Hoy no es un buen día +18 [Misión]
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Re: Hoy no es un buen día +18 [Misión]
Siguen avanzando sin mayores contratiempos, las calles son lo contrario a Lunargenta y eso es de agradecer. Zero reconoce la mirada que le dedica Marta, no sabe de dónde pero está seguro de haberla visto antes. También genera confianza en su interior, evoca una persona importante aunque desconocida para él.
Gracias.
Zero no entiende muy bien porque se necesita valentía para vivir cerca de un burdel, no tiene mucho sentido aunque es incapaz de llegar a una conclusión importante sin más información. A medida que avanzan algo llama la atención del grupo entero, gritos terribles salen de la estructura con fuerza.
En ese momento la pequeña maquina siente un abrazo protector, nuevamente la experiencia le parece conocida. Un rápido vistazo le indica algo, los agentes se ven renuentes a cumplir con su deber. No se les puede culpar, los tejidos humanos suelen ser muy vulnerables ante garras enormes.
Debemos entrar.
El comentario se gana muchas miradas confusas, ninguno da su opinión aunque es uno de esos momentos en donde “los ojos hablan”. Z9-42 se libera delicadamente del abrazo e intenta ingresar, pronto es sujetado por Marta quien planea hacerle desistir con toda la propiedad del mundo.
Tenemos que hacer algo… ¿verdad?
Deja esto a los adultos.
Está bien.
Relaja su postura en un intento por genera confianza, su treta surte efecto y le terminan soltando. En ese momento y sin mediar palabra ingresa por la puerta del establecimiento, como es natural los efectivos de la guardia se apresuran a seguirle. Mentir cada vez se le da mejor, tiene una gran utilidad en situaciones variadas.
Adentro en el burdel Zero se encuentra una escena extraña, mucha gente desnuda y lastimada se insultan entre sí. No es habitual que las personas antepongan esas circunstancias sin tratarlas primero, claramente se encuentran en un estado alterado. El niño continua para no ser pillado por sus aliados, debe llegar a la fuente del grito.
La gente es extraña por naturaleza pero cuando no tienen una cobertura de tela pueden resultar más “originales”, los hardware varían mucho. El chico activa su “protección parental”, un curioso sistema que le permite eludir escenas directas potencialmente traumáticas… existen cosas que incluso un chico robot no debe ver con nitidez.
Cuando se percata de que su apoyo viene cerca el “pequeño” derriba la puerta objetivo, adentro se encuentra cara a cara con una gárgola y su pobre víctima. Sin prestarle mucha atención a la bizarra escena gracias a su sistema decide atacar con un golpe aumentado, todo lo raro que acontece adentro tiene que ser ocasionado por la criatura de algún modo y si es derrotada terminara.
Gracias.
Zero no entiende muy bien porque se necesita valentía para vivir cerca de un burdel, no tiene mucho sentido aunque es incapaz de llegar a una conclusión importante sin más información. A medida que avanzan algo llama la atención del grupo entero, gritos terribles salen de la estructura con fuerza.
En ese momento la pequeña maquina siente un abrazo protector, nuevamente la experiencia le parece conocida. Un rápido vistazo le indica algo, los agentes se ven renuentes a cumplir con su deber. No se les puede culpar, los tejidos humanos suelen ser muy vulnerables ante garras enormes.
Debemos entrar.
El comentario se gana muchas miradas confusas, ninguno da su opinión aunque es uno de esos momentos en donde “los ojos hablan”. Z9-42 se libera delicadamente del abrazo e intenta ingresar, pronto es sujetado por Marta quien planea hacerle desistir con toda la propiedad del mundo.
Tenemos que hacer algo… ¿verdad?
Deja esto a los adultos.
Está bien.
Relaja su postura en un intento por genera confianza, su treta surte efecto y le terminan soltando. En ese momento y sin mediar palabra ingresa por la puerta del establecimiento, como es natural los efectivos de la guardia se apresuran a seguirle. Mentir cada vez se le da mejor, tiene una gran utilidad en situaciones variadas.
Adentro en el burdel Zero se encuentra una escena extraña, mucha gente desnuda y lastimada se insultan entre sí. No es habitual que las personas antepongan esas circunstancias sin tratarlas primero, claramente se encuentran en un estado alterado. El niño continua para no ser pillado por sus aliados, debe llegar a la fuente del grito.
La gente es extraña por naturaleza pero cuando no tienen una cobertura de tela pueden resultar más “originales”, los hardware varían mucho. El chico activa su “protección parental”, un curioso sistema que le permite eludir escenas directas potencialmente traumáticas… existen cosas que incluso un chico robot no debe ver con nitidez.
Cuando se percata de que su apoyo viene cerca el “pequeño” derriba la puerta objetivo, adentro se encuentra cara a cara con una gárgola y su pobre víctima. Sin prestarle mucha atención a la bizarra escena gracias a su sistema decide atacar con un golpe aumentado, todo lo raro que acontece adentro tiene que ser ocasionado por la criatura de algún modo y si es derrotada terminara.
Z9-42
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Re: Hoy no es un buen día +18 [Misión]
El miembro 'Z9-42' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Hoy no es un buen día +18 [Misión]
Iredia miraba a la cría que tenía en brazos con un suspiro. Entre la peste, la fiebre, que le picaba una rodilla y que no había descansado en todo el día, apenas estaba de humor para que le viniese nadie a molestar. Había pasado por una docena de sitios intentando encontrar una forma de salvar a la pequeña niña de su cruel destino (el cual pronto compartiría la elfa). Lo único que había conseguido es que la pequeña tosiese sin parar y la gente la mirase con cara de pocos amigos. Incluso la tacharon de bruja en un pueblucho de mala muerte. ¡Bruja!¡A ella! Antes se cortaba las orejas. ¿Quién le había mandado salir del castillo de Dag?
Sacrestic Ville. La última vez que había estado allí fue con su protector. Suspiró. Dejó a la niña en el suelo y miró a su alrededor. Era de día, la gente parecía despertar poco a poco. Más le valía encontrar pronto un lugar donde cobijarse, dos infectadas no serían bien vistas en ese lugar. Rushi, su cría de asski, caminaba a pocos metros de ellas, olfateando el suelo y el aire.
-Itrella... -se arrodilló ante la niña, mirándola a sus grandes y adorables ojos azules-...¿cómo estás?
-Tengo un poco de frío. -comentó la pequeña, mordiéndose un poco el puño.
La elfa le apartó tiernamente un mechón de pelo rubio. Alguien perceptivo vería la mirada de absoluta culpabilidad que tenía Iredia. Por su culpa, esa niña ahora estaba con ella, sola y condenada.
-Enseguida llegaremos a alguna posada o refugio, no te preocupes.
Oyó entonces unas voces un poco más adelante. Lo que vio la dejó parada en el sitio durante unos segundos. A pocos metros de ella, un hombre herido se había arrodillado con los brazos extendidos. Estaba ciertamente hecho un asco, con sangre por todo su cuerpo. Pero lo peor no fue aquello, lo peor fue oír las risotadas locas de aquel hombre. Y aún mejor, unos guardias se aproximaban a él de forma amenazadora. Iredia, por instinto, cogió a la pequeña y la puso detrás de ella. Rushi, su asski, se metió entre sus piernas. Sin embargo, el destino le tenía reservada una sorpresa, pues una figura extremedamente alta y grande apareció entonces en su campo de visión. Realmente, era difícil no verla.
-¡Es Boomer! -soltó la pequeña tras sus piernas.
La pequeña, sin quererlo, había confirmado la sospecha de la elfa.
-Dioses, Boomer... - Iredia miró a la pequeña- ¿Qué hará aquí?
Itrella se encogió de hombros, negando con la cabeza. Con gesto grave, la elfa volvió a mirar hacia la escena. Boomer berreaba algo sobre "el padre bueno". Decidió acercarse. Iredia ya había conocido al grandote y quizás las reconociese a ella y a la niña. Con cautela, manteniendo a la pequeña detrás, la elfa se fue acercando a la zona del conflicto.
-¿Boomer? -le llamó.
Tanto ella como la niña tenían unas pintas deplorables: la elfa con una capa, una bufanda y unos guantes que habían visto tiempos mejores y la pequeña con rostro pálido y con una pequeña capa envuelta a modo de abrigo. Rushi seguía siendo adorable, sin embargo.
Sacrestic Ville. La última vez que había estado allí fue con su protector. Suspiró. Dejó a la niña en el suelo y miró a su alrededor. Era de día, la gente parecía despertar poco a poco. Más le valía encontrar pronto un lugar donde cobijarse, dos infectadas no serían bien vistas en ese lugar. Rushi, su cría de asski, caminaba a pocos metros de ellas, olfateando el suelo y el aire.
-Itrella... -se arrodilló ante la niña, mirándola a sus grandes y adorables ojos azules-...¿cómo estás?
-Tengo un poco de frío. -comentó la pequeña, mordiéndose un poco el puño.
La elfa le apartó tiernamente un mechón de pelo rubio. Alguien perceptivo vería la mirada de absoluta culpabilidad que tenía Iredia. Por su culpa, esa niña ahora estaba con ella, sola y condenada.
-Enseguida llegaremos a alguna posada o refugio, no te preocupes.
Oyó entonces unas voces un poco más adelante. Lo que vio la dejó parada en el sitio durante unos segundos. A pocos metros de ella, un hombre herido se había arrodillado con los brazos extendidos. Estaba ciertamente hecho un asco, con sangre por todo su cuerpo. Pero lo peor no fue aquello, lo peor fue oír las risotadas locas de aquel hombre. Y aún mejor, unos guardias se aproximaban a él de forma amenazadora. Iredia, por instinto, cogió a la pequeña y la puso detrás de ella. Rushi, su asski, se metió entre sus piernas. Sin embargo, el destino le tenía reservada una sorpresa, pues una figura extremedamente alta y grande apareció entonces en su campo de visión. Realmente, era difícil no verla.
-¡Es Boomer! -soltó la pequeña tras sus piernas.
La pequeña, sin quererlo, había confirmado la sospecha de la elfa.
-Dioses, Boomer... - Iredia miró a la pequeña- ¿Qué hará aquí?
Itrella se encogió de hombros, negando con la cabeza. Con gesto grave, la elfa volvió a mirar hacia la escena. Boomer berreaba algo sobre "el padre bueno". Decidió acercarse. Iredia ya había conocido al grandote y quizás las reconociese a ella y a la niña. Con cautela, manteniendo a la pequeña detrás, la elfa se fue acercando a la zona del conflicto.
-¿Boomer? -le llamó.
Tanto ella como la niña tenían unas pintas deplorables: la elfa con una capa, una bufanda y unos guantes que habían visto tiempos mejores y la pequeña con rostro pálido y con una pequeña capa envuelta a modo de abrigo. Rushi seguía siendo adorable, sin embargo.
- Itrella:
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- Rushi:
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Iredia
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Re: Hoy no es un buen día +18 [Misión]
Estaba nerviosa y asustada. Como todos en el burdel, Ariadna Lynn había escuchado los cristales romperse, los llantos y los golpes de las peleas venidas en la habitación 127. A lo último estaba acostumbrada. La mitad de sus clientes tenían gustos muy raros, la otra mitad solamente raros. Lo extraño era que un cliente se pusiera a llorar; las chicas eran unas profesionales del sexo, expertas en hacer gritar. La única explicación que convencía a Ary de lo que sucedía en la habitación 127 venía del rumor que corría en boca de todos: Una gárgola, Démona.
La próxima víctima de la gárgola podría ser ella, o cualquiera de las chicas que estaban reunidas en el salón del burdel. Se miraban las unas a las otras como si estuvieran calculando sus posibilidades de supervivencia. Ary sentía los ojos de sus compañeras, aquellas mismas con las que había estado compartiendo cama para los clientes exigentes que no se contentan con una chica, clavados en sus pechos. Para salvarse, no dudarían en empujarla en la habitación 127. Mientras, Démona se encargaba de la joven y preciosa Ariadna, las demás podrían escapar. Era un plan perfecto. ¿Verdad que sí? Se abrazó a sí misma para sentir calor corporal. Sospechaba de todas. Era un sentimiento horrible. Pensaba que, cuando menos se lo esperase, todas se reunirían para cogerla y echarle a la habitación 127. “Dejad de mirarme, dejad de mirarme”.
Se sentó en un sillón de terciopelo de color verde. Tenía ganas de llorar. Si pudiera hacer algo para terminar con la gárgola, lo haría. Entonces, todo volvería a ser como antes. Su única preocupación sería la de dar un buen servicio a los clientes. Se acabó pensar en que sus compañeras las quisieran sacrificarla para poder correr más que una gárgola, en Démona y su misión de erradicar la lujuria, su negocio, de Sacrestic Ville y en los profetas que la tachaban de demonio y la escupían en la cara. Se llevó las manos a la cabeza. “Por favor, dejadme tranquila. Por favor, no me hagáis daño”.
Un niño corrió por el pasillo. Ariadna lo vio de refilón. Se dirigía a la habitación 127. ¿Sería el hijo del cliente, de la chica o el sacrificio de sus compañeras? Cada opción era peor que la anterior. Ariadna se levantó del golpe del sillón y fue detrás del chico. Podía aceptar que la matasen a ella, pero no a un inocente niño. ¿De dónde había salido?
-¡No, no vayas ahí!-
En el mismo momento en que gritó, sintió unas grandes manos de mujer empujándole desde la espalda. Ariadna y la otra mujer, mucho más grande que la prostituta, cayeron al suelo.
Justo a tiempo, una violenta ráfaga de viento salió de la habitación 127. El niño salió volando como si fuera llevado por un huracán. El aire cortó la piel de la cara de las dos mujeres. La grande tenía una mano en la cabeza de Ariadna y la echaba cara al suelo para protegerla del viento cortante.
-Es muy valiente, ¿verdad que sí? Es un chico muy valiente- la mujer grande se esforzaba por no llorar.
El vendaval desapareció tan pronto como hubo aparecido. Ary sintió un hambre atroz, jamás había tenido tanta necesidad de sangre como hasta aquel momento. La mujer grande olía bien. Su sangre era dulce. La tenía justo encima. Un movimiento suave, con darse la vuelta bastaría, y estaría encima de la mujer con los colmillos clavados en su cuello. Meditó su plan durante un momento. El niño parecía haber muerto, su cuerpo estaba inmóvil bajo la pared en la que había chocado por el huracán. Démona, la gárgola, salía de la habitación 127 en busca de más víctimas, en busca de Ariadna. Si iba a ser torturada por la gárgola, sería con el estómago lleno. Dio un giro sobre sí misma, se puso encima de la mujer grande. En aquel momento, Démona salía de la habitación contoneando sus caderas como si hubiera ganado una batalla que Ariadna Lynn no entendía.
-¿Qué… por qué…?- la cara de la mujer estaba llena de cortes producidos por el viento.
-Shh, silencio- puso un dedo en los labios de la mujer- Te dolerá más si no te callas- abrió la boca mostrando todos sus colmillos- Seré muy rápida, lo prometo- mordió el cuello de la mujer grande y empezó a chupar la sangre.
“Mejor ella que yo”. Pensó lo mismo que pensaron todas sus compañeras del salón.
Los guardias adelantaron a Boomer. Los guardias eran muy rápidos y estaban enfadados con el Padre Bueno por cosas que no había hecho. Boomer era muy bueno. Boomer no quería hacer nada malo. Los guardias volverían a pegarle con la porra si hacía más cosas malas. Boomer se quedó detrás de los guardias en silencio. Boomer quería saludar a la elfa de los cuentos, pero Boomer tenía que estar muy callado.
-Aléjese de ese hombre, es muy peligroso- el guardia puso la punta de su pica sobre la frente del Padre Callahan. Boomer tenía miedo – Márchese y déjenos hacer nuestro trabajo lo antes posible. No sabe lo que este hombre es capaz de hacer-.
-Cosas buenas. Padre Bueno hacer cosas buenas- susurró Boomer para sí mismo.
Un guardia distinto al de la pica escuchó a Boomer. El guardia tenía una porra de hierro en las manos. Boomer se encogió hasta quedar a la altura del hombre. Boomer parecía un ridículo jorobado como los que había en el Circo de los Horrores. Boomer miró al suelo y se preparó para el golpe. El guardia dio un pisotón y cogió su porra con las dos manos. Boomer se asustó. Boomer dio un salto hacia atrás, tropezó y se cayó del culo. El guardia de la porra rió con la boca abierta. Boomer estaba muy asustado.
-¿Qué cojones ha pasado ahí detrás?-
-Nada, el gigante se ha tropezado y caído del culo. No te preocupes, Kramer-.
-Pequeño…- los ojos de Boomer brillaban como dos lunas al escuchar la voz del Padre Bueno- Dejadle…- Padre Bueno intentó levantarse. Padre Bueno puso sus dos brazos en los suelos para hacer fuerza. Los Padres Buenos temblaron y Padre Bueno volvió a caer- El es…- Padre Bueno escupió una flema de sangre- puro. Dejadle tranquilo-.
-Solo te queremos a ti, Callahan- el guardia clavó la pica en la pierna del Padre Bueno. Padre Bueno gritó. Boomer también quiso gritar y llorar, pero se quedó en silencio. Boomer era muy bueno. –Deshaz el hechizo de las gárgolas o será peor-.
Boomer vio Lexington en el tejado de la prisión. Lexington se reía. Una baba amarilla y caliente como el oro fundido salía de la boca de Lexington. Boomer tenía mucho miedo. Boomer se quedó sentado en el suelo con las piernas cruzadas y con la espalda inclinada. Ser bueno era difícil. Shappy siempre dijo que Boomer era el más bueno. Shappy nunca vio a las gárgolas. Boomer pensaba en ser malo y hacer cosas malas. Boomer miró con vacilación la pica del guardia. Boomer lanzó un alarido de tristeza y dolor.
* Z9-42: Has fallado tu ataque. Démona se ha defendido y te ha lanzado volando con una tormenta de viento. Has recibido importantes heridas, pero esto no es lo peor. Marta ha muerto por ir detrás. Tu objetivo es tomar la justicia por tu mano. Démona no puede salir del burdel; puede haber más víctimas. Puedes utilizar a Ariadna como gustes; ¿te vengarás por haber matado a Marta o la utilizarás para que te ayude?
* Iredia: En el anterior turno no hiciste nada por ayudar al Padre Bueno, lo que provocó que un guardia le clavase la lanza en la pierna. Le matarán si en el próximo turno no haces nada para ayudarle. Si no lo haces por él, hazlo por Boomer.
La próxima víctima de la gárgola podría ser ella, o cualquiera de las chicas que estaban reunidas en el salón del burdel. Se miraban las unas a las otras como si estuvieran calculando sus posibilidades de supervivencia. Ary sentía los ojos de sus compañeras, aquellas mismas con las que había estado compartiendo cama para los clientes exigentes que no se contentan con una chica, clavados en sus pechos. Para salvarse, no dudarían en empujarla en la habitación 127. Mientras, Démona se encargaba de la joven y preciosa Ariadna, las demás podrían escapar. Era un plan perfecto. ¿Verdad que sí? Se abrazó a sí misma para sentir calor corporal. Sospechaba de todas. Era un sentimiento horrible. Pensaba que, cuando menos se lo esperase, todas se reunirían para cogerla y echarle a la habitación 127. “Dejad de mirarme, dejad de mirarme”.
Se sentó en un sillón de terciopelo de color verde. Tenía ganas de llorar. Si pudiera hacer algo para terminar con la gárgola, lo haría. Entonces, todo volvería a ser como antes. Su única preocupación sería la de dar un buen servicio a los clientes. Se acabó pensar en que sus compañeras las quisieran sacrificarla para poder correr más que una gárgola, en Démona y su misión de erradicar la lujuria, su negocio, de Sacrestic Ville y en los profetas que la tachaban de demonio y la escupían en la cara. Se llevó las manos a la cabeza. “Por favor, dejadme tranquila. Por favor, no me hagáis daño”.
Un niño corrió por el pasillo. Ariadna lo vio de refilón. Se dirigía a la habitación 127. ¿Sería el hijo del cliente, de la chica o el sacrificio de sus compañeras? Cada opción era peor que la anterior. Ariadna se levantó del golpe del sillón y fue detrás del chico. Podía aceptar que la matasen a ella, pero no a un inocente niño. ¿De dónde había salido?
-¡No, no vayas ahí!-
En el mismo momento en que gritó, sintió unas grandes manos de mujer empujándole desde la espalda. Ariadna y la otra mujer, mucho más grande que la prostituta, cayeron al suelo.
Justo a tiempo, una violenta ráfaga de viento salió de la habitación 127. El niño salió volando como si fuera llevado por un huracán. El aire cortó la piel de la cara de las dos mujeres. La grande tenía una mano en la cabeza de Ariadna y la echaba cara al suelo para protegerla del viento cortante.
-Es muy valiente, ¿verdad que sí? Es un chico muy valiente- la mujer grande se esforzaba por no llorar.
El vendaval desapareció tan pronto como hubo aparecido. Ary sintió un hambre atroz, jamás había tenido tanta necesidad de sangre como hasta aquel momento. La mujer grande olía bien. Su sangre era dulce. La tenía justo encima. Un movimiento suave, con darse la vuelta bastaría, y estaría encima de la mujer con los colmillos clavados en su cuello. Meditó su plan durante un momento. El niño parecía haber muerto, su cuerpo estaba inmóvil bajo la pared en la que había chocado por el huracán. Démona, la gárgola, salía de la habitación 127 en busca de más víctimas, en busca de Ariadna. Si iba a ser torturada por la gárgola, sería con el estómago lleno. Dio un giro sobre sí misma, se puso encima de la mujer grande. En aquel momento, Démona salía de la habitación contoneando sus caderas como si hubiera ganado una batalla que Ariadna Lynn no entendía.
-¿Qué… por qué…?- la cara de la mujer estaba llena de cortes producidos por el viento.
-Shh, silencio- puso un dedo en los labios de la mujer- Te dolerá más si no te callas- abrió la boca mostrando todos sus colmillos- Seré muy rápida, lo prometo- mordió el cuello de la mujer grande y empezó a chupar la sangre.
