Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
- ¿Te has cruzado con una jauría de lobos antes llegar? – Comentó Eltrant arqueando una ceja al ver el estado de los ropajes de Helena. - ¿Estás bien? – Preguntó a continuación, mirando a la mujer.
Las palabras que siguieron a aquella pregunta le aseguraron que Helena seguía siendo ella misma. Suspirando en voz baja obvió el, aparentemente evidente, coqueteo de la rubia y comenzó a reunir los materiales según esta hablaba.
- Puedo hacerte algo mejor de lo que llevas, desde luego. – Aseveró sonriendo, volviendo a enarcar una ceja al oír la última petición de la bruja. – Puedo… - dijo a la petición de la funda oculta. – …pero no me gusta como hablas de “victimas”. – Suspiró y le indicó que pasase tras el mostrador. – Levanta los brazos. – Le ordenó. - Voy a tomarte las medidas. – dijo sacando de uno de los cajones del mostrador un metro de sastre.
Cuando tuvo las medidas de la mujer le indicó con un gesto que se sentase en uno de los taburetes y comenzó a trabajar.
Metódicamente, comenzó a ajustar las piezas de cuero sobre el maniquí que tenía delante de forma que fuesen formando un torso poco a poco. Era realmente una armadura, no obstante, se encargó de hacerla bastante ligera de forma que pudiese ser confundida fácilmente con unos ropajes normales.
Tardó una hora aproximadamente en coser todo el cuero que iba a conformar el torso. En el bajo vientre y las extremidades tardó algo menos, unos quince minutos por zona. Realmente estaba trabajando más rápido en aquella armadura de lo que tardaba normalmente, lo achacó principalmente al hecho de que, a diferencia de las corazas de metal, el cuero ya lo había tenido preparado de antemano y solo tenía que cortarlo cuidadosamente de la forma que él deseaba y coserlo.
- ¿Qué te parece? – Colocando ambos brazos en jarra señaló la armadura terminada frente a Helena. – Sí, sí. – Aseveró pasándose la mano por la barba. – Que sea elegante… - Se quedó unos segundos pensativos, tratando de imaginar cómo podía hacer aquello elegante. – Quizás tarde un poco con esto. – dijo antes de volver al trabajo.
Lo primero que hizo fue teñir parte de los brazales de blanco, también hizo lo mismo con las perneras y las partes más pequeñas del torso. No le fue muy complicado hacerlo, simplemente sumergió cada pieza de la armadura en un tinte blanco que tenía desde… hacía tanto que no lo recordaba, solo sabía que Lyn gastó una cantidad absurda de Aeros en jarras repleta de líquido de diferente color.
Al menos por fin les daba uso.
El resto de partes la tiñó de un profundo azul oscuro, uno similar al color que adquiría el agua cerca de la costa de Beltrexus; no era especialmente un color llamativo, en si era bastante modesto, sobre todo si lo comparabas con el llamativo ocre que gritaba a viva voz “armadura”.
Cuando hubo secado cada una de las piezas al fuego y el tinte se hubo adherido firmemente a cada prenda, Eltrant volvió a colocarla en el maniquí y tomó un largo cordel que había teñido antes del mismo azul de la armadura.
- No me juzgues si esto no termina de quedar bien. – dijo a la mujer como toda advertencia.
El trabajo artístico no era su fuerte, había aprendido a dibujar tímidamente por la necesidad, por pedidos como aquel; pero la mayoría de las cosas que hacía eran filigranas simples y sencillas.
Mordiéndose la lengua, comenzó a coser, muy lentamente, un patrón en cada brazal blanco con el cordel azul. Trató que estos tuviesen la forma del oleaje, cosa que no le resultó precisamente fácil teniendo en cuenta la forma de su “lienzo”.
Pero al final quedó algo medianamente coherente. Incluso natural.
- Una armadura elegante para una Tensai de agua. – dijo señalándola, sonriendo. – Puedes cambiarte en la habitación de atrás. Asegúrate de que te gusta antes de irte. – Señaló tras de sí con el pulgar, hacia la puerta al fondo del taller.
Mientras la mujer hacia aquello, con el cuero que le sobró ideó una de las fundas que había diseñado para que fuese fáciles de ocultar. Ya las había hecho en más de una ocasión, por lo que en comparación con todo el trabajo que había hecho hasta el momento apenas tardó una decena de minutos.
Lo último que hizo fue bordar el blasón de su herrería, la media luna, en el interior de la espalda de la armadura.
- Todo listo. – Le dijo a Helena. - ¿Qué te parece? – Preguntó según colocaba el libro de ventas sobre el mostrador y escribía todo lo que acababa de fabricar y a quien.
Su siguiente cliente apenas entró por el marco de la puerta, de hecho, estaba bastante seguro de que la había desencajado un poco.
Un oso de un tamaño considerable. Uno que, afortunadamente para el castaño, hablaba de forma bastante elocuente y preguntó por él.
- Yo soy Eltrant. – Le dijo, limpiándose el hollín que se acumulaba en sus manos con un trapo. - ¿Un hacha? – Se atusó la barba.
Una del tamaño que pedía el oso que se presentó como Naharu no iba a ser precisamente pequeña, ni barata. Pero podía hacerla.
- No tardaré demasiado. – Le dijo, comenzando a reunir los materiales con los que iba a hacer la aleación. - ¿Resistente has dicho? – Si la había pedido resistente iba a pesar un poco más, pero era una suerte saber aquello antes de que estuviese terminada, podía hacer la aleación directamente pensando en aquello y no “mejorarla” una vez la hubiese terminado.
Lo primero que tuvo que hacer, mientras se calentaba el metal, fue reajustar un molde para las necesidades de su nuevo cliente. No estaba seguro de si Naharu quería un hacha de dos hojas o de una sola, por lo que, tras preguntarle al hombre, ajustó el molde respetando la decisión del futuro dueño del arma.
Para el momento en el que el molde estuvo acabado el metal, su nueva aleación, ya estaba completamente fundida. Debido a la petición aquel metal era más difícil de llevar hasta aquel punto, por lo que era una suerte haber tenido que estar entretenido con otra cosa mientras esperaba.
Con mucho cuidado y tras pedirle a su cliente que se alejase, vertió el metal en el molde y lo cubrió unos instantes. Cuando pasaron varios segundos, lanzó un cubo de agua fría sobre el molde y, tras descubrirlo, comenzó a martillear con fuerza el metal aun candente, dándole la forma que deseaba el oso.
Ayudándose del mismo martillo que portaba, golpeó el molde de cerámica varias veces para sacar el arma que seguía atrapada en su interior.
Con el arma ahora entre sus manos, ligeramente caliente, se encargó de afilarla lo mejor que sabía hasta que la tuvo terminada. Alzó el hacha y la miró más de cerca, no era nada del otro mundo, justo lo que le había pedido el oso: “Un arma sin florituras, algo útil y resistente”.
Por supuesto, que el mango fuese de metal iba a ser un inconveniente al blandirlo a la larga, por lo que tomando algo de cuero de otros encargos que había tenido, Eltrant se encargó de recubrir el metal del mástil de forma que las manos de oso no acabarían sangrando usar el arma más de dos veces.
Una vez hubo acabado, cinceló una pequeña luna en la base de la hoja.
- Es pesada, pero resistente. – Comentó cruzándose de brazos. – Dudo mucho que pueda hacerla más ligera, pero si no te gusta todavía estoy a tiempo de intentarlo. – dijo escribiendo en el libro lo que acababa de fabricar y, como ya era una costumbre, para quien.
Uso los guantes del fundador, por lo que todos los materiales pasan a costar 8 Aeros cada uno.
Pedido Helena:
Precio Creación: 200 // Cobro a Helena: 250
Pedido Naharu:
Precio Creación: 176 // Cobro a Naharu: 225
Las palabras que siguieron a aquella pregunta le aseguraron que Helena seguía siendo ella misma. Suspirando en voz baja obvió el, aparentemente evidente, coqueteo de la rubia y comenzó a reunir los materiales según esta hablaba.
- Puedo hacerte algo mejor de lo que llevas, desde luego. – Aseveró sonriendo, volviendo a enarcar una ceja al oír la última petición de la bruja. – Puedo… - dijo a la petición de la funda oculta. – …pero no me gusta como hablas de “victimas”. – Suspiró y le indicó que pasase tras el mostrador. – Levanta los brazos. – Le ordenó. - Voy a tomarte las medidas. – dijo sacando de uno de los cajones del mostrador un metro de sastre.
Cuando tuvo las medidas de la mujer le indicó con un gesto que se sentase en uno de los taburetes y comenzó a trabajar.
Metódicamente, comenzó a ajustar las piezas de cuero sobre el maniquí que tenía delante de forma que fuesen formando un torso poco a poco. Era realmente una armadura, no obstante, se encargó de hacerla bastante ligera de forma que pudiese ser confundida fácilmente con unos ropajes normales.
Tardó una hora aproximadamente en coser todo el cuero que iba a conformar el torso. En el bajo vientre y las extremidades tardó algo menos, unos quince minutos por zona. Realmente estaba trabajando más rápido en aquella armadura de lo que tardaba normalmente, lo achacó principalmente al hecho de que, a diferencia de las corazas de metal, el cuero ya lo había tenido preparado de antemano y solo tenía que cortarlo cuidadosamente de la forma que él deseaba y coserlo.
- ¿Qué te parece? – Colocando ambos brazos en jarra señaló la armadura terminada frente a Helena. – Sí, sí. – Aseveró pasándose la mano por la barba. – Que sea elegante… - Se quedó unos segundos pensativos, tratando de imaginar cómo podía hacer aquello elegante. – Quizás tarde un poco con esto. – dijo antes de volver al trabajo.
Lo primero que hizo fue teñir parte de los brazales de blanco, también hizo lo mismo con las perneras y las partes más pequeñas del torso. No le fue muy complicado hacerlo, simplemente sumergió cada pieza de la armadura en un tinte blanco que tenía desde… hacía tanto que no lo recordaba, solo sabía que Lyn gastó una cantidad absurda de Aeros en jarras repleta de líquido de diferente color.
Al menos por fin les daba uso.
El resto de partes la tiñó de un profundo azul oscuro, uno similar al color que adquiría el agua cerca de la costa de Beltrexus; no era especialmente un color llamativo, en si era bastante modesto, sobre todo si lo comparabas con el llamativo ocre que gritaba a viva voz “armadura”.
Cuando hubo secado cada una de las piezas al fuego y el tinte se hubo adherido firmemente a cada prenda, Eltrant volvió a colocarla en el maniquí y tomó un largo cordel que había teñido antes del mismo azul de la armadura.
- No me juzgues si esto no termina de quedar bien. – dijo a la mujer como toda advertencia.
El trabajo artístico no era su fuerte, había aprendido a dibujar tímidamente por la necesidad, por pedidos como aquel; pero la mayoría de las cosas que hacía eran filigranas simples y sencillas.
Mordiéndose la lengua, comenzó a coser, muy lentamente, un patrón en cada brazal blanco con el cordel azul. Trató que estos tuviesen la forma del oleaje, cosa que no le resultó precisamente fácil teniendo en cuenta la forma de su “lienzo”.
Pero al final quedó algo medianamente coherente. Incluso natural.
- Una armadura elegante para una Tensai de agua. – dijo señalándola, sonriendo. – Puedes cambiarte en la habitación de atrás. Asegúrate de que te gusta antes de irte. – Señaló tras de sí con el pulgar, hacia la puerta al fondo del taller.
Mientras la mujer hacia aquello, con el cuero que le sobró ideó una de las fundas que había diseñado para que fuese fáciles de ocultar. Ya las había hecho en más de una ocasión, por lo que en comparación con todo el trabajo que había hecho hasta el momento apenas tardó una decena de minutos.
Lo último que hizo fue bordar el blasón de su herrería, la media luna, en el interior de la espalda de la armadura.
- Todo listo. – Le dijo a Helena. - ¿Qué te parece? – Preguntó según colocaba el libro de ventas sobre el mostrador y escribía todo lo que acababa de fabricar y a quien.
[…]
Su siguiente cliente apenas entró por el marco de la puerta, de hecho, estaba bastante seguro de que la había desencajado un poco.
Un oso de un tamaño considerable. Uno que, afortunadamente para el castaño, hablaba de forma bastante elocuente y preguntó por él.
- Yo soy Eltrant. – Le dijo, limpiándose el hollín que se acumulaba en sus manos con un trapo. - ¿Un hacha? – Se atusó la barba.
Una del tamaño que pedía el oso que se presentó como Naharu no iba a ser precisamente pequeña, ni barata. Pero podía hacerla.
- No tardaré demasiado. – Le dijo, comenzando a reunir los materiales con los que iba a hacer la aleación. - ¿Resistente has dicho? – Si la había pedido resistente iba a pesar un poco más, pero era una suerte saber aquello antes de que estuviese terminada, podía hacer la aleación directamente pensando en aquello y no “mejorarla” una vez la hubiese terminado.
Lo primero que tuvo que hacer, mientras se calentaba el metal, fue reajustar un molde para las necesidades de su nuevo cliente. No estaba seguro de si Naharu quería un hacha de dos hojas o de una sola, por lo que, tras preguntarle al hombre, ajustó el molde respetando la decisión del futuro dueño del arma.
Para el momento en el que el molde estuvo acabado el metal, su nueva aleación, ya estaba completamente fundida. Debido a la petición aquel metal era más difícil de llevar hasta aquel punto, por lo que era una suerte haber tenido que estar entretenido con otra cosa mientras esperaba.
Con mucho cuidado y tras pedirle a su cliente que se alejase, vertió el metal en el molde y lo cubrió unos instantes. Cuando pasaron varios segundos, lanzó un cubo de agua fría sobre el molde y, tras descubrirlo, comenzó a martillear con fuerza el metal aun candente, dándole la forma que deseaba el oso.
Ayudándose del mismo martillo que portaba, golpeó el molde de cerámica varias veces para sacar el arma que seguía atrapada en su interior.
Con el arma ahora entre sus manos, ligeramente caliente, se encargó de afilarla lo mejor que sabía hasta que la tuvo terminada. Alzó el hacha y la miró más de cerca, no era nada del otro mundo, justo lo que le había pedido el oso: “Un arma sin florituras, algo útil y resistente”.
Por supuesto, que el mango fuese de metal iba a ser un inconveniente al blandirlo a la larga, por lo que tomando algo de cuero de otros encargos que había tenido, Eltrant se encargó de recubrir el metal del mástil de forma que las manos de oso no acabarían sangrando usar el arma más de dos veces.
Una vez hubo acabado, cinceló una pequeña luna en la base de la hoja.
- Es pesada, pero resistente. – Comentó cruzándose de brazos. – Dudo mucho que pueda hacerla más ligera, pero si no te gusta todavía estoy a tiempo de intentarlo. – dijo escribiendo en el libro lo que acababa de fabricar y, como ya era una costumbre, para quien.
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Uso los guantes del fundador, por lo que todos los materiales pasan a costar 8 Aeros cada uno.
Pedido Helena:
OBJETO | MATERIALES |
Armadura Ligera superior | 18 |
Mejora Elegante | 4 |
Funda Oculta | 3 |
TOTAL | 25 |
Precio Creación: 200 // Cobro a Helena: 250
Pedido Naharu:
OBJETO | MATERIALES |
Armas de dos manos Sup. | 18 |
Mejora Reforzada | 4 |
TOTAL | 22 |
Precio Creación: 176 // Cobro a Naharu: 225
Eltrant Tale
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Frosk había preguntado por todos sitios por una herrería. Quería que le hicieran un escudo, tal y como el que su abuelo llevaba. Casi todas las recomendaciones eran la misma "Luna Invernal". Allí que fue.
El hombre rana no sabía leer ni interpretar aquellos símbolos extraños que había en ciertos trozos de madera, pero Bluto sí. Era de buena ayuda el bio-cibernético, además de un excelente y fiel compañero que nunca fallaba.
-Es aquí-Asintió el ser de metal
-¡Genial!-Asintió también el hombre rana con una sonrisa
Sin más, el anfibio abrió la puerta y saludó al quien quiera que sea que se encontraba detrás del mostrador, ni siquiera le había dado tiempo a ver con qué raza se encontraría.
-¡Hola, me han dicho que esto es un herrería!
De pronto, el hombre-rana había advertido un ruido estruendoso tras de sí, se volteó asustado y vio cómo Bluto desencajó el marco de la puerta de un solemne cabezazo.
-¡Croac!-Croó asustado
-¡Lo siento!-El bio-cibernético se dolía de la cabeza, o del casco mejor dicho. Apurado, intentó arreglar el marco como pudo, pero este se desencajaba y caía, esta vez con la puerta al suelo. Acto seguido, el bio se giró hacia el mostrador e inclinó el tronco hacia abajo repetidas veces-¡Pido disculpas, hace muchos años que no cruzo una puerta!
-...Aggh... Croac...-Croó avergonzado-¡¡¡Arregla eso ahora mismo!!!-Señaló a su amigo, acusador
-¡Ahora mismo me pongo a ello!-De nuevo, inclinó su tronco varias veces en señal de disculpa. Tras eso, repentinamente se giró de nuevo hacia la puerta y empezó a arreglarla como buenamente podía y sabía.
Tras eso, el hombre rana se giró hacia el mostrador y se rascó detrás de la cabeza en señal de vergüenza
-...Como iba diciendo... Croac...
Dio tres saltos acercándose al mostrador, y al que iba a hacer cuatro, se colocó de pie encima de este, para estar a una altura razonable y poder mirar a los ojos al dependiente.
-Necesito un escudo, croac-Señaló a uno de los que ya había por allí expuesto-Mi abuelo me decía que, junto a una espada, eran la mejor combinación para el combate, croac.-Parpadeó varias veces con sus ojos saltones e hinchó brevemente su saco vocal-¿Puede hacérmelo, croac?-Se llevó una mano a la bolsa-Tengo aeros. Creo que son suficiente, croac, o al menos eso dice Bluto.
-¡Lo es!-Dejó por un momento lo que estaba haciendo para mirar al mostrador y asentir un par de veces. Acto seguido, volvió a su concienzudo trabajo de arreglar la puerta.
___________________________________________________
Off: Tengo un pedido ^^
-Escudo de metal de calidad normal
El hombre rana no sabía leer ni interpretar aquellos símbolos extraños que había en ciertos trozos de madera, pero Bluto sí. Era de buena ayuda el bio-cibernético, además de un excelente y fiel compañero que nunca fallaba.
-Es aquí-Asintió el ser de metal
-¡Genial!-Asintió también el hombre rana con una sonrisa
Sin más, el anfibio abrió la puerta y saludó al quien quiera que sea que se encontraba detrás del mostrador, ni siquiera le había dado tiempo a ver con qué raza se encontraría.
-¡Hola, me han dicho que esto es un herrería!
De pronto, el hombre-rana había advertido un ruido estruendoso tras de sí, se volteó asustado y vio cómo Bluto desencajó el marco de la puerta de un solemne cabezazo.
-¡Croac!-Croó asustado
-¡Lo siento!-El bio-cibernético se dolía de la cabeza, o del casco mejor dicho. Apurado, intentó arreglar el marco como pudo, pero este se desencajaba y caía, esta vez con la puerta al suelo. Acto seguido, el bio se giró hacia el mostrador e inclinó el tronco hacia abajo repetidas veces-¡Pido disculpas, hace muchos años que no cruzo una puerta!
