[Evento de navidad] Corazón de hielo
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[Evento de navidad] Corazón de hielo
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-… las pruebas eran sencillas, humano, y no has pasado ni una sola de ellas. Tu avaricia y egocentrismo son tu debilidad, y son las causantes de tu derrota. Serás castigado por ellos.
Al igual que tu corazón, ahora tu cuerpo será de hielo, anclándote a estas tierras que tan poco te agradan. Si osas bajar a mis tierras del sur, te derretirás como un leño en la hoguera, lenta y dolorosamente.
Lo que un día pensaste que eran tus virtudes ahora son tus más grandes defectos. Sé que los humanos podéis cambiar, por lo que tienes una oportunidad de librar tu cuerpo y tu alma.
Si realizas un acto de bondad hacia una persona desconocida, la maldición que cae sobre ti desaparecerá sin estragas.
Espero que puedas encontrar la luz que disipe la oscuridad que nubla tu vista…
- No puedes participar si tienes menos de 10 mensajes on rol
- El primero que postee y resuelva la prueba se lleva la recompensa
- No se puede participar en más de 1 evento por usuario.
- El mínimo de líneas es 20.
- Ayuda a este testarudo y engreído humano ha hacer un buen acto (debe ser relativamente difícil de conseguir, si un pj lo realiza sin complicaciones no recibirá la recompensa y otro pj podrá optar al evento)
-… las pruebas eran sencillas, humano, y no has pasado ni una sola de ellas. Tu avaricia y egocentrismo son tu debilidad, y son las causantes de tu derrota. Serás castigado por ellos.
Al igual que tu corazón, ahora tu cuerpo será de hielo, anclándote a estas tierras que tan poco te agradan. Si osas bajar a mis tierras del sur, te derretirás como un leño en la hoguera, lenta y dolorosamente.
Lo que un día pensaste que eran tus virtudes ahora son tus más grandes defectos. Sé que los humanos podéis cambiar, por lo que tienes una oportunidad de librar tu cuerpo y tu alma.
Si realizas un acto de bondad hacia una persona desconocida, la maldición que cae sobre ti desaparecerá sin estragas.
Espero que puedas encontrar la luz que disipe la oscuridad que nubla tu vista…
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Wyn
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Re: [Evento de navidad] Corazón de hielo
El caos se había adueñado de aquellas tierras en cuestión de días, dando a la hechicera mucho más trabajo del que había previsto al llegar al norte, hecho por el cual se encontraba exhausta. Su visita a Dundarak se había extendido más de lo esperado por culpa de los problemas que había ido encontrando a su paso, pero ahora que por fin todo parecía estar en orden, la bruja podría prepararse para regresar al sur, donde las condiciones climáticas no fuesen tan inhóspitas.
Para ello tendría que cruzar la llanura, lugar que solo le traía malos recuerdos, pero tras comprobar que el demonio sombrío seguía enterrado en el hielo y bajo la estrecha vigilancia de los caballeros dragones, no quedaba nada en aquella amplia extensión de nieve que supusiese un gran peligro. Así pues, tomó algunas horas para descansar y luego abandonó la ciudad de los dragones, bajo el grueso abrigo de pieles que la ayudaría a soportar las bajas temperaturas durante el viaje.
Unas cuantas jornadas a paso ligero la separaban de la estepa, lugar en que podría relajarse y dejar atrás lo ocurrido en el norte, aunque el camino hacia la península de Verisar nunca era un paseo, eso lo sabía bien. Subida en su montura, tiró de las riendas y espoleó al caballo para que se pusiese en marcha, antes de echar un último vistazo a Dundarak, aquella hermosa y antigua ciudad en medio de la blanca nieve. Era un lugar lejano pero que tenía su encanto, cualidad que seguramente pocos se paraban a apreciar.
Con la vista pendiente del cielo, para poder calcular las horas de luz que quedaban y comprobar que no se aproximase ninguna ventisca, Elen avanzó rápidamente a través del níveo manto, decidida a recorrer el mayor tramo posible antes de que el sol comenzara a ponerse tras las montañas. Sin embargo, algo la hizo detenerse bruscamente, provocando que Sombra se pusiese sobre dos patas y relinchase para protestar por tan repentino cambio.
