La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
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Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
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Fehu
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Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
Como los padres de Sashenka se habían negado rotundamente a que se uniera a la Guardia, la joven no podía contar con los recursos de su familia para poder realizar gastos más que los necesarios para sobrevivir. Esa era más ayuda de la que la mayoría recibía, pero aún así era mucho menos de lo que estaba acostumbrada la dragona. Como consecuencia de todo esto, se vio obligada a hacer algo que nunca había tenido que hacer antes: Ahorrar.
El sueldo de la Guardia no era algo destacado, mucho menos cuando se estaba en los rangos más bajos. Pero la rigurosidad que tenía Sasha para su entrenamiento y su trabajo también lo tuvo para guardar cada moneda hasta poder llegar a un aproximado de lo que creía le iba a salir la armadura que quería.
Le habían dado buenas referencias de un sitio en particular, “La espada arcana” se llamaba, y según varios de sus compañeros, la herrería de ese lugar trabajaba con materiales de alta calidad. Aprovechando su horario del almuerzo, decidió comprar por fin su nueva armadura, y además el colgante de Pudor en otro negocio que le habían sugerido.
-Buenas tardes - Dijo con su gesto neutral - Necesito una armadura nueva, más exactamente, necesito que sea una armadura de Pesada - Llevaba el equipo que le daba la Guardia y eso apenas la protegía, no se sentía segura peleando con eso - He escuchado que puede fabricar armaduras que se adapten a la forma de dragón, sería en verdad muy útil si pudiera confeccionar una de esas - Miró su bolsa de monedas, aun se sentía extraño el tener que calcular si le alcanzaba para comprar algo o no - Estoy dispuesta a pagar lo que sea necesario siempre y cuando el producto sea de buena calidad -
------------------------------------------------------------
-Compro Armadura Pesada de Fieras Superior: [Armadura Pesada] Hecha en base a placas de metal y otros materiales resistentes de calidad Normal. Se adapta a los cambios de forma, pudiendo seguir protegiendo en forma de Lobo o Dragón.
El sueldo de la Guardia no era algo destacado, mucho menos cuando se estaba en los rangos más bajos. Pero la rigurosidad que tenía Sasha para su entrenamiento y su trabajo también lo tuvo para guardar cada moneda hasta poder llegar a un aproximado de lo que creía le iba a salir la armadura que quería.
Le habían dado buenas referencias de un sitio en particular, “La espada arcana” se llamaba, y según varios de sus compañeros, la herrería de ese lugar trabajaba con materiales de alta calidad. Aprovechando su horario del almuerzo, decidió comprar por fin su nueva armadura, y además el colgante de Pudor en otro negocio que le habían sugerido.
-Buenas tardes - Dijo con su gesto neutral - Necesito una armadura nueva, más exactamente, necesito que sea una armadura de Pesada - Llevaba el equipo que le daba la Guardia y eso apenas la protegía, no se sentía segura peleando con eso - He escuchado que puede fabricar armaduras que se adapten a la forma de dragón, sería en verdad muy útil si pudiera confeccionar una de esas - Miró su bolsa de monedas, aun se sentía extraño el tener que calcular si le alcanzaba para comprar algo o no - Estoy dispuesta a pagar lo que sea necesario siempre y cuando el producto sea de buena calidad -
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-Compro Armadura Pesada de Fieras Superior: [Armadura Pesada] Hecha en base a placas de metal y otros materiales resistentes de calidad Normal. Se adapta a los cambios de forma, pudiendo seguir protegiendo en forma de Lobo o Dragón.
Sashenka Dozorova
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Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
Como diría un viejo amigo suyo, un auténtico mercenario de pura cepa: Otro bonito día para sobrevivir bajo la sombra de los dioses.
Era una frase de lo más simple, pero su antiguo compañero de armas no paraba de decirla, sobre todo para aleccionar a un rubio mozalbete que no sabía nada de la guerra, y mucho menos de la vida. Sí, en aquella coyuntura militar significaba mucho más que levantarse y vivir un día más, porque eso mismo, sobrevivir, bajo el prisma del combate era toda una odisea.
Recordar momentos del pasado, le traían al brujo una mezcolanza de vivencias que se sentían tan lejanas como cercanas. Recuerdos de chapa forjada bajo negro, sangre y el olor de la muerte a cada paso. Tristes historias, pero a las que no les faltaban buenas dosis de camaradería, de tesón, deber y la hermosa sensación de estar todas a una en mitad de un mundo tan cruel.
Y quizás por eso, cuando la joven le hizo el pedido, el rubio sintió una leve desagradable sensación recorrer cada una de las fibras de su cuerpo. No en vano, aquella mujer, pese a la diferencia de edad con el chico que una vez fue él, no dejaba de ser una especie de representación de aquella era. De otra época que se repetía en cíclico ritual. Y aunque él se había metido en todo aquel infierno con menos edad de la que aparentaba esa joven, no podía dejar de pensar: ¿para qué querría una armadura pesada?
- Claro, no hay problema. Tengo una larga colección de armaduras, seguro que alguna le gustará-, le contestó, abstrayéndose de sus propios pensamientos y haciendo un gesto con el brazo para señalar la zona con armaduras en sus expositores.
Al fin y al cabo, era normal que Vinc sintiera aquello. Su carácter era el que era, más fácil arriesgar su propia vida que el de otra persona, y una armadura de ese tipo no se solía comprar para hacer la compra. Como mucho para jugar a los caballeros, pero los humanos, por lo general, dejaban esos torneos para la exclusividad de los hombres. Aunque quizás estaba corriendo demasiado, la chica puede que ni fuera de por allí.
- Ah ya veo. Tengo justo lo que necesita-, le contestó, cuando la mujer explicó más detalladamente lo que quería. Una información, que por otro lado, dejaba bien en claro que si había nacido en el sur, humana al menos no era. - Armaduras de Fieras se llama, es genial para cambiaformas. Dragona en este caso, supongo-, se atrevió a sugerir, pues ella misma había comentado que quería que se adaptara a forma de dragón. - Si quiere calidad, calidad tendrá. Doscientos cincuenta y cinco vale la de mejor calidad. Me llevará toda la tarde hacerla, pero puede venir a recogerla justo antes de cerrar, durante el atardecer. U otro día, como mejor le convenga.
Una vez llegado a un acuerdo formal, solo quedaba ponerse manos a la obra.
- Cuídese. No quedará decepcionada con el trabajo-, le dijo a la chica, como despedida, antes de internarse a la trastienda.
Allí, el brujo no perdió el tiempo, pues si quería acabar tan pronto, como para poder entregar la armadura por la tarde noche, no debía dormirse en los laureles. Es más, para garantizar el éxito en tan poco tiempo le pidió ayuda a Sandal, para que le fuera trayendo materiales, calentando la fragua, colocando los aceros al fuego, etc.
Golpe a golpe, fue forjando las placas de la armadura, que en cuestión de tiempo cobró la forma deseada. Le dio la típica “delgadez” por la cintura, con un grosor adecuado para la mujer del pedido y, por supuesto, amplitud en la zona del pecho. Era importante que fuera de este modo para que un golpe en la parte superior no descargara a pelo contra las carnes del que iba dentro. Eso no era muy bueno para la salud.
Quizás por el recuerdo de la negra compañía, Vincent había dado a las partes metálicas de la armadura un color muy oscuro con acero negro, y daba la sensación que era hierro negro, pero no, el hierro sin carbono era tan duro como quebradizo. En cambio, aquella obra de arte era lo suficientemente flexible para doblarse cuando la fuerza del impacto fuera tal, que hiciera mella en mella. Pero no se rompería, descubriendo a su portadora en mitad del combate.
En cualquier caso, al final tuvo una hermosa armadura negra con cuero de la mejor calidad en las zonas necesarias, para que la joven tuviera una buena movilidad. De poco servía ser un espantapájaros sin movilidad alguna, recibiendo palo tras palo. Una armadura a la que solo tuvo que rubricar con un sencillo encantamiento que serviría para que no se destruyera en el proceso de transformación de un hombre lobo u hombre dragón o, en este caso, mujer dragón, y que siguiera protegiendo tras el mencionado cambio de forma.
- Aquí tiene, joven. Espero que sea de su agrado. Tanto en forma, color como en peso. Es bastante ligera, para ser una pesada, claro-, le comentó en cuánto se reencontró con ella, enseñándole la armadura que había colocado pieza a pieza sobre el mostrador. - Toda suya. Espero que la proteja como es debido-. Deseó, aunque sabía que era de buena calidad y pocas mejores encontraría por el mundo. - Y recuerde volver si necesita cualquier otra cosa, aquí estaremos para servirle-, se despidió.
Otra buena venta. Más dinero para el bolsillo de mercenario, esta vez de comerciante.
Una armadurita por acá. Seguro que esta te gustará, no sé por qué me da en la nariz que así será :3
Herrería Nivel Experto
Armadura Pesada de Fieras Superior / 255 aeros (170 de gasto en materiales + 85 de beneficio para el brujo)
Era una frase de lo más simple, pero su antiguo compañero de armas no paraba de decirla, sobre todo para aleccionar a un rubio mozalbete que no sabía nada de la guerra, y mucho menos de la vida. Sí, en aquella coyuntura militar significaba mucho más que levantarse y vivir un día más, porque eso mismo, sobrevivir, bajo el prisma del combate era toda una odisea.
Recordar momentos del pasado, le traían al brujo una mezcolanza de vivencias que se sentían tan lejanas como cercanas. Recuerdos de chapa forjada bajo negro, sangre y el olor de la muerte a cada paso. Tristes historias, pero a las que no les faltaban buenas dosis de camaradería, de tesón, deber y la hermosa sensación de estar todas a una en mitad de un mundo tan cruel.
Y quizás por eso, cuando la joven le hizo el pedido, el rubio sintió una leve desagradable sensación recorrer cada una de las fibras de su cuerpo. No en vano, aquella mujer, pese a la diferencia de edad con el chico que una vez fue él, no dejaba de ser una especie de representación de aquella era. De otra época que se repetía en cíclico ritual. Y aunque él se había metido en todo aquel infierno con menos edad de la que aparentaba esa joven, no podía dejar de pensar: ¿para qué querría una armadura pesada?
- Claro, no hay problema. Tengo una larga colección de armaduras, seguro que alguna le gustará-, le contestó, abstrayéndose de sus propios pensamientos y haciendo un gesto con el brazo para señalar la zona con armaduras en sus expositores.
Al fin y al cabo, era normal que Vinc sintiera aquello. Su carácter era el que era, más fácil arriesgar su propia vida que el de otra persona, y una armadura de ese tipo no se solía comprar para hacer la compra. Como mucho para jugar a los caballeros, pero los humanos, por lo general, dejaban esos torneos para la exclusividad de los hombres. Aunque quizás estaba corriendo demasiado, la chica puede que ni fuera de por allí.
- Ah ya veo. Tengo justo lo que necesita-, le contestó, cuando la mujer explicó más detalladamente lo que quería. Una información, que por otro lado, dejaba bien en claro que si había nacido en el sur, humana al menos no era. - Armaduras de Fieras se llama, es genial para cambiaformas. Dragona en este caso, supongo-, se atrevió a sugerir, pues ella misma había comentado que quería que se adaptara a forma de dragón. - Si quiere calidad, calidad tendrá. Doscientos cincuenta y cinco vale la de mejor calidad. Me llevará toda la tarde hacerla, pero puede venir a recogerla justo antes de cerrar, durante el atardecer. U otro día, como mejor le convenga.
Una vez llegado a un acuerdo formal, solo quedaba ponerse manos a la obra.
- Cuídese. No quedará decepcionada con el trabajo-, le dijo a la chica, como despedida, antes de internarse a la trastienda.
Allí, el brujo no perdió el tiempo, pues si quería acabar tan pronto, como para poder entregar la armadura por la tarde noche, no debía dormirse en los laureles. Es más, para garantizar el éxito en tan poco tiempo le pidió ayuda a Sandal, para que le fuera trayendo materiales, calentando la fragua, colocando los aceros al fuego, etc.
Golpe a golpe, fue forjando las placas de la armadura, que en cuestión de tiempo cobró la forma deseada. Le dio la típica “delgadez” por la cintura, con un grosor adecuado para la mujer del pedido y, por supuesto, amplitud en la zona del pecho. Era importante que fuera de este modo para que un golpe en la parte superior no descargara a pelo contra las carnes del que iba dentro. Eso no era muy bueno para la salud.
Quizás por el recuerdo de la negra compañía, Vincent había dado a las partes metálicas de la armadura un color muy oscuro con acero negro, y daba la sensación que era hierro negro, pero no, el hierro sin carbono era tan duro como quebradizo. En cambio, aquella obra de arte era lo suficientemente flexible para doblarse cuando la fuerza del impacto fuera tal, que hiciera mella en mella. Pero no se rompería, descubriendo a su portadora en mitad del combate.
En cualquier caso, al final tuvo una hermosa armadura negra con cuero de la mejor calidad en las zonas necesarias, para que la joven tuviera una buena movilidad. De poco servía ser un espantapájaros sin movilidad alguna, recibiendo palo tras palo. Una armadura a la que solo tuvo que rubricar con un sencillo encantamiento que serviría para que no se destruyera en el proceso de transformación de un hombre lobo u hombre dragón o, en este caso, mujer dragón, y que siguiera protegiendo tras el mencionado cambio de forma.
- Aquí tiene, joven. Espero que sea de su agrado. Tanto en forma, color como en peso. Es bastante ligera, para ser una pesada, claro-, le comentó en cuánto se reencontró con ella, enseñándole la armadura que había colocado pieza a pieza sobre el mostrador. - Toda suya. Espero que la proteja como es debido-. Deseó, aunque sabía que era de buena calidad y pocas mejores encontraría por el mundo. - Y recuerde volver si necesita cualquier otra cosa, aquí estaremos para servirle-, se despidió.
Otra buena venta. Más dinero para el bolsillo de mercenario, esta vez de comerciante.
Offrol
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Una armadurita por acá. Seguro que esta te gustará, no sé por qué me da en la nariz que así será :3
- Armadura:
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Vincent Calhoun
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Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
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Ambos obtenéis 2 px por uso del taller. ¡Enhorabuena por tu subida de nivel, Sashenka!
