Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Siguió caminando, jadeante. Dobló una esquina. Dobló otra. Y entonces la vio: una puerta de madera, grande y pesada. Corrió hacia ella, pero una vez más era sólo un reflejo. Se dio con la nariz fuerte contra el cristal. Se llevó una mano entonces a la cara, se había hecho daño. Y el reflejo cambió.
Una joven de pelo rojizo le devolvió la mirada con los ojos violetas. Pero no era ella exactamente, era un yo del pasado. Una Iredia más joven. La Iredia real se apartó del espejo, pero siguió mirándolo, como hipnotizada. La Iredia más joven sostenía un bebé...
-No... no... no... ¡NO! -corrió hasta volver a chocarse con otro espejo y el mismo reflejo.
La Iredia joven acunaba al niño en brazos, le cantaba en élfico suavemente. De repente, una de sus manos se deslizó hasta un cuchillo que tenía en el cinturón. El niño empezó a llorar e Iredia le clavó el cuchillo en el vientre. La Iredia real se arrodilló frente a ese reflejo, con lágrimas en sus ojos violáceos.
-No fui yo... - puso una mano en el espejo.
La Iredia joven puso la mano sobre la suya.
-Sí, querida. Sí lo fuimos.
Y le enseñó el cadáver del niño. Iredia volvió a gritar y echó a correr. Había perdido de vista la puerta de madera. El maldito dueño de la torre se estaba quedando con ella. Lo supo por esa risa malévola que sonaba en sus oídos. Tenía que encontrar la salida o se volvería loca allí mismo. Esperó y deseó que el brujo estuviera teniendo mejor suerte.
Una joven de pelo rojizo le devolvió la mirada con los ojos violetas. Pero no era ella exactamente, era un yo del pasado. Una Iredia más joven. La Iredia real se apartó del espejo, pero siguió mirándolo, como hipnotizada. La Iredia más joven sostenía un bebé...
-No... no... no... ¡NO! -corrió hasta volver a chocarse con otro espejo y el mismo reflejo.
La Iredia joven acunaba al niño en brazos, le cantaba en élfico suavemente. De repente, una de sus manos se deslizó hasta un cuchillo que tenía en el cinturón. El niño empezó a llorar e Iredia le clavó el cuchillo en el vientre. La Iredia real se arrodilló frente a ese reflejo, con lágrimas en sus ojos violáceos.
-No fui yo... - puso una mano en el espejo.
La Iredia joven puso la mano sobre la suya.
-Sí, querida. Sí lo fuimos.
Y le enseñó el cadáver del niño. Iredia volvió a gritar y echó a correr. Había perdido de vista la puerta de madera. El maldito dueño de la torre se estaba quedando con ella. Lo supo por esa risa malévola que sonaba en sus oídos. Tenía que encontrar la salida o se volvería loca allí mismo. Esperó y deseó que el brujo estuviera teniendo mejor suerte.
Última edición por Iredia el Jue Jun 29 2017, 19:50, editado 1 vez
Iredia
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
- ¿No deberíamos irnos con Anna, Eskol?
Seguí en silencio. "No esta ahí. No esta ahí."
- Anna dijo que nos esperaría con mama en el prado...
- No iremos a ver a Anna, Ingrit. - Dije antes de darme cuenta.
Y entonces, al comprender mi error, la niña cambio de expresión para pasar a una mucho más siniestra. Una sonrisa surco su cara mientras, muy despacio, una fina hoja empezaba a salir de su ojo derecho. Era la hoja de un puñal. Ella empezó a reír junto al reflejo de su espalda, que era Anna cubierta de sangre mientras, a sus espaldas, descansaban los cadáveres de mis padres.
- YA BASTA. - Dije empujando el aire en un único punto mientras rompía el cristal en concreto y encontraba al fondo la puerta.
Unas risas siniestras me arrinconaron en ese lugar, encerrándome en mi mismo mientras un espejismo de Anna venia hacia mi y me decía verdades que no quería oír.
- Tu los trajiste... a todos... Para mi. Y luego... Luego.
- ... Luego te mate. - Dije dándome cuenta de una cosa. - Del mismo modo...
Me acerque a ella y, por primera vez, desenvaine la espada.
Esta, como imbuida por esa velocidad y furia del gesto, corto el viento como si se tratara de un papel, sin oponer resistencia ni esfuerzo. Atravesé el cuello de esa ilusión y me deslice sin demasiada fuerza necesaria hacia su cadera, que quedo partida en dos mientras una mueca de horror aparecía dibujada en esa visión.
- Os puedo destruir ahora.
Mire a mis padres, muertos y cadavéricos, viniendo hacia mi.
De nuevo, pase la punta de mi arma por el suelo y acelere el crecimiento de las chispas. Carbonizando esos cadáveres.
Mi hermana me miro con temor.
- Eskol... Soy tu hermana... Tu hermanita...
Y atravesé su cabeza con la espada, clavando su cráneo en ese suelo sin parpadear.
Respiré varias veces mientras colocaba la espada en su funda.
Eso no había sido para nada fácil. Ni agradable.
Oí un grito que me devolvió a la realidad. Aun con las manos temblandome, empecé a correr tras el grito de la elfa.
Ya tenia una razón extra para arrancarle la piel a tiras a ese puto desgraciado del elfo que controlaba la torre.
Seguí en silencio. "No esta ahí. No esta ahí."
- Anna dijo que nos esperaría con mama en el prado...
- No iremos a ver a Anna, Ingrit. - Dije antes de darme cuenta.
Y entonces, al comprender mi error, la niña cambio de expresión para pasar a una mucho más siniestra. Una sonrisa surco su cara mientras, muy despacio, una fina hoja empezaba a salir de su ojo derecho. Era la hoja de un puñal. Ella empezó a reír junto al reflejo de su espalda, que era Anna cubierta de sangre mientras, a sus espaldas, descansaban los cadáveres de mis padres.
- YA BASTA. - Dije empujando el aire en un único punto mientras rompía el cristal en concreto y encontraba al fondo la puerta.
Unas risas siniestras me arrinconaron en ese lugar, encerrándome en mi mismo mientras un espejismo de Anna venia hacia mi y me decía verdades que no quería oír.
- Tu los trajiste... a todos... Para mi. Y luego... Luego.
- ... Luego te mate. - Dije dándome cuenta de una cosa. - Del mismo modo...
Me acerque a ella y, por primera vez, desenvaine la espada.
Esta, como imbuida por esa velocidad y furia del gesto, corto el viento como si se tratara de un papel, sin oponer resistencia ni esfuerzo. Atravesé el cuello de esa ilusión y me deslice sin demasiada fuerza necesaria hacia su cadera, que quedo partida en dos mientras una mueca de horror aparecía dibujada en esa visión.
- Os puedo destruir ahora.
Mire a mis padres, muertos y cadavéricos, viniendo hacia mi.
De nuevo, pase la punta de mi arma por el suelo y acelere el crecimiento de las chispas. Carbonizando esos cadáveres.
Mi hermana me miro con temor.
- Eskol... Soy tu hermana... Tu hermanita...
Y atravesé su cabeza con la espada, clavando su cráneo en ese suelo sin parpadear.
Respiré varias veces mientras colocaba la espada en su funda.
Eso no había sido para nada fácil. Ni agradable.
Oí un grito que me devolvió a la realidad. Aun con las manos temblandome, empecé a correr tras el grito de la elfa.
Ya tenia una razón extra para arrancarle la piel a tiras a ese puto desgraciado del elfo que controlaba la torre.
