Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
–¿Aquí es? –pregunté a mi acompañante, observando el establecimiento frente a nosotros.
–Sí –respondió Hyro, satisfecho por algún motivo.
–¿Ahora sí me dirás para qué estamos aquí?
Hyro rodeó mi cuello con un brazo.
–Para que te deleites con...
–Ya te dije muchas que no me interesan los burdeles –interrumpí. Él negó con la cabeza.
–No, no, no. No me refiero a eso… ¿Hace cuánto que no te doy un regalo? –preguntó con una enorme sonrisa. Lo miré con desconfianza.
–Ni siquiera sé si alguna vez me has regalado algo.
–¿En serio? Bueno, olvida el pasado. Entra a esta herrería y dime lo que quieres que compre para ti.
Tras dar un largo suspiro, entré a la herrería. Una vez ahí me giré hacia Hyro y dije:
–Muchas biusas. Bastantes. Eso es lo que quiero…
Y un poderoso manotazo en la parte posterior de mi cabeza me obligó a callar. Le lancé una mirada fulminante a Hyro.
–No, idiota. Tiene que ser algo que esté aquí –espetó.
–Saludos, buen hombre. ¿Hay alguna biusa por aquí? –le pregunté al hombre tras el mostrador, ganándome así otro manotazo.
–Ahora deja de jugar al estúpido y pide lo que quieras. Algo relacionado a la herrería, por favor. Y recuerda que no importa el precio porque yo pagaré, ¿vale?
Asentí con la cabeza y me acerqué al hombre en el mostrador. Eché un vistazo rápido alrededor por si veía algo interesante. Presioné mis labios con el pulgar derecho, pensativo. Luego de unos pocos segundos chasqueé los dedos.
–Verás, me gustaría…
–Él no sabe lo que quiere –me interrumpió Hyro, dirigiéndose al otro hombre–. Lo que este elfo necesita es…
Y nombró dos objetos que yo no creía necesitar. Decidí resignarme y dejar que él hiciera lo que le viniera en gana.
Luego, cuando escuchamos el precio total de los encargos, Hyro giró sobre sus talones y caminó hacia la salida con prisa.
–Rauko, acabo de recordar que tengo que hacer algo importante justo ahora.
–¡¿Eh?! ¿A dónde crees que vas? ¡No has pagado!
–Igual ni tengo aeros. Así que adiós. Nos vemos luego.
Lo seguí, pero al atravesar la puerta ya era demasiado tarde: él había desaparecido. Resoplé, bajé los hombros y volví a entrar en la herrería, reconociendo amargamente mi derrota.
–Sí –respondió Hyro, satisfecho por algún motivo.
–¿Ahora sí me dirás para qué estamos aquí?
Hyro rodeó mi cuello con un brazo.
–Para que te deleites con...
–Ya te dije muchas que no me interesan los burdeles –interrumpí. Él negó con la cabeza.
–No, no, no. No me refiero a eso… ¿Hace cuánto que no te doy un regalo? –preguntó con una enorme sonrisa. Lo miré con desconfianza.
–Ni siquiera sé si alguna vez me has regalado algo.
–¿En serio? Bueno, olvida el pasado. Entra a esta herrería y dime lo que quieres que compre para ti.
Tras dar un largo suspiro, entré a la herrería. Una vez ahí me giré hacia Hyro y dije:
–Muchas biusas. Bastantes. Eso es lo que quiero…
Y un poderoso manotazo en la parte posterior de mi cabeza me obligó a callar. Le lancé una mirada fulminante a Hyro.
–No, idiota. Tiene que ser algo que esté aquí –espetó.
–Saludos, buen hombre. ¿Hay alguna biusa por aquí? –le pregunté al hombre tras el mostrador, ganándome así otro manotazo.
–Ahora deja de jugar al estúpido y pide lo que quieras. Algo relacionado a la herrería, por favor. Y recuerda que no importa el precio porque yo pagaré, ¿vale?
Asentí con la cabeza y me acerqué al hombre en el mostrador. Eché un vistazo rápido alrededor por si veía algo interesante. Presioné mis labios con el pulgar derecho, pensativo. Luego de unos pocos segundos chasqueé los dedos.
–Verás, me gustaría…
–Él no sabe lo que quiere –me interrumpió Hyro, dirigiéndose al otro hombre–. Lo que este elfo necesita es…
Y nombró dos objetos que yo no creía necesitar. Decidí resignarme y dejar que él hiciera lo que le viniera en gana.
Luego, cuando escuchamos el precio total de los encargos, Hyro giró sobre sus talones y caminó hacia la salida con prisa.
–Rauko, acabo de recordar que tengo que hacer algo importante justo ahora.
–¡¿Eh?! ¿A dónde crees que vas? ¡No has pagado!
–Igual ni tengo aeros. Así que adiós. Nos vemos luego.
Lo seguí, pero al atravesar la puerta ya era demasiado tarde: él había desaparecido. Resoplé, bajé los hombros y volví a entrar en la herrería, reconociendo amargamente mi derrota.
(☞゚∀゚)☞ OFFROL ☜(゚∀゚☜)
Este cliente chévere pide:-Guantes del fundador.
-Bolso Reforzado.
¡Gracias por adelantado! Insertar una carita kawai aquí
Rauko
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
La gente tiende a pensar que haya donde va Go´el va Gali y viceversa. Lo cierto es que viven con bastante independencia uno del otro, si, viven juntos y cuando uno se va de la ciudad el otro normalmente lo sigue, pero cuando los dos se establecen en una zona cada cual va por libre.
En esta ocasión el monje había puesto rumbo a Lunargenta en solitario, aunque el viaje no había sido decisión suya, el despechugado gigantón estaba haciendo de recadero. Go´el tenia muchos pacientes a los que atender o vigilar desde que las termas quedaron inauguradas, por no hablar que para el galeno era una perdida de tiempo viajar durante un semana para comprar unos guantes.
Gali miraba pensativo un papel a lomos de un caballo prestado, en él estaban anotadas las medidas de las manos de Go´el... y las del resto de su cuerpo, el monje suspiro.
-El día que este hombre deje algo a medias le dará un... ¿Como lo llama él? Ah si, un infarto. -Gali guardó la nota y azuzo al caballo. -Arre.
Los cascos del equino resonaban por los adoquines de la ciudad humana, la calle del mercado estaba abarrotada, pero los humanos nunca suponían un problema para los caballos, ellos solo caminaban y el resto o se apartaban o eran arrollados, el animal solo se detuvo cuando el jinete se lo ordenó. Gali se apeo de la montura y sujetó las riendas a un poste antes de entrar a la tienda.
-Buenas. -Se anunció el moreno al entrar encorvando la espalda al pasar por el quicio de la puerta.-¿Todavía esta abierto?
El interior olía a hierro y cuero, en las vitrinas y escaparates se lucían toda clase de armas y armaduras de muestra y detrás del mostrado una jovencita de ojos claros y cabello oscuro y corto. Junto a un yunque se encontraba el que el dragón suponía que era el herrero.
-Hola mozuela. -Saludó Gali con su sonrisa serena y tranquila. -Necesitaría unos guantes especiales para medicina y alquimia con... -El monje sacó el papel del bolsillo interno de su chaleco abierto. -Con estas medidas por favor. -El moreno con turbante se fijó entonces en un libro con una lista de precios y productos. -¿Esta letra es tuya? Es muy bonita.
El dragón volvió a mirar y sonreír a la joven, luego siguió mirando la lista pasando un dedo por la hoja conforme iba viendo los productos. El dedo corazón del fortachon se paró y sus ojos brillaron, se quedó unos segundos mirando a la nada mientras se rascaba la mejilla.
-También voy a querer dos armaduras de fiera comunes y medias y... una mejora adaptable. -Gali soltó una risa débil y seca. -Je, menos mal que puso todas las medidas en la hoja. -Aquella frase la dijo más para él que para la muchacha a la que miraba. -La mejora es para mi armadura, lo único que se de mi talla es la altura, pero me puedes tomar las medidas que necesites.
El moreno miró a la chica y después al hombre, esperó las respuestas y preguntas que ambos pudieran hacer y las respondió con su habitual tono de voz profundo y tranquilo.
Gali se quedó en el taller haciendo preguntas, chistes y dando conversación tanto al hombre como a la joven.
El monje no esperó a llegar a casa, ni siquiera espero a salir de la tienda, en cuanto el hombre terminó su armadura se la colocó.
-¿Que tal me sienta?
Preguntó sonriendo y cruzando los brazos por debajo del pecho comprobando que no le tirara la prenda.
-Desde luego sabes ver los gustos del cliente.
Felicitó el dragón al curtidor con una sonrisa amplia al ver que el peto estaba abierto.
-Es todo un detalle. Aquí tienes tu pago, si alguna vez necesitáis un medico acudid a ciudad Lagarto y preguntad por Go´el.
Gali sonrió una ultima vez despidiéndose de la pareja y salio del establecimiento contento, con ropa nueva y el bolsillo vacío. Al monje no se le podía dejar ir a comprar solo, por suerte para él ese detalle era uno de los muchos que su compañero olvidaba.
_________
Off:
Encargo guantes del fundador, mejora adaptable y dos Armadura de fieras media común. Pago 620 Aeros que ya han sido pactados con Eltrant por MP.
Si lo crees conveniente y te apetece puede manejar a mi npc con total libertad ^^
En esta ocasión el monje había puesto rumbo a Lunargenta en solitario, aunque el viaje no había sido decisión suya, el despechugado gigantón estaba haciendo de recadero. Go´el tenia muchos pacientes a los que atender o vigilar desde que las termas quedaron inauguradas, por no hablar que para el galeno era una perdida de tiempo viajar durante un semana para comprar unos guantes.
Gali miraba pensativo un papel a lomos de un caballo prestado, en él estaban anotadas las medidas de las manos de Go´el... y las del resto de su cuerpo, el monje suspiro.
-El día que este hombre deje algo a medias le dará un... ¿Como lo llama él? Ah si, un infarto. -Gali guardó la nota y azuzo al caballo. -Arre.
Los cascos del equino resonaban por los adoquines de la ciudad humana, la calle del mercado estaba abarrotada, pero los humanos nunca suponían un problema para los caballos, ellos solo caminaban y el resto o se apartaban o eran arrollados, el animal solo se detuvo cuando el jinete se lo ordenó. Gali se apeo de la montura y sujetó las riendas a un poste antes de entrar a la tienda.
-Buenas. -Se anunció el moreno al entrar encorvando la espalda al pasar por el quicio de la puerta.-¿Todavía esta abierto?
El interior olía a hierro y cuero, en las vitrinas y escaparates se lucían toda clase de armas y armaduras de muestra y detrás del mostrado una jovencita de ojos claros y cabello oscuro y corto. Junto a un yunque se encontraba el que el dragón suponía que era el herrero.
-Hola mozuela. -Saludó Gali con su sonrisa serena y tranquila. -Necesitaría unos guantes especiales para medicina y alquimia con... -El monje sacó el papel del bolsillo interno de su chaleco abierto. -Con estas medidas por favor. -El moreno con turbante se fijó entonces en un libro con una lista de precios y productos. -¿Esta letra es tuya? Es muy bonita.
El dragón volvió a mirar y sonreír a la joven, luego siguió mirando la lista pasando un dedo por la hoja conforme iba viendo los productos. El dedo corazón del fortachon se paró y sus ojos brillaron, se quedó unos segundos mirando a la nada mientras se rascaba la mejilla.
-También voy a querer dos armaduras de fiera comunes y medias y... una mejora adaptable. -Gali soltó una risa débil y seca. -Je, menos mal que puso todas las medidas en la hoja. -Aquella frase la dijo más para él que para la muchacha a la que miraba. -La mejora es para mi armadura, lo único que se de mi talla es la altura, pero me puedes tomar las medidas que necesites.
El moreno miró a la chica y después al hombre, esperó las respuestas y preguntas que ambos pudieran hacer y las respondió con su habitual tono de voz profundo y tranquilo.
Gali se quedó en el taller haciendo preguntas, chistes y dando conversación tanto al hombre como a la joven.
El monje no esperó a llegar a casa, ni siquiera espero a salir de la tienda, en cuanto el hombre terminó su armadura se la colocó.
-¿Que tal me sienta?
Preguntó sonriendo y cruzando los brazos por debajo del pecho comprobando que no le tirara la prenda.
-Desde luego sabes ver los gustos del cliente.
Felicitó el dragón al curtidor con una sonrisa amplia al ver que el peto estaba abierto.
-Es todo un detalle. Aquí tienes tu pago, si alguna vez necesitáis un medico acudid a ciudad Lagarto y preguntad por Go´el.
Gali sonrió una ultima vez despidiéndose de la pareja y salio del establecimiento contento, con ropa nueva y el bolsillo vacío. Al monje no se le podía dejar ir a comprar solo, por suerte para él ese detalle era uno de los muchos que su compañero olvidaba.
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Off:
Encargo guantes del fundador, mejora adaptable y dos Armadura de fieras media común. Pago 620 Aeros que ya han sido pactados con Eltrant por MP.
Si lo crees conveniente y te apetece puede manejar a mi npc con total libertad ^^
Go'el
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Pedido Rauko:
Apartando la mirada del fuego de la fragua, alzó la vista durante unos instantes y sonrió a sus nuevos e inesperados clientes.
Esbozó una sonrisa aún más amplia al escucharles hablar y, quitándose los guantes, se apoyó sobre el mostrador para prestar más atención a la conversación, o discusión, que los hombres estaban teniendo.
- No sé exactamente qué es eso… - Se atusó la barba al oír la palabra “biusa”. ¿Significaría algo parecido a “cachivache” en elfico? No estaba seguro, pero suponía que no estaba demasiado alejado. – Pero si me dais una guía… o un molde, puedo hacerlo. – Aseguró Eltrant, asintiendo para sí, completamente seguro de sus habilidades.
Lejos de responder, el joven vivaracho que había tomado la iniciativa decidió seleccionar un par de guantes y un bolso mediano de entre todos los objetos de su taller, algo que en principio pareció totalmente aleatorio pero que, al parecer, era un pedido serio.
- ¿Unos guantes y un bolso? – Eltrant comenzó a reunir los materiales rápidamente, asintiendo. – Es sencillo. – Admitió. - No tardaré demasiado, serán trescientos sesenta Ae… - Antes de haber terminado la sentencia la pareja que había hecho el pedido se había marchado sin dejar rastro.
Enarcando una ceja, preguntándose momentáneamente si sus precios eran lo suficientemente altos como para ahuyentar clientes, volvió a la fragua. Sonrió para sí y continuó martilleando el metal a medio forjar, Lyn desde luego pensaba justo lo contrario.
La suave campanita que colgaba de la entrada le dijo que volvía a tener clientes y, para su sorpresa, no era otro que el elfo que se había marchado hacía apenas unos minutos.
– ¿Has cambiado de idea? – Preguntó, mostrándose comprensivo ante la cara de circunstancia del muchacho. – Espera aquí. – Le dijo. – En nada tienes el pedido listo. – Le indicó señalando uno de los tantos taburetes que tenía desperdigados por el lugar.
Tenía demasiados taburetes, empezaba a ser preocupante. ¿De dónde salían tantos?
