[Trama de Sandorái] La noche en que llegaron
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[Trama de Sandorái] La noche en que llegaron
BARRIO DE LAS RAÍCES - ÁRBOL MADRE.
Noche. 22:00 p.m. – Faltan 2 horas para salvar Árbol Madre.
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El nivel de frondosidad del barrio de las raíces.
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Aproximación del escenario. Al fondo, la enorme entrada al Gran Tronco.
Árbol Madre. Cuatro horas después de la batalla de Anar
La noche se había ceñido ya sobre el bosque de Sandorái. Querostraza había muerto a no pocos kilómetros. Pero al ejército de Dundarak, a las encantadoras de la logia, los niños y a las centinelas, aún les faltaban unas horas de avance por el espeso bosque antes de llegar. Por fortuna, la elfa Eilydh pudo llegar más a prisa gracias a la velocidad y el conocimiento de campo de Ash’alá, la montura de la malparada Eleatril Nemaniel. Le habían pedido advertir a Árbol Madre de lo sucedido en el templo de Anar y del terrible peligro al que se enfrentaban. Con ella, llegaba a su cintura amarrado el flamante nuevo portador de la capa blanca: Vincent Calhoun.
Allí, pudieron ver que se respiraba un ambiente muy tranquilo. Una noche normal en Árbol Madre. La nieve no había llegado y, aunque habían sentido el rugir de un dragón, nunca llegaron a verlo de primeras por su recorrido. Por tanto, permanecían tranquilos y ajenos a cualquier desgracia. Y los pocos elfos que sabían que algo pasaba, los relativos al clan Nemaniel, Neril y Ojosverdes, habían decidido no encender las alarmas prematuramente. Arbol Madre siempre había permanecido ajeno a los problemas del mundo. Y estaban convencidos de que así seguiría. No había sospechas para imaginar lo que estaba a punto de suceder.
Además, a aquellas horas de la noche aún quedaban algunos puestos de mercados. Que aprovechaban algunas los huecos que formaban algunas raíces al entrar y salir. -¡Compren! ¡Compren mis nuevos productos del bosque, caballeros! Es de noche y mañana no abriremos. ¿Les interesa algo de lo que tengo? – Preguntó un risueña elfo a brujo y elfa. Mostrando un amplio catálogo de productos típicos entre los que destacaban unas figurillas a modo de souvenir de Tyrande Nemaniel que rezaban en un perfecto élfico: “Nuestra gran heroína”.
Pero el dúo no estaba allí de compras. Su misión era advertir a alguien del peligro, pero ¿a quién?
Por otra parte, el centinela Asher Daregan se había plantado cerca de la entrada principal al Gran Tronco, así se llamaba lo que era el interior de Árbol Madre, ya que fuera había multitud de árboles menores y refugios excavados en las raíces que actuaban de casas o barrios de las afueras, donde vivían los elfos de familias no tan ostentosas. El Gran Tronco en sí era accesible para todos, pero sólo vivían en el interior los clanes más importantes. Además de encontrarse en su interior el Sancta Sanctórum, lugar donde se reunía el Concejo de elfos. Más allá de eso, se encontraba cerrado para todo aquel que no fuera un protegido de uno de los tres clanes principales. Y también aquel era el único acceso a la Copa.
Volviendo a los barrios de las raíces, todos pudieron ver como una Ojosverdes arrastraba al vampiro Uri del brazo. Le apretaba fuerte y le hacía daño. Lo dirigió a una de las raíces de Árbol Madre, que afloraba en la superficie. En el interior de esta raíz había una prisión excavada.
-Niño vampiro… - comentó Siva Ojosverdes. Seseaba en las frases. Se notaba que le costaba hablar en una lengua distinta a la elfa. Además, tenía asesinos a sus espaldas a modo de escolta. Además, guardaba asco hacia cualquier brujo, y si por ella fuera, la letal asesina habría degollado a Nahir y Reike. Pero ella obedecía las órdenes del consejo. Y los Neril habían decidido que permanecerían vivos. – ¿Así que tan pequeño y asesinando a una criatura tan noble como un unicornio? Tú te quedas aquí, con la bruja negra. – Y sonrió con cierta maldad. Para mandar retirarse a su guardia, compuesto por encapuchados hombres y mujeres, ataviados con ropajes de tela negros que sólo permitían ver sus ojos y sus orejas. Siva miró a Reike. – Y dado que portas un sello de los Neril, que no sé a quién has engañado para conseguirlo, Galatrea te ha dejado salir. – dijo, sacándola del lugar. Pero uno de los asesinos, con su daga alzada, “permitió” que el filo rozara uno de los muslos de la bruja, en una evidente amenaza. Los Ojosverdes odiaban a los brujos. – Ten cuidado, bruja. Es de noche y los bosques son oscuros. A veces ocurren “accidentes”. – enfatizó con una sonrisa desafiante. Antes de recostarse un poco más lejos con su guardia, observando todo lo ocurrido.
En la misma poblada calle, los presos desde su jaula provisional y el dúo de jinetes en tigre, podrían ver aparecer Asher Daregan, su inseparable Syl y Saranee. Se plantaban ante las raíces del imponente Árbol Madre con el cadáver del excentinela, Melena Blanca, fallecido. Los elfos eran muy reservados para con su árbol sagrado y no permitían el acceso al interior del Tronco a nadie. A menos que portara un sello de uno de los clanes influyentes, se tratara de un elfo… O tuvieran una muy buena excusa.
Asher no fue una excepción, y conforme visualizaba el Gran Tronco, podía sentir pasos corriendo entre las copas de los densos árboles. No estaba solo. Pero tampoco le iban a atacar allí, no entre tanto civil aún cerca de la hora de la cena.
No fue hasta postrarse delante, cuando sintió el tensado de muchos arcos que presumiblemente apuntaban a él y a sus acompañantes. Les cortaban el paso, pese a que vislumbraban la enorme cavidad de entrada, perforada en el tronco, a escasos metros.
-¡No deis un paso más, forasteros!– ordenó el que parecía el caudillo de aquel grupito de arqueros. Desde un árbol. – Soy Lágoles, protector del Gran Tronco. Quizás no sepáis que estáis entrando en un terreno sagrado que mancilláis con vuestra presencia impía. – aquel elfo, ataviado a pecho descubierto, con un improvisado chaleco, no tenía pinta de ser amistoso. Pero ni él ni su grupo serían rival para Asher y Syl si aquello terminaba en conflicto. – No vais a pasar por Imbar.
Siva, atraída por todo el revuelo, compró una manzana de un puesto y se puso a esperar sin quitar un ojo de vista a Reike. En ese momento, dos elfos pasaban por ahí. Llevaban todo el día dando vueltas, y Siva los tenía por pringados, así que llamó su atención. – Anders – llamó al elfo. – Vigila a la bruja y a los presos. No me fío de ellos. Si se escapan, avísame, a mí o a mis asesinos con este silbato. – Y luego, se giró hacia Valyria, con su voz susurrante. – Tú, al perro y a los gatos. Traen a un muerto, creo que buscan a Galatrea. No pueden verla. Hoy ya tiene a alguien a quien despertar.
* * * * * * * * *
El orden de posteo es libre. Salvo Valyria y Anders. Tenéis 1 semana.
Podéis hacer uso de todos los NPCs que están en la escena. Siva Ojosverdes, Lágoles, Saranee u otros personajes observan todo. Aunque Siva está en plaza, yo me encargo de su movimiento y el de sus asesinos según vuestras acciones. Es una misión con puzzles, bastante difícil y con altas probabilidades de acabar heridos, malditos o algo peor. Es un momento crítico de la historia, cada decisión importa, y muy pocas salidas son buenas.
Asher Daregan: Tu primer obstáculo pasa por conseguir acceso al Gran Tronco. Si quieres convencer a Lágoles, espero algo más elaborado que “soy el centinela que viene a salvaros del apocalipsis”. Los elfos sólo creen en Tyrande y consideran que nada les amenaza. Si no, puedes darte la vuelta y buscar otra opción. También puedes ayudar a Nahir/Uri. En última instancia, puedes liarte a palos, esos elfos no serán un problema para ti, Saranee y Syl.
Eilydh y Vincent: Llegáis desde Anar en la nueva montura, Ash’Alá y veis a los elfos discutiendo con Asher y al trío encerrado. Vuestra misión es informar de lo acontecido en el templo de Anar y asegurar que llegan refuerzos, pero claro, a alguien importante. Y Galatrea está dentro del Árbol. Quizás podáis ayudar a Asher a intentar convencer a los elfos, ayudar a los inocentes a escapar desde fuera (no necesitas ganzúa, sino tirar de una manivela en el exterior). O bien con Ash’alá, podéis rodear Árbol Madre y colaros en el tronco por un piso superior directamente. Tenéis una forma de hacer ver a los elfos que sois dignos, pero tenéis que pensar.
Reike: Miras a un lado y un asesino Ojosverdes te mira. Miras al otro, y hay otro. Para ti el evento es un examen constante. Estás libre gracias al sello de los Neril, pero Siva y sus asesinos no te quitan un ojo de encima. No tienes motivos para estar en Árbol Madre, pero sabes que irte sola por el bosque es condenarte a terminar esclavizada por los Ojosverdes. Intenta estar acompañada al finalizar cada turno siempre. De momento estás sola. Tu sello de Neril puede servirte para entrar directamente, pero no colar a nadie contigo. Para ello tendrás que dárselo a un compañero. No sé si he remarcado lo suficiente que los Ojosverdes no te quitan un ojo de encima. Ojito a los actos ilegales que haces. Dado tu nivel, un fallo y estás out.
Nahir y Uri: Por haberos comportado como unos cafres en el primer evento habéis terminado en una raíz-prisión justo a la entrada del Tronco. Tenéis vistas privilegiadas para ver todo. Tranquilos, estáis a salvo mientras sigáis como prisioneros elfos. Colaborad. Podéis buscar una manera de salir si tenéis habilidad u objeto de ganzúas, podéis llamar la atención o lloriquear, susurrar para que os saquen alguno de los que están fuera (Asher, Eilydh, Vincent, Anders, Valyria o Reike ), etc. Oh, y si por todo ello pensáis que es mejor quedarse en la celda, el último que postee que tire una runa. Y en función de lo que os salga os prepararé un destino malo o menos malo. Una bruja y un vampiro en Árbol Madre, no os auguro nada bueno, pero tranquilos.
Anders: No sé como has llegado a Árbol Madre, pero Siva te tiene cierta estima. Te ha encargado vigilar a Reike, Nahir y Uri. Es muy difícil que te centres en todos, tendrás que priorizar. Si se escapan, tendrás un problema con Siva. Tienes un sello de Ojosverdes que te permite moverte con libertad por el Gran Tronco. Posteas después de los tres y eliges a quien vigilas. Piénsalo bien. Mientras cumplas con uno, estarás a salvo de la ira de Siva.
Valyria: La misma misión que Anders, sólo que si quieres seguir viva tu objetivo es obstaculizar a Asher Daregan. Tienes también un sello de Ojosverdes que te permite moverte con libertad por el Gran Tronco. Por lo que tienes margen para ir a visitar a Galatrea la primera, quedarte observando o interceder entre los elfos mostrando tu sello para restar autoridad a Asher. Posteas antes de Asher. Parece misión imposible, pero puedes "librar" de cierta manera que no te voy a revelar. También si consigues ser más poderosa o inteligente que él, claro.
Por supuesto, podéis ignorar vuestras tareas todos. Aunque no os lo recomiendo.
Mercado: Todos los usuarios (incluidos los presos, pidiendo ayuda a algún compañero o a un elfo), podéis comprar las siguientes pociones exclusivas del mercado de Sandorái.
- OBJETOS DEL MERCADO:
Agua bendita de Sandorái [Consumible 1 carga]: Cuando el arma entra en contacto con un no-muerto, demonio, vampiro o nigromante, se cubre de una una luz sagrada que daña y quema a dichos enemigos. La luz no tiene efecto sobre otras razas o criaturas. Utilízala para escapar de criaturas como jinetes oscuros. 100 aeros.
Pase de Árbol Madre [Robado] [Objeto]: Permite el libre movimiento por Árbol Madre. Equivale a un sello de familia. 500 aeros.
Poción pluma [Consumible 1 carga]: Al ingerirse, permite al portador caer mucho más lentamente, anulando el daño que pudiese sufrir al caer. Con una corriente de aire, permite subir también en grandes superficies verticales. 150 aeros.
Souvenir Estatuilla de Tyrande Nemaniel con la Capa Blanca [Objeto]: Una estatua que caricaturiza a la mayor protectora de Sandorái durante años. No parece tener un uso útil, pero tenerlo quizás valga para algo. 100 aeros.
Ger
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Re: [Trama de Sandorái] La noche en que llegaron
El viaje desde Villasaúco había sido agotador. Al contrario que a Nahir, a la que habían capturado inconsciente y encerrado en una carreta, los Ojosverdes habían “permitido” que Valeria caminase por su propio pie. Supuestamente, aquello había sido una muestra de respeto, debido al servicio prestado en la mansión Lombardi, pero la bruja tenía la absoluta seguridad de que sus dificultades para moverse por aquel terreno plagado de raíces, maleza y hojarasca se habían convertido en motivo de deleite y diversión para aquellos elfos.
Aún así, Valeria se había empeñado en seguir caminando. Se había movido por la vida a base de voluntad y, a base de voluntad, se movió por aquel bosque que se volvía más frondoso a cada paso. Después de todo, se decía, ella había acudido a Villasaúco para conocer el famoso y sagrado bosque de Sandorai y no le cabía duda de que estaba pisando un suelo rara vez accesible a extranjeros. Sí, puede que ella fuese una rata de ciudad y no entendiera mucho de la floresta, pero no había que ser un genio para saber a dónde se dirigían y, a pesar de las circunstancias, estaba deseando echarle un buen vistazo a aquel legendario Árbol.
Ya antes de que su compañera de infortunios volviera en sí tras cualquiera que fuera el trato que le habían dispensado en el pueblucho maderero, la mente de Valeria se había ocupado en analizar a cada uno de sus acompañantes, así como sus alrededores, en busca de alguna flaqueza o vía de escape. Observaba todo y a todos y escuchaba con atención cada palabra que se pronunciaba en su presencia. Los elfos sabían que podía entender su lengua, por lo que no hablaban nada importante donde ella pudiera oírlos, pero eso no la desanimaba. Su oído se iba acostumbrando al sonido del idioma; si alguno se descuidaba, ella estaría preparada. Incluso había acordado, entre susurros, alguna que otra señal con Nahir, para el caso de que se presentase una oportunidad. Por desgracia, no tuvieron ocasión de utilizarlas.
Llegados a su destino, apenas les fueron permitidos unos segundos de sobrecogimiento ante la imagen de aquel árbol masivo, cuando ambas mujeres fueron empujadas al interior de una celda convenientemente ubicada en el hueco de una de aquellas enormes raíces. Valeria no perdió detalle de cómo accionaban una pequeña manivela para abrir y cerrar la puerta de la que se convertiría en su prisión. Aquello le pareció insultante: ¿encerrar a dos brujas tras una verja accionada por una simple manivela? Sin embargo, no tardaría en darse cuenta de que escapar no sería tan sencillo, pues había demasiados ojos posados en ellas. Al menos, razonó, sentadas juntas en una celda les sería más sencillo elaborar un plan de huida entre ambas. Pronto descubrió que también en eso se equivocaba.
—¿Uriel? —murmuró extrañada al ver aparecer a Siva tirando sin miramientos del pequeño vampiro—, ¿qué te han…? —Ni siquiera pudo terminar la frase pues, tan pronto como el muchacho estuvo dentro, fue a ella a quien arrastraron fuera, no sin antes amenazarla debidamente— Gracias por el aviso, elfa —respondió Val en la lengua de la asesina, a sabiendas de que, si bien sonaba algo mejor que el común de su “anfitriona”, a ella no le agradaría escucharlo en su boca—, lo tendré.
Tras una breve mirada a los presos que dejaba atrás, dirigió sus pasos hacia los puestos de mercado que había situados frente al gran árbol. Le pareció distinguir a su espalda la voz de la asesina comentando algo acerca de la facilidad con que los brujos abandonan a los suyos, pero se negó a regalarle una reacción, ni en un sentido ni en otro.
Mientras caminaba entre los puestos que permanecían abiertos, haciendo ver que se interesaba por los productos expuestos, su mente consideraba su situación y sus posibilidades. Mirara donde mirase, se topaba con un par de ojos verdes fijos en ella. Salir a ciegas a un bosque desconocido en mitad de la noche no era una opción, si los elfos de Siva no acababan con ella, lo harían los animales salvajes, o quizá muriese de hambre o sed buscando una forma de salir del bosque.
Quedarse en el mercado, por otro lado, sólo era una solución temporal. Los puestos cerrarían más temprano que tarde, mercaderes y compradores se irían a sus casas y ella se encontraría en problemas de nuevo. «Podría entrar al Árbol», se dijo mientras metía distraídamente la mano en su bolso para palpar aquel sello que la había sacado de prisión. «¿Y qué hay de Nahir y Uriel?», le respondió su mente.
La imagen del vampirito herido trajo consigo otra imagen que hubiera preferido olvidar. Nunca llegó a saber el nombre de la niña Lombardi, pero su sangre aún endurecía la tela de sus pantalones. Sacudió levemente la cabeza para desterrar de nuevo el recuerdo de aquella chiquilla a algún rincón oscuro de su mente y retiró la mano de su bolso. Al hacerlo, se topó con otra forma redondeada, distinta del decorado sello de los Neril. La sacó y la observó en su mano durante un instante: una galleta. A las imágenes anteriores, les siguió la de un rostro arrugado. “¡Ni tu madre podría reconocerte!”, habían sido las palabras de Sigrid.
—¡Buenas noches, señorita! —interrumpió sus pensamientos la voz de un alegre mercader— ¿Puedo interesarla en alguno de mis productos? Tengo agua bendita de Sandorai, entre otras muchas pociones de las que no hallará igual en ninguna otra parte de Aerandir.
—Oh, sí, claro —respondió la bruja aún algo distraída por la idea que se le acababa de ocurrir—. Me llevaré una botellita de ese agua bendita.
—¡Excelente!, es ideal para mantener a raya a las fuerzas de la oscuridad —le explicó el elfo mientras le entregaba su pedido.
Valeria aceptó la botella con una mano, acompañada de la debida fórmula de agradecimiento, mientras se llevaba la otra, la de la galleta, a la boca(1). La vieja tenía razón en una cosa, la galleta estaba deliciosa, sólo faltaba comprobar si también había dicho la verdad con lo otro.
—Oh, disculpe, señorita —dijo el mercader, después de que su mirada quedase ligeramente desenfocada durante un instante—, no la había visto ahí. ¿Está interesada en alguno de mis productos? Puedo ofrecerle agua bendita de Sandorai, entre otras muchas pociones. Le aseguro que no hallará nada igual fuera de nuestras fronteras.
—¿Por qué no? —respondió Valeria con una sonrisa— ¿Qué hace esta poción de aquí?
—Ah, la poción pluma —dijo el mercader—. El nombre lo dice por si mismo, volverá a quien la tome ligero como una pluma. —Y acompañó sus palabras con un gracioso “aleteo” de los brazos.
—Me la llevo.
Mientras el mercader le entregaba su pedido, Val buscaba con la mirada un par de ojos verdes que la vigilasen, aunque podía imaginar que todos estarían demasiado ocupados buscando a la bruja que se les acababa de escurrir entre los dedos como para fijarse en la extranjera anónima que curioseaba entre los puestos del mercado. Sobre todo porque, al parecer, no era la única extranjera. La llegada de algunos de ellos estaba atrayendo cierta atención hacia la misma entrada del Árbol Madre.
Tal vez aquella fuera la única oportunidad que tuviera Valeria de ayudar y no la desaprovechó. Caminó con calma hacia un puesto cercano a la celda de la que había salido hacía tan solo unos minutos y, haciendo ver que estudiaba la factura de unas figurillas que representaban a una heroína ataviada con una elegante capa, se concentró en el espacio que la separaba de la jaula de los prisioneros. Haciéndose una con el éter que “llenaba” aquel espacio, Valeria envió el único mensaje de aviso que se le ocurrió en aquel momento. Una de las pociones que acababa de comprar flotó discretamente para colarse entre los barrotes y acabar descansando a los pies del pequeño vampiro(2).
No sabía si el muchacho se habría dado cuenta de que era ella a quien habían soltado cuando él llegó, pero confiaba en que Nahir fuera capaz de atar cabos y permanecer alerta, porque no creía que pudiera hacer mucho más por ellos. Tan pronto como “soltó” la botellita de poción, Valeria cambió el foco de su concentración a aquella ridícula manivela que había atacado su orgullo de bruja cuando fue encerrada en la celda y le dio un buen tironcito de éter(2). Cuando notó que cedía, se despidió mentalmente de bruja y vampiro y volvió su atención a asuntos más cercanos. Fue entonces cuando se topó con Vincent.
Ver a cierto hombre-perro luciendo su astada corona a las puertas mismas del más sagrado recinto de los elfos no la había sorprendido tanto como encontrarse cara a cara, una vez más, con el primogénito de los Calhoun. Por un momento, se extrañó de que su expresión de sorpresa no fuese correspondida, ni siquiera pudo ver signo alguno de reconocimiento en sus ojos. “¡Ni tu madre podría reconocerte!”, volvió a sonar en su mente. Bueno, aquello iba a ser un inconveniente, pero no tenía por qué ser un escollo insalvable, ¿cierto? Tomó aire y se encaró con el brujo. Al hacerlo, se dio cuenta de que también conocía a su acompañante, no hacía tanto que se habían visto, aunque tras los más recientes acontecimientos, pudiera parecer una eternidad.
—Buenas noches, Vincent —dijo y, alzando una mano para detener cualquier pregunta que el hombre tuviera en mente, continuó hablando deprisa, para evitar ser interrumpida—. Nos conocemos, aunque ahora no me recuerdes. Soy Val, tuve que usar un hechizo para despistar a unos asesinos, pero no durará mucho. Sé que suena ridículo, pero puedo probarlo. ¿Recuerdas el pozo, junto al bosque de la academia, donde la gente del pueblo decía haber visto aquel grupo de piskies? —Dudó un instante y dirigió una breve mirada a la elfa, tampoco era cuestión de ponerlo en un aprieto si resultaba que era amiga o pariente de Níniel, así que se acercó y le susurró el resto al oído. Con aquello debería bastar para que la creyera, o eso esperaba— Escucha, no voy a pedirte que te desvíes de tu camino ni seré un obstáculo para vosotros, tengo permiso de los Neril para estar aquí —añadió pensando en el sello que portaba—, es sólo que no todo el mundo está de acuerdo con ello. Lo único que te pido es que me dejes ir con vosotros. —Y esta vez se dirigió tanto al brujo como a la elfa—. A cambio os ayudaré en todo aquello que esté en mi mano. Sabes que puedo ser útil —añadió como último recurso mientras señalaba con un gesto de la cabeza la espada de su padre, aquella que ella misma había ayudado a recuperar durante los eventos del día de la Alianza.
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OFF: Vale, empezaré por disculparme por el testamento de post que os acabo de soltar. Para resumir: empiezo contando la llegada a Árbol Madre desde Villasaúco y el breve encuentro con Uri cuando Siva me saca amablemente de la celda. Buscando la forma de mantenerme a salvo de los asesinos, pululo por el mercado, hago algunas compras y me como mi Galleta del Olvido(1) (Al comerte esta galleta la gente deja de reconocerte. Eres un total desconocido para todos. Duración: 2 turnos. Mas detalles y enlace al tema original en mi [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]). Puesto que NADIE puede reconocerme, asumo que los asesinos andarán buscando a la maldita bruja fugada por la zona, sin prestarme atención a mí, una simple desconocida (eso, o acabo de condenarme a sufrir la ira de Ger). Haciendo uso de mi Telequinesis Avanzada(2), le paso a Uri el agua bendita de Sandorai que me encargó por privado y acciono a distancia la dichosa manivela. A partir de aquí estáis solos, chicos. Quizá tengáis más suerte que yo xD Para terminar, me topo con Vincent y Eilydh y les pido permiso para pegarme a ellos como lapa.
Mis compras:
Encargo para Uri: Agua bendita de Sandorai. 1 unidad
Para mí: Poción pluma. 1 unidad
Edito: Había olvidado indicar cuánto dura el efecto de la galleta del olvido
Aún así, Valeria se había empeñado en seguir caminando. Se había movido por la vida a base de voluntad y, a base de voluntad, se movió por aquel bosque que se volvía más frondoso a cada paso. Después de todo, se decía, ella había acudido a Villasaúco para conocer el famoso y sagrado bosque de Sandorai y no le cabía duda de que estaba pisando un suelo rara vez accesible a extranjeros. Sí, puede que ella fuese una rata de ciudad y no entendiera mucho de la floresta, pero no había que ser un genio para saber a dónde se dirigían y, a pesar de las circunstancias, estaba deseando echarle un buen vistazo a aquel legendario Árbol.
Ya antes de que su compañera de infortunios volviera en sí tras cualquiera que fuera el trato que le habían dispensado en el pueblucho maderero, la mente de Valeria se había ocupado en analizar a cada uno de sus acompañantes, así como sus alrededores, en busca de alguna flaqueza o vía de escape. Observaba todo y a todos y escuchaba con atención cada palabra que se pronunciaba en su presencia. Los elfos sabían que podía entender su lengua, por lo que no hablaban nada importante donde ella pudiera oírlos, pero eso no la desanimaba. Su oído se iba acostumbrando al sonido del idioma; si alguno se descuidaba, ella estaría preparada. Incluso había acordado, entre susurros, alguna que otra señal con Nahir, para el caso de que se presentase una oportunidad. Por desgracia, no tuvieron ocasión de utilizarlas.
Llegados a su destino, apenas les fueron permitidos unos segundos de sobrecogimiento ante la imagen de aquel árbol masivo, cuando ambas mujeres fueron empujadas al interior de una celda convenientemente ubicada en el hueco de una de aquellas enormes raíces. Valeria no perdió detalle de cómo accionaban una pequeña manivela para abrir y cerrar la puerta de la que se convertiría en su prisión. Aquello le pareció insultante: ¿encerrar a dos brujas tras una verja accionada por una simple manivela? Sin embargo, no tardaría en darse cuenta de que escapar no sería tan sencillo, pues había demasiados ojos posados en ellas. Al menos, razonó, sentadas juntas en una celda les sería más sencillo elaborar un plan de huida entre ambas. Pronto descubrió que también en eso se equivocaba.
—¿Uriel? —murmuró extrañada al ver aparecer a Siva tirando sin miramientos del pequeño vampiro—, ¿qué te han…? —Ni siquiera pudo terminar la frase pues, tan pronto como el muchacho estuvo dentro, fue a ella a quien arrastraron fuera, no sin antes amenazarla debidamente— Gracias por el aviso, elfa —respondió Val en la lengua de la asesina, a sabiendas de que, si bien sonaba algo mejor que el común de su “anfitriona”, a ella no le agradaría escucharlo en su boca—, lo tendré.
Tras una breve mirada a los presos que dejaba atrás, dirigió sus pasos hacia los puestos de mercado que había situados frente al gran árbol. Le pareció distinguir a su espalda la voz de la asesina comentando algo acerca de la facilidad con que los brujos abandonan a los suyos, pero se negó a regalarle una reacción, ni en un sentido ni en otro.
Mientras caminaba entre los puestos que permanecían abiertos, haciendo ver que se interesaba por los productos expuestos, su mente consideraba su situación y sus posibilidades. Mirara donde mirase, se topaba con un par de ojos verdes fijos en ella. Salir a ciegas a un bosque desconocido en mitad de la noche no era una opción, si los elfos de Siva no acababan con ella, lo harían los animales salvajes, o quizá muriese de hambre o sed buscando una forma de salir del bosque.
Quedarse en el mercado, por otro lado, sólo era una solución temporal. Los puestos cerrarían más temprano que tarde, mercaderes y compradores se irían a sus casas y ella se encontraría en problemas de nuevo. «Podría entrar al Árbol», se dijo mientras metía distraídamente la mano en su bolso para palpar aquel sello que la había sacado de prisión. «¿Y qué hay de Nahir y Uriel?», le respondió su mente.
La imagen del vampirito herido trajo consigo otra imagen que hubiera preferido olvidar. Nunca llegó a saber el nombre de la niña Lombardi, pero su sangre aún endurecía la tela de sus pantalones. Sacudió levemente la cabeza para desterrar de nuevo el recuerdo de aquella chiquilla a algún rincón oscuro de su mente y retiró la mano de su bolso. Al hacerlo, se topó con otra forma redondeada, distinta del decorado sello de los Neril. La sacó y la observó en su mano durante un instante: una galleta. A las imágenes anteriores, les siguió la de un rostro arrugado. “¡Ni tu madre podría reconocerte!”, habían sido las palabras de Sigrid.
—¡Buenas noches, señorita! —interrumpió sus pensamientos la voz de un alegre mercader— ¿Puedo interesarla en alguno de mis productos? Tengo agua bendita de Sandorai, entre otras muchas pociones de las que no hallará igual en ninguna otra parte de Aerandir.
—Oh, sí, claro —respondió la bruja aún algo distraída por la idea que se le acababa de ocurrir—. Me llevaré una botellita de ese agua bendita.
—¡Excelente!, es ideal para mantener a raya a las fuerzas de la oscuridad —le explicó el elfo mientras le entregaba su pedido.
Valeria aceptó la botella con una mano, acompañada de la debida fórmula de agradecimiento, mientras se llevaba la otra, la de la galleta, a la boca(1). La vieja tenía razón en una cosa, la galleta estaba deliciosa, sólo faltaba comprobar si también había dicho la verdad con lo otro.
—Oh, disculpe, señorita —dijo el mercader, después de que su mirada quedase ligeramente desenfocada durante un instante—, no la había visto ahí. ¿Está interesada en alguno de mis productos? Puedo ofrecerle agua bendita de Sandorai, entre otras muchas pociones. Le aseguro que no hallará nada igual fuera de nuestras fronteras.
—¿Por qué no? —respondió Valeria con una sonrisa— ¿Qué hace esta poción de aquí?
—Ah, la poción pluma —dijo el mercader—. El nombre lo dice por si mismo, volverá a quien la tome ligero como una pluma. —Y acompañó sus palabras con un gracioso “aleteo” de los brazos.
—Me la llevo.
Mientras el mercader le entregaba su pedido, Val buscaba con la mirada un par de ojos verdes que la vigilasen, aunque podía imaginar que todos estarían demasiado ocupados buscando a la bruja que se les acababa de escurrir entre los dedos como para fijarse en la extranjera anónima que curioseaba entre los puestos del mercado. Sobre todo porque, al parecer, no era la única extranjera. La llegada de algunos de ellos estaba atrayendo cierta atención hacia la misma entrada del Árbol Madre.
Tal vez aquella fuera la única oportunidad que tuviera Valeria de ayudar y no la desaprovechó. Caminó con calma hacia un puesto cercano a la celda de la que había salido hacía tan solo unos minutos y, haciendo ver que estudiaba la factura de unas figurillas que representaban a una heroína ataviada con una elegante capa, se concentró en el espacio que la separaba de la jaula de los prisioneros. Haciéndose una con el éter que “llenaba” aquel espacio, Valeria envió el único mensaje de aviso que se le ocurrió en aquel momento. Una de las pociones que acababa de comprar flotó discretamente para colarse entre los barrotes y acabar descansando a los pies del pequeño vampiro(2).
No sabía si el muchacho se habría dado cuenta de que era ella a quien habían soltado cuando él llegó, pero confiaba en que Nahir fuera capaz de atar cabos y permanecer alerta, porque no creía que pudiera hacer mucho más por ellos. Tan pronto como “soltó” la botellita de poción, Valeria cambió el foco de su concentración a aquella ridícula manivela que había atacado su orgullo de bruja cuando fue encerrada en la celda y le dio un buen tironcito de éter(2). Cuando notó que cedía, se despidió mentalmente de bruja y vampiro y volvió su atención a asuntos más cercanos. Fue entonces cuando se topó con Vincent.
Ver a cierto hombre-perro luciendo su astada corona a las puertas mismas del más sagrado recinto de los elfos no la había sorprendido tanto como encontrarse cara a cara, una vez más, con el primogénito de los Calhoun. Por un momento, se extrañó de que su expresión de sorpresa no fuese correspondida, ni siquiera pudo ver signo alguno de reconocimiento en sus ojos. “¡Ni tu madre podría reconocerte!”, volvió a sonar en su mente. Bueno, aquello iba a ser un inconveniente, pero no tenía por qué ser un escollo insalvable, ¿cierto? Tomó aire y se encaró con el brujo. Al hacerlo, se dio cuenta de que también conocía a su acompañante, no hacía tanto que se habían visto, aunque tras los más recientes acontecimientos, pudiera parecer una eternidad.
—Buenas noches, Vincent —dijo y, alzando una mano para detener cualquier pregunta que el hombre tuviera en mente, continuó hablando deprisa, para evitar ser interrumpida—. Nos conocemos, aunque ahora no me recuerdes. Soy Val, tuve que usar un hechizo para despistar a unos asesinos, pero no durará mucho. Sé que suena ridículo, pero puedo probarlo. ¿Recuerdas el pozo, junto al bosque de la academia, donde la gente del pueblo decía haber visto aquel grupo de piskies? —Dudó un instante y dirigió una breve mirada a la elfa, tampoco era cuestión de ponerlo en un aprieto si resultaba que era amiga o pariente de Níniel, así que se acercó y le susurró el resto al oído. Con aquello debería bastar para que la creyera, o eso esperaba— Escucha, no voy a pedirte que te desvíes de tu camino ni seré un obstáculo para vosotros, tengo permiso de los Neril para estar aquí —añadió pensando en el sello que portaba—, es sólo que no todo el mundo está de acuerdo con ello. Lo único que te pido es que me dejes ir con vosotros. —Y esta vez se dirigió tanto al brujo como a la elfa—. A cambio os ayudaré en todo aquello que esté en mi mano. Sabes que puedo ser útil —añadió como último recurso mientras señalaba con un gesto de la cabeza la espada de su padre, aquella que ella misma había ayudado a recuperar durante los eventos del día de la Alianza.
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OFF: Vale, empezaré por disculparme por el testamento de post que os acabo de soltar. Para resumir: empiezo contando la llegada a Árbol Madre desde Villasaúco y el breve encuentro con Uri cuando Siva me saca amablemente de la celda. Buscando la forma de mantenerme a salvo de los asesinos, pululo por el mercado, hago algunas compras y me como mi Galleta del Olvido(1) (Al comerte esta galleta la gente deja de reconocerte. Eres un total desconocido para todos. Duración: 2 turnos. Mas detalles y enlace al tema original en mi [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]). Puesto que NADIE puede reconocerme, asumo que los asesinos andarán buscando a la maldita bruja fugada por la zona, sin prestarme atención a mí, una simple desconocida (eso, o acabo de condenarme a sufrir la ira de Ger). Haciendo uso de mi Telequinesis Avanzada(2), le paso a Uri el agua bendita de Sandorai que me encargó por privado y acciono a distancia la dichosa manivela. A partir de aquí estáis solos, chicos. Quizá tengáis más suerte que yo xD Para terminar, me topo con Vincent y Eilydh y les pido permiso para pegarme a ellos como lapa.
Mis compras:
Encargo para Uri: Agua bendita de Sandorai. 1 unidad
Para mí: Poción pluma. 1 unidad
Edito: Había olvidado indicar cuánto dura el efecto de la galleta del olvido
Reike
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Re: [Trama de Sandorái] La noche en que llegaron
Sandorai era bonito, muy bonito. Especialmente el Árbol Madre, donde nunca había estado. Y la verdad, en retroespectiva, se alegraba de haberse preparado. Es decir, no le había atacado una mantícora por el camino como para justificar la necesidad del nuevo equipo, pero viendo a los guerreros paseando por el lugar, se alegraba de haberse molestado en asegurarse de que su equipo fuera igual o mejor. Y había cierta satisfacción en haber hecho tu propia armadura y que no fuera una cutrez. Y desde luego su arco había atraído alguna que otra mirada de envidia.
En cualquier caso, había hecho turismo, y se había encontrado a Anders. Lo había saludado, por supuesto, y estaba a punto de preguntarle que diablos hacia así cuando alguien los interrumpió. Siva. Era una tipa siniestra, del clan Ojosverdes, que por algún motivo que se le escapaba, mandaba bastante por esos lares. Es decir, ella pensaría que los Nemaniel serían los importantes, al ser con los que había tratado en su mayoría en el exterior, pero no, por algún motivo esos Ojosverdes lo eran más, junto los Neril. Pero bueno, esos resucitaban gente, completamente comprensible.
En cualquier caso, esos eran famosos por….uh… sus dagas, por decirlo finamente, así que se despidió del elfo e hizo caso, yendo hacia donde le señalaban. Conocía a ese perro. Y a ese gato. Al que no estaba muerto al menos. –Lo siento, pero no podeis pasar.- dijo la elfa, avanzando hacia los guardias, cruzando al hombre bestia, enseñando el emblema a los guardias para que no la asaetaran a ella. Mentiría un poco. –Galatrea ya ha alzado a alguien hoy, tendréis que esperar. Y aunque no fuera así, no pueden permitir entrar a cualquiera ¿cierto?- el guardia que tenía más cerca se relajó un poco, ahora que alguien los apoyaba. –Pero eso cambia si no sois forasteros… seguro que hay alguno de los nuestros que necesita ayuda con alguna cosa. ¿Crees que tres personas recomendando a esos tres bastarían?- le pregunto al que parecía al líder, pero no espero una respuesta. Les daría una excusa para estar allí, siempre y cuando no se metieran en problemas, seguramente. -O podéis esperar, hacer turismo, ir a ver al artesano de esos magníficos guantes.- dijo al gato, con una sonrisa. Al fin y al cabo, los había hecho ella, y ahora estaba entrando.
