Con pies de plomo [quest] [CERRADO]
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Con pies de plomo [quest] [CERRADO]
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Aparentemente se trata de una casa normal, paredes de madera y techos de tejas azules. El final de la casa esta pegada a la montaña. En la entrada hay pequeños cultivos, no para poder abastecer a más de una familia. Junto al camino de piedra que conduce a la puerta de entrada hay un par de postes de practica de arco, con algunas flechas cerca de los círculos rojos. Grandes ventanales con claras cortinas dejan entrar mucha luz a la casa.
Te encontrabas en el pueblo cuando una mujer te rogó ayuda. "En una casa no muy lejos de aquí tienen a mi preciosa niña encerrada" , te lloraba una madre "Tienes que salvarla".
Al parecer su hija había sido engañada para ir hasta aquella casa, en la que le prometían fortalecer notablemente sus conocimientos en alquimia. La joven hacia ya tres semanas que no daba señales de vida, y su madre estaba muy preocupada, ya que había escuchado rumores de una zona secreta en aquella casa, donde pasaban cosas al margen del conocimiento y la ley de la península
Y así es como has llegado a encontrarte frente a la casa.
__________________________________________.Te encontrabas en el pueblo cuando una mujer te rogó ayuda. "En una casa no muy lejos de aquí tienen a mi preciosa niña encerrada" , te lloraba una madre "Tienes que salvarla".
Al parecer su hija había sido engañada para ir hasta aquella casa, en la que le prometían fortalecer notablemente sus conocimientos en alquimia. La joven hacia ya tres semanas que no daba señales de vida, y su madre estaba muy preocupada, ya que había escuchado rumores de una zona secreta en aquella casa, donde pasaban cosas al margen del conocimiento y la ley de la península
Y así es como has llegado a encontrarte frente a la casa.
·Debes conseguir que te dejen entrar en la casa, mediante inteligentes y agudas...mentiras.
· En la casa te recibe un hombre aparentemente de unos 60 años, vestido en su totalidad de negro, no es muy hablador pero si desconfiado. A él es al que tienes que convencer.
·Explica como has llegado hasta esta ciudad y a esta situación. Cuando termines el post, haz una voluntad a los dioses, el resultado dependerá si puedes entrar en la casa y en que condiciones.
Wyn
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Re: Con pies de plomo [quest] [CERRADO]
Vulwulfar, esa ciudad humana de nombre impronunciable, esperaba que debido a la influencia elfica y no a un intento de parecer originales o refinados. Al parecer era un gran centro económico, lo que implicaba dinero relativamente fácil si eras mejor que la competencia, y el era un brujo, manipulaba las leyes de la naturaleza, por supuesto que era mejor que la competencia, y la larga lista de cosas que eran quemadas o explotadas bajo misteriosas circunstancias cuando estaba cerca era una prueba bastante valida a su parecer.
Pero no había ido a ese puesto comercial glorificado a por dinero, el estaba por encima de esas minucias, estaba allí por las bestias, una ciudad principalmente pesquera tenia que poseer amplios conocimientos sobre monstruos marítimos, un campo en el que aun no había entrado por falta de fuentes fiables... y si hacia un poco de dinero mientras estudiaba mucho mejor, mataba a dos elfos de un tiro. De manera que Geralt se estuvo paseando por la ciudad, un día en una biblioteca, otro regateando con un mercader por un libro sobre la elaboración de veneno de Nerkky con secciones espectacularmente detalladas sobre sus hábitos, costumbres y anatomía. También estaba interesado en encontrar un elfo no demasiado irritante que pudiera guiarlo hasta Sandorai sin que fuera convertido en un puercoespín de flechas.
En cualquier caso, debía tener un aspecto de mercenario imponente, con su armadura de cuero, su espada colgando de la espalda y un par de lobos ya muy crecidos siguiendo sus pasos, puesto que una mujer le suplico que fuera a salvar a su hija, encerrada en alguna casucha en contra de su voluntad aparentemente. Rescatar damiselas de espacios cerrados no era la especialidad de alguien que usaba magia explosiva, pero no sonaba muy difícil, y ya era hora de hacer una buena obra remunerada.
Entraría con algún pretexto absurdo y echaría un vistazo rápido, seguro que podía saber en pocos minutos si allí había algo raro o no... Tenia que ser algo que forzara su mano, de manera que rechazarlo pareciera sorprendentemente sospechoso, si era una casa tan turbia, no querrían arriesgarse. Puede que intentaran matarle, pero sin riesgo no hay recompensa. Compro un poco de sangre de cerdo en el mercado, sin preguntarse porque diablos vendían esa guarrada y se la empapo en sitios estratégicos una vez estuvo cerca de la casa, luego se revolcó un poco por el suelo para llenarse de polvo y le pidió a sus lobos que esperaran obedientemente bajo un árbol cercano. Esperaba que viniesen si pegaba un chillido, pero no las tenia todas. En cualquier caso, tener a dos bestias a su lado quedaría mal para su plan de mercenario indefenso.
Llamo a la puerta medio agachado, con fuerza excesiva y jadeando, no tardo en abrirle un anciano de unos sesenta años. -A-ayuda, bandidos... muchos bandidos- se dejo desplomar un poco de manera dramática. -¿Puedo... descansar...unos... minutos?- no había dicho que la sangre fuera suya, pero seguramente supondrían que si, eso le daba cierto margen de maniobra en caso de que lo ayudaran más de la cuenta y viesen que no estaba herido de verdad. No rechazarían a un tipo aparentemente moribundo ¿verdad? Aunque solo fuera para saquear su cadáver.
Pero no había ido a ese puesto comercial glorificado a por dinero, el estaba por encima de esas minucias, estaba allí por las bestias, una ciudad principalmente pesquera tenia que poseer amplios conocimientos sobre monstruos marítimos, un campo en el que aun no había entrado por falta de fuentes fiables... y si hacia un poco de dinero mientras estudiaba mucho mejor, mataba a dos elfos de un tiro. De manera que Geralt se estuvo paseando por la ciudad, un día en una biblioteca, otro regateando con un mercader por un libro sobre la elaboración de veneno de Nerkky con secciones espectacularmente detalladas sobre sus hábitos, costumbres y anatomía. También estaba interesado en encontrar un elfo no demasiado irritante que pudiera guiarlo hasta Sandorai sin que fuera convertido en un puercoespín de flechas.
En cualquier caso, debía tener un aspecto de mercenario imponente, con su armadura de cuero, su espada colgando de la espalda y un par de lobos ya muy crecidos siguiendo sus pasos, puesto que una mujer le suplico que fuera a salvar a su hija, encerrada en alguna casucha en contra de su voluntad aparentemente. Rescatar damiselas de espacios cerrados no era la especialidad de alguien que usaba magia explosiva, pero no sonaba muy difícil, y ya era hora de hacer una buena obra remunerada.
Entraría con algún pretexto absurdo y echaría un vistazo rápido, seguro que podía saber en pocos minutos si allí había algo raro o no... Tenia que ser algo que forzara su mano, de manera que rechazarlo pareciera sorprendentemente sospechoso, si era una casa tan turbia, no querrían arriesgarse. Puede que intentaran matarle, pero sin riesgo no hay recompensa. Compro un poco de sangre de cerdo en el mercado, sin preguntarse porque diablos vendían esa guarrada y se la empapo en sitios estratégicos una vez estuvo cerca de la casa, luego se revolcó un poco por el suelo para llenarse de polvo y le pidió a sus lobos que esperaran obedientemente bajo un árbol cercano. Esperaba que viniesen si pegaba un chillido, pero no las tenia todas. En cualquier caso, tener a dos bestias a su lado quedaría mal para su plan de mercenario indefenso.
Llamo a la puerta medio agachado, con fuerza excesiva y jadeando, no tardo en abrirle un anciano de unos sesenta años. -A-ayuda, bandidos... muchos bandidos- se dejo desplomar un poco de manera dramática. -¿Puedo... descansar...unos... minutos?- no había dicho que la sangre fuera suya, pero seguramente supondrían que si, eso le daba cierto margen de maniobra en caso de que lo ayudaran más de la cuenta y viesen que no estaba herido de verdad. No rechazarían a un tipo aparentemente moribundo ¿verdad? Aunque solo fuera para saquear su cadáver.
Geralt
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Re: Con pies de plomo [quest] [CERRADO]
El miembro 'Geralt' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: Con pies de plomo [quest] [CERRADO]
Mi viaje por la peninsular de Verisar me había llevado a diversos asentamientos y ciudades, y ahora era tiempo de visitar la ciudad portuaria de Vulwulfar, explorar su gran mercado de mariscos, su estructura, arquitectura, ver las diferencias de sus gentes, como siempre, era excitante ir a un lugar nuevo, y solo deseaba tener mas suerte que en mis anteriores viajes.
Tambien el camino era interesante, y como siempre, me distraía demasiado de mis objetivos principales, asi que termine aterrizando en las cercanías de una aldea que vi de camino, y adoptando mi forma humana para explorarla. Llevaba un buen rato caminando por las calles cuando una mujer se me aceró con el rostro anegado en lagrimas para agarrarse de mi capa, del sobresalto y el agarre caí de culo al suelo mientras la observaba desorientada.
-¿Tu no eres de aquí no? Necesito ayuda... aquí nadie me hace caso.- empezó la mujer con un tono desesperado sin fijarse siguiera en que seguía con el culo sobre las losas, y parpadeando varias veces con notorio desconcierto. Se dejó caer de rodillas mientras me tomaba esa vez de las manos, juntando las dos mías, para envolverlas con las suyas, en una posición que me recordó a la de las plegarias.
-Mi niña, se han llevado a mi preciosa niña.- Sollozaba.- En una casa cerca de la aldea, dijeron que iban a ayudarla a seguir mejorando con la alquimia y no la he vuelto a ver, por favor ayúdeme señorita.- Repetía una vez tras otro su discurso que costaba de entender, mientras no me soltaba con sus temblorosas manos y su cuerpo convulso por el llanto.- Hace tres semanas que no se de ella, y otros también han perdido a sus hijas, allí pasan cosas, tiene que ayudarnos.
Quizás habría sido mas inteligente soltar a la mujer y salir corriendo, si hubiera podido correr un largo tramo sin problemas, claro esta, pero sabia lo que era que un familiar desaparezca, y la desesperación que se sentía hasta encontrarlo, y como tantos habían ayudado desinteresadamente a mi familia a buscar a los mas chicos durante las heladas, no podía negarme a intentar darle el mismo alivio a esa mujer.
-La ayudaré a buscarla.- Murmure con un tono que pretendía tranquilizador mirando a la señora.- Pero necesito levantarme primero.- aclare con suavidad, y la mujer finalmente me dejo ir mientras me daba mil gracias de diversas formas distintas.
Me puse ne pie con cuidado, sacudí el polvo de mis ropas, y tras pedirle indicaciones, emprendí mi camino hacia la casa.
Tras una buena caminata la casia de madera alejada de todo se presento ante mi. Un escalofrío recorrió mi espalda al recordar la casa del anciano que me había cruzado en el pasado, que pretendía ser una cosa y resultó ser otra. Pero no podía intentar tirar su casa abajo únicamente por una sospecha, y acusar a alguien de buenas a primeras, no era la mejor forma de que te invitaran a pasar. Quizás podía aprovechar la ocasión para aprender sobre alquimia si resultaba que la mujer estaba equivocada, y su hija únicamente había elegido no comunicarse aun, entretenida con sus lecciones, o no queriendo importunarla sin tener una buena noticia o un gran avance.
Respire profundamente, y me acerque con paso lento hacia la puerta para golpear en la misma.
Un anciano abrió la misma unos centímetros, la pequeña rendija que quedó abierta estaba cruzada por una cadena que impedía que se abriera mas de la cuenta, o que nadie intentara penetrar en su morada sin el permiso de su dueño. Lo poco que se veía del mismo era su arrugado rostro, su mirada inquisitiva, y partes de unos negros ropajes que se perdían tras la puerta.
-¿Quien es?¿Que hace aquí?.- Inquirió el hombre.
Parpadeé un par de veces, desorientada por la peculiar bienvenida.
-B-Buenos días... Lamento importunarle. Soy Arygos, no se nada sobre alquimia, pero escuché que aquí se puede aprender muy rápido, y quería aprovechar la ocasión de que estaba cerca para aprender.- formule con lentitud. No era mentira, nada de aquello, lo cual me hacía estar tranquila, esa era una de mis dos intenciones para entrar a la morada.-¿Es ud. el profesor?.- ladeé la cabeza hacia un costado. Era anciano así que probablemente tuviera muchos conocimientos encima, pero eso no era garantía de rectitud ni bondad, solo esperaba, que esta vez, tuviera mas suerte que en mis anteriores viajes, y fuera todo un gran malentendido.
Tambien el camino era interesante, y como siempre, me distraía demasiado de mis objetivos principales, asi que termine aterrizando en las cercanías de una aldea que vi de camino, y adoptando mi forma humana para explorarla. Llevaba un buen rato caminando por las calles cuando una mujer se me aceró con el rostro anegado en lagrimas para agarrarse de mi capa, del sobresalto y el agarre caí de culo al suelo mientras la observaba desorientada.
-¿Tu no eres de aquí no? Necesito ayuda... aquí nadie me hace caso.- empezó la mujer con un tono desesperado sin fijarse siguiera en que seguía con el culo sobre las losas, y parpadeando varias veces con notorio desconcierto. Se dejó caer de rodillas mientras me tomaba esa vez de las manos, juntando las dos mías, para envolverlas con las suyas, en una posición que me recordó a la de las plegarias.
-Mi niña, se han llevado a mi preciosa niña.- Sollozaba.- En una casa cerca de la aldea, dijeron que iban a ayudarla a seguir mejorando con la alquimia y no la he vuelto a ver, por favor ayúdeme señorita.- Repetía una vez tras otro su discurso que costaba de entender, mientras no me soltaba con sus temblorosas manos y su cuerpo convulso por el llanto.- Hace tres semanas que no se de ella, y otros también han perdido a sus hijas, allí pasan cosas, tiene que ayudarnos.
Quizás habría sido mas inteligente soltar a la mujer y salir corriendo, si hubiera podido correr un largo tramo sin problemas, claro esta, pero sabia lo que era que un familiar desaparezca, y la desesperación que se sentía hasta encontrarlo, y como tantos habían ayudado desinteresadamente a mi familia a buscar a los mas chicos durante las heladas, no podía negarme a intentar darle el mismo alivio a esa mujer.
-La ayudaré a buscarla.- Murmure con un tono que pretendía tranquilizador mirando a la señora.- Pero necesito levantarme primero.- aclare con suavidad, y la mujer finalmente me dejo ir mientras me daba mil gracias de diversas formas distintas.
Me puse ne pie con cuidado, sacudí el polvo de mis ropas, y tras pedirle indicaciones, emprendí mi camino hacia la casa.
Tras una buena caminata la casia de madera alejada de todo se presento ante mi. Un escalofrío recorrió mi espalda al recordar la casa del anciano que me había cruzado en el pasado, que pretendía ser una cosa y resultó ser otra. Pero no podía intentar tirar su casa abajo únicamente por una sospecha, y acusar a alguien de buenas a primeras, no era la mejor forma de que te invitaran a pasar. Quizás podía aprovechar la ocasión para aprender sobre alquimia si resultaba que la mujer estaba equivocada, y su hija únicamente había elegido no comunicarse aun, entretenida con sus lecciones, o no queriendo importunarla sin tener una buena noticia o un gran avance.
Respire profundamente, y me acerque con paso lento hacia la puerta para golpear en la misma.
Un anciano abrió la misma unos centímetros, la pequeña rendija que quedó abierta estaba cruzada por una cadena que impedía que se abriera mas de la cuenta, o que nadie intentara penetrar en su morada sin el permiso de su dueño. Lo poco que se veía del mismo era su arrugado rostro, su mirada inquisitiva, y partes de unos negros ropajes que se perdían tras la puerta.
-¿Quien es?¿Que hace aquí?.- Inquirió el hombre.
Parpadeé un par de veces, desorientada por la peculiar bienvenida.
-B-Buenos días... Lamento importunarle. Soy Arygos, no se nada sobre alquimia, pero escuché que aquí se puede aprender muy rápido, y quería aprovechar la ocasión de que estaba cerca para aprender.- formule con lentitud. No era mentira, nada de aquello, lo cual me hacía estar tranquila, esa era una de mis dos intenciones para entrar a la morada.-¿Es ud. el profesor?.- ladeé la cabeza hacia un costado. Era anciano así que probablemente tuviera muchos conocimientos encima, pero eso no era garantía de rectitud ni bondad, solo esperaba, que esta vez, tuviera mas suerte que en mis anteriores viajes, y fuera todo un gran malentendido.
