[CERRADO] Enfrentamiento de Venganzas... [Libre] [1/1] [Interpretativo]
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[CERRADO] Enfrentamiento de Venganzas... [Libre] [1/1] [Interpretativo]
Regresamos a Sacrestic Ville, quizá ya sería la tercera o cuarta vez, quién sabe. El frío parecía ser el mismo, incluso, aumentó de sobremanera, las ventiscas eran más agresivas hasta el punto de mover las construcciones a todas las direcciones, como si en un punto exacto fuesen a derrumbarse. Por otro lado, la sangre seguía resbalándose por el asfalto, como si cada gota se tratara de una escurridiza serpiente, la cual se colaba por las alcantarillas o los agujeros de las casas; el olor del elemento era bastante hediondo, o mejor dicho, delicioso para los chupasangre.
En cada rincón se libraba unas luchas, y varias de éstas eran entre dos conocidos bandos. Los humanos trataban de defenderse, usando sus conocimientos sobre las armas, moviendo sus espadas con la intención de asesinar a los colmilludos, pero éstos lograban esquivarlos con una velocidad impresionante. Aquellos mortales lograban saborear su fin cuando los vampiros lograban agarrarles del cuello... ¿Y qué seguía después de ésto?, fácil, una desgarradora escena, donde el cazador se alimenta del líquido carmesí de su presa, de las formas más grotescas posibles, sin importar cuánto impacto causaría a las otras especies que presenciaban la escena.
Ante la anarquía descrita en la villa de la raza pecadora, nos dirigimos justamente a un grupo bastante peculiar, el cual se encuentra justamente en una disputa, donde el capitán, nada más ni nada menos que yo, combatía contra un futuro efímero brujo. -No entiendo su táctica... ¿Desea quemarme?, ¿en mi hogar?. ¡Menudo imbécil!.-Vociferé, mostrando una sonrisa ladina, viéndose la maldad que trasmitían mis ojos.
-Y yo no entiendo su sarcasmo... Vosotros sabéis que morirá, así que, ¿Por qué burlarse?.-Respondió mi contrincante, con su rostro envuelto en sangre, notándose su rostro hecho pedazos, con fragmentos de piel desprendidos, colgando por sus mejillas y sus párpados.
Entretanto, mis secuaces estaban repartidos por el acto, atentos a la diminuta guerra que se llevaba a cabo cerca de la plaza de Sacrestic. Andy, el rubio de las garras se encontraba junto a Máyic, como fieles espectadores. Talia, la licántropa del grupo, no colocaba mucha atención, estaba con sus propios asuntos, revisando que ningún caza recompensas se acercase a matarme.
Definitivamente el mago se dirigió hasta a mí, agarrando poderosamente su daga, con intención de incrustarla bien dentro de mi estómago. Afortunadamente, me percaté de ésto, y después de bloquear su ataque desviando su mano con la mía, le zampé un brusco puñetazo en la quijada. El hombre perdió el equilibrio, pero antes de que chocase contra el suelo, lo agarré de la camisa y enterré mis largas, pero filosas uñas en su estómago.
-Uhm... Creo que sucedió completamente diferente.-Susurré en voz baja, de modo grave, aunque regalando una expresión pícara. Sin más preámbulo, sacudí mi extremidad, e hice trizas la mayoría de los órganos de su cuerpo, haciéndolo vomitar un montón de sangre con pequeños cúmulos de sesos mezclados en éste.
En cada rincón se libraba unas luchas, y varias de éstas eran entre dos conocidos bandos. Los humanos trataban de defenderse, usando sus conocimientos sobre las armas, moviendo sus espadas con la intención de asesinar a los colmilludos, pero éstos lograban esquivarlos con una velocidad impresionante. Aquellos mortales lograban saborear su fin cuando los vampiros lograban agarrarles del cuello... ¿Y qué seguía después de ésto?, fácil, una desgarradora escena, donde el cazador se alimenta del líquido carmesí de su presa, de las formas más grotescas posibles, sin importar cuánto impacto causaría a las otras especies que presenciaban la escena.
Ante la anarquía descrita en la villa de la raza pecadora, nos dirigimos justamente a un grupo bastante peculiar, el cual se encuentra justamente en una disputa, donde el capitán, nada más ni nada menos que yo, combatía contra un futuro efímero brujo. -No entiendo su táctica... ¿Desea quemarme?, ¿en mi hogar?. ¡Menudo imbécil!.-Vociferé, mostrando una sonrisa ladina, viéndose la maldad que trasmitían mis ojos.
-Y yo no entiendo su sarcasmo... Vosotros sabéis que morirá, así que, ¿Por qué burlarse?.-Respondió mi contrincante, con su rostro envuelto en sangre, notándose su rostro hecho pedazos, con fragmentos de piel desprendidos, colgando por sus mejillas y sus párpados.
Entretanto, mis secuaces estaban repartidos por el acto, atentos a la diminuta guerra que se llevaba a cabo cerca de la plaza de Sacrestic. Andy, el rubio de las garras se encontraba junto a Máyic, como fieles espectadores. Talia, la licántropa del grupo, no colocaba mucha atención, estaba con sus propios asuntos, revisando que ningún caza recompensas se acercase a matarme.
Definitivamente el mago se dirigió hasta a mí, agarrando poderosamente su daga, con intención de incrustarla bien dentro de mi estómago. Afortunadamente, me percaté de ésto, y después de bloquear su ataque desviando su mano con la mía, le zampé un brusco puñetazo en la quijada. El hombre perdió el equilibrio, pero antes de que chocase contra el suelo, lo agarré de la camisa y enterré mis largas, pero filosas uñas en su estómago.
-Uhm... Creo que sucedió completamente diferente.-Susurré en voz baja, de modo grave, aunque regalando una expresión pícara. Sin más preámbulo, sacudí mi extremidad, e hice trizas la mayoría de los órganos de su cuerpo, haciéndolo vomitar un montón de sangre con pequeños cúmulos de sesos mezclados en éste.
Última edición por Paul Brown Moreau el Jue Ene 14, 2016 4:11 am, editado 1 vez
Paul Brown Moreau
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Re: [CERRADO] Enfrentamiento de Venganzas... [Libre] [1/1] [Interpretativo]
Hacia poco que sobrevolaba, había acampado un par de días en el lago, y empezado a descender sobre su curso, procurando siempre mantenerme en la ribera este, observando y contemplando sus bosques, me había detenido en la orilla del río, jugado a cruzarlo y volver rápidamente, adentrandome sin hacerlo realmente en ese territorio peligroso que podía ver cuando surcaba las alturas.
Los primeros días de viaje el miedo me había mantenido lo suficientemente cauta como para no aventurarme sobre sus copas, pero a medida que avanzaba mi viaje, ese paraje brumoso de esqueletos arbóreos me llamaba con su canto de sirena.
Finalmente decidí hacer un pequeño desvío. ¿Que podía pasarme a tantos metros de altura durante el día? Pero las horas pasaron raudas mientras exploraba esa región des de los aires, y los vientos se volvieron fuertes, y me empujaban mas y mas adentro de ese hostil territorio. Pronto, mis alas empezaron a cansarse, y mi mirada a buscar con desesperación un lugar seguro donde aterrizar. Pero entre la indecisión y la ventisca que me impedía volver a la rivera, la noche empezó a adueñarse del cielo.
Decir que no estaba muerta de miedo, habría sido como poco una falacia, estaba, total y completamente aterrada, miraba lo poco del bosque que dejaba ver la niebla con indecisión, ya viéndome la presa de cualquiera de las criaturas que morase en esas tierras. Entonces unas siluetas nuevas se recortaron en el paisaje, parecía casas, pero el viento las azotaba con tal frenesí que parecían ir a caerse en cualquier momento. El bosque o la aldea, ninguna era tentadora, pero en el bosque podían venir de cualquier lado en cualquier momento, y entonces nadie sabría nunca nada de lo que había sido de mi. En al aldea, bueno, todos necesitan comerciar no? textiles, utiles, aun que fueran muchos mas, no podían permitirse el asustar a viajeros y mercantes...probablemente.
Y como un probablemente era mejor que nada, empujada por el viento que esta vez favorecía mi elección, me fui acercando mas a la aldea, observando sus callejuelas las siluetas que se movían entre la bruma, impidiendo distinguir bien que hacían.
Mientras intentaba elegir donde detenerme un revés del viento me empujo furiosamente contra uno de los edificios cercanos a la plaza, si no hubiera estado tan agotada, habría podido resistir su impulso, pero en esas condiciones, todo lo que pude hacer fue rebotar con un ruido seco sobre el muro soltando un gruñido de dolor, y precipitarme en el callejón, intentando aminorar la velocidad para no estrellarme de un modo tan brusco.
Unos segundos después, el frió pavimento me daba su bienvenida con menos brusquedad de la que podría haber sufrido con la caída, tanto pro mis esfuerzos como por la capa de nieve que cubría el suelo.
Sacudí la cabeza para librar de nieve mis púas y cuernos, parpadeando y con al vista algo emborronada, me dirigí hacia el morral unos pocos metros mas adelante, lo tome entre mis fauces, y alcé la vista para ver donde me encontraba.
El morral cayo al suelo al mismo tiempo que mis fauces se abrían de sorpresa y miedo ante la escena que me dio la bienvenida a la villa.
Un altercado se sucedía a pocos metros, un hombre sonreía frente a un adversario, que aun que estaba de espaldas,a juzgar pro al sangre que manchaba el piso a sus pies tenia todas las de perder, pero aun así no desistía, tomo sus pequeñas armas y se abalanzo hacia la figura de su audaz adversario, que no solo le contrarresto, si no que le propino un buen puñetazo. Creí que allí terminaba la disputa pero no, un rugido ahogado de sorpresa y terror salio ahogado de mi garganta al ver como dicho sujeto enterraba la mano en sus entrañas, y daba muerte al hombre con una violencia nunca antes presenciada.
Tragué saliva, y empece a recular, pero estaba segura de que si no me había oído el, de seguro lo habían hecho los hombres que parecían de su lado.
Alargue mi reptiliano cuello en varias direcciones, buscando una salida, pero sabia muy bien que si despegaba ahora los vientos me harían caer en picado contra algún otro edificio. ¿Esconderme bajo al nieve? mala idea aun que mis escamas eran blancas, no era tan profunda. Ademas mi cuerpo estaba temblando como una hoja, y eso habría sacudido todo el suelo.
Con el nerviosismo del momento, intente hablar, olvidándome que mi forma no me permitía articular palabras, decirles que no era asunto mio, que solo se estaban defendiendo pro lo que había odio, y que me iría tan pronto como aminorase la ventisca, pero solo logre articular algunos ruidos draconianos sin significado, y semi-ahogados, agudos por el pánico que me embargaba.
Dudaba si cambiar de forma, si em atacaban, mi cuerpo actual me seria mucho mas útil para defenderme, y probablemente un reptil gigante no les resultara una cena apetecible, o eso esperaba. Pero si tomaba mi forma humanoide, podría aclarar cualquier malentendido, siempre que estuvieran dispuestos a escuchar... o quizá, quizá solo me ignoraban.
Esperé, por segundos que resultaron eternos, a que fuera la tercera opción antes de tomar decisión alguna, recuperando mi morral extendiendo tímidamente la zarpa hacia adelante y arrastrándolo hacia debajo de mi abdomen para mantenerlo protegido.
Los primeros días de viaje el miedo me había mantenido lo suficientemente cauta como para no aventurarme sobre sus copas, pero a medida que avanzaba mi viaje, ese paraje brumoso de esqueletos arbóreos me llamaba con su canto de sirena.
Finalmente decidí hacer un pequeño desvío. ¿Que podía pasarme a tantos metros de altura durante el día? Pero las horas pasaron raudas mientras exploraba esa región des de los aires, y los vientos se volvieron fuertes, y me empujaban mas y mas adentro de ese hostil territorio. Pronto, mis alas empezaron a cansarse, y mi mirada a buscar con desesperación un lugar seguro donde aterrizar. Pero entre la indecisión y la ventisca que me impedía volver a la rivera, la noche empezó a adueñarse del cielo.
Decir que no estaba muerta de miedo, habría sido como poco una falacia, estaba, total y completamente aterrada, miraba lo poco del bosque que dejaba ver la niebla con indecisión, ya viéndome la presa de cualquiera de las criaturas que morase en esas tierras. Entonces unas siluetas nuevas se recortaron en el paisaje, parecía casas, pero el viento las azotaba con tal frenesí que parecían ir a caerse en cualquier momento. El bosque o la aldea, ninguna era tentadora, pero en el bosque podían venir de cualquier lado en cualquier momento, y entonces nadie sabría nunca nada de lo que había sido de mi. En al aldea, bueno, todos necesitan comerciar no? textiles, utiles, aun que fueran muchos mas, no podían permitirse el asustar a viajeros y mercantes...probablemente.
Y como un probablemente era mejor que nada, empujada por el viento que esta vez favorecía mi elección, me fui acercando mas a la aldea, observando sus callejuelas las siluetas que se movían entre la bruma, impidiendo distinguir bien que hacían.
Mientras intentaba elegir donde detenerme un revés del viento me empujo furiosamente contra uno de los edificios cercanos a la plaza, si no hubiera estado tan agotada, habría podido resistir su impulso, pero en esas condiciones, todo lo que pude hacer fue rebotar con un ruido seco sobre el muro soltando un gruñido de dolor, y precipitarme en el callejón, intentando aminorar la velocidad para no estrellarme de un modo tan brusco.
Unos segundos después, el frió pavimento me daba su bienvenida con menos brusquedad de la que podría haber sufrido con la caída, tanto pro mis esfuerzos como por la capa de nieve que cubría el suelo.
Sacudí la cabeza para librar de nieve mis púas y cuernos, parpadeando y con al vista algo emborronada, me dirigí hacia el morral unos pocos metros mas adelante, lo tome entre mis fauces, y alcé la vista para ver donde me encontraba.
El morral cayo al suelo al mismo tiempo que mis fauces se abrían de sorpresa y miedo ante la escena que me dio la bienvenida a la villa.
Un altercado se sucedía a pocos metros, un hombre sonreía frente a un adversario, que aun que estaba de espaldas,a juzgar pro al sangre que manchaba el piso a sus pies tenia todas las de perder, pero aun así no desistía, tomo sus pequeñas armas y se abalanzo hacia la figura de su audaz adversario, que no solo le contrarresto, si no que le propino un buen puñetazo. Creí que allí terminaba la disputa pero no, un rugido ahogado de sorpresa y terror salio ahogado de mi garganta al ver como dicho sujeto enterraba la mano en sus entrañas, y daba muerte al hombre con una violencia nunca antes presenciada.
Tragué saliva, y empece a recular, pero estaba segura de que si no me había oído el, de seguro lo habían hecho los hombres que parecían de su lado.
Alargue mi reptiliano cuello en varias direcciones, buscando una salida, pero sabia muy bien que si despegaba ahora los vientos me harían caer en picado contra algún otro edificio. ¿Esconderme bajo al nieve? mala idea aun que mis escamas eran blancas, no era tan profunda. Ademas mi cuerpo estaba temblando como una hoja, y eso habría sacudido todo el suelo.
Con el nerviosismo del momento, intente hablar, olvidándome que mi forma no me permitía articular palabras, decirles que no era asunto mio, que solo se estaban defendiendo pro lo que había odio, y que me iría tan pronto como aminorase la ventisca, pero solo logre articular algunos ruidos draconianos sin significado, y semi-ahogados, agudos por el pánico que me embargaba.
Dudaba si cambiar de forma, si em atacaban, mi cuerpo actual me seria mucho mas útil para defenderme, y probablemente un reptil gigante no les resultara una cena apetecible, o eso esperaba. Pero si tomaba mi forma humanoide, podría aclarar cualquier malentendido, siempre que estuvieran dispuestos a escuchar... o quizá, quizá solo me ignoraban.
Esperé, por segundos que resultaron eternos, a que fuera la tercera opción antes de tomar decisión alguna, recuperando mi morral extendiendo tímidamente la zarpa hacia adelante y arrastrándolo hacia debajo de mi abdomen para mantenerlo protegido.
Arygos Valnor
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Re: [CERRADO] Enfrentamiento de Venganzas... [Libre] [1/1] [Interpretativo]
El pobre mago empezó a resbalarse lentamente por el suelo, con sus ojos salidos de la órbita. Sus rodillas fueron la segunda parte de su cuerpo que tocaron el pavimento. La sangre se derramaba en montones por el suelo, pintando cada grieta y coloreando las antiguas gotas secas en ésta. El frío también se encargaba de congelar la espeses de ésta, aunque los coágulos parecían gruesos, locos y nada los detenía, ni siquiera los vientos gélidos. Pasaron unos minutos después del último ataque decidiría la muerte del pobre brujo. Me encontraba revisando los signos de vida del señor, introduciéndome por sus entrañas, palpando las pequeñas partes repartidas de sus órganos. Su corazón había dejado de latir, finalmente. -Fue un idiota. ¿Cómo diablos piensa que nos vencerá?, ¿transformando un pergamino en una ave?.-Susurré de forma sarcástica, para luego desenterrar mi mano de las entrañas del difunto.
-Errores que cuestan la vida, señor. Nos subestiman.-Habló Andy mientras que afilaba sus garras. Máyic no hizo más que asentir con la cabeza, dándole la razón a nuestro gran luchador. -Ha sido lo mismo con el grupo de humanos, pensando durante mucho tiempo que lograrían acabarnos, pero lo único que hemos visto es cómo van muriendo conforme el tiempo pasa.-Se levantó de la roca en la cual se encontraba sentado, ahora para dirigirse detrás de la espalda del vampiro, quien se encontraba atento al terrorífico rostro del fallecido.
Talia se percató de algo, su sensible olfato había captado una nueva presencia; no pasaron más de diez minutos para que ella de la señal secreta de acechamiento. Cada uno mantuvo su posición, e incluso, portaron agresivamente sus armas, centrados en sus espaldas y su frente... Todos sabían que podrían ser agredidos en cualquier momento. La licántropa se colocó en cuatro patas (a pesar de seguir en su forma humana). Arrastraba su nariz por el asfalto, hasta que definitivamente dio con el lugar donde estaba el ser.
-¡Ah!, pero qué tenemos aquí...-Susurró Talia con cierto enojo. -Si no estoy mal, perteneces a la raza de los dragones... O quizá eres algún hombre bestia.-Le zampó un puñetazo a la pared. -¡Sal y muéstrate, seas quién seas!.-.
-Salga... Prometemos no hacerle daño.-Musitó Máyic con su típica calma. Había que admitir que estábamos con la piel helada. ¿Y si aquel dragón es un caza recompensas con deseos de matarme?. Algo era un hecho entre tanta incertidumbre, y era que los lagartos eran difíciles de asesinar...
-Errores que cuestan la vida, señor. Nos subestiman.-Habló Andy mientras que afilaba sus garras. Máyic no hizo más que asentir con la cabeza, dándole la razón a nuestro gran luchador. -Ha sido lo mismo con el grupo de humanos, pensando durante mucho tiempo que lograrían acabarnos, pero lo único que hemos visto es cómo van muriendo conforme el tiempo pasa.-Se levantó de la roca en la cual se encontraba sentado, ahora para dirigirse detrás de la espalda del vampiro, quien se encontraba atento al terrorífico rostro del fallecido.
Talia se percató de algo, su sensible olfato había captado una nueva presencia; no pasaron más de diez minutos para que ella de la señal secreta de acechamiento. Cada uno mantuvo su posición, e incluso, portaron agresivamente sus armas, centrados en sus espaldas y su frente... Todos sabían que podrían ser agredidos en cualquier momento. La licántropa se colocó en cuatro patas (a pesar de seguir en su forma humana). Arrastraba su nariz por el asfalto, hasta que definitivamente dio con el lugar donde estaba el ser.
-¡Ah!, pero qué tenemos aquí...-Susurró Talia con cierto enojo. -Si no estoy mal, perteneces a la raza de los dragones... O quizá eres algún hombre bestia.-Le zampó un puñetazo a la pared. -¡Sal y muéstrate, seas quién seas!.-.
-Salga... Prometemos no hacerle daño.-Musitó Máyic con su típica calma. Había que admitir que estábamos con la piel helada. ¿Y si aquel dragón es un caza recompensas con deseos de matarme?. Algo era un hecho entre tanta incertidumbre, y era que los lagartos eran difíciles de asesinar...
Paul Brown Moreau
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Re: [CERRADO] Enfrentamiento de Venganzas... [Libre] [1/1] [Interpretativo]
Aun que no lograse ver bien a todo el mundo entre la niebla, sus voces me llegaban con bastante claridad, voces de diversas personas discutiendo sobre agresores. ¿Era normal que atacaran la aldea?¿o solo había tenido mala suerte? Me resultaba terrible imaginarme que vinieran a casa de uno a agredirle, y por la mención de varias personas casi podía suponer que con asiduidad. Me daba algo de pena, tener que vivir constantemente acosado, aun que no podía decirse que esas criaturas me inspirasen simpatía pro defecto precisamente. Pero si por algo había emprendido el viaje era para aprender, de todo y de todos, formar mis ideas, mis opiniones sobre el mundo, en vez de quedarme con la palabra escrita por otro.
Mi presencia no había pasado desapercibida, pero tampoco era recibida de forma cálida. ¿Como culparlos después de ser atacados?, una mujer a cuatro aptas olfateaba el suelo a poca distancia, y estaba por mostrarme cuando goleó violentamente la pared. Di un respingo ante el impacto. No quería ser la próxima en recibir un mamporro.
Una voz mas calma y tranquila hablo, mas educada y calma, haciéndome plantear de nuevo la idea. Ellos ya sabían que yo estaba aquí, y estaban nerviosos por los recientes acontecimientos, o irascibles, en cualquier caso, si me escondía podían pensar que quería atacarlos sin ser vista.
Tras unos pocos segundos tomé el morral que escondía bajo mi cuerpo por la correa con los dientes, no quería olvidarlo, ni perder mis escasas pertenencias. Empece a acercarme despacio, manteniendo mi cuerpo pegado al piso, girando el cuello en todas direcciones para ver alternativamente a todas las siluetas con mas nitidez, hasta quedar a poco mas de un metro del cadáver del desdichado al que acababan de darle muerte.
Me senté en suelo, intentando no parecer amenazante, y solté el morral, recogiéndolo con una zarpa hasta dejarlo nuevamente pegado a mi cuerpo, mientras miraba a todos los presentes, saludando a cada uno con una breve inclinación con la cabeza, que además de desempeñar su función como cortés presentación, pretendía controlar que ninguno de ellos fuera a abalanzarse hacia mi..aun que probablemente les dolerían los dientes si intentaban morderme las escamas.
Pero si en alguien centraba mí atención era con el ejecutor del grupo, que tenia una posición mas céntrica, al otro lado del cadáver y de quien más cerca me encontraba, que era al que llamaron señor con casi total seguridad, si de alguien dependía no meterme en una batalla campal con esos seres era ese sujeto.
Ladeé la cabeza mientras lo observaba analizándolo, buscando cualquier rasgo especial, algo que me llamase la atención y que indicase un mayor poderío, mientras movía la cola de u lado a otro con nerviosismo, abriendo la niebla a mi alrededor.
Mi presencia no había pasado desapercibida, pero tampoco era recibida de forma cálida. ¿Como culparlos después de ser atacados?, una mujer a cuatro aptas olfateaba el suelo a poca distancia, y estaba por mostrarme cuando goleó violentamente la pared. Di un respingo ante el impacto. No quería ser la próxima en recibir un mamporro.
Una voz mas calma y tranquila hablo, mas educada y calma, haciéndome plantear de nuevo la idea. Ellos ya sabían que yo estaba aquí, y estaban nerviosos por los recientes acontecimientos, o irascibles, en cualquier caso, si me escondía podían pensar que quería atacarlos sin ser vista.
Tras unos pocos segundos tomé el morral que escondía bajo mi cuerpo por la correa con los dientes, no quería olvidarlo, ni perder mis escasas pertenencias. Empece a acercarme despacio, manteniendo mi cuerpo pegado al piso, girando el cuello en todas direcciones para ver alternativamente a todas las siluetas con mas nitidez, hasta quedar a poco mas de un metro del cadáver del desdichado al que acababan de darle muerte.
Me senté en suelo, intentando no parecer amenazante, y solté el morral, recogiéndolo con una zarpa hasta dejarlo nuevamente pegado a mi cuerpo, mientras miraba a todos los presentes, saludando a cada uno con una breve inclinación con la cabeza, que además de desempeñar su función como cortés presentación, pretendía controlar que ninguno de ellos fuera a abalanzarse hacia mi..aun que probablemente les dolerían los dientes si intentaban morderme las escamas.
Pero si en alguien centraba mí atención era con el ejecutor del grupo, que tenia una posición mas céntrica, al otro lado del cadáver y de quien más cerca me encontraba, que era al que llamaron señor con casi total seguridad, si de alguien dependía no meterme en una batalla campal con esos seres era ese sujeto.
Ladeé la cabeza mientras lo observaba analizándolo, buscando cualquier rasgo especial, algo que me llamase la atención y que indicase un mayor poderío, mientras movía la cola de u lado a otro con nerviosismo, abriendo la niebla a mi alrededor.
Arygos Valnor
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Re: [CERRADO] Enfrentamiento de Venganzas... [Libre] [1/1] [Interpretativo]
Todos esperábamos con una leve preocupación, pero llenos de valor, sabiendo que si nuestro destino era luchar contra un ser más alto y ancho que nosotros, no moriríamos en el intento. Crucé mis brazos, mientras que usaba mi pierna para mover al difunto cuerpo del mago hacia la izquierda. Máyic, el barbudo de capa verde parecía que sudaba por todo su cuerpo; y justamente era cierto gracias a su brillante piel, desde la frente hasta los nudillos. Su bastón, o más bien, varita mágica estaba tronando gracias a la fuerza que él aplicaba para sostenerla. La luna estaba justo encima de la escena, alumbraba potentemente, pero a pesar de los poderosos rayos azules, no era capaz de iluminar Sacrestic Ville, ni siquiera hacer que la humedad plasmada en el suelo pudiera reflejar el cielo repleto de estrellas. Todo era oscuro, la tenebrosidad se apoderaba rápidamente del lugar, los edificios cercanos a la disputa que se presentó hace unos segundos, comenzaban a omitir ruidos extraños, y no podía decirse que alguien se encontraba dentro, tristemente la gente con casas en la Villa murieron siglos atrás de ataques horrorices. Unos mascullidos empezaron a crearse desde la lejanía, nadie era capaz de explicar por qué ocurrían, excepto yo, que me encontraba con una sonrisa pícara, esperando que la dama saliese de su escondite.
-No tenemos mucho tiempo...-Murmuré por lo bajo... Sabía que en pocos minutos sucedería algo en donde nadie tendría escapatoria, o bueno, sólo los más fuertes y los más valientes. ¿Sobreviviría la muchacha?, estaría por verse. Andy no tardó en alertarse también, conocía la situación. Él la vivió hace unos años, cuando apenas era un crío y lo cuidaba. -S...Señor. Los vampiros hambrientos... Van a despertar en pocas horas.-Vociferó para todos, notando que el cuarteto (incluyéndome, obviamente) tragamos saliva. Reflexioné un poco, era cuestión de segundos en que aparecieran y tuviésemos que luchar contra aproximadamente cien chupasangres. ¿Qué era mejor?, ¿Quedarnos a que de su aparición, o simplemente, escapar de allí?. Talia, la licántropa, era la que más corría riesgo, ella sería la primera en ser atacada, gracias a que su raza es enemiga con mi especie, por lo tanto, la mayoría de las cosas las ejecutábamos por ella, porque es importante, porque si muere... ¿Sobreviviríamos?.
