La huida. [Tema libre]
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La noche comenzaba a esconderse en aquellas viejas minas abandonadas, el sol no tardaría en salir en cuestión de minutos y la hermosa Amira, arrastraba su cuerpo semi escamoso y de piel suave como la seda entre aquellos carros de mina. Bamam , los había traicionado, dejando todo el reinado que el marcó en la más absoluta oscuridad.
Su figura materna se encontraba degollada mientras su propio padre, a casi centímetros de ella, con el cráneo casi machacado y sus sesos esparcidos por el suelo, fueron la más impactante de las imágenes que se guardó. Amira, se encontraba sola, se había vuelto una superviviente de aquel poblado traicionero que había puesto valor a su vida. Repulsiva, escupió saliva negra al lado de una de las ruedas, mientras apretando el puño por la rabia que empezaba a crecer dentro de ella, golpeó el carro que había en su izquierda con su propia cola dejándolo con un bollón.
¿Que demonios se habían pensando todos aquellos insolentes? ¿Creían que realmente podían despojar a su "Princesa" y quedarse tan tranquilos?. Lo pagarían, Amira mientras ardía dentro de la ira, sabía que tarde o temprano lo pagarían, aunque su única vía de escape fuera esta misma mina hacia el mundo de los humanos , donde la odiarían también por ser quien es.
Emitió en un pequeño chillido y continuó hacia donde notaba que entraba la corriente de aire, primero se volvería lo suficientemente fuerte sobreviviendo antes tales seres inferiores, y cuando llegara el día, ella misma reventaría la cabeza de aquel viejo amigo de la familia. Rectando hacia el túnel de la izquierda, notó un pequeño ruido, de otra criatura presente.
-¿Quién esssssssss?- Preguntó fría con un tono uniforme y poco cambiante.
Su figura materna se encontraba degollada mientras su propio padre, a casi centímetros de ella, con el cráneo casi machacado y sus sesos esparcidos por el suelo, fueron la más impactante de las imágenes que se guardó. Amira, se encontraba sola, se había vuelto una superviviente de aquel poblado traicionero que había puesto valor a su vida. Repulsiva, escupió saliva negra al lado de una de las ruedas, mientras apretando el puño por la rabia que empezaba a crecer dentro de ella, golpeó el carro que había en su izquierda con su propia cola dejándolo con un bollón.
¿Que demonios se habían pensando todos aquellos insolentes? ¿Creían que realmente podían despojar a su "Princesa" y quedarse tan tranquilos?. Lo pagarían, Amira mientras ardía dentro de la ira, sabía que tarde o temprano lo pagarían, aunque su única vía de escape fuera esta misma mina hacia el mundo de los humanos , donde la odiarían también por ser quien es.
Emitió en un pequeño chillido y continuó hacia donde notaba que entraba la corriente de aire, primero se volvería lo suficientemente fuerte sobreviviendo antes tales seres inferiores, y cuando llegara el día, ella misma reventaría la cabeza de aquel viejo amigo de la familia. Rectando hacia el túnel de la izquierda, notó un pequeño ruido, de otra criatura presente.
-¿Quién esssssssss?- Preguntó fría con un tono uniforme y poco cambiante.
Amira
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Re: La huida. [Tema libre]
La centáuride no tenía idea de dónde estaba. En realidad, hacía tanto que vagaba bordeando río, que había perdido la noción del tiempo y el espacio. Tras cruzar el Tyr, se encontró con más montañas. Agradeció a los dioses por encontrar aquellas minas abandonadas para poder guarecerse y pasar la noche allí. Eran mucho más acogedoras que los bordes escarpados de los cerros. Al despuntar el alba continuaría su camino. ¿Hacia dónde? No lo sabía con seguridad, quizás hacia el sur.
Se aparapetó con una antorcha para adentrarse en las oscuras minas y buscar un espacio seco y seguro para echarse a dormir. Como era un ser mitad caballo, echarse y pararse eran acciones que le costaban trabajo, por lo que dormir echada era un lujo para ella, uno que pretendía darse esa noche, oculta en la oscuridad de aquellas cuevas socavadas por los humanos. Al fin y al cabo, de algo tenían que servir aquellos seres.
Hizo una pequeña fogata con la cuál calentarse, usando la leña más seca que pudo encontrar, no quería armar una humarada cuyo humo la ahogara. Se echó junto al fuego y canturreaba alguna canción cuya letra ya no recordaba completa, pero sabía que era la leyenda del Astro Dorado que persigue todas las noches a su escurridizo amor, mientras masticaba unas hojas que había encontrado.
Estaba tranquila, segura de la seguridad que le brindaba la mina, hasta que escuchó un golpe en el metal. No era el golpe de una piedra que se cae al suelo, algo había golpeado uno de los antiguos caros que se hayaban desperdigados por las vías de la mina. Tan rápido como pudo, se puso de pie y apagó el fuego. ¿Serían humanos?
Agarró su báculo y, con sigilo, avanzó hasta el origen del ruido. En la oscuridad de las cuevas, su piel oscura era el camuflaje perfecto. Posaba sus cascos en el suelo con delicadeza, sin emitir sonido, hasta que encontro lo que había hecho el ruido. Mejor dicho, a quien lo había hecho.
Lo que vio la dejó sorprendida: era una bestia, como ella, con el torso de una mujer pero de la cintura le partía una cola larga y escamosa, como el cuerpo de una serpiente. Su cabello era oscuro y largo. Se le notaba a la distancia el estar enojada y alterada. Le causó una enorme curiosidad y se acercó más.
Pero esa curiosidad le jugó en contra, pues se descuidó e hizo un ruido al pisar, haciendo que la mujer con cola de serpiente volteara hacia el lugar donde Akanke se encontraba, aún oculta en las sombras, y preguntara quién estaba allí.
Sabiendo que tendría que revelarse, Akanke tomó su báculo con ambas manos y apunto hacia ella. Salió a la luz lentamente. Lo primero que se vería sería la punta de su báculo, luego sus negras manos, sus brazos y por último su rostro. -Soy Akanke. ¿Quién eres tú?- le preguntó con voz gruesa y seriedad en la expresión.
Se aparapetó con una antorcha para adentrarse en las oscuras minas y buscar un espacio seco y seguro para echarse a dormir. Como era un ser mitad caballo, echarse y pararse eran acciones que le costaban trabajo, por lo que dormir echada era un lujo para ella, uno que pretendía darse esa noche, oculta en la oscuridad de aquellas cuevas socavadas por los humanos. Al fin y al cabo, de algo tenían que servir aquellos seres.
Hizo una pequeña fogata con la cuál calentarse, usando la leña más seca que pudo encontrar, no quería armar una humarada cuyo humo la ahogara. Se echó junto al fuego y canturreaba alguna canción cuya letra ya no recordaba completa, pero sabía que era la leyenda del Astro Dorado que persigue todas las noches a su escurridizo amor, mientras masticaba unas hojas que había encontrado.
Estaba tranquila, segura de la seguridad que le brindaba la mina, hasta que escuchó un golpe en el metal. No era el golpe de una piedra que se cae al suelo, algo había golpeado uno de los antiguos caros que se hayaban desperdigados por las vías de la mina. Tan rápido como pudo, se puso de pie y apagó el fuego. ¿Serían humanos?
Agarró su báculo y, con sigilo, avanzó hasta el origen del ruido. En la oscuridad de las cuevas, su piel oscura era el camuflaje perfecto. Posaba sus cascos en el suelo con delicadeza, sin emitir sonido, hasta que encontro lo que había hecho el ruido. Mejor dicho, a quien lo había hecho.
Lo que vio la dejó sorprendida: era una bestia, como ella, con el torso de una mujer pero de la cintura le partía una cola larga y escamosa, como el cuerpo de una serpiente. Su cabello era oscuro y largo. Se le notaba a la distancia el estar enojada y alterada. Le causó una enorme curiosidad y se acercó más.
Pero esa curiosidad le jugó en contra, pues se descuidó e hizo un ruido al pisar, haciendo que la mujer con cola de serpiente volteara hacia el lugar donde Akanke se encontraba, aún oculta en las sombras, y preguntara quién estaba allí.
Sabiendo que tendría que revelarse, Akanke tomó su báculo con ambas manos y apunto hacia ella. Salió a la luz lentamente. Lo primero que se vería sería la punta de su báculo, luego sus negras manos, sus brazos y por último su rostro. -Soy Akanke. ¿Quién eres tú?- le preguntó con voz gruesa y seriedad en la expresión.
Última edición por Akanke el Vie Jul 28 2017, 17:15, editado 1 vez
Akanke
Sacerdotisa del Templo de los Monos
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Re: La huida. [Tema libre]
Tras el pequeño ruido, sonaban los ruidos de unos cascos aproximarse hacia ella. Como era normal, tras una vida bajo tierra todavía desconocía cada una de las razas distintas a la suya, o simplemente a la raza humana, así que mientras poco a poco se mostraba el oráculo tras unos brazos oscuros y un rostro de igual tonalidad, Amira se asombró aun más por la mitad de su cuerpo, que al igual que ella, pertenecía una raza superior.
Aquella mujer bestia que también se mostraba bastante seria, pero un tanto curiosa, le respondió tras salir de aquella oscuridad que invadía la mina que todavía olía a carbón y humedad. Arkanke , se nombró, y aquella egolatra la miró fijamente a sus ojos, que también portaban un color bastante peculiar, en silencio durante unos escasos minutos. Aun se mantenía temblando de la rabia, y realmente si hubiera sido un simple humano, no dudaría en lanzarse contra ella, pero algo la detenía, no la conocía lo suficiente como para actuar de tal manera fría.
-Amira- Contestó brevemente permaneciendo quieta frente a ella.
Tocó su cabello con suma delicadeza, y suspiró con la esperanza de aquel ser se cansara y continuara con su rumbo, pero eran más que meras ilusiones, ambas permanecían rectas como la misma tensión en la que recorrían antiguamente aquellos carros en las vías de almacenaje.- Debesss marchate, no quiero hacerte daño y me essssstán ssssssiguiendo en essssssste misssssmo inssssstante- Aconsejó a su nueva inquilina, antes que el derrumbamientos de rocas, y el siseo de uno de los suyos se aproximaran hacia ellas, gracias a la visión corporal que los machos poseían.
- ¡Ssssssal! ¡Te mataran ssssi también te localizan- Agitó su pequeño brazo en la oscuridad advirtiendo del futuro peligro.
Off: No puedo hacer daño a Akanke, he leído tu ficha y me ha enamorado.
