Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}

**Ansur** Sáb 9 Jun - 0:55

ACTUALIZADO

Profesión Usada: Arcanos / Herrería
Título: Avanzado / Aprendiz
Puntos Obtenidos: 1 (Arcanos) 3 (Herrería)
Materiales en reserva: 4 (Herrería) 4 (Arcanos)
Aeros Descontados: 260 Aeros (Vin) 120 (Nin)
De acuerdo a las nuevas reglas, se han sumado 4 puntos a Vincent y 2 puntos a Níniel por uso del taller

**Níniel Thenidiel** Sáb 9 Jun - 16:11

Níniel siguió con interés todo aquel proceso, sin perder detalle en el modo del brujo de deshacerse del exterior de la esquirla y manejar el mágico y semilíquido material resultante. Podía sentir el éter pulsante en cada uno de los fragmentos en los que Vincent creyó conveniente dividirlo y cómo poco a poco iban tomando la forma de los ojos aguamarina del dragón. El resultado no podría haber sido mejor. Era como si de alguna manera aquel hubiese sido siempre el lugar de aquellas gemas. Como si aquel bastón hubiese esperado largo tiempo a aquello para verse completo. Si no fuese imposible la joven incluso se hubiese planteado la idea de que la esquirla original en el pasado formó parte de aquella arma.

-Me encanta. Es perfecto.- Se apresuró a afirmar tan pronto como el brujo hubo terminado su trabajo y se lo tendió de vuelta. Con cuidado la peliblanca lo tomó entre sus manos, acariciándolo casi más que sujetándolo con firmeza, y terminó por ponerlo ante ella, cruzando su mirada aguamarina con la de aquel dragón. Podía notar la gran calidad de sus materiales y acabados, su elegancia y belleza...Y también su poder, recorriendo su cuerpo entero y haciendo que se estremeciera. Solo a modo de prueba, y de una forma tan natural que resultaba casi como una prolongación de su propio ser, Níniel comenzó a canalizar su propia magia a través de su nueva arma. Aquel era su modo de decir "hola", y los ojos del dragón brillaron como respuesta.

-La infusión ha funcionado a las mil maravillas. Puedo notar su energía...-Comentó contentándose con iluminar el lugar, generando varios orbes de luz y haciéndolos bailar por el taller como si fueran luminarias. -Maravilloso.- Siguió probando y disfrutando mientras Vincent reforzaba el encantamiento de su armadura. -Y no es la única esquirla que tengo. ¿Recuerdas aquella arena que encontré cuando apareció el amo del tiempo? Creo que por inspiración de los dioses tuve una idea sobre ella y logré transmutarla. Viendo el resultado, ya no me quedan dudas sobre que es posible infundirla también.- Comentó dejando por fin quiero el bastón. Aunque mirando aquellos ojos y dándose cuenta de que un arma así necesitaba un nombre.

-Kiri Jolith.-Pronunció la joven una vez, y luego una segunda más convencida, asintiendo con firmeza. -Sí, este será tu nombre.-

Poco después, con Vincent haciendo las últimas comprobaciones a su trabajo con la runa de la armadura de Níniel, la puerta de la tienda volvería a abrirse. Con Vincent ocupado con el arcano y Sandal con la forja de una espada de acero, fue Níniel quien salió del taller para atender a la recién llegada, dado que salvo sorpresa y tratarse de otra persona, debía de ser Catherine. Habían quedado allí cuando terminara de hacer los últimos ajustes a su equipo nuevo.

-Nín, ya pensé que no te pillaba. Pedí unos ajustes en los guantes para ajustarlos mejor a la armadura y llevaron un tiempo. Tú ya has acabado por lo que veo.- Saludó la pelirroja con la respiración algo alterada, debía de haber recorrido corriendo la distancia entre tiendas.

-Aún no, Vincent está acabando con la runa de la armadura y visto lo visto quizá tenga más trabajo para él.- Sonrió la peliblanca, tomando el equipo de su amiga y colocándolo sobre el mostrador. -Vas a ver, su trabajo merece cada aero, y además nos hace precio especial.- Añadió antes de instarla a pasar y "obligarla" a saludar al brujo y a Sandal.

-Hacía tiempo que no nos veíamos, brujo. ¿Todo...bién? Gracias de antemano por tu trabajo...supongo. ¿Sin rencores por tratar de atizarte en la cabeza con un libro?- Dijo nada acostumbrada a ser amable. Entonces ambas esperarían para poder decirle al rubio lo que Catherine quería para su nuevo equipo.

-Me gustaría que la armadura me restringiera algo menos. Puedo con ello pero...Ya sabes.- Dijo señalando a las piezas de armadura negras sobre el mostrador. -No estaría mal tampoco que me alzase más, ejem...No todas tenemos a los dioses de las tetas de nuestro lado. No es que me queje pero...- Miró a la elfa como queriendo dar a entender una comparación evidente que hizo que la joven se sonrojara hasta las orejas. -Bueno supongo que es mucho pedir, con lo primero me basta.- Aclaró. -Y para los guantes...Me gustaría que fuesen más duros y resistentes. Voy a usarlos para bloquear pero también para aporrear algunas cabezas y romper algunos huesos...Níniel se mete en mucho líos últimamente. Bueno y de forma general también.- Convino la felina gesticulando algunos falsos golpes con sus manos desnudas para dejar más claro su punto.

-Cuando puedas, podemos esperar. Debes de estar cansado después de cumplir con lo mío.-Dijo la elfa, sonriendo al brujo y preocupándose por él. -Y lo que te mencioné antes...es esto.-Añadió sacando de su bolso otro paño, este contenía una esquirla dorada brillante con la forma de uno de los fragmentos de su báculo de clan roto. -Lo hice yo, y debería funcionar igual que la otra sobre Kiri Jolith.- Expresó convencida.

-¿Quién es Kiri Jolith?- Preguntó de inmediato la gata, percatándose entonces de que se refería a su bastón. -Le has puesto nombre...Debería hacer yo lo mismo...Ummm ¿Qué tal Tomo y Lomo?...¿Y fractura y Lesión?...Guerra y...más guerra?-

Petición narrativa para imbuir el arma de Níniel con el objeto fabricado por ella misma aquí: Link

Y para Catherine: Cascada de Destreza para la armadura y Cascada de Dureza para los guantes-arma.

OBJETO	MATERIALES
Cascada de [Fuerza / Destreza / Constitución / Inteligencia / Sabiduría]	12
Cascada de Dureza	18
TOTAL	30

Matthew Owens Dom 10 Jun - 22:49

Y desde el más absoluto caos que era la ciudad en ese preciso momento, Matthew se levantaba para poder hacer negocios.

Aunque más precisamente acababa de levantarse del caos que era su cama, se desperezo, agradeció el haber podido pasar otra noche sin ser devorado, y comenzó a vestirse sin apuro alguno. Las mantas del catre donde había estado hasta hace unos minutos se movieron y unas orejas puntiagudas se asomaron, seguidos de unos grandes ojos verdes.

-…mmm ¿Qué hora es? – Dijo Loth mientras se desperezaba.

-Diría que estamos cerca del mediodía, creo que se nos hizo algo tarde – Matt se estaba terminando de calzar las botas para entonces, en realidad no estaba en los planes del estafador que la elfa se despertara tan pronto, pero dado que ya estaba hecho, no le quedaba mucha alternativa más que improvisar – Tengo que salir a comprar algo, cielo, no me tardo – Claramente Matt nunca volvería.

-Voy contigo, solo dame un minuto – Y también era de esperarse que esa treta no volviera a funcionar con Loth, ya conocía como era Matthew y sabía bien que los “vuelvo al rato” solían convertirse en “no volverás a saber de mi”.

Finalmente ambos salieron de la posada donde habían alquilado habitación por una noche, cuarto pagado por la elfa, claro está. Las calles estaban muy revueltas, y si bien durante el día no había que temer a un ataque de vampiros, eso no significaba que pudieran estar completamente seguros. Aún no se había llegado al punto de que las tropas estuvieran directamente en las calles, pero todo el mundo sabía que estaban por allí, y como era lógico eso ponía nerviosas a las personas, quienes no estaban seguras de sí era buena idea quedarse en la ciudad o si era mejor empacar todo e irse una temporada a algún otro sitio.

-Es extraño que quieras comprar armas tan de repente – Loth era bastante más baja que Matt, por lo que tenía que caminar muy rápido si quería mantenerse a su lado.

-Bueno… Sabes muy bien que la situación ahora en Lunargenta es algo inestable, parece ser que vienen tiempos tumultuosos y preferiría que no me encontraran totalmente indefenso – El estafador bostezo y se desperezo, si bien hablaba de temas serios no reflejaba esta preocupación en sus gestos ni actitudes.

-Creía que tu especialidad era huir… - Esa era una puñalada directa a la espalda de Matt, aunque este no se dio por aludido.

-Claro que escapar es mi especialidad, cariño. Pero hay ciertos momentos en los cuales no tengo ninguna salida cercana, llegado a ese punto, un par de dagas no me vendrían nada mal –

-¿Ya sabes dónde vas a comprarlas? – La elfa había optado por agarrarse del brazo de Matthew e ir de esa manera por la calle, logrando por lo tanto que el humano redujera un poco la velocidad.

-Me recomendaron un lugar ayer por la noche mientras bailabas ¿Recuerdas a Rick y Victor? Les consulte por alguna herrería que no se hubiese ido de la ciudad aún, y me dijeron que hay una a pocas cuadras del puerto que logró sobrevivir –

-Oooh… Deben ser personas muy perseverantes para poder seguir con un negocio luego de una plaga, una invasión de vampiros y una guerra jaja – Loth se reía a carcajadas y las personas de alrededor miraban con desconfianza tanta demostración de alegría en épocas tan difíciles.

-O tal vez son oportunistas, como nosotros, seguro que todas estas batallas les traen un buen número de compradores ¿No? – Siguieron caminando calle abajo hasta que llegaron al puerto.

El lugar en si era un taller de herrero bastante grande, la parte de abajo tenía todo lo necesario para trabajar el metal, mientras que la parte de arriba parecía ser un deposito o habitaciones. Un cartel en la entrada rezaba “La espada arcana”, no había forma de equivocarse, ese era el sitio del que le habían hablado a Matt.

-Buenas tardes – Al entrar lo primero que podía encontrarse era un recibidor, Owens se acercó con una sonrisa encantadora en el rostro, no pensaba timar a nadie en esa ocasión, pero las viejas costumbres no se quitan fácilmente – Deseaba hacer un encargo, y me dijeron que aquí trabajaban con celeridad y eficacia.

-Woooo mira todo lo que tienen allí – Dijo Loth sorprendida mientras miraba por arriba del hombro de Matthew.

-Solo necesito dos dagas, de seguro no debe ser un encargo complicado para ustedes. Necesito que su equilibrio sea perfecto, debo poder arrojarlas con precisión y que su peso no las desvíe – El estafador hablaba con calma, intentando que sus comentarios no sonaran como una orden – Oh, bueno, quien soy yo para decirles cómo deben trabajar, saben perfectamente cómo hacerlo ¡Confío en su criterio, buen hombre!

**Vincent Calhoun** Lun 11 Jun - 4:20

No podía estar más feliz ante el espectáculo luminoso que había creado su querida elfa, mientras él se dedicaba a trabajar en su coraza para terminarla lo antes posible. Era un síntoma inequívoco de lo feliz que estaba Níniel ante las nuevas cualidades que ahora albergaba su hermoso bastón.

Y si en general le encantaba hacer buenos trabajos, tanto por logro personal, como por tener satisfechos a los clientes y otorgarles la calidad esperada, con su amada sacerdotisa este deseo se multiplicaba hasta el infinito.

La amaba. Y sin duda, hacerla feliz entraba en ese abanico de deseos que todo amante tenía con su adorada pareja. Era lo que ocurría con toda pareja que se quería, y en su caso, no era distinto.

- Es un bonito nombre. Suena poderoso-, expuso lo que sentía al escuchar el nombre. - Kiri Jolith, suena hermoso, pero al mismo tiempo con exultante poder. Como todos los nombres élficos, ¿no es así? - manifestó con alegría, pero pasando a centrar su mirada en su glifo acabado.

Debía asegurarse que no había ninguna imperfección, pues aunque el brillo al secarse indicaba que nada había fallado, le gustaba asegurarse del todo con una revisión más minuciosa y cercana con la mirada.

- ¿Quién es? ¿Un antepasado tuyo? ¿Un legendario campeón de tu pueblo? - preguntó, pero no antes de escuchar la respuesta de la elfa, notó el sonido metálico de una campanilla.