- Qué demonios…- musitó la de ojos verdes, sin apartar la mirada de una gruesa columna de humo que se alzaba no muy lejos de donde se encontraba. - Eso no puede ser de una hoguera, ¡vamos Sombra deprisa! - exclamó, al tiempo que espoleaba nuevamente a su caballo. El animal reaccionó de inmediato y emprendió la carrera hacia el origen de aquel negruzco humo, que por desgracia resultó ser lo que ya se temía la maga, un incendio.
Los desesperados gritos de una mujer se escuchaban por encima de cualquier otra cosa, mientras las llamas consumían todo cuanto tenía ante sus ojos, destruyendo lo que le había costado años de esfuerzo construir. Pero lo más preocupante no era la vivienda, cuyos cimientos y soportes de madera en breve quedarían reducidos a escombros, sino el hecho de que la desesperada dama llamase a gritos a otras personas, que probablemente seguirían atrapadas dentro.
A toda prisa, la pequeña de los Calhoun llegó hasta el incendio y desmontó del caballo, para acto seguido correr hacia la mujer y tomarla por los hombros. - ¿Queda gente ahí dentro? ¿Cuántas personas más había en la casa? - preguntó con preocupación, el tiempo estaba en su contra. - ¡Mis hijos! ¡Mis pequeños siguen ahí dentro! - respondió entre sollozos, con la respiración tan agitada que parecía que se estuviese asfixiando.
Elen maldijo interiormente, debía hacer algo y rápido pero el fuego le complicaría mucho la tarea. Corrió hacia la entrada principal justo para ver como una de las vigas se desplomaba cortándole el paso, mientras las lenguas de fuego seguían consumiendo cuanto encontraban a su paso, haciendo que el humo invadiese casi todas las estancias de la modesta vivienda. Sin perder tiempo bordeó la casa en busca de una segunda puerta o cualquier ventana que pudiese servirle para acceder al interior, momento en que lo vio.
Un hombre cubierto de hielo, que caminaba por entre la nieve como perdido, sin atender a lo que ocurría a su alrededor. - ¡Eh! Necesitamos ayuda. - exclamó para llamar su atención, cosa que consiguió. El extraño giró el rostro hacia ellas durante unos instantes, para luego ignorar completamente el incendio y mirar al frente de nuevo. - ¡Pero qué te pasa! - increpó, sorprendida ante la pasividad de aquel individuo.
- Esto no tiene nada que ver conmigo…- fue lo único que el helado hombre respondió, con una voz tan fría como su aspecto. La bruja no pudo creer que alguien pudiese ser tan desconsiderado, pero no había tiempo que perder. La vivienda no tenía una segunda entrada así que le tocó improvisar, rodeándose el puño con un retazo de tela para luego romper el cristal de una ventana cercana golpeándolo. Retiró los vidrios y sin dudarlo se metió dentro de la casa, cubriéndose a medias el rostro para no inhalar demasiado humo.
El fuego ya había consumido la cocina, lugar en que se inició el incendio, y parte del pequeño salón y los modestos dormitorios, dejando muy poco sitio para moverse o buscar refugio. -¿Alguien me oye? ¿Dónde estáis? - preguntó, pero no obtuvo respuesta alguna. Escrutó con la mirada el salón antes de dirigirse a las habitaciones, cuyas puertas cerradas podían indicar que alguien hubiese intentado esconderse allí.
Las llamas se extendían por una de las puertas de madera, que en cuestión de un par de minutos más terminaría totalmente calcinada, permitiendo el paso del fuego. Sin dudarlo, la hechicera se colocó frente a ésta y la derribó de una patada, aprovechando lo débil que estaba ya la estructura para quitársela de en medio. Entró en el pequeño cuartito y en primera instancia no vio nada que le indicase el lugar en que podían haberse metido los niños, hasta que bajó la vista al suelo y pudo ver un delgado brazo asomando por debajo de la cama.
Agachándose a toda prisa, comprobó que dos pequeños se encontraban en el suelo, inconscientes a causa de haber inhalado parte de aquel tóxico humo. Tiró de ellos y los tomó en brazos como buenamente pudo, agradeciendo que apenas tuviesen dos o tres años y no pesaran demasiado para ella. - ¡Ayuda! ¡Que alguien me ayude a sacarlos de aquí! - exclamó, pero el único que podía escucharla no estaba dispuesto a mover un dedo por nadie que no fuese él mismo.
