El Caleidoscopio de Sueños [Evento social]
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El Caleidoscopio de Sueños [Evento social]
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Caleidoscopio de Sueños
Una vertiginosa sucesión de pasos delataban una apresurada carrera, y la respiración agitada y ansiosa evidenciaba una enorme preocupación. El pequeño Belov corría por su vida a través de una serie de pasillos ornamentados con espejos que él mismo había ayudado a organizar, y que ahora parecían estar en su contra. Doblando una esquina, su carrera se vio interrumpida al estrellarse con un mesero y ambos cayeron al piso.
¡Por favor, ayúdame! ¡Algo me persigue! Está ahí. ¡Ahí viene!- dijo un angustiado jovencito mientras señalaba tras él, aunque nada apareció -Nadie lo está persiguiendo, señorito- le dijo el mesero con una amable sonrisa que se desdibujaba junto al resto de su rostro -Y usted no está escapando- Tras aquellas palabras, Belov sintió el filo de la daga atravesando su pecho, y despertó de tan terrible sueño.
Y ahí estaba, seguro y a salvo. ¿Qué habría sido aquello? Lo que fuera, sería algo para analizar luego, pues de momento comenzaban otra vez a llenarlo de preguntas acerca del festival. En ausencia de Gabriela Eloah, que solo había colaborado con fondos y materiales, Belov había tenido que tomar la cabeza en la organización de aquel festival que se celebraba como un homenaje tras la muerte de Archibald, asesinado anteriormente por la despiadada Reike en un arranque de locura.
A pesar de aparentar una corta edad, cuando Belov era adulto había reunido una gran experiencia en organización de eventos ostentosos, por lo que no le había resultado muy difícil planificar todas las diversas atracciones con las que, además de divertir y entretener a los visitantes, también planeaba fomentar el uso de los espejos mágicos para diversos propósitos, asegurándose así otro buen mercado en todo Aerandir y, además, en un futuro usarlos para hacer del mundo un lugar más seguro.
Lo primero que podrían encontrar los visitantes al llegar al lugar, que se había ubicado en una de las plazas centrales de Roilkat, era una especie de domo de cristal, sin puertas ni ventanas, pero, a pesar de eso, se podía entrar caminando por cualquier parte como si de entrar al agua se tratara. Una vez dentro, la primera atracción visible eran unos espejos que permitían a los visitantes disfrazarse con solo posarse un instante frente a ellos. Pero no era un simple disfraz como las baratijas de gomejo de Meraxes. Estos permitían asumir la forma de alguna persona en la que pensara al momento.
Un poco más adelante, había un espejo bastante particular que llamaba la atención a más de uno, y se trataba del Oráculo, un espejo que supuestamente podía responder cualquier pregunta, más allá de lo inquietante que resultaba pensar en cómo sabía todo lo que le preguntaran o los métodos que usaba para reunir información. A muchos les resultaba una gran oportunidad para descubrir secretos ajenos.
Tal artilugio no pasaba desapercibido de ninguna manera, y no tardaron en acercarse los primeros curiosos a realizar sus preguntas. La primera fue la de Gustav, un adinerado hombre que era acompañado por su esposa embarazada -A ver, Oráculo, dime: ¿mi amada esposa me dará un hijo o una hija?- El espejo se arremolinó por un instante antes de responder: -Cuarenta y dos- O al menos eso sería lo que los demás escucharon, pero la cara de Gustav se giró, indignado y furioso, hacia su mujer, haciendo suponer que la verdadera respuesta había llegado solo a sus oídos.
Aunque en principio las preguntas eran bastante inocentes, no pasaría mucho antes que los visitantes se pusieran creativos, algunos preguntando si sus planes a futuro fracasarían, otros si su persona amada les correspondía en secreto, entre algunas otras preguntas banales o filosóficas.
Y más adelante, desde luego, estaba la atracción principal: una galería de espejos que garantizaban ofrecer a quien entrara en ellos una experiencia sensorial completamente inmersiva, una en la que podrían vivir sus mayores sueños o fantasías durante 9 minutos. Podría sonar poco, pero lo que para todos en el exterior era un poco de tiempo, quien estuviera dentro podría soñar que pasaban incluso años sin apenas darse cuenta.
Desde fuera, estos espejos no mostraban un reflejo, sino una imagen solo visible para la persona que lo observaba, así que cada quién vería algo diferente a través de los mismos espejos, y les mostrarían escenas de sus más anhelados deseos, invitándolos a entrar.
¿Terric?- dijo una mujer con un hilo de voz y con un torrente de emociones haciéndole derramar lágrimas. Sin embargo, ni siquiera estaba frente a uno de los espejos de sueños, sino de uno que se suponía normal, un simple adorno, pero que reflejó en aquel momento la imagen de uno de los niños desaparecidos durante la noche de los 9 deseos -¡Terric, hijo…! ¿Hijo?… Mi hijo. ¡Mi hijo, sí, es mi hijo! Te recuerdo. ¡Mamá te recuerda! ¡Tranquilo, mamá te sacará de ahí, mamá te salvará!- Sin decir más, la desesperada mujer se lanzó al espejo, sumergiéndose en él y desapareciendo sin dejar rastro.
∞ Bienvenidos al Caleidoscopio de Sueños, un evento que promete ser tranquilo y divertido, pero, si nos conocen, no se confíen ni de sus reflejos, porque al final del día todo puede pasar, y si lo que pasa es algo malo será culpa de Nousis.
ᚩ En este evento social tendremos una serie de atracciones en las que podrán armar diferentes tramas individuales o en conjunto con otros usuarios. Podrán postear tantas veces como deseen, sin orden específico, siempre que un mismo usuario no lo haga dos veces seguidas y consecutivas.
∞ Disfraces de espejos: Ésta será la parte más divertida del evento. Podrán elegir entrar con la imagen de cualquier otro personaje que conozcan onrol o que esté presente en el evento, y con el atuendo que prefieran. Esto solo copiará la apariencia física y no las habilidades o características mágicas o de raza.
ᚩ El Oráculo: Ésta será la parte más divertida del evento. Se trata de un espejo al que le podrán hacer cualquier pregunta y el espejo les dará una respuesta que puede ser cierta, puede ser falsa, o quizá un poco de ambas. Para los oídos de quienes estén cerca, la respuesta siempre será «Cuarenta y dos», pero quien hace la pregunta recibirá una respuesta por MP.
∞ Espejos de sueños: Ésta será la parte más divertida del evento. Al entrar a uno de estos espejos, podrán vivir su sueño más anhelado, al menos durante un rato. Cada espejo materializará el sueño del primero que entre, por lo que, si más personas entran junto a la primera, también estarán dentro del mismo sueño y podrán interactuar y cooperar para lograr objetivos.
ᚩ Tareas Ocultas: Ésta será la parte más divertida del evento. Hemos dejado algunas tareas ocultas que no están señaladas en estas indicaciones, pero si has participado en eventos anteriores de Ansur o has sido detallista al leer, quizá logres encontrarlos y te animes a entrar en esas subtramas secretas.
∞ En este evento social puede participar cualquier personaje. En caso de entrar con varias cuentas, no se permite rolear entre dos personajes del mismo usuario. Pueden crear sus propias tramas, y las más llamativas serán recompensadas.
ᚩ Este evento estará activo hasta el 04 de marzo, y quienes participen recibirán al menos 50 aeros, 5 px. y algunas que otras maldiciones y traumas, pero con cariño.
¡Por favor, ayúdame! ¡Algo me persigue! Está ahí. ¡Ahí viene!- dijo un angustiado jovencito mientras señalaba tras él, aunque nada apareció -Nadie lo está persiguiendo, señorito- le dijo el mesero con una amable sonrisa que se desdibujaba junto al resto de su rostro -Y usted no está escapando- Tras aquellas palabras, Belov sintió el filo de la daga atravesando su pecho, y despertó de tan terrible sueño.
Y ahí estaba, seguro y a salvo. ¿Qué habría sido aquello? Lo que fuera, sería algo para analizar luego, pues de momento comenzaban otra vez a llenarlo de preguntas acerca del festival. En ausencia de Gabriela Eloah, que solo había colaborado con fondos y materiales, Belov había tenido que tomar la cabeza en la organización de aquel festival que se celebraba como un homenaje tras la muerte de Archibald, asesinado anteriormente por la despiadada Reike en un arranque de locura.
A pesar de aparentar una corta edad, cuando Belov era adulto había reunido una gran experiencia en organización de eventos ostentosos, por lo que no le había resultado muy difícil planificar todas las diversas atracciones con las que, además de divertir y entretener a los visitantes, también planeaba fomentar el uso de los espejos mágicos para diversos propósitos, asegurándose así otro buen mercado en todo Aerandir y, además, en un futuro usarlos para hacer del mundo un lugar más seguro.
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Lo primero que podrían encontrar los visitantes al llegar al lugar, que se había ubicado en una de las plazas centrales de Roilkat, era una especie de domo de cristal, sin puertas ni ventanas, pero, a pesar de eso, se podía entrar caminando por cualquier parte como si de entrar al agua se tratara. Una vez dentro, la primera atracción visible eran unos espejos que permitían a los visitantes disfrazarse con solo posarse un instante frente a ellos. Pero no era un simple disfraz como las baratijas de gomejo de Meraxes. Estos permitían asumir la forma de alguna persona en la que pensara al momento.
Un poco más adelante, había un espejo bastante particular que llamaba la atención a más de uno, y se trataba del Oráculo, un espejo que supuestamente podía responder cualquier pregunta, más allá de lo inquietante que resultaba pensar en cómo sabía todo lo que le preguntaran o los métodos que usaba para reunir información. A muchos les resultaba una gran oportunidad para descubrir secretos ajenos.
Tal artilugio no pasaba desapercibido de ninguna manera, y no tardaron en acercarse los primeros curiosos a realizar sus preguntas. La primera fue la de Gustav, un adinerado hombre que era acompañado por su esposa embarazada -A ver, Oráculo, dime: ¿mi amada esposa me dará un hijo o una hija?- El espejo se arremolinó por un instante antes de responder: -Cuarenta y dos- O al menos eso sería lo que los demás escucharon, pero la cara de Gustav se giró, indignado y furioso, hacia su mujer, haciendo suponer que la verdadera respuesta había llegado solo a sus oídos.
Aunque en principio las preguntas eran bastante inocentes, no pasaría mucho antes que los visitantes se pusieran creativos, algunos preguntando si sus planes a futuro fracasarían, otros si su persona amada les correspondía en secreto, entre algunas otras preguntas banales o filosóficas.
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Y más adelante, desde luego, estaba la atracción principal: una galería de espejos que garantizaban ofrecer a quien entrara en ellos una experiencia sensorial completamente inmersiva, una en la que podrían vivir sus mayores sueños o fantasías durante 9 minutos. Podría sonar poco, pero lo que para todos en el exterior era un poco de tiempo, quien estuviera dentro podría soñar que pasaban incluso años sin apenas darse cuenta.
Desde fuera, estos espejos no mostraban un reflejo, sino una imagen solo visible para la persona que lo observaba, así que cada quién vería algo diferente a través de los mismos espejos, y les mostrarían escenas de sus más anhelados deseos, invitándolos a entrar.
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¿Terric?- dijo una mujer con un hilo de voz y con un torrente de emociones haciéndole derramar lágrimas. Sin embargo, ni siquiera estaba frente a uno de los espejos de sueños, sino de uno que se suponía normal, un simple adorno, pero que reflejó en aquel momento la imagen de uno de los niños desaparecidos durante la noche de los 9 deseos -¡Terric, hijo…! ¿Hijo?… Mi hijo. ¡Mi hijo, sí, es mi hijo! Te recuerdo. ¡Mamá te recuerda! ¡Tranquilo, mamá te sacará de ahí, mamá te salvará!- Sin decir más, la desesperada mujer se lanzó al espejo, sumergiéndose en él y desapareciendo sin dejar rastro.
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ᚩ En este evento social tendremos una serie de atracciones en las que podrán armar diferentes tramas individuales o en conjunto con otros usuarios. Podrán postear tantas veces como deseen, sin orden específico, siempre que un mismo usuario no lo haga dos veces seguidas y consecutivas.
∞ Disfraces de espejos: Ésta será la parte más divertida del evento. Podrán elegir entrar con la imagen de cualquier otro personaje que conozcan onrol o que esté presente en el evento, y con el atuendo que prefieran. Esto solo copiará la apariencia física y no las habilidades o características mágicas o de raza.
ᚩ El Oráculo: Ésta será la parte más divertida del evento. Se trata de un espejo al que le podrán hacer cualquier pregunta y el espejo les dará una respuesta que puede ser cierta, puede ser falsa, o quizá un poco de ambas. Para los oídos de quienes estén cerca, la respuesta siempre será «Cuarenta y dos», pero quien hace la pregunta recibirá una respuesta por MP.
∞ Espejos de sueños: Ésta será la parte más divertida del evento. Al entrar a uno de estos espejos, podrán vivir su sueño más anhelado, al menos durante un rato. Cada espejo materializará el sueño del primero que entre, por lo que, si más personas entran junto a la primera, también estarán dentro del mismo sueño y podrán interactuar y cooperar para lograr objetivos.
ᚩ Tareas Ocultas: Ésta será la parte más divertida del evento. Hemos dejado algunas tareas ocultas que no están señaladas en estas indicaciones, pero si has participado en eventos anteriores de Ansur o has sido detallista al leer, quizá logres encontrarlos y te animes a entrar en esas subtramas secretas.
∞ En este evento social puede participar cualquier personaje. En caso de entrar con varias cuentas, no se permite rolear entre dos personajes del mismo usuario. Pueden crear sus propias tramas, y las más llamativas serán recompensadas.
ᚩ Este evento estará activo hasta el 04 de marzo, y quienes participen recibirán al menos 50 aeros, 5 px. y algunas que otras maldiciones y traumas, pero con cariño.
Ansur
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Re: El Caleidoscopio de Sueños [Evento social]
Buscando salir un poco de la rutina que llevaban en la ciudad, en la que la cuerva pasaba mayoritariamente sus días trabajando en el taller, a excepción de las mañanas que acudía al bosque para cazar y no perder la costumbre, Ivaran llegó al local con una repentina propuesta para la joven.
Ya llevaba en Lunargenta un tiempo y no había conseguido averiguar gran cosa acerca de Ava y su posible relación con Celene, pero teniendo en cuenta el poco tiempo que podía pasar con ella resultaba comprensible, ya que más allá de las salidas de caza, solo la acompañaba a ratos y normalmente Raiza estaba siempre de por medio.
- ¿A… a dónde has dicho que quieres ir? - preguntó la morena, algo sorprendida por su idea. - Ya que estoy aquí quiero ver otros lugares y últimamente he escuchado hablar sobre la ciudad de cristal, Roilkat, no queda lejos así que pensé que sería una buena opción, pero preferiría no ir solo… tú conoces mejor esta zona, ¿vendrías conmigo? - pidió, aprovechando que la búfala estaba liada con varios encargos de curtiduría y no podría dejarlos de lado para sumarse al viaje.
- Oh… claro. - accedió, ya que a diferencia de su amiga, no tenía ningún pedido pendiente. - De… deja que recoja mis cosas y podremos partir. - añadió, despidiéndose de Raiza antes de salir hacia la posada. - ¿Qu… qué esperas encontrar allí? - se atrevió a preguntar, mientras recorrían las atestadas calles. - Nada especial, solo es curiosidad… - respondió con sinceridad, por una vez. - Cuando estaba en Sandorai solía moverme por las aldeas cercanas, visité varias veces las tierras de los lobos y también parte del pantano, pero es la primera vez que estoy en esta parte del continente y quiero sacar partido a mi estancia en los dominios de los humanos. - continuó, abriéndose paso entre la gente para poder avanzar, ya que el barrio de los artesanos estaba bastante concurrido a aquella hora.
- Tú tampoco eres de aquí, vienes de Midgard y aunque no he estado nunca allí me han contado que es bastante diferente a todo esto… apuesto a que al igual que yo, también sientes algo de curiosidad por los sitios que no has visitado aún. - soltó, tratando de acercarse a la alada. - Sí, ti… tienes razón… - susurró Ava, dudando durante unos instantes antes de volver a tomar la palabra. - Ha… hay tanto que ver ahí fuera que es difícil resistirse a explorar… po… por eso, ¿me… me harías el favor de enseñarme Sandorai? - pidió, clavando sus brillantes ojos del color del ámbar en los del peliblanco.
Aquella petición tomó por sorpresa a Ivaran y eso se reflejó en su rostro, pero se recompuso rápidamente, aunque no sabía qué decir. - ¿Qué debería hacer? Si la llevo conmigo todos se darían cuenta del rasgo que compartimos y se les podría ir la lengua… - caviló, buscando mentalmente una alternativa con la que su parentesco no quedase tan expuesto. - Claro, te llevaré a los bosques de mi pueblo, pero antes de volver a mi hogar me gustaría conocer un poco más las ciudades y costumbres humanas… - contestó, dispuesto a valerse de esa excusa para retrasarlo todo lo posible.
- Eso me dará algo de tiempo, luego bastará con que evite la zona de Árbol Madre. - pensó, planeando enseñarle como mucho alguno de los asentamientos más apartados del sagrado corazón de Sandorai. - ¡Gracias! - exclamó la cuerva sin poder reprimirse, con un brillo especial en la mirada y una amplia sonrisa que a causa de la vergüenza por haberse emocionado de más, solo duró unos instantes, dando paso al rubor.
El elfo sacudió levemente la cabeza para sacarse aquella imagen de la mente, no debía perder de vista su objetivo, mucho menos cometer el error de empezar a ablandarse con ella. Ava había disfrutado de la infancia y el calor de una madre que a él se le había negado, y aunque probablemente no tuviese ni idea de la existencia de su hermano mayor, no podía dejar de sentir algo de resentimiento hacia la joven.
Ya en la posada, ambos recogieron sus cosas y compraron algunas provisiones para el viaje que tenían por delante, abandonando Lunargenta en cuanto estuvieron listos.
Afortunadamente, el trayecto hasta la ciudad de cristal transcurrió sin incidentes, y para cuando llegaron el ambiente parecía mucho más animado de lo que habrían imaginado, aunque no tardaron en enterarse del motivo. En homenaje a la muerte de un tal Archibald, nombre que no les sonaba de nada, se estaba organizando un vistoso festival.
- Ya que estamos aquí… de...deberíamos echar un vistazo ¿no? - propuso la mujer bestia, y sin nada que objetar al plan, Ivaran asintió en respuesta. Pero antes de dirigirse a la plaza de Roilkat tuvieron que buscar un lugar donde hospedarse, tarea que no les resultó nada sencilla debido a la cantidad de visitantes que acudían a la celebración. - Por fin, ya creía que nos tocaría pasar la noche al raso. - soltó aliviado el peliblanco, mientras subían las escaleras de uno de los locales, hacia las que serían sus habitaciones durante su estancia en el lugar.
- Reunámonos abajo cuando hayamos acabado de instalarnos. - indicó, despidiéndose y entrando en su cuarto. Ava hizo lo mismo, depositando con cuidado sus pertenencias sobre la mesa que había en la modesta estancia y tomándose unos minutos para refrescarse tras el viaje.
- Un festival… podría ser una buena oportunidad para probar eso… - susurró para sí, llevándose la diestra a la pechera. Sin embargo, no activó la runa de inmediato, primero se deshizo de las metálicas piezas y se aseó para cambiarse de ropa, volviendo a enfundarse a Blackwall y modificando su apariencia con la ilusión de armadura engañosa que le había puesto.
Frente al espejo, la cuerva observó con detenimiento el oscuro vestido que había quedado en su lugar sin sentirse del todo cómoda aún, pero entonces la voz de Raiza se coló en sus pensamientos, asegurándole que no le pasaría nada malo por llevar un atuendo algo diferente. La idea era no llamar demasiado la atención, así que prescindiría de Segadora al menos por unas horas, sustituyéndola por las finas y peligrosas garras que ella misma había forjado.
- Debería bajar ya, Ivaran estará esperando. - murmuró, dejando la habitación y descendiendo a la planta baja, donde efectivamente, el elfo aguardaba junto a la puerta.
- ¿Pasa algo? - preguntó, al ver la extraña expresión que ponía al verla. - No, solo estas… diferente, no me lo esperaba, nada más. - dijo, encogiéndose de hombros y dirigiéndose al exterior. Esa indiferencia o ausencia de interés romántico por ella, ya que no había mostrado ningún indicio de verla con esos ojos, era justamente lo que le facilitaba permanecer en su compañía, no sabía cómo explicarlo pero sentía que con él no tenía que preocuparse por todas las cosas que Celene le había metido en la cabeza años atrás.
Siguiendo a la multitud, ya que era la forma más rápida de llegar al centro de los festejos, no tardaron en encontrarse ante una extraña construcción que hacía honor al apodo de la ciudad, y en el que a pesar de no tener puertas ni ventanas, se podía entrar fácilmente. El cristal dejaba pasar a los visitantes como si solo estuviesen cruzando una fina cortina de agua, y una vez dentro, varias actividades aguardaban a los recién llegados, todas pensadas para realzar la importancia de los espejos.
- ¿Qué es esto? - preguntó el hijo de Imbar, al ver como algunos de los presentes cambiaban su apariencia drásticamente al situarse frente a uno de aquellos ornamentados objetos. Ambos miraron atónitos el proceso durante unos minutos, pero decidieron mantenerse a distancia, ya que no les interesaba adoptar un aspecto diferente al que ya tenían.
Más adelante encontraron otro espejo de lo más curioso, que aseguraban que servía de oráculo y podía responder a cualquier pregunta que se le formulase, y ésto si captó más su atención, lo suficiente como para que se uniesen a aquellos que querían probar suerte. Cuando le llegó el turno, Ava se colocó justo delante del misterioso artefacto y asegurándose de que los demás no estuviesen lo suficientemente cerca como para escucharla, dejó aflorar sus temores. - Ella, ¿tenía razón acerca de mí? ¿se cumplirá lo que me dijo? - susurró, incapaz de olvidar las crueles palabras de su madre.
La respuesta no tardó en llegar, pero solo para sus oídos, ya que los demás solo escucharían un número, “cuarenta y dos”. Bajando la vista al suelo, se retiró hacia un lado en silencio, apartándose del resto de personas. Ivaran era el siguiente, y aunque la reacción de la morena lo preocupó un poco, se acercó a hacer su pregunta. - Veamos si de verdad eres un oráculo, ¿sacaré algo útil de acompañarla o solo estoy perdiendo el tiempo? - quiso saber.
Y dicho esto quedó a la espera, aguardando la posible contestación del espejo.
Off: Aclaración para Máster Ansur sobre las preguntas:
- Ava quiere saber si lo que le dijo Celene en su adolescencia, qué la gente no será capaz de ver más allá de su físico y solo se le acercarán movidos por ese interés, se cumplirá o no.
- Ivaran por su parte quiere saber si viajar con su medio hermana lo ayudará a comprender mejor por qué su madre decidió quedarse con ella mientras a él lo rechazó nada más nacer.
Ya llevaba en Lunargenta un tiempo y no había conseguido averiguar gran cosa acerca de Ava y su posible relación con Celene, pero teniendo en cuenta el poco tiempo que podía pasar con ella resultaba comprensible, ya que más allá de las salidas de caza, solo la acompañaba a ratos y normalmente Raiza estaba siempre de por medio.
- ¿A… a dónde has dicho que quieres ir? - preguntó la morena, algo sorprendida por su idea. - Ya que estoy aquí quiero ver otros lugares y últimamente he escuchado hablar sobre la ciudad de cristal, Roilkat, no queda lejos así que pensé que sería una buena opción, pero preferiría no ir solo… tú conoces mejor esta zona, ¿vendrías conmigo? - pidió, aprovechando que la búfala estaba liada con varios encargos de curtiduría y no podría dejarlos de lado para sumarse al viaje.
