[Cerrado]Un baño de sol [Privado]
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Re: [Cerrado]Un baño de sol [Privado]
El orgullo surco fugaz el rostro de Arygos cuando capto la satisfacción ante su apodo, sintiendo ese regodeo infantil de quien hace algo mejor que otro.
— Nuha Sevok.- Repitió.— Mi noche.
La gordura era una de esas particularidades grotescas del sur. Como entre los suyos había mucha actividad, la primera vez que había observado a alguien gordo había sido en sus viajes. Un Víctor gordo, lento, jadeando dificultosamente cuando intentase hacer sus piruetas, se cruzó por su mente de forma grotesca. Se sacudió ligeramente, para quitarse esa imagen mental de encima, y se reafirmó en la realidad recorriendo el abdomen, que se tensó bajo sus dedos. Tomándose eso como una invitación a poner a prueba su firmeza, recorrió con las yemas de los dedos el relieve del vientre, dejando la huella de una presión tenue. Cuando él tomó su mano, se dejó guiar, curiosa de que buscaría mostrarle ahora. Sobre su espalda, marco el recorrido de sus manos con una presión suave, buscando en ella la forma de los músculos.
El tartamudeo dividió su atención, y la hizo alzar la vista. Encaró interrogantemente una ceja, divertida e intrigada al mismo tiempo por su comportamiento extraño.
—¿Te dan miedo los leones marinos?.-No sonaba muy convencida, claramente su hipótesis no la satisfacía. Arygos frunció los labios atenta a su reacción a mencionar al animal, que no parecía ser el motivo de su rareza. Como tampoco había dicho nada raro, se decidió que debía de ser algo que había hecho... ¿Pero el qué?
Cualquier gesto que buscase repetir quedo en agua de borrajas cuando llego el intruso.
La particular criatura no alertó a la dragona, porque lo reconoció al instante. Su rosadez dejaba poco espacio a la duda.— Tranquilo, solo es un tipo raro, pero inofensivo.— Le aseguro, antes de escurrirse entre los brazos del vampiro, hacia abajo, y sumergirse por completo.
Bajo el agua, se impulsó fácilmente, y en un abrir y cerrar de ojos se hallaba en la orilla.
Vadeando el inestable muelle, salió del lago, caminando sobre los cantos rodados de la orilla. El fauno la reconoció sin demasiados problemas, y, se perdió en sus propias cabilaciones, como siempre. Arygos lo saludo sin esperar que terminase su perorata, y recibió el objeto que le extendía. Se dio la vuelta, para buscar a Bio con la mirada, y, cuando se giró para despedirse del fauno, este ya no estaba.
—¡Dejo esto en tu morral!.— Le grito al vampiro, alzando el brazo para que viese el pequeño paquete, y salió corriendo hacia la choza del pescador donde se alojaban.
Fue entrar y salir, y cuando la figura de la muchacha volvió a pintarse sobre el paisaje, su piel aún se hallaba húmeda, y erizada por él contraste entre el aire fresco de la mañana y la calidez del sol.
Impaciente por volver al agua, trotó hasta la orilla. Los años habían sido generosos con ella, y no había apenas rastro de la torpeza de antaño en sus movimientos, aunque a nadie se le habría ocurrido definir a la dragona como una doncella grácil. Menuda, despeinada, y con una sonrisa picará en el rostro, habría podido confundirse con un duendecillo travieso de no haber pasado tan evidentemente la pubertad.
Rompió la superficie del agua salpicando para todos lados, con picardía maliciosa, y nadó rápidamente para refugiarse en los brazos de su compañero.
—Tengo un broche nuevo, después vas a tener que enseñarme a usarlo.
— Nuha Sevok.- Repitió.— Mi noche.
La gordura era una de esas particularidades grotescas del sur. Como entre los suyos había mucha actividad, la primera vez que había observado a alguien gordo había sido en sus viajes. Un Víctor gordo, lento, jadeando dificultosamente cuando intentase hacer sus piruetas, se cruzó por su mente de forma grotesca. Se sacudió ligeramente, para quitarse esa imagen mental de encima, y se reafirmó en la realidad recorriendo el abdomen, que se tensó bajo sus dedos. Tomándose eso como una invitación a poner a prueba su firmeza, recorrió con las yemas de los dedos el relieve del vientre, dejando la huella de una presión tenue. Cuando él tomó su mano, se dejó guiar, curiosa de que buscaría mostrarle ahora. Sobre su espalda, marco el recorrido de sus manos con una presión suave, buscando en ella la forma de los músculos.
El tartamudeo dividió su atención, y la hizo alzar la vista. Encaró interrogantemente una ceja, divertida e intrigada al mismo tiempo por su comportamiento extraño.
—¿Te dan miedo los leones marinos?.-No sonaba muy convencida, claramente su hipótesis no la satisfacía. Arygos frunció los labios atenta a su reacción a mencionar al animal, que no parecía ser el motivo de su rareza. Como tampoco había dicho nada raro, se decidió que debía de ser algo que había hecho... ¿Pero el qué?
Cualquier gesto que buscase repetir quedo en agua de borrajas cuando llego el intruso.
La particular criatura no alertó a la dragona, porque lo reconoció al instante. Su rosadez dejaba poco espacio a la duda.— Tranquilo, solo es un tipo raro, pero inofensivo.— Le aseguro, antes de escurrirse entre los brazos del vampiro, hacia abajo, y sumergirse por completo.
Bajo el agua, se impulsó fácilmente, y en un abrir y cerrar de ojos se hallaba en la orilla.
Vadeando el inestable muelle, salió del lago, caminando sobre los cantos rodados de la orilla. El fauno la reconoció sin demasiados problemas, y, se perdió en sus propias cabilaciones, como siempre. Arygos lo saludo sin esperar que terminase su perorata, y recibió el objeto que le extendía. Se dio la vuelta, para buscar a Bio con la mirada, y, cuando se giró para despedirse del fauno, este ya no estaba.
—¡Dejo esto en tu morral!.— Le grito al vampiro, alzando el brazo para que viese el pequeño paquete, y salió corriendo hacia la choza del pescador donde se alojaban.
Fue entrar y salir, y cuando la figura de la muchacha volvió a pintarse sobre el paisaje, su piel aún se hallaba húmeda, y erizada por él contraste entre el aire fresco de la mañana y la calidez del sol.
Impaciente por volver al agua, trotó hasta la orilla. Los años habían sido generosos con ella, y no había apenas rastro de la torpeza de antaño en sus movimientos, aunque a nadie se le habría ocurrido definir a la dragona como una doncella grácil. Menuda, despeinada, y con una sonrisa picará en el rostro, habría podido confundirse con un duendecillo travieso de no haber pasado tan evidentemente la pubertad.
Rompió la superficie del agua salpicando para todos lados, con picardía maliciosa, y nadó rápidamente para refugiarse en los brazos de su compañero.
—Tengo un broche nuevo, después vas a tener que enseñarme a usarlo.
Arygos Valnor
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Re: [Cerrado]Un baño de sol [Privado]
Sonreí de nuevo ante sus palabras -Me gusta cómo suena- Junté mi frente con la suya como gesto de cariño. Luego retrocedió pensando, a saber, qué cosas raras, hasta que luego se dedicó a recorrer mi panza, aunque ahora ya no con tono de cosquillas, sino más bien de curiosidad y exploración. Me sentía extrañamente nervioso, aunque su pregunta por los leones marinos me sirvió para desviar la atención -Sí, claro, me aterran- Aproveché para desviar el tema -Los leones marinos son mi otra única debilidad- Sonreí con picardía.
Aquel jugueteo de exploración táctil se estaba saliendo de control cuando de pronto apareció aquel sujeto rarito -Ya lo recuerdo, lo he visto antes, me inquieta más la manera en la que llegó sin aviso, cualquiera pensaría que salió de la nada- Cuestioné un poco, quizá sobrevalorando las habilidades de sigilo de aquel hombre que opacaban incluso a las mías.
La dragona se escabulló de mi abrazo para recibir algo de aquel sujeto y entonces recordé que me había ofrecido entregar un presente a Arygos en mi nombre -Oh, así que decía la verdad- Susurré para mí mismo mientras Arygos iba y venía. Su cuerpo mojado y desnudo corriendo de lado a lado despertaba a la vez admiración y ternura, se había convertido en una jovencita muy hermosa.
Era gracioso verla correr, me hacía recordar aquellos tiempos en los que le costaba incluso caminar en su forma humana. La chica sacudió toda el agua al zambullirse de nuevo y antes de notarlo ya la tenía tan cerca como antes -¿Un broche nuevo? ¿eso te trajo el rarito?- Le pregunté con espontánea curiosidad -Claro, seguro, o te enseño o aprendemos juntos- Dije sin tener idea de lo que haría aquella cosa.
Oye, te has vuelto muy ágil como humanoide- Le apreté una mejilla con los dedos índice y pulgar como suelen hacer los abuelos con sus nietos -Tú muy bien, aunque espero que igual te siga gustando tomar mi brazo para caminar- Dije con cierto recelo y nostalgia, pensando que quizá al no necesitarme, algunas costumbres quedaran olvidadas -Me gusta ser tu bastón- Finalicé antes de relajar todo mi cuerpo para que flotara acostado sobre el agua.
Aquello era a la vez una invitación para que ella hiciera lo mismo -Es muy extraño volver a sentir el sol en la piel- Le dije con la mirada en el cielo, aunque me causaba mucha nostalgia, sabía que aquello tenía que ser una condición pasajera y no debía encariñarme mucho, pero la disfrutaría tanto como pudiera durar -Mira, esa nube se parece a un león marino- Le dije señalando a una nube con forma particular -Y aquella otra tiene forma de dragón con las alas abiertas- Señalé otra cercana -¿Te fijaste que hay pocas nubes con forma de nube?- Pregunté dejando escapar un aire infantil y despreocupado.
Aquel jugueteo de exploración táctil se estaba saliendo de control cuando de pronto apareció aquel sujeto rarito -Ya lo recuerdo, lo he visto antes, me inquieta más la manera en la que llegó sin aviso, cualquiera pensaría que salió de la nada- Cuestioné un poco, quizá sobrevalorando las habilidades de sigilo de aquel hombre que opacaban incluso a las mías.
La dragona se escabulló de mi abrazo para recibir algo de aquel sujeto y entonces recordé que me había ofrecido entregar un presente a Arygos en mi nombre -Oh, así que decía la verdad- Susurré para mí mismo mientras Arygos iba y venía. Su cuerpo mojado y desnudo corriendo de lado a lado despertaba a la vez admiración y ternura, se había convertido en una jovencita muy hermosa.
Era gracioso verla correr, me hacía recordar aquellos tiempos en los que le costaba incluso caminar en su forma humana. La chica sacudió toda el agua al zambullirse de nuevo y antes de notarlo ya la tenía tan cerca como antes -¿Un broche nuevo? ¿eso te trajo el rarito?- Le pregunté con espontánea curiosidad -Claro, seguro, o te enseño o aprendemos juntos- Dije sin tener idea de lo que haría aquella cosa.
Oye, te has vuelto muy ágil como humanoide- Le apreté una mejilla con los dedos índice y pulgar como suelen hacer los abuelos con sus nietos -Tú muy bien, aunque espero que igual te siga gustando tomar mi brazo para caminar- Dije con cierto recelo y nostalgia, pensando que quizá al no necesitarme, algunas costumbres quedaran olvidadas -Me gusta ser tu bastón- Finalicé antes de relajar todo mi cuerpo para que flotara acostado sobre el agua.
Aquello era a la vez una invitación para que ella hiciera lo mismo -Es muy extraño volver a sentir el sol en la piel- Le dije con la mirada en el cielo, aunque me causaba mucha nostalgia, sabía que aquello tenía que ser una condición pasajera y no debía encariñarme mucho, pero la disfrutaría tanto como pudiera durar -Mira, esa nube se parece a un león marino- Le dije señalando a una nube con forma particular -Y aquella otra tiene forma de dragón con las alas abiertas- Señalé otra cercana -¿Te fijaste que hay pocas nubes con forma de nube?- Pregunté dejando escapar un aire infantil y despreocupado.
Bio
Aerandiano de honor
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Re: [Cerrado]Un baño de sol [Privado]
Hacía mucho que nadie le pellizcaba así el rostro a la dragona. Al inicio de su viaje, más joven y pequeña, las aldeas de pueblo alguna vez le habían tenido esa confianza. Rememorando aquello, e imaginándose al vampiro con el pelo en un moño y haciendo de viejecita, una risa corta escapó de entre los dientes de la muchacha.
—Llevo muchos años practicando.-Pese a sus palabras, no pudo evitar henchir el pecho con orgullo. Algún día esperaba encontrarse con Destino y agradecerle por ello. Si alguien la había ayudado a comprender cuan importante era dominar ambas de sus formas era aquel curioso elfo.
—Entonces no voy a soltarte. Se siente raro caminar contigo y no agarrarte del brazo. Como si algo no estuviese en su sitio.
Al sentir como el vampiro se le deslizaba entre los brazos para flotar, lo soltó y se dejó ir en el agua como él. Las aguas, tranquilas, les permitían hacerlo sin alejarlos. Son el cuerpo semi sumergido, como una valsa a la deriva, abrió los brazos en cruz, y separó los dedos, disfrutando de la dualidad del agua fría sobre una cara de su cuerpo, y el sol bañando el resto.
En esos momentos, disfrutando de la naturaleza, se percataba de cuanto había llegado a extrañar el sol durante los meses de vivir en la noche, y se prometió jamás decirlo en voz alta, porque ella podía remediarlo a voluntad.
—¿Hay más cosas que extrañes? Como el sol quiero decir. Cosas que haga tiempo, que no haces, o que no sientes, o ves.— Arygos tuvo que contener el impulso de girar la cabeza para espiarle, pues solo hubiese logrado desestabilizarse y que le entrase agua en la nariz. Impulsándose con la cola bajo el agua, se hizo flotar más cerca, y se conformó con sentir como el cuerpo de el interrumpía el fluir del agua, y rozar vagamente las puntas de sus dedos con los propios.
—Esa de ahí se parece a una ovejita.-Se prendió rápidamente al juego, buscando entre las nubes la que tuviese una forma más curiosa.— Esa de ahí a una annura de lomo rallado voladora.-Señaló con la nariz, apenas moviendo el rostro.— Hay nubes conforma de nubes, pero hay muchas formas de nubes.-Se sonrió por como trababa la lengua.— Sonó a algo que dirías tú. Pero hay muchos tipos de nube con sus formas, que dicen cosas. Algunas dicen lluvia o vendaval, o nieve, o que se viene el sol o una temporada de sequía. Con las nubes sabes cuando es bueno salir, cuando hay que evitar las montañas y cazar en la llanura, o cuando puedes llevar a los pequeños para aprender a volar.-Arygos miró las nubes con un ojo muy diferente.— Pero hoy… Hoy las nubes no dicen nada, son extrañas. Quizás por eso puedes estár bajo el sol, hoy el cielo hace ojos ciegos a la maldición de la sangre.
—Llevo muchos años practicando.-Pese a sus palabras, no pudo evitar henchir el pecho con orgullo. Algún día esperaba encontrarse con Destino y agradecerle por ello. Si alguien la había ayudado a comprender cuan importante era dominar ambas de sus formas era aquel curioso elfo.
—Entonces no voy a soltarte. Se siente raro caminar contigo y no agarrarte del brazo. Como si algo no estuviese en su sitio.
Al sentir como el vampiro se le deslizaba entre los brazos para flotar, lo soltó y se dejó ir en el agua como él. Las aguas, tranquilas, les permitían hacerlo sin alejarlos. Son el cuerpo semi sumergido, como una valsa a la deriva, abrió los brazos en cruz, y separó los dedos, disfrutando de la dualidad del agua fría sobre una cara de su cuerpo, y el sol bañando el resto.
En esos momentos, disfrutando de la naturaleza, se percataba de cuanto había llegado a extrañar el sol durante los meses de vivir en la noche, y se prometió jamás decirlo en voz alta, porque ella podía remediarlo a voluntad.
—¿Hay más cosas que extrañes? Como el sol quiero decir. Cosas que haga tiempo, que no haces, o que no sientes, o ves.— Arygos tuvo que contener el impulso de girar la cabeza para espiarle, pues solo hubiese logrado desestabilizarse y que le entrase agua en la nariz. Impulsándose con la cola bajo el agua, se hizo flotar más cerca, y se conformó con sentir como el cuerpo de el interrumpía el fluir del agua, y rozar vagamente las puntas de sus dedos con los propios.
—Esa de ahí se parece a una ovejita.-Se prendió rápidamente al juego, buscando entre las nubes la que tuviese una forma más curiosa.— Esa de ahí a una annura de lomo rallado voladora.-Señaló con la nariz, apenas moviendo el rostro.— Hay nubes conforma de nubes, pero hay muchas formas de nubes.-Se sonrió por como trababa la lengua.— Sonó a algo que dirías tú. Pero hay muchos tipos de nube con sus formas, que dicen cosas. Algunas dicen lluvia o vendaval, o nieve, o que se viene el sol o una temporada de sequía. Con las nubes sabes cuando es bueno salir, cuando hay que evitar las montañas y cazar en la llanura, o cuando puedes llevar a los pequeños para aprender a volar.-Arygos miró las nubes con un ojo muy diferente.— Pero hoy… Hoy las nubes no dicen nada, son extrañas. Quizás por eso puedes estár bajo el sol, hoy el cielo hace ojos ciegos a la maldición de la sangre.
