[CERRADO] Enfrentamiento de Venganzas... [Libre] [1/1] [Interpretativo]

Permanecí mirando hacia el techo, con los ojos cerrados mientras el vampiro hablaba, podía oír por el rumor de sus pasos como se alejaba, sentir el aroma de algo frutal, y sus palabras con claridad. Tampoco era que necesitara de verlo en tal banal conversación.
De nuevo se acercó, demasiado para mi gusto, una manía que había demostrado en varias ocasiones pese el corto tiempo que habíamos compartido juntos.

-¿Es común entre los tuyos acercarse tanto a sus interlocutores o es un problema propio con el espacio personal de los demás?.- Pregunte con toda la educación de la que fui capaz, y con la misma amabilidad que habían caracterizado mis palabras en casi todos mis aportes a nuestras breves charlas.
El olor frutal que emanaba el cálido aliento sobre mis labios tenia una especie de regusto margo extraño, fuera como fuera, no tenia ganas de probar lo que había estado tomando, al contrario de lo que pudiera pensar esa criatura, nuestras dietas eran bastante similares, solo que sus presas andaban a dos patas, y las mías normalmente en cuatro.

-No me interesa ponerme algo. Medio Aerandir ya conoce mi piel, cubierta o no.-La respuesta a mi ofrecimiento me había tomado completamente desprevenida mas que nada, porque no comprendía que placer podía obtener de ir desnudo por un lugar tan frío como aquel, y es que, aunque las paredes proporcionaran cierto refugio del viento y la nieve, o había topado con ningún hogar prendido en mi excursión por el dejado edificio que copabamos.
Viendo que no parecía tener intención de cubrirse, abrí los ojos, aun repasando los tablones del techo, las estrías de las vigas con los ojos distraídamente. No era que me afectase su anatomía, si no que resultaba peculiar y presumía irrespetuoso analizar por curiosidad cualquier deferencia que encontrara.
Sus pasos seguían siendo suficiente quia, y si no, una mirada de refilón de vez en cuando, me indicaba hacia donde se había desplazado mi interlocutor sin mayor problemática que esa. Si hubiera querido herirme, hubiera podido hacerlo durante la noche. Por lo menos, en ese sentido, me sentía tranquila y confiada.

El calor sobre las telas del vestido a la altura de mi abdomen me hizo bajar la mirada, mientras parpadeaba perpleja ante su ofrecimiento.

-¿Porque iba a querer sacarme las ropas?Hace frío.- Mi voz expresaba un profundo desconcierto ante tan peculiar oferta, y las pocas ganas de aceptarla que tenia, sobre todo con semejante frágil piel a mi disposición en ese momento.-Además, tendría que proseguir mi viaje pronto. No tenia pensado el parar aquí, mucho menos en quedarme, debería volver a mi ruta de viajes como había organizado en un primer momento, antes de que las cosas de ayer vuelvan y me quede encerrada de nuevo, o de que se levante otra ventisca que me impida alzar el vuelo.
Deje de observar al hombre agachado para buscar con la mirada una ventana, algo que me indicara que tan benevolente se había vuelto el clima, pese que el viento ya no chocaba contra las paredes con la misma fiereza que la noche pasada.
Me esperaba un largo trayecto hasta la ciudad.

-Ustedes además tendrán que encargarse de su compañera herida, yo ya no puedo hacer mas por ella.- Esperaba que hubiera sobrevivido a la noche, y pudieran ahora ir en busca de un medico que tratase sus lesiones, el humano había lucido muy preocupado, y no parecía una mala persona. Parecían una familia, ofreciendo la vida el uno por el otro, quizás de algún modo lo eran, compartiendo esas disputas, luchando juntos como un equipo para sobrevivir. La unidad de algo, siempre era reforzada por las metas comunes, y el trabajo en equipo.
Quizás la parte mas difícil de mi viaje, que fuera en solitario.

-¿Seria tan amable de indicarme en que dirección queda el río?.-Miré entonces hacia abajo, hacia la negra coronilla del hombre agachado, ya centrada por completo en el tema que me ocupaba ahora.

-Típica madrugada en la villa.- Si así era siempre, lo lamentaba, a mi no me parecía precisamente un lugar acogedor, pero a gustos colores, y no iba a ponerme a criticar su casa y hacerle publicidad de las maravillosas laderas nevadas del norte, o las cuevas de los picos altos de la cordillera.
Su empuje me sorprendió, lo miré parpadeando varias veces sin entender nada mientras reculaba, ladeando el rostro hacia un costado.

