El Arca De Noé [Privado]

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Sein era en aquel momento la personificación de su propia curiosidad, en las playas del oeste, donde había escuchado desde pequeño leyendas sobre la existencia de nieves tan oscuras como la noche, que en lugar de frías quemaban como el fuego y hasta emanaban humo, y que se derretían en una gran masa de agua.

Llegó a la costa tras días de camino, de aldea en aldea. Se había encontrado con criaturas que nunca había visto: hombres-bestia como él pero con rasgos de animales diferentes, humanos pálidos como las montañas... de momento estaba maravillado descubriendo tanto, y recibiendo el buen trato de todos ellos.

- Por espíritus guía... nieve oscura. Leyendas son ciertas - Acostumbrado a la blancura de las montañas, se hallaba embelesado en el paisaje nocturno frente a aquella negra playa.

Se acercó cauteloso hacia la arena mientras se quitaba un guante, para comprobar si realmente quemaba como había escuchado. Al agacharse y tocar con cuidado la arena con un dedo, se sorprendió enormemente, pues la arena estaba incluso algo fresca. Luego, avanzó y se adentró en la playa eufórico por aquel descubrimiento. Se imaginaba la reacción de su tribu al contarles aquello mientras se revolcaba en la arena, sonriente.

Allí tumbado en la arena, pudo notar cierto olor a animal salvaje. Esto le hizo detenerse en seco, y comenzó a inspeccionar los alrededores mientras permanecía tumbado e inmóvil. Poco después, escuchó ruidos de pisadas en la arena, pero aún no veía a nadie. Rápido, volvió a ponerse el guante con garras y se incorporó sin hacer ruido, acercándose a una gran roca negra que se hallaba de pie en la arena. Allí, trepó la roca para tener una mejor visión del panorama, y justo cuando llegó a lo alto observó cómo un tigre corría hacia él, seguido de otro de menor tamaño.

Instantáneamente, cuando los vio comenzó a brotar en él una energía desbordante ^[1] que le impulsó a huir raudo con un salto de varios metros de distancia, seguido de una carrera a gran velocidad hacia la aldea que había al lado de la playa.

Durante la huida, uno de los tigres había podido alcanzar su espalda con sus garras una vez, aunque Sein pudo hacer un gesto para apartarse y el arañazo fue superficial. Cuando al fin entró en la aldea, temió más por su vida al darse cuenta de que varias personas armadas con arco apuntaban hacia él, y en lo que dura un parpadeo se vio tratando de esquivar unas flechas que, afortunadamente, se dio cuenta de que no iban dirigidas a él, sino a los tigres que casi le pisaban los talones. Miró hacia atrás sin parar de correr y, viendo que los dos tigres habían frenado y gruñían doloridos, aprovechó para atacar. Con un salto se abalanzó sobre el tigre grande que ya había desviado su atención de él, y trató de desgarrar su cuello con las garras de sus guantes. Los arañazos no fueron profundos, pero contribuyeron a hacer caer finalmente al felino. El más pequeño, se había acercado hacia una de las casas, pero una flecha se clavó en su frente haciendo que se detuviera.

Aún dentro de su frenesí, miró hacia los arqueros muy alterado y preparado para intentar esquivar flechas. Al ver que no le atacaban, se tomó la libertad de apartar su atención de ellos para buscar un lugar donde ocultarse rápido, pero justo escuchó que una de ellas trataba de aconsejarle para ponerse a salvo.

- ¡Otro forastero, Dioses! Pareces ágil, sube aquí con nosotros, ¡ya! ¡Seguramente vengan más!

Sein confió en aquella mujer, solamente viendo que si ellos querían ya estaría danzando con el Tigre guía, y aún estaba vivo. Decidió hacerle caso y saltó para comenzar a trepar hacia el tejado.

- ¿Estás bien? ¿Te ha alcanzado?

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OFF: 1- Uso mi habilidad racial Frenesí, gastando un uso.

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- Pequeño rasguño. Estoy bien - aclaró el chamán mientras intentaba mirarse la herida de la espalda.