No dudaba lo más mínimo de que conseguirían entrar. Y ella no iba a estar en la línea de fuego o peor, cómplice de una infiltración. No, primero iba a comprobar que le habían dicho la verdad y que la todopoderosa Galatrea efectivamente tenía que alzar a alguien. Y que solo podía hacerlo una vez al día como parecía implicar Siva. Y sino… seguro que le encantaría saber que alguien estaba manipulando a quien podía y no podía sanar. Pero antes de irse y dejar al perro a su suerte, dio un último vistazo, la cabeza danzante de esas estatuillas de Tyrande ondeando en el viento, como burlándose de ella. Luego miro al cadáver. Al león blanco. Casualidad. Seguro.
Y aun así… -Tu amigo, el muerto. ¿Cómo se llama?-
En cualquier caso, había hecho turismo, y se había encontrado a Anders. Lo había saludado, por supuesto, y estaba a punto de preguntarle que diablos hacia así cuando alguien los interrumpió. Siva. Era una tipa siniestra, del clan Ojosverdes, que por algún motivo que se le escapaba, mandaba bastante por esos lares. Es decir, ella pensaría que los Nemaniel serían los importantes, al ser con los que había tratado en su mayoría en el exterior, pero no, por algún motivo esos Ojosverdes lo eran más, junto los Neril. Pero bueno, esos resucitaban gente, completamente comprensible.
En cualquier caso, esos eran famosos por….uh… sus dagas, por decirlo finamente, así que se despidió del elfo e hizo caso, yendo hacia donde le señalaban. Conocía a ese perro. Y a ese gato. Al que no estaba muerto al menos. –Lo siento, pero no podeis pasar.- dijo la elfa, avanzando hacia los guardias, cruzando al hombre bestia, enseñando el emblema a los guardias para que no la asaetaran a ella. Mentiría un poco. –Galatrea ya ha alzado a alguien hoy, tendréis que esperar. Y aunque no fuera así, no pueden permitir entrar a cualquiera ¿cierto?- el guardia que tenía más cerca se relajó un poco, ahora que alguien los apoyaba. –Pero eso cambia si no sois forasteros… seguro que hay alguno de los nuestros que necesita ayuda con alguna cosa. ¿Crees que tres personas recomendando a esos tres bastarían?- le pregunto al que parecía al líder, pero no espero una respuesta. Les daría una excusa para estar allí, siempre y cuando no se metieran en problemas, seguramente. -O podéis esperar, hacer turismo, ir a ver al artesano de esos magníficos guantes.- dijo al gato, con una sonrisa. Al fin y al cabo, los había hecho ella, y ahora estaba entrando.
No dudaba lo más mínimo de que conseguirían entrar. Y ella no iba a estar en la línea de fuego o peor, cómplice de una infiltración. No, primero iba a comprobar que le habían dicho la verdad y que la todopoderosa Galatrea efectivamente tenía que alzar a alguien. Y que solo podía hacerlo una vez al día como parecía implicar Siva. Y sino… seguro que le encantaría saber que alguien estaba manipulando a quien podía y no podía sanar. Pero antes de irse y dejar al perro a su suerte, dio un último vistazo, la cabeza danzante de esas estatuillas de Tyrande ondeando en el viento, como burlándose de ella. Luego miro al cadáver. Al león blanco. Casualidad. Seguro.
Y aun así… -Tu amigo, el muerto. ¿Cómo se llama?-
- Spoiler:
- No compro nada porque me quede pobre cual rata comprando equipo para no morir... Que compre Ash, que esta forrado.
Valyria
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Re: [Trama de Sandorái] La noche en que llegaron
Sentía vagamente palabras mordaces de una elfa que lo miraba hostilmente, también como le medio arrastraba pero realmente no podía centrarse en que le estaba pasando, tampoco sus al rededores o su situación ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Donde están los dos elfos y el amable vampiro que estaban con el? Perdió la consciencia al poco de cruzar la cúpula y una vez abrió los se encontró con el horrible dolor por casi todo su cuerpo y los ojos hostiles de unos completos desconocidos, todo era borroso y apenas podía siquiera emitir una quejita apenas audible de dolor.
¿Fui traicionado?
Sus pensamientos eran confusos y desordenados, era como estar en las nubes, viendo lo que estaba sucediendo pero a su vez no siendo consciente de lo que eso conllevaba ¿Era por la falta de sangre? ¿O el shock mental? Uriel apenas podía recordar qué estaba haciendo en ese lugar, los recuerdos aparecían y al poco se disolvían, haciéndole olvidar nuevamente que había sucedido.
En cuanto fue lanzado con muy poca delicadeza a una prisión el infante pudo vagamente comprender su situación; Estaba a merced de los elfos ¿Pero como? ¿Qué sucedió? Intentando recordar mientras, por instinto, gateaba hasta la zona más profunda, pequeña y escondida de la celda para acurrucarse y hacerse una bolita. Recordaba haber quedado encerrado en Villasauco por accidente, un vampiro de nombre Taliesin le socorrió y por alguna extraña razón muchos elfos comenzaron a atacar la aldea, entonces…..Mucho fuego, era como ver un verdadero infierno ¡Casi se desmaya ahí mismo! Luego corrieron, lejos, muy lejos fuego y acabaron en…..
Es verdad, llegamos a un lugar muchos elfos….La luz me agobió mucho…..Si, me acuerdo ¡Estábamos intentado rechazar desesperadamente a ese extraño caballo! Y entonces…..Ese elfo y yo cruzamos una extraña barrera ¿Que pasó luego de eso? No me acuerdo
Cuanto más intentaba recordar más le dolía la cabeza y más su cuerpo temblaba ¿Sus compañeros le abandonaron? Era plausible, estaban en graves aprietos por la repentina locura de esa bruja y de los ataques de ese caballo con cuerno…..Es verdad, probablemente eso fue lo que paso...No, debe de ser lo que pasó ¿Porque tuvo que confiar en un vampiro? Sabía perfectamente lo que pasaba cuando confiabas en un vampiro, él mismo era uno, sabía cómo era y aún así…..Cada vez iba recuperando más y más la consciencia sobre su “situación”, el picor ardiente y el dolor por todo su cuerpo se intensificó cada vez más, como si inconscientemente su cuerpo castigara sus decisiones haciéndole sufrir el dolor que hasta hace unos momentos apenas podía sentir vagamente por el shock mental. Las lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos antes de que se diera cuenta, tanto por el dolor físico de las quemaduras y múltiples heridas como por su estado mental en esos momentos.
Tengo miedo, quiero volver a casa, tengo miedo vuelve a por mi, maestro por favor. Ayúdame por favor, prometo ser un niño bueno, lo prometo, no volveré a desobedecer así que por favor, no quiero morir, tengo miedo, no me dejes por favor prometo no volver a desobedecer….
Sus pensamientos se repetían en bucle mientras ignoraba lo que sucedía a su alrededor, como un pequeño animal herido y asustado, el infante se abrazaba así mismo mientras que se encogía sobre sí mismo, como si tratara de mimetizarse con la prisión. Notaba la presencia de alguien más ¿De quien? ¿aliado o enemigo? ¿Adulto amable o abusador infantil? ¿Otro pequeño desafortunado como él? ¿Importaba? La última vez que confío en un adulto todo salió mal, no planeaba volver a creer tan fácilmente ¡No al menos hasta salir de ese estúpido árbol!….Es verdad, estaba solo, y no podía fiarse de los adultos hostiles que le habían encerrado, tampoco de los que no conoció previamente ¡No tenía intenciones de acercarse a más adultos tramposos!
Quiero vivir….Quiero vivir y haré lo que sea para eso ¡Y luego me vengaré de los elfos malvados! ¿Eso está bien, maestro? ¡Descuide, pronto saldré de aquí!.....Si, saldré de aquí ¡Incluso si tengo que ser un niño malo saldré de este árbol lleno de elfos malvados que abusan de niños!
Secándose las lágrimas con una manga, el infante finalmente prestó atención a sus alrededores ¡Tenía una compañera de prisión! Era un mujer ¿Cree recordar que esa elfa malvada afirmó que era una bruja? Estaba bastante seguro que la había visto antes~ ¡Pero eso no importaba! ¡No planeaba fiarse de una bruja desconocida! ¿Y si planeaba engañarlo? ¡No tenía garantías de que no fuera un mentiroso como ese vampiro traidor! Lo que verdaderamente importaba ahora....Entre lágrimas le pareció escuchar la voz de cierta bruja que conocía mejor ¡La de Reike! Sabía que era un bruja amable que ayudó a su hermano, Zero, y a él a salir de un aprieto en el pasado ¡Aunque actualmente cuestionaba si era su aliada o no, una parte de él seguía viendo con buenos ojos a esa mujer! Después de todo, recuerda lo amable que fue con ambos aquella noche ¡Le costaba verla con otros ojos!
Tal vez pueda ayudarme a escapar….
Pensó Uriel ¡Pero para su sorpresa fue mucho más sutil! Pensaba que la bruja no lo vio o lo ignoró para evitar ponerse en líos pero se las arregló, de alguna forma, acercarse a la celda; La miró silenciosamente, con un poco de expectación y curiosidad ¿Vendría a ayudarlo? Aunque lo dudaba, pensándolo racionalmente, sería estúpido que ella escogiera ese momento para hacerlo, habiendo tantos guardias cerca ¡Uriel al menos no lo haría! Pero, estando en el estado en el que está, una parte suya, la del niño que sigue asustado, desea que la mujer esté ahí para salvarlo ¡Acertó un 50%, aún así!
“¿Un frasco? Esto es…..¡....!”
En cuanto la bruja se alejó antes de que levantara sospechas, el infante rápidamente se dispuso a coger y guardar la botellita de cristal en sus pies pero se detuvo a medio camino ¡Era agua bendita! Lo miró con evidente rechazo, esa cosa era el peor enemigo de un vampiro ¿Porque Reike…..? No….¿Porque Reike le daría algo así? El infante, tras tranquilizarse, tomó la botellita con algo de rechazo y miró a su compañera de celda con evidente confusión, preguntando si hablar porque le dieron eso. No se fiaba de la bruja, a pesar de que no veía hostilidad en sus ojos y tampoco parecía "malvada", no tenía intenciones de volver a ser traicionado.
¡Lo siento, señorita! Estoy siendo un niño malo, lo siento ¡Pero prometo por mi apellido que si resultas ser de verdad una adulta bondadosa ayudarte a escapar también! ¿Vale? ¡Así que perdóname por ser un niño malo!
.........................................Off-Rol..............................
Nota:Uriel no se fiará de nadie que no conozca previamente, e incluso si lo hace, será cuidadoso. De momento, solo hay unas pocas personas con las que razonará y seguirá haciéndoles caso. Está determinado a salir de ahí con vida a cualquier costo, tened eso muy en cuenta.
PD; Testamento x2 (?) (?) (?) (?)
Uri
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Re: [Trama de Sandorái] La noche en que llegaron
El peso del león había vuelto a la normalidad, siendo una carga notable a mi espalda. No importaba. Podía con ello. La carrera desde el templo de Nis habría sido demasiado para cualquier otro.
Por eso tenía que ser yo.
Para cuando nos aproximamos al Árbol Madre, ya había anochecido. El tiempo pasaba demasiado rápido, y la sensación de que algo iba a pasar seguía presionándome en el pecho, empujándome a moverme a pesar del cansancio. Apenas era consciente del terreno que había recorrido en aquellas horas.
Pero al fin, habíamos llegado. Dejé el cuerpo de Melena Blanca a un lado, acostándolo con cuidado. Aún tardaría en empezar a descomponerse, gracias en parte a las vendas, pero no iba a arriesgarme. Si quería que volviese a la vida... tendría que hacerlo pronto.
Saranee se detuvo detrás de mi y Syl, jadeando pesadamente. De alguna forma, había mantenido nuestro ritmo, aunque era evidente que le había costado. Aún había algo de ella que me molestaba, a decir verdad. Saqué la cantimplora de mi bolsa y bebí del agua que me quedaba. Mi compañero hizo lo mismo, después de dejar el enorme hacha de Melena Blanca apoyada sobre uno de los árboles.
-Nos han estado vigilando mientras llegábamos.- advirtió el felino. -No creo que se fíen. Incluso siendo quien eres.- dijo, frunciendo el ceño.
Me crucé de brazos y suspiré, aprovechando el pequeño descanso para pensar en algo. Estaba claro que no iban a dejarnos entrar sin motivo... a pesar de que había avisado. No era la primera vez que lidiaba con esa clase de elfos. Eran fanáticos. No atenderían a razones salvo que tuviese argumentos aplastantes, y aun así, actuarían con superioridad.
Parte de mi quería aplastar a todo el que se antepusiese.
Pero no teníamos esa clase de tiempo, y el matarlos solo haría que resultase imposible convencer a cualquier otro elfo de que nos ayudase. Tendría que apelar a algo más.
-Creo...- jadeó Saranee -Creo que hay algunos sellos de familias. Son los pocos símbolos que respetan.- dijo, mirando hacia la entrada. -Seguro que si tenemos uno, nos dejan pasar.-
-Hay otra opción.- dijo Syl unos segundos después. -Mira eso.- señaló.
Había algunos puestos de mercado, incluso a aquella hora. Varios objetos curiosos, pero uno entre ellos parecía destacar. Una figura de una elfa. Difícil de reconocer por su cuenta, pero aquella capa...
Fruncí el ceño. No podía ser. Me acerqué rápidamente.
-Esta figura.- Dije, sorprendiendo al vendedor. -¿Es Tyrande?- pregunté.
-¡Por supuesto!- sonrió este. -Tyrande Nemaniel. La mayor protectora de Sandorai. Todos los jóvenes crecen escuchando sus historias.- añadió. -¿Te interesa? Es una figura muy bien hecha.-
Reprimí soltar una carcajada. Dos ideas cruzaron mi mente, prácticamente alegrándome el día. El precio de esa figura era ridiculamente alto, pero valdría la pena. Solté los cien aeros y volví con los tres felinos, guardando la figura en mi bolsa.
-¡Gracias! ¡Buenas noches!- exclamó el vendedor a mi espalda.
Terminado el descanso, volví a cargar con el león sin ofrecerle ninguna explicación a la confusa Saranee. Solo tendríamos que avanzar hasta que alguien intentase detenernos. Formulé en mi mente lo que iba a decir, preparado para la confrontación. No tardó en llegar.
Estaban organizados, como mínimo. Mejor así. El caudillo dejó claro que no nos dejarían pasar. Y aun así, antes de que llegase a hablar, una chica apareció desde el Gran Tronco. Un rostro conocido. Esa chica... había hecho la armadura de Syl. Lo que dijo fue algo extraño. Como si tuviese que detenernos, pero nos invitase a entrar.
Y finalmente, preguntó.
-Mandé una carta antes de venir.- comencé, irguiéndome y haciendo caso omiso de los arcos tensados. -En un cuervo blanco. Vine advirtiendo de quien era, y de a qué venía. No vamos a pasar por Imbar. Vamos a pasar por Nís. Este león... es Melena Blanca, anterior Centinela del Este, portador de la Capa Blanca, y el sucesor y mayor aliado de Tyrande Nemaniel.- dije, alzando la voz al pronunciar el nombre de la elfa. Prácticamente gritaba. -Dio su vida protegiendo el templo de Nís, matando al Jinete Oscuro que pretendía corromperlo. ¿Vas a negarnos paso, cuando aún puede salvarse? ¿A la persona por la que Tyrande se sacrificó en el Oblivion? ¿A quien le confió su tarea de proteger el reino hasta su último aliento?- dije, con fuego en mi mirada.
-Había elfos atrapados en el templo de Nís. Conseguí salvar a algunos rompiendo una cadena de huesos.- añadió Saranee. -Ellos pueden confirmarlo, si aún dudáis.- No podrían tacharlo como una mentira, entonces. Bien. Hora de dar el último golpe.
-Lo he traído aquí porque su tarea no ha terminado. Si quieres ir contra la última voluntad de vuestra heroína, espero que puedas hablar por todos.- finalicé.
Evité sonreír. Si tenía una forma de contrarrestar todo aquello, el elfo iba a tener que ser convincente. Hasta algunos de los elfos parecían dudar.
_________________________________________
-Estoy casi seguro de que es un timo de master Ger, pero compro una Estatuilla de Tyrande porque me hace gracia. O para revender luego.
-Menciono la carta que envié en el anterior parte del evento: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
-Señalo que Melena Blanca murió luchando por uno de los templos élficos y es el sucesor y mayor aliado de Tyrande, y que no ayudarlo es insultar al sacrificio de su heroína. Lo cual me parece mejor argumento que decir "Soy Centinela y vais a morir si no ayudais." ¿EH GER?
Ya que por la conversion se han perdido algunas cosas, me tomo la molestia de declarar mis objetos Limitados reemplazados:
Asher:
-Poción de Salud Concentrada
-Runa Levitasis Mejorada
-Runa Altura
-Runa Territorio
Syl:
-Poción de Salud Concentrada
Asher Daregan
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Re: [Trama de Sandorái] La noche en que llegaron
Había matado a cientos de personas a lo largo de su vida, y pese a ello no se consideraba un mal hombre. Después de todo, lo había hecho por preservar su seguridad o la de otros, casi siempre por dinero, otras veces solo porque creía que era lo correcto.
Lo cierto es que las situaciones y problemas a los que te enfrenta la vida nunca eran tan simples, y siempre albergaba la duda de si verdaderamente había obrado bien en cada batalla en la que había participado, de si había luchado en el bando correcto.
Sin embargo, en ese día no tenía duda alguna.
Querostraza era un monstruo, aquel que era el peor de todos, aquel que tiene inteligencia, piensa y decide. La dragona era el brazo derecho de un ser que los condenaría a todos a una vida de miedo y servidumbre, y por ello había que frenarla en seco, aunque eso significase volver a ser un mercenario asesino un día más.
Esos pensamientos cruzaron la mente del brujo mientras su espada atravesaba el abdomen de Querostraza, mientras la sangre de la dragona describía un río de tinta carmesí por encima del acero y sellaba su vida.
Vincent pensó lo que siempre pensaba en aquellos casos, otra vida desperdiciada en aras de la avaricia, del egoísmo, o como en aquel caso, de la maldad y de la lealtad mal encaminada. La dragona se había equivocado cuando eligió a su “señor”, e incluso cuando se enfrentó a sus enemigos, porque aquel combate, rodeada de tantos buenos luchadores, no lo podría haber ganado. Si no hubiese sido él quien acabase con la vida de Querostraza, habría sido el brujo ilusionista, Catherine o Al’theas.
En cualquier caso, el tiempo jugaba en contra de todos ellos y no podían quedarse quietos pensando sobre lo sucedido, ni tampoco celebrando la victoria. Pues una batalla ganada no era una guerra vencida.
Un rostro conocido le dio la oportunidad a Vincent de ir más rápido hacia Árbol Madre. La capital cultural, gubernamental y espiritual de los elfos, suelo sagrado, un lugar que los brujos solo podían soñar pisar. Para un simple mercenario como él era todo un halago poder verlo con sus propios ojos, un sueño, como antes se mencionaba, más por desgracia el motivo de su visita no era un simple paseo.
Su misión era importante, debía dar aviso de lo que se avecinaba, y en realidad tampoco le agradaba la idea de separarse de Níniel una vez más. Ella seguro que tenía capacidad que él de convencer a sus compañeros elfos, más que un brujo, eso seguro, pero aún más teniendo en cuenta que era una miembro importante del clan Thenidiel. Sin embargo, los jinetes podrían aparecer allí, y entonces quizás él podría marcar la diferencia.
Esa era la única razón para que Vinc fuese antes que cualquier otro compañero de armas. El único motivo para ser él quien acompañara a Eilydh, en vez de otra persona, era aquello que había sido distinto al matar a Querostraza, aquello que no había pasado antes.
Había sentido… algo, no sabría explicar qué, penetrar en su cuerpo. Pero aún sin saber exactamente como o qué era, los síntomas eran claros y tenía experiencia en todo aquello de mano de su hermana. Varios años se había castigado internamente por no estar con Elen el día que la maldición de los jinetes la afectara, y ahora era él quien lo sufría en sus propias. Daba para una novela, y sin duda los dioses tenían un extraño sentido del humor.
- Impresionante-, fue lo único que pudo decir mientras contemplaba el inmenso Árbol de los elfos, agarrándose a la montura de Eilydh como podía.
Se veía majestuoso, pero no como los edificios de los humanos, dragones, brujos y demás razas de Aerandir. No era algo grandioso salido de la nada, demostrando el poder de la civilización en cuestión y de lo que era capaz de construir. El poderío del Árbol Madre emanaba de él, porque precisamente al verlo sentías que te decía que debía estar allí, que era parte del bosque.
- No sé cómo demonios haremos para entrar y ver al consejo. Es el lugar más vigilado del bosque que tiene ojos en todas partes-, lo comentó a su compañera, que ya guiaba a su tigre por las zonas colindantes al árbol.
El mercenario no pensaba usar la fuerza, no entraba en ninguno de sus planes. No estaba dispuesto a luchar y debilitar a los elfos antes de la batalla que se avecinaba, y menos aún iba a atacar gente inocente por dar un mensaje. Si iba a dar más problemas y sufrimiento por su método para avisarlos, mejor era no hacerlo. Por lo demás, con la vista y ligereza que se movían podía descartar el sigilo.
- Tenemos que convencerlos de algún modo-, dijo esta vez.
“¿Pero cómo?” pensó el brujo seguido a su propio comentario.
- No dejen escapar esta oportunidad-, resonó a su lado, y el brujo no pudo evitar mirar hacia allí.
Comprar no entraba dentro de sus planes, y menos aquella figura, pero quizás otra cosa…
- Creo que podemos aprovechar y conseguir algunas cosas para luego. Consigamos o no dar el mensaje al consejo, la situación se pondrá fea, será mejor prepararnos-, comentó a su compañera, esta vez bajándose del lomo del tigre.
- ¡Hola! ¡Hola! ¿Quieren algo en particular? Un extranjero que me compra, es un buen extranjero-, le recibió la mercader, con ese buen talante.
Después de todo, una venta era una venta, fuese quien fuese el cliente.
- Pues, me vendría bien una de esas pociones pluma-, dijo, señalando el lugar donde las tenía, pero al mismo tiempo, agarrando una de las figuras y sosteniéndola con la mano para mirar la inscripción. - Nuestra gran heroína.
- ¿Sabe élfico? Qué interesante - respondió la mercader, acercándole la poción y dejándola sobre el mostrador, delante de Vincent.
- Un poco. No soy un experto, para qué mentirle-, comentó de buen humor. - ¿Quién es? - preguntó curioso.
- Oh, ¿no sabe quién es? Claro, no es de por aquí-, comenzó a decir la vendedora. - Es la gran Tyrande Nemaniel. Nuestra gran heroína, como reza la inscripción-, dijo, henchida de orgullo. - Protectora de Árbol Madre.
- Antigua centinela y portadora de la capa blanca.
- Veo que conoce su historia.
- Sí, conozco la historia de Tyrande. No la había reconocido-, dijo con la mente ida, sopesando ahora sus posibilidades para entrar al árbol. - Oiga, no habrá nadie del clan Nemaniel por aquí, me vendría bien.
La mercader pareció no entender que quería ese extranjero de los Nemaniel.
- En realidad debo hablar con el consejo élfico, pero supongo que tener un Nemaniel de mi lado me ayudará. Fuerzas oscuras se acercan y toda ayuda es poca-, dijo sin buscar alarmar a la vendedora. - Una capa blanca siempre es bueno, pero puede no ser suficiente-, comentó medio en broma, pero colocándose de forma que la elfa pudiera ver su capa.
Después, Vincent colocó doscientos cincuenta aeros sobre el mostrador de madera, tomó la pócima y se la echó en uno de sus bolsos de su correa.
- También me llevaré la figura-, dijo finalmente, guiñándole un ojo y marchándose figura en mano.
No podía saber cómo se lo tomaría la vendedora. Podría creerle o pensar que era un idiota con capa blanca normal, mundana y de lo más corriente, pero quizás…
La verdad, nunca se sabía donde se podrían encontrar aliados.
- Bueno, es momento de ponerse manos a la obra. Espero que los dioses estén de nuestro lado-, le comentó a Eilydh, antes de enseñarle la figurita. - Es bonita, ¿a que sí? Seguro que a mi hija le gustará-, mencionó, posando sus ojos otra vez en la estatuilla pero sin dejar de avanzar hacia la entrada del Árbol Madre.
La figura era tan cara como perfecta. Pura manufactura élfica, valía cada aero que había pagado. A Allyson le haría ilusión.
Y sí, sin desviarnos del tema principal, los aliados se podían encontrar en cualquier parte. O incluso aparecer de la nada.
- Buenas, pero, ¿nos conocemos? - dijo, levantando la mirada del juguete para observar lo que debería ser una cara conocida, pero no lo era.
¿Cómo sabía su nombre una desconocida? Tan famoso no podía haberse vuelto de repente.
- ¿Perdón? ¿Cómo sabe eso? - respondió, después de escucharlos susurros de la dama. Esa historia no debería saberlo nadie, ni siquiera su hermana o sus padres, solo podía saberlo… - Pero…-. No entendía nada. Estaba confuso y solo estaba seguro de que no conocía a esa chica y que no podía ser ella la protagonista junto a él de esa historia. - Oh, un pase del clan Neril. Eso vale para entrar al Árbol Madre ¿no? - dejó de pensar de que lo conocía, para centrarse en su misión. - Podría venirnos bien-, le dijo a Eilydh. - Bien, ven con nosotros. Si nos ayudas puedes quedarte con nosotros todo el tiempo que quieras. Además, tengo muchas preguntas que hacerte, aunque ahora no es el mejor momento y ya podremos hablar más adelante-, terminó por decir, en tono amable.
Bueno, cada cosa sumaba. Eilydh pertenecía al pueblo élfico y ese místico tigre podía significar algo entre los elfos, aunque eso eran simples suposiciones que Vinc se hacía, la misteriosa desconocida llamada Val, tenía un sello de uno de los clanes más importantes de Sandorai, y él tenía la capa que una vez perteneciera Tyrande, además de los lazos que lo unían a Níniel Thenidiel. Con eso tendría que valer.
- Buenas noches-, saludó en élfico, al que parecía ser el guarda de la entrada. - Soy Vincent Calhoun, amigo de Níniel Thenidiel, sacerdotisa del clan Thenidiel e hija de su líder, Ashara Thenidiel y actual portador de la sábana blanca-, dijo seguido, ahora en común. Su élfico solo daba para pequeñas frases. - He venido a devolver este objeto sagrado al consejo élfico y a avisarles de que un gran mal se cierne sobre este lugar-, comentó solemne, desabrochándose la capa y mostrándosela a los elfos sosteniéndola doblada sobre las palmas de sus manos.
La figura de Tyrande quedó apoyada encima de la tela de la capa, ya que por todo el trayecto Vincent la llevaba en la mano y la había guardado por ahora. A parte de eso, el brujo no estaba seguro de que le creyeran, pero esperaba que así fuera, y que la compañía de una portadora de un sello y una elfa ayudara a convencerles.
Sin embargo, tan cegado había estado, tan concentrado en su labor, que solo ahora se había fijado en los hombres bestia que estaban al lado del guardia de la entrada.
- Asher, ¿eres tú? - preguntó, mirando hacia el hombre perro, pero no tardó en reconocer al guerrero perteneciente a la Logia. - No sabía que estabas en Sandorai, ¿ha pasado algo grave? - volvió a preguntar, mirando a los compañeros del hombre perro y al que parecía ser un hombre león inconsciente o abatido.
No sabía qué demonios estaba pasando, pero conocía lo suficiente a Asher para prestarle ayuda. Después de todo, ambos eran compañeros en la Logia de Hechiceros.
- Son amigos, si me creéis y necesitan ayuda, me gustaría que pudieran entrar con nosotros. Imploro auxilio y buen juicio al pueblo élfico-, dijo finalmente, realizando una leve reverencia y mirando hacia el suelo, sin dejar de sostener la sábana blanca delante de sí.
Siguiendo la línea de Asher, como han habido cambios en el sistema, mencionaré los objetos limitados que llevo:
Un Kit de Herrería Inferior
Un juego de Ganzúas
Un Pergamino de Hechizos
Más la poción pluma y la estatuilla que compré en este mismo tema.
Creo que los objetos máster como colgantes y demás objetos de usos y cargas no cuentan para ningún límite. Si estoy equivocado ya me lo hacen saber ^^
Como armamento y prendas llevo la capa blanca de centinela del este, la espada zurda de frendel, una daga calidad normal con runa eléctrica, un estilete calidad normal sin encantamiento y la armadura ligera superior con encantamiento.
Lo cierto es que las situaciones y problemas a los que te enfrenta la vida nunca eran tan simples, y siempre albergaba la duda de si verdaderamente había obrado bien en cada batalla en la que había participado, de si había luchado en el bando correcto.
Sin embargo, en ese día no tenía duda alguna.
Querostraza era un monstruo, aquel que era el peor de todos, aquel que tiene inteligencia, piensa y decide. La dragona era el brazo derecho de un ser que los condenaría a todos a una vida de miedo y servidumbre, y por ello había que frenarla en seco, aunque eso significase volver a ser un mercenario asesino un día más.
Esos pensamientos cruzaron la mente del brujo mientras su espada atravesaba el abdomen de Querostraza, mientras la sangre de la dragona describía un río de tinta carmesí por encima del acero y sellaba su vida.
Vincent pensó lo que siempre pensaba en aquellos casos, otra vida desperdiciada en aras de la avaricia, del egoísmo, o como en aquel caso, de la maldad y de la lealtad mal encaminada. La dragona se había equivocado cuando eligió a su “señor”, e incluso cuando se enfrentó a sus enemigos, porque aquel combate, rodeada de tantos buenos luchadores, no lo podría haber ganado. Si no hubiese sido él quien acabase con la vida de Querostraza, habría sido el brujo ilusionista, Catherine o Al’theas.
En cualquier caso, el tiempo jugaba en contra de todos ellos y no podían quedarse quietos pensando sobre lo sucedido, ni tampoco celebrando la victoria. Pues una batalla ganada no era una guerra vencida.
Un rostro conocido le dio la oportunidad a Vincent de ir más rápido hacia Árbol Madre. La capital cultural, gubernamental y espiritual de los elfos, suelo sagrado, un lugar que los brujos solo podían soñar pisar. Para un simple mercenario como él era todo un halago poder verlo con sus propios ojos, un sueño, como antes se mencionaba, más por desgracia el motivo de su visita no era un simple paseo.
Su misión era importante, debía dar aviso de lo que se avecinaba, y en realidad tampoco le agradaba la idea de separarse de Níniel una vez más. Ella seguro que tenía capacidad que él de convencer a sus compañeros elfos, más que un brujo, eso seguro, pero aún más teniendo en cuenta que era una miembro importante del clan Thenidiel. Sin embargo, los jinetes podrían aparecer allí, y entonces quizás él podría marcar la diferencia.
Esa era la única razón para que Vinc fuese antes que cualquier otro compañero de armas. El único motivo para ser él quien acompañara a Eilydh, en vez de otra persona, era aquello que había sido distinto al matar a Querostraza, aquello que no había pasado antes.
Había sentido… algo, no sabría explicar qué, penetrar en su cuerpo. Pero aún sin saber exactamente como o qué era, los síntomas eran claros y tenía experiencia en todo aquello de mano de su hermana. Varios años se había castigado internamente por no estar con Elen el día que la maldición de los jinetes la afectara, y ahora era él quien lo sufría en sus propias. Daba para una novela, y sin duda los dioses tenían un extraño sentido del humor.
- Impresionante-, fue lo único que pudo decir mientras contemplaba el inmenso Árbol de los elfos, agarrándose a la montura de Eilydh como podía.
Se veía majestuoso, pero no como los edificios de los humanos, dragones, brujos y demás razas de Aerandir. No era algo grandioso salido de la nada, demostrando el poder de la civilización en cuestión y de lo que era capaz de construir. El poderío del Árbol Madre emanaba de él, porque precisamente al verlo sentías que te decía que debía estar allí, que era parte del bosque.
- No sé cómo demonios haremos para entrar y ver al consejo. Es el lugar más vigilado del bosque que tiene ojos en todas partes-, lo comentó a su compañera, que ya guiaba a su tigre por las zonas colindantes al árbol.
El mercenario no pensaba usar la fuerza, no entraba en ninguno de sus planes. No estaba dispuesto a luchar y debilitar a los elfos antes de la batalla que se avecinaba, y menos aún iba a atacar gente inocente por dar un mensaje. Si iba a dar más problemas y sufrimiento por su método para avisarlos, mejor era no hacerlo. Por lo demás, con la vista y ligereza que se movían podía descartar el sigilo.
- Tenemos que convencerlos de algún modo-, dijo esta vez.
“¿Pero cómo?” pensó el brujo seguido a su propio comentario.
- No dejen escapar esta oportunidad-, resonó a su lado, y el brujo no pudo evitar mirar hacia allí.
Comprar no entraba dentro de sus planes, y menos aquella figura, pero quizás otra cosa…
- Creo que podemos aprovechar y conseguir algunas cosas para luego. Consigamos o no dar el mensaje al consejo, la situación se pondrá fea, será mejor prepararnos-, comentó a su compañera, esta vez bajándose del lomo del tigre.
- ¡Hola! ¡Hola! ¿Quieren algo en particular? Un extranjero que me compra, es un buen extranjero-, le recibió la mercader, con ese buen talante.
Después de todo, una venta era una venta, fuese quien fuese el cliente.
- Pues, me vendría bien una de esas pociones pluma-, dijo, señalando el lugar donde las tenía, pero al mismo tiempo, agarrando una de las figuras y sosteniéndola con la mano para mirar la inscripción. - Nuestra gran heroína.
- ¿Sabe élfico? Qué interesante - respondió la mercader, acercándole la poción y dejándola sobre el mostrador, delante de Vincent.
- Un poco. No soy un experto, para qué mentirle-, comentó de buen humor. - ¿Quién es? - preguntó curioso.
- Oh, ¿no sabe quién es? Claro, no es de por aquí-, comenzó a decir la vendedora. - Es la gran Tyrande Nemaniel. Nuestra gran heroína, como reza la inscripción-, dijo, henchida de orgullo. - Protectora de Árbol Madre.
- Antigua centinela y portadora de la capa blanca.
- Veo que conoce su historia.
- Sí, conozco la historia de Tyrande. No la había reconocido-, dijo con la mente ida, sopesando ahora sus posibilidades para entrar al árbol. - Oiga, no habrá nadie del clan Nemaniel por aquí, me vendría bien.
La mercader pareció no entender que quería ese extranjero de los Nemaniel.
- En realidad debo hablar con el consejo élfico, pero supongo que tener un Nemaniel de mi lado me ayudará. Fuerzas oscuras se acercan y toda ayuda es poca-, dijo sin buscar alarmar a la vendedora. - Una capa blanca siempre es bueno, pero puede no ser suficiente-, comentó medio en broma, pero colocándose de forma que la elfa pudiera ver su capa.
Después, Vincent colocó doscientos cincuenta aeros sobre el mostrador de madera, tomó la pócima y se la echó en uno de sus bolsos de su correa.
- También me llevaré la figura-, dijo finalmente, guiñándole un ojo y marchándose figura en mano.
No podía saber cómo se lo tomaría la vendedora. Podría creerle o pensar que era un idiota con capa blanca normal, mundana y de lo más corriente, pero quizás…
La verdad, nunca se sabía donde se podrían encontrar aliados.
- Bueno, es momento de ponerse manos a la obra. Espero que los dioses estén de nuestro lado-, le comentó a Eilydh, antes de enseñarle la figurita. - Es bonita, ¿a que sí? Seguro que a mi hija le gustará-, mencionó, posando sus ojos otra vez en la estatuilla pero sin dejar de avanzar hacia la entrada del Árbol Madre.
La figura era tan cara como perfecta. Pura manufactura élfica, valía cada aero que había pagado. A Allyson le haría ilusión.
Y sí, sin desviarnos del tema principal, los aliados se podían encontrar en cualquier parte. O incluso aparecer de la nada.
- Buenas, pero, ¿nos conocemos? - dijo, levantando la mirada del juguete para observar lo que debería ser una cara conocida, pero no lo era.
¿Cómo sabía su nombre una desconocida? Tan famoso no podía haberse vuelto de repente.
- ¿Perdón? ¿Cómo sabe eso? - respondió, después de escucharlos susurros de la dama. Esa historia no debería saberlo nadie, ni siquiera su hermana o sus padres, solo podía saberlo… - Pero…-. No entendía nada. Estaba confuso y solo estaba seguro de que no conocía a esa chica y que no podía ser ella la protagonista junto a él de esa historia. - Oh, un pase del clan Neril. Eso vale para entrar al Árbol Madre ¿no? - dejó de pensar de que lo conocía, para centrarse en su misión. - Podría venirnos bien-, le dijo a Eilydh. - Bien, ven con nosotros. Si nos ayudas puedes quedarte con nosotros todo el tiempo que quieras. Además, tengo muchas preguntas que hacerte, aunque ahora no es el mejor momento y ya podremos hablar más adelante-, terminó por decir, en tono amable.
Bueno, cada cosa sumaba. Eilydh pertenecía al pueblo élfico y ese místico tigre podía significar algo entre los elfos, aunque eso eran simples suposiciones que Vinc se hacía, la misteriosa desconocida llamada Val, tenía un sello de uno de los clanes más importantes de Sandorai, y él tenía la capa que una vez perteneciera Tyrande, además de los lazos que lo unían a Níniel Thenidiel. Con eso tendría que valer.
