Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
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Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Tras los eventos de Sandorai, Eltrant se vio obligado a trasladar su taller.
Aunque el original sigue existiendo en Lunargenta, el nuevo es un carromato del tamaño aproximado de una vivienda con el que viaja por Aerandir. Es cómodo y relativamente espacioso para lo que en realidad es, haciendo el taller también la función de una vivienda sobre ruedas con facilidad.
El interior está plagado de herramientas materiales y varias mesas desmontadas que se ve forzado a sacar al exterior cada vez que monta el puesto en algún pueblo o ciudad principalmente porque es imposible trabajar desde dentro del carromato.
El vehículo cuenta con dos entradas, una a cada extremo del mismo. Una pequeña cama corona el fondo del vehículo, justo frente a la puerta que da al frente del carromato; salvo cuando está en uso, dicha cama esta usualmente apoyada contra la pared.
Como única decoración pueden verse varias macetas con flores de distintos colores adornando los pocos lugares que parecen estables de la caravana, incluso el techo. Eltrant siempre se encarga de sustituirlas metódicamente y de cuidarlas lo mejor que puede, depositando la mayor parte de su tiempo libre en esto.
El lateral del carromato puede desmontarse rápidamente dando pie a un modesto mostrador desde el cual puede, a su vez, atender a los distintos clientes que pueda tener en la herrería.
Como último detalle, en el techo del carromato hay un gran cartel con el símbolo y el nombre de la herrería, perfectamente visible para todo aquel que pase cerca. En ocasiones, puede llevar un pequeño remolque en el que están los materiales y recursos que no caben en el principal.
- Carromato Luna Invernal:
- Herrería de Lunargenta:
- Aspecto Herrería:
La pequeña oficina de Lunargenta, embutida entre un edificio abandonado y una ruidosa taberna ahora, también, hace las veces de taller.
La vivienda cuenta con dos habitaciones simples, siendo la primera tras la entrada, la estancia que está de cara al público y dónde se trabajan los materiales, la segunda, por otro lado, no es más que un dormitorio que, además, sirve ahora también como oficina.
Contando con una sola entrada y una ventana pequeña junto a esta, la iluminación es generalmente, pobre, no obstante, esto se ve compensado por el intenso fuego de la fragua, que, junto a un par de candelabros estratégicamente colocados, ilumina el taller casi en su totalidad.
Colocada ahora dónde antaño se encontraba la estantería repleta de ajados volúmenes que en la actualidad se halla en el dormitorio, una fragua pobremente construida permanece firmemente anclada a la pared.
Debido al escaso presupuesto que el constructor tenía para montarla, no han sido pocas las veces que las llamas, fueras de control, han amenazado con reducir el emplazamiento a cenizas, por lo que, por precaución, un cubo repleto de agua siempre cuelga del techo del lugar, de llegar a ser necesario, con simplemente cortar la cuerda que lo sujeta, varios litros de agua caerían directamente sobre el horno, apagándolo al momento, o en su defecto, apaciguando las llamas el tiempo necesario para huir del lugar.
Por otro lado, un pesado yunque en el centro del cuarto toma la posición en la que antes estaba el escritorio, el cual, como todo lo demás, se haya en su dormitorio.
Siendo la estancia principal el lugar dónde se trabajan los materiales, esta ha sido modificada casi en su totalidad para dar espacio a las diferentes herramientas y equipo necesario, aunque en primera instancia lo único que se ha hecho ha sido trasladar la oficina de un lugar a otro, aún quedan viejas reminiscencias de la antigua función de la habitación, como los viejos carteles de recompensas pegados por las paredes.
El estado usual del taller es desordenado y relativamente caótico, a pesar de tener las suficientes herramientas con las que trabajar esta nunca suelen estar en el mismo sitio, apareciendo en diferentes lugares de forma intermitente; Siendo la única excepción a esto la materia prima con la que se trabaja. Las piezas de armadura, las armas y los diferentes objetos a modificar, fundir, o arreglar, están ordenadamente colocados en un baúl al extremo opuesto de la habitación.
De forma similar, todo el cuero con el que se trabaja en el taller yace al fondo de un baúl, este en la habitación contigua, de forma que se encuentre lo más alejado posible del calor.
El edificio, evidentemente, no está pensado para convertirse en una herrería, por lo que el ambiente se vuelve asfixiante en cuanto se enciende el horno, cosa que solamente se puede arreglar trabajando con la entrada principal abierta de par en par.
El lugar, en general, ha cambiado bastante desde que era una oficina, y ahora es una mezcla entre ambas cosas, mientras que en la primera habitación trabaja en el taller, la segunda hace las veces de oficina para encargos de mercenario.
Un mapache que responde al nombre de “Sam” sigue viviendo en el lugar, y se niega a marcharse.
En una de las esquinas de la herrería, en un lugar relativamente ordenado y limpio (Tanto que parece otra herrería completamente distinta), hay un pequeño portal mágico que lleva hasta el taller arcano Quintaesencia (LINK).
Junto a ese portal hay una percha con siempre, mínimo, cinco abrigos. Cualquiera de ellos está a disposición de cualquier cliente que decida usar el portal.
Por recomendación de Eltrant muchas de las armas y objetos forjados aquí acaban encantadas en ese taller.
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Pequeña actualización: aun cuando aún posee su taller en Lunargenta, la necesidad ha obligado a Eltrant a trabajar lejos de este. Por lo que puede realizar cualquier encargo aun estando lejos de casa siempre que cuente con una forja, aunque esta sea prestada.
Los precios son "flexibles". Si no podéis pagar algo, comentadselo al herrero y probablemente podréis llegar a un acuerdo.
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- Todas las recetas de herrería hasta nivel Maestro.
- Todas las recetas de curtiduría hasta nivel Experto.
- Número de materiales Épicos: 0
Recetas Especiales de la Herrería Luna Invernal:
Armas/Armaduras:
Armadura Pesada Adaptable: [Armadura Pesada] [Herrería] de calidad Superior.
Armadura capaz de ajustarse para poder compartirse con personas de distinto tipo de cuerpo, hasta el doble o mitad de la masa de para quien fue diseñada originalmente.
Materiales: 170 Aeros
Precio: 210 Aeros
Nivel: Experto
Armadura del Estoico: [Armadura Pesada] [Herrería] de calidad Superior.
Otorga una gran protección. Está equipada con un sistema acolchado y diseño reforzado que hace que fuertes caídas o "ser lanzado por los aires" genere escaso daño en el portador, que fácilmente rodará para amortiguar el impacto.
Materiales: 170
Precio: 210 Aeros
Nivel: Experto
Torre de Acero: [Escudo] [Herrería]
Confeccionado en metal, es una defensa muy poderosa, pero requiere de mucha fuerza para usarse debidamente, dado su peso. Sólo personajes en que la fuerza sea su principal atributo pueden llevarlo.
Materiales: 130 Aeros.
Precio: 160 Aeros
Nivel: Experto
Espada Delgada Regular: [Arma][Herrería] de calidad Normal.
Posee un agudo filo, lo que le permite cortar fácilmente a través de carne y objetos blandos, causando daños agravados comparada a una espada normal. Es inefectiva contra armaduras metálicas o al chocar contra otras armas, que mellan su filo. Puede ser de una o dos manos.
Materiales: 80 Aeros.
Precio: 100 Aeros
Nivel: Avanzado
Espada Delgada Superior. [Arma] [Herrería] de calidad Superior.
Posee un agudo filo, lo que le permite cortar fácilmente a través de carne y objetos blandos, causando daños agravados comparada a una espada normal. Es inefectiva contra armaduras metálicas o al chocar contra otras armas, que mellan su filo. Puede ser de una o dos manos.
Materiales: 140 Aeros.
Precio: 175 Aeros
Nivel: Experto
Arpón-gancho [Limitado, Arma] [Herrería]
Un arpón atado a una resistente cadena de metal. Si logra engancharse al objetivo, puede usarse para atraerlo o retenerlo. En su defecto, puede usarse para escalar. Puede usarse como un arma flexible de calidad Superior.
Materiales: 130
Precio: 160 Aeros
Nivel: Experto
Casco Brutal: [[Yelmo][Herrería]
Reforzado y con puntas, este Yelmo es excelente para volver muy peligrosos tus cabezazos.
Creación: 40 Aeros.
Compra: 80 Aeros.
Nivel: Principante.
Diadema del Hechicero: [Yelmo, Joya] [Herrería]
Confeccionada con aleaciones que reaccionan con el Éter. Cuando uses una habilidad mágica de usos limitados de nivel 4 o superior y siempre que no lleves una armadura (excepto túnica), tu cuerpo se cubrirá de una capa de Éter que otorgará una protección similar a una armadura ligera contra el siguiente ataque, hasta tu próximo turno.
Creación: 150 Aeros.
Compra: 300 Aeros.
Nivel: Experto
Arma Flexible Superior: [Arma Flexible] [Herrería] de calidad Superior.
Compuesta principalmente por una cadena, aunque se puede agregar mango y algún objeto sólido en la punta. Es de calidad Superior.
Creación: 130 Aeros.
Compra: 260 Aeros.
Nivel: Experto
Objetos:
Joyas de Reserva: [Limitado, 2 Usos] [Herrería]
Conjunto de joyas de fina confección, poseen un gran valor comercial y atractivo. Pueden usarse en un rol como soborno o pago de algún servicio.
Creación: 90 Aeros.
Compra: 180 Aeros.
Nivel: Avanzado
Anillos del Vínculo: [Joya, 1 Uso] [Herrería]
Se fabrican como un par y para crear el vínculo es necesario algún tipo de ceremonia (una sola vez) entre dos personas que se amen intensamente. Uno de los portadores puede meditar 10 minutos pensando en el otro. Tras ello, puede enviar un mensaje telepático de hasta 2 frases. La próxima vez que la otra persona duerma, recibirá este mensaje junto a agradables sueños sobre su pareja. Sólo es posible tener un vínculo al mismo tiempo.
Creación: 100 Aeros.
Compra: 200 Aeros.
Nivel: Avanzado
Grilletes del Inquisidor: [Limitado, 1 Uso] [Herrería]
Unos grilletes especializados que anulan temporalmente la capacidad de usar magia de la persona apresada, incluyendo transformaciones en lobo o dragón. Son resistentes y difíciles de abrir sin ayuda o la llave. El efecto antimagia dura dos turnos: después de eso, solo funcionan como unos normales y corrientes.
Materiales: 120
Precio: 140 Aeros
Nivel: Experto
Fundas Ocultas: [Curtiduría]
Fundas para armas cortas ocultas en la ropa o armadura. Pueden desenvainarse rápidamente, pero son dificiles de ver incluso durante un registro. Permite esconder un arma corta o cinco proyectiles pequeños (como dardos o cuchillos arrojadizos). Es posible llevar más de una a la vez.
Materiales: 60 Aeros.
Precio: 75 Aeros
Nivel: Principiante.
Última edición por Eltrant Tale el Dom 7 Jun - 13:14, editado 25 veces
Eltrant Tale
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
“Clanck, clanck, clanck”
Llevaba toda la noche trabajando, moldeando el metal, haciendo uso de lo que había aprendido a lo largo de sus viajes.
No habían sido pocas las veces que los vecinos se habían acercado por la pequeña herrería pidiendo explicaciones, preguntando por que, aún a tales horas de la madrugada, seguía saliendo aquella voluta de humo por la puerta del pequeño edificio.
“Clanck, clanck, clanck”
Martilleando, una y otra vez, sonrió al ver como el metal que estaba trabajando tomaba forma, como el mineral candente se doblaba bajo su voluntad, no había sido fácil llegar hasta allí, había recibido heridas, cortes, muchas veces se había debatido entre la vida y la muerte por no llevar un equipo adecuado. Hasta aquel momento.
Había muchos motivos tras la decisión de convertir su oficina en una especie de hibrido entre vivienda, taller y oficina. El principal de ellos era el dinero, el sueldo de la guardia no era suficiente, tampoco podía seguir aceptando encargos que le llevasen hasta la otra punta de Aerandir sin motivo, un taller, una herrería había sido la mejor idea que había tenido, ya había entregado alguna pieza de armadura que otro bajo encargo, y aunque su habilidad para trabajar el metal aún distaba mucho de ser perfecta, Schott le estaba dando algunos consejos que estaban siéndole de mucha utilidad.
El severo chasquido del metal enfriándose al entrar en el agua helada le devolvió a la realidad, había acabado otra pieza más, solo quedaban un par de ellas, se había gastado casi todos los ahorros en las barras de metal que había tenido que comprar a los demás herreros, pero las iba a aprovechar, todas y cada una de ellas.
“Clanck, clanck, clanck”
Sudoroso, golpeó la plancha de metal al rojo vivo hasta que esta no era sino una gruesa plancha.
“Clanck, clanck, clanck”
Pasándose la mano por la frente, apartándose el flequillo de los ojos observó a contraluz la pieza de metal que tenía frente a sus ojos, frunciendo el ceño, tomó un pequeño cincel y con suma delicadeza grabó las palabras “No olvides el pasado” en ella.
- No está nada mal – Comentó para sí mientras hundía la placa de metal en el agua, una intensa nube de vapor emergió del cubo cubriendo la pequeña habitación de principio a fin, el mapache con el que vivía emergió de la habitación contigua a ver que estaba pasando. - ¿Qué te parece? Al final va a resultar que soy un artesano – Dijo de buen humor, colocando la última pieza de la armadura sobre el maniquí que había encargado para ella, la guardia proporcionaba buenas armaduras a sus soldados, era algo evidente, pero él aún estaba en un rango demasiado bajo como para tener acceso a las de calidad superior, tener una propia le ayudaría a, primero, mejorar sus habilidades como herrero y, posteriormente, daría cierta fama de su negocio por el cuartel.
Tras atusarse la barba y contemplar la armadura colocada frente a él asintió con satisfacción, se había esforzado por hacer incluso el casco, y eso que no le gustaba usarlos.
Con la puerta principal abierta de par en par, el vapor de agua se fue, poco a poco, yendo de la habitación, momento en el cual se fijó en las tres barras de metal que quedaban por usar.
Pasándose la mano por el pelo y, tras colocarse un pañuelo en torno la cabeza que impedía que el sudor resbalase por su frente se sentó sobre la única silla de la estancia a comprobar su nueva creación. - Tengo que aprender a añadir detalles - Sentenció reclinándose sobre el asiento.
Eltrant Tale fabrica:
Armadura pesada de materiales comunes (Normal):
Armadura en base a placas metálicas, enfocada a una alta protección a cambio de dificultad para moverse con facilidad. Su calidad normal permite que soporte algunos golpes antes de ceder. Armas de calidad al menos Superior la pueden romper con mayor facilidad.
Armadura Pesada + Uniforme de Guarda de Lunargenta.
Por la compra de los materiales gasta 240 Aeros.
Edit: Editado para tener solo la armadura de calidad común, siento las molestias.
Llevaba toda la noche trabajando, moldeando el metal, haciendo uso de lo que había aprendido a lo largo de sus viajes.
No habían sido pocas las veces que los vecinos se habían acercado por la pequeña herrería pidiendo explicaciones, preguntando por que, aún a tales horas de la madrugada, seguía saliendo aquella voluta de humo por la puerta del pequeño edificio.
“Clanck, clanck, clanck”
Martilleando, una y otra vez, sonrió al ver como el metal que estaba trabajando tomaba forma, como el mineral candente se doblaba bajo su voluntad, no había sido fácil llegar hasta allí, había recibido heridas, cortes, muchas veces se había debatido entre la vida y la muerte por no llevar un equipo adecuado. Hasta aquel momento.
Había muchos motivos tras la decisión de convertir su oficina en una especie de hibrido entre vivienda, taller y oficina. El principal de ellos era el dinero, el sueldo de la guardia no era suficiente, tampoco podía seguir aceptando encargos que le llevasen hasta la otra punta de Aerandir sin motivo, un taller, una herrería había sido la mejor idea que había tenido, ya había entregado alguna pieza de armadura que otro bajo encargo, y aunque su habilidad para trabajar el metal aún distaba mucho de ser perfecta, Schott le estaba dando algunos consejos que estaban siéndole de mucha utilidad.
El severo chasquido del metal enfriándose al entrar en el agua helada le devolvió a la realidad, había acabado otra pieza más, solo quedaban un par de ellas, se había gastado casi todos los ahorros en las barras de metal que había tenido que comprar a los demás herreros, pero las iba a aprovechar, todas y cada una de ellas.
“Clanck, clanck, clanck”
Sudoroso, golpeó la plancha de metal al rojo vivo hasta que esta no era sino una gruesa plancha.
“Clanck, clanck, clanck”
Pasándose la mano por la frente, apartándose el flequillo de los ojos observó a contraluz la pieza de metal que tenía frente a sus ojos, frunciendo el ceño, tomó un pequeño cincel y con suma delicadeza grabó las palabras “No olvides el pasado” en ella.
- No está nada mal – Comentó para sí mientras hundía la placa de metal en el agua, una intensa nube de vapor emergió del cubo cubriendo la pequeña habitación de principio a fin, el mapache con el que vivía emergió de la habitación contigua a ver que estaba pasando. - ¿Qué te parece? Al final va a resultar que soy un artesano – Dijo de buen humor, colocando la última pieza de la armadura sobre el maniquí que había encargado para ella, la guardia proporcionaba buenas armaduras a sus soldados, era algo evidente, pero él aún estaba en un rango demasiado bajo como para tener acceso a las de calidad superior, tener una propia le ayudaría a, primero, mejorar sus habilidades como herrero y, posteriormente, daría cierta fama de su negocio por el cuartel.
Tras atusarse la barba y contemplar la armadura colocada frente a él asintió con satisfacción, se había esforzado por hacer incluso el casco, y eso que no le gustaba usarlos.
Con la puerta principal abierta de par en par, el vapor de agua se fue, poco a poco, yendo de la habitación, momento en el cual se fijó en las tres barras de metal que quedaban por usar.
Pasándose la mano por el pelo y, tras colocarse un pañuelo en torno la cabeza que impedía que el sudor resbalase por su frente se sentó sobre la única silla de la estancia a comprobar su nueva creación. - Tengo que aprender a añadir detalles - Sentenció reclinándose sobre el asiento.
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Eltrant Tale fabrica:
Armadura pesada de materiales comunes (Normal):
Armadura en base a placas metálicas, enfocada a una alta protección a cambio de dificultad para moverse con facilidad. Su calidad normal permite que soporte algunos golpes antes de ceder. Armas de calidad al menos Superior la pueden romper con mayor facilidad.
Armadura Pesada + Uniforme de Guarda de Lunargenta.
- Armadura Pesada:
Por la compra de los materiales gasta 240 Aeros.
Edit: Editado para tener solo la armadura de calidad común, siento las molestias.
Última edición por Eltrant Tale el Mar 4 Oct - 9:53, editado 3 veces
Eltrant Tale
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Aprobada la creación de la armadura.
Los cuchillos de afilar quedan pendientes por la siguiente razón:
Existiendo un objeto que cumple la misma función, éste es básicamente una versión más poderosa del mismo. Lo apropiado sería confeccionar el objeto llamado "Kit para armas", el cual cuesta 10 materiales para fabricar y tiene la siguiente función: "Limitado (3). Afila un arma de calidad normal o pobre y/o le realiza mantenimiento, dejándola en perfecto estado para el combate. Su daño se considera 10% superior. El efecto se acaba luego de un combate intenso o 2 livianos."
Aumentas 3PP por la creación de la armadura y descuento 240 aeros.
Los cuchillos de afilar quedan pendientes por la siguiente razón:
Existiendo un objeto que cumple la misma función, éste es básicamente una versión más poderosa del mismo. Lo apropiado sería confeccionar el objeto llamado "Kit para armas", el cual cuesta 10 materiales para fabricar y tiene la siguiente función: "Limitado (3). Afila un arma de calidad normal o pobre y/o le realiza mantenimiento, dejándola en perfecto estado para el combate. Su daño se considera 10% superior. El efecto se acaba luego de un combate intenso o 2 livianos."
Aumentas 3PP por la creación de la armadura y descuento 240 aeros.
Demian
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Miré el letrero que descansaba junto a la pequeña puerta. Juraría que era el mismo sitio. La primera vez que estuve ahí no le presté demasiada atención, pero estaba casi seguro de que el cartel rezaba "Compañía Luna Invernal", así que debía ser ese. Con cierta inseguridad, golpeé la puerta con mi nudillo, pero a decir verdad, estaba tan maltrecha que podría haberla derribado. No hizo falta, ni siquiera estaba cerrada, así que entré sin más dilación.
