Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
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Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
Yule, Mercado Navideño
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¡Un buen día! Sí, señor. Si los Dioses eran propicios, solo en este día, el viejo herrero Tolme ganaría tres veces más de lo que había recaudado el mes pasado. Llenaría los cofres de aeros y se iría a dormir con el sabor de la mejor cena de celebración que un humano se podía pagar en Lunargenta. Un día es un día, se repetía mentalmente, y con todos los productos que estaban vendiendo, bien podría pagarse la cena de un rey. Se lo merecía. Había trabajado duro en los últimos años: sobrevividos a guerras, visto el cambio de un rey y la vuelta del otro, oído historias que helarían el corazón de los hombres más aventurados y visto a muertos levantarse del suelo. Había quien podía pensar que estas amenazas resultarían útiles para el negocio. Lunargenta tenía miedo y todos sus habitantes correrían a hacerse con la mejor espada para defender sus familias. Era una buena suposición, el mismo Tolme la pensó en el momento en el que escuchó las historias de nigromantes y brujos oscuros. Sin embargo, la realidad nunca era como una se imaginaba. Los aldeanos de Lunargenta estaban tan atemorizados que apenas salían de sus hogares.
¡Eso se terminó! Estamos en un tiempo de relativa paz y éste es un día de celebración. Los humanos habían salido de sus casas y, con ellos, los comerciantes de la ciudad. Las calles quedaron repletas de campañas, tiendas portátiles y caravanas donde los comerciantes de la ciudad exponían sus productos. ¡Este sería un gran día! Sí, señor. Aunque los Dioses no fueran propicios. El viejo Tolme podría duplicar las ganancias del mes pasado en un solo día e irse a dormir con el sabor del mejor guiso de carne que servían en Lunargenta (la cena de un rey).
Tolme hacía repetidos viajes de la forja al puesto que había montado en la calle. Tulga, su hija, atendía a los potenciales clientes con una agradable sonrisa que la poca paciencia de Tolme le impedía emular. Ella les mostraba las armas que su padre había forjado: espadas, hachas, mazas y escudos. Las cogía por el filo, llevaba guantes de cuero pesado para no cortarse, y permitía que los potenciales clientes acariciasen la empuñadura. Viejo truco de comerciante: si lo toca, lo compra.
— ¡Las mejores armas de Lunargenta! — canturreaba Tulga — ¡Para caballero y doncella, para La Guardia y La Logia, para humano y bestia, para brujo y elfo!
Tenía que cantar en alto para hacerse oír. Los otros comerciantes gritaban tanto como ella o más.
— ¡Buena elección! ¡Atienda señor, esta espada la quiso comprar un dragón minutos antes! — también atendía a los clientes a viva voz, esto llamaba la atención de otras personas —¡Dijo no poder comprarla porque no tenía los aeros suficientes, pero que en Dundarak no había visto un acero tan templado como éste! ¡Toque, toque! ¡Fíjese en la empuñadura: se ajusta a su mano a la perfección! ¡Una maravilla, escúcheme bien!
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El mercado del yule era un alboroto de gritos y olores. Al lado derecho del puesto de Tolme y Tulga había un puesto de medicinas que emanaba una saga de olores que estaban más cerca de ser enfermedades que curas. Al izquierdo, unos elfos llevaban un puesto de comida exótica de Sandorai; todas las piezas olían a rábanos fritos a pesar que ninguna de las recetas contenía rábanos. En otras circunstancias, tal vez en otro día diferente a éste, los malos olores repelerían a los clientes. Sin embargo, durante el yule, eran un atractivo adicional. La gente se sentía atraído ppor los nuevos productos que estaban conociendo.
— La carne podrida atrae a los moscas — comentó Tolme en secreto a su hija haciendo alusión al aroma que resultaba mezcla de los perfumes de las medicinas y de la comida de los orejas picudas.
—La carne podrida los atrae y el acero los retiene — agregó Tulga que se había tapado la boca y la nariz con un pañuelo de seda.
Ambos se echaron a reír.
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Información:
* Libre partición. Todos los usuarios con la ficha de personaje aprobada pueden participar.
* El Yule finalizará el 30 de diciembre de 2018. Puedo dejar una prologa de 3 días si alguno desea participar y no le va a dar tiempo.
* Como objetivo principal deberéis disfrutar de la temática del Yule, Mercado navideño. Aquellos personajes que poseáis talleres podéis sacar vuestros productos a la calle de Lunargenta y presentarlos al público. La idea de este evento es hacer un “rol” en el mercado; daros la oportunidad de crear una trama entre vosotros; en otras palabras: un mercado navideño. Obligatoriamente, todos los usuarios que participéis en el evento deberéis comprar un objeto en alguno de los puestos de los usuarios que posean talleres. Esto incluye también a los personajes que tenéis talleres; igual que vendéis, también deberéis comprar productos a otros usuarios.
* Un día al azar, entraré al evento con un personaje mercader. Venderé productos y recetas (especialmente recetas) que no se pueden encontrar en otro lugar. Solo quienes hayan participado antes de mi entrada con este mercader al evento podrán interactuar con él y comprar sus productos.
* Tenéis total libertad de turnos. No tendréis que esperar a otro usuario para postear. Aun así, os pido, que postéis con lógica.
* Si has conocido a cualquiera de mis personajes y crees que puede resultar divertido interactuar con ellos, puedes hacerlo. Lo único que te pido es que lo hagas con lógica. Es decir, si ves que un usuario se ha adelantado y ha cogido a Hont (por ejemplo) y se lo ha llevado a bailar, no se lo arrebates y digas que Hont está haciendo otra cosa totalmente diferente. De hacerlo, lo consideraré metarol y será penalizado.
Recompensas:
* +5 ptos de experiencia
* 50 aeros
* Objeto recordatorio del evento.
* Los usuarios que lleven sus talleres a la calle obtendrán, como recompensa adicional, recetas exclusivas. ¿Cuántas? Será en función del número de post que tengáis en el evento y los objetos que consigáis vender. Os aconsejo llamar la atención de vuestros clientes gritando tan alto como lo hace Tulga.
* Los usuarios que no tengan talleres tendrán una recompensa adicional diferente la cual aumentará dependiendo del número de post en este tema.
* A estas alturas, supongo, ya habrá salido algún genio que haya deducido que este tema directamente enlazado con [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Hasta ahí puedo hablar para mantener la sorpresa.
* Dependiendo de vuestras acciones, también podréis sufrir una maldición. Hay usuarios que toman las maldiciones como recompensas.
Sigel
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
La tienda de campaña estaba muy protegida de los elementos. Dos calentadores yacían a los lados junto a la entrada, aclimatizando la estancia sin necesitar de ninguna llama para ello. Lamentablemente, aquello tenía el efecto de atraer gente que no tenía la más mínima intención de comprar nada.
No me molestaría en otras circunstancias, pero el espacio en aquel sitio era limitado. Por suerte, para echarlos no hacia falta más que una frase entre gruñidos y una mirada seria.
Continué trabajando en aquel cerrojo. Lo había encantado yo mismo, pero aquello se había vuelto un pequeño pasatiempo para mi. Primero les ponía runas para que solo se abriesen en determinadas condiciones. Luego, intentaba forzarlos con ganzuas o con mis propias uñas. Después de todo, un encantamiento no servía de mucho si lo podía forzar cualquier ladrón.
Aquello me daba ideas. Podía hacer un cerrojo sin llave que, de intentar forzarlo, le diese una descarga al ladrón. Aquello era relativamente sencillo, ya que el dueño original no tendría que introducir ninguna llave. Pero no protegía contra brujos. Con una runa simple y otra compleja, no habría más espacio para darle resistencia a la magia sin inflar el precio.
Además, cualquier bruto con un martillo podía cargárselo, por pesado que fuese.
Pasó un rato hasta que Kothán volvió a trabajar, uniendo sus gritos a los que daban muchos otros mercaderes. Le había prometido parte de los beneficios, y aquello parecía haberle animado. Sus tácticas eran más directas aún. El coyote no tenía vergüenza alguna, y no le costaba acercarse a la gente de forma directa.
-¡Eh, tú! ¿No tienes frío con esos trapos? ¿No te vendría bien algo que cupiese en tus bolsillos y te calentase? Y no digo alcohol, que ya pareces haber tenido mucho.- dijo, acercándose a un tipo de mediana edad. -Ahí tienen cosas mágicas más baratas y que no te puedes beber. ¡Eh, señorita! ¡Su novio parece tener dinero! ¿Sabe que sería un regalo original? ¡Una brújula que apuntase hacia usted!-
Desde luego, sabía montar una escena. Suspiré, echando un ojo a lo que aún tenía. Quedaban muchos pergaminos por vender.
No me molestaría en otras circunstancias, pero el espacio en aquel sitio era limitado. Por suerte, para echarlos no hacia falta más que una frase entre gruñidos y una mirada seria.
Continué trabajando en aquel cerrojo. Lo había encantado yo mismo, pero aquello se había vuelto un pequeño pasatiempo para mi. Primero les ponía runas para que solo se abriesen en determinadas condiciones. Luego, intentaba forzarlos con ganzuas o con mis propias uñas. Después de todo, un encantamiento no servía de mucho si lo podía forzar cualquier ladrón.
Aquello me daba ideas. Podía hacer un cerrojo sin llave que, de intentar forzarlo, le diese una descarga al ladrón. Aquello era relativamente sencillo, ya que el dueño original no tendría que introducir ninguna llave. Pero no protegía contra brujos. Con una runa simple y otra compleja, no habría más espacio para darle resistencia a la magia sin inflar el precio.
Además, cualquier bruto con un martillo podía cargárselo, por pesado que fuese.
Pasó un rato hasta que Kothán volvió a trabajar, uniendo sus gritos a los que daban muchos otros mercaderes. Le había prometido parte de los beneficios, y aquello parecía haberle animado. Sus tácticas eran más directas aún. El coyote no tenía vergüenza alguna, y no le costaba acercarse a la gente de forma directa.
-¡Eh, tú! ¿No tienes frío con esos trapos? ¿No te vendría bien algo que cupiese en tus bolsillos y te calentase? Y no digo alcohol, que ya pareces haber tenido mucho.- dijo, acercándose a un tipo de mediana edad. -Ahí tienen cosas mágicas más baratas y que no te puedes beber. ¡Eh, señorita! ¡Su novio parece tener dinero! ¿Sabe que sería un regalo original? ¡Una brújula que apuntase hacia usted!-
Desde luego, sabía montar una escena. Suspiré, echando un ojo a lo que aún tenía. Quedaban muchos pergaminos por vender.
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Dejo link a mi taller: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Soy avanzado en Arcanos (aún tienen que actualizarme el perfil, ajem.) Los precios están indicados en el primer post. Si no tenéis para más, podéis comprar cualquier cosa barata, como accesorios de pudor o pergaminos de luz.
(Nota: Cronología incierta. Asher aún no es Centinela cuando pone esto, pero no tengáis miedo de interactuar. No se va a acordar de la cara de todos los clientes que tenga...)
Asher Daregan
Aerandiano de honor
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
Lunargenta en invierno, aquello era una de las mejores épocas, bueno antes lo era ahora despues de la guerra no lo creo, pero al mal tiempo siempre buena cara ¿No? Como fuera, estaba aburrida y habia dejado botado a mi hermano por algún lado... Mas tarde lo encontraría.
En la posada habia escuchado de que hoy habría un gran mercado, que se podrían conseguir muchas cosas que durante el año no se podría encontrar sin la necesidad de viajar medio continente.
Caminaba entre el tumulto de gente escuchando los gritos de los vendedores dándole publicidad a sus producto, aquello era divertido, un concurso de gritos, no pude evitar una sonrisa y ojear de vez en cuando una que otra tiendo, estaba decidida a buscar recetas de Alquimia o Implementos de medicina, pero habían cosas muy Muy MUY buenas en todos los puestos, y mi mente divagaba en todo lo que podía comprar.
Pero el amargado de Trhizten me jalaba la cola de cabello cada vez que me entusiasmaba mucho y me hacia recordar que teníamos un objetivo. Lo miraba de reojo mientras volaba sobre mi cabeza y sobre los demas personas.
Ya se habia hecho muy grande para ir en mi hombro por lo cual siempre que me acompañaba tenia que estar sobre mi... Ahora que me daba cuenta... Trhizten era como Andrés solo que este me vigilaba desde arriba. Suspire ante aquello pasando en frente de un zorro que le daba publicidad a su mercancía.
Retrocedí dos pasos y mire con atención la tienda para ver si encontraba algo, termine asomando mi cabeza. Sentía la calidez que habia adentro, como si el frio invernal de afuera tuviera prohibido entrar, saque la cabeza y le indique a Trhizten que me esperara afuera.
Aterrizo sobre unos barriles que estaban junto a la tienda a la que entraba, luego de ver donde me esperaría entre aquella tienda. No contuve un suspiro de alivio al sentir aquella calidez cubrirme.
- Que rico esta aqui adentró - dije mientras me frotaba las manos.
Al ver mejor me percate de un gran perro que hacia algo con una cerradura, me acerque un poco por curiosidad y ver lo que hacia. Runas, le estaba poniendo runas a la cerradura. Aquella tienda era de árcanos ¿Que podía comprar?
Por mi mente pasaban mil ideas, hasta que una me llego de golpe.
- ¿Es posible que usted pueda hacer que una espada se prenda en fuego o solo la zona del filo sin dañarse y hacer que se prenda cuando uno quiera? - dije mientras sacaba una de mis espadas del cinturón y la ponía sobre la mesa. - ¿Puede hacerlo con esta? - volví a preguntarle a aquel sujeto enorme sin quitarle la vista de encima.
Si no salia muy caro despues podría comprar lo que tenia planeando, ademas si se podía prender en fuego seria una Fénix de verdad.
En la posada habia escuchado de que hoy habría un gran mercado, que se podrían conseguir muchas cosas que durante el año no se podría encontrar sin la necesidad de viajar medio continente.
Caminaba entre el tumulto de gente escuchando los gritos de los vendedores dándole publicidad a sus producto, aquello era divertido, un concurso de gritos, no pude evitar una sonrisa y ojear de vez en cuando una que otra tiendo, estaba decidida a buscar recetas de Alquimia o Implementos de medicina, pero habían cosas muy Muy MUY buenas en todos los puestos, y mi mente divagaba en todo lo que podía comprar.
Pero el amargado de Trhizten me jalaba la cola de cabello cada vez que me entusiasmaba mucho y me hacia recordar que teníamos un objetivo. Lo miraba de reojo mientras volaba sobre mi cabeza y sobre los demas personas.
Ya se habia hecho muy grande para ir en mi hombro por lo cual siempre que me acompañaba tenia que estar sobre mi... Ahora que me daba cuenta... Trhizten era como Andrés solo que este me vigilaba desde arriba. Suspire ante aquello pasando en frente de un zorro que le daba publicidad a su mercancía.
Retrocedí dos pasos y mire con atención la tienda para ver si encontraba algo, termine asomando mi cabeza. Sentía la calidez que habia adentro, como si el frio invernal de afuera tuviera prohibido entrar, saque la cabeza y le indique a Trhizten que me esperara afuera.
Aterrizo sobre unos barriles que estaban junto a la tienda a la que entraba, luego de ver donde me esperaría entre aquella tienda. No contuve un suspiro de alivio al sentir aquella calidez cubrirme.
- Que rico esta aqui adentró - dije mientras me frotaba las manos.
Al ver mejor me percate de un gran perro que hacia algo con una cerradura, me acerque un poco por curiosidad y ver lo que hacia. Runas, le estaba poniendo runas a la cerradura. Aquella tienda era de árcanos ¿Que podía comprar?
Por mi mente pasaban mil ideas, hasta que una me llego de golpe.
- ¿Es posible que usted pueda hacer que una espada se prenda en fuego o solo la zona del filo sin dañarse y hacer que se prenda cuando uno quiera? - dije mientras sacaba una de mis espadas del cinturón y la ponía sobre la mesa. - ¿Puede hacerlo con esta? - volví a preguntarle a aquel sujeto enorme sin quitarle la vista de encima.
Si no salia muy caro despues podría comprar lo que tenia planeando, ademas si se podía prender en fuego seria una Fénix de verdad.
Cryz
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
Lunargenta mejoraba, hacía meses que no la veía así.
Arrastrando el pesado saco que portaba tras él, Eltrant se deslizó entre los distintos tenderetes que habían montado en el lugar. No estaba del todo seguro de que se celebraba, pero le habían comentado que era una especie de celebración por Yüle, todos los que contasen con un taller, los mercaderes o artesanos que estuviesen en la ciudad, podrían ir allí y vender sus mercancías.
Que el mercado bullese con tal actividad, era, a sus ojos, algo digno de ver. Sobre todo, porque hasta hacía poco en cuanto anochecía los habitantes de la ciudad se podían de acuerdo para ocultarse en sus casas, temerosos de lo que podían llegar a hacerles las fuerzas invasoras.
Pero ya había pasado, Lunargenta volvía a estar en manos de la alianza y los vampiros que quedaban por la zona o estaban de parte del gobierno local o estaban siendo cazados por una guardia mucho más severa con los señores de la noche.
Era curioso que, a pesar de ser él también un fugitivo, aunque su cara era fuese relativamente conocida entre los uniformados, nadie parecía prestarle demasiada atención en aquel momento. Estaba seguro de que, además, se había cruzado con alguno de los guardas que había sacado de la prisión en la que habían estado encerrados durante el asedio a la ciudad.
- Oficial – dijo Eltrant cuando otro de los guardas se cruzó con él, saludándole como buenamente pudo con la mano derecha a pesar de tener ambas extremidades completamente ocupadas.
El hombre, después de ayudar a Eltrant a sujetar sus cosas con más firmeza, dio una cabezada como respuesta al saludo del exmercenario y continuó patrullando la zona como si tal cosa.
- Eso no ha sido muy inteligente por tu parte. – La vampiresa, a su espalda, sacudió la cabeza tan pronto terminó aquella frase – Ha sido incluso menos inteligente de lo normal – Se corrigió Lyn, mirando como el soldado de Siegfried se alejaba hasta perderse entre los ciudadanos. – ¿Y si te reconocen? – Añadió la vampiresa cruzándose de brazos, frunciendo levemente el ceño.
Eltrant esbozó una sonrisa y depositó los pesados sacos de herramientas a un lado: Aquel parecía un buen sitio, le sorprendía que aún no lo hubiese reclamado nadie.
- Mejor eso que correr en cuanto veo a uno. ¿No? – Preguntó agachándose a tomar las distintas herramientas que había traído consigo - Así levanto menos sospechas. – Lyn no contestó, murmuró algo en voz baja y comenzó a preparar la tienda de campaña en el sitio en el que había señalado Eltrant.
- ¿Por qué tenemos que hacer esto? – Preguntó entonces sacudiendo la polvorosa tela que componía, básicamente, la totalidad de la tienda. – ¿No podemos mirar a los demás? ¿Comprar algo bonito? ¿Comprarme algo bonito a mí? – Eltrant dejó escapar una carcajada que se alzó sobre el sonido del gentío y se giró hacia Lyn.
- ¿Y de dónde sacamos el dinero? – Inquirió el castaño de vuelta, desatando el yunque que cargaba a su espalda y dejándolo caer pesadamente al suelo, justo tras él. – Porque sé de alguien que gasta mucho en… -
- ¡No sigas hablando, Mortal! – Exclamó Lyn, interrumpiendo a Eltrant a mitad de su frase y señalándole de forma acusadora. – Detente antes de ofender a tu ama o habrá consecuencias. – Agregó girándose a continuar con el trabajo. – Todas mis compras son absolutamente necesarias. – Afirmó adoptando un tono de voz ligeramente señorial.
- ¿Incluso las capas que…? –
- ¡Sobre todo las capas! –
Apenas diez minutos más tarde, la pareja habría acabado de montar el tenderete.
- Me gusta. – Comentó Eltrant colocando los brazos en jarra. - ¿Qué te parece? – Lyn, sin decir nada en un principio, se colocó tras el mostrador que habían fabricado con una larga y polvorienta mesa que Eltrant recordaba haber visto infinidad de veces cubierta de carteles de “Se Busca” en su oficina.
- No está mal. – dijo Lyn sentándose tras el mostrador y colocando los codos en el mismo. – Es cómo tú. – Añadió a continuación. – Horriblemente tosca y con muchas puntas afiladas. – dijo como conclusión, esbozando una sonrisa.
Eltrant se pasó la mano por la barba, principalmente para disimular su propia sonrisa y no darle a Lyn más combustible para los posibles chistes que debían de estar recorriendo su cabeza en aquel momento, y encendió la fragua que habían improvisado en el exterior.
En comparación con el resto de puestos era aquel era realmente modesto, pero teniendo en cuenta lo que estaban vendiendo era la mejor opción que podían tener.
- Atiende a los clientes. – Comentó Eltrant avivando el fuego, comenzando a preparar los materiales necesarios para forjar allí mismo lo que le pidiesen de ser necesario.
Hacía frío, pero afortunadamente el calor de aquel horno bastaría para calentar a todo el que se acercase a ojear el inventario que había preparado el castaño y que, en aquel momento, descansaba en el mostrador junto a Lyn.
- Por supuesto que seré yo quien atienda a los clientes, soy terriblemente adorable. – dijo la ojiazul adoptando aquel tono de voz pomposo que tanto le gustaba - Nadie se escapará a mis… - Deteniéndose a mitad de la frase, la señora de la noche frunció el ceño y sonrió ampliamente cuando vio a su primera víctima. - ¡Eh, tú! – Señaló a un hombre de mediana edad que pasaba por ahí, el cual se quedó congelado dónde estaba al oír la voz de Lyn. - ¡Compra algo o moriremos de hambre! – El ciudadano enarcó una ceja y retrocedió un par de pasos sin apartar sus ojos de la vampiresa. - ¿¡Es que no me has oído?! – Exclamó dando un manotazo a la mesa. - ¡Vamos a fenecer si no vendemos toda esta chatarra! ¡Tengo hambre! ¡Tengo más hambre que la persona que descubrió que los caracoles eran comestibles! – Antes de que Lyn pudiese decir nada más, el hombre se internó entre el gentío y se perdió de vista.
- ¿Fenecer…? – Eltrant se colocó junto a su compañera, cruzado de brazos. - ¿De verdad? – dijo analizando el mar de personas que, quizás porque cualquier herrero del lugar era mejor que él mismo, decidían no pararse allí.
- Estoy usando palabras nuevas que podría usar en la novela. Creo que también voy a interpretar a algún personaje… – dijo Lyn sin perder la sonrisa. – Era esa palabra o “Palmar” – Agregó a continuación reorganizando los puñales del mostrador con sus sombras, tomando como referencia el tamaño de los mismos. – Me gusta más palmar, sinceramente. – dijo.
- Ya veo… - Se llevó la mano hasta los ojos y suspiró, no iban a vender nada. – Intenta no espantar al siguiente que venga. – Le dijo, entornó los ojos mirando fijamente una caseta distinta a las demás: conocía a la persona que estaba hablando con el público frente a ella. – Creo que he visto… - Tomó a Recuerdo, que descansaba apoyada sobre el mostrador, y dejó a Lyn al cuidado de la pequeña fragua. Aquel era una oportunidad tan buena como cualquier otra. – Ahora vengo. – Se giró y señaló a la vampiresa – No asustes a más clientes. – Lyn se limitó a sonreír y a reclinarse levemente en la silla. -
- ¡Se llama actuar, Mortal! – Escuchó Eltrant decir a su amiga según se alejaba. - ¡Actuar! -
Esperó pacientemente a que fuese su turno para entrar en la tienda, no sabía por qué había tantas personas allí, pero muchas salían sin haber comprado, aparentemente, nada.
¿Estarían regalando algo?
Fuese cual fuese el motivo, no habían sido pocos los clientes que el coyote había atraído a lo que parecía ser el tenderete de Asher. Tenía bastante carisma, empezaba a envidiar a Asher, estaba seguro de que Lyn, en aquel momento, era “La increíblemente distante Baronesa de Knoxville” o alguna variante no mucho más simpática.
- ¿Trabajando? – Le preguntó con una sonrisa cuando estuvo a su lado, tratando de mirar el interior de la tienda. – Creo que Asher podría ayudarme con… - Antes de terminar sacudió la cabeza y levantó a Recuerdo. – Me vendría bien que volviese a encantarla. – dijo como toda explicación, la había vuelto a romper y, al reforjarla, la runa se había borrado un poco. - ¿Tiene mucho trabajo? – Preguntó bajando ambos brazos hasta la cintura – Puedo esperar. – Añadió. – Yo también estoy trabajando por allí. – Señaló con el pulgar tras él, hacía dónde había montado la fragua. – Aunque no tengo tantos clientes… - dijo al final, riendo algo nervioso.
¡Yo también abro mi taller! :'D
Herrería y curtiduría. En la primera puedo fabricar cosas de calidad normal y lo segundo puedo hacer sacos que apenas se mantienen enteros por si mismo. ¡Pero son economicos! ¡Y tienes la oportunidad de hablar con Lyn! ¿Qué puede ser mejor? :'DDDD
Me acerco al taller de Asher y le pido que mejore el encantamiento de mi espada "Recuerdo" :'D
Arrastrando el pesado saco que portaba tras él, Eltrant se deslizó entre los distintos tenderetes que habían montado en el lugar. No estaba del todo seguro de que se celebraba, pero le habían comentado que era una especie de celebración por Yüle, todos los que contasen con un taller, los mercaderes o artesanos que estuviesen en la ciudad, podrían ir allí y vender sus mercancías.
Que el mercado bullese con tal actividad, era, a sus ojos, algo digno de ver. Sobre todo, porque hasta hacía poco en cuanto anochecía los habitantes de la ciudad se podían de acuerdo para ocultarse en sus casas, temerosos de lo que podían llegar a hacerles las fuerzas invasoras.
Pero ya había pasado, Lunargenta volvía a estar en manos de la alianza y los vampiros que quedaban por la zona o estaban de parte del gobierno local o estaban siendo cazados por una guardia mucho más severa con los señores de la noche.
Era curioso que, a pesar de ser él también un fugitivo, aunque su cara era fuese relativamente conocida entre los uniformados, nadie parecía prestarle demasiada atención en aquel momento. Estaba seguro de que, además, se había cruzado con alguno de los guardas que había sacado de la prisión en la que habían estado encerrados durante el asedio a la ciudad.
- Oficial – dijo Eltrant cuando otro de los guardas se cruzó con él, saludándole como buenamente pudo con la mano derecha a pesar de tener ambas extremidades completamente ocupadas.
El hombre, después de ayudar a Eltrant a sujetar sus cosas con más firmeza, dio una cabezada como respuesta al saludo del exmercenario y continuó patrullando la zona como si tal cosa.