- Buenas noches-, saludó en élfico, al que parecía ser el guarda de la entrada. - Soy Vincent Calhoun, amigo de Níniel Thenidiel, sacerdotisa del clan Thenidiel e hija de su líder, Ashara Thenidiel y actual portador de la sábana blanca-, dijo seguido, ahora en común. Su élfico solo daba para pequeñas frases. - He venido a devolver este objeto sagrado al consejo élfico y a avisarles de que un gran mal se cierne sobre este lugar-, comentó solemne, desabrochándose la capa y mostrándosela a los elfos sosteniéndola doblada sobre las palmas de sus manos.
La figura de Tyrande quedó apoyada encima de la tela de la capa, ya que por todo el trayecto Vincent la llevaba en la mano y la había guardado por ahora. A parte de eso, el brujo no estaba seguro de que le creyeran, pero esperaba que así fuera, y que la compañía de una portadora de un sello y una elfa ayudara a convencerles.
Sin embargo, tan cegado había estado, tan concentrado en su labor, que solo ahora se había fijado en los hombres bestia que estaban al lado del guardia de la entrada.
- Asher, ¿eres tú? - preguntó, mirando hacia el hombre perro, pero no tardó en reconocer al guerrero perteneciente a la Logia. - No sabía que estabas en Sandorai, ¿ha pasado algo grave? - volvió a preguntar, mirando a los compañeros del hombre perro y al que parecía ser un hombre león inconsciente o abatido.
No sabía qué demonios estaba pasando, pero conocía lo suficiente a Asher para prestarle ayuda. Después de todo, ambos eran compañeros en la Logia de Hechiceros.
- Son amigos, si me creéis y necesitan ayuda, me gustaría que pudieran entrar con nosotros. Imploro auxilio y buen juicio al pueblo élfico-, dijo finalmente, realizando una leve reverencia y mirando hacia el suelo, sin dejar de sostener la sábana blanca delante de sí.
Offrol
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Siguiendo la línea de Asher, como han habido cambios en el sistema, mencionaré los objetos limitados que llevo:
Un Kit de Herrería Inferior
Un juego de Ganzúas
Un Pergamino de Hechizos
Más la poción pluma y la estatuilla que compré en este mismo tema.
Creo que los objetos máster como colgantes y demás objetos de usos y cargas no cuentan para ningún límite. Si estoy equivocado ya me lo hacen saber ^^
Como armamento y prendas llevo la capa blanca de centinela del este, la espada zurda de frendel, una daga calidad normal con runa eléctrica, un estilete calidad normal sin encantamiento y la armadura ligera superior con encantamiento.
Vincent Calhoun
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Re: [Trama de Sandorái] La noche en que llegaron
El suelo mismo temblaba bajo sus pies. Ash'alá era una sombra en la noche oscura que se estaba cerniendo sobre la cabeza de la chica. Notaba como las piernas del animal esquivaban los troncos de los árboles que pasaban como si fuese un camino conocido. Un camino que había nacido para hacer. Notaba, sin embargo la rabia y urgencia de su carrera. Eilydh había conectado de manera especial con aquel animal y por algún motivo que no conocía pero por el que estaba agradecida ahora le obedecía. Enredó sus manos en el pelaje claro y frío del animal, en parte para agarrarse y no caer ante las sacudidas de animal, en parte para hacerle saber que estaba ahí, con él, y que la muerte de Eleatril aún seguía en su cabeza y que la vengaría en cuanto pudiese tan solo para aliviar un poco la rabia que ahora inundaba el correr del animal.
Sentía a Vincent tras ella, haciendo lo suyo por no caer a la inmensidad del camino en la carrera. Intentó varias veces preguntarle si estaba bien, pero su voz estaba ahogada por el viento y debía esforzarse en respirar el frío que inundaba sus pulmones, tan solo una que otra visual la cercioraba de que su acompañante seguía ahí.
Eilydh sonrió al escuchar como Vincent halagaba al árbol y recordó la primera vez que se había topado con la grandiosidad de aquella visión cuando aún era una niña. Para ella, El árbol madre los recibió como un viejo conocido: Con las ansias de reencuentro, y la austeridad de un viejo enemigo, al menos para la ella. Bajó de su montura y le sorprendió descubrir la ignorancia en su estado más puro; La vida seguía igual que siempre en los alrededores del árbol madre, como si lo que acababa de vivir en el templo de Anar fuese tan solo una pesadilla pasajera. Abrió su cantimplora y le ofreció algo de agua al tigre mientras Vincent se bajaba también de la montura.
No sabían por dónde empezar, así que ambos se acercaron a una de las elfas comerciantes que venía su mercancía en las raices del árbol aprovechando las formas para usarlas de tenderete, con el objetivo, o al menos eso había dicho Vincent, de comprar provisiones. Aquello la exasperó un poco. La paciencia no era su rasgo más carácteristico y sabía de la puntualidad elfa. Si no se daban prisa acabarían perdiendo la oportunidad de encontrar a Galatea en su tiempo de oyente... sin contar con que los jinetes no andarían muy lejos.
Aún así, lo siguió. Escuchó como Vincent hacía conversación educada con la tendera y esperó hasta que el hombre hubo comprado todo lo que quería. Además una mujer desconocida se le acercó y por los susurros entre ambos, parecía que aquella conversación quizás era más privada de lo que parecia y por lo tanto no apta para sus oídos.
-Centinelas...- dijo poniendo los ojos en blanco, en principio para nadie, pero la elfa mercader pareció escucharla.
-Has dicho... ¿centinela?- sus ojos se abrieron mucho, reflejando la urgencia de sus palabras- Ese hombre... ¿esa capa?- los ojos casi se le salían de sus órbitas, y señaló a su estatuilla, mostrando la semejanza. La mercader posó entonces su mirada en el tigre que seguía Eilydh.- ¡Ash'alá!- dijo.-¿Dónde esta la hija de Tyrande?- la mujer casi parecía necesitar un abrazo temiendo lo peor.
Eilydh se llevoó la mano a los labios, pidiendo que bajase la voz pues no quería formar el pánico en aquel lugar tan concurrido.-
-Ash'alá ahora viaja conmigo- dijo finalmente Eilydh, sin entrar en mucho detalle- Espero que entiendas la urgencia de nuestra visita, ante los signos justo que acabas de señalar, y por lo tanto me perdones que haya traído a un brujo a este lugar santo- añadió, sin saber muy bien si aquella búsqueda de perdón era para ella misma o para la mercader- Necesitamos hablar con Galatrea, pero no creo que nos vaya a ser fácil entrar en el árbol madre- dijo de nuevo señalando a Vincent- No a ambos, al menos.... Si tuvieses algo que nos ayudase... -miró entre su mercancía. Sabía que aquella comerciante tendría algo parecido, pero no estaba segura de si quería entrar por medios poco legales, así que reformuló su frase- Si conocieses alguna manera de poder entrar a ver a Galatrea de manera justa... valdría cualquier moneda que pueda o no tener.- dijo Eilydh, con poca esperanza, sin mirar a la elfa pues aquello era a fin de cuentas una pregunta retórica y no esperaba respuesta.-En fin... creo que me llevaré una estatuilla. Quizás la esencia de la heroína curtida en esta madera me redima del pecado de traer a forasteros aquí. Si recuerdas alguna manera de ayudarnos.. estaremos probando suerte a la entrada- sonrió pagando el dinero estipulado - Que Ímbar haga tu negocio fértil- añadió.
-Espero que hayas acabado tus... secretitos- le dijo a Vincent, moviéndolo hasta la entrada del árbol, - si es así, tenemos una misión que cumplir-
La desconocida, sin embargo no tardó en unirse a ambos, lo que al principio molestó más que benefició a Eilydh: Otra bruja intentando corromper tierra santa. Sin embargo, aquella mujer tenía un sello elfo, asií que calmó un poco a Eilydh, que tomó aquello como una señal de fortuna. O al menos así quiso pensar.
No eran los primeros en pedir entrar. De hecho, a la elfa le sorprendió tanto ajetreo de personas no elfas a aquellas horas en los alrededores del árbol madre. Casi la molestó en exceso y tuvo que forzarse a parecer afable y no mirar con desdén a aquellas personas que se aglomeraban a la entrada, aunque aquello cambió un poco al escuchar lo que tenían que decir. ¿Era verdad todo aquello? Aquel hombre bestia tenía el gesto de alguien que se explicaba por el mero hecho de ser gentil.Como si el mismo gesto de hablar con el elfo de la puerta fuese una pérdida de tiempo, requerida, pero no necesaria. A decir verdad, la propia Eilydh se estaba empezando a cansar de tanta cháchara extranjera en su lengua natal.
Hacían un intento cruel de que sus labios pronunciasen la lengua elfa como si eso justo les diese más derecho a hablar allí. Sonrió mientras los dejaba pronunciar las palabras necesarias para tentar su suerte. Podía casi ver cómo el gesto de Lagoles se hacía más y más serio a medida que más y más leguas herejes se unían a la retaíla de argumentos que los hiciesen entrar. Casi se veía a si misma reflejada en él cuando Vincent le imploraba auxilio. Aunque estaba segura de que el brujo en raras ocasiones imploraba auxilio, también lo estaba de que aquella imploración era una burla a los oídos de aquel elfo teniendo en cuenta lo que le estaba pidiendo. No... aquello tan solo podía ponerlo de peor humor. Aunque esperaba que no lo hiciese.
Aguardó de manera tranquila, quedándose un poco atrás del resto.
-Curiosa esta situación,¿ verdad?- dijo Eilydh, despertando al fin la curiosidad del elfo que por fin escuchaba un acento conocido del otro lado del árbol madre. Aquello justamente la hizo destacar un poco y captó la atención del resto de la cuadrilla de Lagoles que la miraron como si se preguntasen qué hacía ella allí.- No me refiero al hecho de que todos estos herejes intenten poner sus poco dignos pies sobre las raíces santas de nuestro árbol. No. Eso siempre ha sido un hecho. Todos y cada uno de estos hombres y mujeres desean exactamente aquello que nosotros guardamos de manera celosa.-Se mordió el labio inferior. Estaba apunto de crearse algún que otro enemigo, pero pensó que quizás la situación lo requería. Rezó para que al menos Vincent entendiese lo que estaba haciendo.-Nos envidian. - añadió.- Es un hecho bien sabido. Nuestras reglas privilegiadas para salvaguardar nuestra propia existencia, la perfección misma que nos permite que toda la magia de estas hojas no se hubiese pierdan en el vacío. En la nada que es su corrupción.En el caos mismo que trae consigo cualquier otra raza que no entienda la pureza de nuestro éter.De su éter- Eilydh se acercó al tronco del árbol, posando sus manos sobre la corteza de éste como si intentase reconectar con algo perdido.- No, hermano. Por supuesto que eso no me parece curioso. Me resulta extraño, casi irónico que el sol se haya puesto justo al tiempo en el que el templo de Anar ha dejado de protegernos. Como una broma macabra del mismísimo Anar por si necesitabas más pruebas de que todo lo que te estamos diciendo es verdad. Me parece aún más curioso que el sucesor elegido por la propia Tyrande venga a reposar sus restos a la vez que el nuevo portador de la capa blanca vaticina una nueva lucha inminente. Como un reencuentro simbólico y final entre la propia Tyrande y su amigo. - Eilydh dejó de mirar al árbol para acercarse de nuevo a Lagoles.
Podía ver las preguntas de los elfos protectores en sus cabeza, casi palpaba la decisión final en los labios de Lagoles, y aunque parecía tranquila, casi ajena por fuera, era fuego inmenso y relámpago en su interior, llamando a gritos al sentido común de aquel hombre, deseando de manera sincera que por una vez, el ego que los caracterizaba no fuese la única barrera que acabase por matar a todos, y con ello a Sandorai.
Hizo un gesto leve con la mano y Asha'lä se acercó a ella. La majestuosidad del tigre no era algo que pasase desapercibido. Llevaba unido a él la esencia de su antigua dueña, Eleatril y la presencia regular de la chica en el árbol lo hacía aún más fácilmente reconocible. Eilydh esperó que el hecho de que hubiese obedecido una orden tan simple como aquella le diese a Lagoles y al resto de los elfos que protegía la entrada la idea sutil de que ahora le pertenecía y todo lo que aquello significaba. Eilydh se sorprendió fantaseando con el hecho que ella misma podría estar al otro lado de aquel argumento, y casi entendió las dudas que los pudiesen asaltar en aquellos momentos. Tan solo esperó que no fuesen lo suficientemente grandes como para no darse cuenta de los pequeños detalles.
-Me parece curioso que tanto este brujo como yo misma poseamos algo tan directamente ligado a este árbol,y a nuestra heroína. en más o menos medida.Ambos obtenidos de la misma manera trágica y a la vez heróica.- acarició al tigre y este la correspondió. Eilydh sabía la importancia de la conexión elfa de los animales con los elfos, y dudaba mucho que Lagoles no supiese que el hecho de que Ash'alá confiase en ella significaba en cierto modo que su antigua dueña lo había hecho hasta el último momento.- Y me parecería más curioso aún que alguien que ha jurado proteger éste árbol con su vida lo dejase morir por no reconocer los gritos a voces que le dicen que haga lo que ha nacido para hacer, y nos prohibiese la entrada para ver a Galatrea.- Miró de nuevo al elfo, de manera directa casi autoritaria- Ahora, Lagoles. Déjanos pasar, Eleatril ha muerto, y si no nos apresuramos, seguramente todos los demás corramos su suerte.-
Hizo una leve señal y le susurró algo al oido al tigre que se acercó al hombre con la estatuilla que acababan de comprar en sus fauces. Cuando llegó a él, la dejó caer a sus pies.
Un destello de luna se posó sobre las toscas pero bien elaboradas partes de la figurita reflejándose en la capa blanca, como si brillase.
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Compro una estatuilla de Tyrande. ( Y me quedo pobre -.-'')
Sentía a Vincent tras ella, haciendo lo suyo por no caer a la inmensidad del camino en la carrera. Intentó varias veces preguntarle si estaba bien, pero su voz estaba ahogada por el viento y debía esforzarse en respirar el frío que inundaba sus pulmones, tan solo una que otra visual la cercioraba de que su acompañante seguía ahí.
Eilydh sonrió al escuchar como Vincent halagaba al árbol y recordó la primera vez que se había topado con la grandiosidad de aquella visión cuando aún era una niña. Para ella, El árbol madre los recibió como un viejo conocido: Con las ansias de reencuentro, y la austeridad de un viejo enemigo, al menos para la ella. Bajó de su montura y le sorprendió descubrir la ignorancia en su estado más puro; La vida seguía igual que siempre en los alrededores del árbol madre, como si lo que acababa de vivir en el templo de Anar fuese tan solo una pesadilla pasajera. Abrió su cantimplora y le ofreció algo de agua al tigre mientras Vincent se bajaba también de la montura.
No sabían por dónde empezar, así que ambos se acercaron a una de las elfas comerciantes que venía su mercancía en las raices del árbol aprovechando las formas para usarlas de tenderete, con el objetivo, o al menos eso había dicho Vincent, de comprar provisiones. Aquello la exasperó un poco. La paciencia no era su rasgo más carácteristico y sabía de la puntualidad elfa. Si no se daban prisa acabarían perdiendo la oportunidad de encontrar a Galatea en su tiempo de oyente... sin contar con que los jinetes no andarían muy lejos.
Aún así, lo siguió. Escuchó como Vincent hacía conversación educada con la tendera y esperó hasta que el hombre hubo comprado todo lo que quería. Además una mujer desconocida se le acercó y por los susurros entre ambos, parecía que aquella conversación quizás era más privada de lo que parecia y por lo tanto no apta para sus oídos.
-Centinelas...- dijo poniendo los ojos en blanco, en principio para nadie, pero la elfa mercader pareció escucharla.
-Has dicho... ¿centinela?- sus ojos se abrieron mucho, reflejando la urgencia de sus palabras- Ese hombre... ¿esa capa?- los ojos casi se le salían de sus órbitas, y señaló a su estatuilla, mostrando la semejanza. La mercader posó entonces su mirada en el tigre que seguía Eilydh.- ¡Ash'alá!- dijo.-¿Dónde esta la hija de Tyrande?- la mujer casi parecía necesitar un abrazo temiendo lo peor.
Eilydh se llevoó la mano a los labios, pidiendo que bajase la voz pues no quería formar el pánico en aquel lugar tan concurrido.-
-Ash'alá ahora viaja conmigo- dijo finalmente Eilydh, sin entrar en mucho detalle- Espero que entiendas la urgencia de nuestra visita, ante los signos justo que acabas de señalar, y por lo tanto me perdones que haya traído a un brujo a este lugar santo- añadió, sin saber muy bien si aquella búsqueda de perdón era para ella misma o para la mercader- Necesitamos hablar con Galatrea, pero no creo que nos vaya a ser fácil entrar en el árbol madre- dijo de nuevo señalando a Vincent- No a ambos, al menos.... Si tuvieses algo que nos ayudase... -miró entre su mercancía. Sabía que aquella comerciante tendría algo parecido, pero no estaba segura de si quería entrar por medios poco legales, así que reformuló su frase- Si conocieses alguna manera de poder entrar a ver a Galatrea de manera justa... valdría cualquier moneda que pueda o no tener.- dijo Eilydh, con poca esperanza, sin mirar a la elfa pues aquello era a fin de cuentas una pregunta retórica y no esperaba respuesta.-En fin... creo que me llevaré una estatuilla. Quizás la esencia de la heroína curtida en esta madera me redima del pecado de traer a forasteros aquí. Si recuerdas alguna manera de ayudarnos.. estaremos probando suerte a la entrada- sonrió pagando el dinero estipulado - Que Ímbar haga tu negocio fértil- añadió.
-Espero que hayas acabado tus... secretitos- le dijo a Vincent, moviéndolo hasta la entrada del árbol, - si es así, tenemos una misión que cumplir-
La desconocida, sin embargo no tardó en unirse a ambos, lo que al principio molestó más que benefició a Eilydh: Otra bruja intentando corromper tierra santa. Sin embargo, aquella mujer tenía un sello elfo, asií que calmó un poco a Eilydh, que tomó aquello como una señal de fortuna. O al menos así quiso pensar.
No eran los primeros en pedir entrar. De hecho, a la elfa le sorprendió tanto ajetreo de personas no elfas a aquellas horas en los alrededores del árbol madre. Casi la molestó en exceso y tuvo que forzarse a parecer afable y no mirar con desdén a aquellas personas que se aglomeraban a la entrada, aunque aquello cambió un poco al escuchar lo que tenían que decir. ¿Era verdad todo aquello? Aquel hombre bestia tenía el gesto de alguien que se explicaba por el mero hecho de ser gentil.Como si el mismo gesto de hablar con el elfo de la puerta fuese una pérdida de tiempo, requerida, pero no necesaria. A decir verdad, la propia Eilydh se estaba empezando a cansar de tanta cháchara extranjera en su lengua natal.
Hacían un intento cruel de que sus labios pronunciasen la lengua elfa como si eso justo les diese más derecho a hablar allí. Sonrió mientras los dejaba pronunciar las palabras necesarias para tentar su suerte. Podía casi ver cómo el gesto de Lagoles se hacía más y más serio a medida que más y más leguas herejes se unían a la retaíla de argumentos que los hiciesen entrar. Casi se veía a si misma reflejada en él cuando Vincent le imploraba auxilio. Aunque estaba segura de que el brujo en raras ocasiones imploraba auxilio, también lo estaba de que aquella imploración era una burla a los oídos de aquel elfo teniendo en cuenta lo que le estaba pidiendo. No... aquello tan solo podía ponerlo de peor humor. Aunque esperaba que no lo hiciese.
Aguardó de manera tranquila, quedándose un poco atrás del resto.
-Curiosa esta situación,¿ verdad?- dijo Eilydh, despertando al fin la curiosidad del elfo que por fin escuchaba un acento conocido del otro lado del árbol madre. Aquello justamente la hizo destacar un poco y captó la atención del resto de la cuadrilla de Lagoles que la miraron como si se preguntasen qué hacía ella allí.- No me refiero al hecho de que todos estos herejes intenten poner sus poco dignos pies sobre las raíces santas de nuestro árbol. No. Eso siempre ha sido un hecho. Todos y cada uno de estos hombres y mujeres desean exactamente aquello que nosotros guardamos de manera celosa.-Se mordió el labio inferior. Estaba apunto de crearse algún que otro enemigo, pero pensó que quizás la situación lo requería. Rezó para que al menos Vincent entendiese lo que estaba haciendo.-Nos envidian. - añadió.- Es un hecho bien sabido. Nuestras reglas privilegiadas para salvaguardar nuestra propia existencia, la perfección misma que nos permite que toda la magia de estas hojas no se hubiese pierdan en el vacío. En la nada que es su corrupción.En el caos mismo que trae consigo cualquier otra raza que no entienda la pureza de nuestro éter.De su éter- Eilydh se acercó al tronco del árbol, posando sus manos sobre la corteza de éste como si intentase reconectar con algo perdido.- No, hermano. Por supuesto que eso no me parece curioso. Me resulta extraño, casi irónico que el sol se haya puesto justo al tiempo en el que el templo de Anar ha dejado de protegernos. Como una broma macabra del mismísimo Anar por si necesitabas más pruebas de que todo lo que te estamos diciendo es verdad. Me parece aún más curioso que el sucesor elegido por la propia Tyrande venga a reposar sus restos a la vez que el nuevo portador de la capa blanca vaticina una nueva lucha inminente. Como un reencuentro simbólico y final entre la propia Tyrande y su amigo. - Eilydh dejó de mirar al árbol para acercarse de nuevo a Lagoles.
Podía ver las preguntas de los elfos protectores en sus cabeza, casi palpaba la decisión final en los labios de Lagoles, y aunque parecía tranquila, casi ajena por fuera, era fuego inmenso y relámpago en su interior, llamando a gritos al sentido común de aquel hombre, deseando de manera sincera que por una vez, el ego que los caracterizaba no fuese la única barrera que acabase por matar a todos, y con ello a Sandorai.
Hizo un gesto leve con la mano y Asha'lä se acercó a ella. La majestuosidad del tigre no era algo que pasase desapercibido. Llevaba unido a él la esencia de su antigua dueña, Eleatril y la presencia regular de la chica en el árbol lo hacía aún más fácilmente reconocible. Eilydh esperó que el hecho de que hubiese obedecido una orden tan simple como aquella le diese a Lagoles y al resto de los elfos que protegía la entrada la idea sutil de que ahora le pertenecía y todo lo que aquello significaba. Eilydh se sorprendió fantaseando con el hecho que ella misma podría estar al otro lado de aquel argumento, y casi entendió las dudas que los pudiesen asaltar en aquellos momentos. Tan solo esperó que no fuesen lo suficientemente grandes como para no darse cuenta de los pequeños detalles.
-Me parece curioso que tanto este brujo como yo misma poseamos algo tan directamente ligado a este árbol,y a nuestra heroína. en más o menos medida.Ambos obtenidos de la misma manera trágica y a la vez heróica.- acarició al tigre y este la correspondió. Eilydh sabía la importancia de la conexión elfa de los animales con los elfos, y dudaba mucho que Lagoles no supiese que el hecho de que Ash'alá confiase en ella significaba en cierto modo que su antigua dueña lo había hecho hasta el último momento.- Y me parecería más curioso aún que alguien que ha jurado proteger éste árbol con su vida lo dejase morir por no reconocer los gritos a voces que le dicen que haga lo que ha nacido para hacer, y nos prohibiese la entrada para ver a Galatrea.- Miró de nuevo al elfo, de manera directa casi autoritaria- Ahora, Lagoles. Déjanos pasar, Eleatril ha muerto, y si no nos apresuramos, seguramente todos los demás corramos su suerte.-
Hizo una leve señal y le susurró algo al oido al tigre que se acercó al hombre con la estatuilla que acababan de comprar en sus fauces. Cuando llegó a él, la dejó caer a sus pies.
Un destello de luna se posó sobre las toscas pero bien elaboradas partes de la figurita reflejándose en la capa blanca, como si brillase.
---
Compro una estatuilla de Tyrande. ( Y me quedo pobre -.-'')
Eilydh
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Re: [Trama de Sandorái] La noche en que llegaron
Apenas se enteró del trayecto hasta la celda. Estaba mareada, con el traqueteo del carro era como si todo su cuerpo se sacudiese con violencia, recordándole que no había parte de su cuerpo que no le doliese. Intentó abrir los ojos en un par de ocasiones, pero aparte de que aquello requería un gran esfuerzo, el constante paisaje en movimiento agravaba el mareo. Podía notar como el cansancio disminuía, pero incluso la posición en la que se encontraba no ayudaba a que el cuerpo se relajase.
No entendía una sola palabra, pero podía escuchar a gente hablar, por un momento, dudó de donde se encontraba, recordar lo que había sucedido un rato antes le provocaba un fuerte dolor en la cabeza.
Cuando el carro paró, el aire de sus pulmones salió fuerte y sonoro, culminando un prolongado suspiro. ¿Dónde se encontraban? Sintió unas manos sobre su cuerpo, la estaban empujando. Intentó moverse o decir algo, pero su cuero parecía no reaccionar aún. Cayó al suelo, quedándose sentada un momento en el que se llevó las manos a la cabeza para frotar su cara. Abrió y cerró los puños un par de veces, estiró las piernas y las recogió después, hizo un circulo con la cabeza, su cuerpo parecía estar despertando poco a poco. Abrió los ojos.
Miró a su alrededor, intentaba que no hubiese contacto visual con los ojos verdes, no quería favorecer otro encuentro, al menos no tan pronto, debía ser más cuidadosa. Entonces se topó de golpe con la miraba de Reike, no pudo evitar sentirse aliviada de tener a alguien conocido cerca. Caminando lentamente y con precaución, Nahir se colocó lo más cerca que pudo de la bruja, quizás ella sabría algo de lo que estaba pasando.
- ¿Dónde estamos? – dijo con un hilo de voz.
No hacía falta ser muy avispado para darse cuenta de que estaban encerradas, pero estando las dos juntas podrían buscar una forma de salir de allí. Volvió a mirar a su alrededor, había muchos elfos vigilando lo que hacía, quizás la idea de poder salir de aquella celda era más complicada de lo que parecía. Nahir recordaba haber visto a la bruja hablar con los elfos, si venían a hablar con ellas podría explicarles que todo aquello no era más que un malentendido.
Se levantó, como si de un muelle se traste, cuando una elfa llegó y tiró a un niño al interior de la celda. Uriel, había sido el nombre con el que se había dirigido Reike, antes de que la misma elfa la sacase de su cautivo.
Nahir se quedó nos instantes parada, mirando la puerta de la celda, cerrada de nuevo, sintiéndose impotente. Sintió una punzada de dolor en la boca del estómago cuando se giró y miró al niño que parecía estar escondiéndose, arrastrándose por el suelo hasta un rincón. En aquel momento le entraron ganas de llorar. Dudó por un momento en si acercarse al pequeño, pero opto simplemente por agacharse, teniendo que apoyar las manos en el suelo para no perder el equilibrio.
-Uriel, ¿verdad? – sin darse cuenta aún estaba hablando en susurros. Intentó que su voz sonase lo más tranquila posible, pero la situación era complicada.
Lo miraba y se le rompía el corazón, si por ella fuese restaría la distancia que les separaba y lo estrecharía entre sus brazos, pero aquel pequeño parecía tenerle miedo incluso a ella. La bruja suspiró, cansada, soltó un suspiro, dejando caer su cuerpo hacia atrás, quedando sentada con la espalda apoyada.
Sus ojos estaban clavados en el suelo, ni siquiera sabía cuánto tempo había pasado cuando algo llamó su atención. Era un frasco que levitaba hasta el interior de la celda. ¿Reike? La bruja se levantó con precaución, mirando a todos los lados, intentando buscar a la bruja, sin éxito. Pero si no había sido ella, ¿quién?
Miró al niño, que se había levantado para coger el objeto, su cara la confundió aún más.
- ¿Qué pasa? ¿Qué es?- frunció el ceño, intentando averiguar que estaba pasando.
Un ligero “click” heló la sangre de la bruja. Al volverse, se alivió de que no había nadie en la puerta de la entrada. Estaba… ¿abierta? Miró al niño, después volvió a mirar la puerta. Su cara de confusión iba a conjunto a la de Nahir.
Aun con la puerta abierta, había muchos elfos vigilando, les sería prácticamente imposible salir de aquella celda sin que nadie les viese. Lo que la bruja tenía claro es que no iba a dejar a aquel niño ahí solo, pero parecía tan asustado…
- ¿Intentamos salir de aquí? – no sabía si era buena idea, pero estaba claro que quedarse no era la mejor de las opciones.
No entendía una sola palabra, pero podía escuchar a gente hablar, por un momento, dudó de donde se encontraba, recordar lo que había sucedido un rato antes le provocaba un fuerte dolor en la cabeza.
Cuando el carro paró, el aire de sus pulmones salió fuerte y sonoro, culminando un prolongado suspiro. ¿Dónde se encontraban? Sintió unas manos sobre su cuerpo, la estaban empujando. Intentó moverse o decir algo, pero su cuero parecía no reaccionar aún. Cayó al suelo, quedándose sentada un momento en el que se llevó las manos a la cabeza para frotar su cara. Abrió y cerró los puños un par de veces, estiró las piernas y las recogió después, hizo un circulo con la cabeza, su cuerpo parecía estar despertando poco a poco. Abrió los ojos.
Miró a su alrededor, intentaba que no hubiese contacto visual con los ojos verdes, no quería favorecer otro encuentro, al menos no tan pronto, debía ser más cuidadosa. Entonces se topó de golpe con la miraba de Reike, no pudo evitar sentirse aliviada de tener a alguien conocido cerca. Caminando lentamente y con precaución, Nahir se colocó lo más cerca que pudo de la bruja, quizás ella sabría algo de lo que estaba pasando.
- ¿Dónde estamos? – dijo con un hilo de voz.
No hacía falta ser muy avispado para darse cuenta de que estaban encerradas, pero estando las dos juntas podrían buscar una forma de salir de allí. Volvió a mirar a su alrededor, había muchos elfos vigilando lo que hacía, quizás la idea de poder salir de aquella celda era más complicada de lo que parecía. Nahir recordaba haber visto a la bruja hablar con los elfos, si venían a hablar con ellas podría explicarles que todo aquello no era más que un malentendido.
Se levantó, como si de un muelle se traste, cuando una elfa llegó y tiró a un niño al interior de la celda. Uriel, había sido el nombre con el que se había dirigido Reike, antes de que la misma elfa la sacase de su cautivo.
Nahir se quedó nos instantes parada, mirando la puerta de la celda, cerrada de nuevo, sintiéndose impotente. Sintió una punzada de dolor en la boca del estómago cuando se giró y miró al niño que parecía estar escondiéndose, arrastrándose por el suelo hasta un rincón. En aquel momento le entraron ganas de llorar. Dudó por un momento en si acercarse al pequeño, pero opto simplemente por agacharse, teniendo que apoyar las manos en el suelo para no perder el equilibrio.
-Uriel, ¿verdad? – sin darse cuenta aún estaba hablando en susurros. Intentó que su voz sonase lo más tranquila posible, pero la situación era complicada.
Lo miraba y se le rompía el corazón, si por ella fuese restaría la distancia que les separaba y lo estrecharía entre sus brazos, pero aquel pequeño parecía tenerle miedo incluso a ella. La bruja suspiró, cansada, soltó un suspiro, dejando caer su cuerpo hacia atrás, quedando sentada con la espalda apoyada.
Sus ojos estaban clavados en el suelo, ni siquiera sabía cuánto tempo había pasado cuando algo llamó su atención. Era un frasco que levitaba hasta el interior de la celda. ¿Reike? La bruja se levantó con precaución, mirando a todos los lados, intentando buscar a la bruja, sin éxito. Pero si no había sido ella, ¿quién?
Miró al niño, que se había levantado para coger el objeto, su cara la confundió aún más.
- ¿Qué pasa? ¿Qué es?- frunció el ceño, intentando averiguar que estaba pasando.
Un ligero “click” heló la sangre de la bruja. Al volverse, se alivió de que no había nadie en la puerta de la entrada. Estaba… ¿abierta? Miró al niño, después volvió a mirar la puerta. Su cara de confusión iba a conjunto a la de Nahir.
Aun con la puerta abierta, había muchos elfos vigilando, les sería prácticamente imposible salir de aquella celda sin que nadie les viese. Lo que la bruja tenía claro es que no iba a dejar a aquel niño ahí solo, pero parecía tan asustado…
- ¿Intentamos salir de aquí? – no sabía si era buena idea, pero estaba claro que quedarse no era la mejor de las opciones.
Última edición por Nahir el Miér Nov 13 2019, 22:47, editado 1 vez
Nahir
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Re: [Trama de Sandorái] La noche en que llegaron
Te ibas de Sandorai que, ¿unos minutos? Bueno, no, exagerado, un tiempo, ¿y qué sucedía?
Ponían de cabeza medio maldito bosque.
Lo que habría sido una tranquila y cálida estadía en Vulwulfar se volvió una carrera llena de pánico, y como descubriría más tarde, frío, hacia el bosque. Había recibido una carta a medio escribir, con mala ortografía y que casi te decía “te faltan otras tres para el mensaje completo”, lo que significaba que venía de mi padre. La había traído Vaengr, un búho diurno que manteníamos como mascota, y que partió apenas recibió la carta.
…Y un par de caricias.
En términos igual de desesperamente cortos, algo terrible había pasado en Villasauco, y era cosa de los Ojosverdes, o de elfos con los ojos verdes, vaya que no había opciones. Sin saber cuánto le pudo haber tomado al búho encontrarme, sólo podía esperar lo peor y que ya fuese historia.
Pagando por alquilar un upelero tomé carrera hacia el bosque para comprobar el estado de la única familia que tenía. Si los Ojos-de-moho lo habían visto, siendo como eran que eran… no esperaba que hubiese nadie vivo, ni siquiera padre—especialmente padre, no le gustaban los humanos, y no me extrañaría que ellos se agarrasen de decir que la alquimia era brujería para poder justificar más odio hacia algo o alguien.
Una asquerosa ironía que tuviese un sello de ellos. ¿No podía haber sido de los Nemaniel o algo? Bueno… quizá no era mejor que fuese del clan que más respetaba entre las tres ramas. Con las orejas como las tenía, no podía estar en mejor posición que en un hipócrita agrado con los Ojosverdes.
No es que pensase pasar cerca de ellos igual. Torne más hacia el occidente, como si fuese a Campo Molino; pero lejos de el todavía. No habían sido casi dos decenas de años en el bosque por nada, sabía que la mejor manera de determinar que tan mal estaba todo en Sandorai era visitar el Árbol Madre. Muchos elfos y muchas flechas equivalían a problemas. Muchos elfos muertos o heridos probablemente equivalían a trabajo para los Neril, pero de eso no podía estar muy seguro porque no era curandero.
No era el mejor upelero que había montado, o puede que tanto tiempo sin pisar el lugar hiciera que olvidase lo intricado que era el maldito bosque, y tampoco quería pararme a preguntar a absolutamente nadie sobre cosas y terminar esparciendo algo de lo que no tenía mucha claridad. O puede que si hubiese ido rápido, pero por las prisas se sentía lento.
No me molesté ni en contar cuantas pequeñas paradas o descansos me había tomado junto al animal.
El bosque se sentía pesado, y…
«¿Está haciendo… frío?» vi al oeste del bosque mientras cabalgaba. Puede que fuese sólo una mala impresión mía por toda la brisa golpeándome en la carrera del upelero.
Poco después, ya estando cerca del Árbol si bien no al frente, no había tenido ni siquiera la necesidad de ordenar al upelero devolverse. Un rugido de algo lo había espantado, y siendo justos, a mí también. «…Algo pasó en serio» se clavo en mi mente ante el sonido, aunque los alrededores del árbol luciesen tranquilos.
Me agaché atrás de un árbol y me saqué las cosas que consideré innecesarias de encima, enterrándolas dentro de mi golem y moviendo el sello a un lugar más visible, en una pequeña capa montada alrededor de mi cuello. Me erguí e inhalé lentamente con los ojos cerrados, «A ver si me acuerdo como…» y emprendí marcha hacia el Gran Tronco, dando cada paso con gracia élfica, guardando un aire distante, atractivo y misterioso...
Estaba actuando pedante, vamos. Eso era como un maldito camuflaje en Sandorai.
Cuando ya estaba considerablemente más cerca, la voz de una persona me sacó de mi impresionante y dramática caminata. Vi hacia un vendedor, antes de ver de reojo a la entrada del árbol. Lucía algo desubicado, vendiendo cosas ahí. ¿Acaso cuando los del Sanctórum se cansaban de hablar salían y de aquí compraban agua para remojar la garganta?
—Esa es…
—Correctísimo, nuestra hermosa Tyrande. ¿Quién fuese capa para tenerla cerca, verdad?
Pestañeé.
—¿Podrías guardarme una estatuilla para más tarde?
—Quizá, quizá. ¡Pero no prometo nada! ¡Son un producto muy solicitado!
—Bueno… veremos —le sonreí al vendedor y seguí mi camino.
No llegué a entrar al árbol, manteniéndome por el barrio dando algunas vueltas durante varios. Aunque la sensación de tranquilidad estaba allí, parecía sólo eso, una sensación, pero no me atreví a acercarme a nadie para preguntar nada porque no se escuchaba ninguna cosa que pudiese definir importante. Casi empezaba a creerme que sólo había sido todo un altercado en la villa y nada más, y lo habría creído así de no ser por la aparición estelar de una mujer arrastrando a un niño pequeño, escoltada por
Al principio no tuve demasiada reacción más que disgusto contenido y la confirmación de que algo había sucedido. Los ropajes negros que los cubrían por completo a excepción de los ojos para enseñar el intenso verde y las orejas los descubría como lo que eran, Ojosverdes.