Arygos Valnor
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Re: [Cerrado]Un baño de sol [Privado]
Sonreí ante las palabras de Arygos, primero por el orgullo que sentía al poder caminar con tal gracia en forma humana, y luego por la ternura que me causaba llevarla del brazo, así que no demoré en estirar mi brazo a ella para rozar mis dedos con los suyos -Pues, ni modo, digamos que ya ese brazo es territorio conquistado por Arygos Valnor, luego le haré algún tatuaje para marcar territorio- Dije en tono juguetón, pero tomando la idea muy en serio.
Tras flotar por unos instantes, la joven me asaltó con otra pregunta nostálgica -Extraño al antiguo Bio, el humano, tranquilo y relajado- Expliqué -Pero ya no quisiera volver a serlo- Aclaré -Si lo fuera, no podría tener todas las aventuras que he tenido contigo o con el clan- Me detuve un instante a pensar en alguna otra cosa, pero realmente podía hacer casi las mismas cosas que como humano, excepto por -La comida, eso sí lo extraño, comer hasta saciarme- Expliqué con más claridad -Ahora como vampiro, solo la sangre me puede saciar, de resto aunque coma mucho, no me siento lleno nunca, incluso aunque no me quepa más comida sigo con la sensación de vacío.
Aunque podría parecer algo triste, al final se me hizo un poco gracioso -Podría comerme una vaca y terminar pesando 300 kilos, y aún seguir queriendo más- Imaginarme como una pelotita con patas me resultó gracioso al punto de perder el balance y terminar hundiéndome un poco en el agua, aunque salí rápido y aparté mi cabello de la cara mientras recuperaba la compostura.
Mira esa de ahí, la redonda, se parece a Bio después de comerse una vaca- Dije entre risas -Creo que estás pasando demasiado tiempo conmigo y se te pegan mis mañas- Dije ante su juego de palabras para luego escuchar con atención su explicación de nubeología -Sabes mucho sobre nubes- Dije un poco sorprendido recuperando la seriedad del momento -Avísame cuando haya de esas, para aprender a volar- Sonreí con la esperanza de que sucediera algún día.
Sin darnos cuenta, el día se había pasado volando, el sol comenzaba a planear su retirada y los rayos naranja de la tarde no tardarían demasiado en llegar, me sentía feliz por haber tenido aquel día, y más aún de haberlo compartido con Arygos, pero en el fondo tenía la esperanza de que aquella experiencia no se iba a repetir, o al menos no en mucho tiempo, pero a fin de cuenta, es mejor vivir y perder que no haber vivido nada.
Tras flotar por unos instantes, la joven me asaltó con otra pregunta nostálgica -Extraño al antiguo Bio, el humano, tranquilo y relajado- Expliqué -Pero ya no quisiera volver a serlo- Aclaré -Si lo fuera, no podría tener todas las aventuras que he tenido contigo o con el clan- Me detuve un instante a pensar en alguna otra cosa, pero realmente podía hacer casi las mismas cosas que como humano, excepto por -La comida, eso sí lo extraño, comer hasta saciarme- Expliqué con más claridad -Ahora como vampiro, solo la sangre me puede saciar, de resto aunque coma mucho, no me siento lleno nunca, incluso aunque no me quepa más comida sigo con la sensación de vacío.
Aunque podría parecer algo triste, al final se me hizo un poco gracioso -Podría comerme una vaca y terminar pesando 300 kilos, y aún seguir queriendo más- Imaginarme como una pelotita con patas me resultó gracioso al punto de perder el balance y terminar hundiéndome un poco en el agua, aunque salí rápido y aparté mi cabello de la cara mientras recuperaba la compostura.
Mira esa de ahí, la redonda, se parece a Bio después de comerse una vaca- Dije entre risas -Creo que estás pasando demasiado tiempo conmigo y se te pegan mis mañas- Dije ante su juego de palabras para luego escuchar con atención su explicación de nubeología -Sabes mucho sobre nubes- Dije un poco sorprendido recuperando la seriedad del momento -Avísame cuando haya de esas, para aprender a volar- Sonreí con la esperanza de que sucediera algún día.
Sin darnos cuenta, el día se había pasado volando, el sol comenzaba a planear su retirada y los rayos naranja de la tarde no tardarían demasiado en llegar, me sentía feliz por haber tenido aquel día, y más aún de haberlo compartido con Arygos, pero en el fondo tenía la esperanza de que aquella experiencia no se iba a repetir, o al menos no en mucho tiempo, pero a fin de cuenta, es mejor vivir y perder que no haber vivido nada.
Bio
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Re: [Cerrado]Un baño de sol [Privado]
Los dedos de Arygos, se deslizaron entre los de Víctor, ascendieron lentamente por el dorso de su mano hasta el antebrazo, acompañando las palabras, mientras intentaba imaginar que forma podría tomar su marca sobre la piel. — Dicen que duele. — Ella no tenía ningún tatuaje, pero la idea no le desagradaba. Varios de sus hermanos portaban en la piel recuerdos de sus andanzas, o de aquellas cosas que les eran preciadas. Que Víctor la llevase consigo, en su piel, la llenaba de una felicidad cálida y extraña, que le cosquilleaba en las palmas de las manos y la hacía sonreír. —¿Qué pondrías?.-Murmuró, llena de curiosidad por saber que suscitaba en su imaginario. Aunque una parte de ella se esperaba que respondiese algo tan básico y ridículo como “Arygos estuvo aquí”.
Arygos no estaba familiarizada con los placeres. De estos, conocía y se regodeaba apenas en los más básicos, comer y dormir. Las otras culturas le habían abierto muchas posibilidades, pero había sido incapaz de comprender la mayor parte de ellas, y, los pocos gustos ajenos los perseguía inconscientemente, y por ello, no los tuvo en cuenta a la hora de apreciar las respuestas del vampiro.
—Es… suena horrible.— se mordió el labio.— Yo pensé que sentías saciedad… es decir, que te sentías como lleno de comida cuando comes. Bueno, cuando “bebes”.- Tener que renunciar a la hermosa sensación e saciedad después de devorar algo sabroso, a la apacible somnolencia de hallarse satisfecho y panzón le resultó bien triste. La imagen de un Bio redondito ayudó atenuarlo. Un poco por ese deje de tristeza, y un poco por curiosidad, terminó escapándosele otra pregunta.
—¿Hay cosas que echarías de menos si dejaras de ser un vampiro? Cosas que se te hayan descubierto por tu condición.
Arygos rio. Es cierto que se le habían pegado muchas mañas. había aprendido muchas cosas de la gente que había conocido en el sur, pero sobre todo de Bio. — Si aprendes a volar te enseñaré, así sabrás todo lo que necesitas para estar seguro y orientarte.— Era bonito soñar con eso.— Ojalá fueras un dragón.— pensó en voz alta.
El sol había trazado una lenta curva por el cielo, y ahora tenía las aguas con las últimas luces del día. La superficie del lago parecía bronce fundido, incandescente. El agua, tibia tras haber estado todo el día bajo el sol, invitaba a quedarse, pero el hambre era más fuerte. El estómago de la dragona se quejó sonoramente.
—Hora de comer.— Se excusó, separando su mano de Víctor. Con una brazada, tomó distancia.— Te traeré algo.— Prometió.
Mientras su cuerpo se encorvaba para sumergirse, se alargó anormalmente. La piel que relucía por la humedad reflejó en su pulida y escamosa superficie el color del cielo. El leviatán del color del atardecer parecía una estatua de metal que hubiese cobrado vida.
Con naturalidad, discurrió entre las aguas, llenando el lago con corrientes fruto del movimiento, haciendo danzar las islas de lentejas de río por la orilla. Cada tanto, rompía la superficie del agua, haciéndola estallar en cientos de pequeñas gotitas que llovía como ascuas, arrojaba hacia arriba algún pescado especialmente grande, y lo engullía de un solo bocado. Arygos no solo comía, claramente se divertía con sus presas, como un felino.
Cuando se dio por satisfecha, decidió volver hacia el vampiro, cargando entre sus fauces una trucha de río de más de medio metro de envergadura, aun aleteando, vivo y desesperado. Con la mirada sonriente, y al cola azotando animosamente trás de si, aguardó a la reacción que generara su obsequio.
Arygos no estaba familiarizada con los placeres. De estos, conocía y se regodeaba apenas en los más básicos, comer y dormir. Las otras culturas le habían abierto muchas posibilidades, pero había sido incapaz de comprender la mayor parte de ellas, y, los pocos gustos ajenos los perseguía inconscientemente, y por ello, no los tuvo en cuenta a la hora de apreciar las respuestas del vampiro.
—Es… suena horrible.— se mordió el labio.— Yo pensé que sentías saciedad… es decir, que te sentías como lleno de comida cuando comes. Bueno, cuando “bebes”.- Tener que renunciar a la hermosa sensación e saciedad después de devorar algo sabroso, a la apacible somnolencia de hallarse satisfecho y panzón le resultó bien triste. La imagen de un Bio redondito ayudó atenuarlo. Un poco por ese deje de tristeza, y un poco por curiosidad, terminó escapándosele otra pregunta.
—¿Hay cosas que echarías de menos si dejaras de ser un vampiro? Cosas que se te hayan descubierto por tu condición.
Arygos rio. Es cierto que se le habían pegado muchas mañas. había aprendido muchas cosas de la gente que había conocido en el sur, pero sobre todo de Bio. — Si aprendes a volar te enseñaré, así sabrás todo lo que necesitas para estar seguro y orientarte.— Era bonito soñar con eso.— Ojalá fueras un dragón.— pensó en voz alta.
El sol había trazado una lenta curva por el cielo, y ahora tenía las aguas con las últimas luces del día. La superficie del lago parecía bronce fundido, incandescente. El agua, tibia tras haber estado todo el día bajo el sol, invitaba a quedarse, pero el hambre era más fuerte. El estómago de la dragona se quejó sonoramente.
—Hora de comer.— Se excusó, separando su mano de Víctor. Con una brazada, tomó distancia.— Te traeré algo.— Prometió.
Mientras su cuerpo se encorvaba para sumergirse, se alargó anormalmente. La piel que relucía por la humedad reflejó en su pulida y escamosa superficie el color del cielo. El leviatán del color del atardecer parecía una estatua de metal que hubiese cobrado vida.
Con naturalidad, discurrió entre las aguas, llenando el lago con corrientes fruto del movimiento, haciendo danzar las islas de lentejas de río por la orilla. Cada tanto, rompía la superficie del agua, haciéndola estallar en cientos de pequeñas gotitas que llovía como ascuas, arrojaba hacia arriba algún pescado especialmente grande, y lo engullía de un solo bocado. Arygos no solo comía, claramente se divertía con sus presas, como un felino.
Cuando se dio por satisfecha, decidió volver hacia el vampiro, cargando entre sus fauces una trucha de río de más de medio metro de envergadura, aun aleteando, vivo y desesperado. Con la mirada sonriente, y al cola azotando animosamente trás de si, aguardó a la reacción que generara su obsequio.
Arygos Valnor
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Re: [Cerrado]Un baño de sol [Privado]
Sí, puede doler, pero ya sabes que soy muy valiente- Dije justo antes de sobresaltarme -Auch, algo me mordió el dedo- Dije quejándome antes de regresar al tema en cuestión, pues, de hecho, no sería algo escrito, sino una imagen, un símbolo que, si te gusta, lo podrías llevar también, y tendríamos algo del otro siempre presente. No sabía muy bien cómo explicarlo y tendría que dibujárselo más adelante, pero sí que podría describirlo -Hay un símbolo que he visto en algunos libros y que me recuerda a nosotros- Dije preparándome para explicar mientras levantaba una mano para dibujar imaginariamente.
Imagina un círculo, los círculos representan lo infinito, sin principio ni fin- Dije moviendo la mano circularmente -Ahora, imagina que ese mismo círculo tiene dos mitades que son iguales pero diferentes- La explicación estaba terrible, pero dibujé con mi mano una línea curva cruzando el círculo de lado a lado -Y aunque son diferentes, se complementan una a la otra para formar el círculo- Con cuidado de no ser confuso, usé la punta de mis dedos para dibujar dos pequeños círculos en lados opuestos del otro círculo, porque tengo una obsesión con los círculos -Este punto de acá eres tú y este de acá soy yo- Señalé a los puntos imaginarios que acababa de dibujar imaginariamente.
Bueno, luego te lo dibujo mejor, pero de un lado será agua, que es tu elemento, y el otro será la noche y la oscuridad, que es mi elemento- En mi mente ya lo tenía muy bien pensado, solo esperaba que no se me olvidara la idea luego. Y justo así fue, al rato me distraje en la charla y terminamos hablando de otras cosas como la comida -Si dejara de ser un vampiro, echaría de menos la magia, creo que dependo mucho de eso para solucionar todo con el mínimo esfuerzo posible- Expliqué casi sin pensarlo -Si no fuera por eso, no sería tan confiado seguramente mataría con mayor facilidad para evitar problemas futuros- Con aquella afirmación, seguramente Arygos desearía que fuera humano en lugar de vampiro.
Su oferta de enseñarme a volar me hizo soltar un suspiro imaginando lo genial que sería -No podría tener mejor maestra de vuelo- Dije entre risas aunque con mucha sinceridad -Quizás si me muerdes me convierta en dragón- Dije bromeando -Espera, no lo intentes, no se puede- Me apresuré a aclarar antes que me clavara los dientes en forma humana o peor, sus fauces de dragona, más aún al escuchar su estómago gruñendo con tal fuerza que rivalizaba con sus rugidos.
Volví a una posición vertical para seguirla con la vista mientras se perdía bajo el agua y tan solo los remolinos que se formaban a causa de sus movimientos me delataban su ubicación. Y así, tal como había prometido, regresó con algo para mí -Oh… pues… que amable- Dije confundido y angustiado, pero con mi mejor sonrisa, mientras tomaba en mis manos aquella criatura que luchaba por escapar.
Muchas gracias, no debiste molestarte, es la trucha de río más hermosa que me han regalado jamás- Expresé mi agradecimiento mientras un tic se adueñaba de mi ojo izquierdo y pensaba qué rayos debería hacer con esa cosa. Finalmente ante su mirada tan tierna pero sin el hocico partido, no tuve más remedio que acercar aquella cosa a mi boca sin despegar mis ojos de la cara de Arygos, en busca de señales que me indicaran que era aquello lo que esperaba que hiciera.
Fue necesario forcejar un poco y la enorme presa me dio varios aletazos en la cara antes que mis colmillos se clavaran apenas en su piel para fingir que me alimentaba de ella -Delicioso- Dije mientras fingía tragar y bajaba a la criatura para dejarla escapar de prisa -Uff, ya estoy lleno, gracias- Dije sonriente mientras limpiaba mi boca con el antebrazo como si acabara de comerme una vaca.
Imagina un círculo, los círculos representan lo infinito, sin principio ni fin- Dije moviendo la mano circularmente -Ahora, imagina que ese mismo círculo tiene dos mitades que son iguales pero diferentes- La explicación estaba terrible, pero dibujé con mi mano una línea curva cruzando el círculo de lado a lado -Y aunque son diferentes, se complementan una a la otra para formar el círculo- Con cuidado de no ser confuso, usé la punta de mis dedos para dibujar dos pequeños círculos en lados opuestos del otro círculo, porque tengo una obsesión con los círculos -Este punto de acá eres tú y este de acá soy yo- Señalé a los puntos imaginarios que acababa de dibujar imaginariamente.
Bueno, luego te lo dibujo mejor, pero de un lado será agua, que es tu elemento, y el otro será la noche y la oscuridad, que es mi elemento- En mi mente ya lo tenía muy bien pensado, solo esperaba que no se me olvidara la idea luego. Y justo así fue, al rato me distraje en la charla y terminamos hablando de otras cosas como la comida -Si dejara de ser un vampiro, echaría de menos la magia, creo que dependo mucho de eso para solucionar todo con el mínimo esfuerzo posible- Expliqué casi sin pensarlo -Si no fuera por eso, no sería tan confiado seguramente mataría con mayor facilidad para evitar problemas futuros- Con aquella afirmación, seguramente Arygos desearía que fuera humano en lugar de vampiro.
Su oferta de enseñarme a volar me hizo soltar un suspiro imaginando lo genial que sería -No podría tener mejor maestra de vuelo- Dije entre risas aunque con mucha sinceridad -Quizás si me muerdes me convierta en dragón- Dije bromeando -Espera, no lo intentes, no se puede- Me apresuré a aclarar antes que me clavara los dientes en forma humana o peor, sus fauces de dragona, más aún al escuchar su estómago gruñendo con tal fuerza que rivalizaba con sus rugidos.