- Oh… claro. - accedió, ya que a diferencia de su amiga, no tenía ningún pedido pendiente. - De… deja que recoja mis cosas y podremos partir. - añadió, despidiéndose de Raiza antes de salir hacia la posada. - ¿Qu… qué esperas encontrar allí? - se atrevió a preguntar, mientras recorrían las atestadas calles. - Nada especial, solo es curiosidad… - respondió con sinceridad, por una vez. - Cuando estaba en Sandorai solía moverme por las aldeas cercanas, visité varias veces las tierras de los lobos y también parte del pantano, pero es la primera vez que estoy en esta parte del continente y quiero sacar partido a mi estancia en los dominios de los humanos. - continuó, abriéndose paso entre la gente para poder avanzar, ya que el barrio de los artesanos estaba bastante concurrido a aquella hora.
- Tú tampoco eres de aquí, vienes de Midgard y aunque no he estado nunca allí me han contado que es bastante diferente a todo esto… apuesto a que al igual que yo, también sientes algo de curiosidad por los sitios que no has visitado aún. - soltó, tratando de acercarse a la alada. - Sí, ti… tienes razón… - susurró Ava, dudando durante unos instantes antes de volver a tomar la palabra. - Ha… hay tanto que ver ahí fuera que es difícil resistirse a explorar… po… por eso, ¿me… me harías el favor de enseñarme Sandorai? - pidió, clavando sus brillantes ojos del color del ámbar en los del peliblanco.
Aquella petición tomó por sorpresa a Ivaran y eso se reflejó en su rostro, pero se recompuso rápidamente, aunque no sabía qué decir. - ¿Qué debería hacer? Si la llevo conmigo todos se darían cuenta del rasgo que compartimos y se les podría ir la lengua… - caviló, buscando mentalmente una alternativa con la que su parentesco no quedase tan expuesto. - Claro, te llevaré a los bosques de mi pueblo, pero antes de volver a mi hogar me gustaría conocer un poco más las ciudades y costumbres humanas… - contestó, dispuesto a valerse de esa excusa para retrasarlo todo lo posible.
- Eso me dará algo de tiempo, luego bastará con que evite la zona de Árbol Madre. - pensó, planeando enseñarle como mucho alguno de los asentamientos más apartados del sagrado corazón de Sandorai. - ¡Gracias! - exclamó la cuerva sin poder reprimirse, con un brillo especial en la mirada y una amplia sonrisa que a causa de la vergüenza por haberse emocionado de más, solo duró unos instantes, dando paso al rubor.
El elfo sacudió levemente la cabeza para sacarse aquella imagen de la mente, no debía perder de vista su objetivo, mucho menos cometer el error de empezar a ablandarse con ella. Ava había disfrutado de la infancia y el calor de una madre que a él se le había negado, y aunque probablemente no tuviese ni idea de la existencia de su hermano mayor, no podía dejar de sentir algo de resentimiento hacia la joven.
Ya en la posada, ambos recogieron sus cosas y compraron algunas provisiones para el viaje que tenían por delante, abandonando Lunargenta en cuanto estuvieron listos.
Afortunadamente, el trayecto hasta la ciudad de cristal transcurrió sin incidentes, y para cuando llegaron el ambiente parecía mucho más animado de lo que habrían imaginado, aunque no tardaron en enterarse del motivo. En homenaje a la muerte de un tal Archibald, nombre que no les sonaba de nada, se estaba organizando un vistoso festival.
- Ya que estamos aquí… de...deberíamos echar un vistazo ¿no? - propuso la mujer bestia, y sin nada que objetar al plan, Ivaran asintió en respuesta. Pero antes de dirigirse a la plaza de Roilkat tuvieron que buscar un lugar donde hospedarse, tarea que no les resultó nada sencilla debido a la cantidad de visitantes que acudían a la celebración. - Por fin, ya creía que nos tocaría pasar la noche al raso. - soltó aliviado el peliblanco, mientras subían las escaleras de uno de los locales, hacia las que serían sus habitaciones durante su estancia en el lugar.
- Reunámonos abajo cuando hayamos acabado de instalarnos. - indicó, despidiéndose y entrando en su cuarto. Ava hizo lo mismo, depositando con cuidado sus pertenencias sobre la mesa que había en la modesta estancia y tomándose unos minutos para refrescarse tras el viaje.
- Un festival… podría ser una buena oportunidad para probar eso… - susurró para sí, llevándose la diestra a la pechera. Sin embargo, no activó la runa de inmediato, primero se deshizo de las metálicas piezas y se aseó para cambiarse de ropa, volviendo a enfundarse a Blackwall y modificando su apariencia con la ilusión de armadura engañosa que le había puesto.
Frente al espejo, la cuerva observó con detenimiento el oscuro vestido que había quedado en su lugar sin sentirse del todo cómoda aún, pero entonces la voz de Raiza se coló en sus pensamientos, asegurándole que no le pasaría nada malo por llevar un atuendo algo diferente. La idea era no llamar demasiado la atención, así que prescindiría de Segadora al menos por unas horas, sustituyéndola por las finas y peligrosas garras que ella misma había forjado.
- Debería bajar ya, Ivaran estará esperando. - murmuró, dejando la habitación y descendiendo a la planta baja, donde efectivamente, el elfo aguardaba junto a la puerta.
- ¿Pasa algo? - preguntó, al ver la extraña expresión que ponía al verla. - No, solo estas… diferente, no me lo esperaba, nada más. - dijo, encogiéndose de hombros y dirigiéndose al exterior. Esa indiferencia o ausencia de interés romántico por ella, ya que no había mostrado ningún indicio de verla con esos ojos, era justamente lo que le facilitaba permanecer en su compañía, no sabía cómo explicarlo pero sentía que con él no tenía que preocuparse por todas las cosas que Celene le había metido en la cabeza años atrás.
Siguiendo a la multitud, ya que era la forma más rápida de llegar al centro de los festejos, no tardaron en encontrarse ante una extraña construcción que hacía honor al apodo de la ciudad, y en el que a pesar de no tener puertas ni ventanas, se podía entrar fácilmente. El cristal dejaba pasar a los visitantes como si solo estuviesen cruzando una fina cortina de agua, y una vez dentro, varias actividades aguardaban a los recién llegados, todas pensadas para realzar la importancia de los espejos.
- ¿Qué es esto? - preguntó el hijo de Imbar, al ver como algunos de los presentes cambiaban su apariencia drásticamente al situarse frente a uno de aquellos ornamentados objetos. Ambos miraron atónitos el proceso durante unos minutos, pero decidieron mantenerse a distancia, ya que no les interesaba adoptar un aspecto diferente al que ya tenían.
Más adelante encontraron otro espejo de lo más curioso, que aseguraban que servía de oráculo y podía responder a cualquier pregunta que se le formulase, y ésto si captó más su atención, lo suficiente como para que se uniesen a aquellos que querían probar suerte. Cuando le llegó el turno, Ava se colocó justo delante del misterioso artefacto y asegurándose de que los demás no estuviesen lo suficientemente cerca como para escucharla, dejó aflorar sus temores. - Ella, ¿tenía razón acerca de mí? ¿se cumplirá lo que me dijo? - susurró, incapaz de olvidar las crueles palabras de su madre.
La respuesta no tardó en llegar, pero solo para sus oídos, ya que los demás solo escucharían un número, “cuarenta y dos”. Bajando la vista al suelo, se retiró hacia un lado en silencio, apartándose del resto de personas. Ivaran era el siguiente, y aunque la reacción de la morena lo preocupó un poco, se acercó a hacer su pregunta. - Veamos si de verdad eres un oráculo, ¿sacaré algo útil de acompañarla o solo estoy perdiendo el tiempo? - quiso saber.
Y dicho esto quedó a la espera, aguardando la posible contestación del espejo.
- Atuendo de Ava y Garras:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Off: Aclaración para Máster Ansur sobre las preguntas:
- Ava quiere saber si lo que le dijo Celene en su adolescencia, qué la gente no será capaz de ver más allá de su físico y solo se le acercarán movidos por ese interés, se cumplirá o no.
- Ivaran por su parte quiere saber si viajar con su medio hermana lo ayudará a comprender mejor por qué su madre decidió quedarse con ella mientras a él lo rechazó nada más nacer.
Ava Kenrith
Honorable
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Cantidad de envíos : : 305
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Re: El Caleidoscopio de Sueños [Evento social]
Ah Roilkat, tierra del misterio, Zelas como siempre entraba confiado e ignorante de lo que ocurriría en aquel mágico lugar, en esta ocasión parecía haber un festival con un extraño domo al que la gente entraba sin preocupaciones, al parecer el hecho de entrar a un domo sin puertas era lo mas maravilloso del mundo.
-Sera que esta gente no aprende, los festivales en Roilkat matan a la gente- se dijo el rubio para si mismo, si tuviera un aero por cada vez que moría en Roilkat tendría 2, lo cual no es mucho, pero ya era suficientemente raro que hubiera ocurrido 2 veces, ¿Ocurriría por tercera vez?, el no-elfo necesitaba confirmarlo por lo mismo se aventuro a aquel domo mágico junto a las demás personas que ingresaban.
Habían muchos lugares y atracciones que parecían muy divertidos, no importa que fuera lo que viera, aquello parecía la parte mas divertida del festival, pero había un espejo que le llamo la atención por sobre todos los demás, uno que repetía siempre lo mismo pero las actitudes de quienes le hacían preguntas cambiaban a pesar de que todos escuchaban Cuarenta y dos y así estuvo esperando en la fila hasta que llego su turno, ya no recordaba cuantas veces había sido que había escuchado la palabra Cuarenta y dos, probablemente habrían sido 42 veces(?) hasta que finalmente llego al oráculo.
-Muy bien, hora de la verdad, oráculo ¿Voy a morir en Roilkat otra vez?- pregunto con los brazos cruzados esperando a ver que clase de respuesta le daría el oráculo... Además de Cuarenta y dos
OFF: Elijo hablarle al oráculo.
-Sera que esta gente no aprende, los festivales en Roilkat matan a la gente- se dijo el rubio para si mismo, si tuviera un aero por cada vez que moría en Roilkat tendría 2, lo cual no es mucho, pero ya era suficientemente raro que hubiera ocurrido 2 veces, ¿Ocurriría por tercera vez?, el no-elfo necesitaba confirmarlo por lo mismo se aventuro a aquel domo mágico junto a las demás personas que ingresaban.
Habían muchos lugares y atracciones que parecían muy divertidos, no importa que fuera lo que viera, aquello parecía la parte mas divertida del festival, pero había un espejo que le llamo la atención por sobre todos los demás, uno que repetía siempre lo mismo pero las actitudes de quienes le hacían preguntas cambiaban a pesar de que todos escuchaban Cuarenta y dos y así estuvo esperando en la fila hasta que llego su turno, ya no recordaba cuantas veces había sido que había escuchado la palabra Cuarenta y dos, probablemente habrían sido 42 veces(?) hasta que finalmente llego al oráculo.
-Muy bien, hora de la verdad, oráculo ¿Voy a morir en Roilkat otra vez?- pregunto con los brazos cruzados esperando a ver que clase de respuesta le daría el oráculo... Además de Cuarenta y dos
OFF: Elijo hablarle al oráculo.
Zelas Hazelmere
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Re: El Caleidoscopio de Sueños [Evento social]
Le habían hablado de aquel evento durante su periodo de recuperación tras la batalla de Aguasclaras. Le había parecido buena idea acercarse hasta Roilkat y ver de qué iba todo aquello. Solo con el espectáculo que resultó ser la estructura que componía el principal atractivo de la celebración del Bragival, había merecido la pena el viaje. Pero no era aquel el único motivo.
Le gustaba Roilkat. Allí es donde había dado comienzo su aventura por recuperar Lunargenta, allí es donde conoció a alguno de los Nórgedos con los que posteriormente viajaría para recuperar la ciudad. Años más tarde, cerca del lugar que ocupaba ahora, había viajado, de alguna manera, hasta un tiempo pasado en el que una manda de kags marchó contra la ciudad y se vio involucrado en la misma junto al que desde entonces consideró un amigo, Zelas. ¿Qué habría sido de aquel niño? ¿Qué sería de la madre? ¿Y de aquellos guardias que esperaban tras las puertas? Sonrió. Incluso en el Arenal, ¿cómo olvidar su aventura con la maestra cazadora, Dalmasca y lo que desembocaría, después, en un reencuentro en el asedio a Edén? Dioses, parecía que su fortuna estuviera ligada a Roilkat y el Desierto.
Sacudió la cabeza y volvió a centrarse en su entorno. Había gente por todas partes y todos ellos participaban de la festividad, cada uno en su rol: desde trabajadores del vidrio y del cristal, que paseaban por las calles admirando la decoración y los puestos, hasta tenderos que aprovechaban para vender su mercancía, puestos de comida, no solo cocinada, como pudo comprobar cuando pasó junto a un tipo que estaba asando algún escorpión y otras extrañas criaturas del desierto cuyo nombre no llegó a comprender.
- Disculpe caballero,- una pareja, ricamente engalanada con disfraces y máscaras de una gran calidad, le sacó de su estado de recuerdo- ¿sabría indicarnos cómo se entra al...? Oh.
Ben miró en la dirección que le indicaban cuando vieron que un grupo de gente, atravesaba uno de los cristales de la estructura. Lo hicieron entre risas y asombro, señalando hacia todas partes de la estructura. Uno de ellos, incluso se atrevió a entrar y salir varias veces sin salir de su asombro. La pareja que le había interrumpido se despidió de él y avanzaron hacia una de las paredes de falso cristal, antes de cruzar se miraron y cuando estuvieron al otro lado rieron maravillados por lo que acababan de vivir. Ah, pero aquel encuentro, estaba seguro, no fue casual.
Decidió seguir a la pareja al interior. Al atravesar el falso cristal, no sintió nada en absoluto y lo achacó a una ilusión, una muy poderosa, por cierto. Y si estaba en lo cierto, ¿estaría dentro la persona responsable de todo aquello? Se encogió de hombros mentalmente mientras sus ojos pasaban de un lado a otro e iba recogiendo fragmentos de conversación de unos y otros: espejos que leían el futuro, espejos que cambiaban la apariencia y espejos en los que uno podía vivir un sueño.
En su vida había visto pocos espejos y mucho menos tan bien decorados como aquellos. Cuando lo típico y normal era ver espejos de metal pulido, allí había un derroche casi obsceno de espejos de altísima calidad. Según le habían explicado, los espejos eran, en esencia, cristales a los que se les añadía un compuesto derivado de la plata que había que tratar de una determinada manera. Basta decir que no entendió mucho de todo aquello que le explicaron.
Ignoró la primera zona de espejos ya que no estaba interesado en cambiar su apariencia. Caminó directamente al espejo que hablaba. El Oráculo, escuchó que lo llamaban. Lo observó durante unos instantes y no vio nada de particular salvo que la respuesta era la misma siempre. Y aquello era interesante, se dijo, porque pese a que casi todos escuchaban el número cuarenta y dos, y podían llegar a concluir que aquello estaba estropeado o era un engaño, la gente seguía preguntando. Tenía que haber algo más.
Movido por la curiosidad, decidió aguardar su turno para realizar una pregunta a aquel artilugio. No comprendía cómo funcionaba, pero si algo había aprendido era a desconfiar de los avances técnicos que ofrecían respuestas a cosa del ser. Eso era completamente antinatural y se negaba a creer que algo así existiera. Cuando llegó su turno, después de reflexionar, había decidido intentar algo.
- ¿Cómo reconozco el espejo número cuarenta y dos?
La pregunta la formuló en voz baja. No pasó mucho tiempo hasta que escuchó la respuesta. Su respuesta.
Le gustaba Roilkat. Allí es donde había dado comienzo su aventura por recuperar Lunargenta, allí es donde conoció a alguno de los Nórgedos con los que posteriormente viajaría para recuperar la ciudad. Años más tarde, cerca del lugar que ocupaba ahora, había viajado, de alguna manera, hasta un tiempo pasado en el que una manda de kags marchó contra la ciudad y se vio involucrado en la misma junto al que desde entonces consideró un amigo, Zelas. ¿Qué habría sido de aquel niño? ¿Qué sería de la madre? ¿Y de aquellos guardias que esperaban tras las puertas? Sonrió. Incluso en el Arenal, ¿cómo olvidar su aventura con la maestra cazadora, Dalmasca y lo que desembocaría, después, en un reencuentro en el asedio a Edén? Dioses, parecía que su fortuna estuviera ligada a Roilkat y el Desierto.
Sacudió la cabeza y volvió a centrarse en su entorno. Había gente por todas partes y todos ellos participaban de la festividad, cada uno en su rol: desde trabajadores del vidrio y del cristal, que paseaban por las calles admirando la decoración y los puestos, hasta tenderos que aprovechaban para vender su mercancía, puestos de comida, no solo cocinada, como pudo comprobar cuando pasó junto a un tipo que estaba asando algún escorpión y otras extrañas criaturas del desierto cuyo nombre no llegó a comprender.
- Disculpe caballero,- una pareja, ricamente engalanada con disfraces y máscaras de una gran calidad, le sacó de su estado de recuerdo- ¿sabría indicarnos cómo se entra al...? Oh.
Ben miró en la dirección que le indicaban cuando vieron que un grupo de gente, atravesaba uno de los cristales de la estructura. Lo hicieron entre risas y asombro, señalando hacia todas partes de la estructura. Uno de ellos, incluso se atrevió a entrar y salir varias veces sin salir de su asombro. La pareja que le había interrumpido se despidió de él y avanzaron hacia una de las paredes de falso cristal, antes de cruzar se miraron y cuando estuvieron al otro lado rieron maravillados por lo que acababan de vivir. Ah, pero aquel encuentro, estaba seguro, no fue casual.
Decidió seguir a la pareja al interior. Al atravesar el falso cristal, no sintió nada en absoluto y lo achacó a una ilusión, una muy poderosa, por cierto. Y si estaba en lo cierto, ¿estaría dentro la persona responsable de todo aquello? Se encogió de hombros mentalmente mientras sus ojos pasaban de un lado a otro e iba recogiendo fragmentos de conversación de unos y otros: espejos que leían el futuro, espejos que cambiaban la apariencia y espejos en los que uno podía vivir un sueño.
En su vida había visto pocos espejos y mucho menos tan bien decorados como aquellos. Cuando lo típico y normal era ver espejos de metal pulido, allí había un derroche casi obsceno de espejos de altísima calidad. Según le habían explicado, los espejos eran, en esencia, cristales a los que se les añadía un compuesto derivado de la plata que había que tratar de una determinada manera. Basta decir que no entendió mucho de todo aquello que le explicaron.
Ignoró la primera zona de espejos ya que no estaba interesado en cambiar su apariencia. Caminó directamente al espejo que hablaba. El Oráculo, escuchó que lo llamaban. Lo observó durante unos instantes y no vio nada de particular salvo que la respuesta era la misma siempre. Y aquello era interesante, se dijo, porque pese a que casi todos escuchaban el número cuarenta y dos, y podían llegar a concluir que aquello estaba estropeado o era un engaño, la gente seguía preguntando. Tenía que haber algo más.
Movido por la curiosidad, decidió aguardar su turno para realizar una pregunta a aquel artilugio. No comprendía cómo funcionaba, pero si algo había aprendido era a desconfiar de los avances técnicos que ofrecían respuestas a cosa del ser. Eso era completamente antinatural y se negaba a creer que algo así existiera. Cuando llegó su turno, después de reflexionar, había decidido intentar algo.
- ¿Cómo reconozco el espejo número cuarenta y dos?
La pregunta la formuló en voz baja. No pasó mucho tiempo hasta que escuchó la respuesta. Su respuesta.
Sango
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Re: El Caleidoscopio de Sueños [Evento social]
Roilkat - Invierno
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Nuestro camino finalmente nos trajo a nueva cuenta a la ciudad de Roilkat Sin duda había sido un largo trayecto lleno de aventuras, emociones tanto buenas como fatídicas y eventos que pusieron a prueba nuestra supervivencia. Todavía me costaba procesar muchas cosas, algunas otras no las recordaba o pasaron simplemente como un mal sueño. Una sensación de que algo no había salido del todo bien era un sentimiento que me abordaba constantemente. Como fuese allí estábamos y al parecer llegamos con varios días de anticipación a lo que parecía ser un gran festival en la ciudad.
- Creo que ya es un hábito llegar en medio de celebraciones. Esperemos que esta sea ta buena como la última. - Dije al recordar los eventos en los bosques del oeste dado que en Dundarak no quería recordar algo más que no fuese mi reencuentro con Meleis.
Hablando de él, se había encargado de tomar un folleto. - Al parecer es un festival con varias actividades. Un oráculo y oh... sorpresas. También dice que podremos llevar disfraces. - Agregó. Mi rostro se iluminó, la idea de que fuésemos vestidos de gomejos no iba a negar que pasó por mi mente, pero en seguida negué, una especie de escalofrío me recorrió la espalda, cómo si ya me hubiera disfrazado antes así y las cosas salieron mal.
- Iré al taller de Galatea, seguramente tendrá pedidos y puedo pagar nuestros disfraces con trabajo. Ustedes encárguense de ver de que van "las sorpresas". - Ordené y sin más, tomando a mi bebé peludo fui por las calles de Roikat al taller. Como era de esperarse fui bien recibida. Galatea estaba al tope de trabajo y mi ayuda era más que necesaria.
Con el pasar de los días y la llegada de aquel esperado festival, había sacado tiempo para crear disfraces que podía considerar elegantes y enigmáticos. El negro y el dorado fueron la clave para Meleis y yo y con antifaces elegidos para cada uno. Bomull por su parte no sería olvidado, mi bebé peludo también estaría hermoso y se vería magnifico en mis brazos. La joyería tampoco faltó, cortesía de las ganancias en el taller. Estábamos listos.
- Vive la vida , trae alegría, escucha bien lo que te estoy diciendo... No más barreras , dale pa'dentro... Pito corazón del pueblo. - Cantaba un grupo de bardos a lo lejos que cuyos tragos ya se habían subido bastante.
- Escuché que el oráculo es fascinante, me gustaría visitarlo si no te molesta. - Dijo mi hermano bastante animado con la idea, después de haberle regalado el disfraz parecía más entusiasmado que nunca.
En un principio pensé en acceder a sus deseos, pero algo o mejor dicho alguien me retuvo, una mujer, de aspecto demacrado debía decir pasaba justo en frente de mí murmurando constantemente un nombre - Terric. No sabía por qué, pues no recordaba haberla visto antes pero por qué llamaba tanto mi atención, pero aquel nombre me causaba una serie de emociones, sensaciones que salían de mi entendimiento.
- Yo... estaré allá. Puedes ir tú y nos encontraremos... ahí. - Señalé hacia el lugar al que se dirigía la dama. No me importó algo más, mi impulso fue seguirla a ese sitio lleno de espejos. Claro que, Meleis, un poco consternado ante mi cambio tan abrupto de actitud se fue justo detrás mí.
Mi paso era rápido y mi altura facilitó alcanzarla con la suficiente prudencia de mantener cierta distancia. Nos internamos en una galería o algo parecido. La mujer, absorta en su propio mundo parecía ignorar por completo que estaba a varios metros de ella. Claro que yo tampoco hacía algo más que avanzar y mantenerme en silencio. Me detuve, ella comenzó a hablar en frente de uno de los espejos en la medida que el reflejo de un niño aparecía. ¿Dónde lo había visto? ¿Por qué sentía como si me dieran una puñalada en el pecho?
- ¿Terric?- Dijo ella mujer con un hilo de voz y con un torrente de emociones haciéndole derramar lágrimas. -¡Terric, hijo…! ¿Hijo?… Mi hijo. ¡Mi hijo, sí, es mi hijo! Te recuerdo. ¡Mamá te recuerda! ¡Tranquilo, mamá te sacará de ahí, mamá te salvará!- Sin decir más, la desesperada mujer se lanzó al espejo, sumergiéndose en él y desapareciendo sin dejar rastro.