Sin lugar a dudas, se trataba de la pequeña campana que había colocado Sandal en el mostrador, tiempo atrás. Una idea bastante curiosa como efectiva. Cuando estaban los dos en el taller era innecesaria, pues casi siempre alguno de los dos podía atender las llegadas; pero cuando estaban solos, sobre todo Sandal, cuando él estaba fuera por trabajos, se convertía en una herramienta indispensable.

Con ella podían escuchar si alguien necesitaba atención. Sólo tenían que esperar que leyeran el cartelito a su lado, y que la agitaran con vigor. Tan simple como efectivo.

- ¿Puedes atender al cliente? - sugirió a Níniel. - Dile que espere un momentito de nada, ya he terminado con tu obra. Sólo quiero asegurarme que esté bien.

La sacerdotisa partió sin decir nada más, y pensó que lo estaba ayudando como siempre hacía cuando la necesitaba. No obstante, cuando la vio entrar con aquella gata, no podía evitar pensar que lo estaban metiendo en una encerrona.

- Sandal, rápido, esconde el oro-, dijo con alarma, aunque con un tono que mostraba claramente que no estaba alarmado.

- ¿Qué oro? - fue la única respuesta del enano, que lo miraba con una ceja enarcada.

- Oh vamos, Sandal. Al menos aparenta que no somos unos jodidos pobres-, bromeó, después de levantarse de la silla y avanzar al encuentro de las chicas. - Sin rencores, supongo-. De qué iba todo aquello. Desde cuando Niniel y esa loca eran amigas. - Recuerda usar esos hermosos cúmulos de sabiduría y entretenimiento para eso mismo, entretenerte y aprender. Mi cabeza ya recibe demasiados golpes-, rió cortamente su propia broma. - En fin, el pasado es pasado. Si estás con Níniel estoy seguro de que habrás dejado atrás tus acciones delictivas.

No podría ser de otro modo. Níniel era una adalid de la justicia, una verdadera, que de verdad creía en una justicia universal, no uno que luchara sólo por mantener las normas de los mortales y nobles de turno. No permitiría que nadie robara en su presencia, si no era un acto que realmente fuera necesario para un bien mayor.

- Eso es complicado. Haber nacido con el busto de Níniel es un deseo que tienen la mayoría de las mujeres de este planeta-, respondió, y tan pronto como lo hizo torció levemente el gesto al darse cuenta de lo que había dicho. - Trae, yo me encargaré-, dijo tomando la coraza y colocándola en la mesa, donde instantes antes hubiera encantado la de Níniel.

Precisamente, la de su querida elfa la colocó en una mesa adyacente, al tiempo que dejaba la de la gata en el lugar donde trabajaba con las runas arcanas.

- Tomo y Lomo-, rió. - Es un buen nombre. Nunca está de más repartir un poco de este a los indeseables. Pero por ahora deja los guanteletes junto a tu armadura, primero terminaré el bastón de Níniel-, le comentó, al tiempo que tomaba el bastón que le cedía la elfa, así como la esquirla dorada, y se acercaba nuevamente al yunque. - No te preocupes, no me llevó mucho esfuerzo trabajar la piedra aguamarina. Era un momento más bien delicado por no saber si mi plan funcionaría, pero habiendo tenido éxito, me encuentro más tranquilo repitiendo el proceso-, volvió a reir, mientras esperaba al lado de Sandal que este terminara una espada.

Un par de martillazos y el vapor ascendió hacia el techo del taller.

- Lo siento, amigo. Se ve que hoy no te dejo acabar con esas espadas a buen ritmo-, comentó amable, preocupado por interrumpirle de nuevo.

- No te preocupes. Ya acabé una, el resto es cuestión de tiempo. Y Níniel es una buena cliente. En esta vida la familia es lo primero-, respondió aún más amable que el brujo.

Sandal podía ser de talla corta, pero por dentro era un gran hombre.

- Pues veamos que tal nos sale ahora-, dijo, dejando que su socio sostuviera el báculo sobre el yunque como anteriormente hubiera hecho.

Vincent por su parte comenzó a derretir la esquila como hiciera antes. Con una mano atrapó fuego de la fragua, que se ennegreció como la noche en cuanto era controlado y manejado por el brujo, y quedó suspendido sobre su palma diestra que miraba hacia el techo. La esquirla flotó de su otra mano, y comenzó a derretirse sobre el fuego, como hiciera la de color blanco con interior aguamarina.

Todo salía según lo planeado, o casi. Pues no tardó en reparar que la esquirla se derretía más rápido que el otro mineral. ¿Le estaría dando demasiado calor? O sería…

- Rápido, tráeme un recipiente de metal. Allí, junto a la fragua hay uno. Son más resistentes de lo que parecen-, le dijo a Sandal, pero antes de que este pudiera moverse, la felina llegó con uno de los moldes que usaba para el acero.

Durante unos segundos miró el recipiente, pensando por un lado en el grosos del metal, y por otro en la rapidez de esa gata. No dejaba de sorprenderle lo rápida que era, aunque eso ya había podido comprobarlo en la biblioteca de la ciudad, tiempo atrás.

- Gracias-, comentó sincero, mirando hacia la felina. - Estos moldes son más resistentes de lo que parecen, soportan acero candente cuando se le quiere dar una forma concreta, pero no sé si será suficiente-, masculló volviendo a centrar la vista en su trabajo, colocándolo en el suelo, abierto hacia arriba bajo su palma diestra. Luego giró dicha mano para sostener el fuego de forma lateral, dejando libre la caída hasta el recipiente.

Poco a poco, las gotas doradas comenzaron a caer en el cubo.

- Espero que no lo atraviese.

- Esos moldes soportan acero candente.

- Lo sé, pero estas esquirlas solo las puede derretir este fuego negro-, contestó al enano, con unas gotas perladas de sudor brillando en su frente.

Un sudor, más fruto de la tensión del momento, que del calor de la cercana fragua.

Cada gota era un suplicio, un miedo las acompañaba en su caída al no saber si eran demasiado candentes para el molde por su magia, pero por ahora el recipiente aguantaba, y las gotas pronto se convirtieron en un pequeño riachuelo hasta que de la esquirla no quedó nada. De la piedra sólo quedaba un líquido dorado posado en el molde, donde se compactaba el acero líquido.

De todos modos, no notaba calor. No notaba que la mezcla diese calor, algo extraño, pues la acaba de derretir como si de acero se tratara. Debía estar caliente para pasarla de sólido a líquido, o… no era así.

Con la punta de un paño pudo comprobar que este no ardía, y que por tanto, la mezcla estaba fría, o al menos tan caliente como para hacer arder el paño.

- Magia-, comentó el enano rondando los ojos, y haciendo que se pusieran en blanco por unos instantes.

Vincent por su parte le contestó con una risatada.

- Ya ves, los caminos de lo arcano son inescrutable, al menos podemos dar gracias a los dioses de seguir vivos-, bromeó, aunque realmente debía dar gracias a ellos.

Manipular arcanos misteriosos por primera vez podía ser un trabajo más peligroso que cazar dragones.

- Tráeme uno de mis pinceles-, sugirió a su compañero, pero una vez más la felina se le adelantó. - Veo que estás muy generosa esta tarde.

La gata por su parte contestó con una sonrisa tan amplia que le pudieron ver perfectamente los blancos colmillos propios de una felina.

- Aunque también veo que sabes muy bien donde guardo los pinceles-, dijo, mirando su muestrario en la mesa de arcanos. - No has perdido tus habilidades de observación, ¿eh? - rió.

Lo había dicho en broma y se había reído por ello, pero ¿tendría que comprobar luego que no le faltara nada? Suponía que no, si iba con Níniel debía ser una buena gata. O eso esperaba.

En fin, no perdió el tiempo con aquello, Tenía asuntos más importantes, entre ellos acabar ese encantamiento especial.

Con el pincel fue mojando lo que se podría denominar como tinta en su estado actual, porque básicamente había ocurrido eso mismo, la esquirla se había convertido en tinta. Con delicadeza y firmeza, fue bañando algunas partes del bastón con la dorada mezcla. Los adornos que rodeaban la vara y los que estaban debajo de su parte superior, el pomo, los detalles que cerraban por encima de la zona pensada para ser el mango del báculo, los salientes que tenían la media luna que adornaba su parte alta, así como la propia media luna y el dragón de su interior.

Había tinta suficiente para todas esas partes, y poco a poco el bastón fue tomando un contraste entre sus tonalidades oscuras frente a las nuevas doradas, hasta que finalmente quedó terminado. Apenas sobró unas raspas insignificantes en el interior del molde de acero, que no serviría para nada.

A esas alturas podía decir que había “engarzado” la esquirla, de este modo tan particular y extraño. Si había sido raro crear unas joyas con una pasta semilíquida, hacerlo con pura tinta del todo líquida, no lo había sido menos.

No obstante, aún quedaba un pequeño detalle. Que no era otro que secar la mezcla como hubiera hecho con los ojos del dragón, o con la tinta de cualquier otro glifo arcano.

Paseó la palma de su mano por encima de todas las zonas que tintara de oro, con una llama negra sobre la palma, y sin llegar a tocar al tinta directamente con la llama. Poco a poco la tinta se fue cristalizando, y al secarse acabó pareciéndose más a metal, que a la tinta que fue, o a los cristales preciosos en los que acabara convertida la anterior esquirla aguamarina.

Nada más terminar de secar toda la tinta, unos golpecitos con la parte posterior de su uña sobre una de las zonas doradas, fueron prueba suficiente para constatar de que lo que parecía era tan real como aquello a lo que se asemejaba. Metal. Duro como acero, y brillante como el más puro de los oros.

- Impresionante-, comentó, acariciando el metal. - Qué maravilla-, dijo, aún mirando con asombro el báculo, para finalmente mirar a los ojos de Níniel mientras se lo entregaba. - Kiri Jolith te pertenece, la mejor arma que jamás haya encantado o siquiera visto. Ella te protegerá como solo yo podía hacer en su lugar-, dijo, sonriendo y sin apartar la mirada de los ojos de la elfa.

Mantuvo la mirada sobre su aguamarina mirada, deleitándose en su felicidad y en su belleza, hasta que al fin dejó de sentir el peso del báculo sobre sus palmas. Ya estaba en manos de ella, y nada le quedaba por hacer al respecto.

Al menos con el encargo de Níniel, aún le quedaban algunas cosas que hacer.

- Muy bien gata, Es hora de encantar tus posesiones. Has sido buena conmigo, y eres amiga de Níniel, por lo que tendrás precio especial como ella-, se mostró amable, al tiempo que se sentaba en su mesa para trabajar el encantamiento. - Bien, te ayudaré a ajustar las correas a tus medidas en cuanto te la ciñas al cuerpo, pero antes, te pondré una cascada de destreza que te hará más ágil aún sin esos ajustes. Ya verás, la magia lo puede todo-, dijo, sonriendo a la gata, para después posar su mirada sobre la armadura.

Con otro pincel, y la misma tinta que usara para repasar el encantamiento de inteligencia de Níniel, el brujo comenzó a realizar el ritual necesario para dibujar la runa de destreza en el interior del cuello de esta, justo por la parte de atrás, donde el cuero se pegaría al pelaje de la felina. Con ella la gata sentiría que su coraza pesaría como una pluma, sentirá que era un pergamino sobre sus hombros, pero sin perder un ápice de protección. Uno de los grandes secretos de los brujos en el combate cercano.

Armaduras resistentes y ligeras gracias a la magia, que sobre el cuerpo de una mujer bestia era una combinación del todo letal.

Colocar la palabra destreza bajo el glifo en el idioma de los dragones fue el principio del fin, hacer que se secara con una llama de su dedo hasta que brillara tanto la palabra como la runa, su auténtico final.

- Listo. Magia. Sólo y simple magia-, sonrió y cedió la coraza a la gata. - Vas a ser un peligro con ella puesta, aunque debería decir que ya lo eras, pero ahora lo serás más-, bromeó. - Dame a Tomo y Lomo, es hora de terminar el trabajo que me has encomendado. Si ya eras peligrosa, pues…

No terminó la frase y se puso a trabajar en los guantes de la mujer bestia.

Esta vez necesitaría dos runas, una en cada una de las piezas de los guantes de combate. El lugar ideal era el interior de la muñeca. Del mismo modo que el glifo de la coraza estaría oculto entre el cuero de la armadura y la parte posterior del cuello de la felina, el de los guantes lo estarían entre el cuero y la parte superior de sus muñecas.

Sin perder más el tiempo, comenzó a realizar una de las runas. Esta vez tocaba una de dureza, que haría sumamente resistente a esas particulares armas que usaba la gata. En cuanto estuvieran encantadas, con ellas podría romper otras armas como si fueran de madera.

