El Caleidoscopio de Sueños [Evento social]

-¡DETENTE!-Ordenó Katrina con una voz dura y profunda hacia un tipo que se abalanzó contra Belov. Estaba apartada, a una distancia prudencial y se movía entre la gente para tener en la mira al joven.

En mitad de su acción, el atacante vaciló y se quedó parado. Esto lo aprovechó Belov para seguir corriendo junto a un elfo que se le había pegado a él como guardián, sin percatarse de que la sombra de Zagreus nuevamente se abalanzaba sobre él. Alward se interpuso, veloz como una flecha, entre el joven y la sombra, poniendo sus espadas cruzadas como defensa, repeliendo así el ataque con éxito momentáneo. Entonces, el Sevna desvió brevemente su mirada hacia Belov y al elfo, el cual conocía de haberlo visto en Sacrestic, por lo que sabía que era de fiar. Alward llevaba nuevamente sus ropajes habituales y la máscara y capucha que cubrían su rostro, ya que tras revelarse la identidad del joven, no vio necesario mantener la apariencia de Zagreus.

-¡CORRED!-Le salió una voz imperativa y furiosa, alterada por la elevación de sus pulsaciones.

Volvió a centrar su atención en la sombra, la cual llevaba una daga brillante incrustada en su pecho. Más allá de esta, estaba Zagreus, el original, a quien le dedico una mirada llena de crudeza. Acto seguido, hizo una floritura con cada arma, paseando los mangos alrededor de la respectiva mano, haciendo que las hojas dibujaran en el aire una trayectoria de trescientos sesenta grados. Con este movimiento, activó los encantamientos de sus dos armas; fuego para Værdi en su diestra y rayos para Nattehimlen en su zurda [1].

El Sevna se percató también de la presencia de Ava, la mujer bestia que acompañaba a Ivaran, ¿O era Ivaran quien la acompañaba a ella? Nunca le quedó del todo clara esa relación. Pero, fuese como fuese, lo que importaba es que la cuerva sabía defenderse y, con una mirada cómplice, el enmascarado le hizo saber lucharía a su lado.

La alucinación del ejército de Zagreus pronto desaparecería, pues su efecto era limitado y el tiempo había pasado. Había cumplido bien su objetivo, y con la aparición de Belov, de poco serviría una distracción, pues era el momento de pasar a la acción directa.

La sombra hostil parecía furiosa, cada vez más. El efecto de la daga, y el estorbo que le suponían Alward y Ava era la razón. El enmascarado deseaba que el joven Belov llegara cuanto antes al Oráculo, ya que pelear contra semejante enemigo era todo un misterio, y si el Zagreus original decidía actuar (cosa que era de esperar) sería otro problema más a resolver.

Ahora, la sombra se abalanzó contra él en un frenesí homicida. El Sevna tan solo pudo anteponer de nuevo sus espadas como defensa ante los sucesivos ataques de su oponente con lo que parecía una daga imbuida en las mismas sombras de las que estaba hecho el propio atacante. Dos espadas encantadas contra una daga bastarían como para que Alward tomase la ventaja, pero los movimientos de la sombra eran demasiado rápidos y sus golpes casi imperceptibles a la vista. Tenía que hacer algo antes de recibir una puñalada, así que, de una patada, consiguió sacarse al hostil de encima; ahora era su turno. El Sevna se abalanzó contra su oponente y atacó con sus respectivas armas en tajos, ejecutando movimientos ágiles coreografiados. Confiaba en que con eso, junto a las habilidades de Ava, fuese suficiente para mantenerla a raya.

Frosk y Erika estaban con los ojos entrecerrados, mirando de forma cautelar al extraño. Bluto, por su parte, con el semblante de su armadura impasible, no daba señal alguna de estar siquiera presente en la conversación, aunque realmente pasara todo lo contrario. La dragona que tuvo la idea original de traspasar (o romper) el techo de cristal del domo también se hallaba en ese extraño lugar, por lo que era coherente deducir que tan solo los allí presentes habían ejecutado ese plan.

-Croac...-Frosk lanzó, también junto a Erika, una mirada de animadversión hacia el tipo de cabellos níveos después de soltar aquellos comentarios tan espeluznantes y poco amistosos.-No tiene que tener muchos amigos, ¿Verdad?.-Dijo en voz baja con tono despectivo mirando a Erika.

La dragona de rubios cabellos negó con la cabeza, validando la conclusión del anfibio.

-No sé quién será Nousis-Erika se adelantó un paso y puso sus brazos en jarras, con el ceño fruncido.-Pero si te parece tan sensual, ¿Por qué lo llamas estúpido?

-¡Eso!-No se quería quedar atrás, e imitó a su amiga dragona.-Además, "Nousis" es nombre de pastel, y seguro que relleno de nata.-Asintió, creyendo fervientemente en su razonamiento.

-Señor Frosk, no creo que sea el momento de comer dulces. Recuerde que siempre le sientan mal.-Intervino repentinamente el bio-cibernético, como si a la vida volviera de forma súbita.

-Ha sido un día muy duro...-Se dio golpecitos en los hombros, haciendo ver como que los tenía cargados, mientras soltaba suspiros.

-¿Cómo has hecho lo de antes?-Desvió brevemente su atención al hombre-rana. Había hecho referencia a la habilidad de impulsarse en el aire como si manejara las corrientes de aire a su antojo.-¡Ha sido increíble!-Cambió su gesto repentinamente y encaró a Frosk dando saltitos de emoción mientras sus ojos centelleaban, ilusionados.

-Bueno, uno tiene sus recursos...-Se ruborizó mientras soltaba una sonrisa complacida y se rascaba detrás de la cabeza.

De pronto, el extraño cambió de rostro, o mejor dicho, se lo borró metamorfeseándose ahora una cara borrosa y sin forma, acompañada de una cabellera igual de larga que antes pero más descuidada y amarillenta. Ese cambio repentino hizo que Frosk y Erika dieran un respingo y atrasaran más de dos pasos. Y, de forma sorprendentemente ágil, se abalanzó hacia el grupo con claras intenciones hostiles.

Erika se escondió detrás de Bluto, y Frosk, con la espada aún desenvainada de antes, hizo frente al ser sin rostro; protegiéndose con su rodela, esperando al momento exacto que estuviese lo suficientemente cerca como para agacharse levemente y pegar un salto, haciendo que la rodela quedara estampada contra la cara del hostil. Eso hizo que el ser sin rostro fuese repelido hacia atrás como si de un resorte se tratara.

-¡Croaaaaac, tomaaa!-Dijo en pleno salto, con un tono casi burlesco hinchando su saco vocal repetidas veces.

El hostil cayó al suelo de espaldas, pero con su agilidad rodó hacia atrás y se reincorporó al instante, como si nada hubiera pasado, cosa que pilló de sorpresa a un Frosk que aterrizó de su salto. Sin más, el ser sin rostro se impulsó hacia la rana. Esta, le quiso asestar un tajo con su espada, pero justo antes de que pudiera darle alcance, el hostil fintó y se colocó detrás. Tenía unas garras extremadamente afiladas, y su intención era usarlas contra el hombre-bestia. Por suerte, antes de que sucediera la tragedia, Bluto se adelantó a ello y le impactó un contundente puñetazo en la cabeza que lo tiró hacia un lado, como si de un muñeco echo de paja se tratara. Eso, a una persona normal lo hubiera dejado fuera de combate, pero ese ser no parecía ser ni mínimamente "normal". Se reincorporó como si nada, fijando ahora su vista en Erika, quien torpemente desenvainaba la gran espada que llevaba a su espalda. La vio como a una presa fácil.

