Luces y sombras. [privado- Matthew Owens] [Finalizado}
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Luces y sombras. [privado- Matthew Owens] [Finalizado}
Había empezado a atardecer en ciudad lagarto. Las personas que ultimaban las compras en el mercado del centro de la ciudad apenas tendrían si acaso dos o tres horas antes de que el sol se ocultase por completo.Alguno de los tenderetes habían decidido cerrar temprano aprovechando que anochecía un poco antes y el frío evitaba que la clientela tardía fuese poca.
La sombra de dos de las prostitutas que aguardaban ansiosas frente el prostíbulo de Matthew Owens se ocultaban entre el caminar ansioso de los últimos niños que quedaban aún mendigando en la calle. Aquellas mujeres sabían que aquella era la hora perfecta para que sus quehaceres fuesen fructíferos: a cualquier marido le resultaba más fácil fingir que el jefe de obras los había entretenido, o que la faena diaria de había alargado en vez de poner una excusa inmediata en la noche o una vez ya en la calidez de sus hogares.
Estas dos mujeres en particular parecían más preocupadas por las sombras que se entreveían en las cortinas de una de las habitaciones de la planta alta del prostíbulo que por los tres marineros que llevaban una hora de alcohol en el cuerpo y se le acercaban con casi la misma lujuria que Matthew Owens miraba a EIlydh en la habitación sobre la que Lydia posaba sus ojos.
-Me pregunto si esa elfa tiene oro en las orejas o guardado bajo las faldas. Sino...no entiendo como ha conseguido robar a Owens durante toda la tarde- dijo la mujer mientras uno de los marineros finalmente se acercaba a ella y le agarraba el trasero mientras los otros lo animaban riendo a carcajadas.
La mujer se mostró molesta ante la interrupción de aquel hombre pero respondió con fiereza agarrándolo por la camisa y adentrándose en la posada que ambas parecían guardar.No tardó mucho en salir de ella,sin embargo, con la misma expresión de molestia que había entrado, pero algo más desaliñada, arreglándose el escote y guardando algunas monedas ahí donde se perdieron sus manos. La seguía el marinero, rápido y algo abochornado: no se despidió al salir, pero aquello no pareció sorprender a Lydia que se volvió a la otra prostituta y le sin siquiera saludarla:
- Espero que al menos Owens sepa satisfacerla... he oído que las elfas son un tanto... especiales en la alcoba...- dijo y le dió un codazo a su compañera que empezó a reír a carcajadas mientras se ajustaba el corset mientras el marinero que había pasado tiempo con Lydia se reunía con sus compañeros. Éstos últimos le dieron una palmadita en la espalda una vez que los alcanzó a lo que el hombre respondió poniéndose algo rojo y caminando más rápido.
[...]
Eilydh quería beber de aquel veneno. La elfa deseaba de sobremanera dejar de pensar por unas horas, sucumbir a aquello que el hombre le ofrecía, disfrutar de aquella alocada decisión mientras tuviese la posibilidad que Owens le brindaba y arrepentirse al día siguiente de todo. Al fin y al cabo, hacía tanto que no se lo permitía...
Se levantó de la cama y se acercó al hombre descamisado, con el cabello cayendo hasta su espalda. Dibujó con su dedo índice la línea de las clavículas mientras miraba con lujuria el contenido de la copa que él le ofrecía...se recordó no sin esfuerzo aquello por lo que estaba allí y finalmente, la rechazó apartándola un poco.
Sabía que era lo único por lo que no se odiaría si se arrepentía a la mañana siguiente, y el contenido de su frasco ya incrementaba el riesgo de que se desnudase ante el hombre lo suficientemente. Quizás no de la manera que el cuerpo de Matt deseaba en aquel momento, pero sin duda de una manera más peligrosa.
Mucho más.
-Digamos que me gustaría más verte sin corazas que sin ropa.- dijo la elfa en el oído de Matt-- Así que te propongo un juego: una pregunta:si la respondes te regalo la respuesta a una que tú me hagas. Si no la respondes... entonces- se llevó el dedo a los labios pensativa mientras se sentaba en un cojín enorme cerca de la cama- - Entonces empezaré a poner mi nombre en lugares clave de CIudad lagarto... se que las vas a responder con sinceridad, estoy segura de que el veneno que hemos bebido funciona bien. Sino no estaría tan contenta de verte sin camisa... Tu puedes escoger lo que quieres que haga si decido no responder a una de las tuyas-
La elfa tiró levemente de la mano de Matt para que se sentase frente a ella. La mente de la elfa parecía querer ir más deprisa que el propio movimiento de ambos en la sala y antes de que el hombre se hubiese sentado Eilydh ya lo había acuchillado de tres maneras distintas.
La elfa agradeció que el hombre no pudiese leerle la mente sin que ella la hablase primero. No le agradaba particularmente la idea de matar a Matt Owens: había invertido demasiado tiempo en conocerlo y aún le intrigaba lo suficiente como para suponer que podía ayudarla de alguna manera. Pero no podía obviar el hecho de que hacía mucho que un hombre no mostraba aquella... respuesta ante ella. Y no esque no le atrajese como mujer...era simplemente que la última de aquellas veces había acabado con cierta marca en su espalda... y el recuerdo del hombre al que le había provocado aquella reacción aún le provocaba pesadillas.
Sonrió al hombre mientras este tomaba asiento.
--¿Verdaderamente quieres que te trate como a una de tus prostitutas y te deje cansado y con el corazón roto al salir?¿o prefieres que aprovechemos mejor tu tiempo y te desnude de maneras que nadie antes lo ha hecho..? Estoy segura que así ambos disfrutaremos por igual...-dijo aquello sin pensarlo demasiado,
Sin quererlo dejó ver un retazo gris en su gesto que apenas duró unos segundos. Le sorprendió que hubiese dejado ver más de lo que en otro momento hubiese hecho y como apenas luchó por controlar sus palabras. Aquello le recordó que ella también había bebido de su poción y que no podía mostrarse ganadora en una batalla en la que casi tenía lo mismo que perder que Owens.
También cabía la posibilidad que aquella reacción fuese la última piedra al aire que Matt lanzaba para protegerse de cualquier intento que la elfa hiciese de apartar al personaje y conocer a la persona. Aquello no la sorprendería demasiado, pues ella misma había estado a punto de sucumbir a su furia interna y violencia hacía tan solo unos segundos, quizás, como el hombre de manera instintiva.
Si era así ambos se temían casi como se deseaban. No con la lujuria que se desean dos amantes, no... el deseo de saberse un aliciente y un impedimento a la vez. El tipo de deseo que vuelve loco a un hombre poco cuerdo y enfurece a una elfa dolida con el mundo.
——
Continuación de un día en mi mundo.
La sombra de dos de las prostitutas que aguardaban ansiosas frente el prostíbulo de Matthew Owens se ocultaban entre el caminar ansioso de los últimos niños que quedaban aún mendigando en la calle. Aquellas mujeres sabían que aquella era la hora perfecta para que sus quehaceres fuesen fructíferos: a cualquier marido le resultaba más fácil fingir que el jefe de obras los había entretenido, o que la faena diaria de había alargado en vez de poner una excusa inmediata en la noche o una vez ya en la calidez de sus hogares.
Estas dos mujeres en particular parecían más preocupadas por las sombras que se entreveían en las cortinas de una de las habitaciones de la planta alta del prostíbulo que por los tres marineros que llevaban una hora de alcohol en el cuerpo y se le acercaban con casi la misma lujuria que Matthew Owens miraba a EIlydh en la habitación sobre la que Lydia posaba sus ojos.
-Me pregunto si esa elfa tiene oro en las orejas o guardado bajo las faldas. Sino...no entiendo como ha conseguido robar a Owens durante toda la tarde- dijo la mujer mientras uno de los marineros finalmente se acercaba a ella y le agarraba el trasero mientras los otros lo animaban riendo a carcajadas.
La mujer se mostró molesta ante la interrupción de aquel hombre pero respondió con fiereza agarrándolo por la camisa y adentrándose en la posada que ambas parecían guardar.No tardó mucho en salir de ella,sin embargo, con la misma expresión de molestia que había entrado, pero algo más desaliñada, arreglándose el escote y guardando algunas monedas ahí donde se perdieron sus manos. La seguía el marinero, rápido y algo abochornado: no se despidió al salir, pero aquello no pareció sorprender a Lydia que se volvió a la otra prostituta y le sin siquiera saludarla:
- Espero que al menos Owens sepa satisfacerla... he oído que las elfas son un tanto... especiales en la alcoba...- dijo y le dió un codazo a su compañera que empezó a reír a carcajadas mientras se ajustaba el corset mientras el marinero que había pasado tiempo con Lydia se reunía con sus compañeros. Éstos últimos le dieron una palmadita en la espalda una vez que los alcanzó a lo que el hombre respondió poniéndose algo rojo y caminando más rápido.
[...]
Eilydh quería beber de aquel veneno. La elfa deseaba de sobremanera dejar de pensar por unas horas, sucumbir a aquello que el hombre le ofrecía, disfrutar de aquella alocada decisión mientras tuviese la posibilidad que Owens le brindaba y arrepentirse al día siguiente de todo. Al fin y al cabo, hacía tanto que no se lo permitía...
Se levantó de la cama y se acercó al hombre descamisado, con el cabello cayendo hasta su espalda. Dibujó con su dedo índice la línea de las clavículas mientras miraba con lujuria el contenido de la copa que él le ofrecía...se recordó no sin esfuerzo aquello por lo que estaba allí y finalmente, la rechazó apartándola un poco.
Sabía que era lo único por lo que no se odiaría si se arrepentía a la mañana siguiente, y el contenido de su frasco ya incrementaba el riesgo de que se desnudase ante el hombre lo suficientemente. Quizás no de la manera que el cuerpo de Matt deseaba en aquel momento, pero sin duda de una manera más peligrosa.
Mucho más.
-Digamos que me gustaría más verte sin corazas que sin ropa.- dijo la elfa en el oído de Matt-- Así que te propongo un juego: una pregunta:si la respondes te regalo la respuesta a una que tú me hagas. Si no la respondes... entonces- se llevó el dedo a los labios pensativa mientras se sentaba en un cojín enorme cerca de la cama- - Entonces empezaré a poner mi nombre en lugares clave de CIudad lagarto... se que las vas a responder con sinceridad, estoy segura de que el veneno que hemos bebido funciona bien. Sino no estaría tan contenta de verte sin camisa... Tu puedes escoger lo que quieres que haga si decido no responder a una de las tuyas-
La elfa tiró levemente de la mano de Matt para que se sentase frente a ella. La mente de la elfa parecía querer ir más deprisa que el propio movimiento de ambos en la sala y antes de que el hombre se hubiese sentado Eilydh ya lo había acuchillado de tres maneras distintas.
La elfa agradeció que el hombre no pudiese leerle la mente sin que ella la hablase primero. No le agradaba particularmente la idea de matar a Matt Owens: había invertido demasiado tiempo en conocerlo y aún le intrigaba lo suficiente como para suponer que podía ayudarla de alguna manera. Pero no podía obviar el hecho de que hacía mucho que un hombre no mostraba aquella... respuesta ante ella. Y no esque no le atrajese como mujer...era simplemente que la última de aquellas veces había acabado con cierta marca en su espalda... y el recuerdo del hombre al que le había provocado aquella reacción aún le provocaba pesadillas.
Sonrió al hombre mientras este tomaba asiento.
--¿Verdaderamente quieres que te trate como a una de tus prostitutas y te deje cansado y con el corazón roto al salir?¿o prefieres que aprovechemos mejor tu tiempo y te desnude de maneras que nadie antes lo ha hecho..? Estoy segura que así ambos disfrutaremos por igual...-dijo aquello sin pensarlo demasiado,
Sin quererlo dejó ver un retazo gris en su gesto que apenas duró unos segundos. Le sorprendió que hubiese dejado ver más de lo que en otro momento hubiese hecho y como apenas luchó por controlar sus palabras. Aquello le recordó que ella también había bebido de su poción y que no podía mostrarse ganadora en una batalla en la que casi tenía lo mismo que perder que Owens.
También cabía la posibilidad que aquella reacción fuese la última piedra al aire que Matt lanzaba para protegerse de cualquier intento que la elfa hiciese de apartar al personaje y conocer a la persona. Aquello no la sorprendería demasiado, pues ella misma había estado a punto de sucumbir a su furia interna y violencia hacía tan solo unos segundos, quizás, como el hombre de manera instintiva.
Si era así ambos se temían casi como se deseaban. No con la lujuria que se desean dos amantes, no... el deseo de saberse un aliciente y un impedimento a la vez. El tipo de deseo que vuelve loco a un hombre poco cuerdo y enfurece a una elfa dolida con el mundo.
——
Continuación de un día en mi mundo.
Última edición por Eilydh el Miér Feb 12 2020, 22:21, editado 1 vez
Eilydh
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Re: Luces y sombras. [privado- Matthew Owens] [Finalizado}
Le gustaba el ambiente que se generaba en la tienda, probablemente la mayoría de las personas no sabían todo el esfuerzo que Matthew había puesto para poder generar ese tipo de comodidad. No era simplemente un prostíbulo, era un fiel reflejo de una de las facetas del Estafador, el color de las telas, los pisos con alfombra, la decoración extravagante, el aroma a incienso, todo llevaba a las personas a que lentamente se relajaran y se dejaran llevar.
Luego de su casa, ese debía ser el sitio dónde más cómodo se sentía.
-Como te dije, no es un problema para mi el decir la verdad, son las personas quienes no quiere oírla - Como la Elfa había rechazado la copa, fue Matthew el que se la tomó de un solo trago. Con la mano liberada, pudo terminar de sacarse la camisa y la arrojó a un costado como si fuera una cosa molesta y sin importancia - ¿Pondrás tu nombre? ¿Cual? ¿El real o el que me has dicho? - Hacía ya varios días que el Virrey había mandado a averiguar datos más concretos sobre ella, y lo único que había podido conseguir era que su nombre no era Eille, pero tampoco podía encontrar el verdadero - Pensaré qué podría ser más conveniente, llegado el caso de que no respondas -
Se dejó llevar por la mujer hasta quedar sentado frente a ella, dada su condición tuvo que hacerlo teniendo algo más de cuidado, pero al final pudo acomodarse bien y estaba listo para el interrogatorio.
-Estas suponiendo demasiadas cosa, no espero nada de ti, no aún al menos. Puedes elegir la opción que quieras, personalmente considero que la de tener sexo será más placentera, pero al fin y al cabo es igual - Se recostó hacia atrás en el cojín y se quedó mirando hacía el techo - ¿Por que no me preguntas mejor por lo que quiero? Eso te ahorraría muchos rodeos - Giró la cabeza hacia el costado y miró a la elfa directo a los ojos, su seriedad podía ser casi tan escalofriante como su sonrisa - Sólo quiero sentir algo. Es todo -
Era tan sencillo, y aún así nadie parecía entenderlo, el dinero, el poder, las mujeres, esa ciudad, sus acciones ridículas e incoherentes, todo tenía una única finalidad: Sentir. Había pocas cosas más crueles que una existencia sin emociones, y Matthew había tenido muchas ¡Vaya que si! Muchas y muy variadas, desde que había quedado en la calle siendo tan solo un niño. Siendo ahora un adulto, resultaba difícil el poder encontrar algo que lo motivara a seguir con esa desagradable existencia.
-Supongo que ahora es mi turno ¿Por qué estás tan empecinada en ir a por el negocio de tu familia? O más bien debería decir, el negocio de tu padre, porque es suyo ¿Cierto? - Para guiarse en la búsqueda de datos Matthew sólo tenía algunas palabras sueltas y el pedazo de carta que le había mostrado la primera vez que se habían visto - Eres una mujer inteligente, intrépida y ambiciosa, podrías obtener cualquier otro tipo de negocio sin necesidad de que hagas todo esto del casamiento falso -
En cierto modo esa ronda de preguntas era como un precalentamiento, ya que Eille había optado por la opción de más difícil, se aseguraría de ponerla nerviosa ¿Para qué? ¿Qué pretendía conseguir con eso? Nada en especial, sólo disfrutar un poco de esa agradable sensación de incertidumbre.
