[Misión] María Sangrienta
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Re: [Misión] María Sangrienta
El miembro 'Vincent Calhoun' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: [Misión] María Sangrienta
Queridos lectores, si la tristeza no os ha invadido lo suficiente y os sentís con ánimo de seguir leyendo, pasad la página y reencontraros con mis bufones los valientes cazadores.
La bruja se había encontrado de cara con el grupo de niños restantes, quienes degustaban un exótico platillo de cocinero a la plancha… ¿o sería a la naranja? El complemento no importa, dudo que fuese lo suficientemente nutritivo como para beneficiar a niños en crecimiento.
Cualquiera pensaría que Huracán sería la siguiente en el menú; no obstante, este no sería el final de la maestra cazadora y lo dejaría en claro al mostrar aquellas chocantes habilidades y destrezas.
Magia de viento, bombas de humo, poderes telequineticos; nuestra heroína era todo un derroche de talento, así que imaginareis lo duro que es narrar su forma de salir ilesa a todos los peligros que se le ponían enfrente.
Aquellos artilugios habían funcionado, los niños quedaron encerrados y la bruja había conseguido librarse de una buena, al menos ahora tendría un tiempo para respirar, antes de decidir su proceder.
En el diario de Madeline encontraría el resto de letras que completarían la pista encontrada en el salón de música. La palabra ‘‘director’’ debería bastar, para saber con claridad cuál sería el siguiente lugar por investigar, junto con pequeñas explicaciones de lo ocurrido.
‘‘Hace unos días Robin entró a la oficina del Padre Flanagan. Yo le dije que no lo hiciera, pero no quiso escucharme, sabía que si nos atrapaban nos castigarían. Robin encontró un libro antiguo y dijo que pertenecía a una amable mujer que vivió en el internado hace muchos años.’’
‘‘En el libro hay un hechizo para la buena fortuna y Robin confía en que ayudará a que la escuela reúna los fondos suficientes en la venta de caridad. A mí no me gustan esas cosas y he tratado de evitarlo, pero Robin no me escucha...ha dicho que hoy será la noche.’’
‘‘Robin me ha pedido que lo acompañé a hacer el ultimo ritual, dice que el espejo de los baños es el más adecuado para el hechizo, aunque yo no estoy tan segura de querer hacerlo.’’
‘‘Tengo mucho miedo. Estoy segura de que alguien se apareció en el espejo y solo pude salir corriendo. Robin ha actuado extraño desde esa noche y hoy oí al Padre Flanagan decir que Sarah se suicidó… ¡Eso es mentira! Yo vi todo, una figura negra la empujó de la casa dela árbol.’’
‘‘Todos los adultos han desaparecido y los demás niños me han dicho que soy la siguiente. Creo que mi idea no funcionó, nadie ha venido a ayudarnos…’’
La valiente Huracán tenía dos lugares importantes que investigar, aunque con aquella voz tentándole a hablar consigo misma lo mejor sería evitar los espejos tanto como pudiese. Era temeraria, más no era tonta.
Me niego a seguir dando advertencias que no serán tomadas, después de todo, ella buscará la forma de salirse con la suya, y admito que me encanta el fantástico material que obtengo de sus pésimas decisiones.
Para llegar a la oficina del director tendría que hacer uso de sus artimañas, pues no creo que necesite recordaros que los accesos están completamente destruidos, pese a que por el momento no se encontraría con ningún adversario.
-Crecen jacarandas a donde quiera que mires -una vocecilla comenzaría a escucharse en los oídos de la bruja, cantando en un susurro infantil-, ven a acompañarme cantando esta canción...
Como si no fuera poco tener a tu subconsciente traicionándote, ahora Huracán debería averiguar de dónde provenía aquella siniestra canción, aunque yo en su lugar preferiría intentar ignorarla.
Una de las puertas selladas del tercer piso se abriría de par en par, permitiéndole el libre acceso para investigar. Este nuevo escenario la guiaría hacia el pequeño gimnasio, donde los niños practicaban diversos deportes y actividades. Tal vez aquí no hallaría muchas evidencias de lo ocurrido con los niños, pero la zona de casilleros se encontraba justo encima de la oficina del director, ubicación que se podría ver en el pequeño mapa que había entre los apuntes de la niña.
Nada que una sesión de vandalismo improvisada no solucionase. Al final de cuentas ya estaba ahí, ¿qué más podía pasar por destruir el piso del internado?
-Hey lalulalula, ¿tú quieres bailar? La luna aun dormida estará -nuevamente aquella voz infantil hizo su aparición, retumbando por cada rincón del colegio-. Ahora verás que ya el ataúd no está y te aburrirás.
Tal vez este fuese el momento preciso para emprender la huida del tercer piso, ya fuese hacia el gimnasio o hacia cualquier otro lugar que le pareciera seguro.
La tercera puerta, aquella que se encontraba aun sellada, podría ser abierta por la bruja de igual forma que lo hizo con el aula de música, más la decisión correría por parte de ella.
La bruja se había encontrado de cara con el grupo de niños restantes, quienes degustaban un exótico platillo de cocinero a la plancha… ¿o sería a la naranja? El complemento no importa, dudo que fuese lo suficientemente nutritivo como para beneficiar a niños en crecimiento.
Cualquiera pensaría que Huracán sería la siguiente en el menú; no obstante, este no sería el final de la maestra cazadora y lo dejaría en claro al mostrar aquellas chocantes habilidades y destrezas.
Magia de viento, bombas de humo, poderes telequineticos; nuestra heroína era todo un derroche de talento, así que imaginareis lo duro que es narrar su forma de salir ilesa a todos los peligros que se le ponían enfrente.
Aquellos artilugios habían funcionado, los niños quedaron encerrados y la bruja había conseguido librarse de una buena, al menos ahora tendría un tiempo para respirar, antes de decidir su proceder.
En el diario de Madeline encontraría el resto de letras que completarían la pista encontrada en el salón de música. La palabra ‘‘director’’ debería bastar, para saber con claridad cuál sería el siguiente lugar por investigar, junto con pequeñas explicaciones de lo ocurrido.
‘‘Hace unos días Robin entró a la oficina del Padre Flanagan. Yo le dije que no lo hiciera, pero no quiso escucharme, sabía que si nos atrapaban nos castigarían. Robin encontró un libro antiguo y dijo que pertenecía a una amable mujer que vivió en el internado hace muchos años.’’
‘‘En el libro hay un hechizo para la buena fortuna y Robin confía en que ayudará a que la escuela reúna los fondos suficientes en la venta de caridad. A mí no me gustan esas cosas y he tratado de evitarlo, pero Robin no me escucha...ha dicho que hoy será la noche.’’
‘‘Robin me ha pedido que lo acompañé a hacer el ultimo ritual, dice que el espejo de los baños es el más adecuado para el hechizo, aunque yo no estoy tan segura de querer hacerlo.’’
‘‘Tengo mucho miedo. Estoy segura de que alguien se apareció en el espejo y solo pude salir corriendo. Robin ha actuado extraño desde esa noche y hoy oí al Padre Flanagan decir que Sarah se suicidó… ¡Eso es mentira! Yo vi todo, una figura negra la empujó de la casa dela árbol.’’
‘‘Todos los adultos han desaparecido y los demás niños me han dicho que soy la siguiente. Creo que mi idea no funcionó, nadie ha venido a ayudarnos…’’
La valiente Huracán tenía dos lugares importantes que investigar, aunque con aquella voz tentándole a hablar consigo misma lo mejor sería evitar los espejos tanto como pudiese. Era temeraria, más no era tonta.
Me niego a seguir dando advertencias que no serán tomadas, después de todo, ella buscará la forma de salirse con la suya, y admito que me encanta el fantástico material que obtengo de sus pésimas decisiones.
Para llegar a la oficina del director tendría que hacer uso de sus artimañas, pues no creo que necesite recordaros que los accesos están completamente destruidos, pese a que por el momento no se encontraría con ningún adversario.
-Crecen jacarandas a donde quiera que mires -una vocecilla comenzaría a escucharse en los oídos de la bruja, cantando en un susurro infantil-, ven a acompañarme cantando esta canción...
Como si no fuera poco tener a tu subconsciente traicionándote, ahora Huracán debería averiguar de dónde provenía aquella siniestra canción, aunque yo en su lugar preferiría intentar ignorarla.
Una de las puertas selladas del tercer piso se abriría de par en par, permitiéndole el libre acceso para investigar. Este nuevo escenario la guiaría hacia el pequeño gimnasio, donde los niños practicaban diversos deportes y actividades. Tal vez aquí no hallaría muchas evidencias de lo ocurrido con los niños, pero la zona de casilleros se encontraba justo encima de la oficina del director, ubicación que se podría ver en el pequeño mapa que había entre los apuntes de la niña.
Nada que una sesión de vandalismo improvisada no solucionase. Al final de cuentas ya estaba ahí, ¿qué más podía pasar por destruir el piso del internado?
-Hey lalulalula, ¿tú quieres bailar? La luna aun dormida estará -nuevamente aquella voz infantil hizo su aparición, retumbando por cada rincón del colegio-. Ahora verás que ya el ataúd no está y te aburrirás.
Tal vez este fuese el momento preciso para emprender la huida del tercer piso, ya fuese hacia el gimnasio o hacia cualquier otro lugar que le pareciera seguro.
La tercera puerta, aquella que se encontraba aun sellada, podría ser abierta por la bruja de igual forma que lo hizo con el aula de música, más la decisión correría por parte de ella.
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Hay personitas que se merecen una palmadita…en la cara…con una silla. Sí, estoy hablando del brujo. ¿Qué acaso no veía el lío en el que estaba metido? Menudo chico, luego se quejan de que uno les maltrate.
Con muchos esfuerzos consiguió librarse de la siniestra raíz, que de un modo u otro buscaba echarle mano, esquivando los ataques con ingeniosa agilidad. Lamentablemente no sería lo único con lo que se encontraría en ese sitio, puesto que de un momento a otro se encontraría con un sequito de árboles dispuestos a despacharle al otro mundo.
¿Acaso eso es sarcasmo? Nunca me hubiese imaginado que mi brujo favorito tuviese excelentes momentos hilarantes, inclusive puedo decir que me siento orgullosa de ese lado cínico y vacilón.
La ironía es un grandioso arte que no todos pueden desarrollar. Tomad eso en cuenta la próxima vez que intentéis hacerme una oda con pésimos chistes.
Así que esto estaba chupado, ¿no? Entonces ella debería mandar a lo mejor de su artillería para darle batalla, considerando que el brujo era mucho más hábil y resistente de lo que parecía a simple vista. No volvería a subestimar a ninguno de los dos.
Yo le daría ánimos si mi labor no fuese más que narrar los hechos acontecidos. Además, la amabilidad es una virtud carente en mi persona, ¿Qué pensaríais de mí, si de pronto accediera a animar a mis bufones? Tengo una reputación que mantener.
Vincent se había defendido de manera formidable; no obstante, al igual que cualquier mortal, él estaba llegando a su límite, incluso podríais llegar a pensar que este sería su final, si no fuera por el descubrimiento de la clave para salvar al pequeño.
Así es, el brujo había dado con el árbol que mantenía cautiva el alma del niño, usando una de esas chocantes habilidades mágicas, aunque seguramente Huracán agradecería que esta vez decidiese no usar el fuego o de lo contrario ya podría darse por calcinada.
La escena seguramente sería digna del cine hollywoodiense; el caballero corriendo con grácil destreza, cercenando ramas y abriéndose paso entre sus oponentes, para finalmente lanzar una serie de ráfagas de viento hacia las raíces del árbol, liberando al niño de su cautiverio, aunque esto no sería todo.
En el mundo real, la valiente Huracán tendría que cubrirse del estruendo que provocaría el repentino estallido de los vidrios del edificio, mientras los arboles del invernadero comenzarían a caer uno a uno, destrozando la única entrada hacia aquel recinto y rompiendo el único portal hacia el mundo donde Vincent se hallaba.
No importaba lo que hiciese para evitarlo, tanto el primer piso como el invernadero quedarían completamente destrozados, junto con las pistas restantes que hubiese en tales escenarios.
Al menos no había sido fuego o todo el colegio ya estaría ardiendo en llamas. ¡Aleluya! Se había acordado de tener un poquito de prudencia.
Haré un pequeño paréntesis para explicaros por qué el alma del niño seguía atrapada en el mundo del espejo: el único portal que conectaba al mundo reflejado con el mundo real había sido enteramente destruido, lo cual solo significaba que, hasta no hallar otra salida, todo lo que estuviese dentro de esa dimensión, permanecería ahí…incluyéndola a ella.
En resumidas cuentas, sin portal no hay salida y sin salida…pues…descansad en paz.
Por lo menos el alma del niño estaba a salvo y los arboles habían sido derrotados, ahora el problema sería averiguar cómo salir de ese siniestro lugar.
El internado estaría macabramente distorsionado, apenas cruzar la puerta del lobby el brujo lo podría notar. Más peligros acecharían desde las sombras y seguramente serían tan poderosos como aquellos árboles malditos.
La cocina en el tercer piso se encontraría completamente sellada y sin posibilidad alguna de acceder a ella, obra de la maestra cazadora, desde luego. Además, no creo que deseará vislumbrar lo que ahí se ocultaba, pues los caníbales son peores en un mundo desconocido, que en el mundo real.
-No queda mucho tiempo… -comentó el niño-. Ella se alimenta de nuestras almas -se acercó al brujo para seguirle de cerca-. Tiene que ayudar a mis amigos…
Aunque su alma aun no pudiese volver a su cuerpo, Johnny se sentía a salvo con la fornida silueta del brujo en aquel extraño mundo, quizá, solo quizá sus compañeros y el internado tendrían alguna esperanza.
Elegir hacia dónde desplazarse sería el siguiente paso que seguir, pero ¿cómo se comunicaría con su compañera a partir de ahora? Bueno, eso le enseñaría al joven a no andar de overpower por la vida.
Con muchos esfuerzos consiguió librarse de la siniestra raíz, que de un modo u otro buscaba echarle mano, esquivando los ataques con ingeniosa agilidad. Lamentablemente no sería lo único con lo que se encontraría en ese sitio, puesto que de un momento a otro se encontraría con un sequito de árboles dispuestos a despacharle al otro mundo.
¿Acaso eso es sarcasmo? Nunca me hubiese imaginado que mi brujo favorito tuviese excelentes momentos hilarantes, inclusive puedo decir que me siento orgullosa de ese lado cínico y vacilón.
La ironía es un grandioso arte que no todos pueden desarrollar. Tomad eso en cuenta la próxima vez que intentéis hacerme una oda con pésimos chistes.
Así que esto estaba chupado, ¿no? Entonces ella debería mandar a lo mejor de su artillería para darle batalla, considerando que el brujo era mucho más hábil y resistente de lo que parecía a simple vista. No volvería a subestimar a ninguno de los dos.