Me quedé en shock, pero nuevamente una ola de emociones intensas e inexplicables me invadían, aquel impulso innato ante el asombro de lo que acaba de ver me llevó a correr sin pensarlo hacia ese lugar y entrar justo detrás tal cuál como ella lo había hecho. ¿Por qué había hecho eso? ¿Por qué me sentía así? ¿Por qué ese nombre me generaba tristeza y culpa?
- Creo que ya es un hábito llegar en medio de celebraciones. Esperemos que esta sea ta buena como la última. - Dije al recordar los eventos en los bosques del oeste dado que en Dundarak no quería recordar algo más que no fuese mi reencuentro con Meleis.
Hablando de él, se había encargado de tomar un folleto. - Al parecer es un festival con varias actividades. Un oráculo y oh... sorpresas. También dice que podremos llevar disfraces. - Agregó. Mi rostro se iluminó, la idea de que fuésemos vestidos de gomejos no iba a negar que pasó por mi mente, pero en seguida negué, una especie de escalofrío me recorrió la espalda, cómo si ya me hubiera disfrazado antes así y las cosas salieron mal.
- Iré al taller de Galatea, seguramente tendrá pedidos y puedo pagar nuestros disfraces con trabajo. Ustedes encárguense de ver de que van "las sorpresas". - Ordené y sin más, tomando a mi bebé peludo fui por las calles de Roikat al taller. Como era de esperarse fui bien recibida. Galatea estaba al tope de trabajo y mi ayuda era más que necesaria.
Con el pasar de los días y la llegada de aquel esperado festival, había sacado tiempo para crear disfraces que podía considerar elegantes y enigmáticos. El negro y el dorado fueron la clave para Meleis y yo y con antifaces elegidos para cada uno. Bomull por su parte no sería olvidado, mi bebé peludo también estaría hermoso y se vería magnifico en mis brazos. La joyería tampoco faltó, cortesía de las ganancias en el taller. Estábamos listos.
- Vive la vida , trae alegría, escucha bien lo que te estoy diciendo... No más barreras , dale pa'dentro... Pito corazón del pueblo. - Cantaba un grupo de bardos a lo lejos que cuyos tragos ya se habían subido bastante.
- Escuché que el oráculo es fascinante, me gustaría visitarlo si no te molesta. - Dijo mi hermano bastante animado con la idea, después de haberle regalado el disfraz parecía más entusiasmado que nunca.
En un principio pensé en acceder a sus deseos, pero algo o mejor dicho alguien me retuvo, una mujer, de aspecto demacrado debía decir pasaba justo en frente de mí murmurando constantemente un nombre - Terric. No sabía por qué, pues no recordaba haberla visto antes pero por qué llamaba tanto mi atención, pero aquel nombre me causaba una serie de emociones, sensaciones que salían de mi entendimiento.
- Yo... estaré allá. Puedes ir tú y nos encontraremos... ahí. - Señalé hacia el lugar al que se dirigía la dama. No me importó algo más, mi impulso fue seguirla a ese sitio lleno de espejos. Claro que, Meleis, un poco consternado ante mi cambio tan abrupto de actitud se fue justo detrás mí.
Mi paso era rápido y mi altura facilitó alcanzarla con la suficiente prudencia de mantener cierta distancia. Nos internamos en una galería o algo parecido. La mujer, absorta en su propio mundo parecía ignorar por completo que estaba a varios metros de ella. Claro que yo tampoco hacía algo más que avanzar y mantenerme en silencio. Me detuve, ella comenzó a hablar en frente de uno de los espejos en la medida que el reflejo de un niño aparecía. ¿Dónde lo había visto? ¿Por qué sentía como si me dieran una puñalada en el pecho?
- ¿Terric?- Dijo ella mujer con un hilo de voz y con un torrente de emociones haciéndole derramar lágrimas. -¡Terric, hijo…! ¿Hijo?… Mi hijo. ¡Mi hijo, sí, es mi hijo! Te recuerdo. ¡Mamá te recuerda! ¡Tranquilo, mamá te sacará de ahí, mamá te salvará!- Sin decir más, la desesperada mujer se lanzó al espejo, sumergiéndose en él y desapareciendo sin dejar rastro.
Me quedé en shock, pero nuevamente una ola de emociones intensas e inexplicables me invadían, aquel impulso innato ante el asombro de lo que acaba de ver me llevó a correr sin pensarlo hacia ese lugar y entrar justo detrás tal cuál como ella lo había hecho. ¿Por qué había hecho eso? ¿Por qué me sentía así? ¿Por qué ese nombre me generaba tristeza y culpa?
- Off:
- Solo para efectos de este tema uso mis dones curtidores a ver si ahora son baratijas (?) :V
Ropas Comunes Mejoradas: Ropas de materiales comunes que pueden tener la estética que desee el fabricante.
[Disfraces Meleis, Merax, Bomull, Gaegel y Ryra.]
Por lo que entiendo la doña anda cerca de la galería, no obstante si he de corregir algo, quedo atenta. Me fui de cajón con ella puesto que en el evento pasado tuve relación en ese asuntito.Outfit Meraxes
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Outfit Meleis
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Outfit Bomull
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- Inventario:
- Pieza Metálica - Pecho lado izquierdo.
- Látigo [Arma Flexible Superior - Encantamiento Castigo de Piedra] - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
- Bomull [Gomejo]
- Moneda Maliciosa de Elian
- Galleta de Humo.
- Inventario Meleis:
- Armadura de Fieras Normal: [Armadura Ligera - Encantamiento Pudor]
- Poción de Salud Diluida
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Re: El Caleidoscopio de Sueños [Evento social]
El sol se había alzado en aquella fresca mañana, cubriendo de su luz poco a poco todo el prado verde desde la cima de la colina hasta donde alcanzaba la vista. El extenso prado ocupaba varias hectáreas, y tan solo acababa en una colina lejana que no dejaba ver qué había más allá. El cielo estaba despejado, con un resplandeciente azul celeste. Justo cuando una corriente de aire se levantó lo suficiente como para generar viento que sacudió la hierba a baja altura que se extendía por el lugar y movía los árboles que habían salpicados por el paisaje, una figura a lomos de un caballo subió hasta la cima de la colina. Segundos después, otras dos le acompañaron, también montados a caballo. Las tres figuras se quedaron mirando el lugar, expectantes.
-Comandante, estamos preparados.-Le dijo uno de los jinetes a Alward, que ocupaba la posición central entre los tres.
El Sevna asintió y miró al otro jinete. Alward iba ataviado con una armadura de acero dorada y brillante debido reflejo del sol, la máscara no existía en su faz, mostrando un rostro con una barba perfectamente recortada y perfilada y unos cabellos algo alborotados pero cuidados. La capucha había dejado lugar a una capa azul elegante y decorada con diversos detalles en forma de florituras amarillas. Las dos espadas le seguían colgando de la espalda, y su arco estaba apostado a uno de los costados de su equino. Sus acompañantes iban ataviados con armaduras similares, pero en vez de doradas eran plateadas. Las capas también adornaban su espalda, y sus florituras y detalles también estaban adornando dicha prenda en amarillo, pero con mucho menos detalle y grandilocuencia que la que portaba el Sevna.
-¿Qué esperamos del enemigo?
-Que vengan con todo.-Contestó con firmeza.-Esta batalla decidirá el sino del mundo.
-Dependerá de nosotros...-Añadió Alward tras asentir. Acto seguido, se quedó mirando un punto fijo del paisaje, concretamente la cima de la colina más lejana.
De pronto, nubes de aspecto esponjoso empezaron a hacer acto de presencia encima de la colina lejana, como si el día y el paso del tiempo se tornara en una velocidad duplicada a la normal. Esas nubes se volvieron lisas y negras, cubriendo cada vez más territorio hasta llegar a la colina donde se situaban Alward y sus acompañantes y, desde ahí, extenderse hacia todas direcciones. El día soleado, tranquilo y bello dejó paso a un nubarrón gigantesco, oscuro que daba al ambiente y al aire un tono cargante y enrarecido. El viento empezó a agitarse de forma antinatural, los caballos relincharon y se pusieron nerviosos. El de Alward se puso a dos patas, por lo que este tuvo que maniobrar con él para que no se desbocase.
Una grieta se abrió en el cielo que había justo encima de la colina lejana, un aura morada salió de esta y tras la irrupción de dos relámpagos, empezaron a salir de la grieta criaturas sombrías sin rostro, algunas humanoides, otras deformes de todos los tamaños.
-Esperamos su orden, señor.
El Sevna echó por un instante la vista atrás. Detrás de la colina donde se situaban él y sus subordinados se extendía hasta donde alcanzaba la vista una marea de hombres y mujeres de todas las razas, ataviados con distintas armaduras (algunas parecidas a las que llevaban sus subordinados, con menos detalles pero igual de imponentes) organizados en batallones que se hicieron notar con un murmullo que evolucionó en cuestión de segundos en arengas encabezadas por los líderes de cada batallón.
Miró de nuevo al frente. No estaba solo, tenía un ejército, y los había unido a todos bajo una misma amenaza.
Esbozó una sonrisa y se dirigió a uno de sus subordinados.
-Vamos a la batalla.
Sin mediar palabra, el subordinado dio media vuelta a su montura y encaró al gran ejército que esperaba un poco más abajo. Con un grito feroz les dio la orden de marchar a la batalla, y estos respondieron con una arenga aún mayor y con un grito al unísono más atronador que los relámpagos que esporádicamente caían.
El ejército enemigo no se amilanó, y también comenzó a cargar hacia adelante contra ellos. Alward no se iba a quedar atrás, y una vez que su ejército subiese la colina, se uniría a ellos en la carga, cosa que hizo desenvainando una de sus espadas y hacerla relucir entre las llamas de un encantamiento, apuntando hacia el ejército enemigo y con un grito de batalla poderoso.
Un rayo de luz refulgente pudo atravesar el mar de nubes, rebasando a Alward y a todo su ejército, insuflándole fuerzas y valor. Baldr estaba con ellos, y no les abandonaría. El Sevna alzó la mirada al cielo, y lleno de confianza y seguridad en sí mismo, cargó con rabia hacia adelante, aún con la espada en mano, espoleando a su caballo para que alcanzara su máxima velocidad.
Todo quedó en blanco. El sonido se apagó, el tacto era confuso, la consciencia sobre sí mismo era difusa y se sentía fuera y dentro de su cuerpo al mismo tiempo.
Poco a poco pudo ir escuchando el sonido de su respiración. Estaba de pie en una inmensidad blanca... ¿O era negra? La vista se agudizaba y el blanco definitivamente dio lugar a la inmensidad más oscura jamás vista, más que una noche sin luna. A sus pies, una vidriera con colores azules y amarillos de diversos tonos se extendía en un círculo gigante a su alrededor, flotando en la inmensidad de ese vacío negro. Si investigara un poco más, Alward se daría cuenta de que esa vidriera no flotaba en el espacio, sino que era un pilar infinito hacia abajo hecho con un material parecido a la piedra y de color negro. Seguía ataviado con la armadura de antes, y su cara seguía descubierta.
-Eres un soldado atado a una vida en constante conflicto.
El Sevna miró a su alrededor. Esa voz parecía provenir de todas las direcciones, a la vez dentro y fuera de su cabeza, y le transmitía calma y seguridad.
-Es tu destino librar batallas que otros no pueden. Eres el adalid perfecto, hónranos y lucha en nombre de la Luz.
De pronto, todo a su alrededor se emborronó como si de un lienzo mojado se tratara y a su alrededor volvió a dibujarse aquella extraña sala llena de espejos. Estaba de nuevo en Roilkat, o al menos en aquella extraña cúpula de cristal que había en una de las plazas de la ciudad.
Exhaló un suspiró, y notó que su aliento se chocaba con una superficie pegada a su rostro: llevaba de nuevo la máscara, y sus ropajes volvieron a ser los de siempre; oscuros, bajo una capucha que ocultaba todo rastro de su identidad.
Estaba allí, parado y mirando hipnotizado uno de los espejos en particular. La gran batalla se seguía sucediendo dentro, pero ya no se sentía allí, ya no estaba allí. No era un comandante, no tenía ningún ejército, nadie sabía de su existencia, estaba solo, y su lucha seguía igual de difícil que siempre. En el espejo, la batalla era cruenta, y el mundo parecía temblar con ella, se sentía realmente importante, y una parte de sí le frustraba no participar en ella.
Sintió una mano sobre su hombro, y la misma sensación de tranquilidad y paz le invadió, como cuando escuchó aquella voz que venía de todas direcciones. No había nadie allí que le tocara el hombro, al menos no que él hubiese visto, pues había bastante gente viendo los espejos y yendo y viniendo de todas partes de aquella extraña estructura de cristal.
Volvió a mirar al espejo donde la batalla seguía ocurriendo. Le invadió la nostalgia de un recuerdo lejano que no sabía que tenía, pero eso era imposible, pues jamás vivió una batalla como esa; la madre de todas las batallas.
De nuevo, sintió una mano sobre su hombro. Esta vez sí que fue real, y era Katrina. Se habían separado un momento, para explorar el lugar, pero de casualidad ella lo encontró.
-¿Cómo estás?-Resonó su voz en su mente. Acto seguido, miró al espejo, extrañada por lo embelesado que Alward se había quedado mirándolo.-¿Qué has... visto?
-Bien...-Suspiró.-Estoy... bien.-Dijo en un leve susurro.
Alward Sevna
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Re: El Caleidoscopio de Sueños [Evento social]
Todos hablaban de una nueva atracción en una de las plazas centrales de Roilkat, un evento que cautivaba a curiosos de la ciudad e incluso extranjeros de otras tierras. Mis viajes me habían acercado a la península de Verisar y casi que, por casualidad, durante el camino escuché los rumores de la gran cúpula de cristal. Me intrigaba dicha construcción y admito que los incautos endulzaban las atracciones que se exhibían dentro de la misma, por lo que una pequeña visita podría satisfacer mi intriga y así no suponer una pérdida de tiempo.
La multitud se acercaba a la gran cúpula, incluso siendo ya de noche la gente que se juntaba seducidos por la atracción. Sin cavilar caminé hacia una de las superficies de cristal reluciente, atravesándolo como si se tratase de un líquido. Había visto la magia actuar con otros antes de mí, así que no dudé en ingresar a través de aquella “entrada”.
Si bien mi rostro se mantenía serio, por dentro me asombraba las posibilidades del éter. Una vez dentro de la cúpula, la cantidad de espejos me cautivó, era uno de los objetos que más me capturaban, puesto que eran capaces de reflejarme en todo mi esplendor, una visión que gozaba y parecía limitada a solo el resto de personas que me vieran. Un espejo me garantizaba entrar en aquel “mundo” mágico donde tenía la dicha de observarme a mí mismo.
Por tal razón, cuando entendí que podía cambiar mi imagen como parte de una de las artimañas de aquella cúpula, me negué rotundamente, ¿para qué querría estar en los zapatos de alguien más? Obviamente, era una oportunidad para el insignificante de jugar a ser importante, del poco agraciado usar las pieles del bello, pero en mi caso no tenía sentido. Sabiendo las opciones que le daba al resto de visitantes, entendía que no podría confiar en nadie, ya que seguramente solo sería un disfraz. Igualmente, no deseaba interactuar, pero tal idea solo avivaba mi cautela; en mis viajes había hecho numerosos enemigos, por lo que un rostro conocido podría esconder algo amenazante detrás.
Responder cualquier pregunta… - susurré al oír una pareja que excitados avanzaban por el laberíntico camino de espejos hablando sobre un oráculo capaz de satisfacer cualquier interrogante.
Me encaminé a la larga multitud que esperaba tener una respuesta. Todos parecían oír "Cuarenta y dos", pero quien hacía la pregunta parecía escuchar algo distinto… Sabía que era real y eso daba un océano de posibilidades para mi mente agitada por la intriga. Mi ambición, mi apetito y voracidad intelectual podrían ser atendidas, o por lo menos en cierta forma.
Estaba cansado de oír “Cuarenta y dos” una y otra vez, las preguntas del resto eran puras banalidades, eran seres insignificantes y esperar mi turno me parecía un insulto. Sin embargo, agradecía el tiempo para poder digerir cuál sería la pregunta a formular.
¿Valdría la pena preguntar por lo que me depara el futuro?, ¿sería más provechoso preguntar por mi pasado y aquellas interrogantes que me siguen como fantasma? Era difícil decidir una sola pregunta… ¿Consulto por Gnosis y mi rol como Sirio en los objetivos de Corvo?, ¿mi apellido Markov o incluso mi papel en lo que vendría para los de mi raza en el continente?
Todo era complejo y en la vorágine de ideas de mi cabeza todo se arremolinaba con intensidad. Había decidido ser concreto y preguntar la ubicación del siguiente tomo del dios vampiro Habakhuk, sin embargo, rodeado de espejos, me vi reflejado y mi vanidad ganó a la razón. Mi narcisismo tomó posesión y una sonrisa ególatra alumbró mi cara cuando fue mi turno.
Espejito espejito… - dije con una sonrisa victoriosa como si me anticipara a la contestación que deseaba recibir. - ¿Seré conocido en todo el continente?, ¿mi nombre será temido al igual que admirado en Aerandir? ¿Seré lo más cercano a un Dios? – sabía que solo se permitía una pregunta, pero la excitación se traducía en una verborrea ansiosa de interrogantes sobre mí destino.
_________________La multitud se acercaba a la gran cúpula, incluso siendo ya de noche la gente que se juntaba seducidos por la atracción. Sin cavilar caminé hacia una de las superficies de cristal reluciente, atravesándolo como si se tratase de un líquido. Había visto la magia actuar con otros antes de mí, así que no dudé en ingresar a través de aquella “entrada”.
Si bien mi rostro se mantenía serio, por dentro me asombraba las posibilidades del éter. Una vez dentro de la cúpula, la cantidad de espejos me cautivó, era uno de los objetos que más me capturaban, puesto que eran capaces de reflejarme en todo mi esplendor, una visión que gozaba y parecía limitada a solo el resto de personas que me vieran. Un espejo me garantizaba entrar en aquel “mundo” mágico donde tenía la dicha de observarme a mí mismo.
Por tal razón, cuando entendí que podía cambiar mi imagen como parte de una de las artimañas de aquella cúpula, me negué rotundamente, ¿para qué querría estar en los zapatos de alguien más? Obviamente, era una oportunidad para el insignificante de jugar a ser importante, del poco agraciado usar las pieles del bello, pero en mi caso no tenía sentido. Sabiendo las opciones que le daba al resto de visitantes, entendía que no podría confiar en nadie, ya que seguramente solo sería un disfraz. Igualmente, no deseaba interactuar, pero tal idea solo avivaba mi cautela; en mis viajes había hecho numerosos enemigos, por lo que un rostro conocido podría esconder algo amenazante detrás.
Responder cualquier pregunta… - susurré al oír una pareja que excitados avanzaban por el laberíntico camino de espejos hablando sobre un oráculo capaz de satisfacer cualquier interrogante.
Me encaminé a la larga multitud que esperaba tener una respuesta. Todos parecían oír "Cuarenta y dos", pero quien hacía la pregunta parecía escuchar algo distinto… Sabía que era real y eso daba un océano de posibilidades para mi mente agitada por la intriga. Mi ambición, mi apetito y voracidad intelectual podrían ser atendidas, o por lo menos en cierta forma.
Estaba cansado de oír “Cuarenta y dos” una y otra vez, las preguntas del resto eran puras banalidades, eran seres insignificantes y esperar mi turno me parecía un insulto. Sin embargo, agradecía el tiempo para poder digerir cuál sería la pregunta a formular.
¿Valdría la pena preguntar por lo que me depara el futuro?, ¿sería más provechoso preguntar por mi pasado y aquellas interrogantes que me siguen como fantasma? Era difícil decidir una sola pregunta… ¿Consulto por Gnosis y mi rol como Sirio en los objetivos de Corvo?, ¿mi apellido Markov o incluso mi papel en lo que vendría para los de mi raza en el continente?
Todo era complejo y en la vorágine de ideas de mi cabeza todo se arremolinaba con intensidad. Había decidido ser concreto y preguntar la ubicación del siguiente tomo del dios vampiro Habakhuk, sin embargo, rodeado de espejos, me vi reflejado y mi vanidad ganó a la razón. Mi narcisismo tomó posesión y una sonrisa ególatra alumbró mi cara cuando fue mi turno.
Espejito espejito… - dije con una sonrisa victoriosa como si me anticipara a la contestación que deseaba recibir. - ¿Seré conocido en todo el continente?, ¿mi nombre será temido al igual que admirado en Aerandir? ¿Seré lo más cercano a un Dios? – sabía que solo se permitía una pregunta, pero la excitación se traducía en una verborrea ansiosa de interrogantes sobre mí destino.
Off
Pregunto en el oráculo.
Zagreus
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Re: El Caleidoscopio de Sueños [Evento social]
No era la primera vez que veía un espejo. Fin del dato innecesario.
Era la primera vez que veía una cúpula de espejos, y que, además, no negara la entrada o salida a través de cualquier parte de su inmenso cuerpo, a pesar de que su superficie sí era reservada sobre lo que había en su interior y lo ocultaba detrás del reflejo del mundo externo. Todo aquello, en conjunto, me hacía pensar que su diseño, por sí mismo, era una invitación para los curiosos, una invitación para que viéramos por nosotros mismos lo que nos esperaba dentro de aquella maravilla.
–Me pregunto a cuántos habrán esclavizado para construir esto en tan poco tiempo –comenté, a unos pocos metros de su pared reflectante, mientras me veía en él comiéndome una biusa.
–No seas amargado –repuso Xana, a mi lado como era usual, con una sonrisa fina. Me dio un golpecito en el hombro antes de añadir–: ¿Y si mejor piensas en lo que le preguntarás al Oráculo?
–Ya sé lo que preguntaré.
–¿Y qué será?
–Por qué mi equino feo es tan feo.
–¡Vamos, sé más creativo que eso!
–¿Y tú qué preguntarás, que andas tan exigente?
–Ahm... Pues... –Frunció el ceño–. No lo sé. –Soltó una risilla.
–Pues, vaya, qué profundo –dije, sardónico.
–Pensemos mientras vemos los espejos. –Se colocó rápidamente detrás de mí y, sujetándome los hombros, me empujó al interior.
Una vez dentro, contemplamos las diversas atracciones, interesados o maravillados por algunos e indiferente por otros, aunque sin atrevernos a probar alguno, excepto por aquel que nadie parecía probar: espejo de disfraces.
–¿Tienes a alguien en mente? –preguntó Xana.
–Creo que tengo una idea.
Sin decir más, me acerqué al espejo y pensé en quién me convertiría.
–Déjame adivinar: será de Zel...
–¡No me distraigas! –exclamé alarmado, justo antes de transformarme en alguien más. O en algo más.
–¿Pero qué...? –alcanzó a musitar Xana antes de reír abiertamente–. Creo que ahora eres alguien muy cuadrado.
Ignorando sus carcajadas, volví a mirarme en el espejo y repetir el proceso, esta vez bien. Un instante después, mi apariencia cuadrada dejó de descuadrar. Miré mi reflejo y sonreí satisfecho.
–Cuando no me interrumpen cruel y desalmadamente –dije–, el espejo hace buen trabajo. Quizás demasiado.
–Pues bien, si tú serás Zelas, entonces yo seré... –Se acercó al espejo y probó su magia–. Espera, ¿de dónde salió este vestido?
Me encogí de hombros.
–Quizás alguien travieso jugó con códigos de runas para meterse en el sistema mágico de los espejos e intentar hacer alguna bromilla.
–¿Qué?
–Sí, no todos entenderán esa referencia.
–Ahm... Como sea, voy a...
–¿Y por qué no vamos los dos de Zelas?
–¿Los dos de...? –Su extrañeza inicial cambió por una sonrisa felina–. Tienes razón, probemos eso.
Eso hizo. Se transformó en otro Zelas, aunque con un vestido distinto. Entonces agarró los bordes de su falda y dio una vuelta delante de mí.
