Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
El aire que nos separaba fue cortado limpiamente por ese corte que no llego a tocar nada, pues en lugar de desviarlo o protegerse, el brujo había optado por moverse rápidamente hacia atrás para evitar el tajo, pero de esa forma, había acabado por perder parte de la magnitud con la que conjuraba el hechizo.
Esta vez, por eso, no le di un tiempo para concentrarse. Avancé rápidamente con una estocada que hizo que el elfo me maldijera como había oído anteriormente a Iredia. Algún día entendería esas palabras. Obligado a combatir pese a no tener esa condición física, estaba obligado a realizar pequeños pero continuos hechizos de aire o tierra para desviar mi hoja y que no acabara por cortar su piel.
Luego, inesperadamente, conjuro con fuerza un gran bloque de arena que se aglomero justo debajo mio y me impulso para atrás, haciéndome rodar. Grité al notar mi nueva herida recubriéndose de arena y arañándome los músculos directamente. Esta vez, a causa del dolor, tardé quizás demasiado en levantarme, porque otro golpe de tierra me impulsó de nuevo hacia un lado. Esta vez no me dormí. Me sobrepuse al dolor de mi cuerpo y me incorporé en el aire, cayendo sobre mis dos patas y apartando toda la arena de mi alrededor con una bocanada de aire que saqué de una exhalación acelerada con magia.
- Ya me tienes hasta las mismísimas narices, brujo. - Dijo el elfo mirnadome con una ceja levantada y la boca totalmente fruncida en un gesto de asco.
Alzó ambas manos hacia mi y empecé a ver como a su alrededor se dibujaba un circulo mágico totalmente desconocido. De un tono negro. Sus manos empezaron a crear pequeñas chispas de algo, pero de pronto, el elfo se encorvó y tosió sangre, agarrándose el pecho en el gesto.
Miró entonces su mano, ahora cubierta por esa salpicadura que acababa de toser. Me miro comprendiendo entonces.
- Estaba en tu hoja... ¿Verdad?
No agradecí haberme perdido ese conjuro. Lo cierto era que me habían surgido bastantes preguntas al ver ese circulo completamente desconocido, pero no las formule. Tampoco cambie a una posición de combate más despreocupada. Desde luego, si no tomaba en serio ese combate, era muy probable que no pudiera investigar magia nunca más.
Entonces, una flecha cortó el aire justo enfrente de nosotros. Ambos miramos a la elfa, que pese a estar mirando en nuestra dirección, todo su cuerpo apuntaba directamente a uno de los barriles. El elfo se fijo en ella entonces y le lanzo una potente bola de fuego.
Se movía demasiado rápida como para tratar de moverla únicamente con ayuda física, así que de nuevo, utilicé el aire y trate de desviarla hacia un lado, evitando así que tocara a Iredia.
Pero estaba demasiado lejos como para manejar adecuadamente el aire, por lo que no sabia si realmente seria capaz de moverla lo suficiente como para evitar completamente el daño a la elfa.
Esta vez, por eso, no le di un tiempo para concentrarse. Avancé rápidamente con una estocada que hizo que el elfo me maldijera como había oído anteriormente a Iredia. Algún día entendería esas palabras. Obligado a combatir pese a no tener esa condición física, estaba obligado a realizar pequeños pero continuos hechizos de aire o tierra para desviar mi hoja y que no acabara por cortar su piel.
Luego, inesperadamente, conjuro con fuerza un gran bloque de arena que se aglomero justo debajo mio y me impulso para atrás, haciéndome rodar. Grité al notar mi nueva herida recubriéndose de arena y arañándome los músculos directamente. Esta vez, a causa del dolor, tardé quizás demasiado en levantarme, porque otro golpe de tierra me impulsó de nuevo hacia un lado. Esta vez no me dormí. Me sobrepuse al dolor de mi cuerpo y me incorporé en el aire, cayendo sobre mis dos patas y apartando toda la arena de mi alrededor con una bocanada de aire que saqué de una exhalación acelerada con magia.
- Ya me tienes hasta las mismísimas narices, brujo. - Dijo el elfo mirnadome con una ceja levantada y la boca totalmente fruncida en un gesto de asco.
Alzó ambas manos hacia mi y empecé a ver como a su alrededor se dibujaba un circulo mágico totalmente desconocido. De un tono negro. Sus manos empezaron a crear pequeñas chispas de algo, pero de pronto, el elfo se encorvó y tosió sangre, agarrándose el pecho en el gesto.
Miró entonces su mano, ahora cubierta por esa salpicadura que acababa de toser. Me miro comprendiendo entonces.
- Estaba en tu hoja... ¿Verdad?
No agradecí haberme perdido ese conjuro. Lo cierto era que me habían surgido bastantes preguntas al ver ese circulo completamente desconocido, pero no las formule. Tampoco cambie a una posición de combate más despreocupada. Desde luego, si no tomaba en serio ese combate, era muy probable que no pudiera investigar magia nunca más.
Entonces, una flecha cortó el aire justo enfrente de nosotros. Ambos miramos a la elfa, que pese a estar mirando en nuestra dirección, todo su cuerpo apuntaba directamente a uno de los barriles. El elfo se fijo en ella entonces y le lanzo una potente bola de fuego.
Se movía demasiado rápida como para tratar de moverla únicamente con ayuda física, así que de nuevo, utilicé el aire y trate de desviarla hacia un lado, evitando así que tocara a Iredia.
Pero estaba demasiado lejos como para manejar adecuadamente el aire, por lo que no sabia si realmente seria capaz de moverla lo suficiente como para evitar completamente el daño a la elfa.
Erenair
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
La flecha, efectivamente, se desvió un poquito. Sería motivo de burlas por parte de Karkaran si conseguían salir de allí. Para más inri, oyó el grito de su protector por el hombro quemado. Quizás eso le motivó a acelerar para correr hacia una de las dos antorchas que quedaban, dado que la flecha no había sido muy buena idea. Sin embargo, el elfo brujo no parecía muy dispuesto a que Iredia llegase.
No tuvo suerte, aquella bola de fuego, pese a ser desviada por Karkaran, impactó en su cadera derecha y parte de la pierna de ese mismo lado. Lanzó un grito de dolor, pues la bola quemó su ropa y parte de su piel, abrasándola implacable con ese escozor insufrible. Al menos, no le había dado de pleno. Este hecho, lejos de amedrentar a la elfa, acrecentó su ira.
-Vrte pandalah -maldijo, con una mueca de dolor.
Trató de correr, aunque se podía definir más esa carrera como una especie de bamboleamiento a trompicones, hasta el barril que quería haber agujereado con la flecha. Con furia, acuchilló hasta cuatro veces la madera hasta que el agua manó a borbotones y aprovechó para meter la pierna en medio y que el agua mojase su quemadura. Salió hasta humo de ella e Iredia gimió de dolor, con lagrimones brotando de sus mejillas.
El elfo brujo olió sus intenciones, pues sólo quedaban dos antorchas y un barril. La siguiente antorcha estaba cerca de ella. La última, al lado de la biblioteca. El barril estaba entre ambas. Trató de volver a invocar una bola de fuego, pero le vino un nuevo ataque de tos que le hizo volver a esputar sangre. Eso interrumpió su hechizo y le dio tiempo a Iredia de llegar a la siguiente antorcha, cogerla y lanzarla al barril abierto, apagándola. Pensó que quizás debería empezar a practicar el tiro de antorcha como nuevo deporte.
El elfo brujo miró entonces a Karkaran con una sonrisa malévola. Ambos estaban heridos. Pero el elfo brujo era más poderoso. Ensanchó su sonrisa malévola.
-Observa y aprende, brujo.
Murmuró entonces unas palabras y, justo cuando Iredia había cogido la última antorcha, un símbolo nació debajo de ella, se expandió formando un círculo pequeño y rojo y ella se quedó quieta, horrorizada, con la última antorcha en la mano y apoyándose en su pierna izquierda por el dolor de la pierna derecha. El elfo brujo comenzó a reír sonoramente.
-Plantéate una vida dentro de ese círculo elfa, porque en cuanto salgas... -abrió entonces mucho los ojos rojizos y abrió las manos de par en par- Bum. Adiós a tu linda cara. -y empezó a reírse sonora y diabólicamente. Sabía que moriría, pero no lo haría solo.
Sin embargo, la elfa aún tenía un as en la manga. Muy lentamente, sacó un pergamino de su cinturón, el que había cogido de la biblioteca de abajo, sin dejar de mirar fijamente al elfo brujo, retándolo. Agitó levemente el pergamino para que él lo viera. Iba a tirarse un farol.