- Puedo curarte, si quieres. Para eso estoy aquí. Estas bestias... me están haciendo trabajar mucho últimamente - Una mujer con rasgos de reptil se ofreció amablemente para curar a Sein, curiosamente marcando mucho las eses y las erres de sus palabras.

- Bueno, sí. Agradezco. ¿Nombre? - Comenzó a soltarse la armadura para dejar la herida descubierta.

- ¿Mi nombre?

Sein hizo un gesto con la cabeza afirmando.

- Wujeeta. ¿Y el tuyo?

- Sein Isånd. Chamán de Isklør. Mano de Tigre, llaman allí.

- ¿Chamán? Oh... - Wujeeta se puso un poco nerviosa. - Be-bendito seas, Sein. Espero curarte bien estas heridas.

Sein, para mostrarle aprobación y agradecimiento la rodeó con un brazo por los hombros mientras la sonreía. Aún se encontraba algo acelerado, sin embargo. El efecto de la adrenalina tardaría un poco más en desaparecer.

Luego, escuchó las palabras de la mujer que le recomendó subir.

- ¿Qué es trafica? ¿Hace daño a animales? ¿Quiere que animales no respiren debajo de agua? - preguntó muy extrañado.

- No, no... Bueno, no es que le importe demasiado la vida de esos animales, pero prefiere ganar dinero vendiéndolos ilegalmente. Eso es traficar.

- Entiendo...  - Sein no tenía muy claros los conceptos de legal e ilegal. Estaba acostumbrado a obtener una gran parte de sus recursos a partir de la caza de animales, y aquello le sonaba parecido.

Luego, otro de los hombres que había en el tejado pidió compañía para acercarse a una cabaña de la playa.

- Peligroso. Felinos somos buenos depredadores. ¿Por qué ir ahora?

Wujeeta ya había terminado de vendar el arañazo de Sein. Ahora estaba preparado para lo que les deparase, pero ir dos personas solas en aquel momento a la playa en la que, según aquella mujer, habían aparecido numerosos felinos salvajes, no le parecía una estrategia segura.

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- Hmm... felinos no subirán tejado. Acompañaré - Finalmente, cedió al ver que efectivamente podrían ir hasta allí de tejado en tejado. - ¿Sabes defender solo? - Le miró de arriba a abajo para analizarle y estimar su capacidad de combate, buscando también algún arma con la que pudiera defenderse. Parecía un hombre ágil, no muy fuerte, y supuso que debería saber como usar la hoja corta que llevaba consigo, pues no parecía temer demasiado la amenaza de los numerosos felinos sueltos. Aunque demasiado bueno tendría que ser con la daga para ir así de tranquilo hacia la boca del tigre... o demasiado ágil. - ¿No sientes miedo?

Antes de incorporarse y presentarse a Cohen, le dedicó un guiño sobrio a Wujeeta, que le correspondió con una sonrisa. - ¿Nombre? - le preguntó amablemente tendiéndole la mano. A Sein le gustaba saludar con un apretón de manos y un abrazo con la mano libre.

- Procurad no bajaros de los tejados hasta que lleguéis allí, y una vez lleguéis bajad solo tras aseguraros de que no hay animales peligrosos cerca.

- Claro, tranquila - contestó.

Los saltos que había que hacer entre los tejados no eran exagerados, pero algunas tejas parecían bastante viejas. - Joder, cuidado. Tejado débil. Mirar bien, luego saltar. - Trató de aconsejar a Cohen tras apoyar el pie en una teja quebradiza.

- Oye... ¿no eres vampiro? Dijiste no ser vampiro, pero humanos menos parecidos. Vampiros más parecidos a Cohen - En su viaje había tenido la oportunidad de conocer a distintos miembros de ambas razas, y por su naturaleza curiosa había tratado de fijarse muy bien en ellos. - Todos vampiros, piel muy blanca. Humanos, muy pocos con piel muy blanca - Aunque realmente Sein aceptaría como igualmente cierta cualquier contestación.