Fruncí levemente el ceño, bajando la mirada por el brazo de la mujer, notando la fuerza que ejercía para arrastrar al pequeño. Sólo me moví levemente para poder acomodar ángulos y observar más allá a donde lo llevaban. Por las heridas no me resultó reconocible instantáneamente; pero al dar unos pasos más, a último segundo cuando lo empujaban dentro de una raíz, el cabello, palidez, tamaño y vestimenta me bastaron. «¿¡Uriel!?»
Peor aún, del mismo lugar donde habían metido al joven Nova sacaban a una mujer, fruncí el ceño pasando de intentar reconocerla por la leve reminiscencia que me provocaba, centrándome en la raíz donde lo ponían. Aún así, no fui ignorante a la “sutileza” que guardaron con la mujer que sacaron.
Vi los alrededores y me mordí el labio. Estaba a ojos de todo el lugar, tendría que pensar como mierda ayudar al niño.
Cuando iba a moverme escuché claramente el sonido de ramas agitándose levemente sobre mi cabeza, y alguna que otra hoja danzando de caída al suelo. Al ver más lejos empezaba a acumularse. Varios de ellos, no eran elfos. Las cosas estaban ma-
Alcé ambas cejas.
¿Cuántos perros con corona andaban por ahí en el mundo? Me lleve una mano a la cara, negando con la cabeza. Las cosas estaban Agravantemente mal, con A de Asher. Me veía terminando herido, o amarrado de cabeza, o ambas. Y a otros más.
Hasta Valyria estaba aquí. Tan sólo alcé la mano como toda respuesta a su saludo, prestando atención a lo importante: se me estaban complicando las cosas. ¿Quién más iba a venir? ¿Eltrant? Vi hacia el árbol, esperando honestamente que el hombre saliera de allí en su típico estilo: atravesándolo.
Me encaminé hacia el lugar viendo al montón de elfos en los árboles, arcos tensados. No llegué muy lejos, llamado por mi propio nombre. La misma mujer que había arrastrado a Uriel. Vi hacia la entrada otra vez mientras me acercaba, esta vez notando un…
¿Eso era un tigre blanco?
Hice una mueca, viendo lo rápido que se había caído el telón de tranquilidad en todo. No parecía que las cosas pudieran empeorar.
—Dígame —pregunté a la mujer, viéndola mascar una manzana. Cuando mencionó bruja y presos asentí levemente, «¿Presos? ¿Hay otro más que Uriel?». Posé la mirada hacia la mujer que habían sacado antes, tenía que ser la bruja de la que hablaba, charlando con uno de los vendedores varios—. Sí, señorita- —tomé el silbato, viéndole la cara fijamente.
…Me tenías que estar jodiendo.
—-Sivva
—Siva —corrigió, con un tono claramente más autoritario y molesto—. Ahora anda a vigilar.
—Sí, señorita Siva —asentí y me di vuelta, caminando tranquilamente hacia la prisión. Eso sólo era externo, por dentro…
«Por supuesto aceleré levemente el paso. «De todas las Ojosverdes que puede haber en el maldito bosque me toca la hermana de…» hice una mueca, manteniendo la calma. Es decir, ya si me veían ayudando a Uriel no iban a llevarme a juicio.
Me iban a degollar.
«Sin presiones…» vi a los lados, «Mientras parezca que estoy haciendo todo bien no va a suceder nada» pensé viendo hacia la mujer, mascando su manzana y hablándole ahora a Valyria. Suspiré por lo bajo y vi al frente.
La celda que tenía que cuidar ya estaba abierta. Tuve un leve tic en el ojo.
—Joder —mascullé, terminando de correr el estrecho que quedaba.
Nada más llegar escuché un leve “¿Intentamos salir de aquí?” y me apresuré a asomarme. Tragué saliva al ver más de cerca el estado de Uriel, viendo atrás para asegurar que nadie hubiese notado esto todavía. Lo acompañaba una cara que me resultaba desconocida, una mujer de tez oscura. Intercambie la mirada entre ambos, no debía lucirles precisamente como ayuda.
—Uriel —susurré para el pequeño vampiro, viendo de reojo a la mujer un instante—. Soy Anders, ¿te acuerdas? —empuje un poco más el golem con el pie para enseñárselo al vampirito. Recordaba que el golem le había agradado más que yo, después de todo—. ¿Qué haces aquí? ¿Qué paso? —me quede callado y vi a la mujer—. ¿Y… quién es ella?
Vi atrás otra vez, uno de los hombres… o mujeres, de Siva, estaba caminando relativamente rápido los alrededores. Iba a prisa, como si buscase algo.
Entrecerré los ojos, explorando rápidamente la vista desde el lugar. Era un buen punto para ver, y un punto terrible para ser vistos.
—Por las grandísimas raíces de… —mascullé otra vez apretando los dientes, ¿dónde mierda había ido la bruja? La reja abierta, ya había perdido a un blanco, era algo así como el peor guardia del mundo y no tenía ni diez minutos en mi trabajo.
Estarían más violentos si ese fuese el caso. Estiré el golem hasta mi mano y di un latigazo con un delgado tentáculo formado del mismo hasta la manilla, jalándola abajo rápidamente, para recogerlo de nuevo y cerrar la jaula sin moverme del lugar.(1)
—Sé… —vi a los alrededores, recogiendo el golem. Por suerte la mayor parte de la atención estaba absorbida en la entrada. No vendrían mal las explosiones justo ahora—. Sé que esto luce mal. Te ayudaré a salir —le murmuré al pequeño, y vi a la mujer—. …Y a ti, imagino, no sé como abrieron la reja, pero si los Ojosverdes los notan… —me pasé el índice por el cuello para darme a entender—. Esperen.
Tomé parte de la arcilla del golem en la mano, concentrando éter en sólo ese pedacito para aumentar su consistencia un poco, haciéndolo levemente más plástico. Lo presioné contra la cerradura de la celda para darle la forma de una llave, dejando que fuese la misma que tallas sus ranuras y extensiones en la masa.. Pasé el dedo del otro extremo para tumbar lo que sobraba de la masa y terminé por endurecerla.(1)
Giré lentamente la llave, abriendo la celda y me lleve el índice frente a los labios con una leve sonrisa. Volví a empujarla suavemente para cerrar y retiré la llave de arcilla, lanzándosela suavemente a Uriel.
—Escóndela. Voy a ver qué sucede. No hagan nada raro.
Me alejé de la celda un poco, caminando hacia la aglomeración, manteniendo un punto medio entre ello y la celda, estando más cercana a esta última para vigilarla, sí, pero de los Ojosverdes. Mientras chequeaba a ojos lo que sucedía con los arqueros y los forasteros, intentaba ubicar a los hombres de Siva, y a la mujer misma.
Ponían de cabeza medio maldito bosque.
Lo que habría sido una tranquila y cálida estadía en Vulwulfar se volvió una carrera llena de pánico, y como descubriría más tarde, frío, hacia el bosque. Había recibido una carta a medio escribir, con mala ortografía y que casi te decía “te faltan otras tres para el mensaje completo”, lo que significaba que venía de mi padre. La había traído Vaengr, un búho diurno que manteníamos como mascota, y que partió apenas recibió la carta.
…Y un par de caricias.
En términos igual de desesperamente cortos, algo terrible había pasado en Villasauco, y era cosa de los Ojosverdes, o de elfos con los ojos verdes, vaya que no había opciones. Sin saber cuánto le pudo haber tomado al búho encontrarme, sólo podía esperar lo peor y que ya fuese historia.
Pagando por alquilar un upelero tomé carrera hacia el bosque para comprobar el estado de la única familia que tenía. Si los Ojos-de-moho lo habían visto, siendo como eran que eran… no esperaba que hubiese nadie vivo, ni siquiera padre—especialmente padre, no le gustaban los humanos, y no me extrañaría que ellos se agarrasen de decir que la alquimia era brujería para poder justificar más odio hacia algo o alguien.
Una asquerosa ironía que tuviese un sello de ellos. ¿No podía haber sido de los Nemaniel o algo? Bueno… quizá no era mejor que fuese del clan que más respetaba entre las tres ramas. Con las orejas como las tenía, no podía estar en mejor posición que en un hipócrita agrado con los Ojosverdes.
No es que pensase pasar cerca de ellos igual. Torne más hacia el occidente, como si fuese a Campo Molino; pero lejos de el todavía. No habían sido casi dos decenas de años en el bosque por nada, sabía que la mejor manera de determinar que tan mal estaba todo en Sandorai era visitar el Árbol Madre. Muchos elfos y muchas flechas equivalían a problemas. Muchos elfos muertos o heridos probablemente equivalían a trabajo para los Neril, pero de eso no podía estar muy seguro porque no era curandero.
No era el mejor upelero que había montado, o puede que tanto tiempo sin pisar el lugar hiciera que olvidase lo intricado que era el maldito bosque, y tampoco quería pararme a preguntar a absolutamente nadie sobre cosas y terminar esparciendo algo de lo que no tenía mucha claridad. O puede que si hubiese ido rápido, pero por las prisas se sentía lento.
No me molesté ni en contar cuantas pequeñas paradas o descansos me había tomado junto al animal.
El bosque se sentía pesado, y…
«¿Está haciendo… frío?» vi al oeste del bosque mientras cabalgaba. Puede que fuese sólo una mala impresión mía por toda la brisa golpeándome en la carrera del upelero.
[…]
Poco después, ya estando cerca del Árbol si bien no al frente, no había tenido ni siquiera la necesidad de ordenar al upelero devolverse. Un rugido de algo lo había espantado, y siendo justos, a mí también. «…Algo pasó en serio» se clavo en mi mente ante el sonido, aunque los alrededores del árbol luciesen tranquilos.
Me agaché atrás de un árbol y me saqué las cosas que consideré innecesarias de encima, enterrándolas dentro de mi golem y moviendo el sello a un lugar más visible, en una pequeña capa montada alrededor de mi cuello. Me erguí e inhalé lentamente con los ojos cerrados, «A ver si me acuerdo como…» y emprendí marcha hacia el Gran Tronco, dando cada paso con gracia élfica, guardando un aire distante, atractivo y misterioso...
Estaba actuando pedante, vamos. Eso era como un maldito camuflaje en Sandorai.
Cuando ya estaba considerablemente más cerca, la voz de una persona me sacó de mi impresionante y dramática caminata. Vi hacia un vendedor, antes de ver de reojo a la entrada del árbol. Lucía algo desubicado, vendiendo cosas ahí. ¿Acaso cuando los del Sanctórum se cansaban de hablar salían y de aquí compraban agua para remojar la garganta?
—Esa es…
—Correctísimo, nuestra hermosa Tyrande. ¿Quién fuese capa para tenerla cerca, verdad?
Pestañeé.
—¿Podrías guardarme una estatuilla para más tarde?
—Quizá, quizá. ¡Pero no prometo nada! ¡Son un producto muy solicitado!
—Bueno… veremos —le sonreí al vendedor y seguí mi camino.
No llegué a entrar al árbol, manteniéndome por el barrio dando algunas vueltas durante varios. Aunque la sensación de tranquilidad estaba allí, parecía sólo eso, una sensación, pero no me atreví a acercarme a nadie para preguntar nada porque no se escuchaba ninguna cosa que pudiese definir importante. Casi empezaba a creerme que sólo había sido todo un altercado en la villa y nada más, y lo habría creído así de no ser por la aparición estelar de una mujer arrastrando a un niño pequeño, escoltada por
Al principio no tuve demasiada reacción más que disgusto contenido y la confirmación de que algo había sucedido. Los ropajes negros que los cubrían por completo a excepción de los ojos para enseñar el intenso verde y las orejas los descubría como lo que eran, Ojosverdes.
Fruncí levemente el ceño, bajando la mirada por el brazo de la mujer, notando la fuerza que ejercía para arrastrar al pequeño. Sólo me moví levemente para poder acomodar ángulos y observar más allá a donde lo llevaban. Por las heridas no me resultó reconocible instantáneamente; pero al dar unos pasos más, a último segundo cuando lo empujaban dentro de una raíz, el cabello, palidez, tamaño y vestimenta me bastaron. «¿¡Uriel!?»
Peor aún, del mismo lugar donde habían metido al joven Nova sacaban a una mujer, fruncí el ceño pasando de intentar reconocerla por la leve reminiscencia que me provocaba, centrándome en la raíz donde lo ponían. Aún así, no fui ignorante a la “sutileza” que guardaron con la mujer que sacaron.
Vi los alrededores y me mordí el labio. Estaba a ojos de todo el lugar, tendría que pensar como mierda ayudar al niño.
Cuando iba a moverme escuché claramente el sonido de ramas agitándose levemente sobre mi cabeza, y alguna que otra hoja danzando de caída al suelo. Al ver más lejos empezaba a acumularse. Varios de ellos, no eran elfos. Las cosas estaban ma-
Alcé ambas cejas.
¿Cuántos perros con corona andaban por ahí en el mundo? Me lleve una mano a la cara, negando con la cabeza. Las cosas estaban Agravantemente mal, con A de Asher. Me veía terminando herido, o amarrado de cabeza, o ambas. Y a otros más.
Hasta Valyria estaba aquí. Tan sólo alcé la mano como toda respuesta a su saludo, prestando atención a lo importante: se me estaban complicando las cosas. ¿Quién más iba a venir? ¿Eltrant? Vi hacia el árbol, esperando honestamente que el hombre saliera de allí en su típico estilo: atravesándolo.
Me encaminé hacia el lugar viendo al montón de elfos en los árboles, arcos tensados. No llegué muy lejos, llamado por mi propio nombre. La misma mujer que había arrastrado a Uriel. Vi hacia la entrada otra vez mientras me acercaba, esta vez notando un…
¿Eso era un tigre blanco?
Hice una mueca, viendo lo rápido que se había caído el telón de tranquilidad en todo. No parecía que las cosas pudieran empeorar.
—Dígame —pregunté a la mujer, viéndola mascar una manzana. Cuando mencionó bruja y presos asentí levemente, «¿Presos? ¿Hay otro más que Uriel?». Posé la mirada hacia la mujer que habían sacado antes, tenía que ser la bruja de la que hablaba, charlando con uno de los vendedores varios—. Sí, señorita- —tomé el silbato, viéndole la cara fijamente.
…Me tenías que estar jodiendo.
—-Sivva
—Siva —corrigió, con un tono claramente más autoritario y molesto—. Ahora anda a vigilar.
—Sí, señorita Siva —asentí y me di vuelta, caminando tranquilamente hacia la prisión. Eso sólo era externo, por dentro…
«Por supuesto aceleré levemente el paso. «De todas las Ojosverdes que puede haber en el maldito bosque me toca la hermana de…» hice una mueca, manteniendo la calma. Es decir, ya si me veían ayudando a Uriel no iban a llevarme a juicio.
Me iban a degollar.
«Sin presiones…» vi a los lados, «Mientras parezca que estoy haciendo todo bien no va a suceder nada» pensé viendo hacia la mujer, mascando su manzana y hablándole ahora a Valyria. Suspiré por lo bajo y vi al frente.
La celda que tenía que cuidar ya estaba abierta. Tuve un leve tic en el ojo.
—Joder —mascullé, terminando de correr el estrecho que quedaba.
Nada más llegar escuché un leve “¿Intentamos salir de aquí?” y me apresuré a asomarme. Tragué saliva al ver más de cerca el estado de Uriel, viendo atrás para asegurar que nadie hubiese notado esto todavía. Lo acompañaba una cara que me resultaba desconocida, una mujer de tez oscura. Intercambie la mirada entre ambos, no debía lucirles precisamente como ayuda.
—Uriel —susurré para el pequeño vampiro, viendo de reojo a la mujer un instante—. Soy Anders, ¿te acuerdas? —empuje un poco más el golem con el pie para enseñárselo al vampirito. Recordaba que el golem le había agradado más que yo, después de todo—. ¿Qué haces aquí? ¿Qué paso? —me quede callado y vi a la mujer—. ¿Y… quién es ella?
Vi atrás otra vez, uno de los hombres… o mujeres, de Siva, estaba caminando relativamente rápido los alrededores. Iba a prisa, como si buscase algo.
Entrecerré los ojos, explorando rápidamente la vista desde el lugar. Era un buen punto para ver, y un punto terrible para ser vistos.
—Por las grandísimas raíces de… —mascullé otra vez apretando los dientes, ¿dónde mierda había ido la bruja? La reja abierta, ya había perdido a un blanco, era algo así como el peor guardia del mundo y no tenía ni diez minutos en mi trabajo.
Estarían más violentos si ese fuese el caso. Estiré el golem hasta mi mano y di un latigazo con un delgado tentáculo formado del mismo hasta la manilla, jalándola abajo rápidamente, para recogerlo de nuevo y cerrar la jaula sin moverme del lugar.(1)
—Sé… —vi a los alrededores, recogiendo el golem. Por suerte la mayor parte de la atención estaba absorbida en la entrada. No vendrían mal las explosiones justo ahora—. Sé que esto luce mal. Te ayudaré a salir —le murmuré al pequeño, y vi a la mujer—. …Y a ti, imagino, no sé como abrieron la reja, pero si los Ojosverdes los notan… —me pasé el índice por el cuello para darme a entender—. Esperen.
Tomé parte de la arcilla del golem en la mano, concentrando éter en sólo ese pedacito para aumentar su consistencia un poco, haciéndolo levemente más plástico. Lo presioné contra la cerradura de la celda para darle la forma de una llave, dejando que fuese la misma que tallas sus ranuras y extensiones en la masa.. Pasé el dedo del otro extremo para tumbar lo que sobraba de la masa y terminé por endurecerla.(1)
Giré lentamente la llave, abriendo la celda y me lleve el índice frente a los labios con una leve sonrisa. Volví a empujarla suavemente para cerrar y retiré la llave de arcilla, lanzándosela suavemente a Uriel.
—Escóndela. Voy a ver qué sucede. No hagan nada raro.
Me alejé de la celda un poco, caminando hacia la aglomeración, manteniendo un punto medio entre ello y la celda, estando más cercana a esta última para vigilarla, sí, pero de los Ojosverdes. Mientras chequeaba a ojos lo que sucedía con los arqueros y los forasteros, intentaba ubicar a los hombres de Siva, y a la mujer misma.
_________________________________________
Adopto a Uriel y Nahir.
Ambos subrayados son usos de Mal Animado(1), con el que creo una llave para Uriel y Nahir cosa que puedan abrir la reja por si mismos, estoy entendiendo que si había posibilidad de escapar con ganzúas es que existe una cerradura y no son sólo barras manipuladas por la manivela. También estoy suponiendo que por haber tenido pasado en Sandorai no soy desconocido a los tres clanes principales y podría reconocer a Siva, especialmente más si tengo un sello de su clan. Sino,
Anders
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Re: [Trama de Sandorái] La noche en que llegaron
(perdón, se me olvidó)
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Re: [Trama de Sandorái] La noche en que llegaron
El miembro 'Nahir' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: [Trama de Sandorái] La noche en que llegaron
Valyria no hizo mucho esfuerzo para impedir el paso del hombre perro, más bien parecía estar poniéndole una alfombra roja para que entrase. Si bien esto no trascendió mucho más allá, pues la irrupción de Vincent, Eilydh y la capa de Tyrande, pronto atrajeron la atención de Siva en el mercado. Que se quedó mirando a estos, perpleja.
Uno de sus asesinos se acercó a la jefa y le susurró algo al oído. “¿Dónde está la bruja?”. Siva le miró extrañada. ¿La habían perdido? “Pues buscadla” pareció decirles en perfecto élfico. La propia Reike entendería estas palabras, pues estaban cerca de ella, a poco que estuviera priorizando salvar su pellejo por la otra conversación, quizá más importante, que tenía justo al lado.
Conversación entre Lágoles y Asher. Éste le recriminaba la no llegada de una carta, que sí había recibido. Entrecerró los ojos, no contaba con que llegaran tan lejos los autores de la carta. – Se habrá perdido, imagino. – Dijo de manera bastante falsa Lágoles. Sí, de ninguna manera quería que aquellas cuatro bestias mancillaran su templo… Pero lo cierto es que no tenía argumentos para negarle el paso al malogrado sucesor de Tyrande. Ampliamente reconocido en aquellos lares. Y por otra, el comentario del jinete oscuro derrotado había encendido las alarmas en el elfo.
Poco después, hacía acto de presencia Vincent junto a Eilydh. Parece que de pronto, todo el mundo quería entrar al Gran Tronco. Pero fue la elfa la que le dio un buen golpe al corazón y a toda la frialdad que Lágoles parecía querer mostrar. - ¿E… Eleatril? ¿Eleatril también ha...? – preguntó, claramente abatido, por la pérdida de una nueva Nemaniel. La situación era más grave de lo que parecía. También estaba un desconocido (Reike) que portaba el sello de los Neril.
-Ya veo que todos tenéis algún argumento de peso para entrar. Y si el bosque está en peligro, será el Consejo quien decida hasta dónde es grave el asunto. – Dijo Lágoles, desbordado por el gran aforo. Tras pensárselo unos instantes y mirar a su grupo, dio una instrucción a una joven rubia que parecía su segunda. – Pero si es la primera vez que estáis en Árbol Madre, escuchadme bien todos. - Y mandó al gran aforo ponerse en forma de medio círculo. Cual guía turístico explicando un monumento.
– Lady Galatrea está en la casa de las vestales, al fondo según se entra. Está vigilada, y nadie más que ella misma y sus vestales pueden entrar durante el ritual de resurrección que está llevando a cabo sobre la prin… – Cerró la boca. Quizás había dado demasiada información. Luego miró el cadáver del excentinela, con resignación. – Vamos, que tendréis que buscar otra sacerdotisa suprema. – Luego, hizo una pausa y miró a los demás. – En el piso intermedio, está el Sancta Sanctórum, podéis rezar una oración a los dioses élficos si sois creyentes y queréis entreteneros. – comunicó. – Más arriba, está el Consejo. Actualmente los dos representantes principales, Olfen Neril, Malonar Ojosverdes, están fuera, además de Eleatril Nemaniel. Provisionalmente los sustituyen Elentari Neril y Siva Ojosverdes, imagino que si os presentáis, asistirán. A Siva la vi antes por aquí. – Y buscó con la mirada a la asesina. Pero no la encontró, había desaparecido.
– Mientras esperáis por turnos, si queréis tomar el aire, podéis tomar una de las muchas salidas a la Corteza Exterior y ya, si queréis unas buenas vistas, subid a la Copa. El paisaje es increíble. Pero no sé si es el momento para ello. – Luego hizo una pausa, ¿se olvidaba algo? Miró a su segunda, una elfa. Se llevó la mano al arma. – Ah, y como Guardabosques de Árbol Madre, debo requisaros las armas, tenéis que dejarlas en un arcón al entrar. No atenderé a razones en este sentido. El Gran Tronco es un lugar sagrado y no permitimos el acceso a gente extranjera armada.
Tras la larga explicación de Lágoles, un enorme trueno retumbó en toda la noche. El cielo estaba arremolinado. Como si fuera a venir un huracán próximamente. De pronto, comenzó a llover torrencialmente, y un trueno rompió todo el cielo.
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– Vaya, y ahora una tormenta. Está siendo una tarde rara. Hace frío. – señaló con el dedo a los que tenían permiso para acceder - Podéis pasar. Entremos antes de que cojamos todos una pulmonía. – Indicó.
Pero el trueno no pasó desapercibido para Asher y Vincent. Ambos comenzaron a sentirse mal por dentro. Un hilo de sangre recorrió sus narices, pero no parecía demasiado grave… Por el momento. O al menos no tanto como la vibración de sus reliquias. Podían sentir como si no fuesen a funcionar.
Interior
El Gran Tronco era un lugar impresionante y único en el mundo. Tras atravesar unos metros de espesor de corteza, los recién llegados alzar la vista y perder su vista en el enorme cilindro de madera dura y hueca, que parecía tocar el cielo. Árbol Madre era totalmente hueco en su interior. Y estaba muy poblado. Con multitud de niños elfos sintiendo curiosidad por los recién llegados. Muchos jamás habían visto un brujo, o un hombre bestia. A estos los tocaron, atraídos por la atención de su pelaje, que Saranee correspondía con carantoñas amables.
El interior estaba dividido en muchos pisos desordenados que contenían casitas interiores de madera sujetas en la corteza. O improvisados puentes voladizos atravesando de lado a lado el gran diámetro de árbol o llegando a plataformas. El lugar rebosaba vida y felicidad por cualquier parte.
Una vez pasado el control y depositadas las armas, los recién llegados eran libres de ir a donde gustaran.
La voz de un hombre comenzó a sonar por una especie de tubos de madera que conectaban todo Árbol Madre. Un rudimentario, pero eficaz, sistema de comunicación. Hablaba un perfecto élfico.
-¡Atención! Hay una bruja ilegal en nuestro árbol sagrado. Una orejas-redondas joven, de cabello moreno y recogido. Ha intentado liberar a unos reclusos. Pero Anders ha podido cerrar la celda a tiempo. Le hemos perdido la pista. Es peligrosa y va armada. Guardabosques, centraos en encontrarla. Y ponedla a disposición del Clan Ojosverdes. Viva, preferiblemente, para que tomen las acciones oportunas. – Hablaba el portavoz en clara alusión a Reike. Al haber desaparecido por completo de la vista de los asesinos, se había desatado. Reike podía estar tranquila, era indetectable, claro, mientras durara el efecto. Al que apenas le quedaban diez minutos.
Exterior
Cuando la tormenta comenzó, quizás Nahir y Uri consideraran que habría sido mejor quedarse fuera. Pero Anders les había proporcionado la llave de la celda para poder escapar. Los asesinos Ojosverdes no dejaron acercarse al grupo que quería entrar al joven, remitiéndole a quedarse fuera en la intemperie, a cuidar de los dos presos. ¡No iban a ser ellos los tontos que se quedasen fuera!
Todo el mundo corrió a resguardarse a interior de Árbol Madre. Quedando únicamente ellos dos, Anders, la lluvia y los truenos. Podía ser una buena oportunidad para escapar, o para entrar en Árbol Madre.
* * * * * * * * * * * * *
Acceden al Gran Tronco: Asher Daregan, Reike, Valyria, Eilydh y Vincent Calhoun.
Quedan fuera del Gran Tronco: Anders, Nahir y Uri. Los 3, al no haber conseguido entrar, estáis en el farolillo rojo. Peligro de KO con consecuencias en este mismo turno dependiendo de a donde vais y qué hacéis. Montáoslo bien. Anders tiene muy pocas opciones de quedar fuera, pero hay una acción que te puede hacer acabar maldito.
Os he restado los aeros relativos a lo comprado.
Este turno es de “mundo abierto”. La cuenta atrás ha comenzado. Y habrá 2 semanas. Tendréis qué postear indicando a donde os dirigís y a quién os unís. Cuando todos lo hayáis grupos y enviarme un MP qué hacer una vez dentro y comentar lo sucedido. El posteo es de 1 semana, hasta el jueves incluido.
Algunos destinos tienen un minievento preparado (menos el sancta sanctórum), para la siguiente semana.
Reike: Tu idea fue buena. Pero desaparecer del control no parece tampoco maravilloso. Como dicen en mi ciudad, lo que has hecho es pan para hoy y hambre para mañana. Este turno sigues oculta. Pero al próximo se te acaba. No vas a poder salir de Árbol Madre, han dado la voz de alarma. Farolillo naranja oscuro. A ver qué te ingenias.
Valyria: Farolillo rojo para ti también. Los Ojosverdes han visto tu permisividad con Asher. Si sigues ayudándole, puedes tener un problema.
* * * * * * * * * * * * *
Entrega de armas: No tenéis otra opción. Seré especialmente exigente en esto. Por mucho que os pongáis, los elfos no os creerán. No admiten armas en el interior de Árbol Madre. Sólo podréis guardaros armas pequeñas, como dagas. O esconderlas de alguna manera con habilidades o hechizos. No perderéis nada de lo que dejéis en el arcón. Los objetos podéis quedároslos. Indicad con qué os quedáis.
* * * * * * * * * * * * *
Los que estáis en el Gran Tronco podéis ir a la Casa de las Vestales (planta baja), al Sancta Sanctórum (planta intermedia), al Consejo de Árbol Madre (planta superior), a la Corteza exterior, o bien subir a la Copa. Cada uno, con sus particularidades y mini eventos de un turno próximo. Tendréis que formar grupos y acceder a las zonas elegidas.
Os doy algunas indicaciones del funcionamiento para orientaros mejor:
No entréis aún en ninguno de los lugares. Simplemente tenéis que postear a donde vais y qué veis. Para los que elijáis con evento, la semana que viene postearé el evento.
Casa de las Vestales: Hay dos guardias a la puerta. Sólo dejan pasar a las vestales que acceden al ritual. Dentro, Lady Galatrea está liderando el ritual de resurrección sobre alguien. Podréis deducirlo si sois inteligentes y conocéis algo de la historia. Quizás podáis interrumpirlo o sabotearlo para cambiar su “objetivo”. Para poder salir exitosos, necesitaréis noquear a una Vestal, y tendrá que participar sí o sí una chica (Reike/Eilydh/Valyria), las únicas que por físico pueden hacerse pasar por vestal. Palabra de máster: La violencia siempre será una opción. Esos guardias no son rivales para Asher o Vincent y se puede interrumpir el ritual por la fuerza bruta.
Sancta Sanctórum: Subís, rezáis a un dios élfico (Imbar, Isil, Nís o Anar, tienen diferentes posibilidades) y completáis el turno. Tiraréis una runa. El resultado será algo bueno o malo para vosotros en el próximo turno, en función de la suerte. No pasará más en el siguiente turno.
Consejo: Como os han dicho, Siva Ojosverdes y Elentari Neril os esperarán arriba, a ver qué tenéis que decir y qué sucede.
Corteza Exterior: Son zonas de corteza ancha por la que se puede caminar. Enfocados principalmente a la protección externa de Árbol Madre. Hay una tormenta fuerte. Es la única manera de interactuar con los que quedaron fuera. Y la única manera de salir. Habrá un minievento conjunto a los que elijan esta opción.
La Copa: Hay unas vistas impresionantes del mundo y veréis en primera plana del remolino de la tormenta. Palabra de máster: Como os dijo Lágoles, subid, hijos míos, subid. Las vistas son increíbles. Prometo que no os caerá un rayo en la cabeza.
Anders, Nahir y Uri: Vosotros sólo tenéis dos opciones. Sabéis que estar en una tormenta bajo un árbol no es muy seguro. Pero tenéis la llave...
Huir al bosque: Tratando de escapar de Árbol Madre aprovechando la enorme tormenta y “salir” del evento ilesos. Los asesinos os perseguirán, pero veréis como un enorme rayo, el más grande que habéis visto nunca, los fulminará ¡Qué fácil! ¿Verdad? ¿A que no soy tan malo?
Entrar en la corteza Exterior: Para tratar de infiltraros en Árbol Madre. Aquí habrá guardias de Lágoles que os cortarán el paso, además os perseguirán los asesinos de Ojosverdes. Si no sois sigilosos, tendréis problemas. Anders puede cubriros a uno de vosotros.
Ger
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Re: [Trama de Sandorái] La noche en que llegaron
Un rostro conocido. Vincent Calhoun.
-¿Qué...?- pregunté. Aquello era la Capa. El mismo artefacto que el león a mi espalda solía llevar. El mismo que había sido robado por Querostraza. Eso... significaba dos cosas.
Una, que la dragona había muerto. Dudaba que le hubiesen arrebatado la capa sin acabar con ella.
La segunda, que Vincent era el nuevo Centinela del Este.
Definitivamente eran buenas noticias, pero mi mente tardó unos momentos en asimilarlas. La idea de que hubiese acabado en sus manos, y de que estuviese allí mismo... era extraño. Casi irreal. Tenía un aliado en ese sitio, al final. Alguien que podía luchar contra los Jinetes Oscuros.
Lo de meterse en problemas debía estar en su sangre.
-No es algo que puedas entregar sin más.- dije tras unos segundos. -Elen está en el Oblivion ahora mismo, y no sé nada de Huracán. Tu y yo somos los únicos Centinelas vivos aquí.- declaré. Tenía un mal presentimiento.
Sin embargo, el brujo tampoco venía solo. Una mujer, elfa, se puso a discutir con los guardias una vez terminaron. Hablaron durante un largo rato, y finalmente, nos dejaron entrar, no sin antes una muy extensa explicación que cambiaba las cosas.
Tenía que acceder a esa casa de las Vestales. Parar el ritual de resurrección antes de que fuese demasiado tarde. Sin embargo, no podríamos entrar con armas. Dejé que el grupo avanzase antes de acercarme a mi compañero, haciendo como que descansaba brevemente de mi carga.
-Quédate fuera.- murmuré, aún mirando al cielo. Syl me miró, algo confuso. -Conserva tus cosas. Entra como si escondieses la corona, y sigue mi señal.- dije. Después, desabroché los guanteletes de mis manos y se los tendí. Por críptico que fuese, para el felino estaba lo suficientemente claro. Tras darle el hacha de Melena Blanca a Saranee, que la cogió algo dubitativa, se dio la vuelta, alejándose hasta estar seguro de que nadie lo vería.
Por mi parte, seguí con el grupo. A la hora de entregar las armas, no tuve nada que dar. Eclipse no estaba allí, después de todo. Lo único que tuvimos que dejar fue el arma del león fallecido, aunque me daba la impresión de que no duraría demasiado allí dentro.
Y entonces, llegó el trueno. Sangre. Y la corona... apreté la mandíbula.
-Vincent. Los Jinetes se acercan. Avisa a los elfos. Están por llegar, y este sitio no está a salvo.- declaré. Tenía la sensación de que ocurría algo malo. Algo que superaba la llegada de uno normal. Tenía que darme prisa.
Una vez en el interior, una voz recorrió todo el árbol. Algún tipo de alerta en élfico, supuse. Miré a Saranee con expresión inquisitiva. ¿Habían llegado, tan pronto?
-Dice que buscan a una bruja.- dijo, en voz baja. -De pelo moreno y recogido, ha intentado liberar a unos presos. Le ha dicho a los guardas que se centren en encontrarla.- explicó.
Suspiré ligeramente. No sabía que la gata hablase élfico. Pero aquello podía ser útil. Solo veía a una persona, una mujer desconocida, que encajase con esa descripción. Tras percibir el éter de la zona [1], no quedaba duda de que también era una bruja, y... algo más. Algún tipo de hechizo que parecía difuminarla o enmascararla. ¿Ilusiones, quizás?
Me dirigí hacia el lugar que el elfo de la puerta nos había indicado. La Casa de las Vestales. Como había dicho, un par de guardias se encontraban fuera, impidiéndome el paso.
Pero quizás pudiese darles algo mejor que hacer.
-He visto a la bruja que buscáis.- dije. Por si acaso, Saranee tradujo a élfico lo que decía. -Pelo moreno y... lo tenia recogido al entrar, creo que se lo ha soltado. Tiene algún tipo de ilusión a su favor, por lo que no enviaría a nadie sólo. Acaba de entrar, está por allí.- indiqué, señalando a la entrada. Por supuesto, no tenía ni idea de si era la persona que buscaban o no. Pero le habían dado una prioridad alta a la búsqueda, y podía utilizar aquello a mi favor.
Si funcionaba, quizás tendría un camino despejado para entrar en la sala. Y si no... bueno, tenía a Syl.
Syl miró alrededor. Nadie que le estuviese viendo directamente. Las runas de su capa se activaron, envolviéndole aún más en sombras y difuminándole con el entorno. Comenzó a flotar, y en apenas un instante, había desaparecido, atravesando el suelo. [2]
Había un único problema cuando hacía aquello. Al estar bajo tierra, no tenía luz ni forma de ver normalmente. Ahí era donde entraba el otro encantamiento, el de su capucha. Sus ojos se volvieron rojos, y lo único que vieron fue un centenar de rastros rojos sobre él. Podía ver a todas las personas vivas, incluso a través de obstáculos. Utilizó la destacable figura de Asher para orientarse, siguiéndolo bajo tierra.
La sensación de flotar era algo incómoda, pero aquello valía la pena. El hombre perro tardó unos minutos en detenerse junto a otras figuras, más estoicas. Debían ser los guardias. Eso significaba que la habitación tras ellos debía ser la de las vestales.
El felino se dirigió directamente hacia esta. En cuanto saliese del suelo, tendría que hablar rápido. Explicar el por qué estaba ahí, y que no venía a hacer daño a nadie a pesar de sus armas. Solo tenía que mencionar que Melena Blanca estaba justo tras la puerta, y que era urgente. Los elfos saltaban fácilmente, y si daban la voz de alarma, sería una molestia más.
El hecho de que Saranee hable élfico fue consultado con Master Ger. En resumen: para celebrar mi nuevo nivel, hago lo más heroico posible y vendo vilmente a Reike para intentar entrar de dos formas distintas.
[1] Gracias a la habilidad de Asher - Llamada del Éter, puede percibir la magia que rodea a Reike y notar (aunque no identificar) el efecto de la galleta. No recuerda quien es, por supuesto, pero sí que concuerda con la descripción física. No tiene más armas que Eclipse (en el vacío), los objetos y pergaminos de sus bolsas y los guanteletes que le dio a Syl.
[2] Objeto de Syl - Eco: Se convierte en una sombra capaz de atravesar paredes y volar durante dos turnos. Lo utiliza para burlar la seguridad e ir directamente a la casa de las vestales. Conserva todas sus armas, y los guanteletes de Asher.