Yo le daría ánimos si mi labor no fuese más que narrar los hechos acontecidos. Además, la amabilidad es una virtud carente en mi persona, ¿Qué pensaríais de mí, si de pronto accediera a animar a mis bufones? Tengo una reputación que mantener.
Vincent se había defendido de manera formidable; no obstante, al igual que cualquier mortal, él estaba llegando a su límite, incluso podríais llegar a pensar que este sería su final, si no fuera por el descubrimiento de la clave para salvar al pequeño.
Así es, el brujo había dado con el árbol que mantenía cautiva el alma del niño, usando una de esas chocantes habilidades mágicas, aunque seguramente Huracán agradecería que esta vez decidiese no usar el fuego o de lo contrario ya podría darse por calcinada.
La escena seguramente sería digna del cine hollywoodiense; el caballero corriendo con grácil destreza, cercenando ramas y abriéndose paso entre sus oponentes, para finalmente lanzar una serie de ráfagas de viento hacia las raíces del árbol, liberando al niño de su cautiverio, aunque esto no sería todo.
En el mundo real, la valiente Huracán tendría que cubrirse del estruendo que provocaría el repentino estallido de los vidrios del edificio, mientras los arboles del invernadero comenzarían a caer uno a uno, destrozando la única entrada hacia aquel recinto y rompiendo el único portal hacia el mundo donde Vincent se hallaba.
No importaba lo que hiciese para evitarlo, tanto el primer piso como el invernadero quedarían completamente destrozados, junto con las pistas restantes que hubiese en tales escenarios.
Al menos no había sido fuego o todo el colegio ya estaría ardiendo en llamas. ¡Aleluya! Se había acordado de tener un poquito de prudencia.
Haré un pequeño paréntesis para explicaros por qué el alma del niño seguía atrapada en el mundo del espejo: el único portal que conectaba al mundo reflejado con el mundo real había sido enteramente destruido, lo cual solo significaba que, hasta no hallar otra salida, todo lo que estuviese dentro de esa dimensión, permanecería ahí…incluyéndola a ella.
En resumidas cuentas, sin portal no hay salida y sin salida…pues…descansad en paz.
Por lo menos el alma del niño estaba a salvo y los arboles habían sido derrotados, ahora el problema sería averiguar cómo salir de ese siniestro lugar.
El internado estaría macabramente distorsionado, apenas cruzar la puerta del lobby el brujo lo podría notar. Más peligros acecharían desde las sombras y seguramente serían tan poderosos como aquellos árboles malditos.
La cocina en el tercer piso se encontraría completamente sellada y sin posibilidad alguna de acceder a ella, obra de la maestra cazadora, desde luego. Además, no creo que deseará vislumbrar lo que ahí se ocultaba, pues los caníbales son peores en un mundo desconocido, que en el mundo real.
-No queda mucho tiempo… -comentó el niño-. Ella se alimenta de nuestras almas -se acercó al brujo para seguirle de cerca-. Tiene que ayudar a mis amigos…
Aunque su alma aun no pudiese volver a su cuerpo, Johnny se sentía a salvo con la fornida silueta del brujo en aquel extraño mundo, quizá, solo quizá sus compañeros y el internado tendrían alguna esperanza.
Elegir hacia dónde desplazarse sería el siguiente paso que seguir, pero ¿cómo se comunicaría con su compañera a partir de ahora? Bueno, eso le enseñaría al joven a no andar de overpower por la vida.
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Huracán: Venga, acepto mi derrota con honor. La suerte te ha sonreído esta vez y lo admito con humildad. Ahora ya sabes a lo que se refería el cuadro de la sala de música, así que podrás buscar una manera de llegar hasta la oficina del padre Flanagan o averiguar que se oculta detrás de la última puerta del tercer piso. Yo te aconsejaría esconderte lo más pronto posible. ¿Escuchaste esa canción? No creo que presagie cosas buenas para tu futuro. Al parecer alguien ha decidido cazar a la maestra cazadora. ¡Menuda ironía! Casi me siento mal por ello. No olvides agradecer a tu compañero por destrozar el invernadero y el piso principal, junto con los cristales del colegio. Ahora deberás apresurarte y encontrar una manera para comunicarte con él. Estaré ansiosa por conocer hacia dónde te desplazarás.
Vincent Calhoun: Te cantaré un pedacito de una bella y melodiosa canción. ‘‘Eres un idiota al derecho y al revés’’. Ya, eso es lo más importante de la canción, ¿acaso esperabas más? Nuevamente tu runa media ha evitado que sufras heridas graves, agradécele a tu suerte que aún no te he rebanado en trozos. Bueno, admito que me gustó demasiado ver mi estilo plasmado en tu post, solo por eso trataré de ser un poquito más amable contigo. Lograste salvar el alma de Johnny, pero ahora tendrás que decidir en qué sitio continuar con tu aventura. La comunicación con tu compañera se ha roto por completo, y, por si fuera poco, deberás encontrar las demás almas de los niños, las cuales se encuentran esparcidas por todo el internado reflejado. Esa será tu prioridad principal, déjale a tu compañera el trabajo de batirse con los malos. Elige bien, algunos escenarios (salvo por la cocina que se encuentra sellada) contiene el alma de un niño en su interior; tus decisiones y tu proceder podría hacer que uno o varios de ellos mueran, además de afectar a tu compañera en el mundo real, así que por amor a Master Thorn, piensa bien antes de actuar.
Ambos: Muy bien, puede que os hayáis aburrido bastante en estos turnos, pero os aseguro que las siguientes rondas se complicarán considerablemente, pues como ya había dicho, vuestras decisiones afectaran al otro directamente. Buena suerte, mis querubines. Ah, casi lo olvido, no debéis lanzar runas en este turno. Sí, eso va para ti, Huracán.
Wyn
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Re: [Misión] María Sangrienta
Durante toda mi vida luché incondicionalmente contra los mayores tarados mentales que poblaban el continente. Podía decirse que ese era básicamente mi trabajo, pues los vampiros a los que cazaba con tanta pasión no eran sino una extensión de esta ¿minoritaria? muestra de la sociedad.
En cualquier caso, nunca me había encontrado con niños caníbales. Aquel no era un comportamiento natural entre los infantes, y dejaba claro que algo raro pasaba en el internado. ¡Como si no fuera obvio! Pues claro que pasaba “algo”. La cuestión estaba en saber el por qué. Y ahora que los había dejado encerrados en la cocina y tenía un poco de tranquilidad podía echarle un vistazo al diario de Madeline que me había dado Vince.
Un caos. Así podía definirse el diario de la chica. Entre garabatos ininteligibles aparecía lo que parecía ser una especie de… ¿gimnasio? Que supuestamente estaba… ¡Oh! Justo por la puerta que acababa de abrirse delante de mis narices. Mosqueada y seria. Así me quedé, pero lo peor no era eso, sino la voz que acababa de escuchar, procedente de los pisos de abajo.
-¿Qué dia…? – no terminé de pronunciar la palabra “diablos” pues la cordura vino a mí. ¿Había alguien cantando en aquel sitio? Sí. Y una voz femenina que para nada me invitaba a comprobar qué o quién era. No. Tenía que sacar a Vincent de ahí y luego, entre los dos, podríamos dar caza a lo que fuera que fuese aquella cosa. Ir sola a por ella era, definitivamente, un suicidio, y parecía que se acercaba.
Opté por entrar al gimnasio, que era la puerta más próxima. Asegurando de cerrar bien la puerta una vez entré, por si acaso se le ocurría subir al tercer piso. El lugar era amplio, abierto y totalmente abandonado. Tal y como me gustaba a mí para combatir. Los sitios cerrados no beneficiaban en nada el uso de mi ballesta de medio tiro ni mi agilidad, por lo que de tener que combatir, prefería hacerlo en espacios abiertos.
Había alguna portería y pelotas. O colchonetas. A los chicos humanos les gustaba jugar a un deporte que ellos llamaban “fúrtol” o algo así. Había empezado a jugarse hace poco tiempo pero cada vez se ponía más de moda. En Beltrexus no jugábamos a esas cosas. Recuerdo que los duelos de magia eran mucho más divertidos, y como chica refinada jamás me vería pegando patadas a un balón. Fuera como fuera, aquel sitio había conseguido trasladarme a mi infancia, pero no era momento de sentimentalismos. Había que seguir avanzando. No había un alma allí dentro.
Llegué a la zona de los casilleros, donde los jóvenes guardaban sus ropas para cambiarse. Según el diario de Madeline la oficina del director estaba justo debajo. Ahí tenía que haber alguna pista interesante. Curioso, yendo por el segundo piso todo parecía indicar que era inaccesible ya que ahí era donde había estado Vincent y terminó en el espejo. Además tomando aquella ruta perfectamente podría encontrarme la pequeña niña cantante. Que perfectamente podría encontrarse paseando por los pasillos de debajo. Desde luego, la opción de bajar andando era mala mirase por donde la mirase.
Entonces, ¿estando en un gimnasio sin salida cómo diantres puedo bajar abajo? pensé, llevándome instintivamente la mano justo a mi cinturón. ¿La bomba crépitus? Eso sería una buena idea si quisiera atraer a los demonios del internado. Por favor dioses del Valhalla, ¿no pensaréis de verdad que Anastasia Boisson iba a ser tan ilusa y optar por la opción más ridícula y obvia? No esta vez, dioses todopoderosos. No cuando toda tu vida has entrenado para ser una tensái de viento.
Había una opción mejor por lo que guardé el diario de Madeline. Estábamos en los gimnasios y, como todos los gimnasios, necesitaban “airear” el sudor y ventilar. Acercarme a una de las ventanas elevadas que estaban sin cristales era la mejor opción, llegué a ella de un salto y la abrí sin demasiados problemas. Habían reventado todos. ¿Habrá tenido algo que ver con Vince? Espero que ese brujo no la haya vuelto a liar. Si no, no tendría manera de sacarlo de ahí, seguramente.
En cualquier caso, me asomé al tercer piso, agarrándome fuertemente al marco de la misma. Fuera era ya de noche y soplaba una fuerte corriente de viento que meneó mi melena al viento. No me hizo falta ni removerlo, simplemente con dejarme caer ligera como una pluma hasta el piso inferior bastaría. Llegué al piso inferior amortiguando con el viento y me agarré al nuevo marco, donde había entendido en el diario que estaba la oficina del director, aunque tampoco es que la orientación fuese mi punto fuerte, perfectamente podría equivocarme.
Abrir una ventana siempre era sencillo. Había llegado sin romper y sin destrozar nada, y si era cierto que la puerta de entrada normal estaba bloqueada no habría nadie que pudiese entrar por la misma. Por lo que tendría vía libre para la investigación. – Qué buena eres, Anastasia. – me felicité a mí misma. Ahora, tocaba revolver e investigar tratando de hacer el menor ruido posible.
*Off1: Supuse que los gimnasios tiene ventana. ¿Un gimnasio sin ventana? Tendría que oler muy bien. Así que… me aproveché de esto. No me mates, master Wyn, si ves algo mal o no puedo hacer esta opción comunícamelo y reviento el piso >.<
*Off2: Y sorry por el retraso >.< Se me había pasado postear. Ahora iré en modo metralleta.
En cualquier caso, nunca me había encontrado con niños caníbales. Aquel no era un comportamiento natural entre los infantes, y dejaba claro que algo raro pasaba en el internado. ¡Como si no fuera obvio! Pues claro que pasaba “algo”. La cuestión estaba en saber el por qué. Y ahora que los había dejado encerrados en la cocina y tenía un poco de tranquilidad podía echarle un vistazo al diario de Madeline que me había dado Vince.
Un caos. Así podía definirse el diario de la chica. Entre garabatos ininteligibles aparecía lo que parecía ser una especie de… ¿gimnasio? Que supuestamente estaba… ¡Oh! Justo por la puerta que acababa de abrirse delante de mis narices. Mosqueada y seria. Así me quedé, pero lo peor no era eso, sino la voz que acababa de escuchar, procedente de los pisos de abajo.
-¿Qué dia…? – no terminé de pronunciar la palabra “diablos” pues la cordura vino a mí. ¿Había alguien cantando en aquel sitio? Sí. Y una voz femenina que para nada me invitaba a comprobar qué o quién era. No. Tenía que sacar a Vincent de ahí y luego, entre los dos, podríamos dar caza a lo que fuera que fuese aquella cosa. Ir sola a por ella era, definitivamente, un suicidio, y parecía que se acercaba.
Opté por entrar al gimnasio, que era la puerta más próxima. Asegurando de cerrar bien la puerta una vez entré, por si acaso se le ocurría subir al tercer piso. El lugar era amplio, abierto y totalmente abandonado. Tal y como me gustaba a mí para combatir. Los sitios cerrados no beneficiaban en nada el uso de mi ballesta de medio tiro ni mi agilidad, por lo que de tener que combatir, prefería hacerlo en espacios abiertos.
Había alguna portería y pelotas. O colchonetas. A los chicos humanos les gustaba jugar a un deporte que ellos llamaban “fúrtol” o algo así. Había empezado a jugarse hace poco tiempo pero cada vez se ponía más de moda. En Beltrexus no jugábamos a esas cosas. Recuerdo que los duelos de magia eran mucho más divertidos, y como chica refinada jamás me vería pegando patadas a un balón. Fuera como fuera, aquel sitio había conseguido trasladarme a mi infancia, pero no era momento de sentimentalismos. Había que seguir avanzando. No había un alma allí dentro.
Llegué a la zona de los casilleros, donde los jóvenes guardaban sus ropas para cambiarse. Según el diario de Madeline la oficina del director estaba justo debajo. Ahí tenía que haber alguna pista interesante. Curioso, yendo por el segundo piso todo parecía indicar que era inaccesible ya que ahí era donde había estado Vincent y terminó en el espejo. Además tomando aquella ruta perfectamente podría encontrarme la pequeña niña cantante. Que perfectamente podría encontrarse paseando por los pasillos de debajo. Desde luego, la opción de bajar andando era mala mirase por donde la mirase.
Entonces, ¿estando en un gimnasio sin salida cómo diantres puedo bajar abajo? pensé, llevándome instintivamente la mano justo a mi cinturón. ¿La bomba crépitus? Eso sería una buena idea si quisiera atraer a los demonios del internado. Por favor dioses del Valhalla, ¿no pensaréis de verdad que Anastasia Boisson iba a ser tan ilusa y optar por la opción más ridícula y obvia? No esta vez, dioses todopoderosos. No cuando toda tu vida has entrenado para ser una tensái de viento.
Había una opción mejor por lo que guardé el diario de Madeline. Estábamos en los gimnasios y, como todos los gimnasios, necesitaban “airear” el sudor y ventilar. Acercarme a una de las ventanas elevadas que estaban sin cristales era la mejor opción, llegué a ella de un salto y la abrí sin demasiados problemas. Habían reventado todos. ¿Habrá tenido algo que ver con Vince? Espero que ese brujo no la haya vuelto a liar. Si no, no tendría manera de sacarlo de ahí, seguramente.
