La prueba del cristal [Desafío]
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La prueba del cristal [Desafío]
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Callejón comercial de Roilkat, está anocheciendo.
Un grupo de jóvenes de unos quince años planean algo para pasar la tarde, aunque no son buenas intenciones las que tienen. Esta juventud…
-¡Venga! No seas cobarde. Si quieres unirte a nuestro grupo tienes que pasar la prueba. -Empezó uno, quien parecía el líder, dirigiéndose a otro chico más menudo, que lo miraba con algo de inseguridad. Normal, no estaba seguro de querer hacer lo que le mandaban.
-¡Vamos! No seas cobarde, ¿quieres conquistar a Astrid? No va a estar con un cobarde. -Se mofó otro, a sabiendas de que la joven doncella ni siquiera conocía al chico al que se dirigían.
-Cierto, cierto. ¿Acaso eres una gallina? -Empezó a picar una joven. -Todos hemos pasado la prueba, gallina.
La prueba, la prueba, ¿y en qué consistía dicha prueba? En ir al pequeño comercio de Jorah, el loco, y robarle una vasija de vidrio.
Jorah era un viejo malhumorado del pueblo, le faltaba una pierna y odiaba a los críos. Bueno, odiaba a todos, en general. Decían que estaba tan loco porque tomaba cantidades ingentes de bebidas alcohólicas y tenía adicción a las plantas alucinógenas. Otros decían que, al revés, se volvió loco y luego empezó a llevar una mala vida. Poco se sabía de su vida anterior o por qué había perdido la pierna y miles de teorías surgieron cuando pisó el pueblo por primera vez.
A los niños de por allí les resultaba divertido picarle y salir corriendo, pues el hombre los perseguía soltando multitud de improperios, con su muleta de madera raída, para intentar darles algún golpe.
Esa era la prueba de fuego para pertenecer al grupo que Dalh, el joven a quien increpaban, tenía que pasar. No había sido muy popular entre los de su edad, pero en esos chicos había encontrado la oportunidad de tener algún amigo. Lo que pasa que lo que le pedían le venía grande, pues él era conocido del viejo y estaba en contra de hacer el mal. Aunque si no lo hacía se quedaría sin amigos. Difícil decisión para un joven tan influenciable.
Los chavales empezaron a hacer el ruido de la gallina, rodeándolo. -¡Cobarde! ¡Cobarde!
-¡Voy! ¡Parad! -Con cara de circunstancia y los nervios a flor de pie, Dalh empezó a caminar hacia la pequeña tienda del viejo Jorah.
_________________________________________
Bienvenido caminante: Estás en Roilkat y, por supuesto, me interesa saber cómo has llegado hasta aquí. Porque da la casualidad que has visto todo lo que esos chicos estaban haciendo.
Tu objetivo principal será, o bien tratar de que se les quite la idea de la cabeza y evitar el robo, o colaborar con Dalh y robarle la vasija a Jorah. También puedes advertir al viejo de las intenciones de los chicos para que esté al tanto, aunque eso será un objetivo secundario.
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Fehu
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Re: La prueba del cristal [Desafío]
Era ya por la tarde pero aún había plena luz en el exterior. Estaba de vacaciones visitando a su familia en Roilkat y su padre le había pedido como favor que comprase pintura y barniz para un nuevo modelo de lámpara que había diseñado y que iban a producir en breve. Le hacia mucha ilusión ayudar con eso porque le recordaba a los tiempos en los que aún estaba con la familia y ocupaba su tiempo con trabajos manuales y de comercio.
Pasando cerca de un callejón sin salida escuchó las voces de unos niños y aunque no se solía parar por cosas así, le llamó la atención la maldad en la voz del que hablaba. Parecía intentar provocar a otro de los presentes a hacer algo, utilizando la mágica palabra "cobarde". A nadie le gustaba que lo llamaran eso aunque Korax sabía que ella actuaba de esa manera en muchas ocasiones y a veces era la mejor opción y la que menos efectos secundarios tendría.
"Los valientes muchas veces no lo cuentan." confirmó que estaba de acuerdo con esa opinión Cuervo en su mente.