Luego de su casa, ese debía ser el sitio dónde más cómodo se sentía.
-Como te dije, no es un problema para mi el decir la verdad, son las personas quienes no quiere oírla - Como la Elfa había rechazado la copa, fue Matthew el que se la tomó de un solo trago. Con la mano liberada, pudo terminar de sacarse la camisa y la arrojó a un costado como si fuera una cosa molesta y sin importancia - ¿Pondrás tu nombre? ¿Cual? ¿El real o el que me has dicho? - Hacía ya varios días que el Virrey había mandado a averiguar datos más concretos sobre ella, y lo único que había podido conseguir era que su nombre no era Eille, pero tampoco podía encontrar el verdadero - Pensaré qué podría ser más conveniente, llegado el caso de que no respondas -
Se dejó llevar por la mujer hasta quedar sentado frente a ella, dada su condición tuvo que hacerlo teniendo algo más de cuidado, pero al final pudo acomodarse bien y estaba listo para el interrogatorio.
-Estas suponiendo demasiadas cosa, no espero nada de ti, no aún al menos. Puedes elegir la opción que quieras, personalmente considero que la de tener sexo será más placentera, pero al fin y al cabo es igual - Se recostó hacia atrás en el cojín y se quedó mirando hacía el techo - ¿Por que no me preguntas mejor por lo que quiero? Eso te ahorraría muchos rodeos - Giró la cabeza hacia el costado y miró a la elfa directo a los ojos, su seriedad podía ser casi tan escalofriante como su sonrisa - Sólo quiero sentir algo. Es todo -
Era tan sencillo, y aún así nadie parecía entenderlo, el dinero, el poder, las mujeres, esa ciudad, sus acciones ridículas e incoherentes, todo tenía una única finalidad: Sentir. Había pocas cosas más crueles que una existencia sin emociones, y Matthew había tenido muchas ¡Vaya que si! Muchas y muy variadas, desde que había quedado en la calle siendo tan solo un niño. Siendo ahora un adulto, resultaba difícil el poder encontrar algo que lo motivara a seguir con esa desagradable existencia.
-Supongo que ahora es mi turno ¿Por qué estás tan empecinada en ir a por el negocio de tu familia? O más bien debería decir, el negocio de tu padre, porque es suyo ¿Cierto? - Para guiarse en la búsqueda de datos Matthew sólo tenía algunas palabras sueltas y el pedazo de carta que le había mostrado la primera vez que se habían visto - Eres una mujer inteligente, intrépida y ambiciosa, podrías obtener cualquier otro tipo de negocio sin necesidad de que hagas todo esto del casamiento falso -
En cierto modo esa ronda de preguntas era como un precalentamiento, ya que Eille había optado por la opción de más difícil, se aseguraría de ponerla nerviosa ¿Para qué? ¿Qué pretendía conseguir con eso? Nada en especial, sólo disfrutar un poco de esa agradable sensación de incertidumbre.
Matthew Owens
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Re: Luces y sombras. [privado- Matthew Owens] [Finalizado}
[...] Mejor con música: [...]
El único sonido que inundó aquella habitación por unos largos minutos era el sonido del minutero de un reloj sutil que Matt Owens había dispuesto de una manera estratégica en su habitación. A Eilydh no le sorprendió que el hombre hubiese investigado sobre ella. Por supuesto esperaba que hubiese intentado encontrar todo lo que se supiese de aquella elfa que se había presentado en ciudad lagarto y le había intentado tambalear los cimientos.
No. Aquello se daba por sobre entendido.
De hecho la elfa había planeado la respuesta a aquella pregunta tanto que el mentir en aquel tópico en particular era algo natural. Casi como respirar. Pero claro.. Su consciencia no era suya en aquel momento, y aunque parte de su mente podía verse horas y horas pensando como darle la llave a la información que era su nombre, ninguna pudo sobrepasar el efecto de aquella poción.
Quizás lo que le sorpendió a Eilydh fue la certitud de preguntarle justo aquello, y que el hombre desvelase que, pese a su poder en buena parte de Aerandir, no había podido trazar nada que le llevase a ella. La vulnerabilidad de reconocer una debilidad. Al menos algo empezaba a asomar entre los pensamientos de Owens. Quizás aquello no sería tan tedioso como la mujer pensó en un primer momento.
Como decía, aquel tic tac intenso era la única interrupción al silencio en el que la elfa se había sumido. No era la necesidad de desvelar su nombre lo que la preocupaba. Fue la segunda pregunta en concreto la que la hizo dudar. Se preguntó si sería capaz de pronunciar su nombre después de olvidarlo durante tanto tiempo. Si el hecho de que su lengua compusiese la postura necesaria para que las palabras asignadas a ella misma le traería recuerdos que quizás y pensándolo en la distancia, ya no era ella.
Por otro lado, el hecho de que Matt no hubiese encontrado nada, la alivió. ¿Podría ser que su padre se hubiese cansado de buscarla? La vida seguía en Sandorai al fin y al cabo, y nadie era lo suficientemente importante como para invertir más de dos años en buscar su cabeza.¿Quizás podría regresar? Como una hija pródiga y redimirse del pecado que había sido su deshonor.
De manera inmediata y casi como un reflejo se acomodó contra un cojín, sintiendo la presión de las almohadas entre el espacio donde acababa su cuello y comenzaba su cadera. Ahí donde había dolido tanto que ahora no era más que una inspiración a la fortaleza.
Volver.
Se sonrió a si misma antes de contestar, como un macabro gesto más que como algo que se suponía revelaba felicidad.
-Mi nombre es Eilydh- dijo finalmente. casi en un susurro, como con miedo a romperlo pero con la certitud de que aquellas eran las palabras que quería decir. - Y mi motivo es simple: Quiero corromper cualquier tipo de pureza que aún quede en mi clan. Necesito saber que vayan donde vayan. Hagan lo que hagan y vean lo que vean alrededor de su tierra santas, sepan que yo fui la causante de que la pureza de sus landes fuese... mancillada Porque por supuesto... eso es el mayor grado de deshonaribilidad que alguien jamás podría pensar hacer.- dijo simplemente sin expresión como sumida en recuerdos.
Aquello la sorprendió más a ella que ambos presentes en la sala. Su certitud al explicar con palabras lo que sentía, sin entrar en detalles del porqué exacto. Sentía la furia agolparse en su sien. La sentía casi tan intensa como la noche en la que Sandorai se convirtió en una promesa en sus mente. No de manera explosiva, no... sino... pacificadora. Como si nunca antes hubiese explicado en palabras porqué necesitaba vengarse de todo lo que había decidido dejar atrás a pesar de que quizás era lo único cierto que aún conocía.
Suspiró, como intentando aliviar la tensión en la que se había sumido. Aquello que le reveló, por supuesto, aunque solo eran palabras, resumía en parte la lucha interna de la chica y Eilydh tampoco necesitaba contar las pesadillas a aquel desconocido. No aún. No bajo los efectos de aquella poción. Así que se recompuso durante unos segundos y sin pensarlo demasiado, agarró la botella de vino y bebió directamente de la boquilla. Como había hecho meses antes en un barco en la costa del acantilado de la muerte, acompañada, aquella vez por Finn.
-Dices que quieres sentir, Owens- dijo la chica después de limpiarse los labios con la mirada perdida- Pero intuyo que es precisamente eso lo que quieres evitar, sino...¿ a qué vienen tantas corazas? Nadie que quiere sentir se protege tanto. No al menos que tenga miedo de ello.. o que quizás también tenga pesadillas con alcanzar justo lo que sueña.- Eilydh se pausó percatándose de que aquello era una contradicción, y embriagada como estaba con la poción y el vino, rió de manera sincera.
Carcajeó como lo hace un niño y se tumbó casi sin proponérselo en el pecho de Matt. Cuando se dió cuenta sus carcajadas cesaron y simplemente se quedó ahí. Paralizada escuchando como el hombre respiraba.Por unos segundos, la elfa se debatió entre quedarse dormida ahí, o apartarse temiendo despertar en una cama, con alguien que no fuese Matt.
Carraspeó y se volvió a sentar. Aquello justo le había dado la idea para su próxima pregunta.
- ¿Es que acaso es eso lo que te asusta, Owens? ¿Sentir?... y si no es así... ¿De que te proteges?- dijo Eilydh- Aparte, de claro... de lo obvio- dijo estableciendo que seguramente muchas personas querrían muerto al estafador y proxeneta con el que había decidido pasar la tarde.
No. Aquello se daba por sobre entendido.
De hecho la elfa había planeado la respuesta a aquella pregunta tanto que el mentir en aquel tópico en particular era algo natural. Casi como respirar. Pero claro.. Su consciencia no era suya en aquel momento, y aunque parte de su mente podía verse horas y horas pensando como darle la llave a la información que era su nombre, ninguna pudo sobrepasar el efecto de aquella poción.
Quizás lo que le sorpendió a Eilydh fue la certitud de preguntarle justo aquello, y que el hombre desvelase que, pese a su poder en buena parte de Aerandir, no había podido trazar nada que le llevase a ella. La vulnerabilidad de reconocer una debilidad. Al menos algo empezaba a asomar entre los pensamientos de Owens. Quizás aquello no sería tan tedioso como la mujer pensó en un primer momento.
Como decía, aquel tic tac intenso era la única interrupción al silencio en el que la elfa se había sumido. No era la necesidad de desvelar su nombre lo que la preocupaba. Fue la segunda pregunta en concreto la que la hizo dudar. Se preguntó si sería capaz de pronunciar su nombre después de olvidarlo durante tanto tiempo. Si el hecho de que su lengua compusiese la postura necesaria para que las palabras asignadas a ella misma le traería recuerdos que quizás y pensándolo en la distancia, ya no era ella.
Por otro lado, el hecho de que Matt no hubiese encontrado nada, la alivió. ¿Podría ser que su padre se hubiese cansado de buscarla? La vida seguía en Sandorai al fin y al cabo, y nadie era lo suficientemente importante como para invertir más de dos años en buscar su cabeza.¿Quizás podría regresar? Como una hija pródiga y redimirse del pecado que había sido su deshonor.
De manera inmediata y casi como un reflejo se acomodó contra un cojín, sintiendo la presión de las almohadas entre el espacio donde acababa su cuello y comenzaba su cadera. Ahí donde había dolido tanto que ahora no era más que una inspiración a la fortaleza.
Volver.
Se sonrió a si misma antes de contestar, como un macabro gesto más que como algo que se suponía revelaba felicidad.
-Mi nombre es Eilydh- dijo finalmente. casi en un susurro, como con miedo a romperlo pero con la certitud de que aquellas eran las palabras que quería decir. - Y mi motivo es simple: Quiero corromper cualquier tipo de pureza que aún quede en mi clan. Necesito saber que vayan donde vayan. Hagan lo que hagan y vean lo que vean alrededor de su tierra santas, sepan que yo fui la causante de que la pureza de sus landes fuese... mancillada Porque por supuesto... eso es el mayor grado de deshonaribilidad que alguien jamás podría pensar hacer.- dijo simplemente sin expresión como sumida en recuerdos.
Aquello la sorprendió más a ella que ambos presentes en la sala. Su certitud al explicar con palabras lo que sentía, sin entrar en detalles del porqué exacto. Sentía la furia agolparse en su sien. La sentía casi tan intensa como la noche en la que Sandorai se convirtió en una promesa en sus mente. No de manera explosiva, no... sino... pacificadora. Como si nunca antes hubiese explicado en palabras porqué necesitaba vengarse de todo lo que había decidido dejar atrás a pesar de que quizás era lo único cierto que aún conocía.
Suspiró, como intentando aliviar la tensión en la que se había sumido. Aquello que le reveló, por supuesto, aunque solo eran palabras, resumía en parte la lucha interna de la chica y Eilydh tampoco necesitaba contar las pesadillas a aquel desconocido. No aún. No bajo los efectos de aquella poción. Así que se recompuso durante unos segundos y sin pensarlo demasiado, agarró la botella de vino y bebió directamente de la boquilla. Como había hecho meses antes en un barco en la costa del acantilado de la muerte, acompañada, aquella vez por Finn.
-Dices que quieres sentir, Owens- dijo la chica después de limpiarse los labios con la mirada perdida- Pero intuyo que es precisamente eso lo que quieres evitar, sino...¿ a qué vienen tantas corazas? Nadie que quiere sentir se protege tanto. No al menos que tenga miedo de ello.. o que quizás también tenga pesadillas con alcanzar justo lo que sueña.- Eilydh se pausó percatándose de que aquello era una contradicción, y embriagada como estaba con la poción y el vino, rió de manera sincera.
Carcajeó como lo hace un niño y se tumbó casi sin proponérselo en el pecho de Matt. Cuando se dió cuenta sus carcajadas cesaron y simplemente se quedó ahí. Paralizada escuchando como el hombre respiraba.Por unos segundos, la elfa se debatió entre quedarse dormida ahí, o apartarse temiendo despertar en una cama, con alguien que no fuese Matt.
Carraspeó y se volvió a sentar. Aquello justo le había dado la idea para su próxima pregunta.
- ¿Es que acaso es eso lo que te asusta, Owens? ¿Sentir?... y si no es así... ¿De que te proteges?- dijo Eilydh- Aparte, de claro... de lo obvio- dijo estableciendo que seguramente muchas personas querrían muerto al estafador y proxeneta con el que había decidido pasar la tarde.
Eilydh
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Re: Luces y sombras. [privado- Matthew Owens] [Finalizado}
Una sonrisa de satisfacción, de sincera satisfacción, se iba dibujando en el rostro de Matthew a medida que escuchaba los motivos de la elfa para querer emprender todo ese asunto del matrimonio y el negocio deshonesto. “¿Es acaso un poco de caos lo que huelo?” pensaba el estafador mientras se regodeaba, eso hacía que toda la situación se volviera mucho más interesante.
-Jajaja, tus palabras son música para mis oídos, sí es por llevar el caos a la vida de alguien, hasta podría hacerlo gratis - Volvió a reír y de un segundo a otro volvió a estar serio - Es mentira, siempre pretendo conseguir algún beneficio. Algunos se presentan de modo inmediato, otras veces tengo que esperar... Pero siempre me aseguro de conseguir algo - Le sobraba paciencia, así que el tener que esperar así fueran años no era ningún problema.
Le sacó la botella y bebió también del pico, no era una actitud que muy pocas veces Matthew mostraba en público, por lo general demostraba tener una delicadeza y unos modales muy alejados a lo que el común de la gente imaginaría en un bandido. Luego de dar un buen trago le devolvió la botella y se recostó hasta quedar mirando el techo de la habitación.
-Es bastante más complejo que eso - Respondió de modo perezoso - Para empezar, el tener el control de la situación me permite generar muchas más reacciones en la gente, y eso es muy divertido. Ver sus caras de incertidumbre, de miedo, de sorpresa... Es simplemente irresistible, podríamos decir que es mi entretenimiento diario. Por otro lado, las emociones son lo más utilizado cuando alguien quiere hacerte daño, así que... Mientras menos sepan de mi, menos posibilidades hay de que me manipulen - Suspiró, el tema empezaba a aburrirle - Y finalmente, no cualquiera debe tener el privilegio de ser mi entretenimiento, así que no andaré mostrando mi verdadero ser a todo aquel que se me cruce. En síntesis: Me protejo del mundo, porque es un sitio muy hostil y si no juegas tus cartas adecuadamente, terminarás en una fosa común junto al resto de los perdedores -
Para cuando Eilydh cayó sobre el pecho de Owens, el Humano ya había logrado calmarse, por lo que no hubo ningún tipo de intento de su parte por propasarse, Matthew entendía que no había señal alguna por parte de la elfa de que la situación fuera más allá, no por el momento al menos.