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
<<Vamos, Iredia, esto no es real, esto no es real...>>, se decía a sí misma la elfa mientras avanzaba.
De nuevo, el reflejo de la puerta apareció en uno de los espejos. La desesperación por salir de allí le llevó a intentar mirar si era verdad lo que reflejaba aquel espejo. Y esta vez, vio la puerta al fondo. Corrió casi llevada por el instinto, pues su cuerpo estaba tenso y cansado. Vio entonces una figura negra a mitad de camino. Su rostro se le iluminó. Era Karkaran de espaldas.
-¡Kar! Dioses, estás vivo... -jadeó mientras se acercaba a él.
Sin embargo, el brujo se dio la vuelta muy despacio. Llevaba un puñal en la mano, la cara descubierta. Iredia vio con horror que las cicatrices de su rostro eran mucho más marcadas, más rojas. Como recién hechas. Mucho más grotescas. La elfa paró su carrera y descubrió con gran horror que el brujo falso estaba a medio camino entre ella y la puerta de salida. Él la miraba feroz y siniestramente, no son su media sonrisa habitual sino como alguien que estaba completamente loco.
-No... tú no...
El brujo entonces se acercó a ella a pasos agigantados e Iredia cerró los ojos y corrió. Ella no lo vio, pero atravesó la figura del Karkaran falso limpiamente, notando simplemente una corriente de aire. Abrió los ojos de nuevo y no miró atrás.
-Sigo tras de ti, elfa. -le decía una voz de Karkaran a su espalda- Me harté de protegerte. Ya no me sirves.
Oyó unos pasos que corrían tras ella. La puerta estaba tan cerca que Iredia no se arriesgó a mirar cómo el reflejo del brujo la seguía con el cuchillo en la mano. Entonces, llegó a la puerta. Tocó el pomo y miró a su espalda. El espejismo del brujo se hizo añicos delante de sus violáceos ojos. Al parecer, al llegar a la puerta había roto el poder mental que el laberinto ejercía sobre su mente. Apoyó entonces su espalda en la puerta, se arrastró al suelo y se sentó mientras lágrimas silenciosas corrían por sus mejillas. El verdadero brujo seguía sin aparecer.
Entonces lo vio, una figura negra corriendo hacia ella apresuradamente. El brujo, de nuevo. No parecía agresivo, pero Iredia no se fiaba. Se levantó de un salto y le apuntó con el arco. No sabía si era él realmente y no quería castigar de nuevo su corazón con la imagen de su protector traicionándola, no lo podría aguantar. Se cargaría a ese reflejo con su arco antes de que abriese la boca. De pronto, se le ocurrió algo.
-La moneda .amenazó, mirando aún con lágrimas a los ojos de Karkaran- Enséñame la moneda o te atravieso el cráneo. -su voz tembló, pero su voluntad era firme, pues el arco no le temblaba ni un ápice y su pose era decidida.
La risa del dueño de la torre los envolvió. Debía estar viendo la escena y disfrutándola plenamente.
De nuevo, el reflejo de la puerta apareció en uno de los espejos. La desesperación por salir de allí le llevó a intentar mirar si era verdad lo que reflejaba aquel espejo. Y esta vez, vio la puerta al fondo. Corrió casi llevada por el instinto, pues su cuerpo estaba tenso y cansado. Vio entonces una figura negra a mitad de camino. Su rostro se le iluminó. Era Karkaran de espaldas.
-¡Kar! Dioses, estás vivo... -jadeó mientras se acercaba a él.
Sin embargo, el brujo se dio la vuelta muy despacio. Llevaba un puñal en la mano, la cara descubierta. Iredia vio con horror que las cicatrices de su rostro eran mucho más marcadas, más rojas. Como recién hechas. Mucho más grotescas. La elfa paró su carrera y descubrió con gran horror que el brujo falso estaba a medio camino entre ella y la puerta de salida. Él la miraba feroz y siniestramente, no son su media sonrisa habitual sino como alguien que estaba completamente loco.
-No... tú no...
El brujo entonces se acercó a ella a pasos agigantados e Iredia cerró los ojos y corrió. Ella no lo vio, pero atravesó la figura del Karkaran falso limpiamente, notando simplemente una corriente de aire. Abrió los ojos de nuevo y no miró atrás.
-Sigo tras de ti, elfa. -le decía una voz de Karkaran a su espalda- Me harté de protegerte. Ya no me sirves.
Oyó unos pasos que corrían tras ella. La puerta estaba tan cerca que Iredia no se arriesgó a mirar cómo el reflejo del brujo la seguía con el cuchillo en la mano. Entonces, llegó a la puerta. Tocó el pomo y miró a su espalda. El espejismo del brujo se hizo añicos delante de sus violáceos ojos. Al parecer, al llegar a la puerta había roto el poder mental que el laberinto ejercía sobre su mente. Apoyó entonces su espalda en la puerta, se arrastró al suelo y se sentó mientras lágrimas silenciosas corrían por sus mejillas. El verdadero brujo seguía sin aparecer.
Entonces lo vio, una figura negra corriendo hacia ella apresuradamente. El brujo, de nuevo. No parecía agresivo, pero Iredia no se fiaba. Se levantó de un salto y le apuntó con el arco. No sabía si era él realmente y no quería castigar de nuevo su corazón con la imagen de su protector traicionándola, no lo podría aguantar. Se cargaría a ese reflejo con su arco antes de que abriese la boca. De pronto, se le ocurrió algo.
-La moneda .amenazó, mirando aún con lágrimas a los ojos de Karkaran- Enséñame la moneda o te atravieso el cráneo. -su voz tembló, pero su voluntad era firme, pues el arco no le temblaba ni un ápice y su pose era decidida.
La risa del dueño de la torre los envolvió. Debía estar viendo la escena y disfrutándola plenamente.
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Mientras corria, no podia quitarme la imagen de Ingrit mientras me miraba con mi espada atracesandole el cerebro y la garganta para clavarse en el suelo. Cuando murio originalmente, no fue a mis manls, aunque no por ello no significaba que no hubiera sido mi culpa.
Recordé entonces a Anna mirandome en su momento, mientras mi puñal atravesaba su corazón. Cuando uno lo pierde todo, pero mantiene la cordura... no hay mayor infierno.
Entonces el grito de la elfa me hizo cambiar la dirección en la que mis pasos me giaban. Gire hacia la derecha y la vi al fondo, encorvada sobre si misma. Di un suspiro de alivio. Al menos, estaba entera.
Y asi fue como acabó apuntandome con el arco.
Me detube mientras me ordenaba que sacará la moneda. Lo cierto era que me pareció una prueba algo cogida por sorpresa. Si bien el fantasma sabia de la existencia de estas o de nuestra posesion de ellas, de nada serviria enseñarla... a menos que ...
– Conociéndote ... – Dije mientras sacaba la moneda del zurrón – ... Serias capaz de ponerte en peligro ahora, verdad ardillita?
Y supe que no necesitaba más para hacerle creer que era real.
Recordé entonces a Anna mirandome en su momento, mientras mi puñal atravesaba su corazón. Cuando uno lo pierde todo, pero mantiene la cordura... no hay mayor infierno.
Entonces el grito de la elfa me hizo cambiar la dirección en la que mis pasos me giaban. Gire hacia la derecha y la vi al fondo, encorvada sobre si misma. Di un suspiro de alivio. Al menos, estaba entera.
Y asi fue como acabó apuntandome con el arco.