–¿Qué te parece?
–Como para zelarte.
Luego de eso, entre comentarios y chistes sin gracia, formulábamos posibles preguntas para el Oráculo. ¿Qué es el alma?, ¿existe el libre albedrío?, ¿qué determina el tipo de magia racial que tendrá una persona, si Zelas pudo conservar su magia élfica aunque cambió de cuerpo de elfo a humano?, ¿los viajes en el tiempo pueden cambiar nuestra realidad, forman una nueva que será paralela o todo está escrito y cualquier viaje siempre formó parte de una existencia determinista?, ¿cuál es el sabor de una biusa si se prueba sin antes pensar en un sabor? Esas eran mis preguntas. Xana, por su parte, pensaba en cuestiones más sencillas: ¿cuándo crecerá Rauko?, ¿Hyro será solterón toda la vida?, ¿cuántas versiones de Vincent existen?, ¿por qué a veces parece que cada persona tiene un orden cronológico distinto para sus aventuras?, y demás tonterías.
No obstante, a la hora de la verdad, dejamos todo aquello en el Oblivion; cada uno tenía ya una pregunta desde antes de entrar, pero no queríamos que el otro supiera. Así que, por turnos y asegurándonos de no ser escuchados, preguntamos al Oráculo.
–¿Cómo puedo deshacerme de mi maldición? –fue mi pregunta.
–¿Qué debo hacer para convencer a Rauko de que no necesita asesinar para mejorar el mundo? –fue la de ella.
Era la primera vez que veía una cúpula de espejos, y que, además, no negara la entrada o salida a través de cualquier parte de su inmenso cuerpo, a pesar de que su superficie sí era reservada sobre lo que había en su interior y lo ocultaba detrás del reflejo del mundo externo. Todo aquello, en conjunto, me hacía pensar que su diseño, por sí mismo, era una invitación para los curiosos, una invitación para que viéramos por nosotros mismos lo que nos esperaba dentro de aquella maravilla.
–Me pregunto a cuántos habrán esclavizado para construir esto en tan poco tiempo –comenté, a unos pocos metros de su pared reflectante, mientras me veía en él comiéndome una biusa.
–No seas amargado –repuso Xana, a mi lado como era usual, con una sonrisa fina. Me dio un golpecito en el hombro antes de añadir–: ¿Y si mejor piensas en lo que le preguntarás al Oráculo?
–Ya sé lo que preguntaré.
–¿Y qué será?
–Por qué mi equino feo es tan feo.
–¡Vamos, sé más creativo que eso!
–¿Y tú qué preguntarás, que andas tan exigente?
–Ahm... Pues... –Frunció el ceño–. No lo sé. –Soltó una risilla.
–Pues, vaya, qué profundo –dije, sardónico.
–Pensemos mientras vemos los espejos. –Se colocó rápidamente detrás de mí y, sujetándome los hombros, me empujó al interior.
Una vez dentro, contemplamos las diversas atracciones, interesados o maravillados por algunos e indiferente por otros, aunque sin atrevernos a probar alguno, excepto por aquel que nadie parecía probar: espejo de disfraces.
–¿Tienes a alguien en mente? –preguntó Xana.
–Creo que tengo una idea.
Sin decir más, me acerqué al espejo y pensé en quién me convertiría.
–Déjame adivinar: será de Zel...
–¡No me distraigas! –exclamé alarmado, justo antes de transformarme en alguien más. O en algo más.
–¿Pero qué...? –alcanzó a musitar Xana antes de reír abiertamente–. Creo que ahora eres alguien muy cuadrado.
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Ignorando sus carcajadas, volví a mirarme en el espejo y repetir el proceso, esta vez bien. Un instante después, mi apariencia cuadrada dejó de descuadrar. Miré mi reflejo y sonreí satisfecho.
- Verdadero disfraz de Rauko:
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–Cuando no me interrumpen cruel y desalmadamente –dije–, el espejo hace buen trabajo. Quizás demasiado.
–Pues bien, si tú serás Zelas, entonces yo seré... –Se acercó al espejo y probó su magia–. Espera, ¿de dónde salió este vestido?
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Me encogí de hombros.
–Quizás alguien travieso jugó con códigos de runas para meterse en el sistema mágico de los espejos e intentar hacer alguna bromilla.
–¿Qué?
–Sí, no todos entenderán esa referencia.
–Ahm... Como sea, voy a...
–¿Y por qué no vamos los dos de Zelas?
–¿Los dos de...? –Su extrañeza inicial cambió por una sonrisa felina–. Tienes razón, probemos eso.
Eso hizo. Se transformó en otro Zelas, aunque con un vestido distinto. Entonces agarró los bordes de su falda y dio una vuelta delante de mí.
- Verdadero disfraz de Xana:
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–¿Qué te parece?
–Como para zelarte.
Luego de eso, entre comentarios y chistes sin gracia, formulábamos posibles preguntas para el Oráculo. ¿Qué es el alma?, ¿existe el libre albedrío?, ¿qué determina el tipo de magia racial que tendrá una persona, si Zelas pudo conservar su magia élfica aunque cambió de cuerpo de elfo a humano?, ¿los viajes en el tiempo pueden cambiar nuestra realidad, forman una nueva que será paralela o todo está escrito y cualquier viaje siempre formó parte de una existencia determinista?, ¿cuál es el sabor de una biusa si se prueba sin antes pensar en un sabor? Esas eran mis preguntas. Xana, por su parte, pensaba en cuestiones más sencillas: ¿cuándo crecerá Rauko?, ¿Hyro será solterón toda la vida?, ¿cuántas versiones de Vincent existen?, ¿por qué a veces parece que cada persona tiene un orden cronológico distinto para sus aventuras?, y demás tonterías.
No obstante, a la hora de la verdad, dejamos todo aquello en el Oblivion; cada uno tenía ya una pregunta desde antes de entrar, pero no queríamos que el otro supiera. Así que, por turnos y asegurándonos de no ser escuchados, preguntamos al Oráculo.
–¿Cómo puedo deshacerme de mi maldición? –fue mi pregunta.
–¿Qué debo hacer para convencer a Rauko de que no necesita asesinar para mejorar el mundo? –fue la de ella.
(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)
Pruebo el Espejo de disfraces y hago un par de preguntitas al Oráculo =)
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Re: El Caleidoscopio de Sueños [Evento social]
El rubio seguía de brazos cruzados mientras percibía como una extraña magia se manifestaba en el ambiente, todo parecía detenerse, el cielo resplandecía a su alrededor, las estrellas brillaban en las nubes sin fin, parecía que con libertad podía cruzar el cielo azul, fue entonces que unos susurros que de primera cuenta sonaban lejanos, comenzaban a acercarse de a poco, en un lenguaje olvidado por el tiempo e inentendible como un poema del cual ya no se acordaba, una canción que nunca existió, y un lugar al que no creía haber ido nunca. De algún modo las palabras se volvieron legibles y le rebelaron algo en forma de un murmuro.
-Cuarenta y dos- seria lo que habrían escuchado los demás curiosos que pudieran moverse entre los planos, para Zelas, aquello habría sido algo que pondría en jaque todo lo que creía saber sobre si mismo, el tiempo parecía volver a retomar su curso natural y cuando el bullicio del entorno volvió a el, finalmente rompió el silencio -Pff cuarenta y dos- señalo el rubio mientras se alejaba del espejo, sin embargo, las palabras del oráculo resonaban en su cabeza ¿y si lo que le decían las voces era verdad? al fin y al cabo podía ser una posibilidad, en especial después de tanto jugar con el espacio-tiempo y los viajes inter-dimensiónales y todo eso, no era algo para descartar a buenas y primeras.
Zelas salió del lugar medio confundido, sin embargo, su confusión solo aumentaría mas cuando noto que en la fila se encontraba el mismo 2 veces mas y con vestidos diferentes pero bonitos, había que reconocerlo, con vestido se veía bastante bien, se stalkeo a si mismo por unos minutos y espero a que el oráculo le respondiera 2 veces a el antes de acercarse detrás de sus otros yo y poniéndose en medio de ambos el(?) les agarro una pompa a cada uno de sus otros yo con vestido -Pero que buenos traseros, ahora hablemos sobre las 42 cosas que podríamos hacer en este lugar(?)-
OFF: interactuó con los guapísimos Rauko y Xana después de que salimos todos del oráculo, que es la parte mas divertida del evento(?)
-Cuarenta y dos- seria lo que habrían escuchado los demás curiosos que pudieran moverse entre los planos, para Zelas, aquello habría sido algo que pondría en jaque todo lo que creía saber sobre si mismo, el tiempo parecía volver a retomar su curso natural y cuando el bullicio del entorno volvió a el, finalmente rompió el silencio -Pff cuarenta y dos- señalo el rubio mientras se alejaba del espejo, sin embargo, las palabras del oráculo resonaban en su cabeza ¿y si lo que le decían las voces era verdad? al fin y al cabo podía ser una posibilidad, en especial después de tanto jugar con el espacio-tiempo y los viajes inter-dimensiónales y todo eso, no era algo para descartar a buenas y primeras.
Zelas salió del lugar medio confundido, sin embargo, su confusión solo aumentaría mas cuando noto que en la fila se encontraba el mismo 2 veces mas y con vestidos diferentes pero bonitos, había que reconocerlo, con vestido se veía bastante bien, se stalkeo a si mismo por unos minutos y espero a que el oráculo le respondiera 2 veces a el antes de acercarse detrás de sus otros yo y poniéndose en medio de ambos el(?) les agarro una pompa a cada uno de sus otros yo con vestido -Pero que buenos traseros, ahora hablemos sobre las 42 cosas que podríamos hacer en este lugar(?)-
OFF: interactuó con los guapísimos Rauko y Xana después de que salimos todos del oráculo, que es la parte mas divertida del evento(?)
Zelas Hazelmere
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Re: El Caleidoscopio de Sueños [Evento social]
Luego de una travesía un tanto accidentada en ocasiones. Es destino nos había permitido regresar a Roilkat. No lo iba a negar, llegó un momento en mi viaje que pensé que no lo lograría. Por fortuna de los dioses me permitieron llegar aquí, y mi estado había vuelto a ser el de antes. Me encontraba fuerte y sano, y eso se lo debía enteramente a las personas que me acompañaban en este viaje. A todos ellos les debía mi vida, y lo mejor que podía hacer para compensar eso era comportarme como debe de ser, y buscar devolver el favor. Así me tome el resto de mi vida.
Al llegar a Roilkat nos enteramos que estaba por iniciar una especie de celebración. En eso escuché el comentario de Mera y sonreí de medio lado. - El destino es quien nos atrae a las celebraciones, y no al revés. - Dije ampliando mi sonrisa. Acto seguido Meleis dijo algunas de las actividades. - Pues suena fascinante. Tengo mucho tiempo que no me disfrazo. - Mencionó la bruja, la cual estaba al lado del muchacho leyendo de reojo las actividades que estaban escritas en el folleto.
Mera enseguida dijo que iría al taller de su maestra curtidora para trabajar y así pagar por los disfraces. - Mientras tanto yo iré a conseguir algunos aeros con algún carpintero que necesite ayuda. - Creo que era lo único que podía hacer mientras ella se enfocaba en el taller de Galatea. - Bueno muchacho... Nos tocará encontrar algún trabajo provisional. - Dijo la bruja dándole unas palmadas en la espalda del joven dragón.
Transcurrieron los días y por fin el festival dio inicio. Y caminábamos hacia allá ya vestidos. Mi disfraz era completamente en ropas negras, mientras que las mujeres eran las que iban más llamativas. Ryra llevaba un vestido de color azul oscuro con rojo. Las aberturas de la parte inferior dejaban al relucir sus preciosas piernas. Y Meraxes... Por los dioses. Ella se había conseguido sin lugar a dudas el mejor disfraz. Ese vestido era deslumbrante, y beneficiaba en todo sentido en relucir su hermoso cuerpo.
Cuando entramos en donde sería el festival. Miraba de un lado a otro con asombro. No podía evitar quedarme anonadado por tan impresionante producción para una festividad. La cuestión era ¿Qué era lo que haríamos allí? Caminaba al mismo lado que mis acompañantes mientras pensaba en qué hacer. Aunque de un momento a otro escuchó un nombre que captó su atención. "Terric"... Ese era el nombre que había causado una sensación extraña en su estómago. ¿Por qué? Eso era algo que no lo comprendía.
Miró a sus compañeros de reojo. Meleis y Ryra, pero ellos parecían exentos de la situación. Meraxes por su parte también parecía que la situación había captado su atención. El hermano de Mera había sugerido ir con el oráculo. Lo cual antes de esto hubiese parecido una buena idea. Pero ahora mismo la rubia tenía sus propios planes. - Yo también voy. - En un ademán con mis ojos le hice una señal a Ryra de que lo mejor era ir detrás de la dragona. Por lo que con suavidad y delicadeza posó su mano en el brazo de Meleis. - Supongo que podemos ir con el oráculo más al rato. ¿Está bien?
Me encontraba siguiendo a Meraxes, la cual seguía a la mujer que había mencionado ese nombre que me había conmocionado de esa manera tan extraña. La persecución, si es que se le podía llamar de alguna manera. Nuestro paso nos llevó a una especie de galería. Al estar en ese lugar logré ver a lo lejos el reflejo de un niño, el cual me dejó completamente confundido. No lo recordaba de algún lugar en concreto. Pero podía jugar que lo había visto antes. Me rasqué la cabeza, justo detrás de mi oreja algo confundido.
- ¡Terric, hijo…! ¿Hijo?… Mi hijo. ¡Mi hijo, sí, es mi hijo! Te recuerdo. ¡Mamá te recuerda! ¡Tranquilo, mamá te sacará de ahí, mamá te salvará!- Tras esas palabras la mujer entró en el espejo. Acto que hizo que abriera los ojos de par en par.
Y no solo ella. Sino que detrás de ella, Meraxes fue tras esa mujer, entrando así en ese espejo. - Carajo... - En un acto reflejo hice a un lado a Meleis para así ir detrás de la rubia y también adentrarme en ese extraño espejo. - Vamos Meleis. - Dijo la bruja, la cual sostuvo la mano de Meleis para así también dirigirse hacia ese sitio desconocido. Era evidente que la visita con el oráculo tardaría un poco más de lo previsto.
OFF: Al igual que Meraxes, Gaegel también fue parte del muchacho perdido. Es más. Hasta le jaló las orejas a Gaegel en su modo perruno (??)
Al llegar a Roilkat nos enteramos que estaba por iniciar una especie de celebración. En eso escuché el comentario de Mera y sonreí de medio lado. - El destino es quien nos atrae a las celebraciones, y no al revés. - Dije ampliando mi sonrisa. Acto seguido Meleis dijo algunas de las actividades. - Pues suena fascinante. Tengo mucho tiempo que no me disfrazo. - Mencionó la bruja, la cual estaba al lado del muchacho leyendo de reojo las actividades que estaban escritas en el folleto.
Mera enseguida dijo que iría al taller de su maestra curtidora para trabajar y así pagar por los disfraces. - Mientras tanto yo iré a conseguir algunos aeros con algún carpintero que necesite ayuda. - Creo que era lo único que podía hacer mientras ella se enfocaba en el taller de Galatea. - Bueno muchacho... Nos tocará encontrar algún trabajo provisional. - Dijo la bruja dándole unas palmadas en la espalda del joven dragón.
Transcurrieron los días y por fin el festival dio inicio. Y caminábamos hacia allá ya vestidos. Mi disfraz era completamente en ropas negras, mientras que las mujeres eran las que iban más llamativas. Ryra llevaba un vestido de color azul oscuro con rojo. Las aberturas de la parte inferior dejaban al relucir sus preciosas piernas. Y Meraxes... Por los dioses. Ella se había conseguido sin lugar a dudas el mejor disfraz. Ese vestido era deslumbrante, y beneficiaba en todo sentido en relucir su hermoso cuerpo.
Cuando entramos en donde sería el festival. Miraba de un lado a otro con asombro. No podía evitar quedarme anonadado por tan impresionante producción para una festividad. La cuestión era ¿Qué era lo que haríamos allí? Caminaba al mismo lado que mis acompañantes mientras pensaba en qué hacer. Aunque de un momento a otro escuchó un nombre que captó su atención. "Terric"... Ese era el nombre que había causado una sensación extraña en su estómago. ¿Por qué? Eso era algo que no lo comprendía.
Miró a sus compañeros de reojo. Meleis y Ryra, pero ellos parecían exentos de la situación. Meraxes por su parte también parecía que la situación había captado su atención. El hermano de Mera había sugerido ir con el oráculo. Lo cual antes de esto hubiese parecido una buena idea. Pero ahora mismo la rubia tenía sus propios planes. - Yo también voy. - En un ademán con mis ojos le hice una señal a Ryra de que lo mejor era ir detrás de la dragona. Por lo que con suavidad y delicadeza posó su mano en el brazo de Meleis. - Supongo que podemos ir con el oráculo más al rato. ¿Está bien?
Me encontraba siguiendo a Meraxes, la cual seguía a la mujer que había mencionado ese nombre que me había conmocionado de esa manera tan extraña. La persecución, si es que se le podía llamar de alguna manera. Nuestro paso nos llevó a una especie de galería. Al estar en ese lugar logré ver a lo lejos el reflejo de un niño, el cual me dejó completamente confundido. No lo recordaba de algún lugar en concreto. Pero podía jugar que lo había visto antes. Me rasqué la cabeza, justo detrás de mi oreja algo confundido.
- ¡Terric, hijo…! ¿Hijo?… Mi hijo. ¡Mi hijo, sí, es mi hijo! Te recuerdo. ¡Mamá te recuerda! ¡Tranquilo, mamá te sacará de ahí, mamá te salvará!- Tras esas palabras la mujer entró en el espejo. Acto que hizo que abriera los ojos de par en par.
Y no solo ella. Sino que detrás de ella, Meraxes fue tras esa mujer, entrando así en ese espejo. - Carajo... - En un acto reflejo hice a un lado a Meleis para así ir detrás de la rubia y también adentrarme en ese extraño espejo. - Vamos Meleis. - Dijo la bruja, la cual sostuvo la mano de Meleis para así también dirigirse hacia ese sitio desconocido. Era evidente que la visita con el oráculo tardaría un poco más de lo previsto.
OFF: Al igual que Meraxes, Gaegel también fue parte del muchacho perdido. Es más. Hasta le jaló las orejas a Gaegel en su modo perruno (??)
- Ropas de Gaegel:
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- Ropas Ryra:
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Gaegel
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Re: El Caleidoscopio de Sueños [Evento social]
-¿Quieres probar?-Señaló con la cabeza hacia los diferentes espejos que habían en el lugar.
-La gente dice que ve cosas...-Dijo con desconfianza.-Dicen que es estar como en un sueño. Un sueño que anhelas con toda tu alma.-Se cruzó de brazos, aún desconfiada.
Alward asintió, dándole la razón. Pero no dijo nada acerca de lo que vio. La pregunta que Katrina le hizo antes pasó desapercibida, al menos aparentemente, pero la vampiresa no había olvidado ese detalle. Más adelante volvería a sacar el tema.
-Quiero entrar sola.-Dijo para sorpresa de Alward.
Sin decir nada, el humano asintió y se separó de ella un par de pasos.
-Te esperaré aquí. Cuando acabes, vamos a ver al "Oráculo".
-La gente dice que ve cosas...-Dijo con desconfianza.-Dicen que es estar como en un sueño. Un sueño que anhelas con toda tu alma.-Se cruzó de brazos, aún desconfiada.
Alward asintió, dándole la razón. Pero no dijo nada acerca de lo que vio. La pregunta que Katrina le hizo antes pasó desapercibida, al menos aparentemente, pero la vampiresa no había olvidado ese detalle. Más adelante volvería a sacar el tema.
-Quiero entrar sola.-Dijo para sorpresa de Alward.
Sin decir nada, el humano asintió y se separó de ella un par de pasos.
-Te esperaré aquí. Cuando acabes, vamos a ver al "Oráculo".
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El calor de una chimenea en una tarde invernal... ¿Cuánto hacía que no disfrutaba de aquello? Casi ni se acordaba que existía una superficie tan cómoda como la del sillón de su padre. Era como tener un recuerdo lejano, tanto que se sentía atolondrada. Abrió los ojos despacio. Se había quedado dormida, pero aún tenía ganas de dormir más. Cuando miró por la ventana vio que el crepúsculo estaba llegando, si no se levantaba ahora, no dormiría nada en toda la noche, y eso la asustaba. No soportaba quedarse las noches en vela, con ruidos de todo tipo y miles de ojos sombríos observándola. Sus padres decían que simplemente era la madera que crujía o alguna que otra imaginación suya, pero la pequeña Katrina de diez años no los creía. Siempre dormía, mínimo, con una sábana tapándole todo el cuerpo, incluida la cabeza, incluso en verano. Le daba protección ante los monstruos, y estaba convencida de que era su última línea de defensa ante ellos.
-Hyz, ¿Te has quedado dormida?
Katrina miró por instinto. Un hombre de cara borrosa la había llamado por otro nombre, pero se sintió como si ese fuese su nombre, el de toda la vida. Sus cabellos plateados estaban cortos un poco por encima de la altura de los hombros, y llevaba un sencillo atuendo de campesina. El hombre, llevaba también un atuendo de campesino, y por algún motivo sentía mucho aprecio por él...
-Sí, papá.-Contestó con una voz física y más aguda que la que tenía saliendo de su propia garganta, algo que la sorprendió, pero que al igual que todo lo que había pasado antes, lo tomó con naturalidad. Frunció el ceño, preocupada.-¿Puedo dormir esta noche con vosotros? Seguro que por culpa de haberme quedado dormida me costará dormir...
-Hyza...-El hombre se acercó y se arrodilló junto a ella.-Aquí no hay nada que pueda hacerte daño. ¡Vivimos en un poblado! Los monstruos no se acercan a los poblados, y además, ¿Sabes para que sirven todos los guardias?
Katrina negó con la cabeza.
-¡Pues precisamente para darnos seguridad y hacer que los monstruos no se acerquen!
-¿Y si un monstruo logra despistar a los guardias?
-Pues haré que se vaya.-Sonrió, aunque no pudo vislumbrar aquella sonrisa, a pesar de que aquel rostro iba poco a poco aclarándose.-Tu padre forma parte de la guardia del pueblo, ¿Recuerdas? ¡Para algo tengo una espada y todo!
-¡Tienes dos!-Dijo sonriendo y mostrando el número dos con dos de los dedos de una mano.
-¡Pues más razón para que cualquier monstruo tenga miedo de pisar esta casa!-Se puso en pie, vigoroso.
El rostro del hombre finalmente pudo hacerse nítido, y Katrina pudo dilucidar quién era. Sus rasgos se quedaron grabados en su mente: barba negra, pelo enmarañado del mismo color, facciones duras cuando estaba enfadado pero afables cuando no. Lo conocía, lo había visto antes, siendo vampiresa, hacía poco... pero no sabía decir quién era exactamente, su recuerdo se borró nuevamente, y una sensación de soledad y desamparó la embriagó justo cuando cerró los ojos y, al abrirlos, se vio en mitad de la sala donde había encontrado a Alward. Sus ojos estaban húmedos, y para cuando se quiso dar cuenta, un par de lágrimas se le derramaron.
El Sevna entonces acudió a ella en cuanto la vio regresar en sí.
-¿Estás bien?
-M-mi padre...-Sollozó su voz mágica en la mente de Alward. La quiso hacer física, que saliese de su propia garganta como en el sueño, pero no pudo, y eso la hizo sentir impotente.-He visto a mi padre.
A Alward entonces le invadió la pena por su compañera y le salió el gesto instintivo de abrazarla para reconfortarla, cosa que ayudó a que la vampiresa se encontrase mejor, aunque fuese al menos solo un poco. Cuando el abrazo terminó, el enmascarado se separó de la vampiresa, manteniéndole ambos brazos en sus hombros.