- Eso no ha sido muy inteligente por tu parte. – La vampiresa, a su espalda, sacudió la cabeza tan pronto terminó aquella frase – Ha sido incluso menos inteligente de lo normal – Se corrigió Lyn, mirando como el soldado de Siegfried se alejaba hasta perderse entre los ciudadanos. – ¿Y si te reconocen? – Añadió la vampiresa cruzándose de brazos, frunciendo levemente el ceño.
Eltrant esbozó una sonrisa y depositó los pesados sacos de herramientas a un lado: Aquel parecía un buen sitio, le sorprendía que aún no lo hubiese reclamado nadie.
- Mejor eso que correr en cuanto veo a uno. ¿No? – Preguntó agachándose a tomar las distintas herramientas que había traído consigo - Así levanto menos sospechas. – Lyn no contestó, murmuró algo en voz baja y comenzó a preparar la tienda de campaña en el sitio en el que había señalado Eltrant.
- ¿Por qué tenemos que hacer esto? – Preguntó entonces sacudiendo la polvorosa tela que componía, básicamente, la totalidad de la tienda. – ¿No podemos mirar a los demás? ¿Comprar algo bonito? ¿Comprarme algo bonito a mí? – Eltrant dejó escapar una carcajada que se alzó sobre el sonido del gentío y se giró hacia Lyn.
- ¿Y de dónde sacamos el dinero? – Inquirió el castaño de vuelta, desatando el yunque que cargaba a su espalda y dejándolo caer pesadamente al suelo, justo tras él. – Porque sé de alguien que gasta mucho en… -
- ¡No sigas hablando, Mortal! – Exclamó Lyn, interrumpiendo a Eltrant a mitad de su frase y señalándole de forma acusadora. – Detente antes de ofender a tu ama o habrá consecuencias. – Agregó girándose a continuar con el trabajo. – Todas mis compras son absolutamente necesarias. – Afirmó adoptando un tono de voz ligeramente señorial.
- ¿Incluso las capas que…? –
- ¡Sobre todo las capas! –
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Apenas diez minutos más tarde, la pareja habría acabado de montar el tenderete.
- Me gusta. – Comentó Eltrant colocando los brazos en jarra. - ¿Qué te parece? – Lyn, sin decir nada en un principio, se colocó tras el mostrador que habían fabricado con una larga y polvorienta mesa que Eltrant recordaba haber visto infinidad de veces cubierta de carteles de “Se Busca” en su oficina.
- No está mal. – dijo Lyn sentándose tras el mostrador y colocando los codos en el mismo. – Es cómo tú. – Añadió a continuación. – Horriblemente tosca y con muchas puntas afiladas. – dijo como conclusión, esbozando una sonrisa.
Eltrant se pasó la mano por la barba, principalmente para disimular su propia sonrisa y no darle a Lyn más combustible para los posibles chistes que debían de estar recorriendo su cabeza en aquel momento, y encendió la fragua que habían improvisado en el exterior.
En comparación con el resto de puestos era aquel era realmente modesto, pero teniendo en cuenta lo que estaban vendiendo era la mejor opción que podían tener.
- Atiende a los clientes. – Comentó Eltrant avivando el fuego, comenzando a preparar los materiales necesarios para forjar allí mismo lo que le pidiesen de ser necesario.
Hacía frío, pero afortunadamente el calor de aquel horno bastaría para calentar a todo el que se acercase a ojear el inventario que había preparado el castaño y que, en aquel momento, descansaba en el mostrador junto a Lyn.
- Por supuesto que seré yo quien atienda a los clientes, soy terriblemente adorable. – dijo la ojiazul adoptando aquel tono de voz pomposo que tanto le gustaba - Nadie se escapará a mis… - Deteniéndose a mitad de la frase, la señora de la noche frunció el ceño y sonrió ampliamente cuando vio a su primera víctima. - ¡Eh, tú! – Señaló a un hombre de mediana edad que pasaba por ahí, el cual se quedó congelado dónde estaba al oír la voz de Lyn. - ¡Compra algo o moriremos de hambre! – El ciudadano enarcó una ceja y retrocedió un par de pasos sin apartar sus ojos de la vampiresa. - ¿¡Es que no me has oído?! – Exclamó dando un manotazo a la mesa. - ¡Vamos a fenecer si no vendemos toda esta chatarra! ¡Tengo hambre! ¡Tengo más hambre que la persona que descubrió que los caracoles eran comestibles! – Antes de que Lyn pudiese decir nada más, el hombre se internó entre el gentío y se perdió de vista.
- ¿Fenecer…? – Eltrant se colocó junto a su compañera, cruzado de brazos. - ¿De verdad? – dijo analizando el mar de personas que, quizás porque cualquier herrero del lugar era mejor que él mismo, decidían no pararse allí.
- Estoy usando palabras nuevas que podría usar en la novela. Creo que también voy a interpretar a algún personaje… – dijo Lyn sin perder la sonrisa. – Era esa palabra o “Palmar” – Agregó a continuación reorganizando los puñales del mostrador con sus sombras, tomando como referencia el tamaño de los mismos. – Me gusta más palmar, sinceramente. – dijo.
- Ya veo… - Se llevó la mano hasta los ojos y suspiró, no iban a vender nada. – Intenta no espantar al siguiente que venga. – Le dijo, entornó los ojos mirando fijamente una caseta distinta a las demás: conocía a la persona que estaba hablando con el público frente a ella. – Creo que he visto… - Tomó a Recuerdo, que descansaba apoyada sobre el mostrador, y dejó a Lyn al cuidado de la pequeña fragua. Aquel era una oportunidad tan buena como cualquier otra. – Ahora vengo. – Se giró y señaló a la vampiresa – No asustes a más clientes. – Lyn se limitó a sonreír y a reclinarse levemente en la silla. -
- ¡Se llama actuar, Mortal! – Escuchó Eltrant decir a su amiga según se alejaba. - ¡Actuar! -
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Cómo había supuesto, era Kothán el que estaba gritando con tanto entusiasmo. Esperó pacientemente a que fuese su turno para entrar en la tienda, no sabía por qué había tantas personas allí, pero muchas salían sin haber comprado, aparentemente, nada.
¿Estarían regalando algo?
Fuese cual fuese el motivo, no habían sido pocos los clientes que el coyote había atraído a lo que parecía ser el tenderete de Asher. Tenía bastante carisma, empezaba a envidiar a Asher, estaba seguro de que Lyn, en aquel momento, era “La increíblemente distante Baronesa de Knoxville” o alguna variante no mucho más simpática.
- ¿Trabajando? – Le preguntó con una sonrisa cuando estuvo a su lado, tratando de mirar el interior de la tienda. – Creo que Asher podría ayudarme con… - Antes de terminar sacudió la cabeza y levantó a Recuerdo. – Me vendría bien que volviese a encantarla. – dijo como toda explicación, la había vuelto a romper y, al reforjarla, la runa se había borrado un poco. - ¿Tiene mucho trabajo? – Preguntó bajando ambos brazos hasta la cintura – Puedo esperar. – Añadió. – Yo también estoy trabajando por allí. – Señaló con el pulgar tras él, hacía dónde había montado la fragua. – Aunque no tengo tantos clientes… - dijo al final, riendo algo nervioso.
_____________________________________________________________
¡Yo también abro mi taller! :'D
Herrería y curtiduría. En la primera puedo fabricar cosas de calidad normal y lo segundo puedo hacer sacos que apenas se mantienen enteros por si mismo. ¡Pero son economicos! ¡Y tienes la oportunidad de hablar con Lyn! ¿Qué puede ser mejor? :'DDDD
Me acerco al taller de Asher y le pido que mejore el encantamiento de mi espada "Recuerdo" :'D
Eltrant Tale
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
Por una vez, y por muy raro que pudiera parecer, Catherine se mostraba entusiasmada por uno de los eventos estacionales que salpicaban el calendario Aerendiano. Por uno que no tuviera la comida gratuita como principal incentivo de participación, cabía puntualizar, a esos siempre acudía dispuesta a demostrar que su apetito no iba acorde a su escasa estatura ni a su delgada constitución.
-Colocad la lona por encima de la madera y sujetadla fuerte mientras la aseguro.- Instruyó a los hijos de Beor Wood mientras se afanaba diligentemente por preparar el puesto de comida que la familia del fornido dueño de la posada quería montar frente a su establecimiento habitual. -Más fuerte, si el viento se la lleva volando seréis vosotros los que tengan que correr tras ella.- Añadió antes de esbozar una triunfante sonrisa dirigida a su hermana, que no pudo sino devolverle el gesto a pesar de no compartir para nada sus ánimos.
-Es toda una curranta. Prácticamente montó sola vuestro puesto y ahora nos está ayudando mucho con el nuestro. Con razón os lleváis tan bien.- Intervino Beor con admiración, obligando a la peliblanca a esbozar una sonrisa de circunstancias. ¿Cambiaría mucho su percepción si le dijera que lo único que movía a la felina era la posibilidad de aumentar las ganancias de su pequeña clínica de manera exponencial? ¿Y si a eso le añadía que convenciendo a Beor de montar también un puesto estaba segura de atraer a más clientes gracias a la excelente comida de su esposa?
-Está muy motivada ante la celebración de este gran mercado de Yule...- Fue cuanto dijo. -Por mi parte no acabo de entender el porqué de montar un puesto en la calle cuando a solo unos pasos mi taller ofrece muchas más comodidades y un ambiente mucho más agradable.- No pudo evitar compartir. Sin duda para muchos mercaderes de fuera y dueños de puestos ambulantes aquella era toda una oportunidad de negocio, pero para alguien como ella que ya disponía de un negocio con todo el equipo necesario, paredes y un techo...
-Es un modo de crear un ambiente animado en la ciudad. Ciertamente yo tampoco tengo necesidad de montar nada con mi establecimiento aquí mismo...Pero creo que tu gata tiene razón. A la ciudad le vendrá bien un poco de bullicio y llenarse con toda de clase de olores, sabores y colores. Si puedo contribuir a eso con el guiso de carne especial de mi señora...- Respondió el fuerte humano, muy orgulloso de la fama que dicho preparado tenía en la ciudad. Aunque su pose orgullosa no duró demasiado, pues pronto tuvo que evitar un golpe de cazo dirigido hacia su cabeza por parte de su mujer.
-Si quieres contribuir deja de quedarte ahí plantado y prepara más leña.- Le increpó su mujer, mucho más baja que él pero aún así logrando que sus palabras pusieran en rápido movimiento a Beor. -Hombres...Siempre hay que estar detrás de ellos...-Añadió de manera cómplice la mujer para Níniel, que no pudo evitar sonreír antes de ofrecerse a ayudarla. De lo contrario seguro que también habría golpes de cazo para ella. La maestría de la humana con tan inusual arma era realmente de temer.
-Empezaré a sacar los tónicos y pociones para la venta Nín.- Anunciaría poco después Catherine tras terminar de colocar las lonas del puesto vecino. -¿Segura de que no quieres que saque fuera alguna de las pócimas de fuego? Sin duda llamarían mucho la atención.- Preguntó acto seguido, recibiendo, como las veces anteriores, una negativa por parte de su hermana.
-Las mantendremos a buen recaudo, pero puedes sacar los crece pelo y las cremas anti arrugas. Pero no los elixires concentrados ni los tranquilizantes...Y quítate de la cabeza esas demostraciones que planeabas...- Se aseguró la elfa mientras cargaba con una gran olla y la ponía en su nuevo sitio. Aunque había cedido ante las ideas de su hermana, no estaba dispuesta a que ciertos preparados especialmente valiosos, potentes o peligrosos estuvieran al alcance de cualquiera.
-Claro, puedes estar tranquila.- Aceptó la felina, aunque esbozando casi de inmediato una amplia sonrisa.
-Atención, damas y caballeros. No pueden pasar por esta calle sin acercarse a conocer las maravillas que la alquimia más avanzada puede obrar para ustedes.- Vociferaba Catherine sin pudor alguno. -¿Pérdida de cabello, o acaso ya no luce tan fuerte y brillante como antes? Por unas monedas adquiera un tónico que hará que su melena deje en ridículo a un león.- Menos mal que Níniel no tenía que ocuparse de la "promoción" porque recurrir a esas voces...No era propio de una dama. -Pócimas de fuerza, pócimas para aumentar su resistencia y aguante...en todo tipo de situaciones...-Eso último lo añadió de manera pícara.
-¿La edad amenaza con deslustrar sus hermosos rostros? Aquí hallarán la solución. ¿Problemas de salud? La medicina y las artes sanadoras de los hijos del bosque que aquí podrán adquirir y recibir son la solución. Háganme caso, ni siquiera la recuperación de miembros amputados está más allá de las posibilidades de los bienes y servicios que aquí ofrecemos. Acérquese y le informaremos.- Seguía anunciando la pelirroja.
Se le daba bien. Tanto que de hecho Níniel apenas podía evitar volver a su taller, avergonzada.
-Colocad la lona por encima de la madera y sujetadla fuerte mientras la aseguro.- Instruyó a los hijos de Beor Wood mientras se afanaba diligentemente por preparar el puesto de comida que la familia del fornido dueño de la posada quería montar frente a su establecimiento habitual. -Más fuerte, si el viento se la lleva volando seréis vosotros los que tengan que correr tras ella.- Añadió antes de esbozar una triunfante sonrisa dirigida a su hermana, que no pudo sino devolverle el gesto a pesar de no compartir para nada sus ánimos.
-Es toda una curranta. Prácticamente montó sola vuestro puesto y ahora nos está ayudando mucho con el nuestro. Con razón os lleváis tan bien.- Intervino Beor con admiración, obligando a la peliblanca a esbozar una sonrisa de circunstancias. ¿Cambiaría mucho su percepción si le dijera que lo único que movía a la felina era la posibilidad de aumentar las ganancias de su pequeña clínica de manera exponencial? ¿Y si a eso le añadía que convenciendo a Beor de montar también un puesto estaba segura de atraer a más clientes gracias a la excelente comida de su esposa?
-Está muy motivada ante la celebración de este gran mercado de Yule...- Fue cuanto dijo. -Por mi parte no acabo de entender el porqué de montar un puesto en la calle cuando a solo unos pasos mi taller ofrece muchas más comodidades y un ambiente mucho más agradable.- No pudo evitar compartir. Sin duda para muchos mercaderes de fuera y dueños de puestos ambulantes aquella era toda una oportunidad de negocio, pero para alguien como ella que ya disponía de un negocio con todo el equipo necesario, paredes y un techo...
-Es un modo de crear un ambiente animado en la ciudad. Ciertamente yo tampoco tengo necesidad de montar nada con mi establecimiento aquí mismo...Pero creo que tu gata tiene razón. A la ciudad le vendrá bien un poco de bullicio y llenarse con toda de clase de olores, sabores y colores. Si puedo contribuir a eso con el guiso de carne especial de mi señora...- Respondió el fuerte humano, muy orgulloso de la fama que dicho preparado tenía en la ciudad. Aunque su pose orgullosa no duró demasiado, pues pronto tuvo que evitar un golpe de cazo dirigido hacia su cabeza por parte de su mujer.
-Si quieres contribuir deja de quedarte ahí plantado y prepara más leña.- Le increpó su mujer, mucho más baja que él pero aún así logrando que sus palabras pusieran en rápido movimiento a Beor. -Hombres...Siempre hay que estar detrás de ellos...-Añadió de manera cómplice la mujer para Níniel, que no pudo evitar sonreír antes de ofrecerse a ayudarla. De lo contrario seguro que también habría golpes de cazo para ella. La maestría de la humana con tan inusual arma era realmente de temer.
-Empezaré a sacar los tónicos y pociones para la venta Nín.- Anunciaría poco después Catherine tras terminar de colocar las lonas del puesto vecino. -¿Segura de que no quieres que saque fuera alguna de las pócimas de fuego? Sin duda llamarían mucho la atención.- Preguntó acto seguido, recibiendo, como las veces anteriores, una negativa por parte de su hermana.
-Las mantendremos a buen recaudo, pero puedes sacar los crece pelo y las cremas anti arrugas. Pero no los elixires concentrados ni los tranquilizantes...Y quítate de la cabeza esas demostraciones que planeabas...- Se aseguró la elfa mientras cargaba con una gran olla y la ponía en su nuevo sitio. Aunque había cedido ante las ideas de su hermana, no estaba dispuesta a que ciertos preparados especialmente valiosos, potentes o peligrosos estuvieran al alcance de cualquiera.
-Claro, puedes estar tranquila.- Aceptó la felina, aunque esbozando casi de inmediato una amplia sonrisa.
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-Atención, damas y caballeros. No pueden pasar por esta calle sin acercarse a conocer las maravillas que la alquimia más avanzada puede obrar para ustedes.- Vociferaba Catherine sin pudor alguno. -¿Pérdida de cabello, o acaso ya no luce tan fuerte y brillante como antes? Por unas monedas adquiera un tónico que hará que su melena deje en ridículo a un león.- Menos mal que Níniel no tenía que ocuparse de la "promoción" porque recurrir a esas voces...No era propio de una dama. -Pócimas de fuerza, pócimas para aumentar su resistencia y aguante...en todo tipo de situaciones...-Eso último lo añadió de manera pícara.
-¿La edad amenaza con deslustrar sus hermosos rostros? Aquí hallarán la solución. ¿Problemas de salud? La medicina y las artes sanadoras de los hijos del bosque que aquí podrán adquirir y recibir son la solución. Háganme caso, ni siquiera la recuperación de miembros amputados está más allá de las posibilidades de los bienes y servicios que aquí ofrecemos. Acérquese y le informaremos.- Seguía anunciando la pelirroja.
Se le daba bien. Tanto que de hecho Níniel apenas podía evitar volver a su taller, avergonzada.
OFF:Pues participo y hago promoción de mi taller. Nín es alquimista maestra y médica avanzada. Además puede ofrecer servicios de recuperación de miembros perdidos y eliminación de marcas y cicatrices. Precios a convenir.
Níniel Thenidiel
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
"Yule.
He decidido volver al punto de partida. Tras tanto tiempo vagando por Aerandir no me vendrá mal un descanso. Además papá seguro que necesitará una mano en la panadería en estas fechas. También me echará de menos. Y por una vez me gustaría reponer fuerzas en mi pequeño cuarto. Todas las habitaciones que te puedes encontrar en las ciudades son muy grandes, demasiado amplias como para poder dormir cómodamente.
Vale. Ya está. Se acabó. Un segundo más en esa casa y juro que me tiro bajo el primer carromato que pase por la calle principal. Nada más cruzar el umbral todo son gritos. Que como se me ocurre irme de casa así. Que como se me ocurre volver después de tanto tiempo. No, no vale la pena, iré a la posada tras pasar por el mercado a relajarme, necesito botas nuevas. Al menos he podido robar un pedazo de pan mientras salía."
Karen cierra su diario y lo guarda de nuevo en la bolsa. Tras un largo suspiro ajusta las espadas y se pone en marcha hacia el mercado.Toma algunos atajos que conoce tras todos los años correteando por las calles de Lunargenta en sus entregas de pan. Sin darse cuenta atraviesa un callejón que de estar más concentrada en el camino que sigue, le habría agriado todavía más el humor. Llega finalmente a una de las calles que conforman el mercado. Algunos puestos todavía están a medio colocar, por lo que tras echarles un vistazo a la mercancía que tienen, apunta algunos mentalmente para volver más tarde.
La chica va parando en cada puesto mientras mordisquea su trozo de pan, hasta llegar a uno que le llama especialmente la atención. Sobretodo porque parece haberse montado a toda prisa y con materiales del trastero de alguien. Se acerca curiosa, muchas veces los puestos más modestos tienen las mejores mercancías.
Guarda el pan en la bolsa y mira a la joven que regenta el mostrador, una chica morena que aparenta más o menos su edad. Hace un pequeño saludo con la cabeza y observa los puñales expuestos en el mostrador. -¿Puedo? -Dice mirando hacia el arma. No espera la respuesta y hace levitar uno de ellos. Tras darle varias vueltas, decide dejarlo en su mismo lugar. Con cuidado de no haberlo movido ni un solo milímetro de su emplazamiento original.
- Veo que poseeis una forja. ¿Me equivoco si pienso que sois vos la que hacéis estas armas? -Sigue curioseando mientras espera la respuesta de la joven de pelo negro. -Me gustaría afilar las mías... O tal vez adquirir unas nuevas. -Hace un pequeño gesto, desenvainando con telequinesis la espada que lleva a la espalda y la deja levitando frente a la mercader. -Tomadla sin miedo, me gustaría me dierais vuestra sincera opinión de qué me conviene hacer. -Karen sonríe a la chica, pero en el fondo está en tensión. No le gustaría que un mal trabajo de forja estropeara todavía más un arma ya de por sí pobre y desgastada.
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Interactúo con Lyn en el taller de Eltrant, que según veo se ha ido al de Asher...
He decidido volver al punto de partida. Tras tanto tiempo vagando por Aerandir no me vendrá mal un descanso. Además papá seguro que necesitará una mano en la panadería en estas fechas. También me echará de menos. Y por una vez me gustaría reponer fuerzas en mi pequeño cuarto. Todas las habitaciones que te puedes encontrar en las ciudades son muy grandes, demasiado amplias como para poder dormir cómodamente.
Vale. Ya está. Se acabó. Un segundo más en esa casa y juro que me tiro bajo el primer carromato que pase por la calle principal. Nada más cruzar el umbral todo son gritos. Que como se me ocurre irme de casa así. Que como se me ocurre volver después de tanto tiempo. No, no vale la pena, iré a la posada tras pasar por el mercado a relajarme, necesito botas nuevas. Al menos he podido robar un pedazo de pan mientras salía."
Karen cierra su diario y lo guarda de nuevo en la bolsa. Tras un largo suspiro ajusta las espadas y se pone en marcha hacia el mercado.Toma algunos atajos que conoce tras todos los años correteando por las calles de Lunargenta en sus entregas de pan. Sin darse cuenta atraviesa un callejón que de estar más concentrada en el camino que sigue, le habría agriado todavía más el humor. Llega finalmente a una de las calles que conforman el mercado. Algunos puestos todavía están a medio colocar, por lo que tras echarles un vistazo a la mercancía que tienen, apunta algunos mentalmente para volver más tarde.
La chica va parando en cada puesto mientras mordisquea su trozo de pan, hasta llegar a uno que le llama especialmente la atención. Sobretodo porque parece haberse montado a toda prisa y con materiales del trastero de alguien. Se acerca curiosa, muchas veces los puestos más modestos tienen las mejores mercancías.
Guarda el pan en la bolsa y mira a la joven que regenta el mostrador, una chica morena que aparenta más o menos su edad. Hace un pequeño saludo con la cabeza y observa los puñales expuestos en el mostrador. -¿Puedo? -Dice mirando hacia el arma. No espera la respuesta y hace levitar uno de ellos. Tras darle varias vueltas, decide dejarlo en su mismo lugar. Con cuidado de no haberlo movido ni un solo milímetro de su emplazamiento original.
- Veo que poseeis una forja. ¿Me equivoco si pienso que sois vos la que hacéis estas armas? -Sigue curioseando mientras espera la respuesta de la joven de pelo negro. -Me gustaría afilar las mías... O tal vez adquirir unas nuevas. -Hace un pequeño gesto, desenvainando con telequinesis la espada que lleva a la espalda y la deja levitando frente a la mercader. -Tomadla sin miedo, me gustaría me dierais vuestra sincera opinión de qué me conviene hacer. -Karen sonríe a la chica, pero en el fondo está en tensión. No le gustaría que un mal trabajo de forja estropeara todavía más un arma ya de por sí pobre y desgastada.
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Interactúo con Lyn en el taller de Eltrant, que según veo se ha ido al de Asher...
Karen Engeld
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
Hacía frío, por lo que sería mejor quedarse en una de esas tiendecitas con braceros que abundaban. Había una en especial que le había llamado la atención, pero era más bien pequeñita y estaba bastante concurrida. Había un hombre perro invitando a los transeúntes de manera un poco... tosca. Le pareció ver a Eltrant acercarse y conversar con él. Es que ese hombre es más popular que el mal aliento. No, mejor seguir de largo.
Habían cositas muy curiosas en a la venta. Era una feria de Yule, los artesanos y mercaderes aprovechaban de sacar sus mejores mercancías y mezclarlas con todo aquello que se les iba quedando del año. Y claro, todo en promoción; "compre 2 amuletos y lleve 3", "si se lleva una espada labrada, le damos de regalo un conejo embalsamado", ofertas de ese tipo. Extrañamente, a Mina le ofrecían pociones de amor "para que no pase sola las frías noches de invierno". ¿Qué le verán la cara de amargada o cómo era la cosa?
Llegó a la tienda de Lyn y Eltrant. Había una chica conversando con la muchacha. Frente a la cara de su amiga, flotaban unas dagas. Le pareció extraño, así que apresuró el paso y llegó rápido junto a ellas -¡Oh! Pero qué maravillosas armas, sí, sí, una buena calidad...- comentó la ilusionista pasando por debajo de la mesa que hacía de mostrador y parándose junto a Lyn. Claro que podemos hacerles un pequeño mantenimiento, si gustas. Como están un poco desgastadas, tendrías que dejarlas y buscarlas en unas horas más, yo diría, unas cinco- aseguró, bajándolas con la fuerza de su propia telekinesis. Sonreía ampliamente, encantadora, literalmente. -Nuestro herrero hará maravillas con ellas, ma-ra-vi-llas- añadió.
Habían cositas muy curiosas en a la venta. Era una feria de Yule, los artesanos y mercaderes aprovechaban de sacar sus mejores mercancías y mezclarlas con todo aquello que se les iba quedando del año. Y claro, todo en promoción; "compre 2 amuletos y lleve 3", "si se lleva una espada labrada, le damos de regalo un conejo embalsamado", ofertas de ese tipo. Extrañamente, a Mina le ofrecían pociones de amor "para que no pase sola las frías noches de invierno". ¿Qué le verán la cara de amargada o cómo era la cosa?
Llegó a la tienda de Lyn y Eltrant. Había una chica conversando con la muchacha. Frente a la cara de su amiga, flotaban unas dagas. Le pareció extraño, así que apresuró el paso y llegó rápido junto a ellas -¡Oh! Pero qué maravillosas armas, sí, sí, una buena calidad...- comentó la ilusionista pasando por debajo de la mesa que hacía de mostrador y parándose junto a Lyn. Claro que podemos hacerles un pequeño mantenimiento, si gustas. Como están un poco desgastadas, tendrías que dejarlas y buscarlas en unas horas más, yo diría, unas cinco- aseguró, bajándolas con la fuerza de su propia telekinesis. Sonreía ampliamente, encantadora, literalmente. -Nuestro herrero hará maravillas con ellas, ma-ra-vi-llas- añadió.
OFF: Menciono al npc de Asher, a Elt y a Lyn. Interactúo con Karen.
