¡Bienvenidos a la Fiesta del Bosque! [Grupal] [Libre]
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¡Bienvenidos a la Fiesta del Bosque! [Grupal] [Libre]
Claro, pueblo fronterizo con Sandorai.
Fiesta del Bosque.
Fiesta del Bosque.
¡Ha llegado el día! ¡Por fin!
Las calles de Claro se llenan de vida, más de la habitual. Las banderolas ondean sutilmente con la ligera brisa que acompañará a la noche de hoy. ¡Y todo es alegría! ¡Todo es regocijo! La fiesta del bosque este año será especial, será una celebración para acercar la cultura élfica al resto de habitantes de Aerandir. ¡Y Claro será quien los acoja!
Dos días de fiesta, dos días para celebrar que el bosque es nuestro hogar. La luz de los farolillos llena todas las calles, que están decoradas con multitud de flores y hojas. Parecen verdaderas obras maestras los maceteros y parterres. Todo el pueblo está limpio y preparado para acoger a multitud de personas que vendrán. Las posadas están listas y los puestecillos locales están colocados estratégicamente por las calles para atraer la atención de visitantes y habitantes. Muchos de ellos tienen comida típica de Sandorai, algunos con ciertas modificaciones dependiendo del clan donde se encuentren, pero todo con aspecto delicioso. La bebida y los alimentos son de calidad envidiable e incluso hay innovaciones con frutas típicas de los bosques.
¡Pero no sólo hay comida! Aunque es lo más mayoritario, todos tienen el derecho de probar los manjares élficos. ¿Alguien ha escuchado que los aceros élficos sí que son de calidad innegable? ¡También podrá comprobarlo! Pequeños puestecitos hacen exposiciones de sus armas, talladas en perfecta composición, sin una triste mella, nada que desvirtúe la hoja y la haga inútil. Y otros de los puestos mayoritarios también son los que tienen los elfos que han volcado su camino en la magia, los rezos a los dioses y en la ayuda a los demás. Son los más conocidos, a los que más idolatran.
Decoraciones, tallas y hasta los objetos más simples que hayan salido de Sandorai pueden verse en exposiciones y, algunos podrían llegar a venderse. Y, por supuesto, los puestos locales, donde humanos y elfos cohabitan para mostrar más sobre la historia de Claro, sobre la cultura de comercio de las dos razas mayoritarias ahí. Los humanos también aprovechan para poner puestos y vender su artesanía o comida popular.
Pequeñas banderas del pueblo visten las calles, estandartes de antiguos clanes, los balcones. En los espacios anchos hay algunas mesas para que puedan sentarse a comer y, en la plaza central, todo se llena más aún de vida porque hay varias actividades y la gente se agolpa para verlas: Cánticos y danzas populares, por supuesto, bien es sabido que los elfos aman las artes, entre otras cosas que podrán encontrar en la plaza. ¡Todos pueden participar! ¡Incluso los más jóvenes! La fiesta del bosque no es sólo para los que hayan alcanzado la madurez, o la mayoría de edad. Los pequeños elfos y humanos también tienen algunas actividades y corretean por las calles despreocupados con sus juguetes.
Algunos elfos más jóvenes venden objetos y decoraciones que hacen ellos mismos para conseguir algo de dinero, sobretodo si están cerca de su fiesta de maduración. ¡Todo es alegría! ¡La música ameniza a los visitantes!
Y las luces de las velas que recorren cada una de las callejuelas alumbran la noche estrellada que cubre el pueblo. La tenue llama parece bailar con la brisa y da un toque más misterioso y bonito al pequeño pueblo.
La Fiesta del Bosque abre sus puertas a todos los visitantes que quieran compartir con nosotros las tradiciones de nuestra raza. Sed todos bienvenidos, bebed, comed y disfrutad de la hospitalidad de Claro.
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Turistas y habitantes del pueblo pasean en las calles. Aún es pronto, pero la vitalidad se contagia entre los pocos que hay ahí. Se planea que lleguen mañana por la mañana la gran mayoría de invitados, aunque algunos, los que más ganas tienen de ver la fiesta, ya están alojados en posadas y pasean por las calles.
Los apetitosos olores de las comidas se mezclan entre sí. Algunos ya están en los puestecillos comprando y mirando lo que hay. Por ahora la música tapa el pequeño bullicio de las calles, mas los ánimos cada vez se ensalzan más. Son dos días para conocer las costumbres élficas y las del mismo pueblo.
Helyare aún estaba fuera de Claro, no recordaba haber visitado ese pueblo alguna vez o no, pero la Fiesta del Bosque se celebraba desde hacía mucho tiempo, desde que tenía uso de razón ya eran días festivos. Pero este año era distinto, este año las fronteras se abrían para dejar paso a una fiesta más intercultural. A la elfa en parte le agradaba, en parte no. Sabía que el resto de razas deberían conocer su cultura, sería bueno que todos supieran algo sobre los elfos, pero también era reacia a compartir tantas cosas con otros habitantes de Aerandir. Aun así estaba a las puertas de Claro, por el simple hecho de que aquí tenía posibilidades de encontrarse con Arzhak y Aranarth. Al ser un evento multirracial era probable que el elfo más mayor estuviera aquí, era su trabajo. ¿Y si había regresado al clan después de su destierro? Pues si había sido así, estaba segura al 100% que tendría que estar aquí. Esperaba realmente que estuvieran los dos y poder reencontrarse con ellos. Si explicaban lo que había pasado, ¿podría volver a Sandorai? Tenía la esperanza de ello, una parte de ella lo deseaba aunque las posibilidades fueran mínimas.
La música sonaba acompañada de los cánticos de algunos habitantes. Pronto, Helyare entró en el pueblo. Se notaba mucho el ambiente festivo que reinaba allí. Tenía que esquivar a algunos grupos de gente que iban jocosos por las calles y a niños que corrían unos de otros. Por ahí había sentados otro grupito de niños y al ver a los pequeños elfos sonrió. Estaban enseñándole a un unos niños humanos a hacer unas sencillas coronas de hojas y le recordaron a su hermana cuando tenía esa edad. Ahora era más mayor que esos elfillos, pero no olvidaba cuando la pequeña Luinil era igual. ¿Vendría?
Estar en esta fiesta era una oportunidad no sólo de ver a esos dos elfos, sino a su familia también. Pasó la mano por la parte donde estaría el emblema de su clan, oculto en la parte interna de la capa que llevaba, y siguió caminando sin mucho sentido, observando y disfrutando de las cosas que ofrecían en los puestos. Algunos de los tenderos le ofrecieron algo de comer, pero sólo probó un pequeño dulce hecho con unas frutas, delicioso, por supuesto, y se fue a buscar una posada donde rentar una habitación para dejar sus cosas.
Última edición por Helyare el Miér Oct 05 2016, 02:57, editado 2 veces
Helyare
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Re: ¡Bienvenidos a la Fiesta del Bosque! [Grupal] [Libre]
Aranarth ya llevaba bastante tiempo vagando por los senderos de Sandorai, buscando los rayos de sol que atraviesan el denso techo de arboles durante el día y abrigado por su capa sobre colchones de tréboles, leyendo los mensajes celestiales de las estrellas durante las frías noches.
Hace unos días, le llegó la noticia de que el Día del Bosque se celebraría en Claro un pequeño pueblo habitado por elfos y humanos, no muy lejos de por donde andaba. El elfo quedó muy convencido de que sería buena idea aprovechar el evento para seguir reuniendo información acerca del paradero de su hermano. Arzhak ya llevaba mucho tiempo desaparecido, y se negaba a creer la historia construida por Kaeltha, a pesar de que todos los hechos apuntaban a que tenía razón. El orgullo de Aranarth negaba totalmente cualquier posibilidad de que su hermano haya traicionado a su clan, su familia y su sangre.
También se preguntaba que sería de Kaeltha ¿Habría llegado sana y salva al pueblo? ¿Cómo se había tomado el senado su regreso, se habrán creído su historia? Era extraño, porque esas preguntas le provocaban sentimientos mezclados y contradictorios, el sabía lo mucho que quería a Kaeltha, pero parecía estar haciéndolo todo mal, cosa que enfadaba mucho a Aranarth.
Para evitar pensar en esas cosas, tarareaba una antigua canción que no podía quitarse de su cabeza, los versos de:
Era una especie de vínculo mágico el que lo unía con la canción acompañaba sus días y sedaba sus noches, y aún mas se convenció de ello cuando llegó al pueblo y escuchó los mismos coros que se habían fundido en su cabeza después de tanto repetirlos. No podía creerlo, alucinaba, el poblado estaba repleto de elfos, adornado con ramajes y flores especiales que perfumaban el ambiente, recibiéndolo como una madre recibe a su primogénito después de su primer gran viaje. Extasiado por la experiencia, dio unos pasos para apoyarse al costado de los establos, a descansar las piernas y analizar el contexto, a ver por donde empezaría a preguntar.
Hace unos días, le llegó la noticia de que el Día del Bosque se celebraría en Claro un pequeño pueblo habitado por elfos y humanos, no muy lejos de por donde andaba. El elfo quedó muy convencido de que sería buena idea aprovechar el evento para seguir reuniendo información acerca del paradero de su hermano. Arzhak ya llevaba mucho tiempo desaparecido, y se negaba a creer la historia construida por Kaeltha, a pesar de que todos los hechos apuntaban a que tenía razón. El orgullo de Aranarth negaba totalmente cualquier posibilidad de que su hermano haya traicionado a su clan, su familia y su sangre.
También se preguntaba que sería de Kaeltha ¿Habría llegado sana y salva al pueblo? ¿Cómo se había tomado el senado su regreso, se habrán creído su historia? Era extraño, porque esas preguntas le provocaban sentimientos mezclados y contradictorios, el sabía lo mucho que quería a Kaeltha, pero parecía estar haciéndolo todo mal, cosa que enfadaba mucho a Aranarth.
Para evitar pensar en esas cosas, tarareaba una antigua canción que no podía quitarse de su cabeza, los versos de:
"Cuando el sol despierte estará de tu lado,
y caminaré muchas millas antes de dormir,
y caminaré muchas millas antes de morir."
y caminaré muchas millas antes de dormir,
y caminaré muchas millas antes de morir."
Era una especie de vínculo mágico el que lo unía con la canción acompañaba sus días y sedaba sus noches, y aún mas se convenció de ello cuando llegó al pueblo y escuchó los mismos coros que se habían fundido en su cabeza después de tanto repetirlos. No podía creerlo, alucinaba, el poblado estaba repleto de elfos, adornado con ramajes y flores especiales que perfumaban el ambiente, recibiéndolo como una madre recibe a su primogénito después de su primer gran viaje. Extasiado por la experiencia, dio unos pasos para apoyarse al costado de los establos, a descansar las piernas y analizar el contexto, a ver por donde empezaría a preguntar.
Aranarth Thal'Dael
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Re: ¡Bienvenidos a la Fiesta del Bosque! [Grupal] [Libre]
Caminando por los alrededores de aquella fiesta algo preocupada de los niños elfos ya que se juntaban con niños humanos y eso me causaba desconfianza, como siempre junto a los niños jugaba con ellos y cuidaba de que no se lastimen. era un día muy ocupado ya que todos corrían por todas partes y no podía perderles de vista a ninguno de los elfos. A los niños humanos no le prestaba atención ya que no eran de nuestra raza. Podía notar como era la atención de algunos hombres ya que mi ropa siempre fue algo "libre" por así decirlo ya que apenas tapaba algunas zonas de mi cuerpo.
-"Vaya... esto es muy complicado.. los niños están muy emocionados hoy"
Me había dicho a mi misma mientras deje a los niños por un momento y buscar algo de comer, yendo a la zona de comida me busque algunas frutas y me fui a sentar contra un árbol a descansar, una de las elfas me entrego a su bebé para que lo cuidara unos momentos y acepte con gusto, teniendo al bebe en mis brazos al bebe comía de aquella fruta que había agarrado anteriormente, mirando a mi alrededor como siempre, observadora y atenta a todo lo que pudiese pasar, disfrutando de la fruta y la música y el cálido tacto del bebe en mis brazos cuando la elfa volvió y se llevo al bebé, algo aburrida y pensativa cuando vi a alguien conocida, a caso era Kaeltha? como se atrevía a venir sabiendo que estaba desterrada... no pude ver bien su rostro pero sabia que era ella, me habia sorprendido que nadie se diera cuenta todavia, me levante del suelo para empezar a caminar tras ella y tomarla del hombro donde la detuve y espere a que se diera la vuelta para que me mire, algo molesta y emocionada trataba de contenerme y no alarmar a nadie y en voz baja,como siempre cuando trataba de hablar con alguien le dije
"Kaeltha... eres tu? si es asi... sigueme... iremos a un lugar mas tranquilo..
-"Vaya... esto es muy complicado.. los niños están muy emocionados hoy"
Me había dicho a mi misma mientras deje a los niños por un momento y buscar algo de comer, yendo a la zona de comida me busque algunas frutas y me fui a sentar contra un árbol a descansar, una de las elfas me entrego a su bebé para que lo cuidara unos momentos y acepte con gusto, teniendo al bebe en mis brazos al bebe comía de aquella fruta que había agarrado anteriormente, mirando a mi alrededor como siempre, observadora y atenta a todo lo que pudiese pasar, disfrutando de la fruta y la música y el cálido tacto del bebe en mis brazos cuando la elfa volvió y se llevo al bebé, algo aburrida y pensativa cuando vi a alguien conocida, a caso era Kaeltha? como se atrevía a venir sabiendo que estaba desterrada... no pude ver bien su rostro pero sabia que era ella, me habia sorprendido que nadie se diera cuenta todavia, me levante del suelo para empezar a caminar tras ella y tomarla del hombro donde la detuve y espere a que se diera la vuelta para que me mire, algo molesta y emocionada trataba de contenerme y no alarmar a nadie y en voz baja,como siempre cuando trataba de hablar con alguien le dije
"Kaeltha... eres tu? si es asi... sigueme... iremos a un lugar mas tranquilo..
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Re: ¡Bienvenidos a la Fiesta del Bosque! [Grupal] [Libre]
Ingela nunca había estado en un poblado de elfos, así que estaba emocionada al máximo y no se podía contener. La música, los colores, los aromas, las risas, la belleza de los elfos la llevaban más allá de la fascinación -¡Es todo tan mágico!- se decía -¡Son tan altos! ¡Tan guapos!- pensaba mientras admiraba una daga que resplandecía entre sus manos, era tan plateada y brillante que su imagen se reflejaba en la hoja; no podía creer que fuera de hierro. Y el mango era tan elaborado, tan bien acabada y liviana. Era perfecta. Aquel puesto le fascinó, todo lleno de objetos brillantes que la incandilaban.