-...Aggh... Croac...-Croó avergonzado-¡¡¡Arregla eso ahora mismo!!!-Señaló a su amigo, acusador
-¡Ahora mismo me pongo a ello!-De nuevo, inclinó su tronco varias veces en señal de disculpa. Tras eso, repentinamente se giró de nuevo hacia la puerta y empezó a arreglarla como buenamente podía y sabía.
Tras eso, el hombre rana se giró hacia el mostrador y se rascó detrás de la cabeza en señal de vergüenza
-...Como iba diciendo... Croac...
Dio tres saltos acercándose al mostrador, y al que iba a hacer cuatro, se colocó de pie encima de este, para estar a una altura razonable y poder mirar a los ojos al dependiente.
-Necesito un escudo, croac-Señaló a uno de los que ya había por allí expuesto-Mi abuelo me decía que, junto a una espada, eran la mejor combinación para el combate, croac.-Parpadeó varias veces con sus ojos saltones e hinchó brevemente su saco vocal-¿Puede hacérmelo, croac?-Se llevó una mano a la bolsa-Tengo aeros. Creo que son suficiente, croac, o al menos eso dice Bluto.
-¡Lo es!-Dejó por un momento lo que estaba haciendo para mirar al mostrador y asentir un par de veces. Acto seguido, volvió a su concienzudo trabajo de arreglar la puerta.
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Off: Tengo un pedido ^^
-Escudo de metal de calidad normal
Frosk
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Un fuerte estruendo le hizo girarse hacia la entrada.
¿Acababan de… desencajar el marco?
Sus inesperados visitantes eran un hombre-bestia; una rana y un bio-cibernético, que había desencajado la puerta y ahora se disculpaba profusamente por ello. Negando con la cabeza, quitándole importancia al asunto se apoyó sobre el mostrador.
- Bienvenidos. – Fue lo primero que dijo a la pareja, contemplando como el cibernético continuaba tratando de reparar la entrada. – No te preocupes, de todas formas, planeaba cambiarla dentro de poco. – dijo dejando escapar un pequeño suspiro, apartándose para evitar chocar contra la rana que acababa de subir de un salto hasta el mostrador.
Quizás iba siendo la hora de cambiar de taller. Podía instalarlo en el Monte de San Pedro, tenía espacio y tras la llegada de los refugiados de Lunargenta y Dundarak había crecido lo suficiente como para ser considerado un pueblo pequeño.
La rana pedía un escudo.
Sonrió, podía hacerlo.
- ¿De qué tamaño lo quieres? – Se atusó la barba y examinó al hombre. Teniendo en cuenta el tamaño de su cliente probablemente una rodela, algo más grande le desequilibraría y acabaría siendo más un inconveniente que una ayuda.
Independientemente de su opinión, cuando la rana le contestó asintió y comenzó a trabajar.
Primero fundió el metal, algo fácil teniendo en cuenta que ya tenía la fragua encendida. A falta de clientes había estado a punto de practicar y hacer varias herramientas por el simple hecho de querer a hacerlas.
Cuando la aleación estuvo fundida la vertió en un molde que asemejaba ligeramente a las especificaciones de su cliente y, como había hecho tantísimas veces, lo cubrió y lo enfrió rápidamente.
Aprovechando que el metal aún estaba algo candente, destrozó el molde para sacar el escudo del mismo y martilleó para terminar de darle la forma que deseaba. El proceso para la forma básica del escudo era sencillo, apenas en media hora tuvo lo que había deseado.
Con la placa de metal entre sus manos, se la mostró al hombre y, tras escuchar su opinión, siguió trabajando.
Le hizo la abrazadera con dos pequeñas barras de metal que había atornillado a la parte interior del escudo que, además, había envuelto con cuero que había sobrado de algunos otros trabajos para facilitar el agarre.
El escudo, de aquella forma, podía ser o bien sujetado directamente con la mano, o podía ser colocado fácilmente sobre el antebrazo si deseabas sujetar cosas con ambas manos sin perder la capacidad de defenderte con el mismo.
Tras ultimar algunos detalles, principalmente adornos y pulir alguna imperfección que otra, grabó la media luna en la parte interior del escudo, la firma de su taller.
- Aquí tienes. – dijo depositando el objeto sobre el mostrador. - ¿Puede decirme su nombre? – Preguntó a continuación, tomando el libro en el que apuntaba cada uno de sus objetos y las personas para las que los había hecho.
Uso los guantes del fundador para que los materiales pasen a valer cada uno 8 Aeros.
A falta de una categoría de "Escudos" en el mercado he supuesto que el que acabo de hacer puede ser considerado como "Arma de una mano". Si hay algún problema con esto lo corrijo. ^^
Precio Materiales: 64 Aeros // Cobro a Frosk: 115
¿Acababan de… desencajar el marco?
Sus inesperados visitantes eran un hombre-bestia; una rana y un bio-cibernético, que había desencajado la puerta y ahora se disculpaba profusamente por ello. Negando con la cabeza, quitándole importancia al asunto se apoyó sobre el mostrador.
- Bienvenidos. – Fue lo primero que dijo a la pareja, contemplando como el cibernético continuaba tratando de reparar la entrada. – No te preocupes, de todas formas, planeaba cambiarla dentro de poco. – dijo dejando escapar un pequeño suspiro, apartándose para evitar chocar contra la rana que acababa de subir de un salto hasta el mostrador.
Quizás iba siendo la hora de cambiar de taller. Podía instalarlo en el Monte de San Pedro, tenía espacio y tras la llegada de los refugiados de Lunargenta y Dundarak había crecido lo suficiente como para ser considerado un pueblo pequeño.
La rana pedía un escudo.
Sonrió, podía hacerlo.
- ¿De qué tamaño lo quieres? – Se atusó la barba y examinó al hombre. Teniendo en cuenta el tamaño de su cliente probablemente una rodela, algo más grande le desequilibraría y acabaría siendo más un inconveniente que una ayuda.
Independientemente de su opinión, cuando la rana le contestó asintió y comenzó a trabajar.
Primero fundió el metal, algo fácil teniendo en cuenta que ya tenía la fragua encendida. A falta de clientes había estado a punto de practicar y hacer varias herramientas por el simple hecho de querer a hacerlas.
Cuando la aleación estuvo fundida la vertió en un molde que asemejaba ligeramente a las especificaciones de su cliente y, como había hecho tantísimas veces, lo cubrió y lo enfrió rápidamente.
Aprovechando que el metal aún estaba algo candente, destrozó el molde para sacar el escudo del mismo y martilleó para terminar de darle la forma que deseaba. El proceso para la forma básica del escudo era sencillo, apenas en media hora tuvo lo que había deseado.
Con la placa de metal entre sus manos, se la mostró al hombre y, tras escuchar su opinión, siguió trabajando.
Le hizo la abrazadera con dos pequeñas barras de metal que había atornillado a la parte interior del escudo que, además, había envuelto con cuero que había sobrado de algunos otros trabajos para facilitar el agarre.
El escudo, de aquella forma, podía ser o bien sujetado directamente con la mano, o podía ser colocado fácilmente sobre el antebrazo si deseabas sujetar cosas con ambas manos sin perder la capacidad de defenderte con el mismo.
Tras ultimar algunos detalles, principalmente adornos y pulir alguna imperfección que otra, grabó la media luna en la parte interior del escudo, la firma de su taller.
- Aquí tienes. – dijo depositando el objeto sobre el mostrador. - ¿Puede decirme su nombre? – Preguntó a continuación, tomando el libro en el que apuntaba cada uno de sus objetos y las personas para las que los había hecho.
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Uso los guantes del fundador para que los materiales pasen a valer cada uno 8 Aeros.
OBJETO | MATERIALES |
Armas de una mano. Común. | 8 |
TOTAL | 8 |
A falta de una categoría de "Escudos" en el mercado he supuesto que el que acabo de hacer puede ser considerado como "Arma de una mano". Si hay algún problema con esto lo corrijo. ^^
Precio Materiales: 64 Aeros // Cobro a Frosk: 115
Eltrant Tale
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
ACTUALIZADO
Profesión Usada: Curtiduría / Herrería
Título: Avanzado / Avanzado
Puntos Obtenidos: 3 (Herrería)
Materiales en reserva: 5 (Herrería)
Transacción: -250 (Helena) -225 (Naharu) -115 (Frosk) +150 (Eltrant)
Se han sumado 4 puntos de experiencia a Eltrant y 2 puntos de experiencia al resto por uso del taller.
Fehu
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
La última festividad no había dejado de nuevo dando vueltas por la ciudad de Lunargenta. Habían pasado ya un par de días, desde que mi lagartija nos metió en la tarea de llevar a una niña de vuelta con sus padres y ahora, nos encontrábamos de camino a la herrería Luna Invernal.
Tenía pendiente comprarle un par de armaduras el héroe herrero y desde hace mucho, para ser concretos desde la primera vez que estuve en su tienda. Encontrarme con él durante la reconstrucción de Dundarak no hizo más que afianzar el pedido, recuerdo que durante la primera noche que estuvimos en el norte, Lavey no hacía más que repetir e imaginarse como le sentaría la armadura al transformarse.
-Señor curtidor, Eltran.
Saludé mientras abría la puerta del taller.
-Señor herrero, Eltranito.
Secundó Lavey cerrando la puerta y añadiéndole una coletilla al nombre del castaño.
-Hoy es buen día para cumplir la palabra dada. -Aún estaba hablando cuando la adolescente se acercó a pasos agigantados, hasta la cota de malla de fiera que había de muestra en la tienda. -Por si te quedaban dudas, -Dije con cierta ironía señalando hacia Lavey. -ella quiere una armadura metálica. ¿Te quedan materiales para una mejora adaptable? Me la vendiste muy durante la cena y me gustaría que se la pusieras a las defensas de la niña. -Me dejé caer sobre el mostrador de la tienda, apoyando los codos y reposando la cabeza en una mano. -Yo quiero una armadura de cuero reforzado, ¿te digo mis medidas o prefieres comprobarlas en la trastienda?
Tenía clara la respuesta, pero no pude evitar el guiñarle el ojo al humano de forma coqueta, mientras sonreía divertida.
__________
Off: Pedido; Armadura de fieras media superior (herrería) con mejora adaptable. Armadura media superior (cuero) con mejora reforzada.
Precio acordado con el vendedor: 482 Aeros.
Tenía pendiente comprarle un par de armaduras el héroe herrero y desde hace mucho, para ser concretos desde la primera vez que estuve en su tienda. Encontrarme con él durante la reconstrucción de Dundarak no hizo más que afianzar el pedido, recuerdo que durante la primera noche que estuvimos en el norte, Lavey no hacía más que repetir e imaginarse como le sentaría la armadura al transformarse.
-Señor curtidor, Eltran.
Saludé mientras abría la puerta del taller.
-Señor herrero, Eltranito.
Secundó Lavey cerrando la puerta y añadiéndole una coletilla al nombre del castaño.
-Hoy es buen día para cumplir la palabra dada. -Aún estaba hablando cuando la adolescente se acercó a pasos agigantados, hasta la cota de malla de fiera que había de muestra en la tienda. -Por si te quedaban dudas, -Dije con cierta ironía señalando hacia Lavey. -ella quiere una armadura metálica. ¿Te quedan materiales para una mejora adaptable? Me la vendiste muy durante la cena y me gustaría que se la pusieras a las defensas de la niña. -Me dejé caer sobre el mostrador de la tienda, apoyando los codos y reposando la cabeza en una mano. -Yo quiero una armadura de cuero reforzado, ¿te digo mis medidas o prefieres comprobarlas en la trastienda?
Tenía clara la respuesta, pero no pude evitar el guiñarle el ojo al humano de forma coqueta, mientras sonreía divertida.
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Off: Pedido; Armadura de fieras media superior (herrería) con mejora adaptable. Armadura media superior (cuero) con mejora reforzada.
Precio acordado con el vendedor: 482 Aeros.
Reivy Abadder
Honorable
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
No había sido coincidencia que dejase la taberna/pensión donde se hospedaba a aquella hora. El fulgor del gentío dedicando las horas escasas entre el cierre de negocios y el fin del día a la cerveza había acabado de cansarla los últimos dos días. El lugar en si no era desagradable: la cama ofrecía la comodidad de un sitio que no es tuyo propio y las paredes eran lo suficientemente gruesas como para no pensar que eras tú la que roncaba pero intuir que había alguien en la habitaición de al lado.
Aún así Eilydh no era a socializar en ambientes donde no se sentía cómoda y le habían hablado de cierto taller que supuso podía ser útil en la tarea que llevaba pensando varias semanas.
Caminó más aprisa que de costumbre, pues el hecho de que no llevase su armadura encima la hacía ligera como una pluma. El viento se filtraba a través de la seda de su vestido azul y la elfa se había olvidado lo que era no sentirse protegida por la pesadez de los filamentos de cuero y acero de la misma. Se encontró a si misma, por lo tanto, admirando las escaleras que daban al piso superior de la herreria mucho antes de lo que hubiese pensado.
Las puertas del local estaban abiertas de par en par por lo que Eilydh no creyó necesario ser invitada a entrar simplemente lo hizo. Una vez atravesados los portalones el calor propio de una fragua la recibió de manera poco sutil, tanto que lo fino de sus ropajes que le había parecido una molestia dos segundos atrás dado el viento del camino ahora fue algo agradecible.
La estancia no estaba sola. Una mujer y una niña parecían hablar con el herrero haciendo unos pedidos que Eilydh no alcanzó a oir. Miró un poco de reojo ante cierta proposición que pareció escuchar, sin embargo y se preguntó si había acudido al lugar adecuado, . Decidió ignorarlo y se paseó entre las muestras dándose cuenta que Eltrant también era curtidor además de herrero.
-Isil nos honre con estrellas- dijo a modo de saludo típico, a los presentes de la sala.
Agarró uno de los guantes que tenía expuestos en la sala de manera distraída mientras esperaba su turno. Su pedido podía esperar y ahora que había descubierto que el hombre también trabajaba pieles... quizás éste fuese un poco más complejo de lo que Eilydh hubiese imaginado al entrar a aquel local. Y mucho menos legal, eso estaba asegurado.
Observó paciente los finos trazos de los hilos entre el cuero del guante que había agarrado distraída. Los utensilios de aquel hombre no debían ser muy toscos, pues apena podía ver el punto de unión entre los hilos. Aquello le dio seguridad y valentía y seguramente fue lo que hizo que se decidiese.
Por otro lado, dejó a un lado el guante y pasó a la zona donde el chico había expuesto las armas que hacía. Agarró una de las espadas, aún esperando que llegase su turno de ser atendida. La pasó de una mano a otra y blandió varias veces de manera sutil. Era proporcionada y tenía el balance justo que limitaba la linea entre ser pesada y fácil de blandir. Le faltaban detalles, por supuesto, por eso había preferido acudir en persona a hacer ese pedido. Lo especial de una espada, por supuesto, estaba en los matices y detalles que la hacían ser única. Desde las manos que la habían creado a las que le habían dado el nombre. La sangre que había nutrido su brillo y aquella que había servido para hacer más fuerte a su portador. Matices. Detalles.
Siguió observando la espada y alguna que otra daga que se amontonaba en una de las esquinas de la fragua, para entonces ya acalorada, no imaginó cómo alguien podía pasar más de 2 horas en aquel lugar sin acabar siendo fuego.
---
Off: Para que no se te acumule el trabajo y hacer un poco de rol, espero mi turno
Aún así Eilydh no era a socializar en ambientes donde no se sentía cómoda y le habían hablado de cierto taller que supuso podía ser útil en la tarea que llevaba pensando varias semanas.
Caminó más aprisa que de costumbre, pues el hecho de que no llevase su armadura encima la hacía ligera como una pluma. El viento se filtraba a través de la seda de su vestido azul y la elfa se había olvidado lo que era no sentirse protegida por la pesadez de los filamentos de cuero y acero de la misma. Se encontró a si misma, por lo tanto, admirando las escaleras que daban al piso superior de la herreria mucho antes de lo que hubiese pensado.
Las puertas del local estaban abiertas de par en par por lo que Eilydh no creyó necesario ser invitada a entrar simplemente lo hizo. Una vez atravesados los portalones el calor propio de una fragua la recibió de manera poco sutil, tanto que lo fino de sus ropajes que le había parecido una molestia dos segundos atrás dado el viento del camino ahora fue algo agradecible.
La estancia no estaba sola. Una mujer y una niña parecían hablar con el herrero haciendo unos pedidos que Eilydh no alcanzó a oir. Miró un poco de reojo ante cierta proposición que pareció escuchar, sin embargo y se preguntó si había acudido al lugar adecuado, . Decidió ignorarlo y se paseó entre las muestras dándose cuenta que Eltrant también era curtidor además de herrero.
-Isil nos honre con estrellas- dijo a modo de saludo típico, a los presentes de la sala.
Agarró uno de los guantes que tenía expuestos en la sala de manera distraída mientras esperaba su turno. Su pedido podía esperar y ahora que había descubierto que el hombre también trabajaba pieles... quizás éste fuese un poco más complejo de lo que Eilydh hubiese imaginado al entrar a aquel local. Y mucho menos legal, eso estaba asegurado.
Observó paciente los finos trazos de los hilos entre el cuero del guante que había agarrado distraída. Los utensilios de aquel hombre no debían ser muy toscos, pues apena podía ver el punto de unión entre los hilos. Aquello le dio seguridad y valentía y seguramente fue lo que hizo que se decidiese.
Por otro lado, dejó a un lado el guante y pasó a la zona donde el chico había expuesto las armas que hacía. Agarró una de las espadas, aún esperando que llegase su turno de ser atendida. La pasó de una mano a otra y blandió varias veces de manera sutil. Era proporcionada y tenía el balance justo que limitaba la linea entre ser pesada y fácil de blandir. Le faltaban detalles, por supuesto, por eso había preferido acudir en persona a hacer ese pedido. Lo especial de una espada, por supuesto, estaba en los matices y detalles que la hacían ser única. Desde las manos que la habían creado a las que le habían dado el nombre. La sangre que había nutrido su brillo y aquella que había servido para hacer más fuerte a su portador. Matices. Detalles.
Siguió observando la espada y alguna que otra daga que se amontonaba en una de las esquinas de la fragua, para entonces ya acalorada, no imaginó cómo alguien podía pasar más de 2 horas en aquel lugar sin acabar siendo fuego.
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Eilydh
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Esbozó una sonrisa al ver a las recién llegadas y se apoyó sobre el mostrador.
Antes de que el exmercenario pudiese decir nada para recibirlas, la hija de Reivy avanzó hasta una de las cotas de malla que tenía colocadas a modo de muestra, dando a entender al herrero el motivo que había tras aquella inesperada visita.
- Sí a todo, menos a lo último. – dijo haciendo una seña para que las recién llegadas pasasen tras el mostrador, sonriendo mordazmente a la norteña. – ¿Qué te parece si empezamos con tu armadura? – Le dijo a la joven, ampliando ahora una sonrisa genuina. – Súbete en el taburete y extiende los brazos. – Pidió rápidamente.
Tras tomar rápidamente las medidas de la joven con un metro de sastre, tomó los moldes que ya había preparado y los ajustó a estas. Aquel tipo de armaduras era relativamente complicado, sobre todo la parte del encantamiento que permitiría a la joven transformarse sin destrozar la coraza en el proceso.