Mina Harker
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
La capacidad de regeneración del ser pensante era sorprendente, apenas hacia unos meses desde que Lunargenta cambio de bando, y ahora que caían las primeras nevadas la ciudad comenzaba a verse insuflada de vida. Prueba de ello era mercado donde nos encontrábamos, si los mercados estaban abotargados y bulliciosos quería decir que el lugar era prospero.
La prosperidad es símbolo de riqueza en desarrollo y donde hay desarrollo hay trabajo. Por eso estábamos nosotras aquí, abordo de un carromato lleno de mercancías y materiales de fabricación, cubiertos por una carpa blanca guiada por finas varillas de cáñamo que confiere a la estructura una forma de arco que lograba guarecer a la carga y pasajeros del frió recio de la noche y la mañana.
-¿Crees que alguien comprara mis colgantes? -Lavey ya era toda una adolescente y aunque su estatura era baja las caderas comenzaba a ser mas anchas y el pecho había creció sutilmente, muy sutilmente, pero para la joven era suficiente. -¿Y las figuras? los caballos no me salen muy bien, pero las gallinas están mejor acabadas.
La rubia hablaba mientras descargaba del carro una caja sin cubierta, rellena de paja que protegía los objetos del interior. Yo la miraba desde abajo con los brazos extendidos y una sonrisa afable. Apenas estábamos montando la paraeta y Lavey ya se preocupaba por las ventas.
-No te preocupes, seguro que algún padre o madre le compra a su cría alguno de tus juguetes.
En el suelo, apoyadas sobre las ruedas, reposaban escudos de diversas formas y tamaños. Del lateral del carro reposaba una mesa improvisada sujeta con una cadenas y sobre esta comenzaba a colocar las piezas mas pequeñas. Figuras de animales talladas por mi hija y por mi, caballeros de armadura pesada, elfos con arco y bastones mágicos, magos encapuchados, dragones y una gran variedad de los hombres y mujeres bestia que mas se dejaban ver.
En la mesa también había un pequeño perchero donde se dejaban caer colgantes con los símbolos de todos los dioses conocidos, y bajo una piedra tranquilos y protegidos del viento contratos en blanco, esperando ser mojados por la tinta de una pluma que indicara la dirección y el monto de la futura casa de algún comerciante acaudalado o de un corriente labrador.
-Madre, no te olvides de la trampas. -Me recordaba Lavey tirando de una cuerda que dejaba caer un cartel pintado sobre la carpa de la carreta que recaba "El reposo del dragón." -Tiene su gracia. Ahora mismo de reposo tiene poco.
-Tienes razón lagartija. -Mire a mi hija riendo con alegría y luego al cartel donde pendían una pequeñas argollas. -Yo me pongo con las trampas y tu con los arcos.
La joven dragona se llevo la mano a la frente imitando un saludo militar y comenzó a colocar los arcos en las argollas, mientras que yo colgaba las trampas desarmadas en unos clavos insertados bajo la mesa improvisada.
La tienda ya estaba lista pero aun falta el reclamo que atraería a la gente. En la parte izquierda un tronco en bruto y sin forma, de unos 70 centímetros de largo esperaba la tortura del cincel y el martillo, por delante de la victima un brasero de carbón y por detrás al torturador, vestida con un delantal de cuero desgastado y una bandana sobre la frente que iría recogiendo el sudor.
Unos pasos mas adelante estaba Lavey con las manos sobre la boca o dando palmas, animando al gentío y los potenciales clientes a comprar nuestro genero.
-¡Pasen y vean! No sean tímidos y acérquense a la carpintería ambulante. El reposo del dragón tiene todo lo que necesita. -Lavey gritaba emocionada y alegre, hacia aspavientos con las manos y señas para que voltearan la cabeza hacia el tenderete. -¿Se le rompió su jarra de cerveza favorita? No se preocupe le traemos aquí el repuesto que busca. ¿Tiene hijos y no sabe que hacer para que estén tranquilos? ¡Adquiera uno de nuestros juguetes! Tenemos de todo, desde caballos hasta gallinas. Heroicos caballeros, elfos sanadores... bestias aguerridas e inteligentes magos y magas. ¿Sois cazadores? Aquí encontrareis trampas clásicas y arcos. Cuerdas de recambio y re-abastecimiento de vuestra munición favorita, flechas. ¿Creáis en vuestros dioses pero no sabéis como demostrase lo al personal? Acérquense y obtengan uno de nuestros fabulosos colgantes tallados.
Los reclamos funcionaban, la joven tenia carácter y don de gentes. La madera que tenia delante apenas comenzaba a perder la corteza, tenia clara la figura que quería formar, pero me pasaba mas tiempo atendiendo a los clientes, que preguntaban por los precios y calidades de los productos.
______
Off: Aqui llega una vendedora mas al mercado. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] Los precios de los productos los tenéis en el primer post. Si queréis adquirir algún colgante o juguete, aplicare el precio de calidad pobre mas 2 material (30 aeros).
La prosperidad es símbolo de riqueza en desarrollo y donde hay desarrollo hay trabajo. Por eso estábamos nosotras aquí, abordo de un carromato lleno de mercancías y materiales de fabricación, cubiertos por una carpa blanca guiada por finas varillas de cáñamo que confiere a la estructura una forma de arco que lograba guarecer a la carga y pasajeros del frió recio de la noche y la mañana.
-¿Crees que alguien comprara mis colgantes? -Lavey ya era toda una adolescente y aunque su estatura era baja las caderas comenzaba a ser mas anchas y el pecho había creció sutilmente, muy sutilmente, pero para la joven era suficiente. -¿Y las figuras? los caballos no me salen muy bien, pero las gallinas están mejor acabadas.
La rubia hablaba mientras descargaba del carro una caja sin cubierta, rellena de paja que protegía los objetos del interior. Yo la miraba desde abajo con los brazos extendidos y una sonrisa afable. Apenas estábamos montando la paraeta y Lavey ya se preocupaba por las ventas.
-No te preocupes, seguro que algún padre o madre le compra a su cría alguno de tus juguetes.
En el suelo, apoyadas sobre las ruedas, reposaban escudos de diversas formas y tamaños. Del lateral del carro reposaba una mesa improvisada sujeta con una cadenas y sobre esta comenzaba a colocar las piezas mas pequeñas. Figuras de animales talladas por mi hija y por mi, caballeros de armadura pesada, elfos con arco y bastones mágicos, magos encapuchados, dragones y una gran variedad de los hombres y mujeres bestia que mas se dejaban ver.
En la mesa también había un pequeño perchero donde se dejaban caer colgantes con los símbolos de todos los dioses conocidos, y bajo una piedra tranquilos y protegidos del viento contratos en blanco, esperando ser mojados por la tinta de una pluma que indicara la dirección y el monto de la futura casa de algún comerciante acaudalado o de un corriente labrador.
-Madre, no te olvides de la trampas. -Me recordaba Lavey tirando de una cuerda que dejaba caer un cartel pintado sobre la carpa de la carreta que recaba "El reposo del dragón." -Tiene su gracia. Ahora mismo de reposo tiene poco.
-Tienes razón lagartija. -Mire a mi hija riendo con alegría y luego al cartel donde pendían una pequeñas argollas. -Yo me pongo con las trampas y tu con los arcos.
La joven dragona se llevo la mano a la frente imitando un saludo militar y comenzó a colocar los arcos en las argollas, mientras que yo colgaba las trampas desarmadas en unos clavos insertados bajo la mesa improvisada.
La tienda ya estaba lista pero aun falta el reclamo que atraería a la gente. En la parte izquierda un tronco en bruto y sin forma, de unos 70 centímetros de largo esperaba la tortura del cincel y el martillo, por delante de la victima un brasero de carbón y por detrás al torturador, vestida con un delantal de cuero desgastado y una bandana sobre la frente que iría recogiendo el sudor.
Unos pasos mas adelante estaba Lavey con las manos sobre la boca o dando palmas, animando al gentío y los potenciales clientes a comprar nuestro genero.
-¡Pasen y vean! No sean tímidos y acérquense a la carpintería ambulante. El reposo del dragón tiene todo lo que necesita. -Lavey gritaba emocionada y alegre, hacia aspavientos con las manos y señas para que voltearan la cabeza hacia el tenderete. -¿Se le rompió su jarra de cerveza favorita? No se preocupe le traemos aquí el repuesto que busca. ¿Tiene hijos y no sabe que hacer para que estén tranquilos? ¡Adquiera uno de nuestros juguetes! Tenemos de todo, desde caballos hasta gallinas. Heroicos caballeros, elfos sanadores... bestias aguerridas e inteligentes magos y magas. ¿Sois cazadores? Aquí encontrareis trampas clásicas y arcos. Cuerdas de recambio y re-abastecimiento de vuestra munición favorita, flechas. ¿Creáis en vuestros dioses pero no sabéis como demostrase lo al personal? Acérquense y obtengan uno de nuestros fabulosos colgantes tallados.
Los reclamos funcionaban, la joven tenia carácter y don de gentes. La madera que tenia delante apenas comenzaba a perder la corteza, tenia clara la figura que quería formar, pero me pasaba mas tiempo atendiendo a los clientes, que preguntaban por los precios y calidades de los productos.
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Off: Aqui llega una vendedora mas al mercado. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] Los precios de los productos los tenéis en el primer post. Si queréis adquirir algún colgante o juguete, aplicare el precio de calidad pobre mas 2 material (30 aeros).
Reivy Abadder
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
Sin ánimo de referirme a nadie, creo que en este asunto la primera persona que ha cometido un error he sido yo al, quizás, no haber sabido explicar correctamente en el enunciado del evento. Recuerdo a los participantes que estáis obligados a comprar productos en los talleres de otros usuarios. Aunque tengáis un taller propio, es obligatorio comprar en otros talleres para cumplir los objetivos del tema.
Quienes no hayáis comprado nada hasta ahora, tenéis todo el evento para hacerlo. Recordad que podéis postear tanta veces como deseéis. No editéis vuestros posts, no vayamos a molestar a algún usuario está escribiendo en este momento y desea conversar con vosotros. Mi consejo es que hagáis la comprar a lo largo de la trama que forméis en el evento.
Ahora sí, no hay excusa. Aquella persona que no cumpla los requisitos no recibirá las recompensas ni podrá acceder a la "venta especial" que se realizará en el futuro de este tema.
Enunciado del evento escribió:Obligatoriamente, todos los usuarios que participéis en el evento deberéis comprar un objeto en alguno de los puestos de los usuarios que posean talleres. Esto incluye también a los personajes que tenéis talleres; igual que vendéis, también deberéis comprar productos a otros usuarios.
Quienes no hayáis comprado nada hasta ahora, tenéis todo el evento para hacerlo. Recordad que podéis postear tanta veces como deseéis. No editéis vuestros posts, no vayamos a molestar a algún usuario está escribiendo en este momento y desea conversar con vosotros. Mi consejo es que hagáis la comprar a lo largo de la trama que forméis en el evento.
Ahora sí, no hay excusa. Aquella persona que no cumpla los requisitos no recibirá las recompensas ni podrá acceder a la "venta especial" que se realizará en el futuro de este tema.
Sigel
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
Ambos elfos avanzaron hacia la ciudad, montados en sus caballos. Apenas habían hablado en el último tramo hasta llegar a Lunargenta. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez? Si para ella habían pasado unos meses, para él muchos más. Ni siquiera había estado presente durante la gran guerra. Ni siquiera, durante la pandemia. Su misión estaba en Sandorai, no tras las murallas de los humanos. Y no le había importado ninguna de sus muertes. En cambio, la joven elfa, sí había vivido parte de la guerra allí, aunque no había llegado como guerrera, sino como prisionera. Esta vez no. Esta vez, ambos iban con otro objetivo.
Tras bajarse de sus corceles, los dejaron descansando en un establo y atravesaron las puertas de la ciudad, donde Yule se estaba celebrando. Qué bien, otra fiestecita de los humanos, pensó el elfo de cabellos platinos. Odiaba cualquier celebración de esos miserables. Pero tenían algo que hacer allí. Lo que no sabían es que les pillaría en medio de un festejo. Helyare no parecía muy animada tampoco.
Tras semanas, meses y años ocultando su rostro, durante el viaje había apartado de su cara la capucha que la protegía del exterior. Una trenza de cabellos pelirrojos, aún con algún sutil resquicio plateado, caía por la parte izquierda de su cabeza, hasta su pecho. Al elfo le parecía que su amiga estaba de vuelta, y tal vez así era. En apariencia estaba volviendo a ser Kaeltha… pero aún quedaba mucho de ella que no volvería a ver jamás. En cuanto atravesó las puertas y vio a tanta gente, no tardó nada en volver a taparse la cabeza con la capucha de su capa, apartando la mirada del elfo, alejándose de él varios pasos. Aran hizo una mueca. Esa era una de las cosas que destrozaban su ilusión de volver a tener a Kaeltha junto a él.
–Kae… –se acercó a ella un par de pasos. Estaba con él, no era necesario que se tapase, la defendería de cualquiera. Isilmë no merecía agachar la cabeza. Pero, por más que se lo había repetido, por más que le dijera que contaba con apoyos en Sandorai, ella misma lo negaba.
–Vá… –giró la cabeza al lado contrario, moviendo ligeramente la mano, dándole a entender que no quería que se acercase. El guerrero suspiró y siguió caminando a su lado, respetando la distancia que ella misma marcaba. Esa distancia que había desaparecido por completo días, semanas atrás, cuando estaban a solas.
Caminaron entre la gente. Aquel lugar estaba más abarrotado que de costumbre, multitud de personas gritaban sus ofertas, tratando de cazar a los potenciales clientes.
–¡Adelante! ¡Pasen y vean! –gritaban un par de humanos ataviados con ropa bastante llamativa –y ridícula –, que señalaban con mucha energía su puestecito de a-saber-qué –. ¡Aquí encontrarán los mejores amuletos! El poder de la brujería más avanzada para atraer la buena suerte. ¿Quiere encontrar esposa y no lo consigue? O usted, joven dama, ¿quiere darle a su esposo unos hijos que honren a los dioses? –repetían ambos a la vez –. ¿Quién quiere ser un guerrero a quien comparen con el mismísimo Thor? –Esos humanos y sus despreciables creencias…
Vociferaban sobre descendencia, guerras, armas, amuletos, pócimas, armaduras… Todo era fácilmente vendible. Pero no para ambos elfos, que caminaban por entre las calles como si eso no fuera con ellos.
Helyare se detuvo frente a uno de los puestos, donde una mujer bestia a la que había visto en alguna ocasión, gritaba la promoción de su puesto. ¿Era esa quien acompañaba a la elfa? Aran se detuvo a su lado –¿y esto? –desde la distancia a la que estaba miró el puestecito: sanación.
–Creo que es el puesto de una elfa –comentó la pelirroja, con cierta desgana. ¿¡Qué hacía una elfa vendiendo sus dones a esa gente? Suspiró. Su amigo pensó lo mismo, se le notaba la expresión de disgusto al ver que una “hermana” caía tan bajo. Cerró los ojos un segundo y negó levemente. Aunque… sus pociones, tal vez…
–Kael, ¿crees que la magia podría…? –ni siquiera acabó la frase. Ella entendería a qué se estaba refiriendo.
Había visto lo que le habían hecho al cuerpo de su amiga. Poco tiempo atrás había podido acariciar con sus dedos su piel, que había dejado de ser tersa y lisa, había podido besarla y darse cuenta de que esa no era la antigua Kaeltha, de que su largo tiempo fuera había dejado marcas que no podían borrarse, incluso aunque él lo hubiera intentado. Sabía quién podía eliminar cualquier resquicio de lo vivido, pero no podía preguntarlo. Nadie sabía que su amiga seguía con vida, salvo él.
–N-no… –comentó ella, dándose la vuelta y volviendo a seguir su camino. Helyare ya no creía que los dones de sus hermanos pudieran ayudarla, hace mucho que ya no la ayudaban. Quería alejarse. Y, mucho menos, dejaría que nadie viese por lo que había pasado. Su andar se hizo más ligero, incluso chocó con algunas personas, pero ni se molestó en disculparse, total, eran míseros humanos. Aran hizo una mueca y la siguió. Realmente, a él le importaba bastante menos que a ella lo que hubiera dibujado en su cuerpo. Tras descubrir lo que había hecho, cómo había intentado ayudar a tantos de sus hermanos, sabía que los dioses perdonarían cualquier daño. Y, aunque era extraño verla así, no le importaba. Sobre todo, cuando la tenía entre sus brazos. Al menos, la tenía. Pues poco le había faltado para ser él el causante de su muerte. Era feo, pero a él había dejado de parecérselo desde hacía un tiempo. Sin embargo, no a ella. Y, ¿quién sabe? Tal vez, esas pociones vendidas a humanos incapaces de apreciarlas, podrían servir.
Los gritos de los vendedores seguían llenando las calles. ¿Era necesario que vociferasen así? No es que la elfa fuera muy fan de las multitudes, mucho menos si estaban gritando. Pero, pronto se detuvo, de nuevo, ignorando el resto de ruidos.
–Lyn –musitó desde la distancia, para sí misma. Había más gente en su puestecito, por lo que decidió no acercarse. Quería saludar, preguntar por Eltrant, pero no iba a hacerlo hasta que no se fueran las personas que estaban allí. Tan solo, observó, orillada a un lado de la calle, tratando de evitar la aglomeración. Aran se quedó a su lado, él también reconocía a Lyn y, aunque no fuera de su agrado, prefirió no mencionar nada al respecto, tan sólo preguntó si iba a ir a ver a “su amigo el humano”. La única respuesta de la elfa fue encogerse de hombros. Le gustaría verlo, pero no sabía si lo conseguiría o debían seguir su camino hasta el puerto.
La única que parecía disfrutar del ambiente, aunque estuviera escondida para no perderse, era Nillë, quien observaba todo desde un lado de la cabeza de la elfa, tapada con la trenza que se había hecho, donde se sujetaba para no caer. Le gustaba ese ambiente, pero sabía que podía perderse o que podían intentar cazarla para venderla como mercancía, así que, durante todo el trayecto por las calles lunargentienses, permanecía oculta.
Tras bajarse de sus corceles, los dejaron descansando en un establo y atravesaron las puertas de la ciudad, donde Yule se estaba celebrando. Qué bien, otra fiestecita de los humanos, pensó el elfo de cabellos platinos. Odiaba cualquier celebración de esos miserables. Pero tenían algo que hacer allí. Lo que no sabían es que les pillaría en medio de un festejo. Helyare no parecía muy animada tampoco.
Tras semanas, meses y años ocultando su rostro, durante el viaje había apartado de su cara la capucha que la protegía del exterior. Una trenza de cabellos pelirrojos, aún con algún sutil resquicio plateado, caía por la parte izquierda de su cabeza, hasta su pecho. Al elfo le parecía que su amiga estaba de vuelta, y tal vez así era. En apariencia estaba volviendo a ser Kaeltha… pero aún quedaba mucho de ella que no volvería a ver jamás. En cuanto atravesó las puertas y vio a tanta gente, no tardó nada en volver a taparse la cabeza con la capucha de su capa, apartando la mirada del elfo, alejándose de él varios pasos. Aran hizo una mueca. Esa era una de las cosas que destrozaban su ilusión de volver a tener a Kaeltha junto a él.
–Kae… –se acercó a ella un par de pasos. Estaba con él, no era necesario que se tapase, la defendería de cualquiera. Isilmë no merecía agachar la cabeza. Pero, por más que se lo había repetido, por más que le dijera que contaba con apoyos en Sandorai, ella misma lo negaba.
–Vá… –giró la cabeza al lado contrario, moviendo ligeramente la mano, dándole a entender que no quería que se acercase. El guerrero suspiró y siguió caminando a su lado, respetando la distancia que ella misma marcaba. Esa distancia que había desaparecido por completo días, semanas atrás, cuando estaban a solas.
Caminaron entre la gente. Aquel lugar estaba más abarrotado que de costumbre, multitud de personas gritaban sus ofertas, tratando de cazar a los potenciales clientes.
–¡Adelante! ¡Pasen y vean! –gritaban un par de humanos ataviados con ropa bastante llamativa –y ridícula –, que señalaban con mucha energía su puestecito de a-saber-qué –. ¡Aquí encontrarán los mejores amuletos! El poder de la brujería más avanzada para atraer la buena suerte. ¿Quiere encontrar esposa y no lo consigue? O usted, joven dama, ¿quiere darle a su esposo unos hijos que honren a los dioses? –repetían ambos a la vez –. ¿Quién quiere ser un guerrero a quien comparen con el mismísimo Thor? –Esos humanos y sus despreciables creencias…
Vociferaban sobre descendencia, guerras, armas, amuletos, pócimas, armaduras… Todo era fácilmente vendible. Pero no para ambos elfos, que caminaban por entre las calles como si eso no fuera con ellos.
Helyare se detuvo frente a uno de los puestos, donde una mujer bestia a la que había visto en alguna ocasión, gritaba la promoción de su puesto. ¿Era esa quien acompañaba a la elfa? Aran se detuvo a su lado –¿y esto? –desde la distancia a la que estaba miró el puestecito: sanación.
–Creo que es el puesto de una elfa –comentó la pelirroja, con cierta desgana. ¿¡Qué hacía una elfa vendiendo sus dones a esa gente? Suspiró. Su amigo pensó lo mismo, se le notaba la expresión de disgusto al ver que una “hermana” caía tan bajo. Cerró los ojos un segundo y negó levemente. Aunque… sus pociones, tal vez…
–Kael, ¿crees que la magia podría…? –ni siquiera acabó la frase. Ella entendería a qué se estaba refiriendo.
Había visto lo que le habían hecho al cuerpo de su amiga. Poco tiempo atrás había podido acariciar con sus dedos su piel, que había dejado de ser tersa y lisa, había podido besarla y darse cuenta de que esa no era la antigua Kaeltha, de que su largo tiempo fuera había dejado marcas que no podían borrarse, incluso aunque él lo hubiera intentado. Sabía quién podía eliminar cualquier resquicio de lo vivido, pero no podía preguntarlo. Nadie sabía que su amiga seguía con vida, salvo él.
–N-no… –comentó ella, dándose la vuelta y volviendo a seguir su camino. Helyare ya no creía que los dones de sus hermanos pudieran ayudarla, hace mucho que ya no la ayudaban. Quería alejarse. Y, mucho menos, dejaría que nadie viese por lo que había pasado. Su andar se hizo más ligero, incluso chocó con algunas personas, pero ni se molestó en disculparse, total, eran míseros humanos. Aran hizo una mueca y la siguió. Realmente, a él le importaba bastante menos que a ella lo que hubiera dibujado en su cuerpo. Tras descubrir lo que había hecho, cómo había intentado ayudar a tantos de sus hermanos, sabía que los dioses perdonarían cualquier daño. Y, aunque era extraño verla así, no le importaba. Sobre todo, cuando la tenía entre sus brazos. Al menos, la tenía. Pues poco le había faltado para ser él el causante de su muerte. Era feo, pero a él había dejado de parecérselo desde hacía un tiempo. Sin embargo, no a ella. Y, ¿quién sabe? Tal vez, esas pociones vendidas a humanos incapaces de apreciarlas, podrían servir.
Los gritos de los vendedores seguían llenando las calles. ¿Era necesario que vociferasen así? No es que la elfa fuera muy fan de las multitudes, mucho menos si estaban gritando. Pero, pronto se detuvo, de nuevo, ignorando el resto de ruidos.
–Lyn –musitó desde la distancia, para sí misma. Había más gente en su puestecito, por lo que decidió no acercarse. Quería saludar, preguntar por Eltrant, pero no iba a hacerlo hasta que no se fueran las personas que estaban allí. Tan solo, observó, orillada a un lado de la calle, tratando de evitar la aglomeración. Aran se quedó a su lado, él también reconocía a Lyn y, aunque no fuera de su agrado, prefirió no mencionar nada al respecto, tan sólo preguntó si iba a ir a ver a “su amigo el humano”. La única respuesta de la elfa fue encogerse de hombros. Le gustaría verlo, pero no sabía si lo conseguiría o debían seguir su camino hasta el puerto.
La única que parecía disfrutar del ambiente, aunque estuviera escondida para no perderse, era Nillë, quien observaba todo desde un lado de la cabeza de la elfa, tapada con la trenza que se había hecho, donde se sujetaba para no caer. Le gustaba ese ambiente, pero sabía que podía perderse o que podían intentar cazarla para venderla como mercancía, así que, durante todo el trayecto por las calles lunargentienses, permanecía oculta.
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Off: Aún no interactúo con nadie, sólo miro un par de talleres (Níniel y Eltrant), por ahora.
Helyare
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
Alcé la mirada al oír la petición de la última persona que se había acercado. Aquellos encantamientos parecían ser los más populares. Típico, veían al líder de la guardia, Tinegar, y se creían que cosas así estaban al alcance de cualquiera.
Examiné la espada que había puesto delante de mi, dejando la cerradura a un lado con cuidado. Parecía... simple. Nada sobresaliente, pero tampoco completamente inútil. Servía para defenderse si se mantenía el filo. Lamentablemente, el metal no era un gran canalizador cuando se forjaba de aquella manera.
Por supuesto, podía hacer algo, pero no la convertiría en algo legendario.
-120 aeros.- dije, estudiando la expresión de la mujer. Acto seguido, me levanté y busqué entre los pergaminos que guardaba detrás de mi.
Hacer los encantamientos de cero era poco productivo en lugares como ese. No tendría la concentración necesaria, ni las herramientas. Por eso había ido preparado. Enrollé uno de los pergaminos marcados en torno a la hoja con cuidado. Luego, vertí un chorro de sangre de Liliopsidea a una distancia prudente. En cuanto tocó el papel, una gran cantidad de vapor salió de la espada.
Poco a poco, el pergamino comenzó a fundirse. Dejé la hoja en la mesa y la señalé con un gesto.
-Envainala y espera unas horas a que se enfríe. Cuando quieras prenderla, pasa el dedo por el filo.- expliqué. No sería una llama muy potente, pero si lo suficiente para hacer daño en contacto prolongado. -Para apagarla, solo tienes que envainarla de nuevo.-
Una vez finalizada la transacción, volví a la cerradura. Otro día más.
-Si tuviese mucho trabajo no estaría gritandole a la gente que le diese más.- sonrió Kothán. -Aunque igual solo quiere hacerme pasar frío...-
El olor de Eltrant Tale no tardó en alcanzarme. Tenía que suponer que lo encontraría allí. Eché a los curiosos que aún quedaban. Si no compraban nada, podían ir a congelarse.
-Hola, Elt. Dame eso. - Cogí a Recuerdo y la llevé a mi mesa, apenas dando tiempo a que me saludase adecuadamente. -Debería haberte arreglado esta cosa hace meses...- gruñí. No. No solo iba a arreglarlo. Iba a borrarlo y hacerlo mucho mejor.