El interior era... distinto a lo que recordaba. Solía ser una pobre vivienda, con alguna mesa y cosas esenciales de un hogar. Sin embargo, ahora tenía una maldita fragua, un yunque, y multitud de materiales y piezas de hierro. ¿Era eso lo que quería enseñarme? Eltrant me había convocado porque quería que viese algo, pero eso no entraba dentro de mis espectativas. Definitivamente, el lugar había cambiado. Sin embargo, el mapache seguía ahí.
-¡Eh, Eltrant!- llamé. La puerta a su habitación estaba cerrada, pero imaginaba que él estaba detrás. Mientras esperaba a que apareciese, miré alrededor, evitando chocarme contra los muebles o pisar las herramientas. Ese lugar necesitaba una limpieza urgente. O ser demolido por completo. Lo mirase como lo mirase, necesitaba más espacio. -Veo que finalmente se te ha ido la cabeza. ¿No es este tu tercer empleo simultaneo?- pregunté, arqueando una ceja.
El lugar me recordaba un poco al pequeño taller que había montado en la guardia. Inspeccioné la mercancía. No tenía demasiado uso para armaduras de metal, y aunque la calidad era fiable, no tenía pensado sustituir mi espada. Sin embargo, si había algo que necesitaba.
-Por casualidad no sabrás también de curtiduría, ¿no?- pregunté. Había visto algunos cuchillos extraños entre las herramientas. No parecía que fuesen para cocinar. Y definitivamente no para la forja. -Me vendría bien una bolsa nueva, de esas para sujetar al cinturón.- Ya tenía una, pero esa la usaba exclusivamente para guardar las pequeñas runas proyectiles que solía manejar. Y me iba a hacer falta para llevar otra clase de objetos.
-75 aeros. No digas nada, me los devolverás cuando quieras que le ponga un encantamiento a tus cosas. Puedo hacerlas más duras, resistentes a la magia, u otras cosas más complejas.- Incluso si luego no me pedía nada, no era mal precio.
______________________________
Encargo un "bolso pequeño".
El interior era... distinto a lo que recordaba. Solía ser una pobre vivienda, con alguna mesa y cosas esenciales de un hogar. Sin embargo, ahora tenía una maldita fragua, un yunque, y multitud de materiales y piezas de hierro. ¿Era eso lo que quería enseñarme? Eltrant me había convocado porque quería que viese algo, pero eso no entraba dentro de mis espectativas. Definitivamente, el lugar había cambiado. Sin embargo, el mapache seguía ahí.
-¡Eh, Eltrant!- llamé. La puerta a su habitación estaba cerrada, pero imaginaba que él estaba detrás. Mientras esperaba a que apareciese, miré alrededor, evitando chocarme contra los muebles o pisar las herramientas. Ese lugar necesitaba una limpieza urgente. O ser demolido por completo. Lo mirase como lo mirase, necesitaba más espacio. -Veo que finalmente se te ha ido la cabeza. ¿No es este tu tercer empleo simultaneo?- pregunté, arqueando una ceja.
El lugar me recordaba un poco al pequeño taller que había montado en la guardia. Inspeccioné la mercancía. No tenía demasiado uso para armaduras de metal, y aunque la calidad era fiable, no tenía pensado sustituir mi espada. Sin embargo, si había algo que necesitaba.
-Por casualidad no sabrás también de curtiduría, ¿no?- pregunté. Había visto algunos cuchillos extraños entre las herramientas. No parecía que fuesen para cocinar. Y definitivamente no para la forja. -Me vendría bien una bolsa nueva, de esas para sujetar al cinturón.- Ya tenía una, pero esa la usaba exclusivamente para guardar las pequeñas runas proyectiles que solía manejar. Y me iba a hacer falta para llevar otra clase de objetos.
-75 aeros. No digas nada, me los devolverás cuando quieras que le ponga un encantamiento a tus cosas. Puedo hacerlas más duras, resistentes a la magia, u otras cosas más complejas.- Incluso si luego no me pedía nada, no era mal precio.
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Encargo un "bolso pequeño".
Asher Daregan
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Recibió al lobo con una cálida sonrisa cuando le vio entrar en la herrería. – El tercero, sí – Ensanchó la sonrisa cruzándose de brazos, era la primera vez en mucho tiempo que podía afirmar que tenía suficiente Aeros todos los días como para poder llevarse, al menos, una manzana a la boca.
Se atusó la barba ante la proposición de su compañero – Algo sé... – Yéndose hasta su dormitorio, dónde guardaba los materiales con los que, hacia distintos objetos de curo, volvió con lo necesario para realizar lo que Asher le había pedido. - No es que se me dé muy bien, pero algo saldrá – Le comentó a su invitado, depositando una a una las herramientas que iba a usar sobre la mesa – Ahora… ¿Por dónde tenía que empezar? – Pasándose la mano por la cabeza se sentó en un pequeño taburete y tomó los materiales entre sus dedos.
Frunciendo el ceño hizo memoria, recordaba haber recibido, por parte de alguien, instrucciones básicas de cómo tratar la piel, el cuero, años atrás en la granja de la que creía proceder.
Tomando un pequeño puñal cortó el trozo de cuero en dos partes idénticas, de forma que estas tuvieron aproximadamente, el tamaño deseado – No me juzgues, los medidores cuestan Aeros – Le dijo a su cliente riendo mientras, a ojo, se aseguraba de que había conseguido cortarlas correctamente, afortunadamente aquel cuero ya lo había comprado tratado, no había tenido que cazar al animal del que procedía, ni limpiar el pelaje del mismo, él solo debía de hacer la mitad del trabajo – Muy bien – Conforme con el tamaño de las futuras bolsas, apartó al mapache que dormitaba encima de la mesa y, tomando un grueso cordel, comenzó a formar lo que, en un futuro próximo, iba a ser el fondo de dicha bolsa.
Alzando la pequeña bolsa a medio hacer, la observó desde todas las perspectivas posibles, e introdujo el puño en el interior de esta, haciendo fuerza contra el lugar en el que estaban las costuras, comprobando que soportaría el peso de lo que el lobo pusiese en su interior. – Esta casi está – Informó Eltrant tomando otro cordel y dejándolo caer junto a él, para tenerlo accesible.
Concentrándose lo mejor que pudo, abrió pequeños agujeros en torno al círculo que era la apertura de la bolsa, agujeros que, tras haberlos realizado, se encargó de cuidadosamente, cauterizar para que estos no comprometieran la bolsa entera.
Una vez los agujeros estuvieron hechos, el castaño volvió a hacerse con el cordel que había dejado antes en la mesa, y lo introdujo por estos. Dando un fuerte tirón del cordón por ambos extremos, comprobó esta vez, que el cierre funcionaba correctamente y que los pequeños orificios aguantaban sin abrirse aún más.
Tras un último chequeo, finalmente, Eltrant cosió una “A” en el dorso de la bolsa, y la dejó sobre la mesa – Esa es la tuya – Sentenció señalando mientras tomaba el otro trozo de cuero que en un principio había cortado y comenzaba a trabajar sobre él.
Apenas cinco minutos más tarde, después de repetir los mismos pasos que había dado momentos atrás con la bolsa del perro, hubo acabado una bolsa idéntica a esta, la única diferencia era la “E” que se encargó de coser sobre la bolsa – Y esta es la mía – Asintiendo al ver el acabado final, la dejó sobre la mesa, junto a la del lobo.
- Son setenta y cinco Aeros por la tuya – Sonriendo lanzó el bolso al lobo para que lo atrapase – Si necesitas algo más avísame – Tomando al mapache que olisqueaba su bolsa y lanzándolo a su dormitorio esperó que Asher diese el visto bueno al artículo que acababa de adquirir.
Eltrant fabrica:
Bolso pequeño (x2). Bolso para portar algunos objetos. Existen en diversos diseños a elección del comprador. Permite portar hasta 2 objetos de uso Limitado (niveles 0 a 2).
Materiales utilizados: 10. Aeros gastados en dichos materiales: 100.
Eltrant vende:
Bolso Pequeño a Asher: 75 Aeros.
Se atusó la barba ante la proposición de su compañero – Algo sé... – Yéndose hasta su dormitorio, dónde guardaba los materiales con los que, hacia distintos objetos de curo, volvió con lo necesario para realizar lo que Asher le había pedido. - No es que se me dé muy bien, pero algo saldrá – Le comentó a su invitado, depositando una a una las herramientas que iba a usar sobre la mesa – Ahora… ¿Por dónde tenía que empezar? – Pasándose la mano por la cabeza se sentó en un pequeño taburete y tomó los materiales entre sus dedos.
Frunciendo el ceño hizo memoria, recordaba haber recibido, por parte de alguien, instrucciones básicas de cómo tratar la piel, el cuero, años atrás en la granja de la que creía proceder.
Tomando un pequeño puñal cortó el trozo de cuero en dos partes idénticas, de forma que estas tuvieron aproximadamente, el tamaño deseado – No me juzgues, los medidores cuestan Aeros – Le dijo a su cliente riendo mientras, a ojo, se aseguraba de que había conseguido cortarlas correctamente, afortunadamente aquel cuero ya lo había comprado tratado, no había tenido que cazar al animal del que procedía, ni limpiar el pelaje del mismo, él solo debía de hacer la mitad del trabajo – Muy bien – Conforme con el tamaño de las futuras bolsas, apartó al mapache que dormitaba encima de la mesa y, tomando un grueso cordel, comenzó a formar lo que, en un futuro próximo, iba a ser el fondo de dicha bolsa.
Alzando la pequeña bolsa a medio hacer, la observó desde todas las perspectivas posibles, e introdujo el puño en el interior de esta, haciendo fuerza contra el lugar en el que estaban las costuras, comprobando que soportaría el peso de lo que el lobo pusiese en su interior. – Esta casi está – Informó Eltrant tomando otro cordel y dejándolo caer junto a él, para tenerlo accesible.
Concentrándose lo mejor que pudo, abrió pequeños agujeros en torno al círculo que era la apertura de la bolsa, agujeros que, tras haberlos realizado, se encargó de cuidadosamente, cauterizar para que estos no comprometieran la bolsa entera.
Una vez los agujeros estuvieron hechos, el castaño volvió a hacerse con el cordel que había dejado antes en la mesa, y lo introdujo por estos. Dando un fuerte tirón del cordón por ambos extremos, comprobó esta vez, que el cierre funcionaba correctamente y que los pequeños orificios aguantaban sin abrirse aún más.
Tras un último chequeo, finalmente, Eltrant cosió una “A” en el dorso de la bolsa, y la dejó sobre la mesa – Esa es la tuya – Sentenció señalando mientras tomaba el otro trozo de cuero que en un principio había cortado y comenzaba a trabajar sobre él.
Apenas cinco minutos más tarde, después de repetir los mismos pasos que había dado momentos atrás con la bolsa del perro, hubo acabado una bolsa idéntica a esta, la única diferencia era la “E” que se encargó de coser sobre la bolsa – Y esta es la mía – Asintiendo al ver el acabado final, la dejó sobre la mesa, junto a la del lobo.
- Son setenta y cinco Aeros por la tuya – Sonriendo lanzó el bolso al lobo para que lo atrapase – Si necesitas algo más avísame – Tomando al mapache que olisqueaba su bolsa y lanzándolo a su dormitorio esperó que Asher diese el visto bueno al artículo que acababa de adquirir.
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Eltrant fabrica:
Bolso pequeño (x2). Bolso para portar algunos objetos. Existen en diversos diseños a elección del comprador. Permite portar hasta 2 objetos de uso Limitado (niveles 0 a 2).
Materiales utilizados: 10. Aeros gastados en dichos materiales: 100.
Eltrant vende:
Bolso Pequeño a Asher: 75 Aeros.
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Transacción y creación aprobada.
Eltrant ha ganado 3 PP. Queda en reserva 1 material usado.
Se ha descontado a Asher 75 Aeros. Debe agregar el bolso a su lista de tareas.
Se ha descontado a Eltrant 25 Aeros (-100 por la fabricación, +75 por la venta). Debe agregar el bolso a su lista de tareas.
Eltrant ha ganado 3 PP. Queda en reserva 1 material usado.
Se ha descontado a Asher 75 Aeros. Debe agregar el bolso a su lista de tareas.
Se ha descontado a Eltrant 25 Aeros (-100 por la fabricación, +75 por la venta). Debe agregar el bolso a su lista de tareas.
Demian
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Era una suerte que Oshu le hubiese permitido siquiera entrar allí; por lo que le había comentado el lobo, el lugar había pertenecido a su familia tiempo atrás y había quedado abandonado tras su marcha de Dundarak.
No debían de ser pocos los recuerdos que aquel lugar despertaba en el Nómada.
Tras adentrarse aún más en el lugar, notando el penetrante olor a mueble húmedo, Eltrant se apoyó sobre la mesa que años atrás, probablemente, había hecho las veces de mostrador y tomó una de las tantas herramientas que, todavía, descansaban encima del mismo.
Era sorprendente que tras la plaga y todos los disturbios asociados a esta, el mayor desperfecto del edificio era la humedad que, poco a poco, estaba carcomiendo la madera de los distintos muebles que había en la habitación.
Después de cerciorarse de que la mayoría de las herramientas seguían estando en buen estado y sustituyendo las que no por las suyas propias, extrajo dos hojas de papel de uno de los bolsillos traseros de su cinto.
No era ningún secreto que se aburría.
No meterse en demasiados problemas comenzaba a pasarle factura, quizás hubiesen pasado semanas desde la última vez que llegó al final de uno de los tantos rumores que estaba acostumbrado a seguir, pero eso, de algún modo extraño y absurdo, le dolía tanto como una herida real.
Pero no tenía más remedio.
Los cazarrecompensas se habían vuelto más insistentes y aunque no tenía ningún problema despachándolos, se había ido al norte, justamente, para evitarlos. Lo mejor que podía hacer mientras estuviese allí era no llamar la atención.
Por eso estaba ahí, principalmente para mantenerse ocupado.
Se atusó la barba y releyó las recetas que había comprado no tanto atrás. No había tenido tiempo de probarlas, de hecho, no había tardado en darse cuenta de que la mayoría de aquellas instrucciones estaban muy por encima de lo que él era capaz de hacer.
Sonrió, la mayoría de aquellas cosas eran tan complejas que no iba a ser capaz de realizarlas ni siguiendo una serie de pasos que, incluso para él, estaban bastante bien explicados. Afortunadamente, encontró dos que podía usar.
Tomando, en primer lugar, los materiales con los que iba a trabajar, los colocó sobre la mesa y siguiendo la receta los troceó con cuidado, una vez hecho esto, se sentó sobre el taburete y comenzó a entrelazar los trozos entre sí.
Tardó aproximadamente una hora en terminar la primera sección, dos en terminar la segunda, para la tercera hora, tenía entre sus manos una cuerda lo suficientemente larga como para poder ser llamada así.
Se aclaró la garganta y dejó la soga sobre la mesa, levantándose de inmediato a tomar el largo trozo de cuero en el que, previamente, se había encargado de pedir a Asher que inscribiese las runas que quería.
Él solo no lo podría haberlo hecho.
Con aquel trozo de cuero fabricó, de forma algo tosca, lo que sería el mango de la cuerda que estaba a punto de terminar. Una vez hubo entrelazado el mago a la cuerda, no pudo evitar notar que, en cierto modo, debido a la empuñadura que acababa de colocarle, el objeto aparentaba ser más un látigo que una simple cuerda.
Pero la receta que había comprado lo dejaba bien claro: si quería que funcionase, no había otro modo, insertar magia en algo como una cuerda no es fácil.
Antes de colgarla de su cinturón, tomó la cuerda por su empuñadura y alzó la mano. Inmediatamente, las pequeñas runas inscritas en la base del mango se iluminaron y el resto de la cuerda se movió frente a él tal y como Eltrant deseaba.
Aquello le pilló por sorpresa, esperaba que no funcionase.
Sonriendo, incapaz de evitar sentirse orgulloso por las tres horas de trabajo que acababa de aprovechar, dejó la cuerda a un lado y tomó todo el cuero que le había sobrado de aquel experimento y la segunda receta que había llevado hasta allí.
Aquella era relativamente fácil y, aun así, jamás habría conseguido realizarla sin aquellas anotaciones que le ofreció Gol’then. Aunque en un principio solo tenía que imitar la forma de una vaina típica de espada, pero más pequeña, no tardó en darse cuenta de que hacer los pequeños detalles que permitían a aquella funda ocultarse prácticamente en cualquier parte era terriblemente enrevesado.
Pliegues y dobleces que Eltrant jamás había pensado ser capaz de realizar acabaron con varios trozos de cuero descartados, debido a las continuas confusiones del exmercenario.
No fue hasta el cuarto intento cuando, finalmente, logró conseguir dos de aquellas fundas prácticamente perfectas, o quizás, lo más perfecto que podía conseguir. Tras dejar la última herramienta que usó a un lado de las fundas, las tomó y las miró desde todos los ángulos posibles, mirando las posibles imperfecciones.
Introdujo una de estas en la manga de su camisa y la ancló a la misma, la otra la guardó en la pernera de su pantalón. Ambas pasaban totalmente desapercibidas, lo hacían incluso de haber guardado en ellas las mismas herramientas que había usado para fabricarlas.
Las dejó sobre la mesa, junto a la cuerda, y trató de figurarse que uso, realmente, podía sacarle él, que tenía prácticamente siempre todas las armas a la vista. Tras sacudir la cabeza, supuso que le daría una a Lyn y, quizás, la otra a Syl o a Asher.
Quizás pudiese venderlas incluso.
Tras tomarlo todo y guardarlo en el petate que llevaba consigo, apagó el farol con el que iluminaba el taller y salió al exterior. Había terminado de trabajar, por el momento al menos.
Fabrico:
- Fundas ocultas (Curtiduría) (Receta única de Eltrant) x 2. Uso 6 materiales que me cuestan 60 Aeros.
- Cuerda obediente (Curtiduría). Uso 5 materiales que me cuestan 50 Aeros.
Total gastado en materiales: 110 Aeros.
No debían de ser pocos los recuerdos que aquel lugar despertaba en el Nómada.
Tras adentrarse aún más en el lugar, notando el penetrante olor a mueble húmedo, Eltrant se apoyó sobre la mesa que años atrás, probablemente, había hecho las veces de mostrador y tomó una de las tantas herramientas que, todavía, descansaban encima del mismo.
Era sorprendente que tras la plaga y todos los disturbios asociados a esta, el mayor desperfecto del edificio era la humedad que, poco a poco, estaba carcomiendo la madera de los distintos muebles que había en la habitación.
Después de cerciorarse de que la mayoría de las herramientas seguían estando en buen estado y sustituyendo las que no por las suyas propias, extrajo dos hojas de papel de uno de los bolsillos traseros de su cinto.
No era ningún secreto que se aburría.
No meterse en demasiados problemas comenzaba a pasarle factura, quizás hubiesen pasado semanas desde la última vez que llegó al final de uno de los tantos rumores que estaba acostumbrado a seguir, pero eso, de algún modo extraño y absurdo, le dolía tanto como una herida real.
Pero no tenía más remedio.
Los cazarrecompensas se habían vuelto más insistentes y aunque no tenía ningún problema despachándolos, se había ido al norte, justamente, para evitarlos. Lo mejor que podía hacer mientras estuviese allí era no llamar la atención.
Por eso estaba ahí, principalmente para mantenerse ocupado.
Se atusó la barba y releyó las recetas que había comprado no tanto atrás. No había tenido tiempo de probarlas, de hecho, no había tardado en darse cuenta de que la mayoría de aquellas instrucciones estaban muy por encima de lo que él era capaz de hacer.
Sonrió, la mayoría de aquellas cosas eran tan complejas que no iba a ser capaz de realizarlas ni siguiendo una serie de pasos que, incluso para él, estaban bastante bien explicados. Afortunadamente, encontró dos que podía usar.
Tomando, en primer lugar, los materiales con los que iba a trabajar, los colocó sobre la mesa y siguiendo la receta los troceó con cuidado, una vez hecho esto, se sentó sobre el taburete y comenzó a entrelazar los trozos entre sí.
Tardó aproximadamente una hora en terminar la primera sección, dos en terminar la segunda, para la tercera hora, tenía entre sus manos una cuerda lo suficientemente larga como para poder ser llamada así.
Se aclaró la garganta y dejó la soga sobre la mesa, levantándose de inmediato a tomar el largo trozo de cuero en el que, previamente, se había encargado de pedir a Asher que inscribiese las runas que quería.
Él solo no lo podría haberlo hecho.
Con aquel trozo de cuero fabricó, de forma algo tosca, lo que sería el mango de la cuerda que estaba a punto de terminar. Una vez hubo entrelazado el mago a la cuerda, no pudo evitar notar que, en cierto modo, debido a la empuñadura que acababa de colocarle, el objeto aparentaba ser más un látigo que una simple cuerda.