Volví a una posición vertical para seguirla con la vista mientras se perdía bajo el agua y tan solo los remolinos que se formaban a causa de sus movimientos me delataban su ubicación. Y así, tal como había prometido, regresó con algo para mí -Oh… pues… que amable- Dije confundido y angustiado, pero con mi mejor sonrisa, mientras tomaba en mis manos aquella criatura que luchaba por escapar.
Muchas gracias, no debiste molestarte, es la trucha de río más hermosa que me han regalado jamás- Expresé mi agradecimiento mientras un tic se adueñaba de mi ojo izquierdo y pensaba qué rayos debería hacer con esa cosa. Finalmente ante su mirada tan tierna pero sin el hocico partido, no tuve más remedio que acercar aquella cosa a mi boca sin despegar mis ojos de la cara de Arygos, en busca de señales que me indicaran que era aquello lo que esperaba que hiciera.
Fue necesario forcejar un poco y la enorme presa me dio varios aletazos en la cara antes que mis colmillos se clavaran apenas en su piel para fingir que me alimentaba de ella -Delicioso- Dije mientras fingía tragar y bajaba a la criatura para dejarla escapar de prisa -Uff, ya estoy lleno, gracias- Dije sonriente mientras limpiaba mi boca con el antebrazo como si acabara de comerme una vaca.
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Re: [Cerrado]Un baño de sol [Privado]
Arygos contemplo absorta ese dibujo imaginario que trazaban por ella, apreciando la dualidad del concepto, y la belleza de su sencillez. — Me gusta. — Intento imaginarlo sobre su cuerpo.— la noche y el agua.— Se sonrió. La duplicidad del concepto trajo a su memoria una especie de dicho. — Mi abuela decia, Confundiste el cielo con las estrellas reflejadas de noche sobre la superficie de un estanque.— Musito, citandola. Si ahora la acusaran de ello, no se sentía segura de poder negarlo, pero ella era un dragón de agua, y nadar entre las estrellas le valía tanto como volar hacia las mismas.
Cuando escuchó la descabellada teoría del mordisco se dio la vuelta, lista, para abalanzarse contra él, pero se adelantó a sus intenciones, y por ende, se salvó de sus pequeños y filosos colmillos. -¿Por qué no se puede? Mira, si tienes razón!.— Bromeó la dragona, encontrando gracia en el tema ahora más por su negativa que por cualquier curiosidad que pudiese tener al respecto.
Un gorgojeo confuso emanó del hocico de la dragona ante el fingido entusiasmo del vampiro, cuyo rostro le traicionaba. Desorientado, miraba la trucha, mientras la muchacha empezaba a cuestionarse la elección de presa. ¿Quizás debería haberle llevado una anguila?¿O una serpiente? ¡Quizas una tortuga! Sin decidirse por ningún animal, Bío mordió a la trucha, recibiendo por ello sendas cachetadas del animal. El pequeño mordisco lo altero más en un momento, y luego se tranquilizó, a medias, o quizás solo había perdido algo de fuerzas por la falta de aire.
Cuando volvió al agua, se revitalizó y nado como un rayo lo más lejos posibles de sus captores.
Arygos se giró rápidamente y pego un par de saltos, salpicando por la orilla del agua hacia todos lados, y atrapo al pez con mucha menos delicadeza que la primera vez. Lo arrojó por los aires, muy, muy arriba, y mientras este empezaba a descender, aleteando como un polluelo aprendiendo a volar, la dragona dio un salto con la boca abierta y se lo tragó de un bocado.
Con el estómago más que lleno, trotó alegremente hacia su amigo.
Arygos miró apenada como el vampiro se limpiaba la nada, o casi nada de la boca, y soltó un largo resoplido por la nariz. Intentaba entender que fuera reticente a comer personas ¿Pero los animales también le daban pena? El leviatán negó un par de veces, pero no pensaba resignarse. Con la zarpa hendió la tierra ante sí.
Señaló con el hocico el bosque, ofreciéndose a traerle algún animalito medio vivo. Sería más difícil, sobre todo ahora que empezaba anoche. Lo más certero, sin embargo, era también lo que llevaba menos esfuerzo, así que como tercera alternativa se señaló a sí misma con la cola. Aunque su forma draconiana era perfecta para no denotar la fascinación que sentía por la idea, el brillo de su mirada no podía ocultar del todo la emoción que le suscitaba.
Cuando escuchó la descabellada teoría del mordisco se dio la vuelta, lista, para abalanzarse contra él, pero se adelantó a sus intenciones, y por ende, se salvó de sus pequeños y filosos colmillos. -¿Por qué no se puede? Mira, si tienes razón!.— Bromeó la dragona, encontrando gracia en el tema ahora más por su negativa que por cualquier curiosidad que pudiese tener al respecto.
Un gorgojeo confuso emanó del hocico de la dragona ante el fingido entusiasmo del vampiro, cuyo rostro le traicionaba. Desorientado, miraba la trucha, mientras la muchacha empezaba a cuestionarse la elección de presa. ¿Quizás debería haberle llevado una anguila?¿O una serpiente? ¡Quizas una tortuga! Sin decidirse por ningún animal, Bío mordió a la trucha, recibiendo por ello sendas cachetadas del animal. El pequeño mordisco lo altero más en un momento, y luego se tranquilizó, a medias, o quizás solo había perdido algo de fuerzas por la falta de aire.
Cuando volvió al agua, se revitalizó y nado como un rayo lo más lejos posibles de sus captores.
Arygos se giró rápidamente y pego un par de saltos, salpicando por la orilla del agua hacia todos lados, y atrapo al pez con mucha menos delicadeza que la primera vez. Lo arrojó por los aires, muy, muy arriba, y mientras este empezaba a descender, aleteando como un polluelo aprendiendo a volar, la dragona dio un salto con la boca abierta y se lo tragó de un bocado.
Con el estómago más que lleno, trotó alegremente hacia su amigo.
Arygos miró apenada como el vampiro se limpiaba la nada, o casi nada de la boca, y soltó un largo resoplido por la nariz. Intentaba entender que fuera reticente a comer personas ¿Pero los animales también le daban pena? El leviatán negó un par de veces, pero no pensaba resignarse. Con la zarpa hendió la tierra ante sí.
"¿Quieres otra cosa?"
Señaló con el hocico el bosque, ofreciéndose a traerle algún animalito medio vivo. Sería más difícil, sobre todo ahora que empezaba anoche. Lo más certero, sin embargo, era también lo que llevaba menos esfuerzo, así que como tercera alternativa se señaló a sí misma con la cola. Aunque su forma draconiana era perfecta para no denotar la fascinación que sentía por la idea, el brillo de su mirada no podía ocultar del todo la emoción que le suscitaba.
Arygos Valnor
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Re: [Cerrado]Un baño de sol [Privado]
También me gusta- Dije animado -podríamos pedirle a algún artista que nos pinte lo mismo a los dos- Añadí con la cara de un niño que pide un juguete -La noche y el agua, tú eres como el agua, tranquila y calmada, pero si te alteran puedes arrasar con todo, además disparas babitas- Terminé bromeando antes de adoptar un tono más serio -Tu abuela es una dragona muy sabia, ya quiero conocerla- Manifesté mi interés, pues la señora ya era mi segundo integrante favorito de la familia Valnor.
Me alegré de haber advertido que lo de la mordida era broma, pues no tardó en querer saltarme encima -Es que tus colmillos son mucho más poderosos que los míos, así que es más probable que me termines despegando la cabeza del cuello sin darte cuenta- Exageré un poco, quizás, quizás no, nunca lo sabremos porque no planeo hacer la prueba.
La escena con el pez resultó ser bastante tragicómica, entre mi cara de desconcierto y la cara de intriga de la dragona, éramos un completo poema, y aunque me sabía mal despreciarle su comida, me sabía peor comérmela. Aunque para la dragona aquello resultó ser un verdadero manjar que se acabó tragando de un solo bocado antes de regresar conmigo.
Habría preferido evitar el tema de la comida, ciertamente aún no lo necesitaba, pero justamente el no necesitarlo podría ser la clave para una idea arriesgada -Quizás… puede ser- Dije con una sonrisa ante su oferta de servirme otra vez de alimento -Pero, con algunas condiciones… o precauciones- Añadí en tono serio antes de señalar la orilla del lago.
Primero, en tu forma humana para que no se me caigan los dientes al morder- Dije bromeando mientras comenzaba a nadar suavemente hacia la orilla -Segundo, será solo un poco, y me detendrás si algo va mal- Dije aunque aquello era bastante difícil, y es que el hecho de que la mordida fuera relajante, hacía difícil que la víctima pudiera siquiera percibir que estaba en peligro, pero contaba con que mi falta de sed de sangre me ayudaría a detenerme a tiempo.
Tercero, será acá en tierra, para poder estar a salvo y que nadie termine ahogado en caso que nos dejemos llevar- Esto último era más por mí que por ella, aunque el éxtasis de la mordida podría hacer que ambos termináramos hundidos en medio de la sensación de placer -Y último, pasará mucho tiempo antes que lo necesite de nuevo, así que no hará falta comida para mí por un buen rato- Con aquello me evitaba tener que comerme un piricueco del bosque recién cazado, para no hacerla sentir mal.
Pero si todo sale bien, me controlo y no sufres daño serio, podemos repetirlo luego sin problemas- Aquello último era una especie de premio y medida de emergencia en caso que realmente llegara a necesitarlo y fuera la única opción en algún momento -¿Estás de acuerdo?- Pregunté con mucha seriedad en la mirada.
Me alegré de haber advertido que lo de la mordida era broma, pues no tardó en querer saltarme encima -Es que tus colmillos son mucho más poderosos que los míos, así que es más probable que me termines despegando la cabeza del cuello sin darte cuenta- Exageré un poco, quizás, quizás no, nunca lo sabremos porque no planeo hacer la prueba.
La escena con el pez resultó ser bastante tragicómica, entre mi cara de desconcierto y la cara de intriga de la dragona, éramos un completo poema, y aunque me sabía mal despreciarle su comida, me sabía peor comérmela. Aunque para la dragona aquello resultó ser un verdadero manjar que se acabó tragando de un solo bocado antes de regresar conmigo.
Habría preferido evitar el tema de la comida, ciertamente aún no lo necesitaba, pero justamente el no necesitarlo podría ser la clave para una idea arriesgada -Quizás… puede ser- Dije con una sonrisa ante su oferta de servirme otra vez de alimento -Pero, con algunas condiciones… o precauciones- Añadí en tono serio antes de señalar la orilla del lago.
Primero, en tu forma humana para que no se me caigan los dientes al morder- Dije bromeando mientras comenzaba a nadar suavemente hacia la orilla -Segundo, será solo un poco, y me detendrás si algo va mal- Dije aunque aquello era bastante difícil, y es que el hecho de que la mordida fuera relajante, hacía difícil que la víctima pudiera siquiera percibir que estaba en peligro, pero contaba con que mi falta de sed de sangre me ayudaría a detenerme a tiempo.
Tercero, será acá en tierra, para poder estar a salvo y que nadie termine ahogado en caso que nos dejemos llevar- Esto último era más por mí que por ella, aunque el éxtasis de la mordida podría hacer que ambos termináramos hundidos en medio de la sensación de placer -Y último, pasará mucho tiempo antes que lo necesite de nuevo, así que no hará falta comida para mí por un buen rato- Con aquello me evitaba tener que comerme un piricueco del bosque recién cazado, para no hacerla sentir mal.
Pero si todo sale bien, me controlo y no sufres daño serio, podemos repetirlo luego sin problemas- Aquello último era una especie de premio y medida de emergencia en caso que realmente llegara a necesitarlo y fuera la única opción en algún momento -¿Estás de acuerdo?- Pregunté con mucha seriedad en la mirada.
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Re: [Cerrado]Un baño de sol [Privado]
La lista de criaturillas, pequeñas y grandes, que Arygos era capaz de cazar, era larga, y muchos de sus favoritos eran animales que solían suscitar alguna clase de empatía o ternura para personas como Víctor, así que, sin darse cuenta, el vampiro había evitado con ese ofrecimiento el recibir como alimento a seres tan entrañables como deliciosos.
Arygos abrió los ojos, sorprendida. No era la primera vez que sugería de forma poco sutil repetir aquella experiencia, y esperaba, como solía suceder, una evasiva o una negativa. La cola, que azotaba a su alrededor se detuvo. El inmenso dragón blanco permaneció muy quieto, atento y dócil.
La primera condición era la más sencilla de todas. La segunda era algo más complicada, pero ella se sentía segura de poder acatarla, sobre todo con la promesa del final. Aquello hacia que se sintiese menos tentada a jugar con sus límites. La tercera le pareció más que obvia, además, no quería tener que estar centrándose en nadar o flotar.
No se movió hasta que no las hubo escuchado todas, entonces, soltó un gorgojeo alegre de aprobación.
Para que no le sentase mal su reciente festín, se apartó unos metros y regurgitó las espinas más grandes y cualquier piedrecita que se hubiese tragado por accidente al comer. Por delicadeza hacia su compañero, tapó aquello con tierra, escarbando con una pata.
Luego, buscando sacar de sí el olor de pescado para no repelerlo como había hecho la trucha, se dio un chapuzón rápido para asearse, mordisqueando entre las plumas y raspandose el cuerpo con el hocico. Las escamas facilitaban mucho esa labor, y no pasaron más de diez minutos antes de que la dragona volviese a la orilla.
Arygos recuperó su forma humanoide, y se trepó al muelle para salir del agua. La estructura no parecía más confiable ahora que cuando habían hecho su carrera, así que rodeo la orilla, caminando sobre los cantos rodados que delimitaban el lago.
—Todo listo.-Su mirada recorría vivaz los alrededores, pero sobre todo se centraba en el vampiro y los movimientos de este. Sus manos jugueteaban entre sí con entusiasmo contenido, y, aunque presionaba los labios entre sí para ocultarla, podía intuirse su sonrisa.
Dispuesta a seguirle a donde fuese, aguardó obediente a cualquier indicación.
Arygos abrió los ojos, sorprendida. No era la primera vez que sugería de forma poco sutil repetir aquella experiencia, y esperaba, como solía suceder, una evasiva o una negativa. La cola, que azotaba a su alrededor se detuvo. El inmenso dragón blanco permaneció muy quieto, atento y dócil.
La primera condición era la más sencilla de todas. La segunda era algo más complicada, pero ella se sentía segura de poder acatarla, sobre todo con la promesa del final. Aquello hacia que se sintiese menos tentada a jugar con sus límites. La tercera le pareció más que obvia, además, no quería tener que estar centrándose en nadar o flotar.
No se movió hasta que no las hubo escuchado todas, entonces, soltó un gorgojeo alegre de aprobación.
Para que no le sentase mal su reciente festín, se apartó unos metros y regurgitó las espinas más grandes y cualquier piedrecita que se hubiese tragado por accidente al comer. Por delicadeza hacia su compañero, tapó aquello con tierra, escarbando con una pata.
Luego, buscando sacar de sí el olor de pescado para no repelerlo como había hecho la trucha, se dio un chapuzón rápido para asearse, mordisqueando entre las plumas y raspandose el cuerpo con el hocico. Las escamas facilitaban mucho esa labor, y no pasaron más de diez minutos antes de que la dragona volviese a la orilla.
Arygos recuperó su forma humanoide, y se trepó al muelle para salir del agua. La estructura no parecía más confiable ahora que cuando habían hecho su carrera, así que rodeo la orilla, caminando sobre los cantos rodados que delimitaban el lago.
—Todo listo.-Su mirada recorría vivaz los alrededores, pero sobre todo se centraba en el vampiro y los movimientos de este. Sus manos jugueteaban entre sí con entusiasmo contenido, y, aunque presionaba los labios entre sí para ocultarla, podía intuirse su sonrisa.
Dispuesta a seguirle a donde fuese, aguardó obediente a cualquier indicación.
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Re: [Cerrado]Un baño de sol [Privado]
Arygos pareció feliz con la decisión, y ya que había sido un día de tener cosas que no pensábamos posibles, quizá podría ser buena idea dejarnos llevar un poco más y ver a dónde nos llevaba todo en este extraño día, estaba seguro que nada podía malir sal. Mientras la dragona se preparaba, entré a la cabaña por unos trozos de tela que sirvieran como vendaje para cerrar las pequeñas incisiones de los colmillos y evitar que se perdiera sangre innecesariamente.
Cuando regresé, Arygos parecía andar en medio de un ritual de limpieza, pero no demoró mucho en llegar a donde me encontraba, mostrándose bastante emocionada y curiosa por repetir la experiencia -¿Sí sabes que normalmente las personas huyen de esto?- Pregunté con una sonrisa ante su osada actitud.
Tomé la mano de la dragona para invitarla a sentarse conmigo a la orilla del lago, teníamos frente a nosotros un hermoso paisaje, el agua en una casi absoluta calma dibujaba como un espejo, las formas danzantes de las nubes. Me coloqué tras ella y aparté su cabello con la mano, acariciando su cuello para relajarla un poco.