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-¿Qué...?- pregunté. Aquello era la Capa. El mismo artefacto que el león a mi espalda solía llevar. El mismo que había sido robado por Querostraza. Eso... significaba dos cosas.
Una, que la dragona había muerto. Dudaba que le hubiesen arrebatado la capa sin acabar con ella.
La segunda, que Vincent era el nuevo Centinela del Este.
Definitivamente eran buenas noticias, pero mi mente tardó unos momentos en asimilarlas. La idea de que hubiese acabado en sus manos, y de que estuviese allí mismo... era extraño. Casi irreal. Tenía un aliado en ese sitio, al final. Alguien que podía luchar contra los Jinetes Oscuros.
Lo de meterse en problemas debía estar en su sangre.
-No es algo que puedas entregar sin más.- dije tras unos segundos. -Elen está en el Oblivion ahora mismo, y no sé nada de Huracán. Tu y yo somos los únicos Centinelas vivos aquí.- declaré. Tenía un mal presentimiento.
Sin embargo, el brujo tampoco venía solo. Una mujer, elfa, se puso a discutir con los guardias una vez terminaron. Hablaron durante un largo rato, y finalmente, nos dejaron entrar, no sin antes una muy extensa explicación que cambiaba las cosas.
Tenía que acceder a esa casa de las Vestales. Parar el ritual de resurrección antes de que fuese demasiado tarde. Sin embargo, no podríamos entrar con armas. Dejé que el grupo avanzase antes de acercarme a mi compañero, haciendo como que descansaba brevemente de mi carga.
-Quédate fuera.- murmuré, aún mirando al cielo. Syl me miró, algo confuso. -Conserva tus cosas. Entra como si escondieses la corona, y sigue mi señal.- dije. Después, desabroché los guanteletes de mis manos y se los tendí. Por críptico que fuese, para el felino estaba lo suficientemente claro. Tras darle el hacha de Melena Blanca a Saranee, que la cogió algo dubitativa, se dio la vuelta, alejándose hasta estar seguro de que nadie lo vería.
Por mi parte, seguí con el grupo. A la hora de entregar las armas, no tuve nada que dar. Eclipse no estaba allí, después de todo. Lo único que tuvimos que dejar fue el arma del león fallecido, aunque me daba la impresión de que no duraría demasiado allí dentro.
Y entonces, llegó el trueno. Sangre. Y la corona... apreté la mandíbula.
-Vincent. Los Jinetes se acercan. Avisa a los elfos. Están por llegar, y este sitio no está a salvo.- declaré. Tenía la sensación de que ocurría algo malo. Algo que superaba la llegada de uno normal. Tenía que darme prisa.
Una vez en el interior, una voz recorrió todo el árbol. Algún tipo de alerta en élfico, supuse. Miré a Saranee con expresión inquisitiva. ¿Habían llegado, tan pronto?
-Dice que buscan a una bruja.- dijo, en voz baja. -De pelo moreno y recogido, ha intentado liberar a unos presos. Le ha dicho a los guardas que se centren en encontrarla.- explicó.
Suspiré ligeramente. No sabía que la gata hablase élfico. Pero aquello podía ser útil. Solo veía a una persona, una mujer desconocida, que encajase con esa descripción. Tras percibir el éter de la zona [1], no quedaba duda de que también era una bruja, y... algo más. Algún tipo de hechizo que parecía difuminarla o enmascararla. ¿Ilusiones, quizás?
Me dirigí hacia el lugar que el elfo de la puerta nos había indicado. La Casa de las Vestales. Como había dicho, un par de guardias se encontraban fuera, impidiéndome el paso.
Pero quizás pudiese darles algo mejor que hacer.
-He visto a la bruja que buscáis.- dije. Por si acaso, Saranee tradujo a élfico lo que decía. -Pelo moreno y... lo tenia recogido al entrar, creo que se lo ha soltado. Tiene algún tipo de ilusión a su favor, por lo que no enviaría a nadie sólo. Acaba de entrar, está por allí.- indiqué, señalando a la entrada. Por supuesto, no tenía ni idea de si era la persona que buscaban o no. Pero le habían dado una prioridad alta a la búsqueda, y podía utilizar aquello a mi favor.
Si funcionaba, quizás tendría un camino despejado para entrar en la sala. Y si no... bueno, tenía a Syl.
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Syl miró alrededor. Nadie que le estuviese viendo directamente. Las runas de su capa se activaron, envolviéndole aún más en sombras y difuminándole con el entorno. Comenzó a flotar, y en apenas un instante, había desaparecido, atravesando el suelo. [2]
Había un único problema cuando hacía aquello. Al estar bajo tierra, no tenía luz ni forma de ver normalmente. Ahí era donde entraba el otro encantamiento, el de su capucha. Sus ojos se volvieron rojos, y lo único que vieron fue un centenar de rastros rojos sobre él. Podía ver a todas las personas vivas, incluso a través de obstáculos. Utilizó la destacable figura de Asher para orientarse, siguiéndolo bajo tierra.
La sensación de flotar era algo incómoda, pero aquello valía la pena. El hombre perro tardó unos minutos en detenerse junto a otras figuras, más estoicas. Debían ser los guardias. Eso significaba que la habitación tras ellos debía ser la de las vestales.
El felino se dirigió directamente hacia esta. En cuanto saliese del suelo, tendría que hablar rápido. Explicar el por qué estaba ahí, y que no venía a hacer daño a nadie a pesar de sus armas. Solo tenía que mencionar que Melena Blanca estaba justo tras la puerta, y que era urgente. Los elfos saltaban fácilmente, y si daban la voz de alarma, sería una molestia más.
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El hecho de que Saranee hable élfico fue consultado con Master Ger. En resumen: para celebrar mi nuevo nivel, hago lo más heroico posible y vendo vilmente a Reike para intentar entrar de dos formas distintas.
[1] Gracias a la habilidad de Asher - Llamada del Éter, puede percibir la magia que rodea a Reike y notar (aunque no identificar) el efecto de la galleta. No recuerda quien es, por supuesto, pero sí que concuerda con la descripción física. No tiene más armas que Eclipse (en el vacío), los objetos y pergaminos de sus bolsas y los guanteletes que le dio a Syl.
[2] Objeto de Syl - Eco: Se convierte en una sombra capaz de atravesar paredes y volar durante dos turnos. Lo utiliza para burlar la seguridad e ir directamente a la casa de las vestales. Conserva todas sus armas, y los guanteletes de Asher.
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Asher Daregan
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Re: [Trama de Sandorái] La noche en que llegaron
Al parecer, había poco que pudiera haber hecho para mantener al perro fuera del árbol, puesto que no solo él y su acompañante, sino un hombre y una elfa increparon a Lágoles de una manera que traía imágenes a su mente de matones dándole patadas a alguien en el suelo en su ciudad humana favorita.
Así que finalmente cedió, para que dejaran de darle pat… se callaran. Casi le daba pena, no parecía un mal hombre, hasta les dio indicaciones por si se perdían. O para que no montaran alboroto, pero ella prefería pensar que era la primera. Galatrea con las vestales, pero ella allí no pintaba nada, ahora que el elfo había tenido un desliz. Tenía que alzar a alguien de entre los muertos de verdad, por lo que la gruñona Siva no mentía. Anticlimático ahora que se había montado su propia historia en su mente, pero comprensible y lógico. Aunque desde luego le extraño que Siva no tuviera ningún problema con que alguien del consejo resucitara a un extranjero. Porque tenía que serlo.
Luego estaba el Consejo. ¿Qué iba a hacer allí? Conseguir que la apuñalaran con la suerte que tenía, así que nada. Seguramente podía hacer turismo, aquí y allá, pero con la tormenta que se acercaba, tormenta absolutamente natural sin duda y que no traería nada malo, tampoco quería mojarse demasiado explorando. Valyria dejo sus armas en el arcón que los elfos le indicaron. No estaba segura de sí se refería a todos los presentes o solo a los no elfos, pero realmente sería mejor no arriesgarse, así que dejo su arco, sus flechas y su látigo, manteniendo contacto visual con uno de los guardias, que pareció poner los ojos en blanco bajo el yelmo. No sería la primera a la que le preocupaba perder sus cacharros entonces, bien.
Y luego entró en el tronco del árbol madre. Era… impresionante, y Valyria pasó la mano distraídamente por la madera, hasta que el sonido de los niños la trajo a la realidad, curiosos por los recién llegados. Desgraciadamente, ella era una elfa, por lo que no era una novedad. Y por supuesto no podía competir con la esponjosidad de los hombres bestia… quien fuera niño para achucharlos y echarse una siesta en el pelaje…
Estaba desvariando. La elfa recorrió el árbol, atravesando los puentes, respirando el olor a madera y en general haciendo turismo. Al menos hasta que se paró delante del templo. No el de las vestales, el de verdad. Si, el guardia había dicho algo al respecto…
No tenía nada que hacer, y no perdía nada por pasar un rato allí. ¿Pero a cual dedicarle su tiempo? Anar era con el que tenía más relación. Por decirlo de alguna manera… Pero estaban en un gigantesco árbol y eso gritaba Imbar. Y aun así... la noche…y la protección de los suyos recaía sobre Isil. –Hey Isil, soy yo, Valyria. Siento que haya pasado tanto tiempo.- Se había sentado en uno de los bancos, mirando la estatua con la media luna. –Parece que se acercan problemas. Se acerca la oscuridad según esos extranjeros, y estoy inclinada a creerlos, y los nuestros… no parecen tomárselo en serio. Si no es mucha molestia…- ¿Qué quería? ¿Qué cayera un rayo de energía lunar y friera un jinete? Seria genial desde luego. Pero algo en la imagen la incomodaba. La idea de una entidad exterior echando una mano de manera tan… burda, blatante, por caridad. –¿Podrías darle un empujoncito para que dejen de ser tan estirados y se tomen los peligros en serio? O para que se encarguen mejor de el supongo… Aunque no debería soltarle el marrón a otros.- se alzó, alzando el puño, dándose cuenta de que había dejado el arco más abajo. –O dámelo a mí y me encargare yo misma. O lo intentare al menos.- Eran elfos mayorcitos y se encargarían de sus propios problemas, pero un poco de ayuda no vendría mal si no era mucha molestia.
Entonces… editare si me equivoco pero por las instrucciones… el templo es el único donde entramos y rezamos en este turno? Pues aquí esta, ahora tiro runa.
Además, si la runa es neutra o buena, usare mi Tatuaje Valknut para aumentar en un escalón la suerte (a buena o muy buena)
Así que finalmente cedió, para que dejaran de darle pat… se callaran. Casi le daba pena, no parecía un mal hombre, hasta les dio indicaciones por si se perdían. O para que no montaran alboroto, pero ella prefería pensar que era la primera. Galatrea con las vestales, pero ella allí no pintaba nada, ahora que el elfo había tenido un desliz. Tenía que alzar a alguien de entre los muertos de verdad, por lo que la gruñona Siva no mentía. Anticlimático ahora que se había montado su propia historia en su mente, pero comprensible y lógico. Aunque desde luego le extraño que Siva no tuviera ningún problema con que alguien del consejo resucitara a un extranjero. Porque tenía que serlo.
Luego estaba el Consejo. ¿Qué iba a hacer allí? Conseguir que la apuñalaran con la suerte que tenía, así que nada. Seguramente podía hacer turismo, aquí y allá, pero con la tormenta que se acercaba, tormenta absolutamente natural sin duda y que no traería nada malo, tampoco quería mojarse demasiado explorando. Valyria dejo sus armas en el arcón que los elfos le indicaron. No estaba segura de sí se refería a todos los presentes o solo a los no elfos, pero realmente sería mejor no arriesgarse, así que dejo su arco, sus flechas y su látigo, manteniendo contacto visual con uno de los guardias, que pareció poner los ojos en blanco bajo el yelmo. No sería la primera a la que le preocupaba perder sus cacharros entonces, bien.
Y luego entró en el tronco del árbol madre. Era… impresionante, y Valyria pasó la mano distraídamente por la madera, hasta que el sonido de los niños la trajo a la realidad, curiosos por los recién llegados. Desgraciadamente, ella era una elfa, por lo que no era una novedad. Y por supuesto no podía competir con la esponjosidad de los hombres bestia… quien fuera niño para achucharlos y echarse una siesta en el pelaje…
Estaba desvariando. La elfa recorrió el árbol, atravesando los puentes, respirando el olor a madera y en general haciendo turismo. Al menos hasta que se paró delante del templo. No el de las vestales, el de verdad. Si, el guardia había dicho algo al respecto…
No tenía nada que hacer, y no perdía nada por pasar un rato allí. ¿Pero a cual dedicarle su tiempo? Anar era con el que tenía más relación. Por decirlo de alguna manera… Pero estaban en un gigantesco árbol y eso gritaba Imbar. Y aun así... la noche…y la protección de los suyos recaía sobre Isil. –Hey Isil, soy yo, Valyria. Siento que haya pasado tanto tiempo.- Se había sentado en uno de los bancos, mirando la estatua con la media luna. –Parece que se acercan problemas. Se acerca la oscuridad según esos extranjeros, y estoy inclinada a creerlos, y los nuestros… no parecen tomárselo en serio. Si no es mucha molestia…- ¿Qué quería? ¿Qué cayera un rayo de energía lunar y friera un jinete? Seria genial desde luego. Pero algo en la imagen la incomodaba. La idea de una entidad exterior echando una mano de manera tan… burda, blatante, por caridad. –¿Podrías darle un empujoncito para que dejen de ser tan estirados y se tomen los peligros en serio? O para que se encarguen mejor de el supongo… Aunque no debería soltarle el marrón a otros.- se alzó, alzando el puño, dándose cuenta de que había dejado el arco más abajo. –O dámelo a mí y me encargare yo misma. O lo intentare al menos.- Eran elfos mayorcitos y se encargarían de sus propios problemas, pero un poco de ayuda no vendría mal si no era mucha molestia.
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Entonces… editare si me equivoco pero por las instrucciones… el templo es el único donde entramos y rezamos en este turno? Pues aquí esta, ahora tiro runa.
Además, si la runa es neutra o buena, usare mi Tatuaje Valknut para aumentar en un escalón la suerte (a buena o muy buena)
Valyria
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Re: [Trama de Sandorái] La noche en que llegaron
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Re: [Trama de Sandorái] La noche en que llegaron
Lo que Vincent pudo comprender del discurso élfico de Eilydh le daba a entender que no salía muy bien parado en aquellas palabras. Sin embargo, no se quejó y guardó silencio mientras la chica hablaba, sabiendo que lo que decía la elfa era, en parte cierto, y en mayor medida una puñalada en toda regla al orgullo del guardia elfo. Así pues, entre lo que le había dicho él, lo que le habría pedido Asher y lo que finalmente mencionaba Eilydh, el guardia de Árbol Madre tendría pocas excusas para no dejarles pasar. O por lo menos, si se tornaba demasiado reticente a aceptarles y se hacía el loco, no podría conseguir dejar a todos fueras del árbol.
No obstante, se ve que los distintos comentarios calaron hondo al pobre guardia, que no tuvo más remedio que dejarles entrar a todos ellos. Tan “obligado” se había visto a permitirles pasar, que incluso había hablado más de la cuenta. Si no quería que molestasen a Galatrea, con no mencionar donde se encontraba lo hubiera logrado.
- Gracias por la información de las localizaciones y muchas gracias por dejarnos pasar-, contestó al guardia. - Descuide, no queremos molestar en demasía-. Habló por todos, pero en realidad solo podía hablar por sí mismo. - Solo iré a dar el mensaje al Consejo para que se preparen para lo que se avecina.
Era tan simple como sonaba. Llegados a ese punto, un brujo cuya única razón para estar allí era dar un mensaje al Consejo e informar de lo ocurrido en Anar y de la invasión de los Jinetes, solamente tenía que hacer eso. Claro, y más importante aún, prepararse para la batalla que se avecinaba. Pero cada cosa tocaría en su debido momento, ahora el mercenario solo tenía que hablar con los elfos que regían los designios del bosque.
- ¿Elen está en el Oblivion? - respondió a Asher.
El comunicado al Consejo podría esperar por unos instantes.
- Huracán ya está aquí. Apareció en el templo de Anar. Allí atacaron tanto Querostraza como los jinetes y Huri se encargó de uno de ellos-, informó a su compañero centinela. - Desgraciadamente solo uno de los dos podía venir rápidamente junto a Eilydh, montando sobre Ash'alá-, hizo un gesto con el cuello señalando a la elfa y al tigre.
El brujo mercenario decidió omitir el porqué era mejor que viniese él en vez de Huri, ya que ella se había cargado medio templo de Anar durante el combate con los jinetes. Conocía lo suficiente a Anastasia para saber que a veces era un poco ruda, pero que si había sido tan contundente en el templo, era para asegurarse de destruir al jinete, no principalmente y como objetivo molestar a los elfos. No obstante, por ahora era mejor no airar ese detalle.
Entonces el cielo tronó y en cuánto Vinc miró hacia la zona por la que se escuchó el trueno, un rayo partió el oscuro firmamento.
- Sí, solo somos dos. Pero tendrá que bastar, el tiempo juega en nuestra contra-, fue lo último que le dijo a Asher, mientras se enjugaba el hilillo de sangre de la nariz con el dorso de su guante. - Es hora de hablar con el Consejo-, le comentó a Eilydh, guardando la figura de Tyrande en uno de sus bolsillos de correa. Luego se colocó la capa sobre sus hombros y la enganchó para que no se soltase. - Y de prepararnos para lo peor, porque esos cabrones ya vienen-, terminó por decirle, antes de avanzar unos pasos y recordar que no habían llegado hasta la puerta solos.
No sabía muy bien que decirle a esa mujer, pero lo único que podía hacer por el momento era alertarla.
- Pues venir con nosotros como querías. Por mi parte no es problema, pero debo advertirse de que se acercan fuerzas oscuras y la batalla está garantizada y yo debo participar en ella-, le intentó explicar cómo medianamente podía. No todo el mundo conocía a los jinetes y la amenaza que representaban. - Probablemente no sea muy seguro quedarse a mi lado-, dijo finalmente, antes de encaminarse hacia el interior del Árbol.
Nada más entrar, el brujo pudo comprobar que los guardias esperaban junto al arcón que el guardia les había mencionado. Pronto tendría que luchar, necesitaba sus armas, pero por el momento era primordial convencer a los elfos de que se unieran a ellos para combatir y que ellos, los extranjeros, no eran el problema. No el principal, al menos.
- Muchacho, los jinetes oscuros se acercan, esa tormenta no es natural, así que pronto necesitaré mis armas-, comentó, dejando sus dagas y su espada en el arcón. - Me gustaría pedirte un favor. Sé que crees que no lo merezco porque soy extranjero y porque este no es mi lugar. Pero el hombre perro que acaba de entrar y yo somos los únicos que ahora mismo podemos derrotar jinetes en este lugar. Somos los únicos que podemos detenerlos y salvar Árbol Madre, así que si la cosa se complica…-, dejó la frase en el aire, pues no hacía falta decir nada más a ese respecto. - Como dije antes, iré a la sala del Consejo. Si nos atacan, por favor, llévame las armas, al menos mi espada. Es de capital importancia llegado el caso-, le rogó al elfo que le dejase entrar.
Ahora que se había desarmado, quizás los elfos entendieran que era de fiar y podían confiar en aquel nuevo e inesperado Centinela. Que solo estaba allí para ayudarles.
En cualquier caso, el brujo se encaminó hacia el interior, y siguiendo las indicaciones del guardia, subió hacia los pisos superiores con intención de presentarse al Consejo y conseguir convencerlos de la lucha común que tenían por delante.
Maldita sea. Estaba siendo un día de mierda, acompañado y aderezado con una noche de más mierda. Debía salvar el Árbol Madre. Debía sobrevivir. Tenía que hacerlo para poder alcanzar a su hermana.
Una mujer que sin ayuda podía vencer a más de cien hombres y mujeres y que podía aniquilar jinetes, pero que un hermano mayor jamás dejaría sola en un lugar como Oblivion.
Dejo las armas en el arcón como me dicen los elfos, pero le pido a Lágoles que me las lleve (él o uno de sus hombres) cuando los jinetes nos ataquen. ¿Me hará caso? Lo sabremos en el próximo episodio de Pasión de oscuritos.
Luego me dirijo a la sala del Consejo.
No obstante, se ve que los distintos comentarios calaron hondo al pobre guardia, que no tuvo más remedio que dejarles entrar a todos ellos. Tan “obligado” se había visto a permitirles pasar, que incluso había hablado más de la cuenta. Si no quería que molestasen a Galatrea, con no mencionar donde se encontraba lo hubiera logrado.
- Gracias por la información de las localizaciones y muchas gracias por dejarnos pasar-, contestó al guardia. - Descuide, no queremos molestar en demasía-. Habló por todos, pero en realidad solo podía hablar por sí mismo. - Solo iré a dar el mensaje al Consejo para que se preparen para lo que se avecina.
Era tan simple como sonaba. Llegados a ese punto, un brujo cuya única razón para estar allí era dar un mensaje al Consejo e informar de lo ocurrido en Anar y de la invasión de los Jinetes, solamente tenía que hacer eso. Claro, y más importante aún, prepararse para la batalla que se avecinaba. Pero cada cosa tocaría en su debido momento, ahora el mercenario solo tenía que hablar con los elfos que regían los designios del bosque.
- ¿Elen está en el Oblivion? - respondió a Asher.
El comunicado al Consejo podría esperar por unos instantes.
- Huracán ya está aquí. Apareció en el templo de Anar. Allí atacaron tanto Querostraza como los jinetes y Huri se encargó de uno de ellos-, informó a su compañero centinela. - Desgraciadamente solo uno de los dos podía venir rápidamente junto a Eilydh, montando sobre Ash'alá-, hizo un gesto con el cuello señalando a la elfa y al tigre.
El brujo mercenario decidió omitir el porqué era mejor que viniese él en vez de Huri, ya que ella se había cargado medio templo de Anar durante el combate con los jinetes. Conocía lo suficiente a Anastasia para saber que a veces era un poco ruda, pero que si había sido tan contundente en el templo, era para asegurarse de destruir al jinete, no principalmente y como objetivo molestar a los elfos. No obstante, por ahora era mejor no airar ese detalle.
Entonces el cielo tronó y en cuánto Vinc miró hacia la zona por la que se escuchó el trueno, un rayo partió el oscuro firmamento.
- Sí, solo somos dos. Pero tendrá que bastar, el tiempo juega en nuestra contra-, fue lo último que le dijo a Asher, mientras se enjugaba el hilillo de sangre de la nariz con el dorso de su guante. - Es hora de hablar con el Consejo-, le comentó a Eilydh, guardando la figura de Tyrande en uno de sus bolsillos de correa. Luego se colocó la capa sobre sus hombros y la enganchó para que no se soltase. - Y de prepararnos para lo peor, porque esos cabrones ya vienen-, terminó por decirle, antes de avanzar unos pasos y recordar que no habían llegado hasta la puerta solos.
No sabía muy bien que decirle a esa mujer, pero lo único que podía hacer por el momento era alertarla.
- Pues venir con nosotros como querías. Por mi parte no es problema, pero debo advertirse de que se acercan fuerzas oscuras y la batalla está garantizada y yo debo participar en ella-, le intentó explicar cómo medianamente podía. No todo el mundo conocía a los jinetes y la amenaza que representaban. - Probablemente no sea muy seguro quedarse a mi lado-, dijo finalmente, antes de encaminarse hacia el interior del Árbol.
Nada más entrar, el brujo pudo comprobar que los guardias esperaban junto al arcón que el guardia les había mencionado. Pronto tendría que luchar, necesitaba sus armas, pero por el momento era primordial convencer a los elfos de que se unieran a ellos para combatir y que ellos, los extranjeros, no eran el problema. No el principal, al menos.
- Muchacho, los jinetes oscuros se acercan, esa tormenta no es natural, así que pronto necesitaré mis armas-, comentó, dejando sus dagas y su espada en el arcón. - Me gustaría pedirte un favor. Sé que crees que no lo merezco porque soy extranjero y porque este no es mi lugar. Pero el hombre perro que acaba de entrar y yo somos los únicos que ahora mismo podemos derrotar jinetes en este lugar. Somos los únicos que podemos detenerlos y salvar Árbol Madre, así que si la cosa se complica…-, dejó la frase en el aire, pues no hacía falta decir nada más a ese respecto. - Como dije antes, iré a la sala del Consejo. Si nos atacan, por favor, llévame las armas, al menos mi espada. Es de capital importancia llegado el caso-, le rogó al elfo que le dejase entrar.
Ahora que se había desarmado, quizás los elfos entendieran que era de fiar y podían confiar en aquel nuevo e inesperado Centinela. Que solo estaba allí para ayudarles.
En cualquier caso, el brujo se encaminó hacia el interior, y siguiendo las indicaciones del guardia, subió hacia los pisos superiores con intención de presentarse al Consejo y conseguir convencerlos de la lucha común que tenían por delante.
Maldita sea. Estaba siendo un día de mierda, acompañado y aderezado con una noche de más mierda. Debía salvar el Árbol Madre. Debía sobrevivir. Tenía que hacerlo para poder alcanzar a su hermana.
Una mujer que sin ayuda podía vencer a más de cien hombres y mujeres y que podía aniquilar jinetes, pero que un hermano mayor jamás dejaría sola en un lugar como Oblivion.
Offrol
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Dejo las armas en el arcón como me dicen los elfos, pero le pido a Lágoles que me las lleve (él o uno de sus hombres) cuando los jinetes nos ataquen. ¿Me hará caso? Lo sabremos en el próximo episodio de Pasión de oscuritos.
Luego me dirijo a la sala del Consejo.
Vincent Calhoun
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Re: [Trama de Sandorái] La noche en que llegaron
Valeria escuchaba sólo a medias la presentación de Vincent ante el elfo que guardaba la entrada del gran árbol, pues estaba más pendiente de la reacción de Siva Ojosverdes ante las noticias de sus asesinos. Hubo un comentario, sin embargo, que llevó de nuevo su atención hacia las palabras del brujo, y no fue lo del mal que se cernía sobre el lugar. «¿Amigo?», pensó con cierto sarcasmo. «Así que guardamos las apariencias con la familia política. Interesante».
Más atención prestó al discurso de la elfa, tan perfectamente estudiado. Desde el tono de voz, la pregunta retórica, las poses… hasta el modo autoritario en que lo dio por terminado, cuando ya había bajado las defensas de sus oyentes. Le hubiera aplaudido, pero la situación parecía seria y ella trataba de pasar desapercibida.
Como no podía ser de otra manera, el elfo de la entrada acabó por ceder y, ya fuera por la impresión que le había causado su congénere o por que era así de simple, no tardó en revelarles más información de la que a sus superiores les hubiera gustado, sin duda. Val tomo buena nota de todo: Lady Galatrea, la mujer cuya autoridad la había sacado de aquella jaula, a pesar de Siva, estaba realizando un ritual de resurrección sobre la prin-¿cesa? «¿Qué princesa?», se preguntó la bruja. Hasta donde ella sabía, los elfos no tenían princesas. Y, por otro lado, ¿cuántas princesas había por ahí sueltas necesitadas de resucitación?
También tomo buena nota de los nombres de los representantes de cada clan, así como los de los que estarían esperando en el Consejo. No tuvo que memorizar el de Siva Ojosverdes; mientras ella estuviera en la sala, dudaba de que pudiera encontrar protección allí. Esa Lady Galatrea parecía su mejor opción, si no daban de nuevo con ella antes de que pudiera hablar con la sacerdotisa. ¿Cuánto podía tardar el ritual?
Mientras esperaba su turno para avanzar y entregar sus armas, no se perdió detalle tampoco de la conversación entre el hombre-perro y el brujo, aunque no entendiera ni la mitad de lo que decían. Apenas llegó a comprender un par de cosas: la hermana de Vincent estaba en un mal sitio y Anastasia seguía usando ese ridículo apodo. Y que al bueno de Vinc le iba a tocar salvar el día o dar la vida como un estúpido héroe. ¿Por qué no le sorprendía?
—Si lo que dices es cierto —dijo alzando la vista hacia la tormenta que se cernía sobre el bosque—, diría que no es muy seguro quedarse en ningún sitio.
Avanzando hacia el baúl que les señalara el Guardabosques, se sacó del pelo el dardo que usaba para recogerlo, lo mostró a los elfos presentes y lo depositó junto con las demás armas. Luego, se agachó para sacar también la daga que guardaba en la caña de la bota y también la entregó. Aparentemente, no llevaba ninguna otra arma consigo y es que haría falta un registro muy exhaustivo para que llegasen a ver la funda que ocultaba bajo su jubón, en la que descansaban sus cuchillos.
A pesar de las circunstancias que la habían llevado a aquel lugar, Valeria no pudo dejar de maravillarse del espacio que la rodeaba, una vez que accedió al Gran Tronco. Realmente, no sabía que era lo que había esperado encontrar allí, una oscura madriguera quizá, nada como aquel laberinto de plataformas y puentes colgantes. Y estaba a rebosar de gente, casi como cualquiera de las ciudades que había visitado, salvo por el detalle de que se encontraban dentro de un enorme árbol hueco.
No tuvo mucho tiempo de admirarse del espectáculo, sin embargo, antes de que una voz salida de quién sabía dónde alertase a todos de la presencia de una “bruja ilegal” en el interior del árbol. Aquello llevaba la firma de su nueva mejor amiga, por algo había desaparecido tan rápidamente de la plaza. “Traédmela viva”, «claro, para que pueda matarme ella misma». Su mano se deslizó de nuevo hacia el sello que guardaba en el bolso, necesitaba un Neril.
Se encaminó hacia donde el tipo de la entrada les dijo que se encontraba Lady Galatrea, pero ya se le habían adelantado y los guardias ni siquiera esperaron a que se acercara para cortarle el paso. Valeria dirigió una mirada al grupito de peludos, no había contado con las peculiares habilidades del cánido.
—¿Se puede saber a qué se debe esto? —dijo con su tono más altanero de indignación, aunque sabía perfectamente por qué la retenían—, me aseguraron que con este sello —mostró el susodicho— y dejando mi arma en la entrada tendría libertad de movimiento por el ár… ¡quítame las manos de encima! Se supone que estáis vigilando la sala del ritual, ¿es que vais a dejar que se cuelen esas bestias? —dijo señalando con un gesto de cabeza hacia el grupo de Asher— Escúchame bien, guapito —añadió, alzando el dedo índice hacia el que había intentado agarrarla del brazo. Después miró a ambos lados e hizo que se esforzaba en bajar la voz, pero sin dejar el tono enfurecido. Apenas tenía que esforzarse en su actuación, pues estaba empezando a cabrearse de verdad con toda la situación—, es la heredera de Dundarak la que hemos confiado a vuestro cuidado. —Se detuvo un instante y respiró hondo, como para calmarse— Por respeto a vuestras tradiciones, no voy a inmiscuirme, todavía, pero como le pase algo a Su Alteza porque un par de guardias no estaban haciendo su trabajo, yo misma me encargaré de señalarle a Mi Señor a quién debe agradecérselo.
Terminado su discurso, dirigió sendas miradas a cada uno de los guardias, como para grabar ambas caras en su memoria, y se giró con brusquedad dispuesta a largarse de allí. Tenía que buscar un lugar tranquilo donde replegarse y pensar en cómo salir de aquel maldito árbol antes de que los Ojosverdes le echasen el guante.
----------
OFF: Por puro formalismo, ya que creo que es bastante evidente, subrayo el uso de mi maestría en Carisma.
Entrega de armas: Entrego mi daga de calidad común y el dardo del pelo, pero gracias a las Fundas Ocultas que me fabricó Eltrant a medida, conservo a buen recaudo 5 cuchillos arrojadizos. Uno de ellos es el proyectil elemental de hielo que le compré al perro sarnoso (púdrete, Asher). Conservo también el resto de mis objetos personales.
Resumen del post: Tomo buena nota de todo lo que se dice y hace a mi alrededor, entrego (parte de) mis armas, entro en el árbol y me dirijo hacia la sala del ritual, con la intención de hablar con Galatrea. Me defiendo de la puñalada trapera del chucho tirándome el moco con los guardias. Si mi performance cuela, mi intención es dirigirme a la copa del árbol, lugar que, con la tormenta, debería estar vacío de curiosos (venga, Máster Ger, ya me puedes echar a los Jinetes). Si no cuela, supongo que tendré que ir a donde me lleven (o defenderme con uñas y dientes).
Explicación: Reike gusta de estar bien informada de los tejemanejes de la política aeradiana y no es ningún secreto que es una friki de los dragones (puede verse en varios de mis temas, en [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] en concreto, según la propia diosa Sigel, Reike absorbe tal cantidad de éter de dragón que los mismos dragones pueden llegar a percibir una diferencia con respecto a otros brujos, cosa que parece habérsele escapado al ojo avizor de Asher, cómo se nota que le convenía una brujilla corriente :p). Entre esto y la indiscreción de Lágoles en la entrada, no me pareció descabellado que mi brujita dedujese a qué princesa está intentando resucitar Galatrea.
Más atención prestó al discurso de la elfa, tan perfectamente estudiado. Desde el tono de voz, la pregunta retórica, las poses… hasta el modo autoritario en que lo dio por terminado, cuando ya había bajado las defensas de sus oyentes. Le hubiera aplaudido, pero la situación parecía seria y ella trataba de pasar desapercibida.
Como no podía ser de otra manera, el elfo de la entrada acabó por ceder y, ya fuera por la impresión que le había causado su congénere o por que era así de simple, no tardó en revelarles más información de la que a sus superiores les hubiera gustado, sin duda. Val tomo buena nota de todo: Lady Galatrea, la mujer cuya autoridad la había sacado de aquella jaula, a pesar de Siva, estaba realizando un ritual de resurrección sobre la prin-¿cesa? «¿Qué princesa?», se preguntó la bruja. Hasta donde ella sabía, los elfos no tenían princesas. Y, por otro lado, ¿cuántas princesas había por ahí sueltas necesitadas de resucitación?
También tomo buena nota de los nombres de los representantes de cada clan, así como los de los que estarían esperando en el Consejo. No tuvo que memorizar el de Siva Ojosverdes; mientras ella estuviera en la sala, dudaba de que pudiera encontrar protección allí. Esa Lady Galatrea parecía su mejor opción, si no daban de nuevo con ella antes de que pudiera hablar con la sacerdotisa. ¿Cuánto podía tardar el ritual?
Mientras esperaba su turno para avanzar y entregar sus armas, no se perdió detalle tampoco de la conversación entre el hombre-perro y el brujo, aunque no entendiera ni la mitad de lo que decían. Apenas llegó a comprender un par de cosas: la hermana de Vincent estaba en un mal sitio y Anastasia seguía usando ese ridículo apodo. Y que al bueno de Vinc le iba a tocar salvar el día o dar la vida como un estúpido héroe. ¿Por qué no le sorprendía?
—Si lo que dices es cierto —dijo alzando la vista hacia la tormenta que se cernía sobre el bosque—, diría que no es muy seguro quedarse en ningún sitio.
Avanzando hacia el baúl que les señalara el Guardabosques, se sacó del pelo el dardo que usaba para recogerlo, lo mostró a los elfos presentes y lo depositó junto con las demás armas. Luego, se agachó para sacar también la daga que guardaba en la caña de la bota y también la entregó. Aparentemente, no llevaba ninguna otra arma consigo y es que haría falta un registro muy exhaustivo para que llegasen a ver la funda que ocultaba bajo su jubón, en la que descansaban sus cuchillos.
A pesar de las circunstancias que la habían llevado a aquel lugar, Valeria no pudo dejar de maravillarse del espacio que la rodeaba, una vez que accedió al Gran Tronco. Realmente, no sabía que era lo que había esperado encontrar allí, una oscura madriguera quizá, nada como aquel laberinto de plataformas y puentes colgantes. Y estaba a rebosar de gente, casi como cualquiera de las ciudades que había visitado, salvo por el detalle de que se encontraban dentro de un enorme árbol hueco.
No tuvo mucho tiempo de admirarse del espectáculo, sin embargo, antes de que una voz salida de quién sabía dónde alertase a todos de la presencia de una “bruja ilegal” en el interior del árbol. Aquello llevaba la firma de su nueva mejor amiga, por algo había desaparecido tan rápidamente de la plaza. “Traédmela viva”, «claro, para que pueda matarme ella misma». Su mano se deslizó de nuevo hacia el sello que guardaba en el bolso, necesitaba un Neril.
Se encaminó hacia donde el tipo de la entrada les dijo que se encontraba Lady Galatrea, pero ya se le habían adelantado y los guardias ni siquiera esperaron a que se acercara para cortarle el paso. Valeria dirigió una mirada al grupito de peludos, no había contado con las peculiares habilidades del cánido.
—¿Se puede saber a qué se debe esto? —dijo con su tono más altanero de indignación, aunque sabía perfectamente por qué la retenían—, me aseguraron que con este sello —mostró el susodicho— y dejando mi arma en la entrada tendría libertad de movimiento por el ár… ¡quítame las manos de encima! Se supone que estáis vigilando la sala del ritual, ¿es que vais a dejar que se cuelen esas bestias? —dijo señalando con un gesto de cabeza hacia el grupo de Asher— Escúchame bien, guapito —añadió, alzando el dedo índice hacia el que había intentado agarrarla del brazo. Después miró a ambos lados e hizo que se esforzaba en bajar la voz, pero sin dejar el tono enfurecido. Apenas tenía que esforzarse en su actuación, pues estaba empezando a cabrearse de verdad con toda la situación—, es la heredera de Dundarak la que hemos confiado a vuestro cuidado. —Se detuvo un instante y respiró hondo, como para calmarse— Por respeto a vuestras tradiciones, no voy a inmiscuirme, todavía, pero como le pase algo a Su Alteza porque un par de guardias no estaban haciendo su trabajo, yo misma me encargaré de señalarle a Mi Señor a quién debe agradecérselo.