Estaban mencionando algo de una prueba y ella todo lo escuchaba mientras se apoyaba en la pared de ladrillo de una de las casas que estaba justo en la esquina del callejón. A pesar de que sabía que el asunto no la incumbía, la curiosidad innata de la chica la obligó a quedarse a terminar de escuchar la conversación. Decían algo de robar una vasija de un puesto del mercado, del de Jorah, que conocía ella bastante bien. Había tratado en mas de una ocasión con el porque a veces hacían lamparas con cerámica y como no, con cristal, y ella siempre intentaba sonsacarle truquillos del oficio, aunque la mayoría del tiempo no lo conseguía porque el hombre era bastante arisco y hermético . De él había aprendido cosas como que la harina con agua podía servir de pegamento o como rehidratar la arcilla natural, y la verdad, no consideraba tener una mala relación con él, incluso le traía alguna botella de vino de vez en cuando y compartían historias. Creía ella que la gente mal juzgaba a Jorah y que en realidad era un buen hombre que solamente se sentía muy solo.
El sujeto al que estaban atacando con todos esos insultos pareció ceder a la presión social porque accedió robar esa tal vasija lo cual entristeció a la muchacha de pelo oscuro y decidió que era ya personal. Ella tenia una hermana pequeña y odiaría escuchar que ella se vio implicada en algún acto de vandalismo como ese, así que una preocupación casi fraternal surgió en su interior por el jovenzuelo.
Retrocedió unos cuantos pasos y vio salir a los adolescentes del callejón. El chico que tenia que pasar la prueba dirigió sus pasos hacia el mercado pero iba lento, cabizbajo, quizás pensativo o quizás amargado de tener que hacer algo inmoral para asegurarse aceptación entre sus iguales.
En verdad que el viejo mercader perdiese una de sus vasijas no debía ser una tragedia, mas le preocupaba las cicatrices que el acto en sí podía dejar en el tierno corazón del chiquillo así que lo adelantó y se aseguró de llegar antes que el al puesto de cerámica y cristal.
Pronto vislumbró al anciano que la miro mal, farfullando algo por lo bajo, nada bueno podía ser, pero ella sabia que en realidad éste se alegraba de verla.
-Hombre Jorah, cuanto tiempo- lo saludó ella con una sonrisa-.
-Korax, pues ni lo he notado, además que les tengo asco a los brujos, cuando me he enterado no me he sorprendido siempre has sido una personita desagradable.
-Yo también te he echado de menos, ¿qué tal la venta?-empezó ella una conversación que cualquiera que escuchase la encontraría por lo menos curiosa pues ella parecía inmune al pesimismo del hombre-.
-En la ruina, como siempre, y encima me he quedado sin vino.
Korax rió alegre, se refería quizás a que en verdad, sí que la había echado él también en falta, y esas noches en las que compartían conversaciones profundas y una copita de tinto. La verdad es que Jorah podía ser un encanto de persona si le dabas una oportunidad.
-Mira yo he venido hoy para comprarte una vasija, pero no se cual va a ser. ¿Cual es la mas cara que tienes?
-Korax que nos conocemos, ¿qué está pasando en realidad?-el viejo sospechaba que algo escondía ya que ella no adquiría nada que pudiese hacer ella misma, y era el caso de las vasijas-.
-Un niño, que va a robarte. Es complicado. Lo están obligando sus amigos, pero venga, que tú también has sido así en el pasado. No quiero que le des una reprimenda y tampoco que reciba mas burla de ellos así que te pago lo que sea que este te quite-le acabó explicando ella ya decidiendo en el momento su plan de ataque-.
-No se que decir, no me hace mucha gracia, malditos críos, ¿no tienen nada mejor que hacer que molestar a un viejo desgraciado como yo? que suficiente me ha azotado la vida ya.
-Tú sígueme el rollo, que no pierdes nada. Luego si puedo hablaré con el chiquillo para disuadirle de seguir con estas ofensas.
Esperó ella que se desencadenasen los eventos mientras intentaba cambiar de tema e interesarse por la salud de Jorah y por si había conocido a alguna dama que le calentase su corazón de hielo.