-Pues sería una pena que esto se quemase, ¿verdad? Estaba ahí. -señaló con un vistazo la estantería de hechizos del elfo brujo.
Lentamente, acercó la antorcha al pergamino, amenazante y con una calma mortal. Le dirigió a Karkaran una mirada cómplice. "Los ases en la manga, querida, se han de jugar siempre en un todo o nada", le había dicho él en una ocasión. Esto era una muestra de que había prestado atención a esa lección tan intensa.
El oscuro entonces abrió los ojos como platos. ¿Colaría el farol? A fin de cuentas, no era un hechizo lo que tenía en la mano, sería una absurda carta que guardaría el elfo en su biblioteca. Pero claro, ninguno de los dos brujos de la estancia lo sabía. O, al menos, uno de ellos no.
---------------------------------
Esta debería ser ya nuestra última jugada. Él está envenenado y no le queda mucho tiempo.
Sin embargo, es la tirada más arriesgada:
-Si sale tirada buena: Cuela el farol. Si sale muy buena, cuela el farol y me quita el círculo-mina que me ha puesto.
-Si sale tirada neutral: Se quedará con la duda, no quitará el círculo, pero seguro que habla si le estimulamos adecuadamente.
-Si sale tirada mala: No colará el farol y habrá que seguir luchando. Si sale muy mala, no solo no colará sino que morirá por el veneno sin poder darnos ninguna pista de cómo quitar el círculo-mina.
Alea iacta est
No tuvo suerte, aquella bola de fuego, pese a ser desviada por Karkaran, impactó en su cadera derecha y parte de la pierna de ese mismo lado. Lanzó un grito de dolor, pues la bola quemó su ropa y parte de su piel, abrasándola implacable con ese escozor insufrible. Al menos, no le había dado de pleno. Este hecho, lejos de amedrentar a la elfa, acrecentó su ira.
-Vrte pandalah -maldijo, con una mueca de dolor.
Trató de correr, aunque se podía definir más esa carrera como una especie de bamboleamiento a trompicones, hasta el barril que quería haber agujereado con la flecha. Con furia, acuchilló hasta cuatro veces la madera hasta que el agua manó a borbotones y aprovechó para meter la pierna en medio y que el agua mojase su quemadura. Salió hasta humo de ella e Iredia gimió de dolor, con lagrimones brotando de sus mejillas.
El elfo brujo olió sus intenciones, pues sólo quedaban dos antorchas y un barril. La siguiente antorcha estaba cerca de ella. La última, al lado de la biblioteca. El barril estaba entre ambas. Trató de volver a invocar una bola de fuego, pero le vino un nuevo ataque de tos que le hizo volver a esputar sangre. Eso interrumpió su hechizo y le dio tiempo a Iredia de llegar a la siguiente antorcha, cogerla y lanzarla al barril abierto, apagándola. Pensó que quizás debería empezar a practicar el tiro de antorcha como nuevo deporte.
El elfo brujo miró entonces a Karkaran con una sonrisa malévola. Ambos estaban heridos. Pero el elfo brujo era más poderoso. Ensanchó su sonrisa malévola.
-Observa y aprende, brujo.
Murmuró entonces unas palabras y, justo cuando Iredia había cogido la última antorcha, un símbolo nació debajo de ella, se expandió formando un círculo pequeño y rojo y ella se quedó quieta, horrorizada, con la última antorcha en la mano y apoyándose en su pierna izquierda por el dolor de la pierna derecha. El elfo brujo comenzó a reír sonoramente.
-Plantéate una vida dentro de ese círculo elfa, porque en cuanto salgas... -abrió entonces mucho los ojos rojizos y abrió las manos de par en par- Bum. Adiós a tu linda cara. -y empezó a reírse sonora y diabólicamente. Sabía que moriría, pero no lo haría solo.
Sin embargo, la elfa aún tenía un as en la manga. Muy lentamente, sacó un pergamino de su cinturón, el que había cogido de la biblioteca de abajo, sin dejar de mirar fijamente al elfo brujo, retándolo. Agitó levemente el pergamino para que él lo viera. Iba a tirarse un farol.
-Pues sería una pena que esto se quemase, ¿verdad? Estaba ahí. -señaló con un vistazo la estantería de hechizos del elfo brujo.
Lentamente, acercó la antorcha al pergamino, amenazante y con una calma mortal. Le dirigió a Karkaran una mirada cómplice. "Los ases en la manga, querida, se han de jugar siempre en un todo o nada", le había dicho él en una ocasión. Esto era una muestra de que había prestado atención a esa lección tan intensa.
El oscuro entonces abrió los ojos como platos. ¿Colaría el farol? A fin de cuentas, no era un hechizo lo que tenía en la mano, sería una absurda carta que guardaría el elfo en su biblioteca. Pero claro, ninguno de los dos brujos de la estancia lo sabía. O, al menos, uno de ellos no.
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Esta debería ser ya nuestra última jugada. Él está envenenado y no le queda mucho tiempo.
Sin embargo, es la tirada más arriesgada:
-Si sale tirada buena: Cuela el farol. Si sale muy buena, cuela el farol y me quita el círculo-mina que me ha puesto.
-Si sale tirada neutral: Se quedará con la duda, no quitará el círculo, pero seguro que habla si le estimulamos adecuadamente.
-Si sale tirada mala: No colará el farol y habrá que seguir luchando. Si sale muy mala, no solo no colará sino que morirá por el veneno sin poder darnos ninguna pista de cómo quitar el círculo-mina.
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Callé ante el obvio farol de la elfa, almenos para mi.
Estaba claro que ese pergamino, si tenia algun valor, era completamente desconocido para la elfa, que no conocia el lenguaje arcano, pero, como bien le habia dicho esa mañana, los ases se juegan a todo o nada.
Lamentablemente, en esa ocasión toco nada.
Abriendo mucho los ojos, el elfo trazo un repentino suspiro que siguio de un silencio.
Pasados unos mudos segundos, el elfo se desplomó hacia adelante, golpeando su cara contra el suelo en el más absurdo silencio.
Mire al elfo un instante antes de acercarme a sacudirlo.
- No me jodas... Despierta joder!
No se produjo ningun milagro. Chasqueé la legua y lo tidñre de nuevo al suelo, acercándome a Iredia mientras observaba en silencio el circulo mágico.
- Brujin...
Alce la mano mirandola a los ojos para que se quedara quieta, callada y lo más tranquila posible.
Me agaché para mirar mejor el circulo.
Tenia ciertas partes referentes a los elementos naturales, pero otras eran simbolos tan extraños como los de las monedas de antes. Se trataba de un circulo de fusión de magias. Me pase la mano por la barbilla, acariciando mi mutilada cara y recordando muy vivamente lo que podía ocurrirle a Iredia si ese circulo era minimamente inestable. Traté de apartar sin éxito las imágenes de mis compañeros muertos de mi cabeza.
- Hay dos opciones. - expliqué - Tratar de hacer algo y arriesgarse o bien buscar un dilusor magico. Que viene a ser algo asi como un imán de magia... evits que un conjuro funcione.
Lo que no tenia ni idea de donde coseguir uno.
Estaba claro que ese pergamino, si tenia algun valor, era completamente desconocido para la elfa, que no conocia el lenguaje arcano, pero, como bien le habia dicho esa mañana, los ases se juegan a todo o nada.
Lamentablemente, en esa ocasión toco nada.
Abriendo mucho los ojos, el elfo trazo un repentino suspiro que siguio de un silencio.
Pasados unos mudos segundos, el elfo se desplomó hacia adelante, golpeando su cara contra el suelo en el más absurdo silencio.
Mire al elfo un instante antes de acercarme a sacudirlo.
- No me jodas... Despierta joder!
No se produjo ningun milagro. Chasqueé la legua y lo tidñre de nuevo al suelo, acercándome a Iredia mientras observaba en silencio el circulo mágico.
- Brujin...
Alce la mano mirandola a los ojos para que se quedara quieta, callada y lo más tranquila posible.
Me agaché para mirar mejor el circulo.
Tenia ciertas partes referentes a los elementos naturales, pero otras eran simbolos tan extraños como los de las monedas de antes. Se trataba de un circulo de fusión de magias. Me pase la mano por la barbilla, acariciando mi mutilada cara y recordando muy vivamente lo que podía ocurrirle a Iredia si ese circulo era minimamente inestable. Traté de apartar sin éxito las imágenes de mis compañeros muertos de mi cabeza.
- Hay dos opciones. - expliqué - Tratar de hacer algo y arriesgarse o bien buscar un dilusor magico. Que viene a ser algo asi como un imán de magia... evits que un conjuro funcione.
Lo que no tenia ni idea de donde coseguir uno.