Pero eso iba al final.
Lo primero que hizo fue hacer la cota de malla, un proceso lento y algo monótono que se encargó de paliar dándole conversación a sus clientas. Cuando tuvo el maniquí completo, algo para lo que tardó bastante más de lo que le habría gustado, procedió a crear las partes reforzadas con placas de metal.
Hombreras recias, capaces de aguantar impactos directos, y grebas y guanteletes a juego.
- ¿Qué te parece? – Comentó, limpiando el sudor que resbalaba por su frente. – Todavía no he acabado, pero el resultado será… - Movió la mano con suavidad, informando a la futura dueña de la armadura que no sería muy diferente de lo que estaba viendo en aquel momento.
Trabajaba más rápido, principalmente, por que había aprendido que calentar una cantidad determinada de metal al amanecer le ayudaba a terminar antes los pedidos. También tenía siempre cuero en reserva para pedidos de última hora.
Respirando por la nariz profundamente, Eltrant calentó el metal de las hombreras hasta que este se reblandeció tímidamente y procedió a tallar la figura del dragón que, cuando la dragona se transformase, resplandecería durante unos instantes antes de activar el encantamiento de la armadura.
En la otra parte hombrera talló el encantamiento que aumentaba la resistencia a las temperaturas. Se encargó de disimularlo con un engravado que le pareció “correcto”, algo meramente visual pero que esperaba que la joven encontrase bonito de ver en su armadura: desde la hombrera izquierda hasta la mano de dicha extremidad se extendía una serie de enredaderas adornada con flores que, por lo que recordaba, había visto en los parajes cercanos a Dundarak.
Esperaba no haberse confundido, pues las estaba “dibujando” de memoria.
- Pruébate la armadura. Me he encargado de que sea algo ligera a costa de hacerla más frágil, pero supongo que te gusta moverte y tal. – Le dijo asintiendo para sí, justo cuando hubo grabado el símbolo de su herrería en el cuello de la armadura. – Mientras empiezo con la de tu madre. – Haciéndole el mismo gesto que le había hecho a su hija, indicó a la dragona que se subiese en el taburete. – Si haces algún comentario raro te echo a la calle. – Le dijo, concentrándose en su trabajo, extendiendo el metro de sastre para medir el brazo de la mujer.
Aquella armadura era más sencilla.
No tenía que enlazar más de un millar de anillas de metal a toda prisa. En cierto modo, era sorprenden tente que hubiese podido terminar la armadura de la adolescente en apenas unas cuatro horas.
- Bien… -
Comenzó a coser. Primero unió las costuras del pecho, después del vientre, continuó con las piernas y finalizó con las extremidades. Una armadura de color ocre algo genérica a simple vista no tardó en aparecerse frente a él, en el maniquí que tenía delante.
Se cruzó de brazos y miró su creación durante unos momentos.
- Veamos… -
Reivy la quería más resistente. Tomó varias piezas de cuero, algo más gruesas, y recubrió las partes más frágiles de la armadura. Después, tras mojar una gruesa brocha en un aceite negruzco que tenía junto a la forja, la “pintó” completamente con aquel líquido.
Tras esperar una media hora a que secase el aceite, procedió a ultimar la armadura. Tomando uno de los tantos tintes que tenía desperdigados por la zona, tiñó la armadura de Reivy de un vivo color morado, similar a los estandartes que había visto en Dundarak y, como último detalle, bordó con cordel blanco un dragón similar al que tenía la coraza de su hija.
Por supuesto, lo hizo en la misma hombrera que la joven tenía su dragón.
- Parece… ¿Parece un dragón no? – Preguntó, alejándose un par de pasos de la armadura. – Sí, lo parece. – Aseveró asintiendo para sí. Era remarcable lo que había aprendido a “dibujar” tras hacer tantos pedidos con aquel.
Empezaba a sentirse orgulloso y todo.
- Pruébatela tú también. – dijo tras bordar una media luna en el cuello de la armadura. – Dime si te aprieta o algo. – Aquella frase, la usual que solía decir cuando terminaba un trabajo, siempre venia acompañada del grueso libro en el que escribía los pedidos y a quien se los realizaba.
Tan enfrascado había estado en el trabajo que no se había percatado de que había otra persona más en la herrería. Ellie.
- Ellie. – dijo llamando a la mujer, limpiándose el hollín que cubría sus manos en ese momento con un trapo. - ¿Qué te trae por aquí? – Sonrió a la elfa al ver como esta tenía una espada en las manos.
Uso los guantes del fundador y todos los materiales pasan a vales 8 Aeros.
Precio Creación: 464 // Cobró a Reivy: 514
Antes de que el exmercenario pudiese decir nada para recibirlas, la hija de Reivy avanzó hasta una de las cotas de malla que tenía colocadas a modo de muestra, dando a entender al herrero el motivo que había tras aquella inesperada visita.
- Sí a todo, menos a lo último. – dijo haciendo una seña para que las recién llegadas pasasen tras el mostrador, sonriendo mordazmente a la norteña. – ¿Qué te parece si empezamos con tu armadura? – Le dijo a la joven, ampliando ahora una sonrisa genuina. – Súbete en el taburete y extiende los brazos. – Pidió rápidamente.
Tras tomar rápidamente las medidas de la joven con un metro de sastre, tomó los moldes que ya había preparado y los ajustó a estas. Aquel tipo de armaduras era relativamente complicado, sobre todo la parte del encantamiento que permitiría a la joven transformarse sin destrozar la coraza en el proceso.
Pero eso iba al final.
Lo primero que hizo fue hacer la cota de malla, un proceso lento y algo monótono que se encargó de paliar dándole conversación a sus clientas. Cuando tuvo el maniquí completo, algo para lo que tardó bastante más de lo que le habría gustado, procedió a crear las partes reforzadas con placas de metal.
Hombreras recias, capaces de aguantar impactos directos, y grebas y guanteletes a juego.
- ¿Qué te parece? – Comentó, limpiando el sudor que resbalaba por su frente. – Todavía no he acabado, pero el resultado será… - Movió la mano con suavidad, informando a la futura dueña de la armadura que no sería muy diferente de lo que estaba viendo en aquel momento.
Trabajaba más rápido, principalmente, por que había aprendido que calentar una cantidad determinada de metal al amanecer le ayudaba a terminar antes los pedidos. También tenía siempre cuero en reserva para pedidos de última hora.
Respirando por la nariz profundamente, Eltrant calentó el metal de las hombreras hasta que este se reblandeció tímidamente y procedió a tallar la figura del dragón que, cuando la dragona se transformase, resplandecería durante unos instantes antes de activar el encantamiento de la armadura.
En la otra parte hombrera talló el encantamiento que aumentaba la resistencia a las temperaturas. Se encargó de disimularlo con un engravado que le pareció “correcto”, algo meramente visual pero que esperaba que la joven encontrase bonito de ver en su armadura: desde la hombrera izquierda hasta la mano de dicha extremidad se extendía una serie de enredaderas adornada con flores que, por lo que recordaba, había visto en los parajes cercanos a Dundarak.
Esperaba no haberse confundido, pues las estaba “dibujando” de memoria.
- Pruébate la armadura. Me he encargado de que sea algo ligera a costa de hacerla más frágil, pero supongo que te gusta moverte y tal. – Le dijo asintiendo para sí, justo cuando hubo grabado el símbolo de su herrería en el cuello de la armadura. – Mientras empiezo con la de tu madre. – Haciéndole el mismo gesto que le había hecho a su hija, indicó a la dragona que se subiese en el taburete. – Si haces algún comentario raro te echo a la calle. – Le dijo, concentrándose en su trabajo, extendiendo el metro de sastre para medir el brazo de la mujer.
Aquella armadura era más sencilla.
No tenía que enlazar más de un millar de anillas de metal a toda prisa. En cierto modo, era sorprenden tente que hubiese podido terminar la armadura de la adolescente en apenas unas cuatro horas.
- Bien… -
Comenzó a coser. Primero unió las costuras del pecho, después del vientre, continuó con las piernas y finalizó con las extremidades. Una armadura de color ocre algo genérica a simple vista no tardó en aparecerse frente a él, en el maniquí que tenía delante.
Se cruzó de brazos y miró su creación durante unos momentos.
- Veamos… -
Reivy la quería más resistente. Tomó varias piezas de cuero, algo más gruesas, y recubrió las partes más frágiles de la armadura. Después, tras mojar una gruesa brocha en un aceite negruzco que tenía junto a la forja, la “pintó” completamente con aquel líquido.
Tras esperar una media hora a que secase el aceite, procedió a ultimar la armadura. Tomando uno de los tantos tintes que tenía desperdigados por la zona, tiñó la armadura de Reivy de un vivo color morado, similar a los estandartes que había visto en Dundarak y, como último detalle, bordó con cordel blanco un dragón similar al que tenía la coraza de su hija.
Por supuesto, lo hizo en la misma hombrera que la joven tenía su dragón.
- Parece… ¿Parece un dragón no? – Preguntó, alejándose un par de pasos de la armadura. – Sí, lo parece. – Aseveró asintiendo para sí. Era remarcable lo que había aprendido a “dibujar” tras hacer tantos pedidos con aquel.
Empezaba a sentirse orgulloso y todo.
- Pruébatela tú también. – dijo tras bordar una media luna en el cuello de la armadura. – Dime si te aprieta o algo. – Aquella frase, la usual que solía decir cuando terminaba un trabajo, siempre venia acompañada del grueso libro en el que escribía los pedidos y a quien se los realizaba.
Tan enfrascado había estado en el trabajo que no se había percatado de que había otra persona más en la herrería. Ellie.
- Ellie. – dijo llamando a la mujer, limpiándose el hollín que cubría sus manos en ese momento con un trapo. - ¿Qué te trae por aquí? – Sonrió a la elfa al ver como esta tenía una espada en las manos.
____________________________________________________________
Uso los guantes del fundador y todos los materiales pasan a vales 8 Aeros.
OBJETO | MATERIALES |
Armadura Fieras Media Calidad Superior (Herrería) | 24 |
Armadura Media superior (Curtiduria) | 24 |
Mejora Adaptable (Herrería) | 6 |
Mejora Reforzada (Curtiduria) | 4 |
TOTAL | 58 |
Precio Creación: 464 // Cobró a Reivy: 514
Eltrant Tale
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
En un primero momento la lanza que se había conseguido en la armería de su casa parecía adecuada, Sasha tenía habilidad en la pelea, pero no era experta en herrería ni mucho menos. Estando aún sentada en el carro que la llevaría a la central de la Guardia, miraba su lanza, era bonita, estaba bien equilibrada y podía manejarla con facilidad a una mano, pero al mismo tiempo se notaba que era vieja y su filo dejaba bastante que desear.
Sashenka resopló, algo molesta, todos eran inconvenientes, pequeños pasos previos que se interponían en su camino hacía la Guardia.
-Cochero ¿Conoces la ciudad? - Dijo Sasha sin levantar la mirada.
-No demasiado, Señorita, soy del norte - Se disculpó.
-Busca una Herrería - El cómo haría para encontrarla no era problema de Sasha, él era el conductor, no ella.
Discutir con la Señorita Dozorova no tenía sentido alguno, su percepción de la realidad era muy distinta que el del resto de las personas. Así que el cochero simplemente agitó las riendas y comenzó a dar vueltas por las calles de Lunargenta, en busca de alguna herrería que estuviera abierta a esas horas.
Cuando vio el cartel de la Herrería Luna Invernal el hombre suspiró aliviado y aceleró el andar de los caballos.
-Está hecho, Señorita, aquí tiene la Herrería -
-Espera aquí - Fue lo único que dijo la Dragona mientras bajaba del carro.
Entró al local y para su disgusto ya había una cliente en el lugar, era una elfa, y más encima, tardaba demasiado en decidir qué era lo que quería. Por educación, esperó durante algunos segundos, se cruzó de brazos, con una mirada fría y penetrante que apuntaba directamente a la espalda de la muchacha.
Cuando consideró que había esperado un tiempo prudencial, carraspeó y dijo:
-Si me disculpa usted, yo deseo mejorar mi lanza - Miró de reojo a la elfa - Hasta que la Señorita decida qué es lo que va a llevar ¿Podría encargarse de esto? - Le mostró al herrero la lanza que traía - No sé de materiales, pero necesito que siga siendo liviana, ya que la uso con una sola mano -
------------------------------------------
-Solicito una mejora para mi Lanza de Calidad Pobre. Me quedan 112 Aeros, no sé si eso alcanza para una mejora Normal o Superior, así que lo dejo a criterio de Eltrant
Sashenka resopló, algo molesta, todos eran inconvenientes, pequeños pasos previos que se interponían en su camino hacía la Guardia.
-Cochero ¿Conoces la ciudad? - Dijo Sasha sin levantar la mirada.
-No demasiado, Señorita, soy del norte - Se disculpó.
-Busca una Herrería - El cómo haría para encontrarla no era problema de Sasha, él era el conductor, no ella.
Discutir con la Señorita Dozorova no tenía sentido alguno, su percepción de la realidad era muy distinta que el del resto de las personas. Así que el cochero simplemente agitó las riendas y comenzó a dar vueltas por las calles de Lunargenta, en busca de alguna herrería que estuviera abierta a esas horas.
Cuando vio el cartel de la Herrería Luna Invernal el hombre suspiró aliviado y aceleró el andar de los caballos.
-Está hecho, Señorita, aquí tiene la Herrería -
-Espera aquí - Fue lo único que dijo la Dragona mientras bajaba del carro.
Entró al local y para su disgusto ya había una cliente en el lugar, era una elfa, y más encima, tardaba demasiado en decidir qué era lo que quería. Por educación, esperó durante algunos segundos, se cruzó de brazos, con una mirada fría y penetrante que apuntaba directamente a la espalda de la muchacha.
Cuando consideró que había esperado un tiempo prudencial, carraspeó y dijo:
-Si me disculpa usted, yo deseo mejorar mi lanza - Miró de reojo a la elfa - Hasta que la Señorita decida qué es lo que va a llevar ¿Podría encargarse de esto? - Le mostró al herrero la lanza que traía - No sé de materiales, pero necesito que siga siendo liviana, ya que la uso con una sola mano -
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-Solicito una mejora para mi Lanza de Calidad Pobre. Me quedan 112 Aeros, no sé si eso alcanza para una mejora Normal o Superior, así que lo dejo a criterio de Eltrant
Sashenka Dozorova
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Unas cuantas estocadas al aire. La hoja parecía cortar el punto exacto donde había puesto la fuerza, sin perder la trayectoria justa y ángulo de arrastre. Aquello tan solo le decía que el metal estaba pisado de igual manera en todos lados, otro signo más de que la habilidad de Eltrant con las armas no se basaba tan solo en blandirlas.
La voz afable del hombre, de hecho, preguntándole qué era lo que quería la sacó de su ensimismamiento y estaba apunto de hablar cuando alguien más ordenó su pedido antes que ella. Eilydh la miró contrariada. No era extraña a la poca educación de las personas de otras razas, pero aquella chica en particular tenía el gesto de quien se cree que lleva el peso del mundo mismo sobre los hombros y alardeba de ello . Parecía que debía estar agradecida por respirar el mismo aire que respiraba ella.
Eilydh sonrió como dándo a entender que era ella quien le daba permiso para hacer su pedido.
-Oh.. pero por supuesto... - dijo cuando la chica habló adelantándose con una sonrisa que había visto componer varias veces antes a Matt Owens.- De todas maneras... tan solo se disculpa el que tiene motivos para hacerlo.-lo dijo como de pasada, mas para ella misma que para el resto y ojeó la punta de una lanza que Eltrant tenía en sus muestras mientras la recién llegada hacía su pedido.
Ojeó de nuevo el muestrario de dagas que el hombre había esparcido por la sala. Algunas más cortas que otras mientras el hombre trabajaba.Eilydh se cercioró de que Eltrant hubiese acabado de atender a la chica que la había interrumpido antes de volver a acercarse al mostrador para hacer su pedido.
-Necesito una espada, más bien corta.- le dijo mirándolo a los ojos, como si aquello resumiese un diálogo interno que llevaba manteniendo consigo misma desde que entro en la tienda. Como un punto y final a algo que había estado postponiendo.-Pero, necesito que la crees pensando que es para ti, sin miedo a que pueda pagarte más o menos por el arma que crees en función de lo buena que sea. No quiero una de esas que tienes en muestrario, con sus bordes perfectos y su perfecto balance. Necesito una espada que sea la prolongación de mi mano, y como ves, mi mano no es perfecta- se señaló en la muñeca mostrando su cicatriz de media luna.- He visto que eres un herrero habilidoso, así que estoy segura que pedirte el mejor de tus trabajos sería un error. Pero esperar algo único, quizás es más acertado.- sonrió de manera sincera.
No estaba muy segura de si el hombre se tomaría aquello bien. Estaba pidiendo a un profesional que hiciese algo como si no fuese para venderlo y esperar entregarlo después de haberle puesto esfuerzo. Podría tomárselo como un robo a sus habilidades, o simplemente por una de las rarezas de Eilydh. La chica esperaba que la conociese un poco como para no pensar lo primero. Y lo suficiente como para saber que había acudido a él porque esperaba que supiese exactamente a lo que se refería.
-Por otro lado...- dijo esta vez susurrando y llevó la mano al bolso de viaje que llevaba con ella.- Esto... te lo pido como un favor de amig... conocidos- dijo reformulando su frase. No quería tomarse confianzas que no fuesen recíprocas. Sacó su armadura doblada de su bolso.
A primera vista parecía una armadura común de las que solo los guerreros elfos pertenecientes al consejo de Sandorai poseían. Sin embargo, cada tramo de aquella armadura había sido elaborado por la propia Eilydh, adaptando cada una de sus fibras a partir de una robada a un guerrero elfo. Como resultado, había obtenido un híbrido adaptado a su cuerpo y del que la chica se sentía especialmente orgullosa, pero claramente era un trabajo de un amateur. Eilydh lo sabía, a pesar del cariño que le tenía a la prenda por todo lo que significaba. Y aunque aquella petición no era algo planeado, los finos trazos en los guantes y el resto de trabajo de cuero la había animado.
-Como ves, necesita una actualización- dijo acariciando al cuero medio deshilachado de la parte de la falda y jugueteando con los ribetes de metal sueltos como sin estar muy segura de querer desprenderse de ella- Pero no se exactamente que puedas o quieras hacer por ella.Una mejora superior sería bien recibida, - comenzó a decir- pero entiendo que por el estado en el que está y el origen de la misma- volvió a mirarlo a los ojos de manera significativa esta vez- tan solo sea posible una mejora normal... Lo dejo a tu experta opinión.
----
Pedido: Espada corta y mejora ( superior o normal, como te parezca) de la armadura de Eilydh.
Gracias
La voz afable del hombre, de hecho, preguntándole qué era lo que quería la sacó de su ensimismamiento y estaba apunto de hablar cuando alguien más ordenó su pedido antes que ella. Eilydh la miró contrariada. No era extraña a la poca educación de las personas de otras razas, pero aquella chica en particular tenía el gesto de quien se cree que lleva el peso del mundo mismo sobre los hombros y alardeba de ello . Parecía que debía estar agradecida por respirar el mismo aire que respiraba ella.
Eilydh sonrió como dándo a entender que era ella quien le daba permiso para hacer su pedido.