Arygos Valnor
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Re: Con pies de plomo [quest] [CERRADO]
El miembro 'Arygos Valnor' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: Con pies de plomo [quest] [CERRADO]
Un hombre de cabello blanco, repleto de sangre y tirado por el suelo, llamó a la puerta como si de un gato se tratase. Bandidos. Su voz quebrada y sus movimientos reforzaban su horrible aspecto. Olía fatal, como si hubiese pasado los anteriores años viviendo dentro de los intestinos de un gusano de roca.
Aquel hombre había interrumpido sus horas de estudio y reflexión. Lo miró de arriba abajo, por su constitución y las marcas de pasadas guerras o batallas, aquel no era un campesino cualquiera.
- Dan, haz el favor de ayudar a este joven- dijo el de cabellos blancos y larga barba del mismo color. De cerca el hombre parecía aun mayor, ya que el paso de los años había dejado unas visibles arrugas en la zona de los ojos. Por detrás de él apareció un joven, al parecer era Dan. Alto y de cuerpo fibrado, aunque en buenas proporciones, cabello negro y rizado. Tenía un poco de perilla bajo unos labios bien perfilados, ojos color avellana y orejas de elfo. En la frente, repleta de marcas y cicatrices, le nacían unos cuernos no muy grandes. Parecía un hombre bestia, pero no tenia parecido alguno con cualquier criatura –exceptuando la cornamenta, claro-
Dan pasó por el lado del anciano y, sujetando al “herido” por las axilas, lo ayudó a levantarse. Entraron en una especie de sala de estar, donde había unos sillones y librerías. El anciano cerró la puerta, no antes sin mirar cuidadosamente a los lados.
-¿Qué hacemos con él, maestro?- preguntó Dar’thes dejando al brujo en una silla de madera.
-Llévale a mis aposentos, ahí límpiale la sangre y cúrale si fuese necesario.- Dan puso cara de sorpresa al principio, pero esta desapareció incluso más deprisa de lo que había llegado.
-Así será, maestro- concluyó el de los cuernos en la cabeza.
Había una puerta a su derecha pero estaba cerrada, ellos continuaron recto por la habitación, pasando por el lado una mesa con unos frascos dispuestos con suma precisión. Dejando atrás al anciano que parecía sujetarse con una especie de bastón, ambos llegaron a los aposentos de Eros.
-Cuidado, siéntate ahí- dijo el moreno señalando unas sillas junto a una no muy grande mesa de madera.
No pasó mucho rato cuando volvieron a picar a la puerta sin citación previa, aquello era extraño. Extendiendo ambos brazos el anciano murmuró unas palabras, mirando había la puerta por la que se habían perdido los otros dos, imposibilitando tanto que no se pudiese acceder a la estancia ni salir de ella, así como aislarla de cualquier sonido.
Se acercó a la puerta y, tras poner un seguro, abrió la puerta.
-¿Quién es? ¿Qué hace aquí?- preguntó al ver a una joven sola. También cabellos blancos, aunque era fácil reconocer que eran de razas distintas. Era de apariencia joven, por lo que debería acarrear una treintena de años a sus espaldas como mínimo. Hacía mucho que no veía un dragón. Aprender alquimia…claro.
La puerta se cerró de golpe, dejando a la joven en la calle. Podría escuchar como quitaban el seguro de la puerta, para después abrirse nuevamente.
-La alquimia no es coser y cantar, joven. Me temo que necesitaras algo más que voluntad, si lo que quieres es llegar a ser nombrada. Adelante- dijo dejándola pasar, cerrando la puerta después.
Le indicó que se sentase en una butaca roja, él lo hizo en una azul, la que parecía preceder la estancia.
-Lamento ser descortés, señorita Arygos, pero por muy rápido que desee aprender, la profesión de alquimista tarda un tiempo en dar beneficios. Ahora mismo, un par de alumnos están estudiando, por lo que no podrá pasar a la sala hasta un rato. Puede ojear todos los libros que la rodean…- se levantó del sillón-… yo debo reunirme con los aprendices. En breves tornaremos a vernos.- se fue por la puerta que quedaba tras los sillones, cerrándola tras cruzarla.
Aquel hombre había interrumpido sus horas de estudio y reflexión. Lo miró de arriba abajo, por su constitución y las marcas de pasadas guerras o batallas, aquel no era un campesino cualquiera.
- Dan, haz el favor de ayudar a este joven- dijo el de cabellos blancos y larga barba del mismo color. De cerca el hombre parecía aun mayor, ya que el paso de los años había dejado unas visibles arrugas en la zona de los ojos. Por detrás de él apareció un joven, al parecer era Dan. Alto y de cuerpo fibrado, aunque en buenas proporciones, cabello negro y rizado. Tenía un poco de perilla bajo unos labios bien perfilados, ojos color avellana y orejas de elfo. En la frente, repleta de marcas y cicatrices, le nacían unos cuernos no muy grandes. Parecía un hombre bestia, pero no tenia parecido alguno con cualquier criatura –exceptuando la cornamenta, claro-
Dan pasó por el lado del anciano y, sujetando al “herido” por las axilas, lo ayudó a levantarse. Entraron en una especie de sala de estar, donde había unos sillones y librerías. El anciano cerró la puerta, no antes sin mirar cuidadosamente a los lados.
-¿Qué hacemos con él, maestro?- preguntó Dar’thes dejando al brujo en una silla de madera.
-Llévale a mis aposentos, ahí límpiale la sangre y cúrale si fuese necesario.- Dan puso cara de sorpresa al principio, pero esta desapareció incluso más deprisa de lo que había llegado.
-Así será, maestro- concluyó el de los cuernos en la cabeza.
Había una puerta a su derecha pero estaba cerrada, ellos continuaron recto por la habitación, pasando por el lado una mesa con unos frascos dispuestos con suma precisión. Dejando atrás al anciano que parecía sujetarse con una especie de bastón, ambos llegaron a los aposentos de Eros.
-Cuidado, siéntate ahí- dijo el moreno señalando unas sillas junto a una no muy grande mesa de madera.
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No pasó mucho rato cuando volvieron a picar a la puerta sin citación previa, aquello era extraño. Extendiendo ambos brazos el anciano murmuró unas palabras, mirando había la puerta por la que se habían perdido los otros dos, imposibilitando tanto que no se pudiese acceder a la estancia ni salir de ella, así como aislarla de cualquier sonido.
Se acercó a la puerta y, tras poner un seguro, abrió la puerta.
-¿Quién es? ¿Qué hace aquí?- preguntó al ver a una joven sola. También cabellos blancos, aunque era fácil reconocer que eran de razas distintas. Era de apariencia joven, por lo que debería acarrear una treintena de años a sus espaldas como mínimo. Hacía mucho que no veía un dragón. Aprender alquimia…claro.
La puerta se cerró de golpe, dejando a la joven en la calle. Podría escuchar como quitaban el seguro de la puerta, para después abrirse nuevamente.
-La alquimia no es coser y cantar, joven. Me temo que necesitaras algo más que voluntad, si lo que quieres es llegar a ser nombrada. Adelante- dijo dejándola pasar, cerrando la puerta después.
Le indicó que se sentase en una butaca roja, él lo hizo en una azul, la que parecía preceder la estancia.
-Lamento ser descortés, señorita Arygos, pero por muy rápido que desee aprender, la profesión de alquimista tarda un tiempo en dar beneficios. Ahora mismo, un par de alumnos están estudiando, por lo que no podrá pasar a la sala hasta un rato. Puede ojear todos los libros que la rodean…- se levantó del sillón-… yo debo reunirme con los aprendices. En breves tornaremos a vernos.- se fue por la puerta que quedaba tras los sillones, cerrándola tras cruzarla.
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- Dan'thes:
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· Geralt, no puedes salir de la habitación. no escuchas nada fuera, por lo que no sabes nada de la también nueva en la casa.
No puedes metarolear a Dan, todas las preguntas que hagas serán contestadas por mi.
Según como trates a Dan'thes y si continuas con tu mentira inicial, una nueva, o con la verdad, tu situación en la casa variará.
· Arygos, estas sola en la sala pero todas las puertas están cerradas, incluso la de la salida. Hay libros de los cuales no entiendes nada. un par de cofres idénticos y una mesa con lo que parecen pociones. Tienes un par de horas, mas o menos, para ti.
Wyn
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Re: Con pies de plomo [quest] [CERRADO]
Cuando se imaginaba retirándose, usualmente después de un catastrófico desastre como ese en el que explotó una destilería, se veía recluido como un monje, pescando cangrejos por algún motivo desconocido, pero por lo visto también tenía futuro en el teatro, porque el anciano se tragó su mentira completamente. Si al final resultaba inocente le iba a dar mucha pena. Bueno… un poco de pena. Después de un examen visual inquietantemente minucioso, se acercó otra persona, un tal Dan, un hombre curioso cuanto menos. Había visto a muchos hombres bestia, algunos que parecían un perro a dos patas, otros casi humanos salvo por algún rasgo como unas orejas de gato, una cola y ojos rasgados, pero ese tipo tenia cuernos…y nada más. Repaso de manera casi inconsciente las diversas clases de bestias que había estudiado, con la esperanza de encontrar algún ser que se le pareciera, pero no, no hubo suerte, tenía que ser simplemente algún hombre bestia especial. Se dio cuenta de que llevaba un tiempo indecoroso mirándolo, así que se portó bien y lo siguió, aunque tampoco es que tuviera mucha opción, puesto que prácticamente fue levantado en volandas. Fingió andar como pudo, incluso aunque fuese parte de su plan no demasiado magistral, ser llevado como un saco de patatas superaba los límites de humillación que estaba dispuesto a tolerar.
Eso de curarle “si fuese necesario” lo alarmó un poco, pero fingió como pudo. ¿Se había dado cuenta y lo había dejado pasar igual? Cierto que no era una mole de músculos, pero tenía cicatrices aquí y allá, y una preciosa armadura, tampoco era un rival tan despreciable como para mostrar esa arrogancia. Especialmente cuando empezara a explotar cosas. Pero seguro que lo estaba sobreanalizando, por culpa de la contusión, esa imaginaria que acababa de inventarse y fingiría para justificar la ausencia de heridas. Fueron avanzando por la casa hasta llegar a la que debía ser la habitación del anciano.
-Bonita casa, ¿es ese señor tan amable algún tipo de noble?- miro los frascos de la mesa -¿Sanador? Menuda suerte…- levantó una mano, como un niño que pedía permiso a la profesora para hablar - Creo que la mayoría de esa sangre no es mía pero… ¿tienes algo para los moratones? Creo que mañana no podré ni moverme…- Tampoco sabía tanta medicina como para fingir decentemente, así que escogió la opción fácil. Había recibido una tunda, pero ellos habían quedado peor, podía funcionar.
Eso de curarle “si fuese necesario” lo alarmó un poco, pero fingió como pudo. ¿Se había dado cuenta y lo había dejado pasar igual? Cierto que no era una mole de músculos, pero tenía cicatrices aquí y allá, y una preciosa armadura, tampoco era un rival tan despreciable como para mostrar esa arrogancia. Especialmente cuando empezara a explotar cosas. Pero seguro que lo estaba sobreanalizando, por culpa de la contusión, esa imaginaria que acababa de inventarse y fingiría para justificar la ausencia de heridas. Fueron avanzando por la casa hasta llegar a la que debía ser la habitación del anciano.
-Bonita casa, ¿es ese señor tan amable algún tipo de noble?- miro los frascos de la mesa -¿Sanador? Menuda suerte…- levantó una mano, como un niño que pedía permiso a la profesora para hablar - Creo que la mayoría de esa sangre no es mía pero… ¿tienes algo para los moratones? Creo que mañana no podré ni moverme…- Tampoco sabía tanta medicina como para fingir decentemente, así que escogió la opción fácil. Había recibido una tunda, pero ellos habían quedado peor, podía funcionar.
Geralt
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Re: Con pies de plomo [quest] [CERRADO]
Una sonrisa se dibujó en mi rostro de forma automática, olvidando por unos instantes el doble motivo por el que me había llevado a esa casa, cuando el anciano aceptó mi petición de aprender algo sobre el arte de la alquimia.
Su comentario sobre el tiempo, solo la ensancho un poco mas, esta vez no de forma ilusionada, si no con una aceptación tranquila, como si aquello no importara.
-Tengo tiempo.- La cuestión era si lo tendría el anciano, quien tenia, con mucha suerte media década mas por delante, y de una especie, para la cual el tiempo acontecía mucho mas raudo.
-Muchas gracias por atenderme, y lamento haber interrumpido sus clases.- Me levanté del sillón por cortesía, y porque seguía resultandome sumamente incomodo usar el mobiliario humano. Incliné cortésmente la cabeza.-Aguardaré lo que precisen sus alumnos.-Añadí antes de que se fuera.
Una vez quedé sola en la habitación tardé un buen rato en moverme, lo primero que hice fue examinar cada pequeño detalle con suma atención. Sabía que difícilmente sería capaz de comprender o reconocer la mitad de las cosas que había en la sala, pero nunca estaba de mas intentarlo.
Finalmente me moví, con cautela avancé por la habitación observando a una distancia prudencial los viales, sin atreverme a tocarlos, temiendo efectos similares al incidente que había padecido el beltreux, los rodee a paso lento buscando alguna etiqueta que indicase su función.
Mis pasos, lentos, iban acompañados por el roce de mis manos sobre el mobiliario mas firme y que no tuviera cosas frágiles en su superficie al alcance, para evitar traspiés, o incidentes, evitando de esa forma, estamparme ruidosa y vergonzosamente en el suelo llamando la atención del alquimista. Si algo no les debía gustar, es tener un alumno que rompiese mas cosas de las que crease, y si no tenía cuidado, esa iba a ser yo sin lugar a dudas.
Luego me acerqué a las dos cajas, buscando entre ellas diferencias sin éxito, su similitud me llamo la atención, y aprovechando que el anciano acababa de irse, y revisando la puerta a la vez que paraba atención a cualquier sonido que me iniciara que estaba volviendo u abriendo la puerta busqué un modo de abrirlas sin malmeterlas, o dejar constancia de que había estado toqueteando las mismas. Lo ultimo que quería era quedar como una desconsiderada, pero estar un rato mirando a la nada, no sería productivo, ademas de que resultaría sumamente aburrido para cualquiera.
También dediqué un poco de mi atención a los tomos, buscando títulos que pudieran orientarme hacia que tipo de aplicaciones alquímicas se enfocaba ese maestro, ya que, pese a que probablemente hubiera de muchas versantes, la tendencia es a acumular mas información sobre aquello que a uno le interesa.
Podía aprender mucho o muy poco de mi anfitrión observando sus cosas, pero sin duda me darían mas pistas que la puerta. Una vez terminado el examen, busque un sitió cómodo en el suelo cercano al sillón, en el que sentarme a aguardar, entornando los ojso mientras repasaba mentalmente todo lo que había visto u leído en la sala.
Su comentario sobre el tiempo, solo la ensancho un poco mas, esta vez no de forma ilusionada, si no con una aceptación tranquila, como si aquello no importara.
-Tengo tiempo.- La cuestión era si lo tendría el anciano, quien tenia, con mucha suerte media década mas por delante, y de una especie, para la cual el tiempo acontecía mucho mas raudo.
-Muchas gracias por atenderme, y lamento haber interrumpido sus clases.- Me levanté del sillón por cortesía, y porque seguía resultandome sumamente incomodo usar el mobiliario humano. Incliné cortésmente la cabeza.-Aguardaré lo que precisen sus alumnos.-Añadí antes de que se fuera.
Una vez quedé sola en la habitación tardé un buen rato en moverme, lo primero que hice fue examinar cada pequeño detalle con suma atención. Sabía que difícilmente sería capaz de comprender o reconocer la mitad de las cosas que había en la sala, pero nunca estaba de mas intentarlo.
Finalmente me moví, con cautela avancé por la habitación observando a una distancia prudencial los viales, sin atreverme a tocarlos, temiendo efectos similares al incidente que había padecido el beltreux, los rodee a paso lento buscando alguna etiqueta que indicase su función.
Mis pasos, lentos, iban acompañados por el roce de mis manos sobre el mobiliario mas firme y que no tuviera cosas frágiles en su superficie al alcance, para evitar traspiés, o incidentes, evitando de esa forma, estamparme ruidosa y vergonzosamente en el suelo llamando la atención del alquimista. Si algo no les debía gustar, es tener un alumno que rompiese mas cosas de las que crease, y si no tenía cuidado, esa iba a ser yo sin lugar a dudas.
