[Cerrado]Un baño de sol [Privado]

Nada más empezar el relato, este atrapo por completo la atención de la dragona. Sus ojos, vivaces, seguían los teatrales gestos de sus manos, con las que ilustraba y dramatizaba la relación.
Cuando Víctor presiono su abdomen, contuvo el aliento, sumergida por completo en el aura de misterio que había construido el vampiro. Arygos no se lo había puesto muy difícil, como siempre, consecuencia probable de su innata curiosidad.

La mención de la reina araña tiño el entusiasmo con el que escuchaba de un regusto amargo. Aunque no conocía todos los detalles que habían llevado a la insidiosa criatura a dominar a Víctor, aún recordaba vívidamente la difícil batalla que se desató para liberarle. Por un instante, sintió arder la horrible cicatriz que se extendía por su hombro izquierdo, de un diámetro de más de un palmo. Los relieves de las viejas ampollas aún podían percibirse a simple vista, aunque hacia años que plagaba su piel.
Arygos observó la muñecade su compañero, suave y pristina. Paso los dedos delicadamente sobre el lugar que antaño había ocupado la marca de la reina araña, preguntándose si el también tendría de vez en cuando algún episodio de dolor fantasma.
—No vuelvas a tocar a gente extraña que te encuentres dentro de cuevas…-Era la mejor moraleja que podía aportar a aquella historia, y todas las buenas historias tenían moraleja.
Satisfecha, se acurrucó contra él y le dio un cariñoso coscorrón. Pues si bien la anécdota no era hilarante, llenaba algunos de los vacíos de una de sus épocas más oscuras.  —Mi familia no cuenta.-Acotó, siempre consciente del cada vez más próximo encuentro.

La joven intentó, en vano, contener un bostezo. Frustrada, resoplo por las narinas un par de veces.
—¿No tienes miedo de dormirte?.-Confesó, bajito.— Me da la sensación de que si me duermo, se nos escapará este momento... Que, mientras consigamos mantenernos en vela, el día no va a terminar, y aún podremos sostener su magia.-Su pálida y pequeña mano se cerró en la nada, ante si, como si buscase atrapar algo que estaba más allá de lo que sus simples ojos mortales les permitían ver.
—O quedarnos, porque una vez nos vayamos, quizás no volvamos a encontrar este lugar, este momento.— suspiro.— Es difícil ponerlo en palabras.
La dragona guardo silencio unos instantes, luego suspiró largamente y se recostó contra él, cerrando los ojos, pero aún bien despierta.
—¿Te quedarías? Si eso te permitiese caminar bajo el sol, como hoy, pero no pudieras irte en por de conservar esa magia.
Un trueno resonó cerca. El viento azotó la casa con fuerza, pero la pequeña choza de pescador, permanecía inquebrantable en su precariedad, lloviendo sobre la tienda de campaña que habitaba sus entrañas, pero sin ceder un paso más a la tormenta.
—Habría que reparar la choza, claro.-Bromeo la dragona, que en el fondo, conocía la respuesta.

—Tendría miedo de despertar y que no estés ahí— La primera respuesta la sorprendió. Le miro desde abajo, recostado en su cabeza. No se le había pasado por la cabeza que aquel fuer aun miedo que pudiese tener. En aquel momento se prometió que, aunque durante sus viajes se escabullera por comida, o a revisar que las inmediaciones fueran seguras, se esforzaría por volver a donde descansaban antes de que el vampiro se desvelara.
—Muchas personas despiertan y salen a quejarse de que les molesta el sol, porque al tenerlo todos los días, no les importa. Quizá si pudiera salir al sol todos los días, no lo atesoraría tanto y sería simplemente un día más—  La idea de cansarse de algo bueno no le era ajena, en cuanto a que la había podido observar mucho en los demás. Pero para ella, que nunca había tenido mucho, y que lo poco que tenía lo valoraba como a un tesoro, nunca podría pensar tan banalmente de algo que apreciase. Incluso el sol, al que había renunciado parcialmente por la compañía del vampiro, era algo que extrañaba y que había valorado siempre.

Arygos alzo la mano, y le acaricio lenta y cariñosamente el cabello, tal y como el había hecho con ella, mientras, le escuchaba sin interrumpirle, dejando que pusiera en palabras sus pensamientos.-De todos modos, salir al sol a cambio de ser un prisionero, no es algo que nos sirva al propósito de explorar Aerandir.Tenemos muchos lugares por visitar, quizá en otro de ellos se repita este mismo sol. Es más divertido explorar el mundo de noche que reparar una choza de día— Una leve sonrisa se pinto en sus labios, ante la expectativa de seguir viajando. Además, no se imaginaba a Bio haciendo de obrero. No le había parecido muy ducho a la hora de hacer refugios, lo cual, teniendo en cuenta su condición, era preocupante.
—Es más divertido explorar el mundo de noche que reparar una choza de día- Arygos se apretó contra el cómo respuesta, como si al estar pegados pudiera transmitirle todo su afecto. Cuando el apoyo su rostro en el de ella, lo movió de arriba abajo suavemente, para acariciarle la mejilla con la propia. Si ella era el sol, él era Sevok, su noche, una noche por la que valía la pena no ver el día.-Por ahora deberíamos descansar un rato para comenzar el viaje con energía, espera un largo recorrido.
—No tan largo.-Se tumbó en el camastro, tirando de él hacia sí para que siguieran pegados y el vampiro no tomase frío.— En unos pocos días deberíamos llegar al segundo pico.— Volvió a bostezar la dragona.
—Gracias.— Musitó somnolienta, al cabo de unos instantes de silencio.— Por compartirme lo que piensas. Me habría costado llevarte de aquí. Nunca quisiera ser lo que te aleja de tu felicidad.— Su tono, se iba desvaneciendo lentamente, a medida que le sueño iba adueñándose de ella. Le paso las extremidades por encima, como si fuera a cubrirlo con el ala, y sus palabras pasaron a ser ruiditos inconexos.