Las repercusiones del deber [Privado][Alira B.][Gwynn]
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Las repercusiones del deber [Privado][Alira B.][Gwynn]
El sol del alba traspasaba los ventanales de la pequeña y rústica habitación mientras mis pupilas luchaban la rutina matutina, el sopor y el letargo después de una larga noche de sueño ininterrumpido. El calor que irradiaba el cuerpo adyacente al mío debajo de las sabanas era agradable hasta el punto de ser adictivo, logrando que durante más tiempo del que nunca admitiría me quedara acurrucada entre las cobijas y esa estufa de gran tamaño; por desgracia después de un tiempo tuve que romper ese idílico despertar, las voces del piso inferior empezaban a infectar el silencio que reinaba en la el lugar con risas, saludos matutinos y algún que otro escandaloso ruido de utensilios cayendo al suelo. Así pues, tras algunos percances y sonrojos por parte de los dos ocupantes de la estancia, nos dispusimos a bajar y llenar nuestros estómagos con algo de comida, alimento que nos haría falta pues nos disponíamos a iniciar un primer viaje como compañeros de aventura. A pesar de la serenidad con la que fluyó todo el almuerzo, o más bien comida observando la cantidad de gente que se encontraba en la posada, fue inevitable escuchar repetidamente las mujeres que se encontraban cocinando o repartiendo ese buen manjar susurrar y reír sobre el “incidente” que habíamos protagonizado la tarde anterior en el piso de arriba.
La salida de la ciudad se produjo sin más dilaciones, la gente caminaba sin ton ni son por las calles de ese gran poblado mientras algunos carros atravesaban las zonas de transito más amplias con gran estruendo; se dirigían cerca de la salida de la ciudad, donde un gran mercado estaba teniendo lugar. Hacía mucho tiempo que no veía tantos alimentos frescos reunidos en un solo lugar, había desde frutas, verduras, carnes e incluso objetos, hierbas y minerales singulares solamente empleados en rituales; podía reconocer fácilmente algunos de aquellos objetos, en especial los que provenían de mi zona natal, pues los había observado desde pequeña. El enorme embrollo de gritos y regateos, imposibles de comprender en su mayoría, fueron aplacados en el momento en el que divisé un cuerno de Buey de Aendar colgado en el umbral de uno de los puestos; Fluffy se había quedado atrás ya hacía más de un día y me preocupaba que debido a la gran distancia que habíamos recorrido en un inicio le fuera imposible encontrarme. Mi cabeza divagó en esos pensamientos durante el trayecto intentando asimilar formas de encontrar a mi compañero; mientras, había solamente una cosa que lograba mantenerme con los pies en la tierra y que no me fuera desesperadamente a buscarlo: mi mano reposaba junto a la del licántropo plácidamente, entrelazaba mis dedos con los suyos pues el gesto producía seguridad en mi cuerpo, algo ininteligible que lograba llevar una sonrisa a mi rostro y alejar la tormenta de pensamientos que cada poco tiempo lograban colarse cual vorágine sin control en mi mente.
Nos dirigíamos hacia Roilkat, uno de los cuatro famosos asentamientos humanos de la zona, sin un objetivo claro; siguiendo una parte de instinto y la otra de pura curiosidad, pues las increíbles dunas de las que había oído hablar por parte de mis progenitores no podían ser dejadas atrás sin al menos verlas de lejos. Caminamos durante algunas horas, manos juntas y mente tranquila, mientras nos contábamos anécdotas varias, sobre nuestras aldeas, sobre los juegos que más nos gustaban,… hasta que en cierto momento, tras varias horas de camino resultó un silencio agradable y sincero, plácido y dulce; mis orejas agudizaron sus instintos e inconscientemente empecé a escuchar un ruido de lo más familiar, un profundo pisar rápido como el viento y directo hacia nuestra dirección- No puede ser… -susurré de forma inconsciente mientras dirigía mi mirada a la densa arboleda que teníamos a nuestra derecha- creía que le habría perdido… por los dioses, ¡no me creo que haya sabido llegar hasta aquí…! –Añadí mientras, abrumada por la revelación que acababa de tener, empezaba a tirar levemente de Gwynn en dirección al bosque- no hay tiempo para explicaciones, ¡rápido! –exclamé finalmente mientras empezaba a correr hacia el sonido riendo y saltando sin poder contener ni un ápice la alegría que invadía mi cuerpo.