Fehu
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Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
Llevaba todas sus compras en las manos, salvo por la capa de plumas que colgaba ya en su espalda. Un bulto puntiagudo sobresaliendo de un costado de esta.
La verdad es que necesitaba hacer algo al respecto con esa arma, ya que no estaba acostumbrada a pelear a larga distancia, llevaría tiempo para aprender tal habilidad. Aunque fuera algo que tenía de sobra, pues tenía mejores cosas que pensar que el ser medianamente mediocre con ella.
Tuvo que ser un poco más abierta al publico y preguntar a los transeúntes sobre un buen herrero. Al comienzo tenía planeado un re diseño completo, pues le era incomodo viajar con ella, pero la realidad era que no le sobraba el dinero y al parecer no había gente que le asegurara que fuera capaz de mantener su magia dentro de ella... Hasta que alguien le hablo de un tal Vincent que podría hacer lo que deseaba y no la dejaría durmiendo en la calle muerta de hambre, o al menos eso esperaba.
Se dirigió allí, con las esperanzas en un puño, caminando lentamente hacía el mostrador. -Me dijeron que aquí pueden encantar esta arma y ¿qué cambie de forma?- Tenía sus dudas al respecto, pero incluso así, soltó la cuerda que sostenía la lanza en su espalda y la paró a un lado de ella. Le sacaba más de una cabeza y era todo menos liviana. -¿Crees que puedas convertirla en navajas para mis alas? Tienen que ser lo suficientemente finas para que pueda mantenerme en el aire con ella y bien afiladas. Puedo mostrarte el ancho que deben abarcar si es necesario.- Llevaba su armadura que le permitía cambiar de forma, así no tendría que preocuparse por quedar desnuda en el proceso.
Dejó el arma apoyada en la mesa mientras cambiaba a su apariencia semi dragón y abría el arco de sus alas, algo de por sí bastante complicado, pues evitaba tirar todo a su paso mientras lo hacía, señalando las áreas importantes y las zonas donde no debería haber peso pues podría perder el agarre del viento.
•Compro: Arma Cambiante: [Encantamiento de Arma], que irá en la Lanza de Áddila, arma de calidad épica.
La verdad es que necesitaba hacer algo al respecto con esa arma, ya que no estaba acostumbrada a pelear a larga distancia, llevaría tiempo para aprender tal habilidad. Aunque fuera algo que tenía de sobra, pues tenía mejores cosas que pensar que el ser medianamente mediocre con ella.
Tuvo que ser un poco más abierta al publico y preguntar a los transeúntes sobre un buen herrero. Al comienzo tenía planeado un re diseño completo, pues le era incomodo viajar con ella, pero la realidad era que no le sobraba el dinero y al parecer no había gente que le asegurara que fuera capaz de mantener su magia dentro de ella... Hasta que alguien le hablo de un tal Vincent que podría hacer lo que deseaba y no la dejaría durmiendo en la calle muerta de hambre, o al menos eso esperaba.
Se dirigió allí, con las esperanzas en un puño, caminando lentamente hacía el mostrador. -Me dijeron que aquí pueden encantar esta arma y ¿qué cambie de forma?- Tenía sus dudas al respecto, pero incluso así, soltó la cuerda que sostenía la lanza en su espalda y la paró a un lado de ella. Le sacaba más de una cabeza y era todo menos liviana. -¿Crees que puedas convertirla en navajas para mis alas? Tienen que ser lo suficientemente finas para que pueda mantenerme en el aire con ella y bien afiladas. Puedo mostrarte el ancho que deben abarcar si es necesario.- Llevaba su armadura que le permitía cambiar de forma, así no tendría que preocuparse por quedar desnuda en el proceso.
Dejó el arma apoyada en la mesa mientras cambiaba a su apariencia semi dragón y abría el arco de sus alas, algo de por sí bastante complicado, pues evitaba tirar todo a su paso mientras lo hacía, señalando las áreas importantes y las zonas donde no debería haber peso pues podría perder el agarre del viento.
•Compro: Arma Cambiante: [Encantamiento de Arma], que irá en la Lanza de Áddila, arma de calidad épica.
Oromë Vánadóttir
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Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
Era una tarde tranquila. Un día como cualquier otro en uno de los tantos talleres y negocios de la zona portuaria de Lunargenta. Un anodino día de ventas que solo fue roto por una nívea brisa adornada de forma perfecta con sendas joyas del dorado color del oro. En el escaso tiempo que la puerta estuvo abierta, sus ojos centellearon como si de ópalos se trataran, dándole al joven humano, una sensación mayor de que esa mirada estaba creada por la misma fuerza de la naturaleza, con la que creaba tan magníficas piedras preciosas.
- Oh, hola señorita-, contestó Sandal, saliendo de su sopor al darse cuenta, unos instantes tardíos, de que la chica ya le había hablado. - Ah, sí claro, claro. Podemos hacerlo. Bueno Vincent puede, yo aún no sé tanto sobre arcanos, mi especialidad es la herrería.
Nada más decirlo, el enano pensó “Por qué cojones le cuentas todo eso.”, más lo hecho, hecho estaba. Ya no había vuelta atrás. “Deja de comportarte como un infante”, fue lo último que se dijo mentalmente antes de volver a hablar.
- Iré a buscarlo. No tardaré.
- No hace falta, ya ando por aquí-, comentó el brujo, que miraba hacia la pareja desde detrás de la puerta entreabierta de su despacho. Una ligera y pícara media sonrisa cruzaba su rostro. - Un encantamiento de arma cambiante. Sé hacerlo. Y es barato, solo cuesta sesenta aeros. No me llevaría mucho tiempo, más sí que necesito una demostración para saber si podría llevarse a cabo. Sé la altura y longitud que suelen tener los dragones, sin embargo, puede haber mínimas diferencias que den a todo el trabajo al traste-. Si las quería para sus alas y tenía forma humana, era una dragona. Eso o una mujer bestia de alas invisibles. - Tendremos que hacer algunas mediciones, en la calle o en el taller hay espacio suficiente.
Los hombres dejaron que la chica saliera primero para luego seguirla… o casi.
- Vaya, vaya-, comentó Vinc, en quedos susurros, en cuanto estuvo a la altura de su amigo enano, colocando su mano sobre su hombro para frenar su caminar. - No sabía que hubieran mujeres capaces de dejar sin habla al gran Sandal-, bromeó, volviendo a sonreír con picardía después de haber tenido un rostro y trato serio con la joven.
En cuánto el mercenario terminó de tomarle el pelo a su amigo, ambos reanudaron su marcha. Aunque Vincent podía escuchar como el enano refunfuñaba por lo bajo de forma ininteligible.
De todos modos, llevó solo un rato que la joven se cambiara de forma, que los vendedores hicieran unas medidas de las puntas de sus alas, para después regresar todos al interior.
- Pues bien. La lanza es entera de metal, larga y ancha, tiene la cantidad de material necesario para el cambio-, dijo, examinándola con la mirada. - Pero si la quiere en forma de dragón el cambio será complejo-. Normalmente se usaba alguna palabra. Pero… los seres afines a la magia tenían sus ventajas. - Sé que le parecerá un poco extraño-, comento seguido, cediéndole una daga. - Pero necesito unas gotas de su sangre-, terminó por decir, colocando el tarro bajo el brazo de ella.
Vinc prefería que fuera ella misma la que se causara la herida. Aún rodeada de gente, podíamos considerarlo un toque de privacidad.
- Excelente, no tardaré. Mi socio se quedará con usted para lo que necesite-, dijo serio, pero luego le lanzó una mirada socarrona al enano, de espaldas a la chica para que ella no se percatase. Que Sandal devolvió al brujo con la intensidad de mil soles.
Suerte que el mercenario de rubios cabellos era todo un caradura, esa mirada podría haberle matado si no fuese tan... Vincent.
Más, esas bromas en esos momentos carecían de importancia. Ahora tocaba ponerse manos a la obra. Por ello, el brujo se sentó a su mesa y colocó la lanza de costado, cuán larga de lado a lado. Justo donde terminaba su parte filosa comenzó la elaboración, un glifo de arma cambiante, como de costumbres. Sin embargo, en esta ocasión la tinta mágica estaba mezclada con la sangre de la dragona, ligando aquel encantamiento a la persona que le había realizado el pedido. De esta manera, la joven no necesitaría ninguna palabra para realizar el cambio, solo pensarlo. Y tendría justo lo que quería, unas cuchillas en sus alas.
En cuánto terminó el glifo, la lanza levitó mágicamente y el brujo le dio forma con las manos y sus herramientas hasta conseguir la otra forma del arma cambiante. Un tiempo le llevó, pero cuando acabó, la lanza quedó convertida en aquellas cuchillas, con la forma perfecta por las mediciones anteriores para la dragona que esperaba.
- Aquí tiene-, dijo, dejando las cuchillas sobre el mostrador. - Piense en ellas como una lanza-, le comentó, y las cuchillas se convirtieron en una lanza. En aquella que había llegado a manos de la chica. - Ya ve, solo tiene que pensar en ellas como una lanza o viceversa, y se cambiaran. Solo a aquellas cuchillas y esta lanza, claro está. Mi maestría en arcanos no llega para darle un arsenal entero-, bromeó. - Si se la coloca la lanza en la espalda podrá hacer maravillas y jugar con su transformación y el cambio de arma. Pero en fin, no quiero marearla más con mis palabras. Vuelva cuando quiera y necesite algo más. Estamos para servirla-, dijo finalmente, despidiendo con amabilidad a la chica.
Cuando esta partió, el brujo echó una mirada a su amigo.
- Qué pasa. Tengo monos en la cara.
Vincent sonrió al chico. Después negó con la cabeza, divertido ante el recuerdo de la perspectiva lenta y balbuceante de su socio, camino hacia el interior de su despacho.
Una lanza cambiante a cuchillas para la encantadora Oromë, encandiladora de enanos majos :3. Espero que te sirva para tus futuros roles, joven dragona ^^
Iba a buscarte unas imágenes, (en serio, no es mi excusa de gato vago (?) pero creo que es algo tan personalizado que seguro tú encuentras algo más cercano a lo que quieres <3:
Arcanos Nivel Maestro
Arma Cambiante: [Encantamiento de Arma] / 60 aeros (40 aeros en materiales + 20 de beneficio para este brujo tan caradura)
- Oh, hola señorita-, contestó Sandal, saliendo de su sopor al darse cuenta, unos instantes tardíos, de que la chica ya le había hablado. - Ah, sí claro, claro. Podemos hacerlo. Bueno Vincent puede, yo aún no sé tanto sobre arcanos, mi especialidad es la herrería.
Nada más decirlo, el enano pensó “Por qué cojones le cuentas todo eso.”, más lo hecho, hecho estaba. Ya no había vuelta atrás. “Deja de comportarte como un infante”, fue lo último que se dijo mentalmente antes de volver a hablar.
- Iré a buscarlo. No tardaré.
- No hace falta, ya ando por aquí-, comentó el brujo, que miraba hacia la pareja desde detrás de la puerta entreabierta de su despacho. Una ligera y pícara media sonrisa cruzaba su rostro. - Un encantamiento de arma cambiante. Sé hacerlo. Y es barato, solo cuesta sesenta aeros. No me llevaría mucho tiempo, más sí que necesito una demostración para saber si podría llevarse a cabo. Sé la altura y longitud que suelen tener los dragones, sin embargo, puede haber mínimas diferencias que den a todo el trabajo al traste-. Si las quería para sus alas y tenía forma humana, era una dragona. Eso o una mujer bestia de alas invisibles. - Tendremos que hacer algunas mediciones, en la calle o en el taller hay espacio suficiente.
Los hombres dejaron que la chica saliera primero para luego seguirla… o casi.
- Vaya, vaya-, comentó Vinc, en quedos susurros, en cuanto estuvo a la altura de su amigo enano, colocando su mano sobre su hombro para frenar su caminar. - No sabía que hubieran mujeres capaces de dejar sin habla al gran Sandal-, bromeó, volviendo a sonreír con picardía después de haber tenido un rostro y trato serio con la joven.
En cuánto el mercenario terminó de tomarle el pelo a su amigo, ambos reanudaron su marcha. Aunque Vincent podía escuchar como el enano refunfuñaba por lo bajo de forma ininteligible.
De todos modos, llevó solo un rato que la joven se cambiara de forma, que los vendedores hicieran unas medidas de las puntas de sus alas, para después regresar todos al interior.
- Pues bien. La lanza es entera de metal, larga y ancha, tiene la cantidad de material necesario para el cambio-, dijo, examinándola con la mirada. - Pero si la quiere en forma de dragón el cambio será complejo-. Normalmente se usaba alguna palabra. Pero… los seres afines a la magia tenían sus ventajas. - Sé que le parecerá un poco extraño-, comento seguido, cediéndole una daga. - Pero necesito unas gotas de su sangre-, terminó por decir, colocando el tarro bajo el brazo de ella.
Vinc prefería que fuera ella misma la que se causara la herida. Aún rodeada de gente, podíamos considerarlo un toque de privacidad.
- Excelente, no tardaré. Mi socio se quedará con usted para lo que necesite-, dijo serio, pero luego le lanzó una mirada socarrona al enano, de espaldas a la chica para que ella no se percatase. Que Sandal devolvió al brujo con la intensidad de mil soles.
Suerte que el mercenario de rubios cabellos era todo un caradura, esa mirada podría haberle matado si no fuese tan... Vincent.
Más, esas bromas en esos momentos carecían de importancia. Ahora tocaba ponerse manos a la obra. Por ello, el brujo se sentó a su mesa y colocó la lanza de costado, cuán larga de lado a lado. Justo donde terminaba su parte filosa comenzó la elaboración, un glifo de arma cambiante, como de costumbres. Sin embargo, en esta ocasión la tinta mágica estaba mezclada con la sangre de la dragona, ligando aquel encantamiento a la persona que le había realizado el pedido. De esta manera, la joven no necesitaría ninguna palabra para realizar el cambio, solo pensarlo. Y tendría justo lo que quería, unas cuchillas en sus alas.