Acerqué mi pecho a su espalda para darle donde recostarse y me incliné lentamente hasta que mis labios rozaron su delicada y suave piel aún fría por la humedad, deslicé mi nariz que tropezaba con su cuello causándole un ligero cosquilleo hasta que finalmente abrí la boca y posé mis dientes en su cuello -Si te duele, me aprietas y me detengo- Puse mi mano derecha rodeando su cintura para abrazarla mientras la izquierda se posaba en su pecho, del lado del corazón para sentir su ritmo cardiaco.
Luego de tantas precauciones mordí con tanta delicadeza como me fue posible y deslicé la lengua entre los pequeños agujeros recién abiertos para que las enzimas en mi saliva hicieran su efecto lo más pronto posible y evitar cualquier atisbo de dolor. Clavé los colmillos con más fuerza, haciéndolos llegar más profundo y haciendo que mi lengua sintiera las primeras gotas de sangre emerger de los orificios.
Sentir el sabor de la sangre fue el catalizador de una reacción en cadena, hice presión para succionar un poco de sangre intentando no ser muy brusco, pero resultaba difícil contenerse, mi mano izquierda apretó el seno de la dragona distrayéndome un instante de sus latidos, pero recuperando la cordura un instante después para controlarme y bajar la intensidad.
En un segundo intento el resultado fue menos brusco, volví a succionar sin perderme en el momento, atento al estado de la dragona en todo momento. Al cabo de un rato había succionado de ella varias veces y no tardaría mucho en sentir como sus piernas flaqueaban y perdía las fuerzas, debía tratar de detenerme antes que esto ocurriera.
Cuando regresé, Arygos parecía andar en medio de un ritual de limpieza, pero no demoró mucho en llegar a donde me encontraba, mostrándose bastante emocionada y curiosa por repetir la experiencia -¿Sí sabes que normalmente las personas huyen de esto?- Pregunté con una sonrisa ante su osada actitud.
Tomé la mano de la dragona para invitarla a sentarse conmigo a la orilla del lago, teníamos frente a nosotros un hermoso paisaje, el agua en una casi absoluta calma dibujaba como un espejo, las formas danzantes de las nubes. Me coloqué tras ella y aparté su cabello con la mano, acariciando su cuello para relajarla un poco.
Acerqué mi pecho a su espalda para darle donde recostarse y me incliné lentamente hasta que mis labios rozaron su delicada y suave piel aún fría por la humedad, deslicé mi nariz que tropezaba con su cuello causándole un ligero cosquilleo hasta que finalmente abrí la boca y posé mis dientes en su cuello -Si te duele, me aprietas y me detengo- Puse mi mano derecha rodeando su cintura para abrazarla mientras la izquierda se posaba en su pecho, del lado del corazón para sentir su ritmo cardiaco.
Luego de tantas precauciones mordí con tanta delicadeza como me fue posible y deslicé la lengua entre los pequeños agujeros recién abiertos para que las enzimas en mi saliva hicieran su efecto lo más pronto posible y evitar cualquier atisbo de dolor. Clavé los colmillos con más fuerza, haciéndolos llegar más profundo y haciendo que mi lengua sintiera las primeras gotas de sangre emerger de los orificios.
Sentir el sabor de la sangre fue el catalizador de una reacción en cadena, hice presión para succionar un poco de sangre intentando no ser muy brusco, pero resultaba difícil contenerse, mi mano izquierda apretó el seno de la dragona distrayéndome un instante de sus latidos, pero recuperando la cordura un instante después para controlarme y bajar la intensidad.
En un segundo intento el resultado fue menos brusco, volví a succionar sin perderme en el momento, atento al estado de la dragona en todo momento. Al cabo de un rato había succionado de ella varias veces y no tardaría mucho en sentir como sus piernas flaqueaban y perdía las fuerzas, debía tratar de detenerme antes que esto ocurriera.
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Re: [Cerrado]Un baño de sol [Privado]
Una ola de alivio recorrió su cuerpo cuando Bio sonrió.
—¿Sí, sabes que normalmente las personas huyen de esto?
Arygos asintió, y se encogió de hombros.— Normalmente las personas son estúpidas— No había agresividad en su tono, tampoco desprecio. Esa era una de las varias conclusiones a los que le habían llevado sus viajes, y citó esa realidad como quien pudiese haber señalado que se acababa el día, o que estaban en temporada de lluvias. No era ajena a la verdad subyacente, que el miedo era a la muerte, y no a la mordida en sí, pero, pese a ello, era incapaz de asustarse ante la expectativa de lo que se venía.
De haber sido otro el vampiro, su respuesta habría sido muy distinta.
— Además, no podría tenerte miedo.
Arygos tomó su mano y lo acompaño tranquilamente. Tomó asiento sobre la orilla, en una piedra plana, erosionada por el agua cuando el viento sacudía el Heimdall.
El paisaje era hermoso. Bajo los cambiantes tonos del atardecer, todos los actores mudaban su disfraz cada poco tiempo para realizar sobre el espejo del lago las danzas que les forzaba el viento.
Un largo suspiro escapó de entre los labios de la dragona, haciendo imposible distinguir si era por el encanto natural que se desplegaba ante sus ojos, o por el tacto sobre su cuello.
La piel se le erizó al instante, y su cuerpo se movió con voluntad propia, extendiendo el cuello y ladeando el rostro hacia un costado, dándole más recorrido a sus manos.
Confiada, se reclinó contra él, usando su pecho como respaldo, y dejando las manos reposar cómodamente sobre la tela húmeda que cubría sus rodillas.
Una corta y repentina aspiración la sacudió en el sitio cuando sintió la calidez de su aliento sobre el cuello. Los nervios de la anticipación se extendieron por su cuerpo, los sentía fluir como si fueran sangre, y aglomerarse en las palmas de sus manos, en la garganta, en el pecho y en el vientre.
—Tranquilo.— Musitó la dragona, y su voz le sonó extraña. Trago saliva para recuperar su tono de siempre.— Siempre duele un segundo, pero vale la pena.— Trató de tranquilizarlo con la verdad, para que no temiese que, en su fascinación por aquello, fuera a ocultarle cuando se acercaba a su límite. Lo había hecho una vez, hacía mucho tiempo, y aunque él nunca le había declarado que se había percatado de su ardid, no lo habían repetido hasta el momento.
Envuelta en sus brazos, Arygos quiso abrazarlo de vuelta, pero en aquella posición solo pudo acurrucarse contra su cuerpo y esperar.
El agudo dolor de los pinchazos le resultó hasta agradable, apenas la tensó, porque sabía lo que venía después, las caricias de su lengua, y el placer que acarreaba con ella.
No supo por cuanto tiempo, pero dejo de respirar, y de ver. Solo existía el férreo abrazo que la asía al sitio y la realidad, el calor incandescente que emanaba de su cuerpo y los colmillos hendidos en su carne. Era imposible acostumbrarse por completo a aquella sensación, y eso era parte de lo que la maravillaba.
El Heimdall volvió a dibujarse ante sus ojos, y su pecho a sacudirse con ritmo acelerado, jadeando, buscando ponerse a la par de su corazón desbocado. Bajo la presión en su seno, un gemido interrumpió su búsqueda de aire. —Un poco más.— Exhaló, alzando la diestra para apartarle el pelo del rostro, enredando los dedos entre los mechones, húmedos y negros. Semi ebriagada, pero aún curiosa, aprovechó la espejada superficie de la orilla del lago para espiar a Víctor, ignorando su propio reflejo.
Pronto un cosquilleo menos estimulante empezó a adueñarse de las puntas de sus dedos.
—Suficiente.— Murmuró con dificultad, no porque se le trabasen las palabras, o porque le costara vocalizar, sino porque le parecía una palabra poco apropiada. ¿Se podía tener suficiente?.— Por ahora.— Suspiró largamente, haciendo las paces con esa vocecilla en la cabeza que le recriminaba haber sido responsable. Y en esa búsqueda de consenso entre el querer y el deber, le enrolló la cola en la pierna, para asilo a ella, y cerro sobre su rodilla la mano, como una pequeña garra, para que todavía no se apartase de su cuerpo.
—¿Sí, sabes que normalmente las personas huyen de esto?
Arygos asintió, y se encogió de hombros.— Normalmente las personas son estúpidas— No había agresividad en su tono, tampoco desprecio. Esa era una de las varias conclusiones a los que le habían llevado sus viajes, y citó esa realidad como quien pudiese haber señalado que se acababa el día, o que estaban en temporada de lluvias. No era ajena a la verdad subyacente, que el miedo era a la muerte, y no a la mordida en sí, pero, pese a ello, era incapaz de asustarse ante la expectativa de lo que se venía.
De haber sido otro el vampiro, su respuesta habría sido muy distinta.
— Además, no podría tenerte miedo.
Arygos tomó su mano y lo acompaño tranquilamente. Tomó asiento sobre la orilla, en una piedra plana, erosionada por el agua cuando el viento sacudía el Heimdall.
El paisaje era hermoso. Bajo los cambiantes tonos del atardecer, todos los actores mudaban su disfraz cada poco tiempo para realizar sobre el espejo del lago las danzas que les forzaba el viento.
Un largo suspiro escapó de entre los labios de la dragona, haciendo imposible distinguir si era por el encanto natural que se desplegaba ante sus ojos, o por el tacto sobre su cuello.
La piel se le erizó al instante, y su cuerpo se movió con voluntad propia, extendiendo el cuello y ladeando el rostro hacia un costado, dándole más recorrido a sus manos.
Confiada, se reclinó contra él, usando su pecho como respaldo, y dejando las manos reposar cómodamente sobre la tela húmeda que cubría sus rodillas.
Una corta y repentina aspiración la sacudió en el sitio cuando sintió la calidez de su aliento sobre el cuello. Los nervios de la anticipación se extendieron por su cuerpo, los sentía fluir como si fueran sangre, y aglomerarse en las palmas de sus manos, en la garganta, en el pecho y en el vientre.
—Tranquilo.— Musitó la dragona, y su voz le sonó extraña. Trago saliva para recuperar su tono de siempre.— Siempre duele un segundo, pero vale la pena.— Trató de tranquilizarlo con la verdad, para que no temiese que, en su fascinación por aquello, fuera a ocultarle cuando se acercaba a su límite. Lo había hecho una vez, hacía mucho tiempo, y aunque él nunca le había declarado que se había percatado de su ardid, no lo habían repetido hasta el momento.
Envuelta en sus brazos, Arygos quiso abrazarlo de vuelta, pero en aquella posición solo pudo acurrucarse contra su cuerpo y esperar.
El agudo dolor de los pinchazos le resultó hasta agradable, apenas la tensó, porque sabía lo que venía después, las caricias de su lengua, y el placer que acarreaba con ella.
No supo por cuanto tiempo, pero dejo de respirar, y de ver. Solo existía el férreo abrazo que la asía al sitio y la realidad, el calor incandescente que emanaba de su cuerpo y los colmillos hendidos en su carne. Era imposible acostumbrarse por completo a aquella sensación, y eso era parte de lo que la maravillaba.
El Heimdall volvió a dibujarse ante sus ojos, y su pecho a sacudirse con ritmo acelerado, jadeando, buscando ponerse a la par de su corazón desbocado. Bajo la presión en su seno, un gemido interrumpió su búsqueda de aire. —Un poco más.— Exhaló, alzando la diestra para apartarle el pelo del rostro, enredando los dedos entre los mechones, húmedos y negros. Semi ebriagada, pero aún curiosa, aprovechó la espejada superficie de la orilla del lago para espiar a Víctor, ignorando su propio reflejo.
Pronto un cosquilleo menos estimulante empezó a adueñarse de las puntas de sus dedos.
—Suficiente.— Murmuró con dificultad, no porque se le trabasen las palabras, o porque le costara vocalizar, sino porque le parecía una palabra poco apropiada. ¿Se podía tener suficiente?.— Por ahora.— Suspiró largamente, haciendo las paces con esa vocecilla en la cabeza que le recriminaba haber sido responsable. Y en esa búsqueda de consenso entre el querer y el deber, le enrolló la cola en la pierna, para asilo a ella, y cerro sobre su rodilla la mano, como una pequeña garra, para que todavía no se apartase de su cuerpo.
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Re: [Cerrado]Un baño de sol [Privado]
Sonreí ante su afirmación, por un momento traté de contrariarla, pero no había manera de rebatir ese argumento simple pero irrefutable -Si es cierto, muchas veces son bastante idiotas- Sonreí ante su espontánea, pero acertada respuesta. La jovencita se mostraba dócil, flojita y cooperando, por lo que la tarea se dio de manera muy sencilla.
Acomodé mi cuerpo para que ella se recostara cómodamente sobre mi pecho, la mordida fue piadosa, despacio para causar el menor dolor posible, pero tan rápida para permitir que las enzimas ayudaran a calmar cualquier dolor en la zona afectada, me mostraba bastante cauteloso, deslizando mis manos por su cuerpo como discretas caricias para tranquilizarla, aunque al cabo de un rato ya no serían necesarias.
La mordida, como de costumbre, resultaría no solo calmante, sino también, placentera, quizá más de la cuenta, despertando en ella sensaciones que quizás aún no conocía o entendía del todo, lo cual resultaba una verdadera ventaja para no tener que explicar ciertos detalles de adultos.
Intenté detenerme un instante, por mera precaución, pero ella pidió que continuara un poco más, sus manos en mi cabello, con la suficiente precaución para jugar con mis mechones, me dieron a entender que estaba consciente de lo que hacía y eso me motivó a continuar solo un poco más.
Hizo falta un poco más de tiempo para que la hermosa jovencita decidiera parar, me alegró escuchar aquella palabra para terminar, no solo porque pondría fin al momento antes que yo perdiera el control y no pudiera parar, sino porque además me demostraba mucha madurez y responsabilidad de su parte, el querer detenerse, sabiendo que seguramente su cuerpo pedía más, me hacía sentir muy orgulloso de ella.
Retiré los colmillos pero no la boca, lamí los pequeños agujeros para limpiar la zona y de inmediato tomé un trozo de la tela que había buscado antes en la cabaña y la coloqué sobre la mordida para hacer presión y evitar que la sangre siguiera saliendo -¿Estás bien?- Pregunté con cierta timidez mientras apretaba la tela con mi mano y la abrazaba para recostarla a mi pecho.
En la misma posición, recosté mi cabeza en su cuello, tanto para mantener la tela en su lugar, como para sentirme cerca de ella -Gracias- Dije en tono bajo -Gracias por existir- Añadí con los ojos cerrados. En tantos años, pocas personas habían confiado en mí a tal nivel, por lo que valoraba sinceramente el regalo de su confianza, rodeé su cintura con mis brazos entrelazando mis manos en su abdomen y la apreté para acercarla a mí, en un gesto tan involuntario como espontáneo y sincero.
Acomodé mi cuerpo para que ella se recostara cómodamente sobre mi pecho, la mordida fue piadosa, despacio para causar el menor dolor posible, pero tan rápida para permitir que las enzimas ayudaran a calmar cualquier dolor en la zona afectada, me mostraba bastante cauteloso, deslizando mis manos por su cuerpo como discretas caricias para tranquilizarla, aunque al cabo de un rato ya no serían necesarias.
La mordida, como de costumbre, resultaría no solo calmante, sino también, placentera, quizá más de la cuenta, despertando en ella sensaciones que quizás aún no conocía o entendía del todo, lo cual resultaba una verdadera ventaja para no tener que explicar ciertos detalles de adultos.
Intenté detenerme un instante, por mera precaución, pero ella pidió que continuara un poco más, sus manos en mi cabello, con la suficiente precaución para jugar con mis mechones, me dieron a entender que estaba consciente de lo que hacía y eso me motivó a continuar solo un poco más.
Hizo falta un poco más de tiempo para que la hermosa jovencita decidiera parar, me alegró escuchar aquella palabra para terminar, no solo porque pondría fin al momento antes que yo perdiera el control y no pudiera parar, sino porque además me demostraba mucha madurez y responsabilidad de su parte, el querer detenerse, sabiendo que seguramente su cuerpo pedía más, me hacía sentir muy orgulloso de ella.
Retiré los colmillos pero no la boca, lamí los pequeños agujeros para limpiar la zona y de inmediato tomé un trozo de la tela que había buscado antes en la cabaña y la coloqué sobre la mordida para hacer presión y evitar que la sangre siguiera saliendo -¿Estás bien?- Pregunté con cierta timidez mientras apretaba la tela con mi mano y la abrazaba para recostarla a mi pecho.
En la misma posición, recosté mi cabeza en su cuello, tanto para mantener la tela en su lugar, como para sentirme cerca de ella -Gracias- Dije en tono bajo -Gracias por existir- Añadí con los ojos cerrados. En tantos años, pocas personas habían confiado en mí a tal nivel, por lo que valoraba sinceramente el regalo de su confianza, rodeé su cintura con mis brazos entrelazando mis manos en su abdomen y la apreté para acercarla a mí, en un gesto tan involuntario como espontáneo y sincero.
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Re: [Cerrado]Un baño de sol [Privado]
Bien no alcanzaba a definir como sentía, apenas se quedaba en el umbral. Un gemido escapó de entre sus dientes, y sus manos apretaron su contenido, bajo la caricia de la lengua en el cuello. La piel le ardía, y electrizada, solo la sentía calmarse allá donde estaban en contacto sus cuerpos, pero aun así no parecía poder desprenderse de la sensación de humedad.