Definitivamente se mostró; un inmenso dragón. Tomé aire por mi nariz, la contuve. Talia se enderezó y dio unos pasos atrás, viéndose que Máyic ahora avanzaba. -Te recomendamos que te vayas de aquí, no es un lugar muy bueno para ti.-Aconsejó el arquero, acomodando su cinturón y extendiendo su mano izquierda para colocarla en una de sus escamas, tratando de ser dócil. Levanté una ceja ante el acto. No confiaba mucho en el lagarto que se encontraba al frente mío, es más, no es normal que la señorita (o el señor) no prefiera presentarse en su forma humana. Sonreí exageradamente, acercándome con pasos agresivos hacia el dragón. -Buenas noches...-Todos se apartaron con respeto, incluso el encapuchado tuvo que apartar su extremidad del monstruo.
-Me encantaría aconsejarte algo, compañero, o compañera.-Levanté mi cabeza, para ver al ser cara a cara, colocando mis entrecerrados ojos azules en los de ella. -Estoy deseoso por ver su forma humana... Sé que la tiene, y entiende que nosotros no le atacaremos.-Dije más tranquilo, con mi grave voz que no tardaría en recorrer los oídos de la señorita, incluso estremecerla si era posible. -Pero... No es obligatorio...-Al pronunciar la última palabra, mis uñas acariciaron la empuñadura de mi espada. No dejé de observarla, con aquella expresión divertida.
-No tenemos mucho tiempo...-Murmuré por lo bajo... Sabía que en pocos minutos sucedería algo en donde nadie tendría escapatoria, o bueno, sólo los más fuertes y los más valientes. ¿Sobreviviría la muchacha?, estaría por verse. Andy no tardó en alertarse también, conocía la situación. Él la vivió hace unos años, cuando apenas era un crío y lo cuidaba. -S...Señor. Los vampiros hambrientos... Van a despertar en pocas horas.-Vociferó para todos, notando que el cuarteto (incluyéndome, obviamente) tragamos saliva. Reflexioné un poco, era cuestión de segundos en que aparecieran y tuviésemos que luchar contra aproximadamente cien chupasangres. ¿Qué era mejor?, ¿Quedarnos a que de su aparición, o simplemente, escapar de allí?. Talia, la licántropa, era la que más corría riesgo, ella sería la primera en ser atacada, gracias a que su raza es enemiga con mi especie, por lo tanto, la mayoría de las cosas las ejecutábamos por ella, porque es importante, porque si muere... ¿Sobreviviríamos?.
Definitivamente se mostró; un inmenso dragón. Tomé aire por mi nariz, la contuve. Talia se enderezó y dio unos pasos atrás, viéndose que Máyic ahora avanzaba. -Te recomendamos que te vayas de aquí, no es un lugar muy bueno para ti.-Aconsejó el arquero, acomodando su cinturón y extendiendo su mano izquierda para colocarla en una de sus escamas, tratando de ser dócil. Levanté una ceja ante el acto. No confiaba mucho en el lagarto que se encontraba al frente mío, es más, no es normal que la señorita (o el señor) no prefiera presentarse en su forma humana. Sonreí exageradamente, acercándome con pasos agresivos hacia el dragón. -Buenas noches...-Todos se apartaron con respeto, incluso el encapuchado tuvo que apartar su extremidad del monstruo.
-Me encantaría aconsejarte algo, compañero, o compañera.-Levanté mi cabeza, para ver al ser cara a cara, colocando mis entrecerrados ojos azules en los de ella. -Estoy deseoso por ver su forma humana... Sé que la tiene, y entiende que nosotros no le atacaremos.-Dije más tranquilo, con mi grave voz que no tardaría en recorrer los oídos de la señorita, incluso estremecerla si era posible. -Pero... No es obligatorio...-Al pronunciar la última palabra, mis uñas acariciaron la empuñadura de mi espada. No dejé de observarla, con aquella expresión divertida.
Paul Brown Moreau
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Re: [CERRADO] Enfrentamiento de Venganzas... [Libre] [1/1] [Interpretativo]
Al menos la primera reacción no era violenta, y me tranquilizo observar como la mujer se erguia y reculaba unos pasos. Por contra, otro de ellos se acerco, y tras advertirme que me fuese acero su mano para tocarme. No parecía un gesto de mala fe, pero daba la impresión de habersele olvidado que los dragones no somos mascotas, no necesitaba que me palmease y se dejase olfatear.
Me encorve para impedirle el tacto, simplemente serpentee ne dirección contraria para dejarle en claro que no me agradaba el gesto, sin usar un acto tan violento como morderle la mano. Sin embargo, este la retiro al mismo tiempo que mi gesto cuando se escucharon unos pasos.
Mi rostro se volteo inmediatamente hacia el foco del ruido, el hombre que parecía liderar la contienda, con su exagerada sonrisa y sus movimientos bruscos, hacía que se me erizaran todas las púas.
Clavo su intensa mirada sobre la mía, y tuve que usar todo mi valor para no retirarla, de algún modo, ese sujeto imponía.
Su voz era como una especie de corriente eléctrica, que de nuevo hizo estremecerse mi cuerpo y erizarse las protuberancias y cuernos de la cabeza y el espinazo. Este parecía tener una noción mucho mas exacta sobre los dragones, y para mal a juzgar por su ultima expresión. Sigue de reojo su mano, y la sutil caricia sobre el mango de su arma, luego volví a mirarle el rostro. Eso sonaba a una amenaza en toda regla, no me agradaba.
Aproveche la cercanía para resoplar por la nariz con mi cálido aliento, moviendo su cabello para mostrar mi desagrado ante esa petición, sin embargo, intuía que no tenia tantas opciones de negarme como hacían creer su palabras.
Tome aire, profundamente, saque del morral una capa azul oscura y ajada con el hocico, y me cubrí contorsionando el cuello, tan bien como pude, entrecerré los ojos, dispuesta a adoptar mi forma humana.
La bruma hacia difícil ver la transformación para aquellos que no estuvieran tan cerca, pero el cuerpo del reptil, cuyas escamas reflejaban la poca o casi inexistente luz que lograba filtrarse en la bruma, empezó a encogerse, y afinarse, como si fuera una masa moldeable, las púas de la cabeza se estiraron, convirtiéndose en largos cabellos blancos en suaves hondas, el cuerpo se contorsiono tomando la silueta de una mujer joven cubierta únicamente por la vieja capa, que trataba de aferrar para cubrir su desnuda anatomia, impidiendo siquiera entrever la misma, y el hocico se encogió hasta convertirse en los rasgos de una joven en mitad de la pubertad. De un tamaño imponente, ahora se encontraba frente al vampiro una figura que apenas alcanzaba el metro y medio, y que lo observaba des de abajo con una expresión de incomodidad.
-No me gustan las amenazas.- Mis palabras eran lentas, de nuevo, siempre era complicado hablar en esta forma cuando hacia tanto tiempo que no la usaba, y me percataba de como irremediablemente alargaba de mas todas las letras. Moví la mano señalando con la misma la suya y su gesto sobre su arma, para acompañar mi frase, en un gesto algo descoordinado.
-Si ya está satisfecho, agradecería volver a mi forma normal. No pretendía interrumpir su...cena.-la ultima palabra no sonó segura, mientras miraba de refilón pro un instante el cuerpo del hombre al que habían dado muerte unos minutos atrás.-Solo me he extraviado, y estoy deseosa de retomar mi camino para cuando amaine la ventisca.
Me forcé a mantenerle la mirada de forma desafiante, aun que tenia el vello erizado por todo el cuerpo, y este empezaba a temblar por el frío, mucho mas vulnerable que mi forma draconiana. Odiaba mi forma humana, odiaba estar tan desnuda, y mucho mas ese gran público. Me arrebuje dentro de la capa, envolviéndome aun mas en su tela, para parar el frío y disminuir la acuciante sensación de vulnerabilidad que me recorría. Si algo me turbaba mas que su tono calmado y esa mirada penetrante, era esa expresión divertida, que contrastaba fuertemente con mi nerviosismo, como si el lo tuviese todo bajo control.
Quizás en otra situación, sin tanta gente de su lado, en terreno conocido, y en mi forma draconida, le habría dado un buen remojón de agua helada para borrar esa expresión socarrona, pero ahora no era una buena idea.
Me encorve para impedirle el tacto, simplemente serpentee ne dirección contraria para dejarle en claro que no me agradaba el gesto, sin usar un acto tan violento como morderle la mano. Sin embargo, este la retiro al mismo tiempo que mi gesto cuando se escucharon unos pasos.
Mi rostro se volteo inmediatamente hacia el foco del ruido, el hombre que parecía liderar la contienda, con su exagerada sonrisa y sus movimientos bruscos, hacía que se me erizaran todas las púas.
Clavo su intensa mirada sobre la mía, y tuve que usar todo mi valor para no retirarla, de algún modo, ese sujeto imponía.
Su voz era como una especie de corriente eléctrica, que de nuevo hizo estremecerse mi cuerpo y erizarse las protuberancias y cuernos de la cabeza y el espinazo. Este parecía tener una noción mucho mas exacta sobre los dragones, y para mal a juzgar por su ultima expresión. Sigue de reojo su mano, y la sutil caricia sobre el mango de su arma, luego volví a mirarle el rostro. Eso sonaba a una amenaza en toda regla, no me agradaba.
Aproveche la cercanía para resoplar por la nariz con mi cálido aliento, moviendo su cabello para mostrar mi desagrado ante esa petición, sin embargo, intuía que no tenia tantas opciones de negarme como hacían creer su palabras.
Tome aire, profundamente, saque del morral una capa azul oscura y ajada con el hocico, y me cubrí contorsionando el cuello, tan bien como pude, entrecerré los ojos, dispuesta a adoptar mi forma humana.
La bruma hacia difícil ver la transformación para aquellos que no estuvieran tan cerca, pero el cuerpo del reptil, cuyas escamas reflejaban la poca o casi inexistente luz que lograba filtrarse en la bruma, empezó a encogerse, y afinarse, como si fuera una masa moldeable, las púas de la cabeza se estiraron, convirtiéndose en largos cabellos blancos en suaves hondas, el cuerpo se contorsiono tomando la silueta de una mujer joven cubierta únicamente por la vieja capa, que trataba de aferrar para cubrir su desnuda anatomia, impidiendo siquiera entrever la misma, y el hocico se encogió hasta convertirse en los rasgos de una joven en mitad de la pubertad. De un tamaño imponente, ahora se encontraba frente al vampiro una figura que apenas alcanzaba el metro y medio, y que lo observaba des de abajo con una expresión de incomodidad.
-No me gustan las amenazas.- Mis palabras eran lentas, de nuevo, siempre era complicado hablar en esta forma cuando hacia tanto tiempo que no la usaba, y me percataba de como irremediablemente alargaba de mas todas las letras. Moví la mano señalando con la misma la suya y su gesto sobre su arma, para acompañar mi frase, en un gesto algo descoordinado.
-Si ya está satisfecho, agradecería volver a mi forma normal. No pretendía interrumpir su...cena.-la ultima palabra no sonó segura, mientras miraba de refilón pro un instante el cuerpo del hombre al que habían dado muerte unos minutos atrás.-Solo me he extraviado, y estoy deseosa de retomar mi camino para cuando amaine la ventisca.
Me forcé a mantenerle la mirada de forma desafiante, aun que tenia el vello erizado por todo el cuerpo, y este empezaba a temblar por el frío, mucho mas vulnerable que mi forma draconiana. Odiaba mi forma humana, odiaba estar tan desnuda, y mucho mas ese gran público. Me arrebuje dentro de la capa, envolviéndome aun mas en su tela, para parar el frío y disminuir la acuciante sensación de vulnerabilidad que me recorría. Si algo me turbaba mas que su tono calmado y esa mirada penetrante, era esa expresión divertida, que contrastaba fuertemente con mi nerviosismo, como si el lo tuviese todo bajo control.
Quizás en otra situación, sin tanta gente de su lado, en terreno conocido, y en mi forma draconida, le habría dado un buen remojón de agua helada para borrar esa expresión socarrona, pero ahora no era una buena idea.
Arygos Valnor
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Re: [CERRADO] Enfrentamiento de Venganzas... [Libre] [1/1] [Interpretativo]
La sonrisa no desparecía de mi rostro, estaba plasmada como si fuera la única expresión que pudiese hacer, como la única que conociera, como la única que usara. No me detuve a pensar, ni siquiera un poco. Sabía perfectamente que la dragona podría derrotarme, o más bien volverme pedazos, pero eso no significaba que debiese tener miedo ante sus grandes colmillos o sus uñas 2 metros más largas que las mías. En resumidas palabras, me estaba arriesgando bastante, aunque mi vida no importase mucho... Era obvio que en cualquier momento moriría, sea en manos de un lagarto o de un licántropo. Pegué un sonoro suspiro, algo que el monstruo imitó, sin embargo su exhalación fue doblemente poderosa, apocando la mía. Desde lo más profundo de mis órganos, se hallaba un poco de nervios, algo que nunca me atrevía a mostrar, a pesar de que no le temiera a la muerte. Sinceramente, desafiar a una raza así era un suicidio. ¿Sobreviviría después?. Andy sudaba dentro de su máscara, y sus suaves temblores provenientes de sus nudillos se incrementaban considerablemente, viéndose sus garras chocándose con otras, logrando un ruidoso musical de acero.
No atacó. Siguió lo que le había implorado. La chica lentamente fue descendiendo desde el rascacielos hasta aproximadamente mi estatura. Vaya, se había apoderado de toda la atención en tan poco tiempo. Tenía un cabello níveo y despelucado, tanto así que parecía rizarse desde las raíces. Mejillas rojas como la sangre, ojos azules como el mismísimo mar, una mirada característica y radiante. Tuve una especie de espasmo al verla, mi mandíbula parecía que iba a colgar como un amuleto alrededor de mi cuello. Talia perdió la respiración, incluso su instinto cambió; se sonrojó exageradamente. Al observarla, ahora de arriba a abajo, inspeccionando cada parte de su cuerpo, mostré mis colmillos húmedos, los cuales relucían por las velas que rodeaban la desolada plaza. -Un voluptuoso porte no tendría que estar escondido bajo la apariencia de un engendro...-Susurré gravemente, apoderándome de su atención por segunda vez. -Justo como yo...-El filo de mis dientes pegaron un destello cegador.
La dama me acusó haberme amenazado, algo que simplemente lo tomé con alegría, aunque más bien fingí que no lo hacía, frunciendo el ceño por unos segundos. -¿De qué hablas?, yo nunca amenazaría a alguien...-Aparté mis uñas de la espada, para ahora cruzar mis brazos en frente de mi pecho. Levanté mi mentón en ese instante. Máyic por otro lado dio unos pasos hacia adelante con intención de calmar la situación, manteniendo ese espíritu tranquilo de siempre. Algo me había llamado la atención del mago de mi grupo, y era que a pesar de ser nigromante, siempre mantenía una actitud relajada. ¿Cómo lograban estar tan normales cuando sus poderes son básicamente asesinar a alguien de las maneras más atroces?. Todos discretamente nos alistábamos para lo que venía a continuación. En pocos minutos tendríamos que defendernos de una manada de caníbales.
La chica manifestaba incomodidad, pidiendo una especie de despreocupado permiso para volver a su forma. Rápidamente describió lo que sucedió, diciendo que se había extraviado, ahora encontrándose en la ciudad de los vampiros. Yo lentamente asentí con la cabeza, caminando de izquierda a derecha. Bueno... Verás, es un mal momento para ti que te encuentres en ésta zona.-Expliqué calmado. Las brisas se hacían considerablemente más agresivas que antes, no tenía otra opción que respirar agitado. Entretanto, unos agresivos pasos se escucharon en la calle derecha después de las cabañas. Andy apenas alcanzó a oír el sonido antes de que un veloz espectro pasara exactamente en frente de él. El rubio no pudo moverse, quedó en shock. Máyic apenas giró su cuerpo, pero tampoco reaccionó. Yo, en cambio, no escuchaba y seguía hablando con la muchacha. Un gruñido ensordeció a todos los presentes.
La loba estaba luchando contra un ser extraño, parecido a un vampiro pero más brusco y fuerte. Talia lo esquivaba con facilidad, no obstante, su piel estaba sangrando de sobremanera, al punto que rápidamente se transformó en un mamífero. El chupasangre trataba de enterrarle su daga, pero ella era ágil, así que podía bloquear los ataques, lanzar garrazos con resultados efectivos y morder al oponente con facilidad. Andy corrió en ayuda hacia la mujer en peligros. El espectro no alcanzó a dar un último ataque... Su cuerpo había sido perforado desde su espalda. Su corazón fue atravesado por una larga y filosa garra, procedente del de cabellos amarillos. -¡Mierda!, ¿Cómo diablos no lo interceptamos?.-Vociferó el reciente asesino, sacudiendo el difunto cuerpo de la sanguijuela. La licántropa aún se encontraba en el suelo, retorciéndose del dolor. Me percaté de ésto e inhalé bastante aire.
-Llegó la hora peligrosa de Sacrestic Ville...-
No atacó. Siguió lo que le había implorado. La chica lentamente fue descendiendo desde el rascacielos hasta aproximadamente mi estatura. Vaya, se había apoderado de toda la atención en tan poco tiempo. Tenía un cabello níveo y despelucado, tanto así que parecía rizarse desde las raíces. Mejillas rojas como la sangre, ojos azules como el mismísimo mar, una mirada característica y radiante. Tuve una especie de espasmo al verla, mi mandíbula parecía que iba a colgar como un amuleto alrededor de mi cuello. Talia perdió la respiración, incluso su instinto cambió; se sonrojó exageradamente. Al observarla, ahora de arriba a abajo, inspeccionando cada parte de su cuerpo, mostré mis colmillos húmedos, los cuales relucían por las velas que rodeaban la desolada plaza. -Un voluptuoso porte no tendría que estar escondido bajo la apariencia de un engendro...-Susurré gravemente, apoderándome de su atención por segunda vez. -Justo como yo...-El filo de mis dientes pegaron un destello cegador.
La dama me acusó haberme amenazado, algo que simplemente lo tomé con alegría, aunque más bien fingí que no lo hacía, frunciendo el ceño por unos segundos. -¿De qué hablas?, yo nunca amenazaría a alguien...-Aparté mis uñas de la espada, para ahora cruzar mis brazos en frente de mi pecho. Levanté mi mentón en ese instante. Máyic por otro lado dio unos pasos hacia adelante con intención de calmar la situación, manteniendo ese espíritu tranquilo de siempre. Algo me había llamado la atención del mago de mi grupo, y era que a pesar de ser nigromante, siempre mantenía una actitud relajada. ¿Cómo lograban estar tan normales cuando sus poderes son básicamente asesinar a alguien de las maneras más atroces?. Todos discretamente nos alistábamos para lo que venía a continuación. En pocos minutos tendríamos que defendernos de una manada de caníbales.
La chica manifestaba incomodidad, pidiendo una especie de despreocupado permiso para volver a su forma. Rápidamente describió lo que sucedió, diciendo que se había extraviado, ahora encontrándose en la ciudad de los vampiros. Yo lentamente asentí con la cabeza, caminando de izquierda a derecha. Bueno... Verás, es un mal momento para ti que te encuentres en ésta zona.-Expliqué calmado. Las brisas se hacían considerablemente más agresivas que antes, no tenía otra opción que respirar agitado. Entretanto, unos agresivos pasos se escucharon en la calle derecha después de las cabañas. Andy apenas alcanzó a oír el sonido antes de que un veloz espectro pasara exactamente en frente de él. El rubio no pudo moverse, quedó en shock. Máyic apenas giró su cuerpo, pero tampoco reaccionó. Yo, en cambio, no escuchaba y seguía hablando con la muchacha. Un gruñido ensordeció a todos los presentes.
La loba estaba luchando contra un ser extraño, parecido a un vampiro pero más brusco y fuerte. Talia lo esquivaba con facilidad, no obstante, su piel estaba sangrando de sobremanera, al punto que rápidamente se transformó en un mamífero. El chupasangre trataba de enterrarle su daga, pero ella era ágil, así que podía bloquear los ataques, lanzar garrazos con resultados efectivos y morder al oponente con facilidad. Andy corrió en ayuda hacia la mujer en peligros. El espectro no alcanzó a dar un último ataque... Su cuerpo había sido perforado desde su espalda. Su corazón fue atravesado por una larga y filosa garra, procedente del de cabellos amarillos. -¡Mierda!, ¿Cómo diablos no lo interceptamos?.-Vociferó el reciente asesino, sacudiendo el difunto cuerpo de la sanguijuela. La licántropa aún se encontraba en el suelo, retorciéndose del dolor. Me percaté de ésto e inhalé bastante aire.
-Llegó la hora peligrosa de Sacrestic Ville...-
Paul Brown Moreau
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Re: [CERRADO] Enfrentamiento de Venganzas... [Libre] [1/1] [Interpretativo]
Incomodo. Todo era mucho mas incomodo de lo que había cabido a suponer en un principio. Sentía las miradas de todo ese grupo encima mio de forma fija, como su fueran capaces de ver a través de la capa que me envolvía por completo. Paseé la mirada de reojo pro todos ellos, intentando convencerme de que no era mas que parte de mi acuciante sensación de vulnerabilidad.
Error de nuevo, si me estaban mirando...sobre todo la mujer con la cara roja, y pude notar como en pocos segundos me volvía un claro reflejo de su pudor, los pómulos arder como si les diera el sol. Esperaba que el enrrojecimeinto de la piel del rostro por el frío tapase mi reacción lo suficiente como para recomponerme.
La voz del supuesto líder llamo mi atención de nuevo. Boqueé como un pez, intentando replicar sin que me salieran las palabras un par de veces.
Abrí la boca con desconcierto cuando empezó la frase, y termine con el ceño fruncido con la palabra engendro.¿Que era eso?, ¿Un cumplido con un insulto? Demasiadas cosas en las que pensar, sensaciones incomodas turbando mi mente, y encima tenia que intentar hablar con coherencia, como si no fuera ya de por si complejo en un clima agradable, cálido, y con seres de mi confianza.
Sus dientes destellaron con la escasa luz como dos joyas diamantinas, atrayendo mi atención. Tragué saliva instintivamente, sabía que tenia unos pero no me había arado a verlos, me había sentido tan segura antes en comparación con ahora, sabiendo que difícilmente podría morderme, en cambio, sin las escamas sus colmillos podrían atravesar con facilidad la piel y desgarrar la carne. Me estremecí y el vello de mi cuerpo se erizo ante esa certeza.
El hombre refuto mi acusación, parecía hasta ofendido pro mi presunción. Quizás había pensad horriblemente mal de esas criaturas basándome en historias o cuentos, o era fruto de mi inexperiencia haberme sentido tan agredida en un primer momento.
-Lamento el..malentendido entonces...-mis palabras seguían siendo igual de lentas, solo que ahora el castañetear de los dientes suponía una complicación extra. La helada calaba en mi capa, y ya se apoderaba de mis huesos.
-Bueno... Verás, es un mal momento para ti que te encuentres en ésta zona.- De nuevo con esa perenne calma, como si fuera inmutable, no solo me daba un poco de enojo que estuviese tan tranquilo, ya que a fin de cuentas, era su territorio, si no que ne el fondo, sentía algo de envidia, era consciente de ello.
-No es como si no quisiera irme.. pero con este viento tengo mas posibilidades de estrellarme con cada uno de los edificios de esta aldea que de volver por donde he venido.. créame que no es por falta de ganas.- Como si el clima quisiera dar mas peso a mis palabras el viento se intensificó notablemente, revolviéndome el cabello y obligando a encogerme sobre mi misma para pro tejerme malamente del frío.
-Y no estoy en situación de...irme tranquilamente caminando pro un bosque neblinoso en plena ventisca ¡Tchu!.- Fantástico..primer estornudo, mala señal.-Así desvest...-Un rugido ensordecedor interrumpió mis palabras haciéndome estremecerme de pies a cabeza.
Mis ojos se clavaron en el ruido mas cercano, la mujer del rostro sonrojado ya no era mas una mujer, era un inmensa bestia que peleaba uñas y dientes con una criatura muy veloz, entre la niebla y los rápidos movimientos de ambos combatientes me costaba discernir bien sus siluetas, pero entendía que estaba pasando, escuchaba los ruidos, vi el destello del acero que portaba su agresor. Y de golpe el intruso se quedo quieto, algo salia de su pecho una.. ¡¿Garra?!
Tragué saliva profusamente, e intente analizar la situación. Estaba en una plaza llena de desconocidos, sin posibilidades de salir huyendo, en una aldea de vampiros con.vampiros y Licantropos y vete tu a saber que mas trabajando...¿Juntos? siento atacados por otros..Vampiros supuse..por a zona, o algo peor, en cuyo caso, periferia seguir pensando que eran vampiros.
-¿Como salgo de aquí sin que esas cosas me maten?.- Mire de nuevo al líder de la contienda, que inhalaba con fuerza, y me obsequiaba con una especie de preludio de lo que estaba por venir.
Ya no me importaba si me daba permiso alguno o no... de algún modo lo que había dicho me daba la sensación de que solo era el comienzo, que mas cosas de esas vendrían hacia donde estábamos, si no que no había escapatoria, y ellos no estaban disfrutando tampoco de la hora peligrosa de la aldea, pero parecían conocerla, lo mas prudente era mantenerme con ellos, se encargarían de las bestias, aun que fuera para su propia supervivencia.
Enganche el borde de la capa con los dientes, y me concentré, sentí con alivio como mi cuerpos e estiraba, la piel se endurecía, la capa empezaba a quedarme corta, y lentamente mi forma volvía a ser la de un leviatan que sostenía precariamente una capa con los dientes intentando que no se la llevara el viento. La metí con el hocico y las zarpas en el morral con mucha mas fluidez en el movimiento que el poco que había demostrado con mi otra morfología.
Giré mi cuerpo hacia los callejones de los que salían ruidos, moviendo mi largo y reptiliano cuello en todas direccion controlando con nerviosismo, tanto a los presentes, y al supuesto líder de refilón, como a las entradas des de las que podían hacer aparición esas temibles criaturas, haciendo acopio de todo mi valor, y sobre todo, instinto de supervivencia.
Error de nuevo, si me estaban mirando...sobre todo la mujer con la cara roja, y pude notar como en pocos segundos me volvía un claro reflejo de su pudor, los pómulos arder como si les diera el sol. Esperaba que el enrrojecimeinto de la piel del rostro por el frío tapase mi reacción lo suficiente como para recomponerme.
La voz del supuesto líder llamo mi atención de nuevo. Boqueé como un pez, intentando replicar sin que me salieran las palabras un par de veces.
Abrí la boca con desconcierto cuando empezó la frase, y termine con el ceño fruncido con la palabra engendro.¿Que era eso?, ¿Un cumplido con un insulto? Demasiadas cosas en las que pensar, sensaciones incomodas turbando mi mente, y encima tenia que intentar hablar con coherencia, como si no fuera ya de por si complejo en un clima agradable, cálido, y con seres de mi confianza.
Sus dientes destellaron con la escasa luz como dos joyas diamantinas, atrayendo mi atención. Tragué saliva instintivamente, sabía que tenia unos pero no me había arado a verlos, me había sentido tan segura antes en comparación con ahora, sabiendo que difícilmente podría morderme, en cambio, sin las escamas sus colmillos podrían atravesar con facilidad la piel y desgarrar la carne. Me estremecí y el vello de mi cuerpo se erizo ante esa certeza.
