La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
Página 4 de 6. • Comparte
Página 4 de 6. • 1, 2, 3, 4, 5, 6
Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
Y ahí estaba yo solo y vulnerable- Dije en tono emocionado -Eran varias copias del jinete, todos ellos letales y muy poderosos- Continué con el relato mientras caminaba junto a una Arygos que me acompañaba en su horma humana, apoyándose con su bastón para ayudarse a caminar más de prisa, aunque la noche aún era joven, la dragoncita se había preocupado por mí, y había ido a buscarme al Lugar sin Nombre para llevarme de vuelta a casa, aunque aún nos quedaba algo por hacer, y con nos, me refiero a que a mí me quedaba algo por hacer.
¿Y luego qué pasó?- Me preguntó con los ojos muy abiertos -Pues, el jinete me atrapó en una terrible ilusión de la que no podía escapar, pero finalmente logré salir con mucho esfuerzo- Respiré simulando cansancio y poniendo una mano en el pecho dramáticamente -Cuando escapé de la ilusión, pude ver que habían llegado refuerzos, pero aún así no eran suficientes, porque solo había una fuerza capaz de derrotar a esos jinetes- Arygos me interrumpió con la misma emoción que yo narraba la historia -¡Los Centinelas!- Me quedé un rato pensando ante esa posibilidad -Bueno, en realidad, no recuerdo que hubiera centinelas, solo hay uno- Aclaré antes de continuar, y es que, si hubiera otros, podría recordarlos ¿o no?
En fin, volviendo a lo que importa, trabajamos en equipo, un grupo de desconocidos donde por suerte, no había nadie con delirios de grandeza para atacar por su cuenta, no no no, conseguimos coordinarnos entre todos para debilitar a la criatura, aunque claramente no podríamos matarla y entonces, al final de todo… ¡ZAZ!- Hice el gesto de lanzamiento con las manos y me agaché -Justo frente a nosotros, estaba la esperanza, el Centinela de Aerandir que con un par de llamaradas desterró a la criatura y la mandó a su casa en forma de barbacoa con un ataque tan poderoso que sus hijos heredarán las quemaduras.
Afortunadamente sus ataques fueron muy precisos, o me habría borrado la cabeza con sus poderosas llamaradas- Continué con el relato -Vaya que es un tipo genial- Dijo la dragona bastante impresionada -Ni te imaginas, dicen que afila sus espadas con los pelos de la barba- Exageré un poco, aunque no estaba seguro de que el brujo no pudiera hacerlo realmente, tal vez solo no quería usar su barba para cosas tan simples, pero de cualquier manera ahí estábamos, en el taller de Vincent el Centinela.
De entrada nos recibió un sujeto bastante extraño que anunciaba encantamientos -Claro que no, ese no es Vincent- le dije a la dragona que me miraba extrañada -No venimos a comprar, buen hombre de cabeza deforme, vengo a aprender algo del mejor- Dije con alegría mientras entrábamos al modesto taller del brujo -Necesito aprender algo de ti, y no creo que nadie más pueda enseñarme tal cosa- Arygos sacó de su mochila algunos pergaminos con indicaciones escritas de manera caótica y sin sentido aparente -Eso se supone que son instrucciones para un hechizo que convierte cosas en piedra, pero no puedo leerlo de la manera que está ordenado… o desordenado, ya ni sé, ese chico escribe horrible, pero me envió contigo y dijo que podrías enseñarme- Lo miré con ojos suplicantes, tarea a la que también se sumó Arygos con sus ojitos tiernos.
A cambio, te enseñaré esto- Tomé algunas de las tintas del mismo taller del brujo (que por suerte no eran mágicas o habría tenido que pagarle) y dibujé algunas runas trazadas sobre un pequeño pergamino con sus respectivas indicaciones de prioridad -Haces esto y luego esto, pones este punto aquí, aplaudes tres veces... eso no es realmente necesario pero ayudará a mantenerte despierto- Señalé el orden en que debía escribir las diferentes runas aunque seguramente el brujo era más diestro en esto que yo -Luego solo tienes que colocar el pergamino en una superficie y si alguien pisa quedará atrapado en una jaula mágica… Interesante ¿no?- Dije orgulloso aunque realmente no eran gran cosa, solo otra de esas recetas que cualquiera podría aprender...
¿Y luego qué pasó?- Me preguntó con los ojos muy abiertos -Pues, el jinete me atrapó en una terrible ilusión de la que no podía escapar, pero finalmente logré salir con mucho esfuerzo- Respiré simulando cansancio y poniendo una mano en el pecho dramáticamente -Cuando escapé de la ilusión, pude ver que habían llegado refuerzos, pero aún así no eran suficientes, porque solo había una fuerza capaz de derrotar a esos jinetes- Arygos me interrumpió con la misma emoción que yo narraba la historia -¡Los Centinelas!- Me quedé un rato pensando ante esa posibilidad -Bueno, en realidad, no recuerdo que hubiera centinelas, solo hay uno- Aclaré antes de continuar, y es que, si hubiera otros, podría recordarlos ¿o no?
En fin, volviendo a lo que importa, trabajamos en equipo, un grupo de desconocidos donde por suerte, no había nadie con delirios de grandeza para atacar por su cuenta, no no no, conseguimos coordinarnos entre todos para debilitar a la criatura, aunque claramente no podríamos matarla y entonces, al final de todo… ¡ZAZ!- Hice el gesto de lanzamiento con las manos y me agaché -Justo frente a nosotros, estaba la esperanza, el Centinela de Aerandir que con un par de llamaradas desterró a la criatura y la mandó a su casa en forma de barbacoa con un ataque tan poderoso que sus hijos heredarán las quemaduras.
Afortunadamente sus ataques fueron muy precisos, o me habría borrado la cabeza con sus poderosas llamaradas- Continué con el relato -Vaya que es un tipo genial- Dijo la dragona bastante impresionada -Ni te imaginas, dicen que afila sus espadas con los pelos de la barba- Exageré un poco, aunque no estaba seguro de que el brujo no pudiera hacerlo realmente, tal vez solo no quería usar su barba para cosas tan simples, pero de cualquier manera ahí estábamos, en el taller de Vincent el Centinela.
De entrada nos recibió un sujeto bastante extraño que anunciaba encantamientos -Claro que no, ese no es Vincent- le dije a la dragona que me miraba extrañada -No venimos a comprar, buen hombre de cabeza deforme, vengo a aprender algo del mejor- Dije con alegría mientras entrábamos al modesto taller del brujo -Necesito aprender algo de ti, y no creo que nadie más pueda enseñarme tal cosa- Arygos sacó de su mochila algunos pergaminos con indicaciones escritas de manera caótica y sin sentido aparente -Eso se supone que son instrucciones para un hechizo que convierte cosas en piedra, pero no puedo leerlo de la manera que está ordenado… o desordenado, ya ni sé, ese chico escribe horrible, pero me envió contigo y dijo que podrías enseñarme- Lo miré con ojos suplicantes, tarea a la que también se sumó Arygos con sus ojitos tiernos.
A cambio, te enseñaré esto- Tomé algunas de las tintas del mismo taller del brujo (que por suerte no eran mágicas o habría tenido que pagarle) y dibujé algunas runas trazadas sobre un pequeño pergamino con sus respectivas indicaciones de prioridad -Haces esto y luego esto, pones este punto aquí, aplaudes tres veces... eso no es realmente necesario pero ayudará a mantenerte despierto- Señalé el orden en que debía escribir las diferentes runas aunque seguramente el brujo era más diestro en esto que yo -Luego solo tienes que colocar el pergamino en una superficie y si alguien pisa quedará atrapado en una jaula mágica… Interesante ¿no?- Dije orgulloso aunque realmente no eran gran cosa, solo otra de esas recetas que cualquiera podría aprender...
- Receta a aprender:
- Defensa pétrea =D *Tarareando One way or another, pero la versión de Blondie*
Bio
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 2016
Nivel de PJ : : 10
Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
Últimamente, el brujo no había tenido mucho trabajo en el taller. Aunque, bueno, esa una forma elegante de decir que el mercenario no había estado muy atento a lo que bien sería su segunda manera de ganar dinero. Lo cual era una forma aún más elegante de decir que había pasado de sus obligaciones con el taller. Lo que era, a su vez, una forma aún más bonita de decir que había pasado un poco del bueno de Sandal.
Pero en fin, ese era el trato que habían hecho los dos hombres. Mientras Vincent estuviera fuera de Lunargenta por trabajo, viaje de placer o meros entretenimientos, cómo era asistir a una festividad y acabar convertido temporalmente en bebé, el enano se encargaría de llevar el negocio por su cuenta. Quizás el pacto no era tampoco del todo así, quizás había añadido alguna cosa que no contemplaba el caballeroso contrato de palabra vinculante, como era lo de irse de farra por doquier, y también quizás, en las últimas semanas ni siquiera había estado fuera de la ciudad...
Bah, minucias sin importancia. Lo verdaderamente importante es que Sandal era muy feliz llevando el negocio a su manera, pese a ser un cascarrabias que se ponía de mal humor cuando un brujo se comportaba un poco, pero solo un poco, eh, como un gañán.
¡Qué demonios! La vida era dura, andarse el continente buscando encargos no era un trabajo sencillo, sobre todo porque para alguien con su oficio, por lo general conllevaba jugarse la vida. Es más, si hasta cuando intentaba pasarlo bien, acababa metido en otra batalla, para colmo, en esta última ocasión, en forma de bebé.
Vinc necesitaba unas semanas de descanso al regresar a casa. Y sí, lo cierto es que Sandal solo usaba ese pretexto para meterse un poco con su buen amigo. Al enano, realmente no le importaba que el brujo se tomara unos días de reposo, después de una larga travesía. Menos aún cuando traía dinero con el que invertir en el negocio, a veces, incluso nuevos planos con lo que poder realizar más pedidos, lo cual aumentaba las posibilidades de atraer mayor clientela.
Así que sí, a Sandal le encantaba tomarle el pelo a Vincent, más, ese día el brujo ya estaba por aquellos lares cuando el enano fue quien recibió un poco de su propia medicina.
- Oiga, no tengo la cabeza deforme. Solo soy pequeño pese a ser un hombre adulto y por eso parezco cabezón.
- Descuida, Sandal, solo es un buen amigo mío que parece que ha venido a hacer negocios-, se metió de lleno Vincent, evitando que el enano le partiera las rodillas al bueno de Bio.
El socio de Vinc pareció encajar la pulla de mejor manera al intervenir su rubio amigo, más, sin duda, ello no evitó que el enano se fuera refunfuñando y que, con gran posibilidad, algunas de las palabras que llegaran a oídos del mercenario fueran: “menuda panda de amigos tiene este maldito brujo”, entre otras lindezas que obviaremos por decoro.
Ante tales rimbombantes hermosos adjetivos escuchados, Vincent solo puedo añadir.
- Qué bueno que vinieras a verme, seguro que tengo lo que necesitas-, le dijo a Bio, dibujando una luminosa sonrisa, haciéndose el idiota ante las bonitas palabras que escuchaba por otro lado, cada vez más alejadas de su persona.
Si es que el brujo era un chico muy bien enseñado. Ante los calificativos más hermosos y demás menosprecios, una hermosa dentadura era lo que debía brillar. Nunca sobraba un poco de buen talante, más aún en aquel caso, ya que su socio tenía más que buenas razones para querer partirles las piernas a todos ellos.
«En fin, da igual», pensó el brujo, «Ya se le pasará».
E incluso, cuando dejara de estar enfadado, entendería mejor el característico y sin filtro humor del vampiro. Pero eso era algo del incierto futuro, ya se sabría en su momento, ahora el brujo tenía la mente centrada en el negocio.
- Te diría que has venido un poco tarde, que vamos a cerrar ahora mismo, pero con tu condición, creo que sobra decir qué cosas-. Sí, esas mismas que ya había dicho de todos modos. - Pero cuéntame, qué necesitas. Aunque donde dejaría mis modales, buenas noches Arygos, un placer volver a verte-, le dijo a la dragona, haciendo un cortés reverencia con la cabeza en su dirección.
El brujo no tardó en saber que lo que deseaba el señor de la noche, y lo cierto es que ese tipo de intercambios le había supuesto un aumento productivo del negocio. Cómo ya se había mencionado anteriormente, más planos de hechizos arcanos, runas y equipo ayudaba a aumentar la clientela.
- Ya veo, parece muy útil-, contestó, en cuanto el vampiro terminó de realizar las trazas sobre un pergamino en blanco. - Un chico, ya veo. Supongo que es nuestro amigable conocido común. Claro, puedo enseñártelo. Es sencillo para alguien con tu nivel-, le dijo seguido, mirando con más detenimiento el papel que sostenía entre sus manos, aquel que el vampiro antes le mostrara. - Te lo pasaré a limpio y verás que no será un secreto para ti. Descuida, no me llevará mucho tiempo.
Vincent sacó otro pergamino limpio, del mismo cajón del que instantes antes Bio hiciera lo propio. Luego, le pidió de vuelta el pincel que el moreno había usado para enseñar su técnica y le mostró el orden exacto de los trazos que debía realizar para que la runa fuera efectiva. Finalmente, abajo del todo le apuntó el orden para que los movimientos no se perdieran en mitad de los recuerdos.
- Muy bien, amigo mío-, dijo, en cuanto terminó de realizar la tarea, mientras alargaba el brazo para cederle el pergamino con la runa dibujada y las instrucciones. - Tenemos un trato.
Una nueva sonrisa se dibujó en sus labios.
Intercambio Defensa pétrea por Red Sorpresa
Otro intercambio equivalente para la saca. Un placer hacer negocios contigo, Bio, como siempre ^^
Pero en fin, ese era el trato que habían hecho los dos hombres. Mientras Vincent estuviera fuera de Lunargenta por trabajo, viaje de placer o meros entretenimientos, cómo era asistir a una festividad y acabar convertido temporalmente en bebé, el enano se encargaría de llevar el negocio por su cuenta. Quizás el pacto no era tampoco del todo así, quizás había añadido alguna cosa que no contemplaba el caballeroso contrato de palabra vinculante, como era lo de irse de farra por doquier, y también quizás, en las últimas semanas ni siquiera había estado fuera de la ciudad...
Bah, minucias sin importancia. Lo verdaderamente importante es que Sandal era muy feliz llevando el negocio a su manera, pese a ser un cascarrabias que se ponía de mal humor cuando un brujo se comportaba un poco, pero solo un poco, eh, como un gañán.
¡Qué demonios! La vida era dura, andarse el continente buscando encargos no era un trabajo sencillo, sobre todo porque para alguien con su oficio, por lo general conllevaba jugarse la vida. Es más, si hasta cuando intentaba pasarlo bien, acababa metido en otra batalla, para colmo, en esta última ocasión, en forma de bebé.
Vinc necesitaba unas semanas de descanso al regresar a casa. Y sí, lo cierto es que Sandal solo usaba ese pretexto para meterse un poco con su buen amigo. Al enano, realmente no le importaba que el brujo se tomara unos días de reposo, después de una larga travesía. Menos aún cuando traía dinero con el que invertir en el negocio, a veces, incluso nuevos planos con lo que poder realizar más pedidos, lo cual aumentaba las posibilidades de atraer mayor clientela.
Así que sí, a Sandal le encantaba tomarle el pelo a Vincent, más, ese día el brujo ya estaba por aquellos lares cuando el enano fue quien recibió un poco de su propia medicina.
- Oiga, no tengo la cabeza deforme. Solo soy pequeño pese a ser un hombre adulto y por eso parezco cabezón.
- Descuida, Sandal, solo es un buen amigo mío que parece que ha venido a hacer negocios-, se metió de lleno Vincent, evitando que el enano le partiera las rodillas al bueno de Bio.
El socio de Vinc pareció encajar la pulla de mejor manera al intervenir su rubio amigo, más, sin duda, ello no evitó que el enano se fuera refunfuñando y que, con gran posibilidad, algunas de las palabras que llegaran a oídos del mercenario fueran: “menuda panda de amigos tiene este maldito brujo”, entre otras lindezas que obviaremos por decoro.
Ante tales rimbombantes hermosos adjetivos escuchados, Vincent solo puedo añadir.
- Qué bueno que vinieras a verme, seguro que tengo lo que necesitas-, le dijo a Bio, dibujando una luminosa sonrisa, haciéndose el idiota ante las bonitas palabras que escuchaba por otro lado, cada vez más alejadas de su persona.
Si es que el brujo era un chico muy bien enseñado. Ante los calificativos más hermosos y demás menosprecios, una hermosa dentadura era lo que debía brillar. Nunca sobraba un poco de buen talante, más aún en aquel caso, ya que su socio tenía más que buenas razones para querer partirles las piernas a todos ellos.
«En fin, da igual», pensó el brujo, «Ya se le pasará».
E incluso, cuando dejara de estar enfadado, entendería mejor el característico y sin filtro humor del vampiro. Pero eso era algo del incierto futuro, ya se sabría en su momento, ahora el brujo tenía la mente centrada en el negocio.
- Te diría que has venido un poco tarde, que vamos a cerrar ahora mismo, pero con tu condición, creo que sobra decir qué cosas-. Sí, esas mismas que ya había dicho de todos modos. - Pero cuéntame, qué necesitas. Aunque donde dejaría mis modales, buenas noches Arygos, un placer volver a verte-, le dijo a la dragona, haciendo un cortés reverencia con la cabeza en su dirección.
El brujo no tardó en saber que lo que deseaba el señor de la noche, y lo cierto es que ese tipo de intercambios le había supuesto un aumento productivo del negocio. Cómo ya se había mencionado anteriormente, más planos de hechizos arcanos, runas y equipo ayudaba a aumentar la clientela.
- Ya veo, parece muy útil-, contestó, en cuanto el vampiro terminó de realizar las trazas sobre un pergamino en blanco. - Un chico, ya veo. Supongo que es nuestro amigable conocido común. Claro, puedo enseñártelo. Es sencillo para alguien con tu nivel-, le dijo seguido, mirando con más detenimiento el papel que sostenía entre sus manos, aquel que el vampiro antes le mostrara. - Te lo pasaré a limpio y verás que no será un secreto para ti. Descuida, no me llevará mucho tiempo.
Vincent sacó otro pergamino limpio, del mismo cajón del que instantes antes Bio hiciera lo propio. Luego, le pidió de vuelta el pincel que el moreno había usado para enseñar su técnica y le mostró el orden exacto de los trazos que debía realizar para que la runa fuera efectiva. Finalmente, abajo del todo le apuntó el orden para que los movimientos no se perdieran en mitad de los recuerdos.
- Muy bien, amigo mío-, dijo, en cuanto terminó de realizar la tarea, mientras alargaba el brazo para cederle el pergamino con la runa dibujada y las instrucciones. - Tenemos un trato.
Una nueva sonrisa se dibujó en sus labios.
Offrol
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Intercambio Defensa pétrea por Red Sorpresa
Otro intercambio equivalente para la saca. Un placer hacer negocios contigo, Bio, como siempre ^^
Vincent Calhoun
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 975
Nivel de PJ : : 9
Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
ACTUALIZADO
Profesión Usada: Arcanos
Título: Maestro (ambos)
Transacción: N/A
Ambos obtienen 2 px por uso del taller. ¡Acuérdense de actualizar sus recetarios!
Reike
Admin
Admin
Cantidad de envíos : : 1879
Nivel de PJ : : 5
Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
Lo había decidido. Si alguien debía resguardar esta espada maldita, concluí que el héroe portador de la otra espada de Frendel era el adecuado. Esta tarea, sin lugar a dudas, no le sería un problema al que logró salvar el espacio-tiempo siendo un bebé.
Oh, sí, tal hazaña suya no pasó desapercibida. Ninguno de los que fueron testigos pudieron olvidar algo como eso, ni tampoco evitar contarles a otros lo que vieron. Y el deseo de querer saber más sobre el salvador nació en muchos, lo que, inevitablemente, dio inicio a toda clase de rumores y luego la invención de más hazañas del gran bebé barbudo. Incluso se formó un mito sobre él, el Gran Bebé Vin, donde era retratado como una entidad superior a los demás dioses.
Sí, puede que cierto elfo oblivionado ayudara un poco a ello.
Y no me arrepiento de nada.
Como sea, cuento eso para rellenar. Lo importante lo narraré ahora.
Acomodé mi capucha y mi máscara de topo blanco y entré en el local dando zancadas.
–Buen día –saludé con jovialidad. Entonces me percaté del enano detrás del mostrador. Alcé una ceja. «¿Este es el lugar?», me pregunté. Había seguido las indicaciones de Hyro, así que ¿por qué había un ser con una cabeza formada con desgana? Eché un vistazo a mi alrededor. Todo coincidía con la descripción que recibí–, necesito hablar con Vincent Calhoun –añadí mientras me acercaba al mostrador–. Tengo una petición importarte que sé que él, y solo él, es capaz de cumplir. –Sonreí, pero esta vez deshice la sonrisa al instante al recordar que llevaba una máscara cubriendo todo mi rostro.
Cuando el brujo apareció, hice una breve reverencia.
–Buen día, Calhoun –saludé–. ¿Te gustaría tener una espada legendaria? –pregunté sin más, como si no fuera gran cosa–. Bueno, aquí la tienes. –Extendí mi brazo izquierdo, y el guantelete que lo cubría se convirtió en un alfanje de aspecto ominoso y, en su pomo, colgaba un pequeño trozo de papel con la descripción de sus efectos. Se la entregué con ambas manos al brujo–. Cuando su poder era temible –proseguí, esta vez solemne–, me encargué de resguardarla para que nunca cayera de nuevo en manos de alguien como Amaterasu la nigromante. Ahora ya no tiene el mismo nivel de amenaza, pero sigue siendo problemática… y me da pereza seguir conservándola. Sin embargo, sé que usted, un héroe de Sandorái y quien fue el bebé protector del tiempo, sabrá qué hacer con ella mucho mejor que yo. –Una vez hecha la entrega, pregunté, ansioso–: Por cierto, ¿puedes encantarme dos joyas con Vínculo de Sangre? –Señalé mi colgante–. Oh, pero ¿cuánto cobrarás por eso? No tengo mucho ahora –admití, un poco avergonzado. Mis ojos se iluminaron al escuchar su respuesta–. ¡Xana, ven aquí! –llamé.
Unos segundos después, en la entrada del local, la elfa asomó la mitad de su rostro, apenas visible por las sombras proyectadas por su capucha. Le hice señas para que entrara. Tras unos instantes de vacilación, obedeció. También saludó a Vincent con una reverencia, más cortés que la mía.
–Bueno, estos serían nuestros lindos accesorios –le expliqué a Vincent, señalando mi colgante y el de la elfa–. Si los encantas, te revelaré qué par de elfos estarán muy agradecidos contigo.
Oh, sí, tal hazaña suya no pasó desapercibida. Ninguno de los que fueron testigos pudieron olvidar algo como eso, ni tampoco evitar contarles a otros lo que vieron. Y el deseo de querer saber más sobre el salvador nació en muchos, lo que, inevitablemente, dio inicio a toda clase de rumores y luego la invención de más hazañas del gran bebé barbudo. Incluso se formó un mito sobre él, el Gran Bebé Vin, donde era retratado como una entidad superior a los demás dioses.
Sí, puede que cierto elfo oblivionado ayudara un poco a ello.
Y no me arrepiento de nada.
Como sea, cuento eso para rellenar. Lo importante lo narraré ahora.
Acomodé mi capucha y mi máscara de topo blanco y entré en el local dando zancadas.
–Buen día –saludé con jovialidad. Entonces me percaté del enano detrás del mostrador. Alcé una ceja. «¿Este es el lugar?», me pregunté. Había seguido las indicaciones de Hyro, así que ¿por qué había un ser con una cabeza formada con desgana? Eché un vistazo a mi alrededor. Todo coincidía con la descripción que recibí–, necesito hablar con Vincent Calhoun –añadí mientras me acercaba al mostrador–. Tengo una petición importarte que sé que él, y solo él, es capaz de cumplir. –Sonreí, pero esta vez deshice la sonrisa al instante al recordar que llevaba una máscara cubriendo todo mi rostro.
Cuando el brujo apareció, hice una breve reverencia.
–Buen día, Calhoun –saludé–. ¿Te gustaría tener una espada legendaria? –pregunté sin más, como si no fuera gran cosa–. Bueno, aquí la tienes. –Extendí mi brazo izquierdo, y el guantelete que lo cubría se convirtió en un alfanje de aspecto ominoso y, en su pomo, colgaba un pequeño trozo de papel con la descripción de sus efectos. Se la entregué con ambas manos al brujo–. Cuando su poder era temible –proseguí, esta vez solemne–, me encargué de resguardarla para que nunca cayera de nuevo en manos de alguien como Amaterasu la nigromante. Ahora ya no tiene el mismo nivel de amenaza, pero sigue siendo problemática… y me da pereza seguir conservándola. Sin embargo, sé que usted, un héroe de Sandorái y quien fue el bebé protector del tiempo, sabrá qué hacer con ella mucho mejor que yo. –Una vez hecha la entrega, pregunté, ansioso–: Por cierto, ¿puedes encantarme dos joyas con Vínculo de Sangre? –Señalé mi colgante–. Oh, pero ¿cuánto cobrarás por eso? No tengo mucho ahora –admití, un poco avergonzado. Mis ojos se iluminaron al escuchar su respuesta–. ¡Xana, ven aquí! –llamé.
Unos segundos después, en la entrada del local, la elfa asomó la mitad de su rostro, apenas visible por las sombras proyectadas por su capucha. Le hice señas para que entrara. Tras unos instantes de vacilación, obedeció. También saludó a Vincent con una reverencia, más cortés que la mía.
–Bueno, estos serían nuestros lindos accesorios –le expliqué a Vincent, señalando mi colgante y el de la elfa–. Si los encantas, te revelaré qué par de elfos estarán muy agradecidos contigo.
(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)
Regalo una espada y aprovecho para pedir el encantamiento Vínculo de Sangre Mayor =)
- Espadita:
- Alfanje de los esqueletos/Espada diestra de Frendel [Arma Legendaria, Se liga al éter, 1 uso]
Frendel tenía dos espadas: una para quemar y destrozar a su enemigos... y la otra para revivirlos y obligarlos a luchar como sus esclavos.
Otorga la siguiente habilidad => Gasto 1 Uso: Grito y alzo esta arma a los cielos y se levantará el esqueleto de hasta 5 cadáveres para luchar a mi lado por 2 rondas. Los esqueletos solo pueden realizar acciones de combate simples y no conservan habilidades de su vida anterior.
Cuando está desenvainada, una ilusión hace al portador parecer un esqueleto, potencialmente aterrorizando a los demás.
Cada vez que desenvaines esta espada verás a las demás personas como si fueran muertos vivientes por el resto del día, lo que dificultará reconocerles. Un impulso leve, pero persistente, te animará a considerarles como simples cadáveres sin importancia. Mientras más tiempo uses la espada, más fuerte será el impulso.
Encantamiento: Arma cambiante: El arma posee una segunda forma a la que se puede cambiar a voluntad del portador. La segunda forma, en este caso, es la de un guante metálico de brazo completo.- Forma original:
- Forma secundaria:
Encantamiento obtenido aquí.
Rauko
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1000
Nivel de PJ : : 10
Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
Los sonidos de unos golpes de martillo contra yunque sacaron al brujo de su concentración.
- ¡Levantad el portón! ¡La comitiva del rey ha llegado! - resonó una voz, que, con un rápido vistazo, Vincent pudo comprobar que pertenecía a la persona que sostenía el martillo.
- ¿Qué ocurre? ¿Has perdido el juicio? - preguntó el brujo, volviendo su mirada nuevamente hacia el acero que se calentaba en la fragua.
- Eso debería decir yo, que estabas pensando en musarañas. En cualquier caso, tenemos clientes.
- ¿No es lo normal en un negocio? Ya podríamos buscarnos otro oficio si no tuviéramos.
- Sí, totalmente de acuerdo. Pero no todos los clientes vienen preguntando por ti y diciendo que tienen “una petición importarte que sé que él, y sólo él, es capaz de cumplir” -, mencionó, dándole a la réplica de la frase voz trémula con engarzados tonos de sospecha y misterio. Luego, el enano se encogió de hombros. - Un amigo tuyo. Así que concreta lo que tengan entre manos, yo seguiré con esto-, comentó animado, dándole una fuerte palmada en los lumbares al brujo. que no pudo evitar alejarse un paso de la fragua después del golpe.
Vincent no contestó a las palabras del enano, solo asintió y se acarició la espalda justo antes de girarse y ponerse en marcha. Mientras se encaminaba a la parte delantera de la tienda, se fue quitando los guantes de trabajo, al tiempo que murmuraba que ese maldito enano ni siquiera se había molestado en preguntar de quién se trataba.
De todos modos, nada de aquello importó demasiado. El mercenario no tardó en reconocer al hombre pese a la máscara. Su aspecto era difícil de olvidar.
- Tenga usted también buen día, señor Rauko. Qué le trae por mi humilde establecimiento-, saludó al elfo, con una sonrisa dibujada en los labios. Aunque pronto, el gesto del brujo pasó de la simpatía a la confusión. - ¿Una espada legendaria? ¿A qué viene esto? - preguntó, aún la confusión haciendo mella en su ser.
¿De qué iba todo aquello?
- No entiendo, por qué me regalas tu espada-, contestó, sosteniéndola sobre las manos, después de tomarla de parte del elfo, sintiéndose ilegítimo para portarla. - Si, yo poseo la hermana de esta, pero eso no significa que deba poseer ambas-. Fue entonces cuando Rauko mencionó una vez más la historia del bebé y el brujo no pudo evitar rodar los ojos y ponerlos en blanco por unos instantes. - Ah, esa maldita historia. Eso fue un maldito accidente, no quiero volver a ser un bebé. No quise ser un bebé. Dejemos esa etapa en el pasado, fue un momento un tanto perturbador para mi persona-, le pidió con amabilidad.
Una voz en el interior de la cabeza de Vinc, el brujo no sabría mencionar por qué, quizás porque el elfo no paraba de contar esa historia, le decía que Rauko no le iba a hacer puñetero caso, pese a pedirle que era innecesario difundir aquel momento de su vida.
- Hola, Xana. Un placer volver a verte-, saludó, recuperando la compostura y la sonrisa. - Bueno, si insistes, te la guardaré. Aunque tu intención sea otra, al menos de momento no consideraré esta espada parte de mi colección. Por el momento-, dijo finalmente, desdibujando la sonrisa para volverla pícara y con aspecto de lobo, antes de guiñar un ojo a los elfos. - Y no hay problema. Iré a la trastienda y me pondré con ello. La espada es más que pago suficiente-, comentó seguido, para después realizar una corta reverencia. - No tardaré.
Y con esas palabras, el brujo se despidió y se puso manos a la obra en la parte trasera del negocio.
Mientras Sandal se encargaba de terminar el trabajo con el acero, Vincent se sentó a la mesa y usó el cincel más fino y de metal de mayor calidad para trabajar las joyas que la pareja de elfos le habían entregado. Después rellenó el espacio con una resina y tinta mágica, que finalmente quedó convertida en runa cuando el brujo escribió debajo, con un pincel fino, una palabra en el antiguo idioma de los dragones. Ese último movimiento terminó el trabajo, pues el glifo brilló varias veces, antes de quedar unido al metal de la joyería como si fuese parte de este.
Ahí acababa el trabajo del brujo… O quizás no.
El rubio consideró que, darle aquel encantamiento a costo cero, era poco precio para lo que le había entregado el bueno de Rauko. El chico se merecía algo más, por no decir mucho más. Así que más adelante tendría que gratificar al elfo por aquello, más se le ocurría que, ahora mismo, sin esperar a conseguir un objeto para intercambiar que fuese apropiado y justo, podía hacerle algo sencillo y rápido, que no por ello menos útil, que podría darle de inmediato. Por esa razón, el arcanista sacó un pergamino del primer cajón, y con tinta normal, escribió el dibujo y los pasos a seguir para que el muchacho pudiera replicar la runa.
Esta vez sí, en cuanto terminó con los apuntes de la técnica, salió de la trastienda y se acercó a la pareja para entregarles los colgantes y el pergamino.
- Ten, lo que me pediste y un merecido extra por la espada. Con este encantamiento podrías ocultar tu olor corporal. Es muy útil-, le comentó, al mismo tiempo que dejaba que el elfo lo leyera mientras lo ponía al día. - No tendrás problemas para replicarlo. Y no me debes nada por ello, ya sabes que esa espada vale más que estos dos encantamientos. Si es firme tu decisión de dármela, algún día te recompensaré como es debido-, le prometió. - Y si necesitas algo más, ya sabes-, le dijo como despedida, volviendo a marcar una sonrisa en el rostro.
No sabía cuando se reencontraría con los elfos, pero estaba seguro de que algún día cumpliría su promesa
Bienvenido Rauko, espero que no te explote la cabeza al ver a mi hermoso socio enano y disfruta, en futuras aventuras, de la mercancía adquirida.
Arcanos Nivel Maestro
Vinculo de Sangre mayor: [Encantamiento de Joya] / 150 aeros (Coste en materiales que pagará el brujo sabrosón)
Además del pago del encantamiento, a cambio de la espada, le entrego a Rauko la receta Manto de Aroma, de nivel avanzado. Con ella, además de tener algo más para su taller, subirá algún puntito de profesión ^^
Manto de Aroma: [Encantamiento] El objeto oculta el olor del portador, impidiendo el rastreo por este medio.
Nivel: Avanzado
Creación: 100 Aeros.
- ¡Levantad el portón! ¡La comitiva del rey ha llegado! - resonó una voz, que, con un rápido vistazo, Vincent pudo comprobar que pertenecía a la persona que sostenía el martillo.
- ¿Qué ocurre? ¿Has perdido el juicio? - preguntó el brujo, volviendo su mirada nuevamente hacia el acero que se calentaba en la fragua.
- Eso debería decir yo, que estabas pensando en musarañas. En cualquier caso, tenemos clientes.
- ¿No es lo normal en un negocio? Ya podríamos buscarnos otro oficio si no tuviéramos.
- Sí, totalmente de acuerdo. Pero no todos los clientes vienen preguntando por ti y diciendo que tienen “una petición importarte que sé que él, y sólo él, es capaz de cumplir” -, mencionó, dándole a la réplica de la frase voz trémula con engarzados tonos de sospecha y misterio. Luego, el enano se encogió de hombros. - Un amigo tuyo. Así que concreta lo que tengan entre manos, yo seguiré con esto-, comentó animado, dándole una fuerte palmada en los lumbares al brujo. que no pudo evitar alejarse un paso de la fragua después del golpe.
Vincent no contestó a las palabras del enano, solo asintió y se acarició la espalda justo antes de girarse y ponerse en marcha. Mientras se encaminaba a la parte delantera de la tienda, se fue quitando los guantes de trabajo, al tiempo que murmuraba que ese maldito enano ni siquiera se había molestado en preguntar de quién se trataba.
De todos modos, nada de aquello importó demasiado. El mercenario no tardó en reconocer al hombre pese a la máscara. Su aspecto era difícil de olvidar.
- Tenga usted también buen día, señor Rauko. Qué le trae por mi humilde establecimiento-, saludó al elfo, con una sonrisa dibujada en los labios. Aunque pronto, el gesto del brujo pasó de la simpatía a la confusión. - ¿Una espada legendaria? ¿A qué viene esto? - preguntó, aún la confusión haciendo mella en su ser.
¿De qué iba todo aquello?
- No entiendo, por qué me regalas tu espada-, contestó, sosteniéndola sobre las manos, después de tomarla de parte del elfo, sintiéndose ilegítimo para portarla. - Si, yo poseo la hermana de esta, pero eso no significa que deba poseer ambas-. Fue entonces cuando Rauko mencionó una vez más la historia del bebé y el brujo no pudo evitar rodar los ojos y ponerlos en blanco por unos instantes. - Ah, esa maldita historia. Eso fue un maldito accidente, no quiero volver a ser un bebé. No quise ser un bebé. Dejemos esa etapa en el pasado, fue un momento un tanto perturbador para mi persona-, le pidió con amabilidad.
Una voz en el interior de la cabeza de Vinc, el brujo no sabría mencionar por qué, quizás porque el elfo no paraba de contar esa historia, le decía que Rauko no le iba a hacer puñetero caso, pese a pedirle que era innecesario difundir aquel momento de su vida.
- Hola, Xana. Un placer volver a verte-, saludó, recuperando la compostura y la sonrisa. - Bueno, si insistes, te la guardaré. Aunque tu intención sea otra, al menos de momento no consideraré esta espada parte de mi colección. Por el momento-, dijo finalmente, desdibujando la sonrisa para volverla pícara y con aspecto de lobo, antes de guiñar un ojo a los elfos. - Y no hay problema. Iré a la trastienda y me pondré con ello. La espada es más que pago suficiente-, comentó seguido, para después realizar una corta reverencia. - No tardaré.
Y con esas palabras, el brujo se despidió y se puso manos a la obra en la parte trasera del negocio.
Mientras Sandal se encargaba de terminar el trabajo con el acero, Vincent se sentó a la mesa y usó el cincel más fino y de metal de mayor calidad para trabajar las joyas que la pareja de elfos le habían entregado. Después rellenó el espacio con una resina y tinta mágica, que finalmente quedó convertida en runa cuando el brujo escribió debajo, con un pincel fino, una palabra en el antiguo idioma de los dragones. Ese último movimiento terminó el trabajo, pues el glifo brilló varias veces, antes de quedar unido al metal de la joyería como si fuese parte de este.
Ahí acababa el trabajo del brujo… O quizás no.
El rubio consideró que, darle aquel encantamiento a costo cero, era poco precio para lo que le había entregado el bueno de Rauko. El chico se merecía algo más, por no decir mucho más. Así que más adelante tendría que gratificar al elfo por aquello, más se le ocurría que, ahora mismo, sin esperar a conseguir un objeto para intercambiar que fuese apropiado y justo, podía hacerle algo sencillo y rápido, que no por ello menos útil, que podría darle de inmediato. Por esa razón, el arcanista sacó un pergamino del primer cajón, y con tinta normal, escribió el dibujo y los pasos a seguir para que el muchacho pudiera replicar la runa.
Esta vez sí, en cuanto terminó con los apuntes de la técnica, salió de la trastienda y se acercó a la pareja para entregarles los colgantes y el pergamino.
- Ten, lo que me pediste y un merecido extra por la espada. Con este encantamiento podrías ocultar tu olor corporal. Es muy útil-, le comentó, al mismo tiempo que dejaba que el elfo lo leyera mientras lo ponía al día. - No tendrás problemas para replicarlo. Y no me debes nada por ello, ya sabes que esa espada vale más que estos dos encantamientos. Si es firme tu decisión de dármela, algún día te recompensaré como es debido-, le prometió. - Y si necesitas algo más, ya sabes-, le dijo como despedida, volviendo a marcar una sonrisa en el rostro.
No sabía cuando se reencontraría con los elfos, pero estaba seguro de que algún día cumpliría su promesa
Offrol
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Bienvenido Rauko, espero que no te explote la cabeza al ver a mi hermoso socio enano y disfruta, en futuras aventuras, de la mercancía adquirida.
Arcanos Nivel Maestro
Vinculo de Sangre mayor: [Encantamiento de Joya] / 150 aeros (Coste en materiales que pagará el brujo sabrosón)
Además del pago del encantamiento, a cambio de la espada, le entrego a Rauko la receta Manto de Aroma, de nivel avanzado. Con ella, además de tener algo más para su taller, subirá algún puntito de profesión ^^
Manto de Aroma: [Encantamiento] El objeto oculta el olor del portador, impidiendo el rastreo por este medio.
Nivel: Avanzado
Creación: 100 Aeros.
Vincent Calhoun
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 975
Nivel de PJ : : 9
Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
ACTUALIZADO
Profesión Usada: Arcanos
Título: Maestro (Vincent) / Avanzado (Rauko)
Puntos obtenidos: 1 (Rauko)
Transacción: -150 aeros (Vincent)
Ambos obtienen 2 px por uso del taller.
Recordad que, al desligar la Espada diestra de Frendel, queda anulada su habilidad especial (no así su encantamiento). Para recuperarla, será necesario invertir un material épico en ella.
Reike
Admin
Admin
Cantidad de envíos : : 1879
Nivel de PJ : : 5
Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
La zona del puerto de Lunargenta tenía su encanto. Siempre concurrida, siempre llena de gente recién llegada a la ciudad o de paso por ella, la mayoría extraños entre sí y por ende poco preocupados por los demás a su alrededor. Era una zona de caza excelente donde pocas veces las preguntas e investigaciones sobre personas desaparecidas prosperaban por culpa del trasiego de barcos. Simplemente escogías a tu presa, alguien del que pocos supieran siquiera su nombre y al que incluso sus posaderos se habrían olvidado unos días después y...
Pero en aquella ocasión la joven no estaba allí por placer, bueno un poco sí, sino por negocios. Había adquirido recientemente una serie de prendas y objetos y requería aumentar las opciones de...diversión que estas brindaban, a ser posible a manos de alguien curtido y que no hiciera preguntas incómodas que la peliblanca tuviera que responder mediante demostraciones prácticas. Claro que cuando vio al dueño del establecimiento al que acababa de entrar salir de la trastienda y decirle a su ayudante que él se ocuparía...Bueno, quizá si que fuera necesaria dicha demostración, y de manera extensa.
-Debe de hacer mucho calor allí atrás.- Comentó observando como las gotas de sudor que perlaban su rostro se deslizaban por su fuerte cuello. Y sus palabras iban impregnadas con su poder de La Voz, buscando resultar incitadoras casi sin darse cuenta. Se le había abierto el apetito. -Espero no estar sobrecargándole de trabajo.- Añadió mirándole de forma entre adorable y coqueta. -Y que tenga tiempo para mi...- Terminó de decir haciendo su pedido, casi ronroneando con cada nuevo encantamiento que pedía y cada vez más cerca de él.
-¿Sería posible verle trabajar...? Nunca he visto cómo es el proceso de forjar una cuchilla, ni el de encantarla- Dijo al final tras terminar de pedirle los encantamientos para su nuevo parasol, su vestido y para la mejora de la hoja oculta que también acababa de pedirle.
Pero en aquella ocasión la joven no estaba allí por placer, bueno un poco sí, sino por negocios. Había adquirido recientemente una serie de prendas y objetos y requería aumentar las opciones de...diversión que estas brindaban, a ser posible a manos de alguien curtido y que no hiciera preguntas incómodas que la peliblanca tuviera que responder mediante demostraciones prácticas. Claro que cuando vio al dueño del establecimiento al que acababa de entrar salir de la trastienda y decirle a su ayudante que él se ocuparía...Bueno, quizá si que fuera necesaria dicha demostración, y de manera extensa.
-Debe de hacer mucho calor allí atrás.- Comentó observando como las gotas de sudor que perlaban su rostro se deslizaban por su fuerte cuello. Y sus palabras iban impregnadas con su poder de La Voz, buscando resultar incitadoras casi sin darse cuenta. Se le había abierto el apetito. -Espero no estar sobrecargándole de trabajo.- Añadió mirándole de forma entre adorable y coqueta. -Y que tenga tiempo para mi...- Terminó de decir haciendo su pedido, casi ronroneando con cada nuevo encantamiento que pedía y cada vez más cerca de él.
-¿Sería posible verle trabajar...? Nunca he visto cómo es el proceso de forjar una cuchilla, ni el de encantarla- Dijo al final tras terminar de pedirle los encantamientos para su nuevo parasol, su vestido y para la mejora de la hoja oculta que también acababa de pedirle.
OBJETOS A CREAR | AEROS | ÉPICOS | |
---|---|---|---|
Maldición Necrótica | [Encantamiento de Arma] Las heridas realizadas por esta arma o sus proyectiles se sanan a la mitad de efectividad por efectos mágicos o alquímicos (se requieren 2 pociones, por ejemplo). | 120 | 0 |
Armadura Engañosa | [Encantamiento de Armadura]: La armadura encantada generará una ilusión elegida al encantarla que la hará parecer distinta de lo que en verdad es, pudiendo aparentar ser un conjunto de ropa común o lo que desee el creador (siempre vestimenta o armadura). Esta apariencia puede activarse o desactivarse a voluntad del usuario. | 30 | 0 |
Arma de Una Mano Superior | [Arma] Construye un arma de calidad Superior apropiada para el uso con una mano, como una espada, una daga o un mazo. | 120 | 0 |
Runa de Penetración | [Encantamiento de Arma] Los ataques con esta arma son capaces de generar fácilmente agujeros en armaduras, dañando a través de ellas, aunque el ataque pierde parte de su fuerza. | 70 | 0 |
TOTAL | 340 | 0 |
Shalltear
Aprendiz
Aprendiz
Cantidad de envíos : : 27
Nivel de PJ : : 5
Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
¿El negocio iba bien? No, joder, el negocio iba mucho mejor que bien, iba viento en popa. Las monedas fluían hacia ellos de la misma manera que llenarían la caja de monedas de un lupanar en el día libre de un regimiento del rey.
Y sí, como todos sabrán, cuando las cosas marchan bien es más sencillo mover el timón de la nave. Con buen tiempo, alejado de tempestades, siempre era más fácil. Seguir trabajando, pasar más tiempo en la yunque con el martillo, junto al abrasador fuego de la fragua, con el pincel delineando un nuevo encantamiento. Cuando eras consciente de que aquello que elaborabas, muy probablemente se iba a vender, el peso de la duda sobre los hombros era menor, y se sentía que el tiempo invertido era más grato.
Sí, cuando las cosas iban como deberían, cuando tu compañero era con toda seguridad el enano más cojonudo del mundo, daba gusto trabajar y romperse el alma.
En cualquier caso, no todas las noches llegaban clientes tan tarde, con poco margen para el cierre del establecimiento, menos aún con aquella estatura.
- Así es, jovencita, el calor de la fragua puede ser sofocante. Pero no es nada problemático cuando te acostumbras a él, resulta incluso estimulante-, respondió el brujo, y nada más hacerlo, se dio cuenta de que se había ido un tanto de la lengua.
No es que el mercenario sintiera que hubiera dicho algo indecente, tampoco lo había dicho en tono seductor o con segundas, más no era su estilo. No con una niña. Solía ser guasón, era el toque Vincent, más con clientes se cortaba un poco, por aquello de la profesionalidad, y en cualquier caso, con los chiquillos solía usar otro humor.
Por esa razón el brujo miró a su socio, que al mismo tiempo había girado el cuello para mirarle. Ambos sostuvieron la mirada por unos instantes.
“Te has vuelto más idiota que de costumbre”, parecía decir la mirada del enano.
El brujo se encogió de hombros. «Supongo», pensó, antes de regresar la vista hacia la señorita.
- Vaya, no solemos recibir visitas tan tarde, menos aún de una zagala tan joven-, comentó, en un estilo más él. - ¿La envían sus padres?
No quería entrometerse en la vida de su cliente, al menos no demasiado, pero no solían recibir visitas de mozas de su edad. Después de todo, aquello, mayormente, era un negocio de armas y productos para la guerra.
- Claro-, respondió, y miró a Sandal una vez más, provocando que se repitiera la misma escena que antes, con ambos hombres mirándose mutuamente.
«¿Quizás los efluvios de la forja le habían pasado factura y andaba teniendo un sueño de lo más surrealista?», maquinó su mente, buscando posibilidades que dieran sentido a todo aquello. «Imposible. Para qué mierdas soñaría que vendía mercancía.»
- Algunos clientes prefieren ver cómo se realiza el trabajo, no hay problema con ello. No es lo más común, menos a estas horas, pero no, no hay problema-, acabó respondiendo, en cuanto volvió a posar la vista sobre la peliblanca. - Es un arma corta, no me llevará mucho tiempo forjarla, así como encantar las dos.
En aquel momento, parecía que todo aquel armamento encantado era para la joven… pero qué podía decir, aquella situación, si bien extraña, tampoco lo era tanto. Vivían en un mundo peligroso, uno que no tenía piedad con los niños, ni con sus padres. Pensándolo mejor, bien podría ser que fuera una huérfana sobreviviendo a la dureza de Aerandir.
- Me pondré con ello-, le mencionó a la chica, antes de pasarle un papel a Sandal y encaminarse a la trastienda.
La chica lo siguió, y Sandal también lo acompañó, para ayudarlo con las labores en la forja. Entre los dos les llevó menos tiempo doblar y crear capas de acero de calidad, del tamaño adecuado al que necesitaban para la pertinente hoja. Una suerte que hubiera estado trabajando desde antes, para tener esos aceros preparados para nuevos trabajos. En cualquier caso, les llevó otro rato darle la forma adecuada para que cumpliera su función, después la templaron y finalmente Sandal le dio la forma definitiva y pulido en la piedra de afilar.
Mientras el enano se encargaba de los retoques fianles, el brujo se puso manos a la obra con el encantamiento para la primera de las armas. Con un cincel creó un grabado fino, que no hendía demasiado en la espiga del arma escondida que salía de aquel parasol, justo delante de la guarda. Luego, lo llenó de masa mágica y tras escribir con tinta mágica, debajo del glifo, el encantamiento quedó concluido y el dibujo quedó impreso en el acero como si fuera parte de este.
En lo que hacía esto, Sandal terminó el trabajo de herrería con la otra cuchilla que deseaba la joven y se la entregó al brujo. En cuanto la tuvo entre las manos, Vincent imitó el proceso anterior para también encantar esta hoja. Eso sí, esta vez con otro tipo de runa, aquella que la señorita había pedido, en concreto, para esta arma.
- Aquí tiene, sendas armas encantadas. Pedido realizado-, comentó, sonriente, cediéndole, a la joven, el parasol y la otra cuchilla. - Ahora los caminos serán menos peligrosos-, terminó por decir, como despedida.
En cuanto la figura de la cliente se encaminó hacia la salida, Sandal le dio al brujo una nota.
No necesitaba mirarla para saber qué información contenía el papel. Solo por su tamaño y forma sabía que era el mensaje escrito que antes él le diese al enano.
“No le quites ojo a la niña mientras trabajamos, que me da mal rollo como me mira...”
No me coma, tengo mucho por lo que vivir, por ejemplo, ganar más aeros en este taller D:
Herrería Nivel Experto
Arma de Una Mano Superior: [Arma] / 180 aeros (120 aeros en materiales + 60 de beneficio para este brujo que no quiere ser comida de vampiresa)
Arcanos Nivel Maestro
Maldición Necrótica: [Encantamiento de Arma] / 180 aeros (120 aeros en materiales + 60 de beneficio para este brujo que aún no quiere ser comida de vampiresa)
Runa de Penetración: [Encantamiento de Arma] / 105 aeros (70 aeros en materiales + 35 de beneficio para este brujo que todavía no quiere ser comida de vampiresa)
Total: 465 aeros gastaría Shalltear, y ese brujo, con tantas ganas de vivir, ganaría 155
Y sí, como todos sabrán, cuando las cosas marchan bien es más sencillo mover el timón de la nave. Con buen tiempo, alejado de tempestades, siempre era más fácil. Seguir trabajando, pasar más tiempo en la yunque con el martillo, junto al abrasador fuego de la fragua, con el pincel delineando un nuevo encantamiento. Cuando eras consciente de que aquello que elaborabas, muy probablemente se iba a vender, el peso de la duda sobre los hombros era menor, y se sentía que el tiempo invertido era más grato.
Sí, cuando las cosas iban como deberían, cuando tu compañero era con toda seguridad el enano más cojonudo del mundo, daba gusto trabajar y romperse el alma.
En cualquier caso, no todas las noches llegaban clientes tan tarde, con poco margen para el cierre del establecimiento, menos aún con aquella estatura.
- Así es, jovencita, el calor de la fragua puede ser sofocante. Pero no es nada problemático cuando te acostumbras a él, resulta incluso estimulante-, respondió el brujo, y nada más hacerlo, se dio cuenta de que se había ido un tanto de la lengua.
No es que el mercenario sintiera que hubiera dicho algo indecente, tampoco lo había dicho en tono seductor o con segundas, más no era su estilo. No con una niña. Solía ser guasón, era el toque Vincent, más con clientes se cortaba un poco, por aquello de la profesionalidad, y en cualquier caso, con los chiquillos solía usar otro humor.
Por esa razón el brujo miró a su socio, que al mismo tiempo había girado el cuello para mirarle. Ambos sostuvieron la mirada por unos instantes.
“Te has vuelto más idiota que de costumbre”, parecía decir la mirada del enano.
El brujo se encogió de hombros. «Supongo», pensó, antes de regresar la vista hacia la señorita.
- Vaya, no solemos recibir visitas tan tarde, menos aún de una zagala tan joven-, comentó, en un estilo más él. - ¿La envían sus padres?
No quería entrometerse en la vida de su cliente, al menos no demasiado, pero no solían recibir visitas de mozas de su edad. Después de todo, aquello, mayormente, era un negocio de armas y productos para la guerra.
- Claro-, respondió, y miró a Sandal una vez más, provocando que se repitiera la misma escena que antes, con ambos hombres mirándose mutuamente.
«¿Quizás los efluvios de la forja le habían pasado factura y andaba teniendo un sueño de lo más surrealista?», maquinó su mente, buscando posibilidades que dieran sentido a todo aquello. «Imposible. Para qué mierdas soñaría que vendía mercancía.»
- Algunos clientes prefieren ver cómo se realiza el trabajo, no hay problema con ello. No es lo más común, menos a estas horas, pero no, no hay problema-, acabó respondiendo, en cuanto volvió a posar la vista sobre la peliblanca. - Es un arma corta, no me llevará mucho tiempo forjarla, así como encantar las dos.
En aquel momento, parecía que todo aquel armamento encantado era para la joven… pero qué podía decir, aquella situación, si bien extraña, tampoco lo era tanto. Vivían en un mundo peligroso, uno que no tenía piedad con los niños, ni con sus padres. Pensándolo mejor, bien podría ser que fuera una huérfana sobreviviendo a la dureza de Aerandir.
- Me pondré con ello-, le mencionó a la chica, antes de pasarle un papel a Sandal y encaminarse a la trastienda.
La chica lo siguió, y Sandal también lo acompañó, para ayudarlo con las labores en la forja. Entre los dos les llevó menos tiempo doblar y crear capas de acero de calidad, del tamaño adecuado al que necesitaban para la pertinente hoja. Una suerte que hubiera estado trabajando desde antes, para tener esos aceros preparados para nuevos trabajos. En cualquier caso, les llevó otro rato darle la forma adecuada para que cumpliera su función, después la templaron y finalmente Sandal le dio la forma definitiva y pulido en la piedra de afilar.
Mientras el enano se encargaba de los retoques fianles, el brujo se puso manos a la obra con el encantamiento para la primera de las armas. Con un cincel creó un grabado fino, que no hendía demasiado en la espiga del arma escondida que salía de aquel parasol, justo delante de la guarda. Luego, lo llenó de masa mágica y tras escribir con tinta mágica, debajo del glifo, el encantamiento quedó concluido y el dibujo quedó impreso en el acero como si fuera parte de este.
En lo que hacía esto, Sandal terminó el trabajo de herrería con la otra cuchilla que deseaba la joven y se la entregó al brujo. En cuanto la tuvo entre las manos, Vincent imitó el proceso anterior para también encantar esta hoja. Eso sí, esta vez con otro tipo de runa, aquella que la señorita había pedido, en concreto, para esta arma.
- Aquí tiene, sendas armas encantadas. Pedido realizado-, comentó, sonriente, cediéndole, a la joven, el parasol y la otra cuchilla. - Ahora los caminos serán menos peligrosos-, terminó por decir, como despedida.
En cuanto la figura de la cliente se encaminó hacia la salida, Sandal le dio al brujo una nota.
No necesitaba mirarla para saber qué información contenía el papel. Solo por su tamaño y forma sabía que era el mensaje escrito que antes él le diese al enano.
“No le quites ojo a la niña mientras trabajamos, que me da mal rollo como me mira...”
Offrol
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
No me coma, tengo mucho por lo que vivir, por ejemplo, ganar más aeros en este taller D:
Herrería Nivel Experto
Arma de Una Mano Superior: [Arma] / 180 aeros (120 aeros en materiales + 60 de beneficio para este brujo que no quiere ser comida de vampiresa)
Arcanos Nivel Maestro
Maldición Necrótica: [Encantamiento de Arma] / 180 aeros (120 aeros en materiales + 60 de beneficio para este brujo que aún no quiere ser comida de vampiresa)
Runa de Penetración: [Encantamiento de Arma] / 105 aeros (70 aeros en materiales + 35 de beneficio para este brujo que todavía no quiere ser comida de vampiresa)
Total: 465 aeros gastaría Shalltear, y ese brujo, con tantas ganas de vivir, ganaría 155
Última edición por Vincent Calhoun el Sáb Feb 20 2021, 00:29, editado 1 vez (Razón : Corregir ortografía)
Vincent Calhoun
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 975
Nivel de PJ : : 9
Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
ACTUALIZADO
Profesión Usada: Arcanos / Herrería
Título: Maestro (Arcanos) / Experto (Herrería)
Puntos obtenidos: N/A
Transacción: -465 aeros (Shalltear) +155 aeros (Vincent)
Ambos obtienen 2 px por uso del taller.
Reike
Admin
Admin
Cantidad de envíos : : 1879
Nivel de PJ : : 5
Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
-Creo que era esta, si, supongo que era esta, bueno allá voy- se dijo Hazel a si mismo antes de entrar a la tienda de la espada arcana, se acerco al mostrador y deposito su espada ridículamente grande en el mesón, cuando escucho a este crujir, levanto rápidamente la espada y la apoyo en el suelo mientras la sujetaba con una mano.
-Bueno eso ha sido incomodo, he venido por un encantamiento en particular, infusión etérea creo que se llamaba, no es que no confié en esta espada ridículamente grande, solo quiero que no haya nada que detenga el corte de esta espada- exclamo el elfo que no parecía elfo.
-Hey tu eres el elfo de la otra vez, ¿por qué el pelo rubio?-
-No lo soy-
-Que si, si hasta tienes el mismo code de color y todo(?)-
-Que no, ya ves hasta cambie el code para este post que si no se vuelve confuso-
-De acuerdo Zelas, como tu digas-
-¿Qué?-
-¿Qué?, espera que no llevare esa cosa-
El enano entonces fue a llamar al brujo para que trabajara con esa espada ridículamente grande, Hazel se quedo en silencio mientras intentaba que esta interacción terminara luego.
-Bueno eso ha sido incomodo, he venido por un encantamiento en particular, infusión etérea creo que se llamaba, no es que no confié en esta espada ridículamente grande, solo quiero que no haya nada que detenga el corte de esta espada- exclamo el elfo que no parecía elfo.
-Hey tu eres el elfo de la otra vez, ¿por qué el pelo rubio?-
-No lo soy-
-Que si, si hasta tienes el mismo code de color y todo(?)-
-Que no, ya ves hasta cambie el code para este post que si no se vuelve confuso-
-De acuerdo Zelas, como tu digas-
-¿Qué?-
-¿Qué?, espera que no llevare esa cosa-
El enano entonces fue a llamar al brujo para que trabajara con esa espada ridículamente grande, Hazel se quedo en silencio mientras intentaba que esta interacción terminara luego.
Zelas Hazelmere
Moderador/a
Moderador/a
Cantidad de envíos : : 780
Nivel de PJ : : 6
Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
Aquello era lo más cercano a volver a sentir la suave brisa del viento a lomos de un dragón, a rozar con las yemas de sus dedos la fresca hierba de los campos aledaños a la casa de sus padres, a besar los labios de la elfa que amaba. Aquel pedazo de placer, envuelto en la forma de un dulce casero de facturación humanoide, se podía considerar alimento de dioses.
Tan era así que el brujo miró con curiosidad el interior del postre para ver si atinaba a ver algunos de los ingredientes del esponjoso tentempié.
- Hey, brujo. Necesito ayuda para mover una espada hasta aquí-, comentó Sandal, mientras se acercaba al mercenario apoyado contra una de las puertas traseras del taller, que estaban abiertas. - No te lo vas a creer. Esa espada es enorme. Y además, es de un cliente conocido que debe haber comprado tintes para el pelo de esos que les gustan a los brujos sibaritas como tú…
El enano dejó de hablar y mantuvo la mirada clavada sobre la figura de su socio por unos instantes. Contemplando lo que hacía, pues ese maldito rubio no parecía atender a lo que le estaba diciendo y, en cambio, miraba aquel postre como si fuese un pecho al viento escapando del vestido de una conocida elfa.
- Oye, pero, ¿me estás escuchando?
- Claro. Claro.
«De qué demonios estará hecha esta bola de puto placer. Debo averiguarlo», pensó el brujo.
- Sí, se nota-, mentó el enano, al tiempo que le daba un zarpazo con la mano abierta en la espalda del mercenario.
Tal impacto retornó al rubio al mundo terrenal… Pero no solo eso. El dulce, con dos e insuficientes mordidas bajo criterio de brujo, salió volando de la mano del guerrero nacido en las islas del sur.
Placer escapando de su agarre. Cayendo al suelo terrenal y medio embarrado de aquel dichoso invierno. Rodando entre la mugre y demás asquerosidades salidas de los cuerpos de los habitantes y animales de aquella maldita ciudad.
«¡Noooooooooooooooooooooooo!» gritó el alma alojada en el interior de su ser. Alargando el brazo, estirando los dedos... sin lograr asir el alimento de los dioses.
El postre pronto estaría en el suelo, cubierto de barro y estiércol. Evitarlo se antojaba un milagro.
- Buf, eso ha ido de un pelo-, comentó el brujo, frotando el dulce, con mimo, contra la parte superior de su indumentaria.
- Vamos, solo es un maldito dulce. Ya te comprarás otro. Qué demonios pasa por tu mágica cabeza.
- El pensamiento de que he matado a hombres por menos. ¿Cómo se te ocurre dejar a un goloso sin el dulce de su descanso?
- ¿Qué puto descanso? Si deberías estar currando, mamonazo.
- Nimiedades. El caso es que no sé qué hacéis el resto de los mortales para vivir sin telequinesis. Casi me veía sin este manjar tan sabrosón-, le respondió, antes de darle un gigantesco mordisco, llenándose la boca de esponjoso placer y rematando el movimiento con un guiño.
- Bufón-, dijo el enano, antes de partirse de risa. - Bueno, qué, ¿vas a seguir tomándote descansos ideados por tus soberanos cojones o vas a ayudarme a traer esa espada?
- Qué espada. Por qué no la traes sin más y nos ponemos con ella.
- Hay que ponerle un encantamiento, no reforjarla. Quiere una Infusión etérea y cuando veas el arma sabrás por qué te necesito-, le mencionó. - La trae Zelas. Aquel elfo moreno que nos encargó como veinte encantamientos. Un buen cliente. Aunque ahora es rubio.
- Interesante. Será porque los rubios somos una maravillosa creación de los dioses. Como este condenado bollo-, bromeó, permitiéndose el socarrón lujo de dibujar una sonrisa en sus labios.
El enano negó con la cabeza. Hoy el socio estaba de buen humor. Quizás con demasiado buen humor.
En cualquier caso, el brujo se encogió de hombros y se tragó lo que le quedaba de dulce, no sin antes indicarle a su amigo que se pusiera en camino. No tardó en seguir la estela de Sandal y en acompañarle hasta la tienda.
- Buenas, gracias por confiar en nuestra profesionalidad-, dijo, nada más llegar a la parte delantera del negocio y ver al rubio. - No se preocupe, Zack. Le haremos el encantamiento deseado. Serán doscientos aeros y en un ratito tendrá el pedido terminado.
Vincent miró hacia su socio, y su cara mostraba tal asombro, como extrañeza, que el brujo se preguntó qué había dicho para que Sandal se…
- Zelas. Zelas-, rectificó al darse cuenta de su error. - No sé quien será Zack pero seguro que tiene cara de llevar espadas de este estilo-, bromeó, sin poder evitar que se le escapara una suave y nerviosa risa tras la broma.
El brujo tosió y recuperó la compostura y el talante de seriedad.
- En fin, no le haré perder más el tiempo. Perdón por el lapsus. En un rato le entregaré la espada con el encantamiento sobre su acero.
Y así fue. El brujo, con ayuda de su amigo y socio, llevó la espada hasta su mesa de trabajo, que crujió por el peso del arma. De todos modos la mesa era demasiado maciza para romperse y aguantó la carga mientras el brujo trabajaba el metal.
Vinc realizó unas incisiones con el cincel en el acero de la hoja, justo por encima de la guarda del arma. Luego rellenó la hendidura con pasta mágica, en el sentido y orden correcto para que el conjuro tuviera éxito, y en cuanto acabó esta tarea, escribió con el pincel una palabra en el idioma de los dragones bajo la marca.
En ese momento, la runa brilló varias veces, antes de apagarse y quedar sellada en la hoja del arma.
El arcanista había terminado en un plazo corto, como le había prometido al hombre que no se llamaba Zack. Pero después de regresarle la espada, con la renovada ayuda de Sandal, el mencionado arcanista pensó: «¿Por qué cojones la llevamos atrás, si era más fácil encantarla en la tienda sin tener que trasladarla?»
Qué puedo decirles. Dilemas del que piensa demasiado tarde la mejor opción.
Zack, qué diga, Zelas, qué diga, Popeye, el marino soy... Bueno, como sea. Una Infusión Etérea para este joven y simpático zagal.
Arcanos Nivel Maestro
Una Infusión Etérea: [Encantamiento de Arma] / 200 aeros (140 aeros en materiales + 60 de beneficio para el brujo malo con los nombres)
Tan era así que el brujo miró con curiosidad el interior del postre para ver si atinaba a ver algunos de los ingredientes del esponjoso tentempié.
- Hey, brujo. Necesito ayuda para mover una espada hasta aquí-, comentó Sandal, mientras se acercaba al mercenario apoyado contra una de las puertas traseras del taller, que estaban abiertas. - No te lo vas a creer. Esa espada es enorme. Y además, es de un cliente conocido que debe haber comprado tintes para el pelo de esos que les gustan a los brujos sibaritas como tú…
El enano dejó de hablar y mantuvo la mirada clavada sobre la figura de su socio por unos instantes. Contemplando lo que hacía, pues ese maldito rubio no parecía atender a lo que le estaba diciendo y, en cambio, miraba aquel postre como si fuese un pecho al viento escapando del vestido de una conocida elfa.
- Oye, pero, ¿me estás escuchando?
- Claro. Claro.
«De qué demonios estará hecha esta bola de puto placer. Debo averiguarlo», pensó el brujo.
- Sí, se nota-, mentó el enano, al tiempo que le daba un zarpazo con la mano abierta en la espalda del mercenario.
Tal impacto retornó al rubio al mundo terrenal… Pero no solo eso. El dulce, con dos e insuficientes mordidas bajo criterio de brujo, salió volando de la mano del guerrero nacido en las islas del sur.
Placer escapando de su agarre. Cayendo al suelo terrenal y medio embarrado de aquel dichoso invierno. Rodando entre la mugre y demás asquerosidades salidas de los cuerpos de los habitantes y animales de aquella maldita ciudad.
«¡Noooooooooooooooooooooooo!» gritó el alma alojada en el interior de su ser. Alargando el brazo, estirando los dedos... sin lograr asir el alimento de los dioses.
El postre pronto estaría en el suelo, cubierto de barro y estiércol. Evitarlo se antojaba un milagro.
- Buf, eso ha ido de un pelo-, comentó el brujo, frotando el dulce, con mimo, contra la parte superior de su indumentaria.
- Vamos, solo es un maldito dulce. Ya te comprarás otro. Qué demonios pasa por tu mágica cabeza.
- El pensamiento de que he matado a hombres por menos. ¿Cómo se te ocurre dejar a un goloso sin el dulce de su descanso?
- ¿Qué puto descanso? Si deberías estar currando, mamonazo.
- Nimiedades. El caso es que no sé qué hacéis el resto de los mortales para vivir sin telequinesis. Casi me veía sin este manjar tan sabrosón-, le respondió, antes de darle un gigantesco mordisco, llenándose la boca de esponjoso placer y rematando el movimiento con un guiño.
- Bufón-, dijo el enano, antes de partirse de risa. - Bueno, qué, ¿vas a seguir tomándote descansos ideados por tus soberanos cojones o vas a ayudarme a traer esa espada?
- Qué espada. Por qué no la traes sin más y nos ponemos con ella.
- Hay que ponerle un encantamiento, no reforjarla. Quiere una Infusión etérea y cuando veas el arma sabrás por qué te necesito-, le mencionó. - La trae Zelas. Aquel elfo moreno que nos encargó como veinte encantamientos. Un buen cliente. Aunque ahora es rubio.
- Interesante. Será porque los rubios somos una maravillosa creación de los dioses. Como este condenado bollo-, bromeó, permitiéndose el socarrón lujo de dibujar una sonrisa en sus labios.
El enano negó con la cabeza. Hoy el socio estaba de buen humor. Quizás con demasiado buen humor.
En cualquier caso, el brujo se encogió de hombros y se tragó lo que le quedaba de dulce, no sin antes indicarle a su amigo que se pusiera en camino. No tardó en seguir la estela de Sandal y en acompañarle hasta la tienda.
- Buenas, gracias por confiar en nuestra profesionalidad-, dijo, nada más llegar a la parte delantera del negocio y ver al rubio. - No se preocupe, Zack. Le haremos el encantamiento deseado. Serán doscientos aeros y en un ratito tendrá el pedido terminado.
Vincent miró hacia su socio, y su cara mostraba tal asombro, como extrañeza, que el brujo se preguntó qué había dicho para que Sandal se…
- Zelas. Zelas-, rectificó al darse cuenta de su error. - No sé quien será Zack pero seguro que tiene cara de llevar espadas de este estilo-, bromeó, sin poder evitar que se le escapara una suave y nerviosa risa tras la broma.
El brujo tosió y recuperó la compostura y el talante de seriedad.
- En fin, no le haré perder más el tiempo. Perdón por el lapsus. En un rato le entregaré la espada con el encantamiento sobre su acero.
Y así fue. El brujo, con ayuda de su amigo y socio, llevó la espada hasta su mesa de trabajo, que crujió por el peso del arma. De todos modos la mesa era demasiado maciza para romperse y aguantó la carga mientras el brujo trabajaba el metal.
Vinc realizó unas incisiones con el cincel en el acero de la hoja, justo por encima de la guarda del arma. Luego rellenó la hendidura con pasta mágica, en el sentido y orden correcto para que el conjuro tuviera éxito, y en cuanto acabó esta tarea, escribió con el pincel una palabra en el idioma de los dragones bajo la marca.
En ese momento, la runa brilló varias veces, antes de apagarse y quedar sellada en la hoja del arma.
El arcanista había terminado en un plazo corto, como le había prometido al hombre que no se llamaba Zack. Pero después de regresarle la espada, con la renovada ayuda de Sandal, el mencionado arcanista pensó: «¿Por qué cojones la llevamos atrás, si era más fácil encantarla en la tienda sin tener que trasladarla?»
Qué puedo decirles. Dilemas del que piensa demasiado tarde la mejor opción.
Offrol
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Zack, qué diga, Zelas, qué diga, Popeye, el marino soy... Bueno, como sea. Una Infusión Etérea para este joven y simpático zagal.
Arcanos Nivel Maestro
Una Infusión Etérea: [Encantamiento de Arma] / 200 aeros (140 aeros en materiales + 60 de beneficio para el brujo malo con los nombres)
Vincent Calhoun
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 975
Nivel de PJ : : 9
Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
ACTUALIZADO
Profesión Usada: Arcanos
Título: Maestro
Puntos obtenidos: N/A
Transacción: -200 aeros (Hazel) +60 aeros (Vincent)
Ambos obtienen 2 px por uso del taller.
Reike
Admin
Admin
Cantidad de envíos : : 1879
Nivel de PJ : : 5
Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
Después de un viaje entretenido, se despidió de los otros al llegar a la ciudad. Todos tenían sus motivos para visitar la capital, incluida ella. Tras lograr reunir una considerable suma de aeros y las pasadas vivencias, había tomado la decisión de curarse en salud y mejorar su armamento. La pequeña hoja que portaba y que de tantos entuertos la había sacado, además de servir como buena herramienta, lucía ya desgastada por el paso del tiempo y mellada por el uso, más aun en manos inexpertas, que poco a poco se habían ido volviendo más diestras. Una, que aprende a base de golpes.
Lo cierto era que llevaba tiempo rondando su cabeza la idea de hacerse con un acero que la permitiera ganar distancia con quien se la enfrentara, los cuarenta centímetros de daga suponían demasiado riesgo en un encuentro cuerpo a cuerpo, pero aquel encuentro con Zelas y Rauko le suscitó nuevas e imaginativas posibilidades que merecía la pena explorar. Sabia qué buscar en Lunargenta, una herrería llamada "La espada arcana", aunque no dónde encontrarla. ¿El motivo? La recomendación de alguien de fiar. Aquel elfo estirado sería muchas cosas, pero no un descerebrado, y un espadachín de su talante sabría dónde dar con una forja en condiciones. Aunque... ¿Quizá debería visitar al elfo del rubio platino? Dijo que era herrero, ¿no? Tal vez de haberlo sabido antes... Bueno, siempre podía haber una próxima vez.
Callejeó durante un rato por la zona mercantil, invirtiendo más tiempo del que en un principio había esperado, la gran ciudad y sus llamativos escaparates... Y ella, blanco fácil para las artesanías. No. No, no, no. No podía permitirse perder una sola moneda antes de saber cuánto desembolsaría en su encargo. Sostuvo su saquito de ahorros y lo hizo rebotar ligeramente en su mano, ¿sería suficiente? Por la cuenta que la traía, sudor, sangre y alguna que otra lágrima la había supuesto conseguirlos. Debían ser bien invertidos. Cruzó algunas calles comerciales más hasta que divisó a lo lejos el puerto y, en la distancia, dio con la fachada del taller que buscaba. Alentada, terminó por llegar a la puerta donde un par de chiquillos observaban, a través de un ventanuco, los quehaceres del herrero en el interior con fascinación. Al notar su presencia, se abrieron despejando la entrada, no sin disculparse por no haberse percatado antes de su entorpecimiento. Río relajada ante su reacción y se decidió a entrar.
El artesano de melena rubia, de espaldas al recibidor, parecía sumido en sus labores, tanto que ni siquiera pareció advertir su llegada. -¿Se puede?- preguntó con cortesía, mientras avanzó un par de pasos al interior. El herrero al escucharla volteó, dejando su tarea a un lado, disponiéndose a atenderla. Ella terminó de acercase hasta el mostrador. -Querría poner a punto esta... reliquia.- expuso, mostrando su daga al artesano -Lleva -generaciones en mi familia, pero no está en su mejor momento. Se podría, no sé... ¿Pulir un poco? Afilar la hoja, tal vez. ¿Mejorarla? No sé, quizá no haya mucho de dónde sacar, hasta cuesta leer la inscripción...- Se frotó el pelo tras la cabeza, ligeramente desubicada, desde luego no tenía ni idea sobre herrería ni tampoco el potencial que podría sacar de aquel arma. -Lo cierto es que pensaba en dejarla tal y como está y hacerme con una espada, pero hace no mucho me topé con alguien que portaba un curioso guante capaz de transformarse en una. ¿Es eso posible? ¿Podría este cuchillo cambiarse a voluntad?- se frotó el mentón, pensativa, como visualizando su idea en la cabeza -Tendría que ser algo ligero, manejable... Pero resistente. Es mi vida lo que tiene que procurar.- río -Aunque ya he probado con otras espadas y si son pesadas se me complica demasiado... Algo con lo que pueda defenderme en caso necesario a corta distancia. Bueno...- señaló la daga -No tan corta.- miró al herrero, dubitativa -¿Puede hacerse?
Lo cierto era que llevaba tiempo rondando su cabeza la idea de hacerse con un acero que la permitiera ganar distancia con quien se la enfrentara, los cuarenta centímetros de daga suponían demasiado riesgo en un encuentro cuerpo a cuerpo, pero aquel encuentro con Zelas y Rauko le suscitó nuevas e imaginativas posibilidades que merecía la pena explorar. Sabia qué buscar en Lunargenta, una herrería llamada "La espada arcana", aunque no dónde encontrarla. ¿El motivo? La recomendación de alguien de fiar. Aquel elfo estirado sería muchas cosas, pero no un descerebrado, y un espadachín de su talante sabría dónde dar con una forja en condiciones. Aunque... ¿Quizá debería visitar al elfo del rubio platino? Dijo que era herrero, ¿no? Tal vez de haberlo sabido antes... Bueno, siempre podía haber una próxima vez.
Callejeó durante un rato por la zona mercantil, invirtiendo más tiempo del que en un principio había esperado, la gran ciudad y sus llamativos escaparates... Y ella, blanco fácil para las artesanías. No. No, no, no. No podía permitirse perder una sola moneda antes de saber cuánto desembolsaría en su encargo. Sostuvo su saquito de ahorros y lo hizo rebotar ligeramente en su mano, ¿sería suficiente? Por la cuenta que la traía, sudor, sangre y alguna que otra lágrima la había supuesto conseguirlos. Debían ser bien invertidos. Cruzó algunas calles comerciales más hasta que divisó a lo lejos el puerto y, en la distancia, dio con la fachada del taller que buscaba. Alentada, terminó por llegar a la puerta donde un par de chiquillos observaban, a través de un ventanuco, los quehaceres del herrero en el interior con fascinación. Al notar su presencia, se abrieron despejando la entrada, no sin disculparse por no haberse percatado antes de su entorpecimiento. Río relajada ante su reacción y se decidió a entrar.
El artesano de melena rubia, de espaldas al recibidor, parecía sumido en sus labores, tanto que ni siquiera pareció advertir su llegada. -¿Se puede?- preguntó con cortesía, mientras avanzó un par de pasos al interior. El herrero al escucharla volteó, dejando su tarea a un lado, disponiéndose a atenderla. Ella terminó de acercase hasta el mostrador. -Querría poner a punto esta... reliquia.- expuso, mostrando su daga al artesano -Lleva -generaciones en mi familia, pero no está en su mejor momento. Se podría, no sé... ¿Pulir un poco? Afilar la hoja, tal vez. ¿Mejorarla? No sé, quizá no haya mucho de dónde sacar, hasta cuesta leer la inscripción...- Se frotó el pelo tras la cabeza, ligeramente desubicada, desde luego no tenía ni idea sobre herrería ni tampoco el potencial que podría sacar de aquel arma. -Lo cierto es que pensaba en dejarla tal y como está y hacerme con una espada, pero hace no mucho me topé con alguien que portaba un curioso guante capaz de transformarse en una. ¿Es eso posible? ¿Podría este cuchillo cambiarse a voluntad?- se frotó el mentón, pensativa, como visualizando su idea en la cabeza -Tendría que ser algo ligero, manejable... Pero resistente. Es mi vida lo que tiene que procurar.- río -Aunque ya he probado con otras espadas y si son pesadas se me complica demasiado... Algo con lo que pueda defenderme en caso necesario a corta distancia. Bueno...- señaló la daga -No tan corta.- miró al herrero, dubitativa -¿Puede hacerse?
Aylizz Wendell
Moderador/a
Moderador/a
Cantidad de envíos : : 586
Nivel de PJ : : 2
Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
Esta vez el rubio no estaba holgazaneando, o como él diría: “Oh vamos, Sandal. Sabes tan bien como yo que me he ganado un justo y merecido descanso.”
Y no, aquellas palabras no solían estar faltas de verdad, pero, aunque el buen brujo solía cumplir con sus labores en el taller, a veces… Oh, vamos, es Vincent Calhoun de quien hablamos. Hay ciertos rasgos de su personalidad que sobran describir.
Por el momento, el mercenario tuvo que olvidarse de su oficio de soldado de fortuna para centrarse en sus otras maneras de ganarse la vida, en vez de poder centrar sus atenciones en un poco de hidromiel, chanzas y un poco de diversión de feliz regreso a casa.ç
- En fin, gajes del oficio-, musitó, antes de golpear el acero que moldeaba una vez más, para darle forma. - ¡Al menos nos tenemos el uno al otro, Alphonse! - gritó, para hacerse escuchar entre los golpes de martillo contra el acero sobre yunque.
El caballo de blanco mármol relinchó como contestación, aunque era difícil saber si era por la felicidad de estar compartiendo tiempo con su viejo camarada, o porque este le estaba volviendo loco con tanto martillazo.
- Ya, ya lo sé. Pero no te preocupes, viejo amigo. Pronto terminaré y podremos dar un vuelta por la noche. Qué te parece-, le dijo, mirando hacia el corcel por encima del hombro, tomándose un descanso del trabajo. - Soportar el ruido valdrá la pena cuando te lleve a ver unas bonitas yeguas del establo de las afueras.
Esta vez Alphonse relinchó con gran ánimo, llegando incluso a patear el suelo de su cuadra con sus patas delanteras.
- Si ya sabía yo, desde que te vi en aquellas caballerizas, ya tanto tiempo atrás, que tú debías ser mi compañero por una buena razón. Si es que tienes algo de mí-, dijo en broma. - Aunque yo al menos he asentado la cabeza, bribón-, siguió con el tono de humor.
En esos instantes pudo escuchar una voz y estuvo a punto de regañar sin maldad a los niños que solían apostarse en la puerta trasera. Pues, por un lado, al buen herrero arcanista le gustaba que los chicos se interesaran por su oficio, pero por el otro… ¡No podía permitir que creyeran que estaba loco y hablaba con caballos!
Aunque… así fuera.
«Bueno, creo que se dice que el que habla con sus amigos equinos está menos loco que quien habla con sus amigos humanoides», pensó el brujo. «Igual no era así»
- Nobles animales, ¿verdad? - les comentó a los mozalbetes, que no contestaron.
Vincent sonrió, divertido porque pensaran que por quedarse callados no hubiera notado que estaban allí.
- Vaya, Alphonse. Deben ser imaginaciones mías-, bromeó, y terminó de forjar la hoja de la espada con un par de golpes más, para finalmente darle temple introduciendo el metal en un cubo lleno de agua.
El vapor lo rodeó por unos instantes, y ello fue suficiente para que se replanteara aquello del merecido descanso. O, al menos, para decidir que era buen momento para relevar a Sandal en la tienda, por un rato, en labores menos físicas y agotadoras.
Por supuesto, el enano le puso mala cara. Una de esas de: “qué poco has aguantado, brujito.” Pero aún así su socio aceptó el intercambio de funciones, y curiosamente, no tardó en recibir a su primer cliente.
- Veamos de qué se trata-, dijo seguido, acercándose al mostrador. - Bonita factura. Aunque el acero no es de lo mejor que hay por ahí afuera, el diseño es muy hermoso-, comentó, en cuanto tuvo la daga entre sus manos. - Y sí, por supuesto, no habría problema en conservar al mayor parte de la daga y darle un mejor acero. Solo debo apuntar la inscripción para replicarla en la nueva hoja-, le explicó.
El brujo acarició la inscripción, algo deslucida por el tiempo, y creyó entender parte de lo que decía, aunque no pudo entenderla por completo.
- Élfico. Ya lo imaginaba por su diseño esbelto-, afirmó, antes de dibujar una sonrisa en sus labios y levantar la mirada para mirar de nuevo a la mujer. - Puedo darle un mejor acero y encantarlo para que cambie de forma. Tengo justo el encantamiento que necesitaría para ello. Y… creo que tengo el diseño de espada perfecto para usted. Ya lo verá-, comentó animado, con su mente puesta en el proyecto. - Puede esperar por aquí, en la parte trasera conmigo, o volver en un rato, no me llevará demasiado tiempo. Señorita…-, y dejó la frase en el aire para que la mujer terminará por él y le dijera como se llamaba. - Un gusto conocerla, mi nombre es Vincent Calhoun. Aunque temo que debo dejarla por unos instantes, mientras trabajo con esta obra.
Alzó levemente la daga antes de volver a bajarla, como señal de que tenía todo lo que necesitaba y también como despedida antes de regresar a la forja.
- Hey, Sandal, estás de suerte. Hoy el trabajo en el taller te ha sido tan leve como corto-, comentó en broma.
A lo que el enano le dedicó un alzamiento de ceja, al pensar que se había vuelto tolete de repente. Sin embargo, el pequeño hombrecillo no tardó en entender, al ver una daga en manos del hechicero, que se trataba de un encargo. Así pues, Sandal regresó a la tienda y el rubio se puso manos a la obra.
Primero, el brujo desmontó la empuñadura, la guarda, y retiró la hoja de la daga. Luego usó parte del acero ya preparado anteriormente para realizar una nueva hoja para aquella arma. Usó metal de calidad, que forjó, moldeó y al que le dio la forma adecuada, y al cual, además, añadió la inscripción en élfico usando la escritura del viejo metal de referencia y uno de sus mejores cinceles; todo antes de templarlo como hiciera tantas veces en su vida. Después, afiló ese metal en la piedra de afilar. Y con ese rato, entre forja y piedra, ya tuvo el primer paso del encargo. La daga propiamente dicha.
Solo quedaba encantar, así que se dirigió a su mesa de trabajo. Allí usó resina mágica sobre las inscripciones en élfico, para después usar uno de sus pinceles para dibujar el glifo del hechizo requerido. Finalmente remató el trabajo con una palabra en el antiguo idioma de los dragones, que sellaría el poder del encantamiento.
Tanto el glifo como las inscripciones en élfico brillaron un par de veces, lo cual significaba que el trabajo había sido un éxito.
- Espero que le guste-, mentó, en cuanto regresó a la tienda y vio a la dama. - Qué le parece-, dijo, mostrando la daga un tanto inclinada hacia el techo.
No obstante, antes de que ella pudiera responder, el hechicero usó la palabra mágica que provocaba el cambio en el arma. Las inscripciones élficas se iluminaron durante el cambio, quedando finalmente grabadas en la hoja de espada.
- Creí oportuno que las inscripciones siempre se leyeran, sin importar su forma. Imaginaba que tenían un valor para usted-, dijo seguido, mostrando una sonrisa en los labios. - Todo por el módico precio de doscientos aeros.
Una bonita daga mejorada y encantada para la señorita Aylizz. Tienes el descuento especial de la primera visita a mi taller. Un placer hacer negocios contigo ^^
Herrería Nivel Experto
Mejora de Daga calidad Pobre a calidad Superior: [Arma] / 150 aeros (120 aeros en materiales - 10 aeros de la "destrucción" de la antigua de calidad pobre + 40 de beneficio para el brujo amigo de caballos)
Arcanos Nivel Maestro
Arma Cambiante: [Encantamiento de Arma] / 50 aeros (40 aeros en materiales + 10 de beneficio para el brujo amigo de caballos)
Y no, aquellas palabras no solían estar faltas de verdad, pero, aunque el buen brujo solía cumplir con sus labores en el taller, a veces… Oh, vamos, es Vincent Calhoun de quien hablamos. Hay ciertos rasgos de su personalidad que sobran describir.
Por el momento, el mercenario tuvo que olvidarse de su oficio de soldado de fortuna para centrarse en sus otras maneras de ganarse la vida, en vez de poder centrar sus atenciones en un poco de hidromiel, chanzas y un poco de diversión de feliz regreso a casa.ç
- En fin, gajes del oficio-, musitó, antes de golpear el acero que moldeaba una vez más, para darle forma. - ¡Al menos nos tenemos el uno al otro, Alphonse! - gritó, para hacerse escuchar entre los golpes de martillo contra el acero sobre yunque.
El caballo de blanco mármol relinchó como contestación, aunque era difícil saber si era por la felicidad de estar compartiendo tiempo con su viejo camarada, o porque este le estaba volviendo loco con tanto martillazo.
- Ya, ya lo sé. Pero no te preocupes, viejo amigo. Pronto terminaré y podremos dar un vuelta por la noche. Qué te parece-, le dijo, mirando hacia el corcel por encima del hombro, tomándose un descanso del trabajo. - Soportar el ruido valdrá la pena cuando te lleve a ver unas bonitas yeguas del establo de las afueras.
Esta vez Alphonse relinchó con gran ánimo, llegando incluso a patear el suelo de su cuadra con sus patas delanteras.
- Si ya sabía yo, desde que te vi en aquellas caballerizas, ya tanto tiempo atrás, que tú debías ser mi compañero por una buena razón. Si es que tienes algo de mí-, dijo en broma. - Aunque yo al menos he asentado la cabeza, bribón-, siguió con el tono de humor.
En esos instantes pudo escuchar una voz y estuvo a punto de regañar sin maldad a los niños que solían apostarse en la puerta trasera. Pues, por un lado, al buen herrero arcanista le gustaba que los chicos se interesaran por su oficio, pero por el otro… ¡No podía permitir que creyeran que estaba loco y hablaba con caballos!
Aunque… así fuera.
«Bueno, creo que se dice que el que habla con sus amigos equinos está menos loco que quien habla con sus amigos humanoides», pensó el brujo. «Igual no era así»
- Nobles animales, ¿verdad? - les comentó a los mozalbetes, que no contestaron.
Vincent sonrió, divertido porque pensaran que por quedarse callados no hubiera notado que estaban allí.
- Vaya, Alphonse. Deben ser imaginaciones mías-, bromeó, y terminó de forjar la hoja de la espada con un par de golpes más, para finalmente darle temple introduciendo el metal en un cubo lleno de agua.
El vapor lo rodeó por unos instantes, y ello fue suficiente para que se replanteara aquello del merecido descanso. O, al menos, para decidir que era buen momento para relevar a Sandal en la tienda, por un rato, en labores menos físicas y agotadoras.
Por supuesto, el enano le puso mala cara. Una de esas de: “qué poco has aguantado, brujito.” Pero aún así su socio aceptó el intercambio de funciones, y curiosamente, no tardó en recibir a su primer cliente.
- Veamos de qué se trata-, dijo seguido, acercándose al mostrador. - Bonita factura. Aunque el acero no es de lo mejor que hay por ahí afuera, el diseño es muy hermoso-, comentó, en cuanto tuvo la daga entre sus manos. - Y sí, por supuesto, no habría problema en conservar al mayor parte de la daga y darle un mejor acero. Solo debo apuntar la inscripción para replicarla en la nueva hoja-, le explicó.
El brujo acarició la inscripción, algo deslucida por el tiempo, y creyó entender parte de lo que decía, aunque no pudo entenderla por completo.
- Élfico. Ya lo imaginaba por su diseño esbelto-, afirmó, antes de dibujar una sonrisa en sus labios y levantar la mirada para mirar de nuevo a la mujer. - Puedo darle un mejor acero y encantarlo para que cambie de forma. Tengo justo el encantamiento que necesitaría para ello. Y… creo que tengo el diseño de espada perfecto para usted. Ya lo verá-, comentó animado, con su mente puesta en el proyecto. - Puede esperar por aquí, en la parte trasera conmigo, o volver en un rato, no me llevará demasiado tiempo. Señorita…-, y dejó la frase en el aire para que la mujer terminará por él y le dijera como se llamaba. - Un gusto conocerla, mi nombre es Vincent Calhoun. Aunque temo que debo dejarla por unos instantes, mientras trabajo con esta obra.
Alzó levemente la daga antes de volver a bajarla, como señal de que tenía todo lo que necesitaba y también como despedida antes de regresar a la forja.
- Hey, Sandal, estás de suerte. Hoy el trabajo en el taller te ha sido tan leve como corto-, comentó en broma.
A lo que el enano le dedicó un alzamiento de ceja, al pensar que se había vuelto tolete de repente. Sin embargo, el pequeño hombrecillo no tardó en entender, al ver una daga en manos del hechicero, que se trataba de un encargo. Así pues, Sandal regresó a la tienda y el rubio se puso manos a la obra.
Primero, el brujo desmontó la empuñadura, la guarda, y retiró la hoja de la daga. Luego usó parte del acero ya preparado anteriormente para realizar una nueva hoja para aquella arma. Usó metal de calidad, que forjó, moldeó y al que le dio la forma adecuada, y al cual, además, añadió la inscripción en élfico usando la escritura del viejo metal de referencia y uno de sus mejores cinceles; todo antes de templarlo como hiciera tantas veces en su vida. Después, afiló ese metal en la piedra de afilar. Y con ese rato, entre forja y piedra, ya tuvo el primer paso del encargo. La daga propiamente dicha.
Solo quedaba encantar, así que se dirigió a su mesa de trabajo. Allí usó resina mágica sobre las inscripciones en élfico, para después usar uno de sus pinceles para dibujar el glifo del hechizo requerido. Finalmente remató el trabajo con una palabra en el antiguo idioma de los dragones, que sellaría el poder del encantamiento.
Tanto el glifo como las inscripciones en élfico brillaron un par de veces, lo cual significaba que el trabajo había sido un éxito.
- Espero que le guste-, mentó, en cuanto regresó a la tienda y vio a la dama. - Qué le parece-, dijo, mostrando la daga un tanto inclinada hacia el techo.
No obstante, antes de que ella pudiera responder, el hechicero usó la palabra mágica que provocaba el cambio en el arma. Las inscripciones élficas se iluminaron durante el cambio, quedando finalmente grabadas en la hoja de espada.
- Creí oportuno que las inscripciones siempre se leyeran, sin importar su forma. Imaginaba que tenían un valor para usted-, dijo seguido, mostrando una sonrisa en los labios. - Todo por el módico precio de doscientos aeros.
Offrol
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Una bonita daga mejorada y encantada para la señorita Aylizz. Tienes el descuento especial de la primera visita a mi taller. Un placer hacer negocios contigo ^^
Herrería Nivel Experto
Mejora de Daga calidad Pobre a calidad Superior: [Arma] / 150 aeros (120 aeros en materiales - 10 aeros de la "destrucción" de la antigua de calidad pobre + 40 de beneficio para el brujo amigo de caballos)
Arcanos Nivel Maestro
Arma Cambiante: [Encantamiento de Arma] / 50 aeros (40 aeros en materiales + 10 de beneficio para el brujo amigo de caballos)
- En forma de Espada:
Vincent Calhoun
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 975
Nivel de PJ : : 9
Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
ACTUALIZADO
Profesión Usada: Arcanos y Herrería
Título: Maestro y Experto
Puntos obtenidos: N/A
Transacción: -200 aeros (Aylizz) +50 aeros (Vincent)
Ambos obtienen 2 px por uso del taller.
Reike
Admin
Admin
Cantidad de envíos : : 1879
Nivel de PJ : : 5
Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
¿Por qué se detenía en Lunargenta en un viaje de Beltrexus a Roilkat? Porque la costa este de la península quedaba muy cerca del bosque de los elfos, cosa que no le traía muy buenos recuerdos. Y porque no conocía ningún herrero decente fuera de Lunargenta, salvo, bueno, Thunderbolt, que aún andaba un tanto medio ido después del asuntillo aquel con el libro maldito. Valeria se estremeció; aquel asunto tampoco le traía buenos recuerdos. La Academia había quedado echa un desastre, iba a llevar tiempo reparar los destrozos.
Pero aquello no era problema de ella. Maldita sea, había arriesgado el cuello para salvar el del viejo. Cierto, no lo había salvado muy delicadamente, pero ahí estaba, vivito y coleando.
Volvió la atención a las ajetreadas calles del puerto mientras buscaba el local que le habían indicado. Como era costumbre a aquellas horas de la mañana, sonidos y aromas constituían un estímulo constante para el paseante. Por no decir una distracción. Sin embargo, no había ido hasta allí a comprar pescado. No, tampoco busco un remedio milagroso para el escorbuto; mucho menos, si estaba hecho a base de limo y tripas de pescado, como sugería el olor.
Después de girar un par de veces, volver sobre sus pasos otro par y girar una tercera, alcanzó a ver por fin el letrero que buscaba: La Espada Arcana, nombre gráfico donde los hubiera. Solo se le ocurrían dos tipos de negocio para el que podría resultar apropiado. La idea trajo una sonrisa pícara a su rostro mientras cruzaba su puerta y parpadeaba para acostumbrarse al cambio de luz.
—Muy buenas días —le dijo al hombrecillo tras el mostrador—. ¿Se encuentra por aquí el señor Calhoun? O, bueno, quizá no sea necesario que se ocupe él en persona. Por lo que me han dicho, su socio también puede ayudarme. ¿Es usted? Verá, necesito un juego nuevo de cuchillos. Pequeños y afilados, aptos para ser lanzados. Y... que no destaquen mucho, si puede ser. Una dama ha de ser discreta.
Una dama sí, pero ¿qué tiene que ver eso contigo?, oyó en su cabeza con la voz de Vincent. Le dio un empujón mental al brujo imaginario y sonrió al hombre que la atendía.
Por alguna extraña asociación de ideas, aquello le recordó lo que la había traído a Verisar y pidió recado de escribir, porque estaban en el taller de un arcanista, si no tenía con qué escribir, mal iba la cosa. Se acomodó a un extremo del mostrador y comenzó a garabatear un resumen con los detalles más importantes que había ido recabando sobre la legendaria Torre Infinita y su supuesta aparición en Roilkat. Después de todo, era un mercenario, quizá le interesase el asunto. A él, o a alguien con dinero para pagarle.
----------
Encargo unos cuchillitos bien afiladitos, al precio acordado de 98 aeros
Pero aquello no era problema de ella. Maldita sea, había arriesgado el cuello para salvar el del viejo. Cierto, no lo había salvado muy delicadamente, pero ahí estaba, vivito y coleando.
Volvió la atención a las ajetreadas calles del puerto mientras buscaba el local que le habían indicado. Como era costumbre a aquellas horas de la mañana, sonidos y aromas constituían un estímulo constante para el paseante. Por no decir una distracción. Sin embargo, no había ido hasta allí a comprar pescado. No, tampoco busco un remedio milagroso para el escorbuto; mucho menos, si estaba hecho a base de limo y tripas de pescado, como sugería el olor.
Después de girar un par de veces, volver sobre sus pasos otro par y girar una tercera, alcanzó a ver por fin el letrero que buscaba: La Espada Arcana, nombre gráfico donde los hubiera. Solo se le ocurrían dos tipos de negocio para el que podría resultar apropiado. La idea trajo una sonrisa pícara a su rostro mientras cruzaba su puerta y parpadeaba para acostumbrarse al cambio de luz.
—Muy buenas días —le dijo al hombrecillo tras el mostrador—. ¿Se encuentra por aquí el señor Calhoun? O, bueno, quizá no sea necesario que se ocupe él en persona. Por lo que me han dicho, su socio también puede ayudarme. ¿Es usted? Verá, necesito un juego nuevo de cuchillos. Pequeños y afilados, aptos para ser lanzados. Y... que no destaquen mucho, si puede ser. Una dama ha de ser discreta.
Una dama sí, pero ¿qué tiene que ver eso contigo?, oyó en su cabeza con la voz de Vincent. Le dio un empujón mental al brujo imaginario y sonrió al hombre que la atendía.
Por alguna extraña asociación de ideas, aquello le recordó lo que la había traído a Verisar y pidió recado de escribir, porque estaban en el taller de un arcanista, si no tenía con qué escribir, mal iba la cosa. Se acomodó a un extremo del mostrador y comenzó a garabatear un resumen con los detalles más importantes que había ido recabando sobre la legendaria Torre Infinita y su supuesta aparición en Roilkat. Después de todo, era un mercenario, quizá le interesase el asunto. A él, o a alguien con dinero para pagarle.
----------
Encargo unos cuchillitos bien afiladitos, al precio acordado de 98 aeros
OBJETOS A CREAR | AEROS | ÉPICOS | |
---|---|---|---|
Armas Arrojadjizas Regulares | [Arma, 4 Usos] Construye cuchillos u otras armas afiladas pequeñas de calidad Normal, diseñadas para ser arrojadas al enemigo. Recuperar la cuchilla devuelve el uso gastado. | 70 | 0 |
TOTAL | 70 | 0 |
Reike
Admin
Admin
Cantidad de envíos : : 1879
Nivel de PJ : : 5
Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
Era un día tranquilo. De esos en los que llegaban suficientes clientes como para saber que el negocio no iba mal, pero no tantos como para conseguir el dinero necesario para un castillo y un dorado descanso rodeado de sirvientes. No, sirvientes no, mejor sirvientas, y tan guapas como diligentes ¿no?
En cualquier caso, un día tranquilo también tenía sus ventajas, una de ellas, la paz.
Al menos en una jornada como aquella no tenía que trabajar demasiado, podía relajarse y tratar con menos personas.
«¿Señor Calhoun? Al menos puedo estar seguro de que no es una ex amante del brujo», pensó el enano.
La campanilla de la puerta había sonado como prólogo de una figura femenina de lo más atractiva, una de esas mujeres que despertaban atracción e inquietud, con una simple mirada. Más, fueron las palabras de la dama, aquellas referidas a su socio, las que terminaron de despejar la mente del enano, alejándolo de lejanas fortalezas, con tinas llenas de agua caliente, preparados por la servidumbre y demás lujos propios de la nobleza.
- ¿Un juego de cuchillos? No hay problema. En un periquete se los hago.
«Quizás deba hacer muchos cuchillos para ganarme esos baños perfumados», meditó esta vez, antes de sonreír a la joven.
- Claro, aquí tiene-, respondió a la morena, sacando un tintero y un pluma de una cajón del mostrador, aquel que usara en muchas ocasiones para tomar los pedidos de los clientes. - Entonces, entiendo que conoce a… al Señor Vincent.
«Señor Vincent. Vaya forma de referirse a ese extraño compendio entre caballero y gañán», cruzaría la mente de Sandal, en esta ocasión, más, pese a este inesperado dato, el enano aún estaba seguro de que no era una ex amante del brujo.
Después de todo, ninguna lo llamaría señor. Es más, ninguna entraría allí sin algún artefacto alquímico con el deseo expreso de volar la tienda en mil pedazos con el buen rubio en su interior, pues… Se ha hecho. Sí, en serio, aunque no lo crean, eso ya había sucedido en el pasado. Una vez, con una bruja, alquimista para más señas, como ella misma se auto definió, y que portaba, con toda probabilidad, un nido de pájaros locos en el interior de su cabeza.
- Muy bien. Le entregaré la nota a mi socio. En un rato le traeré el juego de cuchillos-, respondió, olvidándose de viejas historias y demás cuentos. - Hasta luego-, dijo finalmente, poniendo su cuerpo en movimiento hacia la trastienda.
En cuanto entró, Sandal dejó la nota sobre la mesa de trabajo en runas, y se aproximó a la fragua, ya encendida y preparada para realizar algunos pedidos. Para eso, y para crear más productos que vender, pues el brujo no tardaría en llegar y ponerse manos a la obra, en cuanto terminara unos recados. Ese era el plan para ese día.
No obstante, con un pedido entre manos, el enano le dio prioridad a este, y calentó el hierro con carbono necesario para confeccionar los cuchillos. Ya estaba el acero a buena temperatura para trabajarlo, cuando el rubio llegó.
- Tienes visita.
- ¿Ah sí, de quién? - contestó el brujo, pensando en Niniel o Caroline.
- Una dama. Te escribió una nota y te la dejé sobre la mesa-, le respondió, haciendo un ademán con la cabeza hacia la misiva. - Vino e hizo un pedido de un juego de cuchillos y, además, te escribió ese mensaje.
Con esa información, el brujo no tardó en dejar los materiales, que descargaba de un carro, en el suelo, para después acercarse a la mesa y leer la carta de la misteriosa mujer. No le hizo falta llegar a contemplar la firma a los pies de la nota, para saber de quién se trataba. Había visto más de una vez aquella letra.
- Interesante-, musitó, para sí mismo. - Y dices que la dama te encargó unos cuchillos. Para lanzar, si no ando desencaminado-, dijo, elevando la voz y mirando hacia Sandal.
El enano asintió.
«Los cuchillos para una dama. No deben ser para ella», bromeó mentalmente, antes de reír por lo bajo, cómo un estúpido, por su propia y tonta ocurrencia.
A Sandal le picó la curiosidad sobre de qué iría todo aquello, más aún al ver a su amigo reír; pero se guardó las preguntas, por el momento.
- Déjalos. Yo los terminaré y se los llevaré. Al fin y al cabo, me tocaba a mí ponerme en la fragua en cuanto regresara-, comentó, al tiempo que doblaba la carta y la guardaba en un cajón.
Luego, el rubio se dirigió hacia la fragua, para terminar de fabricar aquellos cuchillos.
«Una torre. Me pregunto de qué irá todo eso», pensó en esta ocasión, agarrando el martillo y poniéndose manos a la obra, nunca mejor dicho.
Señorita Reike, el nombre de mi taller es muy lindo, aunque le suene a burdeles y lupanares :v
Herrería Nivel Experto
Armas Arrojadizas Regulares: [Arma, 4 usos] / 98 aeros (70 aeros en materiales + 28 de beneficio para el chistoso brujo)
En cualquier caso, un día tranquilo también tenía sus ventajas, una de ellas, la paz.
Al menos en una jornada como aquella no tenía que trabajar demasiado, podía relajarse y tratar con menos personas.
«¿Señor Calhoun? Al menos puedo estar seguro de que no es una ex amante del brujo», pensó el enano.
La campanilla de la puerta había sonado como prólogo de una figura femenina de lo más atractiva, una de esas mujeres que despertaban atracción e inquietud, con una simple mirada. Más, fueron las palabras de la dama, aquellas referidas a su socio, las que terminaron de despejar la mente del enano, alejándolo de lejanas fortalezas, con tinas llenas de agua caliente, preparados por la servidumbre y demás lujos propios de la nobleza.
- ¿Un juego de cuchillos? No hay problema. En un periquete se los hago.
«Quizás deba hacer muchos cuchillos para ganarme esos baños perfumados», meditó esta vez, antes de sonreír a la joven.
- Claro, aquí tiene-, respondió a la morena, sacando un tintero y un pluma de una cajón del mostrador, aquel que usara en muchas ocasiones para tomar los pedidos de los clientes. - Entonces, entiendo que conoce a… al Señor Vincent.
«Señor Vincent. Vaya forma de referirse a ese extraño compendio entre caballero y gañán», cruzaría la mente de Sandal, en esta ocasión, más, pese a este inesperado dato, el enano aún estaba seguro de que no era una ex amante del brujo.
Después de todo, ninguna lo llamaría señor. Es más, ninguna entraría allí sin algún artefacto alquímico con el deseo expreso de volar la tienda en mil pedazos con el buen rubio en su interior, pues… Se ha hecho. Sí, en serio, aunque no lo crean, eso ya había sucedido en el pasado. Una vez, con una bruja, alquimista para más señas, como ella misma se auto definió, y que portaba, con toda probabilidad, un nido de pájaros locos en el interior de su cabeza.
- Muy bien. Le entregaré la nota a mi socio. En un rato le traeré el juego de cuchillos-, respondió, olvidándose de viejas historias y demás cuentos. - Hasta luego-, dijo finalmente, poniendo su cuerpo en movimiento hacia la trastienda.
En cuanto entró, Sandal dejó la nota sobre la mesa de trabajo en runas, y se aproximó a la fragua, ya encendida y preparada para realizar algunos pedidos. Para eso, y para crear más productos que vender, pues el brujo no tardaría en llegar y ponerse manos a la obra, en cuanto terminara unos recados. Ese era el plan para ese día.
No obstante, con un pedido entre manos, el enano le dio prioridad a este, y calentó el hierro con carbono necesario para confeccionar los cuchillos. Ya estaba el acero a buena temperatura para trabajarlo, cuando el rubio llegó.
- Tienes visita.
- ¿Ah sí, de quién? - contestó el brujo, pensando en Niniel o Caroline.
- Una dama. Te escribió una nota y te la dejé sobre la mesa-, le respondió, haciendo un ademán con la cabeza hacia la misiva. - Vino e hizo un pedido de un juego de cuchillos y, además, te escribió ese mensaje.
Con esa información, el brujo no tardó en dejar los materiales, que descargaba de un carro, en el suelo, para después acercarse a la mesa y leer la carta de la misteriosa mujer. No le hizo falta llegar a contemplar la firma a los pies de la nota, para saber de quién se trataba. Había visto más de una vez aquella letra.
- Interesante-, musitó, para sí mismo. - Y dices que la dama te encargó unos cuchillos. Para lanzar, si no ando desencaminado-, dijo, elevando la voz y mirando hacia Sandal.
El enano asintió.
«Los cuchillos para una dama. No deben ser para ella», bromeó mentalmente, antes de reír por lo bajo, cómo un estúpido, por su propia y tonta ocurrencia.
A Sandal le picó la curiosidad sobre de qué iría todo aquello, más aún al ver a su amigo reír; pero se guardó las preguntas, por el momento.
- Déjalos. Yo los terminaré y se los llevaré. Al fin y al cabo, me tocaba a mí ponerme en la fragua en cuanto regresara-, comentó, al tiempo que doblaba la carta y la guardaba en un cajón.
Luego, el rubio se dirigió hacia la fragua, para terminar de fabricar aquellos cuchillos.
«Una torre. Me pregunto de qué irá todo eso», pensó en esta ocasión, agarrando el martillo y poniéndose manos a la obra, nunca mejor dicho.
Offrol
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Señorita Reike, el nombre de mi taller es muy lindo, aunque le suene a burdeles y lupanares :v
Herrería Nivel Experto
Armas Arrojadizas Regulares: [Arma, 4 usos] / 98 aeros (70 aeros en materiales + 28 de beneficio para el chistoso brujo)
Vincent Calhoun
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 975
Nivel de PJ : : 9
Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
ACTUALIZADO
Profesión Usada: Herrería
Título: Experto
Puntos obtenidos: N/A
Transacción: -98 aeros (Reike) +28 aeros (Vincent)
Ambos obtienen 2 px por uso del taller.
Reike
Admin
Admin
Cantidad de envíos : : 1879
Nivel de PJ : : 5
Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
Una vez adquiridas sus pociones, Ryuu partió en otro viaje al otro lado del mapa. Esta vez, visitaría a otro arcanista que también se desempeñaba como herrero. De aquella combinación de profesiones surgió una runa bastante particular que el arquero estaba muy interesado en aprender en algún momento. Por este motivo, decidió visitarlo y ver si era alguien de confianza. No sería buena idea aprender un encantamiento poco común de una persona cualquiera.
Al llegar a destino, Ryuu se detuvo a ver el nombre de la tienda. "La espada arcana".
-Diría que es poco creativo, pero mi taller se llama "Madera y runas", así que no puedo decir nada al respecto...-
Golpeó la puerta del establecimiento, extrañado por la racha de negocios sin contraseñas raras.
-Buenos días. Quisiera comprar un par de esas joyas de vínculo de sangre. ¿Escuchó sobre esa extraña torre en Roilkat? Mucha gente anda hablando sobre ella por aquí...- comentó, intrigado, el arquero. Para no perder la costumbre, se entretuvo observando los diversos utensilios y productos del arcanista mientras esperaba a que preparase su pedido.
Al llegar a destino, Ryuu se detuvo a ver el nombre de la tienda. "La espada arcana".
-Diría que es poco creativo, pero mi taller se llama "Madera y runas", así que no puedo decir nada al respecto...-
Golpeó la puerta del establecimiento, extrañado por la racha de negocios sin contraseñas raras.
-Buenos días. Quisiera comprar un par de esas joyas de vínculo de sangre. ¿Escuchó sobre esa extraña torre en Roilkat? Mucha gente anda hablando sobre ella por aquí...- comentó, intrigado, el arquero. Para no perder la costumbre, se entretuvo observando los diversos utensilios y productos del arcanista mientras esperaba a que preparase su pedido.
Shinoroa Ryuu
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 246
Nivel de PJ : : 2
Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
Después de terminar el cargo de Valeria, el brujo le entregó, en persona, los cuchillos que la morena encargara al bueno de Sandal. Después de todo, ella no solo había pedido unas armas, también había requerido su presencia para contarle sobre una misteriosa torre.
El mercenario, después de escuchar lo que tuviera que decirle la alquimista, no puedo menos que pensar que: «Por qué todo el mundo me quiere matar.»
Sin duda, para este narrador queda claro que por su sarcástica personalidad que crea muchísimos amigos a su paso, nótese la ironía. Más, hasta para el rubio arcanista tenía claro que, si le solían informar de sitios tan agradables como una patada en las pelotas, era porque su oficio iba de… meterse en esos lugares tan halagüeños y cascahuevos.
De todas formas, no tardó en llegar un cliente. Un cliente de lo más pájaro, para ser exactos. Y bueno, su dilema sobre si ir a aquella torre tuvo que dejarla a un lado. O tal vez no.
- Empiezo a preocuparme-, le dijo al hombre. - Sabe, no es la primera persona que me habla de ella. Por lo que veo se ha vuelto un lugar muy famoso.
«¿Cuánta gente conocía la existencia de aquella atalaya? Y más importante, por qué cojones parecía que era la única persona sobre Aerandir que, hasta el día anterior, no conocía de su existencia»
- Y bueno, con la runa no hay problema. Le encantaré unas joyas con el vínculo, ¿quiere algunas en particular o las trae consigo? - le preguntó, porque muchos querían el encantamiento en algunos objetos personales de valor sentimental. - Si no lleva algunas en concreto para la labor, tengo algunas preparadas para la ocasión-, le comentó, sacando del cajón del mostrador algunas joyas para que eligiera las que más le gustaran.
El hombre pájaro no tardó en tomar una decisión, y una vez hecho, el brujo entró en detalles sobre el trabajo.
- El encantamiento, entre materiales y mano de obra, costará doscientos aeros. Si le parece buen precio me pondré con ello-, dijo, tomando las joyas elegidas por el cliente, y dedicándole una sonrisa.
Cuando el hombre le confirmó el acuerdo, el mercenario asintió, y después de despedirse, se encaminó a la trastienda, para ponerse manos a la obra.
Con delicadeza, Vincent tomó sus pinceles más delgados y, con movimientos tranquilos, comenzó a inscribir la runa sobre una de las piedras preciosas, que había engarzada en cada uno de los metales de los que se componía el juego de joyas.
En cuánto terminó, repitió el proceso con la segunda de las piedras preciosas. El arcanista dibujó el glifo como en la primera, y una palabra en la antigua lengua de los dragones bajo este, y al acabar, tanto la runa que acababa de terminar, como la primera, brillaron una vez, para apagarse, y volver a brillar una segunda vez, y esta vez, apagarse definitivamente.
El conjuro había sido realizado con éxito, y Vincent sonrió, para sí mismo, ante la ausencia de otras personas en la trastienda a las que dedicársela. Una sonrisa de satisfacción personal, pues el hombre pájaro quedaría satisfecho, y un cliente satisfecho tenía muchas posibilidades de regresar y volver a comprar.
El negocio iba bien.
Un encantamiento de Vínculo de Sangre Mayor para el buen pajarraco. Espero que le sea útil en sus aventuras ^^
Arcanos Nivel Maestro
Vinculo de Sangre mayor [Encantamiento de Joya] / 200 aeros (150 aeros en materiales + 50 de beneficio para el brujo que no sabe de torres)
El mercenario, después de escuchar lo que tuviera que decirle la alquimista, no puedo menos que pensar que: «Por qué todo el mundo me quiere matar.»
Sin duda, para este narrador queda claro que por su sarcástica personalidad que crea muchísimos amigos a su paso, nótese la ironía. Más, hasta para el rubio arcanista tenía claro que, si le solían informar de sitios tan agradables como una patada en las pelotas, era porque su oficio iba de… meterse en esos lugares tan halagüeños y cascahuevos.
De todas formas, no tardó en llegar un cliente. Un cliente de lo más pájaro, para ser exactos. Y bueno, su dilema sobre si ir a aquella torre tuvo que dejarla a un lado. O tal vez no.
- Empiezo a preocuparme-, le dijo al hombre. - Sabe, no es la primera persona que me habla de ella. Por lo que veo se ha vuelto un lugar muy famoso.
«¿Cuánta gente conocía la existencia de aquella atalaya? Y más importante, por qué cojones parecía que era la única persona sobre Aerandir que, hasta el día anterior, no conocía de su existencia»
- Y bueno, con la runa no hay problema. Le encantaré unas joyas con el vínculo, ¿quiere algunas en particular o las trae consigo? - le preguntó, porque muchos querían el encantamiento en algunos objetos personales de valor sentimental. - Si no lleva algunas en concreto para la labor, tengo algunas preparadas para la ocasión-, le comentó, sacando del cajón del mostrador algunas joyas para que eligiera las que más le gustaran.
El hombre pájaro no tardó en tomar una decisión, y una vez hecho, el brujo entró en detalles sobre el trabajo.
- El encantamiento, entre materiales y mano de obra, costará doscientos aeros. Si le parece buen precio me pondré con ello-, dijo, tomando las joyas elegidas por el cliente, y dedicándole una sonrisa.
Cuando el hombre le confirmó el acuerdo, el mercenario asintió, y después de despedirse, se encaminó a la trastienda, para ponerse manos a la obra.
Con delicadeza, Vincent tomó sus pinceles más delgados y, con movimientos tranquilos, comenzó a inscribir la runa sobre una de las piedras preciosas, que había engarzada en cada uno de los metales de los que se componía el juego de joyas.
En cuánto terminó, repitió el proceso con la segunda de las piedras preciosas. El arcanista dibujó el glifo como en la primera, y una palabra en la antigua lengua de los dragones bajo este, y al acabar, tanto la runa que acababa de terminar, como la primera, brillaron una vez, para apagarse, y volver a brillar una segunda vez, y esta vez, apagarse definitivamente.
El conjuro había sido realizado con éxito, y Vincent sonrió, para sí mismo, ante la ausencia de otras personas en la trastienda a las que dedicársela. Una sonrisa de satisfacción personal, pues el hombre pájaro quedaría satisfecho, y un cliente satisfecho tenía muchas posibilidades de regresar y volver a comprar.
El negocio iba bien.
Offrol
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Un encantamiento de Vínculo de Sangre Mayor para el buen pajarraco. Espero que le sea útil en sus aventuras ^^
Arcanos Nivel Maestro
Vinculo de Sangre mayor [Encantamiento de Joya] / 200 aeros (150 aeros en materiales + 50 de beneficio para el brujo que no sabe de torres)
Vincent Calhoun
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 975
Nivel de PJ : : 9
Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
ACTUALIZADO
Profesión Usada: Arcanos
Título: Maestro
Puntos obtenidos: N/A
Transacción: -200 aeros (Ryuu) +50 aeros (Vincent)
Ambos obtienen 2 px por uso del taller.
Reike
Admin
Admin
Cantidad de envíos : : 1879
Nivel de PJ : : 5
Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
La joven dragona llegó al taller del viejo Vincent y al verlo, se le hizo levemente conocido. -Podría jurar que lo he visto antes- le dijo apenas el hombre se le presentó en frente. Se quedó mirándolo un ratico pero no se acordaba de dónde.
-Bueno, he venido porque quiero mejorar mi hacha- explicó y le mostró la hermosa hacha de guerra que encontró tiempo atrás en el orfanato de Hanna -Es muy buena, bonita y resistente, tiene un encantamiento de arma que... momento... ¡Tú se lo pusiste!- exclamó emocionada, recordando por fin de dónde conocía al brujo -Ahora quiero convertirla en una hacha/martillo de guerra... una martillacha- explicó luego de controlar su infantil alegría por haber reconocido al hombre -También quiero ponerle una chapita de estas que le permiten tener más de un encantamiento... verás...- se dispuso a contar -tengo una amiga, muy, muy íntima amiga, bruja ella, la llamo Reike...- continuó, ignorando por completo el pasado que unía a ambos brujos.
Y es que Reike e Ingela no eran amigas, su relación era de proveedora de pócimas y encantamientos-clienta, pero como a la dragona le cayó muy bien la bruja, decidió unilateralmente que serían amigas. -Y ella va a conseguirse un encantamiento genial que le vendrá de pelos a mi martillacha. Bueno, le vendrá de piedras- rectificó y se echó a reír de su mal chiste.
Habiendo explicado todo, la dragona prosiguió a ejecutar el fino arte del regateo -Entonces, don Vincent, por ser una clienta frecuente, además de fiel, ¿en cuantos 200 aeros me dejarás todo el trabajo?- preguntó, descarada y encantadora.
-Bueno, he venido porque quiero mejorar mi hacha- explicó y le mostró la hermosa hacha de guerra que encontró tiempo atrás en el orfanato de Hanna -Es muy buena, bonita y resistente, tiene un encantamiento de arma que... momento... ¡Tú se lo pusiste!- exclamó emocionada, recordando por fin de dónde conocía al brujo -Ahora quiero convertirla en una hacha/martillo de guerra... una martillacha- explicó luego de controlar su infantil alegría por haber reconocido al hombre -También quiero ponerle una chapita de estas que le permiten tener más de un encantamiento... verás...- se dispuso a contar -tengo una amiga, muy, muy íntima amiga, bruja ella, la llamo Reike...- continuó, ignorando por completo el pasado que unía a ambos brujos.
Y es que Reike e Ingela no eran amigas, su relación era de proveedora de pócimas y encantamientos-clienta, pero como a la dragona le cayó muy bien la bruja, decidió unilateralmente que serían amigas. -Y ella va a conseguirse un encantamiento genial que le vendrá de pelos a mi martillacha. Bueno, le vendrá de piedras- rectificó y se echó a reír de su mal chiste.
Habiendo explicado todo, la dragona prosiguió a ejecutar el fino arte del regateo -Entonces, don Vincent, por ser una clienta frecuente, además de fiel, ¿en cuantos 200 aeros me dejarás todo el trabajo?- preguntó, descarada y encantadora.
Ingela
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 690
Nivel de PJ : : 4
Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
La vida del brujo se había vuelto un tanto alocada en los últimos tiempos. Pero lo cierto es que no era algo que sorprendiera al sureño. Después de todo, la vida de un mercenario era así. Guerra. Paz. Guerra de nuevo y el ciclo continuaba sin parar hasta que se encontraba el final del camino.
Después de sus últimos trabajos en el oeste tocaba un poco de descanso en la ciudad donde vivía desde hacía año. Bueno, descanso entrecomillado, pues con Sandal por medio el descanso nunca podía ser total.
Vincent cambió levemente de postura mientras pensaba sobre ello. Un movimiento que buscaba relajar sus músculos y trasladar la tensión acumulada sobre otra parte de su cuerpo, sin dejar de estar de pie tras el mostrador.
«Sé que, cuando llego a casa, debo ayudar en el negocio pero…»
- Maldito Sandal-, masculló, antes de escuchar el sonido de la campanilla.
Rápidamente, el brujo cambió el semblante de su rostro desde la posición de la amargura hacia el de la simpatía.
- Buen día. Qué se le ofrece-, respondió, dibujando una media sonrisa en el rostro.
Una jovencita de los más elegante y jovial se había internado en el negocio, buscando, con toda probabilidad, un buen artículo para su protección en los caminos. No obstante, el brujo no pudo evitar enarcar una ceja, lleno de curiosidad, cuando la joven mentó que ya lo conocía.
«Ahora que lo dice»
- Oh, por supuesto. Ahora la recuerdo-, contestó, cuando ella misma recordó el momento en el que se conocieron. - Espero que el encantamiento le haya sido útil-, dijo seguido, con palabras sinceras.
Al fin y al cabo, él no sólo tenía el negocio para ganar dinero. Por evidentes razones, ello era la principal razón, más, le gustaba que sus productos tuvieran calidad y los clientes estuvieran satisfechos con los encantamientos o piezas adquiridas. Y no, no solo para que regresaran a por más, sino también porque así volvía más sencillas o seguras las vidas de los compradores y podía sentirse orgulloso de un trabajo bien hecho.
- Una martillacha. Curiosa palabra-, manifestó nada más escucharlo de boca de la muchacha. Sin dudas era original. - Puedo hacerlo, tengo el talento y los medios para hacerlo. Y también puedo…
Aquel nombre. Habían pasado años de aquello, pero últimamente se encontraba con esa persona y ese nombre en repetidas ocasiones. ¿Algún juego nuevo con el que los dioses entretenerse?
- Reike. Ya veo-, respondió. - Bueno, no se puede decir que no quiera que me vaya bien el negocio-, comentó divertido, antes de reír suavemente. - Cómo le decía, no hay problema. Puedo hacer ambas cosas. El coste de todo sería trescientos aeros.
Una vez que la mujer estuvo de acuerdo, el brujo se encaminó a la trastienda. Allí comenzó con la transformación de la cabeza del hacha. El primer paso fue sacar la mencionada cabeza del mango y refundir una parte de esta sin dañar la runa que albergaba, que siempre colocaba en la base de la espiga, justo encima de donde encajaba en la empuñadura del arma. Luego, solo tuvo que añadirle acero nuevo, ya al rojo vivo y preparado anteriormente, para unirlo a la masa existente y, de esta manera, tener más cantidad de material unido al hacha con el que crear la cabeza de martillo trasera a la afilada hoja.
Después de aquello le dio forma a martillazos, sobre el yunque, para finalmente añadir la insignia, que había encantado en su mesa de trabajo antes de ponerse en el yunque. La colocó en el lado inverso del encantamiento, un poco más arriba de este, y en cuanto lo hizo bañó el arma en aceite para templarla y quedara casi acabada. Después de todo el procedimiento solo quedaba afilar la hoja de nuevo.
- Aquí tiene-, mentó, sonriente, en cuanto pudo hacerle entrega del arma a la joven. - Una formidable Martillacha.
«Ese nombre tiene pegada. Quizás atraiga a más clientes», pensó, sin perder la sonrisa, dándole el arma a la muchacha de dorados cabellos.
Una Reconfección y una insignia de Encantamiento Adicional para la bella Dama del Norte :3
Herrería Nivel Experto
Reconfección: [Técnica] / 125 aeros (100 aeros en materiales (arma superior) + 25 de beneficio para el simpático brujo)
Arcanos Nivel Maestro
Encantamiento Adicional [Insignia] / 175 aeros (150 aeros en materiales + 25 de beneficio para el brujo majo)
En total: 300 aeros. Siendo 50 aeros de beneficio para el mercenario; herrero y arcanista en sus tiempos libres ^^
Después de sus últimos trabajos en el oeste tocaba un poco de descanso en la ciudad donde vivía desde hacía año. Bueno, descanso entrecomillado, pues con Sandal por medio el descanso nunca podía ser total.
Vincent cambió levemente de postura mientras pensaba sobre ello. Un movimiento que buscaba relajar sus músculos y trasladar la tensión acumulada sobre otra parte de su cuerpo, sin dejar de estar de pie tras el mostrador.
«Sé que, cuando llego a casa, debo ayudar en el negocio pero…»
- Maldito Sandal-, masculló, antes de escuchar el sonido de la campanilla.
Rápidamente, el brujo cambió el semblante de su rostro desde la posición de la amargura hacia el de la simpatía.
- Buen día. Qué se le ofrece-, respondió, dibujando una media sonrisa en el rostro.
Una jovencita de los más elegante y jovial se había internado en el negocio, buscando, con toda probabilidad, un buen artículo para su protección en los caminos. No obstante, el brujo no pudo evitar enarcar una ceja, lleno de curiosidad, cuando la joven mentó que ya lo conocía.
«Ahora que lo dice»
- Oh, por supuesto. Ahora la recuerdo-, contestó, cuando ella misma recordó el momento en el que se conocieron. - Espero que el encantamiento le haya sido útil-, dijo seguido, con palabras sinceras.
Al fin y al cabo, él no sólo tenía el negocio para ganar dinero. Por evidentes razones, ello era la principal razón, más, le gustaba que sus productos tuvieran calidad y los clientes estuvieran satisfechos con los encantamientos o piezas adquiridas. Y no, no solo para que regresaran a por más, sino también porque así volvía más sencillas o seguras las vidas de los compradores y podía sentirse orgulloso de un trabajo bien hecho.
- Una martillacha. Curiosa palabra-, manifestó nada más escucharlo de boca de la muchacha. Sin dudas era original. - Puedo hacerlo, tengo el talento y los medios para hacerlo. Y también puedo…
Aquel nombre. Habían pasado años de aquello, pero últimamente se encontraba con esa persona y ese nombre en repetidas ocasiones. ¿Algún juego nuevo con el que los dioses entretenerse?
- Reike. Ya veo-, respondió. - Bueno, no se puede decir que no quiera que me vaya bien el negocio-, comentó divertido, antes de reír suavemente. - Cómo le decía, no hay problema. Puedo hacer ambas cosas. El coste de todo sería trescientos aeros.
Una vez que la mujer estuvo de acuerdo, el brujo se encaminó a la trastienda. Allí comenzó con la transformación de la cabeza del hacha. El primer paso fue sacar la mencionada cabeza del mango y refundir una parte de esta sin dañar la runa que albergaba, que siempre colocaba en la base de la espiga, justo encima de donde encajaba en la empuñadura del arma. Luego, solo tuvo que añadirle acero nuevo, ya al rojo vivo y preparado anteriormente, para unirlo a la masa existente y, de esta manera, tener más cantidad de material unido al hacha con el que crear la cabeza de martillo trasera a la afilada hoja.
Después de aquello le dio forma a martillazos, sobre el yunque, para finalmente añadir la insignia, que había encantado en su mesa de trabajo antes de ponerse en el yunque. La colocó en el lado inverso del encantamiento, un poco más arriba de este, y en cuanto lo hizo bañó el arma en aceite para templarla y quedara casi acabada. Después de todo el procedimiento solo quedaba afilar la hoja de nuevo.
- Aquí tiene-, mentó, sonriente, en cuanto pudo hacerle entrega del arma a la joven. - Una formidable Martillacha.
«Ese nombre tiene pegada. Quizás atraiga a más clientes», pensó, sin perder la sonrisa, dándole el arma a la muchacha de dorados cabellos.
Offrol
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Una Reconfección y una insignia de Encantamiento Adicional para la bella Dama del Norte :3
Herrería Nivel Experto
Reconfección: [Técnica] / 125 aeros (100 aeros en materiales (arma superior) + 25 de beneficio para el simpático brujo)
Arcanos Nivel Maestro
Encantamiento Adicional [Insignia] / 175 aeros (150 aeros en materiales + 25 de beneficio para el brujo majo)
En total: 300 aeros. Siendo 50 aeros de beneficio para el mercenario; herrero y arcanista en sus tiempos libres ^^
Vincent Calhoun
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 975
Nivel de PJ : : 9
Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
ACTUALIZADO
Profesión Usada: Herrería y Arcanos
Título: Experto y Maestro
Puntos obtenidos: N/A
Transacción: -300 aeros (Ingela) +50 aeros (Vincent)
Ambos obtienen 2 px por uso del taller.
Reike
Admin
Admin
Cantidad de envíos : : 1879
Nivel de PJ : : 5
Re: La espada Arcana {Arcanos/Herrería}
Se sentía raro, ¿Cuántas veces había visitado La espada Arcana para ponerle infusión etérea a sus espadas?, no tenia la cuenta cuenta de las veces que había hecho lo mismo, así que cuando entro a la tienda Cargando la Zumbanana con pasos extras, se encargo de dejar en claro que no venia a ponerle infusión etérea a su espada compuesta de espadas.
-Lo se, pero tengo una explicación, estas armas ya lo tienen... bueno un par al menos- comenzó a desarmar su espada, y cuando obtuvo la que servía como esqueleto principal de aquella espada compuesta de mas espadas, procedió a dejarla en el mostrador -Necesito la cosa esa que me permite ponerle otro encantamiento a la espada, esta no tiene ningún encantamiento, pero creo que tengo lo que necesito para hacer que funcione- exclamo mientras descansa un poco de cargar tanto metal en su espalda.
Estiro un poco sus extremidades y aprovecho de sentarse y mirar la vitrina donde se desplegaban algunas creaciones, una armadura que simulaba un animal de metal, y un par de armas que simulaban genitales de metal "¿Enserio hay gente que va a pelear con esas cosas?, bueno por algo las siguen haciendo" pensó para si mismo, mientras esperaba y divagaba.
OFF: buenas, quiero Encantamiento Adicional, por favor y gracias
-Lo se, pero tengo una explicación, estas armas ya lo tienen... bueno un par al menos- comenzó a desarmar su espada, y cuando obtuvo la que servía como esqueleto principal de aquella espada compuesta de mas espadas, procedió a dejarla en el mostrador -Necesito la cosa esa que me permite ponerle otro encantamiento a la espada, esta no tiene ningún encantamiento, pero creo que tengo lo que necesito para hacer que funcione- exclamo mientras descansa un poco de cargar tanto metal en su espalda.
Estiro un poco sus extremidades y aprovecho de sentarse y mirar la vitrina donde se desplegaban algunas creaciones, una armadura que simulaba un animal de metal, y un par de armas que simulaban genitales de metal "¿Enserio hay gente que va a pelear con esas cosas?, bueno por algo las siguen haciendo" pensó para si mismo, mientras esperaba y divagaba.
OFF: buenas, quiero Encantamiento Adicional, por favor y gracias
Zelas Hazelmere
Moderador/a
Moderador/a
Cantidad de envíos : : 780
Nivel de PJ : : 6
Página 4 de 6. • 1, 2, 3, 4, 5, 6
Temas similares
» જMagna Operaજ {Arcanos y Herrería*}
» «Un lugar sin nombre» [Herrería/Arcanos]
» Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
» Arcanos al aire libre [Arcanos]
» Torneo Anual de Bardos Luna Arcana [Libre] [Noche]
» «Un lugar sin nombre» [Herrería/Arcanos]
» Herrería Luna Invernal [Herrería/Curtidería]
» Arcanos al aire libre [Arcanos]
» Torneo Anual de Bardos Luna Arcana [Libre] [Noche]
Página 4 de 6.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Ayer a las 21:35 por Cohen
» El retorno del vampiro [Evento Sacrestic]
Ayer a las 21:14 por Ingela
» El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]
Ayer a las 20:55 por Aylizz Wendell
» Entre Sombras y Acero [LIBRE][NOCHE]
Ayer a las 20:16 por Seraphine Valaryon
» Días de tormenta + 18 [Privado]
Ayer a las 16:30 por Iori Li
» Laboratorio Harker [Alquimia+Ingeniería]
Miér Nov 20 2024, 19:13 por Zelas Hazelmere
» Pócimas y Tragos: La Guerra de la Calle Burbuja [Interpretativo] [Libre]
Miér Nov 20 2024, 16:18 por Mina Harker
» La Procesión de los Skógargandr [Evento Samhain (Halloween)]
Mar Nov 19 2024, 22:49 por Eltrant Tale
» [Zona de culto] Altar de las Runas de los Baldíos
Lun Nov 18 2024, 12:29 por Tyr
» Susurros desde el pasado | Amice H.
Lun Nov 18 2024, 04:12 por Amice M. Hidalgo
» [Zona de culto] Iglesia del único Dios
Sáb Nov 16 2024, 21:38 por Tyr
» Enjoy the Silence 4.0 {Élite]
Miér Nov 13 2024, 20:01 por Nana
» Vampiros, Gomejos, piernas para qué las tengo. [Privado]
Mar Nov 12 2024, 04:51 por Tyr
» Derecho Aerandiano [Libre]
Dom Nov 10 2024, 13:36 por Tyr
» Propaganda Peligrosa - Priv. Zagreus - (Trabajo / Noche)
Vie Nov 08 2024, 18:40 por Lukas