La batalla de Árbol Madre por el destino de Aerandir [Trama Sandorai]
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Re: La batalla de Árbol Madre por el destino de Aerandir [Trama Sandorai]
Demian cerró sus ojos con fuerza, tanta que para cuando los abrió le costó volver a enfocar... ¿o era que todo el ambiente había cambiado?
Sintió un peso, una fuerza que parecía estar en todos lados y cobrar un poco de su ser. ¿Era ese el Oblivion?
Miró a su lado. Había una mujer de rodillas, pero nadie más.
–Así que tú eras el cuervo... –dijo una voz ilusoria, mientras el chico mantenía una sonrisa de media boca–. Me lo suponía. Seremos un cuervo y un gorrión contra un halcón. Hmmm... me esperaba un lugar más... abierto.
El chico la observó un instante. Parecía cansada, abatida. Aún así, no hizo ademán por ayudarla.
–Me puse sólo contigo para que los otros grupos tuvieran mejores oportunidades, así que más vale que te pongas de pie o tendré que ir solo. No te conozco, pero puse mi confianza en ti –dijo duramente la voz ilusoria, mientras Demian miraba a las escaleras–. Más vale que no me decepciones.
Sostuvo sus dagas frente a sí. En la mano derecha su daga corrupta, en la izquierda una completamente negra. Tomó una bocanada de aire y lo dejó escapar muy lentamente, para no emitir sonido.
Era una sombra, un gato a punto de saltar sobre su presa, una suave brisa. Sus pasos apenas tocaban el suelo y su respiración se había reducido a su expresión mínima, casi inexistente.
Mientras tanto, concentraba su magia. Suponía que lo que sea que representase ese halcón debía atacarlos pronto, aunque no podía estar seguro de si siquiera sería una persona, una trampa o algo más.
–Cuidado, todo puede ser una ilusión... o una trampa. En realidad, este mensaje también es una ilusión, pero... no es lo mismo, ¿vale? hablo de ilusiones malas. Las mías son buenas. Si ves ilusiones que parecen fantasmas o fuego fatuo, son buenas, las otras son malas –prosiguió, complicándose consigo mismo.
Pero, a pesar de que no era el mejor comunicando ideas y hasta su voz ilusoria parecía enredarse, su rostro permanecía completamente concentrado y su instinto asesino estaba activado y dispuesto a cegar la vida de lo que sea que apareciese en su camino. Esta vez no habría juegos, a veces hasta un gato podía ir con todo por su presa.
Había pasado mucho tiempo desde la última que asumiera por completo su instinto asesino. El Estilo del Fantasma, como lo llamaba su maestro.
Podía volverse invisible, pero... no. Iba a probar con otro plan, uno más arriesgado. Para eso estaba, después de todo. De vuelta en el mundo tenía al menos una raza tras su cuello y quizás hasta dos. No era momento de consideraciones por su seguridad.
–Me quieren muerto, ¿sabes?, no sólo aquí... todo un jodido ejército me quiere muerto, así que...
No terminó la frase. En ese momento, un disparo surgió desde arriba de las escaleras. Demian sintió el tradicional ruido de la cuerda al soltar su tensión y el silbido del virote en el aire. ¿Había surgido desde la nada? No había hecho contacto visual con un enemigo, alguien había sido capaz de cubrirse por completo. No tenía tiempo para intentar esquivar.
La figura de Demian fue atravesada por un disparo tan veloz como certero.
Cuando decimos "la figura", nos referimos a una ilusión, por supuesto.
El cuerpo de Demian aparecía en el lugar desde donde había salido el disparo(1), daga en mano, con sus ojos completamente enfocados en convertirle en un arma mortal.
El tiempo se detuvo un instante, mientras sus ojos buscaban al enemigo. Allí estaba, finalmente. En su ataque había revelado su posición y, por veloz que fuera, aquello iba a decidirse en apenas un segundo o dos. Demian no podía permitir que el enemigo volviese a recargar o se acomodara. El factor de la sorpresa estaba de su lado.
Debía confesarlo, por más que hubiera cambiado en los años de sus experiencias por Aerandir, por más que hiciera amigos, que decidiera dejar de lado su lado asesino, por más que intentara vincularse con las personas por otros medios... al final del día, no había sensación como la de atacar a matar.
Y así lo hizo. Daba igual que tuviera a un ratón o al mismísimo Odín en frente, iba a ir con todo.
La puñalada fue enfocada directamente a la zona del cuello, buscando perforar la yugular. Era un punto que le gustaba mucho atacar, no por la efectividad, sino que por la espectacularidad con que brotaba la sangre. Si tenía suerte podía hasta salpicarle.(2)
–Tweet, tweet, hijo de puta –añadió.
Esta vez no iba a esperar a ver si su enemigo había caído, ni buscar refugio. No iba a darle una fracción de segundo a su enemigo. Atacó nuevamente, y nuevamente... y nuevamente.
Ya no era un gato, era un mono dándolo todo. El combate apenas llevaba unos pocos segundos, mas debía decidirse de inmediato. Ni siquiera tenía la seguridad de si la mujer estaba ya en posición de atacar o no, pero no tenía un mínimo instante para desviar la atención.
Unas gotas le salpicaron el rostro. No sabía si era la sangre del enemigo o la propia.
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(1) Demian ha usado su habilidad Paso del Espectro para aparecer junto al enemigo y dejar, en el lugar en donde estaba, una ilusión de sí mismo.
(2) Demian usa Puñalada del Fantasma para intentar herir a su objetivo en la arteria yugular.
(*) Resumen del turno: He ido por un combo bastante simple, el clásico de Demian. Luego de comunicarse con Anastasia mediante su maestría de ilusiones (muy a su estilo poco sociable), Demian avanza por el pasillo de manera sigilosa, aunque sin pretender ser indetectable. Al momento de ser atacado, usa su habilidad de Paso del Espectro para teletransportarse a su enemigo y darle una Puñalada del Fantasma. El resto es seguir atacando con todo para darle ventaja a mi compañera.
Última edición por Demian el Vie Mayo 22 2020, 08:12, editado 2 veces
Demian
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Re: La batalla de Árbol Madre por el destino de Aerandir [Trama Sandorai]
-Una ilusión.- musité. Aquello había hecho que el resto de mis compañeros desapareciese, al menos a mis ojos. Era magia poderosa: pese a saber de lo que se trataba, no podía ver la realidad. Solo podía resignarme y continuar avanzando, tratando de aguantar todo lo que podía.
Melena Blanca nos había abierto paso al coste de sufrir heridas por las espinas. Pero algo me decía que era precisamente lo que quería. Era un berserker, después de todo. Si se dejaba llevar por su ira y sus heridas, tenía más oportunidades. Por su parte, la elfa estaba... diciendo algo. No parecía estar delirando, sino... determinada. Le tendí el grimorio que llevaba siempre conmigo, repleto de runas y encantamientos. [1]
-Toma esto, por ahora.- le dije simplemente a la elfa. -Puede que lo necesites.- Confiaba en que pudiese leer deprisa, porque no tenía tiempo para explicar que hacia. El ascenso era suficientemente difícil sin tener que hablar.
Y en cuanto llegamos a la torre, Syl se llevó la mano al colgante, quitándoselo del cuello. Algo se empezó a iluminar en él. Un tornado de fuego empezó a formarse a nuestro alrededor y a expandirse, disipando el veneno en esa zona. El colgante se resquebrajó hasta acabar desintegrado, desapareciendo en el viento. [2]
Pero ahora, podíamos respirar. O al menos, mis compañeros podían: yo noté algo muy distinto. De repente, estaba agotado. Mi pecho sangraba. Gruñí. Sabía lo que estaba pasando, pero aún tenía mucho que decir. Syl metió la mano en mi bolsillo y me tendió un frasco, del cual bebí sin rechistar. La herida empezó a curarse en cuestión de segundos. [3]
Tomé aire y alcé la mirada. Melena Blanca se había lanzado el primero, ajeno a todo esto.
El león era un rival digno para el Tármunil. Aprovechando la sorpresa de su oponente, el berserker se lanzó hacia él de un salto, tomando de nuevo su hacha por el asta y alzando al jinete aún ensartado en el otro extremo sin dificultad para luego estrellarlo contra el suelo.
Pese a la resistencia sobrenatural del jinete, era evidente que había sentido aquello. Un leónico gigantesco en frenesí no era nada que pudiese ignorar. Pero necesitaría ayuda. Algo empezó a salir del suelo. Las manos de decenas de no muertos estaban agarrándose a sus piernas, tratando de retenerle. La sorpresa le hizo dudar, momento que Mithnediel no tardó en aprovechar.
Su mano se iluminó, y una energía verde empezaba a fluir del leónico hasta él. Le estaba drenando, mientras pronunciaba algún tipo de hechizo.
Me levanté. Iba a tener que callarlo.
Mi cuerpo se movió al instante, impulsado por las runas de mis piernas. En tan solo un instante, estaba a su lado... y Eclipse se había hundido en su torso, interrumpiéndole bruscamente y haciéndole retroceder. [4] Solté la espada. No dependía de ella.
Mithnediel se puso en guardia, preparado para usar la daga de su mano derecha que debía usar para casos así. Escupió sangre, mirándome con odio. A mi lado, Melena Blanca había conseguido librarse de los no-muertos, pero con un chasquido de dedos del Jinete, se vería en aprietos una vez más. Una prisión de plantas surgió del suelo, aislándolo de la pelea. Y entonces, se lanzó hacia mi.
La daga impactó contra mi guantelete izquierdo. Respondí con el derecho, yendo directo a por su cara. Las uñas metálicas desgarraron su piel, y un destello eléctrico surgió de la herida. La marca no permaneció allí mucho tiempo. Alzando de nuevo su mano, el Jinete Oscuro empezó a drenar por completo a los no-muertos descartados que el leónico había hecho pedazos. En cuestión de segundos, sus restos se hicieron polvo y ceniza, y las heridas de Mithnediel empezaron a cerrarse.
Invoqué a Eclipse en mi mano, dejando el hueco de la espada en su torso y dándole algo más que cerrar. Pero no eran los únicos cadáveres de los que disponía. Más empezaron a surgir del suelo, y el Tármunil se había colocado fuera del huracán ígneo, donde aún quedaba veneno.
Fue entonces cuando una esfera fue arrojada por el aire, llegando hasta donde estaban él y su ejercito . Y un instante después, un virote de fuego atravesó dicha esfera. [5] La explosión resultante calcinó a las abominaciones necróticas, y dispersó más de aquella nube venenosa.
-Te cubro. ¡Ve!- dijo Syl mientras recargaba. Se acercó a la jaula de Melena Blanca y le tendió su propia poción, ayudando a curar las heridas del leónico.
No iba a negarme. Era el momento de acabar con aquello. La corona vibraba en mi cabeza. En cuanto la toqué, noté las grietas, pero el artefacto me concedió su poder. Mi cuerpo se cargó con energía, y me lancé contra el Jinete. En su desesperación, el demonio alzó una masa de plantas y espinas para cubrirse. [6]
El impulso las destruyó todas. Mi espada se hundió de nuevo en su pecho. Llevé la mano a su garganta, y lo alcé. Sus ojos le delataban. Pese a toda el orgullo que habían mostrado, pese a todo el odio y la arrogancia, no quería morir. No las entendí, pero las últimas palabras que pronunció estaban llenas de veneno.
Mi guantelete se iluminó con un breve brillo carmesí, y un estallido surgió de la mano que le sujetaba, atravesando su cuello y separando la cabeza de su cuerpo. Había un Jinete Oscuro menos en el mundo. [7]
Y entonces, llegó la consecuencia. Era como si mil agujas se clavasen en mi corazón. Me arrodillé en el suelo, tosiendo sangre. Empezaba a flaquear. Syl y Melena Blanca corrieron hacia mi, tratando de ayudar. La corona empezó a resquebrajarse.
Eclipse apareció en mi mano. Mi cuerpo temblaba. Tenía que levantarme.
-Aún no...- gruñí. -Aún no he terminado...-
[1] Le presto a Valyria durante el siguiente turno el Grimorio Blanco, que contiene los objetos Limitados: Runa Territorio, Runa Altura, Runa Levitasis Mejorada y Runa Impulso
[2] Syl usa el Colgante de Escarcha para usar la habilidad de Vincent: Huracán de Fuego y disipar el veneno. El colgante se rompe.
[3] Uso objeto Limitado: Poción de Salud Concentrada para curarme de las heridas causadas por el asesinato de jinetes (y la de Syl para curar a Melena Blanca después de hacerle sufrir heridas)
[4] Habilidad: Impulso
[5] Habilidad de Syl: Bomba Cegadora (y virote igneo de Quimera)
[6] Objeto: La Corona Astada
[7] Habilidad: Estallido
En resumen: disipo la sensación, me curo, Melena Blanca usa Ataque a Debilidad sobre el jinete y aplico Sentencia de fuego (otra vez)
Melena Blanca nos había abierto paso al coste de sufrir heridas por las espinas. Pero algo me decía que era precisamente lo que quería. Era un berserker, después de todo. Si se dejaba llevar por su ira y sus heridas, tenía más oportunidades. Por su parte, la elfa estaba... diciendo algo. No parecía estar delirando, sino... determinada. Le tendí el grimorio que llevaba siempre conmigo, repleto de runas y encantamientos. [1]
-Toma esto, por ahora.- le dije simplemente a la elfa. -Puede que lo necesites.- Confiaba en que pudiese leer deprisa, porque no tenía tiempo para explicar que hacia. El ascenso era suficientemente difícil sin tener que hablar.
Y en cuanto llegamos a la torre, Syl se llevó la mano al colgante, quitándoselo del cuello. Algo se empezó a iluminar en él. Un tornado de fuego empezó a formarse a nuestro alrededor y a expandirse, disipando el veneno en esa zona. El colgante se resquebrajó hasta acabar desintegrado, desapareciendo en el viento. [2]
Pero ahora, podíamos respirar. O al menos, mis compañeros podían: yo noté algo muy distinto. De repente, estaba agotado. Mi pecho sangraba. Gruñí. Sabía lo que estaba pasando, pero aún tenía mucho que decir. Syl metió la mano en mi bolsillo y me tendió un frasco, del cual bebí sin rechistar. La herida empezó a curarse en cuestión de segundos. [3]
Tomé aire y alcé la mirada. Melena Blanca se había lanzado el primero, ajeno a todo esto.
El león era un rival digno para el Tármunil. Aprovechando la sorpresa de su oponente, el berserker se lanzó hacia él de un salto, tomando de nuevo su hacha por el asta y alzando al jinete aún ensartado en el otro extremo sin dificultad para luego estrellarlo contra el suelo.
Pese a la resistencia sobrenatural del jinete, era evidente que había sentido aquello. Un leónico gigantesco en frenesí no era nada que pudiese ignorar. Pero necesitaría ayuda. Algo empezó a salir del suelo. Las manos de decenas de no muertos estaban agarrándose a sus piernas, tratando de retenerle. La sorpresa le hizo dudar, momento que Mithnediel no tardó en aprovechar.
Su mano se iluminó, y una energía verde empezaba a fluir del leónico hasta él. Le estaba drenando, mientras pronunciaba algún tipo de hechizo.
Me levanté. Iba a tener que callarlo.
Mi cuerpo se movió al instante, impulsado por las runas de mis piernas. En tan solo un instante, estaba a su lado... y Eclipse se había hundido en su torso, interrumpiéndole bruscamente y haciéndole retroceder. [4] Solté la espada. No dependía de ella.
Mithnediel se puso en guardia, preparado para usar la daga de su mano derecha que debía usar para casos así. Escupió sangre, mirándome con odio. A mi lado, Melena Blanca había conseguido librarse de los no-muertos, pero con un chasquido de dedos del Jinete, se vería en aprietos una vez más. Una prisión de plantas surgió del suelo, aislándolo de la pelea. Y entonces, se lanzó hacia mi.
La daga impactó contra mi guantelete izquierdo. Respondí con el derecho, yendo directo a por su cara. Las uñas metálicas desgarraron su piel, y un destello eléctrico surgió de la herida. La marca no permaneció allí mucho tiempo. Alzando de nuevo su mano, el Jinete Oscuro empezó a drenar por completo a los no-muertos descartados que el leónico había hecho pedazos. En cuestión de segundos, sus restos se hicieron polvo y ceniza, y las heridas de Mithnediel empezaron a cerrarse.
Invoqué a Eclipse en mi mano, dejando el hueco de la espada en su torso y dándole algo más que cerrar. Pero no eran los únicos cadáveres de los que disponía. Más empezaron a surgir del suelo, y el Tármunil se había colocado fuera del huracán ígneo, donde aún quedaba veneno.
Fue entonces cuando una esfera fue arrojada por el aire, llegando hasta donde estaban él y su ejercito . Y un instante después, un virote de fuego atravesó dicha esfera. [5] La explosión resultante calcinó a las abominaciones necróticas, y dispersó más de aquella nube venenosa.
-Te cubro. ¡Ve!- dijo Syl mientras recargaba. Se acercó a la jaula de Melena Blanca y le tendió su propia poción, ayudando a curar las heridas del leónico.
No iba a negarme. Era el momento de acabar con aquello. La corona vibraba en mi cabeza. En cuanto la toqué, noté las grietas, pero el artefacto me concedió su poder. Mi cuerpo se cargó con energía, y me lancé contra el Jinete. En su desesperación, el demonio alzó una masa de plantas y espinas para cubrirse. [6]
El impulso las destruyó todas. Mi espada se hundió de nuevo en su pecho. Llevé la mano a su garganta, y lo alcé. Sus ojos le delataban. Pese a toda el orgullo que habían mostrado, pese a todo el odio y la arrogancia, no quería morir. No las entendí, pero las últimas palabras que pronunció estaban llenas de veneno.
Mi guantelete se iluminó con un breve brillo carmesí, y un estallido surgió de la mano que le sujetaba, atravesando su cuello y separando la cabeza de su cuerpo. Había un Jinete Oscuro menos en el mundo. [7]
Y entonces, llegó la consecuencia. Era como si mil agujas se clavasen en mi corazón. Me arrodillé en el suelo, tosiendo sangre. Empezaba a flaquear. Syl y Melena Blanca corrieron hacia mi, tratando de ayudar. La corona empezó a resquebrajarse.
Eclipse apareció en mi mano. Mi cuerpo temblaba. Tenía que levantarme.
-Aún no...- gruñí. -Aún no he terminado...-
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[1] Le presto a Valyria durante el siguiente turno el Grimorio Blanco, que contiene los objetos Limitados: Runa Territorio, Runa Altura, Runa Levitasis Mejorada y Runa Impulso
[2] Syl usa el Colgante de Escarcha para usar la habilidad de Vincent: Huracán de Fuego y disipar el veneno. El colgante se rompe.
[3] Uso objeto Limitado: Poción de Salud Concentrada para curarme de las heridas causadas por el asesinato de jinetes (y la de Syl para curar a Melena Blanca después de hacerle sufrir heridas)
[4] Habilidad: Impulso
[5] Habilidad de Syl: Bomba Cegadora (y virote igneo de Quimera)
[6] Objeto: La Corona Astada
[7] Habilidad: Estallido
En resumen: disipo la sensación, me curo, Melena Blanca usa Ataque a Debilidad sobre el jinete y aplico Sentencia de fuego (otra vez)
Asher Daregan
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Re: La batalla de Árbol Madre por el destino de Aerandir [Trama Sandorai]
Cuando el Jinete recibió el ataque de Asher, consideré que ya no era necesario que yo interviniera más. Así que me giré, busqué a Xana y corrí a su dirección. Muchas maneras de salvarla surgieron rápidamente en mi mente, la mayoría siendo ideas que no prometían el éxito.
La tormenta se disipó y Xana descendió. Calculé dónde caería. Por suerte, sería en el borde de la plataforma y no al vacío. Potencié mis músculos y me preparé para atraparla.
La fuerza bruta nunca fue una de mis cualidades. Eso fue demasiado evidente cuando, en vez de atraparla en mis brazos de forma heroica, terminé amortiguando su caída con mi cuerpo de forma estrepitosa. Y vaya que dolió. Pero el dolor en ese momento no importaba.
«¿Estás bien?» fue una pregunta que no logró escapar de mis labios. Ella estaba sobre mí, estremeciéndose. Quise abrazarla y nunca volver a soltarla, nunca volver a abandonarla, pero no fui capaz. Yo la dejé morir. De haber sido necesario, yo mismo la habría asesinado para salvar incontables mundos.
No la merecía.
Me sentí tan miserable.
–Ha-hay que se-seguir –murmuró con brusquedad, levantándose lo más rápido que pudo. Se frotó los ojos para eliminar las lágrimas contenidas. Entonces avanzó hacia donde se dirigía el resto, esforzándose sin mucho éxito en esconder el pavor reflejado en el temblor de sus puños.
Me levanté y caminé detrás de ella. Mordí mi labio al no poder hacer más para lidiar con mi asqueroso sentimiento de culpa.
Ella estaba enojada conmigo. Pero lo estaría mucho, mucho más si yo no hubiera ayudado a vencer al Jinete por preferir salvarla, y ambos lo sabíamos. No obstante, la conocía muy bien para entender que lo que hacía surgir gran parte de su enojo no era yo, y sabía qué era exactamente.
En el nuevo escenario la mayoría de los compañeros desaparecieron. Una nueva Jinete apareció en lugar de ellos, dispuesta a sacarnos a la fuerza ayudándose con corrientes de aire poderosas. Y, por si no fuera poco, el estado de Elen, la única aún presente capaz de asesinar a los enemigos, empeoró gravemente.
Xana se agachó por instinto y clavó su daga en el suelo para aferrarse. Al percatarse de su evidente temor a repetir su experiencia anterior, golpeó el suelo y gruñó.
–Maldita sea, no otra vez –susurró en lo que pareció un sollozo.
Había vuelto al inicio, al momento en que la maldición en su corazón fue borrada. Como aquella vez, quería encerrarse en un lugar seguro, olvidarse de todo y vivir pensando solo en su propia seguridad. En aquel tiempo, no quiso volver a realizar actos heroicos, pues con tan solo pensarlo recordaba todos los problemas que les causó a otros y, sobre todo, la tortura que le obsequió Amaterasu por intentar salvar Dundarak.
Esta vez no recordaba a Amaterasu, sino el ser arrastrada por el aire sin poder hacer absolutamente nada para evitarlo.
A pesar de todo el esfuerzo y sufrimiento que soportó intentando hacerse poderosa, seguía siendo incapaz de protegerse a sí misma cuando realmente importaba.
Alzó la vista y contempló a Eltrant y a Lyn, quienes, a pesar de no ser centinelas, estaban enfrentando a la enemiga. Recordó a la otra elfa, que, a pesar de casi morir por el martillo del Jinete de hielo, no se acobardó, aún siendo mucho más débil que todos.
Cerró los ojos y recordó. ¿Por qué llegó hasta el Oblivion? ¿Por qué acompañarme en aventuras suicidas? ¿Por qué encaró a Amaterasu en Dundarak? ¿Por qué no usó la gema para transformarse en águila y volver con su clan? ¿Por qué siquiera huyó de su clan en un principio?
Desde el inicio algo fue constante en ella. Y por ese algo temía ser arrastrada por el viento de nuevo.
No quería que todo lo que vivió fuera en vano. No quería morir sin haber compensado todo el mal que causó. No quería vivir sin mostrar que todo lo que otros hicieron por ella valió la pena. No quería seguir siendo una patética inútil.
¿Y qué estaba haciendo en ese momento? Nada, solamente estorbando. Eso era algo que no podía perdonarse a sí misma. Y mucho menos en ese momento en que mundos enteros dependían de lo que se hiciera en el Oblivion.
Ella, en ese instante, le temía a la muerte al verla tan cerca. No iba a negarlo. Pero ese miedo era insignificante frente al temor a fracasar en esta misión.
Podía fracasar, pero no esta vez. Podía derrumbarse ante el miedo, pero no esta vez.
¿Qué sentido tendría haber sido liberada de la muerte si se rindiera ahora?
–Maldita sea, no otra vez –murmuró entre dientes, ahora con determinación. No iba a rendirse esta vez. Era la batalla más importante de todas, y su participación en esta determinaría el valor de todo su esfuerzo, su sufrimiento y lo que otros hicieron por ella.
Era el momento de demostrar el valor de su vida
Se levantó, con torpeza debido al viento y su agotamiento. Extendió un brazo al frente y se concentró en su éter, pero poco podía hacer para evitar ser arrastrada hacia el exterior de la torre. ¿Otra vez necesitaría ser salvada? Volvió el temblor, en manos y rodillas.
–Esta vez no será como antes –sentencié tras sujetarla firmemente por la cintura mientras me aferraba a la espada que clavé en la pared.
Y eso fue suficiente para ella. Asintió con la cabeza, agradecida, aliviada, y fijó su mirada en la Jinete.
Eltrant, de alguna manera, logró en ese momento deshacerse de la ventisca. A pesar de eso, no solté a Xana. No sabía si era algo temporal o no, pero asumí lo primero. Así que ofrecí éter a mi espada, y el aire tras de mí se tornó gélido, bloques de hielo se crearon y se agruparon hasta formar un dragón de tal elemento, y, con suerte, serviría como un muro que nos impediría ser expulsados de la instancia.[1]
Paralelamente, muchas partículas de luz, tan pequeñas que apenas podían ser vistas, empezaron a nacer alrededor de la Jinete.
–Rauko, lamento no haber podido salvarte –musitó Xana, solo para mí.
Supe a lo que se refería: hacerme soltar mi espada, que no siguiera dejando cadáveres tras de mí por recorrer un camino sin fin en busca de un ideal inalcanzable, algo que surgió por mi incapacidad de superar mi pasado.
–Aún no hemos muerto –le dije–. Aún tienes tiempo para cumplir esa promesa.
Pero ambos sabíamos que nuestro tiempo, en realidad, podía ser muy corto. Desde que entramos al Oblivion la muerte se mantuvo demasiado cerca de nosotros, y por poco Xana se libró de morir momentos atrás. Pero, aun así, no quería resignarme tan fácilmente.
Xana no respondió. En su lugar, convirtió su mano extendida en un puño. Las partículas de luz crecieron, brillando con fuerza, y giraron alrededor de la Jinete.
En cuanto Xana chasqueó los dedos, cada diminuta pero refulgente esfera salió disparada hacia la Jinete, concentrándose solamente en sus ojos, y evadieron cualquier obstáculo hacia ellos. Xana no quería únicamente cegarla, sino también quemar sus ojos, calcinarlos, pulverizarlos y abrir un camino hacia el interior de la cabeza para hacer lo mismo dentro, sin importarle si tenía suficiente poder para eso o no.[2]
Deseó que fuera suficiente, que fuese útil para Elen y, de ese modo, sentir que había pagado, aunque fuera solo una parte, por la ayuda que recibió de la centinela para eliminar la maldición que una vez estuvo en su corazón.
La tormenta se disipó y Xana descendió. Calculé dónde caería. Por suerte, sería en el borde de la plataforma y no al vacío. Potencié mis músculos y me preparé para atraparla.
La fuerza bruta nunca fue una de mis cualidades. Eso fue demasiado evidente cuando, en vez de atraparla en mis brazos de forma heroica, terminé amortiguando su caída con mi cuerpo de forma estrepitosa. Y vaya que dolió. Pero el dolor en ese momento no importaba.
«¿Estás bien?» fue una pregunta que no logró escapar de mis labios. Ella estaba sobre mí, estremeciéndose. Quise abrazarla y nunca volver a soltarla, nunca volver a abandonarla, pero no fui capaz. Yo la dejé morir. De haber sido necesario, yo mismo la habría asesinado para salvar incontables mundos.
No la merecía.
Me sentí tan miserable.
–Ha-hay que se-seguir –murmuró con brusquedad, levantándose lo más rápido que pudo. Se frotó los ojos para eliminar las lágrimas contenidas. Entonces avanzó hacia donde se dirigía el resto, esforzándose sin mucho éxito en esconder el pavor reflejado en el temblor de sus puños.
Me levanté y caminé detrás de ella. Mordí mi labio al no poder hacer más para lidiar con mi asqueroso sentimiento de culpa.
Ella estaba enojada conmigo. Pero lo estaría mucho, mucho más si yo no hubiera ayudado a vencer al Jinete por preferir salvarla, y ambos lo sabíamos. No obstante, la conocía muy bien para entender que lo que hacía surgir gran parte de su enojo no era yo, y sabía qué era exactamente.
En el nuevo escenario la mayoría de los compañeros desaparecieron. Una nueva Jinete apareció en lugar de ellos, dispuesta a sacarnos a la fuerza ayudándose con corrientes de aire poderosas. Y, por si no fuera poco, el estado de Elen, la única aún presente capaz de asesinar a los enemigos, empeoró gravemente.
Xana se agachó por instinto y clavó su daga en el suelo para aferrarse. Al percatarse de su evidente temor a repetir su experiencia anterior, golpeó el suelo y gruñó.
–Maldita sea, no otra vez –susurró en lo que pareció un sollozo.
Había vuelto al inicio, al momento en que la maldición en su corazón fue borrada. Como aquella vez, quería encerrarse en un lugar seguro, olvidarse de todo y vivir pensando solo en su propia seguridad. En aquel tiempo, no quiso volver a realizar actos heroicos, pues con tan solo pensarlo recordaba todos los problemas que les causó a otros y, sobre todo, la tortura que le obsequió Amaterasu por intentar salvar Dundarak.
Esta vez no recordaba a Amaterasu, sino el ser arrastrada por el aire sin poder hacer absolutamente nada para evitarlo.
A pesar de todo el esfuerzo y sufrimiento que soportó intentando hacerse poderosa, seguía siendo incapaz de protegerse a sí misma cuando realmente importaba.
Alzó la vista y contempló a Eltrant y a Lyn, quienes, a pesar de no ser centinelas, estaban enfrentando a la enemiga. Recordó a la otra elfa, que, a pesar de casi morir por el martillo del Jinete de hielo, no se acobardó, aún siendo mucho más débil que todos.
Cerró los ojos y recordó. ¿Por qué llegó hasta el Oblivion? ¿Por qué acompañarme en aventuras suicidas? ¿Por qué encaró a Amaterasu en Dundarak? ¿Por qué no usó la gema para transformarse en águila y volver con su clan? ¿Por qué siquiera huyó de su clan en un principio?
Desde el inicio algo fue constante en ella. Y por ese algo temía ser arrastrada por el viento de nuevo.
No quería que todo lo que vivió fuera en vano. No quería morir sin haber compensado todo el mal que causó. No quería vivir sin mostrar que todo lo que otros hicieron por ella valió la pena. No quería seguir siendo una patética inútil.
¿Y qué estaba haciendo en ese momento? Nada, solamente estorbando. Eso era algo que no podía perdonarse a sí misma. Y mucho menos en ese momento en que mundos enteros dependían de lo que se hiciera en el Oblivion.
Ella, en ese instante, le temía a la muerte al verla tan cerca. No iba a negarlo. Pero ese miedo era insignificante frente al temor a fracasar en esta misión.
Podía fracasar, pero no esta vez. Podía derrumbarse ante el miedo, pero no esta vez.
¿Qué sentido tendría haber sido liberada de la muerte si se rindiera ahora?
–Maldita sea, no otra vez –murmuró entre dientes, ahora con determinación. No iba a rendirse esta vez. Era la batalla más importante de todas, y su participación en esta determinaría el valor de todo su esfuerzo, su sufrimiento y lo que otros hicieron por ella.
Era el momento de demostrar el valor de su vida
Se levantó, con torpeza debido al viento y su agotamiento. Extendió un brazo al frente y se concentró en su éter, pero poco podía hacer para evitar ser arrastrada hacia el exterior de la torre. ¿Otra vez necesitaría ser salvada? Volvió el temblor, en manos y rodillas.
–Esta vez no será como antes –sentencié tras sujetarla firmemente por la cintura mientras me aferraba a la espada que clavé en la pared.
Y eso fue suficiente para ella. Asintió con la cabeza, agradecida, aliviada, y fijó su mirada en la Jinete.
Eltrant, de alguna manera, logró en ese momento deshacerse de la ventisca. A pesar de eso, no solté a Xana. No sabía si era algo temporal o no, pero asumí lo primero. Así que ofrecí éter a mi espada, y el aire tras de mí se tornó gélido, bloques de hielo se crearon y se agruparon hasta formar un dragón de tal elemento, y, con suerte, serviría como un muro que nos impediría ser expulsados de la instancia.[1]
Paralelamente, muchas partículas de luz, tan pequeñas que apenas podían ser vistas, empezaron a nacer alrededor de la Jinete.
–Rauko, lamento no haber podido salvarte –musitó Xana, solo para mí.
Supe a lo que se refería: hacerme soltar mi espada, que no siguiera dejando cadáveres tras de mí por recorrer un camino sin fin en busca de un ideal inalcanzable, algo que surgió por mi incapacidad de superar mi pasado.
–Aún no hemos muerto –le dije–. Aún tienes tiempo para cumplir esa promesa.
Pero ambos sabíamos que nuestro tiempo, en realidad, podía ser muy corto. Desde que entramos al Oblivion la muerte se mantuvo demasiado cerca de nosotros, y por poco Xana se libró de morir momentos atrás. Pero, aun así, no quería resignarme tan fácilmente.
Xana no respondió. En su lugar, convirtió su mano extendida en un puño. Las partículas de luz crecieron, brillando con fuerza, y giraron alrededor de la Jinete.
En cuanto Xana chasqueó los dedos, cada diminuta pero refulgente esfera salió disparada hacia la Jinete, concentrándose solamente en sus ojos, y evadieron cualquier obstáculo hacia ellos. Xana no quería únicamente cegarla, sino también quemar sus ojos, calcinarlos, pulverizarlos y abrir un camino hacia el interior de la cabeza para hacer lo mismo dentro, sin importarle si tenía suficiente poder para eso o no.[2]
Deseó que fuera suficiente, que fuese útil para Elen y, de ese modo, sentir que había pagado, aunque fuera solo una parte, por la ayuda que recibió de la centinela para eliminar la maldición que una vez estuvo en su corazón.
(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)
[1] Habi de la espada Retniw.
[2] Habi nivel 5 de Xana: Polvo de estrellas.
Resumencito del post innecesariamente largo: Ataque a debilidad e intentar «cerrar la puerta» de una forma muy poco práctica. Fin =)
[2] Habi nivel 5 de Xana: Polvo de estrellas.
Resumencito del post innecesariamente largo: Ataque a debilidad e intentar «cerrar la puerta» de una forma muy poco práctica. Fin =)
Rauko
Aerandiano de honor
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Re: La batalla de Árbol Madre por el destino de Aerandir [Trama Sandorai]
Dado que solo han intervenido la mitad de los participantes, dejaremos el resto de la semana para que vayan contestando los que faltan.
Fehu
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Re: La batalla de Árbol Madre por el destino de Aerandir [Trama Sandorai]
Algo cambió cuando el jinete murió a manos del espectacular desenlace de Asher y entramos en la torre. De repente, estaba sola, en el interior de la torre. ¿Dónde estaban los demás? Para colmo, un fuerte dolor me había inundado el pecho. La reliquia se había resquebrajado de alguna manera y, de cierta manera, sentía que cada vez que se partía, un hueso se me rompía en el interior.
De modo que acabé de rodillas, con una fuerte presión en el pecho. Me llevé la mano a la reliquia. Trataba de respirar. Pronto, acabé dándome la vuelta y recostándome sobre el suelo. Necesitaba un descanso.