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Iredia contempló con horror como ese elfo demonio brujo maldito mamón se moría, sin darles tiempo siquiera a obligarlo de forma no amistosa a deshacer ese círculo de fuego que acabaría con su vida si salía de él.
Vio que Karkaran entonces maldecía al elfo brujo por no despertarse. Ella también lo maldijo en silencio. Miró a la vez que su protector el círculo de fuego que la rodeaba.
-Brujín... -dijo con un hilillo de voz.
Él le hizo un gesto para que se callase y se estuviese tranquila. Decidió, pues, cerrar sus labios y mirar, pensar en alguna solución. Entrar en pánico no le serviría de nada. Se estaba distrayendo con aquellos símbolos tan hipnóticos que se sobresaltó ligeramente cuando Karkaran le explicó las opciones.
Una vez terminó, la elfa lo miró, entrecerrando los ojos, Miró entonces alrededor. Alzó las cejas de golpe, se le habían ocurrido algunas ideas.
-Tengo dos ideas. -lo dijo casi con entusiasmo, pese a la situación en la que se encontraba. Alzó un dedo-
Podemos mirar los pergaminos de ahí, quizás haya algo que pueda servir. Quizás haya alguno en élfico que pueda leer. La otra opción es -alzó un segundo dedo-Hablar con su sirviente.¡Ay! ¡Kar! -exclamó entonces con énfasis- ¿Y si las monedas fueran esos dilusores mágicos?
La elfa, ante todo, era pragmática. Ya perdería la calma cuando se les acabasen las opciones.
-Oye, confío en ti. -confesó con franqueza- Lo único es que tengo un problema. -muy despacio, se agachó, temiendo activar el círculo. Se sopló la pierna quemada que le escocía horrores. Luego, miró a Karkaran- Me hago pis.
Sí, estaba segura de que ese no era el problema que el brujo esperaba. Estaba tratando de quitar hierro al tema de que se iba a morir en cuanto se moviese un milímetro fuera de lo debido. Intentaba llevarlo con la mayor calma y pragmatismo posible. En parte era verdad, se hacía pis, pero era aguantable.
Vio que Karkaran entonces maldecía al elfo brujo por no despertarse. Ella también lo maldijo en silencio. Miró a la vez que su protector el círculo de fuego que la rodeaba.
-Brujín... -dijo con un hilillo de voz.
Él le hizo un gesto para que se callase y se estuviese tranquila. Decidió, pues, cerrar sus labios y mirar, pensar en alguna solución. Entrar en pánico no le serviría de nada. Se estaba distrayendo con aquellos símbolos tan hipnóticos que se sobresaltó ligeramente cuando Karkaran le explicó las opciones.
Una vez terminó, la elfa lo miró, entrecerrando los ojos, Miró entonces alrededor. Alzó las cejas de golpe, se le habían ocurrido algunas ideas.
-Tengo dos ideas. -lo dijo casi con entusiasmo, pese a la situación en la que se encontraba. Alzó un dedo-
Podemos mirar los pergaminos de ahí, quizás haya algo que pueda servir. Quizás haya alguno en élfico que pueda leer. La otra opción es -alzó un segundo dedo-Hablar con su sirviente.¡Ay! ¡Kar! -exclamó entonces con énfasis- ¿Y si las monedas fueran esos dilusores mágicos?
La elfa, ante todo, era pragmática. Ya perdería la calma cuando se les acabasen las opciones.
-Oye, confío en ti. -confesó con franqueza- Lo único es que tengo un problema. -muy despacio, se agachó, temiendo activar el círculo. Se sopló la pierna quemada que le escocía horrores. Luego, miró a Karkaran- Me hago pis.
Sí, estaba segura de que ese no era el problema que el brujo esperaba. Estaba tratando de quitar hierro al tema de que se iba a morir en cuanto se moviese un milímetro fuera de lo debido. Intentaba llevarlo con la mayor calma y pragmatismo posible. En parte era verdad, se hacía pis, pero era aguantable.
Iredia
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Incliné ligeramente la cabeza ante la idea de que las monedas fuesen el dilusor mágico. No era imposible, pero seguramente, solo una de ellas lo era mientras que la otra era una especie de trampa. Era fácil de adivinar puesto que solo se usaba un símbolo real en un dilusor mágico. Pero, teniendo en cuenta que ese circulo era una mezcla, cabía la posibilidad de que el dilusor también fuese diferente.
Atendí en silencio mientras ella decía que tenia un problema.
- Me hago pis.
Chasqueé la lengua bajando la mirada con una media sonrisa. Cierto era que sabia ver lo bueno en los momentos malos...
- Mea pues. - Dije sin más mientras me levantaba e iba a por el primero de los estantes. Mientras cruzaba la sala, aproveche para propinarle una patada en la cara al cadáver del brujo. Le tenia ganas.
Mientras tomaba el primer pergamino y me ponía a leer, me sorprendió la cara muerta de un fantasma emergiendo por la altura de mi pecho justo delante de mi. Era el siervo del principio, pero esta vez, no había ni burla ni demencia en su rostro.
- ¿Que quieres? - Pregunté sin mirarlo, centrando mi atención en el pergamino y sus intrincados símbolos.
- Quería comprobar lo que dicen los otros fantasmas... - Dijo mirando el cadáver y a Iredia. - Hoy habéis hecho mucho bien.
- Pues haciendo mucho bien nos hemos quedado pero que muy mal... Mi compañera esta atrapada en un circulo mágico de correlaciones arcanas. Una parte elfica... otra bruja...
- ... ¿Podemos ayudarla de alguna forma? - Preguntó el fantasma.
Yo le miré largamente y se me plantearon un par de ideas.
- Quizás... Estamos buscando un objeto con símbolos muy parecidos a los que tiene el circulo. ¿Te suena alguno que tuviera más de uno dibujado a la vez?
El fantasma pensó un instante.
- Arriba... En la habitacion del amo vi una vez un collar con todos ellos. - Dijo por lo bajo, mirándome y haciendo que solo yo lo oyera. - Pero los fantasmas evitamos esa sala precisamente por ese collar... Algunos dicen que esta maldito.
Sin lugar a dudas, ese era el Dilusor. Pero estaba claro que Iredia no me dejaría ir a por un posible objeto maligno, por lo que decido hacer lo correcto. Me gire y grité a la elfa:
- Ardillita, no te apures. El fantasma sabe de algo que puede servir.
Ella sonrió a lo lejos.
El fantasma me miró de reojo.
- No le diréis la otra parte?
- No me dejaría ir a por el.
El fantasma no dijo nada más. Se quedo mirando a la elfa un rato y después asintió.
- Te veré en el más allá, brujo.
Y en silencio. Desapareció en una pequeña nube de humo blanco que se elevo muy despacio.
Luego, empecé a hacer camino hacia ese collar maldito.
Atendí en silencio mientras ella decía que tenia un problema.
- Me hago pis.
Chasqueé la lengua bajando la mirada con una media sonrisa. Cierto era que sabia ver lo bueno en los momentos malos...
- Mea pues. - Dije sin más mientras me levantaba e iba a por el primero de los estantes. Mientras cruzaba la sala, aproveche para propinarle una patada en la cara al cadáver del brujo. Le tenia ganas.
Mientras tomaba el primer pergamino y me ponía a leer, me sorprendió la cara muerta de un fantasma emergiendo por la altura de mi pecho justo delante de mi. Era el siervo del principio, pero esta vez, no había ni burla ni demencia en su rostro.
- ¿Que quieres? - Pregunté sin mirarlo, centrando mi atención en el pergamino y sus intrincados símbolos.
- Quería comprobar lo que dicen los otros fantasmas... - Dijo mirando el cadáver y a Iredia. - Hoy habéis hecho mucho bien.
- Pues haciendo mucho bien nos hemos quedado pero que muy mal... Mi compañera esta atrapada en un circulo mágico de correlaciones arcanas. Una parte elfica... otra bruja...
- ... ¿Podemos ayudarla de alguna forma? - Preguntó el fantasma.
Yo le miré largamente y se me plantearon un par de ideas.
- Quizás... Estamos buscando un objeto con símbolos muy parecidos a los que tiene el circulo. ¿Te suena alguno que tuviera más de uno dibujado a la vez?
El fantasma pensó un instante.
- Arriba... En la habitacion del amo vi una vez un collar con todos ellos. - Dijo por lo bajo, mirándome y haciendo que solo yo lo oyera. - Pero los fantasmas evitamos esa sala precisamente por ese collar... Algunos dicen que esta maldito.