Empezó por los guantes. Desde que Gol’then le regaló aquella receta se habían convertido en su producto estrella, y no dejaba de ser curioso porque no era lo que se decía un sastre experto.
Tomó rápidamente las medidas de las manos del elfo y, a continuación, empezó a coser el material que acababa de preparar. Primero la mano derecha, luego la izquierda. Calculó aproximadamente unos veinte minutos trabajando solamente acompañado por el crepitar de la fragua y, de vez en cuando, la voz de su cliente, a quien se encargaba de dar conversación para que no se aburriera de verle allí cosiendo.
- Pruébatelos – dijo al terminar, moviéndose a su siguiente pedido.
El bolso “reforzado” era algo más difícil, pero no dejaba de ser un saco grande.
Primero preparó el metal de la base, lejos de ser un bolso íntegramente de cuero aquel tenía refuerzos de metal para que no se rompiese al cargar más de tres objetos. No era lo que se decía su obra magna ni tampoco era especialmente bonito de ver, pero cumpliría con su trabajo.
Para cuando hubo rodeado la fina plancha de metal de cuero, el resto del bolso se acomodó fácilmente a la base, apenas tardó diez minutos en terminarlo.
- Y esto también está listo. – Comentó depositando el segundo objeto sobre el mostrador, le dio una palmada en el hombro al joven. – Entonces… ¿Qué es una biusa? – Preguntó antes de que el hombre terminase sus negocios en el taller.
______________________________________________
Uso los guantes del fundador y todos los materiales pasan a costar 8 Aeros.
La fabricación cuesta 240 Aeros // Cobro a Rauko 360 Aeros.
Apartando la mirada del fuego de la fragua, alzó la vista durante unos instantes y sonrió a sus nuevos e inesperados clientes.
Esbozó una sonrisa aún más amplia al escucharles hablar y, quitándose los guantes, se apoyó sobre el mostrador para prestar más atención a la conversación, o discusión, que los hombres estaban teniendo.
- No sé exactamente qué es eso… - Se atusó la barba al oír la palabra “biusa”. ¿Significaría algo parecido a “cachivache” en elfico? No estaba seguro, pero suponía que no estaba demasiado alejado. – Pero si me dais una guía… o un molde, puedo hacerlo. – Aseguró Eltrant, asintiendo para sí, completamente seguro de sus habilidades.
Lejos de responder, el joven vivaracho que había tomado la iniciativa decidió seleccionar un par de guantes y un bolso mediano de entre todos los objetos de su taller, algo que en principio pareció totalmente aleatorio pero que, al parecer, era un pedido serio.
- ¿Unos guantes y un bolso? – Eltrant comenzó a reunir los materiales rápidamente, asintiendo. – Es sencillo. – Admitió. - No tardaré demasiado, serán trescientos sesenta Ae… - Antes de haber terminado la sentencia la pareja que había hecho el pedido se había marchado sin dejar rastro.
Enarcando una ceja, preguntándose momentáneamente si sus precios eran lo suficientemente altos como para ahuyentar clientes, volvió a la fragua. Sonrió para sí y continuó martilleando el metal a medio forjar, Lyn desde luego pensaba justo lo contrario.
La suave campanita que colgaba de la entrada le dijo que volvía a tener clientes y, para su sorpresa, no era otro que el elfo que se había marchado hacía apenas unos minutos.
– ¿Has cambiado de idea? – Preguntó, mostrándose comprensivo ante la cara de circunstancia del muchacho. – Espera aquí. – Le dijo. – En nada tienes el pedido listo. – Le indicó señalando uno de los tantos taburetes que tenía desperdigados por el lugar.
Tenía demasiados taburetes, empezaba a ser preocupante. ¿De dónde salían tantos?
Empezó por los guantes. Desde que Gol’then le regaló aquella receta se habían convertido en su producto estrella, y no dejaba de ser curioso porque no era lo que se decía un sastre experto.
Tomó rápidamente las medidas de las manos del elfo y, a continuación, empezó a coser el material que acababa de preparar. Primero la mano derecha, luego la izquierda. Calculó aproximadamente unos veinte minutos trabajando solamente acompañado por el crepitar de la fragua y, de vez en cuando, la voz de su cliente, a quien se encargaba de dar conversación para que no se aburriera de verle allí cosiendo.
- Pruébatelos – dijo al terminar, moviéndose a su siguiente pedido.
El bolso “reforzado” era algo más difícil, pero no dejaba de ser un saco grande.
Primero preparó el metal de la base, lejos de ser un bolso íntegramente de cuero aquel tenía refuerzos de metal para que no se rompiese al cargar más de tres objetos. No era lo que se decía su obra magna ni tampoco era especialmente bonito de ver, pero cumpliría con su trabajo.
Para cuando hubo rodeado la fina plancha de metal de cuero, el resto del bolso se acomodó fácilmente a la base, apenas tardó diez minutos en terminarlo.
- Y esto también está listo. – Comentó depositando el segundo objeto sobre el mostrador, le dio una palmada en el hombro al joven. – Entonces… ¿Qué es una biusa? – Preguntó antes de que el hombre terminase sus negocios en el taller.
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Uso los guantes del fundador y todos los materiales pasan a costar 8 Aeros.
OBJETO | MATERIALES |
Bolso Reforzado | 10 |
Guantes del Fundador | 20 |
TOTAL | 30 |
La fabricación cuesta 240 Aeros // Cobro a Rauko 360 Aeros.
Eltrant Tale
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Pedido Go'el:
- ¡Bienvenidos a la herrería Luna Invernal! – Saludó Lyn al cliente que acababa de internarse en el local. - ¡Dónde las espadas son gratis pero las quemaduras se pagan muy caro! – Eltrant, tras dar un largo y lastimero suspiro sacudió la cabeza y se giró hacía el recién llegado.
Por su apariencia debían de ser un viajero, cosa que no le extrañaba, el grueso de sus clientes solían ser así. Aquel, no obstante, parecía más solemne que el viajero medio, incluso podría ser noble teniendo en cuenta su indumentarias; Era un cambio un tanto agradable, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría de las personas que entraban allí venían directamente de la taberna de al lado y muchos apenas se tenían en pie.
- ¡Oh! ¡Te has dado cuenta! – Comentó Lyn cruzándose de brazos, asintiendo para sí contenta cuando el recién llegado mencionó la caligrafía de las anotaciones. – ¡Ah! Por fin un mínimo de cultura en este agujero de iletrados. – Aseguró cayendo sobre el mostrador dramáticamente. - Ese bruto apenas sabe escribir. – Indicó la vampiresa señalando a Eltrant quien, limpiándose las manos con un trapo húmedo se acercó a los presentes.
- Sé escribir. – Aseguró el herrero fulminando a la vampiresa con la mirada, quien se limitó a sonreír mordazmente.
- Sí, claro que sí campeón. – Lyn sonrió ampliamente a Eltrant y después, de forma nada disimulada, se inclinó sobre el mostrador. – Tiene complejo con eso, así que le sigo la corriente, haz lo mismo. – Murmuró la ojiazul lo suficientemente alto como para aquel secreto fuese perfectamente audible por el dueño del taller.
Eltrant, mientras tanto, sin hacer demasiado caso a lo que decía su compañera se limitó a tomar la hoja con las medidas y a leerlas por encima.
- Ignórala. - dijo tras haber leído la lista, después de haber tratado de darle un manotazo a Lyn en la nuca que se encargó de esquivar grácilmente. – Puedo tardar un rato, pero lo tendré listo antes de que anochezca. – Le dijo esbozando ahora una sonrisa. – Ponte cómodo. – Agregó a continuación. – Y tú a ayudarme. – Aseveró señalando la pila de cuero que yacía a varios metros de dónde estaba la vampiresa.
Farfullando gruñidos en voz baja, entre los cuales Eltrant oyó claramente la palabra “explotador”, Lyn comenzó a preparar los materiales para las armaduras mientras él usaba las medidas que acababa de tomar para preparar los guantes.
Se atusó la barba y comenzó a coser. Unos guantes para alguien versado en la medicina… a decir verdad el hombre sí que tenía aspecto de curandero, uno ostentosamente grande, pero su expresión le recordaba a la de su propio hermano.
¿Por qué todos los sanadores compartían aquella seriedad?
Sonrió y sacudió la cabeza, empleándose de nuevo en el trabajo.
Fuese como fuese, sabía lo justo de medicinas, pero decidió hacer esos guantes como los haría para cualquier alquimista. Había sido víctima de muchos ataques de los mismos como para no saber que los mejunjes con los que trataban podían ser muy peligrosos.
Diez minutos más tarde, cuando terminó los guantes, se los entregó a su, ahora, legítimo dueño.
- Según las medidas deberían quedarte bien… o quizás no – dijo ajustándose sus propios guantes, mirando las manos del hombre. – ¿Es un pedido para otra persona? – Se rascó la barba. – Si no estaban bien las medidas o hay algún problema vuelve a traérmelos y los arreglo. – Agregó volviéndose hacía el maniquí sobre el cual iba a comenzar la primera armadura.
Aquel trabajo era tedioso, hacer armaduras capaces de cambiar de forma si el usuario era de otra raza y se transformaba era un trabajo lento, pero no demasiado complicado.
La parte mágica, en sí, era relativamente sencilla, tanto que incluso él era capaz de hacerla, solo tenía que bordar unas runas mágicas en el interior de la armadura e infundirle el éter que contenía uno de los cristales preparados expresamente para ello.
O eso creía, los detalles se le escapaban; realmente se limitaba a seguir la receta cuando tenía que hacer el encantamiento, probablemente Asher supiese decirle que estaba haciendo con exactitud.
Suspiró y, secándose el sudor que resbalaba por su frente, lanzó un rápido vistazo al producto que ya tenía semi-acabado. El pedido gritaba claramente que su inesperado cliente era o un licántropo o un dragón.
Algo en su actitud gritaba norteño, pero, cómo bien sabía Eltrant, nunca podías juzgar un libro por su portada.
Cuando terminó las dos armaduras procedió a endurecer el material de una de ellas, la de tamaño superior, con la aleación que habían ideado entre Gol'then y él. No le fue realmente difícil, de hecho, aquella era la parte más fácil, solo tuvo que tomar una brocha, hundirla firmemente en el aceite que ya había preparado y pintar toda la armadura metódicamente, para dejarla secar diez minutos y repetir el proceso hasta tres veces.
- Y ya está todo. – Lyn terminó de ajustar las correas de la nueva armadura del hombre y se alejó un par de pasos para ojear el resultado. – Te queda perfecta. – dijo, ratificando el trabajo de Eltrant que, con una mano en el mentón, analizaba los movimientos del nuevo usuario de la armadura.
- Levanta los brazos. – Pidió el castaño. – Vale. ¿Te aprietan? – Preguntó acercándose y pasando las manos por los mismos. – Muy bien. – Sonrió y pasó la mano rápidamente sobre la media luna que había bordado en el cuello de ambas armaduras y que, básicamente, era la firma de su taller.
El cliente parecía contento y, a decir verdad, se había esforzado bastante con aquellas armaduras: estaba orgulloso de ellas.
- Solo he seguido las medidas. – Comentó encogiéndose de hombros, respondiendo con educación a las palabras del hombre. – Y recuerda, si se te rompen o algo pasa por aquí. – Le recordó. – Sobre todo para el hombre al que no he podido tomarle yo las medidas. – Admitió, se sentía más seguro haciendo él todo el trabajo, desde el principio.
- ¿Go’el? Está bien, me acordaré. –Eltrant asintió a la proposición del hombre y observó como la amplia espalda de su cliente desaparecía por la entrada del taller. Nunca estaba mal saber de otro médico, sobre todo para él.
- Ciudad Lagarto... ¿No es esa ciudad de los rumores en la que te apuñalan para robarte los pulgares? –
- Eso era Baslodia. -
- Ah -
Uso mis guantes para que todos los materiales pasen a costar 8 Aeros.
6 Materiales Herrería // 52 Curtiduría
Gasto 464 Aeros con la fabricación // Cobro a Go'el 620 Aeros
- ¡Bienvenidos a la herrería Luna Invernal! – Saludó Lyn al cliente que acababa de internarse en el local. - ¡Dónde las espadas son gratis pero las quemaduras se pagan muy caro! – Eltrant, tras dar un largo y lastimero suspiro sacudió la cabeza y se giró hacía el recién llegado.
Por su apariencia debían de ser un viajero, cosa que no le extrañaba, el grueso de sus clientes solían ser así. Aquel, no obstante, parecía más solemne que el viajero medio, incluso podría ser noble teniendo en cuenta su indumentarias; Era un cambio un tanto agradable, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría de las personas que entraban allí venían directamente de la taberna de al lado y muchos apenas se tenían en pie.
- ¡Oh! ¡Te has dado cuenta! – Comentó Lyn cruzándose de brazos, asintiendo para sí contenta cuando el recién llegado mencionó la caligrafía de las anotaciones. – ¡Ah! Por fin un mínimo de cultura en este agujero de iletrados. – Aseguró cayendo sobre el mostrador dramáticamente. - Ese bruto apenas sabe escribir. – Indicó la vampiresa señalando a Eltrant quien, limpiándose las manos con un trapo húmedo se acercó a los presentes.
- Sé escribir. – Aseguró el herrero fulminando a la vampiresa con la mirada, quien se limitó a sonreír mordazmente.
- Sí, claro que sí campeón. – Lyn sonrió ampliamente a Eltrant y después, de forma nada disimulada, se inclinó sobre el mostrador. – Tiene complejo con eso, así que le sigo la corriente, haz lo mismo. – Murmuró la ojiazul lo suficientemente alto como para aquel secreto fuese perfectamente audible por el dueño del taller.
Eltrant, mientras tanto, sin hacer demasiado caso a lo que decía su compañera se limitó a tomar la hoja con las medidas y a leerlas por encima.
- Ignórala. - dijo tras haber leído la lista, después de haber tratado de darle un manotazo a Lyn en la nuca que se encargó de esquivar grácilmente. – Puedo tardar un rato, pero lo tendré listo antes de que anochezca. – Le dijo esbozando ahora una sonrisa. – Ponte cómodo. – Agregó a continuación. – Y tú a ayudarme. – Aseveró señalando la pila de cuero que yacía a varios metros de dónde estaba la vampiresa.
Farfullando gruñidos en voz baja, entre los cuales Eltrant oyó claramente la palabra “explotador”, Lyn comenzó a preparar los materiales para las armaduras mientras él usaba las medidas que acababa de tomar para preparar los guantes.
Se atusó la barba y comenzó a coser. Unos guantes para alguien versado en la medicina… a decir verdad el hombre sí que tenía aspecto de curandero, uno ostentosamente grande, pero su expresión le recordaba a la de su propio hermano.
¿Por qué todos los sanadores compartían aquella seriedad?
Sonrió y sacudió la cabeza, empleándose de nuevo en el trabajo.
Fuese como fuese, sabía lo justo de medicinas, pero decidió hacer esos guantes como los haría para cualquier alquimista. Había sido víctima de muchos ataques de los mismos como para no saber que los mejunjes con los que trataban podían ser muy peligrosos.