Pero la receta que había comprado lo dejaba bien claro: si quería que funcionase, no había otro modo, insertar magia en algo como una cuerda no es fácil.
Antes de colgarla de su cinturón, tomó la cuerda por su empuñadura y alzó la mano. Inmediatamente, las pequeñas runas inscritas en la base del mango se iluminaron y el resto de la cuerda se movió frente a él tal y como Eltrant deseaba.
Aquello le pilló por sorpresa, esperaba que no funcionase.
Sonriendo, incapaz de evitar sentirse orgulloso por las tres horas de trabajo que acababa de aprovechar, dejó la cuerda a un lado y tomó todo el cuero que le había sobrado de aquel experimento y la segunda receta que había llevado hasta allí.
Aquella era relativamente fácil y, aun así, jamás habría conseguido realizarla sin aquellas anotaciones que le ofreció Gol’then. Aunque en un principio solo tenía que imitar la forma de una vaina típica de espada, pero más pequeña, no tardó en darse cuenta de que hacer los pequeños detalles que permitían a aquella funda ocultarse prácticamente en cualquier parte era terriblemente enrevesado.
Pliegues y dobleces que Eltrant jamás había pensado ser capaz de realizar acabaron con varios trozos de cuero descartados, debido a las continuas confusiones del exmercenario.
No fue hasta el cuarto intento cuando, finalmente, logró conseguir dos de aquellas fundas prácticamente perfectas, o quizás, lo más perfecto que podía conseguir. Tras dejar la última herramienta que usó a un lado de las fundas, las tomó y las miró desde todos los ángulos posibles, mirando las posibles imperfecciones.
Introdujo una de estas en la manga de su camisa y la ancló a la misma, la otra la guardó en la pernera de su pantalón. Ambas pasaban totalmente desapercibidas, lo hacían incluso de haber guardado en ellas las mismas herramientas que había usado para fabricarlas.
Las dejó sobre la mesa, junto a la cuerda, y trató de figurarse que uso, realmente, podía sacarle él, que tenía prácticamente siempre todas las armas a la vista. Tras sacudir la cabeza, supuso que le daría una a Lyn y, quizás, la otra a Syl o a Asher.
Quizás pudiese venderlas incluso.
Tras tomarlo todo y guardarlo en el petate que llevaba consigo, apagó el farol con el que iluminaba el taller y salió al exterior. Había terminado de trabajar, por el momento al menos.
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Fabrico:
- Fundas ocultas (Curtiduría) (Receta única de Eltrant) x 2. Uso 6 materiales que me cuestan 60 Aeros.
- Cuerda obediente (Curtiduría). Uso 5 materiales que me cuestan 50 Aeros.
Total gastado en materiales: 110 Aeros.
Eltrant Tale
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
-¡Elt!- llamé, acercándome al mostrador. Parecía que había cuidado del lugar. No estaba tan polvoriento como la primera vez que lo vi, al menos.
Oshu respiró hondo. El humano debía haber estado trabajando. El olor a cuero era evidente.
-Siempre me ha gustado.- sonrió. -Bueno, no. Al principio lo odiaba. Mi padre insistió en que me acostumbraría. Tenía razón.- dijo. Aun así, podía ver sus orejas algo encogidas. No me sorprendía si se encontraba nostálgico. Intercambié una mirada con Syl antes de volverme hacia mi congénere.
Le di una ligera palmada en el hombro. El hombre perro me miró y asintió ligeramente.
-Estoy bien.- aseguró.
-Si tienes alguna historia que contar, me gustaría oirlas.- dijo el gato. Oshu sonrió, agradecido.
Eltrant no tardó mucho más en aparecer, llevando unos curiosos guantes de trabajo.
-Oh. ¿Los has hecho tú?- pregunté, señalándolos con el pulgar. Parecían... prácticos. Era difícil pensar en la cantidad de veces que había acabado sintiéndome pegajoso por mancharme las manos. O quemado, incluso. -Me vendrían bien unos así, si no te importa algo de trabajo extra.- admití.
A decir verdad, me había pasado principalmente a saludar. Pero ahora que estaba allí... siempre podía hacer algunos retoques a mi equipamiento.
Me saqué la garra metálica que cubría mi mano izquierda y la dejé sobre el mostrador
-He estado arañando unas cuantas paredes últimamente. Creo que las puntas han quedado algo desgastadas. ¿Crees que puedes hacer que sea más resistente, en general?- pregunté. La protección adicional tampoco vendría mal. Después de todo, necesitaba aquella mano. -Te puede servir para las medidas de los guantes, ahora que lo pienso.-
-Si vas a estar trabajando...- intervino Syl, desabrochándose su brazal. Desplegó las cuchillas de este y lo dejó sobre el mostrador. -Me vendría bien que fuesen algo más manejables. Salen un poco lento, y están demasiado separadas.- explicó, señalando las hojas. -¿Puedes juntarlas? ¿O quizás modificarla para que sea una sola hoja?-
-Ah, y ya que estamos...- añadí, esbozando una sonrísa pícara. -Voy a buscar mi armadura. También necesita unos ajustes... quizás necesites una fragua.- dije. Era buen momento para hacerle trabajar un tanto. Por supuesto, no esperaba que fuese gratis. Dejé mi monedero junto a las dos armas. Sabía que Tale solo cogería lo que necesitase, de todas formas.
-Estáis abusando del pobre.- nos reprimió Oshu. -¿Quieres ayuda, Tale? Aún recuerdo un par de cosas sobre el cuero, al menos.- ofreció. -Puedo enseñarte donde es mejor guardar las herramientas... esta casa tiene muchas cosas escondidas.-
Oshu respiró hondo. El humano debía haber estado trabajando. El olor a cuero era evidente.
-Siempre me ha gustado.- sonrió. -Bueno, no. Al principio lo odiaba. Mi padre insistió en que me acostumbraría. Tenía razón.- dijo. Aun así, podía ver sus orejas algo encogidas. No me sorprendía si se encontraba nostálgico. Intercambié una mirada con Syl antes de volverme hacia mi congénere.
Le di una ligera palmada en el hombro. El hombre perro me miró y asintió ligeramente.
-Estoy bien.- aseguró.
-Si tienes alguna historia que contar, me gustaría oirlas.- dijo el gato. Oshu sonrió, agradecido.
Eltrant no tardó mucho más en aparecer, llevando unos curiosos guantes de trabajo.
-Oh. ¿Los has hecho tú?- pregunté, señalándolos con el pulgar. Parecían... prácticos. Era difícil pensar en la cantidad de veces que había acabado sintiéndome pegajoso por mancharme las manos. O quemado, incluso. -Me vendrían bien unos así, si no te importa algo de trabajo extra.- admití.
A decir verdad, me había pasado principalmente a saludar. Pero ahora que estaba allí... siempre podía hacer algunos retoques a mi equipamiento.
Me saqué la garra metálica que cubría mi mano izquierda y la dejé sobre el mostrador
-He estado arañando unas cuantas paredes últimamente. Creo que las puntas han quedado algo desgastadas. ¿Crees que puedes hacer que sea más resistente, en general?- pregunté. La protección adicional tampoco vendría mal. Después de todo, necesitaba aquella mano. -Te puede servir para las medidas de los guantes, ahora que lo pienso.-
-Si vas a estar trabajando...- intervino Syl, desabrochándose su brazal. Desplegó las cuchillas de este y lo dejó sobre el mostrador. -Me vendría bien que fuesen algo más manejables. Salen un poco lento, y están demasiado separadas.- explicó, señalando las hojas. -¿Puedes juntarlas? ¿O quizás modificarla para que sea una sola hoja?-
-Ah, y ya que estamos...- añadí, esbozando una sonrísa pícara. -Voy a buscar mi armadura. También necesita unos ajustes... quizás necesites una fragua.- dije. Era buen momento para hacerle trabajar un tanto. Por supuesto, no esperaba que fuese gratis. Dejé mi monedero junto a las dos armas. Sabía que Tale solo cogería lo que necesitase, de todas formas.
-Estáis abusando del pobre.- nos reprimió Oshu. -¿Quieres ayuda, Tale? Aún recuerdo un par de cosas sobre el cuero, al menos.- ofreció. -Puedo enseñarte donde es mejor guardar las herramientas... esta casa tiene muchas cosas escondidas.-
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Encargo unos Guantes del Fundador (asumo que es después de que Eltrant se cree los suyos propios, para que me aplique el descuento (?)). También tres mejoras: Reforzado para mi garra metálica y para Santuario, y Hábil para las cuchillas (¿cuchilla?) de Syl
Asher Daregan
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
La receta era bastante simple, incluso para sus estándares, todo estaba explicado de forma bastante sencilla y, aun cuando la letra era algo tosca, era perfectamente entendible; en cierto modo, era evidente que las había escrito Gol’then.
Se aburría, le pasaba constantemente desde que se fue al norte, así que había decidido seguir matando el tiempo a la vez que se atrevía a probar sus habilidades como artesano.
Sin pensarlo demasiado limpió con un paño que había visto demasiados usos el polvo que cubría la mesa que iba a usar para trabajar. En comparación a hacía unos días el lugar estaba mucho más limpio y, aunque ya le había agradecido a Oshu varias veces el hecho de que estuviese usando el taller de su familia, al menos tenía que demostrárselo de alguna forma, aunque fuese con algo tan simple como quitar la capa de polvo que cubría el local.
Una vez la mesa central del taller estuvo dispuesta, Eltrant tomó el cuero que había preparado para aquello y, siguiendo el primer paso de los guantes que había ideado el hombre-toro, cortó el material siguiendo las medidas de sus propias manos. Lo había tenido que tratar con antelación para aquello y empezaba a creer que le iba a sobrar demasiado cuero, en cualquier caso, no le importaba: podría encontrarle más usos.
Por lo que decían las notas el cuero debía de pasar un día completo secándose al sol después de haberlo bañado durante varias horas en cuenco con una mezcla de agua y unos aceites de flores norteñas que, por lo que entendía Eltrant de la receta, a la larga haría que los guantes fuesen más resistentes, pero, al mismo tiempo, más suaves al tacto y menos rígidos.
Se pasó la mano por la barba y miró fijamente el material, pensando el próximo paso.
Independientemente de lo que pensase Eltrant, la receta no se equivocaba, incluso cuando tuvo que emplear más fuerza de la necesaria para cortar los distintos trozos, en cuanto pasó la mano por encima del cuero que notó como este tenía un tacto extrañamente mucho más suave que el de unos guantes comunes.
Respiró profundamente y comenzó a coser los guantes, de forma calmada, durante varias decenas de minutos hasta que los tuvo terminados; Momento en el que se los puso, principalmente para comprobar que las costuras resistían.
Le sorprendió lo mucho que se ajustaban, sobre todo porque los había fabricado él.
Fue ese el momento en el que sintió movimiento en la habitación de a lado. Enarcando una ceja, atravesó la habitación y salió hasta la parte principal del taller, dónde Oshu, Asher y Syl estaban ahora.
Sonrió a los presentes y alzó las manos cuando Asher se interesó por los guantes que acababa de hacer.
- Justo ahora. – dijo abriendo y cerrando ambas manos, eran bastante más cómodos de lo que habría imaginado. – Claro, no tengo nada que hacer de todas formas. – dijo cuando este agregó a la pregunta que, de ser posible, a él le interesarían unos guantes similares.
Le había sobrado material de esos, podría reutilizarlo.
Asintió a las siguientes peticiones tanto de Asher como de Syl. Trabajar el metal en aquel taller iba a ser relativamente complicado, afortunadamente para todos, se había conseguido un yunque bastante modesto a un buen precio y Oshu le había mostrado que, por alguna razón, habían preparado algo parecido a una fragua en las partes traseras del edificio.
- Voy a tardar un rato. – Aseguró ajustándose los guantes, según Asher salía por la puerta principal a tomar su armadura. – Así que tomate tu tiempo. – Agregó haciéndole un gesto a Oshu para que le ayudase.
El segundo par de guantes lo terminó en apenas cinco minutos.
Sus propios guantes, el hecho de que ya había hecho unos similares apenas una hora atrás y el hecho de que también contaba con Oshu como ayuda extra facilitaron mucho el trabajo.
Tomar las medidas fue, irónicamente, lo más tedioso de todo el proceso de fabricación.
Cuando hubo terminado de zurcir una letra “A” en la muñeca del guante derecho y una “D” en la del izquierdo, depositó los guantes sobre el mostrador principal.
- Pruébatelos y dime si te aprietan o si te quedan grandes. – Le dijo al lobo mientras le ayudaba a colocar la armadura en el centro de la habitación. – No sé si las medidas de la garra se ajustarán bien al cuero. – Aseguró atusándose la barba, algo pensativo, sacudiendo la cabeza al final y volviendo al trabajo.
¿Cómo hacer la garra más resistente?
Podía usar el mismo aceite que usó para el hacha de la mujer-bestia que ajustó en Yüle, de aquel modo no tendría que rehacer las cuchillas de cero. Respiró profundamente y arrastró una tina de madera hasta dónde estaba.
- ¿Puedes traerme agua, Oshu? La suficiente como para llenar esto. – Le pidió – Y… no sé si tendrás por aquí… - Frunció el ceño, no se acordaba del nombre de la herramienta.
¿Cómo era posible? Tras tratar de pronunciar infructuosamente una palabra que estaba seguro de que empezaba por “L”, decidió emular el como la usaría con las manos; cosa que el lobo pareció entender pues, tras sonreír enigmáticamente, desapareció por una de las puertas traseras de la habitación.
- Bien. – Miró a Syl y, tras encogerse de hombros, comenzó a disponerlo para comenzar inmediatamente en el momento en el que Oshu volviese con lo que le había pedido.
Cosa que pasó en solo tres minutos.
- ¡Gracias! – Tomando el recipiente que había traído el dueño del edificio y, sonriendo, vertió el agua en la tina.
Trabajar le ponía de buen humor, en momentos como aquel se veía incapaz de pensar en salir, en recibir puñaladas. A veces, incluso, se planteaba haber encontrado una vocación que realmente le gustaba.
- Vale… -
Se agachó frente a la tina y, con cuidado, vertió todo el aceite que le quedaba de Yüle, después removió con las manos hasta que la capa oscura cubrió toda la superficie del agua, como un manto.
Lo único que tuvo que hacer, después de aquello, fue introducir el guantelete dentro de la tina y esperar; cosa que hizo mientras se dedicaba al resto de los objetos que le habían encargado.
Santuario, la armadura de Asher, fue fácil de manejar. Usando una brocha que le había proporcionado Oshu, mojó la punta de la misma en la amalgama de aceite y agua que acababa de preparar y, metódicamente, pintó todas las partes metálicas de la armadura.
Se permitió añadir placas metal en algunas zonas para reforzar, como le había pedido Asher, la consistencia general de la armadura, como el peto y parte de los hombros. Cuando lo hubo hecho, además, se aseguró de que la mezcla se imbuía con en el acero cubriendo todas las partes mojadas con gasas hasta que nada del metal fue visible.
Si todo salía como tenía en mente el metal absorbería el aceite y, aunque se volvería ligeramente más oscuro, ganaría la resistencia extra que el lobo le había pedido.
Suspiró al ver el equipo de Asher, lo único que faltaba con ese era esperar.
Las hojas de Syl, por otro lado, tenían más trabajo, en cierto modo era una especie de reto que se propuso él mismo. Esperaba que al gato le gustase la idea que tenía en mente.
Lo primero que hizo fue extraer las hojas del brazal del gato y fundir parte de las armas para volver unirla en una sola. Volvió a agradecer, mentalmente, a Oshu el que le hubiese dejado montar allí una forja improvisada y, cuando hubo limpiado las impurezas de la nueva cuchilla la lanzó a un cubo de agua fría y permitió que se enfriase de golpe.
Aquel método para enfriarla la haría más ligera a pesar de que, ahora, debía de pesar más.
La haría menos contundente, pero no conocía a muchas personas que usasen sus espadas como si fuesen palos.
Salvo él, claro.
Después de eso, mientras mantenía la cuchilla en el agua, tomó el brazal de Syl y lo desmontó en parte. No era ningún genio, así que evitó modificar el mecanismo que extraía la hoja, a pesar de que pudo comprobar que funcionaba con un muelle y un resorte similar al que se podían ver en algunas ballestas.
Se esforzó por no tocar nada salvo lo que tenía pensado.
Extrajo parte el cuero sobrante y lo sustituyó por pequeñas placas de metal que podrían ayudar a Syl de encontrarse en algún apuro, tras eso sustituyó el resto del brazal (exceptuando el mecanismo de la hoja) por la funda que había fabricado apenas días atrás.
Sorpresivamente, encajaba mejor de lo que esperaba, apenas tuvo que hacer un par de ajustes, solo se vio obligado a retirar la placa metálica inferior para que todo encajase completamente como si hubiese estado pensado para ello.
No le gustaba la idea, pero dudaba que Syl se viese obligado a detener algún golpe con la parte interior del antebrazo.
Finalmente, cuando se cercioró de que el mecanismo funcionaba correctamente a pesar de haber cambiado el lugar en el que estaba montado, colocó la hoja con mucho cuidado en el resorte y lo presionó varias veces, comprobando, a su vez, que el metal salía de forma correcta.
- Todo correcto. – dijo asintiendo, volviendo a empujar la hoja para que quedase “oculta”.
Ya había terminado, sistemáticamente, extrajo la garra de la tina con aceite y dejó respirar a Santuario. Lo colocó todo sobre el mostrador, frente a Asher y a Syl.
- ¿Qué os parece? – Preguntó, limpiándose las manos, cubiertas todavía en aceite, con el mismo trapo que había usado para limpiar el polvo del taller.
___________________________________________________________
Vale, empezamos :'D
Me hago para mi unos "Guantes del fundador". Gasto 20 materiales curtiduria y uso que cuestan 200 Aeros.
Son de calidad común, pero con mi post anterior habría subido a los 30 puntos de curtiduria.
A partir de aquí, por el efecto de esos guantes, todos los materiales pasan a costar 8 aeros por material.
Creo otros guantes para Asher: 20 materiales curtiduria.
Mejora Reforzada x 2: 8 materiales herrería.
Mejora Habil x 1: 5 materiales herrería. (Acordado con Asher un material más por las modificaciones)
Regalo a Asher: Funda oculta x 1 (Las que hice en mi post anterior.
Total de materiales usados: 40 curtiduria / 13 herrería.
Subo a 57 PP de Herrería // 38 PP en curtiduria. Cobro a Asher: 300 Aeros.
Se aburría, le pasaba constantemente desde que se fue al norte, así que había decidido seguir matando el tiempo a la vez que se atrevía a probar sus habilidades como artesano.
Sin pensarlo demasiado limpió con un paño que había visto demasiados usos el polvo que cubría la mesa que iba a usar para trabajar. En comparación a hacía unos días el lugar estaba mucho más limpio y, aunque ya le había agradecido a Oshu varias veces el hecho de que estuviese usando el taller de su familia, al menos tenía que demostrárselo de alguna forma, aunque fuese con algo tan simple como quitar la capa de polvo que cubría el local.
Una vez la mesa central del taller estuvo dispuesta, Eltrant tomó el cuero que había preparado para aquello y, siguiendo el primer paso de los guantes que había ideado el hombre-toro, cortó el material siguiendo las medidas de sus propias manos. Lo había tenido que tratar con antelación para aquello y empezaba a creer que le iba a sobrar demasiado cuero, en cualquier caso, no le importaba: podría encontrarle más usos.
Por lo que decían las notas el cuero debía de pasar un día completo secándose al sol después de haberlo bañado durante varias horas en cuenco con una mezcla de agua y unos aceites de flores norteñas que, por lo que entendía Eltrant de la receta, a la larga haría que los guantes fuesen más resistentes, pero, al mismo tiempo, más suaves al tacto y menos rígidos.
Se pasó la mano por la barba y miró fijamente el material, pensando el próximo paso.
Independientemente de lo que pensase Eltrant, la receta no se equivocaba, incluso cuando tuvo que emplear más fuerza de la necesaria para cortar los distintos trozos, en cuanto pasó la mano por encima del cuero que notó como este tenía un tacto extrañamente mucho más suave que el de unos guantes comunes.
Respiró profundamente y comenzó a coser los guantes, de forma calmada, durante varias decenas de minutos hasta que los tuvo terminados; Momento en el que se los puso, principalmente para comprobar que las costuras resistían.
Le sorprendió lo mucho que se ajustaban, sobre todo porque los había fabricado él.