En cualquier caso, me asomé al tercer piso, agarrándome fuertemente al marco de la misma. Fuera era ya de noche y soplaba una fuerte corriente de viento que meneó mi melena al viento. No me hizo falta ni removerlo, simplemente con dejarme caer ligera como una pluma hasta el piso inferior bastaría. Llegué al piso inferior amortiguando con el viento y me agarré al nuevo marco, donde había entendido en el diario que estaba la oficina del director, aunque tampoco es que la orientación fuese mi punto fuerte, perfectamente podría equivocarme.
Abrir una ventana siempre era sencillo. Había llegado sin romper y sin destrozar nada, y si era cierto que la puerta de entrada normal estaba bloqueada no habría nadie que pudiese entrar por la misma. Por lo que tendría vía libre para la investigación. – Qué buena eres, Anastasia. – me felicité a mí misma. Ahora, tocaba revolver e investigar tratando de hacer el menor ruido posible.
*Off1: Supuse que los gimnasios tiene ventana. ¿Un gimnasio sin ventana? Tendría que oler muy bien. Así que… me aproveché de esto. No me mates, master Wyn, si ves algo mal o no puedo hacer esta opción comunícamelo y reviento el piso >.<
*Off2: Y sorry por el retraso >.< Se me había pasado postear. Ahora iré en modo metralleta.
Anastasia Boisson
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Re: [Misión] María Sangrienta
Su regreso al suelo no podía considerarse el mejor posible, y sinceramente, no había que ser experto en acrobacias para saberlo. Puede que este detalle se notara, porque quizás su movimiento no fue el más grácil visto entre los mortales. A lo mejor era porque había visto gallinas planeando mejor que él. Aunque lo cierto, es que simplemente su golpetazo contra el suelo no se podría considerar como una buena toma de contacto con el terreno. Maldita sea, no podía considerarse buena en absoluto.
El brujo había chocado con mucha fuerza contra el firme, ya que su golpe de viento contra el árbol, al estar en el aire, lo había impulsado con más velocidad que la normal en una caída. Había notado como el aire se le escapaba de los pulmones, e incluso había sentido como se le escurría la empuñadura de su arma de la mano.
No obstante, el golpe no era algo para lo que no estuviera preparado. Sabía cómo iba a acabar después de su ataque mágico final, y por ende, al menos se había predispuesto físicamente para el choque. Endureciendo su músculos todo lo posible. Buscando con ello mitigar lo máximo posible el dolor del impacto.
Desgraciadamente para él, por mucho que se preparara no cambiaba la situación en la que se encontraba. Ni la velocidad con la que se desplazaba. Así que fue inevitable perder el soplo de vida que almacenaba en sus pulmones, y sentirse confundido y a punto de perder su arma predilecta.
Pero por suerte, no sería el mejor acróbata del mundo, mas sí que estaba acostumbrado a recibir golpes. Qué demonios, seguramente ser un mal equilibrista le había hecho ser un gran sufridor. Claro, eso lo explicaría todo…
Pero no. Tampoco era eso. Solamente exageraba. No era el hombre más torpe del mundo, ni mucho menos. Simplemente no llegaba a tener las capacidades para la acrobacia que su compañera Huri si albergaba. Igual que otras personas, que como ella, poseían un gran entrenamiento en tal arte. Eso sin contar, que había situaciones que no se podían resolver, ni siendo la persona más ágil del mundo. Y caer a toda velocidad y desequilibrado de un árbol, era una de ellas.
No. Si estaba acostumbrado al dolor era por su oficio de mercenario. Bueno, y por su faceta increíblemente desarrollada para meterse en problemas. Problemas que para colmo de males, solían tener garras, dientes afilados o espadas en las manos.
En cualquier caso, la tal adquirida costumbre servía para algo. Por lo que, pese a escapársele el aire de los pulmones, fue capaz de aferrar la empuñadura de la espada con su mano, antes de rodar lateralmente por el suelo. Tal movimiento lo ayudaría a mantenerlo a salvo, mientras recuperaba el aliento. Serviría para no ser un blanco fácil para sus enemigos arbóreos, y para al mismo tiempo conservar el arma para enfrentarlos y contraatacar.
Esa era la idea. Sin embargo, después de desplazarse y recuperar el aire, y con él, el tino de la situación; pudo percatarse de que los árboles habían dejado de intentar convertirlo en hombre muerto a base de medicina de madera.
No tardó en darse cuenta del por qué. Su plan había funcionado. Por lo que no pudo evitar dibujar una sonrisa satisfactoria, mientras se acercaba al árbol caído.
De todos modos, pese a la victoria, no debía fiarse, y gastar demasiado espacio de su mente en saborear dicha victoria. Solamente había conseguido un pequeño triunfo parcial, y no sabía que podría depararle la rotura de ese árbol.
La luz azulada que salía de este le decía que debía tomar todas las precauciones posibles, y acercarse hasta él con cuidado. Por ello mantuvo la espada en ristre y lista para contraatacar, aunque… No pudo acercarse más.
Los árboles comenzaron a caer uno tras otro, en un nuevo síntoma que demostraba más claramente que de verdad había vencido a los seres del invernadero. No obstante, cuando uno sepultó el espejo por el cual había llegado hasta ese mundo de pesadilla, bien se dijo que ojalá se hubiera caído a tomar por culo.
Ese maldito árbol había destrozado el portal por el que había llegado, Y aunque no sabía cómo usarlo para regresar, contaba con averiguar como activarlo para ello. Maldita sea. Tendría que encontrar una nueva forma para salir de allí. Y no solo la forma para lograrlo.
- Hay que joderse-, se dijo, mientras se levantaba del suelo, después de haberse tenido que tirar a un lado para que otro de esos árboles no lo sepultara a él.
El espejo enterrado y destrozado bajo el tronco de un árbol era todo un problema, pero si fuera él, el que estuviera en su lugar, sería mucho peor. Había que pensar en positivo. Al menos seguía vivo para continuar adelante.
Esa la idea esperanzadora que se obligó a pensar, antes de encaminarse nuevamente hacia el primer árbol caído. Aquel que retenía al niño, y que había sido la clave para vencer.
Una idea que no tardó en ser trastocada de nuevo. Pues nada más llegar hasta el tronco tirado sobre la fuente, no pudo sino pensar que no era su día. La luz azulada había desaparecido, y en su lugar no había nada. La madera del árbol partida en dos en un ángulo de varios grados sobre la fuente, y el agua de esta desparramándose por la hierba, e internándose al interior de la tierra de ese mundo imaginario.
Pero nada de luz. Y lo peor y grave, nada de niños.
Vincent bufó, y pateó un trozo de corteza que estaba tirada sobre el suelo. Allí posada sobre la tierra, después de romperse tras el impacto contra la fuente. Golpear la madera servía para desahogarse, y gastar un poco de la rabia que le había invadido ante su fracaso. Más, no podía dejarse llevar por ella. Fue por esto, que clavó su espada en la tierra, y se retiró el guante de su mano diestra. Para, con dicha mano, libre del cuero, acariciarse y limpiarse sus parpados. Para masajearse y calmarse.
Todo iba de mal en peor. Pero al menos, ahora había acabado con esos árboles. Eso debía significar algo. Si el niño ya no estaba, ¿es que ya sería libre de algún modo? O solamente era otro engaño ilusorio del mal que le acechaba constantemente.
Sin embargo, eso no tenía sentido. Para que iba a mostrarle el punto débil para vencer a los árboles. Nada de eso tenía sentido, pero no podía quedarse todo el día esperando una respuesta que nunca llegaría quieto. Debía seguir inspeccionando ese mundo, y ya averiguaría qué demonios pasaba. Si tirar ese árbol había funcionado y servía para algo, o si simplemente había sido una pérdida de tiempo y de energías.
En fin. Por lo menos le había creado un puente por encima de la fuente, por lo que había sido del todo inútil su acción. Y como ya tenía camino por el cual proseguir, se colocó el guante nuevamente en su mano, y desclavó la espada para continuar la aventura.
El rubio se subió al tronco, y caminó por este, dando un salto por donde más quebrado estaba, y de este modo conseguir llegar al otro extremo del árbol partido. Una vez hecho esto, bajó por el otro lado hasta alcanzar un nuevo pasillo de aquel maldito internado. Bueno, más bien distinto.
Era el mismo por el cual había llegado al colegio, pero con claras diferencias. Todo era más oscuro, por lo que tuvo que crear otra de sus bolitas mágicas de fuego para iluminar su tránsito. Además, las sombras de movían a su alrededor, deslizándose por las paredes cuando creían que no miraba. Algo parecido a la sombra que le había atacado en la habitación de los niños. Aquella con aspecto de garra, pero en esta ocasión con un estilo que le hacía recordar a las serpientes. Víboras de pura oscuridad. Merodeando.
El brujo se giró rápidamente cuando sintió la magia fluctuar a su espalda, y se preparó para recibir un ataque de una de esas malditas serpientes. Pero en su lugar, una luz azulada, con forma de humano pequeñito, apareció repentinamente ante él.
- Joder-, se dijo, reponiéndose del susto que suponía pensar que lo estaban atacando. - Podrías decir hola primero ¿no? - bufó y meneó la cabeza.
Menuda consideración, ya podría haber aparecido antes y de mejores maneras. Pero por lo menos, ahora sabía que su ataque al árbol había tenido éxito de verdad.
- Bueno. Lo hecho, hecho está. Mi nombre es Vincent, y he venido a rescataros-, Que mal sonaba eso, cuando no sabía ni como rescatarse a sí mismo. - A tus amigos, eh. Y donde están. Por cierto, ¿cómo te llamas? - preguntó curioso, antes de centrarse en el pasillo y avanzar por este nuevamente.
Encontrar a más niños, suponía un problema añadido a los que ya tenía. Descubrir cómo salir de allí, y por donde. Pero en cualquier caso, este nuevo problema, era la razón por la que había ido a ese internado, así que no le cambiaban muchos los planes iniciales. Es más, acabar en un mundo de pesadilla por culpa de un portal en un espejo, los cambiaba muchos más.
- Me llamo Johnny-, contestó el niño, que se puso a seguirle en cuando volvió a andar por el pasillo. - Mis amigos están diseminados por todo el internado. Es su forma de…-, no habló por unos instantes. - Controlar lo que pasa al otro lado. De hacerse más fuerte-, terminó por decir.
La pista del chico, aunque ambigua, era bastante esclarecedora. Pero para llegar y rescatar a esos niños, bien parecía que tendría que revisar bastantes alas de ese edificio.
- Muy bien. No te separes de mí-, comentó protector, encaminándose hacia su próximo destino.
No tenía contacto con Huracán desde que se alejara del espejo. Aquel que ahora era un rompecabezas destrozado contra el suelo. Y no sabía si podría tenerlo nuevamente, no al menos hasta que encontrara un modo de poder comunicarse con ella. Otro espejo seguramente. Cada vez entendía mejor cómo funcionaba ese sitio.
De todos modos, no sería tan fácil como llegar hasta uno. Si es que se podía considerar sencillo encontrar otro espejo. Había un problema grave. Pues aunque hallara un nuevo espejo, Huri debería estar al otro lado en ese momento, y con lo peligroso que era eso del lado del que estaba ella, parecía improbable que se quedara mucho tiempo rondando alguno.
Todo se complicaba en demasía. Y elegir un lugar donde buscar infantes, parecía una labor grandiosa. Tan grandiosa como enorme era ese colegio. Sin embargo, inspeccionar el lugar donde había escuchado un ruido, cuando estaba en las habitaciones del internado real, le parecía un buen sitio por el cual empezar a buscar niños.
Por ello, movió ligeramente el pomo del aula de música, y observó con cuidado su interior. Aquella habitación, que había estado cerrada para Huri y para él, cuando habían llegado al colegio. Parecía una buena opción inspeccionarla, cuando se habían molestado en cerrarla en el mundo real.
- Muy buen Johnny. Me harías un gran favor, si me dices cuántos niños debo rescatar. Eso me ayudaría enormemente, ya lo creo-, musitó a su fantasmagórico compañero. - Por cierto, hay un dicho popular en mi tierra cuando se hunde un barco. Dice así. Las mujeres y los niños primero-, siguió hablando en el mismo tono, mirando al joven, con un rictus totalmente serio. - Seguro que no solo vale para naufragios. Sino también cuando hay que entrar en lugares siniestros, y… Bueno. Aquí solo hay un niño. El aura de un niño. Sí. Pero seguro que tiene que valer-. Fue cambiando el rostro, del serio a uno más divertido según hablaba, y enarcó una ceja sin dejar de mirarlo. - Vamos. Yo sigo de una pieza. Podrías colaborar un poco-, bromeó. - Ahora en serio, quédate cerca. Esto no pinta bien-, suspiró. - Allá vamos-, dijo, más para si mismo que para Johnny, y se adentró en el aula de música.
Menudos comentarios soltaba a veces. Como si algo pintara bien en ese maldito internado.
El brujo había chocado con mucha fuerza contra el firme, ya que su golpe de viento contra el árbol, al estar en el aire, lo había impulsado con más velocidad que la normal en una caída. Había notado como el aire se le escapaba de los pulmones, e incluso había sentido como se le escurría la empuñadura de su arma de la mano.
No obstante, el golpe no era algo para lo que no estuviera preparado. Sabía cómo iba a acabar después de su ataque mágico final, y por ende, al menos se había predispuesto físicamente para el choque. Endureciendo su músculos todo lo posible. Buscando con ello mitigar lo máximo posible el dolor del impacto.
Desgraciadamente para él, por mucho que se preparara no cambiaba la situación en la que se encontraba. Ni la velocidad con la que se desplazaba. Así que fue inevitable perder el soplo de vida que almacenaba en sus pulmones, y sentirse confundido y a punto de perder su arma predilecta.
Pero por suerte, no sería el mejor acróbata del mundo, mas sí que estaba acostumbrado a recibir golpes. Qué demonios, seguramente ser un mal equilibrista le había hecho ser un gran sufridor. Claro, eso lo explicaría todo…
Pero no. Tampoco era eso. Solamente exageraba. No era el hombre más torpe del mundo, ni mucho menos. Simplemente no llegaba a tener las capacidades para la acrobacia que su compañera Huri si albergaba. Igual que otras personas, que como ella, poseían un gran entrenamiento en tal arte. Eso sin contar, que había situaciones que no se podían resolver, ni siendo la persona más ágil del mundo. Y caer a toda velocidad y desequilibrado de un árbol, era una de ellas.
No. Si estaba acostumbrado al dolor era por su oficio de mercenario. Bueno, y por su faceta increíblemente desarrollada para meterse en problemas. Problemas que para colmo de males, solían tener garras, dientes afilados o espadas en las manos.