Eliminar encantamientos era relativamente sencillo, si conocías bien la procedencia y tenias el tiempo suficiente. En ese caso, era un encantamiento viejo, débil, y que había hecho yo mismo. Podía eliminarlo con mercurio. Desenvolví un frasco que tenía bien guardado. El mercurio era eficaz para eliminar encantamientos débiles: era casi imposible de absorber y no dañaría el metal.
Dejé que el líquido reposara sobre la runa de la hoja, o más bien, lo que quedaba de ella. Tardaría un minuto. Mientras tanto, saqué el polvo de Nymphaea. Tras mezclarla con tinta arcana, estaría casi lista.
Limpié el mercurio y comencé a inscribir la runa. Aquella vez sería la definitiva. Utilicé un pincel, haciendo que el sello fuese mucho más grueso, y me aseguré de hacerlo casi pegado a la base del metal. Era prácticamente imposible que la destruyese de ese modo.
Solo hizo falta un poco de agua. Un siseo llenó la tienda mientras la espada vibraba y adoptaba un ligero brillo pálido. Un frío cortante empezó a rodear la espada, dejando escapar un vaho constante a su alrededor.
Ahora sí que estaba encantada.
-No te cortes.- dije, haciendo un gesto para que cogiese su arma. -Ten cuidado al tocar la hoja con las manos. Hazlo con el guantelete, si es necesario.- advertí.
Me levanté, estirándome. Había pasado demasiado tiempo sentado. Empezaba a tener hambre, incluso. Pero aún no había acabado.
-Ni se te ocurra pagarme. Es gratis. Aunque... ¿tu forja está cerca, no?- pregunté. -Me vendría bien una segunda espada, para practicar. Hmm...- Cogí mi espada, aún en su funda, y se la tendí a Eltrant. -Si es posible, me vendría bien que tuviese el mismo peso y tamaño que Brillo.- No era lo ideal, pero Destello tenía las mismas propiedades. Mejor acostumbrarse pronto.
Decía mucho que le pudiese confiar mi posesión más preciada de forma tan casual. Pero a pesar de como trataba a sus armas, no tenía ninguna duda de que la protegería con su vida.
-Aún tengo muchas cosas aquí, así que no puedo ir contigo... ¿puedes traermela cuando acabes?- pregunté, ráscandome el cuello. Estar tanto tiempo quieto me ponía de los nervios.
Examiné la espada que había puesto delante de mi, dejando la cerradura a un lado con cuidado. Parecía... simple. Nada sobresaliente, pero tampoco completamente inútil. Servía para defenderse si se mantenía el filo. Lamentablemente, el metal no era un gran canalizador cuando se forjaba de aquella manera.
Por supuesto, podía hacer algo, pero no la convertiría en algo legendario.
-120 aeros.- dije, estudiando la expresión de la mujer. Acto seguido, me levanté y busqué entre los pergaminos que guardaba detrás de mi.
Hacer los encantamientos de cero era poco productivo en lugares como ese. No tendría la concentración necesaria, ni las herramientas. Por eso había ido preparado. Enrollé uno de los pergaminos marcados en torno a la hoja con cuidado. Luego, vertí un chorro de sangre de Liliopsidea a una distancia prudente. En cuanto tocó el papel, una gran cantidad de vapor salió de la espada.
Poco a poco, el pergamino comenzó a fundirse. Dejé la hoja en la mesa y la señalé con un gesto.
-Envainala y espera unas horas a que se enfríe. Cuando quieras prenderla, pasa el dedo por el filo.- expliqué. No sería una llama muy potente, pero si lo suficiente para hacer daño en contacto prolongado. -Para apagarla, solo tienes que envainarla de nuevo.-
Una vez finalizada la transacción, volví a la cerradura. Otro día más.
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-Si tuviese mucho trabajo no estaría gritandole a la gente que le diese más.- sonrió Kothán. -Aunque igual solo quiere hacerme pasar frío...-
El olor de Eltrant Tale no tardó en alcanzarme. Tenía que suponer que lo encontraría allí. Eché a los curiosos que aún quedaban. Si no compraban nada, podían ir a congelarse.
-Hola, Elt. Dame eso. - Cogí a Recuerdo y la llevé a mi mesa, apenas dando tiempo a que me saludase adecuadamente. -Debería haberte arreglado esta cosa hace meses...- gruñí. No. No solo iba a arreglarlo. Iba a borrarlo y hacerlo mucho mejor.
Eliminar encantamientos era relativamente sencillo, si conocías bien la procedencia y tenias el tiempo suficiente. En ese caso, era un encantamiento viejo, débil, y que había hecho yo mismo. Podía eliminarlo con mercurio. Desenvolví un frasco que tenía bien guardado. El mercurio era eficaz para eliminar encantamientos débiles: era casi imposible de absorber y no dañaría el metal.
Dejé que el líquido reposara sobre la runa de la hoja, o más bien, lo que quedaba de ella. Tardaría un minuto. Mientras tanto, saqué el polvo de Nymphaea. Tras mezclarla con tinta arcana, estaría casi lista.
Limpié el mercurio y comencé a inscribir la runa. Aquella vez sería la definitiva. Utilicé un pincel, haciendo que el sello fuese mucho más grueso, y me aseguré de hacerlo casi pegado a la base del metal. Era prácticamente imposible que la destruyese de ese modo.
Solo hizo falta un poco de agua. Un siseo llenó la tienda mientras la espada vibraba y adoptaba un ligero brillo pálido. Un frío cortante empezó a rodear la espada, dejando escapar un vaho constante a su alrededor.
Ahora sí que estaba encantada.
-No te cortes.- dije, haciendo un gesto para que cogiese su arma. -Ten cuidado al tocar la hoja con las manos. Hazlo con el guantelete, si es necesario.- advertí.
Me levanté, estirándome. Había pasado demasiado tiempo sentado. Empezaba a tener hambre, incluso. Pero aún no había acabado.
-Ni se te ocurra pagarme. Es gratis. Aunque... ¿tu forja está cerca, no?- pregunté. -Me vendría bien una segunda espada, para practicar. Hmm...- Cogí mi espada, aún en su funda, y se la tendí a Eltrant. -Si es posible, me vendría bien que tuviese el mismo peso y tamaño que Brillo.- No era lo ideal, pero Destello tenía las mismas propiedades. Mejor acostumbrarse pronto.
Decía mucho que le pudiese confiar mi posesión más preciada de forma tan casual. Pero a pesar de como trataba a sus armas, no tenía ninguna duda de que la protegería con su vida.
-Aún tengo muchas cosas aquí, así que no puedo ir contigo... ¿puedes traermela cuando acabes?- pregunté, ráscandome el cuello. Estar tanto tiempo quieto me ponía de los nervios.
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OBJETO | MATERIALES |
Infusión Elemental (Fuego) | 10 |
Cascada Elemental | 20 |
TOTAL | 30 |
La infusión elemental es para Cryz (Ya que sus espadas son de calidad normal, no puedo darles el encantamiento superior.) El precio es de 120 aeros, de los cuales solo gano 20 (el resto van al coste de los materiales)
La cascada elemental es para Eltrant. No le cobro nada, yo pongo los materiales.
Debería ganar 3 puntos de Profesión (De 60 a 63) y tendría 4 materiales en reserva.
También le compro una espada larga a Eltrant.
Asher Daregan
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
Después de unas semanas en Lunargenta, la morena empezaba a acostumbrarse al alboroto y a las multitudes que invadían diariamente las calles, pero nada más asomarse a la ventana de su humilde habitación supo que aquel día sería diferente al resto. Los primeros gritos de los comerciantes la habían despertado bruscamente, pero un vistazo al exterior de la posada le desveló el motivo de aquel terrible jaleo, una vez más, los habitantes de la ciudad estaban de celebración y toda la zona estaba atestada de gente desde primera hora de la mañana.
- ¿Y ahora que festejan? - se preguntó, llevándose las manos al rostro para frotarse los ojos y desperezarse. Todavía la asombraba ver lo poblada que estaba la capital a pesar de la reciente guerra, pero aun así, dejando de lado los pensamientos negativos acerca del agobio que supondría salir, decidió asearse y vestirse para curiosear los puestos que se habían armado cerca del establecimiento.
Lentamente, Ava se enfundó la negra armadura que su padre había diseñado especialmente para ella y dudó unos instantes antes de optar por dejar el yelmo en el cuarto, se suponía que solo iba a dar un paseo, no tenía por qué ocultar su cara. A pesar de ello, o quizá para sentirse más segura, la joven deslizó los dedos por el mango de Segadora y tras acariciar cuidadosamente su filo se colocó el hacha a la espalda, enganchándola al cinturón de modo que no se moviese a menos que ella quisiese utilizarla.
Una vez lista, la mujer bestia abandonó su modesto aposento y bajó las escaleras para llegar al piso que hacía de taberna y comedor, en el cual había tenido el gusto de probar varios platos típicos de la zona. Sin ninguna prisa, ya que el mercado iba a estar allí todo el día, la cuerva pidió un desayuno consistente y se lo tomó con calma, tratando de ignorar las miradas que algunos de los presentes le echaban y el barullo que se colaba por las ventanas.
No tenía en mente comprar nada pero sí que le interesaba mejorar su equipo, sobre todo su arma, que era el objeto en que debía depositar toda su confianza a la hora de afrontar los peligros que pudiesen salir a su encuentro. - Si hubiese practicado un poco más podría hacerlo yo misma. - susurró, suspirando con resignación. Las prisas la habían llevado a dejar su hogar antes de mejorar sus habilidades relacionadas con la herrería, y ahora tendría que buscarse la vida para aprender, o más bien buscar a alguien que estuviese dispuesto a enseñarle el oficio.
Desanimada por la idea de depender de otros para desarrollar su potencial en aquel campo, la muchacha dejo vagar sus pensamientos mientras terminaba su plato, momento en que tras entregar unos aeros a la camarera, se dirigió hacia la puerta y se unió al gentío.
Pronto se arrepintió de no haberse quedado en la posada, frunció el ceño al escuchar los agudos chillidos de los mercaderes y estuvo tentada de taparse los oídos, en ocasiones sus agudos sentidos pasaban de ser una bendición a un calvario y esa era una de ellas. Todos trataban de hacerse notar y competían para atraer a los potenciales clientes hasta sus puestos, con lo que apenas se entendía lo que decían, todo se juntaba formando un ruido ensordecedor.
En un intento por escapar de la zona más concurrida, la morena se abrió paso entre la gente hasta que dio con un puesto que llamó su atención, o más bien lo hizo la chica que lo llevaba. Era joven, tenía el pelo negro y unos grandes ojos azules, pero no era eso, era la forma en que intentaba captar clientes, asegurando que de no comprarle nada moriría de hambre.
Viendo que ya tenía a un par de personas esperando para ser atendidas, Ava aguardó a que llegase su turno pacientemente, reconociendo de inmediato a Karen, con la cual había coincidido en Midgar justo después de dejar su hogar. ¿Debía saludarla? Sí, era lo propio, pero no quería interrumpir la conversación que tenía con una de las trabajadoras del puesto, así que optó por acercarse a la otra para hacer su consulta. - Bu…buenos días, ¿podrían mejorar mi arma? - preguntó, descolgando el hacha a dos manos para tendérsela con sumo cuidado.
Entregar a Segadora no le resultaba fácil pero sabía que le vendría bien invertir parte de su dinero en hacerla más robusta y eficaz, luego solo tendría que volver a acostumbrarse a ella o imbuirla con alguna runa o infusión que la hiciese más liviana y fácil de manejar.
Paso por el taller de Eltrant a mejorar mi hacha de calidad pobre a común, para posteriormente poder encantarla en el puesto de Asher. Interactúo con Lyn.
- ¿Y ahora que festejan? - se preguntó, llevándose las manos al rostro para frotarse los ojos y desperezarse. Todavía la asombraba ver lo poblada que estaba la capital a pesar de la reciente guerra, pero aun así, dejando de lado los pensamientos negativos acerca del agobio que supondría salir, decidió asearse y vestirse para curiosear los puestos que se habían armado cerca del establecimiento.
Lentamente, Ava se enfundó la negra armadura que su padre había diseñado especialmente para ella y dudó unos instantes antes de optar por dejar el yelmo en el cuarto, se suponía que solo iba a dar un paseo, no tenía por qué ocultar su cara. A pesar de ello, o quizá para sentirse más segura, la joven deslizó los dedos por el mango de Segadora y tras acariciar cuidadosamente su filo se colocó el hacha a la espalda, enganchándola al cinturón de modo que no se moviese a menos que ella quisiese utilizarla.
Una vez lista, la mujer bestia abandonó su modesto aposento y bajó las escaleras para llegar al piso que hacía de taberna y comedor, en el cual había tenido el gusto de probar varios platos típicos de la zona. Sin ninguna prisa, ya que el mercado iba a estar allí todo el día, la cuerva pidió un desayuno consistente y se lo tomó con calma, tratando de ignorar las miradas que algunos de los presentes le echaban y el barullo que se colaba por las ventanas.
No tenía en mente comprar nada pero sí que le interesaba mejorar su equipo, sobre todo su arma, que era el objeto en que debía depositar toda su confianza a la hora de afrontar los peligros que pudiesen salir a su encuentro. - Si hubiese practicado un poco más podría hacerlo yo misma. - susurró, suspirando con resignación. Las prisas la habían llevado a dejar su hogar antes de mejorar sus habilidades relacionadas con la herrería, y ahora tendría que buscarse la vida para aprender, o más bien buscar a alguien que estuviese dispuesto a enseñarle el oficio.
Desanimada por la idea de depender de otros para desarrollar su potencial en aquel campo, la muchacha dejo vagar sus pensamientos mientras terminaba su plato, momento en que tras entregar unos aeros a la camarera, se dirigió hacia la puerta y se unió al gentío.
Pronto se arrepintió de no haberse quedado en la posada, frunció el ceño al escuchar los agudos chillidos de los mercaderes y estuvo tentada de taparse los oídos, en ocasiones sus agudos sentidos pasaban de ser una bendición a un calvario y esa era una de ellas. Todos trataban de hacerse notar y competían para atraer a los potenciales clientes hasta sus puestos, con lo que apenas se entendía lo que decían, todo se juntaba formando un ruido ensordecedor.
En un intento por escapar de la zona más concurrida, la morena se abrió paso entre la gente hasta que dio con un puesto que llamó su atención, o más bien lo hizo la chica que lo llevaba. Era joven, tenía el pelo negro y unos grandes ojos azules, pero no era eso, era la forma en que intentaba captar clientes, asegurando que de no comprarle nada moriría de hambre.
Viendo que ya tenía a un par de personas esperando para ser atendidas, Ava aguardó a que llegase su turno pacientemente, reconociendo de inmediato a Karen, con la cual había coincidido en Midgar justo después de dejar su hogar. ¿Debía saludarla? Sí, era lo propio, pero no quería interrumpir la conversación que tenía con una de las trabajadoras del puesto, así que optó por acercarse a la otra para hacer su consulta. - Bu…buenos días, ¿podrían mejorar mi arma? - preguntó, descolgando el hacha a dos manos para tendérsela con sumo cuidado.
Entregar a Segadora no le resultaba fácil pero sabía que le vendría bien invertir parte de su dinero en hacerla más robusta y eficaz, luego solo tendría que volver a acostumbrarse a ella o imbuirla con alguna runa o infusión que la hiciese más liviana y fácil de manejar.
Paso por el taller de Eltrant a mejorar mi hacha de calidad pobre a común, para posteriormente poder encantarla en el puesto de Asher. Interactúo con Lyn.
Ava Kenrith
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
El mercado estaba abarrotado. Gente comprando, gente vendiendo, gente cuchicheando, gente gritando y dando voces como si no hubiera un mañana, gente dando codazos, gente que vigilaba, gente que regateaba, gente, gente y más gente. Sango no se sentía cómodo entre multitudes, le daba la sensación de estar encerrado pese a estar al aire libre. No obstante hizo un sacrificio y decidió salir al mercado. La festividad del Yule había que aprovecharla al máximo. Sobre todo el mercado. Sango no buscaba nada en concreto pero, como le gustaba decir, nunca estaba de más echar un vistazo a lo que se ofrecía y pese a no frecuentar el mercado sabía que si veía algo atractivo, lo utilizaría.
Mientras seguía el flujo, o más bien, mientras se dejaba arrastrar por toda aquella gente, se fijó en un puesto en el que se ofrecían toda clase de ungüentos y pociones. La chica que estaba allí dando voces para promocionar el puesto captó la atención de Sango, sobre todo con:
Ben dio unos pasos y se quedó mirando lo que allí había. Como era normal no entendía absolutamente nada de pociones y menos aún por qué unos iban en un frasco otros en otro y luego otras cosas se mascaban, como la menta. Le gustaba mascar menta. Levantó la mirada de todos los recipientes y miró a los ojos de aquella bellísima mujer. Tenía los ojos de un color azul muy suave mezclado con verde, era un tono absolutamente único. Ben estuvo demasiado tiempo mirando, embobado, a los ojos de aquella mujer. Sin embargo cuando fue consciente sacudió la cabeza y se rascó la frente mientras miraba de nuevo los frascos.
- Eh, sí, hola.- Carraspeó para deshacer un nudo que se le había formado en la garganta.- Verá, me preguntaba si tendría algo de menta para mascar, ya sabe. Antes solía llevar unas hojas conmigo, de vez en cuando me apetecía mascar menta, ¿por qué? No lo sé, puede que me recordara a algo que ahora he olvidado. Hmm, lo que sí recuerdo era una sensación agradable.- Hizo una pausa y volvió a mirar los ungüentos y frascos. Hizo un gesto con la mano y señaló todo aquello.
- Que demonios... ¿Tendrá, también, algo para aliviar el dolor? No cualquier dolor, digamos que es el dolor que viene después de un día duro de aventura, no sé si me explico.- Se acercó un poco más, incluso se inclinó sobre el puesto y con las palmas hacia él las giró suavemente en torno así mismas como para dar más énfasis a lo que estaba diciendo.- Dolor físico, como el de después de una refriega poco amistosa, ¿sabe? El mundo es un lugar duro, no es que yo ande buscando gresca por ahí, que los Dioses me guarden de hacer tal cosa.- Se alejó de nuevo.- Sí, algo para aliviar el dolor y pasar una noche más apacible, o incluso algo que me permitiera soportar ese dolor más fácilmente.- Se rascó la cabeza y pensó en que quizá tuviera un nombre que él desconocía. No obstante, para eso estaba allí, ¿verdad? Para preguntar y enterarse.
- Igual de lo que le hablo ya existe o igual no, o quizá no me haya expresado bien, pero, sería maravilloso encontrar algo así, al menos para mi.- Le miró y esbozó una leve sonrisa.
Mientras tanto, la gente seguía fluyendo a su alrededor.
Mientras seguía el flujo, o más bien, mientras se dejaba arrastrar por toda aquella gente, se fijó en un puesto en el que se ofrecían toda clase de ungüentos y pociones. La chica que estaba allí dando voces para promocionar el puesto captó la atención de Sango, sobre todo con:
"La medicina y las artes sanadoras de los hijos del bosque que aquí podrán adquirir y recibir son la solución."
Ben dio unos pasos y se quedó mirando lo que allí había. Como era normal no entendía absolutamente nada de pociones y menos aún por qué unos iban en un frasco otros en otro y luego otras cosas se mascaban, como la menta. Le gustaba mascar menta. Levantó la mirada de todos los recipientes y miró a los ojos de aquella bellísima mujer. Tenía los ojos de un color azul muy suave mezclado con verde, era un tono absolutamente único. Ben estuvo demasiado tiempo mirando, embobado, a los ojos de aquella mujer. Sin embargo cuando fue consciente sacudió la cabeza y se rascó la frente mientras miraba de nuevo los frascos.
- Eh, sí, hola.- Carraspeó para deshacer un nudo que se le había formado en la garganta.- Verá, me preguntaba si tendría algo de menta para mascar, ya sabe. Antes solía llevar unas hojas conmigo, de vez en cuando me apetecía mascar menta, ¿por qué? No lo sé, puede que me recordara a algo que ahora he olvidado. Hmm, lo que sí recuerdo era una sensación agradable.- Hizo una pausa y volvió a mirar los ungüentos y frascos. Hizo un gesto con la mano y señaló todo aquello.
- Que demonios... ¿Tendrá, también, algo para aliviar el dolor? No cualquier dolor, digamos que es el dolor que viene después de un día duro de aventura, no sé si me explico.- Se acercó un poco más, incluso se inclinó sobre el puesto y con las palmas hacia él las giró suavemente en torno así mismas como para dar más énfasis a lo que estaba diciendo.- Dolor físico, como el de después de una refriega poco amistosa, ¿sabe? El mundo es un lugar duro, no es que yo ande buscando gresca por ahí, que los Dioses me guarden de hacer tal cosa.- Se alejó de nuevo.- Sí, algo para aliviar el dolor y pasar una noche más apacible, o incluso algo que me permitiera soportar ese dolor más fácilmente.- Se rascó la cabeza y pensó en que quizá tuviera un nombre que él desconocía. No obstante, para eso estaba allí, ¿verdad? Para preguntar y enterarse.
- Igual de lo que le hablo ya existe o igual no, o quizá no me haya expresado bien, pero, sería maravilloso encontrar algo así, al menos para mi.- Le miró y esbozó una leve sonrisa.
Mientras tanto, la gente seguía fluyendo a su alrededor.
- INTERACCIÓN:
- Interactuo con Niniel
Sango
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
Vi como el perro gigante trabajaba sobre una de mis espadas, veía con atención lo que hacia y luego escuchaba con atención sus explicación sobre el uso de la runa, yo simplemente asentí con la cabeza y del bolso saqué los 120 aeros y los deje sobre su mesa para luego tomar la espada y envainarla junto a la otra y luego dedicarme a salir del puesto.
- Muchas gracias señor perro y un feliz Yule - dije mientras salia algo distraída chocando contra un hombre que hablaba con el zorro publicista.
- Perdóneme señor, no fue mi intención - dije sobándome la cara para luego volver a la calle.
Luego de que el ligero dolor del golpe pasara mordí mi labio inferior para luego soltar un silbido indicándole a Trhiz que era hora de seguir caminando, el águila obedeció y se dedico a volar nuevamente por enzima de mi.
Segui caminando por el mercado que poco a poco se animaba mucho mas con mas puestos sumándose, en eso escuche y vía a una mujer ¿Gato?
- Hoy es mi día de suerte, hemos visto mas hombres bestias hoy que en todo lo que llevo de vida... No es mucho pero bueno - dije acercándome al puesto.
Escuchaba con atención la publicidad de la felina, no pude contener una gran sonrisa, justo lo que buscaba y todo en el mismo puesto. Pase entre la multitud y junto a la felina para entrar al puesto.
- Buenas, vengo a comprar... ¿Que iba a comprar específicamente? - pregunte lo ultimo al águila al cual extendí mi brazo para que lo usara de apoyo para descansar.
El pájaro acerco su pico al cinto que pasaba por debajo de mi brazo del cual luego se sostenían las fundas de mis espadas, de alli saco un pequeño pedazo de pergamino enrayado. Lo tome con mi mano libre y lo desenrollé y lo leí eran las cosas que habia apuntado para comprar.
- Gracias amigo, luego de esto te daré una recompensa - le dije a Trhiz para luego acercarme.
- Un Elixir revitalizante menor, Elixir del Sueño menor, Elixir de visión clara menor, Pasta de alivio menor y un vendaje menor... Creo que eso era todo y no se preocupe, no ando apurada asi que tómese su tiempo - dije guardando el pedazo de pergamino para luego ver a la elfa con una sonrisa.
En eso volteo a un lado y veo un rostro conocido y no puedo evitar sonreír aun mas.
- Sango, eres tu valla que no esperaba verte - dije con una sonrisa mientras acercaba a saludarle.
- Muchas gracias señor perro y un feliz Yule - dije mientras salia algo distraída chocando contra un hombre que hablaba con el zorro publicista.
- Perdóneme señor, no fue mi intención - dije sobándome la cara para luego volver a la calle.
Luego de que el ligero dolor del golpe pasara mordí mi labio inferior para luego soltar un silbido indicándole a Trhiz que era hora de seguir caminando, el águila obedeció y se dedico a volar nuevamente por enzima de mi.
Segui caminando por el mercado que poco a poco se animaba mucho mas con mas puestos sumándose, en eso escuche y vía a una mujer ¿Gato?
- Hoy es mi día de suerte, hemos visto mas hombres bestias hoy que en todo lo que llevo de vida... No es mucho pero bueno - dije acercándome al puesto.
Escuchaba con atención la publicidad de la felina, no pude contener una gran sonrisa, justo lo que buscaba y todo en el mismo puesto. Pase entre la multitud y junto a la felina para entrar al puesto.
- Buenas, vengo a comprar... ¿Que iba a comprar específicamente? - pregunte lo ultimo al águila al cual extendí mi brazo para que lo usara de apoyo para descansar.
El pájaro acerco su pico al cinto que pasaba por debajo de mi brazo del cual luego se sostenían las fundas de mis espadas, de alli saco un pequeño pedazo de pergamino enrayado. Lo tome con mi mano libre y lo desenrollé y lo leí eran las cosas que habia apuntado para comprar.
- Gracias amigo, luego de esto te daré una recompensa - le dije a Trhiz para luego acercarme.
- Un Elixir revitalizante menor, Elixir del Sueño menor, Elixir de visión clara menor, Pasta de alivio menor y un vendaje menor... Creo que eso era todo y no se preocupe, no ando apurada asi que tómese su tiempo - dije guardando el pedazo de pergamino para luego ver a la elfa con una sonrisa.
En eso volteo a un lado y veo un rostro conocido y no puedo evitar sonreír aun mas.
- Sango, eres tu valla que no esperaba verte - dije con una sonrisa mientras acercaba a saludarle.
- off-rol:
- Interactúo con Asher, Eltrant, Sango y Níniel. Hago mención del NPC de Asher Kothán y el NPC de Níniel Catherine. Pd: Como que me ando emocionando mucho con esto de las compras navideñas xD
Cryz
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
Lunargenta.
La última vez que estuve en este lugar fue durante el asedio constante que hizo el ejercito dragón sobre las altas murallas de la ciudad. La impresión de una ciudad en guerra, que solo conocía los colores del dolor, fue el único que recuerdo que tenía de estas calles. Era extraño no escuchar las explosiones, que las casas no tuvieran tablas en sus puertas para que nadie las asaltara, y en vez de eso, ver gente que lentamente recomponía sus vidas me daba una impresión fuerte. No fuerte de impactante, sino como un testamento de cómo la gente, aún con tantas calamidades sufridas, no perdía la esperanza de que mañana podía ser mejor.
A veces me preguntaba si pensaban de esa forma porque estaban convencidos de que así sería, o porque quizás no tenían otra opción.