Aquella mujer bestia que también se mostraba bastante seria, pero un tanto curiosa, le respondió tras salir de aquella oscuridad que invadía la mina que todavía olía a carbón y humedad. Arkanke , se nombró, y aquella egolatra la miró fijamente a sus ojos, que también portaban un color bastante peculiar, en silencio durante unos escasos minutos. Aun se mantenía temblando de la rabia, y realmente si hubiera sido un simple humano, no dudaría en lanzarse contra ella, pero algo la detenía, no la conocía lo suficiente como para actuar de tal manera fría.
-Amira- Contestó brevemente permaneciendo quieta frente a ella.
Tocó su cabello con suma delicadeza, y suspiró con la esperanza de aquel ser se cansara y continuara con su rumbo, pero eran más que meras ilusiones, ambas permanecían rectas como la misma tensión en la que recorrían antiguamente aquellos carros en las vías de almacenaje.- Debesss marchate, no quiero hacerte daño y me essssstán ssssssiguiendo en essssssste misssssmo inssssstante- Aconsejó a su nueva inquilina, antes que el derrumbamientos de rocas, y el siseo de uno de los suyos se aproximaran hacia ellas, gracias a la visión corporal que los machos poseían.
- ¡Ssssssal! ¡Te mataran ssssi también te localizan- Agitó su pequeño brazo en la oscuridad advirtiendo del futuro peligro.
Off: No puedo hacer daño a Akanke, he leído tu ficha y me ha enamorado.
Amira
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Re: La huida. [Tema libre]
Aquella criatura hablaba entre siseos, al acercarse más, notó sus rasgos de serpiente. Entendió, entonces, que era una mujer serpiente. Se le veía enojada y también desesperada. Le decía que se marchara, que huyera del lugar, pero Akanke la ignoraba. Tímidamente se acercó a Amira, bajando el báculo, quería verla mejor. Además, si la estaban persiguiendo, ¿por qué se detenía?
La mirada de Akanke era de recelosa curiosidad, como la del gato que se acerca precavido. -Amira- repitió en voz baja una vez estuvo cerca de la mujer. Su piel de serpiente era iridiscente aunque su fondo era de un tono verdeazulado, lisas. Akanke tenía el impulso de tocarlas, imaginando que eran suaves al tacto y frías. La piel blanca de la mujer era como si no saliera al sol, y olía a tierra y humedad.
Estiró el brazo para tocarla cuando sintió un temblor fuerte y escuchó un sonido retumbar en el fondo de la mina. Tras eso escuchó como rocas caían copiosamente al suelo. -Aquel que huye no se detiene- le dijo apenas sintió todo aquello, mirando hacia la oscuridad de la cueva. Miró de nuevo a Amira, esperando su reacción. Si la serpiente huía, Akanke también lo haría.
La mirada de Akanke era de recelosa curiosidad, como la del gato que se acerca precavido. -Amira- repitió en voz baja una vez estuvo cerca de la mujer. Su piel de serpiente era iridiscente aunque su fondo era de un tono verdeazulado, lisas. Akanke tenía el impulso de tocarlas, imaginando que eran suaves al tacto y frías. La piel blanca de la mujer era como si no saliera al sol, y olía a tierra y humedad.
Estiró el brazo para tocarla cuando sintió un temblor fuerte y escuchó un sonido retumbar en el fondo de la mina. Tras eso escuchó como rocas caían copiosamente al suelo. -Aquel que huye no se detiene- le dijo apenas sintió todo aquello, mirando hacia la oscuridad de la cueva. Miró de nuevo a Amira, esperando su reacción. Si la serpiente huía, Akanke también lo haría.
Akanke
Sacerdotisa del Templo de los Monos
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Re: La huida. [Tema libre]
Aquella criatura tan fantástica y poco asustadiza parecía estar jugando, mostrando tal curiosidad por Amira, que en una pequeña parte de ella la provocaba tal nerviosismo que soltaba un sonido chasqueante como el que soltaba una serpiente cuando amenaza a su presa en defensa propia. La princesa serpiente le advirtió que saliera del lugar, quizás si hubiera sido otro tipo de criatura aun más humanoide no hubiera mostrado tal piedad, no era una criatura que le provocará el odio interior, por primera vez, Amira estaba respetando una criatura muy distinta a su raza.
Y así como el choque de las rocas, y el temblor en el suelo mientras los soldados de Bamam reptaban hacia los cuerpos de aquellas jóvenes indefensas, que todavía permanecían una frente la otra sin musitar más palabras que la ultima frase de la centauroide, Amira la miró realmente extraña ante su comportamiento y agarró uno de sus brazos calcinados por el sol tirando de ella hacia la salida.-Marchate esssssstupida, no muerassssss en vano- sus fríos dedos marcaban la piel de su nueva amiga a la que todavía trataba de convencer, pero un choque justo a las patas de Akanke, determinó que el enemigo se encontraba ahí, habían dado con la princesa.
-La pequeña princesssssa ssssse encuentra acorralada con ssssssu nueva amiga.- Añadió el guardia que portaba una lanza de metal mientras sus dientes se veían en la oscuridad.
Amira no dudó en ponerse delante de la criatura para respaldarla, ella no tenía que ver con el asunto de un clan envenenado, si realmente la situación estaba siendo un nido de víboras y no descansarían hasta derramar su sangre. Amira, saldría al exterior aunque eso conllevara el arrase de toda una especie, no necesitaba a nadie para ser feliz.
-Insssssssenssssssato eresssss Ssaaaaaalik , misssss propiassss manosssss me basssstan para matarte.- Así lo ojos, se encogieron volviéndose totalmente negros como la misma noche, y con la su propia cola golpeó al soldado contra la pared, has que se recompuso y contraatacó con la lanza tratando de herirla. Los golpes que estaba recibiendo era leves, y aunque ella permaneciera en pie aparentando que no sucedía nada, cada uno de sus golpes estaban doliendo el doble por una traición de moralidad hacia ella misma.
Supervivencia, decían.
Una cola tercera agarró el cuello de Amira y la tiró frente al suelo, quitando toda movilidad de defensa, mientras el primer guardia se encontraba apuntando hacia su pecho, por más que se revolvía Amira, la habían capturado y estaban apunto de matarla delante de otra criatura magnifica.
Había días que era mejor no levantarse.
Y así como el choque de las rocas, y el temblor en el suelo mientras los soldados de Bamam reptaban hacia los cuerpos de aquellas jóvenes indefensas, que todavía permanecían una frente la otra sin musitar más palabras que la ultima frase de la centauroide, Amira la miró realmente extraña ante su comportamiento y agarró uno de sus brazos calcinados por el sol tirando de ella hacia la salida.-Marchate esssssstupida, no muerassssss en vano- sus fríos dedos marcaban la piel de su nueva amiga a la que todavía trataba de convencer, pero un choque justo a las patas de Akanke, determinó que el enemigo se encontraba ahí, habían dado con la princesa.
-La pequeña princesssssa ssssse encuentra acorralada con ssssssu nueva amiga.- Añadió el guardia que portaba una lanza de metal mientras sus dientes se veían en la oscuridad.
Amira no dudó en ponerse delante de la criatura para respaldarla, ella no tenía que ver con el asunto de un clan envenenado, si realmente la situación estaba siendo un nido de víboras y no descansarían hasta derramar su sangre. Amira, saldría al exterior aunque eso conllevara el arrase de toda una especie, no necesitaba a nadie para ser feliz.
-Insssssssenssssssato eresssss Ssaaaaaalik , misssss propiassss manosssss me basssstan para matarte.- Así lo ojos, se encogieron volviéndose totalmente negros como la misma noche, y con la su propia cola golpeó al soldado contra la pared, has que se recompuso y contraatacó con la lanza tratando de herirla. Los golpes que estaba recibiendo era leves, y aunque ella permaneciera en pie aparentando que no sucedía nada, cada uno de sus golpes estaban doliendo el doble por una traición de moralidad hacia ella misma.
Supervivencia, decían.
Una cola tercera agarró el cuello de Amira y la tiró frente al suelo, quitando toda movilidad de defensa, mientras el primer guardia se encontraba apuntando hacia su pecho, por más que se revolvía Amira, la habían capturado y estaban apunto de matarla delante de otra criatura magnifica.
Había días que era mejor no levantarse.
Amira
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Re: La huida. [Tema libre]
Akanke admiraba la belleza de Amira, era un ser extraño para ella. En realidad, había mucho en el mundo que maravillaba y sorprendía a la centáuride, causando en ella una gran curiosidad, aunque también un gran recelo. No sabía si Amira sería amistosa o si debía temerle. Aunque hasta el momento solo estaba ahí, hablándole en el idioma común de los humanos.
Seguía observándola, incandilada con sus brillantes escamas y límpida piel, cuando de entre derrumbes de piedras y un estruendo subterráneo, saltaron más seres como Amira, mitad hombres, mitad serpientes. Ninguno con los brillantes y luminosos colores de Amira, ninguno con su belleza, pero sí con su piel lechosa y ojos grandes y negros. Estos seres jamás habían visto la luz del sol. Vivían en esas cuevas escondidos.
Akanke no tenía ningún papel que jugar en esa batalla, no tenía razón alguna para meterse, pero la salida estaba, justamente, a las espaldas de los hombres serpiente que habían emergido de las entrañas de las minas. Si quería salir, tendría que hacerse camino. No tenía muchas más opciones y de haber habido, el hecho de que también la atacaran reducía todo a una sola cosa: pelear.
Afirmó su báculo con ambas manos, aquel palo con una punta de metal y el otro extremo con una hoz, y lo agitó en el aire, golpeando al hombre-serpiente cuya cola apretaba a Amira al suelo. Tal fue el golpe, que lo lanzó sobre el otro hombre-sepriente, aquel que apuntaba a Amira con su espada. Así se hizo suficiente espacio como para salir de allí. -Aquel que huye- dijo mientras tomaba la mano de Amira -¡No se detiene!- exclamó mientras tiraba de ella y salía, a todo galope, de las minas, arrastrando a la serpiente.
Aquella noche no iba a pelear, iba a descansar.
Seguía observándola, incandilada con sus brillantes escamas y límpida piel, cuando de entre derrumbes de piedras y un estruendo subterráneo, saltaron más seres como Amira, mitad hombres, mitad serpientes. Ninguno con los brillantes y luminosos colores de Amira, ninguno con su belleza, pero sí con su piel lechosa y ojos grandes y negros. Estos seres jamás habían visto la luz del sol. Vivían en esas cuevas escondidos.