Luego me acerqué a las dos cajas, buscando entre ellas diferencias sin éxito, su similitud me llamo la atención, y aprovechando que el anciano acababa de irse, y revisando la puerta a la vez que paraba atención a cualquier sonido que me iniciara que estaba volviendo u abriendo la puerta busqué un modo de abrirlas sin malmeterlas, o dejar constancia de que había estado toqueteando las mismas. Lo ultimo que quería era quedar como una desconsiderada, pero estar un rato mirando a la nada, no sería productivo, ademas de que resultaría sumamente aburrido para cualquiera.
También dediqué un poco de mi atención a los tomos, buscando títulos que pudieran orientarme hacia que tipo de aplicaciones alquímicas se enfocaba ese maestro, ya que, pese a que probablemente hubiera de muchas versantes, la tendencia es a acumular mas información sobre aquello que a uno le interesa.
Podía aprender mucho o muy poco de mi anfitrión observando sus cosas, pero sin duda me darían mas pistas que la puerta. Una vez terminado el examen, busque un sitió cómodo en el suelo cercano al sillón, en el que sentarme a aguardar, entornando los ojso mientras repasaba mentalmente todo lo que había visto u leído en la sala.
- off-rol:
- Entendí que tenía que relatar lo que hacía durante dos horas, de no ser así, avísame y edito el post. Sobre la caja, en el caso de que esté cerrada o tenga cerradura el personaje no intentaría forzarla. El post queda muy abierto porque es subjetivo a la información que reciba de sus observaciones.
Arygos Valnor
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Re: Con pies de plomo [quest] [CERRADO]
Dan no contestó a una sola se las preguntas que formuló el brujo referente a la casa y su maestro. Al parecer estaba más animado, y por gracia divina no tenía la lengua rota…
-Hablas demasiado para estar herido.- dijo el hombre bestia abriendo una especie de armario de puertas de cristal, que por su contenido parecía más bien un botiquín. Sacó del interior una poción de color amarillento, la parte del cierre simulaba una pluma de ave de cristal, junto a aquella poción, había una igual pero de color rojo, aquella no la toco.
>>Bebe, con un trago deberías tener más que suficiente- le tendió la poción al de cabellos blancos- Puede que tras ingerirla, sientas un leve cosquilleo por el cuerpo, e incluso momentáneo entumecimiento de extremidades, todo dependiendo del grado de contusiones o hemorragias tengas.- aclaró el de los cuernos.
Se acercó a la zona donde estaban los objetos de cuidado personal. Llenó un cuenco que parecía de oro con agua y cogió de una perfecta pila una toalla.
-¿Cómo te sientes?
Soledad y silencio.
La dragona estuvo todo el tiempo sola, ni un leve ruido la acompañó en aquel largo y aburrido tiempo.
Sobre la mesa había diferentes pociones, diferentes colores y decoración. Parecían estar ya finalizadas, incluso algunos de los frascos contenían papelitos con palabras como “bébeme” o “contra los picores”, brevemente resumidos con una perfecta caligrafía. Algunos parecían más bien joyas, ya que el frasco en si mismo brillaba como un diamante, con perfectos acabados de plata y oro, con una fina cadenita al final para poder colgarlos al cuello.
Las dos cajas idénticas, colocadas contra la pared, a una misma distancia de separación entre ellas, quedando ambas justo en el medio, como si de las protagonistas se tratasen.
No tenían cerradura ni cerrojos, aunque costaba abrirlas, como si las tapas pesasen toneladas.
Nada.
Ninguna de las cajas parecía contener ningún objeto en su interior.
Libros, libros y más libros.
-Receta para la perfecta elaboración de veneno de Hadas sonrientes. “Para comenzar, querido aprendiz, decirte el mejor consejo que nadie te podrá dar para estos bichos: Jamás lleves mata de pelo si quieres cazar una.
Por otra parte, si te cruzas con un nido de estas…
-Mejores usos para Lágrimas de arco-iris. “[…] un frasco de cristal puede salvarte la vida y los aeros”
-Ojos del bosque ¿mito o realidad? “Las ancianas cuentan…” “[…]ahora pasemos al lado más práctico, dejando de lado las des variaciones de los mayores.”
Una pareja salió de la puerta de la derecha. Parecían un hombre y una mujer, aunque ambos portaban el cuerpo bastante tapado, uno de ellos incluso la cara. Apenas miraron a la joven que estaba sentada en el suelo, se acercaron a los baúles, cada uno en uno diferente, y depositaron diferentes cosas cada uno.
El maestro salió también.
-Id a por lo que os mandé, os quiero aquí antes de la media noche…- susurró señalando la puerta de salida. La pareja asintió y se fueron, no antes sin repasar a la de cabellos claros.
El anciano se acercó a una de las cajas, que ahora parecía contener cosas distintas.
>>Ten…- extrajo un brazalete, tendiéndoselo a Arygos-…como obsequio de la escuela. Espero que te venga bien. -Le quedaría perfecto, y Eros lo sabía. –Vamos, es tu turno…- hizo un gesto, invitando a la dragona a que pasase a la siguiente sala.
-Hablas demasiado para estar herido.- dijo el hombre bestia abriendo una especie de armario de puertas de cristal, que por su contenido parecía más bien un botiquín. Sacó del interior una poción de color amarillento, la parte del cierre simulaba una pluma de ave de cristal, junto a aquella poción, había una igual pero de color rojo, aquella no la toco.
>>Bebe, con un trago deberías tener más que suficiente- le tendió la poción al de cabellos blancos- Puede que tras ingerirla, sientas un leve cosquilleo por el cuerpo, e incluso momentáneo entumecimiento de extremidades, todo dependiendo del grado de contusiones o hemorragias tengas.- aclaró el de los cuernos.
Se acercó a la zona donde estaban los objetos de cuidado personal. Llenó un cuenco que parecía de oro con agua y cogió de una perfecta pila una toalla.
-¿Cómo te sientes?
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Soledad y silencio.
La dragona estuvo todo el tiempo sola, ni un leve ruido la acompañó en aquel largo y aburrido tiempo.
Sobre la mesa había diferentes pociones, diferentes colores y decoración. Parecían estar ya finalizadas, incluso algunos de los frascos contenían papelitos con palabras como “bébeme” o “contra los picores”, brevemente resumidos con una perfecta caligrafía. Algunos parecían más bien joyas, ya que el frasco en si mismo brillaba como un diamante, con perfectos acabados de plata y oro, con una fina cadenita al final para poder colgarlos al cuello.
Las dos cajas idénticas, colocadas contra la pared, a una misma distancia de separación entre ellas, quedando ambas justo en el medio, como si de las protagonistas se tratasen.
No tenían cerradura ni cerrojos, aunque costaba abrirlas, como si las tapas pesasen toneladas.
Nada.
Ninguna de las cajas parecía contener ningún objeto en su interior.
Libros, libros y más libros.
-Receta para la perfecta elaboración de veneno de Hadas sonrientes. “Para comenzar, querido aprendiz, decirte el mejor consejo que nadie te podrá dar para estos bichos: Jamás lleves mata de pelo si quieres cazar una.
Por otra parte, si te cruzas con un nido de estas…
-Mejores usos para Lágrimas de arco-iris. “[…] un frasco de cristal puede salvarte la vida y los aeros”
-Ojos del bosque ¿mito o realidad? “Las ancianas cuentan…” “[…]ahora pasemos al lado más práctico, dejando de lado las des variaciones de los mayores.”
Una pareja salió de la puerta de la derecha. Parecían un hombre y una mujer, aunque ambos portaban el cuerpo bastante tapado, uno de ellos incluso la cara. Apenas miraron a la joven que estaba sentada en el suelo, se acercaron a los baúles, cada uno en uno diferente, y depositaron diferentes cosas cada uno.
El maestro salió también.
-Id a por lo que os mandé, os quiero aquí antes de la media noche…- susurró señalando la puerta de salida. La pareja asintió y se fueron, no antes sin repasar a la de cabellos claros.
El anciano se acercó a una de las cajas, que ahora parecía contener cosas distintas.
>>Ten…- extrajo un brazalete, tendiéndoselo a Arygos-…como obsequio de la escuela. Espero que te venga bien. -Le quedaría perfecto, y Eros lo sabía. –Vamos, es tu turno…- hizo un gesto, invitando a la dragona a que pasase a la siguiente sala.
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Wyn
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Re: Con pies de plomo [quest] [CERRADO]
Ese hombre cornudo era un gruñón, ignoro todas y cada una de sus preguntas, cosa que no solo era muy feo, sino también increíblemente sospechoso. Si no le hubiese oído hablar con el anciano o indicarle donde debía sentarse habría pensado que el tipo era mudo.
-¿Hablo demasiado?- eso de fingir heridas no era tan fácil como parecía, especialmente cuando no sabias fingir una contusión porque no habías tenido o visto una en toda la vida No, que va, solo intento no pensar en todos esos muertos, había un montón ¿sabes? Incluso Bill, Bill era un buen tipo, me enseñó a usar la espada…-dijo todo eso a máxima velocidad, comiéndose algunas letras. Alargó un poco el cuello para ver ese armario de cristal que estaba examinando su acompañante, y así siguió hasta que recibió una poción amarilla. -¿Un trago?- Destapó ese tapón-pluma tan bonito y olisqueó el contenido. No es como si pudiera distinguir qué diablos llevaba eso, pero lo hizo igualmente. Tomo un trago, uno pequeño. No tenía muchas opciones y, aunque se veía perdiendo el conocimiento y despertando en alguna celda húmeda y oscura, decidió arriesgarse y tragó. Era un tipo con recursos, seguro que podía apañárselas para salir de casi cualquier situación… posiblemente.
-No me siento diferente, me sigue doliendo un poco…- el cornudo tenía en las manos un cuenco y una toalla, por lo que era de esperar que ahora viniese la parte donde se limpiaba la sangre. Empezó a desabrocharse el cinturón con la espada, lentamente, como si le costara hacer los movimientos, luego la dejo al lado, cerca, nunca se sabia cuando podía necesitarla.
-¿Hablo demasiado?- eso de fingir heridas no era tan fácil como parecía, especialmente cuando no sabias fingir una contusión porque no habías tenido o visto una en toda la vida No, que va, solo intento no pensar en todos esos muertos, había un montón ¿sabes? Incluso Bill, Bill era un buen tipo, me enseñó a usar la espada…-dijo todo eso a máxima velocidad, comiéndose algunas letras. Alargó un poco el cuello para ver ese armario de cristal que estaba examinando su acompañante, y así siguió hasta que recibió una poción amarilla. -¿Un trago?- Destapó ese tapón-pluma tan bonito y olisqueó el contenido. No es como si pudiera distinguir qué diablos llevaba eso, pero lo hizo igualmente. Tomo un trago, uno pequeño. No tenía muchas opciones y, aunque se veía perdiendo el conocimiento y despertando en alguna celda húmeda y oscura, decidió arriesgarse y tragó. Era un tipo con recursos, seguro que podía apañárselas para salir de casi cualquier situación… posiblemente.
-No me siento diferente, me sigue doliendo un poco…- el cornudo tenía en las manos un cuenco y una toalla, por lo que era de esperar que ahora viniese la parte donde se limpiaba la sangre. Empezó a desabrocharse el cinturón con la espada, lentamente, como si le costara hacer los movimientos, luego la dejo al lado, cerca, nunca se sabia cuando podía necesitarla.
Geralt
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Re: Con pies de plomo [quest] [CERRADO]
Pesé que los frascos eran hermosos, los rótulos de "bébeme" que tenían algunos preparados, me inspiraba poca confianza. Por otro lado, no tenía picores ni urticarias, así que por muy hermosos que fueran los colores o los brillos de los viales, mis manos se mantuvieron quietas.
Las cajas, que no aprecian cerradas mas allá de tener la tapa apoyada sobre sus paredes, resultaron un reto titanico, tras intentar abrirlas con cautela un par de veces, y sentir la fuerza con la que permanecían cerradas, o el peso mejor dicho, tuve que darme por vencida de sacar nada en claro de ellas tampoco.
Y los libros, tan variados, solo me aclararon algo que ya había supuesto, y visto, la alquimia tenía toda clase de aplicaciones, y podía ser una profesión tan apacible como movida, si uno investigaba, o iba a buscar ingredientes exóticos. Solo esperaba no tener que ir a por Hadas sonrientes.
Después de pasar un buen rato en el suelo, se abrió la puerta por la que había desaparecido mi anfitrión. Dos jóvenes se adentraron primeros en la sala, depositando algunas pertenencias en los cofres.
Observé con curiosidad a los dos aprendices y su peculiar aspecto, demasiado cubierto para un interior, pese ser invierno, y que no parecieron darse cuenta de mi presencia en primera instancia, ocupados en sus propios asuntos. Aun así los saludé cortésmente con una inclinación de cabeza breve trás ponerme en pié.
Aguardé silenciosamente y paciente a que el maestro terminase de darle indicaciones, y vi como los jóvenes partían. Si la muchacha era una de los aprendices, no parecía que la tuvieran retenida. Acababan de darle pretexto y orden para salir.
Al anciano vino a atenderme finalmente, y me extendió una joya, me recordó de algún modo a la que nos habían propiciado en el baile de fin de año, y miré su manufactura y orfebrería un buen rato por mera curiosidad mas que por desconfianza.
-Muchas gracias.- Para evitar que el mismo quedara destruido, o perdido, si me convertía en dragón de forma imprevista, o me lo sacaba repetidas veces por ese mismo cometido, saqué uno de los cordeles que permitían ajustar las mangas del vestido, y até ambos extremos entre si, para que quedara como un largo colgante que pudiera rodear mi cuello tanto de una forma como de la otra, y me colgué de ese modo el brazalete como colgante.
Una vez terminada mi breve manualidad, precedí al anciano por la puerta, dejándome conducir a lo que creía, sería el aula.
Las cajas, que no aprecian cerradas mas allá de tener la tapa apoyada sobre sus paredes, resultaron un reto titanico, tras intentar abrirlas con cautela un par de veces, y sentir la fuerza con la que permanecían cerradas, o el peso mejor dicho, tuve que darme por vencida de sacar nada en claro de ellas tampoco.
Y los libros, tan variados, solo me aclararon algo que ya había supuesto, y visto, la alquimia tenía toda clase de aplicaciones, y podía ser una profesión tan apacible como movida, si uno investigaba, o iba a buscar ingredientes exóticos. Solo esperaba no tener que ir a por Hadas sonrientes.
Después de pasar un buen rato en el suelo, se abrió la puerta por la que había desaparecido mi anfitrión. Dos jóvenes se adentraron primeros en la sala, depositando algunas pertenencias en los cofres.
Observé con curiosidad a los dos aprendices y su peculiar aspecto, demasiado cubierto para un interior, pese ser invierno, y que no parecieron darse cuenta de mi presencia en primera instancia, ocupados en sus propios asuntos. Aun así los saludé cortésmente con una inclinación de cabeza breve trás ponerme en pié.
Aguardé silenciosamente y paciente a que el maestro terminase de darle indicaciones, y vi como los jóvenes partían. Si la muchacha era una de los aprendices, no parecía que la tuvieran retenida. Acababan de darle pretexto y orden para salir.
Al anciano vino a atenderme finalmente, y me extendió una joya, me recordó de algún modo a la que nos habían propiciado en el baile de fin de año, y miré su manufactura y orfebrería un buen rato por mera curiosidad mas que por desconfianza.
-Muchas gracias.- Para evitar que el mismo quedara destruido, o perdido, si me convertía en dragón de forma imprevista, o me lo sacaba repetidas veces por ese mismo cometido, saqué uno de los cordeles que permitían ajustar las mangas del vestido, y até ambos extremos entre si, para que quedara como un largo colgante que pudiera rodear mi cuello tanto de una forma como de la otra, y me colgué de ese modo el brazalete como colgante.
Una vez terminada mi breve manualidad, precedí al anciano por la puerta, dejándome conducir a lo que creía, sería el aula.
Arygos Valnor
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Re: Con pies de plomo [quest] [CERRADO]
-El efecto no es inmediato, tardara algunos instantes en hacerte efecto… no te altees, pronto las heridas sanaran y los males disminuirán.- Pudo ver como dejaba la espada a un lado, pero prudentemente no lo demasiado lejos por si debía hacer uso de ella. Parecía que le costaba moverse, al parecer aquel brujo se pensaba que el cornudo era tonto. –Cuando termines de limpiarte y demás, si lo deseas puedes echar una cabezadita, aunque intenta no manchar nada. – esto último lo dijo con un tono algo más amargo, se notaba que no le hacía gracia que estuviese en aquella habitación.