Había llegado la noche anterior y se aseguró una cama en un hospedaje, la habitación la compartía con tres personas más, lo que le generó un poco de desconfianza y dejó sus cosas en el baúl que le asignaron, bajo llave. Tenía que ser precavida. Pero olvidando aquello y volviendo al hecho de que estaba en un poblado de elfos... ¡era hora de comer!
Habían muchos pequeños puestos, uno al lado del otro, que expedían aromas hechiceros. Unos dulces, otros salados, varios picantes y algunos que no sabía describir, ella quería probarlo todo. Se detuvo en un puesto en el que vendían unas bolitas asadas incrustadas en un palito. Olían delicioso. -Deme una- pidió amablemente y la mujer le pasó el palito diciendo -Luego va a querer más, le recomiendo que pida otras dos-. Ingela sonrió -Con uno bastará- dijo con seguridad. Pagó y se fue comiendo, mirando su próximo objetivo. Pero al dar cinco pasos más, ya había terminado el pincho y quería más. Giró sobre sus talones y se apresuró de vuelta. La mujer al verla se echó a reír -Le dije que pidiera más...- le dijo risueña. -Bueno, sí, tenía razón deme dos más- le dijo ansiosa. Recibió los palitos, echándose casi encima del puesto. -Son maravillosos, ¿de qué están hechos?- dijo con la boca llena -Son de colitas de lagartija- dijo la cocinera con una enorme sonrisa.
La cara de suma felicidad de Ingela cambió por una de desagradable sorpresa cuando justo había tragado la última de las bolitas del pincho y escuchó aquello. Un lánguido "ay" salió de su boca y tragó saliva. -Es... estaban deliciosas...- dijo sin saber si sentía ganas de vomitar o asumir que estaban deliciosas, y se marchó a buscar un poco de agua con la cual pasar las colitas.
Había llegado la noche anterior y se aseguró una cama en un hospedaje, la habitación la compartía con tres personas más, lo que le generó un poco de desconfianza y dejó sus cosas en el baúl que le asignaron, bajo llave. Tenía que ser precavida. Pero olvidando aquello y volviendo al hecho de que estaba en un poblado de elfos... ¡era hora de comer!
Habían muchos pequeños puestos, uno al lado del otro, que expedían aromas hechiceros. Unos dulces, otros salados, varios picantes y algunos que no sabía describir, ella quería probarlo todo. Se detuvo en un puesto en el que vendían unas bolitas asadas incrustadas en un palito. Olían delicioso. -Deme una- pidió amablemente y la mujer le pasó el palito diciendo -Luego va a querer más, le recomiendo que pida otras dos-. Ingela sonrió -Con uno bastará- dijo con seguridad. Pagó y se fue comiendo, mirando su próximo objetivo. Pero al dar cinco pasos más, ya había terminado el pincho y quería más. Giró sobre sus talones y se apresuró de vuelta. La mujer al verla se echó a reír -Le dije que pidiera más...- le dijo risueña. -Bueno, sí, tenía razón deme dos más- le dijo ansiosa. Recibió los palitos, echándose casi encima del puesto. -Son maravillosos, ¿de qué están hechos?- dijo con la boca llena -Son de colitas de lagartija- dijo la cocinera con una enorme sonrisa.
La cara de suma felicidad de Ingela cambió por una de desagradable sorpresa cuando justo había tragado la última de las bolitas del pincho y escuchó aquello. Un lánguido "ay" salió de su boca y tragó saliva. -Es... estaban deliciosas...- dijo sin saber si sentía ganas de vomitar o asumir que estaban deliciosas, y se marchó a buscar un poco de agua con la cual pasar las colitas.
Ingela
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Re: ¡Bienvenidos a la Fiesta del Bosque! [Grupal] [Libre]
El elfo estaba a la sombra, casi perdiéndose entre las vetas de la madera que formaban las paredes laterales de los establos del poblado. La festividad era increíble, le recordaba mucho a las grandes fiestas de los altos elfos del clan, pero eran otras épocas en las que todo abundaba y el espíritu era otro, hoy las fiestas servían mas para disfrazar los pesares y el miedo que los pueblos guardan mas que para celebrar la vida, y eso Aranarth lo entendía muy bien.
Observaba con mucho entusiasmo los puestos de armas, pues si había algo que respetaba y admiraba era el trabajo de sus hermanos. También se divertía viendo a los niños jugar, le recordaba a su niñez: corretear entre la gente persiguiendo e inventando juegos con los otros niños, aunque le parecía que habían demasiados niños humanos y niños elfos juntos, eso le preocupaba un poco, pues consideraba a los humanos inferiores, los toleraba, pero no les guardaba mucho aprecio.
La música le fascinaba, las melodías por lo general le hacían perder la noción del tiempo y el espacio, y era algo que a veces le asustaba, porque necesitaba tener toda la atención posible antes de empezar actuar. De hecho se distrajo tanto que empezó a fijar su atención en una chica, no parecía una elfa, pero la escena que había montado en el puesto de comida le había hecho mucha gracia, al ver que se acercaba, decidió hablarle. -¿No estás acostumbrada a la gastronomía élfica, verdad?- Le dijo con tono sarcástico pero amigable, y una sonrisa que buscaba complicidad.
Observaba con mucho entusiasmo los puestos de armas, pues si había algo que respetaba y admiraba era el trabajo de sus hermanos. También se divertía viendo a los niños jugar, le recordaba a su niñez: corretear entre la gente persiguiendo e inventando juegos con los otros niños, aunque le parecía que habían demasiados niños humanos y niños elfos juntos, eso le preocupaba un poco, pues consideraba a los humanos inferiores, los toleraba, pero no les guardaba mucho aprecio.
La música le fascinaba, las melodías por lo general le hacían perder la noción del tiempo y el espacio, y era algo que a veces le asustaba, porque necesitaba tener toda la atención posible antes de empezar actuar. De hecho se distrajo tanto que empezó a fijar su atención en una chica, no parecía una elfa, pero la escena que había montado en el puesto de comida le había hecho mucha gracia, al ver que se acercaba, decidió hablarle. -¿No estás acostumbrada a la gastronomía élfica, verdad?- Le dijo con tono sarcástico pero amigable, y una sonrisa que buscaba complicidad.
Aranarth Thal'Dael
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Re: ¡Bienvenidos a la Fiesta del Bosque! [Grupal] [Libre]
En aquel día en donde el sol iluminaba fuertemente las calles de Lunargenta provocando de esa manera un calor insoportable, todo se tornaba muy aburrido, no había nada qué hacer, nadie contra quién luchar, nada qué investigar, ni siquiera había nada qué comer y por todo esto no tuve de otra que salí a pasear.
Después de un rato de caminata no pude encontrar nada que me pareciera emocionante o por lo menos entretenido, de hecho, con caminar solamente terminé por sentirme solo a pesar de estar rodeado de una gran multitud de humanos, no obstante, fue entonces cuando mis profundos pensamientos fueron interrumpidos por una voz -Bla bla bla- Bueno, realmente no tengo idea de qué dijo ya que no presté atención.
No creí que la conversación fuese conmigo así que seguí caminando -Chico, aquí- Se escuchó de alguien con un tono alegre -(No puede ser, alguien quiere hablarme. Bueno, no me queda de otra que interactuar)- Pensé mientras volteaba hacia el origen de aquella voz y fue así cuando descubrí que se trataba de un elfo que conducía una carreta llena de más elfos -¿No vas a la fiesta?- Me preguntó curioso -No… ¿Cuál fiesta?- Respondí, ahora por su culpa tenía dudas en mi cabeza -¿Estás bromeando? La fiesta que se hará en Claro, un pueblo fronterizo con Sandorai- Dijo con su tono de alegría y cordialidad.
La conversación seguía y yo me sentía como un completo ignorante ¿Desde cuándo había algo llamado Claro? Jamás había escuchado algo de eso, pero si se trataba de una fiesta entonces encontraría comida -Oh, Claro, por supuesto que voy- Dije con seguridad -Entonces sube, todos iremos- Me invitó amablemente y acepté su petición a pesar de que de pequeño me habían enseñado a no subir a carretas desconocidas, pero eran elfos así que no habría problema.
Desperté finalmente después de que el viaje terminara y nos detuviéramos en Claro, en algún momento me dormí al no soportar el aburrimiento de escuchar al grupo de elfos cantando la misma canción, una y otra vez, por horas; pero dejando eso de lado, seguí a mis homólogos que al bajar de la carreta se separaron para explorar el lugar tan festivo.
Las calles estaban llenas de personas alegres y de niños jugando por todos lados, habían adornos de flores y hojas colocados en diferentes partes para dar una buena ambientación, las canciones y los juegos contagiaban la alegría y diversión que lograban hacerme sentir vivo, pero lo que realmente llamó mi atención no fue más que los puestos de comida -Qué delicia, no sé qué sean esas cosas pero seguramente tendrán un buen sabor- Dije para luego dirigirme hacia el puesto más cercano y probar lo primero que encontrara.
Desafortunadamente, nada era gratis, como siempre, pero al ver los precios tan bajos no me quejé en lo absoluto, así que no me contuve y me dispuse a comprar todo lo que estuviera a mi alcance y vaya que valió la pena gastar unos cuantos aeros, pues el sabor de cada comida era increíblemente delicioso.
Probé lo dulce, lo salado y lo ácido; lo suave, lo crujiente y lo que se derretía al masticar, y con cada comida llegué a experimentar la cima del placer, pero no me era suficiente, así que sabiendo cuál era el sabor de cada comida decidí probar algunos al mismo tiempo para encontrar de esa forma nuevos sabores.
Caminé de un lado a otro para hacer mis combinaciones y después de unos segundos noté que algunos pocos también hacían lo mismo y quedaban maravillados con sus resultados... Y otros quedaban arrepentidos, pero al parecer fui el que los inspiró a mezclar -(Interesante)- Pensé para luego dejar que una leve sonrisa se dibujara en mi rostro, realmente estaba disfrutando de la fiesta a pesar de no saber cuál era el motivo de tal celebración.
Después de un rato de caminata no pude encontrar nada que me pareciera emocionante o por lo menos entretenido, de hecho, con caminar solamente terminé por sentirme solo a pesar de estar rodeado de una gran multitud de humanos, no obstante, fue entonces cuando mis profundos pensamientos fueron interrumpidos por una voz -Bla bla bla- Bueno, realmente no tengo idea de qué dijo ya que no presté atención.
No creí que la conversación fuese conmigo así que seguí caminando -Chico, aquí- Se escuchó de alguien con un tono alegre -(No puede ser, alguien quiere hablarme. Bueno, no me queda de otra que interactuar)- Pensé mientras volteaba hacia el origen de aquella voz y fue así cuando descubrí que se trataba de un elfo que conducía una carreta llena de más elfos -¿No vas a la fiesta?- Me preguntó curioso -No… ¿Cuál fiesta?- Respondí, ahora por su culpa tenía dudas en mi cabeza -¿Estás bromeando? La fiesta que se hará en Claro, un pueblo fronterizo con Sandorai- Dijo con su tono de alegría y cordialidad.
La conversación seguía y yo me sentía como un completo ignorante ¿Desde cuándo había algo llamado Claro? Jamás había escuchado algo de eso, pero si se trataba de una fiesta entonces encontraría comida -Oh, Claro, por supuesto que voy- Dije con seguridad -Entonces sube, todos iremos- Me invitó amablemente y acepté su petición a pesar de que de pequeño me habían enseñado a no subir a carretas desconocidas, pero eran elfos así que no habría problema.
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Desperté finalmente después de que el viaje terminara y nos detuviéramos en Claro, en algún momento me dormí al no soportar el aburrimiento de escuchar al grupo de elfos cantando la misma canción, una y otra vez, por horas; pero dejando eso de lado, seguí a mis homólogos que al bajar de la carreta se separaron para explorar el lugar tan festivo.
Las calles estaban llenas de personas alegres y de niños jugando por todos lados, habían adornos de flores y hojas colocados en diferentes partes para dar una buena ambientación, las canciones y los juegos contagiaban la alegría y diversión que lograban hacerme sentir vivo, pero lo que realmente llamó mi atención no fue más que los puestos de comida -Qué delicia, no sé qué sean esas cosas pero seguramente tendrán un buen sabor- Dije para luego dirigirme hacia el puesto más cercano y probar lo primero que encontrara.
Desafortunadamente, nada era gratis, como siempre, pero al ver los precios tan bajos no me quejé en lo absoluto, así que no me contuve y me dispuse a comprar todo lo que estuviera a mi alcance y vaya que valió la pena gastar unos cuantos aeros, pues el sabor de cada comida era increíblemente delicioso.
Probé lo dulce, lo salado y lo ácido; lo suave, lo crujiente y lo que se derretía al masticar, y con cada comida llegué a experimentar la cima del placer, pero no me era suficiente, así que sabiendo cuál era el sabor de cada comida decidí probar algunos al mismo tiempo para encontrar de esa forma nuevos sabores.
Caminé de un lado a otro para hacer mis combinaciones y después de unos segundos noté que algunos pocos también hacían lo mismo y quedaban maravillados con sus resultados... Y otros quedaban arrepentidos, pero al parecer fui el que los inspiró a mezclar -(Interesante)- Pensé para luego dejar que una leve sonrisa se dibujara en mi rostro, realmente estaba disfrutando de la fiesta a pesar de no saber cuál era el motivo de tal celebración.
Rauko
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Re: ¡Bienvenidos a la Fiesta del Bosque! [Grupal] [Libre]
¡B...Bienvenidos a nuestro hogar! Hoy celebramos el Día del Bosque, una fiesta élfica...-
-Continúa...-
-...a la que que nos congratula invitarte. Ven, siéntate con nosotros y ¡disfruta!...-Pronunció el elfo, mientras que su mejilla estaba aferrada al suelo y apenas lograba observar lo que decía el papel, esforzándose lo suficiente para no perder la vida bajo mis heladas manos. No tuve remordimiento, y fui clavando mis afiladas uñas por la nuca del joven, obligándolo a que chillara del dolor. Una poderosa brisa invadió la escena, logrando que empezase a hacer frío en la desolada zona donde apenas los animales eran capaces de ser espectadores.