En cualquier caso, la tal adquirida costumbre servía para algo. Por lo que, pese a escapársele el aire de los pulmones, fue capaz de aferrar la empuñadura de la espada con su mano, antes de rodar lateralmente por el suelo. Tal movimiento lo ayudaría a mantenerlo a salvo, mientras recuperaba el aliento. Serviría para no ser un blanco fácil para sus enemigos arbóreos, y para al mismo tiempo conservar el arma para enfrentarlos y contraatacar.
Esa era la idea. Sin embargo, después de desplazarse y recuperar el aire, y con él, el tino de la situación; pudo percatarse de que los árboles habían dejado de intentar convertirlo en hombre muerto a base de medicina de madera.
No tardó en darse cuenta del por qué. Su plan había funcionado. Por lo que no pudo evitar dibujar una sonrisa satisfactoria, mientras se acercaba al árbol caído.
De todos modos, pese a la victoria, no debía fiarse, y gastar demasiado espacio de su mente en saborear dicha victoria. Solamente había conseguido un pequeño triunfo parcial, y no sabía que podría depararle la rotura de ese árbol.
La luz azulada que salía de este le decía que debía tomar todas las precauciones posibles, y acercarse hasta él con cuidado. Por ello mantuvo la espada en ristre y lista para contraatacar, aunque… No pudo acercarse más.
Los árboles comenzaron a caer uno tras otro, en un nuevo síntoma que demostraba más claramente que de verdad había vencido a los seres del invernadero. No obstante, cuando uno sepultó el espejo por el cual había llegado hasta ese mundo de pesadilla, bien se dijo que ojalá se hubiera caído a tomar por culo.
Ese maldito árbol había destrozado el portal por el que había llegado, Y aunque no sabía cómo usarlo para regresar, contaba con averiguar como activarlo para ello. Maldita sea. Tendría que encontrar una nueva forma para salir de allí. Y no solo la forma para lograrlo.
- Hay que joderse-, se dijo, mientras se levantaba del suelo, después de haberse tenido que tirar a un lado para que otro de esos árboles no lo sepultara a él.
El espejo enterrado y destrozado bajo el tronco de un árbol era todo un problema, pero si fuera él, el que estuviera en su lugar, sería mucho peor. Había que pensar en positivo. Al menos seguía vivo para continuar adelante.
Esa la idea esperanzadora que se obligó a pensar, antes de encaminarse nuevamente hacia el primer árbol caído. Aquel que retenía al niño, y que había sido la clave para vencer.
Una idea que no tardó en ser trastocada de nuevo. Pues nada más llegar hasta el tronco tirado sobre la fuente, no pudo sino pensar que no era su día. La luz azulada había desaparecido, y en su lugar no había nada. La madera del árbol partida en dos en un ángulo de varios grados sobre la fuente, y el agua de esta desparramándose por la hierba, e internándose al interior de la tierra de ese mundo imaginario.
Pero nada de luz. Y lo peor y grave, nada de niños.
Vincent bufó, y pateó un trozo de corteza que estaba tirada sobre el suelo. Allí posada sobre la tierra, después de romperse tras el impacto contra la fuente. Golpear la madera servía para desahogarse, y gastar un poco de la rabia que le había invadido ante su fracaso. Más, no podía dejarse llevar por ella. Fue por esto, que clavó su espada en la tierra, y se retiró el guante de su mano diestra. Para, con dicha mano, libre del cuero, acariciarse y limpiarse sus parpados. Para masajearse y calmarse.
Todo iba de mal en peor. Pero al menos, ahora había acabado con esos árboles. Eso debía significar algo. Si el niño ya no estaba, ¿es que ya sería libre de algún modo? O solamente era otro engaño ilusorio del mal que le acechaba constantemente.
Sin embargo, eso no tenía sentido. Para que iba a mostrarle el punto débil para vencer a los árboles. Nada de eso tenía sentido, pero no podía quedarse todo el día esperando una respuesta que nunca llegaría quieto. Debía seguir inspeccionando ese mundo, y ya averiguaría qué demonios pasaba. Si tirar ese árbol había funcionado y servía para algo, o si simplemente había sido una pérdida de tiempo y de energías.
En fin. Por lo menos le había creado un puente por encima de la fuente, por lo que había sido del todo inútil su acción. Y como ya tenía camino por el cual proseguir, se colocó el guante nuevamente en su mano, y desclavó la espada para continuar la aventura.
El rubio se subió al tronco, y caminó por este, dando un salto por donde más quebrado estaba, y de este modo conseguir llegar al otro extremo del árbol partido. Una vez hecho esto, bajó por el otro lado hasta alcanzar un nuevo pasillo de aquel maldito internado. Bueno, más bien distinto.
Era el mismo por el cual había llegado al colegio, pero con claras diferencias. Todo era más oscuro, por lo que tuvo que crear otra de sus bolitas mágicas de fuego para iluminar su tránsito. Además, las sombras de movían a su alrededor, deslizándose por las paredes cuando creían que no miraba. Algo parecido a la sombra que le había atacado en la habitación de los niños. Aquella con aspecto de garra, pero en esta ocasión con un estilo que le hacía recordar a las serpientes. Víboras de pura oscuridad. Merodeando.
El brujo se giró rápidamente cuando sintió la magia fluctuar a su espalda, y se preparó para recibir un ataque de una de esas malditas serpientes. Pero en su lugar, una luz azulada, con forma de humano pequeñito, apareció repentinamente ante él.
- Joder-, se dijo, reponiéndose del susto que suponía pensar que lo estaban atacando. - Podrías decir hola primero ¿no? - bufó y meneó la cabeza.
Menuda consideración, ya podría haber aparecido antes y de mejores maneras. Pero por lo menos, ahora sabía que su ataque al árbol había tenido éxito de verdad.
- Bueno. Lo hecho, hecho está. Mi nombre es Vincent, y he venido a rescataros-, Que mal sonaba eso, cuando no sabía ni como rescatarse a sí mismo. - A tus amigos, eh. Y donde están. Por cierto, ¿cómo te llamas? - preguntó curioso, antes de centrarse en el pasillo y avanzar por este nuevamente.
Encontrar a más niños, suponía un problema añadido a los que ya tenía. Descubrir cómo salir de allí, y por donde. Pero en cualquier caso, este nuevo problema, era la razón por la que había ido a ese internado, así que no le cambiaban muchos los planes iniciales. Es más, acabar en un mundo de pesadilla por culpa de un portal en un espejo, los cambiaba muchos más.
- Me llamo Johnny-, contestó el niño, que se puso a seguirle en cuando volvió a andar por el pasillo. - Mis amigos están diseminados por todo el internado. Es su forma de…-, no habló por unos instantes. - Controlar lo que pasa al otro lado. De hacerse más fuerte-, terminó por decir.
La pista del chico, aunque ambigua, era bastante esclarecedora. Pero para llegar y rescatar a esos niños, bien parecía que tendría que revisar bastantes alas de ese edificio.
- Muy bien. No te separes de mí-, comentó protector, encaminándose hacia su próximo destino.
No tenía contacto con Huracán desde que se alejara del espejo. Aquel que ahora era un rompecabezas destrozado contra el suelo. Y no sabía si podría tenerlo nuevamente, no al menos hasta que encontrara un modo de poder comunicarse con ella. Otro espejo seguramente. Cada vez entendía mejor cómo funcionaba ese sitio.
De todos modos, no sería tan fácil como llegar hasta uno. Si es que se podía considerar sencillo encontrar otro espejo. Había un problema grave. Pues aunque hallara un nuevo espejo, Huri debería estar al otro lado en ese momento, y con lo peligroso que era eso del lado del que estaba ella, parecía improbable que se quedara mucho tiempo rondando alguno.
Todo se complicaba en demasía. Y elegir un lugar donde buscar infantes, parecía una labor grandiosa. Tan grandiosa como enorme era ese colegio. Sin embargo, inspeccionar el lugar donde había escuchado un ruido, cuando estaba en las habitaciones del internado real, le parecía un buen sitio por el cual empezar a buscar niños.
Por ello, movió ligeramente el pomo del aula de música, y observó con cuidado su interior. Aquella habitación, que había estado cerrada para Huri y para él, cuando habían llegado al colegio. Parecía una buena opción inspeccionarla, cuando se habían molestado en cerrarla en el mundo real.
- Muy buen Johnny. Me harías un gran favor, si me dices cuántos niños debo rescatar. Eso me ayudaría enormemente, ya lo creo-, musitó a su fantasmagórico compañero. - Por cierto, hay un dicho popular en mi tierra cuando se hunde un barco. Dice así. Las mujeres y los niños primero-, siguió hablando en el mismo tono, mirando al joven, con un rictus totalmente serio. - Seguro que no solo vale para naufragios. Sino también cuando hay que entrar en lugares siniestros, y… Bueno. Aquí solo hay un niño. El aura de un niño. Sí. Pero seguro que tiene que valer-. Fue cambiando el rostro, del serio a uno más divertido según hablaba, y enarcó una ceja sin dejar de mirarlo. - Vamos. Yo sigo de una pieza. Podrías colaborar un poco-, bromeó. - Ahora en serio, quédate cerca. Esto no pinta bien-, suspiró. - Allá vamos-, dijo, más para si mismo que para Johnny, y se adentró en el aula de música.
Menudos comentarios soltaba a veces. Como si algo pintara bien en ese maldito internado.
Vincent Calhoun
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Re: [Misión] María Sangrienta
No sé si lo habéis notado, pero a menudo las primeras impresiones son absolutamente equivocadas. Por ejemplo, podríais ser una cazadora de vampiros con un odio profundo hacia esos seres, y aun así plancharos a una vampira sensual en lugar de aniquilarle.
Lamentablemente, en esta ocasión la impresión de Huracán había sido acertada e incluso podría elogiarle por la decisión de no lanzarse de lleno contra la portadora de aquella voz.
¿Adentrarse en el gimnasio? Excelente decisión. Casi consideraba darle una medallita, si no fuese por esa falta de coraje a la hora de hacer kaboom el piso.
¿De qué sirve que os de permiso para hacer vandalismo, si al final de cuentas haréis una puñetera y elegante hazaña?
Sin nada de originalidad, la bruja logró llegar hasta el piso inferior, con toda su integridad intacta. Supongo que esto es lo que podríais clasificar como ‘‘escenas de relleno’’, así que no os sintáis mal si omitís esta parte del relato.
Ciertamente se había mantenido sana y salva hasta ese momento; pero tal vez eso estaba a punto de cambiar.
Una puerta de madera se alzaría frente a la cazadora, en cuya parte superior se podría vislumbrar una pequeña placa de metal con la palabra ‘‘DIRECTOR’’ grabada de manera descuidada.
Es aquí donde os invito a poner el soundtrack que más os guste, pues ha llegado el momento que habéis estado esperando.
-Un, dos, tres… -la voz que había intentado evitar le sorprendería al entrar en aquella concurrida oficina- te encontré.
La desgastada silla de cuero del mandamás de aquel internado se giraría de manera tétrica, mostrando la silueta de la pequeña que, hasta esa mañana, había intentado huir de aquel funesto internado.
Sus ojos habían adoptado un tono rojizo y la piel se le había oscurecido varios tonos, mostrándose como si fuese una especie de criatura demoniaca, quien no dudó en soltar una pequeña risa distorsionada.
-Usar tanta magia puede ser algo cansado -volvió a entonar la canción-, por eso la bruja aturdida se ve…
Huracán apenas tendría tiempo de esquivar el ataque de una armadura, que se movía por una especie de aura negruzca que emanaba del cuerpo de Madeline.
Un espadazo por aquí, otro por allá...
El combate a corta distancia tal vez no era la especialidad de la cazadora, pero ahora tendría que idear un plan que la ayudase a salir de ahí, pues su enemigo sería capaz de emular todos y cada uno de sus ataques, cual si fuese una especie de reflejo…
Quizá debería replantearse la idea de las habilidades mágicas… ¿quién sabe? Podría terminar condenando a su compañero en el otro lado.
El tiempo se acababa, esa noche sería el momento en que su maldición quedase sellada con las almas de los niños y los trabajadores del que en algún momento fue su hogar, así que no podría permitirse jugar más con aquel ser extraño que la había desafiado.
El valiente brujo se encontraba cansado, ¿quién podría culparlo? Había estado todo el día intentando averiguar lo que sucedía en aquel sitio, y todos los tiros parecían habérsele salido por la culata. Por supuesto, este no era el momento para darse por vencido.
Johnny le encomendó la tarea de encontrar a sus amigos. Tarea que solo venía a poner más peso sobre los hombros de Vincent, pero que, sin lugar a duda, llevaría a cabo sin rechistar…al menos sin rechistar demasiado.
-Ocho… -contó mentalmente las almas de sus amigos que aún no habían sido devoradas-. A no ser que también atrapase a Madeline…
Ciertamente, Johnny no había sabido nada de su compañera en un buen rato. Ella siempre se había mantenido alejada de lo que sucedía y fue lo bastante perspicaz como para ocultarse del demonio Mary.
El aula de música sería el sitio elegido por el brujo para comenzar su búsqueda, pero ella no le permitiría avanzar más.
- ¡Cuidado! -Johnny alertaría al brujo, justo antes de que otro de esos vapores de tinieblas le cortase la cabeza-. ¡Señor! ¿Se encuentra bien? -Miró el cuadro que yacía sobre la chimenea, aquel en el que Huracán había encontrado la pintura de la mujer-. ¡Ahí están! ¡Son ellos!
Los espíritus de los niños se encontraban encerrados dentro de una especie de jaula, sellada por ese cuadro.
Desde su posición en dicha dimensión, Vincent sería capaz de vislumbrar la silueta de su compañera, luchando con una extraña armadura; no obstante, por mucho que lo intentase, ella sería incapaz de escucharlo.
-Aún estás a tiempo, Vincent Calhoun -habló la portadora de aquella maldición-. Puedes unirte a mí y todo lo que has deseado se hará realidad -intentó usar aquel mismo tono de manipulación que casi le hizo caer una vez-. Solo tienes que entregarme al niño.
La voluntad del brujo era mucho más fuerte, lo había demostrado en más de una ocasión, por lo que la mujer no tardaría en perder los estribos, manifestándose frente a él con una mirada desafiante.
Todo el escenario se vería rodeado por un extraño fuego negro, del cual podrían escucharse los lamentos de las almas que la mujer había devorado.
Intentar escapar sería en vano, las llamas no podían ser contenidas ni absorbidas de ninguna forma. El fuego solo las avivaría y la única manera de acabar con todo eso sería matando a la causante de dichos infortunios.
Con una rapidez inimaginable la mujer se plantaría frente al caballero, plantándole una bofetada que fácilmente le lanzó por los aires, mostrándole la magnitud de las habilidades que poseía.