Los brazos y piernas del brujo comenzarían a envolverse de un cosquilleo y entumecimiento notable. Las extremidades le pesarían y apenas podría mantenerse en pie. Los ojos le pesaría, casi como si llevase una semana entera sin dormir, aunque podría soportar el peso de sus parpados el suficiente tiempo como para poder ver como el de los cuernos en la frente se aproximaba a la puerta. Con la palma de la mano en la madera, el moreno susurró unas palabras e hizo unos signos para eliminar la magia que los había aislado hasta el momento, aunque el efecto volvería en cuanto atravesase la puerta, ya que su magia no era tan fuerte ni poderosa como la del anciano.
Sueño… no puedes evitarlo, el sueño te invade y se apodera de tu cuerpo. Cansancio y pesadez, tus pies se arrastran por el suelo como si pesasen una tonelada cada uno. Mareo y cefalea, sientes que la cabeza te estalla, la vista se te nubla y el mundo a tu alrededor da vueltas.
¿Te tumbas en la cama o te caes al suelo?
Los ojos se te cierran inevitablemente. Un sueño, ¿o quizás tan solo visiones? Aunque parece demasiado real. ¿Realmente es un sueño, o lo he vivido realmente?
¿No sientes tu cuerpo distinto, brujo? ¿No sientes una extraña sensación de falta de poder y de…magia? Es una sensación de vacío, que algunos ignoran, puesto que jamás han sentido en sus propias manos el poder de los elementos, para ti es como si te hubiesen despojado de la misma alma. Un vacío interior acompañado de fuertes náuseas y dolor torácico.
De nuevo esas visiones…
“Brujo insensato, torpe y descarado. Osas intentar engañar a aquellos que saben más que tú, patético niño de cuna” la voz parecía retumbar en toda la habitación, chocando con fuerza contra los oídos del de cabellos blancos. “Si no saliste malherido de aquella ficticia pelea lo saldrás de esta, alimaña.
Supongo que ya habrás notado que tu cuerpo ha comenzado a sentir unos…ligeros cambios” se podía escuchar una leve y rítmica risa muy tenue en la lejanía. “Se te ha despojado de tus poderes mágicos, de todos y cada uno de ellos. ¿Sorprendido? ¿Realmente pensabas que aquella poción era realmente para sanar tus no heridas? Jamás malgastaría una de mis preciadas y costosas pociones es una rata farsante como tú. Seguro que con tu aguda vista pudiste ver que te tomaste una poción amarilla, y que había una exactamente igual en color rojo. La de color rojo te devolverá los poderes, si efectos secundarios, lo prometo…” aquella promesa sonaba algo pegajosa “Si realmente mereces aquello con lo que fuiste bendecido de nacimiento, encontraras dicha poción. Hasta entonces, debes ganarte dicho privilegio”
La voz desapareció por completo en tan solo un instante, como si jamás hubiese existido. En la habitación, junto a la cama, había una especia de portal en la pared, de color negro. La puerta estaba sellada y la habitación insonorizada. En la estantería de las pociones no estaba la de color rojo, la que le devolvería al brujo sus poderes. Ahora era como un humano normal y corriente, aunque por la ausencia de sus preciados poderes se sentiría algo más torpe y débil las primeas horas.
La nueva sala en la que entró la dragona estaba formada por una gran mesa, sobre la que había utensilios de trabajo, libros, apuntes, plumas… en el lado extremo, adornando la pared desde el suelo hasta el techo, había miles de barriles, los cuales estaban marcados en la parte delantera con diferentes nombres para distinguir su interior. La pared de enfrente de la puerta estaba custodiada por dos enormes estanterías, en las que estaban las herramientas y frascos para la elaboración de pociones. Aquella “aula alquimia” era modesta en comparación con las grandes escuelas, pero estaba equipada con todo lo necesario, pulcramente colocado y ordenado.
-Pasa, joven- dijo amable el anciano haciendo un gesto con el brazo a la dragona, para que se sentase en una de las sillas altas que estaban junto a la mesa principal. Cerró la puerta cuando ambos estuvieron en el aula. – Necesito que te pongas bien el brazalete, aunque te queda muy bien así. Está hecho de un material especial, aunque te transformases, no se rompería, sino que este se adaptaría al tamaño necesario. Aparate del significado simbólico de este brazalete, también ayuda a potencias las cualidades alquímicas, así como una pequeña ayuda. – el hombre se sentó esperando a que la joven hiciese lo propio. –Necesito que me hagas un pequeño resumen, joven. ¿Qué es lo que sabes sobre la alquimia? Aunque sea poco preciso saberlo. Y por último, pero no menos importante…¿Para qué quieres los nuevos conocimientos?- por la mirada que le dirigió a la joven, aquella pregunta embarcaba todas las posibilidades.
Los brazos y piernas del brujo comenzarían a envolverse de un cosquilleo y entumecimiento notable. Las extremidades le pesarían y apenas podría mantenerse en pie. Los ojos le pesaría, casi como si llevase una semana entera sin dormir, aunque podría soportar el peso de sus parpados el suficiente tiempo como para poder ver como el de los cuernos en la frente se aproximaba a la puerta. Con la palma de la mano en la madera, el moreno susurró unas palabras e hizo unos signos para eliminar la magia que los había aislado hasta el momento, aunque el efecto volvería en cuanto atravesase la puerta, ya que su magia no era tan fuerte ni poderosa como la del anciano.
Sueño… no puedes evitarlo, el sueño te invade y se apodera de tu cuerpo. Cansancio y pesadez, tus pies se arrastran por el suelo como si pesasen una tonelada cada uno. Mareo y cefalea, sientes que la cabeza te estalla, la vista se te nubla y el mundo a tu alrededor da vueltas.
¿Te tumbas en la cama o te caes al suelo?
Los ojos se te cierran inevitablemente. Un sueño, ¿o quizás tan solo visiones? Aunque parece demasiado real. ¿Realmente es un sueño, o lo he vivido realmente?
¿No sientes tu cuerpo distinto, brujo? ¿No sientes una extraña sensación de falta de poder y de…magia? Es una sensación de vacío, que algunos ignoran, puesto que jamás han sentido en sus propias manos el poder de los elementos, para ti es como si te hubiesen despojado de la misma alma. Un vacío interior acompañado de fuertes náuseas y dolor torácico.
De nuevo esas visiones…
“Brujo insensato, torpe y descarado. Osas intentar engañar a aquellos que saben más que tú, patético niño de cuna” la voz parecía retumbar en toda la habitación, chocando con fuerza contra los oídos del de cabellos blancos. “Si no saliste malherido de aquella ficticia pelea lo saldrás de esta, alimaña.
Supongo que ya habrás notado que tu cuerpo ha comenzado a sentir unos…ligeros cambios” se podía escuchar una leve y rítmica risa muy tenue en la lejanía. “Se te ha despojado de tus poderes mágicos, de todos y cada uno de ellos. ¿Sorprendido? ¿Realmente pensabas que aquella poción era realmente para sanar tus no heridas? Jamás malgastaría una de mis preciadas y costosas pociones es una rata farsante como tú. Seguro que con tu aguda vista pudiste ver que te tomaste una poción amarilla, y que había una exactamente igual en color rojo. La de color rojo te devolverá los poderes, si efectos secundarios, lo prometo…” aquella promesa sonaba algo pegajosa “Si realmente mereces aquello con lo que fuiste bendecido de nacimiento, encontraras dicha poción. Hasta entonces, debes ganarte dicho privilegio”
La voz desapareció por completo en tan solo un instante, como si jamás hubiese existido. En la habitación, junto a la cama, había una especia de portal en la pared, de color negro. La puerta estaba sellada y la habitación insonorizada. En la estantería de las pociones no estaba la de color rojo, la que le devolvería al brujo sus poderes. Ahora era como un humano normal y corriente, aunque por la ausencia de sus preciados poderes se sentiría algo más torpe y débil las primeas horas.
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La nueva sala en la que entró la dragona estaba formada por una gran mesa, sobre la que había utensilios de trabajo, libros, apuntes, plumas… en el lado extremo, adornando la pared desde el suelo hasta el techo, había miles de barriles, los cuales estaban marcados en la parte delantera con diferentes nombres para distinguir su interior. La pared de enfrente de la puerta estaba custodiada por dos enormes estanterías, en las que estaban las herramientas y frascos para la elaboración de pociones. Aquella “aula alquimia” era modesta en comparación con las grandes escuelas, pero estaba equipada con todo lo necesario, pulcramente colocado y ordenado.
-Pasa, joven- dijo amable el anciano haciendo un gesto con el brazo a la dragona, para que se sentase en una de las sillas altas que estaban junto a la mesa principal. Cerró la puerta cuando ambos estuvieron en el aula. – Necesito que te pongas bien el brazalete, aunque te queda muy bien así. Está hecho de un material especial, aunque te transformases, no se rompería, sino que este se adaptaría al tamaño necesario. Aparate del significado simbólico de este brazalete, también ayuda a potencias las cualidades alquímicas, así como una pequeña ayuda. – el hombre se sentó esperando a que la joven hiciese lo propio. –Necesito que me hagas un pequeño resumen, joven. ¿Qué es lo que sabes sobre la alquimia? Aunque sea poco preciso saberlo. Y por último, pero no menos importante…¿Para qué quieres los nuevos conocimientos?- por la mirada que le dirigió a la joven, aquella pregunta embarcaba todas las posibilidades.
Wyn
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Re: Con pies de plomo [quest] [CERRADO]
No tenía heridas, así que esa cosa le sentaría como un placebo, no tenía nada de que… un cosquilleo recorrió su cuerpo, la pocion le estaba haciendo efecto, un analgésico de algún tipo, seguro, los alquimistas eran tipos raritos, pero sabían lo que hacían… Pero entonces le empezaron a pesar los parpados, luego llego el mareo a medida que su cerebro se dormía más rápido que el cuerpo. Cayó de culo en la cama, pero eso no era todo, podía aguantar despertarse en algún sótano oscuro, era un buen brujo, con recursos, un pequeño problema como ese no iba a suponer nada para sus gloriosos poderes explosivos, pero había algo más, algo que no conseguía identificar pero que a su vez lo aterraba. El mundo parecía más…¿gris? Como si le faltara algo. Repaso sus sentidos, parecían estar todos, veía, escuchaba, saboreaba ese gusto raro a hierbajos de la poción e incluso notaba la ropa contra su piel y el olor de la habitación. ¿Qué diablos le pasaba? Entonces le hablo la voz.
Magia, le faltaba magia, esa falta de color era el viento, no notaba el aire a su alrededor, cosa que hacía años que no pasaba, era capaz de manipular el viento a voluntad, podía notarlo e invocarlo con los ojos cerrados, literalmente, con chasquear los dedos podía tener el viento revoloteando a su alrededor…pero ya no, ya no lo sentía a su alrededor, ese agradable cosquilleo se había sustituido por una sensación de ahogo, seguramente falsa, causada por un cerebro acostumbrado a asociar la respiración con su elemento entrando en los pulmones. No le hizo falta comprobar que pasaba lo mismo con el fuego. ¿Que tipo de ser retorcido inventaba una poción así y como podía conseguir la receta?
Se levantó, pero no del todo ¿era un sueño? Parecía muy real… dudaba de que pudiera soñar una sensación tan atroz, esa puñalada a su propia esencia no podía ser causada por un sueño… culpó a la poción, a saber la cantidad de basura que llevaba dentro, debía ser algún tipo de trance. –¿Así que solo debo encontrar la poción roja?- dijo tan calmadamente como supo mientras su corazón se desbocaba. Movió un brazo, esperando que ese armario que había visto antes se abriera con su telequinesis. No ocurrió. –Mierda- tuvo que mover las piernas como un maldito humano normal y corriente y abrir el armario, inaudito. Y para rematarlo, obviamente no estaba allí.
Era imposible no notar ese siniestro portal negro de la pared, el camino a seguir estaba claro, pero quiso asegurarse de que no podía irse por la puerta. Estaba cerrada… un día de estos tenía que aprender a forzar cerraduras, una cualidad muy útil cuando no podías volarlas en pedazos por culpa de algún alquimista creído.
Inspiró profundamente, repasando sus opciones. Si era un sueño, solo un sueño, podía seguir como si nada, cuando se despertara tendría sus poderes, pero él jamás tenía tanta suerte, así que supondría que los había perdido de verdad, entonces… ¿debido a que? Si era una maldición, solo tenía que volver a su taberna, tenía una poción que podía arreglarlo, posiblemente. Busco por su cuerpo alguna marca que no tuviera antes, pero no encontró nada, siguiente idea. ¿Una ilusión? Solo tenía que modular su flujo mágico, crear un conjuro tan complejo que el ilusionista se viera incapaz de alterar su percepción de la realidad a un nivel tan avanzado, sacaría un pequeño chorro de fuego y… -Oh...- chasqueo los dedos, como si ese pequeño gesto fuera a mejorar sus capacidades mágicas, obviamente, siguió sin ocurrir nada. –Vale, cuarta opción…- algún tipo de mejunje alquímico bloqueaba su magia, sus receptores, sus sentidos raciales, lo que fuera, no era medico brujeril, lo que importaba era había alterado su cuerpo de alguna forma, aparentemente reversible. Pero ahora venía la clave ¿solo funcionaba con brujos? También era arcanista, y esa rama de la magia no era exclusiva de brujos, incluso un triste humano podía usarla, si no bloqueaba toda la magia y solo la bruja…
Con una pequeña sonrisa al recordar como ese estúpido carnero parecía preocupado porque manchara la habitación arrancó una de las puertas del armario de pociones e hizo un garabato con una de sus dagas. Φωτιά, fuego, sería una magia triste en el mejor de los casos, sin punto de comparación con su poder real, pero si funcionaba podría apañar algo… siempre se las arreglaba con la ayuda de su intelecto y sus pod… oh, cierto -Joder, estúpido carnero- si eso no funcionaba estaría indefenso, sería un maldito elfo. Recogió todas sus cosas, su madera lanzafuego y atravesó el portal. Esperaría a estar en el otro lado para comprobar si funcionaba, a saber que normas regían ese lugar al que se dirigía, podía ser perfectamente un portal al fondo del mar, él lo haría…
Uno podía esperarse de un brujo que explota cosas para ganarse la vida un temperamento cuanto menos explosivo, podría haber esperado que destrozara la habitación en un ataque de rabia, pero el peliblanco no era así. Es decir, absolutamente iba a volar esa casa por los aires a la mínima oportunidad, pero no era una rabia animalesca y visceral, eso era de salvajes, la suya era fría y meticulosa, planificada, volvería, más fuerte que nunca, y no dejaría nada al azar, NADIE debería tener ese tipo de poder sobre su raza… bueno, puede que él, pero definitivamente nadie más.
Magia, le faltaba magia, esa falta de color era el viento, no notaba el aire a su alrededor, cosa que hacía años que no pasaba, era capaz de manipular el viento a voluntad, podía notarlo e invocarlo con los ojos cerrados, literalmente, con chasquear los dedos podía tener el viento revoloteando a su alrededor…pero ya no, ya no lo sentía a su alrededor, ese agradable cosquilleo se había sustituido por una sensación de ahogo, seguramente falsa, causada por un cerebro acostumbrado a asociar la respiración con su elemento entrando en los pulmones. No le hizo falta comprobar que pasaba lo mismo con el fuego. ¿Que tipo de ser retorcido inventaba una poción así y como podía conseguir la receta?
Se levantó, pero no del todo ¿era un sueño? Parecía muy real… dudaba de que pudiera soñar una sensación tan atroz, esa puñalada a su propia esencia no podía ser causada por un sueño… culpó a la poción, a saber la cantidad de basura que llevaba dentro, debía ser algún tipo de trance. –¿Así que solo debo encontrar la poción roja?- dijo tan calmadamente como supo mientras su corazón se desbocaba. Movió un brazo, esperando que ese armario que había visto antes se abriera con su telequinesis. No ocurrió. –Mierda- tuvo que mover las piernas como un maldito humano normal y corriente y abrir el armario, inaudito. Y para rematarlo, obviamente no estaba allí.
Era imposible no notar ese siniestro portal negro de la pared, el camino a seguir estaba claro, pero quiso asegurarse de que no podía irse por la puerta. Estaba cerrada… un día de estos tenía que aprender a forzar cerraduras, una cualidad muy útil cuando no podías volarlas en pedazos por culpa de algún alquimista creído.