Akanke no tenía ningún papel que jugar en esa batalla, no tenía razón alguna para meterse, pero la salida estaba, justamente, a las espaldas de los hombres serpiente que habían emergido de las entrañas de las minas. Si quería salir, tendría que hacerse camino. No tenía muchas más opciones y de haber habido, el hecho de que también la atacaran reducía todo a una sola cosa: pelear.
Afirmó su báculo con ambas manos, aquel palo con una punta de metal y el otro extremo con una hoz, y lo agitó en el aire, golpeando al hombre-serpiente cuya cola apretaba a Amira al suelo. Tal fue el golpe, que lo lanzó sobre el otro hombre-sepriente, aquel que apuntaba a Amira con su espada. Así se hizo suficiente espacio como para salir de allí. -Aquel que huye- dijo mientras tomaba la mano de Amira -¡No se detiene!- exclamó mientras tiraba de ella y salía, a todo galope, de las minas, arrastrando a la serpiente.
Aquella noche no iba a pelear, iba a descansar.
Akanke
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Re: La huida. [Tema libre]
La vida, que pequeña y terriblemente fugaz parecía mientras sentía las ásperas escama de aquel sunēkuman, apretaban ese suave cuello, tan frágil y blanco como la misma nieve que podía haber recordado a través de aquellos pequeños orificios, que mostraban el exterior.
Ella tan solo se retorcía de agonía, imparable ante sus futuros asesinos, que todavía permanecían como verdugos a su presa a propinar el momento, pero como en todo mundo oscuro, siempre existe un pequeño rayo de luz ,que lucha para permanecer brillando donde todo se apaga. Una luz, que en el momento más certero, le dio la oportunidad de sobrevivir, aunque no fuera por sus propios medios, sobrevivía a través de otra raza que no paraba, para huir.
Había golpeado a su opresor contra el que estaba apunto de clavarle una de sus espadas, y casi sin fijarse si las seguían o no, agarró el brazo de Amira y tiró de ella hacia la salida a una velocidad increíblemente atroz.Toda su belleza, como raza sunēkuman, donde aquellos ojos negros tan potentes de ahogarte en ellos, su pelo tan brillante y su piel virgen del sol, mostraban una cualidad realmente atractiva ante criaturas como Akanke, también fortuitas, fuertes, poderosas, y ante todo aquellos ojos tan enigmáticos que la conducían, a lo que Amira desconocía todavía "El mundo exterior".
Poco tardaron en llegar a la salida, y los primeros rayos del sol adornaban las paredes negras de un naranja triunfador,mientras terminaban de descansar al lado de una gran roca, tomando todo el aire que sus pulmones le permitían.-Podían haberte matado- La miro fría, como si realmente fuera una criatura poco agradecida del gesto, tan soló volvió a agitarse golpeando el suelo de una sola vez.-SSSSShacknamansss- Solo se dijo para si misma mientras volvía a clavar sus pupilas en las de Akanke.
Y el sol, comenzó a calentar aquella blanca piel que los años decidió cuidar, notar poco a poco ese calor que realmente no le desagradaba , y que incluso cambió su estado de humor de una forma radical. Pasó a mostrar lo que los humanos llamaban una sonrisa mientras jugaba con sus brazos a través de los pequeños rayos, aquella sensación le mostraba el bien, aquel pequeño sentimiento que nunca descubrió en las profundidades de aquella vieja mina .
-Asssssí que essssssto esssss el mundo de losss humanosss- Comentó curiosa frente su nueva "Amiga"
Ella tan solo se retorcía de agonía, imparable ante sus futuros asesinos, que todavía permanecían como verdugos a su presa a propinar el momento, pero como en todo mundo oscuro, siempre existe un pequeño rayo de luz ,que lucha para permanecer brillando donde todo se apaga. Una luz, que en el momento más certero, le dio la oportunidad de sobrevivir, aunque no fuera por sus propios medios, sobrevivía a través de otra raza que no paraba, para huir.
Había golpeado a su opresor contra el que estaba apunto de clavarle una de sus espadas, y casi sin fijarse si las seguían o no, agarró el brazo de Amira y tiró de ella hacia la salida a una velocidad increíblemente atroz.Toda su belleza, como raza sunēkuman, donde aquellos ojos negros tan potentes de ahogarte en ellos, su pelo tan brillante y su piel virgen del sol, mostraban una cualidad realmente atractiva ante criaturas como Akanke, también fortuitas, fuertes, poderosas, y ante todo aquellos ojos tan enigmáticos que la conducían, a lo que Amira desconocía todavía "El mundo exterior".
Poco tardaron en llegar a la salida, y los primeros rayos del sol adornaban las paredes negras de un naranja triunfador,mientras terminaban de descansar al lado de una gran roca, tomando todo el aire que sus pulmones le permitían.-Podían haberte matado- La miro fría, como si realmente fuera una criatura poco agradecida del gesto, tan soló volvió a agitarse golpeando el suelo de una sola vez.-SSSSShacknamansss- Solo se dijo para si misma mientras volvía a clavar sus pupilas en las de Akanke.
Y el sol, comenzó a calentar aquella blanca piel que los años decidió cuidar, notar poco a poco ese calor que realmente no le desagradaba , y que incluso cambió su estado de humor de una forma radical. Pasó a mostrar lo que los humanos llamaban una sonrisa mientras jugaba con sus brazos a través de los pequeños rayos, aquella sensación le mostraba el bien, aquel pequeño sentimiento que nunca descubrió en las profundidades de aquella vieja mina .
-Asssssí que essssssto esssss el mundo de losss humanosss- Comentó curiosa frente su nueva "Amiga"
Amira
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Re: La huida. [Tema libre]
Akanke galopó hasta que los naranjos brazos del sol se estiraban en el horizonte, despertando así el día. Divisó una formación de rocas que estaba cubierta con maleza y brindaba un espacio donde ambas podían ocultarse por algunos instantes, descansar y continuar con su carrera. Amira había sido arrastrada por la centáuride varios kilómetros antes de detenerse.
La mujer serpiente se estiró cuan larga era, una vez Akanke le soltó la mano. La mujer caballo necesitaba recuperar el aliento, el sudor corría por su cuerpo.
-Asssssí que essssssto esssss el mundo de losss humanosss- soltó Amira. Akanke la miró con severidad -En este mundo no es de humanos. Viven muchos seres aquí. Humanos son solo unos pocos- dijo con dureza. El mundo no le pertenecía a ellos, aunque así lo creyeran y Akanke se lo dejaría muy en claro a Amira. Cada palabra que dijo la escupió con desprecio.
La centáuride estiraba la espalda y soltaba las piernas que se le engarrotaban tras la exigida cabalgata -¿Por qué te matan?- le preguntó una vez aquel comentario de la serpiente dejó de molestarle. Aquellos hombres serpiente, a pesar de ser como ella, eran muy distintos. Mucho menos vistosos y opacos. Algo le decía que eran de menor rango que la chica aunque su imaginación no fuese capaz de ver todas las posibilidades.
La mujer serpiente se estiró cuan larga era, una vez Akanke le soltó la mano. La mujer caballo necesitaba recuperar el aliento, el sudor corría por su cuerpo.
-Asssssí que essssssto esssss el mundo de losss humanosss- soltó Amira. Akanke la miró con severidad -En este mundo no es de humanos. Viven muchos seres aquí. Humanos son solo unos pocos- dijo con dureza. El mundo no le pertenecía a ellos, aunque así lo creyeran y Akanke se lo dejaría muy en claro a Amira. Cada palabra que dijo la escupió con desprecio.
La centáuride estiraba la espalda y soltaba las piernas que se le engarrotaban tras la exigida cabalgata -¿Por qué te matan?- le preguntó una vez aquel comentario de la serpiente dejó de molestarle. Aquellos hombres serpiente, a pesar de ser como ella, eran muy distintos. Mucho menos vistosos y opacos. Algo le decía que eran de menor rango que la chica aunque su imaginación no fuese capaz de ver todas las posibilidades.
Akanke
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Re: La huida. [Tema libre]
Una vez que la brisa golpeaba su melena al cansarse de tener los brazos en alto, dio un pequeño suspiro que la tranquilizó tan solo por un momento, pero esa tranquilidad de rompió al recibir el comentario tosco de la centauride que la arrastró hasta allí.-No resssspondasss asssí bramó ante su dureza.-sssupongo que me quedan muchassss cosssasss fuera de mi alcance Acabó de terminar la frase, así mostrándose orgullosa ante ella, un poco distante por el repentino comportamiento.
Olvidó por un momento lo sucedido, y se giro sobre si misma para analizar su cola, con calma, buscando cualquier herida bastante seria, o arañazo lo suficientemente visible que enfeara sus preciosas escamas tan bien cuidadas. Mientras, Akanke se estiraba lentamente las patas tras el galopeo, así para volver a tener un fácil movimiento, otra vez un asalto con las patas agarrotas sería demasiado inoportuno para ambas.
La situación se tranquilizó, el silencio reinó durante unos minutos hasta que Akanke lo rompió con una pregunta: "Por qué la querían matar! entendía. Es dificil explicar ante una criatura que acaba de conocer que provenía de un clan sin escrúpulos, donde el odio era la fuente de todo, ya fuese odio a los humanos, odio a ser mejor guerrero, odio al ser la hija del jefe y ser más hermosa que las demás. Amira recordaba a la pequeña Yasmis, tan solo un poco más pequeña que ella, sus escamas eran más oscuras, sin brillos, más ásperas. Su rostro pasaba a ser más reptil que humano, lo que provocaba a pesar del odio a la otra raza, que Amira fuese más bella que Yasmis, algo que provocó que ambas se enzarzaran en una pelea.
Como le iba a explicar que venía de un poblado de traidores, donde no era sumamente extraño acabar con la vida de uno de los suyos, aunque eso conllevara matar al patriarca del clan. Amira miró al suelo concentrada, dejando que las palabras se soltaran de su boca con un tono casi apagado y desgarrados.-Sssson traidoressss... respondió a su pregunta con una expresión seria.-Por esssso también essstasss en peligro Volvió a advertirle mientras levantaba su mirada hasta cruzarse con la de Akanke.
-No comprendo porque me hasss ayudado volvió a soltar, mientras agarraba su brazo izquierdo y se disponía a darse la vuelta para marchar.Hasssta pronto, curiosssa criatura quiso despedirse de ella e ir reptando hacia un bosque, a donde emprendería el viaje por solitario.