Me detube mientras me ordenaba que sacará la moneda. Lo cierto era que me pareció una prueba algo cogida por sorpresa. Si bien el fantasma sabia de la existencia de estas o de nuestra posesion de ellas, de nada serviria enseñarla... a menos que ...
– Conociéndote ... – Dije mientras sacaba la moneda del zurrón – ... Serias capaz de ponerte en peligro ahora, verdad ardillita?
Y supe que no necesitaba más para hacerle creer que era real.
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Vio estupefacta cómo su protector de verdad sacaba la moneda.
-Conociéndote, serías capaz de ponerte en peligro ahora, ¿verdad, ardillita?
Efectivamente, no necesitó nada más. Sin decir palabra alguna, guardó su arma y con una sonrisa de alivio fue hasta el brujo y lo abrazó fuertemente. Apoyó su frente en el pecho de él y cerró los ojos. La imagen del bebé apuñalado la iba a perseguir durante mucho tiempo.
-Me pondría en peligro hasta para seguirte al infierno, brujín, maldita sea. -espetó entre rabia y lágrimas, dando un leve puñetazo en el pecho de él y sin levantar la cabeza-
Esos reflejos... el bebé... oh, dioses, no fue culpa mía...
La mente de la elfa estaba aturdida y confusa. Las imágenes que había visto en el laberinto sin duda habían quebrado su temple. Incorporó entonces la cabeza y lo miró con mucha seriedad.
-Si sabes más cosas de esta torre, me gustaría que me lo contaras. -frunció el ceño- Por saber por qué nos estamos jugando la vida y quién es el guladenh que vive aquí.
La elfa no terminaba de ser consciente de que siempre insultaba en élfico. Aunque sin duda su protector aprendería rápido a decir tacos en ese idioma.
-Conociéndote, serías capaz de ponerte en peligro ahora, ¿verdad, ardillita?
Efectivamente, no necesitó nada más. Sin decir palabra alguna, guardó su arma y con una sonrisa de alivio fue hasta el brujo y lo abrazó fuertemente. Apoyó su frente en el pecho de él y cerró los ojos. La imagen del bebé apuñalado la iba a perseguir durante mucho tiempo.
-Me pondría en peligro hasta para seguirte al infierno, brujín, maldita sea. -espetó entre rabia y lágrimas, dando un leve puñetazo en el pecho de él y sin levantar la cabeza-
Esos reflejos... el bebé... oh, dioses, no fue culpa mía...
La mente de la elfa estaba aturdida y confusa. Las imágenes que había visto en el laberinto sin duda habían quebrado su temple. Incorporó entonces la cabeza y lo miró con mucha seriedad.
-Si sabes más cosas de esta torre, me gustaría que me lo contaras. -frunció el ceño- Por saber por qué nos estamos jugando la vida y quién es el guladenh que vive aquí.
La elfa no terminaba de ser consciente de que siempre insultaba en élfico. Aunque sin duda su protector aprendería rápido a decir tacos en ese idioma.
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Apoyé mi mano sobre la cabeza de la elfa, comprendiendo que sus visiones, como era de esperar, habían ido a hacerle daño a ella. De una forma cruenta e implacable como lo habían sido las mías.
Acaricié despacio sus cabellos mientras escuchaba sus lamentos.
- Seguro que no lo fue, ardillita. - Dije tratando de calmarla. - Es solo una forma que tiene ese... guladenh de confundirnos. - Añadí repitiendo esa palabra que no tenia ni puta idea de que significaba.
Tomé aire mientras ambos empezamos a caminar hacia la puerta de madera que había allí al final, ignorando esta vez las imágenes que aun estaban en los espejos.
- Según los rumores, en la torre de la niebla vivía un elfo capaz de usar magias prohibidas que solo conocían los más antiguos brujos. Lo que venimos buscando aquí es ese conocimiento... Lo quiero. - Dije sin tapujos. - Ademas, quiero matar a ese hijo de puta.
Abrí la puerta mientras murmuraba.
- En algo solido tengo que limpiar la nueva espada...
Al cruzar el umbral, descubrimos dos cosas.
La primera, era que ya debíamos estar cerca del despacho y aposentos principales del dueño de la torre.
La segunda, que esa estancia era el lugar donde el realizaba todos sus experimentos.
Una estancia oscura, ligeramente más ennegrecida de lo habitual de tanta sangre que había ido manchando las paredes. El olor a carne podrida en el aire. Las heces y las vísceras que el tiempo había echo que se descompusieran y acabaran siendo un gas horroroso y nauseabundo que se mezclaba junto con todas las herramientas y aparatos de tortura que había repartidos por esa estancia.
Al fondo, sin decoraciones ningunas, había una puerta de hierro sin apenas decoraciones. Sin lugar a dudas, al otro lado estarían las respuestas que buscaba... Custodiadas por un ser que moría de ganas de matarnos de la forma más curiosa y sádica posible.
Acaricié despacio sus cabellos mientras escuchaba sus lamentos.
- Seguro que no lo fue, ardillita. - Dije tratando de calmarla. - Es solo una forma que tiene ese... guladenh de confundirnos. - Añadí repitiendo esa palabra que no tenia ni puta idea de que significaba.
Tomé aire mientras ambos empezamos a caminar hacia la puerta de madera que había allí al final, ignorando esta vez las imágenes que aun estaban en los espejos.
- Según los rumores, en la torre de la niebla vivía un elfo capaz de usar magias prohibidas que solo conocían los más antiguos brujos. Lo que venimos buscando aquí es ese conocimiento... Lo quiero. - Dije sin tapujos. - Ademas, quiero matar a ese hijo de puta.
Abrí la puerta mientras murmuraba.
- En algo solido tengo que limpiar la nueva espada...
Al cruzar el umbral, descubrimos dos cosas.
La primera, era que ya debíamos estar cerca del despacho y aposentos principales del dueño de la torre.
La segunda, que esa estancia era el lugar donde el realizaba todos sus experimentos.
Una estancia oscura, ligeramente más ennegrecida de lo habitual de tanta sangre que había ido manchando las paredes. El olor a carne podrida en el aire. Las heces y las vísceras que el tiempo había echo que se descompusieran y acabaran siendo un gas horroroso y nauseabundo que se mezclaba junto con todas las herramientas y aparatos de tortura que había repartidos por esa estancia.
Al fondo, sin decoraciones ningunas, había una puerta de hierro sin apenas decoraciones. Sin lugar a dudas, al otro lado estarían las respuestas que buscaba... Custodiadas por un ser que moría de ganas de matarnos de la forma más curiosa y sádica posible.
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
-En algo sólido tengo que limpiar la nueva espada...
Por primera vez desde que habían entrado en la torre, la elfa sonrió.
Se le borró la sonrisa de golpe cuando entraron. Lo que le faltaba a la elfa por soportar era una sala de torturas en toda regla. Lo primero que hizo fue llevarse una mano a la boca, conteniendo una arcada.
-Es como volver a Vulwulfar... -dijo con un toque irónico, aludiendo a la vez que se conocieron. Aunque esta vez, no iba a vomitar. De momento.
Con la mano tapándole la boca para mitigar el olor, se dio una vuelta por la estancia. Había una variedad de instrumentos que Iredia ni siquiera habría podido imaginar que existían. Cogió uno con forma de pera con pinchos. Apretó un botón y la pera se abrió de golpe, haciéndole dar un respingo. Soltó la pera, decidiendo que no era buena idea seguir tocando cosas. Inspeccionando las paredes, de repente, encontró algo dibujado con lo que podría haber sido sangre. O mierda. La verdad es que Iredia no quiso pararse a pensar eso.