En cuánto terminó el glifo, la lanza levitó mágicamente y el brujo le dio forma con las manos y sus herramientas hasta conseguir la otra forma del arma cambiante. Un tiempo le llevó, pero cuando acabó, la lanza quedó convertida en aquellas cuchillas, con la forma perfecta por las mediciones anteriores para la dragona que esperaba.
- Aquí tiene-, dijo, dejando las cuchillas sobre el mostrador. - Piense en ellas como una lanza-, le comentó, y las cuchillas se convirtieron en una lanza. En aquella que había llegado a manos de la chica. - Ya ve, solo tiene que pensar en ellas como una lanza o viceversa, y se cambiaran. Solo a aquellas cuchillas y esta lanza, claro está. Mi maestría en arcanos no llega para darle un arsenal entero-, bromeó. - Si se la coloca la lanza en la espalda podrá hacer maravillas y jugar con su transformación y el cambio de arma. Pero en fin, no quiero marearla más con mis palabras. Vuelva cuando quiera y necesite algo más. Estamos para servirla-, dijo finalmente, despidiendo con amabilidad a la chica.
Cuando esta partió, el brujo echó una mirada a su amigo.
- Qué pasa. Tengo monos en la cara.
Vincent sonrió al chico. Después negó con la cabeza, divertido ante el recuerdo de la perspectiva lenta y balbuceante de su socio, camino hacia el interior de su despacho.
Offrol
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Una lanza cambiante a cuchillas para la encantadora Oromë, encandiladora de enanos majos :3. Espero que te sirva para tus futuros roles, joven dragona ^^
Iba a buscarte unas imágenes, (en serio, no es mi excusa de gato vago (?) pero creo que es algo tan personalizado que seguro tú encuentras algo más cercano a lo que quieres <3:
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Arma Cambiante: [Encantamiento de Arma] / 60 aeros (40 aeros en materiales + 20 de beneficio para este brujo tan caradura)
Vincent Calhoun
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Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
Zelas había vuelto a Lunargenta después de un largo periodo viajando sin rumbo, había logrado escaparse con éxito del ojo vigilante de su hermano mayor, la ultima vez se reencontraron en esta misma ciudad y el elfo estaba seguro que la suerte no podía jugarle en contra dos veces de la misma forma, tenia un poco de dinero acumulado entre estafas y trabajos y pensó que era momento de invertir en su armamento nuevamente así sin mucho pensarlo se dirigió al primer lugar que le pareció interesante. -la espada arcana... de acuerdo me convenció- dijo el elfo al momento de entrar al lugar, acto seguido se acerco al recibidor, desabrochando el arnés que cargaba sus armas las cuales tenia sujetas firmemente en su espalda y depositaba las 4 cimitarras en la pequeña mesa.
-buenas me ha gustado el nombre del lugar así que he decidido ver que pueden hacer por mi, veras mis armas ya tienen un pequeño truco, si bien tener una carta bajo la manga es bueno, imagina lo que harían dos- dijo al momento que desenvainaba 2 cimitarras y las unía volviéndola una espada de doble hoja, -impresionante verdad, hechas a la medida por 3 hermosas mujeres y un elfo herrero, me gustaría que le pudieras añadir algo que sorprenda a cualquiera que tenga la mala suerte de cruzarse con estas hojas- dijo al momento que dejaba esa espada de doble hoja en la mesa y procedía a unir las otras 2 cimitarras, -me dijeron que si alguien las encantaba en esta forma la magia se mantenía en el par de cimitarras, me ayudarías a comprobar que tan cierto es esto?- dijo dejando la otra espada de doble hoja en la mesa.
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Compro Infusión Etérea(x2): [Encantamiento de Arma] El daño del arma se considera parcialmente mágico, permitiendo que la mitad de éste ignore armaduras.
Nivel: Experto
que irán en mis Hojas unidas superiores(x2): Esta arma puede utilizarse como 2 armas (cimitarras) o unirse para formar una mas grande y pesada. (espada de doble hoja) calidad superior
-buenas me ha gustado el nombre del lugar así que he decidido ver que pueden hacer por mi, veras mis armas ya tienen un pequeño truco, si bien tener una carta bajo la manga es bueno, imagina lo que harían dos- dijo al momento que desenvainaba 2 cimitarras y las unía volviéndola una espada de doble hoja, -impresionante verdad, hechas a la medida por 3 hermosas mujeres y un elfo herrero, me gustaría que le pudieras añadir algo que sorprenda a cualquiera que tenga la mala suerte de cruzarse con estas hojas- dijo al momento que dejaba esa espada de doble hoja en la mesa y procedía a unir las otras 2 cimitarras, -me dijeron que si alguien las encantaba en esta forma la magia se mantenía en el par de cimitarras, me ayudarías a comprobar que tan cierto es esto?- dijo dejando la otra espada de doble hoja en la mesa.
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Compro Infusión Etérea(x2): [Encantamiento de Arma] El daño del arma se considera parcialmente mágico, permitiendo que la mitad de éste ignore armaduras.
Nivel: Experto
que irán en mis Hojas unidas superiores(x2): Esta arma puede utilizarse como 2 armas (cimitarras) o unirse para formar una mas grande y pesada. (espada de doble hoja) calidad superior
Última edición por Zelas Hazelmere el Jue Mayo 21 2020, 19:43, editado 1 vez
Zelas Hazelmere
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Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
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Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
- Eres un idiota. Brujo tenías que ser. Mira que dejarme en evidencia.
- ¿Yo? Pero si he sido de lo más sutil. La chica no se ha dado cuenta de nada-, respondió. - O eso creo-, dijo antes de reír.
- Ah, maldita sea. Siempre acabas igual. Restándole importancia a mis preocupaciones o problemas.
- ¿Cómo que se la resto? Si se la doy, no seas injusto tampoco. Yo he sido muy discreto. El que se ha quedado con la boca abierta has sido tú-, comentó, evitando reírse esta vez, pero no pudiendo evitar mostrar una sonrisa ante el recuerdo de tamaña imagen en su memoria. - Yo solo salvé la situación. Era muy sosa sin mi aportación. A la vida hay que echarle un poco de sal de vez en cuando.
- ¿Diciendo paridas? ¿Echándome miradas tontas?
El enano iba añadir algo más, pero el sonido de la campanilla de la puerta de entrada y el codazo con el cual el brujo acompañó a ese sonido, acallaron al hombrecillo.
- Buenas tardes, que desea-, saludó al chico que acababa de entrar.
Este no tardaría en explicar que quería. Como la dragona de antes, se notaba que tenía las ideas claras. Aunque una idea surcó la mente del mercenario, ahora mismo comerciante.
“¿Para que necesitaba el elfo herrero a tres hermosas mujeres para forjar espadas?”
Una interesante cuestión. Vinc suponía que las chicas también serían artesanas igual que el elfo, pero había sido un tanto extraño dentro de su cabeza.
- Lo es. Son armas dobles pero al mismo tiempo son parte de una. Es una idea de los más original y eficiente. Mis respetos a ese maestro elfo y su séquito.
Seguro que esas mujeres no eran tan intensas como Sandal cuando le daba por ahí. Al menos, eso deseaba por el bien de ese pobre hombre. Vinc miró de soslayo al enano y este estaba mirándole, por lo que un escalofrío recorrió su espina dorsal antes de mirar de nuevo hacia el cliente.
- Tengo algo ideal para usted. Un encantamiento llamado Infusión Etérea. Uno en cada juego bastará para convertirse un combatiente más letal de lo que ya será con estas preciosidades en sus manos.
“¿Sandal le habría leído la mente?” Bien parecía que sabía en qué estaba pensando sobre las ayudantes del elfo y los enanos cascarrabias.
- Serían doscientos diez aeros, cada una. Lo que haría un total de cuatrocientos veinte-, comentó al joven. Aunque esas orejas… de joven bien podría tener muy poco. - Pero por ser tan simpático y dejar tanto dinero en mi tienda, se las puedo rebajar y dejárselas en trescientos noventa. ¿Qué le parece?
Ja. Cuando alguien se gastaba en un comercio nunca era mala idea dejarle una buena impresión para que regresara otro día. Sobre todo cuando era tanto dinero.
En cualquier caso, en cuánto estuvieron de acuerdo con el precio, el brujo se marchó a la trastienda para comenzar su labor.
Ese encantamiento, a esas alturas, ya lo había hecho miles de veces, así que la punta del cincel recorrió la superficie de la espada con velocidad y firmeza. Esa seguridad que daba la práctica tantas veces realizada. Cómo se solía decir, cómo su maestro de combate le recordaba cada día: La práctica hace al maestro.
Solo un rato le llevó cincelar la espada doble cerca del lugar donde se separaba. Allí uso una resina especial mágica para llenar el hueco con ella, en el orden adecuado para que el conjuro surtiera efecto. Tras unos instantes, el glifo sobre el metal brilló varias veces y después quedó tan duro como el acero, en un color azulado. Ahora parecía que era parte del metal y que siempre había estado allí, como una marca de herrero. Una sencilla comprobación con un muñeco de pruebas, le sirvió para asegurarse de que el encantamiento doble estaba en su sitio, y que ambas cimitarras de la hoja doble tenían el efecto.
Después, realizó el mismo procedimiento con la otra espada de doble filo, y cuando la tuvo terminada, se la llevó al chico.
Ese procedimiento era más lento que el de tinta, más era excelente para ese tipo de armas, y no le llevaba mucho más tiempo al bueno de Vinc. Por ello, el elfo no habría tenido que esperar en demasía por sus obras de arte.
- Aquí tiene-, dijo, dejándolas sobre el mostrador.
- Espero que sean de su agrado. Hay pocos maestros arcanistas con el nivel de Vincent. Vuelva pronto-, dijo seguido el enano, buscando tener un cliente de futuro.
- Y pocos maestros herreros como Sandal-, comentó el brujo, intentando a ayudar a esa buenaventura de un cliente seguro. - Tenga buena día y que le vaya bien. Que los caminos le traigan grandes recompensas y pocos problemas-, le deseó amable.
Dos encantamientos de Infusión Etérea para el bueno de Zelas. Como nuevo por el foro, le damos un ayudita y un descuento en mis precios habituales. Espero que disfrutes con tus armas mejoradas y lo pases bien en tus futuras palizas como luchador =D
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- ¿Yo? Pero si he sido de lo más sutil. La chica no se ha dado cuenta de nada-, respondió. - O eso creo-, dijo antes de reír.
- Ah, maldita sea. Siempre acabas igual. Restándole importancia a mis preocupaciones o problemas.
- ¿Cómo que se la resto? Si se la doy, no seas injusto tampoco. Yo he sido muy discreto. El que se ha quedado con la boca abierta has sido tú-, comentó, evitando reírse esta vez, pero no pudiendo evitar mostrar una sonrisa ante el recuerdo de tamaña imagen en su memoria. - Yo solo salvé la situación. Era muy sosa sin mi aportación. A la vida hay que echarle un poco de sal de vez en cuando.
- ¿Diciendo paridas? ¿Echándome miradas tontas?
El enano iba añadir algo más, pero el sonido de la campanilla de la puerta de entrada y el codazo con el cual el brujo acompañó a ese sonido, acallaron al hombrecillo.
- Buenas tardes, que desea-, saludó al chico que acababa de entrar.
Este no tardaría en explicar que quería. Como la dragona de antes, se notaba que tenía las ideas claras. Aunque una idea surcó la mente del mercenario, ahora mismo comerciante.
“¿Para que necesitaba el elfo herrero a tres hermosas mujeres para forjar espadas?”
Una interesante cuestión. Vinc suponía que las chicas también serían artesanas igual que el elfo, pero había sido un tanto extraño dentro de su cabeza.
- Lo es. Son armas dobles pero al mismo tiempo son parte de una. Es una idea de los más original y eficiente. Mis respetos a ese maestro elfo y su séquito.
Seguro que esas mujeres no eran tan intensas como Sandal cuando le daba por ahí. Al menos, eso deseaba por el bien de ese pobre hombre. Vinc miró de soslayo al enano y este estaba mirándole, por lo que un escalofrío recorrió su espina dorsal antes de mirar de nuevo hacia el cliente.
- Tengo algo ideal para usted. Un encantamiento llamado Infusión Etérea. Uno en cada juego bastará para convertirse un combatiente más letal de lo que ya será con estas preciosidades en sus manos.
“¿Sandal le habría leído la mente?” Bien parecía que sabía en qué estaba pensando sobre las ayudantes del elfo y los enanos cascarrabias.
- Serían doscientos diez aeros, cada una. Lo que haría un total de cuatrocientos veinte-, comentó al joven. Aunque esas orejas… de joven bien podría tener muy poco. - Pero por ser tan simpático y dejar tanto dinero en mi tienda, se las puedo rebajar y dejárselas en trescientos noventa. ¿Qué le parece?
Ja. Cuando alguien se gastaba en un comercio nunca era mala idea dejarle una buena impresión para que regresara otro día. Sobre todo cuando era tanto dinero.
En cualquier caso, en cuánto estuvieron de acuerdo con el precio, el brujo se marchó a la trastienda para comenzar su labor.
Ese encantamiento, a esas alturas, ya lo había hecho miles de veces, así que la punta del cincel recorrió la superficie de la espada con velocidad y firmeza. Esa seguridad que daba la práctica tantas veces realizada. Cómo se solía decir, cómo su maestro de combate le recordaba cada día: La práctica hace al maestro.
Solo un rato le llevó cincelar la espada doble cerca del lugar donde se separaba. Allí uso una resina especial mágica para llenar el hueco con ella, en el orden adecuado para que el conjuro surtiera efecto. Tras unos instantes, el glifo sobre el metal brilló varias veces y después quedó tan duro como el acero, en un color azulado. Ahora parecía que era parte del metal y que siempre había estado allí, como una marca de herrero. Una sencilla comprobación con un muñeco de pruebas, le sirvió para asegurarse de que el encantamiento doble estaba en su sitio, y que ambas cimitarras de la hoja doble tenían el efecto.
Después, realizó el mismo procedimiento con la otra espada de doble filo, y cuando la tuvo terminada, se la llevó al chico.
