[Quest] Cascara de acero.
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[Quest] Cascara de acero.
No importa como hayas llegado, de donde vengas o a donde te dirijas.
Non importa quien seas, que hayas hecho en el pasado, o que pretendas hacer en el futuro.
No importa si eres una persona de actos bondadosos o malévolos.
El silencio te absorbe igual, el día y la noche pasan igual para todos, los años no perdonan, todo llegaremos a adornar el suelo con los pocos restos que puedan quedar del cuerpo. O casi todos.
No sabes porque estas caminando, no sabes a donde te diriges, quizás no es la primera vez que te sucede. ¿Has matado a alguien? Quizás tengas remordimiento. ¿Has dejado escapar a tu amor? Quizás pensabas no merecerla.
¿Eres una persona curiosa?
Estas en las afueras de Lunargenta, ya no se puede ver las puertas dela cuidad, ya no se pueden escuchar los gritos de los niños. Ya estas entre los árboles, no ves más que verde. Los arboles te abrazan y te cubren.
Un pequeño claro, con una casa. ¿Entraras a mirar?
La casa parece abandonada, nadie tiene porque decirte nada…
Non importa quien seas, que hayas hecho en el pasado, o que pretendas hacer en el futuro.
No importa si eres una persona de actos bondadosos o malévolos.
El silencio te absorbe igual, el día y la noche pasan igual para todos, los años no perdonan, todo llegaremos a adornar el suelo con los pocos restos que puedan quedar del cuerpo. O casi todos.
No sabes porque estas caminando, no sabes a donde te diriges, quizás no es la primera vez que te sucede. ¿Has matado a alguien? Quizás tengas remordimiento. ¿Has dejado escapar a tu amor? Quizás pensabas no merecerla.
¿Eres una persona curiosa?
Estas en las afueras de Lunargenta, ya no se puede ver las puertas dela cuidad, ya no se pueden escuchar los gritos de los niños. Ya estas entre los árboles, no ves más que verde. Los arboles te abrazan y te cubren.
Un pequeño claro, con una casa. ¿Entraras a mirar?
La casa parece abandonada, nadie tiene porque decirte nada…
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•Explica como llegas a las afueras y te encuentras con la casa, entrar o no ya es cosa tuya…
•Hay grandes secretos por descubrir, aunque cuesten de creer. Buena suerte.
Wyn
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Re: [Quest] Cascara de acero.
Siempre había querido conocer Lunargenta. Los libros contaban grandes maravillas de la ciudad más grande conocida por el hombre, sobre su majestuoso castillo, sus pobladas calles. Se decía que lo que quisieras obtener, allí estaba para comprarlo y que toda información que necesitaras la encontrarías en sus calles. Incluso era posible apreciar aquellas extrañas maravillas tecnológicas que la protegían, los bios. Si tanto deseaba conocer ese lugar, ¿por qué no había querido entrar?.
Era complicado responder a esa pregunta, pero Demian pronto se vio a sí misma alejándose más y más hacia el bosque. ¿Qué estaba pensando?. La verdad era dura, se había acobardado. Era cierto que Demian no era ningún cobarde, después de todo a sus 12 años de edad, un niño a los ojos de muchos, ya había cobrado la sangre de otros en más de una ocasión. No sólo eso, él había sido criado para asesinar, entrenado desde pequeño, al punto que fantaseaba más con usar sus dagas en un objetivo que en la gloria que esperaban otros chicos de su edad. Era raro, siempre lo había sido… ¿entonces qué temía?.
La verdad de su cobardía era muy simple, él había crecido en un templo, entre libros y rituales mágicos, y no cualquier templo, sino aquel lugar donde antaño se practicaba la magia oscura y hoy en día se preparaban los brujos que se dedicaban al asesinato. No había tenido amigos de su edad, ni una familia amorosa que le cuidara, sino sólo la figura de su maestro le había permitido conocer las relaciones humanas, pero él siempre estaba ocupado. Demian había crecido en la soledad, aprendiendo a ocultarse más que a compartir, a planificar más que a disfrutar y a causar daño más que a hacer amigos. La soledad era su elemento, su lugar natural. Podía disfrutar de la compañía de otros, de hecho en su viaje había conocido personas maravillosas, pero nunca de a muchos, nunca en exceso. Era natural, al fin y al cabo, que al contemplar el intenso flujo de personas de las puertas de la ciudad le hubiera entrado el pánico.
¿Qué haría allí?. No conocía a nadie, los guardias parecían tipos duros y desconfiados, no tenía donde ir. Aquella ciudad que tanto deseaba conocer le aterraba y necesitaba replantear sus ideas en la soledad del bosque. Había sobrevivido tantas noches solo en la intemperie, una más no le mataría, pensó.
Caminó y caminó, dejando que el sol avanzara en el firmamento y los ruidos del intenso movimiento que le había intimidado desaparecieran. Ah, cómo extrañaba las Islas Illidenses. Más que nunca deseaba estar de vuelta en los salones del templo, junto a su maestro, lejos de toda esa locura.
Soledad. Estaba en completa soledad, no tenía más compañía que el trinar de las aves, el ruido de los insectos y la brisa de la tarde. Nada remotamente humano, nada que temer. Ni siquiera el gorrión que le seguía a todos lados le rondaba en esos momentos, seguro estaba cerca comiendo o haciendo cosas de pájaros. Sacó una fruta de su bolsillo, la última que le quedaba, y la devoró lentamente, disfrutando de su dulzor. La vida debía ser simple. Finalmente se decidió a volver. Había sido un tonto al acobardarse de entrar, después de todo había hecho tan largo viaje para llegar allí, no podía esperar vivir en el bosque como un elfo, no, él era un brujo. Se puso en camino, pero no llegó muy lejos.
Había tomado un camino distinto, quizás hasta se había perdido, pues no recordaba haber visto esa casa cuando se alejaba de la ciudad. Parecía abandonada, vieja. ¿Quién podría vivir allí pudiendo vivir en Lunargenta?. De seguro sus dueños se habían marchado hacia la ciudad hacía mucho tiempo. Parecía una decisión lógica entrar, al fin y al cabo no sabía dónde estaba y podía ser una buena idea esperar hasta el otro día antes de intentar encontrar el camino de vuelta, con más calma y toda la energía de la mañana. Incluso así podría armarse del valor suficiente.
Parecía una idea razonable, así que sin darle más vueltas se dirigió hasta la entrada de la casa y empujó el mango de la vieja puerta.
Demian
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Re: [Quest] Cascara de acero.
La puerta apenas ofreció resistencia, abriéndose ante el pequeño emitiendo un leve chirrido que no pasarían desapercibido. La luz se colaba entre las pequeñas ventanas con cortinas finas y de apariencia polvorienta, aunque no era suficiente como para iluminar la estancia de manera que el pequeño brujo pudiese ver a la perfección en su interior. Poco a poco sus ojos se irían acostumbrando, aunque el mismo podría correr las cortinas para que entrase la luz, ya que no había ni velas ni candelabros a la vista.
Una mesa estaba casi contra l pared justo en la entrada, a lamo izquierda, con dos sillas. Muchos papeles poblaban esta mesa, y un pequeño jarrón de cristal con una flor marchita. Un pequeño descansillo con un colgador, en que solo había un sombrero, le separaba de la zona que parecía de cocina, con unos muebles de almacenamiento a media altura y una zona para el fuego y elaboración de comida. Entre la cocina y la mesa había un marco, sin puerta, que conducían a unas escaleras retorcidas ascendentes.
La habitación del medio estaba algo más iluminada, puesto que no había cortinas, y algunas tablas de la madera que contenían las pareces estaba algo suelta, ya fuese por el mal estado o por el paso del tiempo. No parecía una madera muy resistente al agua, y la época de lluvias no perdonaba nada.
Una mesa con frascos y pociones: una mesa de alquimia. En los frascos de cristal transparente aún quedaban algunos líquidos verdosos y azules… aunque hacia mucho que estaba allí, quizás lo mejor era no tocarlo. Otra mesa prácticamente en perpendicular estaba llena de cachivaches: ruedas, tornillos, herramientas, poleas, cuerdas… todo parecía estar cubierto por una manta de polvo. Todo parecía que lo había dejado tal cual, parecía que alguien no había incluido todo aquello cuando hizo las maletas.
Y aun un arco más, con las mismas escaleras retorcidas hacia un piso diferente. Esta habitación era la más pequeña, apenas con una ventana. Una cama estaba postrada al final de ella, y enfrente, un escritorio repleto de libros. Sin decorar, aunque del techo colgaban amuletos y objetos brillantes.
No había nadie dentro de la casa, no se escuchaba nada fuera en el bosque, parecía que el brujo estaba solo, algo que le daría tiempo a poder andar a sus anchas pro a casa de madera abandonada…
Una mesa estaba casi contra l pared justo en la entrada, a lamo izquierda, con dos sillas. Muchos papeles poblaban esta mesa, y un pequeño jarrón de cristal con una flor marchita. Un pequeño descansillo con un colgador, en que solo había un sombrero, le separaba de la zona que parecía de cocina, con unos muebles de almacenamiento a media altura y una zona para el fuego y elaboración de comida. Entre la cocina y la mesa había un marco, sin puerta, que conducían a unas escaleras retorcidas ascendentes.
La habitación del medio estaba algo más iluminada, puesto que no había cortinas, y algunas tablas de la madera que contenían las pareces estaba algo suelta, ya fuese por el mal estado o por el paso del tiempo. No parecía una madera muy resistente al agua, y la época de lluvias no perdonaba nada.
Una mesa con frascos y pociones: una mesa de alquimia. En los frascos de cristal transparente aún quedaban algunos líquidos verdosos y azules… aunque hacia mucho que estaba allí, quizás lo mejor era no tocarlo. Otra mesa prácticamente en perpendicular estaba llena de cachivaches: ruedas, tornillos, herramientas, poleas, cuerdas… todo parecía estar cubierto por una manta de polvo. Todo parecía que lo había dejado tal cual, parecía que alguien no había incluido todo aquello cuando hizo las maletas.
Y aun un arco más, con las mismas escaleras retorcidas hacia un piso diferente. Esta habitación era la más pequeña, apenas con una ventana. Una cama estaba postrada al final de ella, y enfrente, un escritorio repleto de libros. Sin decorar, aunque del techo colgaban amuletos y objetos brillantes.
No había nadie dentro de la casa, no se escuchaba nada fuera en el bosque, parecía que el brujo estaba solo, algo que le daría tiempo a poder andar a sus anchas pro a casa de madera abandonada…
Wyn
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Re: [Quest] Cascara de acero.
Una vez que sus ojos pudieron adaptarse a la escasez de luz de aquel lugar, Demian pudo observar dónde se encontraba. El lugar era oscuro, viejo, abandonado. La lógica dictaba que no había nada que hacer allí, que lo más sensato era devolverse sobre sus pasos y emprender el viaje pronto hace Lunargenta, quizás si tenía suerte alcanzaría a pillar el camino de vuelta y estar a resguardo antes que cayera la noche. Eso decía el sentido común, pero el niño hizo caso omiso y se adentró en la habitación.
Un detalle llamó su atención, ¿por qué había aún un sombrero colgado?, podía entender muebles y papeles viejos por los que nadie se interesara, ¿pero qué hacía un sombrero aún allí?. Le daba la impresión que alguien hubiera simplemente desaparecido de ese lugar, tragado por la tierra o por algún animal del bosque, dejando ese lugar abandonado de manera sorpresiva.
Sin tener realmente un motivo para ello, tomó el sombrero, lo limpió y se lo puso en la cabeza, comenzando a explorar el lugar, pero sin tocar nada más de momento. En su mente comenzó a dejar correr la imaginación. Aquella casa no era una simple y vieja morada abandonada, era un castillo magnífico, aún más grande que el de Lunargenta, repleto de cortesanos y caballeros en brillante armadura que le saludaban. Él era el rey, por supuesto, vestido de elegantes atuendos y pomposas joyas. Comenzó a caminar lento por el primer piso, imaginando a sus lacayos inclinarse a su paso. Llegó hasta la escalera y la contempló con orgullo. En su mente no era una escalera, sino un enorme trono, tan alto y grande que tenía muchos escalones que trepar. Inició su ascenso solemne.
En su imaginación aparecieron los niños que solían burlarse de él cuando era más pequeño por no tener padres y tener un aspecto siempre tan misterioso. Ya no le hacían bromas pesadas ni le golpeaban por diversión, sino que le rendían reverencia. Su maestro estaba, por supuesto, a un costado de su trono, como su principal consejero.
-Bien, súbditos -dijo fingiendo una voz teatral- os concederé el placer de disfrutar de mi compañía
Los reyes seguramente tenían la vida muy fácil, sólo dando órdenes y disfrutando de los placeres que quisieran, sin nadie que les diera órdenes. Sacudió su cabeza para borrar todas aquellas fantasías. Él era un niño solitario, no era un rey ni un gran señor, nadie le haría jamás reverencias.