Ella, al igual que la armadura, era capaz de emular todas las habilidades y movimientos de sus oponentes, así que Vincent tendría que pensar muy bien en sus movimientos si es que deseaba acabar con el problema de una vez por todas.
Lamentablemente, en esta ocasión la impresión de Huracán había sido acertada e incluso podría elogiarle por la decisión de no lanzarse de lleno contra la portadora de aquella voz.
¿Adentrarse en el gimnasio? Excelente decisión. Casi consideraba darle una medallita, si no fuese por esa falta de coraje a la hora de hacer kaboom el piso.
¿De qué sirve que os de permiso para hacer vandalismo, si al final de cuentas haréis una puñetera y elegante hazaña?
Sin nada de originalidad, la bruja logró llegar hasta el piso inferior, con toda su integridad intacta. Supongo que esto es lo que podríais clasificar como ‘‘escenas de relleno’’, así que no os sintáis mal si omitís esta parte del relato.
Ciertamente se había mantenido sana y salva hasta ese momento; pero tal vez eso estaba a punto de cambiar.
Una puerta de madera se alzaría frente a la cazadora, en cuya parte superior se podría vislumbrar una pequeña placa de metal con la palabra ‘‘DIRECTOR’’ grabada de manera descuidada.
Es aquí donde os invito a poner el soundtrack que más os guste, pues ha llegado el momento que habéis estado esperando.
-Un, dos, tres… -la voz que había intentado evitar le sorprendería al entrar en aquella concurrida oficina- te encontré.
La desgastada silla de cuero del mandamás de aquel internado se giraría de manera tétrica, mostrando la silueta de la pequeña que, hasta esa mañana, había intentado huir de aquel funesto internado.
Sus ojos habían adoptado un tono rojizo y la piel se le había oscurecido varios tonos, mostrándose como si fuese una especie de criatura demoniaca, quien no dudó en soltar una pequeña risa distorsionada.
-Usar tanta magia puede ser algo cansado -volvió a entonar la canción-, por eso la bruja aturdida se ve…
Huracán apenas tendría tiempo de esquivar el ataque de una armadura, que se movía por una especie de aura negruzca que emanaba del cuerpo de Madeline.
Un espadazo por aquí, otro por allá...
El combate a corta distancia tal vez no era la especialidad de la cazadora, pero ahora tendría que idear un plan que la ayudase a salir de ahí, pues su enemigo sería capaz de emular todos y cada uno de sus ataques, cual si fuese una especie de reflejo…
Quizá debería replantearse la idea de las habilidades mágicas… ¿quién sabe? Podría terminar condenando a su compañero en el otro lado.
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El tiempo se acababa, esa noche sería el momento en que su maldición quedase sellada con las almas de los niños y los trabajadores del que en algún momento fue su hogar, así que no podría permitirse jugar más con aquel ser extraño que la había desafiado.
El valiente brujo se encontraba cansado, ¿quién podría culparlo? Había estado todo el día intentando averiguar lo que sucedía en aquel sitio, y todos los tiros parecían habérsele salido por la culata. Por supuesto, este no era el momento para darse por vencido.
Johnny le encomendó la tarea de encontrar a sus amigos. Tarea que solo venía a poner más peso sobre los hombros de Vincent, pero que, sin lugar a duda, llevaría a cabo sin rechistar…al menos sin rechistar demasiado.
-Ocho… -contó mentalmente las almas de sus amigos que aún no habían sido devoradas-. A no ser que también atrapase a Madeline…
Ciertamente, Johnny no había sabido nada de su compañera en un buen rato. Ella siempre se había mantenido alejada de lo que sucedía y fue lo bastante perspicaz como para ocultarse del demonio Mary.
El aula de música sería el sitio elegido por el brujo para comenzar su búsqueda, pero ella no le permitiría avanzar más.
- ¡Cuidado! -Johnny alertaría al brujo, justo antes de que otro de esos vapores de tinieblas le cortase la cabeza-. ¡Señor! ¿Se encuentra bien? -Miró el cuadro que yacía sobre la chimenea, aquel en el que Huracán había encontrado la pintura de la mujer-. ¡Ahí están! ¡Son ellos!
Los espíritus de los niños se encontraban encerrados dentro de una especie de jaula, sellada por ese cuadro.
Desde su posición en dicha dimensión, Vincent sería capaz de vislumbrar la silueta de su compañera, luchando con una extraña armadura; no obstante, por mucho que lo intentase, ella sería incapaz de escucharlo.
-Aún estás a tiempo, Vincent Calhoun -habló la portadora de aquella maldición-. Puedes unirte a mí y todo lo que has deseado se hará realidad -intentó usar aquel mismo tono de manipulación que casi le hizo caer una vez-. Solo tienes que entregarme al niño.
La voluntad del brujo era mucho más fuerte, lo había demostrado en más de una ocasión, por lo que la mujer no tardaría en perder los estribos, manifestándose frente a él con una mirada desafiante.
Todo el escenario se vería rodeado por un extraño fuego negro, del cual podrían escucharse los lamentos de las almas que la mujer había devorado.
Intentar escapar sería en vano, las llamas no podían ser contenidas ni absorbidas de ninguna forma. El fuego solo las avivaría y la única manera de acabar con todo eso sería matando a la causante de dichos infortunios.
Con una rapidez inimaginable la mujer se plantaría frente al caballero, plantándole una bofetada que fácilmente le lanzó por los aires, mostrándole la magnitud de las habilidades que poseía.
Ella, al igual que la armadura, era capaz de emular todas las habilidades y movimientos de sus oponentes, así que Vincent tendría que pensar muy bien en sus movimientos si es que deseaba acabar con el problema de una vez por todas.
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Huracán: Tu aburrida forma de llegar hasta la oficina ha dado frutos. Ahora me gustaría ver cómo te enfrentas a alguien que te iguala, no solo en poder, sino también en habilidades. Deberás lanzar una runa que determinará una serie de factores. No obstante, tu misión seguirá siendo la misma: acabar con el objeto inanimado que busca machacarte. ¿Alguna vez has soñado con pelear contra ti misma? Bueno, tal vez esto te enseñe lo chocantes que son tus habilidades. Eres libre de defenderte, atacar, destrozar, etc…cuanto consideres necesario, solo no olvides que eso podría costarle una bonita maldición a tu compañero y a ti misma.
Vincent Calhoun: ¡Aleluya! ¡Diste con el blanco! Si no fuese porque elegiste correctamente, esto se habría alargado un par de post más. Te has encontrado de cara con la causante de tanto desastre y ahora tienes la brillante misión de deshacerte de ella. También deberás lanzar una runa que determinará tu suerte. ¿Quieres un consejo? No dejes que ella le eche mano a Johnny, pues las cosas podrían terminar muy mal.
Ambos: Como manejéis la situación me es indiferente. Yo os entrego los materiales, vosotros sabréis cómo construiréis la casa.
Última edición por Wyn el Dom Sep 24 2017, 06:07, editado 1 vez
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Re: [Misión] María Sangrienta
Tras llegar a la ventana sólo tuve que andar recto por un pequeño pasillo, con la ballesta pesada siempre apuntando al suelo y preparada para disparar a cualquier parte. Todo estaba demasiado tranquilo, escuchándose sólo los tacones de mis botas al pisar en la roída madera. Si algo había aprendido en mis viajes era que una parsimonia, el absoluto silencio, sólo era el mero reflejo de que algo, por lo general malo, iba a suceder.
Pude leer la palabra director en el letrero de la única puerta que permanecía abierta. Esbocé una leve sonrisa, ¡por fin había llegado al despacho, donde el diario de Madeline me había asegurado debía llegar. Tan sólo habían pasado unos minutos desde que salí del gimnasio, pero sentí como si hubieran pasado meses. Daba igual, ya estaba allí. Ahora tenía que acabar con el malo de la historia, rescatar a Vince y cerrar el contrato de una vez por todas.
La voz de una joven se dirigía a mí, desde detrás de un escritorio y una silla en la que se sentaba de espaldas. Sin decir nada, apunté a la misma. Debo admitir que sentí ganas de apretar el gatillo conforme se giraba y chirriaba aquel viejo sillón. ¡Por los dioses! Me respigué y todo del mal augurio que transmitía. Aún así, me mantuve tensa y firme, manteniendo el centro del reposadero en la mira.
¡Madeline estaba allí! En un aspecto de vil demonio. ¿Acaso ella era el mal y el origen de todo aquello? Quizás algo la hubiera poseído y si acababa con ella, muriera. ¡A la mierda! ¿Qué más daba? Estaba mal matar niños, pero mi prioridad era sacar a Vincent con vida y acabar con el mal de la ciudad. La niña no era más que una víctima colateral. A saber si la podíamos rescatar.
Pero yo toda siempre odié los demonios. Las historias horribles que Lázarus me contaba sobre ellos. Era un mundo que escapaba de mi entendimiento, Elen tenía más trato con ellos con los dichosos jinetes oscuros, que eran algo parecido, pero yo no. Aquello no era una raza conocida. No era algo a lo que me hubiera enfrentado antes. Odiaba la incertidumbre. Y todas mis conclusiones me llevaban directamente a la siguiente pregunta: ¿Cómo diablos se mataba a “eso”?
Haciendo honor a mi habitual sequedad no contesté a sus vaciles. Estaba asustada. Tanto que me “dormí” al no detectar como una armadura se aproximaba por mi lateral. Error imperdonable. - ¡Eh! - Valiéndome del viento salté a un lado para esquivar a duras penas el ataque con unos reflejos felinos. ¡Diantres! Era una armadura de cuero. Parecida a la mía.
Le disparé con la ballesta y ella replicó exactamente mi movimiento. Sólo que su flecha no era física, sino de humo. Hice una voltereta lateral para esquivarla. – Otra a la que le gusta el dichoso humito. – rechisté con fastidio, recordando a Belladonna, al caer con una pierna estirada y la otra flexionada. A mí también me gustaba el humo e incluso a veces lo utilizaba en mis combates.
La criatura me había retado a liberar mi poder mágico. No me acercaba en ello a Elen, ni siquiera a Vincent, pero tenía mis recursos para salir del paso, y uno de ellos eran las corrientes de viento. - ¡Ash balla ná! – conjuré lanzando una potente onda de mis manos para tratar de desequilibrar a mi oponente, pero la armadura hizo un ataque análogo y nos lanzamos mutuamente contra las paredes opuestas, el golpe fue muy fuerte y rodé varias veces dolorida de la espalda, levantándome llevándome con piernas y una mano y llevándome la mano al lumbago. La niña demonio reía.
-Te veo un poco cansada, Huracán. – Aquel clon mío se mantenía a su espalda. La miré de lado, aún desde el suelo.
-Sólo… ¡Ah! - sentí como me crujía algo la espalda. - Sólo estoy calentando. – respondí con esfuerzo volviendo a erguirme sintiendo un considerable dolor por el golpe.
-Tu amigo está con “ella”. – desveló. – Va a morir, igual que tú. – aquella voz oscura no era propia de una niña, sino de algo mucho peor. - Nunca debiste aceptar este contrato. Todo lo que sucede aquí escapa de tu entendimiento, de tus posibilidades, maestra cazadora. Te acabarás volviendo loca, como se volvió tu madre. – tras decir esto, la sombra tomó una granada cegadora y la impactó a escasos centímetros de mi cara.
-¡Ah! – chillé tapándome los ojos con la mano como pude, los salvé por poco. Luego sentí como salía volando de nuevo por los aires, atravesando la ventana y dando a la terraza del despacho del director. Me habría caído al piso de no ser por esas columnas de mármol, ¡De mármol! Justo lo que necesitaban mis huesos. ¿Debería darles las gracias a los dioses?
-¿Qué te pasa? ¿No puedes vencerte a ti misma, bruja? – preguntó con altanería el demonio, mientras la armadura continuaba dirigiéndose a mí, pretendía rematarme.
¿A mí misma? Una luz de iluminación se encendió en mí entonces. Era cierto. Aquella armadura reunía mis patrones de ataque. Pero... ¿y qué? La armadura era un ser incorpóreo que protegía a la pequeña, era con ella con quien debía acabar. Era cruel acabar con una niña, pero la supervivencia primaba por encima de todas las cosas. La pequeña ya estaba perdida y tenía que llegar hasta ella. Pero iba a ser difícil, la armadura la protegía.
En un último hálito de fé, me levanté en la terraza y corrí hacia la armadura. Me iba a disparar con la ballesta, ¿disparaba igual que yo? Entonces tendría un cierto deje a disparar hacia la izquierda, por lo que haciendo uso del viento, me dejé deslizar sobre el piso y, deslizándome por el suelo, evité el empalamiento.
En el deslizamiento pasé justo al lado de la armadura, pero la ignoré. Tomé la granada Grey Mortem de mi cinturón, quité el seguro a la misma, llegué hasta la niña diabólica, que estaba justo detrás de su centinela y le introduje la esfera en el bolso de la chaqueta. A continuación me levanté a su espada y conjuré el hechizo de viento predilecto. - ¡Ash balla ná! – grité con toda mi fuerza.
Agoté todo el maná que me quedaba en aquel último y agónico grito. No me quedaban muchos más recursos, ni fuerzas. Estaba jadeante, exhausta. No sabía si los demonios morían a base de bombazos, pero por el peso, la pequeña salió volando por la ventana que había abierto por mi cuerpo. Y lo mejor, llevaba una granada en el bolsillo.
Si todo iba bien, todo terminaría con unos bonitos fuegos artificiales en el cielo, el internado intacto y, la armadura, tal vez desaparecería una vez la pequeña fuera hecha pedazos. Para variar, tan sólo necesitaba un poco de ayuda de los dioses.
*Off: Utilizo la habilidad de nivel 1: Medio natural, para poder hacer todos esos quiebros hollywoodienses que tanto me gustan, Master Wyn T_T
Y utilizo la habilidad de nivel 3: Bombardera - - Gray Mortem (cabeza de gárgola): Estas nuevas granadas tienen forma de cabeza de gárgola de piedra. Su explosión es ocho veces mayor que las crépitus. Las gray mortem son unas demoledoras natas. Si lanzas una de éstas a una pared, ésta quedará reducida a cenizas. Si eso hace con una pared, imagina con un vampiro. (Recompensa evento)
Pude leer la palabra director en el letrero de la única puerta que permanecía abierta. Esbocé una leve sonrisa, ¡por fin había llegado al despacho, donde el diario de Madeline me había asegurado debía llegar. Tan sólo habían pasado unos minutos desde que salí del gimnasio, pero sentí como si hubieran pasado meses. Daba igual, ya estaba allí. Ahora tenía que acabar con el malo de la historia, rescatar a Vince y cerrar el contrato de una vez por todas.