-Quieres sentirte relajada junto a mí - Aseguró el hombre - Pero no estás segura de sí puedes bajar la guardia - Llevó los brazos hacía atrás de la cabeza, utilizándolos como almohada y mirando fijamente a Eil - No voy a hacerte nada, y puedes saber que digo la verdad ya que tu poción me impide mentir. Contrario a lo que cree la mayoría, no ando abusando de mujeres por la vida - Revoleó los ojos como si la idea se le antojara ridícula - Es solo otro de los tantos rumores que hice correr por la ciudad, debería sentirme orgulloso de que haya sido lo suficientemente convincente como para que incluso tú te lo creas - Habían muchos Matthew Owens, estaba el dueño del prostíbulo, el Virrey loco, el bandido desalmado, el galán con cientos de mujeres en su haber, y además estaba el Matthew Owens que sólo Eyre conocía, el hombre de hogar que pasaba su tiempo libre leyendo o cocinando - Mi turno ¿Qué fue lo que te hizo tu pueblo para ganarse todo ese odio? Muero de ganas de saberlo, he escuchado que los elfos se hacen lesiones espantosas a modo de castigo. Incluso conocí a una elfa a la que le había quemado la mitad de su rostro como represaría por sus actos -
-Jajaja, tus palabras son música para mis oídos, sí es por llevar el caos a la vida de alguien, hasta podría hacerlo gratis - Volvió a reír y de un segundo a otro volvió a estar serio - Es mentira, siempre pretendo conseguir algún beneficio. Algunos se presentan de modo inmediato, otras veces tengo que esperar... Pero siempre me aseguro de conseguir algo - Le sobraba paciencia, así que el tener que esperar así fueran años no era ningún problema.
Le sacó la botella y bebió también del pico, no era una actitud que muy pocas veces Matthew mostraba en público, por lo general demostraba tener una delicadeza y unos modales muy alejados a lo que el común de la gente imaginaría en un bandido. Luego de dar un buen trago le devolvió la botella y se recostó hasta quedar mirando el techo de la habitación.
-Es bastante más complejo que eso - Respondió de modo perezoso - Para empezar, el tener el control de la situación me permite generar muchas más reacciones en la gente, y eso es muy divertido. Ver sus caras de incertidumbre, de miedo, de sorpresa... Es simplemente irresistible, podríamos decir que es mi entretenimiento diario. Por otro lado, las emociones son lo más utilizado cuando alguien quiere hacerte daño, así que... Mientras menos sepan de mi, menos posibilidades hay de que me manipulen - Suspiró, el tema empezaba a aburrirle - Y finalmente, no cualquiera debe tener el privilegio de ser mi entretenimiento, así que no andaré mostrando mi verdadero ser a todo aquel que se me cruce. En síntesis: Me protejo del mundo, porque es un sitio muy hostil y si no juegas tus cartas adecuadamente, terminarás en una fosa común junto al resto de los perdedores -
Para cuando Eilydh cayó sobre el pecho de Owens, el Humano ya había logrado calmarse, por lo que no hubo ningún tipo de intento de su parte por propasarse, Matthew entendía que no había señal alguna por parte de la elfa de que la situación fuera más allá, no por el momento al menos.
-Quieres sentirte relajada junto a mí - Aseguró el hombre - Pero no estás segura de sí puedes bajar la guardia - Llevó los brazos hacía atrás de la cabeza, utilizándolos como almohada y mirando fijamente a Eil - No voy a hacerte nada, y puedes saber que digo la verdad ya que tu poción me impide mentir. Contrario a lo que cree la mayoría, no ando abusando de mujeres por la vida - Revoleó los ojos como si la idea se le antojara ridícula - Es solo otro de los tantos rumores que hice correr por la ciudad, debería sentirme orgulloso de que haya sido lo suficientemente convincente como para que incluso tú te lo creas - Habían muchos Matthew Owens, estaba el dueño del prostíbulo, el Virrey loco, el bandido desalmado, el galán con cientos de mujeres en su haber, y además estaba el Matthew Owens que sólo Eyre conocía, el hombre de hogar que pasaba su tiempo libre leyendo o cocinando - Mi turno ¿Qué fue lo que te hizo tu pueblo para ganarse todo ese odio? Muero de ganas de saberlo, he escuchado que los elfos se hacen lesiones espantosas a modo de castigo. Incluso conocí a una elfa a la que le había quemado la mitad de su rostro como represaría por sus actos -
Matthew Owens
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Re: Luces y sombras. [privado- Matthew Owens] [Finalizado}
Matthew Owens había sido herido. Mucho. Tanto que Eilydh intuyó que el daño que el mundo le había hecho se extendía a su día a día y que era por ello por lo que el hombre lidiaba con la maldición que el destino le había dispuesto con la parsimonia de quien realiza una rutina de ejercicios diarios.
Matthew Owens había dejado de esperar que algo fuese bien en su vida, y era por ello por lo que el hecho de tener miedo a sentir no era más que un arma de doble filo. Había esperado tanto de lo que le rodeaba que al cansarse tan solo le quedaba el caos de su mente diciendole día a día que aquello no iba a pasar. Que no iba a sanar.
Matthew Owens había, pues, tomado el camino más lógico y egoísta de todos los que se le habían puesto por delante, y había decidido extender el caos de su mente a todo aquello sobre lo que no tenía control. Camuflandolo de todo lo contrario. Envolviendose en capas y capas de autoprotección que tan solo ocultaban los huesos y carne de un hombre simple.
Por algún motivo y por primera vez, Eilydh empezaba a entender la similitudes entre ella y el estafador y el porqué al oir hablar de él había sentido la necesidad de acercarse. De formar parte de su caos. De extender ese dolor en el que estaba sumida y protegerse con tantas capas como le fuese posible llevar. En su caso, de manera más visual, en forma de armadura.
Dos almas en coraza, podría decirse.
Pero por primera vez en su vida pareció ver al hombre que tenía delante. Por supuesto que no quería confiar en él. Por supuesto que le daba miedo que aquella confianza acabase componiendo la prolongación de un caos que no sabía si estaba lista para controlar. Pero no tenía otra opción. ¿La tenía?
El pecho de Matt Owens subía y bajaba con su respiración y Eilydh sorbió de nuevo de la botella, componiendo nebulosas en su mente. Necesitaba aquel trago de valor si iba a contestar de manera sincera a la pregunta del hombre. No quería hacerlo, pero quizás aquello le daba la llave a que el hombre también contase el origen de su caos.
-En mi caso.. bueno... -Agarró una pluma y un poco de tinta que encontró a medio terminar en el tocador de Owens. Se sentó más cerca del hombre que seguía tumbado esperando su respuesta. Pronunció las palabras como un susurro- Hecilië. Orëië huinë. Firië. .
Se las sabía de memoria, a pesar de que pocas veces las había visto escritas sobre su propia piel. El castigo más bardo, simple y deshonorable en su clan era estropear la pureza dada por ímbar adornando la piel con marcas o tatuajes. Aquello se reservaba para ladrones, traidores asesinos y personas no gratas en su tribu y en general en Sandorai. La ira se apoderó de ella. Como si aún no hubiese aceptado que ahora esa definición también debía incluirla a ella.
Mojó su dedo en la tinta y comenzó a escribir las palabras que había recitado sobre la piel de Matt Owens, con una caligrafía pulcra. casi evitando tocar la suavidad del pecho del hombre, intentando que fuese todo lo contrario al dolor que ella había sentido cuando por primera vez el fuego de Anar marcó justo las mismas palabras sobre su espalda.
-La proscrita.- comenzó a decir al terminar de escribirlas. Traduciendolas para Owens- La del corazón oscuro. La extinta.- dijo y apoyó su mano en Matt fijando su mirada en lo que acababa de escribir sobre su piel.- Esta claro que en mi caso...quizás no haga falta que llevemos el caos a nadie... quizás ese caos sea yo misma, Matthew Owens- dijo como resignada.
Emborronó cada palabra que había escrito de manera violenta y casi radical, apartando cualquier recuerdo de su mente y dió un sorbo aún más grande del contenido de la botella que había disminuido de manera considerable.
-Háblame de tu infancia Matthew Owens. De tus padres. De tus hermanos. De tu vida como humano simple en una ciudad simple. De cuándo el caos aún no movía tus acciones.- sonrió cómplice- De cuando aún eras feliz- dijo Eilydh y le pasó la botella al hombre con media sonrisa intentando que el ambiente tenso que sus palabras habían producido se disipase.
Matthew Owens había dejado de esperar que algo fuese bien en su vida, y era por ello por lo que el hecho de tener miedo a sentir no era más que un arma de doble filo. Había esperado tanto de lo que le rodeaba que al cansarse tan solo le quedaba el caos de su mente diciendole día a día que aquello no iba a pasar. Que no iba a sanar.
Matthew Owens había, pues, tomado el camino más lógico y egoísta de todos los que se le habían puesto por delante, y había decidido extender el caos de su mente a todo aquello sobre lo que no tenía control. Camuflandolo de todo lo contrario. Envolviendose en capas y capas de autoprotección que tan solo ocultaban los huesos y carne de un hombre simple.
Por algún motivo y por primera vez, Eilydh empezaba a entender la similitudes entre ella y el estafador y el porqué al oir hablar de él había sentido la necesidad de acercarse. De formar parte de su caos. De extender ese dolor en el que estaba sumida y protegerse con tantas capas como le fuese posible llevar. En su caso, de manera más visual, en forma de armadura.
Dos almas en coraza, podría decirse.
Pero por primera vez en su vida pareció ver al hombre que tenía delante. Por supuesto que no quería confiar en él. Por supuesto que le daba miedo que aquella confianza acabase componiendo la prolongación de un caos que no sabía si estaba lista para controlar. Pero no tenía otra opción. ¿La tenía?
El pecho de Matt Owens subía y bajaba con su respiración y Eilydh sorbió de nuevo de la botella, componiendo nebulosas en su mente. Necesitaba aquel trago de valor si iba a contestar de manera sincera a la pregunta del hombre. No quería hacerlo, pero quizás aquello le daba la llave a que el hombre también contase el origen de su caos.
-En mi caso.. bueno... -Agarró una pluma y un poco de tinta que encontró a medio terminar en el tocador de Owens. Se sentó más cerca del hombre que seguía tumbado esperando su respuesta. Pronunció las palabras como un susurro- Hecilië. Orëië huinë. Firië. .
Se las sabía de memoria, a pesar de que pocas veces las había visto escritas sobre su propia piel. El castigo más bardo, simple y deshonorable en su clan era estropear la pureza dada por ímbar adornando la piel con marcas o tatuajes. Aquello se reservaba para ladrones, traidores asesinos y personas no gratas en su tribu y en general en Sandorai. La ira se apoderó de ella. Como si aún no hubiese aceptado que ahora esa definición también debía incluirla a ella.
Mojó su dedo en la tinta y comenzó a escribir las palabras que había recitado sobre la piel de Matt Owens, con una caligrafía pulcra. casi evitando tocar la suavidad del pecho del hombre, intentando que fuese todo lo contrario al dolor que ella había sentido cuando por primera vez el fuego de Anar marcó justo las mismas palabras sobre su espalda.
-La proscrita.- comenzó a decir al terminar de escribirlas. Traduciendolas para Owens- La del corazón oscuro. La extinta.- dijo y apoyó su mano en Matt fijando su mirada en lo que acababa de escribir sobre su piel.- Esta claro que en mi caso...quizás no haga falta que llevemos el caos a nadie... quizás ese caos sea yo misma, Matthew Owens- dijo como resignada.
Emborronó cada palabra que había escrito de manera violenta y casi radical, apartando cualquier recuerdo de su mente y dió un sorbo aún más grande del contenido de la botella que había disminuido de manera considerable.
-Háblame de tu infancia Matthew Owens. De tus padres. De tus hermanos. De tu vida como humano simple en una ciudad simple. De cuándo el caos aún no movía tus acciones.- sonrió cómplice- De cuando aún eras feliz- dijo Eilydh y le pasó la botella al hombre con media sonrisa intentando que el ambiente tenso que sus palabras habían producido se disipase.
Eilydh
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Re: Luces y sombras. [privado- Matthew Owens] [Finalizado}
Sí estuviera en un estado normal, Matt habría evaluado en detalle sí era conveniente el demostrar algún tipo de gesto de placer o si era mejor mantenerse neutro mientras la elfa dibujaba las letras con su dedo. Pero la poción, sumado al ambiente de intimidad, lo arrastraban lentamente a dejarse llevar, en cuanto vio las primeras letras se dio cuenta que estaba en elfico, no podría leerlo, así que cerró los ojos y suspiró, relajándose ante el suave contacto.
-Con que el caos... - Abrió los ojos y la miró fijo - Entonces nos llevaremos muy bien, porque amo el caos y el caos suele amarme también - Era darle entidad, corporeidad, sustancia a algo que no lo tenía más que por sus consecuencias.
La tinta sobre el pecho de Matt ahora estaba toda desparramada, siquiera se podía adivinar que hasta hacía unos segundos habían palabras hermosamente dibujadas allí. Con la tinta aún fresca, el Humano agarró a Eil y la atrajo hacía sí, manchándola también con la tinta, rodó hasta quedar arriba.
-Con qué proscrita, entonces es como si no tuvieras un sitio al cual regresar - Sonrió con satisfacción - Yo tampoco lo tengo - Bajó el rostro hasta ocultarlo en el hombro de la elfa - Siempre se puede hacer un nuevo hogar. En lo posible, uno muy distinto al original -
Luego salió de arriba y se volvió a recostar junto a ella, agarrando la botella que le ofrecía, tomó un trago y se quedó pensando, hacía mucho tiempo que no pensaba en su infancia. No era algo particularmente agradable, y Matthew consideraba que para torturarse ya tenía suficiente con el día a día en una ciudad maldita.
-Probablemente esto no te sorprenda, vengo de una familia de campesinos. No recuerdo muchos sobre ellos, me regalaron cuando yo aún era muy pequeño - Se detuvo unos segundos, intentando hacer memoria - Aunque sí recuerdo que era una casa de una sola habitación, y que habían muchos más niños y niñas allí, probablemente esos eran mis hermanos y hermanas - Sinceramente no se acordaba de mucho más, no sabía nada sobre ellos ni le interesaba averiguarlo - Me cambiaron por algo de dinero y comida con un anciano que necesitaba un ayudante -
De pronto, por primera vez en lo que iban de la charla, sintió que se le hacía un nudo en la garganta. Owens tenía pensado seguir hablando con normalidad, pero de pronto se sentía angustiado, dolido en lo más profundo de su ser, de repente sentía la necesidad de darle la espalda a Eil y ponerse en posición fetal.
Así que eso hizo.
-Los años con él fueron los únicos años en los que pude darme el lujo de tener una infancia y de creer que el mundo era un lugar amable y seguro - Ese muchacho había quedado tan atrás en el tiempo que Matt siquiera podía recordar cómo se sentía el ser él - En cuanto deje su hogar... Todo salió mal... Absolutamente todo - Se quedó en esa posición un buen rato, no quería ponerse a llorar y sentía que sí hablaba en ese momento todo lo que tenía adentro se saldría sin control.
Se aclaró la garganta un par de veces antes de continuar.
-Fueron años muy difíciles, no me gusta hablar de eso - El Estafador se mostraba entre dolido y malhumorado, incluso algo tosco en sus maneras, cosa que no era normal en un hombre que planeaba y repensaba cada palabra y cada acto cientos de veces antes de decirlos o hacerlos - ¿Porque te echaron? ¿Qué fue lo que hiciste tan terrible? - Seguía dándole la espalda, no quería que le viera el rostro en ese momento.
-Con que el caos... - Abrió los ojos y la miró fijo - Entonces nos llevaremos muy bien, porque amo el caos y el caos suele amarme también - Era darle entidad, corporeidad, sustancia a algo que no lo tenía más que por sus consecuencias.
La tinta sobre el pecho de Matt ahora estaba toda desparramada, siquiera se podía adivinar que hasta hacía unos segundos habían palabras hermosamente dibujadas allí. Con la tinta aún fresca, el Humano agarró a Eil y la atrajo hacía sí, manchándola también con la tinta, rodó hasta quedar arriba.