Diez minutos más tarde, cuando terminó los guantes, se los entregó a su, ahora, legítimo dueño.
- Según las medidas deberían quedarte bien… o quizás no – dijo ajustándose sus propios guantes, mirando las manos del hombre. – ¿Es un pedido para otra persona? – Se rascó la barba. – Si no estaban bien las medidas o hay algún problema vuelve a traérmelos y los arreglo. – Agregó volviéndose hacía el maniquí sobre el cual iba a comenzar la primera armadura.
Aquel trabajo era tedioso, hacer armaduras capaces de cambiar de forma si el usuario era de otra raza y se transformaba era un trabajo lento, pero no demasiado complicado.
La parte mágica, en sí, era relativamente sencilla, tanto que incluso él era capaz de hacerla, solo tenía que bordar unas runas mágicas en el interior de la armadura e infundirle el éter que contenía uno de los cristales preparados expresamente para ello.
O eso creía, los detalles se le escapaban; realmente se limitaba a seguir la receta cuando tenía que hacer el encantamiento, probablemente Asher supiese decirle que estaba haciendo con exactitud.
Suspiró y, secándose el sudor que resbalaba por su frente, lanzó un rápido vistazo al producto que ya tenía semi-acabado. El pedido gritaba claramente que su inesperado cliente era o un licántropo o un dragón.
Algo en su actitud gritaba norteño, pero, cómo bien sabía Eltrant, nunca podías juzgar un libro por su portada.
Cuando terminó las dos armaduras procedió a endurecer el material de una de ellas, la de tamaño superior, con la aleación que habían ideado entre Gol'then y él. No le fue realmente difícil, de hecho, aquella era la parte más fácil, solo tuvo que tomar una brocha, hundirla firmemente en el aceite que ya había preparado y pintar toda la armadura metódicamente, para dejarla secar diez minutos y repetir el proceso hasta tres veces.
- Y ya está todo. – Lyn terminó de ajustar las correas de la nueva armadura del hombre y se alejó un par de pasos para ojear el resultado. – Te queda perfecta. – dijo, ratificando el trabajo de Eltrant que, con una mano en el mentón, analizaba los movimientos del nuevo usuario de la armadura.
- Levanta los brazos. – Pidió el castaño. – Vale. ¿Te aprietan? – Preguntó acercándose y pasando las manos por los mismos. – Muy bien. – Sonrió y pasó la mano rápidamente sobre la media luna que había bordado en el cuello de ambas armaduras y que, básicamente, era la firma de su taller.
El cliente parecía contento y, a decir verdad, se había esforzado bastante con aquellas armaduras: estaba orgulloso de ellas.
- Solo he seguido las medidas. – Comentó encogiéndose de hombros, respondiendo con educación a las palabras del hombre. – Y recuerda, si se te rompen o algo pasa por aquí. – Le recordó. – Sobre todo para el hombre al que no he podido tomarle yo las medidas. – Admitió, se sentía más seguro haciendo él todo el trabajo, desde el principio.
- ¿Go’el? Está bien, me acordaré. –Eltrant asintió a la proposición del hombre y observó como la amplia espalda de su cliente desaparecía por la entrada del taller. Nunca estaba mal saber de otro médico, sobre todo para él.
- Ciudad Lagarto... ¿No es esa ciudad de los rumores en la que te apuñalan para robarte los pulgares? –
- Eso era Baslodia. -
- Ah -
___________________________________________________________
Uso mis guantes para que todos los materiales pasen a costar 8 Aeros.
OBJETO | MATERIALES |
Armadura de Fieras Media Común (Curtiduria) | 16 |
Armadura de Fieras Media Común (Curtiduria) | 16 |
Mejora Adaptable | 6 |
Guantes del Fundador | 20 |
TOTAL | 58 |
6 Materiales Herrería // 52 Curtiduría
Gasto 464 Aeros con la fabricación // Cobro a Go'el 620 Aeros
Eltrant Tale
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
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Profesión Usada: Curtiduría / Herrería
Título: Aprendiz / Avanzado
Puntos Obtenidos: 17 (Curtiduría) 1 (Herrería)
Materiales en reserva: 0
Aeros Descontados: -360 (Rauko) -620 (Go el) +276 (Eltrant)
Se han sumado 4 puntos a Eltrant y 2 puntos de experiencia a ambos clientes por uso del taller.
Ansur
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Había viajado a Lunargenta. En Ciudad Lagarto, la calidad de los herreros y, en general, de los artesanos, era dudosa. Más le valía ponerse mínimamente en riesgo y visitar aquella ciudad a confiar en algún palurdo que le vendiera gato por liebre.
"Luna Invernal", le llamó la atención dicho nombre. Sin más, entró en esta herrería. Si no le gustaba, no tendría más que irse por donde había venido, no tenía mucho reparo en ello.
La bruja iba encapuchada para ocultar su identidad. No quería que ningún guardia reconociera su rostro, o peor aún, alguien de las Islas Illidenses.
No saludó en cuanto entró, simplemente se quedó mirando el lugar con cierta curiosidad hasta que sus ojos se centraron en alguien que conocía. "El tipo de la Encrucijada", pensó. Sin más, se acercó hasta el mostrador.
Cuando llegó, se subió la capucha para mostrar su rostro y miró con media sonrisa socarrona al castaño.
-Hola-Fue su único saludo
Acto seguido, se quitó el brazalete izquierdo, donde tenía escondida la daga, y lo dejó de un forma un poco tosca en el mostrador.
-Esta arma es especial. No he podido encontrar ninguna otra mejor.-Explicó-¿Puedes mejorarla de alguna forma?-Miró a los ojos al hombre, esperando para ver qué decía-Tiene cierto mecanismo complejo. Si das un espasmo calculado o lo activas, dejas salir el filo-Sus manos tocaron el brazalete, queriendo así activar el mecanismo. La daga se descubrió al instante-¿Ves?-Dijo mirando de nuevo al castaño-Si no vas con cuidado, podrías apuñalarte a ti mismo-Le advirtió
Tras la explicación, dejó de apoyarse en el mostrador y se cruzó de brazos, con la atención puesta en el hombre.
-¿Puedes hacer algo al respecto?-Esperaba una respuesta afirmativa-Y más te vale que no me salga por un ojo de la cara-Dijo, también esperando una respuesta satisfactoria
__________________________________________________________________________
Off:
-Pido que el arma que ya tiene Helena (Arma corta de Calidad Pobre) se mejoren en una de Calidad Común ^^
__________________________________________________________________________
Era tremendamente aburrido esperar mientras le mejoraban su arma. La bruja no era alguien que diera mucha conversación, por lo que mientras el castaño trabajaba, se limitó a esperar en la recepción, aguantando como podía aquel soporífero momento.
Mientras tanto, caviló el cómo podría mejorar sus habilidades. Quizás una nueva arma le vendría bien, ¿Una espada? No, no sabría esgrimirla, y con sus estudios no tendría tiempo para aprender, ¿Quizás otra daga, pero esta "suelta"? Podría funcionar, y sería otro medio para encarar un enfrentamiento. Si algo era recomendable en su trabajo, era saber luchar con cuantas más armas mejor, tanto en calidad como en cantidad. Sería una buena forma de tener también algo para la distancia, ya que podría incluso lanzarla.
Tras darle un par de vueltas más, finalmente se decidió.
-¡Eh, Eltrant!-Llamó al castaño-¿Tienes alguna daga, cuchillo o algo que me pueda servir para matar de forma eficiente?-Dijo, alzando la voz, sin tapujos. Suerte que no estaba en la calle para llamar la atención de nadie.
__________________________________________________________________________
Off:
-También pido una "daga, cuchillo o algo que me pueda servir para matar de forma eficiente" (?) (Calidad Superior esta vez)
"Luna Invernal", le llamó la atención dicho nombre. Sin más, entró en esta herrería. Si no le gustaba, no tendría más que irse por donde había venido, no tenía mucho reparo en ello.
La bruja iba encapuchada para ocultar su identidad. No quería que ningún guardia reconociera su rostro, o peor aún, alguien de las Islas Illidenses.
No saludó en cuanto entró, simplemente se quedó mirando el lugar con cierta curiosidad hasta que sus ojos se centraron en alguien que conocía. "El tipo de la Encrucijada", pensó. Sin más, se acercó hasta el mostrador.
Cuando llegó, se subió la capucha para mostrar su rostro y miró con media sonrisa socarrona al castaño.
-Hola-Fue su único saludo
Acto seguido, se quitó el brazalete izquierdo, donde tenía escondida la daga, y lo dejó de un forma un poco tosca en el mostrador.
-Esta arma es especial. No he podido encontrar ninguna otra mejor.-Explicó-¿Puedes mejorarla de alguna forma?-Miró a los ojos al hombre, esperando para ver qué decía-Tiene cierto mecanismo complejo. Si das un espasmo calculado o lo activas, dejas salir el filo-Sus manos tocaron el brazalete, queriendo así activar el mecanismo. La daga se descubrió al instante-¿Ves?-Dijo mirando de nuevo al castaño-Si no vas con cuidado, podrías apuñalarte a ti mismo-Le advirtió
Tras la explicación, dejó de apoyarse en el mostrador y se cruzó de brazos, con la atención puesta en el hombre.
-¿Puedes hacer algo al respecto?-Esperaba una respuesta afirmativa-Y más te vale que no me salga por un ojo de la cara-Dijo, también esperando una respuesta satisfactoria
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Off:
-Pido que el arma que ya tiene Helena (Arma corta de Calidad Pobre) se mejoren en una de Calidad Común ^^
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Era tremendamente aburrido esperar mientras le mejoraban su arma. La bruja no era alguien que diera mucha conversación, por lo que mientras el castaño trabajaba, se limitó a esperar en la recepción, aguantando como podía aquel soporífero momento.
Mientras tanto, caviló el cómo podría mejorar sus habilidades. Quizás una nueva arma le vendría bien, ¿Una espada? No, no sabría esgrimirla, y con sus estudios no tendría tiempo para aprender, ¿Quizás otra daga, pero esta "suelta"? Podría funcionar, y sería otro medio para encarar un enfrentamiento. Si algo era recomendable en su trabajo, era saber luchar con cuantas más armas mejor, tanto en calidad como en cantidad. Sería una buena forma de tener también algo para la distancia, ya que podría incluso lanzarla.
Tras darle un par de vueltas más, finalmente se decidió.
-¡Eh, Eltrant!-Llamó al castaño-¿Tienes alguna daga, cuchillo o algo que me pueda servir para matar de forma eficiente?-Dijo, alzando la voz, sin tapujos. Suerte que no estaba en la calle para llamar la atención de nadie.
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Off:
-También pido una "daga, cuchillo o algo que me pueda servir para matar de forma eficiente" (?) (Calidad Superior esta vez)
Helena Rhodes
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
- ¿Y si pides las cosas por favor? – Respondió a la rubia sonriendo, al verla entrar en su taller afirmando necesitar mejorar una daga oculta que tenía y que, además, esto fuese barata. – Interesante… - dijo en voz baja tomando el guantelete que le había entregado la mujer.
Parecía, en cierto modo, una versión algo distinta al que él le había fabricado a Syl tiempo atrás.
- Puedo hacer algo al respecto. – Comentó a Helena asintiendo. – Por ahí tengo algo de beber. – Comentó haciendo un gesto con la muñeca, indicando, pobremente, toda la parte trasera del taller. – Sírvete. – Aseveró, sabiendo que la bruja probablemente no necesitase si quiera el ofrecimiento del castaño para ello.
Solo había coincidido con la mujer una vez, en la encrucijada. Lugar en el que, además, como de costumbre, tuvo que lidiar con cosas de las que prefería no pensar. Podía admitir que Helena podía parecer algo seca en un principio y quizás muy… característica.
Pero, bajo toda aquella fachada, parecía haber una persona amable, que aparentaba ser más dura de lo que de verdad era. Cierta bruja “cazadora” con la que había compartido muchas aventuras le venía a la mente al repetir aquella descripción.
Aunque, por supuesto, seguía sin conocer a Helena demasiado. Pero le gustaba pensar así.
Sin prestar demasiada atención a la mujer, comenzó a trabajar en mejorar la cuchilla.
No fue precisamente fácil, pues para mejorar el metal en un principio tuvo que desmontar el guantelete y, a decir verdad, había muchas más piezas de las que había esperado al aceptar el encargo.
Pero era un reto.
Una vez tuvo la hoja en la palma de su mano, fuera del guantelete, la calentó lo suficiente hasta que esta estuvo al rojo vivo y, tras depositarla sobre el solitario yunque de su taller, martilleó repetidamente sobre la daga, limando las impurezas y suavizando todo el desgaste que el uso previo podía haber causado en el arma.
Se aseguró, no obstante, de no borrar las hendiduras del metal ni nada que después complicase el introducir la hoja de vuelta en el guantelete.
Después de esto la enfrió de golpe en un cubo de agua, para repetir este proceso hasta tres veces.
Tras haber “limpiado” el metal, llegó el momento de mejorarlo. Evidentemente aquella daga era una pieza única, por lo que no podía fundirla y rehacerla de cero. La cubrió de un aceite negruzco con el que endurecía las piezas de armadura y, después, sumergió la daga en una aleación de metal que había preparado previamente.
Continuó pasando un grueso trapo de cuero sobre la misma y quitó todo el metal sobrante, casi como si lo que estuviese haciendo fuese darle una capa de pintura a la daga. Repitió hacer esto tres veces para asegurarse de que el nuevo metal había quedado uniforme por toda la hoja, golpeó varias veces el arma para que el metal antiguo se entremezclase con el nuevo.
Y, finalmente, tras enfriarlo, le pasó otra capa de aceite para endurecer la nueva amalgama.
- Listo. – Le dijo, según volvía a montar el mecanismo de la daga. – Si quieres mejorarla aún más… - Se atusó la barba. – Creo que podría hacerlo. – Afirmó, seguro de sus habilidades, al mismo tiempo que le entregaba el arma terminada. - ¿Una daga? – Miró a la fragua, aun encendida, cuando la mujer le hizo otra petición. – Claro. - Sin pensarlo demasiado tomó algunos materiales que ya tenía terminados y procedió a hacer la daga.
Ya había hecho muchas, así que no fue demasiado complicado.
Vertió el contenido del metal fundido que había preparado en uno de los tantos moldes que ya tenía hecho y, tras repetir el proceso de forja al que ya estaba habituado, consiguió una hoja de metal pequeña pero duradera.
Después de eso, básicamente, enfrió y calentó dicha hoja para conseguir aun metal aún más resistente y, al final, la atornilló a un pomo que tenía planeado usar en otra daga pero que, realmente, nunca había llegado a fabricar.
Lo último que hizo antes de entregarle el arma a la mujer fue grabar una pequeña media luna en la base del metal, justo sobre la empuñadura; indicando de este modo que aquella arma había salido de allí.
- ¿Qué te parece? – Bajó ambas manos hasta la cintura y le dedicó una sonrisa a Helena.
___________________________________________________________
Uso los Guantes del Fundador, todos los materiales pasan a costar 8 Aeros.
Coste total: 120 Aeros. // Cobro a Helena: 180 Aeros.