Pero no estaba sola. Aquel dichoso niño que había jurado ver… ¿Quizás después de lo del templo? Apareció allí. No recordaba que hubiera saltado el portal. - ¿Cuervo? ¿Eres tú el que habla? ¿O son ilusiones? – Escuchaba algo, pero miraba al niño y sólo veía esa mirada diabólica. Definitivamente, estaba en medio de una ilusión. O quizás ya estuviera muerta. – Está bien, capullo. Deja de jugar conmigo y clávame esa daga, ¿quieres? – comenté con fastidia, sin apartar mi mano del pecho. Si no me dolieran las costillas, no tuviera dificultades para respirar y no sintiera que me habían pasado por encima cinco carros de hierro y una manada de ograrcks, probablemente habría intentado dar más guerra, pero en aquella situación, prefería evitar resistirme.
Pero el chiquillo no era una ilusión. Me cercioré de eso al escuchar sus palabras. O más bien, al imaginarlas. Porque parecía ser él el que hablaba, aunque no articulara el labio. Me advirtió que sus ilusiones eran buenas y dio a entender que algo nos atacaría. Me puse erguida con dificultad, cuán alta era, y me repeiné un poquito la melena hacia atrás, mientras hacía una coleta con mi pelo. - ¿Eres un poco rarito, no? – le pregunté, mirándole con el gesto torcido, en alusión a su extraña manera de comunicarse. No esperaba obtener respuesta. Simplemente me dijo que un ejército lo quería muerto. – Tranquilo, sé cómo te sientes... – resoplé.
No era el momento para intercambiar penas con un niño de apenas diez años. - ¡Oh, cuidado! – grité. Así, di un paso lateral con gran agilidad para el pequeño espacio disponible y conseguí esquivar el virote. O, al menos, la mayor parte, pues una parte sí me rozó en el abdomen. Grité, apretando los dientes y llevándome las manos ahí.
Cuando alcé de nuevo la vista para ver al tirador, contemplé como el niño aparecía y apuñalaba al jinete oscuro del francotirador, una y otra vez, que se revolvía por quitárselo de encima sin éxito.
Desenfundé ambas ballestas de mano a la vez y las envié al frente de mi vista. Comencé a taconear con tranquilidad, subiendo los escalones de uno sin bajar las armas y disparando al jinete. Un blanco fácil en un espacio tan pequeño. Por cada puñalada del niño, iban dos virotes míos. Como buena zurda, primero la izquierda, y un instante después la derecha, luego la izquierda, y a continuación la diestra de nuevo. Así hasta agotar los diez tiros, cinco que tenía cada ballesta de mano. Estoy seguro que con dos habrían bastado. Pero su sangre rebozaba de cada zona del cuerpo, salpicándome la cara. Y con ello satisfaciendo aún más mi sonrisa. No sabía si era porque odiaba a los jinetes, o por el rubí, por mi animadversión por los vampiros y la sangre arraigado en mi familia, o quizás simplemente porque por mucho que me pesara, tenía el instinto psicópata de mi madre Belladonna arraigado. Fuera la que fuera, sin duda disfrutaba con aquello.
El jinete acabó tirado en el suelo, en un baño de sangre. Lo habíamos dejado hecho un colador.
Me acerqué a donde estuviera el niño, mientras volvía a guardar en mis cartucheras musleras las ballestas de mano. El rubí pedía sangre y la había tenido. De hecho, todavía chorreaba por mi rostro. Cuando me detuve, saqué del bolso un miniespejito negro de mano, lo abrí y comencé a quitarla con un pañuelo que solía llevar conmigo, el cual tiraría allí mismo después. – Habrá que estar presentables cuando nos reencontremos con los demás, ¿no crees? – comenté con una sonrisa ladina al ver mi bello rostro, quitándome la sangre y peinándome un poco. En el fondo, era una Boisson. Una chica fina y de modales recatados que debía estar a la altura. Tras un rato al espejito, lo miré de reojo. – ¿No eres un poco pequeño para ser tan visceral? ¿Lo saben tus padres? – Luego me arrepentí de lo dicho por aquel mal cuerpo que dejaba el crío al mirarlo. Qué coño, seguramente aquel niño ni siquiera tuviera padres. Seguramente los habría apuñalado mientras dormían. – Tranquilo, era una broma, ¿eh? – Y cerré el espejo tras terminar. Y continué. – Venga, Imlerith nos espera arriba. – comenté ya sin mirarle.
*Off: Uso habilidades de nivel 1: Medio natural para esquivar en medida de lo posible y Hab de nivel 2 Acribillar para acabar con el jinete mientras Demian le pega.
De modo que acabé de rodillas, con una fuerte presión en el pecho. Me llevé la mano a la reliquia. Trataba de respirar. Pronto, acabé dándome la vuelta y recostándome sobre el suelo. Necesitaba un descanso.
Pero no estaba sola. Aquel dichoso niño que había jurado ver… ¿Quizás después de lo del templo? Apareció allí. No recordaba que hubiera saltado el portal. - ¿Cuervo? ¿Eres tú el que habla? ¿O son ilusiones? – Escuchaba algo, pero miraba al niño y sólo veía esa mirada diabólica. Definitivamente, estaba en medio de una ilusión. O quizás ya estuviera muerta. – Está bien, capullo. Deja de jugar conmigo y clávame esa daga, ¿quieres? – comenté con fastidia, sin apartar mi mano del pecho. Si no me dolieran las costillas, no tuviera dificultades para respirar y no sintiera que me habían pasado por encima cinco carros de hierro y una manada de ograrcks, probablemente habría intentado dar más guerra, pero en aquella situación, prefería evitar resistirme.
Pero el chiquillo no era una ilusión. Me cercioré de eso al escuchar sus palabras. O más bien, al imaginarlas. Porque parecía ser él el que hablaba, aunque no articulara el labio. Me advirtió que sus ilusiones eran buenas y dio a entender que algo nos atacaría. Me puse erguida con dificultad, cuán alta era, y me repeiné un poquito la melena hacia atrás, mientras hacía una coleta con mi pelo. - ¿Eres un poco rarito, no? – le pregunté, mirándole con el gesto torcido, en alusión a su extraña manera de comunicarse. No esperaba obtener respuesta. Simplemente me dijo que un ejército lo quería muerto. – Tranquilo, sé cómo te sientes... – resoplé.
No era el momento para intercambiar penas con un niño de apenas diez años. - ¡Oh, cuidado! – grité. Así, di un paso lateral con gran agilidad para el pequeño espacio disponible y conseguí esquivar el virote. O, al menos, la mayor parte, pues una parte sí me rozó en el abdomen. Grité, apretando los dientes y llevándome las manos ahí.
Cuando alcé de nuevo la vista para ver al tirador, contemplé como el niño aparecía y apuñalaba al jinete oscuro del francotirador, una y otra vez, que se revolvía por quitárselo de encima sin éxito.
Desenfundé ambas ballestas de mano a la vez y las envié al frente de mi vista. Comencé a taconear con tranquilidad, subiendo los escalones de uno sin bajar las armas y disparando al jinete. Un blanco fácil en un espacio tan pequeño. Por cada puñalada del niño, iban dos virotes míos. Como buena zurda, primero la izquierda, y un instante después la derecha, luego la izquierda, y a continuación la diestra de nuevo. Así hasta agotar los diez tiros, cinco que tenía cada ballesta de mano. Estoy seguro que con dos habrían bastado. Pero su sangre rebozaba de cada zona del cuerpo, salpicándome la cara. Y con ello satisfaciendo aún más mi sonrisa. No sabía si era porque odiaba a los jinetes, o por el rubí, por mi animadversión por los vampiros y la sangre arraigado en mi familia, o quizás simplemente porque por mucho que me pesara, tenía el instinto psicópata de mi madre Belladonna arraigado. Fuera la que fuera, sin duda disfrutaba con aquello.
El jinete acabó tirado en el suelo, en un baño de sangre. Lo habíamos dejado hecho un colador.
Me acerqué a donde estuviera el niño, mientras volvía a guardar en mis cartucheras musleras las ballestas de mano. El rubí pedía sangre y la había tenido. De hecho, todavía chorreaba por mi rostro. Cuando me detuve, saqué del bolso un miniespejito negro de mano, lo abrí y comencé a quitarla con un pañuelo que solía llevar conmigo, el cual tiraría allí mismo después. – Habrá que estar presentables cuando nos reencontremos con los demás, ¿no crees? – comenté con una sonrisa ladina al ver mi bello rostro, quitándome la sangre y peinándome un poco. En el fondo, era una Boisson. Una chica fina y de modales recatados que debía estar a la altura. Tras un rato al espejito, lo miré de reojo. – ¿No eres un poco pequeño para ser tan visceral? ¿Lo saben tus padres? – Luego me arrepentí de lo dicho por aquel mal cuerpo que dejaba el crío al mirarlo. Qué coño, seguramente aquel niño ni siquiera tuviera padres. Seguramente los habría apuñalado mientras dormían. – Tranquilo, era una broma, ¿eh? – Y cerré el espejo tras terminar. Y continué. – Venga, Imlerith nos espera arriba. – comenté ya sin mirarle.
*Off: Uso habilidades de nivel 1: Medio natural para esquivar en medida de lo posible y Hab de nivel 2 Acribillar para acabar con el jinete mientras Demian le pega.
Anastasia Boisson
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Re: La batalla de Árbol Madre por el destino de Aerandir [Trama Sandorai]
No había sentido el impacto en la armadura empujando mi cuerpo.
Ni había alcanzado a mis oídos el sonido de metal chocando contra metal.
Tan sólo sentí una punzada de dolor y alcancé a oír unas palabras antes de caer con menos vida en mi cuerpo de la que podía poner en la arcilla que animaba. El suelo del consejo estaba sorpresivamente frío. El lugar sorpresivamente callado, sorpresivamente oscuro.
Mi respiración sorpresivamente tranquila.
Abrí lentamente los ojos, o puede que tan solo volviese la imagen a ellos, y abrí la boca un poco, dejando salir el exceso de sangre que en el momento confundí por saliva. Jadeé suavemente por ella. El techo se veía tan cerca… ¿el cielo? No. No era ninguna de esas, lucía rojo.
Comprendía que me habían apuñalado, pero el dolor se había desvanecido. O quizá se había derramado, junto a casi toda otra sensación en mi cuerpo. Desvié la mirada a un lado, captando solo sombras de colores agitándose.
Tenía... tanto sueño.
Intenté alzar una mano para buscar el punto donde me había clavado el puñal. Para este instante, ni siquiera recordaba si era derecha o izquierda, pero no importaba, no había logrado mover mucho la mano. Se sentía como intentar empujar una pared adelante. ¿Tan débil estaba?
Bueno. No era la pregunta correcta.
«¿Tan muerto estoy?» sí. Cerré los ojos, y al sentir líquido en la nariz los volví a abrir. ¿Ah?
Oh. Sonreí, o seguramente, hice una mueca que se aproximaba a una. Al parecer la cabeza no era el único lugar en el que podías golpear a alguien para hacerlo más estúpido.
Estaba boca abajo.
Me di vuelta lentamente a lo largo de lo que se sintió como una eternidad. Me dio chance hasta para jugar bastante con la idea de la muerte. Incluso de recordar mi maravillosa respuesta, aunque ni estaba seguro de que hubiese llegado a escapar de mi boca.
”¡Diego me dio mejores y más fuertes puñaladas por detrás, Tarmunil!”
Intenté reírme, pero la sensación del maldito infierno en un costado volvió. Al menos ahora sabía que fue del izquierdo. No es que me agradase saberlo, apreté los dientes y fruncí el ceño, viendo al techo. Era lamentable que eso era todo lo que podía hacer en ese momento, y ni siquiera sentía poder hacerlo bien.
Pero estaba bien. Estaría bien.
Había venido por mí. Había dejado un hueco por el que Ellie iría, tenía como hacerlo, le había pedido que lo hiciera. Si acababan con él y lo expulsaban al Oblivion—si lo apuñalaba, moriría, pero antes-chillaríacomouncerdo.
...No, ese... ese había sido yo-«!!!» gemí otra vez, apretando los dientes con lágrimas en los ojos ante el dolor volviendo al cuerpo. Había algo frío que pronto se tornó caliente, y con eso lentamente el dolor se fue. Las demás cosas volvieron. Tomó que mis mejillas se comprimieran mágicamente y me zarandearan para hacerme idea de que estaba pasando.
—E-Ellie… —musité, a duras penas, por una mezcla de no estar totalmente recuperado como por lo mucho que me estaban comprimiendo la cara. Tuve un pequeño ataque de risa, sonada más como una tos.
¿Qué no podía morirme? Recién lo había intentado. Pero esto también… esto también estaba bien. Tenía suficiente fuerza para reírme; entonces tenía suficiente para levantarme. Intenté tomar el brazo de la elfa a ciegas para ayudarme a ponerme de pie, con el hacha en mano. Eché un vistazo al lugar.
…
¿Qué diabl-
Mi rostro se quebró entre confusión y alegría ante la imagen de Vincent, Olfen, qué había salido de quien sabe dónde, Lagóles, un ratón, y dos hombres más, con una mujer cayendo al suelo junto a una segunda, sonando más fuerte su queja que su caída, pero no tanto como la de la cabeza del jinete estrellándose contra el suelo.
Mantuve los labios juntos, procesando lentamente todo lo que había visto. Incluso sabiendo que los jinetes eran… inmortales, luego de que se retirase una vez, creí por un instante que eso bastaría. Titubeé un segundo en la dirección que iba a tomar, ayudar a Ellie a curar a aquella herida o acercarme donde Eredin. La lógica y mi costado dijeron lo primero.
Ver al elfo grisáceo alzar su cuerpo arriba gritó lo segundo.
Por mucho que quería llegar y recibir otra puñalada, no podría hacerlo a tiempo, nos separaba mucha distancia, y él solo tenía que tirar el brazo adelante y darle al hombre que tenía delante. Hubo un silbido junto a mi sien, y la daga salió volando de la mano del Tarmúnil por obra de una flecha.
Después de ello fue un corte de luz, bastante preciso. Puede que demasiado preciso para mi gusto: iba de forma diagonal, con uno de los ‘extremos’ habiendo pasado por debajo de mi pie en cuanto daba la zancada. Bien podría haberme dejado sin pie a mí, pero no lo hizo. El tajo de luz tuvo el efecto de provocar a Eredin a retroceder, también lo había apuntado de forma que el extremo que estaba más hacia arriba casi alcanzase el cuello del jinete. Ese tiempo comprado me bastó para alcanzar la posición donde estaban y estirar el golem frente al tipo en guardia, alzándolo como un muro.
No había pasado un respiro y ya tenía dos dagas clavadas. Por un instante se me cruzó en la mente que ahora estaría desarmado, pero vi cuatro más atravesar el muro y al hombre. Me congelé en mi posición el medio segundo más que me llevo notarlo, habían seguido completamente de largo, sin dejar cortes ni sangre. Ilusiones.
Lo detestaba a varios niveles, pero no tenía a donde ir. Era rápido y el espacio amplio, pero nuevamente, éramos demasiados y un centinela estaba aquí, Vincent podía acabar con é-
«Mierda» pensé y musité entre dientes al verlo. No lucía bien.
…Entonces era cierto.
…
Absorbí el golem dentro de la armadura otra vez, acomodándolo con cuidado entre los espacios vacíos y sin endurecer demasiado excepto los puntos obvios para no limitarme tanto movimiento, procediendo a continuar el asalto. Olfen ya estaba sobre Eredin, intentando alcanzarlo con su espada, pero sin armas resultaba más fácil evadir, su atención enfocada a solo eso y no tener que buscar flancos para golpear. Lentamente iba haciendo girar al hombre, intentando que su espalda apuntase hacia la entrada.
Cuando Olfen atacó a su sección media tomó la oportunidad, deslizándose por debajo de la espada, y en el mismo tiempo dando un salto algo extraño y apretado. No tenía ningún otro lugar donde parar que chocar contra Olfen luego de hacer eso.
Y aún así, si paro en otro lugar. Durante su salto clavó sus pies sobre la pierna de Olfen y de ella se impulsó atrás de nuevo, evitando ser atrapado por el puño del elfo, a la vez que había empujado su pierna atrás con tanta potencia que Olfen casi resbala. En el aire giro una única vez, una única vez en la que se dispararon unas cinco dagas de su cuerpo hacia el pequeño grupo de la entrada. Por supuesto, los malditos ilusionistas podían crear cualquier cosa y hacerla tangible, nunca estaban desarmados, nunca sabías con que te iban a salir.
Lo bueno es que todos en el lugar sabían lo que estaban haciendo, y fuese por reflejos o porque no se confiaron nunca en primer lugar de que estuviera desarmado; Lagóles disparó dos fuera del camino, y los dos hombres que ahora sabía eran brujos parecieron lograr desviar la trayectoria de otro par con la telequinesis de su raza.
Una amenazantemente habría dado en la capa, pero el jodido ratón era buenísimo con la espada. Eredin arrugó la cara con la expresión de alguien que estaba haciendo un sonido de disgusto con la boca, “tch”, “bah”, o algo similar. Se dio vuelta, esta vez no iba solo a retirarse.
Se dobló a un lado bajando la cabeza de forma bastante casual ante mi hachazo, dando pasos en L aún en esa posición, porque tenía la agilidad para hacerlo sin irse al piso por falta de equilibrio, el corte de regreso lo evitó saltándome por encima, apoyando una mano sobre mi brazo y otra sobre mi hombro para girarme por arriba y caer atrás. Nada más sentirlo tocándome y estuve a punto de dejar espinas de arcilla por todo pequeño espacio libre para darle, pero me detuve a tiempo, habiéndolas apenas crecido uno o dos centímetros.
Me di vuelta cuando cayó, recubriendo mi brazo izquierdo de arcilla en el giro. Tenía una daga clavada en la omoplato derecho, había sentido el impacto, pero por no expulsar casi arcilla fuera, apenas la punta me había rozado la espalda. Igual, me daba asco que con brazos no tan grandes penetrase metal y luego algo como piedra así como así.
Di un manotazo violento sin esperar, Eredin abrió los ojos, pero de nuevo no había logrado darle. Había lanzado el par de dagas que había atrapado en el muro antes, pero los reflejos del infeliz parecían sobreponerse a todo aunque fuese una sorpresa. Darle con algo que pudiese ver mientras no estuviese atrapado parecía imposible, y no estaba atrapado. Por como lucía Vincent, puede que él tampoco le diera.
«Que pueda ver».
Saqué toda la arcilla de la armadura y la comprimí lo que pude en otra hacha más, retrocediendo unos pasos y poniéndolas abajo cruzadas, rozando el piso. Él no perdió su oportunidad en cargar como una bala, daga apareciendo en su mano. Yo tampoco perdí la mía.
Deshice el hacha, haciendo que cayese solo barro al suelo. Recubrí un poco el hacha normal para que fuese más como una pala y lo copié, totalmente, solo por la ofensa. Pusé todo el éter que pude en el charco para que me empujase atrás y arriba a la vez que saltaba y lanzaba un hachazo adelante, no le daría, y si lo hiciera poco importaba darle con la cara horizontal.
Pero le había tirado encima todo ese barro en la cara.
Aún a un par de metros en el aire, a esa distancia estaba en mi rango. No fallaría.
Una flecha impactó en su pecho a la vez que mi hacha, derribándolo.
Ni había alcanzado a mis oídos el sonido de metal chocando contra metal.
Tan sólo sentí una punzada de dolor y alcancé a oír unas palabras antes de caer con menos vida en mi cuerpo de la que podía poner en la arcilla que animaba. El suelo del consejo estaba sorpresivamente frío. El lugar sorpresivamente callado, sorpresivamente oscuro.
Mi respiración sorpresivamente tranquila.
Abrí lentamente los ojos, o puede que tan solo volviese la imagen a ellos, y abrí la boca un poco, dejando salir el exceso de sangre que en el momento confundí por saliva. Jadeé suavemente por ella. El techo se veía tan cerca… ¿el cielo? No. No era ninguna de esas, lucía rojo.
Comprendía que me habían apuñalado, pero el dolor se había desvanecido. O quizá se había derramado, junto a casi toda otra sensación en mi cuerpo. Desvié la mirada a un lado, captando solo sombras de colores agitándose.
Tenía... tanto sueño.
Intenté alzar una mano para buscar el punto donde me había clavado el puñal. Para este instante, ni siquiera recordaba si era derecha o izquierda, pero no importaba, no había logrado mover mucho la mano. Se sentía como intentar empujar una pared adelante. ¿Tan débil estaba?
Bueno. No era la pregunta correcta.
«¿Tan muerto estoy?» sí. Cerré los ojos, y al sentir líquido en la nariz los volví a abrir. ¿Ah?
Oh. Sonreí, o seguramente, hice una mueca que se aproximaba a una. Al parecer la cabeza no era el único lugar en el que podías golpear a alguien para hacerlo más estúpido.
Estaba boca abajo.
Me di vuelta lentamente a lo largo de lo que se sintió como una eternidad. Me dio chance hasta para jugar bastante con la idea de la muerte. Incluso de recordar mi maravillosa respuesta, aunque ni estaba seguro de que hubiese llegado a escapar de mi boca.
”¡Diego me dio mejores y más fuertes puñaladas por detrás, Tarmunil!”
Intenté reírme, pero la sensación del maldito infierno en un costado volvió. Al menos ahora sabía que fue del izquierdo. No es que me agradase saberlo, apreté los dientes y fruncí el ceño, viendo al techo. Era lamentable que eso era todo lo que podía hacer en ese momento, y ni siquiera sentía poder hacerlo bien.
Pero estaba bien. Estaría bien.
Había venido por mí. Había dejado un hueco por el que Ellie iría, tenía como hacerlo, le había pedido que lo hiciera. Si acababan con él y lo expulsaban al Oblivion—si lo apuñalaba, moriría, pero antes-chillaríacomouncerdo.
...No, ese... ese había sido yo-«!!!» gemí otra vez, apretando los dientes con lágrimas en los ojos ante el dolor volviendo al cuerpo. Había algo frío que pronto se tornó caliente, y con eso lentamente el dolor se fue. Las demás cosas volvieron. Tomó que mis mejillas se comprimieran mágicamente y me zarandearan para hacerme idea de que estaba pasando.
—E-Ellie… —musité, a duras penas, por una mezcla de no estar totalmente recuperado como por lo mucho que me estaban comprimiendo la cara. Tuve un pequeño ataque de risa, sonada más como una tos.
¿Qué no podía morirme? Recién lo había intentado. Pero esto también… esto también estaba bien. Tenía suficiente fuerza para reírme; entonces tenía suficiente para levantarme. Intenté tomar el brazo de la elfa a ciegas para ayudarme a ponerme de pie, con el hacha en mano. Eché un vistazo al lugar.
…
¿Qué diabl-
Mi rostro se quebró entre confusión y alegría ante la imagen de Vincent, Olfen, qué había salido de quien sabe dónde, Lagóles, un ratón, y dos hombres más, con una mujer cayendo al suelo junto a una segunda, sonando más fuerte su queja que su caída, pero no tanto como la de la cabeza del jinete estrellándose contra el suelo.
Mantuve los labios juntos, procesando lentamente todo lo que había visto. Incluso sabiendo que los jinetes eran… inmortales, luego de que se retirase una vez, creí por un instante que eso bastaría. Titubeé un segundo en la dirección que iba a tomar, ayudar a Ellie a curar a aquella herida o acercarme donde Eredin. La lógica y mi costado dijeron lo primero.
Ver al elfo grisáceo alzar su cuerpo arriba gritó lo segundo.
Por mucho que quería llegar y recibir otra puñalada, no podría hacerlo a tiempo, nos separaba mucha distancia, y él solo tenía que tirar el brazo adelante y darle al hombre que tenía delante. Hubo un silbido junto a mi sien, y la daga salió volando de la mano del Tarmúnil por obra de una flecha.
Después de ello fue un corte de luz, bastante preciso. Puede que demasiado preciso para mi gusto: iba de forma diagonal, con uno de los ‘extremos’ habiendo pasado por debajo de mi pie en cuanto daba la zancada. Bien podría haberme dejado sin pie a mí, pero no lo hizo. El tajo de luz tuvo el efecto de provocar a Eredin a retroceder, también lo había apuntado de forma que el extremo que estaba más hacia arriba casi alcanzase el cuello del jinete. Ese tiempo comprado me bastó para alcanzar la posición donde estaban y estirar el golem frente al tipo en guardia, alzándolo como un muro.
No había pasado un respiro y ya tenía dos dagas clavadas. Por un instante se me cruzó en la mente que ahora estaría desarmado, pero vi cuatro más atravesar el muro y al hombre. Me congelé en mi posición el medio segundo más que me llevo notarlo, habían seguido completamente de largo, sin dejar cortes ni sangre. Ilusiones.
Lo detestaba a varios niveles, pero no tenía a donde ir. Era rápido y el espacio amplio, pero nuevamente, éramos demasiados y un centinela estaba aquí, Vincent podía acabar con é-
«Mierda» pensé y musité entre dientes al verlo. No lucía bien.
…Entonces era cierto.
…
Absorbí el golem dentro de la armadura otra vez, acomodándolo con cuidado entre los espacios vacíos y sin endurecer demasiado excepto los puntos obvios para no limitarme tanto movimiento, procediendo a continuar el asalto. Olfen ya estaba sobre Eredin, intentando alcanzarlo con su espada, pero sin armas resultaba más fácil evadir, su atención enfocada a solo eso y no tener que buscar flancos para golpear. Lentamente iba haciendo girar al hombre, intentando que su espalda apuntase hacia la entrada.
Cuando Olfen atacó a su sección media tomó la oportunidad, deslizándose por debajo de la espada, y en el mismo tiempo dando un salto algo extraño y apretado. No tenía ningún otro lugar donde parar que chocar contra Olfen luego de hacer eso.
Y aún así, si paro en otro lugar. Durante su salto clavó sus pies sobre la pierna de Olfen y de ella se impulsó atrás de nuevo, evitando ser atrapado por el puño del elfo, a la vez que había empujado su pierna atrás con tanta potencia que Olfen casi resbala. En el aire giro una única vez, una única vez en la que se dispararon unas cinco dagas de su cuerpo hacia el pequeño grupo de la entrada. Por supuesto, los malditos ilusionistas podían crear cualquier cosa y hacerla tangible, nunca estaban desarmados, nunca sabías con que te iban a salir.
Lo bueno es que todos en el lugar sabían lo que estaban haciendo, y fuese por reflejos o porque no se confiaron nunca en primer lugar de que estuviera desarmado; Lagóles disparó dos fuera del camino, y los dos hombres que ahora sabía eran brujos parecieron lograr desviar la trayectoria de otro par con la telequinesis de su raza.
Una amenazantemente habría dado en la capa, pero el jodido ratón era buenísimo con la espada. Eredin arrugó la cara con la expresión de alguien que estaba haciendo un sonido de disgusto con la boca, “tch”, “bah”, o algo similar. Se dio vuelta, esta vez no iba solo a retirarse.
Se dobló a un lado bajando la cabeza de forma bastante casual ante mi hachazo, dando pasos en L aún en esa posición, porque tenía la agilidad para hacerlo sin irse al piso por falta de equilibrio, el corte de regreso lo evitó saltándome por encima, apoyando una mano sobre mi brazo y otra sobre mi hombro para girarme por arriba y caer atrás. Nada más sentirlo tocándome y estuve a punto de dejar espinas de arcilla por todo pequeño espacio libre para darle, pero me detuve a tiempo, habiéndolas apenas crecido uno o dos centímetros.
Me di vuelta cuando cayó, recubriendo mi brazo izquierdo de arcilla en el giro. Tenía una daga clavada en la omoplato derecho, había sentido el impacto, pero por no expulsar casi arcilla fuera, apenas la punta me había rozado la espalda. Igual, me daba asco que con brazos no tan grandes penetrase metal y luego algo como piedra así como así.
Di un manotazo violento sin esperar, Eredin abrió los ojos, pero de nuevo no había logrado darle. Había lanzado el par de dagas que había atrapado en el muro antes, pero los reflejos del infeliz parecían sobreponerse a todo aunque fuese una sorpresa. Darle con algo que pudiese ver mientras no estuviese atrapado parecía imposible, y no estaba atrapado. Por como lucía Vincent, puede que él tampoco le diera.
«Que pueda ver».
Saqué toda la arcilla de la armadura y la comprimí lo que pude en otra hacha más, retrocediendo unos pasos y poniéndolas abajo cruzadas, rozando el piso. Él no perdió su oportunidad en cargar como una bala, daga apareciendo en su mano. Yo tampoco perdí la mía.
Deshice el hacha, haciendo que cayese solo barro al suelo. Recubrí un poco el hacha normal para que fuese más como una pala y lo copié, totalmente, solo por la ofensa. Pusé todo el éter que pude en el charco para que me empujase atrás y arriba a la vez que saltaba y lanzaba un hachazo adelante, no le daría, y si lo hiciera poco importaba darle con la cara horizontal.
Pero le había tirado encima todo ese barro en la cara.
Aún a un par de metros en el aire, a esa distancia estaba en mi rango. No fallaría.
Una flecha impactó en su pecho a la vez que mi hacha, derribándolo.
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De los creadores de "Sí, me han hecho falta 1100 palabras para contar eso" les presento "Sí, me han hecho falta 1699 palabras para contar que le doy un hachazo". Uso una acción de ataque para ponérselo de espaldita a Vincent. Enséñale el doro.
Anders
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Re: La batalla de Árbol Madre por el destino de Aerandir [Trama Sandorai]
Así que aquel era el famoso orbe del que tanto se había hablado... El objeto más codiciado de dos mundos como mínimo y capaz de toda clase de prodigios mágico-dimensionales en sus manos. Entregado voluntariamente y sin tiempo para ceremonias por una joven dragona que la peliblanca sentía y creía conocer; no lo suficiente para poder pronunciar su nombre, pero sí para sentir en lo más profundo de su ser que no era la primera vez que sus caminos se cruzaban en circunstancias extrañamente similares. Una dragona que parecía haber decidido que Níniel, y no Tyrie, debía tener la última palabra sobre si aquel ritual debía o no completarse...
No podía haber aparecido en mejor momento. Tampoco en otro más delicado.
Aquel Io, que momentáneamente había detenido su ataque mientras parecía reflexionar sobre las palabras de Níniel, se percató enseguida de la presencia del orbe y no tardó en retomar las hostilidades al ver como cambiaba de manos en su presencia. Níniel había tratado de engañarlo, diciéndole que Tyrie estaba cerca realizando ya el ritual, pero la llegada de la dragona había acabado con aquella media verdad y decidido su curso de acción. Los allí presentes no podían dejar que pusiera sus..."zarcillos de luz" sobre aquel objeto, como tampoco podían permitir que cayera en las manos de la falsa Tyrande. Si debían enfrentarse a ambos...
Gracias a los dioses la situación no llegaría a aquel extremo. Tyrie, tal vez notando la presencia del orbe o por un agudo sentido del oído, aparecería y les libraría de la amenaza del Io con una facilidad pasmosa, usando la luz para empujar a su enemigo a través de un portal que acababa de crear gracias al poder del orbe, incluso a pesar de estar en manos de Níniel. La peliblanca pudo sentir su poder y su naturaleza a través del contacto con su pulida superficie, maravillada porque un objeto así pudiera siquiera existir. Una fascinación condenada a ser efímera, pues la extraaerendiana tenía su mirada fija en el orbe...y sabía que su plan había sido descubierto.
-Al menos ahora solo queda un enemigo.- musitó la sacerdotisa sin temor ya a que Tyrie supiera a ciencia cierta que no era su aliada. No tenía sentido ya a esas alturas tratar de ocultarlo.
-Y esta es de carne y hueso ¿no? ¿A esta sí puedo cortarla en pedazos?- Respondió Catherine desplegando sus largas y afiladas garras tan duras como el metal aunque manteniéndose a la defensiva. Atenta a los movimientos y posibles trucos de aquella elfa de otro mundo, tensando sus poderosos músculos preparada para actuar fulminantemente.
-No la subestimes.- advirtió Níniel.
Tyrie no obstante no se mostró agresiva o imperante al retomar la palabra. Abandonando su previa arrogancia, tal vez considerando la posibilidad de no poder superar a los allí presentes en combate, rogó por la vida de lo que quedaba de su pueblo y suplicó por su ayuda para salvarlos al darles asilo en Aerandir. Incluso llegó a arrodillarse entre lágrimas en un intento por ablandar sus corazones...Níniel reflexionó muy seria.
-Me gustaría poder asegurar que en tu misma situación no hubiese actuado así. Que jamás estaría dispuesta a sacrificar a otros para salvar a mi familia, mi hogar, a los que amo...Pero no puedo. Tampoco puedo decir que no pueda comprenderte...pero lo que pides es un imposible.- Dijo tajantemente a pesar del dolor, mostrándose de acuerdo con Nousis. -Pides que arriesguemos nuestro mundo, no solo Árbol madre o Sandorai, por una pequeña posibilidad muy peligrosa de salvar a unos pocos de los tuyos. Incluso olvidando lo que tú casi nos haces sin miramientos, negándonos nuestra oportunidad, la cual vosotros sí tuvisteis, lo que pides no es aceptable ni justo para ninguno de los habitantes de este mundo.- Añadió apretando con más fuerza el orbe entre sus manos. Su pensamiento fue entonces para aquellos que habían cruzado el portal para luchar al otro lado. Se mordió el labio hasta hacerse sangre. Después se sentiría culpable por alegrarse de que Vincent no hubiese ido con ellos.
-Árbol madre sufre enormemente. Nuestros enemigos medran y nuestra resistencia está al límite. Cada segundo que pasa podría ser el último para todos...Tu mundo tuvo su oportunidad, otros mundos tendrán la suya, puede que incluso mayor gracias al sacrificio de los centinelas...Aerandir vivirá la suya.- Y dicho esto último, con un rápido y decidido gesto, la peliblanca concentró toda su fuerza, poder e intención en quebrar el orbe en mil pedazos.
No podía haber aparecido en mejor momento. Tampoco en otro más delicado.
Aquel Io, que momentáneamente había detenido su ataque mientras parecía reflexionar sobre las palabras de Níniel, se percató enseguida de la presencia del orbe y no tardó en retomar las hostilidades al ver como cambiaba de manos en su presencia. Níniel había tratado de engañarlo, diciéndole que Tyrie estaba cerca realizando ya el ritual, pero la llegada de la dragona había acabado con aquella media verdad y decidido su curso de acción. Los allí presentes no podían dejar que pusiera sus..."zarcillos de luz" sobre aquel objeto, como tampoco podían permitir que cayera en las manos de la falsa Tyrande. Si debían enfrentarse a ambos...
Gracias a los dioses la situación no llegaría a aquel extremo. Tyrie, tal vez notando la presencia del orbe o por un agudo sentido del oído, aparecería y les libraría de la amenaza del Io con una facilidad pasmosa, usando la luz para empujar a su enemigo a través de un portal que acababa de crear gracias al poder del orbe, incluso a pesar de estar en manos de Níniel. La peliblanca pudo sentir su poder y su naturaleza a través del contacto con su pulida superficie, maravillada porque un objeto así pudiera siquiera existir. Una fascinación condenada a ser efímera, pues la extraaerendiana tenía su mirada fija en el orbe...y sabía que su plan había sido descubierto.
-Al menos ahora solo queda un enemigo.- musitó la sacerdotisa sin temor ya a que Tyrie supiera a ciencia cierta que no era su aliada. No tenía sentido ya a esas alturas tratar de ocultarlo.