Caminó hasta llegar a una pequeña habitación provista de una cama y apenas una ventana. Aquello no lucía nada de mal, aún faltaba para el anochecer, pero le iba a venir muy bien tener una cama para pasar la noche. Después de todo parecía andar de suerte. Para mejorar aún más la situación, había allí muchos libros sobre un escritorio. Tomó el que parecía estar más cercano, como si fuera el último que habían ojeado en ese lugar, moviendo las cortinas de la ventana para que la luz penetrara radiante y le permitiera leer el volumen que tenía en sus manos.
Demian
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Re: [Quest] Cascara de acero.
Cuando el niño retiro las cortinas para que entrase la claridad, un pequeño ser quedó a la merced de las posibles miradas. Estaba sentado sobre los mismos libros de la mesa, justo al lado del montón del que Demian había cogido el libro.
Era un pequeño bio, no más grande de dos palmos de altura. Estaba sentado, con las manos reposadas, cruzadas, parecía dormido, apagado. Su cuerpo era marrón y azul, no muy adornado ni muy “moderno”, su rostro blanco se asemejaba bastante a la tez de un humano. Una especia de casco cubría su cabeza, con unos cables… algunos rotos.
Cuando los primeros rayos del sol se colaron en la habitación, chocando contra la blanca cara de Artyhom, este abrió los ojos, observando al niño que había frente a él. Lo había escuchado, así que sabía cómo saludarle.
-Hola, majestad- dijo el pequeño bio mirándole con sus inexpresivos ojos rasgados. Alzó la mano como le habían enseñado y la movió un poco hace los lados, articulando un saludo. Había estado mucho tiempo sin moverse, por lo que algunos engranajes crujieron por la nueva actividad. Su voz sonaba un tanto quebrada, quizás por los cables que tenía sueltos, parecía que estaba medio escacharrado, pero por suerte aun funcionaba.
Tenía algunos grabados a mano en las piernas y en el pecho, esto hacía pensar que estaba hecho con sumo cariño, ya que no parecía haber nada al azar… ¿pero que hacia aquel pequeño en la casa?
Artyhom observó al pequeño brujo, portaba el sombrero, pero no era el su dueño.
-¿Dónde está Kaler? Portas su sombrero… ¿Él te lo ha prestado? ¿Eres amigo suyo?- llevaba mucho tiempo dormido, se notaba que “tenía ganas” de hablar.
Era un pequeño bio, no más grande de dos palmos de altura. Estaba sentado, con las manos reposadas, cruzadas, parecía dormido, apagado. Su cuerpo era marrón y azul, no muy adornado ni muy “moderno”, su rostro blanco se asemejaba bastante a la tez de un humano. Una especia de casco cubría su cabeza, con unos cables… algunos rotos.
Cuando los primeros rayos del sol se colaron en la habitación, chocando contra la blanca cara de Artyhom, este abrió los ojos, observando al niño que había frente a él. Lo había escuchado, así que sabía cómo saludarle.
-Hola, majestad- dijo el pequeño bio mirándole con sus inexpresivos ojos rasgados. Alzó la mano como le habían enseñado y la movió un poco hace los lados, articulando un saludo. Había estado mucho tiempo sin moverse, por lo que algunos engranajes crujieron por la nueva actividad. Su voz sonaba un tanto quebrada, quizás por los cables que tenía sueltos, parecía que estaba medio escacharrado, pero por suerte aun funcionaba.
Tenía algunos grabados a mano en las piernas y en el pecho, esto hacía pensar que estaba hecho con sumo cariño, ya que no parecía haber nada al azar… ¿pero que hacia aquel pequeño en la casa?
Artyhom observó al pequeño brujo, portaba el sombrero, pero no era el su dueño.
-¿Dónde está Kaler? Portas su sombrero… ¿Él te lo ha prestado? ¿Eres amigo suyo?- llevaba mucho tiempo dormido, se notaba que “tenía ganas” de hablar.
- artyhom:
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Wyn
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Re: [Quest] Cascara de acero.
A pesar de que Demian era un amante de los libros, como buen brujo, éste pasó completamente a segundo plano cuando una figura totalmente inusual hizo notar su presencia, llamándolo majestad. El chico en principio casi salta e instintivamente sus manos se acercaron a sus dagas, pero pronto notó que la voz provenía de una criatura, si aquello era una criatura, de pequeño tamaño.
Le miró fascinado, con su curiosidad tomando control de su ser al presenciar aquello. ¿Sería magia?, ¿era esa una de las maravillas de los humanos?. Se agachó para mirarle más de cerca. Parecía hecho de metal, con cables oxidados. No parecía estar en el mejor de los estados y a Demian le pareció que había incluso una cierta tristeza en sus palabras.
-Mi nombre es Demian, el primero de mi nombre, rey de los brujos olvidados del templo de la oscuridad -inventó con diversión, siguiendo el juego que había iniciado sin proponérselo- no conozco a ese tal Kaler, pero al parecer se ha ido y ha dejado su sombrero abandonado.
Se retiró el sombrero de la cabeza, todo polvoriento y se lo mostró al pequeño ser mecánico. Era fascinante que esa cosa pudiera hablar y mostrar comprensión por lo que ocurría a su alrededor, era increíble lo que esas cosas podían hacer. Había leído sobre ello en algunos libros, pero aún no los había conocido en persona. Pensar que esas máquinas había sido usadas para atacar y esclavizar a las razas de Aerandir en aquella vieja invasión desde un portal mágico.
-No tenía donde pasar la noche, así que he encontrado este lugar para descansar -explicó, aún observando de manera intensa al pequeño bio- ya sabes, un rey no puede pasar la noche a la intemperie, eso no sería… propio de la realeza.
Tocó con cuidado los cables rotos que se asomaban de aquella especie de casco. Se imagino que aquello, en cierta manera, debía doler.
-¿Estás herido? -le preguntó- no pareces estar muy bien… te intentaría reparar, pero no conozco cómo funcionas… aunque podría intentarlo si me dices cómo.
Miró a su alrededor. Al parecer esa casa había pertenecido a ese tal Kaler, pero por algún motivo esa persona había abandonado el lugar de improviso, dejando atrás a ese pequeño. ¿Estaría muerto?.
-¿Quién es ese tal Kaler? -quiso saber- ¿vivía en este lugar?
Demian
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Re: [Quest] Cascara de acero.
Rey de los brujos olvidados del templo de la oscuridad… aquello quedó gravado en su memoria, era un rey, debía tratarle como era debido.
No conocía a Kaler ¿entonces que hacia allí? ¿Dónde estaba él? Le mostró el sombrero, Arty sabía que era el suyo, pero no se lo había llevado si el viejo Kaler había salido, aquello era raro, ya que estaba en tiempo de lluvia, lo podía ver en el color de las hojas desde la ventana. Pero… ¿la última vez que había visto el bosque no era primavera?
Artyhom asintió con la cabeza.
-Al señor no le gustara escuchar que he dejado a su majestad a merced del tiempo. No, eso no está bien –dijo negando con la cabeza, algunos engranajes crujieron.- Espere, le preparare la habitación… parece dejada.- pero si aquella misma noche el señor había dormido allí ¿Cuánto hacía de todo aquello?
El pequeño bio dio un salto, cayendo al suelo, apoyando las manos para estabilizarse mejor. Se acercó a la cama y estiró las sabanas, estaban frías.
-¿Tiene hambre, su majestad, rey de los brujos olvidados?- dijo volviéndose para mirarle desde abajo. Esperaría unos minutos a que llegase Kaler, él sabría lo que hacer con un rey. No tardaría mucho en llegar.
Pero algunos de los cables de su cabeza estaban rotos, por lo que sus capacidades estaban limitadas. Ahora lo había notado.
-Señor rey, lo siento –que palabra tan banal- No me funciona el rastrados que busca al señor Kaler, no puedo saber dónde está, tendremos que esperar a que llegue. Él es muy amable, seguro que le deja dormir aquí.
-¿Herido? – la cabeza de Arty se volvió ligeramente hacia un lado. Dolor, aquella actualización no se la habían incorporado, si es que la había. – Eso estaría bien, si me repara podría saber dónde está Kaler, y le podría ser de más ayuda… me siento muy impotente, majestad. –Kaler le había enseñado palabras amables, pero no dejaba de ser un bio, no sentía nada… -Pero hay un problema, yo no he sido diseñado para reparar cosas, aunque he aprendido por mi cuenta, el señor Kaler me deja leer todo lo que tiene. La verdad es que no sé cómo funciono, lo siento.
>>Aquí vivimos mi amo el señor Kaler y yo. Antes también vivía la señora bigotes, pero murió tras una larga enfermedad. La verdad es que se le añora en casa, pero al menos ya nadie me persigue ni me pega zarpazos. El señor Kaler es ni dueño, el me creo, se podría decir que es mi padre, pero a él no le gustaba esa palabra, dice que le trae recuerdos del pasado que n desea recordar, aunque ya hace algún tiempo que no llora por ello, ya no lo recuerda, yo no le digo nada porque no quiero que se sienta mal. – miró a su alrededor, después al rey. –Si quieres repararme puedes hacerlo, abajo está el taller, a Kaler no le importara que lo use, majestad, él es un hombre muy bueno. Aunque nunca le vienen a visitar. ¿Tiene hambre?- repitió, mirando las escaleras.
No conocía a Kaler ¿entonces que hacia allí? ¿Dónde estaba él? Le mostró el sombrero, Arty sabía que era el suyo, pero no se lo había llevado si el viejo Kaler había salido, aquello era raro, ya que estaba en tiempo de lluvia, lo podía ver en el color de las hojas desde la ventana. Pero… ¿la última vez que había visto el bosque no era primavera?
Artyhom asintió con la cabeza.
-Al señor no le gustara escuchar que he dejado a su majestad a merced del tiempo. No, eso no está bien –dijo negando con la cabeza, algunos engranajes crujieron.- Espere, le preparare la habitación… parece dejada.- pero si aquella misma noche el señor había dormido allí ¿Cuánto hacía de todo aquello?
El pequeño bio dio un salto, cayendo al suelo, apoyando las manos para estabilizarse mejor. Se acercó a la cama y estiró las sabanas, estaban frías.
-¿Tiene hambre, su majestad, rey de los brujos olvidados?- dijo volviéndose para mirarle desde abajo. Esperaría unos minutos a que llegase Kaler, él sabría lo que hacer con un rey. No tardaría mucho en llegar.
Pero algunos de los cables de su cabeza estaban rotos, por lo que sus capacidades estaban limitadas. Ahora lo había notado.
-Señor rey, lo siento –que palabra tan banal- No me funciona el rastrados que busca al señor Kaler, no puedo saber dónde está, tendremos que esperar a que llegue. Él es muy amable, seguro que le deja dormir aquí.
-¿Herido? – la cabeza de Arty se volvió ligeramente hacia un lado. Dolor, aquella actualización no se la habían incorporado, si es que la había. – Eso estaría bien, si me repara podría saber dónde está Kaler, y le podría ser de más ayuda… me siento muy impotente, majestad. –Kaler le había enseñado palabras amables, pero no dejaba de ser un bio, no sentía nada… -Pero hay un problema, yo no he sido diseñado para reparar cosas, aunque he aprendido por mi cuenta, el señor Kaler me deja leer todo lo que tiene. La verdad es que no sé cómo funciono, lo siento.
>>Aquí vivimos mi amo el señor Kaler y yo. Antes también vivía la señora bigotes, pero murió tras una larga enfermedad. La verdad es que se le añora en casa, pero al menos ya nadie me persigue ni me pega zarpazos. El señor Kaler es ni dueño, el me creo, se podría decir que es mi padre, pero a él no le gustaba esa palabra, dice que le trae recuerdos del pasado que n desea recordar, aunque ya hace algún tiempo que no llora por ello, ya no lo recuerda, yo no le digo nada porque no quiero que se sienta mal. – miró a su alrededor, después al rey. –Si quieres repararme puedes hacerlo, abajo está el taller, a Kaler no le importara que lo use, majestad, él es un hombre muy bueno. Aunque nunca le vienen a visitar. ¿Tiene hambre?- repitió, mirando las escaleras.
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•Demian, si decides intentar repararle, deberás buscar ayuda con la voluntad de los dioses, según el resultado de la tirada, tu trabajo será fortuito o desastroso. Piensa que si lo reparas bien, Artyhom recuperara todas sus habilidades, por el contrario, y lo haces mal, al no tener conocimientos de construcción ni bio, puedes hacer que quede pero o incluso “matarle”, tu decides, tú y los dioses.
•No puedes poner que encuentras a Kaler.
Wyn
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Re: [Quest] Cascara de acero.
A Demian le hacía mucha gracia que lo llamaran rey. Cualquier persona se habría dado cuenta de inmediato que aquello no tenía sentido, en primer lugar no existía tal reino y en segundo lugar su apariencia distaba mucho de la de un rey, con sus ropas sucias y dañadas tras un año de intensos viajes y peligros y su falta de modales refinados. Aún así, el juego era divertido y le hacía sentir bien.
El pequeño bio se dirigió a preparar la cama par que durmiera, pero claramente estaba presentando algunas dificultades para ello producto de sus daños, pero aún así se mantenía servicial. Le ofreció alimento.
-Sí, tengo mucha hambre -confesó Demian- me he perdido en el bosque y he dado vueltas por horas.