Sin lugar a dudas, ese era el Dilusor. Pero estaba claro que Iredia no me dejaría ir a por un posible objeto maligno, por lo que decido hacer lo correcto. Me gire y grité a la elfa:
- Ardillita, no te apures. El fantasma sabe de algo que puede servir.
Ella sonrió a lo lejos.
El fantasma me miró de reojo.
- No le diréis la otra parte?
- No me dejaría ir a por el.
El fantasma no dijo nada más. Se quedo mirando a la elfa un rato y después asintió.
- Te veré en el más allá, brujo.
Y en silencio. Desapareció en una pequeña nube de humo blanco que se elevo muy despacio.
Luego, empecé a hacer camino hacia ese collar maldito.
Erenair
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
No tenía mucha intención de ponerse a mear delante del brujo, pero al menos consiguió su objetivo: sacarle una sonrisilla.
Vio cómo se ponía a mirar aquellos pergaminos y ella decidió entonces mirar el que tenía en la mano. Luego se miró la herida. Igual tenía que encargarse de ella primero. Luego cayó en que igual no era buena idea usar magia dentro del círculo así que, con resignación, abrió el pergamino.
No tenía ni remota idea de lo que ponía. Cerró el pergamino frustrada.
Cuando volvió a mirar al brujo, resulta que se encontraba charlando con el fantasma que se habían encontrado al principio. No prestó demasiada atención a la conversación, así que realmente no oyó absolutamente nada salvo murmullos.
Después, el brujo le gritó. Ella le asintió y sonrió. Como ya le había dicho, confiaba en él.
Mientras se encontraba en una interminable y aburrida espera, se sentó con mucho cuidado en el suelo, en una postura algo incómoda, mas ya era incapaz de seguir de pie más tiempo cargando su pierna sana. Rozó con un dedo los símbolos que tenía debajo del culo, distraída. Como llevada por un instinto, se puso a entonar una dulce melodía:
-Qué voz tan bonita.
A la elfa a poco no le da un síncope al ver de repente a una niña pequeña, no más de ocho años, de rizados cabellos delante de ella. En vida, seguramente esos rizos habrían sido dorados y preciosos. Ahora, en la muerte, todo su ser era más traslúcido y blanquecino. Un feo corte atravesaba su cuello de lado a lado.
-¿Q...qu...quién...? -tartamudeó Iredia.
-Me llamo Adalia. -se presentó con jovialidad.
No parecía agresiva.
-¿Me enseñas esa canción?
-Eh... -Iredia se quedó absolutamente en blanco. Lo último que se había esperado era encontrar a una niña en ese lugar.
-¿Qué pasa?
-Na... nada, es sólo que... bueno. -la elfa miró a la niña de arriba abajo- No me lo esperaba.
-He estado mucho tiempo sola. Las canciones élficas me las cantaba mi mamá. Pero luego me trajeron aquí y ya sólo vi a hombres malos que me hacían daño. -la pequeña puso cierta cara de pena- Y ahora por aquí nadie quiere jugar. Tú no estás muerta, ¿no?
Iredia tragó saliva. Otra niña torturada. No pudo evitar sentir un nudo en el estómago.
<<Tranquila, igual me uno a ti dentro de no mucho tiempo.>>
-No. Aún. -la miró entonces con curiosidad- ¿Cuánto tiempo llevas aquí?
-No me acuerdo... Mucho. -la niña se encogió de hombros. Sentó su figura fantasmal delante de Iredia, al otro lado del círculo- Ahora siento una voz que me llama. Pensé que eras tú cantando, pero la voz me sigue llamando. -la pequeña miró entonces hacia arriba- ¿Serán los dioses de mamá?
A la elfa se le enterneció completamente el corazón. La muerte del brujo había provocado que las almas de la torre por fin pudiesen descansar en paz. Entre ellas, la de aquella dulce niña. Si su madre era elfa, compartían entonces los mismos dioses. Apreció las orejitas picudas de la niña tras sus rizos y no pudo evitar sentir un hondo pesar. Si el último deseo de aquella pequeña era aprenderse su canción, se la enseñaría.
-Puede ser. -carraspeó ligeramente, le había temblado la voz un instante- Venga, te voy a enseñar la letra.
Y así estuvieron largo rato, entonando y practicando la melodía élfica de Iredia. Sus voces hacían algo de eco en la estancia, quizás se oyesen por el pasillo. Poco a poco, la pequeña Adalia se fue quedando con la letra. Iredia, entonces, cerró los ojos mientras seguían cantando las dos. Pese a que no lo vio, fue notando cómo la voz de la pequeña se iba haciendo cada vez más dulce y lejana. Fue notando cómo la adorable mujercita se reunía con los dioses de su mamá. Cómo se iba en paz.
Vio cómo se ponía a mirar aquellos pergaminos y ella decidió entonces mirar el que tenía en la mano. Luego se miró la herida. Igual tenía que encargarse de ella primero. Luego cayó en que igual no era buena idea usar magia dentro del círculo así que, con resignación, abrió el pergamino.
No tenía ni remota idea de lo que ponía. Cerró el pergamino frustrada.
Cuando volvió a mirar al brujo, resulta que se encontraba charlando con el fantasma que se habían encontrado al principio. No prestó demasiada atención a la conversación, así que realmente no oyó absolutamente nada salvo murmullos.
Después, el brujo le gritó. Ella le asintió y sonrió. Como ya le había dicho, confiaba en él.
Mientras se encontraba en una interminable y aburrida espera, se sentó con mucho cuidado en el suelo, en una postura algo incómoda, mas ya era incapaz de seguir de pie más tiempo cargando su pierna sana. Rozó con un dedo los símbolos que tenía debajo del culo, distraída. Como llevada por un instinto, se puso a entonar una dulce melodía:
Tinn, deleh, mai ma dun-ne (Ven, sol, luce otra vez)
Tush ke tréh, dulla di-eh (Calma mi frío, ilumina mi piel)
Manh, halio se kuun di- tiir (No temas, la luna ya no está)
Laidalen ham ren deilioh (Pero vigila, la noche volverá)
Tush ke tréh, dulla di-eh (Calma mi frío, ilumina mi piel)
Manh, halio se kuun di- tiir (No temas, la luna ya no está)
Laidalen ham ren deilioh (Pero vigila, la noche volverá)
-Qué voz tan bonita.
A la elfa a poco no le da un síncope al ver de repente a una niña pequeña, no más de ocho años, de rizados cabellos delante de ella. En vida, seguramente esos rizos habrían sido dorados y preciosos. Ahora, en la muerte, todo su ser era más traslúcido y blanquecino. Un feo corte atravesaba su cuello de lado a lado.
-¿Q...qu...quién...? -tartamudeó Iredia.
-Me llamo Adalia. -se presentó con jovialidad.
No parecía agresiva.
-¿Me enseñas esa canción?
-Eh... -Iredia se quedó absolutamente en blanco. Lo último que se había esperado era encontrar a una niña en ese lugar.
-¿Qué pasa?
-Na... nada, es sólo que... bueno. -la elfa miró a la niña de arriba abajo- No me lo esperaba.
-He estado mucho tiempo sola. Las canciones élficas me las cantaba mi mamá. Pero luego me trajeron aquí y ya sólo vi a hombres malos que me hacían daño. -la pequeña puso cierta cara de pena- Y ahora por aquí nadie quiere jugar. Tú no estás muerta, ¿no?
Iredia tragó saliva. Otra niña torturada. No pudo evitar sentir un nudo en el estómago.
<<Tranquila, igual me uno a ti dentro de no mucho tiempo.>>
-No. Aún. -la miró entonces con curiosidad- ¿Cuánto tiempo llevas aquí?
-No me acuerdo... Mucho. -la niña se encogió de hombros. Sentó su figura fantasmal delante de Iredia, al otro lado del círculo- Ahora siento una voz que me llama. Pensé que eras tú cantando, pero la voz me sigue llamando. -la pequeña miró entonces hacia arriba- ¿Serán los dioses de mamá?
A la elfa se le enterneció completamente el corazón. La muerte del brujo había provocado que las almas de la torre por fin pudiesen descansar en paz. Entre ellas, la de aquella dulce niña. Si su madre era elfa, compartían entonces los mismos dioses. Apreció las orejitas picudas de la niña tras sus rizos y no pudo evitar sentir un hondo pesar. Si el último deseo de aquella pequeña era aprenderse su canción, se la enseñaría.
-Puede ser. -carraspeó ligeramente, le había temblado la voz un instante- Venga, te voy a enseñar la letra.