- ¿Chupa Chupa? - Sein se quedó pensativo por un momento. Lo único que parecía diferenciarles a él y al chupacabras era lo de "bicharraco feo". Se preguntó entonces si en estas tierras llamarían de alguna manera extraña a los de su especie. - ¿Cómo es Chupa Chupa? - La descripción de la criatura por parte de Cohen le asombró.

Le tranquilizó que Cohen se hubiera enfrentado, al parecer con éxito, a criaturas peores anteriormente. Además, al confirmarle Cohen que era vampiro, confió más en las habilidades que pudiera tener. Había conocido ya a dos vampiros que, alardeando de su superioridad, sólo con pronunciar unas palabras, pudieron manejar a un tabernero como a un títere para que les sirviesen todo lo que quisieron gratis.

- Vampiro... - dijo en tono de asombro. - ¿Qué ocurre con sol? - preguntó extrañado. Aún no conocía el efecto del sol sobre ellos. - ¿Gusta pelear cuando oscuro? ¿Gusta dormir cuando hay sol? No entiendo...

Unos tejados más tarde, Cohen solicitó su ayuda para avanzar hacia el siguiente edificio. Cuando entró por la ventana, escuchó algo extraño, golpes contundentes que hacían retumbar el suelo. Preocupado, subió a la ventana de un salto, y lo que se encontró avanzando hacia Cohen le dejó sorprendido. Tenía que actuar inmediatamente porque ese extraño animal parecía tener intenciones de atacar, y parecía bastante corpulento y fuerte.

En ese momento no había opción más segura que la de salir por donde habían entrado. Decidió agarrar a Cohen con un brazo para subírselo al hombro y saltar de nuevo hacia el tejado del que venían. El gorila intentó darles un manotazo justo cuando habían saltado, pero no les alcanzó. Esto le frenó un poco, pero las intenciones de bajar a por ellos se veían en sus ojos.

La idea de retroceder para alejarse del gorila por el momento, era buena. Sin embargo, los tejados avisaron de lo que sucedería en ese momento. Al aterrizar, la vieja estructura de madera que sostenía el tejado estalló somo si fuera de paja, y se precipitaron hacia el interior del edificio sufriendo una caída contundente. El gorila pareció pensárselo mejor antes de saltar ahí, viendo aquello, pero asomado a la ventana comenzó a golpearse el pecho con los puños, pareciendo querer intimidarlos.

Sein, no sufrió demasiado la caída acostumbrado a dar grandes saltos, pero al atravesar el tejado no pudo equilibrarse bien para la caída, y se golpeó la cadera con el suelo, quedando quieto durante un instante por el dolor. Aparte, un rasguño superficial, aunque ancho, lucía ahora desde su mejilla hasta su sien. Cohen estaba también en el suelo, pero lo primero de lo que se preocupó Sein al recuperarse del golpe fue del extraño animal con forma semi-humana que les miraba amenazante desde la ventana.

Aún no bajaba de allí, y afortunadamente aquella casa parecía no albergar ningún otro animal con intenciones voraces de atacar.

- Cohen. Vamos. Eso quiere atacar - El techo retumbó. El homínido había saltado, pero avanzaba por el tejado ignorándoles. Al fin y al cabo parecía que su prioridad era encontrar un lugar seguro y más semejante a su hábitat que un barco enorme lleno de cientos de especies diferentes de animales.

- Entiendo, amigo... - dijo algo apenado tratando de comprender al primate. Aunque su corazón aún latía rápido por el peligro que podrían haber sufrido. - Uf... bueno, no bajar guardia. Parece que todo lleno de animales peligrosos.