-Interesante... ¿Estás entusiasmado por ir?.-Pregunté con ironía, agarrándolo del cabello y atrayéndolo agresivamente para verlo a los ojos, frente a frente, haciendo gala de mis extrañas expresiones humorísticas. Él, sin desarrollar la capacidad de mantener la calma, me suplicó con su mirada, quizá creyendo que iba a arrepentirme de lo que estaba a punto de proceder.
-S...Sí señor...-Tartamudeó por enésima vez, sintiendo suficiente ardor en el cuello por los recientes dedos incrustados. El hombre temblaba como lo haría un niño viendo a su peor pesadilla. El iris parecía querer reducirse al tamaño de las pupilas, y la esclerótica se enrojecía hasta opacar el típico color blanquecino de éstas. Había llegado la hora de terminar con la discusión, así que no tardé en desenvainar mi espada con la mano izquierda y girar el rostro del pobre muchacho hacia adelante, siendo completamente misericordioso como para dejar su cabeza sea cercenada antes que alguna otra extremidad.
Justo cuando el objeto ya estaba a punto de atravesarle la piel, una silueta se exhibió detrás mío y consiguió bloquear el ataque con un buen manejo del florete. Eventualmente, mi perplejidad fue tenaz, pero no retrocedí en ningún momento, si no que empujé el acero de mi contrincante hacia adelante para distanciar los cuerpos. Al levantar la cabeza, examiné velozmente su rostro para asegurarme de su identidad.
-No veo la necesidad de matarlo, Paul.-Vociferó el misterioso tipo, exhibiendo ahora su rostro fuera de las sombras que de alguna manera escondían sus rasgos. Era Gonzalo, el actual compañero del taller. La tranquilidad se apoderó de mi alma, dado que era él. - Anda, lárgate. Si dices algo, me encargaré de ser yo el que te decapite.-El ex pirata le regaló una mirada de desprecio al elfo, quien empezó a correr despavorido.
-Entonces... ¿Irás?...-
Apenas preguntó, conociendo de antemano la respuesta. Sonreí con una de las cotidianas alegrías bufonas que tanto caracterizan mi presencia vampírica.
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El lugar estaba inmensamente colorido. Habían niños gritando de modo exagerado, logrando que Gonzalo debiera taparse de los oídos de tan irritante sonido. Fui examinando el lugar y solamente en encontraba con velas, antorchas, y otros elementos usados para que la zona estuviese iluminada. "Claro" no parecía ser un pueblo apagado, si no que más bien sano y activo. Los elfos se conocían de unos a otros, y ser un vampiro en la infinita cantidad de orejudos podría ser un problema tenaz.
La gente comenzó a observarme, como si buscaran una explicación del por qué nuestros rasgos se veían tan apagados, facciones reservadas y movimientos indescifrables. -Última vez que vengo a éstos lugares...-Susurró el hombre, siguiendo mis pasos y esquivando las personas para evitar chocarse con alguien. Por otro lado, también noté sus gestos de aburrimiento.
-Anda, Gonzalo... ¡Disfruta lo que tienes alrededor tuyo!-Sin más preámbulo, le propiné un puñetazo en el brazo al tipo, logrando que él diera algunos pasos hacia atrás. -¿Recuerdas cuando eras un pirata? Ibas de ciudad en ciudad buscando chicas y bebiéndote todo el alcohol que veías...-Teatralmente, actué cada palabra, tomándome en serio las imágenes que llevaban a mi cabeza de aquellos tiempos.
-Sí, sí...-El moreno no tardó en llevar su mano en la frente, frotándose el rostro bruscamente. Percibí que el joven inhaló un buen fragmento de aire, y acto seguido, apartó su extremidad de la cara y abrió sus ojos como platos. -No soy el único dragón aquí...-Volvió a oler, hasta que lentamente fue girando el rostro hacia una mujer de cabellos rizos y amarillos como el mismísimo sol.
-Interesante...-Quedé hipnotizado en la belleza de la señorita, y caminé en su dirección para hablarle de algún tema en específico, dejando todo en manos de la improvisación. Sin embargo, se hizo presente un elfo de toda la multitud que había.
-Uhm, tendrás que esperar.-
-Continúa...-
-...a la que que nos congratula invitarte. Ven, siéntate con nosotros y ¡disfruta!...-Pronunció el elfo, mientras que su mejilla estaba aferrada al suelo y apenas lograba observar lo que decía el papel, esforzándose lo suficiente para no perder la vida bajo mis heladas manos. No tuve remordimiento, y fui clavando mis afiladas uñas por la nuca del joven, obligándolo a que chillara del dolor. Una poderosa brisa invadió la escena, logrando que empezase a hacer frío en la desolada zona donde apenas los animales eran capaces de ser espectadores.
-Interesante... ¿Estás entusiasmado por ir?.-Pregunté con ironía, agarrándolo del cabello y atrayéndolo agresivamente para verlo a los ojos, frente a frente, haciendo gala de mis extrañas expresiones humorísticas. Él, sin desarrollar la capacidad de mantener la calma, me suplicó con su mirada, quizá creyendo que iba a arrepentirme de lo que estaba a punto de proceder.
-S...Sí señor...-Tartamudeó por enésima vez, sintiendo suficiente ardor en el cuello por los recientes dedos incrustados. El hombre temblaba como lo haría un niño viendo a su peor pesadilla. El iris parecía querer reducirse al tamaño de las pupilas, y la esclerótica se enrojecía hasta opacar el típico color blanquecino de éstas. Había llegado la hora de terminar con la discusión, así que no tardé en desenvainar mi espada con la mano izquierda y girar el rostro del pobre muchacho hacia adelante, siendo completamente misericordioso como para dejar su cabeza sea cercenada antes que alguna otra extremidad.
Justo cuando el objeto ya estaba a punto de atravesarle la piel, una silueta se exhibió detrás mío y consiguió bloquear el ataque con un buen manejo del florete. Eventualmente, mi perplejidad fue tenaz, pero no retrocedí en ningún momento, si no que empujé el acero de mi contrincante hacia adelante para distanciar los cuerpos. Al levantar la cabeza, examiné velozmente su rostro para asegurarme de su identidad.
-No veo la necesidad de matarlo, Paul.-Vociferó el misterioso tipo, exhibiendo ahora su rostro fuera de las sombras que de alguna manera escondían sus rasgos. Era Gonzalo, el actual compañero del taller. La tranquilidad se apoderó de mi alma, dado que era él. - Anda, lárgate. Si dices algo, me encargaré de ser yo el que te decapite.-El ex pirata le regaló una mirada de desprecio al elfo, quien empezó a correr despavorido.
-Entonces... ¿Irás?...-
Apenas preguntó, conociendo de antemano la respuesta. Sonreí con una de las cotidianas alegrías bufonas que tanto caracterizan mi presencia vampírica.
______________________________________________
El lugar estaba inmensamente colorido. Habían niños gritando de modo exagerado, logrando que Gonzalo debiera taparse de los oídos de tan irritante sonido. Fui examinando el lugar y solamente en encontraba con velas, antorchas, y otros elementos usados para que la zona estuviese iluminada. "Claro" no parecía ser un pueblo apagado, si no que más bien sano y activo. Los elfos se conocían de unos a otros, y ser un vampiro en la infinita cantidad de orejudos podría ser un problema tenaz.
La gente comenzó a observarme, como si buscaran una explicación del por qué nuestros rasgos se veían tan apagados, facciones reservadas y movimientos indescifrables. -Última vez que vengo a éstos lugares...-Susurró el hombre, siguiendo mis pasos y esquivando las personas para evitar chocarse con alguien. Por otro lado, también noté sus gestos de aburrimiento.
-Anda, Gonzalo... ¡Disfruta lo que tienes alrededor tuyo!-Sin más preámbulo, le propiné un puñetazo en el brazo al tipo, logrando que él diera algunos pasos hacia atrás. -¿Recuerdas cuando eras un pirata? Ibas de ciudad en ciudad buscando chicas y bebiéndote todo el alcohol que veías...-Teatralmente, actué cada palabra, tomándome en serio las imágenes que llevaban a mi cabeza de aquellos tiempos.
-Sí, sí...-El moreno no tardó en llevar su mano en la frente, frotándose el rostro bruscamente. Percibí que el joven inhaló un buen fragmento de aire, y acto seguido, apartó su extremidad de la cara y abrió sus ojos como platos. -No soy el único dragón aquí...-Volvió a oler, hasta que lentamente fue girando el rostro hacia una mujer de cabellos rizos y amarillos como el mismísimo sol.
-Interesante...-Quedé hipnotizado en la belleza de la señorita, y caminé en su dirección para hablarle de algún tema en específico, dejando todo en manos de la improvisación. Sin embargo, se hizo presente un elfo de toda la multitud que había.
-Uhm, tendrás que esperar.-
Paul Brown Moreau
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Re: ¡Bienvenidos a la Fiesta del Bosque! [Grupal] [Libre]
-...colitas de lagartija...- retumbaba en su mente. Escalofríos le subían y bajaban por la espalda. Caminaba estremeciéndose, haciendo ruiditos. Sollozaba lamentándose de no haber preguntado antes lo que se llevaba a la boca. El preguntar era una norma básica, le había dicho su oma Elle, ¡básica! Si viajas, llegarás a lugares con costumbres extrañas, muy diferentes a las que conoces, comportamientos, hábitos y sobre todo: comida. Ingela lo había olvidado y se sentía avergonzada consigo misma y con su adorada Elle. Además la señora del puesto había reído tanto que todavía escuchaba sus carcajadas.
Necesitaba pasar el mal rato pronto, le urgía agua y todo lo bebestible que veía eran brebajes élficos que ahora le asustaba probar -¿Y si son jugos de entrañas de lagartijas? ¿O sorbetes de ojos de lagartijas? Muy guapos y elegantes y hábiles herreros, pero... ¿comer lagartijas?- pensaba y retomaba a sus lamentos.
Resignada estaba a que sí, había comido lagartijas, aunque fueran solo las colas, lagartijas al fin y al cabo. La imagen mental era terrible; miles de colitas que se sacudían en su estómago -¡¡Santa madre dragona, voy a vomitar!! ¡Voy a vomitar!- pensaba mientras avanzaba buscando agua. -¿No estás acostumbrada a la comida élfica, verdad?- escuchó que le dijeron. -No, para nada, es la primera vez que estoy en un pueblo de elfos- respondió sin pensar mucho en lo que decía o en verificar quién le hablaba. Levantó la mirada y se encontró con un elfo que la miraba divertido. Era alto, como todos los elfos, de estampa gallarda y guapo, guapísimo, pero eso también era característica de la raza. Por un momento olvidó lo de las colitas y sonrió -Soy Ingela- le dijo sin poder controlar su cara de tonta por un instante, pero ni bien se dio cuenta de que casi se le escurría la baba, recobró la compostura.
Necesitaba pasar el mal rato pronto, le urgía agua y todo lo bebestible que veía eran brebajes élficos que ahora le asustaba probar -¿Y si son jugos de entrañas de lagartijas? ¿O sorbetes de ojos de lagartijas? Muy guapos y elegantes y hábiles herreros, pero... ¿comer lagartijas?- pensaba y retomaba a sus lamentos.
Resignada estaba a que sí, había comido lagartijas, aunque fueran solo las colas, lagartijas al fin y al cabo. La imagen mental era terrible; miles de colitas que se sacudían en su estómago -¡¡Santa madre dragona, voy a vomitar!! ¡Voy a vomitar!- pensaba mientras avanzaba buscando agua. -¿No estás acostumbrada a la comida élfica, verdad?- escuchó que le dijeron. -No, para nada, es la primera vez que estoy en un pueblo de elfos- respondió sin pensar mucho en lo que decía o en verificar quién le hablaba. Levantó la mirada y se encontró con un elfo que la miraba divertido. Era alto, como todos los elfos, de estampa gallarda y guapo, guapísimo, pero eso también era característica de la raza. Por un momento olvidó lo de las colitas y sonrió -Soy Ingela- le dijo sin poder controlar su cara de tonta por un instante, pero ni bien se dio cuenta de que casi se le escurría la baba, recobró la compostura.
Ingela
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Re: ¡Bienvenidos a la Fiesta del Bosque! [Grupal] [Libre]
Aranarth sabía lo que era perder la compostura en una cultura distinta, prestando vulnerabilidad a cosas tan triviales, como la propia comida. No se interesaba mucho por la gente ajena a su raza, pero si había algo que le parecía importante era representar con integridad a su gente, con buenas impresiones y tratos cordiales.
A pesar de que que la muchacha estar apurada, Aranarth respetó el gesto de la chica al detenerse y presentarse.
Le parecía muy atractiva a pesar de no ser elfa, tenía los cabellos dorados y facciones muy delicadas, parecía muy frágil, pero algo en su semblante indicaba que no podía ser una humana corriente aunque eso podía ser simplemente una suposición del elfo. Lo que mas le sorprendió fue su sonrisa, la gente en esos tiempos no acostumbraba entregar tanta confianza.
Quizás podía saber algo, tomar algo de información, pero las formalidades siempre iban primero. -Encantado Ingela, mi nombre es Aranarth, que las estrellas bendigan tu camino.- Dijo devolviendo una sonrisa que indicaba mas soberbia que humildad. -Nuestras tradiciones gastronómicas no parecen coincidir en mucho entonces, pero tranquila en esta festividad nadie te dará nada que te envenene.- Dijo con una expresión burlona pero amigable. -¿Es del norte que vienes?- Le preguntó con curiosidad, mientras se acercaba unos pasos, exagerando la firmeza de su cuerpo.
A pesar de que que la muchacha estar apurada, Aranarth respetó el gesto de la chica al detenerse y presentarse.
Le parecía muy atractiva a pesar de no ser elfa, tenía los cabellos dorados y facciones muy delicadas, parecía muy frágil, pero algo en su semblante indicaba que no podía ser una humana corriente aunque eso podía ser simplemente una suposición del elfo. Lo que mas le sorprendió fue su sonrisa, la gente en esos tiempos no acostumbraba entregar tanta confianza.
Quizás podía saber algo, tomar algo de información, pero las formalidades siempre iban primero. -Encantado Ingela, mi nombre es Aranarth, que las estrellas bendigan tu camino.- Dijo devolviendo una sonrisa que indicaba mas soberbia que humildad. -Nuestras tradiciones gastronómicas no parecen coincidir en mucho entonces, pero tranquila en esta festividad nadie te dará nada que te envenene.- Dijo con una expresión burlona pero amigable. -¿Es del norte que vienes?- Le preguntó con curiosidad, mientras se acercaba unos pasos, exagerando la firmeza de su cuerpo.