Ese procedimiento era más lento que el de tinta, más era excelente para ese tipo de armas, y no le llevaba mucho más tiempo al bueno de Vinc. Por ello, el elfo no habría tenido que esperar en demasía por sus obras de arte.
- Aquí tiene-, dijo, dejándolas sobre el mostrador.
- Espero que sean de su agrado. Hay pocos maestros arcanistas con el nivel de Vincent. Vuelva pronto-, dijo seguido el enano, buscando tener un cliente de futuro.
- Y pocos maestros herreros como Sandal-, comentó el brujo, intentando a ayudar a esa buenaventura de un cliente seguro. - Tenga buena día y que le vaya bien. Que los caminos le traigan grandes recompensas y pocos problemas-, le deseó amable.
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Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
Habían pasados las horas volando, seguro se debía a todo lo que tuvo que cabalgar con un corcel apunto de estirar la pata, finalmente habíamos llegado a Lunargenta, después de mi anterior trabajo había recibido el dinero suficiente para poder arreglar mi arma como tanto lo deseaba para poder estar mejor preparado pare el próximo trabajo que tomara.
Los rumores me habían llevado hasta Lunargenta donde había un herrero y brujo que hacia buenas armas además que tenía precios accesible para gente pobre como yo, irónico así quería alcanzar ser rey de los dragones, esto hizo que me riera hasta llegar a la ubicación donde estaba situado el taller de aquel brujo.
Me desaloje del caballo y lo amarre en la rama de un árbol que estaba a los alrededores, descolgué la funda donde estaba el arma para tomarla con una sola mano, abrí la puerta empujando el arma con esta, una entrada algo forzada pero al estar en su funda no hubo tanto dramatismo para pensar que era un robo.
Vi a una persona detrás de las barras donde atendían a los clientes por lo cual me acerque a esta, posando delicadamente mi arma encima de la barra de madera, y sin esperar que alguien me diera la bienvenida o me ofreciera su servicio, aclare lo que necesitaba;
Buenas, necesito reconstruir esta arma y mejorar su calidad, además acá tengo el diseño que necesito que tenga mi arma.
Desde uno de los bolsillos del ropaje saque una hoja de papel donde estaba dibujado la apariencia que quería que tuviera mi nueva espada, en el centro llevaría la forma de una espada normal pero esta se desviaría a los lados formando dos hojas al costado como si se tratara de un hacha de guerra, incluso en el mango del arma tendría una punta afilada por si debería golpear o clavarla en algún lugar para sostenerme sirviendo como apoyo, y como adorno en el centro llevaría dos cabezas de dragones, todo el arma debería ser oscura con un tono de morado a los alrededores.
Esto es lo que quiero. – Aclare con firmeza ante la persona.
Los rumores me habían llevado hasta Lunargenta donde había un herrero y brujo que hacia buenas armas además que tenía precios accesible para gente pobre como yo, irónico así quería alcanzar ser rey de los dragones, esto hizo que me riera hasta llegar a la ubicación donde estaba situado el taller de aquel brujo.
Me desaloje del caballo y lo amarre en la rama de un árbol que estaba a los alrededores, descolgué la funda donde estaba el arma para tomarla con una sola mano, abrí la puerta empujando el arma con esta, una entrada algo forzada pero al estar en su funda no hubo tanto dramatismo para pensar que era un robo.
Vi a una persona detrás de las barras donde atendían a los clientes por lo cual me acerque a esta, posando delicadamente mi arma encima de la barra de madera, y sin esperar que alguien me diera la bienvenida o me ofreciera su servicio, aclare lo que necesitaba;
Buenas, necesito reconstruir esta arma y mejorar su calidad, además acá tengo el diseño que necesito que tenga mi arma.
Desde uno de los bolsillos del ropaje saque una hoja de papel donde estaba dibujado la apariencia que quería que tuviera mi nueva espada, en el centro llevaría la forma de una espada normal pero esta se desviaría a los lados formando dos hojas al costado como si se tratara de un hacha de guerra, incluso en el mango del arma tendría una punta afilada por si debería golpear o clavarla en algún lugar para sostenerme sirviendo como apoyo, y como adorno en el centro llevaría dos cabezas de dragones, todo el arma debería ser oscura con un tono de morado a los alrededores.
- Spoiler:
Esto es lo que quiero. – Aclare con firmeza ante la persona.
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Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
Aquel día en el taller, era un poco diferente para Vincent. Solo un poco.
El brujo mercenario había aprendido nuevas técnicas y tenía mayor experiencia al momento de forjar el acero. Por esa razón, ya tocaba una mejora de su equipo de combate. No es que Vincent tuviera un armamento de baja calidad, muy al contrario, más en cosas como aquellas, no se debía escatimar en gastos. A veces, en la batalla, el pequeño detalle era lo que te mantenía vivo, y diablos, habían pocas personas en aquel loco mundo a los que no les gustara seguir respirando.
El caso, es que después de trabajar un rato en la forja, golpe a golpe luego en el yunque, había logrado una mejora notable en algunas de sus armas personales. El juego de armas que una vez fuera de su padre, la espada y la daga con las que había partido hacía ya tantos años de Beltrexus en su búsqueda, y el estilete que solía esconder en la caña de su bota.
Así pues, la mañana había transcurrido como siempre, ya que muchas veces tenía que preparar armas y equipo para los expositores de la tienda. Sin embargo, en esta ocasión el sudor corría por su frente para darse un “caprichito” a sí mismo.
No obstante, no toda el día iba a poder trabajar en sus propias cosas. Tenía un negocio que mantener.
- Ah, así que quiere que tenga esta forma-, respondió Vinc, a su socio, cuando este le enseñó el dibujo del arma.
El mercenario no pudo evitar echarle un ojo que había traído Sandal consigo, a duras penas, junto al pergamino, mientras usaba un paño para limpiarse el sudor que amenazaba con bajar hacia sus ojos.
- Ese tipo sí que es fuerte y lo demás son tonterías-, mencionó después de contemplar arma que debía modificar. Más para sí mismo que para su compañero, aunque este lo pudo escuchar perfectamente, al ver el arma. - Es un cambio considerable.
- No te preocupes, he hablado con él y estamos de acuerdo con el pago por nuestros servicios. Todo esto le saldrá unos doscientos aeros.
- Bien, pues manos a la obra. Si nos damos brío lo tendremos listo en un rato.
Una espada como aquella no la podía manejar él solo con comodidad. Era lo más cercano a una viga de acero afilado para el combate, que había visto en su vida. Y por esa razón intuyó que el cliente quisiera modificarla. Aunque tuviera la fuerza para manejarla, no dejaba de ser un problema para su equilibrio y rapidez.
En cualquier caso, en un momento calentaron el arma y la reacondicionaron, de forma que fuera más pequeña y ligera, manteniendo las bases del diseño en pergamino que les enseñara el antes mencionado cliente. Pero que fuese más pequeña no la hacía menos letal. Ahora le habían añadido un acero de mayor calidad, y había realizado un templado de una calidad muy superior a la que tenía el arma base.
Con la nueva empuñadura, recién forjada y encuerada, estaba lista para defender a su dueño allá donde los caminos le llevaran.
- Curiosa arma. Es muy interesante-, comentó al joven, en cuánto pudo verlo en persona al salir a la parte delantera de la tienda. - Tiene estilo-, dijo finalmente, dejándola sobre el mostrador para que pudiera llevársela. - Y todo ello por el módico precio de doscientos aeros y conservando el glifo de Thor. Ya sabe, si necesita cualquier otra o algún amigo necesitado de buenas armas o encantamientos, ya sabe dónde encontrarnos-, se despidió del chico, publicitando un poco el negocio de paso.
Al fin y al cabo, quien renunciaría a un buen puñado de monedas por rato de trabajo.
Mejoro tres de mis antiguas armas, siendo estas mi espada Rugido, la daga con el encantamiento eléctrico y el estilete que uso en mi bota. Luego realizo una reconfección al arma de calidad pobre de Sajin y después la mejoro a calidad superior, con lo que se ahorraría diez aeros en el proceso. Todo quedaría así:
Herrería Nivel Experto
Para Sajin
Reconfección / 30 aeros por ser la espada de calidad pobre
Arma de Una Mano Superior / 170 aeros (120 aeros en materiales - 10 aeros de la "destrucción" + 60 de beneficio para este mercenario)
Total gastado por Sajin: 200 aeros
Para Vincent
3 Armas de Una Mano Superiores / 300 aeros (360 aeros en materiales - 60 aeros de la "destrucción" de las antiguas de calidad normal)
Total gastado por Vinc: 300 aeros - 60 de beneficio del trabajo con Sajin: 240 aeros
Espero que lo pases bien por el forito Sajin. Disfruta de tu nueva arma ^^
El brujo mercenario había aprendido nuevas técnicas y tenía mayor experiencia al momento de forjar el acero. Por esa razón, ya tocaba una mejora de su equipo de combate. No es que Vincent tuviera un armamento de baja calidad, muy al contrario, más en cosas como aquellas, no se debía escatimar en gastos. A veces, en la batalla, el pequeño detalle era lo que te mantenía vivo, y diablos, habían pocas personas en aquel loco mundo a los que no les gustara seguir respirando.
El caso, es que después de trabajar un rato en la forja, golpe a golpe luego en el yunque, había logrado una mejora notable en algunas de sus armas personales. El juego de armas que una vez fuera de su padre, la espada y la daga con las que había partido hacía ya tantos años de Beltrexus en su búsqueda, y el estilete que solía esconder en la caña de su bota.
Así pues, la mañana había transcurrido como siempre, ya que muchas veces tenía que preparar armas y equipo para los expositores de la tienda. Sin embargo, en esta ocasión el sudor corría por su frente para darse un “caprichito” a sí mismo.
No obstante, no toda el día iba a poder trabajar en sus propias cosas. Tenía un negocio que mantener.
- Ah, así que quiere que tenga esta forma-, respondió Vinc, a su socio, cuando este le enseñó el dibujo del arma.
El mercenario no pudo evitar echarle un ojo que había traído Sandal consigo, a duras penas, junto al pergamino, mientras usaba un paño para limpiarse el sudor que amenazaba con bajar hacia sus ojos.
- Ese tipo sí que es fuerte y lo demás son tonterías-, mencionó después de contemplar arma que debía modificar. Más para sí mismo que para su compañero, aunque este lo pudo escuchar perfectamente, al ver el arma. - Es un cambio considerable.
- No te preocupes, he hablado con él y estamos de acuerdo con el pago por nuestros servicios. Todo esto le saldrá unos doscientos aeros.
- Bien, pues manos a la obra. Si nos damos brío lo tendremos listo en un rato.
Una espada como aquella no la podía manejar él solo con comodidad. Era lo más cercano a una viga de acero afilado para el combate, que había visto en su vida. Y por esa razón intuyó que el cliente quisiera modificarla. Aunque tuviera la fuerza para manejarla, no dejaba de ser un problema para su equilibrio y rapidez.
En cualquier caso, en un momento calentaron el arma y la reacondicionaron, de forma que fuera más pequeña y ligera, manteniendo las bases del diseño en pergamino que les enseñara el antes mencionado cliente. Pero que fuese más pequeña no la hacía menos letal. Ahora le habían añadido un acero de mayor calidad, y había realizado un templado de una calidad muy superior a la que tenía el arma base.
Con la nueva empuñadura, recién forjada y encuerada, estaba lista para defender a su dueño allá donde los caminos le llevaran.
- Curiosa arma. Es muy interesante-, comentó al joven, en cuánto pudo verlo en persona al salir a la parte delantera de la tienda. - Tiene estilo-, dijo finalmente, dejándola sobre el mostrador para que pudiera llevársela. - Y todo ello por el módico precio de doscientos aeros y conservando el glifo de Thor. Ya sabe, si necesita cualquier otra o algún amigo necesitado de buenas armas o encantamientos, ya sabe dónde encontrarnos-, se despidió del chico, publicitando un poco el negocio de paso.
Al fin y al cabo, quien renunciaría a un buen puñado de monedas por rato de trabajo.
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Mejoro tres de mis antiguas armas, siendo estas mi espada Rugido, la daga con el encantamiento eléctrico y el estilete que uso en mi bota. Luego realizo una reconfección al arma de calidad pobre de Sajin y después la mejoro a calidad superior, con lo que se ahorraría diez aeros en el proceso. Todo quedaría así:
Herrería Nivel Experto
Para Sajin
Reconfección / 30 aeros por ser la espada de calidad pobre
Arma de Una Mano Superior / 170 aeros (120 aeros en materiales - 10 aeros de la "destrucción" + 60 de beneficio para este mercenario)
Total gastado por Sajin: 200 aeros
Para Vincent
3 Armas de Una Mano Superiores / 300 aeros (360 aeros en materiales - 60 aeros de la "destrucción" de las antiguas de calidad normal)
Total gastado por Vinc: 300 aeros - 60 de beneficio del trabajo con Sajin: 240 aeros
Espero que lo pases bien por el forito Sajin. Disfruta de tu nueva arma ^^
Vincent Calhoun
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Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
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Ambos obtenéis 2 px por uso del taller. No olviden editar sus listas de tareas.
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Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
Una vez más se había dirigido a La Espada Arcana. Todo lo que había ocurrido en su vida desde la primera vez que había pisado aquella tienda, hoy lucia tan lejano pero igual de presente como si no hubiesen pasado más que miseros segundos.
Hizo el camino habitual, aquel que le evitaría demasiadas miradas sobre ella y cuando se encontró frente a la puerta del establecimiento, simplemente cruzó el umbral.
¿Cuanto tiempo había pasado? No demasiado, pero tampoco fue hace poco. Consideró que aquella sensación no era más que los reflejos de su mente, tratando de acomodar sus pensamientos de forma razonable... No era sencillo, teniendo tantas cosas que hacer y en las cuales pensar consumía su energía y la agotaba de sobremanera.
Suspiró suavemente mientras se dirigía al mostrador, su mirada plana y sin sonrisas, solamente cansancio. -Hola, la ultima vez que estuve aquí noté que también colocas encantamientos en las armaduras. ¿Podrías agregarle el de Fortaleza Inamovible? Creo que sería muy útil- Trató de sonreír pero solamente le salió una mueca algo torcida.