Tal y como había predicho a los pocos segundos una figura oscura y extremadamente corpulenta salió de entre los árboles a gran velocidad, corriendo sin deparo hacia donde nos encontrábamos; sin dudarlo ni un segundo y ante ese prospecto tan conocido para mi después de tantos años juntos abrí los brazos de par en par a la espera de ese gran animal- ¡Mi pequeño! – Grité a todo pulmón en el momento en el que el joven buey frenó al completo a pocos centímetros de donde nos encontrábamos, tirándose al suelo como si de un gran perro se tratara- Pensé que ya no te vería más Fluffy… cosita peluda… ¡eres un rastreador nato! ¿Quién es mi bestia feroz? ¿Quién es? ¿Quién eees? –Un gran bufido escapó del animal tras haber sido complacido a base de infinidad de mimos y caricias y lentamente se dispuso de nuevo a cuatro patas, observando con cierta celosía al muchacho que me acompañaba mientras olisqueaba de forma curiosa mi ropa.
Con una mano aún encima del lomo del animal me dirigí hacia el licántropo con el que había estado compartiendo esas últimas horas llenas de las más curiosas peripecias y acontecimientos tras dejar a mi compañero de batalla atrás- Gwynn, éste es Fluffy, llevamos juntos desde que tengo memoria, lo rescaté cuando era un cachorro de los bosques de Midgard y nos hemos criado como hermanos, aunque él sea un poco más... bestial que yo–expliqué alegremente mientras el animal se acercaba cautelosamente al joven, olisqueándolo y rodeándolo a paso pausado y precavido- Es mi arduo compañero de batalla, somos unos grandes combatientes y hemos sobrevivido a muchas peripecias juntos –manifesté con un ápice de orgullo tiñendo mi voz- cuando… paso el incidente, se quedó atrás y muy posiblemente huyó de esos hombres mientras me rastreaba… -observé de forma más pausada entretanto revisaba el cuerpo del animal con la vista en busca de heridas o rasguños que pudieran haber necesitado algún tipo de tratamiento- no sabía si conseguiría encontrarnos pero si alguien podía lograrlo era él –murmuré para mí misma en tanto veía a Fluffy dirigir un bufido de aprobación respecto al muchacho- Creo que le has gust… -antes de poder terminar la frase una figura conocida apareció de entre las ramas oteando los alrededores con porte nervioso, delatando en su postura y sus gestos aprensión y cansancio, entretanto apoyaba su cuerpo sobre las rodillas y respiraba de forma entrecortada.
Se trataba de un adolescente hombre bestia de entre unos quince o dieciséis años, de estatura una cabeza y media mayor a la que yo ostentaba en ese momento y de porte relativamente corpulento y trabajado, dispuesto prácticamente al completo a la vista del transeúnte exceptuando por unas bermudas de lino y unos brazaletes como los que adornaban mis muñecas, brazos y tobillos. Su mitad animal era palpable en todos sus atributos, patas, cola, y rostro, además del pelaje dorado que lo cubría de pe a pa, se trataba de un león a que caminaba bípeda y felizmente hacia nosotros- ¡Alira! –sin esperar ni un segundo me lancé a los brazos de ese joven tan conocido para mí- ¡Por los dioses, Yann! –El muchacho, sin ningún tipo de esfuerzo, prosiguió a cogerme por la cintura y levantarme en un cariñoso abrazo de rencuentro- ¿Qué…que haces aquí? –Pregunté intentando comprender como era posible que nos hubiéramos encontrado tras tantos meses sin vernos- Pequeña -recalcó con sorna- sabes que tengo un sexto sentido para encontrarte, ¡solamente hace falta que siga a tu loco Buey durante horas por el bosque y sé que ahí estarás! –añadió el hombre bestia mientras me disponía a propinarle un buen golpe en el antebrazo- ¡Tsk! No seas desagradable, ¡hacía meses que no nos veíamos los rostros maldito león malcriado…! -declaré sonriente- De acuerdo, de acuerdo... puede que tengas razón señorita guerrera –añadió mientras me guiñaba un ojo.