Y así estuvieron largo rato, entonando y practicando la melodía élfica de Iredia. Sus voces hacían algo de eco en la estancia, quizás se oyesen por el pasillo. Poco a poco, la pequeña Adalia se fue quedando con la letra. Iredia, entonces, cerró los ojos mientras seguían cantando las dos. Pese a que no lo vio, fue notando cómo la voz de la pequeña se iba haciendo cada vez más dulce y lejana. Fue notando cómo la adorable mujercita se reunía con los dioses de su mamá. Cómo se iba en paz.
Iredia
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Por sorprendente que pareciera, esa habitacion era elegante.
Ancha, con unas decoraciones de tonos rojos y grabados góticos muy barrocos y clásicos que daban a toda esa estancia un toque oscuro que denotaba clase y nivel. Los muebles, ademas, se centraban en el uso de madera oscura como el ébano y remates metálicos de tonos dorados, combinando perfectamente en esa armoniosa y elegante estancia.
Salvo por el puto collar, como no...
Lo único siniestro de la habitacion. Lo único que lo mirabas y parecía que los colores eran disminuidos hasta convertirse en escala de grises. No podía haber ido a buscar esa hermosa vasija grabada en oro y piedras... O ese anillo que descansaba en la mesa de unos tonos plateados con un zafiro arriba... No. Tenia que ir a por el puto collar que parecía tener escrito en letras grandes y bonitas "tócame y muere".
Trate de hacer que viniera hacia mi con telekinesis básica, pero parecía que ese objeto no iba a ceder tan fácilmente. Di un suspiro mientras me acercaba.
Estaba descansando sobre un cojín rojizo en una repisa de mármol negro. Lo único que había de piedra salvo las paredes en esa habitacion. Solo había una forma de hacerse con el y era tomarlo.
Así que sin dudarlo más, me acerqué y lo cogí.
Me quede quieto unos segundos, pero nada paso. Mire el collar. Realmente se tendría que definir más como un talismán. Tenia una negra piedra en el centro y todo su alrededor era el mismo dibujo que el circulo dibujado por ese brujo. ¿Seria una especie de representación suya de un prototipo de ese tipo de magia?
Lo bueno era que no parecía tener un detonante inmediato, así que empecé a hacer camino hacia la sala donde estaba Iredia.
Antes de salir, pero, me detuve un instante.
Tome el anillo de plata y zafiro y entonces fui con Iredia.
Ancha, con unas decoraciones de tonos rojos y grabados góticos muy barrocos y clásicos que daban a toda esa estancia un toque oscuro que denotaba clase y nivel. Los muebles, ademas, se centraban en el uso de madera oscura como el ébano y remates metálicos de tonos dorados, combinando perfectamente en esa armoniosa y elegante estancia.
Salvo por el puto collar, como no...
Lo único siniestro de la habitacion. Lo único que lo mirabas y parecía que los colores eran disminuidos hasta convertirse en escala de grises. No podía haber ido a buscar esa hermosa vasija grabada en oro y piedras... O ese anillo que descansaba en la mesa de unos tonos plateados con un zafiro arriba... No. Tenia que ir a por el puto collar que parecía tener escrito en letras grandes y bonitas "tócame y muere".
Trate de hacer que viniera hacia mi con telekinesis básica, pero parecía que ese objeto no iba a ceder tan fácilmente. Di un suspiro mientras me acercaba.
Estaba descansando sobre un cojín rojizo en una repisa de mármol negro. Lo único que había de piedra salvo las paredes en esa habitacion. Solo había una forma de hacerse con el y era tomarlo.
Así que sin dudarlo más, me acerqué y lo cogí.
Me quede quieto unos segundos, pero nada paso. Mire el collar. Realmente se tendría que definir más como un talismán. Tenia una negra piedra en el centro y todo su alrededor era el mismo dibujo que el circulo dibujado por ese brujo. ¿Seria una especie de representación suya de un prototipo de ese tipo de magia?
Lo bueno era que no parecía tener un detonante inmediato, así que empecé a hacer camino hacia la sala donde estaba Iredia.
Antes de salir, pero, me detuve un instante.
Tome el anillo de plata y zafiro y entonces fui con Iredia.
Erenair
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Iredia se quedó meditabunda unos instantes, mirando a la nada, donde antes había estado la niña. Se le había quedado un tremendo vacío interior, como si de alguna manera parte de su ego se hubiera marchado con la pequeña. Aladia. Probablemente nunca olvidaría su nombre.
No le dio mucho tiempo a seguir meditando, pues de golpe otro par de fantasmas aparecieron ante ella. Esta vez, era una mujer anciana y el que parecía ser su marido. Pero no fueron los únicos. Por algún motivo, la sala empezó a llenarse de fantasmas. Empezaban a comentar entre ellos y la miraban con intriga y a la vez fascinación. Aparte del elfo brujo, parece ser que no veían con asiduidad un ser vivo. Y era aún más novedad que ese ser vivo... estuviera vivo y el que había sido su amo no. La sala se llenó de cuchicheos e Iredia se tapó los oídos.
<<De modo que estos son los guladenh que se reían en mi cabeza...>>, pensó con cierto resentimiento la elfa.
Ahora eran todos como una alegre comitiva que se reunía allí a tomar una cerveza. Sólo que, irónicamente, no existía la cerveza fantasma. Aún.
-Corrían rumores, ¡y eran ciertos! ¡El Amo ha muerto! -coreó entonces la anciana.
Varias voces vitorearon. El viejete se acercó a Iredia. Otros fantasmas hicieron amagos de patear el cadáver del elfo brujo. Parece ser que les era divertido que sus pies atravesasen su cráneo.
-Pareces en un apuro, muchacha. Feo asunto. -comentó, mirando el círculo y negando con la cabeza.
-Bueno, no pasa nada, Mi protector lo está solucionando. Creo que el sirviente dijo de algo que podía servir, no sé qué será. -se encogió la elfa de hombros.
-¿No será el colgante de los aposentos? -saltó uno.
-¡Ay, no! Mi niña, dime que no ha cogido ese colgante -estalló de pronto la vieja, mirándola con mucha preocupación.
Iredia estaba anonadada.
-Em... no lo sé. ¿Qué colgante?
-¡El Dilusor! -exclamó otro. Por la pinta, ese había sido brujo en vida- Nadie puede tocarlo sin su permiso. Tiene un mecanismo de defensa. La torre estallará desde la base.
De golpe, otro fantasma apareció. Este tenía unos bigotes grandes muy graciosos. Su expresión, sin embargo, no lo era.
-Ha cogido el colgante.
Y se hizo el silencio. Los veinte fantasmas miraron a Iredia. Ésta palideció.
-Me temo que estás muerta si tu amigo ha cogido el colgante. Aunque, piénsalo, puedes venir con nosotros.
<<Es lo que más deseo en este momento>>
En ese momento, entró Karkaran. Los veinte fantasmas se giraron hacia él, cuchicheantes. Estaban espectantes por ver qué ocurría con aquellos dos vivos. Iredia lo miró, pálida como la luna.
-Kar, ahora sí tenemos un problema.
Y se oyó un terrible estruendo proveniente del piso inferior. La torre crujió.
No le dio mucho tiempo a seguir meditando, pues de golpe otro par de fantasmas aparecieron ante ella. Esta vez, era una mujer anciana y el que parecía ser su marido. Pero no fueron los únicos. Por algún motivo, la sala empezó a llenarse de fantasmas. Empezaban a comentar entre ellos y la miraban con intriga y a la vez fascinación. Aparte del elfo brujo, parece ser que no veían con asiduidad un ser vivo. Y era aún más novedad que ese ser vivo... estuviera vivo y el que había sido su amo no. La sala se llenó de cuchicheos e Iredia se tapó los oídos.
<<De modo que estos son los guladenh que se reían en mi cabeza...>>, pensó con cierto resentimiento la elfa.
Ahora eran todos como una alegre comitiva que se reunía allí a tomar una cerveza. Sólo que, irónicamente, no existía la cerveza fantasma. Aún.
-Corrían rumores, ¡y eran ciertos! ¡El Amo ha muerto! -coreó entonces la anciana.
Varias voces vitorearon. El viejete se acercó a Iredia. Otros fantasmas hicieron amagos de patear el cadáver del elfo brujo. Parece ser que les era divertido que sus pies atravesasen su cráneo.
-Pareces en un apuro, muchacha. Feo asunto. -comentó, mirando el círculo y negando con la cabeza.
-Bueno, no pasa nada, Mi protector lo está solucionando. Creo que el sirviente dijo de algo que podía servir, no sé qué será. -se encogió la elfa de hombros.
-¿No será el colgante de los aposentos? -saltó uno.
-¡Ay, no! Mi niña, dime que no ha cogido ese colgante -estalló de pronto la vieja, mirándola con mucha preocupación.
Iredia estaba anonadada.