-Y esta es de carne y hueso ¿no? ¿A esta sí puedo cortarla en pedazos?- Respondió Catherine desplegando sus largas y afiladas garras tan duras como el metal aunque manteniéndose a la defensiva. Atenta a los movimientos y posibles trucos de aquella elfa de otro mundo, tensando sus poderosos músculos preparada para actuar fulminantemente.
-No la subestimes.- advirtió Níniel.
Tyrie no obstante no se mostró agresiva o imperante al retomar la palabra. Abandonando su previa arrogancia, tal vez considerando la posibilidad de no poder superar a los allí presentes en combate, rogó por la vida de lo que quedaba de su pueblo y suplicó por su ayuda para salvarlos al darles asilo en Aerandir. Incluso llegó a arrodillarse entre lágrimas en un intento por ablandar sus corazones...Níniel reflexionó muy seria.
-Me gustaría poder asegurar que en tu misma situación no hubiese actuado así. Que jamás estaría dispuesta a sacrificar a otros para salvar a mi familia, mi hogar, a los que amo...Pero no puedo. Tampoco puedo decir que no pueda comprenderte...pero lo que pides es un imposible.- Dijo tajantemente a pesar del dolor, mostrándose de acuerdo con Nousis. -Pides que arriesguemos nuestro mundo, no solo Árbol madre o Sandorai, por una pequeña posibilidad muy peligrosa de salvar a unos pocos de los tuyos. Incluso olvidando lo que tú casi nos haces sin miramientos, negándonos nuestra oportunidad, la cual vosotros sí tuvisteis, lo que pides no es aceptable ni justo para ninguno de los habitantes de este mundo.- Añadió apretando con más fuerza el orbe entre sus manos. Su pensamiento fue entonces para aquellos que habían cruzado el portal para luchar al otro lado. Se mordió el labio hasta hacerse sangre. Después se sentiría culpable por alegrarse de que Vincent no hubiese ido con ellos.
-Árbol madre sufre enormemente. Nuestros enemigos medran y nuestra resistencia está al límite. Cada segundo que pasa podría ser el último para todos...Tu mundo tuvo su oportunidad, otros mundos tendrán la suya, puede que incluso mayor gracias al sacrificio de los centinelas...Aerandir vivirá la suya.- Y dicho esto último, con un rápido y decidido gesto, la peliblanca concentró toda su fuerza, poder e intención en quebrar el orbe en mil pedazos.
OFF:Ante la incertidumbre de éxito de los centinelas, con el árbol en grave peligro de colapso y el tiempo en contra, y con lo problemático que sería que Tyrie se haga con el orbe, Níniel decide romperlo.
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: La batalla de Árbol Madre por el destino de Aerandir [Trama Sandorai]
En cuánto Vincent notó que sus piernas tocaban “tierra firme”, se giró para encarar de nuevo a su enemigo. Un ataque como aquel hubiera matado o dejado muy malherido a cualquier mortal que se preciase, más con un jinete no las tenía todas consigo. No podía matarlo en este plano, en Aerandir, pero esperaba que al menos le hiciera el suficiente daño para que se pensara dos veces permanecer allí.
Después de todo, al jinete no le habían ido demasiado buen las cosas y estaba en clara inferioridad numérica.
Si no era exageradamente terco y pensaba un poco…
“¡Bingo!”, pensó en brujo, al ver cómo, nada más voltearse para encarar a su enemigo, este ya estaba haciendo su petate para irse a casa.
Vincent no perdió un instante y dejó caer su espada envuelta en fuego. No obstante, esta no cayó al suelo como debería haber ocurrido. En cambio el arma se alzó ligeramente hasta quedar frente al pecho del mercenario en posición vertical con la punta mirando hacia el suelo. Justo después, ocho rastros de fuego se encaminaron desde el acero hacia las manos de Vinc, que pronto tenía sus ojos de lobo preparados entre los dedos de su mano.
- Oh, venga. Si acabamos de conocernos. No hemos tenido tiempo de intimar un poco-, comentó, luego de formar sus proyectiles mágicos, ladeándose y dejando su costado izquierdo como la parte más cercana de su cuerpo al jinete. - Bueno, al menos lo decoroso es dejarte un regalo por esta hermosa visita. Vuelve pronto, nos encantan los tipos amistosos como tú-, dijo finalmente, dejando volar a toda velocidad sus proyectiles desde sus manos hacia el portal aún abierto por el que había desaparecido el mastodonte de acero un instante antes.
El brujo mercenario dejó que la telequinesis guiara su espada hacia su funda y agarró con su mano la empuñadura cuando esta entró del todo en la vaino, al tiempo que se giraba y se acercaba a sus aliados.
Vinc había abarcado con los ocho proyectiles todo lo que pudo de aquel portal, para asegurarse de que alguno de ellos impactara contra su enemigo. Por supuesto, no podía asegurar que ello lo matara, pero al menos sí que lo retuviera en el otro lado y lo hiriese para que sus compañeros centinelas acabasen con él.
En cualquier caso, por un tiempo no lo vería por el árbol, así que podía dar su misión en la copa como completada. Debía rastrear otras zonas y asegurarse de que no habían otros por allí, impidiendo de esa forma que los mataran en el Oblivion, y al mismo tiempo haciendo peligrar la seguridad del Árbol Madre.
- Debemos…
Pero Vincent nunca terminó la frase. En cuánto dio un paso hacia sus camaradas sintió una dura flaqueza y sintió un agarre que le impidió caer de bruces contra el suelo.
- Qué me está pasando-, dijo, más para sí mismo, que para las personas que lo estaba ayudando a sostenerse.
La vista del brujo se volvió vidriosa y las imágenes ante sí bailaban levemente, al punto de que le costaba reconocer a sus amigos y aliados a la primera. Al mismo tiempo sintió un calor bajar por su nariz y con el dorso de su mano enguantada pudo verificar que se trataba de sangre.
Iba a decir algo, pero en vez de salir palabras esputó sangre y no pudo evitar toser por ello.
“Era como…. Como lo que le había pasado en el templo de Anar o a la llegada al Árbol Madre”
Sí, era como aquello, pero multiplicado por veinte o por cien. ¿Sería por la posible muerte del jinete?
El ardor se hizo más virulento en su pecho y sentía que cada vez le costaba más respirar. Tan confuso y mareado estaba y, por qué no decirlo, aterrado ante esa situación que escapaba a su control, que le costaba escuchar lo que le decían con claridad.
- ¿Atrás? Esto ya es la retaguardia y juré defenderla. Es tan importante ganar aquí como allá y por esa razón esto es lo más atrás que me verás, Reike-, le contestó, antes de volver a sentir ganas de vomitar sangre, pero haciendo el esfuerzo necesario para que no subiera por su cuerpo y alcanzara su boca.
Un vano intento de demostrar entereza y de estar listo para la pelea.
- Juré mandarlos a todos hacia el Oblivion para salvar este mundo y también a mi hermana-, espetó, furioso de sentirse tan débil.
Gran parte del trayecto desde la copa hasta la sala del Consejo había quedado registrado en su cabeza con gran confusión. No le quedaba claro ni cuánto habían tardado, pero sí había podido ver como Lucy quedaba herida nada más llegar con la impotencia que ello suponía en su estado actual.
¿Eso es lo único que podía hacer? ¿Quedarse de brazos viendo al resto sufrir o incluso morir?
- Estoy bien. Ayudad al resto-, mencionó a sus camaradas brujos, que no tardaron en dudar al ver como el rubio mercenario se tambaleaba nada más soltarlo. - ¡Vamos! ¡Joder! Yo solo soy un peón más en este tablero. Nos jugamos mucho más que mi bonita cara.
Vincent sabía que su importancia iba mucho más allá de que le cayeran bien, fuese simpático o uno de los suyos. Simplemente era el único que podía expulsar a esos putos jinetes en aquel Árbol. No obstante, poco podría hacer en ese estado contra el elfo oscuro, si sus camaradas no luchaban y andaban preocupados por él.
El rubio hizo lo que pudo por mantener la verticalidad, pero solo consiguió hincar una de sus rodillas en el suelo, la izquierda, y con no menos esfuerzo desenvainó la espada. Sobre su guardia se apoyó para encontrar resuello y descansar.
Pero incluso entre todo aquel dolor, en medio de aquel y confuso combate, habían ciertas cosas que estaban demasiado dentro de uno mismo como para no darse cuenta de ellas incluso en el mayor de los laberintos conformados por las paredes del sufrimiento.
- Reike, estas no son las calles de Beltrexus-, le dijo a su ex pareja desde la distancia. - Sé que sabes defenderte pero no sé qué mosca te ha picado. Este tipo de guerras no son lo tuyo-, comentó, apoyándose en su espada como su fuera un bastón para incorporarse.
Mientras Vincent le decía aquello a la morena, este sintió un movimiento a su espalda y por esa razón sacó toda la fuerza de la que disponía en aquellos momentos e hizo un movimiento en arco con el acero para atacar al enemigo que le acosaba por su retaguardia. Más, antes de llegar más lejos sintió un empujón que lo tiró a un lado y le hizo caer de costado.
En ese estado el dolor fue extremadamente doloroso, por lo que se le escapó un corto alarido antes de apretar los dientes y volver a levantarse. Ya encarándose con su salvadora.
- Reike, intenta no matarme en el proceso-, la regañó, mientras se esforzaba en levantarse de nuevo. Pero su gesto se torció al ver la sangre bajar por el brazo de la mujer. - Reike, estás herida-, dijo, avanzando hacia ella como bien pudo. - ¡Valeria! - gritó al ver como chocaba contra el suelo.
Llegados a este punto, el mercenario se agachó junto a la morena y la ayudó a colocarse boca arriba para examinar mejor su herida en el hombro.
- Estás loca. ¿Quieres que te maten? - se preocupó, porque aquella mujer no estaba actuando como la Reike que conocía. - Soy un mercenario. Un guerrero. Esta es mi vida, mi elección, no la tuya, Valeria. No tienes que sacrificarte por esto-, la regañó de nuevo, aunque no había reproche en su voz.
Vincent alzó la mirada hacia el jinete, que paradójicamente, se había mantenido al margen del combate, al lado de Bio, en estática posición igual que el vampiro. No obstante, justo en ese momento ambos recobraron la vida y Bio le recordó a ese capullo oscuro que no solo los centinelas podían atizarles como se merecían.
- Descansa. Ya has hecho suficiente, igual que todos. Ahora me toca a mí-, terminó por decirle a Reike, dedicándole una sonrisa mientras la miraba a los ojos y le tomaba la mano. - Por ahora es mejor que te dejes la daga en el hombro, al menos hasta que vena un sanador a curarte, evitará que pierdas aún más sangre.
Después volvió a mirar hacia el jinete y retomó entre sus manos su espada, que había dejado a un lado mientras examinaba a la morena. Usándola otra vez de bastón volvió a hacer el esfuerzo de levantarse, mientras apretaba los dientes para evitar gritar una vez más.
Su mirada siempre fija en su objetivo. Sus piernas moviéndose lentamente, paso a paso, renqueando, pero sin ya temor y sin duda en la mente.
Un hombre recubierto de arcilla combatía con el jinete tras Bio y lo mantenía distraído. Así como el elfo que había combatido con luz en la copa.
Vincent sonrió y se le escapó un hilillo de sangre por la comisura del labio. Le debía una botella del mejor alcohol a esos tipos.
Iba lento, despacio, pero cada vez con un paso más firme, aunque aún cojeando. Alimentaba su cuerpo con pura motivación. Con las ganas de acabar con ese enemigo, de borrarlo de la faz de la tierra y de estar un poco más cerca de salvar aquel mundo tan cruel como maravilloso a partes iguales. Con la idea de liberar a su hermana de aquella agonía que a él mismo lo estaba destrozando por dentro.
- Por esas copias que nos han estado acosando, diría que eres un extraño ilusionista-, dijo, enterrando un palmo su espada en la espalda del jinete, aún distraído con sus otros enemigos. - Qué se siente-. Empujó la empuñadura hacia adelante para que el acero entrase más en el elfo oscuro en dirección inclinada, desde abajo hacia arriba, agarrando a este por el hombro izquierdo con su mano zurda para ayudarle en tal empresa. - Qué se siente al tener algo real atravesándote las entrañas, ilusionista-, le espetó mordaz al oído izquierdo, sin poder evitar esputar sangre sobre su oreja, ya pudiendo observarse un gran tramo del acero de la espada de Vincent salir por el pecho del jinete.
El jinete se zafó del brujo con un codazo que provocó que el rubio cayera hacia atrás, espada en mano. El sonido del cuerpo de Vincent contra el suelo fue lo que más se pudo escuchar, pero no se quedó atrás el sonido escabroso que hizo el cuerpo del jinete en cuanto el acero salió limpio de su interior, después de atravesar entrañas y parte del pulmón con la dirección que había tomado dentro.
Con ese daño el jinete no tardó en hacer lo mismo que hiciera antes su compañero en la copa. Huir por un portal. Pero no, como con el anterior, Vinc no estaba dispuesto a dejarle ir sin más, apoyó por enésima vez la espada contra el firme e hizo palanca para alzarse.
Si tenía que morir. Si aquel dolor estaba ligado a los jinetes y se lo llevaría por delante cuando los matase. A él y o a su hermana, ya que él sabía que ella estaba más que dispuesta al sacrificio por salvar a su sobrina, a Alister, a su madre, a los Stone, en definitiva, a los suyos, del mismo modo que él lo haría incluyendo a Níniel y sus amigos cercanos, incluida esa loca Reike. Llegados ese punto sólo podía decir una cosa.
- Sea-, se dijo a sí mismo, limpiándose la sangre de la cara con el dorso de su mano bajo cuero, dándose ánimos para lo que se avecinaba. Para su posible final.
Vincent usó gran parte de sus fuerzas restantes para imbuir su espada con magia de viento, y con unos movimientos ágiles, certeros y fuertes cortó desde la distancia la espalda del jinete oscuro, que en esos instantes desaparecía por el portal, con varios tajos de viento que mágicamente surcaron el espacio entre ellos, y que formaban una figura triangular que abarcaba la totalidad del interior del círculo que conformaba el portal.
- No pensarías que tú no tendrías tu propio regalo-, comentó, casi sin fuerza en la voz, antes de desplomarse y apoyarse con sus manos sobre el firme.
“Si tiene que ser así. Que así sea”, se dijo mentalmente, antes de que todo se volviera oscuridad.
¡VIVA EL DRAMA!
Después de la gran labor de mis compañeros, un pachucho Vincent sentencia al jinete siguiendo las instrucciones de los master de poder hacerlo en estas circunstancias si se dieran.
Uso la Herida del Viento, habilidad de nivel 4, para matarlo desde mi posición como hiciera en el post anterior con latadesardinasman. Me quedo por aquí, porque onrol mi brujo no sabe si aún pueden haber más jinetes que desterrar y debe seguir con su labor en el árbol. No, no me da miedo quedarme atrapado en el Oblivion, yo en mi casita estoy bien a salvo de todo lo que le pase a Vinc XD
Mención especial al ataque final de viento, que hago con rapidez y en triángulo para darle su ataque Doro a Anders, que fue tan majo de ayudarnos a derrotar a este jinete.
¡Buen trabajo, ya queda menos! ¡Ataque Dorooooooooooooooooooooooooo!
Después de todo, al jinete no le habían ido demasiado buen las cosas y estaba en clara inferioridad numérica.
Si no era exageradamente terco y pensaba un poco…
“¡Bingo!”, pensó en brujo, al ver cómo, nada más voltearse para encarar a su enemigo, este ya estaba haciendo su petate para irse a casa.
Vincent no perdió un instante y dejó caer su espada envuelta en fuego. No obstante, esta no cayó al suelo como debería haber ocurrido. En cambio el arma se alzó ligeramente hasta quedar frente al pecho del mercenario en posición vertical con la punta mirando hacia el suelo. Justo después, ocho rastros de fuego se encaminaron desde el acero hacia las manos de Vinc, que pronto tenía sus ojos de lobo preparados entre los dedos de su mano.
- Oh, venga. Si acabamos de conocernos. No hemos tenido tiempo de intimar un poco-, comentó, luego de formar sus proyectiles mágicos, ladeándose y dejando su costado izquierdo como la parte más cercana de su cuerpo al jinete. - Bueno, al menos lo decoroso es dejarte un regalo por esta hermosa visita. Vuelve pronto, nos encantan los tipos amistosos como tú-, dijo finalmente, dejando volar a toda velocidad sus proyectiles desde sus manos hacia el portal aún abierto por el que había desaparecido el mastodonte de acero un instante antes.
El brujo mercenario dejó que la telequinesis guiara su espada hacia su funda y agarró con su mano la empuñadura cuando esta entró del todo en la vaino, al tiempo que se giraba y se acercaba a sus aliados.
Vinc había abarcado con los ocho proyectiles todo lo que pudo de aquel portal, para asegurarse de que alguno de ellos impactara contra su enemigo. Por supuesto, no podía asegurar que ello lo matara, pero al menos sí que lo retuviera en el otro lado y lo hiriese para que sus compañeros centinelas acabasen con él.
En cualquier caso, por un tiempo no lo vería por el árbol, así que podía dar su misión en la copa como completada. Debía rastrear otras zonas y asegurarse de que no habían otros por allí, impidiendo de esa forma que los mataran en el Oblivion, y al mismo tiempo haciendo peligrar la seguridad del Árbol Madre.
- Debemos…
Pero Vincent nunca terminó la frase. En cuánto dio un paso hacia sus camaradas sintió una dura flaqueza y sintió un agarre que le impidió caer de bruces contra el suelo.
- Qué me está pasando-, dijo, más para sí mismo, que para las personas que lo estaba ayudando a sostenerse.
La vista del brujo se volvió vidriosa y las imágenes ante sí bailaban levemente, al punto de que le costaba reconocer a sus amigos y aliados a la primera. Al mismo tiempo sintió un calor bajar por su nariz y con el dorso de su mano enguantada pudo verificar que se trataba de sangre.
Iba a decir algo, pero en vez de salir palabras esputó sangre y no pudo evitar toser por ello.
“Era como…. Como lo que le había pasado en el templo de Anar o a la llegada al Árbol Madre”
Sí, era como aquello, pero multiplicado por veinte o por cien. ¿Sería por la posible muerte del jinete?
El ardor se hizo más virulento en su pecho y sentía que cada vez le costaba más respirar. Tan confuso y mareado estaba y, por qué no decirlo, aterrado ante esa situación que escapaba a su control, que le costaba escuchar lo que le decían con claridad.
- ¿Atrás? Esto ya es la retaguardia y juré defenderla. Es tan importante ganar aquí como allá y por esa razón esto es lo más atrás que me verás, Reike-, le contestó, antes de volver a sentir ganas de vomitar sangre, pero haciendo el esfuerzo necesario para que no subiera por su cuerpo y alcanzara su boca.
Un vano intento de demostrar entereza y de estar listo para la pelea.
- Juré mandarlos a todos hacia el Oblivion para salvar este mundo y también a mi hermana-, espetó, furioso de sentirse tan débil.
Gran parte del trayecto desde la copa hasta la sala del Consejo había quedado registrado en su cabeza con gran confusión. No le quedaba claro ni cuánto habían tardado, pero sí había podido ver como Lucy quedaba herida nada más llegar con la impotencia que ello suponía en su estado actual.
¿Eso es lo único que podía hacer? ¿Quedarse de brazos viendo al resto sufrir o incluso morir?
- Estoy bien. Ayudad al resto-, mencionó a sus camaradas brujos, que no tardaron en dudar al ver como el rubio mercenario se tambaleaba nada más soltarlo. - ¡Vamos! ¡Joder! Yo solo soy un peón más en este tablero. Nos jugamos mucho más que mi bonita cara.
Vincent sabía que su importancia iba mucho más allá de que le cayeran bien, fuese simpático o uno de los suyos. Simplemente era el único que podía expulsar a esos putos jinetes en aquel Árbol. No obstante, poco podría hacer en ese estado contra el elfo oscuro, si sus camaradas no luchaban y andaban preocupados por él.
El rubio hizo lo que pudo por mantener la verticalidad, pero solo consiguió hincar una de sus rodillas en el suelo, la izquierda, y con no menos esfuerzo desenvainó la espada. Sobre su guardia se apoyó para encontrar resuello y descansar.
Pero incluso entre todo aquel dolor, en medio de aquel y confuso combate, habían ciertas cosas que estaban demasiado dentro de uno mismo como para no darse cuenta de ellas incluso en el mayor de los laberintos conformados por las paredes del sufrimiento.
- Reike, estas no son las calles de Beltrexus-, le dijo a su ex pareja desde la distancia. - Sé que sabes defenderte pero no sé qué mosca te ha picado. Este tipo de guerras no son lo tuyo-, comentó, apoyándose en su espada como su fuera un bastón para incorporarse.
Mientras Vincent le decía aquello a la morena, este sintió un movimiento a su espalda y por esa razón sacó toda la fuerza de la que disponía en aquellos momentos e hizo un movimiento en arco con el acero para atacar al enemigo que le acosaba por su retaguardia. Más, antes de llegar más lejos sintió un empujón que lo tiró a un lado y le hizo caer de costado.
En ese estado el dolor fue extremadamente doloroso, por lo que se le escapó un corto alarido antes de apretar los dientes y volver a levantarse. Ya encarándose con su salvadora.
- Reike, intenta no matarme en el proceso-, la regañó, mientras se esforzaba en levantarse de nuevo. Pero su gesto se torció al ver la sangre bajar por el brazo de la mujer. - Reike, estás herida-, dijo, avanzando hacia ella como bien pudo. - ¡Valeria! - gritó al ver como chocaba contra el suelo.
Llegados a este punto, el mercenario se agachó junto a la morena y la ayudó a colocarse boca arriba para examinar mejor su herida en el hombro.
- Estás loca. ¿Quieres que te maten? - se preocupó, porque aquella mujer no estaba actuando como la Reike que conocía. - Soy un mercenario. Un guerrero. Esta es mi vida, mi elección, no la tuya, Valeria. No tienes que sacrificarte por esto-, la regañó de nuevo, aunque no había reproche en su voz.
Vincent alzó la mirada hacia el jinete, que paradójicamente, se había mantenido al margen del combate, al lado de Bio, en estática posición igual que el vampiro. No obstante, justo en ese momento ambos recobraron la vida y Bio le recordó a ese capullo oscuro que no solo los centinelas podían atizarles como se merecían.
- Descansa. Ya has hecho suficiente, igual que todos. Ahora me toca a mí-, terminó por decirle a Reike, dedicándole una sonrisa mientras la miraba a los ojos y le tomaba la mano. - Por ahora es mejor que te dejes la daga en el hombro, al menos hasta que vena un sanador a curarte, evitará que pierdas aún más sangre.
Después volvió a mirar hacia el jinete y retomó entre sus manos su espada, que había dejado a un lado mientras examinaba a la morena. Usándola otra vez de bastón volvió a hacer el esfuerzo de levantarse, mientras apretaba los dientes para evitar gritar una vez más.
Su mirada siempre fija en su objetivo. Sus piernas moviéndose lentamente, paso a paso, renqueando, pero sin ya temor y sin duda en la mente.
Un hombre recubierto de arcilla combatía con el jinete tras Bio y lo mantenía distraído. Así como el elfo que había combatido con luz en la copa.
Vincent sonrió y se le escapó un hilillo de sangre por la comisura del labio. Le debía una botella del mejor alcohol a esos tipos.
Iba lento, despacio, pero cada vez con un paso más firme, aunque aún cojeando. Alimentaba su cuerpo con pura motivación. Con las ganas de acabar con ese enemigo, de borrarlo de la faz de la tierra y de estar un poco más cerca de salvar aquel mundo tan cruel como maravilloso a partes iguales. Con la idea de liberar a su hermana de aquella agonía que a él mismo lo estaba destrozando por dentro.
- Por esas copias que nos han estado acosando, diría que eres un extraño ilusionista-, dijo, enterrando un palmo su espada en la espalda del jinete, aún distraído con sus otros enemigos. - Qué se siente-. Empujó la empuñadura hacia adelante para que el acero entrase más en el elfo oscuro en dirección inclinada, desde abajo hacia arriba, agarrando a este por el hombro izquierdo con su mano zurda para ayudarle en tal empresa. - Qué se siente al tener algo real atravesándote las entrañas, ilusionista-, le espetó mordaz al oído izquierdo, sin poder evitar esputar sangre sobre su oreja, ya pudiendo observarse un gran tramo del acero de la espada de Vincent salir por el pecho del jinete.
El jinete se zafó del brujo con un codazo que provocó que el rubio cayera hacia atrás, espada en mano. El sonido del cuerpo de Vincent contra el suelo fue lo que más se pudo escuchar, pero no se quedó atrás el sonido escabroso que hizo el cuerpo del jinete en cuanto el acero salió limpio de su interior, después de atravesar entrañas y parte del pulmón con la dirección que había tomado dentro.
Con ese daño el jinete no tardó en hacer lo mismo que hiciera antes su compañero en la copa. Huir por un portal. Pero no, como con el anterior, Vinc no estaba dispuesto a dejarle ir sin más, apoyó por enésima vez la espada contra el firme e hizo palanca para alzarse.
Si tenía que morir. Si aquel dolor estaba ligado a los jinetes y se lo llevaría por delante cuando los matase. A él y o a su hermana, ya que él sabía que ella estaba más que dispuesta al sacrificio por salvar a su sobrina, a Alister, a su madre, a los Stone, en definitiva, a los suyos, del mismo modo que él lo haría incluyendo a Níniel y sus amigos cercanos, incluida esa loca Reike. Llegados ese punto sólo podía decir una cosa.
- Sea-, se dijo a sí mismo, limpiándose la sangre de la cara con el dorso de su mano bajo cuero, dándose ánimos para lo que se avecinaba. Para su posible final.
Vincent usó gran parte de sus fuerzas restantes para imbuir su espada con magia de viento, y con unos movimientos ágiles, certeros y fuertes cortó desde la distancia la espalda del jinete oscuro, que en esos instantes desaparecía por el portal, con varios tajos de viento que mágicamente surcaron el espacio entre ellos, y que formaban una figura triangular que abarcaba la totalidad del interior del círculo que conformaba el portal.
- No pensarías que tú no tendrías tu propio regalo-, comentó, casi sin fuerza en la voz, antes de desplomarse y apoyarse con sus manos sobre el firme.
“Si tiene que ser así. Que así sea”, se dijo mentalmente, antes de que todo se volviera oscuridad.
Offrol
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¡VIVA EL DRAMA!
Después de la gran labor de mis compañeros, un pachucho Vincent sentencia al jinete siguiendo las instrucciones de los master de poder hacerlo en estas circunstancias si se dieran.
Uso la Herida del Viento, habilidad de nivel 4, para matarlo desde mi posición como hiciera en el post anterior con latadesardinasman. Me quedo por aquí, porque onrol mi brujo no sabe si aún pueden haber más jinetes que desterrar y debe seguir con su labor en el árbol. No, no me da miedo quedarme atrapado en el Oblivion, yo en mi casita estoy bien a salvo de todo lo que le pase a Vinc XD
Mención especial al ataque final de viento, que hago con rapidez y en triángulo para darle su ataque Doro a Anders, que fue tan majo de ayudarnos a derrotar a este jinete.
¡Buen trabajo, ya queda menos! ¡Ataque Dorooooooooooooooooooooooooo!
Vincent Calhoun
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Re: La batalla de Árbol Madre por el destino de Aerandir [Trama Sandorai]
-¿Cuál es el plan? –
Aradia miro con ojos como platos a la mujer que se ponía a la par y suspiro de alivio, el dragón que había encomendado a ir por ayuda se regresó ante la sorpresiva comitiva que llego y respiro aliviado mientras su compañero se decantaba con un látigo a mantener a los huargos a raya pero la cosa no salió muy bien al recibir un ataque de uno antes de que las raíces hicieran lo suyo y este quejándose sujetaba su hombro, aunque parecía más ofendido que adolorido. Y cuando se disponía a atacar la mujer al lado de la elfa alzo las manos y se descubrió que era una bruja.
-Wow- Fue la exclamación de la elfa mientras el dragón se alejaba y miraba igual de sorprendido como el agua se congelaba y sintió algo de envidia por el ardor en su brazo. Apenas notando al elfo que se ponía tras el ataque de enredaderas, agua y hielo de la elfa y la bruja -Pude haberlos detenido.-Dijo con falsa soberbia el soldado
"Les lancé un Orbe de Imbar! ¡Durante un rato se estarán quietos ¡Es ahora o nunca! ¡Atcadlos a distancia!"
Los perros comenzaron a comportarse extraño, se trepaban entre ellos mientras el fuego en sus pieles se extinguía, comenzó a toser junto con el dragón que estaba cerca a ella y se alejaron unos pasos, ¿Distancia?, mala idea ella solo tenía una cadena, si de casi 3 metros si la tomaba por alguno de los extremos espinados y su compañero, miro con cierta ironía la espada.
-Podría lanzarcelas –Dijo tratando de no reír de forma nerviosa, y ambos miraron con horror como se marchitaban las raíces que los aprisionaban y no solo eso, uno de estos logro escapar y en su intento de escapar cayó sobre la bruja retorciéndose sobre ella. Era una situación que se había vuelto peligrosa y ahora desesperada.
–NO NO NO – Gimoteo Aradia, pensaba y pensaba, tomo el colgante de escarcha**, la borrachera de esa vez le mantuvo lucida en ese momento y dejando la cadena en su cintura de forma parcial imito los movimientos de la bruja y sintió como el vapor se volvía parte de ella, “Así que así se siente ser un brujo, que guay” se dijo a sí misma concentrándose, dándole forma al vapor haciendo que el aire se espesara y el ambiente se tornó pesado para alentar a esas criaturas y bajando la temperatura de este, no podía hacerlo liquido pues supuso sería veneno puro que entraría si o si a las raíces, entonces bajo más y más la temperatura del agua juntándola y siguió haciendo presión a los perros, tal vez era ambición pero una parte de ella clamaba por tener ese vapor de alguna manera y poder estudiar sus propiedades toxicas. Y otra quería desesperadamente ayudar a Nahir de alguna manera.
-¿Aun tienes de esa cosa crece raíces?- Le grito el dragón herido que se había acercado a ella mientras el otro buscaba una manera de ayudar a la bruja ambos no entendía como una elfa podía hacer lo que la tensai de agua pero ya tendrían tiempo de sacar dudas luego, ella solo quería neutralizar el vapor que los hacía toser y lagrimar causa por la que lo había estado ignorando. Lo miro y pareció entender la idea y asintió, volvió a concentrarse.
*-Bolsillo.-Movió un poco la cadera del lado donde guardaba lo último de ese fertilizante. Adiós a la idea de multiplicarlo. ¡QUE TRISTEZA!, parecía casi un coqueteo por el sugestivo movimiento y el tintineo de la cadena que la acompañaba. El dragón tomo el frasco y lo lanzo hacia las raíces que apresaban a los huargos. Reforzando la enredada prisión. Solo esperaba que de todos ahí alguien ayudara a la bruja.
OFF:
*[Trama de Sandorái] Veo fuego en Anar
Recompensa: Fertilizante de rata [Consumible 3 cargas]: Uno de los potingues que traía las ratas de la peste. Cuando la tiráis sobre una planta, la hace crecer a un tamaño sobrenatural. Diversas aplicaciones: Subir a sitios, bloquear puertas, etc. (y con esto muere mi fertilizante)
**Obsequio del evento El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
El poseedor del cristal podrá utilizar una habilidad mágica a su elección de cualquiera de los personajes que participaron en el ritual del elfo Thanedir (a saber: Asher Daregan, Demian, Rakan'Drag, Níniel Thenidiel, Valyria, Vincent Calhoun, Helena Rhodes, Nahir, Reike, Alisha Lessard, Nayru y Canel, en sustitución de, Chimar, por ser quien guiaba a su hermano en esta empresa). Los personajes de nivel 0-3, podréis elegir una habilidad de hasta un nivel superior al vuestro; los personajes de nivel 4 en adelante, podreis elegir una habilidad de nivel 4 o inferior.
El cristal tiene 2 cargas, pero requiere un periodo de descanso una vez utilizado, por lo que no podrá usarse dos veces en el mismo tema. Tras la segunda descarga, el cristal se resquebrajará y no podrá volver a utilizarse Personaje seleccionado NAHIR
Colgante de escarcha: [Consumible][2 cargas]
-NIVEL 2: RELANTIZAR
Especialización: Tensai de agua
La bruja utiliza su capacidad de dominar el agua, y por lo tanto la humedad, para aumentar la presión atmosférica de la zona. Esto hace que los movimientos, de quien se encuentre en el radio de efecto, se vean ralentizados.
Dos turnos
Aradia miro con ojos como platos a la mujer que se ponía a la par y suspiro de alivio, el dragón que había encomendado a ir por ayuda se regresó ante la sorpresiva comitiva que llego y respiro aliviado mientras su compañero se decantaba con un látigo a mantener a los huargos a raya pero la cosa no salió muy bien al recibir un ataque de uno antes de que las raíces hicieran lo suyo y este quejándose sujetaba su hombro, aunque parecía más ofendido que adolorido. Y cuando se disponía a atacar la mujer al lado de la elfa alzo las manos y se descubrió que era una bruja.
-Wow- Fue la exclamación de la elfa mientras el dragón se alejaba y miraba igual de sorprendido como el agua se congelaba y sintió algo de envidia por el ardor en su brazo. Apenas notando al elfo que se ponía tras el ataque de enredaderas, agua y hielo de la elfa y la bruja -Pude haberlos detenido.-Dijo con falsa soberbia el soldado
"Les lancé un Orbe de Imbar! ¡Durante un rato se estarán quietos ¡Es ahora o nunca! ¡Atcadlos a distancia!"
Los perros comenzaron a comportarse extraño, se trepaban entre ellos mientras el fuego en sus pieles se extinguía, comenzó a toser junto con el dragón que estaba cerca a ella y se alejaron unos pasos, ¿Distancia?, mala idea ella solo tenía una cadena, si de casi 3 metros si la tomaba por alguno de los extremos espinados y su compañero, miro con cierta ironía la espada.
-Podría lanzarcelas –Dijo tratando de no reír de forma nerviosa, y ambos miraron con horror como se marchitaban las raíces que los aprisionaban y no solo eso, uno de estos logro escapar y en su intento de escapar cayó sobre la bruja retorciéndose sobre ella. Era una situación que se había vuelto peligrosa y ahora desesperada.
–NO NO NO – Gimoteo Aradia, pensaba y pensaba, tomo el colgante de escarcha**, la borrachera de esa vez le mantuvo lucida en ese momento y dejando la cadena en su cintura de forma parcial imito los movimientos de la bruja y sintió como el vapor se volvía parte de ella, “Así que así se siente ser un brujo, que guay” se dijo a sí misma concentrándose, dándole forma al vapor haciendo que el aire se espesara y el ambiente se tornó pesado para alentar a esas criaturas y bajando la temperatura de este, no podía hacerlo liquido pues supuso sería veneno puro que entraría si o si a las raíces, entonces bajo más y más la temperatura del agua juntándola y siguió haciendo presión a los perros, tal vez era ambición pero una parte de ella clamaba por tener ese vapor de alguna manera y poder estudiar sus propiedades toxicas. Y otra quería desesperadamente ayudar a Nahir de alguna manera.
-¿Aun tienes de esa cosa crece raíces?- Le grito el dragón herido que se había acercado a ella mientras el otro buscaba una manera de ayudar a la bruja ambos no entendía como una elfa podía hacer lo que la tensai de agua pero ya tendrían tiempo de sacar dudas luego, ella solo quería neutralizar el vapor que los hacía toser y lagrimar causa por la que lo había estado ignorando. Lo miro y pareció entender la idea y asintió, volvió a concentrarse.
