[Gremios] [Inf-Lad] Ciudad: Sentencia demoníaca en Dundarak

Aquel líquido supo a calcetines viejos y ardió mientras le bajaba por el gaznate. La elfa le había metido la botella casi por completo en la boca y no tuvo tiempo siquiera de decidir si realmente quería tomar eso o prefería convertirse en un no muerto... pero bueno, lo que haya sido aquella pócima, funcionó ya que el tono negruzco que tomaba su hombro dejó de crecer y el dolor menguó un poco.

El problema fue que al instante que terminó de beber aquel potaje, sintió fuertes punzadas en la cabeza y la visión se le nubló por completo, además de sentir náuseas y un mareo peor que si fuera un una canoa en medio de una tormenta en medio del océano. -Gracias... elfa- dijo en medio de arcadas que no podía controlar.

La chica se hizo un ovillo allí donde estaba, aguantando lo mejor posible los efectos adversos de la pócima, a los que se le sumaron unas tercianas que más parecían espasmos y un zumbido en el oído que le atormentaba. -Voy a morirme de intoxicación antes que del mordisco- pensaba una y otra vez.

Se quedaron refugiadas allí hasta que el escándalo de afuera comenzó a calmarse y los gritos disminuyeron. Una de dos: o los muertos vivientes se habían comido a todo el mundo, o los Caballeros Dragón habían vuelto a matar a los no muertos. Y como lo primero era improbable, decidieron que era buen momento para salir. A duras penas se levantó la dragona, caminaba a tropezones, tambaleante. -¿El cielo estaba verde de antes?- preguntó a la elfa que iba delante de ella. -¿El cielo no era azul acaso? Ya no entiendo... los muertos no se quedan en sus tumbas y el cielo no es azul- decía mientras con la mirada buscaba a Abbey. -Allí está- pensó apenas la divisó, estaba con Sammuel, un veterano Caballero Dragón muy conocido por todos en Dundarak por su temple y honorabilidad, ella misma lo admiraba mucho.

-Abbey- la llamó cuando logró acercarse a la hechicera. -Qué bueno que estás bien- le dijo y la abrazó. De repente, estaba eufórica y alegre de la vida y todo era felicidad y perritos voladores.

Efectos secundarios de los antihistamínicos:

Por fin había pasado la catástrofe, los miedos se difuminaban a través  de los segundos mientras aires de alivio escapaban en los suspiros de los habitantes de Dundarak. La ciudad tardaría en recuperarse antes de obtener de nuevo su resplandor. Ante la pregunta de Ingela, Iliaki permaneció en silencio, alzando el rostro al cielo.

- Los muertos no se quedan en sus tumbas y el cielo ya no es azul… - parafraseó la elfina, con los ojos aún fijos en el cénit.

En aquel punto, la dragona y la elfina se separaron, tomando cada una un camino distinto. A la distancia, Iliaki logró distinguir a sus compañeros de gremio, quienes, para su sorpresa, aún conservaban la vida y el humor.

Aún más lejos consiguió divisar a Lazid, junto a un grupo de personas a las cuales el lagartijo debía más que ellos a él.
Más por sentimiento que por prisa, la chica tomó un gran impulso y salió corriendo en dirección a sus compañeros ¡Se encontraban vivos, vivos! A pesar de todas las pérdidas entre la población, sus almas ligadas a la sangre de sus creadores jamás dejarían de proteger a aquella ciudad.

- ¡Están bien, no saben cuánto me alegra saber que están bien! – exclamaba la elfilla con los ojos húmedos y las manos inquietas, limpiándose de cuando en cuando los mocos con las mangas de su gabardina.


El Gremio de los Ladrones se hallaba de nuevo reunido, algunos incluso se jactaban de poder (y querer) otro apocalipsis como ese. Los recuentos de la situación y actos jocosos animaban la conversación, dando un ambiente más familiar y unido entre todo ese conjunto de escorias.

Las pérdidas se cuentan por docenas, las casas están hechas cenizas y gran parte de las reservas de la ciudad, según dicen algunos habitantes, se han reducido en dos partes. Sin embargo, nadie pregunta (O nadie quiere saber, vaya) qué rayos causó todo ese alboroto. Y si alguien lo sabe, lo ha de tener muy bien guardado por ser algo importante. Me pregunto qué será…

El verdoso del cielo persistía. Un viento suave acariciaba los cabellos de los supervivientes, premiándolos con un nuevo aliento de vida. De pronto, un roce metálico llamó la atención de la elfina, quien, buscando entre sus bolsillos, encontró una llave, la llave que le habría dado un misterioso monje hace tiempo.