La voz de una joven se dirigía a mí, desde detrás de un escritorio y una silla en la que se sentaba de espaldas. Sin decir nada, apunté a la misma. Debo admitir que sentí ganas de apretar el gatillo conforme se giraba y chirriaba aquel viejo sillón. ¡Por los dioses! Me respigué y todo del mal augurio que transmitía. Aún así, me mantuve tensa y firme, manteniendo el centro del reposadero en la mira.
¡Madeline estaba allí! En un aspecto de vil demonio. ¿Acaso ella era el mal y el origen de todo aquello? Quizás algo la hubiera poseído y si acababa con ella, muriera. ¡A la mierda! ¿Qué más daba? Estaba mal matar niños, pero mi prioridad era sacar a Vincent con vida y acabar con el mal de la ciudad. La niña no era más que una víctima colateral. A saber si la podíamos rescatar.
Pero yo toda siempre odié los demonios. Las historias horribles que Lázarus me contaba sobre ellos. Era un mundo que escapaba de mi entendimiento, Elen tenía más trato con ellos con los dichosos jinetes oscuros, que eran algo parecido, pero yo no. Aquello no era una raza conocida. No era algo a lo que me hubiera enfrentado antes. Odiaba la incertidumbre. Y todas mis conclusiones me llevaban directamente a la siguiente pregunta: ¿Cómo diablos se mataba a “eso”?
Haciendo honor a mi habitual sequedad no contesté a sus vaciles. Estaba asustada. Tanto que me “dormí” al no detectar como una armadura se aproximaba por mi lateral. Error imperdonable. - ¡Eh! - Valiéndome del viento salté a un lado para esquivar a duras penas el ataque con unos reflejos felinos. ¡Diantres! Era una armadura de cuero. Parecida a la mía.
Le disparé con la ballesta y ella replicó exactamente mi movimiento. Sólo que su flecha no era física, sino de humo. Hice una voltereta lateral para esquivarla. – Otra a la que le gusta el dichoso humito. – rechisté con fastidio, recordando a Belladonna, al caer con una pierna estirada y la otra flexionada. A mí también me gustaba el humo e incluso a veces lo utilizaba en mis combates.
La criatura me había retado a liberar mi poder mágico. No me acercaba en ello a Elen, ni siquiera a Vincent, pero tenía mis recursos para salir del paso, y uno de ellos eran las corrientes de viento. - ¡Ash balla ná! – conjuré lanzando una potente onda de mis manos para tratar de desequilibrar a mi oponente, pero la armadura hizo un ataque análogo y nos lanzamos mutuamente contra las paredes opuestas, el golpe fue muy fuerte y rodé varias veces dolorida de la espalda, levantándome llevándome con piernas y una mano y llevándome la mano al lumbago. La niña demonio reía.
-Te veo un poco cansada, Huracán. – Aquel clon mío se mantenía a su espalda. La miré de lado, aún desde el suelo.
-Sólo… ¡Ah! - sentí como me crujía algo la espalda. - Sólo estoy calentando. – respondí con esfuerzo volviendo a erguirme sintiendo un considerable dolor por el golpe.
-Tu amigo está con “ella”. – desveló. – Va a morir, igual que tú. – aquella voz oscura no era propia de una niña, sino de algo mucho peor. - Nunca debiste aceptar este contrato. Todo lo que sucede aquí escapa de tu entendimiento, de tus posibilidades, maestra cazadora. Te acabarás volviendo loca, como se volvió tu madre. – tras decir esto, la sombra tomó una granada cegadora y la impactó a escasos centímetros de mi cara.
-¡Ah! – chillé tapándome los ojos con la mano como pude, los salvé por poco. Luego sentí como salía volando de nuevo por los aires, atravesando la ventana y dando a la terraza del despacho del director. Me habría caído al piso de no ser por esas columnas de mármol, ¡De mármol! Justo lo que necesitaban mis huesos. ¿Debería darles las gracias a los dioses?
-¿Qué te pasa? ¿No puedes vencerte a ti misma, bruja? – preguntó con altanería el demonio, mientras la armadura continuaba dirigiéndose a mí, pretendía rematarme.
¿A mí misma? Una luz de iluminación se encendió en mí entonces. Era cierto. Aquella armadura reunía mis patrones de ataque. Pero... ¿y qué? La armadura era un ser incorpóreo que protegía a la pequeña, era con ella con quien debía acabar. Era cruel acabar con una niña, pero la supervivencia primaba por encima de todas las cosas. La pequeña ya estaba perdida y tenía que llegar hasta ella. Pero iba a ser difícil, la armadura la protegía.
En un último hálito de fé, me levanté en la terraza y corrí hacia la armadura. Me iba a disparar con la ballesta, ¿disparaba igual que yo? Entonces tendría un cierto deje a disparar hacia la izquierda, por lo que haciendo uso del viento, me dejé deslizar sobre el piso y, deslizándome por el suelo, evité el empalamiento.
En el deslizamiento pasé justo al lado de la armadura, pero la ignoré. Tomé la granada Grey Mortem de mi cinturón, quité el seguro a la misma, llegué hasta la niña diabólica, que estaba justo detrás de su centinela y le introduje la esfera en el bolso de la chaqueta. A continuación me levanté a su espada y conjuré el hechizo de viento predilecto. - ¡Ash balla ná! – grité con toda mi fuerza.
Agoté todo el maná que me quedaba en aquel último y agónico grito. No me quedaban muchos más recursos, ni fuerzas. Estaba jadeante, exhausta. No sabía si los demonios morían a base de bombazos, pero por el peso, la pequeña salió volando por la ventana que había abierto por mi cuerpo. Y lo mejor, llevaba una granada en el bolsillo.
Si todo iba bien, todo terminaría con unos bonitos fuegos artificiales en el cielo, el internado intacto y, la armadura, tal vez desaparecería una vez la pequeña fuera hecha pedazos. Para variar, tan sólo necesitaba un poco de ayuda de los dioses.
*Off: Utilizo la habilidad de nivel 1: Medio natural, para poder hacer todos esos quiebros hollywoodienses que tanto me gustan, Master Wyn T_T
Y utilizo la habilidad de nivel 3: Bombardera - - Gray Mortem (cabeza de gárgola): Estas nuevas granadas tienen forma de cabeza de gárgola de piedra. Su explosión es ocho veces mayor que las crépitus. Las gray mortem son unas demoledoras natas. Si lanzas una de éstas a una pared, ésta quedará reducida a cenizas. Si eso hace con una pared, imagina con un vampiro. (Recompensa evento)
Anastasia Boisson
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Re: [Misión] María Sangrienta
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Re: [Misión] María Sangrienta
A esas alturas era clara la motivación que lo había incentivado para entrar en ese internado. Para cualquiera debía serlo.
Por supuesto que los habían contratado para cumplir una misión, pero no había que ser muy inteligente para saber que ese trabajo nunca lo iba a cobrar.
Vamos. Seamos sensatos. Una niña a la carrera no es precisamente el contratista que toda persona sueña. Era evidente que no podía esperar una fortuna en manos de la alumna del internado, y que la chiquilla no tenía la solvencia económica para permitirse un mercenario. Menos aún dos.
No. Estaba claro que no.
Sus pasos se habían dirigido hacia el colegio de la colina cercana a Baslodia, por una sencilla razón. Averiguar qué demonios pasaba en ese lugar, para llegar a provocar un miedo tan profundo en una niña.
Claro. Por supuesto los niños se asustan con facilidad. Más que lleguen a consolidar un terror tan intenso y soterrado en el interior de sus inocentes mentes, no era tampoco muy normal.
A partir de ahí la historia es bien sabida. Una cadena de fatalidades que le estaban complicando la vida más de lo imaginable. ¿Cómo iba a salir de ese mundo mágico? Buena pregunta. Aunque tenía la certeza de que sería encontrando a la artífice de todo aquel oscuro horror.
Una idea un poco simple. Pero hasta que no averiguara más, no tenía muchas más pistas para poder pensar en un plan más elaborado.
No obstante, como ya se mencionó antes, la motivación para estar en aquel siniestro edificio era clara. Y si el dinero no era lo que lo había apremiado a entrar… Pues no podía ser otra cosa que el altruismo que en tantas ocasiones lo ponía en peligro.
Una forma de vida arriesgada. Pero la forma de vida que había elegido.
Así que no podía salir de allí sin más, como si solo esta parte fuera sencilla. No, él no podía irse con las manos vacías. No era su estilo. Y evidentemente no era el frío metal del oro lo que necesitaba hallar, sino el resto de espíritus que estaban atrapados en ese mundo de pesadilla, igual que él.
Por lo menos ahora tenía un socio, que aparte de asustarle con sus impresionantes dotes para la sorpresa, tenía más información sobre los sucesos del internado. No hace falta mencionar, que tal como estaba la situación, cualquier dato era bien recibido. Y saber a cuantas personas tenía que rescatar, era toda una bendición.
- Madeline-, musitó, recordando la niña asustada junto a la taberna. - Ocho o nueve es una cantidad bastante elevada para un solo hombre-, se sinceró en voz baja, reconociendo lo complicado que era rescatar a tantas personas sin ayuda. - Pero te contaré un secreto, Johnny. En este mundo mágico no hay mucho en lo que entretenerse. Me aburro, y no tengo nada mejor que hacer. Salvaré a tus amigos, pero sólo por eso, eh-, comentó con cierto aire socarrón, y le guiñó un ojo.
Bueno, bueno. Las circunstancias no parecían estar muy dadas al humor… salvo si te llamaras Vincent Calhoun. Entonces era del todo normal. Un poco de ironía serviría para encubrir su verdadera naturaleza bondadosa, y lo más importante, aligerar tensión. Y más le valía hacerlo, porque seguro que era malo para la salud rescatar a una decena de personas con los músculos tensionados.
Bromas aparte. Relajarse nunca le venía mal, tanto a él como a sus compañeros. Aunque en este caso concreto, no sabría decir si un espíritu podía… ¿tensionarse? No había músculos… En fin, daba igual. Eso carecía de importancia, y seguro que el alma del chico agradecía distraerse un poco, y no agradecía tanto tener a un pirado por rescatador.
Que se le iba a hacer. Al pobre Johnny le había tocado peor fortuna que al brujo.
- Sí, seguro que piensas que luchar contra montón de monstruos ya es una ardua labor. Pero es el pan mío de cada día-, dijo en tono bajo, quitándole hierro al asunto como si tal cosa. Después giró el pomo de la puerta y la empujó hacia dentro despacio. - Así que voy a ayudarte a salvar a tus amigos-, comentó, en un tono aún más bajo que antes. - Ve detrás de mí, y no te separes.
El brujo intentó usar el sigilo para acceder a la clase de música, más no fue una buena idea. Por lo general lo era. Una aproximación cauta siempre solía mejor opción que entrar como un elefante en una cacharrería, y dejar la fuerza bruta para el momento más propicio.
El factor sorpresa era toda una virtud. Golpear en el momento precioso, era más poderoso que el ataque más potente en cualquier otro instante. Una verdad absoluta.
Pero en ese maldito internado usar el sigilo se volvía el mayor de los retos. ¿Cómo intentar pasar desapercibido en un colegio donde hasta las paredes tenían ojos?
- Uh, eso ha ido de un pelo. Para que luego digan que los niños no valen para la guerra-, bromeó. - Gracias muchacho, te debo una-, se sinceró. Antes de observar hacia donde miraba Johnny mientras el chico hablaba. - Ajá. Mucho mejor. Esto me ahorrará caminar demasiado. Debo cuidar las rodillas-, volvió a bromear, de esa forma tan característica en él, que bien parecía que decía las cosas en serio. - Y bueno, evitar pasar por más puertas con sombras que intentan matarme, es para celebrarlo.
Eso último no podía ser más verdad. Andar por ese internado era un peligro constante, sobre todo desde que había caído en esa vertiente mágica, aún más amenazadora y siniestra que el colegio real.
- Cuento ocho-, comentó, fijándose en que faltaba Madeline.
¿Habría conseguido salvarse, o estaría en otra parte? Maldita sea, eso complicaba todo. No bastaría con rescatar a los infantes de la clase de música y buscar una manera de escapar. Tocaría seguir investigando.
- Calmaos-, se dirigió hacia los infantes atrapados tras el cuadro. - Os sacaré de ahí.
Sin embargo, al acercarse pudo observar como una silueta femenina salía de la zona de sombras del cuarto. Una bella fémina de gran porte, tez nívea, y una hermosa melena azabache remarcando su figura.
Esa voz volvió a resonar en su cabeza. ¡Esa voz! Aquella que le había hablado e intentado engañar en vano, y que luego lo había conseguido adoptando el timbre y tono exacto de Níniel. Una copia perfecta de la voz de su amada elfa, que con toda seguridad había encontrado escarbando en su mente.
Pero ese truco ya lo había sufrido, y estaba mejor preparado para soportarlo. Contando además, que lo ayudaba a concentrarse el poder verla delante. Las palabras de la mujer seguían teniendo cierta atracción, pero en este momento, sus intentos de controlarle ya eran fútiles.
- Suena bien-, disimuló. - Hay muchas cosas que deseo-, avanzó un paso hasta ella, con el semblante de sufrimiento que había tenido la primera vez que había padecido la tortura de escucharla.
Cuando por fin estuvo a cierta distancia, la ideal para atacar, intentó herirla con una tajo de su espada de fuego. Más la mujer consiguió evitarlo.
- ¿Es así como me lo pagas? - comentó furiosa. - Te doy la oportunidad de que te unas a mí, algo al alcance de muy pocos, ¿y lo rechazas? - dijo, cada vez más enfadada, apretando los puños con fuerza.
- Deseo muchas cosas miladi. Un potro rosa para mi hija, o un exquisito dulce, no estaría nada mal. Pero ahora mismo sólo ardo en deseos de atravesaros con esta espada-, balanceó el acero imbuido en fuego para darle énfasis a sus palabras. - Lo único que uniré a ti, será mi acero-, proclamó, y se movió hacia la mujer.
La dama conjuró unas llamas negras como la noche, que rodearon todo el cuarto. No tardó en comprender que era un fuego imposible de manipular por él. Como tampoco tardó en comprender la gran agilidad y velocidad que poseía su enemiga. Un contraataque de esta bastó para lanzarlo al suelo y demostrar que no sería un combate fácil.
- ¿Aún estoy a tiempo de unirme a ti? -, dijo, haciéndose de rogar, para cambiar el semblante preocupado, por una sonrisa mientras se levantaba. - Vamos, estoy seguro de que puedes hacerlo mucho mejor-, la picó.
Por respuesta obtuvo un ataque mágico muy reconocible, que desvió a un lado con una ráfaga de viento como defensa. El proyectil se estrelló en una de las paredes del aula, estallando con una potente llamarada de fuego oscuro.
Era impactante ver, que el ataque que tanto tiempo le llevó aprender, podía ser utilizado en un instante por su rival. Le había impresionando ver el ojo de lobo, en una forma de total negrura, en contraste a sus proyectiles de fuego natural, dirigirse hacia él. Pero no tanto como para acabar convertido en llamas.