“Mejor ella que yo”. Pensó lo mismo que pensaron todas sus compañeras del salón.
- Ariadna Lynn:
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Los guardias adelantaron a Boomer. Los guardias eran muy rápidos y estaban enfadados con el Padre Bueno por cosas que no había hecho. Boomer era muy bueno. Boomer no quería hacer nada malo. Los guardias volverían a pegarle con la porra si hacía más cosas malas. Boomer se quedó detrás de los guardias en silencio. Boomer quería saludar a la elfa de los cuentos, pero Boomer tenía que estar muy callado.
-Aléjese de ese hombre, es muy peligroso- el guardia puso la punta de su pica sobre la frente del Padre Callahan. Boomer tenía miedo – Márchese y déjenos hacer nuestro trabajo lo antes posible. No sabe lo que este hombre es capaz de hacer-.
-Cosas buenas. Padre Bueno hacer cosas buenas- susurró Boomer para sí mismo.
Un guardia distinto al de la pica escuchó a Boomer. El guardia tenía una porra de hierro en las manos. Boomer se encogió hasta quedar a la altura del hombre. Boomer parecía un ridículo jorobado como los que había en el Circo de los Horrores. Boomer miró al suelo y se preparó para el golpe. El guardia dio un pisotón y cogió su porra con las dos manos. Boomer se asustó. Boomer dio un salto hacia atrás, tropezó y se cayó del culo. El guardia de la porra rió con la boca abierta. Boomer estaba muy asustado.
-¿Qué cojones ha pasado ahí detrás?-
-Nada, el gigante se ha tropezado y caído del culo. No te preocupes, Kramer-.
-Pequeño…- los ojos de Boomer brillaban como dos lunas al escuchar la voz del Padre Bueno- Dejadle…- Padre Bueno intentó levantarse. Padre Bueno puso sus dos brazos en los suelos para hacer fuerza. Los Padres Buenos temblaron y Padre Bueno volvió a caer- El es…- Padre Bueno escupió una flema de sangre- puro. Dejadle tranquilo-.
-Solo te queremos a ti, Callahan- el guardia clavó la pica en la pierna del Padre Bueno. Padre Bueno gritó. Boomer también quiso gritar y llorar, pero se quedó en silencio. Boomer era muy bueno. –Deshaz el hechizo de las gárgolas o será peor-.
Boomer vio Lexington en el tejado de la prisión. Lexington se reía. Una baba amarilla y caliente como el oro fundido salía de la boca de Lexington. Boomer tenía mucho miedo. Boomer se quedó sentado en el suelo con las piernas cruzadas y con la espalda inclinada. Ser bueno era difícil. Shappy siempre dijo que Boomer era el más bueno. Shappy nunca vio a las gárgolas. Boomer pensaba en ser malo y hacer cosas malas. Boomer miró con vacilación la pica del guardia. Boomer lanzó un alarido de tristeza y dolor.
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* Z9-42: Has fallado tu ataque. Démona se ha defendido y te ha lanzado volando con una tormenta de viento. Has recibido importantes heridas, pero esto no es lo peor. Marta ha muerto por ir detrás. Tu objetivo es tomar la justicia por tu mano. Démona no puede salir del burdel; puede haber más víctimas. Puedes utilizar a Ariadna como gustes; ¿te vengarás por haber matado a Marta o la utilizarás para que te ayude?
* Iredia: En el anterior turno no hiciste nada por ayudar al Padre Bueno, lo que provocó que un guardia le clavase la lanza en la pierna. Le matarán si en el próximo turno no haces nada para ayudarle. Si no lo haces por él, hazlo por Boomer.
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Re: Hoy no es un buen día +18 [Misión]
Zero no toma en cuenta la variable del entorno con eficiencia, una ráfaga de aire termina estrellándolo contra una pared. El golpe es fuerte y a pesar de que es muy resistente nota varios daños, esta vez no son simples cortes. Varias alertas saltan en su matriz, el movimiento gatillo lesiona órganos y causa una fisura media en la tercera costilla derecha.
Se pone de pie y por primera vez desde su transformación experimenta malestar, duele bastante aunque el sistema automatizado se apresura a liberar sedante concentrado en su sistema. Ajusta las reacciones para tener en cuenta el daño, su velocidad acaba de bajar varios dígitos en la escala.
Los daños pueden repararse por sí solos aunque será necesario descansar cuando todo acabe, tiene que dormir una noche como si fuera ordinario. Pudo ser peor aunque nada acaba todavía, debe tener mucho cuidado pues estos enemigos bizarros son peligrosamente viables y causan daños a cualquier amenaza.
Luego de la evaluación vuelve a estudiar su entorno, nota algo terrible. Marta, la guerrera con sobrepeso parece haber sido neutralizada por un elemento vampírico. La escena despierta varios sentimientos poderosos, lo que el ser inteligente letrado denomina “sentimientos encontrados”.
El chico artificial olvida las deficiencias por un momento, tiene responsabilidad por la muerte de esa mujer. Enfrentarse a dos sensaciones contradictorias es nuevo para él, por un lado siente mucha tristeza y en el otro extremo quiere liberar odio en contra de la asesina directa de tan amable personaje.
Se acerca con una expresión molesta hasta la vampira, no puede controlar su cara y mantener el rostro neutro esta vez. No comprende muy bien lo que quiere hacer, cualquier intento por estudiar las variables termina cancelado sin mayor consenso… es prácticamente un piloto automático.
El blanco nota la amenaza creciente que se le acerca por lo que intenta escapar, no logra ponerse de pie y termina con la espalda en una pared. Eventualmente Z9-42 llega a su posición, sin mediar palabra eleva el puño. En ese punto predice lo que hará y no tiene interés en detener el proceso, al menos hasta que se da cuenta...
No está bien… ¿verdad?
Baja su brazo evitando un golpe mortal, poco después permite que las variables tengan su consenso. Los seres vivos del lugar se encuentran alterados de alguna forma por la gárgola, no son conscientes de sus actos. Es un tipo complejo de inocencia, la prioridad sigue siendo detener a la fuente.
Forma una expresión de tristeza mientras da la vuelta, tiene un objetivo más importante. Avanza hasta estar cara a cara con el monstruo, esta vez hará el segundo movimiento. Todo va de manera planeada hasta que la vampira salta encima de la gárgola, parece que perdonar le consiguió al "niño" un aliado. Aprovechando la confusión decide intervenir como refuerzo, tiene ventaja numérica esta vez.
Se pone de pie y por primera vez desde su transformación experimenta malestar, duele bastante aunque el sistema automatizado se apresura a liberar sedante concentrado en su sistema. Ajusta las reacciones para tener en cuenta el daño, su velocidad acaba de bajar varios dígitos en la escala.
Los daños pueden repararse por sí solos aunque será necesario descansar cuando todo acabe, tiene que dormir una noche como si fuera ordinario. Pudo ser peor aunque nada acaba todavía, debe tener mucho cuidado pues estos enemigos bizarros son peligrosamente viables y causan daños a cualquier amenaza.
Luego de la evaluación vuelve a estudiar su entorno, nota algo terrible. Marta, la guerrera con sobrepeso parece haber sido neutralizada por un elemento vampírico. La escena despierta varios sentimientos poderosos, lo que el ser inteligente letrado denomina “sentimientos encontrados”.
El chico artificial olvida las deficiencias por un momento, tiene responsabilidad por la muerte de esa mujer. Enfrentarse a dos sensaciones contradictorias es nuevo para él, por un lado siente mucha tristeza y en el otro extremo quiere liberar odio en contra de la asesina directa de tan amable personaje.
Se acerca con una expresión molesta hasta la vampira, no puede controlar su cara y mantener el rostro neutro esta vez. No comprende muy bien lo que quiere hacer, cualquier intento por estudiar las variables termina cancelado sin mayor consenso… es prácticamente un piloto automático.
El blanco nota la amenaza creciente que se le acerca por lo que intenta escapar, no logra ponerse de pie y termina con la espalda en una pared. Eventualmente Z9-42 llega a su posición, sin mediar palabra eleva el puño. En ese punto predice lo que hará y no tiene interés en detener el proceso, al menos hasta que se da cuenta...
No está bien… ¿verdad?
Baja su brazo evitando un golpe mortal, poco después permite que las variables tengan su consenso. Los seres vivos del lugar se encuentran alterados de alguna forma por la gárgola, no son conscientes de sus actos. Es un tipo complejo de inocencia, la prioridad sigue siendo detener a la fuente.
Forma una expresión de tristeza mientras da la vuelta, tiene un objetivo más importante. Avanza hasta estar cara a cara con el monstruo, esta vez hará el segundo movimiento. Todo va de manera planeada hasta que la vampira salta encima de la gárgola, parece que perdonar le consiguió al "niño" un aliado. Aprovechando la confusión decide intervenir como refuerzo, tiene ventaja numérica esta vez.
Z9-42
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Re: Hoy no es un buen día +18 [Misión]
Iredia se quedó paralizada al ver el ser más horrendo que sus ojos habían contemplado hasta ahora desde que salió de los bosques. Parecía la afirmación grotesca del mal en el mundo, la personificación del horror y de las pesadillas que tiempo atrás poblaban sus sueños algunas noches. Era, literalmente para ella, un demonio. ¿Qué pasaba allí?Acababa de poner a Itrella en peligro y a su gato.
Los guardias entonces intimidaron a Boomer, quien se cayó de culo entre las risas de los soldados. Para mejorar la situación, el hombre herido acabó aún más herido cuando uno de los guardias, sin ningún tipo de miramiento, le clavó la pica. Si de por sí no tenía mucho cariño a los guardias de la ciudad (salvo a uno o quizás dos), ese comportamiento tan despiadado le hizo enervarse de cólera. Estaba aterrada por aquel bicho, pero también furiosa con los guardias.
-Pero, ¿cómo va a ser peligroso?¡Si está herido! -les espetó, enfadada.
Se giró entonces a la pequeña y a su cría de asski
-Vete a ese barril con Rushi y quedaos ahí pase lo que pase. -y le señaló dicho barril, al lado de unas cajas de madera cerca de una casa.
La niña obedeció junto con su gato y la elfa, más segura de sí misma, avanzó entonces corriendo hasta interponerse entre los guardias y el hombre herido. Había visto a Boomer compungido y asustado y, seguramente, ese era el "Padre Bueno" al que se refería. ¿Sería su padre? Igual si le daba tiempo a analizar más sus rostros, encontraba un parecido. Aunque no le cuadraba mucho, Boomer tenía que ser definitivamente hijo de un gigante.
-No me voy a ir a ninguna parte. Si pretendéis que os diga algo, creo que en vez de herirle, será mucho mejor que lo mantengáis con vida, ¿no? -dijo con tono despectivo y, sin dudar mucho, juntó las manos implorando a los dioses y éstas emitieron una suave luz verde.
Rezó para que sus rezos surtieran efecto y evitasen que el hombre muriese desangrado, además de aliviarlo. No pudo evitar mirar de reojo a aquel ser diabólico que los observaba desde el tejado. Se le ocurrió pensar, ilusamente, que en una prisión estaban ahora mismo todos más seguros que en la calle.
-No te preocupes, Callahan, soy médico- le dijo al padre, usando el nombre que había oído de los guardias.
Después, se volvió hacia los guardias, mirándolos muy seriamente.
Estáis atacando a alguien al que no le habéis dado derecho a defenderse. ¿Seguro que protegéis al pueblo? -les dijo con tono tranquilo que escondía un gran desprecio- Algo me dice que no va a ser este hombre el que me haga daño ahora mismo. Y tened en cuenta que hay niños delante. -añadió, pensando en Itrella, que observaba toda la escena de lejos junto con Rushi detrás del barril que le había indicado
Y se quedó allí, plantada en el medio de la refriega sin ninguna intención de moverse por voluntad propia. Su última frase, además, se dio cuenta de que podía interpretarse de varias maneras, pues o bien los guardias le daban una paliza o bien... se la daba el demonio el tejado. En cualquier caso, dudaba de que los soldados fueran tan listos como para darse cuenta de que quedarían en evidencia si la tocaban, así que inhaló profundamente y se preparó para lo peor.
*Uso de habilidad: Maestría: Plegaria
Los guardias entonces intimidaron a Boomer, quien se cayó de culo entre las risas de los soldados. Para mejorar la situación, el hombre herido acabó aún más herido cuando uno de los guardias, sin ningún tipo de miramiento, le clavó la pica. Si de por sí no tenía mucho cariño a los guardias de la ciudad (salvo a uno o quizás dos), ese comportamiento tan despiadado le hizo enervarse de cólera. Estaba aterrada por aquel bicho, pero también furiosa con los guardias.
-Pero, ¿cómo va a ser peligroso?¡Si está herido! -les espetó, enfadada.
Se giró entonces a la pequeña y a su cría de asski
-Vete a ese barril con Rushi y quedaos ahí pase lo que pase. -y le señaló dicho barril, al lado de unas cajas de madera cerca de una casa.
La niña obedeció junto con su gato y la elfa, más segura de sí misma, avanzó entonces corriendo hasta interponerse entre los guardias y el hombre herido. Había visto a Boomer compungido y asustado y, seguramente, ese era el "Padre Bueno" al que se refería. ¿Sería su padre? Igual si le daba tiempo a analizar más sus rostros, encontraba un parecido. Aunque no le cuadraba mucho, Boomer tenía que ser definitivamente hijo de un gigante.
-No me voy a ir a ninguna parte. Si pretendéis que os diga algo, creo que en vez de herirle, será mucho mejor que lo mantengáis con vida, ¿no? -dijo con tono despectivo y, sin dudar mucho, juntó las manos implorando a los dioses y éstas emitieron una suave luz verde.
Rezó para que sus rezos surtieran efecto y evitasen que el hombre muriese desangrado, además de aliviarlo. No pudo evitar mirar de reojo a aquel ser diabólico que los observaba desde el tejado. Se le ocurrió pensar, ilusamente, que en una prisión estaban ahora mismo todos más seguros que en la calle.
-No te preocupes, Callahan, soy médico- le dijo al padre, usando el nombre que había oído de los guardias.
Después, se volvió hacia los guardias, mirándolos muy seriamente.
Estáis atacando a alguien al que no le habéis dado derecho a defenderse. ¿Seguro que protegéis al pueblo? -les dijo con tono tranquilo que escondía un gran desprecio- Algo me dice que no va a ser este hombre el que me haga daño ahora mismo. Y tened en cuenta que hay niños delante. -añadió, pensando en Itrella, que observaba toda la escena de lejos junto con Rushi detrás del barril que le había indicado
Y se quedó allí, plantada en el medio de la refriega sin ninguna intención de moverse por voluntad propia. Su última frase, además, se dio cuenta de que podía interpretarse de varias maneras, pues o bien los guardias le daban una paliza o bien... se la daba el demonio el tejado. En cualquier caso, dudaba de que los soldados fueran tan listos como para darse cuenta de que quedarían en evidencia si la tocaban, así que inhaló profundamente y se preparó para lo peor.
*Uso de habilidad: Maestría: Plegaria
Iredia
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Re: Hoy no es un buen día +18 [Misión]
Ariadna Lynn miró el puño del pequeño chico. Por la excitación tras beber sangre, le pareció que el pequeño era una ricura. Amenazaba como si fuera el héroe más peligroso de toda Aerandir. ¡Qué valiente! ¡Qué estúpido! Como siempre le pasaba tras beber sangre, Ary se convertía en una chica un tanto diferente. La niña desaparecía, perdía la inocencia y dejaba de lado las paranoias con las que se torturaba. Pasaba a ser una chica, una mujer, valiente y decidida, una perfecta seductora devorado de hombres. Una gran suerte que delante suya tuviera a un pequeño hombrecillo muy herido mirándola como si la estuviera amenazando. Abrió la boca y le mostró los colmillos con el mismo gesto perverso que el pequeñín utilizó en su contra.
Otra mujer, con un carácter más macabro que el que cobraba Ary después de beber sangre, se aceraba por el pasillo. Era Démona, sus alas picudas rasgaban las paredes del pasillo emitiendo un chirrido como si alguien estuviera rascando una pizarra. El niño cambió de dirección, dejó a Ariadna tranquila y enfocó su atención a la gárgola. Ariadna hizo lo propio, vio a la gárgola como una rival, no en una amenaza. Ella era su contrincante, alguien que estaba muy por encima y que la deseaba superar.
Con las manos sucias de la sangre de la mujer grande, se echó el pelo rojo hacia atrás para que no le molestase y corrió hacia el encuentro de la gárgola. No tenía nada en las manos, no le hacía falta más, sus uñas le servirían como armas.
A pocos metros de Démona, Ariadna Lynn saltó hacia su rival. Mostraba sus uñas como lo haría un felino a su presa. Consiguió más que la ricura del pequeñín, arañó la cabeza de piedra de la gárgola. Le hizo daño, en el ataque, se le rompieron las uñas y gritó de dolor. Démona, más allá de las tres líneas que cruzaban su cara, se mantenía con la misma expresión socarrona como si no le hubiera pasado nada.
Démona cogió a Ary por el cuello, le lamió la mejilla con una lengua de áspera piedra y la tiró contra el suelo. No contenta con ella, siguió burlándose de la niña pisándole el cuerpecito para no dejarle respirarle. ¿Y el niño? Parecía haberlo olvidado.
Extranjeros, ellos no sabían lo que un hombre era y no era capaz de hacer. El Padre Callahan era famoso por deambular por las noches con un cuchillo de carnicero asesinando vampiros. Un delito menor, según la mayoría de los humanos víctimas de los homicidios de los chupasangres, pero, para un guardia justo de Sacrestic, era igual de grave matar a un humano que a un vampiro.
Ranpell se acercó a la elfa y al sacerdote. Tenía la pica cogida con las dos manos y la apuntaba al cielo para no herir a nadie. El peligro, no estaba en el metal, sino en sus botas. Dio una patada a la cara de la elfa para apartarla del viejo. El gigante volvió a gritar, antes que pudiera hacer nada, apuntó la pica contra su cabeza.
-Quieto, no des un paso más- dijo Ranpell y los otros guardias le siguieron con sus armas.
El capitán Kramer miró desconcertado a Ranpell. Si antes ya se hubo sorprendido de que le hubiese clavado el arma en la pierna del viejo sacerdote, ahora estaba furioso de verdad. En un futuro informe a los superiores, diría que todo fue culpa de Ranpell que merecía el despido o la ejecución por comportamiento indisciplinado y abusos de poder. ¡Viejo estúpido! Ranpell era un guardia, el único que tenía cojones para hacer lo que nadie se atrevía.
Pasó lo que el capitán Kramer temía que pasaría, dos gárgolas aparecieron del cielo. La primera era la pequeña que había liberado al sacerdote, la segunda era grande y musculosa como una montaña. Ranpell conocía su nombre y el pecado que le correspondía: Se llamaba Hudson y mataba con la ira.
Hudon dejó caer una baba espesa y gris en la cabeza de Ranpell. Era muy diferente a la saliva de oro de Lexington, la de Hundon no quemaba ni hacía daño; a simple vista, tan solo mojaba y apestaba a odio malsano. Unos segundos después, se vio el efecto que realmente tenía. Ranpell, sin saber por qué, comenzó a arrancarse a mordiscos la carne del brazo. Era el castigo que reservaba Hundon a los pecadores de la ira, en lugar de enfocar la violencia hacia los demás, la enfocaban contra ellos mismos. Pronto, todos los guerreros de la guardia quedaron empapados de la espesa saliva de color gris. A espaldas de la grandullón gárgola, la pequeña reía como un demonio.
Ambos: Zero e Iredia llegan a las aguas cenagosas y apestosas del río de saliva. Las activamente iracundas se pelean brutalmente en la superficie de la mucosidad, mientras que los hoscos (los pasivamente coléricos) yacen debajo del agua, retraídos. En la superficie de la marisma asquerosa, escribe: "los odios activos desgarran y se gruñen el uno al otro”.
* Z9-42: No has atacado cuando has debido y Ariadna ha ido sola a por Démona. Otra mujer que yace a tus pies. No está muerta, por ahora, pero sí muy gravemente herida. Todavía puedes salvarla si lo deseas. Combate contra la gárgola o, aprovecha la oportunidad para huir por patas.
* Iredia: Has salvado al Padre Callahan y a Boomer. Una nueva gárgola ha aparecido y está castigando a los guardias. Tuya es decisión si quedarte a observar la muerte y enfrentarte contra las gárgolas o huir de los problemas. No te olvides que puedes usar con libertad a los npcs.
Otra mujer, con un carácter más macabro que el que cobraba Ary después de beber sangre, se aceraba por el pasillo. Era Démona, sus alas picudas rasgaban las paredes del pasillo emitiendo un chirrido como si alguien estuviera rascando una pizarra. El niño cambió de dirección, dejó a Ariadna tranquila y enfocó su atención a la gárgola. Ariadna hizo lo propio, vio a la gárgola como una rival, no en una amenaza. Ella era su contrincante, alguien que estaba muy por encima y que la deseaba superar.
Con las manos sucias de la sangre de la mujer grande, se echó el pelo rojo hacia atrás para que no le molestase y corrió hacia el encuentro de la gárgola. No tenía nada en las manos, no le hacía falta más, sus uñas le servirían como armas.
A pocos metros de Démona, Ariadna Lynn saltó hacia su rival. Mostraba sus uñas como lo haría un felino a su presa. Consiguió más que la ricura del pequeñín, arañó la cabeza de piedra de la gárgola. Le hizo daño, en el ataque, se le rompieron las uñas y gritó de dolor. Démona, más allá de las tres líneas que cruzaban su cara, se mantenía con la misma expresión socarrona como si no le hubiera pasado nada.
Démona cogió a Ary por el cuello, le lamió la mejilla con una lengua de áspera piedra y la tiró contra el suelo. No contenta con ella, siguió burlándose de la niña pisándole el cuerpecito para no dejarle respirarle. ¿Y el niño? Parecía haberlo olvidado.