Pasando cerca de un callejón sin salida escuchó las voces de unos niños y aunque no se solía parar por cosas así, le llamó la atención la maldad en la voz del que hablaba. Parecía intentar provocar a otro de los presentes a hacer algo, utilizando la mágica palabra "cobarde". A nadie le gustaba que lo llamaran eso aunque Korax sabía que ella actuaba de esa manera en muchas ocasiones y a veces era la mejor opción y la que menos efectos secundarios tendría.
"Los valientes muchas veces no lo cuentan." confirmó que estaba de acuerdo con esa opinión Cuervo en su mente.
Estaban mencionando algo de una prueba y ella todo lo escuchaba mientras se apoyaba en la pared de ladrillo de una de las casas que estaba justo en la esquina del callejón. A pesar de que sabía que el asunto no la incumbía, la curiosidad innata de la chica la obligó a quedarse a terminar de escuchar la conversación. Decían algo de robar una vasija de un puesto del mercado, del de Jorah, que conocía ella bastante bien. Había tratado en mas de una ocasión con el porque a veces hacían lamparas con cerámica y como no, con cristal, y ella siempre intentaba sonsacarle truquillos del oficio, aunque la mayoría del tiempo no lo conseguía porque el hombre era bastante arisco y hermético . De él había aprendido cosas como que la harina con agua podía servir de pegamento o como rehidratar la arcilla natural, y la verdad, no consideraba tener una mala relación con él, incluso le traía alguna botella de vino de vez en cuando y compartían historias. Creía ella que la gente mal juzgaba a Jorah y que en realidad era un buen hombre que solamente se sentía muy solo.
El sujeto al que estaban atacando con todos esos insultos pareció ceder a la presión social porque accedió robar esa tal vasija lo cual entristeció a la muchacha de pelo oscuro y decidió que era ya personal. Ella tenia una hermana pequeña y odiaría escuchar que ella se vio implicada en algún acto de vandalismo como ese, así que una preocupación casi fraternal surgió en su interior por el jovenzuelo.
Retrocedió unos cuantos pasos y vio salir a los adolescentes del callejón. El chico que tenia que pasar la prueba dirigió sus pasos hacia el mercado pero iba lento, cabizbajo, quizás pensativo o quizás amargado de tener que hacer algo inmoral para asegurarse aceptación entre sus iguales.
En verdad que el viejo mercader perdiese una de sus vasijas no debía ser una tragedia, mas le preocupaba las cicatrices que el acto en sí podía dejar en el tierno corazón del chiquillo así que lo adelantó y se aseguró de llegar antes que el al puesto de cerámica y cristal.
Pronto vislumbró al anciano que la miro mal, farfullando algo por lo bajo, nada bueno podía ser, pero ella sabia que en realidad éste se alegraba de verla.
-Hombre Jorah, cuanto tiempo- lo saludó ella con una sonrisa-.
-Korax, pues ni lo he notado, además que les tengo asco a los brujos, cuando me he enterado no me he sorprendido siempre has sido una personita desagradable.
-Yo también te he echado de menos, ¿qué tal la venta?-empezó ella una conversación que cualquiera que escuchase la encontraría por lo menos curiosa pues ella parecía inmune al pesimismo del hombre-.
-En la ruina, como siempre, y encima me he quedado sin vino.
Korax rió alegre, se refería quizás a que en verdad, sí que la había echado él también en falta, y esas noches en las que compartían conversaciones profundas y una copita de tinto. La verdad es que Jorah podía ser un encanto de persona si le dabas una oportunidad.
-Mira yo he venido hoy para comprarte una vasija, pero no se cual va a ser. ¿Cual es la mas cara que tienes?
-Korax que nos conocemos, ¿qué está pasando en realidad?-el viejo sospechaba que algo escondía ya que ella no adquiría nada que pudiese hacer ella misma, y era el caso de las vasijas-.
-Un niño, que va a robarte. Es complicado. Lo están obligando sus amigos, pero venga, que tú también has sido así en el pasado. No quiero que le des una reprimenda y tampoco que reciba mas burla de ellos así que te pago lo que sea que este te quite-le acabó explicando ella ya decidiendo en el momento su plan de ataque-.
-No se que decir, no me hace mucha gracia, malditos críos, ¿no tienen nada mejor que hacer que molestar a un viejo desgraciado como yo? que suficiente me ha azotado la vida ya.