Inspiró profundamente, repasando sus opciones. Si era un sueño, solo un sueño, podía seguir como si nada, cuando se despertara tendría sus poderes, pero él jamás tenía tanta suerte, así que supondría que los había perdido de verdad, entonces… ¿debido a que? Si era una maldición, solo tenía que volver a su taberna, tenía una poción que podía arreglarlo, posiblemente. Busco por su cuerpo alguna marca que no tuviera antes, pero no encontró nada, siguiente idea. ¿Una ilusión? Solo tenía que modular su flujo mágico, crear un conjuro tan complejo que el ilusionista se viera incapaz de alterar su percepción de la realidad a un nivel tan avanzado, sacaría un pequeño chorro de fuego y… -Oh...- chasqueo los dedos, como si ese pequeño gesto fuera a mejorar sus capacidades mágicas, obviamente, siguió sin ocurrir nada. –Vale, cuarta opción…- algún tipo de mejunje alquímico bloqueaba su magia, sus receptores, sus sentidos raciales, lo que fuera, no era medico brujeril, lo que importaba era había alterado su cuerpo de alguna forma, aparentemente reversible. Pero ahora venía la clave ¿solo funcionaba con brujos? También era arcanista, y esa rama de la magia no era exclusiva de brujos, incluso un triste humano podía usarla, si no bloqueaba toda la magia y solo la bruja…
Con una pequeña sonrisa al recordar como ese estúpido carnero parecía preocupado porque manchara la habitación arrancó una de las puertas del armario de pociones e hizo un garabato con una de sus dagas. Φωτιά, fuego, sería una magia triste en el mejor de los casos, sin punto de comparación con su poder real, pero si funcionaba podría apañar algo… siempre se las arreglaba con la ayuda de su intelecto y sus pod… oh, cierto -Joder, estúpido carnero- si eso no funcionaba estaría indefenso, sería un maldito elfo. Recogió todas sus cosas, su madera lanzafuego y atravesó el portal. Esperaría a estar en el otro lado para comprobar si funcionaba, a saber que normas regían ese lugar al que se dirigía, podía ser perfectamente un portal al fondo del mar, él lo haría…
Uno podía esperarse de un brujo que explota cosas para ganarse la vida un temperamento cuanto menos explosivo, podría haber esperado que destrozara la habitación en un ataque de rabia, pero el peliblanco no era así. Es decir, absolutamente iba a volar esa casa por los aires a la mínima oportunidad, pero no era una rabia animalesca y visceral, eso era de salvajes, la suya era fría y meticulosa, planificada, volvería, más fuerte que nunca, y no dejaría nada al azar, NADIE debería tener ese tipo de poder sobre su raza… bueno, puede que él, pero definitivamente nadie más.
Geralt
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Re: Con pies de plomo [quest] [CERRADO]
Aguante las ganas de ponerme de puntillas para ojear por encima del hombro del anciano cuando abrió la puerta, incline levemente la cabeza cuando me cedió el paso, internándome en la estancia, y recorriendo la curiosa con la mirada.
Tras traspasar el umbral, camine lentamente, afirmando bien mis pasos, y a una distancia prudencial de cualquier objeto frágil, paseando la mirada por todos los utensilios, se asemejaba de algún modo a la sala de pruebas del sotano del anciano ese del bastón. Los barriles fue lo que mas captó mi atención, receptáculos bastante grandes como para almacenar sustancias que tendían a hacerse en pequeñas dosis como había observado con anterioridad.
Las palabras del anciano me sorprendieron en primer lugar, dado que no había hecho mención alguna a mi condicción de metamorfa. Quizás ya había tenido alumnos con esa reacción, lo cual no resultaría tan descabellado, o había conocido suficientes de los míos como para reconocer las pequeñas peculiaridades que el resto tiende a pasar inadvertidas o como excentricidades del carácter. Fuere como fuere, suspire con cierto alivio de no correr el riesgo de romper un presente, y con el mismo cuidado con el que había atado el brazalete al cuello, le saqué el cordel.
-¿Que significado tiene?.-lo observé con atención para luego pasar al anciano, acariciando su superficie con las llemas de los dedos, admirando que un objeto, bello pero simple, pudiera tener la capacidad de letrar solo con su uso.
-Sobre alquimia, la verdad es que la definición del concepto, y la amplia gama de posibilidades de sus usos.- Por desgracia, mi conocimiento en la materia era, como poco, escueto.- Hace un tiempo estuve el las islas illidienses e hice de sujeto de pruebas para un alquimista, allí pude observar tanto los nefastos efectos de algunos brebajes como lo beneficiosos que pueden ser otros, me pareció una disciplina muy versátil, e útil. Principalmente gustaría de ello para facilitar las cosas a mi familia, y a mi, durante mi peregrinaje y los que hagan ellos en su momento.-Respondí, jugueteando con la pulsera, para finalmente acomodarla en su sitio. Cierto que también quería saber que había ocurrido con la gente desaparecida, pero eso no tenía nada que ver con mi interés con la alquimia, si no con mi interés en esa academia en particular.
-La verdad es que no tengo mas noción que esa sobre la materia, pero se leer.- señalé con la nariz los estantes. Había visto que no era una habilidad habitual entre la gente del pueblo llano, quienes, en su mayoría, con suerte, eran capaces de reconocer sus nombres.
Tras traspasar el umbral, camine lentamente, afirmando bien mis pasos, y a una distancia prudencial de cualquier objeto frágil, paseando la mirada por todos los utensilios, se asemejaba de algún modo a la sala de pruebas del sotano del anciano ese del bastón. Los barriles fue lo que mas captó mi atención, receptáculos bastante grandes como para almacenar sustancias que tendían a hacerse en pequeñas dosis como había observado con anterioridad.
Las palabras del anciano me sorprendieron en primer lugar, dado que no había hecho mención alguna a mi condicción de metamorfa. Quizás ya había tenido alumnos con esa reacción, lo cual no resultaría tan descabellado, o había conocido suficientes de los míos como para reconocer las pequeñas peculiaridades que el resto tiende a pasar inadvertidas o como excentricidades del carácter. Fuere como fuere, suspire con cierto alivio de no correr el riesgo de romper un presente, y con el mismo cuidado con el que había atado el brazalete al cuello, le saqué el cordel.
-¿Que significado tiene?.-lo observé con atención para luego pasar al anciano, acariciando su superficie con las llemas de los dedos, admirando que un objeto, bello pero simple, pudiera tener la capacidad de letrar solo con su uso.
-Sobre alquimia, la verdad es que la definición del concepto, y la amplia gama de posibilidades de sus usos.- Por desgracia, mi conocimiento en la materia era, como poco, escueto.- Hace un tiempo estuve el las islas illidienses e hice de sujeto de pruebas para un alquimista, allí pude observar tanto los nefastos efectos de algunos brebajes como lo beneficiosos que pueden ser otros, me pareció una disciplina muy versátil, e útil. Principalmente gustaría de ello para facilitar las cosas a mi familia, y a mi, durante mi peregrinaje y los que hagan ellos en su momento.-Respondí, jugueteando con la pulsera, para finalmente acomodarla en su sitio. Cierto que también quería saber que había ocurrido con la gente desaparecida, pero eso no tenía nada que ver con mi interés con la alquimia, si no con mi interés en esa academia en particular.
-La verdad es que no tengo mas noción que esa sobre la materia, pero se leer.- señalé con la nariz los estantes. Había visto que no era una habilidad habitual entre la gente del pueblo llano, quienes, en su mayoría, con suerte, eran capaces de reconocer sus nombres.
Arygos Valnor
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Re: Con pies de plomo [quest] [CERRADO]
Oscuridad. No puedes ver nada, a pesar de tener los ojos abiertos. Sientes presión tras los globos oculares, una presión que crea una cefalea localizada a ambos lados de la frente. El dolor y la molestia hacen que tus ojos se junten levamente y que la cabeza se te nuble, provocando una leve sensación de mareo.
Velocidad. Tu cuerpo siente como si todo a su alrededor se moviese a una velocidad descomunal, pero nada a tu alrededor parece cambiar, y no hay nada de referencia para que puedas cerciorarte de ello. Presión en el pecho y falta de aire en los pulmones, encogidos.
Frío. Sientes un frío atroz mientras estas en la teleoperación. Un frío que cala en tus huesos, haciendo sentir las extreidades adormiladas y la punta de los dedos hinchados. Tus ojos se resecan y tus labios se cortan.
Nauseas. Muchas personas, normalmente los humanos, sientes nauseas al ser teletransportadas, ¿acaso eres un humano?
Ante tí, como si un foco te iluminase el centro, comienza a vislumbrares claridad. La oscuridad empieza a disiparse, la sensación de velocidad desaparece pro completo, el frío empieza a menguar y las nauseas... las nauseas permanecen, dejando tu estomago revuelto. El cielo se ve azul, aunque de una tonalidad oscura, empañada por una espesa niebla que llega hasta donde alcanza tu vista. Un muro de arboles se alza a tu izquierda y a tu derecha, imposibilitando pasar entre ellos, obligandote a seguir hacia delante. Algunas ramas caen hacia el camino del centro, dificultando aun más el paso por él. El suelo esta cubierto de ramas muertas y arena pedregosa, nada agradable para aquellos que van descalzos o en pantalones por encima de las rodillas. El mismo paisaje tanto de frente como de espaldas, ni rastro del portal que le había traído hasta allí. Geralt, estas solo, no se escuchan animales ni personas, no puedes ver más de lo que te he explicado, no sabes a donde vas, y apenas sabes con certeza de donde vienes. No sabes realmente el motivo de tu presencia en aquel lugar.
Bajo tus pies, un charco de astillas, astillas que antes habían compuesto la puerta del armario con la runa de fuego.
Elanciano miraba como la joven se colocaba el brazalete de la manera indicada, en silencio.
-Una joven, hace ya muchos años, con un brazalete igual al que llevas tu ahora mismo, me convenció para que le impartiera clases de alquimia. Mi reacción primeriza fue de absoluto rechazo, pero el destino quiso que terminase enseñándole todos mis conocimientos, y ella me enseñó a mi el arte y la belleza de la enseñanza. Por ella, ahora soy maestro. Por ella, ahora tu estas aquí. Es un simple detalle que con el tiempo a servido para algo más que ser solo un adorno, reconocer y ayudar a los alumnos. - dijo rompiendo el silencio, antes de fijar la vista en la joven y escucharla con atención. Asentía de vez en cuando, haciendo notar el interés sobre las explicaciones de la joven.
-Sujeto de es experimentos...- susurró el anciano rascándose la barba. Era un punto interesante el que aquella joven hubiese formado parte del gran y selecto circulo de conejillos de indias, y aun era más interesante que tras esas experiencias, la joven estuviese allí, por más de un motivo...
>>Sientaté. - le ordenó el de cabellos claros a la joven. Ler era un gran aveces, era profesor de alquimia, no de niños de teta. La pulsera se ayuntó a su muñeca al isntante, apretandole un poco. -No temas, el brazalete dejara de apretar en unos instantes, tan solo esta... tomando medidas...- se explicó antes de que la joven se estrañase y preguntara por aquel echo. -Tienes mucho que aprender, Arygos. Aquí empieza tu enseñanza.-
Dejó sobre la emsa de estudio una beuna pila de libros aparentemente antiguos, papeles, mapas, hojas y flores secas.
-Necesito saber cual es tu nivel. Te dejare sol,a con todo lo que te he dejado sobre la mesa, debes intentar crear un brebaje, no me importa de que. Debes tenerlo listo antes de que vuelva a cruzar esa puerta. Suerte...- susurró antes de salir por la puerta por la que inetantes antes habian pasado juntos.
Velocidad. Tu cuerpo siente como si todo a su alrededor se moviese a una velocidad descomunal, pero nada a tu alrededor parece cambiar, y no hay nada de referencia para que puedas cerciorarte de ello. Presión en el pecho y falta de aire en los pulmones, encogidos.
Frío. Sientes un frío atroz mientras estas en la teleoperación. Un frío que cala en tus huesos, haciendo sentir las extreidades adormiladas y la punta de los dedos hinchados. Tus ojos se resecan y tus labios se cortan.
Nauseas. Muchas personas, normalmente los humanos, sientes nauseas al ser teletransportadas, ¿acaso eres un humano?
Ante tí, como si un foco te iluminase el centro, comienza a vislumbrares claridad. La oscuridad empieza a disiparse, la sensación de velocidad desaparece pro completo, el frío empieza a menguar y las nauseas... las nauseas permanecen, dejando tu estomago revuelto. El cielo se ve azul, aunque de una tonalidad oscura, empañada por una espesa niebla que llega hasta donde alcanza tu vista. Un muro de arboles se alza a tu izquierda y a tu derecha, imposibilitando pasar entre ellos, obligandote a seguir hacia delante. Algunas ramas caen hacia el camino del centro, dificultando aun más el paso por él. El suelo esta cubierto de ramas muertas y arena pedregosa, nada agradable para aquellos que van descalzos o en pantalones por encima de las rodillas. El mismo paisaje tanto de frente como de espaldas, ni rastro del portal que le había traído hasta allí. Geralt, estas solo, no se escuchan animales ni personas, no puedes ver más de lo que te he explicado, no sabes a donde vas, y apenas sabes con certeza de donde vienes. No sabes realmente el motivo de tu presencia en aquel lugar.
Bajo tus pies, un charco de astillas, astillas que antes habían compuesto la puerta del armario con la runa de fuego.
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Elanciano miraba como la joven se colocaba el brazalete de la manera indicada, en silencio.
-Una joven, hace ya muchos años, con un brazalete igual al que llevas tu ahora mismo, me convenció para que le impartiera clases de alquimia. Mi reacción primeriza fue de absoluto rechazo, pero el destino quiso que terminase enseñándole todos mis conocimientos, y ella me enseñó a mi el arte y la belleza de la enseñanza. Por ella, ahora soy maestro. Por ella, ahora tu estas aquí. Es un simple detalle que con el tiempo a servido para algo más que ser solo un adorno, reconocer y ayudar a los alumnos. - dijo rompiendo el silencio, antes de fijar la vista en la joven y escucharla con atención. Asentía de vez en cuando, haciendo notar el interés sobre las explicaciones de la joven.
-Sujeto de es experimentos...- susurró el anciano rascándose la barba. Era un punto interesante el que aquella joven hubiese formado parte del gran y selecto circulo de conejillos de indias, y aun era más interesante que tras esas experiencias, la joven estuviese allí, por más de un motivo...
>>Sientaté. - le ordenó el de cabellos claros a la joven. Ler era un gran aveces, era profesor de alquimia, no de niños de teta. La pulsera se ayuntó a su muñeca al isntante, apretandole un poco. -No temas, el brazalete dejara de apretar en unos instantes, tan solo esta... tomando medidas...- se explicó antes de que la joven se estrañase y preguntara por aquel echo. -Tienes mucho que aprender, Arygos. Aquí empieza tu enseñanza.-
Dejó sobre la emsa de estudio una beuna pila de libros aparentemente antiguos, papeles, mapas, hojas y flores secas.
-Necesito saber cual es tu nivel. Te dejare sol,a con todo lo que te he dejado sobre la mesa, debes intentar crear un brebaje, no me importa de que. Debes tenerlo listo antes de que vuelva a cruzar esa puerta. Suerte...- susurró antes de salir por la puerta por la que inetantes antes habian pasado juntos.
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·Geralt, como no sabes donde te encuentras, continuaras tu parte de la quest aquí, hasta nuevo aviso.
Wyn
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Re: Con pies de plomo [quest] [CERRADO]
No podía respirar, se ahogaba, notaba ese ardor en los pulmones que empezaba a extenderse por el resto del cuerpo, y no veía absolutamente nada, aunque estaba seguro de que tenía los ojos abiertos. ¿Ni una triste estrella? Lo sabía, directo al fondo del mar, tenía un sexto sentido para esas cosas, si el haría algo inmoral, ese alquimista malvado seguramente lo haría también, seguro que incluso tenía una perilla puntiaguda y un gato de pelo largo que acariciaba mientras hacía cosas malvadas de alquimista, fuese lo que fuese eso. Pero entonces empezó a moverse, moverse sin que él estuviese haciendo nada, por supuesto. No parecía una corriente, simplemente… se movía. ¿Un monstruo gigante? ¿Se lo había tragado un maldito monstruo gigante y ahora se estaba moviendo? Esa era la opción B, no estaba seguro de que opción era peor, aunque ser digerido debía doler horrores.
Y todo se solucionó, estaba en algún lugar, algún lugar que podía ver, aunque en esos instantes estaba demasiado ocupado temblando de frio e intentando contener las náuseas. Efectos secundarios del teletransporte, no era como si fuese a saberlo, no había escogido “teletransporte y sus efectos sobre brujos malditos” en ninguno de sus semestres de la academia, una autentica pena. –En fin… al menos conservo el humor- aparentemente, era lo único que le quedaba aparte de lo que llevaba puesto. –Mierda- Loki y Freya, a saber dónde diablos estaba ahora, podía tardar meses en volver a verlos. Esperaba que esas bolas de pelo hubiesen aprendido algo de sus cacerías. Pateo una piedra enfadado y por fin decidió empezar a fijarse en sus alrededores seriamente.