Por lo pronto, salir del palacio fue una odisea digna de un libro. Desde que volví al norte que el rey se encuentra pendiente de cada cosa que hago, así como no deja que visite la ciudad sin un guardia atosigándome todo el rato. Fue una proeza poder salir sola, y sin hablar de cómo tuve que maquinarme una ruta para venir a la ciudad sin pasar cerca del lago ni de algún río, todo gracias a la sirena. No creo poder esquivar más pescados si decidía lanzarmelos nuevamente.
- ¿Qué será que últimamente mis relaciones con el resto del mundo se han vuelto tan complicadas?
Justamente fue una conversación con Wood sobre la locura de este mundo lo que me trajo especialmente a Yule: necesitaba aprender a cuidarme con el uso de alguna arma. Durante mis viajes había marchado con mi arco, pero mi puntería era tan mala que era más probable que Zöe entendiera un chiste antres que yo achuntandole a algo.
¿Pero qué tipo de arma sería la mejor para mi? Nunca había blandido una espada, mucho menos una lanza y ni qué decir de mandobles, mazas, ballestas… Osea, creo que podía dejar inconsciente a alguien si le pegaba con mi arpa a alguien, pero eso podría dañarla incluso en su entonación, además que era un regalo de Alfred, y no iba a faltarle el respeto de esa forma.
- Ay, ¡que lindo! - no pude evitar sentarme cómodamente en una banca que tenía en su respaldo la imponente forma de un dragón. La tienda, aparentemente, había recibido un nombre por por el tema del descanso en la casa y en los talleres. Creo que el viaje me afectó bastante, ya que en mi cabeza no calzaba la lógica del nombre. Creo que tendré que preguntarle a Samantha cuando la vea, aunque… si mamá pasaba limpiando la casa, sin descanso, era como lógico que fuera a un taller a descansar.
… creo que comenzaré a marearme si sigo así.
- Es buen asiento, pero no planeo comprar algo así. Más bien, estoy...
Y fue cuando la noté. Era aquella elfa que se enfrentó al ejercito para que cambiara su rumbo.
Aunque probablemente ella no me vio, giré de inmediato al sentido contrario cuando la vi. No alcancé a verla directamente, pero esos pelos desgañados junto con las orejas me hicieron eco a esa mirada que le plantó al rey cuando se la llevaban. Y creo que de rebote esa mirada iba para todos nosotros en ese lugar. Y antes de eso, nos habíamos topado en la posada en donde… bueno, se enamoró de la otra elfa, y confesó que solo se enamoraba de personas lindas.
… golpe bajo, considerando que me ignoró aquella noche.
No es que la odiara ni nada por el estilo, pero… tenía la impresión de que, si me reconocía, me desollaría viva en mitad del mercado. Sentía que me vería, me diría “TU ESTABAS CON ELLOS”, y en el mejor de los casos, me rompería la nariz, tres dientes, un ojo morado y solo un brazo en buen estado.
Lo peor es que, caminando lejos de ella fingiendo que no la había visto se encontraba en el otro extremo del lugar… aquel chico que se puso a bailar encima de mi forma draconiana. En pleno escape de gente que malinterpretó nuestro conflicto, cuando estuvimos en los bosques intentando salvar a Zöe de quienes la raptaron, se dedicó a hacer mofas y a bailar sobre mi espalda mientras intentaba sacar a la gente de ahí.
Cielos, no quería lidiar con él tampoco. ¿Por qué venir al mercado se había transformado en un puzzle de escapar a gente que quería golpearte o bailar encima tuyo?
… de verdad siento que el destino me depara encuentros solo para castigarme de algo que hice en mi vida anterior.
Quizás era algo de fortuna, pero una calle que intersectaba y que formaba una T con la calle del mercado me permitió seguir caminando lejos de ambos, aunque mi rostro ya tenía el cansancio de toda la situación. Si alguien me viera directamente a los ojos, pensaría que llevaba 30 horas sin dormir.
- … oh.
No me di cuenta que mi hombro había tocado el hombro de otra persona. Era una cara familiar, aunque nos habíamos topado por poco tiempo y hace muchas lunas. Era el señor... Eltrant creo que era su nombre. Por alguna razón se le veía más erguido, aunque tenía esa aura alrededor de él que todavía indicaba que era alguien humilde y de buen corazón. Visitaba una tienda de encantamientos… o arcanos, no recuerdo el nombre, quien era llevada por un hombre bestia.
Bueno, tocar era maximizar la situación. Creo que el empuje que había recibido era el equivalente a si una almohada te intentara mover con una fuerza de 30 gramos en sus brazos. Lo peor es que era la segunda vez que me encontraba con él de forma similar.
- Sepa disculpar mi señor Eltrant – mi voz parecía tan cansada como mi cara – Nuevamente tengo problemas viendo donde voy.
Me alejé del lugar, ya que parecía algo ocupado con el hombre bestia, y me senté en una banca de madera en una fuente cercana. En ese momento, me dí cuenta… que Zöe era una de las relaciones más neutrales que tuve en mi vida. Y el hecho de que mis relaciones en general se fueran a los extremos de amor y odio me hacía apreciarla mejor.
Creo que le compraré un regalo más tarde.
- … pero el punto es que todavía no sé que arma me sienta mejor.
Nunca había entrenado para tomar en mis manos una espada. O cualquier arma, en realidad. Cerré mis puños y me imaginé que tenía una espada entre mis manos. Una con una empuñadura de… ¿de qué eran las empuñaduras? Bueno, digamos que son de cuero. Y tenía un filo enorme, quizás de un metro y medio. Comencé a mover mis manos como si estuviera bloqueando ataques enemigos, como cuando los niños juegan a Dragones y Villanos. Mi fuerte era la música, pero no podía evitar preguntarme si algún día podría blandir una espada aunque fuera como defensa.
- … ¿de verdad es buena idea comprar una espada? – pensaba en voz alta – Nunca he usado una, y probablemente termine haciéndome más daño yo que a otro. Aunque solo me conformaría usarla para defensa personal...
La última vez que estuve en este lugar fue durante el asedio constante que hizo el ejercito dragón sobre las altas murallas de la ciudad. La impresión de una ciudad en guerra, que solo conocía los colores del dolor, fue el único que recuerdo que tenía de estas calles. Era extraño no escuchar las explosiones, que las casas no tuvieran tablas en sus puertas para que nadie las asaltara, y en vez de eso, ver gente que lentamente recomponía sus vidas me daba una impresión fuerte. No fuerte de impactante, sino como un testamento de cómo la gente, aún con tantas calamidades sufridas, no perdía la esperanza de que mañana podía ser mejor.
A veces me preguntaba si pensaban de esa forma porque estaban convencidos de que así sería, o porque quizás no tenían otra opción.
Por lo pronto, salir del palacio fue una odisea digna de un libro. Desde que volví al norte que el rey se encuentra pendiente de cada cosa que hago, así como no deja que visite la ciudad sin un guardia atosigándome todo el rato. Fue una proeza poder salir sola, y sin hablar de cómo tuve que maquinarme una ruta para venir a la ciudad sin pasar cerca del lago ni de algún río, todo gracias a la sirena. No creo poder esquivar más pescados si decidía lanzarmelos nuevamente.
- ¿Qué será que últimamente mis relaciones con el resto del mundo se han vuelto tan complicadas?
Justamente fue una conversación con Wood sobre la locura de este mundo lo que me trajo especialmente a Yule: necesitaba aprender a cuidarme con el uso de alguna arma. Durante mis viajes había marchado con mi arco, pero mi puntería era tan mala que era más probable que Zöe entendiera un chiste antres que yo achuntandole a algo.
¿Pero qué tipo de arma sería la mejor para mi? Nunca había blandido una espada, mucho menos una lanza y ni qué decir de mandobles, mazas, ballestas… Osea, creo que podía dejar inconsciente a alguien si le pegaba con mi arpa a alguien, pero eso podría dañarla incluso en su entonación, además que era un regalo de Alfred, y no iba a faltarle el respeto de esa forma.
- Ay, ¡que lindo! - no pude evitar sentarme cómodamente en una banca que tenía en su respaldo la imponente forma de un dragón. La tienda, aparentemente, había recibido un nombre por por el tema del descanso en la casa y en los talleres. Creo que el viaje me afectó bastante, ya que en mi cabeza no calzaba la lógica del nombre. Creo que tendré que preguntarle a Samantha cuando la vea, aunque… si mamá pasaba limpiando la casa, sin descanso, era como lógico que fuera a un taller a descansar.
… creo que comenzaré a marearme si sigo así.
- Es buen asiento, pero no planeo comprar algo así. Más bien, estoy...
Y fue cuando la noté. Era aquella elfa que se enfrentó al ejercito para que cambiara su rumbo.
Aunque probablemente ella no me vio, giré de inmediato al sentido contrario cuando la vi. No alcancé a verla directamente, pero esos pelos desgañados junto con las orejas me hicieron eco a esa mirada que le plantó al rey cuando se la llevaban. Y creo que de rebote esa mirada iba para todos nosotros en ese lugar. Y antes de eso, nos habíamos topado en la posada en donde… bueno, se enamoró de la otra elfa, y confesó que solo se enamoraba de personas lindas.
… golpe bajo, considerando que me ignoró aquella noche.
No es que la odiara ni nada por el estilo, pero… tenía la impresión de que, si me reconocía, me desollaría viva en mitad del mercado. Sentía que me vería, me diría “TU ESTABAS CON ELLOS”, y en el mejor de los casos, me rompería la nariz, tres dientes, un ojo morado y solo un brazo en buen estado.
Lo peor es que, caminando lejos de ella fingiendo que no la había visto se encontraba en el otro extremo del lugar… aquel chico que se puso a bailar encima de mi forma draconiana. En pleno escape de gente que malinterpretó nuestro conflicto, cuando estuvimos en los bosques intentando salvar a Zöe de quienes la raptaron, se dedicó a hacer mofas y a bailar sobre mi espalda mientras intentaba sacar a la gente de ahí.
Cielos, no quería lidiar con él tampoco. ¿Por qué venir al mercado se había transformado en un puzzle de escapar a gente que quería golpearte o bailar encima tuyo?
… de verdad siento que el destino me depara encuentros solo para castigarme de algo que hice en mi vida anterior.
Quizás era algo de fortuna, pero una calle que intersectaba y que formaba una T con la calle del mercado me permitió seguir caminando lejos de ambos, aunque mi rostro ya tenía el cansancio de toda la situación. Si alguien me viera directamente a los ojos, pensaría que llevaba 30 horas sin dormir.
- … oh.
No me di cuenta que mi hombro había tocado el hombro de otra persona. Era una cara familiar, aunque nos habíamos topado por poco tiempo y hace muchas lunas. Era el señor... Eltrant creo que era su nombre. Por alguna razón se le veía más erguido, aunque tenía esa aura alrededor de él que todavía indicaba que era alguien humilde y de buen corazón. Visitaba una tienda de encantamientos… o arcanos, no recuerdo el nombre, quien era llevada por un hombre bestia.
Bueno, tocar era maximizar la situación. Creo que el empuje que había recibido era el equivalente a si una almohada te intentara mover con una fuerza de 30 gramos en sus brazos. Lo peor es que era la segunda vez que me encontraba con él de forma similar.
- Sepa disculpar mi señor Eltrant – mi voz parecía tan cansada como mi cara – Nuevamente tengo problemas viendo donde voy.
Me alejé del lugar, ya que parecía algo ocupado con el hombre bestia, y me senté en una banca de madera en una fuente cercana. En ese momento, me dí cuenta… que Zöe era una de las relaciones más neutrales que tuve en mi vida. Y el hecho de que mis relaciones en general se fueran a los extremos de amor y odio me hacía apreciarla mejor.
Creo que le compraré un regalo más tarde.
- … pero el punto es que todavía no sé que arma me sienta mejor.
Nunca había entrenado para tomar en mis manos una espada. O cualquier arma, en realidad. Cerré mis puños y me imaginé que tenía una espada entre mis manos. Una con una empuñadura de… ¿de qué eran las empuñaduras? Bueno, digamos que son de cuero. Y tenía un filo enorme, quizás de un metro y medio. Comencé a mover mis manos como si estuviera bloqueando ataques enemigos, como cuando los niños juegan a Dragones y Villanos. Mi fuerte era la música, pero no podía evitar preguntarme si algún día podría blandir una espada aunque fuera como defensa.
- … ¿de verdad es buena idea comprar una espada? – pensaba en voz alta – Nunca he usado una, y probablemente termine haciéndome más daño yo que a otro. Aunque solo me conformaría usarla para defensa personal...
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
La capacidad de recuperación del ser inteligente no deja de sorprender al pequeño sintético, hace pocas semanas Lunargenta tenía batallas cerradas en sus calles y ahora celebran una nueva festividad tradicional.
Con los mirmidones en el frente Zero puede dedicar algo de tiempo al ocio, lo cierto es que Exos se ha dado cuenta de que sus acciones están despertando interés por lo que adopto una nueva política de clandestinidad.
Una tarea que desgraciadamente es demasiado fácil, Aerandir ahora mismo tiene muchos problemas agregados como para ponerse a escudriñar situaciones que se “solucionan” solas… es el clima perfecto para dicho personaje.
Pero este es un momento de tranquilidad, o eso se repite Zero a medida que niega con la cabeza. Hay muchas cosas que ver y siente la infantil necesidad de observar cada puesto junto con sus curiosos propietarios.
No tarda mucho antes de encontrar una cara conocida, la nosferatu acompañante de Eltrant Tale. Z9-42 le saluda con la mano a distancia para no interferir en sus ventas, luego sigue su camino por las informales tiendas.
Un olor particular y bastante agradable capta entonces la atención del “niño”, puede reconocer el guiso de carne en cualquier lado… aunque nunca ha entendido bien porque. Avanza como una abeja a la miel dispuesto a comprar algo.
Disculpe, me gustaría un plato.
Dice a medida que sujeta algunos aeros, casi un año de vagar por el mundo biológico le ha enseñado que el dinero debe mostrarse por adelantado cuando eres un niño para no despertar malos tratos.
Aquí tiene señorito.
Con la transacción finalizada el pequeño sintético toma asiento, segundos después comienza a degustar la comida. No tiene la necesidad de comer pero puede hacerlo y le gusta bastante, ventajas de ser aumentado con la base original.
Mientras come descubre más personajes conocidos, la criatura felina y su amiga Niniel están a pocos pasos de su posición. En un particular cruce de miradas el chiquillo robot les saluda afablemente, llevaba tiempo sin ver al peculiar par de aventureras.
Es curioso encontrarse tantas caras conocidas pero es un efecto secundario de los eventos importantes, después de todo los que viven recorriendo el camino suelen terminar cruzando rutas varias veces.
Termina de merendar asombrosamente rápido y por un momento barajea la opción de repetir plato, desiste pronto pues tiene todavía mucho que recorrer. Su sistema asimila toda la comida de inmediato por lo que es “un barril sin fondo” pero ya ha tenido experiencias raras por ingerir sin detenerse.
Muy buena comida, hasta luego.
Se despide con una leve reverencia para luego perderse entre la multitud, a medida que avanza otro puesto llama su atención. Específicamente sus regentes pues les recuerda de la experiencia en la isla misteriosa.
Buenos días señoritas Reivy y Lavey.
Expresa con educación mientras pasa a revisar la mercancía, no tarda mucho en encontrar algo que le agrade. Una figurita de madera sencilla capta su interés de manera casi hipnótica… es como si la hubiera visto antes.
Sujeta al soldadito tallado y le mira con cierta nostalgia, tiene entonces la imagen fantasma de un niño jugando con piezas similares. Esta bastante feliz porque su padre se las regalo hace dos días cuando cumplió años…
Me llevo este “saca varias monedas de su bolsa”.
Con los mirmidones en el frente Zero puede dedicar algo de tiempo al ocio, lo cierto es que Exos se ha dado cuenta de que sus acciones están despertando interés por lo que adopto una nueva política de clandestinidad.
Una tarea que desgraciadamente es demasiado fácil, Aerandir ahora mismo tiene muchos problemas agregados como para ponerse a escudriñar situaciones que se “solucionan” solas… es el clima perfecto para dicho personaje.
Pero este es un momento de tranquilidad, o eso se repite Zero a medida que niega con la cabeza. Hay muchas cosas que ver y siente la infantil necesidad de observar cada puesto junto con sus curiosos propietarios.
No tarda mucho antes de encontrar una cara conocida, la nosferatu acompañante de Eltrant Tale. Z9-42 le saluda con la mano a distancia para no interferir en sus ventas, luego sigue su camino por las informales tiendas.
Un olor particular y bastante agradable capta entonces la atención del “niño”, puede reconocer el guiso de carne en cualquier lado… aunque nunca ha entendido bien porque. Avanza como una abeja a la miel dispuesto a comprar algo.
Disculpe, me gustaría un plato.
Dice a medida que sujeta algunos aeros, casi un año de vagar por el mundo biológico le ha enseñado que el dinero debe mostrarse por adelantado cuando eres un niño para no despertar malos tratos.
Aquí tiene señorito.
Con la transacción finalizada el pequeño sintético toma asiento, segundos después comienza a degustar la comida. No tiene la necesidad de comer pero puede hacerlo y le gusta bastante, ventajas de ser aumentado con la base original.
Mientras come descubre más personajes conocidos, la criatura felina y su amiga Niniel están a pocos pasos de su posición. En un particular cruce de miradas el chiquillo robot les saluda afablemente, llevaba tiempo sin ver al peculiar par de aventureras.
Es curioso encontrarse tantas caras conocidas pero es un efecto secundario de los eventos importantes, después de todo los que viven recorriendo el camino suelen terminar cruzando rutas varias veces.
Termina de merendar asombrosamente rápido y por un momento barajea la opción de repetir plato, desiste pronto pues tiene todavía mucho que recorrer. Su sistema asimila toda la comida de inmediato por lo que es “un barril sin fondo” pero ya ha tenido experiencias raras por ingerir sin detenerse.
Muy buena comida, hasta luego.
Se despide con una leve reverencia para luego perderse entre la multitud, a medida que avanza otro puesto llama su atención. Específicamente sus regentes pues les recuerda de la experiencia en la isla misteriosa.
Buenos días señoritas Reivy y Lavey.
Expresa con educación mientras pasa a revisar la mercancía, no tarda mucho en encontrar algo que le agrade. Una figurita de madera sencilla capta su interés de manera casi hipnótica… es como si la hubiera visto antes.
Sujeta al soldadito tallado y le mira con cierta nostalgia, tiene entonces la imagen fantasma de un niño jugando con piezas similares. Esta bastante feliz porque su padre se las regalo hace dos días cuando cumplió años…
Me llevo este “saca varias monedas de su bolsa”.
- Off:
- Zero saluda a Lyn, Niniel y compra un soldadito de madera en la tienda de Reivy.
Z9-42
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
Beep Beep, se escuchó el sistema de Artyhom al registrar los productos, aún cuando Demian no sabía exactamente a qué se refería con eso de "registrar". Las cosas estaban allí para ser vendidas y ya, o al menos eso le parecía.
La verdad es que se sentía un poco extraño estar en esa situación. Un puesto de venta, el mismo tipo de lugar del que frecuentemente "tomaba prestadas" algunas cosas. A estas alturas, con la experiencia como Gorrión y sus habilidades ilusorias le resultaba completamente trivial el robo y lo hacía casi sin pensar en ello.
Quizás por eso mismo había sentido desconfianza, pero de alguna manera Artyhom había logrado convencerlo. El cibernético de baja estatura había insistido en que no tenía sentido que fabricara cosas en su taller que simplemente acumulaba, que al final la Ratonera se llenaba de frascos alquímicos de misteriosos efectos y de pastas sanadoras que terminaban por descomponerse. Tenía razón.
Así que allí estaba, con una mesita humilde, unas bolsas (algunas rotas) y muchos frascos.
Miró a su alrededor. Había visto gente ofrecer sus productos en incontables ocasiones, con voces siempre deformadas de alguna manera para sonar raras, inusuales. Con el tiempo había comprendido que ese era otro truco, una manera de llamar la atención. Esa gente podía hablar bien cuando conversaban con otros y sólo hacían esos ruidos cuando querían clientes.
Llamar la atención... llamar la atención.
Para alguien como él, el pasar desapercibido no sólo era una costumbre, sino una necesidad. Era algo que formaba parte intrínseca de su ser, inalienable de su esencia, adherido para siempre. No era simplemente un tema de beneficio, sino que no sabía hacer las cosas de otra manera.
Suspiró.
–Eeeeh... p-p-pociones... medicinas –dijo tímidamente.
Claramente en un primer intento no produjo el efecto deseado. El ruido era intenso, ese perenne zumbido que parecía no cesar ni en las noches, el ruido de las voces humanas solapándose unas con otras, como si fuera el aleteo de incontables avejas en un panal gigantesco.
Se tapó las orejas con las manos. Odiaba ese ruido, ¿por qué la gente no podía ser más silenciosa?, ¿por qué tenían que todos gritar en un mercado?, ¿por qué había gente cantando estúpidas canciones?, ¿acaso todos ahora habían decidido que debían cantar y celebrar?
Cerró los ojos y sintió el Éter acudir en su ayuda. Como si tuviera voluntad propia, la energía del mundo danzó en torno a su ser, invisible, pero cierta, presente en todo su esplendor. Sintió el flujo comenzar desde sus pies, ascender y liberarse sobre su cabeza como una explosión.
Oyó el ruido.
Al abrir los ojos, una serie de luces emergía sobre su cabeza, explosiones de todos los colores posibles, incluso algunos que ni siquiera pensaba posibles, formas abstractas y otras que parecían ordenarse, un espectáculo en sí mismo. Algunas luces formaron una enorme ave fénix, la que voló hasta posarse directamente sobre su humilde tienda.
Observó con más atención y notó que todas las luces apuntaban en su dirección, como si flechas gigantes le dijeran a los transeúntes que debían ir allí, que no había otro lugar en el que comprar que aquella vieja mesa y aquel chico con los oídos cubiertos.
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(*) Por ahora sólo hago la introducción. Luego posteo para comprar algo. En tanto, ofrezco mis productos. Tengo alquimia en 57 (vamos, que con algo de ayuda puedo llegar a 60 aquí mismo XD) y medicina en 36. No es tanto, pero ofrezco las cosas baratas, sólo al precio de materiales y posibles descuentos para los amigos.
Demian
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
Ojeó la espada de hielo con precaución, como le había dicho Asher.
Brillaba con más intensidad que nunca, el suave resplandor azulado había sido sustituido por una luz que era capaz de, fácilmente, iluminar una habitación por sí sola. Asintió conforme e introdujo de nuevo la espada en su vaina, no solo la había arreglado: la había mejorado.
Aquello no iba a ser barato, pero merecía la pena.
- ¿Gratis? – Se cruzó de brazos y sacudió la cabeza. – Has trabajado para esto Asher. – dijo atándose la espada al cinto. – No puedo… - Pero el lobo tenía una mejor idea en mente que distaba mucho de ganar unos simples Aeros. Eltrant enarcó una ceja y analizó mentalmente la petición de Asher según se pasaba a Brillo, la espada que Asher acababa de entregarle, de una mano a otra. – Puedo hacer eso, sí. – dijo al final, sonriendo. – Tú espera aquí, en un rato vuelvo. – Tras sujetar al lobo del brazo y zarandearle un poco, salió de la tienda.
Según salía chocó con una joven bajita. La conocía, le sorprendió verla tan lejos del norte. Sonrió a Siria y se apartó a un lado.
- No te preocupes, yo tampoco iba mirando por dónde iba. – Afirmó, dejando suficiente espacio a la chica para que pudiese pasar al taller. - ¿Necesitas que te encanten algo? – Se ató Brillo al cinturón, justo por encima de Recuerdo. – No hay sitio mejor. – Aseveró señalando la tienda del lobo con el pulgar, Siria, no obstante, decidió girar sobre sus pasos y volver a perderse entre la multitud.
Se encogió de hombros, supuso que estaría ocupada.
Sin decir nada más, lanzó una última mirada al último lugar en el que había visto a Siria y volvió sobre sus pasos hasta su propio taller, dónde había bastante más personas de las que recordaba.
¿Clientes? ¿Clientes a los que no había espantado Lyn? ¿Era Mina quien estaba tras el mostrador?
- ¡Mortal! – Lyn se levantó de su asiento y señaló al castaño, que no tardó en acercarse a los presentes - ¡Tienes dos clientes! – dijo - ¡Y una nueva empleada! – Señaló a Mina ampliando aún más la sonrisa. - ¡Y te he conseguido dos clientes! – repitió - ¡¿Y he dicho que tienes una nueva empleada?! – La ojiazul se dejó caer sobre su silla y, cruzada de brazos, asintió para sí orgullosa de sus capacidades como vendedora.
Se atusó la barba. ¿Pero había hecho algo realmente?
Enarcó una ceja y terminó por encogerse de hombros otra vez. Mina y Lyn en el mismo sitio era el sinónimo de “peligro”, pero por alguna razón que se le escapaba habían conseguido que aquellas dos personas no saliesen corriendo por sus respectivas vidas.
Era un comienzo.
- Bienvenidas. – dijo a las mujeres pasando por detrás del mostrador, colocándose junto a Lyn. - ¿Qué es lo que busca…? – Lyn volvió a interrumpir al herrero.
- Este es el que hace el trabajo duro. – dijo la vampiresa a las mujeres. – Evidentemente, trabaja para mí, es un buen lacayo, pero a veces se pierde. – Afirmó cruzada de brazos, Eltrant suspiró y se rascó la barba, no le apetecía corregir a la vampiresa. – Bien, Mortal. – Bajó ambas manos hasta la cintura y frunció el ceño - ¡A trabajar! Chop-chop – dijo a continuación, dando dos palmadas al mismo tiempo que dejaba escapar una risita. - La chica morena quiere que le mejores el hacha. – Eltrant analizó el arma que portaba la mujer de cabellos oscuros desde donde estaba.
¿Una mujer-bestia?
- Tambien puedo hacerlo, déjamela por aquí y enseguida me pongo. a ello – Afirmó asintiendo, después se giró hacia la joven de las dos espadas, no pudo evitar pensar que su cara le sonaba de alguna parte.
¿Dónde la había visto?
- Y nuestra segunda y adorable cliente quiere que le ajustes sus espadas. – Explicó Lyn mirando a la pelirroja. – Lo haría yo personalmente, como la maestra artesana que soy. – Amplió la sonrisa. – Pero, querido aprendiz, creo que ya estás preparado para trabajar por tu cuenta. ¡Vuela mi joven estudiante! – El castaño puso los ojos en blanco y, sin responder a su acompañante, apartó a Mina a un lado para colocarse frente a la interesada. - ¡Vuela! –
- ¿Puedo? – Preguntó alargando la mano para tomar una de las espadas de la joven.
El trabajo se le acumulaba, pero prefería aquello a no tener absolutamente nada que hacer. Se sentía extraño al tener a gente que confiase en sus capacidades como herrero, a decir verdad, estaban fácilmente arriesgándose a tener armas de mala calidad.