Unos rápidos movimientos de pincel impregnados en tinta violácea, la palabra dureza bajo ella en el idioma de los dragones, y un rápido secado con su magia elemental de fuego, y el brillo del glifo no se hizo esperar. Una terminada. La segunda solo requeriría una repetición del proceso, y en unos minutos la segunda pieza del arma de la felina estuvo terminada.

- Listo, una cascada de destreza para tu armadura, otra de dureza para tu arma tan personal y singular-, comentó levantándose de la silla, y estirándose como si fuera un medio gato, en vez de su clienta. - Colócate la armadura, ayudaré a ajustarte las correas para que se ciñan perfectas a tu cuerpo. No te podrás quejar, eh. Níniel no podía haberte traído a mejor herrero, uno que además sabe arcanos, y sobre todo lo más importante, que es tan barato-, rió una vez más, acercándose a la compañera de su dulce elfa.

Menudo día. Había sido de lo más cansado, pero también productivo, y por ello no tenía queja alguna. La sacerdotisa saldría por la puerta de su taller con un arma formidable entre sus manos, y su amiga iba igualmente preparada para meterse en una guerra a gran escala.

Ambas estarían más seguras en el peligroso mundo de Aerandir, y poder ayudar a ello era toda una satisfacción.

Offrol
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Uso el objeto creado por Níniel en su taller con un material de calidad épico para encantar su bastón: El Vial Blanco

También realizo lo pedidos para su acompañante, Cath. Cómo Níniel es pareja de mi brujo le cobro sólo los materiales. 300 aeros en total.

Arcanos Nivel Avanzado
Una Cascada de Destreza / 12 materiales / 120 aeros
Una Cascada de Dureza / 18 materiales / 180 aeros

Postdata: ¡Qué ilusión! Mi primer cliente que no es de la familia ♥

Hoy se me hizo tarde Matt, pero mañana haré tu pedido sin falta. Así estarás preparado para tus futuras aventuras ^^

**Vincent Calhoun** Mar 12 Jun - 2:30

El pincel se deslizaba con suavidad por encima del cuero, pero con una total entereza y firmeza, pues la mano del brujo se movía sin titubeo alguno.

Tantos años de experiencia lo habían vuelto un maestro en aquel arte, el arte arcano, y las dudas que alguna pudiera haber tenido cuando era un mozalbete habían quedado atrás, relegadas en su pasado.

Ya no era el joven aprendiz que visitaba cada día la academia de los brujos en busca de sabiduría y nuevos conocimientos. Ahora era un veterano que seguía buscando esos conocimientos allá donde sus pasos le llevaran, pero cuando se trataba de dibujar una runa tantas veces realizada, ya no albergaba los nervios del muchacho imberbe que era por aquel entonces.

El dibujo de la cascada de inteligencia quedó bien definido en el cuello de su coraza, justo en la parte trasera, donde quedaría escondido entre su cuello y el propio cuero. Solía colocar allí las runas en las armaduras, salvo que el cliente pidiera algo distinto. Era su costumbre, y en cierta manera, su sello personal al trabajo.

En cualquier caso, escribir la palabra inteligencia en la lengua de los dragones, justo debajo del glifo y con la misma tinta que usara para dibujarlo, fue su siguiente paso. Uno tan cotidiano y necesario como trazar la runa con tinta, y de igual valor que la chispa que originó con un pedernal de mesa, y con la que a su vez generó una llama con la que secar la tinta y finalizar el proceso.

El glifo y la palabra en el leguaje dracónico brillaron con intensidad antes de apagarse, y supo que su nuevo encantamiento estaba terminado. Con él sería más poderoso en la batalla, y viajaría más seguro por los caminos.

No podía estar más satisfecho, pero no pensaba detenerse en la autocomplacencia.

Después de su trabajo personal tocaba crear algunas armas para mantener las existencias de la tienda intactas. Al ser de los pocos negocios que aguantaban el tirón, tras los desastres que habían asolado el mundo, y en particular la ciudad donde vivía, últimamente había tenido muchas ventas. Por ese motivo necesitaba crear nuevo género. Si cualquier persona entraba a la tienda a pedir un encargo no tenía problemas, pero si esta pasaba a comprar un arma directamente…

En ese aspecto iba más justo, así que el calor de la fragua pronto comenzó a pelar su frente con gotas de sudor. Aunque siendo brujo de fuego sudaba algo menos que un humano corriente al exponerse a las llamas, ventajas de controlar dicho elemento a voluntad. Ser brujo tenía que tener su lado positivo, no todo iba a ser racismo y temor por la magia.

Problemas relaciones con el fuego, magia, o problemas propios de la raza de los brujos aparte, el martilleo constante fue dando forma a los aceros que iba preparando. La hoja de una daga, de una espada, la cabeza de una maza… poco a poco fue sacando partes para ensamblar diversos tipos de armas, y para cuando se quiso dar cuenta, mucho tiempo había transcurrido en aquella mañana, en la que estaba trabajando desde mucho antes que saliera el sol para tenerlo todo listo para ese día.

Ya tendría tiempo para descansar por la tarde, en ese día tenía que rellenar el almacén, y tocaba madrugar. Al menos no fue tiempo perdido, pues todo ese tiempo invertido recogió frutos en forma de una gran variedad de armas listas para su uso.

- Sandal, ¿puedes encargarte de relevarme? - preguntó, saliendo por la puerta que separaba la parte trasera del taller con el recibidor donde se encontraba su amigo. - Oh, vaya, perdonen mi descuido. Buenas tardes-, comentó, antes incluso de recibir respuesta de su socio, al darse cuenta de que tenían clientela.

- Vincent, estas personas desean realizar un encargo-, se mostró animado.

El negocio iba bien en los últimos tiempos. Los vampiros habían creado un caos en la ciudad, un terrorífico caos, a decir verdad. No le gustaban los tiempos que corrían por la cosmopolita capital de los humanos, pero no podía negar que dicho miedo le había generado una potente fuente de ingresos. En todo caso, al menos ayudaba a las personas a sentirse más seguras e ir más protegidas.

- Eso es maravilloso, tenemos un poco de todo. ¿Qué es lo que necesitan?

La respuesta del hombre que iba acompañado por la elfa no se hizo esperar, y con ella tuvo bien claro lo que podía ofrecerle.

- Qué interesante. En los mostradores tenemos algunas, pero justo acabo de terminar una nueva remesa de armas. Acero nuevo y bien afilado-, dijo animado. - Esperen, no tardaré en regresar-, terminó por decir, internándose nuevamente en la parte trasera del local.

Allí no tardó en hallar las dos armas que tenía en mente, precisamente porque las había creado recientemente. Dos hermosas dagas, con su empuñadura lista y colocada, y un filo que cortaría la carne como si fuera mantequilla.

- ¿Qué le parecen estas dos? - comentó, colocando dos dagas sobre la barra del recibidor, delante del muchacho que era el interesado en comprar.

- Si no les gustan, siempre podemos crear unas nuevas. Unas con la hoja distinta, o sustituir las empuñaduras por otras. Dependiendo del trabajo, las tendríamos entre esta tarde o mañana-, apuntilló su amigo y socio comercial, rematando la faena y poniendo todas las opciones sobre la mesa.

- Así es. Estamos a su disposición, y nuestro deseo es que salga satisfecho con su nueva compra-, dijo sonriente.

Sólo quedaba esperar que el hombre se decidiera. Pero tanto si aceptaba esas dos dagas, quería ver otras distintas, o les perdía un encargo más personal, estaba seguro de que podrían con ello. Dos ventas más para la Espada Arcana.

El dinero le vendría bien para su retorno al Norte. Debía reencontrarse con La Logia.

Offrol
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Pues aquí estamos, señor Matthew. En primer lugar, muchas gracias por venir a mi taller a comprar su nuevo armamento, es mi primer cliente que no proviene de mi familia, y es todo un detalle que haya pensando en este humilde herrero para actualizar su equipo ^^

El pedido se trataría de dos dagas de calidad normal (armas cortas. Cada una de ellas tendría un precio de 120 aeros en el mercado (60 aeros materiales, 60 aeros de beneficio) pero como sería ilógico que cobre lo mismo que el mercado, siempre hago un descuento del cincuenta por ciento de los beneficios. Es decir, que en mi taller las tendrás por 90 aeros cada una (60 aeros de materiales y 30 de beneficios para este servidor)

Como ves, por 60 aeros más, te compras dos dagas en vez de una. Así que espero que te guste el ahorro que te supone y el modo en el que llevo las cosas ^^

Por lo demás, recordarle a nuestro querido Ansur que también hice un encantamiento para mi propia armadura. Para estar del todo listo para la guerra y el registro armas y armaduras.

Herrería Nivel Aprendiz
Dos Armas Cortas de calidad normal / 12 materiales / 180 aeros (120 de materiales + 60 de beneficio para el brujo)

Arcanos Nivel Avanzado
Una Cascada de Inteligencia / 12 materiales / 120 aeros

Dicho todo esto, para facilitar parte del trabajo a master Ansur, cobrar 180 aeros a Matt, y restar 60 a mi persona (60 aeros de beneficio - 120 del encantamiento = - 60 aeros para el brujito.

**Ansur** Mar 12 Jun - 18:44

ACTUALIZADO

Profesión Usada: Arcanos / Herrería
Título: Avanzado / Aprendiz
Puntos Obtenidos: 4 (Arcanos) 2 (Herrería)
Materiales en reserva: 1 (Arcanos) 0 (Herrería)
Aeros Descontados: 60 (Vincent) 300 (Niniel) 180 (Matthew)
Adicionalmente, se han sumado 4 puntos de experiencia para Vincent y 2 puntos de experiencia para Matthew y Níniel por uso del taller

Asher Daregan Mar 2 Abr - 18:58

No solía visitar muchas tiendas como la mía. Pero a decir verdad, podía venirme bien.

Aunque sabía hacer muchas cosas con las runas, aún había cosas que se me escapaban. Mi especialidad, después de todo, eran los efectos grandes y notables, aquellos que podía desencadenar de forma inesperada en proyectiles o glifos. También sabía hacer cosas más permanentes, por supuesto, pero en algunos casos era complicado.

En concreto, había perdido muchas horas tratando de perfeccionar los encantamientos en objetos pequeños. Aquellos en los que la runa no podía colocarse de ninguna manera. Podía manejarme con colgantes o adornos, incluso, pero aquellos abrojos que Syl había comprado...

No podía. Casi les había cogido cierta manía.

Finalmente, opté por consultar con otros. Quizás algún otro arcanista tenía métodos que desconocía. Aquello fue lo que me llevó a ese sitio. "La Espada Arcana". Tenía gracia: aquel título le habría venido perfecto a Brillo.

Tal y como sospechaba, el olor de la fragua era evidente. Un rápido vistazo con mis otros ojos reveló una gran cantidad de éter de distintos tipos, así como una variedad de sellos arcanos. Muchos eran conocidos. Otros, no tanto. Algunos en concreto parecían realmente únicos, distintos a cualquier cosa que reconociese.

Recordé que no estaba sólo. Un... ¿niño? No, parecía adulto, pero era realmente pequeño. Debía medir cerca de la mitad que yo. Quizás fuese una buena señal. Caminé hacia el mostrador, aún mirando alrededor con cierta curiosidad. El mueble, al igual que el dependiente, era algo pequeño, pero me apoyé sobre él antes de hablar.

-Hola. Estoy buscando alguien que pueda encantar cosas pequeñas. En concreto...- Saqué el recipiente de madera y lo abrí, mostrando su interior y tomando uno entre dos dedos. -Esto. Son abrojos. He probado de todo, pero no hay manera.- admití. -Quiero hacerlos eléctricos. Así funcionarán contra cualquiera, incluso si llevan armadura completa.- expliqué.

No sabía que esperar del todo. Si no lo conseguía... seguiría probando. Alguien sabría como. Pero ese lugar me daba un buen presentimiento. Me di la vuelta, mirando un poco más a fondo aquel lugar. Incluso si no...

-Veo que tenéis algunas cosas más especiales por aquí.- musité. -¿Diseños propios? ¿O es secreto?- inquirí, interesado. No era como si pudiese replicarlo sin intercambiar notas o apuntes, pero sentía bastante curiosidad. Mis ojos volvieron del azul da las runas a su color dorado natural mientras escuchaba la respuesta.

Quizás aún tuviese cosas que aprender.