Aranarth Thal'Dael
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Re: ¡Bienvenidos a la Fiesta del Bosque! [Grupal] [Libre]
MENCIÓN: Arlen Jardir
INTERACCIÓN: Arlen Jardir
INTERACCIÓN: Arlen Jardir
Tauriel y Arlen continuaban su periplo. Quién diría que al final sus destinos estarían unidos desde el principio al final. Sin embargo, aún no habían hallado lo que realmente deseaban: a sus respectivos padres. El brujo y el elfo seguían desaparecidos después de tantos y tantos años. Y allí estaban la elfa y el brujo buscando una solución. Buscando completar sus historias e identidades. Pero hasta el momento…La búsqueda proseguía sin más.
Tauriel conocía todo lo que tenía que ver con su cultura. A fin de cuentas su edad y experiencia la habían convertido en una elfa sabia y nunca pasaba un año en el que no paseara durante unas horas por las fiestas de Claro. Era un buen lugar para reencontrarse con familiares, viejos amigos y antiguos compañeros de viaje. Aunque bueno, ahora no iba sola y eso podía resultar un problema. Por ello habían dialogado y planeado en cierta medida su visita. Arlen era un brujo y su magia podía ser detectada por los elfos. Pero había hecho una promesa y le costaba protegerle si su propia raza se volvía en su contra. Aunque…¿no era en parte también la de él?
…
Después de convencer al brujo, Tauriel lo arrastró hasta la ciudad del Claro. No sin antes pisar el lugar más sagrado para ella en todos los sentidos: el Bosque de Sandorai. –Bueno, no te preocupes demasiado. No mires a ningún elfo fijamente y evitaremos problemas- le aconsejó mientras entraban en la ciudad. La música inundaba las calles, así como las voces de la gran cantidad de seres que paseaban por ellas. Tauriel agarró con fuerza las riendas de su caballo y entró andando, -Se me olvidó preguntarte…¿has visitado alguna vez este lugar?- le preguntó a su peculiar compañero mientras se habrían camino con ambos corceles. –Deberíamos buscar un establo donde dejar a los caballos- apuntó en voz alta.
Tauriel conocía todo lo que tenía que ver con su cultura. A fin de cuentas su edad y experiencia la habían convertido en una elfa sabia y nunca pasaba un año en el que no paseara durante unas horas por las fiestas de Claro. Era un buen lugar para reencontrarse con familiares, viejos amigos y antiguos compañeros de viaje. Aunque bueno, ahora no iba sola y eso podía resultar un problema. Por ello habían dialogado y planeado en cierta medida su visita. Arlen era un brujo y su magia podía ser detectada por los elfos. Pero había hecho una promesa y le costaba protegerle si su propia raza se volvía en su contra. Aunque…¿no era en parte también la de él?
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Después de convencer al brujo, Tauriel lo arrastró hasta la ciudad del Claro. No sin antes pisar el lugar más sagrado para ella en todos los sentidos: el Bosque de Sandorai. –Bueno, no te preocupes demasiado. No mires a ningún elfo fijamente y evitaremos problemas- le aconsejó mientras entraban en la ciudad. La música inundaba las calles, así como las voces de la gran cantidad de seres que paseaban por ellas. Tauriel agarró con fuerza las riendas de su caballo y entró andando, -Se me olvidó preguntarte…¿has visitado alguna vez este lugar?- le preguntó a su peculiar compañero mientras se habrían camino con ambos corceles. –Deberíamos buscar un establo donde dejar a los caballos- apuntó en voz alta.
Tauriel
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Re: ¡Bienvenidos a la Fiesta del Bosque! [Grupal] [Libre]
Por fin encontró un buen sitio para dejar sus cosas y descansar si fuese necesario. A Helyare, a pesar de no gustarle mucho relacionarse con otras razas, le encantaba la festividad. Era de su raza, les daban la oportunidad a los demás de conocer lo que sería estar con seres como los elfos. Y se sentía orgullosa de los organizadores, pero algo de recelo le causaba el hecho de que era una fiesta para ellos. De su hogar, sus costumbres.
La elfa dejó el arco y el carcaj sobre la cama, cerró la puerta y se bajó a la calle con intención de seguir probando comida. Se sentía tan bien frente a los puestos. Era simple comida, pero llevaba tanto tiempo sin probar platos tradicionales que cualquier alimento de Sandorai evocaba recuerdos en su mente. Suspiró levemente y caminó por una de las callejuelas en las que había diversos puestos, entre los que había decoraciones y bisutería. Helyare se fijó en una pequeña tiara hecha con hojas metálicas, talladas en plata y la compró. No sabía cómo podría hacérsela llegar a su hermana, pero le hizo tanta ilusión ver esa pequeña diadema y pensar que Luinil podría llevarla en alguna festividad… Que no pensó en lo complicado de dársela. Tendría que contactar con alguien que quisiera hacerle el favor a cambio de algún favor monetario o de protección, y que fuera de fiar, que no fuese a huir con la tiara. Aunque… Si la pequeña elfa la recibía tampoco podría encontrar a su hermana mayor.
En un momento esa felicidad cayó convirtiéndose en tristeza. Pero como si una bomba se tratase, la tristeza pasó a ser miedo cuando notó que alguien la agarraba del hombro. Se giró de repente, golpeando el antebrazo de quien la sujetaba y pudo ver a una chica de su clan: Aalis.
Frunció el ceño al ver a la mujer. Una parte de ella la extrañaba, pero otra parte deseaba darle un puñetazo. Cuando Helyare aún paseaba por Sandorai, ella y Aalis habían tenido algunas diferencias, habían compartido entrenamientos y también algún que otro rifirrafe. Pero a pesar de esa rivalidad no se odiaban.
Los Eytherzair siempre luchaban por ser los mejores en todo y a veces surgían ciertas diferencias al ver que alguien destacaba. Era el caso de las dos elfas, competían por la misma posición social y Helyare la ganó, aunque ahora ya no tuviese nada que ver con el clan.
Pero parecía ir de buenas, además no estaba en posición de ofrecer mucha resistencia, estaba desarmada. Y por status, y por desgracia para ella, Aalis estaba en una posición mayor. Asintió levemente y se dirigió a una de las entradas de la ciudad, un lugar donde la gente pasaba pero ninguno se detenía a ver qué hacían los demás. El sitio perfecto para hablar. Sin embargo la elfa no dijo nada hasta que Aalis hablase primero.
Mención/Interactuación con: Aalis
La elfa dejó el arco y el carcaj sobre la cama, cerró la puerta y se bajó a la calle con intención de seguir probando comida. Se sentía tan bien frente a los puestos. Era simple comida, pero llevaba tanto tiempo sin probar platos tradicionales que cualquier alimento de Sandorai evocaba recuerdos en su mente. Suspiró levemente y caminó por una de las callejuelas en las que había diversos puestos, entre los que había decoraciones y bisutería. Helyare se fijó en una pequeña tiara hecha con hojas metálicas, talladas en plata y la compró. No sabía cómo podría hacérsela llegar a su hermana, pero le hizo tanta ilusión ver esa pequeña diadema y pensar que Luinil podría llevarla en alguna festividad… Que no pensó en lo complicado de dársela. Tendría que contactar con alguien que quisiera hacerle el favor a cambio de algún favor monetario o de protección, y que fuera de fiar, que no fuese a huir con la tiara. Aunque… Si la pequeña elfa la recibía tampoco podría encontrar a su hermana mayor.
En un momento esa felicidad cayó convirtiéndose en tristeza. Pero como si una bomba se tratase, la tristeza pasó a ser miedo cuando notó que alguien la agarraba del hombro. Se giró de repente, golpeando el antebrazo de quien la sujetaba y pudo ver a una chica de su clan: Aalis.
Frunció el ceño al ver a la mujer. Una parte de ella la extrañaba, pero otra parte deseaba darle un puñetazo. Cuando Helyare aún paseaba por Sandorai, ella y Aalis habían tenido algunas diferencias, habían compartido entrenamientos y también algún que otro rifirrafe. Pero a pesar de esa rivalidad no se odiaban.
Los Eytherzair siempre luchaban por ser los mejores en todo y a veces surgían ciertas diferencias al ver que alguien destacaba. Era el caso de las dos elfas, competían por la misma posición social y Helyare la ganó, aunque ahora ya no tuviese nada que ver con el clan.
Pero parecía ir de buenas, además no estaba en posición de ofrecer mucha resistencia, estaba desarmada. Y por status, y por desgracia para ella, Aalis estaba en una posición mayor. Asintió levemente y se dirigió a una de las entradas de la ciudad, un lugar donde la gente pasaba pero ninguno se detenía a ver qué hacían los demás. El sitio perfecto para hablar. Sin embargo la elfa no dijo nada hasta que Aalis hablase primero.
Mención/Interactuación con: Aalis
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Re: ¡Bienvenidos a la Fiesta del Bosque! [Grupal] [Libre]
-¿Es del norte que vienes?- le preguntó el apuesto elfo de nombre Aranarth. No se le iba a olvidar. -¡Sí! Justamente. ¿Cómo lo supo?- respondió alegre. -De Dundarak, bueno, realmente de las afueras. Mi villa antaño estaba separada de la ciudad y solo habitaban tres clanes, que además eran pequeños. Con el tiempo la ciudad creció así como la villa y por eso pareciera que fuese parte de la gran ciudad, pero realmente no es así. Ahora habitan más clanes, aunque los más importantes siguen siendo los mismos tres de hace 300 años.- continuó hablando por el simple hecho de que le gustaba hablar.
De repente guardó silencio y sonrió, sintió que estaba siendo demasiado confianzuda al decir tantas cosas a un perfecto extraño. -¿Sabe dónde puedo encontrar agua? Acabo de tener una terrible experiencia gastronómica y necesito agua plana, no jugos ni nada raro...- dijo tratando de sonar graciosa. Luego suspiró y dijo -Sinceramente, mi conocimiento de la comida élfica es exactamente igual a mi capacidad de control de la roca: nulo. Mi elemento es el fuego, el de la familia de mi padre es la roca, por eso no lo heredé.- dijo y se echó a reír.
Ya no tenía náuseas ni el asco remanente que había sentido tras las bolitas de colas de lagartija, de hecho, en ese momento sintió tanta hambre como sed. Eso era un estado permanente en ella, el hambre. Sus hermanos, familia y todos aquellos que conocía siempre tenían hambre. Los dragones necesitan comer mucho, ya que las transformaciones agotan mucha energía así como el órgano que genera el elemento, es por eso que ellos comen a menudo, sobre todo cuando ocupan su forma dragoniana más de lo habitual e Ingela adoraba volar, así que cada vez que podía, se transformaba y daba un paseo, llenando el cielo con sus llamas. Su padre la regañaba por eso, pero su oma Elle la reconfortaba diciéndole -Yo hago lo mismo, aunque últimamente sean más cortos- la abrazaba fuerte, reían y se servían galletas.
De repente guardó silencio y sonrió, sintió que estaba siendo demasiado confianzuda al decir tantas cosas a un perfecto extraño. -¿Sabe dónde puedo encontrar agua? Acabo de tener una terrible experiencia gastronómica y necesito agua plana, no jugos ni nada raro...- dijo tratando de sonar graciosa. Luego suspiró y dijo -Sinceramente, mi conocimiento de la comida élfica es exactamente igual a mi capacidad de control de la roca: nulo. Mi elemento es el fuego, el de la familia de mi padre es la roca, por eso no lo heredé.- dijo y se echó a reír.
Ya no tenía náuseas ni el asco remanente que había sentido tras las bolitas de colas de lagartija, de hecho, en ese momento sintió tanta hambre como sed. Eso era un estado permanente en ella, el hambre. Sus hermanos, familia y todos aquellos que conocía siempre tenían hambre. Los dragones necesitan comer mucho, ya que las transformaciones agotan mucha energía así como el órgano que genera el elemento, es por eso que ellos comen a menudo, sobre todo cuando ocupan su forma dragoniana más de lo habitual e Ingela adoraba volar, así que cada vez que podía, se transformaba y daba un paseo, llenando el cielo con sus llamas. Su padre la regañaba por eso, pero su oma Elle la reconfortaba diciéndole -Yo hago lo mismo, aunque últimamente sean más cortos- la abrazaba fuerte, reían y se servían galletas.
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Re: ¡Bienvenidos a la Fiesta del Bosque! [Grupal] [Libre]
El elfo en realidad no estaba seguro del origen de la chica, la suposición venía de la lejanía en el contexto y su forma de vestir y moverse. Poco sabía de las tierras mas al norte, y sus ojos se llenaban de sorpresa al escuchar lo que le decía. Le sorprendía no contar con la sensación de inferioridad que le transmitían los humanos, ya que estaba muy mal visto en el clan que un elfo pase demasiado tiempo con alguien de otras razas, eran dogmas instalados muy difíciles de ignorar. Había que ser lo mas diplomático posible para quizás obtener algo mas de información.
Se hizo el silencio durante unos segundos y justo cuando abría la boca para decir algo, la chica continuó. Pensó donde podría conseguir agua fresca, quizás podría cargar su odre en una vertiente cercana, o entrar a hurtadillas al pozo... o... ¿Dijo elementos? ¿Tierra, fuego? Eso no era cosa de humanos corrientes y en ese mismo momento comenzó a sospechar de que se trataba de una bruja, o algo por el estilo, pero todavía seguía siendo temprano para indagar mucho mas.
-¿Entonces eso quiere decir que estás ardiente?.- Le dijo con tono bromista, la chica hablaba bastante y a el no le molestaba en absoluto, le parecía muy simpático y después de todo era lo que él quería. Muchas veces los humanos de la zona evitaban hablar mucho con los elfos, mas si portaban los colores del clan, pero la chica no parecía distinta. Después de una pausa de segundos, continuó. -Si me acompañas podríamos llenar tu odre.- Comentó respetuosamente, tratando de recordar donde se encontraba el pozo. Todavía quería preguntarle de que se trataba todo eso de los elementos y sobre su tierra natal.
Se hizo el silencio durante unos segundos y justo cuando abría la boca para decir algo, la chica continuó. Pensó donde podría conseguir agua fresca, quizás podría cargar su odre en una vertiente cercana, o entrar a hurtadillas al pozo... o... ¿Dijo elementos? ¿Tierra, fuego? Eso no era cosa de humanos corrientes y en ese mismo momento comenzó a sospechar de que se trataba de una bruja, o algo por el estilo, pero todavía seguía siendo temprano para indagar mucho mas.