Fue ese el momento en el que sintió movimiento en la habitación de a lado. Enarcando una ceja, atravesó la habitación y salió hasta la parte principal del taller, dónde Oshu, Asher y Syl estaban ahora.
Sonrió a los presentes y alzó las manos cuando Asher se interesó por los guantes que acababa de hacer.
- Justo ahora. – dijo abriendo y cerrando ambas manos, eran bastante más cómodos de lo que habría imaginado. – Claro, no tengo nada que hacer de todas formas. – dijo cuando este agregó a la pregunta que, de ser posible, a él le interesarían unos guantes similares.
Le había sobrado material de esos, podría reutilizarlo.
Asintió a las siguientes peticiones tanto de Asher como de Syl. Trabajar el metal en aquel taller iba a ser relativamente complicado, afortunadamente para todos, se había conseguido un yunque bastante modesto a un buen precio y Oshu le había mostrado que, por alguna razón, habían preparado algo parecido a una fragua en las partes traseras del edificio.
- Voy a tardar un rato. – Aseguró ajustándose los guantes, según Asher salía por la puerta principal a tomar su armadura. – Así que tomate tu tiempo. – Agregó haciéndole un gesto a Oshu para que le ayudase.
[…]
El segundo par de guantes lo terminó en apenas cinco minutos.
Sus propios guantes, el hecho de que ya había hecho unos similares apenas una hora atrás y el hecho de que también contaba con Oshu como ayuda extra facilitaron mucho el trabajo.
Tomar las medidas fue, irónicamente, lo más tedioso de todo el proceso de fabricación.
Cuando hubo terminado de zurcir una letra “A” en la muñeca del guante derecho y una “D” en la del izquierdo, depositó los guantes sobre el mostrador principal.
- Pruébatelos y dime si te aprietan o si te quedan grandes. – Le dijo al lobo mientras le ayudaba a colocar la armadura en el centro de la habitación. – No sé si las medidas de la garra se ajustarán bien al cuero. – Aseguró atusándose la barba, algo pensativo, sacudiendo la cabeza al final y volviendo al trabajo.
¿Cómo hacer la garra más resistente?
Podía usar el mismo aceite que usó para el hacha de la mujer-bestia que ajustó en Yüle, de aquel modo no tendría que rehacer las cuchillas de cero. Respiró profundamente y arrastró una tina de madera hasta dónde estaba.
- ¿Puedes traerme agua, Oshu? La suficiente como para llenar esto. – Le pidió – Y… no sé si tendrás por aquí… - Frunció el ceño, no se acordaba del nombre de la herramienta.
¿Cómo era posible? Tras tratar de pronunciar infructuosamente una palabra que estaba seguro de que empezaba por “L”, decidió emular el como la usaría con las manos; cosa que el lobo pareció entender pues, tras sonreír enigmáticamente, desapareció por una de las puertas traseras de la habitación.
- Bien. – Miró a Syl y, tras encogerse de hombros, comenzó a disponerlo para comenzar inmediatamente en el momento en el que Oshu volviese con lo que le había pedido.
Cosa que pasó en solo tres minutos.
- ¡Gracias! – Tomando el recipiente que había traído el dueño del edificio y, sonriendo, vertió el agua en la tina.
Trabajar le ponía de buen humor, en momentos como aquel se veía incapaz de pensar en salir, en recibir puñaladas. A veces, incluso, se planteaba haber encontrado una vocación que realmente le gustaba.
- Vale… -
Se agachó frente a la tina y, con cuidado, vertió todo el aceite que le quedaba de Yüle, después removió con las manos hasta que la capa oscura cubrió toda la superficie del agua, como un manto.
Lo único que tuvo que hacer, después de aquello, fue introducir el guantelete dentro de la tina y esperar; cosa que hizo mientras se dedicaba al resto de los objetos que le habían encargado.
Santuario, la armadura de Asher, fue fácil de manejar. Usando una brocha que le había proporcionado Oshu, mojó la punta de la misma en la amalgama de aceite y agua que acababa de preparar y, metódicamente, pintó todas las partes metálicas de la armadura.
Se permitió añadir placas metal en algunas zonas para reforzar, como le había pedido Asher, la consistencia general de la armadura, como el peto y parte de los hombros. Cuando lo hubo hecho, además, se aseguró de que la mezcla se imbuía con en el acero cubriendo todas las partes mojadas con gasas hasta que nada del metal fue visible.
Si todo salía como tenía en mente el metal absorbería el aceite y, aunque se volvería ligeramente más oscuro, ganaría la resistencia extra que el lobo le había pedido.
Suspiró al ver el equipo de Asher, lo único que faltaba con ese era esperar.
Las hojas de Syl, por otro lado, tenían más trabajo, en cierto modo era una especie de reto que se propuso él mismo. Esperaba que al gato le gustase la idea que tenía en mente.
Lo primero que hizo fue extraer las hojas del brazal del gato y fundir parte de las armas para volver unirla en una sola. Volvió a agradecer, mentalmente, a Oshu el que le hubiese dejado montar allí una forja improvisada y, cuando hubo limpiado las impurezas de la nueva cuchilla la lanzó a un cubo de agua fría y permitió que se enfriase de golpe.
Aquel método para enfriarla la haría más ligera a pesar de que, ahora, debía de pesar más.
La haría menos contundente, pero no conocía a muchas personas que usasen sus espadas como si fuesen palos.
Salvo él, claro.
Después de eso, mientras mantenía la cuchilla en el agua, tomó el brazal de Syl y lo desmontó en parte. No era ningún genio, así que evitó modificar el mecanismo que extraía la hoja, a pesar de que pudo comprobar que funcionaba con un muelle y un resorte similar al que se podían ver en algunas ballestas.
Se esforzó por no tocar nada salvo lo que tenía pensado.
Extrajo parte el cuero sobrante y lo sustituyó por pequeñas placas de metal que podrían ayudar a Syl de encontrarse en algún apuro, tras eso sustituyó el resto del brazal (exceptuando el mecanismo de la hoja) por la funda que había fabricado apenas días atrás.
Sorpresivamente, encajaba mejor de lo que esperaba, apenas tuvo que hacer un par de ajustes, solo se vio obligado a retirar la placa metálica inferior para que todo encajase completamente como si hubiese estado pensado para ello.
No le gustaba la idea, pero dudaba que Syl se viese obligado a detener algún golpe con la parte interior del antebrazo.
Finalmente, cuando se cercioró de que el mecanismo funcionaba correctamente a pesar de haber cambiado el lugar en el que estaba montado, colocó la hoja con mucho cuidado en el resorte y lo presionó varias veces, comprobando, a su vez, que el metal salía de forma correcta.
- Todo correcto. – dijo asintiendo, volviendo a empujar la hoja para que quedase “oculta”.
Ya había terminado, sistemáticamente, extrajo la garra de la tina con aceite y dejó respirar a Santuario. Lo colocó todo sobre el mostrador, frente a Asher y a Syl.
- ¿Qué os parece? – Preguntó, limpiándose las manos, cubiertas todavía en aceite, con el mismo trapo que había usado para limpiar el polvo del taller.
___________________________________________________________
Vale, empezamos :'D
Me hago para mi unos "Guantes del fundador". Gasto 20 materiales curtiduria y uso que cuestan 200 Aeros.
Son de calidad común, pero con mi post anterior habría subido a los 30 puntos de curtiduria.
A partir de aquí, por el efecto de esos guantes, todos los materiales pasan a costar 8 aeros por material.
Creo otros guantes para Asher: 20 materiales curtiduria.
Mejora Reforzada x 2: 8 materiales herrería.
Mejora Habil x 1: 5 materiales herrería. (Acordado con Asher un material más por las modificaciones)
Regalo a Asher: Funda oculta x 1 (Las que hice en mi post anterior.
Total de materiales usados: 40 curtiduria / 13 herrería.
Subo a 57 PP de Herrería // 38 PP en curtiduria. Cobro a Asher: 300 Aeros.
Eltrant Tale
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Aquella era la tercer herrería que visitaba en el día. Las primeras dos vendían artículos de un calibre demasiado desigual a lo que necesitaba. Él sólo buscaba unos guantes de cuero para trabajar en pócimas sin que su piel terminase quemada, cortada, irritada o congelada. La primer herrería, la del maese Colenu, ofrecía un guantelete metálico resistente a la corrosión y a la mayoría de las fuerzas mágicas al «módico» precio de mil cien aeros. La segunda, en cambio, vendía productos de calidad tan pobre que Ralgarin estaba seguro de que se rasgarían apenas alguien se los pusiera.
Un mercader de hierbas exóticas le había mencionado la herrería Luna Invernal. Se hablaba de una mano de obra más que decente y de artículos confeccionados por manos diestras en las artesanías del metal y el cuero.
La puerta estaba abierta de par en par cuando entró. La llegada del invierno se empezaba a sentir en la ciudad, por lo que cada vez que dejaba la casa de su maestro, el brujo llevaba guantes de lana y una capa de terciopelo azul además de sus habituales vestimentas. Sin embargo, allí, tan cerca de la fragua, la presencia del calor no se hizo esperar. Se sacó los guantes y exhaló.
— Saludos, buen hombre. — Habló en voz alta al tiempo que hacía un ademán a modo de saludo.
El lugar estaba desordenado. Era la primera vez que Ralgarin entraba, pero aún así era evidente que las herramientas no se encontraban donde debían.
— He venido a su forja en busca de guantes de cuero. — Miraba fijamente al humano, con una ligera sonrisa en el rostro. — Verás, trabajo en un laboratorio de alquimia. Los cortes y las ampollas son muy comunes cuando se trabaja con pócimas. Necesito algo lo suficientemente robusto para proteger mi piel, pero con la ligereza justa para permitir un fácil movimiento.
Metió la mano debajo de la capa y sacó una bolsa con monedas. La sostuvo desde abajo en una de sus manos y la entregó al herrero.
— Estos tiempos bélicos han... dificultado el negocio familiar. Doscientos aeros es todo lo que puedo ofrecer. — Detestó escuchar esas palabras salir de su boca. Escatimar en gastos era algo que le ponía de mal humor. Aún meses después, la guerra seguía afectándolo. — Espero sea suficiente.
Encargo unos guantes del fundador por 200 aeros.
¡Gracias!
P.D.: Si hay algo mal o que debería modificar envíame un mensaje privado.
Un mercader de hierbas exóticas le había mencionado la herrería Luna Invernal. Se hablaba de una mano de obra más que decente y de artículos confeccionados por manos diestras en las artesanías del metal y el cuero.
La puerta estaba abierta de par en par cuando entró. La llegada del invierno se empezaba a sentir en la ciudad, por lo que cada vez que dejaba la casa de su maestro, el brujo llevaba guantes de lana y una capa de terciopelo azul además de sus habituales vestimentas. Sin embargo, allí, tan cerca de la fragua, la presencia del calor no se hizo esperar. Se sacó los guantes y exhaló.
— Saludos, buen hombre. — Habló en voz alta al tiempo que hacía un ademán a modo de saludo.
El lugar estaba desordenado. Era la primera vez que Ralgarin entraba, pero aún así era evidente que las herramientas no se encontraban donde debían.
— He venido a su forja en busca de guantes de cuero. — Miraba fijamente al humano, con una ligera sonrisa en el rostro. — Verás, trabajo en un laboratorio de alquimia. Los cortes y las ampollas son muy comunes cuando se trabaja con pócimas. Necesito algo lo suficientemente robusto para proteger mi piel, pero con la ligereza justa para permitir un fácil movimiento.
Metió la mano debajo de la capa y sacó una bolsa con monedas. La sostuvo desde abajo en una de sus manos y la entregó al herrero.
— Estos tiempos bélicos han... dificultado el negocio familiar. Doscientos aeros es todo lo que puedo ofrecer. — Detestó escuchar esas palabras salir de su boca. Escatimar en gastos era algo que le ponía de mal humor. Aún meses después, la guerra seguía afectándolo. — Espero sea suficiente.
Encargo unos guantes del fundador por 200 aeros.
¡Gracias!
P.D.: Si hay algo mal o que debería modificar envíame un mensaje privado.
Ralgarin
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Arrastró un par de cajas, suponía que cargadas de herramientas, hasta el otro lado de la habitación y tras asegurarlas a la pared como ya había hecho tantas veces aquella tarde, les quito el polvo con el trapo húmedo que colgaba de su cinturón.
Poco a poco; Sin prisa pero sin pausa.
Si continuaban a aquel ritmo acabarían antes del anochecer. Levantó la mirada y repasó el taller, una sonrisa nostálgica se apoderó de su rostro, si bien hacía tiempo que no pasaba por allí la herrería seguía como de costumbre.
Algo más polvorienta, pero igual de desordenada.
Casi parecía no haber pasado el tiempo. En cierto modo lo encontró sorprendente, no eran pocos los guardias de la ciudad que sabían de la mezcla entre oficina y taller que poseía en los barrios bajos de la urbe. Si hubiese estado él mismo a cargo de su propia búsqueda probablemente habría empezado por allí, no habría dudado un instante en tirar la puerta abajo.
- Esto fuera, esto también… - Lyn, mientras tanto, tomaba objetos sin ningún tipo de orden y los arrojaba a un saco que tenía entre las manos al otro lado de la habitación. - ¡Huy! ¡Qué bonito es esto! – Afirmó a la vez que se hacía con un singular adorno con forma de rosa que Eltrant no recordaba haber comprado nunca. - ¡Al saco! – Afirmó después de mirarlo con curiosidad, asintiendo para sí.
- ¿Qué… estás haciendo? – Preguntó Eltrant según levantaba una caja cargada de cuero y la llevaba, lentamente, hasta la mesa de trabajo para ese material.
- Limpieza. – Respondió tras unos segundos en silencio. – ¡Te libro de posesiones materiales indeseadas y me las quedo yo, Mortal! ¡Así de amable soy! - Ampliando la sonrisa, Lyn tiró de forma casual un martillo al talego que llevaba consigo y se encogió de hombros.
El castaño entrecerró los ojos y miró a la vampiresa.
- Vale… pero antes asegúrate de que… –
- ¿Oh? – Obviando lo que Eltrant estaba a punto de decir, la mirada de Lyn acabó fija en un tomo de cubierta oscura que, por su grosor, destacaba entre los demás libros de la escueta estantería con la que contaba el exmercenario en el taller. - ¿La Sensual doncella del Arenal? – dejando la bolsa con objetos a un lado, Lyn tomó el libro sin pensárselo un instante y, divertida, lo abrió por una página indeterminada.
- ¡Suelta eso ahora mismo! – Bramó el castaño, notando como todo su cuerpo volvía a responderle.
¿Desde cuándo tenía ese libro? Dejando caer la caja que acababa de levantar como si no le importase nada lo que había dentro de esta, atravesó la habitación cuando recordó que, efectivamente, alguien se lo había comprado tiempo atrás, cuando aún estaba en la guardia.
Lyn, no obstante, tan rápida como de costumbre, se apresuró a zigzaguear entre las mesas del taller esquivando las manos de un Eltrant evidentemente desesperado por recuperar el manuscrito.
¿Había sido un regalo? ¿O lo había comprado él de verdad?
- “¡Oh, doncella mía!” – Leyó Lyn entre risas, deslizándose grácilmente sobre una de las mesas del taller para evitar a un Eltrant que decidió que el mejor modo de proseguir con aquella persecución era volcar el mueble y desperdigar todo lo que había por el mismo por el lugar. – “¡El fervoroso ardor de sus caderas podría derretir los helados picos de Dundarak!” – Exclamó entre risas, saltando tras el mostrador.
- ¡Fue un regalo! – Intentó alcanzar a la muchacha. - ¡Deja de leer! - Pero esta se separó aún más del mueble y obligó al exmercenario a imitarla y a saltar sobre el mismo. - ¡Es de Anastasia! – Aun cuando la había arrinconado, Lyn volvió a escaparse justo cuando Eltrant estaba a punto de atraparla. - ¡Juro que me lo regaló Asher, para reírse de mí! – De vuelta al lugar del cual recuperó el libro, Lyn se apoyó sobre la estantería y esperó a que Eltrant volviese a cargar contra ella.
- “¡Más, perdóneme si no es de ser sumamente obsceno, doncella mía!” – Podía ver las lágrimas deslizarse por las mejillas de la vampiresa, estaba disfrutando aquello. – “¿Podría…?” – Estalló en carcajadas según avanzaba. – “¿Podría usted mostrarme sus enaguas?” – Incapaz de moverse debido a la risa Lyn cayó presa de Eltrant que, sin dudarlo un instante, le arrebató el libro de entre las manos.
Parpadeando varias veces, tratando de alejar el libro lo máximo posible de las manos de la ojiazul al mismo tiempo que la sujetaba, miró el libro de tapa oscura tratando de discernir de dónde había salido.
— Saludos, buen hombre. —
Tanto Lyn como Eltrant detuvieron la extraña contienda momentáneamente para mirar al recién llegado: un joven que afirmaba estar ahí en busca de unos guantes de cuero miraba desde la entrada del taller.
No supo que contestar inmediatamente y solo una parte de los motivos eran debidos a Lyn.
Jamás habría imaginado que alguien pararía por allí. No esperaba clientes, no después de haber tenido el taller cerrado durante tanto tiempo que apenas podía recordar cuando fue la última vez que usó aquella fragua para algo que no tuviese que ver con reparar su propia armadura
Quizás el haber abierto en Yüle tuviese algo que ver con la presencia de aquel joven allí.
- ¡Ayúdeme buen señor! – Exclamó Lyn imitando una exagerada voz de auxilio. - ¡Este lujurioso ser desea ver mis enaguas! – Gruñendo una retahíla de incoherencias Eltrant empujó a la vampiresa a la habitación adyacente y cerró de un fuerte portazo.
- ¡No! ¡A la habitación del deseo no! –
Poniendo los ojos en blanco, el castaño se giró hacia el hombre y esbozó una sonrisa cansada.
- No es… - Suspiró y se peinó pobremente. - Es muy rarita – dijo de forma pausada, levantando la mesa en la que pretendía fabricar el pedido del recién llegado.
- ¡Rarito tú! – Exclamó Lyn, casi inmediatamente, desde la habitación contigua.
- Soy Eltrant Tale. – dijo tendiéndole la mano. – Bienvenido a mi taller. – Afirmó extendiendo los brazos.
Quizás no era un taller mi grande, ni tampoco realmente vistoso; pero era suyo y estaba orgulloso de él. Lo había levantado casi literalmente de la nada, o al menos había tapado el número de agujeros equivalente.
- ¿Unos guantes de cuero, dices? – Se cruzó de brazos y analizó al hombre. – Muy bien, creo que tengo lo que buscas. – Sonrió a su cliente y comenzó a acumular las herramientas y los materiales necesarios.
También se puso los guantes que había hecho en el taller de Oshu.
Unos guantes para un alquimista no parecían ser tarea fácil. Para empezar, no habían sido pocas las veces en la que le habían lanzado un frasco de líquido capaz de perforar su armadura, sospechaba que, por las palabras del hombre, no trabajaría en mejunjes muy distintos a esos.
Esperaba que los que iba a fabricar él se ajustasen a la petición del joven, el cual, pese a su indumentaria no era lo que se decía un noble adinerado. Algo que de hecho agradecía, de ese modo podía permitirse más libertad a la hora de trabajar.
- No te preocupes. – Le dijo volviendo a sonreír, señalando un lugar indeterminado de la mesa. – Pon la mano ahí. – Cortó rápidamente, una vez el joven le hubo obedecido tomó rápidamente las medidas. – Los doscientos Aeron bastarán. – Afirmó tomando jugueteando con el cuero, traspasando las medidas que acababa de tomar al mismo.
Ya conocía aquella receta, así que a pesar de esforzarse por que las prendas quedasen a la altura de lo que el cliente esperaba se permitió charlar el mismo de cuando en cuando, nada relevante en primera instancia, la mayoría de lo que dijo fue insustancial, preguntas acerca del clima y del frío que comenzaba a hacer.
Pero le hizo el trabajo mucho más ameno y, esperaba, que también hiciese más llevadero el tiempo que el joven tuvo que pasar allí viéndole trabajar.
- ¡Dos guantes de cuero! – dijo depositando el producto finalizado frente al joven. - ¡Vamos! – Le dijo dándole una palmada en el hombro. - ¡Pruébatelos! – Le instó – Aun puedo cambiarles lo que quieras. – Indicó esperando a que el hombre hiciese lo que le había pedido. – Si te aprietan o están muy holgados, déjamelo saber. – Sentenció al final, reordenando mínimamente el taller.
Trabajar para el muchacho había acabado afectándole.
Lo que en un principio iba a ser un día dedicado completamente a reordenar el taller se había convertido en otro en el que había acabado encendiendo la fragua.