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Encargo una Trampa Elemental - los abrojos superiores que compré en [ESTE POST] para que sean eléctricos :3

**Vincent Calhoun** Jue 11 Abr - 1:17

Parecía que las cosas estaban más calmadas por Lunargenta desde que el rey de los humanos recuperase su trono. Y es que desde que Vinc regresara del Norte se había encontrado una ciudad rejuvenecida. Una urbe que recuperaba poco a poco su antiguo esplendor y que casi se parecía a la ciudad a la que un joven Calhoun arribara por primera vez varios años atrás.

En cualquier caso, el rubio no era un anciano aún, pero ya era lo suficientemente viejo cómo para saber que la calma predecía a la tormenta y que sólo era cuestión de tiempo que esta llegara una vez más. Era una situación mil veces vivida y con un oficio como el suyo, no sólo estaba acostumbrado al cambio constante de la vida, al cambio entre tempestad y calma, sino también a caer de lleno en el interior de dicha tormenta cuando se producía. Así pues, un brujo como él había aprendido a valorar el tiempo de paz y a saborear cada instante de este como si fuera el último.

Un día tranquilo en el interior de su oficina, con las piernas apoyadas sobre la mesa, y una manzana en su mano a medio comer. Un mordisco suave y lento, saboreando esa tranquilidad que tan corta se hacía a veces, y que esta vez fue interrumpida por la aparición de su socio en la habitación.

Vincent aún masticaba con parsimonia el último pedazo de manzana que había arrancado del fruto, cuando su compañero Sandal comenzó a explicar el motivo de su entrada.

Frases como: “Un caballero de la raza de los hombres bestia requiere de nuestros servicios”, seguidas de un resumen en el cual explicaba que había conversado con él y que el cliente deseaba, concretamente, electrificar unos abrojos para hacerlos más efectivos contra sus rivales. Todo ello aderezado con la también mención del joven enano a lo: “Interesado que estaba por los diseños nuevos que habían obtenido meses atrás en el mercado”

Por lo visto Sandal ya le había explicado al hombre que esos diseños los habían obtenido en el mercado de Yule, y que otros eran más antiguos y parte del legado y herencia de su socio brujo. Ese mismo socio brujo que ahora lo miraba con cara de: “¿Qué?

Sí, bueno, la tranquilidad y la paz eran un bien preciado por Vinc, más a veces era evidente que podía aletargar la mente del experimentado mercenario. Poco a poco el cerebro del rubio dejó de centrarse en lo sabrosa que estaba la manzana y depositó su atención en las palabras que le había dedicado Sandal.

Ese día el enano había pedido encargarse del siguiente pedido de arcanos, más la petición del nuevo cliente estaba fuera de su alcance. Y no era para reprochárselo, encantar unos abrojos podía llegar a ser un trabajo arduo y que podría destruir la paciencia del más sosegado de los arcanistas. Dependiendo del tamaño de estos, podía a llegar a ser un total dolor de muelas.

El remanso de paz del brujo no había durado demasiado. Pero en fin, después de todo, aunque Sandal se había mostrado interesado en hacerse cargo del primer siguiente pedido de arcanos, él también estaba allí para trabajar, y no sólo para rascarse la entrepierna mientras comía ricas frutas. Si tocaba currar, pues al lio. Él no era de los que se les caían los anillos por un poco de trabajo.

De todas formas, en cuánto Vinc salió de su despacho se llevó una ligera sorpresa. Esa figura de hombre perro o lobo le sonaba de algo. Le recordaba a alguien pero no estaba seguro de a quién y dónde lo podría haber visto…

- Ah, usted ha estado en el Norte, ¿verdad? - saludó de esta forma al bípedo perro, en cuánto ordenó un poco sus recuerdos. - En Dundarak, para ser más exactos. Creo que le reconozco de vista, aunque no he tenido el gusto de conocerle en persona y presentarme. Soy Vincent Calhoun-, mencionó, alargando el brazo y abriendo la mano para poder estrecharle la mano. - Sandal me ha comentado su interés en electrificar unos abrojos. Me pondré inmediatamente con ellos, aunque seguramente tarde un poco, debo encantarlos uno a uno y hay que tener una paciencia casi infinita con estos malditos-, comentó sonriente, acercándose a la caja y sosteniendo entre sus dedos una de las piezas metálicas.

Sí, iba a costar un poco, más no era nada que con tiempo no se pudiera realizar.

- Un trabajo cómo este y por esta cantidad de abrojos le saldrán ciento sesenta aeros-, comentó esta vez, arrojando el abrojo en el interior de la caja y colocándose bajo el brazo el mencionado recipiente. - Y ya sabe, si necesita cualquier otra cosa no dude en pedirlo. Si está en nuestra mano construirlo o encantarlo, lo haremos con mucho gusto. Y si quiere mirar el interior del taller o tomar unas viandas mientras espera, no tema pedirlo. Aquí atrás tenemos algunos trabajos por pulir y Sandal le acompañará durante la visita y le proporcionará algo de fruta para hacerle más grata la espera. Siempre y cuando no tenga mejores cosas que hacer, claro está-, rió con suavidad. - Dicho esto, una vez más, encantado de conocerle. Me pondré con su pedido-, dijo finalmente, encaminándose hacia la parte trasera del taller.

Allí, el brujo no perdió el tiempo y se acercó directamente a la mesa donde trabajaba con runas y glifos. Normalmente dibujaba las runas sobre el material… pero esta vez eso sería muy complicado. Tenía pinceles muy finos y se podía lograr con esmero, más era más sencillo usar otro método. Sabiendo esto, no tenía dudas de cómo realizar el trabajo, simplemente sacó un cincel muy pequeño y delgado, un martillo, y luego ajustó el primero de los abrojos contra la mesa con un sargento. Con cualquier otro trabajo ya podría empezar con el pedido, pero en este caso, también necesitaba colocar el soporte de madera que albergaba un aro con un cristal de aumento, en el hueco que tenía su mesa de trabajo para este. Lo había encargado hacía tantos años a un cristalero de Beltrexus que hasta recordaba con nostalgia ese día, Con él podría ver bien su trabajo, y no hacer un maldito desastre.

Una runa, ya fuera grabada o dibujada, debía estar perfectamente ejecutada para que funcionara. De otro modo sólo sería un garabato estúpido encima de un objeto.

En cualquier caso, con suavidad y paciencia dibujó la runa que representaba la electricidad en el medio entrecruzados de aceros del primero de los abrojos, y después la rellenó con una masilla mágica que usaba para glifos huecograbados. A los pocos instantes la runa brilló varias veces antes de apagarse, señalando que el proceso estaba bien realizado. Dónde antes había un grabado en el acero, el espacio realizado con el cincel, ahora sólo quedaba una runa azulada mimetizada sobre el acero, cómo si ese acero nunca hubiese sido tocado.

Al final de todo, Vinc golpeó con suavidad una de las punta del abrojo con la punta del cincel y un chispazo se produjo para satisfacción del brujo.

- Perfecto-, se dijo a sí mismo, dejando el cincel a un lado, y liberando el abrojo del agarre del sargento. - El primero listo. Sólo quedan… muchos más-, se dijo esta vez.

Ya lo había dicho anteriormente. Era un trabajo lento por la dificultad de encantar objetos tan pequeños, más sólo era eso, un trabajo lento. Era cuestión de tiempo que todos estuvieran listos y que el hombre perro pudiera hacer de las suyas con ellos.

Offrol
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Hey, primero que nada dar las gracias al bueno de Asher por pasarse por mi tienda =D

Agradecimientos terminados, solo me queda avisar al máster Ansur de que el precio del encargo está pactado con Asher por MP

Arcanos Nivel Avanzado
Trampa Elemental / 14 materiales / 160 aeros (140 aeros en materiales + 20 de beneficios para el brujito)

**Ansur** Dom 14 Abr - 17:36

ACTUALIZADO

Profesión Usada: Arcanos / Herrería
Título: Avanzado / Aprendiz
Puntos Obtenidos: 1 (Arcanos) 0 (Herrería)
Materiales en reserva: 6 (Arcanos) 0 (Herrería)
Aeros Descontados: -160 (Asher) +20 (Vincent)
Adicionalmente, se han sumado 2 puntos de experiencia por uso del taller

**Bio** Jue 20 Jun - 4:53

Y ahí estaba de nuevo, insistiendo en que tal cosa no era posible -Yo también sé de magia arcana y jamás he visto nada así- Insistí pero Arygos parecía estar completamente segura de que era posible y para no continuar perdiendo tiempo y energías en una discusión estéril que no llegaba a ningún lado, opté por darle la razón, me miró con los ojos entrecerrados delatando que no terminaba de creerme pero ahora sus argumentos no harían más que dar vueltas en círculo si continuaba.

El camino al taller había sido un poco confuso gracias al mapa mal dibujado que nos había dado el otro sujeto -¿Segura que no tienes el mapa al revés?- Protesté de nuevo pues, desde el inicio era ella quien se había hecho cargo de indicar el camino y yo, incapaz de decirle que no, había optado por seguirla, consciente que si no iba con ella, se iría sola metiéndose en algún peligro inesperado.

Afortunadamente no sucedió nada durante todo el camino, tal vez en gran parte porque era algo tarde y no había mucha gente deambulando, o tal vez porque simplemente… bueno, realmente no se me ocurría otra razón así que esa serviría por ahora -¿Y si ya está cerrado? A esta hora la gente normal duerme- Añadí la que sería mi nueva excusa para volver a casa cargando aquella ajustada armadura de cuero recién comprada que al menos me gustaba, por ahora.

Finalmente la jovencita peliblanca comenzaba a poner cara de pucheros, miraba el mapa una y otra vez mientras le daba la vuelta considerando que sí nos habíamos perdido así que tomé el mapa y lo miré un rato sin entender nada aunque por suerte, al final de la calle había un edificio que decía “La Espada Arcana” -Mira, ahí es- Señalé, la tomé de la mano y apuré el paso para llegar rápido.

Tocamos un par de veces antes de empujar la puerta y entrar, en el interior había un escritorio donde un hombrecito nos recibió -Buenas noches, ¿está abierto aún?- Pregunté temeroso pero Arygos tomó la palabra de inmediato -Queremos un encantamiento para andar bajo el agua al menos un largo rato- No era muy específica pero tal vez con toda mi negativa estaba consciente de que no era mucho lo que podría lograr, así que apoyé sus palabras con algunos aeros -Daré estos 700 aeros si lo que ella pide es posible- Esperaba que fuera suficiente porque era todo lo que quedaba de lo que había traído conmigo.

Afortunadamente la respuesta fue positiva, los ojos de Arygos brillaban de alegría y solamente quedaba esperar y volver luego para retirar el pedido -Dejaré esto en sus manos y pasaremos luego- Colocamos la armadura de cuero sobre la mesa junto a los aeros y nos preparamos para partir y regresar luego del tiempo que aquel brujo nos había indicado.

Armadura ligera:

**Vincent Calhoun** Mar 2 Jul - 1:12

El taller se encontraba en una calma total. Una de esas calmas de las que Vincent recelaría si estuviera en tierra hostil, pues eran la señal para todo veterano como él, de que la tormenta acechaba sobre su cabeza y estaba presta para arrasar con todo. Sin embargo, a esa hora del día, o para ser exactos, de la noche, era normal que en su negocio no se escuchara el característico ruido del trabajo en la forja, ni tampoco el trajín y bullicio de clientes y los viandantes en la calle.

Por ello, dadas las circunstancias de horario y lugar, no era extraño que el negocio a partes iguales entre brujo y enano, estuviera en la más y grandiosa de las paces.

Claro, siempre que un reiterado ruido gutural se pudiera considerar estar en paz y en calma, pues era obvio y no hacía falta entrar en su despacho para notar que el aventurero de rubios cabellos se había quedado dormido. Para desgracia de Sandal, que se encontraba en el recibidor dándose unos últimos instantes de espera antes de cerrar, los ronquidos de un brujo mercenario estaban siendo especialmente fuertes y atravesaban la madera cómo si de mantequilla se tratara.

- Recogeré algunas cosas en mi despacho. Luego ya podremos cerrar y recoger un poco la trastienda para dar el día como concluido-, musitó Sandal, con cierto retintín en sus palabras.

Bueno, podríamos decir que Vincent en general era un buen tipo y no faltaba a su palabra, pero que los santos no existían y siempre existían excepciones a la regla. Excusas aparte, eso sería antes de que un simpático vampiro y acompañante, entraran al local y convirtieran los ojos del enano en sendas monedas de oro con su cuantiosa proposición.

Sobra decir que Sandal aceptaría el encargo con la misma celeridad con la que un rayo cruzaba el firmamento, y en esos instantes, zarandeaba y despertaba a su ruidoso socio roncador. Un Vincent dormido sobre la silla de su despacho, con un libro entre sus manos y con las piernas estiradas y cruzadas sobre su mesa.