Sobre la superficie del lago, su reflejo le devolvió la mirada, con la piel enrojecida por la luz del atardecer. Agitada, inspirando pesadamente, su pecho se sacudía al respirar, como si acabase de realizar algún esfuerzo, pero seguía sentada, presionando bien juntas las rodillas, aferrada firmemente al vampiro que la asía hacia si a su vez.
—Estoy bien.-Acepto a falta de una palabra mejor que no llegaba a su mente, rodeada por la bruma del placer narcótico y físico que todavía le cosquilleaba en las venas y la piel. Se acurrucó más en sus brazos, buscando aumentar su cercanía, aunque se hallaban piel con piel. La acuciante sensación de que aquello no era suficiente la asoló de nuevo.
Con las pupilas dilatadas, haciendo que sus ojos casi pareciesen negros, le espió en la rendija de los párpados semi entornados. —Más que bien.— Matizo, rindiéndose en su búsqueda de las palabras indicadas, pues no las conocía. Viró el rostro y le rozó el pómulo con la nariz cariñosamente, y con ello se sinitó mas satisfecha.
—Gracias— La voz le llego como un arrullo.-Gracias por existir-. Algo en su tono la sobrecogió, y volvió a acariciarle el puente de la nariz con la suya.
—Gracias por estar aquí.— Las palabras abandonaron sus labios sin siquiera pensarlas, le llegaron junto con la realización de lo magnífico de su encuentro. Si la vida hubiese discurrido naturalmente, jamás se habían conocido, y el habría muerto mucho antes de su nacimiento. Era un pensamiento egoísta, basado en el sufrimiento y la desesperación que habían guiado sus decisiones, un pensamiento que se regocijaba en ellas porque ahora le permitían ese momento y todos los que compartían. La culpa que le suscito esa idea fue corta, barrida bajo la presión de las manos en su abdomen. Inspiró corta y repentinamente, sintiendo su cuerpo tensarse.
—Me gusta esto.— Musitó, humedeciéndose los labios.— Estar así contigo.— No era el sol, o el lago, no era la hermosa calma del lugar, el espectáculo natural que los envolvía como si se hubeiran zambullido en un cuadro. No era solo la tóxica vesania que despertaba la ponzoña de vampiro en su cuerpo, o el fuego que la consumía por dentro. Era la intimidad de la confianza del momento, era el poderse saber vulnerable, y la sensación de hogar que la envolvía con sus brazos. Era el cariño que le llegaba pesé a lo diferente de sus formas de expresarse, y la estima que le tenía.
—Quizás sí que sea cierto eso de que los dragones somos codiciosos.- Murmuró, más para sí misma que para él, estriñéndole contra si con la cola posesivamente, consciente, por primera vez, no solo de que su afecto era tanto o más que el que procesaba por los suyos, sino de que no quería compartirlo.
Sobre la superficie del lago, su reflejo le devolvió la mirada, con la piel enrojecida por la luz del atardecer. Agitada, inspirando pesadamente, su pecho se sacudía al respirar, como si acabase de realizar algún esfuerzo, pero seguía sentada, presionando bien juntas las rodillas, aferrada firmemente al vampiro que la asía hacia si a su vez.
—Estoy bien.-Acepto a falta de una palabra mejor que no llegaba a su mente, rodeada por la bruma del placer narcótico y físico que todavía le cosquilleaba en las venas y la piel. Se acurrucó más en sus brazos, buscando aumentar su cercanía, aunque se hallaban piel con piel. La acuciante sensación de que aquello no era suficiente la asoló de nuevo.
Con las pupilas dilatadas, haciendo que sus ojos casi pareciesen negros, le espió en la rendija de los párpados semi entornados. —Más que bien.— Matizo, rindiéndose en su búsqueda de las palabras indicadas, pues no las conocía. Viró el rostro y le rozó el pómulo con la nariz cariñosamente, y con ello se sinitó mas satisfecha.
—Gracias— La voz le llego como un arrullo.-Gracias por existir-. Algo en su tono la sobrecogió, y volvió a acariciarle el puente de la nariz con la suya.
—Gracias por estar aquí.— Las palabras abandonaron sus labios sin siquiera pensarlas, le llegaron junto con la realización de lo magnífico de su encuentro. Si la vida hubiese discurrido naturalmente, jamás se habían conocido, y el habría muerto mucho antes de su nacimiento. Era un pensamiento egoísta, basado en el sufrimiento y la desesperación que habían guiado sus decisiones, un pensamiento que se regocijaba en ellas porque ahora le permitían ese momento y todos los que compartían. La culpa que le suscito esa idea fue corta, barrida bajo la presión de las manos en su abdomen. Inspiró corta y repentinamente, sintiendo su cuerpo tensarse.
—Me gusta esto.— Musitó, humedeciéndose los labios.— Estar así contigo.— No era el sol, o el lago, no era la hermosa calma del lugar, el espectáculo natural que los envolvía como si se hubeiran zambullido en un cuadro. No era solo la tóxica vesania que despertaba la ponzoña de vampiro en su cuerpo, o el fuego que la consumía por dentro. Era la intimidad de la confianza del momento, era el poderse saber vulnerable, y la sensación de hogar que la envolvía con sus brazos. Era el cariño que le llegaba pesé a lo diferente de sus formas de expresarse, y la estima que le tenía.
—Quizás sí que sea cierto eso de que los dragones somos codiciosos.- Murmuró, más para sí misma que para él, estriñéndole contra si con la cola posesivamente, consciente, por primera vez, no solo de que su afecto era tanto o más que el que procesaba por los suyos, sino de que no quería compartirlo.
Arygos Valnor
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Re: [Cerrado]Un baño de sol [Privado]
La abracé con ternura, incluso el frío de la humedad y la tarde pasaba desapercibido, ante la calidez de su cuerpo, la abracé con más fuerza y cariño mientras miraba la quietud del lago, froté mi mejilla contra su pómulo sin poder evitar imaginarla haciendo eso mismo en su forma de dragón, cosa que me resultaba bastante adorable.
Estaba perdido en mis pensamientos cuando me despertó el sonido de su voz -También me gusta, es agradable estar al aire libre sin tener que pelear por nuestras vidas ni tener que matar a nadie- Dije medio en broma, medio en serio, mientras mis dedos jugaban a dibujar pequeñas caricias en su abdomen.
Comenzaba a dormitar cuando su afirmación me sacó de mis cavilaciones, encendiendo la mecha de la curiosidad -¿Tienes alguna montaña de oro de la que deba enterarme?- Pregunté con picardía -¿Cuál es tu mayor tesoro?- Pregunté luego. La codicia de los dragones era un mito bastante conocido entre pueblerinos, aunque generalmente todo se quedaba en simples cuentos para asustar a los niños.
Sin embargo, no descartaba la posibilidad de que algún dragón fuera famoso por contar con un gran botín de monedas de oro reunidas a lo largo de su vida y que tendría coleccionadas simplemente porque ¿por qué no? Y quizás no era la historia más fácil de creer, pero si existiera, sería la llave para una nueva y peligrosa aventura que compartir.
A medida que pasaba el tiempo, el sol continuaba su descenso, camuflándose torpemente entre la copa de los árboles como si fuera un gran dragón de cuatro metros escondido detrás de una pequeña rana de 10 centímetros. Poco a poco el día se iba terminando y con ello, imaginaba que también se terminaría mi corto regreso a la sensación de humanidad que me habían regalado los dioses.
Ya casi podremos continuar el viaje a conocer a tu familia, espero que no piensen que voy a saquear sus tesoros eh- Dije bromeando -También espero poder memorizar todos sus nombres, porque mi memoria es un desastre para recordar esas cosas- Y es que si algo se me daba bien era otorgar motes graciosos, pero eso se debía a que rara vez recordaba los nombres reales, y un mote resultaba más sencillo.
¿Se enojarían si sabes que me llevas de jinete?- Pregunté con preocupación -No quisiera que crean que eres una especie de mascota o animal de carga, porque jamás te vería de ese modo- No había llegado y ya estaba pensando explicaciones para justificar aquello que podría ir contra el honor de los dragones.
Estaba perdido en mis pensamientos cuando me despertó el sonido de su voz -También me gusta, es agradable estar al aire libre sin tener que pelear por nuestras vidas ni tener que matar a nadie- Dije medio en broma, medio en serio, mientras mis dedos jugaban a dibujar pequeñas caricias en su abdomen.
Comenzaba a dormitar cuando su afirmación me sacó de mis cavilaciones, encendiendo la mecha de la curiosidad -¿Tienes alguna montaña de oro de la que deba enterarme?- Pregunté con picardía -¿Cuál es tu mayor tesoro?- Pregunté luego. La codicia de los dragones era un mito bastante conocido entre pueblerinos, aunque generalmente todo se quedaba en simples cuentos para asustar a los niños.
Sin embargo, no descartaba la posibilidad de que algún dragón fuera famoso por contar con un gran botín de monedas de oro reunidas a lo largo de su vida y que tendría coleccionadas simplemente porque ¿por qué no? Y quizás no era la historia más fácil de creer, pero si existiera, sería la llave para una nueva y peligrosa aventura que compartir.
A medida que pasaba el tiempo, el sol continuaba su descenso, camuflándose torpemente entre la copa de los árboles como si fuera un gran dragón de cuatro metros escondido detrás de una pequeña rana de 10 centímetros. Poco a poco el día se iba terminando y con ello, imaginaba que también se terminaría mi corto regreso a la sensación de humanidad que me habían regalado los dioses.
Ya casi podremos continuar el viaje a conocer a tu familia, espero que no piensen que voy a saquear sus tesoros eh- Dije bromeando -También espero poder memorizar todos sus nombres, porque mi memoria es un desastre para recordar esas cosas- Y es que si algo se me daba bien era otorgar motes graciosos, pero eso se debía a que rara vez recordaba los nombres reales, y un mote resultaba más sencillo.
¿Se enojarían si sabes que me llevas de jinete?- Pregunté con preocupación -No quisiera que crean que eres una especie de mascota o animal de carga, porque jamás te vería de ese modo- No había llegado y ya estaba pensando explicaciones para justificar aquello que podría ir contra el honor de los dragones.
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Re: [Cerrado]Un baño de sol [Privado]
La serena ternura ganaba a ratos la confusa bruma de su mente, empujada por los tiernos roces de sus rostros el uno sobre el otro, con genuino afecto y candidez. Y con su tranquilidad trajeron el control sobre la respiración, y calmaron su desbocado corazón.
Arygos no se terminaba de decidir si aquello era bueno o malo cuando con otro gesto consiguió enmendar el trabajo hecho. Las caricias sobre su abdomen le erizaron de nuevo la piel, recorriéndola con un agradable cosquilleo que le cortó el aliento. Víctima de un juego cuyas reglas no conocía.
Como era una sensación agradable, decidió imitarle. Colo entre la zurda entre sus cuerpos, dejando que esta se deslizara siguiendo los relieves de su vientre.
Se humedeció los labios, y tomo una larga y profunda bocanada de aire, enfocándose en responderle. — No, el oro es bonito, pero no vale para nada que importe. —Sus curiosos ojos celestes buscaron las juguetonas manos del vampiro, y le recorrió los dedos con la yema de los propios de su diestra, sin detenerlas, como si el solo hecho de contemplarlas fuera a esclarecer sus pensamientos. — Tú.-Respondió, simplemente, reafirmando el agarre sobre él con la cola. — Pero no te encerraré en una cueva, ni voy a tumbarme sobre ti. Eres tan pequeñito que podría romperte. — Bromeó, colocando su mano sobre la de él, nada menuda en comparativa en aquel momento.
El sol se había ido descendiendo tan lentamente que Arygos no se había percatado de ello, sus ojos se habían ido acostumbrando a la decreciente luz, y, mientras aún los espiara el gran astro sobre la ondulante superficie del bosque, podrían verse el uno al otro, y a la curiosa pareja que los espejaba sobre las aguas del lago, cada vez más negras.
Arygos rio bajito y poco. — Ellos tampoco tienen tesoros de oro.— Le advirtió. Los murales en las rocas, las estatuas, o los escritos.— Hmm.— Si había alguien que podía ver el valor en algunas de las cosas que su clan había acumulado con el tiempo, ese era Víctor.— No te dejarán llevarte nada, aunque quizás te dejen copiar algo si les caes bien.— Prosiguió en voz alta una conversación que había comenzado en sus pensamientos.
—No es normal para un dragón poder portar jinetes. Yo soy muy grande y fuerte.— Hincho el pecho al inspirar, con un orgullo mal disimulado.— Estarán más sorprendidos porque pueda hacerlo que porque te lleve encima. Siempre y cuando no me trates como a un caballo.— Bromeó al final, espiándole de soslayo, entornando la mirada mientras su rostro tomaba una expresión de diversión picaresca.— Como cuando me hiciste cargar todos esos bebes como si fuera una mula.— Hizo una mala imitación de los tonos histriónicos que le había observado a él en tantas ocasiones.
Arygos se sonrió, y se decidió en intentar apaciguar sus nervios ante el encuentro.
— Theragon es la abuela, ella ya no manda, pero manda, se entiende, todos le hacemos caso porque es sabia. A ella le he hablado de ti.— Los dedos de la muchacha se deslizaron suavemente sobre el dorso de la mano de él, resiguiendo el relieve de sus venas hasta la muñeca, aun embelesada por la diferencia entre ambos.— Padre Galakrond ejecuta las decisiones, pero no las toma, esa es madre Shaldorah. Deberías poderlos distinguir ahora que mama vuelve a criar.— Perezosamente siguió su camino sobre la impoluta piel del vampiro hasta el codo, donde su brazo se perdía al rodearla. — Hay algunos de los nuestros que nacen con su otra mitad, otros tenemos que encontrarla. Ellos tuvieron suerte.— Una pequeña curva torció el recorrido de sus dedos y comenzaron a descender con lentitud sobre su brazo, regresando por donde habían venido.— Korlass siempre tiene cara de enojado aun cuando rara vez lo está, Falkrend es dulce y alegre, a él le notarás rápido si no le agradas, ellos son los más mayores.-Se detuvo en su muñeca de nuevo.— A Eranikus no le vas a agradar porque no le gustan los extranjeros, perdió un ojo por eso.-Deslizo la mano sobre la de él, y entrelazo los dedos con los suyos.- Dhagor y Miraak son Mellizos pero no de los afortunados. Entre los dos hacen a uno muy caprichoso, pero son mayormente inofensivos.-Estrecho suavemente su mano.- Vaskrend es como la abuela pero joven y terco. A Khaldyr le vas a agradar cuando vea lo rápido y escurridizo que eres.— Río por lo bajo, solo de imaginarlos enzarzados en alguna clase de juego u competencia.-Ghaedor va a evitarte si no estás conmigo, es el más tímido y más joven de mis hermanos mayores.— Lo que dejaba en claro que aún quedaba toda la lista de los más pequeños del clan.
Arygos no se terminaba de decidir si aquello era bueno o malo cuando con otro gesto consiguió enmendar el trabajo hecho. Las caricias sobre su abdomen le erizaron de nuevo la piel, recorriéndola con un agradable cosquilleo que le cortó el aliento. Víctima de un juego cuyas reglas no conocía.
Como era una sensación agradable, decidió imitarle. Colo entre la zurda entre sus cuerpos, dejando que esta se deslizara siguiendo los relieves de su vientre.
Se humedeció los labios, y tomo una larga y profunda bocanada de aire, enfocándose en responderle. — No, el oro es bonito, pero no vale para nada que importe. —Sus curiosos ojos celestes buscaron las juguetonas manos del vampiro, y le recorrió los dedos con la yema de los propios de su diestra, sin detenerlas, como si el solo hecho de contemplarlas fuera a esclarecer sus pensamientos. — Tú.-Respondió, simplemente, reafirmando el agarre sobre él con la cola. — Pero no te encerraré en una cueva, ni voy a tumbarme sobre ti. Eres tan pequeñito que podría romperte. — Bromeó, colocando su mano sobre la de él, nada menuda en comparativa en aquel momento.
El sol se había ido descendiendo tan lentamente que Arygos no se había percatado de ello, sus ojos se habían ido acostumbrando a la decreciente luz, y, mientras aún los espiara el gran astro sobre la ondulante superficie del bosque, podrían verse el uno al otro, y a la curiosa pareja que los espejaba sobre las aguas del lago, cada vez más negras.
Arygos rio bajito y poco. — Ellos tampoco tienen tesoros de oro.— Le advirtió. Los murales en las rocas, las estatuas, o los escritos.— Hmm.— Si había alguien que podía ver el valor en algunas de las cosas que su clan había acumulado con el tiempo, ese era Víctor.— No te dejarán llevarte nada, aunque quizás te dejen copiar algo si les caes bien.— Prosiguió en voz alta una conversación que había comenzado en sus pensamientos.