-¿Quieres ir al Oráculo? Podemos dejarlo para más tarde.
Katrina negó con la cabeza mientras se secaba disimuladamente las lágrimas.
-Estoy bien.-Dijo mientras inhalaba aire hondo-Estoy... bien.-Susurró en una vocecilla residual en la mente de su compañero.
Alward Sevna
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Re: El Caleidoscopio de Sueños [Evento social]
A través del espejo...
Meleis
Su hermana parecía hipnotizada, de no ser por Ryra se hubiera quedado un rato penando en lo que ocurría, pues el Señor Gaegel también actuaba de forma tan peculiar como Meraxes.
Los seguía de cerca, le preocupaba a sobremanera. Para cuando llegaron a la galería las cosas sucedieron tan rápido que sólo el empujón de Gaegel lo hizo espabilar - ¡Mera! - y seguir a Ryra a ese portal a ese mundo a través del espejo, no esperaba que lo que pensaba que sería un día lleno de diversión se convertiría en un mundo fragmentado, gris, pesado. ¿Dónde habían caído?
Los seguía de cerca, le preocupaba a sobremanera. Para cuando llegaron a la galería las cosas sucedieron tan rápido que sólo el empujón de Gaegel lo hizo espabilar - ¡Mera! - y seguir a Ryra a ese portal a ese mundo a través del espejo, no esperaba que lo que pensaba que sería un día lleno de diversión se convertiría en un mundo fragmentado, gris, pesado. ¿Dónde habían caído?
Meraxes
Había saltado, no entendía por qué, pero lo había hecho. El cambio fue brusco, el lugar se sentía frío, desolado.
Miré hacia atrás, no fui la única en traspasar aquel peculiar espejo. - ¿Dónde crees que estemos? - Dije a Gaegel aunque no lo miraba, estaba observando todo mi alrededor. Abrazaba a Bomull, él estaba bastante tranquilo a pesar de semejante cambio de ambiente.
Meleis y Ryra llegaron al instante. Estaba bastante alterado y lo dejó ver. - ¡Pero qué creen que hacen ustedes dos! ¡Se han vuelto locos! - No le gustaba el lugar donde se hallaba y miraba hacia atrás pues el portal seguía abierto, en su cabeza cabía la esperanza de que podríamos salir de ahí. - Mejor vayámonos, este lugar no me gusta. - Agregó retomando su aire sereno a fin de no faltar el respeto a sus mayores.
Por un momento consideré la idea, pero pronto la imagen más clara de un niño se veía a lo lejos. Miraba fijamente hacia nosotros, su vista viajaba de su madre al pequeño grupo. - ¡Terric! ¡Mi pequeño! Mamá está aquí. - Dijo aquella mujer.
Miré hacia la dirección. - Creo que lo he visto... todo es confuso... pero ese niño. - No acabé de decir la frase. Bomull había saltado de mis brazos y comenzó a saltar hacia donde el niño estaba.
- Lo que faltaba. ¡Bomull! ¡Vuelve aquí! - Ordenaba Meleis sin resultado alguno. - ¡Vamos por él! ¡Ya!- Encabezó la marcha.
Por mi lado, fui hacia la mujer, sentía que le debía algo. - ¿Señora? ¿Necesita ayuda? - Fue allí cuando notó nuestra presencia. Tal vez desde un principio pensó que eramos alucinaciones o quizás aún lo creía. - Mi hijo... ayúdeme... mi hijo. - Repetía. Sus pasos torpes y errático avanzaban en la misma dirección en la que Bomull saltaba seguido de Meleis pidiendo que se detuviera.
Le extendí la mano en señal de que podía apoyarse en mí si así lo deseaba, al perecer todos teníamos que ir en la misma dirección. Fuese en busca de mi bola de pelos o de aquel niño que curiosamente con cada paso que comenzamos a dar hacia él, parecía alejarse más.
Miré hacia atrás, no fui la única en traspasar aquel peculiar espejo. - ¿Dónde crees que estemos? - Dije a Gaegel aunque no lo miraba, estaba observando todo mi alrededor. Abrazaba a Bomull, él estaba bastante tranquilo a pesar de semejante cambio de ambiente.
Meleis y Ryra llegaron al instante. Estaba bastante alterado y lo dejó ver. - ¡Pero qué creen que hacen ustedes dos! ¡Se han vuelto locos! - No le gustaba el lugar donde se hallaba y miraba hacia atrás pues el portal seguía abierto, en su cabeza cabía la esperanza de que podríamos salir de ahí. - Mejor vayámonos, este lugar no me gusta. - Agregó retomando su aire sereno a fin de no faltar el respeto a sus mayores.
Por un momento consideré la idea, pero pronto la imagen más clara de un niño se veía a lo lejos. Miraba fijamente hacia nosotros, su vista viajaba de su madre al pequeño grupo. - ¡Terric! ¡Mi pequeño! Mamá está aquí. - Dijo aquella mujer.
Miré hacia la dirección. - Creo que lo he visto... todo es confuso... pero ese niño. - No acabé de decir la frase. Bomull había saltado de mis brazos y comenzó a saltar hacia donde el niño estaba.
- Lo que faltaba. ¡Bomull! ¡Vuelve aquí! - Ordenaba Meleis sin resultado alguno. - ¡Vamos por él! ¡Ya!- Encabezó la marcha.
Por mi lado, fui hacia la mujer, sentía que le debía algo. - ¿Señora? ¿Necesita ayuda? - Fue allí cuando notó nuestra presencia. Tal vez desde un principio pensó que eramos alucinaciones o quizás aún lo creía. - Mi hijo... ayúdeme... mi hijo. - Repetía. Sus pasos torpes y errático avanzaban en la misma dirección en la que Bomull saltaba seguido de Meleis pidiendo que se detuviera.
Le extendí la mano en señal de que podía apoyarse en mí si así lo deseaba, al perecer todos teníamos que ir en la misma dirección. Fuese en busca de mi bola de pelos o de aquel niño que curiosamente con cada paso que comenzamos a dar hacia él, parecía alejarse más.
- Off:
- Outfit Meraxes
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Outfit Meleis
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Outfit Bomull
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- Inventario:
- Pieza Metálica - Pecho lado izquierdo.
- Látigo [Arma Flexible Superior - Encantamiento Castigo de Piedra] - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
- Bomull [Gomejo]
- Moneda Maliciosa de Elian
- Galleta de Humo.
- Inventario Meleis:
- Armadura de Fieras Normal: [Armadura Ligera - Encantamiento Pudor]
- Poción de Salud Diluida
Meraxes
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Re: El Caleidoscopio de Sueños [Evento social]
Había escuchado que se iba a celebrar un festival con espejos en Roilkat, y si algo había aprendido recientemente, es que siempre que había un evento multitudinario iba a pasar alguna desgracia. Y aunque en condiciones normales intentaría huir de las desgracias, desde que unas mariposas explosivas casi me convirtieran en un montón de cenizas y haber descubierto que el mismo elfo implicado con ese evento había estado implicado en una subasta de falsos objetos del 19, me había decidido a llegar hasta el fondo del asunto antes de que alguien optara por llevar un cuchillo hasta el fondo de mi pecho por haberme entrometido en sus planes. «Si es que puestos a que me quieran matar, que al menos sea por ser una verdadera molestia, y no por acabar implicado en un trabajo que se torció.»
Al llegar me encontré con una cúpula de cristal sin puertas, pero que la gente atravesaba por las paredes al entrar. No me dio buena espina meterme en un sitio sin puertas, y que seguro que podría sellarse mágicamente, especialmente con lo cercano que tenía el que ya hubieran intentado encerrarme para fumigarme junto a Tarek. Pero quedarse fuera no me iba a ayudar a avanzar en mis objetivos, así que habría que haciendo caso omiso a la voz en mi cabeza que me gritaba que me diese la vuelta y saliera corriendo, entré en la cúpula misteriosa.
Una vez dentro vi que había un espejo donde la gente se podía transformar mágicamente en otros, lo que por un momento me hizo dejar de sospechar de todo para darme cuenta de lo práctico que podía resultar si no quería que me descubrieran. Y aunque la primera persona en la que pensé fue en Vincent, pues quien no iba a querer ser Vincent, luego me percaté de que conocía a demasiada gente, y gran parte de esa gente quería pegarle, así que opté por ser tremendamente similar a Vincent a la par que olvidable, tanto que ni siquiera era capaz de recordar su nombre, solo que era uno de los muchos falsos Vin que conocí en ese torneo de dementes.
Una vez camuflado como el falso Vincent, me acerqué al espejo que se suponía que adivinaba al futuro. Que no es que me generase ninguna confianza, las profecías y esas cosas solo servían para volver loco al personal, pero justamente por eso me resultaba tremendamente divertido observarlos. Las reacciones desproporcionadas a que un espejo les dijese 42 eran un buen espectáculo. Debería seguir indagando sobre las cosas sospechosas, pero no creía que fuese a pasar nada por echar un rato más viendo eso. Aunque el hecho de tener a tres Zelas, dos de ellos embutidos en vestidos, eran otra cosa que quizás también fuera merecedora de mi atención, e igual no fui demasiado sutil demostrándolo al quedarme mirándolos fijamente.
Al llegar me encontré con una cúpula de cristal sin puertas, pero que la gente atravesaba por las paredes al entrar. No me dio buena espina meterme en un sitio sin puertas, y que seguro que podría sellarse mágicamente, especialmente con lo cercano que tenía el que ya hubieran intentado encerrarme para fumigarme junto a Tarek. Pero quedarse fuera no me iba a ayudar a avanzar en mis objetivos, así que habría que haciendo caso omiso a la voz en mi cabeza que me gritaba que me diese la vuelta y saliera corriendo, entré en la cúpula misteriosa.
Una vez dentro vi que había un espejo donde la gente se podía transformar mágicamente en otros, lo que por un momento me hizo dejar de sospechar de todo para darme cuenta de lo práctico que podía resultar si no quería que me descubrieran. Y aunque la primera persona en la que pensé fue en Vincent, pues quien no iba a querer ser Vincent, luego me percaté de que conocía a demasiada gente, y gran parte de esa gente quería pegarle, así que opté por ser tremendamente similar a Vincent a la par que olvidable, tanto que ni siquiera era capaz de recordar su nombre, solo que era uno de los muchos falsos Vin que conocí en ese torneo de dementes.
- Disfraz:
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Una vez camuflado como el falso Vincent, me acerqué al espejo que se suponía que adivinaba al futuro. Que no es que me generase ninguna confianza, las profecías y esas cosas solo servían para volver loco al personal, pero justamente por eso me resultaba tremendamente divertido observarlos. Las reacciones desproporcionadas a que un espejo les dijese 42 eran un buen espectáculo. Debería seguir indagando sobre las cosas sospechosas, pero no creía que fuese a pasar nada por echar un rato más viendo eso. Aunque el hecho de tener a tres Zelas, dos de ellos embutidos en vestidos, eran otra cosa que quizás también fuera merecedora de mi atención, e igual no fui demasiado sutil demostrándolo al quedarme mirándolos fijamente.
Corlys Glokta
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Re: El Caleidoscopio de Sueños [Evento social]
Aunque el último festival al que asistí con Arygos no había terminado muy bien, esta vez había algo que me resultaba particularmente llamativo, y es que había escuchado hablar de unos espejos en los que podías sumergirte y te harían realidad algún sueño, o al menos, vivir ese sueño como si fuera real, o al menos por unos minutos. Quizá no fuera demasiado, pero algo es mejor que nada.
Habíamos viajado varias noches seguidas, desviándonos de nuestra ruta hacia el norte hasta que por fin llegamos al lugar que se veía desde muy lejos, se trataba de una especie de domo enorme de cristal, o más bien, de espejos -Mira, ahí es- Le dije a mi compañera para acercarnos. Desde lo alto se podía ver a las personas entrar y salir a pesar de que aquel lugar no tenía puertas ni ventanas, preocupante, pero no era lo más raro que había visto, ni lo más inseguro en lo que había entrado.
Lo bueno de la falta de entradas es que no tendríamos que hacer cola, más bien todos entraban y salían por donde les venía en gana -¿Cómo crees que funciona?- Le pregunté a Arygos mientras acercaba mi mano izquierda al cristal y miraba con asombro que la mano lo atravesaba como si fuera algún líquido.
Y tal como habría hecho cualquier hombre adulto, con más de 100 años de experiencia y una vasta capacidad intelectual y madurez adquirida, metí la mitad izquierda de mi cuerpo en el espejo y dejé la mitad derecha afuera, para luego menearme como serpiente y que mi cuerpo pareciera ampliarse y achatarse a ratos -Mira, dos cabezas son mejor que una- Dije mientras sacaba mi cabeza del espejo para dar la ilusión de tener dos cabezas al ver también a la que estaba dentro del espejo.
Sin más, eché a reír, ni siquiera había entrado al festival y ya me estaba resultando divertido, lo cual era bastante prometedor, ahora solo debía esperar que no hubiera monstruos interdimensionales ni batallas caóticas, pero eran solo espejos, nada podría salir mal -Entremos- Invité a la dragona, para comenzar a recorrer aquel enigmático lugar.
Le habían puesto bastantes ganas al asunto, había decoraciones con más colores de los que hubiera visto en la vida, espejos que disfrazaban a las personas, y uno en particular que me llamó mucho la atención -Mira eso- Le dije a Arygos, había una fila de personas esperando para hacerle preguntas a un espejo que parecía saberlo todo, por lo que no dudé en acercarme a hacerle una pregunta que podría ser determinante antes que acabara el show -Hay algo que debo preguntar, y que me inquieta desde que puse un pie en este lugar- Dije con una expresión muy seria y le ofrecí mi mano a la dragona para que me acompañara.
También puedes preguntarle algo, si tienes curiosidad- Le dije mientras esperábamos nuestro turno, aunque me llamaba la atención la respuesta que se repetía a cada instante, la misma respuesta para todos, aunque de alguna manera, todos quedaban contentos, tal vez ese 42 significaba algo diferente para todos, o quizás era un problema que yo no me hubiese preocupado jamás en hablar numeroñol.
Fuera como fuera, luego de un rato se llegó mi turno de preguntar, me acerqué al espejo tanto como pude y le dije casi en un susurro para que nadie más escuchara la pregunta, como si supiera que una respuesta incorrecta podría causar alarma y conmoción en todos los presentes, algo que desde luego prefería evitar -Oye…- Dije silencioso -¿Dónde está el baño?- Me retiré lentamente esperando mi respuesta al mismo tiempo que daba un vistazo alrededor esperando que la respuesta no resultara ser un catalizador del caos.
[1] Abran paso que vengo con Arygos, no me disfrazo porque eso no es de Dios, pero sí le hago mi pregunta seria al oráculo =) Habíamos viajado varias noches seguidas, desviándonos de nuestra ruta hacia el norte hasta que por fin llegamos al lugar que se veía desde muy lejos, se trataba de una especie de domo enorme de cristal, o más bien, de espejos -Mira, ahí es- Le dije a mi compañera para acercarnos. Desde lo alto se podía ver a las personas entrar y salir a pesar de que aquel lugar no tenía puertas ni ventanas, preocupante, pero no era lo más raro que había visto, ni lo más inseguro en lo que había entrado.
Lo bueno de la falta de entradas es que no tendríamos que hacer cola, más bien todos entraban y salían por donde les venía en gana -¿Cómo crees que funciona?- Le pregunté a Arygos mientras acercaba mi mano izquierda al cristal y miraba con asombro que la mano lo atravesaba como si fuera algún líquido.
Y tal como habría hecho cualquier hombre adulto, con más de 100 años de experiencia y una vasta capacidad intelectual y madurez adquirida, metí la mitad izquierda de mi cuerpo en el espejo y dejé la mitad derecha afuera, para luego menearme como serpiente y que mi cuerpo pareciera ampliarse y achatarse a ratos -Mira, dos cabezas son mejor que una- Dije mientras sacaba mi cabeza del espejo para dar la ilusión de tener dos cabezas al ver también a la que estaba dentro del espejo.
Sin más, eché a reír, ni siquiera había entrado al festival y ya me estaba resultando divertido, lo cual era bastante prometedor, ahora solo debía esperar que no hubiera monstruos interdimensionales ni batallas caóticas, pero eran solo espejos, nada podría salir mal -Entremos- Invité a la dragona, para comenzar a recorrer aquel enigmático lugar.
Le habían puesto bastantes ganas al asunto, había decoraciones con más colores de los que hubiera visto en la vida, espejos que disfrazaban a las personas, y uno en particular que me llamó mucho la atención -Mira eso- Le dije a Arygos, había una fila de personas esperando para hacerle preguntas a un espejo que parecía saberlo todo, por lo que no dudé en acercarme a hacerle una pregunta que podría ser determinante antes que acabara el show -Hay algo que debo preguntar, y que me inquieta desde que puse un pie en este lugar- Dije con una expresión muy seria y le ofrecí mi mano a la dragona para que me acompañara.
También puedes preguntarle algo, si tienes curiosidad- Le dije mientras esperábamos nuestro turno, aunque me llamaba la atención la respuesta que se repetía a cada instante, la misma respuesta para todos, aunque de alguna manera, todos quedaban contentos, tal vez ese 42 significaba algo diferente para todos, o quizás era un problema que yo no me hubiese preocupado jamás en hablar numeroñol.
Fuera como fuera, luego de un rato se llegó mi turno de preguntar, me acerqué al espejo tanto como pude y le dije casi en un susurro para que nadie más escuchara la pregunta, como si supiera que una respuesta incorrecta podría causar alarma y conmoción en todos los presentes, algo que desde luego prefería evitar -Oye…- Dije silencioso -¿Dónde está el baño?- Me retiré lentamente esperando mi respuesta al mismo tiempo que daba un vistazo alrededor esperando que la respuesta no resultara ser un catalizador del caos.
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Re: El Caleidoscopio de Sueños [Evento social]
El Oráculo me dio la respuesta más vaga, tal vez hasta burlesca, que podría haberme dado. Podría haberme ofendido, pero, unos segundos después, reconsideré sus palabras y comprendí, a mi pesar, que él tenía toda la maldita razón. Solté una débil carcajada.
–No es lo que esperaba, pero estoy satisfecho –admití.
Luego Xana escuchó su respuesta. Aunque no llegó a mis oídos algo distinto al cuarenta y dos, sí pude apreciar la reacción de Xana: sus ojos se iluminaron, abrió levemente su boca y dio un lento asentimiento con la cabeza.
–Profundo –musitó.
Eso me hizo enarcar una ceja. «¿Qué biusas pasó aquí? ¿Acaso a ella sí le respondieron con algo serio?», me quejé internamente.
–¿Qué te dijo? –no pude evitar preguntar, aunque intentando sonar lo más casual posible.
Ella se volteó enseguida y, mirándome a los ojos, me dijo...
Nada.
Y no me refiero a que pronunció la palabra «nada», sino que nada salió de sus labios.
Vi el desconcierto en su cara de Zelas, lo que me detuvo de pensar que estaba burlándose de mí.
–¿Qué pasa? –pregunté, empezando a preocuparme–. ¿Quieres ir al baño?
–Quiero decirte, pero... –Apretó los labios, gruñó y apretó también los puños.
–Que no te dé vergüenza –empecé con tono conciliador–. Yo tampoco sé quitarme este vestido, no sin magia, así que si quieres ir al baño...
Fue entonces cuando aquella línea de eventos dio un giro inesperado hacia un nuevo rumbo, todo gracias a que alguien osado manifestó su deseo de tocar nuestros glúteos, haciéndome dar un respingo mientras que Xana fruncía el ceño y reunía una peligrosa acumulación de éter que, por alguna extraña razón, no parecía la típica magia de luz, sino lo opuesto, pero desapareció tan pronto que no pude analizarlo más.
–¿Eres el de verdad? –le preguntó Xana, ya no tan amenazante, pero aún recelosa.
–Quizás ni el que conocemos sea de verdad –añadí.
–Sabes a lo que me refiero.
–Pues, descuida, sí es el que conocemos. Quiero decir, ¿a cuántos conoces que puedan finalizar sus frases con ese «(?)» particular?
–Cierto –se relajó, pero eso no duró mucho: notó la incómoda presencia de otra persona.
–¿Te gustaría invadir el sueño de alguien más? –le pregunté a Zelas mientras tanto.
–¡Oye, tú! –llamó Xana al mirón–. ¿Eres o conoces a Vincent?
–Ese no es Vincent.
–Ya sé que podría ser alguien disfrazado de Vincent, pero...
–No, no, me refiero a que ese no es el aspecto de Vincent, sino de otra de sus versiones. Este es de... de... de... ¿Vincenzo? ¿Vincenc? ¿Visse...? ¡Vissente!
–¿Dices que eso de los múltiples Vins sí fue cierto?
–Preguntó la Zelas número tres.
–Ahm... Cierto –reconoció y rio en voz baja–. Como sea –continuó, aunque recuperando el semblante serio–, ¿han probado lo del Oráculo? ¿Qué les respondió?
–No es lo que esperaba, pero estoy satisfecho –admití.
Luego Xana escuchó su respuesta. Aunque no llegó a mis oídos algo distinto al cuarenta y dos, sí pude apreciar la reacción de Xana: sus ojos se iluminaron, abrió levemente su boca y dio un lento asentimiento con la cabeza.
–Profundo –musitó.
Eso me hizo enarcar una ceja. «¿Qué biusas pasó aquí? ¿Acaso a ella sí le respondieron con algo serio?», me quejé internamente.
–¿Qué te dijo? –no pude evitar preguntar, aunque intentando sonar lo más casual posible.
Ella se volteó enseguida y, mirándome a los ojos, me dijo...
Nada.
Y no me refiero a que pronunció la palabra «nada», sino que nada salió de sus labios.
Vi el desconcierto en su cara de Zelas, lo que me detuvo de pensar que estaba burlándose de mí.
–¿Qué pasa? –pregunté, empezando a preocuparme–. ¿Quieres ir al baño?
–Quiero decirte, pero... –Apretó los labios, gruñó y apretó también los puños.
–Que no te dé vergüenza –empecé con tono conciliador–. Yo tampoco sé quitarme este vestido, no sin magia, así que si quieres ir al baño...
Fue entonces cuando aquella línea de eventos dio un giro inesperado hacia un nuevo rumbo, todo gracias a que alguien osado manifestó su deseo de tocar nuestros glúteos, haciéndome dar un respingo mientras que Xana fruncía el ceño y reunía una peligrosa acumulación de éter que, por alguna extraña razón, no parecía la típica magia de luz, sino lo opuesto, pero desapareció tan pronto que no pude analizarlo más.
–¿Eres el de verdad? –le preguntó Xana, ya no tan amenazante, pero aún recelosa.
–Quizás ni el que conocemos sea de verdad –añadí.
–Sabes a lo que me refiero.
–Pues, descuida, sí es el que conocemos. Quiero decir, ¿a cuántos conoces que puedan finalizar sus frases con ese «(?)» particular?
–Cierto –se relajó, pero eso no duró mucho: notó la incómoda presencia de otra persona.
–¿Te gustaría invadir el sueño de alguien más? –le pregunté a Zelas mientras tanto.
–¡Oye, tú! –llamó Xana al mirón–. ¿Eres o conoces a Vincent?
–Ese no es Vincent.
–Ya sé que podría ser alguien disfrazado de Vincent, pero...
–No, no, me refiero a que ese no es el aspecto de Vincent, sino de otra de sus versiones. Este es de... de... de... ¿Vincenzo? ¿Vincenc? ¿Visse...? ¡Vissente!
–¿Dices que eso de los múltiples Vins sí fue cierto?
–Preguntó la Zelas número tres.
–Ahm... Cierto –reconoció y rio en voz baja–. Como sea –continuó, aunque recuperando el semblante serio–, ¿han probado lo del Oráculo? ¿Qué les respondió?