Su mirada entonces se posó en el joven que se encontraba a pocos metros, no lo reconocía de nada y ese olor lupino que había quedado impregnado en los ropajes de Alira no le gustaba ni una pizca; así pues tras observarlo detenidamente, se acercó gradualmente al muchacho de pelo dorado que se encontraba tan sólo a unos pasos y una vez delante de él extendió formalmente la peluda y consistente pata derecha hacia el chico- ¿Y tú eres…? –la voz del joven león varió en su tono, ahora algo más agresivo y precavido, mientras la chica cabra estaba distraída jugando con el enorme buey que la acompañaba y, por ende, no se había podido percatar de la tensión que había creado su compañero en el ambiente- No te he visto nunca por nuestra aldea, y sé que Alira no hubiera dejado a esa bestia sola si no hubiera pasado algo realmente grave, así que te agradecería que hicieras el favor de explicarme que os pasó ya que sé que ella no va a contarme nada para no preocuparme –apretó la mano del muchacho con algo de fuerza pero al cabo de unos segundos soltó un suspiro algo resignado- viendo cómo ni ella ni Fluffy te han atacado puedo suponer que no eres una amenaza, pero no voy a quitarte un ojo de encima en ningún momento –esperó entonces para escuchar la respuesta del chico, y tras ver como las facciones del licántropo se tornaban dulces y avergonzadas en algunos momentos un baño de comprensión inundó su mente; apareció entonces en su rostro una sonrisa pícara y traviesa, en su mirada algo de malicia palpable mientras revisaba que Alira se encontrara lejos de ellos- ¡Oh! Es verdad, antes de que se me olvide tengo una recomendación para ti, lobo -colocando su pata libre en hombro del licántropo prosiguió a acercarse a su oído, susurrando solamente para él- espero que no se te escape ninguna mano donde no debe… -
La salida de la ciudad se produjo sin más dilaciones, la gente caminaba sin ton ni son por las calles de ese gran poblado mientras algunos carros atravesaban las zonas de transito más amplias con gran estruendo; se dirigían cerca de la salida de la ciudad, donde un gran mercado estaba teniendo lugar. Hacía mucho tiempo que no veía tantos alimentos frescos reunidos en un solo lugar, había desde frutas, verduras, carnes e incluso objetos, hierbas y minerales singulares solamente empleados en rituales; podía reconocer fácilmente algunos de aquellos objetos, en especial los que provenían de mi zona natal, pues los había observado desde pequeña. El enorme embrollo de gritos y regateos, imposibles de comprender en su mayoría, fueron aplacados en el momento en el que divisé un cuerno de Buey de Aendar colgado en el umbral de uno de los puestos; Fluffy se había quedado atrás ya hacía más de un día y me preocupaba que debido a la gran distancia que habíamos recorrido en un inicio le fuera imposible encontrarme. Mi cabeza divagó en esos pensamientos durante el trayecto intentando asimilar formas de encontrar a mi compañero; mientras, había solamente una cosa que lograba mantenerme con los pies en la tierra y que no me fuera desesperadamente a buscarlo: mi mano reposaba junto a la del licántropo plácidamente, entrelazaba mis dedos con los suyos pues el gesto producía seguridad en mi cuerpo, algo ininteligible que lograba llevar una sonrisa a mi rostro y alejar la tormenta de pensamientos que cada poco tiempo lograban colarse cual vorágine sin control en mi mente.
Nos dirigíamos hacia Roilkat, uno de los cuatro famosos asentamientos humanos de la zona, sin un objetivo claro; siguiendo una parte de instinto y la otra de pura curiosidad, pues las increíbles dunas de las que había oído hablar por parte de mis progenitores no podían ser dejadas atrás sin al menos verlas de lejos. Caminamos durante algunas horas, manos juntas y mente tranquila, mientras nos contábamos anécdotas varias, sobre nuestras aldeas, sobre los juegos que más nos gustaban,… hasta que en cierto momento, tras varias horas de camino resultó un silencio agradable y sincero, plácido y dulce; mis orejas agudizaron sus instintos e inconscientemente empecé a escuchar un ruido de lo más familiar, un profundo pisar rápido como el viento y directo hacia nuestra dirección- No puede ser… -susurré de forma inconsciente mientras dirigía mi mirada a la densa arboleda que teníamos a nuestra derecha- creía que le habría perdido… por los dioses, ¡no me creo que haya sabido llegar hasta aquí…! –Añadí mientras, abrumada por la revelación que acababa de tener, empezaba a tirar levemente de Gwynn en dirección al bosque- no hay tiempo para explicaciones, ¡rápido! –exclamé finalmente mientras empezaba a correr hacia el sonido riendo y saltando sin poder contener ni un ápice la alegría que invadía mi cuerpo.