Parecía, en cierto modo, una versión algo distinta al que él le había fabricado a Syl tiempo atrás.
- Puedo hacer algo al respecto. – Comentó a Helena asintiendo. – Por ahí tengo algo de beber. – Comentó haciendo un gesto con la muñeca, indicando, pobremente, toda la parte trasera del taller. – Sírvete. – Aseveró, sabiendo que la bruja probablemente no necesitase si quiera el ofrecimiento del castaño para ello.
Solo había coincidido con la mujer una vez, en la encrucijada. Lugar en el que, además, como de costumbre, tuvo que lidiar con cosas de las que prefería no pensar. Podía admitir que Helena podía parecer algo seca en un principio y quizás muy… característica.
Pero, bajo toda aquella fachada, parecía haber una persona amable, que aparentaba ser más dura de lo que de verdad era. Cierta bruja “cazadora” con la que había compartido muchas aventuras le venía a la mente al repetir aquella descripción.
Aunque, por supuesto, seguía sin conocer a Helena demasiado. Pero le gustaba pensar así.
Sin prestar demasiada atención a la mujer, comenzó a trabajar en mejorar la cuchilla.
No fue precisamente fácil, pues para mejorar el metal en un principio tuvo que desmontar el guantelete y, a decir verdad, había muchas más piezas de las que había esperado al aceptar el encargo.
Pero era un reto.
Una vez tuvo la hoja en la palma de su mano, fuera del guantelete, la calentó lo suficiente hasta que esta estuvo al rojo vivo y, tras depositarla sobre el solitario yunque de su taller, martilleó repetidamente sobre la daga, limando las impurezas y suavizando todo el desgaste que el uso previo podía haber causado en el arma.
Se aseguró, no obstante, de no borrar las hendiduras del metal ni nada que después complicase el introducir la hoja de vuelta en el guantelete.
Después de esto la enfrió de golpe en un cubo de agua, para repetir este proceso hasta tres veces.
Tras haber “limpiado” el metal, llegó el momento de mejorarlo. Evidentemente aquella daga era una pieza única, por lo que no podía fundirla y rehacerla de cero. La cubrió de un aceite negruzco con el que endurecía las piezas de armadura y, después, sumergió la daga en una aleación de metal que había preparado previamente.
Continuó pasando un grueso trapo de cuero sobre la misma y quitó todo el metal sobrante, casi como si lo que estuviese haciendo fuese darle una capa de pintura a la daga. Repitió hacer esto tres veces para asegurarse de que el nuevo metal había quedado uniforme por toda la hoja, golpeó varias veces el arma para que el metal antiguo se entremezclase con el nuevo.
Y, finalmente, tras enfriarlo, le pasó otra capa de aceite para endurecer la nueva amalgama.
- Listo. – Le dijo, según volvía a montar el mecanismo de la daga. – Si quieres mejorarla aún más… - Se atusó la barba. – Creo que podría hacerlo. – Afirmó, seguro de sus habilidades, al mismo tiempo que le entregaba el arma terminada. - ¿Una daga? – Miró a la fragua, aun encendida, cuando la mujer le hizo otra petición. – Claro. - Sin pensarlo demasiado tomó algunos materiales que ya tenía terminados y procedió a hacer la daga.
Ya había hecho muchas, así que no fue demasiado complicado.
Vertió el contenido del metal fundido que había preparado en uno de los tantos moldes que ya tenía hecho y, tras repetir el proceso de forja al que ya estaba habituado, consiguió una hoja de metal pequeña pero duradera.
Después de eso, básicamente, enfrió y calentó dicha hoja para conseguir aun metal aún más resistente y, al final, la atornilló a un pomo que tenía planeado usar en otra daga pero que, realmente, nunca había llegado a fabricar.
Lo último que hizo antes de entregarle el arma a la mujer fue grabar una pequeña media luna en la base del metal, justo sobre la empuñadura; indicando de este modo que aquella arma había salido de allí.
- ¿Qué te parece? – Bajó ambas manos hasta la cintura y le dedicó una sonrisa a Helena.
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Uso los Guantes del Fundador, todos los materiales pasan a costar 8 Aeros.
OBJETO | MATERIALES |
Armas Cortas (Común) | 6 |
Armas Cortas (Superior) | 9 |
TOTAL | 15 |
Coste total: 120 Aeros. // Cobro a Helena: 180 Aeros.
Eltrant Tale
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
ACTUALIZADO
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Puntos Obtenidos: 1 (Herrería)
Materiales en reserva: 6 (Herrería)
Aeros Descontados: -180 (Helena) +60 (Eltrant)
Se han sumado 2 puntos de experiencia a ambos por uso del taller.
Ansur
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Si bien ir de compras era una actividad que Matthew disfrutaba bastante, no era tan interesante cuando se trataba de armas y cosas en cuero. Aun así, una vez cada tanto ese tipo de visitas eran necesarias, así que el Estafador intentaba tomárselo con buen ánimo, además, ya había averiguado quien trabajaba en esa herrería en particular, y sería encantador volver a verlo.
Aunque él no pudiera reconocerlo.
Owens entró al local acorde a su estilo: “Abriendo la puerta” ¿Qué esperaban? Arrugó la nariz al ver lo sucio que estaba todo, pero tampoco podía esperar nada mejor en un sitio que por lógica solo era utilizado para trabajar. Rápidamente cambió su gesto al ver la cantidad de cosas interesantes que tenía allí colgadas Elt.
No tocó nada, ya que era respetuoso del trabajo de otros, pero se quedó observando con mucho interés todos los productos que el humano ofrecía. Todo era muy bonito, pero Matt tenía bastante en claro lo que quería.
-Buenos días, Muchacho de los Dos Pies Izquierdos – Sonrió con picardía, en la fiesta en Memoria de Midgar en la que se habían conocido Matthew iba con una máscara y solo habían estado juntos durante unos minutos, así que era muy poco probable que lo reconociera – Jajaja, creo que tendría que llevar puesta una máscara de Zorro para que te percataras de quien soy –
Se acercó hasta el herrero y le dio la mano de forma amistosa, esa vez no estaba allí para jugar a ser un seductor.
-Tengo un encargo algo particular, pero por las cosas que tienes aquí estoy seguro que será una tontería para ti el hacerlo – Sonrió con amabilidad – Necesito unas boleadoras, pero no pueden ser cualquiera, necesito que las hagas con buen metal, no con piedra como se acostumbra. Y me enteré que tienes una, mmm, cuerda muy especial, me dijeron que se enreda sola ¿Es posible? Si es así, me encantaría que la cuerda de la boleadora estuviera hecha con eso –
Mientras Eltrant revisaba los materiales para hacer el arma, Matthew se entretuvo viendo qué más podía comprar.
-¡¡Oh!! ¿Esto es lo que creo que es? – Miro una llave que resaltaba por sobre el resto - ¿Puede ser que sepas hacer Llaves Joya? – Por sus años como ladrón Owens tenía algo de conocimiento sobre ese tipo de cosas – Quiero una también, podría resultar bastante útil – Por fin el Estafador había tomado ritmo, y ahora solo quería comprar más cosas - ¿Y esos grilletes qué hacen? Dudo mucho que tengas unos aparatejos como esos así porque sí. En cualquier caso, los quiero también –
Y tuvo que ponerse un alto o compraría todo lo que se le cruzara. Por suerte Eyre había sido precavida y no le había permitido salir con todos su dinero encima.
---------------------------
Le encargo a Eltrant:
-1 Arma tipo Boleadora
-1 Cuerda Obediente
-1 Llave Joya
-1 Grillete de Inquisidor
Aunque él no pudiera reconocerlo.
Owens entró al local acorde a su estilo: “Abriendo la puerta” ¿Qué esperaban? Arrugó la nariz al ver lo sucio que estaba todo, pero tampoco podía esperar nada mejor en un sitio que por lógica solo era utilizado para trabajar. Rápidamente cambió su gesto al ver la cantidad de cosas interesantes que tenía allí colgadas Elt.
No tocó nada, ya que era respetuoso del trabajo de otros, pero se quedó observando con mucho interés todos los productos que el humano ofrecía. Todo era muy bonito, pero Matt tenía bastante en claro lo que quería.
-Buenos días, Muchacho de los Dos Pies Izquierdos – Sonrió con picardía, en la fiesta en Memoria de Midgar en la que se habían conocido Matthew iba con una máscara y solo habían estado juntos durante unos minutos, así que era muy poco probable que lo reconociera – Jajaja, creo que tendría que llevar puesta una máscara de Zorro para que te percataras de quien soy –
Se acercó hasta el herrero y le dio la mano de forma amistosa, esa vez no estaba allí para jugar a ser un seductor.
-Tengo un encargo algo particular, pero por las cosas que tienes aquí estoy seguro que será una tontería para ti el hacerlo – Sonrió con amabilidad – Necesito unas boleadoras, pero no pueden ser cualquiera, necesito que las hagas con buen metal, no con piedra como se acostumbra. Y me enteré que tienes una, mmm, cuerda muy especial, me dijeron que se enreda sola ¿Es posible? Si es así, me encantaría que la cuerda de la boleadora estuviera hecha con eso –
Mientras Eltrant revisaba los materiales para hacer el arma, Matthew se entretuvo viendo qué más podía comprar.
-¡¡Oh!! ¿Esto es lo que creo que es? – Miro una llave que resaltaba por sobre el resto - ¿Puede ser que sepas hacer Llaves Joya? – Por sus años como ladrón Owens tenía algo de conocimiento sobre ese tipo de cosas – Quiero una también, podría resultar bastante útil – Por fin el Estafador había tomado ritmo, y ahora solo quería comprar más cosas - ¿Y esos grilletes qué hacen? Dudo mucho que tengas unos aparatejos como esos así porque sí. En cualquier caso, los quiero también –
Y tuvo que ponerse un alto o compraría todo lo que se le cruzara. Por suerte Eyre había sido precavida y no le había permitido salir con todos su dinero encima.
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Le encargo a Eltrant:
-1 Arma tipo Boleadora
-1 Cuerda Obediente
-1 Llave Joya
-1 Grillete de Inquisidor
Matthew Owens
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Otro cliente inesperado, últimamente aparecían muchos, lo cual era de agradecer.
Miró durante unos segundos al hombre que acababa de entrar en su local y enarcó una ceja al escuchar la primera frase que este dijo, momento en el que esbozó una sonrisa: conocía aquella voz de algún lado.
- ¿Nos conocemos? – Preguntó haciendo memoria, se sentía relativamente mal por ello, pero no recordaba una cara cono aquella. - ¡Oh! – dijo después, recordando la máscara de zorro que el hombre decía mencionar. – Tú eres el que… - dejó escapar una risotada al recordar el triste día en el que decidió probar a bailar y aceptó la mano del recién llegado. - ¿Un encargo particular? – Esbozó una sonrisa y comenzó alguna de las herramientas más comunes.
Escuchó todo lo que tenía que decir el hombre de la máscara de Zorro y, asintiendo a esto, tomó lo esencial para hacer las boleadoras que le había encargado.
- Sí. – dijo sin perder la sonrisa. – Cuerda obediente, se llama. Es una buena idea hacer un arma así. – Mencionó, tomando el cuero con el que iba a hacer la cuerda y depositándolo sobre la mesa. – Y sí, puedo hacerte esas dos cosas. – Asintió. – Los grilletes además anulan la magia de la persona que los lleve durante un tiempo. – Explicó. – Te diría que se cómo funciona exactamente. – Sonrió y bajó ambas manos hasta la cintura. – Pero solo sé cómo hacerlos. – Agregó, volviendo al trabajo.
Repitió el proceso que ya había hecho varias veces, lo primero era terminar la cuerda. De forma metódica y cuidadosa, Eltrant hiló el cuero que había trabajado previamente durante varias decenas de minutos hasta que consiguió la longitud que deseaba y, después, se encargó de añadir el modesto encantamiento que hacía que la cuerda obedeciese a su dueño.
Una vez terminada, se la entregó a Matthew para que la fuese probando y se centró en el segundo componente del objeto: las esferas que iban en los extremos de la cuerda. Para eso uso, simplemente, dos moldes y un poco de metal que tenía precalentado desde hacía un rato.
Tras verter el metal en los moldes de arcilla, introdujo estos rápidamente en un amplio barreño con agua y, después, rompió el molde para obtener las esferas. Añadió un pequeño “eslabón” sobre cada una de las esferas, dónde irían atadas las cuerdas. Para finalizar, hizo la pequeña media luna que solía hacer en todas sus creaciones, ató las esferas a la cuerda obediente y la depositó sobre el mostrador.
- La primera cosa. – dijo cruzándose de brazos, comprobando que su creación estaba correctamente terminada. Con una cuerda capaz de realizar movimientos impredecibles no le sería muy complicado a Matt el enredar a gente. – Lo demás se hace más rápido, no te preocupes. – Mencionó, volviendo a calentar el metal que había sobrado de las boleadoras.
La llave joya no tenía que aparentar ser especial o bonita, de hecho, su propósito era el contrario, la idea era que pasase completamente desapercibida: una llave corriente que podía abrir casi cualquier puerta; por eso mismo el diseño era bastante simple.
Si bien era algo difícil de crear, el molde que había preparado para ello facilitó bastante las cosas y, en apenas diez minutos; el metal ya estaba endurecido y la llave “multiusos” en manos de su nuevo dueño.
- Ten cuidado con eso. – Le advirtió. – Puede romperse si la fuerzas demasiado, hay cerraduras que directamente no se abren. – Respiró hondo, Matt tenía aspecto de aventurero, o como mínimo de viajero; supuso que la usaría principalmente para explorar tumbas antiguas y ese tipo de cosas… como él solía hacer años atrás.
Y, finalmente, hizo los grilletes.
Afortunadamente ya tenía un par hecho, lo único que faltaba era el encantamiento que anulaba la magia; el cual no era muy difícil de hacer, simplemente calentó el metal hasta que se volvió algo más maleable y grabó la runa como le habían explicado.
Después se limitó a seguir la receta hasta que hubo terminado.
- Y terminé. – Comentó casualmente, entregándole los grilletes a Matt.
Usó los Guantes del Fundador y todos los materiales pasan a valer 8 Aeros.
(Los materiales por la esfera de metal lo he hablado ya con Ansur :'D)
Coste Materiales: 384 Aeros
Cobro a Matt: 200 por la llave Joya, 300 por los grilletes, 120 por la Boleadora Obediente = 520 Aeros
Miró durante unos segundos al hombre que acababa de entrar en su local y enarcó una ceja al escuchar la primera frase que este dijo, momento en el que esbozó una sonrisa: conocía aquella voz de algún lado.
- ¿Nos conocemos? – Preguntó haciendo memoria, se sentía relativamente mal por ello, pero no recordaba una cara cono aquella. - ¡Oh! – dijo después, recordando la máscara de zorro que el hombre decía mencionar. – Tú eres el que… - dejó escapar una risotada al recordar el triste día en el que decidió probar a bailar y aceptó la mano del recién llegado. - ¿Un encargo particular? – Esbozó una sonrisa y comenzó alguna de las herramientas más comunes.
Escuchó todo lo que tenía que decir el hombre de la máscara de Zorro y, asintiendo a esto, tomó lo esencial para hacer las boleadoras que le había encargado.