- ¡Qué pasó! ¡Juro que esto no es un libro de mujerzuelas y ando leyendo sobre la cultura de los hombres lobos para el examen fina! - comentó el brujo con alarma, aún sin estar muy entre los vivos y sin darse cuenta dónde estaba, o mejor dicho, en qué año. Tanto era así, que el libro, que sostenía sobre sus manos mientras dormía, se cayó al suelo, al tiempo que él se iba hacia atrás sobre su silla y se daba un buen costalazo. - Ufff, menuda pesadilla. No sabes la suerte que tienes de no haber nacido en el seno de una familia de profesores-, dijo seguido, recobrando la compostura y recogiendo el libro del suelo, para luego levantarse del suelo con la mano libre sobre el lateral de sus lumbares.

- No sé, pero quizás tus padres con oficio de maestros deberían haberte enseñado a no mentir. Recojo el despacho y vengo para cerrar… Menudo cuento. Quizás estudiabas poco y mirabas demasiado libros con dibujos de mujeres desnudas-, respondió Sandal.

- Oye, que ya estoy viejo para sermones. Encontré un libro interesante y no pude evitar leerlo-, comenzó a decirle, pero al ver el gesto que comenzaba a marcarse sobre el rostro de Sandal, tuvo que aclararse un poco mejor. - Y no, no es de mujeres desnudas. Ya no soy un estúpido niñato para esas cosas-, comentó, dejando el libro sobre la mesa. - Era sobre arcanos. Estaba interesante, y no recordaba que lo tuviera.

- Ja, con tu edad, es un milagro que recuerdes cuando ir a mear. Pero hablando de arcanos, vengo a comentarse que un acaudalado señor ha venido por un encargo.

- Ja, ja, ja. Muy gracioso-, respondió con sorna. - Pensaba que venías para cerrar y recoger la trastienda. ¿No es un poco tarde para ponernos con un encargo?

- No cuando ese acaudalado señor, ha dejado en mis manos una bolsa con setecientas monedas-, contestó el enano, haciendo botar la bolsa para que resonara el metal en su interior y después se la lanzó al brujo con suavidad para que este la recogiera al vuelo.

- Joder, ¿setecientas? Por setecientas vendería hasta a mi madre-, bromeó, calculando el peso de la bolsa después de agarrarla. - Sí, buen peso. ¿Qué demonios quiere?

- Un encantamiento para andar por debajo del agua sin problemas. Me suena verte algo así entre tus cosas.

- Lo tengo. Sí, maldito espía-, volvió a bromear, pues él mismo le dejaba sus escritos al enano para que los aprendiera. Era parte del trato entre socios. - Ahora entiendo el precio. De todos modos, sigue siendo muy generoso por su parte.

- Pues podrás agradecérselo cuando regrese. Tiene intención de volver a recogerlo esta misma noche.

- ¡Maldita sea! ¡Cada vez entiendo más el alto pago! - respondió, con cierta alarma. - Por suerte, es un encantamiento caro por la cantidad de tinta mágica que hay que usar, pero no me llevará mucho tiempo. Manos a la obra-, dijo esto último, poniéndose en marcha y dirigiéndose hacia la trastienda.

- ¡Su armadura está sobre tu mesa! - gritó el enano, ante el raudo brujo que lo había dejado atrás en su despacho. - Imagino que necesitarás la armadura para ponerle el encantamiento-, se dijo lo último para sí mismo, con los ojos en blanco y negando con la cabeza.

- ¡Bien pensado! - gritó en respuesta el brujo desde la trastienda, quizás aún poco adormilado y despistado por ello.

Por fortuna, caminar despejó la mente de Vincent un poco y en cuánto llegó a su mesa estaba listo y preparado para ponerse con su reto. La armadura, ligera y de bella factura pero no por ello baja calidad, estaba sobre la mesa como le había comentado su socio.

Sacó la tinta necesaria del armarito con llave de la propia mesa, un pincel fino y se puso manos a la obra. Con rápidos movimientos, pero suaves y sin perder el ritmo fruto de la práctica, el dibujo necesario que representaría ese poder fue quedando impreso sobre el cuero, justo sobre una de las solapas de cuero del cuello. Allí quedaría hermoso, y una vez hubo terminado, comenzó a escribir con la misma tinta mágica y en el lenguaje antiguo de los dragones las palabras que otorgarían tal poder a la armadura.

Muchos glifos sólo necesitaban de una marca o dibujo, como ustedes prefieran denominarlo, para ser terminados con éxito, pero caminar bajo el agua sin morir ahogado era una virtud demasiado poderosa para ser creada sólo con una runa. Ese hechizo necesitaba palabras de poder que decidió escribir sobre lo que sería el pecho de la armadura. Vinc pensó que allí quedarían hermosas, aunque realmente no se mostrarían hasta que el cliente decidiera “darse un baño con ella”. Sólo entonces brillarían y creía se vería hermoso y poderoso, cuando el idioma de los dragones se mostraba con todo su poder en el brillo azul celeste de la tinta que había escogido para esa obra.

En cualquier caro, tanto el glifo en la solapa, como las letras, brillaron varias veces antes de apagarse, y quedar impresas sobre el cuero negro en un tono grisáceo. Esa era la señal de que su trabajo había sido un éxito, y a partir de ahora, sólo volverían a brillar cuando se usase su poder.

- ¡Listo! - exclamó para sí mismo, echándole un último ojo a su obra.

Ahora solamente quedaba esperar por el cliente que había hecho tan singular pedido. Al rubio le intrigaba quien desearía tal hechizo, más con esperar tendría la respuesta a su curiosidad. Era cuestión de tiempo que supiera de quien se trataba.

Offrol
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Ay diosito, este Bio es el tipo más chévere del foro. Menuda pastaca me ha dado *le brillan los ojos con el símbolo del aero*

Se trataría de un pedido de "Pez en el Agua". Encantamiento aplicable a armaduras de calidad superior o mejores. Te permite moverte y luchar en el agua y moverte igual que si estuvieras en tierra (o, más bien, en el aire) o nadar como si corrieras, sin pérdidas de movimiento ni restricciones. 40 materiales.

Arcanos Nivel Avanzado
Pez en el Agua / 40 materiales / 700 aeros (400 aeros en materiales + 300 de beneficio)

**Ansur** Mar 9 Jul - 7:39

ACTUALIZADO

Profesión Usada: Arcanos / Herrería
Título: Avanzado / Aprendiz
Puntos Obtenidos: 5 (Arcanos) 0 (Herrería)
Materiales en reserva: 1 (Arcanos) 0 (Herrería)
Transacción: -700 (Bio) +300 (Vincent)
Adicionalmente, se han sumado 2 puntos de experiencia por uso del taller

Zöe Miér 28 Ago - 15:16

-Sé que dices que no debemos lastimar a nadie, pero al menos tienes que admitir que es necesario estar preparadas… Solo por si algo malo sucede – La Vampiro parecía querer ¿Convencerme? Si, eso parecía ser.

-Tu lógica es correcta, pero llegado el caso, lo más correcto es que yo me encargue de la situación, mi sistema se encargará de reducir al agresor causando el menor daño posible –

-¿Y si estas desmayada? ¿Y si te tienen atrapada? ¿O si estoy muy lejos como para que puedas ayudarme? – Habíamos dejado de caminar, Sophitia me miraba muy seria, mi gesto en cambio seguía siendo neutro.

-Eso… Es posible, si – No podía contradecirla.

-¡Bien! Entonces estamos de acuerdo, busquemos una herrería antes de que cierren – Se cruzó de brazos y comenzó a andar.

Acabábamos de salir, teníamos que esperar a que el sol bajara lo suficiente como para que no afectara a la Vampiro, pero si se hacía demasiado tarde no encontraríamos ninguna herrería abierta. Por lo mismo, no había demasiados sitios para elegir, y los que aún estaban trabajando no tenían del tipo de arma que Sophitia necesitaba.

-No, no, son como unos... Aros que te pones en los nudillos - Intentaba explicarle la Vampiro a un herrero.

-¿Guanteletes? - Le respondió el Humano mientras agarraba unos de ejemplo y se los mostraba.

-¿Acaso me ves usando una armadura completa o algo así? No, es algo mucho más liviano, siquiera cubre tu mano completa - [ANALIZANDO] Sophi estaba levantando el tono, esa era una mala señal.

-Quizás deberíamos intentar en otro sitio - Intenté presentar alternativas a la situación actual, dado que la negociación con el herrero no parecía avanzar - Podríamos ir a ese otro sitio - El cartel del lugar decía “Espada Arcana”, curioso, había una mezcla de culturas en ese anuncio.

Ingresamos al establecimiento y allí se encontraba un hombre de estatura y peso promedio, con cabello rubio y variadas marcas que podrían ser producto tanto de su trabajo como Herrero o señal de haber vivido múltiples aventuras. Sophitia no perdió el tiempo y se acercó al mostrador, apoyando ambas manos sobre la mesa con fuerza, evidentemente la interacción con los anteriores comerciantes había agotado su muy limitada paciencia.

-Escuchame, pero escuchame con mucha atención. Necesito unas nudilleras ¿Entiendes de lo que te hablo? - Y mientras hacía el pedido le mostraba sus propios nudillos.

Me acerqué desde atrás y puse una mano en su hombro, agregué con tono neutro.

-Deseamos comprar un juego de estas particulares armas, en lo posible, unas que sean de calidad ¿Sí? -

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-Le encargo a Vincent unas nudilleras para Sophi ^^ Quiero que hagan dos saltos de nivel, ya que las que tiene son las que vienen por defecto al crear la Ficha. La idea es que queden en calidad superior.

Para que no queden dudas, Sophitia habla de algo como esto:

Nudilleras:

Pero el diseño puede ser el que más te guste, Vin, confío en tu criterio

Tatsuya Suō Miér 4 Sep - 19:20

-¡Eh, mozo! - le dije al pescadero - ¿No sabrás sobre una herrería llamada "La Espada Arcana? Me dijeron que estaba por aquí, en la zona portuaria.

-Hijo, ¿acaso acabas de darte un golpe en la cabeza? Si la tienes justo detrás de ti. ¿Que no sabes leer? - replicó el hombre tras un gruñido.

Le di un derechazo en la cara al muy bastardo y me volví para ingresar a la herrería. Resonó el retintín de una campanita al abrir la puerta, y me recibió un rubio de buen vestir, estatura promedio y rostro noble al otro lado del mostrador. Era uno de esos tipos bendecidos con un buen rostro, de los que atraen a las fulanas de taberna como moscas. Tenía una mirada aguerrida, apaciguada por su color de miel. Odiaba a los hombres de buen garbo, pero decidí prestarle poca atención y aproximarme al mostrador.

Silenciosamente, eché un vistazo a las armas en exhibición, los servicios de encantamiento y la lista de precios. No sabía si aquello era demasiado caro, o si estaba ya acostumbrado a la austeridad. Sea como fuere, saqué del bolsillo de mi kimono una bolsa algo pesada y la sacudí. Allí iban los ahorros del último año. Con suerte, me alcanzaría para una nueva espada y un glifo.

-'Tardes, amigo. He escuchado maravillas de este taller. Espero que tengas las cosas buenas guardadas en el almacén, porque la verdad es que por ahora no estoy impresionado. - hice una pausa para abrir la bolsa y contar su contenido. Mis ahorros apenas y rozaban los 300 Aeros. Descolgué de mi cinturón la empuñadura de lo que antes era mi katana, ahora partida por la mitad y la coloqué sobre el mostrador. - ¿Has visto alguna vez una katana? Son espadas delgadas y largas, tan filosas que cortan la carne como mantequilla. Pocos saben como forjarlas, y cada herrero que conozco me ha dirigido a ti. Espero, no me decepciones y que con estos 300 Aeros baste para que me hagas una de buena calidad, con algo mágico....

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En resumen, lo que pido es:

Arma de una mano de acero de Carrasco (Calidad superior) (Katana)

Espero que alcance con los 300 Aeros. De no ser así, me conformo con una katana de calidad superior.

**Vincent Calhoun** Sáb 7 Sep - 0:55

Era de noche y se acercaba el momento de cerrar. En esta ocasión, el bueno de Vinc se encontraba solo en el interior del negocio. Sandal se había ido a…. bueno, a eso qué demonios hicieran los hombres de tamaño bajo con su tiempo libre.

El brujo no tenía problema con ello, es más, en cierta manera se lo debía a su pequeño socio, ya que él se encargaba del negocio cuando el mercenario estaba fuera por algún trabajo o asuntos de la Logia que, básicamente, era casi todo el tiempo. Por eso Sandal se había ganado unas merecidas vacaciones y a él le tocaba lidiar con los quehaceres de una vida un tanto más sedentaria.