-¡Erika, cuidado!-Gritó Frosk, tarde, puesto que el ser sin rostro ya se había abalanzado sobre ella, y al no ser una diestra luchadora no pudo hacer frente a su agarre, que lo ejecutó por delante.

La agarró del cuello, y la gran espada que pertenecía a su padre cayó irremediablemente al suelo.

Bluto, notablemente agresivo, se puso en guardia con sus puños.

-¡Suelta a la señorita Erika!-Dio una orden, nada común en él.-¡No volveré a emitir ningún otro tipo de advertencia!

Frosk, a su lado, también se puso en guardia, pero claramente con intenciones de pasar al ataque de un momento a otro. El ser se volteó de lado y los miró, después miró a Erika, y una última vez los miró a ellos de nuevo.

-Me parece que no.

La mirada de complicidad por parte de Gaegel aliviaba la tensión de aquel escenario tan caótico en el que nos encontrábamos.

Por un momento, aquella bruja, pareció verse acorralada. Sin embargo algo cambió en su mirada, que no tardó en expresar con sus palabras. - Ten cuidado con lo que deseas. Se podría hacer realidad… de las peores maneras - Expresó sin dejar de mirarme en la medida que chasqueaba sus dedos.  - ¿Eh? - Fue mi reacción espontanea. Realmente me esperaba algo, alguna herida. Me observé el cuerpo, hasta levanté la ligera tela que me cubría abriendo las piernas por si se le había ocurrido llenar mis huecos. Nada, estaba ilesa.

-Eso no es lo que esperaba, inútiles acechadores- Dijo mientras miraba hacia arriba cosa que imité y no pude evitar dejar escapar una gran carcajada al notar cómo aquellas cosas se alejaban. Algo estábamos haciendo bien Gaegel y yo para que su fuerza se viera mermada de aquel modo, quizás seguir haciéndole frente y actuar siguiendo la lógica absurda que nos movía era la clave.

Al mismo tiempo de todo eso, reflejos comenzaron a formarse en frente de nosotros. Podía ver a Meleis, estaba llorando, golpeando el suelo, se le notaba desconsolado, Ryra se colocaba a su lado; el siguiente era una imagen curiosa, una imagen familiar ¿Por qué veía aquello? ¿Era un mensaje de los dioses? Aunque quisiera poder descubrirlo, mi situación actual no me lo permitía; y por último, pero no por ello menos importante, veía a Zelas, o mejor dicho mi pecho vibraba, era la medalla que había subido la intensidad ante la cercanía de su tercera hermana. Lo más lógico era pensar que todas esas imágenes se relacionaban de un mismo sitio, el festival, quizás dentro del mismo domo, la pregunta era ¿Por qué podíamos verlo?

La voz de la bruja fue la que se me sacó de todos estos pensamientos fugaces de mi cabeza. Insensata, no es inteligente pelear contra algo que no puedes matar- Siseó la bruja. Volví mi mirada con una sonrisa burlona hacia ella. -Menos contra mí - Agregó al final.

Iba a contestarle con toda la intención de seguir provocandola, pero la aparición de aquellas raíces que atrapaban a los niños, me desconcertaron por un momento. Lo más enfermo fue ver su sonrisa y cómo se cortaba ella misma. Sin duda había terminado de volverse loca. Sentí cómo mi rabia crecía, el sonido de aquellas pobres criaturas sufriendo eran una gran detonante de ello. Lo peor de todo era que la muy perra había usado mis palabras en contra mía. - Tch. - Quería retorcerla, pero no era idiota, ella se había delatado que al cortarse transmitía ese dolor al pequeño.

Cerré los ojos, respiré profundo. Mis puños apretado por la cólera que me invadía se relajaron. Sentí el vibrar de nuevo en el pecho, y llevé mi mano libre al lugar de la medalla activando aquel peculiar efecto. Si iba a morir allí, al menos quería despedirme sin interrupciones de aquella loca.

- Sabes... Sé que sonará un poco egoísta, pero la verdad me alegro pasar este momento contigo. Meleis y Ryra están a salvo y siento que me quité un peso de encima al ayudar a esa mujer, como si mi consciencia descansara. - Comencé a decir dentro de mi cabeza. Sabía que Gaegel me escucharía, de Zelas, no estaba tan segura, y tampoco pensaba en ello, no ahora que estaba entre la espada y la pared.

- Es una lástima que no haya agua por estos lares, al menos podría haberle dado más pelea a esa perra, pero me alegro de que Meleis esté a salvo al otro lado. Las personas buenas merecen una vida prospera y él es uno de esos casos. - Manifesté. Hasta cierto punto estaba desahogándome, dejando salir las cosas. - ¿Tienes alguna idea? - Abrí los ojos. Volví a centrar mi atención en ella, miré hacia arriba en busca de la iluminación.

La frustración descargada contra el piso y los gritos a su hermana siguieron por un rato. Finalmente la cálidez de la cercanía de Ryra, y sus palabras con el chico lo hicieron mirar hacia ella. Su tez blanca ahora era roja y húmeda. Sus ojos estaban del mismo tono. Se limpió con su manga el rostro, manteniéndose de rodillas en el suelo y viendo a los niños y al gomejo allí también. Sus orbes observaron a la madre de Terric y a este, así como a la mujer rubia (Helena). En su mente estaba apaciguando su dolor con que el sacrificio de ambos no había sido en vano, varias vidas se habían salvado. Además, Ryra podría tener razón, quizás ellos realmente estaban luchando con aquella terrible y malvada mujer.

Aún estaba algo agitado, un llanto tan desgarrador dejaba a cualquiera con falta de aliento. Su pecho se expandía y contraía. Extendió su larga diestra hacia el espejo, colocando su palma allí. - Ustedes pueden, chicos. Meraxes, Señor Gaegel, por favor vuelvan con nosotros. - Dijo poniendo su último rayo de esperanza en aquellas palabras. En aquel momento sus oídos fueron un tanto más conscientes que las dificultades no habían cesad, estaban en medio de un caos en aquel domo.  Por un lado escuchaba que debían matar a alguien llamado Belov, un niño, por el otro lo contrario, había que protegerlo. Gritos de pánico, de lucha y sabrán los dioses que más.

Se levantó y miró a Ryra y Helena. - Será mejor estar alertas, las cosas en este lugar tampoco están del todo bien. Hay que buscar un lugar seguro para ellos. - Dijo acortando la distancia con Terric, su madre y los dos pequeños a su cuidado. 

Luego de un rato, al fin Meleis comenzó a calmarse. Pero debido al tono de su piel esta se había enrojecido debido al profundo llanto que había experimentado. La bruja se acercó y abrazó al muchacho. Asintiendo levemente ante las palabras del joven. - Así es. Ellos estarán bien, después de todo se saben cuidar. - Dijo sonriendo levemente. Lo que dijo el dragón a continuación le hizo estar consciente del caos que había en el lugar. Miraba de un lado a otro mientras escuchaba cómo la gente estaba dividida en un tema en específico. La vida de un niño.

Carajo... ¿Está de moda lastimar infantes o qué rayos? - Pensó la bruja mientras miraba el caos. Aunque de la nada se acercaron a donde nos encontrábamos más personas. Eran tres sujetos iguales, lo cual me extraño un poco. Pero parecía que Meleis los conocía, o eso parecía. Tras explicarle la situación, el rubio hizo un comentario que oscureció el semblante del muchacho. Acto que hizo que la bruja se molestara un poco. Pero luego de eso parecía que ese sujeto podría ayudarles en la situación de Gaegel y Meraxes.

