Re: Continuando el viaje [Interpretativo][Eärwen+Demian][Libre][Cerrado]

Demian Miér Abr 08 2015, 22:41

Demian no alcanzaba a comprender toda la mezcla de emociones que sentía. Todo era más fácil cuando era un niño más pequeño y sólo le interesaba tener espacios libres entre los entrenamientos para jugar. Si se sentía triste bastaba hacer algo divertido y se le pasaba, pero últimamente era distinto, podía sentirse mal sin saber exactamente por qué y no bastaba con hacer algo que le distrajera. ¿Era eso crecer?.

Luego de en cierta manera desahogarse al decirles que no le entendían se sintió algo más tranquilo. Era curioso, pero a veces cuando uno se sentía mal sólo necesitaba decir algo. El llenar su estómago con pan y queso ciertamente ayudó a mejorar su humor.

-¿Qué haremos mañana? -preguntó con aire inocente, aunque en su interior sabía que la razón de su pregunta venía del hecho de saber que se acercaba la eventual despedida de la mitad del grupo -podríamos darnos un día de descanso… aunque no se si la hija del… ya saben quién… me quiera ver por estos lados.

Jugueteó entre sus dedos con una miga de pan, hasta volverla una bolita grisácea.

-Yo ando en una especie de m..mm…mmmi…missión -expresó con algo de dificultad, tenía ese pequeño tartamudeo de vez en cuando, en especial cuando se sentía tenso, nervioso o incómodo- mi maestro m..mme mandó a recorrer Aerandir en busca de… de aprender algunas cosas. No tengo un rumbo fijo, pero ahora acompaño a Ëarwen al norte, hasta Dundarak, después no se realmente qué haré.

En ese momento ingresó por una ventana abierta un pequeño gorrión, el cual fue a posarse en el hombro del chico, pero no duró mucho allí, ya que pronto sus vivaces ojos se percataron de las migas dejadas por su amo y bajó a la mesa a disfrutar de los restos.

-Claro, Chispa, cuando los ojos de un ave nos hubieran sido de gran ayuda te vas a hacer tus cosas de pájaro a cualquier lado, pero cuando estamos tranquilos y hay comida apareces -dijo el chico en tono burlón.

La llegada del ave parecía haberle hecho mejorar su ánimo y dejar parte de las sombras que le habían envuelto detrás. Era tan sencillo ser un ave, parecido a cuando estaba seguro en el templo y no tenía nada de qué preocuparse. Claro que a veces se ponía triste, pero no era lo mismo.

Recostó su peso en el respaldo de la silla y fue como si de pronto el peso del cansancio y de todo lo hecho en esos días se le fuera encima. Luego de un suspiro pareció que sus ojos pesaban más de la cuenta, como si desearan quedarse simplemente cerrados, libre de preocupaciones. Se sentía tan cómo tenerlos cerrados que se dijo así mismo que no se dormiría, pero que dejaría los ojos cerrados por un momento, apenas unos segundos, bastaría con luego abrirlos.

Sin darse cuenta cómo, Demian estaba muy pronto dormido en su silla, mientras chispa se trepaba en su hombro y se acomodaba para descansar junto a él.

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PD: Demian pagó la comida, no todas las habitaciones

Invitado Jue Abr 09 2015, 09:37

La elfa aceptó de buen grado el té que Alanna había preparado, dio un sorbo y se deleitó con aquel sabor tan dulce, antes de seguir comiendo algo más de fruta y pan. Por lo que decía, la joven estaba buscando a su hermana perdida, pero ahora tomaría el camino hacia la ciudad para ayudar a la guardia, tras escuchar que habían tenido algunos problemas. Se notaba que era una buena persona, preocupada por ayudar a los demás, cosa que para la de ojos azules tenía mucho valor.

Esperó a que sus compañeros contestasen su pregunta, ya que su respuesta iba ligada a la del brujo, quien había decidido acompañarla hasta las tierras del norte. - Me dirijo a Dundarak para prestar mis servicios como sanadora, no me cabe duda que en un lugar tan inhóspito serán de ayuda. También me interesan ciertas recetas alquímicas de los dragones, para ampliar mis conocimientos y mejorar mis capacidades en la materia, pero lo principal es ayudar a las gentes de esas tierras. - dijo cuando los demás hubieron terminado. Se giró hacia Demian y esbozó una leve sonrisa, por lo bien que sonaba eso de tener un día libre.