- Sí. – dijo sin perder la sonrisa. – Cuerda obediente, se llama. Es una buena idea hacer un arma así. – Mencionó, tomando el cuero con el que iba a hacer la cuerda y depositándolo sobre la mesa. – Y sí, puedo hacerte esas dos cosas. – Asintió. – Los grilletes además anulan la magia de la persona que los lleve durante un tiempo. – Explicó. – Te diría que se cómo funciona exactamente. – Sonrió y bajó ambas manos hasta la cintura. – Pero solo sé cómo hacerlos. – Agregó, volviendo al trabajo.
Repitió el proceso que ya había hecho varias veces, lo primero era terminar la cuerda. De forma metódica y cuidadosa, Eltrant hiló el cuero que había trabajado previamente durante varias decenas de minutos hasta que consiguió la longitud que deseaba y, después, se encargó de añadir el modesto encantamiento que hacía que la cuerda obedeciese a su dueño.
Una vez terminada, se la entregó a Matthew para que la fuese probando y se centró en el segundo componente del objeto: las esferas que iban en los extremos de la cuerda. Para eso uso, simplemente, dos moldes y un poco de metal que tenía precalentado desde hacía un rato.
Tras verter el metal en los moldes de arcilla, introdujo estos rápidamente en un amplio barreño con agua y, después, rompió el molde para obtener las esferas. Añadió un pequeño “eslabón” sobre cada una de las esferas, dónde irían atadas las cuerdas. Para finalizar, hizo la pequeña media luna que solía hacer en todas sus creaciones, ató las esferas a la cuerda obediente y la depositó sobre el mostrador.
- La primera cosa. – dijo cruzándose de brazos, comprobando que su creación estaba correctamente terminada. Con una cuerda capaz de realizar movimientos impredecibles no le sería muy complicado a Matt el enredar a gente. – Lo demás se hace más rápido, no te preocupes. – Mencionó, volviendo a calentar el metal que había sobrado de las boleadoras.
La llave joya no tenía que aparentar ser especial o bonita, de hecho, su propósito era el contrario, la idea era que pasase completamente desapercibida: una llave corriente que podía abrir casi cualquier puerta; por eso mismo el diseño era bastante simple.
Si bien era algo difícil de crear, el molde que había preparado para ello facilitó bastante las cosas y, en apenas diez minutos; el metal ya estaba endurecido y la llave “multiusos” en manos de su nuevo dueño.
- Ten cuidado con eso. – Le advirtió. – Puede romperse si la fuerzas demasiado, hay cerraduras que directamente no se abren. – Respiró hondo, Matt tenía aspecto de aventurero, o como mínimo de viajero; supuso que la usaría principalmente para explorar tumbas antiguas y ese tipo de cosas… como él solía hacer años atrás.
Y, finalmente, hizo los grilletes.
Afortunadamente ya tenía un par hecho, lo único que faltaba era el encantamiento que anulaba la magia; el cual no era muy difícil de hacer, simplemente calentó el metal hasta que se volvió algo más maleable y grabó la runa como le habían explicado.
Después se limitó a seguir la receta hasta que hubo terminado.
- Y terminé. – Comentó casualmente, entregándole los grilletes a Matt.
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Usó los Guantes del Fundador y todos los materiales pasan a valer 8 Aeros.
OBJETO | MATERIALES |
Llave Joya | 15 |
Grilletes de Inquisidor | 18 |
Cuerda Obediente | 5 |
Esfera de Metal x 2 | 10 |
TOTAL | 48 |
(Los materiales por la esfera de metal lo he hablado ya con Ansur :'D)
Coste Materiales: 384 Aeros
Cobro a Matt: 200 por la llave Joya, 300 por los grilletes, 120 por la Boleadora Obediente = 520 Aeros
Eltrant Tale
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Cantidad de envíos : : 1378
Nivel de PJ : : 10
Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
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Profesión Usada: Curtiduría / Herrería
Título: Aprendiz / Avanzado
Puntos Obtenidos: 5 (Herrería)
Materiales en reserva: 4 (Herrería) 5 (Curtiduría)
Aeros Descontados: -520 (Matthew) +136 (Eltrant)
Se han sumado 2 puntos de experiencia a ambos por uso del taller.
Ansur
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
La idea de aumentar la calidad de sus dos hachas había estado rondando la cabeza de Sylar por varios días. Se encontraba en una encrucijada. Por un lado, quería mantenerlas tal cual le fueron entregada. Por otro lado, sabía que si no mejoraba su calidad tarde o temprano no servirían de mucho, o incluso podrían dañarse. Tampoco tenía ni idea de cuanto cobraba un herrero por este tipo de trabajos. En su bolsa guardaba algunas monedas.
Tras meditarlo por mucho tiempo acabó teniendo una conclusión bastante acertada a su parecer. Más vale llevar el nombre de los Hagebak a nuevas alturas que dejar que caiga por la añoranza al pasado. Sí, es lo mejor que puedo hacer , pensó Sylar conforme esa mañana se levantaba en la búsqueda de un herrero dispuesto a hacer un buen trabajo con sus armas. Cierto es que no conocía a ningún herrero ni nada por el estilo, esperaba no ser timado por cualquier sinvergüenza. En ese caso tendría que enseñarle los dientes.
Cuando llevaba, más o menos, una hora andando por las calles avistó una herrería que se hacía llamar: Herrería Luna Invernal. El hecho de que el nombre contuviera la palabra de luna le dio la confianza para atravesar la puerta.
– Buenos días. – Saludó Sylar conforme entraba en la instancia. – Vengo para saber si me pueden mejorar mis dos hachas de calidad pobre a calidad común. Y saber cuanto sería el coste, antes de empezar a tocar nada.
Tras meditarlo por mucho tiempo acabó teniendo una conclusión bastante acertada a su parecer. Más vale llevar el nombre de los Hagebak a nuevas alturas que dejar que caiga por la añoranza al pasado. Sí, es lo mejor que puedo hacer , pensó Sylar conforme esa mañana se levantaba en la búsqueda de un herrero dispuesto a hacer un buen trabajo con sus armas. Cierto es que no conocía a ningún herrero ni nada por el estilo, esperaba no ser timado por cualquier sinvergüenza. En ese caso tendría que enseñarle los dientes.
Cuando llevaba, más o menos, una hora andando por las calles avistó una herrería que se hacía llamar: Herrería Luna Invernal. El hecho de que el nombre contuviera la palabra de luna le dio la confianza para atravesar la puerta.
– Buenos días. – Saludó Sylar conforme entraba en la instancia. – Vengo para saber si me pueden mejorar mis dos hachas de calidad pobre a calidad común. Y saber cuanto sería el coste, antes de empezar a tocar nada.
Sylar
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
El día estaba siendo bastante monótono, tranquilo.
De hecho, se disponía a enfriar la fragua cuando un inesperado cliente se adentró en la herrería. A simple vista, parecía ser un aventurero, alguien que viajaba de aquí a allá aceptando trabajos temporales en los que su aspecto y fuerza pudiesen serle de ayuda.
Alguien como la gran mayoría de los clientes a los que les vendía un arma.
Regentar el taller empezaba a ser… difícil, después del incidente con sus armas en la Posada Estrella no paraba de pensar que, como mínimo, tendría que empezar a entrevistar a las personas a las que les vendía cosas.
Un montón de sus dagas había acabado en manos de niños, después de todo.
Por supuesto, también era consciente de que podían mentirle… pero menor era nada, y tampoco podía renunciar al dinero que le proporcionaba el taller el cual, si bien empezó siendo poco, se había vuelto lo suficientemente constante como para facilitarle bastante las cosas.
- Déjame que vea… - Comentó, respondiendo a la sonrisa del recién llegado con una propia y haciéndose con las dos hachas que el hombre decía querer mejorar.
No eran malas hachas, aunque era cierto que el metal podía ser mejor. Probablemente se debía más al paso del tiempo que a su confección, las armas tenían la firma de un buen herrero, como mínimo las inscripciones y los engravados no eran fáciles de hacer.
- Puedo reforzar el metal de las dos en un rato… - Tomó un poco de aire por la nariz, pensando en el precio. – ...por unos doscientos Aeros. ¿Que te parece? – Respondió, devolviéndole las dos armas a su usuario y cruzándose de brazos. - ¿Mercenario? – Preguntó a continuación, apoyándose sobre el mostrador. – Creo que hace poco llegó una caravana que busca guardas nuevos para ir al norte. – Añadió, tratando de darle algo de conversación al hombre mientras esperaba a que se decidiese acerca de las hachas.
De hecho, se disponía a enfriar la fragua cuando un inesperado cliente se adentró en la herrería. A simple vista, parecía ser un aventurero, alguien que viajaba de aquí a allá aceptando trabajos temporales en los que su aspecto y fuerza pudiesen serle de ayuda.
Alguien como la gran mayoría de los clientes a los que les vendía un arma.
Regentar el taller empezaba a ser… difícil, después del incidente con sus armas en la Posada Estrella no paraba de pensar que, como mínimo, tendría que empezar a entrevistar a las personas a las que les vendía cosas.
Un montón de sus dagas había acabado en manos de niños, después de todo.
Por supuesto, también era consciente de que podían mentirle… pero menor era nada, y tampoco podía renunciar al dinero que le proporcionaba el taller el cual, si bien empezó siendo poco, se había vuelto lo suficientemente constante como para facilitarle bastante las cosas.
- Déjame que vea… - Comentó, respondiendo a la sonrisa del recién llegado con una propia y haciéndose con las dos hachas que el hombre decía querer mejorar.
No eran malas hachas, aunque era cierto que el metal podía ser mejor. Probablemente se debía más al paso del tiempo que a su confección, las armas tenían la firma de un buen herrero, como mínimo las inscripciones y los engravados no eran fáciles de hacer.
- Puedo reforzar el metal de las dos en un rato… - Tomó un poco de aire por la nariz, pensando en el precio. – ...por unos doscientos Aeros. ¿Que te parece? – Respondió, devolviéndole las dos armas a su usuario y cruzándose de brazos. - ¿Mercenario? – Preguntó a continuación, apoyándose sobre el mostrador. – Creo que hace poco llegó una caravana que busca guardas nuevos para ir al norte. – Añadió, tratando de darle algo de conversación al hombre mientras esperaba a que se decidiese acerca de las hachas.
Eltrant Tale
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
El dueño de la herrería no tarda en atender a Sylar. La solicitud del herrero para poder examinar las armas de más de cerca hace dudar a Sylar. No obstante, cedió a dárselas, tarde o temprano se las tendría que dar ¿Qué iba a hacer si no? ¿Forjar el mismo las armas? Una sonrisa se deslizó por su rostro. En un futuro aprenderé algo de herrería , pensó Sylar. Con ese pensamiento acabó entregando su tesoro a aquel herrero.
En los ojos del herrero Sylar pudo leer cierto respeto por las hachas que estaba evaluando. El pecho de Sylar se infló de orgullo, esas hachas llevaban generaciones en su manada y para más orgullo su creador era un Hagebak. Tras su análisis, el herrero puso un precio al trabajo que tendría que hacer para mejorar ambas hachas. Sylar se quedo pensando un momento. Tenía el dinero, sí. Supondría quedarse sin nada, sí ¿Debería hacerlo? Ante la ausencia de respuesta de Sylar, el herrero comento que los guardias estaban haciendo una campaña en busca de atraer a nuevos miembros.
– Para ser honesto contigo no sé como andan los precios por el trabajo que te solicito. – Sylar hizo una pausa dudando cómo decir lo que tenía que venir a continuación. – Con esto no digo que sea un mal precio, quizás incluso seas generoso conmigo. No obstante, es un precio que me dejaría viviendo en la calle ¿Podrías bajarlo algo? – Sylar miraba nervioso al herrero y las hachas que aún estaban en sus manos.
En los ojos del herrero Sylar pudo leer cierto respeto por las hachas que estaba evaluando. El pecho de Sylar se infló de orgullo, esas hachas llevaban generaciones en su manada y para más orgullo su creador era un Hagebak. Tras su análisis, el herrero puso un precio al trabajo que tendría que hacer para mejorar ambas hachas. Sylar se quedo pensando un momento. Tenía el dinero, sí. Supondría quedarse sin nada, sí ¿Debería hacerlo? Ante la ausencia de respuesta de Sylar, el herrero comento que los guardias estaban haciendo una campaña en busca de atraer a nuevos miembros.
– Para ser honesto contigo no sé como andan los precios por el trabajo que te solicito. – Sylar hizo una pausa dudando cómo decir lo que tenía que venir a continuación. – Con esto no digo que sea un mal precio, quizás incluso seas generoso conmigo. No obstante, es un precio que me dejaría viviendo en la calle ¿Podrías bajarlo algo? – Sylar miraba nervioso al herrero y las hachas que aún estaban en sus manos.
Sylar
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Se cruzó de brazos y miró durante unos segundos a su cliente, sin saber exactamente cómo responderle.
No iba a afirmar que nunca se había visto en el mismo lugar que el hombre. De hecho, todavía de cuando en cuando estaba en esa misma situación, sin apenas un Aero con el que pagar una posada.
Era por eso mismo por lo que no podía rebajar más el precio de lo que ya lo hacía.
- Lo… siento mucho. - dijo, justificándose frente al cliente, pasándose la mano por la barba. – Siempre puedo mejorar un hacha ahora y la otra más adelante, si te parece. – Le dijo, por si más adelante continuaba con la idea de ir allí a reparar su equipo. – Pero la mayor parte del precio es para pagar los materiales así que no puedo hacer gran cosa. – Afirmó, sonriendo levemente.
No le gustaba aquello, sabía lo difícil que sería para un aventurero encontrar un herrero que no pretendiese sujetarle de los tobillos y zarandear para ver que caía; pero no tenía demasiada elección.
Suspiró, Lyn era mejor que él negociando precios, en sí, la vampiresa solía decirle que era demasiado blando. Pero, quizás, aquello serviría para que dejase de vender armas a cualquiera.
- Conozco varias posadas muy baratas. – dijo inclinándose levemente sobre el mostrador. – Puedo recomendarte también para algunos trabajos si necesitas dinero. - Agregó.
No iba a afirmar que nunca se había visto en el mismo lugar que el hombre. De hecho, todavía de cuando en cuando estaba en esa misma situación, sin apenas un Aero con el que pagar una posada.
Era por eso mismo por lo que no podía rebajar más el precio de lo que ya lo hacía.
- Lo… siento mucho. - dijo, justificándose frente al cliente, pasándose la mano por la barba. – Siempre puedo mejorar un hacha ahora y la otra más adelante, si te parece. – Le dijo, por si más adelante continuaba con la idea de ir allí a reparar su equipo. – Pero la mayor parte del precio es para pagar los materiales así que no puedo hacer gran cosa. – Afirmó, sonriendo levemente.
No le gustaba aquello, sabía lo difícil que sería para un aventurero encontrar un herrero que no pretendiese sujetarle de los tobillos y zarandear para ver que caía; pero no tenía demasiada elección.
Suspiró, Lyn era mejor que él negociando precios, en sí, la vampiresa solía decirle que era demasiado blando. Pero, quizás, aquello serviría para que dejase de vender armas a cualquiera.