- Es una buena arma… - dijo examinando el sable de la joven más detenidamente. A pesar de tener un buen acabado, el metal contaba con incontables impurezas ¿Era un arma antigua? – Aunque... te convendría… mejorarlas. – Le dijo, examinando de arriba abajo a la chica. ¿Una aventurera? – Además de afilarlas digo. Puede romperse en mitad de… una pelea o algo. – Advirtió, dio varias estocadas frente a él, probando como la espada cortaba el aire.
Y sin darse cuenta, golpeó el yunque que tenía a sus pies con la hoja.
Lyn se quedó en silencio, con los ojos muy abiertos, conteniendo la risa como mejor podía. Eltrant, simplemente, escuchó un fuerte crujido y vio como la mitad de la espada de la mujer caía a un lado con su suave “plof”.
- ¿Has… has roto…? – El castaño se aclaró la garganta sonoramente y sacudió la cabeza.
- ¡Por supuesto que no! – Mintió - ¡Era una demostración! – Mintió de nuevo. - ¡Necesitas espadas mejores! ¡Lo acabo de decir! – dijo prácticamente gritando, dejando escapar una sonora carcajada con la que intentó de ocultar el evidente nerviosismo que se había apoderado de él. - ¡Voy a arreglarte las espadas! – dijo sentándose junto al yunque. - ¡Ya verás! ¡Sin coste alguno! –
Era una suerte que hubiese derretido ya la mayor parte de los materiales. En un principio había imaginado que iba a ser un desperdicio de metal, pero lejos de serlo, iba a tener que forjar armas.
Como mínimo dos. Y hasta dónde sabía era un número más alto que el cero.
Lo primero que hizo fue tomar un molde de la hoja que acababa de partir y, después, lo rellenó de metal fundido. Una vez hecho esto, enfrió el metal rápidamente metiendo la hoja incandescente en el cubo con agua que tenía a un lado y depositó la hoja sobre el yunque, dónde procedió a martillearla hasta que consiguió la forma que quería.
Repitió esta acción una diez veces hasta que la espada que acababa de romper volvió a parecer una espada y no un cuchillo glorificado.
Frunció el ceño, examinando su obra, aquello no era suficiente.
Cubrió la hoja de un aceite negruzco que había adquirido años atrás y que nunca solía tener la oportunidad de usar. Después de haber visto la facilidad con la que había estallado el metal, lo mejor que podía hacer era asegurarse de que no se rompía de nuevo.
Una vez el arma estuvo embadurnada con aceite, Eltrant golpeteó con firmeza en toda la superficie metal hasta que, al final, el metal hubo absorbido la mayor parte el aceite y, de esta forma, este se hubiese vuelto ligeramente más recio.
O lo haría en un par de horas, cuando el líquido se secase por completo.
- Una… - Se aclaró la garganta y se giró hacía la chica. Parecía muy madura para su edad, pero no dejaba de ser una adolescente. ¿Qué edad podía tener? ¿Diecisiete? ¿Quizás dieciocho años? El mayor error que podía haber cometido él era abandonar su granja con una espada herrumbrosa, podía ahorrarle aquel calvario a aquella chica.
- Aventureros… - Murmuró en voz baja rememorando las imprudencias que él mismo había protagonizado antes de haber llegado a la veintena de edad.
La segunda espada era mucho más ligera, cosa que le tomó por sorpresa. Sutilmente aturdido por el descubrimiento, Eltrant se la pasó de una mano a la otra tratando de descubrir cómo era posible que una hoja de ese tamaño pesase tan poco.
No tardó en descubrirlo: la empuñadura estaba hueca.
Enarcó ambas cejas y preguntó a su dueña si aquello era normal. Al parecer la prefería así, Lyn le mencionó en apenas un susurro que la había hecho flotar frente a su cara. ¿Así que también era una bruja? Solo recordaba de una persona que pelease así, no era una forma de pelea común.
Asintió y se puso a trabajar.
Básicamente se limitó a repetir lo mismo que había hecho antes, asegurándose esta vez de que el pomo de la espada no cambiaba. Si la dueña de aquella arma quería que fuese más ligera, Eltrant se encargaría de conseguirlo, no obstante, todo tenía un precio y aquella hoja sería ligeramente más frágil que la anterior.
Esperaba que no la usase para defenderse.
- Tiene un moldeado algo más débil que la anterior. – Mencionó introduciendo el metal en el agua, asegurándose de que su voz se alzaba sobre el siseo del metal candente evaporando el líquido. – Pero creo que te servirá. – Llevó ambas espadas hasta el mostrador y se las presentó a su dueña. – Están listas. – Mencionó. – Aunque quizás te gustaría esperar a que se terminen de enfriar. En un par de horas el aceite habrá hecho efecto y… - Se atusó la barba y negó con la cabeza. – Mejor no las uses hasta mañana. – dijo al final.
Se cruzó de brazos y miró a la joven aventurera. Seguía estando seguro de haberla visto en algún lado. ¿Pero dónde?
- ¡Vamos! – Lyn le sacó de sus cavilaciones. - ¡Ponles nombre! – Exclamó levantándose de la silla. – Algo como... "Viento del norte". – Eltrant sonrió y, cruzado de brazos, señaló las hojas de la mujer.
– No te recomiendo ese nombre... pero puedo grabar lo que quieras en el acero. – Informó. – Y… son gratis, las he roto yo, así que no te preocupes por el precio. – dijo antes de girarse hacía su otra clienta.
Tomó el hacha de la mujer.
Pesaba, estaba evidentemente diseñada para ser usada con ambas manos. Su dueña debía de poseer una fuerza encomiable para blandir aquella cosa de aquí a allá con tanta facilidad.
- ¿Entonces solo quieres que la refuerce? – Preguntó examinando el filo del hacha. – Bien. – Aquello sería más rápido que forjar un arma, no tendría que rehacerla de cero, simplemente tenía que asegurarse de que no se rompía al chocar contra algo.
Era, en definitiva, usar el mismo metal que usaba cada vez que parcheaba a Eir él mismo y no hacia un herrero mejor. Eltrant sabía de sobra que no era ningún maestro herrero, evidentemente no conseguiría crear algo con la calidad de Olvido, pero ayudaría un poco a la morena.
Lo primero de lo que se encargó fue de endurecer más el mástil.
Era, después de todo, la parte más importante del arma, que se rompiese aquello era mucho peor que una hoja mellada. Lo hizo cubriéndolo con una fina película de metal que, si bien borró todo lo que había antes grabado ahí, Eltrant se encargó de imitarlo como buenamente puedo.
Una vez el mástil se enfrió, Eltrant martilleó firmemente la cabeza del hacha hasta prácticamente deformarla para, después, usando un molde que había creado para ocasión, fabricar una réplica de la cabeza inicial con metal fundido que vertió sobre la actual.
Una vez hecho esto imitó la acción que ya había hecho tantas veces, martilleó y dio calor para enfriar justo después de golpe. Al final quedó una hoja prácticamente idéntica a la original, pero algo más gruesa, cosa que corrigió pasando el hacha varias veces por la rueda de afilar que tenía junto al yunque.
Entornó los ojos y miró el arma a la luz de la antorcha más cercana, cada ángulo, cada detalle, hasta que se aseguró de que no podía hacer mucho más para cumplir la petición de la mujer-bestia.
Había terminado.
- Aquí tienes, espero que te guste. – Depositó el arma sobre el mostrador, frente a ella, con una sonrisa. - Son … - Hizo cálculos mentales del coste de los materiales que había usado, aquella parte era la que menos le gustaba: siempre se confundía con las cuentas. – Ciento veinte Aeros. Es mi tarifa normal. – dijo al final, como conclusión.
- Tu tarifa normal es de ciento treinta. – Corrigió Lyn a su lado, bostezando.
- Da… da igual. – Replicó Eltrant algo avergonzado. – Es una oferta de Yüle – Aseguró.
Finalmente, el pedido del lobo.
Se desató a Brillo del cinturón y calculó su peso mentalmente. Iba a ser difícil imitarlo, era bastante ligera para el tamaño que tenía, sabía sus propias limitaciones; le iba a ser imposible imitar la aleación que componía el arma de su amigo.
Pero si solo era para practicar, no iba a tener demasiada importancia.
Sacó la hoja de su vaina y la introdujo en su totalidad en un bloque arcilla para hacer un molde de la misma. Iba a ser algo engorroso de limpiar, sobre todo los detalles de la empuñadura, pero estaba seguro de que Asher tendría algún método rúnico para ello.
O eso esperaba.
Suspiró, reconociendo que trabajo que tenía por delante. No podía negar que había sido una suerte llevar hasta allí materiales como la arcilla, era el tipo de cosas que aun en el propio taller nunca solía usar.
Realmente no se le ocurría otra manera de hacer una réplica de Brillo.
Cuando el molde se endureció lo suficiente, Eltrant vertió el metal fundido en el mismo y lo cubrió con un trapo húmedo durante unos minutos, cuando intuyó que el acero comenzó a enfriarse, a adoptar la consistencia de un arma, Eltrant vertió agua fría sobre el paño y enfrió el acero de golpe.
Una nube de vapor acompaño al fuerte siseo que dejó escapar el metal al rojo vivo.
Hecho esto, después de haberse colocado los gruesos guantes de cuero con los que trabajaba, extrajo la tosca imitación de brillo rompiendo el molde de arcilla con un martillo.
Cuando tuvo el arma entre sus manos no pudo evitar fruncir el ceño, sentir cierta decepción al verla de cerca: seguía siendo más pesada que su contraparte mágica. Respiró hondo y después de colocar el metal sobre el yunque lo martilleó mientras aún estaba temblado, asegurándose de que este adoptaba la forma deseada.
Tendría que quitarle peso de alguna forma, desafortunadamente iba a tener que hacerla algo más frágil para conseguirlo.
Golpeó repetidamente, una y otra vez, hasta que la hoja quedó exactamente como quería y se pudo permitir quitarle todo el metal sobrante, cosa que hizo con una herramienta parecida a un cuchillo que se encargaba de calentar hasta que adoptaba un vivo color rojizo, uno que podía a llegar a rozar el blanco en ocasiones, y que Eltrant usaba para pulir las imperfecciones.
Alzó la réplica y entornó los ojos; Cómo había supuesto, los problemas continuaban: ahora pesaba menos que Brillo. Recordó que aún no le había hecho la empuñadura, así ganaría el peso necesario.
La empuñadura fue relativamente fácil en comparación a lo que ya había hecho, no la hizo con muchas florituras, sino que se encargó de amoldar lo que ya tenía, de pulir la actual y de cubrir las imperfecciones con trozos de metal a medida y un largo trozo de cuero curtido para facilitar el agarre.
No estaba del todo convencido.
Tomó a Brillo en la mano derecha y a la réplica en la izquierda. Cerró los ojos.
Asintió conforme; Aquello tendría que servir, esperaba haberse acercado lo suficiente a las exigencias de Asher. A sus ojos lo había conseguido, pero no podía evitar pensar que podría haberlo hecho mucho mejor.
Con el tiempo, quizás.
Unas dos horas había tardado en hacer todo eso, no había sido poco tiempo, pero podía presumir de que trabajaba rápido. Había entregado las armas a sus respectivas dueñas y ya había hecho las cuentas.
Le llevaría la réplica de Brillo a Asher más adelante, no estaba seguro de sí podrían aparecer aún más clientes.
- ¡Y después de todo este trabajo…! – Lyn miró la libretita en la que Eltrant apuntaba el precio de los materiales que usaba y por cuanto vendía cada cosa que forjaba, después amplió la sonrisa. - ¡Has perdido doscientos cuarenta Aeros! – dijo dando un pequeño aplauso, lo suficientemente alto como para atraer unas cuantas miradas.
Eltrant sonrió y se dejó caer sobre la mesa secándose el sudor que resbalaba por su cuello con un trapo algo ennegrecido por el hollín de la forja.
- ¡Eres la única persona que conozco capaz de abrir un taller en Yüle y perder dinero! – El castaño dejó escapar una carcajada y negó con la cabeza. - ¡Es tan impresionante como triste! ¡De aquí a mercader noble: tres días! – Añadió, tan sonriente como de costumbre.
- Dos, diría yo. – Comentó Eltrant dándole un largo trago a la jarra de agua que descansaba sobre la mesa.
- ¡Uno! ¡Mañana me compras una mansión lúgubre con nuestras abundantes ganancias, Mortal! Llena de gárgolas y esas cosas cutres que le gustan a los vampiros. –
Off: He supuesto que se tarda un poco en forjar las cosas, asi que si os quereis ir del taller mientras lo fabrico todo perfecto. :'D
16 Materiales - Pedido de Karen: 160 Aeros (Gratis, yo pongo los materiales.)
12 Materiales - Pedido de Ava: 120 Aeros.
8 Materiales - Pedido de Asher: 80 Aeros (Gratis.)
Total: 360 Aeros.
Brillaba con más intensidad que nunca, el suave resplandor azulado había sido sustituido por una luz que era capaz de, fácilmente, iluminar una habitación por sí sola. Asintió conforme e introdujo de nuevo la espada en su vaina, no solo la había arreglado: la había mejorado.
Aquello no iba a ser barato, pero merecía la pena.
- ¿Gratis? – Se cruzó de brazos y sacudió la cabeza. – Has trabajado para esto Asher. – dijo atándose la espada al cinto. – No puedo… - Pero el lobo tenía una mejor idea en mente que distaba mucho de ganar unos simples Aeros. Eltrant enarcó una ceja y analizó mentalmente la petición de Asher según se pasaba a Brillo, la espada que Asher acababa de entregarle, de una mano a otra. – Puedo hacer eso, sí. – dijo al final, sonriendo. – Tú espera aquí, en un rato vuelvo. – Tras sujetar al lobo del brazo y zarandearle un poco, salió de la tienda.
Según salía chocó con una joven bajita. La conocía, le sorprendió verla tan lejos del norte. Sonrió a Siria y se apartó a un lado.
- No te preocupes, yo tampoco iba mirando por dónde iba. – Afirmó, dejando suficiente espacio a la chica para que pudiese pasar al taller. - ¿Necesitas que te encanten algo? – Se ató Brillo al cinturón, justo por encima de Recuerdo. – No hay sitio mejor. – Aseveró señalando la tienda del lobo con el pulgar, Siria, no obstante, decidió girar sobre sus pasos y volver a perderse entre la multitud.
Se encogió de hombros, supuso que estaría ocupada.
Sin decir nada más, lanzó una última mirada al último lugar en el que había visto a Siria y volvió sobre sus pasos hasta su propio taller, dónde había bastante más personas de las que recordaba.
¿Clientes? ¿Clientes a los que no había espantado Lyn? ¿Era Mina quien estaba tras el mostrador?
- ¡Mortal! – Lyn se levantó de su asiento y señaló al castaño, que no tardó en acercarse a los presentes - ¡Tienes dos clientes! – dijo - ¡Y una nueva empleada! – Señaló a Mina ampliando aún más la sonrisa. - ¡Y te he conseguido dos clientes! – repitió - ¡¿Y he dicho que tienes una nueva empleada?! – La ojiazul se dejó caer sobre su silla y, cruzada de brazos, asintió para sí orgullosa de sus capacidades como vendedora.
Se atusó la barba. ¿Pero había hecho algo realmente?
Enarcó una ceja y terminó por encogerse de hombros otra vez. Mina y Lyn en el mismo sitio era el sinónimo de “peligro”, pero por alguna razón que se le escapaba habían conseguido que aquellas dos personas no saliesen corriendo por sus respectivas vidas.
Era un comienzo.
- Bienvenidas. – dijo a las mujeres pasando por detrás del mostrador, colocándose junto a Lyn. - ¿Qué es lo que busca…? – Lyn volvió a interrumpir al herrero.
- Este es el que hace el trabajo duro. – dijo la vampiresa a las mujeres. – Evidentemente, trabaja para mí, es un buen lacayo, pero a veces se pierde. – Afirmó cruzada de brazos, Eltrant suspiró y se rascó la barba, no le apetecía corregir a la vampiresa. – Bien, Mortal. – Bajó ambas manos hasta la cintura y frunció el ceño - ¡A trabajar! Chop-chop – dijo a continuación, dando dos palmadas al mismo tiempo que dejaba escapar una risita. - La chica morena quiere que le mejores el hacha. – Eltrant analizó el arma que portaba la mujer de cabellos oscuros desde donde estaba.
¿Una mujer-bestia?
- Tambien puedo hacerlo, déjamela por aquí y enseguida me pongo. a ello – Afirmó asintiendo, después se giró hacia la joven de las dos espadas, no pudo evitar pensar que su cara le sonaba de alguna parte.
¿Dónde la había visto?
- Y nuestra segunda y adorable cliente quiere que le ajustes sus espadas. – Explicó Lyn mirando a la pelirroja. – Lo haría yo personalmente, como la maestra artesana que soy. – Amplió la sonrisa. – Pero, querido aprendiz, creo que ya estás preparado para trabajar por tu cuenta. ¡Vuela mi joven estudiante! – El castaño puso los ojos en blanco y, sin responder a su acompañante, apartó a Mina a un lado para colocarse frente a la interesada. - ¡Vuela! –
- ¿Puedo? – Preguntó alargando la mano para tomar una de las espadas de la joven.
El trabajo se le acumulaba, pero prefería aquello a no tener absolutamente nada que hacer. Se sentía extraño al tener a gente que confiase en sus capacidades como herrero, a decir verdad, estaban fácilmente arriesgándose a tener armas de mala calidad.
- Es una buena arma… - dijo examinando el sable de la joven más detenidamente. A pesar de tener un buen acabado, el metal contaba con incontables impurezas ¿Era un arma antigua? – Aunque... te convendría… mejorarlas. – Le dijo, examinando de arriba abajo a la chica. ¿Una aventurera? – Además de afilarlas digo. Puede romperse en mitad de… una pelea o algo. – Advirtió, dio varias estocadas frente a él, probando como la espada cortaba el aire.
Y sin darse cuenta, golpeó el yunque que tenía a sus pies con la hoja.
Lyn se quedó en silencio, con los ojos muy abiertos, conteniendo la risa como mejor podía. Eltrant, simplemente, escuchó un fuerte crujido y vio como la mitad de la espada de la mujer caía a un lado con su suave “plof”.
- ¿Has… has roto…? – El castaño se aclaró la garganta sonoramente y sacudió la cabeza.
- ¡Por supuesto que no! – Mintió - ¡Era una demostración! – Mintió de nuevo. - ¡Necesitas espadas mejores! ¡Lo acabo de decir! – dijo prácticamente gritando, dejando escapar una sonora carcajada con la que intentó de ocultar el evidente nerviosismo que se había apoderado de él. - ¡Voy a arreglarte las espadas! – dijo sentándose junto al yunque. - ¡Ya verás! ¡Sin coste alguno! –
Pedido de Karen:
Era una suerte que hubiese derretido ya la mayor parte de los materiales. En un principio había imaginado que iba a ser un desperdicio de metal, pero lejos de serlo, iba a tener que forjar armas.
Como mínimo dos. Y hasta dónde sabía era un número más alto que el cero.
Lo primero que hizo fue tomar un molde de la hoja que acababa de partir y, después, lo rellenó de metal fundido. Una vez hecho esto, enfrió el metal rápidamente metiendo la hoja incandescente en el cubo con agua que tenía a un lado y depositó la hoja sobre el yunque, dónde procedió a martillearla hasta que consiguió la forma que quería.
Repitió esta acción una diez veces hasta que la espada que acababa de romper volvió a parecer una espada y no un cuchillo glorificado.
Frunció el ceño, examinando su obra, aquello no era suficiente.
Cubrió la hoja de un aceite negruzco que había adquirido años atrás y que nunca solía tener la oportunidad de usar. Después de haber visto la facilidad con la que había estallado el metal, lo mejor que podía hacer era asegurarse de que no se rompía de nuevo.
Una vez el arma estuvo embadurnada con aceite, Eltrant golpeteó con firmeza en toda la superficie metal hasta que, al final, el metal hubo absorbido la mayor parte el aceite y, de esta forma, este se hubiese vuelto ligeramente más recio.
O lo haría en un par de horas, cuando el líquido se secase por completo.
- Una… - Se aclaró la garganta y se giró hacía la chica. Parecía muy madura para su edad, pero no dejaba de ser una adolescente. ¿Qué edad podía tener? ¿Diecisiete? ¿Quizás dieciocho años? El mayor error que podía haber cometido él era abandonar su granja con una espada herrumbrosa, podía ahorrarle aquel calvario a aquella chica.
- Aventureros… - Murmuró en voz baja rememorando las imprudencias que él mismo había protagonizado antes de haber llegado a la veintena de edad.
La segunda espada era mucho más ligera, cosa que le tomó por sorpresa. Sutilmente aturdido por el descubrimiento, Eltrant se la pasó de una mano a la otra tratando de descubrir cómo era posible que una hoja de ese tamaño pesase tan poco.
No tardó en descubrirlo: la empuñadura estaba hueca.
Enarcó ambas cejas y preguntó a su dueña si aquello era normal. Al parecer la prefería así, Lyn le mencionó en apenas un susurro que la había hecho flotar frente a su cara. ¿Así que también era una bruja? Solo recordaba de una persona que pelease así, no era una forma de pelea común.
Asintió y se puso a trabajar.
Básicamente se limitó a repetir lo mismo que había hecho antes, asegurándose esta vez de que el pomo de la espada no cambiaba. Si la dueña de aquella arma quería que fuese más ligera, Eltrant se encargaría de conseguirlo, no obstante, todo tenía un precio y aquella hoja sería ligeramente más frágil que la anterior.
Esperaba que no la usase para defenderse.
- Tiene un moldeado algo más débil que la anterior. – Mencionó introduciendo el metal en el agua, asegurándose de que su voz se alzaba sobre el siseo del metal candente evaporando el líquido. – Pero creo que te servirá. – Llevó ambas espadas hasta el mostrador y se las presentó a su dueña. – Están listas. – Mencionó. – Aunque quizás te gustaría esperar a que se terminen de enfriar. En un par de horas el aceite habrá hecho efecto y… - Se atusó la barba y negó con la cabeza. – Mejor no las uses hasta mañana. – dijo al final.
Se cruzó de brazos y miró a la joven aventurera. Seguía estando seguro de haberla visto en algún lado. ¿Pero dónde?
- ¡Vamos! – Lyn le sacó de sus cavilaciones. - ¡Ponles nombre! – Exclamó levantándose de la silla. – Algo como... "Viento del norte". – Eltrant sonrió y, cruzado de brazos, señaló las hojas de la mujer.
– No te recomiendo ese nombre... pero puedo grabar lo que quieras en el acero. – Informó. – Y… son gratis, las he roto yo, así que no te preocupes por el precio. – dijo antes de girarse hacía su otra clienta.
Pedido de Ava:
Tomó el hacha de la mujer.
Pesaba, estaba evidentemente diseñada para ser usada con ambas manos. Su dueña debía de poseer una fuerza encomiable para blandir aquella cosa de aquí a allá con tanta facilidad.
- ¿Entonces solo quieres que la refuerce? – Preguntó examinando el filo del hacha. – Bien. – Aquello sería más rápido que forjar un arma, no tendría que rehacerla de cero, simplemente tenía que asegurarse de que no se rompía al chocar contra algo.
Era, en definitiva, usar el mismo metal que usaba cada vez que parcheaba a Eir él mismo y no hacia un herrero mejor. Eltrant sabía de sobra que no era ningún maestro herrero, evidentemente no conseguiría crear algo con la calidad de Olvido, pero ayudaría un poco a la morena.
Lo primero de lo que se encargó fue de endurecer más el mástil.
Era, después de todo, la parte más importante del arma, que se rompiese aquello era mucho peor que una hoja mellada. Lo hizo cubriéndolo con una fina película de metal que, si bien borró todo lo que había antes grabado ahí, Eltrant se encargó de imitarlo como buenamente puedo.
Una vez el mástil se enfrió, Eltrant martilleó firmemente la cabeza del hacha hasta prácticamente deformarla para, después, usando un molde que había creado para ocasión, fabricar una réplica de la cabeza inicial con metal fundido que vertió sobre la actual.
Una vez hecho esto imitó la acción que ya había hecho tantas veces, martilleó y dio calor para enfriar justo después de golpe. Al final quedó una hoja prácticamente idéntica a la original, pero algo más gruesa, cosa que corrigió pasando el hacha varias veces por la rueda de afilar que tenía junto al yunque.
Entornó los ojos y miró el arma a la luz de la antorcha más cercana, cada ángulo, cada detalle, hasta que se aseguró de que no podía hacer mucho más para cumplir la petición de la mujer-bestia.
Había terminado.
- Aquí tienes, espero que te guste. – Depositó el arma sobre el mostrador, frente a ella, con una sonrisa. - Son … - Hizo cálculos mentales del coste de los materiales que había usado, aquella parte era la que menos le gustaba: siempre se confundía con las cuentas. – Ciento veinte Aeros. Es mi tarifa normal. – dijo al final, como conclusión.
- Tu tarifa normal es de ciento treinta. – Corrigió Lyn a su lado, bostezando.
- Da… da igual. – Replicó Eltrant algo avergonzado. – Es una oferta de Yüle – Aseguró.
Pedido de Asher:
Finalmente, el pedido del lobo.
Se desató a Brillo del cinturón y calculó su peso mentalmente. Iba a ser difícil imitarlo, era bastante ligera para el tamaño que tenía, sabía sus propias limitaciones; le iba a ser imposible imitar la aleación que componía el arma de su amigo.
Pero si solo era para practicar, no iba a tener demasiada importancia.
Sacó la hoja de su vaina y la introdujo en su totalidad en un bloque arcilla para hacer un molde de la misma. Iba a ser algo engorroso de limpiar, sobre todo los detalles de la empuñadura, pero estaba seguro de que Asher tendría algún método rúnico para ello.
O eso esperaba.
Suspiró, reconociendo que trabajo que tenía por delante. No podía negar que había sido una suerte llevar hasta allí materiales como la arcilla, era el tipo de cosas que aun en el propio taller nunca solía usar.
Realmente no se le ocurría otra manera de hacer una réplica de Brillo.
Cuando el molde se endureció lo suficiente, Eltrant vertió el metal fundido en el mismo y lo cubrió con un trapo húmedo durante unos minutos, cuando intuyó que el acero comenzó a enfriarse, a adoptar la consistencia de un arma, Eltrant vertió agua fría sobre el paño y enfrió el acero de golpe.
Una nube de vapor acompaño al fuerte siseo que dejó escapar el metal al rojo vivo.
Hecho esto, después de haberse colocado los gruesos guantes de cuero con los que trabajaba, extrajo la tosca imitación de brillo rompiendo el molde de arcilla con un martillo.