De un momento a otro ese rubio abrió lo que parecía un portal, algo que provocó una reacción de sorpresa en Ryra. Ese hombre de nombre Zelas los invitaba a ir para combatir con la bruja. - Me encantaría ir allá y abrasar el trasero de esa desgraciada. Pero alguien debe cuidar a los niños que lograron salir... Y al gomejo. - Dijo tomando la criatura peluda entre sus manos. Miró atentamente a Meleis. - Encárguense de esa bruja malnacida por mi. - Dijo impotente. Ella realmente deseaba ir allá, pero sabía que había otras cosas por hacer.


En todo momento miraba atentamente a la bruja Oniria. Estábamos en un sitio donde ella tenía ventaja, y perderle la vista podría ser una mala idea. La entidad comenzó a responder el comentario que Meraxes le había arrojado hace un momento. De un momento a otro Mera se levantó un poco su vestido, y no lo iba a negar. Dejé de prestarle atención a la bruja para ver de reojo lo que había bajo el vestido. Hice una mueca de aprobación. ¿Tenía sentido que me mostrara tan tranquilo? Realmente no lo sé, pero tampoco ganaba nada dejándome llevar por el miedo y la desesperación. Había que canalizar esos sentimientos de otra manera.

Y parecía funcionar después de todo. Cuando la bruja miró hacia arriba noté que las criaturas que estaban a "su servicio" no se acercaban a nosotros. Eso quería decir que el miedo era el alimento de esas criaturas. Al menos teníamos esa pequeña ventaja que parecía molestar a Oniria, por lo que le sonreí con cierta burla al ver que las cosas no eran como ella deseaba.

Lo que hizo a continuación fue una bajeza. De un momento a otro ella hizo aparecer raíces las cuales capturaron a los infantes, y no solo eso, sino que ella se hirió a ella misma con tal de conducir la sensación de dolor a los pequeños, por lo que me llevé mi diestra a la barbilla y comencé a rascarme mientras analizaba la situación. Estábamos en un punto muerto, ya que no podíamos herir a la desgraciada, de otra manera los niños serían los afectados.

Mientras estaba meditando, comencé a escuchar la voz de Mera a través de la habilidad de la pieza metálica. Al escucharla me hizo esbozar una sonrisa. Parecía que cuando la situación se ponía crítica, Mera tenía un "tono de voz" nostálgico. - Tienes razón. Al menos ellos están fuera de esto, y la madre pudo llegar a Terric en el último momento. - Le decía mientras respondía también por la mente. (1)

Descuida... Aún hay cosas por hacer. No es como que tengamos muchas opciones eso es evidente. Pero supongo que podremos encontrar la manera de fastidiarle los planes a esa bruja desgraciada. Y descuida, estoy pensando en algo que nos dará algo de tiempo. - Le respondí a su pregunta final.

Lo que no me esperaba era que de la nada apareciera un portal, y de el aparecieron ¿Tres Zelas? Alguien más, y también Meleis. Aquello me sorprendió, no lo iba a negar. Con su llegada parecía tener una idea, por lo que me mantuve expectante, así que también desenfundé mi gran espada y la dividí espadas gemelas. Mientras miraba de reojo a Zelas moverse, estaba atento de que las raíces no buscaran atraparme, y parecía que solo se centraban en capturarlo a el. Cosa que al final funcionó.

Hice un gesto de dolor mientras miraba cómo el rubio era azotado por una de las raíces. - Ay... - Dije luego de que Zelas dijera que había sido una mala idea. Luego de eso miré de reojo a Mera y volví a comunicarme con ella. - Bueno. Ahora me toca a mi. - Dicho eso miré a la bruja y le mostré mis armas. - Pues parece que esto es inservible. ¿No es así? - Dicho eso solté las espadas gemelas y comencé a caminar hacia ella con mis manos a la vista.

Obviamente no estaba desarmado. Llevaba conmigo mi espada corta. Pero dado a mis ropas en ese momento no era visible. - Libera a los niños y a Zelas... Te daré algo de tiempo. - Le dije a Meraxes mientras caminaba despacio. De vez en cuando notaba cómo las raíces se movían. Pero dado a que en ese momento no iba con intenciones de dañarla, lograba esquivarlas sin mucho problema.

Al estar frente a frente a la bruja le dediqué una cálida sonrisa. Ambas manos tomaron las mejillas de la bruja para que ella me mirara solamente a mi. - ¿Quién te ha hecho tanto daño? - Le dije así sin más. - Me queda más que claro de que te hace falta amor. No está bien. No es justo... Una mujer como tu merece que reciba amor. Y yo puedo ser ese hombre. - Le decía mientras que mis manos le daban suaves y tiernas caricias. - Has estado mucho tiempo sola ¿No es así? Cualquiera puede llegar a esos extremos si han experimentado el rechazo y el abandono de la sociedad. Pero creo que nunca es tarde para tener lo que anhelamos. - Hablaba con voz suave, y sin demasiadas prisas. Mi intención era evidente. Tenía que distraer a esa bruja para que liberaran a los demás y así enfrentarla como es debido. O bien, herirla lo suficiente para poder escapar de alguna manera. - ¿No lo crees?... ¿No te gustaría probar mi calidez? Yo gustoso podría brindártela. Solo es cuestión de que digas que sí, y yo lo haré sin ninguna reserva. - Dije sonriéndole de manera galante.

OFF:

1.- Pieza Metálica : Conexión [Encantamiento, 1 uso] Cuando dos o más de estas cuatro piezas se encuentran en un área de 200 metros de diámetro, una ligera vibración indicará que puede ser activado su efecto. Al activarse, los personajes dentro del radio de acción podrán comunicarse telepáticamente durante un máximo de dos turnos. El personaje no sabrá cuál de las otras piezas es la que está activa hasta que establezca la comunicación, pero la vibración de la suya será más intensa cuantas más piezas se encuentren en el área de acción. [Turno 1/2]

Pues básicamente Gaegel se está cachondeando a la bruja Oniria para que liberen a los niños y a Zelas. Aprovechen el momento carajo. (???)

Ropas de Gaegel:

Ropas Ryra:

Los niños no estaban. Se habían quedado atrapados dentro, al menos los que ella llevaba consigo. Su corazón se encontraba acelerado y su respiración descontrolada. Con una rodilla hincada en el suelo, echó la vista al frente. El caos reinaba. Por un momento, todo el bullicio del lugar se calló. No oía nada. Si le hablaban, tan solo un pitido sordo perturbaba sus oídos. Si pasaban a su lado, un borrón sería lo que vería, incluso los que estaban allí desde antes se desdibujaban en su visión.

Su piel empezó a tornarse pálida, y cuando lo detectó, la siguiente lluvia de emociones desastrosas que cayó sobre ella fue inevitable. El corazón se le aceleró aún más. Sentía frío, mucho frío. Algunas de las venas de sus brazos comenzaron a hincharse, destacando entre la piel pálida como si fuesen hilos morados. Su pelo se transformó del radiante amarillo al apagado azul. Sus ojos se tornaron completamente blancos, y una ira desenfrenada empezaba a aflorar en ella. De pronto, los latidos de su corazón se detuvieron y dejó de sentir. Su clarividencia también desapareció, pues ahora una sed de sangre insaciable la consumía; el estrés la había descontrolado, y la ansiedad había ganado [1].

La bruja Oniria. Ese era su deseo, y su objetivo: deseo de enfrentarse a ella, objetivo de darle muerte.

Se irguió, aparentemente calmada, como si todas las explosiones de emociones que sentía en su interior no existieran. Acto seguido, frunció el ceño y echó a correr instintivamente hacia el espejo, pasando de nuevo al otro lado.