Se secó el sudor que tenía en la frente y continuó golpeando el hierro candente que tenía entre las manos al mismo tiempo que se aseguraba, por supuesto, de no borrar las runas que había hecho Asher en el proceso.
Aquello fue rápido y aunque muchas personas habrían afirmado que no había hecho nada especial, notó la diferencia en cuanto introdujo la daga de Lyn en el barreño de agua helada que tenía junto a la fragua.
Había tardado en comprender más de lo que le gustaría admitir que meter una daga eléctrica en agua no era buena idea, afortunadamente para él los guantes de cuero le habían ayudado bastante en esto.
Era mucho más ligera, más manejable.
Sonrió para sí, conforme con las rosas que había dibujado cerca de la empuñadura y cuyo tallo se deslizaba hacía la hoja y, tras unos detalles finales, introdujo de nuevo la daga en el agua enfriándola de inmediato.
Estiró ambos brazos sobre su cabeza y volvió a secarse el sudor.
Ya está, ya había acabado.
Cuando el siseo del metal cesó recuperó la daga y, tras asegurarse de que seguía tan afilada como siempre a pesar de las mejoras, la introdujo en su vaina. Le habían sobrado materiales. ¿De verdad que había acabado? Sin pensarlo demasiado arrojó el poco metal que le quedaba a la fragua y espero a que se derritiese.
No pensó demasiado que hacer, tomó el guantelete del que nunca se separaba, el que seguía sin saber realmente cómo funcionaba o por qué había acabado con él, y fue, una a una, colocando las nuevas piezas de metal en torno a los nudillos de forma que este acabó pareciendo un guantelete de metal.
Así quedaba… ¿Reforzado? Sacudió la cabeza, fuese como fuese sabía que, de estallar el guantelete de nuevo, los fragmentos de metal iban a ser mucho más dolorosos que lo habían sido hasta el momento.
Respiró profundamente y apartó el guantelete.
Solo tenía quedaba un trozo de metal fundido con el que trabajar, uno que golpeó con decisión hasta que quedo casi plano y redondeó hasta que adoptó la forma de un medallón. Al final solo tuvo que hacer varios grabados en los que apenas tardó cinco minutos.
Miró el medallón y jugueteó con él, lo hizo bailar entre sus dedos.
Sonrió, aquello le gustaría a Lyn.
Se levantó y tras arrojar un cubo de agua a la fragua para apagarla, decidido, se dirigió hacia el dormitorio. Momento en el que, en la linde de su visión, pudo entrever su armadura malamente colocada sobre una de las mesas del lugar.
Se detuvo.
Miró la armadura.
La armadura le devolvió la mirada.
- … Está bien – Farfulló tomando el cubo de aceite que yacía bajo el mostrador y bañando una gruesa brocha en el líquido. – Espero que así te rompas menos. – dijo en voz baja, pasando el aceite sobre el metal, dejando que este absorbiese el líquido.
Cuando la armadura estuvo completamente bañada en aceite Eltrant la cubrió firmemente con gasas. Cruzado de brazos, miró la coraza y asintió: ahora solo tenía que esperar.
- ¿…Otra vez hablando con la armadura? – Eltrant se giró para ver a Lyn, bostezando, en el marco de la puerta que daba a la única habitación del taller. - ¡Oh, si los dioses fuesen compasivos y convirtiesen a la armadura en una mujer de verdad! – dijo Lyn, ampliando la sonrisa, riendo con más fuerza cuando Eltrant la apartó de la puerta y se internó en la habitación. - ¡Eh! ¡No me ignores! – dijo Lyn corriendo tras su compañero, cerrando tras de si.
- ¡Necesito que me ayudes con un capítulo de mi novela! -
El precio de los materiales es reducido a 8 aeros por material, como en el post anterior, gracias a mis Guantes del Fundador.
Creo unos guantes para Ralgarin. Gasto 160 aeros en materiales y le cobro 200. Beneficio de 40 aeros.
Me creo a mi mismo un objeto decorativo y tres mejoras, cada una a 4 materiales. Coste de 128 aeros para mi.
Gano 4 PP en Curtiduria, y 3 en Herreria, quedándome a 42 y 60, respectivamente, por lo que subo Herreria a Avanzado :'D
Poco a poco; Sin prisa pero sin pausa.
Si continuaban a aquel ritmo acabarían antes del anochecer. Levantó la mirada y repasó el taller, una sonrisa nostálgica se apoderó de su rostro, si bien hacía tiempo que no pasaba por allí la herrería seguía como de costumbre.
Algo más polvorienta, pero igual de desordenada.
Casi parecía no haber pasado el tiempo. En cierto modo lo encontró sorprendente, no eran pocos los guardias de la ciudad que sabían de la mezcla entre oficina y taller que poseía en los barrios bajos de la urbe. Si hubiese estado él mismo a cargo de su propia búsqueda probablemente habría empezado por allí, no habría dudado un instante en tirar la puerta abajo.
- Esto fuera, esto también… - Lyn, mientras tanto, tomaba objetos sin ningún tipo de orden y los arrojaba a un saco que tenía entre las manos al otro lado de la habitación. - ¡Huy! ¡Qué bonito es esto! – Afirmó a la vez que se hacía con un singular adorno con forma de rosa que Eltrant no recordaba haber comprado nunca. - ¡Al saco! – Afirmó después de mirarlo con curiosidad, asintiendo para sí.
- ¿Qué… estás haciendo? – Preguntó Eltrant según levantaba una caja cargada de cuero y la llevaba, lentamente, hasta la mesa de trabajo para ese material.
- Limpieza. – Respondió tras unos segundos en silencio. – ¡Te libro de posesiones materiales indeseadas y me las quedo yo, Mortal! ¡Así de amable soy! - Ampliando la sonrisa, Lyn tiró de forma casual un martillo al talego que llevaba consigo y se encogió de hombros.
El castaño entrecerró los ojos y miró a la vampiresa.
- Vale… pero antes asegúrate de que… –
- ¿Oh? – Obviando lo que Eltrant estaba a punto de decir, la mirada de Lyn acabó fija en un tomo de cubierta oscura que, por su grosor, destacaba entre los demás libros de la escueta estantería con la que contaba el exmercenario en el taller. - ¿La Sensual doncella del Arenal? – dejando la bolsa con objetos a un lado, Lyn tomó el libro sin pensárselo un instante y, divertida, lo abrió por una página indeterminada.
- ¡Suelta eso ahora mismo! – Bramó el castaño, notando como todo su cuerpo volvía a responderle.
¿Desde cuándo tenía ese libro? Dejando caer la caja que acababa de levantar como si no le importase nada lo que había dentro de esta, atravesó la habitación cuando recordó que, efectivamente, alguien se lo había comprado tiempo atrás, cuando aún estaba en la guardia.
Lyn, no obstante, tan rápida como de costumbre, se apresuró a zigzaguear entre las mesas del taller esquivando las manos de un Eltrant evidentemente desesperado por recuperar el manuscrito.
¿Había sido un regalo? ¿O lo había comprado él de verdad?
- “¡Oh, doncella mía!” – Leyó Lyn entre risas, deslizándose grácilmente sobre una de las mesas del taller para evitar a un Eltrant que decidió que el mejor modo de proseguir con aquella persecución era volcar el mueble y desperdigar todo lo que había por el mismo por el lugar. – “¡El fervoroso ardor de sus caderas podría derretir los helados picos de Dundarak!” – Exclamó entre risas, saltando tras el mostrador.
- ¡Fue un regalo! – Intentó alcanzar a la muchacha. - ¡Deja de leer! - Pero esta se separó aún más del mueble y obligó al exmercenario a imitarla y a saltar sobre el mismo. - ¡Es de Anastasia! – Aun cuando la había arrinconado, Lyn volvió a escaparse justo cuando Eltrant estaba a punto de atraparla. - ¡Juro que me lo regaló Asher, para reírse de mí! – De vuelta al lugar del cual recuperó el libro, Lyn se apoyó sobre la estantería y esperó a que Eltrant volviese a cargar contra ella.
- “¡Más, perdóneme si no es de ser sumamente obsceno, doncella mía!” – Podía ver las lágrimas deslizarse por las mejillas de la vampiresa, estaba disfrutando aquello. – “¿Podría…?” – Estalló en carcajadas según avanzaba. – “¿Podría usted mostrarme sus enaguas?” – Incapaz de moverse debido a la risa Lyn cayó presa de Eltrant que, sin dudarlo un instante, le arrebató el libro de entre las manos.
Parpadeando varias veces, tratando de alejar el libro lo máximo posible de las manos de la ojiazul al mismo tiempo que la sujetaba, miró el libro de tapa oscura tratando de discernir de dónde había salido.
— Saludos, buen hombre. —
Tanto Lyn como Eltrant detuvieron la extraña contienda momentáneamente para mirar al recién llegado: un joven que afirmaba estar ahí en busca de unos guantes de cuero miraba desde la entrada del taller.
No supo que contestar inmediatamente y solo una parte de los motivos eran debidos a Lyn.
Jamás habría imaginado que alguien pararía por allí. No esperaba clientes, no después de haber tenido el taller cerrado durante tanto tiempo que apenas podía recordar cuando fue la última vez que usó aquella fragua para algo que no tuviese que ver con reparar su propia armadura
Quizás el haber abierto en Yüle tuviese algo que ver con la presencia de aquel joven allí.
- ¡Ayúdeme buen señor! – Exclamó Lyn imitando una exagerada voz de auxilio. - ¡Este lujurioso ser desea ver mis enaguas! – Gruñendo una retahíla de incoherencias Eltrant empujó a la vampiresa a la habitación adyacente y cerró de un fuerte portazo.
- ¡No! ¡A la habitación del deseo no! –
Poniendo los ojos en blanco, el castaño se giró hacia el hombre y esbozó una sonrisa cansada.
- No es… - Suspiró y se peinó pobremente. - Es muy rarita – dijo de forma pausada, levantando la mesa en la que pretendía fabricar el pedido del recién llegado.
- ¡Rarito tú! – Exclamó Lyn, casi inmediatamente, desde la habitación contigua.
- Soy Eltrant Tale. – dijo tendiéndole la mano. – Bienvenido a mi taller. – Afirmó extendiendo los brazos.
Quizás no era un taller mi grande, ni tampoco realmente vistoso; pero era suyo y estaba orgulloso de él. Lo había levantado casi literalmente de la nada, o al menos había tapado el número de agujeros equivalente.
- ¿Unos guantes de cuero, dices? – Se cruzó de brazos y analizó al hombre. – Muy bien, creo que tengo lo que buscas. – Sonrió a su cliente y comenzó a acumular las herramientas y los materiales necesarios.
También se puso los guantes que había hecho en el taller de Oshu.
Unos guantes para un alquimista no parecían ser tarea fácil. Para empezar, no habían sido pocas las veces en la que le habían lanzado un frasco de líquido capaz de perforar su armadura, sospechaba que, por las palabras del hombre, no trabajaría en mejunjes muy distintos a esos.
Esperaba que los que iba a fabricar él se ajustasen a la petición del joven, el cual, pese a su indumentaria no era lo que se decía un noble adinerado. Algo que de hecho agradecía, de ese modo podía permitirse más libertad a la hora de trabajar.
- No te preocupes. – Le dijo volviendo a sonreír, señalando un lugar indeterminado de la mesa. – Pon la mano ahí. – Cortó rápidamente, una vez el joven le hubo obedecido tomó rápidamente las medidas. – Los doscientos Aeron bastarán. – Afirmó tomando jugueteando con el cuero, traspasando las medidas que acababa de tomar al mismo.
Ya conocía aquella receta, así que a pesar de esforzarse por que las prendas quedasen a la altura de lo que el cliente esperaba se permitió charlar el mismo de cuando en cuando, nada relevante en primera instancia, la mayoría de lo que dijo fue insustancial, preguntas acerca del clima y del frío que comenzaba a hacer.
Pero le hizo el trabajo mucho más ameno y, esperaba, que también hiciese más llevadero el tiempo que el joven tuvo que pasar allí viéndole trabajar.
- ¡Dos guantes de cuero! – dijo depositando el producto finalizado frente al joven. - ¡Vamos! – Le dijo dándole una palmada en el hombro. - ¡Pruébatelos! – Le instó – Aun puedo cambiarles lo que quieras. – Indicó esperando a que el hombre hiciese lo que le había pedido. – Si te aprietan o están muy holgados, déjamelo saber. – Sentenció al final, reordenando mínimamente el taller.
[…]
Trabajar para el muchacho había acabado afectándole.
Lo que en un principio iba a ser un día dedicado completamente a reordenar el taller se había convertido en otro en el que había acabado encendiendo la fragua.
Se secó el sudor que tenía en la frente y continuó golpeando el hierro candente que tenía entre las manos al mismo tiempo que se aseguraba, por supuesto, de no borrar las runas que había hecho Asher en el proceso.
Aquello fue rápido y aunque muchas personas habrían afirmado que no había hecho nada especial, notó la diferencia en cuanto introdujo la daga de Lyn en el barreño de agua helada que tenía junto a la fragua.
Había tardado en comprender más de lo que le gustaría admitir que meter una daga eléctrica en agua no era buena idea, afortunadamente para él los guantes de cuero le habían ayudado bastante en esto.
Era mucho más ligera, más manejable.
Sonrió para sí, conforme con las rosas que había dibujado cerca de la empuñadura y cuyo tallo se deslizaba hacía la hoja y, tras unos detalles finales, introdujo de nuevo la daga en el agua enfriándola de inmediato.
Estiró ambos brazos sobre su cabeza y volvió a secarse el sudor.
Ya está, ya había acabado.
Cuando el siseo del metal cesó recuperó la daga y, tras asegurarse de que seguía tan afilada como siempre a pesar de las mejoras, la introdujo en su vaina. Le habían sobrado materiales. ¿De verdad que había acabado? Sin pensarlo demasiado arrojó el poco metal que le quedaba a la fragua y espero a que se derritiese.
No pensó demasiado que hacer, tomó el guantelete del que nunca se separaba, el que seguía sin saber realmente cómo funcionaba o por qué había acabado con él, y fue, una a una, colocando las nuevas piezas de metal en torno a los nudillos de forma que este acabó pareciendo un guantelete de metal.
Así quedaba… ¿Reforzado? Sacudió la cabeza, fuese como fuese sabía que, de estallar el guantelete de nuevo, los fragmentos de metal iban a ser mucho más dolorosos que lo habían sido hasta el momento.
Respiró profundamente y apartó el guantelete.
Solo tenía quedaba un trozo de metal fundido con el que trabajar, uno que golpeó con decisión hasta que quedo casi plano y redondeó hasta que adoptó la forma de un medallón. Al final solo tuvo que hacer varios grabados en los que apenas tardó cinco minutos.
Miró el medallón y jugueteó con él, lo hizo bailar entre sus dedos.
Sonrió, aquello le gustaría a Lyn.
Se levantó y tras arrojar un cubo de agua a la fragua para apagarla, decidido, se dirigió hacia el dormitorio. Momento en el que, en la linde de su visión, pudo entrever su armadura malamente colocada sobre una de las mesas del lugar.
Se detuvo.
Miró la armadura.
La armadura le devolvió la mirada.
- … Está bien – Farfulló tomando el cubo de aceite que yacía bajo el mostrador y bañando una gruesa brocha en el líquido. – Espero que así te rompas menos. – dijo en voz baja, pasando el aceite sobre el metal, dejando que este absorbiese el líquido.
Cuando la armadura estuvo completamente bañada en aceite Eltrant la cubrió firmemente con gasas. Cruzado de brazos, miró la coraza y asintió: ahora solo tenía que esperar.
- ¿…Otra vez hablando con la armadura? – Eltrant se giró para ver a Lyn, bostezando, en el marco de la puerta que daba a la única habitación del taller. - ¡Oh, si los dioses fuesen compasivos y convirtiesen a la armadura en una mujer de verdad! – dijo Lyn, ampliando la sonrisa, riendo con más fuerza cuando Eltrant la apartó de la puerta y se internó en la habitación. - ¡Eh! ¡No me ignores! – dijo Lyn corriendo tras su compañero, cerrando tras de si.
- ¡Necesito que me ayudes con un capítulo de mi novela! -
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OBJETO | MATERIALES |
Guantes del Fundador | 20 |
Mejora hábil | 4 |
Mejora reforzada (Guantelete) | 4 |
Mejora reforzada (Armadura) | 4 |
Objeto decorativo común | 4 |
TOTAL | 20 Curtiduria // 15 Herreria |
El precio de los materiales es reducido a 8 aeros por material, como en el post anterior, gracias a mis Guantes del Fundador.
Creo unos guantes para Ralgarin. Gasto 160 aeros en materiales y le cobro 200. Beneficio de 40 aeros.
Me creo a mi mismo un objeto decorativo y tres mejoras, cada una a 4 materiales. Coste de 128 aeros para mi.
Gano 4 PP en Curtiduria, y 3 en Herreria, quedándome a 42 y 60, respectivamente, por lo que subo Herreria a Avanzado :'D
Eltrant Tale
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
-Nada mal, Tale.- admití, examinando la armadura. Parecía estar como nueva. Y veía algunas partes metálicas nuevas. Tendría que acostumbrarme a aquello, pero al menos no tendría que preocuparme de que se rompiese fácilmente. Me quedé pensativo. Aquello podía quedar bastante bien con algo de color.
Lamentablemente, aquello implicaba llevar ropa incluso por debajo de la armadura y el acolchado, pero a decir verdad, no me vendría del todo mal. Sobre todo con aquel clima.
-¿Qué color quedaría mejor...? ¿Rojo? ¿Dorado?- pregunté en voz alta, a nadie en particular.
-Muy llamativo. ¿Azul?- preguntó Syl, mirándome. Parecía contento con la idea.
-...El azul no me trae buenos recuerdos.- respondí. No creía necesario el explicar por qué. Eltrant debía saberlo mejor que nadie, incluso.
-¿Que tal el turquesa, entonces?-
-¿Que demonios es el turquesa?- pregunté, ladeando la cabeza.
-Es como... azul verdoso. O verde azulado.- intervino Oshu, volviendo a aparecer junto a Eltrant. -He visto a unos cuantos hombres bestia usarlo. Creo que nos representa un poco.- No estaba del todo seguro de lo que quería decir. Aunque sí había visto cierta predilección por el color de las ropas de brujos, humanos o dragones, siempre había asumido que era por los uniformes de sus ejercitos.
Si era cierto, la idea no sonaba del todo mal.
-Lo pensaré. Pero no he terminado contigo, Tale.- sonreí. Había un par de cosas más que tenía en mente. -Cuando era mercenario, solía usar un gancho.- expliqué. -Cadena de metal, cabeza afilada. Era útil para trepar. O atacar. Estaba pensando que igual podrías hacer algo similar, aunque... no necesito trepar mucho últimamente. ¿Quizás algo así como un arpón?- inquirí. Aquello probablemente necesitaría de un esfuerzo mayor con la fragua, pero podía volverse una herramienta muy peligrosa.
A decir verdad, quería tener algunas herramientas más físicas. No siempre podría depender de la magia, y aquello podía ser muy letal.
-Ah, y ya que estás...- añadí, estirando el brazo. Con un ligero zumbido, mi espada volvió a aparecer frente a mi. -Échale un vistazo a Brillo. Quiero ver si tu eres capaz de afilarla... no es fácil.- admití. Confiaba en sus habilidades. Sabía que no tardaría en ver a que me refería, pero estaba seguro de que encontraría la manera.
-No te quiere dar un respiro.- advirtió Oshu, reprimiendo una carcajada. -¿Que le has hecho? ¿Le has roto alguna runa o algo?-
No respondí. En su lugar, miré a Eltrant y sonreí.
Lamentablemente, aquello implicaba llevar ropa incluso por debajo de la armadura y el acolchado, pero a decir verdad, no me vendría del todo mal. Sobre todo con aquel clima.
-¿Qué color quedaría mejor...? ¿Rojo? ¿Dorado?- pregunté en voz alta, a nadie en particular.
-Muy llamativo. ¿Azul?- preguntó Syl, mirándome. Parecía contento con la idea.
-...El azul no me trae buenos recuerdos.- respondí. No creía necesario el explicar por qué. Eltrant debía saberlo mejor que nadie, incluso.
-¿Que tal el turquesa, entonces?-
-¿Que demonios es el turquesa?- pregunté, ladeando la cabeza.
-Es como... azul verdoso. O verde azulado.- intervino Oshu, volviendo a aparecer junto a Eltrant. -He visto a unos cuantos hombres bestia usarlo. Creo que nos representa un poco.- No estaba del todo seguro de lo que quería decir. Aunque sí había visto cierta predilección por el color de las ropas de brujos, humanos o dragones, siempre había asumido que era por los uniformes de sus ejercitos.