El hombre refuto mi acusación, parecía hasta ofendido pro mi presunción. Quizás había pensad horriblemente mal de esas criaturas basándome en historias o cuentos, o era fruto de mi inexperiencia haberme sentido tan agredida en un primer momento.
-Lamento el..malentendido entonces...-mis palabras seguían siendo igual de lentas, solo que ahora el castañetear de los dientes suponía una complicación extra. La helada calaba en mi capa, y ya se apoderaba de mis huesos.
-Bueno... Verás, es un mal momento para ti que te encuentres en ésta zona.- De nuevo con esa perenne calma, como si fuera inmutable, no solo me daba un poco de enojo que estuviese tan tranquilo, ya que a fin de cuentas, era su territorio, si no que ne el fondo, sentía algo de envidia, era consciente de ello.
-No es como si no quisiera irme.. pero con este viento tengo mas posibilidades de estrellarme con cada uno de los edificios de esta aldea que de volver por donde he venido.. créame que no es por falta de ganas.- Como si el clima quisiera dar mas peso a mis palabras el viento se intensificó notablemente, revolviéndome el cabello y obligando a encogerme sobre mi misma para pro tejerme malamente del frío.
-Y no estoy en situación de...irme tranquilamente caminando pro un bosque neblinoso en plena ventisca ¡Tchu!.- Fantástico..primer estornudo, mala señal.-Así desvest...-Un rugido ensordecedor interrumpió mis palabras haciéndome estremecerme de pies a cabeza.
Mis ojos se clavaron en el ruido mas cercano, la mujer del rostro sonrojado ya no era mas una mujer, era un inmensa bestia que peleaba uñas y dientes con una criatura muy veloz, entre la niebla y los rápidos movimientos de ambos combatientes me costaba discernir bien sus siluetas, pero entendía que estaba pasando, escuchaba los ruidos, vi el destello del acero que portaba su agresor. Y de golpe el intruso se quedo quieto, algo salia de su pecho una.. ¡¿Garra?!
Tragué saliva profusamente, e intente analizar la situación. Estaba en una plaza llena de desconocidos, sin posibilidades de salir huyendo, en una aldea de vampiros con.vampiros y Licantropos y vete tu a saber que mas trabajando...¿Juntos? siento atacados por otros..Vampiros supuse..por a zona, o algo peor, en cuyo caso, periferia seguir pensando que eran vampiros.
-¿Como salgo de aquí sin que esas cosas me maten?.- Mire de nuevo al líder de la contienda, que inhalaba con fuerza, y me obsequiaba con una especie de preludio de lo que estaba por venir.
Ya no me importaba si me daba permiso alguno o no... de algún modo lo que había dicho me daba la sensación de que solo era el comienzo, que mas cosas de esas vendrían hacia donde estábamos, si no que no había escapatoria, y ellos no estaban disfrutando tampoco de la hora peligrosa de la aldea, pero parecían conocerla, lo mas prudente era mantenerme con ellos, se encargarían de las bestias, aun que fuera para su propia supervivencia.
Enganche el borde de la capa con los dientes, y me concentré, sentí con alivio como mi cuerpos e estiraba, la piel se endurecía, la capa empezaba a quedarme corta, y lentamente mi forma volvía a ser la de un leviatan que sostenía precariamente una capa con los dientes intentando que no se la llevara el viento. La metí con el hocico y las zarpas en el morral con mucha mas fluidez en el movimiento que el poco que había demostrado con mi otra morfología.
Giré mi cuerpo hacia los callejones de los que salían ruidos, moviendo mi largo y reptiliano cuello en todas direccion controlando con nerviosismo, tanto a los presentes, y al supuesto líder de refilón, como a las entradas des de las que podían hacer aparición esas temibles criaturas, haciendo acopio de todo mi valor, y sobre todo, instinto de supervivencia.
Arygos Valnor
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Re: [CERRADO] Enfrentamiento de Venganzas... [Libre] [1/1] [Interpretativo]
Todos sabíamos perfectamente que ya no había vuelta atrás. Bueno, la culpa había sido de nosotros, puesto que no nos apuramos cuando era el momento necesario. Así es, ahora tendríamos que sobrevivir ante la peligrosidad dada en Sacrestic. ¿Sobreviviríamos?. El primero en alistarse fue Máyic, que empuñando sus manos empezó a girar la cabeza a su alrededor, esperando no ser sorprendido por alguno de los monstruos que ahora aparecerían para acecharnos, esperar que bajemos nuestra guardia y despedazarnos con sus poderosas mandíbulas. No tuve otra opción que desenvainar mi arma, frunciendo agresivamente el ceño, perdiendo lentamente mi burlona sonrisa, ahora más en preocupación. Las cosas empeorarían, lo presentía, cada uno lo sentía, es más, era indispensable que nos defendiéramos, si deseábamos seguir viviendo. Al principio empecé a comprobar el filo de mi espada, moviendo ésta de izquierda a derecha, logrando escuchar el poderoso filo que partía el viento en más de dos partes. Me encantaba estar confiado.
Talia aún se retorcía por el suelo, incluso soltaba agudos gemidos gracias a la sangre que empapaba su morena piel. No tardó en volver a su forma humana, su cuerpo se encontraba desnudo, rojizo y con cicatrices trazadas por su cuerpo, como si su abdomen hubiese sido rasguñado por un felino salvaje. Sus respiraciones se oían agitadas, sus ojos casi se veían aguados, y por último, los quejidos en forma de gutural hacían que la escena se viera aún más tenebrosa. Andy se acercó rápidamente (Como de costumbre, el muchacho está enamorado de ella) y trató sus heridas, sonrojándose ante aquellos voluptuosos pechos al aire. -¿C...Cómo te sientes?, dime...-Susurró, recibiéndola con sus manoss, dispuesto a subirlas en sus musculosos brazos. La mujer trató de recitar unas palabras, pero sólo al esforzarse, su comisura dejó caer una gota de líquido carmesí. -Ya... Mejoraré, no te preocupes. El maldito tenía mucha hambre... Casi me arranca los órganos.-Fijándonos bien en el torso de ella, se veían cuatro diminutos hoyos en forma de línea, creando alusión a las uñas de su anterior contrincante. El muchacho no tuvo más opción que removerse la máscara.
No me angustié demasiado, al fin y al cabo el rubio se encargaría de cuidarla. Sin más preámbulos, me giré en busca de la dama de cabellos blanquecinos, pero sólo volví a mis expresiones atónitas cuando vi su inmensas escamas delante mío. -Buena decisión, querida.-Le dediqué una expresión coqueta, que no duro más de un milisegundo, cuando escuché unos pisotones delante mío, ganándose mi atención para darles un vistazo. Infortunadamente, eran una manada de vampiros sedientos, con los ojos carentes de pupila. Las camisas del conjunto estaban destrozadas, babeadas y quemadas de distintas maneras. -Bueno, te explicaré qué es lo que sucede.-Murmuré fingiendo serenidad, agarrando la empuñadura de mi arma con fuerza.
-En la noche, cuando la luna está en el cielo, aparecen unas criaturas las cuales mis secuaces y yo le llamamos "Assetato". Son básicamente los vampiros sedientos, los cuales no cazan de la manera más normal, como es seducir. No... Ellos combaten con brutalidad, descuartizando y comportándose como perros rabiosos, parecidos a los licántropos pulgosos.-Acabé con mi discurso. De repente dos de la agrupación se acercaron en contra mía, deslizándose por el suelo y cuando llegaron justo al frente mío, pegaron un sobrehumano salto, con la intención de embestirme. Máyic no le dio importancia, él conocía mis habilidades, así que se encargó de los sobrantes. Por otro lado, Andy se apartó junto con Talia detrás de un árbol, esperando esconderse mientras que la guerra ubicada en la plaza se desataba.
Primeramente, una cabeza salió rodando por el suelo, seguida de un chorro de "agua" color granate, que pintaba el suelo y le daba un tono... Delicioso. -Mala manera de atacar. ¿Qué somos?, ¿gladiadores?.-Pronuncié con sarcasmo, luego de que mi espada se haya encargado del primer chupasangre. El segundo logró aferrarse de mis ropas, para luego soltar un grito ensordecedor y dirigirse hacia mi cuello, como un vil e imbécil zorro. Con un puñetazo lo alejé un metro de mí, y antes que ejecutara otro movimiento, fue clavado contra el pavimento. El brujo se encargó de dos hombres, usando la nigromancia. Estiró sus dos brazos, liberando una aurora tenebrosa. -La sofferenza del male...-Desató su conjuro. Los seres no tardaron en pegar gritos desgarradores, que lentamente se apagaban hasta dar la muerte.
El último de la manada estaba escondido, era un guerrero gigante, con un hacha en la mano y iba corriendo en dirección de la dragona. -¡MATAR A LAGARTO!.-Vociferó con energías.
Talia aún se retorcía por el suelo, incluso soltaba agudos gemidos gracias a la sangre que empapaba su morena piel. No tardó en volver a su forma humana, su cuerpo se encontraba desnudo, rojizo y con cicatrices trazadas por su cuerpo, como si su abdomen hubiese sido rasguñado por un felino salvaje. Sus respiraciones se oían agitadas, sus ojos casi se veían aguados, y por último, los quejidos en forma de gutural hacían que la escena se viera aún más tenebrosa. Andy se acercó rápidamente (Como de costumbre, el muchacho está enamorado de ella) y trató sus heridas, sonrojándose ante aquellos voluptuosos pechos al aire. -¿C...Cómo te sientes?, dime...-Susurró, recibiéndola con sus manoss, dispuesto a subirlas en sus musculosos brazos. La mujer trató de recitar unas palabras, pero sólo al esforzarse, su comisura dejó caer una gota de líquido carmesí. -Ya... Mejoraré, no te preocupes. El maldito tenía mucha hambre... Casi me arranca los órganos.-Fijándonos bien en el torso de ella, se veían cuatro diminutos hoyos en forma de línea, creando alusión a las uñas de su anterior contrincante. El muchacho no tuvo más opción que removerse la máscara.
No me angustié demasiado, al fin y al cabo el rubio se encargaría de cuidarla. Sin más preámbulos, me giré en busca de la dama de cabellos blanquecinos, pero sólo volví a mis expresiones atónitas cuando vi su inmensas escamas delante mío. -Buena decisión, querida.-Le dediqué una expresión coqueta, que no duro más de un milisegundo, cuando escuché unos pisotones delante mío, ganándose mi atención para darles un vistazo. Infortunadamente, eran una manada de vampiros sedientos, con los ojos carentes de pupila. Las camisas del conjunto estaban destrozadas, babeadas y quemadas de distintas maneras. -Bueno, te explicaré qué es lo que sucede.-Murmuré fingiendo serenidad, agarrando la empuñadura de mi arma con fuerza.
-En la noche, cuando la luna está en el cielo, aparecen unas criaturas las cuales mis secuaces y yo le llamamos "Assetato". Son básicamente los vampiros sedientos, los cuales no cazan de la manera más normal, como es seducir. No... Ellos combaten con brutalidad, descuartizando y comportándose como perros rabiosos, parecidos a los licántropos pulgosos.-Acabé con mi discurso. De repente dos de la agrupación se acercaron en contra mía, deslizándose por el suelo y cuando llegaron justo al frente mío, pegaron un sobrehumano salto, con la intención de embestirme. Máyic no le dio importancia, él conocía mis habilidades, así que se encargó de los sobrantes. Por otro lado, Andy se apartó junto con Talia detrás de un árbol, esperando esconderse mientras que la guerra ubicada en la plaza se desataba.
Primeramente, una cabeza salió rodando por el suelo, seguida de un chorro de "agua" color granate, que pintaba el suelo y le daba un tono... Delicioso. -Mala manera de atacar. ¿Qué somos?, ¿gladiadores?.-Pronuncié con sarcasmo, luego de que mi espada se haya encargado del primer chupasangre. El segundo logró aferrarse de mis ropas, para luego soltar un grito ensordecedor y dirigirse hacia mi cuello, como un vil e imbécil zorro. Con un puñetazo lo alejé un metro de mí, y antes que ejecutara otro movimiento, fue clavado contra el pavimento. El brujo se encargó de dos hombres, usando la nigromancia. Estiró sus dos brazos, liberando una aurora tenebrosa. -La sofferenza del male...-Desató su conjuro. Los seres no tardaron en pegar gritos desgarradores, que lentamente se apagaban hasta dar la muerte.
El último de la manada estaba escondido, era un guerrero gigante, con un hacha en la mano y iba corriendo en dirección de la dragona. -¡MATAR A LAGARTO!.-Vociferó con energías.
- Monstruo:
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Off: Como habrás notado, tendrás un enemigo para mostrar tu valentía. Sería genial que relataras una lucha contra el ogro colosal, y si deseas, que muestres cómo Arygos termina contra él. ¡Suerte!.
Paul Brown Moreau
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Re: [CERRADO] Enfrentamiento de Venganzas... [Libre] [1/1] [Interpretativo]
Tenia los nervios a flor de pie, sentía mi corazón palpitar en mis propios oídos con tanta fuerza que me daba la impresión de que sería incapaz de escuchar ningún toro ruido, y eso no ayudaba precisamente a conseguir calmarme.
Por suerte, me equivocaba, el silbar del viento llego a mis sentidos, haciéndome temer que las bestias se hubieran acercado tanto sin que me hubiera percatado.
Al voltear la cabeza solo me encontré con mi anfitrión el vampiro dando espadazos al aire como si probase su espada con enemigos invisibles. Suspire con profundo alivio.
-Buena decisión, querida.- Seguido de una expresión difícil de descifrar fue lo único que alcanzo a decirme, aun que ese gesto me había turbado de alguna manera, mi mente no tubo tiempo de procesarlo, no era el momento, ni el lugar, y había un grupo de esas cosas justo delante nuestro.
Paul mantuvo esa odiosa y magnifica calma empuñando su espada y empezó a despacharlos con soltura mientras me informaba de la situación. Assetato, es el nombre que les dio a esas criaturas, una especie de vampiros primarios, que contrastaban fuertemente con el en esos momentos. Misma especie, tan distintos, ambas versiones poseían algo sobrenatural, se veía en la danza de su lucha, pero la de los adversarios era mas..impulsiva, animal, como bestias furibundas, en comparación con otra mas calculada, pulcra, pero no menos mortal. Aun que sabia que estaba del lado correcto de la batalla, no pude evitar preguntarme si no era mas similar yo a esas cosas, ¿Me vería así al cazar? No es como si alguien se parase a preguntarle a la cena si se ve muy terrible cuando intenta alcanzarla.. y aun que fuera así, dudaba seriamente que los ciervos hubieran podido responder de forma comprensible.
Rápidamente la plaza se había convertido en una batalla campal, el brujo hacia.. magia, de una forma horrible las criaturas se retorcían sobre si mismas hasta la muerte. No quería probar eso. Paul alejaba a los engendros con su acero y sus puños de un modo un tanto peculiar, pero indudablemente efectivo. Y yo.. yo seguía medio bloqueada, propiando coletazos y rugidos a mi alrededor para mantener las distancias.
Entonces escuché claramente ese grito.
-¡MATAR A LAGARTO!.- Abrí los ojos como platos al contemplar esa criatura, enorme, monstruosa, remendada por todos lados, cargando la poderos hacha y corriendo en mi dirección. Intente no mirar demasiado los remiendos de escamas, para no tratar de reconocer a que especie pertenecían.
No lo pensé, instintivamente me empujé con las aptas traseras sobre la nieve ya alce el vuelo pese las fuertes corrientes, la ventisca me sacudió de un lugar a otro, impidiéndome tomar un rumbo claro. Pero ya sabia que no podía huir, no era mi intención, solo esperaba mantenerme fuera del alcance de la bestia, o al menos de su hacha lo justo para abrir mis fauces y descargar sobre el mismo un chorro de agua hirviendo en dirección a la cabeza.
La bestia se encorvo ligeramente cubriéndose el rostro con la mano libre, gritando de forma gutural con ira ante el ataque, alzo su imponente brazo armado en el aire y empezó a golpearlo de forma errática intentando darme. Esquive su filo por los pelos en un par de ocasiones, y el viento me jugo en contra estrellandome contra el dorso de su arma. Si bien no era filoso, el duro metal chocando contra mi cabeza fue, cuanto menos doloroso.
Perdí altura, perdí rumbo, me tambalee en el aire intentando recuperarme, mientras la criatura hacia lo mismo. Las quemaduras de su rostro no habían mermado ni su fuerza ni su voluntad.
-¡HACER PEDAZOS!.- Anuncio claro de sus intenciones.
No podía morir allí, no quería hacerlo...había vivido tan poco todavía. Tome impulso de nuevo aprovechando una arremolinada corriente de viento y descargue mi aliento de agua hirviendo contra al bestia de nuevo. Como antes la misma se encogió tapándose las heridas con las manos, pero en vez de permanecer en el aire, esta vez me enganche a su espalda con las garras, hundiendo los dientes en al carne del monstruo.
La bestia se retorcía, me sacudía, mis apéndices lo desgarraban por sus impulsos a al vez que cada vez me soltaban mas de su cuerpo. Movió el hacha intentando golpearme al momento en el que salia despedida. Me estrellé contra el suelo, la nieve apenas amortiguo el impacto.
Sacudí al cabeza, aterrada, la criatura se había clavado el hacha a si misma al intentar cortarme con ella y rugía de dolor. Note algo tibio resbalando por mi costado, espeso, el color escarlata resaltaba sobre mis escamas, no me había empujado a tiempo, no del todo, y un corte recorría mi costado.
Sin embargo la bestia estaba de rodillas y malherida también.
No podía desaprovechar el momento, me abalance hacia el monstruo y cuando estaba casi en so rostro, algo me tiro para atrás con fuerza, se había hecho con unas de mis aptas, y la apretaba entre sus manos. Grite, Rugí de dolor, todo lo que mi cuerpo me permitía hasta sentir arder mi cuello, y estire las zarpas delanteras hasta engancharme en su rostro, y esputé de nuevo quemandolo con un agua tan caliente que burbujeaba sobre su rostro ampollado.
La bestia se contrajo, sin soltarme en un primer instante, un profuso "Crack" acompañado de mas gritos salieron de mi cuerpo. Pude sentir el hueso de mi pierna romperse, limpia y canónicamente.
¿Realmente iba a morir?
No. No sin llevarme a esa abominación conmigo. Trepé por su cuerpo con las garras y las hundí en su cuello, hice lo mismo con los diente, desgarre, con la misma furia animal de las bestias tanto sus ultimo coletazos antes de sucumbir. Arrancaba pedazos de carne y los arrojaba, sentía todo mi cuerpo húmedo. ¿Era mi sangre o la de el? No lo sabía. No me importaba. La bestia Cayo hacia atrás y yo con ella.
No podía oír el fragor de las otras batallas, solo los músculos cortarse, la sangre manar, los latidos de mi corazón como tambores, la sangre palpitar en mi cuerpo como si quisiera reventarme las venas, la bestia retorcerse, arañando su cuello intentando apartarme del mismo, el dolor de los golpes, de las heridas. Y entonces se detuvo..Cayo. pero el caos en mi mente y en mi cuerpo persisitian. Me aleje unos pasos, tambaleándome, intentando recuperar la vista borrosa, ver a mi alrededor, que pasaba, temía que todo se pusiera oscuro, temía morir.
Mire hacia abajo, mis garras rojas cobraron nitidez ante mis ojos, el cadáver de una de esas cosas sobre el que estaba caminando en zigzag sin percatarme antes de ello, y una respuesta clara. "Si, exactamente igual."
La magna criatura estaba en el suelo, con su propia hacha hundida en la espalda, las rodillas dobladas, y su cuerpo sobre las mismas, bocariba, su garganta completamente desagrada, su rostro quemado, lleno de ampollas, el calor de las quemaduras desprendía un profuso vapor sobre el aire frío, similar al aliento, pero mas espeso, y perenne sobre todos sus rasgos, sin embargo, estaba inmobil, completamente inmobil.
La dragona serpenteaba, caminaba erraticamente sin apoyar su pata trasera, visiblemente rota, su cuerpo marfileño estaba completamente teñido de rojo, y solo en las membranosas alas se veían restos de su color original. La cabeza gacha, se movía torpemente, como si estuviera mareada. La cola se arrastraba por la nieve dejando un surco a su paso, clara señal de debilidad. Su cuerpo parecía costarle tenerse en pie, y temblaba, parecía que el viento pudiera tumbar a esa criatura, que el proximo soplo seria el que la barrería.
El dragón había peleado como había podido, sin técnica, sin táctica, de una forma tan bestial como los Assetato, no sabía luchar.
Por suerte, me equivocaba, el silbar del viento llego a mis sentidos, haciéndome temer que las bestias se hubieran acercado tanto sin que me hubiera percatado.
Al voltear la cabeza solo me encontré con mi anfitrión el vampiro dando espadazos al aire como si probase su espada con enemigos invisibles. Suspire con profundo alivio.
-Buena decisión, querida.- Seguido de una expresión difícil de descifrar fue lo único que alcanzo a decirme, aun que ese gesto me había turbado de alguna manera, mi mente no tubo tiempo de procesarlo, no era el momento, ni el lugar, y había un grupo de esas cosas justo delante nuestro.
Paul mantuvo esa odiosa y magnifica calma empuñando su espada y empezó a despacharlos con soltura mientras me informaba de la situación. Assetato, es el nombre que les dio a esas criaturas, una especie de vampiros primarios, que contrastaban fuertemente con el en esos momentos. Misma especie, tan distintos, ambas versiones poseían algo sobrenatural, se veía en la danza de su lucha, pero la de los adversarios era mas..impulsiva, animal, como bestias furibundas, en comparación con otra mas calculada, pulcra, pero no menos mortal. Aun que sabia que estaba del lado correcto de la batalla, no pude evitar preguntarme si no era mas similar yo a esas cosas, ¿Me vería así al cazar? No es como si alguien se parase a preguntarle a la cena si se ve muy terrible cuando intenta alcanzarla.. y aun que fuera así, dudaba seriamente que los ciervos hubieran podido responder de forma comprensible.
Rápidamente la plaza se había convertido en una batalla campal, el brujo hacia.. magia, de una forma horrible las criaturas se retorcían sobre si mismas hasta la muerte. No quería probar eso. Paul alejaba a los engendros con su acero y sus puños de un modo un tanto peculiar, pero indudablemente efectivo. Y yo.. yo seguía medio bloqueada, propiando coletazos y rugidos a mi alrededor para mantener las distancias.
Entonces escuché claramente ese grito.
-¡MATAR A LAGARTO!.- Abrí los ojos como platos al contemplar esa criatura, enorme, monstruosa, remendada por todos lados, cargando la poderos hacha y corriendo en mi dirección. Intente no mirar demasiado los remiendos de escamas, para no tratar de reconocer a que especie pertenecían.
No lo pensé, instintivamente me empujé con las aptas traseras sobre la nieve ya alce el vuelo pese las fuertes corrientes, la ventisca me sacudió de un lugar a otro, impidiéndome tomar un rumbo claro. Pero ya sabia que no podía huir, no era mi intención, solo esperaba mantenerme fuera del alcance de la bestia, o al menos de su hacha lo justo para abrir mis fauces y descargar sobre el mismo un chorro de agua hirviendo en dirección a la cabeza.
La bestia se encorvo ligeramente cubriéndose el rostro con la mano libre, gritando de forma gutural con ira ante el ataque, alzo su imponente brazo armado en el aire y empezó a golpearlo de forma errática intentando darme. Esquive su filo por los pelos en un par de ocasiones, y el viento me jugo en contra estrellandome contra el dorso de su arma. Si bien no era filoso, el duro metal chocando contra mi cabeza fue, cuanto menos doloroso.
Perdí altura, perdí rumbo, me tambalee en el aire intentando recuperarme, mientras la criatura hacia lo mismo. Las quemaduras de su rostro no habían mermado ni su fuerza ni su voluntad.
-¡HACER PEDAZOS!.- Anuncio claro de sus intenciones.
No podía morir allí, no quería hacerlo...había vivido tan poco todavía. Tome impulso de nuevo aprovechando una arremolinada corriente de viento y descargue mi aliento de agua hirviendo contra al bestia de nuevo. Como antes la misma se encogió tapándose las heridas con las manos, pero en vez de permanecer en el aire, esta vez me enganche a su espalda con las garras, hundiendo los dientes en al carne del monstruo.
La bestia se retorcía, me sacudía, mis apéndices lo desgarraban por sus impulsos a al vez que cada vez me soltaban mas de su cuerpo. Movió el hacha intentando golpearme al momento en el que salia despedida. Me estrellé contra el suelo, la nieve apenas amortiguo el impacto.
Sacudí al cabeza, aterrada, la criatura se había clavado el hacha a si misma al intentar cortarme con ella y rugía de dolor. Note algo tibio resbalando por mi costado, espeso, el color escarlata resaltaba sobre mis escamas, no me había empujado a tiempo, no del todo, y un corte recorría mi costado.
Sin embargo la bestia estaba de rodillas y malherida también.
No podía desaprovechar el momento, me abalance hacia el monstruo y cuando estaba casi en so rostro, algo me tiro para atrás con fuerza, se había hecho con unas de mis aptas, y la apretaba entre sus manos. Grite, Rugí de dolor, todo lo que mi cuerpo me permitía hasta sentir arder mi cuello, y estire las zarpas delanteras hasta engancharme en su rostro, y esputé de nuevo quemandolo con un agua tan caliente que burbujeaba sobre su rostro ampollado.
La bestia se contrajo, sin soltarme en un primer instante, un profuso "Crack" acompañado de mas gritos salieron de mi cuerpo. Pude sentir el hueso de mi pierna romperse, limpia y canónicamente.
¿Realmente iba a morir?
No. No sin llevarme a esa abominación conmigo. Trepé por su cuerpo con las garras y las hundí en su cuello, hice lo mismo con los diente, desgarre, con la misma furia animal de las bestias tanto sus ultimo coletazos antes de sucumbir. Arrancaba pedazos de carne y los arrojaba, sentía todo mi cuerpo húmedo. ¿Era mi sangre o la de el? No lo sabía. No me importaba. La bestia Cayo hacia atrás y yo con ella.
No podía oír el fragor de las otras batallas, solo los músculos cortarse, la sangre manar, los latidos de mi corazón como tambores, la sangre palpitar en mi cuerpo como si quisiera reventarme las venas, la bestia retorcerse, arañando su cuello intentando apartarme del mismo, el dolor de los golpes, de las heridas. Y entonces se detuvo..Cayo. pero el caos en mi mente y en mi cuerpo persisitian. Me aleje unos pasos, tambaleándome, intentando recuperar la vista borrosa, ver a mi alrededor, que pasaba, temía que todo se pusiera oscuro, temía morir.
Mire hacia abajo, mis garras rojas cobraron nitidez ante mis ojos, el cadáver de una de esas cosas sobre el que estaba caminando en zigzag sin percatarme antes de ello, y una respuesta clara. "Si, exactamente igual."
La magna criatura estaba en el suelo, con su propia hacha hundida en la espalda, las rodillas dobladas, y su cuerpo sobre las mismas, bocariba, su garganta completamente desagrada, su rostro quemado, lleno de ampollas, el calor de las quemaduras desprendía un profuso vapor sobre el aire frío, similar al aliento, pero mas espeso, y perenne sobre todos sus rasgos, sin embargo, estaba inmobil, completamente inmobil.