Cielo, oscuro, debía haber pasado un montón de tiempo y… niebla, por todas partes, debía estar en el norte, con la suerte que tenía seguro que lo habían metido de lleno en algún coto de caza vampiro, menos mal que bastaba un chasquido para chamuscar a esos… Oh. Miró a los lados, arboles, muchos árboles, pero estaban muy agrupados, formando un muro, eso no parecía natural, en absoluto.
Un muro de árboles, a los lados, el portal mágico siniestro había desaparecido… tendría que ir por el camino siniestro, realmente, no sabía que esperaba. Suspiro, saco su espada y avanzo a paso tranquilo, vigilando cautamente los alrededores.
Y todo se solucionó, estaba en algún lugar, algún lugar que podía ver, aunque en esos instantes estaba demasiado ocupado temblando de frio e intentando contener las náuseas. Efectos secundarios del teletransporte, no era como si fuese a saberlo, no había escogido “teletransporte y sus efectos sobre brujos malditos” en ninguno de sus semestres de la academia, una autentica pena. –En fin… al menos conservo el humor- aparentemente, era lo único que le quedaba aparte de lo que llevaba puesto. –Mierda- Loki y Freya, a saber dónde diablos estaba ahora, podía tardar meses en volver a verlos. Esperaba que esas bolas de pelo hubiesen aprendido algo de sus cacerías. Pateo una piedra enfadado y por fin decidió empezar a fijarse en sus alrededores seriamente.
Cielo, oscuro, debía haber pasado un montón de tiempo y… niebla, por todas partes, debía estar en el norte, con la suerte que tenía seguro que lo habían metido de lleno en algún coto de caza vampiro, menos mal que bastaba un chasquido para chamuscar a esos… Oh. Miró a los lados, arboles, muchos árboles, pero estaban muy agrupados, formando un muro, eso no parecía natural, en absoluto.
Un muro de árboles, a los lados, el portal mágico siniestro había desaparecido… tendría que ir por el camino siniestro, realmente, no sabía que esperaba. Suspiro, saco su espada y avanzo a paso tranquilo, vigilando cautamente los alrededores.
Geralt
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Re: Con pies de plomo [quest] [CERRADO]
Escuche con suma atención su historia sobre el significado del brazalete. Era un bello significado, pese resultarme algo excéntrico ese tipo de adornos que podían estorbar un poco al realizar actividades manuales, sin embargo, si este era importante para el anciano, y a su vez facilitaba la practica de la alquimia, no me iba a quejar.
Cuando el brazalete empezó a apretar mi muñeca, lo mire sobresaltada, sin embargo antes de hacer ningún gesto para tratar de aflojarlo o quitarlo el anciano aclaró que solo se estaba adaptando, ante lo cual calme mis ánimos sin perder de vista de refilón ese extraño abalorio que permanecía ahora aferrado a mi cuerpo.
Tomé asiento obedientemente sin demasiadas ganas, y observé con curiosidad como iba apilando material tanto de estudio como de practicas delante mio, para finalmente darme una indicación bastante abierta antes de desaparecer por la puerta.
Lo primero que hice fue mirar si era capaz de identificar algunas plantas, algunas me sonaban de haberlas visto por los bosques en mis viajes, pero una de ellas, la reconocí automáticamente por ser de mi tierra natal. El Barrimoth era algo que usábamos a menudo en casa, la abuela Theragon solía colocarla por toda las cavernas y tomarla cuando su mala vista le hacía doler la cabeza, también recordaba de pequeña, que habiéndonos rozado con alguna ortiga la abuela nos había hecho frotarnos con esa planta para aliviar el dolor.
Con cuidado aparte una porción de aquello, y empecé a pasar las paginas de los libros buscando ene l indice cualquier palabra clave que pudiera indicarme algo que hacer con ella.
Teniendo un ingrediente clave localizado no fue demasiado difícil encontrar una receta sencilla para calmar fuertes migrañas, y que a su vez, requería de pocos ingredientes, la cual tomé como la indicada a su vez, porque si salia mal, al menos no echaba a perder gran parte del material en mi intento.
Despejé la mesa, y ordené las cosas antes de empezar para que me fuera mas fácil trabajar, apilando todos los libros y dejando únicamente el que requería abierto por la pagina indicada, localicé las dos plantas que requería, un paqueñó mortero, un vial, un cuenco, y una herramienta que me pareció idónea para mezclar aunque no estaba segura de que ese fuera su uso, además de algunos cuchillos filosos y delgados para trabajar con las plantas.
Encendí un fuego en el soporte metálico con una plataforma debajo y con unos sostenes de orfebrería en los que encajaban perfectamente unos vasos de cristal semejantes a los que mostraba el libro para calentar los brebajes, y deje para que se calentara un poco de agua en el.
Tomé la belladonea y separé la raíz del resto, la piqué en pequeños pedazos y la coloqué en el mortero, desmigajando la y triturándola hasta que quedó una pequeña porción de un pastiche espeso y homogeneo. Seguidamente separé de las ramas del Barrimoth algunas hojas secas que coloqué en un molinillo para que quedara reducido a un polvó verde oscuro y fino.
Con ambos ingredientes separados y listos, los cubrí dejándolos reposar mientras tomaba un solo fruto de belladona y lo pelaba con cuidado con uno de los cuchillos, hasta descubrir su gelatinoso centro.
Una vez el agua herbia vertí el polvo para disolverlo en en el agua hasta que los granulos desaparecieron dejando la mezcla con un familiar color oscuro similar al de la planta, pero semitransparente, en forma de hilo fui soltando el aceite de raíz de belladonea que había ene l mortero para que se disolviera completamente con el resto de la mezcla, abandonando aquello unos instantes y exprimir el fruto sobre la solución que estaba creando, interponiendo entre el liquido y el fruto una rejilla que se encargaría de filtrar cualquier rastro de piel, semilla o carnosidad para que no cayera en la mezcla y no portase al final, mas cantidad de la planta de la debida.
Una vez había terminado la parte activa de la preparación empece a recoger el material utilizado y a dejarlo en un rincón para poder lavarlo mas adelante si el profesor me lo indicaba, controlando de refilón todo el tiempo a la espera de que la mezcla tomara al consistencia descrita en el libro, revolviendo con la varilla que había encontrado constantemente para que no se formaran grumos.
Apagué el fuego, cubrí mis manos con un par de paños que saqué de mi propio morral apra no quemarme y lo vertí en uno de los viales para pociones que había dejado para que no siguiera cociéndose en el recipiente caliente, y se enfriara mas rápido.
No sabía si había quedado bien o no, pero des de luego des de mi punto de vista se parecía bastante al brebaje para las migrañas que desribia el libro. Su tono se había tornado de un marrón verdoso oscuro poco apetecible, y su consistencia era mas liquida que cremosa pero sin resultar tan liviana como el agua. Me sentía satisfecha, ahora solo faltaba que el maestro estuviera tan contento con mi creación como me encontraba yo.
Cuando el brazalete empezó a apretar mi muñeca, lo mire sobresaltada, sin embargo antes de hacer ningún gesto para tratar de aflojarlo o quitarlo el anciano aclaró que solo se estaba adaptando, ante lo cual calme mis ánimos sin perder de vista de refilón ese extraño abalorio que permanecía ahora aferrado a mi cuerpo.
Tomé asiento obedientemente sin demasiadas ganas, y observé con curiosidad como iba apilando material tanto de estudio como de practicas delante mio, para finalmente darme una indicación bastante abierta antes de desaparecer por la puerta.
Lo primero que hice fue mirar si era capaz de identificar algunas plantas, algunas me sonaban de haberlas visto por los bosques en mis viajes, pero una de ellas, la reconocí automáticamente por ser de mi tierra natal. El Barrimoth era algo que usábamos a menudo en casa, la abuela Theragon solía colocarla por toda las cavernas y tomarla cuando su mala vista le hacía doler la cabeza, también recordaba de pequeña, que habiéndonos rozado con alguna ortiga la abuela nos había hecho frotarnos con esa planta para aliviar el dolor.
Con cuidado aparte una porción de aquello, y empecé a pasar las paginas de los libros buscando ene l indice cualquier palabra clave que pudiera indicarme algo que hacer con ella.
Teniendo un ingrediente clave localizado no fue demasiado difícil encontrar una receta sencilla para calmar fuertes migrañas, y que a su vez, requería de pocos ingredientes, la cual tomé como la indicada a su vez, porque si salia mal, al menos no echaba a perder gran parte del material en mi intento.
Despejé la mesa, y ordené las cosas antes de empezar para que me fuera mas fácil trabajar, apilando todos los libros y dejando únicamente el que requería abierto por la pagina indicada, localicé las dos plantas que requería, un paqueñó mortero, un vial, un cuenco, y una herramienta que me pareció idónea para mezclar aunque no estaba segura de que ese fuera su uso, además de algunos cuchillos filosos y delgados para trabajar con las plantas.
Encendí un fuego en el soporte metálico con una plataforma debajo y con unos sostenes de orfebrería en los que encajaban perfectamente unos vasos de cristal semejantes a los que mostraba el libro para calentar los brebajes, y deje para que se calentara un poco de agua en el.
Tomé la belladonea y separé la raíz del resto, la piqué en pequeños pedazos y la coloqué en el mortero, desmigajando la y triturándola hasta que quedó una pequeña porción de un pastiche espeso y homogeneo. Seguidamente separé de las ramas del Barrimoth algunas hojas secas que coloqué en un molinillo para que quedara reducido a un polvó verde oscuro y fino.
Con ambos ingredientes separados y listos, los cubrí dejándolos reposar mientras tomaba un solo fruto de belladona y lo pelaba con cuidado con uno de los cuchillos, hasta descubrir su gelatinoso centro.
Una vez el agua herbia vertí el polvo para disolverlo en en el agua hasta que los granulos desaparecieron dejando la mezcla con un familiar color oscuro similar al de la planta, pero semitransparente, en forma de hilo fui soltando el aceite de raíz de belladonea que había ene l mortero para que se disolviera completamente con el resto de la mezcla, abandonando aquello unos instantes y exprimir el fruto sobre la solución que estaba creando, interponiendo entre el liquido y el fruto una rejilla que se encargaría de filtrar cualquier rastro de piel, semilla o carnosidad para que no cayera en la mezcla y no portase al final, mas cantidad de la planta de la debida.
Una vez había terminado la parte activa de la preparación empece a recoger el material utilizado y a dejarlo en un rincón para poder lavarlo mas adelante si el profesor me lo indicaba, controlando de refilón todo el tiempo a la espera de que la mezcla tomara al consistencia descrita en el libro, revolviendo con la varilla que había encontrado constantemente para que no se formaran grumos.
Apagué el fuego, cubrí mis manos con un par de paños que saqué de mi propio morral apra no quemarme y lo vertí en uno de los viales para pociones que había dejado para que no siguiera cociéndose en el recipiente caliente, y se enfriara mas rápido.
No sabía si había quedado bien o no, pero des de luego des de mi punto de vista se parecía bastante al brebaje para las migrañas que desribia el libro. Su tono se había tornado de un marrón verdoso oscuro poco apetecible, y su consistencia era mas liquida que cremosa pero sin resultar tan liviana como el agua. Me sentía satisfecha, ahora solo faltaba que el maestro estuviera tan contento con mi creación como me encontraba yo.
- off-rol:
- Hice lo que pude con el herbolario de aerandir, pero hay pocos datos sobre preparados alquímicos sencillos y la mayoria de datos que hay son medicinales, por lo que he supuesto que ese tipo de preparados pese ser para curar pertenecen a la rama de alquimia.
Arygos Valnor
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Re: Con pies de plomo [quest] [CERRADO]
Sonidos desconocidos, no era la primera vez que el brujo se encontraba en un busque, pero cada uno de los sonidos de aquel infierno parecía nuevo, como si jamas hubiese escuchado antes el chirrido de un cuervo negro, posado en una seca rama tan alta que apenas se lo podía ver, con n cante ronco y lleno de eco, un viento invisible e imperceptible movía algunas hojas del suelo haciéndolas bailar en remolimos.
Los paso del brujo crujían, casi simulando los andares de otra persona a su alrededor. El frío, poco a poco, comenzaba a desengancharse de sus huesos, aunque una extraña humedad se retenía en ellos. Sus extremidades ya respondías a los estímulos y a las ordenes de su cabeza, aunque si tuviese que pelear en aquel preciso instante, posiblemente afectaría a sus capacidades motrices.
Esperemos que sepas pelear sin tu preciada magia.
**
Ya no había luz en la calle, por las ventanas de las casas tan solo se escapaba la claridad de los candiles, que iluminaban escasamente las calles. El anciano había estado trabajando, todo el día. Los alumnos llegaron silenciosos, esperando pacientes en los sillones de la primera habitación, no faltaría mucho para la hora de cenar. Habían depositado en los cofres unos sacos, posiblemente con lo que el maestro les había pedido que fuesen a buscar.
El hombre de cabellos blancos entró en la habitación donde Arygos había estado trabajando.
-¿Ya terminaste?- preguntó sin necesidad de respuesta, ya que el olor respondía por ella. Olía a sanación, a plantas del norte y a fuego, y al parecer no había echo volar la casa por los aires. No estaba nada mal. -Vamos a ver lo que has hecho...- susurro con voz ronca acercándose a la joven y su brebaje. -No esta mal, pero no te recomiendo que te la tomes, ya que podría darte algunos dolores de estomago. El tiempo de cocción del agua no ha sido el adecuando, y alguna de las hojas que has utilizado estaba ya pasada. Pero para los vagos conocimientos que jurabas tener, no esta nada mal, Arygos.- cogió la poción y la colocó en una de las estanterías, guardando después los objetos, dejando los libros sobre la mesa ya limpia.
Tras la puerta del este, por la que Arygos aun no había pasado, les esperaba la cena. Un amplio comedor con una gran y alargada mesa, con multiples sillas y apenas cinco platos. Estantería a los lados y una humilde cocina. Olía a sopa de ave, sobre la mesa había una ensalada de verduras y una jarra de agua y otra de algo que parecía vino.
la pareja de alumnos se sentaron a un lado, el anciano presidiendo la mesa, esperaron unos minutos en silencio después de que se sentase la dragona, al parecer la quinta persona no llegaba, por lo que comenzaron a cenar.
Aparentemente, no había más salas.
Los paso del brujo crujían, casi simulando los andares de otra persona a su alrededor. El frío, poco a poco, comenzaba a desengancharse de sus huesos, aunque una extraña humedad se retenía en ellos. Sus extremidades ya respondías a los estímulos y a las ordenes de su cabeza, aunque si tuviese que pelear en aquel preciso instante, posiblemente afectaría a sus capacidades motrices.
Esperemos que sepas pelear sin tu preciada magia.
**
Ya no había luz en la calle, por las ventanas de las casas tan solo se escapaba la claridad de los candiles, que iluminaban escasamente las calles. El anciano había estado trabajando, todo el día. Los alumnos llegaron silenciosos, esperando pacientes en los sillones de la primera habitación, no faltaría mucho para la hora de cenar. Habían depositado en los cofres unos sacos, posiblemente con lo que el maestro les había pedido que fuesen a buscar.
El hombre de cabellos blancos entró en la habitación donde Arygos había estado trabajando.
-¿Ya terminaste?- preguntó sin necesidad de respuesta, ya que el olor respondía por ella. Olía a sanación, a plantas del norte y a fuego, y al parecer no había echo volar la casa por los aires. No estaba nada mal. -Vamos a ver lo que has hecho...- susurro con voz ronca acercándose a la joven y su brebaje. -No esta mal, pero no te recomiendo que te la tomes, ya que podría darte algunos dolores de estomago. El tiempo de cocción del agua no ha sido el adecuando, y alguna de las hojas que has utilizado estaba ya pasada. Pero para los vagos conocimientos que jurabas tener, no esta nada mal, Arygos.- cogió la poción y la colocó en una de las estanterías, guardando después los objetos, dejando los libros sobre la mesa ya limpia.
Tras la puerta del este, por la que Arygos aun no había pasado, les esperaba la cena. Un amplio comedor con una gran y alargada mesa, con multiples sillas y apenas cinco platos. Estantería a los lados y una humilde cocina. Olía a sopa de ave, sobre la mesa había una ensalada de verduras y una jarra de agua y otra de algo que parecía vino.
la pareja de alumnos se sentaron a un lado, el anciano presidiendo la mesa, esperaron unos minutos en silencio después de que se sentase la dragona, al parecer la quinta persona no llegaba, por lo que comenzaron a cenar.