Si era cierto, la idea no sonaba del todo mal.
-Lo pensaré. Pero no he terminado contigo, Tale.- sonreí. Había un par de cosas más que tenía en mente. -Cuando era mercenario, solía usar un gancho.- expliqué. -Cadena de metal, cabeza afilada. Era útil para trepar. O atacar. Estaba pensando que igual podrías hacer algo similar, aunque... no necesito trepar mucho últimamente. ¿Quizás algo así como un arpón?- inquirí. Aquello probablemente necesitaría de un esfuerzo mayor con la fragua, pero podía volverse una herramienta muy peligrosa.
A decir verdad, quería tener algunas herramientas más físicas. No siempre podría depender de la magia, y aquello podía ser muy letal.
-Ah, y ya que estás...- añadí, estirando el brazo. Con un ligero zumbido, mi espada volvió a aparecer frente a mi. -Échale un vistazo a Brillo. Quiero ver si tu eres capaz de afilarla... no es fácil.- admití. Confiaba en sus habilidades. Sabía que no tardaría en ver a que me refería, pero estaba seguro de que encontraría la manera.
-No te quiere dar un respiro.- advirtió Oshu, reprimiendo una carcajada. -¿Que le has hecho? ¿Le has roto alguna runa o algo?-
No respondí. En su lugar, miré a Eltrant y sonreí.
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¡No he terminado!
Ya que Eltrant ha subido a Avanzado en Herreria, encargo un Arpón-Gancho, y una mejora Afilada para Brillo :3
Asher Daregan
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
ACTUALIZADO
Profesión Usada: Herrería / Curtiduría
Título: Avanzado / Aprendiz
Puntos Obtenidos: 6 (Herrería) 14 (Curtiduría)
Materiales en reserva: 4 (Herrería)
Aeros Sumados: 76 (Eltrant)
Aeros Descontados: 438 (Eltrant) 300 (Asher) 200 (Ralgarin)
Se han sumado 6 puntos de experiencia a Eltrant y 2 puntos de experiencia a Asher y Ralgarin por uso del taller.
Queda pendiente el pedido de Asher.
Ansur
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Se había pegado casi una mañana entera buscando alguna armadura y, con suerte, espada que le saliera rentable a la vez que eficiente. No era fácil encontrar exactamente lo que uno quería con tantas herrerías, algunas con más fama que otras. Alward, en ese sentido, era bastante peculiar. Era una decisión importante que le supondría una diferencia entre la vida y la muerte después de todo. Había que elegir bien, y al mejor herrero de todos (Sin pasarse con el precio, por supuesto.)
No iba armado ni enfundado en su armadura, simplemente llevaba unos ropajes que lo cubrían bastante bien del frío., aunque las manos las tenía desnudas, por lo que tenía que calentarlas juntándolas y echando su propio vaho.
Finalmente, tras tanto andar, vio algo que la llamó la atención: "Herrería Luna Invernal", rezaba el cartel de la entrada.
-Luna Invernal...-Se acercó a la entrada y se cruzó de brazos, aún sin entrar-...Me suena
Tras pensarlo un poco más, pudo acordarse. Era la compañía de mercenarios de la que Eltrant Tale le había hablado aquella vez que lo conoció. Pero aquello era una herrería... Extraño.
Empujado por la curiosidad y por el deseo de poder comprar de una vez lo que tenía en mente, entró. Esperaba encontrarse a Eltrant, ya que era demasiada casualidad que ese título diera nombre al lugar. Hacía tiempo que no veía al ex mercenario. Era un tipo agradable, al menos las veces que pudo cruzárselo. Y su compañera; Lyn, también le había agradado.
-Buenos días-Soltó nada más ingresar a la herrería. Allí, efectivamente, pudo ver a Eltrant Tale. A medio camino del mostrador, se paró y le dedicó una amistosa sonrisa al castaño, llevando sus brazos a las caderas, adoptando una postura relajada-Eltrant-Saludó al tiempo que hacía un saludo inclinando un poco la cabeza.
Acto seguido, el Sevna se acercó al mostrador.
-Así que Luna Invernal es también una herrería, ¿Eh?-Echó un vistazo general al lugar y todo lo que este contenía. Estaba todo un poco desordenado, pero suponía que así trabajaría el dueño.-Aparte de guerrero, eres herrero-Asintió, asombrado-Curioso-Esbozó una sonrisa
Se pensó si pedirle la espada y la armadura que tenía en mente. No sabía si haría un buen trabajo, pero por otro lado, llevaba casi toda la mañana buscando algo que le convenciera, y ya que estaba allí; de perdidos al río.
-¿Serías capaz de hacerme una buena espada y una armadura?-Apoyó unos de sus codos en el mostrador-Me voy de viaje una larga temporada, necesito no morirme-Bromeó-Por cierto, ¿Qué es de tu vida, amigo? ¿Y dónde está Lyn?-Preguntó, interesado por el ex mercenario ahora convertido en un guerrero-herrero
_____________________________________________________________________
Off:
Encargo una espada y una armadura media, ambas de calidad superior ^^. (Trátame bien (?))
No iba armado ni enfundado en su armadura, simplemente llevaba unos ropajes que lo cubrían bastante bien del frío., aunque las manos las tenía desnudas, por lo que tenía que calentarlas juntándolas y echando su propio vaho.
Finalmente, tras tanto andar, vio algo que la llamó la atención: "Herrería Luna Invernal", rezaba el cartel de la entrada.
-Luna Invernal...-Se acercó a la entrada y se cruzó de brazos, aún sin entrar-...Me suena
Tras pensarlo un poco más, pudo acordarse. Era la compañía de mercenarios de la que Eltrant Tale le había hablado aquella vez que lo conoció. Pero aquello era una herrería... Extraño.
Empujado por la curiosidad y por el deseo de poder comprar de una vez lo que tenía en mente, entró. Esperaba encontrarse a Eltrant, ya que era demasiada casualidad que ese título diera nombre al lugar. Hacía tiempo que no veía al ex mercenario. Era un tipo agradable, al menos las veces que pudo cruzárselo. Y su compañera; Lyn, también le había agradado.
-Buenos días-Soltó nada más ingresar a la herrería. Allí, efectivamente, pudo ver a Eltrant Tale. A medio camino del mostrador, se paró y le dedicó una amistosa sonrisa al castaño, llevando sus brazos a las caderas, adoptando una postura relajada-Eltrant-Saludó al tiempo que hacía un saludo inclinando un poco la cabeza.
Acto seguido, el Sevna se acercó al mostrador.
-Así que Luna Invernal es también una herrería, ¿Eh?-Echó un vistazo general al lugar y todo lo que este contenía. Estaba todo un poco desordenado, pero suponía que así trabajaría el dueño.-Aparte de guerrero, eres herrero-Asintió, asombrado-Curioso-Esbozó una sonrisa
Se pensó si pedirle la espada y la armadura que tenía en mente. No sabía si haría un buen trabajo, pero por otro lado, llevaba casi toda la mañana buscando algo que le convenciera, y ya que estaba allí; de perdidos al río.
-¿Serías capaz de hacerme una buena espada y una armadura?-Apoyó unos de sus codos en el mostrador-Me voy de viaje una larga temporada, necesito no morirme-Bromeó-Por cierto, ¿Qué es de tu vida, amigo? ¿Y dónde está Lyn?-Preguntó, interesado por el ex mercenario ahora convertido en un guerrero-herrero
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Off:
Encargo una espada y una armadura media, ambas de calidad superior ^^. (Trátame bien (?))
Alward Sevna
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
- ¿Estás seguro? –
La mirada del lobo parecía indicar que la respuesta a esa pregunta iba a ser un “sí” bastante rotundo, a él, por otro lado, le preocupaba mellar a Brillo intentando afilarla más de lo que ya estaba.
Al ver que Asher seguía con la misma expresión en su rostro, Eltrant suspiró y asintió.
- Esta bien – Esbozó una sonrisa según aceptaba la espada de Asher, no dejaba de ser un reto que estaba dispuesto a aceptar; Últimamente, al menos a sus ojos, había mejorado bastante como herrero, podía hacerlo. – Lo del garfio… - Se pasó a Brillo de una mano a la otra, volviendo a tantear su peso y se atusó la barba. – Tenía algo cómo una idea pensada… nada concreto… pero creo que puedo hacerte algo como eso. - Mencionó girándose sobre sí mismo, desenvainando a Brillo y colocándola sobre la mesa con cuidado. – Oshu, ve fundiendo el metal para el arpón mientras yo lidio con… - Bajó su mirada hasta Brillo.
¿Cómo iba a afilar aún más aquella espada?
Algo que ya sabía era que… la aleación de la que estaba hecha la hoja de Brillo era increíblemente resistente, no podría conseguirlo con una piedra de afilar normal y, como si eso no fuese suficiente, si intentaba calentarla cabía la posibilidad de borrar las runas que Asher se había esforzado por grabar en la hoja.
Tendría que ser creativo.
- Vale, vale, vale… - Repitió aquella palabra más de una decena de veces mientras se movía por el taller de Oshu buscando algo que le ayudase a afilar la espada. – Esto… puede funcionar… - Se detuvo, miró su equipo, que descansaba de mala manera en una de las esquinas del taller.
Podría intentar afilar la espada de Asher con su propia espada, era una idea plausible, aunque algo descabellada. ¿Pero qué otra forma tenia de hacerlo? Era eso o romper todas las piedras de afilar que tenía encima.
Tomó a Olvido y la desenvainó inmediatamente. Tras anclar la espada de Asher a la mesa para que no se moviese comenzó a pasar su propia espada, con mucho cuidado, tanto como nunca había tenido, sobre la espada de Asher.
No estuvo seguro de si fue por el viento que rodeaba su espada, pero tras varias pasadas por el filo de la hoja del lobo, levantó su gigantesco mandoble y lo apoyó sobre la mesa para ver si había cumplido su cometido.
¿Estaba más… afilada? Era difícil de ver a simple vista.
- Creo que ya está. – Le dijo tendiéndole la espada a Asher. – Pruébala y dime que tal. – Le dijo sonriéndole - Puedo darle varias pasadas más y apurarla todavía más si lo prefieres, pero demasiadas creo que acabaría volviendo más frágil el metal. – Aclaró, limpiándose las manos con un trapo que posteriormente dejó sobre la mesa.
Se giró hacía Oshu, con el metal fundido ya había acabado la mitad del trabajo.
Lo primero que hizo fue golpear repetidamente la masa de acero fundido hasta que adquirió un aspecto similar al de un puñal. Su idea inicial era hacer aquel arpón más parecido a una lanza que aquello, pero a Asher no le gustaría nada demasiado voluminoso, se quedaría con el prototipo para él mismo.
Una vez consiguió la forma deseada, enfrió el metal y se dispuso a hacer la larga cadena a la que iba unido aquel arpón-gancho. No tardó demasiado, aproximadamente media hora después tenía terminada la cadena.
- Listo. – dijo jugueteando con la cadena y el garfio, moviéndola por encima de su cabeza. – Creo que servirá. – Le dijo colocándola sobre la mesa. – La cadena se puede quitar, si quieres. – Aclaró, señalando el lugar en la base del arpón dónde estaba anclado el primer eslabón. – Puedes poner una cuerda más larga o lo que prefieras. – Sonrió, cruzándose de brazos, esperando ver el veredicto de su amigo.
- ¿Alguna petición más? –
Dejó el trapo sucio a un lado y estrechó con firmeza la mano del Stelliazo.
- ¡Alward! – Hacía tiempo que no le veía, quizás demasiado.
Eso podía significar dos cosas: o él había dejado de meterse en tantísimos problemas o el mercenario había cambiado de profesión. Sonrió cuando el joven mencionó el nombre su herrería y sacudió la cabeza; era evidente que ambas opciones que acababa de plantearse estaban equivocadas.
Él seguía recibiendo tantas puñaladas como siempre y Sevna… buscaba una espada y una armadura. Amplió la sonrisa y se pasó la mano por el pelo, seguían siendo los mismos en mayor o menor medida.
- Lo del nombre es… es una historia… larga. – Admitió, indicando a Alward que se sentase ampliando levemente la sonrisa. – Y sí, puedo hacerte ambas cosas. – Agregó a continuación, estirando los brazos por encima de su cabeza. – Lyn tenía cosas que hacer… - Le dijo mientras comenzaba a calentar el metal - … algo de unas capas. – Añadió entrecerrando los ojos.
Mientras se calentaba el metal tomó las medidas de la nueva armadura de Alward y, una vez hubo terminado de hacerlo, comenzó a forjar la espada.
Había hecho ya las suficientes como para que el proceso se hubiese vuelto relativamente mecánico para él: martillear hasta dar forma, enfriar y repetir. En una hora tuvo la espada terminada, con empuñadura incluida.
Dejó la nueva espada en el mostrador y, después, se centró en la parte más difícil de aquel trabajo. Alward no quería nada realmente pesado, así que se centró en proteger las zonas del cuerpo que él, como buen experto era en acabar herido, creía imprescindibles proteger.
Usó una aleación más resistente y pesada para el torso y la espalda, para las hombreras y las extremidades usó metal más frágil pero más ligero y, por último, decidió no incluir metal alguno en los muslos.
Dos horas tardó en hacer todas y cada una de las piezas a medida.
- ¿Qué te parece? – Señaló el tosco maniquí sobre el que había ido colocando todas las partes de la armadura. – Pruébatela. – Pidió después, dejando a Alward pasar tras el mostrador.
Todos los materiales se han usado con los guantes del fundador (Pasan a costar 8 aeros el material)
Pedido Asher:
Precio con descuento guantes: 168
Cobro a Asher: 180 Aeros
Pedido Alward:
Precio con descuento guantes: 288
Le cobro 400 Aeros.
La mirada del lobo parecía indicar que la respuesta a esa pregunta iba a ser un “sí” bastante rotundo, a él, por otro lado, le preocupaba mellar a Brillo intentando afilarla más de lo que ya estaba.
Al ver que Asher seguía con la misma expresión en su rostro, Eltrant suspiró y asintió.
- Esta bien – Esbozó una sonrisa según aceptaba la espada de Asher, no dejaba de ser un reto que estaba dispuesto a aceptar; Últimamente, al menos a sus ojos, había mejorado bastante como herrero, podía hacerlo. – Lo del garfio… - Se pasó a Brillo de una mano a la otra, volviendo a tantear su peso y se atusó la barba. – Tenía algo cómo una idea pensada… nada concreto… pero creo que puedo hacerte algo como eso. - Mencionó girándose sobre sí mismo, desenvainando a Brillo y colocándola sobre la mesa con cuidado. – Oshu, ve fundiendo el metal para el arpón mientras yo lidio con… - Bajó su mirada hasta Brillo.
¿Cómo iba a afilar aún más aquella espada?
Algo que ya sabía era que… la aleación de la que estaba hecha la hoja de Brillo era increíblemente resistente, no podría conseguirlo con una piedra de afilar normal y, como si eso no fuese suficiente, si intentaba calentarla cabía la posibilidad de borrar las runas que Asher se había esforzado por grabar en la hoja.
Tendría que ser creativo.
- Vale, vale, vale… - Repitió aquella palabra más de una decena de veces mientras se movía por el taller de Oshu buscando algo que le ayudase a afilar la espada. – Esto… puede funcionar… - Se detuvo, miró su equipo, que descansaba de mala manera en una de las esquinas del taller.
Podría intentar afilar la espada de Asher con su propia espada, era una idea plausible, aunque algo descabellada. ¿Pero qué otra forma tenia de hacerlo? Era eso o romper todas las piedras de afilar que tenía encima.
Tomó a Olvido y la desenvainó inmediatamente. Tras anclar la espada de Asher a la mesa para que no se moviese comenzó a pasar su propia espada, con mucho cuidado, tanto como nunca había tenido, sobre la espada de Asher.
No estuvo seguro de si fue por el viento que rodeaba su espada, pero tras varias pasadas por el filo de la hoja del lobo, levantó su gigantesco mandoble y lo apoyó sobre la mesa para ver si había cumplido su cometido.
¿Estaba más… afilada? Era difícil de ver a simple vista.
- Creo que ya está. – Le dijo tendiéndole la espada a Asher. – Pruébala y dime que tal. – Le dijo sonriéndole - Puedo darle varias pasadas más y apurarla todavía más si lo prefieres, pero demasiadas creo que acabaría volviendo más frágil el metal. – Aclaró, limpiándose las manos con un trapo que posteriormente dejó sobre la mesa.
Se giró hacía Oshu, con el metal fundido ya había acabado la mitad del trabajo.
Lo primero que hizo fue golpear repetidamente la masa de acero fundido hasta que adquirió un aspecto similar al de un puñal. Su idea inicial era hacer aquel arpón más parecido a una lanza que aquello, pero a Asher no le gustaría nada demasiado voluminoso, se quedaría con el prototipo para él mismo.
Una vez consiguió la forma deseada, enfrió el metal y se dispuso a hacer la larga cadena a la que iba unido aquel arpón-gancho. No tardó demasiado, aproximadamente media hora después tenía terminada la cadena.
- Listo. – dijo jugueteando con la cadena y el garfio, moviéndola por encima de su cabeza. – Creo que servirá. – Le dijo colocándola sobre la mesa. – La cadena se puede quitar, si quieres. – Aclaró, señalando el lugar en la base del arpón dónde estaba anclado el primer eslabón. – Puedes poner una cuerda más larga o lo que prefieras. – Sonrió, cruzándose de brazos, esperando ver el veredicto de su amigo.
- ¿Alguna petición más? –
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Dejó el trapo sucio a un lado y estrechó con firmeza la mano del Stelliazo.
- ¡Alward! – Hacía tiempo que no le veía, quizás demasiado.
Eso podía significar dos cosas: o él había dejado de meterse en tantísimos problemas o el mercenario había cambiado de profesión. Sonrió cuando el joven mencionó el nombre su herrería y sacudió la cabeza; era evidente que ambas opciones que acababa de plantearse estaban equivocadas.
Él seguía recibiendo tantas puñaladas como siempre y Sevna… buscaba una espada y una armadura. Amplió la sonrisa y se pasó la mano por el pelo, seguían siendo los mismos en mayor o menor medida.
- Lo del nombre es… es una historia… larga. – Admitió, indicando a Alward que se sentase ampliando levemente la sonrisa. – Y sí, puedo hacerte ambas cosas. – Agregó a continuación, estirando los brazos por encima de su cabeza. – Lyn tenía cosas que hacer… - Le dijo mientras comenzaba a calentar el metal - … algo de unas capas. – Añadió entrecerrando los ojos.
Mientras se calentaba el metal tomó las medidas de la nueva armadura de Alward y, una vez hubo terminado de hacerlo, comenzó a forjar la espada.
Había hecho ya las suficientes como para que el proceso se hubiese vuelto relativamente mecánico para él: martillear hasta dar forma, enfriar y repetir. En una hora tuvo la espada terminada, con empuñadura incluida.
Dejó la nueva espada en el mostrador y, después, se centró en la parte más difícil de aquel trabajo. Alward no quería nada realmente pesado, así que se centró en proteger las zonas del cuerpo que él, como buen experto era en acabar herido, creía imprescindibles proteger.
Usó una aleación más resistente y pesada para el torso y la espalda, para las hombreras y las extremidades usó metal más frágil pero más ligero y, por último, decidió no incluir metal alguno en los muslos.
Dos horas tardó en hacer todas y cada una de las piezas a medida.
- ¿Qué te parece? – Señaló el tosco maniquí sobre el que había ido colocando todas las partes de la armadura. – Pruébatela. – Pidió después, dejando a Alward pasar tras el mostrador.
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Todos los materiales se han usado con los guantes del fundador (Pasan a costar 8 aeros el material)
Pedido Asher:
OBJETO | MATERIALES |
Arpón-gancho | 16 |
Mejora Afilada | 5 |
TOTAL | 21 |
Precio con descuento guantes: 168
Cobro a Asher: 180 Aeros
Pedido Alward:
OBJETO | MATERIALES |
Armas de una mano | 12 |
Armadura Media | 24 |
TOTAL | 36 |
Precio con descuento guantes: 288
Le cobro 400 Aeros.
Eltrant Tale
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
ACTUALIZADO
Profesión Usada: Herrería
Título: Avanzado
Puntos Obtenidos: 6 (Herrería)
Materiales en reserva: 7 (Herrería)
Aeros Sumados: 124 (Eltrant)
Aeros Descontados: 400 (Alward) 180 (Asher)
Se han sumado 2 puntos de experiencia a todos por uso del taller.