-Oh.. pero por supuesto... - dijo cuando la chica habló adelantándose con una sonrisa que había visto componer varias veces antes a Matt Owens.- De todas maneras... tan solo se disculpa el que tiene motivos para hacerlo.-lo dijo como de pasada, mas para ella misma que para el resto y ojeó la punta de una lanza que Eltrant tenía en sus muestras mientras la recién llegada hacía su pedido.
Ojeó de nuevo el muestrario de dagas que el hombre había esparcido por la sala. Algunas más cortas que otras mientras el hombre trabajaba.Eilydh se cercioró de que Eltrant hubiese acabado de atender a la chica que la había interrumpido antes de volver a acercarse al mostrador para hacer su pedido.
-Necesito una espada, más bien corta.- le dijo mirándolo a los ojos, como si aquello resumiese un diálogo interno que llevaba manteniendo consigo misma desde que entro en la tienda. Como un punto y final a algo que había estado postponiendo.-Pero, necesito que la crees pensando que es para ti, sin miedo a que pueda pagarte más o menos por el arma que crees en función de lo buena que sea. No quiero una de esas que tienes en muestrario, con sus bordes perfectos y su perfecto balance. Necesito una espada que sea la prolongación de mi mano, y como ves, mi mano no es perfecta- se señaló en la muñeca mostrando su cicatriz de media luna.- He visto que eres un herrero habilidoso, así que estoy segura que pedirte el mejor de tus trabajos sería un error. Pero esperar algo único, quizás es más acertado.- sonrió de manera sincera.
No estaba muy segura de si el hombre se tomaría aquello bien. Estaba pidiendo a un profesional que hiciese algo como si no fuese para venderlo y esperar entregarlo después de haberle puesto esfuerzo. Podría tomárselo como un robo a sus habilidades, o simplemente por una de las rarezas de Eilydh. La chica esperaba que la conociese un poco como para no pensar lo primero. Y lo suficiente como para saber que había acudido a él porque esperaba que supiese exactamente a lo que se refería.
-Por otro lado...- dijo esta vez susurrando y llevó la mano al bolso de viaje que llevaba con ella.- Esto... te lo pido como un favor de amig... conocidos- dijo reformulando su frase. No quería tomarse confianzas que no fuesen recíprocas. Sacó su armadura doblada de su bolso.
A primera vista parecía una armadura común de las que solo los guerreros elfos pertenecientes al consejo de Sandorai poseían. Sin embargo, cada tramo de aquella armadura había sido elaborado por la propia Eilydh, adaptando cada una de sus fibras a partir de una robada a un guerrero elfo. Como resultado, había obtenido un híbrido adaptado a su cuerpo y del que la chica se sentía especialmente orgullosa, pero claramente era un trabajo de un amateur. Eilydh lo sabía, a pesar del cariño que le tenía a la prenda por todo lo que significaba. Y aunque aquella petición no era algo planeado, los finos trazos en los guantes y el resto de trabajo de cuero la había animado.
-Como ves, necesita una actualización- dijo acariciando al cuero medio deshilachado de la parte de la falda y jugueteando con los ribetes de metal sueltos como sin estar muy segura de querer desprenderse de ella- Pero no se exactamente que puedas o quieras hacer por ella.Una mejora superior sería bien recibida, - comenzó a decir- pero entiendo que por el estado en el que está y el origen de la misma- volvió a mirarlo a los ojos de manera significativa esta vez- tan solo sea posible una mejora normal... Lo dejo a tu experta opinión.
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Pedido: Espada corta y mejora ( superior o normal, como te parezca) de la armadura de Eilydh.
Gracias
Eilydh
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
- Ella estaba an… - Señaló a la elfa al ver a la nueva clienta, no obstante, a Ellie no parecía importarle. - ¿Una lanza? – dijo tomando el arma entre las manos. – Buen equilibrio. – Aseveró. - ¿Una mejora? – Se pasó el arma de una mano a otra.
Era más ligera de lo que esperaba, quizás ese fuese parte del problema. ¿Cuánto tiempo tendría aquel metal? Atusándose la barba, dejó el arma sobre el mostrador y asintió para sí.
- Veré lo que puedo hacer. – dijo, sonriendo, tomando parte del metal que había usado en la creación de la armadura de la hija de Reivy y acercándolo a la fragua.
“Mejorar” armas era un concepto un tanto abstracto, muchas armas tenían que ser descompuestas antes de volver a crearla. Por eso mismo había personas que, de hecho, no creían ni que el arma en cuestión fuese la misma.
Afortunadamente, la confección de aquella lanza no era mala. Aunque, por supuesto, siempre podría ser mejor. Asió la lanza a la mesa de trabajo para que no se moviese y comenzó a trabajarla.
Lo primero que hizo fue limar las impurezas, después bañó el metal con un líquido que, de alguna forma que Eltrant no entendía, limpiaba el metal de cualquier forma de herrumbre. Se aseguró de hacerlo con guantes, no solo el alquimista a quien se lo había comprado le había asegurado que era sumamente peligroso: había visto como aquel mejunje abría agujeros en armaduras antiguas.
No quería ni imaginar lo que le haría a la carne de una persona.
Una vez hubo secado la lanza, la cubrió con una fina capa de aceite y la calentó; después la envolvió con la aleación que había fundido al fuego. Lo hizo lentamente, debido a la forma del arma no era precisamente fácil de cubrir y lo más importante era que ambos metales se convirtiesen en uno solo.
Martilleó, enfrió, y la hundió en más metal fundido.
Así hasta que la lanza volvió a tener la misma forma con la que esta había acabado en sus manos.
Tras enfriarla una última vez la esgrimió entre sus manos, tratando de sentir el peso de la misma. Asintiendo, conforme con el resultado, Eltrant enrolló una larga tira de cuero alrededor del mástil de metal, creando una especie de empuñadura para que la dueña del arma no se destrozase las manos al hacer más de tres acometidas seguidas.
- Listo. – Le dijo, después de haber firmado el arma con el emblema de la herrería. - ¿Qué te parece? – Preguntó, sonriendo a la mujer que, por su solemnidad y porte, se le antojó como alguna noble.
Había oído el pedido de Ellie.
Pero era demasiado complejo para hablarlo en su momento, por lo que decidió terminar la lanza primero. Miró a la mujer durante unos segundos, una vez volvieron a estar solos, sin decir nada.
- Creo que sé a lo que te refieres. – Afirmó, inspirando profundamente. – Vuelve mañana. Y deja la armadura aquí. – Le dijo, señalando el maniquí vacío que tenía al lado.
Una vez se quedó solo comenzó los preparativos.
¿Una espada que se haría para sí mismo? Solía hacerlas más bien… grandes, pero podría adaptarla al pedido de Ellie sin mucha dificultad. Tras varias decenas de minutos preparando moldes específicos, analizando mentalmente la aleación de metal que iba a usar, comenzó el trabajo propiamente dicho.
La hoja era lo más importante, lo que tenía que quedar perfecto.
Por eso repasó el molde más de una veintena de veces; no podía permitir que quedasen burbujas de oxígeno en el interior tampoco, por lo que vertió, cuidadosamente, el metal que había fundido en un proceso que se le antojó absurdamente largo.
Lo hizo tres veces, pues se encargó de no usar todo el metal de una sola vez, si no de dejarlo enfriar tímidamente antes de verter la siguiente tanda, asegurándose de que la aleación quedaba uniforme.
Cuando tuvo el molde completo lo enfrió repentinamente y después lo golpeó con fuerza con un pesado martillo, rompiendo el molde y liberando la hoja de su interior todavía ligeramente candente.
Sonrió, aquella mezcla de metales le había devuelto una espada de un brillante color blanco, prácticamente parecía una versión pequeña de Olvido. Respiró profundamente por la nariz, comprobando su creación, y la martilleó repetidamente darle la forma que deseaba.
Una vez hubo terminado de forjar el acero, talló la pequeña media luna en la base de la hoja y, tras asegurarse de que había dejado espacio en el metal para los futuros encantamientos que la elfa decidiese otorgarle al arma, procedió a crear la empuñadura.
A diferencia de sus armas, la empuñadura de aquella no tenía por qué ser voluminosa, algo más… modesto, ligero y fácil de usar. Optó por el color blanco para continuar con la estética y se aseguró, además de que el guardamano no fuese demasiado pesado.
Alzó la espada, finalizada, a la luz de un candil y asintió.
- No está mal… - dijo para sí, comenzando a fabricar una vaina a juego con su última creación.
Mejorar la armadura de la mujer fue relativamente fácil en comparación al todo trabajo que había realizado aquel día. Ya tenía piezas de metal y cuero de todo el trabajo que había hecho hasta el momento porque se limitó a, poco a poco, reemplazar todas las piezas hasta que hubo terminado con todo
En cierto modo, había hecho una armadura “nueva”.
Se permitió dormir un par de horas y abrió la herrería a primera hora de la mañana, esperando que la elfa llegase temprano, como le había pedido.
- Tú nueva espada. – dijo, depositando el arma sobre el mostrador. – Asegúrate de que le das un buen uso. – Le dijo, inclinándose con suavidad hacía adelante, mirando a la elfa, esperando que esta entendiese a que se refería.
Esta vez no hizo referencia alguna a que su cliente tantease su peso o equilibrio, sabía que le había salido lo mejor que podía con las habilidades con las que contaba por el momento.
– Puedes probarte la armadura y decirme que tal te queda, por cierto. – Agregó, escribiendo en el libro de ventas. – Si es incomoda puedo modificarla. -
Uso los guantes del fundador y todos los materiales pasan a valer 8 Aeros:
Pedido Sashenka:
En su pedido Sashenka ha hecho referencia a que su lanza es ligera y que puede usarse con una mano, así que uso los materiales de ese modo. Si hay algún error respecto a esto modifico a "Armas a dos Manos (Común)" que son los mismos materiales y precio final.
Coste creación: 96 Aeros // Cobro a Sashenka: 112 Aeros
Pedido Eilydh:
Precio creación 288: // Cobro a Eilydh: 350 Aeros
Era más ligera de lo que esperaba, quizás ese fuese parte del problema. ¿Cuánto tiempo tendría aquel metal? Atusándose la barba, dejó el arma sobre el mostrador y asintió para sí.
- Veré lo que puedo hacer. – dijo, sonriendo, tomando parte del metal que había usado en la creación de la armadura de la hija de Reivy y acercándolo a la fragua.
“Mejorar” armas era un concepto un tanto abstracto, muchas armas tenían que ser descompuestas antes de volver a crearla. Por eso mismo había personas que, de hecho, no creían ni que el arma en cuestión fuese la misma.
Afortunadamente, la confección de aquella lanza no era mala. Aunque, por supuesto, siempre podría ser mejor. Asió la lanza a la mesa de trabajo para que no se moviese y comenzó a trabajarla.
Lo primero que hizo fue limar las impurezas, después bañó el metal con un líquido que, de alguna forma que Eltrant no entendía, limpiaba el metal de cualquier forma de herrumbre. Se aseguró de hacerlo con guantes, no solo el alquimista a quien se lo había comprado le había asegurado que era sumamente peligroso: había visto como aquel mejunje abría agujeros en armaduras antiguas.
No quería ni imaginar lo que le haría a la carne de una persona.
Una vez hubo secado la lanza, la cubrió con una fina capa de aceite y la calentó; después la envolvió con la aleación que había fundido al fuego. Lo hizo lentamente, debido a la forma del arma no era precisamente fácil de cubrir y lo más importante era que ambos metales se convirtiesen en uno solo.
Martilleó, enfrió, y la hundió en más metal fundido.
Así hasta que la lanza volvió a tener la misma forma con la que esta había acabado en sus manos.
Tras enfriarla una última vez la esgrimió entre sus manos, tratando de sentir el peso de la misma. Asintiendo, conforme con el resultado, Eltrant enrolló una larga tira de cuero alrededor del mástil de metal, creando una especie de empuñadura para que la dueña del arma no se destrozase las manos al hacer más de tres acometidas seguidas.
- Listo. – Le dijo, después de haber firmado el arma con el emblema de la herrería. - ¿Qué te parece? – Preguntó, sonriendo a la mujer que, por su solemnidad y porte, se le antojó como alguna noble.
[…]
Había oído el pedido de Ellie.
Pero era demasiado complejo para hablarlo en su momento, por lo que decidió terminar la lanza primero. Miró a la mujer durante unos segundos, una vez volvieron a estar solos, sin decir nada.
- Creo que sé a lo que te refieres. – Afirmó, inspirando profundamente. – Vuelve mañana. Y deja la armadura aquí. – Le dijo, señalando el maniquí vacío que tenía al lado.
Una vez se quedó solo comenzó los preparativos.
¿Una espada que se haría para sí mismo? Solía hacerlas más bien… grandes, pero podría adaptarla al pedido de Ellie sin mucha dificultad. Tras varias decenas de minutos preparando moldes específicos, analizando mentalmente la aleación de metal que iba a usar, comenzó el trabajo propiamente dicho.
La hoja era lo más importante, lo que tenía que quedar perfecto.
Por eso repasó el molde más de una veintena de veces; no podía permitir que quedasen burbujas de oxígeno en el interior tampoco, por lo que vertió, cuidadosamente, el metal que había fundido en un proceso que se le antojó absurdamente largo.
Lo hizo tres veces, pues se encargó de no usar todo el metal de una sola vez, si no de dejarlo enfriar tímidamente antes de verter la siguiente tanda, asegurándose de que la aleación quedaba uniforme.
Cuando tuvo el molde completo lo enfrió repentinamente y después lo golpeó con fuerza con un pesado martillo, rompiendo el molde y liberando la hoja de su interior todavía ligeramente candente.
Sonrió, aquella mezcla de metales le había devuelto una espada de un brillante color blanco, prácticamente parecía una versión pequeña de Olvido. Respiró profundamente por la nariz, comprobando su creación, y la martilleó repetidamente darle la forma que deseaba.
Una vez hubo terminado de forjar el acero, talló la pequeña media luna en la base de la hoja y, tras asegurarse de que había dejado espacio en el metal para los futuros encantamientos que la elfa decidiese otorgarle al arma, procedió a crear la empuñadura.
A diferencia de sus armas, la empuñadura de aquella no tenía por qué ser voluminosa, algo más… modesto, ligero y fácil de usar. Optó por el color blanco para continuar con la estética y se aseguró, además de que el guardamano no fuese demasiado pesado.
Alzó la espada, finalizada, a la luz de un candil y asintió.
- No está mal… - dijo para sí, comenzando a fabricar una vaina a juego con su última creación.
Mejorar la armadura de la mujer fue relativamente fácil en comparación al todo trabajo que había realizado aquel día. Ya tenía piezas de metal y cuero de todo el trabajo que había hecho hasta el momento porque se limitó a, poco a poco, reemplazar todas las piezas hasta que hubo terminado con todo
En cierto modo, había hecho una armadura “nueva”.
Se permitió dormir un par de horas y abrió la herrería a primera hora de la mañana, esperando que la elfa llegase temprano, como le había pedido.
- Tú nueva espada. – dijo, depositando el arma sobre el mostrador. – Asegúrate de que le das un buen uso. – Le dijo, inclinándose con suavidad hacía adelante, mirando a la elfa, esperando que esta entendiese a que se refería.
Esta vez no hizo referencia alguna a que su cliente tantease su peso o equilibrio, sabía que le había salido lo mejor que podía con las habilidades con las que contaba por el momento.
– Puedes probarte la armadura y decirme que tal te queda, por cierto. – Agregó, escribiendo en el libro de ventas. – Si es incomoda puedo modificarla. -
________________________________________________________
Uso los guantes del fundador y todos los materiales pasan a valer 8 Aeros:
Pedido Sashenka:
OBJETO | MATERIALES |
Arma de una mano (Superior) | 12 |
TOTAL | 12 |
En su pedido Sashenka ha hecho referencia a que su lanza es ligera y que puede usarse con una mano, así que uso los materiales de ese modo. Si hay algún error respecto a esto modifico a "Armas a dos Manos (Común)" que son los mismos materiales y precio final.
Coste creación: 96 Aeros // Cobro a Sashenka: 112 Aeros
Pedido Eilydh:
OBJETO | MATERIALES |
Armas de una mano (Superior) | 12 |
Armadura Media (Superior) | 24 |
TOTAL | 36 |
Precio creación 288: // Cobro a Eilydh: 350 Aeros
- Nueva Espada:
Eltrant Tale
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
ACTUALIZADO
Profesión Usada: Herrería
Título: Avanzado
Puntos Obtenidos: 6 (hasta llegar a nivel Experto)
Transacción: -514 (Reivy) -112 (Sashenka) -350 (Eilydh) +128 (Eltrant)
Se han sumado 4 puntos de experiencia a Eltrant y 2 puntos de experiencia al resto por uso del taller (felicidades, Reivy, por tu subida de nivel).
Fehu
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Arrastró la caja hasta la otra punta de la habitación, con algo de esfuerzo.
- Podrías ayudarme. ¿Sabes? – dijo Eltrant girándose hacía Lyn, parándose un momento a respirar y a limpiarse el sudor que resbalaba por su frente.
- No puedo, Mortal. – Comentó la vampiresa, subiéndose en la caja que su compañero acababa de mover. – Me gustaría… pero atravieso los objetos y… - Eltrant entornó los ojos y la señaló acusadoramente.
- Es de día. – Lyn amplió la sonrisa y se tumbó sobre la caja.
Suspirando pesarosamente, comenzó a barrer esquina del taller para justo después, fregarla con un trapo húmedo atado a un palo. Era un buen invento, no estaba realmente seguro de quien le había dado la idea, pero debería comercializarla.
Finalmente, cuando toda aquella zona estuvo tan limpia que parecía otra herrería a parte, se apoyó en el palo y miró la esquina durante varios largos segundos.
- ¡Vaya! – dijo Lyn, colocándose junto a él. – Si limpias esto un poco ese sitio podría parecer habitable y todo. – Aseguró, cosa que hizo que Eltrant le lanzase una mirada de reproche. - ¡Eh! ¡Era un cumplido! – Respondió la ojiazul tomando un candelabro de pie que el herrero había forjado y colocándolo justo en la esquina.
Trató de rememorar durante unos instantes la estética que tenía el taller de Asher.
- ¿Cómo… describirías Quintaesencia? – Le preguntó a su acompañante, que había comenzado a arrastrar la alfombra roja en la que Eltrant había bordado el símbolo que le había descrito Asher hasta la esquina.
- Es como Asher. – El castaño dejó escapar un largo suspiro. – Brilla en la oscuridad. – Eltrant enarcó una ceja, girándose hacia la vampiresa. - ¡Estoy segura de que lo hace! – Sonriendo, el castaño cuadró la alfombra de forma que quedase simétrica con el demás mobiliario y fue a por un separador
- Bueno… -
Agachándose sobre la alfombra, Eltrant realizó todas las acciones que el lobo le había descrito (varias veces) hasta que al final, el bordado de la alfombra comenzó a brillar dando a entender al exmercenario que el encantamiento estaba activo.
- Tengo que decir… - Lyn colocó un perchero con varios abrigos junto al símbolo rúnico que llevaba al taller de Asher. – Que realmente parece la entrada a otro local. – Admitió. – Uno más elegante. – Comentó, esbozando una sonrisa.