Aparentemente, no había más salas.
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·Geralt, en tu siguiente post debes encontrarte con algún problema, del cual te inspiraras en el herbolario, utilizando uno de sus ejemplares.
·Arygos, termina el día. No conoces de la existencia de la entrada al sótano, donde está tu principal misión. o puedes salir de la casa. Puedes hablar con los otros alumnos, procurando metarolearles lo más justo posible.
Cuidado con tus palabras, podrías ser descubierta en cualquier momento.
No puedes transformarte en dragon.
Wyn
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Re: Con pies de plomo [quest] [CERRADO]
¿Eran todos los bosques siempre tan siniestros? ¿O solo este en concreto? Seguro que era por la falta de poderes, aun se sentía raro, cosa que no le gustaba en absoluto, pero por otra parte, le aterraba acostumbrarse. ¿Qué era un brujo sin magia? Aparte de pobre y miserable. Era peor que un elfo, cosa extremadamente preocupante, tenía que recuperar su magia, no debía haber pasado ni siquiera diez minutos sin magia y ya echaba de menos el dulce sonido de las cosas explotando, como la casa de ese estúpido alquimista.
Un cuervo chillo por algún lugar, de manera sorprendentemente alta, haciendo que se sobresaltara. Solo era un estúpido pajarraco. Y ese sonido a su espalda eran solo las hojas secas crujiendo bajos sus pies. Paro un momento, solo silencio a parte de ese estúpido cuervo que acabaría siendo su cena como no callara de inmediato. Si, solo era eso. Pero justo antes de que su pie volviera a pisar el lecho de hojas, oyó movimiento a sus espaldas. Esta vez NO eran imaginaciones suyas. Se giró sobre sí mismo, espada en mano. El cuero de la empuñadura le confería una falsa sensación de seguridad, pero a falta de magia, era lo mejor que podía conseguir. Con la otra mano rebusco en su armadura uno de sus cuchillos mientras esperaba.
Un par de orejas peludas sobresalieron de un arbusto cercano, el lugar de procedencia del sonido, y luego le siguió un hocico rayado. Era un perro de colores purpúreos y blancos, un Garghaos. -Hola pequeñajo, ¿te has perdido?- Echaba mucho de menos a sus lobos. El perro se lo quedo mirando, examinándolo, hasta que pareció decidir que no era una amenaza y correteo a su alrededor meneando la cola. El brujo le acaricio la cabeza arrancó un palo de un árbol cercano, cosa que hizo un ruido sorprendentemente alto –Voy a llamarte Wernack…- Resultó ser que ese nombre iba a ser premonitorio. Arrojó el palo con toda la fuerza que pudo, haciendo que rodara en el aire hasta chocar con un árbol medio muerto cercano. El Garghaos miró al árbol, lo miro a él y salió por patas en dirección contraria. –Eh, ¿qué haces? Es por el otro lado.- Entonces lo vio, el árbol se estaba moviendo, y no era un movimiento del tipo “hojas mecidas suavemente por el viento”, no, a ese árbol le salieron brazos y piernas, incluso una cara. Seguro que ya los tenia antes, pero no se había fijado en la maldita bestia homicida por culpa de ese estúpido cuervo. –Oh, venga ya, dadme un maldito respiro…- A juzgar por la cara de mala leche, y su aspecto a madera, eso debía ser una dríope, genial, una bestia a la que podría haber fulminado con un chasquido literalmente dos horas antes. Suspiró con resignación y se puso en guardia, si quería una hoguera tendría que hacerlo de la manera cansada. –Te prometo que esa rama me la trajo un chucho, no la he arrancado yo…- no pareció que colase.
Un cuervo chillo por algún lugar, de manera sorprendentemente alta, haciendo que se sobresaltara. Solo era un estúpido pajarraco. Y ese sonido a su espalda eran solo las hojas secas crujiendo bajos sus pies. Paro un momento, solo silencio a parte de ese estúpido cuervo que acabaría siendo su cena como no callara de inmediato. Si, solo era eso. Pero justo antes de que su pie volviera a pisar el lecho de hojas, oyó movimiento a sus espaldas. Esta vez NO eran imaginaciones suyas. Se giró sobre sí mismo, espada en mano. El cuero de la empuñadura le confería una falsa sensación de seguridad, pero a falta de magia, era lo mejor que podía conseguir. Con la otra mano rebusco en su armadura uno de sus cuchillos mientras esperaba.
Un par de orejas peludas sobresalieron de un arbusto cercano, el lugar de procedencia del sonido, y luego le siguió un hocico rayado. Era un perro de colores purpúreos y blancos, un Garghaos. -Hola pequeñajo, ¿te has perdido?- Echaba mucho de menos a sus lobos. El perro se lo quedo mirando, examinándolo, hasta que pareció decidir que no era una amenaza y correteo a su alrededor meneando la cola. El brujo le acaricio la cabeza arrancó un palo de un árbol cercano, cosa que hizo un ruido sorprendentemente alto –Voy a llamarte Wernack…- Resultó ser que ese nombre iba a ser premonitorio. Arrojó el palo con toda la fuerza que pudo, haciendo que rodara en el aire hasta chocar con un árbol medio muerto cercano. El Garghaos miró al árbol, lo miro a él y salió por patas en dirección contraria. –Eh, ¿qué haces? Es por el otro lado.- Entonces lo vio, el árbol se estaba moviendo, y no era un movimiento del tipo “hojas mecidas suavemente por el viento”, no, a ese árbol le salieron brazos y piernas, incluso una cara. Seguro que ya los tenia antes, pero no se había fijado en la maldita bestia homicida por culpa de ese estúpido cuervo. –Oh, venga ya, dadme un maldito respiro…- A juzgar por la cara de mala leche, y su aspecto a madera, eso debía ser una dríope, genial, una bestia a la que podría haber fulminado con un chasquido literalmente dos horas antes. Suspiró con resignación y se puso en guardia, si quería una hoguera tendría que hacerlo de la manera cansada. –Te prometo que esa rama me la trajo un chucho, no la he arrancado yo…- no pareció que colase.
Geralt
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Re: Con pies de plomo [quest] [CERRADO]
La espera se hizo larga, por los nervios de si habría aprobado o no aquella pequeña prueba. Si mi intento de crear algo fallaba, me vería probablemente de nuevo en la calle teniendo que decirle a a mujer aquella que no había sido capaz de hallar nada sobre su hija, o en su defecto, tendría que intentar entrar a la fuerza, lo cual me parecía una pésima idea, porque me arriesgaba a causar destrozos a personas que bien podían ser inocentes.
Por ahora, y pese la pequeña excentricidad del brazalete,, que parecía ser mas un deje nostálgico de un anciano en sus últimos años, no había observado nada que me pareciera extraño. Quizás lo silenciosos de los alumnos, pero tampoco tenía nada con que comparar aquello.
Mis cabilaciónes fueron interrumpidas por la vuelta del anciano, quien cuando pregunte, ofrecí como toa respuesta el brebaje deslizandolo cuidadosamente sobre la mesa para que quedara en el centro.
Mi mirada fue alternativamente del anciano al potingue que había entre ambos mientras ejercía las correciónes pertinentes. Dolor de estomago... pero tampoco había mencionado que no fuera a cumplir su principal utilidad que era la de aliviar las migrañas, así que me lo tomé como una victoria a medias, y el anciano no parecía decepcionado del todo con aquello, por lo que asumí que había pasado el examen de admisión.
-Gracias.- una sonrisa se esbozó en mis labios, con la satisfacción de haber podido cumplir con las expectativas, y recibir comentarios de aprobación.
No dejaba de ser impresionante como algo que para mi lucia exactamente igual que en el libro, podía ser distinguido y analizado con tanto detalle por un ojo experto. Sin duda alguna aquel hombre era un experto en alquimia, fuera o no un secuestrador.
El día había llegado a su fin, y habiendo pasado el día encerrado empecé a notar como se me encogía el estomagó por el hambre, y no parecía ser la única, pues al seguir al maestro, y a los alumnos que lo acompañaban llegamos a una sala bastante grande presidida por una mesa.
Me senté sin quejarme en ella, y observé con curiosidad el lugar vacío mientras todos aguardaban silenciosamente, y paseando la mirada en mis nuevos compañeros a quien les dedique un cortés saludo inclinando la cabeza, mientras buscaba en ambos cualquier similitud que los pudiera emparentar con la mujer que me había pedido auxilio, o cualquier rasgo que correspondiera con la poca información que poseía de la joven desaparecida.
-Buenas noches, me llamo Arygos, gusto en conocerles.- saludé a quienes iban a ser mis nuevos compañeros por ahora, mientras intentaba no mirar mi plato. El olor que precedía su imagen ya me revolvía el estomago por si mismo, pero cuando todos se pusieron a comer sucedió lo inevitable.
Una especie de potingue con trozos de carne blanquecina flotando se presentaba en mi sitio. Lo primero es que la carne no tenía que ser blanca. la carne era roja, o debía de serlo. Además de que aquellos pedazos apenas si permitían distinguir a que clase de animal podía haber pertenecido. Tuve que contener una arcada ante la imagen mental de meterme un pedazo de aquel mejunje en la boca, y tenía que hacer grandes esfuerzos por contener la mueca de asco que me provocaba aquella visión.
Jamás, des de que había dejado las montañas me había dignado a probar lo que el resto del continente llamaba comida, que no era mas que churruscar un rico alimento hasta darle un olor, un color y una apariencia lo menos apetecible posible.
La ensalada de verdura no tenía por lo menos un aspecto tan atroz, y aunque distaba bastante de lo que tendía a ser mi dieta, se me antojaba mucho mas comestible que aquello que me aventuraba a adivinar como ave remojada.
Mi mirada paseo de mi plato al de la persona que no parecía llegar.
-¿Sería descortés si espero a la persona restante? No quisiera que tenga que cenar en solitario.- Comenté intentando alargar el inevitable momento en el que tendría que llevarme aquello al estomago. Probablemente no fuera muy cortés de mi parte ofrecerme a salir a buscar mi propia comida.
----------------------
Off-rol:·En dicho caso prefiero no hablar por los npc, para no incurrir en errores, ni tocar dos de tus herramientas de narración, al carecer de datos sobre los mismos para interpretarlos correctamente.
Por ahora, y pese la pequeña excentricidad del brazalete,, que parecía ser mas un deje nostálgico de un anciano en sus últimos años, no había observado nada que me pareciera extraño. Quizás lo silenciosos de los alumnos, pero tampoco tenía nada con que comparar aquello.
Mis cabilaciónes fueron interrumpidas por la vuelta del anciano, quien cuando pregunte, ofrecí como toa respuesta el brebaje deslizandolo cuidadosamente sobre la mesa para que quedara en el centro.
Mi mirada fue alternativamente del anciano al potingue que había entre ambos mientras ejercía las correciónes pertinentes. Dolor de estomago... pero tampoco había mencionado que no fuera a cumplir su principal utilidad que era la de aliviar las migrañas, así que me lo tomé como una victoria a medias, y el anciano no parecía decepcionado del todo con aquello, por lo que asumí que había pasado el examen de admisión.
-Gracias.- una sonrisa se esbozó en mis labios, con la satisfacción de haber podido cumplir con las expectativas, y recibir comentarios de aprobación.
No dejaba de ser impresionante como algo que para mi lucia exactamente igual que en el libro, podía ser distinguido y analizado con tanto detalle por un ojo experto. Sin duda alguna aquel hombre era un experto en alquimia, fuera o no un secuestrador.
El día había llegado a su fin, y habiendo pasado el día encerrado empecé a notar como se me encogía el estomagó por el hambre, y no parecía ser la única, pues al seguir al maestro, y a los alumnos que lo acompañaban llegamos a una sala bastante grande presidida por una mesa.
Me senté sin quejarme en ella, y observé con curiosidad el lugar vacío mientras todos aguardaban silenciosamente, y paseando la mirada en mis nuevos compañeros a quien les dedique un cortés saludo inclinando la cabeza, mientras buscaba en ambos cualquier similitud que los pudiera emparentar con la mujer que me había pedido auxilio, o cualquier rasgo que correspondiera con la poca información que poseía de la joven desaparecida.
-Buenas noches, me llamo Arygos, gusto en conocerles.- saludé a quienes iban a ser mis nuevos compañeros por ahora, mientras intentaba no mirar mi plato. El olor que precedía su imagen ya me revolvía el estomago por si mismo, pero cuando todos se pusieron a comer sucedió lo inevitable.
Una especie de potingue con trozos de carne blanquecina flotando se presentaba en mi sitio. Lo primero es que la carne no tenía que ser blanca. la carne era roja, o debía de serlo. Además de que aquellos pedazos apenas si permitían distinguir a que clase de animal podía haber pertenecido. Tuve que contener una arcada ante la imagen mental de meterme un pedazo de aquel mejunje en la boca, y tenía que hacer grandes esfuerzos por contener la mueca de asco que me provocaba aquella visión.
Jamás, des de que había dejado las montañas me había dignado a probar lo que el resto del continente llamaba comida, que no era mas que churruscar un rico alimento hasta darle un olor, un color y una apariencia lo menos apetecible posible.
La ensalada de verdura no tenía por lo menos un aspecto tan atroz, y aunque distaba bastante de lo que tendía a ser mi dieta, se me antojaba mucho mas comestible que aquello que me aventuraba a adivinar como ave remojada.
Mi mirada paseo de mi plato al de la persona que no parecía llegar.
-¿Sería descortés si espero a la persona restante? No quisiera que tenga que cenar en solitario.- Comenté intentando alargar el inevitable momento en el que tendría que llevarme aquello al estomago. Probablemente no fuera muy cortés de mi parte ofrecerme a salir a buscar mi propia comida.
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Off-rol:·En dicho caso prefiero no hablar por los npc, para no incurrir en errores, ni tocar dos de tus herramientas de narración, al carecer de datos sobre los mismos para interpretarlos correctamente.
Arygos Valnor
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Re: Con pies de plomo [quest] [CERRADO]
Cada uno de sus movimientos estaban acompañados de un característico sonido que, de haberlo oído alguien con más neuronas que el estúpido exbrujo, hubieran causado las peores pesadillas de toda Aerandir. Era como escuchar unas largas y afiladas uñas arañar una mesa de madera y, a la vez, era como escuchar reirse a decenas de ratas al mismo tiempo. Una cosa era segura y era que no sonaba a lo que veía. Aquel no era el sonido del crujir de la madera, ni el silencio que emitían los árboles ni para nada sonaba igual que la calma del bosque; aquel era el sonido de un driode despierto y furioso.
La charlatanería del Sin Poderes solo sirvió para que la bestia parase dos escasos segundos a recoger una enorme roca del suelo y lanzarla contra el garghaos que huía despavorido. El tiro no fue erróneo y, tras el impacto, la cabeza del can se abrió convirtiéndose en una masa de hueso roto, sangre y pelo. Que eso sirviera como preámbulo de lo muy enfadado que estaba con aquel irrespetuoso brujo y de cuanto mal le iba a hacer a él.
El driode se estiró con ambos brazos en alto sin apartar la vista de quien le había despertado y emitió un sonido mucho peor del que emitía las ramas de su cuerpo al moverse. Este nuevo sonido era un rugido, uno que nada tenía que envidiar al rugido de un dragón.
La charlatanería del Sin Poderes solo sirvió para que la bestia parase dos escasos segundos a recoger una enorme roca del suelo y lanzarla contra el garghaos que huía despavorido. El tiro no fue erróneo y, tras el impacto, la cabeza del can se abrió convirtiéndose en una masa de hueso roto, sangre y pelo. Que eso sirviera como preámbulo de lo muy enfadado que estaba con aquel irrespetuoso brujo y de cuanto mal le iba a hacer a él.
El driode se estiró con ambos brazos en alto sin apartar la vista de quien le había despertado y emitió un sonido mucho peor del que emitía las ramas de su cuerpo al moverse. Este nuevo sonido era un rugido, uno que nada tenía que envidiar al rugido de un dragón.
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El quinto comensal jamás llegó. No iba a asistir, tanto Eros como la pareja de estudiantes sabían que no vendría; solo pusieron su plato y cubierto en la mesa por pura cortesía. La única que no sabía nada al respecto al quinto comensal era la chica peliblanca. Cuando preguntó, el hombre de la pareja de estudiantes, el más joven de ambos, no pudo evitar mirar de soslayo. Ella no sabía nada respecto al lugar donde había entrado, nadie se había molestado a explicárselo ni nadie lo haría jamás pues sería una pérdida de tiempo, por no hablar de toda la saliva que se desperdiciaría hablando con ella. Su compañera pensó igual que él y, tras la presentación de la recién llegada, solo se limitó a asentir y comer.