¡Y diablos! Sería indecente que el propio Vincent pensara que era tan eficiente como un biocibernético partiendo huesos con sus… cómo quiera que se llamaran los chismes que usaran esos tipos y chicas cibernéticas, pero la realidad es que así era. Y no era para menos, había preparado varios pedidos para el ejército de los humanos, ido a recoger materiales y materias primas indispensables para sus trabajos y futuros encargos, e incluso había atendido bien a varios clientes que habían visitado el local durante el transcurso de aquel día, así como creado algunas obras para sí mismo y también para tener algo más de productos a la venta.

Sí, casi estrella el carromato con las mercancías una o dos veces, le prende fuego al intendente del ejército por tacaño ratero miserable, pero eh, eso era menos de lo que hacía en un día normal como mercenario. No estaba mal la vida del tranquilo comerciante.

En cualquier caso, bien parecía que ese día de entrega a labores civilizadas se daba por terminado. Había llevado el negocio con su más y sus menos, y además, durante la tarde, había creado un mangual de bella factura a partir de varias barras de acero al rojo vivo bien doblado y moldeado, que luego había acoplado al mando de madera que comprara ese mismo día a un carpintero. Una madera que tenía a su alrededor unas confortables tiras de cuero para mejorar el agarre de la mano cuando se usara el arma.

El final del duro trabajo fue una bella arma roma, con cabeza redonda y llena de puntas al estilo de un lucero del alba, pero unida por una cadena al mango, como era propio en todo mangual. Era tan hermoso que nuestro brujo aún no había decidido si ponerlo a la venta, como había pensado inicialmente, o quedárselo para su colección personal.

En fin, más allá de los pedidos y la creación de esa arma, también se entretuvo haciendo dos juegos de ganzúas. Unas de mayor calidad de las que ya tenía en su haber, por lo que ahora iría mejor preparado durante sus aventuras. Nunca se sabía cuándo había que abrir una puerta sin usar sus habituales métodos mágicos. Una forma mucho más violenta, y por qué no decirlo, tan explosiva, como ruidosa. Digamos… a veces tocaba ser más sutil y menos Vincent.

Pero bueno, digamos que lo importante es que había sido un día de lo más productivo, y a esas alturas el mercenario dudaba de que apareciera otro cliente dispuesto a pedirle algo más antes de cerrar. Lo cierto es que se había equivocado.

Dos damas entraron en el taller para demostrarse que no estaba bien hacerse ideas que bien no tenían por qué terminar de aquella manera. La verdad, ya tenía la mente puesta en cerrar el local, más nunca le diría que no a unas moneditas extra.

Menos aún cuando entraban unos clientes tan simpáticos, o simpáticas en este caso.

- Pues no sé a qué se refiere, ¿unos guanteletes?

Fue en ese instante cuando la chica de cabellera rojiza hizo un mohín y puso mala cara y, por qué no decirlo, ya no parecía tan simpática. No obstante, su compañera llegó al rescate para mostrar algo del stock de la tienda y darle una referencia de lo que deseaba la joven.

- Ah, claro. Unas nudilleras para combatir con ellas. Creo que tengo algo perfecto para usted-, dijo, dirigiendo sus palanbras y mirada hacia la castaña. - Será ligero y perfecto para machacar a sus rivales. En un rato lo tendré listo, ya que no es una labor complicada-, terminó por decir, antes de encaminarse hacia la trastienda.

Justo ese mismo día le había comprado a un curtidor unos guanteletes de cuero que irían perfectos para esa ocasión. Tenían unos agujeros para pasar un trozo de metal, o el material que se quisiera usar, y justo por debajo tenían otro trozo de cuero para que el metal quedara entre las pieles trabajadas y, por tanto, no molestara contra los nudillos al golpear con ellos.

Así pues, teniendo eso a mano, el resto era sencillo. Solo tuvo que calentar la fragua, colocar cuatro aceros de un tamaño largo, que luego fue doblando una y otra vez hasta convertirlos del tamaño adecuado. Después, con el metal aún al rojo vivo, les hizo muescas para hundir parte de esos cuatro metales. De esta manera consiguió que cada uno de ellos tuviera puntas y valles, como si de una cordillera de metal se tratara. Finalmente trabajó dichos metales para que adquirieran una forma más bonita, los metió en aceite para templarlos y finalmente los cinceló para que las montañas que hacían de pinchos quedaran bonitos y atractivos a la vista, a la par que afilados y más eficientes para el combate.

De esta manera, al ser cada línea de pinchos una sola pieza metálica, los pinchos serían resistentes y no se doblarían ni partirían con facilidad. Un trabajo fácil y sencillo que remató colocando cada pieza metálica en su posición, y atando con firmeza el grueso cuero que llevaban por debajo para que el metal no entrara en contacto directo con la piel y no molestara al golpear.

- Listo-, comentó, mostrándole las obras a las chicas en cuánto regresó a la parte delantera de la tienda. - Espero que les guste. Por un módico precio, un buen brujo herrero puede conseguirles lo que quieran-, dijo, feliz con la obra que había salido de su fragua en esta ocasión.

Offrol
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Pues unos guanteletes de combate para la simpática y dulce vampira :3

Imagino que por ser solo unos metales dentro del cuero y, por tanto, ser poco material, metería estos guantes para combatir en la categoría de armas cortas. Y como es tan poco metal diría que vale con decir que es un arma sola, como un pack. Si hay que hacer alguna corrección, Ansur, soy su hombre y lo arreglaré. Lo mismo va por Zoe, por si he manejado la vampira mal en el post, no le gusta el arma y el precio, etc.

Pero primero, antes del pedido de Zoe, un mangual y dos juegos de ganzúas de calidad normal para ganar tres puntos de habilidad en herrería y llegar a nivel avanzado ^^. Por supuesto, sólo gasto materiales y se deberán cobrar en la cuenta de mi brujito.

Herrería Nivel Aprendiz

Arma de una mano de calidad normal / 8 materiales / 80 aeros
Dos juegos de ganzúas de calidad normal / 8 materiales / 80 aeros

Herrería Nivel Avanzado

Arma corta de calidad superior / 9 materiales / 135 aeros (90 aeros en materiales + 45 de beneficio)

Guantes de combate:

Postdata: No me olvido de ti Tat, mañana tendrás la katana ^^

**Vincent Calhoun** Dom 8 Sep - 1:42

Otro día aparecía el sol tras la línea del horizonte, otro día en el que Vinc se encargaría del negocio mientras Sandal seguía por ahí…, pues eso, continuando con el ocio y entretenimiento que tuviera todo hombre de corta estatura.

La cosa había ido bien los últimos días y el brujo cada vez tenía mejor soltura con los pedidos y el aprovisionamiento de materias primas. Ya casi parecía un comerciante honrado ducho en la compra y venta de productos. Casi. Porque un mercenario como él lo era para toda la vida y sabía que la llamada de la senda volvería a reclamarlo más pronto que tarde.

En todo caso, ahora podía disfrutar de unos días tranquilos en la ciudad, e incluso la otra noche había logrado que aquellas chicas se fueran felices, y que la joven de pelo cobrizo no le partiera la cara. Y demonios, una venta en la que no te partían la jeta siempre era un buen negocio.

- Buenas tardes-, le dijo al chico que acababa de entrar, dejando a un lado el recuerdo de las chicas del pedido nocturno.

El muchacho había entrado en silencio y no comentó nada. Solo echó una ojeada a los artículos expuestos, algo que por otro lado no le extrañó, mucha gente hacía eso antes de dirigirse a él. Una circunstancia que no tardó en ocurrir, aunque lo cierto es que el hombre no parecía impresionado por sus creaciones exhibidas.

- Oh, por supuesto. Tenemos buenas armas y armaduras en el almacén. Esto solo es una pequeña muestra-, respondió, aunque por dentro pensaba: “¿de verdad tenían algo mejor en el almacén? Lo cierto es que no recordaba que tuvieran nada excelente, lo cual le hacía imaginar que sus palabras quizás fueran un tanto… irreales. - Sí he visto alguna. He tenido el gusto de apreciar su eficacia en manos de aliados y el disgusto de casi ser troceado por alguna en situaciones contrarias. Pero no se preocupe, aparte de casi morir por ellas, conozco el procedimiento para hacerlas-, comentó, esta vez más sincero. - No es problema, y por ese precio, puede tener una katana de acero mágico de gran calidad. No le defraudaré-, terminó por decir, antes de encaminarse hacia el almacén con la katana partida.

El procedimiento de una katana era similar al de toda espada. Sólo tenía que coger un trozo bien largo de acero, ponerlo al rojo vivo en la fragua, y doblarlo y doblarlo a golpes hasta tener multitud de capas de acero en la longitud requerida. Por lo demás, una vez terminado el proceso más duro y trabajoso del acero, solamente quedaba darle una forma más adecuada, templar el acero en el aceite, y finalmente desmontar la empuñadura de la espada rota del muchacho para colocársela al nuevo acero.

La única diferencia con otros trabajos era que este acero se forjaría y doblaría mezclado con la resina sacada de un árbol mágico, lo cual le daría propiedades mágicas que harían que el metal más fácil de encantar, y al mismo tiempo, haría que esos encantamientos fueran más potentes que en un acero corriente.

Así pues, tras unas horas de trabajo, el brujo pudo terminar el acero de la katana y colocarle la empuñadura. Luego, con unos rápidos movimientos, pudo comprobar lo ligera y bien que se desplazaba por el aire. Sin duda estas armas eran impresionantes, casi se podía decir que cortaban el propio viento.

- Aquí tiene joven, espero que quede satisfecho con el trabajo-, comentó, en cuánto salió de la trastienda a la parte delantera del local, al mismo tiempo que colocaba la espada cual larga sobre la madera del mostrador. - Puede parecer cara, pero por trescientos aeros no encontrará nada mejor. Se lo garantizo.

Offrol
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Y por fin el pedido de Tatsuyo por aquí. Espero que sea de tu agrado, Tat, y gracias por esos aeros extra ^^

Arcanos Nivel Avanzado
Herrería Nivel Avanzado
Arma de una mano de acero de Carrasco (calidad superior) /12 materiales de herrería y 8 en arcanos. / 300 aeros (200 aeros en materiales + 100 de beneficio)

Siempre suelo colocar una imagen, Tat, pero seguro que encuentras una más de tu agrado en estos grandes mundos del net jajaja

Katana:

**Fehu** Sáb 28 Sep - 11:57

ACTUALIZADO

Profesión Usada: Arcanos / Herrería
Título: Avanzado / Aprendiz (y Avanzado)
Puntos Obtenidos: 1 (Arcanos) 3 (Herrería / alcanza nivel máximo)
Materiales en reserva: 0
Transacción: -135 (Zöe) -300 (Tatsuya) -15 (Vincent)
Adicionalmente, se han sumado 4 puntos de experiencia a Vincent y 2 a Zöe y Tatsuya por uso del taller

Asher Daregan Miér 15 Ene - 20:06

Había estado posponiendo aquello durante bastante tiempo. Demasiado, quizás. Pero con todo el asunto del meteorito, las preguntas empezaron a surgir de nuevo.

Aún había técnicas arcanas que no conocía. Cosas que se alejaban de mi estilo, o que simplemente no se me habían ocurrido. Encantar cosas tan finas como abrojos era una de ellas. Probablemente hubiese más, cosas que un brujo entendería mejor con su comprensión intuitiva del éter.

Era natural que tuviese mis límites: por bueno que fuese, era imposible saber todo lo que había sobre encantamientos. Pero cuanto más me acercase, mejor. Con esos pensamientos, atravesé el umbral de la puerta de La Espada Arcana. Recordaba al hombre pequeño que me atendió la última vez. Iría al grano.

-Hola. Vengo a hablar con Vincent. ¿Está por aquí?- pregunté, apoyándome algo impaciente. No estaba seguro de como decir lo que iba a decir. Era un poco humillante: me consideraban uno de los mejores arcanistas en Dundarak, después de todo. Estaba orgulloso de mi tienda. Pero era precisamente por eso que tenía que hacerlo.

-Vincent.- le saludé con un gesto en cuanto llegó. -Vengo a proponerte un intercambio.- Aquello era más apropiado. No podía simplemente pedirle ayuda sin ofrecer nada a cambio. -Tengo algunos diseños propios que he traído conmigo. Runas y encantamientos.- dije, sacando de una bolsa de cuero varias hojas de notas y dibujos. Las había hecho con mucho cuidado, y las solía guardar con recelo, pero era la mejor forma de mostrar a lo que me refería.