Lo miró detenidamente y descubrió, con asombro, que se trataba de los símbolos de las monedas que habían encontrado. Iredia sacó la suya. Volvió a mirar la pared. Volvió a mirar la moneda. Era el mismo. El otro era sin duda el de la moneda que tenía Karkaran. Miró hacia el suelo y vio partes de un esqueleto.¿Sería un elfo, quizás? Sólo un elfo podría haber escrito eso.
-Brujín, mira. -lo llamó- Los símbolos de las monedas están aquí. Creo que son partes de un amuleto. Quizás nos ayude a vencer a ese brujo. -Iredia se negó a llamarlo "elfo". No quiso reconocer ni por un instante que ese ser inmundo pertenecía a su raza. -Quizás éste -señaló el esqueleto con la cabeza-
fuese su antiguo dueño.
Se levantó entonces y rezó, una vez más, una plegaria que Karkaran se conocía ya bien. Tocó los hombros de él y la chispa de adrenalina le recorrió el cuerpo de nuevo. La elfa, entonces, suspiró. Su cansancio empezaba a hacerle mella.
(Uso de habilidad: Vínculo de fuerza)
-Él quiere que lleguemos hasta aquí. Debemos estar preparados. -dijo con firmeza. Estaba decidida. Ella quizás no sabía luchar bien, pero se iba a encargar personalmente de que su protector sí.
Por primera vez desde que habían entrado en la torre, la elfa sonrió.
Se le borró la sonrisa de golpe cuando entraron. Lo que le faltaba a la elfa por soportar era una sala de torturas en toda regla. Lo primero que hizo fue llevarse una mano a la boca, conteniendo una arcada.
-Es como volver a Vulwulfar... -dijo con un toque irónico, aludiendo a la vez que se conocieron. Aunque esta vez, no iba a vomitar. De momento.
Con la mano tapándole la boca para mitigar el olor, se dio una vuelta por la estancia. Había una variedad de instrumentos que Iredia ni siquiera habría podido imaginar que existían. Cogió uno con forma de pera con pinchos. Apretó un botón y la pera se abrió de golpe, haciéndole dar un respingo. Soltó la pera, decidiendo que no era buena idea seguir tocando cosas. Inspeccionando las paredes, de repente, encontró algo dibujado con lo que podría haber sido sangre. O mierda. La verdad es que Iredia no quiso pararse a pensar eso.
Lo miró detenidamente y descubrió, con asombro, que se trataba de los símbolos de las monedas que habían encontrado. Iredia sacó la suya. Volvió a mirar la pared. Volvió a mirar la moneda. Era el mismo. El otro era sin duda el de la moneda que tenía Karkaran. Miró hacia el suelo y vio partes de un esqueleto.¿Sería un elfo, quizás? Sólo un elfo podría haber escrito eso.
-Brujín, mira. -lo llamó- Los símbolos de las monedas están aquí. Creo que son partes de un amuleto. Quizás nos ayude a vencer a ese brujo. -Iredia se negó a llamarlo "elfo". No quiso reconocer ni por un instante que ese ser inmundo pertenecía a su raza. -Quizás éste -señaló el esqueleto con la cabeza-
fuese su antiguo dueño.
Se levantó entonces y rezó, una vez más, una plegaria que Karkaran se conocía ya bien. Tocó los hombros de él y la chispa de adrenalina le recorrió el cuerpo de nuevo. La elfa, entonces, suspiró. Su cansancio empezaba a hacerle mella.
(Uso de habilidad: Vínculo de fuerza)
-Él quiere que lleguemos hasta aquí. Debemos estar preparados. -dijo con firmeza. Estaba decidida. Ella quizás no sabía luchar bien, pero se iba a encargar personalmente de que su protector sí.
Iredia
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Me fije sin hacer comentarios en esa puerta metálica mientras estábamos en esa sala con el olor de la muerte.
Me acerqué a una esquina y empece a buscar por ahi. Pasado un rato, encontre lo que queria.
En un charco de sangre, coagulado por el tiempo, había empezado a crecer en el una pequeña bacteria que había acabado por germinar y dar nacimiento a un pequeño conjunto de moho de un tono rojizo conocido como Alternaria Tenuissima.
Este moho, concretamente, era originalmente usado como un poderoso narcótico que se daba a muchos esclavos para que realizaran tareas mortales sin que les importara siquiera. Del mismo modo, una cantidad muy elevada de ese mismo producto podía ser mortal. Cogí un poco y empecé a frotarlo contra mi cuchillo y contra la hoja de mi espada. Si bien podía cortar ni que fuera un pequeño espacio de su piel, el veneno, tarde o temprano, acabaría por hacer mella en su cuerpo. Lo mejor de ese veneno, era que hasta que no ha empezado a hacer efecto, es perfectamente removible del sujeto si se sabe como... Pero una vez ha llegado a los cuerpos cavernosos internos...
- Nah malick. (Sin retorno).- Susurré en elfico.
Noté entonces las manos de la elfa, de nuevo, como la primera vez, rodeándome y notando ese subidón de adrenalina que hacia mi sangre hervir. La mire agradecido y ambos nos acercamos a la puerta.
- Conjurare una capa de aire para ti... Dudo bastante que el mago que tengamos delante sea uno de la escuela Tensai, pues cortaría mucho sus tipos de ataque. Seguramente se trata de un mago alquímico, como yo, que utilizara la materia creada para hacer mezclas y fusiones... Eso significa que si somos capaces de eliminar de alguna forma las fuentes de su poder, como alguna hoguera o vasija con agua, sus ataques serán más limitados...
La elfa asintió.
Ambos entramos entonces.
Allí, una gran estancia repleta hasta arriba de libros, había varios puntos de luz que, como había esperado, eran puntos desde donde conjurar fuego o magia. Barriles y almenaras por todos lados, así como también el suelo se recubría de arena fina. "Muy astuto..." Pensé.
Frente a nosotros, justo en medio de la sala, estaba con los brazos a la espalda un elfo de piel extremadamente pálida. Vestía un conjunto negro decorado con toques dorados, y sus facciones eran duras y rectas, como si apenas comiera. Su cabello, recogido para atrás en una coleta pegada a su espalda, era blanco como la misma nieve, y su rostro mostraba una tranquila y perturbadora sonrisa.
- Bienvenidos. - Dijo un instante antes de que la puerta se cerrara tras nosotros.
Para empezar, por ser brujo, no es alguien que destaque en el combate cuerpo a cuerpo.
Sin embargo, es muy peligroso a la hora de conjurar hechizos (mucho más poderosos que los míos). Del mismo modo, como todos los brujos, es capaz de conjurar y atraer objetos concretos desde cierta distancia usando Telekinesis. (Esto no afecta a nuestras armas).
Por otro lado, su parte elfica le da cierta ventaja estratégica a la hora de la magia curativa.
No usara tu poder de potenciar su físico puesto que no hay nada que potenciar, pero quizás podría tratar de curar sus heridas si se ve muy acorralado.
La estrategia a seguir aquí es un poco libre, pero yo aconsejaría primero extinguir el fuego de las antorchas y tratar de evaporar de alguna forma el agua de la estancia, obligandolo que peleé solo con la tierra y el aire de esa misma estancia.
Fuera de eso, lógicamente, todas nuestras jugadas estarán movidas por RUNAS (aix, mis queridas runas...) Lo que significa...
Que estamos jodidos!