La dragona serpenteaba, caminaba erraticamente sin apoyar su pata trasera, visiblemente rota, su cuerpo marfileño estaba completamente teñido de rojo, y solo en las membranosas alas se veían restos de su color original. La cabeza gacha, se movía torpemente, como si estuviera mareada. La cola se arrastraba por la nieve dejando un surco a su paso, clara señal de debilidad. Su cuerpo parecía costarle tenerse en pie, y temblaba, parecía que el viento pudiera tumbar a esa criatura, que el proximo soplo seria el que la barrería.
El dragón había peleado como había podido, sin técnica, sin táctica, de una forma tan bestial como los Assetato, no sabía luchar.
- Off-Rol:
- Si consideras que me sobrepase teniendo en cuenta mi nivel avísame y lo edito, así como cualquier corrección que consideres oportuna.
Arygos Valnor
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Re: [CERRADO] Enfrentamiento de Venganzas... [Libre] [1/1] [Interpretativo]
Seguí tranquilo, al menos en mi caso ya había terminado con el dúo de monstruos. Desenterré la espada del cráneo del difunto, para luego sacudirla agresivamente, esperando que las gotas de sangre cayesen al suelo. No me aceleré, y mantuve el filo de mi arma en frente mío, sabiendo que en cualquier momento llegaría otra manada. Solté una especie de suspiro, aunque sonó el silbido de éste, haciéndome tragar un mar de saliva. -Aún faltan más...-Murmuré hacia Máyic, quien tenía las manos extendidas para torturar a los enemigos con su genialidad llamada "Nigromancia". Otra poderosa ráfaga de vientos empezó a mover nuestros cuerpos, como si un tornado estuviese a punto de aparecer.
-Así es, señor. Siento que hay otras presencias cerca de nosotros. No baje la guardia, o podría correr el mismo destino que Talia.-Dijo el brujo, después de terminar con sus contrincantes. Yo, por otro lado, seguí con mis ojos entrecerrados, esperando que los seres se mostrasen, así poder usar de nuevo mis habilidades con el florete. Mi húmeda lengua zigzagueó dentro de mi boca, hasta llegar a mis colmillos, lamiéndolos con lentitud. Una de mis cejas se encontraba levanta, mientras que la otra seguía en su largo reposo. El sonido de las respiraciones se volvían aún más audibles, hasta el punto que mi mente se concentraba solamente en esas. Dejó de escucharse. Algún ataque estaba a punto de suceder. Mis sentidos se enfocaron en el desplazamiento de un hombre medio corpulento, que velozmente se acercaba detrás mío, tocando el piso en puntitas, para no conmocionar el ambiente.
Volteé todo mi torso, y lancé una fuerte estocada hacia el rival que se dirigía a mí con suma decisión. -¡Tarde!.-Grité con alegría, luego de ver mi espada introducida en las entrañas del tipo. Éste no reaccionó, puesto que sus músculos se habían desactivado. ¿Lo maté?. Extrañamente, el sujeto agarró mis manos y las empujó con brusquedad, hasta liberar su pecho del acero. En señal de burla, escupió un coágulo de líquido en mi cuello, algo que con brevedad lo limpié, usando la manga de mi saco. Acto seguido, me zampó un puñetazo justo en la mejilla, haciéndome perder el equilibrio hasta que mis dedos trataron de aferrarse contra una cabaña. El hombre llevaba un cabello largo y una barba no tan extendida, pero si considerable. Su aspecto se asemejaba al de un humano normal, pero el brillo de sus ojos revelaron aquella sed de sangre.
Creo que me estaba esperando.-Habló el señor, demostrando que era de los pocos Assetatos parlantes. -Es decir, sí. Vale la pena que luche con alguien de su poder.-En lo que canta un gallo, desapareció de su ubicación, cambiándola y exhibiéndose al lado mío, chocando su espada contra la mía, viéndose que las chispas del metal se esparcían a los dos lados. Fruncí el ceño, ahora lanzando una patada para alejarlo de mi eje. Lo correspondió con un corte diagonal en el centro de mis ropas, haciendo que la mitad se dirija al asfalto. Mostré una mueca de desagrado. -Si quieres desnudarme, tan sólo dímelo.-Arranqué el pedazo de hilo que aún estaba adherido a mi piel, liberando mi tonificado abdomen. Lo único que cubría mi cuerpo eran aquellos pantalones ya desgastados.
Avancé de un salto, para después agredir su brazo izquierdo usando mi florete, el cual simplemente lo rozó, viéndose que una avalancha de líquido empezaba a pintarle su prenda. -Uh... De repente luces atractivo.-Esquivé la embestida del barbudo, y luego, lo acerqué contra mi vientre. Le agarré del cabello, jalándolo hacia mi dirección, sometiéndolo a mis ordenes. -Ahora no te ves tan rudo...-Susurré en su oído. El muchacho trató de liberarse, forcejeando, pero mis sudorosos músculos estaban tan aferrados a él que mis fluidos corporales junto con la sangre de él se mezclaban. -Ahora, yo soy el que tengo sed...-Ejecuté mi última ofensa. Clavé mis colmillos justo en el cuello de él, succionando absolutamente todo lo que había dentro de él.
El pobre joven comenzó a recibir un color pálido, al igual que sus tendones se reducían hasta quedar en huesos. Las pupilas del monstruo cayeron al suelo y su pellejo se arrugó. Le solté. La guerra había acabado por el momento, no teníamos otra alternativa que escapar, así que dirigí mi observación a la dragona.
-Vaya, te divertiste con el ogro ese.-Comenté con sarcasmo. -En fin, ¿vienes con nosotros?. Es cuestión de segundos a que venga la otra división de Assetatos...-
-Así es, señor. Siento que hay otras presencias cerca de nosotros. No baje la guardia, o podría correr el mismo destino que Talia.-Dijo el brujo, después de terminar con sus contrincantes. Yo, por otro lado, seguí con mis ojos entrecerrados, esperando que los seres se mostrasen, así poder usar de nuevo mis habilidades con el florete. Mi húmeda lengua zigzagueó dentro de mi boca, hasta llegar a mis colmillos, lamiéndolos con lentitud. Una de mis cejas se encontraba levanta, mientras que la otra seguía en su largo reposo. El sonido de las respiraciones se volvían aún más audibles, hasta el punto que mi mente se concentraba solamente en esas. Dejó de escucharse. Algún ataque estaba a punto de suceder. Mis sentidos se enfocaron en el desplazamiento de un hombre medio corpulento, que velozmente se acercaba detrás mío, tocando el piso en puntitas, para no conmocionar el ambiente.
Volteé todo mi torso, y lancé una fuerte estocada hacia el rival que se dirigía a mí con suma decisión. -¡Tarde!.-Grité con alegría, luego de ver mi espada introducida en las entrañas del tipo. Éste no reaccionó, puesto que sus músculos se habían desactivado. ¿Lo maté?. Extrañamente, el sujeto agarró mis manos y las empujó con brusquedad, hasta liberar su pecho del acero. En señal de burla, escupió un coágulo de líquido en mi cuello, algo que con brevedad lo limpié, usando la manga de mi saco. Acto seguido, me zampó un puñetazo justo en la mejilla, haciéndome perder el equilibrio hasta que mis dedos trataron de aferrarse contra una cabaña. El hombre llevaba un cabello largo y una barba no tan extendida, pero si considerable. Su aspecto se asemejaba al de un humano normal, pero el brillo de sus ojos revelaron aquella sed de sangre.
Creo que me estaba esperando.-Habló el señor, demostrando que era de los pocos Assetatos parlantes. -Es decir, sí. Vale la pena que luche con alguien de su poder.-En lo que canta un gallo, desapareció de su ubicación, cambiándola y exhibiéndose al lado mío, chocando su espada contra la mía, viéndose que las chispas del metal se esparcían a los dos lados. Fruncí el ceño, ahora lanzando una patada para alejarlo de mi eje. Lo correspondió con un corte diagonal en el centro de mis ropas, haciendo que la mitad se dirija al asfalto. Mostré una mueca de desagrado. -Si quieres desnudarme, tan sólo dímelo.-Arranqué el pedazo de hilo que aún estaba adherido a mi piel, liberando mi tonificado abdomen. Lo único que cubría mi cuerpo eran aquellos pantalones ya desgastados.
Avancé de un salto, para después agredir su brazo izquierdo usando mi florete, el cual simplemente lo rozó, viéndose que una avalancha de líquido empezaba a pintarle su prenda. -Uh... De repente luces atractivo.-Esquivé la embestida del barbudo, y luego, lo acerqué contra mi vientre. Le agarré del cabello, jalándolo hacia mi dirección, sometiéndolo a mis ordenes. -Ahora no te ves tan rudo...-Susurré en su oído. El muchacho trató de liberarse, forcejeando, pero mis sudorosos músculos estaban tan aferrados a él que mis fluidos corporales junto con la sangre de él se mezclaban. -Ahora, yo soy el que tengo sed...-Ejecuté mi última ofensa. Clavé mis colmillos justo en el cuello de él, succionando absolutamente todo lo que había dentro de él.
El pobre joven comenzó a recibir un color pálido, al igual que sus tendones se reducían hasta quedar en huesos. Las pupilas del monstruo cayeron al suelo y su pellejo se arrugó. Le solté. La guerra había acabado por el momento, no teníamos otra alternativa que escapar, así que dirigí mi observación a la dragona.
-Vaya, te divertiste con el ogro ese.-Comenté con sarcasmo. -En fin, ¿vienes con nosotros?. Es cuestión de segundos a que venga la otra división de Assetatos...-
Paul Brown Moreau
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Re: [CERRADO] Enfrentamiento de Venganzas... [Libre] [1/1] [Interpretativo]
Fría nieve, enterré la cabeza en su suave, mullida y húmeda superficie intentando hacer desaparecer el mareo. Parcialmente funcionó, era mejor que nada, podía enfocar la vista, y aun que todos los golpes seguían fiblando en mi cuerpo, podía pensar.
Alce el rostro y ladee el cuello, observando la suerte que habían tenido mis anfitriones con sus respectivas contiendas. Les había ido mucho mejor que la mía aparentemente, de hecho, la licantropa era la única que parecía haber sufrido estragos en ese variopinto y escalofriante grupo con el que me había topado. Punto para mi, dado que me encontraba en su bando de la refriega.
Su líder es el único que se había "despeinado", aun que era el único al que podía ver con detalle por la nieve, se estaba dando un banquete con una de esas bestias, y no parecía haber perdido un ápice de ese aire confiado, aun y encontrarse semidesnudo y viscoso por la sangre de su adversario a juzgar por la fluidez con la que se movía.
Su presa quedo mas seca que una pasa, y pronto se reunió con las losas del suelo, completamente arrugado, y tan pálido como la alfombra nívea que cubría el asfalto. Había odio sobre lo aterradores que describían los tentempiés de los vampiros, pero me resultaba ligeramente mas elegante que mi forma de comer. Entendía que para los humanos era una bestialidad, poco acostumbrados a convivir diariamente con el orden natural de las cosas.
La voz del vampiro se hizo audible a pesar del viento, con un marcado sarcasmo sobre mi desafortunada contienda, y para mi sorpresa, me ofreció.¿Hospitalidad? Parpadeé perpleja y asentí, acercándome en su dirección y rebuscando con el hocico debajo de los cuerpos hasta sacar mi morral y colgármelo del cuello, luego me alce, dispuesta a seguirlo a donde fuese que me llevase.
Si algo me había quedado claro, es que no duraría mucho por mi cuenta, y ellos no solo parecían mas que capaces de vencer a sus enemigos, si no de algún modo, dispuestos a echarme una mano.
Procure mantenerme cerca de el, y alejada del tipo que había intentado tocarme como si fuera una mascota, manteniendo el ritmo pese la pata rota. Me quedaban otras tres, y podía irme impulsando con las alas para no quedar atrás.
Ahora algo estaba claro, nos íbamos de la aldea, la gran pregunta era. ¿A donde nos dirigíamos? Gire el cuello para mirar detenidamente a mi guía, con la curiosidad vibrando tan claramente en la mirada que parecía llevar un letrero escrito en la frente.
El mundo era muy distinto una vez estabas en el, de lo que los libros podían contarme.
Alce el rostro y ladee el cuello, observando la suerte que habían tenido mis anfitriones con sus respectivas contiendas. Les había ido mucho mejor que la mía aparentemente, de hecho, la licantropa era la única que parecía haber sufrido estragos en ese variopinto y escalofriante grupo con el que me había topado. Punto para mi, dado que me encontraba en su bando de la refriega.
Su líder es el único que se había "despeinado", aun que era el único al que podía ver con detalle por la nieve, se estaba dando un banquete con una de esas bestias, y no parecía haber perdido un ápice de ese aire confiado, aun y encontrarse semidesnudo y viscoso por la sangre de su adversario a juzgar por la fluidez con la que se movía.
Su presa quedo mas seca que una pasa, y pronto se reunió con las losas del suelo, completamente arrugado, y tan pálido como la alfombra nívea que cubría el asfalto. Había odio sobre lo aterradores que describían los tentempiés de los vampiros, pero me resultaba ligeramente mas elegante que mi forma de comer. Entendía que para los humanos era una bestialidad, poco acostumbrados a convivir diariamente con el orden natural de las cosas.
La voz del vampiro se hizo audible a pesar del viento, con un marcado sarcasmo sobre mi desafortunada contienda, y para mi sorpresa, me ofreció.¿Hospitalidad? Parpadeé perpleja y asentí, acercándome en su dirección y rebuscando con el hocico debajo de los cuerpos hasta sacar mi morral y colgármelo del cuello, luego me alce, dispuesta a seguirlo a donde fuese que me llevase.
Si algo me había quedado claro, es que no duraría mucho por mi cuenta, y ellos no solo parecían mas que capaces de vencer a sus enemigos, si no de algún modo, dispuestos a echarme una mano.
Procure mantenerme cerca de el, y alejada del tipo que había intentado tocarme como si fuera una mascota, manteniendo el ritmo pese la pata rota. Me quedaban otras tres, y podía irme impulsando con las alas para no quedar atrás.
Ahora algo estaba claro, nos íbamos de la aldea, la gran pregunta era. ¿A donde nos dirigíamos? Gire el cuello para mirar detenidamente a mi guía, con la curiosidad vibrando tan claramente en la mirada que parecía llevar un letrero escrito en la frente.
El mundo era muy distinto una vez estabas en el, de lo que los libros podían contarme.
Arygos Valnor
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Re: [CERRADO] Enfrentamiento de Venganzas... [Libre] [1/1] [Interpretativo]
A pesar de que los combates habían terminado, me quedé pensando en algo específico, referente al reciente asesinato que había llevado a cabo. Me confundí por unos minutos, porque ese tipo, ese hombre que se encargó de luchar contra mí no era nada más ni nada menos que un Assetato. ¿Se trataba de una nueva creación?, ¿Ahora también podrían hablar y crear estrategias?. Era cuestión de tiempo en que nos volvieran a agredir, y lamentablemente no resistiríamos mucho. Dirigí mi mirada a Máyic, y noté que él se encontraba cansado, aunque no había explicación alguna de ello. Los Assetato son fáciles de controlar con la nigromancia, aunque de algún modo el mago estaba sudando y tambaleando, como si en cualquier segundo fuese a desmayarse. Una cosa olía mal ahí, y no eran los cuerpos decapitados. Discretamente, inspeccioné a la dragona, con el ceño fruncido, quizá usó un veneno debilitador mientras nos encontrábamos bloqueando.
Me sentí abrumado ante ésto, y no tuve más opción que caminar hasta el cuerpo difunto de mi antiguo contrincante. Pasé mis dedos por su huesudo pecho, los que luego recorrieron por su abdomen hasta llegar finalmente al vientre. Presioné un poco. Lamentablemente mi índice perforó sus ya enclenques tendones. Luego, roté mi cabeza en dirección a Talia junto con Andy, quienes se encontraban bajo la sombra de un árbol, tratando de recuperarse. Entrecerré mis ojos. -Algo no está bien aquí...-Susurré antes de tragar un montón de babas. Máyic alcanzó a oírme, y se acercó justamente a mi espalda, colocando su fría mano en mi cuello. -Pensé que era el único que lo había detectado.-Murmuró a mis espaldas. -Dos seres de la manada de Assetatos no formaban parte del equipo...-Al decir ésto, mi rostro quedó completamente sorprendido. -El ogro junto con el vampiro venían de otros lugares muy a parte, quizá enviados por un hombre en específico.-Eso fue justo lo que deseaba oír.
Yun. Había sido él. Ése tipo estaba aquí. Aquel información significaba muchas cosas, dado que ese maldito indio nos había perseguido desde que matamos a tres de su amado grupo de humanos, hace aproximadamente año y medio. Ahora vendría con las ganas de hacernos comer las palabras, pero yo no me dejaría. En fin, sacudí la cabeza y me alejé del mago, caminando hasta la dragona. -Síguenos.-Musité, para luego empezar a abandonar la plaza, sabiendo que en cualquier momento volverían a llegar los Assetato. Mientras salíamos de ésta escena, mi rabillo del ojo captó a dos siluetas al lado izquierdo mío. Era Talia y Andy, que aún se recuperaban del shock. -¿Qué esperan?.-Pregunté con estrés. -Lo siento señor, pero... Nos quedaremos aquí. Ella no puede moverse, y juro que no la dejaré sola.-Me respondió con audacia. Respeté sus decisiones, y nos fuimos.
Ahora nos adentrábamos en una calle abandonada, sin ninguna señal de gente. Los pergaminos volaban por los cielos, y el hedor era atrayente, pero a la vez, repugnante. El asfalto estaba helado, a pesar de que llevara botas, se sentía el álgido objeto congelando mi piel, al igual que las brisas se adentraban por mis ropas. Giramos hacia la izquierda, hasta vernos al fondo con una casa reconocida, la única que se encontraba en buen estado. Limpia, con velas alrededor de la puerta, las ventanas y el techo. Su color era un brillante carmesí, aunque éste era camuflado por la luna y se asemejaba a un purpura. Si nos fijábamos en el suelo, encontraríamos varios rastros de sangre iban en torno a aquella ubicación. Seguimos dando pasos confiados, o al menos Máyic y yo lo hacíamos. Al llegar, notamos que después de la cabaña, sólo había un montón de arbustos, charcos marrones en el suelo y unas lanzas con el filo señalando hacia el cielo. Entre éstas armas, se encontraban cabezas de personas que aún estaban en estado de descomposición. Un hombre, el cual estaba atorado, y la lanza ya lo había atravesado por la mitad, comenzó a pedirnos ayuda, viendo nosotros que él vomitaba grandes fragmentos de líquido granate. -Oh, qué mala suerte. No debiste tratar de saltarlo.-Hablé con compasión, y me acerqué para darle unas suaves caricias en la nuca, fingiendo una expresión triste. -Debiste quedarte en tu casa, y no venir a la mía...-Susurré, y sin más preámbulo, agarré su cuerpo y lo desenterré del objeto, causándole un gran dolor pero al menos ya lo había salvado. Máyic por otro lado abrió la puerta del aposento, y observó a la dragona. -Mi jefe te dará posada hasta que amanezca aquí, pero debes volver a tu forma humana para entrar.-
Entretanto, el tipo me daba las gracias por ayudarle a salir de su aprieto, a lo que simplemente le sonreí con exageración. -G...Gracias, me ha salvado la vida. Tengo una hija y unos niños, no sabría qué hubieran hecho si yo perdiera la vida.-.
-Ya veo... ¿Qué tal no vas con tu fallecida alma a contárselo.?.-
-¿Eh...?-
Lo agarré de su cuello y coloqué su rostro de frente, haciendo que el filo de la anterior lanza con la que estaba estancado, le penetre el centro del rostro. El señor alcanzó a soltar un grito, pero éste se esfumó hasta que el arma atravesó su cerebro y le provocó la muerte. Así es... Yo no soy misericordioso, y nunca lo seré. ¿Cómo se atrevía a aparecer cerca de mi casa?. Malditos humanos...
Removí el polvo de mis manos y le regalé un gesto divertido a la dragona. -¿Entramos?-
Me sentí abrumado ante ésto, y no tuve más opción que caminar hasta el cuerpo difunto de mi antiguo contrincante. Pasé mis dedos por su huesudo pecho, los que luego recorrieron por su abdomen hasta llegar finalmente al vientre. Presioné un poco. Lamentablemente mi índice perforó sus ya enclenques tendones. Luego, roté mi cabeza en dirección a Talia junto con Andy, quienes se encontraban bajo la sombra de un árbol, tratando de recuperarse. Entrecerré mis ojos. -Algo no está bien aquí...-Susurré antes de tragar un montón de babas. Máyic alcanzó a oírme, y se acercó justamente a mi espalda, colocando su fría mano en mi cuello. -Pensé que era el único que lo había detectado.-Murmuró a mis espaldas. -Dos seres de la manada de Assetatos no formaban parte del equipo...-Al decir ésto, mi rostro quedó completamente sorprendido. -El ogro junto con el vampiro venían de otros lugares muy a parte, quizá enviados por un hombre en específico.-Eso fue justo lo que deseaba oír.
Yun. Había sido él. Ése tipo estaba aquí. Aquel información significaba muchas cosas, dado que ese maldito indio nos había perseguido desde que matamos a tres de su amado grupo de humanos, hace aproximadamente año y medio. Ahora vendría con las ganas de hacernos comer las palabras, pero yo no me dejaría. En fin, sacudí la cabeza y me alejé del mago, caminando hasta la dragona. -Síguenos.-Musité, para luego empezar a abandonar la plaza, sabiendo que en cualquier momento volverían a llegar los Assetato. Mientras salíamos de ésta escena, mi rabillo del ojo captó a dos siluetas al lado izquierdo mío. Era Talia y Andy, que aún se recuperaban del shock. -¿Qué esperan?.-Pregunté con estrés. -Lo siento señor, pero... Nos quedaremos aquí. Ella no puede moverse, y juro que no la dejaré sola.-Me respondió con audacia. Respeté sus decisiones, y nos fuimos.
Ahora nos adentrábamos en una calle abandonada, sin ninguna señal de gente. Los pergaminos volaban por los cielos, y el hedor era atrayente, pero a la vez, repugnante. El asfalto estaba helado, a pesar de que llevara botas, se sentía el álgido objeto congelando mi piel, al igual que las brisas se adentraban por mis ropas. Giramos hacia la izquierda, hasta vernos al fondo con una casa reconocida, la única que se encontraba en buen estado. Limpia, con velas alrededor de la puerta, las ventanas y el techo. Su color era un brillante carmesí, aunque éste era camuflado por la luna y se asemejaba a un purpura. Si nos fijábamos en el suelo, encontraríamos varios rastros de sangre iban en torno a aquella ubicación. Seguimos dando pasos confiados, o al menos Máyic y yo lo hacíamos. Al llegar, notamos que después de la cabaña, sólo había un montón de arbustos, charcos marrones en el suelo y unas lanzas con el filo señalando hacia el cielo. Entre éstas armas, se encontraban cabezas de personas que aún estaban en estado de descomposición. Un hombre, el cual estaba atorado, y la lanza ya lo había atravesado por la mitad, comenzó a pedirnos ayuda, viendo nosotros que él vomitaba grandes fragmentos de líquido granate. -Oh, qué mala suerte. No debiste tratar de saltarlo.-Hablé con compasión, y me acerqué para darle unas suaves caricias en la nuca, fingiendo una expresión triste. -Debiste quedarte en tu casa, y no venir a la mía...-Susurré, y sin más preámbulo, agarré su cuerpo y lo desenterré del objeto, causándole un gran dolor pero al menos ya lo había salvado. Máyic por otro lado abrió la puerta del aposento, y observó a la dragona. -Mi jefe te dará posada hasta que amanezca aquí, pero debes volver a tu forma humana para entrar.-
Entretanto, el tipo me daba las gracias por ayudarle a salir de su aprieto, a lo que simplemente le sonreí con exageración. -G...Gracias, me ha salvado la vida. Tengo una hija y unos niños, no sabría qué hubieran hecho si yo perdiera la vida.-.
-Ya veo... ¿Qué tal no vas con tu fallecida alma a contárselo.?.-
-¿Eh...?-
Lo agarré de su cuello y coloqué su rostro de frente, haciendo que el filo de la anterior lanza con la que estaba estancado, le penetre el centro del rostro. El señor alcanzó a soltar un grito, pero éste se esfumó hasta que el arma atravesó su cerebro y le provocó la muerte. Así es... Yo no soy misericordioso, y nunca lo seré. ¿Cómo se atrevía a aparecer cerca de mi casa?. Malditos humanos...
Removí el polvo de mis manos y le regalé un gesto divertido a la dragona. -¿Entramos?-
Off: Si deseas, y para que tengas movimiento en el rol, podrías describir cómo es la cabaña de Paul. También puedes decir que entras y de repente te ataca algún monstruo.
Paul Brown Moreau
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Re: [CERRADO] Enfrentamiento de Venganzas... [Libre] [1/1] [Interpretativo]
-Síguenos.
La palabra que había estado esperando escuchar. No se hizo demorar mi respuesta, con un leve asentimiento me deje guiar por esa truculenta aldea hacía un destino incierto, probablemente mucho mas piadoso que el sangriento campo de batalla en el que nos encontrábamos.
Pero aparentemente no íbamos a ser seguidos pro todos, la muchacha estaba demasiado herida como para seguir, y pro alguna razón el hombre no pretendía cargarla, quizás no podía hacerlo solo, me acerque y con lentitud, para no alarmarlo con mis gestos, pase el cuello pro debajo del cuerpo de la mujer y me ayude con las alas para acomodarla en mi espalda, necesitaría ayuda, pero dudaba que el muchacho, dispuesto a quedarse en ese lugar por la hembra, no se prestara a cargar parte de su peso.
Caminamos por las desiertas calles hasta una casa con las luces encendidas, que llamaba a los perdidos como un faro, no me equivoque en centrar mi atención en ella, pues no tardaron en declarar que era el lugar al que nos dirigíamos.
Había una especie de picas con algo en su punta adornando el perímetro, me acerque a una para ver que era con mas atención, y solté un graznido de horror reculando, casi perdiendo mi preciada carga. ¡Eran cabezas....! Trague saliva profusamente, mis salvadores empezaban a daré casi tanto miedo como los agresores que habíamos dejado atrás.
-Mi jefe te dará posada hasta que amanezca aquí, pero debes volver a tu forma humana para entrar.-
Ese aviso volvió mi atención hacia la puerta de nuevo, me acerque y me detuve en el umbral, depositando con todo el cuidado que fui capaz, que no era mucho, la mujer herida en el suelo, y tirando el morral delante mio para sacar del mismo la capa, con la que me cubrí.
Apoye las tres aptas firmemente en el suelo, y tan cubierta como pude con la capa, retome mi forma humanoide. El frío se clavo en mi piel como puñales, y me envolví mejor con la capa. Me levante torpe y lentamente apoyándome en la puerta.
-¿Entramos?
Lo miré de refilón, y me percate del hombre empalado por el rostro, juraría que estaba atravesado pro la mitad hacia unos segundos, pero no quería preguntar, mi curiosidad estaba, momentáneamente escarmentada.
Asentí nuevamente e irrumpí en el hogar del vampiro.
-No voy a poder ayudarte mas con ella.-advertí al hombre, mientras cojeaba con al pierna aun rota, mi fuerza que había decrecido no era suficiente como para levantar a la licantropa.
No miré el salón, tenia una clara prioridad, vestirme, cojeé apoyándome en las paredes hasta la primera puerta y me cole en la sala cerrando tras de mi, rebusque en el morral y me embutí en las ropas casi nuevas que contenía mi bolsa.