- Conozco varias posadas muy baratas. – dijo inclinándose levemente sobre el mostrador. – Puedo recomendarte también para algunos trabajos si necesitas dinero. - Agregó.
Eltrant Tale
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
La solicitud que realizó Sylar en cuanto al precio por la mejora en sus hachas hizo que el herrero adoptase una postura corporal defensiva. Al menos en apariencia mostraba estar considerando los pros y contras de lo que estaba planteando Sylar. Algo que era más de lo que esperaba encontrar en el herrero. La empatía no era algo que hubiera en cantidades abundantes en las tierras de Aerandir, más bien era un golpe de suerte hallar a una persona que la poseyera.
El silencio se rompió con la negativa del herrero de poder disminuir el precio. Cosa que, aunque era de esperar, decepcionó a Sylar. Por un momento consideró que no iba a ser así la conclusión final del herrero. Las expresiones de su cara mostraron rápidamente su disgusto, ocultar la verdad nunca fue su fuerte. Entonces, el herrero ofreció la posibilidad de que pudiera mejorar primero un arma y después, cuando estuviera en una mejor situación económica, la otra. ¿Cómo hacer eso? ¿No estaría afirmando con esa acción que una de las hachas era más importante que la otra? ¿Con qué criterios diría cual era mejor? ¿Acaso tenía el poder de discernir en tal disyuntiva?
Por el tiempo de unos segundos se vio perdido en el mar de sus pensamientos, o más bien ante la serie de cuestiones que danzaban en su cabeza sin que ninguna obtuviera la respuesta que demandaba, dejando cada una en un peor estado a Sylar. Las palabras del herrero lo sacaron de esa tormenta. Le ofrecía la posibilidad de informarle sobre alguna que otra posada de lo más asequibles y con la oportunidad de que hablase por él para hacer algunos trabajos que le permitieran tener un mayor peso en su bolsa.
Las dudas se acallaron de golpe, la decisión se torno en su fuero interno de golpe. Quizás con la misma contundencia con la que un herrero da el golpe final a un trabajo bien hecho. Sylar miro las dos hachas con deje de despedida en sus ojos, como si fuera la última vez que las viera en esas condiciones.
– Amigas mías, las batallas que hemos librado no han sido muchas, las suficientes para decir que sin vosotras no hubiera podido continuar en el camino. Por todo lo que me habéis dado, ahora os recompensaré fortaleciendo vuestra esencia. – Sylar miró al herrero. – Haz tu trabajo herrero. – Dijo Sylar abriendo su bolsa de Aeros, de la cual cayeron en el mostrador 200 Aeros exactos. – Espero que esas posadas y trabajos sean buenos.
El silencio se rompió con la negativa del herrero de poder disminuir el precio. Cosa que, aunque era de esperar, decepcionó a Sylar. Por un momento consideró que no iba a ser así la conclusión final del herrero. Las expresiones de su cara mostraron rápidamente su disgusto, ocultar la verdad nunca fue su fuerte. Entonces, el herrero ofreció la posibilidad de que pudiera mejorar primero un arma y después, cuando estuviera en una mejor situación económica, la otra. ¿Cómo hacer eso? ¿No estaría afirmando con esa acción que una de las hachas era más importante que la otra? ¿Con qué criterios diría cual era mejor? ¿Acaso tenía el poder de discernir en tal disyuntiva?
Por el tiempo de unos segundos se vio perdido en el mar de sus pensamientos, o más bien ante la serie de cuestiones que danzaban en su cabeza sin que ninguna obtuviera la respuesta que demandaba, dejando cada una en un peor estado a Sylar. Las palabras del herrero lo sacaron de esa tormenta. Le ofrecía la posibilidad de informarle sobre alguna que otra posada de lo más asequibles y con la oportunidad de que hablase por él para hacer algunos trabajos que le permitieran tener un mayor peso en su bolsa.
Las dudas se acallaron de golpe, la decisión se torno en su fuero interno de golpe. Quizás con la misma contundencia con la que un herrero da el golpe final a un trabajo bien hecho. Sylar miro las dos hachas con deje de despedida en sus ojos, como si fuera la última vez que las viera en esas condiciones.
– Amigas mías, las batallas que hemos librado no han sido muchas, las suficientes para decir que sin vosotras no hubiera podido continuar en el camino. Por todo lo que me habéis dado, ahora os recompensaré fortaleciendo vuestra esencia. – Sylar miró al herrero. – Haz tu trabajo herrero. – Dijo Sylar abriendo su bolsa de Aeros, de la cual cayeron en el mostrador 200 Aeros exactos. – Espero que esas posadas y trabajos sean buenos.
Sylar
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Luna Invernal. Sin una cortina de agua cayendo sobre la ciudad, el lugar casi parecía otro. La última vez que estuvo allí, le costó encontrar la herrería en aquella maraña de callejuelas. El temporal y las prisas no habían ayudado. En aquella ocasión, por otro lado, el tiempo era más propicio y había desaparecido la urgencia, pues las noticias que le habían llegado le informaban de que, cualquiera que hubiera sido el problema del humano con la ley, éste había sido exonerado. A Valeria le satisfizo aquella conclusión: Tale había hecho un gran trabajo con aquella funda, la que aún llevaba bien escondida bajo el jubón, y la bruja se moría de ganas de ver que hacía con su nuevo encargo. Sobre todo, ahora que iba más desahogada de dinero.
Valeria no era ninguna inocente, se daba perfecta cuenta de lo que había hecho el hombre con su daga la otra vez que había estado en la tienda. Un trabajo excelente y se la había dejado regalada. No es que Valeria nunca hubiese sacado provecho de su aspecto frágil, lo hacía siempre que podía, pero, curiosamente, en aquella ocasión, ni siquiera lo había intentado.
Entró en la herrería levantando ligeramente el bajo de su falda para no tropezar en el umbral. Tale estaba ocupado con otro cliente, por lo que se entretuvo un rato curioseando por la sala. Seguía teniendo el mismo aspecto desordenado y hasta le pareció ver a un mapache correteando por un rincón. No pudo evitar escuchar parte de la conversación que estaba teniendo lugar en la herrería y, al cabo de un rato, ni siquiera se molestó en hacer como que no oía. Le llamó mucho la atención la duda y la aprensión que se reflejaba en la voz de aquel hombre. De aquel chico, se corrigió después de un segundo vistazo. Era tan alto que la había confundido por un momento. «En diez años, será una montaña», se dijo asombrada. Una montaña muy apegada a aquellas dos hachas, por alguna razón.
—Pierde cuidado, muchacho —intervino sin poder, ni querer, evitarlo—, el trabajo de este hombre vale cada uno de los aeros que pida por él. Tómalo de un cliente lo bastante satisfecho como para volver —remató con una sonrisa dedicada tanto al joven, como al veterano.
No iba a enseñarle aquella maravillosa funda oculta, pues escondida era como debía seguir, pero sí se tomó la libertad de sacar la pequeña daga que guardaba en la caña de su bota para que el chico pudiera examinarla mientras esperaba por su pedido. Era una pieza sencilla, pero efectiva.
Pasó el rato charlando con ambos caballeros acerca de algunos de los pliegos que había visto en los tablones de anuncios repartidos por la ciudad. Unas espaldas fuertes y un buen par de hachas siempre tenían demanda, al muchacho no le faltaría trabajo si estaba dispuesto. Y siempre que no fuera un manirroto, no tardaría en ahorrar lo suficiente para permitirse otras mejoras en su equipo, no sólo las hachas. Cuando le llegó su turno, le contó a Tale acerca de su trabajo como alquimista.
—En resumen, lo que necesito son unos guantes resistentes, que me protejan de las sustancias más peligrosas, pero sin restringir ni la movilidad ni la sensibilidad de mis manos. —Al decir esto último, llevó las manos hacia delante, con las palmas hacia arriba, como para ilustrar sus palabras— ¿Puedo contar contigo para esto? —preguntó con otra sonrisa.
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Encargo: Guantes del fundador
Valeria no era ninguna inocente, se daba perfecta cuenta de lo que había hecho el hombre con su daga la otra vez que había estado en la tienda. Un trabajo excelente y se la había dejado regalada. No es que Valeria nunca hubiese sacado provecho de su aspecto frágil, lo hacía siempre que podía, pero, curiosamente, en aquella ocasión, ni siquiera lo había intentado.
Entró en la herrería levantando ligeramente el bajo de su falda para no tropezar en el umbral. Tale estaba ocupado con otro cliente, por lo que se entretuvo un rato curioseando por la sala. Seguía teniendo el mismo aspecto desordenado y hasta le pareció ver a un mapache correteando por un rincón. No pudo evitar escuchar parte de la conversación que estaba teniendo lugar en la herrería y, al cabo de un rato, ni siquiera se molestó en hacer como que no oía. Le llamó mucho la atención la duda y la aprensión que se reflejaba en la voz de aquel hombre. De aquel chico, se corrigió después de un segundo vistazo. Era tan alto que la había confundido por un momento. «En diez años, será una montaña», se dijo asombrada. Una montaña muy apegada a aquellas dos hachas, por alguna razón.
—Pierde cuidado, muchacho —intervino sin poder, ni querer, evitarlo—, el trabajo de este hombre vale cada uno de los aeros que pida por él. Tómalo de un cliente lo bastante satisfecho como para volver —remató con una sonrisa dedicada tanto al joven, como al veterano.
No iba a enseñarle aquella maravillosa funda oculta, pues escondida era como debía seguir, pero sí se tomó la libertad de sacar la pequeña daga que guardaba en la caña de su bota para que el chico pudiera examinarla mientras esperaba por su pedido. Era una pieza sencilla, pero efectiva.
Pasó el rato charlando con ambos caballeros acerca de algunos de los pliegos que había visto en los tablones de anuncios repartidos por la ciudad. Unas espaldas fuertes y un buen par de hachas siempre tenían demanda, al muchacho no le faltaría trabajo si estaba dispuesto. Y siempre que no fuera un manirroto, no tardaría en ahorrar lo suficiente para permitirse otras mejoras en su equipo, no sólo las hachas. Cuando le llegó su turno, le contó a Tale acerca de su trabajo como alquimista.
—En resumen, lo que necesito son unos guantes resistentes, que me protejan de las sustancias más peligrosas, pero sin restringir ni la movilidad ni la sensibilidad de mis manos. —Al decir esto último, llevó las manos hacia delante, con las palmas hacia arriba, como para ilustrar sus palabras— ¿Puedo contar contigo para esto? —preguntó con otra sonrisa.
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Reike
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Finalmente, para cuando el cliente decidió acceder a mejorar el metal de sus armas, la forja ya estaba lo suficientemente caliente como para no tener que perder ni un solo instante más.
- Perfecto entonces. – Le dijo, tomado con cuidado ambas hachas.
El hombre parecía tener en estima aquellas armas, se encargaría de cuidarlas de forma apropiada. Según comenzaba a trabajar, otro cliente inesperado se internó en el lugar; uno que ya conocía, además.
Sonrió a la mujer y, tras levantar la mirada del yunque unos segundos le instó con un gesto a que se acercase al mostrador.
- Estas exagerando un poco. – Le dijo a la recién llegada de buen humor. – ¿La funda y la daga bien entonces? – Por lo que parecía afirmar, habían acabado lo suficientemente bien como para que esta hubiese decidido volver de nuevo por allí.
No pudo evitar sentirse ligeramente orgulloso de sus habilidades.
- Puedo hacerlo, creo que tengo algo que se ajusta a lo que pides. – Le dijo a lo de los guantes. – Esperad ambos un rato y lo tendré todo listo antes del anochecer. – Agregó casualmente, removiendo la aleación que había preparado para mejorar las armas del hombre.
Aquellas hachas podían ser una herencia o, como poco, tener un valor sentimental importante para su dueño. Por eso mismo tenía que asegurarse de no borrar ningún engravado y, simplemente, centrarse en fortalecer el metal.
Martilleó con fuerza varias veces, las suficientes como para que el metal respondiese acorde y reflejase, bajo el intenso calor de la fragua, que puntos eran los más frágiles.
Inspirando con fuerza por la nariz, levantó la primera de las hachas y, tras observarla atentamente bajo la luz del fuego, la introdujo en una mezcla de aceite que había preparado y, tras martillear copiosamente, se encargó de bañarla con una fina capa del nuevo metal, de forma que este entrase en las pequeñas hendiduras del metal y lo fortalecieran.
Hecho esto, la enfrió repentinamente en una tina que había preparado previamente con agua y repitió aquel paso hasta tres veces. Cuando terminó, el metal del arma era más resistente y no había perdido su personalidad.
No había sido fácil, pero ya había trabajado así varias veces.
Tras repetir exactamente el mismo proceso con el arma gemela, las depositó ambas sobre el mostrador y, cruzado de brazos, le hizo un gesto a su dueño para que las tomase.
- Mira a ver si el peso está bien, si crees que necesitan que las equilibre un poco. – Le dijo. – El metal debería ser más resistente, pero la parte de los grabados sigue estando hecha con el metal antiguo, así que por esa zona es más frágil. – Le informó. – Siempre puede mejorarse más adelante, de todas formas. Ahora mismo supondría hacer sufrir el metal más de lo necesario. – Agregó antes de volverse hacia un pesado manuscrito que, en aquel momento, estaba en blanco.
Lo abrió por el principio y, tras escribir, “Mejora Hachas a una Mano – Doscientos Aeros” en la primera página, le entregó la pluma a su cliente.
- Vas a estrenar el libro. – Le dijo sonriente. – Es… un método para asegurarme de tener… una guía de lo que he hecho. – Afirmó. – Por si me acusan de vender armas a… - Negó con la cabeza. – Espero que no sea un inconveniente. – Le dijo, girándose entonces hacia su clienta.
Había dicho que quería unos guantes, aquellos eran casi su producto estrella.
- Voy a necesitar las medidas de tus manos. – Afirmó, indicando a la mujer a que pasase tras el mostrador.
Tras tomar rápidamente las medidas necesarias, reunió rápidamente los materiales para los guantes y comenzó a crearlos. Lo había hecho ya varias veces, así que tenía prácticamente aprendido los pasos de memoria.
Lo único diferente, por supuesto, era la cantidad de cuero a usar.
En primer lugar, hizo la mano derecha, de forma lenta y pausada, pero asegurándose de que las costuras quedaban firmes y resistían cualquier contratiempo. Para cerciorarse de esto último, introdujo algunos pequeños trozos de metal dentro del guante y lo zarandeó, comprobando que, efectivamente, no iba a romperse, así como así.
Después repitió lo mismo en el guante opuesto asegurándose siempre de que hacía un guante para una mano izquierda y no se limitaba a seguir al pie de la letra lo que había hecho para la mano derecha.
Tardó aproximadamente media hora en terminarlos gracias a que, principalmente, solía tener el cuero previamente preparado para aquellos encargos.
- Aquí tienes, pruébatelos. – Le dijo a la mujer. – Si te aprietan, se descosen por alguna parte siempre puedes traerlos y los reparo en un momento. – Aseveró, mostrándole también el libro a su clienta. – Todavía estoy a tiempo de corregir algo que no te guste. – dijo al final, tras escribir lo que acababa de realizar y el precio en el mismo, entregándole la pluma rápidamente a su clienta para que firmase.