La explicación que siguió a continuación dejó algo perplejo al chico. Si entendía bien, aquel hombre había creado a ese bio, pero según le habían enseñado los humanos de Lunargenta no sabían hacer tal cosa, sino sólo los humanos que habían invadido hace muchos años, destruyendo, esclavizando, haciendo horrendos experimentos que ni los brujos hubieran podido imaginar. ¿Sería Kaler uno de esos humanos provenientes de otra dimensión?, si fuera así, ¿le haría daño si lo descubría en su hogar?, se respondió a sí mismo que parecía que ese sujeto llevaba muerto un buen tiempo. Dio una sonrisa cuando aquel ser habló de una señora bigotes. Al principio imaginó que era la esposa el hombre del que tanto había hablado y se había preguntado cómo podían llamar a una mujer de esa manera, pero resultó ser una gata.
Un detalle llamó su atención. Los libros del hombre, según entendía, podían contener información del trabajo que realizaba y dado que el bio era su creación, era lógico pensar que contenían información relevante para poder repararle. Se dio a la tarea de ojearlos, olvidando por el momento su hambre.
Hojas, diagramas, explicaciones complejas en términos que no acababa de entender, todo aquello era muy confuso, pero Demian era un chico inteligente. En el Templo de la Oscuridad, donde había crecido, lugar misterioso donde alguna vez se había practicado magia oscura, pero actualmente estaba prohibida, él se lo pasaba gran parte de su tiempo estudiando libros de magia y solía se considerado un alumno destacado por sus profesores, pero aquella información era completamente nueva y no podía ni soñar dominarla tan rápido. De todas maneras sacó algunas conclusiones básicas de cómo funcionaba aquello. Al parecer esas cuerdas de metal se llamaban cables y transportaban alguna especie de energía, seguro algo como el mana, pensó. Su interior era de metal, que era lo que de verdad llevaba la energía, y lo de afuera protegía como una armadura flexible. No comprendía todo el complejo de circuitos, voltajes y toda la ensalada de términos que nunca había oído, pero supuso que si los cables estaban rotos bastaría con unirlos.
Bajó al taller y depositó al pequeño ser sobre una mesa, recopilando todo objeto que le pareciera de utilidad. Con la ayuda de su magia ilusoria generó una esfera luminosa que puso directamente sobre el bio, de manera de ver sin problemas todo detalle de lo que iba a hacer y luego se dio a la tarea.
No tenía el conocimiento suficiente para intentar manipular el interior, así que se puso como objetivo unir los cables que estuvieran rotos, nada más. Los miró con cuidado, tratando de encontrar aquellos que lucieran similares, que tuvieran las mismas marcas de cuando se cortaron, que siguieran el mismo camino y tuvieran la misma apariencia. Con cuidado los limpió del óxido y el paso del tiempo y juntó su parte metálica, enredando las fibras para que se mantuvieran juntas. No podía aspirar a una reparación más compleja, no sin aprender mucho más.
-¿Cómo te sientes? -le preguntó luego de unir unos cables, para saber si había hecho algo mal o si había resultado.
Demian
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Re: [Quest] Cascara de acero.
El miembro 'Demian' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: [Quest] Cascara de acero.
Artyhom le siguió por las escaleras hasta la sala de Kaler que utilizaba como taller, donde había herramientas y piezas, según él, aquello estaba un poco desordenado, pero era un paraíso. Arty no lo entendía, pero no lo tocaba.
Cuando el pequeño brujo, apenas sin hacer esfuerzos, creo la bola de luz, el bio se quedó pasmado. ¿Qué clase de poderes eran aquellos, era la nombrada magia?
Mientras el niño le toqueteaba la cabeza, Artyhom apenas se movió, ni dijo nada. Sabía que aquello era un momento delicado, mejor no arriesgarse, no quería molestar al pequeño.
-¿Cómo te sientes?- aquellas palabras lo sacaron de su trance, abriendo los ojos. Movió la cabeza, los brazos y las piernas, los mecanismos exteriores parecían funcionar bien. Abrió la boca, como si la tuviese entumecida.
-Sí, creo que me siento bien. Lo has conseguido, señor rey del templo de la oscuridad.- realmente si pensaba un poco más, si daba en su base de datos, Arty podría saber que no había tal reino ni templo, tal rey, pero le gustaba pensar que trataba con uno… o al menos eso parecía. Era más… divertido, el niño sonreía.
Bajaron a la planta más baja, donde estaba la cocina, Artyhom estaba callado, preparo una simple ensalada con cuatro cosas que había en la despensa y hojas que cogió de la ventana, todo lo demás estaba en mal estado.
-Si lo ha hecho bien, majestad, ya puedo rastrear al señor ahora, no está muy lejos de aquí…- podía sentirlo, o mejor dicho no lo sentía. Sus constantes vitales eran nulas, no había ya. Estaba muerto. Por eso no había regresado.
Lo sabía todo, sabía lo que debía hacer en ese caso, y así lo haría, cuando el rey estuviese durmiendo, sabía que a Kaler no le gustaría que hubiese más gente.
Espero a que el niño estuviese dormido, entonces salió al bosque. No tardó más de quince minutos e encontrar el cuerpo de Kaler, se lo quedó mirando. Artyhom jamás había visto una persona muerta y más su dueño, era muy diferente a la señora bigotes. Aquello le apenaba en cierto modo, aunque no tuviese sentimientos, le afectaba en el sentido de que no le apetecía hablar ni estar con nadie más.
-Hola señor Kaler…- susurro Arty. Kaler tenía unas creencias peculiares en cuanto a la muerte, la había pedido al pequeño robot que si veía su cadáver, le hablase, quizás él podía escucharle. –No esperaba esto, la verdad, pensaba que había salido usted a por plantas. No me gusta verle así… como usted diría, me siento apenado… aunque no creo que pueda sentirlo realmente. Hare con su cuerpo lo que usted me pidió, espero que este donde este, pueda descansar. ¿Allí donde está ahora se encuentra su verdadero hijo? ¿Está también ella? Me hace feliz pensar que es así, ese era su sueño, ¿recuerda? Nunca lo olvidare, espero no hacerlo… incluso después de lo necesario. Usted es mi creador, espero no olvidar eso.
Aun tardo unas horas en volver a la casa, el cuerpo ya pertenecía a la tierra, como según Kaler debía ser. Ahora descansaba junto a sus seres queridos.
Artyhom se sentó en el escritorio a esperar que el niño se despertase, ahora él era suyo, él debía ayudarle, sino, estaba solo.
Cuando el pequeño brujo, apenas sin hacer esfuerzos, creo la bola de luz, el bio se quedó pasmado. ¿Qué clase de poderes eran aquellos, era la nombrada magia?
Mientras el niño le toqueteaba la cabeza, Artyhom apenas se movió, ni dijo nada. Sabía que aquello era un momento delicado, mejor no arriesgarse, no quería molestar al pequeño.
-¿Cómo te sientes?- aquellas palabras lo sacaron de su trance, abriendo los ojos. Movió la cabeza, los brazos y las piernas, los mecanismos exteriores parecían funcionar bien. Abrió la boca, como si la tuviese entumecida.
-Sí, creo que me siento bien. Lo has conseguido, señor rey del templo de la oscuridad.- realmente si pensaba un poco más, si daba en su base de datos, Arty podría saber que no había tal reino ni templo, tal rey, pero le gustaba pensar que trataba con uno… o al menos eso parecía. Era más… divertido, el niño sonreía.
Bajaron a la planta más baja, donde estaba la cocina, Artyhom estaba callado, preparo una simple ensalada con cuatro cosas que había en la despensa y hojas que cogió de la ventana, todo lo demás estaba en mal estado.
-Si lo ha hecho bien, majestad, ya puedo rastrear al señor ahora, no está muy lejos de aquí…- podía sentirlo, o mejor dicho no lo sentía. Sus constantes vitales eran nulas, no había ya. Estaba muerto. Por eso no había regresado.
Lo sabía todo, sabía lo que debía hacer en ese caso, y así lo haría, cuando el rey estuviese durmiendo, sabía que a Kaler no le gustaría que hubiese más gente.
**
Espero a que el niño estuviese dormido, entonces salió al bosque. No tardó más de quince minutos e encontrar el cuerpo de Kaler, se lo quedó mirando. Artyhom jamás había visto una persona muerta y más su dueño, era muy diferente a la señora bigotes. Aquello le apenaba en cierto modo, aunque no tuviese sentimientos, le afectaba en el sentido de que no le apetecía hablar ni estar con nadie más.
-Hola señor Kaler…- susurro Arty. Kaler tenía unas creencias peculiares en cuanto a la muerte, la había pedido al pequeño robot que si veía su cadáver, le hablase, quizás él podía escucharle. –No esperaba esto, la verdad, pensaba que había salido usted a por plantas. No me gusta verle así… como usted diría, me siento apenado… aunque no creo que pueda sentirlo realmente. Hare con su cuerpo lo que usted me pidió, espero que este donde este, pueda descansar. ¿Allí donde está ahora se encuentra su verdadero hijo? ¿Está también ella? Me hace feliz pensar que es así, ese era su sueño, ¿recuerda? Nunca lo olvidare, espero no hacerlo… incluso después de lo necesario. Usted es mi creador, espero no olvidar eso.
Aun tardo unas horas en volver a la casa, el cuerpo ya pertenecía a la tierra, como según Kaler debía ser. Ahora descansaba junto a sus seres queridos.
Artyhom se sentó en el escritorio a esperar que el niño se despertase, ahora él era suyo, él debía ayudarle, sino, estaba solo.
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Re: [Quest] Cascara de acero.
Contuvo la respiración unos momentos, expectante del resultado de sus esfuerzos. Todo aquello era nuevo para él, aquellas palabras no le hacían sentido, electricidad, voltaje, conductividad, circuito… él conocía sobre magia, mana, los elementos. Pero había hecho su mejor esfuerzo y esperaba a ver sus resultados. Cuando el bio contestó que se sentía bien dio un salto de felicidad y victoria, extendiendo sus manos al cielo. Procuró luego proteger la parte expuesta de los cables con algunos elementos allí presentes, de eso que los libros llamaban plástico y parecía un alga pegajosa, para que el agua y el aire no hicieran más daño, tal como aparecía en los dibujos de los libros, y dio por terminada su labor.
Se dirigió luego con él a la cocina y disfrutó de una ensalada. No podía decir que fuera el mejor plato de su vida, pero tras días de alimentarse de frutos silvestres y carne seca salada era como probar un banquete digno de un rey.
-Esto es un verdadero banquete real -le dijo con una sonrisa en el rostro, terminando la comida en tiempo récord. De verdad que estaba hambriento.
Se acomodó luego en la cama preparada por su nuevo amigo, lo que se le hizo extrañamente placentero. Durante el último año rara vez tenía oportunidad de descansar en una cama y cuando vivía en el templo él debía hacerse cargo de tener su cama ordenada y limpia, nadie lo hacía por él. ¿Era eso lo que se sentía ser rey?, ¿que otro te hiciera la cama y te preparara la comida sólo para tí?.
¿Qué se sentiría ser un bio?, ¿extrañaría a su creador?, en cierta manera le parecía que así era. ¿qué haría ahora que estaba solo?. Se quedó dormido con estos pensamientos dando vueltas en su cabeza.
Despertó radiante y descansado. Había sido una buena noche y su cuerpo se lo agradecía. Las noches a la intemperie y el eterno caminar requerían de momentos así, donde pudiera simplemente disfrutar del placer de la comodidad. Incluso se habían ido de su mente todos los pensamientos sobre asesinato y entrenamiento. Se percató entonces que su nueva compañía estaba sentada en el escritorio, mirándole.’
-¿Te has pasado la noche allí? -preguntó curioso y sintiéndose extrañamente egoísta por dejar que él le sirviera.
Se levantó y se puso sus ropas de tantos viajes, aquellas que en nada parecían las de un rey, y acomodó sus dagas en su cinturón. Por un momento quiso decirle la verdad, que no era de la realeza, pero le parecía tan divertido pretender que no dijo nada.
-Anoche dijiste que ya funcionaba tu… esa cosa que tienes para buscar a tu creador… ¿te gustaría que fuéramos a buscarle hoy?, tenemos todo el día y seguro le pillamos, a él le gustará saber que te encuentras bien y creo que lo extrañas.
Era curioso, el niño solía ser indiferente a los sentimientos de las otras personas y sin embargo se le hacía tan fácil sentir empatía por aquel ser tan distinto a él.
-Por mi autoridad real te doy permiso para llamarme simplemente por mi nombre, Demian… pero no me has dicho el tuyo, ¿tienes un nombre? -quiso saber.
Demian
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Re: [Quest] Cascara de acero.
Artyhom asintió mientras se levantaba, no había necesitado de contarle lo que había estado haciendo. Kaler decía que había cosas que era mejor no contarlas. Siempre y que el niño no lo preguntase específicamente, claro.
…
Arty lado la cabeza, mirando al suelo, ahora si debía contarlo.
-Lo siento majestad, no le he sido sincero. No ha pesado aquí toda la noche. Tampoco podemos ir a buscar a mí… señor. Kaler… El señor Kaler murió, y ayer lo fue a buscar mientras su majestad dormía. Pude darle el descanso que el siempre había querido. Siento haberle mentido.