-¿Entonces eso quiere decir que estás ardiente?.- Le dijo con tono bromista, la chica hablaba bastante y a el no le molestaba en absoluto, le parecía muy simpático y después de todo era lo que él quería. Muchas veces los humanos de la zona evitaban hablar mucho con los elfos, mas si portaban los colores del clan, pero la chica no parecía distinta. Después de una pausa de segundos, continuó. -Si me acompañas podríamos llenar tu odre.- Comentó respetuosamente, tratando de recordar donde se encontraba el pozo. Todavía quería preguntarle de que se trataba todo eso de los elementos y sobre su tierra natal.
Aranarth Thal'Dael
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Re: ¡Bienvenidos a la Fiesta del Bosque! [Grupal] [Libre]
¡Todo era luz y alegría!. No habían combates, monstruos rabiosos, gente rompiéndose las sillas en la cabeza o todo lo que cualquiera se esperaría. Después de que mis secuaces se hayan separado de mí ante meses sin poder vernos, la ruptura de Talia, la embriaguez de Andy, y la confusión de Máyic nos había llevado a separarnos por un tiempo indefinido. Odiaba tener que irme solo a un lugar, y todo era por la costumbre de sentirme acompañado durante los últimos años. Allí estaba, con los brazos cruzados y escuchando una conversación que ni siquiera era mía. Gonzalo, por otro lado, se trasladaba de mesa en mesa, comiendo y tratando de evadir las bebidas alcohólicas. Gastronomía élfica; dulce y nutritiva, algo que un dragón como él se encargaría de disfrutar. Lo vi sonriente, a pesar de que las arrugas de la cara lo hiciesen ver peor, (o mejor, quién sabe). Inspeccioné a los dos jóvenes por largo tiempo, pero entre los lapsos fui moviendo mi cabeza de izquierda a derecha para no parecer un acosador como los típicos trovadores que te persiguen por dinero.
Crucé mis brazos, y pensé en mi entrada. Debía ser lo más discreto posible. Debido a la luna, todos sabían que entre los invitados podría haber un vampiro, aunque tampoco se encargarían de buscarlo como primera medida. Debía esconder mi raza, no enseñar mis colmillos y ser lo más discreto del mundo. El color pálido de mi piel no ayudaba, ni siquiera un poco, sin embargo no era imposible camuflarme entre la multitud o aguantar la respiración durante diez segundos para adquirir una piel más rojiza. Tomé aire, y lo exhalé en un suspiro que sonó exageradamente poderoso. Fue un eco interminable, que en un parpadeo, recorrió toda la fiesta.
Di un paso hacia adelante, y luego otro con lentitud. Solté mis manos, y levanté un poco mi armadura para poder taparme la boca hasta el mentón. Seguramente no tardaría en ser descubierto, pero nadie ha dicho que intentar no era una opción. Me dirigí hasta el par de muchachos que hablaba y cordialmente, me quedé de pie por un momento, esperando que terminaran su largo discurso sobre lo extenso que es el mundo Aerandiano. Sonreí ladinamente y llevé mis manos detrás de mi torso, justamente en la espalda baja para parecer aún más cortés. Parpadeé lentamente y los examiné más de cerca. Quizá no me habían visto, no aún gracias a la interesante charla que llevaban.
-Dama...-Llevé mis ojos hasta la señorita de cabellos rubios y de una particular actitud carismática. Pasé de cualquier contacto físico para evitar que sienta mi piel helada. Tenía un buen aspecto, y se catalogaba como una de las más atractivas que deambulaban por la fiesta. Intencionalmente, pude quedarme hipnotizado ante los hermosos ojos que tenía, pero no me sumergí en aquel deleite apreciativo que me costaría la vida. ¿Y si el tipo detrás de mí era su esposo?, aparté mi rostro para luego voltear al elfo.
-Caballero...-Hombre de perfectas marcas expresivas. Un mentón fino y limpio, una mirada interesante, un cabello abundante y rubio como el de la señorita, aunque más recto. Sus facciones eran masculinas, y sus puntiagudas orejas lo camuflaban perfectamente en el lugar. ¿Era un concurso de belleza?, ¿Un burdel intersexual?. El cuerpo de los individuos era tonificado, justo como lo esperaría de los guerreros Aerandianos.
-¿Cómo están?-Pasé con cuidado y tomé el pan de Lembas que había en la mesa de los manjares. Sin darles la espalda, probé de éste, disfrutando del sabor y pasando el tiempo con los presentes.
-Vaya, es delicioso...-Dije, no tardando en pasar el sabor. Fue una pesadilla para mí, teniendo en cuenta que era vampiro y nada me sabe bien a excepción de la sangre y el vino.
Crucé mis brazos, y pensé en mi entrada. Debía ser lo más discreto posible. Debido a la luna, todos sabían que entre los invitados podría haber un vampiro, aunque tampoco se encargarían de buscarlo como primera medida. Debía esconder mi raza, no enseñar mis colmillos y ser lo más discreto del mundo. El color pálido de mi piel no ayudaba, ni siquiera un poco, sin embargo no era imposible camuflarme entre la multitud o aguantar la respiración durante diez segundos para adquirir una piel más rojiza. Tomé aire, y lo exhalé en un suspiro que sonó exageradamente poderoso. Fue un eco interminable, que en un parpadeo, recorrió toda la fiesta.
Di un paso hacia adelante, y luego otro con lentitud. Solté mis manos, y levanté un poco mi armadura para poder taparme la boca hasta el mentón. Seguramente no tardaría en ser descubierto, pero nadie ha dicho que intentar no era una opción. Me dirigí hasta el par de muchachos que hablaba y cordialmente, me quedé de pie por un momento, esperando que terminaran su largo discurso sobre lo extenso que es el mundo Aerandiano. Sonreí ladinamente y llevé mis manos detrás de mi torso, justamente en la espalda baja para parecer aún más cortés. Parpadeé lentamente y los examiné más de cerca. Quizá no me habían visto, no aún gracias a la interesante charla que llevaban.
-Dama...-Llevé mis ojos hasta la señorita de cabellos rubios y de una particular actitud carismática. Pasé de cualquier contacto físico para evitar que sienta mi piel helada. Tenía un buen aspecto, y se catalogaba como una de las más atractivas que deambulaban por la fiesta. Intencionalmente, pude quedarme hipnotizado ante los hermosos ojos que tenía, pero no me sumergí en aquel deleite apreciativo que me costaría la vida. ¿Y si el tipo detrás de mí era su esposo?, aparté mi rostro para luego voltear al elfo.
-Caballero...-Hombre de perfectas marcas expresivas. Un mentón fino y limpio, una mirada interesante, un cabello abundante y rubio como el de la señorita, aunque más recto. Sus facciones eran masculinas, y sus puntiagudas orejas lo camuflaban perfectamente en el lugar. ¿Era un concurso de belleza?, ¿Un burdel intersexual?. El cuerpo de los individuos era tonificado, justo como lo esperaría de los guerreros Aerandianos.
-¿Cómo están?-Pasé con cuidado y tomé el pan de Lembas que había en la mesa de los manjares. Sin darles la espalda, probé de éste, disfrutando del sabor y pasando el tiempo con los presentes.
-Vaya, es delicioso...-Dije, no tardando en pasar el sabor. Fue una pesadilla para mí, teniendo en cuenta que era vampiro y nada me sabe bien a excepción de la sangre y el vino.
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Re: ¡Bienvenidos a la Fiesta del Bosque! [Grupal] [Libre]
Ya en la entrada de la ciudad me la quede mirando unos minutos y le sonreí de una forma burlona para darle un leve abrazo y un beso en la mejilla, algo emocionada de verla, actuaba de una manera diferente a la normal ya que nunca fui tan amable con ella, debía ser porque la extrañaba mucho y nuestras peleas, tomándome un tiempo y le dije-
-Que haces aqui... te estas arriesgando mucho en venir y hacer como si nada pasara.... tienes que tener mas cuidado, después de todo eres una niña aun... te entiendo pero cuidate
En una pequeña risa la miraba de arriba hacia abajo notando que no había cambiado nada, seguía siendo la , al menos en su apariencia, di un suave suspiro y le eche en cara mi puesto
-Adivina quien tiene tu puesto? pues obviamente yo... por fin te gane niña... aunque tuve que hacer algo que no me enorgullece mucho... pero lo logre.
Dije en un tono de ironía y burla, como si no pasara nada, como si el nunca se hubiera ido de nuestro clan. mientras me cruzaba de brazos y cerraba los ojos unos momentos esperando a que ella diga algo molesta o algo por el estilo.
-Que haces aqui... te estas arriesgando mucho en venir y hacer como si nada pasara.... tienes que tener mas cuidado, después de todo eres una niña aun... te entiendo pero cuidate
En una pequeña risa la miraba de arriba hacia abajo notando que no había cambiado nada, seguía siendo la , al menos en su apariencia, di un suave suspiro y le eche en cara mi puesto
-Adivina quien tiene tu puesto? pues obviamente yo... por fin te gane niña... aunque tuve que hacer algo que no me enorgullece mucho... pero lo logre.
Dije en un tono de ironía y burla, como si no pasara nada, como si el nunca se hubiera ido de nuestro clan. mientras me cruzaba de brazos y cerraba los ojos unos momentos esperando a que ella diga algo molesta o algo por el estilo.
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Re: ¡Bienvenidos a la Fiesta del Bosque! [Grupal] [Libre]
Una larga cabellera negra caía sobre su sucio y descuidado rostro, sus pies sangraban más en cada paso, sus manos llenas de barro dejaban huella en cada arbusto que apartaban para pasar, corría sin parar perseguido por algo que le había causado un pavor innegable; avanzaba tropezando a ratos pero evitaba caer al piso tambaleándose y sosteniéndose en pie como podía; a ratos miraba atrás y aunque ya no parecía haber nada tras él, no se detenía; nada, nada podría detenerlo en su escape -No me atraparán, no me atraparán- Repetía mientras avanzaba a gran velocidad sin saber realmente dónde estaba o a dónde llegaría por ese camino; iba descalzo con restos de arena mojada en las piernas ¿Cuánto tiempo llevaba corriendo?
De pronto escuchó el sonido de la salvación, personas, un pequeño poblado parecía encontrarse muy cerca; era la esperanza de su salvación así que reuniendo sus últimas energías avanzó de prisa siguiendo como bien podía el sonido de las voces distantes que quedaban grabados en su mente como efímeros ecos pasajeros y distantes, rayos de esperanza destellando en la lejanía.
Finalmente llegó; el lugar parecía ser una fiesta, una feria, no importaba lo que fuera, había personas, alguien tendría que atenderle -Ayu...- Intentó clamar en un primer momento pero faltó aire a sus pulmones -Ayuda- Dijo ahora con más éxito pero en un tono apenas audible por los más cercanos -Ayuda, por favor- Dijo por fin con más fuerza mientras llevaba sus temblorosas manos a la cara; permanecería de ese modo hasta que escuchó una palabra que lo descolocó totalmente ¡Dundarak! Alguien había mencionado la ciudad de los dragones y su vista se posó directamente en dirección a quien lo había dicho.
Avanzó de forma intimidante hacia la jovencita rubia sacando unas fuerzas que antes no tenía -¿Has dicho Dundarak?- Le preguntó sin nada de tacto -¿Está cerca? ¿Dónde estoy?- Preguntó justo antes que su cuerpo le pasara factura por el esfuerzo realizado y se desplomara al piso en medio de su deplorable estado; no tardó mucho en recomponerse y aún con las manos apoyadas en el piso murmuraba para sí mismo -Dundarak, debo llegar a Dundarak, deben saber lo que pasa- Estiró la mano para alcanzar la pierna de la jovencita -¡¡Deben saberlo!!- Su actitud comenzaba a dar miedo y a menos que diera una explicación razonable, los guardianes de los bosques, para quienes no había pasado por alto su intromisión, se verían obligados a actuar.
∞ Un extraño visitante ha irrumpido en la fiesta.
∞ Se acerca en principio a Ingela de manera no muy amable y con actitud que podría considerarse hostil... O desesperada tal vez... Dice necesitar ayuda.
∞ Huye de algo, no se sabe de qué, pero podría llegar más pronto de lo que imaginan.
∞ No estaría de más preguntarle algunas cosas, la información nunca está de más, aunque parece no recordar mucho.
De pronto escuchó el sonido de la salvación, personas, un pequeño poblado parecía encontrarse muy cerca; era la esperanza de su salvación así que reuniendo sus últimas energías avanzó de prisa siguiendo como bien podía el sonido de las voces distantes que quedaban grabados en su mente como efímeros ecos pasajeros y distantes, rayos de esperanza destellando en la lejanía.
Finalmente llegó; el lugar parecía ser una fiesta, una feria, no importaba lo que fuera, había personas, alguien tendría que atenderle -Ayu...- Intentó clamar en un primer momento pero faltó aire a sus pulmones -Ayuda- Dijo ahora con más éxito pero en un tono apenas audible por los más cercanos -Ayuda, por favor- Dijo por fin con más fuerza mientras llevaba sus temblorosas manos a la cara; permanecería de ese modo hasta que escuchó una palabra que lo descolocó totalmente ¡Dundarak! Alguien había mencionado la ciudad de los dragones y su vista se posó directamente en dirección a quien lo había dicho.
Avanzó de forma intimidante hacia la jovencita rubia sacando unas fuerzas que antes no tenía -¿Has dicho Dundarak?- Le preguntó sin nada de tacto -¿Está cerca? ¿Dónde estoy?- Preguntó justo antes que su cuerpo le pasara factura por el esfuerzo realizado y se desplomara al piso en medio de su deplorable estado; no tardó mucho en recomponerse y aún con las manos apoyadas en el piso murmuraba para sí mismo -Dundarak, debo llegar a Dundarak, deben saber lo que pasa- Estiró la mano para alcanzar la pierna de la jovencita -¡¡Deben saberlo!!- Su actitud comenzaba a dar miedo y a menos que diera una explicación razonable, los guardianes de los bosques, para quienes no había pasado por alto su intromisión, se verían obligados a actuar.
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∞ Un extraño visitante ha irrumpido en la fiesta.
∞ Se acerca en principio a Ingela de manera no muy amable y con actitud que podría considerarse hostil... O desesperada tal vez... Dice necesitar ayuda.
∞ Huye de algo, no se sabe de qué, pero podría llegar más pronto de lo que imaginan.
∞ No estaría de más preguntarle algunas cosas, la información nunca está de más, aunque parece no recordar mucho.