La sala estaba oscura, pero confiaba en no haberme puesto nada del revés, giré el pomo para volver el salón y note algo que se hundía en mi hombro, pequeño como una mano, afilado como una garra. Grité, con todas mis fuerzas dejándome caer sobre la puerta que se abrió de par en par y me hizo aterrizar sobre el duro suelo del recibidor, mostrando, tras de mi en pie al intruso.
Me alejé gateando, sacando del morral mi cuchillo, precaria arma cuyo uso estaba reservado a cortar los alimentos. Esperando que el hombre preocupado por la licantropa me devolviese el favor ayudándome con el intruso. En esta forma resultaba un mas inútil que en la anterior.
El sujeto se abalanzo sobre mí, y alcance, casi de milagro en darme la vuelta, haciendo que se clavase el cuchillo en las entrañas por su propio impulso, sin embargo no fue suficiente como para acabar con su vida, con todas mis fuerzas paraba su avance, manteniendo precariamente un punto muerto, que cada vez iba cediendo mas en mi contra.
La palabra que había estado esperando escuchar. No se hizo demorar mi respuesta, con un leve asentimiento me deje guiar por esa truculenta aldea hacía un destino incierto, probablemente mucho mas piadoso que el sangriento campo de batalla en el que nos encontrábamos.
Pero aparentemente no íbamos a ser seguidos pro todos, la muchacha estaba demasiado herida como para seguir, y pro alguna razón el hombre no pretendía cargarla, quizás no podía hacerlo solo, me acerque y con lentitud, para no alarmarlo con mis gestos, pase el cuello pro debajo del cuerpo de la mujer y me ayude con las alas para acomodarla en mi espalda, necesitaría ayuda, pero dudaba que el muchacho, dispuesto a quedarse en ese lugar por la hembra, no se prestara a cargar parte de su peso.
Caminamos por las desiertas calles hasta una casa con las luces encendidas, que llamaba a los perdidos como un faro, no me equivoque en centrar mi atención en ella, pues no tardaron en declarar que era el lugar al que nos dirigíamos.
Había una especie de picas con algo en su punta adornando el perímetro, me acerque a una para ver que era con mas atención, y solté un graznido de horror reculando, casi perdiendo mi preciada carga. ¡Eran cabezas....! Trague saliva profusamente, mis salvadores empezaban a daré casi tanto miedo como los agresores que habíamos dejado atrás.
-Mi jefe te dará posada hasta que amanezca aquí, pero debes volver a tu forma humana para entrar.-
Ese aviso volvió mi atención hacia la puerta de nuevo, me acerque y me detuve en el umbral, depositando con todo el cuidado que fui capaz, que no era mucho, la mujer herida en el suelo, y tirando el morral delante mio para sacar del mismo la capa, con la que me cubrí.
Apoye las tres aptas firmemente en el suelo, y tan cubierta como pude con la capa, retome mi forma humanoide. El frío se clavo en mi piel como puñales, y me envolví mejor con la capa. Me levante torpe y lentamente apoyándome en la puerta.
-¿Entramos?
Lo miré de refilón, y me percate del hombre empalado por el rostro, juraría que estaba atravesado pro la mitad hacia unos segundos, pero no quería preguntar, mi curiosidad estaba, momentáneamente escarmentada.
Asentí nuevamente e irrumpí en el hogar del vampiro.
-No voy a poder ayudarte mas con ella.-advertí al hombre, mientras cojeaba con al pierna aun rota, mi fuerza que había decrecido no era suficiente como para levantar a la licantropa.
No miré el salón, tenia una clara prioridad, vestirme, cojeé apoyándome en las paredes hasta la primera puerta y me cole en la sala cerrando tras de mi, rebusque en el morral y me embutí en las ropas casi nuevas que contenía mi bolsa.
La sala estaba oscura, pero confiaba en no haberme puesto nada del revés, giré el pomo para volver el salón y note algo que se hundía en mi hombro, pequeño como una mano, afilado como una garra. Grité, con todas mis fuerzas dejándome caer sobre la puerta que se abrió de par en par y me hizo aterrizar sobre el duro suelo del recibidor, mostrando, tras de mi en pie al intruso.
Me alejé gateando, sacando del morral mi cuchillo, precaria arma cuyo uso estaba reservado a cortar los alimentos. Esperando que el hombre preocupado por la licantropa me devolviese el favor ayudándome con el intruso. En esta forma resultaba un mas inútil que en la anterior.
El sujeto se abalanzo sobre mí, y alcance, casi de milagro en darme la vuelta, haciendo que se clavase el cuchillo en las entrañas por su propio impulso, sin embargo no fue suficiente como para acabar con su vida, con todas mis fuerzas paraba su avance, manteniendo precariamente un punto muerto, que cada vez iba cediendo mas en mi contra.
- apariencia:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
- offrol:
- Al ser tu casa, prefiero que la describas tu, del mismo modo, si consideras que debo editar el tipo de atacante. Teniendo en cuenta que soy nivel uno y estoy hecha mierda, para cualquier combate voy a resultar, cuanto poco, inútil. Mas en esta forma, pero no me molesta que me usen de bolsa de boxeo. Dependo en este caso,d e ti y tus npc
Arygos Valnor
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Re: [CERRADO] Enfrentamiento de Venganzas... [Libre] [1/1] [Interpretativo]
Hogar, dulce hogar... O más bien, sucio hogar. La puerta fue abierta, y ésta rechinó agresivamente, incluso logrando que mis secuaces tuviesen que taparse los oídos. No fue suficiente con el fastidioso sonido, por lo tanto una avalancha de polvo se aproximó justo a nuestros rostros, pintándonos la piel de un color moreno. Lo suponía desde un principio, más porque eran 3 décadas en la que no entraba a mis aposentos. Lo recordé fácilmente por la vez en que escapé de los guardias provenientes de Lunargenta, esos que terminaron devorados por una manada de vampiros hambrientos. Sentir nostalgia ya era un hecho, y estornudar al unisono de mis otros compañeros ya era otro, así que no necesité cohibirme en ningún momento. El suelo era de madera, de un color marrón muy envejecido, aunque también no se lograba denotar con claridad, gracias a la poca luz que había dentro, pero no sólo eso, si no las interminables manchas que iniciaban desde las esquinas de la entrada hasta el largo y frondoso pasillo que llevaba justo a las escaleras. Era un chiquero.
Apoyé mi largos dedos en la pared izquierda, avanzando lentamente, y casi rezando a un dios inexistente para no caer junto con todos. Máyic simplemente usó su nigromancia para flotar, viéndose que las almas de los difuntos que él usaba para su magia, le rodeaban los talones. La jovencita de cabellos blanquecinos había decidido entrar, incluso se adelantó antes que nosotros, con la intención de al menos tener un lugar de reposo. Su pierna no se encontraba en buen estado, y sinceramente no se podía hacer absolutamente nada, ni siquiera ayudarla. Andy se encargó de colocar a Talia en sus brazos, así no le causaba tanto peso a la dragona. Le dimos el tiempo perfecto para que se decidiese en entrar, al menos así lograría llegar a su habitación, sin ninguna especie de presión.
-Paul...-Apenas susurró mi nombre en un hilo de voz. Parpadeé lentamente, ahora entendiendo muchas cosas, como por ejemplo, su nuevo estado de vida. Tragué un montón de saliva, porque quizá sería lo último que escucharía de la licántropa. Su voz me causaba tristeza, más profunda, dado que los vampiros están presuntamente condenados a ser vivientes sin sentimientos. ¿Qué me sucedía?, ¿Acaso me había encariñado con una chica proveniente de una especie archienemiga?.
-¿Sí?.-Respondí con cierta simpleza. La escena se centraba solamente en los dos, a pesar de que Andy viera el momento a unos metros detrás de nosotros. Máyic ya había entrado a la posada. Yo, ella y el rubio seguíamos fuera, donde en pocos minutos se llevaría a cabo una decisión.
-Creo que he llegado hasta aquí... Mi cuerpo no reacciona ante las ordenes que le estoy dando. Mis heridas no paran de sangrar, y en pocos minutos voy a empezar a alucinar.-Sus ojos brillaron por un momento ante la tenue luz de las velas que rodeaban las ventanas de los caserones abandonados. -Así que nuestra alianza se romperá ahora mismo. Puedes irte y dejarme aquí sola.-Se arrastró teatralmente por el suelo, hasta que su hombro chocó contra la valla de picas. Sus respiraciones eran agresivas. El calor de su aliento era como el vapor del gélido clima.
Andy se quedó perplejo.
Yo no pronuncié nada, también estaba estupefacto. ¿Aceptaría o denegaría el rompimiento?.
_______________________
Máyic escuchó un estruendoso sonido por donde la chica nívea se había desplazado. Fue velozmente hacia la dirección de la muchacha, hasta que la encontró luchando contra una especie de rara bestia, que probablemente entró en la ausencia de Paul en las últimas décadas. Bastó con extender sus manos y pronunciar un hechizo, el cual terminaba con la palabra "Muerte", o mejor dicho, fue la única palabra que se pudo entender. Los nigromantes suelen usar otro idioma en sus embrujos, y no necesariamente es un lenguaje élfico. En algunas ocasiones, los lenguajes son creados por ellos o adquiridos gracias a sus familias. El monstruo con el que peleaba la chica de mejillas ruborizadas se quedó paralizado, sus pupilas quedaron del color de la luna y cayó contra el piso de madera.
-¿Estás bien?.-Preguntó con curiosidad, sin ninguna intención de molestarla, solamente de socorrer por si la dragona lo necesitaba. Era obvio que el mago no se insinuaba con ella, por si parecía estarlo. A él, un vejete asexual, sólo le interesan nuevos trucos, aeros, y sabiduría. -¿Quieres que te ayude?. -
Apoyé mi largos dedos en la pared izquierda, avanzando lentamente, y casi rezando a un dios inexistente para no caer junto con todos. Máyic simplemente usó su nigromancia para flotar, viéndose que las almas de los difuntos que él usaba para su magia, le rodeaban los talones. La jovencita de cabellos blanquecinos había decidido entrar, incluso se adelantó antes que nosotros, con la intención de al menos tener un lugar de reposo. Su pierna no se encontraba en buen estado, y sinceramente no se podía hacer absolutamente nada, ni siquiera ayudarla. Andy se encargó de colocar a Talia en sus brazos, así no le causaba tanto peso a la dragona. Le dimos el tiempo perfecto para que se decidiese en entrar, al menos así lograría llegar a su habitación, sin ninguna especie de presión.
-Paul...-Apenas susurró mi nombre en un hilo de voz. Parpadeé lentamente, ahora entendiendo muchas cosas, como por ejemplo, su nuevo estado de vida. Tragué un montón de saliva, porque quizá sería lo último que escucharía de la licántropa. Su voz me causaba tristeza, más profunda, dado que los vampiros están presuntamente condenados a ser vivientes sin sentimientos. ¿Qué me sucedía?, ¿Acaso me había encariñado con una chica proveniente de una especie archienemiga?.
-¿Sí?.-Respondí con cierta simpleza. La escena se centraba solamente en los dos, a pesar de que Andy viera el momento a unos metros detrás de nosotros. Máyic ya había entrado a la posada. Yo, ella y el rubio seguíamos fuera, donde en pocos minutos se llevaría a cabo una decisión.
-Creo que he llegado hasta aquí... Mi cuerpo no reacciona ante las ordenes que le estoy dando. Mis heridas no paran de sangrar, y en pocos minutos voy a empezar a alucinar.-Sus ojos brillaron por un momento ante la tenue luz de las velas que rodeaban las ventanas de los caserones abandonados. -Así que nuestra alianza se romperá ahora mismo. Puedes irte y dejarme aquí sola.-Se arrastró teatralmente por el suelo, hasta que su hombro chocó contra la valla de picas. Sus respiraciones eran agresivas. El calor de su aliento era como el vapor del gélido clima.
Andy se quedó perplejo.
Yo no pronuncié nada, también estaba estupefacto. ¿Aceptaría o denegaría el rompimiento?.
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Máyic escuchó un estruendoso sonido por donde la chica nívea se había desplazado. Fue velozmente hacia la dirección de la muchacha, hasta que la encontró luchando contra una especie de rara bestia, que probablemente entró en la ausencia de Paul en las últimas décadas. Bastó con extender sus manos y pronunciar un hechizo, el cual terminaba con la palabra "Muerte", o mejor dicho, fue la única palabra que se pudo entender. Los nigromantes suelen usar otro idioma en sus embrujos, y no necesariamente es un lenguaje élfico. En algunas ocasiones, los lenguajes son creados por ellos o adquiridos gracias a sus familias. El monstruo con el que peleaba la chica de mejillas ruborizadas se quedó paralizado, sus pupilas quedaron del color de la luna y cayó contra el piso de madera.
-¿Estás bien?.-Preguntó con curiosidad, sin ninguna intención de molestarla, solamente de socorrer por si la dragona lo necesitaba. Era obvio que el mago no se insinuaba con ella, por si parecía estarlo. A él, un vejete asexual, sólo le interesan nuevos trucos, aeros, y sabiduría. -¿Quieres que te ayude?. -
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Re: [CERRADO] Enfrentamiento de Venganzas... [Libre] [1/1] [Interpretativo]
El extraño cantar de un conjuro me indicó que no estaba sola contra esa criatura que se refugiaba entre las tinieblas, y siguiendo el anuncio de la propia melodía de muerte, ese ser cayo inerte preso de su ultimo sueño, desplomándose a pocos centímetros en el sueño.
Una voz familiar que respondía a ese mismo cántico atravesó al oscuridad del lugar, presentándose ante mi vista cuando volteé el rostro, el siniestro mago que formaba parte de esa peculiar contienda.
Asentí un par de veces. Estaba todo lo bien que podía estar en dichas circunstancias, ya no me moría de frío, mi vida ya no corría un inminente peligro, y la mayoría de heridas habían coagulado ya para dejar se sangrar. El único inconveniente real era la pierna rota, que haria la tarea, ya de por si difícil, de moverme, una odisea.
No me lo pensé dos veces cuando me ofreció su ayuda, tomando su mano, y apoyándome sobre el viejo para que cargase con parte de mi peso, como había hecho yo para con sus compañeros, y nos encaminamos hacia el salón donde se encontraba el resto.
La mujer lobuna que me había descubierto, se encontraba terriblemente herida, y su aspecto era el de alguien que está pronto a abandonar este mundo, sin embargo, con las molestias que se habían tomado sus compañeros, era obvio que era alguien importante para ellos, y si no sabían como actuar, yo por lo menos, tenia unas muy básicas nociones que quizás alargarían su vida lo suficiente hasta poder contactar con un sanador o un médico.
Indicandole el camino al mago que me hacía de bastón salí hacia el pórtico de la casa, recogiendo nieve entre mis manos, la mas limpia y pura que pude encontrar, lo cual no fue una tarea tan fácil, teniendo en cuenta el campo de personas empaladas que tenían delante, y que ahora, sin los nervios de la huida, me revolvían el estomago, como si su propio contenido cobrase vida.
Me acerqué a la muchacha herida y me dejé caer en el suelo, liberando al anciano de mi peso y carga finalmente, y aun que la nieve hacia arder mis dedos ya, quemandolos con el frío, me obligue a seguir sosteniendola con una mano, mientras sacaba un pequeño frasco de alcohol con la otra.
-No se si realmente pueda ayudarte, pero quizás te de algo de tiempo.- Murmure con tono apacible a la mujer, intentando transmitirle calma, con mi tono, que armonizaba con mi acento extraño que me hacia alargar cada letra del abecedario que se me ocurria formular como si nunca hubiera hablado antes.
Abrí entonces el vial de alcohol, vertiendo unas pocas cotas en cada herida, y con la nieve, comprimiendola entre mis manos, presione los cortes para tapar la hemorragia, parar el dolor en un primer momento, y quemar la piel en última instancia, manteniendola fija con los paños de lino que llevaba conmigo para usar como vendas si tenia algún percance. Había usado entonces, casi todos mis suministros para heridas que llevaba en mi viaje en la primera parada, pero valía mas una vida que unos pocos Aeros, y más adelante podría reponerlo.
-Esto evitará que se infecte, y, con suerte, parará el sangrado... pero no soy médico.- alce la mirada, por encima de mi hombro para examinar uno a uno a cada presente.- Va a necesitar ver un medico, como antes mejor. ¿Hay alguno en la aldea?.- Por el bien de la muchacha, esperaba una respuesta afirmativa, si no, mas valia que tuviera el favor de los seis, si esperaba salir de esa.
Una voz familiar que respondía a ese mismo cántico atravesó al oscuridad del lugar, presentándose ante mi vista cuando volteé el rostro, el siniestro mago que formaba parte de esa peculiar contienda.
Asentí un par de veces. Estaba todo lo bien que podía estar en dichas circunstancias, ya no me moría de frío, mi vida ya no corría un inminente peligro, y la mayoría de heridas habían coagulado ya para dejar se sangrar. El único inconveniente real era la pierna rota, que haria la tarea, ya de por si difícil, de moverme, una odisea.
No me lo pensé dos veces cuando me ofreció su ayuda, tomando su mano, y apoyándome sobre el viejo para que cargase con parte de mi peso, como había hecho yo para con sus compañeros, y nos encaminamos hacia el salón donde se encontraba el resto.
La mujer lobuna que me había descubierto, se encontraba terriblemente herida, y su aspecto era el de alguien que está pronto a abandonar este mundo, sin embargo, con las molestias que se habían tomado sus compañeros, era obvio que era alguien importante para ellos, y si no sabían como actuar, yo por lo menos, tenia unas muy básicas nociones que quizás alargarían su vida lo suficiente hasta poder contactar con un sanador o un médico.
Indicandole el camino al mago que me hacía de bastón salí hacia el pórtico de la casa, recogiendo nieve entre mis manos, la mas limpia y pura que pude encontrar, lo cual no fue una tarea tan fácil, teniendo en cuenta el campo de personas empaladas que tenían delante, y que ahora, sin los nervios de la huida, me revolvían el estomago, como si su propio contenido cobrase vida.
Me acerqué a la muchacha herida y me dejé caer en el suelo, liberando al anciano de mi peso y carga finalmente, y aun que la nieve hacia arder mis dedos ya, quemandolos con el frío, me obligue a seguir sosteniendola con una mano, mientras sacaba un pequeño frasco de alcohol con la otra.
-No se si realmente pueda ayudarte, pero quizás te de algo de tiempo.- Murmure con tono apacible a la mujer, intentando transmitirle calma, con mi tono, que armonizaba con mi acento extraño que me hacia alargar cada letra del abecedario que se me ocurria formular como si nunca hubiera hablado antes.
Abrí entonces el vial de alcohol, vertiendo unas pocas cotas en cada herida, y con la nieve, comprimiendola entre mis manos, presione los cortes para tapar la hemorragia, parar el dolor en un primer momento, y quemar la piel en última instancia, manteniendola fija con los paños de lino que llevaba conmigo para usar como vendas si tenia algún percance. Había usado entonces, casi todos mis suministros para heridas que llevaba en mi viaje en la primera parada, pero valía mas una vida que unos pocos Aeros, y más adelante podría reponerlo.
-Esto evitará que se infecte, y, con suerte, parará el sangrado... pero no soy médico.- alce la mirada, por encima de mi hombro para examinar uno a uno a cada presente.- Va a necesitar ver un medico, como antes mejor. ¿Hay alguno en la aldea?.- Por el bien de la muchacha, esperaba una respuesta afirmativa, si no, mas valia que tuviera el favor de los seis, si esperaba salir de esa.
Arygos Valnor
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Re: [CERRADO] Enfrentamiento de Venganzas... [Libre] [1/1] [Interpretativo]
La poderosa brisa atravesó cada árbol, cada construcción, cada silueta y cualquier animal que se encontrara cerca. Nada detendría el poder del viento, que se introduce en las ropas de las personas, hace de las suyas, cambiando probablemente la dirección de sus vellos, e incluso, cambiando la temperatura de su piel. Algo así sucedía en ese instante, donde yo, de colmillos filosos observaba a la licántropa, con deseos de ayudarla, pero a la vez sin opciones más para llevar a cabo. Todo se terminaría en unos segundos, y la otra horda de poderosos caníbales se acercaba, así que en poco aparecerían para matarnos. Sus condiciones eran desastrosas, teniendo en cuenta que lo peor de todo era su actitud tan orgullosa... No se dejaría ayudar dado que cuando la dama toma una decisión, nadie podría modificar su forma de pensar. Estaba en un lío.
Talia nunca me ha llamado jefe, ni siquiera se ha dignado a tratarme como uno. No lo soy, es más, simplemente trabajábamos en equipo por la misma causa, por las ganas de liquidar al grupo de humanos. Sin más preámbulos, mientras la observaba con ése estado tan deplorable, recordaba las veces en que luchábamos contra nuestros enemigos. Su capacidad de ser tan veloz, tan efectiva a la hora de atacar, tan poderosa cuando zampaba un puño a sus enemigos, tan estratega al estar en una emboscada o tener que derrocar algún líder. Era hermosa, guapa y alguien quien merecería todo el respeto del mundo. Rompió la alianza, eso era lo que nos unía. ¿Defenderla?, muy tarde. Soy un chupasangre sin sentimientos, ahora no los tendría, no por un lobo que básicamente es contrincante de mi raza. ¿Me decidiría a matarla, entonces?.
Escogiste un mal camino, querida.-La observé con seriedad genuina, sin ningún tipo de sarcasmo. Andy se sorprendió ante mi rostro tan tenebroso, lleno de furia, como si quisiera desquitarme con cualquiera. Tragué saliva, quizá un mar, se me expandió la garganta, sentía que mi manzana de adán se me saldría. -Relájese, señor...-Reiteró Andy, a punto de pararse en frente mío. Tomé una bocanada de aire y mientras acariciaba la espada con mis largas uñas, empecé a pensar en las formas de cómo podría matar a Talia. Algún modo inteligente, así tampoco me metía en problemas. Para mi mala suerte, apareció la dragona para ayudar a la loba. Máyic llegó detrás de ella, pero no fue capaz de pronunciar una palabra, simplemente bajó su cabeza y esperó a que la chica de cabellos blancos se detuviese. Nadie le recriminó, sólo dejamos que terminara.
La muchacha, preocupada, pidió que llamáramos a un médico, pero... Sería mala idea a éstas horas de la noche. -No lo haremos.-Vociferé con fuerza, llamando la atención de todos, hasta de la licántropa, que me vio con los ojos salidos de su órbita. Sin nada más que decir, entré a la casa, dejándolos afuera, sin importar lo que ellos hicieran, al fin y al cabo, ellos determinaban si se quedaban o iban conmigo.
___________________________________________
-¡Mierda!. ¡Allí vienen!.-El mago señaló el callejón. En el fondo, se veía una manada de seres acercándose, con gritos y mascullidos bastante audibles.
-Me quedaré... Defenderé a Talia.-Pronunció Andy con valentía.
-¿Qué diablos dices?, ¡Vas a morir!.-Máyic usó su nigromancia y de esa manera se llevó a Andy, sin que él pueda hacer algo al respecto. -¡Suéltame!.-
Por otro lado, la licántropa en estado de agonía, observó a la dragona. -Entra con ellos... Yo los enfrentaré. El lazo que me unía con todos se ha roto... Ahora haz como si no me conocieras. Sólo vete, ¡lagarto!.-Con dificultad, se levantó y sostuvo sus dagas con fuerza, esperando a la horda. -¡Entren!.-
Máyic y Andy entraron a la casa, sólo quedaba que la señorita de pelo níveo lo hiciera, pero... ¿Cuál sería su dictamen?.
______________Talia nunca me ha llamado jefe, ni siquiera se ha dignado a tratarme como uno. No lo soy, es más, simplemente trabajábamos en equipo por la misma causa, por las ganas de liquidar al grupo de humanos. Sin más preámbulos, mientras la observaba con ése estado tan deplorable, recordaba las veces en que luchábamos contra nuestros enemigos. Su capacidad de ser tan veloz, tan efectiva a la hora de atacar, tan poderosa cuando zampaba un puño a sus enemigos, tan estratega al estar en una emboscada o tener que derrocar algún líder. Era hermosa, guapa y alguien quien merecería todo el respeto del mundo. Rompió la alianza, eso era lo que nos unía. ¿Defenderla?, muy tarde. Soy un chupasangre sin sentimientos, ahora no los tendría, no por un lobo que básicamente es contrincante de mi raza. ¿Me decidiría a matarla, entonces?.
Escogiste un mal camino, querida.-La observé con seriedad genuina, sin ningún tipo de sarcasmo. Andy se sorprendió ante mi rostro tan tenebroso, lleno de furia, como si quisiera desquitarme con cualquiera. Tragué saliva, quizá un mar, se me expandió la garganta, sentía que mi manzana de adán se me saldría. -Relájese, señor...-Reiteró Andy, a punto de pararse en frente mío. Tomé una bocanada de aire y mientras acariciaba la espada con mis largas uñas, empecé a pensar en las formas de cómo podría matar a Talia. Algún modo inteligente, así tampoco me metía en problemas. Para mi mala suerte, apareció la dragona para ayudar a la loba. Máyic llegó detrás de ella, pero no fue capaz de pronunciar una palabra, simplemente bajó su cabeza y esperó a que la chica de cabellos blancos se detuviese. Nadie le recriminó, sólo dejamos que terminara.
La muchacha, preocupada, pidió que llamáramos a un médico, pero... Sería mala idea a éstas horas de la noche. -No lo haremos.-Vociferé con fuerza, llamando la atención de todos, hasta de la licántropa, que me vio con los ojos salidos de su órbita. Sin nada más que decir, entré a la casa, dejándolos afuera, sin importar lo que ellos hicieran, al fin y al cabo, ellos determinaban si se quedaban o iban conmigo.
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-¡Mierda!. ¡Allí vienen!.-El mago señaló el callejón. En el fondo, se veía una manada de seres acercándose, con gritos y mascullidos bastante audibles.
-Me quedaré... Defenderé a Talia.-Pronunció Andy con valentía.
-¿Qué diablos dices?, ¡Vas a morir!.-Máyic usó su nigromancia y de esa manera se llevó a Andy, sin que él pueda hacer algo al respecto. -¡Suéltame!.-
Por otro lado, la licántropa en estado de agonía, observó a la dragona. -Entra con ellos... Yo los enfrentaré. El lazo que me unía con todos se ha roto... Ahora haz como si no me conocieras. Sólo vete, ¡lagarto!.-Con dificultad, se levantó y sostuvo sus dagas con fuerza, esperando a la horda. -¡Entren!.-
Máyic y Andy entraron a la casa, sólo quedaba que la señorita de pelo níveo lo hiciera, pero... ¿Cuál sería su dictamen?.
Off: Arygos, ahora queda en tus manos. Si entras, estarás a salvo, si te quedas, sufrirás las consecuencias.
Paul Brown Moreau
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Re: [CERRADO] Enfrentamiento de Venganzas... [Libre] [1/1] [Interpretativo]
-No lo haremos.- El repentino alto volumen de su voz, me hizo dar un respingo, y las cosas que tenía en las manos saltaron entre estas, no precipitándose al suelo por muy poco. Recogí todo lo que se hubiera zafado de su sitio y lo metí en el moral, y, antes de poder replicar, el vampiro que lideraba el grupo ya se había adentrado en el domicilio de nuevo.
Justo a tiempo, cabe decir, porque el mago dio la alarma señalando una horda de siluetas que se acercaban des del callejón. El mismo hombre de antes, proclamó quedarse a defender a a enferma. ¿Acaso pensaban dejarla allá afuera? La pregunta se respondió sola cuando el mago obligó con sus artes a entrar al amigo que le quedaba a la Licantropa, y esta, como toda una necia, se puso en pie dispuesta a morir a manos de esos agresores.