-Con qué proscrita, entonces es como si no tuvieras un sitio al cual regresar - Sonrió con satisfacción - Yo tampoco lo tengo - Bajó el rostro hasta ocultarlo en el hombro de la elfa - Siempre se puede hacer un nuevo hogar. En lo posible, uno muy distinto al original -
Luego salió de arriba y se volvió a recostar junto a ella, agarrando la botella que le ofrecía, tomó un trago y se quedó pensando, hacía mucho tiempo que no pensaba en su infancia. No era algo particularmente agradable, y Matthew consideraba que para torturarse ya tenía suficiente con el día a día en una ciudad maldita.
-Probablemente esto no te sorprenda, vengo de una familia de campesinos. No recuerdo muchos sobre ellos, me regalaron cuando yo aún era muy pequeño - Se detuvo unos segundos, intentando hacer memoria - Aunque sí recuerdo que era una casa de una sola habitación, y que habían muchos más niños y niñas allí, probablemente esos eran mis hermanos y hermanas - Sinceramente no se acordaba de mucho más, no sabía nada sobre ellos ni le interesaba averiguarlo - Me cambiaron por algo de dinero y comida con un anciano que necesitaba un ayudante -
De pronto, por primera vez en lo que iban de la charla, sintió que se le hacía un nudo en la garganta. Owens tenía pensado seguir hablando con normalidad, pero de pronto se sentía angustiado, dolido en lo más profundo de su ser, de repente sentía la necesidad de darle la espalda a Eil y ponerse en posición fetal.
Así que eso hizo.
-Los años con él fueron los únicos años en los que pude darme el lujo de tener una infancia y de creer que el mundo era un lugar amable y seguro - Ese muchacho había quedado tan atrás en el tiempo que Matt siquiera podía recordar cómo se sentía el ser él - En cuanto deje su hogar... Todo salió mal... Absolutamente todo - Se quedó en esa posición un buen rato, no quería ponerse a llorar y sentía que sí hablaba en ese momento todo lo que tenía adentro se saldría sin control.
Se aclaró la garganta un par de veces antes de continuar.
-Fueron años muy difíciles, no me gusta hablar de eso - El Estafador se mostraba entre dolido y malhumorado, incluso algo tosco en sus maneras, cosa que no era normal en un hombre que planeaba y repensaba cada palabra y cada acto cientos de veces antes de decirlos o hacerlos - ¿Porque te echaron? ¿Qué fue lo que hiciste tan terrible? - Seguía dándole la espalda, no quería que le viera el rostro en ese momento.
Matthew Owens
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Re: Luces y sombras. [privado- Matthew Owens] [Finalizado}
Eilydh adornó con pensamientos las palabras que Matt iba pronunciando.
Hacer hogar en otro sitio, había dicho. Pero el hogar era algo tan efímero en su cabeza. Tan poco duradero y vago. Hogar era él en aquel momento. Era el sonido pausado de su voz mientras le contaba su historia. Era el desvelar los matices que lo hacían ser todo lo que era hasta la fecha y aquellos que aún se guardaba para él. Hogar era Eilydh pensando en todo aquello y dándose cuenta que hacía mucho que no se sentía tan cómoda en un sitio tan poco suyo.
Y sí... parte de aquel efecto era la poción.Pero tampoco era algo que quisiera negar, o al menos los efectos no la dejaban hacerlo. Quizás aquello fuese otro de los matices que hacían a Matt todo lo que era en aquel momento. Su capacidad para crear un hogar mas o menos estables a todos los que llamasen a su puerta. Con más o menos beneficios para él mismo. Con más o menos letra pequeña que leer a altas horas de la noche, pero con la misma finalidad:Pertenecer en un mundo al que el quizás y en muchos momentos, no sintieses que habías pertenecido antes.
Algo en la elfa rompió su corriente de pensamientos. No en ella. No. Fue algo en el tono de palabras del hombre, Como si una leve burbuja hubiese explotado con la levedad del mismo aire pero inapreciable si no habías estado atenta a todo lo que rodeaba a aquel estafador. Eilydh quiso llamar aquello el primer candado roto de la coraza que guardaba a Matt y aquello hizo que una pequeña suya cayese al suelo casi sin darse cuenta.
Lo escuchó carraspear y pensó que quizás había ido demasiado lejos. No estaba segura de si estaba preparada para ver a Matt llorar. No era una fceta que necesitase ver de aquel hombre. ¿Lo era? ¿Lo haría ser menos persona?. La elfa no dijo nada. Simplemente llevó su mano a la mejilla del hombre y la posó allí, haciendo contacto directo con sus ojos, como intentando buscar por primera vez la mirada cómplice que esperaba ver. Casi como diciendo: Estoy aquí, contigo.
Aunque no tardó tiempo en apartar su mano. Eilydh supo encontrar en el hombre el malhumor que normalmente se apoderaba de ella cuando hablaban de algo que no le apetecía contar de manera particular, así que apartó la mano de la cara del chico y la llevó a uno de los cuchillos de pelar fruta que había en la cesta de refrigerios que habían traído.
La pregunta de Owens fue la venganza cálida que Eilydh estaba esperando después de haber hecho que el hombre contase algo de lo que él era. Aún así, y a pesar de esperarla, no dejó de ser algo que le molestase. De nuevo, la poción no la dejaba mentir. Pero no podía explicarle las razones a Matt sin que este empezase de nuevo a desconfiar de ella. Al fin y al cabo sería un loco si no lo hiciese.... habían avanzado tanto.
Pero si no lo decía, sería infiel a si misma e injusta con la elfa débil y petrificada que había dejado atrás, así que de nuevo cambió el semblante y se giró a Matt, cómodamente recostado.
Deslizó un dedo por su pecho emborronado como languineando en contestar y lo avanzó hasta su cuello. Con un movimiento certero, sigiloso y como si hubiese estado ahí en todo momento, el cuchillo con el que la elfa había estado jugueteando en la mesa apareció en su mano, posado en el cuello de Matt donde antes habían estado los dedos de la chica.
-Desobedecí ordenes del consejo de mi clan. Deshonré a mi padre dejándome mancillar por un hombre antes de estar bendecida- apretó el cuchillo con fuerza, odiándose por su elección de palabras y recordando justo quién había usado las mismas con anterioridad-....Asesiné a dos guerreros elfos de la guardia e....-pausó sus palabras un momento- intenté matar a mi prometido- dijo de nuevo fijando su mirada en los ojos de Matt. Tenía la boca seca y por un momento pensó si había dicho aquello o tan solo lo había pensado. Aquello no era una advertencia. Al menos no era eso lo que pretendía. ¿O sí? Quizás lo fuera. El miedo no era algo que se debiese tomar a la ligera. El miedo era poder. El miedo movía acciones y había hecho que ella misma avanzase tanto...
Lo pensó unos segundos. Dejando el cuchillo en el cuello de Matt.
No. Ella no quería inspirar miedo a aquel hombre. Pues sabía que tenía guerreros seguro más versos en la batalla que ella misma. Pero.. la sensación de tenerlo bajo su cuchillo y saber que estaba a punto de dejarlo vivir... la trajo de nuevo a otra situación. En un lugar lejano. Lleno de árboles y orejas puntiagudas. La diferencia fue que aquella vez la elfa si apretó el cuchillo.
Con la rabia que fluía por sus poros. Con todo su ser y éter.Y aún así... fallo.
Esa vez, sin embargo apartó el cuchillo del cuello de Matt, y no tardó mucho en hacer su siguiente pregunta:
-¿En que... - comenzó sin saber aún si aquella pregunta era para ella o para el hombre- ¿En que momento exacto supiste que la extensión entera de la humanidad que te rodeaba era más merecedora de tu caos que de tu calma?
La mano le temblaba, pero lo camufló depositando el cuchillo en sitio. Aquello le había recordado demasiado a alguien que no quería ser por ahora.
Hacer hogar en otro sitio, había dicho. Pero el hogar era algo tan efímero en su cabeza. Tan poco duradero y vago. Hogar era él en aquel momento. Era el sonido pausado de su voz mientras le contaba su historia. Era el desvelar los matices que lo hacían ser todo lo que era hasta la fecha y aquellos que aún se guardaba para él. Hogar era Eilydh pensando en todo aquello y dándose cuenta que hacía mucho que no se sentía tan cómoda en un sitio tan poco suyo.
Y sí... parte de aquel efecto era la poción.Pero tampoco era algo que quisiera negar, o al menos los efectos no la dejaban hacerlo. Quizás aquello fuese otro de los matices que hacían a Matt todo lo que era en aquel momento. Su capacidad para crear un hogar mas o menos estables a todos los que llamasen a su puerta. Con más o menos beneficios para él mismo. Con más o menos letra pequeña que leer a altas horas de la noche, pero con la misma finalidad:Pertenecer en un mundo al que el quizás y en muchos momentos, no sintieses que habías pertenecido antes.
Algo en la elfa rompió su corriente de pensamientos. No en ella. No. Fue algo en el tono de palabras del hombre, Como si una leve burbuja hubiese explotado con la levedad del mismo aire pero inapreciable si no habías estado atenta a todo lo que rodeaba a aquel estafador. Eilydh quiso llamar aquello el primer candado roto de la coraza que guardaba a Matt y aquello hizo que una pequeña suya cayese al suelo casi sin darse cuenta.
Lo escuchó carraspear y pensó que quizás había ido demasiado lejos. No estaba segura de si estaba preparada para ver a Matt llorar. No era una fceta que necesitase ver de aquel hombre. ¿Lo era? ¿Lo haría ser menos persona?. La elfa no dijo nada. Simplemente llevó su mano a la mejilla del hombre y la posó allí, haciendo contacto directo con sus ojos, como intentando buscar por primera vez la mirada cómplice que esperaba ver. Casi como diciendo: Estoy aquí, contigo.
Aunque no tardó tiempo en apartar su mano. Eilydh supo encontrar en el hombre el malhumor que normalmente se apoderaba de ella cuando hablaban de algo que no le apetecía contar de manera particular, así que apartó la mano de la cara del chico y la llevó a uno de los cuchillos de pelar fruta que había en la cesta de refrigerios que habían traído.
La pregunta de Owens fue la venganza cálida que Eilydh estaba esperando después de haber hecho que el hombre contase algo de lo que él era. Aún así, y a pesar de esperarla, no dejó de ser algo que le molestase. De nuevo, la poción no la dejaba mentir. Pero no podía explicarle las razones a Matt sin que este empezase de nuevo a desconfiar de ella. Al fin y al cabo sería un loco si no lo hiciese.... habían avanzado tanto.
Pero si no lo decía, sería infiel a si misma e injusta con la elfa débil y petrificada que había dejado atrás, así que de nuevo cambió el semblante y se giró a Matt, cómodamente recostado.
Deslizó un dedo por su pecho emborronado como languineando en contestar y lo avanzó hasta su cuello. Con un movimiento certero, sigiloso y como si hubiese estado ahí en todo momento, el cuchillo con el que la elfa había estado jugueteando en la mesa apareció en su mano, posado en el cuello de Matt donde antes habían estado los dedos de la chica.
-Desobedecí ordenes del consejo de mi clan. Deshonré a mi padre dejándome mancillar por un hombre antes de estar bendecida- apretó el cuchillo con fuerza, odiándose por su elección de palabras y recordando justo quién había usado las mismas con anterioridad-....Asesiné a dos guerreros elfos de la guardia e....-pausó sus palabras un momento- intenté matar a mi prometido- dijo de nuevo fijando su mirada en los ojos de Matt. Tenía la boca seca y por un momento pensó si había dicho aquello o tan solo lo había pensado. Aquello no era una advertencia. Al menos no era eso lo que pretendía. ¿O sí? Quizás lo fuera. El miedo no era algo que se debiese tomar a la ligera. El miedo era poder. El miedo movía acciones y había hecho que ella misma avanzase tanto...
Lo pensó unos segundos. Dejando el cuchillo en el cuello de Matt.
No. Ella no quería inspirar miedo a aquel hombre. Pues sabía que tenía guerreros seguro más versos en la batalla que ella misma. Pero.. la sensación de tenerlo bajo su cuchillo y saber que estaba a punto de dejarlo vivir... la trajo de nuevo a otra situación. En un lugar lejano. Lleno de árboles y orejas puntiagudas. La diferencia fue que aquella vez la elfa si apretó el cuchillo.
Con la rabia que fluía por sus poros. Con todo su ser y éter.Y aún así... fallo.
Esa vez, sin embargo apartó el cuchillo del cuello de Matt, y no tardó mucho en hacer su siguiente pregunta:
-¿En que... - comenzó sin saber aún si aquella pregunta era para ella o para el hombre- ¿En que momento exacto supiste que la extensión entera de la humanidad que te rodeaba era más merecedora de tu caos que de tu calma?
La mano le temblaba, pero lo camufló depositando el cuchillo en sitio. Aquello le había recordado demasiado a alguien que no quería ser por ahora.
Eilydh
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Re: Luces y sombras. [privado- Matthew Owens] [Finalizado}
Dentro de todas sus diferencias, ambos parecían lidiar con su malestar de forma similar, se ponían a la defensiva, algo malhumorados, toscos en sus gestos y respuestas. Matt podía verlo en Eil, y estaba seguro que ella también lo notaba, que entendía el porqué de esa hosquedad y no lo juzgaría negativamente por eso. Se sintió aliviado por eso, y también algo asustado, que hubiese alguien que entendiera lo que se sentía y entrara de modo tan directo a su alma era inquietante.
Normalmente al ver que alguien agarrara un cuchillo estando tan cerca hubiese activado todas las alarmas de Owens, no podía vivirse tantos años entre bandidos y asesinos sin terminar un poco paranoico. Pero se sentía tan relajado... No solo no sentía que estuviera en riesgo, sino que hasta cierto punto le agradaba la idea de sentir algo de dolor físico, una sensación que fuera distinta a la desolación que arrasaba con todo en su interior.
Percibió el filo en su cuello mientras escuchaba las dolorosas palabras de la elfa. Eso lo suavizo, ahora estaban en igualdad de condiciones, ambos se sentían apesadumbrados, como sí una enorme sombra se cerniera sobre ellos.
-Entiendo. Es sumamente difícil todo ese asunto de la pureza, y lamentablemente ninguna raza está exenta - Con el filo aun en el cuello, sostuvo la mirada de Eil, pero no la estaba viendo, estaba perdido en parte de sus recuerdos, aquellos que se relacionaban con lo que la elfa había vivido - Lo entiendo - Le agarró el rostro con ambas manos y está vez sí la estaba viendo - En verdad entiendo lo que se siente - Estaba muy cerca, las puntas de sus narices se tocaban, pero Matt estaba más preocupado por que Eil entendiera lo que quería decirle sin que se viera obligado a decir las palabras en voz alta.
Cuando apartó el cuchillo una parte de Owens se sintió decepcionada, de verdad acabar con su existencia no se veía como una mala perspectiva “¿Por qué no? Sería afortunado si muero en una circunstancia tan apacible. En mi habitación, relajado, a manos de alguien que parece entenderme. Sí, no suena tan mal” Una punzada en los pulmones hizo regresar a la realidad al Virrey de la ciudad maldita, aún tenía que pasar por muchas cosas, no le darían el privilegio de dejarlo morir.