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Interactúo con Zelas número 1 y con el inigualable Vissente (Corlys) =)
Rauko
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Re: El Caleidoscopio de Sueños [Evento social]
-¿Eres el de verdad?- había preguntado la Zelas numero 3, a pesar de la respuesta que la Zelas numero 2 habia dado, el Zelas numero 1 decidió responder de todas formas.
-Si pero no, técnicamente este cuerpo no es mío, pero hey, lo he lucido bien desde que me lo han dado ¿o me equivoco?- señalo sin dejar de soltar las pompas aquellas, al fin y al cabo Xana y Rauko eran familia prácticamente.
La propuesta de Rauko le saco una sonrisa y si bien el hecho de invadir sueños le perturbo levemente, no dejo que aquel sentimiento llegara a su cara y le dio una nalgada de aprobación -Claro que si, por algo eres mi Zelas favorito- mientras que Xana intentaba dilucidar la identidad del alter-Vincent, el rubio sin vestido hizo una observación que les traería recuerdos a ambos.
-Qué desperdicio de Vincent, te hubieras convertido en un bebe barbudo y este lugar entero estaría rindiéndote pleitesía... Pero ahora lo importante, ¿A cual de los 3 te quieres llevar? te aviso que no cobramos barato- señalo haciendo el simbolo universal de que sus servicios eran caros frotando su dedo índice y medio contra el pulgar. Pero entonces Xana menciono algo sobre Rauko encontrándose con múltiples versiones de Vincent, ante lo cual Zelas se volteo a Rauko con evidente cara de duda -Espero que no haya sido como la batalla campal entre los múltiples tú contra los múltiples Chuchos, contra los múltiples yo- Señalo para que de nuevo su atención se centrara en el Vincent de cabellos verdes.
-Entonces Verdencent ¿vienes a invadir sueños con nosotros?- pregunto cuando Xana les pregunto sobre el oráculo -Oh si, ya le he preguntado algo, me dijo que....- las palabras se detuvieron abruptamente, la cara de confusión del Zelas sin vestido se hizo latente -mmmLA... Vaya eso fue raro... Cuarenta y dos... Bueno supongo que el espejo tendrá algún hechizo que no te deje revelar lo que te dice... Buen modelo de negocios- sentencio el no-elfo, asintiendo ante lo que parecía ser un excelente modelo de negocios.
OFF: Interactuo con Zelas 2 (Rauko), Zelas 3 (Xana) y Verdencent (Corlys) preparándonos para una incursión onírica.
-Si pero no, técnicamente este cuerpo no es mío, pero hey, lo he lucido bien desde que me lo han dado ¿o me equivoco?- señalo sin dejar de soltar las pompas aquellas, al fin y al cabo Xana y Rauko eran familia prácticamente.
La propuesta de Rauko le saco una sonrisa y si bien el hecho de invadir sueños le perturbo levemente, no dejo que aquel sentimiento llegara a su cara y le dio una nalgada de aprobación -Claro que si, por algo eres mi Zelas favorito- mientras que Xana intentaba dilucidar la identidad del alter-Vincent, el rubio sin vestido hizo una observación que les traería recuerdos a ambos.
-Qué desperdicio de Vincent, te hubieras convertido en un bebe barbudo y este lugar entero estaría rindiéndote pleitesía... Pero ahora lo importante, ¿A cual de los 3 te quieres llevar? te aviso que no cobramos barato- señalo haciendo el simbolo universal de que sus servicios eran caros frotando su dedo índice y medio contra el pulgar. Pero entonces Xana menciono algo sobre Rauko encontrándose con múltiples versiones de Vincent, ante lo cual Zelas se volteo a Rauko con evidente cara de duda -Espero que no haya sido como la batalla campal entre los múltiples tú contra los múltiples Chuchos, contra los múltiples yo- Señalo para que de nuevo su atención se centrara en el Vincent de cabellos verdes.
-Entonces Verdencent ¿vienes a invadir sueños con nosotros?- pregunto cuando Xana les pregunto sobre el oráculo -Oh si, ya le he preguntado algo, me dijo que....- las palabras se detuvieron abruptamente, la cara de confusión del Zelas sin vestido se hizo latente -mmmLA... Vaya eso fue raro... Cuarenta y dos... Bueno supongo que el espejo tendrá algún hechizo que no te deje revelar lo que te dice... Buen modelo de negocios- sentencio el no-elfo, asintiendo ante lo que parecía ser un excelente modelo de negocios.
OFF: Interactuo con Zelas 2 (Rauko), Zelas 3 (Xana) y Verdencent (Corlys) preparándonos para una incursión onírica.
Zelas Hazelmere
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Re: El Caleidoscopio de Sueños [Evento social]
Llegó su turno en el Oráculo.
Toda las aspiraciones que Helena tenía en la vida fueron borradas, tachadas, manipuladas o simplemente le eran inalcanzables. Lo único que le quedaba y que no modificaron fue su magia; el éter permanecía inmutable en el mundo, con más o menos cantidad en ciertos puntos, más caótico o más ordenado, pero siempre estaba. Y pensaba dominarlo; erigirse como la bruja más sabia y poderosa de todos los tiempos iba a resultar una tarea titánica pero satisfactoria para su propio ego, destrozando así a quienes se interpusieran en su camino y demostrando sobretodo a quienes no creyeron en ella que ella valía la pena.
Poder. Una peligrosa ambición, pero que con sabiduría, su sabiduría, podría hacer cosas que dejaran grabado su nombre para la posteridad.
-¿Dónde consigo el conocimiento pleno de la escuela tensai del Agua a espaldas del Hekshold?-Importante recalcar eso último, ya que nunca volvería a ese lugar. La apostatía demostraría a aquellos brujos estirados que no son el ombligo del mundo.-Conocimiento tanto libre como prohibido.-Recalcó. No quería guardarse nada. Tuvo que admitir que cierta sensación de congoja le abrazó el corazón cuando dijo "prohibido".
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Siguió caminando por el recinto con expectación. No todos los días se montaba tal evento, y mucho menos tan peculiar como ese. La estructura en la que estaba metida le parecía fascinante, quería comprender cómo el cristal era capaz de ser traspasado como el agua, y que dentro ciertos espejos mostraran cosas que nada tenía que ver con un reflejo real, por no mencionar la existencia de un Oráculo que supuestamente adivinaba el futuro o te desentrañaba los hilos de la creación en un abrir y cerrar de ojos con sus respuestas. ¿Sería verdad lo que le dijo? Solo había una forma de averiguarlo, y en cuanto ese día acabase, se pondría manos a la obra para investigar.
En su vagar por la zona, pudo ver a una mujer expectante mirando un espejo. ¿Qué es lo que vería para incluso acabar llorando? Quizás lo probaría, aunque no estaba segura de querer indagar en sus recuerdos o sueños más profundos en mitad de un sitio lleno de gente.
Para su sorpresa, la mujer se adentró en el espejo, como si fuera agua, desesperada por encontrar a alguien, aunque Helena no llegaba a escuchar bien lo que decía. Se acercó un par de pasos y otra mujer no dudó esta vez en entrar. Helena frunció el ceño, extrañada, y para aún más sorpresa, otras tres personas entraron en el espejo. ¿Qué estaba pasando allí? Le había picado la curiosidad, y no parecía aquello formar parte del evento cuando nadie más se acercó al lugar y este pasó totalmente inadvertido, como si jamás hubiese habido nadie allí.
La bruja se acercó con cautela, y pudo ver su reflejo en el espejo. Parecía bastante normal en primera instancia. Lo tocó, y una extraña sensación tiraba de ella e inundaba todo su ser. Sentía algo, una fuerza muy poderosa.
-Esto no es un espejo normal...-Susurró.
Acto seguido, imprimió fuerza en el espejo, y como si de una fina capa de líquido se tratara, lo atravesó con una mano. Tras eso, simplemente se dejó llevar y entró con todo su cuerpo en él.
Al otro lado, se sentía como un infinito vacío y desolado, cristalizado incluso, como si un universo tras el espejo y basado en el espejo hubiera tomado forma y se hubiera extendido de una forma desconcertantemente aterradora.
Al frente, un grupo de cinco personas, las cinco que habían entrado al espejo, caminaban hacia adelante. Podía alcanzarlos si aceleraba el paso.
-Yo que vosotros, no seguiría andando.-Advirtió, deteniéndose y cruzándose de brazos. Esperaba que se detuvieran y le prestaran atención.-Este lugar rezuma una concentración de éter muy alta. Pocas veces he sentido algo así, y cuando lo he hecho, han pasado cosas muy malas.
Miró más allá del grupo, y pudo ver a lo lejos un niño y lo que parecía una bola de pelo andante que le pareció bastante adorable, ¿Estaban a la cabeza del grupo? ¿Les esperaban?
-No los he visto entrar al espejo.-Se refirió tanto al niño como a la criatura adorable-¿Quiénes son?-Preguntó, desconfiada.
-E-es mi hijo... mi pequeño desaparecido.-Dijo la mujer que lloraba a la entrada al espejo, afligida.
Helena de primeras no respondió y volvió a fijar su mirada en el niño. Entrecerró los ojos para agudizar su vista, frunció el ceño, aún más desconfiada.
-¿Y qué hace dentro de un espejo mágico?-Preguntó devolviendo su atención a la madre afligida.-¿Esa bola de pelo también se os ha perdido?-Preguntó a la mujer que agarraba a la madre.-Este sitio no me gusta, es mejor no permanecer aquí mucho tiempo.
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Off: Le hago pregunta al Oráculo e interactúo con Meraxes y Gaegel
Helena Rhodes
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Re: El Caleidoscopio de Sueños [Evento social]
El rostro del elfo cambió en cuanto el espejo que tenía delante desapareció, dando paso a un resplandeciente cielo estrellado. ¿Dónde estaba? ¿se encontraba realmente ante el Oráculo? No podía decirlo con seguridad, pero todo apuntaba a que así era. Con atención, escuchó lo que éste tenía que decir en relación a su pregunta, frunciendo levemente el ceño, ya que no le estaba dando una respuesta clara sino más bien una teoría.
- Establecer una conexión emocional… - repitió en su mente, sin saber si algo así sería posible teniendo en cuenta el resentimiento que albergaba en su interior. La voz siguió hablándole, instándolo a permanecer junto a la cuerva y ser paciente, y luego comenzó a apagarse, devolviéndolo al lugar en que estaba realmente, dentro de aquel extraño domo de cristal, frente al misterioso espejo que para el resto de los presentes, habría vuelto a contestar con “Cuarenta y dos”.
- Supongo que continuaré viajando con ella, quizá con el tiempo obtenga las respuestas que necesito. - susurró para sí mismo, abandonando su puesto para que el siguiente de la fila formulase su pregunta.
Pero cuando alzó la vista para buscar a la morena, no la encontró donde había estado hasta hacía apenas unos instantes. - Eh… ¿Ava? - la llamó, girando el rostro de un lado a otro. Poco a poco el festival se había ido llenando de visitantes, con lo que encontrar a una persona entre la multitud ya no sería tan sencillo. - ¿Dónde se ha metido? - soltó, algo frustrado por la mala costumbre que tenía de desaparecer sin avisar.
- ¡Ava! - volvió a llamarla, mientras se abría paso entre la gente, aprovechando su altura para mirar por encima de los presentes en busca de su escurridiza acompañante.
Más adelante, y de forma inconsciente, la alada se había puesto a andar mientras reflexionaba acerca de las palabras del Oráculo. - Al final todo depende de mí. - pensó, con una tímida sonrisa en los labios. A pesar de no ser del todo concretas, las palabras que le había dedicado habían conseguido quitarle parte del peso que llevaba sobre sus hombros, ya que tal como había dicho, aunque estuviese unida a su madre por lazos de sangre ambas eran muy distintas.
- Debería olvidarme de ella, no volveré a verla. - siguió cavilando, sin darse cuenta de que había llegado a la zona en que se encontraban los espejos que mostraban los sueños de aquellos que miraban en ellos. - Solo debo hacerme más fuerte, no solo física sino también mentalmente, entonces podré regresar… - murmuró, convencida de que con su fuerza de voluntad podría conseguirlo y volver a Midgard con la cabeza bien alta, lista para hacer frente a aquellos que con sus insultos y comentarios la obligaron a marcharse.
Más animada, la joven levantó la mirada y fue entonces cuando se percató de dónde estaba. - ¿Qué? Ahh… estaba tan ensimismada que me he olvidado de que no venía sola. - se reprendió, llevándose una mano a la frente y soltando un suspiro de resignación. - Debo regresar con Ivaran. - añadió al poco, dándose la vuelta para volver por donde había venido, pero entonces sus ambarinos ojos se posaron sobre la superficie de uno de aquellos ornamentados objetos, y la imagen que tomó forma dentro la detuvo.
Su hogar, lo reconoció de inmediato, no solo por el paisaje en que se había criado, sino también por la figura que la saludaba desde la distancia, alzando uno de sus delgados brazos y moviéndolo en el aire con energía. Ennie, la pequeña niña insecto de su aldea con la que se había cruzado en la feria del orgullo bestial, le hacía gestos para que entrase y fuese con ella, sonriendo ampliamente.
- Ennie. - pronunció la cuerva en voz baja, y sin poder resistirse, empezó a acercarse al espejo, movida por la nostalgia que la escena despertó en su interior y sus ganas de reunirse con Bullier y sus seres queridos.
- ¡Ava! - exclamó Ivaran al encontrarla finalmente, pero ella pareció no escucharle y siguió avanzando, empezando a atravesar la superficie. - ¡Espera! - trató de captar su atención, aunque en vano. Rápidamente, el elfo se abrió paso entre los invitados que se movían por la zona y logró alcanzar a la alada, pero ya era tarde, prácticamente estaba dentro, así que sin otra opción, alargó una mano para sujetarla por la muñeca y dejó que lo arrastrase al interior.
Nada más cruzar, el hijo de los bosques se quedó observando cuanto los rodeaba, reconociendo el lugar por la escasez de vegetación y el árido ambiente. - Esto debe ser Midgard. - musitó, cayendo en que aún agarraba a la mujer bestia y que ésta lo estaba mirando. - Disculpa, no me respondías así que no me quedó más remedio que seguirte hasta aquí. - dijo, soltándola de inmediato. - No… no pasa nada, perdona, me despisté y acabé alejándome sin darme cuenta… - se excusó la muchacha, pero antes de que pudiesen seguir hablando, Ennie corrió hacia ella y la abrazó con fuerza.
- ¡Has vuelto Ava! ¡Que alegría! - exclamó la pequeña, apartándose un poco para ver a su amiga. - Vayamos con los demás, ¡rápido! - añadió, tomando la mano de la morena para guiarla hacia la aldea.
Dejándose llevar por aquel sueño, la joven empezó a andar y a hablar animadamente con la insectoide, dejando al peliblanco en un segundo plano que ciertamente le convenía, ya que podría observarla y con suerte conocerla algo mejor a través de aquella ilusión, justo lo que el Oráculo había mencionado.
- Establecer una conexión emocional… - repitió en su mente, sin saber si algo así sería posible teniendo en cuenta el resentimiento que albergaba en su interior. La voz siguió hablándole, instándolo a permanecer junto a la cuerva y ser paciente, y luego comenzó a apagarse, devolviéndolo al lugar en que estaba realmente, dentro de aquel extraño domo de cristal, frente al misterioso espejo que para el resto de los presentes, habría vuelto a contestar con “Cuarenta y dos”.
- Supongo que continuaré viajando con ella, quizá con el tiempo obtenga las respuestas que necesito. - susurró para sí mismo, abandonando su puesto para que el siguiente de la fila formulase su pregunta.
Pero cuando alzó la vista para buscar a la morena, no la encontró donde había estado hasta hacía apenas unos instantes. - Eh… ¿Ava? - la llamó, girando el rostro de un lado a otro. Poco a poco el festival se había ido llenando de visitantes, con lo que encontrar a una persona entre la multitud ya no sería tan sencillo. - ¿Dónde se ha metido? - soltó, algo frustrado por la mala costumbre que tenía de desaparecer sin avisar.
- ¡Ava! - volvió a llamarla, mientras se abría paso entre la gente, aprovechando su altura para mirar por encima de los presentes en busca de su escurridiza acompañante.
Más adelante, y de forma inconsciente, la alada se había puesto a andar mientras reflexionaba acerca de las palabras del Oráculo. - Al final todo depende de mí. - pensó, con una tímida sonrisa en los labios. A pesar de no ser del todo concretas, las palabras que le había dedicado habían conseguido quitarle parte del peso que llevaba sobre sus hombros, ya que tal como había dicho, aunque estuviese unida a su madre por lazos de sangre ambas eran muy distintas.
- Debería olvidarme de ella, no volveré a verla. - siguió cavilando, sin darse cuenta de que había llegado a la zona en que se encontraban los espejos que mostraban los sueños de aquellos que miraban en ellos. - Solo debo hacerme más fuerte, no solo física sino también mentalmente, entonces podré regresar… - murmuró, convencida de que con su fuerza de voluntad podría conseguirlo y volver a Midgard con la cabeza bien alta, lista para hacer frente a aquellos que con sus insultos y comentarios la obligaron a marcharse.
Más animada, la joven levantó la mirada y fue entonces cuando se percató de dónde estaba. - ¿Qué? Ahh… estaba tan ensimismada que me he olvidado de que no venía sola. - se reprendió, llevándose una mano a la frente y soltando un suspiro de resignación. - Debo regresar con Ivaran. - añadió al poco, dándose la vuelta para volver por donde había venido, pero entonces sus ambarinos ojos se posaron sobre la superficie de uno de aquellos ornamentados objetos, y la imagen que tomó forma dentro la detuvo.
Su hogar, lo reconoció de inmediato, no solo por el paisaje en que se había criado, sino también por la figura que la saludaba desde la distancia, alzando uno de sus delgados brazos y moviéndolo en el aire con energía. Ennie, la pequeña niña insecto de su aldea con la que se había cruzado en la feria del orgullo bestial, le hacía gestos para que entrase y fuese con ella, sonriendo ampliamente.
- Ennie. - pronunció la cuerva en voz baja, y sin poder resistirse, empezó a acercarse al espejo, movida por la nostalgia que la escena despertó en su interior y sus ganas de reunirse con Bullier y sus seres queridos.
- ¡Ava! - exclamó Ivaran al encontrarla finalmente, pero ella pareció no escucharle y siguió avanzando, empezando a atravesar la superficie. - ¡Espera! - trató de captar su atención, aunque en vano. Rápidamente, el elfo se abrió paso entre los invitados que se movían por la zona y logró alcanzar a la alada, pero ya era tarde, prácticamente estaba dentro, así que sin otra opción, alargó una mano para sujetarla por la muñeca y dejó que lo arrastrase al interior.
Nada más cruzar, el hijo de los bosques se quedó observando cuanto los rodeaba, reconociendo el lugar por la escasez de vegetación y el árido ambiente. - Esto debe ser Midgard. - musitó, cayendo en que aún agarraba a la mujer bestia y que ésta lo estaba mirando. - Disculpa, no me respondías así que no me quedó más remedio que seguirte hasta aquí. - dijo, soltándola de inmediato. - No… no pasa nada, perdona, me despisté y acabé alejándome sin darme cuenta… - se excusó la muchacha, pero antes de que pudiesen seguir hablando, Ennie corrió hacia ella y la abrazó con fuerza.
- ¡Has vuelto Ava! ¡Que alegría! - exclamó la pequeña, apartándose un poco para ver a su amiga. - Vayamos con los demás, ¡rápido! - añadió, tomando la mano de la morena para guiarla hacia la aldea.
Dejándose llevar por aquel sueño, la joven empezó a andar y a hablar animadamente con la insectoide, dejando al peliblanco en un segundo plano que ciertamente le convenía, ya que podría observarla y con suerte conocerla algo mejor a través de aquella ilusión, justo lo que el Oráculo había mencionado.
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Ava Kenrith
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Re: El Caleidoscopio de Sueños [Evento social]
Frosk estaba cruzado de brazos mirando al espejo del Oráculo, mientras que uno de sus pies tamborileaba el suelo. A su lado, estaban Bluto y Erika, y al igual que él, estaban expectantes en su turno de hablar con el famoso espejo del que todo el mundo hablaba en Roilkat.
El espejo era impresionante, debido a su decoración elegante y el aura de misticismo que lo rodeaba. Sí, Frosk tenía que admitir que estaba nervioso al encontrarse ante tal artefacto mágico, y de ahí su constante tamborileo con uno de sus pies.
-Croac...-Hinchó su saco vocal, aún pensativo.
-...¿Qué le preguntamos?-Rompió finalmente el silencio.
Frosk la miró, y entonces se le ocurrió una idea. Paró su tamborileo y puso recta su espalda, descruzándose de brazos. Hinchó su saco vocal antes de pronunciar sus palabras.
-¿Dónde podemos encontrar a Orquídea, la Upelero amiga de Erika?-Se volteó hacia Bluto levemente.-¿"Upelero" o "Upelera"?
El gigante de metal tardó un par de segundos en responder, como si buscase información dentro de su cabeza. Tras eso, emitió un chirrido y se dispuso a hablar.
-Según la biblioteca de Aerandir, en su bestiario podemos encontrar que a las upeleros hembras se les define con la letra "o", por lo que no hay diferencias entre macho o hembra como sí lo podría haber en otras especies.
Frosk asintió e hinchó su saco vocal, satisfecho. Erika no había entendido muy bien por qué ese espejo había dicho "cuarenta y dos", ¿Acaso sería algún tipo de acertijo?
-Frosk, no creo que eso sea adecuado...-Dijo finalmente.
-¿Por qué no?-Contestó, desviando ahora su atención a la dragona.-Orquídea también es nuestra amiga, y nuestro objetivo es encontrarla.
-Exacto, señorita Erika. El buscar a Orquídea no es incompatible con el objetivo que el señor Frosk se marcó al inicio de su viaje, es más, gracias a eso podemos ver mundo.
Frosk asintió, satisfecho de nuevo con la respuesta que había dado el bio-cibernético.
-Chicos...-Esas palabras le llegaron al corazón, y el gesto de Frosk la hice sentir realmente bien. Finalmente, sonrió y asintió.-Muchas gracias.-Desvió su atención al espejo-Orquídea es una upelero de color blanco que desapareció de la noche a la mañana. C-creo que fue robada, pero tampoco estoy segura del todo... ¿Sabes algo de ella?
Una vez que el Oráculo dio su respuesta, Frosk se volteó hacia sus amigos. "Cuarena y dos" había escuchado a la respuesta de Erika. Quizás formara parte de un acertijo que debían resolver, aunque no sabía muy bien cómo encajaba eso con la respuesta que le había dado a él.
-Bien, pues lo que debemos hacer es...-Siguió hablando, pero ningún sonido salió a continuación de su boca. Eso lo puso nervioso. Se llevó las manos a la garganta y tosió. Volvió a hablar de nuevo, pero seguía sin salirle la voz. Erika y Bluto lo miraron extrañados. El hombre-rana, más nervioso todavía empezó a dar pasos de un lado a otro, intentando hablar sin éxito hasta que, por inercia, empezó a correr de un lado a otro.-¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO ME HE QUEDADO SIN VOZ!!!-Vociferó de repente con una voz resquebrajada.
Bluto y Erika se mirarón, aún más extrañados y sin saber realmente qué pensar o decir al respecto. Frosk, por su parte, se detuvo, tan extrañados como ellos dos, pero aliviado porque la voz le había vuelto.
-¿Qué es lo que pasa?
-Ibas a decir lo que había que hacer.
Frosk croó e hinchó su saco vocal a modo afirmativo.
-Debemos de...-De nuevo, la voz no le salió.
-¿El Oráculo te ha dicho que...?-A Erika también le pasó lo mismo que a su amigo anfibio. Abrió los ojos como platos y se llevó la mano a la garganta. No parecía dolerle.-¿Qué ocurre?
-Cuando intentáis decir lo que os ha dicho el Oráculo, vuestra voz se diluye, como si os silenciaran.
-¿Y cómo vamos a saber qué hacer si no podemos decirlo?-Dio unos saltitos, molesto.