-No se como funcionara su gente, pero realmente agradeceria tener algo de espacio personal.- repetí, vocalizando más por si la vez anterior no se me había entendido, mientras colocaba las manos entre mi cuepro y el suyo indicadole así que se detuviera pero sin la fuerza suficiente como para obligarlo por mis propios medios.
Inclinó el rostro, acercándose de nuevo, y ya algo cansada de sus oidos sordos hacia mis peticiones, volví a mi forma draconiana, empujando su cuepro para que le mio pudiera crecer, y quedando con el hocico apoyado en su frente. Solté un suspiro de alivio por las narinas, y me sacudí con comodidad, llevaba mucho rato deseando volver a esa forma, y su extraño comportamiento me había dado el empujoncito que necesitaba.

La puerta se abrió, revelando a la mujer herida de ayer, que tenia un notable mejor aspecto. Avance en su dirección inclinando el rostro para saludarla mientras la examinaba con la mirada para hacerme una idea de su salud.
-¿Quieres ir al río?. Yo te llevo.- Automáticamente asentí varias veces y le rocé el hombro con el hocico en señal de gratitud por su oferta, luego giré el mismo en una especie de reverencia indicandole que guiara la marcha pues yo la seguiría.
Traté de ignorar la tensa situación de la puerta, aunque la voz que pegó la loba hizo que me erizara con sobresalto, fue algo fugaz que paso tan rápido como hizo silencio, y emprendí el caminos siguiendola, pasando con cuidado por los marcos de las puertas, contorsionandome para lastimarlas lo menos posible, dejando a pesar de mis cuidados, pequeñas muescas en la madera que perdurarían como huella de mi paso por esa villa hasta que compraran marcos de puerta nuevos.
Resople y gruñí con desaprobación cuando me llamo lagarto, pero fuera de eso, llegamos al exterior sin mayor contratiempo. Al cruzar el último umbral, giré mi alargada y reptiliana cabeza hacia la villa, y solté un graznido en señal de despedida, batiendo las alas pegadas a mi cuerpo. Tras quello, di por cerrada esa desventurada aventura, y no volví a mirar atrá.

off-rol:

Ladeé el rostro cuando menciono lunargenta, y asentí, la verdad es que si me dirigia alli, pero no se si el termino aventurero era muy apropiado. Fuere como fuere, ya me había retrasado mucho, y tenia ganas de llegar.
Me sobtó la indicación de la loba sobre cuales podrían haber sido sus intenciones, y pro primera ve miré hacia atrás, hacia la casa que ya había desaparecido de nuestra visión a través de la bruma y el bosque.
Las palabras de la noche anterior, sobre un compromiso roto vinieron a mi mente entonces. Clave mi mirada cristalina sobre la loba con pena, eso explicaba la tristeza en su voz. Ella también estaba partiendo.

-Aquí es.- Cuando su voz dio ese indicio, barri el suelo con la cola y dibuje con la zarpa en el suelo, un mapa del continente de aerandir sin demasiado detalle. Luego, ahondando mas la garra en la tierra marque de memoria dos senderos a dos lugares distintos, uno hacia el linde de las tierras de los hombres bestia y los elfos, dos lugares en donde podría vivir y empezar de cero, y otro hacia dundrack. Una flecha salia del ultimo punto para alejarse hacia terreno no dibujado, y trace unas pocas palabras.

"Pedir ayuda Valnor"

Era un sitio lejano, distinto, y si mencionaba que venia referida promi, probablemente la trataran con hospitalidad y le echaran uan mano a adaptarse, sobre todo si podían escuchar noticias de mi reciente partida con ello.
Rasqué con mi hocico el lomo hasta que una escama blanca y brillante se desprendiera del cuero, y con la punta de la cola, la deslicé con cuidado hacia allí para que la tomase si elegía esa opción. Esa escama permaneceria perenne y hermosa hasta el dia de mi muerte.

Me aparté unos pasos, dándole espacio a la loba para ver lo que había hecho, llamándole la atención al respecto si es que no miraba con graznidos, y le concedí unos minutos para que deliberara o pensara al respecto.
Tras ese espacio, me acerque, apoye mi frente en la suya brevemente en señal de despedida, y garabateé rápidamente "Suerte" en el piso antes de despegar.

Pronto las copas de los arboles de las que había salido quedaron atrás y ya me había perdido en los cielos dirección a tierras humanas.