-Al poco tiempo de verme obligado a vivir en las calles. La realidad es caos, y no puedo entender cómo todos ustedes viven como si todo tuviera sentido ¿Acaso no ven lo que sucede a su alrededor? ¿O es que no quieren verlo? - Sentía que se estaba desbordando - Como se llenan la boca con comida hasta vomitar mientras el resto estamos tirados en la calle, rodeado por las moscas, con las ratas mordiendo tus pies por las noches ¿Que no lo ven? No tiene ni un maldito sentido ¿No es la realidad la mejor muestra de que el Caos es el único que manda? - Matt sentía que no podía detener su verborragia - Fue en ese momento que lo entendí todo, no puedes vivir como tú mismo, debes ser alguien más, si dejas tu verdadero Yo donde todos puedan verlo sólo te lastimaran. Allí murió Stefano y nació Matthew Owens -
Respiraba de forma muy ruidosa, necesitaba calmarse antes de poder continuar, dejó que los siguientes segundos transcurrieran en silencio. Y al final preguntó:
-¿Estas planeando matarme? - En circunstancias normales no serviría de nada preguntar algo así. Pero ahora Eil tenía que decirle la verdad. Se quedó a la espera de su respuesta, aún se agarraba la cabeza, se había revuelto el pelo hasta quedar desprolijo, y observaba con desconfianza a la elfa, como si sospechara de ella, pero también de su propia sombra.
Normalmente al ver que alguien agarrara un cuchillo estando tan cerca hubiese activado todas las alarmas de Owens, no podía vivirse tantos años entre bandidos y asesinos sin terminar un poco paranoico. Pero se sentía tan relajado... No solo no sentía que estuviera en riesgo, sino que hasta cierto punto le agradaba la idea de sentir algo de dolor físico, una sensación que fuera distinta a la desolación que arrasaba con todo en su interior.
Percibió el filo en su cuello mientras escuchaba las dolorosas palabras de la elfa. Eso lo suavizo, ahora estaban en igualdad de condiciones, ambos se sentían apesadumbrados, como sí una enorme sombra se cerniera sobre ellos.
-Entiendo. Es sumamente difícil todo ese asunto de la pureza, y lamentablemente ninguna raza está exenta - Con el filo aun en el cuello, sostuvo la mirada de Eil, pero no la estaba viendo, estaba perdido en parte de sus recuerdos, aquellos que se relacionaban con lo que la elfa había vivido - Lo entiendo - Le agarró el rostro con ambas manos y está vez sí la estaba viendo - En verdad entiendo lo que se siente - Estaba muy cerca, las puntas de sus narices se tocaban, pero Matt estaba más preocupado por que Eil entendiera lo que quería decirle sin que se viera obligado a decir las palabras en voz alta.
Cuando apartó el cuchillo una parte de Owens se sintió decepcionada, de verdad acabar con su existencia no se veía como una mala perspectiva “¿Por qué no? Sería afortunado si muero en una circunstancia tan apacible. En mi habitación, relajado, a manos de alguien que parece entenderme. Sí, no suena tan mal” Una punzada en los pulmones hizo regresar a la realidad al Virrey de la ciudad maldita, aún tenía que pasar por muchas cosas, no le darían el privilegio de dejarlo morir.
-Al poco tiempo de verme obligado a vivir en las calles. La realidad es caos, y no puedo entender cómo todos ustedes viven como si todo tuviera sentido ¿Acaso no ven lo que sucede a su alrededor? ¿O es que no quieren verlo? - Sentía que se estaba desbordando - Como se llenan la boca con comida hasta vomitar mientras el resto estamos tirados en la calle, rodeado por las moscas, con las ratas mordiendo tus pies por las noches ¿Que no lo ven? No tiene ni un maldito sentido ¿No es la realidad la mejor muestra de que el Caos es el único que manda? - Matt sentía que no podía detener su verborragia - Fue en ese momento que lo entendí todo, no puedes vivir como tú mismo, debes ser alguien más, si dejas tu verdadero Yo donde todos puedan verlo sólo te lastimaran. Allí murió Stefano y nació Matthew Owens -
Respiraba de forma muy ruidosa, necesitaba calmarse antes de poder continuar, dejó que los siguientes segundos transcurrieran en silencio. Y al final preguntó:
-¿Estas planeando matarme? - En circunstancias normales no serviría de nada preguntar algo así. Pero ahora Eil tenía que decirle la verdad. Se quedó a la espera de su respuesta, aún se agarraba la cabeza, se había revuelto el pelo hasta quedar desprolijo, y observaba con desconfianza a la elfa, como si sospechara de ella, pero también de su propia sombra.
Matthew Owens
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Re: Luces y sombras. [privado- Matthew Owens] [Finalizado}
Stefano.
La voz del hombre había sonado más como una promesa a si mismo que como una revelación. Como si aquel nombre llevase horas, años en su garganta. Eilydh sabía que lo había estado porque a medida que destapaba las mantas que cubrían a un asustado Stefano, se daba cuenta que ambos no eran tan distintos.
Sus manos, que habían estado agarrando el cuchillo hasta hacía unos segundos temblaban al escuchar las palabras del hombre y los pensamientos que la habían llevado a darse cuenta de aquella asumción provocaron un pequeño nudo en su garganta. Uno que llevaba mucho tiempo allí pero que no le había molestado hasta ahora. Había estado allí al huir de los elfos guerreros. Y al manchar sus manos de sangre elfa. La había perseguido la primera vez que jugo a traspasar líneas con un conocido estafador con asesinos a su cargo y al darse cuenta de que todo lo que la rodeaba era producto de acciones que poco o nada tenían que ver con ella. Pero no fue hasta aquel preciso momento en el que la elfa descubrió que por primera vez desde que decidió vengarse de su padre aquel nudo había decidido tomar un nombre: miedo.
¿A qué exactamente? ¿A Matt Owens?
No... Aquel hombre no era más que un producto de la suerte de una vida no más feliz que la de Eilydh. Un producto camuflado de estafa. Una estafa en si mismo.
No..
Eilydh tenía miedo a... acabar siendo Matt Owens.
Tenía miedo a esconder su esencia en Eillie y olvidarse que bajo aquella armadura, tan solo necesitaba justicia, y tenía miedo que de entre todas las almas vivas en aerandir, alguien tomase la decisión equivocada por el mismo miedo que a ella la había embriagado e hiciese... ¿Qué? ¿Venganza?
Aquello era justo lo que había venido a buscar a ciudad lagarto. Se había convertido en lo que había odiado ser en Sandorai por voluntad propia. "La prometida de.." ¿Y por qué razón? Porque sabía que ella también quería ser un poco Matt Owens. Lo era.... aquello la asustó un poco más.
Notó la desconfianza en la expresión de Owens y se forzó a no identificarse en ella para apaciguar su mente. Pero a la vez, la pregunta del hombre... casi rozaba la locura. Acababa de perdonarle la vida en una circunstancia totalmente desprotegida, y aún con razón el hombre le preguntaba aquello. Quizás porque empezaba a conocerla un poco.
-Quizás- dijo Eilydh abatida, concienciada... sincera. - Pero podría decir lo mismo de ti. Y eso tan solo nos va a hacer confiar un poco más en el otro. Porque ambos sabemos que nadie en su sano juicio nos querría vivos. No esque te preocupe eso mucho igualmente...- le sonrió, y un retazo de tristeza se apoderó de esa sonrisa.- Y a mi tampoco.
Como si por un momento la Eilydh de Sandorai se hubiese apoderado de su expresión, afligida y aceptando a regañadientes que ella no era más. Pero que no se había ido del todo.
-No quiero casarme contigo, Matt Owens- dijo Eilydh finalmente. - Pero... quiero parte de Stefano en mi vida- dijo Eilydh mientras se sorprendía a si misma buscando la mano del estafador, en parte para tranquilizarlo. En parte porque hacía meses que no sentía la necesidad de agarrar la mano de alguien. -¿Cuánto va a costarme que eso se haga realidad? - dijo la chica.
Eilydh sabía que Matt entendería que no se refería dinero. Si fuese así el chico se habría vendido al segundo. Además sabía que justo lo que pedía no tenía un precio tan fácil.Y que fuese lo que fuese que costase y lo que la elfa decidiese hacer en las próximas semanas, aquel precio era seguramente más un beneficio que una desventaja. Lo sabía porque ambos eran expertos navegantes del caos.
Eilydh acababa de pedirle algo más importante que la mano. Acababa de pedirle que fuese su lugar seguro. Su piedra de anclaje.
Le acaba de pedir hacer hogar de él. Y que a pesar de todo lo que sucediese en el mundo que los hacía ponerse las corazas, que él encontrase hogar en ella.
La voz del hombre había sonado más como una promesa a si mismo que como una revelación. Como si aquel nombre llevase horas, años en su garganta. Eilydh sabía que lo había estado porque a medida que destapaba las mantas que cubrían a un asustado Stefano, se daba cuenta que ambos no eran tan distintos.
Sus manos, que habían estado agarrando el cuchillo hasta hacía unos segundos temblaban al escuchar las palabras del hombre y los pensamientos que la habían llevado a darse cuenta de aquella asumción provocaron un pequeño nudo en su garganta. Uno que llevaba mucho tiempo allí pero que no le había molestado hasta ahora. Había estado allí al huir de los elfos guerreros. Y al manchar sus manos de sangre elfa. La había perseguido la primera vez que jugo a traspasar líneas con un conocido estafador con asesinos a su cargo y al darse cuenta de que todo lo que la rodeaba era producto de acciones que poco o nada tenían que ver con ella. Pero no fue hasta aquel preciso momento en el que la elfa descubrió que por primera vez desde que decidió vengarse de su padre aquel nudo había decidido tomar un nombre: miedo.
¿A qué exactamente? ¿A Matt Owens?
No... Aquel hombre no era más que un producto de la suerte de una vida no más feliz que la de Eilydh. Un producto camuflado de estafa. Una estafa en si mismo.
No..
Eilydh tenía miedo a... acabar siendo Matt Owens.
Tenía miedo a esconder su esencia en Eillie y olvidarse que bajo aquella armadura, tan solo necesitaba justicia, y tenía miedo que de entre todas las almas vivas en aerandir, alguien tomase la decisión equivocada por el mismo miedo que a ella la había embriagado e hiciese... ¿Qué? ¿Venganza?
Aquello era justo lo que había venido a buscar a ciudad lagarto. Se había convertido en lo que había odiado ser en Sandorai por voluntad propia. "La prometida de.." ¿Y por qué razón? Porque sabía que ella también quería ser un poco Matt Owens. Lo era.... aquello la asustó un poco más.
Notó la desconfianza en la expresión de Owens y se forzó a no identificarse en ella para apaciguar su mente. Pero a la vez, la pregunta del hombre... casi rozaba la locura. Acababa de perdonarle la vida en una circunstancia totalmente desprotegida, y aún con razón el hombre le preguntaba aquello. Quizás porque empezaba a conocerla un poco.
-Quizás- dijo Eilydh abatida, concienciada... sincera. - Pero podría decir lo mismo de ti. Y eso tan solo nos va a hacer confiar un poco más en el otro. Porque ambos sabemos que nadie en su sano juicio nos querría vivos. No esque te preocupe eso mucho igualmente...- le sonrió, y un retazo de tristeza se apoderó de esa sonrisa.- Y a mi tampoco.
Como si por un momento la Eilydh de Sandorai se hubiese apoderado de su expresión, afligida y aceptando a regañadientes que ella no era más. Pero que no se había ido del todo.
-No quiero casarme contigo, Matt Owens- dijo Eilydh finalmente. - Pero... quiero parte de Stefano en mi vida- dijo Eilydh mientras se sorprendía a si misma buscando la mano del estafador, en parte para tranquilizarlo. En parte porque hacía meses que no sentía la necesidad de agarrar la mano de alguien. -¿Cuánto va a costarme que eso se haga realidad? - dijo la chica.
Eilydh sabía que Matt entendería que no se refería dinero. Si fuese así el chico se habría vendido al segundo. Además sabía que justo lo que pedía no tenía un precio tan fácil.Y que fuese lo que fuese que costase y lo que la elfa decidiese hacer en las próximas semanas, aquel precio era seguramente más un beneficio que una desventaja. Lo sabía porque ambos eran expertos navegantes del caos.
Eilydh acababa de pedirle algo más importante que la mano. Acababa de pedirle que fuese su lugar seguro. Su piedra de anclaje.
Le acaba de pedir hacer hogar de él. Y que a pesar de todo lo que sucediese en el mundo que los hacía ponerse las corazas, que él encontrase hogar en ella.
Eilydh
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Re: Luces y sombras. [privado- Matthew Owens] [Finalizado}
Llegado a ese punto Matthew estaba acostumbrado a que la mayoría intentara juzgarlo, decirle que tendría que haber hecho las cosas de otra manera, que podría haber sido una mejor persona, que no era necesario que terminara volviéndose lo que era hoy. Dictaminar que Owens estaba mal y que toda su vida estaba guiada por una serie de malas decisiones, eso era lo que todos hacían cada vez que el Estafador era sincero. Pero Eil no, la elfa no lo estaba juzgando, ella parecía entenderlo porque sus acciones no eran tan diferentes.
Era tan sencillo como eso: Lo entendía.
-Claro que sí, te mataría si sintiera que con eso consigo algún beneficio, o sí creyera que tu presencia es un obstáculo en mi vida - Se dio la vuelta y la miro a los ojos - “Nadie en su sano juicio”, jajaja, eso tiene algo de gracia - Se le habían escapado unas pocas lágrimas, pero las había secado antes de que Eil pudiera verlas - Mientras la gente más desea mi muerte, más ganas tengo de contradecirlos y seguir viviendo ¿No te sientes un poco así? -
Matt también se sorprendió de que buscara su mano, no esperaba ningún tipo de contacto por parte de Eil, mucho menos si le estaba diciendo que definitivamente no quería casarse con él. Aún así aceptó el gesto, y entrecruzó los dedos con los de ella, su mano parecía pequeña y frágil en comparación a la de Matt.
-A mi sí me hubiese gustado casarme contigo - Admitió Owens ya que no le quedaba más remedio - Creo que podríamos haber hecho cosas... Cosas divertidas, cosas impresionante, no lo sé, no lo tengo claro. Pero tu me entiendes, así que deberías poder aceptarme ¿Cierto? Tu no me pedirías que fuera otro - “Stefano” el nombre retumbó en la mente de Matthew.
Hacía mucho tiempo que no lo escuchaba en voz alta, lo más correcto era decir que no le gustaba escucharlo, su Maestro había sido el último en llamarlo así, y por lo mismo le traía muy malos recuerdos. No podía mentir tampoco con sus gestos, frunció el ceño cuando Eil dijo “Stefano”.
-¿Cuánto va a costarte? - La mano libre de Matthew subió por el brazo de la elfa, sólo la rozaba con la punta de los dedos, generando una sensación agradable, pero sin intentar propasarse. Llegó hasta su hombro y finalmente a su cuello, donde cerró el agarre sin apretar - Tienes que darme todo de ti, y sin embargo siempre dejar algún pequeño pedazo que quede fuera de mi alcance. Si no te entregas por completo, nunca podré confiar. Pero sí me lo entregas todo, entonces perderé el interés y te asesinare - Apretó un poco más - Tienes que mantenerme siempre expectante, siempre atento a ti. Tengo que amarte y a la vez odiarte. Tienes que mentirme y hacerme creer que soy importante para ti, y al mismo tiempo mostrarte desinteresara y fría - Entonces la soltó y se acercó para dejar un beso en su mejilla - ¿Crees que puedes hacerlo? No hay margen para equivocarse cuando estas conmigo, no tendrás una segunda oportunidad -
Los términos y condiciones era muy duros, muy difíciles, pero en la mirada de Matthew era evidente que esperaba que la elfa le dijera que sí, que ella sí podría lograrlo.
Era tan sencillo como eso: Lo entendía.
-Claro que sí, te mataría si sintiera que con eso consigo algún beneficio, o sí creyera que tu presencia es un obstáculo en mi vida - Se dio la vuelta y la miro a los ojos - “Nadie en su sano juicio”, jajaja, eso tiene algo de gracia - Se le habían escapado unas pocas lágrimas, pero las había secado antes de que Eil pudiera verlas - Mientras la gente más desea mi muerte, más ganas tengo de contradecirlos y seguir viviendo ¿No te sientes un poco así? -
Matt también se sorprendió de que buscara su mano, no esperaba ningún tipo de contacto por parte de Eil, mucho menos si le estaba diciendo que definitivamente no quería casarse con él. Aún así aceptó el gesto, y entrecruzó los dedos con los de ella, su mano parecía pequeña y frágil en comparación a la de Matt.