- Me parece una buena idea, un día de descanso nos sentara bien, así podríamos reponernos de todo lo ocurrido en los últimos días. - añadió para apoyarlo, antes de girarse hacia los otros dos integrantes del grupo. - Quizá el poblado tenga algo más que ofrecer. ¿Qué opináis? - preguntó, mientras el gorrión del muchacho se colaba por una de las ventanas y llegaba hasta su dueño. El ánimo del pequeño pareció mejorar casi de inmediato ante la aparición de su alado amigo, cosa que alegró a la elfa, que estaba algo preocupada por él, tras ver el semblante que se le había quedado en la casa de Elizabeth.

Quedó expectante, mientras tomaba otro trozo de fruta y se lo llevaba a la boca, antes de bajar la vista y ver Ness acurrucada en su regazo, tras haber saciado su hambre. Acarició con delicadeza su pelaje, tendría que comprar algunas provisiones antes de salir de los bosques, para que no volviesen a encontrarse sin alimento. Si el grupo decidía quedarse un día más por aquellas tierras, la de cabellos negros aprovecharía para dormir hasta tarde y darse un paseo por entre las casas del lugar.

También podría ofrecerse a curar a los enfermos leves de la zona, pero aquello ya sería según como se encontrase a la mañana siguiente, usar sus poderes le consumía las energías y debía tener cuidado con eso. Hasta el momento no se había preocupado por el tema, y no dudaría en volver a usar su don para sanar a sus compañeros si era necesario, pero debía tener más en cuenta sus limitaciones o acabaría agotada.

Si finalmente decidían pasar el día en aquel humilde poblado, también intentaría buscar algún mercader, ya que tras tantos incidentes había perdido varias flechas, que tendría que reponer cuanto antes. Lo más probable era que no encontrase nada semejante a los finos proyectiles élficos que llevaba consigo desde su salida de Sandorai, pero mientras sirviesen para su arco no tendría problema. Eärwen en eso se mostraba práctica, no le pondría pegas a las nuevas flechas, aunque por supuesto lamentaba la pérdida de las suyas, que con tanto esmero había fabricado su padre para ella.

Por un momento se trasladó a su hogar mentalmente, preguntándose cómo estaría su familia, a la que no veía desde hacía varios meses. Llevó la mano al colgante que su madre le había entregado antes de irse y bajó la vista por unos instantes, antes de volver a centrarse en sus compañeros y darse cuenta de que el brujo se había dormido. - Creo que ya va siendo hora de subir a descansar. - musitó, antes de terminar su té y levantarse de la mesa, para llevar al muchacho a su habitación y luego buscar la suya, en la que esperaba dormir toda la noche.

Alanna Delteria Jue Abr 09 2015, 11:32

- En cierta forma os envidio- comenté con una sonrisa- sois libres de escoger a donde ir, y a quien socorrer, en mi caso eso es bastante difícil, más de una vez me he llevado una bronca por no cumplir las ordenes de la guardia. Por no estar dispuesta a interrogar o detener a alguien solo por su aspecto, creo que, en cierta forma soy la rebelde, por así llamarlo.- solté una pequeña risilla, era agradable conversar así con gente que no iba a juzgarme por no acatar ordenes al pie de la letra. Solía hacer caso, pero a mi manera.

Por la ventana entró un pequeño pajarito que se posó en los hombros del brujo, el pequeño pareció animarse al instante, y alivió un poco el peso que se me había metido en el pecho, ya había visto a demasiados niños así. Mientras seguíamos comiendo se propuso quedarse un día más a descansar, un día libre, vaya, hacía siglos que no tenía un día libre, en realidad, creo que nunca he tenido uno, ni siquiera de pequeña, ya que me tenía que ocupar de cuidar a mi hermana y ayudar a mis padres en la granja. Así que lo del día libre me sonaba a las mil maravillas. Aprovecharía para madrugar, visitar el pueblecito, que parecía sacado de un cuento y aprovisionarme, tal vez fuese a preguntar por mi hermana, aunque dudaba que allí supiesen algo, o iría a ver la granja que, yendo a la posada, se vislumbraba algo alejada del pueblo, pero no demasiado. Me gustaría volver, aunque fuese durante un día, a sentirme como cuando era pequeña, lo añoraba bastante.

- no recuerdo la última vez que tuve un día libre, estaría bien, además- me giré a mirar a Eltrant- Si vas hacia Lunargenta, podríamos ir juntos, de todos modos nos dirigimos hacia el mismo lugar.- Propuse sonriente. Parecía que estar en compañía me ponía de buen humor.