Olvidó por un momento lo sucedido, y se giro sobre si misma para analizar su cola, con calma, buscando cualquier herida bastante seria, o arañazo lo suficientemente visible que enfeara sus preciosas escamas tan bien cuidadas. Mientras, Akanke se estiraba lentamente las patas tras el galopeo, así para volver a tener un fácil movimiento, otra vez un asalto con las patas agarrotas sería demasiado inoportuno para ambas.
La situación se tranquilizó, el silencio reinó durante unos minutos hasta que Akanke lo rompió con una pregunta: "Por qué la querían matar! entendía. Es dificil explicar ante una criatura que acaba de conocer que provenía de un clan sin escrúpulos, donde el odio era la fuente de todo, ya fuese odio a los humanos, odio a ser mejor guerrero, odio al ser la hija del jefe y ser más hermosa que las demás. Amira recordaba a la pequeña Yasmis, tan solo un poco más pequeña que ella, sus escamas eran más oscuras, sin brillos, más ásperas. Su rostro pasaba a ser más reptil que humano, lo que provocaba a pesar del odio a la otra raza, que Amira fuese más bella que Yasmis, algo que provocó que ambas se enzarzaran en una pelea.
Como le iba a explicar que venía de un poblado de traidores, donde no era sumamente extraño acabar con la vida de uno de los suyos, aunque eso conllevara matar al patriarca del clan. Amira miró al suelo concentrada, dejando que las palabras se soltaran de su boca con un tono casi apagado y desgarrados.-Sssson traidoressss... respondió a su pregunta con una expresión seria.-Por esssso también essstasss en peligro Volvió a advertirle mientras levantaba su mirada hasta cruzarse con la de Akanke.
-No comprendo porque me hasss ayudado volvió a soltar, mientras agarraba su brazo izquierdo y se disponía a darse la vuelta para marchar.Hasssta pronto, curiosssa criatura quiso despedirse de ella e ir reptando hacia un bosque, a donde emprendería el viaje por solitario.
- Off:
- Te dejo que metas una situación repentina, da igual lo que sea, quiero que la armes si es necesario n-n
Amira
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Re: La huida. [Tema libre]
Akanke no dijo nada más mientras la hermosa mujer serpiente reptaba lejos. La observó; su sinuoso andar era hipnotizante. Akanke jamás había visto una criatura así de bella, soberbia y misteriosa. Hasta su sisear era atractivo. Perderla de vista produjo una sensación de tristeza en la centáuride y a la vez, un malestar, un mal sabor en la boca, un hormigueo en el vientre, inquietó a la negra de ojos amarillos.
Si los traidores la querían muerta, no dejarían de buscarla hasta aniquilarla. Y sus escamas tornasol brillaban iridiscentes. ¿Permitiría que aquel ser bello corriera tal peligro? No, debía asegurarse que estuviera a salvo, además, se notaba que ella era un ser único quien tal como ella, había crecido al margen de la civilización "humanizada". De entrar a una villa podría correr incluso más peligro que de encontrarse con los de su especie.
Resopló y pateó el suelo con una de sus patas traseras antes de comenzar a galopar tras Amira. El rastro de la serpiente se adentraba en el bosque. Akanke la rastreaba afanada, pues Amira avanzaba a paso rápido. Aquellos bosques ocultaban peligros que Akanke no conocía y eso se percibía en el aire.
El mal sabor en la boca y los retortijones en el estómago aumentaban, y todo se convirtió en pánico cuando el rastro de Amira terminaba en un revoltijo de huellas con gotas de sangre entremedio, a medio enterrar, encontró una de las brillantes escamas de la mujer serpiente. La centáuride gritó de rabia, apretando la escama en su mano izquierda.
Enfurecida, miró a todos lados buscando varios rastros, esperaba que aquello fuese una escaramuza y que hubiesen tomado caminos separados, pero no, una sola huella fue lo que encontró. Habían atacado a Amira y se la habían llevado. No sabía si eran aquellos que las atacaron en las minas, ya que solo veía una marca de arrastre.
Se lanzó a todo galope, siguiendo la huella. Tenía que encontrar a Amira y salvarla.
Si los traidores la querían muerta, no dejarían de buscarla hasta aniquilarla. Y sus escamas tornasol brillaban iridiscentes. ¿Permitiría que aquel ser bello corriera tal peligro? No, debía asegurarse que estuviera a salvo, además, se notaba que ella era un ser único quien tal como ella, había crecido al margen de la civilización "humanizada". De entrar a una villa podría correr incluso más peligro que de encontrarse con los de su especie.
Resopló y pateó el suelo con una de sus patas traseras antes de comenzar a galopar tras Amira. El rastro de la serpiente se adentraba en el bosque. Akanke la rastreaba afanada, pues Amira avanzaba a paso rápido. Aquellos bosques ocultaban peligros que Akanke no conocía y eso se percibía en el aire.
El mal sabor en la boca y los retortijones en el estómago aumentaban, y todo se convirtió en pánico cuando el rastro de Amira terminaba en un revoltijo de huellas con gotas de sangre entremedio, a medio enterrar, encontró una de las brillantes escamas de la mujer serpiente. La centáuride gritó de rabia, apretando la escama en su mano izquierda.
Enfurecida, miró a todos lados buscando varios rastros, esperaba que aquello fuese una escaramuza y que hubiesen tomado caminos separados, pero no, una sola huella fue lo que encontró. Habían atacado a Amira y se la habían llevado. No sabía si eran aquellos que las atacaron en las minas, ya que solo veía una marca de arrastre.
Se lanzó a todo galope, siguiendo la huella. Tenía que encontrar a Amira y salvarla.
Akanke
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Re: La huida. [Tema libre]
Las palabras se cortaron, como un momento evanescente y lleno de poca gracia, otra el silencio reinaba mientras reptaba bosque adentro, demostrando el brillo de sus escamas verdes al sol, la belleza resurgida de un clan a punto de extinguirse.
Amira, pensó que fue en parte satisfactorio conocer a una criatura tal peculiar y tan importante nada más salir de su territorio, una parte de ella entristecía al tener que despedirse, ya que su frío corazón le daba la corazonada que podrían tener algo relación,una relación sana y poco desconfiada. Una relación que no tratara de matar.
Así casi metamorfoseando con el alrededor del bosque, entre las más puras hojas verdes de los arboles todavía infantes, y aquellos ramajes que a pesar de rápida velocidad hacían que un brusco ruido la detectase, Amira como siempre tan desconfiada, notó un movimiento entre los arbustos muy sospechoso.
Quiso acercarse, quería comprobar si tan solo se trataba de una pequeña criatura, un pequeño conejo, o una ardilla traviesa quizás. Solo una criatura que la tranquilizase de que no se trataba de otro naga que seguía en su búsqueda, o lo más odiado en su pueblo, aquellos seres frágiles llamados "Humanos".
Dejó hacerse caso a la intuición y se acerco por mera curiosidad, cuando fue asaltada por dos figuras bastante fuertes y con forma tan solamente humana, primero cubrieron su hermosa cara con un saco de esparto para que no tuviera visión ante ellos, después aunque la fuerte Amira daba coletazos para derribar a sus adversarios que eran más pequeños que ella, lograron atarla y cortar un trozo de escama.
-Con esto nos darán una buena suma de dinero Loise- Añadió el primer humana lleno de oscuro orgullo.
-Estos seres son horripilantes, hay que tener cuidado que haya más de su especie o no lo contaremos- Respondió el humano Loise arrastrando el hermoso cuerpo de la joven bosque adentro.
No podrían hacerla daño, por más que la inmovilizaban ella no paraba de retorcerse golpeando sin cesar todo lo que encontraba a su paso, así dejando la marca en un árbol de un golpe certero y lo suficientemente fuerte para ser el del un simple humano.
-Hasssj Bag Nassssja- Maldeció en su lengua natal a aquellos indeseables que habían osado tocar su cuerpo. Aquellos humanos pagarían severamente el precio de tocar su hermoso cuerpo, eran seres detestables, débiles, llenos de rencor y traición.
Así mientras la llevaban a un pequeño apartado donde existía mas civilización como ellos, tapando su boca para que no pudiera escupir palabras desconocidas ante unos seres tan primates, en silencio mientras continuaba con su lucha, comenzó a escuchar una conversación entre más de seis personas donde nombraban que querían venderla, otros matarla para comersela, y otros simplemente matar por diversión y repulsión.
Amira deseaba no haberse separado de Akanke.
Amira, pensó que fue en parte satisfactorio conocer a una criatura tal peculiar y tan importante nada más salir de su territorio, una parte de ella entristecía al tener que despedirse, ya que su frío corazón le daba la corazonada que podrían tener algo relación,una relación sana y poco desconfiada. Una relación que no tratara de matar.
Así casi metamorfoseando con el alrededor del bosque, entre las más puras hojas verdes de los arboles todavía infantes, y aquellos ramajes que a pesar de rápida velocidad hacían que un brusco ruido la detectase, Amira como siempre tan desconfiada, notó un movimiento entre los arbustos muy sospechoso.
Quiso acercarse, quería comprobar si tan solo se trataba de una pequeña criatura, un pequeño conejo, o una ardilla traviesa quizás. Solo una criatura que la tranquilizase de que no se trataba de otro naga que seguía en su búsqueda, o lo más odiado en su pueblo, aquellos seres frágiles llamados "Humanos".
Dejó hacerse caso a la intuición y se acerco por mera curiosidad, cuando fue asaltada por dos figuras bastante fuertes y con forma tan solamente humana, primero cubrieron su hermosa cara con un saco de esparto para que no tuviera visión ante ellos, después aunque la fuerte Amira daba coletazos para derribar a sus adversarios que eran más pequeños que ella, lograron atarla y cortar un trozo de escama.
-Con esto nos darán una buena suma de dinero Loise- Añadió el primer humana lleno de oscuro orgullo.
-Estos seres son horripilantes, hay que tener cuidado que haya más de su especie o no lo contaremos- Respondió el humano Loise arrastrando el hermoso cuerpo de la joven bosque adentro.
No podrían hacerla daño, por más que la inmovilizaban ella no paraba de retorcerse golpeando sin cesar todo lo que encontraba a su paso, así dejando la marca en un árbol de un golpe certero y lo suficientemente fuerte para ser el del un simple humano.
-Hasssj Bag Nassssja- Maldeció en su lengua natal a aquellos indeseables que habían osado tocar su cuerpo. Aquellos humanos pagarían severamente el precio de tocar su hermoso cuerpo, eran seres detestables, débiles, llenos de rencor y traición.