Tal y como había predicho a los pocos segundos una figura oscura y extremadamente corpulenta salió de entre los árboles a gran velocidad, corriendo sin deparo hacia donde nos encontrábamos; sin dudarlo ni un segundo y ante ese prospecto tan conocido para mi después de tantos años juntos abrí los brazos de par en par a la espera de ese gran animal- ¡Mi pequeño! – Grité a todo pulmón en el momento en el que el joven buey frenó al completo a pocos centímetros de donde nos encontrábamos, tirándose al suelo como si de un gran perro se tratara- Pensé que ya no te vería más Fluffy… cosita peluda… ¡eres un rastreador nato! ¿Quién es mi bestia feroz? ¿Quién es? ¿Quién eees? –Un gran bufido escapó del animal tras haber sido complacido a base de infinidad de mimos y caricias y lentamente se dispuso de nuevo a cuatro patas, observando con cierta celosía al muchacho que me acompañaba mientras olisqueaba de forma curiosa mi ropa.
Con una mano aún encima del lomo del animal me dirigí hacia el licántropo con el que había estado compartiendo esas últimas horas llenas de las más curiosas peripecias y acontecimientos tras dejar a mi compañero de batalla atrás- Gwynn, éste es Fluffy, llevamos juntos desde que tengo memoria, lo rescaté cuando era un cachorro de los bosques de Midgard y nos hemos criado como hermanos, aunque él sea un poco más... bestial que yo–expliqué alegremente mientras el animal se acercaba cautelosamente al joven, olisqueándolo y rodeándolo a paso pausado y precavido- Es mi arduo compañero de batalla, somos unos grandes combatientes y hemos sobrevivido a muchas peripecias juntos –manifesté con un ápice de orgullo tiñendo mi voz- cuando… paso el incidente, se quedó atrás y muy posiblemente huyó de esos hombres mientras me rastreaba… -observé de forma más pausada entretanto revisaba el cuerpo del animal con la vista en busca de heridas o rasguños que pudieran haber necesitado algún tipo de tratamiento- no sabía si conseguiría encontrarnos pero si alguien podía lograrlo era él –murmuré para mí misma en tanto veía a Fluffy dirigir un bufido de aprobación respecto al muchacho- Creo que le has gust… -antes de poder terminar la frase una figura conocida apareció de entre las ramas oteando los alrededores con porte nervioso, delatando en su postura y sus gestos aprensión y cansancio, entretanto apoyaba su cuerpo sobre las rodillas y respiraba de forma entrecortada.
Se trataba de un adolescente hombre bestia de entre unos quince o dieciséis años, de estatura una cabeza y media mayor a la que yo ostentaba en ese momento y de porte relativamente corpulento y trabajado, dispuesto prácticamente al completo a la vista del transeúnte exceptuando por unas bermudas de lino y unos brazaletes como los que adornaban mis muñecas, brazos y tobillos. Su mitad animal era palpable en todos sus atributos, patas, cola, y rostro, además del pelaje dorado que lo cubría de pe a pa, se trataba de un león a que caminaba bípeda y felizmente hacia nosotros- ¡Alira! –sin esperar ni un segundo me lancé a los brazos de ese joven tan conocido para mí- ¡Por los dioses, Yann! –El muchacho, sin ningún tipo de esfuerzo, prosiguió a cogerme por la cintura y levantarme en un cariñoso abrazo de rencuentro- ¿Qué…que haces aquí? –Pregunté intentando comprender como era posible que nos hubiéramos encontrado tras tantos meses sin vernos- Pequeña -recalcó con sorna- sabes que tengo un sexto sentido para encontrarte, ¡solamente hace falta que siga a tu loco Buey durante horas por el bosque y sé que ahí estarás! –añadió el hombre bestia mientras me disponía a propinarle un buen golpe en el antebrazo- ¡Tsk! No seas desagradable, ¡hacía meses que no nos veíamos los rostros maldito león malcriado…! -declaré sonriente- De acuerdo, de acuerdo... puede que tengas razón señorita guerrera –añadió mientras me guiñaba un ojo.