Ansur
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Re: ¡Bienvenidos a la Fiesta del Bosque! [Grupal] [Libre]
La idea de llenar su odre le pareció genial, pero de que el apuesto elfo la acompañara, era la mejor parte de la idea. Sonrió ampliamente y asintió contenta. Pero como la voluntad de uno no necesariamente es la de los dioses, aquello no ocurriría, no por el momento.
-Dama... Caballero... ¿Cómo están?- dijo un hombre que se les acercó pero a quien, extrañamente, ella no había percibido. -Vaya, es delicioso- dijo el hombre tras dar un mordisco a un pan que llevaba en la mano. A Ingela le pareció que sí, lucía sabroso. -¿De qué es el pan?- preguntó, antes de decir nada más, esbozando su dulce y alegre sonrisa.
Se dio cuenta de lo descortés que había sido y se sonrojó un poco -¡Hola! Soy...- comenzó a decir cuando de entre la multitud apareció un hombre demacrado y notablemente asustado que corrió hacia ella y se desplomó a sus pies. Ingela se sintió asustada, pero ver el estado del hombre despertó en ella ese sentimiento de protección y cuidado que había heredado de su oma Elle, quien era sanadora y curandera.
-Dundarak, debo llegar a Dundarak, deben saber lo que pasa- decía el hombre mientras estiraba su mano hacia ella, quien inmediatamente se agachó para tomarla. Lo miraba consternada, preocupada por saber qué le había pasado y cómo podría ayudarlo -¡¡Deben saberlo!!- exclamó casi llorando el pobre, mirándola suplicante. -Tranquilo... tranquilo... yo te ayudaré... calma...- le dijo en un tono tranquilizador. Levantó la mirada a Aranarth y le dijo -Toma mi odre y llénalo con agua, ahora sí que me urge el agua plana-. Luego miró al hombre desconocido, al pálido, y estiró una mano -Necesito el pan, después se lo pago- le dijo, y su semblante dulce y tierno había cambiado por completo, era la persona a cargo ahora y estaba seria, había un hombre que la necesitaba y no había tiempo para ser la niña linda.
Se acercó más al hombre y lo ayudó a incorporarse, rodeándolo con un brazo mientras ponía el de él al rededor de su cuello. Estaba tan liviano que no le costó mucho levantarlo. Alguien había traído una silla y ella lo sentó con cuidado y comenzó a revisarlo. El hombre continuó hablando, diciendo incoherencias acerca de ir pronto a Dundarak, que era urgente. Le tomó el rostro entre las manos e hizo que la mirara a la cara -Soy Ingela, del clane Feuersteinherz- le dijo calmadamente -¿Puedes decirme lo que te pasó? Conmigo estarás seguro- le dijo pausadamente para que la escuchara y entendiera bien sus palabras.
-Dama... Caballero... ¿Cómo están?- dijo un hombre que se les acercó pero a quien, extrañamente, ella no había percibido. -Vaya, es delicioso- dijo el hombre tras dar un mordisco a un pan que llevaba en la mano. A Ingela le pareció que sí, lucía sabroso. -¿De qué es el pan?- preguntó, antes de decir nada más, esbozando su dulce y alegre sonrisa.
Se dio cuenta de lo descortés que había sido y se sonrojó un poco -¡Hola! Soy...- comenzó a decir cuando de entre la multitud apareció un hombre demacrado y notablemente asustado que corrió hacia ella y se desplomó a sus pies. Ingela se sintió asustada, pero ver el estado del hombre despertó en ella ese sentimiento de protección y cuidado que había heredado de su oma Elle, quien era sanadora y curandera.
-Dundarak, debo llegar a Dundarak, deben saber lo que pasa- decía el hombre mientras estiraba su mano hacia ella, quien inmediatamente se agachó para tomarla. Lo miraba consternada, preocupada por saber qué le había pasado y cómo podría ayudarlo -¡¡Deben saberlo!!- exclamó casi llorando el pobre, mirándola suplicante. -Tranquilo... tranquilo... yo te ayudaré... calma...- le dijo en un tono tranquilizador. Levantó la mirada a Aranarth y le dijo -Toma mi odre y llénalo con agua, ahora sí que me urge el agua plana-. Luego miró al hombre desconocido, al pálido, y estiró una mano -Necesito el pan, después se lo pago- le dijo, y su semblante dulce y tierno había cambiado por completo, era la persona a cargo ahora y estaba seria, había un hombre que la necesitaba y no había tiempo para ser la niña linda.
Se acercó más al hombre y lo ayudó a incorporarse, rodeándolo con un brazo mientras ponía el de él al rededor de su cuello. Estaba tan liviano que no le costó mucho levantarlo. Alguien había traído una silla y ella lo sentó con cuidado y comenzó a revisarlo. El hombre continuó hablando, diciendo incoherencias acerca de ir pronto a Dundarak, que era urgente. Le tomó el rostro entre las manos e hizo que la mirara a la cara -Soy Ingela, del clane Feuersteinherz- le dijo calmadamente -¿Puedes decirme lo que te pasó? Conmigo estarás seguro- le dijo pausadamente para que la escuchara y entendiera bien sus palabras.
Ingela
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Re: ¡Bienvenidos a la Fiesta del Bosque! [Grupal] [Libre]
Las cosas habían empezado a pasar muy rato, como si sujetos comenzasen a llover del cielo, primero este extraño y pálido tipo con un pan. Aranarth no se tomaba las intromisiones de manera amistosa, así que se limitó a incorporarse con firmeza y no cambiar su semblante. La muchacha realmente parecía ser mas sociable, o al menos tener mejores maneras. El elfo se hubiese tomado la molestia de preguntar no muy amablemente que necesitaba al señor del pan -que sin embargo no parecía ser un plebeyo común y silvestre- hasta el evento que ocurrió a continuación.
Un hombre herido, con las manos y los cabellos sucios se acercó de manera abrupta a su grupo parecía haberle llamado mucho la atención algo que la chica habría dicho. No esperaba estar compartiendo su tiempo con tanta gente en la fiesta y hasta incluso detestaba estar con tanta gente no perteneciente a su raza, pero sentía que quizás este hombre podría ser una pista importante para conocer el paradero de su hermano. También hablaba sobre dragones y la ciudad de donde venía la chica, por un momento creyó necesario desenvainar su hoja, pero las cosas parecían tener en realidad otro tono. La situación llevó a la chica a ¿Darle ordenes? ¡Nadie le da ordenes a Aranarth!
-Si el señor tiene sed, puede tomar agua de los establos.- Dijo con cierta arrogancia en la voz, la impulsividad del Elfo hizo que cortara su fino hilo de falsa cortesía, y lo sabía. El hombre estaba herido y quizás poseía información valiosa, necesitaba agua y a Aranarth no se le ocurrió mejor idea que dar media vuelta y entrar al primer establo, cargar un balde del tonel para los caballos casi desbordante y volver chapoteando, a una velocidad que solo para un elfo sería posible. -Toda tuya.- Dijo de mala gana sujetando el balde.
Un hombre herido, con las manos y los cabellos sucios se acercó de manera abrupta a su grupo parecía haberle llamado mucho la atención algo que la chica habría dicho. No esperaba estar compartiendo su tiempo con tanta gente en la fiesta y hasta incluso detestaba estar con tanta gente no perteneciente a su raza, pero sentía que quizás este hombre podría ser una pista importante para conocer el paradero de su hermano. También hablaba sobre dragones y la ciudad de donde venía la chica, por un momento creyó necesario desenvainar su hoja, pero las cosas parecían tener en realidad otro tono. La situación llevó a la chica a ¿Darle ordenes? ¡Nadie le da ordenes a Aranarth!
-Si el señor tiene sed, puede tomar agua de los establos.- Dijo con cierta arrogancia en la voz, la impulsividad del Elfo hizo que cortara su fino hilo de falsa cortesía, y lo sabía. El hombre estaba herido y quizás poseía información valiosa, necesitaba agua y a Aranarth no se le ocurrió mejor idea que dar media vuelta y entrar al primer establo, cargar un balde del tonel para los caballos casi desbordante y volver chapoteando, a una velocidad que solo para un elfo sería posible. -Toda tuya.- Dijo de mala gana sujetando el balde.
Aranarth Thal'Dael
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Re: ¡Bienvenidos a la Fiesta del Bosque! [Grupal] [Libre]
Aunque realmente estaba disfrutando de los distintos sabores de la comida, al final no fue suficiente para llenar un extraño vacío que sentía en el estómago, así que opté por beber algún líquido que fuese verde, y ¿Por qué verde? Por el simple hecho de que es mi color favorito y también es mi color de la suerte.
Fue entonces cuando entre la multitud apareció un hombre pálido… Con un pan que yo jamás había visto en la fiesta -(Debo saborear ese pan, le preguntaré de dónde lo ha sacado, ese será mi objetivo y nada podrá detenerme)- Pensé decidido mientras me acercaba disimuladamente hacia el sujeto, sin embargo éste se encontraba junto con una chica y un elfo, por lo que me verían irrespetuoso si me atrevía a interrumpir su conversación simplemente por un pan.
En aquel instante fue cuando un nuevo personaje pudo darle un giro inesperado a la fiesta -(¿Y a éste qué le pasa?)- Me pregunté sin decir nada, por el momento simplemente me quedé como un espectador, no obstante, segundos después se volvió obligatorio mi valiosa intervención -(No puede ser, ahora no podré preguntar por el pan)- Pensé de mala gana, ahora mi objetivo se vería frustrado.
La chica había tomado el liderazgo y se dispuso a ayudar al pobre hombre, no obstante, necesitaba a alguien más, así que creí que lo mejor era que él estuviera sentado; entonces tomé la silla que se encontraba más cerca y rápidamente la coloqué detrás de aquel extraño personaje que no dejaba de decir locuras.
Una vez que coloqué la silla, la chica sentó al sujeto para luego revisarlo con más comodidad, aunque él simplemente quería decirles algo a los habitantes de Dundarak, sin duda alguna era algo de suma importancia… O tal vez no -(¡¿Pero qué porquería es ésta?!)- No pude evitar sentir el putrefacto hedor de ese hombre, era como si no se hubiera aseado desde la era de los dragones.
Rápidamente la atención de todos se centró en el oloroso personaje, como era de esperarse, no obstante, algo llamó mi atención, la hospitalaria chica se presentó como Ingela, del clan “Feuersteinherz”… ¿Qué clase de nombre era "Feuersteinherz"? o mejor dicho ¿Cómo se supone que se pronuncia eso sin morderse la lengua? Tal vez nunca lo sabría.
Dejando esos detalles de lado, opté por examinar el estado del sujeto para luego colocar mis manos en sus heridas y hacer lo que caracteriza a los elfos; fue así cuando noté cómo se encontraban los pies de éste, al parecer había caminado por varias horas sin detenerse en ningún momento; por otro lado, sus manos estaban cubiertas de barro, eso me aseguró que sí venía desde muy lejos ya que el lugar donde estábamos no habían señales de lluvia ni de lodo -(¿Qué lo obligaría a estar en este estado deplorable? Hay muchas posibles causas de eso, pero por lo desesperado que se encuentra, tal vez… ¡¿Es perseguido?!)- Varias teorías pasaron por mi cabeza pero si lo último era cierto, entonces tarde o temprano aparecería el que le estaba cazando.
Teniendo eso en cuenta lo mejor era estar preparado ante cualquier ataque repentino, el cazador podría ser cualquier hombre o tal vez sería una bestia, no había manera de saberlo, así que me mantuve atento a cualquier cosa que sucediera a mí alrededor pero sin dejar de escuchar lo que el extraño sujeto tuviera que decir.
Fue entonces cuando entre la multitud apareció un hombre pálido… Con un pan que yo jamás había visto en la fiesta -(Debo saborear ese pan, le preguntaré de dónde lo ha sacado, ese será mi objetivo y nada podrá detenerme)- Pensé decidido mientras me acercaba disimuladamente hacia el sujeto, sin embargo éste se encontraba junto con una chica y un elfo, por lo que me verían irrespetuoso si me atrevía a interrumpir su conversación simplemente por un pan.
En aquel instante fue cuando un nuevo personaje pudo darle un giro inesperado a la fiesta -(¿Y a éste qué le pasa?)- Me pregunté sin decir nada, por el momento simplemente me quedé como un espectador, no obstante, segundos después se volvió obligatorio mi valiosa intervención -(No puede ser, ahora no podré preguntar por el pan)- Pensé de mala gana, ahora mi objetivo se vería frustrado.
La chica había tomado el liderazgo y se dispuso a ayudar al pobre hombre, no obstante, necesitaba a alguien más, así que creí que lo mejor era que él estuviera sentado; entonces tomé la silla que se encontraba más cerca y rápidamente la coloqué detrás de aquel extraño personaje que no dejaba de decir locuras.
Una vez que coloqué la silla, la chica sentó al sujeto para luego revisarlo con más comodidad, aunque él simplemente quería decirles algo a los habitantes de Dundarak, sin duda alguna era algo de suma importancia… O tal vez no -(¡¿Pero qué porquería es ésta?!)- No pude evitar sentir el putrefacto hedor de ese hombre, era como si no se hubiera aseado desde la era de los dragones.
Rápidamente la atención de todos se centró en el oloroso personaje, como era de esperarse, no obstante, algo llamó mi atención, la hospitalaria chica se presentó como Ingela, del clan “Feuersteinherz”… ¿Qué clase de nombre era "Feuersteinherz"? o mejor dicho ¿Cómo se supone que se pronuncia eso sin morderse la lengua? Tal vez nunca lo sabría.
Dejando esos detalles de lado, opté por examinar el estado del sujeto para luego colocar mis manos en sus heridas y hacer lo que caracteriza a los elfos; fue así cuando noté cómo se encontraban los pies de éste, al parecer había caminado por varias horas sin detenerse en ningún momento; por otro lado, sus manos estaban cubiertas de barro, eso me aseguró que sí venía desde muy lejos ya que el lugar donde estábamos no habían señales de lluvia ni de lodo -(¿Qué lo obligaría a estar en este estado deplorable? Hay muchas posibles causas de eso, pero por lo desesperado que se encuentra, tal vez… ¡¿Es perseguido?!)- Varias teorías pasaron por mi cabeza pero si lo último era cierto, entonces tarde o temprano aparecería el que le estaba cazando.
Teniendo eso en cuenta lo mejor era estar preparado ante cualquier ataque repentino, el cazador podría ser cualquier hombre o tal vez sería una bestia, no había manera de saberlo, así que me mantuve atento a cualquier cosa que sucediera a mí alrededor pero sin dejar de escuchar lo que el extraño sujeto tuviera que decir.