Allí estaba la bruja Oniria, su visión tan solo la enfocaba a ella. Corrió lo más rápido que pudo, casi esprintando. Pudo notar vibraciones en el éter, y movimientos en el subsuelo puramente blanco. Raíces emergieron de la tierra para capturarla, pero gracias a la adrenalina, a su agilidad y también a sus reflejos, pudo esquivar todos y cada uno de los intentos de aquellas cosas por atraparla. Entonces la bruja se enfocó en ella. Hizo que una de sus raíces emergiera del suelo con intención de darle un latigazo a Gaegel para quitárselo de encima, el cual estaba extrañamente cercano a Oniria.

Helena iba a darle alcance. Cuando estaba a pocos metros de ella, pegó un salto, ejecutando el movimiento final para activar el mecanismo que llevaba en uno de sus brazaletes y así dejar ver una daga oculta cuyo filo iría directo a la yugular de la bruja Oniria.

Antes de que eso pudiera suceder, algo la aplastó contra el suelo. Una figura sombría había caído en picado desde el cielo puramente blanco, agarrándola del cuello. Era una sombra de ella misma... y tenía sentido. Los acechadores eran capaces de tomar la forma de los miedos más puros y profundos de una persona, y ella tenía muchos, y era la culpable de haberlos atraído de nuevo. Su mayor miedo, por encima de todas las cosas, era para con ella misma. Se odiaba, se tenía asco, no se soportaba, se tenía, sencillamente, miedo. Miedo por su pasado, miedo por su presente, y miedo por su futuro. No estaba en paz con ella misma, y nunca lo había estado.

-Interesante...-Intervino Oniria, con una sonrisa juguetona.-¿Eres capaz de enfrentarte a ti misma?

La sombra se fortalecía con cada obstáculo, cada contrincante se veía sobrepasado por la proyección oscura, haciendo que Belov y sus protectores se sintieran abrumados por su poder. Había subestimado la capacidad de aquella proyección que parecía ganar fuerza dentro de aquel domo de espejos rodeado de Zagreus, incluso sus habilidades de combate sobrepasaban las mías. Eso me daba una ventaja al aparentar que yo podría ser igual de capaz con las armas para el ignorante. Haciendo que si bien continuaba estático en mi posición, nadie se atreviera a acercarse a mí.

Sonreía mientras poco a poco recuperaba la voluntad para poder moverme. Necesitaba tiempo para que mi creación siguiera arremetiendo contra los defensores del infante que ya había sido expuesto, no obstante, conocía que justamente el tiempo es lo que la sombra más temía, ya que pronto los efectos de la galleta de humo se desvanecerían y la ventaja que había ganado en la cacería se esfumaría.

Mientras veía a la distancia el caos siendo desatado, la sombra se topó con varios que insistían en detenerla, guerreros y magos diestros que enlentecían su paso. Dentro de los protectores del joven que llevaba mi rostro rejuvenecido, un sujeto enmascarado cruzó mirada conmigo, desafiándome, con fuego en sus ojos, luchando para contener la figura oscura que no se detenía ante sus esfuerzos.

Conocía aquel hombre, tiempo atrás logramos trabajar como aliados, pero aquella noche quedaba en evidencia que aquel jinete moralista con complejo de héroe suponía un obstáculo importante a mis planes. Sabía que enfrentarlo directamente no sería prudente, y más considerando que un grupo variopinto de aliados se unían a él. Solo tenía un objetivo, capturar a la presa y reclamar mi recompensa, por lo que podría procurar evitar las contiendas centrándome en aquel joven vulnerable. Belov debía morir y cada vez más y más personas (la mayoría con mi rostro) se sumaban a la persecución.

Debo conseguir más poder y no dejaré que se interpongan en mi camino. – dije entre dientes cuando ya con dificultad logré recuperar mi movilidad.

Muchos se centraban en la situación del joven Belov que parecía ser la llave de salida de aquella cárcel de cristal. Otros lloraban desconsoladamente impotentes ante el escenario. Incluso, un dragón alzó vuelo para buscar una salida por el techo del domo acompañado de varios compañeros incluidos un sapo, desapareciendo, demostrando que no había escapatoria…

En una rápida sucesión de acontecimientos, Belov ahora era cargado por otro impostor que se desplazaba con movimientos poco gráciles alejándose de la sombra que era contenida por el enmascarado y sus compañeros, sin embargo, a pesar de lo lento que podía parecer aquel sujeto con el joven a sus espaldas, todos aquellos que intentaban detenerlos se veían superados con facilidad. Parecía ser parte de una ilusión, seguir su juego era sencillamente ser derrotado por su habilidad excéntrica.

Su carrera parecía tener un propósito, un objetivo claro que no podía determinar con certeza. Debía centrarme en aquel tipejo mientras la sombra en sus últimos momentos lidiaba con el resto de sujetos, incluido aquel enmascarado con espadas elementales. Mientras seguía con la vista aquella escena curiosa, aprovechando la multitud, preparé dentro de mi mochila todos aquellos objetos que podría emplear en una confrontación directa procurando que nadie viera mis intenciones.

Debía anticiparme al hecho de que la sombra pronto desaparecería y seguramente sería el objetivo de aquellos que defendían al joven. Brujas de agua, vampiros con magia de control mental y bestias aladas armaban lo que parecía ser un grupo capaz de proteger a Belov, mientras que prácticamente en el bando contrario parecía ser el único junto a mi sombra de propiciar una amenaza real. Debía estar dos pasos por delante de todos, debía dar jaque y terminar con el joven, prevaleciendo incluso en tal "desventaja".

Con mirada afilada seguí al hombre que llevaba a Belov a cuestas, pero entre los espejos y los perseguidores que se tropezaban entre sí, perdí su rastro algunos segundos. Suficientes como para ver que la siguiente escena los vi a ambos separados, cada uno iba en direcciones diferentes. Belov se acercaba a mi posición dispuesto a enfrentarme mientras que el otro seguía su recorrido alejándose.

Varios siguieron al joven tratando de detenerlo. Parecía que no veían lo que en realidad ocurría… - Qué plan tan… tan obvio- comenté para mis adentros. Resultaba incluso para mí insultante el suponer que podría engañar a alguien con eso. Había perdido de vista a Belov porque ahora aquel Zagreus de rostro juvenil pretendía plantar cara contra mí.

Parecía herido y aquellos que habían caído en su triquiñuela barata parecían logran enlentecer su paso. Sin embargo, un grito poderoso incapacitó a todos en un radio importante alrededor de aquel vampiro.

Los cuerpos más cercanos salieron expulsados, las personas gritaban de dolor desorientados mientras los espejos próximos se resquebrajaban por el sonido iluminando las grietas con una luz blanquecina que denotaba el poder tras aquellas superficies reflectantes. Hilos de sangre salieron de los oídos de los afectados e inclusive manchas amarillentas empapaban el suelo. Los “más afortunados” corrían presas del pánico, privados por cuadros de terror dignos de pesadilla.

Magia de voz… reflexionaba mientras sacudía mis oídos que mantenían un pitido tenue. Mi tímpano seguramente había sido afectado, causando una leve sensación de mareo. Hubiese estado unos pocos metros más cerca y las consecuencias hubiesen sido diferentes.

Un dolor punzante me invitaba a fruncir el ceño, debía tener cuidado con sus poderes de gran calibre. Una sensación húmeda se sentía dentro de mis oídos, era unas pequeñas gotas de sangre, Pero retirarse no era una opción, él estaba herido y mi sombra no lograría someter a todo el grupo antes de desaparecer. Debía enfrentar a aquel hombre y seguir al verdadero Belov.

¿En serio creías que ibas a engañar a alguien? Ni siquiera tienes el collar de espejos, encontrar al auténtico ahora no será difícil. Esos espejos son lo único que lo mantiene aún con vida. – dije tratando de mantener una posición estoica y firme sin mostrar señales de incomodidad.