La tomó en su mano, contemplándola largo rato. Brillaba intensamente, fruto del reflejo del cielo que entonces comenzaba a mezclarse con el dorado del ocaso.

Creo que me quedaré un tiempo por esta ciudad ¡Será grato conocer todos los rincones de tan bonito poblado!

-¿Ganamos?- Conservando la pregunta entre los labios, miraba a mis alrededores en busca de una respuesta afirmativa, seguir peleando con estas cosas no era para nada grato ni en lo más mínimo, los muertos debían conservarse en su estado inmóvil y pacífico.

Mientras tanto, en vista del descenso de las líneas enemigas a causa del bloqueo de la puerta, los guerreros dragón se hacen cargo de la situación con más esmero, ondeando sus armas y sus garras, la situación se volvía más fácil y entonces, lo vimos, tanto el cielo como los ojos de los necróticos invasores empezaban a teñirse de un brillante y lumínico color verdoso, frente a nuestras caras, las hordas tan temibles de antes ahora se convertían en simples cadáveres apilados sin ninguna intención de seguir peleando.

-Lo hemos logrado- Soltando las palabras en un suspiro, me relajo de momento al mismo tiempo que los demás peleadores. El ambiente se encontraba confundido pero finalmente satisfecho puesto que mayoría podría ver nuevamente el sol salir.

Una vez terminado el escandalo los guardias comienzan a reagruparse mientras el poblado deja de estar bajo una gran amenaza, de un momento a otro el evento de una ejecución publica literalmente se convirtió en una ejecución publica por parte de los invasores, comenzaba a relajarme mientras agradecía mis habilidades por sacarme vivo de ahí, retomando los asuntos pendientes regreso junto al vejete y le extiendo un hombro para llevarlo con algún médico.

-Vejete, hora de regresar a casa, todo se acabó y no quiero quedarme a recoger.- Levantándolo a trompicones empiezo a caminar mientras le doy un apoyo secundario.

-Se lo agradezco nuevamente señor, solo lléveme con mi gente y estos se encargaran del resto.- Cambiando levemente de dirección, seguimos caminando en dirección a uno de los guardias que se aproximaba para ayudar.

-Eso será todo de mi parte, ojalá nos volvamos a ver algún día, al igual que la bruja.- Dejando al anciano en manos del guardia me retiro del lugar en busca del primer objetivo al igual que de Frost, más sin embargo ninguno de los dos se encontraban en el lugar.

Buscando entre las calles y los callejones no logro dar con ninguno, tanto Lazid como Frost habían desaparecido entre el escándalo y la paz “Ingratos.” Pensando para mis adentros la opción de asarlos mientras tuve la oportunidad revoloteaba en mi cabeza, pero ahora solo quedaba retirarme mientras pudiese, si otra de estas locuras volviese a pasar no pienso permanecer aquí para presenciarla.


Finalmente más tarde que pronto logro dar con la lagartija y la gente que lo acompañaba, reconfortante pero al mismo tiempo tenso, le doy la propuesta de unirme a su grupo a cambio de no hacer una brocheta de lagartija con él. La primera parte del plan estaba completa y solo era cuestión de tiempo para ejecutar el siguiente paso. “Alegrarse, por aun conservar la cabeza entre los hombros.” La aventura estaba mejorar.

Obtenéis:

- 15 ptos de experiencia.
- 200 aeros.
- 10 puntos de influencia con Gremio de Informantesio de la Logia [/color]o Gremio de ladrones [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] y [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
- Ladrones: Lazid sobrevive, pero parece que tiene un nuevo enemigo, Meck Volte. Tendréis que "lidiar" con él en las siguientes misiones.
- Logia: La logia todavía continúa en misión.


Permaneced atentos al subforo de vuestro gremio. Pues pronto (cuando termine el tema de los demás gremios) tendréis nuevas noticias, mientras que los ladrones tendréis que solventar "un pequeño golpe de estado".