—No es normal para un dragón poder portar jinetes. Yo soy muy grande y fuerte.— Hincho el pecho al inspirar, con un orgullo mal disimulado.— Estarán más sorprendidos porque pueda hacerlo que porque te lleve encima. Siempre y cuando no me trates como a un caballo.— Bromeó al final, espiándole de soslayo, entornando la mirada mientras su rostro tomaba una expresión de diversión picaresca.— Como cuando me hiciste cargar todos esos bebes como si fuera una mula.— Hizo una mala imitación de los tonos histriónicos que le había observado a él en tantas ocasiones.
Arygos se sonrió, y se decidió en intentar apaciguar sus nervios ante el encuentro.
— Theragon es la abuela, ella ya no manda, pero manda, se entiende, todos le hacemos caso porque es sabia. A ella le he hablado de ti.— Los dedos de la muchacha se deslizaron suavemente sobre el dorso de la mano de él, resiguiendo el relieve de sus venas hasta la muñeca, aun embelesada por la diferencia entre ambos.— Padre Galakrond ejecuta las decisiones, pero no las toma, esa es madre Shaldorah. Deberías poderlos distinguir ahora que mama vuelve a criar.— Perezosamente siguió su camino sobre la impoluta piel del vampiro hasta el codo, donde su brazo se perdía al rodearla. — Hay algunos de los nuestros que nacen con su otra mitad, otros tenemos que encontrarla. Ellos tuvieron suerte.— Una pequeña curva torció el recorrido de sus dedos y comenzaron a descender con lentitud sobre su brazo, regresando por donde habían venido.— Korlass siempre tiene cara de enojado aun cuando rara vez lo está, Falkrend es dulce y alegre, a él le notarás rápido si no le agradas, ellos son los más mayores.-Se detuvo en su muñeca de nuevo.— A Eranikus no le vas a agradar porque no le gustan los extranjeros, perdió un ojo por eso.-Deslizo la mano sobre la de él, y entrelazo los dedos con los suyos.- Dhagor y Miraak son Mellizos pero no de los afortunados. Entre los dos hacen a uno muy caprichoso, pero son mayormente inofensivos.-Estrecho suavemente su mano.- Vaskrend es como la abuela pero joven y terco. A Khaldyr le vas a agradar cuando vea lo rápido y escurridizo que eres.— Río por lo bajo, solo de imaginarlos enzarzados en alguna clase de juego u competencia.-Ghaedor va a evitarte si no estás conmigo, es el más tímido y más joven de mis hermanos mayores.— Lo que dejaba en claro que aún quedaba toda la lista de los más pequeños del clan.
Arygos Valnor
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Re: [Cerrado]Un baño de sol [Privado]
Me intrigaba la manera en que la joven dragona reaccionaba a las caricias, así que me dediqué a dibujar caricias en su abdomen con la punta de los dedos, describiendo pequeños círculos que surcaban su piel de manera tenue y delicada. Aunque el juego a ratos terminaba sobrepasándome, y tenía que detener mis manos al notar que me estaba despertando otro tipo de sensaciones, prefiriendo hablar para desviar la atención.
Al igual que la dragona, tampoco me despertaban mayor atracción los tesoros y joyas o metales preciosos, pues algunas cosas de menos valor económico, podrían llegar a ser mucho más significativas, lo que no me esperaba ni por asomo era que dijera que yo era un tesoro. Mil ideas pasaron por mi cabeza, pero rápidamente fueron descartadas cuando aclaró que no iba a tumbarse sobre mí por temor a romperme, y aunque me gustaría decir que soy más fuerte de lo que parezco, la verdad es que sí me podría romper sin esfuerzo.
Yo no soy pequeño, más bien, tú creces mucho- Aclaré finalmente solo para llevarle la contraria y sacarle una sonrisa. Aunque me tranquilizaba bastante que no tuvieran montones de oro, también me daba mucha curiosidad pensar en las cosas que atesoraban, como su historia y conocimiento -Está bien, quizá les permita que me dejen copiar algo- Dije bromeando.
A mí también me sorprende lo fuerte que eres, no recuerdo haber visto a ningún otro dragón portando un jinete- Dije al caer en cuenta del detalle -Incluso siendo más grandes y adultos, no los veo hacer eso- Continué -Pensé que podría ser cosa de orgullo- Añadí -Pero no sé, no soy dragonólogo- Finalicé con una broma.
No te hice cargar con todos eh, iba a dividir la carga en partes iguales- Salí en mi defensa -Pensé que, si te los colgaba a todos encima, no me daría cuenta si te comías alguno- Reí con ingenua malicia antes de seguir escuchando sus palabras -¿Qué le has dicho de mí a la abuela? Podría presentarme diciéndoles que me encargo de cuidarte, pero creo que me cuidas más tú- Añadí con una risa nerviosa.
Creo que tendré problemas para memorizar tantos nombres- Dije al tiempo que trataba de recordarlos -De acuerdo, estar lejos de Eranikus, lo recordaré- Añadí entre sus palabras -Acercarme a Khaldyr, de acuerdo, entendido- Dije aferrándome a la esperanza de sobrevivir a esa experiencia que sin duda sería toda una odisea.
No habíamos ni comenzado el viaje y ya me encontraba un poco nervioso, ni siquiera conociendo a la familia de mi esposa muerta había sentido tanta tensión, pero también es cierto que esa familia no era capaz de comerme, al menos hasta donde recuerdo, una pequeña pero alarmante diferencia -Y bien ¿Cuándo iniciamos el viaje? Ya me emocioné- Dije con una enorme sonrisa mientras recostaba mi cabeza en el hombro de Arygos y me aferraba a su cintura con fuerza.
Al igual que la dragona, tampoco me despertaban mayor atracción los tesoros y joyas o metales preciosos, pues algunas cosas de menos valor económico, podrían llegar a ser mucho más significativas, lo que no me esperaba ni por asomo era que dijera que yo era un tesoro. Mil ideas pasaron por mi cabeza, pero rápidamente fueron descartadas cuando aclaró que no iba a tumbarse sobre mí por temor a romperme, y aunque me gustaría decir que soy más fuerte de lo que parezco, la verdad es que sí me podría romper sin esfuerzo.
Yo no soy pequeño, más bien, tú creces mucho- Aclaré finalmente solo para llevarle la contraria y sacarle una sonrisa. Aunque me tranquilizaba bastante que no tuvieran montones de oro, también me daba mucha curiosidad pensar en las cosas que atesoraban, como su historia y conocimiento -Está bien, quizá les permita que me dejen copiar algo- Dije bromeando.
A mí también me sorprende lo fuerte que eres, no recuerdo haber visto a ningún otro dragón portando un jinete- Dije al caer en cuenta del detalle -Incluso siendo más grandes y adultos, no los veo hacer eso- Continué -Pensé que podría ser cosa de orgullo- Añadí -Pero no sé, no soy dragonólogo- Finalicé con una broma.
No te hice cargar con todos eh, iba a dividir la carga en partes iguales- Salí en mi defensa -Pensé que, si te los colgaba a todos encima, no me daría cuenta si te comías alguno- Reí con ingenua malicia antes de seguir escuchando sus palabras -¿Qué le has dicho de mí a la abuela? Podría presentarme diciéndoles que me encargo de cuidarte, pero creo que me cuidas más tú- Añadí con una risa nerviosa.
Creo que tendré problemas para memorizar tantos nombres- Dije al tiempo que trataba de recordarlos -De acuerdo, estar lejos de Eranikus, lo recordaré- Añadí entre sus palabras -Acercarme a Khaldyr, de acuerdo, entendido- Dije aferrándome a la esperanza de sobrevivir a esa experiencia que sin duda sería toda una odisea.
No habíamos ni comenzado el viaje y ya me encontraba un poco nervioso, ni siquiera conociendo a la familia de mi esposa muerta había sentido tanta tensión, pero también es cierto que esa familia no era capaz de comerme, al menos hasta donde recuerdo, una pequeña pero alarmante diferencia -Y bien ¿Cuándo iniciamos el viaje? Ya me emocioné- Dije con una enorme sonrisa mientras recostaba mi cabeza en el hombro de Arygos y me aferraba a su cintura con fuerza.
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Re: [Cerrado]Un baño de sol [Privado]
Arygos se sonreía mientras hablaban. Su plácido gesto interrumpido por pequeños respingos y suspiros, por sus dientes atrapando el labio inferior cuando la presión de las caricias le despertaba un calor extraño. Como un instrumento por descubrir exhalaba y se tensaba sin entenderse. Sus dedos abandonaron la mano que la rodeaban, e imitaron una caricia sobre su propio vientre.— ¿Cómo lo haces?.— No era lo mismo. Quizás sea como las cosquillas, que uno solo no puede hacérselas. Meditó, mientras volvía a escurrir sus dedos entre ambos para palpar el liso abdomen que le hacía de respaldo, dibujando formas ondulantes allá en donde más le gustaba a ella.
—La mayoría de dragones no viven como nosotros, y entienden el orgullo de una manera diferente. Mi clan es, .. Pragmático. Hay algunos que se niegan siquiera a pelear o defenderse en forma de dragón porque la consideran divina, mientras que para nosotros, es una falta de respeto el negarse a aceptar y usar el don que nos ha sido concedido.— Había muchos más, algunos que se habían perdido con el tiempo, aldeillas aisladas con sus propias interpretaciones del regalo.
Ella rio. — No como cosas que hablan.— Le recordó, con una media sonrisa. Aunque en ocasiones complicadas se había tragado un dedo o dos de algún asaltador poco prudente, intentaba no hacerlo. —O que vayan a hablar en un futuro.— Le dio un pequeño coscorrón en la frente con la propia.
—Le he dicho a la abuela que eres un erudito muy voluntarioso. Que siempre terminas complicándote las cosas por intentar ayudar a cuantos estén a tu alrededor... Que eres muy bromista, aunque la mayoría de tus chistes son horribles.-Rio por lo bajo.— Le he hablado de la torre también. Ella entiende que el conocimiento es poder, y que el hombre que lo cuida en vez de blandirlo para dominar a sus semejantes es tan escaso como imprescindible para el mundo.
—Oh, y hay más. Mjulnir y Rofnir son mellizos, les encanta bromear a costa de los demás y ponerlos en apuros, así que no te fíes mucho. Cadmiron no se olvida las zarpas porque las lleva pegadas al cuerpo. Syrax es como yo de pequeña, tiene mil preguntas y no para quieto. Si quieres ganártelo dale comida.-Entorno los ojos, intentando inútilmente imaginarse un Víctor más joven.-Ormdarah siempre se escabulle por su cuenta, y Remobarth es la criaturita más imaginativa que he visto nunca. El resto nacieron mientras viajábamos, así que los he visto poco. Chortnir, Thiamat y Sarmite. Ten cuidado con los cachorros porque muerden para jugar, y están acostumbrados a la piel con escamas.
Arygos miro el lago, de un púrpura tan oscuro que sus profundidades parecían negras. Alzo la vista al cielo, donde las estrellas comenzaban a salpicar la noche.— Cuando ano-amane-.... después de domrir?.- Río con brevedad.- No creo que sea buena idea cargarte por los aires en este momento.-Inclino la cabeza, exponiendo el reciente mordisco.- Quizás tengas que cargarme tú a mí.- Bromeó, dejando caer todo su peso muerto sobre el pecho de él.
—La mayoría de dragones no viven como nosotros, y entienden el orgullo de una manera diferente. Mi clan es, .. Pragmático. Hay algunos que se niegan siquiera a pelear o defenderse en forma de dragón porque la consideran divina, mientras que para nosotros, es una falta de respeto el negarse a aceptar y usar el don que nos ha sido concedido.— Había muchos más, algunos que se habían perdido con el tiempo, aldeillas aisladas con sus propias interpretaciones del regalo.
Ella rio. — No como cosas que hablan.— Le recordó, con una media sonrisa. Aunque en ocasiones complicadas se había tragado un dedo o dos de algún asaltador poco prudente, intentaba no hacerlo. —O que vayan a hablar en un futuro.— Le dio un pequeño coscorrón en la frente con la propia.
—Le he dicho a la abuela que eres un erudito muy voluntarioso. Que siempre terminas complicándote las cosas por intentar ayudar a cuantos estén a tu alrededor... Que eres muy bromista, aunque la mayoría de tus chistes son horribles.-Rio por lo bajo.— Le he hablado de la torre también. Ella entiende que el conocimiento es poder, y que el hombre que lo cuida en vez de blandirlo para dominar a sus semejantes es tan escaso como imprescindible para el mundo.
—Oh, y hay más. Mjulnir y Rofnir son mellizos, les encanta bromear a costa de los demás y ponerlos en apuros, así que no te fíes mucho. Cadmiron no se olvida las zarpas porque las lleva pegadas al cuerpo. Syrax es como yo de pequeña, tiene mil preguntas y no para quieto. Si quieres ganártelo dale comida.-Entorno los ojos, intentando inútilmente imaginarse un Víctor más joven.-Ormdarah siempre se escabulle por su cuenta, y Remobarth es la criaturita más imaginativa que he visto nunca. El resto nacieron mientras viajábamos, así que los he visto poco. Chortnir, Thiamat y Sarmite. Ten cuidado con los cachorros porque muerden para jugar, y están acostumbrados a la piel con escamas.
Arygos miro el lago, de un púrpura tan oscuro que sus profundidades parecían negras. Alzo la vista al cielo, donde las estrellas comenzaban a salpicar la noche.— Cuando ano-amane-.... después de domrir?.- Río con brevedad.- No creo que sea buena idea cargarte por los aires en este momento.-Inclino la cabeza, exponiendo el reciente mordisco.- Quizás tengas que cargarme tú a mí.- Bromeó, dejando caer todo su peso muerto sobre el pecho de él.
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Re: [Cerrado]Un baño de sol [Privado]
¿Cuánto tiempo habíamos pasado así? Sentía que llevábamos meses en esa posición, y aún no podría cansarme -Claro, es diferente cuando lo hace alguien más, igual que las cosquillas- Dije antes de recorrerle la panza con algunas cosquillas y seguir escuchando su relato acerca de la importancia de la forma de dragón y la enorme diferencia entre sus dragones y los otros dragones que eran dragones sin ser dragones para sentirse más dragones, un poco complicado a veces.
Recuerdo aquella vez que te compré una mascota y pensaste que era un bocadillo- Le dije bromeando sobre una ocasión en que le compré un gomejo y se lo terminó masticando insistentemente, añadiendo el detalle de que los gomejos tienen el cuerpo resistente y elástico, parecía que estuviera masticando una goma -No, por favor, cabezazos no, son mi única debilidad- Dije dramatizando, aunque luego adopté un tono más serio al escuchar lo que le contaba de mí a la abuela, a este punto quizá su abuela me conocía mejor que yo mismo.
¿Cómo que mis chistes son horribles? Es que no sabes apreciar el humor abstracto- Dije entre risas, aunque me sentía bastante halagado con todo lo que pensaba de mí, ni yo tenía tan buena imagen de mí mismo -Claro que sí, no es bueno abusar de los más débiles, me agrada la abuela, le diré que me adopte- Bromeé de nuevo.
Escuché con cuidado todas las indicaciones de la dragona, debía tener cuidado con los bromistas, responder a la preguntona curiosa y darle comida al glotón, intentaba estar pendiente de todo, pero eran demasiados nombres y al menos hasta que los conociera, difícilmente podría recordarlos a todos.
O cierto, claro que no- Dije recostando mi frente a su cabeza -No queremos desplomarnos a medio viaje- Confesé -Yo puedo llevarte cargada, siempre que no midas cuatro metros estará bien- Por un momento me imaginé con las piernas temblando al tratar de cargar a una dragona de 4 metros y reí por la nariz ante la graciosa escena -Está bien, cuando te sientas lista nos iremos, aunque no tendría problema en llevarte cargada de vez en cuando, para mí sería un honor- La apreté contra mi cuerpo para levantarla ligeramente -Con esta apariencia pesas como medio kilo, no sería problema cargarte- Dije a modo de broma.
Recuerdo aquella vez que te compré una mascota y pensaste que era un bocadillo- Le dije bromeando sobre una ocasión en que le compré un gomejo y se lo terminó masticando insistentemente, añadiendo el detalle de que los gomejos tienen el cuerpo resistente y elástico, parecía que estuviera masticando una goma -No, por favor, cabezazos no, son mi única debilidad- Dije dramatizando, aunque luego adopté un tono más serio al escuchar lo que le contaba de mí a la abuela, a este punto quizá su abuela me conocía mejor que yo mismo.
¿Cómo que mis chistes son horribles? Es que no sabes apreciar el humor abstracto- Dije entre risas, aunque me sentía bastante halagado con todo lo que pensaba de mí, ni yo tenía tan buena imagen de mí mismo -Claro que sí, no es bueno abusar de los más débiles, me agrada la abuela, le diré que me adopte- Bromeé de nuevo.
Escuché con cuidado todas las indicaciones de la dragona, debía tener cuidado con los bromistas, responder a la preguntona curiosa y darle comida al glotón, intentaba estar pendiente de todo, pero eran demasiados nombres y al menos hasta que los conociera, difícilmente podría recordarlos a todos.