El ser articulo una sonrisa, aunque quedó un poco artificial, cosa que no era de extrañar.
-Demian… me gusta, señor. Señor Demian… Sí, sí, me gusta. Le queda muy bien ese nombre, a mi parecer. – se quedó callao unos instantes, mirando de arriba abajo al niña, debía empezar a memorizar si ahora él era su dueño. –Oh claro, perdón. Mi nombre es Artyhom, señor Demian.
Tenía tantas cosas que contarle a su nuevo señor, pero por norma Arty no solía contar nada si no le era preguntado, incluso sabia guardar secretos. Quería contarle todo lo que sabía hacer, en todo lo que le podía ayudar. Pero ahora el señor Demian era su dueño, si él no lo quería saber estaba en su derecho.
-¿Tiene hambre, Demian? ¿Oh quizás quiere partir? ¿Nos quedaremos aquí a vivir o usted ya tiene casa? ¿Qué hacemos ahora? – miles de preguntar no dejaban de crearse en su cabeza, una cabeza llena de cables y engranajes. Erra su nuevo amo, lo quería saber todo de él, y no veía el momento de empezar.
…
Arty lado la cabeza, mirando al suelo, ahora si debía contarlo.
-Lo siento majestad, no le he sido sincero. No ha pesado aquí toda la noche. Tampoco podemos ir a buscar a mí… señor. Kaler… El señor Kaler murió, y ayer lo fue a buscar mientras su majestad dormía. Pude darle el descanso que el siempre había querido. Siento haberle mentido.
El ser articulo una sonrisa, aunque quedó un poco artificial, cosa que no era de extrañar.
-Demian… me gusta, señor. Señor Demian… Sí, sí, me gusta. Le queda muy bien ese nombre, a mi parecer. – se quedó callao unos instantes, mirando de arriba abajo al niña, debía empezar a memorizar si ahora él era su dueño. –Oh claro, perdón. Mi nombre es Artyhom, señor Demian.
Tenía tantas cosas que contarle a su nuevo señor, pero por norma Arty no solía contar nada si no le era preguntado, incluso sabia guardar secretos. Quería contarle todo lo que sabía hacer, en todo lo que le podía ayudar. Pero ahora el señor Demian era su dueño, si él no lo quería saber estaba en su derecho.
-¿Tiene hambre, Demian? ¿Oh quizás quiere partir? ¿Nos quedaremos aquí a vivir o usted ya tiene casa? ¿Qué hacemos ahora? – miles de preguntar no dejaban de crearse en su cabeza, una cabeza llena de cables y engranajes. Erra su nuevo amo, lo quería saber todo de él, y no veía el momento de empezar.
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•Demian, tienes dos opciones: te quedas con Arty, o le buscas una persona para que cuide de él, pero para eso necesitas saber más de él. en cualquier caso tienes carta blanca.
Wyn
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Re: [Quest] Cascara de acero.
-Artyhom… Arty -repitió Demian para memorizar.
Le escuchó con calma cuando confesaba su supuesta falta de sinceridad, aunque al chico no le pareció que ello contara como mentira, ya que no recordaba que hubiera dicho que estaría allí. Aquello le hizo reflexionar sobre su propio conducta y se sentó frente al bio en la posición de la flor de loto que solía efectuar para realizar su meditación.
-Yo tampoco he sido totalmente sincero -confesó- la verdad es que no soy ningún rey, eso era sólo un juego… los niños jugamos a pretender ser cosas que no somos… así que no necesitas llamarme señor, soy sólo Demian.
Le indicó un espacio en la cama para que se sentara a su lado.
-Ni siquiera tengo padres ni apellido, me crié en un templo, donde me enseñaron todo lo que se, pero al final me echaron de ese lugar porque según mi maestro necesitaba aprender a tener… necesitaba aprender algunas cosas -miró a su alrededor, contemplando la casa en que se encontraban- tampoco soy dueño de nada, no tengo casa, me dedico a recorrer todo Aerandir para aprender esas cosas que mi maestro quiere que aprenda… no podría quedarme para siempre aquí, es muy solitario y necesito seguir mi viaje.
Demian tomó un par de libros, los que le pareció que más hablaban de cosas que le pudieran ser útiles sobre aquel pequeño ser, y los guardó entre sus cosas, para leer más adelante. Luego bajó de la cama y se acomodó bien sus pertenencias.
-Si vas a venir conmigo, tienes que saber que nunca me quedo en un mismo lugar por mucho tiempo, tengo mucho por aprender y el tiempo es corto -lo miró de arriba a abajo- y yo no se cómo se cuida un bio, ¿comes algo?, ¿necesitas algo para tener energía?, ¿necesitas algún otro tipo de cuidado?, ¿qué otras cosas sabes hacer además de preparar ensaladas?, ¿sabes algo de combatir?
Le indicó que le siguiera y bajó hasta la entrada, abandonando la casa cargando su ligero equipaje. El día era joven y debía aprovechar de buscar el camino a Lunargenta. Se sentía renovado por el descanso y complacido de tener alguien con quien hablar, incluso si ese alguien parecía no tener emociones. Quizás en eso hasta se parecían un poco.
-¿Tienes algún mapa o sabes el camino?, me gustaría llegar a Lunargenta durante el día de hoy, es mi siguiente destino por conocer, espero que seas bueno caminando, porque camino tanto que mis pies ya ni se quejan, ¿hay algún lugar que te gustaría conocer? quizás algún día te muestre el templo donde crecí, pero hay muchas cosas que tengo que hacer primero.
Antes de ponerse en marcha, volvió a arrodillarse frente a él, mirándole fijamente.
-Prométeme que no me dirás mentiras y yo te prometo que no lo haré tampoco contigo, ¿de acuerdo?… y otra cosa más, no me digas señor, sólo llámame Demian, nada más, porque ese soy yo, sólo Demian, el chico sin padres ni hogar… si te portas bien quizás te deje ir sobre mis hombros.
Demian
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Re: [Quest] Cascara de acero.
-¿Oh, no quiere que le llame señor Dorian?- dijo sentándose igual que él. –Y tranquilo, ya sé que usted no es rey, no está registrado en mi base de datos, yo también lo había tomado como un juego, no debe preocuparse.
Parecía que el pequeño bio le estaba mirando, escuchando con mucha atención. Estaba memorizando todo lo que le estaba diciendo. Para un niño es triste no tener padres, le había dicho Kaler en una ocasión a Arty. Quizás Demian estaba triste…
Observó al pequeño sin moverse, para lo pequeño que era- Arty tenía registrado que los niños brujo son como los humanos, por lo que este aún era infante- se mostraba muy maduro. Parecía que tenía muy buena cabeza, y que siempre sabía lo que hacía, pero solo era un niño.
-¿Combatir? Oh, no. No, no, no. Kaler dice que pelearse es malo… pero no seré una carga para ti, Demian. Yo tengo otras buenas capacidades, como diría el señor Kaler, soy un diario. Kaler me inventó por eso mismo –creo que eso puedo contarlo…- El señor padecía de una enfermedad que hacía que su cerebro no recordase cosas, al principio solo eran cosas simples, poco a poco fueron más, hasta a veces se olvidaba de mi propio nombre, y mira que el mismo me lo puso. Yo era el encargado de recordarle las cosas, toda la vida del señor Kaler está dentro de mí, dice que soy muy útil.
[size=10]>>9ccff]]además, tengo un súper poder, ¿sabes?- parecía que aquello le gustaba. Bueno su antiguo dueño le había contado muchas veces que era algo bueno, por lo que Artyhom también lo creía.- Puedo inutilizar habilidades raciales, haciendo por ejemplo que un hombre dragón no se convierta en eso, en un dragón… Kaler me instaló esa actualización hace poco, porque cuando empezó a olvidar lo que le rodeaba en el exterior empezó a temerle, decía que yo era su guardián…- bajó la cabeza, mirando al suelo. – me contó que si alguna vez le pasa algo, tengo en mi cabeza una cosa… que si me acerco a la zona de los bio-cibernéticos, no muy lejos de aquí, se me reinicia el cerebro – la memoria artificial- para poder ser el diario de otro… - reflexiono unos instantes sobre lo que el mismo acababa de decir- ¿olvidare entonces a Kaler?
-No te sientas triste, Demian, ahora yo te pertenezco, ya tienes a alguien. Además, Kaler ya no puede usar nada, si quieres puedes llevarte lo que más te guste… aquí todo se lo comerá el polvo…- dejo cuando ya estaban en la entrada.
-¿Lunargenta?- miró al frente- Claro, está a un día y medio de aquí, casi en línea recta, no dejare que te pierdas, Demian. Y no te preocupes, no siendo n dolor ni cansancio…creo. –No sabía lo que era, por lo que decía que no poda sentirlo, aunque había leído mucho sobre aquello… pero eso no lo hacía más humano.
-Yo nunca te mentiría, señor Demian, ahora eres mi dueño- dijo sonriendo un poco, sabía que ahora era un buen momento para hacerlo. –De acuerdo se… Demian, no lo diré más. - ¿sobre sus hombros? No sabía porque, pero aquello le había hecho dar un respingo, era una muestra de aprecio, ¿no?
Parecía que el pequeño bio le estaba mirando, escuchando con mucha atención. Estaba memorizando todo lo que le estaba diciendo. Para un niño es triste no tener padres, le había dicho Kaler en una ocasión a Arty. Quizás Demian estaba triste…
Observó al pequeño sin moverse, para lo pequeño que era- Arty tenía registrado que los niños brujo son como los humanos, por lo que este aún era infante- se mostraba muy maduro. Parecía que tenía muy buena cabeza, y que siempre sabía lo que hacía, pero solo era un niño.
-¿Combatir? Oh, no. No, no, no. Kaler dice que pelearse es malo… pero no seré una carga para ti, Demian. Yo tengo otras buenas capacidades, como diría el señor Kaler, soy un diario. Kaler me inventó por eso mismo –creo que eso puedo contarlo…- El señor padecía de una enfermedad que hacía que su cerebro no recordase cosas, al principio solo eran cosas simples, poco a poco fueron más, hasta a veces se olvidaba de mi propio nombre, y mira que el mismo me lo puso. Yo era el encargado de recordarle las cosas, toda la vida del señor Kaler está dentro de mí, dice que soy muy útil.
[size=10]>>9ccff]]además, tengo un súper poder, ¿sabes?- parecía que aquello le gustaba. Bueno su antiguo dueño le había contado muchas veces que era algo bueno, por lo que Artyhom también lo creía.- Puedo inutilizar habilidades raciales, haciendo por ejemplo que un hombre dragón no se convierta en eso, en un dragón… Kaler me instaló esa actualización hace poco, porque cuando empezó a olvidar lo que le rodeaba en el exterior empezó a temerle, decía que yo era su guardián…- bajó la cabeza, mirando al suelo. – me contó que si alguna vez le pasa algo, tengo en mi cabeza una cosa… que si me acerco a la zona de los bio-cibernéticos, no muy lejos de aquí, se me reinicia el cerebro – la memoria artificial- para poder ser el diario de otro… - reflexiono unos instantes sobre lo que el mismo acababa de decir- ¿olvidare entonces a Kaler?
-No te sientas triste, Demian, ahora yo te pertenezco, ya tienes a alguien. Además, Kaler ya no puede usar nada, si quieres puedes llevarte lo que más te guste… aquí todo se lo comerá el polvo…- dejo cuando ya estaban en la entrada.
-¿Lunargenta?- miró al frente- Claro, está a un día y medio de aquí, casi en línea recta, no dejare que te pierdas, Demian. Y no te preocupes, no siendo n dolor ni cansancio…creo. –No sabía lo que era, por lo que decía que no poda sentirlo, aunque había leído mucho sobre aquello… pero eso no lo hacía más humano.
-Yo nunca te mentiría, señor Demian, ahora eres mi dueño- dijo sonriendo un poco, sabía que ahora era un buen momento para hacerlo. –De acuerdo se… Demian, no lo diré más. - ¿sobre sus hombros? No sabía porque, pero aquello le había hecho dar un respingo, era una muestra de aprecio, ¿no?
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Re: [Quest] Cascara de acero.
La sonrisa de Demian fue algo tonta. Claro, debía saber que no engañaba a nadie pretendiendo ser rey. Ni siquiera un ser como aquel podría caer en tamaña mentira. Aunque eso le dio una nueva perspectiva, al menos podría jugar con su nuevo amigo. No sabía qué tipo de juegos conocería, pero tendría al menos alguien con quien compartir los largos recorridos entre una ciudad y otra.
-Pobre Kaler -dijo pensando en cómo sería perder la memoria. Quizás incluso había muerto por no poder recordar el camino a su propia casa. Miró de nuevo a la extraña estructura, tratando de imaginar cómo se le había ocurrido tal forma. Quizás hasta se olvidaba de lo que iba a construir y empezaba con algo distinto. Un mago que olvidara sus hechizos sería una cosa terrible.
-Ese súper poder suena asombroso -comentó- Kaler debe haber sido un verdadero genio para inventar algo así, me pregunto si sería un brujo, en la isla se dice que los brujos somos la raza más inteligente de Aerandir, pero claro, lo dicen los mismos brujos, así que no puedo estar seguro si es cierto.