Así mientras la llevaban a un pequeño apartado donde existía mas civilización como ellos, tapando su boca para que no pudiera escupir palabras desconocidas ante unos seres tan primates, en silencio mientras continuaba con su lucha, comenzó a escuchar una conversación entre más de seis personas donde nombraban que querían venderla, otros matarla para comersela, y otros simplemente matar por diversión y repulsión.
Amira deseaba no haberse separado de Akanke.
- Traducción:
- Voy a rebanar vuestras cabezas.
Amira
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Re: La huida. [Tema libre]
Akanke avanzaba bosque adentro, segura ya de que Amira estaba en problemas. Encontró una marca profunda en un árbol, notablemente reciente debido a la salvia fresca que brotaba de la herida. Supo que había sido ella, pues un golpe así no lo podría dar un humano. Un par de metros más adelante, encontró un trozo de tela. Se acercó y la olfateó. Era de un hombre, su particular aroma era inconfundible. Había marcado su objetivo* y ya no lo perdería.
Sintió sus sentidos agudizarse; su visión y olfato mejoró notablemente pero su oído era siempre el sentido que mejoraba más cuando se enfocaba en rastrear a una presa. Podía escuchar a los árboles respirar. Avanzó, siguiendo el rastro, hasta que pronto encontró un campamento montado junto a una vertiente -los humanos siempre acampaban junto a una fuente de agua.
Enseguida vio a Amira, estaba amarrada y con la cabeza cubierta, tirada en el suelo revolcándose, siseando con fuerza. Sentía su temor y rabia. Se quedó escondida entre las sombras de los árboles y observarlos. Eran seis, cinco hombres y una mujer. Fue ella quien se dirigió al hombre de la herida y lo llamó Loise. Ese, ese era a quien más gusto le daría matar, pero tendría que analizar bien la situación y su actuar, medirlo con cautela pues ellos eran seis, más que suficientes para sobrepasarla.
-Deberíamos venderla viva, Loise, si la matamos ahora se pudrirá antes de llegar al siguiente pueblo- le decía la mujer -La matamos, la cortamos en trozos y la salamos, así será más fácil llevarla- le decía otro hombre, más jóven y pequeño. -Que no, que en trozos no nos creerán que es una mujer bestia. Además, viva le pueden dar el uso que quieran, eso le aumenta el precio- respondió la mujer mientras Loise se limpiaba la herida y los escuchaba con fastidio. -La amarramos bien y la llevamos viva... Martina tiene razón, viva vale más- decía con hastío.
Esperó un poco. La mujer estaba al pie de la vertiente llenando unas cantimploras junto con el hombre más joven, Loise y otro vigilaban a Amira junto al fuego mientras que los otros dos estaban metiéndose en el bosque... a cagar.
Nunca le gustó atacar cuando el otro tenía la guardia tan baja, le parecía deshonroso, pero la situación le obligaba a ir un poco más allá de lo que le parecía correcto o incorrecto. Así que, con sumo cuidado, haciendo el menor ruido posible, se acercó al hombre desde atrás. Tomándolo de la cabeza, con un movimiento rápido, le dislocó la nuca, matándolo rápido y sin dolor.
Había eliminado a uno, faltaban cinco. Ahora, tendría que esperar a que otro se alejara del grupo e ir eliminándolos uno a uno.
Sintió sus sentidos agudizarse; su visión y olfato mejoró notablemente pero su oído era siempre el sentido que mejoraba más cuando se enfocaba en rastrear a una presa. Podía escuchar a los árboles respirar. Avanzó, siguiendo el rastro, hasta que pronto encontró un campamento montado junto a una vertiente -los humanos siempre acampaban junto a una fuente de agua.
Enseguida vio a Amira, estaba amarrada y con la cabeza cubierta, tirada en el suelo revolcándose, siseando con fuerza. Sentía su temor y rabia. Se quedó escondida entre las sombras de los árboles y observarlos. Eran seis, cinco hombres y una mujer. Fue ella quien se dirigió al hombre de la herida y lo llamó Loise. Ese, ese era a quien más gusto le daría matar, pero tendría que analizar bien la situación y su actuar, medirlo con cautela pues ellos eran seis, más que suficientes para sobrepasarla.
-Deberíamos venderla viva, Loise, si la matamos ahora se pudrirá antes de llegar al siguiente pueblo- le decía la mujer -La matamos, la cortamos en trozos y la salamos, así será más fácil llevarla- le decía otro hombre, más jóven y pequeño. -Que no, que en trozos no nos creerán que es una mujer bestia. Además, viva le pueden dar el uso que quieran, eso le aumenta el precio- respondió la mujer mientras Loise se limpiaba la herida y los escuchaba con fastidio. -La amarramos bien y la llevamos viva... Martina tiene razón, viva vale más- decía con hastío.
Esperó un poco. La mujer estaba al pie de la vertiente llenando unas cantimploras junto con el hombre más joven, Loise y otro vigilaban a Amira junto al fuego mientras que los otros dos estaban metiéndose en el bosque... a cagar.
Nunca le gustó atacar cuando el otro tenía la guardia tan baja, le parecía deshonroso, pero la situación le obligaba a ir un poco más allá de lo que le parecía correcto o incorrecto. Así que, con sumo cuidado, haciendo el menor ruido posible, se acercó al hombre desde atrás. Tomándolo de la cabeza, con un movimiento rápido, le dislocó la nuca, matándolo rápido y sin dolor.
Había eliminado a uno, faltaban cinco. Ahora, tendría que esperar a que otro se alejara del grupo e ir eliminándolos uno a uno.
- USO DE HABILIDAD:
- Uso de habilidad de nivel 0 "Objetivo Marcado".
Akanke
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Re: La huida. [Tema libre]
Que necios y tan descarados eran aquellos seres llamados" humanos ". Tan solo sabían parlotear como verdugos del destino de Amira, en como desgarrarían su piel y la cortarían en rodajas como si de un alimento se tratase, como un simple ganado que cría y alimenta sin ser conscientes de la reliquia que tenían ante sus ojos.
Por suerte, mientras el pulso frío de la princesa se aceleraba y trataba de moverse más fuerte para liberarse de las ataduras, su respiración se aceleraba cuando notó pasos de sus opresores pasando por su lado, hacia el bosque.-Tened cuidado no vaya a ser que os coman el culo Bromeó el humano Loise a dos de ellos que ya entraban en el mismo bosque. Uno de ellos se acercó a aquella hermosa criatura mirando con atención cada y una de las escamas .-¿Entonces se la vendemos al conde Bran? Cuestionó a su compañero Loise mientras la mujer y el más joven fueron a rellenar las cantimploras a la vertiente.-Eso teníamos pensado, realmente dar con una de su especie y capturarla es todo un logro. Nos darán una cantidad inmensa por su cabeza viva. Añadió Loise mientras se entretenía atizando el fuego de la acampada.
Jack soltó una risotada y aprovecho para acariciar sus escamas cuando ella dejó de revolverse.-Esta muerta de miedo, mírala. Se burlaba, mientras restregaba aquellas sudorosas manos, la tocaba con aquellos sucios dedos presumiendo de ello,alzando una victoria insistente en la que los humanos dominaban a todas las criaturas. Sucia y furiosa, Amira enrollo veloz su cola alrededor de aquel humano tratando de asfixiarle .
Los ahogos del humano alarmaron a su compañero que se levantó sin pensarlo de la hoguera y desenfundo su arma con la intención de matarla.-Nadie sssssse pone ante mi , nadie me sssssssomete¡SSSSSUCIO HUMANO! Vociferó con violencia.
Con suerte los demás no se habrían dado cuenta y la preciosa Amira, tendría una pequeña oportunidad.
Por suerte, mientras el pulso frío de la princesa se aceleraba y trataba de moverse más fuerte para liberarse de las ataduras, su respiración se aceleraba cuando notó pasos de sus opresores pasando por su lado, hacia el bosque.-Tened cuidado no vaya a ser que os coman el culo Bromeó el humano Loise a dos de ellos que ya entraban en el mismo bosque. Uno de ellos se acercó a aquella hermosa criatura mirando con atención cada y una de las escamas .-¿Entonces se la vendemos al conde Bran? Cuestionó a su compañero Loise mientras la mujer y el más joven fueron a rellenar las cantimploras a la vertiente.-Eso teníamos pensado, realmente dar con una de su especie y capturarla es todo un logro. Nos darán una cantidad inmensa por su cabeza viva. Añadió Loise mientras se entretenía atizando el fuego de la acampada.
Jack soltó una risotada y aprovecho para acariciar sus escamas cuando ella dejó de revolverse.-Esta muerta de miedo, mírala. Se burlaba, mientras restregaba aquellas sudorosas manos, la tocaba con aquellos sucios dedos presumiendo de ello,alzando una victoria insistente en la que los humanos dominaban a todas las criaturas. Sucia y furiosa, Amira enrollo veloz su cola alrededor de aquel humano tratando de asfixiarle .
Los ahogos del humano alarmaron a su compañero que se levantó sin pensarlo de la hoguera y desenfundo su arma con la intención de matarla.-Nadie sssssse pone ante mi , nadie me sssssssomete¡SSSSSUCIO HUMANO! Vociferó con violencia.
Con suerte los demás no se habrían dado cuenta y la preciosa Amira, tendría una pequeña oportunidad.
Amira
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Re: La huida. [Tema libre]
Akanke era una sombra entre los árboles. Los humanos no se percataban de la presencia de la enorme centáuride. Aquello siempre causó curiosidad a la mujer caballo; los humanos eran tan distraídos que no se percataban de la presencia que los vigilaba. Ni siquiera tenía que ser cuidadosa, ellos simplemente no tenían el oído, ni el olfato, ni la vista para percibir los seres a su alrededor. Quizás se sentían demasiado superiores e intocables, quizás era que no creían que existiesen seres que se atrevieran a tocarles. O simplemente eran tontos.
Akanke simplemente los rondó, esperando a que se separaran y bajaran la guardia lo suficiente como para atacarlos. Pero Amira actuó mucho antes de que el momento que la centáuride esperaba llegase, obligándola a salir de entre las sombras y atacar. De un salto, cayó sobre el tipo que apresaba Amira con su cola y lo atravesó con el lado en punta de su báculo, entrando por la espalda y saliendo por el pecho. Rápidamente cortó las cuerdas que amarraban a Amira, liberándola.