El hombre de hielo seguía lentamente su camino, ignorando la voz de la bruja, ¿por qué arriesgar su preciada vida por unos completos desconocidos? No tenía sentido para él. Daba igual que lo acabasen de maldecir justamente por no ser capaz de mostrar bondad hacia los demás, él se veía más importante que cualquiera de las personas que se encontraban ahora en la llanura. Solo fue capaz de girarse para mirar como mero espectador lo que ocurría, a pesar de que la desconsolada madre estuviese hincada de rodillas sobre la fría nieve y apenas pudiese respirar.
Sin ayuda posible, Elen tuvo que ingeniárselas para sacar a los niños por la ventana, justo a tiempo. Los soportes cedieron, haciendo que el techo de la casa cayese solo unos segundos después de que saliese de la casa. Queriendo apartase cuanto antes de la inestable estructura, sujetó a los pequeños y regresó junto a la pobre mujer, que se encontraba al borde del desmayo.
Ya solo podía llorar y balbucear cosas ininteligibles, pero sus hijos estaban por fin con ella, aunque el peligro no había acabado. Ninguno de los pequeños reaccionaba, a pesar de los intentos de la tensai por hacerlos despertar, puede que hubiese llegado tarde. - No me hagáis esto ahora, reaccionad. - pidió en un susurro, mientras les buscaba el pulso. Estaba tan débil que casi no pudo encontrarlo, hecho que solo aumentó su preocupación y empeoró el estado en que se encontraba la madre de los niños.
Levantando la vista al cielo, los ojos de la maga volvieron a toparse con la figura del hombre helado, que observaba impasible la terrible escena. - ¡¿Tú que miras?! ¿Cómo puedes quedarte ahí plantado sin hacer nada? - espetó furiosa, dejándose llevar por la desesperación del momento. - No conozco a esta gente y no les debo nada, ¿Por qué debería arriesgarme por ellos? - respondió sin alterarse, de verdad parecía que aquel extraño estuviese congelado por completo, sin sentimiento alguno.
- Por humanidad, ¿acaso no tienes corazón dentro de ese maldito pecho de hielo? - soltó ella, antes de bajar la vista nuevamente hacia los pequeños, que se debilitaban por momentos. - Aparta. - escuchó poco después, cuando finalmente el extraño decidió acercarse a ellas. Con una rapidez pasmosa, el individuo tomó a los niños y examinó sus respiraciones, para acto seguido proceder a insuflarles aire limpio en los pulmones. Aquello funcionó muy bien, con lo que ambos menores empezaron a reaccionar al poco, para alegría de su madre y de la hechicera.
Para ello tendría que cruzar la llanura, lugar que solo le traía malos recuerdos, pero tras comprobar que el demonio sombrío seguía enterrado en el hielo y bajo la estrecha vigilancia de los caballeros dragones, no quedaba nada en aquella amplia extensión de nieve que supusiese un gran peligro. Así pues, tomó algunas horas para descansar y luego abandonó la ciudad de los dragones, bajo el grueso abrigo de pieles que la ayudaría a soportar las bajas temperaturas durante el viaje.
Unas cuantas jornadas a paso ligero la separaban de la estepa, lugar en que podría relajarse y dejar atrás lo ocurrido en el norte, aunque el camino hacia la península de Verisar nunca era un paseo, eso lo sabía bien. Subida en su montura, tiró de las riendas y espoleó al caballo para que se pusiese en marcha, antes de echar un último vistazo a Dundarak, aquella hermosa y antigua ciudad en medio de la blanca nieve. Era un lugar lejano pero que tenía su encanto, cualidad que seguramente pocos se paraban a apreciar.
Con la vista pendiente del cielo, para poder calcular las horas de luz que quedaban y comprobar que no se aproximase ninguna ventisca, Elen avanzó rápidamente a través del níveo manto, decidida a recorrer el mayor tramo posible antes de que el sol comenzara a ponerse tras las montañas. Sin embargo, algo la hizo detenerse bruscamente, provocando que Sombra se pusiese sobre dos patas y relinchase para protestar por tan repentino cambio.
- Qué demonios…- musitó la de ojos verdes, sin apartar la mirada de una gruesa columna de humo que se alzaba no muy lejos de donde se encontraba. - Eso no puede ser de una hoguera, ¡vamos Sombra deprisa! - exclamó, al tiempo que espoleaba nuevamente a su caballo. El animal reaccionó de inmediato y emprendió la carrera hacia el origen de aquel negruzco humo, que por desgracia resultó ser lo que ya se temía la maga, un incendio.