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Extranjeros, ellos no sabían lo que un hombre era y no era capaz de hacer. El Padre Callahan era famoso por deambular por las noches con un cuchillo de carnicero asesinando vampiros. Un delito menor, según la mayoría de los humanos víctimas de los homicidios de los chupasangres, pero, para un guardia justo de Sacrestic, era igual de grave matar a un humano que a un vampiro.
Ranpell se acercó a la elfa y al sacerdote. Tenía la pica cogida con las dos manos y la apuntaba al cielo para no herir a nadie. El peligro, no estaba en el metal, sino en sus botas. Dio una patada a la cara de la elfa para apartarla del viejo. El gigante volvió a gritar, antes que pudiera hacer nada, apuntó la pica contra su cabeza.
-Quieto, no des un paso más- dijo Ranpell y los otros guardias le siguieron con sus armas.
El capitán Kramer miró desconcertado a Ranpell. Si antes ya se hubo sorprendido de que le hubiese clavado el arma en la pierna del viejo sacerdote, ahora estaba furioso de verdad. En un futuro informe a los superiores, diría que todo fue culpa de Ranpell que merecía el despido o la ejecución por comportamiento indisciplinado y abusos de poder. ¡Viejo estúpido! Ranpell era un guardia, el único que tenía cojones para hacer lo que nadie se atrevía.
Pasó lo que el capitán Kramer temía que pasaría, dos gárgolas aparecieron del cielo. La primera era la pequeña que había liberado al sacerdote, la segunda era grande y musculosa como una montaña. Ranpell conocía su nombre y el pecado que le correspondía: Se llamaba Hudson y mataba con la ira.
Hudon dejó caer una baba espesa y gris en la cabeza de Ranpell. Era muy diferente a la saliva de oro de Lexington, la de Hundon no quemaba ni hacía daño; a simple vista, tan solo mojaba y apestaba a odio malsano. Unos segundos después, se vio el efecto que realmente tenía. Ranpell, sin saber por qué, comenzó a arrancarse a mordiscos la carne del brazo. Era el castigo que reservaba Hundon a los pecadores de la ira, en lugar de enfocar la violencia hacia los demás, la enfocaban contra ellos mismos. Pronto, todos los guerreros de la guardia quedaron empapados de la espesa saliva de color gris. A espaldas de la grandullón gárgola, la pequeña reía como un demonio.
- Hundon:
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Ambos: Zero e Iredia llegan a las aguas cenagosas y apestosas del río de saliva. Las activamente iracundas se pelean brutalmente en la superficie de la mucosidad, mientras que los hoscos (los pasivamente coléricos) yacen debajo del agua, retraídos. En la superficie de la marisma asquerosa, escribe: "los odios activos desgarran y se gruñen el uno al otro”.
* Z9-42: No has atacado cuando has debido y Ariadna ha ido sola a por Démona. Otra mujer que yace a tus pies. No está muerta, por ahora, pero sí muy gravemente herida. Todavía puedes salvarla si lo deseas. Combate contra la gárgola o, aprovecha la oportunidad para huir por patas.
* Iredia: Has salvado al Padre Callahan y a Boomer. Una nueva gárgola ha aparecido y está castigando a los guardias. Tuya es decisión si quedarte a observar la muerte y enfrentarte contra las gárgolas o huir de los problemas. No te olvides que puedes usar con libertad a los npcs.
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La mujer hace su mejor esfuerzo por neutralizar a la gárgola, por desgracia ataca sin mucha lógica y termina superada. Un vampiro posee atributos superiores al del ser humano pero siguen siendo limitados, sin una amplia existencia de por medio carecen de los medios para sobrevivir tal enemigo.
El resultado es obvio, ahora la única “aliada” del chico se encuentra en una posición comprometedora para su integridad vital. Zero mira confuso, esto debe ser lo que se conoce como “Karma”, recibir un pago equitativo a lo dispensado en una escala corta de tiempo sin razón aparente.
Con la confusión en auge el pequeño sintético decide intervenir, se propone atacar un punto débil que comparten todos los seres con pulmones. Usa su mano izquierda para sujetarse y golpea la garganta del monstruo repetidas usando su extremidad libre… es una escena como mínimo curiosa.
Aquella criatura violenta intenta liberarse con movimientos salvajes pero cuando Z9-42 sujeta algo rara vez lo suelta, todo es cuestión de mantener presión. Su brazo derecho no da tregua, encadena golpe tras golpe en un frenesí de ataques, sin duda la capacidad de realizar acciones inmediatas tiene mucha utilidad en el mundo.
Esa ofensiva logra un objetivo secundario, liberar a la vampira, el enemigo cambia de posición demasiadas veces como para mantener su aprisionamiento. Los seres vivos inteligentes ponen rostros extraños cuando se sorprenden, es algo a lo que Zero consiguió acostumbrase… el personaje recién salvado sigue con la “tradición”.
Cuando se acercan por inercia a una pared el chico robot hace palanca y causa la caída del enemigo, aprovechándose de esa ventaja táctica mejora su posición. Ahora golpea la cabeza sin pausa, parecen típicos golpes de palanca pero cada impacto tiene una fuerza peligrosamente sobrehumana.
Zero nota que causa daño aunque se pregunta si será suficiente para proclamarse vencedor, este es el rival más duro que ha enfrentado y por bastante. Pensar que existen muchas más gárgolas le genera cierta incertidumbre, hostiles tan fuertes no deberían aterrorizar reinos normales.
Siguiendo su estrategia ahora lanza ataques al cuello, específicamente la unión cervical. No tiene un mapa biológico del sujeto pero conoce esqueletos semejantes… básicamente adivina. Percibe algunos crujidos, las indiscutibles señales de daño interno, ya no queda duda de que está logrando progreso.
Vale destacar que la arremetida en el suelo ocurre muy rápido, redirigió energía para poder ignorar sus propias “heridas” el tiempo suficiente. No existe mejor táctica en el combate que abrumar al contrincante para derrotarle… algunos individuos se toman el concepto más literal que otros.
El resultado es obvio, ahora la única “aliada” del chico se encuentra en una posición comprometedora para su integridad vital. Zero mira confuso, esto debe ser lo que se conoce como “Karma”, recibir un pago equitativo a lo dispensado en una escala corta de tiempo sin razón aparente.
Con la confusión en auge el pequeño sintético decide intervenir, se propone atacar un punto débil que comparten todos los seres con pulmones. Usa su mano izquierda para sujetarse y golpea la garganta del monstruo repetidas usando su extremidad libre… es una escena como mínimo curiosa.
Aquella criatura violenta intenta liberarse con movimientos salvajes pero cuando Z9-42 sujeta algo rara vez lo suelta, todo es cuestión de mantener presión. Su brazo derecho no da tregua, encadena golpe tras golpe en un frenesí de ataques, sin duda la capacidad de realizar acciones inmediatas tiene mucha utilidad en el mundo.
Esa ofensiva logra un objetivo secundario, liberar a la vampira, el enemigo cambia de posición demasiadas veces como para mantener su aprisionamiento. Los seres vivos inteligentes ponen rostros extraños cuando se sorprenden, es algo a lo que Zero consiguió acostumbrase… el personaje recién salvado sigue con la “tradición”.
Cuando se acercan por inercia a una pared el chico robot hace palanca y causa la caída del enemigo, aprovechándose de esa ventaja táctica mejora su posición. Ahora golpea la cabeza sin pausa, parecen típicos golpes de palanca pero cada impacto tiene una fuerza peligrosamente sobrehumana.
Zero nota que causa daño aunque se pregunta si será suficiente para proclamarse vencedor, este es el rival más duro que ha enfrentado y por bastante. Pensar que existen muchas más gárgolas le genera cierta incertidumbre, hostiles tan fuertes no deberían aterrorizar reinos normales.
Siguiendo su estrategia ahora lanza ataques al cuello, específicamente la unión cervical. No tiene un mapa biológico del sujeto pero conoce esqueletos semejantes… básicamente adivina. Percibe algunos crujidos, las indiscutibles señales de daño interno, ya no queda duda de que está logrando progreso.
Vale destacar que la arremetida en el suelo ocurre muy rápido, redirigió energía para poder ignorar sus propias “heridas” el tiempo suficiente. No existe mejor táctica en el combate que abrumar al contrincante para derrotarle… algunos individuos se toman el concepto más literal que otros.
Z9-42
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Re: Hoy no es un buen día +18 [Misión]
Pues al final, ocurrió lo que más temía: se llevó un golpe. Concretamente, una patada con una bota acabada en punta que le dio tal revés que cayó al suelo de bruces y tardó varios segundos en reaccionar. Añadió a sus síntomas un desagradable pitido en los oídos y un feo golpe en la cara. Oyó un grito de lejos que, presupuso, se trataba de Boomer. Pero no fue el golpe en la cara lo que le impactó de primera mano, sino lo que vio una vez consiguió alzar la cabeza del suelo. Aquel bicho inmundo del tejado había bajado junto con un compañero más pequeño que él. El demonio gigante había esparcido una sustancia viscosa y gris que parecía provenir de su boca y el guardia que la había zurrado ahora se comía a sí mismo literalmente. Una imagen tan horrible que Iredia tardaría mucho tiempo en olvidarla.
Al instante, todos los guardias se hallaban empapados y todos empezaron a hacer lo mismo: devorarse a sí mismos. Sólo uno pareció que no se vio rozado por la baba y miraba casi paralizado cómo sus compañeros caían presos de sus propias heridas mientras el demonio grande observaba y el pequeño reía malignamente sin parar.
<<Iredia, has ido a parar al infierno>>, pensó con el peso de la certeza en su corazón.
Boomer, aprovechando el caos, consiguió escaparse y acudir junto a Iredia y el padre Callahan, quién se hallaba en un estado lamentable.
-Padre Bueno, Padre Bueno... yo intentar... pero ellos no escucharon...- lloraba mientras arropaba al Padre entre sus brazos y lo achuchaba.
Iredia se levantó pesadamente y miró detenidamente al guardia que la había zurrado agonizando mientras seguía devorándose las piernas. Un sentimiento nada propio en ella despertó en su interior: indiferencia. Sin querer, aunque esa muerte fuera horrible, no guardaba cariño alguno a los guardias. Su experiencia anterior le había enseñado que casi ninguno cumplía con su deber. Con esfuerzo, andó a gatas hasta acudir al lado de Boomer y el padre Callahan. Éste la miró con cierta gratitud.
-Gracias, niña.
Iredia no pudo evitar una risa breve.
-No creo que dijera eso si supiese mi edad -observó, más seria, las heridas del sacerdote. Miró a Boomer, quien abrazaba al padre mientras se balanceaba hacia delante y hacia atrás- Tenemos que llevarlo aparte, se está desangrando y necesito concentrarme para curarlo.
-¡Boomer! -se oyó entonces una exclamación.
La elfa observó con horror que su niña, Itrella, se había acercado más de la cuenta hacia ellos. A tan solo un par de metros de donde estaban las gárgolas y los guardias auto devorándose. Uno de ellos, con la mano colgando y sangrante, fue tambaleante hasta ella.
-¡NO! -chilló Iredia con horror mientras se levantaba.
No llegó a saber si el guardia de la mano colgante tenía intención alguna de devorar a Itrella, de abrazarla o de nada en particular, pues no le dio tiempo. Otro guardia, con dos zancadas y un movimiento rápido de espada, le rebanó la cabeza y cogió a la niña en brazos.
-¡Seguidme! -dijo entonces el guardia, dirigiéndose hacia ellos.
Boomer miró a Iredia interrogante. Ella sólo pensaba en Itrella, en sacarla de las garras de las gárgolas y de las de ese humano de mierda.
-Vamos.
El gigante entonces cargó con el padre Callahan como si fuera un liviano bebé y todos siguieron al guardia hasta unas tres calles más atrás, alejados de las gárgolas y en un callejón lleno de cubos. Al instante, en cuanto llegaron, Boomer dejó al sacerdote en el suelo con cuidado e Iredia sacó el arco y apuntó a la cabeza del guardia.
-Ya la estás soltando, humano.
-No pensaba hacerle daño -con cuidado, el hombre dejó a la niña en el suelo y esta fue a las piernas de Iredia a esconderse. Ésta no cambió el gesto- Soy el capitán Kramer.
Iredia, sin soltar el arco, miró de reojo al sacerdote y a Boomer. La niña, en sus piernas, temblaba como un junco.
-Créeme, no es a mí a quién le tienes que apuntar con eso. -miró acusatoriamente a Callahan.
El padre Callahan respondió con una risotada entre toses secas.
-Ni a mí,
La elfa puso los ojos en blanco, aún con el arco apuntando al guardia.
-¿Alguien me puede explicar por qué hay demonios en las calles y gente comiéndose a sí misma?
Al instante, todos los guardias se hallaban empapados y todos empezaron a hacer lo mismo: devorarse a sí mismos. Sólo uno pareció que no se vio rozado por la baba y miraba casi paralizado cómo sus compañeros caían presos de sus propias heridas mientras el demonio grande observaba y el pequeño reía malignamente sin parar.
<<Iredia, has ido a parar al infierno>>, pensó con el peso de la certeza en su corazón.
Boomer, aprovechando el caos, consiguió escaparse y acudir junto a Iredia y el padre Callahan, quién se hallaba en un estado lamentable.
-Padre Bueno, Padre Bueno... yo intentar... pero ellos no escucharon...- lloraba mientras arropaba al Padre entre sus brazos y lo achuchaba.
Iredia se levantó pesadamente y miró detenidamente al guardia que la había zurrado agonizando mientras seguía devorándose las piernas. Un sentimiento nada propio en ella despertó en su interior: indiferencia. Sin querer, aunque esa muerte fuera horrible, no guardaba cariño alguno a los guardias. Su experiencia anterior le había enseñado que casi ninguno cumplía con su deber. Con esfuerzo, andó a gatas hasta acudir al lado de Boomer y el padre Callahan. Éste la miró con cierta gratitud.
-Gracias, niña.
Iredia no pudo evitar una risa breve.
-No creo que dijera eso si supiese mi edad -observó, más seria, las heridas del sacerdote. Miró a Boomer, quien abrazaba al padre mientras se balanceaba hacia delante y hacia atrás- Tenemos que llevarlo aparte, se está desangrando y necesito concentrarme para curarlo.
-¡Boomer! -se oyó entonces una exclamación.
La elfa observó con horror que su niña, Itrella, se había acercado más de la cuenta hacia ellos. A tan solo un par de metros de donde estaban las gárgolas y los guardias auto devorándose. Uno de ellos, con la mano colgando y sangrante, fue tambaleante hasta ella.
-¡NO! -chilló Iredia con horror mientras se levantaba.
No llegó a saber si el guardia de la mano colgante tenía intención alguna de devorar a Itrella, de abrazarla o de nada en particular, pues no le dio tiempo. Otro guardia, con dos zancadas y un movimiento rápido de espada, le rebanó la cabeza y cogió a la niña en brazos.
-¡Seguidme! -dijo entonces el guardia, dirigiéndose hacia ellos.
Boomer miró a Iredia interrogante. Ella sólo pensaba en Itrella, en sacarla de las garras de las gárgolas y de las de ese humano de mierda.
-Vamos.
El gigante entonces cargó con el padre Callahan como si fuera un liviano bebé y todos siguieron al guardia hasta unas tres calles más atrás, alejados de las gárgolas y en un callejón lleno de cubos. Al instante, en cuanto llegaron, Boomer dejó al sacerdote en el suelo con cuidado e Iredia sacó el arco y apuntó a la cabeza del guardia.
-Ya la estás soltando, humano.
-No pensaba hacerle daño -con cuidado, el hombre dejó a la niña en el suelo y esta fue a las piernas de Iredia a esconderse. Ésta no cambió el gesto- Soy el capitán Kramer.
Iredia, sin soltar el arco, miró de reojo al sacerdote y a Boomer. La niña, en sus piernas, temblaba como un junco.
-Créeme, no es a mí a quién le tienes que apuntar con eso. -miró acusatoriamente a Callahan.
El padre Callahan respondió con una risotada entre toses secas.
-Ni a mí,
La elfa puso los ojos en blanco, aún con el arco apuntando al guardia.
-¿Alguien me puede explicar por qué hay demonios en las calles y gente comiéndose a sí misma?
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Re: Hoy no es un buen día +18 [Misión]
El cuerpo de Démora era dura roca, el del chiquillo de frío metal. Si tuviera que elegir un ganador, no sabría por quién decantarse. El pequeño combatía con intensidad, aprovecha la ventaja de ser más liviano y rápido que la gárgola para propinar más golpes en menos tiempo. Desde el suelo, con un ojo entre abierto y el otro cerrado, Ariadna veía la pelea en un estado de semiconsciencia. Por momentos, parecía saber qué era lo que estaba pasando, podía imaginarse la gravedad de cada golpe. La lucidez se desvanecía pronto, su visión se volvía gris y deforme. Donde antes hubiera estado Démora, veía una mancha morada y donde estaba el chiquillo, un pegote amorfo que bien podía ser una persona o una nube.
Con las dos manos apoyadas en el suelo, tomó impulso para levantarse. Deseaba poder levantarse del suelo y luchar contra Démora. No era una cuestión de venganza, sino de dignidad. La misma que había perdido en el instante en el que pensó en sacrificar alguna de sus odiosas compañeras de trabajo con tal de salvarse. A partir de ese momento, todo fue a cuesta abajo. “O ella, o yo”, esa frase resumía a la perfección el porqué de sus actos: “o mis compañeras o yo, o la mujer obesa o yo”. ¿O el chiquillo o yo?
Se alejó de la gárgola y el niño arrastrándose por el suelo dejando un rastro de sangre por donde pasaba. No veía por donde iba, se orientaba con las manos, mientras siguiese notando el tacto aterciopelado de la alfombra del pasillo, todo iba bien; mejor que bien.
Una vez abandonó la comodidad de la alfombra y no pudo orientarse, no se lo pensó dos veces. Cogió el extremo de la alfombra con las dos manos y la atizó lo más más fuerte que pudo provocando olas de terciopelo.
La idea funcionó, Démora resbaló por una de las oleadas de la alfombra. Alzó el vuelo antes de caer al suelo. Craso error, el pasillo era estrecho, diminuto; sus alas no cabían desplegadas. Las paredes se llenaron de arañazos y el suelo del yeso y la pintura que Démora desgarraba. Al verse atrapada, la gárgola soltó al chiquillo y salió volando, conforme podía, por la ventana.
-¡Lo hemos conseguido, hemos…!- Ariadna iba a decir algo más, pero se vio interrumpida por una horrible angustia que desembocó en un llanto desconsolado.
-Yo te lo explicaré-.
El Padre Callahan acarició la mejilla de Boomer a modo de señal para que dejase de llorar. Sí, se encontraba herido y la pierna le dolía como un demonio, pero no por ello iba a consentir que llorasen por él.
-Me has salvado, debes saber qué cojones está pasando- se mordió los labios para encerrar un grito de dolor, luego continuó hablando como si nada - Todos merecéis saberlo-.
-Padre Bueno no hablar. Padre Bueno necesitar descansar- repetía el gigante.
-Hazle caso, viejo; si sigues así acabarás en el hoyo- dijo el guardia.
-Silencio- sin elevar el tono, conseguía resultar amenazante - Voy a hablar – de nuevo, ahogó otro gritó apretando los dientes.- Yo hice posible que esos Demonios cobrasen vida- levantó la mano con la que acarició a Boomer para señalar a las gárgolas que se marchaban en busca de sus nuevas víctimas - Son las gárgolas de mi Iglesia. No es necesario que lo digas otra vez, Boomer, sé que te dan miedo. A todos nos lo dan. Cada una, representa un pecado de Sacrestic. En mis sermones, hablo del día del Juicio Final, el día en el que los Demonios cobren vida y torturen a los pecadores como se merecen. Esas de ahí se llaman Hundon y Lexington. Hundon es la grande, representa la ira. Lexington es la avaricia-.
-No puedo creerlo, Ranpell tenía razón contigo- Kramer abrazó a la pequeña niña que venía con la elfa con las manos cruzadas, como si estuviera formando un escudo para protegerla. -Dispárale, elfa. Acabemos con esto-.
-Déjame terminar-.
-Guardia dejar hablar a Padre Bueno- la voz de Boomer sonó como si fuera la de una bestia.
-He dicho que hice posible este infierno, no que fuera su causante. Hace tres días, vi a alguien subir al campanario de mi Iglesia. Boomer no sube si no es conmigo, tiene miedo a subir solo. Y cuando lo subimos los dos, tengo que hacer sonar las campanas para tranquilizarle- sonrío como si estuviera hablando de su propio hijo. Boomer, movía la boca como si estuviera diciendo, para él mismo DONG – Esa persona de quien os hablo ha escuchado todos mis sermones, estoy seguro. Llamadle fanático, obseso o asesino, me importa una mierda. La cuestión es que él fue el que dio vida a las gárgolas, no yo-.
* Z9-42: Has conseguido vencer a Démora. La gárgola ha escapado. La mala noticia es que tus heridas son muy graves. ¡Mírate! Tu cuerpo está lleno de arañazos, en algunas partes se te ha desprendido la piel sintética y se te ven las partes de metal. Antes de volver a enfrentarte con otra bestia, deberás tomar unos minutos de descanso en el burdel. Junto con Ariadna, que no está en un mejor estado que el tuyo, os cambiaréis de ropa y os asearéis para el próximo peligro. Ese no es el objetivo principal de tu siguiente post, sino formal una relación con la vampira. Ya has visto que solo no has podido destruir todavía una gárgola, Ary ha demostrado tener agallas. Tendrás que convencerla para que te ayude a combatir contra las demás. Obviamente, eres libre de usar a Ariadna como desees.
* Iredia: Conoces la historia y tú tienes el arco en tus manos. La flecha está cada vez más tensa, tendrás que disparar (a una persona o al aire). Fuiste tú la que tensó el arco, ahora dispara. Elijas lo que elijas, deberás calmar el ambiente. Quedan 3 gárgolas por descubrir, Zero se encontró con dos y tú con otras dos. Cada siguiente círculo es peor que el anterior, las torturas son más demenciales. Pronto Sacrestic Ville, conocida por la ciudad más pecadora de Aerandir, sucumbirá por el juico de las gárgolas. Con ese pretexto, imagina cómo se deben sentir el Padre Callahan, Kramer y el Pequeño Boomer. Tranquilízalos, usa tu magia para curar las heridas y tus palabras para sanar las mentes. Lo mismo que le he dicho a Chimbot, no te preocupes por usar los npcs.