Colocó la armadura sobre la mesa y antes de que se lo llevara para hacer su pedido recordó una cosa más. -Ya tiene una habilidad en ella, sería bueno que no desapareciera o terminaría siendo inútil si cambio de forma- Esta vez si le salió algo semejante a una mueca alegre y divertida en sus labios.
•Compro encantamiento de armadura, Fortaleza Inamovible.
Hizo el camino habitual, aquel que le evitaría demasiadas miradas sobre ella y cuando se encontró frente a la puerta del establecimiento, simplemente cruzó el umbral.
¿Cuanto tiempo había pasado? No demasiado, pero tampoco fue hace poco. Consideró que aquella sensación no era más que los reflejos de su mente, tratando de acomodar sus pensamientos de forma razonable... No era sencillo, teniendo tantas cosas que hacer y en las cuales pensar consumía su energía y la agotaba de sobremanera.
Suspiró suavemente mientras se dirigía al mostrador, su mirada plana y sin sonrisas, solamente cansancio. -Hola, la ultima vez que estuve aquí noté que también colocas encantamientos en las armaduras. ¿Podrías agregarle el de Fortaleza Inamovible? Creo que sería muy útil- Trató de sonreír pero solamente le salió una mueca algo torcida.
Colocó la armadura sobre la mesa y antes de que se lo llevara para hacer su pedido recordó una cosa más. -Ya tiene una habilidad en ella, sería bueno que no desapareciera o terminaría siendo inútil si cambio de forma- Esta vez si le salió algo semejante a una mueca alegre y divertida en sus labios.
•Compro encantamiento de armadura, Fortaleza Inamovible.
Oromë Vánadóttir
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Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
Un radiante rayo de sol había entrado aquel día por el portal de aquel negocio. Uno singular, especial, de níveos cabellos y dorada mirada.
- Oh, por favor. Otra vez con esa tontería, Vincent. Solo me quedé empanado un momento. No es que me enamore de toda mujer cuando me quedo pasmado.
- Ya. Ya. Te quedaste “pasmado” cual estatua de cera porque te pasa todos días, en un determinado momento. Es una maldición que tienes-, respondió Vinc, dándole un particular tono burlesco a la palabra pasmado, para después echarse a reír. -¡Vamos! Te quedaste empanado por ver entrar a la chica. Por lo menos reconoce el hecho.
- Déjate de chorradas. Puede que... La chica es guapa, ¡maldita sea! Pero deja de dar el coñazo con eso. Tienes trabajo-, le recordó, antes de comenzar a caminar hacia la parte delantera de la tienda.
El mercenario meneó la cabeza, observando unos instantes la figura del enano que le daba la espalda mientras se alejaba.
Había sido una situación divertida, aprovechándose de la vergüenza del pobre Sandal, más no podía quedarse todo el día diciendo tonterías y mirando las musarañas si quería terminar el pedido a tiempo.
Una fortaleza inamovible. Era un pedido sencillo para alguien de su experiencia. No le llevaría demasiado tiempo.
La armadura ya estaba sobre la mesa, cortesía del bueno de Sandal, por lo que para comenzar, el brujo solo tenía que sentarse en la silla y usar su tinta mágica. No le llevó demasiado tiempo hacer los trazos en el orden adecuado y exacto para darle a la mujer lo que necesitaba y deseaba tener. Unos trazos rápidos, pero seguros y constantes, que una vez finalizados, firmó con una palabra en el idioma de los dragones, justo debajo del dibujo de la runa. Ello provocó que la magia del glifo quedara sellada en el conjunto de defensa, después de que runa y palabra brillaran durante unos instantes, en cíclica alternancia de luz y oscuridad.
-Perfecto-, se dijo a sí mismo, con una sonrisa de satisfacción dibujada en el rostro.
Un encantamiento más acabado de forma apropiada. Una nueva oportunidad de ganar dinero.
- Por el encantamiento serían ciento ochenta aeros. Creo que mi buen amigo y socio, Sandal-, hizo un gesto con la testa, señalando al enano, - ya la puso al corriente del pago y de que no habría problema con la magia ya latente en la armadura. Espero que el nuevo encantamiento le ayude a protegerse durante sus viajes y aventuras-, terminó por decirle, marcando una media sonrisa sobre los labios.
“Y no dude en volver. Sandal la echaría demasiado de menos”, pensó el brujo con cierta travesura, sin perder la sonrisa en ningún momento. Echándole una mirada de soslayo al enano cuando la chica se giró para marcharse.
Oh sí. Nadie se enamoraba de una sola mirada. Esas historias eran cuentos de literatura y de peligrosos truhanes. De ello, el mercenario estaba seguro, más también lo estaba en que Sandal disfrutaría de otra visita de la dama norteña de blancos cabellos, indiferentemente que no existiera amor en aquella sala.
Había días tan rutinarios, que la simple visita de una hermosa y simpática dragona, la visión de una cara cada vez más conocida, los volvía más alegres.
Una Fortaleza Inamovible para la señorita Oromë, que repite en mi tienda. Muchas gracias por ello. Si sigue viniendo... ¡tendré que darte cupón de rebajas para la tercera compra! :3
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Fortaleza Inamovible: [Encantamiento de Armadura o Escudo] / 180 aeros (120 aeros en materiales + 60 de beneficio para el brujo saleroso)
- Oh, por favor. Otra vez con esa tontería, Vincent. Solo me quedé empanado un momento. No es que me enamore de toda mujer cuando me quedo pasmado.
- Ya. Ya. Te quedaste “pasmado” cual estatua de cera porque te pasa todos días, en un determinado momento. Es una maldición que tienes-, respondió Vinc, dándole un particular tono burlesco a la palabra pasmado, para después echarse a reír. -¡Vamos! Te quedaste empanado por ver entrar a la chica. Por lo menos reconoce el hecho.
- Déjate de chorradas. Puede que... La chica es guapa, ¡maldita sea! Pero deja de dar el coñazo con eso. Tienes trabajo-, le recordó, antes de comenzar a caminar hacia la parte delantera de la tienda.
El mercenario meneó la cabeza, observando unos instantes la figura del enano que le daba la espalda mientras se alejaba.
Había sido una situación divertida, aprovechándose de la vergüenza del pobre Sandal, más no podía quedarse todo el día diciendo tonterías y mirando las musarañas si quería terminar el pedido a tiempo.
Una fortaleza inamovible. Era un pedido sencillo para alguien de su experiencia. No le llevaría demasiado tiempo.
La armadura ya estaba sobre la mesa, cortesía del bueno de Sandal, por lo que para comenzar, el brujo solo tenía que sentarse en la silla y usar su tinta mágica. No le llevó demasiado tiempo hacer los trazos en el orden adecuado y exacto para darle a la mujer lo que necesitaba y deseaba tener. Unos trazos rápidos, pero seguros y constantes, que una vez finalizados, firmó con una palabra en el idioma de los dragones, justo debajo del dibujo de la runa. Ello provocó que la magia del glifo quedara sellada en el conjunto de defensa, después de que runa y palabra brillaran durante unos instantes, en cíclica alternancia de luz y oscuridad.
-Perfecto-, se dijo a sí mismo, con una sonrisa de satisfacción dibujada en el rostro.
Un encantamiento más acabado de forma apropiada. Una nueva oportunidad de ganar dinero.
- Por el encantamiento serían ciento ochenta aeros. Creo que mi buen amigo y socio, Sandal-, hizo un gesto con la testa, señalando al enano, - ya la puso al corriente del pago y de que no habría problema con la magia ya latente en la armadura. Espero que el nuevo encantamiento le ayude a protegerse durante sus viajes y aventuras-, terminó por decirle, marcando una media sonrisa sobre los labios.
“Y no dude en volver. Sandal la echaría demasiado de menos”, pensó el brujo con cierta travesura, sin perder la sonrisa en ningún momento. Echándole una mirada de soslayo al enano cuando la chica se giró para marcharse.
Oh sí. Nadie se enamoraba de una sola mirada. Esas historias eran cuentos de literatura y de peligrosos truhanes. De ello, el mercenario estaba seguro, más también lo estaba en que Sandal disfrutaría de otra visita de la dama norteña de blancos cabellos, indiferentemente que no existiera amor en aquella sala.
Había días tan rutinarios, que la simple visita de una hermosa y simpática dragona, la visión de una cara cada vez más conocida, los volvía más alegres.
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Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
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Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
Ya tenía la armadura. Y la capa. Ahora restaba mejorarlas.
Recorrió las tiendas de Lunargenta tras salir de la curtiduría. Se sentía bastante complacido, y más seguro ahora que llevaba aquellas prendas encima. Cómodas, flexibles y de muy buena calidad. Sin embargo, continuaba sin ser suficiente.
Sus batallas anteriores le indicaban a las claras que precisaba aún más. Su hoja era buena, pero simple. Lo mismo que su armadura. No podrían cortar o detener a muchos de sus enemigos. Debía reducir esa diferencia entre él y sus posibles oponentes.
No se trataba de adquirir nuevos métodos de ataque o defensa, sino diferentes. Tenía que haber alguna forma de que su espada mejorase su ataque, y de que sus protecciones ayudasen aún más de lo que ya por natural lo hacían, pensaba distraído, observando los escaparates de diversas tiendas, comercios y locales, pequeña muestra del gran número que poseía la urbe humana. No sólo dicha raza regentaba los comercios. También elfos que habían decidido no echar raíces en Sandorai, muestra clara la dueña del Gato Negro, hombres bestia… e incluso brujos. La tolerancia humana llegaba a resultar excesiva.
Sabía pese a ello, que aquello que pretendía sólo podía realizarse por dos vías: metales excesivamente extraños y costosos, de los que carecía y sin duda no podría llegar a pagar en esos momentos… y encantamientos.
Ahí radicaba precisamente el problema. La lucha entre la necesidad y el odio. Su mentalidad y sus ideas hacían inviable comprarle cosa alguna a alguien perteneciente a la casta de los hechiceros. Por otro lado, sabía bien que no toda la magia era producto de la macabra destrucción propiciada por las manos de los brujos, que se valían de los elemental. Algo auxiliar para sus pertenencias por lo tanto cabía dentro de sus prejuicios. Siempre que no financiase a un miembro de dicha raza. Y ese era otro inconveniente.
Recorrió puestos comerciales durante horas. Herrerías, curtidurías, herboristerías, fabricantes de pociones más o menos legales… mas todo lo referente a encantamientos chocaba con la pared invisible de hallarse en pertenencia de un usuario de magia. Resultaba natural, se dijo, entre irritado y resignado, pero evadió todos los locales que eran claramente su propiedad.
Decidió entonces centrarse más en las forjas. Era posible para los Humanos aprender encantamientos hasta cierto punto, mediante runas, o infusiones en objetos. Hubiese preferido una tienda élfica, hasta que se reconoció que el tamaño de Lunargenta no se aliada precisamente con él a la hora de encontrar algo así. Tendría que ser humano.
Uno en concreto llamó su atención cerca del puerto tras horas de búsqueda infructuosa. La calle estaba bastante atestada de criaturas de diversa procedencia y él deseaba terminar rápido la transacción y regresar al descanso de la bonita habitación que tenía reservada en esa posada.
Un hombrecillo de baja estatura parecía regentar el negocio, y Nou no tuvo sensación alguna de peligro. ¿Ese sujeto, un brujo? Alzó una ceja, y dio varios pasos más hacia el mostrador. Cualquier atisbo de ello, y buscaría una nueva tienda. Matar a un hechicero en tierras humanas le echaría a la guardia posiblemente encima. No podía resultar irreflexivo.
-Necesito algo conveniente para mejorar el ataque de mi espada- explicó, colocándola entre ambos- Y si me ofreces algo interesante para la armadura, puedo aligerar aún más la bolsa.
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Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
El buen brujo podría inventarse alguna historia. Decir que estaba trabajando a buen ritmo en la forja, desarrollando algunas ideas en su mesa de trabajo para conseguir nuevos y más poderosos encantamientos, o al menos idealizar alguno de los sueños que estaba teniendo.
- ¡Eh, venga! ¡Despierta! ¡Que tenemos trabajo! -, gritó a viva voz, un enano entrando en la parte trastienda del negocio, mientras se acercaba hacia la mesa de arcanos.
Vincent se sobresaltó en la silla en la que estaba repantigado y por culpa, o quizás gracia a ello, salió del sopor al que había terminado por rendirse.
- Uff, joder. Podrías despertarme de mejores maneras, en vez de a puro grito-, contestó el brujo, inclinándose hacia adelante sin levantarse de la silla y agarrándose la sien que ahora le dolía sobremanera. - Mierda, quedarme dormido en esta silla me ha hecho polvo-, dijo, más para sí mismo que para que su socio sintiera compasión por él, para después mirar hacia este. - Me has jodido un buen sueño.
- Te lo tienes merecido por dormir en el trabajo. Menuda profesionalidad-, rezongó el enano, aunque en su tono no había mucho reproche. - Oye, ¿y con qué soñabas? - preguntó, dando en ese momento a entrever que estaba más curioso por saber que molesto.
Un sueño era. Un recuerdo tal vez. Tan real que el mercenario había sentido estar allí en ese mismo instante, en vez de en aquel taller.
Turgentes senos de nívea piel se deslizaban sobre el pecho del brujo, con un seguro pero a veces desacompasado ritmo. Cuerpo contra cuerpo, sus manos acariciaban pura suavidad en medio de un placer que debería estar reservado para los dioses.
Él era un elegido sobre la faz de aquel mundo. Un afortunado.
- Ah, pues, en nada importante-, respondió el brujo, al pensar mejor ahora que estaba menos embotado y más despierto.
Por supuesto, Sandal enarcó una ceja, notando que el rubio intentaba ocultarle algo.
- Hey, no me mires así. Si me acabo de dormir, tampoco he tenido tiempo de soñar mucho.
- Pero decías que era un buen sueño.
- Bah, sí, pero solo eran sueños relacionados con mis gamberradas de chiquillo, de cuando estaba en la academia. Levantarle las túnicas a las chicas con magia y tonterías de esas por las que acababas expedientado unas semanas.