-A mi sí me hubiese gustado casarme contigo - Admitió Owens ya que no le quedaba más remedio - Creo que podríamos haber hecho cosas... Cosas divertidas, cosas impresionante, no lo sé, no lo tengo claro. Pero tu me entiendes, así que deberías poder aceptarme ¿Cierto? Tu no me pedirías que fuera otro - “Stefano” el nombre retumbó en la mente de Matthew.
Hacía mucho tiempo que no lo escuchaba en voz alta, lo más correcto era decir que no le gustaba escucharlo, su Maestro había sido el último en llamarlo así, y por lo mismo le traía muy malos recuerdos. No podía mentir tampoco con sus gestos, frunció el ceño cuando Eil dijo “Stefano”.
-¿Cuánto va a costarte? - La mano libre de Matthew subió por el brazo de la elfa, sólo la rozaba con la punta de los dedos, generando una sensación agradable, pero sin intentar propasarse. Llegó hasta su hombro y finalmente a su cuello, donde cerró el agarre sin apretar - Tienes que darme todo de ti, y sin embargo siempre dejar algún pequeño pedazo que quede fuera de mi alcance. Si no te entregas por completo, nunca podré confiar. Pero sí me lo entregas todo, entonces perderé el interés y te asesinare - Apretó un poco más - Tienes que mantenerme siempre expectante, siempre atento a ti. Tengo que amarte y a la vez odiarte. Tienes que mentirme y hacerme creer que soy importante para ti, y al mismo tiempo mostrarte desinteresara y fría - Entonces la soltó y se acercó para dejar un beso en su mejilla - ¿Crees que puedes hacerlo? No hay margen para equivocarse cuando estas conmigo, no tendrás una segunda oportunidad -
Los términos y condiciones era muy duros, muy difíciles, pero en la mirada de Matthew era evidente que esperaba que la elfa le dijera que sí, que ella sí podría lograrlo.
Matthew Owens
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Re: Luces y sombras. [privado- Matthew Owens] [Finalizado}
Mathew Owens no sabia de qué hablaba.
Eilydh puso los ojos en blanco al escuchar como le presentaba un futuro casi idílico de planes y felicidad a costa de personas que ni siquiera aun conocían. Jugueteo con su cabello: Pocas veces se permitía hacerlo delante de nadie que no fuese ella misma pues mostraba la vulnerabilidad de su mente vacía de desconfianza y llena de pensamientos que tan solo pertenecían a ella. Hacia apenas dos años le habían ofrecido lo mismo. La simplicidad en forma de anillo. Una cadena imaginaria atada a su boca y sus manos bajo la promesa de un futuro conjunto. Matthew Owens tenia una idea de que significaba aquello para ella y por lo tanto la elfa agradeció la diferencia entre las palabras que eligió para mostrar su… ¿decepción? Eilydh sonrió ligeramente.
No la conocía tanto como para aquello.
La pregunta de Owens era directa: Total entendimiento sin necesidad de cambio. Si tan solo el supiese la dificultad de la respuesta Eilydh estaba segura que ni siquiera se habría atrevido a preguntarlo. Y al mismo tiempo y una vez más era simple. Porque eso era justo lo que la elfa había venido a buscar a ciudad Lagarto. Aceptación.
No de nadie en concreto sino la suya propia y el hecho de que eso fuese justo lo que Owens le ofrecía era tan solo una ganancia colateral. No tuvo que responder con palabras pues en aquel mundo que tan solo pertenecía a ellos ambos eran los únicos capaces y con el suficiente valor de siquiera intentar cambiarse.
-Las personas no cambian, Matthew Owens- dijo con un tono que resulto ser más melancólico del que quiso proyectar- Evolucionan. Y si no lo hacen…- suspiro- se pudren en las raíces del árbol madre, o descansan en cualquier fosa común de ciudad lagarto. Yo no soy puedo hacerte evolucionar, avanzar, cerrar tu libro de pesadillas. No puedes esperar que lo intente porque no es a eso a lo que he venido. He venido a aceptarme, y a aceptarte de camino.
La mano de Matt subiendo desde su brazo a su cuello despertó un leve cosquilleo en su piel que subió hasta su cuello a medida que los dedos del hombre lo hacían. Su mano se posó en su cuello, como asiéndola. Eilydh sintió aquella muestra de control enredada en las palabras del hombre. El leve toque de los dedos lo suficientemente frágil como para dudar si la había tocado y el agarre de su mano firme en un intento, sin duda de proyectar la imagen refleja de lo que suponía el precio que le había impuesto.
-Posiblemente no- dijo la elfa, apartando la mano del hombre de su cuello, dirigiéndole una sonrisa cómplice.- Pero eso no va a impedir que secretamente quieras que lo intente- acomodó la mano del hombre sobre la rodilla del mismo. Rompiendo un poco la cercanía que acababan de crear. Por alguna razón comenzaba a sentirse extraña, como si acabase de firmar un contrato del que no había leído bien los términos y esperase que en algún momento, fuese lo suficientemente perjudicial como para acabar pasándole una factura mayor.
-Háblame de Eyre. – dijo de manera segura y como si hubiese estado esperando poder hacer esa pregunta- dime que es lo que tengo yo que me hace distinta a ella. Háblame de Helena. Cuéntame por qué te dolió tanto su marcha. Cuentame por qué saboteas todas tus oportunidades para ser feliz, y aún así eres lo suficientemente cínico como para decir que sigues buscando la felicidad.
De nuevo la rabia se apoderó de ella. Si para algo estaba sirviendo aquel viaje a base de poción era para recordar a la elfa que más allá de sus cicatrices, y como a Owens, aún le quedaba mucho que sanar.
Eilydh puso los ojos en blanco al escuchar como le presentaba un futuro casi idílico de planes y felicidad a costa de personas que ni siquiera aun conocían. Jugueteo con su cabello: Pocas veces se permitía hacerlo delante de nadie que no fuese ella misma pues mostraba la vulnerabilidad de su mente vacía de desconfianza y llena de pensamientos que tan solo pertenecían a ella. Hacia apenas dos años le habían ofrecido lo mismo. La simplicidad en forma de anillo. Una cadena imaginaria atada a su boca y sus manos bajo la promesa de un futuro conjunto. Matthew Owens tenia una idea de que significaba aquello para ella y por lo tanto la elfa agradeció la diferencia entre las palabras que eligió para mostrar su… ¿decepción? Eilydh sonrió ligeramente.
No la conocía tanto como para aquello.
La pregunta de Owens era directa: Total entendimiento sin necesidad de cambio. Si tan solo el supiese la dificultad de la respuesta Eilydh estaba segura que ni siquiera se habría atrevido a preguntarlo. Y al mismo tiempo y una vez más era simple. Porque eso era justo lo que la elfa había venido a buscar a ciudad Lagarto. Aceptación.
No de nadie en concreto sino la suya propia y el hecho de que eso fuese justo lo que Owens le ofrecía era tan solo una ganancia colateral. No tuvo que responder con palabras pues en aquel mundo que tan solo pertenecía a ellos ambos eran los únicos capaces y con el suficiente valor de siquiera intentar cambiarse.
-Las personas no cambian, Matthew Owens- dijo con un tono que resulto ser más melancólico del que quiso proyectar- Evolucionan. Y si no lo hacen…- suspiro- se pudren en las raíces del árbol madre, o descansan en cualquier fosa común de ciudad lagarto. Yo no soy puedo hacerte evolucionar, avanzar, cerrar tu libro de pesadillas. No puedes esperar que lo intente porque no es a eso a lo que he venido. He venido a aceptarme, y a aceptarte de camino.
La mano de Matt subiendo desde su brazo a su cuello despertó un leve cosquilleo en su piel que subió hasta su cuello a medida que los dedos del hombre lo hacían. Su mano se posó en su cuello, como asiéndola. Eilydh sintió aquella muestra de control enredada en las palabras del hombre. El leve toque de los dedos lo suficientemente frágil como para dudar si la había tocado y el agarre de su mano firme en un intento, sin duda de proyectar la imagen refleja de lo que suponía el precio que le había impuesto.
-Posiblemente no- dijo la elfa, apartando la mano del hombre de su cuello, dirigiéndole una sonrisa cómplice.- Pero eso no va a impedir que secretamente quieras que lo intente- acomodó la mano del hombre sobre la rodilla del mismo. Rompiendo un poco la cercanía que acababan de crear. Por alguna razón comenzaba a sentirse extraña, como si acabase de firmar un contrato del que no había leído bien los términos y esperase que en algún momento, fuese lo suficientemente perjudicial como para acabar pasándole una factura mayor.
-Háblame de Eyre. – dijo de manera segura y como si hubiese estado esperando poder hacer esa pregunta- dime que es lo que tengo yo que me hace distinta a ella. Háblame de Helena. Cuéntame por qué te dolió tanto su marcha. Cuentame por qué saboteas todas tus oportunidades para ser feliz, y aún así eres lo suficientemente cínico como para decir que sigues buscando la felicidad.
De nuevo la rabia se apoderó de ella. Si para algo estaba sirviendo aquel viaje a base de poción era para recordar a la elfa que más allá de sus cicatrices, y como a Owens, aún le quedaba mucho que sanar.
Eilydh
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Re: Luces y sombras. [privado- Matthew Owens] [Finalizado}
Una vida entera siendo señalado era suficiente para que cualquiera se sintiera asqueado con la simple idea de que le dirigieran una mirada de desaprobación, o que torcieran la boca en señal de rechazo. Todos los trabajos que eran mal vistos por la sociedad, Owens en algún momento de su vida los había hecho, todos lo conocían por ser un ladrón y un asesino. Otros tanto sabían que en realidad era un Estafador, unos pocos conocían su pasado como prostituto y gigoló, casi nadie sabía sobre todas las pequeñas bajezas que tuvo que hacer entre medio de todo eso.
En cada una de esas actividades nunca había faltado quien lo señalara acusador, todo el mundo se creía con el derecho de decirle lo que tenía que hacer, o qué era lo mejor para su futuro “Y mirenme ahora, malditos hijos de puta, seguro que no creían que llegaría tan lejos. Pero lo hice, y lo logré eligiendo yo mismo el camino” era bastante acertado el decir que Matthew Owens era su propia creación.
-Aceptación, mmm, eso suena mucho mejor - Dijo el Humano mientras cerraba los ojos y hacía un gesto de placer, era como si estuviera saboreando las palabras - Y es algo que muy poca gente puede llevar a la práctica -
La respuesta de la elfa había sido satisfactoria, era exactamente lo que Matt le había pedido, que no le asegure nada pero a la vez dejara abierta la posibilidad a que así sea. De esa manera podía mantener la expectativa, y sí había alguna posibilidad, el interés de Stefano se mantendría vivo. De cualquier manera, la elfa marcó una distancia en ese momento, y como el trato entre ellos acababa de ser sellado, Matt respetó ese límite y se cruzó de brazos.
-¿Por qué las mujeres siempre quieren saber sobre las otras mujeres? Yo no te preguntaría jamás por tus demás hombres - Porque sí iban a ser sinceros entonces Matthew no iba a fingir, ni se iba a hacer el sorprendido, ante la idea de que ambos tenían más de una persona en sus vidas - Eyre es un ser maravilloso, una muchacha dulce que me trata con enorme cariño. Pero no entiende mi manera de hacer negocios, no comprende que para llegar a ser alguien en la vida a veces tienes que hacer cosas que no están bien. Tu en cambio lo comprendes perfectamente, por eso no son intercambiables, tu jamás podrías tener siquiera la mitad de la dulzura que ella tiene, y a la vez Eyre no podría hacer el tipo de cosas que tu haces, ni tener tu visión a futuro - “Por ahora” pensó el Estafador - Helena... - Recordar eso aún le molestaba - Eso fue un error de cálculos, se suponía que me mostrara bondadoso y la dejara ir, pero que ella se daría cuenta que me extrañaba y regresaría... Pero no lo hizo - Bajó la mirada - Evidentemente no tuve en cuenta alguna de las variables y por ese error la perdí - Frunció el ceño, otra vez estaba irritado - Sea por un motivo o por otro, la gente siempre se va -
Miró enojado a la elfa.
-¿Sabotear mis intentos de felicidad? ¿Y tú qué sabes? - Se arrodilló, quedando así más alto que Eil - Todo el mundo quiere saber quien soy en realidad, Eyre, Helena, tu ¡Todo el mundo! El problema es que en cuanto empiezan a ver lo que soy, comienzan a criticarme, a enojarse y al final se alejan, y mientras me abandonan me señalan y dicen “Es tu culpa, por ser como eres” y ahora resulta que yo mismo saboteo mis intentos por ser feliz. No me sorprende que al final todo sea mi culpa de nuevo -
En cada una de esas actividades nunca había faltado quien lo señalara acusador, todo el mundo se creía con el derecho de decirle lo que tenía que hacer, o qué era lo mejor para su futuro “Y mirenme ahora, malditos hijos de puta, seguro que no creían que llegaría tan lejos. Pero lo hice, y lo logré eligiendo yo mismo el camino” era bastante acertado el decir que Matthew Owens era su propia creación.
-Aceptación, mmm, eso suena mucho mejor - Dijo el Humano mientras cerraba los ojos y hacía un gesto de placer, era como si estuviera saboreando las palabras - Y es algo que muy poca gente puede llevar a la práctica -
La respuesta de la elfa había sido satisfactoria, era exactamente lo que Matt le había pedido, que no le asegure nada pero a la vez dejara abierta la posibilidad a que así sea. De esa manera podía mantener la expectativa, y sí había alguna posibilidad, el interés de Stefano se mantendría vivo. De cualquier manera, la elfa marcó una distancia en ese momento, y como el trato entre ellos acababa de ser sellado, Matt respetó ese límite y se cruzó de brazos.
-¿Por qué las mujeres siempre quieren saber sobre las otras mujeres? Yo no te preguntaría jamás por tus demás hombres - Porque sí iban a ser sinceros entonces Matthew no iba a fingir, ni se iba a hacer el sorprendido, ante la idea de que ambos tenían más de una persona en sus vidas - Eyre es un ser maravilloso, una muchacha dulce que me trata con enorme cariño. Pero no entiende mi manera de hacer negocios, no comprende que para llegar a ser alguien en la vida a veces tienes que hacer cosas que no están bien. Tu en cambio lo comprendes perfectamente, por eso no son intercambiables, tu jamás podrías tener siquiera la mitad de la dulzura que ella tiene, y a la vez Eyre no podría hacer el tipo de cosas que tu haces, ni tener tu visión a futuro - “Por ahora” pensó el Estafador - Helena... - Recordar eso aún le molestaba - Eso fue un error de cálculos, se suponía que me mostrara bondadoso y la dejara ir, pero que ella se daría cuenta que me extrañaba y regresaría... Pero no lo hizo - Bajó la mirada - Evidentemente no tuve en cuenta alguna de las variables y por ese error la perdí - Frunció el ceño, otra vez estaba irritado - Sea por un motivo o por otro, la gente siempre se va -
Miró enojado a la elfa.
-¿Sabotear mis intentos de felicidad? ¿Y tú qué sabes? - Se arrodilló, quedando así más alto que Eil - Todo el mundo quiere saber quien soy en realidad, Eyre, Helena, tu ¡Todo el mundo! El problema es que en cuanto empiezan a ver lo que soy, comienzan a criticarme, a enojarse y al final se alejan, y mientras me abandonan me señalan y dicen “Es tu culpa, por ser como eres” y ahora resulta que yo mismo saboteo mis intentos por ser feliz. No me sorprende que al final todo sea mi culpa de nuevo -
Matthew Owens
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Re: Luces y sombras. [privado- Matthew Owens] [Finalizado}
Eilydh jugueteaba de manera distraída con algunas uvas que estaban estrategicamente situadas en el plato de comida sobre la mesa. Esperaba que el hombre se sintiese alabado al ser preguntado sobre las mujeres que aderezaban su vida triste de estafador pero lo cierto era que Eilydh se sorprendió al reconocer el deje de orgullo en su voz al hablar de ellas a medida que respondía.