- Me... lo tomaré como un cumplido. – dijo Eltrant, rascándose la barba, repasando la lista de instrucciones que tenía en la mano, asegurándose de que lo había hecho todo bien
- No lo era. - Sentenció, dejando escapar una risita.
Off: ¡Mejoro el taller con el encantamiento que permite la comunicación entre este y el de Asher! :'D
- Podrías ayudarme. ¿Sabes? – dijo Eltrant girándose hacía Lyn, parándose un momento a respirar y a limpiarse el sudor que resbalaba por su frente.
- No puedo, Mortal. – Comentó la vampiresa, subiéndose en la caja que su compañero acababa de mover. – Me gustaría… pero atravieso los objetos y… - Eltrant entornó los ojos y la señaló acusadoramente.
- Es de día. – Lyn amplió la sonrisa y se tumbó sobre la caja.
Suspirando pesarosamente, comenzó a barrer esquina del taller para justo después, fregarla con un trapo húmedo atado a un palo. Era un buen invento, no estaba realmente seguro de quien le había dado la idea, pero debería comercializarla.
Finalmente, cuando toda aquella zona estuvo tan limpia que parecía otra herrería a parte, se apoyó en el palo y miró la esquina durante varios largos segundos.
- ¡Vaya! – dijo Lyn, colocándose junto a él. – Si limpias esto un poco ese sitio podría parecer habitable y todo. – Aseguró, cosa que hizo que Eltrant le lanzase una mirada de reproche. - ¡Eh! ¡Era un cumplido! – Respondió la ojiazul tomando un candelabro de pie que el herrero había forjado y colocándolo justo en la esquina.
Trató de rememorar durante unos instantes la estética que tenía el taller de Asher.
- ¿Cómo… describirías Quintaesencia? – Le preguntó a su acompañante, que había comenzado a arrastrar la alfombra roja en la que Eltrant había bordado el símbolo que le había descrito Asher hasta la esquina.
- Es como Asher. – El castaño dejó escapar un largo suspiro. – Brilla en la oscuridad. – Eltrant enarcó una ceja, girándose hacia la vampiresa. - ¡Estoy segura de que lo hace! – Sonriendo, el castaño cuadró la alfombra de forma que quedase simétrica con el demás mobiliario y fue a por un separador
- Bueno… -
Agachándose sobre la alfombra, Eltrant realizó todas las acciones que el lobo le había descrito (varias veces) hasta que al final, el bordado de la alfombra comenzó a brillar dando a entender al exmercenario que el encantamiento estaba activo.
- Tengo que decir… - Lyn colocó un perchero con varios abrigos junto al símbolo rúnico que llevaba al taller de Asher. – Que realmente parece la entrada a otro local. – Admitió. – Uno más elegante. – Comentó, esbozando una sonrisa.
- Me... lo tomaré como un cumplido. – dijo Eltrant, rascándose la barba, repasando la lista de instrucciones que tenía en la mano, asegurándose de que lo había hecho todo bien
- No lo era. - Sentenció, dejando escapar una risita.
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Off: ¡Mejoro el taller con el encantamiento que permite la comunicación entre este y el de Asher! :'D
Eltrant Tale
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
ACTUALIZADO
Podéis empezar a enviaros clientes, aunque ya sabéis que, hasta que vuelva a abrirse el mercado, sólo se pueden vender objetos que ya estén en vuestro inventario.
La mejora no era necesario rolearla, pero ya que te has molestado en hacerlo, obtienes 2 px por uso de taller.
Fehu
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
El círculo se iluminó, y tan solo unos segundos más tarde, estaba en la otra punta de Lunargenta. El cambio de olor fue quizás más impactante que el de escenario.
-Toc, toc.- dije, avisando de mi presencia. Como si el círculo no se hubiese iluminado y hecho el suficiente ruido para alertar a todo el que estuviese allí. Di unos pasos, examinando el estado de la sala. Había cuidado bastante bien de las runas.
Pero no había nadie. Hmm. ¿Quizás estuviese fuera? ¿O estuviese en el viñedo? Había mencionado que quería hacer algo por allí. Por fortuna, había tenido el detalle de dejar el pergamino en la tienda igualmente, por lo que opté por ir directamente allí. Llegados a ese punto, estaba acostumbrado al teletransporte, aunque seguía sin llegar a ser agradable.
Segundos después, aparecí en lo que parecía ser un cobertizo bastante vacío, con tan solo un par de ventanas y la puerta que daba al exterior ocupandolo. Comprobé las runas del círculo y el estado de la habitación. Habían seguido las instrucciones bastante bien.
Salí de la pequeña estructura, dirigiéndome en su lugar al edificio principal. Por el ruido y el aspecto que tenía, aún debía estar en construcción. Debía ir en serio con lo de montar una fragua mayor. Rodeé el sitio, saludando con un gesto a los Nómadas y demás habitantes del viñedo que reconocía, hasta encontrar la zona donde, inequívocamente, estaba el humano.
-¿Vas a usar tu martillo de guerra para forjar, Elt?- sonreí al verle, haciendo un gesto hacia el enorme yunque que había cerca. El resto estaba aún en proceso, pero no estaba seguro de como había traído aquello. ¿Podía forjar un yunque más grande que el que estaba usando? ¿Eso funcionaba? No parecía algo que tuviese varias partes.
Examiné al humano de arriba a abajo. Parecía haber dedicado toda la mañana a mover cosas. Le habría ayudado, pero después de todo el trabajo que me dio Quintaesencia, estaba algo cansado de aquellas cosas.
-Vengo a darte más trabajo.- dije, sacándome el guantelete izquierdo. -Hace poco hice algunas mejoras en esto. Más resistente, más peligroso... y lanza electricidad. Pero me vendría bien una segunda garra, para mi otra mano.- continué. Me rasqué el mentón, pensando en los detalles. -No quiero que sea una copia perfecta, solo lo dejo por las medidas. Sobre todo, necesito que el agarre sea bueno.- expliqué.
-También necesito algo para mis pies. Quizás algo metálico, con garras o algo así. Que duela cuando vaya a patear a alguien, pero no interfiera demasiado al moverme. ¿Se te ocurre algún metal ligero que resista?- dije, liberándome también de mi calzado. Por la forma de mis pies, no iba a ser del todo parecido a las botas humanas, por lo que iba a necesitar las medidas. Estaba seguro de que sería capaz: se había convertido en un herrero de primera, y también parecía manejarse igual de bien con el cuero.
-Ah, y... tengo algo para ti.- dije, sacando un vial de la bolsa de cuero que llevaba a la cintura. -He estado experimentando con alquimia. Syl y Rakfyr me ayudaron a hacer algunas de estas.- alcé el frasco, dejando el líquido rojo claro a la vista. -Debería servirte para heridas, incluso si son graves. Y se rellena sola, si le das un día de esos, pero no se mantiene muy bien, por lo que no la dejes fuera de la botella. Yo ya tengo un par. Si la usa Lyn debería servirle también.- añadí finalmente.
Encargo unas Botas Afiladas Superiores. La garra es solo "narrativa": la que tengo (Tormenta) cuenta como dos en el nuevo sistema (de acuerdo con Demian) pero quería que se explicase como de repente tengo dos.
Ofrezco, a modo de pago, una de las pociones de salud concentradas que tengo.
-Toc, toc.- dije, avisando de mi presencia. Como si el círculo no se hubiese iluminado y hecho el suficiente ruido para alertar a todo el que estuviese allí. Di unos pasos, examinando el estado de la sala. Había cuidado bastante bien de las runas.
Pero no había nadie. Hmm. ¿Quizás estuviese fuera? ¿O estuviese en el viñedo? Había mencionado que quería hacer algo por allí. Por fortuna, había tenido el detalle de dejar el pergamino en la tienda igualmente, por lo que opté por ir directamente allí. Llegados a ese punto, estaba acostumbrado al teletransporte, aunque seguía sin llegar a ser agradable.
Segundos después, aparecí en lo que parecía ser un cobertizo bastante vacío, con tan solo un par de ventanas y la puerta que daba al exterior ocupandolo. Comprobé las runas del círculo y el estado de la habitación. Habían seguido las instrucciones bastante bien.
Salí de la pequeña estructura, dirigiéndome en su lugar al edificio principal. Por el ruido y el aspecto que tenía, aún debía estar en construcción. Debía ir en serio con lo de montar una fragua mayor. Rodeé el sitio, saludando con un gesto a los Nómadas y demás habitantes del viñedo que reconocía, hasta encontrar la zona donde, inequívocamente, estaba el humano.
-¿Vas a usar tu martillo de guerra para forjar, Elt?- sonreí al verle, haciendo un gesto hacia el enorme yunque que había cerca. El resto estaba aún en proceso, pero no estaba seguro de como había traído aquello. ¿Podía forjar un yunque más grande que el que estaba usando? ¿Eso funcionaba? No parecía algo que tuviese varias partes.
Examiné al humano de arriba a abajo. Parecía haber dedicado toda la mañana a mover cosas. Le habría ayudado, pero después de todo el trabajo que me dio Quintaesencia, estaba algo cansado de aquellas cosas.
-Vengo a darte más trabajo.- dije, sacándome el guantelete izquierdo. -Hace poco hice algunas mejoras en esto. Más resistente, más peligroso... y lanza electricidad. Pero me vendría bien una segunda garra, para mi otra mano.- continué. Me rasqué el mentón, pensando en los detalles. -No quiero que sea una copia perfecta, solo lo dejo por las medidas. Sobre todo, necesito que el agarre sea bueno.- expliqué.
-También necesito algo para mis pies. Quizás algo metálico, con garras o algo así. Que duela cuando vaya a patear a alguien, pero no interfiera demasiado al moverme. ¿Se te ocurre algún metal ligero que resista?- dije, liberándome también de mi calzado. Por la forma de mis pies, no iba a ser del todo parecido a las botas humanas, por lo que iba a necesitar las medidas. Estaba seguro de que sería capaz: se había convertido en un herrero de primera, y también parecía manejarse igual de bien con el cuero.
-Ah, y... tengo algo para ti.- dije, sacando un vial de la bolsa de cuero que llevaba a la cintura. -He estado experimentando con alquimia. Syl y Rakfyr me ayudaron a hacer algunas de estas.- alcé el frasco, dejando el líquido rojo claro a la vista. -Debería servirte para heridas, incluso si son graves. Y se rellena sola, si le das un día de esos, pero no se mantiene muy bien, por lo que no la dejes fuera de la botella. Yo ya tengo un par. Si la usa Lyn debería servirle también.- añadí finalmente.
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Encargo unas Botas Afiladas Superiores. La garra es solo "narrativa": la que tengo (Tormenta) cuenta como dos en el nuevo sistema (de acuerdo con Demian) pero quería que se explicase como de repente tengo dos.
Ofrezco, a modo de pago, una de las pociones de salud concentradas que tengo.
Asher Daregan
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Empujó la décimo sexta caja en lo que iba de día.
- Esto va a ser…. eterno. – Suspiró viendo la cantidad de trabajo que le quedaba por delante, sentándose en una de las mismas cajas que había estado transportando.
Por mucho que preparase aquel lugar, de todas formas, aun no tenía los fondos suficientes para construir lo que tenía en mente. Volvió a levantarse y lanzó un rápido vistazo a la zona en la que planeaba hacer la forja.
Aquel lugar era… perfecto. La elevación, la brisa…
Sonrió para sí, imaginándose trabajando en un sitio que no oliese a humedad las veinticuatro horas del día y, antes de poder mover otra caja más, un destello azulado a su espalda captó su atención.
- Asher. – dijo sonriendo al recién llegado como todo saludo, cruzándose de brazos. – Cualquier tipo de trabajo es mejor que este. – Aseveró, negando con la cabeza. - ¿Qué tienes en mente? – Preguntó, encendiendo la pequeña “forja” que había preparado en el lugar y comenzando a reunir los materiales.
Asintió conforme a todo lo que le dijo. ¿Un metal ligero pero resistente y un guantelete nuevo? Era un reto que estaba dispuesto a admitir, él también había estado experimentando después de todo.
- ¿Es que tienes algo que no estalle o lance rayos? – Preguntó, a modo de broma, según miraba el metal calentarse lentamente.
Aquel metal era… un experimento, era la primera versión de una aleación que había creado él completamente. Tenía variantes de la misma, por supuesto, dependiendo del estilo de metal que necesitase, de si iba a ser empleado para un arma u otra cosa.
Dejó que la aleación se calentase hasta que esta adquirió un brillante color blanco, hasta una temperatura que, normalmente, haría el metal inservible. Había tenido que hacerle varias modificaciones a la forja para conseguir que alcanzase aquella temperatura, pero tras una infinidad de pequeños incendios y armas que se rompían como el cristal, había conseguido encontrar el equilibrio perfecto.
Frunciendo el ceño, no sacó el metal de la forja inmediatamente.
Primero lanzó un cubo de un aceite natural de Dundarak que le habían recomendado varios herreros en sus viajes. Dicho aceite era el que, normalmente, había usado para endurecer las armaduras y hacerlas “reforzadas”.
Pero había encontrado un uso mejor.
El metal, tras dejar escapar una intensa llamarada de color rojizo, ahora no era líquido: era amoldable, era similar a una arcilla candente de un color ligeramente carmesí que, debido a su temperatura, brillaba con luz propia.
Tomando la masa de metal con unas tenazas forjadas de la misma forma, la puso sobre el gigantesco yunque que había visto Asher y, tomando las precauciones adecuadas antes, comenzó a martillear la aleación de forma repetida, hasta que consiguió una lámina de metal de varios centímetros de grosor.
Se aseguró de hacer primero las “botas” que había pedido Asher.
Disimuladas pero peligrosas, parecían grebas normales a simple vista, de hecho, parecían que proporcionaban menos protección que unas normales debido a los “adornos” con forma de garra que tenían en la punta del pie y una hoja en el talón.
No obstante, dichas garras se desplegaban mediante un sencillo mecanismo ubicado en el interior de la bota, por la parte del talón, y estaban tan afiladas como cualquier espada. Tras ultimar los detalles y acolchar el interior con un poco de cuero, dejó las nuevas armas frente al lobo.
- Ligeras pero resistentes. – dijo, asintiendo conforme al ver como su aleación se enfriaba hasta adquirir una tonalidad grisácea, asegurándose de que todas las piezas encajaban unas con otras y el mecanismo que había “improvisado” no iba mal del todo. Básicamente, se lo había copiado a la hoja oculta que le había visto a Helena tiempo atrás. – Es fácil de teñir, para los adornos hay que ser rápido antes de que se enfríe completamente. Si quieres algo aun estas a tiempo. – Le dijo, antes de volver al trabajo.
El guantelete fue más “fácil”.
Ya tenía uno al que imitar y una gran cantidad de metal que había sobrado de las botas. Básicamente tomó un molde que ya tenía hecho y, tras darle forma a la aleación rojiza, lo enfrió repentinamente varias veces, asegurándose de que a diferencia de las grebas este se endurecía algo más en el proceso y se volvía “ligeramente” menos flexible.
El guantelete era, después de todo, un conjunto de piezas de metal entrelazados entre sí de forma que permitían la movilidad de la mano. Se aseguró, no obstante, de que fuese lo mejor posible, de la mejor calidad que podía proporcionar Eltrant.
En sí, volvió a calentarlo y a enfriarlo de forma algo enfermiza, usando todos sus conocimientos, repitiendo el proceso hasta que el metal tomó un tono ligeramente purpura, hasta que este crujía como si fuese un leño ardiendo bajo cada martillazo de Eltrant. Aquella aleación iba a ser perfecta, iba a estar lo más cerca de esto que el castaño podía proporcionar en aquel momento.
Cuando tuvo todas las partes terminadas, prácticamente cuando comenzaba a anochecer, las colocó todas sobre uno de los guantes que, tiempo atrás, había apodado “Guantes del Fundador”. De esta forma Asher no sentiría el metal sobre su propia piel cada vez que usase la pieza de armadura.
Lo último que hizo sobre ambos objetos fue, como de costumbre, grabar su media luna en alguna parte de las mismas.
- Terminado. – dijo colocándolo frente al lobo, sonriendo, tomando el frasco que le proporcionaba como pago zarandeándolo frente a él para ver el contenido. - ¿Qué te parece? – Estaba orgulloso de aquellas piezas, no iba a negarlo.
Sobre todo, del guantelete.
________________________________________________________________
¡Acepto el pago de Asher en forma de poción!
- Esto va a ser…. eterno. – Suspiró viendo la cantidad de trabajo que le quedaba por delante, sentándose en una de las mismas cajas que había estado transportando.
Por mucho que preparase aquel lugar, de todas formas, aun no tenía los fondos suficientes para construir lo que tenía en mente. Volvió a levantarse y lanzó un rápido vistazo a la zona en la que planeaba hacer la forja.
Aquel lugar era… perfecto. La elevación, la brisa…
Sonrió para sí, imaginándose trabajando en un sitio que no oliese a humedad las veinticuatro horas del día y, antes de poder mover otra caja más, un destello azulado a su espalda captó su atención.
- Asher. – dijo sonriendo al recién llegado como todo saludo, cruzándose de brazos. – Cualquier tipo de trabajo es mejor que este. – Aseveró, negando con la cabeza. - ¿Qué tienes en mente? – Preguntó, encendiendo la pequeña “forja” que había preparado en el lugar y comenzando a reunir los materiales.
Asintió conforme a todo lo que le dijo. ¿Un metal ligero pero resistente y un guantelete nuevo? Era un reto que estaba dispuesto a admitir, él también había estado experimentando después de todo.
- ¿Es que tienes algo que no estalle o lance rayos? – Preguntó, a modo de broma, según miraba el metal calentarse lentamente.
Aquel metal era… un experimento, era la primera versión de una aleación que había creado él completamente. Tenía variantes de la misma, por supuesto, dependiendo del estilo de metal que necesitase, de si iba a ser empleado para un arma u otra cosa.
Dejó que la aleación se calentase hasta que esta adquirió un brillante color blanco, hasta una temperatura que, normalmente, haría el metal inservible. Había tenido que hacerle varias modificaciones a la forja para conseguir que alcanzase aquella temperatura, pero tras una infinidad de pequeños incendios y armas que se rompían como el cristal, había conseguido encontrar el equilibrio perfecto.
Frunciendo el ceño, no sacó el metal de la forja inmediatamente.
Primero lanzó un cubo de un aceite natural de Dundarak que le habían recomendado varios herreros en sus viajes. Dicho aceite era el que, normalmente, había usado para endurecer las armaduras y hacerlas “reforzadas”.
Pero había encontrado un uso mejor.
El metal, tras dejar escapar una intensa llamarada de color rojizo, ahora no era líquido: era amoldable, era similar a una arcilla candente de un color ligeramente carmesí que, debido a su temperatura, brillaba con luz propia.
Tomando la masa de metal con unas tenazas forjadas de la misma forma, la puso sobre el gigantesco yunque que había visto Asher y, tomando las precauciones adecuadas antes, comenzó a martillear la aleación de forma repetida, hasta que consiguió una lámina de metal de varios centímetros de grosor.
Se aseguró de hacer primero las “botas” que había pedido Asher.
Disimuladas pero peligrosas, parecían grebas normales a simple vista, de hecho, parecían que proporcionaban menos protección que unas normales debido a los “adornos” con forma de garra que tenían en la punta del pie y una hoja en el talón.