No podía subestimar aquel sujeto, debía tentar a su imprudencia y que él si lo hiciera conmigo. Era vulnerable al control mental y las posibilidades de la magia de voz resultaba en especial amenazante dado el hecho que acercarme aumentaba su poder de daño.

Subí mis manos a mis oídos e hice un movimiento como si peinara lentamente los costados de mi cabellera blanquecina, sin embargo, en realidad mi objetivo era solidificar la sangre dentro de mis oídos y hacer una especie de tapones que me ayudara a protegerme de su voz (1). Dudaba de su efectividad, pero valía la pena intentarlo.

No sé qué ganas salvando a ese niño.- señalé mientras sacaba de mi funda oculta mi daga del crepúsculo. Debía reducir distancias y actuar con mi sangromancia, tenía un plan de contingencia dentro de mis elixires, pero debía tratar de guardarme algunos ases bajo la manga en caso de tener que enfrentar a otros “héroes”. – Supongo que tocará lidiar contigo antes de ir por el crío…

Apunté estirando el brazo con mi daga al impostor, quería que se concentrara en mi mano izquierda, mi mano débil. - Te desafiaría a una batalla de ingenio, pero veo que estás desarmado. – Resalté ante la capacidad intelectual y estratega que había exhibido mi contrincante. - Así que me tocará mancharme las manos. Quizás deberías quitarte ese disfraz, no querría hacerle daño a un rostro tan agraciado como el mío, aunque luzca incluso más joven…

La esclerótica de mis ojos se tornó negra. Mis ojos amarillos relucían con un brillo destellante, mientras las venas bombeaban sangre a todo mi cuerpo con mayor velocidad de la usual (2). Estaba preparado, tenía un plan, pero ello implicaba acercarme a aquel hombre y eso supondría grandes riesgos si me descuidaba.

Frosk y Bluto tan solo pudieron ser meros espectadores ante la demostración de capacidad de pelea que demostró la blanca dragona. Erika, de rodillas con una mano en el cuello, sintiendo el pasado agarre del sujeto hostil, recuperaba el aliento.

-¡Croac!-Exclamó con los ojos abiertos como platos cuando aquel sujeto perdió un brazo y en un abrir y cerrar de ojos lo recuperó como si nada.-¡Se regenera!

-E-el collar...-Dijo con un voz forzada la dragona rubia.-Mientras me agarraba, lo protegía...

-Podría tener sentido.-Emitió un corto pitido, como si estuviera razonando a modo de procesamiento de la información-Creo que ya lo tengo. Si destruimos ese collar, o al menos si se lo quitamos, podríamos tener una oportunidad frente a él.

-Si lo protege, es que es importante para él...-Se puso en pie. Le temblaban las piernas, pero gracias al apoyo de sus compañeros y su congénere se sentía con fuerzas para, al menos, no apartar la mirada de aquella criatura.-Y si se lo quitamos, podemos exigirle que nos saque de aquí.

-Exacto.-Dijo asintiendo el gigante de metal.

-¡Pues no se diga más!-Hinchó su saco bocal, decidido.-Amiga dragona, ¡Vamos a ello!-Le indicó a la criatura de níveas escamas.

Acto seguido, volvió a centrar su atención en el ser sin rostro, con el ceño fruncido. Dejaron que la dragona blanca, en un primer lugar, tomara la iniciativa si lo veía oportuno, al fin y al cabo sería mucho más rápida y contundente que cualquiera de ellos. Cuando vieron el momento, tanto Frosk como Bluto se lanzaron al ataque desde flancos opuestos. La rana realizó un tajo directo, que impactó en un brazo que el sujeto hostil interpuso como medio de defensa. Bluto, por su parte, asestó un poderoso puñetazo que fue detenido con la mano que le quedaba libre al ser sin rostro. Los tres se quedaron pegados, enfrentados, ejerciendo fuerza. La presión que sufría el ser sin rostro era importante, y por muy fuerte y habilidoso que resultara, sería imposible afrontar una ofensiva tan bien compenetrada como aquella.

La presión era tal que Frosk llegó a cercenar el brazo del hostil, y la fuerza de Bluto ganó, por lo que el oponente sin rostro tuvo que esquivar la hoja del anfibio y desviar el puño del bio-cibernético contra el suelo para que el combate no acabara ahí. Se echó de un salto hacia atrás y, de nuevo, otro brazo volvió a crecerle en lugar del que le había sido arrancado.

-¡Es imposible!-Gritó frustrado el hombre rana.

Tanto Frosk como Bluto volvieron a adquirir una postura combativa, preparados para una nueva ronda.

Esta vez, quien llevó la ofensiva fue el sujeto sin rostro. Se movió rápido hacia el anfibio, con claras intenciones de desgarrarlo, pero por suerte (o por inercia) Frosk interpuso su rodela antes de que las garras le impactaran en su carne. El sujeto hostil se echó hacia atrás un paso, y Bluto de nuevo intentó imprimirle un puñetazo en dirección arriba-abajo, pero fue esquivado con suma facilidad. Frosk fue quien, tras eso, se abalanzó hacia el hostil, espada en alto, pero con una ágil patada en la cara, el hombre-rana fue rechazado hacia un lado. Bluto insistió de nuevo en su anterior ataque. Esta vez, la forma de resolver la situación del sujeto sin rostro fue esquivando hacia adelante, como echando una carrera corta en la que tuvo que agacharse para pasar deslizándose entre las piernas del bio-cibernético.

Ahí Bluto había quedado vendido, pero lo que no se esperaba el sujeto hostil era de que antes que pudiera ejecutar un ataque sobre el gigante de metal, una gran lengua pegajosa impacto en su pecho, concretamente en el collar iridiscente que llevaba, haciendo que tirara de él hacia un lado. Frosk hacía fuerza, y daría todo lo que tenía para quitárselo [1].

Ese movimiento haría que sus aliados tuvieran una ventaja también para atacar al ser sin rostro, ya que este tendría que elegir entre protegerse a él o dejar ir al collar.

Rauko nos dio unas tremendas biusas, pero no pude disfrutarlas tanto como me gustaría después de ver como el oso se volvió a su mundo de los sueños, dejándonos claro que lo que hubiese merecido era un sillazo por la espalda nada más salir. Pero no había tiempo de divagar sobre golpear a gente con muebles, pues Zelas tenía una misión probablemente mortal. Y aunque hubiese estado saber donde nos metíamos, no se abandonaba a un compañero cuando se dirigía hacia una muerte casi segura, por lo que seguí a Zelas, Rauko disfrazado de Zelas, la Zelas que no conocía y un tipo al que el Zelas real había recogido por el camino para entrar en otro espejo que la llave mágica había abierto.

Al llegar allí pude empezar a entender cosas, Meraxes y Gaegel estaba con una importante cantidad de niños y una mujer de aspecto amenazante. En ese momento parecíamos tener ventaja numérica con nuestra entrada sorpresa, pero Zelas decidió apresurarse en lo que parecía un ataque a la bruja, pero resultó ser una broma para meterle una biusa en la boca. Y aunque siempre estaba a favor de esparcir el mensaje de las biusas, hacerlo a cambio de acabar atrapado por las raíces no parecía un buen plan.