Me acerqué a una esquina y empece a buscar por ahi. Pasado un rato, encontre lo que queria.
En un charco de sangre, coagulado por el tiempo, había empezado a crecer en el una pequeña bacteria que había acabado por germinar y dar nacimiento a un pequeño conjunto de moho de un tono rojizo conocido como Alternaria Tenuissima.
Este moho, concretamente, era originalmente usado como un poderoso narcótico que se daba a muchos esclavos para que realizaran tareas mortales sin que les importara siquiera. Del mismo modo, una cantidad muy elevada de ese mismo producto podía ser mortal. Cogí un poco y empecé a frotarlo contra mi cuchillo y contra la hoja de mi espada. Si bien podía cortar ni que fuera un pequeño espacio de su piel, el veneno, tarde o temprano, acabaría por hacer mella en su cuerpo. Lo mejor de ese veneno, era que hasta que no ha empezado a hacer efecto, es perfectamente removible del sujeto si se sabe como... Pero una vez ha llegado a los cuerpos cavernosos internos...
- Nah malick. (Sin retorno).- Susurré en elfico.
Noté entonces las manos de la elfa, de nuevo, como la primera vez, rodeándome y notando ese subidón de adrenalina que hacia mi sangre hervir. La mire agradecido y ambos nos acercamos a la puerta.
- Conjurare una capa de aire para ti... Dudo bastante que el mago que tengamos delante sea uno de la escuela Tensai, pues cortaría mucho sus tipos de ataque. Seguramente se trata de un mago alquímico, como yo, que utilizara la materia creada para hacer mezclas y fusiones... Eso significa que si somos capaces de eliminar de alguna forma las fuentes de su poder, como alguna hoguera o vasija con agua, sus ataques serán más limitados...
La elfa asintió.
Ambos entramos entonces.
Allí, una gran estancia repleta hasta arriba de libros, había varios puntos de luz que, como había esperado, eran puntos desde donde conjurar fuego o magia. Barriles y almenaras por todos lados, así como también el suelo se recubría de arena fina. "Muy astuto..." Pensé.
Frente a nosotros, justo en medio de la sala, estaba con los brazos a la espalda un elfo de piel extremadamente pálida. Vestía un conjunto negro decorado con toques dorados, y sus facciones eran duras y rectas, como si apenas comiera. Su cabello, recogido para atrás en una coleta pegada a su espalda, era blanco como la misma nieve, y su rostro mostraba una tranquila y perturbadora sonrisa.
- Bienvenidos. - Dijo un instante antes de que la puerta se cerrara tras nosotros.
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****************************************************************************
Bien elfa, te cuento. Lo que tenemos frente a nosotros es un puñetero Elfo Brujo Oscuro. Esto es un personaje muy raro, así que más nos vale definir ciertas cosas para saber como funciona.Para empezar, por ser brujo, no es alguien que destaque en el combate cuerpo a cuerpo.
Sin embargo, es muy peligroso a la hora de conjurar hechizos (mucho más poderosos que los míos). Del mismo modo, como todos los brujos, es capaz de conjurar y atraer objetos concretos desde cierta distancia usando Telekinesis. (Esto no afecta a nuestras armas).
Por otro lado, su parte elfica le da cierta ventaja estratégica a la hora de la magia curativa.
No usara tu poder de potenciar su físico puesto que no hay nada que potenciar, pero quizás podría tratar de curar sus heridas si se ve muy acorralado.
La estrategia a seguir aquí es un poco libre, pero yo aconsejaría primero extinguir el fuego de las antorchas y tratar de evaporar de alguna forma el agua de la estancia, obligandolo que peleé solo con la tierra y el aire de esa misma estancia.
Fuera de eso, lógicamente, todas nuestras jugadas estarán movidas por RUNAS (aix, mis queridas runas...) Lo que significa...
Que estamos jodidos!
Erenair
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Antes de que abriese la puerta, la elfa preparó su arco y después asintió. Era muy sencillo: tenían que quitarle todas las fuentes de poder. Mentira, no era nada sencillo.
Una vez dentro, la pose del brujo y su aspecto le impactó. Sin duda, era un elfo, un elfo corrompido totalmente por la magia y la maldad combinadas en un único cuerpo. En un primer vistazo, calculó que ese ser tendría, por lo menos, 900 años.
-Bienvenidos... -dijo él entonces.
La puerta se cerró tras ellos. Ella le apuntó con el arco casi al instante.
-Ah, me encantan los elfos. Los de mi raza siempre habéis sido propensos a primero atacar y después preguntar.
-No mereces siquiera referirte a ti como un elfo. Eres una escoria.
-Una escoria que te va a matar, debilucha.
Alzó una mano y un remolino de arena atrapó a Iredia, cegándola. Después, con un simple aspaviento, le dio un empujón con el aire de apoyo y la mandó al otro lado de la sala, contra uno de los barriles de agua. No se quedó inconsciente, pero le saldría un buen moretón en la espalda. Sin embargo, en parte era una ventaja. Ahora el elfo se centraría en el brujo y ella podría romper sus fuentes de magia. Había cinco antorchas y cinco barriles de agua abiertos. Empezaría por las antorchas.
El elfo, mientras tanto, se encaró con Karkaran. Volvió a alzar la mano y atrajo hacia sí el fuego de una de las cinco antorchas, formando después una bola de fuego de un tamaño considerable.
-Tú me gustas más, brujo. -esbozó una sonrisa maléfica mientras la bola crecía en su mano- Eres curioso e implacable. Podría enseñarte muchas cosas... -trató de tentarlo.
<<No lo escuches. Te torturará igual que a los demás.>>, suplicó Iredia mientras iba a por la antorcha que tenía más cerca.
Después, el brujo elfo le lanzó la bola. Sin duda, sería un maestro muy severo si Karkaran accedía a ser su alumno.
Una vez dentro, la pose del brujo y su aspecto le impactó. Sin duda, era un elfo, un elfo corrompido totalmente por la magia y la maldad combinadas en un único cuerpo. En un primer vistazo, calculó que ese ser tendría, por lo menos, 900 años.
-Bienvenidos... -dijo él entonces.
La puerta se cerró tras ellos. Ella le apuntó con el arco casi al instante.
-Ah, me encantan los elfos. Los de mi raza siempre habéis sido propensos a primero atacar y después preguntar.
-No mereces siquiera referirte a ti como un elfo. Eres una escoria.
-Una escoria que te va a matar, debilucha.
Alzó una mano y un remolino de arena atrapó a Iredia, cegándola. Después, con un simple aspaviento, le dio un empujón con el aire de apoyo y la mandó al otro lado de la sala, contra uno de los barriles de agua. No se quedó inconsciente, pero le saldría un buen moretón en la espalda. Sin embargo, en parte era una ventaja. Ahora el elfo se centraría en el brujo y ella podría romper sus fuentes de magia. Había cinco antorchas y cinco barriles de agua abiertos. Empezaría por las antorchas.
El elfo, mientras tanto, se encaró con Karkaran. Volvió a alzar la mano y atrajo hacia sí el fuego de una de las cinco antorchas, formando después una bola de fuego de un tamaño considerable.
-Tú me gustas más, brujo. -esbozó una sonrisa maléfica mientras la bola crecía en su mano- Eres curioso e implacable. Podría enseñarte muchas cosas... -trató de tentarlo.
<<No lo escuches. Te torturará igual que a los demás.>>, suplicó Iredia mientras iba a por la antorcha que tenía más cerca.