Uso mis Guantes del Fundador, todos los materiales pasan a costar 8 Aeros.
Objetos fabricados:
Coste Fabricación: 288 Aeros
Pedido Sylar: 200 Aeros
Pedido Reike: 260 Aeros
Perdonad el retraso, he estado bastante liado ultimamente. ; - ;
- Perfecto entonces. – Le dijo, tomado con cuidado ambas hachas.
El hombre parecía tener en estima aquellas armas, se encargaría de cuidarlas de forma apropiada. Según comenzaba a trabajar, otro cliente inesperado se internó en el lugar; uno que ya conocía, además.
Sonrió a la mujer y, tras levantar la mirada del yunque unos segundos le instó con un gesto a que se acercase al mostrador.
- Estas exagerando un poco. – Le dijo a la recién llegada de buen humor. – ¿La funda y la daga bien entonces? – Por lo que parecía afirmar, habían acabado lo suficientemente bien como para que esta hubiese decidido volver de nuevo por allí.
No pudo evitar sentirse ligeramente orgulloso de sus habilidades.
- Puedo hacerlo, creo que tengo algo que se ajusta a lo que pides. – Le dijo a lo de los guantes. – Esperad ambos un rato y lo tendré todo listo antes del anochecer. – Agregó casualmente, removiendo la aleación que había preparado para mejorar las armas del hombre.
Aquellas hachas podían ser una herencia o, como poco, tener un valor sentimental importante para su dueño. Por eso mismo tenía que asegurarse de no borrar ningún engravado y, simplemente, centrarse en fortalecer el metal.
Martilleó con fuerza varias veces, las suficientes como para que el metal respondiese acorde y reflejase, bajo el intenso calor de la fragua, que puntos eran los más frágiles.
Inspirando con fuerza por la nariz, levantó la primera de las hachas y, tras observarla atentamente bajo la luz del fuego, la introdujo en una mezcla de aceite que había preparado y, tras martillear copiosamente, se encargó de bañarla con una fina capa del nuevo metal, de forma que este entrase en las pequeñas hendiduras del metal y lo fortalecieran.
Hecho esto, la enfrió repentinamente en una tina que había preparado previamente con agua y repitió aquel paso hasta tres veces. Cuando terminó, el metal del arma era más resistente y no había perdido su personalidad.
No había sido fácil, pero ya había trabajado así varias veces.
Tras repetir exactamente el mismo proceso con el arma gemela, las depositó ambas sobre el mostrador y, cruzado de brazos, le hizo un gesto a su dueño para que las tomase.
- Mira a ver si el peso está bien, si crees que necesitan que las equilibre un poco. – Le dijo. – El metal debería ser más resistente, pero la parte de los grabados sigue estando hecha con el metal antiguo, así que por esa zona es más frágil. – Le informó. – Siempre puede mejorarse más adelante, de todas formas. Ahora mismo supondría hacer sufrir el metal más de lo necesario. – Agregó antes de volverse hacia un pesado manuscrito que, en aquel momento, estaba en blanco.
Lo abrió por el principio y, tras escribir, “Mejora Hachas a una Mano – Doscientos Aeros” en la primera página, le entregó la pluma a su cliente.
- Vas a estrenar el libro. – Le dijo sonriente. – Es… un método para asegurarme de tener… una guía de lo que he hecho. – Afirmó. – Por si me acusan de vender armas a… - Negó con la cabeza. – Espero que no sea un inconveniente. – Le dijo, girándose entonces hacia su clienta.
Había dicho que quería unos guantes, aquellos eran casi su producto estrella.
- Voy a necesitar las medidas de tus manos. – Afirmó, indicando a la mujer a que pasase tras el mostrador.
Tras tomar rápidamente las medidas necesarias, reunió rápidamente los materiales para los guantes y comenzó a crearlos. Lo había hecho ya varias veces, así que tenía prácticamente aprendido los pasos de memoria.
Lo único diferente, por supuesto, era la cantidad de cuero a usar.
En primer lugar, hizo la mano derecha, de forma lenta y pausada, pero asegurándose de que las costuras quedaban firmes y resistían cualquier contratiempo. Para cerciorarse de esto último, introdujo algunos pequeños trozos de metal dentro del guante y lo zarandeó, comprobando que, efectivamente, no iba a romperse, así como así.
Después repitió lo mismo en el guante opuesto asegurándose siempre de que hacía un guante para una mano izquierda y no se limitaba a seguir al pie de la letra lo que había hecho para la mano derecha.
Tardó aproximadamente media hora en terminarlos gracias a que, principalmente, solía tener el cuero previamente preparado para aquellos encargos.
- Aquí tienes, pruébatelos. – Le dijo a la mujer. – Si te aprietan, se descosen por alguna parte siempre puedes traerlos y los reparo en un momento. – Aseveró, mostrándole también el libro a su clienta. – Todavía estoy a tiempo de corregir algo que no te guste. – dijo al final, tras escribir lo que acababa de realizar y el precio en el mismo, entregándole la pluma rápidamente a su clienta para que firmase.
_______________________________________________________
Uso mis Guantes del Fundador, todos los materiales pasan a costar 8 Aeros.
Objetos fabricados:
OBJETO | MATERIALES |
Armas de una mano | 8 |
Armas de una mano | 8 |
Guantes del Fundador | 20 |
TOTAL | 36 |
Pedido Sylar: 200 Aeros
Pedido Reike: 260 Aeros
Perdonad el retraso, he estado bastante liado ultimamente. ; - ;
Eltrant Tale
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Una hermosa dama entró en la herrería mientras la conversación entre el herrero y Sylar continuaba. Aunque en un principio aquella dama se mantuvo alejada del negocio que se traían entre manos, acabó por intervenir. Quizás por aportar un buen consejo o por el hecho que necesitaba que su turno llegase pronto. No importaba que intención hubiera detrás de esas palabras, lo cierto es que el saber que aquel herrero tenía una reputación buena hacía más fácil decidirse. Aquella mujer mostró una daga de dimensiones reducidas, perfecta para mantenerse oculta de aquellos que portasen malas intenciones hacia ella y para cuando fuera visible solo sería para segar la vida del insensato que había jugado mal sus cartas.
– Ya veo. – Dijo mirando atentamente las dagas, para luego ordenar al herrero que empezase con su trabajo. Después los tres emprendieron una conversación mundana, las que se mantienen por evitar un silencio incómodo. Al final, aquella mujer hizo su encargo. Unos guantes, curioso. Por las propiedades que exigía en esos guantes se podría intuir su finalidad, quizás iba a embarcarse en la elaboración de algún producto peligroso. – Me llamo Sylar, ¿se puede saber el nombre de mi consejera? – Preguntó Sylar inclinándose hacia la dama mientras el herrero se dedicaba a su trabajo.
Sylar estuvo atento a cada movimiento que veía en el herrero, retuvo en su mente cada golpe y cada baño al que se sumergió a sus hachas. En el hacer del herrero se podía notar que dominaba su oficio, el corazón de Sylar se relajó. Finalmente, el herrero volvió con las hachas e informó sobre su trabajo. Al ver que las hachas permanecían con cada detalle Sylar suspiró por dentro. Agarró ambas hachas y las balanceo en el aire.
– Son más pesadas. – Comentó Sylar mientras las movía. Lanzó una hacia el techo, quedando a escasos centímetros de chocar contra éste, la cogió al vuelo. – Creo que me acostumbraré pronto. – Las puso en los enganches que colgaban de su espalda. – Buen trabajo. – Valoró mientras recogía la pluma que le daba el herrero. Después, el hombre detrás del mostrador dijo unas palabras que inquietaron a Sylar, al parecer había tenido los suficientes problemas con sus ventas de armas como para tener un registro. – No te preocupes, no creo que te lleguen noticias de mi parte. El momento de irme ha llegado, hasta otra que tengamos el placer de encontrarnos. – Se despidió Sylar de ambos.
– Ya veo. – Dijo mirando atentamente las dagas, para luego ordenar al herrero que empezase con su trabajo. Después los tres emprendieron una conversación mundana, las que se mantienen por evitar un silencio incómodo. Al final, aquella mujer hizo su encargo. Unos guantes, curioso. Por las propiedades que exigía en esos guantes se podría intuir su finalidad, quizás iba a embarcarse en la elaboración de algún producto peligroso. – Me llamo Sylar, ¿se puede saber el nombre de mi consejera? – Preguntó Sylar inclinándose hacia la dama mientras el herrero se dedicaba a su trabajo.
Sylar estuvo atento a cada movimiento que veía en el herrero, retuvo en su mente cada golpe y cada baño al que se sumergió a sus hachas. En el hacer del herrero se podía notar que dominaba su oficio, el corazón de Sylar se relajó. Finalmente, el herrero volvió con las hachas e informó sobre su trabajo. Al ver que las hachas permanecían con cada detalle Sylar suspiró por dentro. Agarró ambas hachas y las balanceo en el aire.
– Son más pesadas. – Comentó Sylar mientras las movía. Lanzó una hacia el techo, quedando a escasos centímetros de chocar contra éste, la cogió al vuelo. – Creo que me acostumbraré pronto. – Las puso en los enganches que colgaban de su espalda. – Buen trabajo. – Valoró mientras recogía la pluma que le daba el herrero. Después, el hombre detrás del mostrador dijo unas palabras que inquietaron a Sylar, al parecer había tenido los suficientes problemas con sus ventas de armas como para tener un registro. – No te preocupes, no creo que te lleguen noticias de mi parte. El momento de irme ha llegado, hasta otra que tengamos el placer de encontrarnos. – Se despidió Sylar de ambos.
Sylar
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
—Reike —dijo la bruja tomando de vuelta su daga con la mano izquierda y ofreciendo la derecha como saludo—. Es un placer, Sylar.
Por pura costumbre, Valeria hizo su habitual análisis durante los segundos que duró el apretón de manos. El aspecto general del individuo, su ropa, su equipo, así como la firmeza de su brazo, si le aguantaba o no la mirada o cualquier gesto involuntario eran para la bruja valiosas piezas de información que, unidas adecuadamente, podían contar historias de todo tipo. El mejor observador era el que más se acercaba a la historia personal del sujeto observado y, cuánto más se acercase uno a esa historia, mayores posibilidades habría de llegar a un buen trato con esa persona. La bruja solía acercarse bastante a la verdad, habilidad que le había sido de mucha ayuda durante sus años como comerciante, pero lo cierto era que había adquirido aquella costumbre mucho antes de su época de mercader:cuando apenas era una mocosa más buscándose la vida en las calles de Beltrexus.
A la presentación, le siguió la charla casual (más información), mientras observaban trabajar al herrero. El chico pareció satisfecho con el trabajo y Valeria le deseó buena suerte cuando se despidió, mientras se decía a sí misma que no le importaría encontrárselo en unos años. En cualquier caso, llegaba el momento de tomarle medidas para esos guantes y la bruja ofreció sus manos acompañadas de su más encantadora sonrisa, aunque era evidente que Tale estaba concentrado en su trabajo. No lo hubiera querido de otro modo, necesitaba esos guantes en perfecto estado.
—Perfectos —dijo tras probarse el resultado final—. Un gran trabajo, sin duda. —Otra sonrisa, una firma, un puñado de monedas que cambiaban de mano; un intercambio justo y dos personas satisfechas.
-----------
OFF: Gracias por el minirol, Sylar, quién iba a decir que los talleres también podían ser sociales. Eltrant, un placer hacer negocios contigo, como siempre ^^
Por pura costumbre, Valeria hizo su habitual análisis durante los segundos que duró el apretón de manos. El aspecto general del individuo, su ropa, su equipo, así como la firmeza de su brazo, si le aguantaba o no la mirada o cualquier gesto involuntario eran para la bruja valiosas piezas de información que, unidas adecuadamente, podían contar historias de todo tipo. El mejor observador era el que más se acercaba a la historia personal del sujeto observado y, cuánto más se acercase uno a esa historia, mayores posibilidades habría de llegar a un buen trato con esa persona. La bruja solía acercarse bastante a la verdad, habilidad que le había sido de mucha ayuda durante sus años como comerciante, pero lo cierto era que había adquirido aquella costumbre mucho antes de su época de mercader:cuando apenas era una mocosa más buscándose la vida en las calles de Beltrexus.
A la presentación, le siguió la charla casual (más información), mientras observaban trabajar al herrero. El chico pareció satisfecho con el trabajo y Valeria le deseó buena suerte cuando se despidió, mientras se decía a sí misma que no le importaría encontrárselo en unos años. En cualquier caso, llegaba el momento de tomarle medidas para esos guantes y la bruja ofreció sus manos acompañadas de su más encantadora sonrisa, aunque era evidente que Tale estaba concentrado en su trabajo. No lo hubiera querido de otro modo, necesitaba esos guantes en perfecto estado.
—Perfectos —dijo tras probarse el resultado final—. Un gran trabajo, sin duda. —Otra sonrisa, una firma, un puñado de monedas que cambiaban de mano; un intercambio justo y dos personas satisfechas.
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OFF: Gracias por el minirol, Sylar, quién iba a decir que los talleres también podían ser sociales. Eltrant, un placer hacer negocios contigo, como siempre ^^
Reike
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Cuando Eltrant le había dicho que su taller estaba en una mala zona como el suyo propio, se había imaginado… no estaba segura, algún tipo de mansión con guardias, algo así como comprar barato una casa porque estaba en un barrio donde te apuñalaban. Pero el taller era… un edificio bastante normal. Hasta el punto de que sospechaba que habría goteras.
Un herrero tan bueno debería tener un taller mejor, en su humilde opinión. Pero puede que fuera algo así como “ofrecer buenas armas a cualquiera que las merezca”, ¿que pensara que alguien pobre no se acercaría si el taller lucia muy lujoso? Pero tal nobles pensamientos se desvanecieron casi al instante en cuando vio el caos de dentro. Sospechaba que simplemente lo había comprado nada más empezar y no se había molestado en cambiarlo, demasiado centrado en el arte.
-Uh…. ¿Eltrant? Soy Valyria...- dijo Valyria, alzándose de puntillas para intentar ver donde se encontraba el hombre en esos momentos. Un mapache le devolvió la mirada, dentro de un yelmo de acero. –Hola.- no respondió, porque era un mapache. No le extrañaba en absoluto que perdiera cosas allí dentro. -Quería unos guantes para... ya sabes, ¿trabajar? Para no pincharme mientras coso o mancharme la piel mientras tiño? Esa cosa no se quita con nada.- era la idea en realidad, suponía. Pero esas cosas eran las menores de sus preocupaciones, la idea de tener un día un accidente y que se le cayera la grasa hirviendo en la mano la horrorizaba, así que era mejor comprar algo bueno antes de ponerse a trabajar en serio.
-¿Elt? ¿Estas en casa? Ese mapache me está mirando un poco raro.-
Un herrero tan bueno debería tener un taller mejor, en su humilde opinión. Pero puede que fuera algo así como “ofrecer buenas armas a cualquiera que las merezca”, ¿que pensara que alguien pobre no se acercaría si el taller lucia muy lujoso? Pero tal nobles pensamientos se desvanecieron casi al instante en cuando vio el caos de dentro. Sospechaba que simplemente lo había comprado nada más empezar y no se había molestado en cambiarlo, demasiado centrado en el arte.