*-Bolsillo.-Movió un poco la cadera del lado donde guardaba lo último de ese fertilizante. Adiós a la idea de multiplicarlo. ¡QUE TRISTEZA!, parecía casi un coqueteo por el sugestivo movimiento y el tintineo de la cadena que la acompañaba. El dragón tomo el frasco y lo lanzo hacia las raíces que apresaban a los huargos. Reforzando la enredada prisión. Solo esperaba que de todos ahí alguien ayudara a la bruja.
OFF:
*[Trama de Sandorái] Veo fuego en Anar
Recompensa: Fertilizante de rata [Consumible 3 cargas]: Uno de los potingues que traía las ratas de la peste. Cuando la tiráis sobre una planta, la hace crecer a un tamaño sobrenatural. Diversas aplicaciones: Subir a sitios, bloquear puertas, etc. (y con esto muere mi fertilizante)
**Obsequio del evento El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
El poseedor del cristal podrá utilizar una habilidad mágica a su elección de cualquiera de los personajes que participaron en el ritual del elfo Thanedir (a saber: Asher Daregan, Demian, Rakan'Drag, Níniel Thenidiel, Valyria, Vincent Calhoun, Helena Rhodes, Nahir, Reike, Alisha Lessard, Nayru y Canel, en sustitución de, Chimar, por ser quien guiaba a su hermano en esta empresa). Los personajes de nivel 0-3, podréis elegir una habilidad de hasta un nivel superior al vuestro; los personajes de nivel 4 en adelante, podreis elegir una habilidad de nivel 4 o inferior.
El cristal tiene 2 cargas, pero requiere un periodo de descanso una vez utilizado, por lo que no podrá usarse dos veces en el mismo tema. Tras la segunda descarga, el cristal se resquebrajará y no podrá volver a utilizarse Personaje seleccionado NAHIR
Colgante de escarcha: [Consumible][2 cargas]
-NIVEL 2: RELANTIZAR
Especialización: Tensai de agua
La bruja utiliza su capacidad de dominar el agua, y por lo tanto la humedad, para aumentar la presión atmosférica de la zona. Esto hace que los movimientos, de quien se encuentre en el radio de efecto, se vean ralentizados.
Dos turnos
Aradia Hazelmere
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Re: La batalla de Árbol Madre por el destino de Aerandir [Trama Sandorai]
¿Porque todo tiene que suceder siempre tan rápido? De vez en cuando me gustaría tener tiempo para poder saber lo que pasa, o al menos de poder decir "Hola cuanto tiempo, ¿te acuerdas de mí? luchamos juntas en Lunargenta" Pero no, eso sería demasiado bonito.
En su lugar tenía una esfera luminosa que amenazaba con matarnos a todos, una elfa salida de otro mundo que la desterraba por un portal que se me antojaba diabólico y que nos pedía salvar a un puñado de su gente, a costa de nuestro propio planeta y sin la certeza de que esa nueva población fuera pacífica. A todo eso se sumaba la voz de un elfo desconocido que quería destruir el orbe que con tanto esfuerzo había conseguido obtener y una gata, a la que en otras circunstancias hubiera tratado camelara, y que tenía las misma ganas que mi hija de patear traseros.
Y ahí estaba yo en medio de todo aquello, con la palabra en la boca mientras un puñado de elfos decidían el destino de todas las razas, viendo con horror como el orbe quedaba reducido añicos, escuchando como caían los trozos al suelo como si cada porción fuera un pesado de mi esfuerzo echado a perder. Tanto padecimiento, tantas vidas perdidas y puestas en peligro para que al final todo acabara así.
Me pregunto si no hubiera dado lo mismo dejar el orbe en la cascada, a fin de cuentas la única llave que abrir la puerta estaba en mi poder, bien podría haberla fundido y haber dejado aquel tesoro perdido en el confín del mundo. Pero no podía oponerme a la voluntad de una diosa, ¿verdad?
Todavía no tenía claro cuál era la función del orbe y ahora jamás sabría cual era, pero lo que está claro es que con su destrucción Aerandir estaba a salvo.
Solo restaba sobrevivir a la batalla y salir del árbol elfico con todas las extremidades en su sitio.
En su lugar tenía una esfera luminosa que amenazaba con matarnos a todos, una elfa salida de otro mundo que la desterraba por un portal que se me antojaba diabólico y que nos pedía salvar a un puñado de su gente, a costa de nuestro propio planeta y sin la certeza de que esa nueva población fuera pacífica. A todo eso se sumaba la voz de un elfo desconocido que quería destruir el orbe que con tanto esfuerzo había conseguido obtener y una gata, a la que en otras circunstancias hubiera tratado camelara, y que tenía las misma ganas que mi hija de patear traseros.
Y ahí estaba yo en medio de todo aquello, con la palabra en la boca mientras un puñado de elfos decidían el destino de todas las razas, viendo con horror como el orbe quedaba reducido añicos, escuchando como caían los trozos al suelo como si cada porción fuera un pesado de mi esfuerzo echado a perder. Tanto padecimiento, tantas vidas perdidas y puestas en peligro para que al final todo acabara así.
Me pregunto si no hubiera dado lo mismo dejar el orbe en la cascada, a fin de cuentas la única llave que abrir la puerta estaba en mi poder, bien podría haberla fundido y haber dejado aquel tesoro perdido en el confín del mundo. Pero no podía oponerme a la voluntad de una diosa, ¿verdad?
Todavía no tenía claro cuál era la función del orbe y ahora jamás sabría cual era, pero lo que está claro es que con su destrucción Aerandir estaba a salvo.
Solo restaba sobrevivir a la batalla y salir del árbol elfico con todas las extremidades en su sitio.
Reivy Abadder
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Re: La batalla de Árbol Madre por el destino de Aerandir [Trama Sandorai]
Sin tiempo para saborear aquella victoria contra Caranthir, uno de los líderes de los Tarmúnil, la vampira dirigió velozmente sus pasos hacia la torre, ansiosa por encararse con aquel que tantas de sus pesadillas había protagonizado, Ilmerith. Elen cruzó la puerta a toda prisa, para encontrarse de repente en un espacio más estrecho de lo que habría imaginado, alzó la vista en busca de algún atisbo de luz pero solo halló piedra, la que formaba la escalera de caracol que ascendía hasta su destino.
- Solo tengo que llegar hasta él. - se dijo la señora de sombras, pero antes de que pudiese subir el primer escalón, un horrible ataque de tos la obligó a buscar apoyo en su compañero, quien en su forma humana, se apresuró a sostenerla para que no cayese al suelo. - Elen. - musitó el dragón, con la preocupación grabada en el rostro. - Mi tiempo… se acaba. - le respondió la joven en voz baja, nada más ver la sangre que manchaba su mano, su vínculo con los jinetes era real, y cada vez que uno de ellos moría los Centinelas se veían afectados.
Lentamente, la criatura de la noche llevó la diestra hacia el medallón solar y lo extrajo de sus ropas, solo para comprobar que las grietas que amenazaban con destruirlo eran cada vez mayores. - Tengo que darme prisa, debo matarlo antes de que se rompa. - susurró, consciente del peligro extra que corría en comparación con sus hermanos.
Ellos podrían seguir peleando sin sus reliquias, no dependían de ellas como la benjamina de los Calhoun, cuya maldición original iba directamente ligada al artefacto, si lo perdía antes de haber terminado su misión probablemente no pudiese completarla, las fiebres y desvanecimientos regresarían para dejarla a merced del enemigo.
Sin decir nada, la de cabellos cenicientos se repuso y comenzó a ascender a través de la escalera, pero un rápido vistazo a su alrededor la dejó visiblemente confundida, no había rastro de Asher ni de Huracán, tampoco de otros de sus aliados. - ¿Dónde están los demás? - preguntó, pero unas corrientes de aire, tan fuertes como para arrastrarlos si no hacían nada al respecto, hicieron que dejase momentáneamente de lado el asunto para concentrarse en mantener su posición.
Alister, que optó por sujetarse a una de las hendiduras de la pared, la atrapó antes de que rodase hacia abajo, donde se hallaban Rauko y Xana, los que más riesgo corrían de ser expulsados de la torre. - ¿Estás bien? - preguntó, luchando aún para que ninguno de los dos acabase arrastrado por el viento. - Me debilito… no puedo perder más tiempo. - confesó Elen, mientras Eltrant y Lyn colaboraban para arremeter contra su nueva oponente, Milane Tarmúnil.
Al igual que Caranthir, aquella jinete era una guerrera pesada, portaba una pesada maza y un escudo, pero ni siquiera eso fue suficiente para mantenerla a salvo de los ataques del castaño y la ojiazul, que se las ingeniaron para destrozar su defensa y dañar también varias partes de su armadura. - Es la hora, todo o nada. - susurró la centinela, aprovechando que sus compañeros habían conseguido bloquear la puerta y parte del viento para envolverse con su elemento.
(1) En cuestión de segundos su figura se volvió negra como la noche, y sin previo aviso, tres oscuras estelas emergieron de su cuerpo para tocar suelo por delante de ella, cambiando de forma hasta adoptar las de sus tres mejores aliados sombríos. - Destrozadla. - ordenó con voz fría, y las bestias no dudaron en obedecerla. Mientras las luces de Xana cegaban a Milane, las creaciones de la vampira avanzaron hacia su objetivo, esquivando por el camino a Eltrant y a Lyn, quienes ya habían hecho bastante para inclinar la balanza en favor del grupo.
(2) Los níveos cabellos de la señora de sombras se tornaron del color del azabache, igual que sus ojos, y su piel quedó cubierta por completo con el mismo tono, solo su rostro mantuvo la palidez que la caracterizaba desde su transformación, se había fusionado con las almas del medallón y solo buscaba una cosa… sangre. Valiéndose de la agilidad que su naturaleza le brindaba, ahora aún más potenciada por sus poderes, la benjamina de los Calhoun subió por las escaleras al tiempo que manipulaba sus brazos y manos para que se convirtiesen en garras, no iba a cometer ningún error, menos aun sabiendo el estado en que se encontraba su reliquia.
Pronto no podría contar con el medallón solar, así que debía tener una alternativa para su combate contra Ilmerith, y esa sería la Matajinetes, que en vez de llevar en ristre descansaba en la vaina de su cinturón. Con sus aliadas rodeando a la guerrera, quien trataba de defenderse mientras las sombras se encargaban de acabar con la pieza de armadura que le cubría el torso, la criatura de la noche solo tuvo que abrirse paso hasta su enemiga y esquivar un golpe a ciegas que en su desesperación, soltó la mujer.
- Muere Tarmúnil. - sentenció, colocando una de las manos en torno al cuello de la jinete mientras hundía la otra en su abdomen, ahora vulnerable sin el peto. Un gemido escapó de la garganta de la luchadora, pero su final no iba a ser rápido, tampoco se lo merecía. (3) Movida por su sed de sangre y venganza, Elen extrajo las garras del cuerpo de Milane para volver a arremeter contra ella una y otra vez, hasta que su oponente no tuvo fuerzas para seguir sujetando la maza ni para tenerse en pie.
- Es una pena que ahora estés ciega, mi cara tendría que haber sido lo último que vieses antes de morir. - le susurró al oído, en cuanto la tuvo de rodillas ante sí, esforzándose por mantener las vísceras y demás órganos dañados dentro de su ser. - Elen. - intervino Alister, acercándose a ella sin quitar ojo a las sombras, que permanecían inmóviles alrededor de la sangrienta escena. - No te preocupes, ya me siento algo mejor. - contestó antes de que pudiese preguntarle, y era cierto, cada herida infligida a Milane le había devuelto un poco de energía.
- Acaba con ella de una vez, no podemos perder más tiempo. - la instó el cazador, observando a la moribunda con una frialdad que podría competir con la de su compañera. Ella, todos ellos eran culpables de la muerte de su hermana, se merecían el peor castigo posible así que no pondría límites a los métodos de la centinela, solo esperaba que Elen fuese lo suficientemente fuerte como para no dejar que la oscuridad la consumiese, no cuando ya faltaba tan poco para destruir a los jinetes.
- Tienes razón. - Y sin decir más, sujetó por el pelo a la guerrera con una mano para destrozarle la garganta con la otra, provocando que se ahogase con su propia sangre en cuestión de segundos. - Ahora mi trofeo. - susurró, arrancando una de las calaveras que adornaban los guanteletes de la elfa. Justo en ese instante, en que guardaba el pequeño tesoro en su bolsa, el peso de la muerte de su contrincante se hizo patente, obligándola a arrodillarse junto al cadáver por un fuerte dolor en el pecho.
- Maldición. - logró decir entre dientes, llevando nuevamente una de las manos a su reliquia, que se resquebrajaba rápidamente… no tardaría en romperse por completo. - ¡Rápido! ¡Debemos llegar hasta Ilmerith! - exclamó, aceptando la ayuda del dragón para volver a ponerse en pie y empezara a subir los peldaños que la separaban de lo alto de la torre.
Las sombrías criaturas que la acompañaban se situaron por delante del grupo a modo de avanzadilla, y no dudarían en abalanzarse sobre el jinete en cuanto lo viesen.
Off: Elen utiliza sus habilidades de:
(1) Llamada a las armas (Nivel 6) No pongo spoiler de mis pequeños diablillos porque asumo que gran parte de los participantes ya los han visto en alguna ocasión.
(2) Dominio de la oscuridad (Nivel 9) Fusión con las almas del Medallón solar
(3) Drenado de vida (Nivel 7)
Resumen: Elen aprovecha las acciones de sus aliados para lanzar un ataque a Milane con las sombras y aplicar la sentencia con sus propias manos, y de camino drena algo de vida a la jinete para reponerse y no quedar echa un despojo del todo.
- Solo tengo que llegar hasta él. - se dijo la señora de sombras, pero antes de que pudiese subir el primer escalón, un horrible ataque de tos la obligó a buscar apoyo en su compañero, quien en su forma humana, se apresuró a sostenerla para que no cayese al suelo. - Elen. - musitó el dragón, con la preocupación grabada en el rostro. - Mi tiempo… se acaba. - le respondió la joven en voz baja, nada más ver la sangre que manchaba su mano, su vínculo con los jinetes era real, y cada vez que uno de ellos moría los Centinelas se veían afectados.
Lentamente, la criatura de la noche llevó la diestra hacia el medallón solar y lo extrajo de sus ropas, solo para comprobar que las grietas que amenazaban con destruirlo eran cada vez mayores. - Tengo que darme prisa, debo matarlo antes de que se rompa. - susurró, consciente del peligro extra que corría en comparación con sus hermanos.
Ellos podrían seguir peleando sin sus reliquias, no dependían de ellas como la benjamina de los Calhoun, cuya maldición original iba directamente ligada al artefacto, si lo perdía antes de haber terminado su misión probablemente no pudiese completarla, las fiebres y desvanecimientos regresarían para dejarla a merced del enemigo.
Sin decir nada, la de cabellos cenicientos se repuso y comenzó a ascender a través de la escalera, pero un rápido vistazo a su alrededor la dejó visiblemente confundida, no había rastro de Asher ni de Huracán, tampoco de otros de sus aliados. - ¿Dónde están los demás? - preguntó, pero unas corrientes de aire, tan fuertes como para arrastrarlos si no hacían nada al respecto, hicieron que dejase momentáneamente de lado el asunto para concentrarse en mantener su posición.
Alister, que optó por sujetarse a una de las hendiduras de la pared, la atrapó antes de que rodase hacia abajo, donde se hallaban Rauko y Xana, los que más riesgo corrían de ser expulsados de la torre. - ¿Estás bien? - preguntó, luchando aún para que ninguno de los dos acabase arrastrado por el viento. - Me debilito… no puedo perder más tiempo. - confesó Elen, mientras Eltrant y Lyn colaboraban para arremeter contra su nueva oponente, Milane Tarmúnil.
Al igual que Caranthir, aquella jinete era una guerrera pesada, portaba una pesada maza y un escudo, pero ni siquiera eso fue suficiente para mantenerla a salvo de los ataques del castaño y la ojiazul, que se las ingeniaron para destrozar su defensa y dañar también varias partes de su armadura. - Es la hora, todo o nada. - susurró la centinela, aprovechando que sus compañeros habían conseguido bloquear la puerta y parte del viento para envolverse con su elemento.
(1) En cuestión de segundos su figura se volvió negra como la noche, y sin previo aviso, tres oscuras estelas emergieron de su cuerpo para tocar suelo por delante de ella, cambiando de forma hasta adoptar las de sus tres mejores aliados sombríos. - Destrozadla. - ordenó con voz fría, y las bestias no dudaron en obedecerla. Mientras las luces de Xana cegaban a Milane, las creaciones de la vampira avanzaron hacia su objetivo, esquivando por el camino a Eltrant y a Lyn, quienes ya habían hecho bastante para inclinar la balanza en favor del grupo.
(2) Los níveos cabellos de la señora de sombras se tornaron del color del azabache, igual que sus ojos, y su piel quedó cubierta por completo con el mismo tono, solo su rostro mantuvo la palidez que la caracterizaba desde su transformación, se había fusionado con las almas del medallón y solo buscaba una cosa… sangre. Valiéndose de la agilidad que su naturaleza le brindaba, ahora aún más potenciada por sus poderes, la benjamina de los Calhoun subió por las escaleras al tiempo que manipulaba sus brazos y manos para que se convirtiesen en garras, no iba a cometer ningún error, menos aun sabiendo el estado en que se encontraba su reliquia.
Pronto no podría contar con el medallón solar, así que debía tener una alternativa para su combate contra Ilmerith, y esa sería la Matajinetes, que en vez de llevar en ristre descansaba en la vaina de su cinturón. Con sus aliadas rodeando a la guerrera, quien trataba de defenderse mientras las sombras se encargaban de acabar con la pieza de armadura que le cubría el torso, la criatura de la noche solo tuvo que abrirse paso hasta su enemiga y esquivar un golpe a ciegas que en su desesperación, soltó la mujer.
- Muere Tarmúnil. - sentenció, colocando una de las manos en torno al cuello de la jinete mientras hundía la otra en su abdomen, ahora vulnerable sin el peto. Un gemido escapó de la garganta de la luchadora, pero su final no iba a ser rápido, tampoco se lo merecía. (3) Movida por su sed de sangre y venganza, Elen extrajo las garras del cuerpo de Milane para volver a arremeter contra ella una y otra vez, hasta que su oponente no tuvo fuerzas para seguir sujetando la maza ni para tenerse en pie.
- Es una pena que ahora estés ciega, mi cara tendría que haber sido lo último que vieses antes de morir. - le susurró al oído, en cuanto la tuvo de rodillas ante sí, esforzándose por mantener las vísceras y demás órganos dañados dentro de su ser. - Elen. - intervino Alister, acercándose a ella sin quitar ojo a las sombras, que permanecían inmóviles alrededor de la sangrienta escena. - No te preocupes, ya me siento algo mejor. - contestó antes de que pudiese preguntarle, y era cierto, cada herida infligida a Milane le había devuelto un poco de energía.
- Acaba con ella de una vez, no podemos perder más tiempo. - la instó el cazador, observando a la moribunda con una frialdad que podría competir con la de su compañera. Ella, todos ellos eran culpables de la muerte de su hermana, se merecían el peor castigo posible así que no pondría límites a los métodos de la centinela, solo esperaba que Elen fuese lo suficientemente fuerte como para no dejar que la oscuridad la consumiese, no cuando ya faltaba tan poco para destruir a los jinetes.
- Tienes razón. - Y sin decir más, sujetó por el pelo a la guerrera con una mano para destrozarle la garganta con la otra, provocando que se ahogase con su propia sangre en cuestión de segundos. - Ahora mi trofeo. - susurró, arrancando una de las calaveras que adornaban los guanteletes de la elfa. Justo en ese instante, en que guardaba el pequeño tesoro en su bolsa, el peso de la muerte de su contrincante se hizo patente, obligándola a arrodillarse junto al cadáver por un fuerte dolor en el pecho.
- Maldición. - logró decir entre dientes, llevando nuevamente una de las manos a su reliquia, que se resquebrajaba rápidamente… no tardaría en romperse por completo. - ¡Rápido! ¡Debemos llegar hasta Ilmerith! - exclamó, aceptando la ayuda del dragón para volver a ponerse en pie y empezara a subir los peldaños que la separaban de lo alto de la torre.
Las sombrías criaturas que la acompañaban se situaron por delante del grupo a modo de avanzadilla, y no dudarían en abalanzarse sobre el jinete en cuanto lo viesen.
Off: Elen utiliza sus habilidades de:
(1) Llamada a las armas (Nivel 6) No pongo spoiler de mis pequeños diablillos porque asumo que gran parte de los participantes ya los han visto en alguna ocasión.
(2) Dominio de la oscuridad (Nivel 9) Fusión con las almas del Medallón solar
(3) Drenado de vida (Nivel 7)
Resumen: Elen aprovecha las acciones de sus aliados para lanzar un ataque a Milane con las sombras y aplicar la sentencia con sus propias manos, y de camino drena algo de vida a la jinete para reponerse y no quedar echa un despojo del todo.
Elen Calhoun
Aerandiano de honor
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Re: La batalla de Árbol Madre por el destino de Aerandir [Trama Sandorai]
Nos han pedido un par de días más, ya que Nahir no puede postear hasta que lo haya hecho Uri. Daremos de plazo hasta el martes.
Fehu
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Re: La batalla de Árbol Madre por el destino de Aerandir [Trama Sandorai]
“Mierda ¡Niños; poneros las mascarillas ¡Rápido!”
Fëanor tomó rápidamente la mascarilla de tela reglamentaria del equipo de sanación, poniéndosela con el ceño fruncido y algo de torpeza debido a la daga que sostenía en una de las manos ¡No los protegería demasiado del veneno, peor mejor que inhalarlo directamente! ¡Fueron imprudentes! No sabía que los huargos podían hacer algo así, si lo hubiera sabido lo habría pensado una segunda vez -Aunque probablemente habría tomado la misma elección.- ; Incluso si Fëanor era un guardia del Árbol Madre, tampoco estaba tan familiarizado con semejantes criaturas como para dar un juicio exacto de como proceder. Desde el otro lado del pilar, elfa y vampiro cumplieron las orden del adulto rápidamente y de forma nerviosa ¡Todo se había salido de control muy rápidamente y de mala forma! Vira parecía especialmente asustada.
“ ¡No os quedéis ahí! ¡Id con los dragones! ¡Ahora! Enviad gente a por más guardias o por la señora Galatrea ¡Rápido!”
La segunda orden del guardia elfo resonó, Uriel reaccionó enseguida poniéndose de pie pero Vira parecía mas lenta y torpe; La temblorosa elfa apenas pudo ponerse la mascarilla de tela, pero casi no podía ponerse de pie, todo su cuerpo temblaba aterrorizadamente ¡Debía de ser la primera vez que la joven elfa presenciaba algo así! El vampiro de inmediato simpatizó con ella; Esa fue también su primera reacción al ser arrojado a toda esa locura. Y la verdad es que Uriel también estaba aterrorizado de esos horribles perros de fuego, sin embargo, habiendo tenido que encarar previamente un jinete y la locura de Villasauco, pudo aguantar mejor la situación que la inexperta muchacha. Conteniendo su nerviosa voz, Uriel sujetó, lo mas gentilmente que la situación le permitía, la sudada y pálida mano de la elfa y exclamó:
“¡Rápido! ¡Si nos quedamos aquí seremos presa de los perros y el veneno! El señor Fëanor nos a dado ordenes ¡Tenemos que buscar ayuda! Y hay heridos del otro lado ¡Ellos te necesitan...! ”
Ante la palabra “heridos”, Vira reaccionó como si alguien acabara de despertarla de un profundo sueño ¡Es verdad! Como aprendiz de sacerdotisa curandera......¡Cómo podría osar mirar la cara de su maestro y la gran diosa Imbar si, solo por tener miedo, provocaba la muerte de los valerosos guardias que arriesgaban sus vidas en el campo de batalla! Soltándose del agarre de Uriel de una forma mas bien brusca, con sus mejillas y mirada tímida cargada de vergüenza de si misma, contestó con un tono de voz arrogante y orgulloso ya naturales en ella:
“¡Hmp! ¡Como si no lo supiera! ¡Déjanos esto a nosotros, vampiro! ¡No! ¡Uriel! Somos solos aprendices, pero Imbar sabe de los conocimientos y talentos que mis hermanos aprendices y yo poseemos ¡Definitivamente protegeremos a los heridos! Enviaré a dos de mis hermanos mas pequeños a por ayuda; Con un poco de suerte traerán a la Gran Sacerdotisa Galatrea......Así que, por favor.......Por favor, ayuda al señor Fëanor…..El veneno…..El veneno de los huargos no es cosa de risa, y él está demasiado cerca, necesitará una mano ahí…..Yo no puedo hacer nada......Solo sirvo par-.....”
“Si, lo sé...No...No necesitas decir más......Haré…...Haré lo que pueda…...”
“....Buena suerte.....”
Era un decisión arriesgada e irracional, ambos lo sabían. No podían ser casi de ayuda por mucha pasión o ganas que le pusieran ; Ninguno del grupo de sanación pasaba de los 15 años, jamás habían experimentado algo así jamás ¡Entonces lo más sabio era retirarse y llamar a la gran sacerdotisa Galatrea! Pues, para ella, esos huargos eran menos que un cachorritos impertinentes fácilmente adiestrables, y también podría lidiar fácilmente con el veneno ¡O como mínimo traer más guardias para que ayudarán a Fëanor a encararlos! ¡Pero eso significa dejar a su suerte al resto en el proceso! El grupo de defensa tampoco podría lidiar fácilmente con los cánidos; Eran soldados, si, pero no estaban correctamente entrenados. No eran como Fëanor, soldados entrenados para proteger el gran corazón del bosque; El Árbol Madre. Ahí solo entraban los mejores, después de todo. Y para lidiar con semejantes criaturas, se requerían a soldados entrenados y organizados perfectamente; No soldados que hasta hace 2 meses eran campesinos o panaderos. El único mínimamente cualificado para enfrentar a los huargos era Fëanor, pero no podía hacer casi nada por sí solo, podía ayudara los dragones a ser mas organizados y eficientes ¡Pero eso era solo temporal! Como mucho podrían aguantar la jauría un puñado de tiempo.
Si, encima, el grupo de sanación no hacía correctamente su trabajo ¡Era fácil ver el desastre! Incluso si era suicida, los preadolescente y adolescentes que conformaban el grupo de sanación y Uriel lo comprendieron; Como no se coordinaran todos o no ocurriera un milagro, se quedarían ahí para morir.
Si nos vamos,sobreviviremos pero el árbol cae. Si nos quedamos y conseguimos provocar un milagro o llegan refuerzos; Sobreviviremos y salvaremos momentáneamente las raíces. Si nadie viene y somos incapaces de lidiar con esto, el árbol caerá y nosotros moriremos......Vaya opciones nos a dejado el destino ¿Eh?
Uriel y Vira comprendieron el planteamiento de las ordenes de Fëanor; Los mas débiles e inútiles debían salir de ahí y buscar la mejor ayuda posible; Galatrea era la mejor opción, soldados del árbol madre eran la segunda mejor opción ¡Y rezar para poder entretener a los huargos sin provocar víctimas el tiempo suficiente! Vira era la aprendiz principal de un sacerdote curandero, incluso siendo apenas una adolescente sabía que debía hacer mucho mejor que el resto de aprendices. Incluso si eran meros soldados rasos, necesitaban la ayuda de cuantos más mejor -Y los dragones por naturaleza ya eran moderadamente fuertes.- . Uriel demostró poder ser de utilidad en más de una ocasión contra el jinete, incluso herido como estaba, seguía pudiendo aportar un poco al campo de batalla. Siguiendo esos pensamientos, Vira escogió mandar a los hermanos aprendices menos experimentados y jóvenes, no solo por piedad o pena, sino porque eran los mas inútiles para esa situación con ordenes claras de buscar la ayuda de la sacerdotisa principal o guardias.....
Lo siento…..
Murmuró en su mente la elfa mientras comandaba a sus hermanos aprendices mas jóvenes, Uriel sonrío levemente mientras se dirigía con Fëanor; Una vez más, en la boca del lobo ¡Al menos estaba en mejores condiciones físicas y mentales que en las dos últimas veces! En Villasacuo estaba tan horrorizado, que apenas pudo hacer nada ¡Y contra el jinete estaba con un pie en la vida y el otro en la muerte! Pero ahora estaba lidiando con la situación de forma más racional y fría a pesar del miedo ¡Y aunque su cuerpo seguía relativamente mal, podía lidiar con la situación hasta cierto punto! Si, esta vez es diferente; A ido sabiendo los riesgos, las escasas probabilidades y sus limites....No es como las últimas veces....Esta vez.....
“¿¡Uriel!? ¿¡Que diabl-....!? ¡AGHHHH! ¿Es que tienes alguna clase de fijación con las situaciones de vida o muerte? ¿Sabes que..? ¡Da lo mismo! ¡No hay tiempo para dudas! Escucha, y haz cada cosa que te diga ¿Vale?”
Por unos escasos segundos, Féanor pareció sorprendido y escandalizado de ver ahí al vampirito pero enseguida pareció darse por vencido. Hubiera preferido dejar fuera de peligro a los jóvenes ¡Pero parecía ser que eso era imposible! Estaban cortos de manos, no había espacio para sentir ningún instinto paternal por los niños. Tras analizar la situación en apenas decenas de segundo, decidió que era más sabio mantener cerca a Uriel y usarlo como apoyo para ser mas rápido en sus movimientos; No podía encargarse de la situación él solo, y si estaba cerca de él podría al menos protegerlo mejor ¡No había tiempo para pensar en un mejor plan!
“¿Entendido? ¡Iré a salvar a la bruja! Apenas lo quite de encima, arrástrala hacia el grupo de salvamento y vigilad sus heridas.”
Sin esperar a que el infante terminase siquiera de asentir, el elfo se arrojó contra el huargo sobre Nahir ¡Uriel le siguió rápidamente por detrás! El elfo, sin dudarlo un segundo, clavó su daga en el lomo del animal que estaba sobre la bruja ¡Desde su daga podía sentir el anormal calor corporal del cánido ígneo! Sintiendo la herviente sangre desde el puñal de su daga, el elfo gimió de sorpresa y dolor antes de desclavar el puñal con rapidez y pegarle un fuerte patada al anonadado enrome animal ¡Dado la confusión del animal, logró que se tambaleara de vuelta a la ilusión en la que seguían atrapados sus compañeros! Con un poco de suerte se quedaría ahí, sufriendo junto a sus compañeros por un par de minutos más.
Increíble, no toque directamente al animal, pero pude sentir cómo de caliente estaba su interior desde el mango…..Me a quemado ligeramente la palma de la mano….Esto es peligroso, Nahir puede haber salido realmente herida....Uriel.....Esto es.....Soy un hijo de Imbar y un guardia de Árbol Madre, morir protegiendo las raíces es un honor y mi responsabilidad....Pero Uriel y el resto de críos aquí no tienen nada que ver con eso....Si las cosas se ponen peor, los sacaré de aquí...Lo juro por mi orgullo de elfo....
Mientras Fëanor reflexionaba sobre los cánidos, no esperaba semejante temperatura corporal en un ser vivo ¿Nahir estaría bien? Fëanor comenzaba a preocuparse, la única que realmente podría hacer algo contra los Huargos es ella. Estarían incluso mas en problemas si ella no podía moverse. Por otro lado, obedeciendo al elfo, Uriel de inmediato tomó a la bruja desde atrás, sujetándola desde las axilas, para arrastrarla lo más rápido que pudo a una zona mas segura -Junto a los dragones y Vira.- ¡Le costó mucho! Incluso si la adulta era relativamente liviana, él seguía siendo un niño bastante pequeño ¡Pero de alguna forma lo logró!
“¡Maldita sea! La ilusión no durará mucho más ¡Joder! ¡Nahir! ¿Me oyes? ¡Te lo ruego! ¡Sé que no es el mejor momento, pero necesitamos si o si tu magia aquí y ahora! ¡Esto no durará mucho más! ¡Y vosotros, los dragones de atrás! ¡Os ir preparando vuestras armas pero ya! Si no podemos debilitarlos o matarlos antes de que salgan de la ilusión, esto será un enfrentamiento directo contra ellos....”
Siendo consciente del riesgo que conllevaba ponerse en primera linea, Fëanor se puso en frente del grupo de huargos aún confundidos y asustados por la ilusión mientras se ponía en posición de combate ¡Era un todo o nada! Si Nahir podía atacar, les daría la ventaja que necesitaban hasta que llegaran los refuerzos ¡Sino, solo podrían resistir lo mejor que pudieran y rezar por ayuda! Su voz sonaba nerviosa pero estoica, era un orgulloso guardia de Árbol Madre, estaba preparado para morir protegiendo las raíces.
“¡S-Señorita Nahir…!”
“¡A-Aparta Uriel! ¡R-Resiste, b-bruja! ¡N-No puedes caer a-aquí...!”
Las nerviosas voces de los dos niños resonaban justo detrás de la conmoción. Incluso si a Uriel no le importaba realmente las vidas de los demás, esa bruja luchó codo con codo junto a él contra un jinete ¡Le salvó la vida en más de una ocasión! No quería que la bondadosa mujer muriera o fuera herida, con sus ojitos marrón-miel llenos de lagrimitas permitió que la elfa hiciera su trabajo. Vira, con una mirada determinada pero muy tensa y nerviosa, se arrodilló al lado Nahir sin siquiera evaluar si en verdad estaba herida o no ¡No había tiempo para eso! Esa bruja era su su última esperanza ¡Si ella no podía usar su magia estarían realmente jodidos! ¡No! ¡No solo eso! Esa bruja era, según su naturaleza elfica, una enemiga natural de la mas baja calaña ¡Y aún así, ahí estaba ella; Luchando por el Árbol Madre!
¡Maldita sea! ¡Ni se te ocurra morir aquí, bruja Nahir! Eres puñetera una bruja ¿Verdad? Nos odias ¿verdad? ¡Entonces ni se te ocurra morir en casa de tus jodidos enemigos naturales! ¡Ve y muere en tu maldita tierra de brujos, en muchos, muchos años!
------------------------------------------------OFF ROL-----------------------------------------------------------
No te preocupes Anders, no estás solo, necesité casi 2000 palabras para decir;
- Estamos jodidos.
-Mando a peña del grupo de salvación a que busquen ayuda poderosa porque ya me veo venir que vamos a palmar todos.
Estamos jodidos, otra vez.
- Fëanor está determinado a morir ahí, pero si las cosas se ponen verdaderamente malas ayudará a Uriel y el resto de críos ahí presentes a escapar (Si, es como pensáis; Estoy preparando por si acaso una puerta trasera para huir de ahí si todo se pone peor.....Que es lo más probable)
- ¿Mencioné ya que estamos jodidos?
- Nahir, eres nuestra última esperanza; Si no hay hechizo de agua estaremos un 300% mas jodidos y probablemente Fehu nos dará un hermoso regalo en el siguiente turno forma demuerte una bonita maldición-heridas graves ¡Pero eaaaaah! Sin presiones ;"3 (?) (?) (?) (?) (Ahora en serio, solo bromeo; No te sientas presionada y haz lo que mejor te parezca. Si de todas formas, la que la caga soy yo porque tengo que lanzar yo la runa XDDDD)
yyyyyyyyyyyyyyyy ¿Eso es todo? Creo que sip, bueno ¡Ahora mi parte favorita; Tirar runas! A ver que sale XDDD Editaré según vea el resultado de estas ¡Bueno! ¿Nos vemos en el infierno :D? ¡Deseadme suerte <3!