- Veo que eres toda una caja de sorpresas-, dijo, caminado de lado y girando alrededor de la mujer que reía en ese momento. Buscando una fisura en la defensa de la dama oscura, pero al mismo tiempo colocándose en medio de Johnny y ella. - Una auténtica sorpresa. Te felicito-, medio sonrió.
Su enemiga se había mostrado muy dispuesta a recuperar a Johnny. Pues, si se fijan bien, la mujer a la que se enfrentaba, había supeditado su unión con él, en base a darle al chico. Su alianza debía ser consolidada con una confianza ganada entregándole al niño. Por ello, era fácil entender que deseaba al joven Johnny. Por unos siniestros propósitos que los dioses sabrían cuales serían, pero que evidenciaba que tenía que hacer todo lo contrario a lo que ella había pedido.
Si la mujer lo quería, debía alejarlo de ella.
Vinc aprovechó ese momento de respiro, para crear varias bolas de fuego nacidas de la llama de su espada, y las fue manteniendo en el aire, por toda la clase, iluminando la estancia con su luz.
Cuarta norma: La luz la debilita.
No era un ataque directo hacia ella, pero bien que la hacía sufrir. Se notaba en su expresión. Se notaba el odio en su mirada, por traer luz donde ella deseaba oscuridad.
Nada más terminar de crear luces de fuego flotantes, inició una carga contra la mujer. Para sorpresa de esta. Una sorpresa que duró poco tiempo. El tiempo justo para pasar del asombro a la risa.
- Esperaba algo mejor-, siguió riendo.
Vinc no se amilanó ante las burlas de su rival, y siguió avanzando a la carrera. Cuando estuvo a corta distancia, en vez de atacar con la espada, como parecía que haría, dio un leve salto hacia atrás, y extendió con rapidez su brazo libre.
Por supuesto, la mujer sabía que haría con ese movimiento. Ya lo había hecho en el pasado. Es más, hacía un momento que había atacado al brujo con ese hechizo, así que solo debía imitar la defensa del rubio. Una ráfaga potente de aire desviaría el proyectil de fuego lo suficiente para salvarse. Aunque la distancia era corta… La distancia era tan corta, que tendría que ser muy contundente con su defensa, si no quería morir entre llamas.
El brujo terminó el movimiento con el brazo y lanzó el proyectil. Pero justo al mismo tiempo dejó caer sus luces de fuego al suelo, dejando de sostenerlas con su telequinesis, y comenzó a girar sobre sí mismo, agarrando la empuñadura de su espada con ambas manos. Con ello conseguiría imprimirle más fuerza y velocidad al tajo.
Para sorpresa de la dama, no hubo proyectil de fuego. En cambio un artefacto se estrelló al suelo, generando un fogonazo de luz después de que Vincent hubiera bajado deliberadamente la luminosidad en el cuarto. Eso crearía mayor contraste.
Por supuesto él tenía los ojos cerrados. Aunque de todos modos, al girar, estaba de espaldas cuando se escuchó el ruido que le había dicho Huri que se produciría al impactar el artefacto alquímico. En teoría saldría la luz en ese momento, pese a que él no lo viera. Mas el ruido le avisaría de que el chisme de su compañera se había puesto en marcha en ese instante.
Por ello, abrió los ojos, apretó con aún más fuerza la empuñadura de su acero ígneo, y continuó el giro, imprimiendo toda la fuerza y destreza con la espada que poseía. Un tajo directo y horizontal hacia el abdomen de la mujer, que le vaciaría el vientre.
¿Así que la dama imitaba sus poderes? Fue fácil intuirlo al ver su propio ataque contra él, por lo que seguro que había hurgado en su mente para aprenderlos, del mismo modo que sus tácticas más corrientes.
Por ese motivo había improvisado, imitando un inicio de ataque con Ojos de Lobo, pero en realidad lanzando el artefacto que le había entregado Huracán. Un ataque poco común, ya que nunca había usado una de las granadas alquímicas de la cazadora, pero muy efectivo si salía bien. Debía agradecerle a Huri su gentileza…
No suelo usar los pnj no roleados de los demás usuarios, salvo que me expresen permiso para usarlos, por eso no manejé en la ronda anterior el diálogo de Johnny. Ya que lo considero pnj del máster. Sin embargo, en esta si puse un poco de diálogol de la enemiga, para que no quedara muy soso mi post >.< Espero haberla manejado con la idea que tienes de ella, Wyn. No me salí de la personalidad irascible que noté que le pusiste al personaje en tu texto. Así que espero haberlo hecho bien ^^
Uso la granada cegadora que me dio Huracán al principio del tema, combinada con mi habilidad de nivel 3, Maestría con la espada, para darle un buen viaje (?) XD
Por supuesto que los habían contratado para cumplir una misión, pero no había que ser muy inteligente para saber que ese trabajo nunca lo iba a cobrar.
Vamos. Seamos sensatos. Una niña a la carrera no es precisamente el contratista que toda persona sueña. Era evidente que no podía esperar una fortuna en manos de la alumna del internado, y que la chiquilla no tenía la solvencia económica para permitirse un mercenario. Menos aún dos.
No. Estaba claro que no.
Sus pasos se habían dirigido hacia el colegio de la colina cercana a Baslodia, por una sencilla razón. Averiguar qué demonios pasaba en ese lugar, para llegar a provocar un miedo tan profundo en una niña.
Claro. Por supuesto los niños se asustan con facilidad. Más que lleguen a consolidar un terror tan intenso y soterrado en el interior de sus inocentes mentes, no era tampoco muy normal.
A partir de ahí la historia es bien sabida. Una cadena de fatalidades que le estaban complicando la vida más de lo imaginable. ¿Cómo iba a salir de ese mundo mágico? Buena pregunta. Aunque tenía la certeza de que sería encontrando a la artífice de todo aquel oscuro horror.
Una idea un poco simple. Pero hasta que no averiguara más, no tenía muchas más pistas para poder pensar en un plan más elaborado.
No obstante, como ya se mencionó antes, la motivación para estar en aquel siniestro edificio era clara. Y si el dinero no era lo que lo había apremiado a entrar… Pues no podía ser otra cosa que el altruismo que en tantas ocasiones lo ponía en peligro.
Una forma de vida arriesgada. Pero la forma de vida que había elegido.
Así que no podía salir de allí sin más, como si solo esta parte fuera sencilla. No, él no podía irse con las manos vacías. No era su estilo. Y evidentemente no era el frío metal del oro lo que necesitaba hallar, sino el resto de espíritus que estaban atrapados en ese mundo de pesadilla, igual que él.
Por lo menos ahora tenía un socio, que aparte de asustarle con sus impresionantes dotes para la sorpresa, tenía más información sobre los sucesos del internado. No hace falta mencionar, que tal como estaba la situación, cualquier dato era bien recibido. Y saber a cuantas personas tenía que rescatar, era toda una bendición.
- Madeline-, musitó, recordando la niña asustada junto a la taberna. - Ocho o nueve es una cantidad bastante elevada para un solo hombre-, se sinceró en voz baja, reconociendo lo complicado que era rescatar a tantas personas sin ayuda. - Pero te contaré un secreto, Johnny. En este mundo mágico no hay mucho en lo que entretenerse. Me aburro, y no tengo nada mejor que hacer. Salvaré a tus amigos, pero sólo por eso, eh-, comentó con cierto aire socarrón, y le guiñó un ojo.
Bueno, bueno. Las circunstancias no parecían estar muy dadas al humor… salvo si te llamaras Vincent Calhoun. Entonces era del todo normal. Un poco de ironía serviría para encubrir su verdadera naturaleza bondadosa, y lo más importante, aligerar tensión. Y más le valía hacerlo, porque seguro que era malo para la salud rescatar a una decena de personas con los músculos tensionados.
Bromas aparte. Relajarse nunca le venía mal, tanto a él como a sus compañeros. Aunque en este caso concreto, no sabría decir si un espíritu podía… ¿tensionarse? No había músculos… En fin, daba igual. Eso carecía de importancia, y seguro que el alma del chico agradecía distraerse un poco, y no agradecía tanto tener a un pirado por rescatador.
Que se le iba a hacer. Al pobre Johnny le había tocado peor fortuna que al brujo.
- Sí, seguro que piensas que luchar contra montón de monstruos ya es una ardua labor. Pero es el pan mío de cada día-, dijo en tono bajo, quitándole hierro al asunto como si tal cosa. Después giró el pomo de la puerta y la empujó hacia dentro despacio. - Así que voy a ayudarte a salvar a tus amigos-, comentó, en un tono aún más bajo que antes. - Ve detrás de mí, y no te separes.
El brujo intentó usar el sigilo para acceder a la clase de música, más no fue una buena idea. Por lo general lo era. Una aproximación cauta siempre solía mejor opción que entrar como un elefante en una cacharrería, y dejar la fuerza bruta para el momento más propicio.
El factor sorpresa era toda una virtud. Golpear en el momento precioso, era más poderoso que el ataque más potente en cualquier otro instante. Una verdad absoluta.
Pero en ese maldito internado usar el sigilo se volvía el mayor de los retos. ¿Cómo intentar pasar desapercibido en un colegio donde hasta las paredes tenían ojos?
- Uh, eso ha ido de un pelo. Para que luego digan que los niños no valen para la guerra-, bromeó. - Gracias muchacho, te debo una-, se sinceró. Antes de observar hacia donde miraba Johnny mientras el chico hablaba. - Ajá. Mucho mejor. Esto me ahorrará caminar demasiado. Debo cuidar las rodillas-, volvió a bromear, de esa forma tan característica en él, que bien parecía que decía las cosas en serio. - Y bueno, evitar pasar por más puertas con sombras que intentan matarme, es para celebrarlo.
Eso último no podía ser más verdad. Andar por ese internado era un peligro constante, sobre todo desde que había caído en esa vertiente mágica, aún más amenazadora y siniestra que el colegio real.
- Cuento ocho-, comentó, fijándose en que faltaba Madeline.
¿Habría conseguido salvarse, o estaría en otra parte? Maldita sea, eso complicaba todo. No bastaría con rescatar a los infantes de la clase de música y buscar una manera de escapar. Tocaría seguir investigando.
- Calmaos-, se dirigió hacia los infantes atrapados tras el cuadro. - Os sacaré de ahí.
Sin embargo, al acercarse pudo observar como una silueta femenina salía de la zona de sombras del cuarto. Una bella fémina de gran porte, tez nívea, y una hermosa melena azabache remarcando su figura.
Esa voz volvió a resonar en su cabeza. ¡Esa voz! Aquella que le había hablado e intentado engañar en vano, y que luego lo había conseguido adoptando el timbre y tono exacto de Níniel. Una copia perfecta de la voz de su amada elfa, que con toda seguridad había encontrado escarbando en su mente.
Pero ese truco ya lo había sufrido, y estaba mejor preparado para soportarlo. Contando además, que lo ayudaba a concentrarse el poder verla delante. Las palabras de la mujer seguían teniendo cierta atracción, pero en este momento, sus intentos de controlarle ya eran fútiles.
- Suena bien-, disimuló. - Hay muchas cosas que deseo-, avanzó un paso hasta ella, con el semblante de sufrimiento que había tenido la primera vez que había padecido la tortura de escucharla.
Cuando por fin estuvo a cierta distancia, la ideal para atacar, intentó herirla con una tajo de su espada de fuego. Más la mujer consiguió evitarlo.
- ¿Es así como me lo pagas? - comentó furiosa. - Te doy la oportunidad de que te unas a mí, algo al alcance de muy pocos, ¿y lo rechazas? - dijo, cada vez más enfadada, apretando los puños con fuerza.
- Deseo muchas cosas miladi. Un potro rosa para mi hija, o un exquisito dulce, no estaría nada mal. Pero ahora mismo sólo ardo en deseos de atravesaros con esta espada-, balanceó el acero imbuido en fuego para darle énfasis a sus palabras. - Lo único que uniré a ti, será mi acero-, proclamó, y se movió hacia la mujer.
La dama conjuró unas llamas negras como la noche, que rodearon todo el cuarto. No tardó en comprender que era un fuego imposible de manipular por él. Como tampoco tardó en comprender la gran agilidad y velocidad que poseía su enemiga. Un contraataque de esta bastó para lanzarlo al suelo y demostrar que no sería un combate fácil.
- ¿Aún estoy a tiempo de unirme a ti? -, dijo, haciéndose de rogar, para cambiar el semblante preocupado, por una sonrisa mientras se levantaba. - Vamos, estoy seguro de que puedes hacerlo mucho mejor-, la picó.
Por respuesta obtuvo un ataque mágico muy reconocible, que desvió a un lado con una ráfaga de viento como defensa. El proyectil se estrelló en una de las paredes del aula, estallando con una potente llamarada de fuego oscuro.
Era impactante ver, que el ataque que tanto tiempo le llevó aprender, podía ser utilizado en un instante por su rival. Le había impresionando ver el ojo de lobo, en una forma de total negrura, en contraste a sus proyectiles de fuego natural, dirigirse hacia él. Pero no tanto como para acabar convertido en llamas.
- Veo que eres toda una caja de sorpresas-, dijo, caminado de lado y girando alrededor de la mujer que reía en ese momento. Buscando una fisura en la defensa de la dama oscura, pero al mismo tiempo colocándose en medio de Johnny y ella. - Una auténtica sorpresa. Te felicito-, medio sonrió.
Su enemiga se había mostrado muy dispuesta a recuperar a Johnny. Pues, si se fijan bien, la mujer a la que se enfrentaba, había supeditado su unión con él, en base a darle al chico. Su alianza debía ser consolidada con una confianza ganada entregándole al niño. Por ello, era fácil entender que deseaba al joven Johnny. Por unos siniestros propósitos que los dioses sabrían cuales serían, pero que evidenciaba que tenía que hacer todo lo contrario a lo que ella había pedido.
Si la mujer lo quería, debía alejarlo de ella.
Vinc aprovechó ese momento de respiro, para crear varias bolas de fuego nacidas de la llama de su espada, y las fue manteniendo en el aire, por toda la clase, iluminando la estancia con su luz.
Cuarta norma: La luz la debilita.
No era un ataque directo hacia ella, pero bien que la hacía sufrir. Se notaba en su expresión. Se notaba el odio en su mirada, por traer luz donde ella deseaba oscuridad.
Nada más terminar de crear luces de fuego flotantes, inició una carga contra la mujer. Para sorpresa de esta. Una sorpresa que duró poco tiempo. El tiempo justo para pasar del asombro a la risa.
- Esperaba algo mejor-, siguió riendo.
Vinc no se amilanó ante las burlas de su rival, y siguió avanzando a la carrera. Cuando estuvo a corta distancia, en vez de atacar con la espada, como parecía que haría, dio un leve salto hacia atrás, y extendió con rapidez su brazo libre.