Miró a Amira de reojo y habló -Yo mato a Loise- le dijo tirando de su brazo para levantarla del piso, justo cuando sintió que un hombre se lanzaba sobre ellas. Akanke se giró, desilusionada, vio que no era Louise, era otro el hombre quien alzaba su cuchillo en su contra. Con un barrido de su báculo a la altura de los tobillos, Akanke tiró al hombre al piso y sin dificultad lo finiquitó de un solo y certero golpe de su hoz. Ella ni se inmutó, su expresión no cambió, no tuvo ni un solo gesto de piedad o remordimiento.
Akanke simplemente los rondó, esperando a que se separaran y bajaran la guardia lo suficiente como para atacarlos. Pero Amira actuó mucho antes de que el momento que la centáuride esperaba llegase, obligándola a salir de entre las sombras y atacar. De un salto, cayó sobre el tipo que apresaba Amira con su cola y lo atravesó con el lado en punta de su báculo, entrando por la espalda y saliendo por el pecho. Rápidamente cortó las cuerdas que amarraban a Amira, liberándola.
Miró a Amira de reojo y habló -Yo mato a Loise- le dijo tirando de su brazo para levantarla del piso, justo cuando sintió que un hombre se lanzaba sobre ellas. Akanke se giró, desilusionada, vio que no era Louise, era otro el hombre quien alzaba su cuchillo en su contra. Con un barrido de su báculo a la altura de los tobillos, Akanke tiró al hombre al piso y sin dificultad lo finiquitó de un solo y certero golpe de su hoz. Ella ni se inmutó, su expresión no cambió, no tuvo ni un solo gesto de piedad o remordimiento.
Akanke
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Re: La huida. [Tema libre]
Escuchó un quejido, el sonido de la carne atravesada por algo tan potente para apagar sus funciones vitales,el cuerpo de aquel miserable se caía en un segundo desenganchándose de su larga cola, ahí lo dejó tirado en el mismo suelo cuando notó que las cuerdas que la apresaban con fuerza y quitaban su más apreciaba libertad se rompían.-Osss mataré Rechistó mientras se soltaba y se sacaba el saco de la cabeza.
La sorpresa fue cuando retiro aquel trozo de esparto de su cabeza y sus ojos volvieron a ver a la hermosa centauride otra vez a su lado,desde el mismo suelo por una vez Amira se encontraba bajo la presencia de otro ser, por primera vez otro ser mostraba algo de afecto hacia ella como para ayudarla por segunda vez,y no solo eso, por muy a su pesar y por más que clavara sus colmillos fuertes contra sus labios gruesos, era la primera vez que le debía algo a alguien.
Tomó la mano de Akanke un poco asqueada, como mostrando poco agradecimiento por el hecho de haberle salvado la vida. Quizás una criatura tan letal como ella estaba totalmente segura que habría acabado con cada uno de ellos, pero le asqueaba la idea de sentir la mínima muestra de afecto hacia otra criatura, vivía para matar, para odiar a los débiles, para someter bajo su poder.
Observó el brazo firme de Akanke sosteniendo el báculo apuntando hacia el humano que se hacia llamar Loise, sentía la ira de Akanke corriendo por sus venas, sus ojos marcadas por las venas, y la mandíbula marcada y clavada con fuerza.-No me dess ordenesss, elloss ssssson mi pressssa Habló tajante mientras clavaba su mirada en Loise desafiante, comenzando a mover su cola en forma de jugueteo, como la serpiente que parece hipnotizada por los movimientos de un domador, así se sentía atraída con la idea de sentir la sangre de aquel humano brotar tras su delicada piel.
Tomó el dedo indice de su mano derecha a su labio y reptando tan solo unos escasos metros escuchó el sonido de otro de los humanos interrumpiendo.-¿Qué? ¿Loise? Cuestionaba anonadado ojeando que también se encontraba Akanke en acción.-.- ¿Un centauro esta ayudando a este monstruo? No podría terminar de creer todo lo que estaba viendo,mientras Loise su compañero, soltó un grito furioso hacia él.-¡LLAMA A LOS DEMÁS INSENSATO! Dando Alarma a los otros dos restantes.
-Nunca le miressss a losss ojosss a una ssssserpiente El deseo se apoderaba sobre ella mientras su mirada se volvía de una expresión pétrea. Sin dejar de tener a vista a aquel humano llamado Loise, atrapó con su larga cola al otro humano a la altura de sus rodillas, y poco a poco iba invadiendo su cuerpo hasta inmovilizarlo,fue un movimiento veloz y demasiado brusco hasta que alzó su cuerpo y golpeó sin piedad contra el suelo hasta que el mismo rostro quedará irreconocible.
-Mássssss hermosssso asssí soltó una risotada divertida.
Desenrolló su cuerpo de aquel detestable y sintió los pasos de los demás acercarse.-Sssssi vassss a matarle,
al menosss sssssacale losss ojossss Miró de reojo a Akanke sin mostrar emociones.-Ssssson deliciossssosss Añadió con picardia mientras se dirigió hacia el bosque en busca de los otros tres restantes, tenía ansias de venganza, quería cometer una danza de sangre.
La sorpresa fue cuando retiro aquel trozo de esparto de su cabeza y sus ojos volvieron a ver a la hermosa centauride otra vez a su lado,desde el mismo suelo por una vez Amira se encontraba bajo la presencia de otro ser, por primera vez otro ser mostraba algo de afecto hacia ella como para ayudarla por segunda vez,y no solo eso, por muy a su pesar y por más que clavara sus colmillos fuertes contra sus labios gruesos, era la primera vez que le debía algo a alguien.
Tomó la mano de Akanke un poco asqueada, como mostrando poco agradecimiento por el hecho de haberle salvado la vida. Quizás una criatura tan letal como ella estaba totalmente segura que habría acabado con cada uno de ellos, pero le asqueaba la idea de sentir la mínima muestra de afecto hacia otra criatura, vivía para matar, para odiar a los débiles, para someter bajo su poder.
Observó el brazo firme de Akanke sosteniendo el báculo apuntando hacia el humano que se hacia llamar Loise, sentía la ira de Akanke corriendo por sus venas, sus ojos marcadas por las venas, y la mandíbula marcada y clavada con fuerza.-No me dess ordenesss, elloss ssssson mi pressssa Habló tajante mientras clavaba su mirada en Loise desafiante, comenzando a mover su cola en forma de jugueteo, como la serpiente que parece hipnotizada por los movimientos de un domador, así se sentía atraída con la idea de sentir la sangre de aquel humano brotar tras su delicada piel.
Tomó el dedo indice de su mano derecha a su labio y reptando tan solo unos escasos metros escuchó el sonido de otro de los humanos interrumpiendo.-¿Qué? ¿Loise? Cuestionaba anonadado ojeando que también se encontraba Akanke en acción.-.- ¿Un centauro esta ayudando a este monstruo? No podría terminar de creer todo lo que estaba viendo,mientras Loise su compañero, soltó un grito furioso hacia él.-¡LLAMA A LOS DEMÁS INSENSATO! Dando Alarma a los otros dos restantes.
-Nunca le miressss a losss ojosss a una ssssserpiente El deseo se apoderaba sobre ella mientras su mirada se volvía de una expresión pétrea. Sin dejar de tener a vista a aquel humano llamado Loise, atrapó con su larga cola al otro humano a la altura de sus rodillas, y poco a poco iba invadiendo su cuerpo hasta inmovilizarlo,fue un movimiento veloz y demasiado brusco hasta que alzó su cuerpo y golpeó sin piedad contra el suelo hasta que el mismo rostro quedará irreconocible.
-Mássssss hermosssso asssí soltó una risotada divertida.
Desenrolló su cuerpo de aquel detestable y sintió los pasos de los demás acercarse.-Sssssi vassss a matarle,
al menosss sssssacale losss ojossss Miró de reojo a Akanke sin mostrar emociones.-Ssssson deliciossssosss Añadió con picardia mientras se dirigió hacia el bosque en busca de los otros tres restantes, tenía ansias de venganza, quería cometer una danza de sangre.
Amira
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Re: La huida. [Tema libre]
La mujer serpiente era fría al tacto. Y como persona también. No mostró ni un poquito de agradecimiento, no esbozó ni media sonrisa al ver a Akanke. Pero Akanke sí sonrió al ver a Amira salva, algo magullada y despeinada, pero viva e igual de altiva. Aquella mujer con cola de serpiente podía ser muy arrogante y pretendía ser independiente, que no necesitaba a nadie, pero no era así y Akanke lo sabía. Aquella chica estaba más asustada que aquella mujer humana que las miraba horrorizada, inmóvil del pánico que sentía al ver como dos de ellos caían muertos en instantes en manos de aquellas mujeres bestiales.
-¡Monstruos!- gritó el joven que venía corriendo, dejando atrás a la mujer. ¿Por qué le decía así? Ella no era un monstruo, ¡ellos eran los monstruos! Ellos se relamían de pensar en cómo podrían sacar más dinero del cuerpo de Amira. Eran ellos los que no dudarían en amarrar y torturar a Akanke, como otros de su especie ya lo habían hecho antes. No, ellas no eran monstruos, ellos sí.
-Está bueno. Loise, tuyo- le dijo a Amira antes lanzarse a galope sobre el chico que empuñaba un largo cuchillo a modo de arma. La hoja metálica chocó contra uno de los cascos de Akanke, quien intentó golpear al muchacho con su báculo, haciendo un barrido a la altura de la cabeza de este. Él lo esquivó con agilidad y saltó sobre ella, buscando apuñalarla en el pecho. Akanke logró rechazarlo con su báculo y empujarlo, pero él, con esa energía y vitalidad del hombre joven, rebotó en el piso y volvió a arremeter contra la centáuride.
Hacía tiempo no encontraba un oponente que le diera pelea, uno que fuese difícil de derrotar. A pesar de su estado físico y habilidad, el humano tenía una desventaja: su juventud. Era impulsivo y no medía bien sus movimientos, descubriendo su pecho en muchos movimientos. Akanke lo notó y se aprovechó de ello, logrando clavar el extremo en punta de su báculo en su pecho, atravesando su esternón.
Quedóse quieto el muchacho, mirando con angustia al rostro fiero de Akanke. Sus ojos amarillos brillaban con la satisfacción que le causaba el terminar con una de esas vidas despreciables. Escupió sangre y poco a poco se apagó su mirada. Al fondo, el grito desesperado de la mujer que rompía en histérico llanto. El muchacho caía al suelo y lo último que veía era las patas fuertes de Akanke que arrancaban a correr tras la mujer que se adentraba gritando en el bosque.