Después, el brujo elfo le lanzó la bola. Sin duda, sería un maestro muy severo si Karkaran accedía a ser su alumno.
Iredia
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Nada pude contra el repentino gesto del elfo, que lanzo a Iredia por los aires hasta el otro extremo de la estancia.
Controlé mi respiración hasta que la vi incorporarse un poco. Como mínimo, estaba consciente. Ya era algo.
Me centré entonces en el brujo, que parecia estar mirandome como el que mira un posible trofeo.
- Tú me gustas más, brujo. -Explicó mientras concentraba una corriente de magia de fuego en la mano. - Eres curioso e implacable. Podría enseñarte muchas cosas...
- Lamento decirte que nunca he respetado la figura educativa. - Dije sin ningún tipo de interés ante la oferta.
- Una lastima.
Arrojó entonces la bola de fuego contra mi. Al fondo veia como Iredia se movia hacia las antorchas.
"Bien" Pensé para mi mientras alzaba la tierra de mis pies con un gesto de mano, haciendo que la bola de fuego conjurada impactara con un sordo golpe contra ese momentaneo muro que desapareció tan pronto como fue alcanzado.
- Oh... Así que eres otro mago alquímico... - Deduzco el elfo mirándome de nuevo de arriba a abajo.
No respondi. En lugar de eso, tracé un arco a mi lado con la espada, haciendo que silbara al viento.
Luego, coloque mi mano libre tras de mi y tracé entonces una mezcla de símbolos que usaba pocas veces, pues solo prefería usarla cuando me veía superado. Fuego. Aire. Fuerza.
Una breve explosión alzó mucho polvo tras de mi y me propulso a una velocidad vertiginosa contra el elfo, que pareció sorprenderse brevemente por mi velocidad.
Solo la suerte decidiría si era capaz o no de asestarle un golpe antes de que el conjurara algún tipo de barrera.
Controlé mi respiración hasta que la vi incorporarse un poco. Como mínimo, estaba consciente. Ya era algo.
Me centré entonces en el brujo, que parecia estar mirandome como el que mira un posible trofeo.
- Tú me gustas más, brujo. -Explicó mientras concentraba una corriente de magia de fuego en la mano. - Eres curioso e implacable. Podría enseñarte muchas cosas...
- Lamento decirte que nunca he respetado la figura educativa. - Dije sin ningún tipo de interés ante la oferta.
- Una lastima.
Arrojó entonces la bola de fuego contra mi. Al fondo veia como Iredia se movia hacia las antorchas.
"Bien" Pensé para mi mientras alzaba la tierra de mis pies con un gesto de mano, haciendo que la bola de fuego conjurada impactara con un sordo golpe contra ese momentaneo muro que desapareció tan pronto como fue alcanzado.
- Oh... Así que eres otro mago alquímico... - Deduzco el elfo mirándome de nuevo de arriba a abajo.
No respondi. En lugar de eso, tracé un arco a mi lado con la espada, haciendo que silbara al viento.
Luego, coloque mi mano libre tras de mi y tracé entonces una mezcla de símbolos que usaba pocas veces, pues solo prefería usarla cuando me veía superado. Fuego. Aire. Fuerza.
- Spoiler:
- USO DE HABILIDAD: Explosión de Aire.
Una breve explosión alzó mucho polvo tras de mi y me propulso a una velocidad vertiginosa contra el elfo, que pareció sorprenderse brevemente por mi velocidad.
Solo la suerte decidiría si era capaz o no de asestarle un golpe antes de que el conjurara algún tipo de barrera.
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Iredia se sintió aliviada al ver que Karkaran rechazaba la oferta del brujo. Menos mal que su protector era un ser que detestaba a los mandones. Era algo que le había quedado claro desde su estancia en Sandorai.
Con todo el sigilo del que fue capaz (moderado), cogió la primera antorcha y, con un brusco movimiento, la metió en el agua. Desgraciadamente, también había visto que el elfo brujo la había mirado de reojo. Ahora ya sabía que ella estaba consciente y que iba a ser una molesta carga. No le dio tiempo, sin embargo, a reaccionar, pues aquella increíble explosión que había provocado Karkaran había impulsado al brujo para adelante y había tirado al elfo brujo al suelo. No se paró a mirar cuáles eran los efectos de aquella pelea. Y había un detalle complicado: tenía que pasar al lado de ellos si quería coger y apagar la siguiente antorcha, con lo cual, podía recibir algún tipo de golpe.
Mientras ellos estaban enzarzados, Iredia tuvo entonces una idea. Cogió el puñal y apuñaló (un par de veces, por el tema de la fuerza) el barril en el que acababa de apagar la antorcha. El contenido se empezó a desparramar por el suelo, mojando la arena que pronto empezó a ser algo más como el barro. La elfa no tenía mucha idea de lo que suponía que los brujos usasen los elementos de su alrededor. Sin embargo, intuyó que quizás el elfo brujo tendría que gastar un extra de concentración si quería extraer el agua de la tierra mojada.
Ahora venía el momento cumbre. ¿Conseguiría apagar la antorcha del lateral sin recibir golpe alguno?
Con todo el sigilo del que fue capaz (moderado), cogió la primera antorcha y, con un brusco movimiento, la metió en el agua. Desgraciadamente, también había visto que el elfo brujo la había mirado de reojo. Ahora ya sabía que ella estaba consciente y que iba a ser una molesta carga. No le dio tiempo, sin embargo, a reaccionar, pues aquella increíble explosión que había provocado Karkaran había impulsado al brujo para adelante y había tirado al elfo brujo al suelo. No se paró a mirar cuáles eran los efectos de aquella pelea. Y había un detalle complicado: tenía que pasar al lado de ellos si quería coger y apagar la siguiente antorcha, con lo cual, podía recibir algún tipo de golpe.
Mientras ellos estaban enzarzados, Iredia tuvo entonces una idea. Cogió el puñal y apuñaló (un par de veces, por el tema de la fuerza) el barril en el que acababa de apagar la antorcha. El contenido se empezó a desparramar por el suelo, mojando la arena que pronto empezó a ser algo más como el barro. La elfa no tenía mucha idea de lo que suponía que los brujos usasen los elementos de su alrededor. Sin embargo, intuyó que quizás el elfo brujo tendría que gastar un extra de concentración si quería extraer el agua de la tierra mojada.
Ahora venía el momento cumbre. ¿Conseguiría apagar la antorcha del lateral sin recibir golpe alguno?
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
El impulso había sido demasiado abrupto e inesperado como para poder sorprender a ese maestro de la magia.
Como mínimo, pude acometer contra el de forma rápida y trazando un rápido mandoble que, pese a que el segundo corte no alcanzo su objetivo a causa de un repentino viento que me empujó más allá, el corte inicial consiguió pegar un hermoso tajo diagonal en el pecho del brujo, que dibujo una hermosa expresión de rabia y dolor mientras la sangre salpicaba todo mi rostro y parte de mi pecho.
Lamentablemente, el tajo no había sido profundo, pero no me importo demasiado. Caí lo mejor que pude rodando sobre esa arena y me puse rápidamente en posición de batalla, observando en silencio como el brujo, cerraba su herida rápidamente con un conjuro bastante más complejo que el que uso en su día Iredia sobre mi.
No dije nada ante ese gesto. Estaba dentro de lo calculado. Si bien el veneno ya estaba en su cuerpo, la herida cerrada solo acabaría por cerrar el circuito de la sangre, evitando de esa forma que se extirpara de su cuerpo de alguna forma. Ahora, solo había que hacerle mantener su atención en el combate.