Empezaba a hacerse tarde, y el sueño comenzaba a vencernos, el brujito ya se había quedado dormido. Cuando la elfa y el muchacho se hubieron ido miré a Eltrant un momento, y en tono burlón, le comenté:

- No me recuerdas, ¿verdad?, espero que lo hagas en algún momento- Me levanté con una sonrisa y me dirigí a pedir un cuarto para mi.

El hombre me asignó un dormitorio amablemente, pagué por él y subí. Al entrar me recibió un cuarto pequeño pero acogedor,con una cama cómoda de sábanas limpias y aspecto mullido, de colores cálidos, a la izquierda, una puerta llevaba a un cuarto de baño. Realmente necesitaba un baño para acabar de relajar mis músculos. Llené la tina y me metí dentro, cuando estuve limpia me di cuenta de que por poco no me quedo dormida allí dentro, así que salí, me enrollé en toallas y vacié la tina, para enseguida salir, vestirme, y caer redonda sobre la cama, quedándome dormida al instante de taparme, incluso con el pelo mojado. Mañana sería otro día.

**Eltrant Tale** Jue Abr 09 2015, 13:37

Se quedó solo.

Bebiendo los restos del té que había preparado Alanna se convirtió paulatinamente en la única persona que quedaba en el comedor. Quizás fuese porque había perdido el conocimiento no hacía mucho, o porque realmente temía que, si intentaba dormir, un musculoso brazo tratase de estrangularle de nuevo, pero el caso era que, ahora que tenía la oportunidad de descansar, no le apetecía.

Había asentido ante la idea de quedarse un poco más en el pequeño pueblo, descansando, que llegase un día antes o un día después a Lunargenta era lo de menos, lo cierto era que no podía emprender un viaje tan largo después de todo lo que había pasado sin descansar un poco.

El anciano que estaba a cargo del local, se acercó y como había hecho antes dejó una llave encima de la mesa ,antes de que el mercenario pudiese decir nada este le sonrió y se marchó escaleras arriba. Eltrant miró la llave con curiosidad y después de suspirar se la guardó en el bolsillo, tendría que buscar un modo de pagárselo al hombre a la mañana siguiente, dudaba que con lo que había depositado Demian en el mostrador horas antes bastase para pagar las habitaciones de todos.

Una vez con la llave de la habitación en el bolsillo miró como la noche transcurría lentamente por la ventana, alumbrado solo por la tenue luz del único candil que quedaba encendido, disfrutó de la tranquilidad que le proporcionaba la soledad.

¿Estaba siendo demasiado insensible con sus compañeros? Seguía preocupado por Demian, pero no sabía que más decirle, al menos la repentina aparición del gorrión parecía haberle animado bastante, le gustaría seguir viajando con él y con Eärwen durante más tiempo, e incluso visitar las tierras del norte, pero tenía que ser responsable y acabar lo que había empezado, quizás después de llegar a Lunargenta pudiese permitirse viajar al norte, en busca de ellos.

Después estaba Alanna, aunque al principio era cierto que no la recordaba, cosa por lo que se sentía culpable, con el paso de las horas sí que se había dado cuenta de que era la chica con la que había entablado amistad hacia años, la única… hasta que se desvaneció sin dejar rastro cuando él tenía aproximadamente catorce años.

Su subconsciente, sin embargo , prefería seguir apartando todo lo relacionado con el hecho de que había dejado atrás a los que le habían apreciado por el simple hecho de querer “ver mundo”, y por mucho que hiciese para remediarlo, seguía siendo tan egoísta como la noche en la que se escapó, nada había cambiado. No obstante, viajaría hasta Lunargenta con la joven, ella no tenía la culpa de sus decisiones personales.

Dejando de lado sus fantasmas personales, algo que ya estaba habituado a hacer, Eltrant suspiró y sacó del bolsillo la pequeña llave que había dejado el anciano sobre la mesa. Después de pasarla de una mano a otra durante varios segundos se levantó, y tomando la espada que descansaba en la silla junto a él, subió al segundo piso.

Se quitó las botas y las cargó en una de sus manos para hacer el menor ruido posible, cosa que no consiguió, pues las viejas tablas de madera rechinaron bajo sus pies con cada paso que daba. Una vez llegó hasta la habitación que tenía grabado el mismo número que la llave sobre la puerta, introdujo la llave en la cerradura y tras maldecir varias veces por lo bajo, consiguió entrar en su dormitorio. No era una habitación lujosa ni mucho menos, pero era lo suficiente acogedora para su gusto.

Dejando las botas junto a la cama y deshaciéndose de la camisa y la capa, lo puso todo envolviendo a su espada, sobre una silla, y se metió en la cama.

Antes de que un último pensamiento coherente cruzase su cabeza, se quedó dormido.

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