Por lo que pudiera pasar, Sein agarró su tótem ⁽¹⁾, el que llevaba enganchado a su espalda, y comenzó a recitar palabras y a hacer sonidos rítmicos rituales mientras avanzaban por el interior del edificio. El tótem comenzó poco a poco a tomar un brillo tenue, sobre todo en sus partes más moradas. La otra mano, la tenía abierta, como preparada para canalizar magia a través de ella.
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OFF: 1.- Aludo a mi talento de chamán, Tótem morado

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- Oh, claro... no había pensado. Bajo tejado roto, hogar de personas... - con todo lo ocurrido no se había parado a pensar en el destrozo que habían provocado en aquella vivienda. Pensó en que más tarde, si fuera posible, trataría de dar con los propietarios de aquel hogar para tratar de compensarles de alguna manera, pero ahora debían preocuparse por llegar a su destino, y hacerlo a salvo. Finalmente decidieron caminar hacia la playa por el suelo de la calle, pues los edificios parecían igual de peligrosos y otorgaban menos espacio para huir y combatir si fuera necesario.

- Claro que acompaño. Para eso estoy aquí. Tigre y Ensom nos salvan - dijo aludiendo al origen de sus poderes chamánicos. - Pero tenemos que ser rápido. Tienes que curar herida. Wujeeta ayudará.

La oscuridad creciente en el camino obligaba a Sein a confiar cada vez más en su oído y su olfato en detrimento de su visión. En efecto, no conocía la capacidad de los vampiros de visión en la oscuridad.

- No preocupes. Puedo oír si ellos vienen, pero también ellos pueden oír - le indicaba a Cohen, haciéndole un gesto para aconsejarle que mantuviera un perfil bajo.

Ambos avanzaban pisando con sumo cuidado, pues cualquier ruido podría alertar a los animales que pudieran estar cerca.

- Si animal pequeño quiere atacar, no preocupes. Si animal grande, como felino o oso o... animal grande de antes, yo intimido, y tú pones detrás de él y atacas. ¿Entiendes? Y si no... huir - le susurraba al vampiro. Sein confiaba en su experiencia lidiando con los animales del norte para combatir con éxito a los que pudieran atacarles allí.

Gracias a los Dioses, llegaron a la cabaña de Lysa sin sufrir ningún ataque. Una vez dentro, Sein se preguntó por primera vez qué hacían allí realmente. - ¿Qué quieres aquí? ¿Lysa quería vender algo antes de morir?

Justo al terminar de preguntar, y una vez cerraron la puerta de la cabaña, comenzaron a oírse extraños siseos en el interior. Unos parecían venir desde algún punto del techo de una habitación, y otros desde el suelo de la misma. Cohen y Sein aguardaban en la entrada de la cabaña, en silencio, escuchando los sonidos que venían de la habitación.

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La ventana era su única salida ahora. Por suerte, esta sí que pudo abrirla mientras Cohen husmeaba entre las pertenencias de la difunta.

- Salida parece segura. Este sonido no gusta, coge cosas rápido y salimos de cabaña - dijo mientras vigilaba el exterior en busca de algún animal peligroso. Al darse la vuelta para mirar a Cohen, vio que se sobresaltaba al ver algo bajo la cama.

Sein se agachó para tener una mejor visión de lo que había allí. Se trataba de dos [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] blancas como la nieve, y parecían agresivas, aunque por suerte para ellos no parecían haber sido muy bien alimentadas, y no llegaban a ser tan grandes como podrían haberlo sido.

- ¡Corre! ¡Ventana! - le advirtió. Sein seguía con el tótem en la mano, y para tener una mejor posición desde donde usarlo salió por la ventana y se colocó de frente a esta, para afectar con su magia a los reptiles.

Uno de los rituales que más utilizaba el chamán, afectaba al sistema circulatorio de los objetivos. Su efecto consiste en la sensación subjetiva de que la sangre se vuelve más sólida y grumosa, sintiendo en todo el cuerpo una intensa molestia rasposa que hace que cualquier organismo se retuerza sobre sí mismo de dolor. Esto no llegaría a matar a las serpientes, pero lograría dejarlas fuera de combate durante unos segundos. Y ahí se hallaba Sein canalizando el poder de los espíritus guía con la mano con la que no sostenía el tótem, esperando que así las serpientes no alcanzaran a su compañero... y que ninguna serpiente más pudiera bloquear la ventana desde el techo, como parecía estar ocurriendo.