Tomó entonces al pequeño por debajo de las mecánicas axilas y lo levantó hasta que estuvo sobre la altura de sus hombros, luego girándolo y sentándolo allí. Su peso no era algo que se pudiera ignorar por completo, al estar hecho de metal, pero por su tamaño no era tan difícil cargarle.
-No pienso llevarme más que estos dos libros, me gustaría llevar más, pero es mucho peso andar con ellos caminando tanto, quizás cuando ya los lea los deje abandonados o los venda -dijo mostrando el par de tomos que había sacado, pero entonces se le ocurrió una nueva idea.
Volvió a la habitación y lo sentó sobre el escritorio, mientras él sacaba uno de los libros que no había tomado inicialmente.
-No quiero que pierdas tu memoria, todos tenemos derecho a ser quienes somos, a mí no me gustaría que alguien borrara el recuerdo de mi maestro, si lo olvido no sería nadie -abrió el libro frente a sí- y quiero aprovechar tu memoria, estos libros hablan sobre cosas que no entiendo, pero quizás algún día sean útiles si te dañas, escucha con mucha atención y memoriza todo lo que voy a decir.
Entonces comenzó a leer. Al principio rápido, a ratos más lento. En algunos momentos casi caía dormido y debía parar a descansar, pero era un brujo, toda su vida la había pasado entre libros y se le daba bien leer, así que pronto volvía a la tarea. Así pasó largas horas. Se acabó la mañana, pasó el mediodía y llegó la tarde. Paró a comer algo, pidiéndole al pequeño que le ayudara en eso, pero luego siguió con la lectura hasta que la luz del sol le abandonó completamente y fue a acostarse, completamente agotado. A la mañana siguiente hizo un último esfuerzo, de dos horas más de lectura, hasta que concluyó que ya no parecía quedar material relevante o simplemente ya no podía seguir haciendo eso más o se volvería loco. Tampoco podía quedarse para siempre en ese lugar, así que decidió que finalmente emprendería el viaje. Ya podría por el camino seguir leyendo de los tomos que llevaba consigo.
Se preparó entonces, lo volvió a poner en sus hombros y se dirigió al camino.
-Tú me recordarás todo lo que te leí por el camino, cuando te lo pida, ¿vale?.
Hizo que se elevara entonces una piedra con su telekinesis.
-Veamos tu súper poder, ¿puedes cancelar mi telekinesis? -le preguntó, manteniendo la piedra flotando sobre su mano.
Demian
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Re: [Quest] Cascara de acero.
-Sí, era un hombre muy listo, a pesar de no ser un brujo. El hizo la casa, me hizo a mí… después de que Marian y Connor muriesen, él se fue para siempre de la ciudad.
Su nuevo dueño lo alzó en brazos, llevándole encima por el camino. Aquello era algo nuevo para Artyhom, pero no le desagradaba, no le molestaba… no le… lo guardó en su base de datos como una señal de aprecio, si él mismo fuese más grande, podría llevar al señor Demian encima.
Miraba al niño con mucha atención, parecía tener una mente brillante, quizás sí que los brujos eran más capaces. Aquel pequeño brujo era una caja de sorpresas para Arty.
El bio, sentado en la mesa del escritorio, miraba en dirección al pequeño, con la miraba en el vacío. Estaba registrado cada una de la palabras que Demian emitía, registrando los todos para catalogar las partes más importantes y las más relevantes. Parecía que el niño no se cansase nunca, le ponía todas sus fuerzas en lo que se proponía, era fuerte.
Le preparo una ensalada y un poco de sopa, y después continuó la lección, tuvo que encender un pequeño candil, ya que el niño pretendía seguir leyendo aunque el sol les dejase, no se cansaba, o al menos no lo aparentaba ¿sería también un bio? Pero llegó un bostezo, y después otro. El candil se apagó, el niño se durmió, y Arty se quedó quieto, en letargo, esperando los rayos del sol para “despertarse”.
Un par de temas más para empezar la mañana, un buen desayudo, el niño necesitaba fuerzas para continuar andando. Con él a los hombros.
-Claro Demian, cuando quieras te lo puedo recitar. Desde ahora me puedes pedir lo que quieras, recuerda…- se quedó callado, viendo como el niño hacia magia. Un bio no se puede emocionar ni sorprender, pero la cara de Artyhom demostraba todo lo contrario. En su corta vida jamás había visto magia, solo una sucesión de energía y corriente, que era lo que le movía a él, la magia era fascinantemente interesante.
-Oh no Demian, no quiero hacer eso, tu eres mi amo…- susurro volviendo la cabeza ara mirarle a los ojos. Pero sabía que no dolía… o al menos eso le habían dicho, y era una petición… el pequeño bio se concentró en la mano del niño, y en la piedra. Un segundo después la piedra cayó al suelo. El niño no podía hacer magia. No dolía, pero si picaba, y quemaba un poco, pero era soportable.
-¿le hago daño? Si es así dígamelo y paro, Demian…
Les quedaba un día y medio de camino, por el bosque hay muchos peligros, aunque se vaya en línea recta.
Su nuevo dueño lo alzó en brazos, llevándole encima por el camino. Aquello era algo nuevo para Artyhom, pero no le desagradaba, no le molestaba… no le… lo guardó en su base de datos como una señal de aprecio, si él mismo fuese más grande, podría llevar al señor Demian encima.
Miraba al niño con mucha atención, parecía tener una mente brillante, quizás sí que los brujos eran más capaces. Aquel pequeño brujo era una caja de sorpresas para Arty.
El bio, sentado en la mesa del escritorio, miraba en dirección al pequeño, con la miraba en el vacío. Estaba registrado cada una de la palabras que Demian emitía, registrando los todos para catalogar las partes más importantes y las más relevantes. Parecía que el niño no se cansase nunca, le ponía todas sus fuerzas en lo que se proponía, era fuerte.
Le preparo una ensalada y un poco de sopa, y después continuó la lección, tuvo que encender un pequeño candil, ya que el niño pretendía seguir leyendo aunque el sol les dejase, no se cansaba, o al menos no lo aparentaba ¿sería también un bio? Pero llegó un bostezo, y después otro. El candil se apagó, el niño se durmió, y Arty se quedó quieto, en letargo, esperando los rayos del sol para “despertarse”.
Un par de temas más para empezar la mañana, un buen desayudo, el niño necesitaba fuerzas para continuar andando. Con él a los hombros.
-Claro Demian, cuando quieras te lo puedo recitar. Desde ahora me puedes pedir lo que quieras, recuerda…- se quedó callado, viendo como el niño hacia magia. Un bio no se puede emocionar ni sorprender, pero la cara de Artyhom demostraba todo lo contrario. En su corta vida jamás había visto magia, solo una sucesión de energía y corriente, que era lo que le movía a él, la magia era fascinantemente interesante.
-Oh no Demian, no quiero hacer eso, tu eres mi amo…- susurro volviendo la cabeza ara mirarle a los ojos. Pero sabía que no dolía… o al menos eso le habían dicho, y era una petición… el pequeño bio se concentró en la mano del niño, y en la piedra. Un segundo después la piedra cayó al suelo. El niño no podía hacer magia. No dolía, pero si picaba, y quemaba un poco, pero era soportable.
-¿le hago daño? Si es así dígamelo y paro, Demian…
Les quedaba un día y medio de camino, por el bosque hay muchos peligros, aunque se vaya en línea recta.
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•Debes finalizar el día poniendo que acampan para descansar, no me importa donde, boque, posada… pero al final del día, con la luna deberás incluir un monstruo, animal, o bicho, algo que dificulte la travesía.
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Re: [Quest] Cascara de acero.
El pequeño bio había dicho que Lunargenta quedaba a día y medio de distancia. Demian esperaba estar más cerca, pero al parecer se había desviado mucho del camino en sus andanzas. Dio una última mirada al lugar que le había acogido de una manera tan inusual, casi lamentando no decidirse a hacer posesión del lugar como su hogar, pero sabía que aquello no resultaría muy útil, era muy joven para vivir aislado de todo y de todos. Aprovechó de comer o echar para el camino todo cuanto encontró que fuera comestible y en buen estado y se puso en marcha.
El recorrido se le hizo corto, pues tenía un compañero con el cual conversar. Era increíble que algo creado por el hombre fuera capaz de comunicarse de esa manera, relatar cosas que le habían sucedido, mostrarse respetuoso y amistoso, aún cuando sonara algo plano. Quizás algún día comprendería cómo funcionaban, pero parecía demasiado complejo.
Aprovechó el camino para recolectar algunas plantas que sabía eran venenosas y molerlas para generar algo de veneno. Nunca se sabía si iba a ser necesario su uso y procuraba siempre mantener la botella pequeña oculta en su muñequera llena de alguna esencia venenosa.
Eventualmente el día pasó y la luna comenzó a reinar en el horizonte. Cansado de caminar todo el día, Demian se acomodó en torno a una pequeña fogata que no alimentó demasiado y pronto desapareció, para caer dormido tan pronto como recostó su cabeza, agotado por tanta lectura y tanto caminar.
Su dormir no duraría toda la noche, pues de pronto un pequeño ¡Pum!, perturbó su sueño. A los segundos le siguió otro, y otro, cada vez más cerca. ¡Pum!, ¡Pum!, ¡Pum!. Al abrir sus ojos se quedó quieto, pero alerta, indicando con un gesto a Arty que se quedara quieto y en silencio. Algo andaba cerca y no quería llamar su atención. Como los pesados pasos se siguieron acercando, lentamente se fue acomodando, tomando sus dagas en sus manos y preparándose para una defensa, de ser necesario, aunque su plan era en primer lugar evitar un conflicto innecesario.
Entonces le vio aparecer. Era una criatura de gran tamaño y aspecto intimidante. No necesitó de demasiada información para concluir que se trataba de un troll del bosque, el que se había sentido atraído por los restos de la fogata.
-Ve detrás de un árbol -le indicó a su compañero- y asegúrate de esconderte muy bien, yo me encargo.
Se puso de pie y le hizo un gesto desafiante, apuntándole con sus dagas y haciéndolas sonar. A continuación, manteniendo una prudente distancia, le arrojó un par de piedras y comenzó a alejarse. Procuró moverse rápido y entre árboles que dificultaran el paso de la mole. Sabía que escasas oportunidades tenía de una pelea frente a frente con eso, de manera que su objetivo inicial era evitarla. Una vez que consideró que el enorme ser se encontraba a suficiente distancia del camino se escondió detrás de un árbol y, aprovechando las sombras de la noche, se cubrió por un manto de invisibilidad generado por su magia ilusoria.
Se puso de inmediato en movimiento de vuelta, de manera sigilosa, esperando que la criatura perdiera tiempo buscándole para perderla. No tenía demasiadas cosas, básicamente volvió sólo por Arty y para retomar la senda que seguía y así no perderse.
-Vamos -le dijo en un susurro, saliendo del manto de su ilusión- alejémonos de aquí, no quiero que esa cosa nos pille otra vez.
Se puso en movimiento con su nuevo amigo, esperando que la distracción hubiera sido suficiente y el troll no siguiera tras él, pero de todas maneras, como precaución, aplicó algo de veneno a la punta de sus dagas, que mantuvo en sus manos listas para ser usadas.
Demian
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Re: [Quest] Cascara de acero.
Estar justo a Demian era facial, se trataba de un dueño muy tranquilo y agradable. Hablaba mucho, cosa que a Arty le agradaba ya que guardaba todas las conversaciones en su memoria, ahora era su diario. El sol caía, y el niño debía dormir. Encontraron un lugar bastante indicado. Vio como el pequeño se dormía, y el bio se quedó mirando las estrellas, buscando unas cosas llamas constelaciones que había leído en un antiguo libro de Kaler.
Unos ruidos, pasos. Artyhom volvió la cabeza para mirar, una sombra grande se acercaba.
-Demian…- susurro bajando el tono de voz, aquello era extraño, nunca había salido de su casa, no sabía cómo proceder.
Oh, qué fácil, solo debo poner ras el árbol, pensó el pequeño bio mientras acataba las ordenar de su señor. Fácil, fácil y… oh, el señor se enfrentará solo a ese troll tan grande… aquello no estaba bien, tengo que ayudarle... pero… ¿Cómo? En su base de datos no había protocolos para aquellas situaciones, no se trataba de una criatura a la cual pudiese neutralizar los poderes, así que no serbia. Miraba a su alrededor, era muy pequeña para cargar con un tronco. Empezó a pensar en libros de caballería y aventuras que su antiguo seño0r le había dejado leer, ahí seguramente hallaría algo.
Demian había desaparecido de su campo de visión, peor no debía estar preocupado, Arty ha encontrado la solución, el pequeño bio, con una ramita en la mano, se acercó a lo que aun quedaba de brasas en la hoguera y prendió el palo. Con una pequeña llama, el bio buscó al troll, pero no estaba, de pronto apareció como por arte de magia su dueño.
-Oh, Demian, no te preocupes, estamos a salvo, lo he espantado, los animales tiene miedo del fuego, ¿sabes?- dijo como con un tono triunfal, había ahuyentado al gran ser él solito…
-Claro, Artyhom te sigue…- continuó apretando la ramita entre sus manos. Al ver que no les seguía, el bio movió la mano, haciendo que la pequeña llama muriese, tirando después la rama al suelo. Su dueño estaba a salvo con un bio tan valiente como él.