-Em... no lo sé. ¿Qué colgante?
-¡El Dilusor! -exclamó otro. Por la pinta, ese había sido brujo en vida- Nadie puede tocarlo sin su permiso. Tiene un mecanismo de defensa. La torre estallará desde la base.
De golpe, otro fantasma apareció. Este tenía unos bigotes grandes muy graciosos. Su expresión, sin embargo, no lo era.
-Ha cogido el colgante.
Y se hizo el silencio. Los veinte fantasmas miraron a Iredia. Ésta palideció.
-Me temo que estás muerta si tu amigo ha cogido el colgante. Aunque, piénsalo, puedes venir con nosotros.
<<Es lo que más deseo en este momento>>
En ese momento, entró Karkaran. Los veinte fantasmas se giraron hacia él, cuchicheantes. Estaban espectantes por ver qué ocurría con aquellos dos vivos. Iredia lo miró, pálida como la luna.
-Kar, ahora sí tenemos un problema.
Y se oyó un terrible estruendo proveniente del piso inferior. La torre crujió.
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Me detuve un instante tras cruzar la puerta a la sala de combate de antes, cuando note la mirada de unos veinte pares de ojos fantasmales sobre mi. Miré a Iredia inquisitivo.
-Kar, ahora sí tenemos un problema.
Oímos entonces ese estruendo tan sonoro que hizo retumbar el techo. Varios trozos de pequeñas piedras se empezaron a despeñar de las paredes y de las columnas del piso. Suspiré.
Corrí entonces hacia la elfa y agarre con fuerza el talismán. Tracé en el aire varios símbolos con el, dibujando un circulo muy similar al que había dibujado en el suelo con lo que supuse que seria la combinación correcta. Y debió de ser, porque el brillo del circulo se apago completamente hasta quedar grabado en el suelo como si hubiera quemado la misma piedra y arena.
Y sin esperar respuesta, tomé a Iredia en brazos y me dispuse a correr con ella. Los fantasmas nos siguieron con un silencioso flotar entre los pasillos.
- ¿Donde están las escaleras más cercanas? - Pregunté corriendo, evitando pedazos de piedra que empezaban a caer de forma mucho más constante.
- Puedes ir al piso inferior por allí...
- ¡NO BUSCO BAJAR! - Grité evitando una columna que se desprendía del techo. - ¿DONDE MIERDAS ESTÁN LAS ESCALERAS AL ÁTICO?
- Em... - Dijo otro. - Por allí...
Corrí en la dirección indicada mientras Iredia blasfemaba y gritaba cosas como "Cuidado con eso" "Vigila allí". Un trozo de pared se derrumbo y crucé de un salto los escombros y el polvo de esa brecha, convirtiéndola en un atajo. Atravesamos el ese infierno en un rápido movimiento mientras íbamos hacia las escaleras.
Pero cuando llegamos a ellas estas colapsaron dejando unicamente varios escalones sueltos.
- No se te ocurrira...
Empecé a saltar de escalon a escalon mientras la torre se caia. Rezando para llegar bien al piso de arriba.
-Kar, ahora sí tenemos un problema.
Oímos entonces ese estruendo tan sonoro que hizo retumbar el techo. Varios trozos de pequeñas piedras se empezaron a despeñar de las paredes y de las columnas del piso. Suspiré.
Corrí entonces hacia la elfa y agarre con fuerza el talismán. Tracé en el aire varios símbolos con el, dibujando un circulo muy similar al que había dibujado en el suelo con lo que supuse que seria la combinación correcta. Y debió de ser, porque el brillo del circulo se apago completamente hasta quedar grabado en el suelo como si hubiera quemado la misma piedra y arena.
Y sin esperar respuesta, tomé a Iredia en brazos y me dispuse a correr con ella. Los fantasmas nos siguieron con un silencioso flotar entre los pasillos.
- ¿Donde están las escaleras más cercanas? - Pregunté corriendo, evitando pedazos de piedra que empezaban a caer de forma mucho más constante.
- Puedes ir al piso inferior por allí...
- ¡NO BUSCO BAJAR! - Grité evitando una columna que se desprendía del techo. - ¿DONDE MIERDAS ESTÁN LAS ESCALERAS AL ÁTICO?
- Em... - Dijo otro. - Por allí...
Corrí en la dirección indicada mientras Iredia blasfemaba y gritaba cosas como "Cuidado con eso" "Vigila allí". Un trozo de pared se derrumbo y crucé de un salto los escombros y el polvo de esa brecha, convirtiéndola en un atajo. Atravesamos el ese infierno en un rápido movimiento mientras íbamos hacia las escaleras.
Pero cuando llegamos a ellas estas colapsaron dejando unicamente varios escalones sueltos.
- No se te ocurrira...
Empecé a saltar de escalon a escalon mientras la torre se caia. Rezando para llegar bien al piso de arriba.
**********************************
Que no hay huevos, eh?Runa Buena / Extraordinaria: Ambos llegamos al siguiente piso de una pieza. Si ademas sale extraordinaria, lo tendremos más facil en este piso por ser más compacto y más resistente a las sacudidas, porque no estara tan roto.
Runa Media: Te lanzó a ti al primer piso y yo caigo hacia abajo, teniendo que volver a subir corriendo.
Runa Mala: Ambos caemos al piso de abajo.
Runa Horrible: Te lanzo a ti arriba pero yo me golpeo y caigo inconsciente al piso de abajo, dandote a ti la opcion de escapar o de ir a rescatarme.
Como era? Alea jacta est...
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
El miembro 'Karkaran' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Suspiró de alivio cuando el brujo le quitó aquel círculo del demonio. No le dio tiempo casi a darle las gracias, ya la tenía en brazos y había salido corriendo.
Sorteaban columnas y cachos de techo con veinte fantasmas detrás bastante más parsimoniosos. Claro, si fuera ella inmaterial también estaría así de tranquila.
-Esto da cara al mar, ¿verdad? -preguntó Iredia a trompicones a uno de los fantasmicos que tenía al lado.
-Sí. El Amo tenía unas maravillosas vistas desde sus aposentos.
Ya no necesitó más. Supo enseguida que se iban a dar un estupendo remojón. ¿No le encantaba el mar a Iredia? Pues iba a tener ración doble.
A medida que iban avanzando, Karkaran perdía la paciencia. Era normal, cargaba con una elfa en brazos y un ejército de fantasmas a la espalda. Cuando ya les dieron la dirección correcta y echó de nuevo a correr, Iredia no sólo se quejó por si se daban un golpe sino que acabó por taparse los ojos y hundir la cabeza en el cuello del brujo. No quería mirar.
Pero no aguantó mucho tiempo así. volvió a destaparse los ojos. Vio las escaleras.
-No se te ocurrirá...
Y sí, se le ocurrió. Empezó a saltar entre escalón y escalón, pues las escaleras estaban rotas. Ocurrió entonces lo inevitable, Karkaran no llegó en uno de sus saltos al siguiente escalón. Sin embargo, le dio tiempo a lanzar a Iredia por los aires y que esta consiguiese llegar con un par de arrastramientos hasta el piso superior.
-¡KAR! -le gritó, atemorizada.
Vio que una silueta se movía en el piso de abajo. Estaba vivo y eso la alivió. Con mucho esfuerzo por su pierna herida, corrió no muy veloz hasta el borde de aquel ático en un tiempo que a Iredia le pareció una eternidad. Miró. Sólo había azul. Miró a su espalda. No iba a saltar sin el brujo. Los fantasmas aguardaban en el borde de la escalera, muy solemnes. No podían pasar de ahí.
-Id en paz, ya no tenéis nada aquí.
La viejita de antes le mandó un beso.
-Cuídate, denidiel -le dijo en élfico. Significaba "damisela".
Y todos desaparecieron. Se asomó de nuevo por el borde y vio que el fuego ascendía cada vez más y más.
-Ay, Kar...
Si no llegaba a tiempo, la situación pintaba muy mal para ambos.
_______________________________
Como sé que nos mola el riesgo, ahí va:
Tirada buena: Subes a tiempo y nos lanzamos al agua juntitos. Si es muy buena, hasta te puede dar tiempo a lanzar un conjuro para que el impacto contra el agua no sea doloroso.
Tirada neutral: No te da tiempo a subir, pero te puedes lanzar por algún hueco en el piso inferior al agua. Iredia, en cuanto te vea hacerlo, saltará al vacío contigo. El impacto con el agua dolerá.
Tirada mala (siempre son las mejores): No te da tiempo a subir, nos pilla la explosión y salimos disparados al agua por el impacto. Nos quemamos el culo un poco, además de que nos dolerá el golpe del agua. Si es MUY MALA, sufriremos una quemadura grave los dos.
