentir muy… vivo. Aún recordaba con nostalgia los días con su maestro en el templo de la orden, pero la vida le ofrecía algo nuevo y excitante, el vivir la aventura de lo desconocido. No alcanzó a seguir con estos pensamientos cuando un hombre que parecía ser un simple borracho apareció frente a ellos. El sujeto se llamó a sí mismo cobarde y parecía avergonzado por haber permanecido escondido, como todos en aquella localidad, durante la noche, pero aún así con sus acciones demostraba que era más valiente que todos los pobladores que había conocido.
Al llegar su turno de revisar el bolso su corazón latía rápido, sus compañeros habían encontrado sus pertenencias allí, de modo que esperaba encontrar también las suyas, aunque bien podía ser que aquel no las hubiese encontrado. Una vez que tuvo las dagas en sus manos las miró con entusiasmo, su frío y oscuro metal se encontraba intacto, lucían tan bellas y finas como siempre.
-¡Whoaa! -expresó con entusiasmo blandiéndolas por unos instantes para convencerse de que las había recuperado- muchas gracias, señor, pensé que no las recuperaría jamás.
Quiso también darle un abrazo de entusiasmo, siguiendo la acción de Eltrant, pero notó que el viejo se mostraba reacio y extrañado, así que se contuvo. El sujeto explicó que también había sido un aventurero, hasta que un accidente lo había hecho detener sus aventuras. Demian se preguntó por un instante si el destino de todo aventurero sería terminar así, pero tan pronto como este pensamiento vino a su cabeza se retiró, por supuesto que él no terminaría así, él no cometería los mismos errores… y faltaba tanto para llegar a esa edad.
A medida que el viejo se dirigió hacia la barra con una mezcla tan compleja de emociones en su rostro que Demian no era capaz de interpretar, el chico terminó de recolectar sus cosas. Lo primero que hizo fue quitarse las enormes botas que llevaba puestas y calzarse las suyas, aquellas firmes prendas que le acomodaban tanto. Se ajustó también el cinturón con sus dagas. Decidió que de momento no pondría el resto de las cosas hasta poder quitarse todo ese hollín, pero guardó sus cosas con cuidado.
-Espero que cuando pasemos por el lago pueda tomar un buen baño -dijo, imaginando por fin tener la dicha de nadar, actividad que era costumbre en las islas.
Al momento de salir, Ëarwen y Eltrant intercambiaron palabras sobre el destino del viaje y pronto se decidió que el hombre seguiría con ellos, al menos hasta un mejor lugar desde donde emprender su viaje de regreso a Lunargenta. Aquello hizo sonreír al chico, le estaba agarrando el gusto a tener gente con quien conversar y compartir después de tanto vagar en solitario.
Antes de ponerse finalmente en marcha se aseguró de obtener al menos unos trozos de pan y carne seca para el viaje desde el tabernero, ahora que había recuperado sus cosas y su dinero. Realmente estaba hambriento después de tanto caos y, al fin y al cabo, estaba en edad de crecimiento. Lamentó no poder quedarse a tomar un plato de una buena comida, pero era cierto que debían moverse cuanto antes, aún cuando los vampiros no pudieran aparecer abiertamente de día, bien podían tener sirvientes que lo hicieran. Era mejor salir de allí lo más pronto posible.
-Al menos enséñame algún juego de la gente de Lunargenta -le dijo a Eltrant mientras emprendían el viaje.
Demian
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