-Entra con ellos... Yo los enfrentaré. El lazo que me unía con todos se ha roto... Ahora haz como si no me conocieras. Sólo vete, ¡lagarto!.-
Si o hubiera sido un momento con tanta tensión me habría quedado en blanco analizando cual de esas palabras carecía mas de sentido, pero con una amenaza tan cercana, y estando justo en el umbral de la puerta, di un paso hacia el interior, y cuando la mujer herida me tenía a su espalda, la jale de ambos brazos con todas mis fuerzas, apoyándome solo en la pierna sana, y haciendo palanca hacia atrás para obligarla a caer hacia el interior de la casa conmigo. Para mi desgracia, esa maniobra también hacía que fuera a resultar el colchón de una mujer mucho mas grande y pesada que yo, por lo que no pude contener un pequeño gemido.
Rodé, sacandomela de encima y cerré la puerta tan rápido como fui capaz, sin girarme a mirar al resto, me daba la sensación de que mi maniobra no les haría ni la menor gracia, pero tampoco podía resignarme a dejar a una mujer inocente morir así por las buenas.
-No tienes ningún lazo conmigo, y no nos conocemos.- Respondí a la licántropa finalmente.- Pero no tengo por costumbre dejar morir a gente porque si porque es mas facil. Además, es dragón, no lagarto.
Sentía como si el cansancio hubiera desaparecido de mi cuerpo, también parte del dolor, probablemente fruto de la sensación de alerta que me había generado encontrarme con esos monstruos acechandonos de nuevo, algo, que sin lugar a dudas me pasaría factura más tarde.
-Deberías disculparte con tus amigos, parece que se sintieron heridos, y los preocupaste diciendo que ibas a quedarte a morir afuera.- Quizás así el dueño de la casa pasaría por alto que había entrado en ella sin permiso a la loba.
De todos modos lo mas importante ahora no era un vampiro enojado, si no muchos de ellos, así que me aparte unos pasos hasta tener el espacio suficiente, me cubrí bien con la capa, y haciéndome un ovillo debajo de la misma, como si fuera una carpa, me deshice de los ropajes, oculta a la vista del resto, para no romperlos. Luego me encorvé, volviendo a mi forma de dragón que al estancia permitía perfectamente, sobre todo, porque era pura cola, y con tenerla enrollada, ya ahorraba una gran cantidad de espacio.
Alargué el cuello hacia los margenes de la puerta, apoyándome únicamente en las tres patas sanas, y empecé a soltar un chorrito de agua en las juntas de la puerta, tan fría como fui capaz de esputar, esta no tardó demasiado en empezar a emblanquecerse y poco a poco se congelaria, sellando la puerta, expandiéndose en las juntas y en la pared que al absorberla no solo se hincharía, si no endurecería por el extremo frío de la región. Si se intentaban colar por la puerta, tardarían un buen rato en tirarla abajo por lo menos, y nos daría tiempo para... bueno, no tenia muy claro para que, pero algo se nos ocurriría.
Finalmente hice aquello que había estado evitando hacer, volverme hacia el resto de ese extraño grupo y enfrentarme a las posibles reacciones que pudieran tener tanto por entrar a la loba como por el maltrato al mobiliario de casa ajena que acababa de protagonizar, y a que me acababa de volver un leviatán e una propiedad en la que me habían pedido que no lo hiciera. Al acordarme de eso, la imagen de las uñas del vampiro repiqueteando en el mango de su espada vino a mi mente como una silenciosa advertencia de que quizás, me estaba pasando de la ralla.
Invirtiendo el proceso de antes y haciéndome una pelota debajo de la capa de nuevo, me encogí hacia mi forma humanoide, y me vestí, oculta y a trompicones, antes de que alguien tuviese en bein amenazarme de nuevo.
-Es para que no entren.-me justifique señalando la puerta con la cabeza, buscando con la mirada los rostros de todos los presentes intentando leer sus reacciones. Mi respiración, pesada por el cansancio, que aunque no sentía, permanecía impregnado en mi cuerpo, aparecía en forma de vapor ante mis labios incluso en dentro de ese hogar, como si fuera imposible zafarse por completo de ese frío. Entorné los ojos, concentrandome en la helada, la unica sensacion lejanamente familiar que tenía en ese momento, como un niño se aferra al cuello de su madre, el frío era, en ese momento, el único consuelo en esa desconcertante, difícil y peligrosa situación.
Justo a tiempo, cabe decir, porque el mago dio la alarma señalando una horda de siluetas que se acercaban des del callejón. El mismo hombre de antes, proclamó quedarse a defender a a enferma. ¿Acaso pensaban dejarla allá afuera? La pregunta se respondió sola cuando el mago obligó con sus artes a entrar al amigo que le quedaba a la Licantropa, y esta, como toda una necia, se puso en pie dispuesta a morir a manos de esos agresores.
-Entra con ellos... Yo los enfrentaré. El lazo que me unía con todos se ha roto... Ahora haz como si no me conocieras. Sólo vete, ¡lagarto!.-
Si o hubiera sido un momento con tanta tensión me habría quedado en blanco analizando cual de esas palabras carecía mas de sentido, pero con una amenaza tan cercana, y estando justo en el umbral de la puerta, di un paso hacia el interior, y cuando la mujer herida me tenía a su espalda, la jale de ambos brazos con todas mis fuerzas, apoyándome solo en la pierna sana, y haciendo palanca hacia atrás para obligarla a caer hacia el interior de la casa conmigo. Para mi desgracia, esa maniobra también hacía que fuera a resultar el colchón de una mujer mucho mas grande y pesada que yo, por lo que no pude contener un pequeño gemido.
Rodé, sacandomela de encima y cerré la puerta tan rápido como fui capaz, sin girarme a mirar al resto, me daba la sensación de que mi maniobra no les haría ni la menor gracia, pero tampoco podía resignarme a dejar a una mujer inocente morir así por las buenas.
-No tienes ningún lazo conmigo, y no nos conocemos.- Respondí a la licántropa finalmente.- Pero no tengo por costumbre dejar morir a gente porque si porque es mas facil. Además, es dragón, no lagarto.
Sentía como si el cansancio hubiera desaparecido de mi cuerpo, también parte del dolor, probablemente fruto de la sensación de alerta que me había generado encontrarme con esos monstruos acechandonos de nuevo, algo, que sin lugar a dudas me pasaría factura más tarde.
-Deberías disculparte con tus amigos, parece que se sintieron heridos, y los preocupaste diciendo que ibas a quedarte a morir afuera.- Quizás así el dueño de la casa pasaría por alto que había entrado en ella sin permiso a la loba.
De todos modos lo mas importante ahora no era un vampiro enojado, si no muchos de ellos, así que me aparte unos pasos hasta tener el espacio suficiente, me cubrí bien con la capa, y haciéndome un ovillo debajo de la misma, como si fuera una carpa, me deshice de los ropajes, oculta a la vista del resto, para no romperlos. Luego me encorvé, volviendo a mi forma de dragón que al estancia permitía perfectamente, sobre todo, porque era pura cola, y con tenerla enrollada, ya ahorraba una gran cantidad de espacio.
Alargué el cuello hacia los margenes de la puerta, apoyándome únicamente en las tres patas sanas, y empecé a soltar un chorrito de agua en las juntas de la puerta, tan fría como fui capaz de esputar, esta no tardó demasiado en empezar a emblanquecerse y poco a poco se congelaria, sellando la puerta, expandiéndose en las juntas y en la pared que al absorberla no solo se hincharía, si no endurecería por el extremo frío de la región. Si se intentaban colar por la puerta, tardarían un buen rato en tirarla abajo por lo menos, y nos daría tiempo para... bueno, no tenia muy claro para que, pero algo se nos ocurriría.
Finalmente hice aquello que había estado evitando hacer, volverme hacia el resto de ese extraño grupo y enfrentarme a las posibles reacciones que pudieran tener tanto por entrar a la loba como por el maltrato al mobiliario de casa ajena que acababa de protagonizar, y a que me acababa de volver un leviatán e una propiedad en la que me habían pedido que no lo hiciera. Al acordarme de eso, la imagen de las uñas del vampiro repiqueteando en el mango de su espada vino a mi mente como una silenciosa advertencia de que quizás, me estaba pasando de la ralla.
Invirtiendo el proceso de antes y haciéndome una pelota debajo de la capa de nuevo, me encogí hacia mi forma humanoide, y me vestí, oculta y a trompicones, antes de que alguien tuviese en bein amenazarme de nuevo.
-Es para que no entren.-me justifique señalando la puerta con la cabeza, buscando con la mirada los rostros de todos los presentes intentando leer sus reacciones. Mi respiración, pesada por el cansancio, que aunque no sentía, permanecía impregnado en mi cuerpo, aparecía en forma de vapor ante mis labios incluso en dentro de ese hogar, como si fuera imposible zafarse por completo de ese frío. Entorné los ojos, concentrandome en la helada, la unica sensacion lejanamente familiar que tenía en ese momento, como un niño se aferra al cuello de su madre, el frío era, en ese momento, el único consuelo en esa desconcertante, difícil y peligrosa situación.
Arygos Valnor
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Re: [CERRADO] Enfrentamiento de Venganzas... [Libre] [1/1] [Interpretativo]
El grupo había llegado al peor momento, a la década más sufrida de la historia. Lentamente se desvanecía, como si los recuerdos que habían tenido juntos se derrumbaran lentamente. Nadie era capaz de corregirme, porque sabían lo que venía si eran valientes en no seguir mis ordenes. No me sentí con las condiciones necesarias y devolverme a ayudar a la licántropa, porque ella había tomado la decisión de terminar con ésto, con la alianza y la promesa de terminar con el grupo de humanos. Si no me conociese, sería algo completamente injusto, pero... Esperanzar a una persona era el mayor error de los seres vivos.
El frío era bastante notable, incluso experimentaba algidez a pesar de llevar el collar de nieve, quizá era por la intensidad del clima, o simplemente lo que hice. Mientras caminaba por mi hogar dirigiéndome a mi cuarto, empecé a darme cuenta que pronto pagaría por ello, pronto llegaría la famila de Talia a recriminarme, así que no tendría otra opción que asesinarlos y meterme en peores problemas que en los que estoy. Me acercaba a la polvorienta pieza, testigo de mis inicios, donde siempre llegaba luego de un horrendo día, que hace varios años no sucedía. Tomé bastante aire por la nariz, y luego lo suspiré por mi boca, inflando el pecho lo suficiente como para poder mover la puerta y dar un paso dentro de ésta, al menos para tratar de olvidar todo lo pasado con objetos que me harían invocar lo que he vivido. Encontré un jarrón que gané en un torneo, las gemas que me regalaron algunas damiselas como una muestra de aprecio, un huevo que encontré hace varios meses, una carta perteneciente a una anciana que murió por mi amor, y... Una garra que la loba perdió en una de sus luchas, cuya arma dejó en mis manos para que se la devolviera cuando estuviese en buen estado. Quedé atónito y las remembranzas vinieron como una avalancha... Específicamente esa.
"El dragón de fuego me estaba derrotando, liberando agresivas llamaradas hacia mi cuerpo, algo que no podía evitar gracias a la cercanía mía a la de él. Iba a morir, era obvio, me veía encerrado y sin posibilidades de salvarme. Mis brazos no respondían ante mis ordenes, y muchos menos mis pies, así que sería una pérdida de tiempo hacer un esfuerzo. Sonreí ladinamente, porque al fin y al cabo, si moría, lo haría alegre, como siempre ha sido. El lagarto dio un largo paso hasta mi dirección y colocó una de sus garras en mi pecho, para luego comenzar a ejercer presión, con intención de romper los huesos de aquella zona. Solté un cúmulo de saliva, al igual que mis ojos lloroseaban y se emblanquecían ante el incomparable dolor.
En ese instante de resignación, llegó la licántropa y embistió al colosal dragón, algo que fue sorprendente, porque a pesar de que el monstruo fuera 10 veces su tamaño, pudo derrocarlo de un golpe. Tuvieron una lucha ardua, donde la mamífera esquivaba los ataques de su contrincante, hasta que lamentablemente perdió una garra en el combate, sacrificándola al menos para ganar. Salvó mi vida. Recogí el objeto y lo guardé en un bolsillo, para entregárselo después.
-Gracias, querida...-Murmuré tratando de ocultar la sorpresa y la felicidad que me dio presenciarla.
-Sí, como sea. Cuida esa garra, juro que luego te la pido, pero no se te pierda.-Después de musitar esas frases, me agarró de la camisa con su hocico y me llevó de nuevo al grupo."
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-¡No!, el jefe se enojará si te entrometes en su dictamen.-Máyic estaba nervioso de lo que sucedería después de que las dos estuviesen dentro. Andy sólo se quedaba como expectante, rezando a su dios para que la ojiazul sea capaz de salvar a la muchacha.
La manada se acercaba con una velocidad imparable, con hambre de sangre. Los monstruos se empujaban entre sí y se arrancaban pedazos de carne con sus filosos colmillos. Se los tragaban y su olor, a pesar de la lejanía, era completamente hediondo, al igual que el típico hedor a órganos en Sacrestic Ville.
-¿Qué lazo?. ¡Entra a la casa!.-Gritó la licántropa luego de derramar una gota de líquido carmesí por su comisura. Finalmente la señorita salvó a la transformante. Con velocidad logró cerrar el portón y congelar la puerta con intenciones de que los retuviese por un buen rato. Los golpes no tardaron en darse por toda la casa, al igual que los mascullidos fuera de lo común, como muertos vivientes.
La chica habló sobre disculparse a Talia, algo que ella iba a responder, pero no pudo gracias a que sus pulmones estaban desgastados y lo único que podía hacer es respirar con agresividad. Los otros no eran capaces ni de pronunciar una palabra, no sólo porque la dragona hizo lo imposible, si no también por imaginar el rostro de su jefe cuando llegue.
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-¿Qué hace ella aquí?.-Dije al ver a la pelinegra. Todos se quedaron estupefactos, o al menos así pareció. Quisieron darme explicaciones, pero tartamudeaban tanto que les daba miedo atragantarse con su saliva. Deduje todo con rapidez. La dama de cabellos níveos la había salvado. Mostré una expresión divertida y lentamente me fui acercando a la hermosa joven.
Me deshice de mis ropas por cada paso que cada, empezando por mi traje, que destrocé para que mi pectoral quedase desnudo delante de todos. Soy impúdico, así que no importaba demasiado. Al igual también se me veía el abdomen y las líneas de mi vientre que se dirigían a mi intimidad sexual. No tardé en deshacerme de mi pantalón en el siguiente paso. En pocas palabras, quedé desnudo y delante de la muchacha de piel blanca, enseñando hasta mi sexo incluso.
Me acerqué primeramente al cuello de ella, absorbí el olor con ganas y luego subí hasta su oído, el cual liberé pasando mis dedos para apartar cualquier pelo de éste. Coloqué mis labios justo al lado de su oído y susurré unas palabras con un tono grave, sólo para que mi voz retumbara por su mente. -No debiste ayudarla...-.
Ahora me trasladé con tranquilidad, dejando que ella sintiese la respiración mía. Dejé apenas el contacto de mi boca en la mejilla, algo suave y corto, pero algo medio atrevido para cualquiera. -Pero lo dejaré pasar... ¿Vale?...-La observé fijamente, frente a frente, ojos azules claros como diamantes contra ojos azules claro como el mismísimo mar.
Terminé de mirarla y me fui caminando de nuevo hacia mi cuarto. -Todos a descansar, mañana pensaremos mejor todo. Los caníbales esos no entrarán, esa puerta quedó bien asegurada.-.
El frío era bastante notable, incluso experimentaba algidez a pesar de llevar el collar de nieve, quizá era por la intensidad del clima, o simplemente lo que hice. Mientras caminaba por mi hogar dirigiéndome a mi cuarto, empecé a darme cuenta que pronto pagaría por ello, pronto llegaría la famila de Talia a recriminarme, así que no tendría otra opción que asesinarlos y meterme en peores problemas que en los que estoy. Me acercaba a la polvorienta pieza, testigo de mis inicios, donde siempre llegaba luego de un horrendo día, que hace varios años no sucedía. Tomé bastante aire por la nariz, y luego lo suspiré por mi boca, inflando el pecho lo suficiente como para poder mover la puerta y dar un paso dentro de ésta, al menos para tratar de olvidar todo lo pasado con objetos que me harían invocar lo que he vivido. Encontré un jarrón que gané en un torneo, las gemas que me regalaron algunas damiselas como una muestra de aprecio, un huevo que encontré hace varios meses, una carta perteneciente a una anciana que murió por mi amor, y... Una garra que la loba perdió en una de sus luchas, cuya arma dejó en mis manos para que se la devolviera cuando estuviese en buen estado. Quedé atónito y las remembranzas vinieron como una avalancha... Específicamente esa.
"El dragón de fuego me estaba derrotando, liberando agresivas llamaradas hacia mi cuerpo, algo que no podía evitar gracias a la cercanía mía a la de él. Iba a morir, era obvio, me veía encerrado y sin posibilidades de salvarme. Mis brazos no respondían ante mis ordenes, y muchos menos mis pies, así que sería una pérdida de tiempo hacer un esfuerzo. Sonreí ladinamente, porque al fin y al cabo, si moría, lo haría alegre, como siempre ha sido. El lagarto dio un largo paso hasta mi dirección y colocó una de sus garras en mi pecho, para luego comenzar a ejercer presión, con intención de romper los huesos de aquella zona. Solté un cúmulo de saliva, al igual que mis ojos lloroseaban y se emblanquecían ante el incomparable dolor.
En ese instante de resignación, llegó la licántropa y embistió al colosal dragón, algo que fue sorprendente, porque a pesar de que el monstruo fuera 10 veces su tamaño, pudo derrocarlo de un golpe. Tuvieron una lucha ardua, donde la mamífera esquivaba los ataques de su contrincante, hasta que lamentablemente perdió una garra en el combate, sacrificándola al menos para ganar. Salvó mi vida. Recogí el objeto y lo guardé en un bolsillo, para entregárselo después.
-Gracias, querida...-Murmuré tratando de ocultar la sorpresa y la felicidad que me dio presenciarla.
-Sí, como sea. Cuida esa garra, juro que luego te la pido, pero no se te pierda.-Después de musitar esas frases, me agarró de la camisa con su hocico y me llevó de nuevo al grupo."
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-¡No!, el jefe se enojará si te entrometes en su dictamen.-Máyic estaba nervioso de lo que sucedería después de que las dos estuviesen dentro. Andy sólo se quedaba como expectante, rezando a su dios para que la ojiazul sea capaz de salvar a la muchacha.
La manada se acercaba con una velocidad imparable, con hambre de sangre. Los monstruos se empujaban entre sí y se arrancaban pedazos de carne con sus filosos colmillos. Se los tragaban y su olor, a pesar de la lejanía, era completamente hediondo, al igual que el típico hedor a órganos en Sacrestic Ville.
-¿Qué lazo?. ¡Entra a la casa!.-Gritó la licántropa luego de derramar una gota de líquido carmesí por su comisura. Finalmente la señorita salvó a la transformante. Con velocidad logró cerrar el portón y congelar la puerta con intenciones de que los retuviese por un buen rato. Los golpes no tardaron en darse por toda la casa, al igual que los mascullidos fuera de lo común, como muertos vivientes.
La chica habló sobre disculparse a Talia, algo que ella iba a responder, pero no pudo gracias a que sus pulmones estaban desgastados y lo único que podía hacer es respirar con agresividad. Los otros no eran capaces ni de pronunciar una palabra, no sólo porque la dragona hizo lo imposible, si no también por imaginar el rostro de su jefe cuando llegue.
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-¿Qué hace ella aquí?.-Dije al ver a la pelinegra. Todos se quedaron estupefactos, o al menos así pareció. Quisieron darme explicaciones, pero tartamudeaban tanto que les daba miedo atragantarse con su saliva. Deduje todo con rapidez. La dama de cabellos níveos la había salvado. Mostré una expresión divertida y lentamente me fui acercando a la hermosa joven.
Me deshice de mis ropas por cada paso que cada, empezando por mi traje, que destrocé para que mi pectoral quedase desnudo delante de todos. Soy impúdico, así que no importaba demasiado. Al igual también se me veía el abdomen y las líneas de mi vientre que se dirigían a mi intimidad sexual. No tardé en deshacerme de mi pantalón en el siguiente paso. En pocas palabras, quedé desnudo y delante de la muchacha de piel blanca, enseñando hasta mi sexo incluso.
Me acerqué primeramente al cuello de ella, absorbí el olor con ganas y luego subí hasta su oído, el cual liberé pasando mis dedos para apartar cualquier pelo de éste. Coloqué mis labios justo al lado de su oído y susurré unas palabras con un tono grave, sólo para que mi voz retumbara por su mente. -No debiste ayudarla...-.
Ahora me trasladé con tranquilidad, dejando que ella sintiese la respiración mía. Dejé apenas el contacto de mi boca en la mejilla, algo suave y corto, pero algo medio atrevido para cualquiera. -Pero lo dejaré pasar... ¿Vale?...-La observé fijamente, frente a frente, ojos azules claros como diamantes contra ojos azules claro como el mismísimo mar.
Terminé de mirarla y me fui caminando de nuevo hacia mi cuarto. -Todos a descansar, mañana pensaremos mejor todo. Los caníbales esos no entrarán, esa puerta quedó bien asegurada.-.
Paul Brown Moreau
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Re: [CERRADO] Enfrentamiento de Venganzas... [Libre] [1/1] [Interpretativo]
Las expresiones en el resto de miembros del grupo daban a entender que había metido la pata, y mucho, hasta al fondo, como si corroborasen las palabras que el mago había dicho mientras entraba a la licántropa al domicilio; " ¡No!, el jefe se enojará si te entrometes en su dictamen."
Tampoco es que el hombre hubiera prohibido explícitamente a la muchacha entrar en la casa, era algo que se había intuido, pero no habían puesto en palabras,, una zona gris en l que podía intentar escudarme.
Fuere como fuere, el vampiro había desaparecido de la escena, así que me encogí de hombros mirando a los otros dos, y una vez ya vestida, sué la capa para envolver a la licántropa e intentar que mantuviese su temperatura corporal, que, con la perdida de sangre, sería, probablemente lo más difícil.
Probablemente habría que hacer como con los pollitos, y el hombre, que pretendió dos veces morir por ella, parecía lo suficientemente cercano como para realizar esa labor, si no, lo haría yo, aun que mi temperatura corporal, no era la idónea para dicha tarea.
Dejé de observar a los conflictuados hombres que nos acompañaban para prestar total atención a la hembra herida, que respiraba dificultosamente, con una mirada de reprimenda intermitente en sus ojos, que se veía colapsada, casi todo el tiempo, por el dolor y el cansancio.
-Puede reñirme cuando se recupere, por ahora debería intentar descansar.- Le comenté mientras la arropaba en el suelo con la capa, y le apartaba con la mano libre el pelo de la frente, pegoteado por los sudores fríos que poblaban su lastimada piel.
-¿Qué hace ella aquí?.
Tan pronto como la voz de nuestro anfitrión irrumpió en el grupo, un silencio sepulcral se adueñó de la estancia, únicamente la aparatosa respiración de la loba sonaba en el aire, marcando cada segundo de forma errática como si fuera un reloj estropeado.
Levanté la mirada rápidamente, así como el resto, apra ver como ambos hombres, tartamudeaban y se trababan con sus propias lenguas intentando excusarse a si mismos, sin embargo la divertida expresión del vampiro, no daba excusa de porqué lucían tan apurados los varones en explicarse. La situación era, como poco, desconcertante. ¿Porque parecían tan atemorizados?
Quizás por esa perenne sonrisa que esbozaba en todo momento, la había visto en la relativa calma, y en la cruenta batalla, como si fuera un infranqueable muro que impedía ver que pasaba realmente por su mente. El resto del grupo, en comparación, eran cristalinas aguas a través de las cuales leer sus emociones.
El hombre empezó a acercarse mientras se deshacía de sus ropas, fue entonces cuando creí entender sus intenciones, me puse en pie, con dificultad, liberando el espacio al lado de la licántropa, para que pudiera proporcionarle su calor corporal y contribuir a su recuperación, apartando la mirada, y apoyándome en la pared para alejarme un par de pasos antes de cerrar los ojos, hasta que se hubiera acomodado bajo la capa. Concediendole algo de intimidad.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo por entero al sentir el cálido aliento sobre mi cuello, la piel erizarse bajo ese vaho y la sangre aglomerarse en esa pequeña porción de tez. Como en el combate, los nervios apoderarse de mi pulso, haciéndolo aletear como un colibrí. Abrí los ojos, tanto como mis párpados permitían, expresando un profundo desconcierto, miedo, y algo que no llegué a identificar.
-No debiste ayudarla..- Tragué saliva instintivamente, sentía la boca seca, y mi cuerpo temblar. El grave susurro resonó por mi mente, completamente alerta, como si fuera lo único que era capaz de oír. ¿Iba a ser este mi pago pro ayudar?¿Convertirme en la cena de un vampiro? Que rápido había acabado mi viaje... que poco había podido ver del mundo...
Su respiración trazaba un marcado camino, alejándose del cuello y recorriendo mi mejilla, de forma tan pronunciada que hubiera podido seguir el mismo recorrido exacto con el dedo de haberlo intentado. Hasta que su rostro quedó completamente frente al mío, con esos penetrantes ojos azules, que parecían siempre jocosos y calmos.
-Pero lo dejaré pasar... ¿Vale?...- Quise darle un buen remojón, o rugir, o mostrarle los dientes para desafiarlo, pero la certeza de que estábamos a años luz de un enfrentamiento justo pesaba como una gran losa sobre mi valor. No era un dragón ahora, era una humana, la presa predilecta de su especie, cualquiera de esos gestos, tenían la equivalencia de un ciervo haciéndole muecas a un cazador.
Mi cuerpo se movió, como si otra entidad tirara de los hilos haciendo que se moviera antes de que yo tomara decisión alguna, asintiendo un par de veces con lentitud.
Con la misma parsimonia con la que se había acercado, se alejo, y solo cuando termino de hablar y desapareció, fui capaz de separar la mirada del camino que había seguido.
Tomé una gran bocanada de aire, y me di cuenta, de que llevaba largos segundos sin respirar. Al mismo tiempo, la única pierna en la que me había estado apoyando durante todo ese rato se plegó, haciendo deslizarse mi espalda por la pared, hasta quedar sentada en el suelo contra la misma.
Lleve mis manos de forma automática hacia mi rostro, cubriendo con las palmas y los dedos ese reguero cálido que aun podía sentir sobre la piel, y sacudí profusamente la cabeza.
Permanecí varios minutos así, en silencio, intentando serenarme, alejar todas esas emociones, y todo ese terror de mi mente, y, cuando por fin, el último latir nervioso abandonó mi pulso, la última gota de adrenalina se sintió inútil y desapareció, cayó sobre mí todo el cansancio de las últimas horas, todo el dolor que mi cuerpo había estado mitigando por la alerta, con un quejido.
-Alguno de ustedes debería darle calor corporal, para que no se ponga peor.- Hable al aire, aun que me refería a los dos hombres que habían permanecido en la estancia, o que creía, por lo menos, que seguían allí. Cada letra era alargada más de lo que ya era habitual en mi, con mi voz, teñida de agotamiento.