La elfa emitió una sonora carcajada cuando el Virrey comparó su pregunta con el tópico de mujer cotilla. En cualquier otra situación aquella comparación la hubiese molestado, mas teniendo en cuenta que huía de manera desproporcionada de todo lo que la encasillase en un tópico, pero la poción se había llevado parte de su coraza y aquello tan solo la hizo sentir divertida, como la que mira un libro abierto y reconoce frases que nunca leyó antes pero que se han recitado miles de veces antes.
El Virrey no tuvo problema en explicar todo sobre Eyre y Helena. A medida que hablaba de la primera, y se desbordaba en halagos para esta, Eilydh no pudo evitar tener la sensación de que todas aquellas palabras bonitas guardaban en secreto un "Pero..." menos agradable. La chica no estaba segura de si el virrey era consciente de ese pero, y se imaginó que no lo era pues el hombre no había podido o querido engañar a la poción hasta ahora.
Lo dejó pasar.
Ella no era nadie para comenzar argumentos hipotéticos sobre aquel "pero" que había guardado, y lo que menos quería en aquel momento es que sus hipótesis pareciesen celos infundados que para nada tenía. Eso tan solo haría que el ego de Owens se hinchase más y obviase el asunto central que la hizo hacer hipótesis en un primer momento.
Así que en su lugar se metió otra uva en la boca y apenas lo hizo el hombre comenzó a hablar de Helena y de nuevo Eilydh no pudo contener una carcajada
-Ya... ya- dijo la chica con los ojos llorosos de risa- Lo siento... continùa- le dijo escuchándolo hablar sobre ella.
Ella si que tenía una opinión sobre Helena, así que decidió mermarla a base de uvas y vino. No quería decir nada que pudiese ser repetido, y estaba segura que entre los tejemanejes de Owens podía ser incluido el dejar escapar sus frases con el aliciente de recuperar a Helena.
Sería juego sucio, si... pero todo vale en el amor y en la guerra.
La chica se había esforzado tanto en reprimir sus pensamientos sobre Helena que casi no se dio cuenta del enojo de Matt. Aquello la hizo sentir culpable. Quizás sus palabras fueron interpretadas de manera equivocada y el efecto del vino, la calor de la habitación y sus labios lleno de uvas hicieron que se abalanzase hasta él, sentandose sobre sus rodillas y lo abrazase.
No estaba segura de donde había salido esa reacción. Jamás antes había usado el contacto corporal para evitar situaciones con las que no quería lidiar o a manera resolutiva, pero en aquel momento pensó que quizas Matt necesitase un abrazo.
Fue la manera en la que el hombre empezó a hablar sobre si mismo. La victimización en su palabras lo que la hizo recular y darse cuenta que aquel hombre al fin y al cabo era, Matthew Owens. Se alejó de él y volvió a sentarse en su cojín.
-No tienes más preguntas para mi- dijo la elfa de manera astuta- Eso me da una ventaja bastante grande. Me guardo la oportunidad de hacerte una pregunta cuando estés... sobrio y que me la respondas de manera sincera, por muy arrebatadora, dolorosa o maliciosa que sea la respuesta- dijo, arreglándose de nuevo el pelo que caía a un lado de su cuello- Por otro lado... ¿Qué sientes por Stefano? ¿Qué sería de él si Matthew Owens no hubiese tomado la posición que ocupa hoy?- dijo,
La elfa emitió una sonora carcajada cuando el Virrey comparó su pregunta con el tópico de mujer cotilla. En cualquier otra situación aquella comparación la hubiese molestado, mas teniendo en cuenta que huía de manera desproporcionada de todo lo que la encasillase en un tópico, pero la poción se había llevado parte de su coraza y aquello tan solo la hizo sentir divertida, como la que mira un libro abierto y reconoce frases que nunca leyó antes pero que se han recitado miles de veces antes.
El Virrey no tuvo problema en explicar todo sobre Eyre y Helena. A medida que hablaba de la primera, y se desbordaba en halagos para esta, Eilydh no pudo evitar tener la sensación de que todas aquellas palabras bonitas guardaban en secreto un "Pero..." menos agradable. La chica no estaba segura de si el virrey era consciente de ese pero, y se imaginó que no lo era pues el hombre no había podido o querido engañar a la poción hasta ahora.
Lo dejó pasar.
Ella no era nadie para comenzar argumentos hipotéticos sobre aquel "pero" que había guardado, y lo que menos quería en aquel momento es que sus hipótesis pareciesen celos infundados que para nada tenía. Eso tan solo haría que el ego de Owens se hinchase más y obviase el asunto central que la hizo hacer hipótesis en un primer momento.
Así que en su lugar se metió otra uva en la boca y apenas lo hizo el hombre comenzó a hablar de Helena y de nuevo Eilydh no pudo contener una carcajada
-Ya... ya- dijo la chica con los ojos llorosos de risa- Lo siento... continùa- le dijo escuchándolo hablar sobre ella.
Ella si que tenía una opinión sobre Helena, así que decidió mermarla a base de uvas y vino. No quería decir nada que pudiese ser repetido, y estaba segura que entre los tejemanejes de Owens podía ser incluido el dejar escapar sus frases con el aliciente de recuperar a Helena.
Sería juego sucio, si... pero todo vale en el amor y en la guerra.
La chica se había esforzado tanto en reprimir sus pensamientos sobre Helena que casi no se dio cuenta del enojo de Matt. Aquello la hizo sentir culpable. Quizás sus palabras fueron interpretadas de manera equivocada y el efecto del vino, la calor de la habitación y sus labios lleno de uvas hicieron que se abalanzase hasta él, sentandose sobre sus rodillas y lo abrazase.
No estaba segura de donde había salido esa reacción. Jamás antes había usado el contacto corporal para evitar situaciones con las que no quería lidiar o a manera resolutiva, pero en aquel momento pensó que quizas Matt necesitase un abrazo.
Fue la manera en la que el hombre empezó a hablar sobre si mismo. La victimización en su palabras lo que la hizo recular y darse cuenta que aquel hombre al fin y al cabo era, Matthew Owens. Se alejó de él y volvió a sentarse en su cojín.
-No tienes más preguntas para mi- dijo la elfa de manera astuta- Eso me da una ventaja bastante grande. Me guardo la oportunidad de hacerte una pregunta cuando estés... sobrio y que me la respondas de manera sincera, por muy arrebatadora, dolorosa o maliciosa que sea la respuesta- dijo, arreglándose de nuevo el pelo que caía a un lado de su cuello- Por otro lado... ¿Qué sientes por Stefano? ¿Qué sería de él si Matthew Owens no hubiese tomado la posición que ocupa hoy?- dijo,
Eilydh
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Re: Luces y sombras. [privado- Matthew Owens] [Finalizado}
Las risas de la elfa parecían animar un poco el ambiente, y hasta cierto punto sirvió para que Matt también aflojara un poco su dramatismo. Sin duda visto con algo de perspectiva era chistoso todo el asunto que había rodeado su relación con Helena, para una persona con el ego tan exacerbado era difícil de admitirlo, pero había quedado como un tonto. Imposible saber si Eil se reía por eso o por algo más, pero el Humano dejó escapar alguna que otra risa.
El abrazo también funcionó perfectamente para que Owens bajara la guardia, el ambiente relajado por fin estaba surtiendo efecto y el Estafador estaba dejando paso al Humano. La rodeó con ambos brazos y escondió el rostro en su hombro, disfrutando de un contacto que por una vez no era interesado ni albergaba peligro alguno. Necesitaba ese tipo de acciones a veces, por eso su relación con Eyre era fundamental en su existencia, pero en cuanto lo tenía o bien ya no le interesaba, o quería algo más.
En el caso de Eil: Quería algo más.
Pero la elfa se le escapó de entre los brazos y nuevamente volvió a su anterior actitud inquisitiva.
-Las cuestiones fundamentales ya están resueltas. De dónde vienes, qué pretendes, porqué estás aquí, porqué estás conmigo y si quieres matarme - Enumero el Virrey, contando con los dedos - El resto son detalles que podremos ir negociando en el día a día. Creo que será muy divertido el tomarnos nuestro tiempo para conocernos mejor -
Otra vez ese nombre, “Stefano”, Matthew arrugó la nariz cuando lo escuchó de nuevo, como sí lo desagradable de la palabra se manifestara en un olor nauseabundo, o un cosquilleo desagradable subiendo por su espalda. Cada vez era más reticente a responder, probablemente el efecto de la poción se estaba disolviendo, o quizás el alcohol le estaba jugando una mala pasada.
-No hables de “Stefano” como sí estuviera loco o escuchara voces en mi cabeza - Exclamó Owens y revoleó los ojos, nuevamente se había dejado caer en los almohadones y era evidente que el tema le molestaba - Siento un profundo asco por el Yo que fui, tenía todas las características de lo que no deseo ser. Por culpa de su debilidad es que ocurrió todo... Todo lo que ocurrió - Agarró la copa de vino, la lleno hasta la mitad y se lo bebió de un solo trago - ¿Y qué sería de él? Probablemente estaría muerto. Un niño tan imbécil no duraría ni dos días en las calles de Lunargenta -
Ahora definitivamente había bebido de más ¿Cuando había sido la última vez que algo así le había pasado? Ya siquiera podía recordarlo, pero sentía como la melancolía se apoderaba lentamente de sus emociones.
-¿Y tú qué? ¿Que tuviste que hacer para sobrevivir? - Porque nada se conseguía gratis, siempre había que dejar algo para ganar otra cosa. Eil había dicho que tuvo que abandonar a su pueblo, soportar el ser una exiliada ¿Pero era solo eso? - Sí sigo bebiendo me quedaré dormido. Vaya vergüenza de servicio el mío - Dijo en referencia a que la Elfa había comprado su tiempo - Evidentemente ya no soy tan joven -
El abrazo también funcionó perfectamente para que Owens bajara la guardia, el ambiente relajado por fin estaba surtiendo efecto y el Estafador estaba dejando paso al Humano. La rodeó con ambos brazos y escondió el rostro en su hombro, disfrutando de un contacto que por una vez no era interesado ni albergaba peligro alguno. Necesitaba ese tipo de acciones a veces, por eso su relación con Eyre era fundamental en su existencia, pero en cuanto lo tenía o bien ya no le interesaba, o quería algo más.
En el caso de Eil: Quería algo más.
Pero la elfa se le escapó de entre los brazos y nuevamente volvió a su anterior actitud inquisitiva.
-Las cuestiones fundamentales ya están resueltas. De dónde vienes, qué pretendes, porqué estás aquí, porqué estás conmigo y si quieres matarme - Enumero el Virrey, contando con los dedos - El resto son detalles que podremos ir negociando en el día a día. Creo que será muy divertido el tomarnos nuestro tiempo para conocernos mejor -
Otra vez ese nombre, “Stefano”, Matthew arrugó la nariz cuando lo escuchó de nuevo, como sí lo desagradable de la palabra se manifestara en un olor nauseabundo, o un cosquilleo desagradable subiendo por su espalda. Cada vez era más reticente a responder, probablemente el efecto de la poción se estaba disolviendo, o quizás el alcohol le estaba jugando una mala pasada.
-No hables de “Stefano” como sí estuviera loco o escuchara voces en mi cabeza - Exclamó Owens y revoleó los ojos, nuevamente se había dejado caer en los almohadones y era evidente que el tema le molestaba - Siento un profundo asco por el Yo que fui, tenía todas las características de lo que no deseo ser. Por culpa de su debilidad es que ocurrió todo... Todo lo que ocurrió - Agarró la copa de vino, la lleno hasta la mitad y se lo bebió de un solo trago - ¿Y qué sería de él? Probablemente estaría muerto. Un niño tan imbécil no duraría ni dos días en las calles de Lunargenta -
Ahora definitivamente había bebido de más ¿Cuando había sido la última vez que algo así le había pasado? Ya siquiera podía recordarlo, pero sentía como la melancolía se apoderaba lentamente de sus emociones.
-¿Y tú qué? ¿Que tuviste que hacer para sobrevivir? - Porque nada se conseguía gratis, siempre había que dejar algo para ganar otra cosa. Eil había dicho que tuvo que abandonar a su pueblo, soportar el ser una exiliada ¿Pero era solo eso? - Sí sigo bebiendo me quedaré dormido. Vaya vergüenza de servicio el mío - Dijo en referencia a que la Elfa había comprado su tiempo - Evidentemente ya no soy tan joven -
Matthew Owens
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Re: Luces y sombras. [privado- Matthew Owens] [Finalizado}
Matthew Owens tenía miedo de un nombre.
El gran estafador guardaba el secreto de su propio nombre como el recuerdo más celoso y triste que pudiese contar a aquellos con la paciencia y el tiempo para escucharlo. Se reflejaba en sus manos: La incertidumbre de estas buscando algo a lo que asirse, un muro al que agarrarse al escuchar a alguien más que no fuese su mente pronunciarlo. En su nariz, compuesta de una mueca entre disgusto y asco. En sus palabras, tiznadas de rabia contenida durante años.
Eilydh lo sabía bien, pues ella misma guardaba esa rabia en el último cajón de su mente. Pero a pesar de ello, Owens era un superviviente y sus palabras dejaron bien claro a la elfa que el hombre no apreciaba que se mencionase ese nombre como algo habitual. Quizás era justo eso lo que debía marcarse de objetivo, el hacer que lejos de traer a su mente recuerdos, las sílabas que se encadenaban en su nombre dejasen de hacerle daño. Quizás con el tiempo....
Matthew había dejado una pista en sus palabras, como si guiase a drede la siguiente pregunta de la elfa. Eilydh lo pudo leer entre líneas y aunque en cualquier otra circunstancia no la seguiría tan solo por estar expuesta de manera tan simple, la poción también la protegía y sabia que el preguntar justo aquello que el hombre había sugerido a medias tintas era seguro.
-..¿.. y Qué ocurrió, Matthew? ¿Qué le ocurrió a... ese niño.?- dijo la chica.
Usó toda la melosidad que guardaba en su voz para distraerlo de el asunto importante que estaba a punto de desvelarle. Usó su voz seductora e inocente como un dardo cargado, como solía hacer cuando aún vivía en sandorai y quería conseguir los favores de tal o cual comerciante. Pocas veces le había fallado, y en aquella ocasión la elfa quería que el chico se sintiese en parte deseado y que sintiese que por muy dolorosa que fuese su respuesta, ella quería escucharla con mucha intensidad. Acompañó aquella pregunta con un leve roce en su mano que aún agarraba la copa, como el batir de alas de una mariposa, sutil pero firme, animándolo a hablar.
Con respecto a la pregunta del hombre... Eilydh estaba en un punto en el que no se sentía del todo orgullosa de todo el mal que había hecho para llegar donde estaba. Pero... estaba aceptándose a si misma. así que sus hombros cayeron reposados, como si hasta ahora había estado manteniendo demasiada tensión en ellos y simplemente se hubiese cansado de hacerlo.
-He mentido a más personas buenas que no se lo merecían que a malas que si que lo hacían. He escapado de un futuro que estaba escrito en la corteza del árbol madre. He odiado el remordimiento al haber matado con mis manos desnudas y he amado el hecho de hacerlo tanto como para repetirlo varias veces. He deseado ser alguien que no soy... después de haberlo fingido durante años. Y me lo he creído tanto que casi me mata. - había bajado la cabeza a medida que hablaba como compungida, hasta que finalmente la volvió a alzar de manera altanera, como desafiando a Matt a que la cuestionase sobre sus acciones poco morales, aunque en el fondo la chica sabía que no iba a hacerlo.- He intentando estafar a un estafador ofreciéndole justo aquello por lo que intentaron venderme a mi. Y estoy tremendamente orgullosa de ello, porque si no lo hubiese hecho, hoy no estaría aquí.- dijo, sonriendo casi de manera refleja, esperando que Owens se diese cuenta que esa última parte era sobre él.