Cuando tuvo el arma entre sus manos no pudo evitar fruncir el ceño, sentir cierta decepción al verla de cerca: seguía siendo más pesada que su contraparte mágica. Respiró hondo y después de colocar el metal sobre el yunque lo martilleó mientras aún estaba temblado, asegurándose de que este adoptaba la forma deseada.
Tendría que quitarle peso de alguna forma, desafortunadamente iba a tener que hacerla algo más frágil para conseguirlo.
Golpeó repetidamente, una y otra vez, hasta que la hoja quedó exactamente como quería y se pudo permitir quitarle todo el metal sobrante, cosa que hizo con una herramienta parecida a un cuchillo que se encargaba de calentar hasta que adoptaba un vivo color rojizo, uno que podía a llegar a rozar el blanco en ocasiones, y que Eltrant usaba para pulir las imperfecciones.
Alzó la réplica y entornó los ojos; Cómo había supuesto, los problemas continuaban: ahora pesaba menos que Brillo. Recordó que aún no le había hecho la empuñadura, así ganaría el peso necesario.
La empuñadura fue relativamente fácil en comparación a lo que ya había hecho, no la hizo con muchas florituras, sino que se encargó de amoldar lo que ya tenía, de pulir la actual y de cubrir las imperfecciones con trozos de metal a medida y un largo trozo de cuero curtido para facilitar el agarre.
No estaba del todo convencido.
Tomó a Brillo en la mano derecha y a la réplica en la izquierda. Cerró los ojos.
Asintió conforme; Aquello tendría que servir, esperaba haberse acercado lo suficiente a las exigencias de Asher. A sus ojos lo había conseguido, pero no podía evitar pensar que podría haberlo hecho mucho mejor.
Con el tiempo, quizás.
[…]
Unas dos horas había tardado en hacer todo eso, no había sido poco tiempo, pero podía presumir de que trabajaba rápido. Había entregado las armas a sus respectivas dueñas y ya había hecho las cuentas.
Le llevaría la réplica de Brillo a Asher más adelante, no estaba seguro de sí podrían aparecer aún más clientes.
- ¡Y después de todo este trabajo…! – Lyn miró la libretita en la que Eltrant apuntaba el precio de los materiales que usaba y por cuanto vendía cada cosa que forjaba, después amplió la sonrisa. - ¡Has perdido doscientos cuarenta Aeros! – dijo dando un pequeño aplauso, lo suficientemente alto como para atraer unas cuantas miradas.
Eltrant sonrió y se dejó caer sobre la mesa secándose el sudor que resbalaba por su cuello con un trapo algo ennegrecido por el hollín de la forja.
- ¡Eres la única persona que conozco capaz de abrir un taller en Yüle y perder dinero! – El castaño dejó escapar una carcajada y negó con la cabeza. - ¡Es tan impresionante como triste! ¡De aquí a mercader noble: tres días! – Añadió, tan sonriente como de costumbre.
- Dos, diría yo. – Comentó Eltrant dándole un largo trago a la jarra de agua que descansaba sobre la mesa.
- ¡Uno! ¡Mañana me compras una mansión lúgubre con nuestras abundantes ganancias, Mortal! Llena de gárgolas y esas cosas cutres que le gustan a los vampiros. –
______________________________________________________
Off: He supuesto que se tarda un poco en forjar las cosas, asi que si os quereis ir del taller mientras lo fabrico todo perfecto. :'D
OBJETO | MATERIALES |
Armas de una mano | 8 |
Armas de una mano | 8 |
Armas de una mano | 8 |
Armas de dos manos | 12 |
TOTAL | 36 |
16 Materiales - Pedido de Karen: 160 Aeros (Gratis, yo pongo los materiales.)
12 Materiales - Pedido de Ava: 120 Aeros.
8 Materiales - Pedido de Asher: 80 Aeros (Gratis.)
Total: 360 Aeros.
Eltrant Tale
Aerandiano de honor
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
En una ciudad como Lunargenta no se necesitaba ninguna excusa para salir a la calle a celebrar. Ya fuese Samhain, la celebración del solsticio de verano o de invierno, los habitantes de la gran urbe estaban siempre más que dispuestos a salir un rato a divertirse, cantar y beber, y contar las más variopintas leyendas y cuentos.
Si a ello sumábamos la reciente y triste historia vivida por la capital de los humanos, era fácil imaginar lo deseosos que estaban los ciudadanos por celebrar algo. Cualquier motivo era válido para dejar las brumas oscuras atrás, y sin duda, ese solsticio de invierno posiblemente era el más esperado y deseado en décadas.
Con tal ambiente era muy difícil no participar en las celebraciones de forma activa, por no decir imposible, más aún cuando su socio se había mostrado más que animado con la idea de montar un tenderete en la calle, cómo era costumbre por aquellas fechas.
Una idea, por otro lado, a la que el mercenario se había sumado con rapidez, ante el contagioso entusiasmo de su amigo Sandal. Quizás con demasiada rapidez…
«Nos divertiremos, Vincent. Ya lo verás» fueron las primeras premisas del enano. «Y no sólo pasaremos unos buenos días, sino que también sacaremos un poco del material que tenemos en el almacén y ganaremos algo de dinero. Con todo lo ha pasado en los últimos meses… No hemos vendido gran cosa y podemos estar agradecidos de seguir teniendo un taller y estar vivos» premisas que fueron cerradas con un toque de realidad.
Sí, con todo lo que había sufrido la ciudad, sus habitantes no estaba por la labor de derrochar el poco capital que les quedaba. Eran tiempos complicados y si bien Yule daba un motivo para celebrar y divertirse, también anunciaba la llegada del clima más frío y duro.
Lo cierto es que la gente tenía otras prioridades en esos momentos, ya que, aunque quizás todo el mundo necesitara una espada o una cota, porque en tiempos oscuros como aquellos toda persona sensata haría bien en prepararse, de poco te servía el acero cuando habías muerto de hambre o fríos.
Así pues, las palabras de Sandal calaron en la mente de su socio hechicero, y lo animaron a dar el visto bueno e iniciar el plan. No obstante, el rubio no tardó en arrepentirse de tal decisión.
La carreta avanzaba por una de las calles de la ciudad con lentitud, una situación provocada por el gentío que abarrotaba las calles, y que dejaba poco espacio para el paso de una ancha carreta tirada por caballos.
- Deberíamos haber salido más pronto-, comentó Sandal, al tiempo que manejaba las correas de los animales de tiro.
- No me digas-, respondió el brujo, con cierto aire circunspecto, al tiempo que le dedicaba una mirada de soslayo a su compañero. - No habría imaginado que esto pasaría. El año que viene cargamos las armas y armaduras más rápido. Si eso las hacemos de plumas de palomas para que pesen menos y así acabar antes-, dijo socarrón, y algo malhumorado.
- Ya lo sé, pero en el futuro quizás podamos cargar más pronto. O contratar más gente, ¿qué opinas?
- Complicado, no somos los herederos a la corona. Tenemos nuestro capital limitado, y ya hemos pagado lo que pudimos. Alquilar esta carreta y animales, y los hombres que nos ayudaron a montar el puesto-, se encogió de hombros. - Básicamente esto es lo que hay. Lo que sí podríamos hacer, es montar solo un puesto de arcanos, sin las piezas de la herrería, o directamente poner uno de verduras y hortalizas-, comentó más animado, y permitiéndose bromear al final.
- Claro, Vincent el terror de las hortalizas. No suena muy peligroso, le falta pegada. Creo que en el campo de batalla tus enemigos te perderían el respeto-, bromeó esta vez el enano.
- ¿Cuándo me lo han tenido?
Ambos hombres se partieron de risa en cuánto el brujo soltó esa última broma, que seguramente exponía un hecho más cierto que cómico, pero que de todos modos les había provocado unas sanas carcajadas.
Nada como un poco de buen humor para soportar ese ritmo lento y cansino. Que por otro lado, tampoco era tan sacrificado. Si bien, iban más despacio que una tortuga sin patas, por suerte la distancia entre el taller y el puesto no era muy larga.
Por esa razón, aunque tardaron en llegar el tenderete el doble de lo que hubieran tardado un día normal, al menos no se habían muerto de viejos por el camino.
- Ya pensaba que no llegarías nunca-, se escuchó decir a una voz femenina, en cuanto el carro frenó su marcha, y el rubio hubiera pasado a la parte de atrás de este.
- Ja, muy graciosa. La próxima vez traemos las cosas en un dragón-, contestó a Carol, mirando por encima de su hombro al tiempo que agarraba una de las cajas para pasársela a uno de los mozos contratados. - ¿Dónde está Allyson? No me digas que se ha escapado.
- Sí, creo que se ha fugado con una banda de mercenarios. Pero no te preocupes, no puede ser peor que ser hija de uno-, bromeó la pelirroja, con una sonrisa dibujada en los labios, y tomando una de las cajas del carro por su cuenta.
Vinc bufó al escuchar el comentario, aunque no pudo negar que había tenido su gracia.
- Tendrá una vida de lo más divertida entonces-, contestó, y en cuanto dejó la caja en manos del mozo, levantó la vista para observar el puesto. - Os ha quedado bien. Se ve que eres una buena supervisora. Aunque supongo que para saberlo del todo, tendría que preguntarles a estos muchachos. Quizás seas toda una tirana-, dijo divertido, bajando del carro. Nada más hacerlo tiró de uno de los expositores con forma de busto de persona, y se lo echó al hombro. - Cómo pesa esta mierda-, fue su siguiente intervención en la conversación, con una voz sufrida por el esfuerzo. - El año que viene lo que haré es ponerles unos encantamientos de ligereza. Valdrá la pena gasta tinta con éter con tal de no joderme la espalda.
- Si no fueras tan burro y te dejaras ayudar, no pesaría tanto-, le respondió Carol, después de dedicarle una mirada, mientras llevaba una de las cajas dentro.
- Tampoco pesa tanto, pero me hago viejo-, contestó en broma, antes de sentir como lo atrapaban por la cintura, casi dejándolo caer.
- ¡Tio Vinc! - gritó Allyson. - Tengo algo que enseñarte
- ¿Y no podría esperar? ¿Un momentito al menos? - suplicó, más que preguntó.
Por fortuna, uno de los chicos contratados vino a su rescate, y le ayudó a bajar al suelo el muñeco expositor de corazas.
- Gracias, buen hombre-, le dio una palmada en la espalda. - Creo que os daremos un extra por la ayuda. Os lo habéis ganado, porque este puesto no podría estar más cuidado y hermoso.
- Hablando de perder hijas, la tuya se va corriendo por allí-, intervino Caroline, antes de que el chico pudiera contestarle.
- ¿Qué? - preguntó confuso. Una confusión que duró lo justo para ver lo que pasaba. - Qué cojones-, dijo, y comenzó a correr tras la niña, pero en medio de la carrera se giró un instante. - ¡Sandal, recuerda darles una propina extra a los chicos, antes de que se vayan! - gritó, y luego prosiguió la persecución de la niña fugitiva.
Con su mayor envergadura, el hechicero tenía mayor zancada y no tardó mucho en atrapar a su hija. Más tenía que reconocer que había crecido mucho en ese último año, y y no era tan niña ni tan fácil de atrapar, así como que no podía obviar que en realidad no la había atrapado, sino que había llegado hasta ella. Era evidente que se había parado justo antes de darle alcance.
- Qué haces. Cuántas veces te he dicho que no salgas corriendo sin permiso-, la reprendió.
- Bah, soy una bruja, o lo has olvidado. Puedo ganar en un combate a toda esta gente si quisiera-, dijo como si tal cosa, y luego estiró la mano para agarrar un frasco y mostrárselo. - ¿No te parece maravilloso?
- Cómo que podrías ganar a toda esta gente si quisieras. ¿De dónde sacas esas absurdas ideas y esos modales? - le volvió a hablar en tono serio, aunque miró hacia el frasco que quería que viera.
- Pues de quien va a ser, de mi tío favorito-, miró y sonrió hacia Vinc.
- Uno que no conozco, supongo-, intentó en vano, que pareciera que no se refería a él, y tomó el frasco que agarraba la niña. - Y ten cuidado, podría romperse y no sé cuánto vale. No hagas a tu tío favorito más pobre de lo que ya es-, bromeó, a la vez que miraba la etiqueta. - Elixir de restauración-, dijo para sí mismo. - ¿Y qué hace exactamente? - preguntó, aunque esta cuestión se la dedicó al tendero, en cuya figura no había posado la vista hasta justo el momento de la pregunta. - Oh, no puede ser. ¿Qué haces aquí? - comentó con cierta alarma, ante la sorpresa de ver a la mujer gato en el oficio de mercader.
En ese momento el brujo lo comprendió. Allyson no había corrido por la calle sin ton ni son, simplemente había visto el puesto de Níniel, y había querido que su tío Vincent se acercara hasta él.
- Eres una niña muy pilla-, le dijo a su hija. - Quizás te esté influenciando mal-, comentó divertido, acariciándole el pelo. - Y dime Cath, qué andas vendiendo, ¿suavizante para pelaje de gatos? - bromeó. - Es evidente que tu hermoso pelaje no es de este mundo, seguro tiene truco-, le dedicó un halago, aunque sin perder el tono alegre. - Y por cierto, ¿dónde está Niniel, pues ese cartel no deja dudas de que este puesto es suyo? Ya que estoy por aquí me gustaría saludarla, y por qué no, comprarle una poción-, dijo, acercando la poción hacia la mujer gata.
Me paso por el evento aprovechando que tenía intención de pasar por el taller de Níniel para comprarle una interesante poción :3. La verdad es que me ha venido de perlas, y ya puestos, pues traigo mis cosas y monto mi puesto de herrería y arcanos ^^
Para cuando se pasen por él, ya estaría montado y yo ya habría regresado de comprar a Nín, así pues.... ¡PASEN Y VEAAAAAN. LAS MEJORES ESPADAS ENCANTADAS DE LA CIUDAD! (?)
Si a ello sumábamos la reciente y triste historia vivida por la capital de los humanos, era fácil imaginar lo deseosos que estaban los ciudadanos por celebrar algo. Cualquier motivo era válido para dejar las brumas oscuras atrás, y sin duda, ese solsticio de invierno posiblemente era el más esperado y deseado en décadas.
Con tal ambiente era muy difícil no participar en las celebraciones de forma activa, por no decir imposible, más aún cuando su socio se había mostrado más que animado con la idea de montar un tenderete en la calle, cómo era costumbre por aquellas fechas.
Una idea, por otro lado, a la que el mercenario se había sumado con rapidez, ante el contagioso entusiasmo de su amigo Sandal. Quizás con demasiada rapidez…
«Nos divertiremos, Vincent. Ya lo verás» fueron las primeras premisas del enano. «Y no sólo pasaremos unos buenos días, sino que también sacaremos un poco del material que tenemos en el almacén y ganaremos algo de dinero. Con todo lo ha pasado en los últimos meses… No hemos vendido gran cosa y podemos estar agradecidos de seguir teniendo un taller y estar vivos» premisas que fueron cerradas con un toque de realidad.
Sí, con todo lo que había sufrido la ciudad, sus habitantes no estaba por la labor de derrochar el poco capital que les quedaba. Eran tiempos complicados y si bien Yule daba un motivo para celebrar y divertirse, también anunciaba la llegada del clima más frío y duro.
Lo cierto es que la gente tenía otras prioridades en esos momentos, ya que, aunque quizás todo el mundo necesitara una espada o una cota, porque en tiempos oscuros como aquellos toda persona sensata haría bien en prepararse, de poco te servía el acero cuando habías muerto de hambre o fríos.
Así pues, las palabras de Sandal calaron en la mente de su socio hechicero, y lo animaron a dar el visto bueno e iniciar el plan. No obstante, el rubio no tardó en arrepentirse de tal decisión.
La carreta avanzaba por una de las calles de la ciudad con lentitud, una situación provocada por el gentío que abarrotaba las calles, y que dejaba poco espacio para el paso de una ancha carreta tirada por caballos.
- Deberíamos haber salido más pronto-, comentó Sandal, al tiempo que manejaba las correas de los animales de tiro.
- No me digas-, respondió el brujo, con cierto aire circunspecto, al tiempo que le dedicaba una mirada de soslayo a su compañero. - No habría imaginado que esto pasaría. El año que viene cargamos las armas y armaduras más rápido. Si eso las hacemos de plumas de palomas para que pesen menos y así acabar antes-, dijo socarrón, y algo malhumorado.
- Ya lo sé, pero en el futuro quizás podamos cargar más pronto. O contratar más gente, ¿qué opinas?
- Complicado, no somos los herederos a la corona. Tenemos nuestro capital limitado, y ya hemos pagado lo que pudimos. Alquilar esta carreta y animales, y los hombres que nos ayudaron a montar el puesto-, se encogió de hombros. - Básicamente esto es lo que hay. Lo que sí podríamos hacer, es montar solo un puesto de arcanos, sin las piezas de la herrería, o directamente poner uno de verduras y hortalizas-, comentó más animado, y permitiéndose bromear al final.
- Claro, Vincent el terror de las hortalizas. No suena muy peligroso, le falta pegada. Creo que en el campo de batalla tus enemigos te perderían el respeto-, bromeó esta vez el enano.
- ¿Cuándo me lo han tenido?
Ambos hombres se partieron de risa en cuánto el brujo soltó esa última broma, que seguramente exponía un hecho más cierto que cómico, pero que de todos modos les había provocado unas sanas carcajadas.
Nada como un poco de buen humor para soportar ese ritmo lento y cansino. Que por otro lado, tampoco era tan sacrificado. Si bien, iban más despacio que una tortuga sin patas, por suerte la distancia entre el taller y el puesto no era muy larga.
Por esa razón, aunque tardaron en llegar el tenderete el doble de lo que hubieran tardado un día normal, al menos no se habían muerto de viejos por el camino.
- Ya pensaba que no llegarías nunca-, se escuchó decir a una voz femenina, en cuanto el carro frenó su marcha, y el rubio hubiera pasado a la parte de atrás de este.
- Ja, muy graciosa. La próxima vez traemos las cosas en un dragón-, contestó a Carol, mirando por encima de su hombro al tiempo que agarraba una de las cajas para pasársela a uno de los mozos contratados. - ¿Dónde está Allyson? No me digas que se ha escapado.
- Sí, creo que se ha fugado con una banda de mercenarios. Pero no te preocupes, no puede ser peor que ser hija de uno-, bromeó la pelirroja, con una sonrisa dibujada en los labios, y tomando una de las cajas del carro por su cuenta.
Vinc bufó al escuchar el comentario, aunque no pudo negar que había tenido su gracia.
- Tendrá una vida de lo más divertida entonces-, contestó, y en cuanto dejó la caja en manos del mozo, levantó la vista para observar el puesto. - Os ha quedado bien. Se ve que eres una buena supervisora. Aunque supongo que para saberlo del todo, tendría que preguntarles a estos muchachos. Quizás seas toda una tirana-, dijo divertido, bajando del carro. Nada más hacerlo tiró de uno de los expositores con forma de busto de persona, y se lo echó al hombro. - Cómo pesa esta mierda-, fue su siguiente intervención en la conversación, con una voz sufrida por el esfuerzo. - El año que viene lo que haré es ponerles unos encantamientos de ligereza. Valdrá la pena gasta tinta con éter con tal de no joderme la espalda.
- Si no fueras tan burro y te dejaras ayudar, no pesaría tanto-, le respondió Carol, después de dedicarle una mirada, mientras llevaba una de las cajas dentro.
- Tampoco pesa tanto, pero me hago viejo-, contestó en broma, antes de sentir como lo atrapaban por la cintura, casi dejándolo caer.
- ¡Tio Vinc! - gritó Allyson. - Tengo algo que enseñarte
- ¿Y no podría esperar? ¿Un momentito al menos? - suplicó, más que preguntó.
Por fortuna, uno de los chicos contratados vino a su rescate, y le ayudó a bajar al suelo el muñeco expositor de corazas.
- Gracias, buen hombre-, le dio una palmada en la espalda. - Creo que os daremos un extra por la ayuda. Os lo habéis ganado, porque este puesto no podría estar más cuidado y hermoso.
- Hablando de perder hijas, la tuya se va corriendo por allí-, intervino Caroline, antes de que el chico pudiera contestarle.
- ¿Qué? - preguntó confuso. Una confusión que duró lo justo para ver lo que pasaba. - Qué cojones-, dijo, y comenzó a correr tras la niña, pero en medio de la carrera se giró un instante. - ¡Sandal, recuerda darles una propina extra a los chicos, antes de que se vayan! - gritó, y luego prosiguió la persecución de la niña fugitiva.
Con su mayor envergadura, el hechicero tenía mayor zancada y no tardó mucho en atrapar a su hija. Más tenía que reconocer que había crecido mucho en ese último año, y y no era tan niña ni tan fácil de atrapar, así como que no podía obviar que en realidad no la había atrapado, sino que había llegado hasta ella. Era evidente que se había parado justo antes de darle alcance.
- Qué haces. Cuántas veces te he dicho que no salgas corriendo sin permiso-, la reprendió.
- Bah, soy una bruja, o lo has olvidado. Puedo ganar en un combate a toda esta gente si quisiera-, dijo como si tal cosa, y luego estiró la mano para agarrar un frasco y mostrárselo. - ¿No te parece maravilloso?
- Cómo que podrías ganar a toda esta gente si quisieras. ¿De dónde sacas esas absurdas ideas y esos modales? - le volvió a hablar en tono serio, aunque miró hacia el frasco que quería que viera.
- Pues de quien va a ser, de mi tío favorito-, miró y sonrió hacia Vinc.
- Uno que no conozco, supongo-, intentó en vano, que pareciera que no se refería a él, y tomó el frasco que agarraba la niña. - Y ten cuidado, podría romperse y no sé cuánto vale. No hagas a tu tío favorito más pobre de lo que ya es-, bromeó, a la vez que miraba la etiqueta. - Elixir de restauración-, dijo para sí mismo. - ¿Y qué hace exactamente? - preguntó, aunque esta cuestión se la dedicó al tendero, en cuya figura no había posado la vista hasta justo el momento de la pregunta. - Oh, no puede ser. ¿Qué haces aquí? - comentó con cierta alarma, ante la sorpresa de ver a la mujer gato en el oficio de mercader.
En ese momento el brujo lo comprendió. Allyson no había corrido por la calle sin ton ni son, simplemente había visto el puesto de Níniel, y había querido que su tío Vincent se acercara hasta él.
- Eres una niña muy pilla-, le dijo a su hija. - Quizás te esté influenciando mal-, comentó divertido, acariciándole el pelo. - Y dime Cath, qué andas vendiendo, ¿suavizante para pelaje de gatos? - bromeó. - Es evidente que tu hermoso pelaje no es de este mundo, seguro tiene truco-, le dedicó un halago, aunque sin perder el tono alegre. - Y por cierto, ¿dónde está Niniel, pues ese cartel no deja dudas de que este puesto es suyo? Ya que estoy por aquí me gustaría saludarla, y por qué no, comprarle una poción-, dijo, acercando la poción hacia la mujer gata.
Offrol
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Me paso por el evento aprovechando que tenía intención de pasar por el taller de Níniel para comprarle una interesante poción :3. La verdad es que me ha venido de perlas, y ya puestos, pues traigo mis cosas y monto mi puesto de herrería y arcanos ^^
Para cuando se pasen por él, ya estaría montado y yo ya habría regresado de comprar a Nín, así pues.... ¡PASEN Y VEAAAAAN. LAS MEJORES ESPADAS ENCANTADAS DE LA CIUDAD! (?)
Vincent Calhoun
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
Hoy la ciudad se encontraba especialmente bulliciosa, había mercaderes por doquier y la gente iba y venia atraídas por el llamado de aquellos que buscaban vender sus mercancías. Para Al'theas era una oportunidad para curiosear los muchas y dispares objetos de la gente, por lo que decidió darse un paseo aprovechando todo ese mercadillo navideño que se había levantado.
"¡Bonito y barato! ¡de calidad a buen precio!" era algunas de las coletillas que soltaba la gente con intención de atraer a todo potencial cliente, pero el elfo a parte de no tener unos ingresos grandes, prefería las cosas artesanales por encargo muy especificas, aunque aquel lugar no parecía tener lo que el caballero esmeralda solía necesitar... no significaba que no pudiera maravillarse con algunas de las armaduras y armas u otros objetos artesanales no necesariamente bélicos que presentaban en algunos casos un acabado artístico digno de admiración.
Fue entonces cuando por sorpresa pudo escuchar una voz familiar entre los múltiples gritos del mercado, sin lugar a dudas se trataba de Catherine ¿quizás había decidido montar su propio puesto? con ello en mente, decidió seguir su voz caminando entre la muchedumbre, y en cuanto vio el puesto lo entendió todo.
La joven sacerdotisa Níniel era quien había decidido levantar su propio puesto, y obviamente Catherine le estaba ayudando. Al'theas ya tenia constancia de las habilidades alquímicas de la joven, por lo que seria muy interesante saludar a la par que curiosear su mercancía.
-Saludos sacerdotisa, ¿va bien el negocio?- Pregunto el caballero con una sonrisa a la par que le dedicaba una gentil mirada a su compañera felina -Me alegro de verte a ti también Catherine- Añadió.
Su mirada se poso en las distintas mercancías, especialmente en las pociones, y mas concretamente en lo que parecía ser los elixires agrupados, lo cual le recordó que le vendría comprar alguna y decidió preguntar.
-¿Por casualidad no tendrías... algún Elixir de restauración o algo que se le parezca verdad? mi abuelo mi hermana... incluso hoy día y mi padre... solían usarlas como algunas de sus favoritas por su gran utilidad y facilidad para conservarse incluso en el peor de los lugares, estaría dispuesto a comprarte alguna- Dijo el caballero, curioso por saber si las habilidades alquímicas de la sacerdotisa conocían de dicha elaboración.
"¡Bonito y barato! ¡de calidad a buen precio!" era algunas de las coletillas que soltaba la gente con intención de atraer a todo potencial cliente, pero el elfo a parte de no tener unos ingresos grandes, prefería las cosas artesanales por encargo muy especificas, aunque aquel lugar no parecía tener lo que el caballero esmeralda solía necesitar... no significaba que no pudiera maravillarse con algunas de las armaduras y armas u otros objetos artesanales no necesariamente bélicos que presentaban en algunos casos un acabado artístico digno de admiración.
Fue entonces cuando por sorpresa pudo escuchar una voz familiar entre los múltiples gritos del mercado, sin lugar a dudas se trataba de Catherine ¿quizás había decidido montar su propio puesto? con ello en mente, decidió seguir su voz caminando entre la muchedumbre, y en cuanto vio el puesto lo entendió todo.
La joven sacerdotisa Níniel era quien había decidido levantar su propio puesto, y obviamente Catherine le estaba ayudando. Al'theas ya tenia constancia de las habilidades alquímicas de la joven, por lo que seria muy interesante saludar a la par que curiosear su mercancía.