-Sé que tu también tienes tus propias técnicas. Estaba pensando que podríamos enseñarnos mutuamente.- propuse. Éramos compañeros de la Logía, después de todos. Podía ser útil para ambos. -Tengo algunas cosas en concreto que te podrían interesar... barreras mágicas, como las de Niniel Thenidiel, entre otras cosas. Las he diseñado yo mismo, por lo que no creo que nadie más sepa hacerlas.- expliqué con cierto orgullo.

Aquel sitio también era una forja, por lo que parecía. Seguramente tendría un entendimiento aún mayor de las armas, al combinar ambos conocimientos. Pero en realidad, tenía mayor interés por lo que podía contarme como un brujo.

-Estaba buscando una forma de imbuir el éter de un hechicero a un arma o canalizador... que fuese más fácil, quiero decir. Aunque tengo mis formas, imagino que para ti es algo más intuitivo.- comenté. Después de todo, la "magia" que yo mismo usaba no venía de mi mismo en su mayor parte. No tenía control sobre ella, tan solo usaba herramientas. No era lo mismo forjar una espada y usarla que controlar el acero con mi mente. -¿Se te ocurre algo?-

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Como acordamos hace mil años (?) vengo a enseñar y a que me enseñen. Quiero aprender las recetas de Canalizador Elemental, Arma Eterea y Trampa Elemental. A cambio, ofrezco las que hablamos por privado: Vínculo de Sangre, Purgar y Runa Territorio

**Vincent Calhoun** Mar 21 Ene - 0:14

Cómo solía ser costumbre, Sandal estaba detrás del mostrador de la tienda esperando la llegada de potenciales clientes. No era extraño que más de una persona entrase al local solo por mera curiosidad, solamente por la tentación de ver de cerca obras fruto de la magia legada por los dragones, y Sandal, con su labia propia de un actor de tragedia escénica de primera fila, lograba convertir a esas personas enfundadas en la piel de la curiosidad felina en verdaderos compradores.

Increíble lo de ese enano. Había nacido para las finanzas. Su oficio de herrero era una mera tapadera para su verdadera vocación, y el brujo mercenario, que retozaba por su oficina cual lagarto del desierto, estaba seguro de que su socio comercial podría vender arena de ese mismo desierto al más escéptico de los habitantes de Roilkat.

En cualquier caso, entrando al meollo de la cuestión, Sandal había dejado su puesto detrás del mostrador para entrar en la oficina del brujo con intención de buscar a Vincent. Eso era obvio, claro estaba, para qué demonios iba a entrar si no, pero lo que extrañaba al rubio repantigado sobre su silla con las calzadas botas sobre el firme de su mesa, era que no era el momento de relevar a su querido y canijo socio. No hacía mucho que se estaba tomando un descanso, o ¿realmente tanto tiempo había pasado divagando con sus cosas?

La descripción de un visitante fue más que suficiente para hacer salir al brujo de su oficina. ¿Un hombre perro lobo de dos metros o más de alto? Había pocos que encajaran en esa acumulación de detalles.

- Oh, vaya, vaya-, comentó el brujo, saliendo de su despacho, un cuarto lateral a la tienda y la entrada del local. - Pero si es el gran Asher. ¿Qué necesita un hombre con tus cualidades de un tipo cómo yo? ¿Necesitas información de algún lugareño al que tengas que patearle el culo? - dijo seguido, saludando con su habitual humor al hombre bestia.

El mercenario no tardó en entender las motivaciones reales de su compañero de armas de la Logia en cuánto este se explicó.

- Runas y encantamientos-, comentó, más para sí mismo, que para el resto de los presentes, agarrándose el mentón con pulgar e índice, y acariciándose la barba en clara reflexión. - Unas barreras nunca vienen mal. Níniel no siempre puede estar a mi lado para salvarme el culo. Me vendrá bien en mis trabajos en solitario-, comentó medio en broma, pero con total sinceridad. - Pasemos al taller, creo que tengo lo que necesitas-, dijo finalmente, alzando el brazo izquierdo hacia su lado indicando la puerta de entrada a la trastienda.

Unos pasos bastaron para que hombre bestia y brujo atravesaran el umbral de la puerta que llevaba al taller propiamente dicho, allí estaba la forja y en un lateral la mesa donde realizaba los glifos y runas arcanas.

- Conozco un encantamiento en el que cada vez que el portador del arma realiza un hechizo mágico, su arma acumulará y lanzará una descarga de este mismo sin que ello debilite el hechizo original. Es muy útil para elfos, brujos como yo o personas que dominen los arcanos como tú, por ejemplo. También conozco una forma de encantar trampas. Fue lo que me encargaste la otra vez, para tus abrojos. Necesitaras alguien que te los cree si no sabes forjarlos, más sabiendo el hechizo, al menos no tendrás que cruzar un continente para verme y que te los encante-, bromeó con aquello último. - Y finalmente, tengo otro hechizo para encantar armas que te podría resultar útil. Hace que parte del daño propio del arma se convierta en mágico por defecto, lo cual ayuda atravesar defensas y armaduras con esa magia. Es muy bueno, y sirve para cualquiera que sepa portar un arma-, terminó por explicarle.

Puestas sobre la mesa sus ideas para darle hechizos que le podrían servir, Vinc no tardó en ver varios hechizos que le podrían valer para él mismo o para vender en su tienda. El pergamino de protección de zona, que Asher le había mencionado al llegar, era bastante útil, no obstante, no tardó en descubrir otros igualmente interesantes. Un vínculo que te permitía compartir bendiciones y comunicarse telepáticamente era ideal para ataques en compañía y coordinarse de un modo muy eficiente, y purgar los encantamientos de las armas de los rivales era genial cuando te enfrentabas a enemigos armados hasta los dientes y con encantamientos en la mayoría de sus armas.

Una vez pactado el intercambio, el resto fue sencillo. Tanto él como Asher eran expertos en su oficio. No era como enseñar a un alumno de la academia o a un pipiolo recién salido de ella, ambos comprendían a la perfección su arte, así que fue cuestión de tiempo que ambos aprendieran a realizar los encantamientos que el otro les enseñara por primera vez.

- Y eso es todo-, comentó, un rato más tarde, después de pasar un buen tiempo practicando y explicándose la manera correcta de realizar los hechizos. - Cómo ves es muy sencillo, llévate una copia en pergamino de mis hechizos y yo me quedaré con las tuyas. Intercambio equivalente, cómo se suele decir-, comentó de buen humor, entregándole tres rollos de pergamino con las notas. - Y si necesitas cualquier otra cosa, ya sabes dónde encontrarme-, se despidió de su compañero, sin perder el tono alegre.

Cómo iba a perderlo. Después de todo, había sido un buen negocio. No de dinero, pero sí de conocimiento. Todos salían ganando y eso siempre estaba bien.

Offrol
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Yecaaa, yecaaaa. Intercambio equivalente completado. No debemos enfadar a los hermanos Elric haciendo cosas sin equivalencia.

Aprendo de Asher las recetas Vínculo de Sangre Mayor, Purgar y Runa Territorio y le enseño las de Canalizador Elemental, Infusión Eterea y Trampa Elemental

Postdata: Yo también pensaba que se llamaba Arma etérea, pero mirando las tareas no la encontraba y me di cuenta que en realidad se llamaba Infusión etérea XD

**Fehu** Mar 21 Ene - 14:34

ACTUALIZADO

Profesión Usada: Arcanos y Arcanos
Título: Experto (Vincent) y Maestro (Asher)
Puntos Obtenidos: 6 (Vincent): 3 por aprendizaje de recetas de igual nivel y 3 por enseñanza de recetas
Transacción: NA

Ambos obtenéis 2 px por uso del taller. No olvidéis añadir las nuevas recetas a vuestros talleres.

Matthew Owens Mar 11 Feb - 23:39

-¡Ala! No paro de cruzarme con gente encantadora el día de hoy - Exclamó el Humano mirando de arriba a abajo al brujo. Era chistoso que lo hiciera pasar por una casualidad, considerando que estaban en la puerta del local de Vincent - Tengo un bonito desafío para ti. O quizás no, tal vez es muy sencillo - Se apoyó en una de las mesas - Ya sabes, en realidad nunca terminé de entender cómo funcionan las runas. Tal vez debería tomar otra clase ¡Tu que crees? - Le guiñó un ojo, la última vez que había estado en la Academia de los hechiceros las cosas se habían puesto algo complicadas.

En esa ocasión Vincent había intentado dar una tranquila clase sobre los principios de las artes rúnicas ¿Así se decía? Matthew no podía recordarlo, se había pasado todo el rato mirando a Eyre y apenas había escuchado una palabra de lo que el Hechicero dijo.

Puso sobre la mesa un gancho agarrado en su extremo por una cadena, el Estafador sonreía, estaba muy satisfecho con el resultado, Eltrant había hecho un excelente trabajo, como siempre.

-¿No te da curiosidad? ¿Cuántas veces te han traído un gancho para encantar? - Se cruzó de brazos - Tuve una idea maravillosa, sé que tienes un encantamiento que permite cambiar la forma de un arma - Levantó un dedo antes de que Vincent dijera nada - No preguntes cómo lo sé, simplemente lo sé, a Ciudad Lagarto llegan montones de rumores - Sonrió de modo gatuno - En fin, quiero dos armas en una, que sea un Gancho y a la vez un mangual ¿Sabes a qué me refiero? Es esa... - Hizo un gesto con las manos como si fuera una bola y luego como si le salieran puntas - Bueno, tu debes saber mucho más que yo sobre armas - Se encogió de hombros - Mientras el tamaño y la cantidad de material sea más o menos la misma debería funcionar ¿Cierto?-

Dio unos golpecitos sobre la mesa y dio un paso hacía atrás.

-Entonces lo dejo en tus manos, viejo amigo - Sonrió de medio lado - Tendrías que venir a visitarme algún día, las aguas contaminadas generan un hedor inmundo en verano, pero en invierno es una ciudad bastante agradable... A veces - Se rió de sus propias palabras - Jajaja, al menos puedo asegurar que no vas a aburrirte -

La confianza con la que hablaba el Estafador daba a entender que eran amigos desde hacía años, nada más alejado de la realidad, pero Matt pasaba como un huracán y se iba antes de que el dueño del local pudiera replicar nada.

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Compro el Encantamiento "Arma Cambiante" para el Gancho comprado aquí: Link al Taller de Eltrant
y Adjunto imagen

Mangual:

**Vincent Calhoun** Mar 18 Feb - 23:43

Hoy tocaba quedarse delante del mostrador. En las épocas en las que el brujo rondaba por la capital, debía encargarse de más asuntos respecto al taller de herrería y hechicería. No en vano, Sandal lo cuidaba y se encargaba de este en solitario cuando el mercenario estaba fuera por otros trabajos, así pues, lo mínimo que le debía el rubio, a su enano socio, era ayuda y más presencia en el local cuando se encontraba en la ciudad.

Pero claro, un día rutinario solo necesitaba una pizca de sal para que ganara en sabor.

- Matthew. Matthew Owens. Si no me equivoco-, respondió al muchacho.

Era increíble cómo funcionaba la mente de los seres pensantes. Unos instantes antes no recordaba el nombre del joven que había entrado en su tienda, pero era verle en persona y el recuerdo se volvía tan vívido como el ayer.

- Unas clases extras nunca vienen mal a nadie-, comentó sincero pero en tono de chanza, siguiendo el hilo divertido de las palabras de su inesperado cliente. - Pues lo cierto...-, empezó a decir, sosteniendo entre sus manos el gancho que le entregara Matt. …es que nunca he tenido el gusto de encantar tan formidable arma. La gente suele ser conservadora respecto a su armamento.

Era un arma de los más interesante, y aún más importante, de tan bella factura como bien creada. Era un gancho formidable de un buen acero muy bien templado.

“¿Un momento? ¿Había dicho Ciudad lagarto?”, fue el pensamiento que lo sacó de la inspección del arma que le cediera el simpático de Matt.

Vaya, vaya. Parecía que el alumno de la academia de Magia tenía más de un secreto bajo la manga. Todas las personas eran un cascada de agua con una cueva detrás, pero era indudable que aquel hombre había captado la atención del buen mercenario y había picado su curiosidad.

- Sí, sin problema. No es un encantamiento sencillo pero lo domino. Podría enseñártelo algún día, si te apetece-, comentó amistoso, guardándose el lado gatuno para otro día. - Y te tomo la palabra, seguro que algún día iré a echar un vistazo por allí.