No obstante, dichas garras se desplegaban mediante un sencillo mecanismo ubicado en el interior de la bota, por la parte del talón, y estaban tan afiladas como cualquier espada. Tras ultimar los detalles y acolchar el interior con un poco de cuero, dejó las nuevas armas frente al lobo.
- Ligeras pero resistentes. – dijo, asintiendo conforme al ver como su aleación se enfriaba hasta adquirir una tonalidad grisácea, asegurándose de que todas las piezas encajaban unas con otras y el mecanismo que había “improvisado” no iba mal del todo. Básicamente, se lo había copiado a la hoja oculta que le había visto a Helena tiempo atrás. – Es fácil de teñir, para los adornos hay que ser rápido antes de que se enfríe completamente. Si quieres algo aun estas a tiempo. – Le dijo, antes de volver al trabajo.
El guantelete fue más “fácil”.
Ya tenía uno al que imitar y una gran cantidad de metal que había sobrado de las botas. Básicamente tomó un molde que ya tenía hecho y, tras darle forma a la aleación rojiza, lo enfrió repentinamente varias veces, asegurándose de que a diferencia de las grebas este se endurecía algo más en el proceso y se volvía “ligeramente” menos flexible.
El guantelete era, después de todo, un conjunto de piezas de metal entrelazados entre sí de forma que permitían la movilidad de la mano. Se aseguró, no obstante, de que fuese lo mejor posible, de la mejor calidad que podía proporcionar Eltrant.
En sí, volvió a calentarlo y a enfriarlo de forma algo enfermiza, usando todos sus conocimientos, repitiendo el proceso hasta que el metal tomó un tono ligeramente purpura, hasta que este crujía como si fuese un leño ardiendo bajo cada martillazo de Eltrant. Aquella aleación iba a ser perfecta, iba a estar lo más cerca de esto que el castaño podía proporcionar en aquel momento.
Cuando tuvo todas las partes terminadas, prácticamente cuando comenzaba a anochecer, las colocó todas sobre uno de los guantes que, tiempo atrás, había apodado “Guantes del Fundador”. De esta forma Asher no sentiría el metal sobre su propia piel cada vez que usase la pieza de armadura.
Lo último que hizo sobre ambos objetos fue, como de costumbre, grabar su media luna en alguna parte de las mismas.
- Terminado. – dijo colocándolo frente al lobo, sonriendo, tomando el frasco que le proporcionaba como pago zarandeándolo frente a él para ver el contenido. - ¿Qué te parece? – Estaba orgulloso de aquellas piezas, no iba a negarlo.
Sobre todo, del guantelete.
________________________________________________________________
OBJETOS A CREAR | AEROS | ÉPICOS | |
---|---|---|---|
Botas Afiladas Superiores | [Botas, Arma] Botas metálicas terminadas en una punta afilada y quipadas con una garra en el talón, aumentando el daño de patadas. Ofrecen buena protección y son de calidad Superior. | 120 | 0 |
TOTAL | 120 | 0 |
¡Acepto el pago de Asher en forma de poción!
Eltrant Tale
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
ACTUALIZADO
Profesión Usada: Curtiduría
Título: Experto
Transacción: Entiendo que, al aceptar el pago en especie, los gastos de material corren a cargo de Eltrant, por lo que se le restan 120 aeros
Ambos obtenéis 2 puntos de experiencia por el uso del taller. No olvidéis actualizar ambos vuestros inventarios.
Última edición por Fehu el Vie Nov 15 2019, 21:16, editado 1 vez
Fehu
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Caminé somnoliento por las calles de la ciudad. Finalmente había llegado.
Sucio, con la linda ropa llena de barro, despeinado, lleno de raspones y con algo de ojeras; pero había llegado. Era increíble que no me hubiese atacado nadie a esa hora, posiblemente porque con mi apariencia seguro pasaba desapercibido, era como un camuflaje entre ladrones y asesinos, quizá.
Me detuve frente al lugar, teniendo que parar unos segundos para agarrar aire. No sentía ni siquiera las fuerzas para ganarle a una puerta. Por la luz de la ventana ubicada al lado, debía estar ahí, eso o le gustaba dormir con la luz encendida. Casi me daba pena entrar, no fuese a despertarlo; pero luego de lo último que me había pasado no creía que la pena fuese a detenerme de nuevo.
—El... —intenté abrir la puerta, pero no me daba. «¿Tan cansado estoy...?» pensé, recostándome de ella perezosamente y casi terminando cara al suelo cuando la puerta abrió. Ah, con que era de empuje, no de jale.
Al entrar al sitio me invadió el calor de golpe. Supuse que no debía impresionarme mucho, tratándose de una herrería; aunque si me impresionaba que fuese la herrería de Eltrant, es decir, se merecía trabajar en un lugar mejor, con todo lo que sabía. Inhalé y di un pesado suspiro.
—Hola, Elt —alcé una mano como saludo al herrero—, ¿esto no es un importunio, no...? Sino puedo... —apunté a la puerta para darme a entender. Alce ambas cejas y respiré aliviado ante su respuesta—. No preguntes, me secuestraron de camino a Lunargenta y... —exhalé, en un jadeo—. Me robaron casi todo —intenté montar una sonrisa, antes de agitar la cabeza y darme una palmada a mí mismo para intentar evitar la mala vibra, no eran horas para descargar eso en un hombre—. Ahora tengo una repentina prisa por agarrar a los vampiros esos, sabiendo lo que se siente, y... eso —giré una muñeca, suspirando—. ¿No has oído nada tampoco, cierto? ¿Crees qué se... disolvieron? Por el brazo que le cortaste a...
Ya había olvidado su nombre. Recorrí el lugar con la mirada. Me estaba desviando, todavía no le había dicho que quería.
—En cualquier caso, vine para ver si podías hacerme una... —vi a los lados, como temeroso de que Asher apareciese de la nada para decir "al fin, así que si hay algo ahí adentro"—. Una armadura. No... no sé mucho de esas cosas, así que confiaré en tu buen juicio de que me iría mejor —me removí la camisa, enseñándole cicatrices acumuladas, una del antebrazo al hombro, una horizontal en la espalda alta, una en un costado, cinco de garra en un hombro, y cuatro en el pecho, asemejadas más a lo que dejaban atrás las flechas, con marcas en el antebrazo derecho—. Espada, espada, mordisco de un hombre, garras de un tigre, garras de un tigre y mordisco de un cocodrilo —enumeré en el mismo orden que enseñaba—, y las de las piernas, pero eso ya lo sabes. Algo que cubra todo esas partes, como... como tu armadura... aunque se ve pesada, o sea, creo que si te abrazase sentiría que no te puedo ni mover.
Me vi a mí mismo unos segundos y luego vi al hombre.
—Creo que ni me quedaría bien, ¿cierto? —añadí, sonriendo más honesto y de mejor humor tan sólo por estar en presencia de un compañero. Escuché a lo que el hombre pudiese responder de vuelta, recordando otra vez lo del brazo que el mismo había cegado—. Oh... y... un arma. ¿Recuerdas como era mi hacha? Tenía como una cosa... rara, un puente —dibuje con los dedos—, y luego estaba el filo. Creo que las usan tribus bárbaras del norte. Si quieres, me basta con la parte de metal y yo puedo conseguirle el palo de madera, debería ser con un hueco como un anillo para poder cambiar el mango si se rompe. Y... y de una mano, no sé manejar las pesadas —admití, todavía curioseando el lugar con los ojos. Cada vez que miraba notaba algo más que no había visto antes, era un poco desordenado todo.
Mientras esperaba no hice mucho más que observar como Eltrant trabajaba y seguir charlando trivialidades con él. Al subir la mirada, vi algo colgando del sitio de lugar. «¿...?» arrugué la nariz, viendo el cubo de agua que tenía el hombre en el techo. Vi hacia él y volví a ver al cubo.
«...Debe ser una broma que preparó Lyn», asentí para mí mismo como toda explicación.
Sucio, con la linda ropa llena de barro, despeinado, lleno de raspones y con algo de ojeras; pero había llegado. Era increíble que no me hubiese atacado nadie a esa hora, posiblemente porque con mi apariencia seguro pasaba desapercibido, era como un camuflaje entre ladrones y asesinos, quizá.
Me detuve frente al lugar, teniendo que parar unos segundos para agarrar aire. No sentía ni siquiera las fuerzas para ganarle a una puerta. Por la luz de la ventana ubicada al lado, debía estar ahí, eso o le gustaba dormir con la luz encendida. Casi me daba pena entrar, no fuese a despertarlo; pero luego de lo último que me había pasado no creía que la pena fuese a detenerme de nuevo.
—El... —intenté abrir la puerta, pero no me daba. «¿Tan cansado estoy...?» pensé, recostándome de ella perezosamente y casi terminando cara al suelo cuando la puerta abrió. Ah, con que era de empuje, no de jale.
Al entrar al sitio me invadió el calor de golpe. Supuse que no debía impresionarme mucho, tratándose de una herrería; aunque si me impresionaba que fuese la herrería de Eltrant, es decir, se merecía trabajar en un lugar mejor, con todo lo que sabía. Inhalé y di un pesado suspiro.
—Hola, Elt —alcé una mano como saludo al herrero—, ¿esto no es un importunio, no...? Sino puedo... —apunté a la puerta para darme a entender. Alce ambas cejas y respiré aliviado ante su respuesta—. No preguntes, me secuestraron de camino a Lunargenta y... —exhalé, en un jadeo—. Me robaron casi todo —intenté montar una sonrisa, antes de agitar la cabeza y darme una palmada a mí mismo para intentar evitar la mala vibra, no eran horas para descargar eso en un hombre—. Ahora tengo una repentina prisa por agarrar a los vampiros esos, sabiendo lo que se siente, y... eso —giré una muñeca, suspirando—. ¿No has oído nada tampoco, cierto? ¿Crees qué se... disolvieron? Por el brazo que le cortaste a...
Ya había olvidado su nombre. Recorrí el lugar con la mirada. Me estaba desviando, todavía no le había dicho que quería.
—En cualquier caso, vine para ver si podías hacerme una... —vi a los lados, como temeroso de que Asher apareciese de la nada para decir "al fin, así que si hay algo ahí adentro"—. Una armadura. No... no sé mucho de esas cosas, así que confiaré en tu buen juicio de que me iría mejor —me removí la camisa, enseñándole cicatrices acumuladas, una del antebrazo al hombro, una horizontal en la espalda alta, una en un costado, cinco de garra en un hombro, y cuatro en el pecho, asemejadas más a lo que dejaban atrás las flechas, con marcas en el antebrazo derecho—. Espada, espada, mordisco de un hombre, garras de un tigre, garras de un tigre y mordisco de un cocodrilo —enumeré en el mismo orden que enseñaba—, y las de las piernas, pero eso ya lo sabes. Algo que cubra todo esas partes, como... como tu armadura... aunque se ve pesada, o sea, creo que si te abrazase sentiría que no te puedo ni mover.
Me vi a mí mismo unos segundos y luego vi al hombre.
—Creo que ni me quedaría bien, ¿cierto? —añadí, sonriendo más honesto y de mejor humor tan sólo por estar en presencia de un compañero. Escuché a lo que el hombre pudiese responder de vuelta, recordando otra vez lo del brazo que el mismo había cegado—. Oh... y... un arma. ¿Recuerdas como era mi hacha? Tenía como una cosa... rara, un puente —dibuje con los dedos—, y luego estaba el filo. Creo que las usan tribus bárbaras del norte. Si quieres, me basta con la parte de metal y yo puedo conseguirle el palo de madera, debería ser con un hueco como un anillo para poder cambiar el mango si se rompe. Y... y de una mano, no sé manejar las pesadas —admití, todavía curioseando el lugar con los ojos. Cada vez que miraba notaba algo más que no había visto antes, era un poco desordenado todo.
Mientras esperaba no hice mucho más que observar como Eltrant trabajaba y seguir charlando trivialidades con él. Al subir la mirada, vi algo colgando del sitio de lugar. «¿...?» arrugué la nariz, viendo el cubo de agua que tenía el hombre en el techo. Vi hacia él y volví a ver al cubo.
«...Debe ser una broma que preparó Lyn», asentí para mí mismo como toda explicación.
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Le encargo a Eltrant una Armadura Media y un Arma de Una Mano (hacha), ambas cosas en calidad Superior ^^
Anders
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Dejó a un lado los materiales que acababa de extraer del yelmo que acababa de fundir para conseguir materiales y miró rápidamente a Anders, quien acababa de internarse en la herrería.
- ¿Qué secuest…? – dejó lo que estaba haciendo y le ofreció un modesto taburete al elfo. ¿Le habían robado? - ¿Dónde ha sido? Todavía creo que puedo… – Eltrant puso los ojos en blanco y sacudió la cabeza, buscando sus armas con la mirada. – No he oído nada de eso desde hace tiempo... – Contestó, dejándose caer en un taburete.
Anders no parecía estar por la labor de ir a perseguir a alguien, tampoco quería obligarle estando como estaba. Hablaría, cuando amaneciese, con la guardia. Esperaba que por una vez hiciesen su trabajo y recuperasen los objetos de su amigo sin inculpar a nadie inocente.
- Puedo… - Suspiró, negando con la cabeza. – Puedo hacerte las dos cosas, no te preocupes. – Sonrió, algo cansado. – Puedo hacer una armadura que encaje contigo. – Asintió, tendiéndole al muchacho la misma poción curativa que le había entregado Asher no demasiado tiempo atrás. – Tu mientras descansa. – Le ordenó. – Yo me encargo. -
Era irónico que él, entre todas las personas, se mostrase tan severo con aquello.
Pero tampoco podía evitar hacerlo. En cierto modo era didáctico, le enseñaba a ver, a comprobar en sus propias carnes, como se sentían sus propios amigos al verle a él en el mismo estado en el que estaba Anders.
Por eso mismo tenía que hacer la mejor armadura posible, lo cual no era precisamente fácil.
Una que fuese más ligera que la suya pero que proporcionase una protección adecuada. No era la primera vez que le pedían algo así, sí que era la primera vez que lo hacía alguien víctima de no tener ningún tipo de armadura.
Lo primero que hizo fue medir a Anders y, después, preparar los materiales.
Usó una aleación propia, que había creado mezclando aceite de Dundarak y escamas de dragón un día que, sin nada mejor que hacer, se puso a lanzar cosas que tenía por el taller a la fragua.
El metal adquiriría, probablemente, un color un tanto azulado, rozando el blanco. Pero dejando eso a un lado, creía que era justo lo que creía que el elfo le pedía. Las escamas le darían la flexibilidad necesaria para que este se sintiese cómodo y el aceite endurecería dicho metal lo suficiente como para que este no se quebrase como el cristal.
Usando cuero endurecido como la base de la armadura, comenzó a fabricar la armadura del elfo. Primero fue el torso, después vinieron las extremidades y, finalmente, las grebas.
- ¡Pruébatela! – dijo enfriando el metal de uno de los brazales en un cubo, acomodándolo con varias piezas de cuero para que fuese más cómoda de llevar. – Bueno, espera que se enfríe un poco… - Cinceló la media luna en el interior de la coraza casualmente. – Y después sí, te la pruebas. – Afirmó, sonriendo.
Por supuesto, continuó trabajando.
Aun había noche por delante y Lyn había salido, así que tenía que aprovechar todo el tiempo de tranquilidad que tuviese. No quería que le repitiesen “Te has equivocado” con cada martillazo que daba.
Que muchas veces también tenía razón. Pero era cargante.
Apartando a la vampiresa de sus pensamientos, se centró en lo que tenía entre manos. Hacía tiempo que tenía una idea para el arma del muchacho. La había tenido, de hecho, desde que la volvió a ver en Sacrestic.
Sacó un molde que había hecho en su tiempo libre y lo preparó para el acero que estaba derritiendo en la fragua. Tres partes de hierro, dos de especia de Dalmásca y una parte de acero Nórgedo. Lo había ensayado muchas veces en su cabeza pero, realmente, era la primera vez que usaba eso.
Con esa mezcla consiguió un acero oscuro con un interior blanco casi del mismo color que el elemento que Anders, por su raza, debía de saber usar. Esto fue bastante más evidente cuando, al limar la cabeza del hacha para darle forma a la hoja, el filo blancuzco comenzó a ser más y más visible.
No le hacía falta ningún mango de madera: el arma era en su totalidad de metal.
De aquella forma, todo contaba como un único elemento, había menos probabilidades de que la cabeza del hacha se desprendiese del mango con el tiempo. Además de usar parte del cuero de su herrería para acomodar el mango a las necesidades de Anders, Eltrant también se encargó dejar espacio en la parte superior del hacha y en el mango para que su amigo le aplicase las runas que creyese necesarias.
- Aquí tienes. – Tras grabar su firma, depositó con cuidado el arma frente al elfo. – Ahora dime quien te ha robado. – Comentó, mirando inquisitivamente a Anders, sentándose delante de él.
En primer lugar: Rompo el Yelmo Mimético de mi inventario de calidad épica.
Después:
Cobro a Anders:
- 150 Aeros por el hacha.
- 200 Aeros por la Armadura.
Total: 350 Aeros.
- ¿Qué secuest…? – dejó lo que estaba haciendo y le ofreció un modesto taburete al elfo. ¿Le habían robado? - ¿Dónde ha sido? Todavía creo que puedo… – Eltrant puso los ojos en blanco y sacudió la cabeza, buscando sus armas con la mirada. – No he oído nada de eso desde hace tiempo... – Contestó, dejándose caer en un taburete.
Anders no parecía estar por la labor de ir a perseguir a alguien, tampoco quería obligarle estando como estaba. Hablaría, cuando amaneciese, con la guardia. Esperaba que por una vez hiciesen su trabajo y recuperasen los objetos de su amigo sin inculpar a nadie inocente.
- Puedo… - Suspiró, negando con la cabeza. – Puedo hacerte las dos cosas, no te preocupes. – Sonrió, algo cansado. – Puedo hacer una armadura que encaje contigo. – Asintió, tendiéndole al muchacho la misma poción curativa que le había entregado Asher no demasiado tiempo atrás. – Tu mientras descansa. – Le ordenó. – Yo me encargo. -
Era irónico que él, entre todas las personas, se mostrase tan severo con aquello.
Pero tampoco podía evitar hacerlo. En cierto modo era didáctico, le enseñaba a ver, a comprobar en sus propias carnes, como se sentían sus propios amigos al verle a él en el mismo estado en el que estaba Anders.
Por eso mismo tenía que hacer la mejor armadura posible, lo cual no era precisamente fácil.
Una que fuese más ligera que la suya pero que proporcionase una protección adecuada. No era la primera vez que le pedían algo así, sí que era la primera vez que lo hacía alguien víctima de no tener ningún tipo de armadura.
Lo primero que hizo fue medir a Anders y, después, preparar los materiales.
Usó una aleación propia, que había creado mezclando aceite de Dundarak y escamas de dragón un día que, sin nada mejor que hacer, se puso a lanzar cosas que tenía por el taller a la fragua.
El metal adquiriría, probablemente, un color un tanto azulado, rozando el blanco. Pero dejando eso a un lado, creía que era justo lo que creía que el elfo le pedía. Las escamas le darían la flexibilidad necesaria para que este se sintiese cómodo y el aceite endurecería dicho metal lo suficiente como para que este no se quebrase como el cristal.