-¡Monstruos!- gritó el joven que venía corriendo, dejando atrás a la mujer. ¿Por qué le decía así? Ella no era un monstruo, ¡ellos eran los monstruos! Ellos se relamían de pensar en cómo podrían sacar más dinero del cuerpo de Amira. Eran ellos los que no dudarían en amarrar y torturar a Akanke, como otros de su especie ya lo habían hecho antes. No, ellas no eran monstruos, ellos sí.
-Está bueno. Loise, tuyo- le dijo a Amira antes lanzarse a galope sobre el chico que empuñaba un largo cuchillo a modo de arma. La hoja metálica chocó contra uno de los cascos de Akanke, quien intentó golpear al muchacho con su báculo, haciendo un barrido a la altura de la cabeza de este. Él lo esquivó con agilidad y saltó sobre ella, buscando apuñalarla en el pecho. Akanke logró rechazarlo con su báculo y empujarlo, pero él, con esa energía y vitalidad del hombre joven, rebotó en el piso y volvió a arremeter contra la centáuride.
Hacía tiempo no encontraba un oponente que le diera pelea, uno que fuese difícil de derrotar. A pesar de su estado físico y habilidad, el humano tenía una desventaja: su juventud. Era impulsivo y no medía bien sus movimientos, descubriendo su pecho en muchos movimientos. Akanke lo notó y se aprovechó de ello, logrando clavar el extremo en punta de su báculo en su pecho, atravesando su esternón.
Quedóse quieto el muchacho, mirando con angustia al rostro fiero de Akanke. Sus ojos amarillos brillaban con la satisfacción que le causaba el terminar con una de esas vidas despreciables. Escupió sangre y poco a poco se apagó su mirada. Al fondo, el grito desesperado de la mujer que rompía en histérico llanto. El muchacho caía al suelo y lo último que veía era las patas fuertes de Akanke que arrancaban a correr tras la mujer que se adentraba gritando en el bosque.
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Re: La huida. [Tema libre]
No pudeo terminar de cruzar los árboles y encontró las palabras más dulces que podría dedicarle la centáuride. Esta bueno, Loise, tuyo" y los ojos penetrantes de la niña de la Luna y la Sangre, se dilataron del placer que recorría en cada una de sus escamas.
Fue solo un brinco hacia aquel humano que se hacia llamar Loise, mientras permanecía quieto apuntando con una vieja hacha y sus manos le delataban inquietas.
Algo veloz, casi sin ruido, enrolló su cola sobre el cuerpo del humano apretando levemente.
-¿Qué harásssss cuendo te arranque essssa sssssebosaaaaa cabeza?-
- ¡Aparta tu sucia cola!- Gritaba tratando de ahogar el dolor al humano.
-No sssssssufras, pronto perecerásssssss como lossss demássssss-
-¡SOCORRRRO!-
Las escamas se fueron endureciendo levemente, primero hasta marcalas en su piel, después de la sangre pasó a pequeños pedazos de algún hueso fusionado con los llantos de aquel indeseable.
Solo sabía llorar, suplicar por su patética vida. cuando había estado durante tanto tiempo cortando a gente de su clan.
No existía la piedad, de hecho aborrecía que un ser que aparentaba ser tan bravucón se deshiciera entre sus llantos. No merecía esa vida.
Lo miraba con rabia. Como observaba en algunas escarmientas a los suyos, dejando que se volviera fría y distante. Así decidió arrancar de un bocado su sufrimiento. Era realmente cierto que la nariz y los ojos humanos eran deliciosos, era un manjar que debió haber catado hacía tiempo. Lástima que no saliera de aquel agujero del infierno antes.
Dejó caer el cuerpo del humano desfigurado y lamió las yemas de sus dedos con toda la delicadeza. Aprovechando hasta el mínimo centímetro de sangre, sin percatarse que su propio rostro también estaba manchado. Era una obra de arte.
Fue solo un brinco hacia aquel humano que se hacia llamar Loise, mientras permanecía quieto apuntando con una vieja hacha y sus manos le delataban inquietas.
Algo veloz, casi sin ruido, enrolló su cola sobre el cuerpo del humano apretando levemente.
-¿Qué harásssss cuendo te arranque essssa sssssebosaaaaa cabeza?-
- ¡Aparta tu sucia cola!- Gritaba tratando de ahogar el dolor al humano.
-No sssssssufras, pronto perecerásssssss como lossss demássssss-
-¡SOCORRRRO!-
Las escamas se fueron endureciendo levemente, primero hasta marcalas en su piel, después de la sangre pasó a pequeños pedazos de algún hueso fusionado con los llantos de aquel indeseable.
Solo sabía llorar, suplicar por su patética vida. cuando había estado durante tanto tiempo cortando a gente de su clan.
No existía la piedad, de hecho aborrecía que un ser que aparentaba ser tan bravucón se deshiciera entre sus llantos. No merecía esa vida.
Lo miraba con rabia. Como observaba en algunas escarmientas a los suyos, dejando que se volviera fría y distante. Así decidió arrancar de un bocado su sufrimiento. Era realmente cierto que la nariz y los ojos humanos eran deliciosos, era un manjar que debió haber catado hacía tiempo. Lástima que no saliera de aquel agujero del infierno antes.
Dejó caer el cuerpo del humano desfigurado y lamió las yemas de sus dedos con toda la delicadeza. Aprovechando hasta el mínimo centímetro de sangre, sin percatarse que su propio rostro también estaba manchado. Era una obra de arte.
Amira
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Re: La huida. [Tema libre]
Atrás se escuchaban los desgarradores gritos de Loise. Esos ahogados, sordos gritos que se iban apagando a medida que la muerte lo lo abrazaba de una manera dolorosa, tal como lo merecía ese desgraciado. Akanke sonrió, orgullosa de la mujer serpiente. Apretó el paso, si no se daba prisa, la mujer que escapaba daría aviso a más humanos y eso sería un terrible inconveniente para ambas. Debía capturarla pronto y silenciarla, urgentemente.
Con sus patas poderosas, pronto alcanzó a la mujer, que gritaba histérica. Si seguía así, con esos gritos insoportables, la escucharían hasta Beltrexus. Akanke la atrapó al vuelo, tomándola por un brazo y arrastrándola unos metros. -Callar- le decía mientras le trataba de tapar la boca con una mano -Shhh... shhh... callar- le decía, pero la mujer estaba tan asustada, que no escuchaba nada.
Akanke volteó los ojos, definitivamente, no se iba a callar. Con una mano, le tapó la nariz y con la otra le cerró la boca con fuerza, ahogándola. La mujer se sacudía, intentando en vano zafarse de Akanke, quien estaba arrodillada sobre ella para que no se le escapara mientras la ahogaba. La asfixia llegó pronto, los ojos de la mujer, abiertos de par en par, se pusieron rojos mientras palidecía. Tras unos minutos, la mujer dejó de patear y de luchar, con su mirada fija en el rostro de Akanke, la centáuride pudo ver cómo la vida se apagaba hasta desvanecer.
Se levantó y la dejó ahí, con los ojos abiertos al cielo. Sin remordimiento alguno, se alejó. Más que avergonzada por haber quitado una vida, se sentía bien consigo misma; eran vidas de parásitos despreciables, que nada aportaban a su mundo. Era como si hubiese extirpado unas garrapatas. ¿Quién no se siente feliz de matar garrapatas?
Tranquilamente regresó con Amira, quien se relamía los dedos. La miró con asco. ¡Se había comido partes del humano! -Argh...- soltó un ruido torciendo la boca -Sangre en la cara- le dijo, señalando las manchas que tenía en el rostro. -Irnos, tenemos irnos, aquí no hay seguro- le dijo y comenzó a caminar río arriba.
Con sus patas poderosas, pronto alcanzó a la mujer, que gritaba histérica. Si seguía así, con esos gritos insoportables, la escucharían hasta Beltrexus. Akanke la atrapó al vuelo, tomándola por un brazo y arrastrándola unos metros. -Callar- le decía mientras le trataba de tapar la boca con una mano -Shhh... shhh... callar- le decía, pero la mujer estaba tan asustada, que no escuchaba nada.
Akanke volteó los ojos, definitivamente, no se iba a callar. Con una mano, le tapó la nariz y con la otra le cerró la boca con fuerza, ahogándola. La mujer se sacudía, intentando en vano zafarse de Akanke, quien estaba arrodillada sobre ella para que no se le escapara mientras la ahogaba. La asfixia llegó pronto, los ojos de la mujer, abiertos de par en par, se pusieron rojos mientras palidecía. Tras unos minutos, la mujer dejó de patear y de luchar, con su mirada fija en el rostro de Akanke, la centáuride pudo ver cómo la vida se apagaba hasta desvanecer.
Se levantó y la dejó ahí, con los ojos abiertos al cielo. Sin remordimiento alguno, se alejó. Más que avergonzada por haber quitado una vida, se sentía bien consigo misma; eran vidas de parásitos despreciables, que nada aportaban a su mundo. Era como si hubiese extirpado unas garrapatas. ¿Quién no se siente feliz de matar garrapatas?
Tranquilamente regresó con Amira, quien se relamía los dedos. La miró con asco. ¡Se había comido partes del humano! -Argh...- soltó un ruido torciendo la boca -Sangre en la cara- le dijo, señalando las manchas que tenía en el rostro. -Irnos, tenemos irnos, aquí no hay seguro- le dijo y comenzó a caminar río arriba.
Akanke
Sacerdotisa del Templo de los Monos
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Re: La huida. [Tema libre]
Disfrutaba del momento. Como un cachorro al que le dejan su primera presa y agarraba con sumo aprieto con la intención de no soltarlo nunca, Amira era la cazadora que cogía aire mientras sus escamas se abrían , notando el escalofrío recorriendo cada milimetro de su monstruoso ser.
Akanke regreso después de un breve momento y allí la observó saboreando su victoria. Las escorias habían sido aniquiladas,y la centauroide la observaba con asco por querer saborear su sangre, algo que por mucho odio que los tuviera no comprendería. Siempre el flujo caliente de la sangre, ese pequeño sabor a hierro frío, la pequeña sensación gorgorteando en su garganta. Amira solamente se limito a soltar una risita siseante mientras apartaba su pelo hacia atrás con cierta sensualidad.
-Essssta bien, pero no me acerquessss a aldeasss de essstosss inssssssectosssss Afirmó mientras serpenteaba detrás de sus huellos justo río arriba.