-Tú sígueme el rollo, que no pierdes nada. Luego si puedo hablaré con el chiquillo para disuadirle de seguir con estas ofensas.
Esperó ella que se desencadenasen los eventos mientras intentaba cambiar de tema e interesarse por la salud de Jorah y por si había conocido a alguna dama que le calentase su corazón de hielo.
Korax Crow
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Re: La prueba del cristal [Desafío]
El viejo Jorah estaba pensando qué hacer con esos niños. Su amiga, Korax, le había advertido que uno de ellos iba a tratar de robarle una de sus vasijas y no estaba muy por la labor de escuchar los consejos de la señorita. Carraspeando, dio un trago a su botella y soltó un fuerte suspiro, ronco. No sabía qué hacer ya con esos niños. Bueno, Jorah no se caracterizaba por ser un hombre calmado y de diálogo fácil, así que dedicó una leve sonrisa a la bruja, pero por dentro pensaba hacer otra cosa distinta.
El chico entró, tembloroso, a la tienda y se puso a mirar los objetos de cristal y cerámica que había en los estantes, como si estuviera pensando qué comprar, salvo porque no iba a pagarlo. Korax había dicho de darle el dinero a Jorah, así que no habría pérdidas, pero le iba a dar una lección al niño.
-Buenas, chico. ¿Qué buscas? -Preguntó el viejo colocándose delante del mostrador. El muchacho le miró, sobresaltándose y negó con la cabeza, muy nervioso. Jorah se acercó a él y lo agarró del brazo, con fuerza. -Sé lo que quieres, enano. Y no voy a dejar que te lleves nada.
La cara de Dalh se descompuso y empezó a gritar, muy nervioso. -¡No quiero hacer nada! ¡No quiero hacer nada! ¡Lo siento! -Quería escapar y huir lo más lejos posible. Su prueba había fallado, le había descubierto el viejo, sus amigos se reirían de él y la joven a la que quería, lo despecharía por ser un vil cobarde.
-Mira, chico, puedes largarte de aquí por las buenas o te saco yo. -comentó soltando al joven. -Sé que tus amiguitos te han pedido que robes algo, ¿y tú eres tan tonto que vas a hacerlo? Llamaré a la guardia y vendrán a por todos vosotros, pequeños monstruos.
Jorah había ignorado totalmente a su amiga Korax. Algo muy habitual en él, pasaba de todos los consejos que le daban, así le había ido en la vida. Ya estaba cansado de los críos que iban a molestar todo el rato a su tienda. No había podido pillarlos, pero ahora tenía a uno, y posiblemente ese pagaría los platos rotos del resto. Y eran listos, habían mandado al que parecía más débil, pues ellos no se atrevían a cruzar por delante de la tienda, siquiera.
-¡No llame a los guardias! ¡No volveré a hacerlo! -Lloraba Dalh, quien en estos momentos se estaba arrepintiendo de haber hecho caso a las provocaciones de sus amigos.
_________________________________________
Korax: Muy original eso de ser amiga del viejo Jorah. Eso te dará cierta ventaja para tratar de convencerle de que no llame a los guardias de Roilkat solo por una travesura. Ese será tu principal objetivo, aunque también puedes intentar convencer a los chicos, que esperan en el callejón, para que no envíen a más compañeros a molestar al mercader. ¿Cuál de las dos opciones te parece la mejor? ¡A ver si tus dotes resultan convincentes!
Fehu
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Re: La prueba del cristal [Desafío]
Pronto el jovenzuelo apareció y Jorah se dio cuenta al instante de que se trataba de quien tenía la intención de robar sorprendiendo a Korax, acusando al chico y avergonzándolo con sus duras palabras, éste empezó a chillar casi llorando mientras el viejo lo tenía cogido por el brazo.
Si bien le habría gustado intervenir simplemente observó la escena tapándose la boca con la mano pensativa. Debía actuar con tacto, sabía cuanto dolor le habían provocado en el pasado los niños con sus burlas y jueguecitos a Jorah y aunque éste no era un hombre malo no quería que mostrase su peor lado, debía calmarlo con astucia y no enfrentarse a él de una forma directa.