Post Runa; Bueno, mira al lado bueno, al menos no salió una runa nefasta......Así que...¿Bienvenida la lado oscuro de los heridos? Al menos esto no dejará cicatriz....Creo (?) (?) (?) No voy a editar nada, creo que el post ya concuerda bastante bien con el resultado de las runas ¡Oh! Pero si necesitas que cambie algo, me avisas Nahir <3 ¡Con gusto lo hago <3!
Fëanor tomó rápidamente la mascarilla de tela reglamentaria del equipo de sanación, poniéndosela con el ceño fruncido y algo de torpeza debido a la daga que sostenía en una de las manos ¡No los protegería demasiado del veneno, peor mejor que inhalarlo directamente! ¡Fueron imprudentes! No sabía que los huargos podían hacer algo así, si lo hubiera sabido lo habría pensado una segunda vez -Aunque probablemente habría tomado la misma elección.- ; Incluso si Fëanor era un guardia del Árbol Madre, tampoco estaba tan familiarizado con semejantes criaturas como para dar un juicio exacto de como proceder. Desde el otro lado del pilar, elfa y vampiro cumplieron las orden del adulto rápidamente y de forma nerviosa ¡Todo se había salido de control muy rápidamente y de mala forma! Vira parecía especialmente asustada.
“ ¡No os quedéis ahí! ¡Id con los dragones! ¡Ahora! Enviad gente a por más guardias o por la señora Galatrea ¡Rápido!”
La segunda orden del guardia elfo resonó, Uriel reaccionó enseguida poniéndose de pie pero Vira parecía mas lenta y torpe; La temblorosa elfa apenas pudo ponerse la mascarilla de tela, pero casi no podía ponerse de pie, todo su cuerpo temblaba aterrorizadamente ¡Debía de ser la primera vez que la joven elfa presenciaba algo así! El vampiro de inmediato simpatizó con ella; Esa fue también su primera reacción al ser arrojado a toda esa locura. Y la verdad es que Uriel también estaba aterrorizado de esos horribles perros de fuego, sin embargo, habiendo tenido que encarar previamente un jinete y la locura de Villasauco, pudo aguantar mejor la situación que la inexperta muchacha. Conteniendo su nerviosa voz, Uriel sujetó, lo mas gentilmente que la situación le permitía, la sudada y pálida mano de la elfa y exclamó:
“¡Rápido! ¡Si nos quedamos aquí seremos presa de los perros y el veneno! El señor Fëanor nos a dado ordenes ¡Tenemos que buscar ayuda! Y hay heridos del otro lado ¡Ellos te necesitan...! ”
Ante la palabra “heridos”, Vira reaccionó como si alguien acabara de despertarla de un profundo sueño ¡Es verdad! Como aprendiz de sacerdotisa curandera......¡Cómo podría osar mirar la cara de su maestro y la gran diosa Imbar si, solo por tener miedo, provocaba la muerte de los valerosos guardias que arriesgaban sus vidas en el campo de batalla! Soltándose del agarre de Uriel de una forma mas bien brusca, con sus mejillas y mirada tímida cargada de vergüenza de si misma, contestó con un tono de voz arrogante y orgulloso ya naturales en ella:
“¡Hmp! ¡Como si no lo supiera! ¡Déjanos esto a nosotros, vampiro! ¡No! ¡Uriel! Somos solos aprendices, pero Imbar sabe de los conocimientos y talentos que mis hermanos aprendices y yo poseemos ¡Definitivamente protegeremos a los heridos! Enviaré a dos de mis hermanos mas pequeños a por ayuda; Con un poco de suerte traerán a la Gran Sacerdotisa Galatrea......Así que, por favor.......Por favor, ayuda al señor Fëanor…..El veneno…..El veneno de los huargos no es cosa de risa, y él está demasiado cerca, necesitará una mano ahí…..Yo no puedo hacer nada......Solo sirvo par-.....”
“Si, lo sé...No...No necesitas decir más......Haré…...Haré lo que pueda…...”
“....Buena suerte.....”
Era un decisión arriesgada e irracional, ambos lo sabían. No podían ser casi de ayuda por mucha pasión o ganas que le pusieran ; Ninguno del grupo de sanación pasaba de los 15 años, jamás habían experimentado algo así jamás ¡Entonces lo más sabio era retirarse y llamar a la gran sacerdotisa Galatrea! Pues, para ella, esos huargos eran menos que un cachorritos impertinentes fácilmente adiestrables, y también podría lidiar fácilmente con el veneno ¡O como mínimo traer más guardias para que ayudarán a Fëanor a encararlos! ¡Pero eso significa dejar a su suerte al resto en el proceso! El grupo de defensa tampoco podría lidiar fácilmente con los cánidos; Eran soldados, si, pero no estaban correctamente entrenados. No eran como Fëanor, soldados entrenados para proteger el gran corazón del bosque; El Árbol Madre. Ahí solo entraban los mejores, después de todo. Y para lidiar con semejantes criaturas, se requerían a soldados entrenados y organizados perfectamente; No soldados que hasta hace 2 meses eran campesinos o panaderos. El único mínimamente cualificado para enfrentar a los huargos era Fëanor, pero no podía hacer casi nada por sí solo, podía ayudara los dragones a ser mas organizados y eficientes ¡Pero eso era solo temporal! Como mucho podrían aguantar la jauría un puñado de tiempo.
Si, encima, el grupo de sanación no hacía correctamente su trabajo ¡Era fácil ver el desastre! Incluso si era suicida, los preadolescente y adolescentes que conformaban el grupo de sanación y Uriel lo comprendieron; Como no se coordinaran todos o no ocurriera un milagro, se quedarían ahí para morir.
Si nos vamos,sobreviviremos pero el árbol cae. Si nos quedamos y conseguimos provocar un milagro o llegan refuerzos; Sobreviviremos y salvaremos momentáneamente las raíces. Si nadie viene y somos incapaces de lidiar con esto, el árbol caerá y nosotros moriremos......Vaya opciones nos a dejado el destino ¿Eh?
Uriel y Vira comprendieron el planteamiento de las ordenes de Fëanor; Los mas débiles e inútiles debían salir de ahí y buscar la mejor ayuda posible; Galatrea era la mejor opción, soldados del árbol madre eran la segunda mejor opción ¡Y rezar para poder entretener a los huargos sin provocar víctimas el tiempo suficiente! Vira era la aprendiz principal de un sacerdote curandero, incluso siendo apenas una adolescente sabía que debía hacer mucho mejor que el resto de aprendices. Incluso si eran meros soldados rasos, necesitaban la ayuda de cuantos más mejor -Y los dragones por naturaleza ya eran moderadamente fuertes.- . Uriel demostró poder ser de utilidad en más de una ocasión contra el jinete, incluso herido como estaba, seguía pudiendo aportar un poco al campo de batalla. Siguiendo esos pensamientos, Vira escogió mandar a los hermanos aprendices menos experimentados y jóvenes, no solo por piedad o pena, sino porque eran los mas inútiles para esa situación con ordenes claras de buscar la ayuda de la sacerdotisa principal o guardias.....
Lo siento…..
Murmuró en su mente la elfa mientras comandaba a sus hermanos aprendices mas jóvenes, Uriel sonrío levemente mientras se dirigía con Fëanor; Una vez más, en la boca del lobo ¡Al menos estaba en mejores condiciones físicas y mentales que en las dos últimas veces! En Villasacuo estaba tan horrorizado, que apenas pudo hacer nada ¡Y contra el jinete estaba con un pie en la vida y el otro en la muerte! Pero ahora estaba lidiando con la situación de forma más racional y fría a pesar del miedo ¡Y aunque su cuerpo seguía relativamente mal, podía lidiar con la situación hasta cierto punto! Si, esta vez es diferente; A ido sabiendo los riesgos, las escasas probabilidades y sus limites....No es como las últimas veces....Esta vez.....
“¿¡Uriel!? ¿¡Que diabl-....!? ¡AGHHHH! ¿Es que tienes alguna clase de fijación con las situaciones de vida o muerte? ¿Sabes que..? ¡Da lo mismo! ¡No hay tiempo para dudas! Escucha, y haz cada cosa que te diga ¿Vale?”
Por unos escasos segundos, Féanor pareció sorprendido y escandalizado de ver ahí al vampirito pero enseguida pareció darse por vencido. Hubiera preferido dejar fuera de peligro a los jóvenes ¡Pero parecía ser que eso era imposible! Estaban cortos de manos, no había espacio para sentir ningún instinto paternal por los niños. Tras analizar la situación en apenas decenas de segundo, decidió que era más sabio mantener cerca a Uriel y usarlo como apoyo para ser mas rápido en sus movimientos; No podía encargarse de la situación él solo, y si estaba cerca de él podría al menos protegerlo mejor ¡No había tiempo para pensar en un mejor plan!
“¿Entendido? ¡Iré a salvar a la bruja! Apenas lo quite de encima, arrástrala hacia el grupo de salvamento y vigilad sus heridas.”
Sin esperar a que el infante terminase siquiera de asentir, el elfo se arrojó contra el huargo sobre Nahir ¡Uriel le siguió rápidamente por detrás! El elfo, sin dudarlo un segundo, clavó su daga en el lomo del animal que estaba sobre la bruja ¡Desde su daga podía sentir el anormal calor corporal del cánido ígneo! Sintiendo la herviente sangre desde el puñal de su daga, el elfo gimió de sorpresa y dolor antes de desclavar el puñal con rapidez y pegarle un fuerte patada al anonadado enrome animal ¡Dado la confusión del animal, logró que se tambaleara de vuelta a la ilusión en la que seguían atrapados sus compañeros! Con un poco de suerte se quedaría ahí, sufriendo junto a sus compañeros por un par de minutos más.
Increíble, no toque directamente al animal, pero pude sentir cómo de caliente estaba su interior desde el mango…..Me a quemado ligeramente la palma de la mano….Esto es peligroso, Nahir puede haber salido realmente herida....Uriel.....Esto es.....Soy un hijo de Imbar y un guardia de Árbol Madre, morir protegiendo las raíces es un honor y mi responsabilidad....Pero Uriel y el resto de críos aquí no tienen nada que ver con eso....Si las cosas se ponen peor, los sacaré de aquí...Lo juro por mi orgullo de elfo....
Mientras Fëanor reflexionaba sobre los cánidos, no esperaba semejante temperatura corporal en un ser vivo ¿Nahir estaría bien? Fëanor comenzaba a preocuparse, la única que realmente podría hacer algo contra los Huargos es ella. Estarían incluso mas en problemas si ella no podía moverse. Por otro lado, obedeciendo al elfo, Uriel de inmediato tomó a la bruja desde atrás, sujetándola desde las axilas, para arrastrarla lo más rápido que pudo a una zona mas segura -Junto a los dragones y Vira.- ¡Le costó mucho! Incluso si la adulta era relativamente liviana, él seguía siendo un niño bastante pequeño ¡Pero de alguna forma lo logró!
“¡Maldita sea! La ilusión no durará mucho más ¡Joder! ¡Nahir! ¿Me oyes? ¡Te lo ruego! ¡Sé que no es el mejor momento, pero necesitamos si o si tu magia aquí y ahora! ¡Esto no durará mucho más! ¡Y vosotros, los dragones de atrás! ¡Os ir preparando vuestras armas pero ya! Si no podemos debilitarlos o matarlos antes de que salgan de la ilusión, esto será un enfrentamiento directo contra ellos....”
Siendo consciente del riesgo que conllevaba ponerse en primera linea, Fëanor se puso en frente del grupo de huargos aún confundidos y asustados por la ilusión mientras se ponía en posición de combate ¡Era un todo o nada! Si Nahir podía atacar, les daría la ventaja que necesitaban hasta que llegaran los refuerzos ¡Sino, solo podrían resistir lo mejor que pudieran y rezar por ayuda! Su voz sonaba nerviosa pero estoica, era un orgulloso guardia de Árbol Madre, estaba preparado para morir protegiendo las raíces.
“¡S-Señorita Nahir…!”
“¡A-Aparta Uriel! ¡R-Resiste, b-bruja! ¡N-No puedes caer a-aquí...!”
Las nerviosas voces de los dos niños resonaban justo detrás de la conmoción. Incluso si a Uriel no le importaba realmente las vidas de los demás, esa bruja luchó codo con codo junto a él contra un jinete ¡Le salvó la vida en más de una ocasión! No quería que la bondadosa mujer muriera o fuera herida, con sus ojitos marrón-miel llenos de lagrimitas permitió que la elfa hiciera su trabajo. Vira, con una mirada determinada pero muy tensa y nerviosa, se arrodilló al lado Nahir sin siquiera evaluar si en verdad estaba herida o no ¡No había tiempo para eso! Esa bruja era su su última esperanza ¡Si ella no podía usar su magia estarían realmente jodidos! ¡No! ¡No solo eso! Esa bruja era, según su naturaleza elfica, una enemiga natural de la mas baja calaña ¡Y aún así, ahí estaba ella; Luchando por el Árbol Madre!
¡Maldita sea! ¡Ni se te ocurra morir aquí, bruja Nahir! Eres puñetera una bruja ¿Verdad? Nos odias ¿verdad? ¡Entonces ni se te ocurra morir en casa de tus jodidos enemigos naturales! ¡Ve y muere en tu maldita tierra de brujos, en muchos, muchos años!
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No te preocupes Anders, no estás solo, necesité casi 2000 palabras para decir;
- Estamos jodidos.
-Mando a peña del grupo de salvación a que busquen ayuda poderosa porque ya me veo venir que vamos a palmar todos.
Estamos jodidos, otra vez.
- Fëanor está determinado a morir ahí, pero si las cosas se ponen verdaderamente malas ayudará a Uriel y el resto de críos ahí presentes a escapar (
- ¿Mencioné ya que estamos jodidos?
- Nahir, eres nuestra última esperanza; Si no hay hechizo de agua estaremos un 300% mas jodidos y probablemente Fehu nos dará un hermoso regalo en el siguiente turno forma de
yyyyyyyyyyyyyyyy ¿Eso es todo? Creo que sip, bueno ¡Ahora mi parte favorita; Tirar runas! A ver que sale XDDD Editaré según vea el resultado de estas ¡Bueno! ¿Nos vemos en el infierno :D? ¡Deseadme suerte <3!
Post Runa; Bueno, mira al lado bueno, al menos no salió una runa nefasta......Así que...¿Bienvenida la lado oscuro de los heridos? Al menos esto no dejará cicatriz....Creo (?) (?) (?) No voy a editar nada, creo que el post ya concuerda bastante bien con el resultado de las runas ¡Oh! Pero si necesitas que cambie algo, me avisas Nahir <3 ¡Con gusto lo hago <3!
Última edición por Uri el Mar Mayo 12 2020, 04:04, editado 1 vez
Uri
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Re: La batalla de Árbol Madre por el destino de Aerandir [Trama Sandorai]
El miembro 'Uri' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: La batalla de Árbol Madre por el destino de Aerandir [Trama Sandorai]
La ilusión provocó que los animales se agitasen, descontrolados, intentando salvarse de una muerte inminente. El fuego ya no era un problema, pero lo que la bruja no se hubiese imaginado es que esto provocaría algo incluso peor… ¿porque aquello era peor, no?
La nube de vapor tóxico empezó a esparcirse por toda la sala, poco a poco, amenazando a todos los presentes.
Había que pensar en algo, y rápido, poco podría hacer por las raíces, y por ellos mismos, si aquel vapor los alcanzaba.
La morena miró a sus compañeros, intentando evaluar sus posibilidades,buscando en ellos alguna pista o alguna señal de que podían hacer a continuación. Fue entonces cuando el animal se le lanzó encima, ni siquiera lo vio venir.
Fueron dos impactos, el primero cuando el huargo saltó sobre ella, sintiendo una fuerte presión en el pecho, después ella y el animal caían hacia el suelo, causando el segundo golpe. Primero se golpeó en los hombros, amortiguando un poco la caída, después en la cabeza. Alzó los brazo, intentando cubrirse de la bestia. Tenía mucha fuerza, así que la bruja no pudo hacer mucho más que intentar cubrirse la cara para que el daño fuese menor, el animal se revolvía encima de ella, parecía no tener intención de soltar su presa ahora que se había hecho con ella. La bruja empezó a toser, el huargo aún desprendía algo de vapor tóxico, y sumado al fuerte calor que desprendía, era como si cada bocanada que inspiraba la bruja fuese de fuego, quemándola por dentro. Giró la cabeza todo lo que pudo, intentando esconder la boca y la nariz con la ropa de su hombro.
No se sentía con las fuerzas necesarias para enfrentar aquello. Cerró los ojos.
Entonces la presión desapareció, el daño que le estaba causando el animal ya no estaba. Respiró con alarma, el aire limpio parecía estar sanandola por dentro. Sintió que alguien la tomaba de las axilas y tiraba de ella. Abrió los ojos, asustada, para ver al pequeño vampiro, que la estaba alejando de la zona de peligro. Intentó flexionar las piernas para poder ayudar, pero estas parecían no responder.
Escuchó su nombre varias veces, seguido de más palabras que no consiguió descifrar, se sentía algo desorientada. Se llevó una de las manos a la parte posterior de la cabeza, le dolía, seguramente del golpe al caer al suelo. Podía sentir la piel de sus brazos y cara ardiendo, como si el calor que desprendía el cuerpo del huargo se le hubiese impregnado.
-El humo…- consiguió decir, mientras se incorporaba
Se levantó, tambaleándose un poco a los lados, estaba claro que eliminar la amenaza de los huargos era algo importante, pero de nada serviría acabar con ellos si aquella nube los engullía. Morirían allí mismo.
Vio a la elfa, esta parecía estar controlando la nube tóxica, se colocó a su lado y alzó las manos.
-Necesito que sigas compactando la nube, todo lo que puedas, yo me encargo de darle frío.
Había que ser preciso con el frío que se empleaba para poder cambiar el estado del gas a sólido, sin pasar por el líquido, bañando así las raíces con el veneno. No estaba segura de que lo hubiese podido hacer ella sola, pero la ayuda de Aradia lo cambiaba todo. Poco a poco la temperatura de la nube fue descendiendo, formando pequeños fragmentos de hielo seco que caían al suelo, haciendo que la nube fuese disminuyendo progresivamente hasta acabar desapareciendo.
Al acabar, Nahir sacudió los brazos, como si estuviera espantando un insecto, intentando liberar la tensión de los hombros. No podían dejar el hielo ahí, corrían el riesgo de que se volviese a liberar el gas, así que, usando la telequinesis, los atrajo hasta ellas.
-¿Alguna idea de donde guardarlos? - le preguntó a la elfa.
Miró a los huargos, aún parecían estar afectados por la ilusión, pero no creía que aquello fuese a durar mucho más, tenían que alejarse de ahí y organizarse todos para hacer algo.
La nube de vapor tóxico empezó a esparcirse por toda la sala, poco a poco, amenazando a todos los presentes.
Había que pensar en algo, y rápido, poco podría hacer por las raíces, y por ellos mismos, si aquel vapor los alcanzaba.
La morena miró a sus compañeros, intentando evaluar sus posibilidades,buscando en ellos alguna pista o alguna señal de que podían hacer a continuación. Fue entonces cuando el animal se le lanzó encima, ni siquiera lo vio venir.
Fueron dos impactos, el primero cuando el huargo saltó sobre ella, sintiendo una fuerte presión en el pecho, después ella y el animal caían hacia el suelo, causando el segundo golpe. Primero se golpeó en los hombros, amortiguando un poco la caída, después en la cabeza. Alzó los brazo, intentando cubrirse de la bestia. Tenía mucha fuerza, así que la bruja no pudo hacer mucho más que intentar cubrirse la cara para que el daño fuese menor, el animal se revolvía encima de ella, parecía no tener intención de soltar su presa ahora que se había hecho con ella. La bruja empezó a toser, el huargo aún desprendía algo de vapor tóxico, y sumado al fuerte calor que desprendía, era como si cada bocanada que inspiraba la bruja fuese de fuego, quemándola por dentro. Giró la cabeza todo lo que pudo, intentando esconder la boca y la nariz con la ropa de su hombro.
No se sentía con las fuerzas necesarias para enfrentar aquello. Cerró los ojos.
Entonces la presión desapareció, el daño que le estaba causando el animal ya no estaba. Respiró con alarma, el aire limpio parecía estar sanandola por dentro. Sintió que alguien la tomaba de las axilas y tiraba de ella. Abrió los ojos, asustada, para ver al pequeño vampiro, que la estaba alejando de la zona de peligro. Intentó flexionar las piernas para poder ayudar, pero estas parecían no responder.
Escuchó su nombre varias veces, seguido de más palabras que no consiguió descifrar, se sentía algo desorientada. Se llevó una de las manos a la parte posterior de la cabeza, le dolía, seguramente del golpe al caer al suelo. Podía sentir la piel de sus brazos y cara ardiendo, como si el calor que desprendía el cuerpo del huargo se le hubiese impregnado.
-El humo…- consiguió decir, mientras se incorporaba
Se levantó, tambaleándose un poco a los lados, estaba claro que eliminar la amenaza de los huargos era algo importante, pero de nada serviría acabar con ellos si aquella nube los engullía. Morirían allí mismo.
Vio a la elfa, esta parecía estar controlando la nube tóxica, se colocó a su lado y alzó las manos.
-Necesito que sigas compactando la nube, todo lo que puedas, yo me encargo de darle frío.
Había que ser preciso con el frío que se empleaba para poder cambiar el estado del gas a sólido, sin pasar por el líquido, bañando así las raíces con el veneno. No estaba segura de que lo hubiese podido hacer ella sola, pero la ayuda de Aradia lo cambiaba todo. Poco a poco la temperatura de la nube fue descendiendo, formando pequeños fragmentos de hielo seco que caían al suelo, haciendo que la nube fuese disminuyendo progresivamente hasta acabar desapareciendo.
Al acabar, Nahir sacudió los brazos, como si estuviera espantando un insecto, intentando liberar la tensión de los hombros. No podían dejar el hielo ahí, corrían el riesgo de que se volviese a liberar el gas, así que, usando la telequinesis, los atrajo hasta ellas.
-¿Alguna idea de donde guardarlos? - le preguntó a la elfa.
Miró a los huargos, aún parecían estar afectados por la ilusión, pero no creía que aquello fuese a durar mucho más, tenían que alejarse de ahí y organizarse todos para hacer algo.
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Uso de
Habilidad racial
Telequinesis: permite mover objetos con la mente, el tamaño depende del nivel del brujo. (no puede usarse sobre organismos vivos)
Especialización
Escuela tensai: Brujos tradicionales que se especializan en un elemento específico, pudiendo acceder a formas incluso más avanzadas del mismo. Es capaz de crear el elemento en cuestión o manipularlo a partir de su presencia en el ambiente. Agua ->Hielo
Maestría: Control de agua
Nahir
Honorable
Honorable
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Re: La batalla de Árbol Madre por el destino de Aerandir [Trama Sandorai]
Árbol Madre
¡ÚLTIMO TURNO! Como viene siendo habitual, los hechos narrados a continuación no se presentan necesariamente en orden cronológico, sino por zonas. Hemos quitado el código porque hoy el foro va mal con el tema de los códigos.
Veréis que he tirado diez runas. Se corresponden a diez usuarios que han participado en todos los temas que les ha tocado desde el primer evento, y que además tienen nivel superior al 5. Sólo ellos pueden aspirar a las 3 piezas de botín legendario personalizado a dropear por nivel. El resto se llevarán botín épico, como todos los participantes desde la fase 1 del evento independientemente de su nivel.
Bio, Eltrant, Demian, Asher, Rauko, Anastasia, Níniel, Vincent, Reivy, Elen
Recordad que para las runas de la misma fila, las de más a la derecha son mejores.
Veréis que he tirado diez runas. Se corresponden a diez usuarios que han participado en todos los temas que les ha tocado desde el primer evento, y que además tienen nivel superior al 5. Sólo ellos pueden aspirar a las 3 piezas de botín legendario personalizado a dropear por nivel. El resto se llevarán botín épico, como todos los participantes desde la fase 1 del evento independientemente de su nivel.
Bio, Eltrant, Demian, Asher, Rauko, Anastasia, Níniel, Vincent, Reivy, Elen
Recordad que para las runas de la misma fila, las de más a la derecha son mejores.
Copa
Estado: Destruida
Personajes y NPCs en el Área: Ninguno
Estado: Destruida
Personajes y NPCs en el Área: Ninguno
Ya no hay fuego en la copa de Árbol Madre, tampoco ramas ni hojas. El lugar ha sido completamente devastado, dejando una vista abierta al cielo nocturno. Lamentablemente, no queda nadie en la zona que pueda presenciar el repentino fin de la tormenta o agradecerle a Isil el regreso de sus hijas. Tampoco queda nadie para ser testigo de cómo el gigantesco ojo de fuego que vigilaba el Árbol se revuelve sobre sí mismo, igual que hiciera antes de lanzar sus anteriores ataques, pero en lugar de lanzar un tercer proyectil, él mismo parece descolgarse del cielo y precipitarse aceleradamente hacia abajo.
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Planta alta / Sala del Consejo
Estado: Libre
Personajes y NPCs en el Área: Bio, Eilydh, Anders, Vincent Calhoun, Reike, Lucy Fireheart, Wilhelm Dutch, Ronaldo de Trastámara, Canit, Olfen Neril y Lágoles
Estado: Libre
Personajes y NPCs en el Área: Bio, Eilydh, Anders, Vincent Calhoun, Reike, Lucy Fireheart, Wilhelm Dutch, Ronaldo de Trastámara, Canit, Olfen Neril y Lágoles
No entendía cómo había sucedido, pero su presa no sólo había escapado a su agarre, sino que, en el proceso, se las había arreglado para causarle un dolor que no sentía desde hacía mucho, muchísimo tiempo. Una parte de él sintió cierto placer al verse frente a un enemigo de su altura. Al menos, hasta que se vio zarandeado por los aires hasta dar con sus huesos en el duro suelo de la Sala del Consejo.
Cuando quiso darse cuenta, estaba rodeado, pero no por los suyos, de los que cada vez había menos, sino por un nutrido grupo de enemigos. ¿Cuándo habían llegado? Ya no importaba, no podría contra todos. Debía retroceder, pero no se lo pondrían tan fácil. Logró abrir el portal de regreso, pero apenas podía moverse. Para colmo, algo no fue como esperaba.
Irónicamente, el golpe mortal evitó, al empujarlo hacia delante, que el propio portal lo partiera en dos al cerrarse mientras lo cruzaba. En el mismo instante en que esto sucedía, un relámpago iluminó la sala a través del balcón abierto. Para cuando la luz se desvaneció, la tormenta había cesado y Vincent yacía en el suelo bajo el impacto, no sólo de la muerte que acababa de infligir, sino también de las que, como tal vez intuyera, habían infligido sus compañeros al otro lado. Sólo el nombre le quedaba de capa y de blanca a su reliquia, convertida en un trapo gris y ajado sin un rastro de éter.
—Oh, Isil, beriammen —rogó Olfen en un susurro.
El elfo ni siquiera miraba en dirección al brujo. Desde su posición junto al balcón, había alzado la vista hacia el cielo, hacia aquel ojo de fuego que lo había recibido a su llegada al Árbol y que ahora se agitaba y revolvía sobre sí mismo como si apenas fuera capaz de sostenerse en el cielo como lo había hecho hasta ahora.
En la entrada de la sala, una elfa inadvertida por todos y una bruja herida oirían el leve gemido de la Alta Encantadora, aún inconsciente, pero viva.
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Gracias a vosotros, hay un líder jinete menos en el mundo, ¡enhorabuena! No queda más que hacer en esta sección del Árbol, aparte de atender a los heridos, pero sois bienvenidos si queréis buscar problemas más abajo. Además, sois los únicos que estáis en posición de evitar el desplome del Ojo de Fuego contra la base de Árbol Madre, si tenéis los recursos para ello.
Vincent: Han muerto prácticamente todos los jinetes (ver sección del Oblivion), la Capa Blanca ha perdido todo su poder y ha quedado hecha jirones y tú caes al suelo vencido por el dolor. Tu mente va y viene bordeando los límites de la consciencia. Podrás postear, pero a menos que uno de tus compañeros te reanime, no podrás realizar ninguna acción (ninguna acción en el plano físico, al menos). Si se apiadan de ti, tendrás las mismas opciones que el resto (ve las instrucciones de tus compañeros), pero ten en cuenta que no estarás precisamente en tu mejor momento.
Bio: Eliminados los dos grandes obstáculos tras tu llegada a Árbol Madre, eres libre de ir a comprobar si Reivy y el Orbe llegaron a su destino. Lee la sección correspondiente a la Planta Baja, así como las mecánicas de Tyrie ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]) para saber lo que puedes encontrarte ahí abajo. Por supuesto, también puedes quedarte a ayudar con los heridos o prestar ayuda aún más abajo, si lo prefieres.
Eilydh, Reike y Anders: El peligro en esta zona ha pasado, pero no tardaréis en recibir noticias desde el Santuario (ver sección siguiente para más detalles). Podéis quedaros, ayudar a trasladar a Vincent y Lucy con Galatrea, tratar de reanimar a Vincent o ir a ofrecer vuestra ayuda en otro frente. Leed el resto de áreas del árbol para saber lo que se necesita en cada una. Eilydh, si te quedas con los heridos en lugar de luchar más abajo (o si vas allí pero no atacas), seguirá en uso tu bono de salud. El estado actual de Lucy es grave, pero gracias a ti, no morirá. Reike, la herida de tu hombro se considera moderada.
Anders, estás ileso, gracias a Eilydh, y sigues siendo miembro del equipo Lágoles, por lo que, además de las opciones abiertas al resto de tus compañeros, tienes la de minimizar, en lo posible, el daño que cause el Ojo al impactar contra la base del Árbol (si es que no lo detiene alguien de este grupo). Para ello, tendrías que darte prisa en llegar a las raíces. Lágoles conoce bien el Árbol, puede ayudar con eso. Sólo tú puedes realizar esta tarea, ya que Aradia está en la parte interior de las raíces, ni siquiera verá el proyectil acercarse. A estas alturas, es poco probable que se cumpla la condición de victoria por destrucción del Árbol, pero de lo que ocurra con este impacto (unido al daño que ya ha recibido) dependerá el estado en que quede el Árbol al final del Evento (puede que incluso las posibles secuelas de quien se encuentre ahí abajo). Ten en cuenta también que el ojo es considerablemente más grande que los otros proyectiles que ha lanzado.
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Planta intermedia / Santuario
Estado: Libre
Personajes y NPCs en el Área: Galatrea Neril
Estado: Libre
Personajes y NPCs en el Área: Galatrea Neril
—Estos no son los que fueron a las Raíces —dijo Galatrea desconcertada, mientras examinaba a los hombres inconscientes que acababan de traerle.
—No, señora, me temo que no llegamos a las Raíces.
La sacerdotisa levantó la vista hacia el hombre que le hablaba con la preocupación que sentía dibujada en la expresión de su rostro. Había enviado otro grupo al ver que los que acudieron al llamado de las Raíces tardaban en volver, pero si habían encontrado problemas antes incluso de llegar, quizá la situación en el Árbol era peor de lo que pensaba. ¿Tendría que ver con el impacto que se había sentido en toda la estructura instantes antes?
—Explícate —demandó enderezándose cuan alta era—. ¿Dónde estaban estos hombres?, ¿qué les ha ocurrido?
—No lo sabemos —se apresuró a contestar el interpelado—. Los encontramos así, en la planta baja, frente a la Casa de las Vestales.
—En la Casa… ¡pero ahí es donde se preparaba el ritual! —Tanto en el rostro como en la propia voz de Galatrea podía percibirse la alarma que sentía—. ¿Había alguien más ahí, Tyrie, Níniel? ¡Habla!
—No había signo alguno de lucha en realidad —respondió el elfo. La preocupación de la sacerdotisa había hecho mella en él, que hablaba también con cierto nerviosismo—. Oímos voces dentro, como una conversación, pero no quisimos entrar por miedo a interrumpir el ritual.
—¿Y dejasteis el lugar sin guardias? —La mirada culpable del elfo habló por sí sola. Galatrea suspiró antes de continuar—. Volved ahí fuera. Quiero gente arriba y abajo. No podemos romper la línea de comunicación, informad a todo el que encontréis.
—¡Socorro! ¡Ayuda! —Galatrea se volvió inmediatamente al escuchar las voces infantiles que acababan de irrumpir en el Santuario. Los muchachos jadeaban por la carrera y hablaban atropellándose entre ellos—: ¡Huargos! ¡En las Raíces! ¡Intentamos contenerlos, pero no aguantarán mucho tiempo!
—¿A qué esperáis? —ordenó la Sacerdotisa con voz firme a los presentes tras un instante de silencio—. ¡Hacen falta guerreros en las Raíces!
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Planta baja / Casa de las Vestales
Estado: Invadido por Tyrie
Personajes y NPCs en el Área: Níniel Thenidiel, Catherine, Nousis Indirel, Reivy Abadder y Lavey
Estado: Invadido por Tyrie
Personajes y NPCs en el Área: Níniel Thenidiel, Catherine, Nousis Indirel, Reivy Abadder y Lavey
Le había salvado la vida, y Nousis a los cuatro vientos no tardó en incitar a la sacerdotisa a destruir el orbe. No sabemos si sus vítores fueron el desencadenante del fatídico desenlace para el orbe y para aquellos que permanecían en el Oblivion. Pero la sacerdotisa optó por la vía conservadora y destruyó el orbe de Aerandir ante la mirada de asombro de una impotente Tyrie.
-¡NO! ¿Por qué? ¿Por qué lo has hecho? – preguntó arrodillándose los trozos fragmentados del ya inservible orbe. Con los ojos llorosos, en un sentimiento que mezclaba tristeza, impotencia y rabia. Miró uno a un a los tres héroes. Ya que Reivy tampoco se libraba de ello. Su no afán por evitar su destrucción la convertía en una cómplice más de todo aquello.
-¿Es esa tu gratitud por salvarte de esa jinete? ¡Te habría hecho trizas de no ser por mí! – preguntó resignada a Nousis, mirándole. Luego tendió la vista a Níniel. - ¿Qué sientes al haber dejado morir no ya a mis amigos, sino a los tuyos? – preguntó. Y es que, aunque Tyrie no lo supiera, Níniel había matado a gente que se suponía importante para ella, como la hermana del propio Vincent Calhoun.
Pero Tyrie iba a clamar venganza. Se mojó los labios antes de una larga pausa, por los aliados que había dejado atrás. Tiró los trozos del orbe y se irguió.
–He intentado ser razonable. Pero no me habéis dejado otra opción.
Agarrató los dedos de la mano, creando un rayo de luz verde que invadió no sólo su mano, sino también sus ojos. – Tú el primero… – Y sin pensárselo dos veces, envió directamente al corazón de Nousis Indirel, imposibilitando defensa alguna por parte de ninguno de los presentes.
Los ojos de Tyrie se volvieron amarillos, y una ráfaga de energía estiró su ropa y melena pelirroja al viento. Como maga de luz, absorbía su energía vital, haciendo envejecer al joven, pero también ganando vitalidad. Después de cinco segundos de drenaje, Nousis cayó fulminado al suelo y miró, desafiante a Níniel y a Reivy.
-¡Esto no quedará impune!