Con las dos manos apoyadas en el suelo, tomó impulso para levantarse. Deseaba poder levantarse del suelo y luchar contra Démora. No era una cuestión de venganza, sino de dignidad. La misma que había perdido en el instante en el que pensó en sacrificar alguna de sus odiosas compañeras de trabajo con tal de salvarse. A partir de ese momento, todo fue a cuesta abajo. “O ella, o yo”, esa frase resumía a la perfección el porqué de sus actos: “o mis compañeras o yo, o la mujer obesa o yo”. ¿O el chiquillo o yo?
Se alejó de la gárgola y el niño arrastrándose por el suelo dejando un rastro de sangre por donde pasaba. No veía por donde iba, se orientaba con las manos, mientras siguiese notando el tacto aterciopelado de la alfombra del pasillo, todo iba bien; mejor que bien.
Una vez abandonó la comodidad de la alfombra y no pudo orientarse, no se lo pensó dos veces. Cogió el extremo de la alfombra con las dos manos y la atizó lo más más fuerte que pudo provocando olas de terciopelo.
La idea funcionó, Démora resbaló por una de las oleadas de la alfombra. Alzó el vuelo antes de caer al suelo. Craso error, el pasillo era estrecho, diminuto; sus alas no cabían desplegadas. Las paredes se llenaron de arañazos y el suelo del yeso y la pintura que Démora desgarraba. Al verse atrapada, la gárgola soltó al chiquillo y salió volando, conforme podía, por la ventana.
-¡Lo hemos conseguido, hemos…!- Ariadna iba a decir algo más, pero se vio interrumpida por una horrible angustia que desembocó en un llanto desconsolado.
_____________________
-Yo te lo explicaré-.
El Padre Callahan acarició la mejilla de Boomer a modo de señal para que dejase de llorar. Sí, se encontraba herido y la pierna le dolía como un demonio, pero no por ello iba a consentir que llorasen por él.
-Me has salvado, debes saber qué cojones está pasando- se mordió los labios para encerrar un grito de dolor, luego continuó hablando como si nada - Todos merecéis saberlo-.
-Padre Bueno no hablar. Padre Bueno necesitar descansar- repetía el gigante.
-Hazle caso, viejo; si sigues así acabarás en el hoyo- dijo el guardia.
-Silencio- sin elevar el tono, conseguía resultar amenazante - Voy a hablar – de nuevo, ahogó otro gritó apretando los dientes.- Yo hice posible que esos Demonios cobrasen vida- levantó la mano con la que acarició a Boomer para señalar a las gárgolas que se marchaban en busca de sus nuevas víctimas - Son las gárgolas de mi Iglesia. No es necesario que lo digas otra vez, Boomer, sé que te dan miedo. A todos nos lo dan. Cada una, representa un pecado de Sacrestic. En mis sermones, hablo del día del Juicio Final, el día en el que los Demonios cobren vida y torturen a los pecadores como se merecen. Esas de ahí se llaman Hundon y Lexington. Hundon es la grande, representa la ira. Lexington es la avaricia-.
-No puedo creerlo, Ranpell tenía razón contigo- Kramer abrazó a la pequeña niña que venía con la elfa con las manos cruzadas, como si estuviera formando un escudo para protegerla. -Dispárale, elfa. Acabemos con esto-.
-Déjame terminar-.
-Guardia dejar hablar a Padre Bueno- la voz de Boomer sonó como si fuera la de una bestia.
-He dicho que hice posible este infierno, no que fuera su causante. Hace tres días, vi a alguien subir al campanario de mi Iglesia. Boomer no sube si no es conmigo, tiene miedo a subir solo. Y cuando lo subimos los dos, tengo que hacer sonar las campanas para tranquilizarle- sonrío como si estuviera hablando de su propio hijo. Boomer, movía la boca como si estuviera diciendo, para él mismo DONG – Esa persona de quien os hablo ha escuchado todos mis sermones, estoy seguro. Llamadle fanático, obseso o asesino, me importa una mierda. La cuestión es que él fue el que dio vida a las gárgolas, no yo-.
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* Z9-42: Has conseguido vencer a Démora. La gárgola ha escapado. La mala noticia es que tus heridas son muy graves. ¡Mírate! Tu cuerpo está lleno de arañazos, en algunas partes se te ha desprendido la piel sintética y se te ven las partes de metal. Antes de volver a enfrentarte con otra bestia, deberás tomar unos minutos de descanso en el burdel. Junto con Ariadna, que no está en un mejor estado que el tuyo, os cambiaréis de ropa y os asearéis para el próximo peligro. Ese no es el objetivo principal de tu siguiente post, sino formal una relación con la vampira. Ya has visto que solo no has podido destruir todavía una gárgola, Ary ha demostrado tener agallas. Tendrás que convencerla para que te ayude a combatir contra las demás. Obviamente, eres libre de usar a Ariadna como desees.
* Iredia: Conoces la historia y tú tienes el arco en tus manos. La flecha está cada vez más tensa, tendrás que disparar (a una persona o al aire). Fuiste tú la que tensó el arco, ahora dispara. Elijas lo que elijas, deberás calmar el ambiente. Quedan 3 gárgolas por descubrir, Zero se encontró con dos y tú con otras dos. Cada siguiente círculo es peor que el anterior, las torturas son más demenciales. Pronto Sacrestic Ville, conocida por la ciudad más pecadora de Aerandir, sucumbirá por el juico de las gárgolas. Con ese pretexto, imagina cómo se deben sentir el Padre Callahan, Kramer y el Pequeño Boomer. Tranquilízalos, usa tu magia para curar las heridas y tus palabras para sanar las mentes. Lo mismo que le he dicho a Chimbot, no te preocupes por usar los npcs.
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Re: Hoy no es un buen día +18 [Misión]
El combate se desenvuelve de manera muy violenta, ambas entidades ponen su mejor esfuerzo en causar daño significativo al contrario. Los ataques de Zero logran ocasionar heridas pero su enemigo es tan resistente como el, comienza a cuestionarse si fue buena no llevarse un arma de energía en su escape.
El pequeño robot no suele considerar la opción de rendirse y “salir corriendo” pero su batalla actual resulta tan cruda que lo medita dos veces, una retirada táctica suele dar oportunidad a la facción en desventaja. Afortunadamente su record continua intacto, la vampira interviene ocasionando la huida del enemigo.
Z9-42 cae a un lado, con dificultad se recuesta de una pared. Esta averiado en varias zonas importantes, tiene heridas abiertas y la carne aumentada del nudillo izquierdo se separó mostrando varios hueso metálicos de la mano. Nunca había recibido una “paliza” semejante, parece que algunos enemigos de Aerandir pueden estar a la altura de cualquier bio.
Cabecea un par de veces, no puede enfocarse en cosas estéticas como mantener la cabeza erguida mientras revisa posibilidades en ahorro energético. Llega a una conclusión seria, es necesario descansar para que los sistemas de reparación hagan su trabajo. La mejora de restablecimiento instantáneo nunca fue instalada en su sistema, debe “curarse a la antigua”.
Se queda quieto mirando el otro extremo de la pared, no tiene por qué supervisar de primera mano las reparaciones. Sus heridas abiertas comienzan a supurar abundante líquido cicatrizante, es similar al humano pero mucho más efectivo. Respira lentamente para no dañar algo adicional aunque tiene la suficiente delicadeza como para agradecer.
Muchas… GG-gracias por tuu tú… ayuda.
Sonríe con esfuerzo, luego modula los sistemas de voz pues se averiaron por un golpe. Una de muchas alerta destaca en su matriz aumentada, debe reducir tensión o se apagara por varias horas. No está logrando mantener los sistemas de reparación y el coctel analgésico activos al mismo tiempo… debe reducir esfuerzo.
Debo… liberar presión emocional… me disculpo por esto.
Algunas lágrimas corren por sus ojos, simultáneamente los niveles bajan. Llorar suele ayudar en situaciones específicas, aunque la gente lo mire de mala manera puede resultar útil. Continua soltando lagrimas varios minutos, luego se detiene al recuperar la armonía del sistema y procura mantenerlo así.
También fuiste lastimada… ¿puedo ayudar de alguna manera?
No “sollozo” no es nada para una vampira.
Es una pequeña enciclopedia médica ambulante, sabe cómo dirigir o al menos supervisar una curación. Los vampiros son prácticamente humanos aumentados de forma mágica, muchas de sus partes siguen funcionando igual que en sus vidas anteriores. Una cosa esta clara, Zero está en deuda con alguien por primera vez desde su transformación.
¿Mejor?
Si…
La tranquilidad del niño logran disminuir el choque emocional que tiene su acompañante, su llanto se aplaca por etapas. Zero hubiera tratado de animarla directamente de no ser por sus propias heridas, requieren cierta concentración inicial. El instante es interrumpido por un leve pitido audible, ya puede moverse aunque este siendo reparado desde adentro.
Se levanta rápido y da algunos tumbos involuntarios, luego revisa los daños externos. Las heridas cicatrizaron aunque sus áreas predilectas ahora ostentan marcas rojas características, eso debería solucionarse luego de dormir una noche. Cuando detalla el estado de su ropa frota ambas manos con fuerza, al alcanzar la temperatura de una plancha les pasa por las costuras rotas, es material inteligente que se repara con el calor.
Nunca antes había visto a un niño bio.
Creo que soy el primero… o al menos el único en funcionamiento.
Abre la puerta de los “baños laborales” y saca agua de la tina más grande con un cubo, a continuación se vacía el contenido encima varias veces de arriba abajo. Su cuerpo y vestimenta sueltan todo material extraño en presencia de agua, algo copiado de varias especies animales terrestres y aerandianas.
¿Mejor?
¿Cómo nuevo?... necesito tu ayuda para derrotar a esas bestias, no puedo eliminarlas sin apoyo.
¿¿¡¡Que!!?? ¿¿¡¡Apenas sobrevivimos y quieres volver a jugar con esas cosas!!??
Si no hacemos algo más personas morirán y… “revisa opciones en su actualizada base de datos social” seguramente ¿darán recompensa…?
Eso ultimo no suena tan mal “medita”
El pequeño robot no suele considerar la opción de rendirse y “salir corriendo” pero su batalla actual resulta tan cruda que lo medita dos veces, una retirada táctica suele dar oportunidad a la facción en desventaja. Afortunadamente su record continua intacto, la vampira interviene ocasionando la huida del enemigo.
Z9-42 cae a un lado, con dificultad se recuesta de una pared. Esta averiado en varias zonas importantes, tiene heridas abiertas y la carne aumentada del nudillo izquierdo se separó mostrando varios hueso metálicos de la mano. Nunca había recibido una “paliza” semejante, parece que algunos enemigos de Aerandir pueden estar a la altura de cualquier bio.
Cabecea un par de veces, no puede enfocarse en cosas estéticas como mantener la cabeza erguida mientras revisa posibilidades en ahorro energético. Llega a una conclusión seria, es necesario descansar para que los sistemas de reparación hagan su trabajo. La mejora de restablecimiento instantáneo nunca fue instalada en su sistema, debe “curarse a la antigua”.
Se queda quieto mirando el otro extremo de la pared, no tiene por qué supervisar de primera mano las reparaciones. Sus heridas abiertas comienzan a supurar abundante líquido cicatrizante, es similar al humano pero mucho más efectivo. Respira lentamente para no dañar algo adicional aunque tiene la suficiente delicadeza como para agradecer.
Muchas… GG-gracias por tuu tú… ayuda.
Sonríe con esfuerzo, luego modula los sistemas de voz pues se averiaron por un golpe. Una de muchas alerta destaca en su matriz aumentada, debe reducir tensión o se apagara por varias horas. No está logrando mantener los sistemas de reparación y el coctel analgésico activos al mismo tiempo… debe reducir esfuerzo.
Debo… liberar presión emocional… me disculpo por esto.
Algunas lágrimas corren por sus ojos, simultáneamente los niveles bajan. Llorar suele ayudar en situaciones específicas, aunque la gente lo mire de mala manera puede resultar útil. Continua soltando lagrimas varios minutos, luego se detiene al recuperar la armonía del sistema y procura mantenerlo así.
También fuiste lastimada… ¿puedo ayudar de alguna manera?
No “sollozo” no es nada para una vampira.
Es una pequeña enciclopedia médica ambulante, sabe cómo dirigir o al menos supervisar una curación. Los vampiros son prácticamente humanos aumentados de forma mágica, muchas de sus partes siguen funcionando igual que en sus vidas anteriores. Una cosa esta clara, Zero está en deuda con alguien por primera vez desde su transformación.
¿Mejor?
Si…
La tranquilidad del niño logran disminuir el choque emocional que tiene su acompañante, su llanto se aplaca por etapas. Zero hubiera tratado de animarla directamente de no ser por sus propias heridas, requieren cierta concentración inicial. El instante es interrumpido por un leve pitido audible, ya puede moverse aunque este siendo reparado desde adentro.
Se levanta rápido y da algunos tumbos involuntarios, luego revisa los daños externos. Las heridas cicatrizaron aunque sus áreas predilectas ahora ostentan marcas rojas características, eso debería solucionarse luego de dormir una noche. Cuando detalla el estado de su ropa frota ambas manos con fuerza, al alcanzar la temperatura de una plancha les pasa por las costuras rotas, es material inteligente que se repara con el calor.
Nunca antes había visto a un niño bio.
Creo que soy el primero… o al menos el único en funcionamiento.
Abre la puerta de los “baños laborales” y saca agua de la tina más grande con un cubo, a continuación se vacía el contenido encima varias veces de arriba abajo. Su cuerpo y vestimenta sueltan todo material extraño en presencia de agua, algo copiado de varias especies animales terrestres y aerandianas.
¿Mejor?
¿Cómo nuevo?... necesito tu ayuda para derrotar a esas bestias, no puedo eliminarlas sin apoyo.
¿¿¡¡Que!!?? ¿¿¡¡Apenas sobrevivimos y quieres volver a jugar con esas cosas!!??
Si no hacemos algo más personas morirán y… “revisa opciones en su actualizada base de datos social” seguramente ¿darán recompensa…?
Eso ultimo no suena tan mal “medita”
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Re: Hoy no es un buen día +18 [Misión]
La elfa seguía mirando fijamente al guardia, con el arco tenso mientras el cura hablaba. A medida que las palabras del Padre iban surgiendo de sus labios, un gesto de hastío recorrió el rostro de la joven. Al final todo se reducía a que los humanos, una vez más, se destruían entre ellos. Itrella estaba encogida entre los brazos del guardia. Para alivio de la elfa, al menos no parecía que este fuera a hacerle daño. Con un suspiro, cuando Callahan terminó de hablar, alzó el arco al aire y disparó la flecha, clavándose en uno de los mástiles que rodeaban el callejón. La flecha se quedó en la madera, zumbando aún después de ser clavada. Se guardó el arco a la espalda y miró primero a Callahan y después a Kramer.
-Lo siento, Kramer. -dijo mientras se sacudía las manos en sus ropajes- No disparo a hombres inocentes.
Como corroborando sus palabras, el asski de Iredia se acercó temeroso hasta Boomer, olfateando primero al grandullón y luego acercándose al cura herido. Éste lo miró mientras el animalillo se colocaba a su costado y se sentaba mirando a la elfa, como esperando que ella le atendiese. Ella sonrió levemente. Su animal tenía un gran instinto para detectar la maldad y la bondad, como casi todos los animales del mundo.
-¿Estás loca? ¡Nos matará en cuanto le demos la espalda! ¡Mandará a esos bichos a por nosotros! ¡MIS COMPAÑEROS! ¡MI GENTE HA MUERTO POR CULPA DE ESE CABRÓN! -estalló en cólera el guardia, dejando escapar un par de lágrimas rabiosas.
El guardia apretó los hombros de la niña, haciendo que temblase bajo su abrazo. Iredia suspiró e hizo algo que nunca pensó que volvería a hacer jamás: se acercó al guardia y le dio un abrazo, rodeando su cuello. Boomer y el padre Callahan contemplaron la escena con visible asombro, aunque el cura estaba menos sorprendido que Boomer.
-Así son los elfos. -comentó en voz baja al grandullón con una media sonrisa.
Kramer, por otro lado, era el que más anonadado estaba de todos. Su sorpresa le valió para reducir el apretón al que había sometido a Itrella. Esta pudo zafarse y abrazar las piernas de Iredia a la vez que ésta abrazaba al guardia. Vista desde fuera, la escena era bastante tierna. Al final, tras varios segundos de duda, el capitán alzó levemente los brazos para rozar la cintura de Iredia con timidez. Estaba claro que no solía recibir abrazos de mujeres elfas, menos de una que le acababa de apuntar con un arco instantes antes.
-Escúchame. -le dijo esta con voz suave y melódica, mirándolo a los ojos- Muchas más niñas pequeñas como ella están en peligro ahora. -señaló a la temblorosa Itrella con la mirada- No sé por qué odias a ese hombre. Yo sólo veo a un herido que es el único que puede solucionar verdaderamente esto. Quieres que esas gárgolas se vayan, ¿verdad? Yo también. Arreglémoslo. Juntos. Y abre tu tercer ojo, soldado. Las cosas no son siempre lo que parecen. -añadió, con más vehemencia y poniendo su dedo índice en la frente de él, donde supuestamente se hallaba su tercer ojo- Mandemos a esos bichos a ese infierno del que han venido.
El guardia la miraba callado, dudoso. Iredia, consciente de que, mínimo, le había hecho pensar, se dio la vuelta y se arrodilló junto a su pequeña asustada. La abrazó.
-¿Recuerdas la canción que te enseñé el otro día?¿La que le canté a la mariposa?
Itrella, con los ojos llorosos, asintió. La elfa la agarró de las manitas y entonó.
La niña entonaba con la elfa, primero tímida, luego más valiente cuando no se veía sola cantando. Iredia no pudo evitar acordarse de aquella mariposa a la que le cantó esa misma canción una vez. Parecía que había pasado una eternidad, pero el efecto era el mismo. Los ánimos se calmaban siempre después de una canción.
Dejó a Kramer con sus dudas y se llevó a Itrella consigo a curar al guardia, Dio una caricia suave a su asski y luego le puso la mano en el rostro al cura con cariño. Con un suspiro, juntó las manos y
Iredia entonces cerró los ojos y se llevó una mano a la frente.
-Creo que necesito descansar un momento. la curación tiene sus riesgos. -dijo con una sonrisa algo más triste.
La niña se había quedado mirando lo que había hecho su niñera con una cara muy cómica. El padre Callahan, por otro lado, la observaba con mucha aprobación.
-Sois criaturas asombrosas -con ayuda de Boomer, se incorporó, quedándose sentado sobre sus cuartos traseros mientras comprobaba la movilidad de su pierna- Por desgracia, la luz que emites tiene por enemiga una negra sombra en esta ciudad. Debemos actuar rápido, señorita.
Iredia se mordió el labio.
-¿Cuáles son los pecados capitales?
La pregunta hizo que el cura alzase las cejas con asombro. Incluso el guardia soltó una risotada.
-¿Qué? ¡No conozco vuestra religión! No me hagáis preguntaros cuáles son mis dioses, seguro que no tenéis ni idea. -farfulló, más gruñona.
Con una sonrisa, el Padre Callahan miró a Boomer. Le asintió.
-La ira, la... la... envidia, la gula, la... -comenzó Boomer.
-...avaricia, la pereza, la soberbia y la lujuria - terminó Callahan.
Iredia se mordió el labio. Ella había visto dos, la ira y la avaricia. Quedaban al menos otras cinco.
-En ese caso, Padre Callahan, tengo dos preguntas y una propuesta. Como dudo que las gárgolas quieran razonar... ¿hay alguna forma de saber cuándo y dónde puede aparecer la siguiente? Y, ¿conocéis al que pudo haber despertado a las gárgolas? Si ha escuchado todos vuestros sermones, seguro que al menos te suenan las caras de aquellos que te escuchan a menudo. Y sabía la forma de despertarlas.
-¿Y la propuesta? -preguntó Callahan, enarcando una ceja.
La elfa sonrió.
-¿Qué os parece un tour por el campanario? Si las bestias salieron de allí... allí está la clave, ¿no?
Kramer resopló. El Padre Callahan ladeó la cabeza, sin dejar de mirar a Iredia.
*USO DE HABILIDAD: Plegaria de alivio.
Los siguientes 3 turnos serán de enfriamiento, no podré realizar magia curativa.
-Lo siento, Kramer. -dijo mientras se sacudía las manos en sus ropajes- No disparo a hombres inocentes.
Como corroborando sus palabras, el asski de Iredia se acercó temeroso hasta Boomer, olfateando primero al grandullón y luego acercándose al cura herido. Éste lo miró mientras el animalillo se colocaba a su costado y se sentaba mirando a la elfa, como esperando que ella le atendiese. Ella sonrió levemente. Su animal tenía un gran instinto para detectar la maldad y la bondad, como casi todos los animales del mundo.
-¿Estás loca? ¡Nos matará en cuanto le demos la espalda! ¡Mandará a esos bichos a por nosotros! ¡MIS COMPAÑEROS! ¡MI GENTE HA MUERTO POR CULPA DE ESE CABRÓN! -estalló en cólera el guardia, dejando escapar un par de lágrimas rabiosas.
El guardia apretó los hombros de la niña, haciendo que temblase bajo su abrazo. Iredia suspiró e hizo algo que nunca pensó que volvería a hacer jamás: se acercó al guardia y le dio un abrazo, rodeando su cuello. Boomer y el padre Callahan contemplaron la escena con visible asombro, aunque el cura estaba menos sorprendido que Boomer.
-Así son los elfos. -comentó en voz baja al grandullón con una media sonrisa.