Los desesperados gritos de una mujer se escuchaban por encima de cualquier otra cosa, mientras las llamas consumían todo cuanto tenía ante sus ojos, destruyendo lo que le había costado años de esfuerzo construir. Pero lo más preocupante no era la vivienda, cuyos cimientos y soportes de madera en breve quedarían reducidos a escombros, sino el hecho de que la desesperada dama llamase a gritos a otras personas, que probablemente seguirían atrapadas dentro.
A toda prisa, la pequeña de los Calhoun llegó hasta el incendio y desmontó del caballo, para acto seguido correr hacia la mujer y tomarla por los hombros. - ¿Queda gente ahí dentro? ¿Cuántas personas más había en la casa? - preguntó con preocupación, el tiempo estaba en su contra. - ¡Mis hijos! ¡Mis pequeños siguen ahí dentro! - respondió entre sollozos, con la respiración tan agitada que parecía que se estuviese asfixiando.
Elen maldijo interiormente, debía hacer algo y rápido pero el fuego le complicaría mucho la tarea. Corrió hacia la entrada principal justo para ver como una de las vigas se desplomaba cortándole el paso, mientras las lenguas de fuego seguían consumiendo cuanto encontraban a su paso, haciendo que el humo invadiese casi todas las estancias de la modesta vivienda. Sin perder tiempo bordeó la casa en busca de una segunda puerta o cualquier ventana que pudiese servirle para acceder al interior, momento en que lo vio.
Un hombre cubierto de hielo, que caminaba por entre la nieve como perdido, sin atender a lo que ocurría a su alrededor. - ¡Eh! Necesitamos ayuda. - exclamó para llamar su atención, cosa que consiguió. El extraño giró el rostro hacia ellas durante unos instantes, para luego ignorar completamente el incendio y mirar al frente de nuevo. - ¡Pero qué te pasa! - increpó, sorprendida ante la pasividad de aquel individuo.
- Esto no tiene nada que ver conmigo…- fue lo único que el helado hombre respondió, con una voz tan fría como su aspecto. La bruja no pudo creer que alguien pudiese ser tan desconsiderado, pero no había tiempo que perder. La vivienda no tenía una segunda entrada así que le tocó improvisar, rodeándose el puño con un retazo de tela para luego romper el cristal de una ventana cercana golpeándolo. Retiró los vidrios y sin dudarlo se metió dentro de la casa, cubriéndose a medias el rostro para no inhalar demasiado humo.
El fuego ya había consumido la cocina, lugar en que se inició el incendio, y parte del pequeño salón y los modestos dormitorios, dejando muy poco sitio para moverse o buscar refugio. -¿Alguien me oye? ¿Dónde estáis? - preguntó, pero no obtuvo respuesta alguna. Escrutó con la mirada el salón antes de dirigirse a las habitaciones, cuyas puertas cerradas podían indicar que alguien hubiese intentado esconderse allí.
Las llamas se extendían por una de las puertas de madera, que en cuestión de un par de minutos más terminaría totalmente calcinada, permitiendo el paso del fuego. Sin dudarlo, la hechicera se colocó frente a ésta y la derribó de una patada, aprovechando lo débil que estaba ya la estructura para quitársela de en medio. Entró en el pequeño cuartito y en primera instancia no vio nada que le indicase el lugar en que podían haberse metido los niños, hasta que bajó la vista al suelo y pudo ver un delgado brazo asomando por debajo de la cama.
Agachándose a toda prisa, comprobó que dos pequeños se encontraban en el suelo, inconscientes a causa de haber inhalado parte de aquel tóxico humo. Tiró de ellos y los tomó en brazos como buenamente pudo, agradeciendo que apenas tuviesen dos o tres años y no pesaran demasiado para ella. - ¡Ayuda! ¡Que alguien me ayude a sacarlos de aquí! - exclamó, pero el único que podía escucharla no estaba dispuesto a mover un dedo por nadie que no fuese él mismo.
El hombre de hielo seguía lentamente su camino, ignorando la voz de la bruja, ¿por qué arriesgar su preciada vida por unos completos desconocidos? No tenía sentido para él. Daba igual que lo acabasen de maldecir justamente por no ser capaz de mostrar bondad hacia los demás, él se veía más importante que cualquiera de las personas que se encontraban ahora en la llanura. Solo fue capaz de girarse para mirar como mero espectador lo que ocurría, a pesar de que la desconsolada madre estuviese hincada de rodillas sobre la fría nieve y apenas pudiese respirar.