Su mirada entonces se posó en el joven que se encontraba a pocos metros, no lo reconocía de nada y ese olor lupino que había quedado impregnado en los ropajes de Alira no le gustaba ni una pizca; así pues tras observarlo detenidamente, se acercó gradualmente al muchacho de pelo dorado que se encontraba tan sólo a unos pasos y una vez delante de él extendió formalmente la peluda y consistente pata derecha hacia el chico- ¿Y tú eres…? –la voz del joven león varió en su tono, ahora algo más agresivo y precavido, mientras la chica cabra estaba distraída jugando con el enorme buey que la acompañaba y, por ende, no se había podido percatar de la tensión que había creado su compañero en el ambiente- No te he visto nunca por nuestra aldea, y sé que Alira no hubiera dejado a esa bestia sola si no hubiera pasado algo realmente grave, así que te agradecería que hicieras el favor de explicarme que os pasó ya que sé que ella no va a contarme nada para no preocuparme –apretó la mano del muchacho con algo de fuerza pero al cabo de unos segundos soltó un suspiro algo resignado- viendo cómo ni ella ni Fluffy te han atacado puedo suponer que no eres una amenaza, pero no voy a quitarte un ojo de encima en ningún momento –esperó entonces para escuchar la respuesta del chico, y tras ver como las facciones del licántropo se tornaban dulces y avergonzadas en algunos momentos un baño de comprensión inundó su mente; apareció entonces en su rostro una sonrisa pícara y traviesa, en su mirada algo de malicia palpable mientras revisaba que Alira se encontrara lejos de ellos- ¡Oh! Es verdad, antes de que se me olvide tengo una recomendación para ti, lobo -colocando su pata libre en hombro del licántropo prosiguió a acercarse a su oído, susurrando solamente para él- espero que no se te escape ninguna mano donde no debe… -
Alira Bellowood
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Re: Las repercusiones del deber [Privado][Alira B.][Gwynn]
El camino hacia Roilkat había resultado ser sorprendentemente agradable para el muchacho. El bosque y las arboledas habían dado paso a una extensa campiña salpicada por pequeños caseríos y comunidades rebosantes de actividad. Ya las cosechas habían tenido lugar y era tiempo de preparaciones para la época de nieve aprovechando las cada vez más escasas horas de luz. Gwynn observó maravillado a los pastores movilizar sus rebaños o las mujeres ahumando carne u operando los telares reunidas fuera de sus casas, hipnotizado por todos los nuevos aromas que podía percibir. Cada cierto tiempo fijaba su atención en la mano de la chica junto a él, en la suavidad de su piel y el leve roce sus sus dedos al moverse. La había conocido hacía apenas un día y, sin embargo, ese contacto resultaba absurdamente natural, completamente apropiado, casi como si necesitase esa calidez, Inconscientemente el licántropo apretó con delicadez los dedos de la chica con los suyos y sonrió ampliamente al sentir una leve presión como respuesta. Por un segundo olvidó cómo respirar.
Habían abandonado Wolsingham tarde aquella mañana, cuando había resultado evidente que Caoimhe no aparecería. Gwynn se había quejado molesto por la falta de fiabilidad de su hermana y sus acompañantes, pero en el fondo lo esperaba. Desde que había comenzado esta aventura había aprendido a aceptar que nunca entendería completamente a esa banda de dementes ni sus planes. Así, vestido con su túnica fijada a la cintura con un cordel de junco (su cinturón estaría, sin duda, en alguno de los infinitos bolsillos de la jodida mochila de Meredydd), suaves sandalias del mismo material y un pequeño morral de cuero a punto de estallar por las provisiones saqueadas de la cocina metidas con fuerza y persuasión, había emprendido la marcha hacia Roilkat junto a Alira.
Gwynn observó los campos nuevamente, resistiendo las ansias de transformarse y echar a correr sobre cuatro patas persiguiendo olores, sombras y sonidos. Podía imaginar perfectamente cómo percibiría este entorno con sus sentidos lupinos, pero no era lo mismo que vivirlo. Por supuesto, tanto Caoimhe como Meredydd le habían advertido contra ello. Merodear como lobo entre los rebaños y caseríos era una forma infalible de acabar con una flecha en los pulmones. Además, pensó el pequeño licántropo dirigiendo la mirada al rostro de la chica, no tenía intención de dejar la mano de Alira.
El camino frente a ellos trazó una suave curva para rodear una extensa arboleda y fue allí donde acabaría la calma de su viaje.
Pudo oírlo antes de que la chica pronunciase palabra; los pasos sonoros de un animal a la carrera. Derecha. Entre los árboles. ¿Un ciervo? No, demasiado pesado. ¿Un jabalí, quizás? Tampoco, sus patas eran diferentes, podía oír la diferencia. La criatura se acercaba rápidamente hacia ellos, pero antes de que Gwynn pudiese tirar de Alira para apartarla de su paso sintió a la chica arrastrarle directamente en ese dirección.