- De todos los brujos del mundo, encontré al más profesional de todos. No me cabe duda-, comentó con ironía el enano. - Bueno, da igual. Un hombre quiere un trabajo. Dos encantamientos, uno para armadura y otro para arma. Hemos estado hablando y creo que hemos llegado a un buen acuerdo por trescientos aeros por una Infusión Etérea y un glifo de sigilo para la armadura-, terminó por explicarle, dejando los objetos sobre la mesa.
- Ah, bien. Pues como se te da tan bien negociar, yo seguiré durmiendo-, bromeó, echándole un ojo a todo lo que tendría que realizar. - No hay problema, sólo me llevará un rato.
- En realidad no fue un problema. El tipo sabía lo que quería. Ya sabes lo que le gustan a estos muchachos del bosque pasar desapercibidos y hacer las cosas a su manera. Ja, en mis tiempos, cuando era más crío, antes de venir a la ciudad, me la pasaba en las montañas con mi padre, que era leñador, como bien ya sabes-, dijo con orgullo, recordando su pasado. - Él me enseño todo lo que necesito saber para romperle las piernas a cualquier a puro mazazo, cara a cara, sin más historias ni subterfugios. Buenos tiempos en la aldea, rechazando a los bandidos gilipollas que osaban subir a jodernos-, terminó por decir, con cierta rabia, casi escupiendo las palabras y a punto de hacer lo propio con saliva, antes de darse cuenta de donde se encontraba. Seguramente el simpático enano había recordado algunos trazos de su pasado que habían quedado grabados en su alma con fuego. - Pero en fin, cada cual lucha a su manera, como se suele decir, y eso ya es agua pasada. Ya hace mucho que vine a la ciudad a ser aprender de herrero y el resto es historia más que conocida-, se encogió de hombros.
- Así que el hombre es en realidad un elfo.
Sandal asintió.
- A nosotros nos importa bien poco de donde viene el dinero ¿no? - dijo animado, dibujando una sonrisa pícara en el rostro. - Pero por los dioses, habla con más respeto de la raza de mi pareja. Por lo menos para que no nos escuche y no nos rompa las piernas como tú tan bien sabes hacer, pero ella aún mejor sabrá-, comentó medio en broma. Luego rió a mandíbula abierta. - Anda, deja de intentar que nos maten y dile al cliente que no hay problema. En un rato lo tendré.
Y así fue. Aquellos hechizos no eran nada nuevo para el arcanista. En un tiempo indeterminado pero que no hizo que el sol atravesara demasiado rango sobre el horizonte, los encantamientos estuvieron listos. Ambos hechos con pincel y tinta mágica y su maestría en las artes arcanas. Ambos glifos dibujados sobre el acero y el cuero, respectivamente, como si los hubieran realizado en su día sobre estos materiales por la mano del herrero y del curtidor.
Unas buenas obras de arte, que harían al portador de la armadura más sigiloso, y a su arma más letal sin tener que llevar un acero de mayor calidad o peso.
- Cómo va eso.
- Pues has llegado justo a tiempo-, respondió sin mirarle, acariciando la hoja de la espada. - Es de bella factura.
- Ya lo creo. Pero ya sabes que me gustan más las hachas y las mazas. Me gusta ser contundente-, dijo antes de reír.
- Ya, ya. Te gusta romper huesos tanto como empinar el codo-, dijo, sin acritud ni maldad. - Pero en fin, ya que lo tienes todo apalabrado, puedes darle esto al cliente y cobrar los trescientos aeros. Yo tengo cosas pendientes por quedarme dormido. Debo ponerme al día.
- Muy bien. Ves, cuando trabajas eres hasta más guapo. Si eso pudiera ser posible-, contestó el enano con sorna, echándose una risotada y dándole una fuerte palmada en el hombro.
Vincent lo miró mal por encima del hombro, pero no dijo nada pues no podía enfadarse con él por esas cosas. Eran el tipo de relación de falsas pullas que tenían. En cualquier caso, solo esperó a que Sandal partiera del taller hacia la parte delantera que era propiamente la tienda, con los trabajos encargados ya finiquitados.
- En fin, día de cobro-, se dijo a sí mismo, volviendo al vista de nuevo sobre el siguiente trabajo que estaba realizando. - Nunca viene mal otro puñado de monedas.
Una Armadura Silenciosa y una Infusión Etérea para ese elfo que no llego a conocer. Espero que le sean de utilidad en su viaje para librarse de maldiciones y en demás aventuras =D
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Armadura Silenciosa: [Encantamiento de Armadura] / 100 aeros (70 aeros en materiales + 30 de beneficio para el travieso brujo)
Infusión Etérea: [Encantamiento de Arma] / 200 aeros (140 aeros en materiales + 60 de beneficio para el mismo travieso brujo)
- ¡Eh, venga! ¡Despierta! ¡Que tenemos trabajo! -, gritó a viva voz, un enano entrando en la parte trastienda del negocio, mientras se acercaba hacia la mesa de arcanos.
Vincent se sobresaltó en la silla en la que estaba repantigado y por culpa, o quizás gracia a ello, salió del sopor al que había terminado por rendirse.
- Uff, joder. Podrías despertarme de mejores maneras, en vez de a puro grito-, contestó el brujo, inclinándose hacia adelante sin levantarse de la silla y agarrándose la sien que ahora le dolía sobremanera. - Mierda, quedarme dormido en esta silla me ha hecho polvo-, dijo, más para sí mismo que para que su socio sintiera compasión por él, para después mirar hacia este. - Me has jodido un buen sueño.
- Te lo tienes merecido por dormir en el trabajo. Menuda profesionalidad-, rezongó el enano, aunque en su tono no había mucho reproche. - Oye, ¿y con qué soñabas? - preguntó, dando en ese momento a entrever que estaba más curioso por saber que molesto.
Un sueño era. Un recuerdo tal vez. Tan real que el mercenario había sentido estar allí en ese mismo instante, en vez de en aquel taller.
Turgentes senos de nívea piel se deslizaban sobre el pecho del brujo, con un seguro pero a veces desacompasado ritmo. Cuerpo contra cuerpo, sus manos acariciaban pura suavidad en medio de un placer que debería estar reservado para los dioses.
Él era un elegido sobre la faz de aquel mundo. Un afortunado.
- Ah, pues, en nada importante-, respondió el brujo, al pensar mejor ahora que estaba menos embotado y más despierto.
Por supuesto, Sandal enarcó una ceja, notando que el rubio intentaba ocultarle algo.
- Hey, no me mires así. Si me acabo de dormir, tampoco he tenido tiempo de soñar mucho.
- Pero decías que era un buen sueño.
- Bah, sí, pero solo eran sueños relacionados con mis gamberradas de chiquillo, de cuando estaba en la academia. Levantarle las túnicas a las chicas con magia y tonterías de esas por las que acababas expedientado unas semanas.
- De todos los brujos del mundo, encontré al más profesional de todos. No me cabe duda-, comentó con ironía el enano. - Bueno, da igual. Un hombre quiere un trabajo. Dos encantamientos, uno para armadura y otro para arma. Hemos estado hablando y creo que hemos llegado a un buen acuerdo por trescientos aeros por una Infusión Etérea y un glifo de sigilo para la armadura-, terminó por explicarle, dejando los objetos sobre la mesa.
- Ah, bien. Pues como se te da tan bien negociar, yo seguiré durmiendo-, bromeó, echándole un ojo a todo lo que tendría que realizar. - No hay problema, sólo me llevará un rato.
- En realidad no fue un problema. El tipo sabía lo que quería. Ya sabes lo que le gustan a estos muchachos del bosque pasar desapercibidos y hacer las cosas a su manera. Ja, en mis tiempos, cuando era más crío, antes de venir a la ciudad, me la pasaba en las montañas con mi padre, que era leñador, como bien ya sabes-, dijo con orgullo, recordando su pasado. - Él me enseño todo lo que necesito saber para romperle las piernas a cualquier a puro mazazo, cara a cara, sin más historias ni subterfugios. Buenos tiempos en la aldea, rechazando a los bandidos gilipollas que osaban subir a jodernos-, terminó por decir, con cierta rabia, casi escupiendo las palabras y a punto de hacer lo propio con saliva, antes de darse cuenta de donde se encontraba. Seguramente el simpático enano había recordado algunos trazos de su pasado que habían quedado grabados en su alma con fuego. - Pero en fin, cada cual lucha a su manera, como se suele decir, y eso ya es agua pasada. Ya hace mucho que vine a la ciudad a ser aprender de herrero y el resto es historia más que conocida-, se encogió de hombros.
- Así que el hombre es en realidad un elfo.
Sandal asintió.
- A nosotros nos importa bien poco de donde viene el dinero ¿no? - dijo animado, dibujando una sonrisa pícara en el rostro. - Pero por los dioses, habla con más respeto de la raza de mi pareja. Por lo menos para que no nos escuche y no nos rompa las piernas como tú tan bien sabes hacer, pero ella aún mejor sabrá-, comentó medio en broma. Luego rió a mandíbula abierta. - Anda, deja de intentar que nos maten y dile al cliente que no hay problema. En un rato lo tendré.
Y así fue. Aquellos hechizos no eran nada nuevo para el arcanista. En un tiempo indeterminado pero que no hizo que el sol atravesara demasiado rango sobre el horizonte, los encantamientos estuvieron listos. Ambos hechos con pincel y tinta mágica y su maestría en las artes arcanas. Ambos glifos dibujados sobre el acero y el cuero, respectivamente, como si los hubieran realizado en su día sobre estos materiales por la mano del herrero y del curtidor.
Unas buenas obras de arte, que harían al portador de la armadura más sigiloso, y a su arma más letal sin tener que llevar un acero de mayor calidad o peso.
- Cómo va eso.
- Pues has llegado justo a tiempo-, respondió sin mirarle, acariciando la hoja de la espada. - Es de bella factura.
- Ya lo creo. Pero ya sabes que me gustan más las hachas y las mazas. Me gusta ser contundente-, dijo antes de reír.
- Ya, ya. Te gusta romper huesos tanto como empinar el codo-, dijo, sin acritud ni maldad. - Pero en fin, ya que lo tienes todo apalabrado, puedes darle esto al cliente y cobrar los trescientos aeros. Yo tengo cosas pendientes por quedarme dormido. Debo ponerme al día.
- Muy bien. Ves, cuando trabajas eres hasta más guapo. Si eso pudiera ser posible-, contestó el enano con sorna, echándose una risotada y dándole una fuerte palmada en el hombro.
Vincent lo miró mal por encima del hombro, pero no dijo nada pues no podía enfadarse con él por esas cosas. Eran el tipo de relación de falsas pullas que tenían. En cualquier caso, solo esperó a que Sandal partiera del taller hacia la parte delantera que era propiamente la tienda, con los trabajos encargados ya finiquitados.
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Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
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Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
–Enseñar y aprender sin siquiera estar presente –comentó Hyro para sí mismo, una pequeña sonrisa asomándome en sus labios–. Qué ridículo. –Negó con la cabeza, luego observó el ave en su hombro–. Rauko, esta extraña conexión que tienes con este búhaw mágico… ¿Puedes hacer que sea yo el que se conecte con su mente? Creo que me sería muy útil para hacer algunas trampas en ciertos juegos. –Ensanchó la sonrisa–. Oh, sí –siseó, alargando las palabras, saboreando las sílabas mientras imaginaba las posibilidades–. Incluso me serviría para…
El búhaw apretó las garras en el hombro del brujo, arrancándole un quejido a este.
–¡Hey, ¿eso fue cosa tuya o del pájaro?! –inquirió, pero no tuvo respuesta. Suspiró–. Claro, puedes ver y oír, pero no hablar a través de él –recordó, pero la consecuente mirada maliciosa que dirigió al ave fue señal de que recordó otro detalle más–. También puedes sentir el dolor que sienta el búhaw, ¿no?
Un escalofrío nació en mi nuca y surcó mi espalda y mis brazos, erizando la piel en su recorrido. Tal vez Hyro era inferior a mí en cuanto a poder bruto, pero eso no le impedía ser capaz de darme miedito cuando así él lo quería.
–Bueno, como sea, terminemos con esto.
Dicho eso, el brujo se ajustó el cuello de la camisa y entró en el taller, sus pasos suaves y elegantes mientras su mirada se paseaba por el interior hasta terminar en el mostrador. Enseñó su mejor sonrisa.
–Buenos días –saludó, su voz clara. Levantó una mano y en su palma se materializó un pergamino que contenía los pasos necesarios para realizar un hechizo único, pasos que fueron difíciles de descubrir para mí y que comprenderlos por completo me superaba todavía–, me gustaría hablar con el señor Vincent. Creo que le interesará algo que tengo, así como a la persona que represento le interesa algo que él tiene. Un trato que consiste en un intercambio, pero no de objetos materiales. –Soltó el pergamino que, guiado con su telequinesis, aterrizó sobre el mostrador–. Información a cambio de información, el conocimiento para realizar un encantamiento a cambio del conocimiento para realizar otro. –Sus labios trazaron una media sonrisa–. Oh, por cierto, no resultará necesario que plasme ese conocimiento en un pergamino para mi representado. Con mostrarme a mí… No, quiero decir, con explicarle a esta ave cómo realizar el encantamiento, bastará. Sonará extraño, lo sé, pero, confíe en mí, el ave y mi representado son… fuera de lo común.
El búhaw apretó las garras en el hombro del brujo, arrancándole un quejido a este.
–¡Hey, ¿eso fue cosa tuya o del pájaro?! –inquirió, pero no tuvo respuesta. Suspiró–. Claro, puedes ver y oír, pero no hablar a través de él –recordó, pero la consecuente mirada maliciosa que dirigió al ave fue señal de que recordó otro detalle más–. También puedes sentir el dolor que sienta el búhaw, ¿no?
Un escalofrío nació en mi nuca y surcó mi espalda y mis brazos, erizando la piel en su recorrido. Tal vez Hyro era inferior a mí en cuanto a poder bruto, pero eso no le impedía ser capaz de darme miedito cuando así él lo quería.