Demian untaba de veneno sus armas… era un niño muy listo.
-¿Demian, me enseñaras a hacer magia?- preguntó Arty aun susurrando, mientras seguían con su camino hacia la ciudad.
Apretó contra su pecho un pequeño regalo que había hecho para su nuevo señor, pero aún no se lo quería dar, estaba muy ocupado para esas cosas…
Unos ruidos, pasos. Artyhom volvió la cabeza para mirar, una sombra grande se acercaba.
-Demian…- susurro bajando el tono de voz, aquello era extraño, nunca había salido de su casa, no sabía cómo proceder.
Oh, qué fácil, solo debo poner ras el árbol, pensó el pequeño bio mientras acataba las ordenar de su señor. Fácil, fácil y… oh, el señor se enfrentará solo a ese troll tan grande… aquello no estaba bien, tengo que ayudarle... pero… ¿Cómo? En su base de datos no había protocolos para aquellas situaciones, no se trataba de una criatura a la cual pudiese neutralizar los poderes, así que no serbia. Miraba a su alrededor, era muy pequeña para cargar con un tronco. Empezó a pensar en libros de caballería y aventuras que su antiguo seño0r le había dejado leer, ahí seguramente hallaría algo.
Demian había desaparecido de su campo de visión, peor no debía estar preocupado, Arty ha encontrado la solución, el pequeño bio, con una ramita en la mano, se acercó a lo que aun quedaba de brasas en la hoguera y prendió el palo. Con una pequeña llama, el bio buscó al troll, pero no estaba, de pronto apareció como por arte de magia su dueño.
-Oh, Demian, no te preocupes, estamos a salvo, lo he espantado, los animales tiene miedo del fuego, ¿sabes?- dijo como con un tono triunfal, había ahuyentado al gran ser él solito…
-Claro, Artyhom te sigue…- continuó apretando la ramita entre sus manos. Al ver que no les seguía, el bio movió la mano, haciendo que la pequeña llama muriese, tirando después la rama al suelo. Su dueño estaba a salvo con un bio tan valiente como él.
Demian untaba de veneno sus armas… era un niño muy listo.
-¿Demian, me enseñaras a hacer magia?- preguntó Arty aun susurrando, mientras seguían con su camino hacia la ciudad.
Apretó contra su pecho un pequeño regalo que había hecho para su nuevo señor, pero aún no se lo quería dar, estaba muy ocupado para esas cosas…
______________________________________________________
•Empieza a amanecer, el solo empieza a verse entre las ramas, y a lo lejos, el final de la arboleda. Las grandes murallas de la gran ciudad de Lunargenta os espera, no muy lejos después de la caminata nocturna.
Tienes vía libro, brujo.
Y como para llegar a la ciudad aún queda un buen trecho… ¡minijuegos!
•Debes incorporar al siguiente post al menos, tres de estas palabras:
Miedo- posaderas- reina- borracho- coco- sombra
(Subráyalas en el texto)
Wyn
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Re: [Quest] Cascara de acero.
Cuando se trataba de huir y esconderse, Demian era una sombra. Toda su vida había entrenado para el asesinato, así que se le daba bien.
Al poco andar fue claro que la bestia no les iba a seguir y se relajó, poniendo atención a su pequeño acompañante, el cual lucía muy orgulloso de haber blandido fuego para supuestamente espantar al troll. Demian lo miró con cierta curiosidad. Desde muy pequeño siempre había tenido un defecto, le costaba saber cuando alguien bromeaba o cuando iba en serio, lo que a menudo le había traído más de un problema. Bromas, dichos, tonterías simples, aquello le solía confundir y causar que actuara de maneras que la gente no se esperaba. Con el tiempo había aprendido a ser cauteloso cuando algo sonaba extraño.
-Claro… el fuego da miedo a los troles, supongo, seguro no nos seguirá -dijo algo inseguro. Sabía que aquel fuego era insuficiente para hacer nada relevante. ¿Estaría sólo bromeando?. Si era difícil de saber con una persona, más aún con una máquina que no tenía cientos de músculos faciales.
Se detuvo un momento y contempló, con las primeras luces del alba, la silueta de la ciudad que había estado buscando. Levantó a Arty y depositó sus posaderas en sus hombros, para permitirle que observara su destino desde lo alto. Bueno, lo alto que podía ser un chico de la estatura de Demian.
-Sabes… antes había niños que decían que estoy mal del coco -dijo tocándose la cabeza para indicar que se refería a ella y no a la fruta- porque no me gustan los ruidos ni los lugares con mucha gente… esa ciudad me da miedo, es grande, llena de gente, si entro quizás me encuentro con mucho ruido, con personas peligrosas, ya sabes, como un borracho que decida que soy una molestia o algo así… prefiero los lugares tranquilos… pero he viajado mucho y quiero conocerla, aunque sea horrible.
Volvió a avanzar, esta vez más lento, mientras el sol emergía en el horizonte. Esta vez no se acobardaría, entraría a la ciudad con la frente en alto, aunque hubiera ruido y mucha gente.
-He oído que hay un rey en Lunargenta, pero no he oído nada de alguna reina, ¿sabes si hay alguna allí?, sería muy raro que un reino tuviera sólo rey.
Sin darse cuenta, cada vez iba más lento y le comenzaban a temblar las rodillas, pero hizo acopio de toda su fuerza de voluntad para no detener la marcha, al menos ahora tenía alguien consigo en aquella travesía. Las murallas se hacían más y más grandes. ¿Cómo habrían hecho los humanos para construir algo tan imponente?, se las ingeniaban para hacer muchas cosas sin tener magia.
Demian
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Re: [Quest] Cascara de acero.
Si, lo es, según mi base de datos casi todas las bestias temen al fuego. Claro exceptuando a las que lo lanzan o están compuestos de esto. Estos entonces suelen temerle al agua… suerte que no era un troll de fuego, ya que no había ni un pequeño lago cerca, señ…Demian- se corrigió a último momento. Troll de fuego… una pequeña invención del pequeño bio, le gustaba relacionar palabras a azar, como fue troll y fuego. Habían tantas y tantas especies, cada una más rara que la anterior, porque o un troll de fuego, o quizás un gato de Aresire de hielo.
Se dejó subir a los hombros del brujo, viendo un muro alto y de apariencia fuerte y resistente. Al parecer era la muralla que separaba Lunargenta del resto del mundo. Unas murallas que no dejaban pasar el mal, al no ser que este entrase por la puerta.
El pequeño bio nunca había estado en la gran ciudad, por lo que sentía una especie de curiosidad por como seria, sus conocimientos quedaban según lo que habían visto los ojos de Kaler y lo que había leído en un par de tomo adaptado para niños. Y de todo aquella sacó una conclusión: la cuidad de Lunargenta es bipolar.
Bajó la mirada al escuchar la voz de su nuevo amigo. ¿Coco? ¿Acaso la cabeza de los brujos se come? Cuando el niño acabase de hablar, Arty haría una pequeña pasada a sus conocimientos de frases hechas y palabras comúnmente utilizadas para denominar otras, las cuales dese su punto de vista no tenían nada que ver. Coco, cabeza, por eso la ha señalado el señor Demian. No, menos que no se coma… los ojos de Artyhom se entrecerraron.
-Pero si tú eres muy fuerte y valiente, Demian. Nunca he conocido a un niño tan listo…- ni tonto, ya que este era el primero que conocía, pero aun así su preferido- Yo sé que puedes hacerlo, los ruidos y muchedumbre no serán comparados con todo lo que puedes aprender o conocer. Los otros niños, como decía el señor Kaler, son tontos, a su hijo también le decían cosas feas… Son tontos, Demian, no les hagas caso. Kaler también ice que es porque son niños mimados de la cuidad, y tú no eres así. No tengas miedo, Artyhom estará contigo.- finalizó haciendo que al final de la última palabra sus comisuras se alzasen un poco, formando una sonrisa que esperase que pareciese cálida, aunque era algo difícil.
Arty permaneció en silencio largo rato, después de la pregunta del pequeño brujo. Odiaba no saber algo. O al menos o le gustaba, o se sentía raro cuando no podía responder, ya que odiar y desagradar no entraba en sus capacidades.
-No lo sé Demian, lo siento…- bajó la cabeza- Aunque he leído historias sobre una reina muy hermosa, aunque con un familiar malo. ¿Quieres oírla?- preguntó animado. Le gustaba mucho relatar lo que había leído, y en especial las historias. Al pequeño bio le fascinaban las “historias infantiles” ya que eran las más emocionantes.
Arty podía sentir como el brujo empezaba a dudar, o al menos a sentirse diferente, que él mismo no tuviese sentimientos no quería decir que no podía comprender los de otro. Pero no sabía que decir, ya que no conocía mucho de su nuevo amigo, y no quería hacerlo mal.
Ya sé, pensó Artyhom, seguro que mi regalo lo anima.
-Demian, tengo una cosa para ti…- dijo tendiéndole la mano aun desde sus hombros, quedando a la altura de su rostro. Extendió los dedos largos y metálicos, dejando ver una especie de esfera, que parecía tener un ojo dentro. –Es… bueno no le he puesto nombre. Es para poder ver a través de las paredes, aunque si son tan gruesas como la muralla me temo que no funciona. Se pueden ver personas y objetos, aunque no con la misma definición como si estuvieses dentro…- ¿le gustaría? Estaba expectante, por saber si le gustaba el regalo y por contarle historias.
Se dejó subir a los hombros del brujo, viendo un muro alto y de apariencia fuerte y resistente. Al parecer era la muralla que separaba Lunargenta del resto del mundo. Unas murallas que no dejaban pasar el mal, al no ser que este entrase por la puerta.
El pequeño bio nunca había estado en la gran ciudad, por lo que sentía una especie de curiosidad por como seria, sus conocimientos quedaban según lo que habían visto los ojos de Kaler y lo que había leído en un par de tomo adaptado para niños. Y de todo aquella sacó una conclusión: la cuidad de Lunargenta es bipolar.
Bajó la mirada al escuchar la voz de su nuevo amigo. ¿Coco? ¿Acaso la cabeza de los brujos se come? Cuando el niño acabase de hablar, Arty haría una pequeña pasada a sus conocimientos de frases hechas y palabras comúnmente utilizadas para denominar otras, las cuales dese su punto de vista no tenían nada que ver. Coco, cabeza, por eso la ha señalado el señor Demian. No, menos que no se coma… los ojos de Artyhom se entrecerraron.
-Pero si tú eres muy fuerte y valiente, Demian. Nunca he conocido a un niño tan listo…- ni tonto, ya que este era el primero que conocía, pero aun así su preferido- Yo sé que puedes hacerlo, los ruidos y muchedumbre no serán comparados con todo lo que puedes aprender o conocer. Los otros niños, como decía el señor Kaler, son tontos, a su hijo también le decían cosas feas… Son tontos, Demian, no les hagas caso. Kaler también ice que es porque son niños mimados de la cuidad, y tú no eres así. No tengas miedo, Artyhom estará contigo.- finalizó haciendo que al final de la última palabra sus comisuras se alzasen un poco, formando una sonrisa que esperase que pareciese cálida, aunque era algo difícil.
Arty permaneció en silencio largo rato, después de la pregunta del pequeño brujo. Odiaba no saber algo. O al menos o le gustaba, o se sentía raro cuando no podía responder, ya que odiar y desagradar no entraba en sus capacidades.
-No lo sé Demian, lo siento…- bajó la cabeza- Aunque he leído historias sobre una reina muy hermosa, aunque con un familiar malo. ¿Quieres oírla?- preguntó animado. Le gustaba mucho relatar lo que había leído, y en especial las historias. Al pequeño bio le fascinaban las “historias infantiles” ya que eran las más emocionantes.
Arty podía sentir como el brujo empezaba a dudar, o al menos a sentirse diferente, que él mismo no tuviese sentimientos no quería decir que no podía comprender los de otro. Pero no sabía que decir, ya que no conocía mucho de su nuevo amigo, y no quería hacerlo mal.
Ya sé, pensó Artyhom, seguro que mi regalo lo anima.
-Demian, tengo una cosa para ti…- dijo tendiéndole la mano aun desde sus hombros, quedando a la altura de su rostro. Extendió los dedos largos y metálicos, dejando ver una especie de esfera, que parecía tener un ojo dentro. –Es… bueno no le he puesto nombre. Es para poder ver a través de las paredes, aunque si son tan gruesas como la muralla me temo que no funciona. Se pueden ver personas y objetos, aunque no con la misma definición como si estuvieses dentro…- ¿le gustaría? Estaba expectante, por saber si le gustaba el regalo y por contarle historias.
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- regalo:
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•Bueno ya estáis en la cuidad, empieza a ser hora de buscar un lugar para el bio, al no ser de que te lo quieras quedar, aunque ten en cuentas sus capacidades y atributos a la hora de elegir.
•El bio nunca ha estado en la cuidad, tu tampoco, por lo que estaréis algo perdidos, hay mucho que ver.
Wyn
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Re: [Quest] Cascara de acero.