Ya que tanto te encanta, alea iacta est.
Sorteaban columnas y cachos de techo con veinte fantasmas detrás bastante más parsimoniosos. Claro, si fuera ella inmaterial también estaría así de tranquila.
-Esto da cara al mar, ¿verdad? -preguntó Iredia a trompicones a uno de los fantasmicos que tenía al lado.
-Sí. El Amo tenía unas maravillosas vistas desde sus aposentos.
Ya no necesitó más. Supo enseguida que se iban a dar un estupendo remojón. ¿No le encantaba el mar a Iredia? Pues iba a tener ración doble.
A medida que iban avanzando, Karkaran perdía la paciencia. Era normal, cargaba con una elfa en brazos y un ejército de fantasmas a la espalda. Cuando ya les dieron la dirección correcta y echó de nuevo a correr, Iredia no sólo se quejó por si se daban un golpe sino que acabó por taparse los ojos y hundir la cabeza en el cuello del brujo. No quería mirar.
Pero no aguantó mucho tiempo así. volvió a destaparse los ojos. Vio las escaleras.
-No se te ocurrirá...
Y sí, se le ocurrió. Empezó a saltar entre escalón y escalón, pues las escaleras estaban rotas. Ocurrió entonces lo inevitable, Karkaran no llegó en uno de sus saltos al siguiente escalón. Sin embargo, le dio tiempo a lanzar a Iredia por los aires y que esta consiguiese llegar con un par de arrastramientos hasta el piso superior.
-¡KAR! -le gritó, atemorizada.
Vio que una silueta se movía en el piso de abajo. Estaba vivo y eso la alivió. Con mucho esfuerzo por su pierna herida, corrió no muy veloz hasta el borde de aquel ático en un tiempo que a Iredia le pareció una eternidad. Miró. Sólo había azul. Miró a su espalda. No iba a saltar sin el brujo. Los fantasmas aguardaban en el borde de la escalera, muy solemnes. No podían pasar de ahí.
-Id en paz, ya no tenéis nada aquí.
La viejita de antes le mandó un beso.
-Cuídate, denidiel -le dijo en élfico. Significaba "damisela".
Y todos desaparecieron. Se asomó de nuevo por el borde y vio que el fuego ascendía cada vez más y más.
-Ay, Kar...
Si no llegaba a tiempo, la situación pintaba muy mal para ambos.
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Como sé que nos mola el riesgo, ahí va:
Tirada buena: Subes a tiempo y nos lanzamos al agua juntitos. Si es muy buena, hasta te puede dar tiempo a lanzar un conjuro para que el impacto contra el agua no sea doloroso.
Tirada neutral: No te da tiempo a subir, pero te puedes lanzar por algún hueco en el piso inferior al agua. Iredia, en cuanto te vea hacerlo, saltará al vacío contigo. El impacto con el agua dolerá.
Tirada mala (siempre son las mejores): No te da tiempo a subir, nos pilla la explosión y salimos disparados al agua por el impacto. Nos quemamos el culo un poco, además de que nos dolerá el golpe del agua. Si es MUY MALA, sufriremos una quemadura grave los dos.
Ya que tanto te encanta, alea iacta est.
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Vi como Iredia conseguía llegar bien hasta el piso superior pese a darse un pequeño golpe al aterrizaje.
Por mi lado, aun tuve suerte de caer con un pequeño giro que hizo que el golpe no fuera tan doloroso. Mire a mis espaldas como los pocos escalones que le quedaban a la escalera habían acabado por caer al piso donde me encontraba yo. Noté entonces todo el piso temblar y vi, al fondo de un pasillo que parecía estar a punto de ser llevado directamente al infierno una ventana a unos cincuenta metros en linea recta, empecé a correr mientras veía como, a través de la ventana, parecía que nos estuviéramos hundiendo en la tierra.
- ELFA - Grité corriendo por el pasillo mientras evitaba piedras, objetos sueltos y huecos que iban apareciendo en el suelo. - ¡SI PUEDES OÍRME, NO LO DUDES, PEDAZO DE BURRA! ¡SALTA DE UNA JODIDA VEZ!
Aun tuve que detenerme un instante cuando un pedazo de techo del tamaño de un baúl cayó desde arriba y rompió el suelo bajo mis pies, obligándome a saltar contra la pared y aprovechar el impulso para saltar hacia el extremo del pasillo que aun tenia suelo.
Me deslicé por debajo de una columna que había quedado atrapada entre las dos paredes. La ventana estaba ahí mismo.
Desde donde estaba, no podía siquiera ver si Iredia había saltado o no, pero recé en silencio para que me hubiera oído. Atravesé la ventana, y solo para confirmar, grite a pleno pulmón:
- SALTA ARDILLA!
En el aire, notándolo por todo el cuerpo, trate de lanzar algo al agua para romperla lo suficiente como para que el impacto no nos destrozara los huesos. Conseguí moverla un poco, dibujando pequeñas hondas allá donde segundos después íbamos a impactar. De esa forma haríamos que el impacto fuera menos agresivo, pero doloroso igual.
Después de eso, solo quedo el frió impacto del agua por todo mi cuerpo.
Por mi lado, aun tuve suerte de caer con un pequeño giro que hizo que el golpe no fuera tan doloroso. Mire a mis espaldas como los pocos escalones que le quedaban a la escalera habían acabado por caer al piso donde me encontraba yo. Noté entonces todo el piso temblar y vi, al fondo de un pasillo que parecía estar a punto de ser llevado directamente al infierno una ventana a unos cincuenta metros en linea recta, empecé a correr mientras veía como, a través de la ventana, parecía que nos estuviéramos hundiendo en la tierra.
- ELFA - Grité corriendo por el pasillo mientras evitaba piedras, objetos sueltos y huecos que iban apareciendo en el suelo. - ¡SI PUEDES OÍRME, NO LO DUDES, PEDAZO DE BURRA! ¡SALTA DE UNA JODIDA VEZ!
Aun tuve que detenerme un instante cuando un pedazo de techo del tamaño de un baúl cayó desde arriba y rompió el suelo bajo mis pies, obligándome a saltar contra la pared y aprovechar el impulso para saltar hacia el extremo del pasillo que aun tenia suelo.
Me deslicé por debajo de una columna que había quedado atrapada entre las dos paredes. La ventana estaba ahí mismo.
Desde donde estaba, no podía siquiera ver si Iredia había saltado o no, pero recé en silencio para que me hubiera oído. Atravesé la ventana, y solo para confirmar, grite a pleno pulmón:
- SALTA ARDILLA!
En el aire, notándolo por todo el cuerpo, trate de lanzar algo al agua para romperla lo suficiente como para que el impacto no nos destrozara los huesos. Conseguí moverla un poco, dibujando pequeñas hondas allá donde segundos después íbamos a impactar. De esa forma haríamos que el impacto fuera menos agresivo, pero doloroso igual.
Después de eso, solo quedo el frió impacto del agua por todo mi cuerpo.
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Debido al estruendo de la torre destrozándose, Iredia sólo se percató de una de las palabras del brujo: Burra. Estaba segurísima de que eso se lo decía a ella. Pero no sabía por qué, esta vez no se había metido en ningún lío, se había quedado quietecita.
Se asomó al borde y, de repente, una sombra negra salió de golpe seguido de un fantástico grito de guerra: "Salta ardilla". Iredia tragó saliva, miró a su espalda. La torre se derrumbaba y las llamas ya se habían tragado casi todo. Los fantasmas se habían ido. Se dio cuenta de que, al volver a mirar al mar, la altura era más que considerable y le daba respeto.
Se encaramó en el borde. Cerró los ojos. Saltó.
La caída se le hizo casi interminable y el topetazo contra el agua, pese a que Karkaran había tirado algo para romperla, fue impresionante. Sus ojos violáceos sólo vieron burbujas a raudales alrededor de ella y la quemadura de la cadera y de la pierna le dolió tanto que tuvo que contenerse para no abrir la boca debajo del agua y chillar del dolor. A duras penas, cuando ya pensó que no llegaba, salió a la superficie y dio una bocanada brutal de aire a la par que tosió. Miró a su alrededor y vio a Karkaran algo más alejado de ella, Nadó a trompicones hacia él para ver si estaba bien. Sabía nadar, pero la pierna herida le impedía hacerlo con la rapidez necesaria.
-¿Estás bien? -le preguntó preocupada mientras braceaba hacia él.
La costa estaba algo alejada y la corriente no lo iba a poner fácil. Iredia no sabía muy bien cómo funcionaban las corrientes. Ilusamente creía que sólo con nadar llegarían fácilmente a la orilla. No se explicaba por qué estaba tan cansada después de haber dado tan sólo un par de brazadas.