–Bueno, como sea, terminemos con esto.
Dicho eso, el brujo se ajustó el cuello de la camisa y entró en el taller, sus pasos suaves y elegantes mientras su mirada se paseaba por el interior hasta terminar en el mostrador. Enseñó su mejor sonrisa.
–Buenos días –saludó, su voz clara. Levantó una mano y en su palma se materializó un pergamino que contenía los pasos necesarios para realizar un hechizo único, pasos que fueron difíciles de descubrir para mí y que comprenderlos por completo me superaba todavía–, me gustaría hablar con el señor Vincent. Creo que le interesará algo que tengo, así como a la persona que represento le interesa algo que él tiene. Un trato que consiste en un intercambio, pero no de objetos materiales. –Soltó el pergamino que, guiado con su telequinesis, aterrizó sobre el mostrador–. Información a cambio de información, el conocimiento para realizar un encantamiento a cambio del conocimiento para realizar otro. –Sus labios trazaron una media sonrisa–. Oh, por cierto, no resultará necesario que plasme ese conocimiento en un pergamino para mi representado. Con mostrarme a mí… No, quiero decir, con explicarle a esta ave cómo realizar el encantamiento, bastará. Sonará extraño, lo sé, pero, confíe en mí, el ave y mi representado son… fuera de lo común.
(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)
Uso a Schnee, mi búhaw, como una cámara que transmite en vivo a la mente de mi elfo =D Listo para el videotutorial del buen Vincent.
Enseño la receta Defensa pétrea a cambio de su receta Arma cambiante.
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Rauko
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Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
Los días extraordinarios eran en realidad días corrientes, que por un motivo u otro, se convertían en fechas ancladas en el recuerdo por esas razones que los volvían especiales. Así pues, todo dependía de lo que nos pasara a lo largo de un rutinario día, o no tan corriente día lleno de aventuras, ya que ello era lo que nos llamaba la atención durante el tránsito de cada jornada, lo que nos marcaba y nos hacía recordar dichos días, mientras gastábamos el tiempo de nuestras mortales vidas.
Al fin y al cabo, lo que para unos era un día extraordinario, para otros era un día tan normal y corriente como otra jornada metido en el taller, llevando el negocio a buen puerto. Los seres pensantes eran así. Por mucho que pudieran imaginar estar en otra lado, en otro cuerpo, en otra situación, no dejaban de ver el mundo con sus propios ojos. De analizar con sus mentes y de darle importancia a cada día por sus propias vivencias.
Pero créanme cuando les digo, que llegue un señor con tamaña propuesta de intercambio de conocimientos, al menos lo volvía interesante para el bueno de Vincent.
- ¿En serio? ¿De esa manera? - preguntó extrañado, mirando a Sandal como si se hubiera vuelto rematadamente loco. - ¿Y qué quiere a cambio?
- Pues eso que te he dicho. Conocimiento. Quiere la forma de lograr realizar arma cambiante. Tú eres el experto en esas cosas, así que…
Sandal no terminó una frase que era del todo innecesario acabar.
- Joder. Que llegue un tío para que le enseñe arcanos a su pajarraco mascota no se ve todos los días.
Sí. Bueno, había cosas extraordinarias para casi cualquier persona del mundo. Cualquiera en la situación del brujo y el enano lo hubiese explotado un poco la cabeza. Un poco al menos.
- No. La verdad es que no. He estado punto de decirle que fuera al sanatorio más cercano. Pero, qué quieres que te diga. Cada día me enseñas más de arcanos, y solo puedo consideraros a todos los arcanistas una panda de pirados solo por llegar a imaginar esos hechizos.
- ¡Oye!
- Es la verdad. Solo a ustedes se les ocurren esas ideas tan disparatadas. En vez de hacer las cosas…-, Sandal pensó por unos instantes como decir aquello. - Bueno, ya sabes, como la gente normal.
- Gracias. Es un consuelo escuchar de mi amigo y socio que soy un jodido anormal.
- Yo no lo diría así-, se mesó la barba. - Especial suena mejor.
“Por los dioses.”, pensó Vincent. “Y luego tenía el atrevimiento de decirle que podía llegar a ser exasperante con sus bromas, cuando era evidente que el enano no se le quedaba atrás en cuestiones de humor.”
- Ya. Pero sabes que con tus conocimientos adquiridos, con lo que te he ido enseñando, ya te puedes considerar un arcanista, ¿no es así? - le dijo al enano, mientras le echaba una mirada enarcando una ceja. - En fin, te dejaré meditando sobre ello. Veré si ese hombre está loco o esto tiene alguna relación con la magia.
- No hay mucho que pensar sobre ello. Me volveré tan loco como ustedes cuando me ponga a inventar hechizos arcanos nuevos-, bromeó Sandal. - Suerte. Seguro que la vas a necesitar.
Vincent masculló alguna que otra maldición entre dientes mientras salía de su despacho, para luego dejar de pensar en el enano al tiempo que posaba su mirada sobre el particular cetrero.
Lo primero que pensó el brujo es que ese hombre y el ave no pegaban demasiado. El hombre, de una decena o veintena años más que él, no tenía las pintas de un hombre que acostumbrara a pasearse por ahí con pájaros. Sin embargo, el mercenario no tardó en plantearse que igual era una visión un tanto prejuiciosa. Después de todo, ese señor estaba a punto de cerrar un trato con él y era normal que vistiera con exquisita elegancia.
Ya se decía, la primera impresión era tan falsa como importante.
- Bienvenido a mi humilde morada-, comentó afable, acercándose al hombre y alargando el brazo diestro para estrecharle la mano.
El cliente, o mejor dicho en este caso, el negociante, no tardó en explicarle lo que quería y necesitaba. Y a la vez, por su explicación, pudo entender que el intercambio no era con él, sino con un amigo o socio que tenía y estaba en otra parte.
Por supuesto, el brujo de dorados cabellos tuvo el impulso de preguntarle por qué no venía su amigo en persona, en vez de mandar a aquel pájaro mirón en su lugar. Más, un chico de buena familia como él, sabía callarse las preguntas inapropiadas cuando no le interesaba soltarlas para jugar barra incordiar a la otra persona.
- Fascinante. Un animal impresionante-, confesó al otro hombre, con tanta curiosidad por el animal como sinceridad en sus palabras. - Pero llegados a este punto…-, pensó durante un momento sobre el trato. - Me parece un buen acuerdo. Los dos salimos ganando. Bueno, en este caso, los ¿cuatro?
Tras el animal, observando, mínimo había otra persona. Sin embargo, no le parecía correcto dejar fuera de la suma a tan magnífico y mágico pájaro.
- En cualquier caso, pasen a la trastienda conmigo-, le dijo al hombre que portaba en el hombre al ave, haciendo un gesto con el brazo para mostrar una puerta. - Síganme por aquí. Dadas las circunstancias, lo más apropiado es que realice el encantamiento sobre una de mis armas almacenadas, y que así el ave y también su amigo vean el proceso con sus propios ojos-, dijo finalmente, encaminándose hacia la puerta que había mostrado.
Un pergamino con las explicaciones necesarias para realizar una técnica arcana que desconocía, a cambio de unas enseñanzas igualmente arcanas…
No siempre hacían falta monedas para ser recompensado. En este caso concreto, el conocimiento era más que buen pago.
Aprendo la receta Defensa pétrea a cambio de enseñarle al pajarraco, que diga a Rauko, Arma cambiante.
Ese pájaro nos acabará dominando a todos con los conocimientos que adquiere a lo búhaw (?
Postdata: A esta operación le faltaron algunas biusas (?
Al fin y al cabo, lo que para unos era un día extraordinario, para otros era un día tan normal y corriente como otra jornada metido en el taller, llevando el negocio a buen puerto. Los seres pensantes eran así. Por mucho que pudieran imaginar estar en otra lado, en otro cuerpo, en otra situación, no dejaban de ver el mundo con sus propios ojos. De analizar con sus mentes y de darle importancia a cada día por sus propias vivencias.
Pero créanme cuando les digo, que llegue un señor con tamaña propuesta de intercambio de conocimientos, al menos lo volvía interesante para el bueno de Vincent.
- ¿En serio? ¿De esa manera? - preguntó extrañado, mirando a Sandal como si se hubiera vuelto rematadamente loco. - ¿Y qué quiere a cambio?
- Pues eso que te he dicho. Conocimiento. Quiere la forma de lograr realizar arma cambiante. Tú eres el experto en esas cosas, así que…
Sandal no terminó una frase que era del todo innecesario acabar.
- Joder. Que llegue un tío para que le enseñe arcanos a su pajarraco mascota no se ve todos los días.
Sí. Bueno, había cosas extraordinarias para casi cualquier persona del mundo. Cualquiera en la situación del brujo y el enano lo hubiese explotado un poco la cabeza. Un poco al menos.
- No. La verdad es que no. He estado punto de decirle que fuera al sanatorio más cercano. Pero, qué quieres que te diga. Cada día me enseñas más de arcanos, y solo puedo consideraros a todos los arcanistas una panda de pirados solo por llegar a imaginar esos hechizos.
- ¡Oye!
- Es la verdad. Solo a ustedes se les ocurren esas ideas tan disparatadas. En vez de hacer las cosas…-, Sandal pensó por unos instantes como decir aquello. - Bueno, ya sabes, como la gente normal.
- Gracias. Es un consuelo escuchar de mi amigo y socio que soy un jodido anormal.
- Yo no lo diría así-, se mesó la barba. - Especial suena mejor.
“Por los dioses.”, pensó Vincent. “Y luego tenía el atrevimiento de decirle que podía llegar a ser exasperante con sus bromas, cuando era evidente que el enano no se le quedaba atrás en cuestiones de humor.”
- Ya. Pero sabes que con tus conocimientos adquiridos, con lo que te he ido enseñando, ya te puedes considerar un arcanista, ¿no es así? - le dijo al enano, mientras le echaba una mirada enarcando una ceja. - En fin, te dejaré meditando sobre ello. Veré si ese hombre está loco o esto tiene alguna relación con la magia.
- No hay mucho que pensar sobre ello. Me volveré tan loco como ustedes cuando me ponga a inventar hechizos arcanos nuevos-, bromeó Sandal. - Suerte. Seguro que la vas a necesitar.
Vincent masculló alguna que otra maldición entre dientes mientras salía de su despacho, para luego dejar de pensar en el enano al tiempo que posaba su mirada sobre el particular cetrero.
Lo primero que pensó el brujo es que ese hombre y el ave no pegaban demasiado. El hombre, de una decena o veintena años más que él, no tenía las pintas de un hombre que acostumbrara a pasearse por ahí con pájaros. Sin embargo, el mercenario no tardó en plantearse que igual era una visión un tanto prejuiciosa. Después de todo, ese señor estaba a punto de cerrar un trato con él y era normal que vistiera con exquisita elegancia.
Ya se decía, la primera impresión era tan falsa como importante.
- Bienvenido a mi humilde morada-, comentó afable, acercándose al hombre y alargando el brazo diestro para estrecharle la mano.
El cliente, o mejor dicho en este caso, el negociante, no tardó en explicarle lo que quería y necesitaba. Y a la vez, por su explicación, pudo entender que el intercambio no era con él, sino con un amigo o socio que tenía y estaba en otra parte.
Por supuesto, el brujo de dorados cabellos tuvo el impulso de preguntarle por qué no venía su amigo en persona, en vez de mandar a aquel pájaro mirón en su lugar. Más, un chico de buena familia como él, sabía callarse las preguntas inapropiadas cuando no le interesaba soltarlas para jugar barra incordiar a la otra persona.
- Fascinante. Un animal impresionante-, confesó al otro hombre, con tanta curiosidad por el animal como sinceridad en sus palabras. - Pero llegados a este punto…-, pensó durante un momento sobre el trato. - Me parece un buen acuerdo. Los dos salimos ganando. Bueno, en este caso, los ¿cuatro?
Tras el animal, observando, mínimo había otra persona. Sin embargo, no le parecía correcto dejar fuera de la suma a tan magnífico y mágico pájaro.
- En cualquier caso, pasen a la trastienda conmigo-, le dijo al hombre que portaba en el hombre al ave, haciendo un gesto con el brazo para mostrar una puerta. - Síganme por aquí. Dadas las circunstancias, lo más apropiado es que realice el encantamiento sobre una de mis armas almacenadas, y que así el ave y también su amigo vean el proceso con sus propios ojos-, dijo finalmente, encaminándose hacia la puerta que había mostrado.
Un pergamino con las explicaciones necesarias para realizar una técnica arcana que desconocía, a cambio de unas enseñanzas igualmente arcanas…
No siempre hacían falta monedas para ser recompensado. En este caso concreto, el conocimiento era más que buen pago.
Offrol
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Aprendo la receta Defensa pétrea a cambio de enseñarle al pajarraco, que diga a Rauko, Arma cambiante.
Ese pájaro nos acabará dominando a todos con los conocimientos que adquiere a lo búhaw (?
Postdata: A esta operación le faltaron algunas biusas (?
Vincent Calhoun
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Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
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Ambos obtienen 2 px por uso del taller. Obtienen también el reconocimiento a la primera clase virtual de Aerandir, para lo que pueda servir.
Fehu
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Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
Lunargenta. Olía mal, y tenía la sensación que la mitad de su población quería apuñalarla y robarle el dinero, no necesariamente en ese orden, pero era una gran ciudad, y eso significaba que había muchos artesanos, y algunos de calidad. Y para eso estaba hoy enfrente de la Espada Arcana, cerca de los muelles, lo que significaba que encima olía a pescado, aún tenía que decidir si eso era una mejora respecto al olor habitual o no. En cualquier caso, la Espada. Cierto, técnicamente era un lugar para encantar cosas, pero también hacían armas y armaduras. Y eso le daba la excusa perfecta para curiosear todos los encantamientos que no podía permitirse aun.