Por supuesto, la mujer sabía que haría con ese movimiento. Ya lo había hecho en el pasado. Es más, hacía un momento que había atacado al brujo con ese hechizo, así que solo debía imitar la defensa del rubio. Una ráfaga potente de aire desviaría el proyectil de fuego lo suficiente para salvarse. Aunque la distancia era corta… La distancia era tan corta, que tendría que ser muy contundente con su defensa, si no quería morir entre llamas.
El brujo terminó el movimiento con el brazo y lanzó el proyectil. Pero justo al mismo tiempo dejó caer sus luces de fuego al suelo, dejando de sostenerlas con su telequinesis, y comenzó a girar sobre sí mismo, agarrando la empuñadura de su espada con ambas manos. Con ello conseguiría imprimirle más fuerza y velocidad al tajo.
Para sorpresa de la dama, no hubo proyectil de fuego. En cambio un artefacto se estrelló al suelo, generando un fogonazo de luz después de que Vincent hubiera bajado deliberadamente la luminosidad en el cuarto. Eso crearía mayor contraste.
Por supuesto él tenía los ojos cerrados. Aunque de todos modos, al girar, estaba de espaldas cuando se escuchó el ruido que le había dicho Huri que se produciría al impactar el artefacto alquímico. En teoría saldría la luz en ese momento, pese a que él no lo viera. Mas el ruido le avisaría de que el chisme de su compañera se había puesto en marcha en ese instante.
Por ello, abrió los ojos, apretó con aún más fuerza la empuñadura de su acero ígneo, y continuó el giro, imprimiendo toda la fuerza y destreza con la espada que poseía. Un tajo directo y horizontal hacia el abdomen de la mujer, que le vaciaría el vientre.
¿Así que la dama imitaba sus poderes? Fue fácil intuirlo al ver su propio ataque contra él, por lo que seguro que había hurgado en su mente para aprenderlos, del mismo modo que sus tácticas más corrientes.
Por ese motivo había improvisado, imitando un inicio de ataque con Ojos de Lobo, pero en realidad lanzando el artefacto que le había entregado Huracán. Un ataque poco común, ya que nunca había usado una de las granadas alquímicas de la cazadora, pero muy efectivo si salía bien. Debía agradecerle a Huri su gentileza…
Offrol
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No suelo usar los pnj no roleados de los demás usuarios, salvo que me expresen permiso para usarlos, por eso no manejé en la ronda anterior el diálogo de Johnny. Ya que lo considero pnj del máster. Sin embargo, en esta si puse un poco de diálogol de la enemiga, para que no quedara muy soso mi post >.< Espero haberla manejado con la idea que tienes de ella, Wyn. No me salí de la personalidad irascible que noté que le pusiste al personaje en tu texto. Así que espero haberlo hecho bien ^^
Uso la granada cegadora que me dio Huracán al principio del tema, combinada con mi habilidad de nivel 3, Maestría con la espada, para darle un buen viaje (?) XD
Vincent Calhoun
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Re: [Misión] María Sangrienta
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Tyr
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Re: [Misión] María Sangrienta
Por los siglos de los siglos, los juglares cantarían historias sobre lo ocurrido en el internado Roseburg.
Difícilmente alguien podría olvidar la terrible desventura que aquejó a los pobres niños, o las hazañas de los dos valientes cazadores, que osaron enfrentarse al mal que asechaba aquel sitio.
¡Y que si hablarían de ellos!
Primero hablarían de la bruja quien, sin piedad alguna, había hecho kaboom a una pequeña que solamente fue un peón en los planes del verdadero demonio. Claro que nadie la culparía, ¿o sí? Después de todo, era su vida o la de la niña. Tal vez alguien debió recordarle que su misión era salvar a los inocentes, no acabar con ellos para salvar su propio trasero.
Aun así, la maestra cazadora había conseguido librarse de la armadura que la atacaba, usando esos artilugios Hollywoodienses que tanto me gustan, convirtiendo dicha armadura en un fino polvo de cristal, y devolviéndole a Madeline el control de su cuerpo y sus acciones.
Menos mal que la niña no murió en dicho ataque, o a la bruja no le alcanzarían los días para arrepentirse de tan horrible acto.
Por otro lado, mi valiente bufón Vincent Calhoun se enfrentaba a un peligro mucho mayor, pues su contrincante era la verdadera creadora de aquel caos, y no solo eso, sino que, además, poseía las mismas habilidades que él.
A simple vista podríais pensar que el brujo se hallaba en desventaja. Acabar con su enemiga, cuidar del alma de Johnny, rescatar a los niños y buscar la manera de escapar, todo al mismo tiempo; es en estos momentos donde realmente me apiado de su alma.
¡Aleluya! Se había acordado de las recomendaciones de Madeline, algo que sin duda marcaría el disto del combate.
¿Qué os da por brindarme escenas tan Hollywoodienses? No me malinterpretéis, las adoro, pero no creeríais que narraré todas vuestras hazañas, ¿o sí?
Básteme decir que el brujo hizo gala de su ingenio para acorralar a la mujer, usando los chocantes destellos de luz que tanto le debilitaban, tomándole completamente desprevenida, pues lo siguiente fue algo que no se esperó.
¿Cómo es que esa espada había terminado clavada en su vientre?
Sin duda subestimó a su rival mucho más de lo que debió, pero las cosas no se quedarían así. Antes de que su cuerpo comenzase a consumirse lentamente en los vapores de tinieblas, tocaría el brazo que empuñaba la espada que le atravesaba, sonriendo maliciosamente.
-Ahora tú serás el siguiente…
Poco a poco los niños abrirían a sus ojos, encontrándose rodeados de sangre y entrañas, mientras se hallaban encerrados en la cocina. La maldición había desaparecido del internado, pero a sus jóvenes mentes les costaría olvidar los horrores vividos en ese lugar.
Tal vez el tiempo fuese el único capaz de ayudarles a sanar...
Difícilmente alguien podría olvidar la terrible desventura que aquejó a los pobres niños, o las hazañas de los dos valientes cazadores, que osaron enfrentarse al mal que asechaba aquel sitio.
¡Y que si hablarían de ellos!
Primero hablarían de la bruja quien, sin piedad alguna, había hecho kaboom a una pequeña que solamente fue un peón en los planes del verdadero demonio. Claro que nadie la culparía, ¿o sí? Después de todo, era su vida o la de la niña. Tal vez alguien debió recordarle que su misión era salvar a los inocentes, no acabar con ellos para salvar su propio trasero.
Aun así, la maestra cazadora había conseguido librarse de la armadura que la atacaba, usando esos artilugios Hollywoodienses que tanto me gustan, convirtiendo dicha armadura en un fino polvo de cristal, y devolviéndole a Madeline el control de su cuerpo y sus acciones.
Menos mal que la niña no murió en dicho ataque, o a la bruja no le alcanzarían los días para arrepentirse de tan horrible acto.
Por otro lado, mi valiente bufón Vincent Calhoun se enfrentaba a un peligro mucho mayor, pues su contrincante era la verdadera creadora de aquel caos, y no solo eso, sino que, además, poseía las mismas habilidades que él.
A simple vista podríais pensar que el brujo se hallaba en desventaja. Acabar con su enemiga, cuidar del alma de Johnny, rescatar a los niños y buscar la manera de escapar, todo al mismo tiempo; es en estos momentos donde realmente me apiado de su alma.
¡Aleluya! Se había acordado de las recomendaciones de Madeline, algo que sin duda marcaría el disto del combate.
¿Qué os da por brindarme escenas tan Hollywoodienses? No me malinterpretéis, las adoro, pero no creeríais que narraré todas vuestras hazañas, ¿o sí?
Básteme decir que el brujo hizo gala de su ingenio para acorralar a la mujer, usando los chocantes destellos de luz que tanto le debilitaban, tomándole completamente desprevenida, pues lo siguiente fue algo que no se esperó.
¿Cómo es que esa espada había terminado clavada en su vientre?
Sin duda subestimó a su rival mucho más de lo que debió, pero las cosas no se quedarían así. Antes de que su cuerpo comenzase a consumirse lentamente en los vapores de tinieblas, tocaría el brazo que empuñaba la espada que le atravesaba, sonriendo maliciosamente.
-Ahora tú serás el siguiente…
Poco a poco los niños abrirían a sus ojos, encontrándose rodeados de sangre y entrañas, mientras se hallaban encerrados en la cocina. La maldición había desaparecido del internado, pero a sus jóvenes mentes les costaría olvidar los horrores vividos en ese lugar.
Tal vez el tiempo fuese el único capaz de ayudarles a sanar...
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Huracán: Los Dioses te han sonreído y debo admitir que me ha gustado muchísimo el desarrollo de los acontecimientos. Lo has hecho muy bien durante el transcurso de la misión, pese a tus acciones tan poco convencionales. Espero encontrarnos pronto, aunque no prometo que la próxima salgas intacta, no me hace gracia que alguien maltrate a los escaso PNJs que llego a utilizar. Por ahora pasaré a dejarte lo que te corresponde.
+25 puntos de experiencia.
+400 aeros.
Recompensa: Polvo de cristal.
Una vez que tengas una armadura, vacía este polvo sobre ella para obtener sus verdaderas habilidades. En primera: te brindará una resistencia del 50% a los ataques (activable durante tres turnos y 4 turnos de enfriamiento) al tiempo que aumentará tus atributos un 20% y reducirá el enfriamiento de tus habilidades en un turno. La segunda habilidad te permitirá reflejar un ataque y devolverlo a tu oponente sin importar el nivel (uso 1 vez por tema). Por último, aumentará tu velocidad de ataque en un 30% permitiéndote dañar primero, aumentando un turno el uso de tus habilidades (uso 1 vez cada 4 turnos).
Recompensa: Collar con forma de espejo.
Este espejo lo ha encontrado Madeline entre sus cosas y ha decidido obsequiártelo. No es un adorno decorativo, pero para descubrir sus habilidades tendrás que esperar un poco más y activarlas en un mastereado (no debe ser conmigo si no lo deseas).
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Una vez que tengas una armadura, vacía este polvo sobre ella para obtener sus verdaderas habilidades. En primera: te brindará una resistencia del 50% a los ataques (activable durante tres turnos y 4 turnos de enfriamiento) al tiempo que aumentará tus atributos un 20% y reducirá el enfriamiento de tus habilidades en un turno. La segunda habilidad te permitirá reflejar un ataque y devolverlo a tu oponente sin importar el nivel (uso 1 vez por tema). Por último, aumentará tu velocidad de ataque en un 30% permitiéndote dañar primero, aumentando un turno el uso de tus habilidades (uso 1 vez cada 4 turnos).
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Vincent Calhoun: ¿Te he dicho que eres mi favorito? Bueno, no te sientas mal. Si en este tema he sido dura contigo es precisamente por ello. Lo has hecho bastante bien, me encanta que te apegues a la personalidad de tu personaje sin importar el costo de los hechos. La suerte ha estado de tu lado algunas veces, en otras no tanto, pero, en general, creo que has hecho un gran trabajo, y no puedo esperar para encontrarnos nuevamente. Ahora pasaré a dejarte lo que te corresponde.
+25 puntos de experiencia.
+400 aeros.
Recompensa: Espejo mágico.
Puede que te parezca una espejo común y corriente, pero este objeto te permitirá reflejar dos maldiciones sin importar la gravedad de las mismas, para así librarte de ellas. Después de esos dos usos el espejo se romperá, convirtiéndose en polvo de cristal, mismo que podrás vaciar sobre tu espada para encantarla.
Este encantamiento le brindará a tu espada un aumento en tus habilidades de hasta el 40%, permitiéndole a tus ataques un daño crítico, al tiempo que aumentará tu velocidad un 20% (uso 1 vez cada 5 turnos). Su segunda especialidad será permitirte convocar un fuego negro que podrá consumir todo a su paso, siendo un ataque inesquivable e inbloqueable (uso 1 vez por tema), así que ten cuidado al usarlo. Y por último te brindará una reducción de enfriamiento de tus habilidades por un turno, aumentando el tiempo de permanencia de las misma en la partida durante un turno más (uso 1 vez cada 4 turnos).
Maldición: Oscuridad ascendente.
Tu mano poco a poco irá obteniendo un tono negruzco que afectará tanto tu cordura como tu buena voluntad. Una vez cada tres post la maldad comenzará a hacer mella en tu personalidad, volviéndote una persona fría, poco amable y hasta un tanto maliciosa. De aquí en adelante será una batalla constante entre tu buena fe y la oscuridad que busca apoderarse de ti. Esta vez tendrás que luchar constantemente contra ti mismo, querido caballero, y lamentablemente está se irá acrecentando rápidamente, volviéndote cada vez un ser completamente opuesto. Tu maldición durará 4 temas, tras la cual podrás deshacerte de ella por medio de un mastereado.
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Recompensa: Espejo mágico.
Puede que te parezca una espejo común y corriente, pero este objeto te permitirá reflejar dos maldiciones sin importar la gravedad de las mismas, para así librarte de ellas. Después de esos dos usos el espejo se romperá, convirtiéndose en polvo de cristal, mismo que podrás vaciar sobre tu espada para encantarla.
- Espejo:
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Este encantamiento le brindará a tu espada un aumento en tus habilidades de hasta el 40%, permitiéndole a tus ataques un daño crítico, al tiempo que aumentará tu velocidad un 20% (uso 1 vez cada 5 turnos). Su segunda especialidad será permitirte convocar un fuego negro que podrá consumir todo a su paso, siendo un ataque inesquivable e inbloqueable (uso 1 vez por tema), así que ten cuidado al usarlo. Y por último te brindará una reducción de enfriamiento de tus habilidades por un turno, aumentando el tiempo de permanencia de las misma en la partida durante un turno más (uso 1 vez cada 4 turnos).
Maldición: Oscuridad ascendente.
Tu mano poco a poco irá obteniendo un tono negruzco que afectará tanto tu cordura como tu buena voluntad. Una vez cada tres post la maldad comenzará a hacer mella en tu personalidad, volviéndote una persona fría, poco amable y hasta un tanto maliciosa. De aquí en adelante será una batalla constante entre tu buena fe y la oscuridad que busca apoderarse de ti. Esta vez tendrás que luchar constantemente contra ti mismo, querido caballero, y lamentablemente está se irá acrecentando rápidamente, volviéndote cada vez un ser completamente opuesto. Tu maldición durará 4 temas, tras la cual podrás deshacerte de ella por medio de un mastereado.
Ambos: Me ha encantado rolear con vosotros, hasta ahora puedo decir que esta ha sido mi favorita. Por favor, seguid así, sois de los mejores rolers que hay en el foro, así que espero grandes cosas de vosotros. Las recompensas han sido añadidas a vuestros perfiles.
Wyn
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