-Saludos sacerdotisa, ¿va bien el negocio?- Pregunto el caballero con una sonrisa a la par que le dedicaba una gentil mirada a su compañera felina -Me alegro de verte a ti también Catherine- Añadió.
Su mirada se poso en las distintas mercancías, especialmente en las pociones, y mas concretamente en lo que parecía ser los elixires agrupados, lo cual le recordó que le vendría comprar alguna y decidió preguntar.
-¿Por casualidad no tendrías... algún Elixir de restauración o algo que se le parezca verdad? mi abuelo mi hermana... incluso hoy día y mi padre... solían usarlas como algunas de sus favoritas por su gran utilidad y facilidad para conservarse incluso en el peor de los lugares, estaría dispuesto a comprarte alguna- Dijo el caballero, curioso por saber si las habilidades alquímicas de la sacerdotisa conocían de dicha elaboración.
Al'theas Tinarandel
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
Mientras Karen espera pacientemente a que la herrera del puesto agarre la espada para sopesarla, aparece una segunda dependienta. "Oh, una bruja." Piensa en cuanto la recién llegada baja su arma con su propio poder. Iba a decirles que tuviesen cuidado, le había costado mucho trabajo ganar el suficiente dinero para poder costearse esas armas, no tenía ninguna otra para reemplazarlas. Además una de ellas llevaba empuñadura hueca, por lo que era difícil encontrar un repuesto a medida.
Una nueva clienta llega para hacer un pedido, pero apenas tiene tiempo de mirarla dos veces, un hombre entra también al puesto. "¿Pero cuánta gente trabaja en un puesto tan pequeño como este?" La chica que la atendió nada más llegar trata al humano como un lacayo. La bruja asiente, satisfecha por la explicación. No tiene nada en contra de que el aprendiz trabaje en lugar de la maestra, todos debemos aprender en algún momento. Además no le dejaría sin supervisión... ¿no? La chica le da un segundo vistazo al rostro del aprendiz, comienza a acelerársele el pulso y no sabe por qué.
"¿Acaso le he visto en alguna parte...? Tal vez le deba dinero a alguien y haya visto su cara en algún cartel de Se busca."
El aprendiz de herrero toma las armas de Karen y da algunas estocadas en el aire para comprobar su... -... - La joven mira hacia el hombre, pálida como jamás se había puesto antes. Se asoma por el mostrador para mirar los pedacitos de su arma en el suelo. El herrero la calma diciendo que las arreglará sin coste. Da un profundo suspiro y se retira unos pasos. Ya no había nada que hacer al respecto. Tendría que quedarse con lo que fuera lo que fuese que saliera de aquella forja...
El humano se asoma un segundo en medio del trabajo para preguntar si era normal que la empuñadura estuviese hueca. -Sí, solo esa, la prefiero así. Gracias por fijarse señor. -Asiente con la cabeza y se retira de nuevo, pensando todavía en la cara de aquel hombre. No tarda mucho en volver a asomarse, esta vez con ambas armas listas. Tras darle indicaciones de no usarlas durante ese día, la chica las hace levitar para observarlas desde todos los ángulos. Eran mucho mejores que las que el herrero había roto, de eso no había duda. Las vuelve a dejar en su lugar sobre el mostrador.
Mira al rostro del herrero todavía exasperada por no ubicar el lugar donde lo ha visto. -En cuanto al nombre... Llamémosles "Encuentro" y "Despedida". -Sonríe satisfecha. -¿Le parecen buenos nombres? Jamás había nombrado un arma... -La chica desvía la mirada avergonzada y se da cuenta de algo. -¡Oh! Señor, necesito un bolso nuevo. Esos utensilios parecen de curtiduría. -Señala una esquinita del taller. -¿Puede hacerme uno como este? -Abre su bolsito medio deshecho y se lo enseña. -Tiene un bolsillito para el diario. Además no puedo irme de aquí y que me regale estas estupendas armas sin haberle comprado nada.
Se da cuenta entonces de que a su lado se encuentra Ava, la había conocido en Midgar, no recordaba hace cuánto tiempo exactamente. -¡Ava! qué alegría verte de nuevo. Si ya has terminado aquí... ¿vamos a dar un paseo? Debes ponerme al día de todo. - Sonríe a la chica y se acerca a ella para abrazarla, entonces recuerda su primer contacto y la reticencia de ella hacia tocarse, detiene su abrazo y se queda a un centímetro. - Solo si quieres, claro. -Sonríe ampliamente, contenta de volver a ver a la mujer-bestia.
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Una nueva clienta llega para hacer un pedido, pero apenas tiene tiempo de mirarla dos veces, un hombre entra también al puesto. "¿Pero cuánta gente trabaja en un puesto tan pequeño como este?" La chica que la atendió nada más llegar trata al humano como un lacayo. La bruja asiente, satisfecha por la explicación. No tiene nada en contra de que el aprendiz trabaje en lugar de la maestra, todos debemos aprender en algún momento. Además no le dejaría sin supervisión... ¿no? La chica le da un segundo vistazo al rostro del aprendiz, comienza a acelerársele el pulso y no sabe por qué.
"¿Acaso le he visto en alguna parte...? Tal vez le deba dinero a alguien y haya visto su cara en algún cartel de Se busca."
El aprendiz de herrero toma las armas de Karen y da algunas estocadas en el aire para comprobar su... -... - La joven mira hacia el hombre, pálida como jamás se había puesto antes. Se asoma por el mostrador para mirar los pedacitos de su arma en el suelo. El herrero la calma diciendo que las arreglará sin coste. Da un profundo suspiro y se retira unos pasos. Ya no había nada que hacer al respecto. Tendría que quedarse con lo que fuera lo que fuese que saliera de aquella forja...
El humano se asoma un segundo en medio del trabajo para preguntar si era normal que la empuñadura estuviese hueca. -Sí, solo esa, la prefiero así. Gracias por fijarse señor. -Asiente con la cabeza y se retira de nuevo, pensando todavía en la cara de aquel hombre. No tarda mucho en volver a asomarse, esta vez con ambas armas listas. Tras darle indicaciones de no usarlas durante ese día, la chica las hace levitar para observarlas desde todos los ángulos. Eran mucho mejores que las que el herrero había roto, de eso no había duda. Las vuelve a dejar en su lugar sobre el mostrador.
Mira al rostro del herrero todavía exasperada por no ubicar el lugar donde lo ha visto. -En cuanto al nombre... Llamémosles "Encuentro" y "Despedida". -Sonríe satisfecha. -¿Le parecen buenos nombres? Jamás había nombrado un arma... -La chica desvía la mirada avergonzada y se da cuenta de algo. -¡Oh! Señor, necesito un bolso nuevo. Esos utensilios parecen de curtiduría. -Señala una esquinita del taller. -¿Puede hacerme uno como este? -Abre su bolsito medio deshecho y se lo enseña. -Tiene un bolsillito para el diario. Además no puedo irme de aquí y que me regale estas estupendas armas sin haberle comprado nada.
Se da cuenta entonces de que a su lado se encuentra Ava, la había conocido en Midgar, no recordaba hace cuánto tiempo exactamente. -¡Ava! qué alegría verte de nuevo. Si ya has terminado aquí... ¿vamos a dar un paseo? Debes ponerme al día de todo. - Sonríe a la chica y se acerca a ella para abrazarla, entonces recuerda su primer contacto y la reticencia de ella hacia tocarse, detiene su abrazo y se queda a un centímetro. - Solo si quieres, claro. -Sonríe ampliamente, contenta de volver a ver a la mujer-bestia.
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- OFF:
- Como soy una clienta pesada, interactúo de nuevo con Eltrant para pedirle un bolso y que grabe los nombres. Interactúo con Ava por si quiere ir a dar un paseo y con Mina que está en el puesto de Elt con Lyn. Volveré para recoger mis cosas y molestar al perro.
Karen Engeld
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
Con el paso de los minutos la gente fue pasando de largo, algunas se sentaban a descansar en el banco con forma de dragón, otros simplemente veían mas intereses en los puestos adyacentes y algunos curiosos se quedaban observando cerca del brasero como iba tallando la escultura, en la que poco a poco se comenzaban a percibir varias formas animales.
Lavey, acostumbrada a llevar el libro de cuentas, cantaba las cifras de los distintos objetos a los transeúntes interesados. A veces la voz le flaqueaba, pero se recuperaba rápido después de un par de tragos al botijo que había detrás de una de las ruedas del carromato.
La voz de un rostro conocido hizo que la pequeña dejara de vociferar ofertas y la adulta guardara sus herramientas en el bolsillo del delantal. -Zero, que sorpresa. -Salude al pequeño con una mano amistosa luego de limpiar los restos de virutas y serrín sobre el pantalón. -Han pasado muchas estaciones desde que nos separamos. -Ahora era Lavey la que saludaba al biotico con una sonrisa alegre y ojos curiosos. -No has cambiado nada. -Y es que, uno de los efectos de ser mitad mecánico era que no envejecía, o al menos... no a la misma velocidad que el resto de nosotros.
Al jovencito le había llamado la atención uno de los juguetes, un pequeño soldado de madera con la mano sobre el pomo de la espada y la pierna derecha adelantada. -Serán 30 Aeros Zero. Y si quieres formar un ejercito o darle una montura, tenemos mas figuras con diferentes formas.
Las dos nos quedamos junto al pequeño, contestando sus preguntas y dándole conversación hasta que decidió partir de la improvisada carpintería.
-Centella ¿Puedo dar una vuelta por el mercado?
La pregunta había tardado mas de lo que me esperaba, en otro tiempo la joven dragona se hubiera perdido entre el gentío antes de acabar de colocar el genero sobre la mesa.
-Claro hija, ve y comparte algo que te guste.
Con una sonrisa tierna le entregue un saquito con monedas y vi marchar a la lagartija. Ahora estaba sola en la tienda, pero no había nadie a quien atender. Volví a sentarme detrás de la madera que estaba tallando y seguí martilleando el cincel.
Lavey empezó a recorrer las abarrotadas calles, que no solo estaban llenas de gente y olores diversos, sino también de tiendas que se apiñaban unas con otras. Una hermosa gata publicitaba sanaciones elficas, el sonido de un martillo golpeando el metal sobre el yunque, un zorro aseguraba tener en la tienda encantamientos para cualquier cosa.
La gata la hizo acordarse de Angélique y estuvo tentada de entrar, pero las palabras del zorro le ganaron a su mente curiosa.
-Disculpe señor arcanista. -La tienda olía a papiros, pergaminos y a polvos mágicos. -¿Tiene algo para encantar flechas?
Lavey se quedo mirando al hombre-bestia y aunque ponía su mejor cara de niña buena, estaba deseando acercase al animal y tocar su pelaje "Estaría suave o áspero, se acicalaría como sus hermanos a cuatro patas o usaría un cepillo..." la pequeña se mordió la lengua y volvió a centrarse en las compras.
-Me gustaría tener un par de flechas que hicieran que el enemigo fuera mas despacio.
Mientras la parlanchina niña se dedicaba a sus compras de Yule, la madre se había centrado en la elaboración de un carro mono-plaza tirado por dos caballos, aun faltaban los detalles, pero la estructura ya estaba terminada.
____
Off: Interactuo con Asher para comprar 2 proyectiles encantados con el elemento tierra. Y con Zero para venderle su soldadito de juguete.
Recibo el pago de 30 aeros por parte de Z9-42. 20 en materiales y 10 en ganancia. Tenia 1 material en reserva, así que sumando los 2 materiales del juguete suman 3 y recibo 1 punto de profesion.
Lavey, acostumbrada a llevar el libro de cuentas, cantaba las cifras de los distintos objetos a los transeúntes interesados. A veces la voz le flaqueaba, pero se recuperaba rápido después de un par de tragos al botijo que había detrás de una de las ruedas del carromato.
La voz de un rostro conocido hizo que la pequeña dejara de vociferar ofertas y la adulta guardara sus herramientas en el bolsillo del delantal. -Zero, que sorpresa. -Salude al pequeño con una mano amistosa luego de limpiar los restos de virutas y serrín sobre el pantalón. -Han pasado muchas estaciones desde que nos separamos. -Ahora era Lavey la que saludaba al biotico con una sonrisa alegre y ojos curiosos. -No has cambiado nada. -Y es que, uno de los efectos de ser mitad mecánico era que no envejecía, o al menos... no a la misma velocidad que el resto de nosotros.
Al jovencito le había llamado la atención uno de los juguetes, un pequeño soldado de madera con la mano sobre el pomo de la espada y la pierna derecha adelantada. -Serán 30 Aeros Zero. Y si quieres formar un ejercito o darle una montura, tenemos mas figuras con diferentes formas.
Las dos nos quedamos junto al pequeño, contestando sus preguntas y dándole conversación hasta que decidió partir de la improvisada carpintería.
-Centella ¿Puedo dar una vuelta por el mercado?
La pregunta había tardado mas de lo que me esperaba, en otro tiempo la joven dragona se hubiera perdido entre el gentío antes de acabar de colocar el genero sobre la mesa.
-Claro hija, ve y comparte algo que te guste.
Con una sonrisa tierna le entregue un saquito con monedas y vi marchar a la lagartija. Ahora estaba sola en la tienda, pero no había nadie a quien atender. Volví a sentarme detrás de la madera que estaba tallando y seguí martilleando el cincel.
Lavey empezó a recorrer las abarrotadas calles, que no solo estaban llenas de gente y olores diversos, sino también de tiendas que se apiñaban unas con otras. Una hermosa gata publicitaba sanaciones elficas, el sonido de un martillo golpeando el metal sobre el yunque, un zorro aseguraba tener en la tienda encantamientos para cualquier cosa.
La gata la hizo acordarse de Angélique y estuvo tentada de entrar, pero las palabras del zorro le ganaron a su mente curiosa.
-Disculpe señor arcanista. -La tienda olía a papiros, pergaminos y a polvos mágicos. -¿Tiene algo para encantar flechas?
Lavey se quedo mirando al hombre-bestia y aunque ponía su mejor cara de niña buena, estaba deseando acercase al animal y tocar su pelaje "Estaría suave o áspero, se acicalaría como sus hermanos a cuatro patas o usaría un cepillo..." la pequeña se mordió la lengua y volvió a centrarse en las compras.
-Me gustaría tener un par de flechas que hicieran que el enemigo fuera mas despacio.
Mientras la parlanchina niña se dedicaba a sus compras de Yule, la madre se había centrado en la elaboración de un carro mono-plaza tirado por dos caballos, aun faltaban los detalles, pero la estructura ya estaba terminada.
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Off: Interactuo con Asher para comprar 2 proyectiles encantados con el elemento tierra. Y con Zero para venderle su soldadito de juguete.
Recibo el pago de 30 aeros por parte de Z9-42. 20 en materiales y 10 en ganancia. Tenia 1 material en reserva, así que sumando los 2 materiales del juguete suman 3 y recibo 1 punto de profesion.
Reivy Abadder
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
Es la segunda visita de Kosir a Lunargenta y puede decir con propiedad que las cosas han cambiado mucho, la última vez los débiles exteriores habían sido tomados rehenes por criaturas malignas pero ahora gozan de plena libertad.
Ciertamente le molesta un poco no haber estado presente en la gloriosa carnicería que tuvo lugar aunque ser ajeno a las situaciones mundiales tiene ese efecto, después de todo aún es muy ignorante a las maquinaciones que existen fuera de bosque negro.
Para bien o para mal termina en medio de una festividad, parece que toda la ciudad salió a vender productos. Tiene cierta semejanza con la reunión de clanes que se realiza en su hogar… aunque aquí parece que nadie busca pareja de reproducción.
Hay mucha gente, más de la que el joven bárbaro ha visto en toda su corta vida. Eso le hace sentirse intranquilo y con ganas de golpear a todo paleto que se le atraviesa, por suerte las tiendas le ayudan a despejar tales pensamientos violentos.
Dicha realidad le hace preguntarse cuantas personas pueden vivir en el exterior, deben ser cientos de individuos o incluso miles. Las tierras extranjeras sin duda son muy fértiles para sustentar tanta gente.
A medida que camina pierde sus ojos entre las diversas mercancías, no puede decir que los exteriores tengan mal gusto. Pese a ser muy llorones tienen un talento destacable a la hora de crear herramientas combativas.
Un pequeño truco chamánico llama su atención de inmediato y es que casi se traga una flecha luminosa en el recorrido, no tarda mucho en seguir su sentido cual niño curioso en busca de una luciérnaga.
Termina frente a un personaje bastante pequeño y aunque al principio lo clasifica como un niño no tarda en cambiarle el título, si está vendiendo solo debe haber superado su ritual de adultez hace tiempo.
Es reconfortante encontrar a un adulto temprano afuera, juraba que los exteriores tardaban mucho más en superar su ritual.
Por ocio más que necesidad el muchacho revisa las mercancías del pequeño tendero, no le toma mucho descubrir que se trata de un alquimista. Claramente no tiene tanta habilidad como los brumosos pero muestra varias cosas interesantes.
Quiero cinco pociones de fuerza y… ¿No tendrás algo para agrandar el tamaño corporal verdad?
Dice esto último por curiosidad nada más, sabe que no existe tal elixir o todavía seguiría siendo un miembro activo del clan. Suspira un poco incluso se escuchar la respuesta, los dioses pueden tener un sentido del humor muy bizarro.
Ciertamente le molesta un poco no haber estado presente en la gloriosa carnicería que tuvo lugar aunque ser ajeno a las situaciones mundiales tiene ese efecto, después de todo aún es muy ignorante a las maquinaciones que existen fuera de bosque negro.
Para bien o para mal termina en medio de una festividad, parece que toda la ciudad salió a vender productos. Tiene cierta semejanza con la reunión de clanes que se realiza en su hogar… aunque aquí parece que nadie busca pareja de reproducción.
Hay mucha gente, más de la que el joven bárbaro ha visto en toda su corta vida. Eso le hace sentirse intranquilo y con ganas de golpear a todo paleto que se le atraviesa, por suerte las tiendas le ayudan a despejar tales pensamientos violentos.
Dicha realidad le hace preguntarse cuantas personas pueden vivir en el exterior, deben ser cientos de individuos o incluso miles. Las tierras extranjeras sin duda son muy fértiles para sustentar tanta gente.
A medida que camina pierde sus ojos entre las diversas mercancías, no puede decir que los exteriores tengan mal gusto. Pese a ser muy llorones tienen un talento destacable a la hora de crear herramientas combativas.
Un pequeño truco chamánico llama su atención de inmediato y es que casi se traga una flecha luminosa en el recorrido, no tarda mucho en seguir su sentido cual niño curioso en busca de una luciérnaga.
Termina frente a un personaje bastante pequeño y aunque al principio lo clasifica como un niño no tarda en cambiarle el título, si está vendiendo solo debe haber superado su ritual de adultez hace tiempo.
Es reconfortante encontrar a un adulto temprano afuera, juraba que los exteriores tardaban mucho más en superar su ritual.
Por ocio más que necesidad el muchacho revisa las mercancías del pequeño tendero, no le toma mucho descubrir que se trata de un alquimista. Claramente no tiene tanta habilidad como los brumosos pero muestra varias cosas interesantes.
Quiero cinco pociones de fuerza y… ¿No tendrás algo para agrandar el tamaño corporal verdad?
Dice esto último por curiosidad nada más, sabe que no existe tal elixir o todavía seguiría siendo un miembro activo del clan. Suspira un poco incluso se escuchar la respuesta, los dioses pueden tener un sentido del humor muy bizarro.
- Off:
- Kosir compra 5 pociones de fuerza a Demian.
Kosir
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
Yule era el sitio ideal para un Mausu como Amit, no había mejor lugar para intentar conseguir buenos precios. Por lo mismo, el ratón iba cargando una gran mochila, y no solo el pequeño morral que solía llevar, su plan era comprar tanto como pudiera e ir directo a su pueblo, donde sorprendería a sus amigos y familiares.
El roedor correteaba de un puesto a otro, tocando, preguntando, oliendo, regateando y comprando muy contento. Hasta el momento había conseguido un buen número de semillas, carne seca, herramientas pequeñas para intervenciones médicas y en ese mismo momento se encontraba parado frente a la herrería de un hombre muy alto y de cabello claro.
-¡¡Tchik!! ¡Pero qué bonitas armas! – Exclamó el Mausu mientras se paraba al lado de una espada que era más alta que él - ¡Y qué buena calidad! ¿Podrías hacerme un martillo? Uno como aquel por ejemplo – Amit señaló uno de los que tenía en exposición, claramente ese era muy grande para alguien del tamaño del roedor, pero quizás, si la suerte lo acompañaba, el herrero tendría algún otro que tuviera el largo y el peso que necesitaba.
El ratón agradeció al hombre por las molestias y prometió pasar más tarde, quería aprovechar el tiempo y aún habían muchos puestos por visitar. A pesar de todas las desgracias que habían pasado ese año, la gente parecía estar contenta, y compraban todo lo que podían. En un comienzo Amit lo disfrutaba, pero cuando el número de personas se hizo demasiado numeroso resulto algo problemático ¡La gente no miraba para abajo al caminar!
Amit comenzó a arrastrarse por el piso, tirando con todas sus fuerzas para poder salir de entre medio de la gente. Al final dos personas se movieron, y el Mausu salió volando, rodando como una pequeña bola blanca, mientras agarraba fuerte su mochila para no perder nada. Se detuvo contra la pata de una banca, se puso en pie de un salto y mientras movía los bigotes enojado se sacudió la tierra de los pantalones y la capa.
Estaba terminando de arreglarse cuando escuchó el comentario de una dama sentada del otro lado del banco con el cual Amit había chocado.
-Comprar una espada siempre es buena idea ¡Tchik! El mundo de Aerandir es enorme y muy peligroso, quien sea un viajero no debe andar los caminos sin tener los elementos básicos – Y sin duda algo para defenderse era lo que Amit llamaría “elemento básico” – Puedo ayudarte a elegir una, ya que no pareces tener mucho conocimiento sobre el tema – El Mausu la miraba fijamente – Si quieres –
El roedor quería conseguir algunos hechizos antes de irse, pero podía ayudar a una joven mientras hacía eso también.
------------------------------------------------------------------------------------------------
-Amit le compra un martillo a Vincent
-Habla con Siria
El roedor correteaba de un puesto a otro, tocando, preguntando, oliendo, regateando y comprando muy contento. Hasta el momento había conseguido un buen número de semillas, carne seca, herramientas pequeñas para intervenciones médicas y en ese mismo momento se encontraba parado frente a la herrería de un hombre muy alto y de cabello claro.
-¡¡Tchik!! ¡Pero qué bonitas armas! – Exclamó el Mausu mientras se paraba al lado de una espada que era más alta que él - ¡Y qué buena calidad! ¿Podrías hacerme un martillo? Uno como aquel por ejemplo – Amit señaló uno de los que tenía en exposición, claramente ese era muy grande para alguien del tamaño del roedor, pero quizás, si la suerte lo acompañaba, el herrero tendría algún otro que tuviera el largo y el peso que necesitaba.
- Martillo que señala Amit:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
El ratón agradeció al hombre por las molestias y prometió pasar más tarde, quería aprovechar el tiempo y aún habían muchos puestos por visitar. A pesar de todas las desgracias que habían pasado ese año, la gente parecía estar contenta, y compraban todo lo que podían. En un comienzo Amit lo disfrutaba, pero cuando el número de personas se hizo demasiado numeroso resulto algo problemático ¡La gente no miraba para abajo al caminar!
Amit comenzó a arrastrarse por el piso, tirando con todas sus fuerzas para poder salir de entre medio de la gente. Al final dos personas se movieron, y el Mausu salió volando, rodando como una pequeña bola blanca, mientras agarraba fuerte su mochila para no perder nada. Se detuvo contra la pata de una banca, se puso en pie de un salto y mientras movía los bigotes enojado se sacudió la tierra de los pantalones y la capa.
Estaba terminando de arreglarse cuando escuchó el comentario de una dama sentada del otro lado del banco con el cual Amit había chocado.
-Comprar una espada siempre es buena idea ¡Tchik! El mundo de Aerandir es enorme y muy peligroso, quien sea un viajero no debe andar los caminos sin tener los elementos básicos – Y sin duda algo para defenderse era lo que Amit llamaría “elemento básico” – Puedo ayudarte a elegir una, ya que no pareces tener mucho conocimiento sobre el tema – El Mausu la miraba fijamente – Si quieres –
El roedor quería conseguir algunos hechizos antes de irse, pero podía ayudar a una joven mientras hacía eso también.
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-Amit le compra un martillo a Vincent
-Habla con Siria
Amit'tek
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
En vista que ya son varias las personas que me hacen una series de preguntas con respecto al tema, creo que es interesante que las comente por aquí en público en lugar de contestarlas por mp.
1. ¿Puedo participar con más de un personaje?
Por supuesto, como en todos los eventos globales de este tipo. Lo único que os pido es que vuestros personajes no interactúen con ellos mismos. Todos conocemos las reglas del metarol.
2. ¿Se mantiene las 5 creaciones máximas por post igual que ne los talleres?
Sí. Pensad que este evento es como si hayáis trasladado vuestros talleres a la calle.
3. ¿Hay que postear en nuestros talleres para confirmar la fabricación? ¿En tal caso recibiremos los puntos de experiencia correspondientes?
No y no. Como he dicho ahora, vuestros talleres forman ahora parte del evento. Están en la calle. La recompensa por la compra-venta de objetos es la marcada por el evento.
4. ¿Debo fabricar los objetos que venda?
Siempre que no tengas el objeto creado con antelación, deberás fabricarlo en el evento. Por ejemplo, he visto que Rauko tiene en su "almacén" un montón de espadas(y sartenes) que fabricó hace meses (y años) en su respectivo taller. Estos objetos no tendría que fabricarlos si alguien se los quiere comprar. En caso de que le pidan un objeto que no tenga fabricado de antemano, una armadura por ejemplo, tendrá que fabricarlo en el evento.
1. ¿Puedo participar con más de un personaje?
Por supuesto, como en todos los eventos globales de este tipo. Lo único que os pido es que vuestros personajes no interactúen con ellos mismos. Todos conocemos las reglas del metarol.
2. ¿Se mantiene las 5 creaciones máximas por post igual que ne los talleres?
Sí. Pensad que este evento es como si hayáis trasladado vuestros talleres a la calle.
3. ¿Hay que postear en nuestros talleres para confirmar la fabricación? ¿En tal caso recibiremos los puntos de experiencia correspondientes?
No y no. Como he dicho ahora, vuestros talleres forman ahora parte del evento. Están en la calle. La recompensa por la compra-venta de objetos es la marcada por el evento.
4. ¿Debo fabricar los objetos que venda?
Siempre que no tengas el objeto creado con antelación, deberás fabricarlo en el evento. Por ejemplo, he visto que Rauko tiene en su "almacén" un montón de espadas
Sigel
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