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Níniel, Reivy, Nousis: Habéis optado por asegurar la supervivencia de Árbol Madre. Pero como sabéis toda elección tiene consecuencias buenas y malas. En este caso, habéis condenado y maldecido a 11 personajes, condenando a algunos amigos, habéis condenado también a los aliados de Tyrie. Por supuesto, ésta no se lo toma bien y como habréis visto desde hace tiempo, es un boss de nivel calavera. Equivalente a un jinete oscuro de los jefes. Nousis es maldecido y derrotado por Tyrie, y Reivy y Níniel tendréis que véroslas con Tyrie, jefe de nivel calavera.
Ayuda adicional: Contáis únicamente con la ayuda de los que están libres en Árbol Madre, siempre que quieran ayudaros, ya que ellos quizás tengan la mentalidad conservadora y opten por acabar ilesos el evento si no lo hacen: Estos son: Anders, Eilydh, Bio, Reike y Vincent (malherido por la destrucción de las reliquias, necesitará curación de alguien).
Nousis: Tyrie te ataca a ti primero por haberla traicionado después de haberte salvado. En su ira, absorbe toda tu luz y te impregna con la maldición: “Drenado”.
- Maldición Drenado:
- Tyrie ha absorbido todo tu éter y has quedado como Palpatine cuando le lanzó sus rayos al maestro Windu. Totalmente chupado y envejecido. Tu posteo este turno es optativo. No podrás participar en el combate. Irás rejuveneciendo tras realizar una peregrinación y rezar en 2 santuarios en 2 temas libres: Uno en las Ruinas de los Baldíos y, el más difícil, en la Comarca de Urd, en ambos tendrás que solicitar la intervención de un máster, que podrá aparecer para poneros las cosas más difíciles y, quizás, para maldeciros aún más. Todos los temas que abras fuera de esos cronológicamente posteriores a estos los tendrás en tu estado actual hasta que quites la maldición.
Lucha contra Tyrie: Equivale al poder de Imlerith. Sois 5 y necesitaréis 3 golpes de justicia y 1 de sentencia. Luego opcionalmente podéis gastar la acción de uno para quitar la sensación o aplicar el dicho: “cada palo que aguante su vela” para reservaros un comodín (ya que Tyrie ganará 1 de vida si alguien falla). Tenéis las mecánicas aquí: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Recordad que los que lleguéis de fuera, para cualquier acción, tendréis que paliar la última de sus habilidades, además de la sensación y apañároslas para hacerle pupa.
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Corteza
Estado: Muy dañada, pero libre de amenazas
Personajes y NPCs en el Área: Ninguno
Estado: Muy dañada, pero libre de amenazas
Personajes y NPCs en el Área: Ninguno
El impacto de la enorme bola de fuego ha dejado la zona muy dañada, pero aún se mantiene en pie. Los guardabosques de Lágoles recorren palmo a palmo la corteza del Árbol extinguiendo posibles restos de fuego y haciendo lo que pueden por paliar los daños. Algunos miran al cielo al sentir el repentino cese de la tormenta. Sus corazones se encogen al ver el Ojo revolverse de nuevo, saben que la corteza no resistirá otro golpe como el anterior. Por fortuna, el inmenso proyectil no se dirige allí esta vez.
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Raíces subterráneas
Estado: Invadido por huargos ígneos en el interior. Ojo de Fuego en camino en el exterior
Personajes y NPCs en el Área: Aradia Hazelmere, Nahir y Uri
Estado: Invadido por huargos ígneos en el interior. Ojo de Fuego en camino en el exterior
Personajes y NPCs en el Área: Aradia Hazelmere, Nahir y Uri
Fëanor vio salir a los más jóvenes con alivio. Esperaba que no se encontraran con algo peor por el camino. Esperaba también que Imbar le diera la fuerza para proteger a los dos muchachos que permanecían en el grupo. Estiró y flexionó la mano que se había quemado intentando ignorar el escozor y preparándose para lo que se avecinaba. Al menos aquel gas había dejado de atenazarle la garganta.
El huargo que había quedado libre, se tambaleó hasta golpear de nuevo contra la planta que atrapaba a sus hermanos. No entendía realmente lo que le estaba pasando, pero al sentir el contacto, reaccionó por instinto. Se dio la vuelta en un rápido movimiento, clavó sus fauces en aquello que le había tocado por detrás y desgarró con toda la fuerza de su potente cuello y la tenaza de su mandíbula. Un pequeño frasco cayó con un sonido sordo sobre la tierra, a su lado. El frenético movimiento del animal hizo que lo barriera con la cola, arrastrándolo de vuelta. El frasco estaba intacto.
—¿Es que en el norte no os enseñan a lanzar? —maldijo Fëanor apretando los dientes, y la daga.
No era para menos pues, lejos de reforzar la cárcel de aquellas bestias con el fertilizante, aquella planta se desmoronaba ante sus ojos. Los huargos que habían logrado situarse sobre sus hermanos en el momento en que el ramaje cedió cayeron rodando al suelo y el propio Fëanor tuvo que dar un salto hacia atrás para evitar ser aplastado por uno. La bestia se levantó y sacudió la cabeza, confusa. Tras un instante de duda, su mirada enfocó con rabia a los bípedos presentes. No era la única que había dejado de boquear y patalear.
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Aradia, Uri y Nahir (y cualquier otro que se asome por esta zona): Habéis liberado a Nahir y neutralizado el efecto del gas venenoso, tanto en las raíces como en vuestros propios pulmones, pero no habéis eliminado a los huargos, por lo que tendréis que enfrentaros a ellos en este último turno (a menos que prefiráis huir y dejarles hacer). Como habéis visto, algunos han salido de la ilusión un poco antes de tiempo, debido al impacto al caer del otro lado de la maltrecha planta-cárcel, y están furiosos. Los demás despertarán a lo largo del turno, por lo que si no acabáis con ellos, saldréis del evento con secuelas. Es el momento de poneros violentas.
No os envío a Galatrea, porque la parte con la que ella os hubiera podido ayudar es la que tenéis más o menos controlada. Sin embargo, el veneno aún podría suponer un problema cuando se derrita el hielo, por lo que al menos una de vosotras deberá hallar la manera de contener el hielo envenenado o podéis esperar secuelas de este lado también. Las demás estarán disponibles para pelear.
Nahir: La suerte fue benévola contigo y, además, no atacaste durante tu turno, por lo que entró en juego tu bono de salud. Puesto que Aradia ya había contenido el gas venenoso, el bono no se aplicará a los efectos del mismo, sino a tu herida, que pasa a ser leve. Podrás actuar sin impedimentos en este turno.
Aradia: Como le expliqué a Uri en el anterior turno, se permite el uso de PNJs para apoyar la narración, pero no como excusa para cumplir más de un objetivo en cada turno. Entiendo que tu intervención se enfoca en contener el gas venenoso para evitar daño a las raíces, además de a vosotras mismas. Ya estás matando dos pájaros de un tiro ahí, pretender, además, contener a los huargos es querer abarcar demasiado. Es por eso que tu compañero dragón te ha salido mal lanzador. El frasco de fertilizante no se ha roto, por lo que recuperas la carga usada en el anterior turno.
Uri: Los refuerzos que has pedido están en camino (ver sección correspondiente a la Planta Intermedia, más arriba), pero teniendo en cuenta que los héroes de la historia sois vosotros, podrían tardar un poco en llegar (es decir, os dejo el momento de la llegada a vosotras). Como dije más arriba, Galatrea se quedará en el Santuario. Estará ocupada con lo que queda de los guardias que “protegían” la entrada a la Casa de las Vestales. El bono de salud de Nahir también mejora tu estado físico.
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El Oblivion
Todos los héroes habían conseguido llegar a la torre del pináculo tras vencer, satisfactoriamente, a cada uno de sus jinetes. Contando los despachados en Árbol Madre. Sólo Imlerith y una agotadísima Erzébeth Tarmúnil permanecían allí.
-Preparaos. Ha llegado la hora. – gruñó Melena Blanca mirando a los dos últimos enemigos que quedaban allí. Lideraba al frente el pelotón de héroes, mientras el resto se encontraban un paso detrás de él, formando un variopinto pelotón de vengadores en busca del fin de aquellos endemoniados seres.
Erzébeth se sentía perdida y buscó en su último hermano, Imlerith, la compasión. Pero Imlerith no quería que ninguno de los Tarmúnil dejara disfrutar a los centinelas mostrándoles el miedo que sentía. Imlerith la observó durante unos instantes, decepcionado, y, después, con su báculo afilado por una astilla, rajó su garganta por completo. Haciéndola caer muerta y empujándola torre abajo.
Una muerte que hizo aún más resentirse a los centinelas. Con esto, sólo quedaba el como jinete oscuro vivo. Dio un par de vueltas a su báculo dispuesto a afrontar, en evidente minoría, el combate final.
Pero todo cambió cuando una explosión apareció abajo, en la primera plataforma en la que yacía el cadáver de Caranthir. El portal de conexión entre ambos mundos se había cerrado. Todos los presentes pudieron mirar abajo y ser testigos de como sus opciones de volver se habían acabado. El orbe de Aerandir había llegado a Árbol Madre y había sido destruido. Y Tyrande les había dicho las consecuencias.
-¡¿Pero qué han hecho?! – preguntó Imargo con los ojos como platos. - ¡Nos han condenado a permanecer aquí durante la eternidad!- Un leónico que, después del susto, se sintió hundido. Tirando la espada al suelo y observando, a través de la plataforma de lo alto del pináculo, como todas sus esperanzas por volver a ver a los suyos se habían desvanecido. – No me lo creo… Después de todo cuanto hemos hecho para salvar Árbol Madre... ¿Y nos dejan tirados?
Melena Blanca tampoco pudo articular palabra para dar explicación a lo que había sucedido. En realidad, ninguno. Sus aliados les habían dejado tirados allí, sin posibilidad de regreso.
-Quizás haya sido un accidente. – Trató de pensar el siempre sereno líder de los leónicos.
-¡Un accidente que nos ha jodido pero bien! – gritó el lince, casi con lágrimas en los ojos, que no volvería a ver a sus compañeros. Ni a pasear por los verdes bosques del este, nunca más.
La carcajada de Imlerith se sintió detrás de ellos y creo que en todo el Oblivion. Ante tal inesperado giro de los acontecimientos. No les atacó aún. No era menos ignorante de su destino. Después de haber desolado mundos, era el suyo el que acababa de ser aislado. Pero al menos, disfrutaría viendo a los centinelas y aliados ser destruidos por sus propios aliados, dejarles saborear el placer de la traición.
-Nada cambia para ti, escoria. – Dijo Melena Blanca, enfurecido, alzando su espada doble hacia el elfo. – Vas a morir aquí igualmente.
Imlerith, sin embargo, tenía un último recurso. Y es que no esperaba dejar a los centinelas campar a sus anchas. Sin los jinetes vivos, las reliquias estaban en un estado de fragilidad. Clavó su báculo en el suelo y, sus reliquias, medallón, rubí y corona, comenzaron a resquebrajarse.
Así, Elen, Anastasia y Asher corrieron sinos parecidos. Los tres terminaron aturdidos y muy, muy débiles. Con los ojos en blanco y al borde del desmayo. Después, un nuevo movimiento de báculo dio lugar a una lluvia de meteoritos golpeaban la torre y amenazaban con derrumbarla tras varios impactos. Y un calor tremendo y sofocante, comenzó a invadir a todos los presentes. El sudor invadió sus frentes.
Pero Imlerith guardaba especial inquina hacia uno de los centinelas: Elen Calhoun. La había atormentado desde hace años y tenía pensado darle una muerte especial. Arrastró por telequinesia a la semi-inconsciente benjamina de los Calhoun de rodillas hasta su lado y así la hizo permanecer, mientras acababa con los que restaban: Eltrant, Demian, Rauko, Valyria y compañía. Ellos se antojaban como la única salvación antes de rematar a los principales. Y ellos que, irónicamente no eran los centinelas, eran quienes tenían que salvar el día.
-Eltrant, va a destruir ese arma. – susurró la voz femenina en la cabeza del mismo. La misma que le había hablado antes. – Tu arma es la única que puede romper su bastón. ¡Hazlo!
Pero no iba a resultar sencillo. Ya que Imlerith lanzaría hechizos de fuego a todos los que se le aproximaran. Y acercarse a él era como hacerlo al corazón de un volcán. Elen comenzaba a sentirlo en su cuerpo. Necesitaba una distracción… Alguien lo suficientemente valiente e indetectable para que el ex mercenario pudiera acercarse. Y ni aún así podrían acabar con él. No sin un centinela. Como había sido siempre.
Dos de ellos estaban sin fuerzas, deshidratándose en los brazos de Valyria, Rauko y los demás que, como ellos, poco podían hacer. Cada impacto de meteorito era más próximo y la torre no tardaría en derrumbarse y sepultarlos a todos allí mismo.
Quizás, al final, Imlerith tuviera todas las de ganar…
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Antes de nada, adelanto que Asher, Syl, Elen, Alister, Eltrant, Lyn, Rauko, Xana, Anastasia, Valyria y Demian obtenéis la maldición: “Condenado/a al olvido”: Una maldición severa que obtendréis en el epílogo a consecuencia de la destrucción del Orbe de Aerandir.
Ahora os digo que habéis vencido a vuestros jinetes resolviendo los puzles astutamente. Muy bien. Ahora viene la batalla final contra Imlerith Tarmúnil. Como todos los jinetes, tiene una sensación (que en este caso, como habréis visto, es imposible de quitar por su magnitud y múltiples focos) y debéis realizar 3 ataques a debilidad (todos físicos, Imlerith es inmune a la magia) + 1 sentencia. Hago unos comentarios.
Dificultad extra: La sensación en este turno no se puede quitar. Por lo que todos los que os acerquéis a Imlerith tendréis que sacaros algo de la manga para soportar el calor extremo, de lo contrario, habrá consecuencias adicionales (sí, aún más. Pero sabías dónde os metíais.).
Demian, Rauko y Valyria: Tendréis que apañároslas para conseguir que Asher y Anastasia recobren la conciencia (un usuario puede “despertar” a uno solo), a menos que tengan objetos de restauración varia y así puedan aportar algo. El tercero, tendrá que atacar sacándose algo de la manga algo para soportar el calor extremo.
Eltrant: Cuando todo parece perdido, sólo tu espada puede destruir el báculo de Imlerith para detener la presión que ejerce sobre Elen. Es la única manera de eliminar la sensación y agotar su poder. Tendrás que tener algo para resistir el calor extremo y el fuego. Esto cuenta como el tercer ataque a debilidad, pero para ello necesitarás que alguien les de dos ataques a debilidad previamente.
Elen: La historia no podía concluir sin que fueras tu quien rematara al último jinete. Has esperado años para este momento. Disfrútalo.
Melena Blanca e Imargo se utilizarán con fines narrativos.
Como veis, nada puede fallar para que salgáis sin (aún) más percances de la zona.
- Maldición del Olvidado/a del Oblivion:
- Maldición “Olvidado/a del Oblivion”: Vuestros aliados os han abandonado y obligado a vivir lo que os queda de vida en el Oblivion. Koran os sacará, pero os hará pagar un alto precio. Despertaréis un mes después de los acontecimientos en un lugar remoto de Aerandir, pero todos os vuestros conocidos os habrán dado por muertos y, a la semana, habréis sido borrados de sus recuerdos. Nadie recordará vuestras hazañas, ni que fuisteis al Oblivion a dar la vida por una causa. Otros serán los héroes. Además, vuestra piel se ha vuelto pálida y marchita. Si sois bestias, aparecéis despeinados y os quedarán calvas en el pelaje. Sentís como si esta tuviera mil años, aunque aparentemente tenéis los mismos. Por vuestra piel, os tomarán por no muertos allá con quienes os encontréis. Y en las ciudades los guardias os atacarán, por lo que no podréis quitároslas.
Al despertar, en vuestro bolso, obtendréis: 5x Polvo del recuerdo: Al esparcirlo en la cara de alguien, consigues que alguien que te conoce pueda volver a recordarte. Puede usarse con un único individuo, aunque estratégicamente es mejor juntar a varios usuarios en pocos metros y esparcirlo. Usadlo astutamente para conseguir volver a retomar vuestra vida normal. Los acompañantes no adquieren el polvo, pero sus efectos son compartidos con vuestro usuario. El polvo es crafteable con nivel de arcanos alto.
Para obtener vuestra libertad de esta maldición (aspecto y olvido), tendréis que expresar en este post vuestra senda y cumplir los requisitos de una de las sendas (indicadlo en este post):
- Senda de la Manía: Necesitaréis A) Tema con un compañero del Oblivion en el que descubrís que fueron Níniel, Reivy y Nousis las que os han vendido + B) 1 temas libre/privado acabado, en Sandorái, con intervención máster, sembrando el caos. Y c) Evento Mastereado PvP contra una de ellas (si quieren enfrentamiento). Si rehúyen, represalias en mastereado para atacar la Torre de la Logia. Cada tema por esta senda tendrá +3pex.
- Senda de la Demencia: Necesitaréis A) Tema con un compañero del Oblivion en el que descubrís que fueron Níniel y Reivy las que os han vendido + B) 1 temas libre/privado acabado, en Sandorái, con intervención máster. Realizando únicamente acciones de moralidad buena. C) Evento mastereado PvP ayudándolas a ellas. Si rehúyen, descubriréis que aliados vuestros quieren atacar la torre de la logia y tendréis que defenderla. Cada tema por esta senda tendrá +3pex.
- Senda de la Indiferencia: ¡Qué más da tomar represalias o perdonar! Nada os hará volver a ser quienes fuisteis. Os resignáis y asumís vuestro sino. No tendréis que hacer nada, pero aceptáis vuestra forma y olvido para siempre, a excepción de los polvos. Sois libres para decidir vuestro propio destino. Podréis recobrar optativamente vuestra condición tras 6 temas libres/privados. Los temas por esta senda no tendrán recompensa.
Ger
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Re: La batalla de Árbol Madre por el destino de Aerandir [Trama Sandorai]
El miembro 'Ger' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: La batalla de Árbol Madre por el destino de Aerandir [Trama Sandorai]
Lavey y yo dimos unos pocos pasos hasta quedar cerca de Niniel y la mujer gato. No tenía ni idea de que hablaba la elfa de otro mundo, ¿gratitud? tan solo había salvado a un desconocido pensando que de esa forma le obligaría a ponerse de su lado... al menos esa era mi teoría.
Estos seres venían a invadirnos, a apropiarse de todo lo que les era útil para salvarse. ¿Quién se creería que su ayuda era gratuita?
Levanté una ceja irónica al ver su furibunda mirada clavada en la mía, como si fuera mi culpa que su mundo estuviera muerto.
-¿En serio acaba de decir eso? -Susurró Lavey con la mano rozando los plumones de sus flechas. -¡Atrás!
Se apresuró a decir la rubia sacando una flecha negra del carcaj y disparándola hacia el techo.
La punta de la flecha estalló y un sin fin de hojas negras comenzaron a superponerse y acoplarse entre ellas, caían con rapidez formando una barrera, una cúpula, entre Tyrie y el grupo.
Aunque no pudo impedir que el ataque impactara en el elfo sí que logró mantener al resto de mujeres de la sala a salvo, ningún ataque de luz podría atravesar las hojas de Ullúme, mucho menos el destello que estaba provocando el ataque al pobre elfo.1
-Espero que no tuviera familia. -Se apresuró a decir la adolescente mientras miraba a su madre y las otras mujeres. -Mientras estemos detrás de las hojas sus ataques de luz no podrán dañarnos.
La cúpula de denso follaje acababa de dividir la sala en dos, por un lado Tyrie y su víctima, por el otro dos dragonas, una elfa, una mujer bestia y... la puerta de salida. La elfa extraterrestre sería incapaz de advertir la llegada de refuerzos, si es que quedaba alguien que pudiera acudir en su ayuda.
-Bien hecho lagartija. -Le puse una mano en el hombro a mi hija y sonreí. -Enseñémosle a esa Tyrie, -dije mirando a Niniel y la gata- como se la gastan los aerandianos. Que este es nuestro mundo y que no permitiremos que nadie venga y lo destruya.
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Off:
1- Elimino la sensación de destello provocada por el ataque a Nousis, además la barrera evita el daño de cualquier ataque de luz (siempre que se permanezca detrás de ella) e impide a Tyrie percibir la llegada de nuevos enemigos (ya que la barrera le impide ver quien entra), por lo que el ataque sorpresa de drenaje queda invalidado.
Ahora seremos nosotros los que hagamos ataques sorpresa ÓoÓ Bio, Vin, Nin... darle candela a E.T y que se vaya con su teléfono a otra parte.
Estallido de Ullúme, proyectil: La flecha dispone de una pequeña bolsa de hojas del árbol ullúme. Al dispararlas estalla dejando un montón de hojas en suspensión creando una espesa cúpula que no deja pasar la luz. La cúpula tiene 2 turnos de duración.
Estos seres venían a invadirnos, a apropiarse de todo lo que les era útil para salvarse. ¿Quién se creería que su ayuda era gratuita?
Levanté una ceja irónica al ver su furibunda mirada clavada en la mía, como si fuera mi culpa que su mundo estuviera muerto.
-¿En serio acaba de decir eso? -Susurró Lavey con la mano rozando los plumones de sus flechas. -¡Atrás!
Se apresuró a decir la rubia sacando una flecha negra del carcaj y disparándola hacia el techo.
La punta de la flecha estalló y un sin fin de hojas negras comenzaron a superponerse y acoplarse entre ellas, caían con rapidez formando una barrera, una cúpula, entre Tyrie y el grupo.
Aunque no pudo impedir que el ataque impactara en el elfo sí que logró mantener al resto de mujeres de la sala a salvo, ningún ataque de luz podría atravesar las hojas de Ullúme, mucho menos el destello que estaba provocando el ataque al pobre elfo.1
-Espero que no tuviera familia. -Se apresuró a decir la adolescente mientras miraba a su madre y las otras mujeres. -Mientras estemos detrás de las hojas sus ataques de luz no podrán dañarnos.
La cúpula de denso follaje acababa de dividir la sala en dos, por un lado Tyrie y su víctima, por el otro dos dragonas, una elfa, una mujer bestia y... la puerta de salida. La elfa extraterrestre sería incapaz de advertir la llegada de refuerzos, si es que quedaba alguien que pudiera acudir en su ayuda.
-Bien hecho lagartija. -Le puse una mano en el hombro a mi hija y sonreí. -Enseñémosle a esa Tyrie, -dije mirando a Niniel y la gata- como se la gastan los aerandianos. Que este es nuestro mundo y que no permitiremos que nadie venga y lo destruya.
______________
Off:
1- Elimino la sensación de destello provocada por el ataque a Nousis, además la barrera evita el daño de cualquier ataque de luz (siempre que se permanezca detrás de ella) e impide a Tyrie percibir la llegada de nuevos enemigos (ya que la barrera le impide ver quien entra), por lo que el ataque sorpresa de drenaje queda invalidado.
Ahora seremos nosotros los que hagamos ataques sorpresa ÓoÓ Bio, Vin, Nin... darle candela a E.T y que se vaya con su teléfono a otra parte.
Estallido de Ullúme, proyectil: La flecha dispone de una pequeña bolsa de hojas del árbol ullúme. Al dispararlas estalla dejando un montón de hojas en suspensión creando una espesa cúpula que no deja pasar la luz. La cúpula tiene 2 turnos de duración.
Reivy Abadder
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Re: La batalla de Árbol Madre por el destino de Aerandir [Trama Sandorai]
Bien, estaba funcionando. Habían acabado con su jinete y llegado a la cima, junto al resto del grupo, parecía ser. Los únicos jinetes que quedaban eran esos dos que tenían delante. Y ellos eran un monton, podían hacerlo perfectamente.
Y entonces Imlerith se la cargó. Bien, algo inesperado, pero podía vivir con ello, la manera en la que pasaba realmente no era muy importante. Ahora solo quedaba uno, y mientras tuvieran a los centinelas para rematarlos, podían simplemente agruparse y cargárselo. Y entonces una explosión sacudió la torre.
Pensaba que la conexión con sus pequeños era débil. ¿Pero ahora? Prácticamente había sido rebanada de un hachazo, y la sorpresa la sacudió. A duras penas notaba chispas de lo que antes eran brillantes luces en su mente. Habían destruido el orbe, y los habían dejado atrapados allí. Suspiró, para calmarse, para intentar domar esa sensación de pérdida desoladora. Era temporal, en cuando volviera, la conexión se restablecería.
En cuando volviera.
Soltó una carcajada, de impotencia. Nunca en su vida había estado sola, no de verdad, de manera tan absoluta. Lejos de su hermana, de los espíritus. Es decir, había gente allí, pero no se comparaba. Así que iba a volver. Aunque tuviera que probar todos y cada uno de esos estúpidos translocadores hasta encontrar algo que funcionara, aunque tuviera que hacer un maldito agujero en la realidad. Al fin y al cabo, no se podía culpar a un perro por luchar con garras y dientes para volver al calor del hogar. . Si. En cuando volviera. Pero eso sería después. Paso a paso, día a día.
-Ojos al premio chicos. Los problemas se solucionan uno a uno.- no era el momento de lamentarse ni de lloriquear. Ni siquiera de enfadarse. El paso uno para volver era sobrevivir a ese listillo, así que puso todos sus sentimientos en una cajita bien apretada y la tiró de una patada en algún rincón de su mente donde no estorbara.
Y entonces Imlerith hizo su maldita magia de jinete rarito y los centinelas cayeron desplomados, y notó su cajita agitarse un poco, puede que con pánico o desesperación, pero lo único que dejo ver era un chasquido de lengua, de molestia. No pasaba nada. Inspira, expira. ¿Qué podía hacer? Necesitaba al menos un centinela vivo, y tenía dos allí tirados al suelo a su lado y otro en proceso de ser violentamente bronceada. Y allí no iba a acercarse, así que la opción era lógica, pero que hacer exactamente era el quid de la cuestión.
Empezó por abrir el libro que Asher le había dado, pasando las páginas. ¿Explosión? No, le daría a la Centinela peliblanca y aunque la estaba básicamente dejando a su suerte, tampoco iba a matarla. ¿Levitar? Se la guardaba, con la suerte que tenían, en cuando se cargaran a ese desgraciado, la torre se derrumbaba, pero ahora no le servía. Ese pilar de tierra, en cambio…
Unas pocas palabras cuidadosamente pronunciadas y un pilar de tierra se alzó entre ella y el jinete. Y luego arrastro a la centinela, la de la ballesta, detrás del pilar. Parecía la mejor opción, tenía la ballesta, así que no tendría que acercarse al tipo, reduciendo la posibilidad de ser achicharrada. Puede. A saber, pero poner en danza a uno de ellos era la única opción si quería cargárselo. Aunque puede que si le daba una patada lo suficientemente fuerte, la gravedad hiciera lo suyo…
Plan C, detrás de ayudar a un centinela y asaetarlo ella misma.
Rebusco en sus bolsillos, y sacó una poción de tenacidad. Eso la mantendría en consciente un rato. -Toma, bebe.- Mordió el tapón y lo escupió, en la dirección general del jinete, por encima del pilar, por puro despecho, y se lo ofreció a la centinela. Pero estaba algo ida y no abría la maldita boca. Había leído una escena así antes. Pero no era exactamente en un libro para niños, por lo que no estaba segura de como de bien funcionaba de verdad. Así que sustituyó el beso por Luz, esperando que unos segundos de curación bastaran para que la mujer se espabilara lo suficiente como para beber la botellita que le estaba apretando contra los labios sin tirársela toda por encima y desperdiciarla, solo tenía una al fin y al cabo.
Entonces, uso el libro que me dejó Asher en el turno anterior, Grimorio Blanco, que contiene los objetos Limitados: Runa Territorio, Runa Altura, Runa Levitasis Mejorada y Runa Impulso y uso la runa de Territorio para alzar un pilar de tres metros que, debería, poder parar una represalia de Imlerith y suavizar el calor… puede.
Y luego le doy a Huri una poción de tenacidad y mi cutre imposición de manos para que siga luchando parami entretenimiento salvar el mundo. Intenta no morir Huri. Go get them gurl.
Y camino de Venganza, por supuesto.
Y entonces Imlerith se la cargó. Bien, algo inesperado, pero podía vivir con ello, la manera en la que pasaba realmente no era muy importante. Ahora solo quedaba uno, y mientras tuvieran a los centinelas para rematarlos, podían simplemente agruparse y cargárselo. Y entonces una explosión sacudió la torre.
Pensaba que la conexión con sus pequeños era débil. ¿Pero ahora? Prácticamente había sido rebanada de un hachazo, y la sorpresa la sacudió. A duras penas notaba chispas de lo que antes eran brillantes luces en su mente. Habían destruido el orbe, y los habían dejado atrapados allí. Suspiró, para calmarse, para intentar domar esa sensación de pérdida desoladora. Era temporal, en cuando volviera, la conexión se restablecería.
En cuando volviera.
Soltó una carcajada, de impotencia. Nunca en su vida había estado sola, no de verdad, de manera tan absoluta. Lejos de su hermana, de los espíritus. Es decir, había gente allí, pero no se comparaba. Así que iba a volver. Aunque tuviera que probar todos y cada uno de esos estúpidos translocadores hasta encontrar algo que funcionara, aunque tuviera que hacer un maldito agujero en la realidad. Al fin y al cabo, no se podía culpar a un perro por luchar con garras y dientes para volver al calor del hogar. . Si. En cuando volviera. Pero eso sería después. Paso a paso, día a día.
-Ojos al premio chicos. Los problemas se solucionan uno a uno.- no era el momento de lamentarse ni de lloriquear. Ni siquiera de enfadarse. El paso uno para volver era sobrevivir a ese listillo, así que puso todos sus sentimientos en una cajita bien apretada y la tiró de una patada en algún rincón de su mente donde no estorbara.
Y entonces Imlerith hizo su maldita magia de jinete rarito y los centinelas cayeron desplomados, y notó su cajita agitarse un poco, puede que con pánico o desesperación, pero lo único que dejo ver era un chasquido de lengua, de molestia. No pasaba nada. Inspira, expira. ¿Qué podía hacer? Necesitaba al menos un centinela vivo, y tenía dos allí tirados al suelo a su lado y otro en proceso de ser violentamente bronceada. Y allí no iba a acercarse, así que la opción era lógica, pero que hacer exactamente era el quid de la cuestión.
Empezó por abrir el libro que Asher le había dado, pasando las páginas. ¿Explosión? No, le daría a la Centinela peliblanca y aunque la estaba básicamente dejando a su suerte, tampoco iba a matarla. ¿Levitar? Se la guardaba, con la suerte que tenían, en cuando se cargaran a ese desgraciado, la torre se derrumbaba, pero ahora no le servía. Ese pilar de tierra, en cambio…
Unas pocas palabras cuidadosamente pronunciadas y un pilar de tierra se alzó entre ella y el jinete. Y luego arrastro a la centinela, la de la ballesta, detrás del pilar. Parecía la mejor opción, tenía la ballesta, así que no tendría que acercarse al tipo, reduciendo la posibilidad de ser achicharrada. Puede. A saber, pero poner en danza a uno de ellos era la única opción si quería cargárselo. Aunque puede que si le daba una patada lo suficientemente fuerte, la gravedad hiciera lo suyo…
Plan C, detrás de ayudar a un centinela y asaetarlo ella misma.
Rebusco en sus bolsillos, y sacó una poción de tenacidad. Eso la mantendría en consciente un rato. -Toma, bebe.- Mordió el tapón y lo escupió, en la dirección general del jinete, por encima del pilar, por puro despecho, y se lo ofreció a la centinela. Pero estaba algo ida y no abría la maldita boca. Había leído una escena así antes. Pero no era exactamente en un libro para niños, por lo que no estaba segura de como de bien funcionaba de verdad. Así que sustituyó el beso por Luz, esperando que unos segundos de curación bastaran para que la mujer se espabilara lo suficiente como para beber la botellita que le estaba apretando contra los labios sin tirársela toda por encima y desperdiciarla, solo tenía una al fin y al cabo.
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Entonces, uso el libro que me dejó Asher en el turno anterior, Grimorio Blanco, que contiene los objetos Limitados: Runa Territorio, Runa Altura, Runa Levitasis Mejorada y Runa Impulso y uso la runa de Territorio para alzar un pilar de tres metros que, debería, poder parar una represalia de Imlerith y suavizar el calor… puede.
Y luego le doy a Huri una poción de tenacidad y mi cutre imposición de manos para que siga luchando para
Y camino de Venganza, por supuesto.
Última edición por Valyria el Miér Mayo 20 2020, 22:56, editado 1 vez
Valyria
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Re: La batalla de Árbol Madre por el destino de Aerandir [Trama Sandorai]
Habíamos ganado. O al menos, eso parecía. Era imposible que los restantes pudiesen contra todos nosotros. Caerían, igual que todos los demás esa noche.
Y entonces, una explosión. Imargo dijo lo que todos tenían en su cabeza. Habían destruido el orbe. Habían... cerrado el portal. ¿Que clase de...? ¿Como podían ser tan estúpidos? Después de todo lo que estábamos haciendo por su mundo y su bosque, ¿nos habían traicionado?
No quería creerlo. Nadie podía tener tan poco cerebro. Aquello desafiaría todo sentido común, aunque nunca había confiado de que el elfo medio tuviese alguno. No importaba. Encontraría la forma de arreglarlo... y tomaría algunas cabezas al volver. Por el momento, solo debía ir a por Imlerith.
Pero por supuesto, él tenía una idea distinta. Con tan solo un toque de su báculo, un dolor agonizante recorrió mi cuerpo. Hundí mi rodilla en el suelo, luchando por respirar. Mi cuerpo apenas respondía. Un temblor seguido de una desagradable sensación me hizo espabilar. ¿Meteoritos?
-Usar fuego... ¿contra mi?- exhalé. Me esforcé en reír, por doloroso que fuese, y le miré, desafiante. Era ahora o nunca. Llevé la mano a mi colgante... y el cristal estalló. Desaparecí.
Y entonces, volví de nuevo con una gran oleada de frío y escarcha. [1] La temperatura a mi alrededor bajó drásticamente. Mis heridas se habían cerrado, y mi cansancio había desaparecido... por el momento.
-No me subestimes.-
Era el último que quedaba. Podía sentirlo. La corona parecía a punto de desintegrarse, pero no importaba. No la necesitaba más. Era el momento para darlo todo.
Una intensa energía dorada empezó a cubrir mi cuerpo. [2] Me lancé hacia adelante, zigzagueando entre las llamaradas de Imlerith y destruyendo las bolas de fuego que se acercaban lo suficiente. La hoja de Eclipse las atravesaba y hacía desaparecer sin rastro alguno. Y con cada impulso, me acercaba más.
Hasta que finalmente, mi espada chocó contra él. O lo habría hecho, si no hubiese sido por la barrera que le rodeaba. De alguna forma, parecía estar resistiendo, incluso frente a toda la energía de Eclipse. Iba a tener que insistir. Imlerith se giró, lanzando un látigo de fuego desde su mano libre que envolvió mi guantelete. El metal empezó a sisear. No tardé en sentir la enorme temperatura.
Y entonces, un virote impactó en la cadena ígnea, liberando una descarga helada y destruyendo el arma, aliviando el calor en el proceso.
-Desaparece.- dijo el felino. Syl recargó y disparó de nuevo, destruyendo la bola de fuego con la que Imlerith trató de responder. Aproveché la oportunidad, volviendo a lanzarme contra la barrera. El escudo intentaba rechazarme con cada golpe, pero podía sentirlo: cada uno era más profundo.