-Oh mi joven alumna- Contestó cariñosamente el maestro Eros. La mirada de soslayo del joven cambió de dirección y se centró en el maestro abandonando así los ojos azules de la peliblanca. – Es posible que tengas que esperar horas, tal vez días e incluso semanas. No sabemos si nuestro amigo volverá esta noche o la que viene; pero cuando lo haga tendrá un plato caliente sobre la mesa. Solo come y, por favor, disfruta de la rica comida que he preparado. No hacerlo eso sí que sería un acto descortés.-
Por primera vez desde que se sentó en la mesa, el joven aprendiz hizo una mueca en su cara expresando un sentimiento; una simple y fugaz sonrisa que marcaba que el último comentario del maestro Eros le había resultado en gracia.
_____________________
*Ambos: A partir del día de hoy seré yo y no Wyn quien lleve vuestra quest.
* Geralt: Debes elegir entre huir o enfrentarte al driode; tus acciones tendrán consecuencias. No puedes matar al driode ni inmovilizarlo por ahora. Cuando acabes el post deberás lanzar las runas por ver la voluntad de los Dioses.
* Arygos Valnor: Ese quinto misterioso comensal puede ser una buena vía para comenzar tus investigaciones. Pregunta pero no demasiado para no causar sospechas. Por ahora, seguirás sin poder abandonar la casa y sin transformarte en dragón.
* Geralt: Debes elegir entre huir o enfrentarte al driode; tus acciones tendrán consecuencias. No puedes matar al driode ni inmovilizarlo por ahora. Cuando acabes el post deberás lanzar las runas por ver la voluntad de los Dioses.
* Arygos Valnor: Ese quinto misterioso comensal puede ser una buena vía para comenzar tus investigaciones. Pregunta pero no demasiado para no causar sospechas. Por ahora, seguirás sin poder abandonar la casa y sin transformarte en dragón.
Sigel
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Re: Con pies de plomo [quest] [CERRADO]
Había tres tipos de respuesta ante una amenaza, la primera era quedarse paralizado de terror, por suerte para la especie, cada vez eran menos los que seguían esta respuesta, puesto que la mayoría morían antes de tener hijos, la siguiente era correr, una opción muy válida en ese caso, y la estaba considerando seriamente, pero… no era lo que se decía un atleta, ¿de verdad podía correr más que ese bicho de patas tan largas, en su propio terreno? Lo dudaba, asi que quedaba la tercera, la única que era de su estilo, la gente debía cargarse a esas cosas mucho antes de que apareciera un brujo de fuego y calara fuego a medio bosque, podía hacerse con una espada, seguro.
Desenvaino la espada a la vez que el monstruo lanzaba el primer ataque, salvo que ese pedrusco no le dio, sino que paso de largo y alcanzo a ese pobre chucho. El peliblanco se agacho ligeramente, con la espada al lado, esperando a que el rugido acabara, que su enemigo dejara de hacer un numerito e hiciera algo. Realmente, podía usar alguno de sus cachivaches mágicos para facilitarle la tarea, no tenía claro que hacer sonar una flauta para que sus archienemigos roedores lo ayudaran fuese a servir de algo, o que unos pocos mikakos bastaran, pero desde luego ayudarían… posiblemente.
Pero primero quería probar por sí mismo, tenía una espada, flechas que ahora no le servirían de nada, cuchillos y mayores conocimientos sobre driodes que ella misma, seguro que podía apañar algo. Sino ya incendiaria el bosque entero a golpe de mikako.
Comprobó que sus cuchillos seguían en su sitio con la mano izquierda y espero mientras el monstruo se abalanzaba sobre él. Empezaría con un golpe de sus manos ¿tenía siquiera garras? Daba igual, con la fuerza de ese bicho podía morir igual, solo tenía que esquivarlo saltando hacia tras lo justo y necesario para lanzar un tajo horizontal. Era una rama al fin y al cabo, debería poder rebanarle el brazo si usaba ambas manos, dejarlo muy mal por lo menos. Luego tendría que apartarse rápidamente para evitar tener una muerte horrible por driode manco, sería demasiado triste.
Desenvaino la espada a la vez que el monstruo lanzaba el primer ataque, salvo que ese pedrusco no le dio, sino que paso de largo y alcanzo a ese pobre chucho. El peliblanco se agacho ligeramente, con la espada al lado, esperando a que el rugido acabara, que su enemigo dejara de hacer un numerito e hiciera algo. Realmente, podía usar alguno de sus cachivaches mágicos para facilitarle la tarea, no tenía claro que hacer sonar una flauta para que sus archienemigos roedores lo ayudaran fuese a servir de algo, o que unos pocos mikakos bastaran, pero desde luego ayudarían… posiblemente.
Pero primero quería probar por sí mismo, tenía una espada, flechas que ahora no le servirían de nada, cuchillos y mayores conocimientos sobre driodes que ella misma, seguro que podía apañar algo. Sino ya incendiaria el bosque entero a golpe de mikako.
Comprobó que sus cuchillos seguían en su sitio con la mano izquierda y espero mientras el monstruo se abalanzaba sobre él. Empezaría con un golpe de sus manos ¿tenía siquiera garras? Daba igual, con la fuerza de ese bicho podía morir igual, solo tenía que esquivarlo saltando hacia tras lo justo y necesario para lanzar un tajo horizontal. Era una rama al fin y al cabo, debería poder rebanarle el brazo si usaba ambas manos, dejarlo muy mal por lo menos. Luego tendría que apartarse rápidamente para evitar tener una muerte horrible por driode manco, sería demasiado triste.
Geralt
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Re: Con pies de plomo [quest] [CERRADO]
El miembro 'Geralt' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: Con pies de plomo [quest] [CERRADO]
Revolví la comida con la cuchara, prestando mas atención a la respuesta que a la comida en si.
-¿Le ha pasado algo?.- Pregunte con genuina preocupación. Una respuesta tan vaga no podía insinuar un viaje, ya que era mas sencillo tener una previsión de cuando se tardaba en ir y volver que lo que habían dicho, y si fuera que estaba enferma esa persona, no le pondrían un plato en la mesa si no en su alcoba. Lo mas coherente me parecía que hubiera desaparecido. Lo que explicaría porque aquella mujer de la aldea no recibía noticias si se trataba de su hija. Aunque nada me aseguraba de que su hija no fuera ninguno del resto de comensales.
La sonrisa de uno de los aprendices me desorientó un poco, no supe muy bien como encajarla en aquella conversación, que si bien era educada, giraba entorno a una lúgubre situación.
Mas allá de nuestra charla el momento llegaba, el momento el el que tendría que dar cuenta de aquel mejunje, porque como había indicado el anciano, seríia una descortesía no hacerlo. Estaba segura que vomitar sobre la mesa también era considerado descortés.
Aguante la respiración discretamente, e intentando que no me temblase la mano lleve una cucharada de esa cosa por mi garganta.
Si me había quejado muchas veces del olor de la comida de los humanoides, el sabor era muchísimo peor. Como un concentrado de su aroma con algo mas que no quería aventurarme a adivinar.
Tragar aquello fue mucho mas difícil que hacer la poción para granjearme el acceso, y pude sentir como la sangre abandonaba mi rostro y la comida intentaba subir nuevamente para ser expulsada, obligándome a a tragarla de nuevo varias veces hasta que logre que se quedase en el estomago.Incluso el sabor ácido de la bilis en la parte posterior de mi lengua era preferible a la mezcla del dulzón de las verduras cocidas y reblandecidas con el liquido grumoso y espeso en el que flotaba la carne de pollo que se desmigajaba en fibras, por suerte, insípidas.
Aquello era una tortura peor que llevar zapatos.
Llevarme la segunda cucharada fue aun peor que la primera, porque esta vez ya sabia que me esperaba, y lo temía. Por desgracia no fue una experiencia mas piadosa. A ese ritmo probablemente sería la ultima en terminar, pero por lo menos me habría comido aquel menjunje, y no podrían quejarse.
-Disculpen, no estoy acostumbrada a esa clase de ... manjares.- respondí intentando con eso que no se tomaran a mal cualquier clase de expresión de repugnancia que se me hubiera escapado. Me bebí casi de un solo trago el vaso d agua intentando sacarme el sabor de la boca antes de seguir, y darme unos instantes de descanso.
No temía hablarles de mi comida habitual, pero ya se me habían quejado algunas personas de lo repugnante que les resultaba la imagen de comerse un animal crudo y pataleante. Que yo sufriese con la cena no significaba que tuviera que hacerles padecer lo mismo a los otros comensales.
-¿Le ha pasado algo?.- Pregunte con genuina preocupación. Una respuesta tan vaga no podía insinuar un viaje, ya que era mas sencillo tener una previsión de cuando se tardaba en ir y volver que lo que habían dicho, y si fuera que estaba enferma esa persona, no le pondrían un plato en la mesa si no en su alcoba. Lo mas coherente me parecía que hubiera desaparecido. Lo que explicaría porque aquella mujer de la aldea no recibía noticias si se trataba de su hija. Aunque nada me aseguraba de que su hija no fuera ninguno del resto de comensales.
La sonrisa de uno de los aprendices me desorientó un poco, no supe muy bien como encajarla en aquella conversación, que si bien era educada, giraba entorno a una lúgubre situación.
Mas allá de nuestra charla el momento llegaba, el momento el el que tendría que dar cuenta de aquel mejunje, porque como había indicado el anciano, seríia una descortesía no hacerlo. Estaba segura que vomitar sobre la mesa también era considerado descortés.
Aguante la respiración discretamente, e intentando que no me temblase la mano lleve una cucharada de esa cosa por mi garganta.
Si me había quejado muchas veces del olor de la comida de los humanoides, el sabor era muchísimo peor. Como un concentrado de su aroma con algo mas que no quería aventurarme a adivinar.
Tragar aquello fue mucho mas difícil que hacer la poción para granjearme el acceso, y pude sentir como la sangre abandonaba mi rostro y la comida intentaba subir nuevamente para ser expulsada, obligándome a a tragarla de nuevo varias veces hasta que logre que se quedase en el estomago.Incluso el sabor ácido de la bilis en la parte posterior de mi lengua era preferible a la mezcla del dulzón de las verduras cocidas y reblandecidas con el liquido grumoso y espeso en el que flotaba la carne de pollo que se desmigajaba en fibras, por suerte, insípidas.
Aquello era una tortura peor que llevar zapatos.
Llevarme la segunda cucharada fue aun peor que la primera, porque esta vez ya sabia que me esperaba, y lo temía. Por desgracia no fue una experiencia mas piadosa. A ese ritmo probablemente sería la ultima en terminar, pero por lo menos me habría comido aquel menjunje, y no podrían quejarse.
-Disculpen, no estoy acostumbrada a esa clase de ... manjares.- respondí intentando con eso que no se tomaran a mal cualquier clase de expresión de repugnancia que se me hubiera escapado. Me bebí casi de un solo trago el vaso d agua intentando sacarme el sabor de la boca antes de seguir, y darme unos instantes de descanso.
No temía hablarles de mi comida habitual, pero ya se me habían quejado algunas personas de lo repugnante que les resultaba la imagen de comerse un animal crudo y pataleante. Que yo sufriese con la cena no significaba que tuviera que hacerles padecer lo mismo a los otros comensales.
Arygos Valnor
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Re: Con pies de plomo [quest] [CERRADO]
Hacía años, décadas tal vez que el driode no se levantaba para luchar. Esa fue la única razón por la que cayó al suelo ante el primer golpe del Sin Poderes. Un horrendo crack sonó cuando la espada del peliblanco dio un tajo sobre el hombro de la criatura y otro crack cuando el trasero de la bestia árbol impactó contra la fría tierra.
Vaciló unos instantes antes de volver a ponerse en pie. Tuvo que palparse el lugar de su hombro donde el Sin poderes le había golpeado con su espada para darse cuenta de todo el mal que había sufrido y de cuántas de las ramas que formaban su cuerpo se habían quebrado. Su brazo seguía entero, pero parecía un guiñapo inútil. El brazo dañado ni se movía ni quería moverse.
La duda era un sentimiento muy humano. Cuando el driode, la bestia del bosque, se dio cuenta de lo que sentía era duda, se arrancó el mismo el brazo de un solo tirón y se lo lanzó a los pies del Sin Poderes junto con un grito que hizo temblar a todos los árboles del bosque; incluso aquellos que, como él, dormían.
Se levantó del suelo y cargó de nuevo contra el peliblanco blandiendo, como única arma, las ramas del brazo que le quedaba que le hacían la función de uñas.
Vaciló unos instantes antes de volver a ponerse en pie. Tuvo que palparse el lugar de su hombro donde el Sin poderes le había golpeado con su espada para darse cuenta de todo el mal que había sufrido y de cuántas de las ramas que formaban su cuerpo se habían quebrado. Su brazo seguía entero, pero parecía un guiñapo inútil. El brazo dañado ni se movía ni quería moverse.
La duda era un sentimiento muy humano. Cuando el driode, la bestia del bosque, se dio cuenta de lo que sentía era duda, se arrancó el mismo el brazo de un solo tirón y se lo lanzó a los pies del Sin Poderes junto con un grito que hizo temblar a todos los árboles del bosque; incluso aquellos que, como él, dormían.
Se levantó del suelo y cargó de nuevo contra el peliblanco blandiendo, como única arma, las ramas del brazo que le quedaba que le hacían la función de uñas.
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Los dos alumnos giraron al unísono sus cabezas hacia al maestro al escuchar la pregunta de la recién novata. Sus caras se tornaron oscuras, serias y turbias. Justo al contrario que la de su maestro. Él seguía sereno, alegre e incluso jovial pese a su edad. Parecía que se divertía con las preguntas que le hacía la joven, también son su gestos de desagrado con la comida. Ambos discípulos, sin darse cuenta, pensaron a la vez en el día en que el maestro Eros parecía tan entusiasmado con una visita.
-Nada que nos tenga que preocupar en esta noche querida- volvió a hablar el maestro con el mismo tono afectuoso.
Su compañera volvió a hacer un gesto afirmativo con tal de reforzar las palabras del maestro Eros. Pero él, el más osado de los dos discípulos, tuvo que hacer fuerza para morderse la lengua para no decir nada inapropiado ni soltar una tremenda risotada.
-Discúlpame a mí, no acostumbro a tratar con otras razas. Rey, ¿tenemos algo de acorde a nuestra nueva amiga?- se lo dijo a su alumna más veterana y más eficaz. Ésta le respondió con un movimiento afirmativo de cabeza, se levantó de la mesa y abandonó la instancia para ir al lugar que hacía de cocina a la vez que de sala de laboratorio. –No tardará en volver- aseguró Eros con una sonrisa. –mientras, cuéntanos como llegaste a conocernos. No somos una escuela grande ni tampoco la más adinerada –el maestro expandió sus viejos manos con el fin de poder abarcar todo cuanto le rodeaba. - ¿Qué te trajo a nosotros?-
-Nada que nos tenga que preocupar en esta noche querida- volvió a hablar el maestro con el mismo tono afectuoso.
Su compañera volvió a hacer un gesto afirmativo con tal de reforzar las palabras del maestro Eros. Pero él, el más osado de los dos discípulos, tuvo que hacer fuerza para morderse la lengua para no decir nada inapropiado ni soltar una tremenda risotada.
-Discúlpame a mí, no acostumbro a tratar con otras razas. Rey, ¿tenemos algo de acorde a nuestra nueva amiga?- se lo dijo a su alumna más veterana y más eficaz. Ésta le respondió con un movimiento afirmativo de cabeza, se levantó de la mesa y abandonó la instancia para ir al lugar que hacía de cocina a la vez que de sala de laboratorio. –No tardará en volver- aseguró Eros con una sonrisa. –mientras, cuéntanos como llegaste a conocernos. No somos una escuela grande ni tampoco la más adinerada –el maestro expandió sus viejos manos con el fin de poder abarcar todo cuanto le rodeaba. - ¿Qué te trajo a nosotros?-
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* Geralt: Continua como hasta ahora: No puedes matar al driode ni inmovilizarlo. Cuando acabes el post deberás lanzar las runas por ver la voluntad de los Dioses. No puedes usar tus poderes.
* Arygos Valnor: La investigación avanza a buen ritmo. Sigue así pero recuerda ser precavida con lo que tú sabes y con lo que ellos saben. No puedes ni transformarte en dragón ni abandonar el hogar.
* Arygos Valnor: La investigación avanza a buen ritmo. Sigue así pero recuerda ser precavida con lo que tú sabes y con lo que ellos saben. No puedes ni transformarte en dragón ni abandonar el hogar.
Sigel
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