Usando cuero endurecido como la base de la armadura, comenzó a fabricar la armadura del elfo. Primero fue el torso, después vinieron las extremidades y, finalmente, las grebas.
- ¡Pruébatela! – dijo enfriando el metal de uno de los brazales en un cubo, acomodándolo con varias piezas de cuero para que fuese más cómoda de llevar. – Bueno, espera que se enfríe un poco… - Cinceló la media luna en el interior de la coraza casualmente. – Y después sí, te la pruebas. – Afirmó, sonriendo.
Por supuesto, continuó trabajando.
Aun había noche por delante y Lyn había salido, así que tenía que aprovechar todo el tiempo de tranquilidad que tuviese. No quería que le repitiesen “Te has equivocado” con cada martillazo que daba.
Que muchas veces también tenía razón. Pero era cargante.
Apartando a la vampiresa de sus pensamientos, se centró en lo que tenía entre manos. Hacía tiempo que tenía una idea para el arma del muchacho. La había tenido, de hecho, desde que la volvió a ver en Sacrestic.
Sacó un molde que había hecho en su tiempo libre y lo preparó para el acero que estaba derritiendo en la fragua. Tres partes de hierro, dos de especia de Dalmásca y una parte de acero Nórgedo. Lo había ensayado muchas veces en su cabeza pero, realmente, era la primera vez que usaba eso.
Con esa mezcla consiguió un acero oscuro con un interior blanco casi del mismo color que el elemento que Anders, por su raza, debía de saber usar. Esto fue bastante más evidente cuando, al limar la cabeza del hacha para darle forma a la hoja, el filo blancuzco comenzó a ser más y más visible.
No le hacía falta ningún mango de madera: el arma era en su totalidad de metal.
De aquella forma, todo contaba como un único elemento, había menos probabilidades de que la cabeza del hacha se desprendiese del mango con el tiempo. Además de usar parte del cuero de su herrería para acomodar el mango a las necesidades de Anders, Eltrant también se encargó dejar espacio en la parte superior del hacha y en el mango para que su amigo le aplicase las runas que creyese necesarias.
- Aquí tienes. – Tras grabar su firma, depositó con cuidado el arma frente al elfo. – Ahora dime quien te ha robado. – Comentó, mirando inquisitivamente a Anders, sentándose delante de él.
_____________________________________________________
- Hacha de Anders:
En primer lugar: Rompo el Yelmo Mimético de mi inventario de calidad épica.
Después:
OBJETOS A CREAR | AEROS | ÉPICOS | |
---|---|---|---|
Arma de Una Mano Superior | [Arma] Construye un arma de calidad Superior apropiada para el uso con una mano, como una espada, una daga o un mazo. | 120 | 0 |
Armadura Media Superior | [Armadura Media] hecha en base a cuero y refuerzos en malla u otros materiales resistentes, otorga equilibrio entre protección y movilidad. Hace algo de ruido al moverse. De calidad Superior. | 160 | 0 |
TOTAL | 280 | 0 |
Cobro a Anders:
- 150 Aeros por el hacha.
- 200 Aeros por la Armadura.
Total: 350 Aeros.
Eltrant Tale
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
ACTUALIZADO
Profesión Usada: Herrería
Título: Maestro
Transacción: -350 (Anders) +70 (Eltrant)
Ambos obtenéis 2 puntos de experiencia por el uso del taller. Felicidades, Anders, por tu subida de nivel.
Fehu
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Para un vampiro lo mejor que le puede pasar es una herrería, curtidería o bazar abierto durante la noche ¡Especialmente por lo raras que son! No cualquier es lo suficientemente confiado o insensato como para tentar a la suerte de quien será o qué raza será el cliente nocturno. Pero a pesar de todo, son de doble filo; Podría ser una trampa de cazadores en busca de vampiros, y de hecho, normalmente lo son. Es tan fácil destapar a un vampiro como forzarlos a comer cualquier cosa y esperar, si no hay reacción entonces solo te disculpas con la persona y si la hay….Bueno, no hace falta decir que pasará. Solo de pensarlo, Uriel traga saliva nerviosamente.
Es por eso que el niño miró por un rato la puerta de la herrería, lleva ya un tiempo yendo y viniendo de Lunargenta pero esta es la primera vez que la ve abierta ¡Aunque tampoco es como si pasara mucho por esa calle, para empezar! Toma, por lo general, otras rutas más discretas y apartadas de la vista ¿Debería entrar? Escuchó decir que el propietario es un humano bastante bueno y asequible, pero….
Supongo que no tengo opción
Tras pensarlo un buen rato, el infante caminó tímidamente hasta quedar en frente de la puerta de madera, por unos segundos dudó tomar el pomo pero, tras cerrar los ojos, finalmente reunió el valor para entrar. El taller…...es….bastante normal.
¡No te fíes, Uriel! ¡Los cazadores son unos rastreros que atacan cuando menos te lo esperas! No bajes la guardia! ¡Podría haber abusadores infantiles escondiéndose por el lugar!
Mirando los alrededores con curiosidad infantil y nerviosismo, se aseguró que no hubiera gente oculta por los rincones de la tienda con su cabeza ¡Como si tuviera la capacidad para encontrar gente escondida! Tras estar satisfecho y sentirse más seguro, suspiró y su sonrisa regresó levemente ¡Parece que todo está bien!
Correteando infantilmente, como si jamás hubiera desconfiado para empezar, el niño se aproximó al lugar donde, según supone, se hacen los encargos ¡El niño miró curiosamente los alrededores! Esta vez dejándose llevar por la emoción y su natural inocente curiosidad, solo se detuvo y prestó atención cuando notó la presencia del humano:
“¡Oh! ¡Buenas noches, señor herrero! ¿Sigue el taller abierto? ¡Me gustaría pedir una daga y una armadura!”
Si Uriel se arriesgó a una trampa fue porque, tras su horrible experiencia pasada en el territorio elfo, comprendió que no solo puede depender de su puñal y su armadura de cuerpo promedio ¡Si quiere sobrevivir debe usar algo mejor! De todas formas, no es como si pudiera usar armas más grande y pesadas que un puñal o una daga ¡Espadas, hachas o lanzas estaban fuera de cuestión para él! Pero, si lleva dos armas con él, incluso si perdía una, tiene la otra ¡No se quedará desarmado y vulnerable con tanta facilidad! Y por otro lado, está su armadura ligera, hecha de cuero ¡Definitivamente es útil! Pero también aprendió a la fuerza que solo le protegerá de ataques sencillos y patosos, no de cosas más complejas y peligrosas. Uriel no quiere morir, tampoco quiere sentirse tan vulnerable y asustado como lo estuvo aquel día ¡Así que debe de mejorarse a sí mismo pero ya!
“¡El dinero no es un problema! Si puede hacer algo realmente resistente y una buena daga, definitivamente podré pagarla ¡Así que, por favor…!”
El dinero es lo de menos para él, desde luego, su vida vale más que los aeros que porta ¡Para empezar no es apegado al dinero! Siempre y cuando esté en su presupuesto, lo aceptará.
“¿hmm? ¡Señor, señor! ¿Qué hace ese portal de ahí?”
Rápidamente le llamó la atención el portal situado en un rincón del taller ¡Le recuerda vagamente al que vio en el taller de cierto arcanista en Dundarak! Estuvo ahí no hace tanto, un puñado de meses quizá ¡Y eso le hizo acordar….! ¡Arcanista! Si teniene equipo nuevo, le gustaría que un arcanista se encargara de su equipo ¡Ese hombre-bestia hizo un grandioso trabajo! Y el propietario, aunque le pone nervioso y le da un poco de miedo, no es un mal tipo ¡Y no le importa que sea un vampiro, que es lo más importante! O como mínimo, mientras el niño no haga nada que no debe, el hombre-bestia no hará nada ¿Cuánto le tomaría regresar a Dundarak? Más tiempo del que le gustaría admitir, la verdad.
-------------------------------Off-Rol----------------------------------
Buenas~~ Escuché de cierto vendedor agresivo que tienen buenos precios aquí ewe (?) (?) (?) (?) (?)
Le pido a Eltrant Armadura Media y un Arma de Una Mano -Daga-, ambas de grado Superior <3
Si hay cualquier inconveniente, por favor avísame y edito hasta mi alma (?) (?) (?) (?)
Uri
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Era una suerte haberle hecho caso a Lyn, por la noche entraban más clientes en su herrería de lo que uno imaginaria en primera instancia. En concreto, en aquel momento, un niño que no superaría siquiera a Demian en edad le miraba con ojos expectantes al otro lado del mostrador.
No sabía muy bien cómo responder.
¿Hacerle una armadura y una daga a un niño?
Se quedó en silencio, planteándose que, quizás, el joven que tenía delante estaba allí por encargo de sus padres. ¿Pero qué clase de padres mandan a su hijo a por una armadura y una daga a altas horas de la madrugada? Se cruzó de brazos y enarcó una ceja, tratando de tantear el rostro del muchacho.
- ¿¡Donde están tus modales, Mortal?! ¡Buenas y despejadas noches! ¡Bienvenido a…! – Lyn, que comenzó a hablar tan pronto salió de la habitación contigua a la herrería, tan sonriente como siempre, se detuvo al vislumbrar el rostro del muchacho. - ¡Oh! – Exclamó al cruzar sus ojos con los del niño. - ¿¡Un pariente!? – Preguntó a continuación, ampliando la sonrisa, dando un saltito sin moverse de dónde estaba. - ¿¡En nuestra herrería!? – Se adelantó hasta el mostrador, colocándose al lado de Eltrant. - ¡Pasa, pasa! ¡No te cortes! – Comentó la ojiazul instando al joven a que se acercase más - ¡Me llamo Lyn! ¡Y este es el Mortal! – Agregó al final, señalando a su compañero con el pulgar.
- Es mí herrería. – Musitó Eltrant, cortando a la mujer, según se masajeaba el entrecejo.
- Es una opinión respetable, Mortal. – dijo Lyn a modo de broma, guiñándole un ojo al cliente y volviéndose para asentir al castaño.
- Y mi nombre es Eltrant – dijo el herrero rápidamente, antes de que el muchacho asociase “Mortal” con su cara. – Puedo hacer las cosas, sí. – Comentó finalmente, sonriendo al muchacho, indicándole que pasase tras el mostrador. – Voy a tomarte las medidas. – dijo tomando el metro de sastre que guardaba en uno de los cajones del lugar.
Así que era… ¿Un vampiro?
Lyn tenía una especie de habilidad para detectar a los miembros de su propia raza y hasta el momento nunca se había equivocado. Era mejor pensar eso que estaba haciéndole una armadura de cuero a un muchacho que no había superado la quincena de edad.
Tenía, al menos, sentido el que hubiese ido allí de noche.
La armadura la hizo sencilla, intentó que fuese fácil de moverse en ella, que no tuviese demasiadas filigranas y se adaptase al cuerpo de su usuario de forma correcta. La curtiduría no era su punto fuerte, pero se esforzó por aprovechar al máximo los materiales y, finalmente, acabó con algo que creyó que era lo que buscaba el joven.
- Puedes entrar en la habitación de atrás a probártela. – Le dijo cruzándose de brazos, según bordaba el blasón de su herrería en el interior de la armadura. – Y… - Sacudió la cabeza, acordándose de la pregunta del joven. – Ese portal lleva hasta Dundarak. – Le informó. – “Quintaesencia” – dijo – Es el taller de arcanos de un buen amigo. Esta activo, así que tiene que tener el taller abierto incluso a esta hora. – dijo limpiándose el aceite que cubría sus manos con un paño húmedo.
- ¡El mejor Arcanista de Aerandir! – Profirió Lyn, que se había tumbado en el mostrador y se había dedicado a darle conversación al joven según Eltrant trabajaba. - ¡Y el más suave! – Añadió incorporándose levemente, extendiendo ambos brazos.
- Sí, sí… - Eltrant sacudió la cabeza, dejando escapar una risita, y se puso a trabajar en la daga.
Metal de Dundarak con una mezcla de aceites de Beltrexus le darían a la aleación la resistencia que buscaba esta vez. Muchos decían que había momentos en los que la herrería podría ser considerada alquimia.
No estaba seguro del todo de esa afirmación, pero siempre solía experimentar con nuevas aleaciones, mezclando materiales con distintas propiedades esperando obtener algo perfecto. Con aquella, en concreto, buscaba una hoja final resistente pero ligera, lo suficientemente ligera como para que el muchacho que tenía como cliente no tuviese problema alguno en blandirla.
Y estaba bastante seguro de que, en parte, lo había conseguido.
Enfrió el resultado final, el cual cambio de color repentinamente al ser introducido en el cubo de agua. La daga pasó de un vibrante plateado a un modesto color oscuro, casi negro. Inspirando con rapidez por la nariz, repasó el filo de arma buscando impurezas y, cuando se cercioró de que estaba correcto, procedió a hacer la empuñadura a juego.
- Y esto ya está. – dijo grabando la media luna en la base de la hoja. - ¿Qué te parece? – Según Eltrant esperaba la opinión del muchacho, Lyn se acercó disimuladamente a su compañero y le susurró algo al oído.
En un principio miró algo extrañado a Lyn, pero después relajó la expresión y le dedicó una sonrisa a esta, que se limitó a juguetear con su flequillo esperando a que el herrero actuase respecto a lo que le había dicho.
- Y tienes suerte. – dijo Eltrant apoyándose en la tabla de madera que hacía las veces de mostrador. – Es la daga numero mil que hago. – dijo dando varios golpecitos frente al arma con el dedo indice de su mano útil, sonriendo. – No tienes que pagarla. – Lyn levantó un pulgar al muchacho y volvió a guiñarle un ojo.
Cobro a Uri: 200 Aeros por la armadura.
No sabía muy bien cómo responder.
¿Hacerle una armadura y una daga a un niño?
Se quedó en silencio, planteándose que, quizás, el joven que tenía delante estaba allí por encargo de sus padres. ¿Pero qué clase de padres mandan a su hijo a por una armadura y una daga a altas horas de la madrugada? Se cruzó de brazos y enarcó una ceja, tratando de tantear el rostro del muchacho.
- ¿¡Donde están tus modales, Mortal?! ¡Buenas y despejadas noches! ¡Bienvenido a…! – Lyn, que comenzó a hablar tan pronto salió de la habitación contigua a la herrería, tan sonriente como siempre, se detuvo al vislumbrar el rostro del muchacho. - ¡Oh! – Exclamó al cruzar sus ojos con los del niño. - ¿¡Un pariente!? – Preguntó a continuación, ampliando la sonrisa, dando un saltito sin moverse de dónde estaba. - ¿¡En nuestra herrería!? – Se adelantó hasta el mostrador, colocándose al lado de Eltrant. - ¡Pasa, pasa! ¡No te cortes! – Comentó la ojiazul instando al joven a que se acercase más - ¡Me llamo Lyn! ¡Y este es el Mortal! – Agregó al final, señalando a su compañero con el pulgar.
- Es mí herrería. – Musitó Eltrant, cortando a la mujer, según se masajeaba el entrecejo.
- Es una opinión respetable, Mortal. – dijo Lyn a modo de broma, guiñándole un ojo al cliente y volviéndose para asentir al castaño.
- Y mi nombre es Eltrant – dijo el herrero rápidamente, antes de que el muchacho asociase “Mortal” con su cara. – Puedo hacer las cosas, sí. – Comentó finalmente, sonriendo al muchacho, indicándole que pasase tras el mostrador. – Voy a tomarte las medidas. – dijo tomando el metro de sastre que guardaba en uno de los cajones del lugar.
Así que era… ¿Un vampiro?
Lyn tenía una especie de habilidad para detectar a los miembros de su propia raza y hasta el momento nunca se había equivocado. Era mejor pensar eso que estaba haciéndole una armadura de cuero a un muchacho que no había superado la quincena de edad.
Tenía, al menos, sentido el que hubiese ido allí de noche.
La armadura la hizo sencilla, intentó que fuese fácil de moverse en ella, que no tuviese demasiadas filigranas y se adaptase al cuerpo de su usuario de forma correcta. La curtiduría no era su punto fuerte, pero se esforzó por aprovechar al máximo los materiales y, finalmente, acabó con algo que creyó que era lo que buscaba el joven.
- Puedes entrar en la habitación de atrás a probártela. – Le dijo cruzándose de brazos, según bordaba el blasón de su herrería en el interior de la armadura. – Y… - Sacudió la cabeza, acordándose de la pregunta del joven. – Ese portal lleva hasta Dundarak. – Le informó. – “Quintaesencia” – dijo – Es el taller de arcanos de un buen amigo. Esta activo, así que tiene que tener el taller abierto incluso a esta hora. – dijo limpiándose el aceite que cubría sus manos con un paño húmedo.
- ¡El mejor Arcanista de Aerandir! – Profirió Lyn, que se había tumbado en el mostrador y se había dedicado a darle conversación al joven según Eltrant trabajaba. - ¡Y el más suave! – Añadió incorporándose levemente, extendiendo ambos brazos.
- Sí, sí… - Eltrant sacudió la cabeza, dejando escapar una risita, y se puso a trabajar en la daga.
Metal de Dundarak con una mezcla de aceites de Beltrexus le darían a la aleación la resistencia que buscaba esta vez. Muchos decían que había momentos en los que la herrería podría ser considerada alquimia.
No estaba seguro del todo de esa afirmación, pero siempre solía experimentar con nuevas aleaciones, mezclando materiales con distintas propiedades esperando obtener algo perfecto. Con aquella, en concreto, buscaba una hoja final resistente pero ligera, lo suficientemente ligera como para que el muchacho que tenía como cliente no tuviese problema alguno en blandirla.
Y estaba bastante seguro de que, en parte, lo había conseguido.
Enfrió el resultado final, el cual cambio de color repentinamente al ser introducido en el cubo de agua. La daga pasó de un vibrante plateado a un modesto color oscuro, casi negro. Inspirando con rapidez por la nariz, repasó el filo de arma buscando impurezas y, cuando se cercioró de que estaba correcto, procedió a hacer la empuñadura a juego.
- Y esto ya está. – dijo grabando la media luna en la base de la hoja. - ¿Qué te parece? – Según Eltrant esperaba la opinión del muchacho, Lyn se acercó disimuladamente a su compañero y le susurró algo al oído.
En un principio miró algo extrañado a Lyn, pero después relajó la expresión y le dedicó una sonrisa a esta, que se limitó a juguetear con su flequillo esperando a que el herrero actuase respecto a lo que le había dicho.
- Y tienes suerte. – dijo Eltrant apoyándose en la tabla de madera que hacía las veces de mostrador. – Es la daga numero mil que hago. – dijo dando varios golpecitos frente al arma con el dedo indice de su mano útil, sonriendo. – No tienes que pagarla. – Lyn levantó un pulgar al muchacho y volvió a guiñarle un ojo.
_____________________________________________________________
- Daga:
OBJETOS A CREAR | AEROS | ÉPICOS | |
---|---|---|---|
Armadura Media Superior | [Armadura Media] hecha en base a cuero y refuerzos en malla u otros materiales resistentes, otorga equilibrio entre protección y movilidad. Hace algo de ruido al moverse. De calidad Superior. | 160 | 0 |
Arma de Una Mano Superior | [Arma] Construye un arma de calidad Superior apropiada para el uso con una mano, como una espada, una daga o un mazo. | 120 | 0 |
TOTAL | 280 | 0 |
Cobro a Uri: 200 Aeros por la armadura.