Ansur
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Cada cierto periodo de tiempo, que podía variar entre los veinte días y los treinta y cinco, tenía que ajustar los circuitos de mis tres acompañantes para que continuaran funcionando correctamente. Era una rutina que se había establecido sin darnos cuenta [ANALIZANDO] pero curiosamente resultaba algo “relajante” [Esparcir o distraer el ánimo con algún descanso] Si, eso parecía ser correcto.
Me encontraba en medio de esa tarea, SEPA-IV y AMA ya estaban desarmados, solo faltaba ATAC. Lo levanté, quité la tapa que cubría los circuitos en su espalda y…
**Crack**
Mire los dedos en forma de herramientas que estaba utilizando hasta hace solo un segundo… Se habían roto. [ANALIZANDO] si mis acompañantes estuvieran funcionando podría arreglármelas para poder reparar mis manos. Pero estando los tres apagados y desarmados, no había manera alguna de que pudiera restaurar mis herramientas.
Necesitaba a un herrero, pero por más que pregunté en varios sitios, todos se negaron a trabajar conmigo. Analizando las variantes, pensé que quizás el dinero era un problema, los orgánicos siempre estaban preocupados por tener más aeros, pero por más que les ofrecí tantas monedas como pude, aún así no lograba convencerlos.
El pueblo en el que estaba no era demasiado grande, por lo que tampoco había una gran cantidad de herrerías. Me encontraba sentada en un establo, lugar que me había sido designado por el dueño del establecimiento para que “descanse”, con mis tres acompañantes desarmados frente a mí y mis manos inutilizables.
“Herrero”
Escuché que unos orgánicos hablaban entre sí. Intenté guardar las herramientas dentro de mis dedos nuevamente para no resultar tan amenazante al acercarme a ellos, pero algunos de los mecanismos estaban tan trabados que las piezas simplemente no encajaban. Me levanté y fui hacía uno de los hombres que hablaba [ANALIZANDO] aparentemente un humano de mediana edad con elementos que lo señalaban como dentro de la categoría "guerrero".
Me quede junto a él en silencio hasta que la charla cesó.
-Hola, requiero de los servicios de un herrero ¿Podrías ayudarme? – Levanté ambas manos y le mostré mis dedos a medio cerrar – Algunas de las herramientas que están adentro se partieron – Terminé de abrirlos y algunas piezas cayeron al piso – Puedo asistirte en los detalles sobre el armado y el dónde colocar cada parte- Hice una pausa, sentía que los datos que estaba ofreciendo eran pocos claros - Yo reparo Bios, pero no puedo hacerlo sobre mi propio cuerpo sin ayuda – Con unos segundos de retraso agregué una sonrisa mecánica - ¿Me ayudaras? -
--------------------------------------------
-Quiero que las manos/armas de Zöe se vuelvan "Armas de calidad superior" ^^
-Subrayado: Zöe va a secundar a Eltrant con sus Especialización de "Máquinas construyendo máquinas". No pretendo ganar absolutamente nada con esto, es solo para mantener la coherencia Narrativa.
Me encontraba en medio de esa tarea, SEPA-IV y AMA ya estaban desarmados, solo faltaba ATAC. Lo levanté, quité la tapa que cubría los circuitos en su espalda y…
**Crack**
Mire los dedos en forma de herramientas que estaba utilizando hasta hace solo un segundo… Se habían roto. [ANALIZANDO] si mis acompañantes estuvieran funcionando podría arreglármelas para poder reparar mis manos. Pero estando los tres apagados y desarmados, no había manera alguna de que pudiera restaurar mis herramientas.
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Necesitaba a un herrero, pero por más que pregunté en varios sitios, todos se negaron a trabajar conmigo. Analizando las variantes, pensé que quizás el dinero era un problema, los orgánicos siempre estaban preocupados por tener más aeros, pero por más que les ofrecí tantas monedas como pude, aún así no lograba convencerlos.
El pueblo en el que estaba no era demasiado grande, por lo que tampoco había una gran cantidad de herrerías. Me encontraba sentada en un establo, lugar que me había sido designado por el dueño del establecimiento para que “descanse”, con mis tres acompañantes desarmados frente a mí y mis manos inutilizables.
“Herrero”
Escuché que unos orgánicos hablaban entre sí. Intenté guardar las herramientas dentro de mis dedos nuevamente para no resultar tan amenazante al acercarme a ellos, pero algunos de los mecanismos estaban tan trabados que las piezas simplemente no encajaban. Me levanté y fui hacía uno de los hombres que hablaba [ANALIZANDO] aparentemente un humano de mediana edad con elementos que lo señalaban como dentro de la categoría "guerrero".
Me quede junto a él en silencio hasta que la charla cesó.
-Hola, requiero de los servicios de un herrero ¿Podrías ayudarme? – Levanté ambas manos y le mostré mis dedos a medio cerrar – Algunas de las herramientas que están adentro se partieron – Terminé de abrirlos y algunas piezas cayeron al piso – Puedo asistirte en los detalles sobre el armado y el dónde colocar cada parte- Hice una pausa, sentía que los datos que estaba ofreciendo eran pocos claros - Yo reparo Bios, pero no puedo hacerlo sobre mi propio cuerpo sin ayuda – Con unos segundos de retraso agregué una sonrisa mecánica - ¿Me ayudaras? -
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-Quiero que las manos/armas de Zöe se vuelvan "Armas de calidad superior" ^^
-Subrayado: Zöe va a secundar a Eltrant con sus Especialización de "Máquinas construyendo máquinas". No pretendo ganar absolutamente nada con esto, es solo para mantener la coherencia Narrativa.
Zöe
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
- ¿Y tú eres un herrero? –
Frunció el ceño, era la quinta vez que le hacían esa pregunta. Quizás no fuese el mejor herrero del mundo, pero empezaba a considerarse uno. Suspirando profundamente se rascó la barba y se cruzó de brazos.
- Mira, solo necesito alquilarte el local unas horas, no es como si… - El hombre fornido que tenía frente a él levantó su mano derecha y, antes de que terminase de hablar, asintió.
- Muy bien. – Dijo el dueño de la modesta herrería que tenía delante. – Hoy no tenía pensado trabajar de todas formas. – Musitó dejando en la palma de la mano de Eltrant una llave ligeramente oxidada. – Tú asegúrate de no incendiar nada… herrero. – La última palabra tenía una connotación extraña, era como si el hombre no terminase de creer que Eltrant pudiese, de hecho, hacer algo más que enarbolar un martillo de forma torpe.
Entrecerró los ojos y no contestó. No le quedaba otra, tenía que reparar su armadura de nuevo y sin una forja competente no podía hacerlo.
Según el hombre se alejaba, silbando, otra voz captó su atención: la una mujer con los brazos metálicos que reclamaba su atención.
Aunque lo primero que pasó por su cabeza, en mitad de la sorpresa, fue el hecho de que podía tener una maldición como la que él tuvo tiempo atrás, Eltrant no tardó en ordenar las palabras de la recién llegada y comprender que la mujer era una cibernética y que, de hecho, necesitaba la ayuda de alguien capaz de trabajar el metal.
- Parece… demasiado complejo para mí… – dijo rascándose la barba, contemplando las manos a medio abrir de la mujer. Aquello era más que herrería, era algo que le costaba incluso describir – Pero claro, puedo ayudarte si quieres, intentarlo al menos. – Aseguró esbozando, al final, una sonrisa. – Sígueme. – Le pidió según se adentraba en el edificio.
La herrería era modesta, de hecho, se parecía a la suya propia. Aquello facilitaría las cosas.
- Vale… - Se atusó la barba, otra vez, y acercó un taburete hasta la mujer. – Siéntate. – Indicó, señalando el taburete. Cuando la cibernética lo hubo hecho le pidió que extendiese el brazo. – Puedo ver los lugares en los que el metal está dañado y parece algo más frágil en general. – Le explicó – Puedo intentar hacerlo más… - Se detuvo, pensativo. – Resistente, sí. – dijo al final, asintiendo para sí. – Al menos la capa de fuera, lo del interior no lo comprendo demasiado bien, pero podemos ir pieza por pieza, supongo. – Dejó escapar una carcajada algo nerviosa, al no saber exactamente qué decir, y miró a la mujer tratando de intuir que podría estar pasándole por la cabeza.
Era… seria, no había hablado con demasiados Bios como para saber si todos seguían una especie de patrón, quizás el mayor ejemplo que tenía de uno era Rachel, pero ella era, por otro lado, bastante habladora.
¿Estaría bien?
- ¿Puedes… quitarte una mano o algo? – Preguntó, genuinamente curioso por el limite al que la mujer podía llegar con su propio cuerpo. ¿Podría pedirle que se la quitase? ¿Era de buena educación?
Independientemente de la respuesta de la mujer, comenzó a calentar la forja y a trabajar la nueva versión del metal que iba a usar. Reemplazar unas manos tan… complejas podía ser difícil, pero no era demasiado distinto a mejorar el metal de una espada o de una armadura, algo que ya había hecho muchas veces.
Una a una, y siguiendo siempre de cerca las instrucciones que le proporcionaba la Bio, comenzó a tratar todas las piezas con el aceite que había preparado hacía segundos para, después, sumergirlas en una fina capa de metal fundido que había dispuesto para la ocasión.
- Me llamo Eltrant, por cierto. – Aclaró según enfriaba una de las piezas que iría en la palma de la mano y, metódicamente, la anclaba en su lugar correspondiente: justo dónde le había dicho la mujer. – …con esta aleación tu mano debería aguantar mejor los golpes antes de romperse. – Le dijo a continuación, según limaba las impurezas del metal de otra parte aun al rojo vivo y se aseguraba, de este modo, que las posibles burbujas de aire que quedasen atrapadas dentro del mismo desaparecían. – Quizás las encuentres más pesadas, pero podemos trabajar eso más adelante. Si quieres, claro. – dijo, dudaba mucho que un Bio tuviese problemas al levantar aquel peso, pero nunca estaba de más comentarlo.
Fueron, quizás, dos horas relativamente largas en la que tuvo que repetir varios pasos por que se veía incapaz de mantenerse centrado en la infinidad de pequeñas piezas que componían las manos de la mujer. Menos mal que ella estaba ayudándole, dudaba mucho que hubiese podido hacer todo aquello él solo.
- Vale – dijo una vez terminó de montar la mano derecha y dueña pudo volver a usarla. – Ábrela y ciérrala, dime que te parece. – Pidió cruzado de brazos, atento a la reacción de la mujer.
Cuando hubo escuchado la respuesta se centró en la extremidad opuesta, ahora que tenía algo de idea acabaría aquella aún más rápido.
- Y no te preocupes por el precio. – Le dijo según desmontaba la mano izquierda. – Quiero decir, me basta con el dinero para los materiales que hemos usado. – Sonrió. – Estás trabando tú tanto como yo. – Expuso finalmente.
Uso los guantes del fundador, por lo que los materiales pasan a costar 8 Aeros cada uno.
Cobro a Zöe: 192 Aeros.
Frunció el ceño, era la quinta vez que le hacían esa pregunta. Quizás no fuese el mejor herrero del mundo, pero empezaba a considerarse uno. Suspirando profundamente se rascó la barba y se cruzó de brazos.
- Mira, solo necesito alquilarte el local unas horas, no es como si… - El hombre fornido que tenía frente a él levantó su mano derecha y, antes de que terminase de hablar, asintió.
- Muy bien. – Dijo el dueño de la modesta herrería que tenía delante. – Hoy no tenía pensado trabajar de todas formas. – Musitó dejando en la palma de la mano de Eltrant una llave ligeramente oxidada. – Tú asegúrate de no incendiar nada… herrero. – La última palabra tenía una connotación extraña, era como si el hombre no terminase de creer que Eltrant pudiese, de hecho, hacer algo más que enarbolar un martillo de forma torpe.
Entrecerró los ojos y no contestó. No le quedaba otra, tenía que reparar su armadura de nuevo y sin una forja competente no podía hacerlo.
Según el hombre se alejaba, silbando, otra voz captó su atención: la una mujer con los brazos metálicos que reclamaba su atención.
Aunque lo primero que pasó por su cabeza, en mitad de la sorpresa, fue el hecho de que podía tener una maldición como la que él tuvo tiempo atrás, Eltrant no tardó en ordenar las palabras de la recién llegada y comprender que la mujer era una cibernética y que, de hecho, necesitaba la ayuda de alguien capaz de trabajar el metal.
- Parece… demasiado complejo para mí… – dijo rascándose la barba, contemplando las manos a medio abrir de la mujer. Aquello era más que herrería, era algo que le costaba incluso describir – Pero claro, puedo ayudarte si quieres, intentarlo al menos. – Aseguró esbozando, al final, una sonrisa. – Sígueme. – Le pidió según se adentraba en el edificio.
La herrería era modesta, de hecho, se parecía a la suya propia. Aquello facilitaría las cosas.
- Vale… - Se atusó la barba, otra vez, y acercó un taburete hasta la mujer. – Siéntate. – Indicó, señalando el taburete. Cuando la cibernética lo hubo hecho le pidió que extendiese el brazo. – Puedo ver los lugares en los que el metal está dañado y parece algo más frágil en general. – Le explicó – Puedo intentar hacerlo más… - Se detuvo, pensativo. – Resistente, sí. – dijo al final, asintiendo para sí. – Al menos la capa de fuera, lo del interior no lo comprendo demasiado bien, pero podemos ir pieza por pieza, supongo. – Dejó escapar una carcajada algo nerviosa, al no saber exactamente qué decir, y miró a la mujer tratando de intuir que podría estar pasándole por la cabeza.
Era… seria, no había hablado con demasiados Bios como para saber si todos seguían una especie de patrón, quizás el mayor ejemplo que tenía de uno era Rachel, pero ella era, por otro lado, bastante habladora.
¿Estaría bien?
- ¿Puedes… quitarte una mano o algo? – Preguntó, genuinamente curioso por el limite al que la mujer podía llegar con su propio cuerpo. ¿Podría pedirle que se la quitase? ¿Era de buena educación?
Independientemente de la respuesta de la mujer, comenzó a calentar la forja y a trabajar la nueva versión del metal que iba a usar. Reemplazar unas manos tan… complejas podía ser difícil, pero no era demasiado distinto a mejorar el metal de una espada o de una armadura, algo que ya había hecho muchas veces.
Una a una, y siguiendo siempre de cerca las instrucciones que le proporcionaba la Bio, comenzó a tratar todas las piezas con el aceite que había preparado hacía segundos para, después, sumergirlas en una fina capa de metal fundido que había dispuesto para la ocasión.
- Me llamo Eltrant, por cierto. – Aclaró según enfriaba una de las piezas que iría en la palma de la mano y, metódicamente, la anclaba en su lugar correspondiente: justo dónde le había dicho la mujer. – …con esta aleación tu mano debería aguantar mejor los golpes antes de romperse. – Le dijo a continuación, según limaba las impurezas del metal de otra parte aun al rojo vivo y se aseguraba, de este modo, que las posibles burbujas de aire que quedasen atrapadas dentro del mismo desaparecían. – Quizás las encuentres más pesadas, pero podemos trabajar eso más adelante. Si quieres, claro. – dijo, dudaba mucho que un Bio tuviese problemas al levantar aquel peso, pero nunca estaba de más comentarlo.
Fueron, quizás, dos horas relativamente largas en la que tuvo que repetir varios pasos por que se veía incapaz de mantenerse centrado en la infinidad de pequeñas piezas que componían las manos de la mujer. Menos mal que ella estaba ayudándole, dudaba mucho que hubiese podido hacer todo aquello él solo.
- Vale – dijo una vez terminó de montar la mano derecha y dueña pudo volver a usarla. – Ábrela y ciérrala, dime que te parece. – Pidió cruzado de brazos, atento a la reacción de la mujer.
Cuando hubo escuchado la respuesta se centró en la extremidad opuesta, ahora que tenía algo de idea acabaría aquella aún más rápido.
- Y no te preocupes por el precio. – Le dijo según desmontaba la mano izquierda. – Quiero decir, me basta con el dinero para los materiales que hemos usado. – Sonrió. – Estás trabando tú tanto como yo. – Expuso finalmente.
_______________________________________________________________
OBJETO | MATERIALES |
Armas de una mano | 12 |
Armas de una mano | 12 |
TOTAL | 24 |
Uso los guantes del fundador, por lo que los materiales pasan a costar 8 Aeros cada uno.
Cobro a Zöe: 192 Aeros.
Eltrant Tale
Aerandiano de honor
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
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Se han sumado 2 puntos de experiencia a ambos por uso del taller.
Ansur
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Apenas pasaba del mediodía, pero llovía tanto que parecía de noche. La bruja caminaba deprisa por aquellas callejuelas desiertas, parándose de vez en cuando a observar alguna puerta. Si alguien se asomase a una ventana, pensaría que se trataba apenas de un niño, con su pequeño tamaño y encogida como estaba bajo la capa.
Le habían dado indicaciones de cómo llegar a su destino, pero hacía ya rato que se había desorientado por completo en aquel laberinto de calles estrechas. El agua y la oscuridad no ayudaban a ubicarse. En otras circunstancias, se habría puesto a cubierto y esperado a que amainase la tormenta antes de continuar su camino, pero no sabía cuánto tiempo permanecería en la ciudad el hombre que le habían recomendado, pues tenía entendido que no era la única que lo buscaba, así que siguió andando.
Finalmente, oyó música, risas y voces agitadas; señal inconfundible de que estaba cerca de una taberna. La localizó enseguida, miró a ambos lados y se dirigió a la puerta que quedaba entre la misma y un edificio que parecía abandonado. Esperando que el local no estuviese igualmente desierto y deseando alejarse de la lluvia, entró sin demasiadas formalidades.
Miró alrededor. El local tenía pinta de ser una herrería. Por el momento, los datos concordaban con lo que le habían explicado. El olor inconfundible a cuero que adivinaba en el ambiente sugería que estaba en el lugar adecuado. Cuando localizó al hombre, se apartó la capucha antes de hablar.
—¿Eres Tale? —preguntó y caminó despacio hasta donde se encontraba el humano —. Me han dicho que podías echarme una mano con algo. —Sacó un pequeño cuchillo del interior de su jubón y un dardo de una manga y los colocó sobre una mesa antes de continuar —. Verás, una mujer viajando sola, necesita protección… preferiblemente discreta y de fácil acceso —concluyó y miró al hombre a los ojos para determinar si se había expresado con claridad o tendría que dar más detalles.
Después, terminó de quitarse la capa, que estaba empapada y pesaba horrores. Al hacerlo, rozó con la muñeca el cuero desgastado del bolso que llevaba pegado a la cadera. Lo miró durante un momento considerando su durabilidad antes de volver a levantar la mirada y añadir:
—Ya que estoy aquí, me vendría bien un bolso nuevo.
----------
Encargo:
Fundas Ocultas (1)
Bolso pequeño (1)
Lo de poner las armas sobre la mesa no es una amenaza, es para facilitar que las medidas de las fundas sean las adecuadas
Le habían dado indicaciones de cómo llegar a su destino, pero hacía ya rato que se había desorientado por completo en aquel laberinto de calles estrechas. El agua y la oscuridad no ayudaban a ubicarse. En otras circunstancias, se habría puesto a cubierto y esperado a que amainase la tormenta antes de continuar su camino, pero no sabía cuánto tiempo permanecería en la ciudad el hombre que le habían recomendado, pues tenía entendido que no era la única que lo buscaba, así que siguió andando.
Finalmente, oyó música, risas y voces agitadas; señal inconfundible de que estaba cerca de una taberna. La localizó enseguida, miró a ambos lados y se dirigió a la puerta que quedaba entre la misma y un edificio que parecía abandonado. Esperando que el local no estuviese igualmente desierto y deseando alejarse de la lluvia, entró sin demasiadas formalidades.
Miró alrededor. El local tenía pinta de ser una herrería. Por el momento, los datos concordaban con lo que le habían explicado. El olor inconfundible a cuero que adivinaba en el ambiente sugería que estaba en el lugar adecuado. Cuando localizó al hombre, se apartó la capucha antes de hablar.
—¿Eres Tale? —preguntó y caminó despacio hasta donde se encontraba el humano —. Me han dicho que podías echarme una mano con algo. —Sacó un pequeño cuchillo del interior de su jubón y un dardo de una manga y los colocó sobre una mesa antes de continuar —. Verás, una mujer viajando sola, necesita protección… preferiblemente discreta y de fácil acceso —concluyó y miró al hombre a los ojos para determinar si se había expresado con claridad o tendría que dar más detalles.
Después, terminó de quitarse la capa, que estaba empapada y pesaba horrores. Al hacerlo, rozó con la muñeca el cuero desgastado del bolso que llevaba pegado a la cadera. Lo miró durante un momento considerando su durabilidad antes de volver a levantar la mirada y añadir:
—Ya que estoy aquí, me vendría bien un bolso nuevo.