Lo que tampoco parecía un buen plan fue que Gaegel sedujera a la bruja, pero como parecía estar funcionando, o quizás no, pero el que fuera tan inesperado que la había dejado sin reaccionar unos momentos también me servía. Antes de que las cosas se torcieran más, canalicé mi sangre para reforzarme^[1], y descolgándome la lanza y el escudo de la espalda salí corriendo hacia las raíces que mantenían atrapado a Zelas. Por suerte para mi, parecía que la distracción se estaba manteniendo, y aunque las ramas seguían golpeando el aire, lo hacían sin ningún objetivo concreto, exceptuando las que fustigaban a Zelas, esas parecían haberse tomado su trabajo muy en serio. Pasando totalmente del niño, pues siendo realistas, era un sacrificio que estaba totalmente dispuesto a hacer, avancé esquivando las raíces o desviándolas con el escudo para evitar alertar a la bruja. Al llegar hasta Zelas lancé un tajo rápido con la punta de la lanza, cortando una de las raíces que le atrapaban. Por desgracia, en ese momento el resto de raíces se lanzaron contra mi. Conseguí cortar las dos primeras que llegaron hasta mi, pero viendo que no iban a tardar en superarme y que una lanza no era la mejor herramienta para cortar raíces, lancé un par de cortes más a las que atrapaban sus brazos para seguidamente cambiar el enfoque.

- Termina de soltarte tu que son demasiadas para hacer las dos cosas a la vez.- Me alejé un poco del elfo para poder moverme mejor sin preocuparme de volarle la cabeza en un giro mal hecho y continué mi lucha contra las raíces. Me mantenía constantemente en movimiento mientras giraba para ir lanzando cortes con la punta de la lanza a toda rama que se me acercara mientas aprovechaba a ir golpeando el tronco de las que aprisionaban a Zelas hasta que terminó de seccionarse, lo que confiaba en que resultara en una relajación de las que le mantenían atrapado.- Bueno, igual si que podía hacer las dos cosas. Creo que podré mantener ocupadas estas sucias plantas. Pero si tienes otra oportunidad de llegar hasta ella, aprovéchala en algo más definitivo. Que a todos nos gustan las biusas, pero no todo puede redimirse por ellas. Aunque deberías saberlo después de acabar de ver al inepto del oso.

*******************

Después de aquellas palabras, y el deseo altruista de proteger a aquellos vulnerables. La luz de la esperanza se manifestó en un viejo conocido para el joven dragón; se trataba nada más y nada menos que de Zelas, o al menos eran varios de ellos. Algo confundido por tan peculiar encuentro hizo algunas preguntas mientras en su cabeza trataba de hallarle sentido, pero había cosas más importantes que hacer y eso era sacar a Meraxes y Gaegel de aquel horrendo lugar.

Al principio Zelas pareció hacerle entender que no había esperanza, pero, tomando en cuenta que poco conocía el sentido del humor de aquel elfo, sus ojos brillaron al escuchar y ver, tanto la vibrante medalla en su pecho - cuyos efectos ya conocía -  como el hecho de que este alocado rubio creaba a nueva cuenta un portal a ese mundo.

Si en algo no había discusión, y a pesar de su petición cortés, era que él entraría de nuevo a ese lugar. Sus ojos tenían fuego, una determinación férrea. Ryra se quedaría al cuidado de los demás, eso era un alivio. Dejó también a Bomull a su cargo y se introdujo en aquel portal.

Las cosas parecían complicarse más de lo que me era capaz de manifestar. La méndiga bruja tenía una sonrisa triunfante. Las palabras de Gaegel llegaron, brindando calidez y calma a mi corazón, cosa que mantenía a raya aquellos efectos malévolos de ella hacia nosotros. Verdaderamente agradecía que él, estuviera ahí conmigo.

Tras mi última pregunta, lo que menos me hubiera imaginado era la respuesta procedente de aquella voz que solo había visto en esos reflejos. - ¿Zelas? - Fue la acción inmediata en mi cabeza. El regocijo y la alegría recorrieron cada parte de mi cuerpo - así como cierta confusión- al ver llegar a tres Zelas, un ¿Vincent? y... Meleis. Quería llorar, pero no de preocupación, era la alegría que desborrdaba mi cuerpo, sin embargo, para ello habría su momento, teníamos prioridades.

Meleis llegó corriendo hacia mí arropándome en un cálido abrazo, sentía el calor de sus lágrimas desbordándose y rozando la piel. - Fue el señor Zelas,  el señor Zelas lo hizo posible. - Decía entre sollozos de alegría.

- Estoy bien. Necesito que te enfoques, esto aún no termina. - Susurré separándome pues la lucha recién empezaba. La voz de Gaegel llegaba a mi cabeza, Zelas estaba en peligro.

- Ya sabes qué hacer, querido hermano. - Le sonreí en complicidad en la medida que se alejaba lo suficiente. Sus pupilas de círculos negros cambiaban de inmediato a líneas de reptil, su tez tan blanca como la nieve comenzaba a tornarse azul y escamosa, su tamaño se incrementaba y una fascinante bestia con alas de color zafiro se manifestaba con un rugido que imponía respeto. ⁽¹⁾⁽²⁾  

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Zelas estaba e problemas, había recibido una gran...putiza de aquella loca. Gaegel, tomó la delantera e intentó detener a la bruja con métodos poco ortodoxos que se vieron interrumpidos por la llegada inesperada de aquella joven rubia, que... había complicado la situación. - Maldición. - Dije frustrada. - ¡Meleis, agua, pero ya! - Necesitaba comenzar a moverme y ante la orden en un vuelo que también aprovechó para embestir a aquellos pájaros en el aire comenzó a bañar todo el campo con agua a fin de darme velocidad.^{(3) (4)} La fortuna estaba de nuestra parte, el agua, producto del aliento constante de Meleis, parecía tener un efecto provechoso para todos. ¿Por qué? Ya me tomaría el tiempo de analizarlo, por ahora había que aprovechar.

De pronto Vincent hacía cosas que no eran propias de él, pero que al menos servían, ayudaba a Zelas.

Comencé a movilizarme más rápido⁽⁵⁾, las raíces ya no serían rival para mí. - ¡Rápido! ¡Cada quién tome a un niño y salgan de aquí! ¡Miren! ¡El agua parece afectarle! - Gritaba para que todos me escucharan.  

Me acerqué lo suficiente hacia la rubia que parecía poseída y con ayuda de mi látigo busqué amarrar su diestra para atraerla hacia mí. - ¡Meleis, ahora, golpe directo! - Dije en la medida que atraía hacia mi a Helena para que no recibiera aquel impacto del aliento de mi hermano que estremecía el lugar con sus rugidos y su aliento. ^{(6) (7)}. - Más te vale que te calmes o esos pájaros serán un problema. - La miré con cierta frialdad, pues su imprudencia por poco y nos complicaba las cosas.

Volví a impulsarme, esta vez con intención de llegar hacia Zelas. Vincent, que, por lo que conocía, no usaba sus métodos de fuego y aire que conocía, usaba su fuerza física y una lanza - con lo que esperaba fueran raíces más débiles producto del trabajo previo de Meleis- .

Llegué hasta él tal y como la había estado haciendo desde que todo el suelo se mojó. Me agaché una vez que estaba junto a él, para este punto las raíces parecían ignorarlo. - Hey... necesito que mantengas los ojos abiertos. Lo hiciste bien. - Lo abracé con calidez. Mi cuerpo estaba empapado de agua, mi ropa completamente mojada se transparentaba. Lo atraje a mi pecho cayendo en cuenta de algo que me hizo meter la mano entre ellos sacando un pañuelo en el que estaban envuelta un par de cosas que francamente no creí que iba a necesitar.

Como pude desenvolví lo que estaba en pañuelo, una moneda y una galleta bastante dura. Tomé la moneda y la coloque en una de las manos de la bruja. - Necesito que mantengas tu vista en la bruja. Sólo hazlo, esperemos que los dioses sean benévolos. - Dije hasta el punto de ayudarlo si era necesario ayudar a levantar su cabeza para que enfocara a la maldita.