Rauko
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Re: ¡Bienvenidos a la Fiesta del Bosque! [Grupal] [Libre]
Helyare enarcó una ceja cuando vio la actitud extraña de Aalis. Siempre habían tenido esa extraña rivalidad que hacía que, cuando estaban juntas, las pullas volasen como dagas. Y ahora la estaba abrazando y dándole un beso. ¡Increíble! El contacto entre ellas se basaba en los entrenamientos y… Poco más. No podían considerarse enemigas, claro, estaban en el mismo barco. Pero sí que parecían disfrutar molestándose mutuamente.
Aunque, con el destierro, eso había cambiado de golpe. Era la primera vez que veía a Aalis desde que había tenido que abandonar Sandorai. Después de los inauditos gestos de cariño volvió a su actitud normal y la elfa pelirroja cruzó los brazos. –No he entrado en el bosque. –Contestó tajante Helyare. Y, técnicamente era verdad, no había cruzado los muros que comunicaban Claro con su antigua casa. –Y no soy una niña. –Odiaba que Aalis la llamase así, la diferencia entre ambas no era abismal y le repateaba que se creyera mucho mayor cuando no lo era. –Sólo he venido a celebrar nuestra festividad. –Dijo restándole importancia al hecho de estar aquí a la vez que el clan que la había desterrado. –Ah… Aalis. ¿Están Arzhak o Aranarth aquí? –Carraspeó suavemente desviando la mirada mientras esperaba la respuesta.
El habitual tono burlesco de Aalis se hizo presente cuando se aventuró a restregarle a Helyare que había conseguido el puesto que ella tenía cuando estaba en el clan. Eso hizo que la pelirroja apretase los puños bajo sus brazos cruzados, presa de la rabia y la nostalgia de lo que había vivido como guardia. ¡Y lo tenía ella! Le dieron ganas de darle un puñetazo, pero no iba a hacerlo, no podía arriesgarse a una condena mayor por atacar a un miembro del clan sin motivo aparente. Simplemente, cambió de plan y con una apariencia lo más digna posible sonrió de lado, de forma burlona. –Ah, ¿sí? ¿Tuviste que hacer algo que no te enorgullece? ¿A quién le hiciste favores, filliken? –Helyare sonó muy maléfica con ese tono que empleó para referirse a su antigua compañera. No le gustaba que hubiese obtenido su puesto. Y menos si estaba Arzhak de nuevo en la guardia.
–Disfruta tu nuevo puesto. Espero que al menos te lo hayas ganado por tu valía con el arco, y no por tu valía para arrodillarte. –Volvió a hacer referencia a lo anterior, con mal humor. No era capaz de ser simpática cuando otra persona tenía su puesto en la guardia, tenía su vida en el clan Eytherzair y todo le iba bien. Helyare trataba de sonar normal y ruda, pero realmente ocultaba lo mal que lo estaba pasando. Pasar los días sola, sin su familia, amigos, sin nadie… Todo se le estaba haciendo cuesta arriba.
Se dispuso a irse y dejar ahí a Aalis, pero un hombre pasó corriendo casi sin detenerse y ella se quedó mirándolo extrañada. Aunque no le dio mucha importancia, ya se encargarían de él. Pero era peculiar.
Aunque, con el destierro, eso había cambiado de golpe. Era la primera vez que veía a Aalis desde que había tenido que abandonar Sandorai. Después de los inauditos gestos de cariño volvió a su actitud normal y la elfa pelirroja cruzó los brazos. –No he entrado en el bosque. –Contestó tajante Helyare. Y, técnicamente era verdad, no había cruzado los muros que comunicaban Claro con su antigua casa. –Y no soy una niña. –Odiaba que Aalis la llamase así, la diferencia entre ambas no era abismal y le repateaba que se creyera mucho mayor cuando no lo era. –Sólo he venido a celebrar nuestra festividad. –Dijo restándole importancia al hecho de estar aquí a la vez que el clan que la había desterrado. –Ah… Aalis. ¿Están Arzhak o Aranarth aquí? –Carraspeó suavemente desviando la mirada mientras esperaba la respuesta.
El habitual tono burlesco de Aalis se hizo presente cuando se aventuró a restregarle a Helyare que había conseguido el puesto que ella tenía cuando estaba en el clan. Eso hizo que la pelirroja apretase los puños bajo sus brazos cruzados, presa de la rabia y la nostalgia de lo que había vivido como guardia. ¡Y lo tenía ella! Le dieron ganas de darle un puñetazo, pero no iba a hacerlo, no podía arriesgarse a una condena mayor por atacar a un miembro del clan sin motivo aparente. Simplemente, cambió de plan y con una apariencia lo más digna posible sonrió de lado, de forma burlona. –Ah, ¿sí? ¿Tuviste que hacer algo que no te enorgullece? ¿A quién le hiciste favores, filliken? –Helyare sonó muy maléfica con ese tono que empleó para referirse a su antigua compañera. No le gustaba que hubiese obtenido su puesto. Y menos si estaba Arzhak de nuevo en la guardia.
–Disfruta tu nuevo puesto. Espero que al menos te lo hayas ganado por tu valía con el arco, y no por tu valía para arrodillarte. –Volvió a hacer referencia a lo anterior, con mal humor. No era capaz de ser simpática cuando otra persona tenía su puesto en la guardia, tenía su vida en el clan Eytherzair y todo le iba bien. Helyare trataba de sonar normal y ruda, pero realmente ocultaba lo mal que lo estaba pasando. Pasar los días sola, sin su familia, amigos, sin nadie… Todo se le estaba haciendo cuesta arriba.
Se dispuso a irse y dejar ahí a Aalis, pero un hombre pasó corriendo casi sin detenerse y ella se quedó mirándolo extrañada. Aunque no le dio mucha importancia, ya se encargarían de él. Pero era peculiar.
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Re: ¡Bienvenidos a la Fiesta del Bosque! [Grupal] [Libre]
En la cabeza de Ingela solo estaba el limpiar las heridas del hombre y buscar la forma de sanarlas, lograr que se recuperara y que pudiera explicar lo que le había sucedido. Apestaba y estaba notoriamente desnutrido. Lo primero que necesitaba era agua limpia para ayudar a aquel hombre que hablaba disparates acerca de peligros para Dundarak.
¿Y el elfo le traía agua del bebedero de los caballos?
Lo miró con desilusión. Ella creía que los elfos eran seres bondadosos que cuidaban de la naturaleza y vivían en armonía. Era una idea romántica que se había hecho con los relatos de su oma. Se puso de pie y quedó frente al elfo, mirándolo a los ojos sin ocultar la evidente tristeza que sentía tras el altanero gesto. No podía creer que el apuesto Aranarth fuese tan grosero y descorazonado.
-Este hombre seguramente ha sufrido horrores inimaginables, torturas inhumanas... y necesita agua limpia para sus heridas, no el agua sucia de los caballos. Voy a cuidarlo, por el honor de mi apellido, voy a asegurarme que esté bien. Si no desea ayudarme, lo entenderé pues no todos tienen el sentido del honor que tenemos los dragones.- le dijo en voz baja, solo para que él lo escuchara.
No le reprochaba nada, al contrario, esperaba que si no estaba dispuesto a ayudarla se hiciera a un lado y le permitiera hacer lo que tuviese que hacer para asegurar el bienestar del extraño. Sin embargo, guardaba en su corazón que él no se marchara sino que se quedara. Inhaló hondo y exhaló sonoramente, decepcionada de su galán de orejas puntiagudas.
Tomó el balde de las manos del elfo y se giró para ver al joven que le había pasado la silla y al hombre pálido -Discúlpenme, necesito que por favor se queden a su lado mientras busco agua, no me demoraré. Por favor, ¿pueden hacerlo?- les dijo con mirada suplicante y esperó sus respuestas, anhelando que la ayudaran. Tenía que lograr que el hombre se calmara porque además no paraba de hablar de Dundarak y el peligro que corrían y ella tenía que saber. Tal vez eran locuras de un hombre trastornado, pero cabía la posibilidad de que no lo fuera.
¿Y el elfo le traía agua del bebedero de los caballos?
Lo miró con desilusión. Ella creía que los elfos eran seres bondadosos que cuidaban de la naturaleza y vivían en armonía. Era una idea romántica que se había hecho con los relatos de su oma. Se puso de pie y quedó frente al elfo, mirándolo a los ojos sin ocultar la evidente tristeza que sentía tras el altanero gesto. No podía creer que el apuesto Aranarth fuese tan grosero y descorazonado.
-Este hombre seguramente ha sufrido horrores inimaginables, torturas inhumanas... y necesita agua limpia para sus heridas, no el agua sucia de los caballos. Voy a cuidarlo, por el honor de mi apellido, voy a asegurarme que esté bien. Si no desea ayudarme, lo entenderé pues no todos tienen el sentido del honor que tenemos los dragones.- le dijo en voz baja, solo para que él lo escuchara.
No le reprochaba nada, al contrario, esperaba que si no estaba dispuesto a ayudarla se hiciera a un lado y le permitiera hacer lo que tuviese que hacer para asegurar el bienestar del extraño. Sin embargo, guardaba en su corazón que él no se marchara sino que se quedara. Inhaló hondo y exhaló sonoramente, decepcionada de su galán de orejas puntiagudas.
Tomó el balde de las manos del elfo y se giró para ver al joven que le había pasado la silla y al hombre pálido -Discúlpenme, necesito que por favor se queden a su lado mientras busco agua, no me demoraré. Por favor, ¿pueden hacerlo?- les dijo con mirada suplicante y esperó sus respuestas, anhelando que la ayudaran. Tenía que lograr que el hombre se calmara porque además no paraba de hablar de Dundarak y el peligro que corrían y ella tenía que saber. Tal vez eran locuras de un hombre trastornado, pero cabía la posibilidad de que no lo fuera.
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Re: ¡Bienvenidos a la Fiesta del Bosque! [Grupal] [Libre]
Tras días viajando juntos la alianza entre la elfa y el brujo se había estrechado bastante, por fín Arlen había encontrado a alguien quien era digno de su confianza, más si bien lo que unía a ambos eran los actos horribles que había realizado el progenitor del brujo hacía el pueblo de Tauriel. Tal no sería su carta de presentación en una ocasión como esta, ya era bastante mala la relación entre ambas razas como para echar más leña a un fuego que ya ardía con fuerza. Dejarón los caballos bien amarrados en los establos y salieron al exterior para unirse a la fiesta.
Desconocía el motivo de celebración por él que festejaban y tampoco quería molestar a Tauriel con preguntas, había accedido a ir a la fiesta como un medio más de conseguir algo de información sobre su padre, a pesar de que con ello le iba la vida. Confiaba que los elfos se atendieran al carácter pacífico del que se suponía hacía gala la raza. Con todo había seguido los consejos de su compañera y había cubierto sus rasgos con su abrigo, poco quedaba a la vista bajo la capucha gris más que los fulgurantes ojos lilas. También había dejado su báculo en un macuto en algún punto del bosque, esperaba poder volver a recogerlo cuando todo aquello acabase. - Me considero un hombre capaz de sacar de los nervios a cualquiera si se lo propone, más no estoy tan loco como para internarse en vuestro territorio - Giró el rostro encapuchado hacía la elfa dejando ver su sonrisa - O no lo estaba hasta que decidimos unir nuestras sendas - según decía aquello un hombre irrumpió en la fiesta, con un aspecto de haber pasado por algo terrible.
Aquel sujeto se aproximó a una joven, aunque Arlen dudaba mucho de que su edad fuera acorde a su físico. El brujo no pudo sentir más que respeto por aquella mujer, por lo menos alguien se dignaba a prestar ayuda al hombre mientras gritaba que debía volver corriendo a Dundarak. Por un segundo volvió la vista hacía Tauriel - Pensé que yo sería el centro de atención, si no estubiera viendo lo que veo me sentiría ofendido - bromeo sin mucho empeño, después de todo aún estaba preocupado por su pellejo.
Y quizás fue porque aquel elfo de aspecto ridículamente altivo que irrito sus nervios, pero por un momento se olvidó de su situación y actuó por instinto. Sin pensarlo demasiado tomó uno de los cuencos que contenían una gran variedad de frutas de la mesa, desparramó su contenido sobre la mesa y a prisa tomó a su compañera de la muñeca arrastrandola al foco de atención - Debeís perdonarme, pero voy a necesitar que cumplaís con vuestra palabra antes de tiempo - se plantó en frente de aquella mujer, que pedía ayuda para mantener al doliente con vigilancia.
Arlen quizás no era bueno con las presentaciones, pero no se podía decir lo mismo de sus puestas en escena. Mientras que con una mano sostenía a Tauriel por la muñeca y con el otro brazo abrazaba un cuenco de tamaño considerable se dirigió a la mujer, que ahora se presentaba como una dragona - Permítame prestar ayuda - dijo soltando la mano de la elfa y ofreciendo el cuenco vacío a la dragona. No duró mucho vacío, tras un segundo entre los tres se formó cierta humedad y sin demora pequeñas hebras de agua flotaban en al agua y se vertían en el recipiente. Arlen sabía cómo irritar a la gente y a pesar de que no era la mejor ocasión para hacer gala de tal don, había un hombre herido en la escena y su honor le obligaba a prestar su ayuda.
Desconocía el motivo de celebración por él que festejaban y tampoco quería molestar a Tauriel con preguntas, había accedido a ir a la fiesta como un medio más de conseguir algo de información sobre su padre, a pesar de que con ello le iba la vida. Confiaba que los elfos se atendieran al carácter pacífico del que se suponía hacía gala la raza. Con todo había seguido los consejos de su compañera y había cubierto sus rasgos con su abrigo, poco quedaba a la vista bajo la capucha gris más que los fulgurantes ojos lilas. También había dejado su báculo en un macuto en algún punto del bosque, esperaba poder volver a recogerlo cuando todo aquello acabase. - Me considero un hombre capaz de sacar de los nervios a cualquiera si se lo propone, más no estoy tan loco como para internarse en vuestro territorio - Giró el rostro encapuchado hacía la elfa dejando ver su sonrisa - O no lo estaba hasta que decidimos unir nuestras sendas - según decía aquello un hombre irrumpió en la fiesta, con un aspecto de haber pasado por algo terrible.