El agua corría con fuerza, el sonido de la naturaleza era lo más encantador que había podido escuchar desde que salió de aquella mugrienta mina, por aquellos interminables tuneles donde no hace tanto tiempo el ruido de las excavaciones alteraban la paz de su pequeño clan. Tan solo se limito a seguirla, después de todo aquella criatura había sido noble y parecía tener afinidades con ella, aunque con el tiempo tendría que enseñarla el poder de sus manos, aprovechar el verdadero sabor de la sangre y sobre todo, la supervivencia ante una raza tan denigrante e inferior.
-¿Donde viajarasss Akanke? Preguntó clavando sus hermosos ojos en aquellos tan llamativos y amarillos que portaba aquella que solo podría llamar por ese mismo momento "Amiga".-Tú me ssssseríasss de gran ayuda , Mujer Sssssol
Akanke regreso después de un breve momento y allí la observó saboreando su victoria. Las escorias habían sido aniquiladas,y la centauroide la observaba con asco por querer saborear su sangre, algo que por mucho odio que los tuviera no comprendería. Siempre el flujo caliente de la sangre, ese pequeño sabor a hierro frío, la pequeña sensación gorgorteando en su garganta. Amira solamente se limito a soltar una risita siseante mientras apartaba su pelo hacia atrás con cierta sensualidad.
-Essssta bien, pero no me acerquessss a aldeasss de essstosss inssssssectosssss Afirmó mientras serpenteaba detrás de sus huellos justo río arriba.
El agua corría con fuerza, el sonido de la naturaleza era lo más encantador que había podido escuchar desde que salió de aquella mugrienta mina, por aquellos interminables tuneles donde no hace tanto tiempo el ruido de las excavaciones alteraban la paz de su pequeño clan. Tan solo se limito a seguirla, después de todo aquella criatura había sido noble y parecía tener afinidades con ella, aunque con el tiempo tendría que enseñarla el poder de sus manos, aprovechar el verdadero sabor de la sangre y sobre todo, la supervivencia ante una raza tan denigrante e inferior.
-¿Donde viajarasss Akanke? Preguntó clavando sus hermosos ojos en aquellos tan llamativos y amarillos que portaba aquella que solo podría llamar por ese mismo momento "Amiga".-Tú me ssssseríasss de gran ayuda , Mujer Sssssol
Amira
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Re: La huida. [Tema libre]
Akanke miró de reojo a la mujer serpiente. Luego de verla comer con tanta satisfacción la carne humana, su compañía la puso nerviosa. Era fuerte y carnívora, una combinación que no debían tener aquellos a quien llamaba "amigos". Ante su última pregunta, se limitó a encogerse de hombros -Lejos- respondió, manteniendo el curso fijado: hacia adelante.
No pretendía llevarla a una aldea de humanos, Akanke solo se acercaba a ellos cuando necesitaba algún enser. -Primero, comida- dijo, señalando los arbustos con frutas, aún inmaduras. No sabía qué comía exactamente la serpiente, pero ella, así como su clan, era nómada recolectora y, si tenía el chance de armar un campamento, podría cocinar algún guiso o tortilla. Pero no tenía con qué, así que se limitaría a las frutas y hierbas que encontrara en el camino.
El día ya había avanzado mucho y ella no había probado bocado, ni bebido nada, habiendo gastado tanta energía, se sentía agotada. Avanzaron unos metros más, hasta que el estómago de la centáuride la delató, haciendo un sonido bestial. Se detuvo y miró avergonzada a Amira -...pero... también descanso- dijo, adentrándose un poco más en el bosque. Encontró un arbusto con frutos maduros, los tomó y olfateó, corría el riesgo de que fuesen venenosos, se los mostró a Amira -¿Tú conoces?- le preguntó antes de probarlos.
Akanke se había relajado, pensando que el peligro de las minas ya no las perseguía más.
No pretendía llevarla a una aldea de humanos, Akanke solo se acercaba a ellos cuando necesitaba algún enser. -Primero, comida- dijo, señalando los arbustos con frutas, aún inmaduras. No sabía qué comía exactamente la serpiente, pero ella, así como su clan, era nómada recolectora y, si tenía el chance de armar un campamento, podría cocinar algún guiso o tortilla. Pero no tenía con qué, así que se limitaría a las frutas y hierbas que encontrara en el camino.
El día ya había avanzado mucho y ella no había probado bocado, ni bebido nada, habiendo gastado tanta energía, se sentía agotada. Avanzaron unos metros más, hasta que el estómago de la centáuride la delató, haciendo un sonido bestial. Se detuvo y miró avergonzada a Amira -...pero... también descanso- dijo, adentrándose un poco más en el bosque. Encontró un arbusto con frutos maduros, los tomó y olfateó, corría el riesgo de que fuesen venenosos, se los mostró a Amira -¿Tú conoces?- le preguntó antes de probarlos.
Akanke se había relajado, pensando que el peligro de las minas ya no las perseguía más.
Akanke
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Re: La huida. [Tema libre]
Recibió simplemente una respuesta seca por parte de la centauride mientras que continuaban río arriba. Amira decidió no soltar ninguna palabra más por el momento, realmente la relación que ambas establecían se ha vuelto un poco peculiar en las últimas horas, y todo se calmó de una manera un tanto brusca.
El paseo se estaba volviendo demasiado tranquilo. Akanke menciono el hecho de que necesitaban comida mientras observaba algo que Amira conocía, estaba sujeto aquellas zarzas y bayas que dificultaban el camino. Amira no entendía como un estomago podía alimentarse tan solamente de aquello cuando en su misma raza se llegaban a estrangular y devorar entre ellos.-Comida, ssssi claro. Afirmó casi sin interés mientras meditaba que quizás ya era hora de partir por su propio rumbo, una criatura tan venenosa y potente como se sentía ella, no era una gran compañía ni el hombro para llorar de ninguna criatura.
El estomago de ella sonó como una fiera a punto de atacar-Desssscansar, assssi essss. Respondió mientras Akanke tomaba lo de aquellas bayas en sus grandes y rudas manos.
-No conozco que esss, en mi clan ssssolo devoramossss intrussssosss o nuessstrasss criasss. Comentó mientras arrancaba aquello que tenía una forma circular , observaba cada detalle , el color rojizo que lo caracterizaba, su olor dulce y poco común a sus fosas nasales, y lo metió con curiosidad en su boca para descubrir que sabor potentaba. Era acido, abrasante y pegadizo en su lengua, un sabor muy desagradable para alguien que solo estaba acostumbrada a la carne.- ¡Por Apofisss! ¡Esssto sabe peor que losss ssssabioss de mi clan. Referiendose a los más ancianos que daban por comida llegado a una cierta edad.
Escupió el fruto en el suelo, compartiendo su cara de sufrimiento al recordar dicho sabor, y decidió alejarse de las bayas decepcionada por lo que Akanke llamaba "Comida".-Necessssitasss otra alimentación Saltó resignada hacia la centauride con una pequeña muesca de orgullo.
El paseo se estaba volviendo demasiado tranquilo. Akanke menciono el hecho de que necesitaban comida mientras observaba algo que Amira conocía, estaba sujeto aquellas zarzas y bayas que dificultaban el camino. Amira no entendía como un estomago podía alimentarse tan solamente de aquello cuando en su misma raza se llegaban a estrangular y devorar entre ellos.-Comida, ssssi claro. Afirmó casi sin interés mientras meditaba que quizás ya era hora de partir por su propio rumbo, una criatura tan venenosa y potente como se sentía ella, no era una gran compañía ni el hombro para llorar de ninguna criatura.
El estomago de ella sonó como una fiera a punto de atacar-Desssscansar, assssi essss. Respondió mientras Akanke tomaba lo de aquellas bayas en sus grandes y rudas manos.
-No conozco que esss, en mi clan ssssolo devoramossss intrussssosss o nuessstrasss criasss. Comentó mientras arrancaba aquello que tenía una forma circular , observaba cada detalle , el color rojizo que lo caracterizaba, su olor dulce y poco común a sus fosas nasales, y lo metió con curiosidad en su boca para descubrir que sabor potentaba. Era acido, abrasante y pegadizo en su lengua, un sabor muy desagradable para alguien que solo estaba acostumbrada a la carne.- ¡Por Apofisss! ¡Esssto sabe peor que losss ssssabioss de mi clan. Referiendose a los más ancianos que daban por comida llegado a una cierta edad.
Escupió el fruto en el suelo, compartiendo su cara de sufrimiento al recordar dicho sabor, y decidió alejarse de las bayas decepcionada por lo que Akanke llamaba "Comida".-Necessssitasss otra alimentación Saltó resignada hacia la centauride con una pequeña muesca de orgullo.
Amira
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Re: La huida. [Tema libre]
Akanke alzó una ceja al ver la reacción de Amira. Sintió desconfianza de las bayas, pero, tras ver que aparte de su mal sabor no eran venenosas, las echó a su boca y masticó. Eran ácidas y algo gomosas, pero tenían un dulce sabor y su jugo era fresco. Eran deliciosas. ¿Por qué no le gustaban a la serpiente?
Los hábitos de alimentación de los de la especie de Amira eran horribles -¿Comiemdo hijos?- preguntó con la boca llena, mientras echaba más bayas a su boca. -Yo no comiendo carne- dijo -negando con la cabeza -En... cómo dice... ¿fiesta? Solo fiesta comiendo carne- dijo, echándose junto al arbusto cargado de frutos maduros. No se iba a levantar de ahí hasta terminar de comer. Dejó su báculo al alcance, teniendo en cuenta que Amira era carnívora y ella estaba en una posición poco ventajosa.
Akanke no era muy conversadora, pero el momento tranquilo permitía algo parecido a una charla distendida -¿Por qué huyendo?- le preguntó a la serpiente, mirándola con su rostro de inocencia. Con esa actitud tranquila y pasiva, Akanke podía lucir angelical. No era muy común que eso ocurriera.
Los hábitos de alimentación de los de la especie de Amira eran horribles -¿Comiemdo hijos?- preguntó con la boca llena, mientras echaba más bayas a su boca. -Yo no comiendo carne- dijo -negando con la cabeza -En... cómo dice... ¿fiesta? Solo fiesta comiendo carne- dijo, echándose junto al arbusto cargado de frutos maduros. No se iba a levantar de ahí hasta terminar de comer. Dejó su báculo al alcance, teniendo en cuenta que Amira era carnívora y ella estaba en una posición poco ventajosa.
Akanke no era muy conversadora, pero el momento tranquilo permitía algo parecido a una charla distendida -¿Por qué huyendo?- le preguntó a la serpiente, mirándola con su rostro de inocencia. Con esa actitud tranquila y pasiva, Akanke podía lucir angelical. No era muy común que eso ocurriera.
Akanke
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