Escuchar tantos halagos le hizo sonreír, aunque sabía que nada de aquello era totalmente cierto. De fuerza no tenía nada especial, cuando entrenaba en el templo muchos chicos eran capaces de empujarlo y ganarle cualquier prueba de fuerza. En cuanto a valor, el hecho de que le diera miedo entrar a una ciudad era una prueba de que eso no era cierto. De todas maneras las palabras del pequeño bio fueron suficientes para darle el empuje suficiente a seguir avanzando. ¿Sería suficiente?.
-Claro, cuéntame la historia -le dijo animado. Cualquier distracción le ayudaría en ese momento, además que Demian era tanto, sino más, curioso como Arty.
Se iba a poner nuevamente en marcha cuando su curioso acompañante reveló un objeto que portaba entre sus manos, una especie de ojo pequeño de metal. Explicó la habilidad de tal instrumento y Demian lo observó maravillado. ¿Era posible aquello?. Se podía imaginar que mediante la magia de ilusiones podía obtener un resultado similar, pero aquello requería de mucha experiencia y los conjuros apropiados. ¿Era ese un objeto mágico?, ¿sabría su acompañante cómo hacer magia?, lo dudaba, hace no mucho atrás le había pedido que le enseñara a hacer magia. No lograba comprender cómo ocurría tal milagro si no era mediante magia.
-¿Está encantado con magia?, eso es fascinante -comentó mientras lo miraba a contraluz.
Pocos minutos después el chico finalmente cruzaba la gran puerta de la ciudad, pero ya no llevaba a Arty sobre los hombros, sino que lo abrazaba nervioso contra su pecho, como un niño pequeño con un muñeco de peluche. Parecía como si el chico se hubiese encogido y fuera más joven, cuando pensaba sólo en jugar y divertirse. Parecían tiempos lejanos y sin embargo habían sido hace tan poco…
El movimiento en ese lugar era intenso, viajeros entrando y saliendo, comerciantes con sus mercancías, soldados con sus armas y un ruido incesante de murmullos y conversaciones que poco le importaban. Se le antojó que aquello parecía una gran y laboriosa colmena de abejas que trabajaban para alimentar a su reina en aquel lejano castillo. Aquello le desagradaba, le bombardeaba los sentidos con estímulos que prefería evitar, por lo que volvió a poner al bio sobre sus hombros y se tapó los oídos con ambas manos, gesticulando su malestar y atrayendo las miradas de algunos transeúntes que no hacían sino preguntarse por qué ese niño actuaba de manera tan extraña. No tenía la más mínima idea de dónde ir ni qué lugares visitar allí, de hecho pensó que había sido un tonto en no tener un plan, así que sólo se dirigió por las calles hacia el lugar que lucía más deshabitado.
Caminó y caminó, sin disminuir su marcha ni cambiar de dirección, hasta que finalmente apartó sus manos de sus orejas para comprobar que el ruido ya había cesado. Así había sido, ya no estaba ese zumbido que le abombaba los oídos ni ese sinfín de miradas que le perturbaban, sin embargo no sabía dónde estaba ni qué tan lejos había llegado.
¿Qué haría a continuación?, se preguntó. Sólo una cosa tenía por seguro, no dejaría a su nuevo amigo, no cuando se sentía tan solo en ese amplio lugar.
Demian
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Re: [Quest] Cascara de acero.
-
¿Magia?- preguntó Arty entrecerrando el entrecejo. –No, nada de magia, Artyhom no es mago ni brujo, solo sabe lo que lee. – dijo mirando al niño, esperando ver en su rostro algún gesto de aprobación, realmente esperaba que le gustase, era su primer regalo como su amo que ahora era.
Se dejó hacer, el chico le apretaba contra su pecho, parecía temer aquella situación.
-No temas, Demian, Artyhom está contigo…- repitió intentando tranquilizar a su nuevo amigo. Los ojos del pequeño bio se abrieron mucho, la gran cuidad. Cuantas personas y puestos, casas y posados, tiendas y plazas… todo debía ser examinado, no sabía por dónde empezar, sus ojos volaban de un lado a otro. Demian era lo primero. -…La historia empieza en una ciudad muy parecida a esta, aunque no en este punto, sino en el castillo que coronaba la cima de la ciudad, sobrepasando las modestas casas con sus torres.
El niño lo colocó de nuevo en sus hombros, se tapó loas orejas, parecía molesto. El bio coloco sus pequeñas manos sobre las de él, mirándole desde un lado, esperaría a que se sintiera mejor.
-Tranquilo, Demian…- susurro intentando tranquilizarle.
Caminaron en línea recta, la gente se fue quedando atrás, las calles con un gran bullicio fue substituida por cales pequeñas apenas con un par de personas cruzándolas. El brujo parecía ya más calmado.
-Bueno, en realidad ella no era la reina, no aun, el rey era su padre, y su madre, claro. Eran unos reyes buenos y felices, populares y bien recibidos entre la gente de a pie. Se dice, que el día más blanco de toda la historia de Aerandir, ese día, nació ella, Amina, la princesa Amina. – el bio al notar que su compañero estaba indeciso, le señaló unos de los caminos, que conducía hacia una especie de parque con una fuente, junto a esta unas pequeñas paradas de mercadillo, aunque no muy populares al parecer, ya que no había mucha gente. Poco ruido y gentío, genial para el señor Demian. –Dicen que su piel era blanca como la nieve, y sus labios rojos como la misma sangre. Su cabelle negro como el carbón, igual que el rey, ojos color almendra, como la reina y una peculiar mancha de nacimiento en forma de manzana, por lo que para conmemorar tan precioso y alegre día, los reyes plantaron una semilla de manzano en el jardín de palacio. – una tienda tenía bonitas plumas para caligrafía, unas naranjas y otras azules, unas verdes y otras amarillas. Parecían de diferentes especies de pájaros, y las puntas eran totalmente distintas. –Antes de que el árbol alcanzase los cuatro codos, la pequeña ya corría por los pasillos del castillo. Era una niña muy sonriente, amable con todo el mundo, no había sido criada con restricciones reales. – el bio señalo sonriente una parada con espadas, dagas, no eran muy ostentosas, pero a ojos del bio inexperimentado en el tema parecían armas verdaderamente letales y mortales. –pero la reina cayó enferma un invierno, y los primeros rayos de la primavera se la llevaron consigo. Toda la cuidad se sumió en un luto que duraría años.
>> La pequeña jugaba bajo el manzano, ya con frutos, rojos y grandes, parecía que el árbol había crecido a un ritmo desorbitado, algunos dicen que era cosa de magia. – unas chicas jovencitas, cogidas del brazo, se acercaron a una parada en la que se vendían objetos de decoración para el cabello, al ver a Demian con el bio encina sonrieron tímidas, para después seguir probándose los adornos. – Pero todos los corazones buscan el calor del amor… y el rey volvió a enamorarse, aunque nunca olvidaría a su primera esposa. La nueva reina cambió mucho el trono del rey, ya que era una mujer de mucho carácter. No le gustaba pasar tiempo con la gente de la cuidad, no le gustaba que la niña se comportase como una mocosa cualquiera, ensuciándose en el barro, no le gustaba que otras nobles mirasen a su ahora esposo. No le gustaba incluso el tratado de paz entre ciudades. Kaler decía que las mujeres tienen las armas suficientes para hacer que los hombres las obedezcan –dijo Arty saliendo de la historia por un momento.- No sé a cuales se refería…- miró las dagas pequeñas pero afiladas, quizás eran aquellas las armas infalibles de las hembras-… pero aquella mujer las utilizó con él. El rey rompió el tratado de paz permanente, y partió a combate junto con su ejército privado. Quedando así la reina y la princesa solas en el castillo.
>> Aquella niña era toda la vida del rey, toda su alegría y amor. Aquella niña se llevaba todo lo que a ella le debía pertenecer, y para colmo de la reina, fue creciendo bella. Dentro de la reina empezó a crecer un odio enorme hacia la pequeña, ajena a todo. – no muy lejos de donde estaban se podía ver el puerto. Unos enormes barcos, y algunos más pequeños, se aproximaban lentamente, con enormes cajas con pescado fresco. Unos hombres fuertes y realmente grandes descargaban las cajas, dejándolas en el muelle. – la pequeña, cada día más grande, aguardaba el regreso de su padre bajo el manzano, mientras leía. Pero aquel día no llegaba, ni llegaría jamás. El rey murió en batalla, él y la mitad de su ejército. En honor a su muerte, se reunificó la paz, el rey había muerto por la paz, y esta no se ganaba con sangre. El tiempo de luto duró bien poco, ya que la reina lo detestaba. Amina ya era casi una mujer, apenas le quedaban un par de años para entrar en la edad casadera. Unos años que pasaron largos y fríos. El castillo y la ciudad se había sumido en una tormenta continua, todos los días eran grises, las plantas parecían no florecer, y el trono solo era ocupado por la déspota reina.
Artyhom miraba las casas, en su mayoría de un piso o dos. Parecían más grandes de lo que era la casa de Kaler, incluso desde fuera, el sol brillaba en los techos, bajándolos de color amarillo.
-Aquel año llegó, y muchos muchachos llegaron a castillo pidiendo la mano de Amina, a diferencia de la reina, que no había conseguido enganchar marido en todo aquel tiempo. Amina era mucho más bella que la reina, y eso si solo nos fijamos en lo exterior. Borracha de odio, la reina contrató a un asesino para que matase a la joven princesa, antes de contraer matrimonio y arrancarle la corona. Pidió depositar su corazón en una caja de plata, ya que había escuchado que de aquella forma jamás descansaría, y los dioses así no la acogerían. Jamás llevaría al Valhala.
A lo lejos se podía ver el castillo, grande e imponente. Con su rey seguramente desayunando en una gran mesa.
-¿Vamos a probar el regalo? – preguntó el vio señalando una taberna, en la que el artilugio no tendría impedimentos para mostrar atrases de aquellas paredes. –Y la historia termina así. Supongo que la reina tendrá la caja, con su corazón, porque nunca más se ha vuelto a ver a la princesa Amina. Pero… siempre que Kaler leía la historia, al terminar, me decía que él creía que amina estaba viva, que simplemente esta escondida…
Tras largo rato hablando, el bio calló, esperando respuesta o reflexión ante lo que acababa de narrar. Ojala el ojo funcione, sin Demian se puede enfadar… se había olvidado por completo de la curiosidad que habitaba en él al estar en la ciudad, se había adentrado del todo en la historia.
Se dejó hacer, el chico le apretaba contra su pecho, parecía temer aquella situación.
-No temas, Demian, Artyhom está contigo…- repitió intentando tranquilizar a su nuevo amigo. Los ojos del pequeño bio se abrieron mucho, la gran cuidad. Cuantas personas y puestos, casas y posados, tiendas y plazas… todo debía ser examinado, no sabía por dónde empezar, sus ojos volaban de un lado a otro. Demian era lo primero. -…La historia empieza en una ciudad muy parecida a esta, aunque no en este punto, sino en el castillo que coronaba la cima de la ciudad, sobrepasando las modestas casas con sus torres.
El niño lo colocó de nuevo en sus hombros, se tapó loas orejas, parecía molesto. El bio coloco sus pequeñas manos sobre las de él, mirándole desde un lado, esperaría a que se sintiera mejor.
-Tranquilo, Demian…- susurro intentando tranquilizarle.
Caminaron en línea recta, la gente se fue quedando atrás, las calles con un gran bullicio fue substituida por cales pequeñas apenas con un par de personas cruzándolas. El brujo parecía ya más calmado.
-Bueno, en realidad ella no era la reina, no aun, el rey era su padre, y su madre, claro. Eran unos reyes buenos y felices, populares y bien recibidos entre la gente de a pie. Se dice, que el día más blanco de toda la historia de Aerandir, ese día, nació ella, Amina, la princesa Amina. – el bio al notar que su compañero estaba indeciso, le señaló unos de los caminos, que conducía hacia una especie de parque con una fuente, junto a esta unas pequeñas paradas de mercadillo, aunque no muy populares al parecer, ya que no había mucha gente. Poco ruido y gentío, genial para el señor Demian. –Dicen que su piel era blanca como la nieve, y sus labios rojos como la misma sangre. Su cabelle negro como el carbón, igual que el rey, ojos color almendra, como la reina y una peculiar mancha de nacimiento en forma de manzana, por lo que para conmemorar tan precioso y alegre día, los reyes plantaron una semilla de manzano en el jardín de palacio. – una tienda tenía bonitas plumas para caligrafía, unas naranjas y otras azules, unas verdes y otras amarillas. Parecían de diferentes especies de pájaros, y las puntas eran totalmente distintas. –Antes de que el árbol alcanzase los cuatro codos, la pequeña ya corría por los pasillos del castillo. Era una niña muy sonriente, amable con todo el mundo, no había sido criada con restricciones reales. – el bio señalo sonriente una parada con espadas, dagas, no eran muy ostentosas, pero a ojos del bio inexperimentado en el tema parecían armas verdaderamente letales y mortales. –pero la reina cayó enferma un invierno, y los primeros rayos de la primavera se la llevaron consigo. Toda la cuidad se sumió en un luto que duraría años.