Con pesadez, y buscando algo de soledad, me puse de pie, nuevamente ayudada por el mobiliario, y camine erráticamente por la casa, sin rumbo hasta encontrar una puerta por la que escolarme, y en la penumbra de la estancia desconocida, me deje desplomar en el suelo sin siquiera cerrar la puerta, me hice un ovillo, enroscándome sobre mi misma, y dejé que el agotamiento del dia me sumiera en un profundo sueño.
Tampoco es que el hombre hubiera prohibido explícitamente a la muchacha entrar en la casa, era algo que se había intuido, pero no habían puesto en palabras,, una zona gris en l que podía intentar escudarme.
Fuere como fuere, el vampiro había desaparecido de la escena, así que me encogí de hombros mirando a los otros dos, y una vez ya vestida, sué la capa para envolver a la licántropa e intentar que mantuviese su temperatura corporal, que, con la perdida de sangre, sería, probablemente lo más difícil.
Probablemente habría que hacer como con los pollitos, y el hombre, que pretendió dos veces morir por ella, parecía lo suficientemente cercano como para realizar esa labor, si no, lo haría yo, aun que mi temperatura corporal, no era la idónea para dicha tarea.
Dejé de observar a los conflictuados hombres que nos acompañaban para prestar total atención a la hembra herida, que respiraba dificultosamente, con una mirada de reprimenda intermitente en sus ojos, que se veía colapsada, casi todo el tiempo, por el dolor y el cansancio.
-Puede reñirme cuando se recupere, por ahora debería intentar descansar.- Le comenté mientras la arropaba en el suelo con la capa, y le apartaba con la mano libre el pelo de la frente, pegoteado por los sudores fríos que poblaban su lastimada piel.
-¿Qué hace ella aquí?.
Tan pronto como la voz de nuestro anfitrión irrumpió en el grupo, un silencio sepulcral se adueñó de la estancia, únicamente la aparatosa respiración de la loba sonaba en el aire, marcando cada segundo de forma errática como si fuera un reloj estropeado.
Levanté la mirada rápidamente, así como el resto, apra ver como ambos hombres, tartamudeaban y se trababan con sus propias lenguas intentando excusarse a si mismos, sin embargo la divertida expresión del vampiro, no daba excusa de porqué lucían tan apurados los varones en explicarse. La situación era, como poco, desconcertante. ¿Porque parecían tan atemorizados?
Quizás por esa perenne sonrisa que esbozaba en todo momento, la había visto en la relativa calma, y en la cruenta batalla, como si fuera un infranqueable muro que impedía ver que pasaba realmente por su mente. El resto del grupo, en comparación, eran cristalinas aguas a través de las cuales leer sus emociones.
El hombre empezó a acercarse mientras se deshacía de sus ropas, fue entonces cuando creí entender sus intenciones, me puse en pie, con dificultad, liberando el espacio al lado de la licántropa, para que pudiera proporcionarle su calor corporal y contribuir a su recuperación, apartando la mirada, y apoyándome en la pared para alejarme un par de pasos antes de cerrar los ojos, hasta que se hubiera acomodado bajo la capa. Concediendole algo de intimidad.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo por entero al sentir el cálido aliento sobre mi cuello, la piel erizarse bajo ese vaho y la sangre aglomerarse en esa pequeña porción de tez. Como en el combate, los nervios apoderarse de mi pulso, haciéndolo aletear como un colibrí. Abrí los ojos, tanto como mis párpados permitían, expresando un profundo desconcierto, miedo, y algo que no llegué a identificar.
-No debiste ayudarla..- Tragué saliva instintivamente, sentía la boca seca, y mi cuerpo temblar. El grave susurro resonó por mi mente, completamente alerta, como si fuera lo único que era capaz de oír. ¿Iba a ser este mi pago pro ayudar?¿Convertirme en la cena de un vampiro? Que rápido había acabado mi viaje... que poco había podido ver del mundo...
Su respiración trazaba un marcado camino, alejándose del cuello y recorriendo mi mejilla, de forma tan pronunciada que hubiera podido seguir el mismo recorrido exacto con el dedo de haberlo intentado. Hasta que su rostro quedó completamente frente al mío, con esos penetrantes ojos azules, que parecían siempre jocosos y calmos.
-Pero lo dejaré pasar... ¿Vale?...- Quise darle un buen remojón, o rugir, o mostrarle los dientes para desafiarlo, pero la certeza de que estábamos a años luz de un enfrentamiento justo pesaba como una gran losa sobre mi valor. No era un dragón ahora, era una humana, la presa predilecta de su especie, cualquiera de esos gestos, tenían la equivalencia de un ciervo haciéndole muecas a un cazador.
Mi cuerpo se movió, como si otra entidad tirara de los hilos haciendo que se moviera antes de que yo tomara decisión alguna, asintiendo un par de veces con lentitud.
Con la misma parsimonia con la que se había acercado, se alejo, y solo cuando termino de hablar y desapareció, fui capaz de separar la mirada del camino que había seguido.
Tomé una gran bocanada de aire, y me di cuenta, de que llevaba largos segundos sin respirar. Al mismo tiempo, la única pierna en la que me había estado apoyando durante todo ese rato se plegó, haciendo deslizarse mi espalda por la pared, hasta quedar sentada en el suelo contra la misma.
Lleve mis manos de forma automática hacia mi rostro, cubriendo con las palmas y los dedos ese reguero cálido que aun podía sentir sobre la piel, y sacudí profusamente la cabeza.
Permanecí varios minutos así, en silencio, intentando serenarme, alejar todas esas emociones, y todo ese terror de mi mente, y, cuando por fin, el último latir nervioso abandonó mi pulso, la última gota de adrenalina se sintió inútil y desapareció, cayó sobre mí todo el cansancio de las últimas horas, todo el dolor que mi cuerpo había estado mitigando por la alerta, con un quejido.
-Alguno de ustedes debería darle calor corporal, para que no se ponga peor.- Hable al aire, aun que me refería a los dos hombres que habían permanecido en la estancia, o que creía, por lo menos, que seguían allí. Cada letra era alargada más de lo que ya era habitual en mi, con mi voz, teñida de agotamiento.
Con pesadez, y buscando algo de soledad, me puse de pie, nuevamente ayudada por el mobiliario, y camine erráticamente por la casa, sin rumbo hasta encontrar una puerta por la que escolarme, y en la penumbra de la estancia desconocida, me deje desplomar en el suelo sin siquiera cerrar la puerta, me hice un ovillo, enroscándome sobre mi misma, y dejé que el agotamiento del dia me sumiera en un profundo sueño.
Arygos Valnor
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Re: [CERRADO] Enfrentamiento de Venganzas... [Libre] [1/1] [Interpretativo]
Volvía a dirigirme a mi cuarto, pero ésta vez con mucha tranquilidad, ahora sabía perfectamente que ella estaría bien en mi hogar, sin correr el peligro de perder la vida, de que su garra no fuera devuelta y aquella valentía que siempre la caracterizaba se fuese desvaneciendo mientras pasaba el tiempo. Tragué saliva, ni siquiera me concentré en recoger mi ropa, sólo me dirigí desnudo a mi habitación. Extrañamente, recordé el olor de la dragona y me dejó completamente atónito. Su fragancia no era la misma que cualquier lagarto, su sabor justamente iba a ser diferente. ¿Por qué el beso en la mejilla?, simplemente para asegurarme de que en verdad me iba a degustar con su sangre. En fin, sacudí mi cabeza con intención de concentrarme en otra cosa, como por ejemplo, su gran belleza. Debía aceptarlo, la dama era bella, sus ojos, su manera de ser, incluso el misterio de verla sonreír y sonrojarse ante las situaciones que yo podría sumergirla. Me provocaba saber hasta dónde llegaría su control autónomo.
Vi la cama, hecha de un colchón algo desgastado, al que simplemente traté con cuidado para lentamente recostarme, sintiendo bastante dolor en cada músculo de mis brazos. Al parecer la vejez empezaba a afectarme, ya era un siglo combatiendo y resistiéndome a los ataques que lanzaban contra mí. Observé el techo, como si deseara atraversarlo y ver las estrellas brillantes que se trasladaban de zona en zona, sus vidas eran calmadas, ni siquiera corrían el peligro de colisionar con otras dado a su alejamiento. Desde que adopté el vampirisimo, ya todo empezaba a complicarse, no por los repentinos colmillos, si no también por la gente que los detesta. Siempre han sido unas especies que nacieron del pecado, de la crueldad, de ser avaros de robar la sangre que no les pertenece. Extendí mi mano y tomé la destrozada cobija para taparme desde los hombros hasta las piernas. Era hora de descansar, si es que un chupasangre puede hacerlo.
____________________________________
La tempestad había acabado. Todos estaban sorprendidos ante la escena que había regalado su jefe. No tuvieron otra opción que tratar de levantarse, arrastrando su espalda por la pared. La dragona, que después de haber sido afectada incómodamente por los movimientos del colmilludo, pidió que alguien le diese calor corporal. Máyic y Andy se miraron fijamente, como si alguno de los dos debiera decidirlo. Todos sabían perfectamente quién lo haría, así que no tardó en levantarse el rubio con la intención de acercarse a hacerlo, con sus garras puestas, su máscara aún intacta y con ganas de quedarse con la dama. Lo haré yo, la llevaré a mi cuarto.-Dijo el muchacho, levantando su pecho y acercándose para subir lentamente a la licántropa en sus brazos. El mago simplemente sonrío ante la escena porque él anteriormente había tenido una conversación sobre el amor del muchacho con la loba. Suerte, entonces... Yo me voy...-Posteriormente se elevó con sus poderes de nigromancia y se entró a su pieza.
Andy no tardó en recostarla en su cama, viéndola y enamorándose de cada expresión que ella hacía, incluso de dolor. -Todo está bien...-Quedaron los dos solos. Primeramente el de cabellos amarillos se quitó su mascara, revelando su rostro bastante simpático. La de negra cabellera, por otro lado, respiraba por su boca mientras que su ceño estaba completamente fruncido, casi a punto de estallar, más porque sus mejillas estaban rojas al igual que su pecho, sus piernas y sus brazos. El joven tomó un trapo caliente y se lo puso en la frente, mientras que suavemente empezó a abrirle sus ropajes, sin liberar la parte de sus senos, sólo viéndole el torso. Encontró profundas heridas, las que habían parado de sangrar, pero un líquido verde estaba esparcido por los alrededores. El tipo no tardó en quitarse su propia prenda y limpiar los lugares, con intención de hacerse de todo el supuesto veneno posible.
-Eres un imbécil... Déjame morir...-Suplicó la tipa de ojos grises, empujándole el desnudo pecho.
-No lo haré. Sabes por qué...-En ese momento, los dos se miraron fijamente, conectaron sus pensamientos, parecía que uno llamaba al otro, era una hora y lugar perfecta para arriesgarse a algo.
-Me amas, ya me lo has dicho mil veces.-Susurró Talia, completamente concentrada en la belleza masculina de él.
-Y una vez traté de que lo sintieses, pero nunca correspondiste a mi intento de...-Dejó el hilo en el abdomen de ella y se fue acercando lentamente, mientras que la loba, probablemente ansiosa, se quedaba paralizada.
Los dos labios estaban completamente cerca, era un centímetro más y se cerraría la distancia. ¿Se besarían al fin y al cabo?.
______________________Vi la cama, hecha de un colchón algo desgastado, al que simplemente traté con cuidado para lentamente recostarme, sintiendo bastante dolor en cada músculo de mis brazos. Al parecer la vejez empezaba a afectarme, ya era un siglo combatiendo y resistiéndome a los ataques que lanzaban contra mí. Observé el techo, como si deseara atraversarlo y ver las estrellas brillantes que se trasladaban de zona en zona, sus vidas eran calmadas, ni siquiera corrían el peligro de colisionar con otras dado a su alejamiento. Desde que adopté el vampirisimo, ya todo empezaba a complicarse, no por los repentinos colmillos, si no también por la gente que los detesta. Siempre han sido unas especies que nacieron del pecado, de la crueldad, de ser avaros de robar la sangre que no les pertenece. Extendí mi mano y tomé la destrozada cobija para taparme desde los hombros hasta las piernas. Era hora de descansar, si es que un chupasangre puede hacerlo.
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La tempestad había acabado. Todos estaban sorprendidos ante la escena que había regalado su jefe. No tuvieron otra opción que tratar de levantarse, arrastrando su espalda por la pared. La dragona, que después de haber sido afectada incómodamente por los movimientos del colmilludo, pidió que alguien le diese calor corporal. Máyic y Andy se miraron fijamente, como si alguno de los dos debiera decidirlo. Todos sabían perfectamente quién lo haría, así que no tardó en levantarse el rubio con la intención de acercarse a hacerlo, con sus garras puestas, su máscara aún intacta y con ganas de quedarse con la dama. Lo haré yo, la llevaré a mi cuarto.-Dijo el muchacho, levantando su pecho y acercándose para subir lentamente a la licántropa en sus brazos. El mago simplemente sonrío ante la escena porque él anteriormente había tenido una conversación sobre el amor del muchacho con la loba. Suerte, entonces... Yo me voy...-Posteriormente se elevó con sus poderes de nigromancia y se entró a su pieza.
Andy no tardó en recostarla en su cama, viéndola y enamorándose de cada expresión que ella hacía, incluso de dolor. -Todo está bien...-Quedaron los dos solos. Primeramente el de cabellos amarillos se quitó su mascara, revelando su rostro bastante simpático. La de negra cabellera, por otro lado, respiraba por su boca mientras que su ceño estaba completamente fruncido, casi a punto de estallar, más porque sus mejillas estaban rojas al igual que su pecho, sus piernas y sus brazos. El joven tomó un trapo caliente y se lo puso en la frente, mientras que suavemente empezó a abrirle sus ropajes, sin liberar la parte de sus senos, sólo viéndole el torso. Encontró profundas heridas, las que habían parado de sangrar, pero un líquido verde estaba esparcido por los alrededores. El tipo no tardó en quitarse su propia prenda y limpiar los lugares, con intención de hacerse de todo el supuesto veneno posible.
-Eres un imbécil... Déjame morir...-Suplicó la tipa de ojos grises, empujándole el desnudo pecho.
-No lo haré. Sabes por qué...-En ese momento, los dos se miraron fijamente, conectaron sus pensamientos, parecía que uno llamaba al otro, era una hora y lugar perfecta para arriesgarse a algo.
-Me amas, ya me lo has dicho mil veces.-Susurró Talia, completamente concentrada en la belleza masculina de él.
-Y una vez traté de que lo sintieses, pero nunca correspondiste a mi intento de...-Dejó el hilo en el abdomen de ella y se fue acercando lentamente, mientras que la loba, probablemente ansiosa, se quedaba paralizada.
Los dos labios estaban completamente cerca, era un centímetro más y se cerraría la distancia. ¿Se besarían al fin y al cabo?.
Off: Puedes narrar un sueño y decir que ya es de día. Extrañamente ya no tendrás el dolor en la pierna. El día en sacrestic es azul, sin sol ni nada por el estilo sólo con nubes pasando y de la misma manera siniestra. Suerte
Paul Brown Moreau
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Re: [CERRADO] Enfrentamiento de Venganzas... [Libre] [1/1] [Interpretativo]
El viento soplaba con una fiereza impropia del inicio el invierno, por primera vez sentía la helada colándose entre mis escamas y calandome en los huesos como si fueran tan delgadas como el papel. Este iba a ser un invierno inmisericorde. Aun que había algo familiar en el clima, en la estepa que me rodeaba, no me sentía en casa.
Era incómodo, extraño, y sencillo darse cuenta del porqué. Toda la estepa era blanca, tan impoluta y lisa como si metros y metros de nieve cubriesen con su manto toda su extensión, los ríos estaban tan helados que su superficie parecía de halita pulido. Reluciendo, apenas, con la luz perlada del cielo, cubierto de nubes, sin permitir otro color que la escalla de grises que se había adueñado del paisaje. Incluso yo, y mi distorsionado reflejo en el falso mineral del riachuelo formaba parte de ese mundo únicamente blanco.
La nieve, caía despacio, demasiado lenta como para ser transportada por la fuerte ventisca que azotaba cada milímetro de mi cuerpo, y saturaba mis oídos, impidiendome identificar el origen de cualquier ruido, haciéndolo resonar como si viniera de todos lados y de ninguno al mismo tiempo. Transportó un potente rugido, un llamado inconfundible, lleno de reproche e ira.
Cerré los ojos con fuerza, deseando que la tormenta pasara, que no me encontrase. Pero los seis no quisieron escuchar mis ruegos, y el inconfundible sonido de algo pesado y grande aterrizando ante mi me obligo a abrir los ojos.
Allí estaba, entre la nieve, entre el viento, una figura mucho más grande que yo, puesto que su cuerpo ocupaba casi toda su extensión, con la cola y el cuello mucho mas corto, siempre se había aparecido mas a padre.
Tan blanco y brillante como un diamante, y con unos colmillos del tamaño de un puño,abrió sus fauces y rugió a poco centímetros de mi rostro con enojo.
-Te dije que era demasiado peligroso para ti!.- Su voz, grave y gutural, era mucho mas similar a un rugido, que a las palabras, aun asi, podia entender cada letra.
Es algo sabido que los dragones no podemos hablar en esta forma, pero ya hacia un rato que me había percatado que todo eso, no era más que un sueño.
-¡Te dije que tus caprichos te llevarían al desastre!¡Eres demasiado imprudente como para viajar sola!.- Bajé la cabez,a en el fondo sabía que tenía razón, no hacía un mes que había partido y ya me encontraba en esa situación, mi curiosidad me había llevado a ese peligroso rincón del mundo.-¡Tienes que volver a casa!.-Proseguía, inmisericorde, cada vez mas henchido, mientras yo me mimetizaba con el ambiente, encogiendo mi cuerpo ante la verdad de sus palabras -¡Te traeré de vuelta! Tu lugar está en el segundo pico.-Sentenció con la misma severidad, con el mismo tono duro que inundaba toda la llanura.
Pero era un sueño, no era mas que eso, un sueño, alzé el hocico y empujé uno de los copos que se limitó a flotar a cámara lenta como el resto, solo que hacia otro lado.
-No iré.- Me sorprendió la seguridad de mis propias palabras.- No lograrás alcanzarme.
-No puedes huir de tu propia mente, no puedes huir de la certeza de que yo tenía razón.
-Puedo, porque aun estoy a tiempo de aprender.- Desplegué las alas, y negando la propia existencia de mi hermano en mi sueño, rompí a volar. El viento me empujó hacia todos lados, impidiendome avanzar de forma recta hacia donde quisiera, volviendo mi viaje tan imprevisible y voluble como realmente era, en cambio, el se elevo, y quedó flotando, como si la ventisca no pudiera alcanzarle.
Intenté huir de el, volar, nos e cuanto tiempo estuve asi, apenas sentia aire en mis pulmones, mi cuerpo ardia del cansancio, mis musculos palpitaban de forma vivida, un dolor que iba mas allá del sueño, un dolor que era real, pero no podía recordar con claridad de donde. Intentando ganar tiempo, como lo había hecho en el momento de partir, soltando chorros de agua, zarpazos y coletazos intentando alcanzarlo, tumbarlo de las alturas para que me permitiese partir, mientras el, se limitaba a intentar agarrarme, sin herirme, sin usar su aliento en mi contra, con dolor en la mirada, pero una férrea determinación que siempre lo había caracterizaba. Sentía punzadas en el corazón cada vez que lo alcanzaba, como había sentido antaño, pero esta vez,no lograba hacerlo recular un solo metro.
-No puedes huir.- No importaba que tan lejos volara, su voz me alcanzaba con la misma fuerza. Y comprendí entonces, que tenía razón, no podía huir, pero podía tomar el control, era mi mundo, era mi mente. Dejé entonces de batir las alas, dejé que el viento me transportará con su furia, y me obligue a tomar aire profundamente, y con ello, al viento a serenarse. Pronto, la tormenta se había disipado, y flotaba plácidamente a pocos metros de la nítida figura que me perseguia.
Con calma descendí y me posé sobre una roca, mirando fijamente los ojos de una zul hielo tan cristalino que desprendían frio, clavados sobre los míos, llenos de reproche.
-Volveré, más fuerte, más sabia que antes, cuando el tiempo llegue, hasta entonces, tendrás que aguardar mis disculpas hermano. No puedo huir de la culpa de como me marche, pero puedo hacer que valga la pena.- Alargué el hocico y le rocé el pómulo con afán conciliador.-- Hasta entonces, perdóname, porque solo soy mortal.- Esboce una triste sonrisa, mientras su figura se disipaba con la nieve de la llanura, con el hielo que se fundía y volvía a dejar manar los ríos, con el dolor de mi cuerpo.
Un hondo suspiro de alivio escapó de mis narices mientras observaba mi ahora ya familiar hogar, y dirigí mi reptiliano rostro hacia el segundo pico mas alto, buscando con la mirada la cueva, imposible de vislumbrar desde ese lugar donde había pasado toda mi vida.
Una parte de mi clamaba por rendirse, y aceptar las palabras de mi hermano, pero otra, había tomado valor con mi discurso. Si me rendía ahora, al primer contratiempo, nada mas haber empezado, demostraría que tenía razón, que no estaba preparada, que no era capaz. me negaba a aceptar eso, si no lo era aprendería a serlo,aprendería a lidiar con cualquier situación. Era el momento para crecer.
Con esa clara iluminación, se despejaron algunas nubes, dotando de color la llanura, y volé, volé lejos, recorriendo mi hogar hasta que el tiempo del sueño se agotase, pues faltaba mucho tiempo, hasta poder sentir ese lugar con mis garras.
Abrí los ojos con lentitud, observando la penumbra que me rodeaba. Todos los acontecimientos del día anterior, vinieron lentamente mientras permanecía enroscada en el suelo, intentando ubicarme después de tan vivido sueño en la realidad en la que me encontraba.
Tanteé mi cuerpo al recordar las heridas, recorriendo mi pierna herida con la mano, esperando un pinchazo de dolor en cualquier momento, que no llegó. ¿A caso todo aquello había sido también un sueño?.
Parpadeé incrédula mientras me levantaba, extremadamente cuidadosa por si en mi examen se me había pasado algo, hasta reposar mi peso erguido sobre ambas piernas. Nada.
Avancé lentamente por la oscuridad, hasta tocar con las yemas de los dados el pomo de una puerta, y la abrí, sin miedo, y con determinación. Irrumpí en la entrada, recordaba ese lugar del dia anterior, pero se encontraba vacío.
¿Cuanto llevaba durmiendo?¿Seguirían el resto en la casa? Quizás lo mejor era esperar en vez de irrumpir en las habitaciones de los moradores. Saqué el peine medio roto de mi bolsa e intenté adecentar mi aspecto, aun careciendo de espejos, y lo guardé nuevamente en el morral que cruzaba mi pecho.
Caminé pro al estancia, repasando el escaso mobiliario, las paredes, con las manos, con sumo cuidado, apenas rozando su polvorienta superficie, examinando cada detalle, recordando, asegurandome de que estaba despierta realmente. Tras recorrer la entrada por completo, me aventure por las escaleras y pasillos, observando silenciosamente mi entorno, apoyándome en las paredes y barandillas para no tropezarme e intentando hacer el mínimo ruido posible, aun que la madera, chirriante a mi paso, lo impedía cada tanto. Mis ojos se habían adaptado a la oscuridad tras un buen rato deslizandome por ella, y aunque distaba mucho de poder ver con la misma claridad que durante el día, podía distinguir algo mas que las siluetas de los muebles.
Ignorando la suciedad preste atención a los tallados, acabados y cualquier clase de decoración o marca personal que pudiera tener ese domicilio. ¿Así vivían los vampiros? Por algún motivo me los había imaginado viviendo en profundas cuevas en los lugares más escondidos y remotos de los bosques.
-Tchu!.-arrugué la nariz, ante el estornudo, producto del polvo que había levantado con las manos sin querer, al repasar una de las superficies del pasillo. Todo estaba como lo recordaba, o lo poco que había visto el día anterior. Pero no lograba encontrar rastros de la escaramuza, así que finalmente me decidí a empezar a explorar las habitaciones, con cuidado fui abriendo los pomos de las estancias recorriendolas con la misma parsimonia.
Era incómodo, extraño, y sencillo darse cuenta del porqué. Toda la estepa era blanca, tan impoluta y lisa como si metros y metros de nieve cubriesen con su manto toda su extensión, los ríos estaban tan helados que su superficie parecía de halita pulido. Reluciendo, apenas, con la luz perlada del cielo, cubierto de nubes, sin permitir otro color que la escalla de grises que se había adueñado del paisaje. Incluso yo, y mi distorsionado reflejo en el falso mineral del riachuelo formaba parte de ese mundo únicamente blanco.
La nieve, caía despacio, demasiado lenta como para ser transportada por la fuerte ventisca que azotaba cada milímetro de mi cuerpo, y saturaba mis oídos, impidiendome identificar el origen de cualquier ruido, haciéndolo resonar como si viniera de todos lados y de ninguno al mismo tiempo. Transportó un potente rugido, un llamado inconfundible, lleno de reproche e ira.
Cerré los ojos con fuerza, deseando que la tormenta pasara, que no me encontrase. Pero los seis no quisieron escuchar mis ruegos, y el inconfundible sonido de algo pesado y grande aterrizando ante mi me obligo a abrir los ojos.
Allí estaba, entre la nieve, entre el viento, una figura mucho más grande que yo, puesto que su cuerpo ocupaba casi toda su extensión, con la cola y el cuello mucho mas corto, siempre se había aparecido mas a padre.
Tan blanco y brillante como un diamante, y con unos colmillos del tamaño de un puño,abrió sus fauces y rugió a poco centímetros de mi rostro con enojo.
-Te dije que era demasiado peligroso para ti!.- Su voz, grave y gutural, era mucho mas similar a un rugido, que a las palabras, aun asi, podia entender cada letra.
Es algo sabido que los dragones no podemos hablar en esta forma, pero ya hacia un rato que me había percatado que todo eso, no era más que un sueño.
-¡Te dije que tus caprichos te llevarían al desastre!¡Eres demasiado imprudente como para viajar sola!.- Bajé la cabez,a en el fondo sabía que tenía razón, no hacía un mes que había partido y ya me encontraba en esa situación, mi curiosidad me había llevado a ese peligroso rincón del mundo.-¡Tienes que volver a casa!.-Proseguía, inmisericorde, cada vez mas henchido, mientras yo me mimetizaba con el ambiente, encogiendo mi cuerpo ante la verdad de sus palabras -¡Te traeré de vuelta! Tu lugar está en el segundo pico.-Sentenció con la misma severidad, con el mismo tono duro que inundaba toda la llanura.
Pero era un sueño, no era mas que eso, un sueño, alzé el hocico y empujé uno de los copos que se limitó a flotar a cámara lenta como el resto, solo que hacia otro lado.
-No iré.- Me sorprendió la seguridad de mis propias palabras.- No lograrás alcanzarme.
-No puedes huir de tu propia mente, no puedes huir de la certeza de que yo tenía razón.
-Puedo, porque aun estoy a tiempo de aprender.- Desplegué las alas, y negando la propia existencia de mi hermano en mi sueño, rompí a volar. El viento me empujó hacia todos lados, impidiendome avanzar de forma recta hacia donde quisiera, volviendo mi viaje tan imprevisible y voluble como realmente era, en cambio, el se elevo, y quedó flotando, como si la ventisca no pudiera alcanzarle.