“Espera, ¿qué..?”
Un animal como ninguno que el joven hibiese visto apareció entre los árboles y se arrojó con urgencia a los pies de Alira quien le recibió con una lluvia de mimos. El licántropo observó atónito la escena a un par de pies de distancia.
“¿Entonces… es… tu hermano?” preguntó Gwynn inseguro. Para alguien que había crecido con una familia que la mitad del tiempo andaba en cuatro patas la idea era completamente natural, pero no sabía si sería igual para Alira. Fluffy se acercó para olerle y el muchacho respondió instintivamente de la misma manera. “Vaya, aunque no lo parezca es un muy buen rastreador,” dijo estirando una mano hacia la criatura, deteniéndose al percibir otra figura entre los árboles.
Se trataba de un hombre bestia, de eso no había duda, pero su mitad animal era algo que Gwynn nunca había visto. Le recordaba a un lince, aunque su pelaje era fino y corto, suave incluso, de un hermoso y resplandeciente ocre. Un adulto, o cercano a ello de acuerdo a su altura, musculatura y confianza en la mirada.
Para sorpresa del licántropo Alira no perdió un segundo en arrojarse a los brazos del hombre bestia, quien le recibió con idéntica efusividad. Gwynn les observó en silencio cambiando su peso de un pie al otro, sus dedos jugueteando con el cuero de su morral. Tras intercambiar palabras con la chica el felino fijó su atención en el muchacho cambiando su expresión risueña por una desconfiada e incluso hosca a pesar de haber extendido su mano en saludo.
“¿Y quien eres tú, “Yann”?” preguntó el licántropo algo molesto por la rudeza del chico intentando mirarle con idéntica dureza, aunque el efecto se perdía bastante debido a la diferencia en altura entre ambos. El intercambio duró poco, sin embargo. Ante la mención del incidente Gwynn bajó la mirada sintiendo un escalofrío helado recorrer su cuerpo. Lo había olvidado. Lo había olvidado por completo, perdido en la sonrisa de Alira y el calor de sus dedos. La mano de Yann ahora, considerablemente más grande que la suya, le regresaba a la realidad con un apretón. El muchacho sintió los nervios teñir sus mejillas y esto fue rápidamente interpretado por el felino de una manera algo diferente. Esbozando una sonrisa pícara el hombre bestia se acercó para susurrar algo que pilló al licántropo completamente desprevenido.
“¿Qué!?” dejó escapar Gwynn con una voz que le pareció ridículamente aguda. Sus ojos se dirigieron a la velocidad del rayo hacia la chica acuclillada junto a Fluffy y de regreso hacia la sonrisa pícara de Yann. “¿Qué… quieres decir? Yo no… nosotros sólo… no sé de qué hablas.”
Podía sentirlo. Podía sentir claramente el ardor en su rostro y orejas, y sabía perfectamente que no había nada que pudiera hacer para ocultar el furioso rubor que cubría sus mejillas hasta casi ahogar sus pecas. ¿Quién era este chico? Había mencionado la aldea de Alira, así que seguramente fuesen amigos. O quizás… Gwynn sacudió la cabeza.
“Yo… mi nombre es Gwynn. Conocí a Alira cerca de aquí y ahora nos dirigimos a Roilkat. De hecho, um, deberíamos continuar. Podemos seguir hablando en el camino”
Aprovechando la proposición como una salida, el muchacho se apresuró a avanzar un par de pasos y coger la mano de la chica para reanudar la marcha. Su corazón dio un vuelco al recordar la advertencia de Yann y soltó la mano como si quemase.
“Tenemos que seguir. Pronto caerá la noche,” dijo echando a andar dejando a ambos hombres bestia atrás. No podía entenderlo, pero se sentía simultáneamente nervioso, enfadado y estúpido. Este era la primera persona cercana a Alira que conocía y había actuado como un idiota. Hubiese imagino que conocer a otra persona de la aldea de la chica habría sido divertido, pero en estos momentos no podía dejar de pensar que daría su cena y su desayuno por haber podido seguir caminando tranquilamente sintiendo la mano de Alira en la suya… y todo por este tal Yann, pensó haciendo un mohín de desagrado.
Molesto y confundido el licántropo suspiró profundamente intentando en vano expulsar de su pecho esa desagradable sensación de irracional ansiedad que no sabía identificar. Al fin y al cabo, jamás en su corta vida había verdaderamente experimentado los celos.
Gwynn
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