Kramer, por otro lado, era el que más anonadado estaba de todos. Su sorpresa le valió para reducir el apretón al que había sometido a Itrella. Esta pudo zafarse y abrazar las piernas de Iredia a la vez que ésta abrazaba al guardia. Vista desde fuera, la escena era bastante tierna. Al final, tras varios segundos de duda, el capitán alzó levemente los brazos para rozar la cintura de Iredia con timidez. Estaba claro que no solía recibir abrazos de mujeres elfas, menos de una que le acababa de apuntar con un arco instantes antes.
-Escúchame. -le dijo esta con voz suave y melódica, mirándolo a los ojos- Muchas más niñas pequeñas como ella están en peligro ahora. -señaló a la temblorosa Itrella con la mirada- No sé por qué odias a ese hombre. Yo sólo veo a un herido que es el único que puede solucionar verdaderamente esto. Quieres que esas gárgolas se vayan, ¿verdad? Yo también. Arreglémoslo. Juntos. Y abre tu tercer ojo, soldado. Las cosas no son siempre lo que parecen. -añadió, con más vehemencia y poniendo su dedo índice en la frente de él, donde supuestamente se hallaba su tercer ojo- Mandemos a esos bichos a ese infierno del que han venido.
El guardia la miraba callado, dudoso. Iredia, consciente de que, mínimo, le había hecho pensar, se dio la vuelta y se arrodilló junto a su pequeña asustada. La abrazó.
-¿Recuerdas la canción que te enseñé el otro día?¿La que le canté a la mariposa?
Itrella, con los ojos llorosos, asintió. La elfa la agarró de las manitas y entonó.
Dulce, dulce voz, álzate y ven.
Cuéntame, dime, mi alma te ve.
El aire te lleva,
el fuego tiembla.
¿Qué es lo que anhelas?
Pues yo, la tierra,
Soy el mar que ahoga tus penas.
Cuéntame, dime, mi alma te ve.
El aire te lleva,
el fuego tiembla.
¿Qué es lo que anhelas?
Pues yo, la tierra,
Soy el mar que ahoga tus penas.
La niña entonaba con la elfa, primero tímida, luego más valiente cuando no se veía sola cantando. Iredia no pudo evitar acordarse de aquella mariposa a la que le cantó esa misma canción una vez. Parecía que había pasado una eternidad, pero el efecto era el mismo. Los ánimos se calmaban siempre después de una canción.
Dejó a Kramer con sus dudas y se llevó a Itrella consigo a curar al guardia, Dio una caricia suave a su asski y luego le puso la mano en el rostro al cura con cariño. Con un suspiro, juntó las manos y
musitó en voz muy maja dos palabras en élfico.
. Se quedó muy quieta durante unos segundos en los que todo el mundo parecía contener la respiración. El chillido de una de las gárgolas rasgó el cielo. Al instante, las manos de la joven brillaron con una poderosa luz blanca. Se deslizó entonces hasta la herida más grave, la pierna del cura, y la rozó suavemente con la yema de los dedos. En unos segundos, la herida fue haciéndose más pequeña, más pequeña, más y más pequeña. Y al final, se cerró.Iredia entonces cerró los ojos y se llevó una mano a la frente.
-Creo que necesito descansar un momento. la curación tiene sus riesgos. -dijo con una sonrisa algo más triste.
La niña se había quedado mirando lo que había hecho su niñera con una cara muy cómica. El padre Callahan, por otro lado, la observaba con mucha aprobación.
-Sois criaturas asombrosas -con ayuda de Boomer, se incorporó, quedándose sentado sobre sus cuartos traseros mientras comprobaba la movilidad de su pierna- Por desgracia, la luz que emites tiene por enemiga una negra sombra en esta ciudad. Debemos actuar rápido, señorita.
Iredia se mordió el labio.
-¿Cuáles son los pecados capitales?
La pregunta hizo que el cura alzase las cejas con asombro. Incluso el guardia soltó una risotada.
-¿Qué? ¡No conozco vuestra religión! No me hagáis preguntaros cuáles son mis dioses, seguro que no tenéis ni idea. -farfulló, más gruñona.
Con una sonrisa, el Padre Callahan miró a Boomer. Le asintió.
-La ira, la... la... envidia, la gula, la... -comenzó Boomer.
-...avaricia, la pereza, la soberbia y la lujuria - terminó Callahan.
Iredia se mordió el labio. Ella había visto dos, la ira y la avaricia. Quedaban al menos otras cinco.
-En ese caso, Padre Callahan, tengo dos preguntas y una propuesta. Como dudo que las gárgolas quieran razonar... ¿hay alguna forma de saber cuándo y dónde puede aparecer la siguiente? Y, ¿conocéis al que pudo haber despertado a las gárgolas? Si ha escuchado todos vuestros sermones, seguro que al menos te suenan las caras de aquellos que te escuchan a menudo. Y sabía la forma de despertarlas.
-¿Y la propuesta? -preguntó Callahan, enarcando una ceja.
La elfa sonrió.
-¿Qué os parece un tour por el campanario? Si las bestias salieron de allí... allí está la clave, ¿no?
Kramer resopló. El Padre Callahan ladeó la cabeza, sin dejar de mirar a Iredia.
*USO DE HABILIDAD: Plegaria de alivio.
Los siguientes 3 turnos serán de enfriamiento, no podré realizar magia curativa.
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Re: Hoy no es un buen día +18 [Misión]
En el armario de la su habitación guardaba algunas cosas que al chico le podrían servir más que a ella. Hizo que se sentarse al extremo de la cama y le fue lanzando, pieza a pieza, lo que formaría parte de su kit de combate contra las gárgolas: un par de mallas ligeras, ropa cómoda para ambos (y no los corsés apretados que Ary utilizaba), unos cuchillos….
-¿Vosotros los bios sabéis utilizar cuchillos?- nunca antes había visto ninguno, era algo tan extraño para ella como ver un perro de color morado. Se sentó al lado del chico, le cogió del brazo y, con un cuchillo, fingió estar haciéndole cortes - A la gente con piel de verdad les hace mucho daño. Si lo haces bien puedes incluso hacerle sangre. ¿Sabes lo que es la sangre?- con el dedo índice se limpió los restos de la mujer obesa que todavía tenía en los dientes. –Esto es sangre- la parte más sarcástica de Ariadna soltó una amarga risotada.
¡Más cosas! El kit de combate tenía también dos mochilas, cuerdas, botas y una gruesa capa negra. Estaba emocionada, plena de vida. No paraba de sacar más y más cosas; la cama era una cordillera de montañas de ropa nueva. La mayoría le pertenecía a la vampiresa, era ropa de adulta con tallas de niña, pero había una minoría formada por las diferentes prendas que sus clientes se habían dejado; destacaban las chaquetas y los calzones, pero también había abrigados pantalones de cuero y camisetas blancas. Ary guardaba unas tijeras en la mesita de noche, las sacó para cortarle el camal y las mangas de las camisetas y los pantalones para hacerlas a medida para el chico. ¡Como nuevo! Era muy servicial con él, sentía que le debía la vida. El hombrecillo de metal le había traído comida, se peleó contra Démora y, por encima de ello, le devolvió el entusiasmo por querer vivir.
Ariadna se quitó la ropa. ¿Un niño biocibernético podía excitarse al ver una chica desnuda? No lo sabía, pero si era así, no le importaba. En el cubo de agua que tenía en el cuarto, aquel que hacía las funciones tanto de bañera como de váter, se limpió las heridas de los brazos y las piernas. Cuando terminó pensó en ceder el cubo a su nuevo amigo, pero rehusó la idea; tal vez le podría crear un cortocircuito. Echó el agua sucia por la ventana con cuidado que no le diese la luz del sol.
-La recompensa es tentadora, pero de poco te puedo ayudar si el fuego sigue en el cielo- se quedó mirando la calle, bajo la protección de la sombra del marco de la ventana – Hay dos clases de vampiros en Sacrestic: los que viven durante las horas de noche y los que, por su trabajo o su devoción, se obligan a vivir durante todas las horas. Ya sabes a lo que me refiero; la mayoría de mis clientes son humanos. Conozco algunos trucos para vivir de día-.
Tomó la capa negra, la había dejado encima de una de las montañas de ropa para poder diferenciarla. Desplegó la capa y se la puso por encima como si fuera un velo. Con ella puesta, tenía el aspecto de una anciana.
-Un rayo de luz podría matarme. Esto podría ayudar; conozco casos de vampiros que aun yendo con tres capas de ropa bajo el sol, se han convertido en ceniza. Antes te has arriesgado por salvarme, a pesar que me he comido a tu amiga; es hora que te devuelva el favor. Me arriesgaré a caminar bajo el sol-.
Un perro gigante, una gárgola sin alas, se sentaba, cada pocos minutos, sobre sus patas traseras justo bajo sus pies. Ellos agachaban su cabeza a mirarle. El perro le devolvía el gesto, sacaba su lengua fuera y ladraba moviendo el rabo. Parecía estar contento, se divertía; los hombres, en cambio, gritaban de dolor. Tenían las manos y las pierdas clavadas en un muro de roca que ayer no existía, de alguna forma, con un ladrido, el perro lo había convocado. Hizo lo mismo con los clavos. Ninguno de los hombres recordaba el momento en el que la gárgola les había traído hasta el muro, en su mente solo quedaba lugar para el dolor y la angustia. Si sabían que el perro era el culpable era porque lo habían visto decenas de veces.
Después de los ladridos, los lametones en los pies y de rascarse las pulgas, la gárgola con forma de mastín salía de caza. Tardaba unos minutos en volver con una nueva presa entre sus fauces. La última fue una mujer de larga melena rubia, parecía un campo de trigo. Era muy conocida en la ciudad, se había casado con un importante mercader que la mantenía como una reina. La única preocupación que ella tenía era la de mantener su cabello siempre limpio y dorado. Los hombres y mujeres, anteriores víctimas de la gárgola, se vieron reflejados en aquella mujer. Uno de ellos era un vendedor de malas pócimas en el mercado negro, otro no escondía dedicarse a enviar matones a las tiendas para amenazarles, una mujer de los presentes se casó hasta cinco veces, cada nuevo marido era más rico y tenía una mansión más grande que el anterior. El factor común entre todos ellos era la pereza, vivir con el menor esfuerzo posible.
Ahora, como castigo por sus pecados, tenían que hacer un esfuerzo sobre humano por seguir viviendo.
Un rincón en el muro levantó a la mujer, la elevó un metro por encima de la gárgola e hizo que unos clavos de piedra le perforasen manos y pies. Quedó con la forma de una estrella de mar, la misma forma que tenían los otros hombres y mujeres del muro.
La primera vez, en apoyar la pierna herida en el suelo, sintió una profunda punzada que parecía nacer del mismo inicio. Apretó los dientes y dio un par de pasos en círculo para acostumbrarse de nuevo a caminar. Poco a poco, el dolor se fue desvaneciendo. Las manos de la elfa fueron milagrosas; consiguieron arrancarle el dolor de raíz como si fuera una mala hierba.
Otro milagro, a parte del de sus manos, era su inteligencia. Callahan hizo memoria de sus parroquianos más habituales: la madre que se aferraba a una religión cualquiera para tener una razón por la que seguir viviendo, una adolescente sin hogar que robaba pan y vino, unos viejos sordos que creían que la Iglesia seguía siendo el viejo templo de Thor que en su día fue y un hombre vestido de negro que nunca hablaba con nadie (Callahan creía que era porque se avergonzaba de tener fe en una nueva religión). Uno de ellos era quién había tomado los sermones como discursos de un líder fanático, dio vida a las gárgolas y las mandó castigar a los pecadores. Uno de ellos era el culpable; Don no sabría decir quién. No les conocía, no sabía más de ellos de lo que creía haber averiguado por cómo se comportan en la Iglesia. Lo justo, sería sospechar de todos. ¿A caso no era sospechoso ir tapado hasta la cabeza a escuchar un sermón? Era muy sospechoso. ¿No era motivo suficiente la muerte de un marido para tomar venganza sobre toda Sacrestic? Era un gran motivo. Sin embargo, Donald Callahan, antes de párroco, era persona. Después de verles dos veces al día, para el sermón de las doce del mediodía y el de las seis de la tarde, les había cogido afecto. Eran parte de su familia. La elfa tenía razón, lo inteligente sería acusarles, pero Callahan no podía hacerlo.
-Boomer tener miedo. Gárgolas dormir arriba. Boomer conocer a gárgolas. Gárgolas dar miedo y asustar mucho a Boomer. Shappy enseñar a Boomer a ser valiente. Aunque Boomer tener mucho miedo. Boomer subir a donde dormir gárgolas malas.-.
-Bien dicho, grandullón - Callahan señaló un edificio que brillaba con un fulgor verdiazul - Más no vale darnos prisa; si nos retrasamos, pronto no tendremos campanario al que subir-.
* Ambos: Zero e Iredia llegan al quinto infierno. Una pausa por siempre, sin vida ni muerte. Llantos y gritos se escuchan por quienes hacen el esfuerzo que no hicieron en vida.
* Z9-42: Te has ganado el favor de Ariadna. Ella es, hasta el momento, la única en toda la misión que te considera de verdad “amigo”. Irá contigo allá donde vayas aunque tenga que morir en el intento. Igual como Callahan, ves desde la habitación de la vampiresa la Iglesia arder por un fuego verdiazul. Tendrás que ir hasta ella. Sin embargo, en el camino, te toparás con el Muro de Bronx. El muro se expande por momentos, rodea toda la Iglesia como si la estuviera protegiendo. Nuevo objetivo derrotar al perro. No olvides lanzar la Voluntad de los Dioses.
* Iredia: Tienes el favor de Callahan y Kramer. Como Zero, ves la Iglesia de Callahan arder. No hay mucho más que añadir. Tendrás que ir hasta allá y ayudar a nuestro querido niño cibernético a derrotar a Bronx. Contigo voy a hacer un pequeño paréntesis. En tu equipo llevas a Callahan, Boomer, el capitán Kramer, Itrella y tu perro. Son muchos npcs; en la batalla, deberás describir cómo se comporta cada cual como has hecho esto hasta el momento. También lanzarás la Voluntad de los Dioses. La suerte podrá ser dirigida contra ti o cualquiera de los personajes principales de la aventura.
-¿Vosotros los bios sabéis utilizar cuchillos?- nunca antes había visto ninguno, era algo tan extraño para ella como ver un perro de color morado. Se sentó al lado del chico, le cogió del brazo y, con un cuchillo, fingió estar haciéndole cortes - A la gente con piel de verdad les hace mucho daño. Si lo haces bien puedes incluso hacerle sangre. ¿Sabes lo que es la sangre?- con el dedo índice se limpió los restos de la mujer obesa que todavía tenía en los dientes. –Esto es sangre- la parte más sarcástica de Ariadna soltó una amarga risotada.
¡Más cosas! El kit de combate tenía también dos mochilas, cuerdas, botas y una gruesa capa negra. Estaba emocionada, plena de vida. No paraba de sacar más y más cosas; la cama era una cordillera de montañas de ropa nueva. La mayoría le pertenecía a la vampiresa, era ropa de adulta con tallas de niña, pero había una minoría formada por las diferentes prendas que sus clientes se habían dejado; destacaban las chaquetas y los calzones, pero también había abrigados pantalones de cuero y camisetas blancas. Ary guardaba unas tijeras en la mesita de noche, las sacó para cortarle el camal y las mangas de las camisetas y los pantalones para hacerlas a medida para el chico. ¡Como nuevo! Era muy servicial con él, sentía que le debía la vida. El hombrecillo de metal le había traído comida, se peleó contra Démora y, por encima de ello, le devolvió el entusiasmo por querer vivir.
Ariadna se quitó la ropa. ¿Un niño biocibernético podía excitarse al ver una chica desnuda? No lo sabía, pero si era así, no le importaba. En el cubo de agua que tenía en el cuarto, aquel que hacía las funciones tanto de bañera como de váter, se limpió las heridas de los brazos y las piernas. Cuando terminó pensó en ceder el cubo a su nuevo amigo, pero rehusó la idea; tal vez le podría crear un cortocircuito. Echó el agua sucia por la ventana con cuidado que no le diese la luz del sol.
-La recompensa es tentadora, pero de poco te puedo ayudar si el fuego sigue en el cielo- se quedó mirando la calle, bajo la protección de la sombra del marco de la ventana – Hay dos clases de vampiros en Sacrestic: los que viven durante las horas de noche y los que, por su trabajo o su devoción, se obligan a vivir durante todas las horas. Ya sabes a lo que me refiero; la mayoría de mis clientes son humanos. Conozco algunos trucos para vivir de día-.
Tomó la capa negra, la había dejado encima de una de las montañas de ropa para poder diferenciarla. Desplegó la capa y se la puso por encima como si fuera un velo. Con ella puesta, tenía el aspecto de una anciana.
-Un rayo de luz podría matarme. Esto podría ayudar; conozco casos de vampiros que aun yendo con tres capas de ropa bajo el sol, se han convertido en ceniza. Antes te has arriesgado por salvarme, a pesar que me he comido a tu amiga; es hora que te devuelva el favor. Me arriesgaré a caminar bajo el sol-.
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Un perro gigante, una gárgola sin alas, se sentaba, cada pocos minutos, sobre sus patas traseras justo bajo sus pies. Ellos agachaban su cabeza a mirarle. El perro le devolvía el gesto, sacaba su lengua fuera y ladraba moviendo el rabo. Parecía estar contento, se divertía; los hombres, en cambio, gritaban de dolor. Tenían las manos y las pierdas clavadas en un muro de roca que ayer no existía, de alguna forma, con un ladrido, el perro lo había convocado. Hizo lo mismo con los clavos. Ninguno de los hombres recordaba el momento en el que la gárgola les había traído hasta el muro, en su mente solo quedaba lugar para el dolor y la angustia. Si sabían que el perro era el culpable era porque lo habían visto decenas de veces.
Después de los ladridos, los lametones en los pies y de rascarse las pulgas, la gárgola con forma de mastín salía de caza. Tardaba unos minutos en volver con una nueva presa entre sus fauces. La última fue una mujer de larga melena rubia, parecía un campo de trigo. Era muy conocida en la ciudad, se había casado con un importante mercader que la mantenía como una reina. La única preocupación que ella tenía era la de mantener su cabello siempre limpio y dorado. Los hombres y mujeres, anteriores víctimas de la gárgola, se vieron reflejados en aquella mujer. Uno de ellos era un vendedor de malas pócimas en el mercado negro, otro no escondía dedicarse a enviar matones a las tiendas para amenazarles, una mujer de los presentes se casó hasta cinco veces, cada nuevo marido era más rico y tenía una mansión más grande que el anterior. El factor común entre todos ellos era la pereza, vivir con el menor esfuerzo posible.
Ahora, como castigo por sus pecados, tenían que hacer un esfuerzo sobre humano por seguir viviendo.
Un rincón en el muro levantó a la mujer, la elevó un metro por encima de la gárgola e hizo que unos clavos de piedra le perforasen manos y pies. Quedó con la forma de una estrella de mar, la misma forma que tenían los otros hombres y mujeres del muro.
- Bronx:
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La primera vez, en apoyar la pierna herida en el suelo, sintió una profunda punzada que parecía nacer del mismo inicio. Apretó los dientes y dio un par de pasos en círculo para acostumbrarse de nuevo a caminar. Poco a poco, el dolor se fue desvaneciendo. Las manos de la elfa fueron milagrosas; consiguieron arrancarle el dolor de raíz como si fuera una mala hierba.
Otro milagro, a parte del de sus manos, era su inteligencia. Callahan hizo memoria de sus parroquianos más habituales: la madre que se aferraba a una religión cualquiera para tener una razón por la que seguir viviendo, una adolescente sin hogar que robaba pan y vino, unos viejos sordos que creían que la Iglesia seguía siendo el viejo templo de Thor que en su día fue y un hombre vestido de negro que nunca hablaba con nadie (Callahan creía que era porque se avergonzaba de tener fe en una nueva religión). Uno de ellos era quién había tomado los sermones como discursos de un líder fanático, dio vida a las gárgolas y las mandó castigar a los pecadores. Uno de ellos era el culpable; Don no sabría decir quién. No les conocía, no sabía más de ellos de lo que creía haber averiguado por cómo se comportan en la Iglesia. Lo justo, sería sospechar de todos. ¿A caso no era sospechoso ir tapado hasta la cabeza a escuchar un sermón? Era muy sospechoso. ¿No era motivo suficiente la muerte de un marido para tomar venganza sobre toda Sacrestic? Era un gran motivo. Sin embargo, Donald Callahan, antes de párroco, era persona. Después de verles dos veces al día, para el sermón de las doce del mediodía y el de las seis de la tarde, les había cogido afecto. Eran parte de su familia. La elfa tenía razón, lo inteligente sería acusarles, pero Callahan no podía hacerlo.
-Boomer tener miedo. Gárgolas dormir arriba. Boomer conocer a gárgolas. Gárgolas dar miedo y asustar mucho a Boomer. Shappy enseñar a Boomer a ser valiente. Aunque Boomer tener mucho miedo. Boomer subir a donde dormir gárgolas malas.-.
-Bien dicho, grandullón - Callahan señaló un edificio que brillaba con un fulgor verdiazul - Más no vale darnos prisa; si nos retrasamos, pronto no tendremos campanario al que subir-.
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* Ambos: Zero e Iredia llegan al quinto infierno. Una pausa por siempre, sin vida ni muerte. Llantos y gritos se escuchan por quienes hacen el esfuerzo que no hicieron en vida.
* Z9-42: Te has ganado el favor de Ariadna. Ella es, hasta el momento, la única en toda la misión que te considera de verdad “amigo”. Irá contigo allá donde vayas aunque tenga que morir en el intento. Igual como Callahan, ves desde la habitación de la vampiresa la Iglesia arder por un fuego verdiazul. Tendrás que ir hasta ella. Sin embargo, en el camino, te toparás con el Muro de Bronx. El muro se expande por momentos, rodea toda la Iglesia como si la estuviera protegiendo. Nuevo objetivo derrotar al perro. No olvides lanzar la Voluntad de los Dioses.