El jinete gruñó y golpeó el suelo con su bastón. Una enorme onda de calor salió de él, empujándome con fuerza suficiente para derribarme.
Pero no iba a caer tan fácilmente. Una segunda espada apareció en mi zurda, igual a Eclipse. [3] De nuevo, me lancé contra Imlerith... y su escudo se rompió. En ese instante, Syl volvió a disparar, y cinco virotes empezaron a volar en dirección al líder de los jinetes, creciendo en tamaño mientras volaban. [4] No pudo evitar todos los ataques a la vez. Dos de los disparos se hundieron en su torso, y mis espadas alcanzaron su piel.
El último Jinete Oscuro estaba sangrando. Con una mueca de desprecio, apuntó su mano hacia Syl. Un círculo se formó cerca del Tármunil, y una cascada de energía ígnea salió disparada en su dirección. No dudé ni un segundo en interponerme, poniendo ambas espadas en X.
La energía conjunta estaba desviando el ataque, pero no daba indicios de que fuese a acabar. El Jinete ni siquiera me estaba mirando. Me mantuve firme. No iba a caer frente a aquello.
-Nadie muere sin mi permiso.- mascullé.
Resumen: Me curo a mi mismo y hago el primer Ataque a Debilidad con una cantidad innecesaria de Ultimates.
[1] Habilidad: Criogénesis. Me devuelve al estado en el que estaba al luchar contra Carantir, librandome del aturdimiento, y genera hielo para ayudar contra el fuego de Imlerith.
[2] Ultimate: Fulgor
[3] Eclipse: Runa de los Hombres Bestia
[4] Ultimate de Syl: Voluntad de los Guías combinada con Impacto Crítico
Y tomo la Senda de la Manía. Nos veremos pronto.
Y entonces, una explosión. Imargo dijo lo que todos tenían en su cabeza. Habían destruido el orbe. Habían... cerrado el portal. ¿Que clase de...? ¿Como podían ser tan estúpidos? Después de todo lo que estábamos haciendo por su mundo y su bosque, ¿nos habían traicionado?
No quería creerlo. Nadie podía tener tan poco cerebro. Aquello desafiaría todo sentido común, aunque nunca había confiado de que el elfo medio tuviese alguno. No importaba. Encontraría la forma de arreglarlo... y tomaría algunas cabezas al volver. Por el momento, solo debía ir a por Imlerith.
Pero por supuesto, él tenía una idea distinta. Con tan solo un toque de su báculo, un dolor agonizante recorrió mi cuerpo. Hundí mi rodilla en el suelo, luchando por respirar. Mi cuerpo apenas respondía. Un temblor seguido de una desagradable sensación me hizo espabilar. ¿Meteoritos?
-Usar fuego... ¿contra mi?- exhalé. Me esforcé en reír, por doloroso que fuese, y le miré, desafiante. Era ahora o nunca. Llevé la mano a mi colgante... y el cristal estalló. Desaparecí.
Y entonces, volví de nuevo con una gran oleada de frío y escarcha. [1] La temperatura a mi alrededor bajó drásticamente. Mis heridas se habían cerrado, y mi cansancio había desaparecido... por el momento.
-No me subestimes.-
Era el último que quedaba. Podía sentirlo. La corona parecía a punto de desintegrarse, pero no importaba. No la necesitaba más. Era el momento para darlo todo.
Una intensa energía dorada empezó a cubrir mi cuerpo. [2] Me lancé hacia adelante, zigzagueando entre las llamaradas de Imlerith y destruyendo las bolas de fuego que se acercaban lo suficiente. La hoja de Eclipse las atravesaba y hacía desaparecer sin rastro alguno. Y con cada impulso, me acercaba más.
Hasta que finalmente, mi espada chocó contra él. O lo habría hecho, si no hubiese sido por la barrera que le rodeaba. De alguna forma, parecía estar resistiendo, incluso frente a toda la energía de Eclipse. Iba a tener que insistir. Imlerith se giró, lanzando un látigo de fuego desde su mano libre que envolvió mi guantelete. El metal empezó a sisear. No tardé en sentir la enorme temperatura.
Y entonces, un virote impactó en la cadena ígnea, liberando una descarga helada y destruyendo el arma, aliviando el calor en el proceso.
-Desaparece.- dijo el felino. Syl recargó y disparó de nuevo, destruyendo la bola de fuego con la que Imlerith trató de responder. Aproveché la oportunidad, volviendo a lanzarme contra la barrera. El escudo intentaba rechazarme con cada golpe, pero podía sentirlo: cada uno era más profundo.
El jinete gruñó y golpeó el suelo con su bastón. Una enorme onda de calor salió de él, empujándome con fuerza suficiente para derribarme.
Pero no iba a caer tan fácilmente. Una segunda espada apareció en mi zurda, igual a Eclipse. [3] De nuevo, me lancé contra Imlerith... y su escudo se rompió. En ese instante, Syl volvió a disparar, y cinco virotes empezaron a volar en dirección al líder de los jinetes, creciendo en tamaño mientras volaban. [4] No pudo evitar todos los ataques a la vez. Dos de los disparos se hundieron en su torso, y mis espadas alcanzaron su piel.
El último Jinete Oscuro estaba sangrando. Con una mueca de desprecio, apuntó su mano hacia Syl. Un círculo se formó cerca del Tármunil, y una cascada de energía ígnea salió disparada en su dirección. No dudé ni un segundo en interponerme, poniendo ambas espadas en X.
La energía conjunta estaba desviando el ataque, pero no daba indicios de que fuese a acabar. El Jinete ni siquiera me estaba mirando. Me mantuve firme. No iba a caer frente a aquello.
-Nadie muere sin mi permiso.- mascullé.
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Resumen: Me curo a mi mismo y hago el primer Ataque a Debilidad con una cantidad innecesaria de Ultimates.
[1] Habilidad: Criogénesis. Me devuelve al estado en el que estaba al luchar contra Carantir, librandome del aturdimiento, y genera hielo para ayudar contra el fuego de Imlerith.
[2] Ultimate: Fulgor
[3] Eclipse: Runa de los Hombres Bestia
[4] Ultimate de Syl: Voluntad de los Guías combinada con Impacto Crítico
Y tomo la Senda de la Manía. Nos veremos pronto.
Asher Daregan
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Re: La batalla de Árbol Madre por el destino de Aerandir [Trama Sandorai]
Demian miró, levantando una ceja, a la mujer con la que acababa de dar muerte a un enemigo.
–Estamos en un mundo distinto al nuestro, acab-bamos de matar a un enemigo que quería hacer lo mismo con nosotros, hay un guerra allá afuera... o adentro, no sé ni donde estamos respecto a al árbol... ¿y me preguntas por mis padres? –dijo Demian, con su propia voz, secando la sangre de sus dagas–. Fui adoptado por un monje al que amé como a un padre y luego tuve que matar. Tengo una familia, pero una familia que elegí, una familia de compañeros. ¿Y tú?, ¿alguien te espera? ¿debes dar cuenta a alguien por lo que haces?
Demian repitió entre labios el nombre de Ilmerith. Así que esa persona era la que estaba detrás de todo y a quien debían matar.
Matar. A eso había venido, eso iba a hacer. No bastaba con la sangre que ya había corrido, aún debía ensuciarse las manos otro poco. Caminó.
–Sabes... después de todo esto me entregaré a los d-dragones. Maté a su rey, después de todo –confesó, mientras acomodaba sus armas–. Quizás necesite que alguien me cuide estas armas hasta que solucione eso. No quiero a los dragones rifándose mis cosas. Tampoco pretendo que me maten, no. Ya veremos.
Llegaron finalmente al escenario en que se libraría el último combate. Tenían una ventaja numérica importante y ya parecía que todo estaba a favor de los héroes. Entonces algo crujió. De alguna manera, todos supieron de inmediato lo que ello significaba. El portal se cerraba, sus opciones para volver se iban con éste y hasta una inminente victoria dejaba de saber tan dulce.
–Hmm... –fue el único comentario del chico ante lo ocurrido.
Por lo visto sus planes de entregarse a los dragones sufrían un repentino cambio. Y él que había querido hacer las cosas por las buenas, por la manera legal, una vez en su vida. Escupió al suelo.
Miró entonces al leónico que hablaba y cayó en cuenta de quién era. Él mismo le había visto morir y ahora estaba allí, con ellos. ¿Es que todo era un sueño? ¿es que había muerto con el meteoro y esto era el otro mundo? tenía sentido, pero no tiempo para explorar la posibilidad. Un combate se avecinaba.
Sacó sus dagas, una negra, una corrupta, mientras examinaba a su enemigo y el campo que le rodeaba. Entonces una nueva sorpresa vino a remecer, literalmente, la torre. Meteoros comenzaron a caer en el lugar, meteoros que amenazaban con sepultarlos a todos entre roca y llamas.
El enemigo bien podía estar intentando suicidarse y llevárselos con él, pero no podía correr el riesgo de simplemente arrancar y esperar a que muriera por sí mismo. Demian miró al camino. Extendió una mano hacia ese lugar y otra hacia un punto a su lado.
Lo que parecían espíritus en pena emergieron del suelo, cargando consigo una puerta de adornos fantasmales. La puerta se abrió y, entre llamas verdosas, se podía distinguir el camino por el que habían transitado recientemente.(1)
–Los problemas se solucionan de manera anticipada –dijo a la elfa. Luego miró a los demás–, cuando las cosas se pongan feas, crucen este portal para poder volver a una zona segura.
Instalado el portal de escape, Demian cerró sus ojos unos segundos. En ese momento Asher iniciaba su ataque, a juzgar por los sonidos, pero el brujo estaba ausente, reuniendo su poder mágico. "Un último esfuerzo", se dijo a sí mismo.
Unas gotas de sudor corrieron copiosamente por su rostro y cuello. No sólo era el esfuerzo, sino también el calor del lugar que aumentaba entre tanto fuego. Finalmente pudo sentir el Éter respondiendo a su llamado. Aún en ese lugar tan distante la magia seguía estando de su parte.(2)
Abrió los ojos y miró con una determinación asesina al enemigo que tantos problemas había causado. Estiró su mano una vez más. Un nuevo portal emergió a las espaldas del jinete oscuro, quien parecía estar bastante ocupado con Asher como para hacer algo al respecto. Una vez se abrió, Demian se apresuró a cruzar el paralelo que aparecía junto a él, armas en mano.(3)
Pero aún quedaba un detalle que hacer, antes de atravesar por completo.
–Golpea –dijo, mirando a Eltrant y apuntando al portal. Esperaba que el humano recordara lo que le había dicho justo antes de la entrada al Oblivion.
Demian no tenía mucho tiempo para ver qué hacía su viejo aliado. Cruzó e inmediatamente se hizo a un lado, dejando que su percepción del Éter le guiara a dar la siguiente puñalada. El enemigo en ese momento estaba concentrado en atacar al cánido guerrero con una llamarada que éste frenaba.
Demian buscó una arteria femoral(4). No se iba a andar con pequeñeces ni ataques preventivos, iba a ir con todo, por causar el máximo daño posible.
El chico se agachó, moviéndose como un hurón entre las piernas del enemigo, para atacar con sus dagas en los tendones de aquiles. Si ese ser no moría de la primera puñalada, esperaba al menos debilitarle e impedir su movilidad.
Entremedio sintió algo de fuego, un impacto en las costillas, pero no tenía tiempo siquiera a dedicar un instante a cerciorarse de los daños a su cuerpo. En el mundo sólo existía una cosa en esos tensos instantes, su enemigo. El objetivo debía caer, fuese como fuese.
Volvió a atacar, ahora en los tendones de la rodilla.
–¡Tweet, tweet! –exclamó.
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(1) Demian usa su habilidad "Portal del Más Allá", el que crea una conexión con el camino de abajo. Con eso crea una puerta de escape para que se pueda usar al caer la torre.
(2) Demian usa su habilidad "Voluntad de Ultratumba" para reestablecer el enfriamiento de dos de sus habilidades. En este caso son "Portal del Más Allá" y "Puñalada del Fantasma"
(3) Lo siguiente es volver a usar la habilidad "Portal del Más Allá" para ahora crear un portal de corta distancia, con una salida justo a las espaldas del enemigo, mientras éste lucha con Asher. NOTA: Cualquiera que lo desee puede usar los portales.
(4) Finalmente, como era de esperarse, una "Puñalada del Fantasma" en el enemigo.
(*) El resto es básicamente atacar a Imlerith con todo. Cabe destacar que los portales abiertos pueden ser usados por todos los presentes.
Respecto a la decisión, voy a optar con prudencia por el camino de la Manía. Aclaro, antes, que Demian no tendría interés en causar daño al bosque o los elfos. El chico suele seguir una moral de no dañar a los débiles y desamparados, sólo a los poderosos. No está en su línea causar daños colaterales. Pero, si la Logia estuvo detrás de dejarlos encerrados, probablemente por allí sí puede no estar muy contento.
Última edición por Demian el Vie Mayo 22 2020, 18:44, editado 1 vez
Demian
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Re: La batalla de Árbol Madre por el destino de Aerandir [Trama Sandorai]
Miró tras él, impotente, según escuchaba las palabras que Imargo decía de fondo.
El portal se había cerrado.
¿Habían perdido el árbol? ¿Habían superado las defensas de los elfos? No, no podía ser eso. Los Jinetes no destruirían el orbe aun si tomaban el árbol, no tendría sentido. Entonces… ¿Por qué? ¿Se habían olvidado de ellos? ¿Les habían dado por muertos? Habían… ¿Habían escogido la salida más fácil?
¿Les habían dejado atrás?
Trató de racionalizar desesperadamente lo que estaba sucediendo, clavó su espada en el suelo y se arrodilló unos instantes presa de la situación. Solo para notar como alguien le tomaba de la mano con suavidad.
- Eltrant. – El castaño depositó su único ojo sano en Lyn, sin decir nada, notando como su compañera agregaba más presión al agarre al notar la atención de Eltrant. – Tenemos trabajo que hacer. – Agregó la ojiazul, exponiendo una calma que, por mucho que se esforzarse, Eltrant no creía posible en aquellas circunstancias.
Respiró profundamente y, tras limpiarse la sangre y el sudor que resbalaba por su cara con la mano, asintió. No tenía control sobre aquello. Había sabido desde el principio que el que el portal se cerrase era una posibilidad, una ínfima, una que ni en sus pesadillas más vívidas había imaginado realizarse.
Pero había pasado. No podía hacer otra cosa salvo… terminar lo que habían ido a hacer allí.
Desencajó a Olvido de entre las losas de granito y, tras liberar la mano de Lyn, siguió junto a la vampiresa a los demás de camino a lo más alto de aquella torre.
El panorama que se encontró al llegar hasta Imlerith ya lo había visto antes un centenar de veces antes. O al menos fue así hasta que empezaron a caer esferas llameantes desde el firmamento y el viento se convirtió en fuego.
Por no mencionar, por supuesto, que los Centinelas empezaban a estar agotados.
Habían pasado de un optimismo esperanzador a la peor de las situaciones.
Tras indicarle a Lyn que le imitase, Eltrant se cubrió tras uno de los pilares que brotaron del suelo, los mismos que al parecer Valyria había formado haciendo uso del libro que había visto usar a Asher tantas veces ya.
¿Cuándo se lo habían intercambiado?
Respirando de forma entrecortada, según apoyaba su espalda contra la pared recién formada, escuchó de nuevo aquella voz en su cabeza, esta vez pidiéndole que usase su espada.
- Buen plan. No se me había ocurrido. – dijo a la nada con un evidente tono sarcástico al mismo tiempo que Asher pasaba por su lado como un relámpago y hería al Jinete incluso después de haber estado completamente agotado segundos atrás.
Asió a Olvido con ambas manos. ¿Su espada era la única que podía romper aquel báculo? Era difícil de creer, aunque, por muchas dudas que tuviese, no tuvo tiempo de plantearse un plan de acción antes de que la voz de Demian le dijese, de la forma más simple posible, la mejor forma de afrontar todo aquello.
“Golpea”
Sin pensarlo dos veces saltó a través del portal. Una parte de él había esperado que el báculo de aquel tipo estallase como el cristal al cruzarse con Olvido, pero resistió el ataque de Eltrant de una pieza.
El humano retrocedió un par de pasos entre gruñidos, sintiendo como su cuerpo se estremecía por el calor abrasador que le rodeaba, notando como numerosas quemaduras comenzaban a aparecer en sus brazos, como su camisa prendía.
No podía retroceder, no podía desaprovechar la oportunidad que le había brindado Demian.
- No… te vas a librar de mí. – Afianzando sus pies en la posición en la que estaba volvió a atacarle y, el jinete, volvió a interponer su báculo frente a la espada de Eltrant, momento en el que ambos quedaron atrapados en una especie de forcejeo del que el humano no pensaba separarse.
El Oblivion le agotaba cada vez que su cuerpo clamaba aire, era incapaz de ver nada con su ojo izquierdo y las quemaduras comenzaban a acumularse. No aguantaría mucho más.
Pero continuó presionando.
Todo estaba en su contra, en contra de los que, haciendo caso omiso a todas las palabras de precaución, habían entrado en aquel mundo muerto.
Pero continuó presionando.
Liberó su mano derecha del pomo de Olvido y la colocó sobre la hoja para hacer más fuerza, ignoró el corte que apareció la palma de la misma, obvió el grueso hilo de su propia sangre deslizándose por el metal del arma hasta la empuñadura.
Y, así, continuó presionando.
La hoja de Olvido se estremeció, como también lo hizo el guantelete que vestía en su mano izquierda. El viento de la espada que rodeaba su cuerpo comenzó a brillar sutilmente, respondiendo a sus plegarias, se entremezcló con el vapor blanquecino que comenzó a brotar del guantelete.
No sabía si lo que tenía en la cabeza era un dios o no, no sabía cuál era su función más allá de “golpea” en todo aquel asunto. Solo sabía que no podía perder, que moriría antes de apartarse, que no podía retroceder.
Según el viento rodeaba su figura, el dolor continuo cesó, el fuego de su alrededor no hizo sino avivar el muro de luz que ahora protegía su cuerpo, esa la tenue luz que, a su vez, se había apoderado de su ojo sano. [1]
Cada golpe, cada ataque del jinete se paraba a escasos milímetros de su cuerpo.
Sin saber exactamente el motivo, numerosas grietas doradas comenzaron a aparecerse a lo largo del metal de Olvido como si de una brillante telaraña se tratase y, varios segundos después, la espada se partió en dos con un sonoro crujido metálico, propulsando la mitad superior de la hoja hacía uno de los pilares de roca.
Pero no importaba.
Dejando caer la espada a un lado lanzó un directo con su puño izquierdo al cuerpo del Jinete. Le habría gustado decir que el tiempo se ralentizó, que pudo ver claramente lo que sucedía a cámara lenta, que tenía el control…
Pero no fue así, todo ocurrió muy rápido, apenas comprendió lo que hizo.
Gritando, Eltrant tomó la iniciativa de nuevo, depositó en aquel directo todos los golpes que había recibido desde que cruzó el portal de Demian, el fuego que cubría el lugar y todo aquel… éter que cubría su cuerpo y le resguardaba. [2] [3]
Y hubo un estallido, uno que bastó para partir el báculo en dos de una vez por todas.
Por supuesto, no había acabado, Eltrant continuó atacando. El castaño trató de asir al jinete por las muñecas en vano, recibiendo como recompensa la mitad inferior del báculo de su oponente en pleno hombro derecho, dónde quedó firmemente alojado ahora que nada le protegía.
Apretando los dientes, conteniendo la necesidad de gritar, Eltrant le propinó un cabezazo como toda respuesta al jinete, uno que sirvió de más bien poco, pero que igualmente no impidió al humano repetir aquella acción hasta tres veces. Momento en el que, antes de ser lanzado por los aires como la molestia que era, Eltrant se percató de cómo el casco de Imlerith se había doblado tímidamente.
Gruñendo en voz baja, a varios metros del jinete, Eltrant se arrancó el báculo del hombro y se hizo de nuevo con la mitad inferior de Olvido.
No había sido suficiente.
Y por eso mismo, todavía no había acabado.
Tercer ataque a debilidad y rompo el báculo
[1] Habilidad de nivel 10 de Eltrant: Último Bastión.
[2][3] Habilidad de Nivel 8 de Eltrant: Seísmo + Habilidad de nivel 10
Selecciono la Senda de la Indiferencia.
El portal se había cerrado.
¿Habían perdido el árbol? ¿Habían superado las defensas de los elfos? No, no podía ser eso. Los Jinetes no destruirían el orbe aun si tomaban el árbol, no tendría sentido. Entonces… ¿Por qué? ¿Se habían olvidado de ellos? ¿Les habían dado por muertos? Habían… ¿Habían escogido la salida más fácil?
¿Les habían dejado atrás?
Trató de racionalizar desesperadamente lo que estaba sucediendo, clavó su espada en el suelo y se arrodilló unos instantes presa de la situación. Solo para notar como alguien le tomaba de la mano con suavidad.
- Eltrant. – El castaño depositó su único ojo sano en Lyn, sin decir nada, notando como su compañera agregaba más presión al agarre al notar la atención de Eltrant. – Tenemos trabajo que hacer. – Agregó la ojiazul, exponiendo una calma que, por mucho que se esforzarse, Eltrant no creía posible en aquellas circunstancias.
Respiró profundamente y, tras limpiarse la sangre y el sudor que resbalaba por su cara con la mano, asintió. No tenía control sobre aquello. Había sabido desde el principio que el que el portal se cerrase era una posibilidad, una ínfima, una que ni en sus pesadillas más vívidas había imaginado realizarse.
Pero había pasado. No podía hacer otra cosa salvo… terminar lo que habían ido a hacer allí.
Desencajó a Olvido de entre las losas de granito y, tras liberar la mano de Lyn, siguió junto a la vampiresa a los demás de camino a lo más alto de aquella torre.
El panorama que se encontró al llegar hasta Imlerith ya lo había visto antes un centenar de veces antes. O al menos fue así hasta que empezaron a caer esferas llameantes desde el firmamento y el viento se convirtió en fuego.
Por no mencionar, por supuesto, que los Centinelas empezaban a estar agotados.
Habían pasado de un optimismo esperanzador a la peor de las situaciones.
Tras indicarle a Lyn que le imitase, Eltrant se cubrió tras uno de los pilares que brotaron del suelo, los mismos que al parecer Valyria había formado haciendo uso del libro que había visto usar a Asher tantas veces ya.
¿Cuándo se lo habían intercambiado?
Respirando de forma entrecortada, según apoyaba su espalda contra la pared recién formada, escuchó de nuevo aquella voz en su cabeza, esta vez pidiéndole que usase su espada.
- Buen plan. No se me había ocurrido. – dijo a la nada con un evidente tono sarcástico al mismo tiempo que Asher pasaba por su lado como un relámpago y hería al Jinete incluso después de haber estado completamente agotado segundos atrás.
Asió a Olvido con ambas manos. ¿Su espada era la única que podía romper aquel báculo? Era difícil de creer, aunque, por muchas dudas que tuviese, no tuvo tiempo de plantearse un plan de acción antes de que la voz de Demian le dijese, de la forma más simple posible, la mejor forma de afrontar todo aquello.
“Golpea”
Sin pensarlo dos veces saltó a través del portal. Una parte de él había esperado que el báculo de aquel tipo estallase como el cristal al cruzarse con Olvido, pero resistió el ataque de Eltrant de una pieza.
El humano retrocedió un par de pasos entre gruñidos, sintiendo como su cuerpo se estremecía por el calor abrasador que le rodeaba, notando como numerosas quemaduras comenzaban a aparecer en sus brazos, como su camisa prendía.
No podía retroceder, no podía desaprovechar la oportunidad que le había brindado Demian.
- No… te vas a librar de mí. – Afianzando sus pies en la posición en la que estaba volvió a atacarle y, el jinete, volvió a interponer su báculo frente a la espada de Eltrant, momento en el que ambos quedaron atrapados en una especie de forcejeo del que el humano no pensaba separarse.
- Musica:
El Oblivion le agotaba cada vez que su cuerpo clamaba aire, era incapaz de ver nada con su ojo izquierdo y las quemaduras comenzaban a acumularse. No aguantaría mucho más.
Pero continuó presionando.
Todo estaba en su contra, en contra de los que, haciendo caso omiso a todas las palabras de precaución, habían entrado en aquel mundo muerto.
Pero continuó presionando.
Liberó su mano derecha del pomo de Olvido y la colocó sobre la hoja para hacer más fuerza, ignoró el corte que apareció la palma de la misma, obvió el grueso hilo de su propia sangre deslizándose por el metal del arma hasta la empuñadura.
Y, así, continuó presionando.
La hoja de Olvido se estremeció, como también lo hizo el guantelete que vestía en su mano izquierda. El viento de la espada que rodeaba su cuerpo comenzó a brillar sutilmente, respondiendo a sus plegarias, se entremezcló con el vapor blanquecino que comenzó a brotar del guantelete.
No sabía si lo que tenía en la cabeza era un dios o no, no sabía cuál era su función más allá de “golpea” en todo aquel asunto. Solo sabía que no podía perder, que moriría antes de apartarse, que no podía retroceder.
Según el viento rodeaba su figura, el dolor continuo cesó, el fuego de su alrededor no hizo sino avivar el muro de luz que ahora protegía su cuerpo, esa la tenue luz que, a su vez, se había apoderado de su ojo sano. [1]
Cada golpe, cada ataque del jinete se paraba a escasos milímetros de su cuerpo.
Sin saber exactamente el motivo, numerosas grietas doradas comenzaron a aparecerse a lo largo del metal de Olvido como si de una brillante telaraña se tratase y, varios segundos después, la espada se partió en dos con un sonoro crujido metálico, propulsando la mitad superior de la hoja hacía uno de los pilares de roca.
Pero no importaba.
Dejando caer la espada a un lado lanzó un directo con su puño izquierdo al cuerpo del Jinete. Le habría gustado decir que el tiempo se ralentizó, que pudo ver claramente lo que sucedía a cámara lenta, que tenía el control…
Pero no fue así, todo ocurrió muy rápido, apenas comprendió lo que hizo.
Gritando, Eltrant tomó la iniciativa de nuevo, depositó en aquel directo todos los golpes que había recibido desde que cruzó el portal de Demian, el fuego que cubría el lugar y todo aquel… éter que cubría su cuerpo y le resguardaba. [2] [3]
Y hubo un estallido, uno que bastó para partir el báculo en dos de una vez por todas.
Por supuesto, no había acabado, Eltrant continuó atacando. El castaño trató de asir al jinete por las muñecas en vano, recibiendo como recompensa la mitad inferior del báculo de su oponente en pleno hombro derecho, dónde quedó firmemente alojado ahora que nada le protegía.
Apretando los dientes, conteniendo la necesidad de gritar, Eltrant le propinó un cabezazo como toda respuesta al jinete, uno que sirvió de más bien poco, pero que igualmente no impidió al humano repetir aquella acción hasta tres veces. Momento en el que, antes de ser lanzado por los aires como la molestia que era, Eltrant se percató de cómo el casco de Imlerith se había doblado tímidamente.
Gruñendo en voz baja, a varios metros del jinete, Eltrant se arrancó el báculo del hombro y se hizo de nuevo con la mitad inferior de Olvido.
No había sido suficiente.
Y por eso mismo, todavía no había acabado.
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Tercer ataque a debilidad y rompo el báculo
[1] Habilidad de nivel 10 de Eltrant: Último Bastión.
[2][3] Habilidad de Nivel 8 de Eltrant: Seísmo + Habilidad de nivel 10
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Eltrant Tale
Aerandiano de honor
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Re: La batalla de Árbol Madre por el destino de Aerandir [Trama Sandorai]
Tras dar muerte al jinete oscuro, recargué los virotes de las ballestas de mano con rostro serio. Miré de reojo a mi pequeño compañero, relataba su historia. Sí. Estaba claro que no había recibido mucho cariño en su infancia.
-Yo también tengo una… familia. – Dije, escuetamente. Desde luego, podía llamar familia a los integrantes de los cazadores. – Y tengo alguien en particular que me espera. A quien creo amar. – Miré al frente, por la ventana, en referencia a Jules. Ni siquiera sabía si se encontraba en el Oblivion. Nos habíamos separado con el torbellino que nos absorbió. Pero estaba segura de que estaba bien. - ¿Sabes, pequeño? Llevo muchos meses fuera de casa, lo primero que haré será pasar el día en una cálida playa de Beltrexus.– Sí. Me imaginaba allí, tumbada en la arena, con un buen vaso de ron añejo en cada mano y dejando que el sol bronceara mi piel.
Luego, pensé en los que aún quedaban arriba. - Pero también hay gente aquí que me importa, así que lo primero que haremos será salvarlos. – Había acabado de recargar las ballestas, les di una vuelta en la mano a cada una y las enfundé en mi cartuchera. Luego me callé. A decir verdad, no sé por qué andaba contándole mi vida a un mocoso de diez años.
Quizás por la desesperación de creer no salir de allí con vida. Al menos quería que alguien supiera lo que sentía. Aunque fuera él. Poco después, confesó haber asesinado al rey de Dundarak. Aquello sí me descolocó más por completo. Pues estaba segura de que iba a traer consecuencias políticas a nivel mundial. Genial. Más problemas que afrontar.
-¿Mataste al rey? – pregunté descolocada. Rigobert era un niñato, pero quizás el regicidio era demasiado castigo incluso para él. – Ni sé ni me importa qué te ha llevado a cometer semejante estupidez. Pero por suerte para ti eres joven, y aún estás a tiempo de tener una vida más saludable que terminar entre rejas o ahorcado en la plaza mayor de Lunargenta. - Y le aparté la vista, para subir. - Plantéatelo, muchacho.
Me alegré de reencontrarme con el resto del equipo arriba. Pero no hubo tiempo para muchas celebraciones. Manteniendo mi discreción, me mantuve la última del grupo. La más alejada de nuestro último y amenazante enemigo, Imlerith, pero también la más próxima del borde del pináculo para ser la primera en advertir cómo el portal por el que habíamos entrado se cerraba.
Imargo no tardó en resumir las conclusiones de aquello. Por momentos, me sentí decepcionada, traicionada. Todas mis ilusiones, que le había relatado al niño regicida, se habían ido por la borda en un suspiro. Aún no me había dado tiempo a convertir aquella impotencia y frustración en la rabia que pagaría para los que me habían condenado a permanecer allí. Me ensimismé durante unos instantes, pensativa y apretando los puños.
Lo pagarían.
Y así permanecí hasta que Valyria con su comentario me hizo volver a la realidad. Aún teníamos un hijo de puta al que hacer frente.
Pero de pronto, bajé la vista. El rubí en mi pecho se convertía en pedazos. Lo tomé y, con él, empecé a perder la visión, estaba perdiendo la consciencia. Si bien no lo llegué a hacer del todo. Oía ruidos a mi alrededor. Mis compañeros peleaban. Tenía que levantarme y ayudarles. Pero no podía moverme.
Cuando volví a abrir los ojos con visión borrosa, vi la cara de la elfa rubia a escasos centímetros, agitándome para intentar hacerme espabilar, y de meterme el contenido de un frasco en la boca. No sé qué narices era, pero acepté sin pensármelo demasiado si con eso conseguía despertarme.
Fuera como fuera, el remedio hizo su efecto y volví a estar operativa de nuevo, tras uno de los pilares de Valyria. Si bien el jinete parecía más o menos controlado después de que Tale rompiera su báculo, los meteoritos que caían contra el pináculo amenazaban con derribar su estructura.
Alguien tenía que asegurar una “caída sostenible”. Y quién mejor que una diva para orquestar un buen punto y final al espectáculo.
-Gracias por tu ayuda. La torre se va a derrumbar. Tienes que salir de aquí. – le dije a Valyria tratando de parecer simpática. ¿Lo había sido?
Dicho esto, salí de detrás del pilar. Había que insuflar éter aéreo en toda la zona para poder evitar las malas caídas. Demasiado calor, aquella plataforma necesitaba ventilación y, los que luchaban contra Imlerith, necesitaban un cinturón de seguridad ante el posible desplome.
Corrí al frente y estiré los brazos comenzando mi desmaterialización. Convirtiéndome así en una estela negra que comenzó a sobrevolar la zona. Tenía que crear una especie de cinturón de viento que pudiera manejar para así amortiguar las caídas. Por ello, me dirigí a los objetivos protegibles.
Así pues, me dirigí a Asher Daregan, en un momento que estaba alejado de Imlerith, alzando Eclipse. Di una vuelta alrededor de él en esta forma para rodearle de la magia y me dirigí al siguiente destino, Demian, con el que hice lo propio. También con Syl. Ellos probablemente ni sabrían que era yo intentando salvarles la vida, pero al menos esperaba me lo reconocieran una vez abajo. Alister podía escapar por su propio pie y a Lyn no pude ir por su maldición. Si veía que Rauko, Xana y los leones se demoraban en huir, también los cogería a ellos.
El último fue Eltrant Tale. Con un trozo de madera clavado en el hombro y espada partida. Cuando lo vi con el báculo de Imlerith clavado en el hombro sabía que todo acabó. Destruir el báculo y desarmar al enemigo suponía la victoria moral. El fin de los jinetes oscuros. Pese a que Elen aún no había puesto la guinda y lo había rematado, pero todos lo sabíamos. Di una vuelta alrededor de la cintura del humano me volví a materializar, parcialmente, sólo de cintura para arriba, para observar al casi derrocado último jinete y mirar, con los ojos brillantes de alegría, aún ignorante de mi sino, y una tímida sonrisa satisfactoria, al dolorido héroe humano que, una vez más, lo había hecho.
-Lo hemos conseguido. – Dije no con euforia, sino esbozando una cálida sonrisa por el objetivo conseguido después de tantos años, tanto sufrimiento personal y problemas por aquel dichoso rubí. Todo iba a acabar. Así, proseguí mi camino en forma de una estela que, ahora, se alzó de nuevo hacia lo alto del firmamento.
Agoté todas mis fuerzas en conjurar las corrientes de aire que harían más liviana la caída, y por el camino me llevé los trocitos de meteorito de Imlerith que cada vez eran más pequeños y débiles, concentrándolos a mi alrededor.
Así, con la gigantesca luna del Oblivion como testigo, me volví a materializar sobre su blanca estela y estiré los brazos al máximo, liberando todo mi éter concentrado para crear la atmósfera de viento ascendente. Y, conmigo, todos los trocitos de fuego y sus estelas comenzaron a salir despedidos en trayectorias parabólicas. Quizás parecieran fuegos de artificio, pero no lo eran.
Quizás cada uno de esos trozos fuera un alma destruida por los jinetes oscuros.
Utilizo la habilidad pasiva medio natural en toda la zona (hab. Nivel 1), que me permite amortiguar posibles caídas y ventilar mi camino del fuego.
También activo desencadenada (hab. Nivel 5) para potenciar la habilidad medio natural desviar algunos fragmentos de roca o meteoritos que impacteny para crear fuegos artificiales que quedan bien para tan épico tema.
Todo ello lo hago desmaterializándome con el tinte de los Boisson (hab. Nivel 4)
Y, al igual que los demás, tomo la senda de la manía.