Pronto él deshizo su mano que había atenazado al joven y lo amenazó con llamar a los guardias.
"No, eso no, pobre muchacho." pensó ella mientras apremiaba su pensamiento para encontrar una solución.
-Jorah-empezó poniéndose detrás del jovenzuelo y acariciándole la cabeza para que se calmase- el chico ha aprendido su lección, no volverá a hacerlo. Ha sido influenciado por una pandilla de vándalos. Te lo aseguro, éste no tiene la culpa de nada, yo misma los vi amenazándole.
Esperó a ver la reacción del anciano aunque este no parecía aún muy convencido de todo aquello y en su mirada aún había desprecio hacia el chiquillo.
-Aunque sí que me gustaría que los otros recibiesen escarmiento este de aquí es inocente. Tú mejor que nadie sabes lo que es que paguen justos por pecadores. ¿Te acuerdas de cuando casi te cierran el puesto por culpa de Ranha? La que vende flores al final de la calle. Porque ella habló mal de tí diciendo que utilizabas arcilla de mala calidad y tus vasijas no valían ni un duro. Con todo el amor que pones tú en confeccionarlas y comprar los mejores materiales.
Esperó a que éste recapacitase mientras intentaba encontrar un tercer argumento para su causa:
-Además si dejas eso de llamar a los guardias que nunca hicieron ningún bien, oye. Aún me acuerdo de cuando nos pillaron bebiendo vino los dos y casi te multan por darle de beber a un menor, y eso que era yo la que lo trajo. En fin, que si lo dejas- evitó andarse por las ramas con historias del pasado y finiquitar su proposición- yo misma iré a echarles la bronca a los otros. ¿De acuerdo?
Ahora estaba todo en manos de Jorah y ella esperaba que se le ablandase el corazón porque su mano que ahora estaba en el hombro del muchacho lo sentía temblar de puro miedo.
Si bien le habría gustado intervenir simplemente observó la escena tapándose la boca con la mano pensativa. Debía actuar con tacto, sabía cuanto dolor le habían provocado en el pasado los niños con sus burlas y jueguecitos a Jorah y aunque éste no era un hombre malo no quería que mostrase su peor lado, debía calmarlo con astucia y no enfrentarse a él de una forma directa.
Pronto él deshizo su mano que había atenazado al joven y lo amenazó con llamar a los guardias.
"No, eso no, pobre muchacho." pensó ella mientras apremiaba su pensamiento para encontrar una solución.
-Jorah-empezó poniéndose detrás del jovenzuelo y acariciándole la cabeza para que se calmase- el chico ha aprendido su lección, no volverá a hacerlo. Ha sido influenciado por una pandilla de vándalos. Te lo aseguro, éste no tiene la culpa de nada, yo misma los vi amenazándole.
Esperó a ver la reacción del anciano aunque este no parecía aún muy convencido de todo aquello y en su mirada aún había desprecio hacia el chiquillo.
-Aunque sí que me gustaría que los otros recibiesen escarmiento este de aquí es inocente. Tú mejor que nadie sabes lo que es que paguen justos por pecadores. ¿Te acuerdas de cuando casi te cierran el puesto por culpa de Ranha? La que vende flores al final de la calle. Porque ella habló mal de tí diciendo que utilizabas arcilla de mala calidad y tus vasijas no valían ni un duro. Con todo el amor que pones tú en confeccionarlas y comprar los mejores materiales.
Esperó a que éste recapacitase mientras intentaba encontrar un tercer argumento para su causa:
-Además si dejas eso de llamar a los guardias que nunca hicieron ningún bien, oye. Aún me acuerdo de cuando nos pillaron bebiendo vino los dos y casi te multan por darle de beber a un menor, y eso que era yo la que lo trajo. En fin, que si lo dejas- evitó andarse por las ramas con historias del pasado y finiquitar su proposición- yo misma iré a echarles la bronca a los otros. ¿De acuerdo?
Ahora estaba todo en manos de Jorah y ella esperaba que se le ablandase el corazón porque su mano que ahora estaba en el hombro del muchacho lo sentía temblar de puro miedo.