* Iredia: Tienes el favor de Callahan y Kramer. Como Zero, ves la Iglesia de Callahan arder. No hay mucho más que añadir. Tendrás que ir hasta allá y ayudar a nuestro querido niño cibernético a derrotar a Bronx. Contigo voy a hacer un pequeño paréntesis. En tu equipo llevas a Callahan, Boomer, el capitán Kramer, Itrella y tu perro. Son muchos npcs; en la batalla, deberás describir cómo se comporta cada cual como has hecho esto hasta el momento. También lanzarás la Voluntad de los Dioses. La suerte podrá ser dirigida contra ti o cualquiera de los personajes principales de la aventura.
Sigel
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Re: Hoy no es un buen día +18 [Misión]
Con el pasar de los minutos Zero fue abarrotado de equipo secundario. Blindaje, armas e implementos pasaron a formar parte integra en su limitado repertorio, ¿los humanos requieren tantas cosas cuando enfrentan peligros?... debe ser difícil para ellos no saber que usar en cada situación.
El pequeño robot deja que su nueva aliada le enseñe como usar armas blancas, tiene mucha experiencia teórica en su mente digital pero es la primera vez que se ve obligado a utilizar una. Casi siempre su fuerza sobrehumana le permite utilizar ambos brazos como espadas o mazos, esta ayuda extra le desconcierta un poco.
La sangre no es ajena para él, todos los seres vivos la tienen… incluso su propio cuerpo modificado genera un sustituto. Por otro lado el ejemplo que le ponen pasa sin mayores contratiempos, no entiende el sarcasmo y como bio su manera de asimilar perdidas es diferente aunque logra sacarle un comentario.
Estaba mejor dentro de ella.
Cuando Z9-42 termina parece un niño explorador de la tierra, lleno de cosas practicas encima. luego de su aparatosa batalla anterior decide rotundamente utilizar los elementos suministrados, si mejoran la efectividad aunque sea en un leve porcentaje, tendrá mas oportunidades de eliminar hostiles o al menos quedar en mejor estado.
¿Que… que haces?
Mira extrañado cuando la vampira se desnuda sin previo aviso, no puede evitar ladear la cabeza. Su mirada perdida se centra por primera vez en toda la aventura, extraño comportamiento según las reglas sociales de su información interna… el cuerpo femenino tiene muchos detalles que antes no parecían relevantes.
Y allí permanece todo el rato mirando como en un microscopio, no tiene sentido ni lógica ver algo por tanto tiempo pero no quiere apartar la mirada. Por alguna razón piensa que es inapropiado grabar el momento pero continua de todas formas… es un proceso automático que no desea interrumpir aun.
Es de mala educación mirar fijamente a las personas niño "sonrisa picara"
Esa acotación resulta suficiente hacer que el pequeño sintético enfoque sus ojos en la alfombra, debe agregar esa regla a sus parámetros sociales. Afortunadamente el extraño episodio dura poco más, no le toma mucho a una mujer vestirse cuando ya tiene la ropa seleccionada... sin duda un dato importante para más adelante.
Cuando llegan a la puerta su compañera revela otro percance, la deficiencia intrínseca de su raza le hacen vulnerable al sol. A pesar de todo decide seguir a Zero protegida con una capa, un riesgo valiente que su pequeño aliado no planea correr. Afortunadamente una ciudad siempre tiene sombras y no solo de forma metafórica.
Sigue mis pasos en todo momento.
Dice con su típico rostro calculador, serio y algo relajado, cuando se tiene una mente mejorada se debe utilizar. Cambia su visión a un estado diferente, ahora muestra la radiación ultravioleta y como eludir su forma directa. Básicamente activa un mapa para caminar entre sombras absolutas con bajo índice de error, mejor que usar el sentido común.
Avanza y su curiosa amistad le sigue “como un cobrador de impuestos”, tienen un destino claro. Desde la habitación Z9-42 capto cierta variación calórica en la iglesia, cuando reviso de forma visual encontró una fuente extraña. Parece que el punto de inicio es la clave como en muchos libros de aventura... eso sin mencionar que no tienen otra pista.
Luego de colmar el camino con vueltas y movimientos de último minuto se encuentran frente a una estructura reciente, la muralla tiene como decoración victimas clavadas aún con vida. Apenas logran asimilar la escena cuando salta el causante, un enorme perro/gárgola claramente afectado por el mal de la rabia.
Alto “extiende la mano” ¿debemos luchar?
¿¿¡¡Estas de broma!!??
Dice con seriedad y su colega pone una posición clara, el par recibe como respuesta un fuerte ladrido. En ese momento la joven creación forma una sonrisa que pasa desapercibida por el lanzamiento de cierto cuchillo, lo arroja a tal velocidad que genera ruido. Su objetivo es la boca abierta del monstruo, un área muy vulnerable. No le gusta pelear pero cuando sabe que el enemigo es irracional y salvaje avanza con mentalidad guerrera.
El pequeño robot deja que su nueva aliada le enseñe como usar armas blancas, tiene mucha experiencia teórica en su mente digital pero es la primera vez que se ve obligado a utilizar una. Casi siempre su fuerza sobrehumana le permite utilizar ambos brazos como espadas o mazos, esta ayuda extra le desconcierta un poco.
La sangre no es ajena para él, todos los seres vivos la tienen… incluso su propio cuerpo modificado genera un sustituto. Por otro lado el ejemplo que le ponen pasa sin mayores contratiempos, no entiende el sarcasmo y como bio su manera de asimilar perdidas es diferente aunque logra sacarle un comentario.
Estaba mejor dentro de ella.
Cuando Z9-42 termina parece un niño explorador de la tierra, lleno de cosas practicas encima. luego de su aparatosa batalla anterior decide rotundamente utilizar los elementos suministrados, si mejoran la efectividad aunque sea en un leve porcentaje, tendrá mas oportunidades de eliminar hostiles o al menos quedar en mejor estado.
¿Que… que haces?
Mira extrañado cuando la vampira se desnuda sin previo aviso, no puede evitar ladear la cabeza. Su mirada perdida se centra por primera vez en toda la aventura, extraño comportamiento según las reglas sociales de su información interna… el cuerpo femenino tiene muchos detalles que antes no parecían relevantes.
Y allí permanece todo el rato mirando como en un microscopio, no tiene sentido ni lógica ver algo por tanto tiempo pero no quiere apartar la mirada. Por alguna razón piensa que es inapropiado grabar el momento pero continua de todas formas… es un proceso automático que no desea interrumpir aun.
Es de mala educación mirar fijamente a las personas niño "sonrisa picara"
Esa acotación resulta suficiente hacer que el pequeño sintético enfoque sus ojos en la alfombra, debe agregar esa regla a sus parámetros sociales. Afortunadamente el extraño episodio dura poco más, no le toma mucho a una mujer vestirse cuando ya tiene la ropa seleccionada... sin duda un dato importante para más adelante.
Cuando llegan a la puerta su compañera revela otro percance, la deficiencia intrínseca de su raza le hacen vulnerable al sol. A pesar de todo decide seguir a Zero protegida con una capa, un riesgo valiente que su pequeño aliado no planea correr. Afortunadamente una ciudad siempre tiene sombras y no solo de forma metafórica.
Sigue mis pasos en todo momento.
Dice con su típico rostro calculador, serio y algo relajado, cuando se tiene una mente mejorada se debe utilizar. Cambia su visión a un estado diferente, ahora muestra la radiación ultravioleta y como eludir su forma directa. Básicamente activa un mapa para caminar entre sombras absolutas con bajo índice de error, mejor que usar el sentido común.
Avanza y su curiosa amistad le sigue “como un cobrador de impuestos”, tienen un destino claro. Desde la habitación Z9-42 capto cierta variación calórica en la iglesia, cuando reviso de forma visual encontró una fuente extraña. Parece que el punto de inicio es la clave como en muchos libros de aventura... eso sin mencionar que no tienen otra pista.
Luego de colmar el camino con vueltas y movimientos de último minuto se encuentran frente a una estructura reciente, la muralla tiene como decoración victimas clavadas aún con vida. Apenas logran asimilar la escena cuando salta el causante, un enorme perro/gárgola claramente afectado por el mal de la rabia.
Alto “extiende la mano” ¿debemos luchar?
¿¿¡¡Estas de broma!!??
Dice con seriedad y su colega pone una posición clara, el par recibe como respuesta un fuerte ladrido. En ese momento la joven creación forma una sonrisa que pasa desapercibida por el lanzamiento de cierto cuchillo, lo arroja a tal velocidad que genera ruido. Su objetivo es la boca abierta del monstruo, un área muy vulnerable. No le gusta pelear pero cuando sabe que el enemigo es irracional y salvaje avanza con mentalidad guerrera.
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Re: Hoy no es un buen día +18 [Misión]
El miembro 'Z9-42' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Hoy no es un buen día +18 [Misión]
Iredia se enterneció con el gesto valiente de Boomer. Desde el momento en el que lo conoció, siempre lo consideró un ser magníficamente grande a la par que dulce. Aunque no había duda de que sus rasgos eran... raros, su alma era pura y sus intenciones las más benévolas entre los mortales.
Al lado de Kramer, ella también vio esa luz cegadora que provenía de la Iglesia. Se estaba quemando con un fuego de colores raros que no había visto en su vida. Hizo un asentimiento al padre Callahan, se ajustó su carcaj y su cinturón y se agachó hasta Itrella y su asski.
-Escuchadme los dos: os vais a quedar aquí. -Itrella negó varias veces con la cabeza mientras hacía un puchero, pero Iredia no cedió- No, cariño. No puedes venir con nosotros. Es muy, muy peligroso. Ahí afuera hay criaturas muy malas, ¿entiendes? No quiero que tú y Rushi corráis peligro. Os vais a quedar aquí, os vais a meter detrás de esas cajas y os vais a quedar quietos hasta que yo vuelva. ¿Me habéis entendido los dos?
Rushi dio vueltas alrededor de Iredia, restregándose como buscando calor. Al pequeño tampoco le hacía gracia el plan. Al igual que Itrella, tenía mucho miedo. La elfa cogió al pequeño y lo besó entre oreja y oreja. Mientras, la niña abrazó a Iredia llorando. La joven suspiró y liberó una mano para acariciar la melena rubia de la pequeña.
-Todo va a salir bien, chicos, ya lo veréis. Ah, y otra cosa. Ni se os ocurra salir de vuestro escondite a no ser que yo os llame. Solo yo. Nadie más. Por favor, Itrella -le limpió las lágrimas con el pulgar- Prométeme que me vas a hacer caso. Prométemelo.
La pequeña niña sacó el dedo meñique y rodeó el dedo meñique de la elfa mientras sorbía los mocos. Fue ella quien le enseñó a Iredia que así se sellaban las promesas. Le sobró con eso. La pequeña y el asski fueron entonces hasta el fondo del callejón, se escondieron tras unas cajas y contemplaron cómo se marchaban los cuatro mayores. La niña cogió a Rushi en brazos, se sentó en el suelo y se quedó abrazada a él, con los ojos cerrados.
Kramer y el Padre Callahan encabezaban la marcha hacia la Iglesia. Boomer iba en medio e Iredia iba la última, con el arco en la mano y la mente confusa, tratando de digerir todo lo que estaba pasando en esos momentos. Al llegar y contemplar aquel muro con aquellas personas clavadas a él, la elfa se tapó la boca para reprimir un grito ahogado. Había sido más espantoso ver a la gente devorándose a sí misma, pero esto se acercaba mucho en cuanto a nivel de "escenas que podía aguantar". Se le escapó un rezo a la Madre Tierra para que acogiera las almas de aquellos pobres desgraciados lo más pronto posible.
Kramer, en cambio, sin dejarse llevar por el horror, señaló al fondo. Allí había un enorme perro gárgola que en esos momentos estaba atacando a un niño y una... ¿niña? Iredia no estaba segura. Sacó una flecha del carcaj al tiempo que el Padre Callahan y Kramer sacaban sus respectivas armas y avanzaban hacia el animal directos a meterse en la pelea. Iredia avanzó un par de pasos detrás de ellos hasta que se dio cuenta de que Boomer se había quedado atrás. Se había sentado en el suelo, se había hecho un ovillo y sacudía la cabeza con frecuencia. Iredia miró primero a Boomer, luego a los hombres. Se mordió el labio, indecisa. Optó entonces por ir a donde Boomer, a intentar consolarlo. Y se le ocurrió una idea.
-Gárgola... miedo... gárgola... gárgola mala... Boomer tiene miedo... -lloraba el pobre gigantón.
-Ey, Boomer. Tengo una idea. No hace falta que te acerques a ese perrazo. Da una vuelta alrededor del muro,
a ver cuántas personas hay ahí. Intenta salvar a las que puedas, ¿vale? Y si hay un camino hacia el campanario, dínoslo también.
El gigantón se mostró reacio, pero luego asintió. Iredia quería alejarlo de la batalla y saber cómo estaba la situación. Tenía miedo de que se convirtiera en un blanco fácil si se quedaba quieto.
El cura y el soldado llegaron, mientras tanto, hasta la batalla, pillando a la gárgola de costado.
-¡Eh, tú! ¡Bicho inmundo! -provocó el capitán Kramer, con la espada en la mano y mirando al perrazo con ojos casi salvajes, cegados por el odio.
El Padre Callahan negó con la cabeza. Ya había visto actuar a esas gárgolas, no era nada sabio provocarlas. En ese momento, Iredia llegó, arco y flecha apuntando al perrazo con determinación. Disparó.
Al lado de Kramer, ella también vio esa luz cegadora que provenía de la Iglesia. Se estaba quemando con un fuego de colores raros que no había visto en su vida. Hizo un asentimiento al padre Callahan, se ajustó su carcaj y su cinturón y se agachó hasta Itrella y su asski.
-Escuchadme los dos: os vais a quedar aquí. -Itrella negó varias veces con la cabeza mientras hacía un puchero, pero Iredia no cedió- No, cariño. No puedes venir con nosotros. Es muy, muy peligroso. Ahí afuera hay criaturas muy malas, ¿entiendes? No quiero que tú y Rushi corráis peligro. Os vais a quedar aquí, os vais a meter detrás de esas cajas y os vais a quedar quietos hasta que yo vuelva. ¿Me habéis entendido los dos?
Rushi dio vueltas alrededor de Iredia, restregándose como buscando calor. Al pequeño tampoco le hacía gracia el plan. Al igual que Itrella, tenía mucho miedo. La elfa cogió al pequeño y lo besó entre oreja y oreja. Mientras, la niña abrazó a Iredia llorando. La joven suspiró y liberó una mano para acariciar la melena rubia de la pequeña.
-Todo va a salir bien, chicos, ya lo veréis. Ah, y otra cosa. Ni se os ocurra salir de vuestro escondite a no ser que yo os llame. Solo yo. Nadie más. Por favor, Itrella -le limpió las lágrimas con el pulgar- Prométeme que me vas a hacer caso. Prométemelo.
La pequeña niña sacó el dedo meñique y rodeó el dedo meñique de la elfa mientras sorbía los mocos. Fue ella quien le enseñó a Iredia que así se sellaban las promesas. Le sobró con eso. La pequeña y el asski fueron entonces hasta el fondo del callejón, se escondieron tras unas cajas y contemplaron cómo se marchaban los cuatro mayores. La niña cogió a Rushi en brazos, se sentó en el suelo y se quedó abrazada a él, con los ojos cerrados.
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Kramer y el Padre Callahan encabezaban la marcha hacia la Iglesia. Boomer iba en medio e Iredia iba la última, con el arco en la mano y la mente confusa, tratando de digerir todo lo que estaba pasando en esos momentos. Al llegar y contemplar aquel muro con aquellas personas clavadas a él, la elfa se tapó la boca para reprimir un grito ahogado. Había sido más espantoso ver a la gente devorándose a sí misma, pero esto se acercaba mucho en cuanto a nivel de "escenas que podía aguantar". Se le escapó un rezo a la Madre Tierra para que acogiera las almas de aquellos pobres desgraciados lo más pronto posible.
Kramer, en cambio, sin dejarse llevar por el horror, señaló al fondo. Allí había un enorme perro gárgola que en esos momentos estaba atacando a un niño y una... ¿niña? Iredia no estaba segura. Sacó una flecha del carcaj al tiempo que el Padre Callahan y Kramer sacaban sus respectivas armas y avanzaban hacia el animal directos a meterse en la pelea. Iredia avanzó un par de pasos detrás de ellos hasta que se dio cuenta de que Boomer se había quedado atrás. Se había sentado en el suelo, se había hecho un ovillo y sacudía la cabeza con frecuencia. Iredia miró primero a Boomer, luego a los hombres. Se mordió el labio, indecisa. Optó entonces por ir a donde Boomer, a intentar consolarlo. Y se le ocurrió una idea.
-Gárgola... miedo... gárgola... gárgola mala... Boomer tiene miedo... -lloraba el pobre gigantón.
-Ey, Boomer. Tengo una idea. No hace falta que te acerques a ese perrazo. Da una vuelta alrededor del muro,
a ver cuántas personas hay ahí. Intenta salvar a las que puedas, ¿vale? Y si hay un camino hacia el campanario, dínoslo también.
El gigantón se mostró reacio, pero luego asintió. Iredia quería alejarlo de la batalla y saber cómo estaba la situación. Tenía miedo de que se convirtiera en un blanco fácil si se quedaba quieto.
El cura y el soldado llegaron, mientras tanto, hasta la batalla, pillando a la gárgola de costado.
-¡Eh, tú! ¡Bicho inmundo! -provocó el capitán Kramer, con la espada en la mano y mirando al perrazo con ojos casi salvajes, cegados por el odio.
El Padre Callahan negó con la cabeza. Ya había visto actuar a esas gárgolas, no era nada sabio provocarlas. En ese momento, Iredia llegó, arco y flecha apuntando al perrazo con determinación. Disparó.
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Re: Hoy no es un buen día +18 [Misión]
El miembro 'Iredia' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Hoy no es un buen día +18 [Misión]
Por muy densa que fuera la tela, no impedía que cierta cantidad de luz solar atravesase la capa y quemase la piel de Ariadna. Caminaba mordiéndose el labio inferior y susurrando sin voz maldiciones que era mejor que el niño no escuchase. El dolor merecía la pena. Al final del camino, al otro lado del muro y en el interior de la Iglesia en llamas, estaba Démona. Ariadna tenía una lúcida idea de venganza en contra de la gárgola de la lujuria. No comprendía, de una manera del todo clara, qué era lo que Démona le había hecho. ¿Obligarla a matar a una mujer obesa, matar a una compañera de trabajo que ni conocía, hacerle pensar que sus compañeras conjuraban contra ella…? Quizás se tratase de todo a la vez o, tal vez, la herida fuera más simple, más primitiva. La gárgola le había herido en su orgullo. Aun después de tomar fuerzas tras beber la sangre de la guardia, ella le aplastó como si fuera una mosca. Al mover la lengua al paladar, podía notar el sabor de su propia sangre. Fuera como fuere, Ary estaba decida a quemarse con tal de hacerle daño a la gárgola. ¿Salvar Sacrestic Vile? ¿Salvar a las putas y a los ladrones de Sacrestic Vile? No le importaba nada en absoluto, no era una heroína. Era una vampiresa; el deseo de matar estaba descrito en su raza.
-No falta mucho- dijo enseñando los colmillos en posición de amenaza.
El muro era más grande de lo que se imaginaba. Lo contempló absorta durando unos segundos; jamás había visto nada igual. El muro parecía estar vivo. Se movía y crecía por las calles de Sacrestic como si fuera enorme serpiente de piedra. Un primer deseo fue el de correr a los pies del muro y lamer la sangre que goteaba de los hombres y mujeres clavados en él. Ariadna dio un fuerte pisotón y siseo a la inmensa muralla. No, todavía no había terminado. Cuando Démona y las otras gárgolas se conviertan en ceniza, entonces podrá tomarse un festín de sangre.
El guardián de la muralla era una enorme gárgola sin alas; tenía el aspecto de un perro San Bernardo. El combate transcurre rápido, tanto que no se da cuenta que ya ha empezado y que puede que esté a punto de terminar. El niño de metal lanzó un cuchillo en la boca abierto del perro. Ariadna soltó una pequeña exclamación triunfal al ver que el cuchillo entró directo en las fauces del animal; demasiado pronto. Segundos después, la gárgola escupió el cuchillo mordido, no le hizo nada de daño.
Llegó el momento del contraataque el animal corre con la boca abierto enseñando todos sus dientes de piedra, Ary también le enseña sus colmillos. Unas flechas, venidas de algún lugar, hacen que el animal se desvíe justo antes de llegar a tocar al chico.
Una elfa con un arco, un guardia con un mandoble y un viejo con una espada bastarda, entran en escena. La gárgola queda en medio de los dos grupos sin saber a dónde dirigirse, si a por quien le ha dado un cuchillo para comer o a quien le ha disparado flechas y le ha hecho tropezar. La decisión es muy obvia. El San Bernardo ignora al niño de metal y a Ariadna, se dirige hacia el otro grupo. Otra herida al orgullo de la vampiresa.
El siguiente impulso, más grande del de lamer la sangre que corre por el muro, es del ir sola a luchar contra el perro. Da un pisotón como si intentase clavar sus pies en la tierra para no moverse del sitio. Luego otro con el otro pie. El siguiente avanza un paso sin darse cuenta. Al quinto pisotón se puso a correr. Saltó encima de la bestia como hacían los hombres para domar los caballos rebeldes; la cogía del cuello con las dos manos y apretó con todas sus fuerzas para dirigir el animal contra el muro. La gárgola no se quedó quieta, daba golpes de un lado hacia el otro para zafarse del agarre de la vampiresa. En una de esas embestidas, la capa de Ariadna se desató dejándola libre a luz solar.
Boomer era bueno. Boomer obedeció a elfa lista. Boomer corrió rodeando el muro salvando gente enferma. El muro era grande. El muro rugía piedras cada vez que se acercaba. Boomer quería ser valiente. Boomer no quería tener miedo. Boomer saltaba. Boomer cogía a gente enferma. Y Boomer seguía corriendo. El muro debía tener una puerta. La puerta les llevaría a la iglesia del Padre Bueno. Boomer quería encontrar la puerta. Boomer necesitaba encontrar la puerta. Pero el muro no terminaba. El muro era un círculo que rodeaba la Iglesia y seguía creciendo. Otros muros salían del grande como brazos de piedra.