Pero rápidamente me di cuenta que no seria tan fácil. Observó como Iredia extiguía la primera de las almenaras y apretó los dientes mirándome.
- Le has enseñado tu eso, ¿Verdad...? - Dijo con rabia.
Yo moví el cuello hasta que uno de mis huesos crujió. Sabia que ese combate iba a ponerse serio en ese momento.
Iredia, por su lado, corría en dirección opuesta de la sala, acercándose demasiado a la zona de combate. No se le podía reprochar, pues era la antorcha que más cerca quedaba, pero también era la que más riesgo tenia.
Vi como entonces el elfo alzaba ambas manos, una hacia la elfa y la otra hacia mi. Iredia andaba demasiado centrada como para percatarse de las intenciones del elfo, así que opte por una decisión arriesgada. Conjure de nuevo la explosión de aire, pero esta vez, la ubique justo a la espalda de la elfa. Fuego. Aire. Fuerza.
La explosión lanzo a la elfa hacia adelante, haciendo que se golpeara accidentalmente contra el barril en cuestión a por el que iba, mientras una poderosa llamarada cruzaba el aire y rompía el espacio donde había estado ella instantes atrás. Por mi lado, traté de saltar hacia un lado mientras otra ráfaga de fuego venia a mi dirección. Faltaría ver si era capaz o no de evitarla.
Como mínimo, pude acometer contra el de forma rápida y trazando un rápido mandoble que, pese a que el segundo corte no alcanzo su objetivo a causa de un repentino viento que me empujó más allá, el corte inicial consiguió pegar un hermoso tajo diagonal en el pecho del brujo, que dibujo una hermosa expresión de rabia y dolor mientras la sangre salpicaba todo mi rostro y parte de mi pecho.
Lamentablemente, el tajo no había sido profundo, pero no me importo demasiado. Caí lo mejor que pude rodando sobre esa arena y me puse rápidamente en posición de batalla, observando en silencio como el brujo, cerraba su herida rápidamente con un conjuro bastante más complejo que el que uso en su día Iredia sobre mi.
No dije nada ante ese gesto. Estaba dentro de lo calculado. Si bien el veneno ya estaba en su cuerpo, la herida cerrada solo acabaría por cerrar el circuito de la sangre, evitando de esa forma que se extirpara de su cuerpo de alguna forma. Ahora, solo había que hacerle mantener su atención en el combate.
Pero rápidamente me di cuenta que no seria tan fácil. Observó como Iredia extiguía la primera de las almenaras y apretó los dientes mirándome.
- Le has enseñado tu eso, ¿Verdad...? - Dijo con rabia.
Yo moví el cuello hasta que uno de mis huesos crujió. Sabia que ese combate iba a ponerse serio en ese momento.
Iredia, por su lado, corría en dirección opuesta de la sala, acercándose demasiado a la zona de combate. No se le podía reprochar, pues era la antorcha que más cerca quedaba, pero también era la que más riesgo tenia.
Vi como entonces el elfo alzaba ambas manos, una hacia la elfa y la otra hacia mi. Iredia andaba demasiado centrada como para percatarse de las intenciones del elfo, así que opte por una decisión arriesgada. Conjure de nuevo la explosión de aire, pero esta vez, la ubique justo a la espalda de la elfa. Fuego. Aire. Fuerza.
La explosión lanzo a la elfa hacia adelante, haciendo que se golpeara accidentalmente contra el barril en cuestión a por el que iba, mientras una poderosa llamarada cruzaba el aire y rompía el espacio donde había estado ella instantes atrás. Por mi lado, traté de saltar hacia un lado mientras otra ráfaga de fuego venia a mi dirección. Faltaría ver si era capaz o no de evitarla.
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Pues no, no lo consiguió. Justo en el momento en el que ya estaba cerca del barril, vio con horror cómo el elfo brujo apuntaba con una mano en su dirección. Y, de repente, una corriente de aire golpeó su espalda y la impulsó con tal violencia que le hizo chocar bruscamente con el estómago contra el borde del barril de agua, cortándole la respiración unos segundos. A tiempo, porque sintió también un no muy agradable calorcito en la espalda, fruto de que el elfo brujo pretendía convertirla en carne a la brasa si Karkaran (no podría haber sido otro, allí no hacía viento) no la hubiese salvado a tiempo.
<<Gracias, brujín>>, pensó.
Con esfuerzo, se levantó del barril y, a toda prisa, cogió la segunda antorcha y la lanzó contra el barril de agua. Casi falla, golpeó primero el borde, pero acabó en el agua, apagándose. Acto seguido, hizo la misma operación con el barril. Dos puñaladas y el agua se vertió sobre la arena. Empezaba a tener menos agua y fuego con la que jugar aquel dichoso mamón elfo. Sin embargo, tendría mucho barro, el suelo empezaba a ser resbaladizo.
Sólo faltaban tres.
La siguiente antorcha estaba más alejada de la pelea, pero no por ello muy lejos de ellos. No le importó. Con la mano en el estómago, se apresuró a llegar hasta ella. Habiendo acertado o no a Karkaran, el elfo brujo centró esta vez su atención en ella.
-Estás empezando a molestarme, elfita.
Y, con un gesto, convocó un torrente de tierra que la envolvió, cegándola y encerrándola en un tornado implacable. Iredia tuvo que cerrar los ojos y taparse la nariz y la boca con el brazo. Con la otra mano, cogió su puñal. Se la jugó. De un salto, intentó salir de aquel tornado infernal que la cegaba y no le dejaba respirar bien (deseando que el tornado no la siguiera) y, a la vez, llegar a la antorcha que estaba próxima, colgándose de la argolla si era necesario. Los dioses decidirían si conseguía su cometido o acababa chamuscándose por el camino.
<<Gracias, brujín>>, pensó.
Con esfuerzo, se levantó del barril y, a toda prisa, cogió la segunda antorcha y la lanzó contra el barril de agua. Casi falla, golpeó primero el borde, pero acabó en el agua, apagándose. Acto seguido, hizo la misma operación con el barril. Dos puñaladas y el agua se vertió sobre la arena. Empezaba a tener menos agua y fuego con la que jugar aquel dichoso mamón elfo. Sin embargo, tendría mucho barro, el suelo empezaba a ser resbaladizo.
Sólo faltaban tres.
La siguiente antorcha estaba más alejada de la pelea, pero no por ello muy lejos de ellos. No le importó. Con la mano en el estómago, se apresuró a llegar hasta ella. Habiendo acertado o no a Karkaran, el elfo brujo centró esta vez su atención en ella.
-Estás empezando a molestarme, elfita.
Y, con un gesto, convocó un torrente de tierra que la envolvió, cegándola y encerrándola en un tornado implacable. Iredia tuvo que cerrar los ojos y taparse la nariz y la boca con el brazo. Con la otra mano, cogió su puñal. Se la jugó. De un salto, intentó salir de aquel tornado infernal que la cegaba y no le dejaba respirar bien (deseando que el tornado no la siguiera) y, a la vez, llegar a la antorcha que estaba próxima, colgándose de la argolla si era necesario. Los dioses decidirían si conseguía su cometido o acababa chamuscándose por el camino.
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Salté quizás demasiado apurado o demasiado tarde, eso había quedado claro, porque pude notar de nuevo esa sensación de tantos años atrás.