Intenté huir de el, volar, nos e cuanto tiempo estuve asi, apenas sentia aire en mis pulmones, mi cuerpo ardia del cansancio, mis musculos palpitaban de forma vivida, un dolor que iba mas allá del sueño, un dolor que era real, pero no podía recordar con claridad de donde. Intentando ganar tiempo, como lo había hecho en el momento de partir, soltando chorros de agua, zarpazos y coletazos intentando alcanzarlo, tumbarlo de las alturas para que me permitiese partir, mientras el, se limitaba a intentar agarrarme, sin herirme, sin usar su aliento en mi contra, con dolor en la mirada, pero una férrea determinación que siempre lo había caracterizaba. Sentía punzadas en el corazón cada vez que lo alcanzaba, como había sentido antaño, pero esta vez,no lograba hacerlo recular un solo metro.
-No puedes huir.- No importaba que tan lejos volara, su voz me alcanzaba con la misma fuerza. Y comprendí entonces, que tenía razón, no podía huir, pero podía tomar el control, era mi mundo, era mi mente. Dejé entonces de batir las alas, dejé que el viento me transportará con su furia, y me obligue a tomar aire profundamente, y con ello, al viento a serenarse. Pronto, la tormenta se había disipado, y flotaba plácidamente a pocos metros de la nítida figura que me perseguia.
Con calma descendí y me posé sobre una roca, mirando fijamente los ojos de una zul hielo tan cristalino que desprendían frio, clavados sobre los míos, llenos de reproche.
-Volveré, más fuerte, más sabia que antes, cuando el tiempo llegue, hasta entonces, tendrás que aguardar mis disculpas hermano. No puedo huir de la culpa de como me marche, pero puedo hacer que valga la pena.- Alargué el hocico y le rocé el pómulo con afán conciliador.-- Hasta entonces, perdóname, porque solo soy mortal.- Esboce una triste sonrisa, mientras su figura se disipaba con la nieve de la llanura, con el hielo que se fundía y volvía a dejar manar los ríos, con el dolor de mi cuerpo.
Un hondo suspiro de alivio escapó de mis narices mientras observaba mi ahora ya familiar hogar, y dirigí mi reptiliano rostro hacia el segundo pico mas alto, buscando con la mirada la cueva, imposible de vislumbrar desde ese lugar donde había pasado toda mi vida.
Una parte de mi clamaba por rendirse, y aceptar las palabras de mi hermano, pero otra, había tomado valor con mi discurso. Si me rendía ahora, al primer contratiempo, nada mas haber empezado, demostraría que tenía razón, que no estaba preparada, que no era capaz. me negaba a aceptar eso, si no lo era aprendería a serlo,aprendería a lidiar con cualquier situación. Era el momento para crecer.
Con esa clara iluminación, se despejaron algunas nubes, dotando de color la llanura, y volé, volé lejos, recorriendo mi hogar hasta que el tiempo del sueño se agotase, pues faltaba mucho tiempo, hasta poder sentir ese lugar con mis garras.
-----
Abrí los ojos con lentitud, observando la penumbra que me rodeaba. Todos los acontecimientos del día anterior, vinieron lentamente mientras permanecía enroscada en el suelo, intentando ubicarme después de tan vivido sueño en la realidad en la que me encontraba.
Tanteé mi cuerpo al recordar las heridas, recorriendo mi pierna herida con la mano, esperando un pinchazo de dolor en cualquier momento, que no llegó. ¿A caso todo aquello había sido también un sueño?.
Parpadeé incrédula mientras me levantaba, extremadamente cuidadosa por si en mi examen se me había pasado algo, hasta reposar mi peso erguido sobre ambas piernas. Nada.
Avancé lentamente por la oscuridad, hasta tocar con las yemas de los dados el pomo de una puerta, y la abrí, sin miedo, y con determinación. Irrumpí en la entrada, recordaba ese lugar del dia anterior, pero se encontraba vacío.
¿Cuanto llevaba durmiendo?¿Seguirían el resto en la casa? Quizás lo mejor era esperar en vez de irrumpir en las habitaciones de los moradores. Saqué el peine medio roto de mi bolsa e intenté adecentar mi aspecto, aun careciendo de espejos, y lo guardé nuevamente en el morral que cruzaba mi pecho.
Caminé pro al estancia, repasando el escaso mobiliario, las paredes, con las manos, con sumo cuidado, apenas rozando su polvorienta superficie, examinando cada detalle, recordando, asegurandome de que estaba despierta realmente. Tras recorrer la entrada por completo, me aventure por las escaleras y pasillos, observando silenciosamente mi entorno, apoyándome en las paredes y barandillas para no tropezarme e intentando hacer el mínimo ruido posible, aun que la madera, chirriante a mi paso, lo impedía cada tanto. Mis ojos se habían adaptado a la oscuridad tras un buen rato deslizandome por ella, y aunque distaba mucho de poder ver con la misma claridad que durante el día, podía distinguir algo mas que las siluetas de los muebles.
Ignorando la suciedad preste atención a los tallados, acabados y cualquier clase de decoración o marca personal que pudiera tener ese domicilio. ¿Así vivían los vampiros? Por algún motivo me los había imaginado viviendo en profundas cuevas en los lugares más escondidos y remotos de los bosques.
-Tchu!.-arrugué la nariz, ante el estornudo, producto del polvo que había levantado con las manos sin querer, al repasar una de las superficies del pasillo. Todo estaba como lo recordaba, o lo poco que había visto el día anterior. Pero no lograba encontrar rastros de la escaramuza, así que finalmente me decidí a empezar a explorar las habitaciones, con cuidado fui abriendo los pomos de las estancias recorriendolas con la misma parsimonia.
Arygos Valnor
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Re: [CERRADO] Enfrentamiento de Venganzas... [Libre] [1/1] [Interpretativo]
Amaneció finalmente, luego de que los 5 hubiesen tenido una noche desastrosa. La ventana se encargó de trasladar aquella grisácea luz matutina por sus vidrios, llegando a golpear exitosamente contra el suelo hecho de madera aún sucia, con las pisadas de cada uno. La brisa fácilmente entró por cada agujero que había en la casa, de cada pared o techo. La puerta se encontraba intacta, con pequeños pedazos de hielo regados y en peligro de derretirse gracias a la temperatura dentro, aunque no afectaba a los decorativos en el pasillo como los cuadros de pintura, desgastados, casi a punto de caerse o simplemente desaparecer. Aún era muy temprano, pero alguien daba pasos por el hogar, flotando como bien sabe gracias a su nigromancia. Hubo un momento en que se detuvo y tomó un poco de aire. -Vaya, todos estaban muy agotados.-Susurró por lo bajo para no despertar a nadie, por si aún seguían durmiendo. El mago hizo una expresión divertida al recordar el día anterior, cuando los "enamorados" se trasladaron a un mismo cuarto, así que curiosamente se inclinó y trató de mirar por debajo de la habitación, esperando encontrarse con dos siluetas, pero extrañamente sólo vio a Talia recostada, tranquila y respirando con suavidad.
-¿En dónde está...?-Volvió a murmurar, para luego, levantarse y acercarse a la puerta principal, la cual abrió con lentitud. Por el rabillo del ojo alcanzó a ver a Andy, sentado en una de las barras de madera construidas en el pórtico de la casa. El tipo se quedaba mirando con seriedad hacia el frente, con su cuerpo lleno de sangre, cicatrices y respirando de manera agitada. Parecía estar bien, a pesar de verse empapado de líquido carmesí. Máyic no tuvo otra opción que acercarse y tocar la espalda de su compañero. -¿Qué pasó?, ¿cómo te fue?-Pronunció, haciéndose al lado del hombre, así éste no se sentía abandonado.
-No lo sé.-Inhaló toda la naturaleza por su nariz, deleitándose al menos de las pocas hojas plantadas en la frontera de la villa y el gran bosque. -Es extraño que siempre me odie, siempre me rechace. ¿Acaso no parece que me esfuerzo por ella?.-Andy observó al señor, con sus ojos entrecerrados, llenos de furia, sin inocencia. -Porque cada vez que intento algo, me alejo.-Sin más preámbulo se colocó de pie e iba a dirigirse de nuevo a la diminuta mansión, pero fue detenido por el brujo, que desconcertado, quería aclarar unas cosas. -Eso no me responde esas manchas y esas heridas.-Vociferó, perdiendo la paciencia, queriendo escuchar una buena explicación.
Andy se resignó y miró al suelo, cruzándose los brazos mientras que recostaba su espalda en el muro. Preparaba su garganta para narrar una historia, que irá al pie de la letra a la que se contará a continuación.
"Los dos labios estaban completamente cerca, era un centímetro más y se cerraría la distancia. Antes de que sucediese, y el rubio estuviera cerca de cerrar el quizá futuro contacto, la licántropa lo empujó de una certera patada en la mandíbula. Éste se cayó con muchísima fuerza, perdido ante la situación. -¡L...Lárgate!...-Forzó sus músculos para decir la frase. -Te he dicho que no me interesa nada. ¿Acaso crees que vivo para satisfacer mis deseos?... No tengo ninguno, no soy humano.-Gruñó con inmenso enojo, algo que el de cabellos amarillos veía con sorpresa, gateando en reversa y escapando por donde había entrado. -No es nada personal, pero... Nadie me atrae. Todos y todas son una manada de idiotas...-Se dijo a si misma, ahora tratando de disminuir el dolor y poder dormir.
Andy se quedó paralizado en el pasillo, sin saber qué hacer. Así que, rompió el hielo con el que la puerta estaba trancada y salió por allí, dedicado a buscar un médico en toda la ciudad. El joven tuvo que enfrentarse a equipos de caníbales, sobrevivir ante cualquier mordida o rasguño, todo por dar con un médico arrogante, quien lo acompañó y entraron juntos a la propiedad de Paul, con la intención de curar primeramente a la dragona, tratando su pierna rota mientras que ella se encontraba soñando. Después, hizo lo mismo con la loba. El doctor se fue cuando comenzaba la madrugada. Básicamente, Andy no había descansado, todo por ayudar."
-¿Qué?, ¿estabas loco?. Pudiste haber muerto.-Comentó el mago.
-Los dioses estaban conmigo.-Respondió sin más.
__________________________________________________
Ya había amanecido. Lancé la cobija lejos y no tardé en colocarme de pie, dejando ver mi cuerpo aún desnudo, mostrando los oblicuos, el abdomen, cada centímetro de mi torso, brazos y todo lo que tuviese piel. Salí de mi cuarto, bostezando y rasguñando las paredes de mis costados, logrando un ruido ensordecedor. Caminaba como un verdadero ebrio, incluso estuve a punto de caerme, pero algo captó mi atención y no fue así. La de cabellos níveos estaba en frente mío, dándome la espalda. Sonreí ladinamente, para lentamente llegar detrás de ella, hasta que la señorita sintiese mi cálida respiración en la nuca, luego parte de su cabeza y finalmente en su oído. El aliento que liberaba tenía un extraño, aunque buen olor. También el vapor que salía de mi boca se encargaba de acariciar la piel del lóbulo de la muchacha. Usé mi gruesa voz para que se girase.
-¿Y cómo dormiste, querida?...-Mi vientre estaba muy cerca de la columna de la dama, aunque no me pegada del todo, estaba sin ropas, y por lo tanto, mi sexualidad también estaba a la intemperie.
-¿En dónde está...?-Volvió a murmurar, para luego, levantarse y acercarse a la puerta principal, la cual abrió con lentitud. Por el rabillo del ojo alcanzó a ver a Andy, sentado en una de las barras de madera construidas en el pórtico de la casa. El tipo se quedaba mirando con seriedad hacia el frente, con su cuerpo lleno de sangre, cicatrices y respirando de manera agitada. Parecía estar bien, a pesar de verse empapado de líquido carmesí. Máyic no tuvo otra opción que acercarse y tocar la espalda de su compañero. -¿Qué pasó?, ¿cómo te fue?-Pronunció, haciéndose al lado del hombre, así éste no se sentía abandonado.
-No lo sé.-Inhaló toda la naturaleza por su nariz, deleitándose al menos de las pocas hojas plantadas en la frontera de la villa y el gran bosque. -Es extraño que siempre me odie, siempre me rechace. ¿Acaso no parece que me esfuerzo por ella?.-Andy observó al señor, con sus ojos entrecerrados, llenos de furia, sin inocencia. -Porque cada vez que intento algo, me alejo.-Sin más preámbulo se colocó de pie e iba a dirigirse de nuevo a la diminuta mansión, pero fue detenido por el brujo, que desconcertado, quería aclarar unas cosas. -Eso no me responde esas manchas y esas heridas.-Vociferó, perdiendo la paciencia, queriendo escuchar una buena explicación.
Andy se resignó y miró al suelo, cruzándose los brazos mientras que recostaba su espalda en el muro. Preparaba su garganta para narrar una historia, que irá al pie de la letra a la que se contará a continuación.
"Los dos labios estaban completamente cerca, era un centímetro más y se cerraría la distancia. Antes de que sucediese, y el rubio estuviera cerca de cerrar el quizá futuro contacto, la licántropa lo empujó de una certera patada en la mandíbula. Éste se cayó con muchísima fuerza, perdido ante la situación. -¡L...Lárgate!...-Forzó sus músculos para decir la frase. -Te he dicho que no me interesa nada. ¿Acaso crees que vivo para satisfacer mis deseos?... No tengo ninguno, no soy humano.-Gruñó con inmenso enojo, algo que el de cabellos amarillos veía con sorpresa, gateando en reversa y escapando por donde había entrado. -No es nada personal, pero... Nadie me atrae. Todos y todas son una manada de idiotas...-Se dijo a si misma, ahora tratando de disminuir el dolor y poder dormir.
Andy se quedó paralizado en el pasillo, sin saber qué hacer. Así que, rompió el hielo con el que la puerta estaba trancada y salió por allí, dedicado a buscar un médico en toda la ciudad. El joven tuvo que enfrentarse a equipos de caníbales, sobrevivir ante cualquier mordida o rasguño, todo por dar con un médico arrogante, quien lo acompañó y entraron juntos a la propiedad de Paul, con la intención de curar primeramente a la dragona, tratando su pierna rota mientras que ella se encontraba soñando. Después, hizo lo mismo con la loba. El doctor se fue cuando comenzaba la madrugada. Básicamente, Andy no había descansado, todo por ayudar."
-¿Qué?, ¿estabas loco?. Pudiste haber muerto.-Comentó el mago.
-Los dioses estaban conmigo.-Respondió sin más.
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Ya había amanecido. Lancé la cobija lejos y no tardé en colocarme de pie, dejando ver mi cuerpo aún desnudo, mostrando los oblicuos, el abdomen, cada centímetro de mi torso, brazos y todo lo que tuviese piel. Salí de mi cuarto, bostezando y rasguñando las paredes de mis costados, logrando un ruido ensordecedor. Caminaba como un verdadero ebrio, incluso estuve a punto de caerme, pero algo captó mi atención y no fue así. La de cabellos níveos estaba en frente mío, dándome la espalda. Sonreí ladinamente, para lentamente llegar detrás de ella, hasta que la señorita sintiese mi cálida respiración en la nuca, luego parte de su cabeza y finalmente en su oído. El aliento que liberaba tenía un extraño, aunque buen olor. También el vapor que salía de mi boca se encargaba de acariciar la piel del lóbulo de la muchacha. Usé mi gruesa voz para que se girase.
-¿Y cómo dormiste, querida?...-Mi vientre estaba muy cerca de la columna de la dama, aunque no me pegada del todo, estaba sin ropas, y por lo tanto, mi sexualidad también estaba a la intemperie.
Paul Brown Moreau
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Re: [CERRADO] Enfrentamiento de Venganzas... [Libre] [1/1] [Interpretativo]
Lograr discernir las figuras de la desvaída y degradada figura del cuadro, con solo la débil iluminación de la mañana que se colaba entre algunas cortinas viejas o las grietas de las maderas, era una ardua tarea, pero mantenia toda mi concentración enfocada, una claridad semejante a mantener la mente en blanco, para aquellos que somos incapaces de realizar dicha tarea por completo.
Algo cálido en mi nuca, y un aroma que me sonaba familiar fueron lo primero en empezar a sacarme de mi ensimismamiento con la pintura, mientras el vello de mi cuello se erizaba ante ese traicionero aliento.
-¿Y cómo dormiste, querida?...- Las palabras, pese a solo ser un grave y agradable susurro, me arrancaron de golpe de mi ensoñación, haciéndome dar un bote y trastabillar, golpeandome, accidentalmente la frente con el marco del cuadro, que cayó estrepitosamente contra el suelo.
Me lleve la mano a la zona magullada, que no presentaba más que un leve tono rojizo, que pronto se disiparía, y la otra a la oreja, el ultimo foco atacado por la sensibilidad que despertaban las exhalaciones del vampiro, mientras me volteaba para encararlo, dando un paso atrás al darme la vuelta para ganar espacio personal, a costa de quedar apoyada contra la pared.
-Buenos dias.- Respondí en un tono quizás algo mas alto de lo necesario, alargando, como la noche anterior todas las letras, denotando que no había sido cuestión de cansancio, si no que era un genuino acento que marcaba la dificultad de hablar en su lengua pese la fluidez de términos que usara.
-He dormido, lo cual es mas de lo que una podría imaginarse de la primera visita en esta clase de tierras.- Y no lo decía en vano, si unos días antes me hubieran dicho de dormir en tierras de vampiros, habría respondido con férrea convicción que no sería capaz de pegar ojo en semejante lugar. Pero el cansancio y las heridas, habían podido conmigo la noche anterior, y aun que ahora estaban misteriosamente sanadas, en ese momento había sido uno de los factores claves en precipitarme a un profundo sueño sin opción a discusión ninguna.-¿Y ud.?.
Apenas empecé a bajar la vista hacia el torso pude percatarme de que el hombre, nuevamente, se encontraba desnudo, así que alcé el mentón, limitando mi propio rango de visión y cerré los ojos concediendole algo de intimidad.
-Se ha olvidado ud. de vestirse sr.- Le notifiqué con toda la educación de la que fuí capaz.
Por lo general no estaba acostumbrada a ver cuerpos humanoides, y, aun que había visto algunos en paños menores, por inconveniencias de la transformación, me acordaba con claridad de las advertencias sobre el pudor. Tampoco había sentido ninguna clase de impulso hacia su anatomía, pero ahora había cierto toque de gracia que no les había encontrado antes, aunque ni de lejos, poseían la gracia o la belleza de la perfecta anatomía de un dragón.
-¿Quisiera que me traslade a otra estancia mientras se hace con sus ropas?- Amadí al caer en la cuenta, de que al errar sin rumbo por la casa, quizás había terminado en un dormitorio o vestidor que no me pertenecía, y estaba irrumpiendo en la intimidad de otro.
Algo cálido en mi nuca, y un aroma que me sonaba familiar fueron lo primero en empezar a sacarme de mi ensimismamiento con la pintura, mientras el vello de mi cuello se erizaba ante ese traicionero aliento.
-¿Y cómo dormiste, querida?...- Las palabras, pese a solo ser un grave y agradable susurro, me arrancaron de golpe de mi ensoñación, haciéndome dar un bote y trastabillar, golpeandome, accidentalmente la frente con el marco del cuadro, que cayó estrepitosamente contra el suelo.
Me lleve la mano a la zona magullada, que no presentaba más que un leve tono rojizo, que pronto se disiparía, y la otra a la oreja, el ultimo foco atacado por la sensibilidad que despertaban las exhalaciones del vampiro, mientras me volteaba para encararlo, dando un paso atrás al darme la vuelta para ganar espacio personal, a costa de quedar apoyada contra la pared.
-Buenos dias.- Respondí en un tono quizás algo mas alto de lo necesario, alargando, como la noche anterior todas las letras, denotando que no había sido cuestión de cansancio, si no que era un genuino acento que marcaba la dificultad de hablar en su lengua pese la fluidez de términos que usara.
-He dormido, lo cual es mas de lo que una podría imaginarse de la primera visita en esta clase de tierras.- Y no lo decía en vano, si unos días antes me hubieran dicho de dormir en tierras de vampiros, habría respondido con férrea convicción que no sería capaz de pegar ojo en semejante lugar. Pero el cansancio y las heridas, habían podido conmigo la noche anterior, y aun que ahora estaban misteriosamente sanadas, en ese momento había sido uno de los factores claves en precipitarme a un profundo sueño sin opción a discusión ninguna.-¿Y ud.?.
Apenas empecé a bajar la vista hacia el torso pude percatarme de que el hombre, nuevamente, se encontraba desnudo, así que alcé el mentón, limitando mi propio rango de visión y cerré los ojos concediendole algo de intimidad.
-Se ha olvidado ud. de vestirse sr.- Le notifiqué con toda la educación de la que fuí capaz.
Por lo general no estaba acostumbrada a ver cuerpos humanoides, y, aun que había visto algunos en paños menores, por inconveniencias de la transformación, me acordaba con claridad de las advertencias sobre el pudor. Tampoco había sentido ninguna clase de impulso hacia su anatomía, pero ahora había cierto toque de gracia que no les había encontrado antes, aunque ni de lejos, poseían la gracia o la belleza de la perfecta anatomía de un dragón.
-¿Quisiera que me traslade a otra estancia mientras se hace con sus ropas?- Amadí al caer en la cuenta, de que al errar sin rumbo por la casa, quizás había terminado en un dormitorio o vestidor que no me pertenecía, y estaba irrumpiendo en la intimidad de otro.
Arygos Valnor
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Re: [CERRADO] Enfrentamiento de Venganzas... [Libre] [1/1] [Interpretativo]
No sentía frío, ni siquiera parecía que el clima de Sacrestic me afectaba en la piel. Aquel collar que llevaba en mi pecho, ese que simbolizaba un hermoso y perfecto copo de nieve, me mantenía con una buena temperatura, tanto así que la tibiedad que me brindaba era tranquilizante. ¿Había sido el mejor regalo de mi vida?, probablemente. Recordar la primera que lo usé y notar ese cambio entre el álgido músculo vampírico para regresar a la misma calidez humana, todo gracias a un simple amuleto con poderes extraordinarios. Todo ello, y además, mi actitud tan segura, lograba que mi cuerpo siguiese duro como una roca, mi pensamiento igual de sucio y mi boca, como siempre, repleta de humedad. No hacía más que mirarla fijamente al rostro, con una sonrisa ladina, similar a las que reflejan picardía y cosas después del tacto.
Me contuve en acariciar su rostro, en hacer que sienta mi gélidos nudillos rozando por su mejilla, algo que probablemente haría que la sangre acumulada en los extremos de su rostro circularía con normalidad. Era hermosa, más en una azulada madrugada, donde el color de sus ojos combinaban con el firmamento, tan fino, tan suave, tan relajante. Se encargó de responder a mis cordialidades. Su comportamiento era diferente, incluso a la hora de pronunciar aquellas fáciles palabras. ¿Será que dominaba bien el idioma general Aerandiano?, ¿Se comunica a través de la lengua élfica, a pesar de que la dama fuese de la raza dragona?. Ella hizo un comentario al respecto de haber descansado en ésta villa, diciendo que dormir era básicamente lo más inimaginable que habría hecho en esas tierras. Solté una carcajada que no duró mucho. Después, caminé con lentitud hacia la barra de bebidas que estaba al lado mío.
-Bueno... Dormir sola es algo de lo que deberías sorprendente.-Me fijé que sólo habían dos botellas, una de vino y otra de hidromiel. Sin más preámbulo, tomé el alcohol y volví a observarla. -Ya sabes... Hay mucha perversidad aquí.-Le propiné un gran beso a la botella hecha de madera, la cual fui levantando paulatinamente, pudiendo beber con normalidad, embriagándome con cada sorbo que le regalaba a ésta. No me importó dejar que el atractivo olor a cereza que pasara no sólo por mi nariz, si no también por la de la chica delante mío. No tardé en acercarme frente a frente, casi con los labios tocándose entre sí, como si en cualquier momento nos fuésemos a acercar para crear un poco de maldad. -Y dormí bastante bien...-Susurré, botando mi aliento justo en los labios de ella, donde sentiría calor por unos segundos.
La señorita no tardó en cambiar el tema, recordándome que estaba completamente desnudo delante de su vista. Mostré otra de mis expresiones divertidas, una en la cual estiré mis labios al punto de que los hoyuelos se me viesen en las mejillas. Luego, me aconsejó que podría darme un tiempo para vestirme. Musité una risa y luego me terminé el objeto de vino en un último saboreo. -No me interesa ponerme algo. Medio Aerandir ya conoce mi piel, cubierta o no.-Endurecí cada músculo y me incliné con calma, hasta que mi nariz se encontraba perfectamente a la altura del ombligo de la muchacha.
-Pero... Podrías hacerme compañía y quitarte las prendas también.-Fue lo último que comenté, observándola desde abajo, respirando exactamente en su vientre. La de cabellos níveos pensaría que haría alguna travesura, pero simplemente me agaché para recoger la bolsa de monedas que pertenecían a Máyic. El brujo quizá las arrojó ayer, cuando todos estábamos exhaustos.
Me contuve en acariciar su rostro, en hacer que sienta mi gélidos nudillos rozando por su mejilla, algo que probablemente haría que la sangre acumulada en los extremos de su rostro circularía con normalidad. Era hermosa, más en una azulada madrugada, donde el color de sus ojos combinaban con el firmamento, tan fino, tan suave, tan relajante. Se encargó de responder a mis cordialidades. Su comportamiento era diferente, incluso a la hora de pronunciar aquellas fáciles palabras. ¿Será que dominaba bien el idioma general Aerandiano?, ¿Se comunica a través de la lengua élfica, a pesar de que la dama fuese de la raza dragona?. Ella hizo un comentario al respecto de haber descansado en ésta villa, diciendo que dormir era básicamente lo más inimaginable que habría hecho en esas tierras. Solté una carcajada que no duró mucho. Después, caminé con lentitud hacia la barra de bebidas que estaba al lado mío.
-Bueno... Dormir sola es algo de lo que deberías sorprendente.-Me fijé que sólo habían dos botellas, una de vino y otra de hidromiel. Sin más preámbulo, tomé el alcohol y volví a observarla. -Ya sabes... Hay mucha perversidad aquí.-Le propiné un gran beso a la botella hecha de madera, la cual fui levantando paulatinamente, pudiendo beber con normalidad, embriagándome con cada sorbo que le regalaba a ésta. No me importó dejar que el atractivo olor a cereza que pasara no sólo por mi nariz, si no también por la de la chica delante mío. No tardé en acercarme frente a frente, casi con los labios tocándose entre sí, como si en cualquier momento nos fuésemos a acercar para crear un poco de maldad. -Y dormí bastante bien...-Susurré, botando mi aliento justo en los labios de ella, donde sentiría calor por unos segundos.
La señorita no tardó en cambiar el tema, recordándome que estaba completamente desnudo delante de su vista. Mostré otra de mis expresiones divertidas, una en la cual estiré mis labios al punto de que los hoyuelos se me viesen en las mejillas. Luego, me aconsejó que podría darme un tiempo para vestirme. Musité una risa y luego me terminé el objeto de vino en un último saboreo. -No me interesa ponerme algo. Medio Aerandir ya conoce mi piel, cubierta o no.-Endurecí cada músculo y me incliné con calma, hasta que mi nariz se encontraba perfectamente a la altura del ombligo de la muchacha.
-Pero... Podrías hacerme compañía y quitarte las prendas también.-Fue lo último que comenté, observándola desde abajo, respirando exactamente en su vientre. La de cabellos níveos pensaría que haría alguna travesura, pero simplemente me agaché para recoger la bolsa de monedas que pertenecían a Máyic. El brujo quizá las arrojó ayer, cuando todos estábamos exhaustos.
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