No había tenido el “gusto” de ir a la nueva ciudad, o casi mejor dicho, nuevo barrio que se había formado cerca de la base de los bios. Ir a ver a Matt era una excusa tan buena como otra para echarle un ojo y saber más de lo que se cocía por allí.

- Déjalo en mis manos. En un momento tendrás lo que deseas-, le comunicó sonriente, antes de encaminarse a la trastienda.

Vincent se acercó a su mesa de trabajo. Dejó el gancho de metal apoyado por uno de sus lados sobre la superficie de la mesa, y luego, sacó un bote de tinta mágica de la vitrina. Finalmente tomó uno de sus pinceles, y con movimientos ágiles y metódicos, dibujó la runa sobre el lado visible del gancho.

No era un proceso que necesitara mucho tiempo, más bien requería técnica y el conocimiento para realizar el dibujo de la runa en el orden adecuado para que el encantamiento resultase exitoso. Una vez terminada la runa, con un pincel más fino, solo debía escribir dos palabras mágicas en el lenguaje de los dragones justo debajo del glifo, y una vez hecho esto, la susodicha runa y las palabras mágicas brillarían un par de veces, para luego oscurecerse y quedarse impresas sobre el metal.

Un simple vocablo fue suficiente para terminar de comprobar que el encantamiento cambiante había sido un éxito, y también, para comprobar que el gancho se convertía en un mangual. Esa era la necesidad de dos palabras mágicas, una para sellar el encantamiento y que toda persona pudiera usarlo, incluso personas sin control sobre el éter, y el otro para definir en qué se convertiría el gancho una vez pronunciada la palabra adecuada.

- Aquí tiene-, le dijo a Matt, enseñándole el gancho en forma de mangual, para seguido pronunciar la palabra mágica que hizo que el arma volviera a su forma original. - ¿Te has quedado con la palabra? - preguntó, dejando el arma sobre el mostrador. - Es sencilla y podrás cambiar el arma cada vez que quieras solo pronunciándola-, dijo seguido, escribiendo la palabra en un trozo de pergamino que le entregó junto al arma. - Serían sesenta aeros. Espero que lo encuentre de su agrado, por lo demás, seguro que ya nos veremos. Unas pintas de mi cuenta, por los viejos tiempos-, bromeó, recordando como se había quemado… aquella glorieta, y satisfecho de haber podido ayudar a un nuevo cliente y ganar un poco de dinero por el camino.

Offrol
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Un hermoso gancho cambiante a mangual para el majo de Matt. Espero que lo disfrute, excelentísimo virrey

Arcanos Nivel Maestro
Arma Cambiante: [Encantamiento de Arma] / 60 aeros (40 aeros en materiales + 20 de beneficio para este apuesto brujo)

Eso me recuerda, los dos hombres más sexys de Aerandir en un taller, que el master que actualice esto no sienta celos de nosotros, no podemos evitar ser tan bellos y encantadores <3

**Fehu** Miér 19 Feb - 19:11

ACTUALIZADO

Profesión Usada: Arcanos (y Herrería)
Título: Maestro (y Experto)
Transacción: -60 (Matthew) +20 (Vincent)

Ambos obtenéis 2 px por uso del taller.

Anders Sáb 7 Mar - 17:42

Malditos maestros arcanistas, de verdad, las locuras que podían hacer.

No me ponía a contar cuantas cicatrices tendría en estos momentos de no tener sangre élfica corriendo por mis venas para acelerar mi sanación apenitas, porque estaba casi seguro de que no terminaría de contar nunca. Una jodida daga que se volvía espada y luego se volvía daga otra vez. Yo, dándomela de listillo, sólo me estaba tomando el tiempo para calcular más o menos nuestros rangos, y cuando quise sacarle la cabeza al tipo de un mazazo el filo se estiró.

Me acaricié el cuello, alegre de que siguiera allí, porque por poco el caso habría sido el contrario. Luego de someter al hombre, o lo que era lo mismo decir, ganarle por los pelos, tomé interés en el arma al notar que era cuestión de runas y no que el hombre fuese un brujo, o algo. ¿Funcionaría en madera? ¿Otros materiales? Más importante. ¿Yo podía aprenderlo? Ciertamente, no había entendido nada ni de coña sólo con ver el arma por encima.

Por lo que había ido a su fuente. Lo que me costó sacarle al hombre el nombre del lugar donde la había obtenido.

Bueno, no sacarselo. Entenderlo. "La espada arcana", y yo de "sí, sí, que ya noté que es una espada arcana, pero te estoy preguntando dónde compraste este encantamiento", y el hombre volvía, "¡Te lo estoy diciendo! ¡La espada arcana!". "¡Qué no qué es, el lugar!"

Si es que ese era el nombre. Apropiado, debía decir. Miré algo celoso el lugar, todos tenían edificios de trabajo tan bonitos... excepto yo.

Empujé la puerta y caminé adentro, yendo derechito al mostrador. No estaba ahí para curiosear los contenidos de la tienda, después de todo, y es que era mejor no hacerlo, porque si me emocionaba quizá y salía del lugar con un montón de cosas bonitas que ni sabía usar, y lo que eso significaba, me quedaba sin dinero.

—¡Saludos! ¡Buenos días! —callé unos segundos, viendo por la ventana—. ¡Tardes! Soy Anders. Uhm. Vengo a... —junté las manos frente a mí cara, entrecerrando los ojos. ¿Cómo se decía esto? Es decir... no era la primera vez que me buscaba a alguien que me enseñase, pero estaba completamente seguro de que todas las otras veces eso había fallado porque la gente no enseñaba de gratis—.... hablar de negocios.

Tuve que aguantar burlarme de mí mismo. Hablar de negocios. Qué adulto estaba hecho.

—¿Tú eres el qué hace los encantamientos aquí? Sino, quisiera hablar con esa persona, tengo algo que preguntarle. Proponerle.

La verdad es que quien me había recibido parecía un poquito escéptico, mi labia - o falta de ella - me estaba dejando como el hombre de negocios más sospechoso del mundo. Cuando vi a la figura que había hecho aquel trabajo salir sentí la fuerte necesidad de retirarme, no había dicho nada aún y ya me estaba dando pena.

...También me estaba dando envidia, ¿por qué todos podían tener unas barbas tan impresionantes y a mí casi no me crecía pelo? Comenzaba a sospechar que esa era realmente la razón por la que nadie se acercaba a mi taller, la gente le compraba era a tipos con barba.

Suspiré negando para mí mismo con la cabeza. Quizá había una runa para eso, también. Me rasqué el pelo y empecé a hablarle del hombre sobre lo que me había pasado, el asalto del tipo con un arma que se transformaba por runas o eso me pareció a mí, y que me había dicho que era aquí. Me ahorré, por supuesto, lo de que discutimos como diez minutos porque yo no terminaba de entender cuál era el nombre del taller.

—...Entonces quería saber si me la enseñas, ¿son... 40 aeros, no? Pero eso sería una compra, y te tomaría menos tiempo hacer algo que enseñarlo, así que, ¿el doble? O triple. O podemos acordar que las primeras ventas que haga usando eso te hago llegar la mitad del dinero, no te preocupes, también tengo un... puesto —ladeé levemente la cabeza a falta de una palabra mejor, no se le comparaba realmente a este tipo de talleres—, aquí mismo en Lunargenta, así que no voy a desaparecer. Si quieres te enseño donde está, así cualquier cosa puedes ir y quemar el lugar conmigo adentro —bromeé, riendo un poco. Entonces me detuve de repente—. Por favor no hagas eso. En fin, soy todo oídos si tienes otras condiciones.

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Por extorsiones de cierta persona cuyo nombre no voalyria a mencionar intentó que el guapísimo brujo me enseñe su receta de Arma Cambiante y espero con fe que Niniel no se ponga celosa de que comente sobre la barba de su amado.

**Vincent Calhoun** Dom 15 Mar - 17:20

Otro magnífico día de ventas se cernía sobre sus cabezas. Al menos esa era la idea original para los dueños de aquel local llamado La Espada Arcana. El día no había sido…, cómo decirlo, de lo más productivo. Durante la mañana habían vendido una buena espada y algún que otro utensilio para las cocinas, así como alguna que otra herramienta para caballerizas, más eso había sido todo.

Lo cierto era el dúo de socios tampoco tenía mucho de lo que quejarse. Había días peores en los que no se vendía nada y aún les quedaba el resto de esa hermosa fecha para lograr mejorar las ganancias.

Una espléndida tarde de oportunidades y de esperanza se mostraba ante ellos, y el sonido de la campanilla de la entrada al establecimiento daba buena cuenta de ello. No existía nada parecido a aquello, un buen cliente era todo lo que necesitaba un brujo vendedor para animarse e imaginar otro poco más de dinero en su bolsa al cinto. Sobre todo cuando ese cliente era una persona tan simpática como centrada en su objetivo. Un cliente que sabía lo que quería, era una venta segura.

- Buenas tardes, aunque también sirve buenos días, después de todo, sigue siendo de día-, bromeó Vinc como respuesta, pensando en el fondo del interior su mente que menuda estupidez acabara de soltar. No había sido su mejor respuesta. - Bueno, que puedo decirle, Un comercio es siempre un buen lugar para hablar de negocios-, comentó seguido, manteniendo el talante alegre y simpático que usaba desde el principio de la conversación.

Visto ahora, quizás ese tipo no tenía las cosas tan claras. Era imposible no llegar a pensarlo, al notar tanta… ¿dispersión mental? Una cosa tenía clara el bueno de Vincent, ese chico no era especialmente ducho en el arte del comercio. Aunque, quien decía joven, podía decir longevo elfo. Los de su raza no envejecían igual que el común de los mortales y fácilmente podía tener el doble de la edad del mercenario.

- Oh, no lo dude. Si necesita un encantamiento por estos lares, yo soy su hombre-, respondió, animado ante la perspectiva de venta. Más allá de lo que le costaba al elfo decidirse por el curso de acción en el momento de negociar, al menos daba la clara sensación de que sabía lo que quería. Fuese lo que fuese. - Pues proponga usted. Si está en mi mano, lo tendrá pronto y de calidad por un módico precio.

Ajá. Esas palabras eran justo lo que necesitaba escuchar un buen comerciante para que sus ojos chispearan de emoción con el color del oro.

- Podría hacerlo. Quemar establecimientos y viviendas es mi mayor talento-, dijo serio, antes de cambiar el gesto de su rostro hacia uno sonriente. - Tranquilo, solo bromeo. Nunca quemaría a un cliente tan simpático-, comentó en el mismo tono amable de antes. - Lo que me pides no suele ser común-, mencionó más para sí mismo, que para su interlocutor, al tiempo que se acariciaba la barba de su mentón.

Por un lado, ese saber que albergaba, ayudaba a que los clientes se interesaran por su local y no por otros de la misma índole. Pero por el otro, si los veteranos como él no legaban los conocimientos que tenían, estos se perderían para siempre. O al menos, hasta que alguien los volviera a descubrir.

- Me has convencido. Por una suma de dinero será tuyo. ¿Qué tal ciento cincuenta monedas?-, tanteó al joven, a ver cuánto dinero estaba dispuesto a pagarle.

Si aceptaba esa que había puesto encima de la mesa, el encantamiento sería suyo para que lo usara como gustase.

“Un momento”, pensó Vinc, “si quiere el encantamiento es que debe ser arcanista. ¿Por qué lo había llamado burdamente como: el que hace los encantamientos aquí”

En fin, la conclusión a la que llegó el brujo, es que seguramente se debía a ese estilo distendido que tenía el buen elfo, algo muy Vinc, por otro lado. Él también solía ser bastante coloquial, salvo en momentos excepcionales, donde sacaba a relucir su tan correcta como oxidada educación en protocolo y relaciones interpersonales.

- Ven, vamos a la trastienda-, hizo un gesto con la cabeza, señalando la puerta que había tras de sí. - Te enseñaré el encantamiento y luego te haré una copia en un pergamino. Quién sabe, quizás podamos formar un buena sociedad mercantil, después de todo-, comentó animado, mientras se encaminaba hacia la puerta que daba al taller, propiamente dicho.

Allí sería cuestión de tiempo que ese elfo tan majo aprendiera el encantamiento, antes de irse a continuar con su seguro que divertida vida.

- Por cierto, mi nombre es Vincent, Vincent Calhoun-, terminó por decirle, mirando hacia el chico por encima del hombro.

Cómo el brujo se solía decir a sí mismo: una presentación tardía, nunca estaba de más.

Offrol
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Enseño a Anders la receta Arma Cambiante: [Encantamiento de Arma] por el módico precio de 150 aeros. Y si este joven elfo algún día quiere, podemos hacer algún trabajo en conjunto que pueda estar relacionado con ese "negocio" (?

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