-Realmente sabemos lo que hay que hacer, pero no podemos comunicarlo.-Llegó a una conclusión.-¿Y si tú también lo preguntas, Bluto? Los tres sabremos lo que habrá que hacer.
-Buena idea.-Paró de dar saltitos.
Bluto asintió y ahora fue él el que encaró al espejo del Oráculo. Frosk y Erika se apartaron un poco, dejando que el gigante de metal se enterara bien de lo que le decía el espejo.
-¿Dónde está Orquídea, la upelero de Erika?
Esta vez, tanto Frosk como Erika esucharon "Cuarenta y dos", y al unísono se miraron, como si de pronto se diesen cuenta de cómo funcionaba aquel espejo.
Frosk
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Re: El Caleidoscopio de Sueños [Evento social]
Una vez dentro de ese extraño espejo miraba de un lado a otro. Este lugar tenía un ambiente sombrío y siniestro. - No lo sé. Pero me parece que no estamos en Roilkat. - Dije. Parafraseando así algo que había leído antes, aunque no recordaba de donde. Tras de nosotros también habían llegado Ryra, Meleis, y también ese cuervo que parecía que no me dejaría de seguir. Tenía que ponerle un nombre ya que se estaba volviendo parte del grupo. El cual evidentemente estaba reacio de internarse en este lugar. Las palabras para hacer que el grupo regresara solo hicieron que la bruja tomara una de las manos del dragón con firmeza. - Descuida. Estaremos bien Meleis. - Dijo la mujer de cabellera oscura.
Fue en ese momento donde centré mi atención en el niño que estaba en el espejo antes de que nosotros entráramos. - ¿De dónde lo he visto antes? - Miraba con confusión al niño. Acto seguido la mujer, que evidentemente era la madre del niño llamado Terric le habló, y luego de ella Mera hizo un comentario que le llamó la atención. - Entonces no soy el único. Menos mal. - Dije con un tono de alivio, al menos no era el único con aquella confusión y extraña sensación.
Justo en ese momento el cuervo, el cual había estado sobrevolando sobre nosotros. Decidió por posarse en mi hombro derecho. Cuando el gomejo de Mera se "escapó". El cuervo que estaba reposado en mi comenzó a graznar, aunque no tan fuerte gracias a los dioses, de otra manera me hubiese dolido mucho el oído. - Qué magia tan extraña. - Mencionó la bruja cuando notaba que al acercarse al niño, este parecía alejarse más.
Lo que no me esperaba de la nada fue escuchar una voz completamente ajena al grupo, además de la madre de Terric. Me giré a manera de alerta. La cual lo único que trataba era ponernos una advertencia. - Trataremos de salir lo más rápido posible. Hay que ayudar a esa mujer antes que nada. - Señalé con el pulgar a la mujer que estaba devastada por no poder alcanzar a su pequeño.
La mujer que había aparecido cuestionó sobre el niño y el gomejo. - Todo parece indicar que el niño es el hijo de esa mujer. Y el gomejo es propiedad de ella. - Con un ademán de cabeza señaló a Meraxes. - Sobre qué hacía dentro del espejo, eso no lo sabemos. - Mencionaba Ryra a la otra mujer que se había acercado al grupo. - Si vas a acompañarnos, lo mejor sería presentarnos. ¿No lo crees?... Mi nombre es Ryra. - Asentí levemente. - Y yo soy Gaegel. - Dije esbozando una media sonrisa a la mujer.
Continuaban avanzando, y cada que parecía que estaban cerca de Terric. Este volvía a alejarse de nosotros, lo cual le partía el corazón de la madre. - No dejaré que te vuelas a ir de mi ahora que estoy tan cerca de ti mi pequeño... - Decía entre sollozos. Esas palabras hicieron que en mi rostro se dejara entrever una mirada llena de pena hacia esa mujer. Podría decirse que entendía ese sentimiento que tenía esa mujer. Por lo que en verdad había surgido en mi ese deseo por poder ayudarla. - Y volverá a estar con usted, señora. - Le comenté, buscando reconfortar un poco el dolor emocional de esa madre.
Fue en ese momento donde centré mi atención en el niño que estaba en el espejo antes de que nosotros entráramos. - ¿De dónde lo he visto antes? - Miraba con confusión al niño. Acto seguido la mujer, que evidentemente era la madre del niño llamado Terric le habló, y luego de ella Mera hizo un comentario que le llamó la atención. - Entonces no soy el único. Menos mal. - Dije con un tono de alivio, al menos no era el único con aquella confusión y extraña sensación.
Justo en ese momento el cuervo, el cual había estado sobrevolando sobre nosotros. Decidió por posarse en mi hombro derecho. Cuando el gomejo de Mera se "escapó". El cuervo que estaba reposado en mi comenzó a graznar, aunque no tan fuerte gracias a los dioses, de otra manera me hubiese dolido mucho el oído. - Qué magia tan extraña. - Mencionó la bruja cuando notaba que al acercarse al niño, este parecía alejarse más.
Lo que no me esperaba de la nada fue escuchar una voz completamente ajena al grupo, además de la madre de Terric. Me giré a manera de alerta. La cual lo único que trataba era ponernos una advertencia. - Trataremos de salir lo más rápido posible. Hay que ayudar a esa mujer antes que nada. - Señalé con el pulgar a la mujer que estaba devastada por no poder alcanzar a su pequeño.
La mujer que había aparecido cuestionó sobre el niño y el gomejo. - Todo parece indicar que el niño es el hijo de esa mujer. Y el gomejo es propiedad de ella. - Con un ademán de cabeza señaló a Meraxes. - Sobre qué hacía dentro del espejo, eso no lo sabemos. - Mencionaba Ryra a la otra mujer que se había acercado al grupo. - Si vas a acompañarnos, lo mejor sería presentarnos. ¿No lo crees?... Mi nombre es Ryra. - Asentí levemente. - Y yo soy Gaegel. - Dije esbozando una media sonrisa a la mujer.
Continuaban avanzando, y cada que parecía que estaban cerca de Terric. Este volvía a alejarse de nosotros, lo cual le partía el corazón de la madre. - No dejaré que te vuelas a ir de mi ahora que estoy tan cerca de ti mi pequeño... - Decía entre sollozos. Esas palabras hicieron que en mi rostro se dejara entrever una mirada llena de pena hacia esa mujer. Podría decirse que entendía ese sentimiento que tenía esa mujer. Por lo que en verdad había surgido en mi ese deseo por poder ayudarla. - Y volverá a estar con usted, señora. - Le comenté, buscando reconfortar un poco el dolor emocional de esa madre.
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Gaegel
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Re: El Caleidoscopio de Sueños [Evento social]
Efectivamente, mi forma poco sutil de observar a los múltiples Zelas hizo que uno de ellos me preguntara si conocía a Vincent, lo que llevó al otro Zelas con vestido a decirle que no era Vincent, sino Vissente. solucionando de esta forma mis dudas sobre como rayos se llamaba el falso Vincent verde.
- Cierto, ese se llamaba así.
Aunque si conocía a ese no-Vincent y al Vincent original debía haber estado allí, y sabía que Vincent no iba a ser porque nunca se acordaría del nombre del resto, y dado que no sonaba como si fuera un oso camuflado, debía ser Rauko. Bueno, o él o uno de los dementes que participaron en ese torneo, pero prefería no pensar en eso, porque además, Rauko tenía biusas, y eso siempre daba puntos aunque estuviéramos en una cúpula de cristal probablemente maligna. Y en ese momento me si cuenta de que había empezado a divagar mientras seguían haciendo preguntas.
- Y no soy Vincent, pero si conozco a Vincent. Y tampoco soy Vissente o como se llamase ese Vincent que no llevaba un oso. ¿Eres Rauko, no? Bueno, es eso o que en vez de decir tu nombre empieces a marcarte unos cánticos de calidad dudosa acompañado de un baile más dudoso aún, pero quiero creer que eso no va a pasar. Y si, lo de los muchos Vincent fue real, y muy raro... pero real. No hubo batallas, solo una cosa llamada el Gran Torneo, mucha música infame y cosas que explotan porque dejan montar espectáculos a gente con más dinero que criterio. Y no me voy a llevar a ninguno, creo, que por cierto, ¿alguno es el Zelas de verdad? Y eso me recuerda que no me he presentado, independientemente del verde y el aspecto Vincentesco, soy Corlys. Y dudo sobre esa afirmación de ser el bebé barbudo, conocí a una niña seguidora suya y creo que prefiero que esa gente no se piense que debe seguirme.- Entonces me percaté de que había perdido totalmente el hilo de lo que estaba hablando, y que no había conexión alguna entre mis respuestas.- Y creo que esto ha sido demasiado información inconexa por el momento.
Aunque igual la información inconexa era menos desconcertante que ver que el espejo no dejaba responder a otra gente sobre la profecía que había dado, y solo soltaba un indescifrable 42. Cada vez estaba más convencido de que era malvado, eso o que no le gustaba destriparle el final a los espectadores, pero eso no cuadraba tan bien con mi teoría de que el elfo misterioso estaba detrás de todo, así que sería mejor mantenerme en la teoría de que era maligno.
- Yo no he ido a ese oráculo. Pero lo de invadir sueños parece convincente.- También sonaba a algo que probablemente me alejaría de mi objetivo de investigar al elfo inquietante, pero tampoco sabía por donde empezar, así que seguramente fuera una forma tan mala como cualquier otra.- Ah, ¿cómo se supone que se invaden sueños?
- Cierto, ese se llamaba así.
Aunque si conocía a ese no-Vincent y al Vincent original debía haber estado allí, y sabía que Vincent no iba a ser porque nunca se acordaría del nombre del resto, y dado que no sonaba como si fuera un oso camuflado, debía ser Rauko. Bueno, o él o uno de los dementes que participaron en ese torneo, pero prefería no pensar en eso, porque además, Rauko tenía biusas, y eso siempre daba puntos aunque estuviéramos en una cúpula de cristal probablemente maligna. Y en ese momento me si cuenta de que había empezado a divagar mientras seguían haciendo preguntas.
- Y no soy Vincent, pero si conozco a Vincent. Y tampoco soy Vissente o como se llamase ese Vincent que no llevaba un oso. ¿Eres Rauko, no? Bueno, es eso o que en vez de decir tu nombre empieces a marcarte unos cánticos de calidad dudosa acompañado de un baile más dudoso aún, pero quiero creer que eso no va a pasar. Y si, lo de los muchos Vincent fue real, y muy raro... pero real. No hubo batallas, solo una cosa llamada el Gran Torneo, mucha música infame y cosas que explotan porque dejan montar espectáculos a gente con más dinero que criterio. Y no me voy a llevar a ninguno, creo, que por cierto, ¿alguno es el Zelas de verdad? Y eso me recuerda que no me he presentado, independientemente del verde y el aspecto Vincentesco, soy Corlys. Y dudo sobre esa afirmación de ser el bebé barbudo, conocí a una niña seguidora suya y creo que prefiero que esa gente no se piense que debe seguirme.- Entonces me percaté de que había perdido totalmente el hilo de lo que estaba hablando, y que no había conexión alguna entre mis respuestas.- Y creo que esto ha sido demasiado información inconexa por el momento.
Aunque igual la información inconexa era menos desconcertante que ver que el espejo no dejaba responder a otra gente sobre la profecía que había dado, y solo soltaba un indescifrable 42. Cada vez estaba más convencido de que era malvado, eso o que no le gustaba destriparle el final a los espectadores, pero eso no cuadraba tan bien con mi teoría de que el elfo misterioso estaba detrás de todo, así que sería mejor mantenerme en la teoría de que era maligno.
- Yo no he ido a ese oráculo. Pero lo de invadir sueños parece convincente.- También sonaba a algo que probablemente me alejaría de mi objetivo de investigar al elfo inquietante, pero tampoco sabía por donde empezar, así que seguramente fuera una forma tan mala como cualquier otra.- Ah, ¿cómo se supone que se invaden sueños?
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Re: El Caleidoscopio de Sueños [Evento social]
Zelas número uno aceptó la propuesta de ensueño. Era de esperarse, aunque, tras escuchar su respuesta, al fin me percaté de que yo no había pensado demasiado en la propuesta. ¿Qué atrocidades podrían pasar en el sueño ajeno si varios poderosos canalizadores del surrealismo incursionaban en él?
Tal cuestión quedó en el Oblivion en cuanto Zelas Uno mencionó al grandísimo y todopoderoso Bebé Barbudo. No pude más que asentir con la cabeza, pues sus palabras contenían una verdad innegable. Xana, por otro lado, permaneció en silencio mientras pensaba, preocupaba, sobre lo lejos que fue la pequeña broma del bebé.
El falso Vissente respondió a la pregunta que se le hizo, y no se cortó en ello. Pasaron los segundos y él seguía hablando, casi como monito preguntón de aspecto raro, aunque sin preguntas y sin la compañía de la manifestación de una absurda y estrafalaria batalla campal.
Cuando al fin finalizó, intenté recordar cuál había sido la pregunta inicial. Poco tardé en desistir.
–Sí –fue mi respuesta para Corlys–. Pero igual te queremos.
Zelas respondió o, mejor dicho, no pudo responder a la pregunta de Xana acerca del Oráculo, lo que, a su vez, sirvió como respuesta. Descubierta la restricción mágica en nuestras palabras, Zelas no se preocupó por ello, en contraste con Xana, quien se mostraba algo tensa.
–¿Segura que no...?
–¡Que no quiero ir al baño, maldición! –soltó en voz baja pero exasperada, haciéndome dar un respingo. Percatándose de ello, levantó las cejas, avergonzada. Bajó la mirada y suspiró–. Lo siento –dijo sin la irritación anterior, aunque con cierto pesimismo–. Es que me gustaría hablarte sobre lo que el Oráculo me dijo. –Esbozó una sonrisa triste. Entonces se palmeó las mejillas y cambió su semblante–. Y bien, ¿cómo invadiremos sueños? –preguntó con su buen ánimo aparentemente de regreso.
No queriendo que volviera a pensar en el Oráculo, emprendí la caminata hacia los espejos de sueños.
–Solo deben seguirme –les dije con desenfado. Una vez frente a los dichosos espejos, observé a los que parecían que entrarían pronto y sopesé nuestras opciones–. Bueno, hay varios para elegir –señalé bajando la voz para solo ser escuchado por los Zelas y el Vin–. No me parece seguro entrar en los espejos que ya están usándose si ni he visto al soñador; no quiero involucrarme con locos. Así que... ¿qué tal entrar detrás de aquel sujeto?
–No digas que el hombre ganso vestido de señora –inquirió Xana, también en voz baja, y con la mirada fija en el ganso, en sus ojos reflejándose una desconfianza profunda–. Todos mis instintos me dicen que es mucho más que una persona cualquiera, quizás algo sobrenatural, divino y maldito... No lo sé. Algo fuera de este mundo.
–A mí me parece que solo es alguien que no cumple promesas. Pero, bueno. ¿Y el que está a su lado?
–Ese... ¡¿Qué está haciendo?!
–Ahm... Dejemos al contorsionista extremo como última opción.
–Oh, ¿y qué tal la niña?
La susodicha repentinamente empezó a reír frente a su espejo, reír como una villana desquiciada, y su voz definitivamente no era la de una niña, ni de una mujer, ni de alguien joven.
–Mejor no –concordamos.
Eché otro vistazo. No encontraba a nadie especialmente interesante, pero, entonces, el milagro se manifestó en forma de un hombre oso blanco dentro de un traje de oso rosa, idéntico a la estatuilla vista en la noche de El Gran Torneo.
–No lo pensemos más y seamos osados. –Me acerqué discretamente por la espalda al hombre-bestia, esperando que nos llevara a un mundo color de rosa.
Xana, aunque con menor entusiasmo del que esperé, me siguió. Observó al oso por un rato. Cuando lo vio saltar al espejo, ella abrió la boca para retractarse, pero la interrumpí tomándola del brazo y arrastrándola al sueño.
–¡Sin miedo al éxito! –fue mi grito de guerra.
Tal cuestión quedó en el Oblivion en cuanto Zelas Uno mencionó al grandísimo y todopoderoso Bebé Barbudo. No pude más que asentir con la cabeza, pues sus palabras contenían una verdad innegable. Xana, por otro lado, permaneció en silencio mientras pensaba, preocupaba, sobre lo lejos que fue la pequeña broma del bebé.
El falso Vissente respondió a la pregunta que se le hizo, y no se cortó en ello. Pasaron los segundos y él seguía hablando, casi como monito preguntón de aspecto raro, aunque sin preguntas y sin la compañía de la manifestación de una absurda y estrafalaria batalla campal.
Cuando al fin finalizó, intenté recordar cuál había sido la pregunta inicial. Poco tardé en desistir.
–Sí –fue mi respuesta para Corlys–. Pero igual te queremos.
Zelas respondió o, mejor dicho, no pudo responder a la pregunta de Xana acerca del Oráculo, lo que, a su vez, sirvió como respuesta. Descubierta la restricción mágica en nuestras palabras, Zelas no se preocupó por ello, en contraste con Xana, quien se mostraba algo tensa.
–¿Segura que no...?
–¡Que no quiero ir al baño, maldición! –soltó en voz baja pero exasperada, haciéndome dar un respingo. Percatándose de ello, levantó las cejas, avergonzada. Bajó la mirada y suspiró–. Lo siento –dijo sin la irritación anterior, aunque con cierto pesimismo–. Es que me gustaría hablarte sobre lo que el Oráculo me dijo. –Esbozó una sonrisa triste. Entonces se palmeó las mejillas y cambió su semblante–. Y bien, ¿cómo invadiremos sueños? –preguntó con su buen ánimo aparentemente de regreso.
No queriendo que volviera a pensar en el Oráculo, emprendí la caminata hacia los espejos de sueños.
–Solo deben seguirme –les dije con desenfado. Una vez frente a los dichosos espejos, observé a los que parecían que entrarían pronto y sopesé nuestras opciones–. Bueno, hay varios para elegir –señalé bajando la voz para solo ser escuchado por los Zelas y el Vin–. No me parece seguro entrar en los espejos que ya están usándose si ni he visto al soñador; no quiero involucrarme con locos. Así que... ¿qué tal entrar detrás de aquel sujeto?
–No digas que el hombre ganso vestido de señora –inquirió Xana, también en voz baja, y con la mirada fija en el ganso, en sus ojos reflejándose una desconfianza profunda–. Todos mis instintos me dicen que es mucho más que una persona cualquiera, quizás algo sobrenatural, divino y maldito... No lo sé. Algo fuera de este mundo.
–A mí me parece que solo es alguien que no cumple promesas. Pero, bueno. ¿Y el que está a su lado?
–Ese... ¡¿Qué está haciendo?!
–Ahm... Dejemos al contorsionista extremo como última opción.
–Oh, ¿y qué tal la niña?
La susodicha repentinamente empezó a reír frente a su espejo, reír como una villana desquiciada, y su voz definitivamente no era la de una niña, ni de una mujer, ni de alguien joven.
–Mejor no –concordamos.
Eché otro vistazo. No encontraba a nadie especialmente interesante, pero, entonces, el milagro se manifestó en forma de un hombre oso blanco dentro de un traje de oso rosa, idéntico a la estatuilla vista en la noche de El Gran Torneo.
- Oso en oso:
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–No lo pensemos más y seamos osados. –Me acerqué discretamente por la espalda al hombre-bestia, esperando que nos llevara a un mundo color de rosa.
Xana, aunque con menor entusiasmo del que esperé, me siguió. Observó al oso por un rato. Cuando lo vio saltar al espejo, ella abrió la boca para retractarse, pero la interrumpí tomándola del brazo y arrastrándola al sueño.
–¡Sin miedo al éxito! –fue mi grito de guerra.
(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)
Interactúo con Zelas número 1 y con el inigualable Vissente (Corlys) =)
Rauko
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Re: El Caleidoscopio de Sueños [Evento social]
Otrora aquella espectacular estructura la habría maravillado. En cambio, en aquel instante, solamente había desidia en la expresión de su rostro mientras recorría las asombrosas formas de aquel domo. La mestiza se detuvo, observando el concurrido ambiente. Algo mágico, palpable, vibraba en el aire mientras otras personas se movían aquí y allá. Nadie reconocible. Nadie importante para ella.
Excepto lo que había ido a buscar.
Avanzó sin hacer ruido, con la mente fija en una idea. Si era cierto que allí dentro se encontraba un oráculo, Iori gastaría aquella oportunidad para comprobar si podía obtener algo de información.
Que reconociese habían sido tres elfos y dos humanos. No disponía del nombre de todos. La mujer elfa, la que parecía la cabeza pensante se llamaba Dhonara. Recordaba perfectamente sus rasgos, su ego y su sadismo. Había disfrutado de cada segundo de la tortura de Ayla, y en sus ojos tenía el mismo brillo febril que se veía en los de Tarek. Una Ojosverdes.
Los otros dos elfos, acólitos, permanecían en el anonimato para ella en aquel recuerdo, por lo que precisaba información sobre ellos para poder iniciar la búsqueda. Y en cuanto a los humanos, tenía también sus perfiles. Hans, el primo mayor de Iori, mercader famoso en Lunargenta. Quién delató a sus padres y el causante primigenio de su caída en desgracia. El segundo humano, Otto. Amigo de la infancia de Hans, al cual admiraba de una forma retorcida.
Presionó con su mano aquella acuosa superficie, comprobando que permitía el paso hacia su interior y la humana no lo dudó. Con paso firme y una chispa de temeraria locura, avivó sus pasos hacia la zona del oráculo. Nada ni nadie más le importaban. Solo las respuestas.
Se detuvo frente al curioso espejo, y un leve temblor sacudió su cuerpo. Un escalofrío. Se acarició los antebrazos con las manos para templar el cuerpo. - Oráculo, dime la identidad de los implicados en la muerte de Eithelen y de Ayla. - Su voz sonó rígida, inflexible. Avanzó el escaso metro que la separaba de aquel objeto y cerró sus manos, como garfios, sobre el marco. - ¿Quiénes, en dónde? - su voz se convirtió en un susurro inaudible para cualquiera otra persona. - Los encontraré... les cortaré las manos, les arrancaré la lengua y perforaré sus oídos. Les extirparé la nariz y, cuando estén deseando morir, sacaré con mis propios dedos sus ojos, para que sea lo último que vean - la carcajada fue audible.
La presión en las manos de Iori se intensificó, crispando sus dedos hasta dejarlos blancos sobre el marco del espejo. Su cabeza se inclinó hacia delante, hasta apoyar la frente contra la fría superficie. - Dime quiénes, dime dónde - ladró como una orden, falta de paciencia. Su puño derecho se alzó, y en un gesto automático, golpeó con fuerza el borde del espejo. - ¡¡¡DÍMELO!!! -
Los recuerdos del templo, las imágenes del pasado la perseguían. El dolor de la tortura de Ayla latía en sus venas. Se quedó sin aliento cuando aquellas sensaciones barrieron con su mente, dejándola momentáneamente anulada, incapaz de reaccionar.
- Por favor, dime, dime quiénes... dime dónde... - su voz, ahora lastimosa, suplicaba en un suspiro. Sus piernas se flexionaron, y bajó hasta el suelo quedando allí sentada frente al espejo. El cabello castaño cubría parcialmente su rostro, mientras unos ojos carentes de brillo depositaban en aquel artilugio su última esperanza. El último hilo que la podía hacer sentir viva en aquel horrible mundo.
Iori se dirige como un autómata al Oráculo, ignorando por completo a todo lo demás.
Excepto lo que había ido a buscar.
Avanzó sin hacer ruido, con la mente fija en una idea. Si era cierto que allí dentro se encontraba un oráculo, Iori gastaría aquella oportunidad para comprobar si podía obtener algo de información.
Que reconociese habían sido tres elfos y dos humanos. No disponía del nombre de todos. La mujer elfa, la que parecía la cabeza pensante se llamaba Dhonara. Recordaba perfectamente sus rasgos, su ego y su sadismo. Había disfrutado de cada segundo de la tortura de Ayla, y en sus ojos tenía el mismo brillo febril que se veía en los de Tarek. Una Ojosverdes.