Aquel sujeto se aproximó a una joven, aunque Arlen dudaba mucho de que su edad fuera acorde a su físico. El brujo no pudo sentir más que respeto por aquella mujer, por lo menos alguien se dignaba a prestar ayuda al hombre mientras gritaba que debía volver corriendo a Dundarak. Por un segundo volvió la vista hacía Tauriel - Pensé que yo sería el centro de atención, si no estubiera viendo lo que veo me sentiría ofendido - bromeo sin mucho empeño, después de todo aún estaba preocupado por su pellejo.
Y quizás fue porque aquel elfo de aspecto ridículamente altivo que irrito sus nervios, pero por un momento se olvidó de su situación y actuó por instinto. Sin pensarlo demasiado tomó uno de los cuencos que contenían una gran variedad de frutas de la mesa, desparramó su contenido sobre la mesa y a prisa tomó a su compañera de la muñeca arrastrandola al foco de atención - Debeís perdonarme, pero voy a necesitar que cumplaís con vuestra palabra antes de tiempo - se plantó en frente de aquella mujer, que pedía ayuda para mantener al doliente con vigilancia.
Arlen quizás no era bueno con las presentaciones, pero no se podía decir lo mismo de sus puestas en escena. Mientras que con una mano sostenía a Tauriel por la muñeca y con el otro brazo abrazaba un cuenco de tamaño considerable se dirigió a la mujer, que ahora se presentaba como una dragona - Permítame prestar ayuda - dijo soltando la mano de la elfa y ofreciendo el cuenco vacío a la dragona. No duró mucho vacío, tras un segundo entre los tres se formó cierta humedad y sin demora pequeñas hebras de agua flotaban en al agua y se vertían en el recipiente. Arlen sabía cómo irritar a la gente y a pesar de que no era la mejor ocasión para hacer gala de tal don, había un hombre herido en la escena y su honor le obligaba a prestar su ayuda.
Arlen Jardir
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Re: ¡Bienvenidos a la Fiesta del Bosque! [Grupal] [Libre]
La amable chica había decidido ayudar al misterioso recién llegado aún sin saber mucho acerca del herido sujeto; se quedó mirando a la chica cuya hermosura era comparable a la de las mujeres de los elfos, tanto que el joven había llegado a pesar que se trataba de una más de dicha raza; sobre todo por el detalles de estar rodeada de orejas picudas -¿Feuerqué?- Preguntó confundido y casi sin aliento, estaba muy agotado luego de haber corrido durante horas pero ¿De qué corría?
Un par de elfos terminaron ayudando a la jovencita, uno de ellos a buscar agua y el otro cometería el terrible error de intentar sanarlo; mientras se alejaba a buscar más agua el efecto sanador del joven elfo acabó causando un misterioso sufrimiento al herido, como si lo quemara por dentro al tiempo que una pequeña marca comenzaba a brillar en el cuello de éste ¿Qué tenía ese sujeto? ¿Por qué pasaba aquello?
Tras comenzar a despedir un vapor oscuro del lugar donde el elfo había acercado sus manos, se lanzó al piso revolcándose como si aquello lo quemara en lugar de sanarlo aunque al mismo tiempo llevaba las manos a su cabeza y gritaba -Ya vienen, ellos vienen, puedo sentirlos- Sus ojos brotados estaban llenos de una evidente paranoia y de momento nadie entendería a qué se estaba refiriendo.
En ese momento un par de licántropos un poco más grandes de lo normal emergieron de entre los arbustos babeando y jadeando en busca de su presa -¡No dejen que me atrapen, no dejen que me atrapen!- Repitió el chico en voz alta desde el suelo y solo eso bastó para que el par de feroces criaturas se lanzaran en su búsqueda; no sería sencillo pero alguien detallista podría notar que estos licántropos tenían en sus cuellos la misma marca que llevaba el que había llegado antes ¿Qué podría significar? ¿Acaso eran un mismo grupo?
∞ Están bajo ataque, la fiesta se ha llenado de caos, algunos huyen, otros gritan, alguien debe pelear.
∞ El misterioso joven ha dejado más preguntas que respuestas ¿Qué son esas extrañas marcas? ¿Qué es él?.
∞ La prioridad de los atacantes es alcanzar al herido, aunque van a dudar en tratar de eliminar a quien se les ponga en frente.
∞ Son grandes y fuertes, aproximadamente del tamaño de un caballo; no es normal que sean tan enormes, algo ha pasado con ellos.
Un par de elfos terminaron ayudando a la jovencita, uno de ellos a buscar agua y el otro cometería el terrible error de intentar sanarlo; mientras se alejaba a buscar más agua el efecto sanador del joven elfo acabó causando un misterioso sufrimiento al herido, como si lo quemara por dentro al tiempo que una pequeña marca comenzaba a brillar en el cuello de éste ¿Qué tenía ese sujeto? ¿Por qué pasaba aquello?
Tras comenzar a despedir un vapor oscuro del lugar donde el elfo había acercado sus manos, se lanzó al piso revolcándose como si aquello lo quemara en lugar de sanarlo aunque al mismo tiempo llevaba las manos a su cabeza y gritaba -Ya vienen, ellos vienen, puedo sentirlos- Sus ojos brotados estaban llenos de una evidente paranoia y de momento nadie entendería a qué se estaba refiriendo.
En ese momento un par de licántropos un poco más grandes de lo normal emergieron de entre los arbustos babeando y jadeando en busca de su presa -¡No dejen que me atrapen, no dejen que me atrapen!- Repitió el chico en voz alta desde el suelo y solo eso bastó para que el par de feroces criaturas se lanzaran en su búsqueda; no sería sencillo pero alguien detallista podría notar que estos licántropos tenían en sus cuellos la misma marca que llevaba el que había llegado antes ¿Qué podría significar? ¿Acaso eran un mismo grupo?
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∞ Están bajo ataque, la fiesta se ha llenado de caos, algunos huyen, otros gritan, alguien debe pelear.
∞ El misterioso joven ha dejado más preguntas que respuestas ¿Qué son esas extrañas marcas? ¿Qué es él?.
∞ La prioridad de los atacantes es alcanzar al herido, aunque van a dudar en tratar de eliminar a quien se les ponga en frente.
∞ Son grandes y fuertes, aproximadamente del tamaño de un caballo; no es normal que sean tan enormes, algo ha pasado con ellos.
Ansur
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Re: ¡Bienvenidos a la Fiesta del Bosque! [Grupal] [Libre]
La muchacha había contestado a la fingida buena voluntad del elfo con un discurso totalmente sacado de contexto, comenzó a balbucear cosas sobre "honor" y "dragones", mientras Aranarth pensaba "¿Qué demonios puede saber esta insignificante criatura sobre honor? ¡Pensar que en algún momento pensé en ayudar!". Era absurdo, no sabía que clase de agua bebían los humanos, pero el elfo tenía total seguridad de que el agua de los establos no tenía nada malo. "¡Este es el problema de traer seres inferiores a nuestras tierras!" pensó conteniendo sus ganas de vaciar el balde entero sobre la muchacha. Sus ojos parecían decepcionados y en su semblante se podía detectar el disgusto, -Buena suerte con eso.- Replicó con la voz llena de ironía haciéndose a un lado mientras la chica de cabellos dorados fracasaba tomando el control de la situación.
Lo mejor hubiese sido tomar al hombre herido y llevarlo lo mas lejos posible, y hubiese sido lo sugerido por el elfo, que no quería comprometer la vida de los pequeños elfos y mujeres de su raza presentes, ya que era muy evidente que el aparecido cargaba nada mas que peligros sobre sus espaldas. Y así fue que otro sujeto apareció, hombre de claros rasgos humanos y curiosos ojos de tintes violetas, que se entrometió en el asunto sin ningún dejo de vergüenza, parecía acompañado por una elfa y eso quizás era lo que mas descontento provocaba en la cabeza de Aranarth. Cuando vio lo que hacía a continuación, su corazón dio un salto y todas sus sospechas se confirmaron inmediatamente: era un brujo, y no estaba invitado a la fiesta. Rápidamente tomó su empuñadura y estaba por complicar la situación: los Eytherzair (su clan) tenían la mayor parte de su odio racial concentrado en los Brujos.
Solo los gritos de agonía que soltaba el joven herido al tratar de ser curado detuvieron el impulso del elfo, que no desenvainó si no hasta la llegada de los extraños licantropos que salían de los árboles: poco sabía Aranarth sobre marcas y símbolos, pero suponía que habrían mas brujos en el asunto. Los licantropos se acercaban y parecían estar detrás del herido, Aranarth no podía permitir que esas bestias anduviesen sueltas en sus bosques natales, tan cerca de su clan, así que no dudo en dar la espalda al grupo presente mientras levantaba su gran hoja élfica apuntando hacia las bestias. No moriría como cobarde, menos en suelo propio. -¡Necesitamos toda la ayuda posible! ¡Protejan a los ciudadanos que estamos bajo ataque, llevense al "maldito" lo mas lejos posible!- Exclamo con una gracia y potencia que solo a el le caracterizaban.
Lo mejor hubiese sido tomar al hombre herido y llevarlo lo mas lejos posible, y hubiese sido lo sugerido por el elfo, que no quería comprometer la vida de los pequeños elfos y mujeres de su raza presentes, ya que era muy evidente que el aparecido cargaba nada mas que peligros sobre sus espaldas. Y así fue que otro sujeto apareció, hombre de claros rasgos humanos y curiosos ojos de tintes violetas, que se entrometió en el asunto sin ningún dejo de vergüenza, parecía acompañado por una elfa y eso quizás era lo que mas descontento provocaba en la cabeza de Aranarth. Cuando vio lo que hacía a continuación, su corazón dio un salto y todas sus sospechas se confirmaron inmediatamente: era un brujo, y no estaba invitado a la fiesta. Rápidamente tomó su empuñadura y estaba por complicar la situación: los Eytherzair (su clan) tenían la mayor parte de su odio racial concentrado en los Brujos.
Solo los gritos de agonía que soltaba el joven herido al tratar de ser curado detuvieron el impulso del elfo, que no desenvainó si no hasta la llegada de los extraños licantropos que salían de los árboles: poco sabía Aranarth sobre marcas y símbolos, pero suponía que habrían mas brujos en el asunto. Los licantropos se acercaban y parecían estar detrás del herido, Aranarth no podía permitir que esas bestias anduviesen sueltas en sus bosques natales, tan cerca de su clan, así que no dudo en dar la espalda al grupo presente mientras levantaba su gran hoja élfica apuntando hacia las bestias. No moriría como cobarde, menos en suelo propio. -¡Necesitamos toda la ayuda posible! ¡Protejan a los ciudadanos que estamos bajo ataque, llevense al "maldito" lo mas lejos posible!- Exclamo con una gracia y potencia que solo a el le caracterizaban.
Aranarth Thal'Dael
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Re: ¡Bienvenidos a la Fiesta del Bosque! [Grupal] [Libre]
MENCIÓN: Arlen, hombre desconocido, licántropos y Aranarth
INTERACCIÓN: Arlen, Aranarth y licántropos
INTERACCIÓN: Arlen, Aranarth y licántropos
Bajo la visión de una tercera persona el dúo era cuanto menos pintoresco. Una elfa y un humano y no un humano cualquiera sino un brujo como después el mismo descubriría. Su confianza había crecido y era palpable. Casi parecían amigos o incluso algún mal pensado podía discernir ciertos gestos que podían parecer ir más lejos. Pero para Tauriel, el brujo era un buen amigo. Debía admitir que su desprecio hacia su padre y los de su condición era algo difícil de apagar pero ahora que sabía su verdad…Ya no lo veía con los mismos ojos y eso la asustaba. Quizás porque llegaba a verlo como un igual.
Tauriel quiso contestarle con otra broma pero se vio arrastrada por el maldito brujo. Le había dejado bastante claro que no llamara la atención y de repente estaban en medio del meollo. La elfa mantuvo las formas y se ahorró el sermón que más tarde echaría a Arlen por aquello pero en esos instantes dejó de culparle. Evidentemente quería ayudar y no era nadie para impedírselo sin embargo aguardó en silencio observando a todos los que estaban a su alrededor y ya con la mano cerca del arco. Y menos mal que se puso en guardia poruqe uno de los elfos ya se disponía a atacar, - Tranquilo hermano, no queremos problemas- contestó con la intención de interponerse entre ambos. – Él solo quiere ayudar y…- el hombre cayó al suelo cuando un elfo intentó curarle. Una extraña marca apareció en su cuello y la locura inundó su mirada. –Tranquilo todo…- una vez más las palabras no fueron pronunciadas por la elfa. Dos enormes licántropos hicieron acto de presencia y ella frunció el entrecejo, - Esto no me gusta, Arlen- le susurró al brujo mirándole de reojo.
Tauriel cogió el arco de su espalda y colocó una flecha, - Atrás bestias- les gritó mirando al brujo, -¿Crees que podrás apañarte con tu báculo? ¿Sabes algo de esos símbolos?- preguntó rápidamente colocándose al lado del otro elfo, - Espero que el inicio de nuestro contacto no nos distraiga del verdadero problema…Esos seres- le dijo a Aranarth esbozando después una amable sonrisa. [/b]
Tauriel quiso contestarle con otra broma pero se vio arrastrada por el maldito brujo. Le había dejado bastante claro que no llamara la atención y de repente estaban en medio del meollo. La elfa mantuvo las formas y se ahorró el sermón que más tarde echaría a Arlen por aquello pero en esos instantes dejó de culparle. Evidentemente quería ayudar y no era nadie para impedírselo sin embargo aguardó en silencio observando a todos los que estaban a su alrededor y ya con la mano cerca del arco. Y menos mal que se puso en guardia poruqe uno de los elfos ya se disponía a atacar, - Tranquilo hermano, no queremos problemas- contestó con la intención de interponerse entre ambos. – Él solo quiere ayudar y…- el hombre cayó al suelo cuando un elfo intentó curarle. Una extraña marca apareció en su cuello y la locura inundó su mirada. –Tranquilo todo…- una vez más las palabras no fueron pronunciadas por la elfa. Dos enormes licántropos hicieron acto de presencia y ella frunció el entrecejo, - Esto no me gusta, Arlen- le susurró al brujo mirándole de reojo.
Tauriel cogió el arco de su espalda y colocó una flecha, - Atrás bestias- les gritó mirando al brujo, -¿Crees que podrás apañarte con tu báculo? ¿Sabes algo de esos símbolos?- preguntó rápidamente colocándose al lado del otro elfo, - Espero que el inicio de nuestro contacto no nos distraiga del verdadero problema…Esos seres- le dijo a Aranarth esbozando después una amable sonrisa. [/b]
Tauriel
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