Eltrant Tale
Aerandiano de honor
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
ACTUALIZADO
Profesión Usada: Curtiduría y Herrería
Título: Experto y Maestro
Transacción: -200 (Uri) -80 (Eltrant)
Ambos obtenéis 2 puntos de experiencia por el uso del taller.
Fehu
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
¿Cuantas veces habíamos pasado ya por la herrería de Eltrant? Ya había perdido la cuenta, pero lo cierto era que casi todas las veces que íbamos a Lunargenta terminábamos pasando a ver al humano.
Cuando no era una cosa era otra, pero siempre parecía que necesitábamos de sus servicios.
-¿Los clientes habituales tienen descuento? -Pregunte a modo de broma al entrar al taller del castaño. -Tengo una urgencia, necesito un remedio y unos parches.
Alcé el brazo a la altura del mostrado y puse encima mi mochila.
Aquella bolsa me la regaló mi abuela hacía ya tres años y había visto, y sufrido, de todo. Peleas, carreras, escaladas, mordiscos, quemaduras... estaba llena de parches por todos y las correas habían sido cambiadas varias veces. La pobre mochila ahora tenía un agujero mortal en el fondo, la piel se había desgarrado por el tiempo y la carga que soportaba. En el proceso se habían roto algunas cosas y en un fútil intento por solucionarlo le había dado la vuelta y cerrado la boca con correas. Ahora el fondo de la mochila hacía las veces de apertura y la tapa ahora ejercía de fondo.
-¿Tiene arreglo? -Observé a Eltrant y luego a la mochila, cerré los ojos y suspire. -Igual debería comprar una nueva. ¿Tienes algún bolso resistente? o alguna mochila muy grande.
_____________
Off:
Compro bolso de aventurero.
Cuando no era una cosa era otra, pero siempre parecía que necesitábamos de sus servicios.
-¿Los clientes habituales tienen descuento? -Pregunte a modo de broma al entrar al taller del castaño. -Tengo una urgencia, necesito un remedio y unos parches.
Alcé el brazo a la altura del mostrado y puse encima mi mochila.
Aquella bolsa me la regaló mi abuela hacía ya tres años y había visto, y sufrido, de todo. Peleas, carreras, escaladas, mordiscos, quemaduras... estaba llena de parches por todos y las correas habían sido cambiadas varias veces. La pobre mochila ahora tenía un agujero mortal en el fondo, la piel se había desgarrado por el tiempo y la carga que soportaba. En el proceso se habían roto algunas cosas y en un fútil intento por solucionarlo le había dado la vuelta y cerrado la boca con correas. Ahora el fondo de la mochila hacía las veces de apertura y la tapa ahora ejercía de fondo.
-¿Tiene arreglo? -Observé a Eltrant y luego a la mochila, cerré los ojos y suspire. -Igual debería comprar una nueva. ¿Tienes algún bolso resistente? o alguna mochila muy grande.
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Off:
Compro bolso de aventurero.
Reivy Abadder
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Si tuviera que generarse un nuevo sinónimo para Inquieto esa palabra seguramente sería: Matthew Owens
Ya tenía una linda cantidad de chucherías en su arsenal, algunas más útiles que otras, pero mientras jugaba con la daga maldita que había conseguido en su última misión importante una idea absurda vino a su mente. El Estafador se sonrió, de sólo pensarlo ya se le antojaba divertidisimo, la cara de sorpresa que pondrían las personas cuando vieran semejante cambio “Será como un ahora lo ves, ahora no lo ves”
Hizo un gesto con la mano para que le prepararán una montura, la primer parada sería en el Taller de su querido Eltrant, el segundo Humano más hermoso de Aerandir (No es necesario aclarar quien es el primero).
Owens entró al taller con el desparpajo que era habitual en él, llevaba ropas de viaje, pero no por eso parecía estar desprolijo, ni sucio, la apariencia era sumamente importante para él, incluso cuando era un simple ratero que robaba en el mercado lo tenía como una prioridad. En contraste Eltrant siempre parecía que se acababa de levantar, o que venía de un viaje muy largo y agotador.
-Querido, cada vez que te veo estás más desgastado ¿Qué haces en tu tiempo libre? - Exclamó Matt con gesto de preocupación, apoyandose una mano en la mejilla - Tu piel está tan seca que podría usarla de rallador - Hizo un exagerado suspiro - Estoy aquí en primer lugar para verte. Pero además porque necesito que me hagas un arma algo diferente al promedio - Hasta entonces había ignorado a la dragona a consciencia, pero cuando consideró que era tiempo suficiente se hizo el sorprendido y exclamó - ¡Querida Reivy! Tanto tiempo sin verte, creo que la última vez fue cuando... - Sonrió y dejó la oración en el aire - Esa fue una bonita tarde ¿Verdad? -
Luego le explicó al ex Guardia la descripción del arma y además los cambios que pensaba realizarle después. No sabía si eso era relevante para la fabricación en sí, pero tampoco era como si Matthew necesitara demasiadas excusas para ponerse a hablar sin parar. Cuando Eltrant tuvo todas las explicaciones Owens se tomó la tarde para dar vueltas por la ciudad, hacía un tiempo ya que no visitaba ese sitio de modo no oficial.
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-Compro un Arpón-gancho y adjunto imagen:
Ya tenía una linda cantidad de chucherías en su arsenal, algunas más útiles que otras, pero mientras jugaba con la daga maldita que había conseguido en su última misión importante una idea absurda vino a su mente. El Estafador se sonrió, de sólo pensarlo ya se le antojaba divertidisimo, la cara de sorpresa que pondrían las personas cuando vieran semejante cambio “Será como un ahora lo ves, ahora no lo ves”
Hizo un gesto con la mano para que le prepararán una montura, la primer parada sería en el Taller de su querido Eltrant, el segundo Humano más hermoso de Aerandir (No es necesario aclarar quien es el primero).
Owens entró al taller con el desparpajo que era habitual en él, llevaba ropas de viaje, pero no por eso parecía estar desprolijo, ni sucio, la apariencia era sumamente importante para él, incluso cuando era un simple ratero que robaba en el mercado lo tenía como una prioridad. En contraste Eltrant siempre parecía que se acababa de levantar, o que venía de un viaje muy largo y agotador.
-Querido, cada vez que te veo estás más desgastado ¿Qué haces en tu tiempo libre? - Exclamó Matt con gesto de preocupación, apoyandose una mano en la mejilla - Tu piel está tan seca que podría usarla de rallador - Hizo un exagerado suspiro - Estoy aquí en primer lugar para verte. Pero además porque necesito que me hagas un arma algo diferente al promedio - Hasta entonces había ignorado a la dragona a consciencia, pero cuando consideró que era tiempo suficiente se hizo el sorprendido y exclamó - ¡Querida Reivy! Tanto tiempo sin verte, creo que la última vez fue cuando... - Sonrió y dejó la oración en el aire - Esa fue una bonita tarde ¿Verdad? -
Luego le explicó al ex Guardia la descripción del arma y además los cambios que pensaba realizarle después. No sabía si eso era relevante para la fabricación en sí, pero tampoco era como si Matthew necesitara demasiadas excusas para ponerse a hablar sin parar. Cuando Eltrant tuvo todas las explicaciones Owens se tomó la tarde para dar vueltas por la ciudad, hacía un tiempo ya que no visitaba ese sitio de modo no oficial.
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-Compro un Arpón-gancho y adjunto imagen:
- Gancho:
Matthew Owens
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Re: Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
Dos clientes llegaron prácticamente al mismo tiempo.
Fue Reivy quien se internó en el taller en primer lugar. Esta preguntó al herrero con pocos preámbulos si podía remendar o sustituir un viejo bolso de viaje que llevaba consigo. Algo que, al analizar el objeto, se dio cuenta de que era relativamente fácil: las costuras del bolso de Reivy estaban gastadas y necesitaban ser cambiadas, pero cuero era bastante bueno y podía ser reutilizado.
Podría trabajar con aquello.
- Supongo que podría decirse que sí. – Admitió, asintiendo a la dragona de buen humor cuando está preguntó si había descuentos para clientes habituales. – Y puedo remendarla, quedará como nueva. – Aseguró, tomando la bolsa de la dragona sin decir nada más y reuniendo las herramientas que iba a usar a su alrededor.
Reivy había comprado allí, por lo que podía ver con cada visita, el equipo tanto de ella como de su hija prácticamente al completo, incluso una espada que, por lo que veía, seguía prácticamente impecable. Arreglarle una bolsa de viaje no era ningún problema.
El segundo cliente llegó de improviso justo cuando se disponía a comenzar con la bolsa de Reivy: Matthew Owens. El virrey de Ciudad Lagarto se interesó, en primera instancia, por el estado del herrero, a quien afirmó ver cada vez más desgastado.
- ¿Tú crees? – Comentó Eltrant esbozando una sonrisa, pasándose la mano por la barba de forma instintiva al oír lo que el hombre tenía que decir de su piel. – ¿Y cómo debería arreglar eso? – Sin cambiar su expresión, escudriñó la cara del virrey en busca de alguna respuesta durante varios segundos. No había coincidido demasiado con Matthew en sus viajes, pero era evidente que era alguien que cuidaba su imagen; La misma vestimenta del virrey serbia de ejemplo de esto. - ¿Mojarme más la cara o…? - La pregunta se quedó a la mitad, Eltrant captó algo que le llamó más la atención. - ¿Un arma diferente? – Arqueó una ceja, interesado, y se apoyó sobre el mostrador para oír la explicación del hombre. – Interesante… - dijo después, asintiendo. – Lo tendré para cuando anochezca. – Mencionó a Owens, que parecía además conocer a Reivy.
Arreglar el bolso fue sencillo.
Cortó en primer lugar las piezas más gastadas del bolso y se aseguró de deshacerse de todo el hilo que lo componía. Una vez hecho esto, y asegurándose de que no perdía ninguna pieza del bolso original, trató todo el cuero que tenía frente a él con una mezcla de aceite que le devolvería parte de la elasticidad y la resistencia que ya parecía haber perdido.
Dejó reposar el cuero junto al fuego para que absorbiese el aceite mientras comenzaba a preparar, entonces, los materiales para el arma del virrey. Un arpón-gancho, similar al que le había hecho a Asher tiempo atrás, pero este con la sutil diferencia de que iba a ser más “gancho” que “arpón”.
Una aleación resistente pero flexible era lo que necesitaba, que no se quebrase con facilidad y que aguantase sin quebrarse en varios trozos cualquier tipo de tirón, aunque fuese de un troll o un gigante.
Lo primero que hizo fue reunir mineral de hierro, extraído de las minas de Dundarak y tras fundirlo en la fragua lo mezcló con mena extraída de Dalmasca. No iba a ser el metal más duro ni el más afilado que conocía, pero no estaba buscando un mazo ni una espada.
Quería encontrar el equilibrio justo entre resistencia y daño de la hoja, algo para lo que necesitaba dejar reposar el metal en la fragua durante al menos media hora. Afortunadamente para él, tenía más trabajo.
Volvió al bolso de Reivy. Ahora que había absorbido el aceite había adquirido un tono más oscuro, casi negro; Eltrant lo descolgó del alambre improvisado que colgaba sobre la fragua y comenzó a atarlos, metódicamente, los unos con los otros con el cordel nuevo que había preparado previamente.
Cuando hubo terminado de unir las piezas se cercioró de que las costuras iban a resistir peso introduciendo varios lingotes de metal en el bolso. Tras contemplar como el bolso resistía el peso con facilidad, asintió para sí y ultimó los detalles: bordó, como buenamente pudo, el perfil de un dragón en la parte frontal del mismo.
- Aquí tienes. – dijo depositando el objeto frente a su dueña. - ¿Qué te dije? – Le sonrió. – Como si fuese nuevo. – Agregó volviendo a perderse en su taller a examinar que tal iba la aleación que había preparado para el arma de Matthew.
El nuevo metal estaba listo para recibir la forma del arma.
Frunciendo el ceño, contemplando el brillo rojizo que emitía la mezcla de metales, tomó con mucho cuidado el líquido con sus herramientas y vertió la mitad en el molde de una pequeña hoz.
Después, tras enfriar el metal lo suficiente como para poder trabajar con él, se aseguró de darle la forma deseada por el virrey a martillazos y de añadirle todos los detalles, como los clavos extra en la punta que afianzarían el agarre de aquel gancho en sus objetivos.
Lo último que hizo, con todo el metal que sobraba de la parte principal del arma, fueron los eslabones de la cadena que iría en la base del gancho.
- Y terminé. – Comentó dejando el arma en el mostrador. – Puede ser un poco pesada. – Se atusó la barba. – Pero siempre puedes sustituir la cadena de metal por una cuerda o algo así si lo ves mejor. – Le dijo señalando el mango del gancho, lugar en el que iba atada la cadena.
Cobro a Reivy: 0 porque esta a un mal día de tener que tocar la guitarra en el metro de Lunargenta o algo. (?)
Cobro a Matthews: 160 Aeros
Fue Reivy quien se internó en el taller en primer lugar. Esta preguntó al herrero con pocos preámbulos si podía remendar o sustituir un viejo bolso de viaje que llevaba consigo. Algo que, al analizar el objeto, se dio cuenta de que era relativamente fácil: las costuras del bolso de Reivy estaban gastadas y necesitaban ser cambiadas, pero cuero era bastante bueno y podía ser reutilizado.
Podría trabajar con aquello.
- Supongo que podría decirse que sí. – Admitió, asintiendo a la dragona de buen humor cuando está preguntó si había descuentos para clientes habituales. – Y puedo remendarla, quedará como nueva. – Aseguró, tomando la bolsa de la dragona sin decir nada más y reuniendo las herramientas que iba a usar a su alrededor.
Reivy había comprado allí, por lo que podía ver con cada visita, el equipo tanto de ella como de su hija prácticamente al completo, incluso una espada que, por lo que veía, seguía prácticamente impecable. Arreglarle una bolsa de viaje no era ningún problema.
El segundo cliente llegó de improviso justo cuando se disponía a comenzar con la bolsa de Reivy: Matthew Owens. El virrey de Ciudad Lagarto se interesó, en primera instancia, por el estado del herrero, a quien afirmó ver cada vez más desgastado.
- ¿Tú crees? – Comentó Eltrant esbozando una sonrisa, pasándose la mano por la barba de forma instintiva al oír lo que el hombre tenía que decir de su piel. – ¿Y cómo debería arreglar eso? – Sin cambiar su expresión, escudriñó la cara del virrey en busca de alguna respuesta durante varios segundos. No había coincidido demasiado con Matthew en sus viajes, pero era evidente que era alguien que cuidaba su imagen; La misma vestimenta del virrey serbia de ejemplo de esto. - ¿Mojarme más la cara o…? - La pregunta se quedó a la mitad, Eltrant captó algo que le llamó más la atención. - ¿Un arma diferente? – Arqueó una ceja, interesado, y se apoyó sobre el mostrador para oír la explicación del hombre. – Interesante… - dijo después, asintiendo. – Lo tendré para cuando anochezca. – Mencionó a Owens, que parecía además conocer a Reivy.
Arreglar el bolso fue sencillo.
Cortó en primer lugar las piezas más gastadas del bolso y se aseguró de deshacerse de todo el hilo que lo componía. Una vez hecho esto, y asegurándose de que no perdía ninguna pieza del bolso original, trató todo el cuero que tenía frente a él con una mezcla de aceite que le devolvería parte de la elasticidad y la resistencia que ya parecía haber perdido.
Dejó reposar el cuero junto al fuego para que absorbiese el aceite mientras comenzaba a preparar, entonces, los materiales para el arma del virrey. Un arpón-gancho, similar al que le había hecho a Asher tiempo atrás, pero este con la sutil diferencia de que iba a ser más “gancho” que “arpón”.
Una aleación resistente pero flexible era lo que necesitaba, que no se quebrase con facilidad y que aguantase sin quebrarse en varios trozos cualquier tipo de tirón, aunque fuese de un troll o un gigante.
Lo primero que hizo fue reunir mineral de hierro, extraído de las minas de Dundarak y tras fundirlo en la fragua lo mezcló con mena extraída de Dalmasca. No iba a ser el metal más duro ni el más afilado que conocía, pero no estaba buscando un mazo ni una espada.
Quería encontrar el equilibrio justo entre resistencia y daño de la hoja, algo para lo que necesitaba dejar reposar el metal en la fragua durante al menos media hora. Afortunadamente para él, tenía más trabajo.
Volvió al bolso de Reivy. Ahora que había absorbido el aceite había adquirido un tono más oscuro, casi negro; Eltrant lo descolgó del alambre improvisado que colgaba sobre la fragua y comenzó a atarlos, metódicamente, los unos con los otros con el cordel nuevo que había preparado previamente.
Cuando hubo terminado de unir las piezas se cercioró de que las costuras iban a resistir peso introduciendo varios lingotes de metal en el bolso. Tras contemplar como el bolso resistía el peso con facilidad, asintió para sí y ultimó los detalles: bordó, como buenamente pudo, el perfil de un dragón en la parte frontal del mismo.
- Aquí tienes. – dijo depositando el objeto frente a su dueña. - ¿Qué te dije? – Le sonrió. – Como si fuese nuevo. – Agregó volviendo a perderse en su taller a examinar que tal iba la aleación que había preparado para el arma de Matthew.
El nuevo metal estaba listo para recibir la forma del arma.
Frunciendo el ceño, contemplando el brillo rojizo que emitía la mezcla de metales, tomó con mucho cuidado el líquido con sus herramientas y vertió la mitad en el molde de una pequeña hoz.
Después, tras enfriar el metal lo suficiente como para poder trabajar con él, se aseguró de darle la forma deseada por el virrey a martillazos y de añadirle todos los detalles, como los clavos extra en la punta que afianzarían el agarre de aquel gancho en sus objetivos.
Lo último que hizo, con todo el metal que sobraba de la parte principal del arma, fueron los eslabones de la cadena que iría en la base del gancho.
- Y terminé. – Comentó dejando el arma en el mostrador. – Puede ser un poco pesada. – Se atusó la barba. – Pero siempre puedes sustituir la cadena de metal por una cuerda o algo así si lo ves mejor. – Le dijo señalando el mango del gancho, lugar en el que iba atada la cadena.
________________________________________________________________
OBJETOS A CREAR | AEROS | ÉPICOS | |
---|---|---|---|
Bolso del Aventurero | [Bolso] Contiene una varita que produce fuego o luz, 10 metros de cuerda firme y ligera, gancho de escalada, cantimplora que mágicamente contiene 20 litros sin pesar casi nada, raciones de comida mágica que satisface de inmediato, mapas, un saco de dormir muy ligero y resistente al frío, hilo de pescar con anzuelo, trampa para conejos, martillo, algunos clavos y una palanca tipo pata de cabra. | 120 | 0 |
Arpón-Gancho | [Limitado, Arma] Un arpón atado a una resistente cadena de metal. Si logra engancharse al objetivo, puede usarse para atraerlo o retenerlo. En su defecto, puede usarse para escalar. Puede usarse como un arma flexible de calidad Superior.. | 130 | 0 |
TOTAL | 250 | 0 |
Cobro a Reivy: 0 porque esta a un mal día de tener que tocar la guitarra en el metro de Lunargenta o algo. (?)
Cobro a Matthews: 160 Aeros
Eltrant Tale
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