-Uh…. ¿Eltrant? Soy Valyria...- dijo Valyria, alzándose de puntillas para intentar ver donde se encontraba el hombre en esos momentos. Un mapache le devolvió la mirada, dentro de un yelmo de acero. –Hola.- no respondió, porque era un mapache. No le extrañaba en absoluto que perdiera cosas allí dentro. -Quería unos guantes para... ya sabes, ¿trabajar? Para no pincharme mientras coso o mancharme la piel mientras tiño? Esa cosa no se quita con nada.- era la idea en realidad, suponía. Pero esas cosas eran las menores de sus preocupaciones, la idea de tener un día un accidente y que se le cayera la grasa hirviendo en la mano la horrorizaba, así que era mejor comprar algo bueno antes de ponerse a trabajar en serio.
-¿Elt? ¿Estas en casa? Ese mapache me está mirando un poco raro.-
- off:
Compro esto elt:
Guantes del fundador (Curtiduría) (Receta única de Eltrant)
Armadura media de calidad común. Estos guantes sirven como herramienta para personajes artesanos. El precio de los materiales empleados en la fabricación de objetos se reduce en un 20%, pasando a costar 8 aeros por material.
Valyria
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
- ¡Sí, sí! ¡Estoy aquí dentro! - Eltrant oyó una voz conocida en la parte principal del taller, tras recoger las pocas herramientas que había ido a buscar a la pequeña habitación adyacente a la fragua, salió de la estancia para encontrarse con Valyria. - ¡Hola, Valyria! – Dijo a la elfa, moviendo su mano derecha mientras dejaba caer las herramientas sobre la mesa.
No esperaba verla por allí, ni a ella ni a Anders, sobre todo despues de lo que había pasado respecto a su taller. Era una sorpresa agradable, no lo iba a negar.
- Oh, no te preocupes, es inofensivo. Salvo si tienes galletas encima... o alcohol. – dijo en referencia al mapache. – Sam, di hola. – El mapache dejó escapar un extraño “rawr” que dependiendo de la persona podría ser considerado adorable y ladeó la cabeza, sin salir del yelmo en el que se había metido.
Sin embargo, continuó mirando a Valyria fijamente.
Era un mapache raro, tenía que admitirlo. No conocía a más mapaches con predilección por el alcohol caro, había tenido que empezar a esconder las botellas caras en sitios bastante altos para que el animal no las alcanzase.
- ¿Unos guantes? Claro. – Tomó una caja de cuero que tenía preparada para pedidos de improviso como aquel y la depositó en el mostrador. – Te sorprendería lo mucho que me piden guantes. – Le dijo, sonriendo. – A ver esas manos, que voy a tomarte las medidas. – Agregó a continuación, una vez hubo dispuesto todo lo que iba a usar para los guantes.
Cuando tuvo las medidas procedió acortar el cuero como ya había hecho bastantes veces llegados hasta aquel punto. Una vez lo tuvo troceado en las partes que después irían cosidas entre ellas, les paso una fina capa del aceite que los hacía ligeramente impermeables, pero no perdiendo elasticidad en el proceso.
Después, tras haber hecho esto tres veces las acercó a la fragua para que secasen rápidamente y, a continuación, los cosió frente a Valyria. Primero el guante derecho, después el izquierdo.
- Ya está. – Comentó, depositando los guantes en el mostrador. – Puedes probártelos, pero espérate un poco antes de usarlos de verdad. El aceite debería secarse del todo para mañana. – Le informó, sonriendo.
Uso mis guantes del fundador para que los materiales pasen a valer 8 Aeros.
Coste Materiales:160 Aeros.
Cobro a Valyria: 260 Aeros.
No esperaba verla por allí, ni a ella ni a Anders, sobre todo despues de lo que había pasado respecto a su taller. Era una sorpresa agradable, no lo iba a negar.
- Oh, no te preocupes, es inofensivo. Salvo si tienes galletas encima... o alcohol. – dijo en referencia al mapache. – Sam, di hola. – El mapache dejó escapar un extraño “rawr” que dependiendo de la persona podría ser considerado adorable y ladeó la cabeza, sin salir del yelmo en el que se había metido.
Sin embargo, continuó mirando a Valyria fijamente.
Era un mapache raro, tenía que admitirlo. No conocía a más mapaches con predilección por el alcohol caro, había tenido que empezar a esconder las botellas caras en sitios bastante altos para que el animal no las alcanzase.
- ¿Unos guantes? Claro. – Tomó una caja de cuero que tenía preparada para pedidos de improviso como aquel y la depositó en el mostrador. – Te sorprendería lo mucho que me piden guantes. – Le dijo, sonriendo. – A ver esas manos, que voy a tomarte las medidas. – Agregó a continuación, una vez hubo dispuesto todo lo que iba a usar para los guantes.
Cuando tuvo las medidas procedió acortar el cuero como ya había hecho bastantes veces llegados hasta aquel punto. Una vez lo tuvo troceado en las partes que después irían cosidas entre ellas, les paso una fina capa del aceite que los hacía ligeramente impermeables, pero no perdiendo elasticidad en el proceso.
Después, tras haber hecho esto tres veces las acercó a la fragua para que secasen rápidamente y, a continuación, los cosió frente a Valyria. Primero el guante derecho, después el izquierdo.
- Ya está. – Comentó, depositando los guantes en el mostrador. – Puedes probártelos, pero espérate un poco antes de usarlos de verdad. El aceite debería secarse del todo para mañana. – Le informó, sonriendo.
____________________________________________________________________
Uso mis guantes del fundador para que los materiales pasen a valer 8 Aeros.
OBJETO | MATERIALES |
Guantes del Fundador | 20 |
TOTAL | 20 |
Coste Materiales:160 Aeros.
Cobro a Valyria: 260 Aeros.
Eltrant Tale
Aerandiano de honor
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
ACTUALIZADO
Profesión Usada: Curtiduría / Herrería
Título: Aprendiz / Avanzado
Puntos Obtenidos: 2 (Herrería)
Materiales en reserva: 2 (Herrería)
Transacción: -200 (Sylar) -260 (Reike) -260 (Valyria) +272 (Eltrant)
Se han sumado 4 puntos de experiencia a Eltrant y 2 puntos de experiencia al resto por uso del taller.
Ansur
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
La bruja entró apresurada al establecimiento, como si estuviese siendo perseguida. Iba encapuchada para, como siempre, mantener su identidad en secreto, aunque nada más entrar se bajó la capucha para revelar su rostro.
Antes de proceder, miró hacia adelante, donde pudo ver a Eltrant, tal y como la última vez que lo visitó.
No dio más de dos pasos hacia adelante cuando tuvo el acto instintivo de mirar hacia atrás, asegurándose de que estaba a salvo y de que nadie la seguía. La puerta del establecimiento estaba cerrada tras de sí, lo cual era buena señal. Soltó un suspiro de alivio y, esta vez sí, se encaminó hasta donde se encontraba el castaño.
-...Hola-Saludó con una muy leve sonrisa en su rostro.
A diferencia de la última vez que se vieron, los ropajes de Helena se encontraban en un estado lamentable; su capucha hecha jirones, los guanteletes de cuero, la parte del torso y los pantalones desgastados, la capa casi arruinada por varios cortes a la vez que también desgastada... Sin duda era hora de cambiar de estilo, y creía que ese podría ser un buen lugar.
-Necesito nuevos ropajes. De cuero-Puntualizó-¿Esto también es una curtidería, no? A ver si eres tan hábil como con las armas-Se cruzó de brazos, esta vez mirándolo con una sonrisa pícara.
Ahora, la rubia se apoyó en el mostrador, aún con los brazos entrecruzados, acercándose más al ahora curtidor, cambiando su mirada a una más coqueta.
-Y más te vale que sean elegantes. Yo no me pongo cualquier trapo-Le guiñó un ojo
Acto seguido se miró el guantelete donde tenía su hoja oculta. Por un momento, se pensó si pedir algo más para eso, ¿Realmente lo necesitaba...? Definitvamente sí.
-¿Puedes darme algo para ocultar mis armas?-Mientras decía esto, se desabrochaba el brazalete y lo ponía encima de la mesa-Ya me lo trabajaste y mejoraste la hoja-Miró a Eltrant a los ojos-Ahora me gustaría que estuviera más... "escondida"-Esbozó de nuevo una sonrisa pícara-Ya sabes... Para que mis víctimas en cuanto menos se lo esperen...-Hizo el gesto con la muñeca característico de cuando le clava a alguien su hoja, apoyando su mano lo más cercano al pecho de Eltrant que el mostrador dejaba acercarse-Sabes a qué me refiero, ¿No?-De nuevo, dibujó otra sonrisa, pero esta vez más juguetona.
____________________________________________________________
Off:
Tengo tres pedidos ^^
-Armadura de cuero de calidad superior.
-Y una "Mejora Elegante" para dicha armadura.
-Funda Oculta
Antes de proceder, miró hacia adelante, donde pudo ver a Eltrant, tal y como la última vez que lo visitó.
No dio más de dos pasos hacia adelante cuando tuvo el acto instintivo de mirar hacia atrás, asegurándose de que estaba a salvo y de que nadie la seguía. La puerta del establecimiento estaba cerrada tras de sí, lo cual era buena señal. Soltó un suspiro de alivio y, esta vez sí, se encaminó hasta donde se encontraba el castaño.
-...Hola-Saludó con una muy leve sonrisa en su rostro.
A diferencia de la última vez que se vieron, los ropajes de Helena se encontraban en un estado lamentable; su capucha hecha jirones, los guanteletes de cuero, la parte del torso y los pantalones desgastados, la capa casi arruinada por varios cortes a la vez que también desgastada... Sin duda era hora de cambiar de estilo, y creía que ese podría ser un buen lugar.
-Necesito nuevos ropajes. De cuero-Puntualizó-¿Esto también es una curtidería, no? A ver si eres tan hábil como con las armas-Se cruzó de brazos, esta vez mirándolo con una sonrisa pícara.
Ahora, la rubia se apoyó en el mostrador, aún con los brazos entrecruzados, acercándose más al ahora curtidor, cambiando su mirada a una más coqueta.
-Y más te vale que sean elegantes. Yo no me pongo cualquier trapo-Le guiñó un ojo
Acto seguido se miró el guantelete donde tenía su hoja oculta. Por un momento, se pensó si pedir algo más para eso, ¿Realmente lo necesitaba...? Definitvamente sí.
-¿Puedes darme algo para ocultar mis armas?-Mientras decía esto, se desabrochaba el brazalete y lo ponía encima de la mesa-Ya me lo trabajaste y mejoraste la hoja-Miró a Eltrant a los ojos-Ahora me gustaría que estuviera más... "escondida"-Esbozó de nuevo una sonrisa pícara-Ya sabes... Para que mis víctimas en cuanto menos se lo esperen...-Hizo el gesto con la muñeca característico de cuando le clava a alguien su hoja, apoyando su mano lo más cercano al pecho de Eltrant que el mostrador dejaba acercarse-Sabes a qué me refiero, ¿No?-De nuevo, dibujó otra sonrisa, pero esta vez más juguetona.
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Tengo tres pedidos ^^
-Armadura de cuero de calidad superior.
-Y una "Mejora Elegante" para dicha armadura.
-Funda Oculta
Última edición por Helena Rhodes el Dom Sep 01, 2019 11:23 pm, editado 1 vez
Helena Rhodes
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Naharu observó la fachada del lugar, y luego su alrededor, y otra vez la fachada. Ese debía ser el sitio, si había entendido bien las indicaciones que le habían dado. Olía a metal y cuero, pues.
Dio tres toques a la puerta —uno largo y dos cortos, como acostumbraba a hacer desde pequeño— y entró al establecimiento.
"Deberían hacer puertas más grandes." le cruzó la idea por la mente mientras se hacía paso por el umbral. El sitio era simple, si bien algo apretado, pero acogedor a su manera. Le recordaba a tiempos más simples de su vida.
—¿Se encuentra el herrero, Eltrant? —preguntó a quien escuchara, mientras sus recuerdos suavizaban su cara de pocos amigos.
—Saludos —Inclinó ligeramente la cabeza—. Busco un hacha. Grande, pero no tanto. —señaló la medida deseada con la mano, como lo haría alguien para describir la altura de una persona.
Se quedó viendo al hombre a los ojos, callado, mientras pensaba más detalles.
—...Enteramente de metal. El peso no es problema, debe ser muy resistente. —Recordó la experiencia con aquél trol de montaña, y la misma razón por la que buscaba otra hacha— Y —por último—, sin muchas florituras.
Había visto ya varias personas con armas increíblemente imprácticas: Picos sin sentido, bordes serrados, filos deformes... "Es como si las cargasen únicamente por el espectáculo." pensaba.
Naharu tomó la bolsita donde guardaba sus ahorros y la dejó en el mostrador. Observó entonces al hombre, como preguntándole con la mirada si sería suficiente para pagarlo.
—...Naharu. Soy Naharu. Un gusto, muchacho. —recordó que no se había presentado, y extendió su mano. El asunto del hacha le había afectado más de lo que le gustaría.
* Off rol: Pido un hacha superior de dos manos. Si los 250 son suficientes, también con la Mejora Reforzado. Si no, soy feliz con el hacha sola. ¡Muchas gracias <3!
Dio tres toques a la puerta —uno largo y dos cortos, como acostumbraba a hacer desde pequeño— y entró al establecimiento.
"Deberían hacer puertas más grandes." le cruzó la idea por la mente mientras se hacía paso por el umbral. El sitio era simple, si bien algo apretado, pero acogedor a su manera. Le recordaba a tiempos más simples de su vida.
—¿Se encuentra el herrero, Eltrant? —preguntó a quien escuchara, mientras sus recuerdos suavizaban su cara de pocos amigos.
—Saludos —Inclinó ligeramente la cabeza—. Busco un hacha. Grande, pero no tanto. —señaló la medida deseada con la mano, como lo haría alguien para describir la altura de una persona.
Se quedó viendo al hombre a los ojos, callado, mientras pensaba más detalles.
—...Enteramente de metal. El peso no es problema, debe ser muy resistente. —Recordó la experiencia con aquél trol de montaña, y la misma razón por la que buscaba otra hacha— Y —por último—, sin muchas florituras.
Había visto ya varias personas con armas increíblemente imprácticas: Picos sin sentido, bordes serrados, filos deformes... "Es como si las cargasen únicamente por el espectáculo." pensaba.
Naharu tomó la bolsita donde guardaba sus ahorros y la dejó en el mostrador. Observó entonces al hombre, como preguntándole con la mirada si sería suficiente para pagarlo.
—...Naharu. Soy Naharu. Un gusto, muchacho. —recordó que no se había presentado, y extendió su mano. El asunto del hacha le había afectado más de lo que le gustaría.
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* Off rol: Pido un hacha superior de dos manos. Si los 250 son suficientes, también con la Mejora Reforzado. Si no, soy feliz con el hacha sola. ¡Muchas gracias <3!
Naharu
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