Si esto funcionaba podríamos salir de allí, Zelas era el único que podría sacarnos, si moría en aquel lugar estábamos acabados.

 

　Y mientras luchábamos desesperadamente contra las nubes oso que querían convertirnos en osos, con osos gigantes bajo nuestros pies y lluvias de miniosos a nuestro alrededor, no nos percatamos de que Zelas número uno se encargó de buscar una mejor solución al conflicto, eso mediante el diálogo con el disfraz de oso que tenía un oso dentro. De pronto, osolandia desapareció y fuimos recibidos por el domo de espejos.

　–¿Eh? –dije, perplejo, manteniendo la postura que tenía antes de despertar, es decir, sosteniendo con ambas manos una ososartén que ya no existía.

　Moví solo mis ojos por un momento, hasta que entendí que el sueño había terminado de alguna manera y que un viejo conocido, Zagreus, experto en perseguir carromatos que terminan explotando, tenía su rostro presente en cada sitio... Bueno, eso último no lo entendí del todo.

　–Ah, biusas, cómo no –me dije en respuesta a la petición de Zelas, y opté por centrarme en eso que sí tenía sentido y que merecía toda nuestra atención: biusificar al oso.

　Una por una, generé las biusas solicitadas y, expectante, observé al oso probar, por primera vez en su vida, una verdadera biusa. Esta escena, quizás insignificante para el resto en el lugar, sería trascendental para el oso, cuya vida nunca más volvería a ser la misma.

　O eso es lo que habría sucedido si él hubiera sido alguien con tan siquiera un mínimo grado de buen gusto.

　Indignado, decepcionado, apenado, irritado... Un variado conjunto de emociones despertó en mí por su inesperada pero altamente blasfema reacción, y un variado conjunto de motivaciones para asesinarlo también surgió en mi mente, algunas cimentadas por las emociones y otras hasta por la razón.

　Por desgracia para todos, especialmente para el oso, no pude encargarme de él debido al caos reinante a nuestro alrededor.

　–Parece que matar niños se ha tomado por costumbre últimamente –comenté mientras, realizando un elegante y grácil movimiento, creía envainar la ososartén en mi también imaginaria osovaina. Fruncí el ceño al percatarme de mi estupidez y luego me dediqué a fingir que nada de eso sucedió.

　–No sé qué sucede –le respondió Xana a Zelas a la vez que empuñaba su bō, el cual yo no recordaba que siquiera lo tuviera consigo segundos atrás–, pero tampoco me iré –agregó, decidida a pesar de su confusión.

　«Lo que faltaba, ahora debemos viajar a otra dimensión, otra vez. Y eso nunca es bueno», lamenté, dejando caer mis hombros por un momento, pero no dudé en seguir al grupo a donde parecía que sí podríamos ayudar. Por suerte, y como consuelo, antes de viajar a otro lado pude darle una biusa a alguien más, a Meleis, quien sí sabría apreciarla, o eso esperé.

　–Lo que faltaba: más niños –solté en un suspiro al pisar ese otro lado del espejo y ver el espantoso escenario. Tras eso, acrecenté mi éter, preparando mi cuerpo para eliminar a la criatura que se esforzaba en ganarse el odio de todos como si de un oso rechazador de biusas se tratara.

　Zelas, sin embargo, se me adelantó: fue el primero en luchar contra ella. Aproveché tal oportunidad para lanzarme hacia los niños y evadir, grácil y veloz, a las raíces salvajes en el camino.^[1]

　Pero demasiado pronto finalizó el encuentro entre Zelas y la villana. Los gritos del no-elfo me obligaron a observar qué sucedía. La imagen que encontré fue grotesca y angustiante, instándome a cuestionar el orden de mis prioridades. Por suerte, otros se encargaron del nuevo problema, permitiéndome aliviarme un poco.

　–No te distraigas –me espetó Xana mientras creaba dos luminosos orbes azules–. Prepárate para sacar a los niños.

　Lanzó el par de luceros. Estas surcaron el aire, traspasando inocuamente todo obstáculo a su paso, y se encontraron sobre los niños. Tal choque dio nacimiento a una fulgurante explosión escarlata.^[2] Su luz fue apenas una caricia cálida y agradable para los niños, pero brutal e impelente para la violácea vegetación que les rodeaban y que, gracias a la lluvia mágica de Meleis, parecía perder vitalidad.

　Potencié mis músculos con magia, cargué dos niños y los llevé hacia nuestro mundo en una carrera vertiginosa.^[3] Xana hizo lo mismo con uno, aunque no podía seguirme el ritmo.

　Nuevas raíces emergieron, trémulas pero tenaces, para aprisionarnos, y fueron apartadas por diminutos pero contundentes luceros disparados por Xana.^[4] Seguí avanzando, rápido y constante; aunque el peso adicional me limitaba, mi magia compensaba esa diferencia. Mi cuerpo, sin embargo, sufría un ardor interno por la sobreexplotación de éter.

　«Esto no es nada», me dije recordando experiencias previas, «los salvaré porque soy el éxito». Apreté los dientes y me obligué a centrarme en mi misión.

　Mientras tanto, Xana intentó que su runa de teleportación fuera usada por su niño, pero este, negándose incluso a abrir los ojos, no era capaz de seguir las instrucciones. Frustrada, impaciente y aterrada por el recuerdo de a quien no pudo salvar durante Gundarak, Xana tuvo que esforzarse con sus estrellas y su bō. Cada vez que era atacaba, ella repelía con su arma y activaba el encantamiento de este, petrificando e inmovilizando las raíces por un tiempo limitado, mientras bloqueaba algunas con esferas de luz.^[5]

　Poco tardé en dejar a los niños al otro lado. Aunque no parecía el lugar más seguro, era mejor que con la mujer floreada, o eso quise pensar.

　Volví a través del espejo. Enseguida me abalancé sobre las raíces que buscaban a Xana, convertí mi guantelete Retniw en espada y la blandí contra aquellas extensiones de la demoniaca criatura.^[6] Cuando Xana al fin salió, miré al resto del equipo. Al encontrar a Zelas uno, supe que tenía que darle algo.

　–¡Ánimo, Zelas, tú puedes! –O quizás debía darle algo más que mi apoyo desde la distancia, supuse, así que lo hice–. ¡Toma, una biusa! –Y generé y le lancé dicha fruta.^[7]

Sus aliadas habían hecho todo lo posible por dar apoyo, ya que claramente la situación se había decantado para que Alward fuera quien llevara el grueso de la ofensiva para con la sombra. No sabía si sería por el paso del tiempo o porque realmente la estaban debilitando, pero la sombra estaba adquiriendo cada vez un tono más transparente. Quizás con un ataque decidido, el enmascarado conseguiría finalmente derrotarla.

Durante un momento, todo se detuvo para Alward. Tan solo se enfocaba en la sombra y en los pocos metros que lo separaban de ella. Cuando vio que era su turno, tensó su cuerpo y se impulsó hacia adelante iniciando una carrera directa hacia su objetivo. Sus espadas ofrecían sus puntas hacia los lados, dejando tras el Sevna una estela fugaz a la vez que refulgente que era producto de la mezcla de las chispas y las flamas que emanaban de sus armas. Tardó entre un instante y toda una eternidad en llegar hasta la sombra, y cuando lo hizo, esta dio un rápido tajo diagonal con su daga, que obligó al enmascarado a echarse ligeramente hacia un lado, justo el contrario en el que acabó el arco que trazó en el aire el arma. Luego, con la defensa abierta de su rival, dio una estocada impulsándose hacia adelante para acabar empalando a la sombra. Las llamas devoraron el contorno negro de aquella cosa y la electricidad generó un pequeño estallido que la hizo desaparecer por completo.