-Yo también tengo una… familia. – Dije, escuetamente. Desde luego, podía llamar familia a los integrantes de los cazadores. – Y tengo alguien en particular que me espera. A quien creo amar. – Miré al frente, por la ventana, en referencia a Jules. Ni siquiera sabía si se encontraba en el Oblivion. Nos habíamos separado con el torbellino que nos absorbió. Pero estaba segura de que estaba bien. - ¿Sabes, pequeño? Llevo muchos meses fuera de casa, lo primero que haré será pasar el día en una cálida playa de Beltrexus.– Sí. Me imaginaba allí, tumbada en la arena, con un buen vaso de ron añejo en cada mano y dejando que el sol bronceara mi piel.
Luego, pensé en los que aún quedaban arriba. - Pero también hay gente aquí que me importa, así que lo primero que haremos será salvarlos. – Había acabado de recargar las ballestas, les di una vuelta en la mano a cada una y las enfundé en mi cartuchera. Luego me callé. A decir verdad, no sé por qué andaba contándole mi vida a un mocoso de diez años.
Quizás por la desesperación de creer no salir de allí con vida. Al menos quería que alguien supiera lo que sentía. Aunque fuera él. Poco después, confesó haber asesinado al rey de Dundarak. Aquello sí me descolocó más por completo. Pues estaba segura de que iba a traer consecuencias políticas a nivel mundial. Genial. Más problemas que afrontar.
-¿Mataste al rey? – pregunté descolocada. Rigobert era un niñato, pero quizás el regicidio era demasiado castigo incluso para él. – Ni sé ni me importa qué te ha llevado a cometer semejante estupidez. Pero por suerte para ti eres joven, y aún estás a tiempo de tener una vida más saludable que terminar entre rejas o ahorcado en la plaza mayor de Lunargenta. - Y le aparté la vista, para subir. - Plantéatelo, muchacho.
Me alegré de reencontrarme con el resto del equipo arriba. Pero no hubo tiempo para muchas celebraciones. Manteniendo mi discreción, me mantuve la última del grupo. La más alejada de nuestro último y amenazante enemigo, Imlerith, pero también la más próxima del borde del pináculo para ser la primera en advertir cómo el portal por el que habíamos entrado se cerraba.
Imargo no tardó en resumir las conclusiones de aquello. Por momentos, me sentí decepcionada, traicionada. Todas mis ilusiones, que le había relatado al niño regicida, se habían ido por la borda en un suspiro. Aún no me había dado tiempo a convertir aquella impotencia y frustración en la rabia que pagaría para los que me habían condenado a permanecer allí. Me ensimismé durante unos instantes, pensativa y apretando los puños.
Lo pagarían.
Y así permanecí hasta que Valyria con su comentario me hizo volver a la realidad. Aún teníamos un hijo de puta al que hacer frente.
Pero de pronto, bajé la vista. El rubí en mi pecho se convertía en pedazos. Lo tomé y, con él, empecé a perder la visión, estaba perdiendo la consciencia. Si bien no lo llegué a hacer del todo. Oía ruidos a mi alrededor. Mis compañeros peleaban. Tenía que levantarme y ayudarles. Pero no podía moverme.
Cuando volví a abrir los ojos con visión borrosa, vi la cara de la elfa rubia a escasos centímetros, agitándome para intentar hacerme espabilar, y de meterme el contenido de un frasco en la boca. No sé qué narices era, pero acepté sin pensármelo demasiado si con eso conseguía despertarme.
Fuera como fuera, el remedio hizo su efecto y volví a estar operativa de nuevo, tras uno de los pilares de Valyria. Si bien el jinete parecía más o menos controlado después de que Tale rompiera su báculo, los meteoritos que caían contra el pináculo amenazaban con derribar su estructura.
Alguien tenía que asegurar una “caída sostenible”. Y quién mejor que una diva para orquestar un buen punto y final al espectáculo.
-Gracias por tu ayuda. La torre se va a derrumbar. Tienes que salir de aquí. – le dije a Valyria tratando de parecer simpática. ¿Lo había sido?
Dicho esto, salí de detrás del pilar. Había que insuflar éter aéreo en toda la zona para poder evitar las malas caídas. Demasiado calor, aquella plataforma necesitaba ventilación y, los que luchaban contra Imlerith, necesitaban un cinturón de seguridad ante el posible desplome.
Corrí al frente y estiré los brazos comenzando mi desmaterialización. Convirtiéndome así en una estela negra que comenzó a sobrevolar la zona. Tenía que crear una especie de cinturón de viento que pudiera manejar para así amortiguar las caídas. Por ello, me dirigí a los objetivos protegibles.
Así pues, me dirigí a Asher Daregan, en un momento que estaba alejado de Imlerith, alzando Eclipse. Di una vuelta alrededor de él en esta forma para rodearle de la magia y me dirigí al siguiente destino, Demian, con el que hice lo propio. También con Syl. Ellos probablemente ni sabrían que era yo intentando salvarles la vida, pero al menos esperaba me lo reconocieran una vez abajo. Alister podía escapar por su propio pie y a Lyn no pude ir por su maldición. Si veía que Rauko, Xana y los leones se demoraban en huir, también los cogería a ellos.
El último fue Eltrant Tale. Con un trozo de madera clavado en el hombro y espada partida. Cuando lo vi con el báculo de Imlerith clavado en el hombro sabía que todo acabó. Destruir el báculo y desarmar al enemigo suponía la victoria moral. El fin de los jinetes oscuros. Pese a que Elen aún no había puesto la guinda y lo había rematado, pero todos lo sabíamos. Di una vuelta alrededor de la cintura del humano me volví a materializar, parcialmente, sólo de cintura para arriba, para observar al casi derrocado último jinete y mirar, con los ojos brillantes de alegría, aún ignorante de mi sino, y una tímida sonrisa satisfactoria, al dolorido héroe humano que, una vez más, lo había hecho.
-Lo hemos conseguido. – Dije no con euforia, sino esbozando una cálida sonrisa por el objetivo conseguido después de tantos años, tanto sufrimiento personal y problemas por aquel dichoso rubí. Todo iba a acabar. Así, proseguí mi camino en forma de una estela que, ahora, se alzó de nuevo hacia lo alto del firmamento.
Agoté todas mis fuerzas en conjurar las corrientes de aire que harían más liviana la caída, y por el camino me llevé los trocitos de meteorito de Imlerith que cada vez eran más pequeños y débiles, concentrándolos a mi alrededor.
Así, con la gigantesca luna del Oblivion como testigo, me volví a materializar sobre su blanca estela y estiré los brazos al máximo, liberando todo mi éter concentrado para crear la atmósfera de viento ascendente. Y, conmigo, todos los trocitos de fuego y sus estelas comenzaron a salir despedidos en trayectorias parabólicas. Quizás parecieran fuegos de artificio, pero no lo eran.
Quizás cada uno de esos trozos fuera un alma destruida por los jinetes oscuros.
- Aproximación:
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Utilizo la habilidad pasiva medio natural en toda la zona (hab. Nivel 1), que me permite amortiguar posibles caídas y ventilar mi camino del fuego.
También activo desencadenada (hab. Nivel 5) para potenciar la habilidad medio natural desviar algunos fragmentos de roca o meteoritos que impacten
Todo ello lo hago desmaterializándome con el tinte de los Boisson (hab. Nivel 4)
Y, al igual que los demás, tomo la senda de la manía.
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Re: La batalla de Árbol Madre por el destino de Aerandir [Trama Sandorai]
Los eventos que sucedieron al momento de soltar a aquel sujeto fueron bastante confusos, retrocedí para evitar algún contrataque y me vi atrapado en una lluvia de ataques que acabaron por dejarme confundido, aunque al final del día, lograron su cometido espantando a la criatura hacia un portal que casi se le cierra a medio camino partiéndolo en dos.
¡Casi me matan!- Giré mientras volteaba hacia el resto ante lo cerca que había estado todo sin embargo no parecía ser un buen momento para quejarse, o celebrar, o lamentarse, no sabía si estábamos ganando o perdiendo, ni siquiera sabía cómo había terminado metido en todo esto -Definitivamente voy a pedir un aumento- Me dejé caer sobre mis rodillas para descansar hasta que escuché al elfo mencionar desde el balcón que el ojo se había ido.
Aquello desde luego parecía ser una buena noticia, adiós ojo, adiós jinetes, adiós orbe -¡Rayos!- Me levanté de un salto -¿Qué pasó con el orbe?- Recordé entonces que la dragona había bajado a llevarlo con Niniel -¿Lo habrá conseguido?- Pensé mientras caminaba en dirección al balcón pasando cerca del brujo barbudo -Arriba dormilón, esto aún no termina- Vincent no se veía nada bien, pero el tipo era como una cucaracha, aunque lo pisaran mil veces terminaba corriendo saludable como si nada.
No me darán aumento si regreso sin el orbe- Me dije a mí mismo recostado en el balcón mientras miraba hacia abajo en busca de alguna pista y justo una ráfaga brillante en los pisos inferiores me señaló mi próximo destino -Ahí están- Dije con completa certeza porque donde haya gritos, peleas y lucesitas, hay elfos peleando y si hay elfos, seguro estará Niniel.
Miré de reojo a Vincent estrujado en el piso como una lagartija pisoteada y me preocupé un poco -Vamos, es una cucaracha, no una lagartija, ya se levantará- Pensé sin decir nada -Ustedes- Dije al resto de los integrantes del variopinto grupo -Dundarak perdió a una encantadora, si pierde a estos dos miembros, ustedes perderán los suyos- Recomendación, advertencia, un poco de ambas. Sin más emprendí una veloz carrera escaleras abajo, saltando a ratos de un piso a otro para llegar más rápido al origen de aquella misteriosa luz.
Por su intensidad seguro golpeaba bien fuerte, si ese rayo era del oponente, debería tener mucho cuidado, pensé en eso antes de entrar corriendo como pollo sin cabeza y me detuve en el borde de la entrada con la espalda recostada a la misma para conocer el entorno. Reconocí la voz de la dragona y su compañera, si ellas estaban, Niniel también, pero ¿contra qué luchaban?
Afortunadamente una de las dragonas se las ingenió para neutralizar ese ataque cortando la visión del adversario, tenía que ser algún temible hechicero, algún poderoso dragón de luz, algún… -¿Qué está pasando aquí?- Mis ojos se abrieron como platos al ver los fragmentos del orbe dispersos por el piso a los pies de Niniel -¿Pero qué rayos hicieron con mi aumento?- Alcé la voz y de inmediato un rayo de luz impactó contra la barrera de hojas en mi dirección al tiempo que me lanzaba a un lado para esquivar pero las hojas bloquearon el ataque, caí al piso sobre mi trasero esquivando algo que no hacía falta esquivar y una sucesión de conjeturas vinieron a mi mente.
Esa criatura parecía muy poderosa, la barrera mágica no duraría mucho, el orbe estaba destruido por alguna razón, no había tiempo para explicaciones. Miré a la sacerdotisa a los ojos y su mirada me señaló al objetivo, una simple elfa que lanzaba gritos furiosa dentro de la barrera de hojas -Claro- Saqué mis dagas -¿Por qué no?- dirigí la vista a la amenaza mientras le hablaba a Niniel -Pero me debes algunas respuestas eh- Cada que escuchaba algo, la mujer disparaba un rato casi por instinto, un mero impulso y justo eso sería su perdición.
¡Tú! peluche andante- Le dije a la compañera de Niniel -Prepárate para un golpe bajo y veloz- No parecía muy dispuesta a obedecerme pero sí a Niniel, por lo que avanzó un poco y se inclinó ligeramente en posición de acecho. Tomé impulso y corrí hacia ella para saltar sobre su espalda, en su enojo se levantó furiosa y me dio (sin notarlo) un buen impulso para un segundo salto mucho más alto.
Sabiendo que difícilmente sería más veloz que un rayo, el mejor plan en que pude pensar fue entrar por encima de la cúpula de hojas pues no solo tendría menos resistencia sino que además, no lo vería venir -Ya estamos aquí- [1] Usé mi magia de voz para que la voz del capitán Ronaldo se escuchara en la entrada de la sala y causando, desde luego, que la mujer lanzara un rayo en esa dirección y aunque el mismo se estrelló contra la barrera, al menos la podía mantener ocupada -No podrá vencernos a todos- [1] Hice sonar la voz de Vincent a un costado de la sala -Somos más que ella- [1] Sonó la voz de Lucy en otra dirección.
Aquella sucesión de voces que sonaba cada vez desde más lugares me dieron suficiente tiempo para caer a gran velocidad sobre aquella misteriosa elfa cuya mirada me causaba incluso más intimidación que el jinete de antes. Mientras disparaba por instinto hacia las voces señuelo logré acercarme lo suficiente pero finalmente logró reaccionar, sacó su espada y la usó como escudo para repeler el ataque de mis dagas.
Giré sobre ella y con una voltereta caí a su espalda, giré veloz con una de mis dagas apuntando a su pecho pero la misma se encontró con el filo de su espada. Sonrió satisfecha y le regresé la misma sonrisa pues mi segunda daga se dirigía a su cuello donde alcanzó a dibujar una herida.
Aquella osada acción encendió de ira sus ojos y generó una especie de burbuja de luz que me repelió causando quemaduras en mis brazos que me habían servido de escudo y dejándome sin ver nada más que luces y manchas. Salí despedido unos cuantos metros hacia atrás y terminé desparramado en el piso. -Caíste- Dije, escupí un poco de sangre y me retorcí de dolor mientras dejaba esbozar una ligera sonrisa pues mi objetivo nunca había sido matarla como tal vez ella pensaba. Y ahora se encontraba ingenuamente de espaldas al punto donde antes había dejado a Catherine que seguramente sabría aprovechar la distracción.
[1] Uso mi Nivel 6: El que acecha en el Umbral. para hacer que la elfa piense que han llegado más personas a la sala y mantenerla distraída.¡Casi me matan!- Giré mientras volteaba hacia el resto ante lo cerca que había estado todo sin embargo no parecía ser un buen momento para quejarse, o celebrar, o lamentarse, no sabía si estábamos ganando o perdiendo, ni siquiera sabía cómo había terminado metido en todo esto -Definitivamente voy a pedir un aumento- Me dejé caer sobre mis rodillas para descansar hasta que escuché al elfo mencionar desde el balcón que el ojo se había ido.
Aquello desde luego parecía ser una buena noticia, adiós ojo, adiós jinetes, adiós orbe -¡Rayos!- Me levanté de un salto -¿Qué pasó con el orbe?- Recordé entonces que la dragona había bajado a llevarlo con Niniel -¿Lo habrá conseguido?- Pensé mientras caminaba en dirección al balcón pasando cerca del brujo barbudo -Arriba dormilón, esto aún no termina- Vincent no se veía nada bien, pero el tipo era como una cucaracha, aunque lo pisaran mil veces terminaba corriendo saludable como si nada.
No me darán aumento si regreso sin el orbe- Me dije a mí mismo recostado en el balcón mientras miraba hacia abajo en busca de alguna pista y justo una ráfaga brillante en los pisos inferiores me señaló mi próximo destino -Ahí están- Dije con completa certeza porque donde haya gritos, peleas y lucesitas, hay elfos peleando y si hay elfos, seguro estará Niniel.
Miré de reojo a Vincent estrujado en el piso como una lagartija pisoteada y me preocupé un poco -Vamos, es una cucaracha, no una lagartija, ya se levantará- Pensé sin decir nada -Ustedes- Dije al resto de los integrantes del variopinto grupo -Dundarak perdió a una encantadora, si pierde a estos dos miembros, ustedes perderán los suyos- Recomendación, advertencia, un poco de ambas. Sin más emprendí una veloz carrera escaleras abajo, saltando a ratos de un piso a otro para llegar más rápido al origen de aquella misteriosa luz.
Por su intensidad seguro golpeaba bien fuerte, si ese rayo era del oponente, debería tener mucho cuidado, pensé en eso antes de entrar corriendo como pollo sin cabeza y me detuve en el borde de la entrada con la espalda recostada a la misma para conocer el entorno. Reconocí la voz de la dragona y su compañera, si ellas estaban, Niniel también, pero ¿contra qué luchaban?
Afortunadamente una de las dragonas se las ingenió para neutralizar ese ataque cortando la visión del adversario, tenía que ser algún temible hechicero, algún poderoso dragón de luz, algún… -¿Qué está pasando aquí?- Mis ojos se abrieron como platos al ver los fragmentos del orbe dispersos por el piso a los pies de Niniel -¿Pero qué rayos hicieron con mi aumento?- Alcé la voz y de inmediato un rayo de luz impactó contra la barrera de hojas en mi dirección al tiempo que me lanzaba a un lado para esquivar pero las hojas bloquearon el ataque, caí al piso sobre mi trasero esquivando algo que no hacía falta esquivar y una sucesión de conjeturas vinieron a mi mente.
Esa criatura parecía muy poderosa, la barrera mágica no duraría mucho, el orbe estaba destruido por alguna razón, no había tiempo para explicaciones. Miré a la sacerdotisa a los ojos y su mirada me señaló al objetivo, una simple elfa que lanzaba gritos furiosa dentro de la barrera de hojas -Claro- Saqué mis dagas -¿Por qué no?- dirigí la vista a la amenaza mientras le hablaba a Niniel -Pero me debes algunas respuestas eh- Cada que escuchaba algo, la mujer disparaba un rato casi por instinto, un mero impulso y justo eso sería su perdición.
¡Tú! peluche andante- Le dije a la compañera de Niniel -Prepárate para un golpe bajo y veloz- No parecía muy dispuesta a obedecerme pero sí a Niniel, por lo que avanzó un poco y se inclinó ligeramente en posición de acecho. Tomé impulso y corrí hacia ella para saltar sobre su espalda, en su enojo se levantó furiosa y me dio (sin notarlo) un buen impulso para un segundo salto mucho más alto.
Sabiendo que difícilmente sería más veloz que un rayo, el mejor plan en que pude pensar fue entrar por encima de la cúpula de hojas pues no solo tendría menos resistencia sino que además, no lo vería venir -Ya estamos aquí- [1] Usé mi magia de voz para que la voz del capitán Ronaldo se escuchara en la entrada de la sala y causando, desde luego, que la mujer lanzara un rayo en esa dirección y aunque el mismo se estrelló contra la barrera, al menos la podía mantener ocupada -No podrá vencernos a todos- [1] Hice sonar la voz de Vincent a un costado de la sala -Somos más que ella- [1] Sonó la voz de Lucy en otra dirección.
Aquella sucesión de voces que sonaba cada vez desde más lugares me dieron suficiente tiempo para caer a gran velocidad sobre aquella misteriosa elfa cuya mirada me causaba incluso más intimidación que el jinete de antes. Mientras disparaba por instinto hacia las voces señuelo logré acercarme lo suficiente pero finalmente logró reaccionar, sacó su espada y la usó como escudo para repeler el ataque de mis dagas.
Giré sobre ella y con una voltereta caí a su espalda, giré veloz con una de mis dagas apuntando a su pecho pero la misma se encontró con el filo de su espada. Sonrió satisfecha y le regresé la misma sonrisa pues mi segunda daga se dirigía a su cuello donde alcanzó a dibujar una herida.
Aquella osada acción encendió de ira sus ojos y generó una especie de burbuja de luz que me repelió causando quemaduras en mis brazos que me habían servido de escudo y dejándome sin ver nada más que luces y manchas. Salí despedido unos cuantos metros hacia atrás y terminé desparramado en el piso. -Caíste- Dije, escupí un poco de sangre y me retorcí de dolor mientras dejaba esbozar una ligera sonrisa pues mi objetivo nunca había sido matarla como tal vez ella pensaba. Y ahora se encontraba ingenuamente de espaldas al punto donde antes había dejado a Catherine que seguramente sabría aprovechar la distracción.
[x] He usado mi turno para atacar y al mismo tiempo he servido de distracción para que la jefaza pueda ser atacada por la espalda por alguien muy veloz y con mucho pelo... Y quien pueda llegar a tiempo antes que me termine de calcinar.
Bio
Aerandiano de honor
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Re: La batalla de Árbol Madre por el destino de Aerandir [Trama Sandorai]
Lucy había recobrado el color en sus mejillas para cuando la habitación se tintó de victoria. Lo cierto es que todo paso lo suficientemente rápido como para pasar desapercibido y a la vez fue lo suficientemente certero como para ser certero. Vio como Anders y el vampiro se encargaron de escribir el final del lider jinete y un Vincent valeroso le dio la estocada final que lo partio en dos, como si de un plan organizado se tratase. .
Pero no tuvieron tiempo alguno de disfrutar de esa sensación de alivio que traia consigo un trabajo bien hecho. Los vientos de peligro traídos por ciertos mensajeros y algún que otro susurro auguraban el siguiente movimiento de los presentes en la sala. Dos lugares distintos en los que estar. Eilydh permanecía invisble y Lucy se escapó de sus manos siguiendo al vampiro como si de una reacción en cadena se tratase.
A su lado, l;a bruja que la había acompañado desde el principio de aquella rocambolesca historia en el árbol parecía haber oido lo mismo que ella. Y Eilydh se arrepintió de aún estar en aquel estado a medida que se levantaba del suelo.
-Isil brille en tu cielo hasta que nos encontremos de nuevo- dijo en un susurro en un élfico perfecto y un susurro que si bien era para desearle buena suerte a Reike, más parecía para insuflarse valor a ella misma.
Caminó varios pasos y buscó con la mirada a Anders. Llevó su mano al collar de escarcha que el elfo le había dado de manera valerosa sin llegar a tocarlo, simplemente dejándo que los recuerdos se acumulasen en él por un segundo. Anders no lo sabía pero Eilydh acababa de contraer una deuda con el elfo y estaba segura que en algún otro momento ambos se encontrarían para que le devolviese ese mismo collar. Quizás rodeados de menos destrucción y guerra.
Antes de salir de la sala le dedicó una mirada a Vincent y la capa que ahora parecía ser un trapo más. Él estaría bien, pensó. Siempre lo estaba. Y salió de la sala.
El caso resuelto que dejó atrás en el consejo se entremezcló con el incipiente a medida que avanzaba escaleras abajo hasta las raices. Los elfos que aún quedaban vivos subían y bajaban llevando y trayendo materiales para empezar a reconstruir la parte del árbol rota además de aquellos que Galatrea necesitaba para curar a los enfermos, una planta bajo ella. Los mismos portadores no parecían lo suficientemente sanos como para realizar labores que ocupasen mucho esfuerzo, la mayoría de ellos aún cicatrizando heridas aquí y allá y con las vestimentas rotas, quemadas o sin ellas. Eilydh los esquivó mientras bajaba, como si fuese a contracorriente.
El mensaje que le habían mandado acerca de lo que pasaba en el resto del árbol no era claro. Como si se tratase de una manera malévola de distorsionar la realidad. Eilydh no entendía exactamente las implicaciones de la destrucción de ese orbe, y esperó que eso significase que los que estaban en el oblivion habían corrido la suerte necesaria para destruir al resto de los jinetes y volver a Aerandir tan solo a romper ese orbe/portal.
Sanos y salvos.- pensó.
No tenía tiempo de inundar su cabeza con aquello pensamientos. La única razón por la que había vuelto a pisar aquella tierra inhóspita se quemaba bajo sus pies: Eilydh no tenía tiempo de lidiar con redecillas de las que no conocía los detalles. Necesitaba salvar su árbol del fuego que...
Se chocó con uno de los elfos que apresurado cargaba algún que otro instrumento a la copa. Parte de la carga de lo que subía cayó a sus pies y el elfo se apresuró a avanzar sin mirar que era aquello que había dejado caer. Eilydh agarró las cuerdas y un martillo apresurándose a dárselos de nuevo. Casi olvidándose que seguía invisible, para cuando se giró el elfo se había ido, y en su lugar, un huargo apareció a las puertas de las raíces, causando el pánico entre los que intentaban contenerlo. Eilydh se apresuró a hacer un pequeño nudo a la cuerda y la lanzó al huargo ensartándolo con ella y tirándo de él lo suficiente como para detener su carrera mientras ella se acercaba.
Pudo ver como sus manos comenzaban a ser visibles y a medida que eso sucedía, varios elfos se apresuraron a ayudarla a retener al huargo tirándo también de la cuerda. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, Eilydh desfundó a Karma y esta se iluminó de manera sutil, en su hoja blanquecina [1] Dio un corte limpio que atravesó al huargo haciendo que cayese al suelo.
Quizás aquella cuerda podrían serle útil. La examinó por un instante y se dio cuenta de que estaba realizada por manos elfas, sin duda lo suficientemente resistente como para soportar el peso de las casas flotantes en las que vivían la mayoría de los elfos alrededor del árbol. Estaba segura que resistiría a tirones de huargos.
Lo desamarró y se quedó con el resto de la cuerda.
La figura de dos mujeres y... Uriel la sorprendió en las raices. Eilydh había conocido al vampiro no hacía mucho y el hecho de encontrarlo solo ante aquel... desastre despertó en ella un miedo que no entendió bien de dónde provenía. Aunque la visión de más de aquellos huargos intentando escapar y destrozar las raíces hizo que aquella sensación se esfumase rápido. Uno de aquellos perros la intentó embestir, por lo que Eilydh movió a Karma de nuevo con certeza para clavarla en uno de los costados de la criatura que la embistió de nuevo antes de desplomarla. Eilydh se llevó la mano al brazo herido, dolorida.
Eran demasiados huargos, era imposible acabar con de uno en uno antes de que las raíces no pereciesen. A menos que.. Eilydh jamás había anudado cuerdas de manera tan rápida. Su destreza era considerable teniendo en cuenta la temporada que pasó en alta mar y las instrucciones del exquisito Matthew Owens con respecto a sus nudos marineros para el barco que nunca llegaría a ver en alta mar... pero aún así aquello era otro nivel.
Se aseguró de que la resistencia de los mismos fuese lo suficiente como para resistir a aquellos perros y comenzó a cazaros a medida que se acercaban a ella. Aquello, por supuesto no fue tarea fácil y la elfa acabó con algún otro bocado que fueron demasiado rápido para acabar en la hoja de Karma como la mayoría hacía.El ambiente empezaba a caldearse y le fue difícil no pensar si iba a tener tiempo de alcanzarlos a todos cuando notó que una de las figuras femeninas comenzaba a ayudarla haciendo justo lo que ella misma hacía. Ambas caían de cuando en cuando tiradas por los perros pero a medida que tenían más y más enredados en aquella cuerda, la tensión de los animales tirando hacia distintos lados mantenía a los otros sin poder moverse mucho.
Cuando acabaron, Eilydh se volvió hasta la desconocida y le sonrió, cansada, magullada y con el corazón latiéndole fuerte.
-Creo que tenemos futuro como paseadoras de animales peligrosos si no morimos en este primer intento- dijo mientras estiraba de la cuerda, notándola bastante más pesada y... llena de agua. Seguro efecto de la mujer que la ayudaba. Corría tras el último de los huargos sin llegar a creerse que una bruja estuviese a punto de ayudarla a salvar su árbol. Hirió al huargo con su espada para evitar que le mordiese, como había hecho con los demás y consiguió finalmente atarlo con la cuerda y tensar hasta que todos los perros hiciesen presión y mantuviesen sus fuerzas concentradas para que los nudos se hiciesen más resistentes con ello.
La chica que la ayudó le pasó entonces un collar parecido al que Anders le había dado. Eilydh la miró como sorprendida, Al parecer aquella mujer tenía un plan. Lo ató al centro de aquella cuerda, mientras ambas hacían tensión reteniendo a los huargos.
Tomó aire durante un segundo, como preparándose para soltar aquello que mantenía a los perros unidos. Miró a su recién conocida mejor amiga, por todo lo que acababan de componer juntas. Tenía una ligera idea de lo que iba a hacer aquella mujer así que le sonrió, con una sonrisa que más bien anticipaba el caos.
-¿Quién soltó a los perros?- dijo abriendo su mano a la vez que lo hacía Nahir.
----Pero no tuvieron tiempo alguno de disfrutar de esa sensación de alivio que traia consigo un trabajo bien hecho. Los vientos de peligro traídos por ciertos mensajeros y algún que otro susurro auguraban el siguiente movimiento de los presentes en la sala. Dos lugares distintos en los que estar. Eilydh permanecía invisble y Lucy se escapó de sus manos siguiendo al vampiro como si de una reacción en cadena se tratase.
A su lado, l;a bruja que la había acompañado desde el principio de aquella rocambolesca historia en el árbol parecía haber oido lo mismo que ella. Y Eilydh se arrepintió de aún estar en aquel estado a medida que se levantaba del suelo.
-Isil brille en tu cielo hasta que nos encontremos de nuevo- dijo en un susurro en un élfico perfecto y un susurro que si bien era para desearle buena suerte a Reike, más parecía para insuflarse valor a ella misma.
Caminó varios pasos y buscó con la mirada a Anders. Llevó su mano al collar de escarcha que el elfo le había dado de manera valerosa sin llegar a tocarlo, simplemente dejándo que los recuerdos se acumulasen en él por un segundo. Anders no lo sabía pero Eilydh acababa de contraer una deuda con el elfo y estaba segura que en algún otro momento ambos se encontrarían para que le devolviese ese mismo collar. Quizás rodeados de menos destrucción y guerra.
Antes de salir de la sala le dedicó una mirada a Vincent y la capa que ahora parecía ser un trapo más. Él estaría bien, pensó. Siempre lo estaba. Y salió de la sala.
El caso resuelto que dejó atrás en el consejo se entremezcló con el incipiente a medida que avanzaba escaleras abajo hasta las raices. Los elfos que aún quedaban vivos subían y bajaban llevando y trayendo materiales para empezar a reconstruir la parte del árbol rota además de aquellos que Galatrea necesitaba para curar a los enfermos, una planta bajo ella. Los mismos portadores no parecían lo suficientemente sanos como para realizar labores que ocupasen mucho esfuerzo, la mayoría de ellos aún cicatrizando heridas aquí y allá y con las vestimentas rotas, quemadas o sin ellas. Eilydh los esquivó mientras bajaba, como si fuese a contracorriente.
El mensaje que le habían mandado acerca de lo que pasaba en el resto del árbol no era claro. Como si se tratase de una manera malévola de distorsionar la realidad. Eilydh no entendía exactamente las implicaciones de la destrucción de ese orbe, y esperó que eso significase que los que estaban en el oblivion habían corrido la suerte necesaria para destruir al resto de los jinetes y volver a Aerandir tan solo a romper ese orbe/portal.
Sanos y salvos.- pensó.
No tenía tiempo de inundar su cabeza con aquello pensamientos. La única razón por la que había vuelto a pisar aquella tierra inhóspita se quemaba bajo sus pies: Eilydh no tenía tiempo de lidiar con redecillas de las que no conocía los detalles. Necesitaba salvar su árbol del fuego que...
Se chocó con uno de los elfos que apresurado cargaba algún que otro instrumento a la copa. Parte de la carga de lo que subía cayó a sus pies y el elfo se apresuró a avanzar sin mirar que era aquello que había dejado caer. Eilydh agarró las cuerdas y un martillo apresurándose a dárselos de nuevo. Casi olvidándose que seguía invisible, para cuando se giró el elfo se había ido, y en su lugar, un huargo apareció a las puertas de las raíces, causando el pánico entre los que intentaban contenerlo. Eilydh se apresuró a hacer un pequeño nudo a la cuerda y la lanzó al huargo ensartándolo con ella y tirándo de él lo suficiente como para detener su carrera mientras ella se acercaba.
Pudo ver como sus manos comenzaban a ser visibles y a medida que eso sucedía, varios elfos se apresuraron a ayudarla a retener al huargo tirándo también de la cuerda. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, Eilydh desfundó a Karma y esta se iluminó de manera sutil, en su hoja blanquecina [1] Dio un corte limpio que atravesó al huargo haciendo que cayese al suelo.
Quizás aquella cuerda podrían serle útil. La examinó por un instante y se dio cuenta de que estaba realizada por manos elfas, sin duda lo suficientemente resistente como para soportar el peso de las casas flotantes en las que vivían la mayoría de los elfos alrededor del árbol. Estaba segura que resistiría a tirones de huargos.
Lo desamarró y se quedó con el resto de la cuerda.
La figura de dos mujeres y... Uriel la sorprendió en las raices. Eilydh había conocido al vampiro no hacía mucho y el hecho de encontrarlo solo ante aquel... desastre despertó en ella un miedo que no entendió bien de dónde provenía. Aunque la visión de más de aquellos huargos intentando escapar y destrozar las raíces hizo que aquella sensación se esfumase rápido. Uno de aquellos perros la intentó embestir, por lo que Eilydh movió a Karma de nuevo con certeza para clavarla en uno de los costados de la criatura que la embistió de nuevo antes de desplomarla. Eilydh se llevó la mano al brazo herido, dolorida.
Eran demasiados huargos, era imposible acabar con de uno en uno antes de que las raíces no pereciesen. A menos que.. Eilydh jamás había anudado cuerdas de manera tan rápida. Su destreza era considerable teniendo en cuenta la temporada que pasó en alta mar y las instrucciones del exquisito Matthew Owens con respecto a sus nudos marineros para el barco que nunca llegaría a ver en alta mar... pero aún así aquello era otro nivel.
Se aseguró de que la resistencia de los mismos fuese lo suficiente como para resistir a aquellos perros y comenzó a cazaros a medida que se acercaban a ella. Aquello, por supuesto no fue tarea fácil y la elfa acabó con algún otro bocado que fueron demasiado rápido para acabar en la hoja de Karma como la mayoría hacía.El ambiente empezaba a caldearse y le fue difícil no pensar si iba a tener tiempo de alcanzarlos a todos cuando notó que una de las figuras femeninas comenzaba a ayudarla haciendo justo lo que ella misma hacía. Ambas caían de cuando en cuando tiradas por los perros pero a medida que tenían más y más enredados en aquella cuerda, la tensión de los animales tirando hacia distintos lados mantenía a los otros sin poder moverse mucho.
Cuando acabaron, Eilydh se volvió hasta la desconocida y le sonrió, cansada, magullada y con el corazón latiéndole fuerte.
-Creo que tenemos futuro como paseadoras de animales peligrosos si no morimos en este primer intento- dijo mientras estiraba de la cuerda, notándola bastante más pesada y... llena de agua. Seguro efecto de la mujer que la ayudaba. Corría tras el último de los huargos sin llegar a creerse que una bruja estuviese a punto de ayudarla a salvar su árbol. Hirió al huargo con su espada para evitar que le mordiese, como había hecho con los demás y consiguió finalmente atarlo con la cuerda y tensar hasta que todos los perros hiciesen presión y mantuviesen sus fuerzas concentradas para que los nudos se hiciesen más resistentes con ello.
La chica que la ayudó le pasó entonces un collar parecido al que Anders le había dado. Eilydh la miró como sorprendida, Al parecer aquella mujer tenía un plan. Lo ató al centro de aquella cuerda, mientras ambas hacían tensión reteniendo a los huargos.
Tomó aire durante un segundo, como preparándose para soltar aquello que mantenía a los perros unidos. Miró a su recién conocida mejor amiga, por todo lo que acababan de componer juntas. Tenía una ligera idea de lo que iba a hacer aquella mujer así que le sonrió, con una sonrisa que más bien anticipaba el caos.
-¿Quién soltó a los perros?- dijo abriendo su mano a la vez que lo hacía Nahir.
off:
[1] Maldición de Sandorai: (Activable): Eilydh embute sus armas con magia de luz, ofreciéndolas de un daño adicional mágico moderado.Visualmente, el arma emite un brillo azulado al activar esta habilidad. Las heridas causadas por este arma a los huargos es más difíciles de tratar.
En resumen, Nahir y Eilydh sacan a los huargos a pasear con unas cuerditas impregnadas con agua ( esto se explicará en el post de Nahir) y van a usar el collar para bueno... BOOM.
Eilydh
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