El muro se reproducía, crecía. Sacrestic quedaría atrapada por el muro. Boomer era un héroe. Boomer tenía miedo pero era un héroe bueno. Boomer pensó en una idea para derrotar el muro: Destruir el muro. Boomer dejó a las personas enfermas a un lado del suelo. Boomer consiguió reunir a trece personas enfermas. Boomer era muy fuerte. Boomer fijó la vista directo al muro. Boomer cogió la piedra más grande que encontró. Boomer fue contra el muro y lo golpeó con la piedra grande.
-¡Boomer destrozar muro malo! ¡Boomer salvar la Iglesia! ¡Boomer salvar Padre Bueno! ¡Boomer no tener miedo!-
* Ambos: Deberéis trabajar juntos para derrotar a Bronx y rescatar a Ariadna que está a punto de morir bajo el sol abrasador. Lanzaréis la Voluntad de los Dioses. Según la suma de ambas suertes, derrotaréis al animal y/o salvaréis a Ariadna y/o Boomer conseguirá destruir el muro sin ayuda.
* Z9-42: Si tenías curiosidad: Tu runa de mala suerte hizo que el ataque fuera inútil y Ariadna corriese a atacar a Bronx.
* Iredia: Tu runa de buena suerte salvo la vida de Chimbot e hizo que Boomer no saliera herido al coger a la gente del muro.
-No falta mucho- dijo enseñando los colmillos en posición de amenaza.
El muro era más grande de lo que se imaginaba. Lo contempló absorta durando unos segundos; jamás había visto nada igual. El muro parecía estar vivo. Se movía y crecía por las calles de Sacrestic como si fuera enorme serpiente de piedra. Un primer deseo fue el de correr a los pies del muro y lamer la sangre que goteaba de los hombres y mujeres clavados en él. Ariadna dio un fuerte pisotón y siseo a la inmensa muralla. No, todavía no había terminado. Cuando Démona y las otras gárgolas se conviertan en ceniza, entonces podrá tomarse un festín de sangre.
El guardián de la muralla era una enorme gárgola sin alas; tenía el aspecto de un perro San Bernardo. El combate transcurre rápido, tanto que no se da cuenta que ya ha empezado y que puede que esté a punto de terminar. El niño de metal lanzó un cuchillo en la boca abierto del perro. Ariadna soltó una pequeña exclamación triunfal al ver que el cuchillo entró directo en las fauces del animal; demasiado pronto. Segundos después, la gárgola escupió el cuchillo mordido, no le hizo nada de daño.
Llegó el momento del contraataque el animal corre con la boca abierto enseñando todos sus dientes de piedra, Ary también le enseña sus colmillos. Unas flechas, venidas de algún lugar, hacen que el animal se desvíe justo antes de llegar a tocar al chico.
Una elfa con un arco, un guardia con un mandoble y un viejo con una espada bastarda, entran en escena. La gárgola queda en medio de los dos grupos sin saber a dónde dirigirse, si a por quien le ha dado un cuchillo para comer o a quien le ha disparado flechas y le ha hecho tropezar. La decisión es muy obvia. El San Bernardo ignora al niño de metal y a Ariadna, se dirige hacia el otro grupo. Otra herida al orgullo de la vampiresa.
El siguiente impulso, más grande del de lamer la sangre que corre por el muro, es del ir sola a luchar contra el perro. Da un pisotón como si intentase clavar sus pies en la tierra para no moverse del sitio. Luego otro con el otro pie. El siguiente avanza un paso sin darse cuenta. Al quinto pisotón se puso a correr. Saltó encima de la bestia como hacían los hombres para domar los caballos rebeldes; la cogía del cuello con las dos manos y apretó con todas sus fuerzas para dirigir el animal contra el muro. La gárgola no se quedó quieta, daba golpes de un lado hacia el otro para zafarse del agarre de la vampiresa. En una de esas embestidas, la capa de Ariadna se desató dejándola libre a luz solar.
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Boomer era bueno. Boomer obedeció a elfa lista. Boomer corrió rodeando el muro salvando gente enferma. El muro era grande. El muro rugía piedras cada vez que se acercaba. Boomer quería ser valiente. Boomer no quería tener miedo. Boomer saltaba. Boomer cogía a gente enferma. Y Boomer seguía corriendo. El muro debía tener una puerta. La puerta les llevaría a la iglesia del Padre Bueno. Boomer quería encontrar la puerta. Boomer necesitaba encontrar la puerta. Pero el muro no terminaba. El muro era un círculo que rodeaba la Iglesia y seguía creciendo. Otros muros salían del grande como brazos de piedra.
El muro se reproducía, crecía. Sacrestic quedaría atrapada por el muro. Boomer era un héroe. Boomer tenía miedo pero era un héroe bueno. Boomer pensó en una idea para derrotar el muro: Destruir el muro. Boomer dejó a las personas enfermas a un lado del suelo. Boomer consiguió reunir a trece personas enfermas. Boomer era muy fuerte. Boomer fijó la vista directo al muro. Boomer cogió la piedra más grande que encontró. Boomer fue contra el muro y lo golpeó con la piedra grande.
-¡Boomer destrozar muro malo! ¡Boomer salvar la Iglesia! ¡Boomer salvar Padre Bueno! ¡Boomer no tener miedo!-
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* Ambos: Deberéis trabajar juntos para derrotar a Bronx y rescatar a Ariadna que está a punto de morir bajo el sol abrasador. Lanzaréis la Voluntad de los Dioses. Según la suma de ambas suertes, derrotaréis al animal y/o salvaréis a Ariadna y/o Boomer conseguirá destruir el muro sin ayuda.
* Z9-42: Si tenías curiosidad: Tu runa de mala suerte hizo que el ataque fuera inútil y Ariadna corriese a atacar a Bronx.
* Iredia: Tu runa de buena suerte salvo la vida de Chimbot e hizo que Boomer no saliera herido al coger a la gente del muro.
Sigel
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Re: Hoy no es un buen día +18 [Misión]
Su intento no sale bien, algo que lleva definiendo toda la experiencia. Quizás es por las nuevas restricciones que tiene su sistema gracias a los daños sufridos o tal vez está aplicando la técnica errónea, sea cual sea la causa Zero empieza a comprender el significado de lo que cualquier persona corriente considera “mala suerte”.
El enorme canino avanza contra su atacante, la pequeña maquina se prepara para el impacto pero dicho golpe nunca llega. Alguien más interviene desviando la atención del monstruo, un grupo variopinto de guerrero entra en escena y claramente son algo más experimentados que cualquier fuerza de orden público.
Luego de vacilar un par de veces la extraña criatura decide embestir a su segundo agresor, una decisión lógica pues Z9-42 fallo totalmente. A medida que el terrible animal avanza otro elemento pierde control, se trata de la chica vampira. Su lenguaje corporal despierta preocupación en el niño pero mueve ficha antes de que pueda intervenir.
Intenta erráticamente controlar a la bestia como si se tratara de un potro salvaje, por desgracia el enemigo se asemeja más a un oso y responde con igual violencia. Las cualidades vampiras no sirven de mucho contra un hostil tan poderoso, aunque la mujer se mantiene arriba pierde su protección ultravioleta.
Es claro que la luz solar acabara con ella, por suerte está en presencia de un niño aumentado que se niega a dejarla morir. Es un escenario extraño pues los bios autorizan y buscan la destrucción de cualquier enemigo de la humanidad, suele definir sus directivas principales a pesar de la actualización global. Afortunadamente para Ariadna, Zero tiene un libre albedrio único.
Con velocidad mejorada pilla la capa en pleno vuelo y salta sobre el encolerizado engendro, esta vez su objetivo dista mucho de combatir. Cubre a su única aliada y luego le arroja a la sombra del bizarro muro, tiene que ajustarla pero no debería prenderse en llamas… tiene 50% de probabilidades al menos.
Mientras intenta no salir despedido por los intentos de la criatura se da cuenta que tiene la oportunidad de atacar directamente, incluso puede resultar ileso esta vez. Un animal cuadrúpedo nunca lograra alcanzar su lomo, es la debilidad más remarcada que tienen y suelen limitarse a dar tumbos como un toro.
En la batalla anterior Z9-42 aplico la fuerza desmedida para causar daño, tristemente apenas logro avance y término lastimado el mismo. Es tiempo de un cambio estratégico, contra enemigos formidables debe ser selectivo. Busca referencias en su base de datos, por suerte existen muchos registros de “perros grandes”.
Termina estudiando detalles del mastín tibetano terrestre, su fisiología para ser exactos. La cervical o su contraparte canina muestra debilidades, esa unión resulta vulnerable en las especies relacionadas. En segundos el pequeño robot extrapola un mapa mental e identifica la posible locación, un golpe seco pero fuerte debería bastar.
En uno de los saltos más potentes que recibe se deja elevar a apropósito pero mantiene la posición gracias a un agarre mecánico, es el impulso que necesitaba. Cuando baja por la gravedad imprime algo de fuerza retrayendo su brazo y al alcanzar el lomo propina un codazo terriblemente fuerte.
El enorme canino avanza contra su atacante, la pequeña maquina se prepara para el impacto pero dicho golpe nunca llega. Alguien más interviene desviando la atención del monstruo, un grupo variopinto de guerrero entra en escena y claramente son algo más experimentados que cualquier fuerza de orden público.
Luego de vacilar un par de veces la extraña criatura decide embestir a su segundo agresor, una decisión lógica pues Z9-42 fallo totalmente. A medida que el terrible animal avanza otro elemento pierde control, se trata de la chica vampira. Su lenguaje corporal despierta preocupación en el niño pero mueve ficha antes de que pueda intervenir.
Intenta erráticamente controlar a la bestia como si se tratara de un potro salvaje, por desgracia el enemigo se asemeja más a un oso y responde con igual violencia. Las cualidades vampiras no sirven de mucho contra un hostil tan poderoso, aunque la mujer se mantiene arriba pierde su protección ultravioleta.
Es claro que la luz solar acabara con ella, por suerte está en presencia de un niño aumentado que se niega a dejarla morir. Es un escenario extraño pues los bios autorizan y buscan la destrucción de cualquier enemigo de la humanidad, suele definir sus directivas principales a pesar de la actualización global. Afortunadamente para Ariadna, Zero tiene un libre albedrio único.
Con velocidad mejorada pilla la capa en pleno vuelo y salta sobre el encolerizado engendro, esta vez su objetivo dista mucho de combatir. Cubre a su única aliada y luego le arroja a la sombra del bizarro muro, tiene que ajustarla pero no debería prenderse en llamas… tiene 50% de probabilidades al menos.
Mientras intenta no salir despedido por los intentos de la criatura se da cuenta que tiene la oportunidad de atacar directamente, incluso puede resultar ileso esta vez. Un animal cuadrúpedo nunca lograra alcanzar su lomo, es la debilidad más remarcada que tienen y suelen limitarse a dar tumbos como un toro.
En la batalla anterior Z9-42 aplico la fuerza desmedida para causar daño, tristemente apenas logro avance y término lastimado el mismo. Es tiempo de un cambio estratégico, contra enemigos formidables debe ser selectivo. Busca referencias en su base de datos, por suerte existen muchos registros de “perros grandes”.
Termina estudiando detalles del mastín tibetano terrestre, su fisiología para ser exactos. La cervical o su contraparte canina muestra debilidades, esa unión resulta vulnerable en las especies relacionadas. En segundos el pequeño robot extrapola un mapa mental e identifica la posible locación, un golpe seco pero fuerte debería bastar.
En uno de los saltos más potentes que recibe se deja elevar a apropósito pero mantiene la posición gracias a un agarre mecánico, es el impulso que necesitaba. Cuando baja por la gravedad imprime algo de fuerza retrayendo su brazo y al alcanzar el lomo propina un codazo terriblemente fuerte.
Z9-42
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Re: Hoy no es un buen día +18 [Misión]
El miembro 'Z9-42' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Hoy no es un buen día +18 [Misión]
Soltó una breve exclamación triunfal en cuanto vio que su flecha desviaba al animal del crío y de la muchacha. Sin embargo, como era de esperar, al perrazo no le sentó bien ser disparado y cargó contra ellos. Al instante, el capitán Kramer y el Padre Callahan se pusieron en guardia con sus armas mientras la elfa cargaba de nuevo una flecha en su arco. De repente, muy sorprendida, vio cómo la muchacha en cuestión se abalanzaba encima del perro, cayéndosele la capa. Tenía mucho coraje esa muchacha, tenía que reconocerlo. Por otro lado, aún con más sorpresa, vio que su piel empezaba a echar humo y un duro golpe de realidad azotó a la elfa sin piedad. Sólo había una criatura en este mundo que pudiese echar humo de día.
La cuestión era... ¿la ayudaría? Era un demonio nocturno, era un ser que se alimentaba de otros semejantes. La última experiencia que había tenido con vampiros era bastante mala. De hecho, casi muere por culpa de uno. Empezó a nacer en su cabeza la idea de que todos esos bichos merecían la muerte. Pero entonces, el ramalazo de la culpa azotó su conciencia. ¿A quién quería engañar? Ella era muchas cosas, pero no una desalmada. No tenía corazón para dejar a nadie morir, ni siquiera a una criatura que probablemente se lo mereciese. Con un resoplido de fastidio, se dirigió a sus compañeros.
-¡Chicos, hay que llevarlo hasta allí! –les gritó la elfa.
El cura se giró hacia ella, mirándola con curiosidad. La elfa les estaba señalando a una zona del muro resguardada de la luz del sol. Iredia les empezó a hacer gestos, el bicho no tardaría en atacarlos de nuevo. El padre Callahan pegó un codazo al capitán Kramer. Este sólo asintió y empezó a agitar los brazos a la bestia.
-¡Eh, tú! ¡Ven aquí, perro de mierda!
Justo en ese instante, contra todo lo que la elfa se habría esperado, el niño cogió a la muchacha, la envolvió y literalmente la arrojó a la zona del muro que Iredia había propuesto. Lo malo era que ahora el niño estaba sobre el perrazo y que ahora el que estaba en peligro era él.
<< Bueno... con este no tengo problemas en salvarle la vida >>, pensó.
El capitán Kramer, también consciente del peligro para el muchacho, se puso a un costado. El Padre Callahan, al otro. Ambos intentando que las “coces” del animal no les alcanzasen.
-¡Iredia! –llamó Kramer.
Ella sabía por qué. Se puso en posición y apuntó directamente al cuello del animal. Gracias a los botes, en algún momento el bicho infernal alzaría la cabeza para zafarse del muchacho. Disparó. Por otro lado. Kramer y Callahan aprovecharon para intentar rajarle las patas durante su confusión.
La cuestión era... ¿la ayudaría? Era un demonio nocturno, era un ser que se alimentaba de otros semejantes. La última experiencia que había tenido con vampiros era bastante mala. De hecho, casi muere por culpa de uno. Empezó a nacer en su cabeza la idea de que todos esos bichos merecían la muerte. Pero entonces, el ramalazo de la culpa azotó su conciencia. ¿A quién quería engañar? Ella era muchas cosas, pero no una desalmada. No tenía corazón para dejar a nadie morir, ni siquiera a una criatura que probablemente se lo mereciese. Con un resoplido de fastidio, se dirigió a sus compañeros.
-¡Chicos, hay que llevarlo hasta allí! –les gritó la elfa.
El cura se giró hacia ella, mirándola con curiosidad. La elfa les estaba señalando a una zona del muro resguardada de la luz del sol. Iredia les empezó a hacer gestos, el bicho no tardaría en atacarlos de nuevo. El padre Callahan pegó un codazo al capitán Kramer. Este sólo asintió y empezó a agitar los brazos a la bestia.
-¡Eh, tú! ¡Ven aquí, perro de mierda!
Justo en ese instante, contra todo lo que la elfa se habría esperado, el niño cogió a la muchacha, la envolvió y literalmente la arrojó a la zona del muro que Iredia había propuesto. Lo malo era que ahora el niño estaba sobre el perrazo y que ahora el que estaba en peligro era él.
<< Bueno... con este no tengo problemas en salvarle la vida >>, pensó.
El capitán Kramer, también consciente del peligro para el muchacho, se puso a un costado. El Padre Callahan, al otro. Ambos intentando que las “coces” del animal no les alcanzasen.
-¡Iredia! –llamó Kramer.
Ella sabía por qué. Se puso en posición y apuntó directamente al cuello del animal. Gracias a los botes, en algún momento el bicho infernal alzaría la cabeza para zafarse del muchacho. Disparó. Por otro lado. Kramer y Callahan aprovecharon para intentar rajarle las patas durante su confusión.
Iredia
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Re: Hoy no es un buen día +18 [Misión]
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Re: Hoy no es un buen día +18 [Misión]
Curiosos, de todo tipo, se asomaban por la ventana de sus casas o se acercaban vacilantes al muro por ver qué estaba ocurriendo. Algunos lo sabían, durante todo el día y, parte de la noche anterior, Sacrestic ha estado en vilo. Todas las prostitutas habían oído hablar de una bestia de piedra que convocaba con sus alas un terrible viento cortante. Las vampiresas, que tenían un mejor oído que el humano, escucharon dos nombres mientras fueron castigas: Démora y Callahan. El primero pertenecía a la gárgola y el segundo al sacerdote de la ciudad. Ellas no fueron las únicas testigos. En el mercado, los hombres más avaros, aquellos que tienen colocado un peso bajo la báscula para engañar a sus clientes, se toparon contra gárgola y otro castigo: la bestia comía la grasa y el músculo de su cuerpo, como marcaba dejaba caer una densa baba amarilla que ardía como un el infierno. Las personas violentas de corazón, entre las cuales se encontraban los guardias que apalearon a Callahan, también tenían una historia que contar; o la tendrían si no es que se estuvieran matando los unos a los otros. No había que olvidar a los testigos como Nick y Erlend que se quedaron boquiabiertos al ver, lo que ellos bautizaron como enorme y jodido murciélago de piedra, arrancaba la piel y la grasa a tiras de Darden Dean, la atracción turística por excelencia de Sacrectic.
Las historias eran muchas y muy diversas; todos, vampiros y humanos, las habían escuchado. El final estaba cerca, lo podían sentir. La Iglesia de Callahan, la pieza en común que tenían todas las torturas, estaba envuelta en un fuego verde, brillaba con una luz tenue y sombría, como si fuera la imagen de un sol reflejado por el agua de un pantano. Nadie quería perderse la oportunidad de ver el final de la historia. En silencio, pero con un pensamiento unísono (Callahan debe morir), caminaban de puntillas hacia el muro de piedra; la barrera que separaba a la Iglesia del resto de Aerandir.
Nick y Erlend pertenecían a este grupo de curiosos. Habían llevado sus armas con ellos; después de su primer encuentro, pensaron en dar su grano de arena a favor de Sacrestic Ville. Ambos se alegraron de ver al niño de metal encima de un enorme y jodido perro de piedra.
Los antiguos compañeros de Marta, aquellos que dejó abandonados para ayudar al pequeño a volver a casa, llegaron en el mejor momento. Minutos antes, se encontraron con el cadáver de Marta echado encima de la alfombra de un burdel barato. En su cuello tenía las marcas de la dentadura de un vampiro. Las prostitutas no tardaron en señalar al culpable: su nombre era Ariadna, vampiresa, 15 años aparentes y un cabello tan rojo que parecía ser parte de los demonios que relataba el Padre Callahan en sus sermones. Esa misma muchacha que buscaban para acusarla de sus crímenes estaba allí, a pocos metros del muro.
¡Qué valiente! Los humanos nunca antes habían visto un vampiro salir a la calle en las altas horas del mediodía, cuando el sol más ardía. Ariadna tenía un aspecto horrible. La imagen que se les vino a la cabeza era la de un carpintero apartando las virutas de serrín por encima de una madera recién serrada. El rostro de la vampiresa era esa madera, las virutas de serrín era la piel que se le caía a tiras y se convertía en polvo.
Se llevaron las manos a las armas; en sus cabezas repitieron las frases estudiadas: “¡Alto ahí! ¡Presten atención! ¡Paso a la Guardia!”. Ninguno se atrevió a dar la primera voz. Estaban espantados por la imagen.
Bronx era su gárgola favorita. Le gustaba por el mero hecho de que no parecía una gárgola sino un perro. Lupe siempre quiso tener uno, le encantaban los animales. El nombre de Bronx para la gárgola no fue puesto por casualidad; era el mismo nombre que Lupe hubiera puesto a su mascota.
Donald Callahan arrugó la nariz cuando su espada rozó la pierda de Bronx. Se imaginó que la gárgola que tenía enfrente era el perro con el Lupe siempre hubo soñado. “Hace unos meses tuviste que matar a un Lupe transformado en vampiro y ahora a su perro. Buen trabajo, viejo”. Su rostro no mostraba ni una pizca de arrepentimiento, solamente había fría seriedad. Sin embargo, desde el interior, Callahan estaba llorando.
La gárgola cayó de cabeza contra el suelo. Gimió de dolor como lo haría un perro convencional. El chico que la intentaba domar como si fuera una vaquilla de feria, fue desprendido por los aires. Callahan le echó un rápido vistazo; el chico no parecía tener daños importantes, al menos no recientes. Más importante fue la reacción de Kramer. Tenía la espada en mano apuntando al lomo Bronx. Callahan lo paró poniéndole una mano en el hombro y haciendo que se girase hacia él.
-Ni se te ocurra hacer lo que estás pensando- la voz sonó dura, como si fuera un sermón.
-¿Disculpe?-
Callahan señaló a la gárgola que aprovechó para escapar. Estaba cojeando, cada cinco pasos tropezaba con sus patas delanteras y volvía a caer al suelo.
-El perro nos llevara hacia su amo- dijo con una fingida sonrisa. Con la segunda frase, la sonrisa ya había desaparecido - Adelante-.