Terminado su discurso, dirigió sendas miradas a cada uno de los guardias, como para grabar ambas caras en su memoria, y se giró con brusquedad dispuesta a largarse de allí. Tenía que buscar un lugar tranquilo donde replegarse y pensar en cómo salir de aquel maldito árbol antes de que los Ojosverdes le echasen el guante.
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OFF: Por puro formalismo, ya que creo que es bastante evidente, subrayo el uso de mi maestría en Carisma.
Entrega de armas: Entrego mi daga de calidad común y el dardo del pelo, pero gracias a las Fundas Ocultas que me fabricó Eltrant a medida, conservo a buen recaudo 5 cuchillos arrojadizos. Uno de ellos es el proyectil elemental de hielo que le compré al perro sarnoso (
Resumen del post: Tomo buena nota de todo lo que se dice y hace a mi alrededor, entrego (parte de) mis armas, entro en el árbol y me dirijo hacia la sala del ritual, con la intención de hablar con Galatrea. Me defiendo de la puñalada trapera del chucho tirándome el moco con los guardias. Si mi performance cuela, mi intención es dirigirme a la copa del árbol, lugar que, con la tormenta, debería estar vacío de curiosos (
Explicación: Reike gusta de estar bien informada de los tejemanejes de la política aeradiana y no es ningún secreto que es una friki de los dragones (puede verse en varios de mis temas, en [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] en concreto, según la propia diosa Sigel, Reike absorbe tal cantidad de éter de dragón que los mismos dragones pueden llegar a percibir una diferencia con respecto a otros brujos, cosa que parece habérsele escapado al ojo avizor de Asher, cómo se nota que le convenía una brujilla corriente :p). Entre esto y la indiscreción de Lágoles en la entrada, no me pareció descabellado que mi brujita dedujese a qué princesa está intentando resucitar Galatrea.
Reike
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Re: [Trama de Sandorái] La noche en que llegaron
La tensión cayó finalmente de los hombros de la elfa a medida que Lagoles indicaba que las razones que les habían dado al elfo eran lo suficientemente lógicas como para dejarlos pasar. Eilydh se percató de los gestos de asco de alguno de los compañeros del comandante, la mayoría sin duda guerreros valerosos y casi podía leer el desdén que las palabras de su comandante habían producido en cada uno de ellos.
Aquellos que habían intentado entrar al árbol madre sin tener sangre elfa en sus venas no lo ibana . a tener fácil, pensó la elfa, en parte henchida en un orgullo casi dormido en ella y en parte temerosa. No era para menos, por supuesto. Eilydh no entendía a que se refería el hombre bestia con la palabra centinela. No sabía de hecho si le importaba el significado adherido que aquello diese al problema que el hombre bestia había traido consigo, el sustituto de la gran heroína, Melena Blanca. Si reconoció la palabra Jinetes,y como Eleatril había muerto a manos de uno de ellos. Acarició a Ash'alá de manera distraída pero sin perder nota de lo que el lobo le decía a Vincent. Huracán, le pareció decir... ¿Acaso ella era otra de los llamados centinelas..? Oblivion. Aquella palabra si le resultaba demasiado cercana.
Ella misma había estado en oblivion. Había sentido la nada inundando sus pulmones y el cegador peso del silencio hasta que tomó la mano de Huracán y la trajo de vuelta. Quien quiera que fuese la persona atrapada en aquel lugar, Eilydh sabía, pocas posibilidades tendría de salir sola de allí. Por un momento y de manera transitoria sintió pena por el brujo. Aquella pena duró exactamente lo que tardó el hombre en ignorar al resto de personas que estaban allí para ayudar a salvar el árbol madre. Asumiendo que tan solo ellos dos eran capaces de marcar la diferencia en lo que estaba por venir.
Intentó disimular un gesto de desdén al mirar al tal Asher, como si justo se hubiese fijado en que él era importante y después llevó su mirada a Vincent, con menos desdén pues lo conocía más.
-Herejes...- pensó mientras instaba a Ash'alá a dejar la fila que llevaba a depositar sus armas dejando que Vincent hiciese justo aquello mientras ella se separaba de los extranjeros.
-Nos volveremos a ver pronto, con la alegría que nos dará el renacer las flores en el árbol madre un año más- dijo Eilydh, de nuevo en élfico y saludando de manera cortés a Lagoles, agradeciendo que les dejase pasar. Llevaba a Karma en su cinturón y su daga tornasol escondida en la funda de su muslo. No creyó que las órdenes de Lagoles se refiriesen a ella, pues no era la primera vez que había estado en el árbol madre. Al fin y al cabo esa era su tierra, las raíces de aquel árbol se nutrían con los restos de la estirpe Skyer enterrados bajo ella. Los rituales de Samhain y la cosecha eran un evento anual en su calendario. No podía ser una extranjera en medio de sus gentes.
Avanzó por lo tanto seguida de Ash'alá. Inspiró hondo a medida que atravesaban la corteza del árbol e inundó sus pulmones con el barullo conocido del interior. El trajín de los elfos que se habían apresurado a cubrirse de la lluvia bajo las ramas de aquel lugar. Lo hacendoso de aquellos mercaderes que habían recogido sus tenderetes y subían por el entramado perfectamente caótico de pasarelas y cuerdas hasta el lugar exacto donde se establecía sus residencias, ajenos a que fuera de la protección de aquella corteza, el caos que prometía el futuro era mucho menos seguro y más incierto que cualquier cosa que hubiesen podido vivir hasta ahora.
Por un momento, Eilydh envidió la alegría que traía consigo el desconocimiento. Ash'alá reconoció el gesto apesadumbrado de la elfa y buscó su mano, como recordándole que él estaba ahí, con ella y que si no fuese por personas ínfimas como la propia elfa, ninguno de ellos estarían allí en aquel momento. Para bien o para mal.
Aminoró el paso hasta acercarse a Vincent. Por algún motivo se le había pasado el enfado al escucharlo hablar sobre su cuasi-deidad con Asher, y decidió que era mejor, al fin y al cabo tenerlo de su lado si querían tener alguna oportunidad en derrotar a lo que sea que fueran los Jinetes. Lo miró por un momento mientras subían sobre una de las plataformas hacia el piso donde se encontraba el consejo y se llevó la mano a la parte externa del muslo derecho donde guardaba su daga tornasol.
De manera disimulada la sacó y sin que nadie lo notase buscó la mano de Vincent, oculta por la capa que se había amarrado bien no hacía mucho.
-No se que grandioso e impresionante poder puede tener esa capa- dijo sin olvidar a quién había pertenecido- Pero por si acaso... no hay nada como un buen corte en el momento adecuado... al menos para ganar tiempo- Dijo Eilydh, pasándole la daga a Vincent- Si te pillan con ella, negaré habértela dado. Ahora bien... si la usas contra alguien de los míos...-
Ash'alá rugió como continuando la frase que Eilydh había comenzado.
Las puertas de nogal grabadas con runas los recibieron. Entreabiertas, e imponentes, ambas dejaban ver, casi atisbar un poco de las dos figuras centrales de la sala a la que acababan de llegar. Eilydh había visto a Elentari en alguna ocasión, siempre rodeada de su padre y nunca con la suficiente importancia como para dirigirse a ella. De Seva había oido muchas cosas, no todas buenas, ninguna malas para los de su clase, así que en lo que se refería a la chica, era tan bueno como los otros. No estaba muy segura de si había guardia en el consejo así que antes de entrar y desde aquellas dos puertas que los custodiaban, habló con voz clara y lo suficientemente alta como para que la escuchasen.
-Por Eru, ruego audiencia urgente con los miembros del consejo- Ash'alá a su lado hizo una leve inclinación .y la elfa, poco convencida acabó por seguirlo, esperando que ambos al menos le dieran la oportunidad de rebatir cualquier negativa a aquella petición
----
Me dirijo con Vincent al consejo. No dejo a Karma ni mi daga con los elfos. Lo he consultado con Ger, Eilydh no es una extranjera en el árbol madre.
Aquellos que habían intentado entrar al árbol madre sin tener sangre elfa en sus venas no lo ibana . a tener fácil, pensó la elfa, en parte henchida en un orgullo casi dormido en ella y en parte temerosa. No era para menos, por supuesto. Eilydh no entendía a que se refería el hombre bestia con la palabra centinela. No sabía de hecho si le importaba el significado adherido que aquello diese al problema que el hombre bestia había traido consigo, el sustituto de la gran heroína, Melena Blanca. Si reconoció la palabra Jinetes,y como Eleatril había muerto a manos de uno de ellos. Acarició a Ash'alá de manera distraída pero sin perder nota de lo que el lobo le decía a Vincent. Huracán, le pareció decir... ¿Acaso ella era otra de los llamados centinelas..? Oblivion. Aquella palabra si le resultaba demasiado cercana.
Ella misma había estado en oblivion. Había sentido la nada inundando sus pulmones y el cegador peso del silencio hasta que tomó la mano de Huracán y la trajo de vuelta. Quien quiera que fuese la persona atrapada en aquel lugar, Eilydh sabía, pocas posibilidades tendría de salir sola de allí. Por un momento y de manera transitoria sintió pena por el brujo. Aquella pena duró exactamente lo que tardó el hombre en ignorar al resto de personas que estaban allí para ayudar a salvar el árbol madre. Asumiendo que tan solo ellos dos eran capaces de marcar la diferencia en lo que estaba por venir.
Intentó disimular un gesto de desdén al mirar al tal Asher, como si justo se hubiese fijado en que él era importante y después llevó su mirada a Vincent, con menos desdén pues lo conocía más.
-Herejes...- pensó mientras instaba a Ash'alá a dejar la fila que llevaba a depositar sus armas dejando que Vincent hiciese justo aquello mientras ella se separaba de los extranjeros.
-Nos volveremos a ver pronto, con la alegría que nos dará el renacer las flores en el árbol madre un año más- dijo Eilydh, de nuevo en élfico y saludando de manera cortés a Lagoles, agradeciendo que les dejase pasar. Llevaba a Karma en su cinturón y su daga tornasol escondida en la funda de su muslo. No creyó que las órdenes de Lagoles se refiriesen a ella, pues no era la primera vez que había estado en el árbol madre. Al fin y al cabo esa era su tierra, las raíces de aquel árbol se nutrían con los restos de la estirpe Skyer enterrados bajo ella. Los rituales de Samhain y la cosecha eran un evento anual en su calendario. No podía ser una extranjera en medio de sus gentes.
Avanzó por lo tanto seguida de Ash'alá. Inspiró hondo a medida que atravesaban la corteza del árbol e inundó sus pulmones con el barullo conocido del interior. El trajín de los elfos que se habían apresurado a cubrirse de la lluvia bajo las ramas de aquel lugar. Lo hacendoso de aquellos mercaderes que habían recogido sus tenderetes y subían por el entramado perfectamente caótico de pasarelas y cuerdas hasta el lugar exacto donde se establecía sus residencias, ajenos a que fuera de la protección de aquella corteza, el caos que prometía el futuro era mucho menos seguro y más incierto que cualquier cosa que hubiesen podido vivir hasta ahora.
Por un momento, Eilydh envidió la alegría que traía consigo el desconocimiento. Ash'alá reconoció el gesto apesadumbrado de la elfa y buscó su mano, como recordándole que él estaba ahí, con ella y que si no fuese por personas ínfimas como la propia elfa, ninguno de ellos estarían allí en aquel momento. Para bien o para mal.
Aminoró el paso hasta acercarse a Vincent. Por algún motivo se le había pasado el enfado al escucharlo hablar sobre su cuasi-deidad con Asher, y decidió que era mejor, al fin y al cabo tenerlo de su lado si querían tener alguna oportunidad en derrotar a lo que sea que fueran los Jinetes. Lo miró por un momento mientras subían sobre una de las plataformas hacia el piso donde se encontraba el consejo y se llevó la mano a la parte externa del muslo derecho donde guardaba su daga tornasol.
De manera disimulada la sacó y sin que nadie lo notase buscó la mano de Vincent, oculta por la capa que se había amarrado bien no hacía mucho.
-No se que grandioso e impresionante poder puede tener esa capa- dijo sin olvidar a quién había pertenecido- Pero por si acaso... no hay nada como un buen corte en el momento adecuado... al menos para ganar tiempo- Dijo Eilydh, pasándole la daga a Vincent- Si te pillan con ella, negaré habértela dado. Ahora bien... si la usas contra alguien de los míos...-
Ash'alá rugió como continuando la frase que Eilydh había comenzado.
Las puertas de nogal grabadas con runas los recibieron. Entreabiertas, e imponentes, ambas dejaban ver, casi atisbar un poco de las dos figuras centrales de la sala a la que acababan de llegar. Eilydh había visto a Elentari en alguna ocasión, siempre rodeada de su padre y nunca con la suficiente importancia como para dirigirse a ella. De Seva había oido muchas cosas, no todas buenas, ninguna malas para los de su clase, así que en lo que se refería a la chica, era tan bueno como los otros. No estaba muy segura de si había guardia en el consejo así que antes de entrar y desde aquellas dos puertas que los custodiaban, habló con voz clara y lo suficientemente alta como para que la escuchasen.
-Por Eru, ruego audiencia urgente con los miembros del consejo- Ash'alá a su lado hizo una leve inclinación .y la elfa, poco convencida acabó por seguirlo, esperando que ambos al menos le dieran la oportunidad de rebatir cualquier negativa a aquella petición
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Me dirijo con Vincent al consejo. No dejo a Karma ni mi daga con los elfos. Lo he consultado con Ger, Eilydh no es una extranjera en el árbol madre.
Eilydh
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Re: [Trama de Sandorái] La noche en que llegaron
Cuando marchaba hacía el grupo que hablaba con los elfos se me aparecieron dos Ojoverdes, en la típica manera molesta que tendrían de aparecer asesinos: de la nada y por los flancos, nunca de frente.
—Anders.
—Estoy buscando a la bruja, desapareció —respondí al instante, quizá demasiado pronto ante la sorpresa. No quería darles oportunidad de preguntarme que hacía.
—….Lo sabemos —se vio la cara con el otro, al parecer no era sólo yo el que no se explicaba como diablos había desaparecido—. Siva ya nos ordenó que la buscáramos. No está contenta.
Malas noticias.
—Lo bueno es que no parecen haber huellas en los alrededores próximos… así que debe estar cerca, pero hay otro problema. Una orejas-redondas más.
—¿Otra? —di como toda respuesta para intentar que se pegase más a hablar, intercambiando la mirada entre él y el grupo variopinta de la entrada.
Desde donde estaba no podía oír nada de lo que conversaban, pero era bastante visible el movimiento de los labios del que parecía el líder. Estaba bastante claro también de que ninguno de los dos me dejaría encaminarme hacia allí, sólo había dado dos pasos desde que se me acercaron, y avanzaban conmigo, atravesándose.
Quizá ni siquiera era intencional, pero si me los sacaba de encima muy intencionalmente no iba a pasar desapercibido para ellos, por lo que sólo me quedaba una forma de saber que ocurría: chismear.
—Comprendo —asentí, no había prestado atención alguna a nada más de las orejas-redondas—. Por cierto, ¿quiénes son esos? ¿Qué hacen aquí? —pregunté con un movimiento de cabeza.
—¿Ellos? —volteó a ver.
Y un trueno partió el cielo, interrumpiendo al asesino cuando parecía que iba a abrir la boca. Los tres vimos al cielo, observando las nubes oscuras y arremolinadas, con pequeñas líneas de luz dibujándose entre ellas. «¿El cielo estaba así hace unos minutos…?» me lleve la mano a la barbilla, no había estado haciendo especial caso al tiempo.
Tuve que cerrar un ojo por reflejo cuando una gota cayó justo al lado del mismo. Y luego la acompañaron cientos más, de la nada, estaba cayendo un diluvio. Suspiré en voz baja al bajar la mirada y encontrar los ojos del asesino, casi que hablaban por sí solos.
—Hmm… hace mal tiempo… —comentó, intentando disimular. Entrecerré los ojos viendo al infeliz—. Nos organizaremos así: tú quédate aquí afuera y vigila a los dos presos, nosotros nos hacemos cargo de lo demás.
—¿Hay alguna manera de convencerlos a cambiar de puesto? —pregunté en tono de broma.
Pareció sonreír bajo la tela que cubría su boca.
—No, no, tú cerraste la reja, creo que es más apropiado que la cuides, se te da bien —me vendió esa increíble excusa, antes de señalarle con la cabeza al otro que empezarán a andar. Sonreí para mí mismo, no había nada que pudiese decir para que se quedasen afuera… Bien.
—¡Espera, espera! —agarré a uno del hombro—. ¿De verdad van a dejarme aquí… mojándome solo? —el par se vieron las caras.
—Sí.
Entonces, igual que hizo toda otra persona que estaba afuera del árbol, ambos asesinos se apresuraron hacia el mismo para esconderse de la lluvia.
Lleve los ojos hacia donde estaban Uriel y aquella mujer. Ahora que sabía que al parecer le tenían miedo a la lluvia—y sonó otro puto trueno, ahora casi no podía culparlos de que no quisieran estar afuera—parecía una buena oportunidad para huir con los presos, pero no estaba muy seguro de que tan lejos íbamos a llegar en plena tormenta, y por cómo se pondría el suelo pronto ante una lluvia de esa potencia, era casi como dejarles un regalo a los Ojosverdes en forma de huellas. Si la bruja se las había arreglado para salir de los alrededores del árbol ahora tendría que pisar suavemente, o buscar como taparlas. De no hacer ninguna, terminaría siendo hallada por guardabosques.
«…» corté mi tren de pensamientos, viendo a los pies de los asesinos mientras corrían. Repentinamente me cargué con más prisa de la que pudiesen tener ellos y corrí tras los mismos. No iba a alcanzarlos y ya iban a cerrar la entrada, pero recordé lo que me había dejado Siva.
No era precisamente para lo que me lo confió, pero no es que hubiese estado haciendo exactamente el trabajo que me habían dejado tampoco.
Soné levemente el silbato con poca fuerza, tan sólo quería llamar la atención del par del frente que estaban para ocultarse. Ambos se detuvieron, notándose claramente confusos y viendo más bien en dirección a la jaula que a mí. Cuando los alcancé, no tardó uno en preguntar apurado que pasaba, tanto por la lluvia, como por el hecho de que hubiese usado algo que se traducía a “se escaparon”.
—Necesito un favor —jadeé en un corto suspiro—, está bien, yo me quedo afuera solo, pero alguno tráigame una túnica prestada, algo grueso y que me tape la cabeza para cubrirme de la lluvia, como las que las sacerdotisas usan, o el de una abuela, no me importa.
Uno de los asesinos me vio incrédulo y el otro, simplemente, me dio un zape. Permití que me lo diese porque los necesitaba conmigo.
—¡Me asustaste, imbécil! ¡El silbato no es para eso!
—Sí, sí, pero si no lo usaba no iban a detenerse.
—Tienes suerte de que la jefa no esté por aquí ya, si la hubieses alarmado sólo para pedir una túnica te iba a echar una insultada…
—Bueno, pero no está —me lleve una mano a un bolsillo, rebuscando—. ¿Dónde se metió, por cierto?
El hombre subió los hombros. No me gustaba la idea de no saber en que sitio estaba mi Ojosverdes favorita, pero no podía hacer nada sobre eso, y cuanto menos no estaría observando afuera, no querría mojarse. Esperaba. Terminé por sacar unos pocos aeros de mi bolsillo y se los tendí al asesino.
—Por las molestias de hacerte buscarme algo para cubrirme. Cómprate algo de beber, y tráeme algo a mí también, bebería de la lluvia, pero… —subí un hombro, con media sonrisa—. ¡Y apúrate! —pretendí tener frío, abrazándome.
Al cabo de un par de minutos si tenía. ¿Por qué se estaba tardando tanto? ¡No podía ser difícil tomar una mísera túnica! ¡Es todo lo qué usaban este lugar!
Y otros tipos de “ropa”, más cuestionables. Hechas de hojas y no sé qué. Pero pedí algo que tapara.
Al sentirme plantado, y no porque estuviese llevando más lluvia que una planta, empecé a hacer mi camino hacia la raíz de donde había dejado a Uriel y la mujer. Sólo podía esperar que no se hubiesen apresurado y pegado carrera a salir de allí, pero lo dudaba, no veía marcas en el suelo. A los pasos escuché un siseo, débil y cubiertopor la ensordecedora lluvia. Luego ya era directamente un silbido, y después un “¡Anders, sordo!”. Volteé, viendo al asesino a medio asomar en la entrada del árbol. Realmente no querían mojarse.
O, como me recordó otro trueno más, que los partiese un rayo, pero vamos… ¿Cuál era la probabilidad?
Corrí de vuelta a la entrada para tomar la túnica y un pequeño cuenco de arcilla tapado con una hoja. No se sentía del todo lleno, le vi la cara al culpable, que seguramente había bebido de allí, pero no importaba. Le asentí como todo agradecimiento y partimos caminos, él de vuelta al precioso y tranquilo interior del árbol…
Y yo igual. Sólo que con paradas de por medio.
—¿Sed? Beban —les pasé el cuenco—, y enséñenme sus pies.
Había algo en esa oración que había sonado muy mal, por la forma en la que Uriel me estaba observando. Me tomó un par de segundos notar que estaría anotándome mentalmente en su lista de “abusadores infantiles”; sección “gustos raros”.
—¡N-No! —negué con la cabeza—. Es… solo… —me lleve una mano a la cara y puse la mano adelante, recogiendo los dedos múltiples veces para indicar que lo hicieran—. Háganlo, a esta lluvia o le agradecemos o la maldecimos…
Luego de dejarle la túnica a la mujer para que se la pusiera sobre la ropa y tener el calzado de ambos, puse parte del golem dentro de los mismos, y… en una imagen algo bizarra, saqué a pasear al golem, con cuatro tentáculos formados de su cuerpo y metidos dentro de los dos pares de calzado, haciéndolo pisar fuerte para marcar la huella en la suave tierra y que se mantuviese tanto como fuere posible. No demasiado, por la propia lluvia, pero esperaba que aguantase unos minutos. El orden de las huellas seguía una caminata normal, aunque torpe, primero los pasos de la mujer, después lo de Uriel. Veía a los lados y arriba al andar, guardando en mitades tranquilidad y preocupación, lo primero venido de la soledad, y lo segundo del creciente rugido del cielo, era la peor tormenta que había presenciado jamás.
No lleve el rastro demasiado lejos, pero a toda lógica quien lo viese podría concluir que definitivamente habían salido hacia el bosque. De vuelta comprimí la masa sin nombre y tapé mis propias huellas suavemente, que eran menos, estando varios metros de distancia más atrás por el hilo con el que había permanecido en contacto con la masa para poder manipularla.
Con todo listo, volví a cambiar la forma del golem, estirándolo un poco más arriba, y haciéndolo hueco por dentro, como si fuese una cáscara. Abrí una puerta dentro del mismo para dejarle pasó al niño y moldeé lo que parecía una pequeña silla, sonriéndole al niño. Había intentando traspasarlo hace un tiempo, después de todo.
Tan sólo no esperaba que esta fuese la situación en que lo hiciera.
—Ven, Uri —le di una palmada en la cabeza despeinándolo—, entra. Te dejare unos espacios para que entre aire y puedas ver. Si los cierro, no te preocupes, tendrás suficiente oxígeno para aguantar, y de ninguna manera los mantendré así. Todo va a estar bien, ¿sí?
Después de que el pequeño estuviera adentro cerré el espacio por el que entró y abrí un par de ojos para que pudiese ver como dijimos, y unos pocos más abajo que fuesen menos notables para que entrase más aire. Con parte del golem hueco por dentro, me sobraba arcilla en el exterior, a la que le di la forma más convencional de brazos y piernas de los golem que estaban bien animados. La llave la volví plástica de nuevo y la separé en dos, colocando eso sobre las orejas de la mujer, para “completarlas” y volverlas puntiagudas, cosa que se notase levemente en la capucha.
Con los dedos tocando las orejas, y un pie al golem, exhalé lentamente, inyectando éter en ambas cosas para quitarles la plasticidad y darles rigidez.
Vi dentro de la prisión una última vez para asegurar que no se quedase nada, la llave la había vuelto orejas, y el cuenco lo tenía Uriel. Sólo faltaba una cosa.
—Ponte esto —dije tendiéndole un collar de clavos a la mujer, cuando lo hizo, golpeé suavemente el colgante con un dedo para que se agitase, y se formará una ilusión sobre ella. Ahora su rostro estaba ocupado con algo de arrugas, y su cabello de canas.
Arrugué levemente el entrecejo, sabía porque veía eso. Una mente débil… la misma que se había visto atrapada por las coronas en el hechizo del Midsommar. La misma que por eso no había notado gente siendo sacrificada a su lado y estaba muy ocupada bailando, y la misma que por eso al final no había logrado hacer nada ni ayudar a nadie. Ni siquiera a sí misma.
«…No esta vez» terminé de fruncir el ceño, llevando inconscientemente la mano hacia el golem, a punto de hacerlo regurgitar mi hacha. Me detuve calmándome un poco por no dejarme llevar de algo del pasado y la mantuve allí dentro.
Con suerte, no tendría porque sacarla.
—Anders.
—Estoy buscando a la bruja, desapareció —respondí al instante, quizá demasiado pronto ante la sorpresa. No quería darles oportunidad de preguntarme que hacía.
—….Lo sabemos —se vio la cara con el otro, al parecer no era sólo yo el que no se explicaba como diablos había desaparecido—. Siva ya nos ordenó que la buscáramos. No está contenta.
Malas noticias.
—Lo bueno es que no parecen haber huellas en los alrededores próximos… así que debe estar cerca, pero hay otro problema. Una orejas-redondas más.
—¿Otra? —di como toda respuesta para intentar que se pegase más a hablar, intercambiando la mirada entre él y el grupo variopinta de la entrada.
Desde donde estaba no podía oír nada de lo que conversaban, pero era bastante visible el movimiento de los labios del que parecía el líder. Estaba bastante claro también de que ninguno de los dos me dejaría encaminarme hacia allí, sólo había dado dos pasos desde que se me acercaron, y avanzaban conmigo, atravesándose.
Quizá ni siquiera era intencional, pero si me los sacaba de encima muy intencionalmente no iba a pasar desapercibido para ellos, por lo que sólo me quedaba una forma de saber que ocurría: chismear.
—Comprendo —asentí, no había prestado atención alguna a nada más de las orejas-redondas—. Por cierto, ¿quiénes son esos? ¿Qué hacen aquí? —pregunté con un movimiento de cabeza.
—¿Ellos? —volteó a ver.
Y un trueno partió el cielo, interrumpiendo al asesino cuando parecía que iba a abrir la boca. Los tres vimos al cielo, observando las nubes oscuras y arremolinadas, con pequeñas líneas de luz dibujándose entre ellas. «¿El cielo estaba así hace unos minutos…?» me lleve la mano a la barbilla, no había estado haciendo especial caso al tiempo.
Tuve que cerrar un ojo por reflejo cuando una gota cayó justo al lado del mismo. Y luego la acompañaron cientos más, de la nada, estaba cayendo un diluvio. Suspiré en voz baja al bajar la mirada y encontrar los ojos del asesino, casi que hablaban por sí solos.
—Hmm… hace mal tiempo… —comentó, intentando disimular. Entrecerré los ojos viendo al infeliz—. Nos organizaremos así: tú quédate aquí afuera y vigila a los dos presos, nosotros nos hacemos cargo de lo demás.
—¿Hay alguna manera de convencerlos a cambiar de puesto? —pregunté en tono de broma.
Pareció sonreír bajo la tela que cubría su boca.
—No, no, tú cerraste la reja, creo que es más apropiado que la cuides, se te da bien —me vendió esa increíble excusa, antes de señalarle con la cabeza al otro que empezarán a andar. Sonreí para mí mismo, no había nada que pudiese decir para que se quedasen afuera… Bien.
—¡Espera, espera! —agarré a uno del hombro—. ¿De verdad van a dejarme aquí… mojándome solo? —el par se vieron las caras.
—Sí.
Entonces, igual que hizo toda otra persona que estaba afuera del árbol, ambos asesinos se apresuraron hacia el mismo para esconderse de la lluvia.
Lleve los ojos hacia donde estaban Uriel y aquella mujer. Ahora que sabía que al parecer le tenían miedo a la lluvia—y sonó otro puto trueno, ahora casi no podía culparlos de que no quisieran estar afuera—parecía una buena oportunidad para huir con los presos, pero no estaba muy seguro de que tan lejos íbamos a llegar en plena tormenta, y por cómo se pondría el suelo pronto ante una lluvia de esa potencia, era casi como dejarles un regalo a los Ojosverdes en forma de huellas. Si la bruja se las había arreglado para salir de los alrededores del árbol ahora tendría que pisar suavemente, o buscar como taparlas. De no hacer ninguna, terminaría siendo hallada por guardabosques.
«…» corté mi tren de pensamientos, viendo a los pies de los asesinos mientras corrían. Repentinamente me cargué con más prisa de la que pudiesen tener ellos y corrí tras los mismos. No iba a alcanzarlos y ya iban a cerrar la entrada, pero recordé lo que me había dejado Siva.
No era precisamente para lo que me lo confió, pero no es que hubiese estado haciendo exactamente el trabajo que me habían dejado tampoco.
Soné levemente el silbato con poca fuerza, tan sólo quería llamar la atención del par del frente que estaban para ocultarse. Ambos se detuvieron, notándose claramente confusos y viendo más bien en dirección a la jaula que a mí. Cuando los alcancé, no tardó uno en preguntar apurado que pasaba, tanto por la lluvia, como por el hecho de que hubiese usado algo que se traducía a “se escaparon”.
—Necesito un favor —jadeé en un corto suspiro—, está bien, yo me quedo afuera solo, pero alguno tráigame una túnica prestada, algo grueso y que me tape la cabeza para cubrirme de la lluvia, como las que las sacerdotisas usan, o el de una abuela, no me importa.
Uno de los asesinos me vio incrédulo y el otro, simplemente, me dio un zape. Permití que me lo diese porque los necesitaba conmigo.
—¡Me asustaste, imbécil! ¡El silbato no es para eso!
—Sí, sí, pero si no lo usaba no iban a detenerse.
—Tienes suerte de que la jefa no esté por aquí ya, si la hubieses alarmado sólo para pedir una túnica te iba a echar una insultada…
—Bueno, pero no está —me lleve una mano a un bolsillo, rebuscando—. ¿Dónde se metió, por cierto?
El hombre subió los hombros. No me gustaba la idea de no saber en que sitio estaba mi Ojosverdes favorita, pero no podía hacer nada sobre eso, y cuanto menos no estaría observando afuera, no querría mojarse. Esperaba. Terminé por sacar unos pocos aeros de mi bolsillo y se los tendí al asesino.
—Por las molestias de hacerte buscarme algo para cubrirme. Cómprate algo de beber, y tráeme algo a mí también, bebería de la lluvia, pero… —subí un hombro, con media sonrisa—. ¡Y apúrate! —pretendí tener frío, abrazándome.
Al cabo de un par de minutos si tenía. ¿Por qué se estaba tardando tanto? ¡No podía ser difícil tomar una mísera túnica! ¡Es todo lo qué usaban este lugar!
Y otros tipos de “ropa”, más cuestionables. Hechas de hojas y no sé qué. Pero pedí algo que tapara.
Al sentirme plantado, y no porque estuviese llevando más lluvia que una planta, empecé a hacer mi camino hacia la raíz de donde había dejado a Uriel y la mujer. Sólo podía esperar que no se hubiesen apresurado y pegado carrera a salir de allí, pero lo dudaba, no veía marcas en el suelo. A los pasos escuché un siseo, débil y cubiertopor la ensordecedora lluvia. Luego ya era directamente un silbido, y después un “¡Anders, sordo!”. Volteé, viendo al asesino a medio asomar en la entrada del árbol. Realmente no querían mojarse.
O, como me recordó otro trueno más, que los partiese un rayo, pero vamos… ¿Cuál era la probabilidad?
Corrí de vuelta a la entrada para tomar la túnica y un pequeño cuenco de arcilla tapado con una hoja. No se sentía del todo lleno, le vi la cara al culpable, que seguramente había bebido de allí, pero no importaba. Le asentí como todo agradecimiento y partimos caminos, él de vuelta al precioso y tranquilo interior del árbol…
Y yo igual. Sólo que con paradas de por medio.
—¿Sed? Beban —les pasé el cuenco—, y enséñenme sus pies.
Había algo en esa oración que había sonado muy mal, por la forma en la que Uriel me estaba observando. Me tomó un par de segundos notar que estaría anotándome mentalmente en su lista de “abusadores infantiles”; sección “gustos raros”.
—¡N-No! —negué con la cabeza—. Es… solo… —me lleve una mano a la cara y puse la mano adelante, recogiendo los dedos múltiples veces para indicar que lo hicieran—. Háganlo, a esta lluvia o le agradecemos o la maldecimos…
Luego de dejarle la túnica a la mujer para que se la pusiera sobre la ropa y tener el calzado de ambos, puse parte del golem dentro de los mismos, y… en una imagen algo bizarra, saqué a pasear al golem, con cuatro tentáculos formados de su cuerpo y metidos dentro de los dos pares de calzado, haciéndolo pisar fuerte para marcar la huella en la suave tierra y que se mantuviese tanto como fuere posible. No demasiado, por la propia lluvia, pero esperaba que aguantase unos minutos. El orden de las huellas seguía una caminata normal, aunque torpe, primero los pasos de la mujer, después lo de Uriel. Veía a los lados y arriba al andar, guardando en mitades tranquilidad y preocupación, lo primero venido de la soledad, y lo segundo del creciente rugido del cielo, era la peor tormenta que había presenciado jamás.
No lleve el rastro demasiado lejos, pero a toda lógica quien lo viese podría concluir que definitivamente habían salido hacia el bosque. De vuelta comprimí la masa sin nombre y tapé mis propias huellas suavemente, que eran menos, estando varios metros de distancia más atrás por el hilo con el que había permanecido en contacto con la masa para poder manipularla.
Con todo listo, volví a cambiar la forma del golem, estirándolo un poco más arriba, y haciéndolo hueco por dentro, como si fuese una cáscara. Abrí una puerta dentro del mismo para dejarle pasó al niño y moldeé lo que parecía una pequeña silla, sonriéndole al niño. Había intentando traspasarlo hace un tiempo, después de todo.
Tan sólo no esperaba que esta fuese la situación en que lo hiciera.
—Ven, Uri —le di una palmada en la cabeza despeinándolo—, entra. Te dejare unos espacios para que entre aire y puedas ver. Si los cierro, no te preocupes, tendrás suficiente oxígeno para aguantar, y de ninguna manera los mantendré así. Todo va a estar bien, ¿sí?
Después de que el pequeño estuviera adentro cerré el espacio por el que entró y abrí un par de ojos para que pudiese ver como dijimos, y unos pocos más abajo que fuesen menos notables para que entrase más aire. Con parte del golem hueco por dentro, me sobraba arcilla en el exterior, a la que le di la forma más convencional de brazos y piernas de los golem que estaban bien animados. La llave la volví plástica de nuevo y la separé en dos, colocando eso sobre las orejas de la mujer, para “completarlas” y volverlas puntiagudas, cosa que se notase levemente en la capucha.
Con los dedos tocando las orejas, y un pie al golem, exhalé lentamente, inyectando éter en ambas cosas para quitarles la plasticidad y darles rigidez.
Vi dentro de la prisión una última vez para asegurar que no se quedase nada, la llave la había vuelto orejas, y el cuenco lo tenía Uriel. Sólo faltaba una cosa.
—Ponte esto —dije tendiéndole un collar de clavos a la mujer, cuando lo hizo, golpeé suavemente el colgante con un dedo para que se agitase, y se formará una ilusión sobre ella. Ahora su rostro estaba ocupado con algo de arrugas, y su cabello de canas.
Arrugué levemente el entrecejo, sabía porque veía eso. Una mente débil… la misma que se había visto atrapada por las coronas en el hechizo del Midsommar. La misma que por eso no había notado gente siendo sacrificada a su lado y estaba muy ocupada bailando, y la misma que por eso al final no había logrado hacer nada ni ayudar a nadie. Ni siquiera a sí misma.
«…No esta vez» terminé de fruncir el ceño, llevando inconscientemente la mano hacia el golem, a punto de hacerlo regurgitar mi hacha. Me detuve calmándome un poco por no dejarme llevar de algo del pasado y la mantuve allí dentro.
Con suerte, no tendría porque sacarla.
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Uso el objeto máster Collar de clavos en Nahir:
“[Cargas, 1] Confeccionado con los clavos usados para retener a los sacrificios. Al agitar el colgante, se crea una ilusión sobre el dueño en la cual parece estar herido y enfermo. Solamente afecta a personajes de nivel 4 e inferiores y criaturas de dificultad Media o inferior.
La duración de la ilusión es de un turno.”
Y tomamos la opción de dirigirnos a la corteza para intentar entrar al árbol. Si intentan pararnos, Anders se pondrá a quejarse de que como se atreven de olvidarse de una pobre ancianita y dejarla fuera del árbol, y que se muevan para poder escoltarla a casa.
En caso que Nahir salga por patas y no nos acompañe (no lo tengo claro, no he podido hablar con ella), pues hago sólo lo relativo a Uriel y a ella la dejo irse. Si tengo respuesta de su parte para confirmar que hace, edito para ajustar el post a eso.