-Le tenía... que... -cerró la boca antes de que el agua entrara en su boca mientras braceaba a la orilla-haber -otra vez-meado... en... -jadeó- la puerta... a ese...pandalah -dijo, muy frustrada.
Era hasta graciosa verla nadar, lo hacía como un perrito porque no podía mover bien las piernas y, además, refunfuñaba incoherencias por el camino. Pero, al menos, nadaba.
Se asomó al borde y, de repente, una sombra negra salió de golpe seguido de un fantástico grito de guerra: "Salta ardilla". Iredia tragó saliva, miró a su espalda. La torre se derrumbaba y las llamas ya se habían tragado casi todo. Los fantasmas se habían ido. Se dio cuenta de que, al volver a mirar al mar, la altura era más que considerable y le daba respeto.
Se encaramó en el borde. Cerró los ojos. Saltó.
La caída se le hizo casi interminable y el topetazo contra el agua, pese a que Karkaran había tirado algo para romperla, fue impresionante. Sus ojos violáceos sólo vieron burbujas a raudales alrededor de ella y la quemadura de la cadera y de la pierna le dolió tanto que tuvo que contenerse para no abrir la boca debajo del agua y chillar del dolor. A duras penas, cuando ya pensó que no llegaba, salió a la superficie y dio una bocanada brutal de aire a la par que tosió. Miró a su alrededor y vio a Karkaran algo más alejado de ella, Nadó a trompicones hacia él para ver si estaba bien. Sabía nadar, pero la pierna herida le impedía hacerlo con la rapidez necesaria.
-¿Estás bien? -le preguntó preocupada mientras braceaba hacia él.
La costa estaba algo alejada y la corriente no lo iba a poner fácil. Iredia no sabía muy bien cómo funcionaban las corrientes. Ilusamente creía que sólo con nadar llegarían fácilmente a la orilla. No se explicaba por qué estaba tan cansada después de haber dado tan sólo un par de brazadas.
-Le tenía... que... -cerró la boca antes de que el agua entrara en su boca mientras braceaba a la orilla-haber -otra vez-meado... en... -jadeó- la puerta... a ese...pandalah -dijo, muy frustrada.
Era hasta graciosa verla nadar, lo hacía como un perrito porque no podía mover bien las piernas y, además, refunfuñaba incoherencias por el camino. Pero, al menos, nadaba.
Iredia
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
El agua estaba helada y la ostia fue tremenda.
Como si tras impactar contra una pared, algo te comprimiera desde todos lados al mismo tiempo, tratando de llevarte a lo más profundo mientra tu hacías el esfuerzo por subir.
Pese a que mis energías estaban bajas, trate de utilizar un ultimo conjuro de materia básica: Agua. Livié mi cuerpo lo suficiente como para que flotara sin necesidad de esfuerzo y al llegar a la superficie observé en silencio como la elfa nadaba de forma, completamente esperada, que era una representación visual de su torpeza. Di una sonrisa de medio lado.
- Acércate anda... - Le dije por encima del ruido de las piedras cayendo unos metros más allá. - Y agárrate a mi.
Utilizándome como apoyo, la elfa empezó a nadar con más facilidad. Pasados unos minutos de duro remo y de concentración por mantener el conjuro por mi parte, por fin llegamos a la orilla.
Ambos nos tumbamos en la arena y observamos los pedazos de la torre, ahora destruida.
- Todo ese conocimiento... - Dije en un abatido suspiro - Perdido...
"Al menos aun respiramos..." Dijo una voz en mi cabeza.
Tomé con cuidado el medallón que había birlado de la torre y que ahora tenia colgado del cuello. No notaba en el nada que supusiera un peligro. Ni siquiera parecía tener ningún efecto... Pero no quise desprenderme de el. Lo deje al cuello y mire a Iredia.
- Bueno... ¿Y que hacemos ahora, ardilla?
Como si tras impactar contra una pared, algo te comprimiera desde todos lados al mismo tiempo, tratando de llevarte a lo más profundo mientra tu hacías el esfuerzo por subir.
Pese a que mis energías estaban bajas, trate de utilizar un ultimo conjuro de materia básica: Agua. Livié mi cuerpo lo suficiente como para que flotara sin necesidad de esfuerzo y al llegar a la superficie observé en silencio como la elfa nadaba de forma, completamente esperada, que era una representación visual de su torpeza. Di una sonrisa de medio lado.
- Acércate anda... - Le dije por encima del ruido de las piedras cayendo unos metros más allá. - Y agárrate a mi.
Utilizándome como apoyo, la elfa empezó a nadar con más facilidad. Pasados unos minutos de duro remo y de concentración por mantener el conjuro por mi parte, por fin llegamos a la orilla.
Ambos nos tumbamos en la arena y observamos los pedazos de la torre, ahora destruida.
- Todo ese conocimiento... - Dije en un abatido suspiro - Perdido...
"Al menos aun respiramos..." Dijo una voz en mi cabeza.
Tomé con cuidado el medallón que había birlado de la torre y que ahora tenia colgado del cuello. No notaba en el nada que supusiera un peligro. Ni siquiera parecía tener ningún efecto... Pero no quise desprenderme de el. Lo deje al cuello y mire a Iredia.
- Bueno... ¿Y que hacemos ahora, ardilla?
Erenair
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Agradeció la ayuda de Karkaran con una sonrisa débil. En cuanto llegó a la orilla, se desplomó en la arena como un despojo auténtico, cerrando los ojos. Miró después a la torre, junto con el brujo.
-Todo ese conocimiento... perdido...
Y la elfa, de repente, dio un respingo y se llevó una mano a su zurrón. Esto le iba a encantar a su brujín. Sacó, un poco mojado y lleno de arena, dos pergaminos. Uno era el que había birlado de la biblioteca. El otro era el que Karkaran había estado leyendo momentos antes de irse con el fantasma. Con una sonrisa deslumbrante y los ojos violáceos brillantes de alegría y de cansancio, se los puso encima del pecho bien colocaditos en línea.
-Todo no. -y le guiñó un ojo, apoyando los codos en la arena.- Este creo que tiene el círculo del demonio de tu colgante.
Le sonrió, feliz. Después, miró al horizonte, con el cabello rojo mojado al viento y sus violetas algo entrecerrados. Miró a Karkaran.
-Pues... -entonces, miró el hombro de él- curarte ese hombro. -se miró entonces la pierna y soltó una leve risa- curarme la pierna. Y tomar una maldita, fresca y dulce cerveza. Y descansar. Nos lo hemos ganado, ¿no crees? -le volvió a guiñar el ojo y le dio un toquecito en la nariz.
La idea de moverse de allí le daba una absoluta pereza. Por suerte, amanecía. La carne se le puso un poco de gallina por el aire fresco, pero el hecho de estar fuera de esa torre le aliviaba tanto que no le importaba esa brisa marina.
Tras un rato allí aposentados, decidieron moverse, arrástrándose el uno apoyado en el otro y pensando en esa jarra de licor y cerveza que se meterían al cuerpo en unos ratos.
-Todo ese conocimiento... perdido...
Y la elfa, de repente, dio un respingo y se llevó una mano a su zurrón. Esto le iba a encantar a su brujín. Sacó, un poco mojado y lleno de arena, dos pergaminos. Uno era el que había birlado de la biblioteca. El otro era el que Karkaran había estado leyendo momentos antes de irse con el fantasma. Con una sonrisa deslumbrante y los ojos violáceos brillantes de alegría y de cansancio, se los puso encima del pecho bien colocaditos en línea.
-Todo no. -y le guiñó un ojo, apoyando los codos en la arena.- Este creo que tiene el círculo del demonio de tu colgante.
Le sonrió, feliz. Después, miró al horizonte, con el cabello rojo mojado al viento y sus violetas algo entrecerrados. Miró a Karkaran.
-Pues... -entonces, miró el hombro de él- curarte ese hombro. -se miró entonces la pierna y soltó una leve risa- curarme la pierna. Y tomar una maldita, fresca y dulce cerveza. Y descansar. Nos lo hemos ganado, ¿no crees? -le volvió a guiñar el ojo y le dio un toquecito en la nariz.
La idea de moverse de allí le daba una absoluta pereza. Por suerte, amanecía. La carne se le puso un poco de gallina por el aire fresco, pero el hecho de estar fuera de esa torre le aliviaba tanto que no le importaba esa brisa marina.
Tras un rato allí aposentados, decidieron moverse, arrástrándose el uno apoyado en el otro y pensando en esa jarra de licor y cerveza que se meterían al cuerpo en unos ratos.
Iredia
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