Korax Crow
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Re: La prueba del cristal [Desafío]
-Esa zorra de Ranha… -Masculló el anciano mientras aún sujetaba el hombro del chaval, que temblaba. -Que yo uso arcilla de mala calidad… -Siguió rumiando sus pensamientos y dejando salir la rabia que tenía contra esa señora. La muy asquerosa no vendía tantas flores durante una temporada y se puso a soltar rumores contra Jorah, y él era un tipo bastante rencoroso, así que solía guardar las afrentas durante mucho tiempo. Pero encima Korax sabía dónde tocarle y le mandó otro recuerdo.
La miró torciendo el gesto. Esa niña sí sabía bien cómo era Jorah. -Calla, luego eres tú la que me metías en líos. ¿Desde cuándo le gusta el vino a las niñas? ¡Agh! Si es que los brujos no sois normales, ¡cuánto os odio! Menos mal que me hacen ofertas cuando viajo a Tyretus, que si no, esos brujos de pacotilla no me iban a ver ni un pelo. Viles estafadores… -Ya se había ido por las ramas el anciano.
Iba mucho a una pequeña aldea al lado de Beltrexus, pero no por negocios sino por unas sustancias que le ofrecían a cambio de material y que hacían que volase a otras dimensiones, como a él le gustaba. Esas mierdas que hacían los brujos eran muy buenas.
Y cuántas veces se las habían requisado los guardias en el puerto de Lunargenta, y en Roilkat, y en… Todos lados. Siempre había algún estúpido guardia que le quitaba lo que llevaba. ¡Eran unos corruptos! Luego se lo tomaban ellos, seguro. Volviendo al tema del niño, Jorah suspiró y lo dejó libre. Ciertamente, había dicho de llamar a los oficiales para asustar al muchacho, pero no quería a esos corruptos cerca de su tienda. Entre las vasijas tenía cosas no muy lícitas y al final le iba a tocar pagar a él.
-Haz lo que quieras, niña. -Espetó el anciano con voz cansada y se fue hacia el mostrador. -Pero no quiero que entre ningún crío más en la tienda, o les daré una paliza como vengan a joder. Y tú, chico… Si esos son tus amigos, es mejor que te juntes con tus enemigos, al menos sabrás que lo que hacen por ti no es bueno.
Aunque trataba con cierto aire despectivo a Korax, lo cierto es que ella era de las pocas personas que aguantaban su mal humor, había estado con él por estar con él, como hacían los amigos. Y Jorah no podía presumir de tener muchos. Tal vez dos o tres, a lo sumo. Había que tener mucha paciencia para aguantar al viejo Jorah, pues su cabeza no es que estuviera del todo bien y sus manías de viejo, aparte de su malhumor, le hacían ser bastante insoportable. Pero la joven bruja parecía tener la paciencia y la tranquilidad que hacían al hombre sentirse bien.
Dejando a esos dos ahí, se metió en la trastienda, aunque más bien parecía un almacén. Estaba lleno de trastos sin colocar. No quería ver al chico porque si no, toda la paz que le había transmitido su amiga se iría al garete y acabaría echándolo por sus propios medios, tomándose la justicia por su mano como había hecho en otras ocasiones.
El niño miró a Korax, secándose las lágrimas.-G-gracias... -Sollozó mientras se sacaba una pequeña bola del bolsillo y se la daba a la bruja. Después salió corriendo y desapareció calle a través.
_________________________________________
Korax: Has conseguido convencer a Jorah de que llamar a los guardias no es la mejor opción y dado que tiene problemas con la ley y tú eres su amiga, te ha escuchado. Has logrado salvar al pequeño de un lío mayor. ¡Vaya! Sí que conocías al viejo Jorah, eso ha servido para que te haga caso y prefiera desvincularse del tema de los críos. Enhorabuena por tu actuación, Dahl te lo agradecerá eternamente.
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Objeto: Juguete de cuerda
- Descripción:
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Este pequeño juguete lo hacen los niños de Roilkat con unas cuerdas. Pero el del pequeño Dahl es especial, no lo hizo él, lo encontró. Si lo desenrollas te encontrarás con una cuerda de apenas 30 centímetros, pero en cuanto la lances alcanzará la longitud que desees. Una vez usada, volverá a su estado en forma de bola.
Fehu
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