Anders
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Re: [Trama de Sandorái] La noche en que llegaron
Es curioso, realmente curioso; Cuando conoció a Anders lo que más le agradó fue indudablemente el golem, no dejó de acosarlo e intentar meter la mano dentro de él todo el santo trayecto hacía la posada ¡Se quedó con las ganas de saber si podía en verdad ponerla! Nunca esperó que acabaría literalmente sentado dentro de él de esta forma….Es sin duda…..Curioso.
Es bastante más cómodo de lo que pensaba…..
Estando acurrucado en el interior del golem, Uriel abrazó sus piernas, y miró un poco curioso por la rendija ¡Se arrepiente un poco de haber dudado del elfo por un segundo! Por un momento realmente pensó que era uno de esos adultos extraños que sienten placer de hacer cosas excéntricas con otros, incluyendo pequeños niños como él ¡Por un segundo pensó que metería en su lista de “Abusadores Infantiles” al elfo y luego saldría corriendo bosque adentro! Pero, al ver que sus intenciones eran sencillamente hacer un falso recorrido el niño suspiró aliviado y un poco arrepentido ¡Se equivocó totalmente! Estaba asustado y nervioso así que automáticamente pensó lo peor pero se estaba equivocando ¡Que maleducado de su parte! ;
Lo siento, señor elfo amable ¡No dudaré más de usted!
Se dijo en su cabecita mientras intentaba buscar a la bruja con la mirada ¡Pero falló estrepitosamente! El golem era cómodo y sorprendentemente divertido ¡Bastante como lo imaginaba! Pero lo malo es que no podía mirar donde quisiera ¡Con la corta visión que la rendija le otorgaba no podía ver donde estaba Nahir! Solo pudo medio ver como Anders le daba algo a la bruja ¿Un regalo? ¿Un amuleto del a buena suerte? ¡Estaba realmente curioso! Pero no podía ver nada desde ese angulo.....
¿Vendrá con nosotros?
No le sorprendería que esa mujer huyera al bosque apenas acabaran los preparativos ¡El mismo planeaba hacer lo mismo en un inicio! Si el que hubiera abierto la celda hubieran sido ellos mismos, o otra persona desconocida la que hubiera abierto la celda, habría huido sin dudarlo un segundo al bosque ¡No se arriesgaría a quedarse en el árbol junto a un desconocido! ¡Era un niño pero no era imbécil! Solo gente muy fuerte que no tenía nada que perder o gente muy tonta ayudaría a alguien sin pedir nada a cambio ¡Gente como......! Como......como......Anders.......
El conocía de apenas una noche a Anders, aún así, esa única noche bastó para saber que el elfo era un hombre realmente simpático y amable ¡Curó a un vampiro sabiendo lo que es y sin pedir nada a cambio!.....No, espera ¿Tal vez que no lo mordiera? Aunque desde el inicio jamás planeó morder a nadie…..¡De todas formas! Entre un bosque desconocido, habiendo una tormenta eléctrica y sin conocer el camino, o por otro lado, arriesgarse a quedarse en el árbol junto a un elfo que al menos sabía, es amable con los niños…...Eran casi igual de problemáticas pero seguía prefiriendo la segunda ¡¿Y si se encuentra con elfos abusadores?! ¡¿O con animales ultra mega peligrosos?! ¡Como ese aterrador y horrible caballo con cuerno que el elfo traidor derribó! ¡No, no! ¡Definitivamente no! Al menos tenía aun adulto medianamente confiable y creíble si se quedaba ¡Le conviene tener un aliado más que no tenerlo!
Tras haber husmeado un ratito desde el interior del golem, Uriel finalmente perdió el interés de la misma vista que la rendija le permitía tener y se centró en otras cosas…..Como…...Las múltiples quemaduras y heridas por todo su cuerpo ¡Ni por un segundo dejaron de arder y doler! Simplemente dejó de prestar atención en ellas por la situación, Nahir y Anders, ahora que estaba en el interior del golem y nada ocupaba especialmente su mente más que querer dejar el árbol, el dolor había regresado con violencia a él.
“....gghh….”
Contuvo un gemido de dolor cuando una sensación acalambrada y ardiente recorrió gran parte de su espalda, como si de un látigo de púas se tratara. No había tiempo para comprobarlo y su ropa se lo impedía pero…..Por el dolor podía asegurar que gran parte de su espalda, torso, brazos, pierna derecha y media cara debían de estar totalmente quemadas. No estaba herido hasta el punto de desfiguración pero si era bastante grave ¡A saber que otras partes estaban heridas! Solo podía medio saberlo por los lugares donde un persistente ardor residía. Las lágrimas se acumularon en sus ojos, los cuales se veían más miel de lo que realmente eran por estas, con sus mangas sucias de tierra y sangre las secó como pudo ¡Ya tendría tiempo para quejarse del dolor más tarde! Tenía que salir vivo de ahí primero, tuvo suerte al menos; Por coincidencia se encontró con Anders, un adulto amable ¡Aún podía salir de ahí sin morir o salir más herido….! Tal vez…...
Cuando comenzaron a moverse, el niño se acomodó y luchó por no hacer un solo sonidito a pesar de que el movimiento del golem provocaba dolor en sus heridas y quemaduras, mordiéndose levemente el labio inferior para evitar hacer un solo quejido ¡Definitivamente saldrá de ese antro sin importar qué!
-------------------------Off-Rol--------------------------------
Uriel acepta con gusto entrar en el golem ¡Por poco entras en la zona de "Abusadores Infantiles - pervertidos", Anders! (?) (?)
Resumiría el post de Uriel pero es tan fácil como decir esto:
- Uriel elige quedarse en el árbol con Anders
- Uriel se mete en el golem.
- Piensa un poco en Nahir y Anders.
- Se queja del dolor y se acuerda de que el señor Golem no tiene amortiguador ni cojines (?)
¡Eso es todo!
¡Nos vemos en el siguiente turno~ <3 <3 <3!
PD; ¡JA! Como si fuera a fiarme de un master que literalmente pone "¡Qué fácil! ¿Verdad? ¿A que no soy tan malo?" ¡Nope! ¡vi suficiente anime para saber como acaba eso! Seguro que nos dan un "regalito" como osemos pisar ese bosque ¡Nope, nope y nope!
Uri
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Re: [Trama de Sandorái] La noche en que llegaron
Ordenado por pisos. De arriba a abajo. (Como un árbol)
Copa
Estado: Invadido por Elwen Tarmúnil
Personajes y NPCs en el Área: Reike
Resistencia: 1
Probabilidad de ataque de Imlerith: 70%
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Asher “vendió” a Reike para conseguir su fin. Lo cierto es que al estar camuflada tampoco sabía quién era. Pero fuera como fuera, los guardias de los vestales pronto se le echaron encima. Quedaron sorprendidos cuando descubrieron que aquel elfo sabía perfectamente lo que hacía Galatrea. Y lo cierto es que sonó convincente, así que pronto echaron la vista atrás para ver que… ¡El perro y sus secuaces se habían colado en la casa de las vestales! - ¡Alto, alto! – gritaron corriendo hacia atrás y olvidándose de Reike.
Consciente de que la magia de la galleta acabaría pronto y que estaría en búsqueda y captura, Reike corrió hacia la copa. Probablemente hacia el único lugar en el que no habría nadie. Su rostro se volvía más parecido al de la chica casi treintañera y de pelo moreno que acostumbraba a ser conforme subía, pero sí aguantó lo suficiente para llegar a la copa, fatigada, eso sí, después de subir casi medio kilómetro de altura de árbol cuesta arriba.
Y lo cierto es que quizás le hubiese sido mejor haberse quedado en manos de Siva. Cuando llegó a la copa, pudo celebrar que no había nadie allí. ¡Cómo para haber alguien! Había una fuerte tormenta sobre su cabeza. Era de noche cerrado. Diluviaba. Y el viento en cuanto tocó superficie era tal que incluso le costó sostenerse en pie.
Un estruendoso rayo cayó fulminante justo unos metros delante de donde se encontraba. La energía del mismo cegó y ensordeció a la joven durante unos instantes. Una vez sus oídos dejaron de pitar y su vista se recuperó, pudo mirar al frente y comprobar que la parte superior del árbol ardía. Pero también observó cómo una mujer, joven y atlética, avanzaba sin oposición hacia donde estaba ella.
Resultaba evidente que se trataba de una elfa por las orejas que salían por la capucha. Pero aquella elfa no pertenecía a Árbol Madre. Tenía una piel gris. No venía a dialogar. Su arco, envuelto en sombras como sus flechas, cargadas de veneno, suponían una amenaza para todo aquel que se cruzase a su paso. Elwen Tarmúnil Tomó una flecha del carcaj, y le apuntó, sin más.
Había venido a matar. Y Reike, simplemente era la primera que estaba allí.
___________
Reike: La verdad que me estás dando pena. Lo estás haciendo muy bien a nivel narrativo y de recursos, pero parece que lo tienes todo en contra (incluidos los usuarios) y encima has tenido mala suerte. Ahora te encuentras sola y cara a cara con Elwen Tarmúnil. Una jinete oscuro que tiene por misión matar. Si hubiese alguien contigo, o el objetivo del jinete fuera destruir, podrías librar. Tienes que ingeniártelas para conseguir que Arbol Madre se entere de lo sucedido o tratar de huir. Y espero que tengas un recurso más allá de correr hacia atrás por donde has venido, porque Elwen también corre más que tú. Elwen matará también a todos los elfos random que vayas poniendo... Y aún consiguiendo escapar, también tienes muchas papeletas para que el ataque de Imlerith caiga sobre ti. ¿Tienes algo para ello?
Piso Alto: Sala del Consejo
Estado: Libre
Personajes y NPCs en el Área: Vincent Calhoun, Eilydh, Siva Ojosverdes, Elentari Neril, 5x Asesinos Ojosverdes
Resistencia: 2
Probabilidad de ataque de Imlerith: 20%
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Justo bajo la copa, Vincent y Eilydh pudieron ver tras las puertas a Siva Ojosverdes y a Elentari Neril. Esperaban al portador de la capa blanca con dos versiones muy distintas de sí mismas. El rostro cálido y afable de la sacerdotisa contrastaba con la mirada de la asesina. Sinceramente, Siva odiaba suplir a su hermano en el consejo. ¿Dónde estaban Olfen y Malonar?
Elentari los recibió con los brazos abiertos, y esperó a lo que tuvieran que decir. Siva también escuchó, pero de manera más distante. Lo cierto es que poco caso les haría, pues no tardaron en aparecer los cinco asesinos de Siva, que se pusieron principalmente en torno a Vincent.
-¿De verdad les crees, hermana? – preguntó Siva, acercándose a la altura de Elentari. En un perfecto élfico. No le importaba que Vincent no la entendiera más que los nombres propios de no saber élfico. Para ella, era un repugnante brujo. – ¿Permites que un brujo mancille la reliquia de nuestra heroína, Tyrande? – Preguntó retóricamente, enviando a Vincent una mirada demoledora. No era un secreto que los Ojosverdes tenían un gran poder y representaban la extrema defensa de los elfos de Sandorái. No eran malvados, simplemente tenían su particular punto de vista. Pero eran peligrosos, tal y como pudieron comprobar los Lombardi y la destruida Villasauco. Siva sacó sus cuchillos de las fundas.
-¡Siva! ¡Este es un lugar sagrado! – la reprendió Elentari, en el mismo idioma.
-Un lugar mancillado por un orejas redondas, que se presenta aquí con la capa de Lady Tyrande para asegurar que él y un perro sarnoso vienen a salvar nuestro árbol. Inmaculado durante siglos. – Un fuerte trueno acompañó estas palabras. Había llegado Elwen, pero ahí ni se lo imaginaban. – No es necesario que corra la sangre, brujo. – Ahora sí, se dirigió a él en idioma común. Pero con un acento difícil de entender. – Pero entrega la Capa Blanca, ahora. – El filo de las armas de los asesinos de Siva se escuchó salir a espaldas de Vincent. Eran cinco. Más Siva, y Elentari con posibilidad de curar, se echó un paso atrás… Pero podían ser más.
-Eilydh Skye, hija de Garomir. – miró a la elfa. A ella sí la respetaba. Su clan históricamente había sido bastante reacio para con los brujos y siempre fue de ayuda de Árbol Madre en las guerras. Volvió a hablar en élfico. – Tú has escuchado antes la soberbia con la que hablaba el brujo. Recurro a ti como representante del clan Skye, siempre noble y al servicio de la comunidad de Árbol Madre. Como tal sabrás que la reliquia está mejor en manos de los pueblos del bosque, que es donde siempre ha estado hasta la renuncia de Lady Tyrande. Ven a mi lado, hermana. Sabes que es lo correcto. - Y se puso en disposición de atacar a Vincent o a Eilydh si esta iba contra ella. – Échate atrás, Elentari. No sabemos cómo reaccionará este brujo.
Ésta le hizo caso y caminó contra la pared. - Siva, ten cuidado, por favor. – pidió la Neril. – Ruego no corra la sangre aquí. Rezo por ti, y os bendigo a ti y a tus hermanos, por Isil e Imbar. – Y se echó atrás. Elentari no atacaba, pero sí se aseguraría de que nadie corriera daño. Ni Siva, ni el brujo si terminaba perdiendo el combate. Esta bendición también ayudaría a Eilydh y Ash’alá, en caso de que esta decidiera posicionarse del lado de las elfas.
Siva no era mala. No era una traidora. Simplemente tenía su particular punto de vista. Deseaba lo mejor para Árbol Madre… a su manera.
___________
Eilydh: Este turno debes postear antes que Vincent. Tienes que tomar una posición en el conflicto y ayudar a uno u otro bando. Ser fiel a Vincent, al que has traído aquí, o traicionarle y unirte a Siva, Elentari y los asesinos para quitarle la capa. Por ser elfa, Siva te tiene aprecio. Ten en cuenta que todo esto tiene sus consecuencias, no lo tomes a la ligera. Si Eilydh se alía con Vincent, no volverá a pisar Árbol Madre en una temporada, y habrá represalias contra su clan. Si se alía con Siva, Vincent puede perder la capa (no la condición de centinela). Por ambos lados puedes acabar herida, así que cuidado. Decisión crucial.
Vincent: Te has metido en la boca del lobo. Sabes que Siva Ojosverdes odia a los brujos. Y sabe que tienes la reliquia. Ella y sus cinco asesinos te reprenden para quitártela. Elentari no atacará, pero sí curará y buffará a sus aliados. Si se la das por las buenas no pasará nada, pero si lo niegas te atacará para quitártela. Elentari es healer y tienes un nivel alto, así que pase lo que pase, Vincent seguirá en el tema. Aunque no tienes armas, tienes el poder de la capa blanca. Capaz de aturdir y facilitar una huida, y tu magia y objetos. Hasta que Lágoles te traiga las armas en el siguiente turno.
Podéis utilizar a todos los personajes para describir el combate como mejor queráis. Yo decidiré en función de las acciones y las habilidades el resultado. Durante esta pequeña guerra, los jinetes están destruyendo el Árbol.
Piso Intermedio: Viviendas y Gran Templo
Estado: Libre
Personajes y NPCs en el Área: Valyria
Resistencia: 2
Probabilidad de ataque de Imlerith: 0%
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Valyria descansa en el interior de este templo de enormes estatuas en honor a los dioses élficos: Imbar, Isil y Nís. En el que por ahora nada sucede.
___________
Valyria: No sucede nada en el templo. Tienes suerte muy buena, por lo que obtienes la bendición del Guardabosques. Esta bendición te permitirá tener un 100% de precisión en los próximos 10 disparos que realices con tu arco (a ver para qué los usas). Referencia la bendición. Bien a nivel personal, pero poco útil a nivel colectivo. Estás un poco en tierra de nadie. Sientes revuelo, pero no sabes por qué ni donde. Puedes ir hacia arriba (consejo o copa), hacia la corteza o hacia la casa de las vestales, aunque no podrás participar en nada este turno. Malonar pasará delante tuyo, pues sube al consejo, puedes ofrecerle tu ayuda si lo consideras oportuno.
Planta base: Casa de las Vestales
Estado: Libre
Personajes y NPCs en el Área: Asher Daregan, Syl, Saranee, Galatrea Neril, 10x Vestales Neril, Guardia Elfo, Llegando al final del turno: Lágoles + 10 x Guardabosques
Resistencia: 2
Probabilidad de ataque de Imlerith: 0%
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Gracias a utilizar a Reike como comidilla para distraer a los guardias de la puerta, Asher, Syl y Saranee pudieron acceder a la casa de las vestales.
La sala era bastante pequeña. Y en su centro se encontraban varias mujeres sentadas, rezando al unísono una oración incomprensible para el trío de hombres bestias. Ninguna se enteró siquiera de su irrupción. Todas las vestales estaban en trance, cogidas de la mano. Lady Galatrea destacaba por ser el eslabón de cierre de aquella cadena, además de por su indumentaria de rango más elevado. En el centro de la sala había una especie de luz amarilla que brillaba en torno a una joven de no más de diecisiete o quizás dieciocho años, de melena rubia. Arropada por una armadura de mitril, brillante como el sol. Saltando a la vista que se trataba de alguien importante. Tenía que serlo para que la Madre Sacerdotisa de Sandorái accediera a ello.
-¡Por los dioses! ¡Es la la princesa Henrietta! Estuve en Dundarak el día de la coronación de su hermano, se decía que la princesa cayó dormida en un profundo sueño por culpa de un alquimista, y que nunca más volvió a despertar. Parece que las historias tenían algo de cierto. – reveló la mujer lince.
La princesa Henrietta con los ojos cerrados, se irguió de una manera antinatural, permaneciendo sentada en el suelo. No estaba despierta del todo, aunque no le faltaba demasiado. Todo ello a costa del esfuerzo que, a decir por su rostro, parecía estar haciendo Galatrea Neril. Era un momento crítico. La más mínima distracción y la conexión que Galatrea estaba teniendo con Henrietta se perdería, cortocircuitaría el cerebro de la princesa y la mataría.
Pero los leónicos podían conseguir desviar aquel vínculo hacia Melena Blanca. Las vestales no se enterarían, tan sólo tenían que quitar el cuerpo de Henrietta y poner el de Melena Blanca en el centro. - ¿Pasará algo si ponemos a Melena Blanca en el centro y quitamos a la princesa? Quizás la puedan despertar mañana... Si el árbol vive para contarlo. – Titubeó dubitativa Saranee. Si bien la ignorancia acerca de ritos élficos les hacía ignorar las consecuencias fatídicas que esto podría tener para la princesa.
Debían decidir. Y no tenían demasiado tiempo, ya que enseguida los guardias que habían despachado a Reike volvieron furiosos a donde se encontraban para detener a Asher, entrando en la casa de las vestales y pillándolos in fraganti. - ¡Así que utilizando distracciones para acceder a un lugar prohibido! – exclamó uno de ellos. - ¡Ve a avisar a Lágoles, que hay intrusos colados en la casa de las vestales! – Le dijo a su compañero. Este asintió y salió corriendo. – Y vosotros esperad aquí sin hacer nada hasta que vengan los guardabosques. – Come
No les quedaba otra que entregarse o noquear al guardia o salir corriendo. Por ahora, un guardia solitario era un problema menor para Asher, Syl y Saranee.
___________
Asher: La idea para para colarte fue buena y ha funcionado. Pero Reike te la ha devuelto. Tenéis tiempo para interrumpir el ritual y resucitar a Melena Blanca, o dejar que siga su curso (despertará Henrietta). Poco después, Lágoles y sus diez hombres vendrán a por ti. Tendrás que huir o enfrentarte a ellos delante de las vestales. Al estar enviados por Malonar no valdrán las palabras, sólo la fuerza… O la magia. Si huyes tendrás que ir a una zona, pero los elfos os perseguirán.
Raíces subterráneas
Estado: Libre
Personajes y NPCs en el Área: 10x Guardia de Élite de Malonar
Resistencia: 2
Probabilidad de ataque de Imlerith: 0%
No hay nadie aquí. Pronto llegará la Guardia de Malonar y veremos qué sucede.
Exterior: Corteza
Estado: Libre
Personajes y NPCs en el Área: Nahir, Uri, Anders, Lágoles y 10x Guardabosques (marchando), Malonar Ojosverdes (marchando),10x Guardias de élite Ojosverdes (marchando)
Resistencia: 3
Probabilidad de ataque de Imlerith: 10%
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La tormenta estaba desatada. Y el último estruendoso trueno que había caído en el bosque, parecía apremiar a los jóvenes de fuera a entrar. ¡Una vieja, un gólem y un elfo intentando entrar en Árbol Madre! Por ahí no iba a pasar Lágoles, había vuelto a salir fuera y se encontraba vigilando dicha entrada. Y ya estaba cansado de que lo tomaran como el pito del sereno. Encima era el propio Anders. – La vieja puede entrar, pero me da exactamente igual lo que digas, Anders. Tú y el gólem no vais a entrar. Ya has oído a Siva. Tienes órdenes que cumplir. Has llorado por una capa, ahora que la tienes vuelve a tu puesto. – inquirió Lágoles.
En ese momento, una voz grave y adulta sonó a espalda de ellos.
-¿Y si te lo ordeno yo? – preguntó una voz, detrás de ellos. En el mismo idioma.
-¿Y quién coño eres tú…? – Lágoles, que no había escuchado bien a su interlocutor, se dio la vuelta para observar al recién llegado. Y su cara de susto acabó con él. – Ma… ¿Malonar?
Era ni más ni menos el líder del clan Ojosverdes, Malonar y uno de los tres miembros del Consejo de Árbol Madre. Nahir lo reconocería perfectamente. Había sido el extremista líder elfo que había convertido a cenizas Villasauco. Por suerte para ella, con su nuevo camuflaje no pareció reconocerla.
Además no venía solo. Con él venía su cohorte de guardabosques de élite. Un total de diez, a los que Nahir también distinguiría. Ataviados con el chaleco con capucha y los tatuajes característicos de los Ojosverdes. Malonar se cruzó de brazos. Esperando a que aquel impertinente guardia tuviera algo mejor que aportar.
-Con… Consejero Ojosverdes. No le esperábamos de regreso tan pronto de su llegada. – inquirió el guardia.
-He tenido que dejar a Olfen Neril. Me temo que la búsqueda ha resultado infructuosa. Pero hemos descubierto que los jinetes oscuros van a atacar el Gran Tronco. ¿Acaso esos truenos no te dicen nada, estúpido? – preguntó. El guardabosques miró al cielo. Negó con la cabeza con miedo. Malonar echó la vista atrás, al bosque. Sentía algo… Extraño. – Puede que incluso hayan llegado. Habrá que reforzar la seguridad. – inquirió - En fin, ¿está aquí Eleatril? ¿Dónde está Siva?
-E-Eleatril ha... – Malonar puso un rostro de lástima. Malonar ni siquiera sintió nada cuando escuchó la noticia. – Ha muerto, señor. Y Siva está en el Consejo, señor. Un brujo y una Skye han pedido audiencia. – pidió.
-¿Un brujo? – preguntó enfadado. - ¡¿Le habéis concedido una recepción a un sucio y asqueroso brujo?!
-Pero eran centinelas... - se defendió.
Lágoles no sabía bien donde meterse. Pero vino Isil a verle cuando antes de explicarse ante Malonar, que acostumbraba a ser un elfo severo, apareció un guardia.
-Lágoles, el perro con corona se ha colado en la casa de las vestales. Uthil está con él. – informó el fatigado guardia. Lágoles abrió los ojos.
-¿Así que centinelas, eh? Ya veo. ¿Esta es la clase de gente que dejas entrar en Árbol Madre, Lágoles? Ya hablaremos de esto. – Preguntó retóricamente Malonar. Lágoles agachó la cabeza, rojo como un tomate. Y comenzó a caminar desde la corteza, al interior del Árbol. Que observó con admiración, como de costumbre. - Yo iré a buscar a Siva al Consejo. Tú, Lágoles, coge a tus guardabosques y detén al perro con corona. Y no me falles otra vez. – Asintió, llamando a sus diez hombres, que abandonarían las defensas de la corteza para detener a Asher. Luego se giró hacia los diez Guardianes Ojosverdes que venían con él. – Vosotros, id a vigilar las raíces, aseguraos de que ningún jinete entra a través de los túneles. – Estos asintieron y salieron andando como auténticos robots. Todos con antorchas y la misma disciplina, hacia la parte inferior de los raíces. – Y vosotros… No sé. No me importa Haced lo que os venga en gana. – comentó en alusión a Anders, Nahir y Uri. Aunque no había visto al vampiro, le envió una mirada, como si supiera perfectamente que estaba dentro.
Y, tras esto, los hombres de Malonar se dirigieron a las raíces y Malonar, al Consejo.
___________
Uri, Anders, Nahir: Sí. Al no ir al bosque os habéis librado de encontraros cara a cara con los jinetes. Podéis entrar gracias a Malonar. Tenéis libertad para moveros por Árbol Madre. Podéis ir a detener a Asher, seguir a Malonar, utilizar los tubos para decir lo que os venga en gana y que todo Árbol Madre se entere o a espiar a los guardabosques de Malonar, ayudar a Reike en la copa (sois los únicos) o dirigiros a las raíces subterráneas, siguiendo a los hombres de Malonar. En este último caso, comenzaréis a sentir un fuerte dolor de cabeza y la vista se os nublará. También podéis preparar la corteza para resistir golpes con las habilidades suficientes de Carpintería.
* * * * * * * * * * * *
Mecánica de daño a Arbol Madre: Ataques de los Jinetes. Durante los próximos 3 turnos, Imlerith atacará sobre Árbol Madre. Además, los jinetes con capacidades de destrucción también pueden dar problemas si nadie se lo impide. Los de matar, atacarán a un máximo de 2 pjs/npcs. Y los de matar y destruir, sólo podrán hacer una acción (yo decido). Se indica la resistencia de la zona a los ataques de los Jinetes Oscuros. La corteza (la más resistente) siempre tendrá una probabilidad de 10% ser golpeada (Fallo de Imlerith), o más si focalizáis habilidades sobre ella.
Tiraré en cada turno 10 runas. X runas por la probabilidad. La mejor runa decidirá donde cae el meteorito de Imlerith y restará 1 de daño a la resistencia de la zona. Ej: Este turno tiraré 6 runas por la copa, 2 por el Consejo y 1 por la Corteza. Si acierta en la Copa, la resistencia llegará a 0 y arderá (perdéis la zona). A menos que alguien pueda evitar el ataque, algo que, en este turno, os será imposible. Los daños se conservarán para el evento definitivo.
Este tema únicamente durará 3 turnos más (este incluido), independientemente de como y donde acabéis.
Nahir: Comenté que hay una semana de posteo pero tampoco me mandaste un MP solicitando más tiempo. Lo siento pero tengo que ser especialmente estricto en esto para poder agilizar la trama y que la gente no se acomode y el tema se eternice. Por ser la primera vez que sucede, te daré la oportunidad de reengancharte suponiendo que Anders te ha convertido en viejecita.
Ger
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Re: [Trama de Sandorái] La noche en que llegaron
- Música:
Conseguimos entrar sin dificultad. Syl me devolvió los guanteletes, que me coloqué tras dejar a Melena Blanca en el suelo. Era momento de tomar una decisión. La princesa Henrietta estaba allí. La hermana de Rigobert, y probablemente, la mayor candidata a tomar el trono si este moría. Reí ligeramente. Aquello debía ser algún tipo de regalo.
No solo tenía la oportunidad para cumplir con lo que había venido a hacer, podía negarle la resurrección a alguien de la familia real. Entre una princesa que se había pasado más de un año dormida y un guerrero capaz de hacerle frente a un Jinete Oscuro... la decisión era evidente. Tiranos como aquellos debían caer, no ser alzados.
Pero antes de que llegase a hacer nada, uno de los guardias de los elfos apareció en la puerta. Chasqueé la lengua. Iba a tener que lidiar con aquello primero. ¿"Esperad ahí sin hacer nada"? El que creyese que aquello iba a funcionar era casi gracioso. Me acerqué lentamente, con las garras en alto en gesto de paz, solo para cerrarlas a último momento y golpear al tipo en la cabeza con un puñetazo. Una fuerte descarga eléctrica siguió el impacto, y el elfo cayó al suelo, inconsciente. Me di la vuelta, volviendo a tratar la situación.
-Apártala de ahí.- dije, mientras movía el pesado cuerpo de Melena Blanca hacia el centro tratando de no tocar a ninguna vestal. Syl dudó un instante, pero finalmente, arrancó a la princesa del ritual. Casi al instante, su cadaver fue reemplazado por el del leónico. -Déjala donde sea.- añadí, sacando la estatua que había comprado antes y grabando algo en la base con mis garras. Un breve mensaje: "Busca el arcón en la entrada".
-No tardarán en llegar.- urgió el felino. Lamentablemente, aquello significaba que no tendríamos tiempo para presenciar el ritual. Dejé la estatuilla de Tyrande en la mano del leónico y salí del círculo.
Tras aquello, empezamos a correr. Habíamos cumplido con lo que queríamos, y los elfos nos buscaban. Pero lo más importante, era que los Jinetes Oscuros estaban cerca. Un rayo había impactado en la copa, si mis oídos no me engañaban. No un buen presagio.
Fue a la salida donde nos encontramos con los guardias. Los gritos se hicieron evidentes: venían a por nosotros, y no a dialogar. Varios elfos con armas alzadas nos rodearon, gritando que nos detuviésemos.
-Son demasiados.- dijo Saranee. -¿Que hacemos?-
-Nos separamos. Ve a las raíces.- ordené, sacando el grimorio atado a mi cinturón. Un rápido movimiento de páginas, y la portada se iluminó, cubriéndonos a los tres con una tenue luz.[1] -Nosotros subimos.- dije. Las runas de mis piernas se activaron. Y entonces, salté. [2]
- Música 2:
No hacia adelante. Salté hacia arriba, hacia la corteza del árbol. El impulso fue mayor al que habría imaginado, sin ser pausado a los pocos metros como normalmente hacía. Syl, aún en su forma de humo, voló a mi lado. Varias flechas se hundieron en el tronco del árbol, intentando alcanzarnos sin éxito.
Finalmente, el impulso empezó a decaer, pero con aquella ligereza, trepar por el árbol era coser y cantar. Mis garras servían para agarrarme e impulsarme sin problema, incluso con la fría lluvia que nos empapaba. Sin embargo, no era el método más rápido... hasta que para mi sorpresa, algo comenzó a alzarme. La sombra negra que era Syl me estaba levantando sin problemas, dándome un impulso aún mayor.
-Estoy contigo.- Me llevó unos segundos comprender lo que pasaba: debido a que mi peso se había reducido por la runa, llevarme debía ser fácil. Si los elfos planeaban seguirnos, iban a tener que ser rápidos. En cuestión de minutos, alcanzaríamos la copa.
Si mis sospechas eran ciertas, había algo peor allí. El corazón me latía con fuerza. Por encima de nosotros, una enorme cantidad de éter estaba concentrándose. Fuego. Electricidad. Oscuridad. Y otros que ni siquiera conseguía identificar. Algo venía.
Mejor que estuviesen preparados, porque yo también me acercaba.
-Prepárate para lo peor. Atento al cielo.- avisé.
Y finalmente, alcanzamos la copa. Eclipse apareció en mi mano. Tal y como había sospechado, una de los Tármunil estaba allí. Un Jinete Oscuro profanaba otro de los santuarios élficos. No tendría a donde huir. Le apunté con mi espada, desafiante. Syl preparó su primer disparo.
-¡Tu inmortalidad acaba hoy, Tarmunil!-
________________________________________
[1] Objeto Limitado: Runa Levitasis (Afecta a Saranee, Syl y Asher, haciéndolos muy ligeros durante dos turnos y potenciando sus saltos)
[2] Habilidad: Impulso
-La habilidad de Syl (Eco) para levitar y atravesar paredes acaba en este turno.
-Si el meteorito acaba impactando en la copa, Asher usará su habilidad Absorber para evitar sufrir daños. Syl hará lo mismo, usando su Colgante de Escarcha para imitar a Absorber.
-Como resumen: Asher pone a Melena Blanca en el circulo (¡yay, regicidio incidental!), noquea al guardia elfo, huye junto a Syl y Saranee y usa un combo de habilidades y objetos para ascender por el exterior del árbol hasta la copa junto a Syl. Saranee va hacia las raices, probablemente seguida de algunos guardias.
Asher Daregan
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Re: [Trama de Sandorái] La noche en que llegaron
Los últimos metros de pasarelas y puentes colgantes fueron los más tranquilos, pues era tarde y la mayor parte de residentes del Gran Árbol se encontraban en sus casas, en la planta intermedia; pero también resultaron los más agotadores. Valeria había pasado el día caminando por el bosque y la subida apresurada por aquel tronco gigantesco se estaba cobrando su parte también.
“Te estás ablandando, Val, querida”, le habría dicho Bhima si la viera, “antes podías pasarte el día entero correteando entre las callejuelas y tejados de Beltrexus persiguiendo a alguna presa”. Y, después de aquello, habría llegado a casa, preparado la cena, limpiado y alimentado a su madre. Era cierto que se había acomodado, pero no era menos cierto que aquella cría debía tener reservas escondidas de energía y, de alguna forma, había perdido la llave en alguna mudanza, porque para cuando llegó a lo alto, se sentía incapaz de dar un paso más.
Atravesó el hueco que conducía al exterior aún tratando de recuperar el aliento. Subía tan acalorada, que casi agradeció el golpe de viento empapado en lluvia que le golpeó de lleno al salir. Aquel frío hizo también que recordara por qué había subido allí: tenía que buscar una forma de escapar de aquel árbol, y rápido, si era cierto lo que le había dicho Vincent. Ya se había visto entre dos fuegos en Villasaúco y había terminado prisionera de un puñado de abraza árboles mata brujos, quién sabía cómo acabaría cuando llegasen estos “jinetes”.
Avanzó un par de pasos con cuidado, pues corría el riesgo de que el viento la hiciera resbalar y caer. «Aunque quizá no sea tan mala idea», pensó llevando la mano al bolso, a la poción que había comprado en el mercado, y estirándose para tratar de ver la base del árbol. Aquel elfo le había dicho que la poción la volvería ligera como una pluma, quizá podría simplemente saltar. «O quizá el viento te estrelle contra alguna de estas ramas y acabes peor que empezaste». Por no hablar de que no tenía la más remota idea de cómo salir de aquel bosque. “Estás jodida, cariño”, volvió a oír la voz de Bhima con ese tonillo de mofa que le caracterizaba. Pensó en Uriel y en Nahir que estarían afuera, también bajo la tormenta. Si debía creer a aquella voz que la había acusado dentro del tronco, no habían logrado escapar, y ella tampoco estaba en la mejor posición para echarles una mano.
El rayo le borró de golpe cualquier pensamiento de su cabeza, el cansancio del cuerpo y hasta el frío que empezaba a calarle los huesos, sólo para que la visión de después le helara de nuevo la sangre. “Esos cabrones ya vienen”, había oído decir a Vincent, y ¿qué le había dicho a ella?, que se acercaban “Fuerzas Oscuras”. Pues bien, en lo que a ella le concernía, una mujer que llegaba “montada” en un rayo para apuntarle a la cara con un arco envuelto en sombras encajaba perfectamente en ambas definiciones.
«¡Desaparece!», le gritó su mente. «¡Sal de aquí! ¡Ya!». La extraña elfa pareció dudar un instante(1) y Valeria descubrió que aún tenía aquella llave, sólo necesitaba la motivación necesaria para alcanzarla. Para la pequeña Val, cada día había sido una lucha por su vida, no podía permitirse pararse a descansar, como tampoco podía permitírselo en aquel momento. Sin considerar siquiera qué era lo que había cambiado el gesto de la recién llegada, la bruja salió disparada de vuelta a la entrada. Se dio cuenta al atravesarla de que aún tenía el frasquito de poción apretado en la mano y, sin pensarlo dos veces, se lo bebió de un trago y saltó(2).
Si en algo aventajaba aquel árbol a los tejados, terrazas y voladizos de Beltrexus, visto des de los ojos de una raterilla de la calle, era en que los puentes colgantes eran flexibles y las pasarelas, móviles. Sólo hacía falta un toquecito de magia para apartar de su paso los que le sobraban y preparar al momento el lugar de aterrizaje(3), que fue suave y sobre ambos pies, gracias a los efectos de la poción.
Valeria se apartó el pelo empapado de la cara y echó un rápido vistazo alrededor, justo a tiempo de ver la masa de pelo y músculo que era el hombre-perro ascendiendo hacia la copa envuelto una especie de humo negro. «Toda tuya, encanto», pensó. Ni sabía ni le importaba quién de los dos se llevaría la mayor sorpresa. Tampoco le importaba ya quién pudiera reconocerla, la situación se había vuelto preocupante para todos y ella entraba en ese “todos”.
Localizó sin problema las enormes puertas de nogal que supuso darían entrada a la sala del Consejo; allí era a donde Vincent había dicho que se dirigía. También era allí donde les habían dicho que estaría Siva Ojosverdes, pero Val no veía más opciones. Respiró hondo y se concentró en todo el maravilloso éter que se movía entre ella y aquellas puertas al tiempo que avanzaba hacia ellas a toda velocidad, para no darse a sí misma el tiempo de arrepentirse. No esperaba la escena que se encontró cuando las puertas se abrieron, precediendo su llegada(4), pero aquello no cambiaba los motivo que la habían llevado allí.
—Naur bo caw -o i Nimloth* —pronunció alto y claro, proyectando la voz, como había aprendido en aquellos teatrillos que organizaba su mentor para distraer a los incautos paseantes y vaciarles cómodamente los bolsillos.
Su voz reverberó en las paredes de la gran sala. Avanzando hacia el interior, volvió a repetir su aviso. Ya no tenía sentido esconderse de la mirada de desdén de Siva, sólo esperaba que la creyese, aunque sólo fuera para culparla a ella de haber provocado el fuego. Entró hasta donde se lo permitieron, acalorada y buscando a Vincent con la mirada.