Sin ayuda posible, Elen tuvo que ingeniárselas para sacar a los niños por la ventana, justo a tiempo. Los soportes cedieron, haciendo que el techo de la casa cayese solo unos segundos después de que saliese de la casa. Queriendo apartase cuanto antes de la inestable estructura, sujetó a los pequeños y regresó junto a la pobre mujer, que se encontraba al borde del desmayo.
Ya solo podía llorar y balbucear cosas ininteligibles, pero sus hijos estaban por fin con ella, aunque el peligro no había acabado. Ninguno de los pequeños reaccionaba, a pesar de los intentos de la tensai por hacerlos despertar, puede que hubiese llegado tarde. - No me hagáis esto ahora, reaccionad. - pidió en un susurro, mientras les buscaba el pulso. Estaba tan débil que casi no pudo encontrarlo, hecho que solo aumentó su preocupación y empeoró el estado en que se encontraba la madre de los niños.
Levantando la vista al cielo, los ojos de la maga volvieron a toparse con la figura del hombre helado, que observaba impasible la terrible escena. - ¡¿Tú que miras?! ¿Cómo puedes quedarte ahí plantado sin hacer nada? - espetó furiosa, dejándose llevar por la desesperación del momento. - No conozco a esta gente y no les debo nada, ¿Por qué debería arriesgarme por ellos? - respondió sin alterarse, de verdad parecía que aquel extraño estuviese congelado por completo, sin sentimiento alguno.
- Por humanidad, ¿acaso no tienes corazón dentro de ese maldito pecho de hielo? - soltó ella, antes de bajar la vista nuevamente hacia los pequeños, que se debilitaban por momentos. - Aparta. - escuchó poco después, cuando finalmente el extraño decidió acercarse a ellas. Con una rapidez pasmosa, el individuo tomó a los niños y examinó sus respiraciones, para acto seguido proceder a insuflarles aire limpio en los pulmones. Aquello funcionó muy bien, con lo que ambos menores empezaron a reaccionar al poco, para alegría de su madre y de la hechicera.
Elen Calhoun
Aerandiano de honor
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Re: [Evento de navidad] Corazón de hielo
Desde el centro del pecho, el hielo que cubría el cuerpo del humano comenzó a derretirse. Dolía, y mucho. Todo el cuerpo le quemaba, y algo pesaba en su interior, su corazón.
Los niños estaban vivos, y bajo el agradable y reconfortante abrazo de su madre, los niños sonrieron a su salvador: la bruja de cabellos cenicientos. La madre no dejaba de susurrar palabras de agradecimiento aquellas dos personas habían salvado a sus hijos, no había palabras en todo Aerandir para agradecer aquello.
El hombre gruño con la mano en el pecho, los ojos apretados, su ya era normal de nuevo. Ya había pasado el dolor y el frio eterno.
-Mi…piel…- susurro mirándose las manos y los brazos. Miró a la bruja. Aquello era a o que se refería la bruja. Ayudar a los demás sin importarte tu propio bienestar, ni las recompensas ni los beneficios. Solo hacerlo porque es lo que toca. Aquella preciosa bruja de ojos verdes le había hecho ver el mundo ahora con otros ojos. Se acercó a ella y besó su mejilla, muy cerca de la comisura de sus labios. –Gracias…-
Los niños estaban vivos, y bajo el agradable y reconfortante abrazo de su madre, los niños sonrieron a su salvador: la bruja de cabellos cenicientos. La madre no dejaba de susurrar palabras de agradecimiento aquellas dos personas habían salvado a sus hijos, no había palabras en todo Aerandir para agradecer aquello.
El hombre gruño con la mano en el pecho, los ojos apretados, su ya era normal de nuevo. Ya había pasado el dolor y el frio eterno.
-Mi…piel…- susurro mirándose las manos y los brazos. Miró a la bruja. Aquello era a o que se refería la bruja. Ayudar a los demás sin importarte tu propio bienestar, ni las recompensas ni los beneficios. Solo hacerlo porque es lo que toca. Aquella preciosa bruja de ojos verdes le había hecho ver el mundo ahora con otros ojos. Se acercó a ella y besó su mejilla, muy cerca de la comisura de sus labios. –Gracias…-
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- Bien hecho bruja, has resuelto el evento con buenos resultados.
- aquí tienes tu regalo.
- portavelas: piña:
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Un porta velas hecho con una de las piñas de las Islas Illidenses. Este objeto es especial para regalar, ya que la persona obsequiada con él, deberá ser totalmente amigable con todo el mundo en tres turnos.
Un solo uso.
Wyn
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