O cierto, claro que no- Dije recostando mi frente a su cabeza -No queremos desplomarnos a medio viaje- Confesé -Yo puedo llevarte cargada, siempre que no midas cuatro metros estará bien- Por un momento me imaginé con las piernas temblando al tratar de cargar a una dragona de 4 metros y reí por la nariz ante la graciosa escena -Está bien, cuando te sientas lista nos iremos, aunque no tendría problema en llevarte cargada de vez en cuando, para mí sería un honor- La apreté contra mi cuerpo para levantarla ligeramente -Con esta apariencia pesas como medio kilo, no sería problema cargarte- Dije a modo de broma.
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Re: [Cerrado]Un baño de sol [Privado]
Arygos rió y serpenteo bajo el repentino asedio de cosquillas que espejaba sus pensamientos. Intentó, sin mucha gracia, devolverle el ataque, pero Bio la superaba. Claramente debía de ser una de sus especialidades. —Para, para.— Aspiró por la nariz, emitiendo un sonido que recordaba vagamente al de un cerdito al aguantar otra risotada.— Cosquillas no.— Se mordió el labio inferior, intentando contenerse.—... Son mi única debilidad.— No pudo resistirse.
Los ojos de Arygos se abrieron más.— Víctor, eres genial.-Le dio otro pequeño coscorrón.— Hay que conseguir que la abuela te adopte.— Sonrió con una alegría sincera y deslumbrante. No lo convertiría en un dragón, pero lo volvería parte del clan, y eso ya era un pie para seguir discutiendo sobre sus deberes hasta que sus hermanas crecieran lo suficiente como para desviar la atención. —Si eres un miembro de la familia, no podrán quejarse de mis ausencias. —Se acomodó sobre su regazo, de modo que quedaran casi de frente, y presionó la nariz sobre su mejilla, rozándole cariñosamente en un gesto cuasi felino. Era la solución perfecta para excusar sus anhelos. —Y podría quedarme siempre contigo. Mientras tú quisieras.
Entusiasmada con su nueva idea, no prestó atención al poco suelo que perdía el contacto con su piel, ni al modo instintivo en el que sus brazos se cernían con más fuerza en torno del vampiro. Hizo falta que este mencionara su peso para que abandonase la ristra de ideas y fantasías que se estaban sucediendo en su mente.
—Vaya… ¿Tan poco peso?.-Balanceo ligeramente las piernas. Para ella el vampiro nunca había destacado por ser especialmente fuerte físicamente. Cómo cambiaban las tornas en su otro cuerpo.
— Puedes cargarme cuando quieras.— Se le acurrucó más sobre el pecho, apoyando la mejilla en el hueco entre el cuello y el hombro, en el que encajaba perfectamente. Sentirse pequeña y cobijada tenía su encanto. — Es un buen trato, yo te cargo por los aires y tú me cargas por tierra.— Prosiguió, medio en broma, medio en serio. — Y en el agua cada uno nada por su cuenta.
Los ojos de Arygos se abrieron más.— Víctor, eres genial.-Le dio otro pequeño coscorrón.— Hay que conseguir que la abuela te adopte.— Sonrió con una alegría sincera y deslumbrante. No lo convertiría en un dragón, pero lo volvería parte del clan, y eso ya era un pie para seguir discutiendo sobre sus deberes hasta que sus hermanas crecieran lo suficiente como para desviar la atención. —Si eres un miembro de la familia, no podrán quejarse de mis ausencias. —Se acomodó sobre su regazo, de modo que quedaran casi de frente, y presionó la nariz sobre su mejilla, rozándole cariñosamente en un gesto cuasi felino. Era la solución perfecta para excusar sus anhelos. —Y podría quedarme siempre contigo. Mientras tú quisieras.
Entusiasmada con su nueva idea, no prestó atención al poco suelo que perdía el contacto con su piel, ni al modo instintivo en el que sus brazos se cernían con más fuerza en torno del vampiro. Hizo falta que este mencionara su peso para que abandonase la ristra de ideas y fantasías que se estaban sucediendo en su mente.
—Vaya… ¿Tan poco peso?.-Balanceo ligeramente las piernas. Para ella el vampiro nunca había destacado por ser especialmente fuerte físicamente. Cómo cambiaban las tornas en su otro cuerpo.
— Puedes cargarme cuando quieras.— Se le acurrucó más sobre el pecho, apoyando la mejilla en el hueco entre el cuello y el hombro, en el que encajaba perfectamente. Sentirse pequeña y cobijada tenía su encanto. — Es un buen trato, yo te cargo por los aires y tú me cargas por tierra.— Prosiguió, medio en broma, medio en serio. — Y en el agua cada uno nada por su cuenta.
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Re: [Cerrado]Un baño de sol [Privado]
Aunque era la dragona quien recibía las cosquillas, yo parecía reír incluso más que ella -Nooo, no voy a parar- Dije mientras seguía punzando su panza y costados con la punta de los dedos hasta que su frase me interrumpió abruptamente -Oyeee, esa es mi frase- Protesté, aunque lleno de orgullo de que aprendiera mis artimañas -Ahora solo me falta ir descubriendo tus otras únicas debilidades- Cambié las cosquillas por un fuerte apapacho.
¿Crees que me adoptaría? Sería dragón honorario o algo así- Pregunté intrigado ante una idea que no parecía tan… bueno sí, parecía un poco loca, pero no tanto si… bueno, igual parecía muy loca, pero por la seriedad con que ella lo planteaba, quizá hubiera algún antecedente -¿Han adoptado antes a alguien? ¿se puede? Aunque no sea dragón- Normalmente la dragona me llenaba de preguntas, pero esta vez era yo quien estaba con la curiosidad por las nubes.
Mi incipiente curiosidad se detuvo abruptamente con aquella frase -¿Cómo que mientras quiera? Siempre quiero- Protesté con aires de malcriado, aunque rápidamente volví a sonreír con la pregunta sobre su peso -Pues, quizá con tu forma de dragón no te lo parezca, pero soy más fuerte de lo que crees- Dije confiado -Podría cargarte toda la noche sin cansarme- Exageré un poco, quizás, esperando no tener que demostrarlo.
Descansemos un rato más, y partiremos cuando te sientas bien para volar, presiento que si avanzamos por tierra nos vamos a detener en cualquier pequeña aldea que nos pidan ayuda- Dije al conocer la manera en la que regularmente terminábamos metidos en aventuras que no tenían ninguna relación con nosotros.
Este fue un buen día- Dije mirando al cielo por un instante -Quizá ya no vuelva a ver el sol nunca más, pero lo disfruté cuanto pude- Recosté mi cabeza en su cuello -Y lo mejor es que fue contigo- La abracé con ternura -Aunque, quizá si la abuela me muerde me convierta en mitad dragón, o si tiene hambre, quedaría solo medio vampiro- Continué el pésimo chiste -Ya sé, ya sé, mal chiste, iré al rincón a pensar en lo que hice- Broméé antes de recorrer la suave piel de la dragona con mi mejilla.
¿Crees que me adoptaría? Sería dragón honorario o algo así- Pregunté intrigado ante una idea que no parecía tan… bueno sí, parecía un poco loca, pero no tanto si… bueno, igual parecía muy loca, pero por la seriedad con que ella lo planteaba, quizá hubiera algún antecedente -¿Han adoptado antes a alguien? ¿se puede? Aunque no sea dragón- Normalmente la dragona me llenaba de preguntas, pero esta vez era yo quien estaba con la curiosidad por las nubes.
Mi incipiente curiosidad se detuvo abruptamente con aquella frase -¿Cómo que mientras quiera? Siempre quiero- Protesté con aires de malcriado, aunque rápidamente volví a sonreír con la pregunta sobre su peso -Pues, quizá con tu forma de dragón no te lo parezca, pero soy más fuerte de lo que crees- Dije confiado -Podría cargarte toda la noche sin cansarme- Exageré un poco, quizás, esperando no tener que demostrarlo.
Descansemos un rato más, y partiremos cuando te sientas bien para volar, presiento que si avanzamos por tierra nos vamos a detener en cualquier pequeña aldea que nos pidan ayuda- Dije al conocer la manera en la que regularmente terminábamos metidos en aventuras que no tenían ninguna relación con nosotros.
Este fue un buen día- Dije mirando al cielo por un instante -Quizá ya no vuelva a ver el sol nunca más, pero lo disfruté cuanto pude- Recosté mi cabeza en su cuello -Y lo mejor es que fue contigo- La abracé con ternura -Aunque, quizá si la abuela me muerde me convierta en mitad dragón, o si tiene hambre, quedaría solo medio vampiro- Continué el pésimo chiste -Ya sé, ya sé, mal chiste, iré al rincón a pensar en lo que hice- Broméé antes de recorrer la suave piel de la dragona con mi mejilla.
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Re: [Cerrado]Un baño de sol [Privado]
Aquellas eran buenas preguntas. Arygos no había llegado tan lejos, simplemente se había dejado llevar por la fantasía de la idea, y la buena predisposición que él había mostrado ante la misma. — No lo sé.— Admitió, negándose a desestimar la ocurrencia sin haberlo intentado siquiera.— Lo importante del clan es mantener los ideales del clan, y la sangre de los dragones… y tú técnicamente hablando cumples las dos.— De la peor manera posible, sí, pero peor era no cumplir con nada. — Que yo sepa nunca han adoptado a nadie, pero eso podría ser también porque es difícil generar vínculos fuertes con gente de a fuera. Madre y padre se conocen desde el vientre, ¿cómo podría competir nadie con eso?— Sintiendo como iba deshinchándose su globo, soltó un resoplido y sacudió la cabeza, obligándose a centrarse en las partes positivas. — Todas las costumbres comienzan en algún lado.— Sentenció con una convicción que iba más destinada a darse fuerzas a sí misma que a convencer a su compañero. —Eres rápido, y ágil, y buen cazador, además tienes tu propia magia… está bien, no puedes volar, pero no eres el único con ese problema.
Cualquiera que fueran las otras dudas y excusas que se fueran a suceder, quedaron ahogadas por la aniñada declaración del vampiro. Contenta, se acurrucó entre sus brazos y se permitió distraerse con algo que no le hiciera quebrarse la cabeza.
—Me sorprendería si pudieras cargarme en mi forma de dragón.— Río entre dientes, ahogando los resoplidos de la nariz contra su piel.
—Descansar suena como una buena idea.— Acepto dócilmente. Por muy confiada que fuera con sus capacidades de vuelo, si llegaba a tener un rumbo medio errático, él terminaría autoflagelandose por ello.
— Este fue un buen día.
Arygos asintió, y siguió su mirada hacia el cielo, en el que apenas quedaba rastro del sol. Con la diestra, le aparto el cabello, purpúreo en los reflejos de las últimas luces del día. Se lo acomodó detrás de las orejas, dejando que los últimos restos del astro rey le besaran el rostro.
Sin palabras, y con un nudo en la garganta, le devolvió el abrazo lo mejor que pudo. Si ella hubiese tenido mejor dominio sobre las palabras y los sentimientos, le habría dicho muchas cosas. En vez de eso, lo apretó contra sí con todas sus fuerzas, hasta que los brazos le temblaron.
Ojalá estuviera todo al alcance de un mordisco, la capacidad de devolverle la libertad sobre sus impulsos, de ir donde se le antojase cuando se le antojase, de deshacerse del estigma de su condición. Pero era imposible. Sabía que lo era. Pero también lo había sido aquel día…
Y en un arranque de esperanza fútil e infantil, azuzado por la suave caricia de su mejilla, se inclinó hacia su cuello, y le hincó el diente. Una delicada pero torpe imitación de a lo que se había expuesto a manos del vampiro aquel mismo día.
Cualquiera que fueran las otras dudas y excusas que se fueran a suceder, quedaron ahogadas por la aniñada declaración del vampiro. Contenta, se acurrucó entre sus brazos y se permitió distraerse con algo que no le hiciera quebrarse la cabeza.
—Me sorprendería si pudieras cargarme en mi forma de dragón.— Río entre dientes, ahogando los resoplidos de la nariz contra su piel.
—Descansar suena como una buena idea.— Acepto dócilmente. Por muy confiada que fuera con sus capacidades de vuelo, si llegaba a tener un rumbo medio errático, él terminaría autoflagelandose por ello.
— Este fue un buen día.
Arygos asintió, y siguió su mirada hacia el cielo, en el que apenas quedaba rastro del sol. Con la diestra, le aparto el cabello, purpúreo en los reflejos de las últimas luces del día. Se lo acomodó detrás de las orejas, dejando que los últimos restos del astro rey le besaran el rostro.
Sin palabras, y con un nudo en la garganta, le devolvió el abrazo lo mejor que pudo. Si ella hubiese tenido mejor dominio sobre las palabras y los sentimientos, le habría dicho muchas cosas. En vez de eso, lo apretó contra sí con todas sus fuerzas, hasta que los brazos le temblaron.
Ojalá estuviera todo al alcance de un mordisco, la capacidad de devolverle la libertad sobre sus impulsos, de ir donde se le antojase cuando se le antojase, de deshacerse del estigma de su condición. Pero era imposible. Sabía que lo era. Pero también lo había sido aquel día…
Y en un arranque de esperanza fútil e infantil, azuzado por la suave caricia de su mejilla, se inclinó hacia su cuello, y le hincó el diente. Una delicada pero torpe imitación de a lo que se había expuesto a manos del vampiro aquel mismo día.
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Re: [Cerrado]Un baño de sol [Privado]
Pues, si sirve de algo- Dije con orgullo luego de tomar aire -Tengo una amiga que hace disfraces, hace tiempo nos hizo disfraces de gomejos- Presumí -Quizá si me hace un disfraz de dragón, nadie notaría la diferencia- Era una pésima idea, pero sin duda sería gracioso llevar un traje de dragón, con alitas de mentira, y garras -Hasta puedo rugir- Dije juguetón -Grrrr- Rugí de forma chistosa mientras acercaba mi boca a su cuello para fingir una mordida de dragón.
Quizá sea momento de implementar una nueva costumbre- Dije ya con un tono más serio -No puedo volar, pero puedo caer con estilo- Presumí de nuevo mi fuerza, que comparada con la de la dragona era poca cosa, pero al menos era algo por encima de lo normal -Es momento de ir adentro- Le dije a mi compañera al notar que algunas gotas de agua comenzaban a caernos encima, posiblemente se acercaba una llovizna o un diluvio, no sé, no soy lluviólogo, lo cierto es que iba a llover.
Deparé mis manos de la dragona para apoyarme en el piso y levantarme, una vez de pie, le ofrecí mi mano para ayudarla a levantarse -¿Puedes caminar o prefieres que te lleve cargada?- Dije a modo de broma, aunque si quería, con mucho gusto la podría llevar cargada hasta el fin del mundo… o hasta sufrir un desgarre muscular por caminar tanto.
Fuera como fuera, la lluvia no demoró en caer cada vez con más fuerza, obligándonos a correr a la cabaña para no mojarnos a pesar de habernos mojado antes en el lago, las personas y sus incoherencias, en fin. Una vez dentro de la cabaña me asomé por la ventana para ver cómo la brisa se hacía cada vez más fuerte, arremolinando el agua del lago y sacudiendo los árboles cercanos.
No había visto un torrencial tan fuerte desde aquella vez que hubo lluvia de vacas- Dije recordando eventos extraños -¿Alguna vez has volado en medio de una tormenta?- Pregunté con curiosidad mientras colocaba algunas telas y cortinas en los bordes de las ventanas para evitar inundarnos a media noche -Sé que la cabaña estaba abandonada y ha sido una suerte encontrarla, pero, quizá se está mojando más adentro que afuera- Dije señalando una serie de goteras que empezaban a notarse por todo el techo.
Quizá sea momento de implementar una nueva costumbre- Dije ya con un tono más serio -No puedo volar, pero puedo caer con estilo- Presumí de nuevo mi fuerza, que comparada con la de la dragona era poca cosa, pero al menos era algo por encima de lo normal -Es momento de ir adentro- Le dije a mi compañera al notar que algunas gotas de agua comenzaban a caernos encima, posiblemente se acercaba una llovizna o un diluvio, no sé, no soy lluviólogo, lo cierto es que iba a llover.
Deparé mis manos de la dragona para apoyarme en el piso y levantarme, una vez de pie, le ofrecí mi mano para ayudarla a levantarse -¿Puedes caminar o prefieres que te lleve cargada?- Dije a modo de broma, aunque si quería, con mucho gusto la podría llevar cargada hasta el fin del mundo… o hasta sufrir un desgarre muscular por caminar tanto.
Fuera como fuera, la lluvia no demoró en caer cada vez con más fuerza, obligándonos a correr a la cabaña para no mojarnos a pesar de habernos mojado antes en el lago, las personas y sus incoherencias, en fin. Una vez dentro de la cabaña me asomé por la ventana para ver cómo la brisa se hacía cada vez más fuerte, arremolinando el agua del lago y sacudiendo los árboles cercanos.
No había visto un torrencial tan fuerte desde aquella vez que hubo lluvia de vacas- Dije recordando eventos extraños -¿Alguna vez has volado en medio de una tormenta?- Pregunté con curiosidad mientras colocaba algunas telas y cortinas en los bordes de las ventanas para evitar inundarnos a media noche -Sé que la cabaña estaba abandonada y ha sido una suerte encontrarla, pero, quizá se está mojando más adentro que afuera- Dije señalando una serie de goteras que empezaban a notarse por todo el techo.