—Ha empezado, Vincent —dijo en su lengua cuando lo localizó. El calor empezaba a resultar molesto—, en la copa. —Hablaba deprisa y con urgencia, por miedo a que Siva o los suyos la hicieran callar en cualquier momento— Una elfa de piel gris con un arco envuelto en sombras, llegó con el rayo —El calor se hizo más intenso, su piel escocía como si estuviese a punto de estallar en llamas— El perro ha subido.
Pronunciada aquella última frase, la bruja cayó al suelo de rodillas, jadeando y rascándose frenéticamente piernas y brazos. Ni Siva ni la arquera de piel gris le importaban ya, sólo deshacerse de aquel horrible picor que le recorría todo el cuerpo.
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OFF: *Traducción: Fuego en lo alto del Árbol
Resumen: Llego cansada a la copa y aparece Elwen. (1) Por medio de mi [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] (el poseedor del cristal podrá utilizar una habilidad mágica a su elección de cualquiera de los personajes que participaron en el ritual del elfo Thanedir (a saber: Asher Daregan, Demian, Rakan'Drag, Níniel Thenidiel, Valyria, Vincent Calhoun, Helena Rhodes, Nahir, Reike, Alisha Lessard, Nayru y Canel, en sustitución de, Chimar, por ser quien guiaba a su hermano en esta empresa). Los personajes de nivel 0-3, podréis elegir una habilidad de hasta un nivel superior al vuestro), utilizo la habilidad de nivel 2 de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], Presencia Fantasmal (Te envuelves en ilusiones para volverte invisible y cubrir tus sonidos. Tus ataques físicos son el doble de eficaces mientras estés bajo este efecto. Realizar un ataque detiene esta habilidad), y... esto... bueno... corro hacia atrás por donde he venido. Dado que ni los monjes que hicieron los colgantes conocían las propiedades de la escarcha, lo he interpretado como que Reike no se da cuenta de que se ha vuelto invisible.
(2) Me tomo la Poción Pluma que compré en el primer turno para evitarme toda la carrera por las pasarelas y demás. Salto y con ayuda de la telequinesis(3), voy apartando obstáculos y me acerco las pasarelas que me interesan para caer cómodamente donde me conviene. Veo subir a Asher (y Syl) y me dirijo a la Sala del Consejo, cuyas puertas abro a golpe de Telequinesis(4). En mi cabeza, la habilidad de invisibilidad se disiparía cuando el enfoque de Reike deja de ser el de "desaparecer" y cambia a "encontrar el Consejo y a Vincent", pero también podría ocurrir al "atacar" las puertas con magia. Una vez dentro, doy el aviso y, sí, caigo presa de mi primer ataque de guindillitis. Como ya usé el colgante para desaparecer, no tengo acceso a la habilidad de Nahir que me hubiera venido bien para aliviar los síntomas, así que andaos con cuidado en el próximo turno ^^
“Te estás ablandando, Val, querida”, le habría dicho Bhima si la viera, “antes podías pasarte el día entero correteando entre las callejuelas y tejados de Beltrexus persiguiendo a alguna presa”. Y, después de aquello, habría llegado a casa, preparado la cena, limpiado y alimentado a su madre. Era cierto que se había acomodado, pero no era menos cierto que aquella cría debía tener reservas escondidas de energía y, de alguna forma, había perdido la llave en alguna mudanza, porque para cuando llegó a lo alto, se sentía incapaz de dar un paso más.
Atravesó el hueco que conducía al exterior aún tratando de recuperar el aliento. Subía tan acalorada, que casi agradeció el golpe de viento empapado en lluvia que le golpeó de lleno al salir. Aquel frío hizo también que recordara por qué había subido allí: tenía que buscar una forma de escapar de aquel árbol, y rápido, si era cierto lo que le había dicho Vincent. Ya se había visto entre dos fuegos en Villasaúco y había terminado prisionera de un puñado de abraza árboles mata brujos, quién sabía cómo acabaría cuando llegasen estos “jinetes”.
Avanzó un par de pasos con cuidado, pues corría el riesgo de que el viento la hiciera resbalar y caer. «Aunque quizá no sea tan mala idea», pensó llevando la mano al bolso, a la poción que había comprado en el mercado, y estirándose para tratar de ver la base del árbol. Aquel elfo le había dicho que la poción la volvería ligera como una pluma, quizá podría simplemente saltar. «O quizá el viento te estrelle contra alguna de estas ramas y acabes peor que empezaste». Por no hablar de que no tenía la más remota idea de cómo salir de aquel bosque. “Estás jodida, cariño”, volvió a oír la voz de Bhima con ese tonillo de mofa que le caracterizaba. Pensó en Uriel y en Nahir que estarían afuera, también bajo la tormenta. Si debía creer a aquella voz que la había acusado dentro del tronco, no habían logrado escapar, y ella tampoco estaba en la mejor posición para echarles una mano.
El rayo le borró de golpe cualquier pensamiento de su cabeza, el cansancio del cuerpo y hasta el frío que empezaba a calarle los huesos, sólo para que la visión de después le helara de nuevo la sangre. “Esos cabrones ya vienen”, había oído decir a Vincent, y ¿qué le había dicho a ella?, que se acercaban “Fuerzas Oscuras”. Pues bien, en lo que a ella le concernía, una mujer que llegaba “montada” en un rayo para apuntarle a la cara con un arco envuelto en sombras encajaba perfectamente en ambas definiciones.
«¡Desaparece!», le gritó su mente. «¡Sal de aquí! ¡Ya!». La extraña elfa pareció dudar un instante(1) y Valeria descubrió que aún tenía aquella llave, sólo necesitaba la motivación necesaria para alcanzarla. Para la pequeña Val, cada día había sido una lucha por su vida, no podía permitirse pararse a descansar, como tampoco podía permitírselo en aquel momento. Sin considerar siquiera qué era lo que había cambiado el gesto de la recién llegada, la bruja salió disparada de vuelta a la entrada. Se dio cuenta al atravesarla de que aún tenía el frasquito de poción apretado en la mano y, sin pensarlo dos veces, se lo bebió de un trago y saltó(2).
Si en algo aventajaba aquel árbol a los tejados, terrazas y voladizos de Beltrexus, visto des de los ojos de una raterilla de la calle, era en que los puentes colgantes eran flexibles y las pasarelas, móviles. Sólo hacía falta un toquecito de magia para apartar de su paso los que le sobraban y preparar al momento el lugar de aterrizaje(3), que fue suave y sobre ambos pies, gracias a los efectos de la poción.
Valeria se apartó el pelo empapado de la cara y echó un rápido vistazo alrededor, justo a tiempo de ver la masa de pelo y músculo que era el hombre-perro ascendiendo hacia la copa envuelto una especie de humo negro. «Toda tuya, encanto», pensó. Ni sabía ni le importaba quién de los dos se llevaría la mayor sorpresa. Tampoco le importaba ya quién pudiera reconocerla, la situación se había vuelto preocupante para todos y ella entraba en ese “todos”.
Localizó sin problema las enormes puertas de nogal que supuso darían entrada a la sala del Consejo; allí era a donde Vincent había dicho que se dirigía. También era allí donde les habían dicho que estaría Siva Ojosverdes, pero Val no veía más opciones. Respiró hondo y se concentró en todo el maravilloso éter que se movía entre ella y aquellas puertas al tiempo que avanzaba hacia ellas a toda velocidad, para no darse a sí misma el tiempo de arrepentirse. No esperaba la escena que se encontró cuando las puertas se abrieron, precediendo su llegada(4), pero aquello no cambiaba los motivo que la habían llevado allí.
—Naur bo caw -o i Nimloth* —pronunció alto y claro, proyectando la voz, como había aprendido en aquellos teatrillos que organizaba su mentor para distraer a los incautos paseantes y vaciarles cómodamente los bolsillos.
Su voz reverberó en las paredes de la gran sala. Avanzando hacia el interior, volvió a repetir su aviso. Ya no tenía sentido esconderse de la mirada de desdén de Siva, sólo esperaba que la creyese, aunque sólo fuera para culparla a ella de haber provocado el fuego. Entró hasta donde se lo permitieron, acalorada y buscando a Vincent con la mirada.
—Ha empezado, Vincent —dijo en su lengua cuando lo localizó. El calor empezaba a resultar molesto—, en la copa. —Hablaba deprisa y con urgencia, por miedo a que Siva o los suyos la hicieran callar en cualquier momento— Una elfa de piel gris con un arco envuelto en sombras, llegó con el rayo —El calor se hizo más intenso, su piel escocía como si estuviese a punto de estallar en llamas— El perro ha subido.
Pronunciada aquella última frase, la bruja cayó al suelo de rodillas, jadeando y rascándose frenéticamente piernas y brazos. Ni Siva ni la arquera de piel gris le importaban ya, sólo deshacerse de aquel horrible picor que le recorría todo el cuerpo.
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OFF: *Traducción: Fuego en lo alto del Árbol
Resumen: Llego cansada a la copa y aparece Elwen. (1) Por medio de mi [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] (el poseedor del cristal podrá utilizar una habilidad mágica a su elección de cualquiera de los personajes que participaron en el ritual del elfo Thanedir (a saber: Asher Daregan, Demian, Rakan'Drag, Níniel Thenidiel, Valyria, Vincent Calhoun, Helena Rhodes, Nahir, Reike, Alisha Lessard, Nayru y Canel, en sustitución de, Chimar, por ser quien guiaba a su hermano en esta empresa). Los personajes de nivel 0-3, podréis elegir una habilidad de hasta un nivel superior al vuestro), utilizo la habilidad de nivel 2 de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], Presencia Fantasmal (Te envuelves en ilusiones para volverte invisible y cubrir tus sonidos. Tus ataques físicos son el doble de eficaces mientras estés bajo este efecto. Realizar un ataque detiene esta habilidad), y... esto... bueno... corro hacia atrás por donde he venido. Dado que ni los monjes que hicieron los colgantes conocían las propiedades de la escarcha, lo he interpretado como que Reike no se da cuenta de que se ha vuelto invisible.
(2) Me tomo la Poción Pluma que compré en el primer turno para evitarme toda la carrera por las pasarelas y demás. Salto y con ayuda de la telequinesis(3), voy apartando obstáculos y me acerco las pasarelas que me interesan para caer cómodamente donde me conviene. Veo subir a Asher (y Syl) y me dirijo a la Sala del Consejo, cuyas puertas abro a golpe de Telequinesis(4). En mi cabeza, la habilidad de invisibilidad se disiparía cuando el enfoque de Reike deja de ser el de "desaparecer" y cambia a "encontrar el Consejo y a Vincent", pero también podría ocurrir al "atacar" las puertas con magia. Una vez dentro, doy el aviso y, sí, caigo presa de mi primer ataque de guindillitis. Como ya usé el colgante para desaparecer, no tengo acceso a la habilidad de Nahir que me hubiera venido bien para aliviar los síntomas, así que andaos con cuidado en el próximo turno ^^
Reike
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Re: [Trama de Sandorái] La noche en que llegaron
Eilydh podría jurar que aquella sala, redonda, amplia y llena de elfos con gestos reacios a lo que allí estaba ocurriendo había tenido poca acción similar a aquella en años. Centenios.
La elfa casi podía oír el trajín fuera de aquella habitación. Las voces de alarma disipandose a través de las pasarelas como un secreto a voces que en menos de varios minutos sería la noticia de la semana y el mes:"Un orejas redonda en el consejo, con la capa de un centinela". La elfa esperó que al menos evitasen los detalles escabrosos de su entrada en aquella sala. Pensó que quizás su presencia se viese ignorada y que al fin y al cabo, considerasen que cualquier persona no elfa no era lo suficientemente inteligente para atarse los zapatos por si solo, mucho menos hacerse con la entrada al árbol madre y presentase ante la mismísima Siva y Elentari.
Vincent parecía sumido en una mezcla de asombro e incredulidad. O al menos así lo imaginó la elfa en su cabeza. Aquel hombre a su lado era, aunque Siva no quisiese verlo, parte de su salvación y a la vez un poco de condena desde que había decidido cargarlo en Ash'alá. Los segundos corrían.
Eilydh no podía ignorar el trueno sonoro que había inundado la habitación de luz segundos atrás y a la vez ponía cualquier excusa en su mente para tomar aquella decisión. De hecho, la vida había tenido una curiosa manera de sacudirle el pensamiento en los últimos 2 minutos, haciendo que el duelo entre lo que era y lo que podría llegar a ser que llevaba guardando para ella desde hacía máa de 5 meses resurgiera ahora en palabras. y todas las decisiones relacionadas con ella misma, incluida la revelación de su nombre a alguien que no era elfo se precipitase en la sencilla y a la vez compleja dualidad que llevaba maldiciéndola desde que partió de Sandorai: Si no estás con nosotros, estás en nuestra contra. Justo allí. Justo ahora.
Casi podía escuchar el sigiloso andar de los guardias acercándose por los pasillos. Siva le pedía algo tan simple como elegir blanco, o negro. No existía la posibilidad de medias tintas: Eilydh miró a Vincent por un segundo y por ese segundo interminable supo que si algún día aquel hombre volvía a encontrarse en su camino, seguramente la miraría de una forma muy distinta. No estaba segura de si aquello sería para bien.
Al menos no aún.
-Mi clan ha hablado, hermana Siva. Alto y claro durante muchos milenios... Escuchado con fanatísmo y fidelidad cada una de las razones que elfos como tú, poderosos y de importancia hacían sonar como una musiquilla en sus orejas. Llenándolos de ira y rabia intensa hacia todo aquello que nos suponía un riesgo.- Eilydh se movió de manera sutil pero visible un poco más cerca de Vincent mientras hablaba, hasta situarse junto a él- Y toda la sangre Skye vertida en esas guerras, no puede ser en vano, por supuesto. Luchemos para que lo que es elfo, siga... siéndolo al fin y al cabo.- Se giró hasta Vincent dando la espalda a Siva y compuso un gesto de urgencia casi de necesidad y vulnerabilidad que ni Siva ni Elentari pudieron ver mientras decía:- Devuélveme la capa, Vincent... por favor- dijo. Pronunciando las últimas dos palabras casi en un susurro mientras le tendía la mano al brujo.
Esperaba que el hombre lo hiciese, por el bien de ambos. No quería dispersar la atención del hecho de que estaban siendo atacados y aquella muestra de orgullo de Siva tan solo los ralentizaba y ponía en entredicho lo ajeno a todos que parecía el consejo estar a pesar de las muestras de emergencia que se habían ido produciendo en aquella sala. La última, la entrada de alguien desconocido avisándolos sobre el incendio en la copa del árbol madre.
Aquello pareció ser la gota que colmó el vaso de Ash'alá que como urgiendo a Eilydh y al resto de aquel consejo se avalanzó hasta SIva hasta que quedó a escasos dos metros de él con el gesto feroz y listo para el ataque si hacía falta. Eilydh respondioó a aquello, temiendo que la conexión entre el tigre y lo que ella sentía en aquel momento pudiese perjudicar lo que estaba intentando conseguir.
-Esta capa fue entregada por una elfa a un hombre bestia, Siva. Melena blanca, estoy segura de que lo sabes bien- dijo con un deje cortante en sus palabras que no pudo contener-No una elfa cualquiera. Tyrande Nemaniël. Nuestra heroína. Cuestionar las palabras de este hombre es cuestionar pues la decisión de ella, Tienes mi espada en esta lucha para salvarguardar lo que es nuestro, como tuviste la espada de todos mis antepasados, y por ello mismo, Siva que ahora debes creer a este brujo y empecemos por salvar el árbol.- dijo.
Eilydh asió su espada se acercó un poco a Siva y comenzó a deshacer las trenzas con las que llevaba adornada su larga melena rubia, haciendo que su cabello cayese sobre sus hombros. Aquello, sin significado aparente quizás para alguien que no fuese elfo, la chica supo que no pasaría desapercibido para Siva o Elentari como un gesto de sumisión y respeto.
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Eilydh usa el collar de escarcha para usar la habilidad de nivel 1 de Alisha: Sugestión: Alisha( En este caso Eilydh por el poder del collar de escarcha) da una única orden, en este caso que Siva crea a Vincent y por lo tanto les ayude.. De tener éxito, el afectado la cumplirá de manera consciente, racionalizando los motivos para esta como si fueran propios, generando memorias para justificarlos de ser necesario. La orden no tiene por qué cumplirse de manera inmediata, pero alguien sugestionado no podrá volver a serlo hasta que haya cumplido la primera orden. Cuando más alta sea la sabiduría del sugestionado respecto a la de Alisha, más fácil le será ignorar la orden. No sé qué inteligencia tenga Siva, pero dada su función asesina asumo que tendría más puntos de nivel en fuerza, destreza y agilidad.
En resumen, Eilydh pide a Vincent que le de la capa a ella, posicionándose así con Siva. A la vez y por otro lado intenta convencer a Siva de que deje esa guerra de orgullo para otro momento y nos enfoquemos en lo que es importante.... ¡¡ Los jinetes se acercan y el jodido árbol esta en llamas !!!
La elfa casi podía oír el trajín fuera de aquella habitación. Las voces de alarma disipandose a través de las pasarelas como un secreto a voces que en menos de varios minutos sería la noticia de la semana y el mes:"Un orejas redonda en el consejo, con la capa de un centinela". La elfa esperó que al menos evitasen los detalles escabrosos de su entrada en aquella sala. Pensó que quizás su presencia se viese ignorada y que al fin y al cabo, considerasen que cualquier persona no elfa no era lo suficientemente inteligente para atarse los zapatos por si solo, mucho menos hacerse con la entrada al árbol madre y presentase ante la mismísima Siva y Elentari.
Vincent parecía sumido en una mezcla de asombro e incredulidad. O al menos así lo imaginó la elfa en su cabeza. Aquel hombre a su lado era, aunque Siva no quisiese verlo, parte de su salvación y a la vez un poco de condena desde que había decidido cargarlo en Ash'alá. Los segundos corrían.
Eilydh no podía ignorar el trueno sonoro que había inundado la habitación de luz segundos atrás y a la vez ponía cualquier excusa en su mente para tomar aquella decisión. De hecho, la vida había tenido una curiosa manera de sacudirle el pensamiento en los últimos 2 minutos, haciendo que el duelo entre lo que era y lo que podría llegar a ser que llevaba guardando para ella desde hacía máa de 5 meses resurgiera ahora en palabras. y todas las decisiones relacionadas con ella misma, incluida la revelación de su nombre a alguien que no era elfo se precipitase en la sencilla y a la vez compleja dualidad que llevaba maldiciéndola desde que partió de Sandorai: Si no estás con nosotros, estás en nuestra contra. Justo allí. Justo ahora.
Casi podía escuchar el sigiloso andar de los guardias acercándose por los pasillos. Siva le pedía algo tan simple como elegir blanco, o negro. No existía la posibilidad de medias tintas: Eilydh miró a Vincent por un segundo y por ese segundo interminable supo que si algún día aquel hombre volvía a encontrarse en su camino, seguramente la miraría de una forma muy distinta. No estaba segura de si aquello sería para bien.
Al menos no aún.
-Mi clan ha hablado, hermana Siva. Alto y claro durante muchos milenios... Escuchado con fanatísmo y fidelidad cada una de las razones que elfos como tú, poderosos y de importancia hacían sonar como una musiquilla en sus orejas. Llenándolos de ira y rabia intensa hacia todo aquello que nos suponía un riesgo.- Eilydh se movió de manera sutil pero visible un poco más cerca de Vincent mientras hablaba, hasta situarse junto a él- Y toda la sangre Skye vertida en esas guerras, no puede ser en vano, por supuesto. Luchemos para que lo que es elfo, siga... siéndolo al fin y al cabo.- Se giró hasta Vincent dando la espalda a Siva y compuso un gesto de urgencia casi de necesidad y vulnerabilidad que ni Siva ni Elentari pudieron ver mientras decía:- Devuélveme la capa, Vincent... por favor- dijo. Pronunciando las últimas dos palabras casi en un susurro mientras le tendía la mano al brujo.
Esperaba que el hombre lo hiciese, por el bien de ambos. No quería dispersar la atención del hecho de que estaban siendo atacados y aquella muestra de orgullo de Siva tan solo los ralentizaba y ponía en entredicho lo ajeno a todos que parecía el consejo estar a pesar de las muestras de emergencia que se habían ido produciendo en aquella sala. La última, la entrada de alguien desconocido avisándolos sobre el incendio en la copa del árbol madre.
Aquello pareció ser la gota que colmó el vaso de Ash'alá que como urgiendo a Eilydh y al resto de aquel consejo se avalanzó hasta SIva hasta que quedó a escasos dos metros de él con el gesto feroz y listo para el ataque si hacía falta. Eilydh respondioó a aquello, temiendo que la conexión entre el tigre y lo que ella sentía en aquel momento pudiese perjudicar lo que estaba intentando conseguir.
-Esta capa fue entregada por una elfa a un hombre bestia, Siva. Melena blanca, estoy segura de que lo sabes bien- dijo con un deje cortante en sus palabras que no pudo contener-No una elfa cualquiera. Tyrande Nemaniël. Nuestra heroína. Cuestionar las palabras de este hombre es cuestionar pues la decisión de ella, Tienes mi espada en esta lucha para salvarguardar lo que es nuestro, como tuviste la espada de todos mis antepasados, y por ello mismo, Siva que ahora debes creer a este brujo y empecemos por salvar el árbol.- dijo.
Eilydh asió su espada se acercó un poco a Siva y comenzó a deshacer las trenzas con las que llevaba adornada su larga melena rubia, haciendo que su cabello cayese sobre sus hombros. Aquello, sin significado aparente quizás para alguien que no fuese elfo, la chica supo que no pasaría desapercibido para Siva o Elentari como un gesto de sumisión y respeto.
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Eilydh usa el collar de escarcha para usar la habilidad de nivel 1 de Alisha: Sugestión: Alisha( En este caso Eilydh por el poder del collar de escarcha) da una única orden, en este caso que Siva crea a Vincent y por lo tanto les ayude.. De tener éxito, el afectado la cumplirá de manera consciente, racionalizando los motivos para esta como si fueran propios, generando memorias para justificarlos de ser necesario. La orden no tiene por qué cumplirse de manera inmediata, pero alguien sugestionado no podrá volver a serlo hasta que haya cumplido la primera orden. Cuando más alta sea la sabiduría del sugestionado respecto a la de Alisha, más fácil le será ignorar la orden. No sé qué inteligencia tenga Siva, pero dada su función asesina asumo que tendría más puntos de nivel en fuerza, destreza y agilidad.
En resumen, Eilydh pide a Vincent que le de la capa a ella, posicionándose así con Siva. A la vez y por otro lado intenta convencer a Siva de que deje esa guerra de orgullo para otro momento y nos enfoquemos en lo que es importante.... ¡¡ Los jinetes se acercan y el jodido árbol esta en llamas !!!
Eilydh
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Re: [Trama de Sandorái] La noche en que llegaron
Negué con la cabeza y cerré los ojos para evitar voltearlos frente a Lágoles. No importaba lo que dijese o como insistía, no parecía que fuese a permitirme pasar. Y el golem, con mis increíbles, «De malas» capacidades como animador, el golem no se movería solo ni muy lejos de mí.
Lo que era decir, no podría colar a Uriel dentro del árbol, y tenerlo afuera era sólo prolongar tiempo a que alguien volviese a la jaula para arrastrarlo a otro lugar, o dejarlo allí, o puede que opciones peores. Me mordí levemente un labio, viéndolo.
―Y yo creo que tú no tenías que dejar pasar a nadie y entró medio mundo, no vengas a hacer bien tu trabajo ahora ―repliqué algo irritado, en realidad era preocupación vuelta algo de ira―. Será rápido, tan sólo llevaré a la dulce mujer a su casa, y…
Y Légolas asintió, que la dulce mujer claro que podía que pasar. Pero yo y el golem no. Suspiré y lo vi a la cara, abriendo la boca, acto seguido se escuchó una voz de lo más potente, masculina e imponente.
No podía ser mía.
Miré a un lado casi a la misma vez que el guardia, destacándose primero los brillantes ojos verdes que revelaban al Clan Ojosverdes. A su clan. «Mierda» fue lo primero que se me cruzó por la mente al ver a Malonar, y también fue lo segundo y lo tercero, no fue lo cuarto, pero si fue lo quinto.
Al ver a Malonar cruzarse de brazos y ver como miraba a Lágoles miré a su cohorte. Escuché atento al intercambio entre ambos elfos sin actuar con demasiado descaro sobre ello, no sabía como serían con los chismosos, especialmente Don Nadie chismosos, y no pensaba descubrirlo.
«¿Jinetes oscuros…? ¿Es el nombre de una guardia o algo?» baje la mirada, rascándome el pelo. De donde me sonaba eso... «Jinetes jinetes… jinetes…». Al oír el nombre de Eleatril, en un tono levemente quebrado por parte de Lágoles, vi a cara del hombre, y luego vi a la de Malonar.
No podrían haber portado caras más distintas, claramente a uno de ellos no le dolía demasiado.
En cuanto el hombre alzó la voz molesto di un pequeño salto en mi lugar, moviéndome inmediatamente más cerca del golem para hacerle de barrera a lo que tenía dentro. La tensión no duró mucho, pero las cosas no mejoraban, perro con corona. Ese era Asher.
…
Volteé , viendo con una mueca confusa al guardia que había informado cuando procesé lo segundo. ¿Qué planeaba hacer en la casa de las vestales?
Con esa interrupción todos empezaron a cortar caminos, Lágoles y sus hombres iban a det…intentar detener al perro. «…Muertos todos». Desvié la mirada a los guardias, marchando a las raíces... y luego tuve que mirar al mismísimo Malonar, porque hoy a todos los Ojosverdes les había dado por hablarme.
―Uh-―iba a decir o hacer algo, antes de notar la mirada... furtiva contra el golem. No sabía diferenciar ahora mismo si lo que me estaba corriendo por la espalda era la lluvia, o sudor. Ambas cosas estaban algo heladas.
Esperé que el hombre desapareciera al andar más dentro del árbol antes de decir nada.
―...No sé como, pero creo que sabes que estás ahí ―comenté, volviendo a tomar la mano del golem. Vi atrás y comencé a andar―. Y parece que vienen problemas… ―suspiré, pensando en como iba a sacar al vampirito y la mujer del lugar.
«Hmm… Asher tiene una runa de… teletransportación, ¿no?» me rasqué la barbilla, parándome en seco al recordar la extensiva explicación del perro aquella misma vez que la había usado para sacarnos de un problema. ¿Los demonios de otra dimensión? De… Obli-algo.
«Corona Astada… Medallón Solar... ese sonaba bonito, debe ser como un ornamento...» entrecerré los ojos, «Y… Rubí de Sangre, y Capa Alb»-
Me lleve una mano a la frente cuando me vino la imagen del hombre de la entrada, sosteniendo algo como una capa en las manos. Por lo que había dicho Lágoles, entonces era otro centinela.
…Y no recordaba haber oído “avisa a los centinelas”, sino ir por uno y por los tonos de sucio y asqueroso brujo, posiblemente también intentar detener al otro.
No iban a poder hacerlo solos. Mi único punto de referencia para un centinela era el “perro con corona”, pero si podía andar matando gigantes y puro “maestro arcanista”, y ese mismo perro se preocupaba por los jinetes, era una referencia muy buena de que era un problema muy malo.
Si nadie iba a avisar tendríamos que ser nosotros. Aceleré el paso sin decir nada, frenándome un poco al darme cuenta de que quizá estaba llevando al herido vampiro demasiado rápido. «Veinte hombres y no pueden mandar UNO a avisar, y se supone que los infelices Ojosverdes por no poder usar magia entrenan sus cuerpos, no puede ser que no pueda uno correr rápido a avisar y volver. Por cosas como esta es que los brujos les patearon el culo antes» negué con la cabeza frenéticamente, y me volví a detener en seco, viendo atrás.
Los Ojosverdes no tenían el don de la magia... pero eran excelentes asesinos y hacían buena parte del grueso físico de la armada tanto por todos los años que podían – más bien, debían dedicar a la arquería. Los que no eran arqueros usualmente se iban por dagas, y luego estaban casos raros como el mismo Malonar, que les gustaba andar con mandobles… y aún así, el desgraciado también era arquero.
Un grupo que ataca con acechos, teniendo vista elfica y siendo entrenados para aprovechar el bosque en el mejor estado que les podría ser posible a ellos, la oscuridad… impedidos de usar armas de a dos manos como el arco o de acercarse sigilosamente a apuñalar por verse revelados con la luz que liberan las antorchas que llevaban…
«¿Todos?» fruncí el ceño.
Recogí los dedos uno por uno, haciendo salir el mango del hacha del golem. Lo tomé, arrancándola fuera de un solo movimiento.
―Cambio de planes, no parece posible sacarlos de aquí esta noche. Iré a las raíces a… chequear algo ―toqué al golem, abriéndolo y acumulándolo sobre mi brazo propio como un escudo, a la vez que dejaba una piedra marcada con una runa en mi mano―. Necesito que alguien avise a todo el árbol lo que Malonar no mandó a avisar ―gruñí, todavía molesto con la idea de que se le ocurriese no comentar nada. Lleve la misma mano con la piedra al cuello, donde tenía el sello de los Ojosverdes y lo tomé―, pero… no obligaré a nadie, no es buena idea que vean a ninguno de los dos corriendo libres por allí.
Me agaché para quedar a altura de Uriel, volviendo ver atrás.
―Podemos ir todos o separarnos como quieran hacerlo. A ti te trajeron tarde, te vi llegar jalado por Siva… y… tú, no estoy seguro ―pestañeé viendo a Nahir―. Nadie más que los Ojosverdes parece saber que tenemos presos y ellos están ocupados en la raíz, yendo tras la bruja, y Asher… err, el… perro con corona ―añadí, por si Uriel lo había olvidado y/o Nahir no sabía a quién me refería.
Tendí la mano con la runa y el sello.
—Si es así, no hay quien los reconozca adentro, con esto ningún otro elfo podrá detenerlos. Los escucho.
Lo que era decir, no podría colar a Uriel dentro del árbol, y tenerlo afuera era sólo prolongar tiempo a que alguien volviese a la jaula para arrastrarlo a otro lugar, o dejarlo allí, o puede que opciones peores. Me mordí levemente un labio, viéndolo.
―Y yo creo que tú no tenías que dejar pasar a nadie y entró medio mundo, no vengas a hacer bien tu trabajo ahora ―repliqué algo irritado, en realidad era preocupación vuelta algo de ira―. Será rápido, tan sólo llevaré a la dulce mujer a su casa, y…
Y Légolas asintió, que la dulce mujer claro que podía que pasar. Pero yo y el golem no. Suspiré y lo vi a la cara, abriendo la boca, acto seguido se escuchó una voz de lo más potente, masculina e imponente.
No podía ser mía.
Miré a un lado casi a la misma vez que el guardia, destacándose primero los brillantes ojos verdes que revelaban al Clan Ojosverdes. A su clan. «Mierda» fue lo primero que se me cruzó por la mente al ver a Malonar, y también fue lo segundo y lo tercero, no fue lo cuarto, pero si fue lo quinto.
Al ver a Malonar cruzarse de brazos y ver como miraba a Lágoles miré a su cohorte. Escuché atento al intercambio entre ambos elfos sin actuar con demasiado descaro sobre ello, no sabía como serían con los chismosos, especialmente Don Nadie chismosos, y no pensaba descubrirlo.
«¿Jinetes oscuros…? ¿Es el nombre de una guardia o algo?» baje la mirada, rascándome el pelo. De donde me sonaba eso... «Jinetes jinetes… jinetes…». Al oír el nombre de Eleatril, en un tono levemente quebrado por parte de Lágoles, vi a cara del hombre, y luego vi a la de Malonar.
No podrían haber portado caras más distintas, claramente a uno de ellos no le dolía demasiado.
En cuanto el hombre alzó la voz molesto di un pequeño salto en mi lugar, moviéndome inmediatamente más cerca del golem para hacerle de barrera a lo que tenía dentro. La tensión no duró mucho, pero las cosas no mejoraban, perro con corona. Ese era Asher.
…
Volteé , viendo con una mueca confusa al guardia que había informado cuando procesé lo segundo. ¿Qué planeaba hacer en la casa de las vestales?
Con esa interrupción todos empezaron a cortar caminos, Lágoles y sus hombres iban a det…intentar detener al perro. «…Muertos todos». Desvié la mirada a los guardias, marchando a las raíces... y luego tuve que mirar al mismísimo Malonar, porque hoy a todos los Ojosverdes les había dado por hablarme.
―Uh-―iba a decir o hacer algo, antes de notar la mirada... furtiva contra el golem. No sabía diferenciar ahora mismo si lo que me estaba corriendo por la espalda era la lluvia, o sudor. Ambas cosas estaban algo heladas.
Esperé que el hombre desapareciera al andar más dentro del árbol antes de decir nada.
―...No sé como, pero creo que sabes que estás ahí ―comenté, volviendo a tomar la mano del golem. Vi atrás y comencé a andar―. Y parece que vienen problemas… ―suspiré, pensando en como iba a sacar al vampirito y la mujer del lugar.
«Hmm… Asher tiene una runa de… teletransportación, ¿no?» me rasqué la barbilla, parándome en seco al recordar la extensiva explicación del perro aquella misma vez que la había usado para sacarnos de un problema. ¿Los demonios de otra dimensión? De… Obli-algo.
«Corona Astada… Medallón Solar... ese sonaba bonito, debe ser como un ornamento...» entrecerré los ojos, «Y… Rubí de Sangre, y Capa Alb»-
Me lleve una mano a la frente cuando me vino la imagen del hombre de la entrada, sosteniendo algo como una capa en las manos. Por lo que había dicho Lágoles, entonces era otro centinela.
…Y no recordaba haber oído “avisa a los centinelas”, sino ir por uno y por los tonos de sucio y asqueroso brujo, posiblemente también intentar detener al otro.
No iban a poder hacerlo solos. Mi único punto de referencia para un centinela era el “perro con corona”, pero si podía andar matando gigantes y puro “maestro arcanista”, y ese mismo perro se preocupaba por los jinetes, era una referencia muy buena de que era un problema muy malo.
Si nadie iba a avisar tendríamos que ser nosotros. Aceleré el paso sin decir nada, frenándome un poco al darme cuenta de que quizá estaba llevando al herido vampiro demasiado rápido. «Veinte hombres y no pueden mandar UNO a avisar, y se supone que los infelices Ojosverdes por no poder usar magia entrenan sus cuerpos, no puede ser que no pueda uno correr rápido a avisar y volver. Por cosas como esta es que los brujos les patearon el culo antes» negué con la cabeza frenéticamente, y me volví a detener en seco, viendo atrás.
Los Ojosverdes no tenían el don de la magia... pero eran excelentes asesinos y hacían buena parte del grueso físico de la armada tanto por todos los años que podían – más bien, debían dedicar a la arquería. Los que no eran arqueros usualmente se iban por dagas, y luego estaban casos raros como el mismo Malonar, que les gustaba andar con mandobles… y aún así, el desgraciado también era arquero.
Un grupo que ataca con acechos, teniendo vista elfica y siendo entrenados para aprovechar el bosque en el mejor estado que les podría ser posible a ellos, la oscuridad… impedidos de usar armas de a dos manos como el arco o de acercarse sigilosamente a apuñalar por verse revelados con la luz que liberan las antorchas que llevaban…
«¿Todos?» fruncí el ceño.
Recogí los dedos uno por uno, haciendo salir el mango del hacha del golem. Lo tomé, arrancándola fuera de un solo movimiento.
―Cambio de planes, no parece posible sacarlos de aquí esta noche. Iré a las raíces a… chequear algo ―toqué al golem, abriéndolo y acumulándolo sobre mi brazo propio como un escudo, a la vez que dejaba una piedra marcada con una runa en mi mano―. Necesito que alguien avise a todo el árbol lo que Malonar no mandó a avisar ―gruñí, todavía molesto con la idea de que se le ocurriese no comentar nada. Lleve la misma mano con la piedra al cuello, donde tenía el sello de los Ojosverdes y lo tomé―, pero… no obligaré a nadie, no es buena idea que vean a ninguno de los dos corriendo libres por allí.
Me agaché para quedar a altura de Uriel, volviendo ver atrás.
―Podemos ir todos o separarnos como quieran hacerlo. A ti te trajeron tarde, te vi llegar jalado por Siva… y… tú, no estoy seguro ―pestañeé viendo a Nahir―. Nadie más que los Ojosverdes parece saber que tenemos presos y ellos están ocupados en la raíz, yendo tras la bruja, y Asher… err, el… perro con corona ―añadí, por si Uriel lo había olvidado y/o Nahir no sabía a quién me refería.
Tendí la mano con la runa y el sello.
—Si es así, no hay quien los reconozca adentro, con esto ningún otro elfo podrá detenerlos. Los escucho.
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Siento mucho la tardanza…
En resumen y como no tengo chance (mi culpa) de hablarlo bien con Uriel y Nahir, lo dejo así. Anders irá a las raíces, en lo que sufrirá el dolor de cabeza y vista nublada como Ger especifica (lo roleo al siguiente turno). En caso de que Uriel o Nahir no vayan a las raíces subterráneas, dejo la Runa de Impulso y el Sello del Clan Ojosverdes para permitir movimiento libre en manos de quien no vaya… que si son ambos, eh, supongo que Uriel que es el que no está tapadito.
También en caso de que alguien vaya a avisar, Anders le pronunciará lo que quiere decir en élfico de forma previa para que puedan avisar en el idioma correspondiente por los tubos.
Por último, Anders sabe un pelín de los Jinetes, el Oblivion y las Reliquias porque
Anders
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