>> La pequeña jugaba bajo el manzano, ya con frutos, rojos y grandes, parecía que el árbol había crecido a un ritmo desorbitado, algunos dicen que era cosa de magia. – unas chicas jovencitas, cogidas del brazo, se acercaron a una parada en la que se vendían objetos de decoración para el cabello, al ver a Demian con el bio encina sonrieron tímidas, para después seguir probándose los adornos. – Pero todos los corazones buscan el calor del amor… y el rey volvió a enamorarse, aunque nunca olvidaría a su primera esposa. La nueva reina cambió mucho el trono del rey, ya que era una mujer de mucho carácter. No le gustaba pasar tiempo con la gente de la cuidad, no le gustaba que la niña se comportase como una mocosa cualquiera, ensuciándose en el barro, no le gustaba que otras nobles mirasen a su ahora esposo. No le gustaba incluso el tratado de paz entre ciudades. Kaler decía que las mujeres tienen las armas suficientes para hacer que los hombres las obedezcan –dijo Arty saliendo de la historia por un momento.- No sé a cuales se refería…- miró las dagas pequeñas pero afiladas, quizás eran aquellas las armas infalibles de las hembras-… pero aquella mujer las utilizó con él. El rey rompió el tratado de paz permanente, y partió a combate junto con su ejército privado. Quedando así la reina y la princesa solas en el castillo.
>> Aquella niña era toda la vida del rey, toda su alegría y amor. Aquella niña se llevaba todo lo que a ella le debía pertenecer, y para colmo de la reina, fue creciendo bella. Dentro de la reina empezó a crecer un odio enorme hacia la pequeña, ajena a todo. – no muy lejos de donde estaban se podía ver el puerto. Unos enormes barcos, y algunos más pequeños, se aproximaban lentamente, con enormes cajas con pescado fresco. Unos hombres fuertes y realmente grandes descargaban las cajas, dejándolas en el muelle. – la pequeña, cada día más grande, aguardaba el regreso de su padre bajo el manzano, mientras leía. Pero aquel día no llegaba, ni llegaría jamás. El rey murió en batalla, él y la mitad de su ejército. En honor a su muerte, se reunificó la paz, el rey había muerto por la paz, y esta no se ganaba con sangre. El tiempo de luto duró bien poco, ya que la reina lo detestaba. Amina ya era casi una mujer, apenas le quedaban un par de años para entrar en la edad casadera. Unos años que pasaron largos y fríos. El castillo y la ciudad se había sumido en una tormenta continua, todos los días eran grises, las plantas parecían no florecer, y el trono solo era ocupado por la déspota reina.
Artyhom miraba las casas, en su mayoría de un piso o dos. Parecían más grandes de lo que era la casa de Kaler, incluso desde fuera, el sol brillaba en los techos, bajándolos de color amarillo.
-Aquel año llegó, y muchos muchachos llegaron a castillo pidiendo la mano de Amina, a diferencia de la reina, que no había conseguido enganchar marido en todo aquel tiempo. Amina era mucho más bella que la reina, y eso si solo nos fijamos en lo exterior. Borracha de odio, la reina contrató a un asesino para que matase a la joven princesa, antes de contraer matrimonio y arrancarle la corona. Pidió depositar su corazón en una caja de plata, ya que había escuchado que de aquella forma jamás descansaría, y los dioses así no la acogerían. Jamás llevaría al Valhala.
A lo lejos se podía ver el castillo, grande e imponente. Con su rey seguramente desayunando en una gran mesa.
-¿Vamos a probar el regalo? – preguntó el vio señalando una taberna, en la que el artilugio no tendría impedimentos para mostrar atrases de aquellas paredes. –Y la historia termina así. Supongo que la reina tendrá la caja, con su corazón, porque nunca más se ha vuelto a ver a la princesa Amina. Pero… siempre que Kaler leía la historia, al terminar, me decía que él creía que amina estaba viva, que simplemente esta escondida…
Tras largo rato hablando, el bio calló, esperando respuesta o reflexión ante lo que acababa de narrar. Ojala el ojo funcione, sin Demian se puede enfadar… se había olvidado por completo de la curiosidad que habitaba en él al estar en la ciudad, se había adentrado del todo en la historia.
Wyn
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Re: [Quest] Cascara de acero.
El contacto de las manos de Arty sobre las suyas al cubrirse las orejas de alguna manera ayudó a calmarle. El ruido era molesto, no estaba acostumbrado a ello y se sentía inseguro, amenazado. Saber que alguien se preocupaba por él ayudaba, aún cuando fuera alguien programado para ello. Molesto caminó por las calles, contemplando la gente del camino con cierto desagrado. Pescadores, vendedores, chicas sonrientes, todos eran parte del ruido y Demian rechinaba los dientes alejándose.
Finalmente, con algo de ayuda del autómata, llegaría a una zona más despejada y, en cierta manera, también iba acostumbrándose, lentamente, al ajetreo de la ciudad. Seguramente tardaría bastante en considerarlo natural, pero al menos iba necesitando menos tiempo tapándose los oídos.
Escuchó con interés el relato de Arty, una historia sobre una princesa desdichada que había pasado de tenerlo todo y ser muy querida a crecer bajo una reina envidiosa que le hacía sentir desdichada. La historia tenía un final trágico, unos asesinos eran enviados contra la princesa, intentando eliminarla, pero como muchas historias, no quedaba claro si habían logrado su propósito o no, si la princesa había muerto o se encontraba oculta en algún lado. Curiosamente, sus pensamientos no fueron hacia la desdichada hija de reyes, sino hacia aquel sujeto que apenas era mencionado, el asesino contratado para aquella misión. ¿Qué habría sentido cuando le dijeron que su objetivo era de la realeza?, ¿se habría acobardado?, ¿temería por su vida ante la venganza del rey?, ¿estaría dispuestos a matar a una muchacha?. Si a él le hubieran encomendado tal misión seguro temblaría.
-¿Qué le pasó al asesino? -preguntó a su compañero- ¿lo encontraron?, ¿le hicieron algo?, ¿o logró salirse con la suya y nadie supo más de él?… yo estaba entrenando para ser asesino.
Entonces Arty mencionó que era buena idea probar el regalo y el joven asintió. Sonaba interesante, aún no lograba comprender cómo se podía hacer algo tan increíble sin utilizar la magia. Había escuchado leyendas sobre las rarezas y maravillas de las máquinas que habían traído los que llamaban científicos cuando habían cruzado el portal, pero no había tenido la suerte de experimentarlo en persona. Bueno, la presencia de Arty ya era una maravilla en sí, pero esto se sumaba aún más a las sorpresas.
Se dirigió a los muros de la taberna, desde el exterior, procurando ser sigiloso como una sombra. En realidad no estaba haciendo nada malo, o eso le parecía, pero de todas maneras consideraba mejor ser precavido, eso le habían enseñado siempre. Comenzó a imaginarse las posibilidades de tal aparato para cuando debiera cumplir alguna misión… o cuando quisiera hacer una jugarreta a alguien.
-Veamos si funciona.
Apoyó el instrumento contra la madera y esperó a ver qué ocurría.
Demian
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Re: [Quest] Cascara de acero.
-Pues la verdad es que no lo sé, señor Demian. No es el personaje principal. Lo más seguro es que la reina le pagase una buena suma de dinero, y que este despareciera de la cuidad por si querían cortar su cabeza y… ¿tu asesino? – preguntó el bio como muy sorprendido de aquella aclaración, examinando se su amo. No se imaginaba a aquel niño como un asesino, y menos en la gran ciudad.- Pero… ser asesino es malo, Demian. – dijo casi e un susurro.
El niño aceptó en probar el regalo, y Arty, aun con el ceño fruncido por lo de antes, asintió con la cabeza, ya sabía que funcionaba bien, pero quería saber la opinión del brujo respecto a su utilidad.
Apoyó el objeto contra la pared y Artyhom hablo bajito, para que nadie más que él lo escuchase. –Acerca el ojo al objeto, Demian, así podrás veo mejor, el campo de visión se amplía…- el ojo metálico empezó a moverse hacia un lado y otro, como si estuviese buscado algo. Poco a poco fue desapareciendo, dejando e su lugar la visión del interior de la taberna.
Unos hombres se estaban peleando por un juego de cartas, uno estampaba la cabeza del otro contra una mesa de madera. Una mujer de generosas caderas repartía jarras de licor a las mesas. Un hombre le tocó el trasero, esta se sonrojo y se fue riendo. Un hombre, tras la barra, torció el gesto al ver que le tocaban e trasero a la joven, volviendo después su atención a la limpieza de unos platos, con restos de la comida del mediodía.
-¿Y bien?- preguntó el pequeño. Mirando las espaldas de Demian.
Debían buscar un lugar donde pasar la noche en la ciudad, si esa era la intención, claro. No eran más que un bio y un niño, había muchas cosas que aclarar.
El niño aceptó en probar el regalo, y Arty, aun con el ceño fruncido por lo de antes, asintió con la cabeza, ya sabía que funcionaba bien, pero quería saber la opinión del brujo respecto a su utilidad.
Apoyó el objeto contra la pared y Artyhom hablo bajito, para que nadie más que él lo escuchase. –Acerca el ojo al objeto, Demian, así podrás veo mejor, el campo de visión se amplía…- el ojo metálico empezó a moverse hacia un lado y otro, como si estuviese buscado algo. Poco a poco fue desapareciendo, dejando e su lugar la visión del interior de la taberna.
Unos hombres se estaban peleando por un juego de cartas, uno estampaba la cabeza del otro contra una mesa de madera. Una mujer de generosas caderas repartía jarras de licor a las mesas. Un hombre le tocó el trasero, esta se sonrojo y se fue riendo. Un hombre, tras la barra, torció el gesto al ver que le tocaban e trasero a la joven, volviendo después su atención a la limpieza de unos platos, con restos de la comida del mediodía.
-¿Y bien?- preguntó el pequeño. Mirando las espaldas de Demian.
Debían buscar un lugar donde pasar la noche en la ciudad, si esa era la intención, claro. No eran más que un bio y un niño, había muchas cosas que aclarar.
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•Bueno, si eliges quedarte con Artyhom, no queda mucho trayecto de quest, ya que en un par de temas quedaría zanjado. Si por el contrario le quieres buscar a alguien, esta se alargaría un poco más. Tú decides, deben pensar que es lo mejor.
Wyn
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Re: [Quest] Cascara de acero.
El aparato funcionó de maravilla. Al acercar la vista una imagen se hizo clara, había bastante movimiento al interior de la taberna y, como toda taberna, lo que allí ocurría no era de lo más tranquilo. Discusiones, hombres agarrando el culo de mujeres, todo el ambiente influido por las jarras de alcohol. Los humanos y sus populosas ciudades carecían de la tranquilidad y el estudio propios de Beltrexus y las Islas en general.
-Nunca me acostumbraré a los humanos y sus… gustos -dijo con evidente desagrado- pero tu regalo funciona a la perfección, estoy seguro que me será muy útil.
Dio un suspiro y se alejó de la taberna, no necesitaba un lugar así, tan cargado de ruido y de alcohol, no lo toleraría. Comenzó a caminar nuevamente sin rumbo, aunque sin apuro, descubriendo la ciudad de la que tanto hablaban las historias. En efecto era grande, enorme, y el castillo a la distancia inspiraba respeto. En eso los humanos tenían mucho talento, nada en las Islas Illidenses podía asemejarse. No se dio ni cuenta como pasaban las horas, pero había tanto por conocer en esa ciudad que el tiempo volaba. Con algunas monedas se compró un trozo de pan para comer, que fue su sustento del día. No era la gran cosa, pero no estaba nada mal. En un momento le llamó la atención las ruinas de una vieja torre, pero siguió de largo. Sólo por curiosidad usó el ojo en algunos muros de las casas para ver qué asaba en el interior y conocer algo más de la gente que habitaba ese lugar.
-A veces extraño las Islas, ¿sabes?… allá todo era tranquilo, la gente se preocupaba de sus libros y la magia… las casas son simples, no hay murallas gigantes ni torres como montañas, no necesitas esas cosas cuando tienes la magia de tu lado… allá no estaba este olor a alcantarillas… pero debo reconocer que los humanos son impresionantes al construir.
A medida que la tarde iba cediendo su espacio a la oscuridad Demian se percató que necesitaba un lugar para dormir. Las posadas se le antojaban confusas, llenas de gente desagradable, con olor a alcohol. No, no eran lugar para él. Se dirigió en cambio a lo que parecía una plaza o al menos un lugar con algo de naturaleza y se trepó a un árbol, subiendo a Arty a su lado. Probó una a una las ramas hasta que encontró la que se sentía más cómoda. Por supuesto que era algo dura para recostarse, pero finalmente tenía la forma suficiente para que cada parte de la espalda quedara apoyada, mientras las piernas colgaban a un lado.
-El truco está en quedarse quieto y no te caes mientras duermes -le explicó a su pequeño acompañante- las mismas hojas te ayudan a relajarte con el ruido que hacen… no creo que a nadie le importe que usemos este árbol para dormir… al menos el árbol no se quejará.
Se quedó en silencio algunos minutos, con los ojos cerrados, pero aún no caía dormido.
-Sabes Arty… me gustaría que te quedaras conmigo para siempre -le dijo de pronto.
Demian
Aerandiano de honor
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