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Lo de poner las armas sobre la mesa no es una amenaza, es para facilitar que las medidas de las fundas sean las adecuadas
Reike
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Levantó la mirada de la espada que estaba a punto de terminar cuando una voz claramente femenina se hizo notar en su taller. ¿Una clienta? Con la tormenta que sacudía la ciudad le sorprendía que alguien se atreviese a salir siquiera al exterior.
- El mismo. – dijo asintiendo cuando la recién llegada le preguntó de si era Tale, con una sonrisa. - ¿Qué necesita? – Añadió depositando la espada a un lado y tomando un paño blanco con el que se limpió las manos de la mezcla entre aceite y carbón que las cubría.
Cruzándose de brazos escuchó atentamente la proposición de la mujer.
- Entiendo… - Se atusó la barba y, tras tomar la daga que la mujer había dejado sobre la mesa, repasó la hoja de la misma con detenimiento – Lo que me pides no debería ser muy difícil. – Añadió, sonriendo. – Siéntate por ahí, acabaré pronto. – Le dijo al final, estirando ambos brazos por encima de su cabeza.
Una funda en la que poder ocultar armas como la daga que le había mostrado o el dardo y una bolsa pequeña en la que guardar objetos. Nada excesivamente complicado, podía hacerlo.
Comenzó a reunir los materiales mientras hablaba, en voz alta, con su cliente. No sentía la necesidad de obtener respuestas de lo que iba diciendo, de hecho, no era nada sustancial, Eltrant se limitó a hablar de lo horrible que era el tiempo aquel día y a bromear acerca de ello.
Tras tomar las medidas de la daga procedió a, detenidamente, cortar los pliegues del cuero que iba a usar. La pequeña vaina tenía cierta dificultad: después de todo tenía que ser lo suficientemente flexible como para ser ocultada con facilidad en cualquier parte del cuerpo.
Para conseguir eso último se encargó de cortar laminas muy finas de cuero; Tiras que por sí solas no eran mucho más resistentes que el papel pero que, cuando se cosían todas juntas una sobre otra, se lograba el efecto que buscaba.
No tardó demasiado en tener terminadas las dos mitades de la vaina que contendrían la daga, quizás una media hora. Cuando se cercioró de que las mitades resistían relativamente bien los golpes y el posible traqueteo de un largo viaje, las cosió en una sola e introdujo la daga que le había entregado la muchacha en su interior.
- Colócatelo en algún lado, comprueba que no molesta ahora que estoy a tiempo de arreglarlo. – Le dijo colocando la funda sobre el mostrador. – Después le añadiré unos broches para que puedas atarla a la ropa si lo prefieres. – Comentó sacudiendo la mano casualmente, procediendo a reunir los materiales con los que haría la bolsa de viaje.
Aquello era ya, para él, una acción mecánica.
Lo que más le solían pedir, al trabajar con el cuero, era aquel tipo de bolsas.
No especialmente grande, se limitó a coser cada una de las partes por separado de la forma que sabía y, al final, colocar un cordel en la apertura superior para que sirviese a modo de cierre. Cuando la tuvo terminada introdujo varios lingotes de metal en su interior y la agitó.
- Vale. – Sacó el metal del interior y la colocó, también, sobre el mostrador. – Las costuras van a aguantar lo que le metas dentro, así que no te preocupes por el peso. – dijo, asintiendo. – Y eso es todo. – Le dijo, bajando ambas manos hasta su cintura.
Entrecerró los ojos unos instantes.
- Espera un momento. – dijo tendiendo la mano, alcanzando la funda que acababa de terminar y que descansaba sobre la mesa.
Extrajo la daga que le había mostrado la muchacha y la miró fijamente.
Suspiró.
- Vuelve a sentarte. – dijo señalando el mismo taburete que antes, rascándose la cabeza.
Afortunadamente, tenía materiales en la forja ya preparados de antemano, de la espada en la que había estado trabajando antes que la muchacha llegase.
Si la dejaba marcharse de allí con una daga de aquella calidad ella no iba a poder defenderse especialmente bien y él no iba a poder dormir tranquilo aquella noche, se conocía demasiado bien. Por muy oculta que estuviese el arma de la joven si esta se rompía al entrar en contacto con algo mínimamente grueso…
Sospechaba, para empezar, que aquella hoja no sobreviviría a la piel de un oso y el bosque estaba lleno de ellos.
Hizo lo que estaba habituado a hacer: bañó la hoja en aceite y después la introdujo en la nueva aleación fundida y enfrió rápidamente. Repitió esto hasta cinco veces para conseguir la densidad deseada y, después, le volvió a dar forma con el martillo. Al final, simplemente, gravó una pequeña luna en la base de la hoja, indicando que había sido él el herrero que había trabajado con ella.
- Aquí tienes. – dijo devolviéndole de nuevo el arma a la mujer. – Ahora no se te romperá si la miras mal. – Sonrió, cruzado de brazos, y aguardó unos segundos en silencio. – Oh, sí, el precio. – Negó con la cabeza, incapaz de asumir que casi se le olvidaba algo tan importante. – La bolsa y la funda son setenta y cuatro Aeros. – Indicó. – La daga… - Miró a la mujer, por alguna razón se le antojaba como alguien que no aceptaba demasiados regalos. ¿Sería noble o algo así? – Un Aero. – dijo dejándose caer sobre la silla que descansa detrás de la mesa desproporcionada que usaba como mostrador y esbozando una sonrisa.
- Setenta y cinco en total. – Aclaró al final.
Uso los guantes del fundador y cada material pasa a costar solo 8 Aeros.
Materiales herreria: 6 // Materiales Curtiduria: 8
Precio total: 112 // Cobro a Reike: 75
- El mismo. – dijo asintiendo cuando la recién llegada le preguntó de si era Tale, con una sonrisa. - ¿Qué necesita? – Añadió depositando la espada a un lado y tomando un paño blanco con el que se limpió las manos de la mezcla entre aceite y carbón que las cubría.
Cruzándose de brazos escuchó atentamente la proposición de la mujer.
- Entiendo… - Se atusó la barba y, tras tomar la daga que la mujer había dejado sobre la mesa, repasó la hoja de la misma con detenimiento – Lo que me pides no debería ser muy difícil. – Añadió, sonriendo. – Siéntate por ahí, acabaré pronto. – Le dijo al final, estirando ambos brazos por encima de su cabeza.
Una funda en la que poder ocultar armas como la daga que le había mostrado o el dardo y una bolsa pequeña en la que guardar objetos. Nada excesivamente complicado, podía hacerlo.
Comenzó a reunir los materiales mientras hablaba, en voz alta, con su cliente. No sentía la necesidad de obtener respuestas de lo que iba diciendo, de hecho, no era nada sustancial, Eltrant se limitó a hablar de lo horrible que era el tiempo aquel día y a bromear acerca de ello.
Tras tomar las medidas de la daga procedió a, detenidamente, cortar los pliegues del cuero que iba a usar. La pequeña vaina tenía cierta dificultad: después de todo tenía que ser lo suficientemente flexible como para ser ocultada con facilidad en cualquier parte del cuerpo.
Para conseguir eso último se encargó de cortar laminas muy finas de cuero; Tiras que por sí solas no eran mucho más resistentes que el papel pero que, cuando se cosían todas juntas una sobre otra, se lograba el efecto que buscaba.
No tardó demasiado en tener terminadas las dos mitades de la vaina que contendrían la daga, quizás una media hora. Cuando se cercioró de que las mitades resistían relativamente bien los golpes y el posible traqueteo de un largo viaje, las cosió en una sola e introdujo la daga que le había entregado la muchacha en su interior.
- Colócatelo en algún lado, comprueba que no molesta ahora que estoy a tiempo de arreglarlo. – Le dijo colocando la funda sobre el mostrador. – Después le añadiré unos broches para que puedas atarla a la ropa si lo prefieres. – Comentó sacudiendo la mano casualmente, procediendo a reunir los materiales con los que haría la bolsa de viaje.
Aquello era ya, para él, una acción mecánica.
Lo que más le solían pedir, al trabajar con el cuero, era aquel tipo de bolsas.
No especialmente grande, se limitó a coser cada una de las partes por separado de la forma que sabía y, al final, colocar un cordel en la apertura superior para que sirviese a modo de cierre. Cuando la tuvo terminada introdujo varios lingotes de metal en su interior y la agitó.
- Vale. – Sacó el metal del interior y la colocó, también, sobre el mostrador. – Las costuras van a aguantar lo que le metas dentro, así que no te preocupes por el peso. – dijo, asintiendo. – Y eso es todo. – Le dijo, bajando ambas manos hasta su cintura.
Entrecerró los ojos unos instantes.
- Espera un momento. – dijo tendiendo la mano, alcanzando la funda que acababa de terminar y que descansaba sobre la mesa.
Extrajo la daga que le había mostrado la muchacha y la miró fijamente.
Suspiró.
- Vuelve a sentarte. – dijo señalando el mismo taburete que antes, rascándose la cabeza.
Afortunadamente, tenía materiales en la forja ya preparados de antemano, de la espada en la que había estado trabajando antes que la muchacha llegase.
Si la dejaba marcharse de allí con una daga de aquella calidad ella no iba a poder defenderse especialmente bien y él no iba a poder dormir tranquilo aquella noche, se conocía demasiado bien. Por muy oculta que estuviese el arma de la joven si esta se rompía al entrar en contacto con algo mínimamente grueso…
Sospechaba, para empezar, que aquella hoja no sobreviviría a la piel de un oso y el bosque estaba lleno de ellos.
Hizo lo que estaba habituado a hacer: bañó la hoja en aceite y después la introdujo en la nueva aleación fundida y enfrió rápidamente. Repitió esto hasta cinco veces para conseguir la densidad deseada y, después, le volvió a dar forma con el martillo. Al final, simplemente, gravó una pequeña luna en la base de la hoja, indicando que había sido él el herrero que había trabajado con ella.
- Aquí tienes. – dijo devolviéndole de nuevo el arma a la mujer. – Ahora no se te romperá si la miras mal. – Sonrió, cruzado de brazos, y aguardó unos segundos en silencio. – Oh, sí, el precio. – Negó con la cabeza, incapaz de asumir que casi se le olvidaba algo tan importante. – La bolsa y la funda son setenta y cuatro Aeros. – Indicó. – La daga… - Miró a la mujer, por alguna razón se le antojaba como alguien que no aceptaba demasiados regalos. ¿Sería noble o algo así? – Un Aero. – dijo dejándose caer sobre la silla que descansa detrás de la mesa desproporcionada que usaba como mostrador y esbozando una sonrisa.
- Setenta y cinco en total. – Aclaró al final.
___________________________________________________________
Uso los guantes del fundador y cada material pasa a costar solo 8 Aeros.
OBJETO | MATERIALES |
Armas Cortas calidad común | 6 |
Bolso pequeño | 5 |
Fundas ocultas | 3 |
TOTAL | 14 |
Materiales herreria: 6 // Materiales Curtiduria: 8
Precio total: 112 // Cobro a Reike: 75
Eltrant Tale
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
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Materiales en reserva: 1 (Herrería) 3 (Curtiduría)
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Se han sumado 2 puntos de experiencia a ambos por uso del taller.
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Una vez más paseábamos por las calles de Lunargenta, vivir en Ulmer estaba bien, pero cuando necesitaba algo concreto siempre tocaba volver a la capital humana y en esta ocasión el motivo de la visita eran unos guantes. Hacia ya un tiempo que a mis oídos llegaban las voces de un herrero curtidor con la capacidad de crear refinados guantes de trabajo. Sin embargo el nombre del trabajador era más conocido por sus heroicas hazañas que por sus trabajos. Lavey y yo no tardamos demasiado en encontrar el taller de Eltrant.
-Buenos días. -Dijimos casi a coro mi niña y yo al entrar. -Me gustaría hacer un pedido. -Mientras hablaba mis ojos se iban hacia los diferentes lugares de la estancia, no había ni uno solo que estuviera ordenado. Me preguntaba si seria de la clase de hombres que encuentran orden en su desorden. -He oído mucho sobre ti. -Cerca de un yunque se encontraba un hombre acariciándose la barba. -Me han dicho que tienes una manofactura tan refinada que eres capaz de fabricar guantes para artesanos sin que las costuras se perciban.
Mientras yo hablaba la joven rubia se paseaba por los diferentes expositores de armas y armaduras, Lavey se quedo patidifusa al leer la descripción de una armadura.
-Señor Eltrant ¿Es cierto lo que pone aquí? Esta armadura sirve para los dragones. -La muchacha de ojos azules alternaba la vista entre la armadura y el humano. -A mi madre le vendría bien una capaz de hacer eso.
Lavey no se equivocaba, las escamas de dragón eran duras, pero no impenetrables, la protección nunca estaba de más. Por desgracia los ahorros familiares no daban para tanto.
-Eso tendrá que llegar en la siguiente visita. -Mire a la cazadora y luego al hombre. -Me interesarían unos guantes para carpintero, por favor. -Extendí las manos sobre el mostrador y con los dedos abierto apoye las palmas. -¿Necesitas medidas?
_____
Off:
Tienes muchas cosas interesantes, pero por ahora solo me llega para una.
Encargo Guantes del fundador y si no me fallan las cuentas deberían ser 260 aeros (contando con el precio de 8 eros por material)
-Buenos días. -Dijimos casi a coro mi niña y yo al entrar. -Me gustaría hacer un pedido. -Mientras hablaba mis ojos se iban hacia los diferentes lugares de la estancia, no había ni uno solo que estuviera ordenado. Me preguntaba si seria de la clase de hombres que encuentran orden en su desorden. -He oído mucho sobre ti. -Cerca de un yunque se encontraba un hombre acariciándose la barba. -Me han dicho que tienes una manofactura tan refinada que eres capaz de fabricar guantes para artesanos sin que las costuras se perciban.
Mientras yo hablaba la joven rubia se paseaba por los diferentes expositores de armas y armaduras, Lavey se quedo patidifusa al leer la descripción de una armadura.
-Señor Eltrant ¿Es cierto lo que pone aquí? Esta armadura sirve para los dragones. -La muchacha de ojos azules alternaba la vista entre la armadura y el humano. -A mi madre le vendría bien una capaz de hacer eso.
Lavey no se equivocaba, las escamas de dragón eran duras, pero no impenetrables, la protección nunca estaba de más. Por desgracia los ahorros familiares no daban para tanto.
-Eso tendrá que llegar en la siguiente visita. -Mire a la cazadora y luego al hombre. -Me interesarían unos guantes para carpintero, por favor. -Extendí las manos sobre el mostrador y con los dedos abierto apoye las palmas. -¿Necesitas medidas?
_____
Off:
Tienes muchas cosas interesantes, pero por ahora solo me llega para una.
Encargo Guantes del fundador y si no me fallan las cuentas deberían ser 260 aeros (contando con el precio de 8 eros por material)
Reivy Abadder
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Sonrió a la recién llegada y le indicó que se sentase.
- ¿Unos guantes de carpintero? – Se atusó la barba y, tras unos segundos, asintió sonriendo.
Dejó que la niña que acompañaba a su clienta curiosease por el lugar, por supuesto antes se aseguró de que la fragua estaba apagada y escondió la mayor parte de las herramientas que, en manos de un niño, podían ser peligrosas.
- Dame las manos. – Pidió a su clienta después tomando un pequeño metro de sastre.
Apenas tardó cinco minutos en tomar las medidas necesarias para los guantes, una vez hubo acabado sonrió a la mujer y, según se ponía a trabajar, le dijo que podía curiosear las armaduras que había por el lugar.
Parecía que le gustaban.
- Puedes probártelas si quieres. – Le dijo al mismo tiempo que comenzaba a acumular el cuero que iba a usar frente a él. – No están hechas a medida, pero te darán una idea de lo que quieres. – Dijo al final, bajando la mirada hasta la niña, a quien le colocó casualmente un yelmo de cuero sobre la cabeza y dejó, divertido, que continuase pululando por el lugar.
Realizar aquel pedido se había vuelto muy mecánico, por lo que sin apenas centrarse en lo que hacía comenzó a amoldar las partes del cuero que compondrían las palmas del futuro guante derecho de la mujer.
Muchas personas pasaban por allí solo para hacer aquel pedido, lo cual indicaba que la receta que le había proporcionado Gol’then era, como mínimo, de buena calidad. Los clientes parecían contentos con ella, lo suficiente como para que corriese la voz.
Cuando hubo terminado con la palmada de la mano, comenzó con el dorso y, al final, procedió a finalizar la tarea más compleja: los dedos. Metódicamente continuó cosiendo lentamente hasta que se aseguró de que las costuras estaban firmemente cerradas.
¿Quién le iba a decir que el cerrarse puñaladas a si mismo había acabado por ayudarle a trabajar el cuero?
Cuando terminó el primer guante llamó a su clienta y se lo entregó.
- Dime si te aprieta. – dijo, como siempre solía hacer, según comenzaba a trabajar en el segundo guante.
Media hora más tarde, tras repetir todos los pasos que había realizado con el primer guante, Eltrant habría acabado con el segundo.
- Aquí tienes. – Le dijo con una sonrisa. – Unos guantes de carpintero, espero que te gusten. - Afirmó colocando el pedido sobre el mostrador.
Antes de que la mujer los tomase, no obstante, Eltrant estiró los guantes para cerciorarse, por última vez, de que las costuras aguantaban.
Uso mis propios guantes del fundador, cada material pasa a costar 8 Aeros.
Le cobro a Reivy: 160 Aeros.
- ¿Unos guantes de carpintero? – Se atusó la barba y, tras unos segundos, asintió sonriendo.
Dejó que la niña que acompañaba a su clienta curiosease por el lugar, por supuesto antes se aseguró de que la fragua estaba apagada y escondió la mayor parte de las herramientas que, en manos de un niño, podían ser peligrosas.
- Dame las manos. – Pidió a su clienta después tomando un pequeño metro de sastre.
Apenas tardó cinco minutos en tomar las medidas necesarias para los guantes, una vez hubo acabado sonrió a la mujer y, según se ponía a trabajar, le dijo que podía curiosear las armaduras que había por el lugar.
Parecía que le gustaban.
- Puedes probártelas si quieres. – Le dijo al mismo tiempo que comenzaba a acumular el cuero que iba a usar frente a él. – No están hechas a medida, pero te darán una idea de lo que quieres. – Dijo al final, bajando la mirada hasta la niña, a quien le colocó casualmente un yelmo de cuero sobre la cabeza y dejó, divertido, que continuase pululando por el lugar.
Realizar aquel pedido se había vuelto muy mecánico, por lo que sin apenas centrarse en lo que hacía comenzó a amoldar las partes del cuero que compondrían las palmas del futuro guante derecho de la mujer.
Muchas personas pasaban por allí solo para hacer aquel pedido, lo cual indicaba que la receta que le había proporcionado Gol’then era, como mínimo, de buena calidad. Los clientes parecían contentos con ella, lo suficiente como para que corriese la voz.
Cuando hubo terminado con la palmada de la mano, comenzó con el dorso y, al final, procedió a finalizar la tarea más compleja: los dedos. Metódicamente continuó cosiendo lentamente hasta que se aseguró de que las costuras estaban firmemente cerradas.
¿Quién le iba a decir que el cerrarse puñaladas a si mismo había acabado por ayudarle a trabajar el cuero?
Cuando terminó el primer guante llamó a su clienta y se lo entregó.
- Dime si te aprieta. – dijo, como siempre solía hacer, según comenzaba a trabajar en el segundo guante.
Media hora más tarde, tras repetir todos los pasos que había realizado con el primer guante, Eltrant habría acabado con el segundo.
- Aquí tienes. – Le dijo con una sonrisa. – Unos guantes de carpintero, espero que te gusten. - Afirmó colocando el pedido sobre el mostrador.
Antes de que la mujer los tomase, no obstante, Eltrant estiró los guantes para cerciorarse, por última vez, de que las costuras aguantaban.
_________________________________________________________________
Uso mis propios guantes del fundador, cada material pasa a costar 8 Aeros.
OBJETO | MATERIALES |
Guantes del Fundador | 20 |
TOTAL | 20 |
Le cobro a Reivy: 160 Aeros.
Eltrant Tale
Aerandiano de honor
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
ACTUALIZADO
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Título: Avanzado
Puntos Obtenidos: 2 (Herrería)
Materiales en reserva: 3 (Herrería) 3 (Curtiduría)
Aeros Descontados: 160 (Reivy)
Se han sumado 2 puntos de experiencia a ambos por uso del taller.
Ansur
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