Bajó los brazos, respirando muy seguidamente. Echó un vistazo a su alrededor, algunos se le habían quedado mirando, no sabiendo muy bien si temiéndole o admirándolo. Quizás eran ambas cosas.

Cruzó miradas con la copia de la pelirroja que lo había ayudado y con Ava.

-Hay que proteger a Belov.-Dijo sin detenerse yendo hacia la dirección donde había huido el chico.

Ese grito había sido duro para Katrina. Quizás el más poderoso que jamás había sentido. Traspasó su mente como si de una flecha se tratara y la dejó con una rodilla apoyada en el suelo, intentando recuperar el aliento. No había estado siquiera cerca, pero había sido suficiente para dejarla inmóvil durante bastantes minutos, con miedo y la piel erizada.

Cuando se puso en pie, pudo ver cómo Belov estaba siendo abordado por el de cabellos blancos, no sabía si sería el original, pero no parecía estar dispuesto a dejarlo marchar, por lo que debía intervenir.

Por algún motivo Katrina desconocía, el de níveos cabellos se negaba a creer que ese fuese el auténtico Belov.

-No.-Proyectó su voz hacia adelante, sin filtro. Cualquiera que estuviese lo suficientemente cerca podría oírla en su mente.-También vas a tener que lidiar conmigo.-Su voz sonó dura, intentando proyectar superioridad y sometimiento ante ella. Poco a poco, su aspecto iba cambiando, su rostro se mostraba sereno, pero sus ojos quedaron totalmente subidos, mostrando una blancura antinatural. La vampiresa se sentía en el éxtasis de su condición, queriendo devorar el éter que la rodeaba.

Por un momento, esos ojos blancos, más que a Zagreus físicamente (copia o no), miraban al interior de su alma; a las entrañas de su ser. Se sentía con la confianza de colarse en los recovecos de su mente y destrozar todo lo que allí había [1].

Toda esa serenidad que mostraba fue desbaratada por un fruncimiento en su ceño abrupto.

-¡ESTOY HARTA DE TI!-Proyectó su voz de forma violenta únicamente hacia Zagreus (copia o no).-¡DEJA!-Lanzó esa palabra como un puñal-¡EN PAZ!-Dos más, igual de contundentes.-¡¡¡A BELOV!!!-Su torrente fue lanzado con tanta rabia como un río desbordado que devora todo a su paso.

Las cosas allí parecían muy movidas también. Pero Ryra no tenía la intención de formar parte de ese lío. Ella le había prometido a Meleis cuidar a los niños y al gomejo. Por lo que en ese momento se encontraba abrazando a los infantes mientras que el gomejo se encontraba reposando en el escote de la bruja. - Calma niños... Ya todo pasó. Están a salvo. - Decía de vez en cuando con una cálida sonrisa mientras acariciaba la cabeza a los pequeños. - Por favor no tarden chicos... No soy precisamente la niñera ideal. - Pensaba mientras se encogía de hombros esperando que sus compañeros volviesen.



... Funciona. La bruja está completamente confundida. - Pensaba mientras le hablaba de manera romántica a la bruja, la cual me miraba con extrañeza. No lo podía negar ¿Quién se hubiese imaginado que en un momento como ese alguien comenzara a coquetearle? Como fuera parecía nos brindaban de nueva cuenta una sonrisa luego del lo estrepitoso que había resultado el plan de Zelas.

Mientras hablaba, una de mis manos comenzó a hurgar en mis ropas mientras que hablaba. El plan era muy simple. Mientras hablaba esperaba que Mera liberara a los niños y luego empalarla con mi espada corta. Lo que no me hubiese imaginado fue que de pronto escuché la voz de la rubia que había logrado salir previamente. Estaba encolerizada con la bruja Oniria. Pero no solo eso. Parecía que esa mujer tenía demasiados asuntos pendientes, puesto que los merodeadores de la bruja comenzaron a alborotarse con el regreso de esa mujer. - Carajo.

En ese momento las raíces alrededor de nosotros comenzaron a enloquecer, por lo que comencé a saltar hacia atrás con la intención de esquivarlas. - Estaba tan cerca. - Seguí retrocediendo hasta que volví a donde había dejado las espadas gemelas y las volví a unir para así deshacerme de las raíces que estaban tras de mi.

De un momento a otro el lugar comenzó a llenarse de agua gracias a Meleis. Ese hecho hizo que las raíces perdieran intensidad. Miré de un lado a otro algo desconcertado. - La bruja vuelve a perder fuerza. - Dije así sin más mientras miraba a Oniria. No me explicaba el porqué, pero parecía que el agua había provocado temor en nuestra enemiga. Volví a mirar de un lado a otro. Y logré notar cómo comenzaban a sacar a los niños, así como Mera se dirigió a donde estaba Zelas para atenderlo.

Estaba por acatar las indicaciones de Mera, pero noté como la bruja comenzaba a gritar de dolor. Así mismo,  Zelas volvió al ataque, ahora con mayor ímpetu que antes. Esta vez, y gracias a la ayuda de Meleis al inhibir un poco a la bruja, pudo llegar hasta ella y herirla de manera efectiva.

Cuando el rubio fue a ayudar a Helena, yo ya estaba corriendo, y me encontraba justo a espaldas de Oniria. Aproveché que seguía ensimismada por el ataque de Zelas y atacando por detrás me encargué de clavarle mi espada por detrás (1). Luego de eso me acerqué a su oído y le susurré. - Hubiese preferido hacer esto de una manera más gentil. Pero tu no me dejaste las cosas más sencillas. Te encargaste de poner en peligro a las personas que quiero. Y eso no te lo perdono. - Dicho eso clavé un poco más mi espada en la bruja, haciendo que esta gritara de dolor, lo que me hizo reír levemente. - Así que... ¿No puedes morir? Bueno. Entonces... Cómete esto. - Y tras decir esas palabras le di un giro a mi espada aún estando dentro de ella con la intención de causar mucho más daño interno.

Pude notar cómo algunas raíces intentaron acercarse, por lo que desenvainé mi espada corta para mantener a raya a las raíces que intentaron privarme de mi pequeña venganza. (2) Luego de hacer retorcer a esa malvada bruja coloqué la suela de mi bota en la espalda de la bruja y le di una patada, con la cual mi espada salió del cuerpo de Oniria. Hecho eso guardé mis espadas y corrí rápidamente mientras que me acerqué a unos niños y los cargué. - Bueno niños... Ahora sí salgamos de aquí. - Miré de un lado a otro y noté como Tanto Meraxes, como Meleis se encargaban de poner a salvo a más niños y también salían de ese lugar. Suspiré aliviado. Al menos lo habíamos logrado. Nos habíamos librado de esa desgraciada bruja.

OFF:

1.- Habilidad Nivel 0: Estocada sangrienta: lanza una estocada utilizando el máximo de su fuerza, siendo capaz de atravesar a un enemigo sin armadura [2 usos] [1/2]

2.- Habilidad Nivel 1: Maestro de armas: [Pasiva] El usuario puede usar un arma grande de dos manos con una sola mano con la misma velocidad y agilidad que si sostuviera una espada de menor tamaño mientras que con la otra sostiene un arma mediana o de menor tamaño.

En resumen. Gaegel aprovechó que luego del ataque de Zelas le clavó su poderosa espada a Oniria por detrás [Eso se escucha muy mal (??)]. Luego de eso fue por unos niños para así salir de allí.

Ropas de Gaegel:

Ropas Ryra: