Sombras de Granito [Libre][Interpretativo][3/4]
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Sombras de Granito [Libre][Interpretativo][3/4]
- Huecos ocupados::
- Eltrant Tale - Rachel Roche - Catherine Blair - Libre
Se despertó en mitad de la noche, cubierto en sudor. Jadeando copiosamente tragó saliva y se sentó en la cama, frotándose los ojos ¿Otra vez una pesadilla? Le dolía la cabeza más de lo que le gustaba admitir, por lo que no descartaba que hubiese sido aquello, agradecía sin embargo el hecho de que nunca consiguiera recordarlas.
Tras levantarse completamente se acercó a la pequeña ventana centrada en la pared que tenía frente a él y apartó la delicada cortina que la cubría, suspiró, la luna seguía estando bien alta.
Hacía apenas unos días que había escapado del granero en llamas en el que había tenido un “encontronazo” con Huracán, le alegraba ver a la cazadora, sobre todo teniendo en cuenta la línea de trabajo que esta solía seguir, aunque lamentaba haber herido a muchos de sus compañeros.
Por otro lado, seguía estando en Dundarak, aun cuando reclamaban su atención en Lunargenta ya que los preparativos para el viaje de la Real Gaviota estaban a punto de terminar, no había abandonado la ciudad norteña por Rachel. La muchacha, que debía de estar en aquel momento pasando la noche en la habitación contigua a la suya, estaba buscando una manera de librarse del yugo de su segunda personalidad NIA, una especie de “Rachel” obsesionada con la hermandad y todo lo que tuviese que ver con aquel imperio de vampiros.
Bostezando repetidamente y tras comprobar que todas sus pertenencias seguían en la habitación, salió al pasillo; Lo primero que el guarda hizo en aquel estrecho lugar fue comprobar que la entrada de la habitación de la cibernética estaba firmemente cerrada, y tras asegurarse de que nadie iba a entra sin permiso en el dormitorio de Rachel, descendió al piso inferior, a la taberna que, en aquel momento, debía de estar completamente vacía.
Se equivocó, el tabernero y una mujer de largos cabellos cobrizos conversaban cerca de la única chimenea de la posada, la cual, en aquel instante, era la única fuente de luz de una habitación pobremente iluminada. - …Buenas noches – Dijo sentándose en una de las desérticas mesas de la taberna, ambas personas cortaron su conversación de inmediato, girándose a mirar al inesperado huésped que había decidido salir de la cama a altas horas de la mañana. - … Hola – Contestó el dueño de la posada abandonando a la mujer junto al calor de las llamas y acercándose hasta Eltrant - ¿Ha dormido mal? ¿Necesita algo? – El castaño negó con la cabeza y sonrió – Una copa no me vendría mal – Aseguró limpiándose el sudor frío que resbalaba por su frente con la manga de la camisa – Enseguida – Contestó el hombre asintiendo, esbozando lo que no podía ser sino la sonrisa más forzada que el exmercenario había tenido el honor de presenciar.
Mientras esperaba por la copa, observó a la mujer que descansaba junto al fuego - Un poco tarde para andar levantado… ¿No cree? ¿Es que eres un vampiro? – Dijo esta cruzándose de brazos, apoyando la espalda sobre la chimenea – Es de mala educación interrumpir conversaciones ajenas… por si no lo sabias. – Eltrant se encogió de hombros y bostezó, lo que hizo que la mujer esbozara una sonrisa, quizás aliviada al detectar que aquel desconocido con cara de no haber dormido gran cosa en toda la noche no había podido escuchar nada de lo que habían hablado.
Al cabo de unos minutos, la esperada copa llegó hasta dónde estaba, el hombre que regentaba el lugar depositó un vaso repleto de líquido de color ocre frente a él – Espero que arriba todo este correctamente y… y que pase una noche agradable – Dijo el posadero frotándose las manos, nervioso, Eltrant enarcó una ceja y dio un sorbo a la bebida. – Si fuese alguien desconfiado… - Dijo entornando levemente los ojos - …Sospecharía que está tratando de hacerme saber que estoy… molestando – Comentó olisqueando la bebida que tenía frente a él ¿Quién era la mujer pelirroja? ¿Y a que venía tanto secretismo? Incluso Rachel habría detectado que aquellas dos personas estaban tramando algo, suspiró y volvió a beber, no detectó ningún sabor desagradable, no seria la primera vez que trataban de envenenarle en una posada de Dundarak.
– Pero no soy desconfiado – Dijo dándole una palmada en la espalda al tabernero, que se había quedado tan blanco como la pintura de las paredes - Buenas noches. – Dijo subiendo escaleras arriba.- Menos mal… - Escuchó decir una vez estuvo en el piso superior, siguieron algunas frases por parte de la mujer, aunque estas fueron indescifrables debido al tono de voz, mucho más bajo, que estos emplearon.
A paso ligero, volvió a asegurarse de que la puerta de Rachel estaba cerrada y a continuación se internó en su habitación, dónde tomó la espada que descansaba a los pies de su cama y se la anudó al cinturón. – Hay algo que no me huele bien - Dijo para sí sentándose en la única silla con la que contaba su dormitorio, observando la armadura que, despiezada, reposaba bajo su cama. - …Voy a despertar a Rachel.
Eltrant Tale
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Re: Sombras de Granito [Libre][Interpretativo][3/4]
Tras un largo día cargado de emociones, volvimos a la taberna en la que conocí a Eltrant. El día había salido bien, pero me dolía mucho la cabeza, NIA continuaba apoderándose de mí por instantes y trataba de disimularlo lo mejor que podía. La alternativa del vampiro Cyrilo era llevarme a las islas como había ordenado la líder del gremio de mi hermano, Isabella Boisson, pero su hija Huracán, maestra cazadora de vampiros, confió en Jules y Eltrant para ser ellos quienes convirtiesen a NIA en un ente de información, y no en algo con vida propia, como era ahora mismo. Una especie de alter ego que me controlaba y con la que Catherine ya mantuvo una conversación.
Hablando de mi amiga, rápidamente pensé en ella. -Estarán preocupados por mí en la torre de la logia. – supuse mirando por la ventana de mi habitación, viendo que ya anochecía y que no pasaría por el lugar en el que dormía cada noche. ¿Se enfadarían las grandes encantadoras Abbey o Lucy conmigo? No creo. De hecho, yo era bastante intrascendente en la actividad del gremio, por mi nula capacidad para desarrollar la magia. Aunque tal vez Níniel, Vincent, o Catherine se preocupasen por mi ausencia y viniesen a buscarme. No lo sabía, pero no podía volver. No con NIA controlando mi cabeza de manera perpetua. No sabía qué hacía la inteligencia artificial bajo el control de mi cuerpo y, cuanto más alejada estuviera de la gente a la que pudiera herir, mejor.
Se escuchaba alboroto en el pasillo de la taberna. ¿Acaso Eltrant o Jules no estaban en sus respectivas habitaciones? Tumbada en la cama, pero despierta, pude sentir unos pasos, acercándose a mi habitación, me incorporé cuando sentí como alguien se acercaba. Estaba asustada como un cordero y me agarré a la almohada. ¿Y si era la Dama? Estaba acostumbrada a ponerme en lo peor. Según noté como alguien trataba de adentrarse en mi dormitorio, escuché abrirse la puerta de la habitación contigua de mi hermano Jules.
-¡Ajá, señorito Tale! ¡Lo sabía! – se escuchó fuera. Era la voz de Jules. – Misteriosamente pillado in fraganti en mitad de la noche intentando entrar a la habitación de mi hermana sin que yo me entere. ¿Crees que no sé lo que pretendes hacer ahí dentro? – Pues yo, al menos, no tenía idea de a lo que se refería Jules, me acerqué hasta la puerta para escuchar mejor la conversación. – Aprovechándote de mi pequeña Rachel con sus problemas mentales… con razón me dijo Huracán que no te quitara los ojos de encima, truhán. – le reprochaba el brujo. Aunque yo no tenía ni idea de a qué se refería.
Cuando me harté de escuchar el alboroto, decidí abrir la puerta repentinamente y sorprender a ambos.
-Menudos gritos... ¿Qué sucede? – les pregunté a ambos con inocencia.
-Maldita sea, Rachel, dime que por lo menos lo has consentido. Que esa cosa rara que domina tu mente no tiene nada que ver. – contestó
-¿Consentido? ¿El qué? No entiendo. ¿A qué se refiere, Eltrant? – pregunté con inocencia, tendiendo la vista al mercenario. Por mucho que Jules asegurara ser mi hermano, yo no lo conocía de nada ni lo recordaba, y por el momento me había demostrado más Eltrant en las escasas horas que hacía que lo había conocido. Luego torcí la vista hacia mi hermano. - ¿Y tú por qué estás despierto?
-No puedo dormir pensando en la posibilidad de que alguien te vuelva a secuestrar. Que alguien te vuelva a utilizar. Y menos sabiendo que esa cosa… NIA. Puede seguir manipulándote. – explicó el brujo. - No lo permitiré, Rachel.
-NIA no me contr… ¡Ah! – grité, cayendo arrodillada al suelo con una enorme migraña en mi cabeza. Me llevé las manos a esta. La voz de NIA retumbaba en mi cabeza. “Debes servir a la Hermandad. Debes cumplir el propósito para el que fuiste creada. Abandónalos. Vete” - ¡Déjame en paz! – grité, casi en un llanto.
-¡¿Qué pasa?! ¿Estás bien? – preguntó el brujo, tomándome de un brazo.
-S… sí. – era evidente que no. Saltaba a la vista, pero no quería preocuparles. Fue entonces cuando sentí ruidos en el piso inferior. - ¿Pa… pasa algo abajo? – dije para cambiar el tema de conversación y distraer a los jóvenes de mis males. En función de algo que había escuchado a Eltrant decirle al brujo. – Te sigo. Siempre detrás tuya. – le dije al guardia, posicionándome como una tonta tras su espalda y recordando las palabras del último día que, en el fondo, tan buena suerte me habían traído, pues había conseguido encontrar a alguien que por fin parecía dispuesto a ayudarme con mis problemas con NIA.
Hablando de mi amiga, rápidamente pensé en ella. -Estarán preocupados por mí en la torre de la logia. – supuse mirando por la ventana de mi habitación, viendo que ya anochecía y que no pasaría por el lugar en el que dormía cada noche. ¿Se enfadarían las grandes encantadoras Abbey o Lucy conmigo? No creo. De hecho, yo era bastante intrascendente en la actividad del gremio, por mi nula capacidad para desarrollar la magia. Aunque tal vez Níniel, Vincent, o Catherine se preocupasen por mi ausencia y viniesen a buscarme. No lo sabía, pero no podía volver. No con NIA controlando mi cabeza de manera perpetua. No sabía qué hacía la inteligencia artificial bajo el control de mi cuerpo y, cuanto más alejada estuviera de la gente a la que pudiera herir, mejor.
Se escuchaba alboroto en el pasillo de la taberna. ¿Acaso Eltrant o Jules no estaban en sus respectivas habitaciones? Tumbada en la cama, pero despierta, pude sentir unos pasos, acercándose a mi habitación, me incorporé cuando sentí como alguien se acercaba. Estaba asustada como un cordero y me agarré a la almohada. ¿Y si era la Dama? Estaba acostumbrada a ponerme en lo peor. Según noté como alguien trataba de adentrarse en mi dormitorio, escuché abrirse la puerta de la habitación contigua de mi hermano Jules.
-¡Ajá, señorito Tale! ¡Lo sabía! – se escuchó fuera. Era la voz de Jules. – Misteriosamente pillado in fraganti en mitad de la noche intentando entrar a la habitación de mi hermana sin que yo me entere. ¿Crees que no sé lo que pretendes hacer ahí dentro? – Pues yo, al menos, no tenía idea de a lo que se refería Jules, me acerqué hasta la puerta para escuchar mejor la conversación. – Aprovechándote de mi pequeña Rachel con sus problemas mentales… con razón me dijo Huracán que no te quitara los ojos de encima, truhán. – le reprochaba el brujo. Aunque yo no tenía ni idea de a qué se refería.
Cuando me harté de escuchar el alboroto, decidí abrir la puerta repentinamente y sorprender a ambos.
-Menudos gritos... ¿Qué sucede? – les pregunté a ambos con inocencia.
-Maldita sea, Rachel, dime que por lo menos lo has consentido. Que esa cosa rara que domina tu mente no tiene nada que ver. – contestó
-¿Consentido? ¿El qué? No entiendo. ¿A qué se refiere, Eltrant? – pregunté con inocencia, tendiendo la vista al mercenario. Por mucho que Jules asegurara ser mi hermano, yo no lo conocía de nada ni lo recordaba, y por el momento me había demostrado más Eltrant en las escasas horas que hacía que lo había conocido. Luego torcí la vista hacia mi hermano. - ¿Y tú por qué estás despierto?
-No puedo dormir pensando en la posibilidad de que alguien te vuelva a secuestrar. Que alguien te vuelva a utilizar. Y menos sabiendo que esa cosa… NIA. Puede seguir manipulándote. – explicó el brujo. - No lo permitiré, Rachel.
-NIA no me contr… ¡Ah! – grité, cayendo arrodillada al suelo con una enorme migraña en mi cabeza. Me llevé las manos a esta. La voz de NIA retumbaba en mi cabeza. “Debes servir a la Hermandad. Debes cumplir el propósito para el que fuiste creada. Abandónalos. Vete” - ¡Déjame en paz! – grité, casi en un llanto.
-¡¿Qué pasa?! ¿Estás bien? – preguntó el brujo, tomándome de un brazo.
-S… sí. – era evidente que no. Saltaba a la vista, pero no quería preocuparles. Fue entonces cuando sentí ruidos en el piso inferior. - ¿Pa… pasa algo abajo? – dije para cambiar el tema de conversación y distraer a los jóvenes de mis males. En función de algo que había escuchado a Eltrant decirle al brujo. – Te sigo. Siempre detrás tuya. – le dije al guardia, posicionándome como una tonta tras su espalda y recordando las palabras del último día que, en el fondo, tan buena suerte me habían traído, pues había conseguido encontrar a alguien que por fin parecía dispuesto a ayudarme con mis problemas con NIA.
Rachel Roche
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Re: Sombras de Granito [Libre][Interpretativo][3/4]
Era fácil acostumbrarse a la vida en el castillo de Dundarak pese al frío y el saber que eran tierras de dragones. En poco más de unas semanas, la joven vampira había hecho de un hábito rutinario el pasar la mayor parte de su tiempo en la sala donde ella y Níniel practicaban con la alquimia, o mejor dicho, donde la elfa tutelaba a una curiosa y hábil Catherine con todo lo relacionado sobre ese tema.
Sacrificaba algunas horas de sueño, pero estaba mereciendo la pena: a media tarde comenzaba su estudio hasta entrada la noche, y entonces, cuando Nín fuera a descansar, era cuando la albina aprovechaba para salir del castillo, se alejaba la distancia más prudencial que le parecía de la ciudad, se alimentaba, y a pocas horas del alba aparecía normalmente cubierta de nieve y saciada para descansar y repetir ese mismo proceso por cada par de días.
Pero aquella noche fue distinta. Aunque la alquimia y el entrenamiento de su magia sombría la tuviera ocupada, siempre restaba algunos momentos del día para pasar el rato con sus amigos, y de no ser así, al menos se contentaba con verlos descansar cada vez que volvía de su cacería. Esa noche le faltó alguien, le faltó Rachel.
Acababa de subir de la Botica cuando entró a la habitación que compartían las chicas para prepararse y salir, como siempre a hurtadillas, pero incluso antes de cruzar el umbral de la puerta, ya sintió la ausencia de su amiga. Se asomó con cuidado, silenciosa, mientras su aguda visión nocturna le despejaba las dudas, pudiendo observar el lecho vacío de la biocibernética. ¿Dónde demonios se había metido? La presencia de la morena era algo tan habitual para Catherine que no le hizo falta más que contemplar aquel detalle para recordar que el día anterior tampoco la vio allí, ni en ningún lugar del castillo.
Frunció levemente el ceño, preocupada, sabía que al igual que ella Rachel también se daba sus escapaditas de vez en cuando, no era extraño, pero… ¿dos días seguidos? necesitaba encontrarla, o al menos saber algo de ella.
Así pues, se escabulló del castillo, bien arropada con una capa oscura y gruesa que la cubría por completo. Ya al aire libre se colocó la capucha que portaba la prenda y soltó un suspiro cargado de vaho; había salido muy rápida y decidida, pero ahora que estaba fuera cayó en la cuenta de que no tenía ni idea de por dónde buscar.
Con un nuevo resoplido comenzó a caminar serpenteando por las calles de Dundarak sin una dirección fija, le recordó demasiado a cuando vagaba por los estrechos callejones de Lunargenta, con la diferencia de que ahora dejaba una ristra de pasos tras ella por culpa de la delatadora capa de nieve. Pero el hecho de rememorar aquellos días en la ciudad costera, le hizo pensar en los mejores lugares donde sacar información.
Y en poco menos de unos minutos dio con su objetivo, un local a lo lejos dejaba entrever una tenue luz tintineando en los cristales de sus ventanas. Era tarde, y quizás ya estaba cerrado al público, pero se arriesgaría, a las malas simplemente no la dejarían entrar y buscaría otro lugar.
Catherine se acercó pausadamente, no retiró un ápice de la capucha que le cubría el rostro hasta llegar a la entrada, la cual mantenía la puerta entornada dejando tan sólo una rendija por la que pudo apreciar levemente las únicas tres figuras que parecían hacer la noche allí. Una mujer y dos hombres, de ellos, el que estaba sirviendo la copa era obviamente quién regentaba la taberna, y a quién le interesaba hacer las preguntas la vampira.
Posó la mano sobre la madera de la puerta, y justo cuando el muchacho castaño al que habían servido se disponía a subir al piso superior, Cath se adentró provocando con su llegada una ligera brisa que removió el fuego de la chimenea y alertó a la pareja, quienes observaron molestos y recelosos el oportunismo de la vampira.
– ¡Quién es! –Bufó el dueño del local, observándola desconfiado, sin ganas de tener visitas ni problemas a esas horas. – No voy a ofrecerte otra cosa que no sea una habitación, así que si quieres beber te buscas otro s…
– Disculpe señor, no quería molestar –La albina retiró la capucha dejando caer al suelo algunos copos del mismo color que lucían sus cabellos. Al verla el hombre se tranquilizó en cierto modo, aunque seguía sin ofrecerle sus servicios directamente. – Sólo quería preguntar por alguien.
– ¡¿Cómo?! –El tabernero bufó intercambiando una mirada impaciente con la mujer que le acompañaba, quién parecía preferir la compañía del crepitante fuego sin mediar palabra, aunque observando igualmente a la recién llegada. – ¿Te parece buen momento? Maldita sea…
El tipo se puso a farfullar algo que Cath no llegó a escuchar, y esto fue porque de pronto su atención se centró de manera directa en la voz que percibió desde el piso superior.
Para un ser como ella no le era demasiado difícil canalizar sus sentidos hacia donde le interesaba, y tan pronto como creyó escuchar el nombre “Rachel” en boca de alguien a quién no le reconoció la voz, se impulsó con rapidez, obviando al tabernero mientras le llamaba la atención para que no se atreviera a pisar su local sin antes pagar.
– No me quedaré señor, sólo será un segundo. –Le respondió rápida mientras subía silenciosa y ágil como un gato las escaleras que antes recorrió el otro muchacho.
– ¡Pero será hija de…!
El tabernero no tardaría demasiado en seguirla, probablemente, pero Catherine no pretendía pasar demasiado tiempo allí, tan sólo quería asegurarse de reconocer a esas personas, de captar su aroma, y tratar de encontrar alguna respuesta por pequeña que fuera.
Y quién le iba a decir que esa “respuesta” le daría en la cara, pues nada más pisar el último peldaño y a punto de doblar la esquina para observar a aquellos que conversaban, reconoció al instante la voz y figura de su amiga.
Lo primero que sintió fue alivio, se la veía bien y parecía tranquila; lo segundo, curiosidad, ¿quiénes serían esas personas? Rachel no parecía tener demasiados amigos cuando se conocieron; y lo tercero… miedo, al ver cómo la joven biocibernética caía de pronto al suelo sujetándose la cabeza con las manos. No había que ser demasiado aguda para imaginar que era cosa de aquella fastidiosa inteligencia artificial que siempre la atormentaba.
Aunque ocurrió en cuestión de segundos, Catherine vaciló a la hora de exponerse ante aquellas personas y Rachel, pero ver a la muchacha sufrir de aquella forma, aun cuando no le habían dado vela en ese entierro, hizo que la vampira diera un paso hacia ellos para hacerse de notar, sin dejar de clavar su vista en la aturdida bio.
– Rachel… –Susurró, agarrando con fuerza e impotencia los pliegues de la capa que la seguían cubriendo, sin querer atreverse a acercarse más al grupo, pero queriendo llamar la atención de su amiga.
Sacrificaba algunas horas de sueño, pero estaba mereciendo la pena: a media tarde comenzaba su estudio hasta entrada la noche, y entonces, cuando Nín fuera a descansar, era cuando la albina aprovechaba para salir del castillo, se alejaba la distancia más prudencial que le parecía de la ciudad, se alimentaba, y a pocas horas del alba aparecía normalmente cubierta de nieve y saciada para descansar y repetir ese mismo proceso por cada par de días.
Pero aquella noche fue distinta. Aunque la alquimia y el entrenamiento de su magia sombría la tuviera ocupada, siempre restaba algunos momentos del día para pasar el rato con sus amigos, y de no ser así, al menos se contentaba con verlos descansar cada vez que volvía de su cacería. Esa noche le faltó alguien, le faltó Rachel.
Acababa de subir de la Botica cuando entró a la habitación que compartían las chicas para prepararse y salir, como siempre a hurtadillas, pero incluso antes de cruzar el umbral de la puerta, ya sintió la ausencia de su amiga. Se asomó con cuidado, silenciosa, mientras su aguda visión nocturna le despejaba las dudas, pudiendo observar el lecho vacío de la biocibernética. ¿Dónde demonios se había metido? La presencia de la morena era algo tan habitual para Catherine que no le hizo falta más que contemplar aquel detalle para recordar que el día anterior tampoco la vio allí, ni en ningún lugar del castillo.
Frunció levemente el ceño, preocupada, sabía que al igual que ella Rachel también se daba sus escapaditas de vez en cuando, no era extraño, pero… ¿dos días seguidos? necesitaba encontrarla, o al menos saber algo de ella.
Así pues, se escabulló del castillo, bien arropada con una capa oscura y gruesa que la cubría por completo. Ya al aire libre se colocó la capucha que portaba la prenda y soltó un suspiro cargado de vaho; había salido muy rápida y decidida, pero ahora que estaba fuera cayó en la cuenta de que no tenía ni idea de por dónde buscar.
Con un nuevo resoplido comenzó a caminar serpenteando por las calles de Dundarak sin una dirección fija, le recordó demasiado a cuando vagaba por los estrechos callejones de Lunargenta, con la diferencia de que ahora dejaba una ristra de pasos tras ella por culpa de la delatadora capa de nieve. Pero el hecho de rememorar aquellos días en la ciudad costera, le hizo pensar en los mejores lugares donde sacar información.
Y en poco menos de unos minutos dio con su objetivo, un local a lo lejos dejaba entrever una tenue luz tintineando en los cristales de sus ventanas. Era tarde, y quizás ya estaba cerrado al público, pero se arriesgaría, a las malas simplemente no la dejarían entrar y buscaría otro lugar.
Catherine se acercó pausadamente, no retiró un ápice de la capucha que le cubría el rostro hasta llegar a la entrada, la cual mantenía la puerta entornada dejando tan sólo una rendija por la que pudo apreciar levemente las únicas tres figuras que parecían hacer la noche allí. Una mujer y dos hombres, de ellos, el que estaba sirviendo la copa era obviamente quién regentaba la taberna, y a quién le interesaba hacer las preguntas la vampira.
Posó la mano sobre la madera de la puerta, y justo cuando el muchacho castaño al que habían servido se disponía a subir al piso superior, Cath se adentró provocando con su llegada una ligera brisa que removió el fuego de la chimenea y alertó a la pareja, quienes observaron molestos y recelosos el oportunismo de la vampira.
– ¡Quién es! –Bufó el dueño del local, observándola desconfiado, sin ganas de tener visitas ni problemas a esas horas. – No voy a ofrecerte otra cosa que no sea una habitación, así que si quieres beber te buscas otro s…
– Disculpe señor, no quería molestar –La albina retiró la capucha dejando caer al suelo algunos copos del mismo color que lucían sus cabellos. Al verla el hombre se tranquilizó en cierto modo, aunque seguía sin ofrecerle sus servicios directamente. – Sólo quería preguntar por alguien.
– ¡¿Cómo?! –El tabernero bufó intercambiando una mirada impaciente con la mujer que le acompañaba, quién parecía preferir la compañía del crepitante fuego sin mediar palabra, aunque observando igualmente a la recién llegada. – ¿Te parece buen momento? Maldita sea…
El tipo se puso a farfullar algo que Cath no llegó a escuchar, y esto fue porque de pronto su atención se centró de manera directa en la voz que percibió desde el piso superior.
Para un ser como ella no le era demasiado difícil canalizar sus sentidos hacia donde le interesaba, y tan pronto como creyó escuchar el nombre “Rachel” en boca de alguien a quién no le reconoció la voz, se impulsó con rapidez, obviando al tabernero mientras le llamaba la atención para que no se atreviera a pisar su local sin antes pagar.
– No me quedaré señor, sólo será un segundo. –Le respondió rápida mientras subía silenciosa y ágil como un gato las escaleras que antes recorrió el otro muchacho.
– ¡Pero será hija de…!
El tabernero no tardaría demasiado en seguirla, probablemente, pero Catherine no pretendía pasar demasiado tiempo allí, tan sólo quería asegurarse de reconocer a esas personas, de captar su aroma, y tratar de encontrar alguna respuesta por pequeña que fuera.
Y quién le iba a decir que esa “respuesta” le daría en la cara, pues nada más pisar el último peldaño y a punto de doblar la esquina para observar a aquellos que conversaban, reconoció al instante la voz y figura de su amiga.
Lo primero que sintió fue alivio, se la veía bien y parecía tranquila; lo segundo, curiosidad, ¿quiénes serían esas personas? Rachel no parecía tener demasiados amigos cuando se conocieron; y lo tercero… miedo, al ver cómo la joven biocibernética caía de pronto al suelo sujetándose la cabeza con las manos. No había que ser demasiado aguda para imaginar que era cosa de aquella fastidiosa inteligencia artificial que siempre la atormentaba.
Aunque ocurrió en cuestión de segundos, Catherine vaciló a la hora de exponerse ante aquellas personas y Rachel, pero ver a la muchacha sufrir de aquella forma, aun cuando no le habían dado vela en ese entierro, hizo que la vampira diera un paso hacia ellos para hacerse de notar, sin dejar de clavar su vista en la aturdida bio.
– Rachel… –Susurró, agarrando con fuerza e impotencia los pliegues de la capa que la seguían cubriendo, sin querer atreverse a acercarse más al grupo, pero queriendo llamar la atención de su amiga.
Catherine Blair
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Re: Sombras de Granito [Libre][Interpretativo][3/4]
- ¿De verdad te piensas que es eso? – Enarcó una ceja, lo cierto es que podía parecer sospechoso, no iba a negar al hermano de Rachel que el hecho de que un hombre se acercase a la habitación de su hermana en plena noche era preocupante, pero a ojos del exmercenario, la simple idea de que fuese él el depredador de jóvenes ingenuas era, cuanto menos, descabellada. – … ¿Huracán te ha dicho que me vigiles? – Atusándose la barba no pudo evitar sonreír levemente ante aquella afirmación - ¿Y eso a que se debe, cazador? – Añadió de inmediato bajando ambas manos hasta el cinturón.
Negó con la cabeza cuando la joven cibernética emergió de su habitación, atraída por la conversación que los hombres estaban teniendo en mitad del pasillo – No te preocupes – Sonrió a la muchacha y se cruzó de brazos – Jules me estaba explicando… - El cazador, sin embargo, le interrumpió - ¿Espera? ¿Consentido? – Frunció el ceño – ¿Pero aun sigues con esas? Que Rachel no es… - Ahora fue la joven Rachel, confusa, quien le interrumpió, ya que esta preguntó al guarda el significado de las palabras de su hermano, suspirando profundamente, Eltrant se pasó la mano por la cara – No es nada Rachel, no te preocupes por eso. – Negó con la cabeza y clavó su mirada en el cazador – No soy yo quien va a secuestrarla; Precisamente, eso es lo que me preocupa. – Se giró hacia las escaleras ¿Estarían teniendo todavía la extraña reunión en el piso inferior? – Abajo… - Rachel volvió a tener otro de sus ataques, no eran raros, NIA parecía estar esforzándose más y más por controlar el cuerpo de la muchacha por completo, lo que hacía que, a ojos del castaño, esta sufriese fuertes dolores de cabeza.
- ¿Te encuentras bien? – Se agachó a ayudar a su compañera a levantarse, preocupado - ¿Abajo? – Sonrió a la joven tratando de tranquilizarla y se giró hacia Jules – Con suerte puede que no sea nada pero… - Volvió a mirar hacia las escaleras, esta vez se encontró con los ojos de una joven de cabellos perlinos, tan blancos como la misma nieve que cubría las calles en aquel mismo instante, frunció el ceño y, muy lentamente, depositó su mano derecha en la empuñadura de la espada - … El tabernero y una mujer estaban teniendo una reunión muy extraña, no creo que tramen nada bueno – Dijo adelantándose un par de pasos frente Rachel, ocupando todo el pasillo frente a ella y ocultándola parcialmente de la mujer que miraba desde las escaleras, ¿Una inquilina de última hora? ¿O era algo diferente? Pudo ver como esta pronunciaba una palabra, como los labios se movian, no llegó a oir, desde dónde estaba, que decia. - ¿Quién eres? – Preguntó en voz baja, tratando de no despertar a las demás personas que pasaban la noche allí - ¿Buscas tu habitación?
***
Aquello iba a ser más complicado de lo que parecía en un principio, suspiró y volvió a la chimenea, junto a Rachel. – ¿Se puede saber qué demonios pasa hoy que nadie duerme? – Preguntó a la mujer de cabellos cobrizos, quien se limitó a dejar escapar una leve carcajada, casi un susurro que difícilmente conseguiría elevarse por encima del crepitar de las ascuas. – Primero el imbécil este pide una copa a mitad de la noche, y después se cuela la tipa – Suspiró y miró fijamente el fuego, la mujer jugueteó con el rizo que descendía desde su flequillo y que pendida frente a sus ojos – Que estén despiertos o dormidos me da lo mismo, realmente – Aseguró caminando a lo largo de la estancia, el sonido de sus tacones rebotó en las paredes de la posada – Sabes que no puedo dejar que hagas eso aquí, Rachel – Dijo el hombre seriamente – Tenemos un trato – Torció el gesto – Espérate a que sea de día, a que abandonen la posada – No iba a arriesgarse a perder su parte del local, el turno de noche era el suyo, aunque ya apenas viese la luz del sol se había labrado cierta reputación entre los vampiros de la ciudad que necesitaban una copa, así como entre las diferentes personas que necesitaban favores "de ultima hora"; lo cual ocasionaba ciertas ganancias extras que su contraparte del amanecer no podía siquiera imaginar.
La mujer se apartó de la chimenea y caminó hasta la mesa en la que el hombre en cuyo pecho pendida el emblema de la guardia de Lunargenta había estado, examinando entonces el vaso de alcohol que este se había bebido en apenas un par de tragos. - …Amadeus, me sorprendes – Dijo sonriendo – Sí, tenemos un trato – Olió el interior del vaso y, tras contemplarlo a contraluz, lamió las pocas gotitas marrones que quedaban en su interior. – Por eso, agradece que no he cambiado aún más los términos del mismo – Le ofreció al tabernero una enigmática sonrisa y dejó el recipiente vacío sobre la mesa de nuevo.
– Esa niña, esa cibernética… - Respiró hondo y se palpó los brazos, como tantas veces hacía para relajarse, para no precipitarse en sus palabras, en sus decisiones; Podía sentir sus aumentos metálicos debajo de la piel, podía sentir la dureza de sus huesos de acero, podía sentir su fuerza sobrehumana - … tiene un material útil, Amadeus – Dijo – Ella es el ejemplo perfecto por el que hicimos este trato – Dijo ahora, acariciando la cara del posadero - …Ella es una cibernética especial ¿Comprendes? – Susurró al hombre en el oído, quien desvió la mirada sin saber muy bien cómo reaccionar. – Por eso la necesito… - Sonrió y obligó, cuidadosamente, al hombre a mirarle a los ojos – Por eso necesito sus piezas. – El rostro de Amadeus se contrajo en una mezcla entre placer y temor, una sensación que, siempre que trataba con aquella mujer, con Rachel Alfa, recorría todo su ser. – Por... por supuesto señorita Alfa – Contestó al después de pasar varios segundos mirando los expresivos ojos esmeralda de la mujer – Tendré todo preparado – Dijo finalmente, Rachel sonrió ante esto y lo liberó de su suave abrazo.
– Beta y Gamma vendrán pronto… – Alfa se caminó hacía la salida tras decir estas palabras, los sonidos de sus tacones volvieron a apoderarse de la planta baja de la posada, Amadeus se quedó junto a la chimenea, contemplando como la cibernética abandonaba el lugar, observando como el vestido carmesí de la mujer se ajustaba a sus curvas lo necesario para que le fuese casi imposible apartar la mirada - … Asegúrate de que no nos fallas, querido Amadeus.
Negó con la cabeza cuando la joven cibernética emergió de su habitación, atraída por la conversación que los hombres estaban teniendo en mitad del pasillo – No te preocupes – Sonrió a la muchacha y se cruzó de brazos – Jules me estaba explicando… - El cazador, sin embargo, le interrumpió - ¿Espera? ¿Consentido? – Frunció el ceño – ¿Pero aun sigues con esas? Que Rachel no es… - Ahora fue la joven Rachel, confusa, quien le interrumpió, ya que esta preguntó al guarda el significado de las palabras de su hermano, suspirando profundamente, Eltrant se pasó la mano por la cara – No es nada Rachel, no te preocupes por eso. – Negó con la cabeza y clavó su mirada en el cazador – No soy yo quien va a secuestrarla; Precisamente, eso es lo que me preocupa. – Se giró hacia las escaleras ¿Estarían teniendo todavía la extraña reunión en el piso inferior? – Abajo… - Rachel volvió a tener otro de sus ataques, no eran raros, NIA parecía estar esforzándose más y más por controlar el cuerpo de la muchacha por completo, lo que hacía que, a ojos del castaño, esta sufriese fuertes dolores de cabeza.
- ¿Te encuentras bien? – Se agachó a ayudar a su compañera a levantarse, preocupado - ¿Abajo? – Sonrió a la joven tratando de tranquilizarla y se giró hacia Jules – Con suerte puede que no sea nada pero… - Volvió a mirar hacia las escaleras, esta vez se encontró con los ojos de una joven de cabellos perlinos, tan blancos como la misma nieve que cubría las calles en aquel mismo instante, frunció el ceño y, muy lentamente, depositó su mano derecha en la empuñadura de la espada - … El tabernero y una mujer estaban teniendo una reunión muy extraña, no creo que tramen nada bueno – Dijo adelantándose un par de pasos frente Rachel, ocupando todo el pasillo frente a ella y ocultándola parcialmente de la mujer que miraba desde las escaleras, ¿Una inquilina de última hora? ¿O era algo diferente? Pudo ver como esta pronunciaba una palabra, como los labios se movian, no llegó a oir, desde dónde estaba, que decia. - ¿Quién eres? – Preguntó en voz baja, tratando de no despertar a las demás personas que pasaban la noche allí - ¿Buscas tu habitación?
***
Aquello iba a ser más complicado de lo que parecía en un principio, suspiró y volvió a la chimenea, junto a Rachel. – ¿Se puede saber qué demonios pasa hoy que nadie duerme? – Preguntó a la mujer de cabellos cobrizos, quien se limitó a dejar escapar una leve carcajada, casi un susurro que difícilmente conseguiría elevarse por encima del crepitar de las ascuas. – Primero el imbécil este pide una copa a mitad de la noche, y después se cuela la tipa – Suspiró y miró fijamente el fuego, la mujer jugueteó con el rizo que descendía desde su flequillo y que pendida frente a sus ojos – Que estén despiertos o dormidos me da lo mismo, realmente – Aseguró caminando a lo largo de la estancia, el sonido de sus tacones rebotó en las paredes de la posada – Sabes que no puedo dejar que hagas eso aquí, Rachel – Dijo el hombre seriamente – Tenemos un trato – Torció el gesto – Espérate a que sea de día, a que abandonen la posada – No iba a arriesgarse a perder su parte del local, el turno de noche era el suyo, aunque ya apenas viese la luz del sol se había labrado cierta reputación entre los vampiros de la ciudad que necesitaban una copa, así como entre las diferentes personas que necesitaban favores "de ultima hora"; lo cual ocasionaba ciertas ganancias extras que su contraparte del amanecer no podía siquiera imaginar.
La mujer se apartó de la chimenea y caminó hasta la mesa en la que el hombre en cuyo pecho pendida el emblema de la guardia de Lunargenta había estado, examinando entonces el vaso de alcohol que este se había bebido en apenas un par de tragos. - …Amadeus, me sorprendes – Dijo sonriendo – Sí, tenemos un trato – Olió el interior del vaso y, tras contemplarlo a contraluz, lamió las pocas gotitas marrones que quedaban en su interior. – Por eso, agradece que no he cambiado aún más los términos del mismo – Le ofreció al tabernero una enigmática sonrisa y dejó el recipiente vacío sobre la mesa de nuevo.
– Esa niña, esa cibernética… - Respiró hondo y se palpó los brazos, como tantas veces hacía para relajarse, para no precipitarse en sus palabras, en sus decisiones; Podía sentir sus aumentos metálicos debajo de la piel, podía sentir la dureza de sus huesos de acero, podía sentir su fuerza sobrehumana - … tiene un material útil, Amadeus – Dijo – Ella es el ejemplo perfecto por el que hicimos este trato – Dijo ahora, acariciando la cara del posadero - …Ella es una cibernética especial ¿Comprendes? – Susurró al hombre en el oído, quien desvió la mirada sin saber muy bien cómo reaccionar. – Por eso la necesito… - Sonrió y obligó, cuidadosamente, al hombre a mirarle a los ojos – Por eso necesito sus piezas. – El rostro de Amadeus se contrajo en una mezcla entre placer y temor, una sensación que, siempre que trataba con aquella mujer, con Rachel Alfa, recorría todo su ser. – Por... por supuesto señorita Alfa – Contestó al después de pasar varios segundos mirando los expresivos ojos esmeralda de la mujer – Tendré todo preparado – Dijo finalmente, Rachel sonrió ante esto y lo liberó de su suave abrazo.
– Beta y Gamma vendrán pronto… – Alfa se caminó hacía la salida tras decir estas palabras, los sonidos de sus tacones volvieron a apoderarse de la planta baja de la posada, Amadeus se quedó junto a la chimenea, contemplando como la cibernética abandonaba el lugar, observando como el vestido carmesí de la mujer se ajustaba a sus curvas lo necesario para que le fuese casi imposible apartar la mirada - … Asegúrate de que no nos fallas, querido Amadeus.
Eltrant Tale
Aerandiano de honor
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Re: Sombras de Granito [Libre][Interpretativo][3/4]
Eltrant trató de disculparse con Jules de no sabía muy bien el qué. Por lo poco que había visto a mi hermano tenía pinta de ser alguien bastante desconfiado. Nada raro estando influenciado por la loca de las ballestas que casi termina conmigo.
Pronto me recuperé del ataque que me había dado, agradecí a Eltrant su preocupación y me levanté. Había conseguido mantener a NIA en su lugar, aunque no era consciente de cuanto más podría. Los pinchazos en la cabeza cada vez eran más frecuentes y prolongados. Sólo los dioses saben qué podría hacer bajo la dominación de la malvada inteligencia artificial.
Justo cuando me recompuse apareció de pronto una joven cuyo rostro me era muy familiar. No tardé en reconocer sus delicadas facciones, su cara redondita y su cabello níveo - ¡Catherine! – exclamé cuando ella pronunció mi nombre, y corrí a abrazarla, recorrí su espalda con cariño. - ¿Cómo me has encontrado? ¡Ay! ¿No te habrán enviado las encantadoras a por mí, verdad? ¿Estarán enfadadas? – pregunté asustada, llevándome una mano a la boca. Lo último que quería hacer era enfadar a Lucy o a Abbey, especialmente a ésta última, que era muy estricta y disciplinada y nunca la vi demasiado convencida sobre mi utilidad en la logia, dada mi alta carencia de habilidades mágicas.
La había echado mucho de menos durante los últimos días, y verla allí me supuso un franco alivio para el corazón. Ahora no tendría que estar en manos de dos “desconocidos”, sino junto a una persona en la que verdaderamente confiada. Aquel detalle era de suma importancia para tener confianza en mí misma, pero primero tendría que ganarse la vampiresa la de Eltrant y, sobre todo, la de Jules.
El cazador se cruzó de brazos y la miró, identificando rápidamente por sus ojos y su piel la raza a la que pertenecía. Esto no le gustó nada y frunció el ceño. A fin de cuentas, mi hermano no dejaba de ser un cazador de vampiros al servicio de la organización más potente de Aerandir en esta disciplina. La miró de reojo y con relativo desprecio.
-Rachel, ¿eres amiga de una chupasangres? ¿En serio? – estaba bastante mosqueado. - ¿Es una seguidora de Mortagglia? – preguntó sobre la posible relación de Cath con la Hermandad. Pensar eso era factible ya que yo había pertenecido a la peligrosa secta de vampiros.
-No la llames así. Es mi mejor amiga. – le regañé. - Ella nunca perteneció a la Hermandad. – aclaré para que no hubiese malentendidos. – La conocí durante el ataque de la Dama a Lunargenta, pero jamás apoyó al grupo. – con aquel comentario, confiaba en que Jules cambiarse su opinión respecto a la vampiresa y también miembro de la logia. Si bien no quedó del todo convencido y todavía la miró durante unos instantes, terminó por ceder.
Entonces una angustia comenzó a invadirme por completo, sentía como si mi cabeza fuese a estallar. Me apoyé contra la espalda del cazador, que rápidamente volvió a preocuparse por mi estado. Estaba claro que aquella noche no iba a poder dormir allí. NIA sabía que estaba con el enemigo e iba a hacer lo posible por tomar el control y alejarme de los mismos. Estaba programada para ello.
-Cre… creo que voy a bajar abajo. Me encuentro algo mal. – dije, confiando en que
-Tranquila, vamos contigo. – secundó Jules.
Entonces descendí por la escalera hasta lo que era la taberna. Ya no quedaba nadie el local mas que el tabernero. Un hombre rudo y poco agradable. No lo había sido en ningún momento desde que llegamos y, a mí, me miraba especialmente mal.
-¡Os he dicho mil veces que a estas horas no se sirven bebidas! – bramó según me sentía bajar por las escaleras. - ¡Oh! Señorita. Para usted sí que hay bebida, siéntese y tome algo. – explicó el hombre rectificando su rostro, le miré mientras le enviaba una inocente mirada lateral, agarrándome al pasamanos, pero no dije nada. ¿A qué había venido aquel cambio de actitud?
Me senté entonces en una de las mesas de aquel lugar, momento en el que dos misteriosas mujeres. Aquellas mujeres eran extrañamente parecidas a… ¿a quién? - ¿No os recuerdan a alguien? – les pregunté con toda mi inocencia a los presentes sin caer muy bien a quién me recordaban. Lo cierto es que hasta en los ropajes me recordaban a alguna persona. Ellas se dirigieron a la barra y, también parecían mirarnos a nosotros. Las miré asustada. ¿Qué demonios pasaría ahora?
Pronto me recuperé del ataque que me había dado, agradecí a Eltrant su preocupación y me levanté. Había conseguido mantener a NIA en su lugar, aunque no era consciente de cuanto más podría. Los pinchazos en la cabeza cada vez eran más frecuentes y prolongados. Sólo los dioses saben qué podría hacer bajo la dominación de la malvada inteligencia artificial.
Justo cuando me recompuse apareció de pronto una joven cuyo rostro me era muy familiar. No tardé en reconocer sus delicadas facciones, su cara redondita y su cabello níveo - ¡Catherine! – exclamé cuando ella pronunció mi nombre, y corrí a abrazarla, recorrí su espalda con cariño. - ¿Cómo me has encontrado? ¡Ay! ¿No te habrán enviado las encantadoras a por mí, verdad? ¿Estarán enfadadas? – pregunté asustada, llevándome una mano a la boca. Lo último que quería hacer era enfadar a Lucy o a Abbey, especialmente a ésta última, que era muy estricta y disciplinada y nunca la vi demasiado convencida sobre mi utilidad en la logia, dada mi alta carencia de habilidades mágicas.
La había echado mucho de menos durante los últimos días, y verla allí me supuso un franco alivio para el corazón. Ahora no tendría que estar en manos de dos “desconocidos”, sino junto a una persona en la que verdaderamente confiada. Aquel detalle era de suma importancia para tener confianza en mí misma, pero primero tendría que ganarse la vampiresa la de Eltrant y, sobre todo, la de Jules.
El cazador se cruzó de brazos y la miró, identificando rápidamente por sus ojos y su piel la raza a la que pertenecía. Esto no le gustó nada y frunció el ceño. A fin de cuentas, mi hermano no dejaba de ser un cazador de vampiros al servicio de la organización más potente de Aerandir en esta disciplina. La miró de reojo y con relativo desprecio.
-Rachel, ¿eres amiga de una chupasangres? ¿En serio? – estaba bastante mosqueado. - ¿Es una seguidora de Mortagglia? – preguntó sobre la posible relación de Cath con la Hermandad. Pensar eso era factible ya que yo había pertenecido a la peligrosa secta de vampiros.
-No la llames así. Es mi mejor amiga. – le regañé. - Ella nunca perteneció a la Hermandad. – aclaré para que no hubiese malentendidos. – La conocí durante el ataque de la Dama a Lunargenta, pero jamás apoyó al grupo. – con aquel comentario, confiaba en que Jules cambiarse su opinión respecto a la vampiresa y también miembro de la logia. Si bien no quedó del todo convencido y todavía la miró durante unos instantes, terminó por ceder.
Entonces una angustia comenzó a invadirme por completo, sentía como si mi cabeza fuese a estallar. Me apoyé contra la espalda del cazador, que rápidamente volvió a preocuparse por mi estado. Estaba claro que aquella noche no iba a poder dormir allí. NIA sabía que estaba con el enemigo e iba a hacer lo posible por tomar el control y alejarme de los mismos. Estaba programada para ello.
-Cre… creo que voy a bajar abajo. Me encuentro algo mal. – dije, confiando en que
-Tranquila, vamos contigo. – secundó Jules.
Entonces descendí por la escalera hasta lo que era la taberna. Ya no quedaba nadie el local mas que el tabernero. Un hombre rudo y poco agradable. No lo había sido en ningún momento desde que llegamos y, a mí, me miraba especialmente mal.
-¡Os he dicho mil veces que a estas horas no se sirven bebidas! – bramó según me sentía bajar por las escaleras. - ¡Oh! Señorita. Para usted sí que hay bebida, siéntese y tome algo. – explicó el hombre rectificando su rostro, le miré mientras le enviaba una inocente mirada lateral, agarrándome al pasamanos, pero no dije nada. ¿A qué había venido aquel cambio de actitud?
Me senté entonces en una de las mesas de aquel lugar, momento en el que dos misteriosas mujeres. Aquellas mujeres eran extrañamente parecidas a… ¿a quién? - ¿No os recuerdan a alguien? – les pregunté con toda mi inocencia a los presentes sin caer muy bien a quién me recordaban. Lo cierto es que hasta en los ropajes me recordaban a alguna persona. Ellas se dirigieron a la barra y, también parecían mirarnos a nosotros. Las miré asustada. ¿Qué demonios pasaría ahora?
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Rachel Roche
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Re: Sombras de Granito [Libre][Interpretativo][3/4]
La joven albina seguía manteniendo una distancia prudencial para con los acompañantes de Rachel. Se había percatado del sutil movimiento de Eltrant para asegurarse bajo la mano el mango de su espada, así pues y en respuesta, el único gesto que decidió realizar Catherine fue sacar los brazos del cobijo ofrecido por su capa, para dejar esta parcialmente abierta y mostrar ante los desconocidos que no ocultaba nada peligroso –al menos que ellos pudieran ver a simple vista, claro–. No era de extrañar que desconfiaran de ella tanto o más que ella recelaba de los mismos.
Estaba dispuesta a hablar, lo haría depositando parte de la fe que sentía por Rachel en la idea de que la bio no estaba en peligro finalmente. Pero antes de que pudiera siquiera separar los labios, la morena gritó su nombre sin hacer necesaria una primera presentación, y se impulsó para ir en busca de los brazos de la vampira, quién ya los estaba extendiendo para cuando Rachel emprendió la carrera hacia ella.
– No… no, t-tranquila Rachel –Le respondía con un tono suave y entrecortado ante las tantísimas preguntas que su amiga acostumbraba a realizar cuando estaba nerviosa. Le acarició la espalda con ambas manos antes de separarse y mirarla a los ojos. –Todo va bien… estaba preocupada por ti, sólo eso.
Estuvo a punto de acompañar aquella frase con una de sus fugaces sonrisas, pero las ganas se le cortaron de cuajo cuando uno de los hombres que estaban en el pasillo la descubrió como vampiro y no reparó a la hora de anunciarlo a viva voz.
Catherine abrió de par en par los ojos, llevándose instintivamente los dedos hacia sus mejillas, casi rozándose las pestañas. ¿Podría ser que incluso tras el tono dorado de los mismos… aquél tipo había sido capaz de descubrir el brillo carmesí característico en su raza? Quizás usar los sentidos nocturnos habían activado esa parte de ella. Debía relajarse, descubrirse de aquella forma era un fallo demasiado arriesgado a esas alturas.
La vampira iba a hablar una vez más, pero de nuevo su voz se quedó cortada por la intervención de Rachel, quién acelerada se apuró para protegerla de aquél que la había acusado de ser seguidora de… Mortagglia.
Cath ahogó un grito silencioso, no habrían pasado más de unos meses, pero aquel nombre… y el recuerdo que esa mujer le evocaba, la hizo recogerse en un abrazo sintiendo como la piel se le erizaba. Incluso habiendo sido aquella fatídica noche la clave para el comienzo de su viaje fuera de Lunargenta, era algo que se había quedado atrás, y recordarlo solo la llenó de confusión e inseguridad.
No le duró demasiado aquella actitud pesimista, pues en el momento que hubo medio segundo de silencio –donde probablemente aquel a quién se dirigió Rachel estaría valorando la información– la susodicha tuvo otra recaída.
– ¡Rachel! –La nombró posándole la mano en uno de los brazos metálicos, a la par que la biocibernética buscaba el apoyo de aquel hombre.
Cath prefirió apartarse un par de pasos para dejarla respirar, y cada vez más se preguntaba qué tipo de relación tenía su amiga con aquellos dos tipos.
Parecía que lo mejor para Rachel era airearse, y en lo que la joven bio proponía ir a la planta baja a descansar, la albina apretó los labios y carraspeó para lanzar una única pregunta que, ni necesitaba puntualizar a quién iba dirigida para saber sus destinatarios, ni probablemente fuera respondida.
– ¿Podría saber… quiénes sois vosotros? –Lanzó una ligera mirada a Eltrant, que no se había vuelto a pronunciar desde que la tanteó antes de que Rachel descubriera su presencia. – ¿Sois... amigos? –Se adelantó rápida por si trataban de evadir la pregunta con tal de no alargarse con explicaciones.
Y al igual que antes decidió apartarse, también prefirió ser de las últimas en bajar, no le apetecía demasiado encontrarse con el dueño del local quién probablemente seguiría mosqueado por su actitud anterior, pero cuando llegaron y se mostró tan… extraño, ante la presencia de Rachel, las inquietudes de la vampira cambiaron totalmente de rumbo, sintiendo como crecía cierta discordia y desconfianza en aquel tipo, quién se quedó mirando fijamente hasta que entraron en escena dos personas bastante peculiares.
Eran dos mujeres, dos chicas jóvenes más bien, y al igual que todo en aquella noche se mantuvieron a la altura frente a las extrañezas que ocurrían, enfocando al grupo nada más llegar a la barra.
Cath estaba tan desorientada que la pregunta que formuló Rachel de pronto la dejó aún más descolocada.
– ¿Eh? ¿A quién te ref…? –El labio inferior se le quedó trabado bajo sus dientes, que seguidamente lo mordieron quedándose pensativa. Pero prefiriendo el silencio, simplemente se quedó observando el rostro de aquellas dos chicas y el de su amiga progresivamente, esperando algún tipo de reacción por su parte.
Estaba dispuesta a hablar, lo haría depositando parte de la fe que sentía por Rachel en la idea de que la bio no estaba en peligro finalmente. Pero antes de que pudiera siquiera separar los labios, la morena gritó su nombre sin hacer necesaria una primera presentación, y se impulsó para ir en busca de los brazos de la vampira, quién ya los estaba extendiendo para cuando Rachel emprendió la carrera hacia ella.
– No… no, t-tranquila Rachel –Le respondía con un tono suave y entrecortado ante las tantísimas preguntas que su amiga acostumbraba a realizar cuando estaba nerviosa. Le acarició la espalda con ambas manos antes de separarse y mirarla a los ojos. –Todo va bien… estaba preocupada por ti, sólo eso.
Estuvo a punto de acompañar aquella frase con una de sus fugaces sonrisas, pero las ganas se le cortaron de cuajo cuando uno de los hombres que estaban en el pasillo la descubrió como vampiro y no reparó a la hora de anunciarlo a viva voz.
Catherine abrió de par en par los ojos, llevándose instintivamente los dedos hacia sus mejillas, casi rozándose las pestañas. ¿Podría ser que incluso tras el tono dorado de los mismos… aquél tipo había sido capaz de descubrir el brillo carmesí característico en su raza? Quizás usar los sentidos nocturnos habían activado esa parte de ella. Debía relajarse, descubrirse de aquella forma era un fallo demasiado arriesgado a esas alturas.
La vampira iba a hablar una vez más, pero de nuevo su voz se quedó cortada por la intervención de Rachel, quién acelerada se apuró para protegerla de aquél que la había acusado de ser seguidora de… Mortagglia.
Cath ahogó un grito silencioso, no habrían pasado más de unos meses, pero aquel nombre… y el recuerdo que esa mujer le evocaba, la hizo recogerse en un abrazo sintiendo como la piel se le erizaba. Incluso habiendo sido aquella fatídica noche la clave para el comienzo de su viaje fuera de Lunargenta, era algo que se había quedado atrás, y recordarlo solo la llenó de confusión e inseguridad.
No le duró demasiado aquella actitud pesimista, pues en el momento que hubo medio segundo de silencio –donde probablemente aquel a quién se dirigió Rachel estaría valorando la información– la susodicha tuvo otra recaída.
– ¡Rachel! –La nombró posándole la mano en uno de los brazos metálicos, a la par que la biocibernética buscaba el apoyo de aquel hombre.
Cath prefirió apartarse un par de pasos para dejarla respirar, y cada vez más se preguntaba qué tipo de relación tenía su amiga con aquellos dos tipos.
Parecía que lo mejor para Rachel era airearse, y en lo que la joven bio proponía ir a la planta baja a descansar, la albina apretó los labios y carraspeó para lanzar una única pregunta que, ni necesitaba puntualizar a quién iba dirigida para saber sus destinatarios, ni probablemente fuera respondida.
– ¿Podría saber… quiénes sois vosotros? –Lanzó una ligera mirada a Eltrant, que no se había vuelto a pronunciar desde que la tanteó antes de que Rachel descubriera su presencia. – ¿Sois... amigos? –Se adelantó rápida por si trataban de evadir la pregunta con tal de no alargarse con explicaciones.
Y al igual que antes decidió apartarse, también prefirió ser de las últimas en bajar, no le apetecía demasiado encontrarse con el dueño del local quién probablemente seguiría mosqueado por su actitud anterior, pero cuando llegaron y se mostró tan… extraño, ante la presencia de Rachel, las inquietudes de la vampira cambiaron totalmente de rumbo, sintiendo como crecía cierta discordia y desconfianza en aquel tipo, quién se quedó mirando fijamente hasta que entraron en escena dos personas bastante peculiares.
Eran dos mujeres, dos chicas jóvenes más bien, y al igual que todo en aquella noche se mantuvieron a la altura frente a las extrañezas que ocurrían, enfocando al grupo nada más llegar a la barra.
Cath estaba tan desorientada que la pregunta que formuló Rachel de pronto la dejó aún más descolocada.
– ¿Eh? ¿A quién te ref…? –El labio inferior se le quedó trabado bajo sus dientes, que seguidamente lo mordieron quedándose pensativa. Pero prefiriendo el silencio, simplemente se quedó observando el rostro de aquellas dos chicas y el de su amiga progresivamente, esperando algún tipo de reacción por su parte.
Catherine Blair
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Re: Sombras de Granito [Libre][Interpretativo][3/4]
El sonido de los tacones contrastaba vivamente con el tétrico silencio que se apoderaba del almacén cada vez que caía la noche, el cual comúnmente solo era roto por el suave susurro del viento y algún que otro borracho desubicado.
Pero aquella noche era diferente, Gamma lo sabía, Beta también lo sabía, por eso ninguna de las dos estaban en aquel almacén, por eso aquella noche habían salido todas al exterior.
- Épsilon – La voz de Alfa llegó hasta sus oídos, en realidad, la había detectado desde hacía mucho antes, apenas entró en el lugar pudo escuchar el sonido que producía el calzado de la mujer que, desde hacía apenas un par de semanas le daba órdenes, sin ninguna dificultad. – ¿Sabes que esta noche es especial…? – La mujer emergió de entre las sombras de improviso, sin permitir que Épsilon pudiese responder a aquella pregunta, cosa que le hizo dar un pequeño respingo ligeramente asustada por la inesperada visión de la pelirroja, esto solo hizo que Alfa sonriese enigmáticamente – Dime ¿Qué se hace en las noches especiales? – La joven se llevó el dedo índice hasta el labio, pensativa; sabía lo profunda que Alfa podía llegar a ser, toda frase que decía tenía un significado detrás de ella, todo poseía un trasfondo oculto. – No… no lo sé – Respondió con sinceridad al cabo de unos segundos sin obtener una respuesta que pensase a la altura de Alfa – Las noches especiales, Épsilon… - Alfa tomó a su subordinada por la barbilla y le obligó a alzar la mirada, de la misma forma que había hecho con el tabernero apenas hacía diez minutos. – En las noches especiales hay que hacer una celebración, por supuesto. ¿Se te ha olvidado? – Dijo sin perder la sonrisa al mismo tiempo que acariciaba el rostro de la muchacha.
A Épsilon le dio un vuelco el corazón ¿Una celebración? ¿Otra de aquellas que nunca tenía permitido ver? Alfa siempre afirmaba que había que ser prudentes, que no podían permitirse llamar la atención, por ello vivían en aquel sucio almacén sin contacto con nadie salvo con las personas a las que invitaban a las celebraciones, bueno, sucio en un principio, después de todo, ella, Épsilon, se había encargado de convertir aquel tugurio abandonado en algo parecido a un hogar.
- ¿Por qué no te adelantas y preparas todo para cuando lleguen nuestros invitados? – Preguntó ahora Alfa separándose de la joven de cabellos oscuros – Sabes que confió en ti ¿Verdad? – Dijo ahora casi en un susurró, lo que bastó para que la muchacha se levantase del raído sofá que se había encargado de remendar por su cuenta y, haciéndose con una escoba, asintiese a la mujer vestida de carmesí – ¡S…sí!
***
Suspiró aliviado cundo Rachel pronunció el nombre la peliblanca y corría a sus brazos, aquella muchacha podía ser muchas cosas, pero no era de las que corrían a abrazar a desconocidos – Catherine… - Susurró en voz baja, cruzándose de brazos y dejando que las amigas se reencontraran esbozando una sonrisa al ver como ambas se fundían en un abrazo que, sin lugar a dudas, estaba cargado de afecto – Tu hermana es capaz de hacer amigos con una facilidad curiosa ¿Lo sabías? – Comentó ahora en voz lo suficientemente alta como para que le escuchase Jules, apenas una conversación en una posada con Rachel había bastado para dejar que esta le acompañase en su investigación y ahora, una semana más tarde, estaba ayudándola a lidiar con su problema de doble personalidad – Huracán debería aprender dos o tres cosas de ella – Se atusó la barba durante unos instantes y después se giró hacía el cazador - …No le digas que he dicho eso.
Instantes después de aquello, Jules identificó a Catherine como a una vampiresa, preguntando si esta tenía que ver algo con Mortagglia. No le extrañaba el interés que el brujo tenía en saber aquello, pues la condición actual de Rachel estaba firmemente unida a la Hermandad, cualquier vampiro de su entorno podía pertenecer fácilmente a aquella suerte de secta con poder casi ilimitado, no obstante, Eltrant no pudo evitar arquear una ceja levemente sorprendido ante tal revelación, aunque no fue debido a la raza a la cual la amiga de Rachel pertenecía, sino por la capacidad del brujo para detectarla sin apenas haberla visto de cerca.
La cibernética no hesitó en defender a su amiga ante tal acusación – Bueno, me vale – Contestó Eltrant con sencillez, acercándose a su aliada, la cual acababa de tener una recaída y buscaba apoyarse en su hermano – No te preocupes, vamos abajo, quizás el tabernero te sirva algo caliente – Dijo ahora el guarda ayudando a Rachel a levantarse, la cibernética no iba a poder dormir allí, no aquella noche al menos.
Según descendían al piso inferior, al peliblanca decidió tomar cierta iniciativa y preguntar por sus nombres, Eltrant le dedicó una sonrisa a la vampiresa, quien parecía estar superando varias barreras de timidez simplemente para preguntar la relación que estos tenían con Rachel. – Mi nombre es Eltrant Tale – Dijo ofreciéndole la mano a la muchacha – Guarda de Lunargenta – Añadió – Herrero… - Se atusó la barba - … exmercenario, bueno, de vez en cuando sigo haciendo trabajos… También cuido un mapache – Sacudió la cabeza y volvió a la pregunta principal, se estaba yendo por las ramas – Y sí – Dijo finalmente – Me considero amigo de Rachel – Afirmó cruzándose de brazos, de buen humor.
Mientras conversaba con la vampiresa, Rachel se encaminó a la planta baja por su cuenta – Esta chica siempre con prisas… - Susurró al mismo tiempo que dejaba escapar un suspiro. – Vamos – La reunión que había visto momentos atrás seguía siendo algo de lo que preocuparse, al menos su cabeza no parecía estar dispuesta a dejar pasar aquello por alto, pero Rachel había afirmado necesitar bajar a la planta baja para sentirse mejor, no podía sino acompañarla.
Mientras se encaminaba al piso de abajo pudo oír a Jules detrás de él refunfuñar algo en voz baja - Oh, sí – Se giró un momento hacía el brujo y hacía la vampiresa de nuevo – Ese es Jules – Dijo antes de que el brujo pudiese presentarse por si mismo – Es el hermano de Rachel – Sonrió a la peliblanca – Y se dedica a… no sé, cuentas chistes o algo así. – Dejó escapar una carcajada corta y se encaminó al piso inferior, llegó casi al mismo tiempo que ella y los demás y lo primero con lo que se encontró fue con el rostro del tabernero de nuevo.
Frunció el ceño, había llegado a oír aquel cambio en el tono de voz del hombre, si el presenciar el reencuentro de Catherine y Rachel le había ayudado un poco con la paranoia que sentía en aquel momento, esta había vuelto, y con aún más fuerza que antes.
- No va a beber nada – Aseveró acercándose al tabernero – No servido por ti – Comentó pasando tras la barra al mismo tiempo que el hombre comenzaba a lanzar improperios hacía su persona - Algunos de esos son bastante originales, me los guardo. – Justo cuando pudo oír como Rachel se sentaba en una de las tantas mesas que había repartidas en la estancia, la puerta principal se abrió, dejando paso a dos mujeres que no tardaron en captar su atención.
- ¿Qué…? – La sorpresa no solo fue para él, Rachel y Catherine también hicieron alusión a las dos mujeres que acababan de irrumpir en el bar. – Esto no puede ser bueno… - Aquellas mujeres eran inusualmente parecidas a Rachel, hasta tal punto que daba miedo. ¿Tenía algo que ver con la discusión que había oído antes? ¿O era solo una casualidad inusualmente tétrica? En cualquier caso, salió de detrás de la barra empujando a un lado al tabernero, y se encaminó a la mesa en la que esperaban Rachel, Catherine y Jules.
- Vaya… - Una de las mujeres entornó levemente los ojos – Esta despiertos, Gamma – La otra se llevó la mano hasta la barbilla y se quedó contemplando la estancia durante unos segundos, casi como si estuviese analizando cuidadosamente a cada uno de los presentes – Eso veo, Beta – Contestó la segunda al cabo de unos segundos - ¿Cómo procedemos, Gamma? – Preguntó la primera de nuevo, avanzando hacía la mesa como si no hubiese nadie en aquella habitación salvo la mujer a la que ambas miraban fijamente, la que parecía ser igual a ellas, Rachel – Procedemos según nos han ordenado, Beta, capturar y neutralizar. – Dijo está deteniéndose a varios pasos de la mesa. – Me parece bien, Gamma.
Eltrant apretó los dientes y miró a Jules, para entonces desenvainar la espada que pendía de su cinto muy lentamente, dejando que el filo de la gélida hoja añil que blandía arañase la vaina y indicase a las recién llegadas su presencia.
- Un humano, una vampiresa, y un brujo, Gamma. – Beta se quitó unos finísimos guantes de color blanco según hablaba, mostrando así que sus manos y, por extensión, brazos, estaban formados por lo que parecía ser metal. – Inutilizar y matar, Beta, ya lo sabes – Respondió la otra imitando lo que había hecho su hermana, desvelando el mismo secreto que ocultaba la primera en sus brazos.
Por primera vez desde que entraron en la posada, Eltrant pudo ver como unas sonrisas se apoderaban de los rostros de ambas mujeres - Buena caza, hermana.
Pero aquella noche era diferente, Gamma lo sabía, Beta también lo sabía, por eso ninguna de las dos estaban en aquel almacén, por eso aquella noche habían salido todas al exterior.
- Épsilon – La voz de Alfa llegó hasta sus oídos, en realidad, la había detectado desde hacía mucho antes, apenas entró en el lugar pudo escuchar el sonido que producía el calzado de la mujer que, desde hacía apenas un par de semanas le daba órdenes, sin ninguna dificultad. – ¿Sabes que esta noche es especial…? – La mujer emergió de entre las sombras de improviso, sin permitir que Épsilon pudiese responder a aquella pregunta, cosa que le hizo dar un pequeño respingo ligeramente asustada por la inesperada visión de la pelirroja, esto solo hizo que Alfa sonriese enigmáticamente – Dime ¿Qué se hace en las noches especiales? – La joven se llevó el dedo índice hasta el labio, pensativa; sabía lo profunda que Alfa podía llegar a ser, toda frase que decía tenía un significado detrás de ella, todo poseía un trasfondo oculto. – No… no lo sé – Respondió con sinceridad al cabo de unos segundos sin obtener una respuesta que pensase a la altura de Alfa – Las noches especiales, Épsilon… - Alfa tomó a su subordinada por la barbilla y le obligó a alzar la mirada, de la misma forma que había hecho con el tabernero apenas hacía diez minutos. – En las noches especiales hay que hacer una celebración, por supuesto. ¿Se te ha olvidado? – Dijo sin perder la sonrisa al mismo tiempo que acariciaba el rostro de la muchacha.
A Épsilon le dio un vuelco el corazón ¿Una celebración? ¿Otra de aquellas que nunca tenía permitido ver? Alfa siempre afirmaba que había que ser prudentes, que no podían permitirse llamar la atención, por ello vivían en aquel sucio almacén sin contacto con nadie salvo con las personas a las que invitaban a las celebraciones, bueno, sucio en un principio, después de todo, ella, Épsilon, se había encargado de convertir aquel tugurio abandonado en algo parecido a un hogar.
- ¿Por qué no te adelantas y preparas todo para cuando lleguen nuestros invitados? – Preguntó ahora Alfa separándose de la joven de cabellos oscuros – Sabes que confió en ti ¿Verdad? – Dijo ahora casi en un susurró, lo que bastó para que la muchacha se levantase del raído sofá que se había encargado de remendar por su cuenta y, haciéndose con una escoba, asintiese a la mujer vestida de carmesí – ¡S…sí!
***
Suspiró aliviado cundo Rachel pronunció el nombre la peliblanca y corría a sus brazos, aquella muchacha podía ser muchas cosas, pero no era de las que corrían a abrazar a desconocidos – Catherine… - Susurró en voz baja, cruzándose de brazos y dejando que las amigas se reencontraran esbozando una sonrisa al ver como ambas se fundían en un abrazo que, sin lugar a dudas, estaba cargado de afecto – Tu hermana es capaz de hacer amigos con una facilidad curiosa ¿Lo sabías? – Comentó ahora en voz lo suficientemente alta como para que le escuchase Jules, apenas una conversación en una posada con Rachel había bastado para dejar que esta le acompañase en su investigación y ahora, una semana más tarde, estaba ayudándola a lidiar con su problema de doble personalidad – Huracán debería aprender dos o tres cosas de ella – Se atusó la barba durante unos instantes y después se giró hacía el cazador - …No le digas que he dicho eso.
Instantes después de aquello, Jules identificó a Catherine como a una vampiresa, preguntando si esta tenía que ver algo con Mortagglia. No le extrañaba el interés que el brujo tenía en saber aquello, pues la condición actual de Rachel estaba firmemente unida a la Hermandad, cualquier vampiro de su entorno podía pertenecer fácilmente a aquella suerte de secta con poder casi ilimitado, no obstante, Eltrant no pudo evitar arquear una ceja levemente sorprendido ante tal revelación, aunque no fue debido a la raza a la cual la amiga de Rachel pertenecía, sino por la capacidad del brujo para detectarla sin apenas haberla visto de cerca.
La cibernética no hesitó en defender a su amiga ante tal acusación – Bueno, me vale – Contestó Eltrant con sencillez, acercándose a su aliada, la cual acababa de tener una recaída y buscaba apoyarse en su hermano – No te preocupes, vamos abajo, quizás el tabernero te sirva algo caliente – Dijo ahora el guarda ayudando a Rachel a levantarse, la cibernética no iba a poder dormir allí, no aquella noche al menos.
Según descendían al piso inferior, al peliblanca decidió tomar cierta iniciativa y preguntar por sus nombres, Eltrant le dedicó una sonrisa a la vampiresa, quien parecía estar superando varias barreras de timidez simplemente para preguntar la relación que estos tenían con Rachel. – Mi nombre es Eltrant Tale – Dijo ofreciéndole la mano a la muchacha – Guarda de Lunargenta – Añadió – Herrero… - Se atusó la barba - … exmercenario, bueno, de vez en cuando sigo haciendo trabajos… También cuido un mapache – Sacudió la cabeza y volvió a la pregunta principal, se estaba yendo por las ramas – Y sí – Dijo finalmente – Me considero amigo de Rachel – Afirmó cruzándose de brazos, de buen humor.
Mientras conversaba con la vampiresa, Rachel se encaminó a la planta baja por su cuenta – Esta chica siempre con prisas… - Susurró al mismo tiempo que dejaba escapar un suspiro. – Vamos – La reunión que había visto momentos atrás seguía siendo algo de lo que preocuparse, al menos su cabeza no parecía estar dispuesta a dejar pasar aquello por alto, pero Rachel había afirmado necesitar bajar a la planta baja para sentirse mejor, no podía sino acompañarla.
Mientras se encaminaba al piso de abajo pudo oír a Jules detrás de él refunfuñar algo en voz baja - Oh, sí – Se giró un momento hacía el brujo y hacía la vampiresa de nuevo – Ese es Jules – Dijo antes de que el brujo pudiese presentarse por si mismo – Es el hermano de Rachel – Sonrió a la peliblanca – Y se dedica a… no sé, cuentas chistes o algo así. – Dejó escapar una carcajada corta y se encaminó al piso inferior, llegó casi al mismo tiempo que ella y los demás y lo primero con lo que se encontró fue con el rostro del tabernero de nuevo.
Frunció el ceño, había llegado a oír aquel cambio en el tono de voz del hombre, si el presenciar el reencuentro de Catherine y Rachel le había ayudado un poco con la paranoia que sentía en aquel momento, esta había vuelto, y con aún más fuerza que antes.
- No va a beber nada – Aseveró acercándose al tabernero – No servido por ti – Comentó pasando tras la barra al mismo tiempo que el hombre comenzaba a lanzar improperios hacía su persona - Algunos de esos son bastante originales, me los guardo. – Justo cuando pudo oír como Rachel se sentaba en una de las tantas mesas que había repartidas en la estancia, la puerta principal se abrió, dejando paso a dos mujeres que no tardaron en captar su atención.
- ¿Qué…? – La sorpresa no solo fue para él, Rachel y Catherine también hicieron alusión a las dos mujeres que acababan de irrumpir en el bar. – Esto no puede ser bueno… - Aquellas mujeres eran inusualmente parecidas a Rachel, hasta tal punto que daba miedo. ¿Tenía algo que ver con la discusión que había oído antes? ¿O era solo una casualidad inusualmente tétrica? En cualquier caso, salió de detrás de la barra empujando a un lado al tabernero, y se encaminó a la mesa en la que esperaban Rachel, Catherine y Jules.
- Vaya… - Una de las mujeres entornó levemente los ojos – Esta despiertos, Gamma – La otra se llevó la mano hasta la barbilla y se quedó contemplando la estancia durante unos segundos, casi como si estuviese analizando cuidadosamente a cada uno de los presentes – Eso veo, Beta – Contestó la segunda al cabo de unos segundos - ¿Cómo procedemos, Gamma? – Preguntó la primera de nuevo, avanzando hacía la mesa como si no hubiese nadie en aquella habitación salvo la mujer a la que ambas miraban fijamente, la que parecía ser igual a ellas, Rachel – Procedemos según nos han ordenado, Beta, capturar y neutralizar. – Dijo está deteniéndose a varios pasos de la mesa. – Me parece bien, Gamma.
Eltrant apretó los dientes y miró a Jules, para entonces desenvainar la espada que pendía de su cinto muy lentamente, dejando que el filo de la gélida hoja añil que blandía arañase la vaina y indicase a las recién llegadas su presencia.
- Un humano, una vampiresa, y un brujo, Gamma. – Beta se quitó unos finísimos guantes de color blanco según hablaba, mostrando así que sus manos y, por extensión, brazos, estaban formados por lo que parecía ser metal. – Inutilizar y matar, Beta, ya lo sabes – Respondió la otra imitando lo que había hecho su hermana, desvelando el mismo secreto que ocultaba la primera en sus brazos.
Por primera vez desde que entraron en la posada, Eltrant pudo ver como unas sonrisas se apoderaban de los rostros de ambas mujeres - Buena caza, hermana.
Eltrant Tale
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Re: Sombras de Granito [Libre][Interpretativo][3/4]
-¿Qué cuento chistes? ¡Por favor! ¡Hago más cosas, Eltrant! También bebo en las tabernas, y mato vampiros, o más bien hago de espectador mientras Huracán hace todo el trabajo. Tú lo viste el otro día. – así la información de Eltrant dándole pequeños golpecitos en el pecho con el dedo índice, bromista. Le estaba dando la razón en todo. – ¡Hey! Huri tiene un polvazo. Las mujeres así son… tentadoras. – explicó a Eltrant sobre su comentario hacia la maestra cazadora. El brujo bromeaba, poniendo su mano en el hombro del guardia. Cuando se dio cuenta de lo que decía miró a la vampiresa. – Conversaciones de hombres. – le comentó.
Cath, Jules y yo nos sentamos en una de las mesas de la barra. Eltrant se acercó a la barra, tal vez a pedir algo. No había nadie a aquellas horas salvo las dos extrañas mujeres que me recordaban a alguien, pero seguía sin saber a quién. Me miraban. Jules seguía a lo suyo, sin fijarse en nada.
-Tienes cara de inocente y todo. El rostro de una muñequita inofensiva. Se me hace raro imaginarte cazando bichos, mentón ensangrentado y los colmillos estirados. Como un chupasangres, ya sabes. – estaba dirigiéndose a Catherine. Le miré de reojo, sin girar el cuello. A Jules no le gustaban los vampiros, pero al menos se los tomaba con mayor gracia que su homóloga Huracán. Aunque entendía que sus comentarios podían llegar a molestar, era pesado, muy pesado. Todavía más pesado que aquel insoportable de Bio que conocí hace meses y que contaba chistes todavía peores. – No me tengas miedo. Si no hay una recompensa por tu cabeza o no te veo matando a nadie no te haré nada, que los virotes no me los regalan. – apuntó, guiñándole un ojo con una sonrisa picaresca.
Envié una mirada nerviosa a Eltrant. Veía a acercarse a aquellas mujeres con dudosas intenciones, y a Catherine, que en principio no parecía saber a quién me refería, ni siquiera me atreví a responderle. Caí en la cuenta de quienes eran. Eran clones míos.
-Rachel, ¿por qué te veo doble si aún no he empezado a beber? – preguntó mi hermano mirando a las dos figuras femeninas que se postraban ante nosotros con sonrisas maliciosas. Y miró hacia mí, lo que hizo que su mente entrase en una paradoja aritmética demasiado difícil de resolver. – Pero tú estás en la mesa… - volvió a mirar a ellas. – Entonces estas dos… - se arrascó la cabeza. - ¡¿Pero qué coño?!
No tuvo tiempo a más. Una de las Rachels que hablaban de inutilizar y matar, levantó la mesa con el que levanta una pluma y la volcó. Haciéndonos salir rodando. Jules dio un grito chillón. Y se fueron directas a por él. – Ay… - me dije a mí misma, mientras era levantada por una de ellas y me lanzaba contra una de las paredes de la taberna. La otra se iba a por Jules y Catherine. El cazador rápidamente alzó la ballesta y le disparó, pero levantó su brazo con rapidez y desvió el tiro. – Anomalía encontrada. Matar a brujo y vampiresa. – y se fue de nuevo a por ellos.
La otra me estaba arrastrando por el suelo, tirándome de los pelos – ¡Para, por favor! – pedí. – Solicitud denegada. Neutralizar a Rachel Omega. – indicó la otra, y me levantó y me estampó contra la barra, mi espalda chocó contra ésta por la mitad y reboté hacia atrás, quedando con las piernas encima de la barra y la espalda en el suelo. – Me duele la cabeza… - me dije a mí misma, que casi perdía el conocimiento.
-¡No destrocéis mi negocio, malditas seáis! – pidió el tabernero a las demás Rachels.
NIA estaba empezando a tomar el control de la situación. Y yo, como siempre, estaba en la inopia. Sin enterarme de qué estaba pasando. Tenía sólo seis meses y había cosas que me costaba asimilar, aquella escena era sólo una de tantas. “Asumiendo el control del biocibernético”. NIA pronunció entonces la frase con la que llevaba días recorriéndome, solo que esta vez, creyéndolo necesario para salir del paso, no me opuse a su control, simplemente, cerré los ojos y me dejé llevar.
Mi rostro se mostró entonces inexpresivo al alzar la vista. Allí había otra Rachel más en el local. – Rachel Lambda suministrando apoyo a Rachel Gamma y a Rachel Beta. Objetivo: Neutralizar a Rachel Omega. Matar a humano, brujo y vampiresa. – Era el tercer clon en la sala, el cuarto si me contábamos a mí.
Salté por encima de la barra y me fui a por ella. Le golpeé la cabeza sucesivas veces, dejándome guiar por las instrucciones de NIA, que consistían básicamente en matar y liberarme de cualquier tipo de amenaza. Como mente de la Hermandad, pretendía alejarme. Tomé a una de mis clones y la tiré contra el suelo, me puse encima y comencé a golpearle la cabeza, abriendo los ojos sin entonación. Una y otra vez, con mi puño de carburo de tungsteno. Le di tantas veces que terminé abollándole el cráneo, o más bien el metal, cada vez se veía más su parte metálica. En el último golpe le di tan fuerte que le atravesé literalmente la cabeza y pude ver como salían chispas del interior de ésta, pegándose a mi brazo. Aquella Rachel no tenía sangre, sólo cables y electricidad dentro.
-¡Cuidado no os carguéis a la Rachel de verdad! – advirtió Jules a mercenario y vampiresa, en su batalla contra las otras dos. - ¿Quién de vosotras es la auténtica Rachel?
-Yo soy la auténtica Rachel. – respondieron al unísono las dos restantes. Lanzándose a por él. Lo peor es que yo, estando en el estado que estaba en aquel momento, dominada por NIA, sería difícil de reconocer.
-Meh… Eso no me soluciona nada. – rechistó de mala gana, esquivando un nuevo golpe de una de ellas.
Cath, Jules y yo nos sentamos en una de las mesas de la barra. Eltrant se acercó a la barra, tal vez a pedir algo. No había nadie a aquellas horas salvo las dos extrañas mujeres que me recordaban a alguien, pero seguía sin saber a quién. Me miraban. Jules seguía a lo suyo, sin fijarse en nada.
-Tienes cara de inocente y todo. El rostro de una muñequita inofensiva. Se me hace raro imaginarte cazando bichos, mentón ensangrentado y los colmillos estirados. Como un chupasangres, ya sabes. – estaba dirigiéndose a Catherine. Le miré de reojo, sin girar el cuello. A Jules no le gustaban los vampiros, pero al menos se los tomaba con mayor gracia que su homóloga Huracán. Aunque entendía que sus comentarios podían llegar a molestar, era pesado, muy pesado. Todavía más pesado que aquel insoportable de Bio que conocí hace meses y que contaba chistes todavía peores. – No me tengas miedo. Si no hay una recompensa por tu cabeza o no te veo matando a nadie no te haré nada, que los virotes no me los regalan. – apuntó, guiñándole un ojo con una sonrisa picaresca.
Envié una mirada nerviosa a Eltrant. Veía a acercarse a aquellas mujeres con dudosas intenciones, y a Catherine, que en principio no parecía saber a quién me refería, ni siquiera me atreví a responderle. Caí en la cuenta de quienes eran. Eran clones míos.
-Rachel, ¿por qué te veo doble si aún no he empezado a beber? – preguntó mi hermano mirando a las dos figuras femeninas que se postraban ante nosotros con sonrisas maliciosas. Y miró hacia mí, lo que hizo que su mente entrase en una paradoja aritmética demasiado difícil de resolver. – Pero tú estás en la mesa… - volvió a mirar a ellas. – Entonces estas dos… - se arrascó la cabeza. - ¡¿Pero qué coño?!
No tuvo tiempo a más. Una de las Rachels que hablaban de inutilizar y matar, levantó la mesa con el que levanta una pluma y la volcó. Haciéndonos salir rodando. Jules dio un grito chillón. Y se fueron directas a por él. – Ay… - me dije a mí misma, mientras era levantada por una de ellas y me lanzaba contra una de las paredes de la taberna. La otra se iba a por Jules y Catherine. El cazador rápidamente alzó la ballesta y le disparó, pero levantó su brazo con rapidez y desvió el tiro. – Anomalía encontrada. Matar a brujo y vampiresa. – y se fue de nuevo a por ellos.
La otra me estaba arrastrando por el suelo, tirándome de los pelos – ¡Para, por favor! – pedí. – Solicitud denegada. Neutralizar a Rachel Omega. – indicó la otra, y me levantó y me estampó contra la barra, mi espalda chocó contra ésta por la mitad y reboté hacia atrás, quedando con las piernas encima de la barra y la espalda en el suelo. – Me duele la cabeza… - me dije a mí misma, que casi perdía el conocimiento.
-¡No destrocéis mi negocio, malditas seáis! – pidió el tabernero a las demás Rachels.
NIA estaba empezando a tomar el control de la situación. Y yo, como siempre, estaba en la inopia. Sin enterarme de qué estaba pasando. Tenía sólo seis meses y había cosas que me costaba asimilar, aquella escena era sólo una de tantas. “Asumiendo el control del biocibernético”. NIA pronunció entonces la frase con la que llevaba días recorriéndome, solo que esta vez, creyéndolo necesario para salir del paso, no me opuse a su control, simplemente, cerré los ojos y me dejé llevar.
Mi rostro se mostró entonces inexpresivo al alzar la vista. Allí había otra Rachel más en el local. – Rachel Lambda suministrando apoyo a Rachel Gamma y a Rachel Beta. Objetivo: Neutralizar a Rachel Omega. Matar a humano, brujo y vampiresa. – Era el tercer clon en la sala, el cuarto si me contábamos a mí.
Salté por encima de la barra y me fui a por ella. Le golpeé la cabeza sucesivas veces, dejándome guiar por las instrucciones de NIA, que consistían básicamente en matar y liberarme de cualquier tipo de amenaza. Como mente de la Hermandad, pretendía alejarme. Tomé a una de mis clones y la tiré contra el suelo, me puse encima y comencé a golpearle la cabeza, abriendo los ojos sin entonación. Una y otra vez, con mi puño de carburo de tungsteno. Le di tantas veces que terminé abollándole el cráneo, o más bien el metal, cada vez se veía más su parte metálica. En el último golpe le di tan fuerte que le atravesé literalmente la cabeza y pude ver como salían chispas del interior de ésta, pegándose a mi brazo. Aquella Rachel no tenía sangre, sólo cables y electricidad dentro.
-¡Cuidado no os carguéis a la Rachel de verdad! – advirtió Jules a mercenario y vampiresa, en su batalla contra las otras dos. - ¿Quién de vosotras es la auténtica Rachel?
-Yo soy la auténtica Rachel. – respondieron al unísono las dos restantes. Lanzándose a por él. Lo peor es que yo, estando en el estado que estaba en aquel momento, dominada por NIA, sería difícil de reconocer.
-Meh… Eso no me soluciona nada. – rechistó de mala gana, esquivando un nuevo golpe de una de ellas.
Rachel Roche
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Re: Sombras de Granito [Libre][Interpretativo][3/4]
Si no fuera porque la desconfianza era uno de los aspectos más granjeados en el carácter de la vampira, aquella extraña situación en la que se encontraban frente a dos desconocidas que no hacían más que clavarles la mirada con descaro, probablemente habría dejado pasar cualquier detalle por alto.
Y justo estaba a punto de descubrir lo que hacía sentirse tan incómoda junto aquella pareja de recién llegadas cuando llegó a sus oídos los repentinos comentarios de Jules, despistándola por completo.
Tuvo que apretar los labios tensando la expresión al escucharlo, sobre todo por lo descolocada que se quedó al captar ese guiño pícaro que le lanzó después de una buena descripción del monstruo en el que se convertía cuando tenía hambre.
Por suerte Cath no había conocido en su vida a muchos cazadores de vampiros, pero después de la descripción que el tal Eltrant había dado de Jules, algo le decía que aquel hombre no era un cazador de los más comunes. Además era hermano de Rachel… ¿y había escuchado Huracán? Ese “nombre” le sonaba vagamente.
La albina suspiró, necesitaría más de unos pocos minutos para asimilar toda la información que había recibido momentos antes mientras bajaba las escaleras junto al guarda… exmercenario… y cuidador de mapaches.
Pero no le daría demasiado tiempo a pensar, pues de nuevo la voz de Jules la desvió de sus divagaciones mentales, esta vez con un comentario que daría pie a lo que se le había pasado por la cabeza hacía cuestión de segundos al ver por primera vez aquellas dos jóvenes.
No, no estaban viendo doble, eran exactamente dobles de Rachel, y era extraño y chocante a la par. Sobre todo cuando reconoció en ellas al hablar el mismo tono que solía usar la propia Rachel cuando era controlada por su inteligencia artificial.
– No puede ser… –Musitó Catherine, guardándose para sus adentros la sarta de maldiciones que le habría dado por gritar si no fuera porque la situación comenzaba a irse de madre en cuestión de segundos.
Aquellas dos mujeres le habían hecho sentir malas vibraciones y no por pocos motivos, los cuales daban ahora la cara. Una de ellas había lanzado la mesa en la que se encontraban como si se tratase de un pliego de papel, mientras que la que restaba se lanzó contra Rachel.
– ¡¡Rachel!! –Gritó la vampira, quién minutos más tarde tendría que dejar de enfocar a su amiga para salvar el propio pellejo, pues la misma mujer que había levantado la mesa ahora los tenía a ella y a Jules como objetivos. Y si aquellas chicas eran iguales que Rachel… Al menos Cath lo tendría bastante mal para salir ilesa.
Apenas pudo alcanzar con la vista a los que, supuso, eran sus compañeros en aquella inesperada contienda; en el momento que la biocibernética los había condenado con aquella frase entonada de forma robótica, Cath trató de concentrar su magia aprovechando que Jules se estaba encargando de distraerla con sus virotes.
La vampira no sabía qué hacer exactamente. Hasta donde conocía su poder, éste no hacía ningún tipo de daño, lo más que alcanzaba era a ocultarla en las zonas oscurecidas por las sombras, y en aquella taberna había una luz tenue, pero era necesaria para que Jules y Eltrant tuvieran un mínimo de visión.
Rachel ya se había puesto en marcha, o mejor dicho, parecía que NIA se había tomado la libertad de hacerse con la consciencia de su amiga para cuando la magia sombría de la vampira la empezaba a cubrir hasta los brazos. Entre las nubes negras que formaba su poder pudo observar cómo la morena se había encaramado sobre la otra “Rachel” y la golpeaba hasta destruirla.
– Sólo queda una… –Se dijo para sí misma sacando el puñal que escondía bajo los pliegues de su falda, sin haberse percatado de la llegada de la tercera, con la vista clavada en la que les había atacado tanto a ella como a Jules.
Si estaban diseñadas estéticamente igual que su amiga, entonces tan sólo sus brazos y piernas eran las zonas que estaban más reforzadas, y quizás un golpe certero en un punto clave podría ser la solución para terminar con el problema.
No quiso darle demasiadas vueltas, Jules había hecho un buen trabajo llamando la atención de la bio, y aunque probablemente su radar, o detector –o lo que fuera que usara para marcar los objetivos– daría con Cath, ésta se encargó de explotar al máximo su velocidad para tomar impulso hacia ella.
La vampira se lanzó hacia la Rachel enemiga con el aspecto que, minutos antes, predijo el brujo sobre ella; ojos inyectados en sangre y fauces afiladas, gruñendo como un animal mientras trataba de engancharse con los brazos y piernas al cuerpo de la mujer, dejando tras de sí una estela de sombras negras que cubrieron a ambas una vez Catherine se pegó a la biocibernética, ocultándolas de la vista de los demás mientras le asestaba varias cuchilladas en el cuello.
Y no pararía de clavar su cuchillo, una vez tras otra hasta que, o bien se rompiera la hoja... que su cuerpo fuera lanzado por los aires al igual que la mesa... o que su enemiga cayera inerte al suelo.
Y justo estaba a punto de descubrir lo que hacía sentirse tan incómoda junto aquella pareja de recién llegadas cuando llegó a sus oídos los repentinos comentarios de Jules, despistándola por completo.
Tuvo que apretar los labios tensando la expresión al escucharlo, sobre todo por lo descolocada que se quedó al captar ese guiño pícaro que le lanzó después de una buena descripción del monstruo en el que se convertía cuando tenía hambre.
Por suerte Cath no había conocido en su vida a muchos cazadores de vampiros, pero después de la descripción que el tal Eltrant había dado de Jules, algo le decía que aquel hombre no era un cazador de los más comunes. Además era hermano de Rachel… ¿y había escuchado Huracán? Ese “nombre” le sonaba vagamente.
La albina suspiró, necesitaría más de unos pocos minutos para asimilar toda la información que había recibido momentos antes mientras bajaba las escaleras junto al guarda… exmercenario… y cuidador de mapaches.
Pero no le daría demasiado tiempo a pensar, pues de nuevo la voz de Jules la desvió de sus divagaciones mentales, esta vez con un comentario que daría pie a lo que se le había pasado por la cabeza hacía cuestión de segundos al ver por primera vez aquellas dos jóvenes.
No, no estaban viendo doble, eran exactamente dobles de Rachel, y era extraño y chocante a la par. Sobre todo cuando reconoció en ellas al hablar el mismo tono que solía usar la propia Rachel cuando era controlada por su inteligencia artificial.
– No puede ser… –Musitó Catherine, guardándose para sus adentros la sarta de maldiciones que le habría dado por gritar si no fuera porque la situación comenzaba a irse de madre en cuestión de segundos.
Aquellas dos mujeres le habían hecho sentir malas vibraciones y no por pocos motivos, los cuales daban ahora la cara. Una de ellas había lanzado la mesa en la que se encontraban como si se tratase de un pliego de papel, mientras que la que restaba se lanzó contra Rachel.
– ¡¡Rachel!! –Gritó la vampira, quién minutos más tarde tendría que dejar de enfocar a su amiga para salvar el propio pellejo, pues la misma mujer que había levantado la mesa ahora los tenía a ella y a Jules como objetivos. Y si aquellas chicas eran iguales que Rachel… Al menos Cath lo tendría bastante mal para salir ilesa.
Apenas pudo alcanzar con la vista a los que, supuso, eran sus compañeros en aquella inesperada contienda; en el momento que la biocibernética los había condenado con aquella frase entonada de forma robótica, Cath trató de concentrar su magia aprovechando que Jules se estaba encargando de distraerla con sus virotes.
La vampira no sabía qué hacer exactamente. Hasta donde conocía su poder, éste no hacía ningún tipo de daño, lo más que alcanzaba era a ocultarla en las zonas oscurecidas por las sombras, y en aquella taberna había una luz tenue, pero era necesaria para que Jules y Eltrant tuvieran un mínimo de visión.
Rachel ya se había puesto en marcha, o mejor dicho, parecía que NIA se había tomado la libertad de hacerse con la consciencia de su amiga para cuando la magia sombría de la vampira la empezaba a cubrir hasta los brazos. Entre las nubes negras que formaba su poder pudo observar cómo la morena se había encaramado sobre la otra “Rachel” y la golpeaba hasta destruirla.
– Sólo queda una… –Se dijo para sí misma sacando el puñal que escondía bajo los pliegues de su falda, sin haberse percatado de la llegada de la tercera, con la vista clavada en la que les había atacado tanto a ella como a Jules.
Si estaban diseñadas estéticamente igual que su amiga, entonces tan sólo sus brazos y piernas eran las zonas que estaban más reforzadas, y quizás un golpe certero en un punto clave podría ser la solución para terminar con el problema.
No quiso darle demasiadas vueltas, Jules había hecho un buen trabajo llamando la atención de la bio, y aunque probablemente su radar, o detector –o lo que fuera que usara para marcar los objetivos– daría con Cath, ésta se encargó de explotar al máximo su velocidad para tomar impulso hacia ella.
La vampira se lanzó hacia la Rachel enemiga con el aspecto que, minutos antes, predijo el brujo sobre ella; ojos inyectados en sangre y fauces afiladas, gruñendo como un animal mientras trataba de engancharse con los brazos y piernas al cuerpo de la mujer, dejando tras de sí una estela de sombras negras que cubrieron a ambas una vez Catherine se pegó a la biocibernética, ocultándolas de la vista de los demás mientras le asestaba varias cuchilladas en el cuello.
Y no pararía de clavar su cuchillo, una vez tras otra hasta que, o bien se rompiera la hoja... que su cuerpo fuera lanzado por los aires al igual que la mesa... o que su enemiga cayera inerte al suelo.
Catherine Blair
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Re: Sombras de Granito [Libre][Interpretativo][3/4]
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– Ya está muerta… – Apartó a la vampiresa del cadáver de la bio tomándola por los hombros, obligándola a levantarse aún cuando la muchacha era presa de aquella extraña ira homicida, clavando el puñal que blandía una y otra vez en el torso de aquella joven idéntica a Rachel. – …Tranquila – Se agachó junto a la peliblanca y la miró de arriba abajo seriamente, no dudaba que aquella actitud no era usual en ella, la vampiresa se había mostrado tímida y cauta apenas instantes atrás, en el piso superior. Pero no dejaba de ser una sorpresa - ¿Estas herida? – Preguntó, fuese como fuese, había protegido tanto a Rachel como a todos los presentes, no podía sino agradecer la agilidad de la muchacha. – Descansa, ya ha terminado. – Dijo al final, volviendo a incorporar y estirando los brazos.
Examinó los restos de la cibernética que Catherine había abatido, carecía de sangre, de órganos de “carne”, el interior de aquella mujer era un entresijos de mecanismos y metal, un sinfín de componentes que Eltrant solo podía soñar con comprender, se pasó la mano por el pelo y toqueteó un par de engranajes sin conseguir resultado alguno, aquella máquina, como si fuese de un que acaban de tirar de un tercer piso, no iba a volver a moverse.
– Jules – Con un gesto, indicó al cazador que comprobase la puerta que estaba detrás la barra, lugar por el que había desaparecido el tabernero tan pronto como comenzó la pelea. Su predicción no había fallado, y este había estado tramando algo con la mujer del vestido rojo, aunque aquello era mucho peor de lo que se pensaba, daba igual por qué estuviesen allí aquellos autómatas con la cara de su amiga, lo relevante era que no podían ser sino creaciones de la hermandad y que, por las palabras que estas habían dicho, querían llevárselas consigo a toda costa.
Se atusó la barba, pensativo, analizando que hacer a continuación ¿Dejaban la ciudad? No podían asegurar sobrevivir a otro ataque y, aunque en este ni siquiera se había visto forzado a desenvainar su espada, quien sabía lo que les esperaba más adelante.
Suspiró y se agachó junto a la verdadera Rachel quien, como los demás, había combatido con apremio a sus dobles. – Buenos reflejos – Dijo con una sonrisa, revolviéndole el pelo – No me ha dado tiempo ni a sacar mi espada – Añadió - ¿Cómo te encuentras? – Según le había explicado, la capacidad para combatir de Rachel estaba controlada por esa parte de la que querían deshacerse, NIA, aunque a simple vista no parecía que tuviese más que unos rasguños superficiales le preocupaba que Nia estuviese arraigándose, poco a poco, en la cabeza de la joven - ¿Te duele la cabeza? ¿Estas herida? – Aquel interrogatorio ya lo debía de haber hecho Jules, pero nunca estaba de más asegurarse, después de todo, a él también le preocupaba el estado de su amiga.
Dejó caer ambas manos hasta su cinturón, la voz de Jules, desde la puerta por la que había escapado el dueño del local, le informó que este lo había cazado. Asintiendo levemente al brujo, que ahora esperaba junto a la entrada de la cocina, se dirigió hacia él – ¿Lo tienes? – Preguntó sorteando la barra, encaminándose hacia dónde estaba Jules. El brujo asintió y dibujó una sonrisa en su cara mientras hacía referencia a la incapacidad para correr del hombre, marcada, principalmente, por su sobrepeso. – Vosotras esperad aquí – Ordenó, recuperando otra vez la seriedad – Si para salgo avisadnos.
La amplia cocina de la taberna se encontraba desiertas a aquellas horas de la madrugada, el lugar estaba impoluto, cuidado minuciosamente, más de una decena de calderos y sartenes reposaban sobre mesas de distinto tamaño, esperando a ser usadas tan pronto como los primeros rayos de sol se asomasen sobre las murallas de la urbe.
Cerró la puerta tras de sí y se acercó al hombre que esperaba sentado sobre una caja de madera, por su expresión, iba a ser difícil sacarle algo más que insultos. – La mujer con la que estabas ¿Quién es? – Preguntó cruzándose de brazos, el hombre escupió al suelo, a los pies de sus interrogadores. Eltrant sonrió y se giró hacía Jules - ¿Crees que podrías cocinar un cerdo? – Extendió los brazos y sonrió al brujo – Tenemos toda una cocina para nosotros solos... un cerdo delante – Una vez dicho esto, el silencio se apoderó de la habitación, casi podía oír el frenético latir del corazón del hombre. – Empecemos por partes – Dijo ahora el guarda relajando el tono de voz, buscando cierta mirada de complicidad en el tabernero. - ¿Cual es tu nombre? - No iba a dudar en partirle todas las extremidades a aquel hombre de ser necesario, su mayor prioridad, y estaba seguro que también era la de Jules, era encontrar quien quería capturar a Rachel.
Esperó a que respondiese mientras, cruzado de brazos, echó un vistazo a su alrededor, parecía difícil imaginar que a escasos metros de aquel sitio acababa de acontecer una pelea que, con mucha suerte, no habría despertado a toda la calle.
- Jules – Dijo ahora en un susurro, apartándose del prisionero lo suficiente como para que este no les oyese – Estas mujeres… iguales a Rachel – Volvió a llevarse una de sus manos hasta la cara – Creo que son la mejor pista que tenemos para tratar el problema de tu hermana. – Aseguró, él no tenía ni la más mínima idea de cómo tratar a una cibernética, estaba seguro que Jules tampoco, y los curanderos de la ciudad que habían visto a Rachel la tomaban por una “loca” común, alguien con dos personalidades en su cabeza. – Sí hay alguien que es capaz de crear réplicas de ella, estoy seguro que también sabe cómo sacar a NIA de su cabeza.
Aguardó la respuesta del cazador para, después de escucharla, volverse hacía el tabernero. - Te lo vuelvo a repetir… - Se agachó junto a la caja y miró al hombre a los ojos - ¿Quién es la mujer de rojo? ¿Dónde podemos encontrarla?
Lo segundos en silencio se sucedieron uno tras otro, los segundos se convirtieron en minutos, y los minutos, en horas - ¡Responde! – Exclamó golpeando la caja - ¡¿Quién es la mujer de rojo!?
***
- …Épsilon, querida – La voz de Alfa le sacó de sus cavilaciones - ¿Qué tal van los preparativos? No tenemos toda la noche, creí haberte dicho que tenías que hacer siempre en primer lugar…– Alfa volvió a emerger de las sombras, justo detrás de ella, sobresaltándola.
Miró el equipo con el que trabajaba durante unos segundos, sin saber exactamente cómo responder a la pelirroja ¿Estaba yendo tan lenta? No podía ser posible, había calculado exactamente a la velocidad a la que trabajaba, incluso podía afirmar que estaba cumpliendo un record preparándolo todo a su manera- …Yo, yo creo que mejor… puede ser que…– Alfa le chistó a que se callase, consiguiendo el resultado que deseaba casi de inmediato – ...Lo siento – Murmuró mirándose los pies – Recuerda, Épsilon, que yo sé lo que mejor te conviene, lo que nos conviene a todas – La sonrisa de Alfa le tranquilizó un poco, no demasiado, pues también hizo que un escalofrió recorriese su espalda. – Lo… Lo sé Alfa – Contestó un poco más segura de sí misma – Lo haré a tu manera.
La pelirroja volvió a ofrecerle una sonrisa mientras, lentamente, ojeaba los utensilios que ya estaban preparados en la mesa, uno a uno, los fue oteando, examinando bajo la intensa luz de las velas que habían fabricado para ocasiones como aquella. A Épsilon le parecía que, a veces, Alfa podía comportarse como un vampiro, la mujer solía salir solo de noche, conocía las sombras mejor que nadie y, también, era capaz de aparecerse y desaparecer a su antojo. ¿Pero era aquello posible? Alfa era poderosa, pero era como ella, como sus hermanas, tenía mejoras, muchas ¿Podían los vampiros ponerse mejoras? No estaba segura de ello.
– Tau y Delta se encargarán de vigilarte, ya al parecer que no puedes estar por tu cuenta – Dijo después de repasarlo todo minuciosamente por segunda vez – No me hagas volver a venir, Épsilon – Aseguró la mujer depositando, cuidadosamente, el bisturí junto a las vendas – La cámara tiene prioridad, prepara la cámara primero. Volveré en un rato - Épsilon asintió, la cámara era lo más importante del proceso, lo único indispensable, le gustaba dejarlo para lo último por que, desgraciadamente, los cálculos para prepararla eran los que más odiaba. - ¿Puedo… esto… puedo saber a dónde va, Alfa? – Preguntó en un alarde de independencia que hizo que incluso Alfa enarcada una ceja ligeramente sorprendida – No. – Sentenció de mala gana - …A informar a alguien muy importante, a alguien que confía mucho en tus habilidades – Añadió después, en un tono más suave, girándose hacía la salida.
No hizo ningún comentario al respecto y asintió escuetamente, Épsilon sabía, después de todo, que incluso Alfa tenía alguien a quien obedecía, alguien que, por cómo había escuchado a Alfa hablar de ella, era muy poderoso.
- Oh, por cierto… - La pelirroja se giró hacía su subordinada antes de marcharse – Gamma, Beta y Lambda están muertas – Dijo – Despierta a Sigma, la voy a necesitar.
Eltrant Tale
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Re: Sombras de Granito [Libre][Interpretativo][3/4]
Otro golpe, y otro, y otro, y otro. Respiraba alterada, gritaba, pero nunca dejaba de golpear. No hasta que aquella copia terminó chispeando electricidad de sus circuitos electrónicos rotos, y después de que mi camisa quedara impregnada de la sangre que, como yo, tenían aquellos seres biocibernéticos. Todavía de rodillas sobre el cuerpo inerte de Lambda. Inspiré aire y me llevé las manos al pecho. Cerré los ojos, tratando de relajarme, respirando calmadamente. – Ah… - aún no era consciente de la brutalidad que acababa de cometer.
Pero no era la única, a Catherine su furia también se le había ido de las manos, pero al menos ello lo hacía con total autoridad sobre su conciencia. Yo no. Sería incapaz de realizar aquellos movimientos tan brutales lejos de la influencia de NIA. Ahora volvía a ser yo misma, pero NIA volvía a tratar de apoderarse de mi cuerpo. Jules también había despachado a la restante, de una manera más calmada. Eltrant se acercó a mí.
-No son reflejos… Ni siquiera he sido yo. Ha sido NIA. – respondí al grupo una vez nos recompusimos. Todavía de gatas. Me dolía la cabeza. Cuando NIA tomaba el cuerpo de Rachel, terminaba sintiéndome como si me dieran una paliza, y es que la inteligencia no era capaz de regular adecuadamente las constantes vitales, como la presión arterial, la tensión o la fuerza de golpeo, generándome malestares a posteriori. – No me encuentro bien, Elt. Su influencia cada vez es más fuerte. – les dije a los chicos, cuando mi hermano Jules se acercó a mí para ayudarme a levantarme.
-No pasa nada. Estamos aquí y tú también. – mi hermano me había guiñado un ojo. – Habrá que ver de dónde salen todas estas Rachels.
El propio cazador y Eltrant opinaban que lo mejor era preguntarle al tabernero, que Jules había visto esconderse en la cocina. Entonces decidieron ir ambos a interrogarle, para tratar de resultar persuasivos, dejándome a solas con Cath indicándonos que descansásemos y permaneciésemos allí. Agradecí aquel gesto, pues por mucho que Eltrant fuese un amigo y Jules mi hermano, con quien más confianza tenía era con la vampiresa, que era con la que más aventuras había vivido. Por ello, me senté en una de las sillas del local y me llevé una mano a la cabeza.
-Cath… Estoy mal. Pero creo que tengo que explicarte lo que ocurre. – le relaté. – Conocí a Eltrant y Jules antes de ayer, por pura casualidad. Al guardia lo conocí en una taberna, vino a buscar a un contrabandista llamado Loki, que había desaparecido. Entonces descubrimos que había entablado amistad con un vampiro amigo mío en la Hermandad, pero que estaba siendo perseguido por alguien. – continué explicándole. – Esos alguien eran los famosos cazadores de vampiros. Los que protegieron Lunargenta, ¿recuerdas? - le pregunté para comprobar que recordaba los incidentes con Elen Calhoun e Isabella Boisson. - Al detectar a la máxime enemiga del grupo y de la Dama Mortagglia, la cazadora Huracán, NIA se volvió loca ante mi pasividad, y me costó horrores controlarme. – giré la cabeza hasta el clon que había destrozado. – Decidimos que lo mejor sería desvincularme de NIA, que no me ha hecho ningún bien. Y aquí estoy. – terminé así contándole cómo había sido mi último día.
Hice una pequeña pausa para escuchar si tenía algo que decir al respecto. Catherine era mi amiga, la única que verdaderamente podía considerar así. Se oían gritos en la cocina, pero Jules y Eltrant no parecían correr peligro, parecían estar asustando al camarero. Después de esta pequeña parada, comencé a sentir un fuerte golpe en el pecho, como si me fuera a dar un ataque. “Liberación”, “liberación”, “liberación”. Tenía que hablar con Cath antes de que fuera tarde.
-Cath, se me acaba el tiempo. Tú me conoces muy bien. – tomé su mano y la miré fijamente a los ojos, con preocupación. – Sabes de qué sería capaz y de qué no. Por favor, no dejes que me lleve. Aunque escuches de mi boca decir que te odio, que no quiere saber más de ti, o que mi verdadero deseo es irme lejos. No lo permitas. Detenme. No soy yo. ¿Me entien…? – el impacto era aún más fuerte. - ¡Ah! – grité, y volví a arrodillarme en el suelo.
Mis ojos adoptaron un color carmesí, y miraron a la vampiresa con una inexpresiva, ceño fruncido, mostrando odio. Para sorpresa de mi amiga, NIA no hablaría indirectamente, sino que se dirigiría a ella, tal cual. Me erguí por obligación, cada gesto o movimiento que hacía ahora no era humano.
-Catherine Blair, las acciones de Rachel Roche no se corresponden con las acciones que debe realizar un miembro de la Hermandad. – dijo sin escrúpulos utilizando mi boca, y mirando seria, con ambas manos apoyadas en la mesa. Tratando de parecer humana, pero girando el cuello y mirando hacia otro lado de vez en cuando. Dando una sensación muy artificial. – Catherine Blair, la sujeto debe volver a Sacrestic Ville y ser sometida a un tratamiento correctivo. Por favor, no interfiera en la misión. – y entonces, para tratar de huir, levanté la mesa con una facilidad y mi fuerza sobrehumana para tratar de entorpecerla un poco.
NIA entonces salió huyendo por las calles. En aquel momento no era consciente de nada, no pensaba, ni decía nada, pero todo cuando quería, es que Catherine no dejase que NIA me llevara, y que Jules y Eltrant, que ya deberían de haber acabado el interrogatorio después de nuestra larga charla, se diesen cuenta rápido del estrépito de la mesa y reaccionaran a tiempo. En la calle era completamente de noche y el frío de Dundarak estaba presente, pero no para una biocibernética de metal. ¿A dónde me llevaría NIA? ¿Qué pasaría si me encontraba con más Rachel? ¿Combatiría contra todas? ¿Vendrían Catherine, Jules o Eltrant detrás de mí u optarían por un plan alternativo?
Pero no era la única, a Catherine su furia también se le había ido de las manos, pero al menos ello lo hacía con total autoridad sobre su conciencia. Yo no. Sería incapaz de realizar aquellos movimientos tan brutales lejos de la influencia de NIA. Ahora volvía a ser yo misma, pero NIA volvía a tratar de apoderarse de mi cuerpo. Jules también había despachado a la restante, de una manera más calmada. Eltrant se acercó a mí.
-No son reflejos… Ni siquiera he sido yo. Ha sido NIA. – respondí al grupo una vez nos recompusimos. Todavía de gatas. Me dolía la cabeza. Cuando NIA tomaba el cuerpo de Rachel, terminaba sintiéndome como si me dieran una paliza, y es que la inteligencia no era capaz de regular adecuadamente las constantes vitales, como la presión arterial, la tensión o la fuerza de golpeo, generándome malestares a posteriori. – No me encuentro bien, Elt. Su influencia cada vez es más fuerte. – les dije a los chicos, cuando mi hermano Jules se acercó a mí para ayudarme a levantarme.
-No pasa nada. Estamos aquí y tú también. – mi hermano me había guiñado un ojo. – Habrá que ver de dónde salen todas estas Rachels.
El propio cazador y Eltrant opinaban que lo mejor era preguntarle al tabernero, que Jules había visto esconderse en la cocina. Entonces decidieron ir ambos a interrogarle, para tratar de resultar persuasivos, dejándome a solas con Cath indicándonos que descansásemos y permaneciésemos allí. Agradecí aquel gesto, pues por mucho que Eltrant fuese un amigo y Jules mi hermano, con quien más confianza tenía era con la vampiresa, que era con la que más aventuras había vivido. Por ello, me senté en una de las sillas del local y me llevé una mano a la cabeza.
-Cath… Estoy mal. Pero creo que tengo que explicarte lo que ocurre. – le relaté. – Conocí a Eltrant y Jules antes de ayer, por pura casualidad. Al guardia lo conocí en una taberna, vino a buscar a un contrabandista llamado Loki, que había desaparecido. Entonces descubrimos que había entablado amistad con un vampiro amigo mío en la Hermandad, pero que estaba siendo perseguido por alguien. – continué explicándole. – Esos alguien eran los famosos cazadores de vampiros. Los que protegieron Lunargenta, ¿recuerdas? - le pregunté para comprobar que recordaba los incidentes con Elen Calhoun e Isabella Boisson. - Al detectar a la máxime enemiga del grupo y de la Dama Mortagglia, la cazadora Huracán, NIA se volvió loca ante mi pasividad, y me costó horrores controlarme. – giré la cabeza hasta el clon que había destrozado. – Decidimos que lo mejor sería desvincularme de NIA, que no me ha hecho ningún bien. Y aquí estoy. – terminé así contándole cómo había sido mi último día.
Hice una pequeña pausa para escuchar si tenía algo que decir al respecto. Catherine era mi amiga, la única que verdaderamente podía considerar así. Se oían gritos en la cocina, pero Jules y Eltrant no parecían correr peligro, parecían estar asustando al camarero. Después de esta pequeña parada, comencé a sentir un fuerte golpe en el pecho, como si me fuera a dar un ataque. “Liberación”, “liberación”, “liberación”. Tenía que hablar con Cath antes de que fuera tarde.
-Cath, se me acaba el tiempo. Tú me conoces muy bien. – tomé su mano y la miré fijamente a los ojos, con preocupación. – Sabes de qué sería capaz y de qué no. Por favor, no dejes que me lleve. Aunque escuches de mi boca decir que te odio, que no quiere saber más de ti, o que mi verdadero deseo es irme lejos. No lo permitas. Detenme. No soy yo. ¿Me entien…? – el impacto era aún más fuerte. - ¡Ah! – grité, y volví a arrodillarme en el suelo.
Mis ojos adoptaron un color carmesí, y miraron a la vampiresa con una inexpresiva, ceño fruncido, mostrando odio. Para sorpresa de mi amiga, NIA no hablaría indirectamente, sino que se dirigiría a ella, tal cual. Me erguí por obligación, cada gesto o movimiento que hacía ahora no era humano.
-Catherine Blair, las acciones de Rachel Roche no se corresponden con las acciones que debe realizar un miembro de la Hermandad. – dijo sin escrúpulos utilizando mi boca, y mirando seria, con ambas manos apoyadas en la mesa. Tratando de parecer humana, pero girando el cuello y mirando hacia otro lado de vez en cuando. Dando una sensación muy artificial. – Catherine Blair, la sujeto debe volver a Sacrestic Ville y ser sometida a un tratamiento correctivo. Por favor, no interfiera en la misión. – y entonces, para tratar de huir, levanté la mesa con una facilidad y mi fuerza sobrehumana para tratar de entorpecerla un poco.
NIA entonces salió huyendo por las calles. En aquel momento no era consciente de nada, no pensaba, ni decía nada, pero todo cuando quería, es que Catherine no dejase que NIA me llevara, y que Jules y Eltrant, que ya deberían de haber acabado el interrogatorio después de nuestra larga charla, se diesen cuenta rápido del estrépito de la mesa y reaccionaran a tiempo. En la calle era completamente de noche y el frío de Dundarak estaba presente, pero no para una biocibernética de metal. ¿A dónde me llevaría NIA? ¿Qué pasaría si me encontraba con más Rachel? ¿Combatiría contra todas? ¿Vendrían Catherine, Jules o Eltrant detrás de mí u optarían por un plan alternativo?
Rachel Roche
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Re: Sombras de Granito [Libre][Interpretativo][3/4]
Incluso cuando era consciente de todo lo que estaba ocurriendo no le cabía en la cabeza el por qué solía perder el control en situaciones como aquella. Quizás era la adrenalina, o el miedo a morir, o que muriese alguno de los suyos; lo único que sabía era que cuando daba rienda suelta a su poder le costaba demasiado parar. Y probablemente, de no ser por Eltrant, no hubiera despertado de aquel violento trance.
Nada más sentir el movimiento que la agitó para separarse de su víctima, y el oír la voz calmada del muchacho, la hizo ahogar un grito y soltar el cuchillo que se encontraba aferrando con fuerza.
Tenía la respiración agitada, pero en cuanto clavó sus ojos en los castaños del joven, éstos volvieron a tomar su tonalidad original, abandonando ese color sangre, y poco a poco la expresión de su rostro se fue relajando dando incluso la impresión de que fuera a echarse a llorar.
– E-estoy bien…–Dijo en respuesta a la pregunta que le dedicó Eltrant– Gracias… –Asintió ante la afirmación del chico, aunque tuvo que comprobar la veracidad de aquello último por sí misma.
Parecía que estaba en lo cierto, todo había acabado, al menos momentáneamente. La mirada de Cath buscó en primer lugar a Rachel, a la verdadera Rachel. Necesitaba ver que estaba bien incluso antes de comprobar que hubiera cualquier otro enemigo por los alrededores. Hasta se percató tarde de que Eltrant, una vez la dejó a ella y se fue en busca de su amiga, marchó junto a Jules a por el tipo que regentaba el bar, y que en aquel momento quedó claro que escondía algo más tras aquella barra por donde huyó.
La vampira se había dejado caer de nuevo sobre sus rodillas, en los minutos que la destrozada estancia se quedó en silencio trató de manejar todos los pensamientos que ahora se agolpaban en su cabeza sobre lo ocurrido. Desvió su vista hacia donde descansaban los cuerpos caídos de las biocibernéticas. Tan idénticas… era como ver a Rachel prácticamente muerta, y que ella hubiera sido una de las “asesinas” de esas Rachels empezaba a pasarle factura, y un nudo en el estómago la hizo encogerse levemente antes de buscar la atención de su amiga, quién se había levantado para descansar sobre una de las sillas que quedaban en pie.
Rachel comenzó a contarle todo lo que ocurría, sinceramente era muy de agradecer aquello por parte de Catherine, quien después de todo necesitaba como mínimo una explicación por pequeña que fuera.
La albina asintió levemente cuando la morena le recordó al grupo que actuó aquella noche en Lunargenta, y sin pasarle desapercibido el escuchar de nuevo el nombre de aquella tal Huracán, se puso en pie siguiendo la mirada de Rachel hasta toparse con una de las cibernéticas muertas.
– Siento… no haberte podido ayudar desde el principio con todo esto Rachel…–Comenzó a decir la albina nuevamente cabizbaja, pero sintiendo poco a poco sus fuerzas renovadas, fue acercándose hacia donde permanecía sentada su amiga. – Desde aquel día que hablé directamente con NIA… me di cuenta de que, fuera lo que fuese, y por mucho que la necesitaras para vivir… no te hacía bien, esa cosa no eras tú. –Se mantuvo frente a Rachel, y arrugando el entrecejo preocupada subió sus manos para acariciar el rostro de la muchacha, rozando suavemente con el pulgar la zona metálica que estaba descubierta por causa de la pelea. – No sé cómo, pero haré lo que esté en mi mano para ayudarte… no lo dudes.
Catherine estrechó levemente sus ojos, intentando mostrar a su amiga una sonrisa sincera que la tranquilizara en lo posible, pero su expresión cambio al momento que Rachel se volvió a tornar seria y la cogió de la mano, retomando la conversación.
A medida que hablaba, la vampira asentía o negaba levemente, no permitiría que NIA volviese a hacer daño a la chica, jamás podría engañarla aquella inteligencia artificial aunque ocupase la apariencia de Rachel; pero antes de que esta pudiera terminar de hablar, emitió un grito y se cayó de bruces al suelo.
– ¡¡Rachel!! –Cath se agachó junto a ella para recogerla, pero no le hizo falta más que ver el cambio que estaba sufriendo para saber lo que ocurría. –No, no, no… –Suplicó en vano mientras se ponía en pie a la par de una Rachel que, claramente, no tenía ya el control sobre sí misma.
No importaba cuanto llamase la atención de su amiga, la que hablaba ahora era NIA, y daba igual lo que intentase, estaba segura de que no reaccionaría.
– NIA ¡basta! –Chilló y agarró de la mano a Rachel en cuanto se percató que las intenciones de la inteligencia era llevársela de allí.
Pero mientras sujetaba a la muchacha de una de sus manos, usó la contraria para levantar la mesa contigua a ella con total facilidad, interponiéndola entre ella y la vampira quién se vio en la obligación de soltar a Rachel si no quería ser aplastada por el mueble.
Y aquello no dejó más de unos segundos de diferencia, pero fueron suficientes para que Rachel tomase el impulso y la velocidad para escabullirse hacia la salida de la taberna.
– ¡¡Rachel!! –Volvió a gritar la albina, siendo su primera intención la de correr hacia donde había ido la biocibernética. Pero en el momento que iba a sobrepasar el umbral se frenó.
No estaba sola, ni ella ni Rachel, ahora contaba con aquel guardia y su supuesto hermano, personas que probablemente tenían mucha más experiencia en qué hacer en esas situaciones más allá de correr como un loco tras la figura de la huidiza muchacha.
Sin pensárselo un segundo más, Cath se remangó la falda para pasar por encima de las mesas y la barra, saltando hacia la cocina.
– ¡¡NIA ha poseído a Rachel por completo!! –Gritó angustiada hacia Eltrant y Jules, obviando al tabernero. – ¡¡Se ha ido, tenemos que ir tras ella!!
Esperaba que su decisión de avisarlos en lugar de tomar la iniciativa fuese la correcta, a fin de cuentas aquello era más útil que salir corriendo y dejarlos atrás sin que siquiera tuvieran una pista de a dónde se habrían metido las dos, y con suerte… Rachel no podría ir demasiado lejos si la ventaja no era de más de unos minutos.
Nada más sentir el movimiento que la agitó para separarse de su víctima, y el oír la voz calmada del muchacho, la hizo ahogar un grito y soltar el cuchillo que se encontraba aferrando con fuerza.
Tenía la respiración agitada, pero en cuanto clavó sus ojos en los castaños del joven, éstos volvieron a tomar su tonalidad original, abandonando ese color sangre, y poco a poco la expresión de su rostro se fue relajando dando incluso la impresión de que fuera a echarse a llorar.
– E-estoy bien…–Dijo en respuesta a la pregunta que le dedicó Eltrant– Gracias… –Asintió ante la afirmación del chico, aunque tuvo que comprobar la veracidad de aquello último por sí misma.
Parecía que estaba en lo cierto, todo había acabado, al menos momentáneamente. La mirada de Cath buscó en primer lugar a Rachel, a la verdadera Rachel. Necesitaba ver que estaba bien incluso antes de comprobar que hubiera cualquier otro enemigo por los alrededores. Hasta se percató tarde de que Eltrant, una vez la dejó a ella y se fue en busca de su amiga, marchó junto a Jules a por el tipo que regentaba el bar, y que en aquel momento quedó claro que escondía algo más tras aquella barra por donde huyó.
La vampira se había dejado caer de nuevo sobre sus rodillas, en los minutos que la destrozada estancia se quedó en silencio trató de manejar todos los pensamientos que ahora se agolpaban en su cabeza sobre lo ocurrido. Desvió su vista hacia donde descansaban los cuerpos caídos de las biocibernéticas. Tan idénticas… era como ver a Rachel prácticamente muerta, y que ella hubiera sido una de las “asesinas” de esas Rachels empezaba a pasarle factura, y un nudo en el estómago la hizo encogerse levemente antes de buscar la atención de su amiga, quién se había levantado para descansar sobre una de las sillas que quedaban en pie.
Rachel comenzó a contarle todo lo que ocurría, sinceramente era muy de agradecer aquello por parte de Catherine, quien después de todo necesitaba como mínimo una explicación por pequeña que fuera.
La albina asintió levemente cuando la morena le recordó al grupo que actuó aquella noche en Lunargenta, y sin pasarle desapercibido el escuchar de nuevo el nombre de aquella tal Huracán, se puso en pie siguiendo la mirada de Rachel hasta toparse con una de las cibernéticas muertas.
– Siento… no haberte podido ayudar desde el principio con todo esto Rachel…–Comenzó a decir la albina nuevamente cabizbaja, pero sintiendo poco a poco sus fuerzas renovadas, fue acercándose hacia donde permanecía sentada su amiga. – Desde aquel día que hablé directamente con NIA… me di cuenta de que, fuera lo que fuese, y por mucho que la necesitaras para vivir… no te hacía bien, esa cosa no eras tú. –Se mantuvo frente a Rachel, y arrugando el entrecejo preocupada subió sus manos para acariciar el rostro de la muchacha, rozando suavemente con el pulgar la zona metálica que estaba descubierta por causa de la pelea. – No sé cómo, pero haré lo que esté en mi mano para ayudarte… no lo dudes.
Catherine estrechó levemente sus ojos, intentando mostrar a su amiga una sonrisa sincera que la tranquilizara en lo posible, pero su expresión cambio al momento que Rachel se volvió a tornar seria y la cogió de la mano, retomando la conversación.
A medida que hablaba, la vampira asentía o negaba levemente, no permitiría que NIA volviese a hacer daño a la chica, jamás podría engañarla aquella inteligencia artificial aunque ocupase la apariencia de Rachel; pero antes de que esta pudiera terminar de hablar, emitió un grito y se cayó de bruces al suelo.
– ¡¡Rachel!! –Cath se agachó junto a ella para recogerla, pero no le hizo falta más que ver el cambio que estaba sufriendo para saber lo que ocurría. –No, no, no… –Suplicó en vano mientras se ponía en pie a la par de una Rachel que, claramente, no tenía ya el control sobre sí misma.
No importaba cuanto llamase la atención de su amiga, la que hablaba ahora era NIA, y daba igual lo que intentase, estaba segura de que no reaccionaría.
– NIA ¡basta! –Chilló y agarró de la mano a Rachel en cuanto se percató que las intenciones de la inteligencia era llevársela de allí.
Pero mientras sujetaba a la muchacha de una de sus manos, usó la contraria para levantar la mesa contigua a ella con total facilidad, interponiéndola entre ella y la vampira quién se vio en la obligación de soltar a Rachel si no quería ser aplastada por el mueble.
Y aquello no dejó más de unos segundos de diferencia, pero fueron suficientes para que Rachel tomase el impulso y la velocidad para escabullirse hacia la salida de la taberna.
– ¡¡Rachel!! –Volvió a gritar la albina, siendo su primera intención la de correr hacia donde había ido la biocibernética. Pero en el momento que iba a sobrepasar el umbral se frenó.
No estaba sola, ni ella ni Rachel, ahora contaba con aquel guardia y su supuesto hermano, personas que probablemente tenían mucha más experiencia en qué hacer en esas situaciones más allá de correr como un loco tras la figura de la huidiza muchacha.
Sin pensárselo un segundo más, Cath se remangó la falda para pasar por encima de las mesas y la barra, saltando hacia la cocina.
– ¡¡NIA ha poseído a Rachel por completo!! –Gritó angustiada hacia Eltrant y Jules, obviando al tabernero. – ¡¡Se ha ido, tenemos que ir tras ella!!
Esperaba que su decisión de avisarlos en lugar de tomar la iniciativa fuese la correcta, a fin de cuentas aquello era más útil que salir corriendo y dejarlos atrás sin que siquiera tuvieran una pista de a dónde se habrían metido las dos, y con suerte… Rachel no podría ir demasiado lejos si la ventaja no era de más de unos minutos.
- off rol:
- U___U!!! no tengo palabras para pedir disculpas por mi tardanza... porque mi única excusa es por lo ocupada que he estado y las cosillas que me han tenido distraída y que no me dejaban momento ni inspiración para responder. Perdón de verdad prometo que intentaré que no vuelva a pasar >__<
Catherine Blair
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Re: Sombras de Granito [Libre][Interpretativo][3/4]
- No puede ser – Musitó ante las palabras de la vampira, quien con apremio pidió a los presentes perseguir a Rachel, quien ahora poseída por NIA, huía a través de las calles de la ciudad del norte.
Dejó escapar varios insultos en voz baja y lanzó una única y larga mirada al tabernero, quien seguía sentado, con cara de pocos amigos. – No perdamos más tiempo – Dijo corriendo hacia la puerta. Habían sido lentos, demasiado, NIA ya se había apoderado del cuerpo de Rachel en su totalidad o eso parecía dada las circunstancias. – Catherine, ¿Hacia dónde ha ido? – Preguntó una vez estuvieron los tres en la calle, la muchacha había sido la última que había visto a la Bio, y Dundarak era demasiado grande como para comenzar a correr en cualquier dirección, debían de mantener la cabeza fría.
Esperó a que vampiresa contestara y se giró hacia Jules, al parecer NIA pretendía volver a Sacrestic, con la hermandad – Que conveniente… – Dijo pasándose la mano por la barba, oteando la oscuridad que se extendía frente a ellos. – No vamos a alcanzala corriendo – Aseguró girándose a Jules, él no era el único que había visto las piernas de Rachel, aquellos apéndices de metal no eran de adorno, si NIA pretendía escapar de la ciudad en aquel mismo instante tenían muy pocas posibilidades de alcanzarla – Huracán dice que eres buen rastreador – Dijo a Jules cruzándose de brazos, pensando algún plan de acción desesperadamente, no podía dejar que la situación le consumiese, Catherine ya estaba demasiado alterada de por sí, él no iba sino a complicar las cosas si lo hacía, y aunque le costaba no comenzar a correr gritando su nombre, aquella decisión era la mejor que podía tomar en aquel momento.
Sonrió a la vampiresa – La encontraremos – Dijo ajustándose la espada al cinto, tratando de tranquilizar a la joven. – Me dedico a eso. ¿No es verdad? – Señaló el emblema de su armadura y amplió su sonrisa
Además de tener a una NIA fugitiva entre manos, también estaba el grupo de autómatas similares a la está que habían decidido secuestrarla, empezaba a ser una noche demasiado intensa para su gusto – Jules… haz tu magia. – Dijo mirando al brujo, esperando que este hiciese algo que les hiciese ir en el buen camino.
***
Toc, toc, toc.
Tres golpes más, con eso, Épsilon terminó la parte más tediosa del trabajo, la que menos le gustaba. – Creo… que así estará bien – Dijo para sí en voz baja, ajustando la última válvula de la cámara, el elemento esencial de toda operación que realizaban. – Ahora… - Sonriendo orgullosa por su trabajo, se giró sobre sí misma y sorteando a sus dos hermanas, las que estaban ahí con ella para “cuidarla” por orden de Alfa, se colocó frente a un sarcófago de metal, lo suficientemente grande como para que fuese confundido, fácilmente, con una mesa de grandes proporciones.
– A ver… - Tomo varias de las herramientas que yacían junto al sarcófago y las introdujo, cuidadosamente, en las pequeñas aperturas que adornaban, en cierto sentido el objeto.
Un fuerte chasquido y una nube de vapor precedió lo Épsilon interpretó como el sonido de más un millar de engranajes funcionando bajo la tapa del féretro. – Buenos días, Sigma... aunque, bueno, es de noche – Dijo suavemente, apartando con ambas manos el vapor que seguía saliendo del interior de la caja y acercándose a esta - ¿Cómo te encuentras? – Una silueta emergió del interior del sarcófago, una que difería enormemente de lo que acostumbraba a ver cada vez que despertaba a alguien por orden de Alfa – Me sabe mal despertarte, pero Alfa me lo ha pedido, así… así que… – Dijo mirando hacia los lados, nerviosa, jugueteando con su pelo. No le gustaba despertar a Sigma, se merecía descansar más que nadie en aquel lugar – No te preocupes, Epsi – Respondió la silueta avanzando, saliendo de entre la bruma.
– ¿Qué necesitáis? – El único varón, el único hermano con el que contaban, despertó.
Dejó escapar varios insultos en voz baja y lanzó una única y larga mirada al tabernero, quien seguía sentado, con cara de pocos amigos. – No perdamos más tiempo – Dijo corriendo hacia la puerta. Habían sido lentos, demasiado, NIA ya se había apoderado del cuerpo de Rachel en su totalidad o eso parecía dada las circunstancias. – Catherine, ¿Hacia dónde ha ido? – Preguntó una vez estuvieron los tres en la calle, la muchacha había sido la última que había visto a la Bio, y Dundarak era demasiado grande como para comenzar a correr en cualquier dirección, debían de mantener la cabeza fría.
Esperó a que vampiresa contestara y se giró hacia Jules, al parecer NIA pretendía volver a Sacrestic, con la hermandad – Que conveniente… – Dijo pasándose la mano por la barba, oteando la oscuridad que se extendía frente a ellos. – No vamos a alcanzala corriendo – Aseguró girándose a Jules, él no era el único que había visto las piernas de Rachel, aquellos apéndices de metal no eran de adorno, si NIA pretendía escapar de la ciudad en aquel mismo instante tenían muy pocas posibilidades de alcanzarla – Huracán dice que eres buen rastreador – Dijo a Jules cruzándose de brazos, pensando algún plan de acción desesperadamente, no podía dejar que la situación le consumiese, Catherine ya estaba demasiado alterada de por sí, él no iba sino a complicar las cosas si lo hacía, y aunque le costaba no comenzar a correr gritando su nombre, aquella decisión era la mejor que podía tomar en aquel momento.
Sonrió a la vampiresa – La encontraremos – Dijo ajustándose la espada al cinto, tratando de tranquilizar a la joven. – Me dedico a eso. ¿No es verdad? – Señaló el emblema de su armadura y amplió su sonrisa
Además de tener a una NIA fugitiva entre manos, también estaba el grupo de autómatas similares a la está que habían decidido secuestrarla, empezaba a ser una noche demasiado intensa para su gusto – Jules… haz tu magia. – Dijo mirando al brujo, esperando que este hiciese algo que les hiciese ir en el buen camino.
***
Toc, toc, toc.
Tres golpes más, con eso, Épsilon terminó la parte más tediosa del trabajo, la que menos le gustaba. – Creo… que así estará bien – Dijo para sí en voz baja, ajustando la última válvula de la cámara, el elemento esencial de toda operación que realizaban. – Ahora… - Sonriendo orgullosa por su trabajo, se giró sobre sí misma y sorteando a sus dos hermanas, las que estaban ahí con ella para “cuidarla” por orden de Alfa, se colocó frente a un sarcófago de metal, lo suficientemente grande como para que fuese confundido, fácilmente, con una mesa de grandes proporciones.
– A ver… - Tomo varias de las herramientas que yacían junto al sarcófago y las introdujo, cuidadosamente, en las pequeñas aperturas que adornaban, en cierto sentido el objeto.
Un fuerte chasquido y una nube de vapor precedió lo Épsilon interpretó como el sonido de más un millar de engranajes funcionando bajo la tapa del féretro. – Buenos días, Sigma... aunque, bueno, es de noche – Dijo suavemente, apartando con ambas manos el vapor que seguía saliendo del interior de la caja y acercándose a esta - ¿Cómo te encuentras? – Una silueta emergió del interior del sarcófago, una que difería enormemente de lo que acostumbraba a ver cada vez que despertaba a alguien por orden de Alfa – Me sabe mal despertarte, pero Alfa me lo ha pedido, así… así que… – Dijo mirando hacia los lados, nerviosa, jugueteando con su pelo. No le gustaba despertar a Sigma, se merecía descansar más que nadie en aquel lugar – No te preocupes, Epsi – Respondió la silueta avanzando, saliendo de entre la bruma.
– ¿Qué necesitáis? – El único varón, el único hermano con el que contaban, despertó.
- off:
- Perdón por tardar tantisimo, sniff ; ^ ;
Eltrant Tale
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Re: Sombras de Granito [Libre][Interpretativo][3/4]
NIA/Rach
En aquel momento no era consciente de nada de lo que hacía. Vi que Catherine había intentado detenerme, que sabía que NIA se había hecho con el control del cuerpo. En mi interior sollozaba, estaba siendo consciente de todo lo que NIA estaba haciendo y diciendo. ¿Cómo podía tratar así a mi amiga en mi nombre? Me entristecí muchísimo por ello.Los movimientos de la inteligencia eran extraños y torpes, mucho más que los míos, que ya lo eran bastante. Caí al suelo nada más salir de la taberna, con el escalón de entrada a la misma.
Entonces pude ver como había caído al suelo el pequeño frasquito de colonia que Catherine me había entregado en el cementerio, el día que me llevó a ver la tumba de la familia Blair. NIA vinculaba a Catherine una personalidad antagonista a la suya, por lo tanto, todo lo relacionado con ella lo asociaba a malo. – Frasco de colonia del sujeto Catherine Blair. – NIA lo acercó a la cara y lo apretó fuerte con sus manos, pues si yo apenas controlaba mi fuerza, ella aún menos. Justo entonces el frasquito se partió en mil pedacitos y el líquido roció por completo mi rostro, dejándome un dulce aroma, aunque NIA ni se molestó en secarlo, probablemente porque no era capaz de sentir la humedad.
-Activando sistemas de posicionamiento. Evaluando rutas de rápida evacuación de la ciudad. – olvidó el incidente del frasco y siguió a lo suyo con su femenina voz robótica. Después de unos instantes, comenzó a correr calle abajo haciendo un estruendoso ruido a nuestros pasos y, de nuevo, tropezando con las faldas cada poco tiempo. Ella no tenía un patrón para reconocer vestidos largos y remangarlos, simplemente corría y caía al suelo de manera bastante patosa.
Después de un buen rato, ya se vislumbraba calle abajo la puerta principal de la ciudad, escoltada por dragones. – Vía de escape localizada. - Y tan pronto se disponía a enfocar la cuesta abajo que nos permitía salir de Dundarak, una segunda Rachel nos sorprendió por un lateral, empotrándonos contra una casa lateral.
-Eliminar a sujeto: Rachel Roche. – dijo Theta. Nos había pillado desprevenidas y se encontraba dándonos fuertes golpes en la espalda. NIA se revolvió y consiguió lanzarla por los aires con fuerza, contra la pared del edificio opuesto, pero en el movimiento, mi clon nos propinó un fuerte puñetazo en el ojo que me dolió, nunca mejor dicho, en el alma. El brillante ojo derecho carmesí de NIA parpadeó varias veces, amenazando con apagarse, aunque finalmente resistió y dio comienzo un fuerte intenso combate cuerpo a cuerpo.
Los puñetazos de aquella Rachel no me dolían tanto como esperaba. Parecía una copia mala de los baslodienses, y estaba claro que los golpes violentos de NIA, hecha de puro tungsteno, eran mucho más dolorosos que el metal de segunda fila de mis clones. Confiaba que aquella distracción fuese suficiente para que Cath, Jules y Eltrant pudiesen dar conmigo y sacarme de ahí.
___________________________________________________________________
Jules
Jules miró sorprendido la apresurada llegada de Catherine hasta la cocina, que saltaba con sus faldas por encima de la barra para correr a advertir a los chicos que NIA se había hecho con el control del cuerpo de la cibernética y que había abandonado el local.
–¡Genial! Mi hermana bajo el control de una entidad asesina bajo nómina de la Hermandad. ¡Y con clones por las calles intentando matarla! – comentó mitad desesperado, mitad irónico. - ¿Y ahora si intenta atacarnos cómo sabremos que no es ella? – preguntó alterado. – Dime, vampi, ¿por qué no has ido tras ella? – le reprendió. Y es que Jules, como buen cazador y amigo de Huracán, era bastante receloso para con los vampiros, aunque no tanto como su homóloga Boisson. -¿Buen rastreador? – preguntó ante la afirmación de Eltrant, alzando una ceja y cruzándose de brazos, irónico. – Claro, soy un buen rastreador de… - señaló a Catherine. Sin mencionar su condición. – Mi hermana es una bruja… - carraspeó cuando se dio cuenta la insensatez que acababa de decir, y miró al grupo apenado. – Bueno, lo era. – miró pensativo al suelo. – No hay más tiempo que perder. ¡A por ella!
Jules saltó por encima de la barra y salió corriendo del local, abandonando al tipo a su suerte y confiando en que Jules y Catherine lo siguieran. En la penumbra de la noche no había un solo alma en la calle, pero sí que notó el olor a una fragancia que, curiosamente, llevaba Rachel encima. Por desgracia sus sentidos olfativos no eran lo suficientemente buenos como para perseguir a
-¿Por qué Rach ha cambiado de colonia? – se preguntó. – Con lo bonita que era la que siempre llevaba… - frunció el ceño y miró a Cath. – Vampi, ¿hueles eso? Síguele el rastro. – le dijo como si fuese un chucho. – Y no creas que te estoy tratando como un chucho, lo digo desde el respeto, ¿eh? – miró a Elt y le pegó un codazo en el hombro, riéndose. – Anima esa cara. Sólo bromeo, Catherine. No soy ni Huracán ni Harrowmont. – le confirmó, esperando a que Catherine comenzase la búsqueda gracias a sus mejores dotes o tal vez, su conocimiento sobre el perfume.
*Off: Uso el objeto que me entregó Catherine: El frasquito de colonia de sus papis :3. Le encontré utilidad.
Rachel Roche
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Re: Sombras de Granito [Libre][Interpretativo][3/4]
Los nervios que sentía ante la situación no le permitieron atender las primeras palabras de los muchachos, pues aunque corrió para avisarlos, nada más gritar la alarma ya tenía medio cuerpo fuera de la cocina, dispuesta a echarse a correr en cuanto escuchase la mínima orden que lanzaran uno de sus dos improvisados compañeros.
Tan sólo cuando escuchó que Eltrant pronunció su nombre giró la cara hacia ellos acompañando el gesto con una exagerada negación que mostraba la inquietud que sentía.
– Ha seguido calle abajo, es lo único que sé a ciencia cierta. –Se apresuró en responder, pero cuando Jules se quejó e inquirió de forma irónica por qué no había ido tras su hermana… Cath se quedó congelada bajo el marco de la puerta.
Sabía que había una posibilidad en que su decisión de avisarlos en lugar de seguir a Rachel pudiera ser un error, pero que se lo dijera Jules le hacía mucho más culpable a sabiendas de quién era supuestamente para su amiga.
La joven se mordió el labio agachando levemente la cabeza, bajando la vista hacia el suelo dejando escapar un “lo siento” en un leve siseo. Sabía que una disculpa no serviría de nada en aquel momento, así que se limitó a mantenerse en posición sumisa en lo que los chicos cruzaban un par de frases para comenzar la persecución tras la morena; y antes de marchar, trató de atender más al guardia que al cazador cuando el primero la tranquilizó asegurándole que darían con Rachel. A lo que la vampira intentó responder con una breve sonrisa que no terminó de esbozar cuando ya se disponían a salir de la taberna.
Confiaba en que el hermano de su amiga lograra alcanzar el rastro antes de que la nieve lo desvaneciera, pero cuando todos salieron del local y siguieron el camino que tomó Jules, sería ella probablemente la primera que reaccionara al aroma que se intensificaba y desvanecía como un camino invisible por entre las calles, y que curiosamente, parecía estar integrado en su propia piel de forma natural.
– El perfume… –Musitó, inspirando de manera profunda el aire, bajando la vista hacia el suelo nevado, donde consiguió vislumbrar de manera fugaz unos pedacitos de color marfil y dorado.
Su expresión cambió levemente, mezclándose el miedo y los nervios con cierta lástima por lo que aquel panorama le hacía imaginar qué había ocurrido allí, segura de que el motivo por el que su regalo había terminado de esa manera fue culpa de NIA.
Las bromas del cazador apenas le surtieron reacción a causa de la serie de sentimientos encontrados que se arremolinaban en su interior, y como si algo la hubiera hecho reaccionar con más fuerza que aquellas palabras de no muy buenas intenciones, lanzó una mirada firme hacia los dos hombres.
– Esto facilitará mucho las cosas –Anunció con su voz que, aún suave, sonaba más segura y estoica que antes. Volvió a inflar su pecho inundándolo de aquella fragancia tan familiar y querida para ella; fragancia que ahora no sólo le recordaba a su familia y a su pasado, también a la que era su mejor amiga en esos momentos. – Seguidme… por aquí.
Volvió a remangarse la falda dándole un fuerte pellizco con su mano izquierda, dejando sus ágiles piernas desnudas al aire, mientras sostenía con fuerza el puñal en la diestra.
Mantenía la mirada fija al frente, pero en realidad no miraba nada, tan sólo buscaba que su atención se centrara en el recorrido que seguía aquel camino perfumado al que le resultaba tan sencillo seguir el rastro. Y tan sólo un par de veces hizo por mirar atrás para comprobar que los chicos la seguían de cerca en dirección a una de las salidas de la ciudad.
Pero aún no habían llegado a cruzar las terminaciones de la misma cuando al aroma del perfume se le unió el sonido de lo que parecía ser una pelea que hizo frenar a la vampira, pudiendo comprobar rápidamente que ambas pistas la llevaban al mismo lugar.
– No puede ser… Rachel –Murmuró para sí misma, como si una corazonada le dijera que aquellos ruidos los estaba provocando su amiga, o peor aún, sobre su amiga.
Volvió a retomar la carrera, pero aquella vez el trayecto fue más corto, hasta toparse de frente contra dos Rachels, totalmente idénticas, una sobre la otra golpeándose bruscamente y sin control aparente.
– ¡¡Rachel!! –Gritó de forma aguda Catherine, quién no estaba segura si lo más sensato era intervenir en aquella pelea o volver a pecar de prudente.
Tan sólo cuando escuchó que Eltrant pronunció su nombre giró la cara hacia ellos acompañando el gesto con una exagerada negación que mostraba la inquietud que sentía.
– Ha seguido calle abajo, es lo único que sé a ciencia cierta. –Se apresuró en responder, pero cuando Jules se quejó e inquirió de forma irónica por qué no había ido tras su hermana… Cath se quedó congelada bajo el marco de la puerta.
Sabía que había una posibilidad en que su decisión de avisarlos en lugar de seguir a Rachel pudiera ser un error, pero que se lo dijera Jules le hacía mucho más culpable a sabiendas de quién era supuestamente para su amiga.
La joven se mordió el labio agachando levemente la cabeza, bajando la vista hacia el suelo dejando escapar un “lo siento” en un leve siseo. Sabía que una disculpa no serviría de nada en aquel momento, así que se limitó a mantenerse en posición sumisa en lo que los chicos cruzaban un par de frases para comenzar la persecución tras la morena; y antes de marchar, trató de atender más al guardia que al cazador cuando el primero la tranquilizó asegurándole que darían con Rachel. A lo que la vampira intentó responder con una breve sonrisa que no terminó de esbozar cuando ya se disponían a salir de la taberna.
Confiaba en que el hermano de su amiga lograra alcanzar el rastro antes de que la nieve lo desvaneciera, pero cuando todos salieron del local y siguieron el camino que tomó Jules, sería ella probablemente la primera que reaccionara al aroma que se intensificaba y desvanecía como un camino invisible por entre las calles, y que curiosamente, parecía estar integrado en su propia piel de forma natural.
– El perfume… –Musitó, inspirando de manera profunda el aire, bajando la vista hacia el suelo nevado, donde consiguió vislumbrar de manera fugaz unos pedacitos de color marfil y dorado.
Su expresión cambió levemente, mezclándose el miedo y los nervios con cierta lástima por lo que aquel panorama le hacía imaginar qué había ocurrido allí, segura de que el motivo por el que su regalo había terminado de esa manera fue culpa de NIA.
Las bromas del cazador apenas le surtieron reacción a causa de la serie de sentimientos encontrados que se arremolinaban en su interior, y como si algo la hubiera hecho reaccionar con más fuerza que aquellas palabras de no muy buenas intenciones, lanzó una mirada firme hacia los dos hombres.
– Esto facilitará mucho las cosas –Anunció con su voz que, aún suave, sonaba más segura y estoica que antes. Volvió a inflar su pecho inundándolo de aquella fragancia tan familiar y querida para ella; fragancia que ahora no sólo le recordaba a su familia y a su pasado, también a la que era su mejor amiga en esos momentos. – Seguidme… por aquí.
Volvió a remangarse la falda dándole un fuerte pellizco con su mano izquierda, dejando sus ágiles piernas desnudas al aire, mientras sostenía con fuerza el puñal en la diestra.
Mantenía la mirada fija al frente, pero en realidad no miraba nada, tan sólo buscaba que su atención se centrara en el recorrido que seguía aquel camino perfumado al que le resultaba tan sencillo seguir el rastro. Y tan sólo un par de veces hizo por mirar atrás para comprobar que los chicos la seguían de cerca en dirección a una de las salidas de la ciudad.
Pero aún no habían llegado a cruzar las terminaciones de la misma cuando al aroma del perfume se le unió el sonido de lo que parecía ser una pelea que hizo frenar a la vampira, pudiendo comprobar rápidamente que ambas pistas la llevaban al mismo lugar.
– No puede ser… Rachel –Murmuró para sí misma, como si una corazonada le dijera que aquellos ruidos los estaba provocando su amiga, o peor aún, sobre su amiga.
Volvió a retomar la carrera, pero aquella vez el trayecto fue más corto, hasta toparse de frente contra dos Rachels, totalmente idénticas, una sobre la otra golpeándose bruscamente y sin control aparente.
– ¡¡Rachel!! –Gritó de forma aguda Catherine, quién no estaba segura si lo más sensato era intervenir en aquella pelea o volver a pecar de prudente.
- Spoiler:
- Dejo un poco en el aire esto último por si Eltrant o Jules reaccionarían de alguna forma, que supongo que sí! Espero que no haya importado que me tomase la libertad de encontrarlas!! >.<
Catherine Blair
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Re: Sombras de Granito [Libre][Interpretativo][3/4]
Corrió tras Catherine, al final era ella quien era una buena rastreadora y no Jules, debía tener presente el sentido del olfato de los vampiros, probablemente aquella información le fuese a resultar relevante en el futuro.
Atravesaron callejuelas y calles más amplias, todas desiertas, todas acumulando nieve en el centro. Seguía ciegamente a Catherine, la peliblanca parecía saber a dónde iba, esta se detenía a veces en alguna bifurcación o cruce y bajaba la cabeza concentrándose en el olor del perfume que llevan la cibernética consigo.
De igual forma continuaron avanzando hasta que el distante eco del metal chocando entre si llegó hasta los oídos de los presentes, girándose un instante hacía Jules le lanzó una mirada para que se preparase para lo que suponía que venía a continuación.
Por lo que sabían podían ser dos vagabundos peleándose con machetes por una manta usada, pero cada paso que daba Catherine les conducía más y más hasta el lugar de los golpes, definitivamente, Rachel estaba peleando contra alguien.
Catherine tomó la iniciativa y, cuando el sonido ya estaba prácticamente junto a ellos, llegó de una carrera hasta dónde dos Rachels se estaban golpeando la una a la otra.
- ¡Catherine espera! – Exclamó Eltrant alcanzándola, contemplando durante unos segundos la escena que tenía ante él ¿Cuál era la de verdad? Miró a Jules esperando algún tipo de respuesta por su parte, pero al ver que esta no llegaba corrió en dirección a las Bio.
- ¡Estaos quietas! – Se metió entre la lluvia de piernas y brazos, algunas impactaron en su armadura, otras en cara, lo importante, para adivinar quién era la de verdad, y aquello venía a continuación.
Esperaba que solo una de las Rachel le golpease.
La que tenía justo a su derecha se adelantó a propinarle un fuerte puñetazo en la cara, Eltrant se tambaleó sintiendo como el metal del que estaba constituido el puño de aquella maquina rasgaba su cara. Sacudió la cabeza y señaló a Jules lo más rápido que pudo .
- ¡¡Sujeta a tu hermana!! – Recibió otro puñetazo y retrocedió un par de pasos, no podían permitir que NIA volviese a huir, pero primero tendrían que acabar con la que tenía frente a y que seguía atacando de forma insistente. - ¡Que no se escape!
Desenvainó su espada tan rápido como pudo, cosa que solo consiguió después de recibir varios golpes más en la cara, tenía que admitirlo, era bastante más lento que aquellas Rachel, pero, irónicamente, a pesar de estar hechas de metal, estas eran más frágiles que él.
La hoja detuvo la extremidad del robot como su de una maza se tratase. La espada vibraba en sus manos con cada bloqueó, sintiendo la fuera que el autómata depositaba en cada golpe.
Siguió enfrascado en aquella coreografía de la que no podría salir sin haber acabado con su enemiga. Esquivando, bloqueando como buenamente podía los golpes, contratacando, una sucesión de acciones se repitió durante varios minutos hasta que, al final, consiguió hundir su espada en el vientre de la clon.
Chasqueó la lengua cuando vio que esto no hizo gran cosa, que ni siquiera comenzó a manar sangre de la herida que había ocasionado a la copia de Rachel. Como mejor pudo encajó el puño de la Rachel en su tabique y, tras extraer el arma del torso de la cibernética, acometió contra ella haciendo uso de toda su fuerza.
Esta vez fue él el que tomo la iniciativa, si no podía matarla atravesándola tendría que buscar algún modo de hacerla parar, trató de rememorar como habían vencido a las otras en la taberna, pero por alguna razón, quizás por el combate en el que estaba enfrascado, la pelea se le antojaba distante, como si hubiese sucedido meses atrás.
En cualquier caso, su espada terminó cercenado la cabeza del clon en un despiste de la muchacha, que cayó al suelo pesadamente, parpadeando y hablando como si no hubiese sucedido gran cosa.
- ¡A ver qué haces ahora! – Exclamó. Empujó el cuerpo de la mujer, que por algún motivo seguía conservando el equilibro, pero en lugar de caer de espaldas como cualquier cadáver decapitado habría hecho, este le agarró el brazo. Dejando escapar una exclamación aterrada bajó la espada con todas sus fuerzas, y partió el torso en dos. Más de un centenar de engranajes y esquirlas de metal se precipitaron contra el suelo y, por fin, el autómata se detuvo y cayó con un pesado sonido metálico.
- No te atrevas a decir nada – Señaló a Jules, recuperando el aliento – ...No me esperaba eso. – Miró a Catherine – Cuando… ¡Cuando le quitas la cabeza a alguien…! – Sacudió la cabeza – … Da igual – Se giró hacía la Rachel original - ¿Eres NIA o Rachel? – Preguntó mirando a la muchacha directamente a los ojos.
Atravesaron callejuelas y calles más amplias, todas desiertas, todas acumulando nieve en el centro. Seguía ciegamente a Catherine, la peliblanca parecía saber a dónde iba, esta se detenía a veces en alguna bifurcación o cruce y bajaba la cabeza concentrándose en el olor del perfume que llevan la cibernética consigo.
De igual forma continuaron avanzando hasta que el distante eco del metal chocando entre si llegó hasta los oídos de los presentes, girándose un instante hacía Jules le lanzó una mirada para que se preparase para lo que suponía que venía a continuación.
Por lo que sabían podían ser dos vagabundos peleándose con machetes por una manta usada, pero cada paso que daba Catherine les conducía más y más hasta el lugar de los golpes, definitivamente, Rachel estaba peleando contra alguien.
Catherine tomó la iniciativa y, cuando el sonido ya estaba prácticamente junto a ellos, llegó de una carrera hasta dónde dos Rachels se estaban golpeando la una a la otra.
- ¡Catherine espera! – Exclamó Eltrant alcanzándola, contemplando durante unos segundos la escena que tenía ante él ¿Cuál era la de verdad? Miró a Jules esperando algún tipo de respuesta por su parte, pero al ver que esta no llegaba corrió en dirección a las Bio.
- ¡Estaos quietas! – Se metió entre la lluvia de piernas y brazos, algunas impactaron en su armadura, otras en cara, lo importante, para adivinar quién era la de verdad, y aquello venía a continuación.
Esperaba que solo una de las Rachel le golpease.
La que tenía justo a su derecha se adelantó a propinarle un fuerte puñetazo en la cara, Eltrant se tambaleó sintiendo como el metal del que estaba constituido el puño de aquella maquina rasgaba su cara. Sacudió la cabeza y señaló a Jules lo más rápido que pudo .
- ¡¡Sujeta a tu hermana!! – Recibió otro puñetazo y retrocedió un par de pasos, no podían permitir que NIA volviese a huir, pero primero tendrían que acabar con la que tenía frente a y que seguía atacando de forma insistente. - ¡Que no se escape!
Desenvainó su espada tan rápido como pudo, cosa que solo consiguió después de recibir varios golpes más en la cara, tenía que admitirlo, era bastante más lento que aquellas Rachel, pero, irónicamente, a pesar de estar hechas de metal, estas eran más frágiles que él.
La hoja detuvo la extremidad del robot como su de una maza se tratase. La espada vibraba en sus manos con cada bloqueó, sintiendo la fuera que el autómata depositaba en cada golpe.
Siguió enfrascado en aquella coreografía de la que no podría salir sin haber acabado con su enemiga. Esquivando, bloqueando como buenamente podía los golpes, contratacando, una sucesión de acciones se repitió durante varios minutos hasta que, al final, consiguió hundir su espada en el vientre de la clon.
Chasqueó la lengua cuando vio que esto no hizo gran cosa, que ni siquiera comenzó a manar sangre de la herida que había ocasionado a la copia de Rachel. Como mejor pudo encajó el puño de la Rachel en su tabique y, tras extraer el arma del torso de la cibernética, acometió contra ella haciendo uso de toda su fuerza.
Esta vez fue él el que tomo la iniciativa, si no podía matarla atravesándola tendría que buscar algún modo de hacerla parar, trató de rememorar como habían vencido a las otras en la taberna, pero por alguna razón, quizás por el combate en el que estaba enfrascado, la pelea se le antojaba distante, como si hubiese sucedido meses atrás.
En cualquier caso, su espada terminó cercenado la cabeza del clon en un despiste de la muchacha, que cayó al suelo pesadamente, parpadeando y hablando como si no hubiese sucedido gran cosa.
- ¡A ver qué haces ahora! – Exclamó. Empujó el cuerpo de la mujer, que por algún motivo seguía conservando el equilibro, pero en lugar de caer de espaldas como cualquier cadáver decapitado habría hecho, este le agarró el brazo. Dejando escapar una exclamación aterrada bajó la espada con todas sus fuerzas, y partió el torso en dos. Más de un centenar de engranajes y esquirlas de metal se precipitaron contra el suelo y, por fin, el autómata se detuvo y cayó con un pesado sonido metálico.
- No te atrevas a decir nada – Señaló a Jules, recuperando el aliento – ...No me esperaba eso. – Miró a Catherine – Cuando… ¡Cuando le quitas la cabeza a alguien…! – Sacudió la cabeza – … Da igual – Se giró hacía la Rachel original - ¿Eres NIA o Rachel? – Preguntó mirando a la muchacha directamente a los ojos.
Eltrant Tale
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