Una chica tenía derecho a soñar con brillantes armas y armaduras, chisporroteando castigos div...arcanos técnicamente, a los indignos. Algún día… cuando pudiera justificar las ingentes cantidades de dinero que invertir en eso supondría. Puede que si rescataba a una princesa…
-Buenos días, querría una buena armadura de placas.- dijo al entrar y llegar ante el mostrador, repiqueteando los nudillos en su propio metal. –Una buena armadura.- la que ahora llevaba la había acompañado en varias aventuras, y era la misma que le habían regalado en la Orden… pero aunque siempre tuviera un lugar en su corazón, la verdad era que era una armadura antigua, desgastada, y seguramente tirando a barata, una buena armadura era cara, y estaba segura de que no esperarían que pasara toda su vida con la misma armadura, aunque solo fuera porque eventualmente acabaría destrozada. La guardaría con cariño, por si acaso, pero era hora de favorecer su supervivencia por encima del sentimentalismo.
-Entonces… ¿necesitáis tomar medidas o algo?- les preguntó a los hombres del mostrador.
Una chica tenía derecho a soñar con brillantes armas y armaduras, chisporroteando castigos div...arcanos técnicamente, a los indignos. Algún día… cuando pudiera justificar las ingentes cantidades de dinero que invertir en eso supondría. Puede que si rescataba a una princesa…
-Buenos días, querría una buena armadura de placas.- dijo al entrar y llegar ante el mostrador, repiqueteando los nudillos en su propio metal. –Una buena armadura.- la que ahora llevaba la había acompañado en varias aventuras, y era la misma que le habían regalado en la Orden… pero aunque siempre tuviera un lugar en su corazón, la verdad era que era una armadura antigua, desgastada, y seguramente tirando a barata, una buena armadura era cara, y estaba segura de que no esperarían que pasara toda su vida con la misma armadura, aunque solo fuera porque eventualmente acabaría destrozada. La guardaría con cariño, por si acaso, pero era hora de favorecer su supervivencia por encima del sentimentalismo.
-Entonces… ¿necesitáis tomar medidas o algo?- les preguntó a los hombres del mostrador.
- Spoiler:
- Quiero una armadura pesada superior.
Lixis
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Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
-¡Mira lo que traigo, Vincent! -, gritó el enano, entrando en el despacho del brujo con una caja sostenida con ambos brazos.
El brujo levantó la mirada de los pergaminos que leía, mientras estaba sentado en su silla, con todo el peso de su espalda contra el respaldo de la susodicha silla y con las piernas sobre el firme de la mesa.
El brujo sintió curiosidad por la pesada carga que portaba su socio.
“¿Qué contendría, para hacer tan feliz al bueno de Sandal?”, pensó el brujo, mientras el enano se acercaba hasta él. No necesitó ver que había dentro, por encima del hueco abierto de la caja, para darse cuenta de qué se trataba.
- Ahg, qué cojones. ¡Joder! ¡Sandal, saca esa mierda del despacho! ¿Cómo quieres que me tomen en serio los clientes que requieran mis servicios más explosivos y didácticos, si todo el jodido cuarto apesta a pescado podrido? - exclamó, cambiando su postura relajada por otra recto sobre la silla al tiempo que se llevaba la mano libre la boca.
Hacía tiempo que el veterano mercenario no olía algo tan apestoso en toda su maldita vida. Había estado en campos de batalla que olían mejor.
- Menudo veterano de guerra. Hasta unos preciosos pescados te dan arcadas-, dijo Sandal, acercando la caja al rostro del brujo.
Vinc respondió con una funesta mirada cargada de intenciones e hizo movimientos con la mano con la que sostenía el pergamino para que se alejara… Que se alejara mil leguas de viaje marino hasta llegar a un sitio apropiado donde arrojar tan apestosa carga.
- Por los dioses, valientes palabra. ¿Es que no tienes olfato? Maldita sea.
Sandal aprovechó para deleitarse con el rico olor a pescado, oliendo con fuerza el contenido de la caja de madera, y luego miró hacia el mercenario con cierto grado de incredulidad.
- No entiendo por qué te pones así. Y menos aún que digas que está podrido. Está recién sacado del mar, brujo-, le comenzó a explicar. - Es de mi amigo, Paco, “el flaco”. Ya sabes, ese ropero de cuatro puertas…
- Sí, el pescador al que Carol suele comprarle mercancía. Sé quién es El Flaco. Todos por aquí sabemos quién es El Flaco. Pero esta vez ha sacado el pescado del culo de una ballena. Haz el favor de sacarla de aquí-, dijo, más decidido a ver desaparecer esa maldita caja de una vez.
Por ello, mientras hablaba, el brujo se acercó a la puerta y la abrió para indicarle el camino de salida al enano.
- Frito seguro que está muy rico, pero ahora me gustaría no…
El brujo dejó la frase a medias, pues la campañilla de la puerta resonó. Vincent se movió raudo como el viento hacia el mostrador, no sin antes hacerle un gesto con el brazo a Sandal y decirle con la mirada que dejara esa maldita caja en su despacho.
¡Maldita sea! Esa endemoniada caja se quedaría ahí mientras atendía al nuevo cliente, que resultó ser clienta.
- Buenos días-, respondió a la “joven”. Que igual, por esas orejas puntiagudas que indicaban la raza a la que pertenecía, podría estar doblándole la edad y no ser muy adecuado considerarla más joven que él. - Una armadura de placas. No hay problema. Aquí tenemos de muchos estilos diferentes. Mire un poco, seguro encuentra algo de su gusto.
En ese momento Sandal salió del despacho, y claro, no perdió la oportunidad de sumarse a la conversación. Que habría de malo o extraño, después de todo, él era propietario del local, del mismo modo que Vincent.
- Voy a por mis utensilios y en un periquete le hago las medidas. Ya verá que bien le quedará su nueva armadura.
- O bien podríamos volver a forjar la que tiene. Manteniendo las medidas de esta y su diseño. No tardaríamos mucho más y solo tendría que quitársela para medirla y usar de ella lo que se pueda aprovechar. Siempre podemos ofrecerle un cuarto por mayor intimidad-. Todo el mundo llevaba ropa debajo de la armadura, o de otro modo, las rozaduras te acabarían dejando más jodido que el peor de los enemigos. No obstante, el brujo consideraba que darle privacidad a una persona siempre era lo más adecuado. - Es más, por las molestias de tener que quitarse la que lleva, y todo ese engorro, podría hacerle una rebaja al total. Una armadura de este tipo la solemos vender a doscientos cuarenta aeros. Pero podemos redondear a la baja y dejársela en doscientos. ¿Qué le parece?
Por los dioses, era de emergencia capital que Sandal no se acercase a la clienta para tomarle medidas. Seguro estaba apestando al condenado pescado.
En cualquier caso, era muy buen precio para una armadura de aquella envergadura, y como tal, le dijeron a la clienta que iban a llevar un buen tiempo hacerla. Al menos hasta la tarde no la tendrían, así que era mejor que hiciera otras cosas mientras ellos se ponían manos a la obra.
El proceso era sencillo, mil veces realizado por el dúo de herreros. Solo que en esta ocasión debían apuntar los detalles de la armadura antigua, para replicarlos en el nuevo acero forjado. A partir de ahí, coser y cantar… No con exactitud, porque el trabajo en la fragua era lento y duro, más con la voz de la experiencia susurrando dentro de las respectivas cabezas de enano y brujo, la nueva armadura avanzó a buen ritmo.
Además, al trabajar ambos en aquel proyecto. Nada podría salir mal, y tiempo después de que el sol despuntara en su mayor altura del día, la obra estuvo finiquitada.
A partir de ahí solo tuvieron que esperar que la chica regresara y entregarle la armadura a cambio de la suma acordada.
- Aquí tiene, y no olvide comentarle a sus amigos lo bien que trabajamos por aquí. Nunca sobran los clientes-, le dijo a la elfa a modo de despedida
Otro pedido terminado y entregado. Estaba siendo una buena época de venta. Ojalá siguiera así por un buen tiempo.
Le mejoro la Armadura pesada a la señorita Lixis. Espero que la disfrute en sus gataventuras :3
En mi taller, una armadura de este tipo salen 240 aeros. Pero le sale 10 aeros más barata por la destrucción de la antigua de calidad pobre, y otros 30 por ser la primera vez que viene a mi taller.
HORA DE LAS OFERTAS LOCAS EN INDUSTRIAS CATHOUN.
Herrería Nivel Experto
Armadura Pesada Superior / 200 aeros (160 aeros en materiales - 10 aeros de la "destrucción" + 50 de beneficio para este brujo emprendedor)
El brujo levantó la mirada de los pergaminos que leía, mientras estaba sentado en su silla, con todo el peso de su espalda contra el respaldo de la susodicha silla y con las piernas sobre el firme de la mesa.
El brujo sintió curiosidad por la pesada carga que portaba su socio.
“¿Qué contendría, para hacer tan feliz al bueno de Sandal?”, pensó el brujo, mientras el enano se acercaba hasta él. No necesitó ver que había dentro, por encima del hueco abierto de la caja, para darse cuenta de qué se trataba.
- Ahg, qué cojones. ¡Joder! ¡Sandal, saca esa mierda del despacho! ¿Cómo quieres que me tomen en serio los clientes que requieran mis servicios más explosivos y didácticos, si todo el jodido cuarto apesta a pescado podrido? - exclamó, cambiando su postura relajada por otra recto sobre la silla al tiempo que se llevaba la mano libre la boca.
Hacía tiempo que el veterano mercenario no olía algo tan apestoso en toda su maldita vida. Había estado en campos de batalla que olían mejor.
- Menudo veterano de guerra. Hasta unos preciosos pescados te dan arcadas-, dijo Sandal, acercando la caja al rostro del brujo.
Vinc respondió con una funesta mirada cargada de intenciones e hizo movimientos con la mano con la que sostenía el pergamino para que se alejara… Que se alejara mil leguas de viaje marino hasta llegar a un sitio apropiado donde arrojar tan apestosa carga.
- Por los dioses, valientes palabra. ¿Es que no tienes olfato? Maldita sea.
Sandal aprovechó para deleitarse con el rico olor a pescado, oliendo con fuerza el contenido de la caja de madera, y luego miró hacia el mercenario con cierto grado de incredulidad.
- No entiendo por qué te pones así. Y menos aún que digas que está podrido. Está recién sacado del mar, brujo-, le comenzó a explicar. - Es de mi amigo, Paco, “el flaco”. Ya sabes, ese ropero de cuatro puertas…
- Sí, el pescador al que Carol suele comprarle mercancía. Sé quién es El Flaco. Todos por aquí sabemos quién es El Flaco. Pero esta vez ha sacado el pescado del culo de una ballena. Haz el favor de sacarla de aquí-, dijo, más decidido a ver desaparecer esa maldita caja de una vez.
Por ello, mientras hablaba, el brujo se acercó a la puerta y la abrió para indicarle el camino de salida al enano.
- Frito seguro que está muy rico, pero ahora me gustaría no…
El brujo dejó la frase a medias, pues la campañilla de la puerta resonó. Vincent se movió raudo como el viento hacia el mostrador, no sin antes hacerle un gesto con el brazo a Sandal y decirle con la mirada que dejara esa maldita caja en su despacho.
¡Maldita sea! Esa endemoniada caja se quedaría ahí mientras atendía al nuevo cliente, que resultó ser clienta.
- Buenos días-, respondió a la “joven”. Que igual, por esas orejas puntiagudas que indicaban la raza a la que pertenecía, podría estar doblándole la edad y no ser muy adecuado considerarla más joven que él. - Una armadura de placas. No hay problema. Aquí tenemos de muchos estilos diferentes. Mire un poco, seguro encuentra algo de su gusto.
En ese momento Sandal salió del despacho, y claro, no perdió la oportunidad de sumarse a la conversación. Que habría de malo o extraño, después de todo, él era propietario del local, del mismo modo que Vincent.
- Voy a por mis utensilios y en un periquete le hago las medidas. Ya verá que bien le quedará su nueva armadura.
- O bien podríamos volver a forjar la que tiene. Manteniendo las medidas de esta y su diseño. No tardaríamos mucho más y solo tendría que quitársela para medirla y usar de ella lo que se pueda aprovechar. Siempre podemos ofrecerle un cuarto por mayor intimidad-. Todo el mundo llevaba ropa debajo de la armadura, o de otro modo, las rozaduras te acabarían dejando más jodido que el peor de los enemigos. No obstante, el brujo consideraba que darle privacidad a una persona siempre era lo más adecuado. - Es más, por las molestias de tener que quitarse la que lleva, y todo ese engorro, podría hacerle una rebaja al total. Una armadura de este tipo la solemos vender a doscientos cuarenta aeros. Pero podemos redondear a la baja y dejársela en doscientos. ¿Qué le parece?
Por los dioses, era de emergencia capital que Sandal no se acercase a la clienta para tomarle medidas. Seguro estaba apestando al condenado pescado.
En cualquier caso, era muy buen precio para una armadura de aquella envergadura, y como tal, le dijeron a la clienta que iban a llevar un buen tiempo hacerla. Al menos hasta la tarde no la tendrían, así que era mejor que hiciera otras cosas mientras ellos se ponían manos a la obra.
El proceso era sencillo, mil veces realizado por el dúo de herreros. Solo que en esta ocasión debían apuntar los detalles de la armadura antigua, para replicarlos en el nuevo acero forjado. A partir de ahí, coser y cantar… No con exactitud, porque el trabajo en la fragua era lento y duro, más con la voz de la experiencia susurrando dentro de las respectivas cabezas de enano y brujo, la nueva armadura avanzó a buen ritmo.
Además, al trabajar ambos en aquel proyecto. Nada podría salir mal, y tiempo después de que el sol despuntara en su mayor altura del día, la obra estuvo finiquitada.
A partir de ahí solo tuvieron que esperar que la chica regresara y entregarle la armadura a cambio de la suma acordada.
- Aquí tiene, y no olvide comentarle a sus amigos lo bien que trabajamos por aquí. Nunca sobran los clientes-, le dijo a la elfa a modo de despedida
Otro pedido terminado y entregado. Estaba siendo una buena época de venta. Ojalá siguiera así por un buen tiempo.
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En mi taller, una armadura de este tipo salen 240 aeros. Pero le sale 10 aeros más barata por la destrucción de la antigua de calidad pobre, y otros 30 por ser la primera vez que viene a mi taller.
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