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Re: [Cerrado]Un baño de sol [Privado]
Hacía falta mucha habilidad y paciencia para realizar los disfraces de gomejo, o cualquier otro traje enterizo del estilo, pero la dragona no era capaz de reconocerlo, pues se perdía en lo ridículo de su resultado.
—No olerías a dragón.— No quería herir sus sentimientos, admitiendo en voz alta la vergüenza ajena que le causaría verlo de esa guisa, fingiendo ser un dragón de verdad.
El rugió, y ella le devolvió el rugido, con bastante más gracia.
—Quizá sea momento de implementar una nueva costumbre— Arygos encaró una ceja. Sabía que sus siguientes palabras podían ser una gran idea o una tremenda estupidez.-No puedo volar, pero puedo caer con estilo.
—No.- Le corto con sequedad.— Nada de tirarte mientras volamos, te podrías lastimar.-Replicó, poco impresionada por las dotes de aterrizaje del vampiro.— Podemos buscar otras costumbres.— De golpe el disfraz enterizo sonaba mucho mejor.
Arygos jaló sus ropas del suelo, tomó la mano que le extendían y se puso en pie, dispuesta a refugiarse de la lluvia torrencial que se avecinaba, pero cambió de idea. Rodeó al vampiro con los brazos y se dejó cargar en volandas. Su capricho resultó ser un gran acierto, porque pronto las nubes se descargaban sin vergüenza alguna sobre ellos, empapando los cantos rodados de la orilla. La carrera hubiera sido aparatosa, torpe y hasta peligrosa para la peliblanca.
La dragona bajó de su presta montura, y cerro bien la puerta. Paso el grueso y oxidado pestillo, llenando la casa con un chirrido.
—No había visto un torrencial tan fuerte desde aquella vez que hubo lluvia de vacas.
—¿Cómo pueden llover vacas?.— Frunció la nariz, y miró a su alrededor, ocupando la mitad de su atención en adecentar el refugio para el temporal que se les estaba echando encima.
Los postigos seguían bien asegurados, a excepción del que había abierto Bio a la mañana. En ese se centró ella, tironeando de la madera, hinchada de la humedad, para obligarla a cerrar a presión. Cuando terminó con ella, solo un buen empujón desde a dentro podría abrirla.
—¿Alguna vez has volado en medio de una tormenta?
—Muchas.— Contesto sin mirarle, paseando sus ojos celestinos sobre la pequeña estancia en la penumbra hasta encontrar su siguiente objetivo, el hogar.
—Le tengo una especie de amor, odio. El agua, el viento, los elementos golpeándote desde todos los lados, es una experiencia muy intensa y excitante.— Las brasas del hogar llevaban un buen rato apagadas. El clac, clac del yesquero intentando prenderlas, comenzó a acompañar con su cadencia constante las palabras de la dragona, que paraba de vez en cuando para resoplar con frustración.— Tienes que entender muy bien como van las corrientes de viento, y donde estás para no perderte.— Clac, clac.— Mantener una altura que no sea peligrosa, y sobre todo, buscar un buen lugar para aterrizar. — Clac, clac, clac.-Volar en una tormenta es como nadar contra corriente, hay un límite en lo que te puedes permitir ese esfuerzo antes de tener un accidente. — Una pequeña llamita empezó a lamer la leña.
—Hace muchos años terminé aterrizando por accidente en sacrestic ville, el vendaval era tan terrible que no podía volver a alzar el vuelo sin chocarme con las casas. Pero creo que eso ya te lo había contado.— Llevaban tantos años juntos, que volver una y otra vez sobre viejas anécdotas era inevitable.
Se puso en pie, y se alejó de la lumbre. El viento y la lluvia golpeaban la casa, que parecía mantenerse en pie anclado en el suelo gracias a la sólida chimenea de piedra. Sobre el hogar, extendió sus ropas, más húmedas que cuando las había entrado en la casa.
—Sé que la cabaña estaba abandonada y ha sido una suerte encontrarla, pero, quizá, se está mojando más adentro que afuera— Había muchas goteras.
La dragona se puso a regirar entre todos los despojos de los antiguos ocupantes, pero no encontró demasiado. Cuerda mohosa, los restos de lona de una vela, y algo más de leña fueron las únicas cosas que le llamaron la atención. Con la cuerda armo unas líneas tensas bordeando el techo, y la lona la extendió entre esas. Para mantenerlo todo en su sitio uso ganchos de pesca viejos y oxidados, y por poco no se agujerea el dedo un par de veces. Cuando termino el apaño, el agua que goteaba del techo caía sobre la lona, como si fuera una tienda de campaña gigante, y se deslizaba hacia las esquinas.
—Ayúdame con esto.— Jaló la cama por el dosel, para arrastrarla al centro de la habitación, más cerca del fuego, y donde el agua no los salpicase al dormir. Las patas de madera dejaron surcos sobre el polvo milenario que había ido acumulándose durante los últimos años, descubriendo, debajo del mismo, las líneas tímidas y difusas de una trampilla.
—No olerías a dragón.— No quería herir sus sentimientos, admitiendo en voz alta la vergüenza ajena que le causaría verlo de esa guisa, fingiendo ser un dragón de verdad.
El rugió, y ella le devolvió el rugido, con bastante más gracia.
—Quizá sea momento de implementar una nueva costumbre— Arygos encaró una ceja. Sabía que sus siguientes palabras podían ser una gran idea o una tremenda estupidez.-No puedo volar, pero puedo caer con estilo.
—No.- Le corto con sequedad.— Nada de tirarte mientras volamos, te podrías lastimar.-Replicó, poco impresionada por las dotes de aterrizaje del vampiro.— Podemos buscar otras costumbres.— De golpe el disfraz enterizo sonaba mucho mejor.
Arygos jaló sus ropas del suelo, tomó la mano que le extendían y se puso en pie, dispuesta a refugiarse de la lluvia torrencial que se avecinaba, pero cambió de idea. Rodeó al vampiro con los brazos y se dejó cargar en volandas. Su capricho resultó ser un gran acierto, porque pronto las nubes se descargaban sin vergüenza alguna sobre ellos, empapando los cantos rodados de la orilla. La carrera hubiera sido aparatosa, torpe y hasta peligrosa para la peliblanca.
La dragona bajó de su presta montura, y cerro bien la puerta. Paso el grueso y oxidado pestillo, llenando la casa con un chirrido.
—No había visto un torrencial tan fuerte desde aquella vez que hubo lluvia de vacas.
—¿Cómo pueden llover vacas?.— Frunció la nariz, y miró a su alrededor, ocupando la mitad de su atención en adecentar el refugio para el temporal que se les estaba echando encima.
Los postigos seguían bien asegurados, a excepción del que había abierto Bio a la mañana. En ese se centró ella, tironeando de la madera, hinchada de la humedad, para obligarla a cerrar a presión. Cuando terminó con ella, solo un buen empujón desde a dentro podría abrirla.
—¿Alguna vez has volado en medio de una tormenta?
—Muchas.— Contesto sin mirarle, paseando sus ojos celestinos sobre la pequeña estancia en la penumbra hasta encontrar su siguiente objetivo, el hogar.
—Le tengo una especie de amor, odio. El agua, el viento, los elementos golpeándote desde todos los lados, es una experiencia muy intensa y excitante.— Las brasas del hogar llevaban un buen rato apagadas. El clac, clac del yesquero intentando prenderlas, comenzó a acompañar con su cadencia constante las palabras de la dragona, que paraba de vez en cuando para resoplar con frustración.— Tienes que entender muy bien como van las corrientes de viento, y donde estás para no perderte.— Clac, clac.— Mantener una altura que no sea peligrosa, y sobre todo, buscar un buen lugar para aterrizar. — Clac, clac, clac.-Volar en una tormenta es como nadar contra corriente, hay un límite en lo que te puedes permitir ese esfuerzo antes de tener un accidente. — Una pequeña llamita empezó a lamer la leña.
—Hace muchos años terminé aterrizando por accidente en sacrestic ville, el vendaval era tan terrible que no podía volver a alzar el vuelo sin chocarme con las casas. Pero creo que eso ya te lo había contado.— Llevaban tantos años juntos, que volver una y otra vez sobre viejas anécdotas era inevitable.
Se puso en pie, y se alejó de la lumbre. El viento y la lluvia golpeaban la casa, que parecía mantenerse en pie anclado en el suelo gracias a la sólida chimenea de piedra. Sobre el hogar, extendió sus ropas, más húmedas que cuando las había entrado en la casa.
—Sé que la cabaña estaba abandonada y ha sido una suerte encontrarla, pero, quizá, se está mojando más adentro que afuera— Había muchas goteras.
La dragona se puso a regirar entre todos los despojos de los antiguos ocupantes, pero no encontró demasiado. Cuerda mohosa, los restos de lona de una vela, y algo más de leña fueron las únicas cosas que le llamaron la atención. Con la cuerda armo unas líneas tensas bordeando el techo, y la lona la extendió entre esas. Para mantenerlo todo en su sitio uso ganchos de pesca viejos y oxidados, y por poco no se agujerea el dedo un par de veces. Cuando termino el apaño, el agua que goteaba del techo caía sobre la lona, como si fuera una tienda de campaña gigante, y se deslizaba hacia las esquinas.
—Ayúdame con esto.— Jaló la cama por el dosel, para arrastrarla al centro de la habitación, más cerca del fuego, y donde el agua no los salpicase al dormir. Las patas de madera dejaron surcos sobre el polvo milenario que había ido acumulándose durante los últimos años, descubriendo, debajo del mismo, las líneas tímidas y difusas de una trampilla.
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Re: [Cerrado]Un baño de sol [Privado]
La conversación no estaba llevando a nada, ni el disfraz de dragón ni caer con estilo parecían convencer a mi compañera, público difícil, sin duda, pero no imposible, ya encontraría la manera luego -Nada me lastima- Dije con arrogancia y orgullo antes de pegar un grito -¡Ay, me mordió una hormiga!- Dije de forma dramática -No puede ser... Las hormigas son mi única debilidad- Dije bromeando, aunque pronto todo aquello quedaría atrás por causa de la repentina lluvia.
En apenas un parpadeo ya nos encontrábamos dentro de la casa, había entrado en carrera, cargando a la chica y protegiéndola de la lluvia como si el agua no fuera su elemento primigenio, y como si no hubiésemos pasado una parte del día en el agua, en fin, no me juzguen -Pues, ya sabes, lo normal, se nubla el cielo, escuchas mugidos y de pronto hay vacas cayendo por todos lados- Expliqué con naturalidad el evento que se había vuelto más común de lo que podría parecer.
Escuché con atención su relato acerca de volar en medio de una tormenta, debía ser una experiencia increíble y muchas preguntas me venían a la mente, como qué tan alto podía llegar y algunas otras cosas de menor importancia que, aunque me carcomían por dentro, quizá no era el momento indicado para atiborrarla de preguntas -Sí, sí, lo recuerdo- Dije mientras hacía memoria.
Aunque si algo me iba a quedar claro era el ingenio y la iniciativa de la jovencita para resolver problemas. La vi rebuscar entre las cosas de los antiguos habitantes de aquella morada y cuando al fin entendí lo que trataba de hacer me apresuré a ayudarla, sosteniendo las cuerdas mientras ella se encargaba de finiquitar detalles, sin participar demasiado para no atrofiar su genial idea.
Me sorprende tu creatividad- Le dije mientras intentaba revolver su cabello, pero la humedad no colaboraba con aquella tarea, así que preferí peinarla con los dedos, acomodando los mechones detrás de sus orejas para que no la molestaran en su ardua tarea. Al cabo de un rato habíamos construido una casa dentro de la casa. Arrastré la cama hasta quedar debajo de la lona y me senté ahí invitándola a acompañarme hasta que terminara la lluvia, o hasta quedarnos dormidos, lo que sucediera primero.
En apenas un parpadeo ya nos encontrábamos dentro de la casa, había entrado en carrera, cargando a la chica y protegiéndola de la lluvia como si el agua no fuera su elemento primigenio, y como si no hubiésemos pasado una parte del día en el agua, en fin, no me juzguen -Pues, ya sabes, lo normal, se nubla el cielo, escuchas mugidos y de pronto hay vacas cayendo por todos lados- Expliqué con naturalidad el evento que se había vuelto más común de lo que podría parecer.
Escuché con atención su relato acerca de volar en medio de una tormenta, debía ser una experiencia increíble y muchas preguntas me venían a la mente, como qué tan alto podía llegar y algunas otras cosas de menor importancia que, aunque me carcomían por dentro, quizá no era el momento indicado para atiborrarla de preguntas -Sí, sí, lo recuerdo- Dije mientras hacía memoria.
Aunque si algo me iba a quedar claro era el ingenio y la iniciativa de la jovencita para resolver problemas. La vi rebuscar entre las cosas de los antiguos habitantes de aquella morada y cuando al fin entendí lo que trataba de hacer me apresuré a ayudarla, sosteniendo las cuerdas mientras ella se encargaba de finiquitar detalles, sin participar demasiado para no atrofiar su genial idea.
Me sorprende tu creatividad- Le dije mientras intentaba revolver su cabello, pero la humedad no colaboraba con aquella tarea, así que preferí peinarla con los dedos, acomodando los mechones detrás de sus orejas para que no la molestaran en su ardua tarea. Al cabo de un rato habíamos construido una casa dentro de la casa. Arrastré la cama hasta quedar debajo de la lona y me senté ahí invitándola a acompañarme hasta que terminara la lluvia, o hasta quedarnos dormidos, lo que sucediera primero.
Bio
Aerandiano de honor
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Re: [Cerrado]Un baño de sol [Privado]
Arygos seguía sin recordar haber presenciado nunca una lluvia de vacas, pero su existencia le daba algo de sentido a algunos hallazgos insólitos a lo largo de los años. Vacas, o lo que quedaba de ellas, espachurradas en los lugares más intransitables y peculiares en los que pudieran hallarse. Aquella parecía una justificación tan buena como cualquier otra, sobre todo, porque era la única que tenía, así que acepto sin poner más dudas el hecho de que a veces, en Aerandir, llovían vacas.
La improvisada tienda de campaña no habría sobrevivido a la intemperie. Por suerte, para sus ocupantes, no lo estaba. Como no tenía que soportar los embates del viento, los ganchos medio oxidados eran suficiente soporte para mantener las lonas en su sitio.
Arygos los reviso un par de veces. Por precaución, y por no interrumpir los dedos del vampiro a través de su cabello. El constante golpeteo de las goteras, ahogo el leve runrún que escapó de su garganta. Una pálida sombra fruto del reflejo muscular de su cuerpo, del ronroneo de un dragón.
—Gracias.— Se sonrió, trepándose a la cama tras él.
El repiqueteo de la lluvia se mezclaba con el crepitar del hogar, invitando a permanecer a cubierto, cerca del calor. La dragona estiró las piernas, de modo que el fuego le entibiase los pies.
Sus ojos pasearon por el peculiar cobijo que los rodeaba.
—¿Cuál es el lugar más raro en el que has tenido que refugiarte?.— Ya fuera el sol o las tormentas, la necesidad de cobijo era ineludible para Bio, y conociéndole, seguro que había terminado en más de un embrollo, hilarante desventura en consecuencia.
Mientras le escuchaba, se acurruco contra el para compartirle su calor. Tomó una de sus manos, envolviéndola entre las suyas. La acerco a su rostro, y la entibio con su aliento, tal y como había visto a las madres hacer con sus niños los días de invierno que había pasado en el sur.
La improvisada tienda de campaña no habría sobrevivido a la intemperie. Por suerte, para sus ocupantes, no lo estaba. Como no tenía que soportar los embates del viento, los ganchos medio oxidados eran suficiente soporte para mantener las lonas en su sitio.
Arygos los reviso un par de veces. Por precaución, y por no interrumpir los dedos del vampiro a través de su cabello. El constante golpeteo de las goteras, ahogo el leve runrún que escapó de su garganta. Una pálida sombra fruto del reflejo muscular de su cuerpo, del ronroneo de un dragón.
—Gracias.— Se sonrió, trepándose a la cama tras él.
El repiqueteo de la lluvia se mezclaba con el crepitar del hogar, invitando a permanecer a cubierto, cerca del calor. La dragona estiró las piernas, de modo que el fuego le entibiase los pies.
Sus ojos pasearon por el peculiar cobijo que los rodeaba.
—¿Cuál es el lugar más raro en el que has tenido que refugiarte?.— Ya fuera el sol o las tormentas, la necesidad de cobijo era ineludible para Bio, y conociéndole, seguro que había terminado en más de un embrollo, hilarante desventura en consecuencia.
Mientras le escuchaba, se acurruco contra el para compartirle su calor. Tomó una de sus manos, envolviéndola entre las suyas. La acerco a su rostro, y la entibio con su aliento, tal y como había visto a las madres hacer con sus niños los días de invierno que había pasado en el sur.
Arygos Valnor
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