Los otros dos elfos, acólitos, permanecían en el anonimato para ella en aquel recuerdo, por lo que precisaba información sobre ellos para poder iniciar la búsqueda. Y en cuanto a los humanos, tenía también sus perfiles. Hans, el primo mayor de Iori, mercader famoso en Lunargenta. Quién delató a sus padres y el causante primigenio de su caída en desgracia. El segundo humano, Otto. Amigo de la infancia de Hans, al cual admiraba de una forma retorcida.
Presionó con su mano aquella acuosa superficie, comprobando que permitía el paso hacia su interior y la humana no lo dudó. Con paso firme y una chispa de temeraria locura, avivó sus pasos hacia la zona del oráculo. Nada ni nadie más le importaban. Solo las respuestas.
Se detuvo frente al curioso espejo, y un leve temblor sacudió su cuerpo. Un escalofrío. Se acarició los antebrazos con las manos para templar el cuerpo. - Oráculo, dime la identidad de los implicados en la muerte de Eithelen y de Ayla. - Su voz sonó rígida, inflexible. Avanzó el escaso metro que la separaba de aquel objeto y cerró sus manos, como garfios, sobre el marco. - ¿Quiénes, en dónde? - su voz se convirtió en un susurro inaudible para cualquiera otra persona. - Los encontraré... les cortaré las manos, les arrancaré la lengua y perforaré sus oídos. Les extirparé la nariz y, cuando estén deseando morir, sacaré con mis propios dedos sus ojos, para que sea lo último que vean - la carcajada fue audible.
La presión en las manos de Iori se intensificó, crispando sus dedos hasta dejarlos blancos sobre el marco del espejo. Su cabeza se inclinó hacia delante, hasta apoyar la frente contra la fría superficie. - Dime quiénes, dime dónde - ladró como una orden, falta de paciencia. Su puño derecho se alzó, y en un gesto automático, golpeó con fuerza el borde del espejo. - ¡¡¡DÍMELO!!! -
Los recuerdos del templo, las imágenes del pasado la perseguían. El dolor de la tortura de Ayla latía en sus venas. Se quedó sin aliento cuando aquellas sensaciones barrieron con su mente, dejándola momentáneamente anulada, incapaz de reaccionar.
- Por favor, dime, dime quiénes... dime dónde... - su voz, ahora lastimosa, suplicaba en un suspiro. Sus piernas se flexionaron, y bajó hasta el suelo quedando allí sentada frente al espejo. El cabello castaño cubría parcialmente su rostro, mientras unos ojos carentes de brillo depositaban en aquel artilugio su última esperanza. El último hilo que la podía hacer sentir viva en aquel horrible mundo.
Iori se dirige como un autómata al Oráculo, ignorando por completo a todo lo demás.
Iori Li
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Re: El Caleidoscopio de Sueños [Evento social]
Dio un paso atrás antes de que el siguiente en la cola le echara a un lado con el ímpetu de un crio que quiere probar su nuevo juguete después de cumplir su décimo día del nombre. Aún pensaba en cómo había sido capaz de escuchar el número cuarenta y dos, proveniente de algún punto en el entorno del espejo, y ser capaz de entender todo lo que había detrás de ese número. ¿Cómo era posible? Resopló y giró sobre sí mismo para encontrarse frente a un hombre con mirada cansada.
- Disculpe, caballero- Ben alzó las cejas-, creo que le reconozco- dijo entrecerrando los ojos.
Sango ladeó la cabeza y miró al hombre que vestía con ropas, en apariencia cómoda, holgadas y en las que destacaba el vivo color amarillo de un pañuelo que tenía enroscado al cuello.
- Yo serví en la defensa de la puerta, hace tantos años ya... No, no creo que en mis días olvide cómo las manadas de kags fueron rechazadas. Y tampoco creo que estos viejos y cansados ojos lleguen a olvidar nunca quién lo hizo posible- tendió una mano en dirección a Ben-. Thenab Alas, de Roilkat.
Sango tendió su mano y se aferró con firmeza a la que Thenab le tendía. La palidez de la piel del pelirrojo contrastaba con los años o generaciones de miembros de la familia Alas al sol. Con lo que gustaba de viajar a Roilkat, no entendía como no había ganado algo de color a lo largo de los años.
Repentinamente, los recuerdos le golpearon con fuerza. Zelas y él cargando contra los kags; el rubio subiéndose a lomos de las bestias para desviar su trayectoria; él mismo sacando de allí un niño muy pequeño para estar solo en la planicie frente a la ciudad y menos durante un asedio. Sí, él había alimentado aquella historia. Sí, la había adornado, pero, ¿alguna vez había considerado la repercusión que tuvo aquella hazaña en Roilkat? Zelas se lo había dicho en una ocasión después de haber sufrido una dolorosa paliza por parte de su buen amigo. Amistad, por cierto, que nació a las puertas de Roilkat, justo en esa batalla. La fama, le había dicho Zelas, se la había llevado él, pero, ¿por qué? ¿Acaso aquello era un mandato divino? (1) Sacudió la cabeza, Therab tenía sus ojos clavados en los de él, esperando una respuesta.
- Sango. El placer es mío, Thenab Alas. Pero, aquello no fue solo cosa mía. Los Dioses quisieron que aquel día...
Therab abrió los ojos y sin soltarle de la mano tiró de él hasta que ambos estuvieron a un escaso palmo de distancia.
- Aparecisteis en mitad del combate, sin previo aviso, desviasteis a los kags, nos ayudasteis en las puertas para repeler a los que no desviasteis y, además, salvarais a un niño y a la ciudad. Sí. Sé lo que vi, Sango. Estos ojos han sido bendecidos por la mismísima Idunn. Siempre jóvenes, nunca me traicionarán, eso es algo que mi corazón sabe. Y el día que me fallen, Sango, será cuando los Dioses me llamen a su lado- le soltó la mano y con las dos manos le cogió de los hombros-, seré el que todo lo ve en Roilkat, pues ese es el don que se me concedió.
Las palabras de Thenab consiguieron que Ben se irguiera tan alto como era y se le hinchara el pecho de orgullo por aquel inesperado camarada bendecido con una vista privilegiada. En los ojos de Sango se podía percibir un brillo casi reverencial ante aquel hombre que, pasados unos latidos, le dedicó una sonrisa.
- Que los Dioses te guarden la vista y la salud por muchos años Thenab Alas de Roilkat.
Thenab le miró borrando la sonrisa del rostro y entornando los ojos. Finalmente, tras hacer un gesto con la mano, le contestó.
- No depende de mi, ¿verdad?- la sonrisa volvió a su rostro.- Caminad junto a mi Sango, tengo algo que mostraros.
Llegaron, entonces, a un espacio en la que se concentraba una gran cantidad de espejos. La parte más divertida de aquella fiesta según escuchó decir a unos que quedaron tras ellos. Sango y Thenab caminaron en silencio el uno al lado del otro. Ben estaba pendiente de cómo estaba dispuestos aquellos espejos, su disposición y las posibles vías de entrada a aquella estancia, parecía haber dos, casi diametralmente opuestas. Allí había muchos espejos. Therab se detuvo frente a uno de ellos y Sango devolvió su atención al hombre, que le sujetó del brazo y sin previo aviso todo cambió a su alrededor.
El sol se ponía por el oeste, pero en el cielo, los colores parecían haberse diluidos unos con otros. Parecía como si la arena del desierto se hubiera alzado del mismísimo suelo para ensuciar el cielo. Algo que podía ser normal en Roilkat y el Arena, pero en aquel lugar no soplaba el viento. Tampoco se oía ruido alguno, tan solo las pisadas de Sango y Therab a medida que avanzaban entre las figuras fantasmagóricas que eran aquellos edificios que parecían inclinarse ante ellos. Quiso hablar, pero Thenab Alas, previendo lo que estaba por llegar, se giró y se lo impidió para después seguir caminando.
- Este es mi sueño. Aquí sólo hablo yo- dijo con tono serio.
Al cabo de un buen rato, llegaron ante una puerta que Thenab abrió con una llave. Invitió a Sango al interior y una vez cruzó el umbral, las formas que hasta entonces había sido casi etéreas, cobraron solidez y definición para alivio del pelirrojo. Ben miró, entonces, a Thenab y extendió los brazos y se encogió de hombros.
- Es mi sueño, Sango. Es todo lo que veo desde hace más de treinta años. Desde que recibí el don. Me gusta pensar que- hizo un gesto hacia el exterior-, así es cómo vería de no haber caído en gracia.
Sango entendió enseguida qué quiso decir con aquello pero sus gestos indicaron que no le bastaba. Quería saber por qué le había arrastrado hasta allí. Por qué Thenab le obligó a estar allí.
- Ah. En estos sueños, nunca encuentro paz salvo en la comodidad de esta estancia. Ni siquiera es el total de mi hogar, si atraviesas, por ejemplo, hacia esa otra habitación...- se detuvo mientras sus ojos buscaban algo en aquella otra habitación. Se levantó y caminó hacia un estante y cogió un objeto-. No. Lo que me atormenta no es eso, sino, saber cómo puedo detener el discurrir del tiempo, volver atrás, recuperar sus rostros...- levantó una mano y se la llevó al rostro.- Los echo tanto de menos...
Sango contempló como con la mano libre jugaba con aquel objeto. Se acercó a él mientras seguía hablando.
- Llegará el día, Sango, en el que esta habitación se distorsione. Cuando llegue ese día, olvidaré sus nombres, sus sonrisas y hasta quizá olvide que esta fue la casa en la que un día fui feliz. Viviré, entonces, como mero instrumento de los Dioses. Cumpliré con su misión cualquiera que sea y rezaré, si es que recuerdo cómo hacerlo, para que me llamen pronto junto a ellos. Y, entonces...- se levantó de la silla y echando mano a un cuchillo que colgaba de su cinto.- ¡Los mataré a todos! ¡Les obligaré a contemplar cómo se desangran unos y otros! ¡Les preguntaré por qué destrozar la vida de uno de sus mortales para un propósito que uno nunca llegará a comprender! ¡Les preguntaré por qué se alimentan de nuestra fe a cambio de nada! ¡Les miraré a los ojos y les escupiré estas verdades! ¡Gritaré el nombre de Mirlya y Orshon, mi esposa y mi hijo, largo tiempo arrebatados de mi lado! Y entonces, les preguntaré, ¿era este el trato? ¿Arrebatarme lo que más quería en esta vida para que vosotros murierais?- apuntó con el cuchillo a Sango-. Despierta si eres capaz de encontrar la salida de este sitio. Pero no. Estás ciego. No posees mi don. Yo te enseñaré a despertar.
Thenab se apuñaló cuatro veces en el vientre antes de caer al suelo ante la atónita mirada de Sango que se arrodilló a su lado. Le arrancó el pañuelo amarillo del cuello y vio marcas que le dejaron sin palabras. Cicatrices y renegrones, signos claros de haber intentado quitarse la vida. Thenab sonrió cuando sus ojos estudiaron la expresión de Sango. El pelirrojo negó con la cabeza y con el pañuelo taponó las heridas. Sabía que era un esfuerzo vacuo. Thenab Alas no tardaría en morir.
Junto al cuchillo descansaba el objeto que Thenab había cogido de uno de los estantes. Tenía una forma que reconocía. Esa forma la había visto en la llave que habían formado Zelas y él para regresar. Reconocía los números y comprendió, entonces, que aquello era un reloj (1). Sango lo miró, lo estudió y contó los pasos que daba aquel alambre alrededor del disco. En el paso cuarenta y dos todo se desvaneció.
Sango se sorprendió mirándose la mano que debía estar sujetando el reloj. Thenab, el hombre al que había visto morir hacía unos instantes, farfullaba una especie de plegaria a su lado.
- ¿Qué coño acaba de pasar?
- Es un orgullo tenerte en Roilkat, Sango, Héroe de Aerandir. Que los Dioses bendigan el suelo que pises-
Thenab Alas, se alejó de Ben después de hacer una ligera reverencia. Ben solo pudo mirar como el hombre se alejaba de su lado mientras en su cabeza la imagen del reloj se reproducía una y otra vez.
- Disculpe, caballero- Ben alzó las cejas-, creo que le reconozco- dijo entrecerrando los ojos.
Sango ladeó la cabeza y miró al hombre que vestía con ropas, en apariencia cómoda, holgadas y en las que destacaba el vivo color amarillo de un pañuelo que tenía enroscado al cuello.
- Yo serví en la defensa de la puerta, hace tantos años ya... No, no creo que en mis días olvide cómo las manadas de kags fueron rechazadas. Y tampoco creo que estos viejos y cansados ojos lleguen a olvidar nunca quién lo hizo posible- tendió una mano en dirección a Ben-. Thenab Alas, de Roilkat.
Sango tendió su mano y se aferró con firmeza a la que Thenab le tendía. La palidez de la piel del pelirrojo contrastaba con los años o generaciones de miembros de la familia Alas al sol. Con lo que gustaba de viajar a Roilkat, no entendía como no había ganado algo de color a lo largo de los años.
Repentinamente, los recuerdos le golpearon con fuerza. Zelas y él cargando contra los kags; el rubio subiéndose a lomos de las bestias para desviar su trayectoria; él mismo sacando de allí un niño muy pequeño para estar solo en la planicie frente a la ciudad y menos durante un asedio. Sí, él había alimentado aquella historia. Sí, la había adornado, pero, ¿alguna vez había considerado la repercusión que tuvo aquella hazaña en Roilkat? Zelas se lo había dicho en una ocasión después de haber sufrido una dolorosa paliza por parte de su buen amigo. Amistad, por cierto, que nació a las puertas de Roilkat, justo en esa batalla. La fama, le había dicho Zelas, se la había llevado él, pero, ¿por qué? ¿Acaso aquello era un mandato divino? (1) Sacudió la cabeza, Therab tenía sus ojos clavados en los de él, esperando una respuesta.
- Sango. El placer es mío, Thenab Alas. Pero, aquello no fue solo cosa mía. Los Dioses quisieron que aquel día...
Therab abrió los ojos y sin soltarle de la mano tiró de él hasta que ambos estuvieron a un escaso palmo de distancia.
- Aparecisteis en mitad del combate, sin previo aviso, desviasteis a los kags, nos ayudasteis en las puertas para repeler a los que no desviasteis y, además, salvarais a un niño y a la ciudad. Sí. Sé lo que vi, Sango. Estos ojos han sido bendecidos por la mismísima Idunn. Siempre jóvenes, nunca me traicionarán, eso es algo que mi corazón sabe. Y el día que me fallen, Sango, será cuando los Dioses me llamen a su lado- le soltó la mano y con las dos manos le cogió de los hombros-, seré el que todo lo ve en Roilkat, pues ese es el don que se me concedió.
Las palabras de Thenab consiguieron que Ben se irguiera tan alto como era y se le hinchara el pecho de orgullo por aquel inesperado camarada bendecido con una vista privilegiada. En los ojos de Sango se podía percibir un brillo casi reverencial ante aquel hombre que, pasados unos latidos, le dedicó una sonrisa.
- Que los Dioses te guarden la vista y la salud por muchos años Thenab Alas de Roilkat.
Thenab le miró borrando la sonrisa del rostro y entornando los ojos. Finalmente, tras hacer un gesto con la mano, le contestó.
- No depende de mi, ¿verdad?- la sonrisa volvió a su rostro.- Caminad junto a mi Sango, tengo algo que mostraros.
Llegaron, entonces, a un espacio en la que se concentraba una gran cantidad de espejos. La parte más divertida de aquella fiesta según escuchó decir a unos que quedaron tras ellos. Sango y Thenab caminaron en silencio el uno al lado del otro. Ben estaba pendiente de cómo estaba dispuestos aquellos espejos, su disposición y las posibles vías de entrada a aquella estancia, parecía haber dos, casi diametralmente opuestas. Allí había muchos espejos. Therab se detuvo frente a uno de ellos y Sango devolvió su atención al hombre, que le sujetó del brazo y sin previo aviso todo cambió a su alrededor.
El sol se ponía por el oeste, pero en el cielo, los colores parecían haberse diluidos unos con otros. Parecía como si la arena del desierto se hubiera alzado del mismísimo suelo para ensuciar el cielo. Algo que podía ser normal en Roilkat y el Arena, pero en aquel lugar no soplaba el viento. Tampoco se oía ruido alguno, tan solo las pisadas de Sango y Therab a medida que avanzaban entre las figuras fantasmagóricas que eran aquellos edificios que parecían inclinarse ante ellos. Quiso hablar, pero Thenab Alas, previendo lo que estaba por llegar, se giró y se lo impidió para después seguir caminando.
- Este es mi sueño. Aquí sólo hablo yo- dijo con tono serio.
Al cabo de un buen rato, llegaron ante una puerta que Thenab abrió con una llave. Invitió a Sango al interior y una vez cruzó el umbral, las formas que hasta entonces había sido casi etéreas, cobraron solidez y definición para alivio del pelirrojo. Ben miró, entonces, a Thenab y extendió los brazos y se encogió de hombros.
- Es mi sueño, Sango. Es todo lo que veo desde hace más de treinta años. Desde que recibí el don. Me gusta pensar que- hizo un gesto hacia el exterior-, así es cómo vería de no haber caído en gracia.
Sango entendió enseguida qué quiso decir con aquello pero sus gestos indicaron que no le bastaba. Quería saber por qué le había arrastrado hasta allí. Por qué Thenab le obligó a estar allí.
- Ah. En estos sueños, nunca encuentro paz salvo en la comodidad de esta estancia. Ni siquiera es el total de mi hogar, si atraviesas, por ejemplo, hacia esa otra habitación...- se detuvo mientras sus ojos buscaban algo en aquella otra habitación. Se levantó y caminó hacia un estante y cogió un objeto-. No. Lo que me atormenta no es eso, sino, saber cómo puedo detener el discurrir del tiempo, volver atrás, recuperar sus rostros...- levantó una mano y se la llevó al rostro.- Los echo tanto de menos...
Sango contempló como con la mano libre jugaba con aquel objeto. Se acercó a él mientras seguía hablando.
- Llegará el día, Sango, en el que esta habitación se distorsione. Cuando llegue ese día, olvidaré sus nombres, sus sonrisas y hasta quizá olvide que esta fue la casa en la que un día fui feliz. Viviré, entonces, como mero instrumento de los Dioses. Cumpliré con su misión cualquiera que sea y rezaré, si es que recuerdo cómo hacerlo, para que me llamen pronto junto a ellos. Y, entonces...- se levantó de la silla y echando mano a un cuchillo que colgaba de su cinto.- ¡Los mataré a todos! ¡Les obligaré a contemplar cómo se desangran unos y otros! ¡Les preguntaré por qué destrozar la vida de uno de sus mortales para un propósito que uno nunca llegará a comprender! ¡Les preguntaré por qué se alimentan de nuestra fe a cambio de nada! ¡Les miraré a los ojos y les escupiré estas verdades! ¡Gritaré el nombre de Mirlya y Orshon, mi esposa y mi hijo, largo tiempo arrebatados de mi lado! Y entonces, les preguntaré, ¿era este el trato? ¿Arrebatarme lo que más quería en esta vida para que vosotros murierais?- apuntó con el cuchillo a Sango-. Despierta si eres capaz de encontrar la salida de este sitio. Pero no. Estás ciego. No posees mi don. Yo te enseñaré a despertar.
Thenab se apuñaló cuatro veces en el vientre antes de caer al suelo ante la atónita mirada de Sango que se arrodilló a su lado. Le arrancó el pañuelo amarillo del cuello y vio marcas que le dejaron sin palabras. Cicatrices y renegrones, signos claros de haber intentado quitarse la vida. Thenab sonrió cuando sus ojos estudiaron la expresión de Sango. El pelirrojo negó con la cabeza y con el pañuelo taponó las heridas. Sabía que era un esfuerzo vacuo. Thenab Alas no tardaría en morir.
Junto al cuchillo descansaba el objeto que Thenab había cogido de uno de los estantes. Tenía una forma que reconocía. Esa forma la había visto en la llave que habían formado Zelas y él para regresar. Reconocía los números y comprendió, entonces, que aquello era un reloj (1). Sango lo miró, lo estudió y contó los pasos que daba aquel alambre alrededor del disco. En el paso cuarenta y dos todo se desvaneció.
Sango se sorprendió mirándose la mano que debía estar sujetando el reloj. Thenab, el hombre al que había visto morir hacía unos instantes, farfullaba una especie de plegaria a su lado.
- ¿Qué coño acaba de pasar?
- Es un orgullo tenerte en Roilkat, Sango, Héroe de Aerandir. Que los Dioses bendigan el suelo que pises-
Thenab Alas, se alejó de Ben después de hacer una ligera reverencia. Ben solo pudo mirar como el hombre se alejaba de su lado mientras en su cabeza la imagen del reloj se reproducía una y otra vez.
(0) Resumen.
Thenab Alas, un hombre que posee el don de la Vista. Tras una conversación, arrastra a Sango a su sueño, su único sueño, en el que revela que ese don tiene un precio: el olvido del ser a cambio de ser instrumento de un propósito divino. El único lugar donde aún queda algo de sí mismo es en su sueño y el asedio al que le somete el olvido le consume noche tras noche.
(1) Referencias.
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Sango
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Re: El Caleidoscopio de Sueños [Evento social]
-Ese seria yo- respondería el Zelas 1, siendo el único sin vestido levantaría la mano ante la pregunta de quien era el verdadero Zelas, cuando finalmente termino con su verborrea sin sentido, respondió de la misma forma que Rauko con un -Si, pero igual te queremos- comentaría mientras caminaban juntos hacia donde se encontraban los espejos para las incursiones.
-Si las cosas se ponen muy Nousis, solo haremos lo que mejor se nos da y mataremos a la amenaza y si eso no funciona haremos lo segundo mejor que se nos da y saldremos corriendo de allí- señalaría ante la eventual preocupación de que las cosas salieran extremadamente mal, sacando la llave tetradimensional, misma que obtendría y posteriormente mejoraría en Roilkat en las 2 ocasiones que murió y resucito. -Este es nuestro seguro por si los Nousis hacen de las suyas-
Guardo la llave dentro de su bolsillo mas confiable y comenzó a observar a los diferentes candidatos para realizar las incursiones, el ganso-señora quedo descartado, el contorsionista también aunque le llamo la atención lo que hacia, la niña quedo descartada de inmediato, solo los dioses sabrían que clase de maldad habitaba en ella, finalmente el candidato elegido le había parecido de lo mas adecuado y para nada sospechoso ¿Qué habría de sospechoso en un oso disfrazado de oso?, ante lo cual se unió al grito de batalla de Rauko y grito -Sin miedo al éxito!- para proceder a entrar al espejo junto a los demás.
-Si las cosas se ponen muy Nousis, solo haremos lo que mejor se nos da y mataremos a la amenaza y si eso no funciona haremos lo segundo mejor que se nos da y saldremos corriendo de allí- señalaría ante la eventual preocupación de que las cosas salieran extremadamente mal, sacando la llave tetradimensional, misma que obtendría y posteriormente mejoraría en Roilkat en las 2 ocasiones que murió y resucito. -Este es nuestro seguro por si los Nousis hacen de las suyas-
- Llave tetradimensional:
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Guardo la llave dentro de su bolsillo mas confiable y comenzó a observar a los diferentes candidatos para realizar las incursiones, el ganso-señora quedo descartado, el contorsionista también aunque le llamo la atención lo que hacia, la niña quedo descartada de inmediato, solo los dioses sabrían que clase de maldad habitaba en ella, finalmente el candidato elegido le había parecido de lo mas adecuado y para nada sospechoso ¿Qué habría de sospechoso en un oso disfrazado de oso?, ante lo cual se unió al grito de batalla de Rauko y grito -Sin miedo al éxito!- para proceder a entrar al espejo junto a los demás.
Zelas Hazelmere
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