Bronx corrió hacia el boquete que consiguió abrir el Pequeño Boomer en el muro. El Padre Callahan no se hubo equivocado. La gárgola iba a pedir ayuda a quien fuera que le hubiese dado vida.
¿Esa mancha gris anaranjada que se marchaba era la gárgola de la Pereza? ¿La habían derrotado? Ariadna no era consciente de lo que sucedía, apenas podía verse las manos. Era como tener una gruesa capa de ceniza cubriendo sus ojos; una sensación parecida a la que se siente cuando se está demasiado cerca del fuego pero llevado a su límite más extremo. Una vez, alguien, tal vez su madre o tal vez su abuela, le dijo que los ojos era la zona más sensible para un vampiro. Ella no se lo creyó, debido a su trabajo pensaba que la zona más sensible, más propensa a tener graves infecciones, era también la más íntima. Se equivocó. Debió haber escuchado mejor los consejos de sus familiares y menos pensar que todo el mundo confabulaba contra ella. Echó las culpas a Démora de que se estuviese quemando viva, luego a Zero por ser la figura heroica que le inspiró la sed de venganza y, finalmente, a ella misma. ¿A quién quería engañar? Si moría, aquí y ahora, iba a ser por su culpa. Soberbia, violenta, envidiosa y lujuriosa; poseía cuatro de los siete pecados capitales.
Apretó el velo contra su cabeza buscando un abrazo. “Resiste idiota, esto todavía se ha terminado”. Abrió la boca y soltó un aliento con sabor a fuego y ceniza.
* Ambos: Buen trabajo. Habéis salvado a Ariadna y herido a Bronx. El objetivo siguiente es muy sencillo: seguid a la gárgola hacia la Iglesia de Callahan, entrad y describid cómo se encuentra su interior (reservarme el altar para mí, os guardo una sorpresa).
Para que no sea tan aburrido, he decido daros un pequeño objetivo adicional. Decenas de curiosos se han acercado a ver lo que estáis haciendo. Zero ya conoce a alguno de ellos. Tenéis opción de plantaros en medio de la multitud y pedir ayuda para combatir contra las gárgolas (Zero no hables de Marta). ¿Tomáis o dejáis la opción? Tened en cuenta las rivalidades, dentro del grupo, que se puedan. No todos saben que Callahan es inocente o que la Ariadna está buscando redención.
Las historias eran muchas y muy diversas; todos, vampiros y humanos, las habían escuchado. El final estaba cerca, lo podían sentir. La Iglesia de Callahan, la pieza en común que tenían todas las torturas, estaba envuelta en un fuego verde, brillaba con una luz tenue y sombría, como si fuera la imagen de un sol reflejado por el agua de un pantano. Nadie quería perderse la oportunidad de ver el final de la historia. En silencio, pero con un pensamiento unísono (Callahan debe morir), caminaban de puntillas hacia el muro de piedra; la barrera que separaba a la Iglesia del resto de Aerandir.
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Nick y Erlend pertenecían a este grupo de curiosos. Habían llevado sus armas con ellos; después de su primer encuentro, pensaron en dar su grano de arena a favor de Sacrestic Ville. Ambos se alegraron de ver al niño de metal encima de un enorme y jodido perro de piedra.
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Los antiguos compañeros de Marta, aquellos que dejó abandonados para ayudar al pequeño a volver a casa, llegaron en el mejor momento. Minutos antes, se encontraron con el cadáver de Marta echado encima de la alfombra de un burdel barato. En su cuello tenía las marcas de la dentadura de un vampiro. Las prostitutas no tardaron en señalar al culpable: su nombre era Ariadna, vampiresa, 15 años aparentes y un cabello tan rojo que parecía ser parte de los demonios que relataba el Padre Callahan en sus sermones. Esa misma muchacha que buscaban para acusarla de sus crímenes estaba allí, a pocos metros del muro.
¡Qué valiente! Los humanos nunca antes habían visto un vampiro salir a la calle en las altas horas del mediodía, cuando el sol más ardía. Ariadna tenía un aspecto horrible. La imagen que se les vino a la cabeza era la de un carpintero apartando las virutas de serrín por encima de una madera recién serrada. El rostro de la vampiresa era esa madera, las virutas de serrín era la piel que se le caía a tiras y se convertía en polvo.
Se llevaron las manos a las armas; en sus cabezas repitieron las frases estudiadas: “¡Alto ahí! ¡Presten atención! ¡Paso a la Guardia!”. Ninguno se atrevió a dar la primera voz. Estaban espantados por la imagen.
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Bronx era su gárgola favorita. Le gustaba por el mero hecho de que no parecía una gárgola sino un perro. Lupe siempre quiso tener uno, le encantaban los animales. El nombre de Bronx para la gárgola no fue puesto por casualidad; era el mismo nombre que Lupe hubiera puesto a su mascota.
Donald Callahan arrugó la nariz cuando su espada rozó la pierda de Bronx. Se imaginó que la gárgola que tenía enfrente era el perro con el Lupe siempre hubo soñado. “Hace unos meses tuviste que matar a un Lupe transformado en vampiro y ahora a su perro. Buen trabajo, viejo”. Su rostro no mostraba ni una pizca de arrepentimiento, solamente había fría seriedad. Sin embargo, desde el interior, Callahan estaba llorando.
La gárgola cayó de cabeza contra el suelo. Gimió de dolor como lo haría un perro convencional. El chico que la intentaba domar como si fuera una vaquilla de feria, fue desprendido por los aires. Callahan le echó un rápido vistazo; el chico no parecía tener daños importantes, al menos no recientes. Más importante fue la reacción de Kramer. Tenía la espada en mano apuntando al lomo Bronx. Callahan lo paró poniéndole una mano en el hombro y haciendo que se girase hacia él.
-Ni se te ocurra hacer lo que estás pensando- la voz sonó dura, como si fuera un sermón.
-¿Disculpe?-
Callahan señaló a la gárgola que aprovechó para escapar. Estaba cojeando, cada cinco pasos tropezaba con sus patas delanteras y volvía a caer al suelo.
-El perro nos llevara hacia su amo- dijo con una fingida sonrisa. Con la segunda frase, la sonrisa ya había desaparecido - Adelante-.
Bronx corrió hacia el boquete que consiguió abrir el Pequeño Boomer en el muro. El Padre Callahan no se hubo equivocado. La gárgola iba a pedir ayuda a quien fuera que le hubiese dado vida.
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¿Esa mancha gris anaranjada que se marchaba era la gárgola de la Pereza? ¿La habían derrotado? Ariadna no era consciente de lo que sucedía, apenas podía verse las manos. Era como tener una gruesa capa de ceniza cubriendo sus ojos; una sensación parecida a la que se siente cuando se está demasiado cerca del fuego pero llevado a su límite más extremo. Una vez, alguien, tal vez su madre o tal vez su abuela, le dijo que los ojos era la zona más sensible para un vampiro. Ella no se lo creyó, debido a su trabajo pensaba que la zona más sensible, más propensa a tener graves infecciones, era también la más íntima. Se equivocó. Debió haber escuchado mejor los consejos de sus familiares y menos pensar que todo el mundo confabulaba contra ella. Echó las culpas a Démora de que se estuviese quemando viva, luego a Zero por ser la figura heroica que le inspiró la sed de venganza y, finalmente, a ella misma. ¿A quién quería engañar? Si moría, aquí y ahora, iba a ser por su culpa. Soberbia, violenta, envidiosa y lujuriosa; poseía cuatro de los siete pecados capitales.
Apretó el velo contra su cabeza buscando un abrazo. “Resiste idiota, esto todavía se ha terminado”. Abrió la boca y soltó un aliento con sabor a fuego y ceniza.
_____________________
* Ambos: Buen trabajo. Habéis salvado a Ariadna y herido a Bronx. El objetivo siguiente es muy sencillo: seguid a la gárgola hacia la Iglesia de Callahan, entrad y describid cómo se encuentra su interior (reservarme el altar para mí, os guardo una sorpresa).
Para que no sea tan aburrido, he decido daros un pequeño objetivo adicional. Decenas de curiosos se han acercado a ver lo que estáis haciendo. Zero ya conoce a alguno de ellos. Tenéis opción de plantaros en medio de la multitud y pedir ayuda para combatir contra las gárgolas (Zero no hables de Marta). ¿Tomáis o dejáis la opción? Tened en cuenta las rivalidades, dentro del grupo, que se puedan. No todos saben que Callahan es inocente o que la Ariadna está buscando redención.
Sigel
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Re: Hoy no es un buen día +18 [Misión]
En un giro de los acontecimientos las cosas salen de buena manera, parece que la planificación y el trabajo en equipo son la clave cuando luchas enemigos muy fuertes. Zero sale despedido pero no recibe daños mayores, al contrario se encuentra en cierto modo animado mientras mira todo transcurrir.
La gárgola resulta herida, no parecer ser mortal pero de igual forma limita sus capacidades. Decide emprender la retirada y nadie la detiene, algunos gestos faciales entre dos de los guerreros dejan entrever que se trata de algo consentido. Las estrategias ganadoras suelen tener varias partes, eso se repite en los registros históricos de Zero.
Una vez erguido busca a su acompañante, la vampira está en mal estado pero viva. Necesitará su asombrosa capacidad de regeneración cuando esto termine pero según algunos datos populares esa especie puede soportar cosas crudas, son de las más resistentes en Aerandir… sin involucrar a los bios claro.
Una multitud se hace presente, parece que la ciudad entera decide salir. Z9-42 reconoce a varios, por otro lado todos los presentes van armados. Debe ser lo que se considera popularmente como una “turba”, un grupo de personas corrientes sin capacidad combativa que se unen y logran cosas gracias a su calidad de horda.
Su objetivo allí es claro, quieren acabar con lo que está destrozando su lugar de residencia. Llegan en un momento bastante pertinente, podrían resultar de utilidad para neutralizar la amenaza. El reducto enemigo esta adelante, ese extraño espectáculo debe significar que la fuente se oculta en el recinto religioso.
Pronto la idea inicial de Zero sobre recibir ayuda queda descartada, las predicciones arrojan terribles bajas civiles. En la tierra aunque los tumultos ocasionan muchas muertes suelen funcionar pero… en la tierra no tienen perros gigantes de piedra ni toda la colección de criaturas extrañas y asesinas que llevan apareciendo.
Yo… creo que no deberían intervenir… nosotros no encargaremos, ¿verdad?
Pregunta a sus nuevos compañeros de aventura, no puede tomar la decisión solo. Al final ellos son los más capacitados para evaluar la habilidad corriente, son seres vivos después de todo. Luego de meditar ese argumento un poco más Z9-42 decide dejar la decisión en el grupo, no ha tomado buenos caminos en toda la experiencia.
Aceptare lo que ustedes decidan, les seguiré de cerca.
Mientras todos se preparan y las decisiones se toman el pequeño sintético avanza hasta Ariadna para evaluar su estado, no se ve muy bien y la biométrica lo confirma. Los elementos heridos suelen perecer en situaciones peligrosas, si no puede restablecer su estado quizás sea mejor liberarla de su servicio moral.
A partir de ahora avanzaremos bajo techo pero si lo deseas… puedes retirarte antes de entrar en la iglesia para que te recuperes.
La gárgola resulta herida, no parecer ser mortal pero de igual forma limita sus capacidades. Decide emprender la retirada y nadie la detiene, algunos gestos faciales entre dos de los guerreros dejan entrever que se trata de algo consentido. Las estrategias ganadoras suelen tener varias partes, eso se repite en los registros históricos de Zero.
Una vez erguido busca a su acompañante, la vampira está en mal estado pero viva. Necesitará su asombrosa capacidad de regeneración cuando esto termine pero según algunos datos populares esa especie puede soportar cosas crudas, son de las más resistentes en Aerandir… sin involucrar a los bios claro.
Una multitud se hace presente, parece que la ciudad entera decide salir. Z9-42 reconoce a varios, por otro lado todos los presentes van armados. Debe ser lo que se considera popularmente como una “turba”, un grupo de personas corrientes sin capacidad combativa que se unen y logran cosas gracias a su calidad de horda.
Su objetivo allí es claro, quieren acabar con lo que está destrozando su lugar de residencia. Llegan en un momento bastante pertinente, podrían resultar de utilidad para neutralizar la amenaza. El reducto enemigo esta adelante, ese extraño espectáculo debe significar que la fuente se oculta en el recinto religioso.
Pronto la idea inicial de Zero sobre recibir ayuda queda descartada, las predicciones arrojan terribles bajas civiles. En la tierra aunque los tumultos ocasionan muchas muertes suelen funcionar pero… en la tierra no tienen perros gigantes de piedra ni toda la colección de criaturas extrañas y asesinas que llevan apareciendo.
Yo… creo que no deberían intervenir… nosotros no encargaremos, ¿verdad?
Pregunta a sus nuevos compañeros de aventura, no puede tomar la decisión solo. Al final ellos son los más capacitados para evaluar la habilidad corriente, son seres vivos después de todo. Luego de meditar ese argumento un poco más Z9-42 decide dejar la decisión en el grupo, no ha tomado buenos caminos en toda la experiencia.
Aceptare lo que ustedes decidan, les seguiré de cerca.
Mientras todos se preparan y las decisiones se toman el pequeño sintético avanza hasta Ariadna para evaluar su estado, no se ve muy bien y la biométrica lo confirma. Los elementos heridos suelen perecer en situaciones peligrosas, si no puede restablecer su estado quizás sea mejor liberarla de su servicio moral.
A partir de ahora avanzaremos bajo techo pero si lo deseas… puedes retirarte antes de entrar en la iglesia para que te recuperes.
Z9-42
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Re: Hoy no es un buen día +18 [Misión]
Soltó un pequeño gritito de triunfo cuando la gárgola perro del demonio (literal) fue herida. Ya iba derecha a cargar otra flecha cuando vio el gesto que Callahan le hizo a Kramer para que no siguiese atacándolo. Y tenía razón: el perro iba derecho hacia su amo. El padre Callahan era un sabio.
Entonces se fijó en toda aquella multitud que se agrupaba poco a poco alrededor de la Iglesia. Algunos eran solo curiosos, otros tenían miradas de odio, otros... no tenían ninguna expresión en particular. Simplemente los movía la novedad, el hecho de que allí había personas colgadas en un muro como si fuesen cebollas. El crío que había salido por los aires asaltando al perro se acercó a ellos. Frunció el ceño ante sus palabras. Tenía razón, aunque ella consideraba que solo en parte.
-Quizás nos venga bien alguien que eche una mano a los heri... ¡ay, los dioses! ¿Dónde está Boomer? -y se llevó una mano a la boca, preocupada, sintiéndose terriblemente culpable por haber enviado al grandullón solo.
-El muchacho tiene razón, elfa, no deberían meterse los civiles en este asunto. -espetó Kramer mientras el crío se marchaba con la niña vampiresa.
-No, cierto, los civiles no. Pero ahí, entre esa gente, también hay soldados y gente capaz de empuñar armas, ¿verdad? ¿O la guardia de Sacrestic Ville es solo un puñado de hombres que se comen a sí mismos? -se la devolvió Iredia, enarcando una ceja.
Kramer entrecerró los ojos, molesto, pero no dijo nada. Miró a la multitud, dudoso.
-Nosotros podemos seguir al perro y tú puedes reclutar a los que hagan falta. Hay gente que necesita ser atendida aquí, las personas del muro puede que mueran y las gárgolas puede que se dediquen a atacar a la gente de nuevo. No podemos solos con todo. -la voz de Iredia sonó apasionada, quizás siendo ilusa o quizás llevada por la desesperación. Un poquito de ambas.
-Hay que darse prisa... -llamó Callahan.
Kramer bufó.
-Deberías ir tú, que eres el que ha armado todo esto, viejo.
-Y no tendría ningún problema en hacerlo por el bien común. Joven. -respondió Callahan con el mismo tono.
-No, Kramer, tienes que ser tú. A mí no me van a escuchar y a él tampoco, pero al capitán de la guardia sí. Solo tienes que ir y preguntar por gente que sepa manejar un arma y organizarlo todo.
Los ojos de Kramer fueron bailando entre el sacerdote y la elfa. Volvió a bufar.
-Están buscando tu cabeza, y lo sabes.
-Si mi cabeza es lo que quieren, es lo que obtendrán...
-¡Deja de acusarlo de todo! -se enfadó Iredia, interrumpiendo al sacerdote- Dale la oportunidad de demostrar que no es él. Si, después de esto, la gente sigue queriendo su cabeza, ya veremos cómo lo solucionamos. Pero, por favor, déjale que lo intente.
Kramer resopló y asintió. En silencio, con la espada desenfundada y una mirada seria, se dirigió a la multitud. Mientras, Callahan e Iredia se dirigieron hacia los críos. Lo primero que pensó la elfa al ver al muchacho más de cerca fue que era raro. Era como un adulto metido en un cuerpo de niño. ¿Sería uno de esos niños que nacían con problemas mentales? Lo había visto encaramado al perro sin ningún tipo de miedo, pero no sabía hasta qué punto ese muchacho podía luchar. No dejaba de ser un crío.
-Esto no es seguro para vosotros... -miró la elfa de reojo a Callahan, que se iba ya andando para seguir al perro- Pero si aún así queréis luchar, estaremos en la Iglesia.
Se levantó entonces y, arco en mano, siguió los pasos del sacerdote.
Callahan e Iredia entraron en la Iglesia, primero él y luego ella. No le pasó desapercibido a la elfa el gesto del sacerdote al ver el que había sido su hogar. No estaba destrozado, para nada. Estaba vacío. Habían quitado los bancos, los cuadros y cualquier elemento ornamental innecesario. No era saqueo, pues estaba todo perfectamente ordenado y limpio aún no habiendo nada, como si alguien hubiese cogido todo y lo hubiese guardado en otro lugar. Únicamente quedaban los cirios para iluminar la inmensa sala en varias argollas. Eso y un precioso altar. Iredia miró de reojo a Callahan, su seriedad y su temple le eran admirables. No sabía bien lo que le pasaba por la cabeza en ese momento.
Entonces se fijó en toda aquella multitud que se agrupaba poco a poco alrededor de la Iglesia. Algunos eran solo curiosos, otros tenían miradas de odio, otros... no tenían ninguna expresión en particular. Simplemente los movía la novedad, el hecho de que allí había personas colgadas en un muro como si fuesen cebollas. El crío que había salido por los aires asaltando al perro se acercó a ellos. Frunció el ceño ante sus palabras. Tenía razón, aunque ella consideraba que solo en parte.
-Quizás nos venga bien alguien que eche una mano a los heri... ¡ay, los dioses! ¿Dónde está Boomer? -y se llevó una mano a la boca, preocupada, sintiéndose terriblemente culpable por haber enviado al grandullón solo.
-El muchacho tiene razón, elfa, no deberían meterse los civiles en este asunto. -espetó Kramer mientras el crío se marchaba con la niña vampiresa.
-No, cierto, los civiles no. Pero ahí, entre esa gente, también hay soldados y gente capaz de empuñar armas, ¿verdad? ¿O la guardia de Sacrestic Ville es solo un puñado de hombres que se comen a sí mismos? -se la devolvió Iredia, enarcando una ceja.
Kramer entrecerró los ojos, molesto, pero no dijo nada. Miró a la multitud, dudoso.
-Nosotros podemos seguir al perro y tú puedes reclutar a los que hagan falta. Hay gente que necesita ser atendida aquí, las personas del muro puede que mueran y las gárgolas puede que se dediquen a atacar a la gente de nuevo. No podemos solos con todo. -la voz de Iredia sonó apasionada, quizás siendo ilusa o quizás llevada por la desesperación. Un poquito de ambas.
-Hay que darse prisa... -llamó Callahan.
Kramer bufó.
-Deberías ir tú, que eres el que ha armado todo esto, viejo.
-Y no tendría ningún problema en hacerlo por el bien común. Joven. -respondió Callahan con el mismo tono.
-No, Kramer, tienes que ser tú. A mí no me van a escuchar y a él tampoco, pero al capitán de la guardia sí. Solo tienes que ir y preguntar por gente que sepa manejar un arma y organizarlo todo.
Los ojos de Kramer fueron bailando entre el sacerdote y la elfa. Volvió a bufar.
-Están buscando tu cabeza, y lo sabes.
-Si mi cabeza es lo que quieren, es lo que obtendrán...
-¡Deja de acusarlo de todo! -se enfadó Iredia, interrumpiendo al sacerdote- Dale la oportunidad de demostrar que no es él. Si, después de esto, la gente sigue queriendo su cabeza, ya veremos cómo lo solucionamos. Pero, por favor, déjale que lo intente.
Kramer resopló y asintió. En silencio, con la espada desenfundada y una mirada seria, se dirigió a la multitud. Mientras, Callahan e Iredia se dirigieron hacia los críos. Lo primero que pensó la elfa al ver al muchacho más de cerca fue que era raro. Era como un adulto metido en un cuerpo de niño. ¿Sería uno de esos niños que nacían con problemas mentales? Lo había visto encaramado al perro sin ningún tipo de miedo, pero no sabía hasta qué punto ese muchacho podía luchar. No dejaba de ser un crío.
-Esto no es seguro para vosotros... -miró la elfa de reojo a Callahan, que se iba ya andando para seguir al perro- Pero si aún así queréis luchar, estaremos en la Iglesia.
Se levantó entonces y, arco en mano, siguió los pasos del sacerdote.
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Callahan e Iredia entraron en la Iglesia, primero él y luego ella. No le pasó desapercibido a la elfa el gesto del sacerdote al ver el que había sido su hogar. No estaba destrozado, para nada. Estaba vacío. Habían quitado los bancos, los cuadros y cualquier elemento ornamental innecesario. No era saqueo, pues estaba todo perfectamente ordenado y limpio aún no habiendo nada, como si alguien hubiese cogido todo y lo hubiese guardado en otro lugar. Únicamente quedaban los cirios para iluminar la inmensa sala en varias argollas. Eso y un precioso altar. Iredia miró de reojo a Callahan, su seriedad y su temple le eran admirables. No sabía bien lo que le pasaba por la cabeza en ese momento.
Iredia
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