El gran estafador guardaba el secreto de su propio nombre como el recuerdo más celoso y triste que pudiese contar a aquellos con la paciencia y el tiempo para escucharlo. Se reflejaba en sus manos: La incertidumbre de estas buscando algo a lo que asirse, un muro al que agarrarse al escuchar a alguien más que no fuese su mente pronunciarlo. En su nariz, compuesta de una mueca entre disgusto y asco. En sus palabras, tiznadas de rabia contenida durante años.
Eilydh lo sabía bien, pues ella misma guardaba esa rabia en el último cajón de su mente. Pero a pesar de ello, Owens era un superviviente y sus palabras dejaron bien claro a la elfa que el hombre no apreciaba que se mencionase ese nombre como algo habitual. Quizás era justo eso lo que debía marcarse de objetivo, el hacer que lejos de traer a su mente recuerdos, las sílabas que se encadenaban en su nombre dejasen de hacerle daño. Quizás con el tiempo....
Matthew había dejado una pista en sus palabras, como si guiase a drede la siguiente pregunta de la elfa. Eilydh lo pudo leer entre líneas y aunque en cualquier otra circunstancia no la seguiría tan solo por estar expuesta de manera tan simple, la poción también la protegía y sabia que el preguntar justo aquello que el hombre había sugerido a medias tintas era seguro.
-..¿.. y Qué ocurrió, Matthew? ¿Qué le ocurrió a... ese niño.?- dijo la chica.
Usó toda la melosidad que guardaba en su voz para distraerlo de el asunto importante que estaba a punto de desvelarle. Usó su voz seductora e inocente como un dardo cargado, como solía hacer cuando aún vivía en sandorai y quería conseguir los favores de tal o cual comerciante. Pocas veces le había fallado, y en aquella ocasión la elfa quería que el chico se sintiese en parte deseado y que sintiese que por muy dolorosa que fuese su respuesta, ella quería escucharla con mucha intensidad. Acompañó aquella pregunta con un leve roce en su mano que aún agarraba la copa, como el batir de alas de una mariposa, sutil pero firme, animándolo a hablar.
Con respecto a la pregunta del hombre... Eilydh estaba en un punto en el que no se sentía del todo orgullosa de todo el mal que había hecho para llegar donde estaba. Pero... estaba aceptándose a si misma. así que sus hombros cayeron reposados, como si hasta ahora había estado manteniendo demasiada tensión en ellos y simplemente se hubiese cansado de hacerlo.
-He mentido a más personas buenas que no se lo merecían que a malas que si que lo hacían. He escapado de un futuro que estaba escrito en la corteza del árbol madre. He odiado el remordimiento al haber matado con mis manos desnudas y he amado el hecho de hacerlo tanto como para repetirlo varias veces. He deseado ser alguien que no soy... después de haberlo fingido durante años. Y me lo he creído tanto que casi me mata. - había bajado la cabeza a medida que hablaba como compungida, hasta que finalmente la volvió a alzar de manera altanera, como desafiando a Matt a que la cuestionase sobre sus acciones poco morales, aunque en el fondo la chica sabía que no iba a hacerlo.- He intentando estafar a un estafador ofreciéndole justo aquello por lo que intentaron venderme a mi. Y estoy tremendamente orgullosa de ello, porque si no lo hubiese hecho, hoy no estaría aquí.- dijo, sonriendo casi de manera refleja, esperando que Owens se diese cuenta que esa última parte era sobre él.
Eilydh
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Re: Luces y sombras. [privado- Matthew Owens] [Finalizado}
Ya había repetido esas mismas palabras muchas veces, demasiadas para una sola jornada, pero “No me gusta hablar de esos temas” pensó nuevamente cuando la elfa le preguntó sobre lo que había pasado con Stefano, con su Yo del pasado. No quería hacerlo, todo su ser se negaba, su boca se negaba a moverse y su lengua estaba como paralizada, sinceramente pensó en la posibilidad de negarse, pero seguramente sí hacía eso la elfa lo miraría con desconfianza y ese momento tan interesante que habían generado se rompería.
-Bien... Te lo diré... - Le hizo un gesto para que se acercara - Pero al oído. No quiero... - Se aclaró la garganta - No me siento bien diciéndolo en voz alta - Nunca había tenido que decirlo, no había sido necesario, y prefería no tener que hacerlo - Ven aquí- Se sentó en las almohadas, quedando apoyado tan solo en un brazo y se acercó al oído de la elfa.
Y entonces le contó lo que había sucedido, el cómo se había tenido que adaptar rápidamente a los ritmos de vida de la calle, y la manera en que la realidad le había enseñado que todo era un absoluto absurdo. La forma en que lo habían engañado, el cuartucho mugroso, todos esos hombres, y también los más jóvenes, la manera en que habían tomado turnos...
La voz del humano se fue apagando a medida que la narración llegaba a su fin, luego de eso ya no tuvo más ganas de charlar. Escuchó la respuesta de Eil, claramente no iba a juzgarla, eran iguales en ese sentido y a ojos de Matt la elfa sólo había hecho lo que tenía que hacer.
La rodeó con un brazo, no como una forma de cortejo, sino para hacerla sentir que estaba allí, apoyó la cabeza en su hombro y continuó en silencio. No quería llorar, todas esas cosas habían quedado muy atrás, ya no tenía ningún sentido, solo se sentía vacío, asqueado y dolido.
El efecto de la poción ya prácticamente no existía, todo lo que hiciera o dijera de allí en más eran acciones completamente controladas por su voluntad. Y simplemente se quedó allí, con la cabeza apoyada en el hombro de Eil, dejando que el tiempo que les quedaba se fuera diluyendo. Ya no estaban allí por compromiso, ni por desconfianza, tampoco por placer, solo eran dos personas que habían pasado por muchas cosas y habían encontrado en el otro a alguien que pudiera entender lo que se sentía.
-Bien... Te lo diré... - Le hizo un gesto para que se acercara - Pero al oído. No quiero... - Se aclaró la garganta - No me siento bien diciéndolo en voz alta - Nunca había tenido que decirlo, no había sido necesario, y prefería no tener que hacerlo - Ven aquí- Se sentó en las almohadas, quedando apoyado tan solo en un brazo y se acercó al oído de la elfa.
Y entonces le contó lo que había sucedido, el cómo se había tenido que adaptar rápidamente a los ritmos de vida de la calle, y la manera en que la realidad le había enseñado que todo era un absoluto absurdo. La forma en que lo habían engañado, el cuartucho mugroso, todos esos hombres, y también los más jóvenes, la manera en que habían tomado turnos...
La voz del humano se fue apagando a medida que la narración llegaba a su fin, luego de eso ya no tuvo más ganas de charlar. Escuchó la respuesta de Eil, claramente no iba a juzgarla, eran iguales en ese sentido y a ojos de Matt la elfa sólo había hecho lo que tenía que hacer.
La rodeó con un brazo, no como una forma de cortejo, sino para hacerla sentir que estaba allí, apoyó la cabeza en su hombro y continuó en silencio. No quería llorar, todas esas cosas habían quedado muy atrás, ya no tenía ningún sentido, solo se sentía vacío, asqueado y dolido.
El efecto de la poción ya prácticamente no existía, todo lo que hiciera o dijera de allí en más eran acciones completamente controladas por su voluntad. Y simplemente se quedó allí, con la cabeza apoyada en el hombro de Eil, dejando que el tiempo que les quedaba se fuera diluyendo. Ya no estaban allí por compromiso, ni por desconfianza, tampoco por placer, solo eran dos personas que habían pasado por muchas cosas y habían encontrado en el otro a alguien que pudiera entender lo que se sentía.
Matthew Owens
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Re: Luces y sombras. [privado- Matthew Owens] [Finalizado}
Las palabras de Owens eran fuego.
Quemaban.
Las orejas de Eilydh parecían no dar crédito a lo que oían y por momentos parecía imaginar al pobre e inocente Stefano, luchando contra si mismo día tras día. Atendiendo a hombres que siquiera le preguntaban su nombre, sintiendose sucio incluso después de querer rasgar frotando cada una de las células de su piel. Sentía las embestidas en su pequeño cuerpo. Notaba el sabor amargo de las lágrimas, la contención de ellas. La furia que provocaban y como esa furia, poco a poco se convertía en costumbre, En hastío. En odio, En nada.
Y lo sabía porque ella lo había vivido también. En menor medida, por supuesto, pero eso no lo hacía menos doloroso. Pensó en abrazar al estafador más fuerte, pero se contuvo y eso fue justo lo que la hizo saber que la poción había terminado su efecto.
La claridad diminuta entre las cortinas de la habitación de Matt vaticinaba el inicio de un nuevo día y el amanecer cercanos. Eilydh miró a su alrededor mientras la cabeza del hombre seguía apoyada en su hombro. Cada una de las cosas que adornaban la habitación de Matt tenían ahora un nuevo significado:Los pañuelos, los miles de atuendos, el terciopelo rojo de la cama, la necesidad de lujos como para camuflar la ausencia de estos, La cantidad de artefactos y utensilios que abrumaban la única verdad que lo rodeaba, como intentando ocultarla, pero presente: La soledad.
Giró un poco su cabeza y sus pulmones se inundaron del aroma del hombre. A nuez moscada, a pólvora, al perfume de un libro nuevo en el que alguien había escondido un jazmín seco. Lo miró unos segundos, como si lo viese por primera vez. Como si por vez primera entendiese que las capas y capas de protección que ocultaban a Stefano y componían a Matt Owens eran inmensas pero conocidas, como si hubiese leído cada una de ellas. Y las volviese a dejar en su sitio.
Eilydh tuvo la certitud de que aquella era la primera y última vez que iba a ver al chico, así que cuando separó de manera lenta y dulce a Matt lo hizo agarrándole el rostro con las dos manos, clavando su mirada en la del estafador, como dejando ir la inocencia y debilidad que había mostrado hasta ahora.
Fue un beso de despedida a Stefano sin ni siquiera acercar al hombre sus labios.
O al menos así lo sintió.
La voz de Eilydh estaba reseca cuando pronunció sus primeras palabras. No se había dado cuenta hasta ahora, pero ella también había estado llorando, o eso indicaba la rojez de sus ojos y el sentimiento de orgullo herido y vulnerabilidad que había dejado el efecto finalizado de la poción.
La elfa sabía que no había manera liviana de romper la intensidad del silencio que se había apoderado de ambos, así que simplemente dejó escapar con una voz ronca lo que pensaba sin necesidad alguna de poción que la amparase.
-Necesito reencontrarme Matt.- dijo simplemente- Y ambos sabemos que no puedes retenerme de manera atemporal en ciudad lagarto. No te preocupes, me marcharé sin hacer ruido, te haré el favor de no avisárte cuando lo haga- sonrió de manera cómplice- Necesito saber que me vas a odiar lo suficiente ahora como para esperar con confianza mi regreso- Acercó su mano al mentón del hombre, de manera cariñosa- Porque lo haré. Cuando más te lo esperes porque creas que es cuando menos lo necesitas. Porque se que aquí, junto a ti, siempre tendré la posibilidad de compartir coraza contigo y ver pasar las noches entre terciopelo y almohadones. - acarició uno de los cojines de terciopelo no muy lejos de ellos.
Se levantó de donde estaba con la elegancia de una bailarina, casi de puntillas. Se acercó a uno de los espejos que adornaban la habitación del hombre y con la parsimonia que da la rutina de hacerlo todos los días, Eilydh rehizo todas las trenzas que adornaban su pelo una a una. Ocultándo de nuevo cualquier signo de vulnerabilidad mientras el gesto de frialdad regresaba a sus ojos.
Las sombras que los habían envuelto durante toda la noche debido a las velas de la habitación de Owens eran ya viejas conocidas entre ambos. Antes de salir de la habitación, Eilydh abrió las cortinas, inundando la estancia, vacía casi tras su marcha, de la luz viva y nueva del sol incipiente sobre ciudad lagarto.
Quemaban.
Las orejas de Eilydh parecían no dar crédito a lo que oían y por momentos parecía imaginar al pobre e inocente Stefano, luchando contra si mismo día tras día. Atendiendo a hombres que siquiera le preguntaban su nombre, sintiendose sucio incluso después de querer rasgar frotando cada una de las células de su piel. Sentía las embestidas en su pequeño cuerpo. Notaba el sabor amargo de las lágrimas, la contención de ellas. La furia que provocaban y como esa furia, poco a poco se convertía en costumbre, En hastío. En odio, En nada.
Y lo sabía porque ella lo había vivido también. En menor medida, por supuesto, pero eso no lo hacía menos doloroso. Pensó en abrazar al estafador más fuerte, pero se contuvo y eso fue justo lo que la hizo saber que la poción había terminado su efecto.
La claridad diminuta entre las cortinas de la habitación de Matt vaticinaba el inicio de un nuevo día y el amanecer cercanos. Eilydh miró a su alrededor mientras la cabeza del hombre seguía apoyada en su hombro. Cada una de las cosas que adornaban la habitación de Matt tenían ahora un nuevo significado:Los pañuelos, los miles de atuendos, el terciopelo rojo de la cama, la necesidad de lujos como para camuflar la ausencia de estos, La cantidad de artefactos y utensilios que abrumaban la única verdad que lo rodeaba, como intentando ocultarla, pero presente: La soledad.
Giró un poco su cabeza y sus pulmones se inundaron del aroma del hombre. A nuez moscada, a pólvora, al perfume de un libro nuevo en el que alguien había escondido un jazmín seco. Lo miró unos segundos, como si lo viese por primera vez. Como si por vez primera entendiese que las capas y capas de protección que ocultaban a Stefano y componían a Matt Owens eran inmensas pero conocidas, como si hubiese leído cada una de ellas. Y las volviese a dejar en su sitio.
Eilydh tuvo la certitud de que aquella era la primera y última vez que iba a ver al chico, así que cuando separó de manera lenta y dulce a Matt lo hizo agarrándole el rostro con las dos manos, clavando su mirada en la del estafador, como dejando ir la inocencia y debilidad que había mostrado hasta ahora.
Fue un beso de despedida a Stefano sin ni siquiera acercar al hombre sus labios.
O al menos así lo sintió.
La voz de Eilydh estaba reseca cuando pronunció sus primeras palabras. No se había dado cuenta hasta ahora, pero ella también había estado llorando, o eso indicaba la rojez de sus ojos y el sentimiento de orgullo herido y vulnerabilidad que había dejado el efecto finalizado de la poción.
La elfa sabía que no había manera liviana de romper la intensidad del silencio que se había apoderado de ambos, así que simplemente dejó escapar con una voz ronca lo que pensaba sin necesidad alguna de poción que la amparase.
-Necesito reencontrarme Matt.- dijo simplemente- Y ambos sabemos que no puedes retenerme de manera atemporal en ciudad lagarto. No te preocupes, me marcharé sin hacer ruido, te haré el favor de no avisárte cuando lo haga- sonrió de manera cómplice- Necesito saber que me vas a odiar lo suficiente ahora como para esperar con confianza mi regreso- Acercó su mano al mentón del hombre, de manera cariñosa- Porque lo haré. Cuando más te lo esperes porque creas que es cuando menos lo necesitas. Porque se que aquí, junto a ti, siempre tendré la posibilidad de compartir coraza contigo y ver pasar las noches entre terciopelo y almohadones. - acarició uno de los cojines de terciopelo no muy lejos de ellos.
Se levantó de donde estaba con la elegancia de una bailarina, casi de puntillas. Se acercó a uno de los espejos que adornaban la habitación del hombre y con la parsimonia que da la rutina de hacerlo todos los días, Eilydh rehizo todas las trenzas que adornaban su pelo una a una. Ocultándo de nuevo cualquier signo de vulnerabilidad mientras el gesto de frialdad regresaba a sus ojos.
Las sombras que los habían envuelto durante toda la noche debido a las velas de la habitación de Owens eran ya viejas conocidas entre ambos. Antes de salir de la habitación, Eilydh abrió las cortinas, inundando la estancia, vacía casi tras su marcha, de la luz viva y nueva del sol incipiente sobre ciudad lagarto.
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