La carne abrasándose y pegándose a mis músculos mientras queman y arden tanto que casi es mejor arrancárselos a mordiscos. El olor a ese asqueroso conjunto de cabello y piel carbonizada. Maldije, agarrándome el hombro donde la llamarada me había alcanzado y hecho que cayera hacia atrás. Aprovechando ese momento de mi incapacidad, el elfo había optado por centrarse entonces en Iredia, mezclando los elementos de Tierra y Aire y conjurando rápidamente un tornado de condiciones bastante prodigiosas.
La elfa, por eso, no era estúpida. Antes de que el tornado acabara de envolverla, pude ver como rápidamente cubría su rostro con el brazo. Sabia como defenderse frente a eso.
Me puse en pie tan rápido como fui capaz con el hombro malherido, y trate de levantar el brazo izquierdo. El resultado fue demasiado lento. No podría conjurar ningún hechizo hasta pasado un pequeño rato.
Apreté los dientes mientras miraba con rabia al brujo, que aun se centraba en la elfa.
Mi brazo derecho estaba entero, y agarré con fuerza la espada mientras saltaba hacia el brujo con un tajo ascendente que, ciertamente, era bastante previsible.
El elfo fue a enviarme de nuevo hacia atrás con otro gesto, pero, lo bueno que tiene ser un brujo, es que conoces las debilidades de ese tipo de combate.
Mi magia, a diferencia de los estudiosos, no era tan potente, pero en cambio mi resistencia y fuerza eran mejores que las de un brujo promedio. Eso convertia mis movimientos más rápidos con la ventaja de conocer perfectamente la estrategia que utilizaría el oponente. El resultado fue que ataqué rápidamente hacia su mano, evitando que conjurara el gesto y tracé otro corte girando sobre mi mismo, buscando su piel con la hoja de mi espada.
Si bien no habría hecho daño al brujo, al menos haría que le resultara más fácil a Iredia escapar de su trampa.
La carne abrasándose y pegándose a mis músculos mientras queman y arden tanto que casi es mejor arrancárselos a mordiscos. El olor a ese asqueroso conjunto de cabello y piel carbonizada. Maldije, agarrándome el hombro donde la llamarada me había alcanzado y hecho que cayera hacia atrás. Aprovechando ese momento de mi incapacidad, el elfo había optado por centrarse entonces en Iredia, mezclando los elementos de Tierra y Aire y conjurando rápidamente un tornado de condiciones bastante prodigiosas.
La elfa, por eso, no era estúpida. Antes de que el tornado acabara de envolverla, pude ver como rápidamente cubría su rostro con el brazo. Sabia como defenderse frente a eso.
Me puse en pie tan rápido como fui capaz con el hombro malherido, y trate de levantar el brazo izquierdo. El resultado fue demasiado lento. No podría conjurar ningún hechizo hasta pasado un pequeño rato.
- Spoiler:
- MERMA: Debido a mi tirada neutral, no puedo usar magia en este turno.
Apreté los dientes mientras miraba con rabia al brujo, que aun se centraba en la elfa.
Mi brazo derecho estaba entero, y agarré con fuerza la espada mientras saltaba hacia el brujo con un tajo ascendente que, ciertamente, era bastante previsible.
El elfo fue a enviarme de nuevo hacia atrás con otro gesto, pero, lo bueno que tiene ser un brujo, es que conoces las debilidades de ese tipo de combate.
Mi magia, a diferencia de los estudiosos, no era tan potente, pero en cambio mi resistencia y fuerza eran mejores que las de un brujo promedio. Eso convertia mis movimientos más rápidos con la ventaja de conocer perfectamente la estrategia que utilizaría el oponente. El resultado fue que ataqué rápidamente hacia su mano, evitando que conjurara el gesto y tracé otro corte girando sobre mi mismo, buscando su piel con la hoja de mi espada.
Si bien no habría hecho daño al brujo, al menos haría que le resultara más fácil a Iredia escapar de su trampa.
*********************************
Te explico: Si aquí tiro una runa NEUTRAL, tu lo tendrás más fácil para salir.
Si por milagros de la vida, tiro una runa BUENA, solo le cortare, pero tendrás que apañartelas por tu cuenta para salir de ahi.
Si mi runa es ÉPICA, no solo le cortare, sino que le aplicare tal tajo que tendrá que soltar tu conjuro.
Por otro lado, si mi tirada es MALA, el corte fallará y no habré conseguido nada.
Si mi tirada es NEFASTA, no solo fallaré, sino que recibiré daño por un ataque del brujo.
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Su fino olor ya detectó la carne quemada. Habían alcanzado a Karkaran. Se lo apuntó en la lista de cosas que tendrían que curar al salir de allí. Si es que salían los dos vivos. Efectivamente, guardó el puñal y pudo efectuar aquel salto a ciegas. Lamentablemente, su mano tocó casi de pleno la zona del fuego. Con un grito, se soltó y cayó al suelo, golpéandose el culo. No se dio tiempo a sí misma de compadecerse de dolor por su lindo trasero. Se levantó corriendo, cogió la antorcha de un salto y prácticamente se abalanzó a la carrera al siguiente barril, golpeándose de nuevo el estómago al ir tan acelerada y metiendo la antorcha y a casi ella misma en el barril de agua.
Dos antorchas, tres barriles. Karkaran había sido herido, no tenían mucho tiempo. Había visto cómo su protector había impregnado su hoja con aquel veneno. Ese maldito tardaba en hacer efecto. Con el cuchillo, de nuevo, agujereó el barril y el agua se desparramó por el suelo.
Dos antorchas, dos barriles. Tierra mojada y resbaladiza.
Para llegar a la siguiente antorcha, tenía que alejarse de ellos mucho y a la carrera. Parecía fácil, pero pensó que no tenía tiempo de carreras. así que sacó el arco, dio un par de pasos alejándose un poco más del tornado y apuntó al barril que estaba justo al lado de la entrada, a un escaso metro de la antorcha que quería extinguir.
<<Vamos, Kar, aguanta un poquito más.>>, pensó.
Si todo salía bien, el elfo brujo esta vez contaría con menos agua que manejar. Sólo quedarían dos antorchas y un barril. Y tenía que darse prisa pues, si todo salía bien, el siguiente movimiento sería el definitivo para vencer a ese vejestorio. Había un riesgo, y es que el tornado de arena seguía ahí vivo. Podía desviar su flecha con consecuencias no muy ventajosas si calculaba mal.
Dos antorchas, tres barriles. Karkaran había sido herido, no tenían mucho tiempo. Había visto cómo su protector había impregnado su hoja con aquel veneno. Ese maldito tardaba en hacer efecto. Con el cuchillo, de nuevo, agujereó el barril y el agua se desparramó por el suelo.
Dos antorchas, dos barriles. Tierra mojada y resbaladiza.
Para llegar a la siguiente antorcha, tenía que alejarse de ellos mucho y a la carrera. Parecía fácil, pero pensó que no tenía tiempo de carreras. así que sacó el arco, dio un par de pasos alejándose un poco más del tornado y apuntó al barril que estaba justo al lado de la entrada, a un escaso metro de la antorcha que quería extinguir.
<<Vamos, Kar, aguanta un poquito más.>>, pensó.
Si todo salía bien, el elfo brujo esta vez contaría con menos agua que manejar. Sólo quedarían dos antorchas y un barril. Y tenía que darse prisa pues, si todo salía bien, el siguiente movimiento sería el definitivo para vencer a ese vejestorio. Había un riesgo, y es que el tornado de arena seguía ahí vivo. Podía desviar su flecha con consecuencias no muy ventajosas si calculaba mal.
Iredia
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Tyr
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